Vaticano

Papa Francisco: “María lleva en su vientre la Vida y así, nos habla de nuestro futuro»

El Papa Francisco ha rezado el Ángelus hoy, primer día de 2023, en la Solemnidad de Santa María Madre de Dios.

Paloma López Campos·1 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 2 minutos

El Papa Francisco se ha unido hoy a los fieles para el rezo del Ángelus. Como es habitual, ha dirigido al pueblo unas palabras en el comienzo de este nuevo año 2023.

Francisco ha comenzado haciendo mención de su predecesor, Benedicto XVI, fallecido ayer por la mañana. Así, ha dicho: “el inicio de un nuevo año está encomendado a María Santísima, que hoy celebramos como Madre de Dios. En estas horas invocamos su intercesión en particular para el Papa emérito Benedicto XVI, que ayer por la mañana dejó este mundo. Nos unimos todos juntos, con un único corazón y una única alma, al dar gracias a Dios por el don de este fiel servidor del Evangelio y de la Iglesia”.

Una Madre que no habla, pero sí enseña

El Santo Padre ha dirigido la mirada a María Santísima para lanzar a todos dos preguntas: “¿Con qué lenguaje nos habla la Virgen Santa? ¿Qué podemos aprender de ella para este año que se abre?”

El Papa no tarda en darnos la respuesta: “María no habla. Ella acoge con sorpresa el  misterio que vive, custodia todo en su corazón y, sobre todo, se preocupa del Niño, que –dice el Evangelio– estaba «acostado en el pesebre» (Lc 2,16). Este verbo “acostar” significa colocar con cuidado. Y nos dice que el lenguaje propio de María es el de la maternidad: cuidar con ternura del Niño. Esta es la grandeza de María: mientras los ángeles hacen una fiesta, los pastores acuden y todos alaban a Dios en voz alta por el acontecimiento que había sucedido, María no habla, no entretiene a los invitados explicando lo que le ha sucedido, no roba el protagonismo; al contrario, pone en el centro al Niño, cuidándolo con amor”.

Con delicadeza, el Papa ha afirmado: “Este es el lenguaje típico de la maternidad: la ternura del cuidado. De hecho, después de haber llevado en el vientre durante nueve meses el don de un misterioso prodigio, las madres continúan poniendo en el centro de todas las atenciones a sus niños: los alimentan, los estrechan entre sus brazos, los acuestan con dulzura en la cuna. Cuidar: este es también el lenguaje de la Madre de Dios”.

Aprender el lenguaje de María

Francisco ha concluido su mensaje diciendo: “María lleva en su vientre la vida y, así, nos habla de nuestro futuro. Pero al mismo tiempo nos recuerda que, si queremos realmente que el nuevo año sea bueno, si queremos reconstruir la esperanza, hay que abandonar los lenguajes, los gestos y las elecciones inspiradas en el egoísmo y aprender el lenguaje del amor, que es cuidado. Este es el compromiso: cuidar nuestra vida, nuestro tiempo, nuestra alma; cuidar la creación y el ambiente en el que vivimos; y, aún es más, cuidar a nuestro prójimo, a aquellos a los que el Señor nos ha puesto al lado, como también a los hermanos y a las hermanas que están necesitados e interpelan nuestra atención y nuestra compasión”.

Como este reto no puede superarse sin ayuda, el Papa ha pedido que “imploremos a María Santísima, Madre de Dios, para que en esta época contaminada por la desconfianza y por la indiferencia, nos haga capaces de compasión y de cuidado, capaces de «conmoverse y detenerse ante el otro cuantas veces sea necesario» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 169)”.

Vaticano

Papa Francisco: “Dios tiene una madre y de ese modo se ha vinculado para siempre con nuestra humanidad”

Hoy, en la solemnidad de María Santísima Madre de Dios, el Papa Francisco ha celebrado una Misa en la basílica de san Pedro.

Paloma López Campos·1 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 4 minutos

El Papa Francisco ha celebrado hoy una Santa Misa por la solemnidad de María Santísima Madre de Dios. La basílica de san Pedro estaba llena de fieles, a los que el Santo Padre se ha dirigido durante la homilía.

El Papa ha comenzado resaltando que, la maternidad de María es una verdad de fe, pero a su vez es “una noticia bellísima: Dios tiene una Madre y de ese modo se ha vinculado para siempre con nuestra humanidad, como un hijo con su madre, hasta el punto de que nuestra humanidad es su humanidad”. Francisco afirma que al nacer de María, Dios “mostró su amor concreto por nuestra humanidad, abrazándola de forma real y plena”.

Naciendo de la Virgen María, continúa el Papa, Dios nos demuestra que “no nos ama de palabra, sino con hechos”.

María, portadora de esperanza

El título de “Madre de Dios” que tiene Santa María, penetró en “el corazón del santo Pueblo de Dios, en la oración más familiar y hogareña, que acompaña el ritmo de las jornadas, los momentos más penosos y las esperanzas más audaces: el Avemaría”.

El Papa afirma que “a esta invocación, la Madre de Dios siempre responde, escucha nuestras peticiones, nos bendice con su Hijo entre los brazos, nos trae la ternura de Dios hecho carne. Nos da, en una palabra, esperanza. Y nosotros, al inicio de este año, necesitamos esperanza, como la tierra necesita la lluvia”.

Francisco ha querido pedir una oración especial, con la Virgen como intercesora, por todas aquellas personas que sufren las consecuencias de la guerra, por los que ya no rezan, por los que viven entre la violencia y la indiferencia.

Los pastores, ejemplos para los cristianos de hoy

“A través de las manos de una Madre, la paz de Dios quiere entrar en nuestras casas, en nuestros corazones, en nuestro mundo. Pero, ¿cómo podemos acogerla?” El Papa Francisco da las claves y comienza fijándose en “los primeros que vieron a la Madre con el Niño, los pastores de Belén”.

Dice de ellos el Papa que “eran pobres, quizá también bastante rudos, y aquella

noche estaban trabajando. Fueron precisamente ellos, y no los sabios ni mucho menos los poderosos, los que reconocieron en primer lugar al Dios cercano, al Dios que llegó pobre y ama estar con los pobres. El Evangelio subraya de los pastores, sobre todo, dos gestos muy sencillos, que, sin embargo, no siempre son fáciles. Los pastores fueron y vieron: ir y ver”.

De esta primera actitud de ponerse en camino para “ir”, dice el Papa: “Era de noche, tenían que cuidar a sus rebaños y seguramente estaban cansados; podrían haber esperado a que amaneciera, aguardar a que saliera el sol para ir a ver a un Niño acostado en un pesebre. En cambio, fueron rápidamente, porque ante las cosas importantes es necesario reaccionar con prontitud, no posponerlas”.

Esto, afirma Francisco, nos enseña que “para acoger a Dios y su paz no podemos quedarnos inmóviles y cómodos esperando a que las cosas mejoren. Hay que levantarse, aprovechar las oportunidades que nos da la gracia, ir, arriesgar. Hoy, al comienzo del año, en lugar de sentarnos a pensar y a esperar que las cosas cambien, nos vendría bien preguntarnos: “Yo, ¿hacia dónde quiero ir este año? ¿A quién voy a hacer el bien?”. Muchos, en la Iglesia y en la sociedad, esperan el bien que tú y sólo tú puedes hacer, esperan tu servicio. Y ante la pereza que anestesia y la indiferencia que paraliza, ante el riesgo de limitarnos a quedarnos sentados delante de una pantalla, con las manos sobre un teclado, los pastores hoy nos estimulan a ir, a movernos por lo que sucede en el mundo, a ensuciarnos las manos para hacer el bien, a renunciar a tantos hábitos y comodidades para abrirnos a las novedades de Dios, que se encuentran en la humildad del servicio, en la valentía de hacernos cargo”.

El segundo aspecto de los pastores que resalta el Papa fue que vieron a un Niño en un pesebre. “Es importante ver, abrazar con la mirada, quedarse, como los pastores, delante del Niño que está en brazos de la Madre. Sin decir nada, sin preguntar nada, sin hacer nada. Mirar en silencio, adorar, acoger con los ojos la ternura consoladora del Dios hecho hombre; de María, Madre suya y nuestra. Al comienzo del año, entre tantas novedades que quisiéramos experimentar y las tantas cosas que quisiéramos llevar a cabo, tomémonos tiempo para ver, es decir, para abrir los ojos y mantenerlos abiertos ante lo que es verdaderamente importante: Dios y los demás”.

La mirada, el reto para el nuevo año

Esta contemplación del Niño nos debe llevar también a nuestro prójimo. Debemos plantearnos, concluye el Papa, “cuántas veces, por las prisas, no tenemos ni siquiera tiempo para pasar un minuto en compañía del Señor, para escuchar su Palabra, para rezar, para adorar, para alabar. Lo mismo ocurre con respecto a los demás: apurados o atrapados por el protagonismo, no hay tiempo para escuchar a la esposa, al marido, para hablar con los hijos, para preguntarles cómo se sienten por dentro, no sólo cómo van los estudios y la salud. Y cuánto bien nos hace escuchar a los ancianos, al abuelo y a la abuela, para mirar la profundidad de la vida y redescubrir las raíces. Preguntémonos entonces si somos capaces de ver a quienes viven a nuestro lado, a quienes viven en nuestro condominio, a quienes encontramos cada día por las calles”.

Francisco termina la homilía lanzando una invitación: “Redescubramos, en el impulso de ir y en el asombro de ver, los secretos para hacer este año verdaderamente nuevo”.

Vocaciones

Mons. Arjan Dodaj: El testimonio del obispo que vino del Telón de Acero

Mons. Arjan Dodaj es arzobispo de Tirana-Durrës. Educado en el ateísmo, en su juventud emigró a Italia a trabajar. Allí se encontró con Cristo y su vocación sacerdotal en la Fraternidad de los Hijos de la Cruz.

Espacio patrocinado·1 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 2 minutos

Mons. Arjan Dodaj es arzobispo de Tirana-Durrës (Albania). Su vida no fue fácil. Nació en Laç-Kurbin, en la misma archidiócesis, el 21 de enero de 1977. En 1993, con tan solo 16 años, después de completar sus estudios primarios y secundarios en su ciudad natal, emigró a Italia y se estableció en Cuneo, donde comenzó a trabajar.

«En esa época salíamos del Telón de Acero en el que se encontraba nuestro país, y apareció el pluralismo y, con él, la posibilidad de la democracia, así que muchos albaneses intentamos encontrar un futuro mejor en Occidente. Personalmente, intenté varias veces escapar, especialmente a Italia», expresa a la Fundación CARF.

Trabajó como soldador -más de 10 horas al día- y al final en la Congregación de la Fraternidad de los Hijos de la Cruz, descubrió su fe cristiana. Se educó en el ateísmo, pero al encontrar a Cristo, fue bautizado y Dios le llamó al sacerdocio.

Fue ordenado sacerdote el 11 de mayo de 2003 por el Papa Juan Pablo II en la basílica de San Pedro. Ahora, es el primer obispo de la Fraternidad.  «Para mí, ser obispo no es un punto de llegada, sino una llamada a una vigilancia aún mayor, a un servicio aún mayor y a una respuesta cada vez más humilde».

Algunos miembros de su congregación estudian en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz para recibir una formación adecuada para enfrentarse con todos los desafíos a nivel mundial.

Respecto a los retos apostólicos de su país, expone el deber que tienen de transmitir que es posible una relación fraternal con otras confesiones.  «En Albania la relación con el Islam y la Iglesia Ortodoxa es muy especial, por no decir única. El propio Papa Francisco lo ha llevado al mundo como ejemplo de cooperación fraternal. Está claro que se trata de un don que nunca podemos dar por sentado, sino que debemos cultivar, acompañar y apoyar, cada día. Precisamente por eso nos reunimos a menudo con los distintos líderes religiosos en diversas comisiones, para presentarles iniciativas valiosas en los ámbitos de la cultura, la educación, la mujer, los inmigrantes y la caridad», afirma.

Vaticano

El testamento espiritual de Benedicto XVI

Benedicto XVI da las gracias a Dios por su familia, su patria, pedía y otorgaba perdón y marca un único camino: Jesucristo: "He visto y veo cómo de la maraña de hipótesis ha surgido y vuelve a surgir lo razonable de la fe".

Maria José Atienza·31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 3 minutos

La Santa Sede ha dado a conocer el testamento espiritual del Papa emérito. En unas sencillas palabras, la grandeza interior de Benedicto XVI queda patente. Un testamento en el que el Papa da las gracias por su familia, por la fe y por la entrega de muchos de sus amigos; pide perdón a quienes pudo hacer daño y hace una llamada, clara e inequívoca a poner la mirada sólo en Jesucristo y a no dejarse engañar por falsas certezas. ¡Manteneos firmes en la fe! es el legado espiritual de uno de los más grandes teólogos de la Iglesia.

Texto íntegro del testamento espiritual de Benedicto XVI

Si en esta hora tardía de mi vida miro hacia atrás y repaso las décadas por las que he pasado, veo en primer lugar cuántas razones tengo para dar gracias. 

En primer lugar, doy gracias a Dios mismo, dador de todo bien, que me dio la vida y me guió en diversos momentos de confusión; siempre me levantó cuando empecé a resbalar y siempre me devolvió la luz de su semblante.

En retrospectiva veo y comprendo que incluso los tramos oscuros y fatigosos de este camino fueron para mi salvación y que fue en ellos donde Él me guió bien.

Doy las gracias a mis padres, que me dieron la vida en una época difícil y que, a costa de grandes sacrificios, con su amor me prepararon un magnífico hogar que, como una luz clara, ilumina todos mis días hasta el día de hoy. 

La lúcida fe de mi padre nos enseñó a los niños a creer, y como señal siempre se ha mantenido firme en medio de todos mis logros científicos; la profunda devoción y la gran bondad de mi madre son un legado que nunca podré agradecerle lo suficiente. 

Mi hermana me ha asistido durante décadas desinteresadamente y con afectuoso cuidado; mi hermano, con la lucidez de sus juicios, su vigorosa resolución y la serenidad de su corazón, me ha allanado siempre el camino; sin este constante precederme y acompañarme, no habría podido encontrar la senda correcta. 

De corazón doy gracias a Dios por los muchos amigos, hombres y mujeres, que siempre ha puesto a mi lado; por los colaboradores en todas las etapas de mi camino; por los profesores y alumnos que me ha dado. Con gratitud los encomiendo todos a Su bondad. 

Y quiero dar gracias al Señor por mi hermosa patria en los Prealpes bávaros, en la que siempre he visto brillar el esplendor del Creador mismo. Doy las gracias al pueblo de mi patria porque en él he experimentado una y otra vez la belleza de la fe. Rezo para que nuestra tierra siga siendo una tierra de fe y os ruego, queridos compatriotas: no os dejéis apartar de la fe. 

Y, por último, doy gracias a Dios por toda la belleza que he podido experimentar en todas las etapas de mi viaje, pero especialmente en Roma y en Italia, que se ha convertido en mi segunda patria.

A todos aquellos a los que he hecho daño de alguna manera, les pido perdón de todo corazón.

Lo que antes dije a mis compatriotas, lo digo ahora a todos los que en la Iglesia están confiados a mi servicio: ¡manteneos firmes en la fe! No os confundáis. A menudo da la impresión de que la ciencia -las ciencias naturales, por un lado, y la investigación histórica (especialmente la exégesis de la Sagrada Escritura), por otro- es capaz de ofrecer resultados irrefutables en contradicción con la fe católica. 

He vivido las transformaciones de las ciencias naturales desde hace mucho tiempo, y he podido comprobar cómo, por el contrario, las aparentes certezas contra la fe se han desvanecido, demostrando no ser ciencia, sino interpretaciones filosóficas sólo aparentemente pertenecientes a la ciencia; del mismo modo que, por otra parte, es en el diálogo con las ciencias naturales como también la fe ha aprendido a comprender mejor el límite del alcance de sus pretensiones, y por tanto su especificidad. 

Hace ya sesenta años que acompaño el camino de la Teología, en particular de las ciencias bíblicas, y con la sucesión de las diferentes generaciones he visto derrumbarse tesis que parecían inamovibles, demostrando ser meras hipótesis: la generación liberal (Harnack, Jülicher, etc.), la generación existencialista (Bultmann, etc.), la generación marxista. 

He visto y veo cómo de la maraña de hipótesis ha surgido y vuelve a surgir lo razonable de la fe.

Jesucristo es verdaderamente el camino, la verdad y la vida, y la Iglesia, con todas sus insuficiencias, es verdaderamente su cuerpo. 

Por último, pido humildemente: rezad por mí, para que el Señor, a pesar de todos mis pecados e insuficiencias, me reciba en las moradas eternas. A todos los que me son confiados, día a día, va mi oración de corazón.

(Traducción no oficial)

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El Papa sobre Benedicto XVI: «Sólo Dios conoce la fuerza de sus sacrificios ofrecidos por la Iglesia»

El Papa Francisco ha presidido el rezo de las Vísperas y el Te Deum de acción de gracias en la basílica de san Pedro en la última tarde del año 2022 en una ceremonia marcada por el recuerdo a Benedicto XVI.

Maria José Atienza·31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 3 minutos

El rezo de las Vísperas y del Te Deum propio de este 31 de diciembre ha estado marcada por el fallecimiento del Papa emérito. En su homilía en este último día de 2022, Vísperas de la Solemnidad de Santa María Madre de Dios, el Papa Francisco ha puesto de relieve la figura del Papa emérito y ha centrad sus palabras en la virtud de la bondad, clave en el mundo de hoy.

Benedicto XVI, ejemplo de bondad

La libertad ha sido el primer concepto sobre el que ha querido reflexionar el Papa Francisco. A ella se ha referido al recordar que Cristo «no nació en una mujer sino de una mujer. Esto es esencialmente diferente, significa que Dios quiso tomar carne de una mujer, no utilizo sino que le pidió su consentimiento y con ella empezó el lento camino de la gestación de una humanidad libre de pecado y llena de gracia y de verdad».

«La maternidad virginal de María es el camino que revela el respeto extremo de Dios por nuestra libertad. Este modo suyo de venir a salvarnos es el camino por el que también nos invita a seguirle, a continuar junto a Él tejiendo la humanidad nueva, libre y reconciliada». El Papa se ha detenido en esta palabra «humanidad reconciliada» para explicar que «es una forma de relacionarnos de la que derivan muchas virtudes humanas como la bondad».

Ha sido en este momento cuando sus palabras han recordado a «nuestro queridísimo Papa emérito Benedicto XVI que nos ha dejado esta mañana». Con emoción contenida, el Papa, ha afirmado que «recordamos su persona tan noble, tan gentil. Y sentimos tanta gratitud en el corazón: gratitud a Dios por haberle dado a la Iglesia y al mundo; gratitud a él, por todo el bien que ha realizado, y especialmente por su testimonio de fe y de oración, sobre todo en estos últimos años de su vida retirada. Sólo Dios conoce el valor y la fuerza de su intercesión, de sus sacrificios ofrecidos por el bien de la Iglesia».

Los daños del individualismo consumista

El Papa ha querido ofrecer esta idea de bondad y de diálogo como el camino a seguir en la sociedad señalando que «la bondad es un factor importante de la cultura del diálogo, y el diálogo es indispensable si queremos vivir en paz, como hermanos, que no siempre se llevan bien -es normal- pero que, sin embargo, hablan entre sí, se escuchan e intentan comprenderse y encontrarse».

Francisco ha animado a humanizar nuestras sociedades ejercitando esta bondad a diario y ha querido apuntar como «los daños del individualismo consumista están a la vista de todos», ya que el prójimo, los demás, «aparecen como obstáculos para nuestra tranquilidad, para nuestra comodidad. Otros nos «incomodan», nos molestan, nos quitan tiempo y recursos para hacer lo que nos gusta».

Ante este panorama, la bondad, ha querido resaltar el Papa Francisco «es un antídoto contra la crueldad, que desgraciadamente puede introducirse como un veneno en el corazón e intoxicar las relaciones; contra la ansiedad distraída y el frenesí que nos hacen centrarnos en nosotros mismos y cerrarnos a los demás».

Francisco ha querido recordar las tres palabras de la convivencia, permiso’, o ‘perdón’, y ‘gracias’. Son las «palabras de la bondad», ha afirmado el Papa.

Francisco ha vuelto a referirse a estas tres actitudes para reflexionar si las ponemos en práctica en nuestra vida, en un mundo que parece que nunca es amable.

Por último, el Papa ha vuelto su mirada a la Virgen que muestra cómo Dios quiso ser concebido en el seno de María, como cualquier niño, «No pasemos deprisa, detengámonos a contemplar y meditar, pues aquí está una parte esencial del misterio de la salvación», ha animado el Papa «y tratemos de aprender el ‘método’ de Dios, su respeto infinito, su ‘bondad’ por así decirlo, porque en la maternidad divina de la Virgen está el camino hacia un mundo más humano».

El Papa se ha unido al rezo del Te Deum en acción de gracias por el año vivido y también por el legado del Papa emérito y, posteriormente, ha visitado el pesebre instalado en el exterior de la plaza de san Pedro.

Vaticano

Una sencilla despedida y entierro en las grutas vaticanas para Benedicto XVI

La sencillez marcará los ritos exequiales del Papa emérito quien lo había pedido así en sus últimas horas.

Maria José Atienza·31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: < 1 minuto

Tal y como ha informado la Santa Sede, los restos del Papa emérito Benedicto XVI reposarán en el Monasterio Mater Ecclesiae hasta la madrugada del lunes 2 de enero. En estos dos primeros días no se prevén visitas oficiales ni oraciones públicas.

Será a partir de las 9 horas del martes 2 de enero, cuando el cuerpo de Joseph Ratzinger quede expuesto para la visita de los fieles en la Basílica de San Pedro que estará abierta el lunes de 9 a 19, martes y miércoles de 7 a 19.

Misa funeral presidida por el Papa Francisco

El funeral presidido por el Santo Padre se celebrará en la plaza de San Pedro el jueves 5 de enero a las 9.30 horas.

El 5 de enero de 2023, a las 9.30 horas, en el atrio de la Basílica de San Pedro, el Santo Padre Francisco presidirá la Santa Misa Exequial por el difunto Sumo Pontífice Emérito Benedicto XVI. Al final de la celebración eucarística tendrá lugar la Ultima Commendatio y la Valedictio.

No se requiere entrada para participar. Quienes deseen concelebrar pueden dirigirse a la Oficina de Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice Las delegaciones oficiales presentes serán las de Alemania e Italia.

El ataúd del Sumo Pontífice Emérito será llevado a la Basílica de San Pedro y luego a las Grutas del Vaticano para su entierro.

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La juventud de Benedicto XVI

Soy de esa juventud que hoy ve como su Papa, Benedicto XVI, ha dejado el mundo sin ruido. Con esa misma humildad con la que hace diez años, dejaba paso a su sucesor para guiar a la Iglesia de Cristo.

31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: < 1 minuto

Sí. Yo soy de esa juventud del Papa que hoy ha partido al Cielo.

Sí. Yo soy de esa juventud que coreaba el nombre de Benedicto XVI por las calles de Madrid y en el aeródromo de Cuatro Vientos hace ya más de diez veranos.

De esa juventud por la que un hombre de 83 años aguantó más de 40 grados bajo el sol y un vendaval de aire y lluvia por la noche, aferrado a la Cruz.

De esa juventud a quien el Papa enseñó que –al igual que aquella noche resistimos bajo la lluvia– con Cristo podríamos también superar todos los obstáculos de la vida.

Yo soy de esa juventud en la que aquel Papa de frágil constitución, confiaba, esa juventud a la que pidió, sin ambages, que estuviera siempre alegre, y que diera testimonio en todas las circunstancias.

Soy de esa juventud que hoy ve como su Papa deja el mundo sin ruido. Con esa misma humildad con la que hace diez años, dejaba paso a su sucesor para guiar a la Iglesia de Cristo.

Sí, soy de esa juventud que debe de agradecer a Benedicto XVI todo lo que le ha enseñado, no solo a través de sus palabras, sino también con su ejemplo de entrega aún en las dificultades.

Hoy es día para dar gracias a Dios por Joseph Ratzinger, porque un día lo eligió y lo puso a nuestro servicio.

Hoy es día de rezar por él, de rezarle a él y de rezar por la Iglesia de Cristo. Hoy como entonces, seguimos siendo la juventud del Papa. Del que fue y del que vendrá.

Porque hoy, como entonces, proclamamos que éste es nuestro Papa, que ésta es nuestra Iglesia, que somos, si no en edad, en corazón, su gozo y su corona.

El autorMaria José Atienza

Directora de Omnes. Licenciada en Comunicación, con más de 15 años de experiencia en comunicación de la Iglesia. Ha colaborado en medios como COPE o RNE.

Vaticano

Fallece Benedicto XVI a los 95 años

Rome Reports·31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: < 1 minuto
rome reports88

El Papa emérito ha fallecido a las 9:34 horas de la mañana del último día del año 2022. Desde su renuncia, Benedicto XVI vivía en el monasterio Mater Ecclesiae, en territorio vaticano, donde ha expirado.


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Mundo

El mundo entero despide a Benedicto XVI

Personalidades civiles y religiosas de todo el mundo han emitido sus condolencias ante el fallecimiento del Papa Benedicto XVI.

Maria José Atienza·31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 4 minutos

La muerte del Papa emérito ha marcado la actualidad de estos últimos compases de 2022. Un año ya de por sí difícil para quien fuera el Sumo Pontífice de la Iglesia católica durante casi ocho años.

Personalidades religiosas y civiles de todo el mundo han mostrado su respeto y admiración por Joseph Ratzinger y han destacado su humanidad y su legado teológico, especialmente centrado en la caridad.

Mons. Georg Bätzing. Presidente de la Conferencia Episcopal Alemana

El primer comunicado del presidente de los obispos alemanes, tierra natal de Benedicto XVI, señala «como Iglesia en Alemania, pensamos con gratitud en el Papa Benedicto XVI: nació en nuestro país, aquí estaba su hogar, aquí ayudó a dar forma a la vida de la Iglesia como profesor de teología y obispo». De como Iglesia en Alemania, pensamos con gratitud en el Papa Benedicto XVI: nació en nuestro país, aquí estaba su hogar, aquí ayudó a dar forma a la vida de la Iglesia como profesor de teología y obispo». de Benedicto XVI destaca su «personalidad que dio esperanza y dirección a la Iglesia incluso en tiempos difíciles. El Papa Benedicto hizo oír la voz del Evangelio, oportuna o inoportunamente». Mons. Bätzing ha destacado de quién fuera arzobispo de Munich «su pensamiento teológico, su capacidad de juicio político y su interacción personal con muchas personas distinguieron al Papa Benedicto XVI. Pienso con gran respeto en su valiente decisión de renunciar al cargo de Papa en 2013».

Mons. Juan José Omella. Presidente de la Conferencia Episcopal Española

El presidente de los obispos españoles, en un video difundido por la CEE ante el fallecimiento del Papa emérito ha agradecido «su profundo ministerio como Papa, sus escritos teológicos y su profundo amor a la Iglesia». Omella ha pedido «que ruegue al Padre para que nos desviemos del camino que conduce al Dios hecho hombre». Asimismo, ha querido destacar que «quedará para siempre su cercanía con la Iglesia que peregrina en España» y ha recordado las «tres ocasiones en las que visitó España además de la proclamación del doctorado de san Juan de Ávila».

Dirigentes mundiales

Los principales líderes políticos de Europa se han sumado a las condolencias por el fallecimiento Papa emérito Benedicto XVI. recordando la importancia histórica de su figura y el legado teológico.

Desde Alemania, su canciller Olaf Scholz ha descrito a Benedicto XVI como»un teólogo un líder especial para la Iglesia capaz de trascender fronteras, que puso su vida al servicio de la Iglesia universal y ha hablado, y seguirá hablando, al corazón y a la mente de los hombres con la profundidad espiritual, cultural e intelectual de su Magisterio”.

La Primera Ministra de Italia, Giorgia Meloni, por su parte, ha descrito al Papa emérito como “un grande de la historia al que la historia no olvidará» mientras que Emmanuel Macron ha destacado el trabajo de Benedicto XVI “con alma e inteligencia por un mundo más fraternal”.

También desde Polonia , Mateusz Morawiecki, ha descrito a Benedicto XVI como uno de los mayores teólogos de nuestro tiempo y ha llamado a creyentes y no creyentes a continuar su “gran legado”

La presidenta de la Comisión Europea, la alemana Ursula Von der Leyen, ha centrado su recuerdo en la “señal” que Benedicto XVI envió con su renuncia al cargo que ponía de manifiesto como el Papa emérito “se veía a sí mismo primero como un siervo de Dios y de la Iglesia”.

A las condolencias se ha sumado también el primer ministro británico, Rishi Sunak que ha recordado la “histórica la visita que realizó a Reino Unido en el año 2010, tanto para los católicos como para los no católicos”.

Ángel Fernández Artime. Rector Mayor de los salesianos

El superior de la familia salesiana ha emitido un comunicado en el que subraya que “se nos ha ido al encuentro de su Señor un gran Papa, un gran creyente, un gran teólogo y pensador, un hombre capaz de entablar puentes de comunicación con los más diversos filósofos, teólogos e intelectuales. Un Papa respetado y que será más valorado aún en los próximos años y décadas; un hombre y un Papa que supo vivir en la sencillez y en el silencio. Que el Dios de la vida lo tenga consigo. Como hijos de don Bosco, y como él enseñó a todos sus salesianos, hoy decimos también, ¡Viva el Papa!”.

Obras Misionales Pontificias

Las Obras Misionales Pontificias han querido expresar también su dolor por el fallecimiento del Papa emérito del que destacan que en «sus ocho años de pontificado, el Santo Padre Benedicto XVI nos contagió su amor a Dios, no solo a través de su magisterio y su brillante exposición de la doctrina, sino, sobre todo, por el testimonio de su vida. Como pastor de la Iglesia universal, el Papa deseaba contagiar al mundo entero la fe y el amor de Dios. Las Obras Misionales Pontificias eran para ello un instrumento privilegiado, como él mismo expresó en sus Mensajes para la Jornada Mundial de las Misiones, el Domund».

Cáritas española

Desde la delegación española de Cáritas han mostrado su pesar por la noticia de la muerte de Benedicto XVI, y han querido subrayar su «magisterio especialmente significativo para Cáritas Española a través de sus encíclicas «Deus caritas est» y «Caritas in veritate».

Asimismo apuntan que «tras una larga vida de servicio admirable a la Palabra y a la Verdad, Benedicto XVI nos deja el legado de uno de los grandes Papas de la historia de la Iglesia como apóstol de la caridad y la esperanza».

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Vaticano

Benedicto XVI: el gran discernimiento sobre el Concilio

El pontificado de Benedicto XVI deja como huella la inusitada profundidad de una fe cristiana que evangeliza buscando el diálogo con el mundo moderno.

Juan Luis Lorda·31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 5 minutos

Ocho años son pocos en comparación con los casi veintisiete del Pontificado anterior. San Juan Pablo II fue el Papa –y quizá el ser humano– más visible y mediático de la historia. Tenía, además, muchas y buenas tablas en la escena, una larga experiencia como obispo y una especial sensibilidad para relacionarse con los medios. Benedicto XVI, en cambio, a sus 78 años tuvo que aprender a saludar a las multitudes.

Iras del islamismo

Desde el famoso discurso de Ratisbona se vio claro que el nuevo Papa no era “mediático”. Siendo un discurso de gran calidad intelectual, una cita marginal sobre la intolerancia religiosa concentró la atención porque despertó las iras del islamismo.

Aunque también produjo la inesperada e insólita oferta de diálogo de un importante grupo de intelectuales musulmanes. La anécdota refleja algunas de las características del Pontificado. Una cierta soledad administrativa, porque cualquier comunicador avispado que hubiera leído el discurso podría haberle advertido de lo que iba a pasar. Un cierto desencuentro con los usos y criterios de los medios de comunicación, que necesitan perfiles simples, frases para los titulares y gestos para las fotos. Pero también una inusitada profundidad que pone a la fe cristiana en situación de diálogo con las ciencias, con la política, con las religiones. Y esta profundidad de una fe que evangeliza buscando el diálogo será, probablemente, la huella que dejará el Pontificado de Benedicto XVI.

Llegó al Pontificado con la sabiduría de tantos años de reflexión teológica, con una enorme experiencia sobre la situación de la Iglesia, con algunos temas que le parecían mal resueltos y con plena conciencia de las limitaciones que le imponían su edad. En poco tiempo, sin adoptar ninguna pose, se amoldó a su agotador ministerio y se transparentó su personalidad: sereno, sencillo y amable. A la vez, nunca perdió cierta seriedad académica cuando pronunciaba los discursos, porque estaba convencido de lo que decía.

Discursos importantes

A sus tres importantes encíclicas, donde se pueden descubrir fácilmente preocupaciones antiguas, hay que añadir su magisterio ordinario, con algunos discursos muy importantes en sus viajes (Ratisbona, la ONU, Westminster), y sobre todo con muchas intervenciones “menores”, que tienen su sello: especialmente las audiencias y los breves ángelus. En las audiencias, recorrió la historia de la teología y del pensamiento cristiano desde las primeras figuras del Evangelio. Y, últimamente, nos ha ofrecido preciosas consideraciones sobre la fe.

Su mente se ha expresado con particular vitalidad en contextos menores y más informales, quizá porque le permitían más libertad. Paradójicamente, uno de los textos más importantes del Pontificado es su primera alocución a la Curia (22-XII- 2005). Se trataba de un sencillo encuentro para felicitar la Navidad. Pero allí hizo un profundo diagnóstico sobre el sentido del Concilio Vaticano II, y su verdadera interpretación como reforma y no como ruptura en la tradición de la Iglesia. Y añadió un certero discernimiento sobre la libertad religiosa, gran tema de la cultura política de la modernidad. Respondía así a los lefevbrianos, para quienes el Concilio es herético precisamente por cambiar la posición de la Iglesia en este punto. 

Curiosamente, en su despedida al clero de Roma, el 14 de febrero, volvió sobre el sentido del Concilio. De nuevo hizo una clarividente valoración de sus logros, de su actualidad, y también de las desviaciones posconciliares y de sus causas.

No sabemos hasta qué punto querrá vivir retirado, pero sería maravilloso si su sabiduría eclesial y teológica pudiera recogerse en nuevas obras.

