Vaticano

El Papa Francisco: “No podemos confinar la fe entre los muros de los templos”

El Papa Francisco ha presidido la Santa misa de la solemnidad de la Epifanía del Señor, la penúltima de las grandes celebraciones de esta Semana de Navidad que ha estado marcada por la despedida a Benedicto XVI.

Maria José Atienza·6 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 2 minutos

La basílica de san Pedro ha vuelto a ser el epicentro de la vida de la Iglesia en Roma. Junto a obispos y sacerdotes y unos 5.000 fieles, el Papa Francisco ha presidido la Santa misa de la solemnidad de la Epifanía del Señor. Una celebración en la que el Papa Francisco ha comparado la vida de fe con el camino de los magos de Oriente.

El Papa ha querido comenzar sus palabras apuntando cómo la “fe no nace de nuestros méritos o de razonamientos teóricos, sino que es don de Dios”, una gracia de Dios que hace despertar en nosotros una “inquietud que nos mantiene despiertos; cuando nos dejamos interrogar, cuando no nos conformamos con la tranquilidad de nuestros hábitos, sino que nos la jugamos”.

La respuesta personal es ese ponerse en camino de los magos que, asumiendo sus riesgos, dejan sus tranquilidades para buscar a Dios. En esta línea, el Papa ha advertido sobre los “tranquilizantes del alma”, que se multiplican en la actualidad y que aparecen como “sustitutos para sedar nuestra inquietud y apagar esas preguntas, desde los productos del consumismo a las seducciones del placer, desde los debates sensacionalistas hasta la idolatría del bienestar”.

Así ha señalado el Papa los dos primeros puntos que podemos aprender de la actitud de los magos: en primer lugar, la inquietud de las preguntas. El segundo lugar, el riesgo del camino en el que encontramos a Dios.

Esta actitud de camino, de pregunta interior y de búsqueda sincera de Dios a pesar de renunciar a las comodidades, “de nada sirve activarnos pastoralmente si no ponemos a Jesús en el centro y lo adoramos”, es lo que describe la vida de fe, ha continuado el Papa “sin un camino continuo y un diálogo constante con el Señor, sin la escucha de la Palabra, sin la perseverancia, no se puede crecer. La fe, si permanece estática, no crece; no podemos reducirla a una mera devoción personal o confinarla entre los muros de los templos, sino que es necesario manifestarla”.

El Papa ha concluido sus palabras con una llamada a “adorar a Dios y no a nuestro yo; adoremos a Dios para no inclinarnos ante las cosas que pasan ni ante las lógicas seductoras y vacías del mal”.

La celebración ha seguido su curso habitual terminando con la adoración a la imagen del Niño Jesús, propio de este tiempo de Navidad.

Firmas invitadasJulio Iñiguez Estremiana

Con Benedicto XVI en Cuatro Vientos

Millones de personas estuvieron con el Papa Benedicto XVI en Cuatro Vientos durante la adoración al Santísimo, bajo la lluvia y el fuerte viento que se levantó de manera imprevista.

6 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 4 minutos

He tenido el privilegio de estar muchas veces con Benedicto XVI durante su pontificado: en España, en Roma y en Castel Gandolfo; pero hay una de ellas que recuerdo con toda viveza -pienso que nunca lo olvidaré- y quiero compartir con Vds. en estos momentos en los que el catolicismo y el mundo entero despide al papa emérito, y no siempre con la honestidad que su egregia figura merece. Y lo hago como reconocimiento y agradecimiento a lo mucho que nos ha dado: es mi humilde homenaje al Papa Benedicto XVI.

Prolegómenos

Nos retrotraemos al sábado 20 de agosto de 2011, en Madrid, durante la Jornada Mundial de la Juventud. Ese día estaba programado un encuentro con el Papa en Cuatro Vientos y allí nos dirigimos desde por la mañana los dos millones de personas que llegamos al lugar del encuentro para acompañarle y escucharle y participar en los actos -esa tarde Niña Pastori interpretó ante el Papa un Ave María maravillosa-.

Por la mañana, recién llegado desde Sevilla, donde participaba en un curso de verano, tomé el metro que me acercaría a la explanada donde se iba a celebrar el encuentro con el Papa; al salir de la estación de destino, me sorprendió el escenario que me encontré: riadas de peregrinos, jóvenes y no tan jóvenes, mujeres y varones, procedentes de todo el mundo -a juzgar por las banderas que enarbolaban-, caminábamos todos hacia un mismo destino: Cuatro Vientos. 

El día era soleado y muy caluroso, tan caluroso era que los vecinos de las calles por las que pasábamos se animaron a aliviar nuestros sudores con agua en todo tipo de recipientes, e incluso nos duchaban con mangueras desde ventanas y balcones. Todas estas desinteresadas atenciones las recibíamos con enorme agradecimiento. Ni una nube se contemplaba en el horizonte.

Los numerosos y diversos grupos de peregrinos llegábamos a la explanada y, previo paso por los controles donde cada quien debía acreditar que disponía de invitación para el evento, íbamos ocupando nuestras respectivas parcelas o sillas reservadas. Muchos grupos levantaban tiendas de campaña o sombrillas para protegerse del sol durante lo que quedaba de día. También había repartidas por toda la explanada tiendas de campaña en las que se guardaban con todo respeto las sagradas formas que se darían al día siguiente en la comunión de la Eucaristía que presidiría Benedicto XVI y que cerraría los actos de la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid.

A media tarde apareció una pequeña nube por el sur, que no infundió temor alguno en la gente, ya que ninguna previsión metereológica pronosticaba la más mínima incidencia para esa tarde ni para el día siguiente; pero la nube fue creciendo, al principio lentamente y luego cada vez más rápido, hasta que todo el cielo que teníamos a nuestra vista quedó completamente oscuro y sobremanera amenazante. De pronto se levantó un vendaval, seguidamente comenzó a llover y finalmente se desencadenó una furiosa tormenta que bien podríamos calificar de “tormenta perfecta”: el viento amenazaba con elevar por los aires toda la estructura montada para el estrado y el altar, de hecho hubo alguna puerta y otros elementos que salieron volando. El terreno quedó completamente embarrado y encharcado, toda la gente tenía la ropa empapada de agua y a muchos se les veía rezando, de rodillas, sobre el barro.

Exposición y adoración al Santísimo Sacramento

Debido a estos acontecimientos, completamente inesperados, los comentarios que se oían por todas partes iban en la línea de que se suspendería la exposición y adoración al Santísimo Sacramento prevista como último acto de la tarde-noche; pero, de repente, vimos que en el estrado aparecía la cruz de la custodia de Arfe, la cual se elevaba, en medio de un silencio sobrecogedor -todavía éramos más de un millón de personas- hasta quedar toda ella, majestuosa y deslumbrante, a la vista de todos en el estrado, junto al altar. Era la custodia de Arfe, traída desde Toledo para la ocasión, una de las obras de orfebrería más bellas jamás creada.

Lo que se vivió después no me siento capaz de describirlo. Sólo apuntaré los hechos y que cada quien deje volar su imaginación: durante un buen rato, todos arrodillados sobre el barro del terreno, en absoluto silencio, rezamos y adoramos al Santísimo expuesto en la custodia, cada uno interiormente.

Al terminar el acto, el Papa nos dirigió unas cariñosas palabras, agradeciendo nuestra presencia y animándonos a descansar antes de volver a vernos al día siguiente para la Santa Misa. Recuerdo textualmente una frase que nos dijo: “hemos vivido una aventura juntos.” Y era verdad: una aventura emocionante. 

Una explicación de los hechos

Yo oí contar, de viva voz en primera persona, al sacerdote D. Javier Cremades, que formó parte del equipo de organizadores del acto de Cuatro Vientos y que estuvo presente la tarde-noche de autos, que los más inmediatos colaboradores del Papa le insistían en suspender la exposición y adoración con el Santísimo Sacramento, porque temían que pudiera ocurrir alguna desgracia, a causa del deterioro que había ocasionado el vendaval en la estructura el estrado donde iba a rezar el Papa, junto con los muchos acompañantes -sobre todo eclesiásticos-. Pero Benedicto XVI, según d. Javier, se mantuvo firme y dio la orden de que se izara la Custodia de Arfe y se celebrara, según los previsto, la exposición y adoración al Santísimo Sacramento.

También recuerdo que d. Javier, a título personal, nos dijo que él estaba convencido de que el vendaval y la tormenta de esa tarde-noche en Madrid fue obra del diablo, en un intento de sabotear el acto. Esta interpretación no es en absoluto descartable, recuérdese, como ya he dicho más arriba, que ninguna previsión meteorológica pronosticaba lluvia para ese día en Madrid.

Mi humilde opinión sobre estos hechos es que Benedicto XVI tuvo, de la manera que sea, la certeza de que efectivamente el demonio había tratado de sabotear la exposición y adoración al Santísimo Sacramento, y también que nadie iba a sufrir ningún daño, ya que el demonio sólo tiene poder para atemorizarnos a los hombres, pero no puede causarnos daño.

El autorJulio Iñiguez Estremiana

Físico. Profesor de Matemáticas, Física y Religión en Bachillerato

Experiencias

Los Reyes Magos son… cinco

Regalo misionero es la iniciativa de cinco amigos que, durante un tiempo, se convierten en unos singulares Reyes Magos para llevar regalos a hospitales, casas de acogida y residencias de ancianos. Gracias a la ayuda de decenas de particulares y empresas, los regalos repartidos se cuentan por miles y esperan llegar a más personas. 

Arsenio Fernández de Mesa·6 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 2 minutos

Es Navidad, la época de los regalos. Mientras muchas personas se levantan en sus casas el día de Reyes y abren los presentes llegados de Oriente, no pocos se quedan sin saborear las delicias de ese mágico día. 

El proyecto Regalo misionero busca lograr que reciban regalos aquellos que no suelen tener nada que desenvolver y así puedan sentir algo de ese espíritu navideño, porque quien recibe un regalo percibe que alguien le quiere: ¡han repartido 4.000! 

Me siento a tomar un café con Laura, María, Bea, Aída y Antonio, cinco amigos unidos cada vez más estrechamente gracias al grupo de fe parroquial en el que participan. Sin duda ese deseo de tratar a Dios y darle a conocer ha contribuido al intenso trabajo por esta hermosa iniciativa que lleva la alegría a tantas personas. 

Al principio pensaron solamente en niños, pero gracias a una amiga, que trabaja en Cáritas, se dieron cuenta que a todas las edades hace ilusión recibir regalos. 

Me cuenta María que este proyecto surgió en época del Covid y ha crecido exponencialmente: “empezamos con 16 centros beneficiarios y ahora estamos en 60. De los beneficiarios particulares la mayoría son niños pero hay muchos ancianos”. Incluyeron residencias de personas con pocos recursos, pero también tienen algún hospital, centros de paliativos o casas de acogida: “todo procede de donaciones, tanto de particulares como de empresas”. Hicieron una campaña desde mediados de noviembre con muchos carteles. Lo divulgaron en redes, estados de whatsapp y grupos de amigos. También por las parroquias. La gente les lleva regalos, cosas usadas, pero resulta esencial que se mantengan en buen estado. El lema que tienen es que si no vale para mí no vale para nadie. Muchas personas entregan también donaciones en efectivo. Las empresas, tiendas o grandes almacenes hacen numerosas donaciones de sus productos. Algunos comercios, por ejemplo, les entregaron cajas llenas de bufandas. El aluvión de generosidad ha sido impresionante. 

Los cinco comandan esta aventura, recibiendo donaciones, contactando con los centros para saber cuántos residentes hay, qué les haría ilusión recibir o en qué fechas les viene mejor la aparición de los regalos: “a nosotros nos encantaría recibir, por ejemplo, setenta fulares”, como pasó en una ocasión. 

Filtran materiales. Clasifican los regalos por edades. Luego aterrizan los voluntarios, que envuelven durante todos los fines de semana: “hicimos formularios para que la gente se apuntase y poder distribuir los turnos, de diez a dos y de cuatro a ocho. Llegamos a tener un grupo de 60 voluntarios en una sola mañana, de todas las edades, empaquetando regalos. Son grupos de todo tipo: de institutos, de scouts, adultos, señoras de avanzada edad, desconocidos… En total hemos estado casi 400 voluntarios en todos los fines de semana”. A ellos se les pregunta si tienen disponibilidad de coche o furgoneta para repartir y les adjudican un centro. 

¿Paquetes para nosotros?”: unas monjas cuentan la gran sorpresa e incredulidad de los residentes, que nada esperaban. Esta hermosa iniciativa ha ido acompañada de muchas casualidades, que atribuyen a la providencia. Una amiga de Laura, cuando le contó el proyecto, le confesó que había pedido a sus amigas que este año no le regalasen nada por su cumpleaños, que le dieran dinero para poder donarlo a quien lo necesitase: “¡y cuando estaba buscando a quién entregárselo, apareciste tú!”. 

La Navidad es diferente cuando uno deja de mirarse el ombligo: ¡hay tanto que hacer! La creatividad, ilusión y sacrificio generoso de estos cinco amigos ha llevado la alegría a tantísimos que se iban a quedar sin regalos.

Evangelización

Kénosis, música con sentido al Sentido

Kénosis es un grupo de jóvenes del Regnum Christi con un proyecto musical en alza. Con Cristo en el centro, cantan para llevar a Dios a todos a través de la música.

Paloma López Campos·6 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 4 minutos

Kénosis es un grupo de rock cristiano que tiene ya más de tres mil oyentes en plataformas como Spotify. Su misión es acercar a Dios a todo el mundo a través de la música. Este grupo de jóvenes quedó en segundo puesto en la pasada edición del concurso Madrid Live Talent. En Omnes hablan sobre su trayecto musical y su visión de la música cristiana.

¿Podéis empezar contando vuestra historia como grupo?

Kénosis surge como una respuesta ante una situación que algunos de nosotros observamos. Al principio unos cuantos empezamos cantando en las adoraciones de Regnum Christi y en las misas, e íbamos viendo cómo las canciones ayudaban mucho a la gente a acercarse a Dios, cómo salían de las misas o las horas eucarísticas y nos agradecían que determinada canción le había ayudado mucho en su oración. A esto se le añade que también algunos de nosotros empezamos a hacer canciones propias y a compartirlas entre aquellos que veíamos que teníamos don para la música.

Logo del grupo (Foto: Regnum Christi)

Así, el verano del 2021 todo esto llevó a la decisión de reunir a esta gente y formalizar un apostolado cuya misión es dar gloria a Dios con nuestra música y ayudar a la gente a acercarse a Él a través de ella. Empezamos a quedar de vez en cuando para ensayar, especialmente orientados a las horas eucarísticas y para grabar nuestra primera canción, Resucitados, siempre con un ambientazo en los ensayos, de amistad, familia y oración, que vimos que era fruto de la presencia del Espíritu Santo en el proyecto. A eso le siguieron comuniones, bodas, funerales… ¡Incluso nos presentamos a un concurso de música católica de Madrid y quedamos en el segundo puesto! Y así hasta llegar a hoy, abiertos a gente nueva que quiera compartir este apostolado. 

¿Cómo definiríais vosotros la música católica?

Probablemente al ser tantos en el grupo la respuesta a esta pregunta sea algo diversa. Pero desde mi punto de vista la música católica es toda aquella que, inspirada por el Espíritu Santo, pone palabras a intuiciones, sentimientos, agradecimientos, peticiones hacia, por y para Cristo. Y esas palabras son las que ayudan a otros a orar, pues muchas veces nuestro corazón no encuentra las palabras y, aunque Cristo lee directamente lo que hay en él, como seres humanos necesitamos expresarlo mediante palabras. 

¿Qué os diferencia de la música sacra?

De nuevo puede haber matices entre el grupo. Pero en general creemos que la música sacra es aquella pensada para momentos y celebraciones concretas de la liturgia o en contextos religiosos. Y en este sentido parte de nuestra música es sacra, pues sacra no implica un estilo concreto, pero es cierto que ampliamos el marco más allá de esta música, haciendo canciones que se pueden llevar al día a día, para poner el en coche, para cantar con amigos, en la ducha, en el estudio… Y es que es muy importante subrayar y hacernos conscientes que ser cristiano, tener fe, no es una cosa con horarios, sino que es una forma de vida, que toda nuestra vida, cada segundo sea una oración, un estar con Cristo incluso cuando no estamos en una iglesia o delante del santísimo, es también parte de lo que queremos que nuestra música haga en la gente. 

¿Cómo es vuestro proceso creativo para componer las canciones de Kénosis?

Digamos que tenemos dos modalidades de composición. Por un lado, hay quien tiene ese don completo, en el sentido que hace letra y música, canciones increíbles. Estas personas pueden tener distintos procesos creativos, a raíz de la Palabra, de la oración personal, incluso algunos les vienen inspiraciones del Espíritu Santo mientras duermen, se levantan y graban lo que les ha surgido en la cabeza para luego pulirlo y darle forma. Algunas de estas canciones se quedan ya listas y otras tienen pequeños cambios según el conjunto del grupo, pues al final eso es lo que somos. La segunda forma es más en forma de grupo, nos reunimos, invocamos al Espíritu Santo y ponemos en común letras, oraciones o cosas a las que no se ha sabido poner música. Entre todos, cada uno con nuestros dones, le damos forma y ponemos música, hacemos algún giro de las palabras o incluimos cosas nuevas. 

