Vaticano

Alerta del Papa ante la gula personal y social

En la Audiencia general de este miércoles, el Papa Francisco ha reflexionado sobre la gula personal, “la locura del vientre”, que llamaban los Padres antiguos, y la gula social, Estábamos hechos para ser hombres y mujeres “eucarísticos”, capaces de dar gracias, y nos hemos convertido en “consumidores depredadores”, con una gula que destruye el planeta.

Francisco Otamendi·10 de enero de 2024·Tiempo de lectura: 4 minutos
Papa Francisco

El Papa antes de comenzar la audiencia general del 10 de enero (CNS photo / Lola Gomez)

La tercera sesión de catequesis sobre los vicios y las virtudes, tras la fiesta del Bautismo del Señor, ha estado centrada este miércoles en la gula, tanto desde el punto de vista personal, como social. Los lectores en los ocho idiomas en la Audiencia han sido en esta ocasión siete laicos de diversos países, entre mujeres y varones, y una religiosa polaca. “Dime cómo comes, y te diré qué alma posees”, ha subrayado el Papa.

En sus primeras palabras, Francisco se ha fijado en el Evangelio, como suele hacer habitualmente, para fijarse en Jesús. “Su primer milagro, en las bodas de Caná, revela su simpatía por las alegrías humanas: se preocupa de que la fiesta termine bien y regala a los novios una gran cantidad de buen vino. A lo largo de su ministerio, Jesús aparece como un profeta muy distinto del Bautista: si Juan es recordado por su ascetismo –comía lo que encontraba en el desierto–, Jesús es, en cambio, el Mesías que vemos a menudo en la mesa”. 

“Su comportamiento suscita escándalo, porque no sólo es benévolo con los pecadores, sino que incluso come con ellos; y este gesto demostraba su voluntad de comulgar con personas a las que todos rechazaban”.

Sana alegría en las bodas de Caná

Jesús nos ha enseñado a ser capaces de amar “la sana alegría de las bodas de Caná; a sentar a nuestra mesa a los pobres y a los pecadores, en signo de comunión; a no sujetarnos supersticiosamente a reglas de impureza, sino considerar todo como un don de Dios, confiado a nuestra custodia”, ha sintetizado el Papa en su meditación.

Sin embargo, “cada vez más nuestra sociedad da muestras de haber perdido el sentido auténtico de la relación con los bienes de la tierra. Muchos trastornos alimenticios expresan el sufrimiento de tantas personas ante esta realidad. Hemos pasado de ser administradores de los bienes divinos, a ser consumidores, detentores de una voracidad insaciable que está destruyendo el planeta”.

Se extienden los trastornos alimentarios

Más adelante, el Papa ha desarrollado algunos conceptos. “La relación serena que Jesús estableció con respecto a la comida debería ser redescubierta y valorada, sobre todo en las sociedades supuestamente de bienestar, donde se manifiestan tantos desequilibrios y patologías. Se come demasiado, o demasiado poco. A menudo se come en soledad. Se extienden los trastornos alimentarios: anorexia, bulimia, obesidad… Y la medicina y la psicología intentan atajar la mala relación con la comida”.

Se trata de enfermedades, a menudo muy dolorosas, “relacionadas sobre todo con tormentos de la psique y del alma. Como enseñó Jesús, lo malo no son los alimentos en sí, sino la relación que tenemos con ellos”.

“La comida es la manifestación de algo interior”, ha proseguido el Papa. “La predisposición al equilibrio o a la desmesura; la capacidad de dar gracias o la arrogante pretensión de autonomía; la empatía de quien sabe compartir la comida con los necesitados, o el egoísmo de quien lo acumula todo para sí mismo. Dime cómo comes, y te diré qué alma posees”.

Gula social, peligrosa para el planeta

La última reflexión del Pontífice se ha referido al concepto de consumidores depredadores del planeta.

“Si lo leemos desde un punto de vista social, la gula es quizá el vicio más peligroso que está acabando con el planeta. Porque el pecado de quien cede ante un trozo de pastel, después de todo, no causa gran daño, pero la voracidad con la que nos hemos desatado, desde hace unos siglos, hacia los bienes del planeta, está comprometiendo el futuro de todos”. 

A juicio del Papa, “nos hemos abalanzado, sobre todo, para hacernos dueños de todo, cuando todo había sido consignado a nuestra custodia. Este es entonces el gran pecado, la furia del vientre. Hemos abjurado del nombre de hombres, para asumir otro, consumidores”.

Ni siquiera nos dimos cuenta de que alguien había empezado a llamarnos así, ha denunciado. “Estábamos hechos para ser hombres y mujeres eucarísticos, capaces de dar gracias, discretos en el uso de la tierra, y en cambio nos hemos convertido en depredadores, y ahora nos estamos dando cuenta de que esta forma de “gula” nos ha hecho mucho daño a nosotros y al medio ambiente en el que vivimos”. 

“Dejemos que el Evangelio nos cure de la gula personal y de la gula social”, ha concluido, antes de rezar el Pater noster y dar la Bendición a los fieles en el Aula Pablo VI.

Saludo a los seminaristas de París y otros grupos

En sus saludos cordiales a los grupos de peregrinos, el Papa ha citado expresamente, en primer lugar, a los seminaristas del seminario de París. El Santo Padre escribió precisamente a primeros de diciembre una carta, firmada por el Secretario de Estado, cardenal Pietro Parolin, a los seminaristas de Francia. De ella se hace eco el número de enero de 2024 de la revista Omnes, que profundiza en el celibato con la colaboración de experimentados autores. 

En ella, el Papa invita a los seminaristas de Francia, entre otras cosas, “a arraigar bien en vuestras almas estas verdades fundamentales que serán la base de vuestra vida y de vuestra misma identidad. Y en el corazón de esta identidad, configurada con el Señor Jesús, está el celibato. El sacerdote es célibe –y quiere serlo–, simplemente porque Jesús lo fue”. 

Peregrinos de Corea, Estados Unidos, Polonia…

Al saludar a los peregrinos de lengua inglesa, el Papa se ha fijado en especial en los grupos de Corea y de Estados Unidos de América, y ha saludado también a los sacerdotes del Instituto de Formación Teológica Permanente del Pontificio Colegio Norteamericano. Sobre todos vosotros y sobre vuestras familias invoco la alegría y la paz de nuestro Señor Jesucristo”, ha señalado.

Más adelante, al dirigirse a los polacos, ha subrayado que al comenzar el nuevo año, “es importante recordar que la paz, tan deseada por todos, nace en el corazón del hombre. Que María, Reina de la Paz, os sostenga para que vuestros planes y decisiones nazcan del deseo de bien para vosotros, para vuestras familias, para vuestras familias, vuestra patria y el mundo entero”.

Pueblos ucraniano, palestino e israelí

Al final de la Audiencia, en italiano, el pensamiento del Santo Padre se ha dirigido a los jóvenes, a los enfermos, a los ancianos y a los recién casados: “a todos invito a

trabajar siempre en la novedad de vida que nos muestra el Hijo de Dios, que se encarnó para salvar al hombre”.

Y como hace siempre con insistencia, ha rogado de nuevo por la paz al manifestar que renueva su cercanía orante “al querido pueblo ucraniano tan probado y a cuantos sufren el horror de la guerra en Palestina e Israel, así como en otras partes del mundo”.

El autorFrancisco Otamendi

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