Tres grandes cuestiones

En el famoso discurso de la Navidad de 2005, Benedicto XVI decía que el Concilio quería restablecer el diálogo con el mundo moderno y que se había planteado tres círculos de preguntas. No  hace falta mucha perspicacia para advertir que también han sido tres las grandes cuestiones de Benedicto XVI como teólogo, como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y como Papa. Se trata de la relación de la fe con las ciencias humanas (incluyendo la exégesis bíblica); de la situación de la Iglesia en un contexto democrático, especialmente de los antiguos países cristianos; y del diálogo con otras religiones.

En este contexto hay que situar sus tres libros sobre Jesús de Nazaret, proyecto antiguo, acariciado durante años, previsto como ocupación para su deseado retiro, y redactados en los tiempos libres de una agenda agotadora. Desde muchos años antes, estaba preocupado por una interpretación de la Escritura que, en su esfuerzo por ser científica, parecía olvidar la fe. En los tres libros intenta hacer una lectura creyente, que, al mismo tiempo, respete las exigencias científicas de la exégesis. Son especialmente interesantes los prólogos.

Pruebas y retos

Cuando llegó al Pontificado, era consciente de asuntos muy duros que había afrontado como Prefecto. En particular el escándalo de algunos sacerdotes y de algunas instituciones religiosas. Dispuso inmediatamente las medidas disciplinares y revitalizó los procesos canónicos, bastante olvidados por un cierto “buenismo” posconciliar. No le importó reconocer que era lo que más le había hecho sufrir.

Por otros motivos, el cisma de Lefevbre ha sido un tema incómodo. Pero Benedicto XVI no quería que el cisma se solidificase. Ha hecho todo lo posible por acercar a los tradicionalistas, por encima de cualquier tipo de salidas de tono de unos interlocutores tensos y difíciles, y de críticas feroces de otros que necesitaban sentirse progresistas. Ha avanzado sin poder llegar a término.

En parte por responder a las críticas de unos y otros, pero sobre todo por motivos de criterio litúrgico, Benedicto XVI ha acabado con la dialéctica posconciliar entre la liturgia “anterior” y la “nueva”. No tiene sentido oponerlas, porque la misma Iglesia y con la misma autoridad ha hecho una y otra. Prescindiendo de etiquetas, Benedicto XVI ha querido dejar claro que la Iglesia ha reformado legítimamente su liturgia, pero que el rito anterior nunca ha sido oficialmente abolido; por eso, ha dispuesto que pueda celebrarse como forma extraordinaria. 

Benedicto XVI ama la liturgia. Lo declara en su biografía. Por su expreso deseo, el volumen dedicado a la liturgia ha sido el primero publicado de sus obras completas. Aparte de su piedad personal en la celebración, hemos contemplado su interés por el estilo y belleza de las vestiduras y objetos litúrgicos, su atención al canto y a la música sacra y su recomendación de conservar el latín en las partes comunes de la liturgia, especialmente en las celebraciones masivas.  Además,  ha promovido el estudio de algunas cuestiones particulares (el “pro omnes-pro multis”,  el lugar del gesto de la paz, etcétera).

Cuestiones curiales

Benedicto XVI es un hombre de pensamiento y no un hombre de gestión. Como Prefecto había vivido concentrado en su trabajo y relativamente aislado. Por eso, se ha apoyado desde el principio en las personas que constituían su círculo de confianza en la Congregación. En particular, su Secretario de Estado, el cardenal Bertone.

Es notorio cuánto han disgustado al Papa las “movidas” curiales, las dificultades para poner orden en cuestiones económicas o el sorprendente caso del mayordomo y la fuga de documentos. Es difícil valorar, sin más información, cuánto haya podido pesar todo esto en la decisión de retirarse. Sin embargo, de las razones que él mismo dio se deduce que le parece necesario alguien con más energía de la que a él le queda para afrontar los retos actuales del gobierno de la Iglesia; y que considera que esto no debe esperar.  

Al contemplar con ojos de fe los problemas que siempre ha enfrentado la Iglesia, se ve cuánto hay que agradecer al Señor la extraordinaria lista de Papas que han conducido la barca de Pedro en los dos últimos siglos. Todos han sido hombres de fe y cada uno ha dado lo mejor de sí. Es una lista de tanta categoría casi como la de los Papas de los primeros siglos, que, en su mayoría, fueron mártires. Y mucho mejor que en otros siglos difíciles, como el X o el XV, donde llegaron al Pontificado incluso personas indignas. Tiempos difíciles purifican la fe, mientras que tiempos fáciles la aburguesan.

A Benedicto XVI  le debemos muchas cosas, pero especialmente su testimonio de fe, y un gran discernimiento sobre el Concilio y sobre el diálogo evangelizador que la Iglesia tiene que realizar con el mundo moderno.

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Benedicto XVI. Cooperador de la verdad

La verdad de Dios creador y redentor de la que el Santo Padre Benedicto XVI ha sido buscador incesante, ilumina el crepúsculo de los últimos años de su vida transcurridos en oración, silencio y humildad ejemplar.

31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 4 minutos

Ha fallecido el Papa emérito Benedicto XVI. Si algo ha caracterizado su larga vida, desde los años de la infancia y adolescencia como seminarista del seminario menor de la Archidiócesis de Munich, situado en Traunstein, en las faldas de los Alpes bávaros, hasta los últimos como Papa emérito, es sin duda, su vocación de querer ser «Cooperador de la Verdad»: de la Verdad de Dios, revelada en Cristo para la Salvación del hombre. 

Cooperador de la Verdad, buscándola con pasión del corazón y con lucidez intelectual de una mente inquieta en sus estudios de Teología del seminario mayor de Freissen,que encuentra su confirmación en su tesis doctoral y en su escrito de habilitación para el profesorado universitario.

La Teología de San Agustín le proporciona el horizonte teológico para comprender y explicar el ser de la Iglesia como “Pueblo y casa de Dios”, y de la de San Buenaventura, de su “Itinerario de la mente a Dios”, recibe la inspiración intelectual para entender la Verdad del Dios Vivo que se revela en una historia de Salvación, culminante en Cristo, el Hijo de Dios, encarnado en el seno de una Virgen, María, crucificado, muerto y resucitado.

Sus dos décadas de catedrático de Teología en Bonn y Münster, Tubinga y Ratisbona, en las que se combinan docencia e investigación, clases y publicaciones con una extraordinaria fecundidad pedagógica, brilla una inteligencia de la búsqueda de la verdad revelada en Dios en la que el diálogo Fe/Razón se despliega con una rigurosa disciplina lógica y, a la vez, con una sensibilidad espiritual extraordinaria para las preguntas de sus lectores y oyentes. Se vivía entonces en aquel ambiente universitario tan provocador como fue el Mayo del 68 del pasado siglo: una verdadera encrucijada en la historia de la Iglesia y del mundo. ¡Cuánto ha ayudado a las generaciones de jóvenes universitarios de aquél dramático momento histórico a encontrar el camino de la verdad con mayúscula su fascinante tratado sobre “Introducción al cristianismo”: ¡a encontrar al Dios Vivo más allá, aunque no en contra, del Dios de los filósofos! 

Las siguientes etapas de su biografía como Arzobispo-escasamente cinco años- y como Prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe -casi veinticinco-cestuvieron centradas en un servicio a la fe de la Iglesia como colaborador estrecho e íntimo del Papa san Juan Pablo II en el cumplimiento de su primer deber como sucesor de Pedro, que no es otro que “confirmar en la fe a sus hermanos”. Su método de trabajo se ajustaba al principio “anselmiano” de “Fides quaerens intellectum” –“Intellectus quaerens Fidem” (“la fe que busca la inteligencia” y “la inteligencia que busca la fe”). Un principio puesto en práctica con el exquisito cuidado de un diálogo siempre atento y siempre comprensivo de las tesis contrarias. Todo el debate de los años ochenta del pasado siglo en torno a la Teología de la Liberación lo evidencia con creces.

Finalmente, su magisterio en los ocho años de su pontificado se concentra en torno a la Verdad de Dios que es el Amor (su encíclica “Deus Caritas est”) y fundamento último de la Esperanza que no defrauda (su encíclica “Spes Salvi”). La última encíclica, “Caritas In Veritate”(“el Amor en la Verdad”, CV), publicada el 29 de junio del 2009, en plena crisis financiera mundial con su epicentro en la Bolsa neoyorquina -y que pronto deriva en una grave crisis social, política y cultural-, quiere mostrar cómo la fe en el Dios vivo y verdadero, revelado en Cristo, despeja el camino para un verdadero progreso del hombre –¡progreso integral!– o, lo que es lo mismo, le abre para el logro de un verdadero y auténtico humanismo. Al llamado “giro antropológico” del pensamiento moderno y postmoderno, que él conocía bien, no sólo se le vacía de sentido, sino todo lo contrario, se autentificaba y consolidaba su significado para el bien transcendente de la persona humana y la sociedad. 

No es extraño, pues, que una de las conclusiones prácticas de la encíclica sea la de que “no hay desarrollo pleno ni un bien común universal sin el bien espiritual y moral de las personas, consideradas en su totalidad de alma y cuerpo” (CV 76), y, a la vez, de que “el desarrollo necesita cristianos con brazos levantados hacia Dios en oración, cristianos conscientes de que el amor lleno de verdad, ‘caritas in veritate’, del que procede el auténtico desarrollo, no es el resultado de nuestro esfuerzo sino un don” (CV 79). 

En la homilía de la plaza del Obradoiro, de Santiago de Compostela, el 6 de noviembre de 2010 (en su segundo viaje pastoral a España), afirmaba: “Sólo Él -Dios- es absoluto, amor fiel indeclinable, meta infinita que se trasluce detrás de todos los bienes, verdades y bellezas admirables de este mundo: admirables pero insuficientes para el corazón del hombre. Bien comprendió Santa Teresa de Jesús cuando escribió: ‘Sólo Dios basta’”.

Al despedirse de España, al concluir la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid, 21 agosto de 2011, nos decía: “España es una gran nación que, en convivencia abierta, plural y respetuosa, sabe y puede progresar sin renunciar a su alma profundamente cristiana y católica”, y que “los jóvenes responden con diligencia cuando se les propone con sinceridad y verdad el encuentro con Jesucristo único Redentor de la humanidad”.

La verdad de Dios creador y redentor del hombre, la VERDAD que es Él y sólo Él, de la que el Santo Padre Benedicto XVI ha sido buscador incesante, cooperador, testigo y maestro a lo largo de toda una existencia entregada a Cristo, ilumina el crepúsculo de los últimos años de su vida transcurridos en oración, silencio y humildad ejemplar. En el prólogo del primer tomo de su monografía “Jesús de Nazaret”, publicado en el año 2007,confiesa: “Sin duda no necesito decir expresamente que este libro no es en modo alguno un acto magisterial sino únicamente expresión de mi búsqueda personal del rostro del Señor”. Rostro que habrá encontrado ya en la eterna contemplación de su infinita Belleza. Así lo pedimos, unidos en la oración de toda la Iglesia por aquél que siempre se consideró “su humilde trabajador en la viña del Señor”.

El autorAntonio M. Rouco Varela

Cardenal Arzobispo emérito de Madrid. Presidente de la Conferencia Episcopal Española desde 1999 a 2005 y de 2008 a 2014.

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Vaticano

Fallece Benedicto XVI

El Papa emérito ha fallecido a las 9:34 horas de esta mañana en el monasterio Mater Ecclesiae, en el Vaticano, tras una vida de servicio sin fisuras a la Iglesia. Tenía 95 años. Eminente profesor y teólogo preclaro, sorprendió al mundo con su renuncia al papado en febrero de 2013.

Maria José Atienza·31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

Benedicto XVI ha fallecido hoy, a las 9:34 horas, en el Monasterio Mater Ecclesiae del Vaticano, a los 95 años de edad. El Papa emérito, que residía en el Monasterio Mater Ecclesiae desde su renuncia, había sufrido un empeoramiento de su estado de salud en los últimos días. El Papa Francisco, de hecho, pedía oraciones por la salud de su antecesor durante la audiencia semanal del miércoles 28 de diciembre.

Natural de Marktl am Inn, diócesis de Passau (Alemania), Josep Ratzinger nació el 16 de abril de 1927 (Sábado santo), y fue bautizado ese mismo día. La cruz seguiría presente en la vida del joven, sacerdote, obispo y cardenal durante toda su existencia.

Dotado de una inteligencia excepcional y una humanidad palpable por quienes le conocía, en la amplia biografía que pueden encontrar en Omnes, se aprecia la humildad de un brillante profesor y eminente teólogo cuya Opera Omnia ofrece un preclaro pensamiento y análisis de la Iglesia y el hombre actual.

El Magisterio papal de Benedicto XVI se condensa, especialmente, en sus tres encíclicas Caritas in veritateSpe Salvi y Deus caritas est. Sin embargo, su prolífico legado teológico abarca desde su etapa inicial como profesor y sacerdote, el tiempo al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, así como su etapa de Sumo Pontífice de la Iglesia católica. Una extensísima y profunda obra de gran calado doctrinal y moral sin la que no se entiende la Iglesia actual.

El establecimiento de la Fundación vaticana Joseph Ratzinger supuso un espaldarazo a la obra y el magisterio del Papa. Esta fundación ha impulsado, especialmente, la publicación de la obra completa, Opera Omnia, de Joseph Ratzinger. Aunque, por el momento, sólo está disponible, de manera íntegra, en italiano, estos volúmenes recogen las características fundamentales del pensamiento teológico de Joseph Ratzinger.

En los últimos años, Benedicto XVI tuvo que sufrir una nueva ola de contradicciones con la acusación vertida contra él de no haber actuado con la suficente contundencia, en un caso de abuso, en su época al frente de la diócesis de Munich. Una acusación sin prueba fehaciente que llevó al teólogo suizo Martin Rhonheimer a denunciar un intento de destruir la reputación del teólogo Joseph Ratzinger al final de su vida”.

La salud frágil del Papa emérito sufrió un empeoramiento en los últimos días de diciembre de 2022 aunque se encontraba «lúcido y estable» dentro de la gravedad. Esta mañana, en un brevísimo comunicado la Santa Sede anunciaba el fallecimiento del Papa emérito a las 9:34 horas, en el Monasterio Mater Ecclesiae del Vaticano.

Como ha informado Matteo Bruni, director de la Oficina de prensa de la Santa Sede, el Papa Francisco presidirá el funeral por el eterno descanso de su predecesor el próximo 5 de enero a las 9:30 en la basílica de san Pedro del Vaticano. Bruni también informó de que Benedicto XVI recibió la Unción de los Enfermos el pasado miércoles al final de la Misa en el Monasterio y en presencia de las Memores Domini, que lo asistían diariamente desde hace años. Antes de su muerte, el Papa emérito pidió que todo estuviera marcado por la sencillez, una cualidad con la que él vivió.

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Actualidad

El Magisterio de Benedicto XVI

Benedicto XVI, el Papa de la palabra, además de sus siempre inspiradas alocuciones, nos dejó tres magníficas encíclicas y cuatro exhortaciones apostólicas. Amor, verdad, esperanza, Palabra de Dios y Liturgia capitalizaron sus escritos

Pablo Blanco Sarto·31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 5 minutos

Benedicto XVI no solo ha sido «el papa de la razón», sino también el papa del amor y la esperanza, a juzgar por los títulos de sus encíclicas. Ha sido además «el papa de la palabra», por los inspirados discursos y homilías que ha pronunciado a lo largo de un breve pero intenso pontificado.

En estas líneas nos ceñiremos sobre todo a las encíclicas y a las exhortaciones apostólicas, para presentar una visión unitaria del programa de su pontificado.

Amor, verdad y esperanza

Son los tres pilares centrales de su magisterio. Benedicto XVI comenzó su primera encíclica titulada Deus caritas est, fechada en el día de navidad de 2005. Lo primero, el amor. Presentaba allí una «revolución del amor» que todavía no ha conseguido triunfar del todo en nuestro pequeño mundo. Todavía hay hambre, pobreza, injusticias y muertes inocentes. Para que esta «revolución del amor» se lleve a cabo de una vez por todas –recordaba–, hace falta no olvidar dos palabras: Dios y Cristo.

Jesucristo es «el amor de Dios encarnado», que se concreta no solo en la caridad con los demás, sino sobre todo en la cruz y en la eucaristía. De ahí nace todo nuestro amor a Dios y al prójimo: todo amor y caridad verdaderos vienen de Dios. El eros puede transformarse en agape cristiano, después de un proceso de purificación. Es algo que la Iglesia no podía olvidar y debía recordárselo a este mundo un tanto cruel. El amor puede cambiar el mundo, nos repetía Benedicto XVI con una seguridad que nos debe hacer pensar.

Después vino una nueva encíclica, esta vez sobre la esperanza. Apareció con fecha del 30 de noviembre, fiesta de san Andrés, el apóstol al que los orientales profesan una especial devoción, y en vísperas del tiempo de adviento, tiempo de esperanza. Benedicto XVI publicó esta segunda encíclica sobre la segunda virtud teologal, tras la dedicada a la caridad. El que había sido como prefecto el «guardián de la fe», se mostraba también ahora el papa del amor y la esperanza.

El título estaba tomado de san Pablo: spe salvi, «salvados por la esperanza» (Rm 8,24). En la nueva encíclica, se apreciaba un marcado tono ecuménico, sobre todo cuando se refiere a la doctrina sobre el purgatorio, en el que hacía una mención explícita a la teología ortodoxa, y la presentaba con un enfoque personalista y cristocéntrico fácil de comprender (cf. n. 48).

El purgatorio es un encuentro con Cristo que nos abraza y purifica. A la vez, el papa alemán proponía un diálogo crítico con una modernidad que busca la esperanza.

A diferencia de la encíclica sobre la esperanza, escrita personalmente por el papa desde la primera hasta la última línea, en la Caritas in veritate habían trabajado muchas mentes y manos. Benedicto XVI había dejado su huella en ella, ya visible en las palabras del título que conjugan indisolublemente caridad y verdad, una propuesta deciddiamente ratzingeriana. «Inyectar al mundo más verdad y amor», resumía un titular de periódico. «Solo con la caridad –iluminada por la fe y la razón– es posible alcanzar objetivos de desarrollo dotados de valor humano», afirmó el papa alemán.

Era la primera encíclica social de su pontificado, publicada dieciocho años después de la última encíclica social de Juan Pablo II, Centesimus annus, de 1991. Los diarios, radios y televisiones de todo el mundo estaban ansiosos por conocer las palabras del papa ante la actual coyuntura económica. Caritas in veritate, sin embargo, iba más allá de la crisis. «Las dificultades presentes pasarán en unos años, pero el mensaje de la encíclica permanecerá», garantizó monseñor Martino.

Pan y Palabra

Sacramentum caritatis, sacramento de amor: así tituló el papa alemán la carta apostólica sobre la eucaristía, que era el resultado del sínodo de obispos celebrado en Roma en octubre de 2005. Era una reunión convocada por Juan Pablo II para que toda la Iglesia reflexionara sobre lo que es «su centro y cumbre». Ahí está Jesús –recordaba–: la eucaristía es el mismo Cristo y, por tanto, esta «hace la Iglesia», había escrito san Juan Pablo II.

Ahora, como fruto maduro, salía esta exhortación apostólica en continuidad con la primera y hasta entonces última encíclica de Benedicto XVI titulada significativamente Dios es amor. Había hablado de la eucaristía como la máxima manifestación de amor por parte de Jesús y como el centro de toda la Iglesia. Las propuestas del sínodo ya habían sido publicadas en internet, a petición del propio papa Ratzinger, por lo que no hubo grandes sorpresas. Se trata de aplicar lo ya dicho por el Vaticano II, se insistía en la nueva carta apostólica.

Con fecha del 30 de septiembre de 2010, fiesta de san Jerónimo, salió un nuevo documento titulado Verbum Domini, la palabra del Señor. El tema era lógicamente la Escritura y era un fruto maduro del sínodo que había tenido lugar dos años antes sobre este mismo tema.Con claridad, como lo hicieron los participantes en el sínodo, subrayaba en primer lugar que «la fe cristiana no es una “religión del Libro”: el cristianismo es la “religión de la palabra de Dios”, no de una palabra escrita y muda, sino del Verbo encarnado y vivo» (n. 7).

El cristianismo no es la religión de un Libro (como lo pueden ser el judaísmo o el islam), sino de una Persona: la de Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre. Sin embargo, esta Persona –Jesucristo– había hablado largo y tendido, así como predicado sublimes parábolas. La palabra de Dios es un acceso directo al Hijo de Dios, quien constituye la cumbre de toda la revelación, la Palabra hecha carne.

Nueva evangelización

Tras poner los fundamentos sobre el amor, la verdad y la esperanza, así como los lugares en los que se encuentra a Jesucristo –el Pan y la Palabra–, Benedicto XVI se lanzó a la «nueva evangelización» ya propuesta por Juan Pablo II.

La exhortación apostólica postsinodal Africae munus (2011) recogía los frutos de los trabajos de la II Asamblea especial para África del sínodo de los obispos. «África, tierra de un nuevo Pentecostés, ¡ten confianza en Dios! […] África, Buena Nueva para la Iglesia, ¡haz que lo sea para todo el mundo!», decía allí el papa. El documento de 138 páginas, contiene temas de lo más variados, pero se puede sintetizar en un solo punto: permanecer en el plano espiritual, para no convertirse en un partido católico. Según Benedicto XVI el papel a favor de la reconciliación, la justicia y la paz podrá mantenerse si la Iglesia se mantiene fiel a su misión espiritual, al reconciliar a la humanidad con Dios y a unos con otros por medio de Cristo.

En Porta fidei (2011) el papa alemán anunció el Año de la fe, en una continuidad perfecta con la nueva evangelización, en el contexto propiciado por el concilio Vaticano II, a los cincuenta años de su comienzo. En este sentido, el cristiano de hoy cuenta con dos instrumentos privilegiados para poder concretar y realizar esa nueva evangelización: el Concilio, del que se cumplen ahora cincuenta años; y su Catecismo, promulgado por Juan Pablo II. «Para acceder a un conocimiento sistemático del contenido de la fe, todos pueden encontrar en el Catecismo de la Iglesia católica un subsidio precioso e indispensable. Es uno de los frutos más importantes del Concilio Vaticano II» (n. 11), añadía ahora su sucesor. El Año de la fe era el año del concilio y su catecismo.

La fe es «un gran sí» que contiene e implica a su vez toda la existencia humana. Fe y vida, creencia y experiencia se encuentran mutuamente entrelazados en el acto de fe. La evangelización consiste así primero en mostrar la belleza y la racionalidad de la fe, en llevar la luz de Dios al hombre de nuestro tiempo con convicción y alegría. El tiempo nos regalará ese primer texto del papa Francisco, Lumen fidei (2013), una encíclica «escrita a cuatro manos» y que constituía la culminación del Año de la fe. La fe, la esperanza y la caridad constituían el legado del pontificado de Benedicto XVI, que contenían como núcleo al mismo Jesucristo presente en el Pan y la Palabra. Con esto estábamos perfectamente pertrechados para la nueva evangelización de este mundo ahora en crisis.

Vaticano

Los momentos claves del pontificado de Benedicto XVI

El destino de quien guiara la Iglesia bajo el nombre de Benedicto XVI había quedado claro el día del funeral de su predecesor cuando pronunció aquella conmovedora homilía que tenía como comienzo la palabra "Sígueme".

Giovanni Tridente·31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 9 minutos

Con humildad y en la verdad, en silencio y con la oración. Así ha vivido, y así se ha ido, Benedicto XVI, el Papa emérito. Elegido al solio pontificio el 19 de marzo de 2005, inmediatamente después del «Papa grande Juan Pablo II», en sus primeras palabras a la multitud desde la logia central de la basílica de San Pedro se describió a sí mismo como «un sencillo y humilde trabajador de la viña del Señor». Y como tal apareció, con las mangas de su camisa negra sobresaliendo de su sotana papal, señal de una
elección que tal vez no se esperaba.

Tímido, pero muy culto, sencillo en los modales pero complejo en el pensamiento y nunca banal. Trabajador incansable. Lo ha demostrado en los innumerables años que pasó en la Curia romana como colaborador insustituible de su predecesor, en uno de los dicasterios más importantes y sólidos, la entonces Congregación para la Doctrina de la Fe.

También en el día de su elección, se definió a sí mismo como un «instrumento insuficiente», reconfortado por el hecho de que el Señor sabría utilizarlo de la mejor manera posible, sin que le fuera a faltar «su ayuda permanente», con la complicidad de su Madre María Santísima. Pedía oraciones.

Durante casi ocho años, hasta su dimisión, que se hizo efectiva el 28 de febrero de 2013, no se rindió ante ningún obstáculo, puso (y volvió a poner) la mano en el arado y comenzó a apuntalar en sus elementos fundamentales el edificio de la Iglesia, que acababa de aterrizar con toda la humanidad en un nuevo milenio lleno de cambios y «sobresaltos», huérfana desde hacía poco de una guía espiritual imponente, que lo había acompañado de la mano durante más de 27 años.

Su destino había quedado claro el día del funeral de san Juan Pablo II, cuando pronunció aquella conmovedora homilía que tenía como comienzo precisamente la palabra «Sígueme». Unos días antes -en el Vía Crucis del Coliseo, meditando sobre la novena estación, la tercera caída de Jesús- se había «encargado» entonces de denunciar la «suciedad en la Iglesia», pero también la soberbia y la autosuficiencia.

Su sueño era volver a su tierra natal, dedicarse a la lectura y disfrutar de su pasión por los gatos y su amor por la música clásica. En cambio, le tocó asumir todos esos problemas que había aprendido a conocer tan de cerca, y también cargar con la cruz de las críticas y las incomprensiones, pero
allanando el camino para un proceso de reformas que su sucesor -el Papa Francisco- ha podido continuar con facilidad. Lo hizo con humildad y en verdad.

Una tarea inaudita que supera toda capacidad humana

«Una tarea inaudita, que realmente supera toda capacidad humana». El domingo 24 de abril de 2005, Benedicto XVI inició su ministerio petrino como obispo de Roma, en una plaza de San Pedro abarrotada por más de 400.000 personas. Y al exponer la gravedad y el peso del mandato que sentía que tenía que asumir, dijo que, al fin y al cabo, su programa de gobierno no sería «seguir mis propias ideas, sino ponerme a la escucha, con toda la Iglesia, de la palabra y la voluntad del Señor y dejarme guiar
por Él, para que sea Él mismo quien guíe a la Iglesia en esta hora de nuestra historia». La voluntad de Dios que «no nos aleja, nos purifica -quizás incluso dolorosamente- y así nos conduce a nosotros mismos».

Estar dispuesto a sufrir

El tema del sufrimiento aparece a menudo en el discurso de investidura, como cuando explica que «amar [al pueblo que Dios nos confía] significa también estar dispuesto a sufrir», «para dar a las ovejas el verdadero bien, el alimento de la verdad de Dios, de la palabra de Dios, el alimento de su presencia».

Palabras que leídas en retrospectiva suenan a profecía. Ciertamente, a Benedicto XVI no se le ahorró ningún sufrimiento, pero siempre lo vivió con espíritu de servicio y en humildad. Repasando los casi ocho años de su pontificado, destacan algunas aportaciones sobresalientes que el primer Papa emérito de la historia ha dejado como legado a toda la Iglesia.

Las tres encíclicas

La primera contribución es sin duda magisterial. A los pocos meses de comenzar su pontificado, Benedicto XVI firmó su primera Encíclica, la “Deus caritas est” (Dios es amor), en la que explica cómo el hombre, creado a imagen de Dios-amor, es capaz de hacer la experiencia de la caridad; escrita inicialmente en alemán y firmada el día de Navidad de 2005, fue difundida al mes siguiente.

El 30 de noviembre de 2007 se publicó “Spe salvi” (Salvados en la esperanza), que pone frente a frente la esperanza cristiana y las formas modernas de esperanza basadas en los logros terrenales, que llevan a sustituir la confianza en Dios por una mera fe en el progreso. Pero sólo una perspectiva infinita como la que ofrece Dios a través de Cristo puede dar la verdadera alegría.

La última encíclica que lleva su firma está fechada el 29 de junio de 2009 y se titula “Caritas in veritate” (El amor en la verdad). El Pontífice repasa aquí las enseñanzas de la Iglesia sobre la justicia social e invita a los cristianos a redescubrir la ética de las relaciones comerciales y económicas, poniendo siempre en el centro a la persona y los valores que preservan su bien.

Estaba preparando una cuarta encíclica para completar la trilogía dedicada a las tres virtudes teologales; sería publicada por el Papa Francisco el 29 de junio de 2013, en el Año de la Fe, completando lo principal del trabajo que ya había preparado Ratzinger. Se titula “Lumen fidei”.

Cuatro Exhortaciones postsinodales

Eucaristía, Palabra, África y Oriente Medio son, por su parte, los temas de las cuatro exhortaciones apostólicas que vieron la luz bajo el pontificado de Benedicto XVI, coronando otros tantos Sínodos de los Obispos que tuvieron lugar respectivamente en 2005, generando la “Sacramentum caritatis” (2006); en 2008, con la publicación de la “Verbum Domini” (2010); en 2009, de la que surgió la exhortación “Africae munus” (2011); y en 2010, que dos años después dio lugar al documento “Ecclesia in Medio Oriente”.

Ahí está la importancia de los sacramentos, y la cercanía a las periferias del mundo, lugares donde la Iglesia está muy viva, rica en vocaciones, pero donde a menudo falta el esfuerzo «de Roma» por hacerse más presente en esas tierras.

La trilogía sobre Jesús de Nazaret

Gracias a su pasión por el estudio y a sus cualidades de fino teólogo, en los años de su pontificado Benedicto XVI ha regalado también a la comunidad de creyentes tres importantes libros sobre la figura histórica de Jesús, publicados respectivamente en 2007, 2011 y 2012. El recorrido narrativo parte de la “Infancia de Jesús” y continúa por la vida pública del Mesías, hasta la resurrección.

Ha sido un éxito editorial sin precedentes, y muchos creyentes han sido edificados por el relato sobre la Persona-Jesús. Peregrino de los pueblos, no interrumpió la tradición de su predecesor de realizar viajes apostólicos tanto en Italia como en el extranjero; una serie inaugurada a los cuatro meses de su pontificado viajando a su patria para la Jornada Mundial de la Juventud en Colonia. Volvió a Alemania dos veces más, en 2006 (a Baviera, donde se produjo el conocido «incidente de Ratisbona») y en 2011, en visita oficial al país. En total, Benedicto XVI ha realizado 24 viajes apostólicos al extranjero, varios a Europa (tres veces a España), pero también a América Latina (Brasil, México, Cuba), Estados Unidos (2008), África (Camerún, Benín) y Australia (2008).

Sin duda fue muy significativo su viaje a Tierra Santa, visitando Jordania, Israel y la Autoridad Nacional Palestina, en mayo de 2009, como también lo fue su visita al campo de concentración de Auschwitz, en el mismo mes tres años antes, donde rezó para honrar la memoria de los judíos, polacos, rusos, gitanos y representantes de veinticinco naciones asesinados por el odio nazi.

También realizó más de treinta visitas pastorales y peregrinaciones en Italia y otras tantas en la diócesis de Roma, visitando parroquias, santuarios, basílicas, cárceles, hospitales y seminarios. Para la historia
quedará su visita a L’Aquila en 2009, inmediatamente después del terremoto, cuando fue a rezar sobre los restos de Celestino V, sobre cuya sepultura santuario depositó su palio, una premonición que muchos han asociado a su futura dimisión.

Los «accidentes”

Al comienzo de su ministerio petrino, Benedicto XVI se había referido a los sufrimientos, y desgraciadamente éste fue uno de los elementos de los que no se libró en absoluto, empezando por algunos malentendidos y controversias que tuvieron eco internacional.

El primero de ellos se remonta a 2006, con la famosa “lectio magistralis” en la Universidad de Ratisbona durante su segundo viaje a Alemania, visitando Baviera. En este caso, el incidente surgió a raíz de la desafortunada cita de una frase del emperador bizantino Manuel II Paleólogo sobre la guerra santa, con referencias al profeta Mahoma. En su discurso, el Papa había recordado la declaración “Nostra Aetate” y la actitud de la Iglesia hacia las religiones no cristianas, pero para entonces ya se había dado el malentendido, y en el mundo islámico se produjeron reacciones violentas.

Más tarde, Benedicto XVI se disculpó públicamente, diciendo que «lo lamentaba» y dejando claro que no compartía el pensamiento expresado en el texto citado. Afortunadamente, en los años siguientes florecieron los intercambios culturales y teológicos entre católicos y musulmanes, que culminaron incluso con un encuentro en el Vaticano entre una delegación de teólogos e intelectuales islámicos y el propio Pontífice. Aquí están sin duda los prolegómenos del “Documento sobre la Fraternidad Humana” que varios años después el Papa Francisco logrará firmar en Abu Dhabi junto al Gran Imán de Al-Azhar.

Un segundo incidente tuvo lugar en Roma, protagonizado por la principal Universidad de la capital, «La Sapienza», donde un grupo de más de 60 profesores de la universidad se opuso a la visita de Benedicto XVI, que había sido invitado por el entonces rector a hablar en la inauguración del curso académico en 2008. Tras el aluvión de polémicas, la Santa Sede declinó la invitación. Nueve años después, en 2017, su sucesor Francisco se pudo en cambio visitar otra universidad civil romana, «Roma Tre».

Tras el malentendido con los musulmanes, en 2009 llegó el incidente con el mundo judío. Benedicto XVI había decidido remitir la excomunión a cuatro obispos lefebvrianos, entre los que se encontraba Richard
Williamson. Tras este gesto salió a la luz -a través de la televisión sueca SVT- que en el pasado el monseñor había expresado públicamente posiciones negacionistas sobre la Shoah. También en este caso, la Santa Sede se vio obligada a emitir una nota que, además de confirmar la condena y el recuerdo del genocidio de los judíos, exigía al obispo Williamson que se distanciara «de forma absolutamente inequívoca y pública de sus posiciones respecto a la Shoah» antes de ser admitido a funciones episcopales en la Iglesia, aclarando que estas posiciones no eran conocidas por el Papa en el momento de la remisión de la excomunión.

