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¿Qué son los ejercicios espirituales que está haciendo el Papa?

El Papa Francisco está haciendo ejercicios espirituales junto a los miembros de la Curia. Comenzaron el domingo 18 de febrero y terminarán el viernes 23. Pero, ¿qué son estos ejercicios y por qué los hace el Papa ahora?

Paloma López Campos·20 de febrero de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos
Rezar

Una persona reza con la Biblia abierta (Unsplash / Patrick Fore)

El Papa Francisco y los miembros de la Curia van a pasar casi una semana de retiro en el Vaticano, haciendo ejercicios espirituales. Pero, ¿qué es esto exactamente?

Si al escuchar las palabras “ejercicios espirituales” pensamos en deporte, no erramos demasiado el tiro. El objetivo de este tipo de retiros es acercar a quien los hace a Cristo a través de un esfuerzo espiritual con un método bien claro.

Sin embargo, el mejor modo de explicarlos es acudir a la persona que los ideó: san Ignacio de Loyola. En su obra “Ejercicios Espirituales”, el santo los define como “todo modo de examinar la conciencia, de meditar, de razonar, de contemplar, todo modo de preparar y disponer el alma, para quitar todas las afecciones desordenadas (apegos, egoísmos…) con el fin de buscar y hallar la voluntad divina”.

En la página web de los jesuitas de España explican que “los ejercicios espirituales se asemejan a unas tablas de gimnasia interna que nos ayudan a exponernos a la acción de Dios y a asumir su llamada a vivir la plenitud de vida que nos ofrece”.

Los ejercicios espirituales originales

Esta “tabla de ejercicios” puede adaptarse a las circunstancias de cada persona. Así, desde el planteamiento original de un retiro de 30 días, puede pasarse a ejercicios que duran entre cuatro y ocho días, e incluso pueden hacerse desde casa en una modalidad «online» muy moderna. Pero lo esencial es dedicar un tiempo a la oración personal con Cristo, buscando tener un encuentro cara a cara con Él.

San Ignacio de Loyola consideró de gran importancia el acompañamiento espiritual (por parte de un sacerdote, que predica las meditaciones) y el silencio durante el retiro. Tanto es así, que lo habitual es no tener conversaciones durante los días de ejercicios, con el fin de favorecer el recogimiento interior.

Para el caso de los retiros que duran un mes, el fundador de la Compañía de Jesús dividió las semanas en cuatro etapas. En la primera de ellas, se invita a los asistentes a reflexionar sobre la Creación y su condición de criaturas llamadas a la existencia por Dios. En la segunda semana, la meditación profundizará en el nacimiento de Cristo, para pasar en la penúltima etapa al misterio de su Pasión. Finalmente, la última semana está dedicada a Jesús resucitado.

Para los ratos de oración, san Ignacio aconsejaba un esquema que comienza con una oración introductoria para ponerse en presencia de Dios. A continuación, lo habitual es meditar alguna escena del Evangelio, intentando imaginarla y hacerse un personaje activo. Después, el fundador de la Compañía de Jesús invitaba a la conversación con Dios para aplicar a la vida de cada uno lo que el Espíritu Santo inspire.

Convertirse a Cristo

A pesar del gran rato que se dedica a la reflexión, los ejercicios espirituales ignacianos no pretenden quedarse en la teoría. Al contrario, la idea es que los participantes saquen propósitos claros y prácticos que les ayuden a acercarse a Dios y a vivir el Evangelio.

San Ignacio quería que, a través de las meditaciones y los ratos de oración, el alma se ejercite y viva un momento de conversión real. En esa línea, el Papa Francisco afirmó en 2014 que “quien vive los ejercicios de modo auténtico experimenta la atracción, la fascinación de Dios”. Gracias a esto, continuó el Santo Padre, uno vuelve “transfigurado a la vida ordinaria” y lleva “consigo el perfume de Cristo”.

A través del examen de conciencia, la meditación y la lectura, el alma se entrena poco a poco para reconocer la voz del Espíritu Santo, descartando las inspiraciones que no provienen de Él y favoreciendo la intimidad con el Señor.

Teniendo esto en cuenta, tiene mucho sentido que el Papa y los demás miembros de la Curia aprovechen los primeros días de Cuaresma para realizar estos ejercicios espirituales. Por ello, el Pontífice no realizará ninguna audiencia o acto público a lo largo de esta semana y retomará su agenda el viernes 23 de febrero por la tarde.

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