¿Por qué la música es un buen modo de acercarse a Dios?

A parte de que la música pone palabras a intuiciones del corazón que son difíciles de expresar, creemos que la música también eleva al hombre, lo hace trascender en un sentido limitado, acercándolo a Dios. Los ritmos, las melodías van a una parte muy íntima del ser humano que es de donde realmente parte la experiencia religiosa. Consigue atravesar tus preocupaciones, tus cuestiones de la vida de labor, tus problemas, para ir al núcleo de lo que somos y de allí conectar con lo que la música esté expresando. Esto pasa en general con toda la música, eleva a las personas a otro plano, las “evade”. Pero cuando es música con un sentido trascendental no te evade a la nada o de tus problemas, sino que te evade con un sentido hacia el Sentido.

Lecturas del domingo

Jesús, el justo. Solemnidad del Bautismo del Señor (A)

Joseph Evans comenta las lecturas de la Solemnidad del Bautismo del Señor (A) y Luis Herrera ofrece una breve homilía en vídeo.

Joseph Evans·6 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 2 minutos

El relato que hace Mateo sobre el bautismo de Jesús, la gran fiesta que celebramos hoy, sitúa los acontecimientos en el río Jordán, en un contexto muy judío. El evangelio de Mateo fue escrito especialmente para los judíos, tanto los convertidos del judaísmo como los aún no convertidos, para convencerlos de que Jesús era el Mesías que anhelaban. Y esto se muestra en la forma en que describe el bautismo de Cristo realizado por Juan.

El texto que leemos hoy está precedido en el evangelio actual por una narración del ministerio del Bautista, en la que arremete contra los líderes religiosos de Israel, los fariseos y los saduceos, llamándolos “raza de víboras”. En la versión de Lucas, Juan dice esto “a los que venían a ser bautizados”, en general. Al restringir esta reprimenda a la élite religiosa de Israel, Mateo aborda el bautismo de Cristo desde el punto de vista de la renovación de Israel (mientras que Lucas tiene una visión más universal).

Jesús dejará claro más tarde, en el Sermón de la Montaña (no de modo sorprendente, en la versión de Mateo), que ha venido “a dar plenitud” (en griego: plerosai) a la ley (Mt 5, 17). Y en el relato de Mateo, cuando Juan se resiste a bautizarlo, Nuestro Señor insiste utilizando exactamente la misma palabra: “Conviene que así cumplamos (plerosai) toda justicia” (Mt 3, 15).

“Justicia” (dikaiosuné) es una palabra clave a lo largo de toda la Biblia. Será muy utilizada por san Pablo. En el mejor de los casos puede referirse a hombres santos, “justos”, como san José (Mt 1, 19). Pero también se puede malinterpretar si pensamos que podemos ser agradables a Dios por nuestras propias obras y ofrendas rituales (Lc 18, 11-12). Fundamentalmente se refiere a la fidelidad a la ley de Dios. Jesús es “el justo” por excelencia (Hch 22, 14). La justicia estaba frecuentemente vinculada a la eliminación del pecado: se ofrecían sacrificios a Dios para reparar los pecados, para estar en un estado justo ante él. Eso buscaban los sacrificios del Antiguo Testamento, sin éxito, en opinión de Pablo. Jesús insiste en ser bautizado por Juan para dejar claro que, a pesar de que estaba libre de pecado, está entrando en el pecado humano, como entra en el agua, para ser cubierto o “empapado” en él. Va a tomar nuestros pecados sobre sí mismo. Como profetiza Isaías en sus visiones del “varón de dolores”, previendo al Mesías sufriente, Jesús, “mi siervo justificará a muchos” (Is 53, 11). Él es verdaderamente justo, libre de pecado, en un estado de justicia ante Dios (Él es Dios), y puede hacernos justos y libres de pecado. 

Entender el relato del bautismo de Mateo en su contexto judío nos da una gran esperanza. Jesús comienza su ministerio público con este notable episodio, en el que se revela la Trinidad y Jesús es declarado Hijo de Dios. Pero el enfoque preciso es el cumplimiento de las esperanzas del Antiguo Testamento. Lo que los numerosos sacrificios de Israel no pudieron conseguir, lo conseguirá Jesús: la reconciliación de la humanidad con el Padre celestial.

La homilía sobre las lecturas de la Solemnidad del Bautismo del Señor (A)

El sacerdote Luis Herrera Campo ofrece su nanomilía, una pequeña reflexión de un minutos para estas lecturas.

Vaticano

El último adiós a Benedicto XVI

El Papa Francisco agradece a Benedicto XVI "su sabiduría, delicadeza y dedicación" en el funeral del Papa emérito.

Stefano Grossi Gondi·5 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 3 minutos

El día 5, a las 9:30, el Papa Francisco presidió en la Plaza de San Pedro la misa exequial por Benedicto XVI. Han concelebrado más de 400 obispos y cuatro mil sacerdotes. Asistieron también 120 cardenales. Estaban presentes en la Misa más de 50.000 fieles (además de los 165.000 de los días anteriores, que le pudieron rendir homenaje en la Basílica de San Pedro). Hay alrededor de 1000 periodistas acreditados. Las oraciones por el Pontífice emérito y todos los ritos que han precedido y seguido al funeral, han sido transmitidos en directo por televisión vaticana.

Representantes internacionales

Para el funeral de Benedicto XVI estaban presentes las delegaciones oficiales de Alemania e Italia, encabezadas por el Presidente Sergio Mattarella y el Presidente alemán Frank-Walter Steinmeier, junto con representantes de casas reales, entre ellos la Reina Sofia, madre de Felipe VI, Rey de España, delegaciones de gobiernos e instituciones internacionales, así como numerosos representantes ecuménicos, entre ellos los Metropolitas Emmanuel de Calcedonia y Policarpo de Italia, por el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, y el Metropolitano Antonio de Volokolamsk, presidente del Departamento de Relaciones Eclesiásticas Exteriores del Patriarcado de Moscú. Y asimismo obispos de muchas Iglesias ortodoxas de Europa, América y Asia. También estaba presente el moderador del Consejo Ecuménico de las Iglesias, el obispo Heinrich Bedford-Strohm.

La Misa de las exequias

La Misa duró dos horas y las lecturas se hicieron – como es costumbre – en varios idiomas. «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu», comenzó Francisco en su homilía, con las últimas palabras que pronunció el Señor en la cruz. El Papa Francisco agradeció a Benedicto XVI la «sabiduría, delicadeza y dedicación» que «ha sabido difundir a lo largo de los años». Francisco se refirió a Ratzinger «como el Maestro, lleva sobre sus hombros el cansancio de la intercesión y el desgaste de la unción por su pueblo, especialmente allí donde la bondad está en lucha y sus hermanos ven peligrar su dignidad». «Amar significa estar dispuesto a sufrir» y «dar a las ovejas el verdadero bien», que según Francisco es «el alimento de la presencia de Dios».

El Papa Francisco se despide de Benedicto XVI

El Papa también subrayó la «apasionada búsqueda» de su predecesor por comunicar el Evangelio e instó a la Iglesia a «seguir sus pasos». Al final de la homilía se refirió directamente al Papa emérito, pronunciando su nombre: «Benedicto, fiel amigo del Esposo, que tu gozo sea perfecto al oír definitivamente y para siempre su voz.». El Papa Francisco presidió la Misa, que fue concelebrada como oficiante principal por el Decano del Colegio Cardenalicio, el italiano Giovanni Battista Re.

El traslado del féretro

Al final de la celebración eucarística, el Papa Francisco presidió el rito de la Ultima Commendatio (la última recomendación) y la Valedictio (la despedida). A continuación, el féretro del Pontífice emérito fue trasladado a la Basílica de San Pedro y, posteriormente, a las Grutas Vaticanas para su entierro. Durante el rito, de forma privada, se colocó una cinta alrededor del féretro, con sellos del Capítulo de San Pedro, de la Casa Pontificia y de la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas. A continuación, el ataúd de ciprés se colocó dentro de un ataúd de zinc más grande que se ha soldado y sellado. Este féretro de zinc se introdujo a su vez en una caja de madera, que se pondrá en el lugar que antes ocupaba, hasta la beatificación, el féretro de san Juan Pablo II.

A las 12:30 la plaza de San Pedro se ha vaciado. Se mantienen las banderas de Baviera, que ondean junto con las de Alemania y la Ciudad del Vaticano. La muchedumbre camina por Via della Conciliazione, donde todavía se ven las barreras que se están retirando en otros lugares. La Basílica y la plaza están actualmente cerradas al público, pero se reabrirán a las 16.30 horas, tal y como se muestra en las pantallas gigantes.

Un Papa que marcó la vida de muchos

Poco a poco, los fieles que asistieron al funeral de Joseph Ratzinger, el Papa emérito Benedicto XVI, van abandonando los alrededores de San Pedro. Entre los numerosos religiosos y fieles hay muchos extranjeros y familias con niños que desafiaron el frío para presentar su último homenaje a Ratzinger, como un sacerdote norteamericano, George Wohl, de 28 años, que decía «Vivo en Roma, donde estudio teología dogmática, pero soy canadiense». «Estaba en Quebec, en casa, de vacaciones. Pero volví antes, quería concelebrar por el Papa Benedicto, un gran hombre y un gran Pontífice’, o como un joven alemán de 26 años de Bonn, que dice (mientras llora y abraza a su prometida Margaretha): «Es como si mi padre hubiera muerto. Perdona, no puedo hablar, para nosotros es como si nuestro padre hubiera muerto».

El autorStefano Grossi Gondi

Vaticano

Tres ideas del Papa en la Misa funeral de Benedicto XVI

En la Misa de Exequias celebrada en la Plaza de San Pedro por Benedicto XVI, el Papa Francisco centró su homilía en el ejemplo de Jesucristo, el Pastor que entrega su vida al Padre en la cruz, modelo cumplido en “Benedicto, fiel amigo del Esposo”.

Francisco Otamendi·5 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 4 minutos

La homilía del Santo Padre Francisco en la sobria Misa funeral por Benedicto XVI, como quería el Papa emérito, se centró en Jesucristo, y podría sintetizarse en tres ideas. 

En primer lugar, la entrega del Señor en manos de su Padre como Pastor y modelo de pastores. Así comenzó su homilía el Romano Pontífice: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu (Lc 23,46). Son las últimas palabras que el Señor pronunció en la cruz; su último suspiro ―podríamos decir―, capaz de confirmar lo que caracterizó toda su vida: una continua entrega en manos de su Padre”. 

En segundo lugar, el Papa trazó los perfiles y características de la entrega del Señor en manos de su Padre Dios: dedicación agradecida de servicio; entrega orante y adoradora; y sostenida por el consuelo del Espíritu. 

Por último, el Papa señaló cómo ese modelo de Pastor se ha cumplido en Benedicto XVI. 

En la parte final, tras citar a san Gregorio Magno, el Santo Padre trazó a grandes rasgos el panorama de la Misa de Exequias: “Es el Pueblo fiel de Dios que, reunido, acompaña y confía la vida de quien ha sido su pastor. Como las mujeres del Evangelio junto al sepulcro, estamos aquí con la fragancia de la gratitud y el ungüento de la esperanza para mostrarle, una vez más, el amor que no se pierde; queremos hacerlo con la misma unción, sabiduría, delicadeza y entrega que él supo otorgar a lo largo de los años”.

Finalmente, el Papa concluyó retornando a las palabras iniciales de su breve homilía, con una mención expresa al Papa emérito difunto: “Queremos decir juntos: Padre, en tus manos entregamos su espíritu. Benedicto, fiel amigo del Esposo, ¡que tu gozo sea perfecto al oír su voz definitivamente y para siempre!”.

Unas palabras que recordaban a las que mencionó al final del primer Ángelus de este año, en la solemnidad de la Madre de Dios, al día siguiente del fallecimiento de Benedicto XVI, al que llamó fiel servidor del Evangelio y de la Iglesia”: 

“El inicio de un nuevo año está encomendado a María Santísima, que hoy celebramos como Madre de Dios. En estas horas invocamos su intercesión en particular para el Papa emérito Benedicto XVI, que ayer por la mañana dejó este mundo. Nos unimos todos juntos, con un único corazón y una única alma, al dar gracias a Dios por el don de este fiel servidor del Evangelio y de la Iglesia”.

“Se dejó cincelar por la voluntad de Dios”

En su bella homilía, el Papa, que se refirió a Jesús en todo momento, describió las “manos de perdón y compasión, manos de curación y misericordia, manos de unción y bendición, que le impulsaron a entregarse también en manos de sus hermanos. El Señor, abierto a las historias que encontró en su camino, se dejó cincelar por la voluntad de Dios, cargando sobre sus hombros todas las consecuencias y dificultades del Evangelio, hasta que vio sus manos plagadas de amor: ‘Mira mis manos’, le dijo a Tomás (Jn 20,27), y nos lo dice a cada uno de nosotros”.

“Manos heridas que se tienden y no cesan de ofrecerse, para que conozcamos el amor que Dios nos tiene y creamos en él (cf. 1 Jn 4,16)”, continuó el Romano Pontífice. ‘Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu’ es la invitación y el programa de vida que susurra y quiere moldear como un alfarero (cf. Is 29,16) el corazón del pastor, hasta palpitar en él los mismos sentimientos de Cristo Jesús (cf. Flp 2,5)”.

Al enumerar los rasgos de esa entrega, el Papa habló de una “dedicación agradecida de servicio al Señor y a su pueblo que nace de haber aceptado un don totalmente gratuito: «Me perteneces… les perteneces», balbucea el Señor; “estás bajo la protección de mis manos, bajo la protección de mi corazón. Permanece en el hueco de mis manos y dame las tuyas”. 

“Dedicación orante, silenciosamente moldeada y refinada en medio de las encrucijadas y contradicciones que debe afrontar el pastor (cf. 1 Pe 1,6-7) y la invitación confiada a apacentar el rebaño (cf. Jn 21,17)”, prosiguió el Santo Padre. “Como el Maestro, lleva sobre sus hombros el cansancio de la intercesión y el cansancio de la unción por su pueblo, especialmente allí donde la bondad debe luchar y los hermanos ven amenazada su dignidad (cf. Hb 5,7-9)”.

“En este encuentro intercesor, el Señor va generando la mansedumbre capaz de comprender, acoger, esperar y apostar más allá de las incomprensiones que esto pueda provocar. Mansedumbre invisible y esquiva, que proviene de saber en manos de quién se deposita la confianza (cf. 2 Tim 1,12)”, añadió.

“Pastorear significa estar dispuesto a sufrir”

“Confianza orante y adoradora”, señaló Francisco, “capaz de interpretar las acciones del pastor y de adaptar su corazón y sus decisiones a los tiempos de Dios (cf. Jn 21,18): Pastorear significa amar, y amar significa también estar dispuesto a sufrir. Amar significa: dar a las ovejas el verdadero bien, el alimento de la verdad de Dios, de la palabra de Dios, el alimento de su presencia”.

Y también, por último, “dedicación sostenida por el consuelo del Espíritu, que le precede siempre en la misión: en la búsqueda apasionada de comunicar la belleza y la alegría del Evangelio (cf. Exhortación apostólica Gaudete et exsultate, 57), en el testimonio fecundo de quienes, como María, permanecen de muchas maneras al pie de la cruz, en esa paz dolorosa pero robusta que ni asedia ni subyuga; y en la esperanza obstinada pero paciente de que el Señor cumplirá su promesa, como prometió a nuestros padres y a su descendencia para siempre (cf. Lc 1, 54-55)”. 

“Confiar a nuestro hermano a las manos del Padre”

“También nosotros”, subrayó el Papa, “firmemente unidos a las últimas palabras del Señor y al testimonio que marcó su vida, deseamos, como comunidad eclesial, seguir sus huellas y confiar a nuestro hermano a las manos del Padre: que estas manos de misericordia encuentren su lámpara encendida con el aceite del Evangelio, que él derramó y testimonió durante su vida (cf. Mt 25, 6-7)”.

El autorFrancisco Otamendi

Firmas invitadasHanna-Barbara Gerl-Falkovitz

Benedicto XVI, un profeta en Israel

Benedicto XVI es una figura que acaparó titulares, inspiró a alumnos y movió a millones de personas, pero siempre con una humildad y serenidad que resaltan quienes conocieron al Papa emérito.

5 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 6 minutos

Entre los varios encuentros que tuve con el profesor, más tarde cardenal y luego Papa Benedicto, destaca uno: el inesperado honor de hablar sobre la Nueva Evangelización en las conversaciones con su “Círculo de estudiantes” en la residencia de verano de Castel Gandolfo en agosto de 2011. Uní mi experiencia con la audiencia predominantemente agnóstica en la Universidad Técnica (TU) de Dresden a una mirada a desarrollos filosóficos alentadores, pues precisamente en la era postmoderna muchos pensadores se sirven (de nuevo) del “Thesaurus” bíblico. Mi tema, “Atenas y Jerusalén”, estaba dedicado al Papa como “teórico de la razón”.