Otras críticas surgieron durante su viaje a Camerún y Angola en marzo de 2009, cuando afirmó en el avión que la distribución de preservativos no sería una solución contra el sida; una declaración estigmatizada por gobiernos, políticos, científicos y organizaciones humanitarias con repercusiones también a nivel diplomático.

Lucha contra los abusos

Y, sin embargo, bajo el pontificado de Benedicto XVI, todo el proceso de lucha contra los abusos en la Iglesia, que el Papa Francisco ha sabido continuar con mayor fluidez, cobró un impulso irreversible. El Papa Ratzinger fue el primer pontífice que pidió perdón explícitamente a las víctimas de abusos por parte de clérigos, además de reunirse con ellas en varias ocasiones, por ejemplo en viajes al extranjero.

Fue drástico al expulsar a varios clérigos responsables de tales delitos y al establecer las primeras normas y directrices más estrictas contra estos fenómenos.

Un ejemplo entre todos es el tratamiento del «caso Maciel», que Ratzinger ya había tenido ocasión de examinar en profundidad durante sus años como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.Como Pontífice, dispuso que la Congregación de los Legionarios recibiera una Visita Apostólica, de resultas de la cual se nombró a un Delegado Pontificio -el difunto Cardenal Velasio De Paolis-, que luego llevó a la revisión de los estatutos y reglamentos, tras reconocerse públicamente la culpa del fundador y ponerse en marcha un proceso completo de renovación y sanación.

Otro fenómeno es el de Irlanda, tras la publicación de los informes Ryan y Murphy que denunciaban numerosos casos de abusos sexuales a menores por parte de sacerdotes y religiosos desde los años 30 hasta el año 2000, con intentos de encubrimiento por parte de la Iglesia local. Ya en 2006, dirigiéndose a los obispos del país que habían acudido a Roma en visita “ad Limina”, Benedicto XVI dijo que «las heridas causadas por tales actos son profundas, y es urgente la tarea de restablecer la confianza cuando han sido dañada». Además, es necesario «tomar todas las medidas para evitar que se repita en el futuro, garantizar el pleno respeto de los principios de justicia y, sobre todo, curar a las víctimas y a todos los afectados por estos crímenes abominables».

Cuatro años más tarde escribió una carta pastoral a los católicos de Irlanda en la que les confiaba que «compartía la consternación y la sensación de traición» que habían experimentado, y dirigiéndose a los culpables añadía: «debéis responder de esto ante Dios Todopoderoso, así como ante los tribunales debidamente constituidos».

Los Consistorios

A lo largo de su pontificado, Benedicto XVI presidió cinco consistorios para la creación de nuevos cardenales, creando un total de 90 «eminencias», de las que 74 eran electores. Significativamente, en el último, el 24 de noviembre de 2012, además de ser el segundo Consistorio en el mismo año (desde 1929 no había habido dos creaciones diferentes de cardenales en el mismo año), esta vez no hubo cardenales europeos presentes, casi como inaugurando una tradición de “pescar” colaboradores del Papa incluso lejos de Roma. Algo que luego se ha hecho muy habitual con el Papa Francisco.

Fue el año de la creación del cardenal Luis Antonio Tagle, arzobispo metropolitano de Manila (Filipinas), o de Baselios Cleemis Thottunka, arzobispo mayor de Trivandrum de los siro-malankares (India), por ejemplo.

Renuncia

El último acto que queda en la historia del pontificado de Benedicto XVI es sin duda su renuncia, anunciada el 11 de febrero de 2013 durante un Consistorio para determinadas causas de canonización como una «decisión de gran importancia para la vida de la Iglesia».

Entre las motivaciones que le llevaron a esta decisión -hecha con absoluta humildad y espíritu de servicio a la Iglesia, también en este caso- estaba la conciencia de que «para gobernar la barca de San Pedro se necesita también el vigor del cuerpo y del alma, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal modo que tengo que reconocer mi incapacidad para administrar bien el ministerio que se me ha confiado».

Palabras de una limpieza única, ofrecidas con el corazón en la mano, y con la libertad de quien no teme reconocer sus propias limitaciones, estando al mismo tiempo dispuesto a servir al Señor «no menos sufriendo y orando».

Fiel a su palabra, Benedicto XVI, ha dedicado los últimos años de su vida a rezar por la Iglesia, en el «ocultamiento» del Monasterio Mater Ecclesiae,con el corazón, con la reflexión y con todas sus fuerzas interiores, como dijo en su último saludo a los fieles desde la Logia del Palacio Apostólico de Castel Gandolfo el 28 de febrero de hace casi diez años. Como peregrino «en la última etapa de su peregrinación en esta tierra», que ahora ha llegado a su cumplimiento. ¡Cuídanos desde el Cielo!

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Adiós, Benedicto XVI

La Iglesia despide al Papa emérito Benedicto XVI. Su fallecimiento, a los 95 años de edad, deja un amplio legado teológico y magisterial sin el que no se entiende la Iglesia del siglo XXI. En la foto: durante la JMJ de Madrid 2011.

Maria José Atienza·31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: < 1 minuto
Vaticano

Joseph Ratzinger. Una vida gastada al servicio de la Iglesia

Sus dotes intelectuales destacaron siempre: en sus dieciocho años como profesor universitario, en su breve etapa como arzobispo de Munich, en la Congregación para la Doctrina de la Fe y, finalmente, en su ministerio como Papa

Enrique Carlier·31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 10 minutos

La biografía de cualquier persona suele ofrecer, casi siempre, abundantes claves para descifrar el temperamento, la personalidad e, incluso, algunas de las principales decisiones tomadas por el biografiado. Así sucede también con Joseph Ratzinger – Benedicto XVI.

Por ejemplo, una clave biográfica que ayuda a comprender el agotamiento que le llevó a renunciar no es sólo su avanzada edad, sino sobre todo el enorme desgaste que experimentó por su intenso, dedicado e ininterrumpido trabajo al servicio de la Iglesia universal en los más de treinta y un años que estuvo en Roma: primero como estrecho colaborador de san Juan Pablo II al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, a partir del 25 de noviembre de 1981; y luego, cuando el cardenal Ratzinger ya pensaba en su merecido retiro, en los casi ocho años de extenuante ministerio como Vicario de Cristo.

Infancia y juventud

Joseph Ratzinger nació en la localidad bávara de Marktl, junto al río Inn, en un día cargado de significación religiosa: un Sábado Santo (el 16 de abril de 1927). Que fuera bautizado ese mismo día ya es indicativo de su precocidad espiritual y litúrgica (la Vigilia Pascual es el marco bautismal por excelencia).

Sin embargo, pasó su infancia y adolescencia en Traunstein, una pequeña localidad casi fronteriza con Austria, a treinta kilómetros de Salzburgo. En ese ambiente “mozartiano”, como él mismo lo ha definido, se educó humana, cultural y musicalmente bajo el influjo cristiano de su familia. Su padre, comisario de la gendarmería, provenía de una antigua familia de agricultores de la Baja Baviera, de condición económica modesta. Su madre, hija de artesanos de Rimsting, antes de casarse trabajó de cocinera en varios hoteles. Joseph es el menor de los tres hermanos. María, la hija mayor, falleció en 1996; y Georg (89 años), sacerdote y músico, vive en Ratisbona.

La educación recibida le permitió superar la dura experiencia del régimen nazi, hostil a la Iglesia católica. El joven Joseph vio con sus propios ojos cómo los nazis golpeaban a un sacerdote que se disponía a celebrar la Misa. Paradójicamente, y también al ver en su padre el rechazo cristiano al nazismo, aquella compleja situación histórica terminó ayudándole a descubrir la verdad y la belleza de la fe.

Poco antes de que acabara la segunda guerra mundial –el joven Ratzinger tenía entonces 16 años–, fue forzado a enrolarse en los servicios auxiliares antiaéreos. Este episodio ha sido duramente enjuiciado en algunas biografías exageradamente críticas. Es el caso de una primera semblanza escrita por el vaticanista John Allen, para quien la resistencia al nazismo era difícil y arriesgada, pero no imposible. Pero Joseph Ratzinger tuvo en aquella circunstancia el valor de desertar, aunque se exponía a ser fusilado.   

Sacerdote y teólogo

En cualquier caso, no fue el activismo político la inclinación fundamental del joven Joseph Ratzinger, sino el estudio. Muy pronto comenzó a dedicarse y a destacar en lo que sería luego su principal cometido: la enseñanza de la teología. Desde 1946 hasta 1951 cursó filosofía y teología en la Escuela superior de filosofía y teología de Freising y en la universidad de Munich. Y el 29 de junio de 1951 recibió, junto a su hermano Georg, la ordenación sacerdotal. Ese fue, según diría luego, el día más importante de su vida.

Un año después, con 25 años, comenzó a impartir clases en la Escuela superior de Freising. Sus dotes como docente e investigador en la ciencia teológica, de modo particular en el terreno antropológico y eclesiológico, comenzaron pronto a despuntar.

Joseph Ratzinger

En 1953 se doctoró en teología con la tesis: “Pueblo y casa de Dios en la doctrina de la Iglesia en san Agustín”. Cuatro años después, bajo la dirección del profesor Gottlieb Söhngen, obtuvo la habilitación para la enseñanza con una disertación sobre: “La teología de la historia de san Buenaventura”.

Tras ejercer como profesor de teología dogmática y fundamental en la Escuela superior de filosofía y teología de Freising, prosiguió su actividad docente en Bonn, de 1959 a 1963; en Munich, de 1963 a 1966; y en Tubinga, de 1966 a 1969. En este último año pasó a ser catedrático de dogmática e historia del dogma en la Universidad de Ratisbona, donde ocupó también el cargo de vicerrector.

Perito en el Concilio

De 1962 a 1965 contribuyó a los trabajos del Concilio Vaticano II como “perito”. Acudió al Concilio como teólogo consultor del cardenal Joseph Frings, arzobispo de Colonia. Benedicto XVI ha relatado cómo entró a participar en el Concilio por casualidad. Cuando era profesor de la Universidad de Bonn, el cardenal Josep Frings le pidió que le preparase el texto de una conferencia que tenía que pronunciar en Génova. Poco después, Juan XXIII llamó a Roma al cardenal Frings. Éste temía lo peor. Sin embargo, el Papa le abrazó y le dijo: “Gracias, Eminencia; usted ha dicho lo que yo quería decir pero no encontraba las palabras”. Y así fue cómo el cardenal Frings invitó al profesor Ratzinger a ir con él al Concilio, en calidad de ayudante personal.

Las aportaciones de Joseph Ratzinger a los documentos conciliares sobre la liturgia y la Palabra de Dios resultaron claves. Su intensa actividad científica le llevaría luego a desempeñar cargos relevantes al servicio de la Conferencia Episcopal Alemana y de la Comisión Teológica Internacional.

Con los años, como fruto de su prestigio como teólogo y de su labor al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Ratzinger recibiría numerosos doctorados “honoris causa”: por el College of St. Thomas in St. Paul (Minnesota, Estados Unidos), en 1984; por la Universidad católica de Eichstätt (Alemania) en 1985; por la Universidad católica de Lima (Perú), en 1986; por la Universidad católica de Lublin (Polonia), en 1988; por la Universidad de Navarra (Pamplona, España), en 1998; por la Libre Universidad María Santísima Asunta (LUMSA) (Roma), en 1999; por la Facultad de teología de la Universidad de Wroclaw (Polonia), en 2000.

Algunos opinan que Ratzinger tuvo, como teólogo, una primera etapa liberal, pero que a finales de los años sesenta se alejaría de corrientes teológicas menos seguras. Junto a Hans Urs von Balthasar, Henri de Lubac y otros grandes teólogos, fundó en 1972 la revista de teología “Communio”.

Obispo de Munich y cardenal

El 25 de marzo de 1977, Pablo VI le nombró arzobispo de Munich y Freising. Concluía aquella etapa de 18 años como profesor en algunas de las mejores universidades públicas de Alemania.

Al recibir la ordenación episcopal el 28 de mayo se convirtió en el primer sacerdote diocesano que, después de 80 años, asumía el gobierno pastoral de la gran archidiócesis bávara. Como lema episcopal escogió “Cooperador de la verdad”, auténtica clave de interpretación del servicio que Ratzinger ha prestado a la Iglesia en sus diferentes facetas al servicio de la verdad. Así lo explicó él mismo: “Por un lado, me parecía que expresaba la relación entre mi tarea previa como profesor y mi nueva misión. Aunque de diferentes modos, lo que estaba y seguía estando en juego era seguir la verdad, estar a su servicio. Y, por otro, escogí este lema porque en el mundo de hoy el tema de la verdad es acallado casi totalmente; pues se presenta como algo demasiado grande para el hombre y, sin embargo, si falta la verdad todo se desmorona”.

En el consistorio del 27 de junio de 1977, el Papa Pablo VI creó cardenal al joven arzobispo de Munich (que tenía entonces 50 años) con el título presbiteral de Nuestra Señora de la Consolación en el Tiburtino.

En 1978 Ratzinger participó ya en su primer cónclave: el que elegiría el 26 de agosto a Juan Pablo I. En el mes de octubre del mismo año participó también en el cónclave que eligió a Juan Pablo II.

Posteriormente sería relator en la V Asamblea general ordinaria del Sínodo de los Obispos, celebrada en otoño de 1980, dedicada al tema: “Misión de la familia cristiana en el mundo contemporáneo”, y presidente delegado de la VI Asamblea general ordinaria, de 1983, sobre “La reconciliación y la penitencia en la misión de la Iglesia”.

Benedicto XVI
El Papa Juan Pablo II junto al cardenal Ratzinger en el aeropuerto de Munich en noviembre de 1980 ©CNS photo from KNA

Prefecto del Santo Oficio

La vida de Joseph Ratzinger adquirió un nuevo y definitivo sesgo el 25 de noviembre de 1981, fecha en la que Juan Pablo II lo llamó a Roma para ponerle al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, de la Pontificia Comisión Bíblica y de la Comisión Teológica Internacional. Allí trabajó, en perfecta sintonía con el Pontífice polaco, más de 23 años.

Juan Pablo II ya nunca quiso prescindir de aquella privilegiada cabeza teológica. El cardenal Ratzinger se había convertido en su principal y fidelísimo colaborador, sobre todo a la hora de resolver las cuestiones doctrinales más peliagudas, como fue, por ejemplo, dar respuesta a las denominadas teologías de la liberación o ponerle al frente de la Comisión para la preparación del Catecismo de la Iglesia católica.

El 5 de abril de 1993, Juan Pablo elevó al cardenal Ratzinger al orden de los Obispos y el 30 de noviembre de 2002 aprobó su elección como Decano del colegio cardenalicio, convirtiéndole así en supervisor de la elección del futuro Papa.

El Card. Joseph Ratzinger en una conferencia de prensa en junio del año 2000 ©CNS photo from Reuters

Tras la muerte de Juan Pablo II el 2 de abril de 2005, Ratzinger esperaba que al término del cónclave concluyera también su servicio directo a la Sede Apostólica. Sin embargo, el Espíritu Santo tenía otros planes para él.

El Papa teólogo

El pontificado de Benedicto XVI no llegó a cumplir 8 años. La llegada de Joseph Ratzinger a la sede de Pedro coincide, sin duda, con el inicio de una de las etapas más difíciles para la Iglesia católica: el grave problema de los abusos sexuales por parte de clérigos y religiosos, la inestabilidad económica mundial y el cambio de paradigma social marcaron, sin duda, la línea del pontificado y su sorprendente renuncia.

Como pastor, las catequesis del Papa bávaro constituyen una notable colección de formación catequética accesible y precisa. Sus comentarios sobre figuras como San Pablo y los Padres de la Iglesia, o el descubrimiento de hombres y mujeres a veces desconocidos por la inmensa mayoría de los files hacen de estas alocuciones un tesoro de fe y formación cristiana.

Especial mención merece su trilogía Jesús de Nazaret, cuyo primer volumen salió en abril de 2007, el segundo en marzo de 2011 y el tercero en noviembre de 2012, fue un verdadero éxito editorial a nivel mundial. En estos libros, el Papa desgrana, con enorme profundidad y conocimiento absoluto de la fe y la tradición, la figura de Cristo poniéndola en diálogo perfecto con el hombre moderno.

Sus encíclicas «Deus Caritas est»«Spe Salvi» y «Caritas in Veritate» constituyen la espina dorsal del Magisterio papal de Joseph Ratzinger. Junto a ellas, destacan sus numerosas cartas y mensajes particulares que el Papa dirigió a diplomáticos, jóvenes, los movimientos eclesiales y nuevas comunidades, a la Curia romana y a otras entidades del mundo.

Como Papa, Benedicto XVI se enfrentó los principales problemas de la Iglesia. Entre los más destacados, hay que subrayar sus esfuerzos por sacar a la luz los casos de abusos sexuales dentro de la Iglesia, su encuentro con las víctimas y el establecimiento de instrucciones a todas las Conferencias Episcopales para que estos casos no se repitan. Continuaba así la senda iniciada por su predecesor para erradicar estas conductas en el seno de la Iglesia y cuyos esfuerzos continúan a día de hoy.

Asimismo, bajo su pontificado se inicia la reforma del sistema de finanzas del Vaticano para adaptarse a las normas de transparencia internacional.

El Papa Benedicto XVI se destacó por su diálogo con religiones no cristianas y por sus numerosos viajes por el mundo. Benedicto XVI hizo 24 viajes apostólicos: desde el primero en Colonia con motivo de la XX Jornada Mundial de la Juventud, en agosto de 2005, hasta el viaje a Líbano en septiembre de 2012. Benedicto XVI visitó todos los continentes, pasando etapas en Turquía, Brasil, Estados Unidos, Sidney, Camerún y Angola, Jordania, Benín, México y Cuba, además de otros viajes a Europa: Polonia, España, Austria, Francia, República Checa, Malta, Portugal, Chipre, Reino Unido, Croacia y, por su supuesto, su tierra natal, Alemania.

En diciembre de 2012, Benedicto XVI inauguraba, con su primer tuit la cuenta @pontifex en esta red social. En la actualidad, la cuenta oficial del Papa cuenta con más de 53 millones de seguidores y se escribe en 9 idiomas.

El Papa envía su primer tuit el 12 de diciembre de 2012 ©CNS photo/L ‘Osservatore Romano via Reuters

La magnitud de los problemas internos y externos de la Iglesia así como la constatación de su frágil salud llevaron a que el 11 de febrero de 2013 el papa Benedicto XVI anunciara, por sorpresa su renuncia al cargo, alegando «falta de fuerzas». No se había dado una renuncia papal desde que, en 1294 y cansado de las luchas internas, Celestino V renunciara al timón de la barca de Pedro. El propio Benedicto XVI había visitado, el L’Aquila, la tumba de este Papa. La renuncia papal se hizo efectiva el 28 de febrero de ese mismo año.

Tras la elección de Jorge Mario Bergoglio como sucesor al frente de la Iglesia católica, Joseph Ratzinger pasó a ser el Papa emérito y estableció su residencia en el monasterio Mater Ecclesiae en territorio vaticano.

Últimos años

Desde su renuncia al papado, Benedicto XVI se ha mantenido en un ejemplar segundo plano, sin muchas apariciones públicas o publicaciones. En la mayoría de ocasiones se ha tenido acceso a imágenes suyas gracias a las frecuentes visitas del Papa Francisco para felicitarle en las principales fiestas cristianas o aniversarios personales. En abril de 2014 participó de la ceremonia de canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II y, más tarde, en la beatificación de Pablo VI. También acudió a algunos consistorios públicos de cardenales y abrió la puerta santa en el año jubilar de 2015.

En 2016 publicó un libro entrevista que escribió en compañía del periodista Peter Seewald, en donde hace un balance de su pontificado y habla de temas como su joven postura frente a la encíclica Humanae vitae, su relación con el teólogo Hans Küng y otros temas de su vida personal.

Benedicto XVI reza junto a su hermano Georg Ratzinger ©CNS photo/L’Osservatore Romano via Reuters

En junio en 2020 realizó un viaje de cinco días a Ratisbona para visitar a su hermano, Georg Ratzinger, gravemente enfermo, que moriría días después. Esta fue la única salida del papa emérito fuera de la Ciudad del Vaticano después de la renuncia al cargo. 

El 31 de diciembre de 2022, a primera hora de la mañana, la Oficina de prensa de la Santa Sede anunciaba el fallecimiento del Papa emérito: «Con pesar doy a conocer que el Papa emérito Benedicto XVI ha fallecido hoy a las 9:34 horas en el Monasterio Mater Ecclesiae del Vaticano«, rezaba la nota.

El autorEnrique Carlier

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Mundo

Dieciocho misioneros asesinados este 2022

Durante el 2022, 18 misioneros de todo el mundo han fallecido en circunstancias violentas. Entre las víctimas se encuentran especialmente sacerdotes y religiosos.

Paloma López Campos·31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

Según la información facilitada por la Agencia Fides, este 2022 dieciocho misioneros han sido asesinados. En total, 12 sacerdotes, 3 religiosas, 1 religioso, 1 seminarista y un laico. El mayor número de víctimas se encuentra en África, donde han fallecido 7 sacerdotes y 2 religiosos. En concreto, los asesinatos tuvieron lugar en Mozambique, Nigeria, la República Democrática del Congo y en Tanzania.

América Latina es el siguiente país con mayor número de víctimas, puesto que allí asesinaron a 4 sacerdotes, 1 religioso, 1 seminarista y 1 laico. Los países en los que tuvieron lugar los ataques fueron Méjico, Honduras, Bolivia y Haití. Por otro lado, en Asia, concretamente en Vietnam, asesinaron a un sacerdote.

Uno de los proyectos de Obras Misionales Pontificias (OMP / Flickr)

Si bien no se conoce mucho de las circunstancias de las muertes, los informes y las noticias que ha obtenido la Agencia Fides demuestran que estos testigos de la fe no se encontraban en misiones extraordinarios, sino que estaban realizando un trabajo pastoral cotidiano “en contextos particularmente difíciles, marcados por la violencia, la miseria, la falta de justicia y de respeto por la vida humana”.

En el informe completo que ofrece la agencia, se puede leer una breve biografía de las víctimas de este año y se encuentra una comparativa de los asesinatos a lo largo de los años. Este documento ofrece, además, datos como el número de misioneros asesinados entre 2001 y 2022 (544 en total) y las actividades que estaban desempeñando los misioneros cuando se produjeron las muertes.

Testigos de Cristo

En el informe se especifica que el término “misionero” no se aplica en exclusiva a aquellos misioneros “ad gentes”, sino que incluye a cualquier bautizado puesto que “en virtud del Bautismo recibido, cada miembro del Pueblo de Dios se convierte en discípulo misionero. Cada persona bautizada, sea cual sea su función en la Iglesia o conocimiento de la fe, es un sujeto activo de evangelización” (EG 120)”.

A esta consideración que hace la Agencia Fides se une la afirmación que hizo el Papa Francisco durante la Jornada Mundial de las Misiones: “a los discípulos se les pide vivir su vida personal en clave de misión. Jesús los envía al mundo no sólo para realizar la misión, sino también y sobre todo para vivir la misión que se les confía; no sólo para dar testimonio, sino también y sobre todo para ser sus testigos… La esencia de la misión es dar testimonio de Cristo, es decir, de su vida, pasión, muerte y resurrección, por amor al Padre y a la humanidad”.

Cultura

El pasaje

Un cuento ¡o no tan cuento! para estos días de Navidad que recuerda que, ya en la tierra, recibimos más cuando damos.

Juan Ignacio Izquierdo Hübner·31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

Esta anécdota tiene sus años, pero es real; el nombre del protagonista también es auténtico (tengo su permiso). Se trata de un suceso breve y simbólico que le ocurrió a un amigo chileno; amigo y compañero de estudios en la Facultad de Derecho.

Recuerdo que estábamos en época de exámenes y que faltaban pocas semanas para que llegara la Navidad. Y con esto creo que ya he dado contexto suficiente.

John salió atrasado de casa para dar un examen oral con un profesor famoso por ser exigente. Corrió con su traje oscuro, corbata azul y zapatos duros hacia la estación de metro Pedro de Valdivia, bajó jadeando las escaleras, cruzó por medio de la multitud, pasó la tarjeta por el validador y ¡pip, pip!, luz roja. ¡No le quedaba saldo disponible! Revisó su billetera con precipitación: ni rastro de efectivo. Acudió a su tarjeta de débito, pero recordó que sus padres aún no le habían depositado la mesada. Salió de la fila con las manos en la cabeza y el rostro pálido, aterrorizado con el pensamiento de que el profesor podría reprobarlo por inasistencia; ¿qué hacer?

De pronto, alguien le tocó el hombro. John giró y se encontró con la señora que suele sentarse en el último peldaño de la escalera para pedir limosna. Sonreía y había abierto la mano. ¿Para pedirle algo? No, al contrario: para ofrecerle una moneda de 500 pesos. “Para que te compres el pasaje”, le dijo. Mi amigo se sorprendió mucho, intentó resistirse a la ayuda, forcejearon un poco: no, sí, no, sí; y era tal su aflicción que terminó aceptando.

Mi compañero llegó al examen a tiempo y consiguió una nota razonable. Al día siguiente, cuando bajó a la estación, se fijó en la señora que lo había ayudado y le devolvió la moneda; junto con un chocolate, por supuesto, y conversaron un rato.

Después de unas semanas, la mendiga dejó de aparecer. Desde entonces han pasado varios años; ahora John es un abogado de prestigio y baja al metro con trajes más elegantes y zapatos más cómodos que los que usaba para dar los exámenes orales en la Facultad, pero siempre, antes de cruzar el torniquete, se detiene un momento para revisar si esa buena mujer que en su día lo ayudó podría estar sentada en algún rincón de la estación, sonriéndole.

Cultura

San Silvestre y el fin de año

El Papa san Silvestre nunca imaginó que sería él quien diera nombre al último día del año civil en varios países del mundo. Esta fecha es una gran oportunidad para recordar la figura de este santo papa.

Stefan M. Dąbrowski·31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

Al trigésimo tercer obispo de Roma probablemente nunca le pasó por su imaginación que su persona se iba a perpetuar por los siglos con fastuosos festejos en todo el globo. En muchos países, el año nuevo se llama sencillamente Silvester. Paradójicamente, Silvestre era un sacerdote muy tranquilo. Su celoso servicio a Dios le granjeó el respeto universal y en el año 314 fue elegido Papa.

Ocupó el cargo durante veinte años. Su pontificado coincidió con la promulgación del Edicto de Milán, que garantizaba a los cristianos la libertad religiosa. Las fuentes nos dicen que ordenó que el día del sol romano (dies solis) se celebrara como el Día del Señor, y Constantino el Grande declaró el domingo libre de trabajo por decreto en el año 321.

Realizó la consagración solemne de las basílicas de San Pedro del Vaticano (326 d.C.) y San Juan de Letrán (324 d.C.), ambas construidas por el Emperador, comenzando de esta forma la tradición de consagraciones solemnes de edificios similares.

Durante este periodo, el obispo de Roma no podía compararse en importancia con los obispos de las Iglesias orientales ni con las eminentes personalidades que ejercieron una influencia decisiva sobre Constantino, el emperador protector de la Iglesia.

Durante el pontificado de Silvestre tuvo lugar el Concilio de Nicea (325 d.C.), que estableció el Credo Niceno. La escasa participación del Papa en este primero de los concilios ecuménicos, quizá por su lejanía del escenario del conflicto o por su respeto a la autonomía de las Iglesias orientales, fue recibida con algunas críticas.

Probablemente porque el episcopado de Silvestre se produjo en un momento crucial de la historia de la Iglesia, sus sucesores y la cada vez más importante comunidad cristiana de Roma no se conformaron con el papel secundario que desempeñó junto al primer emperador cristiano. En este contexto, sobre todo cuando los emperadores ya no residían en la ciudad, surgieron leyendas que pintaban un retrato idealizado de Silvestre.

Las celebraciones de Nochevieja

En casi todo el mundo, la Nochevieja se asocia a la última noche del año civil. La forma de celebrarlo depende de la cultura local, aunque la globalización está erosionando cada vez más todas las diferencias y costumbres locales. La música estridente y los fuegos artificiales suelen acompañar los festejos de esta noche. Probablemente la costumbre más extendida sea brindar a medianoche.

El último día del año es una gran oportunidad para recordar la figura de este santo papa. Es bueno perpetuar esta referencia en la mente de nuestros amigos. Este santo cada año nos puede recordar las dos basílicas papales, la celebración del domingo y la profesión de fe en el Credo. Esto nos permite tomar la dirección correcta para el nuevo año que comienza.

El autorStefan M. Dąbrowski

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Actualidad

Las 10 noticias más leídas en Omnes en 2022

2022 ha sido un año de crecimiento para Omnes y queremos dar la bienvenida al 2023 recordando las mejores noticias del año que cierra.

Paloma López Campos·31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: < 1 minuto

A lo largo de este año, Omnes ha traído todos los días noticias de la actualidad con una perspectiva católica. El último día de 2022 dejamos una selección de las informaciones clave que ha publicado nuestra web durante los últimos doce meses.

Una explicación sobre el carisma y la jerarquía en la Prelatura del Opus Dei

En julio entrevistamos a Enrique Rojas, que nos habló de la hiperconexión en nuestra sociedad

Una explicación sobre la organización interna de la Iglesia

Este año, el Opus Dei ha celebrado sus 40 años como Prelatura y realizamos un repaso de su historia y carisma

Luis Alberto Rosales, director del CARF, concedió una entrevista a Omnes el pasado mes de agosto.

Hace unos meses, la Pontificia Facultad Teológica de Bratislava otorgó el título honoris causa a Fernando Ocáriz

El resumen de lo que ocurre en Nicaragua

Joseph Weiler, premio Ratzinger de Teología 2022, fue el ponente del último foro Omnes

Mariano Fazio vino a hablarnos de la libertad y el amor en una entrevista sobre su libro Libertad para amar a través de los clásicos

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Oraciones por Benedicto XVI

El mundo reza estos días por el Papa emérito Benedicto XVI cuya salud se ha debilitado en las últimas horas. En la foto, Benedicto XVI saluda a la multitud al final de una audiencia en la plaza de san Pedro en febrero de 2017.

Maria José Atienza·30 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: < 1 minuto
Cultura

«Todos somos verdaderamente responsables de todos»

Hace treinta y cinco años, el 30 de diciembre de 1987, se publicó la encíclica Sollicitudo rei socialis de Juan Pablo II, en el vigésimo aniversario de la Populorum Progressio de Pablo VI.

Antonino Piccione·30 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 12 minutos

Juan Pablo II rendía homenaje a la encíclica Populorum Progressio de su predecesor Pablo VI publicando -hace treinta y cinco años, el 30 de diciembre de 1987- la encíclica social Sollecitudo Rei Socialis.  Llegaba 20 años después de la publicación de la encíclica del Papa Montini dirigida a los hombres y a la sociedad en los años sesenta.

Sollicitudo Rei Socialis conserva toda la fuerza del llamamiento a la conciencia de Pablo VI y hace referencia al nuevo contexto histórico-social de los años ochenta, en un esfuerzo por indicar las líneas maestras del mundo actual, siempre con la mirada puesta en el motivo inspirador, el «desarrollo de los pueblos», aún lejos de alcanzarse. «Propongo prolongar su eco, vinculándolas con posibles aplicaciones al momento histórico actual, no menos dramático que el de hace veinte años», escribe Juan Pablo II.

El tiempo -como bien sabemos- fluye siempre al mismo ritmo; hoy, sin embargo, tenemos la impresión de que está sometido a un movimiento de aceleración continua, debido sobre todo a la multiplicación y complejidad de los fenómenos en medio de los cuales vivimos. En consecuencia, la configuración del mundo, en los últimos veinte años, si bien conserva algunas constantes fundamentales, ha experimentado cambios considerables y presenta aspectos totalmente nuevos».

Con Sollicitudo rei socialis (en adelante SRS), se ofrece un análisis del mundo actual teniendo en cuenta toda la verdad sobre el hombre: alma y cuerpo, ser comunitario y persona con valor en sí misma, criatura e hijo de Dios, pecador y redimido por Cristo, débil y fortalecido por la fuerza del Espíritu.

La encíclica hace hincapié en el fundamento ético del desarrollo, subrayando la necesidad del compromiso personal de todos en favor de sus hermanos y hermanas.

Este esfuerzo por el desarrollo de todo el hombre y de cada hombre, es el único camino para consolidar la paz y la relativa felicidad en este mundo. En opinión de Enrique Colom (en AA.VV., Juan Pablo teólogo. En el signo de las encíclicas, Mondadori, Milán 2003, pp. 128-141) «en cierto sentido, la enseñanza de la encíclica podría resumirse en una sola frase llena de consecuencias prácticas: «todos somos verdaderamente responsables de todos» (SRS 38)».

Como es bien sabido, las encíclicas del Papa, incluso las del Magisterio Social, no son documentos políticos o sociológicos, sino de naturaleza teológica.

Una de las ideas más enfatizadas en el SRS es, precisamente, que la pobreza, el desarrollo, la ecología, el desempleo, la solidaridad, etc. son problemas éticos antes que técnicos, y su solución real y duradera no se encuentra sólo en una mejora estructural, sino que debe basarse en un cambio ético, es decir, en la voluntad de cambiar, tal vez, hábitos mentales y vitales que, de ser auténticos, afectarán a las instituciones.

El hombre es una persona, no sólo homo faber u oeconomicus. Por eso, como enseñaba la Populorum Progressio, el verdadero desarrollo es el paso, para todos y cada uno, de condiciones menos humanas a condiciones más humanas: «Más humano: el ascenso desde la miseria hacia la posesión de lo necesario, la victoria sobre las lacras sociales, la expansión del saber, la adquisición de cultura. Más humano, también: la mayor consideración de la dignidad de los demás, el paso al espíritu de pobreza, la cooperación por el bien común, la voluntad de paz. Más humano aún: el reconocimiento por el hombre de los valores supremos y de Dios, que es su fuente y su fin. Más humano, en fin y sobre todo: la fe, don de Dios acogido por la buena voluntad del hombre, y la unidad en la caridad de Cristo, que nos llama a todos a participar como hijos en la vida del Dios vivo, Padre de todos los hombres» (n. 21). Ya Pablo VI, como más tarde haría Juan Pablo II, sin descuidar los aspectos económico-sociales del desarrollo, muestra la mayor importancia de la esfera espiritual y trascendente.

