Cine

Blanca, de «Madre no hay más que una»: «El matrimonio cristiano es una fuente de bendiciones»

El 20 de octubre se estrenó la película documental "Madre no hay más que una", un homenaje a la maternidad a partir del testimonio de seis madres que cuentan sus experiencias. En Omnes hemos entrevistado a Blanca, una de las protagonistas.

Loreto Rios·25 de octubre de 2023·Tiempo de lectura: 3 minutos

Blanca, de la película "Madre no hay más que una"

El pasado viernes 20 de octubre se estrenó la película documental «Madre no hay más que una», un homenaje a la maternidad a través del ejemplo de seis madres concretas: Ana, Blanca, Isa, Olatz, María y Bea. Dirigida por Jesús García («Medjugorje, la película») y de la mano de Gospa Arts, «Madre no hay más que una» muestra los testimonios de estas seis madres en esta época en que cada vez hay menos nacimientos e, incluso, se juzga a los matrimonios que tienen muchos hijos.

Se pueden ver los cines en los que disfrutar de la película y más información aquí.

Tráiler de «Madre no hay más que una»

En Omnes hemos entrevistado a Blanca, una de las protagonistas, que tuvo que pasar 4 meses en el hospital sin moverse durante uno de sus embarazos, sin saber si su hijo podría salir adelante o no. Sin embargo, Blanca lo tiene claro: «Nadie es más creativo que el Señor para hacer cosas grandes y preciosas».

¿Qué supuso para ti la maternidad?

La verdad es que fue un cambio importante en mi vida, una especie de «descentramiento» de mí misma para mirar a los que estaban por llegar, a mis hijos… Me acuerdo de un detalle tonto: yo siempre he sido muy dormilona. Y, claro, cuando nació mi primera hija, ¡ya nadie me podía asegurar el sueño! O los desvelos cuando se ponen malitos… Pero esa debilidad te ayuda también a mirar más a Dios, a la Virgen y decirles: «¡Gracias por confiar en mí para esta aventura de la maternidad!». Y también a pedirles ayuda siempre, en todo y para todos.

¿De qué manera tu vocación al matrimonio te hace crecer en tu relación con Dios?

Me encanta esta pregunta porque creo que mi vocación matrimonial bien vivida ¡me hace crecer en todo! Cada día descubro, y especialmente en los últimos años, que, amando bien a Ricardo, con alegría y con humildad, estoy amando más a Dios. ¡Y eso es una pasada! En nuestro día a día, estemos juntos o no, en casa, en el trabajo, cuando damos un paseo, vemos una peli o en la intimidad… incluso cuando discutimos y después nos pedimos perdón… ¡somos uno! Y podemos renovar constantemente nuestro matrimonio y nuestro Amor a Dios. ¡Cuanto más nos queremos entre nosotros, más le amamos a Él! Tengo mucha suerte de tener a Ricardo a mi lado, es una persona increíble… y muy diferente a mí ¡me complementa en todo! Y eso también me «obliga» a abrir el corazón a situaciones nuevas y me hace más fácil aprender a confiar en Dios.

¡El matrimonio cristiano es una fuente de bendiciones constante!

En la sociedad actual, muchas veces se pone el acento en que la maternidad supone una renuncia a otras cosas, como el crecimiento profesional. ¿Compartes esta opinión?

No puedo negar que es así… pero, como en todos los grandes acontecimientos de la vida de cualquier persona, hay que renunciar a algunas cosas para conseguir otras mayores… y mejores. Cuando me casé y me quedé embarazada, tuve que renunciar a un buen sueldo, para poder estar con mi primera hija y pensaba: «¡A ver cómo nos apañamos ahora económicamente!». Dejamos de viajar tanto, tuvimos que hacer recortes en casa, empezamos a salir menos a cenar… Es que a veces hay cosas a las que estamos «atados» y sin las que parece imposible vivir, pero cuando le preguntas a Dios qué quiere de ti, el Señor te saca de tu egoísmo y de tu comodidad para emprender nuevos caminos. A veces son caminos que asustan de primeras, pero siempre son apasionantes. Yo siempre digo que nadie es más creativo que el Señor para hacer cosas grandes y preciosas. ¡Nadie! Así que, ¿cómo no voy a fiarme de Él, aunque suponga una renuncia?

¿Cuál ha sido el mayor reto de ser madre, y el mayor regalo?

Supongo que uno de los mayores retos es darme cuenta de que la maternidad no la llevo yo, sino el Señor. Y que mis hijos también meterán la pata y yo no puedo asegurarles la felicidad… Lo que sí puedo hacer es enseñarles el camino que conduce hacia la verdadera Felicidad con mayúsculas, el camino para que siempre, pase lo que pase, puedan volver a Dios de la mano de la Virgen. Y que tengan la certeza de que, durante ese camino, sus padres les vamos a querer siempre, pase lo que pase. Creo que es un reto y un regalo inmenso a la vez, porque ver a tus hijos vivir en un mundo que está cada vez más perdido, en todos los sentidos, no es fácil… Pero vivirlo con la certeza del Amor de Dios te llena de esperanza. ¡Es un regalo ver cómo ellos van creciendo y luchando sus batallas interiores! Y me hace pensar que ellos, en cierto modo, pueden ser también un gran regalo para este mundo, ¡ojalá sea así!

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