Cultura

La Virgen asunta nos señala el camino al Cielo

El 15 de agosto se celebra la Asunción de la Virgen María en cuerpo y alma al Cielo. Aunque fue proclamado dogma de fe en 1950, la Asunción forma parte de la tradición de la Iglesia desde hace siglos.

María Loreto Cruz Opazo·15 de agosto de 2023·Tiempo de lectura: 4 minutos

Asunción de la Virgen, Fra Angelico

Quienes creemos en Cristo tenemos a la Virgen María como modelo de vida a seguir, justamente porque Ella tuvo una relación privilegiada con su hijo Jesús: Él le compartió amorosamente su destino glorioso. Es lo que le da el mérito para ser Nuestra Madre y estar presente en la devoción católica con la fiesta de la Asunción o, en la liturgia ortodoxa, con la Dormición. Desde tiempos inmemoriales ha sido celebrada por muchos pueblos a través de la religiosidad popular con diversas expresiones artísticas, quienes han manifestado su creencia y afecto por la Asunta (san Bernardo decía: “Nunca me siento tan contento ni temeroso como cuando debo hablar de la gloria de la Virgen María”).

La tradición cristiana que viene de los Apóstoles recuerda que María fue llevada en cuerpo y alma al Cielo, al término de su vida terrena. Esto es porque en todo Ella siguió hasta el final el camino de su Hijo: “El conocimiento de la verdadera doctrina católica sobre la Virgen María será siempre la llave exacta de la comprensión del misterio de Cristo”, como dijo Pablo VI (nov. 21, 1964).

La Dormición

Ella fue glorificada para que no sufriera la corrupción de la muerte. Se habla de su dormición porque la especulación teológica dice que, si Ella no pecó por ser Inmaculada, entonces tampoco murió. Pero, del mismo modo, se discute teológicamente hablando que, si Ella fue solidaria en todo con Jesucristo (quien siendo en todo inocente asumió los pecados de la humanidad) habría podido sufrir y morir como Él. Pero la verdad es que no hay registro de ninguna enfermedad, solo se asume su posible vejez bajo el cuidado del apóstol Juan (ver Juan 19, 27).

Escena de la Dormición, del cuadro Asunción de la Virgen, Fra Angelico

Por eso, como su vida fue extraordinaria, su muerte lo debe haber sido también, y desde la fe es lógico pensar que murió incorrupta, como lo experimentaron también otros santos. De ahí las conclusiones positivas que ofreció el Documento de Puebla al decirnos que “María es garantía de la grandeza femenina; y que muestra la forma específica de ser mujer…” (#299). “María, la mujer sabia (ver Lucas 2, 19-51), es la mujer de la salvación que puso toda su feminidad al servicio de Cristo y de su obra salvadora” (ver Gál 4, 4- 6; LG 56).

La tradición de la Iglesia

Por fe creemos que la Virgen fue asunta al cielo, y desde los orígenes del cristianismo han estado tanto el sensus fidei (LG 12) como el consensus fidelium de acuerdo en esto. De hecho, fue el pueblo creyente quien pidió a través de cartas a la Santa Sede que se declarara dogma de fe la Asunción de María; y el Papa Pío XII en el año 1950, recogiendo la fe de toda la tradición de la Iglesia, publica la Constitución Apostólica Munificentissimus Deus.

Y así lo proclamó dogma de fe con estas palabras: “Después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces y de invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para aumentar la gloria de la misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrena fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial”.

Esta fiesta no debe ser confundida con la Ascensión del Señor, la cual se refiere a Jesucristo, quien siendo Dios se elevó a los cielos sin necesidad de ayuda ninguna, cuarenta días después de su resurrección. Cristo se fue cuando todo estaba cumplido y por sus propios méritos; en cambio, a Nuestra Señora la vinieron a buscar los ángeles, porque ningún humano podría hacer algo tan sobrenatural: todos los milagros son obras de Dios.

El «Tránsito de María»

Aunque la Sagrada Escritura no nos da información directa al respecto, en Oriente se habla del “Tránsito de María”, que también es una forma de advocación a la Virgen, y se celebra desde siempre esta fiesta litúrgica. De igual forma encontramos el Salmo que dice: “No dejarás que tu fiel experimente la corrupción” (15, 10-11), se ha referido al acontecimiento de la resurrección y posterior ascensión, porque Jesús no se quedó en el sepulcro, pero también puede aplicarse a su madre María, porque Ella es siempre fiel a Dios.

La Asunción nos señala el camino

El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que: “La Virgen Inmaculada, preservada inmune de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo y enaltecida por Dios como Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los señores y vencedor del pecado y de la muerte. La Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos” (CEC # 966).

Esta es la buena noticia para todos nosotros: más que mirarla desde los altares, elevada como creatura privilegiada o lejana, nos debe alegrar que su asunción nos señala y abre camino; y que también es promesa de que todos estaremos con Ella en nuestros cuerpos transformados a gloriosos: cuando dejemos de ser peregrinos y lleguemos al Cielo.

El autorMaría Loreto Cruz Opazo

Profesora Adjunta Facultad de Teología PUC

Magíster en Teología Fundamental PUC

Vocera de Voces Católicas

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