Ciertamente, para alcanzar la plenitud la persona necesita «tener» cosas, pero éstas no bastan, también se necesita crecimiento interior: cultural, moral, espiritual. «El ‘tener’ objetos y bienes no perfecciona por sí mismo al sujeto humano, si no contribuye a la maduración y enriquecimiento de su ‘ser’, es decir, a la realización de la vocación humana como tal» (SRS 28).

Lo esencial, por tanto, es la plena realización de la persona, es decir, «ser» más, crecer en humanidad sin dejar de lado ninguna virtud humana, y hacerlo de manera armoniosa, según una auténtica jerarquía de valores, según toda la verdad sobre el hombre. Por tanto, el Papa no propone ni piensa en una antinomia entre «ser» y «tener», sino que advierte contra un «tener» que obstaculice el «ser», propio o ajeno, y enseña que, si hay incompatibilidad, es preferible «tener» menos que «ser» menos.

La característica más importante de la verdad sobre el hombre depende del hecho de que es criatura de Dios, elevado a ser hijo suyo: de esta condición reciben los hombres su consistencia, su verdad, su bondad, su orden propio y su ley conveniente. Por tanto, cumplir los designios divinos es el único compromiso verdaderamente «absoluto» de la persona, que la orienta hacia su plenitud integral; los demás compromisos no se anulan, sino que deben subordinarse a él.

En efecto, el desarrollo humano -recuerda la SRS- «sólo es posible porque Dios Padre decidió desde el principio hacer al hombre partícipe de su gloria en Jesucristo resucitado (…), y en Él quiso superar el pecado y ponerlo al servicio de nuestro mayor bien, que supera infinitamente lo que el progreso pueda alcanzar» (SRS 31). A la inversa, el hombre puede construir la sociedad y ‘organizar la tierra sin Dios, pero sin Dios sólo puede, en última instancia, organizarla contra el hombre. El humanismo excluyente es un humanismo inhumano» (Populorum Progressio, 42).

Incluso en el ámbito social y económico se cumplen las palabras de Jesús: «¡Hay más alegría en dar que en recibir!». (Hechos 20:35). Además, no hay que olvidar que Dios es el Señor de todo el universo, de cada minuto, del más pequeño acontecimiento; por eso, como enseña Juan Pablo II, la plena realización del desarrollo será principalmente fruto de la «fidelidad a nuestra vocación de hombres y mujeres creyentes». Porque depende, ante todo, de Dios» (SRS 47).

Por desgracia, las doctrinas utilitaristas miden el progreso exclusivamente en términos inmanentes y terrenales. Sin embargo, las flagrantes contradicciones observadas en nuestro mundo ponen más de relieve «la contradicción intrínseca de un desarrollo limitado únicamente al aspecto económico». Subordina fácilmente la persona humana y sus necesidades más profundas a las exigencias de la planificación económica o del beneficio exclusivo (…). Cuando los individuos y las comunidades no ven estrictamente respetadas las necesidades morales, culturales y espirituales, basadas en la dignidad de la persona y en la identidad propia de cada comunidad, empezando por la familia y las sociedades religiosas, todo lo demás -disponibilidad de bienes, abundancia de recursos técnicos aplicados a la vida cotidiana, un cierto nivel de bienestar material- será insatisfactorio y, a la larga, despreciable» (SRS 33).

Allí, el desarrollo humano y el progreso económico van de la mano, como recordaba Juan Pablo II: «Los orígenes morales de la prosperidad son bien conocidos a lo largo de la historia. Se encuentran en una constelación de virtudes: laboriosidad, competencia, orden, honradez, iniciativa, sobriedad, ahorro, espíritu de servicio, fidelidad a las promesas, audacia: en resumen, el amor por el trabajo bien hecho. Ningún sistema o estructura social puede resolver, como por arte de magia, el problema de la pobreza sin estas virtudes; a la larga, tanto los programas como el funcionamiento de las instituciones reflejan estos hábitos del ser humano, que se adquieren esencialmente en el proceso educativo, dando lugar a una auténtica cultura del trabajo». Lo que se requiere para que el desarrollo trascendente y terrenal de los seres humanos vivan en armonía es que cada persona realice sus actividades, incluidas las socioeconómicas, de tal modo que alcancen su plenitud de sentido humano, de acuerdo con el destino trascendente último del hombre; y que las demás personas y la sociedad tengan conciencia del valor y las necesidades propias de cada ser humano, y actúen en consecuencia.

Una piedra angular de estas necesidades humanas es la necesidad de compartir la producción y el disfrute de los bienes humanos, a todos los niveles; más aún hoy, cuando la interdependencia ha aumentado. Esto se consigue precisamente a través del principio y la virtud de la solidaridad: uno de los temas más frecuentes en las enseñanzas de Juan Pablo II.

El Papa insiste tanto en ella, por una parte, por su íntima relación con la caridad -el amor a Dios y al prójimo-, cumbre de la vida cristiana; por otra, porque en las condiciones actuales de desarrollo tecnológico, las desigualdades socioeconómicas son producto del egoísmo, de no ver en el otro al hermano, hijo del Padre eterno, persona humana con la misma dignidad; es decir, son producto de un comportamiento insolidario. Son dos razones mutuamente relacionadas: la primera es puramente religiosa, la segunda es social, pero con un fundamento trascendente. 

San Juan nos recuerda que «Dios es amor» (1 Jn 4,8.16), un amor que es constante donación mutua dentro de la Trinidad. Y puesto que el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios (Gn 1,26), hay que decir también del hombre que su verdad más íntima se encuentra en el amor, en la entrega.

Esto está en perfecta armonía con el «mandamiento nuevo» de Jesucristo en el que están contenidos toda la ley y los profetas: la caridad es la ley fundamental de la perfección humana y, por tanto, también de la transformación del mundo. Pero, teniendo en cuenta los malentendidos sobre la noción de amor, hay que subrayar que el verdadero amor implica gratuidad (Jn 3,16; 15,13) y servicio (1 Pe 2,16; Ga 5,13), y no tanto la búsqueda del propio bien (Mt 16,25); y abarca todas las dimensiones de la persona: ninguna característica humana se encuentra fuera de la caridad y del amor.

La dimensión fraterna es tan esencial a la vida del cristiano (y de cualquier hombre) que no se puede imaginar una orientación hacia Dios que olvide los lazos que unen a cada persona con sus hermanos. A la luz de estas verdades, se deduce que la vida cristiana no puede realizarse como si las personas estuvieran desconectadas.

Por el contrario, el compromiso de la persona con el progreso material y espiritual de toda la sociedad es parte integrante de la vocación con la que Dios llama a cada persona: la identificación con el amado propia del amor lleva a tenerlo presente en todas las acciones, que se realizan como donación gratuita al amado.

Esto significa que el amor de Dios exige un compromiso social, y que este compromiso encuentra su firme fundamento en una auténtica vida de amor: sólo un amor que esté en armonía con toda la verdad sobre el hombre es capaz de configurar una vida social digna de la persona.

Esta realidad se confirma, negativamente, con el nacimiento y crecimiento de la «cuestión social», precisamente en un momento en que el pensamiento ideológico señalaba la oposición, la lucha e incluso el odio como motor de la historia.

«El mundo está enfermo», dijo Pablo VI (Populorum progressio, 66), y parece que desde entonces la enfermedad se ha agravado: Basta pensar en los campos de refugiados, los exiliados, los puntos calientes (guerra, guerrilla y terrorismo), las discriminaciones raciales y religiosas, la falta de libertades políticas y sindicales, los fenómenos escapistas como la droga y el alcoholismo, las zonas donde la explotación y la corrupción están institucionalizadas, a lugares de trabajo donde se tiene la impresión de ser utilizado como un medio y a lugares donde la humillación se ha convertido en un modo de vida, a zonas de hambre, sequía y enfermedades endémicas, a campañas antinatalistas a menudo racistas, a la difusión del aborto y la eutanasia, etc. El panorama del mundo actual, incluido el económico, en lugar de preocuparse por un verdadero desarrollo que conduzca a todos hacia una vida «más humana» -como pedía la encíclica Populorum progressio-, parece destinado a llevarnos más rápidamente hacia la muerte» (SRS 24).

Nos encontramos, pues, ante una paradoja: los hombres conocen -en gran medida- los criterios del verdadero desarrollo, desean -en gran medida- realizar el bien y evitar el mal, poseen -en cantidad suficiente- los medios técnicos para hacerlo; sin embargo, el mundo sigue enfermo, quizá más enfermo que antes. La paradoja exige, pues, una explicación -mucho más profunda que el análisis socioeconómico- que llegue al origen último de los males del mundo; exige un análisis que aborde el núcleo más íntimo del comportamiento humano: el análisis ético, que llega al origen mismo de las estructuras injustas, es decir, que llega a la raíz de las acciones inmorales del hombre, a lo que el cristianismo llama pecado.

Y las acciones inmorales de una persona no son otra cosa que el pecado, con sus consecuencias institucionalizadas -las «estructuras de pecado»- que, al condicionar la conducta de los hombres, se convierten en fuente de otros pecados: «La verdadera naturaleza del mal al que nos enfrentamos en la cuestión del «desarrollo de los pueblos»: es un mal moral, fruto de muchos pecados, que conduce a «estructuras de pecado»» (SRS 37). Ciertamente, «pecado» y «estructuras de pecado» son categorías que no suelen aplicarse a la situación del mundo contemporáneo. No es fácil llegar a una comprensión profunda de la realidad tal como se presenta ante nuestros ojos sin nombrar la raíz de los males que nos afligen» (SRS 36). Y «estas actitudes y ‘estructuras de pecado’ sólo pueden superarse -suponiendo la ayuda de la gracia divina- con una actitud diametralmente opuesta: el compromiso por el bien del prójimo con la disposición, en sentido evangélico, a ‘perderse’ en favor del otro en lugar de explotarlo, y a ‘servirlo’ en lugar de oprimirlo en beneficio propio (cf. Mt 10,40-42; 20,25; Mc 10,42-45; Lc 22,25-27)» (SRS 38).

Quien no quisiera reconocer -y remediar- esta fuente moral de los males sociales, ni siquiera querría seriamente curarse del mal; es necesario, por tanto, examinar los propios pecados, especialmente -cuando se habla de males socioeconómicos- los que afectan más directamente a la vida social: orgullo, odio, ira, avaricia, envidia, etc., sin refugiarse en una colectividad anónima; y reconocer también las consecuencias deletéreas de estos pecados en la vida personal, familiar, social y política. «Diagnosticar así el mal es identificar con precisión, En el plano de la conducta humana, el camino que hay que seguir para superarlo» (SRS 37). 

Identificar la raíz del mal anima a buscar las soluciones y los medios más adecuados para erradicarlo. Ellos, como el obstáculo, serán principalmente de naturaleza moral, a nivel personal (pecado) y a nivel institucional (estructuras de pecado): «Cuando se disponga de los medios científicos y técnicos que, junto con las decisiones políticas necesarias y concretas, deben contribuir finalmente a encaminar a los pueblos hacia el verdadero desarrollo, los mayores obstáculos sólo podrán superarse en virtud de determinaciones esencialmente morales, que, para los creyentes, especialmente los cristianos, se inspirarán en los principios de la fe con la ayuda de la gracia divina» (SRS 35).

No podemos engañarnos: no iremos más lejos en la justicia y la caridad sociales que en la justicia y la caridad personales. La actitud moral de una comunidad depende de la conversión personal de los corazones, del compromiso con la oración, de la gracia de los sacramentos y del esfuerzo en las virtudes de sus miembros. Sin embargo, la prioridad de la conversión personal no elimina, sino todo lo contrario, la necesidad de un cambio estructural.

En este sentido, el Papa recuerda tanto una voluntad política eficaz como una decisión esencialmente moral (cf. SRS 35; 38): la primera por sí sola podría -fortuitamente- producir algún cambio, pero la experiencia atestigua su futilidad y que, a menudo, las injusticias causadas son mayores que las corregidas; la segunda sin la primera quedaría estéril por su inautenticidad: la verdadera conversión interior no es la que no conduce a mejoras sociales.

La noción de solidaridad se hace eco entonces del sentido etimológico -participar en solidum-, que designa el conjunto de lazos que unen a los hombres entre sí y los impulsan a la ayuda mutua.
Desde el punto de vista ético, se cuestiona una forma de actuar virtuosa y estable, conforme a una conducta solidaria, entendida como compromiso concreto al servicio de los hermanos: «Se trata, en primer lugar, de la interdependencia, sentida como sistema de relaciones determinante en el mundo contemporáneo, en sus componentes económico, cultural, político y religioso, y asumida como categoría moral. Cuando se reconoce así la interdependencia, la respuesta correlativa, como actitud moral y social, como «virtud», es la solidaridad» (SRS 38).

De este modo, la solidaridad debe considerarse el fin y el criterio de la organización social, y uno de los principios fundamentales de la doctrina social cristiana. Pero no como un buen deseo moralizante, sino como una fuerte exigencia de la naturaleza humana: las personas son un ser para los demás y sólo pueden desarrollarse en una apertura oblativa a los demás.

Esto también lo sublima el mensaje evangélico, como enseña la SRS: «La conciencia de la paternidad común de Dios, de la fraternidad de todos los hombres en Cristo, «hijos en el Hijo», de la presencia y acción vivificadora del Espíritu Santo, dará a nuestra visión del mundo un nuevo criterio para interpretarlo. Más allá de los vínculos humanos y naturales, ya de por sí tan fuertes y estrechos, se contempla un nuevo modelo de unidad del género humano a la luz de la fe, que en última instancia debe inspirar la solidaridad. Este modelo supremo de unidad, reflejo de la vida íntima de Dios, uno en tres Personas, es lo que los cristianos designamos con la palabra ‘comunión'» (SRS 40).

Una comunión tan fuerte que nos hace a todos verdaderamente responsables de todos, pues lo que hacemos a los demás nos lo hacemos a nosotros mismos, más aún, a Jesucristo (Mt 25,40.45).

La solidaridad no debe confundirse con «un sentimiento de vaga compasión o de simpatía superficial por los males de tantas personas, cercanas o lejanas». Por el contrario, es la determinación firme y perseverante de comprometerse por el bien común: es decir, por el bien de todos y cada uno» (SRS 38).

Todo este esfuerzo por la solidaridad social adquiere su valor y su fuerza en una actitud de solidaridad personal; así la encíclica: «El ejercicio de la solidaridad dentro de cualquier sociedad es válido cuando sus miembros se reconocen mutuamente como personas» (SRS 39). Esto implica superar las tendencias al anonimato en las relaciones humanas; convertir la «soledad» en «solidaridad», la «desconfianza» en «colaboración»; promover la comprensión, la confianza mutua, la ayuda fraternal, la amistad y la voluntad de «perderse» por el bien del otro. En efecto, «a la luz de la fe, la solidaridad tiende a superarse a sí misma, a asumir las dimensiones específicamente cristianas de la gratuidad total, del perdón y de la reconciliación. 

Si esta actitud parece «ideal» y poco «realista», no hay que olvidar que este «ideal» será el único que permita construir una nueva sociedad y un mundo mejor, que permita un auténtico desarrollo de las personas y de las comunidades, que permita alcanzar una paz verdadera y duradera. 

Sollicitudo rei socialis propone a todos los hombres, especialmente a los cristianos, que se responsabilicen del desarrollo integral de todos los demás hombres. Es un ideal arduo, requiere un esfuerzo constante, pero se ve confortado por la gracia del Señor.

La Iglesia anuncia la realidad de este desarrollo, ya actuante en el mundo, pero todavía no consumado; y afirma también, a partir de la promesa divina -dirigida a garantizar que la historia presente no permanezca cerrada sobre sí misma, sino abierta al Reino de Dios-, la posibilidad de superar los obstáculos que se oponen al crecimiento integral de las personas; por eso confía en el logro de una verdadera -aunque parcial en esta tierra- liberación (cf. SRS 26; 47).

Por otra parte, «la Iglesia también tiene confianza en el hombre, aun conociendo la maldad de la que es capaz, porque sabe bien que -a pesar del pecado heredado y del que cada uno puede cometer- hay cualidades y energías suficientes en la persona humana, hay una «bondad» fundamental (cf. Gen 1, 31), porque es imagen del Creador, puesta bajo el influjo redentor de Cristo, «que se ha unido en cierto modo a todo hombre» (cf. Gaudium et spes, 22; Redemptor hominis, 8), y porque la acción eficaz del Espíritu Santo «llena la tierra» (Sab 1, 7)» (SRS 47).

El autorAntonino Piccione

Vaticano

Los encuentros entre el Papa Francisco y Benedicto XVI

Los encuentros entre el Papa Francisco y quien fuera su predecesor han sido numerosos en estos diez años. El pontífice no ha dejado de valorar y agradecer el humilde ejemplo de Joseph Ratzinger y su oración incesante por la Iglesia.

Giovanni Tridente·30 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 5 minutos

El primer encuentro entre el Papa Francisco y Benedicto XVI tuvo lugar pocos días después de la elección del actual Pontífice, el 23 de marzo de 2013, con un cálido abrazo en el helipuerto de Castel Gandolfo, la residencia donde el Papa emérito había pasado el periodo de sede vacante.

Ambos aparecieron vestidos de blanco y antes de reunirse en la biblioteca privada se detuvieron en oración en la capilla, uno junto al otro; Francisco había cedido el lugar de honor sentándose en los bancos con Benedicto: «somos hermanos».

Nos enseñó humildad

Significativo fue el regalo que Francisco llevó ese día a su predecesor, el icono de Nuestra Señora de la Humildad: «No la conocía, enseguida pensé en ella, nos enseñó la humildad». Unos meses más tarde, ambos se reunieron en los Jardines Vaticanos para la bendición de la nueva estatua de San Miguel Arcángel, patrón del Estado de la Ciudad del Vaticano.

Al año siguiente, en 2014, hubo un nuevo abrazo entre el Pontífice reinante y el emérito, el 28 de septiembre en la plaza de San Pedro, con motivo del gran encuentro con los ancianos organizado por la Pontificia Academia para la Vida; en 2015 las cámaras filmaron un nuevo saludo y abrazo en junio, antes de que Benedicto XVI partiera para un nuevo periodo de descanso en Castel Gandolfo.

Ese mismo 2015, Benedicto XVI vuelve a estar presente junto al Papa Francisco en una ceremonia pública, esta vez para la ceremonia de apertura de la Puerta Santa de la Basílica Vaticana, el 8 de diciembre, con motivo del inicio del Jubileo de la Misericordia.

El 28 de junio de 2016 se celebró también en la Sala Clementina un acto conmemorativo del 65 aniversario de la ordenación sacerdotal del Papa emérito, en presencia de numerosos cardenales de la Curia Romana. En su discurso, Francisco destacó el amor testimoniado por Benedicto XVI, describiéndolo como una «nota que domina una vida gastada en el servicio sacerdotal y en la teología».

Otros encuentros frecuentes y públicos tuvieron lugar entre ambos al final de cada Consistorio para la creación de nuevos cardenales, subiendo puntualmente todo el grupo al monasterio Mater Ecclesiae para saludar al Papa emérito y tener un momento de oración en la capilla de la residencia. Luego están las numerosas reuniones privadas y el continuo intercambio de llamadas telefónicas, incluso en vísperas de cada viaje al extranjero.

Ministerio oculto

En los diez años de su pontificado, el Papa Francisco se ha referido a menudo a su predecesor, pidiendo oraciones por su «ministerio oculto» y agradeciéndole su apoyo a la Iglesia mediante la oración. Oraciones que siempre ha pedido corresponder hacia el Papa emérito. Además de en ocasiones oficiales, como la entrega del «Premio Ratzinger» promovido por la Fundación vaticana del mismo nombre, el Pontífice reinante también habló de Benedicto XVI durante audiencias, ángelus o entrevistas con periodistas.

La primera referencia se remonta sin duda a la misma noche de su elección desde la Logia de la Basílica Vaticana: «En primer lugar, quisiera hacer una oración por nuestro Obispo emérito»; «para que el Señor le bendiga y la Virgen le proteja».

Teología hecha de rodillas

En 2013, con motivo de la concesión del Premio Ratzinger de ese año, Francisco expresó «gratitud y gran afecto» por su predecesor, valorando el trabajo que había realizado con la publicación de los libros sobre Jesús de Nazaret, a través de los cuales «hizo un don a la Iglesia, y a todos los hombres, de lo que tenía de más precioso: su conocimiento de Jesús», madurado a través de una teología hecha «de rodillas».

Un hombre de fe, tan humilde

En su viaje de regreso de Tierra Santa, en mayo de 2014, respondiendo a los periodistas que le preguntaban si en el futuro seguiría la opción de su predecesor de dejar el papado prematuramente, Francisco dijo de Benedicto XVI: «es un hombre de fe, tan humilde»; «debemos mirarlo como una institución».

Como tener al abuelo sabio en casa

Unos meses más tarde, de regreso esta vez en agosto de su viaje a Corea, los periodistas le preguntaron específicamente por su relación con el Papa Ratzinger, y Francisco dijo en primer lugar que Benedicto XVI con su gesto había instituido de hecho el papado emérito, abriendo «una puerta que es institucional, no excepcional». En cuanto a las relaciones, «es de hermanos, de verdad»; «le siento como si tuviera un abuelo en casa por sabiduría», «me hace bien escucharle». También me anima mucho».

«Como tener al abuelo sabio en casa», repitió Francisco en el encuentro con los ancianos en septiembre de 2014, cuando agradeció públicamente a Benedicto XVI su presencia en el acto.

El 16 de abril de 2015, durante la misa matutina en la Casa Santa Marta, con motivo del 88 cumpleaños del emérito, Francisco invitó a los presentes a unirse a él en la oración por Benedicto XVI, «para que el Señor lo sostenga y le dé mucha alegría y felicidad».

Gran hombre de oración y coraje

En junio de 2016 fue el turno de una nueva pregunta de los periodistas en el vuelo de regreso de Armenia. Aquí Francisco añadió que para él «es el hombre que guarda mis hombros y mi espalda con su oración». Entre otras cosas, ‘es un hombre de palabra, un hombre recto, íntegro’, ‘un gran hombre de oración, de coraje’.

Madurez, dedicación y fidelidad

Después, el acto de conmemoración del 65 aniversario de su sacerdocio, ese mismo mes, donde Francisco añadió que del pequeño monasterio donde reside Benedicto XVI «emana una tranquilidad, una paz, una fuerza, una confianza, una madurez, una fe, una entrega y una fidelidad que tanto bien me hacen y tanta fuerza me dan a mí y a toda la Iglesia».

Para el ‘Premio Ratzinger’ 2016 infalible – «una vez más»- la expresión de «nuestro gran afecto y gratitud» por Benedicto XVI, «que sigue acompañándonos incluso ahora con su oración».

Presencia discreta y alentadora

«Su oración y su presencia discreta y alentadora nos acompañan en nuestro camino común; su obra y su magisterio siguen siendo un legado vivo y precioso para la Iglesia y para nuestro servicio», fueron las palabras pronunciadas en el mismo aniversario al año siguiente. Ratzinger, para el Papa Francisco, «sigue siendo un maestro y un interlocutor amigo para todos aquellos que ejercen el don de la razón para responder a la vocación humana de la búsqueda de la verdad».

La estima, el afecto y la gratitud se repiten en los años siguientes. En 2019, el Papa Francisco expresa su agradecimiento «por la enseñanza y el ejemplo que nos ha dado de servir a la Iglesia reflexionando, pensando, estudiando, escuchando, dialogando y rezando, para que nuestra fe se mantenga viva y consciente a pesar de los tiempos y las situaciones cambiantes, y para que los creyentes sepan dar razón de su fe en un lenguaje capaz de ser comprendido por sus contemporáneos y de entrar en diálogo con ellos, para buscar juntos los caminos del encuentro con Dios en nuestro tiempo».

El contemplativo del Vaticano

Al final del Ángelus del 29 de junio de 2021, 70 aniversario de la ordenación sacerdotal de Benedicto XVI, Francisco le llamó «querido padre y hermano», «el contemplativo del Vaticano, que pasa su vida rezando por la Iglesia y por la diócesis de Roma, de la que es obispo emérito». A continuación, le agradeció su «testimonio creíble» y su «mirada continuamente dirigida hacia el horizonte de Dios».

En la entrega del Premio Ratzinger 2022, Francisco reiteró que «para mí no faltan momentos de encuentro personal, fraterno y afectuoso con el Papa emérito», destacando cómo todos sienten «su presencia espiritual y su acompañamiento en la oración por toda la Iglesia: esos ojos contemplativos que siempre muestra».

Testigo de amor hasta el final

Por último, no podemos olvidar la referencia a la audiencia general después de Navidad, el 28 de diciembre de 2022, cuando invitó a los presentes y a toda la Iglesia a intensificar la oración por él «que en el silencio sostiene a la Iglesia», para que el Señor «le sostenga en este testimonio de amor a la Iglesia, hasta el final».

España

Las familias numerosas, ¿en peligro de extinción?

La Federación Española de Familias Numerosas trabaja para dar visibilidad y conservar los derechos de las familias que tienen más miembros.

Paloma López Campos·30 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 3 minutos

La Federación Española de Familias Numerosas (FEFN) lleva años trabajando por dar visibilidad, informar y luchar por los derechos de las familias con más hijos. Debido a las iniciativas legislativas, las declaraciones de los políticos y las corrientes de pensamientos actuales, es fácil darse cuenta de que las familias, y en especial las numerosas, están pasando por una situación complicada.

Tras el cambio en la denominación de las familias numerosas, ahora consideradas «familias con mayores necesidades de apoyo a la crianza», el debate se ha vuelto a reavivar. En esta entrevista, un representante de la Federación habla sobre las dificultades, y también los cambios positivos, que están teniendo lugar en España relacionados con esta materia.

¿Cuál es el mayor reto al que se enfrentan hoy las familias numerosas?

Si hablamos del día a día de una familia numerosa, destacaríamos dos grandes retos, uno la conciliación, y dos, la cuestión económica, ya que los precios están disparados, la cesta de la compra se ha encarecido muchísimo en productos de primera necesidad, y también los suministros básicos del hogar: luz, gas, etc. Además, estas dos cuestiones están unidas entre sí porque cuando se tienen muchos hijos, para hacer frente a todas las necesidades, hacen falta dos sueldos en casa y si el padre y la madre trabajan ambos fuera de casa, es difícil llegar a todo, la conciliación es muy compleja. En cualquier caso, a pesar de todas las dificultades, con esfuerzo y renunciando a cosas, al final se llega a todo o al menos a lo importante y, a cambio, hay muchas cosas positivas cuando se tiene familia numerosa.

¿Cómo está considerada desde los organismos públicos la familia numerosa en España?

La familia numerosa en España no tiene todo el reconocimiento que debería tener. Es cierto que en los últimos años, gracias al movimiento asociativo, a las asociaciones y Federación de familias numerosas, se han conseguido avances en algunas cuestiones, pero nuestro país sigue sin valorar suficientemente a la familia y, en especial, a los que más hijos tienen; no se reconoce que son un bien social. Justo ahora se está elaborando una nueva Ley de Familias que pretende mejorar el apoyo a la familia con algunas medidas positivas, pero no pone el foco en la natalidad, que es una cuestión fundamental, y tampoco en las familias que más hijos tienen. 

¿Cuál es vuestra opinión sobre el anteproyecto de Ley en el que el Gobierno “clasifica” a las familias?

La Ley es positiva en algunas cuestiones, como en conciliación y en querer mejorar el apoyo a un mayor número de familias, pero en el caso de las familias numerosas nos sentimos un poco atacadas porque se plantea la eliminación del concepto de familia numerosa, que será sustituido por el de “familias con mayores necesidades de apoyo a la crianza”, en el que se incluirán familias numerosas y familias con menos hijos y circunstancias especiales. Creemos que se debe apoyar a las familias que más lo necesitan, pero sin dejar de lado el reconocimiento y protección a las familias numerosas por lo que aportan a la sociedad. Nos parece que la Ley menosprecia esta aportación social que hacen las familias numerosas.  

¿Qué medidas habéis sugerido para la Ley de Familias?

Pedimos una revisión de los beneficios de las familias numerosas, primero que se actualice la Ley de Familias Numerosas porque está obsoleta en algunos aspectos;  también que la categoría especial que ahora tienen las familias con 5 hijos se establezca a partir de 4 hijos, dada la baja natalidad que hay hoy en día. También hemos pedido que haya proporcionalidad en las prestaciones y en los requisitos de las ayudas, es decir, que a la hora de fijar cuantías de límites de renta se tenga en cuenta la “renta per cápita”, porque una familia numerosa tiene que tener ingresos mayores y si no se tiene en cuenta la composición familiar nos quedamos fuera de muchas ayudas porque superamos umbrales de renta que son muy bajos. Y lo mismo con los días de los permisos por cuidado de hijos: si una familia tiene 5 días de permiso al año por un hijo, una familia con 4 hijos no puede tener también 5 días de permiso al año, porque tiene más hijos y sus necesidades de cuidado son mayores. Todos los hijos cuentan, todos comen, van al colegio, hay que llevarles al médico, etc. pero parece que las administraciones se olvidan de la mitad de nuestros hijos.

¿Qué intereses de las familias numerosas están en peligro en la actualidad?

Ahora mismo está en peligro, por la nueva Ley, el propio reconocimiento a las familias numerosas, que van a dejar de llamarse así y dejarán por tanto de existir a esos efectos, si prospera la nueva Ley de Familias como está planteada. Por eso, estamos haciendo alegaciones y pidiendo el apoyo de los grupos políticos para que no salga adelante y también hemos abierto una campaña de firmas en contra de este cambio que quiere hacer el Gobierno. Llevamos ya recogidas 15.000 firmas y sabemos que hay muchas familias que no están de acuerdo con lo que plantea la nueva Ley. Todas las familias que estén en contra y quieran salvar el concepto de familia numerosa pueden firmar aquí: https://chng.it/xRyB8kPt

Familia

La familia, cuna de la vocación al amor

Hoy se celebra la Jornada de la Sagrada Familia, con el lema “la familia, cuna de la vocación al amor”.

Paloma López Campos·30 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 3 minutos

Desde la Conferencia Episcopal Española, los obispos recuerdan que la familia es “un lugar privilegiado de acogida y discernimiento de la vocación al amor”. Este núcleo esencial en la sociedad es algo de lo que ni el mismo Cristo se privó. El Papa Francisco señala que “es hermoso ver a Jesús insertado en la red de afectos familiares, naciendo y creciendo en el abrazo y la preocupación de los suyos” (Ángelus, 26 de diciembre de 2021).

La Sagrada Familia, modelo para nuestros hogares

“En esta fiesta de la Sagrada Familia” dicen los obispos “nos acercamos a contemplar de la mano de la Virgen María y de san José el misterio del Dios encarnado por amor a nosotros”. La casa de Nazaret nos recuerda la importancia de nuestras familias y la necesidad que hay de protegerlas: “Ninguna institución puede suplir la labor de la familia en la educación de sus hijos, especialmente en lo que se refiere a la formación de la conciencia. Cualquier intromisión en este ámbito sagrado debe ser denunciada porque vulnera el derecho que tienen los padres de transmitir a sus hijos una educación conforme a sus valores y creencias”.

La Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida ha preparado un folleto para orar en casa durante esta Navidad. Este documento puede encontrarse en la página web de la Conferencia Episcopal Española.

Pautas de la CEE sobre la educación en la familia

Partiendo de las claves expuestas por el Papa Francisco en la exhortación Christus vivit, los obispos comparten unas pautas “para el discernimiento de la vocación y reflexionar sobre la educación en familia:

1.La familia es el ámbito “en el que uno es amado por sí mismo, no por lo que produce o por lo que tiene”.

2.Jesucristo es “el miembro más importante de la familia, a quien se consultan los temas importantes, se le confían todas las situaciones, a quien se le pide perdón cuando hemos fallado”.

3.Es en el núcleo familiar donde se fomentan las virtudes “para que los llamados puedan dar su sí generoso al Señor y mantenerse fieles a este sí”.

4.En los hogares se puede facilitar el encuentro con Cristo para aprender a “escuchar su Palabra y a reconocer su voz por medio del discernimiento”.

5.Los padres deben reconocer, al mirar a sus hijos, que no son “dueños del don sino sus administradores cuidadosos”.

6.Los padres tienen que enseñar a los hijos a “reconocerse como don”.

7.Es importante inculcar la idea de que la vida es entrega, de manera que los hijos puedan decir:  “yo soy una misión en esta tierra, y para eso estoy en este mundo”.

8.”La familia no es una célula aislada en sí misma, a la que no importa lo que sucede alrededor. Esta dimensión caritativa empieza en la familia ampliada, cuidando especialmente a los abuelos y a los mayores, pero debe estar abierta a las necesidades de los demás”.

9.Es esencial que los padres no “se opongan a la vocación de sus hijos al sacerdocio o a la vida consagrada o que les pidan que prioricen su futuro profesional, postergando la llamada del Señor”. Además, en cuanto a las vocaciones, los obispos apuntan que “no hay nada más estimulante para los hijos que ver a los propios padres vivir el matrimonio y la familia como una misión, con felicidad y paciencia, a pesar de las dificultades, los momentos tristes y las pruebas”.

10.Como Iglesia “tenemos la misión de acompañar a las familias que viven en nuestras comunidades”. Hay que estar cerca de “las familias que viven la marginación y la pobreza; tener muy presentes a las familias migrantes; no dejar a un lado a las familias que han sufrido la separación y el divorcio”.

Vaticano

Los viajes del Papa en 2023, en los 10 años de pontificado

El 13 de marzo de 2023, el Papa Francisco cumplirá 10 años de pontificado al frente de la Iglesia católica. El primer Papa americano de la historia cumplió 86 años en diciembre y ya piensa en su legado, pero no frena su actividad, a pesar de su rodilla; trabaja en el Sínodo de la Sinodalidad y en el Jubileo de 2025, y planifica algunos viajes, donde lanzar si cabe con mayor fuerza sus mensajes.

Francisco Otamendi·29 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 5 minutos

El Papa lleva tiempo con las catequesis sobre el discernimiento. En la audiencia del miércoles día 21 de diciembre de 2022 el Santo Padre decía que discernir es muy complicado, pero “en realidad es la vida la que es complicada y, si no aprendemos a leerla, corremos el riesgo de malgastarla, llevándola adelante con trucos que terminan por desalentarnos”.