En el bello, pero sencillo marco de Castel Gandolfo volvíamos a encontrarnos con el Profesor quien, todavía algo cansado y encorvado por la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid, seguía sin embargo con atención las conferencias y dirigía a los 60 estudiantes, contenía con humor sus disquisiciones intelectuales más largas y las reconducía al tema, y corregía también especulaciones filológicas o de otro tipo. Había un ambiente alegre de amistad, impregnado también por la atmósfera de un seminario universitario, cuando el Santo Padre animaba a sus “alumnos” a tomar postura o planteaba objeciones. Sobre todo, impresionaba la notable sencillez de su comportamiento, como ya había experimentado en varias ocasiones. No había ninguna “corte”, y uno podía moverse libremente por las salas designadas y disfrutar de la maravillosa vista del lago Albano y de los jardines de regadío, hasta una Roma difuminada en la bruma.

El carácter de Benedicto XVI

El domingo a mediodía tenía lugar el clásico rezo del Ángelus con un breve discurso del Papa. Ya una hora antes, el patio interior de Castel Gandolfo estaba abarrotado de peregrinos. El entusiasmo era ya palpable, como una ola, mucho antes de que apareciera el Papa y de que, con cierta dificultad, restableciera la calma. Se notaba la naturalidad y la gran alegría con que le saludaban, y pensaba con vergüenza en los medios de comunicación centroeuropeos, que habían desarrollado verdadera maestría en la minusvaloración incluso de los éxitos grandes y visibles, como en la Jornada Mundial de la Juventud. Uno se preguntaba por qué no pocos medios de comunicación deforman, quieren deformar, su imagen. Su carisma inconfundible y tranquilo, su profundidad y sabiduría llegaban sin duda a quienes tenían los ojos abiertos. Cuando relaciono estos encuentros con el primero, en el castillo de Rothenfels (Burg Rothenfels) en 1976, siguen teniendo algo en común: la tranquilidad, la profunda amabilidad, la serenidad.

En las últimas impresiones prevaleció algo aún más: la humildad. Y esta actitud es probablemente lo más sorprendente para un Papa. Quizá parezca extraño subrayar esta impresión acudiendo a Goethe: “Las personas más grandes que he conocido, y que tenían el cielo y la tierra libres ante su mirada, eran humildes y sabían lo que tenían que apreciar gradualmente” (Artemis Gedenkausgabe 18, 515). “Gradualmente” significa conocer una jerarquía de los bienes, haber desarrollado una capacidad de discernir en la diversidad lo importante. Y de nuevo, en otro tono: “Todas las personas dotadas de fuerza natural, tanto física como espiritual, son por regla general modestas” (Ibid. 8, 147).

El Papa y la opinión pública

El Papa emérito fallecido no necesita tales juicios, pero es notable cómo esta impresión inmediata de humildad y reserva a menudo se pasa por alto, tal vez incluso se retuerce precipitada o deliberadamente. Esta alusión puede aplicarse a lo que posiblemente sean los reproches mediáticos más tontos que se le hicieron, desde “Panzerkardinal” a “rottweiler de Dios” (en realidad, uno se resiste a repetir estas tonterías). Estos errores son una nueva confirmación de una estupidez que es maldad, o de una malicia que es estupidez (o quizá sólo desesperación). Pero también son signo de un clima que intuía algo invencible en este hombre y en su ministerio, y por eso quería intervenir, con un instinto de distorsión y deseo de malentender que, sin embargo, y por eso, duele.

Esto sitúa en una gran cercanía al hombre y a su tarea. Está implícito cada vez que se encuentran la aprobación y la contradicción. Hans Urs von Balthasar escribió con impresionante agudeza sobre el primer Papa: “Pedro debió parecer bastante ridículo cuando fue crucificado con los pies en alto; era simplemente una buena broma …, y la forma en que su propio jugo goteaba constantemente por su nariz. … Está muy bien que la crucifixión sea aquí cabeza abajo; evitar cualquier confusión, y a pesar de ello, se crea un reflejo evocador de lo único, puro, recto, en las turbias aguas de lo cristiano-demasiado cristiano. Se hace penitencia por culpas impensables, amontonadas hasta que el sistema se derrumbó”.

Y Balthasar expresa el tremendo pensamiento de que el ministerio en la Iglesia, desde su primer representante, tiene que ver con soportar vicariamente la culpa. “Ay de nosotros, si ya no existe el punto donde el pecado de todos nosotros se reúne para manifestarse, igual que el veneno que circula por el organismo se concentra en un lugar y estalla como un absceso. Y por eso bendito el oficio -sea Papa, obispos o simples sacerdotes que se mantienen firmes, o cualquiera que se dé por aludido cuando se dice ‘la Iglesia debería’- que se entrega a esta función de ser el foco de la enfermedad” (Aclaraciones. Sobre el examen de los espíritus, Friburgo 1971, 9).

Para quienes estas declaraciones les parezcan demasiado amargas, ahí están los frutos de esta amargura. Provienen de la lucha incesante de Jacob, sin la cual el antiguo y el nuevo Israel son impensables. Este entrelazamiento de desafío y bendición, de resistencia y victoria, de noche y final amanecer, es un mensaje de la esencia de Dios y de la esencia de los elegidos. El poder de Dios no llega destrozando. Exige un máximo de fuerza, un “optimum virtutis”, pero no abruma. En cuanto resistencia incluso quiere ser captado como amor. Lo que llega como resistencia y aparente contrapoder, llega -cuando se libra la buena batalla- como bendición. Por eso hay algo de acero y de inalcanzable en la figura tranquila y vulnerable del Papa. Precisamente sus viajes al extranjero, considerados por anticipado un fracaso, por ejemplo el viaje a Inglaterra, o también a la difícil Alemania, se convirtieron en notables victorias. Una cantante de rock italiana lo consideraba “cool”. Puede que sea una palabra de moda poco sutil, pero da en el clavo.

Me disculpo por citar a Goethe por tercera vez, en esta ocasión en aras de una profundidad que comparable en estos dos alemanes. La cita procede del gran ensayo geológico de Goethe sobre las rocas de granito, una imagen que -en mi opinión- también es descubre algo simbólico de la manera de ser de Joseph Ratzinger: “Tan solitario, digo, se siente el hombre que sólo quiere abrir su alma a los sentimientos más antiguos, primeros y profundos de la verdad”.

Benedicto XVI y el Logos

Así que el último pensamiento va hacia la verdad que está por encima de este pontificado. ¿Cuándo fue defendida por última vez por un Papa la reivindicación de la razón de forma tan implacable, y a la vez atractiva? ¿Y cuándo la razonabilidad de la fe y el ecumenismo de la razón, existente ya desde la antigüedad griega, que puede reunir filosofías, teologías y ciencias? El Cantar de los Cantares del Logos por parte de Benedicto XVI accede precisamente al “atrio de los gentiles”, y ha estimulado una conversación que abandona el estancamiento del posmoderno vacío de sentido. Jerusalén “tiene que ver” con Atenas, y eso pese a todos los veredictos, sean de una ortodoxia sectaria, por un lado, o de una ciencia sectaria, por otro. “No se puede tensar una cuerda si sólo se sujeta por un lado”, decía Heiner Müller, el dramaturgo de la República Democrática Alemana, en relación con el (aparentemente perdido) más allá (Lettre international 24, 1994). Así, con Joseph Ratzinger la patrística despierta a una nueva vida inesperada, que debe al Logos el discernimiento de los espíritus, para implantar la sabiduría del mundo antiguo en la joven cristiandad. De este modo, no sólo se “salva” a la antigüedad y a los primeros tiempos de la Iglesia para la nueva era, sino que también rescata el momento presente de su contradictorio encogimiento de hombros acerca de la verdad. Hay una piedad del pensamiento, que es al mismo tiempo conversión a la realidad.

Esta capacidad de aclarar lo no abarcable, lo controvertido, con fe en la posibilidad de la verdad, ya estaba planteada desde el principio, y se hizo visible muy pronto. Escuchemos la voz de Ida Friederike Görres (1901-1971), la incorruptible. En una carta del 28 de noviembre de 1968 a Paulus Gordan, benedictino de Beuron, escribe sobre la “congoja eclesiástica” que se observa en todo el país ante el rápido hundimiento de cierto catolicismo provinciano como consecuencia de la propaganda del 68. Pero ahora, añade, ha encontrado a su “profeta en Israel”, un joven Profesor Ratzinger en Tubinga, desconocido para ella hasta entonces, que podría convertirse en “la conciencia teológica de la Iglesia alemana”.

“Ecce, unus propheta in Israel”. Con estos trazos quiero expresar mi más sincero agradecimiento al difunto Papa emérito Benedicto XVI.

El autorHanna-Barbara Gerl-Falkovitz

Premio Ratzinger 2021

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Vaticano

Cinco días para despedir a Benedicto XVI

El mundo da su último adiós a Benedicto XVI, este 5 de enero, tras unas intensas jornadas en las que miles de fieles y personajes públicos han mostrado su cariño y respeto al Papa emérito visitando su cuerpo expuesto en la basílica de san Pedro.

María José Atienza / Paloma López·5 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 2 minutos

La mañana del 31 de diciembre de 2022 quedó marcada en el calendario del mundo ante el anuncio, por parte de la Santa Sede de la muerte de Benedicto XVI a las 9:34 de esa misma mañana.

Días antes, el Papa Francisco había pedido a los fieles oraciones por la salud del Papa emérito “que estaba muy enfermo”. Ese mismo día, el pontífice acudía al monasterio Mater Ecclesiae, lugar de residencia de Benedicto XVI, a visitar a su antecesor. 

El último día del año, el Papa emérito falleció en el Vaticano dando lugar a una cascada de informaciones sobre su vida, despedidas de personalidades cercanas o no y, por supuesto, la reacción cariñosa de la mayor parte de los fieles católicos.

Apenas se había publicado el testamento espiritual de Benedicto XVI, cuando ya, algunas personas, se acercaron al monasterio Mater Ecclesiae para presentar sus respetos y orar ante el difunto. 

El Papa Francisco, por su parte, daba la bienvenida al nuevo año rogando a la Virgen María, el día de su solemnidad, por el alma de su predecesor.

La madrugada del 2 de enero el cuerpo de Benedicto XVI fue trasladado a la basílica de san Pedro, donde ha estado expuesto durante cinco días para que, quienes así lo deseen, pudieran acercarse a despedir al Papa sabio cuyo pensamiento espiritual y académico ha dejado una huella indeleble en la Teología del siglo XX.

«El teólogo más grande que se ha sentado en la cátedra de Pedro”

En esta línea una de las personas que mejor conoció a Benedicto XVI es su biógrafo, Peter Seewald, quien, en una entrevista reciente con Thomas Kycia, de OSV News, califica a Joseph Ratzinger como “una cabeza muy inteligente, que no se pone en primer plano, sino que, desde el conocimiento de la Iglesia, desde los testigos del Evangelio, desde la tradición del catolicismo y desde su propia fuerza de pensamiento e inspiración, puede decirte algo que transforma a una persona de nuestro tiempo, a una persona moderna”.

En esa misma entrevista recuerda que el Papa Francisco afirma que la enseñanza de Benedicto XVI es indispensable para el futuro de la Iglesia y que se mostrará cada vez más grande y poderosa con el tiempo. Seewald apunta que el Papa emérito ha sido “sin duda, el teólogo más grande que se ha sentado en la cátedra de Pedro”.

La intensa semana vivida, no sólo en el Vaticano, sino en el mundo entero, se cierra con el funeral que preside el Papa Francisco y en el que participan representantes de diversas confesiones religiosas, personalidades de la esfera civil, cultural y política.

A pesar de todo, el funeral de Joseph Ratzinger nada tiene que ver con los de sus predecesores. En este caso, sólo cuenta con dos delegaciones oficiales correspondientes a las naciones de Alemania, tierra natal del pontífice, e Italia.

Un funeral sencillo, como pidió el propio Benedicto XVI, que descansará en el sepulcro de las grutas vaticanas que ocupara su predecesor, san Juan Pablo II, antes de ser trasladado a la basílica de san Pedro tras su canonización.

El autorMaría José Atienza / Paloma López

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Actualidad

Benedicto XVI. La Voz de la Razón Ética

El autor del artículo, doctor en Ciencias Políticas y en Derecho Internacional Público, ha escrito recientemente "La Voz de la Razón Ética. Benedicto XVI desde el Westminster Hall de Londres y el Reichstag de Berlín".

José Ramón Garitagoitia·5 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 6 minutos

Joseph Ratzinger (1927-2022) sintió profundamente desde su juventud una vocación académica. Cuando en 1977 Juan Pablo II le nombró arzobispo de Múnich y Freising, le costó dejar su labor docente en la universidad de Ratisbona.

Tiempo después, en 1982, fue llamado a Roma para trabajar con el papa polaco como uno de sus más estrechos colaboradores. Aceptó, pero no fue una decisión fácil. En varias ocasiones pidió el relevo de sus obligaciones en el Vaticano, y san Juan Pablo II respondió confirmándole en su cargo: lo necesitaba cerca, hasta el final.

Tras la muerte de Wojtyla, el antiguo profesor de Ratisbona, de 78 años se convirtió, el 19 de abril de 2005, en el 264º sucesor de san Pedro. Eligió el nombre de Benedicto, en simbólica continuidad con Benedicto XV, que accedió a la Cátedra de Roma en los tiempos convulsos de la primera guerra mundial.

Ver lo increíble hecho realidad fue para él un shock: “estaba convencido de que había otros mejores y más jóvenes”. Desde su profunda dimensión de fe, se abandonó en Dios. “Tendría que familiarizarme lentamente con lo que puedo hacer, y me limitaría siempre al siguiente paso”, explicaría con sencillez años más tarde.

En la inauguración del pontificado, Benedicto XVI aludió a cuantos vagan por los desiertos contemporáneos: “el desierto de la pobreza, el desierto del hambre y de la sed; el desierto del abandono, de la soledad, del amor quebrantado (…), de la oscuridad de Dios, del vacío de las almas, que ya no tienen conciencia de la dignidad, y del rumbo del ser humano”. Desde ese día, hasta su renuncia, el 28 de febrero de 2013, puso al servicio de la misión recibida su enorme potencia intelectual. Visitó en 24 ocasiones diferentes lugares del mundo. Cada viaje le supuso un notable esfuerzo: “representan siempre grandes exigencias para mí”, reconocía con sencillez.

El papa profesor

Transcurridos cinco años desde la elección concedió una amplia entrevista al periodista Peter Seewald, publicada con el título Luz del mundo. La conversación recorre un amplio rango de temas, relacionados el pontificado, las crisis de la Iglesia, vías de futuro, la sociedad contemporánea y el panorama cultural en el tránsito del siglo XX al XXI.

En lo que se refiere a la misión como Romano Pontífice, tendría que confiar mucho en sus colaboradores, y dejar muchas cosas en sus manos para centrarse en lo específico: “conservar la visión interior del conjunto, el recogimiento, del cual puede provenir entonces la visión de lo esencial”.

Juan Pablo II fue un gigante en muchos aspectos. Por su sola presencia, por su voz y sus gestos, tuvo una amplia resonancia mediática. La personalidad del papa alemán era diferente: “usted no tiene necesariamente la misma estatura, ni la misma voz, ¿ha sido un problema?”, le preguntó Seewlad. La respuesta muestra dudas sobre su capacidad de resistencia: “a veces estoy preocupado y me pregunto si desde el punto de vista meramente físico podré aguantar hasta el final”.

Desde esa actitud sencilla se empeñó en cumplir su misión: “me dije, simplemente: yo soy como soy. No intento ser otro. Lo que puedo dar lo doy, y lo que no puedo dar no intento tampoco darlo. No procuro hacer de mi algo que no soy, he sido elegido —de eso son culpables los cardenales— y hago lo que puedo”.

Cuando el periodista le pidió una clave para entender el pontificado, se refirió a su vocación académica: “pienso que, ya que Dios ha hecho papa a un profesor, quería que precisamente este aspecto de la reflexividad, y en especial la lucha por la unidad de fe y razón, pasaran a primer plano”.

El pontificado de la razón

Los siete años y diez meses que estuvo al frente de la Iglesia Católica quedan para la Historia con una característica propia: el pontificado de la razón. En el desempeño de su misión asumió el consejo del filósofo Jürgen Habermas (Düsseldorf, 1929) en el coloquio que ambos mantuvieron en Múnich, en enero de 2004: hacer propuestas que pudiese entender el gran público. El dialogo entre ambos intelectuales sobre las ‘bases morales prepolíticas del Estado liberal’ quedaba atrás, pero las ideas confrontadas seguían siendo más actuales que nunca.

En sus intervenciones procuró contribuir a la interiorización de las ideas planteando preguntas y haciendo asequibles a sus interlocutores los argumentos sobre el gran tesoro que supone ser persona, y sobre la transformación espiritual del mundo: “es la gran tarea que se nos presenta en esta hora. Sólo podemos esperar que la fuerza interior de la fe, que está presente en el hombre, llegue a ser después poderosa en el campo público, plasmando asimismo el pensamiento a nivel público y no dejando que la sociedad caiga simplemente en el abismo”. Insistió en que el ser humano está sujeto a un conjunto de estándares más altos. Precisamente estas demandas son las que hacen posible una mayor felicidad: “sólo por medio de ellas llegamos hasta la altura, y sólo entonces podemos experimentar la belleza del ser. Considero de gran importancia enfatizarlo”.

