Iniciativas

Auge Aceleradora. Impacto y sostenibilidad para fundaciones y ONG

Laura Venzal es la Directora Ejecutiva de Auge, una aceleradora del tercer sector, con visión cristiana, sin fines de lucro, ubicada en Quito, Ecuador. Auge nació en el año 2021 con el fin de fortalecer el sector social, especialmente en el terreno de fundaciones y ONG’s cercanas a la Iglesia haciéndolo más profesional, sostenible y escalable.

Maria José Atienza·15 de noviembre de 2023·Tiempo de lectura: 5 minutos
Auge

Hace varios años, Laura, junto con otros socios, constataron un problema fundamental en el sector social en Ecuador: fundaciones y ONG que se sentían aisladas y carecían de recursos adecuados para afrontar desafíos financieros que las ponen al borde de la quiebra.

Venzal destaca, de hecho, que en Ecuador, existen casi 5.000 ONG´s registradas en el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES), de las que sólo un tercio están operativas.

¿Cuál es la misión fundamental de Auge?

—Queremos ayudar a estas organizaciones a superar los obstáculos que enfrentan y guiarlas hacia un camino de mayor impacto y sostenibilidad. Somos tres en el directorio, y uno de los directores es un sacerdote que vela para que nuestra propuesta tenga una clara raíz cristiana.

¿Qué tipo de proyectos han pasado por ella? 

—En estos dos años han pasado 12 organizaciones sociales: la mayoría fundaciones, aunque también alguna empresa social. Todas, sin fines de lucro. Son organizaciones que nacen para resolver un problema social y en su mayoría funcionan gracias a las donaciones de entidades privadas y públicas.

La tradicional dependencia de donantes externos conlleva una gran vulnerabilidad: inestabilidad financiera –dificultad para planificar y retener talento–, enfoque en el donante –independientemente de que la solución responda a las necesidades reales del beneficiario–, competencia por recursos limitados –concebir a las otras fundaciones como competencia en lugar de nodos de una misma red de apoyo e impulso– y falta de sostenibilidad a largo plazo.

¿Qué buscan cuando acuden a Auge?

—Las organizaciones buscan una forma de ser sostenibles a largo plazo. Es decir, un modelo de negocio viable que les permita centrarse en el problema a resolver y no en los fondos a levantar. En este sentido, las formas de economía social y solidaria se presentan como una solución para algunas de ellas. Una empresa social es una organización que busca resolver un problema social a través de un modelo de mercado. 

Resolver una necesidad en el mercado es rentable. Además, tiene muchas otras ventajas en términos de impacto social real. A las fundaciones les ofrecemos que en el Programa de Aceleración construyan un modelo de sostenibilidad para sus organizaciones, de forma que ni sus usuarios dependan estructuralmente de su ayuda ni ellas dependan estructuralmente de donantes.

Esto significa que las organizaciones repensarán sus servicios enfocándose en brindar un valor real a sus usuarios y comunidades y, luego, buscarán quiénes y en qué medida están dispuestos a pagar por ello.

Por ejemplo, en caso de que la población beneficiaria de un producto o servicio sea también cliente, aunque sea a un precio bonificado. El termómetro sobre la bondad de la solución es el usuario, no el donante. Por otro lado, si el beneficiario es también trabajador, logra la mayor de las soluciones a la pobreza: una fuente de ingresos. 

En cualquier caso, lo más relevante es el cambio en la percepción de ambos, donante y beneficiario, sobre su relación. El donante pasa a ser proveedor y el beneficiario se transforma en cliente o trabajador, lo que le coloca, de facto y en la mente de todos, en una situación de igualdad. Tanto el proveedor como el cliente y el trabajador aportan en el intercambio. Todas las partes afirman su propia capacidad.

Por tanto, el modelo de empresa social, que exploran las fundaciones participantes en nuestro Programa de Aceleración, puede resolver no solamente la problemática financiera de las ONG, sino su problemática velada de impacto, revelada en el documental Poverty Cure, del Acton Institute.

Escapar de nuestro ciclo de dependencia del donante puede estar aparejado a romper la mentalidad de dependencia de la ayuda de las comunidades con las que trabajamos.