Su reflexión era global, pero bien podría aplicarse a sus viajes apostólicos, porque añadía que siempre estamos discerniendo, incluso en las cosas pequeñas del día, porque “la vida nos pone siempre frente a elecciones, y si no las realizamos de forma consciente, al final es la vida la que elige por nosotros, llevándonos donde no quisiéramos”.

En efecto, para el año 2023, y quizá teniendo en cuenta su edad y los problemas de movilidad en la rodilla, la Santa Sede sólo ha confirmado una visita apostólica, entre el 31 de enero y el 5 de febrero, a la República Democrática del Congo y a Sudán del Sur.

Aunque si no hay ‘stop’ médico, es bastante probable que se desplace también al Encuentro de obispos del Mediterráneo en Marsella (Francia), en febrero o marzo, al que suelen acudir también autoridades civiles. Y muy posiblemente, también le veremos en la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa, del 1 al 6 de agosto. Pero vamos por partes.

Quinto viaje a África

La visita a tierras congoleñas es largamente esperada, porque estaba previsto para julio de 2022, y fue aplazada oficialmente por consejo de los médicos. Quizá influyera también la situación en el este del país congoleño, donde “decenas de milicias, con la complicidad de países vecinos y de políticos ansiosos de riqueza, se enfrentan ante la presencia de los cascos azules [ONU] en suelo congoleño desde que los conflictos empezaron”, explica Alberto García Marcos desde Kinshasa. También por este motivo, el lema de la visita papal a la República Democrática del Congo es “Todos reconciliados en Cristo”.

En esta quinta visita del Papa al continente africano  ̶las anteriores fueron a Kenia, República Centroafricana y Uganda (2015), Egipto (2017), Marruecos (2019), y Mozambique, Madagascar y República de Mauricio (2019) ̶ , Francisco viajará también a Sudán del Sur, junto a Justin Welby, arzobispo de Canterbury y líder de la Iglesia anglicana, y Jim Wallance, moderador de la Asamblea general de la Iglesia de Escocia. “Signo de unidad y de ejemplo al pueblo para dejar de lado las divisiones. El lema del viaje lo dice todo: ‘Ruego que todos sean uno’(Jn 17). Será un viaje de paz y al mismo tiempo de carácter ecuménico”, señala García Marcos.

“El Mediterráneo, un frío cementerio”

El Papa quiere ir a Marsella al Encuentro de obispos del Mediterráneo, porque se trata de uno de uno de los temas centrales de su pontificado: transformar la cultura del descarte, en este caso de los migrantes y refugiados, en cultura de la acogida, de la inclusión, del cuidado. El año pasado, el ‘meeting’ fue en Florencia, y el Papa visitó la capital de la Toscana en febrero.

Todavía hoy resuenan en los medios las palabras del Santo Padre en Atenas y en al campo de refugiados de Mitilene, en Lesbos (Grecia), a finales de 2021. Ante el Partenón y las autoridades griegas, manifestó: “La mirada, además de dirigirse hacia lo alto, se impulsa también hacia el otro. Nos lo recuerda el mar, al que Atenas se asoma y que orienta la vocación de esta tierra, situada en el corazón del Mediterráneo para ser puente entre las personas”. 

En Lesbos, cinco años después de su primera visita, añadió: “El Mediterráneo, que durante milenios ha unido a pueblos distintos y tierras distantes, se está convirtiendo en un frío cementerio sin lápidas. Este gran espacio de agua, cuna de muchas civilizaciones, parece ahora un espejo de muerte. No dejemos que el ‘mare nostrum’ se transforme en un desolador ‘mare mortuum’”.

La JMJ de Lisboa

El 27 de enero de 2019, en la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Panamá, el cardenal Kevin Farrell, prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida de la Santa Sede, anunció que Lisboa sería la próxima ciudad en acoger el evento. Inicialmente prevista para el verano de 2022, la JMJ de Lisboa se aplazó un año debido a la pandemia.

El Papa Francisco ha asistido a las Jornadas Mundiales de la Juventud de Río de Janeiro (2013), Cracovia (2016) y Panamá (2019). El Vaticano no ha confirmado de momento la presencia del Romano Pontífice en Lisboa. Sin embargo, sería previsible que lo hiciera en los próximos meses. Es tradición la asistencia del Papa a las jornadas finales de estos encuentros multitudinarios con jóvenes, como sucedió con san Juan Pablo II tantas veces, y con Benedicto XVI en 2011 en Madrid, por ejemplo.

Pendientes: Papúa Nueva Guinea….

La visita del Papa Francisco a Papúa Nueva Guinea (Oceanía), y quizá a algún país a medio camino entre el sudeste asiático y Australia, como Indonesia, se aplazó en 2020 debido también a la pandemia, y no existen especiales novedades que confirmen este viaje del Papa, al menos próximamente, pero cualquier cosa puede pasar. Indonesia es un país insular, con más de doscientos millones de habitantes, y un 80 por ciento musulmanes, aunque también hay cristianos, en torno al 8 por ciento.

El destino originario del viaje en 2020 era Papúa Nueva Guinea, independizado en 1975 tras décadas de administración australiana y situado al norte de Australia, que ocupa la mitad oriental de la isla de Nueva Guinea. En Papúa Nueva Guinea existen numerosos grupos étnicos y población rural, y se hablan más de 800 idiomas nativos. Tras el Sínodo de la Amazonía de 2019, y el viaje apostólico a Canadá en 2022, el Papa podría viajar a Papúa Nueva Guinea, si los médicos lo permiten.

¿Australia?

Una visita a Oceanía tendría que prever, quizá, una escala en Australia, pero se desconoce este punto. San Juan Pablo II viajó en dos ocasiones a Australia, y el Papa emérito Benedicto XVI presidió en Sidney, en 2008, una Jornada Mundial de la Juventud, anterior a la celebrada en Madrid (2011).

Por otra parte, el pasado 1 de noviembre entró en vigor una ley en Australia Occidental, denominada’ Community and Family Services Amendment Bill 2021’, por la que se obliga a los sacerdotes a denunciar abusos sexuales a menores, incluso si se manifiestan bajo el sigilo sacramental de la confesión.

El arzobispo de Perth, capital de este Estado, Monseñor Timothy Costelloe SDB, que ha reconocido la “horrible historia” de los abusos sexuales a menores, ha argumentado su oposición a la reciente ley. Subraya, entre otras cosas, que “los pecados no se confiesan al sacerdote sino a Dios”, y que el sacerdote “no tiene derecho ni autoridad para revelar nada de lo que ocurre en este encuentro íntimo con Dios”.

Especulaciones en torno a Ucrania

En el vuelo de regreso a Roma desde Kazajstán, tras su participación en el VII Congreso de Líderes de Religiones y su visita al país kazajo, en septiembre, el Papa señaló, al responder a preguntas sobre la invasión rusa de Ucrania, que “es difícil hablar con quien ha comenzado una guerra, pero hay que hacerlo”.

La cuestión es dónde y cómo. Se especuló entonces con una visita a Ucrania del Romano Pontífice, pero de momento los que han viajado para llevar aliento, mantas y medicinas, son los cardenales Konrad Krajewski y Michael Czerny, prefectos de los dicasterios para los Servicios de la Caridad y del Desarrollo Humano Integral, respectivamente.

La diplomacia vaticana sigue trabajando en los intentos de mediación, mientras el Papa realiza llamamientos apremiantes para que callen las armas y retorne la paz. La guerra en Ucrania, “junto con los demás conflictos en todo el planeta, representa una derrota para la humanidad en su conjunto y no sólo para las partes directamente implicadas”, ha manifestado el Santo Padre en su Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz del 1 de enero, que se refiere a” recomenzar desde el Covid, para trazar juntos caminos de paz”, porque “nadie puede salvarse solo”.

Su dolor por la guerra, por todas las guerras, le lleva a buscar y promover la fraternidad humana, como hizo en Irak, en Kazajstán o en Baréin, en la estela de Abu Dabi. Por ahí habrá que explorar, posiblemente, futuros viajes del Papa.

El autorFrancisco Otamendi

Familia

Desconocimiento propio y ego

Incluye podcast - La convivencia con una persona ególatra es especialmente difícil. Se hace necesario un ejercicio de virtudes serio para ayudar a reconducir ese tipo de actitudes que pueden ser fatales en cualquier relación humana.

José María Contreras·29 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

Escucha el podcast «Desconocimiento propio y ego»

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De un tiempo a esta parte la palabra ego ha tomado un protagonismo grande en las conversaciones más habituales.

Antes no era así. Recuerdo la primera vez que me tropecé con ella en una conversación. Debí poner una cara un tanto extraña porque mi interlocutor me dijo: Si, si ego, soberbia.

Ahora es un término frecuente y tiene más “prestigio” que la palabra soberbia porque ésta parece menos delicada, menos elegante. Sin embargo, a fin de cuentas, es lo mismo.

Paradójicamente hay personas muy orgullosas de su ego, es más te lo reconocen abiertamente, yo es que tengo mucho ego, te dicen cuando se les pregunta.

Suelen ser personas inflexibles y con un conocimiento propio muy escaso. No es raro que llegado el caso te digan que ellos no se arrepienten de nada de lo que han hecho en el pasado. Eso les lleva a ser poco agradecidos. Todo lo hacen bien. No le deben nada a nadie. Como consecuencia de ello son incapaces de pedir perdón.

¿Cómo una persona puede decir que no cambiaría nada, cuando el ser humano se equivoca todos los días varias veces? A medida que alimentan su ego, aumenta la desconfianza en ellos de las personas que les rodean.

Disculparse por los errores es una de las características del liderazgo, pero a ellos les parece una debilidad, por lo tanto, como hemos dicho, nunca piden perdón. Tienen dificultades para amar y para sentirse queridos. Pedir perdón forma parte del amor. En la convivencia hay que hacer lo con frecuencia. Es humano equivocarse.

Una persona “no humana” produce rechazo. Tiene una cierta incapacitación para educar. Es probable que sea muy inflexible ante los errores de los demás.

Estos ególatras dan la sensación de que están haciendo un favor a los demás de forma habitual y esto les incapacita a largo plazo no solo para amar como hemos dicho, sino para mantener sus amores. La gente con mucho ego, desune mucho.

A causa del desconocimiento que tienen de ellos mismos, hay que tener cuidado, en la convivencia, cualquier cosa les puede molestar. Se está tenso a su lado.

Ya digo que es lo que toda la vida se ha llamado una persona soberbia.

 Una persona con la que es difícil de convivir y es incapaz de educar a causa del desconocimiento que tiene de sí misma.

A pesar de todo, tener ego está de moda y, en ocasiones, bien visto. Bien es verdad que del ego se puede salir: basta con adquirir cierta formación personal y aumentar el conocimiento propio.

Simplemente, darse cuenta de que el ser humano es débil y en muchas ocasiones un ser necesitado de los demás.

O sea, basta con estar en la realidad, en lo que las cosas son.

Lecturas del domingo

Contemplación orante. Solemnidad de Santa María, Madre de Dios (A)

Joseph Evans comenta las lecturas de la Solemnidad de Santa María, Madre de Dios (A) y Luis Herrera ofrece una breve homilía en vídeo.

Joseph Evans·29 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

Comenzamos el nuevo año bajo la protección de la Virgen, gracias a esta hermosa fiesta de Santa María, Madre de Dios. Y las lecturas litúrgicas tratan de expresar esta realidad de diferentes maneras. El Evangelio nos remonta a la Navidad mencionando a los pastores que “encontraron” a la Sagrada Familia en Belén. La prisa de los pastores -literalmente, “fueron corriendo”- contrasta con la paz del niño “acostado en el pesebre”. Asimismo, su excitada necesidad de hablar -“contaban” lo que el ángel les ha dicho- y la “admiración” de los que lo oyen contrastan con la tranquila contemplación de María, que “conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón”. Los pastores siguen su camino “dando gloria y alabanza a Dios”.

A través de este texto, la Iglesia nos invita a comenzar un nuevo año civil con el espíritu contemplativo de María y la paz del Niño Jesús. Él yace tranquilamente, mientras los demás bullen y parlotean a su alrededor, y María, mientras oye y ve lo que sucede, lo mira con adoración amorosa. Como su homónima posterior, “María ha elegido la parte mejor” (Lc 10, 42).

Así, la Iglesia no se centra tanto en la maternidad física de María como en su actitud espiritual. Al igual que Jesús, insiste en que María es grande no tanto por su maternidad biológica como por “escuchar la palabra de Dios y cumplirla” (cfr. Lc 11,28). Como enseñaron varios Padres de la Iglesia, antes de que María concibiera a Cristo en su seno lo concibió en su corazón. Por eso se nos anima a comenzar el año con una actitud contemplativa. Más que salir disparados como velocistas olímpicos, en un arranque de actividad, empecemos con calma y en espíritu de oración. Y una buena manera de hacerlo es considerar nuestras bendiciones, que es precisamente lo que nos invitan a hacer las dos primeras lecturas y el salmo. 

La primera lectura, del libro de los Números, habla de Aarón y de los sacerdotes judíos, que bendicen al pueblo. También el salmo implora las bendiciones de Dios. Y la segunda lectura, de la carta de san Pablo a los Gálatas, nos ayuda a considerar la mayor bendición de todas: que, por medio de la Encarnación de Cristo, se nos ofrece la posibilidad de convertirnos en hijos de Dios. Tomando prestada otra atrevida afirmación patrística, podemos decir con san Atanasio: “Dios se hizo hombre para que el hombre se hiciera Dios”. Y ambas cosas por medio de María. Somos hechos libres: por la Maternidad divina de María, que es también nuestra Madre, podemos exclamar: “¡Abba, papá, Padre!”.

La actividad es necesaria, con todos los deberes familiares, sociales, profesionales y religiosos que conlleva nuestra vida: así, el evangelio muestra a María y a José llevando a Jesús a circuncidar al octavo día. Pero hoy la Iglesia nos anima a empezar el año no con actividad, sino con contemplación orante. No podemos recibir mejor consejo que este.

La homilía sobre las lecturas de la Solemnidad de Santa María, Madre de Dios (A)

El sacerdote Luis Herrera Campo ofrece su nanomilía, una pequeña reflexión de un minutos para estas lecturas.

Documentos

El Papa invita a la vida espiritual con una carta dedicada a san Francisco de Sales

El Papa Francisco reflexiona sobre el magisterio de san Francisco de Sales en una carta apostólica publicada con motivo del cuarto centenario de la muerte del santo.

Giovanni Tridente·28 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 5 minutos

En el IV centenario de la muerte del obispo y doctor de la Iglesia que vivió en Francia a finales del siglo XVII, el Papa Francisco dedicó una reflexión a su magisterio, para extraer de él enseñanzas para nuestro tiempo.

La experiencia de Dios del hombre está totalmente anclada en su corazón; sólo contemplando y viviendo la Encarnación se puede leer la historia y habitarla con confianza; preguntarse en cada momento y circunstancia de la vida dónde se encuentra «más amor»; cultivar una vida espiritual y eclesial sana; aprender a distinguir la verdadera devoción mediante el discernimiento; concebir la propia existencia como un camino realista de santidad en las ocupaciones cotidianas…

Estas son las innumerables intuiciones que el Papa Francisco ha extraído de la vida y el ejemplo de San Francisco de Sales y ha entregado a la Iglesia hoy a través de la Carta Apostólica Totum amoris est. Un texto basado en gran parte en el Tratado sobre el amor de Dios del santo obispo de Ginebra, que vivió entre 1567 y 1622, publicado el día del cuarto centenario de su muerte.

Se trata, en cierto modo, de presentar también a los cristianos de nuestro tiempo el legado de este pastor que proclamó el Evangelio desde su juventud «abriendo horizontes nuevos e impredecibles en un mundo en rápida transición».

El mismo «cambio» que experimenta hoy la Iglesia, llamada -escribe Francisco- a no ser autorreferencial, «libre de toda mundanidad», pero al mismo tiempo capaz «de compartir la vida de la gente, de caminar juntos, de escuchar y de acoger», como ya había dicho el año pasado a los obispos y sacerdotes con los que se reunió durante su viaje a Bratislava.

De origen noble, Francisco de Sales eligió el camino del sacerdocio tras completar sus estudios jurídicos en París y Padua. Debido a su talento, fue enviado como misionero a la región calvinista de Chablais; posteriormente fue nombrado coadjutor del obispo de Ginebra, a quien sucedió de 1602 a 1622. Su apostolado se desarrolló principalmente en contacto con el mundo de la Reforma, utilizando un método no opresivo de «diálogo» que generaba en el interlocutor el deseo de que Dios fuera acogido con libertad.

No es casualidad que en sus textos más conocidos, Tratado y Filotea, deje claro que la relación con Dios es siempre «una experiencia de gratuidad que manifiesta la profundidad del amor del Padre», reflexiona el Papa Francisco en la Carta.

Totum amoris se inspira inicialmente en la experiencia biográfica del Santo Doctor de la Iglesia, que entre otras cosas es también el patrono de la obra de San Juan Bosco -no por casualidad conocido como «salesiano»-, que tomó de él los principios del optimismo, la caridad y el humanismo cristiano.

La síntesis de su pensamiento

El Papa Francisco comienza dejando inmediatamente clara cuál es la síntesis del pensamiento de san Francisco de Sales, a saber, que «la experiencia de Dios es una evidencia del corazón humano», que se sirve del asombro y de la gratitud para reconocer a Aquel que lleva a la profundidad y a la plenitud del amor en todas las circunstancias de la existencia.

Una actitud de fe que conduce «una verdad que se presenta a la conciencia como una ‘dulce emoción’, capaz de suscitar un correspondiente e irrenunciable bien-querer por cada realidad creada».

El criterio del amor

El criterio último sigue siendo el del amor, que es la culminación de un deseo profundo que debe ponerse a prueba mediante el discernimiento, pero también mediante «una escucha atenta de la experiencia» que se madura evidentemente a través de una relación desinteresada con los demás. En resumen, no hay doctrina separada de la iluminación del Espíritu y sin una verdadera acción pastoral.

Los rasgos esenciales de la teología

Aunque en sus intenciones nunca estuvo la pretensión de elaborar un verdadero y articulado sistema teológico, el Papa Francisco reconoce en el santo y místico francés algunos rasgos esenciales del hacer teología, que se sirven de «dos dimensiones constitutivas»: la vida espiritual – «es en la oración humilde y perseverante, en la apertura al Espíritu Santo, que se puede tratar de comprender y de expresar al Verbo de Dios»- y la vida eclesial -el «sentirse en la Iglesia y con la Iglesia»-.

Síntesis de Evangelio y cultura

Inevitablemente, también se apoyó en el ejemplo de su acción pastoral, que maduró en unas circunstancias de cambio de época que planteaban grandes problemas y nuevas formas de verlos, de las que también se desprendía una sorprendente exigencia de espiritualidad, como ocurría en el ambiente calvinista al que tuvo que enfrentarse como misionero en el Chablais.

«Conocer a esas personas y tomar conciencia de sus interrogantes fue una de las circunstancias providenciales más importantes de su vida», escribe el Pontífice. Tanto es así, que lo que inicialmente parecía un empeño inútil e infructuoso, se convirtió en una «síntesis fecunda» entre «Evangelización y cultura», «de la que derivó la intuición de un método auténtico, maduro y claro para una cosecha duradera y prometedora», que supo interpretar el cambio de época y guiar a las almas sedientas de Dios. Al fin y al cabo, éste era también el propósito de su Tratado.
¿Qué tiene que enseñar aún hoy San Francisco de Sales? El Papa Francisco en su Carta Apostólica Totum Amoris Est destaca «algunas de sus decisiones cruciales es importante también hoy, para vivir el cambio con sabiduría evangélica».

Relación entre Dios y el ser humano

En primer lugar, es imprescindible volver a partir de la «feliz relación entre Dios y el ser humano», para releerla y proponerla a cada persona según su propia condición, sin imposiciones externas ni fuerzas despóticas y arbitrarias, como explicó san Francisco en su Tratado. Más bien -escribe el Papa- necesitamos «la forma persuasiva de una invitación que mantenga intacta la libertad del hombre».

Verdadera devoción

También hay que aprender a distinguir la verdadera devoción de la falsa, en la que a menudo uno se siente realizado y «llegado», olvidando en cambio que es más bien una manifestación de la caridad y conduce a ella: «es como una llama con respecto al fuego: reaviva su intensidad, sin cambiar su naturaleza». No se puede ser devoto, en definitiva, sin la concreción del amor, un «estilo de vida», que «recoge[s] e interpreta[s] las pequeñas cosas de cada día, la comida y el vestido, el trabajo y el descanso, el amor y la descendencia, la atención a las obligaciones profesionales», iluminando así la vocación de cada uno.

El éxtasis de la acción vital

La culminación de este compromiso de amor por cada hombre se traduce en lo que el santo obispo llama «el éxtasis de la obra y de la vida», que se desprende de las «páginas centrales y más luminosas del Tratado«, como las llama el Papa Francisco.

Es una experiencia «que, ante toda aridez y frente a la tentación de replegarse sobre sí misma, ha encontrado de nuevo la fuente de la alegría», una respuesta verdadera también al mundo actual, invadido por el pesimismo y los placeres superficiales. El secreto de este éxtasis está en saber salir de uno mismo, lo que no significa abandonar la vida ordinaria ni aislarse de los demás, ya que «quien presume de elevarse hacia Dios, pero no vive la caridad para con el prójimo, se engaña a sí mismo y a los demás».

El misterio del nacimiento de Jesús

La audiencia general de este miércoles, el Papa Francisco la dedicó también al santo obispo y doctor de la Iglesia, deteniéndose en particular en algunos de sus pensamientos sobre la Navidad, entre ellos el confiado a santa Juana Francisca de Chantal -con quien, entre otras cosas, fundó el instituto de la Visitandina-: «Prefiero cien veces ver al querido Niñito en el pesebre, antes que a todos los reyes en sus tronos».

Y, en efecto, el Santo Padre reflexionaba: ‘el trono de Jesús es el pesebre o el camino, durante su vida cuando predicaba, o la cruz al final de su vida: esto es el trono de nuestro Rey», «el camino hacia la felicidad».

El autorGiovanni Tridente

Vaticano

El Papa pide rezar por Benedicto XVI, que “está muy enfermo»

El Santo Padre Francisco ha pedido esta mañana, al final de la audiencia de los miércoles, una oración especial para Benedicto XVI, “que en silencio está sosteniendo la Iglesia”” y “está muy enfermo”. La Santa Sede añade que se ha producido “un agravamiento” de su estado de salud.

Francisco Otamendi·28 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

El Papa Francisco ha hecho mención hoy de su predecesor Benedicto XVI, avisando de que está muy enfermo y pidiendo oraciones por él. Ha dado la noticia al final de la audiencia general de hoy.

“Pedimos al Señor que lo consuele y lo sostenga en este testimonio de amor a la Iglesia, hasta el final”, ha añadido el Papa Francisco al final de la tradicional audiencia de los miércoles, que hoy ha estado dedicada a san Francisco de Sales, al cumplirse cuatro siglos de su muerte.

A los pocos minutos, el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni, declaró lo siguiente: “Respecto al estado de salud del Papa emérito, por quien el Papa Francisco pidió oraciones al final de la audiencia general de esta mañana, puedo confirmar que en las últimas horas se ha producido un agravamiento debido al avance de la edad. De momento, la situación sigue bajo control, vigilada constantemente por los médicos”.

La Oficina de Prensa de la Santa Sede informa asimismo que “al término de la audiencia general, el Papa Francisco se dirigió al monasterio Mater Ecclesiae para visitar a Benedicto XVI. Nos unimos a él en la oración por el Papa emérito”.

Por otra parte, según la agencia oficial vaticana, las palabras textuales del Papa Francisco fueron: “Quisiera pedirles a todos una oración especial, por el Papa emérito Benedicto, que en silencio está sosteniendo a la Iglesia. Recordarlo –está muy enfermo– pidiendo al Señor que lo consuele, y lo sostenga en este testimonio de amor a la Iglesia, hasta el final”.

La salud de Benedicto XVI está siendo estable en los últimos tiempos, pero su estado es muy frágil, y las palabras del Papa han suscitado mayor preocupación. El secretario personal de Benedicto XVI, el arzobispo Georg Gänswein, ha manifestado este año en diversas ocasiones que “está frágil, pero está bien”.

En estos años, el Papa emérito está siendo asistido, según la misma agencia, por las consagradas de la Asociación Memores Domini y por Monseñor Georg Gänswein, que a lo largo de los años siempre ha hablado de una vida dedicada a la oración, la música, el estudio y la lectura.

Benedicto XVI nació el 16 de abril de 1927, fue elegido Papa el 19 de abril de 2005 en el cónclave que tuvo lugar tras el fallecimiento de san Juan Pablo II, renunció el 28 de febrero de 2013, y cumplió 95 años el Sábado Santo. Desde su renuncia reside en el monasterio Mater Ecclesiae en el interior del Vaticano.

En numerosas ocasiones, añade Vatican News, el Papa Francisco ha hablado del vínculo con su predecesor, al que llamó “padre” y “hermano” en el Ángelus del 29 de junio de 2021, con ocasión del 70 aniversario de ordenación sacerdotal de Ratzinger. Asimismo, desde el inicio de su pontificado, el Papa Francisco inició la “tradición” de encontrarse con el Papa emérito, empezando por la primera visita histórica del Papa recién elegido, que llegó en helicóptero a la residencia de Castel Gandolfo, donde su predecesor permaneció unas semanas antes de trasladarse al monasterio Mater Ecclasiae.

En vísperas de las vacaciones de Navidad o Pascua, o con ocasión de consistorios con los nuevos cardenales, el Papa Francisco nunca ha querido perderse un gesto de cercanía y cortesía y acudir al monasterio vaticano para saludarle y expresarle sus mejores deseos.

El autorFrancisco Otamendi

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Vaticano

Papa Francisco: “El pesebre es el trono de nuestro Rey»

El Papa ha dedicado la audiencia general de hoy a san Francisco de Sales y sus reflexiones sobre la Navidad, debido a la carta apostólica que se publicará hoy por el cuarto centenario de la muerte de este santo.

Paloma López Campos·28 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

El Papa Francisco ha comenzado la audiencia general felicitando la Navidad a los fieles congregados en el Aula Pablo VI. Al inicio ha mencionado que “este tiempo litúrgico nos invita a detenernos y a reflexionar sobre el misterio de la Navidad y, puesto que hoy, se cumple el cuarto centenario de la muerte de san Francisco de Sales, obispo y doctor de la Iglesia, podemos inspirarnos en algunos de sus pensamientos”.

Debido a esta memoria que hacemos del santo, el Papa ha anunciado que hoy “se publica una carta apostólica que conmemora este aniversario. El título es Todo pertenece al amor, retomando una expresión característica del santo obispo de Ginebra”.

Siguiendo al doctor de la Iglesia, Franciso ha querido “profundizar en el misterio del Nacimiento de Jesús en compañía de san Francisco de Sales”.

Teniendo en cuenta los escritos del obispo de Ginebra, el Santo Padre ha comenzado analizando el elemento del pesebre donde nació Jesús. “El evangelista Lucas, al relatar el nacimiento de Jesús, insiste mucho en el detalle del pesebre. Esto significa que es muy importante, no solo como detalle logístico, sino como elemento simbólico para entender qué clase de Mesías es el que nació en Belén, qué clase de Rey, quién es Jesús”.

“Mirando el pesebre, mirando la cruz, mirando su vida de simplicidad, podemos entender quién es Jesús. Jesús es el Hijo de Dios que nos salva, se hace hombre como nosotros. Despojándose de su gloria y humillándose. Vemos este misterio concretamente en el punto central del pesebre, es decir, en el Niño”.

Este detalle humilde del pesebre nos acerca al modo de actuar de Dios. Así, Francisco dice: “No lo olvidemos nunca. El estilo de Dios es cercanía, compasión y ternura”. 

La consecuencia de este estilo del Padre implica que “Dios no nos toma por la fuerza, no nos impone su verdad y su justicia, no hace proselitismo con nosotros. Quiere atraernos con el amor, con la ternura, con la compasión”.

Por todo esto, Franciso afirma que “Dios ha encontrado el medio para atraernos, seamos como seamos, con amor. No un amor posesivo y egoísta”.

El amor de Dios “es puro don y pura gracia. Es todo y solo para nosotros, para nuestro bien. Así nos atrae, con este amor desarmado e, incluso, desarmante. Pero cuando vemos esta simplicidad de Jesús también nosotros tiramos afuera todas nuestras armas, nuestra soberbia”.

Continuando con el análisis del nacimiento de Cristo, Francisco considera que “otro aspecto que destaca en el Belén es la pobreza”. Esta no es una pobreza exclusivamente material, sino que, dice el Papa, debe ser “entendida como renuncia a toda vanidad mundana”.

Conocer este misterio de la pobreza nos permite entender mejor el sentido de la auténtica Navidad. El Papa avisa de que hay una Navidad que es “la caricatura mundana que la reduce a una celebración cursi y consumista. Es necesario hacer fiesta, pero que esto no sea la Navidad. La Navidad es otra cosa. El amor de Dios no es meloso. Nos lo demuestra el pesebre de Jesús. El amor de Dios no es un buenismo hipócrita que esconde la busca de placeres y comodidades”.

Inspirado en una carta que escribió san Francisco de Sales antes de morir, el Papa concluye diciendo que “hay una gran enseñanza que nos viene del Niño Jesús a través de la sabiduría de san Francisco de Sales. No desear nada y no rechazar nada, aceptar todo lo que Dios nos envía. Pero, cuidado. Siempre, y solo, por amor. Porque Dios nos ama y quiere siempre, y solo, nuestro bien”.

Zoom

Ucrania: Navidad en el búnker

Soldados ucranianos celebran su cena Navidad en un lugar no especificado en Ucrania. La foto fue difundida por el servicio de prensa de las Fuerzas Armadas de Ucrania el 25 de diciembre de 2022.

Maria José Atienza·28 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: < 1 minuto

Pedir una oración

Si de algo me he dado cuenta es de que, efectivamente, la oración nos hace familia. Nos hace familia en Dios.

28 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

Hace unos años, Miguel Ángel Robles publicaba en ABC un antológico artículo titulado Reza por mi. Ese artículo sigue siendo uno de los que siguen marcando mi esquema profesional y personal. No he terminado de escribir estas líneas, cuando llega a mis manos la segunda parte de este artículo.

En estos días, puedo decir que he vivido en primera persona esas palabras que glosaba Robles: “Rezar no hace milagros, o sí los hace, eso nunca lo sabremos, pero ofrece consuelo al que reza y a aquel por quien se reza. Rezar nunca es inútil, porque siempre conforta”.

Como a muchos en Madrid, hace unos días nos llegaba, en medio de villancicos y loterías, la heladora noticia del accidente en el que dos jóvenes hermanos perdían la vida. Eran buenos hijos, amigos de sus amigos y amigos también de Dios. No los conocíamos quizás, pero eran cercanos.

Junto a la triste información, su familia, creyente nos pedía rezar. Trasladé la petición a quienes conocía y además, casi sin pensar, rogué oraciones a través de una red social: rezar por ellos, por su familia…, en el fondo, por todos. Porque, si de algo me he dado cuenta gracias a las miles, sí, miles, de personas que elevaron una, quizás pequeña, plegaria por ellos, es de que, efectivamente, la oración nos hace familia. Nos hace familia en Dios.

No es que Diego y Alex “pudieran ser” mis hermanos, es que eran mis hermanos…, y mis primos y mis tíos, y mis amigos. Eran tú y eran yo.

Me di cuenta que hay mucha más gente buena de la que, en ocasiones, podemos pensar. Esas miles de personas desconocidas, de lugares ignotos para muchos de nosotros, cristianos y de otras confesiones, dedicaron un instante de su vida no solo a pensar, sino a orar, por esos chicos, por esa madre y ese padre, por esos hermanos y amigos.

No sé tú, pero yo, que creo en eso que llaman la Comunión de los Santos, he tenido la suerte de palparla, en su más auténtica versión 3.0.

Seguiré pidiendo oraciones. Seguro. No sé si por un lado o por otro; si en la calle o en la red, por señales de humo o con una canción. Seguiré pidiendo rezos sin complejos y poniéndome alarmas en el móvil para rezar por aquellos que lo piden porque, con la oración, con ese ponernos ante un Dios al que, quizás a veces no entendemos, tú y yo siempre seremos mejores.

El autorMaria José Atienza

Directora de Omnes. Licenciada en Comunicación, con más de 15 años de experiencia en comunicación de la Iglesia. Ha colaborado en medios como COPE o RNE.

Ecología integral

Ricardo Martino: «Todavía hay mucho por hacer en los cuidados paliativos»

¿Qué implica la enfermedad en los niños? ¿Cuál es el impacto en las familias? ¿Cómo se da la presencia de Dios en situaciones tan críticas como estas? Entrevistamos sobre estos temas a Ricardo Martino, Jefe de la Sección de Cuidados Paliativos Pediátricos del Hospital Infantil Niño Jesús.

Paloma López Campos·28 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 4 minutos

Ricardo Martino es el Jefe de Sección de Cuidados Paliativos Pediátricos del Hospital Infantil Niño Jesús. Es doctor en Medicina, especializado en Pediatría y promotor de diversos proyectos para dar a conocer los cuidados paliativos. Por todo ello, es Asesor del Ministerio de Sanidad en estas materias. En Omnes ha hablado sobre lo que implica la enfermedad en los niños, el impacto en las familias y la presencia de Dios en situaciones tan críticas como estas.

Ricardo Martino en una foto de la UNIR

Es duro ver la inocencia de los niños herida por las enfermedades, hasta el punto de que los pequeños acaban ingresando en cuidados paliativos. ¿Cómo se puede enfrentar uno a una realidad así?

– Para una familia es lo peor que les puede pasar. De hecho no hay ningún término en español que describa el estado permanente de la pérdida de un hijo. Uno puede ser viudo o huérfano, pero, hasta ahora no le hemos puesto palabras a este hecho. Este hecho irrumpe en la vida de un niño y trunca su futuro, o el futuro que pensábamos que tenía.

Una enfermedad no es una realidad que afecte solo al paciente, la familia entera sufre con los niños. ¿Cómo atendéis a todos los miembros de la familia?