Estaba firmemente convencido de que la felicidad es un reto y una meta accesible a todos, pero necesita dar con el camino: “ser humano es como una expedición a la montaña, que incluye algunas pendientes arduas. Pero cuando llegamos a la cima somos capaces de experimentar por primera vez lo hermoso que es estar allí. Hacer hincapié en esto es de particular interés para mí». La comodidad no es el mejor modo de vivir, ni el bienestar el único contenido de la felicidad.

Desde los modernos areópagos

Benedicto XVI no esquivó asuntos complicados, y planteó las cuestiones siempre en positivo. Apuntó alto en sus argumentos sobre la naturaleza y destino de las personas, y las exigencias morales de la sociedad. Los más variados areópagos de la sociedad contemporánea le abrieron sus puertas, con gran impacto en la opinión pública.

Guardo un recuerdo imborrable de sus palabras en Auschwitz (2006) sobre el silencio de Dios, que escuché contemplando de cerca su rostro doliente.

Ese mismo año fue invitado a su antigua alma mater, la universidad de Ratisbona. Dedicó su lección magistral a explicar la relación entre religión y razón. En el discurso preparado para la apertura de curso en la universidad de La Sapienza (2008) de Roma se preguntó que podía decir un papa en una universidad pública.

Abordó el surgimiento de la universidad medieval como reflexión sobre la verdad de la persona en las distintas disciplinas. El fundamento de los derechos humanos centró su intervención ante la Asamblea General de la ONU (2008), y en el Collège des Bernardins de París compartió con la intelectualidad de Francia las fuentes de la cultura europea.

La visita de Benedicto XVI al Reino Unido, en septiembre de 2010, tuvo también una incuestionable dimensión política. Un momento muy especial fue su discurso en Westminster Hall, donde se dirigió a la sociedad británica desde el parlamento con más solera del mundo: 1800 invitados, representando al mundo político, social, académico, cultural y empresarial del Reino Unido, junto al cuerpo diplomático, y los miembros de ambas Cámaras del parlamento, Lores y los Comunes.

En el mismo lugar donde el lord Canciller Tomás Moro había sido juzgado y condenado a muerte en 1535, recibió una cálida bienvenida. Consciente del momento y del entorno, dedicó su discurso a subrayar la importancia del diálogo constante entre fe y razón, y sobre el papel de la religión en el proceso político.

Las fuentes de la cultura europea

Al año siguiente, con ocasión de su visita a Alemania, se dirigió al parlamento federal en el Reichstag de Berlín. Desde ese lugar emblemático disertó sobre la fundamentación ética de las opciones políticas, la democracia y el Estado de Derecho. Abordó la justicia y el servicio político, con sus objetivos y límites. Siguiendo su estilo escolástico se hizo algunas preguntas y ofreció respuestas: “¿Cómo podemos reconocer lo que es justo? ¿Cómo podemos distinguir entre el bien y el mal, entre el derecho verdadero y el derecho sólo aparente?”

Explicó que la cultura occidental, también jurídica, se desarrolló en un humus humanista que lo empapaba todo, también ámbitos considerados no estrictamente religiosos. Era consecuencia de las fuentes comunes de la cultura europea, que ha dejado su impronta tanto en la Ilustración como en la Declaración de los Derechos Humanos de 1948. Pero en la segunda parte del siglo XX se había producido un cambio en la situación cultural al que era necesario responder, y liberar a la razón de su encerramiento en sí misma: “donde rige el dominio exclusivo de la razón positivista —y este es, en gran parte, el caso de nuestra conciencia pública— las fuentes clásicas de conocimiento del ethos y del derecho quedan fuera de juego”. Era urgente abrir un debate público sobre la cuestión, y reconoció que este había sido el objetivo principal de su intervención en el Reichstag.

El papa-profesor habló siempre de una manera amable y respetuosa, con rigor intelectual. En cada uno de esos lugares argumentó sobre lo que interesaba a los demás, cualquiera que fuese su ideología, credo o condición política. Razonó siempre a fondo sus propuestas sobre los objetivos y responsabilidades de una sociedad digna de la condición humana.

El autorJosé Ramón Garitagoitia

Doctor en Ciencias Políticas y en Derecho Internacional Público

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Vaticano

Encuentros del «abuelo del mundo» con el «abuelo de Italia»

Lino Banfi y Benedicto XVI, uno el "abuelo de Italia" y otro el "abuelo del mundo" mantuvieron al menos dos encuentros, según recuerda el propio actor.

Francisco Otamendi·5 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 3 minutos

La primera vez que oí hablar del actor italiano Lino Banfi fue al propio Banfi, en directo, cuando se dirigió a Benedicto XVI en el Encuentro Mundial de las Familias de 2006, en Valencia, y le dijo que él era “el abuelo de Italia”, y el Papa Benedicto “el abuelo del mundo”.

Constan al menos dos encuentros del actor italiano Lino Banfi con Benedicto XVI; uno como Papa en Valencia, y otro como Papa emérito en 2016. Y consta también una audiencia con el Papa Francisco, el 2 de marzo de 2022.

Era el mes de julio de 2006 en Valencia, quizá algunos se acuerden. Lucía un sol de justicia. Valencia y numerosísimas familias españolas se volcaron con Benedicto XVI, con “el abuelo del mundo”, como le llamó cariñosamente el actor Lino Banfi, al que a su vez denominaban ‘el abuelo de Italia’. Banfi contaba entonces con 69 años, quizá 70, y su nombre es en realidad Pasquale Zagaria.

El sucesor de san Juan Pablo II, que había sido hasta 2005 su firme apoyo, fue desgranando ideas centrales sobre el matrimonio y la familia, que se han convertido en patrimonio de la humanidad.

“La familia es un bien necesario para los pueblos, un fundamento indispensable para la sociedad y un gran tesoro de los esposos durante toda su vida”, afirmó Benedicto XVI. “Es un bien insustituible para los hijos, que han de ser fruto del amor, de la donación total y generosa de los padres. Proclamar la verdad integral de la familia, fundada en el matrimonio como Iglesia doméstica y santuario de la vida, es una gran responsabilidad de todos. Invito, pues, a los gobernantes y legisladores a reflexionar sobre el bien evidente que los hogares en paz y en armonía aseguran al hombre, a la familia, centro neurálgico de la sociedad, como recuerda la Santa Sede en la Carta de los Derechos de la Familia”.

Más adelante, en el mismo encuentro festivo y testimonial, el entonces Papa Benedicto XVI se refirió directamente a los abuelos, como Lino Banfi: “Deseo referirme ahora a los abuelos, tan importantes en las familias. Ellos pueden ser ―y son tantas veces―, los garantes del afecto y la ternura que todo ser humano necesita dar y recibir. Ellos dan a los pequeños la perspectiva del tiempo, son memoria y riqueza de las familias. Ojalá que, bajo ningún concepto, sean excluidos del círculo familiar. Son un tesoro que no podemos arrebatarles a las nuevas generaciones, sobre todo cuando dan testimonio de fe ante la cercanía de la muerte”.

Años más tarde, en 2013

Unos años más tarde, en octubre de 2013, meses más tarde de su renuncia, volvieron averse, esta vez en el monasterio Mater Eclesiae. Tras un encuentro de unos 35 minutos, Lino Banfi manifestó que el Papa emérito Benedicto XVI “toca el piano, lee, estudia y reza” y está “muy bien”, evocó en radio RT, según Europa Press.

El actor italiano destacó que había encontrado al Papa emérito “muy sereno” y recordó su participación en el Encuentro Mundial de las Familias en Valencia, cuando habló en un “español-pugliese”, y llamó “abuelo del mundo” a Benedicto XVI, que en Valencia tenía 79 años, diez más que Lino Banfi.

En 2022, con Lolo Kiko

El 2 de marzo del año pasado, antes de la audiencia general, fue el Papa Francisco quien mantuvo un encuentro con el actor italiano Lino Banfi, el “abuelo de Italia”. La Oficina de Prensa de la Santa Sede compartió el testimonio de Banfi, que pidió al Santo Padre “una oración por la paz en Ucrania y otra por mi mujer Lucía, porque ayer celebramos 60 años de matrimonio”.

“El Papa y yo tenemos la misma edad, nacimos en 1936: se lo recordé, señalando que soy cinco meses mayor”, comentó el cómico. “Me parece extraordinario que haya elegido dar una catequesis sobre la vejez, que no es la edad del ‘descarte’… ¡al contrario! Me agrada que me llamen ‘abuelo de Italia’, y le dije al Papa que realmente es el ‘abuelo del mundo’, porque los ancianos son fundamentales para el futuro… ¡cada vez más!”.

Pero, “precisamente porque soy viejo”, continuaba Banfi, “le confié al Papa que nunca pensé que vería otra guerra en Europa, y que me siento cerca de la gente que sufre, como un abuelo, rezando por la paz”.

Unos años antes de la pandemia, en pleno desarrollo del Sínodo de los Obispos sobre los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, el Papa Francisco tuvo un encuentro en el que aconsejó a los abuelos cómo transmitir la fe a sus nietos. Y rememoró en esos momentos “un recuerdo muy bonito. Cuando estuve en Filipinas, la gente me saludó llamándome: ¡Lolo Kiko! ¡Abuelo Francesco! ¡Lolo Kiko, estaban gritando! Me alegré mucho al ver que se sentían cerca de mí como un abuelo”, contó el Papa.

‘Como tener al abuelo sabio en casa’

En un reportaje de Omnes de estos días, se cuenta que cuando algunos periodistas han preguntado estos años al Papa Francisco por su relación con el Papa emérito Benedicto XVI, ha manifestado: “es de hermanos, de verdad”; “le siento como si tuviera un abuelo en casa por sabiduría”; “me hace bien escucharle”; “también me anima mucho”. “Como tener al abuelo sabio en casa”, repitió Francisco en el encuentro con los ancianos en septiembre de 2014.

El autorFrancisco Otamendi

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Cultura

Un libro recogerá el pensamiento espiritual de Benedicto XVI

Dio è sempre nuovo (Dios es siempre nuevo) es el título del libro que publicará Libreria Editrice Vaticana, la editorial oficial de la Santa Sede y que está prologado por el Papa Francisco.

Maria José Atienza·4 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 2 minutos

«Dios es siempre nuevo porque es fuente y razón de la belleza, la gracia y la verdad. Dios nunca es repetitivo, Dios nos sorprende, Dios trae novedad», así resume el Papa Francisco en su prólogo el acertado título bajo el que la editorial vaticana recoge una «síntesis espiritual» de los escritos de Benedicto XVI en la que, como destaca Francisco «brilla su capacidad de mostrar siempre nueva la profundidad de la fe cristiana». 

El libro, editado por la Libreria editrice Vaticana, y que verá a luz el próximo 14 de enero, aborda, en palabras del prólogo «una gama de temas espirituales y son un incentivo para que permanezcamos abiertos al horizonte de eternidad que el cristianismo lleva en su ADN. El de Benedicto XVI es y seguirá siendo un pensamiento y un magisterio fecundos en el tiempo, porque ha sabido centrarse en las referencias fundamentales de nuestra vida cristiana: en primer lugar, la persona y la palabra de Jesucristo, y después las virtudes teologales, es decir, la caridad, la esperanza y la fe. Y por ello toda la Iglesia le estará agradecida».

El Papa Francisco ha querido plasmar también en este prólogo su agradecimiento a Dios «por habernos dado al Papa Benedicto XVI: con su palabra y su testimonio, nos ha enseñado que mediante la reflexión, el pensamiento, el estudio, la escucha, el diálogo y, sobre todo, la oración, es posible servir a la Iglesia y hacer el bien a toda la humanidad; nos ofreció herramientas intelectuales vivas para que todo creyente pudiera dar razones de su esperanza utilizando una forma de pensar y de comunicar comprensible para sus contemporáneos». Su intención fue constante: entrar en diálogo con todos para buscar juntos los caminos a través de los cuales podemos encontrar a Dios».

Vaticano

Los momentos divertidos de Benedicto XVI

Rome Reports·4 de enero de 2023·Tiempo de lectura: < 1 minuto
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En sus casi ocho años de pontificado, Benedicto XVI vivió momentos divertidos entre los que destacan, por ejemplo, algunas audiencias originales como la concedida a un grupo de circenses en los que el Papa acarició a un cachorro de león o el regalo de un volante de Formula 1.


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Vaticano

Papa Francisco: “La fragilidad es, en realidad, nuestra verdadera riqueza»

El Papa Francisco se ha encontrado hoy con los fieles en el aula Pablo VI para la audiencia general de los miércoles. Es la primera audiencia de este 2023.

Paloma López Campos·4 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 3 minutos

El Papa Francisco ha estado hoy en el aula Pablo VI con fieles de todo el mundo que han asistido a la audiencia general, muchos de ellos también se han despedido del Papa emérito Benedicto XVI.

El Santo Padre ha comenzado la audiencia mencionando a Benedicto XVI, cuyo “pensamiento agudo y educado no era autorreferencial, sino eclesial, porque siempre quiso acompañarnos al encuentro con Jesús. Jesús, el Crucificado resucitado, el Viviente y el Señor, fue la meta a la que nos condujo el Papa Benedicto, llevándonos de la mano”.

Darse a conocer

Con la predicación en la audiencia de hoy el Papa concluye la catequesis sobre el discernimiento, que se lleva sucediendo desde el mes de agosto. Para cerrar este ciclo, Francisco ha remitido al “acompañamiento espiritual, importante en primer lugar para el conocimiento de uno mismo, que hemos visto que es una condición indispensable para el discernimiento”.

En el acompañamiento espiritual, ha dicho el Papa, “es importante, en primer lugar, darnos a conocer, sin tener miedo a compartir los aspectos más frágiles, en los que nos descubrimos más sensibles, débiles o temerosos de ser juzgados. La fragilidad es, en realidad, nuestra verdadera riqueza, que debemos aprender a respetar y acoger, porque, ofrecida a Dios, nos hace capaces de ternura, de misericordia, de amor. Nos hace humanos”. Esta fragilidad no es tanto algo negativo como parte de la belleza de la naturaleza humana, pues “Dios, para hacernos semejantes a Él, quiso compartir hasta el final nuestra fragilidad”.

El acompañamiento espiritual y el discernimiento

El acompañamiento espiritual es una herramienta necesaria para el discernimiento, porque “si es dócil al Espíritu Santo, ayuda a desenmascarar incluso graves malentendidos en nuestra consideración de nosotros mismos y en nuestra relación con el Señor”. A través de un acompañamiento espiritual que se asemeje a las confidencias de los personajes del Evangelio con Cristo puede encontrarse a Dios. Hay ejemplos de esto en los relatos evangélicos que recuerdan que “las personas que tienen un verdadero encuentro con Jesús no temen abrirle su corazón, presentarle su vulnerabilidad y su insuficiencia. De este modo, su compartir se convierte en una experiencia de salvación, de perdón libremente recibido”.

El Santo Padre asegura que “contar al frente de otra persona lo que hemos vivido o lo que buscamos ayuda, en primer lugar, a aportar claridad en nuestro interior, sacando a la luz los muchos pensamientos que nos habitan y que a menudo nos perturban con sus insistentes estribillos”. A través del acompañamiento, “descubrimos con sorpresa formas distintas de ver las cosas, signos de bondad que siempre han estado presentes en nosotros”.

Con todo, es importante recordar que “quien acompaña no sustituye al Señor, no hace el trabajo en lugar del acompañado, sino que camina a su lado, le anima a leer lo que se mueve en su corazón, el lugar por excelencia donde habla el Señor”.

Las bases del acompañamiento espiritual

El Papa no ha querido olvidar los pilares sobre los que se sostiene el acompañamiento espiritual. Así, dice que “el acompañamiento puede ser fructífero si, por ambas partes, hemos experimentado la filiación y la fraternidad espiritual. Descubrimos que somos hijos de Dios cuando descubrimos que somos hermanos, hijos del mismo Padre. Por eso es indispensable formar parte de una comunidad itinerante. No se acude solo al Señor. Como en el relato evangélico del paralítico, a menudo somos sostenidos y curados gracias a la fe de otra persona”. Cuando no se tienen firmes estas bases, “el acompañamiento puede dar lugar a expectativas irreales, malentendidos y formas de dependencia que dejan a la persona en un estado infantil”.

María, maestra

No solo en Jesús se encuentra un maestro que enseña a vivir el acompañamiento, el Papa resalta la figura de santa María, “maestra de discernimiento: habla poco, escucha mucho y guarda su corazón”. Cuando habla, dice Francisco en la audiencia, lo hace con sabiduría. “En el Evangelio de Juan, hay una frase muy breve pronunciada por María que es una consigna para los cristianos de todos los tiempos: «Hagan lo que Él les diga» (cf. 2,5)”.

