Familia

¿Dignidad del ser humano o libertad para abortar?

El periodista Antonio Socci recordaba hace unos años que el aborto fue promovido inicialmente por sistemas políticos totalitarios, la Unión Soviética en 1920, luego por la Alemania nazi en los países ocupados, después China y Occidente, hasta superar los mil millones de abortos en el siglo XX. El ser humano está en juego, y Francia ha movido ficha.

Francisco Otamendi·9 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

Foto de Alicia Petresc en Unsplash

Amy Sinclair, presidenta del Senado de Iowa, en Estados Unidos, lucha desde hace años por defender la vida en todas las etapas, y afirma que “la historia nos juzgará por la barbarie del aborto”. Muchos piensan igual, y lo defendieron en enero en Washington y otras capitales en las March of Life.

¿Qué pensará Amy ahora, cuando una gran mayoría del parlamento francés (780 diputados y senadores “sí” frente a 72 “no”) ha aprobado en Versalles introducir en la Constitución el “derecho” al aborto? 

¿”Libertad garantizada” para matar bebés en el seno de la madre? ¿Libertad para matar en un país que necesita urgentemente incrementar su natalidad, como reconoce su presidente Emmanuel Macron?

¿Una nueva era de esperanza?

Gabriel Attal, primer ministro francés, dijo este 4 de marzo: “Iniciamos una etapa fundamental que será una página histórica. Una etapa que tiene una historia y antecedentes, que comenzaron con Valery Giscard d’Estaing y Simone Veil. Francia dirige un mensaje a todas las mujeres: vuestro cuerpo os pertenece y nadie tiene el derecho a decidir por vosotras. Más allá de nuestras fronteras, comienza una nueva era de esperanza”. 

¿De esperanza o de muerte? Fue Giscard d’Estaing quien dijo: ‘’Como católico estoy en contra del aborto; como presidente de los franceses considero necesaria su despenalización’’. 

El aborto es legal en Francia desde 1975. La entonces ministra de Salud, Simone Weil, se había mostrado escéptica, un año antes, sobre la viabilidad de los embriones, para justificarlo: “Ya nadie pone en duda que, en un plano estrictamente médico, el embrión carga definitivamente con todas las potencialidades del ser humano en el que se convertirá. Pero no es más que una posibilidad futura, un frágil eslabón de la transmisión de la vida que tendrá que vencer muchos obstáculos antes de llegar a término”. 

Ahora, en nombre de Renacimiento, partido de Macron, el diputado Sylvain Maillard declaró: “A través de esta reforma constitucional, Francia confirma su vocación universal”. Y lo cierto es que tras el resultado, la Torre Eiffel se iluminó de modo especial ante una multitud que celebraba festivamente el voto. 

Cambio de mentalidad: respeto a la vida 

Amy Sinclair considera que es esencial legislar contra el aborto, pero que es necesario también, y quizá sobre todo, que la sociedad cambie la mentalidad acerca del respeto a la vida y la dignidad intrínseca de cada ser humano.

Podríamos preguntarnos ahora: ¿Seguirá marcando el rumbo de Nueva York y de Estados Unidos la Estatua de la Libertad, regalo del pueblo francés al estadounidense en 1886? O lo hará la senda marcada por la sentencia Dobbs, en la que el Tribunal Supremo norteamericano decretó que la Constitución no otorga el “derecho” al aborto?

Mujeres traumatizadas y víctimas de un sistema

¿Seguiremos teniendo que ver titulares como éste en un gran diario laico español?: “Francia se pone al frente de la defensa mundial de la libertad de abortar al consagrarla en su Constitución”. ¿Libertad de abortar? ¿Libertad para matar? 

Toda mujer sabe lo que es un aborto provocado. El mundo está cada más vez más lleno de mujeres traumatizadas en el postaborto, muchas arrepentidas. Pero se puede ver la luz después de un aborto, lo dice la española Leire Navaridas, mujer que ha abortado y que no desea criminalizar a la mujer, porque las mujeres que hemos abortado “somos víctimas de un sistema que nos aboca al aborto”. 

En efecto, hay toda “una ingeniería social” desde hace décadas, apoyada por la industria del aborto. que “no pone nunca el foco en la violencia sobre el no nacido, sino en el derecho a decidir”, denuncia. Un hijo vivo es un parásito, una carga inasumible…

Libertad de conciencia

Es preciso cargarse de ánimo, y defender la objeción de conciencia como un derecho fundamental. Los instrumentos internacionales de derechos humanos, desde la Declaración Universal de Derechos Humanos, han incluido “la libertad de pensamiento, conciencia y religión” (art. 18), como “parte del patrimonio jurídico esencial de la persona, que el Estado no conduce graciosamente, sino que está obligado a reconocer y a proteger”

Solventes expertos recuerdan la “Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea”, cuando “reconoce el derecho a la objeción de conciencia”, eso sí, “de acuerdo con las leyes nacionales que regulen su ejercicio”. 

Los catedráticos Navarro-Valls, Torrón y Valero aseguran que “si se hubiera querido que la tutela de la objeción de conciencia dependiera de las leyes nacionales, no tendría sentido haberla incluido como derecho fundamental en la Carta Europea”. 

“Y recordemos que la Carta no es una simple expresión de buenos deseos y recomendaciones para gobiernos bienintencionados, sino un texto jurídico vinculante para los Estados miembros de la Unión Europea”. Su análisis está escrito pensando en la eutanasia, pero sirve igual.

Algunos todavía creemos en la fuerza del Derecho, y en las tradiciones religiosas, las religiones, a las que ha apelado el Vaticano el mismo día 4. El llamamiento  de la Santa Sede se ha dirigido “a todos los gobiernos y tradiciones religiosas para que hagan todo lo posible para que, en esta fase de la historia, la protección de la vida se convierta en una prioridad absoluta, con medidas concretas en favor de la paz y la justicia social».

Este domingo 10 de marzo se ha convocado una Marcha en Madrid, que lleva por lema “Sí a la vida”. Para tirar la toalla ya están otros. ¿O se pacta con el genocidio censurado?

El autorFrancisco Otamendi

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