– La vida de toda la familia se afecta. Los padres ven alterada su vida conyugal, además pueden perder el trabajo por el cuidado del hijo; los hermanos pasan a segundo lugar y pierden protagonismo, los abuelos sufren y se involucran en los cuidados de todos… Atendemos al niño y enseñamos a la familia a proporcionar los cuidados que necesita. También les ayudamos a afrontar la situación y les apoyamos tras el fallecimiento. Para eso es necesario un equipo en el que hay médicos, enfermeras, trabajadores sociales, psicólogos, acompañante espiritual, farmacéuticos, fisioterapeutas…

¿Se puede encontrar a Dios entre tanto sufrimiento?

– Todas las personas tienen una dimensión espiritual. Enfrentarse a la muerte o a la muerte de un hijo o un hermano conmueve a toda la persona. Lo espiritual ayuda al afrontamiento. Las personas que tienen una fe disponen de más recursos para aceptar la situación. Dios está presente, aunque a veces suscita “enfados” por lo acontecido. Muchas veces encontramos la delicadeza de un Dios providente y misericordioso en cómo se producen los acontecimientos y en la paz del corazón que, muchas familias, experimentan ante el fallecimiento de su propio hijo.

¿Cómo hablar a los niños y a sus familias de un Padre bueno?

– Lo más importante son “las experiencias de lo bueno” que los niños tienen, aún antes de poder comprender el hecho religioso o la persona de Dios. Ser querido, perdonado, celebrado… Son experiencias que se pueden tener con cualquier edad y que constituyen el sustrato necesario para poder entender la acción de Dios como Padre bueno.

¿Hay consuelo espiritual para los niños y sus familias en estas situaciones tan complicadas?

– Hay consuelo si hay aceptación. Y la aceptación no presupone comprensión. Si se entiende ayuda, pero esto es muy difícil de entender. Lo que sí se puede es aceptar aunque no se entiende. Para hacer un duelo sano hay que trabajar el afrontamiento y la aceptación.

Además de un cuidado médico muy especializado, ¿qué es lo que más necesitan los niños en cuidados paliativos? ¿Y los familiares?

– Necesitan ser considerados y tratados como personas. Así se tiene en cuenta lo que para ellos es importante, más allá de la propia enfermedad. El bien de la persona está por encima de lo que le pasa por su enfermedad. Además, lo que es bueno para el paciente cambia a lo largo del tiempo en función de la evolución de su enfermedad, sus limitaciones, sus expectativas y sus posibilidades de respuesta al tratamiento. Los familiares también necesitan ser acogidos, aceptados y acompañados por parte de los profesionales, que actúan sin prejuicios e intentando tener en cuenta lo que para ellos es importante, siempre que no pase por encima del bien del niño.

¿Cuántos niños hay en España que necesitan cuidados paliativos? ¿Crees que se invierte lo suficiente desde las Administraciones para hacer frente a las necesidades de tantos niños?

– En España hay 25000 niños que necesitan cuidados paliativos. Más del 80% no los reciben. Pero a día de hoy no hay equidad en la prestación de la atención. Depende de dónde vivas y la enfermedad que tengan. Y eso a pesar de que, al menos desde el 2014, las recomendaciones del Ministerio de Sanidad respecto de lo que hay que hacer están claras.

¿Cómo es la situación de los cuidados paliativos pediátricos en España en comparación con Europa?

– Por un lado no está mal porque cada vez hay más equipos que, poco a poco se van montando, sobre todo por la motivación y el empeño de los profesionales. Por otro, sin embargo, carecemos de instituciones sociosanitarias, como existen para los adultos, para apoyar en estas etapas de la vida. Además la formación requerida no está reconocida y se proporciona a través de estudios de postgrado.

¿Qué falta en este campo?

– Falta el reconocimiento social a esta realidad. Hay niños que mueren. Muchos después de años de evolución de la enfermedad. Toda la familia se ve afectada. En cuidados paliativos pediátricos, el tiempo va en contra. Cumplir meses o años significa empeorar y acercarse a la muerte. Cumplir más de 18 años, para un gran número de pacientes es un salto en el vacío, puesto que el sistema es rígido y prima la edad sobre las características clínicas del paciente para darle la atención que necesita. Hay niños de 20 años y 20 kilos de peso que, desde que nacieron usan pañal, necesitan ser cuidados, alimentados y movilizados. Todavía hay mucho por hacer.

Evangelización

Nolan Smith: “Amo mi fe. Quiero ser parte de la Iglesia, participar en sus actividades”

Nolan Smith formó parte del grupo de personas que dio voz a la comunidad de personas con discapacidades variadas en la Iglesia a través del documento La Iglesia es nuestra casa. Este joven síndrome de Down muestra junto a su familia, el reto de la integración plena de las personas con discapacidad diversa dentro de la Iglesia. 

Maria José Atienza·27 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 5 minutos

A sus 22 años, Nolan Smith vive en Lawrence, Kansas y, en la actualidad está en el Programa de Transición a la Educación Postsecundaria de la Universidad de Kansas y estudia Educación Infantil. Desde su nacimiento, ha compartido la vida de fe en su hogar. Una participación en la vida parroquial que ha abierto, además, nuevos caminos en su comunidad.

Nolan participó en el desarrollo del documento La Iglesia es nuestra casa. Junto a su padre, Sean Joseph, ha concedido una entrevista a Omnes para hablar de su experiencia. Una experiencia que pone de manifiesto la riqueza que aportan estas personas a la comunidad, sus ganas de ofrecer sus talentos y el apoyo de su familia en la vida de fe. 

Nolan, ¿cómo has vivido tu fe en casa, en tu familia, con tus amigos?

—He vivido mi fe en casa de muchas maneras. Primero, como familia, rezamos. Rezamos a la hora de comer y también por la noche. También hemos ayudado a la comunidad y a la parroquia como familia. Mis padres dicen que hacer esto ayuda a los demás y es lo que Dios querría. Trato de ser una buena persona. Busco compartir con los demás. Quiero asegurarme de que mis amigos sepan que son especiales. Me preocupo por ellos y quiero hacerlos felices. Si puedo ayudarles de alguna manera, lo hago. También rezaba con mi abuela. Vivió cerca los últimos cuatro años de su vida. Todas las noches iba a su casa, mi padre nos traía la cena y los dos comíamos. Luego poníamos música y también rezábamos el rosario.

Sean, como padre de Nolan, ¿cuál es su perspectiva de esta vivencia?

—Nolan es uno de nuestros cuatro hijos. Él, como sus hermanos, han participado en la educación religiosa, los sacramentos, las oraciones en casa y la educación a través de la Iglesia. Como familia, asistimos a misa. Se les ha pedido que ayuden con la Iglesia en diferentes eventos, incluyendo las actividades parroquiales. 

Nuestros hijos más pequeños asistieron a la escuela parroquial. Nolan y su hermana mayor no lo hicieron porque a Nolan no se le permitió asistir. Ahora, aceptan y educan a niños con síndrome de Down.

Ahora eres un joven, Nolan. ¿Cómo participas en tu comunidad parroquial? 

—He ayudado a mi iglesia de varias maneras. He servido como monaguillo, he ayudado en la enseñanza de la educación religiosa con mi padre, y sirvo como lector en este momento. También he ayudado con el desfile infantil de Nochebuena y también he decorado la iglesia en tiempos de Navidad y Pascua.

 ¿Te ha resultado difícil o fácil vivir tu fe?

—Amo mi fe. Mi abuela era muy especial para mí y también me ayudó a conocer a Dios. La echo de menos pero siento que me ayudó a vivir mi fe. Ir a la iglesia y aprender sobre Dios ha sido parte de lo que hacemos como familia. Por lo tanto, es bastante fácil vivir mi fe.

Fuiste uno de los participantes en la reunión del Dicasterio que dio lugar al documento La Iglesia es nuestra casa. ¿Cómo fue tu participación en la reunión?

—Fue buena. Tuve la oportunidad de presentarme y escuchar a los demás: quiénes eran y de dónde eran. La primera reunión a través de zoom fue una reunión para conocerse. Me gustó escuchar al traductor y me sorprendió ver todos los idiomas que se hablaban. Nos dieron una tarea para completar un folleto. Mi padre y yo pusimos lo que pensamos sobre la Iglesia, lo que veíamos sobre la visión de la Iglesia para las personas con discapacidad y cosas similares. Luego nos dieron un resumen de lo que habían aprendido. 

¿Qué pides a la Iglesia?

—Quiero ser parte de la Iglesia. Ser parte es poder asistir a misa. Pero también participar en las actividades de la iglesia, en los eventos sociales, en el aprendizaje y en otros eventos. Antes de la pandemia, solía ir a un evento que organizaba un sacerdote los domingos después de la misa. Iba con mi abuela y tomábamos un refrigerio y escuchábamos al sacerdote hablar sobre las lecturas y otras cosas de la Iglesia. Formaba parte de este grupo y eso era importante. Cosas así son importantes para mí.

¿Creéis que hay un cambio de mentalidad dentro de la Iglesia en la pastoral de las personas con discapacidad? 

[Nolan] No lo sé. Sé que soy parte de mi parroquia. He podido hacer todo lo que he querido. He podido participar como mis hermanos. Mi padre dice que la escuela católica no me aceptaba, pero ahora están enseñando a niños con síndrome de Down. Así que eso es bueno.

[Sean Joseph] Creo que la Iglesia ha sido más lenta que la sociedad. Formo parte de nuestro comité de discapacidad. El enfoque actual por parte de la parroquia y la archidiócesis es el acceso. Acceso en el sentido de que tenemos que ofrecer un acceso básico a la Iglesia y a los sacramentos. La sociedad hablaba del acceso y del acceso básico hace 40 años. Hoy, la sociedad está hablando y facilitando una inclusión significativa. Inclusión en la que las personas con discapacidades forman parte de la comunidad, están incluidas en las actividades típicas (por ejemplo, servir en el altar, ser lector, la escuela parroquial) y son miembros que contribuyen a la sociedad. Lamentablemente, a veces, la Iglesia se limita a hablar de cómo construimos rampas en los edificios, de cómo ofrecemos soportes de audio para las personas sordas. No hablan de las necesidades de las personas con discapacidad intelectual o autismo. No se centran en las discapacidades del desarrollo, en las que la sociedad está muy centrada. 

Lamentablemente, diría que están mirando las cosas desde una perspectiva del siglo XX, cuando estamos en la tercera década del siglo XXI.

En La Iglesia nuestra casa se destaca que las personas con discapacidad están también llamadas a dar. ¿Qué aportan a la comunidad eclesial?

[Nolan] Bueno, en primer lugar, soy una persona. Así que esta idea de que soy una persona necesitada es un problema. Si se abre la Iglesia y se ofrecen adaptaciones razonables, puedo formar parte de la Iglesia. 

No me trates como alguien que es diferente y alguien que necesita ser compadecido o necesitado. Cuando hacemos esto tratamos a las personas con discapacidad de forma diferente. Tengo tres hermanos. No me traten de forma diferente a mis hermanos sólo porque tengo una discapacidad. 

La Iglesia tiene que aprender de lo que la sociedad ha aprendido. Puedo contribuir como cualquier otra persona. He sido monaguillo. Ahora soy lector. Puedo participar en el coro. He ayudado a enseñar en la escuela dominical. Sólo dame una oportunidad y algunos apoyos (cuando sea necesario) y seré parte.

Si me tratan diferente porque tengo síndrome de Down o me impiden ayudar porque tengo síndrome de Down, eso está mal.

[Sean Joseph] Nolan forma parte de la parroquia. Es un miembro y un miembro activo. Ahora bien, diría que esto se debió inicialmente a mi expectativa y apoyo. Por ejemplo, le ayudé a formarse como monaguillo y también facilité su participación en ese proceso. Su hermano también le ayudaba cuando estaban juntos en el altar. También estoy a cargo de los lectores y, por lo tanto, lo entrené. 

La comunidad parroquial, cuando ha participado en estas actividades, ha sido muy bien recibida. Le han apoyado mucho y han respaldado su participación en toda la parroquia. Consideran que esto es típico de Nolan. 

Sin embargo, he visto que otras personas con discapacidades no están tan incluidas. Así que la parroquia tiene trabajo que hacer. ¿Por qué? Porque las personas con discapacidad pueden y deben participar en igualdad de condiciones con la comunidad eclesial. 

Todos somos hijos de Dios y cuando los tratamos como tales (por ejemplo, ofrecer apoyo, crear una estructura y un clima de inclusión, ver a todos como personas primero, y no como una discapacidad y luego como una persona), podremos incluirlos fácilmente en nuestra Iglesia.

Evangelización

Un nuevo reto para la Iglesia

La plena integración de las personas con discapacidad en la vida de la Iglesia se presenta como “un nuevo reto para la Iglesia” y para la sociedad. Así lo afirma Antonio Martínez -Pujalte, doctor en Derecho por la Universidad de Valencia y Profesor Titular de Filosofía del Derecho de la Universidad Miguel Hernández de Elche, que  reflexiona en Omnes sobre esta labor. 

Antonio-Luis Martínez-Pujalte·27 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 5 minutos

El Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida ha publicado recientemente un interesante documento, La Iglesia es nuestra casa, fruto de la participación en el camino sinodal de un grupo de personas con discapacidad de distintos países de los cinco continentes.

Se trata de un documento particularmente significativo, sobre todo por cuanto supone la asunción del nuevo paradigma preconizado por la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad -aun cuando ésta no aparezca expresamente citada-, que ha de tener también su reflejo en la Iglesia.

Nuevo paradigma que supone apartarse de la tradicional visión asistencialista que consideraba a las personas con discapacidad únicamente como destinatarios pasivos de la asistencia que otros debían prestarles, para erigirlos en protagonistas de pleno derecho de la vida social, que han de ejercer sus derechos y responsabilidades en igualdad de condiciones con todas las demás personas.

Característico del nuevo paradigma es también subrayar la individualidad de las personas con discapacidad, lejos de cualquier prejuicio o estereotipo: las personas con discapacidad no son mejores ni peores que las demás .

No son, como a veces se ha pensado en la Iglesia, ni pecadores ni seres angelicales bendecidos por su sufrimiento: son personas normales, con sus cualidades y sus defectos, con sus deseos y preferencias, que merecen el mismo respeto que los de todas las demás personas.

Resulta evidente que el viejo paradigma ha estado y continúa estando todavía hoy presente en la vida de la Iglesia, como de la sociedad entera que la rodea. El documento hace referencia en este sentido a la actitud paternalista que ha presidido la mirada hacia las personas con discapacidad, que ha llevado incluso a verles como personas ya santas o “Cristos en la cruz” por su condición de discapacidad, olvidando que son, como todos los demás cristianos, simples creyentes necesitados de conversión. Y cita algunas manifestaciones concretas de exclusión, principalmente dos: la negación de sacramentos a personas con discapacidad, que se hace por muy diversas razones, “desde el prejuicio sobre la capacidad de comprender la naturaleza del sacramento, hasta la inutilidad de ofrecer la reconciliación a quienes ya expían sus pecados con su propio sufrimiento, pasando por el prejuicio sobre la capacidad de expresar un consentimiento definitivo o la falta de un profundo enfoque pastoral que utilice todos los sentidos para facilitar la comunicación”; y la segregación de muchas personas con discapacidad en instituciones asistenciales, no pocas de ellas regidas por organismos relacionados con la Iglesia, en las que no se tiene en cuenta su voluntad y muchas veces se restringen derechos y libertades básicas.

Es preciso, pues, un cambio de mentalidad. Y no porque esté de moda, porque sea lo políticamente correcto o porque lo indique la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. Se trata, por el contrario, de asumir el profundo significado de la dignidad intrínseca de todo ser humano —y, en la Iglesia, de todo fiel—, que exige la plena afirmación de su igualdad radical, y, en consecuencia, la garantía de la idéntica participación de todos y del igual ejercicio de los derechos.

Este paradigma tiene consecuencias bien concretas: por ejemplo, en relación con el acceso de las personas con discapacidad intelectual a la comunión sacramental, el nuevo paradigma se opondría a denegar la comunión a personas con discapacidad intelectual presuponiendo un insuficiente grado de discernimiento, como se ha hecho con frecuencia, y exigiría tratar de ofrecerles la explicación del sacramento que les resulte accesible, teniendo presente además que, como ya señaló Benedicto XVI en la Exhortación Apostólica Sacramentum Caritatis (n. 58), con independencia de su grado de comprensión, reciben el sacramento en la fe de la Iglesia.

El nuevo paradigma ha de manifestarse también en el lenguaje, que no es baladí, pues contribuye a la difusión de una nueva mentalidad o a la perpetuación de la la vieja: en este sentido, es preciso evitar cualquier denominación que sustantive la discapacidad, y poner siempre en primer lugar la condición de persona. De ahí la idoneidad de la expresión “personas con discapacidad”. Y que hay que evitar también la equiparación entre discapacidad y padecimiento o sufrimiento: la discapacidad es una condición de la persona, que por sí misma no necesariamente genera sufrimiento alguno —en muchos casos, estimula por el contrario el afán de superación—, y que en la inmensa mayoría de los casos es plenamente compatible con la alegría y con una vida digna y feliz. 

Por lo demás, para que las personas con discapacidad puedan ejercer plenamente sus derechos y responsabilidades dentro de la Iglesia es una exigencia ineludible la accesibilidad, que es la condición que han de tener los edificios, espacios y productos y servicios para que puedan ser usados por todas las personas en condiciones de igualdad y de la forma más autónoma posible. Como pone de relieve el documento, es esta todavía una asignatura pendiente, comenzando por la muy frecuente existencia de barreras físicas para las personas con movilidad reducida en el acceso a los templos. 

Pero por accesibilidad no se entiende sólo la accesibilidad física; no hay accesibilidad a la formación para las personas ciegas, por ejemplo, si no existen textos escritos en Braille; no se garantiza la accesibilidad a las personas sordas si no hay intérpretes de lengua de signos en las celebraciones litúrgicas y si no hay confesores capaces de confesar en lengua de signos; o no hay accesibilidad para las personas con discapacidad intelectual si no se emplean textos en lectura fácil o si las homilías no utilizan un lenguaje claro, sencillo y accesible para todos (lo que, por lo demás, beneficiaría no sólo a las personas con discapacidad intelectual).

El documento reclama, por lo demás, una plena participación de las personas con discapacidad en la vida y el gobierno de la Iglesia. En especial, han de participar en aquellos organismos que se ocupen específicamente de la discapacidad. “Nada para las personas con discapacidad sin las personas con discapacidad”: este lema, que ha guiado a la mayor parte de los movimientos de personas con discapacidad desde hace más de cincuenta años, se refleja también en el texto, y es enteramente razonable, pues son las personas con discapacidad las que mejor conocen sus propias necesidades y demandas.

Nos encontramos, pues, ante un nuevo reto para la Iglesia: la plena inclusión de las personas con discapacidad en su acción pastoral. Y el objetivo no es, por supuesto, que exista una pastoral especializada para las personas con discapacidad, ni mucho menos pastorales especializadas en los distintos tipos de discapacidad, sino que se preste atención a las personas con discapacidad en la pastoral ordinaria de la Iglesia. 

Ahora bien, para lograr ese objetivo creo que sería muy necesaria la creación, en los diferentes niveles de gobierno, de secciones u organismos específicamente dedicados a la discapacidad (delegaciones episcopales en las diócesis, al menos en las más importantes, comisiones en las conferencias episcopales, etc.), pues es mucho el trabajo por hacer: es preciso potenciar la accesibilidad en los diversos ámbitos, hay que transmitir el nuevo paradigma del que hemos hablado en estas líneas a todos los sacerdotes y también a los laicos, etc.

Pero se trata de un reto apasionante, que, además de formar parte integrante de la nueva evangelización, constituirá un mensaje patente y vivo contra la “cultura del descarte” tantas veces denunciada por el Papa Francisco.

En último término, incluir a las personas con discapacidad no significa otra cosa que asumir las plenas consecuencias de la universalidad de la redención obrada por Cristo.

En este sentido, el documento cita acertadamente la frase de Gaudium et Spes, n. 22: “El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre”. Jesucristo se ha unido también con la discapacidad, que es una característica de la condición humana.

El autorAntonio-Luis Martínez-Pujalte

Doctor en Derecho por la Universidad de Valencia y Profesor Titular de Filosofía del Derecho de la Universidad Miguel Hernández de Elche.

Vaticano

El Papa pide la paz durante la bendición Urbi et Orbi

Rome Reports·26 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: < 1 minuto
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Los lugares que sufren guerras y desastres fueron protagonistas de las palabras del Ángelus papal el domingo 25 de diciembre de 2022.

En la bendición Urbi et Orbi, tradicional del día de Navidad, Francisco pidió redescubrir el sentido de la Navidad. Dijo que el significado de estas fiestas está “anestesiado por el consumismo”.


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Mundo

Cardenal Mendonça a los jóvenes: “La vida es un desperdicio si vivimos a medio gas”

El camino hacia la JMJ 2023 continúa y ahora comienzan a publicarse unos vídeos en los que el cardenal Mendonça habla con jóvenes de distintos países acerca de la Iglesia, la juventud y la JMJ.

Paloma López Campos·26 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 4 minutos

El cardenal José Tolentino Mendonça es prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación. Además de poeta y ensayista, es especialista en Estudios Bíblicos. Su labor intelectual se centra esencialmente en la relación entre el cristianismo y la cultura.

Desde la organización de la JMJ, promueven que el cardenal Mendonça entable conversaciones con jóvenes de distintas nacionalidades para tratar diversos temas. El primer vídeo de estos diálogos ya está disponible.

El tiempo de espera

Los primeros jóvenes que se han encontrado con el cardenal son Sara y David, del comité organizador local y del comité organizador diocesano respectivamente. Durante la conversación, el cardenal ha hablado sobre cómo deben vivir los jóvenes la Navidad: “La Navidad nos pide un progresivo camino interior, de escucha, de atención, disponibilidad para encontrarnos con nosotros mismos y disponibilidad para el encuentro con la Palabra de Dios”.

Mendonça habló de la importancia de la espera. “¿Quién espera? El que sabe que le falta algo. Todos tenemos que sentir que estamos incompletos, que nuestra vida no es autosuficiente, por eso nos paramos y esperamos”. El tiempo de Adviento es el que “nos prepara para la espera, que también es una forma de esperanza”.

Los cristianos, nos dice el cardenal, “no esperamos cosas inmediatas. Esperamos al Príncipe de la Paz. Esperamos al Señor de nuestra vida, al Señor de la historia, que da sentido a lo que somos y a lo que construimos”.

A la espera del Adviento se une, este año, la anticipación por la JMJ 2023 en Lisboa. En esta espera que precede al encuentro entre el Papa y los jóvenes, dice Mendonça, “ya estamos felices, porque el corazón está ya proyectado en este gran momento que se vive en el corazón y marcará a todos los participantes”. Esto debe llenarnos de ilusión porque “es muy hermoso pensar en una comunidad global que nos saca de la soledad y nos da la alegría de estar unos con otros para confirmar nuestra esperanza”.

La JMJ y su eficacia transformadora

Es fácil preguntarse cómo pueden cambiar los corazones en unos pocos días. El cardenal cree que la JMJ puede ser más que un evento puntual si “en la preparación nos invertimos seriamente y aprovechamos este tiempo como un momento para el crecimiento, el descubrimiento y la profundización en la fe”. También podemos aprovechar para unirnos más a la Iglesia y tomar conciencia de que “somos Iglesia”.

Citando al Papa, Mendonça considera que “los jóvenes deben ser los nuevos poetas de la historia. Si en este tiempo nos descubrimos protagonistas de la historia, si caemos en la cuenta de que somo sel rostro de Cristo, el encuentro con el Santo Padre no será el punto de llegada sino un punto de partida gigante que nos puede proyectar en muchas dinámicas creativas que, sin duda, marcarán el comienzo de una nueva era”.

El encuentro con Cristo

La JMJ implica un encuentro con Cristo porque “para la Iglesia las grandes reuniones son encuentros con Él. Eso es lo que marca la diferencia para nosotros, porque a través de la fe miramos a la vida y al mundo con otros ojos”.

“Cuando miramos en lo profundo” dice el cardenal, “vemos que es Jesús el protagonista de la historia y nos da audacia y coraje. Cristo es el trampolín de nuestros sueños, llena nuestros corazones de deseos”.

Este arrojo de los jóvenes tiene que llevar a que no sean repetidores, sino que se dediquen a recrear, soñando con “un mundo de amor que no es imposible. Lo que escuchamos a Jesús en el Evangelio es posible, empezando por la vida de cada uno”.

La clave de esto, dice Mendonça sin ponerlo en duda, “es Cristo y, por eso, es tan importante que en este tiempo de preparación, el descubrimiento de Cristo y de su Palabra sea el centro de todo”. Esto implica que “antes de reservar un viaje a Lisboa tenemos que aceptar que en nuestra vida venga con nosotros ese acompañante de Emaús, ese acompañante de viaje que es Jesús”.

Santa María y los jóvenes

“María es nuestra maestra, en el sentido de que nos enseña el arte de esperar”. Santa María deja “una huella en nuestro corazón”. Los jóvenes pueden fijarse en tres actitudes fundamentales que nos enseña la Madre de Dios.

“La primera es la escucha que ella hace del plan de Dios”. María le entrega a Dios su atención, “abre su corazón a este encuentro con el Señor”. Del mismo modo, los jóvenes tienen que escuchar lo que Dios les dice “porque Él tiene un plan en el que tú eres el protagonista”.

En segundo lugar, encontramos “la capacidad de María para decir que sí, para comprometerse”. Nuestra Madre “nos da fuerza para enamorarnos”. Ella nos recuerda que “la vida es un desperdicio si vivimos a medio gas”.

Por último, podemos aprender mucho sobre “el temperamento de María”. Su forma de andar, de escuchar, su prisa… “Ella se sumerge en su historia” y esto es un signo del “joven corazón de María”. La Madre de Dios, con su actitud, “empuja la historia hacia adelante. Ella va rápido porque su corazón está lleno de amor”.

Jóvenes amados por Cristo

“Cuando tenemos algo grande en el corazón, no podemos contenernos, reventamos si no contamos lo que llevamos dentro”. Dice el cardenal que esto es lo que debe compartir con alegría cada joven al darse cuenta de que Cristo le ama: “Cristo está en mi vida, el Evangelio está vivo en mí”.

Este convencimiento hace de todos jóvenes misioneros y “Lisboa es el lugar para que estemos todos juntos diciendo: queremos, soñamos, estamos aquí, tenemos esta noticia para anunciar al mundo”. Así, el viaje a Lisboa será una “explosión de esperanza que tanto necesita el mundo”.

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FirmasSantiago Leyra Curiá

Europa y España en Menéndez Pelayo

La idea de España de Marcelino Menéndez Pelayo pasaba por un profundo amor a su pueblo dentro de la riqueza de pertenecer a un mundo mayor y abierto.

26 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 5 minutos

“Cuando publicó en 1877 su “Epístola a Horacio”, el joven Marcelino Menéndez Pelayo (1856/1912) añoraba unos pueblos de Europa unidos por el arte y la palabra, labrando la belleza con mano y corazón cristianos, como aquellos pueblos mediterráneos que habían promovido la cultura renacentista. Catorce años después, veía en el Renacimiento “la época más brillante del mundo moderno, por haber alcanzado la definitiva fórmula estética, superior en algunos casos a la de la antigüedad, en las obras de artistas como Rafael, Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, Miguel de Cervantes, Fray Luis de León…” (discurso de ingreso en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas)”

Frente a quienes veían concordancia entre los postulados iniciales del Renacimiento y el protestantismo, afirmaba que “la gran tormenta de la Reforma había nacido en los claustros nominalistas de Alemania, no en las escuelas de letras humanas de Italia”. Y confesaba que no le podía acercar a los pueblos del norte de Europa “la Reforma, hija ilegítima del individualismo teutónico” que había significado el fin de la unidad europea (Historia de los heterodoxos españoles y La ciencia española).

De todos modos, no dejó de admirar “el maravilloso Canto de la Campana, de Schiller, el más religioso, el más humano y el más lírico de los cantos alemanes, y quizá la obra maestra de la poesía lírica moderna”. También se estremeció al leer la carta en la que Schiller decía a Goethe que “el cristianismo es la manifestación de la belleza moral, la encarnación de lo santo y lo sagrado en la naturaleza humana, la única religión verdaderamente estética”. Y, sobre el propio Goethe, recordó que había sido el introductor de la expresión “literatura universal, que él inventó y en virtud del cual debemos llamarle ciudadano del mundo”. De manera semejante, se detuvo ante las obras de las figuras más representativas del siglo de oro de la literatura alemana, como las de Winckelmann, Lessing, Herder, Fichte, los Humboldt y Hegel, “que enseña hasta cuando yerra… cuyo libro (sobre Estética) respira e infunde amor a la belleza inmaculada y espiritual”. Como se admiraría ante la literatura de Inglaterra, “uno de los pueblos más poéticos de la tierra” (Historia de las ideas estéticas en España, 1883/1891).

¿Cómo veía Menéndez Pelayo a España en esa Europa? 

Consideraba que el valenciano Juan Luis Vives había sido “el pensador más genial y equilibrado del Renacimiento”, “el escritor más completo y enciclopédico de aquella época”. Y veía en Vives el más comprometido con la Europa de su tiempo, que “contempló a Cristo como Maestro de la paz, para quien le escucha y para quien no le escucha, por su acción en lo íntimo de las conciencias”, a aquel que movido “por el amor a la concordia de todos los pueblos de Europa”, viéndola tan dividida, se había dirigido al emperador y a los reyes Enrique VIII y Francisco I, para recordarles que su división facilitaba las piraterías de Barbarroja y los asaltos turcos (Antología de Poetas líricos castellanos).

Coincidía con otro español, Jaume Balmes, autor de “El protestantismo comparado con el catolicismo en sus relaciones con la civilización europea”, donde el escritor catalán había discrepado abiertamente de Guizot, autor de la “Historia general de la civilización en Europa”. Para Guizot, catolicismo y protestantismo se hallaban en pie de igualdad, pues habían jugado un papel semejante en la configuración de Europa; desde su visión calvinista, pensaba Guizot que la Reforma protestante había incorporado a Europa un movimiento expansivo de la razón y la libertad humana.

Por su parte, Menéndez Pelayo consideraba probado por Balmes que aquella Reforma, iniciada con las ideas del libre examen, el servo arbitrio y la fe sin obras, había supuesto una desviación del majestuoso recorrido de la civilización europea: “… lo probó… comenzando por analizar la noción del individualismo y el sentimiento de la dignidad personal, que Guizot consideraba característico de los bárbaros, como si no fuese legítimo resultado de la magna instauración, transformación y dignificación de la naturaleza humana, traída por el cristianismo” (Dos palabras sobre el centenario de Balmes). 

Partía de que “el ideal de una nacionalidad perfecta y armónica no pasa de utopía… Es preciso tomar las nacionalidades como las han hecho los siglos, con unidad en unas cosas y variedad en muchas más, y sobre todo en la lengua” (Defensa del Programa de Literatura Española). Y de cómo el espíritu español, que había ido emergiendo a lo largo de la Reconquista, era “uno en la creencia religiosa, dividido en todo lo demás, por razas, por lenguas, por costumbres, por fueros, por todo lo que puede dividir a un pueblo” (Discurso de ingreso en la Real Academia Española).

En sus obras sobre la historia de la cultura española, no se limitó a los escritos en el español común, la lengua castellana, a la que no dejó de considerar “la única entre las modernas que ha logrado expresar algo de la idea suprema” y en la que se escribió “la epopeya cómica del género humano, el breviario eterno de la risa y de la sensatez”.

Pues, considerando a España nación rica y varia en lenguas, vería en el mallorquín Ramón Llull, “al primero que hizo servir la lengua vulgar para las ideas puras y las abstracciones, al que separó de la lengua provenzal la catalana, haciéndola grave, austera y religiosa” (Discurso de entrada en la RAE en 1881).

Habiendo iniciado sus estudios universitarios en Barcelona, conocía esa lengua catalana en la que llegaría a pronunciar, años más adelante, un discurso ante la reina regente María Cristina. Y, en su “Semblanza de Milá y Fontanals” recordaría que “fueron los poetas los primeros que, comprendiendo que nadie puede alcanzar la verdadera poesía más que en su propia lengua, volvieron a cultivarla artísticamente con fines y propósitos elevados”.

Alfredo Brañas, en “El regionalismo”, recuerda cómo en el orden literario Cataluña había conseguido la más alta representación de las letras hispanas en el año 1887. En ese año, el poeta catalán Federico Soler había obtenido el premio de la Real Academia Española a la mejor obra dramática representada en los teatros de España. Comenta Brañas que, antes de su adjudicación, mientras algunos académicos opinaban que sólo debería concederse el premio a obras representadas en los teatros de la Corte, otros, como Menéndez Pelayo, consideraron que debería estar abierto a los dramaturgos de todas las regiones españolas.

En su “Antología de poetas líricos castellanos”, Menendez Pelayo dedicó estimables páginas a la poesía gallega medieval y enjuiciaría, en sendos informes y con recto criterio, el “Diccionario gallego-castellano” de Marcial Valladares y el “Cancionero popular gallego” de José Pérez Ballesteros. En la misma Antología, elogiaría a Valencia porque “estaba predestinada para ser bilingüe… pues no abandonó nunca la lengua nativa”. Y, en carta de 6 de octubre de 1908, diría a Carmelo Echegaray: “mi biblioteca que, gracias a usted, va siendo de las más ricas en este interesante ramo (libros vascos), tan difíciles de coleccionar fuera del país éuscaro…”.

En otra carta, dirigida a la revista “Cantabria” (28/11/1907), Menéndez Pelayo habría de dejar escrito que “no puede amar a su nación quien no ama a su país nativo y comienza por afirmar este amor como base para un patriotismo más amplio. El regionalismo egoísta es odioso y estéril, pero el regionalismo benévolo y fraternal puede ser un gran elemento de progreso y quizá la única salvación de España”.

El autorSantiago Leyra Curiá

Académico correspondiente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España.

Vaticano

El Papa vuelve su mirada a los más vulnerables en el Ángelus del día de Navidad

"Volvamos a Belén" ha destacado el Papa en su alocución en este Ángelus de un especial domingo en el que la Iglesia celebra la Solemnidad del Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo. Una vuelta a Belén que significa volver la mirada a quienes más sufren en la actualidad.

