Vaticano

Ángelus desde el Vaticano: El Papa Francisco alienta a «no dialogar con el diablo»

Al comenzar un nuevo ciclo de catequesis dedicado al tema “Vicios y virtudes”, el Papa Francisco ha centrado su reflexión esta mañana en el tema “Introducción: custodiar el corazón”. El Pontífice ha alentado a “no detenerse a dialogar con el diablo” y a “discernir si nuestros pensamientos vienen de Dios o de su adversario”.

Francisco Otamendi·27 de diciembre de 2023·Tiempo de lectura: 4 minutos
Papa Francisco

El Papa Francisco saluda antes de dar comienzo a la audiencia general del 27 de diciembre (CNS photo / Lola Gomez)

Este miércoles 27 de diciembre, el Papa Francisco ha dado comienzo a un nuevo ciclo de catequesis, que versará sobre los vicios y las virtudes. 

En la Audiencia de hoy, el Santo Padre ha manifestado unas palabras introductorias sobre la “custodia del corazón”, y ha realizado en su catequesis a los peregrinos de diversas lenguas y de la misma Italia diversas referencias al nacimiento del Salvador, Príncipe de la paz, a la Sagrada Familia, y a su mensaje de Navidad.

Por ejemplo, en sus palabras a los de lengua española, se ha referido a la petición de ayuda a san José:  “En estos días de Navidad, pidamos la intercesión de san José, custodio de Jesús y María, para que nos enseñe a cuidar el corazón y a estar atentos a todo lo que pueda alejarnos del Señor. Que Dios los bendiga y la Virgen Santa los cuide”.

Agradecimiento al pueblo polaco 

En italiano, antes de dar la bendición final, ha vuelto a pedir oración por los pueblos en guerra: “Que el Niño de Belén  os dé su luz a todos vosotros, para que inspiréis con el Evangelio vuestras acciones cotidianas en el nuevo año. Y no olvidemos rezar por todos los que sufren las terribles consecuencias de la violencia y de la guerra, especialmente por la atormentada Ucrania y por los pueblos de Palestina e Israel”.

Al saludar a los polacos, se ha referido al apoyo a las víctimas ucranianas: “Saludo cordialmente a los polacos. Al final del año, damos gracias a Dios por todas las

cosas buenas que hemos recibido, incluidas las realizadas por las manos de tantas personas en apoyo de las víctimas de la guerra en Ucrania y en otras partes del mundo. Rezamos con confianza para que el Príncipe de la Paz nos conceda la esperanza, el amor y la verdadera paz. De corazón os bendigo a vosotros y a vuestra patria”.

Nuevo ciclo de catequesis: vicios y virtudes

En su síntesis de la catequesis de este miércoles, el Pontífice ha acentuado que, como punto de partida “nos situamos en el libro del Génesis, donde se presenta, de diversas maneras, la dinámica del mal y la tentación”.

“En el relato de Adán y Eva, por ejemplo, vemos cómo Dios quiere preservar a la humanidad de la presunción de omnipotencia, de querer ser como dioses. En cambio, ellos sucumben a la tentación, no reconocen sus propios límites, la soberbia entra en sus corazones y rompen la armonía con Dios, siendo el mismo mal su castigo”.

“Con estos relatos, la Biblia nos enseña”, ha subrayado el Papa, “que no hay que detenerse a dialogar con el diablo, pensando que podremos vencerlo. Él actúa muchas veces bajo apariencia de bien. Por eso, en nuestra vida cristiana es fundamental discernir si nuestros pensamientos y deseos provienen de Dios o, por el contrario, de su adversario. Para ello es necesario que permanezcamos siempre vigilantes, custodiando el propio corazón”.

En su reflexión, de un modo más amplio, el Papa había manifestado: “En el cuadro idílico que representa el Jardín del Edén, aparece un personaje que se convierte en el símbolo de la tentación: la serpiente. La serpiente es un animal insidioso: se mueve lentamente, deslizándose por el suelo, y a veces ni siquiera se nota su presencia, porque consigue mimetizarse bien con su entorno. Sobre todo por eso es peligrosa”.