Esta sabiduría de la Virgen nace porque “María sabe que el Señor habla al corazón de cada uno, y nos pide que traduzcamos esta palabra en acciones y opciones”. Ella supo encarnar todo ello en su vida, de tal modo que “está presente en los momentos fundamentales de la vida de Jesús, especialmente en la hora suprema de su muerte en la cruz”.

Discernimiento, arte y don

El Papa ha concluido esta última catequesis sobre el discernimiento afirmando que este “es un arte, un arte que se puede aprender y que tiene sus propias reglas. Si se aprende bien, permite vivir la experiencia espiritual de manera cada vez más bella y ordenada. Ante todo, el discernimiento es un don de Dios, que hay que pedir siempre, sin presumir nunca de experto y autosuficiente”.

Es importante tener en cuenta que “la voz del Señor siempre se reconoce, tiene un estilo único, es una voz que apacigua, anima y tranquiliza en las dificultades”. Esta voz es la que a lo largo de toda la Biblia repite un “No temas”. Sabiendo esto, “si confiamos en su palabra, jugaremos bien el juego de la vida, y podremos ayudar a los demás. Como dice el Salmo, su Palabra es lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro camino ​​(cf. 119.105)”.

Vaticano

Los retos «políticos» de los viajes al extranjero de Benedicto XVI

Su secretario personal, Georg Gänswein, reflexiona sobre la contribución política y diplomática de algunos de los discursos más significativos pronunciados durante sus Viajes Apostólicos por Benedicto XVI ante las instituciones europeas e internacionales.

Giovanni Tridente·4 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 5 minutos

Como bien muestran los múltiples reportajes de estos días, el Papa emérito Benedicto XVI fue también un Pontífice que mantuvo la tradición de sus predecesores de emprender Viajes Apostólicos al extranjero, y no sólo a Italia. Una serie inaugurada a los cuatro meses de su pontificado viajando a su patria para la Jornada Mundial de la Juventud en Colonia.

Volvió a Alemania dos veces más, en 2006 (a Baviera, donde se produjo el conocido «incidente de Ratisbona») y en 2011, en visita oficial al país.

En total, Benedicto XVI ha realizado 24 viajes apostólicos al extranjero, varios a Europa (tres veces a España), pero también a América Latina (Brasil, México, Cuba), Estados Unidos (2008), África (Camerún, Benín) y Australia (2008), como también informó OMNES en días pasados.

Confirmación en la fe

Evidentemente, la primera razón para realizar estos viajes fuera del Vaticano a países lejanos es de carácter espiritual; el Vicario de Cristo peregrina a las tierras habitadas por católicos bautizados -incluso allí donde son minoría- para confirmarlos en la fe y llevarles la cercanía y la bendición de toda la Iglesia.

También hay razones políticas, ya que se trata de visitas a un país concreto, con su propia representación institucional que le acoge -y sobre todo le invita-, con sus propias tradiciones y culturas, problemas, retos y perspectivas de futuro, que cada Pontífice realiza para valorizar e integrar en el conjunto de su magisterio, dejando siempre semillas de posible crecimiento y desarrollo.

Este fue, por tanto, también el caso de Benedicto XVI, que durante su mandato de siete años al frente de la Iglesia universal no dejó de reunirse con diversos líderes políticos y culturales de países europeos y realidades internacionales.

Esta experiencia -y los discursos que ha pronunciado de vez en cuando en sus diversos viajes- nos permite extraer una serie de reflexiones sobre cuestiones fundamentales de la sociedad, como la relación entre justicia y libertad religiosa, la confrontación entre fe y razón, la dinámica que existe entre ley y derecho, etc.

Una diplomacia al estilo Ratzinger

Sobre estos temas, su secretario particular, monseñor Georg Gänswein, ofreció en 2014, un año después de la renuncia de Benedicto XVI, algunas reflexiones que realzan precisamente el impacto «político» de la diplomacia de formato Ratzinger, deteniéndose en cinco grandes discursos del Papa emérito, dirigidos a otros tantos contextos y audiencias diferentes, pero de los que surgen ciertas «ideas clave» desarrolladas «de manera orgánica y coherente».

El primero de estos discursos destacados por el Prefecto de la Casa Pontificia es sin duda el pronunciado en Ratisbona el 12 de septiembre de 2006, pronunciado en un contexto académico y basado conceptualmente en la relación entre fe y razón y en el Dios-logos. Evidentemente, la verdadera importancia de este pronunciamiento no radica en las críticas que siguieron.

Un segundo discurso es el pronunciado ante las Naciones Unidas en Nueva York dos años después, centrado en los derechos humanos y en el proyecto que supuso sesenta años antes la aprobación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

A continuación, Gänswein subrayó como significativo el discurso pronunciado en el Collège des Bernardins de París (12 de septiembre de 2008), dirigido a las élites culturales de un país considerado secularizado y hostil a las religiones. Benedicto XVI recordó aquí la contribución de la fe cristiana al desarrollo de la civilización europea.

En 2010, el 17 de septiembre, Benedicto XVI habló en Londres en la sede de aquel Parlamento que, entre otras cosas, decretó la muerte de Tomás Moro a raíz de disensiones religiosas. En aquella ocasión supo apreciar la tradición democrática liberal, al tiempo que denunciaba los ataques a la libertad religiosa que se estaban produciendo en Occidente.

Por último, de importancia política y diplomática fue su discurso ante el Bundestag alemán el 22 de septiembre de 2011, en el que Benedicto XVI abordó la cuestión de la fundamentación del ordenamiento jurídico y los límites del consiguiente positivismo dominante a lo largo del siglo XX en Europa.

A partir de estos pronunciamientos, el Secretario Particular de Benedicto XVI vislumbra un hilo conductor en tres perspectivas.

Religión y Derecho

La primera de ellas tiene que ver con el núcleo del pensamiento de Benedicto XVI sobre la contribución de la religión al debate público y, en consecuencia, a la construcción del orden jurídico. Esto se ve muy bien en el discurso al Bundestag de Berlín, cuando Ratzinger afirma: «En la historia, los ordenamientos jurídicos han estado casi siempre motivados de modo religioso: sobre la base de una referencia a la voluntad divina, se decide aquello que es justo entre los hombres.

Contrariamente a otras grandes religiones, el cristianismo nunca ha impuesto al Estado y a la sociedad un derecho revelado, un ordenamiento jurídico derivado de una revelación. En cambio, se ha remitido a la naturaleza y a la razón como verdaderas fuentes del derecho, se ha referido a la armonía entre razón objetiva y subjetiva, una armonía que, sin embargo, presupone que ambas esferas estén fundadas en la Razón creadora de Dios».

Había propuesto un concepto similar en Westminster Hall, para disipar los temores que ven en la religión una «Autoridad» que se impone de algún modo en cuestiones jurídicas y políticas, frustrando la libertad y el diálogo con los demás.

La propuesta de Benedicto XVI, más bien, tiene una visión universal y se sitúa precisamente en la interrelación entre razón y naturaleza. Gänswein reflexiona: «La primera y fundamental aportación de Benedicto XVI es el recordatorio de que las fuentes últimas del Derecho se encuentran en la razón y la naturaleza, no en un mandato, sea quien sea».

Razón y naturaleza

Una segunda perspectiva pedagógica se refiere al ámbito de la relación entre razón y naturaleza, en el que «está en juego el destino de las instituciones democráticas, su capacidad de producir el «bien común», es decir, la posibilidad, por una parte, de decidir por mayoría de votos una gran parte de la materia que debe regularse jurídicamente y, por otra, de esforzarse continuamente por reconocer y reafirmar lo que no puede votarse», recuerda monseñor Gänswein.

En sus discursos públicos, Benedicto XVI denuncia abiertamente la tentación de reducir la razón a algo mensurable y la compara con un búnker de hormigón sin ventanas. Más bien: «Es necesario volver a abrir las ventanas, hemos de ver de nuevo la inmensidad del mundo, el cielo y la tierra, y aprender a usar todo esto de modo justo», dijo en Berlín.

Por eso no hay que tener miedo a medirse con la realidad pensando que la única forma de acceder a ella es reducirla a esquemas preconstituidos o incluso preconcebidos. Aquí hay prácticamente ‘una corrección del racionalismo moderno, que permite restablecer una relación correcta entre razón y realidad. Una razón positivista o autosuficiente es incapaz de salir del pantano de las incertidumbres», comenta Gänswein.

Interrelación entre razón y fe

Por último, un paradigma fundamental de todo el pontificado, la interrelación entre razón y fe, que brilla mucho en los discursos que el entonces Pontífice pronunció teniendo como referencia el continente europeo. «La cultura de Europa nació del encuentro entre Jerusalén, Atenas y Roma; del encuentro entre la fe en el Dios de Israel, la razón filosófica de los griegos y el pensamiento jurídico de Roma. Este triple encuentro configura la íntima identidad de Europa», volvió a decir Ratzinger en su discurso ante el Bundestag.

La reflexión sobre cómo la fe cristiana ha contribuido a la rehabilitación de la razón surge en cambio del contenido del pronunciamiento en el Collège des Berardins de París, cuando el emérito cita el ejemplo del monacato occidental como una oportunidad para el renacimiento de una civilización hasta ahora «sepultada bajo las ruinas de la devastación de la barbarie» -recuerda Gänswein- al haber «derribado viejos órdenes y antiguas certezas».

En resumen, en la perspectiva de Benedicto XVI existe una profunda relación de amistad entre la fe y la razón, y ninguna quiere subyugar a la otra. Dijo en Westminster Hall: «el mundo de la razón y el mundo de la fe -el mundo de la racionalidad secular y el mundo de las creencias religiosas- necesitan uno de otro y no deberían tener miedo de entablar un diálogo profundo y continuo, por el bien de nuestra civilización. Por lo tanto, la religión, para cualquier legislador, no es en absoluto un problema a resolver, los legisladores no son un problema a resolver, ‘sino una contribución vital al debate nacional’.

Benedicto, un incomprendido

Tardaremos años, quizá decenios, en apreciar la talla intelectual, humana y espiritual del Papa emérito Benedicto XVI, fallecido la mañana del sábado 31 de diciembre.

4 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 3 minutos

Hay personas que destacan por algún rasgo eminente de su personalidad -por ejemplo, un talento artístico o una inteligencia preclara-, pero a las que una cierta torpeza de carácter: un genio fogoso, una sensibilidad excesiva o una timidez revestida de inseguridad, les impide brillar con todo su potencial.

En ocasiones no se trata de un factor temperamental, sino de un revés o contratiempo externo a ellas, como una circunstancia histórica adversa. Y también puede darse una combinación de ambos, en un cóctel desafortunado. Por suerte, muchas veces el paso del tiempo se encarga de hacer justicia y poner a cada uno en el sitio que le corresponde.

Así le ocurrió a artistas como Il Caravaggio o Vincent Van Gogh. Más de un santo se ha despedido de este mundo envuelto en la controversia. Pienso que no exagero al afirmar que tardaremos años, quizá decenios, en apreciar la talla intelectual, humana y espiritual de Benedicto XVI.

En los días transcurridos tras su reciente fallecimiento, el pasado 31 de diciembre, no han faltado quienes han señalado, con una ignorancia presuntuosa -doble ignorancia- su pasado en las juventudes hitlerianas o le han acusado de encubrir los casos de pederastia perpetrados por clérigos en el seno de la Iglesia.

Sin embargo, un hecho que nadie puede descalificar es la decisión que tomó en 2013 de renunciar a la sede de Pedro ante las crecientes limitaciones físicas y psíquicas provocadas por la edad. Y es precisamente ahí donde, si uno tiene un mínimo de honradez intelectual, comienza a vislumbrar la grandeza de Joseph Ratzinger, un hombre profundamente fiel a ese Dios al que dedicó sus mejores fuerzas y a sí mismo.

El emérito arrancó su pontificado presentándose ante los fieles congregados en la plaza de San Pedro y ante el mundo como un humilde trabajador de la viña del Señor. Cualquiera que hubiera tenido a mano en ese momento su currículum, no habría tenido más remedio que fruncir el ceño y atribuirle una falsa modestia. Pero Ratzinger no mentía. Así se sentía él y así había procurado transcurrir toda su existencia.

Podría haber sido uno de los teólogos más prolíficos del siglo XX, pero acogió la invitación a ser pastor de la diócesis de Múnich y a trabajar en la ingrata Congregación para la Doctrina de la Fe, a pesar de que los libros se le daban mejor que las ovejas, y aun sabiendo que el sambenito inquisitorial se volvería contra él y le acompañaría de entonces en adelante.

Su timidez fue su peor defecto, pero seguramente también su mejor virtud, pues se convirtió en la salvaguarda de su humildad y, en consecuencia, de una fe sin fisuras.

No pretendió nunca defenderse de las críticas. No tenía tiempo más que para la misión que se le había encomendado al servicio de la Iglesia. Solo al final de sus días decidió poner blanco sobre negro ante las denuncias de encubrimiento de un sacerdote pederasta mientras fue obispo de Múnich. Escribió una carta en la que aclaraba la situación, pero sobre todo en la que volvía a pedir perdón en nombre de toda la institución por la peor lacra de su milenaria historia.

El magisterio de Ratzinger como Romano Pontífice es deleite para el oído, alimento para la inteligencia y bálsamo para el corazón. Ha ejercido a través de él de “pater familias”, al modo evangélico, extrayendo del baúl de la doctrina lo bueno y dándoselo exquisitamente masticado a sus hijos. Serán generaciones de cristianos las que se nutran de sus enseñanzas a lo largo del tiempo.

Dos factores externos han jugado en contra de este pontificado, que pasará a los libros de historia por su abrupto e inesperado epílogo: de un lado, el relativismo reinante que el propio Papa denunció y trató de combatir con sus mejores armas.

Un relativismo que ha engendrado, junto a la superficialidad, esa ignorancia presuntuosa a la que me refería anteriormente. De otro, la elección de consejeros y aliados que no supieron acompañarlo en una agitada travesía. Y así se desencadenaron crisis como la de los hijos de Lefebvre, la mala interpretación del discurso de Ratisbona, el escándalo de Vatileaks e incluso la tarda respuesta de la institución -no del Papa Benedicto- a la condena de la pedofilia.

Dicen que cuando estaba pensando en renunciar al pontificado compartió esta duda con varios de sus consejeros más allegados. Todos trataron de disuadirle, pero él ya había tomado una decisión en la presencia de Dios. El tiempo demostró después que hizo bien en desatender a sus palabras.

La historia calificará a esta generación como injusta por no haber sabido comprender a Benedicto XVI y por no haberlo apreciado en toda su magnitud. Tendremos que excusarnos diciendo que su timidez, en esta era de la imagen, no ayudaba, o que los titulares sesgados y mentirosos nos lo impidieron. Pero en cualquier caso espero que ella sea más acertada que nosotros y haga brillar para las siguientes generaciones la figura de este hombre de Dios, que bajo una apariencia torpe y frágil llevaba dentro de sí a un gigante.

Vaticano

Los asistentes al funeral de Benedicto XVI

Se ha publicado la lista de los representantes religiosos que acudirán este jueves 5 de enero al funeral de Benedicto XVI en Roma. Estos asistentes se unen a las miles de personas que, se prevé, irán al Vaticano a despedirse del Papa emérito.

Paloma López Campos·3 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 2 minutos

Los representantes de muchas confesiones religiosas quieren asistir al funeral de Benedicto XVI que se celebrará este jueves 5 de enero en Roma. Estos nombres se unen a los de tantas personas que se van a movilizar durante los próximos días para dar un último adiós al Papa emérito.

Representantes ortodoxos

Así, desde el Patriarcado Ecuménico, de la Iglesia ortodoxa de Constantinopla, se prevé la asistencia de sus eminencias Policarpo de Italia y Emmanuel de Calcedonia. También como representante ortodoxo griego se espera al obispo Gennadios de Botsuana.

Por su parte, desde el Patriarcado de Moscú, en Rusia, acudirán al funeral tanto el Presidente del Departamento de Relaciones Eclesiásticas Exteriores, Antonio de Volokolamsk, como el Asistente de dicho departamento, Ivan Nikolaev. Por otro lado, el patriarcado serbio tendrá como representante al obispo de Bec.

Desde Rumanía, irán en nombre del patriarcado rumano el obispo de la diócesis ortodoxa rumana del norte de Italia, monseñor Siluan, y su obispo auxiliar, Atanasio.

Los patriarcados de Bulgaria y Georgia tendrán como representantes a Ivan Ivanov, Administrador de las comunidades búlgaras en Italia, y al párroco de la comunidad georgiana de Roma, Ioane Khelaia, respectivamente.

La iglesia de Chipre enviará al obispo metropolitano Basilio de Constanza, y la iglesia griega estará representada por el metropolitano Ignacio de Dimitriades. Como representantes de Macedonia del Norte, estarán su Alteza Josif de Tetovo-Gostivar y el diácono Stefan Gogovski.

Por su parte, en nombre de la Iglesia ortodoxa de América (IOA) asistirán al funeral el Primado de la IOA, Tikhon, y su secretario, Alessandro Margheritino.