Maria José Atienza·25 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 3 minutos

Una soleada mañana ha acompañado el Ángelus del Papa en este domingo de Navidad. desde el balcón de la basílica de san Pedro, el Papa Francisco se ha dirigido a los fieles animando a vencer «el letargo del sueño espiritual y las falsas imágenes de la fiesta que hacen olvidar quién es el homenajeado». Una alocución marcada por el recuerdo a la falta de paz en el mundo y esas naciones golpeadas por la guerra.

«Volvamos a Belén, donde resuena el primer vagido del Príncipe de la paz. Sí, porque Él mismo, Jesús, es nuestra paz; esa paz que el mundo no puede dar y que Dios Padre dio a la humanidad enviando a su Hijo», ha continuado el Santo Padre.

Francisco ha querido recordar que seguir el camino de la paz marcado por Jesús presupone abandonar los lastres del «apego al poder y al dinero, la soberbia, la hipocresía, la mentira. Estas cargas imposibilitan ir a Belén, excluyen de la gracia de la Navidad y cierran el acceso al camino de la paz. Y, en efecto, debemos constatar con dolor que, al mismo tiempo que se nos da el Príncipe de la paz, crudos vientos de guerra continúan soplando sobre la humanidad».

Naciones en guerra

El Papa ha señalado los nuevos rostros del Niño de Belén: «que nuestra mirada se llene de los rostros de los hermanos y hermanas ucranianos, que viven esta Navidad en la oscuridad. (…)Pensemos en Siria, todavía martirizada por un conflicto que pasó a segundo plano pero que no ha acabado; pensemos también en Tierra Santa, donde durante los meses pasados aumentaron la violencia y los conflictos, con muertos y heridos. Imploremos al Señor para que allí, en la tierra que lo vio nacer, se retome el diálogo y la búsqueda de confianza recíproca entre israelíes y palestinos».

Una de las regiones, visitadas recientemente por el Papa y que ha formado parte de su recuerdo en este día ha sido Oriente Medio. Francisco ha continuado pidiendo que «el Niño Jesús sostenga a las comunidades cristianas que viven en todo el Oriente Medio, para que en cada uno de esos países se pueda vivir la belleza de la convivencia fraterna entre personas pertenecientes a diversos credos. Que ayude en particular al Líbano, para que finalmente pueda recuperarse, con el apoyo de la comunidad internacional y con la fuerza de la fraternidad y de la solidaridad. Que la luz de Cristo ilumine la región del Sahel, donde la convivencia pacífica entre pueblos y tradiciones se ve perturbada por enfrentamientos y violencia. Que oriente hacia una tregua duradera en Yemen y hacia la reconciliación en Myanmar y en Irán, para que cese todo derramamiento de sangre».

Tampoco ha querido el Papa olvidar su continente de origen, América, en el que algunos países viven momentos de incertidumbre y desestabilización social como Nicaragüa o Perú. El Papa ha elevado sus plegarias pidiendo que Dios «inspire a las autoridades políticas y a todas las personas de buena voluntad en el continente americano, a esforzarse por pacificar las tensiones políticas y sociales que afectan a varios países; pienso particularmente en el pueblo haitiano, que está sufriendo desde hace mucho tiempo».

Mirantes y hambrientos

Asimismo, ha hecho una comparación entre el significado de Belén, «Casa del pan», señalando «las personas que sufren hambre, sobre todo los niños, mientras cada día se desperdician grandes cantidades de alimentos y se derrochan bienes a cambio de armas». En este punto, se ha detenido en las consecuencias de la guerra en Ucrania que «ha agravado aún más la situación, dejando poblaciones enteras con riesgo de carestía, especialmente en Afganistán y en los países del Cuerno de África. Toda guerra —lo sabemos— provoca hambre y usa la comida misma como arma, impidiendo su distribución a los pueblos que ya están sufriendo». En una jornada en la que muchas familias se reúnen en una mesa especial, el Papa ha pedido que «la comida no sea más que un instrumento de paz».

Por último, el Papa, ha señalado a «tantos migrantes y refugiados que llaman a nuestra puerta en busca de consuelo, calor y alimento. No nos olvidemos de los marginados, de las personas solas, de los huérfanos y de los ancianos que corren el riesgo de ser descartados; de los presos que miramos sólo por sus errores y no como seres humanos».

El Santo padre ha concluido pidiendo que nos dejemos «conmover por el amor de Dios y sigamos a Jesús, que se despojó de su gloria para hacernos partícipes de su plenitud».

Tras las palabras, el Papa ha dado la bendición Urbi et orbi a todos los presentes en la plaza de san Pedro y a quienes han seguido esta bendición a través de los diversos medios de comunicación.

Vaticano

El Papa en la misa de Navidad : «Ayúdanos a dar carne y vida a nuestra fe»

¿Dónde buscar el sentido de la Navidad? Esta fue la pregunta alrededor de la que ha girado la homilía del Papa Francisco en la que ha sido su décima celebración de la Misa de la Natividad del Señor.

Maria José Atienza·25 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

La basílica de san Pedro volvió a acoger a los cientos de personas, entre ellas muchos niños, y decenas de sacerdotes que acompañaron al Santo Padre en la celebración eucarística.

El Papa quiso volver su mirada al pesebre, señalándolo como el lugar en el que encontramos el verdadero sentido de la navidad, que a veces se ahoga entre regalos y adornos. “Para encontrar el sentido de la Navidad, hay que mirar allí (al pesebre). Pero, ¿Por qué es tan importante el pesebre? Porque es el signo, no casual, con el que Cristo entra en la escena mundial». Y del pesebre, el Papa señaló tres significados sobre los que reflexionar: cercanía, pobreza y concreción.

En cuanto a la proximidad, el Papa señaló que “el pesebre sirve para acercar la comida a la boca y consumirla más rápidamente. Una idea que recuerda la voracidad del mundo, ávido de comodidades y dinero. Por el contrario, “en el pesebre del rechazo y la incomodidad”, prosiguió el Papa.

“Dios se acomoda: llega allí, porque allí está el problema de la humanidad, la indiferencia generada por la voraz prisa por poseer y consumir. Cristo nace allí y en ese pesebre lo descubrimos cerca”.

Sobre la pobreza del pesebre, apuntó el Papa, “el pesebre nos recuerda que no tenía a nadie más a su alrededor que a quienes le amaban”. Una realidad que “pone así de manifiesto las verdaderas riquezas de la vida: no el dinero y el poder, sino las relaciones y las personas. Y la primera persona, la primera riqueza, es el propio Jesús”.

Y por último, el Papa se detuvo en la concreción que supone la entrada de Cristo en la historia del hombre. En un niño concreto, en una tierra y un año concreto: “Desde el pesebre hasta la cruz, su amor por nosotros fue tangible, concreto: desde el nacimiento hasta la muerte, el hijo del carpintero abrazó la rudeza de la madera, la rudeza de nuestra existencia”.

“Jesús, te miramos a Ti, acostado en el pesebre. Te vemos tan cerca, siempre cerca de nosotros: gracias, Señor. Te vemos pobre, enseñándonos que la verdadera riqueza no está en las cosas, sino en las personas, especialmente en los pobres: perdónanos, si no te hemos reconocido y servido en ellos. Te vemos concreto, porque concreto es tu amor por nosotros: Jesús, ayúdanos a dar carne y vida a nuestra fe” concluyó el Papa.

Durante la celebración, el Santo Padre renovó la costumbre de la adoración a la imagen del Niño Jesús y se detuvo, especialmente recogido, ante el pesebre instalado en el interior de la basílica petrina.

Recursos

Navidad en clausura

Varias monjas de clausura cuentan su preparación durante el Adviento y cómo viven ellas la Navidad desde su entrega contemplativa.

Paloma López Campos·25 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 4 minutos

La Navidad es un tiempo que todos vivimos de manera especial, pero ¿cómo se vive en clausura? ¿Es muy distinta la celebración entre los muros que la celebración en las calles? ¿Cómo se preparan las personas consagradas para la venida de Cristo?

Las clarisas reparadoras

Las monjas clarisas reparadoras del convento de san José (Ourense) cuentan cómo viven ellas estas fiestas tan especiales.

¿Cómo se preparan en clausura para el nacimiento de Cristo?

– «Nos preparamos, en primer lugar, con la Palabra de Dios contenida en las lecturas del oficio Divino, la Sagrada Escritura, los Sacramentos… Año tras año nos centramos en profundizar en estos riquísimos textos para acercarnos a la comprensión insondable del misterio de la Natividad de Cristo».

En las calles todo se llena de luces, música, escaparates llamativos… ¿Cómo podemos volver la mirada a lo importante en este tiempo litúrgico?

– «Todas esas manifestaciones de luces, sonido, villancicos, regalos, dulces…, son signos que nos hablan de un acontecimiento. Desde la fe, el más importante. Dios se acerca al hombre tomando nuestra naturaleza para salvarnos. Nos despierta tremendamente la forma en que lo hace: nace en una cueva de pastores, muere (o mejor dicho, lo matamos) en una cruz. ¿Por qué? “Contempladlo y quedaréis radiantes”.

¿Cambian las actividades y el horario que tienen en el convento cuando llega el Adviento y la Navidad?

– «En estas fechas se hace necesaria una remodelación del horario habitual que haga compatible el trabajo con nuestras obligaciones de vida contemplativa. Es la repostería, particularmente “el panettone” dulce de gran aceptación en estos momentos, el que obliga a esta adaptación».

¿Cuál es, desde vuestra perspectiva, el aspecto más importante de la Navidad?

– «Desde nuestra perspectiva y la de cualquier cristiano, sin duda, es la fe, único medio de ver a Dios, el aspecto más importante. Todo cobra su sentido desde la fe. Por supuesto, hacemos fiesta como en cualquier hogar que vive con esperanza, porque hasta este punto amó Dios al hombre y Dios no defrauda».

¿Tienen alguna recomendación que nos puedan hacer para prepararnos para acoger a Cristo?

– «Volver a la “Palabra de Dios” meditarla, orarla, es nuestra sugerencia. Por ejemplo:

a) Leer No 3-4 de la Constitución Dogmática Dei Verbum sobre la divina revelación del Concilio Vaticano II.

b) No 48 de la Constitución Dogmática Lumen Gentium sobre la Iglesia del Concilio Vaticano II

c) Leer el libro de la Sabiduría en la Biblia.

d) Capítulo 12 de la Carta a los Romanos de San Pablo.

e) Finalmente “ORAR”, orar sin cesar. Pero ¿cómo? Cuando no es posible hacerlo de otra forma, con el “deseo”. “Todo mi deseo está en tu presencia”. Si no quieres dejar de orar, no interrumpas el deseo».

Segundo Monasterio de la Visitación

Por otro lado, las monjas de la Visitación cuentan que su “labor es pedir por las vocaciones en general, y por el mundo tan ateo como hoy día, lamentablemente, estamos padeciendo. El Adviento para nosotras es un tiempo de más recogimiento, ante la venida de nuestro Salvador y Redentor. La alegría que invade nuestros claustros no se puede comparar en nada con las fiestas de bullicio y de poco o nada que recuerden estas fechas».

Mercedarias de Cantabria

Desde el monasterio Santa María de la Merced en Cantabria, también han querido compartir su experiencia:

«En un convento de vida contemplativa, el tiempo de Adviento y Navidad, sin cambiar esencialmente nada, se vive como un amanecer, con una alegría y esperanza nueva. Se prepara la cuna y la canastilla del Niño que viene, a base de actos personales de virtud , oraciones, servicios fraternos, etc. La liturgia se vive con mayor intensidad, uniéndonos a la gran espera del pueblo de Israel, a la ansiedad urgente de nuestro mundo que, aún sin darse cuenta, está suspirando por un «Salvador o Libertador».

Toda esta ansia universal se hace viva en nuestra oración personal, comunitaria, litúrgica. El canto gregoriano de las antífonas de la «O» en la espera inmediata de la Navidad crean un clima de alegre espera y de silencio expectante que empapa toda nuestra vida cotidiana fraterna. También materialmente adornamos nuestro conventito con murales de Adviento, con suspiros oracionales de «Marana tha«, «Ven Señor Jesús», con música navideña para despertar por la mañana, etc.

Para nosotras lo más importante de la Navidad es que vivimos el Nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios, que toma nuestra naturaleza humana para salvarnos y darnos ejemplo de vida. Es un hecho asombroso, de un amor infinito que llega a tal anonadamiento por puro amor al hombre caído, a cada uno de nosotros, que nos llena de asombro amoroso y nos lleva a una alegría y gratitud desbordante que se traduce en el ambiente coral, fraterno y también en «extras» de alimentación. Pues, como decían los monjes antiguos, las fiestas «en la Misa y en la mesa».

Todo ello nos lleva a compartir espiritual, litúrgica y materialmente con nuestros hermanos, con nuestras ayudas a personas necesitadas, con atender a visitas y llamadas telefónicas, tratando de compartir nuestra fe, nuestra alegría, nuestra gratitud al Dios Amor hecho Niño en Belén.

Mucha pena nos da el que en muchas familias se va apagando la fe y la alegría navideña cristiana y se va cambiando por fiestas paganas en las que ya no se recuerda el motivo de estas fiestas. Nuestro deseo y recomendación a las familias cristianas es que no se dejen arrastrar por corrientes que nada de bueno y profundo pueden aportar y que la unidad familiar se fortalece más alrededor de una mesa  de hogar con villancicos, el Nacimiento y el calor de familia, que con tantos sucedáneos ofrece el mundo de hoy y no llevan a mejorar nuestra sociedad.

 A todos deseamos que el Niño Dios nazca y crezca en vuestros corazones, en vuestras familias, en vuestras Parroquias y en vuestro ambiente social. ¡FELIZ NAVIDAD JUNTO AL NIÑO JESÚS; MARÍA Y JOSÉ!»

Navidad para todos

Las monjas en clausura nos recuerdan la importancia de fijar la mirada en lo esencial durante estos días de fiesta, recordando siempre que lo que estamos celebrando es el nacimiento de Jesucristo. La vida en clausura puede invitarnos a preguntarnos, junto a  san Juan Pablo II: “¿Cómo ha nacido Cristo? ¿Cómo ha venido al mundo? ¿Por qué ha venido al mundo?” (Audiencia general, 27 diciembre 1978). El mismo Pontífice nos da la respuesta: “Ha venido al mundo para que lo puedan encontrar los hombres; los que lo buscan. Al igual que lo encontraron los pastores en la gruta de Belén. Diré más todavía. Jesús ha venido al mundo para revelar toda la dignidad y nobleza de la búsqueda de Dios, que es la necesidad más profunda del alma humana, y para salir al encuentro de esta búsqueda”.

Cultura

Tradiciones de Navidad en Lituania y Polonia

Las fechas navideñas siguen siendo en Lituania un momento privilegiado de vivencia de las tradiciones. El influjo de la vecina Polonia y la cristianización de antiguas costumbre son claves en muchas de estas costumbres que, cada año, las familias lituanas reviven en torno a la Natividad de Nuestro Señor.

Marija Meilutyte·24 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 9 minutos

Polonia y Lituania comparten algunas de las tradiciones navideñas más extendidas. La vigilia del día 24 de diciembre y el 25 se encuentran jalonadas de diversas manifestaciones de cariño, fe y devoción, tan enraizadas en ambos pueblos que, siglos después y tras múltiples avatares históricos, siguen estando presentes en las familias polacas y lituanas.

Lituania: De los kalėdaičiai a los 12 platos de Nochebuena

Para entender las costumbres lituanas en torno a la Nochebuena y la Navidad hay que entender dos cosas. Por una parte, que el cristianismo llegó a Lituania desde dos direcciones: desde Oriente, es decir, Bizancio a través de los eslavos orientales, y desde Occidente, es decir, Roma a través de los germanos y los eslavos occidentales, sobre todo los polacos. Por otra, que Lituania fue una de las últimas naciones en cristianizarse de Europa, en el siglo XIV, por lo que en muchas de estas tradiciones el paganismo y el cristianismo se entremezclan.

La palabra que se utiliza para denominar la Navidad, Kalėdos, tiene su origen en el eslavo oriental коляда, derivado del eslavo eclesiástico kolęda, que a su vez procede del latín kalendae a través de los griegos bizantinos. Kalendae se refiere al primer día de cada mes en el antiguo cómputo romano y en el eclesiástico. Todavía hoy se denomina «calenda» o anuncio de la Navidad al texto del «martirologio romano» que resume la historia de la humanidad y las esperanzas de la salvación, que encuentran su cumplimiento en Cristo.

La palabra que se utiliza para denominar la Nochebuena, Kūčios, tiene su origen en el eslavo oriental kuтя (ucraniano: кутя, ruso antiguo: кутья). Su lugar de nacimiento es Bizancio, no Roma y se relaciona con Kūčia, un plato elaborado con cereales (trigo, cebada, centeno, etc.) mezclados con agua endulzada con miel. Este plato también es tradicional en Bielorrusia y Ucrania.

En la época precristiana en torno al solsticio de invierno se conmemoraba a los muertos y también se celebraban algunos ritos relacionados con la cosecha. Por ejemplo, el plato Kūčia servía para alimentar los espíritus de los antepasados. De este culto a los antepasados queda todavía la tradición de dejar la mesa de Nochebuena sin tocar durante la noche para que las almas de los difuntos puedan darse un festín o rezar por los difuntos en la oración de bendición de la mesa, especialmente por los fallecidos en ese año.

Otra costumbre pagana posteriormente cristianizada es poner heno o paja debajo del mantel: en origen era para que los muertos descansaran, hoy se pone en recuerdo del pesebre donde fue depositado el Niño Jesús tras su nacimiento.

La cena de Nochebuena

Muchas de las tradiciones propiamente cristianas llegaron a través de Polonia, por lo que en la actualidad los lituanos y los polacos comparten muchas de estas costumbres.

La cena de Nochebuena comienza con una oración, normalmente dirigida por el cabeza de familia. Después de la oración se comparten los kalėdaičiai: obleas alargadas decoradas con imágenes del Nacimiento de Jesús. Cada una de las personas ofrece su kalėdaitis a otro de los presentes mientras le bendice y le desea algo para el próximo año; cuando todos los comensales han intercambiado un trozo de la oblea empieza la cena. Normalmente, estas obleas se venden en las iglesias desde el comienzo del Adviento, tras haber sido bendecidas por los sacerdotes. Si una persona no va a celebrar la Nochebuena en Lituania, sus familiares se encargan de enviarle los kalėdaičiai para que no falten en su mesa.

Las obleas simbolizan el cuerpo de Jesucristo, ya que la celebración de la Nochebuena reúne la mesa de la Última Cena de Cristo y el pesebre de Belén.

Los kalėdaičiai son un recuerdo de esto, nos hablan del Pan Vivo hecho carne; partir e intercambiar un trozo de la oblea simboliza la comunión de los cristianos con y en Jesucristo.

En la mesa de Nochebuena tiene que haber doce platos (entiéndase platos como doce cosas distintas de comida), según la interpretación cristiana, en honor a los doce apóstoles que se sentaron a la mesa de la Última Cena.

Tanto en Polonia como en Lituania el tiempo de Adviento es un tiempo de abstinencia y, en la tradición más estricta, el día 24 de diciembre es un día de “abstinencia seca”, es decir, no solo no se puede tomar carne, sino tampoco productos lácteos o huevos. Por esto, la mayoría de los platos son a base de pescado, sobre todo de arenque, setas y verduras.

Entre las bebidas típicas se encuentran el aguonpienas (leche de semilla de amapolas), hecha con agua, azúcar y semillas de amapolas trituradas y el kisielius (kisel) bebida a base de bayas o frutas a la que se añade almidón de patata o de maíz, por lo que la bebida tiene una consistencia muy espesa.

En la mesa de Nochebuena no pueden faltar los kūčiukai, pequeñas bolitas hechas de harina, levadura y semilla de amapolas que se hicieron especialmente popular tras la restauración de la Independencia, cuando comenzaron a celebrarse de nuevo libremente las fiestas navideñas.

Una curiosa herencia de la época soviética es se popularizó la ensaladilla rusa, que en Lituania se conoce como la ensaladilla blanca o ensaladilla casera, como plato del día de Navidad. La razón era que se hacía con guisantes en conserva y mayonesa que eran alimentos difíciles de encontrar y, por tanto, se consideraban artículos de lujo.

Todavía hoy, en la mayoría de las familias se siguen observando estas tradiciones y la Navidad es un tiempo de fuerte vivencia cristiana en el país.

Polonia. La Misa de los pastores y el pan compartido

Texto: Ignacy Soler

Era y todavía hoy es una expresión usada, que todas las fiestas se conocen por sus vísperas. En Polonia la nochebuena se conoce con el nombre de Vigilia y tiene unas costumbres muy arraigadas en cualquier familia, creyente o no.

La Navidad es la fiesta del nacimiento de un Niño en el cual los cristianos reconocemos al Hijo de Dios, al Dios hecho hombre para nuestra salvación. Para muchos la Navidad no es ya una fiesta cristiana, pero siguen siendo unos días de la afirmación de la bondad de la vida humana, especialmente del recién nacido: un don para la familia, el país y todo el mundo. Cada niño es un alguien único, irrepetible, una novedad que hace distinto todo lo demás. Además la Navidad es tiempo para desearnos mutuamente paz, alegría, felicidad, un mundo mejor, sin guerras, sin penas y males: la utopía de un mundo inalcanzable para los humanos de todos los tiempos. Pero lo que el hombre no puede, lo puede Dios.

La Vigilia de Navidad, como indica su nombre nos invita a estar vigilantes y preparados para la celebración. La Nochebuena empieza en las casas polacas frecuentemente cubiertas en esos días de fría y blanca nieve, con la cena de la Vigilia al aparecer la primera estrella, a eso de las cinco de la tarde. Todos se sientan en la mesa común después de un día de mucho trabajo. Desde las primeras horas de día 24 todos están involucrados en preparar la Vigilia. Unos días antes ya se ha puesto el árbol de Navidad y se le ha vestido con todas sus luces, adornos, regalos y la estrella en lo más alto. Sí no lo hubieran hecho antes, la mañana del 24 es obligatorio que luzca el Árbol navideño. El tradicional belén, sobre todo las figuras del Misterio – Jesús, María y José, también tienen tradición y arraigo pero menos que el árbol de Navidad y no tan extendido como en Italia o en países hispano hablantes.

Después de una preparación de unas cuantas horas, y no solo de la comida sino también de la casa, especialmente de la limpieza de las ventanas (esto es algo que no acabo de comprender bien, por qué motivo en Polonia se limpian a fondo las ventanas en la Víspera de la Navidad y del Domingo de Pascua), se agrupan junto a la mesa de Navidad con las mejoras galas de platos y cubiertos. Se agrupan pero no se sientan pues la Cena de la Nochebuena empieza  –  todos juntos y de pie – con la lectura del Nacimiento de Jesús según el Evangelio de san Mateo (1, 18-25) o de san Lucas (2, 1-20). Suele leerlo el padre de familia o el más pequeño.

Compartir el pan: Opłatek

A continuación viene el tal llamado Opłatek, en castellano oblea, que viene del latín oblatum – ofrenda de regalo. La oblea, también llamado pan de ángel o pan bendito, y en nuestro caso, hostia de Navidad, es una hoja de pan blanco, horneado con harina blanca y agua sin levadura, que se comparte en la mesa de Nochebuena. Todos siguen en pie y cada participante en la Vigilia toma una oblea de una bandeja preparada con ellas. Cada comensal sostiene su oblea con la mano izquierda y con la derecha parte un trozo de la oblea de otro participante, al mismo tiempo que expresa concretamente para esa persona sus mejores deseos, con palabras improvisadas, breves o largas, emotivas u oficiales, según el querer de cada uno. Y come ese pequeño trozo partido de la oblea ajena. La acción es respondida mutuamente por la otra persona. Y al final se estrechan las manos, lógicamente la derecha, que es la que está libre.

La hostia navideña es signo de reconciliación y perdón, de amistad y amor. Compartirlo al comienzo de la cena de la Vigilia de Nochebuena expresa el deseo de estar juntos, tiene una significación no sólo espiritual sino también material: el pan blanco recalca la naturaleza terrenal de los deseos, el tener y compartir. Cada uno debe ser como pan bueno y divisible, algo que se puede entregar. Tiene, lógicamente referencias con la petición en la oración del Padre Nuestro y con la Eucaristía.

La tradición de compartir (partir – con), es decir de romper mutuamente parte de la oblea o de la hostia Navideña tiene sus raíces en los primeros siglos del cristianismo. Inicialmente no tenía relación con la Navidad, era símbolo de la comunión espiritual de los miembros de la comunidad. La costumbre de bendecir el pan se llamaba eulogia (pan bendito). Con el tiempo, el pan se llevaba a la misa de Nochebuena, era bendecido y compartido. También se llevaba a los hogares de los enfermos, o los que por diversas razones no estaban en la iglesia, o se enviaba a familiares y amigos. La práctica de celebrar la eulogia, popular en los primeros siglos del cristianismo, comenzó a desaparecer en el siglo IX bajo los decretos de los sínodos carolingios, que querían evitar la confusión entre el pan consagrado (la Eucaristía) y el pan bendito (la eulogia).

Cena de Vigilia de Navidad

La cena de la Vigilia es una cena alegre, familiar y penitencial, sí ciertamente suena curioso pero es una cena de abstinencia de carnes. Es costumbre de ofrecer esa mortificación de no comer carne en ese día como preparación a la gran solemnidad de la Natividad del Señor. El no comer carne es algo que en Polonia sigue teniendo su importancia, pues se vive todos los viernes del año, y a los polacos les cuesta, no les es indiferente. La cena de la Vigilia consta de doce platos diversos, muchos de ellos de pescado, y todos muy bien preparados y de excelente sabor. Se empieza con la sopa, que suele ser un borsch, una sopa roja de remolacha. Después vienen los pierogi, cuyo nombre viene de la antigua raíz eslava pir-festividad, que consiste en una especie de pasta, de croqueta rellena de diferentes tipos y variedades de vegetal, tiene un cierto parecido a los ravioli italianos. Entre los pescados destaca la carpa frita. De bebida es también obligado el kompot, un tradicional jugo que se obtiene de la cocción de algunas frutas como fresas, manzanas, grosellas o ciruelas en una gran cantidad de agua a la que se añaden azúcar o pasas. Como postre no puede faltar la kutia, es una especie de pudin dulce elaborado con granos de cereal, o los makówki, un pastel hecho con granos de amapola.

En la mesa de la cena de la Vigilia debajo del mantel se suele colocar un poco de paja que recuerda el pesebre de Belén. Es también tradición dejar un lugar libre y preparado para el inesperado huésped. Es algo muy eslavo: la amable acogida al visitante, al que siempre se le invita a sentarse en la mesa común. Después de la cena toda la familia se reúne junto al árbol de Navidad donde están esparcidos bajo sus ramas los diferentes regalos. Alguien de la familia, que suele revestirse de san Nicolás, se encarga de repartirlos recitando poesías o bromas en alusión al homenajeado. Al acabar se cantan villancicos, kolenda, antiguas canciones de Navidad, de rico contenido teológico, que se cantan también en las iglesias. En algunas kolenda se habla de cómo en esta noche navideña tan especial los animales hablan con voz humana y entienden nuestro vocabulario. Quizá sea una interpretación de las palabras del profeta Isaías (1, 3): Conoce el buey a su amo, y el asno el pesebre de su dueño; Israel no me conoce, mi pueblo no recapacita.

La misa del gallo, que en Polonia se llama Pasterska, misa de los pastores, se celebra siempre a las doce de la noche. Muchas familias acuden a las iglesias, los templos están materialmente abarrotados y en las calles de las ciudades y de los campos se ve un ir y venir de coches y de luces.

La Eucaristía es el punto culminante de la celebración de la Vigilia. Antes ha habido los llamados rekolecje, ejercicios espirituales de tres días, en todas las parroquias, con la confesión al final. Hace unos meses escuché una conversación casual en la calle: ¿a dónde vas Marek? – Voy a la iglesia, a confesarme. – Pero ¿cómo es eso, si no es Navidad ni Pascua? Y es que acudir al sacramento de la penitencia en estos dos tiempos litúrgicos fuertes es también una arraigada costumbre. Ciertamente es importante la confesión frecuente, pero más importante es que por lo menos exista la confesión infrecuente de un par de veces al año. Los hechos hablan por si solos: en este país todavía se ven interminables colas para confesarse en Adviento y Cuaresma. Yo mismo he tenido la experiencia en esto días: me llamó el párroco de donde vivo y me pidió si podía esos días ayudarle a confesar. Estuvimos las tres jornadas cuatro sacerdotes dedicados a confesar durante bastantes horas. Si hay penitencia, hay sentido de pecado, hay la necesidad de un Salvador, de la venida de Jesús.

El autorMarija Meilutyte

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Un tesoro redescubierto cerca de la Navidad

Santiago Populín Such escribe para Omnes este breve cuento sobre la Navidad, muy adecuado para leer a los más pequeños de la casa.

Santiago Populín Such·24 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 5 minutos

Era una fría tarde de diciembre, la nieve cubría el patio y los quietos columpios invitaban a jugar. Faltaban cinco minutos para que sonara la campana, las vacaciones de Navidad estaban a minutos de comenzar. Todos los alumnos del cuarto curso de primaria miraban el viejo y ruidoso reloj colocado encima de la pizarra. De pronto, el profesor interrumpió sus miradas y dijo con fuerte voz: 

– La tarea para estas navidades es que realicen un escrito sobre lo que sueñan con ser de mayores. El escrito que más guste –haremos una votación entre varios profesores– ganará dos entradas para ir a la pista de patinaje sobre hielo.

Dicho esto, el reloj pasó a un segundo plano; ahora las mentes de los alumnos estaban en la pista de patinaje. La campana sonó y Tomás salió a toda prisa hacia el coche donde lo esperaba su madre. Se subió al coche junto a sus cuatro hermanos y dijo a su madre con gran ansiedad: 

– ¡Hola, mamá! ¿A que no sabes el premio que dará el profesor Luis a quien gane la mejor narración sobre lo que soñamos con ser de mayores? 

Su madre y sus hermanos lo miraron con intriga, y respondieron: 

– ¿Cuál es el premio?

– ¡Pues quien gane esa redacción recibirá dos entradas para ir a la pista de patinaje!

– ¡Impresionante!, dijo su madre con tono de sorpresa. – ¿Y ya sabes sobre qué escribirás? El año pasado soñabas con ser arqueólogo, como Indiana Jones. 

Sus hermanos mayores,  Lucía y Paco, se empezaron a reír. Sonrojado, Tomás contestó:

– Pues ya no, mamá, el año pasado era un niño, ahora ya soy mayor, me gustan otras cosas. Por ejemplo, quisiera ser ingeniero, como papá; o médico, para conducir una ambulancia; o profesor para no dar tareas a los niños; o quizá ser abogado y tener un despacho con una gran silla como la del tío Manuel.

María, su hermana de cinco años, lo interrumpió con voz de vieja emperatriz: 

– Podrías ser bombero, a ti te gusta mucho el fuego…¿verdad, mamá? 

Marta, la madre, se comenzó a reír.

– No sé… como he dicho, son muchas las profesiones que me atraen. Lo que estoy seguro es que quiero hacer algo importante, prosiguió Tomás.

Unos segundos antes de llegar a casa Tomás le preguntó a Marta:

– Mamá, ¿cuál era tu sueño de pequeña? ¿Lo has alcanzado?

Marta se quedó sin habla ante la pregunta y, tras unos segundos que al niño le parecieron una eternidad, contestó:

– Bueno, déjame pensar. Uy, ya llegamos, vamos a entrar que hace mucho frío y a tomar una rica merienda, ¡he preparado churros rellenos con dulce de leche! 

– ¡Bien! –gritaron todos, festejando la deliciosa merienda.

Marta quedó algo angustiada ante la pregunta. Antes de sentarse todos a merendar, se escuchó el sonido de la puerta y ella añadió:

– ¡Ya llegó papá! 

Luego de merendar todos juntos, Marta dijo a Juan, su esposo: 

– Cariño, iré un momento a la casa de mi padre para llevarle unas medicinas, está algo resfriado. Regreso cerca de las 20h. 

Juan la había notado algo extraña durante la merienda, pero pensó preguntarle qué le ocurría después de cenar, cuando ya estuvieran más tranquilos para conversar. 

Ni bien entró Marta por la puerta, su padre la notó algo rara.

– Hola, papá, ya estoy aquí, traje tus medicinas. ¿Qué tal llevas ese resfriado?

– Hija mía, ya estoy mejor, pero más bien yo te pregunto a ti: ¿qué tal estás? Te veo angustiada.

– Nada, papá, ¿por qué lo dices?

– Tienes una cara… Vamos, te conozco, ¿qué ocurre?

– Ay, papá, te das cuenta de todo, cómo me conoces, a ti no te puedo engañar.

– Sentémonos un momento –dijo su padre.

Marta, tomando aire profundamente, dijo: 

– Pues a ver, resulta que fui a buscar a los chicos al colegio y Tomás nos comentó la tarea que le dieron para navidades: escribir lo que sueñan ser de mayores. 

– Bien, pero, no es eso lo que te preocupa, ¿verdad? 

– No, papá. Lo que ocurre es que Tomi nos comentó cuáles son sus sueños: convertirse en un gran ingeniero, o un médico, o un profesor o un prestigioso abogado. Después me  preguntó qué soñaba yo de pequeña y si lo había alcanzado. Esto es lo que me dolió y angustió. Sabes que siempre soñé con ir a la universidad, pero la vida se complicó y no pude conseguirlo. No alcancé mi sueño y ahora soy una simple ama de casa sin ninguna profesión.

Antes de que Marta siguiera hablando, su padre la tomó de la mano y le dijo:

– Marta, hija mía, ¿cómo que no alcanzaste tu sueño? ¿No es tu familia, tu hogar, tu sueño alcanzado? Y, ¿cómo que eres una simple ama de casa sin profesión? Tú reúnes todas las profesiones con las que sueña Tomasito. Eres ingeniero, pues has construido una gran catedral, tu hermosa familia; eres médico, la semana pasada curaste a Juan de esa fuerte gripe gracias a tus cuidados y ahora me estás curando a mí; eres también profesora, ¿no vienen a tu casa los amigos de tus hijos a realizar su tareas porque tú les explicas muy bien?; y eres abogada, pues les defiendes de las injusticias de la vida. Y lo más importante, tú haces que Dios esté en tu casa, en tu cocina, en tu mesa, en la vida de los tuyos. 