“Como sabemos, Adán y Eva fueron incapaces de resistir la tentación de la serpiente. La idea de un Dios no tan bueno, que quería mantenerlos sometidos, se coló en sus mentes: de ahí el colapso de todo. Pronto los progenitores se dieron cuenta de que, así como el amor es recompensa en sí mismo, el mal es también castigo en sí mismo. No necesitarán los castigos de Dios para darse cuenta de que han obrado mal: serán sus propios actos los que destruirán el mundo de armonía en el que habían vivido hasta entonces. Creían que se asemejaban a los dioses, y en cambio se dan cuenta de que están desnudos, y de que también tienen tanto miedo: porque cuando el orgullo ha penetrado en el corazón, entonces ya nadie puede protegerse de la única criatura terrenal capaz de concebir el mal, es decir, el hombre”, ha proseguido el Papa.

“El mal no comienza de forma estrepitosa”, sino “mucho antes”

“Con estos relatos, la Biblia nos explica que el mal no comienza en el hombre de forma estrepitosa, cuando un acto ya se ha manifestado, sino mucho antes, cuando uno comienza a entretenerse con él, a adormecerlo con la imaginación y los pensamientos, y acaba siendo atrapado por sus tentaciones”, ha alertado Francisco.

“El asesinato de Abel no comenzó con una piedra arrojada, sino con el rencor que Caín guardaba perversamente, convirtiéndolo en un monstruo en su interior. También en este caso, de nada sirven los consejos de Dios: “El pecado está agazapado a tu puerta; hacia ti se dirige su instinto, pero tú lo dominarás” (Gn 4,7). 

Con el diablo nunca se debe discutir. Es astuto e inteligente. Incluso utilizó citas bíblicas para tentar a Jesús. Es capaz de disfrazar el mal bajo una invisible máscara de bien. Por eso hay que estar siempre alerta, cerrando inmediatamente el más mínimo resquicio cuando intenta penetrar en nosotros”, ha reiterado. 

Adicciones, cómo llega el vicio, difícil de erradicar

“Hay personas que han caído en adicciones que ya no pudieron superar (drogas, alcoholismo, ludopatía) sólo porque subestimaron un riesgo”, ha ido terminando la meditación del Papa. “Se creyeron fuertes en una batalla de nada, pero en lugar de eso acabaron siendo presa de un enemigo poderoso. Cuando el mal arraiga en nosotros, entonces toma el nombre de vicio, y es una mala hierba difícil de erradicar. Sólo se consigue a costa de un duro trabajo”. 

En su conclusión, Francisco ha animado a cuidar el corazón: “Uno debe ser el guardián de su propio corazón. Esta es la recomendación que encontramos en varios padres del desierto: hombres que dejaron el mundo para vivir en oración y caridad fraterna. El desierto -decían- es un lugar que nos ahorra algunas batallas: la de los ojos, la de la lengua y la de los oídos, sólo queda una última batalla, la más difícil de todas, la del corazón”.

El cristiano actúa como un sabio guardián

“Ante cada pensamiento y cada deseo que surgen en la mente y en el corazón, el cristiano actúa como un sabio guardián, y lo interroga para saber por dónde ha venido: si de Dios o de su Adversario. Si viene de Dios, hay que acogerlo, pues es el principio de la felicidad. Pero si viene del Adversario, sólo es cizaña, sólo es contaminación, y aunque su semilla nos parezca pequeña, una vez que eche raíces descubriremos en nosotros las largas ramas del vicio y de la infelicidad. El éxito de toda batalla espiritual se juega en su comienzo: en velar siempre por nuestro corazón”.

El Papa ha saludado también al final a los sacerdotes y seminaristas del Movimiento de los Focolares, al Seminario Menor de Nuoro, a las parroquias italianas de Supino y San Vito dei Normanni, y como hace siempre, a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados.

El autorFrancisco Otamendi

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