El otro día escuchaba esta reflexión: “Todo empezó a funcionar cuando dejamos de preguntar ‘¿cómo te puedo ayudar?’ y consultamos ‘¿cómo puedo hacer negocios contigo?’”.

¿Cómo se hace esta mentoría?

—Implementamos un Programa de Aceleración de 10 semanas que combina capacitaciones, talleres, mentorías y acompañamiento personalizado. Seleccionamos a 8 organizaciones sociales con alto potencial de impacto y escalabilidad y las ayudamos a transformar sus propuestas de valor, modelos de sostenibilidad financiera y sistemas de medición de impacto.

Durante el Programa se fuerza un espacio de pausa y reflexión para los equipos directivos de las fundaciones, algo poco habitual en el día a día de cualquiera, y especialmente en un sector donde la necesidad es interminable. 

Además, enriquecen su lluvia de ideas con las de mentores de trayectorias innovadoras en ámbitos muy diversos y expanden sus horizontes con la constante exposición a nuevas tendencias, testimonios y herramientas. Nos preocupamos de que los mentores cubran muchas áreas, y una es la de la Doctrina Social de la Iglesia.

Para nuestros alumnos es una nueva oportunidad de ver a la Iglesia desde otra perspectiva, saliendo del rol paternalista y buscando soluciones que, apoyadas en una base sólida, promuevan la justicia social, la solidaridad y el bienestar de las personas y comunidades a las que sirven.

Finalmente, estos equipos altamente comprometidos con la resolución de problemáticas sociales pertenecientes a distintas organizaciones conviven, comparten y crean juntos. Se diseñan los espacios para que puedan descubrir el potencial de colaborar y complementar sus servicios en beneficio de sus usuarios.

¿No le parece que las organizaciones sociales son muchas veces “poco profesionales” y esto hace que no lleguen a buen puerto con el tiempo? 

—El mundo profesional se concibe en el imaginario popular como el mundo de la generación de riqueza para el lucro individual y corporativo. Esto está cambiando, en parte, gracias a la generalización de la búsqueda de propósito a través del trabajo. Se está cuestionando la brecha entre ganar dinero y contribuir a la sociedad. Desde la otra orilla, la de contribuir altruistamente a la sociedad, está surgiendo el mismo interrogante.

Generar riqueza, y hacerlo bien, parece la mejor forma de contribuir al desarrollo social. Esto implica atender una necesidad con una solución real, tener ingresos para atraer y retener talento, contar con beneficios para atender a población de escasos recursos y poder llevar la solución a otras ciudades, países y regiones.

Sin embargo, la informalidad en el sector social sigue siendo una realidad. Las personas dotadas de la locura suficiente para emprender en lo social –a costa de su economía familiar– son arrolladas, en muchas ocasiones, por una gran pasión por el prójimo que les ciega a decisiones estratégicas. Desgraciadamente, la buena voluntad no basta para desviar el curso de problemáticas complejas.

En nuestro tiempo, con movimientos como el de la economía social y solidaria, la economía de impacto o, en el seno de la Iglesia, la economía de Francisco, observamos cómo la empresa tiende a lo social y el sector social tiende a lo empresarial. 

Quienes trabajan en el sector privado están buscando, cada vez más, un propósito laboral que se alinee a su propósito vital, evitar sus impactos negativos y generar impactos positivos a lo largo de su cadena productiva. A su vez, las organizaciones sociales son cada vez más conscientes de que su impacto es limitado, deben trabajar en red y adoptar la estructura profesional y eficiente de la empresa e, incluso, un modelo productivo.

En nuestras sesiones de aceleración, enfatizamos los valores fundamentales de la dignidad del ser humano y la necesidad de que todos contribuyamos de manera integral.

Creemos firmemente que cuando transmitimos el ideal del servicio, incluso los más vulnerables pueden ayudar a sus pares y contribuir a la construcción de una sociedad más justa. Nuestra misión es inspirar a nuestros participantes a reconocer su potencial, aportar sus habilidades y conocimientos para el bien común, y así crear un impacto positivo en sus comunidades y en el mundo en general, en línea con los principios de la Doctrina Social de la Iglesia.

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