Y antes de ver explotar en lágrimas a Marta, añadió:

-Y ahora vamos por una taza de té caliente.

Se hicieron las 20h y Marta se sobresaltó:

  • ¡Uy, qué tarde es! Papá, ya me tengo que ir, debo ir a preparar la cena. Gracias como siempre, ¡qué bueno es tenerte! Papaíto, ¿qué haría yo sin tus sabios consejos? 

Marta se despidió de su padre con un fuerte abrazo y una gran sonrisa. Así caminó hacia su casa, abrigada con el calor de su recuperada alegría, que aniquilaba el frío polar que hacía, y de este modo, su redescubrimiento le hizo llegar en un momento. 

Al abrir la puerta de su casa, se encontró con una entrañable escena: Juan, su esposo, leyendo un cuento al pequeño Pedro; María, jugando con el buey y el burro del Belén; Tomás, escribiendo su tarea para ganar las entradas a patinar, y un olor a salsa de tomate le llevó hacia la cocina, donde encontró a Paco y a Lucía preparando unas pizzas. En ese instante, y tras haber observado con detenimiento todo lo visto desde que entró por la puerta, Marta se emocionó, sus ojos se parecían a un cristal bajo la lluvia, pues recordó las palabras que su padre le había dicho minutos atrás.

– ¿Mamá qué ocurre?, le preguntó Lucía.

Sonriendo, Marta le dijo:

-Todo está bien, no me ocurre nada, hija, voy a preparar la mesa que ya me han ahorrado bastante trabajo haciendo la cena.

Al sentarse los siete en la mesa, Lucía tomó la palabra y mirando risueñamente a Marta, dijo con tono adolescente:

– Papá, a mamá le ocurre algo y no nos lo quiere decir. Está muy extraña desde que llegó de la casa del abuelo.

Juan miró a Marta y le dijo: 

-¿Qué sucede, cariño?

Marta, sonriendo, dijo con amable voz: 

– A ver, no os preocupéis, todo está bien. La verdad es que estoy muy contenta porque ya he recibido mi regalo de Navidad.

En ese instante, el pequeño Pedrito salió disparado hacia la sala de estar para ver si en la chimenea había llegado algún regalo para él también. 

– Mamá, ¿qué regalo has recibido?, preguntó con intriga Tomás.

– Todavía no es seis de enero, continuó María con cara de sorpresa.

Mientras Paco se comía toda la pizza, Pedrito volvió a entrar en el comedor gritando con tono desilusionado:

– ¡Mami, mami, no hay ningún regalo para mi en la chimenea! 

Marta, con una risa disimulada, tomó de la mano a Pedrito y mirando a todos dijo:

– A ver, el regalo de Navidad que he recibido sois vosotros, mi familia, mi sueño alcanzado. 

En esto, Pedrito, sin entender lo que ocurría en esa mesa, preguntó una vez más: 

-Mami, papi ¿dónde está mi regalo?, y todos comenzaron a reír a carcajadas.

El autorSantiago Populín Such

Bachiller en Teología por la Universidad de Navarra. Licenciado en Teología Espiritual por la Universidad de la Santa Cruz, Roma.

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La historia de “Noche de paz” (“Stille Nacht”)

“Noche de paz, noche santa”: así comienza en el idioma original uno de los villancicos más conocidos del mundo. Se canta en todos los idiomas posibles, en los cinco continentes. ¿Cuándo y cómo surgió? ¿Y quién es el compositor de tan célebre villancico? ¿Quizás el propio Wolfgang Amadeus Mozart? Echemos un vistazo al pasado de Europa: he aquí la historia de “Noche de Paz”.

Fritz Brunthaler·24 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 7 minutos

Las circunstancias históricas

Corría el año 1818. Las guerras contra Napoleón han provocado grandes penurias en el pueblo. La región de Salzburgo, un principado eclesiástico del Sacro Imperio Romano Germánico, gobernado durante siglos por un arzobispo, había perdido su independencia en 1805 y estaba completamente empobrecida. Las crónicas cuentan que multitudes de mendigos recorrían las calles de la ciudad de Salzburgo, pidiendo a la población donativos de caridad para subsistir. No sólo se dejaron sentir en la ciudad y en el campo las consecuencias de la guerra: destrucción, saqueo y muerte. 

Las disposiciones del Congreso de Viena de 1814-1815 trazan la nueva frontera entre Baviera y Austria a 20 kilómetros al norte de Salzburgo, por en medio de la ciudad de Laufen, a lo largo del río Salzach, de modo que el pequeño suburbio de Oberndorf queda separado del centro de la ciudad. Las familias se ven desgarradas y la ciudad se empobrece, pues los barqueros y los constructores de barcos pierden lo que era la base de su prosperidad desde hacía siglos, a saber, sus privilegios para el transporte de sal por el Salzach hacia el Danubio, y por él hasta Hungría. Se suceden catástrofes de inundaciones y pérdidas de cosechas, como la de 1816, que pasa a la historia como el “año sin verano”, porque la erupción del volcán Tambora, en Indonesia, tiene un impacto negativo en el clima de todo el mundo. Tiempos inciertos, pobreza, dificultades. ¿Qué puede dar esperanza?

La Nochebuena del 24 de diciembre de 1818

No hay pruebas definitivas de que los ratones hubieran roído, hasta inutilizarlos, los fuelles del órgano de la iglesia de San Nicolás, de Oberndorf. El hecho es que el órgano, que necesitaba una restauración desde hacía tiempo, ya no funciona, ¡y es Nochebuena! El párroco auxiliar Joseph Mohr, de 26 años, busca una solución para el arreglo musical de la Navidad. Lleva al organista Franz Xaver Gruber un poema navideño de seis estrofas, para que lo musicalice. Lo ha escrito en 1816 en Mariapfarr, lugar muy adentrado en las montañas de los Alpes, cuando era párroco auxiliar en ese lugar. Tal vez la representación del Niño Jesús que había en el retablo, con una llamativa cabeza rizada, le inspiró el verso de la primera estrofa: “Dulce muchacho de pelo rizado”. 

Ese mismo día, compone Gruber una sencilla melodía para dos voces y coro. “Noche de Paz, noche santa” fue cantada después de la Misa del Gallo, a la luz de las velas, a dos voces por Joseph Mohr (tenor) y Franz Xaver Gruber (bajo), junto al Belén de la iglesia -que hoy se encuentra en la ciudad de Ried, en la Alta Austria-, con el acompañamiento de Mohr a la guitarra. El árbol de Navidad era aún desconocido en aquella época, y no se generalizó hasta la primera mitad del siglo XIX, en Europa central.

Los habitantes de Oberndorf -agricultores, artesanos, barqueros- celebraban la Navidad decorando sus casas con maderas de coníferas y ramas de abeto. Luego limpiaban a fondo todas las habitaciones y recorrían todas las habitaciones y el establo con un recipiente de incienso encendido. Por la noche iban a la iglesia para la Misa del Gallo. Allí, estas sencillas gentes de Oberndorf escucharon por primera vez la canción “Noche de Paz”, e inmediatamente llegó hasta sus corazones: en aquellos tiempos de guerra, necesidad e inseguridad, era un mensaje de paz, de recogimiento y de salvación por el Niño recién nacido: “¡Jesús, el Salvador, está aquí!”.

Las personas

Joseph Mohr nació en la ciudad de Salzburgo en 1792. Era hijo ilegítimo, pero su madre no era en absoluto una mujer de vida ligera, porque en aquella época la gente sencilla sólo podía casarse si el terrateniente o las autoridades políticas lo permitían. José era una persona dotada, sobre todo musicalmente, y le ayudaron señores espirituales. Parece que por eso no tenía más alternativa que hacerse sacerdote. Nunca permaneció mucho tiempo en un mismo lugar como pastor, quizá también por su frágil salud, sobre todo de los pulmones. En Oberndorf sólo estuvo dos años, de 1817 a 1819.

Debido a su propia experiencia, como sacerdote estuvo siempre atento a los pobres. Cuando fue acusado de comprar un corzo a un cazador furtivo, se justificó diciendo que era para los más pobres. En Wagrain, vendió su vaca para que los niños pudieran comprar libros de texto. Siendo párroco le gustaba estar con la gente, se sentaba con ellos en la posada, tocaba la guitarra que a menudo llevaba consigo. No vivió para conocer la fama de su canción: murió en 1848 a consecuencia de una parálisis pulmonar, y está enterrado en Wagrain. No se sabe exactamente qué aspecto tenía, porque no se ha conservado ninguna foto suya.

Franz Xaver Gruber tuvo, en algunos aspectos, una vida algo más fácil que Mohr. Nació en 1787 en la localidad de Hochburg, en Salzburgo. Gracias a su talento musical -según la tradición, ya tocaba el órgano en la iglesia a los 12 años-, logró convencer a sus padres y, si no fue músico profesional, se convirtió en profesor e intérprete de música, especialmente de órgano. En 1816 era profesor de escuela primaria y organista en Arnsdorf, un pequeño pueblo a tres kilómetros al norte de Oberndorf, y luego también asistente de organista en Oberndorf.

De sus tres matrimonios -las esposas habían ido muriendo- tuvo doce hijos, de los que sólo sobrevivieron cuatro. Quizás su amor por la música también le ayudó a superar estas pérdidas, porque para él “Noche de Paz” no fue al principio su gran obra: compuso varias misas, que en la actualidad han sido publicadas. En 1854 contribuyó de forma decisiva a aclarar la autoría de “Noche de Paz”, cuando se había asumido que la música podría proceder de Michael Haydn, que había sido compositor de corte en Salzburgo y hermano menor del más conocido Joseph Haydn. En respuesta a una consulta de la Real Capilla de la Corte Prusiana sobre los autores de la canción, mencionó a Joseph Mohr y a él mismo, y señaló a la composición de la canción el 24 de diciembre de 1818. Franz Xaver Gruber murió en 1863 y está enterrado en Hallein.

La canción

Cuando “¡Noche de paz, noche santa!” sonó por primera vez en la noche del 24 de diciembre de 1818, nadie, ni siquiera sus dos creadores Gruber y Mohr, podía imaginar que llegaría a ser tan conocida y popular. Una melodía sencilla, ajustada a las instrucciones de las autoridades eclesiásticas para el cultivo de los cantos religiosos en aquella época, en compás de 6/8, para dos voces y coro. No se trata de un himno litúrgico en sentido estricto, por lo que pronto se introdujo en los hogares de la clase media para la celebración festiva de la Navidad, a lo que también contribuyó el uso de la lengua culta en lugar del dialecto. La melodía tiene rasgos tanto de canción pastoril como de canción de cuna, y ambos se encuentran en el tipo melódico “siciliano”, del que son características la melodía dulce y el ritmo oscilante.

Al principio se consideraba una “canción tirolesa”, porque el organero Mauracher, del Zillertal, en el Tirol, que se ofreció a restaurar el órgano en Oberndorf en 1824, lo llevó a su tierra natal. Varias familias de cantantes del Zillertal difundieron la canción: se dice que la familia Rainer la cantó allí ya en la Navidad de 1819, y tres años después también para el emperador Francisco I de Austria y su invitado de Rusia, el zar Alejandro. La familia Strasser, también del Zillertal, fabricaba guantes y combinaba presentaciones en ferias con actuaciones musicales. Está demostrado que los cuatro niños Strasser cantaron “Noche de Paz” en Leipzig en las Navidades de 1831.

Los viajes que hacía para cantar la familia Rainer los llevaron hasta Nueva York, donde “Noche de Paz” se escuchó por primera vez en 1839. La canción se difundió todavía más por su inclusión en diversas colecciones y entre los himnos litúrgicos protestantes, lo que se explica porque la letra de la canción subrayaba menos la fuerte devoción católica a María que era habitual en las Navidades de la época. En el siglo XIX hubo incluso voces críticas de clérigos católicos: sobre el texto, porque decían que era sentimental y de poco gusto, por lo que no podía captar el misterio de la Navidad; sobre la melodía, porque era plana y monótona, y porque otros himnos religiosos eran preferibles. Pero eso no pudo impedir que se extendiera por todo el mundo.

Hoy

La iglesia de San Nicolás, donde se oyó por primera vez “Noche de Paz”, fue demolida a principios del siglo XX debido a las constantes inundaciones y al peligro de hundimiento. En sustitución se levanta desde 1937 la capilla memorial octogonal Gruber-Mohr en un lugar seguro de Oberndorf.

Existen traducciones y versiones de la canción en más de 320 idiomas y dialectos. Normalmente se cantan las estrofas primera, segunda y sexta.

En los lugares donde nacieron y trabajaron Gruber y Mohr, en Salzburgo y en la Alta Austria, hay museos y monumentos conmemorativos de “Noche de Paz”. Pero también en otros lugares, incluso en los Estados Unidos, en Frankenmuth, Michigan, hay un extenso archivo relacionado con la canción, donado por la familia Bronner, y en la propiedad contigua hay placas con la letra de “Noche de Paz” en 311 idiomas.

En 2004, se dio a un asteroide el nombre de “Gruber-Mohr”. En 2011, “Noche de paz, noche santa” fue reconocida por la UNESCO como patrimonio cultural mundial inmaterial.

El texto original en alemán, y el texto en traducción al español

A continuación reproducimos el texto original de “Noche de paz”, así como una traducción privada directa, sin rimas ni adaptaciones.

Texto original de Joseph Mohr en alemán

1. Stille Nacht! Heilige Nacht! Alles schläft; einsam wacht Nur das traute heilige Paar. Holder Knab im lockigten Haar, Schlafe in himmlischer Ruh! Schlafe in himmlischer Ruh!

2. Stille Nacht! Heilige Nacht! Gottes Sohn! O wie lacht Lieb´ aus deinem göttlichen Mund, Da uns schlägt die rettende Stund`. Jesus in deiner Geburt! Jesus in deiner Geburt!

3. Stille Nacht! Heilige Nacht! Die der Welt Heil gebracht, Aus des Himmels goldenen Höhn Uns der Gnaden Fülle läßt seh´n Jesum in Menschengestalt, Jesum in Menschengestalt

4. Stille Nacht! Heilige Nacht! Wo sich heut alle Macht Väterlicher Liebe ergoß Und als Bruder huldvoll umschloß Jesus die Völker der Welt, Jesus die Völker der Welt.

5. Stille Nacht! Heilige Nacht! Lange schon uns bedacht, Als der Herr vom Grimme befreit, In der Väter urgrauer Zeit Aller Welt Schonung verhieß, Aller Welt Schonung verhieß.

6. Stille Nacht! Heilige Nacht! Hirten erst kundgemacht Durch der Engel Alleluja, Tönt es laut bei Ferne und Nah: Jesus der Retter ist da! Jesus der Retter ist da!

Traducción privada en español

1. ¡Noche de silencio! ¡Noche santa! Todo duerme; únicamente la santa pareja vela en soledad. ¡Dulce niño de pelo rizado, duerme en celestial reposo! ¡Duerme en celestial reposo!

2. ¡Noche de silencio! ¡Noche santa! ¡Hijo de Dios! ¡Oh, cómo ríe el amor en tu boca divina, cuando suena para nosotros la hora salvadora, Jesús, en tu nacimiento! ¡Jesús en tu nacimiento!

3. ¡Noche de silencio! ¡Noche santa! La que trajo la salvación al mundo, desde las alturas doradas del cielo nos deja ver la plenitud de la gracia, ¡a Jesús en forma humana, a Jesús en forma humana!

4. ¡Noche de silencio! ¡Noche santa! Donde hoy se derramó todo el poder del amor paternal, y como un hermano abrazó Jesús con benevolencia a los pueblos del mundo, Jesús a los pueblos del mundo.

5. ¡Noche de silencio! ¡Noche santa! Habiendo pensado desde hace mucho tiempo en nosotros, cuando el Señor libera de la ira, en el tiempo remoto de los padres prometió indulgencia a todo el mundo, prometió indulgencia a todo el mundo.

6. ¡Noche de silencio! ¡Noche santa! Dado a conocer primero a los pastores por el Aleluya de los ángeles, resuena con fuerza a lo largo y a lo ancho: ¡Jesús, el Salvador, está aquí! ¡Jesús, el Salvador, está aquí!

El autorFritz Brunthaler

Austria

El comienzo de una historia

Una pequeña historia que rememora lo que pudo haber rodeado aquel acontecimiento que marcó el rumbo de la Historia.

23 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 3 minutos

Por el camino avanza un hombre joven, apenas veinte años, lleva del ronzal un borrico con su albarda y unos serones en los que transporta lo imprescindible para el viaje. Encima del animal, orgulloso de su carga, una mujer, casi una niña, casi cumplida, si no lo está ya. José, preocupado, no deja de mirar atrás, hacia su esposa virgen: “¿Vas bien?, ¿quieres que descansemos?”. “Tranquilo José, sonríe María, el Niño y yo vamos bien. Creo que el paso cansino del borrico lo ha dormido. Ya apenas se mueve”; pero José no se tranquiliza.

En el pueblo hay demasiado alboroto. Buscan un sitio más tranquilo en el que disfrutar su intimidad. Llegan a una cueva acondicionada para establo y aperos, allí se quedan.

Casi todo lo dispone la Providencia Divina. Casi todo porque hay cosas que el Señor deja que las organice su Madre y ahora que el parto parece inminente es Ella quien toma la dirección.

Mientras José se ocupa de quitarle el aparejo al borrico y meter las cosas dentro, María limpia y ordena el establo. Aparta la paja sucia y prepara un suelo de paja limpia sobre la que esparce romero, a modo de alfombra. Al fondo hay un pesebre que rellena con su manto mullido como colchón, sobre él extiende un paño de hilo que le había preparado su madre. Serán los corporales que acogerán al Niño.

Terminados los preparativos se sientan, por fin, a descansar. Al fondo una mula, tercamente dócil, y un buey, de brava mansedumbre, asombrados, les dan protección y ofrecen compañía. Sentados en el suelo, cogidos de la mano, José y María hablan en voz baja.

Estaban los dos hablando, ¿o estaban rezando?, cuando María aprieta las manos de José:

-Me parece que ya está aquí.

El aire se hizo más fino, la luna se detuvo un instante ¡y se realizó el milagro! Casi sin advertirlo María, el Niño pasó de su seno al romero, para volver del romero a su costado.

Así, tan sencillamente, recibió la Tierra la irrupción de Dios en el tiempo, la presencia deslumbrante de lo divino en la vida ordinaria.

Con la experiencia que da el amor a las madres, María toma a su Hijo en brazos, lo estrecha suavemente en su pecho, con gesto que repetirá, años más tarde, al pie de la Cruz, y lo besa, ¡su primer beso a Dios hecho hombre!

– ¡Mi Hijo y mi Dios!

Caen sobre la cabeza del Niño, a modo de bautizo, las primeras lágrimas de amor.

Jesús, la Palabra eterna del Padre, recién nacido calla. La Virgen, ajena a todo, mira a su Hijo que sonríe, y va sacando recuerdos que guardaba en su corazón. Recuerdos de hace nueve meses, cuando el Arcángel Gabriel le hizo la proposición más sorprendente que había recibido nunca un ser humano: “¿quieres ser Madre de Dios?, ¿quieres ser corredentora de la Humanidad?”.

Ahora están los tres solos en la catedral de Belén en una serena explosión de amor. La criatura ha sido creada para amar y se perfecciona en la entrega, por eso el amor es donación gratuita del amor recibido de Dios, aceptado con humildad. Los ángeles contemplan con admiración la corriente de amor en la que se afirma esa Sagrada Familia.

La gente se va acercando al establo. Mujeres envueltas en sus mantos llevando canastos con comida; otras, más jóvenes, con sábanas bordadas para envolver al Niño; hombres rudos, del pueblo, para echar una mano en lo que haga falta, y niños, muchos niños que nadie sabe de dónde han salido. Son los que se fueron al cielo antes de nacer. Unos porque la Virgen así lo dispuso, otros porque sus madres no les abrieron los brazos y tuvieron que refugiarse en los de la Madre Amable. Llevaban tiempo esperándolo, ahora, por fin, ya pueden disfrutar con Él.

Por las afueras del pueblo avanza una vistosa caravana. Son reyes, o magos, o algo así. Con la solemnidad propia de su rango entran en el establo, saludan a la Madre, besan los pies al Niño adorándolo – el conocimiento de Dios es inseparable de la adoración- y, según la costumbre oriental, se acercan al padre a darle un abrazo y ofrecerle regalos: Oro, para coronar al Rey, incienso, para adorar al Dios, Mirra, para embalsamar al Redentor.

¿Cómo continuó la historia?, creo que, después de muchas vicisitudes, la familia se instaló en Nazaret y allí vivieron muchos años; pero ése ya es otro capítulo, ahora disfrutamos de éste

El autorIgnacio Valduérteles

Doctor en Administración de Empresas. Director del Instituto de Investigación Aplicada a la Pyme Hermano Mayor (2017-2020) de la Hermandad de la Soledad de San Lorenzo, en Sevilla. Ha publicado varios libros, monografías y artículos sobre las hermandades.

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Recursos

Los mejores villancicos para estas fiestas

Omnes trae una lista de villancicos para disfrutar estas fiestas.

Paloma López Campos·23 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: < 1 minuto

Empieza la cuenta atrás para la Nochebuena y el día de Navidad. Entre los preparativos, las comidas y los recados de última hora, os dejamos una lista con algunos villancicos para pasar estos días de fiesta.

Mary, did you know? – Pentatonix

I´ll be home for Christmas – Michael Bublé

In the bleak mid-winter – The Choirboys

O Holy Night – The Tabernacle Choir

Let it snow – Frank Sinatra

Tu scendi dalle stelle – The Three Tenors

Veni, veni Emmanuel – Canto Católico

El burrito de Belén – Juanes

Canción para la Navidad – José Luis Perales

Sizalelwe Indonana – Kimbolton Prep Music

O Tannenbaum – Andrea Bocelli

Adeste, fideles – Ars Cantus

Il est né le divin enfant

Mundo

Cardenal Filoni: “Debemos amar Tierra Santa”

El cardenal Filoni, Gran Maestre de la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro, habla en Omnes sobre Tierra Santa y su relación con los cristianos de todo el mundo.

Federico Piana·23 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 3 minutos

Hay una institución en la Iglesia Católica que tiene una misión que nunca ha cambiado a lo largo de los siglos: la de cuidar y apoyar a los cristianos de Tierra Santa. Se trata de la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén, cuyos orígenes históricos se remontan a 1336 y a la que san Juan Pablo II concedió personalidad jurídica vaticana.

En la actualidad, la Orden cuenta con 30.000 caballeros y damas laicos en todo el mundo, está organizada en 60 Luogotenencias y una docena de Delegaciones Magistrales, y hace unos dos años renovó su estatuto con la aprobación del Papa Francisco. «Creemos que Tierra Santa no puede considerarse un yacimiento arqueológico de la fe, sino que debe vivir una realidad viva compuesta por las familias cristianas que la habitan y los numerosos peregrinos que la visitan cada año», explica el Cardenal Fernando Filoni, Gran Maestre de la Orden, según el cual la fuerza de la institución que dirige «tiene su origen en el gran entusiasmo que sus miembros ponen en todas las actividades que realizamos».

En el complicado contexto internacional actual, ¿cómo consigue la Orden cumplir su misión principal? 

– En primer lugar, debemos decir que debemos amar Tierra Santa: no sólo por lo que representa culturalmente, sino sobre todo por el hecho de que Jesús nació, vivió, predicó y llevó a cabo allí su misión de salvación. Ahora, apoyar a los cristianos significa continuar la presencia de una realidad viva en Tierra Santa. La primera comunidad cristiana estaba formada por los discípulos del Señor y nunca se ha extinguido. Esto significa, sin embargo, que hay que apoyar a esta «Iglesia madre», que luego dio a luz, mediante la evangelización, a muchas otras Iglesias del mundo. Por ello, las Iglesias del mundo sienten que les corresponde apoyar a la Iglesia de Tierra Santa en este momento histórico, porque la presencia de cristianos en esas zonas ha disminuido mucho, y si no hay una contribución financiera, además de emocional, Tierra Santa corre el riesgo de convertirse en un lugar turístico, en un yacimiento arqueológico de la fe. Y no queremos que esto ocurra. El apoyo que la Orden presta a Tierra Santa sirve para ayudar a todos aquellos que tienen una razón para vivir en Tierra Santa: no sólo cristianos, sino también judíos y musulmanes.

Recientemente, la Orden también se está desarrollando en Eslovaquia y ha iniciado proyectos de expansión en África: ¿en qué consiste este gran esfuerzo y cuál es su motivación?

– Nuestra intención es abrir un poco más la Orden, que ya está muy presente en los países europeos y en Norteamérica. La idea es aumentar nuestra presencia en Sudamérica, Centroamérica, pero también iniciar algunos proyectos en África y Asia. Hacemos todo esto porque la Orden está abierta a todos: y la preocupación por Tierra Santa debe llevar también a todas las demás Iglesias del mundo -minoritarias o mayoritarias- a tener a Tierra Santa en el corazón. Si la Iglesia es católica, la catolicidad debe alcanzar también a aquellas realidades continentales menos presentes en este momento, pero que no deben ser excluidas. Nuestros caballeros y damas no son los que se ocupan ocasionalmente de Tierra Santa, sino que lo hacen con una estabilidad de compromiso, y es bonito pensar que también pueden formarse en países donde la Orden está menos presente hoy en día.

Actualmente, ¿qué compromiso se exige a los miembros de la Orden en todo el mundo? ¿Ha cambiado con respecto a los nuevos retos geopolíticos mundiales?

– Siempre digo que el compromiso de los miembros de la Orden se apoya en tres pilares: la formación espiritual, que nace del misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor, el amor a Tierra Santa y la dedicación a su Iglesia local. Por lo general, nuestros caballeros y damas son laicos, profesionales muy preparados, que pueden aportar mucho a cada Iglesia local, una contribución verdaderamente cualificada. Su amor por la Iglesia local se extiende a toda Tierra Santa.

¿Cómo está viviendo la Orden el camino sinodal?

– La Orden no es una diócesis, y aunque bromeo diciendo que soy un párroco con 30.000 fieles repartidos por todo el mundo, ni siquiera es una parroquia. Sus miembros forman parte de las Iglesias locales y, como tales, aportan y aportarán su contribución a todo el camino sinodal.

El autorFederico Piana

 Periodista. Trabaja en Radio Vaticana y colabora con L'Osservatore Romano.

Vaticano

Gratitud, conversión y paz: los deseos del Papa a la Curia Romana

El Papa Francisco ha mantenido su tradicional encuentro de Navidad con quienes prestan su servicio en la Curia vaticana. Conversión, gratitud y perdón han centrado las palabras del Santo Padre en su discurso de este año.

Giovanni Tridente·22 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 4 minutos

Para su décimo discurso a la Curia Romana con ocasión del intercambio de felicitaciones navideñas, el Papa Francisco eligió la práctica de un prolongado «examen de conciencia», basado en una profunda actitud de gratitud, para favorecer una verdadera conversión de los corazones y generar sentimientos de paz en el entorno.

Al recibir a los Cardenales y Superiores de la Curia Romana en la Audiencia, el Pontífice repitió la práctica de la parresía, es decir, decir libremente las cosas que están mal, pero proponiendo una «solución» realista a cada caída que pueda surgir en la Iglesia, y en particular en la Curia Romana.

Francisco habló en primer lugar de la necesidad de «volver a lo esencial de la propia vida», liberándose de todo lo superfluo que impide un verdadero camino de santidad. Para ello, sin embargo, es importante tener «memoria del bien» recibido de Dios en cada paso de nuestra vida, a fin de lograr esa actitud interior que te lleva a la gratitud.

El esfuerzo consiste en hacer, en todas las circunstancias, un ejercicio consciente de «todo el bien que podamos», superando el «orgullo espiritual» que nos hace creer que ya lo hemos aprendido todo o que estamos a salvo y en el lado correcto.

Este proceso se llama «conversión» y se traduce en la «verdadera lucha contra el mal», logrando desenmascarar incluso aquellas tentaciones más insidiosas, a menudo disfrazadas, que nos hacen «confiar demasiado en nosotros mismos, en nuestras estrategias, en nuestros programas». En este punto, el Pontífice citó expresamente el riesgo del «fijismo» (como si no hubiera necesidad de una mayor comprensión del Evangelio) y del «espíritu pelagiano», así como la herejía de dejar de traducir el Evangelio «en las lenguas y modos actuales».

El mayor ejemplo de este tipo de conversión en la Iglesia, el Papa Francisco lo vislumbra en el Concilio Vaticano II, la mayor y más reciente ocasión que dio el intento de «comprender mejor el Evangelio, de hacerlo actual, vivo y operante en este momento histórico». Y en esta estela se inserta el camino sinodal actualmente en curso, porque la «comprensión del mensaje de Cristo no tiene fin y nos provoca continuamente».

Entre las palabras clave utilizadas por el Santo Padre para dejar de convertirse continuamente está la «vigilancia» precisamente respecto a todos esos «demonios educados» que se cuelan en nuestros días sin que nos demos cuenta, provocando entre otras cosas el engaño de «sentirse justos y despreciar a los demás». Aquí es donde entra en juego «la práctica cotidiana del examen de conciencia» -sugirió Francisco-, que también nos permite abandonar «la tentación de pensar que estamos a salvo, que somos mejores, que ya no necesitamos convertirnos».

Y sin embargo, advirtió el Pontífice, los que están dentro del cerco, «en el corazón mismo del cuerpo eclesial», como pueden ser los que trabajan en la Curia romana, precisamente, están «más en peligro que todos los demás, minados precisamente «por el diablo educado».

El Papa dirigió un último pensamiento a la paz, con referencia sin duda a Ucrania y a todas las demás partes del mundo, donde en el fracaso de esta tragedia y con respeto a los que allí sufren «sólo podemos reconocer a Jesús crucificado». Pero incluso en este caso no debemos ser ingenuos, porque si nos preocupamos por la cultura de paz, debemos ser conscientes de que «empieza en el corazón de cada uno de nosotros».

Esto significa que incluso entre «gente de Iglesia», y quizás sobre todo, debemos arrancar «toda raíz de odio, de resentimiento hacia nuestros hermanos y hermanas que viven a nuestro lado».

«Que cada uno empiece por sí mismo», añadió el Papa Francisco, citando los muchos tipos de violencia que no sólo implican las armas o la guerra, sino -precisamente pensando en los círculos curiales- la violencia verbal, la violencia psicológica, el abuso de poder o la violencia oculta de los chismes: «depongamos toda arma de cualquier tipo.»

Por último, la invitación a practicar la misericordia, reconociendo que todos pueden tener límites y que «no hay Iglesia pura para los puros», y a ejercer el perdón, concediendo siempre otra oportunidad, ya que «uno se hace santo por ensayo y error».

El año de la Curia: reforma y más laicos

Por su parte, el Card. Giovanni Battista Re, Decano del Colegio Cardenalicio ha sido el encargado de saludar al Santo Padre en nombre de quienes componen la Curia romana. En su saludo, el cardenal Re ha recordado “la dramática situación que atraviesa la humanidad, no sólo a causa de la pandemia de Covid, que aún no ha terminado en el mundo, sino sobre todo por las trágicas guerras, que siguen provocando el derramamiento de ríos de lágrimas y sangre”, y se ha referido, en concreto a la guerra con Ucrania, que se acerca a su primer aniversario y ante la que “Su Santidad ha alzado continuamente la voz para dejar claro que ‘con la guerra todos estamos derrotados’ y para subrayar que la guerra es una locura, una matanza inútil, una monstruosidad, pidiendo enérgicamente el cese de las armas y unas negociaciones de paz serias”.

En cuanto a la Curia, el Decano del Colegio Cardenalicio ha señalaro que “el año que termina sigue marcado por la reforma promulgada con la Constitución apostólica Praedicate Evangelium, que responde a las necesidades de nuestro tiempo y contribuye a que la Curia romana responda mejor a sus grandes tareas de servicio al Primado del Papa y de servicio a los Obispos y a la Iglesia en este momento histórico” y ha destacado “la satisfacción en la Curia por el aumento de laicos y laicas en diversos puestos importantes de responsabilidad, que no presuponen el sacramento del Orden”. “Esta reforma” ha subrayado Re “nos compromete a todos a una espiritualidad más profunda, a una mayor dedicación y a un espíritu de servicio más intenso, con un sentido íntimo de responsabilidad hacia la Iglesia y el mundo y con una fraternidad más intensa entre nosotros”.

Además el cardenal Re ha recordado los viajes a Canadá, Bahrein y Malta del Santo Padre ,  que muestran su empeño por abordar “los turbulentos problemas de la sociedad”.

Iniciativas

Jesús nace para todos

Después de dos años vuelve “Sembradores de estrellas”, una de las iniciativas de Infancia Misionera para felicitar la Navidad en España.

Paloma López Campos·22 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: < 1 minuto

El objetivo de esta iniciativa es que los más pequeños de la familia se conviertan en jóvenes misioneros, devolviendo a la Navidad su auténtico sentido. Los niños salen a la calle y reparten pegatinas con el lema “Jesús nace para ti”, cantan villancicos y pasean por las calles.

Sembradores de Estrellas vio la luz en 1977, gracias a un sacerdote jesuita. Gracias a él, las últimas semanas de Adviento cientos de niños salen por sus pueblos y ciudades para felicitar la Navidad a todos de parte de los misioneros.

Obras Misionales Pontificias propone a los niños una manualidad, para que hagan sus propias estrellas con los colores misioneros. Además, facilita un guión para “el envío de los sembradores de estrellas” que consiste en un breve saludo, la lectura de un pasaje del Evangelio y, finalmente, el envío.

Este año se ha elegido como lectura Mateo 2, 9-12: “[Los magos] se pusieron en camino y, de pronto, la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se retiraron a su tierra por otro camino».

Esta iniciativa sirve como preparación para la Jornada de la Infancia Misionera, que celebraremos el próximo 15 de enero. Gracias al apoyo de los niños, todos los años los misioneros pueden ayudar a más de 4 millones de pequeños en 2500 proyectos distintos de Obras Misionales Pontificias.

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