Se cuenta también con la presencia del obispo para Italia del patriarcado copto ortodoxo, Monseñor Bernabé El Soryany. Por parte de la iglesia apostólica armenia, se espera al representante ante la Santa Sede, el arzobispo Khajag Barsamian, a Bagrat Galstanyan de Diócesis de Tavush en Armenia, y al legado pontificio de Europa central, Tiran Petrosyan. De esta misma iglesia, pero desde Cilicia, asistirá el arzobispo Nareg Alemezian.

Abraham Mar Stephanos, metropolitano para el Reino Unido y Europa, será quien represente a la iglesia siria Malankara; y Mar Odisho Oraham, obispo para Escandinavia y Alemania, es el enviado desde la iglesia asiria de Oriente.

Representantes veterocatólicos

La iglesia veterocatólica de Utrecht contará con la representación del obispo Heinrich Lederleitner, de Austria.

Representantes anglicanos

En nombre de la comunión anglicana viajarán a Roma el representante del arzobispo de Canterbury ante la Santa Sede y Director del Centro Anglicano en Roma, Ian Ernest; el representante del Secretario General de la Comunión Anglicana, monseñor Christopher Hill; y el obispo sufragáneo de la Diócesis en Europa, Mons. David Hamid.

Representantes metodistas

El Consejo Metodista Mundial enviará al Reverendo Matthew Laferty, Director de la Oficina Ecuménica Metodista en Roma.

Representantes luteranos

Por otro lado, la parroquia luterana de Roma tendrá como representante al pastor Michael Jonas, de la Comunidad Evangélica Luterana de Roma.

Representantes del Consejo Ecuménico

En nombre del Consejo Ecuménico de las Iglesias irá al Vaticano el obispo Heinrich Bedford-Strohm, Moderador del Consejo.

Representantes evangélicos

Samuel Chiang, Secretario General Adjunto de Ministerios de la Alianza Evangélica Mundial, es el representante de los evangélicos en el funeral.

Representantes de los jóvenes

Por último, en representación de la Asociación Cristiana de Jóvenes en Italia, irán el presidente del Congreso Federico Serra; el presidente del Comité Nacional, Maurizio Donnangelo; y el Secretario General de la Federación, Alessandro Indovina.

Las cosas, por su nombre

Los excesos del lenguaje inclusivo, que rozan a veces el ridículo, o la apisonadora de la ideología de género, que amenaza con convertir en delincuente a quien se niegue a decir que lo blanco es negro, son solo ejemplos de una práctica bien conocida por los gobernantes de todas las épocas.

3 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 2 minutos

«La guerra es la paz, la libertad es la esclavitud, la ignorancia es la fuerza». Son las tres consignas del partido que rematan el faraónico edificio del Ministerio de la Verdad en la novela 1984. La manipulación del lenguaje alcanza hoy niveles parecidos.

De verdad que no soy nada conspiranoico, pero creo que no estamos nada lejos de la aplastante sociedad distópica que imaginaba George Orwell. Allí, el llamado “neolenguaje” servía al omnipresente Gran Hermano para controlar a los ciudadanos; aquí, las ideologías se sirven del lenguaje para dulcificar lo que no tragaríamos si llamaran a las cosas por su nombre.

Los excesos del lenguaje inclusivo, que rozan a veces el ridículo, o la apisonadora de la ideología de género, que amenaza con convertir en delincuente a quien se niegue a decir que lo blanco es negro, son solo ejemplos de una práctica bien conocida por los gobernantes de todas las épocas.

Las últimas en quejarse de la manipulación del lenguaje han sido las asociaciones de familias numerosas que entienden como una agresión la nueva ley que prepara el Gobierno de España. En la exposición de motivos del anteproyecto que ha desvelado el diario ABC, el Gobierno reconoce a las claras el carácter ideológico de la norma afirmando que “ya no existe la familia, sino las familias en plural”.

Según la norma, desaparece el concepto de familia numerosa, reconociendo en su lugar hasta 16 tipos diferentes de familias entre las que aparece incluso (¡qué cosas!), la compuesta por una sola persona.

Protestan las familias numerosas con razón de que “si todo es familia, ya nada es familia” alegando la falta de reconocimiento, en el contexto demográfico actual, de la función social que cumplen.

A pesar de que, año tras año, la familia siga apareciendo en primer lugar en la clasificación de las instituciones más valoradas, lo cierto es que, conforme los usos sociales la van haciendo cada vez más pequeña y frágil, más se va desdibujando su papel. Hay quien habla ya de que la verdadera familia son los amigos, porque son “los que uno elige”, por lo que el Gran Hermano va cumpliendo, paso a paso, su proyecto de ingeniería social consistente en eliminar vínculos para conseguir individuos cada vez más solos, más desarraigados, más dependientes del Estado y, por lo tanto, más manipulables. Vaciar de significado la palabra familia, nos acerca cada vez más al rebaño –o a la jauría o a la piara, lo que usted prefiera–; nos hace menos humanos y más esa otra cosa en que nos quieren convertir.

Y es que, el nombre de las cosas y también el de las personas, se hace imprescindible para no confundirnos, para saber de qué hablamos, de quién hablamos. ¿Qué pasaría si, en busca de la igualdad efectiva, todos nos llamáramos igual? Pues que el mundo sería un caos, nadie sabría quién es quién, ni uno mismo.

Hoy celebramos, precisamente, la fiesta del Santísimo Nombre de Jesús, un término que significa, en hebreo, “Dios salva”, indicando claramente la misión del niño. Ojalá sepamos llamar a las cosas por su nombre y no dejarnos manipular por esos falsos salvadores de la humanidad. Porque la humanidad ya ha sido salvada por un sencillo hombre que aprendió a serlo y a llevar este concepto a plenitud en esa escuela de humanidad llamada familia. Su nombre, sobre todo nombre: Jesús. Acudamos a él cuando estemos confundidos.

El autorAntonio Moreno

Periodista. Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Bachiller en Ciencias Religiosas. Trabaja en la Delegación diocesana de Medios de Comunicación de Málaga. Sus numerosos "hilos" en Twitter sobre la fe y la vida cotidiana tienen una gran popularidad.

Ecología integral

Lo que la ecología le debe al Papa Benedicto XVI

La cuestión ecológica en Benedicto XVI mantiene un interesante equilibrio entre quien se abre el mundo actual, valorando lo positivo que incorpora, a la vez que sabe iluminar con la luz del cristianismo más auténtico los problemas y expectativas de sus contemporáneos.

Emilio Chuvieco·3 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 5 minutos

Me parece que no es necesario ampliar la larga lista de reconocimientos que la labor teológica y pastoral del Papa Benedicto ha merecido en los últimos días con motivo de su fallecimiento. Tampoco voy a perder un minuto en contestar a los desvaríos de quienes le critican sin apenas conocer sus escritos y sin haberle tratado personalmente.

Me parece mucho más propio subrayar otra dimensión de su pensamiento –quizá no nuclear, pero ciertamente importante- que me resulta cercana. Servirá así como modesto homenaje y gratitud a un gran intelectual, a un hombre sabio y bueno, a quien tocó conducir la Iglesia en los últimos 40 años -primero como apoyo fundamental de sanJuan Pablo II y luego como obispo de Roma-, hacia una renovación auténtica de la Iglesia en el siglo XXI, asumiendo lo más sustancial y fructífero del Concilio, conjugando la Tradición con la apertura a la Modernidad, en una fidelidad dinámica que siempre se pregunta qué es lo que nos pediría Jesucristo si predicara a nuestros contemporáneos.

Me refiero a la visión de Benedicto XVI sobre las cuestiones ambientales, tan debatidas actualmente. La posición de Benedicto XVI en este tema me parece especialmente atrayente, ya que ejemplifica muy bien ese equilibrio entre quien se abre el mundo actual, valorando lo positivo que incorpora, a la vez que sabe iluminar con la luz del cristianismo más auténtico los problemas y expectativas de sus contemporáneos.

Para muchos cristianos se trata de temas ajenos –en el mejor de los casos- a nuestra fe, cuando no ocasión para debilitar el mensaje cristiano con intereses espurios o abiertamente paganos. Para otros, la Iglesia no puede estar en silencio ante cualquier cuestión que tiene una trascendencia intelectual y un amplio interés social.

La trayectoria del magisterio eclesiástico en la llamada “cuestión ecológica” parece, a primera vista, muy reciente, aunque hay referencias muy interesantes a la admiración y apertura a la naturaleza en autores tan relevantes como san Basilio, san Agustín o san Benito.

Sin embargo, el análisis del magisterio reciente arranca de alguna alusión en textos de san Juan XXIII, san Pablo VI, y algún escrito más específico de san Juan Pablo II y Benedicto XVI, para desembocar en la encíclica dedicada a este tema por el Papa Francisco, en 2015. El texto del papa actual es muy profundo y relevante, con algunas notas originales, pero que no sale del vacío: se apoya en los escritos de sus predecesores, además de los documentos que han elaborado distintas conferencias episcopales. Ahora me quiero centrar en las aportaciones del papa Benedicto a esta trayectoria.

Conviene recordar que Benedicto XVI era alemán, y que en Alemania la sensibilidad ambiental es un componente básico de la vida cotidiana (conviene recordar que es uno de los pocos países del mundo que tiene un partido verde con amplia representación parlamentaria).

La cuestión ecológica en Benedicto XVI

Sus referencias a la “cuestión ecológica” son a la vez frecuentes y profundas. Por ejemplo, dedica a este tema, en cuatro años de sus 8 de pontificado alusiones centrales en sus Mensajes para la Jornada mundial de la Paz.

En el de 2007 introduce un tema enormemente importante, el concepto de ecología humana, dándole una interpretación a la vez moral y doctrinal: «La humanidad, si tiene verdadero interés por la paz, debe tener siempre presente la interrelación entre la ecología natural, es decir el respeto por la naturaleza, y la ecología humana. La experiencia demuestra que toda actitud irrespetuosa con el medio ambiente conlleva daños a la convivencia humana, y viceversa» (n. 8).

También Benedicto XVI es el primero en conectar directamente la justicia ambiental con las generaciones futuras, algo que ahora se incluye plenamente en las legislaciones internacionales como un principio moral, por más que jurídicamente sea complicado de aplicar. Recordando que… “Respetar el medio ambiente no quiere decir que la naturaleza material o animal sea más importante que el hombre”, afirmaba que no podemos utilizar la naturaleza “…de manera egoísta, a plena disposición de los propios intereses, porque las generaciones futuras tienen también el derecho a obtener beneficio de la creación, ejerciendo en ella la misma libertad responsable que reivindicamos para nosotros» (Benedicto XVI, Mensaje en la jornada mundial de la paz, 2008, n. 7).

Ahora bien, la ecología humana que propone Benedicto XVI va más allá. Hace referencia a la conexión profunda entre equilibrio natural y equilibrio humano, proponiendo que seamos guiados por la ley natural, engarzando la naturaleza humana con la “natural”, porque al fin y al cabo somos parte de ese mismo sustrato natural. La verdad del hombre y de la naturaleza llevan a una actitud de respeto y cuidado: no son aspectos separados.

En este sentido, secunda lo ya apuntado por san Juan Pablo II, que la degradación ambiental está ligada a la degradación moral del hombre, puesto que ambas implican un desprecio hacia el designio Creador de Dios, pero Benedicto XVI lo extiende diversas facetas del actuar moral: «Si no se respeta el derecho a la vida y a la muerte natural, si se hace artificial la concepción, la gestación y el nacimiento del hombre, si se sacrifican embriones humanos a la investigación, la conciencia común acaba perdiendo el concepto de ecología humana y con ello de la ecología ambiental. Es una contradicción pedir a las nuevas generaciones el respeto al ambiente natural, cuando la educación y las leyes no las ayudan a respetarse a sí mismas.

El libro de la naturaleza es uno e indivisible, tanto en lo que concierne a la vida, la sexualidad, el matrimonio, la familia, las relaciones sociales, en una palabra, el desarrollo humano integral» (Caritas in veritate, 2009, n. 51). De ahí surge el concepto que ha desarrollado más recientemente el Papa Francisco de Ecología integral, que hace referencia al cuidado de la naturaleza y de las personas, pues al fin y al cabo este planeta es nuestro hogar común.

No puede haber discontinuidad entre estos dos aspectos, ni por un extremo, ni por el otro. Tan extraviado estaría el que cuidara el ambiente, denigrando a las personas que sobre él viven, como el que degradara el ambiente gratuitamente para, supuestamente, favorecer a las personas. Hay una sola crisis –como menciona el papa Francisco tan frecuentemente- a la vez social y ambiental.

La solución al problema ambiental, entonces, no es sólo técnica, sino también moral. Es preciso que cada uno descubra qué aspectos de su vida pueden renovarse. Ahí se enmarca del concepto de conversión ecológica, que tanto gusta al Papa Francisco, pero que fue propuesto por Juan Pablo II, y extendido por Benedicto XVI, concretado en cambios personales: «Es necesario un cambio efectivo de mentalidad que nos lleve a adoptar nuevos estilos de vida, «a tenor de los cuales la búsqueda de la verdad, de la belleza y del bien, así como la comunión con los demás hombres para un crecimiento común, sean los elementos que determinen las opciones del consumo, de los ahorros y de las inversiones » (Benedicto XVI, Caritas in veritate, 2009, n. 51).

También merece destacarse las alusiones que hizo Benedicto XVI a la cuestión ambiental en su memorable discurso en el parlamente alemán. Allí señaló que el respeto a la naturaleza también es una forma de reconocer una verdad objetiva que no creamos nosotros, sino a la que debemos reconocimiento.

Por eso indicaba que:  «Debemos escuchar el lenguaje de la naturaleza y responder a él coherentemente”, ligando ese reconocimiento al de la propia naturaleza humana: “El hombre no es solamente una libertad que él se crea por sí solo. El hombre no se crea a sí mismo. Es espíritu y voluntad, pero también naturaleza, y su voluntad es justa cuando él respeta la naturaleza, la escucha, y cuando se acepta como lo que es, y admite que no se ha creado a sí mismo. Así, y sólo de esta manera, se realiza la verdadera libertad humana».

En resumen, en el amplísimo magisterio de Benedicto XVI, la dimensión ecológica se propone como algo central a la experiencia cristiana, parte de una concepción de Dios Creador, que ha embellecido el mundo que nos rodea con una biodiversidad inmensa, de Dios Redentor, que quiso compartir nuestra naturaleza humana, viviendo en armonía con su entorno, y de Dios Santificador, que utiliza la materia natural como vehículo de la Gracia en los sacramentos.

El Papa Francisco nos lo ha recordado en su encíclica y sus múltiples alusiones en su magisterio, pero también los pontífices anteriores, singularmente Benedicto XVI, merecen un sitio de honor entre los precedentes de este magisterio.

El autorEmilio Chuvieco

Catedrático de Geografía de la Universidad de Alcalá.

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España

Mayte Rodríguez:»Judíos y cristianos hemos de trabajar y dialogar en todo lo que nos une»

Hace pocas semanas, la sala capitular de la catedral de la Almudena en Madrid se convertía en un punto de encuentro interreligioso en la celebración de los 50 años de la erección del Centro de Estudios Judeo–Cristianos. Medio siglo “siendo la institución oficial de la Iglesia para el diálogo con el judaísmo”, como destaca Mayte Rodríguez, directora del Centro.

Maria José Atienza·3 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 5 minutos

La historia del Centro de Estudios Judeo-Cristianos, dependiente del arzobispado de Madrid, no se entiende sin hablar de la congregación de las Hermanas de Nuestra Señora de Sión. 

Esta congregación, fundada bajo la inspiración de Theodore y Alphonse Ratisbonne, dos hermanos de origen judío, que se convirtieron al catolicismo y fueron ordenados sacerdotes, tiene como carisma el trabajo y la oración en la Iglesia para revelar el amor fiel de Dios por el pueblo judío y hacer realidad el reino de Dios en la tierra mediante una colaboración fraterna. 

Esta ha sido la línea de estos 50 años de trabajo, como destaca en esta entrevista Mayte Rodríguez, una laica que conoció el carisma de las Hermanas de Sion al poco tiempo de llegar a España y que, desde entonces, ha formado parte de este Centro de Estudios. 

¿Cuándo nace el Centro de Estudios Judeo-Cristianos? 

—En torno a 1960, sor Esperanza y sor Ionel llegaron a España. Lo primero que hicieron fue dirigirse a la comunidad judía, que las recibió con los brazos abiertos. Ahí se gesta la fundación de la Amistad Judeo-Cristiana, aprobada por el arzobispado de Madrid.

Estamos hablando de antes del Concilio Vaticano II. Después del Concilio, el cardenal Tarancón decide erigir un Centro de Estudios Judeo-Cristianos, es decir, lo convierte en una institución oficial de la Iglesia.

De hecho, somos la única institución oficial de la Iglesia para el diálogo con el judaísmo aquí en España. El Centro, como tal se erige el 21 de septiembre de 1972, encomienda su gestión a la Congregación de Nuestra Señora de Sión.

¿Por qué se establece la Congregación en España? 

—Para entender esto hay que remitirse al encuentro de Seelisberg: en el verano de 1947, un grupo grande de judíos y cristianos de 19 países se reunieron en Seelisberg, Suiza. Entre ellos estaban Jacques Maritain o Jules Isaac. Aquella reunión fue clave. Allí se pone de manifiesto, entre otras cosas, cómo cierta parte del horror del holocausto judío reciente habría podido venir de una errónea visión de los cristianos hacia los judíos. Nos referimos a ideas como que los judíos eran “culpables de la muerte de Cristo”. En Seelisberg se promueve lo que conocemos como “amistades judeo-cristianas”. 

Es cierto que, en España, al no ser partícipe de la II guerra mundial, no teníamos quizás la misma percepción con respecto a la persecución de los judíos como podía darse en Francia o Alemania, pero en España había una raíz sefardita, judía evidente. No en vano, los judíos se dividen en sefarditas y askenazis, los primeros de origen español, y el resto, de raíz centroeuropea. 

En esta historia, ¿qué papel juega la declaración Nostra Aetate?

—En los últimos años se han multiplicado los documentos de la Iglesia a este respecto. Hay que reconocer que ha habido siglos de desencuentro y eso ha llevado a incomprensiones, malos entendidos, etc. 

En los últimos años se ha avanzado mucho. En este sentido, la aportación del Concilio Vaticano II y, especialmente, de la declaración Nostra Aetate, ha sido fundamental. Esto se debe, a mi juicio, a tres personas: san Juan XXIII, Jules Isaac y el cardenal Agustín Bea SJ.

Después de este encuentro de Seelisberg, Jules Isaac pidió una entrevista con san Juan XXIII. En aquella entrevista le manifiesta su pena porque, si bien no encontraba en los evangelios ningún punto antisemita, se preguntaba de dónde venía la histórica animadversión al pueblo judío. En esa conversación, Isaac le pregunta al Papa: “Santidad, ¿puedo llevarle esperanza a mi pueblo?”, a lo que Juan XXIII le contestó: “Ustedes tienen derecho a algo más que una esperanza”. Tras aquella entrevista, el Papa encomendó al cardenal Agustín Bea la preparación de lo que luego sería la declaración Nostra Aetate. Esta declaración tuvo muchísima controversia: para algunos sectores de la Iglesia se quedaba corta, y para otros era excesiva. También hubo incomprensiones por parte de las otras confesiones. Al final Nostra Aetate salió adelante y ese fue el comienzo del cambio. No sólo por la parte de los católicos, sino, en el caso de la comunidad judía, de cómo nos veían a los cristianos. 

¿Ha habido también un cambio de mentalidad por parte de la comunidad judía?

—Hay que tener en cuenta que para los judíos, los cristianos hemos sido considerados muchas veces como una especia de secta, una herejía del judaísmo. 

En los últimos años se han dado pasos significativos. Por ejemplo, en los últimos documentos los judíos reconocen que los cristianos somos parte del plan infinito de Dios. No sólo eso, sino que, en cierto modo, seguimos caminos paralelos y que cuando Dios quiera nos encontraremos. Mientas tanto, hemos de trabajar y dialogar en todo lo que nos une. Esto es muy importante. 

Realmente es paradójico, pero lo que más nos une a nuestros hermanos mayores en la fe es también lo que más nos separa: la figura de Cristo. Jesús era judío, su Madre era judía, los apóstoles eran judíos… La gran diferencia es que para nosotros es el Mesías y para ellos es un gran rabino. En este punto, muchas veces me remito al nombre de la revista del centro, El Olivo. Esta revista debe su nombre a esas palabras del capítulo 11 de la carta a los Romanos: “Si la raíz es santa, también lo son las ramas. Por otra parte, si algunas de las ramas fueron desgajadas, mientras que tú, siendo olivo silvestre, fuiste injertado en su lugar y hecho partícipe de la raíz y de la savia del olivo”. Los judíos son el tronco, y si nosotros somos santos es porque ellos son santos también. Muchas veces, dentro de los propios cristianos apreciamos que existe una visión lejana del pueblo judío. Creo que es más una falta de interés que otra cosa. Sin embargo, gracias a Dios vemos que esto va cambiando y hay más apertura. Pero hace falta mucho más. 

Ahora que se han cumplido 50 años, ¿qué perspectiva de futuro tiene el Centro?

—Pienso que este Centro es una cosa que Dios quiere, así que Él sabrá qué hacer para el futuro. Hemos pasado, y pasamos aún, por multitud de peripecias. Todas las mañanas, cuando llego al Centro, voy a la capilla que tenemos aquí y le digo al Señor “Esto es tuyo, ¡a ver qué haces!”. Pienso que es eso, una obra de Dios. Nosotros trabajamos para su pueblo y por su pueblo, y los que sentimos este cariño lo vemos así. 

En el Centro casi todos somos voluntarios, incluso el magnífico cuadro de profesores de nuestras conferencias lo hace de manera voluntaria. Cuando las Hermanas de Sion llegaron a España y reunieron a un grupo de intelectuales, políticos, etc. el punto clave era que amaran a al pueblo judío y quisieran difundir su cultura, y eso es lo que seguimos haciendo. Además de los ciclos de conferencias sobre diversos temas relacionados con el judaísmo y el cristianismo tenemos cursos de hebreo, abiertos a todo el mundo. La mayoría de las personas que vienen aquí son mayores, porque tienen más tiempo y tienen inquietud por conocer cuestiones sobre la historia del pueblo judío o la relación con los cristianos. Nos gustaría que vinieran más personas jóvenes pero, con el tiempo tan justo que tienen, es difícil. Además tenemos una biblioteca muy buena, abierta a estudiosos y profesores, sobre todo lo relacionado con el mundo judío y también cristiano. 

¿Cómo definiría la relación actual con la comunidad judía? 

—Excelente. Gracias a Dios, tenemos una relación de fraternidad. Hay una cooperación constante entre nosotros y hay que destacar que nos ayudan de muy diversas maneras: tanto para mantener este Centro, como para colaborar muchas veces en obras de caridad de la Iglesia, por ejemplo, en campañas de Cáritas o recogidas de alimentos. Algunos de los momentos más entrañables se dan cuando nos acompañamos mutuamente en fiestas señaladas. Celebramos con ellos fiestas como Yom Kipur o Purim y ellos vienen el 20 de enero, que es la fiesta anual de nuestro centro. Hay que tener en cuenta que, además, muchos de los judíos que viven en España han ido a colegios o universidades católicas y nuestras fiestas les son muy cercanas.

Vaticano

Miles de personas visitan los restos mortales de Benedicto XVI

Miles de personas hacen cola estos días para dar su último adiós al Papa emérito. El protocolo vaticano trabaja para un funeral inédito que estará presidido por el Papa Francisco. 

Stefano Grossi Gondi·2 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 7 minutos

Está siendo una intensa jornada el primero de los días en los que ha sido posible dar un último homenaje y oración a Benedicto XVI en la Basílica Vaticana.

El traslado de los restos mortales de Benedicto XVI a la basílica de San Pedro tuvo lugar a las 7.00 horas de esta mañana, y la llegada a la Basílica fué a las 7.15 horas. El breve rito estuvo presidido por el Card. Gambetti, que duró hasta las 7:40.

A continuación se completó la preparación de la Basílica para la llegada de los fieles que visitaron al Papa emérito. Desde el principio, a las 9 de la mañana, momento en el que se abrió la Basílica, y durante todo este lunes, ha estado siempre presente una sensación de calma en las colas, sin muchos selfies, con recogimiento.

Las primeras imágenes de los restos mortales de Benedicto XVI han suscitado algunos comentarios entre los fieles y peregrinos. Cuando Juan Pablo II murió en 2005, no llevaba mitra ni báculo cuando descansaba en su capilla privada. Mientras que sí las llevaba Benedicto.

Una de las grandes dudas de un hecho inédito como la muerte de un pontífice emérito era el rito funerario y el protocolo que se establecería.

La vestimenta aporta algunas pistas, ya que Benedicto XVI ha sido ataviado de rojo papal, pero sin el palio: el ornamento que se coloca al cuello y que indica el poder ejercido en el momento de su muerte. La ausencia de dicha pieza señala que el alemán, justamente, estaba retirado. Benedicto XVI ha sido revestido con las vestiduras pontificias de color rojo, que es el color reservado a los pontífices. Lleva una casulla solemne roja y una mitra con bordes dorados.

Como renunció a ser pontífice, tampoco lleva la «cruz pastoral», el bastón rematado con una cruz que tiene un significado paralelo al del palio. Tampoco lleva zapatos de color burdeos, que en la tradición papal evocan la sangre derramada por los mártires siguiendo los pasos de Cristo.

Además, Benedicto tiene un rosario entrelazado en las manos. Está apoyado en un catafalco cubierto por una tela de terciopelo rojo y sostenido por dos almohadillas pardas. A su lado hay un cirio encendido. Un dato interesante: el Papa emérito Benedicto yace en el altar con la casulla que llevó en la misa de clausura de la Jornada Mundial de la Juventud de Sydney 2008.

Desde el principio de la mañana ha estado presente junto al túmulo el Arzobispo Ganswein, secretario personal del Papa Benedicto, que ha recibido el pésame de numerosas personalidades durante toda la jornada, comenzando por Matarella, Presidente de la República Italiana y la Primera Ministra, Giorgia Meloni. 

Benedicto XVI ganswein
Mons. Georg Gänswein ante el cuerpo de Benedicto XVI en la basílica de San Pedro ©CNS photo/Paul Haring

Largas colas en la plaza de San Pedro para despedir a Benedicto XVI

Durante todo el día ha habido largas colas en la plaza de San Pedro para despedir a Benedicto XVI
Los que entran y salen se entrecruzan y empiezan los preparativos para el funeral del jueves. Nos encontramos además, en una situación muy especial, ya que no vivimos lo que se pudo experimentar cuando falleció Juan Pablo II, para reinante. Benedicto XVI lleva 10 años retirado, pero la plaza de San Pedro vuelve a recobrar vida y vida joven. Hemos podido ver a muchos peregrinos jóvenes, para los que Benedicto XVI era, es y seguirá siendo una referencia en su vida cristiana. Estamos ante un papa que creía profundamente en el poder de la Verdad, que amaba la Verdad, que ha muerto amando la Verdad en sus labios.

Empezamos a contar con muchas reacciones tras la desaparición del primer «papa emérito» de la historia, un Papa que ha producido una ingente tarea doctrinal: 3 encíclicas, 275 cartas, 125 constituciones apostólicas, 4 exhortaciones apostólicas, 67 cartas apostólicas, 13 Motu proprios, 199 mensajes, 349 homilías, y unos 1500 discursos

Recogiendo las impresiones de los turistas y peregrinos es frecuente escuchar valoraciones como las de una familia italiana, originaria de  Milán, que subrayan (una pareja de mediana edad) que Benedicto era sobre todo una persona afable, de una elocuencia sencilla y directa, típico de una persona extraordinariamente educada, con una rara habilidad para captar el corazón con un concepto y una idea».

No muy diferente es el recuerdo de don Lluís Clavell, ex rector de la de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz y profesor de metafísica en la misma Universidad. «Vino a vernos dos veces. Una vez sólo para estar con nosotros y responder a nuestras preguntas. Y  de sus respuestas, reflexivas se notaba que tenía una rara habilidad para escuchar. Para responder primero hay que escuchar bien. Ratzinger poseía ambas cualidades».

También hemos podido escuchar en la radio las declaraciones del cardenal Pell, que confirmaba: «Papa Ratzinger era un caballero cristiano.  Un verdadero profesor alemán, un hombre de modales exquisitos, de alta cultura, un caballero de la vieja escuela, muy, muy educado.»

Otras personas en la Plaza decían, como la monja italiana Lucia: «Estoy aquí desde muy temprano. Le debia el saludarle en estos momentos, después de todo lo que ha hecho por la Iglesia». A su lado, miles de personas han hecho cola durante todo el dia para entrar en la Basílica. Se espera que unas 35.000 personas visiten cada día la capilla ardiente, que permanecerá abierta hasta el miércoles. Hoy se ha podido confirmar que han pasado por la Basílica 40.000 personas. 

Los primeros fieles en entrar en la basílica han sido un grupo de sacerdotes de la India. La coincidencia de la muerte de Benedicto XVI con las vacaciones navideñas ha hecho que muchos de los curiosos fueran meros turistas. Como Jennifer K., una estadounidense que junto a varios amigos subrayaba la «suerte» de haber estado en Roma en estos días. “Me da pena la muerte de Benedicto XVI, pero para nosotros ha sido una gran carambola que nos coja en Roma, y aquí estamos». Otros, como un grupo de españoles unos metros más allá, aprovecharon su viaje de vacaciones para asistir a la exequias. “Nosotros lo hacemos por respeto a Benedicto, aunque la verdad no lo hemos conocido mucho”, apuntaba Luis Mesa, de 36 años.

Para otras personalidades, como Sor Alessandra Smerilli, secretaria de uno de los Dicasterios más importantes de la Santa Sede,el testamento del Papa Benedicto XVI recuerda sus orígenes humildes, la relación con su familia. Un testamento sencillo, sencilla su vida, siguió firme permaneciendo ante Dios momento a momento».
Otros, como Gustavo Entrala, el comunicador español que ayudó a Benedicto a enviar su primer tweet, ha recordado online cómo él y su equipo metieron al Papa Benedicto XVI en las redes sociales. Hoy, @Pontifex es un éxito indiscutible. Y eso tuvo su origen con el Papa anterior, asesorado por el comunicador español. 

Según el arzobispo de Malta, Charles Scicluna, fue Benedicto XVI el primero que empezó a enfrentarse a «la cara oscura» de los abusos sexuales cometidos por clérigos, impulsando una serie de medidas que hoy constituyen el núcleo de la política de «tolerancia cero» de la Iglesia. Antes de su elección al papado, el entonces cardenal Joseph Ratzinger «desempeñó un papel decisivo en el largo proceso de actualización de la legislación y los procedimientos» para hacer frente a delitos graves como los abusos sexuales a menores, afirmó Scicluna. Tanto como prefecto del Vaticano como Papa, ha dicho  Scicluna, Benedicto XVI lideró la reforma «en constante diálogo con los expertos canónicos» y promovió «la formación a todos los niveles». Durante sus ocho años como Papa, dijo Scicluna, Benedicto dedicó tiempo cada semana a revisar casos de sacerdotes abusadores que necesitaban decisiones.

Haciendo un rápido repaso a la herencia de Benedicto, que tantos recuerdan precisamente hoy, podríamos mencionar la “Fe y razón que se reencuentran de un modo nuevo”, también que durante su pontificado, repitió muchas veces que el hombre es capaz de la verdad y debe buscarla. Que ella necesita criterios para ser verificada y debe ir unida a la tolerancia real. La medida de verdad para los católicos es el Hijo de Dios. Con respecto al Vaticano II, siempre recordó “La hermenéutica de la reforma”. Luchó para que se entendiera realmente el sentido del Concilio Vaticano II, como una búsqueda de “síntesis de fidelidad y de dinamismo”. En el ámbito de la Nueva evangelización, insistió en “Redescubrir la alegría de creer”: para Benedicto, la nueva evangelización deberá encargarse de encontrar los caminos para hacer más eficaz el anuncio de la salvación, sin el cual la existencia personal permanece contradictoria y privada de lo esencial. pero también insistió con fuerza en la importancia de dialogar con todos. Aunque Benedicto XVI mostró siempre firme su defensa de la fe, procuró limar asperezas y tender puentes dentro y fuera de la Iglesia. Movido por un afán de unidad, intentó atraer a quienes por un motivo u otro se habían apartado de Roma.

Los preparativos para los funerales 

Los preparativos para los funerales solemnes del Papa Benedicto XVI, previstos para el jueves 5, están en pleno apogeo. Los funerales de Joseph Ratzinger serán los de un Romano Pontífice, con los ritos y la veneración que la Iglesia siempre ha tributado al sucesor (Benedicto fue el 265º) del Apóstol Pedro.

Aunque el protocolo vaticano, habitualmente muy preciso y detallado para la despedida de un Papa, se encuentra por primera vez en sus dos mil años de historia registrando el funeral de un Pontífice celebrado por su sucesor, el Papa Francisco.  Y así se está trabajando para redactar nuevas normas.

Pero, ¿qué son la Ultima Commendatio y la Valedictio, las bendiciones que preceden al entierro? La traducción del latín de la primera suena como «la última recomendación». Como prescribe el ritual litúrgico romano, al final de la liturgia de la palabra (es decir, las lecturas de pasajes de la Biblia y del Evangelio, acompañadas de himnos, la homilía, la profesión de fe y la oración universal o de los fieles) el celebrante con los concelebrantes rocía el féretro con agua bendita e incienso. A esto sigue una oración, que generalmente es: «Entregamos el cuerpo mortal de nuestro hermano (o hermana) a la tierra en espera de su resurrección; que el Señor reciba su alma en la gloriosa comunión de los santos; que abra los brazos de su misericordia, para que este hermano nuestro, redimido de la muerte, absuelto de toda culpa, reconciliado con el Padre y llevado sobre los hombros del buen Pastor, participe de la gloria eterna en el Reino de los Cielos».

La Valedictio, del saludo latino «Vale», que los romanos decían o escribían al saludarse y que equivale a nuestro «Hasta luego» con el añadido de un deseo de salud y paz, representa el último adiós al difunto. La más utilizada es «Venid, santos de Dios, daos prisa, ángeles del Señor». Recibe su alma y preséntala en el trono del Altísimo. Que Cristo, que os ha llamado, os reciba, y los ángeles os conduzcan con Abraham al paraíso. Recibe su alma y preséntala en el trono del Altísimo. Concédele, Señor, el descanso eterno y brille para él la luz perpetua. Recibe su alma y preséntala en el trono del Altísimo’.

A continuación, el féretro es llevado al lugar de inhumación, que para el Papa Ratzinger debería ser, según su petición, el lóculo de las Grutas Vaticanas donde se depositó el cuerpo de Juan Pablo II antes de ser trasladado a la parte superior de la Basílica.

El autorStefano Grossi Gondi

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Iniciativas

El 2022 de Amigos de Monkole: más de 400.000 euros en 11 proyectos

Desde su fundación, hace 12 años, Amigos de Monkole ya ha prestado ayuda a más de mil mujeres embarazadas del Centro Hospitalario Monkole, ubicado en uno de los barrios más pobres de Kinshasa (R. D. del Congo).

Maria José Atienza·2 de enero de 2023·Tiempo de lectura: < 1 minuto

La Fundación Amigos de Monkole, ha logrado financiar con más de 400.000 euros sus 11 proyectos solidarios en la República Democrática del Congo, “lo que supone una cifra récord, alrededor de un 40% más que en 2021, gracias a nuestros donantes y a las ayudas recibidas de diversas instituciones y organismos públicos y privados”, como ha explicado Enrique Barrio, presidente de la fundación. Más de 35.000 personas, especialmente mujeres y niños, se han beneficiado, de manera directa o indirecta, gracias a estos proyectos.

Los proyectos a los que se ha destinado el dinero han abracado desde Operaciones de raquitismo en niños (20.000 euros), intervenciones de prótesis de cadera (18.290,5 euros), Forfait Mamá, ayudas en el parto a 107 madres (29.000 euros), Neonatología (39.200 euros, incluyendo una ayuda de 20.000 euros de la Fundación Ordesa), hasta el Proyecto Elikia: cribado de cáncer de útero (29.700 euros).

Otros proyectos son el Proyecto dental con el  apoyo el colegio de dentistas de Asturias (5.600 euros), Escuela de Enfermería (90.000 euros), Formación en África con médicos de Europa (10.605,89 euros), rehabilitación de la antena sanitaria Kimbondo (6.000 euros, con la ayuda de la Junta de Castilla y León), envío de lavadoras y planchadoras industriales (50.251,27 euros, con la ayuda de la Junta de Castilla y León), Pozo sanitario en Niangara (17.800 euros), producción de oxígeno (30.700 euros), creación de Cantinas Populares para la nutrición infantil (7.000 euros junto con la Fundación Roviralta, el fondo María Felicidad Jiménez Ferrer y Moneytrans), campaña lucha con el VIH (48.531,78 euros con el Ayuntamiento de Valladolid). En total, la ayuda enviada suma un total de 402.679,44 euros.

Zoom

Los fieles se despiden de Benedicto XVI

El cuerpo de Benedicto XVI ha sido traslado a la basílica de san Pedro para recibir el último adiós de los fieles. El funeral será oficiado por el Papa Francisco el 5 de enero.

Maria José Atienza·2 de enero de 2023·Tiempo de lectura: < 1 minuto
Vaticano

Benedicto XVI. Un funeral con sólo 2 delegaciones oficiales

Rome Reports·2 de enero de 2023·Tiempo de lectura: < 1 minuto
rome reports88

El Vaticano se preparar para el funeral de Benedicto XVI. El cuerpo del Pontífice emérito se puede visitar, desde la mañana del 2 de enero, en la basílica de San Pedro.

El jueves 5 de enero a las 9:30 de la mañana, el Papa Francisco oficiará su funeral en el que solo habrá dos delegaciones oficiales. Por un lado la de Italia y, por otro, la de Alemania, por ser el país de origen de Benedicto XVI.

El Vaticano confirmó que sus restos descansarán en la cripta de los papas, cerca de la tumba de San Pedro.


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Cultura

Las llaves de los tesoros de los Museos Vaticanos

El "Clavigero Vaticano", heredero del antiguo Mariscal del Cónclave, posee 2.798 llaves, con las que acceder a los lugares más inaccesibles de los Museos Vaticanos.

Antonino Piccione·2 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 5 minutos

Esta es la historia de Gianni Crea, el «Clavigero Vaticano«, uno de los custodios autorizados a utilizar las 2.797 llaves que abren y cierran los tesoros pontificios, es decir, los Museos Vaticanos, nada menos que once colecciones diferentes expuestas al público más allá de la Muralla Leonina, en la Ciudad del Vaticano.
La Capilla Sixtina, las Estancias y la Logia de Rafael, los mármoles romanos, los museos Gregoriano Egipcio y Etrusco, la Galería de los Tapices, la Galería de los Candelabros, la Galería de los Mapas, el Apartamento Borgia y el Apartamento de San Pío V, y se podría seguir y seguir.

No hay lugar en el mundo tan rico en arte, genio, gusto y fe. Un viaje exclusivo que golpea el corazón y la mente, nadie puede permanecer indiferente, nadie se siente excluido, es el milagro secular del gran arte. Paolo Ondarza lo contaba el 13 de diciembre en Vatican News.

La ruta del clavigero

Cada día abre y cierra las puertas de los siete kilómetros del recorrido expositivo de los Museos Vaticanos. Son poco más de las 5 de la mañana cuando todo empieza. Frente al bistró que dentro de unas horas acogerá a visitantes de todo el mundo, el clavigero abre una puerta: conduce al búnker que guarda, protegidas por un sistema de climatización diseñado para evitar la oxidación, las 2798 llaves que abren los 11 sectores de los Museos. Semanalmente se prueban, una a una, para comprobar el funcionamiento de las cerraduras y cerciorarse de su integridad.

«Hay tres llaves más importantes que las demás: la número ‘1’ abre la puerta monumental a la salida de los Museos Vaticanos; la ‘401’ pesa cerca de medio kilo, fue forjada en 1700 y es la más antigua y abre la puerta de entrada del Museo Pio Clementino, primer núcleo de los Museos Vaticanos; y por último la más preciada, la llave sin número, forjada en 1870, abre la puerta de la Capilla Sixtina, sede del Cónclave desde 1492», explica Gianni Crea, clavigero desde 1999. La llave sin número se guarda dentro de una caja fuerte en un sobre sellado por la dirección del Museo Vaticano. Cada mañana, el ritual con el que se extrae evoca la fascinación de siglos lejanos y el vínculo histórico entre los clavigeros -en plural porque hoy son once los que realizan este servicio- y el antiguo Mariscal del Cónclave y Custodio de la Santa Iglesia Romana: aquel a quien hasta 1966 se encomendó la tarea de sellar todos los accesos al sacellum cuando los cardenales se reunían para elegir al Papa. 

El clavigero comienza al amanecer, en soledad, la ruta que repetirá al atardecer. Abre, una tras otra, las quinientas puertas y ventanas de todo el itinerario para visitar las colecciones papales, recorriendo cinco siglos de historia en aproximadamente una hora. Abre la pesada verja del Museo Pio Clementino. Atraviesa el núcleo más antiguo de la colección vaticana, pasando por la Biblioteca hasta las Estancias de Rafael. Conoce todos los secretos de los Museos Vaticanos, como los rudimentarios sismógrafos, ocultos en las paredes de la Sala de la Inmaculada Concepción pintada en el siglo XIX por Francesco Podesti: se utilizaban para controlar la estabilidad del edificio tras cualquier temblor sísmico. 

El haz de luz de la linterna con la que inspecciona cada sala en la oscuridad saca de la penumbra la belleza inmortal de frescos y esculturas, revelando secretos y detalles que el ojo apenas puede captar a plena luz del día, cuando el museo está abarrotado.

A lo largo del antiguo corredor de los Mapas, la insólita representación invertida de Sicilia y Calabria interroga a la mirada. Se representan así porque se observan desde Roma en dos de los 40 mapas gigantes que recorren 120 metros a lo largo de la mayor representación topográfica jamás realizada de Italia, de norte a sur, con extremo detalle. Fue encargado por Gregorio XIII Boncompagni a los mejores paisajistas del siglo XVI.
Dejando atrás puertas y portones abiertos, el paso del clavigero evoca por un momento el histórico «salto de gigante para la humanidad» del 20 de julio de 1969. De hecho, en las galerías inferiores se exponen fragmentos de rocas lunares de la expedición Apolo 11, donadas por el presidente estadounidense Richard Nixon, junto con la bandera del Estado de la Ciudad del Vaticano llevada al espacio por los astronautas en aquella memorable fecha.

Todo tipo de llaves

Llaves antiguas y modernas, de hierro o aluminio, forjadas a mano, desgastadas por el tiempo, hoy incluso electrónicas, las llaves abren también estancias inaccesibles al público, que el guardián tiene el deber de inspeccionar a diario: almacenes subterráneos que custodian, envueltos en el misterio, retratos anónimos de época romana cuya mirada interroga a quien se cruza con ellos; almacenes y desvanes en cuyas paredes antiguos custodios han dejado a lo largo de los siglos huellas de su paso con grafitis e inscripciones a lápiz.

Son cerca de las 7 de la mañana. La última puerta que se abre es la más esperada. De madera, con mango de latón en forma de «S». «S» de «secreto», que significa reservado, cerrado; es la sala donde tiene lugar el escrutinio y la elección del Sucesor de Pedro: la Capilla Sixtina.

El guardián de las puertas

«Ser clavigero es una tarea que casi te da la sensación de custodiar la historia. Con motivo de la elección del Papa, 12 llaves permiten al clavigero cerrar toda la zona que rodea la Capilla Sixtina. Inmediatamente después, observando escrupulosamente un antiguo protocolo, le corresponde seguir, junto con las autoridades competentes, el trabajo del cerrajero que coloca los sellos para guardar el secreto de todo lo que ocurre en el interior de la capilla más famosa del mundo; después, el clavigero deposita las llaves en una caja metálica: permanecerá bajo custodia de la Gendarmería hasta que se haya elegido al nuevo Papa».

Hasta el pontificado de san Juan Pablo II, los cardenales, una vez que entraban en el Cónclave, sólo podían abandonar los alrededores de la Capilla Sixtina cuando se había producido la elección: eran alojados, en estado de reclusión, en el interior de diversas salas de los Palacios Vaticanos, adaptadas como dormitorios para la ocasión. Inmediatamente después del «extra omnes», era deber del Mariscal del Cónclave asegurarse de que todas las puertas, ventanas y mirillas de la zona donde se alojaban los cardenales estuvieran bien cerradas. Al final del control, este agente de seguridad colocaba las llaves dentro de una bolsa roja. Aquí permanecían hasta la fumata blanca.

Siendo un laico perteneciente a la aristocracia romana, el Mariscal del Cónclave desempeñó un papel clave durante la sede vacante. Inicialmente fue la Casa romana de Savelli la que ostentó el título, heredado desde 1712 hasta su supresión bajo Pablo VI por el hijo mayor de la Casa de Chigi. De hecho, la bandera del Mariscal lleva el escudo de armas de la familia noble de origen sienés junto con el símbolo del camarlengo y las dos llaves, no cruzadas como en los escudos papales, sino separadas y colgando lateralmente.

La Capilla Sixtina es el lugar donde termina la ruta clavigera, que desde 2017 se puede realizar con cita previa. «Cuando empecé en 1999», dice Gianni Crea, «éramos tres, pero tuve que esperar tres años para poder abrir la Capilla Sixtina. Imaginé ese momento durante mucho tiempo y la emoción sigue siendo indescriptible: cada día me cuesta creer que tenga el honor de abrir el centro del cristianismo a visitantes de todo el mundo».

En las paredes pintadas al fresco por artistas del siglo XV, un cuadro de Pietro Perugino, maestro de Rafael, llama la atención por su alto valor semántico y simbólico. Representa la «Entrega de las llaves a San Pedro». Uno está dorado y vuelto hacia Cristo, el otro plateado: recuerdan respectivamente el poder sobre el Reino de los Cielos y la autoridad espiritual del papado en la tierra.

«A ti te daré las llaves del reino de los cielos, y todo lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos»: éste es el mandato de Jesús al apóstol Pedro, el «clavigero del cielo».

El autorAntonino Piccione

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Lecturas del domingo

La sabiduría de los Magos. Solemnidad de la Epifanía del Señor (A)

Joseph Evans comenta las lecturas de Solemnidad de la Epifanía del Señor (A) y Luis Herrera ofrece una breve homilía en vídeo.

Joseph Evans·2 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 2 minutos

Los Reyes Magos vieron una estrella extraordinaria, que iluminaba el cielo de sus tierras orientales. Conocían los escritos proféticos de Israel que anunciaban el nacimiento de un gran Mesías, de un Rey Salvador, y vieron este presagio como una señal de que ese rey había nacido. Inspirados por el Espíritu Santo, salieron a adorarle. Y así, como señaló el Papa Benedicto XVI, fueron guiados a Jesús por la estrella y por los libros sagrados de Israel, o, en otras palabras, por la creación y por la palabra de Dios. Hicieron uso de lo que Dios les había enviado. La estrella no era una señal inequívoca. Su movimiento invitaba a seguirla, pero no era un mensaje explícito. No se dio a los Magos una explicación completa ni un mapa claro. Asimismo, su conocimiento de las Escrituras habría sido limitado. Como hemos dicho, habrían oído hablar de las profecías del Mesías, pero probablemente no tenían sus propias copias de ellas. Habían oído y estaban dispuestos a escuchar; para quienes tienen el corazón abierto, es suficiente incluso un poco de información.

Los Reyes Magos eran sabios precisamente porque hacían uso de lo que Dios les daba. No se quejaron de que Dios no les diera instrucciones más explícitas, de que el plan fuera tan desconocido y tan incierto. La sabiduría consiste en hacer buen uso de lo que tenemos, por poco que sea, y en luchar contra las ilusiones de tener más, o algo diferente.

Los expertos de Jerusalén, los sumos sacerdotes y los escribas tenían muchos más conocimientos que los Magos. Pero los Magos eran sabios, y los expertos no. Éstos conocían la teoría, pero su conocimiento más perfecto no les llevó a actuar. Pudieron decirle a Herodes que el Mesías iba a nacer: “En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta: ‘Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres no eres ni mucho menos la última de las poblaciones de Judá; pues de ti saldrá un jefe que pastoreará a mi pueblo Israel’”. Pero, fuera por indiferencia o por miedo al rey, no oímos que ninguno de ellos siguiera la estrella.

La sabiduría es versátil y dispuesta a seguir en la oscuridad, como los Reyes Magos siguieron la estrella en la noche. Pero siempre hay una estrella en esa oscuridad, ya sea nuestra conciencia, la enseñanza de la Iglesia o el consejo de un sacerdote sabio o de un amigo. 

Siguiendo la estrella, al final de su viaje encontraron al que es la luz del mundo. Todas las verdades parciales, si las seguimos con sinceridad, conducen a la plenitud de la verdad, que es Jesucristo mismo, aunque esa verdad venga “envuelta” en pobreza y debilidad. Presentaron sus dones y les fue indicado que regresaran a su tierra “por otro camino” a salvo de Herodes. La generosa disposición de buscar la verdad acaba conduciendo a Dios, y Él nos muestra un camino seguro para seguirle en la vida ordinaria, “en nuestra propia tierra”.

La homilía sobre las lecturas de Solemnidad de la Epifanía del Señor (A)

El sacerdote Luis Herrera Campo ofrece su nanomilía, una pequeña reflexión de un minutos para estas lecturas.

Vaticano

Papa Francisco: “María lleva en su vientre la Vida y así, nos habla de nuestro futuro»

El Papa Francisco ha rezado el Ángelus hoy, primer día de 2023, en la Solemnidad de Santa María Madre de Dios.

Paloma López Campos·1 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 2 minutos

El Papa Francisco se ha unido hoy a los fieles para el rezo del Ángelus. Como es habitual, ha dirigido al pueblo unas palabras en el comienzo de este nuevo año 2023.

Francisco ha comenzado haciendo mención de su predecesor, Benedicto XVI, fallecido ayer por la mañana. Así, ha dicho: “el inicio de un nuevo año está encomendado a María Santísima, que hoy celebramos como Madre de Dios. En estas horas invocamos su intercesión en particular para el Papa emérito Benedicto XVI, que ayer por la mañana dejó este mundo. Nos unimos todos juntos, con un único corazón y una única alma, al dar gracias a Dios por el don de este fiel servidor del Evangelio y de la Iglesia”.

Una Madre que no habla, pero sí enseña

El Santo Padre ha dirigido la mirada a María Santísima para lanzar a todos dos preguntas: “¿Con qué lenguaje nos habla la Virgen Santa? ¿Qué podemos aprender de ella para este año que se abre?”

El Papa no tarda en darnos la respuesta: “María no habla. Ella acoge con sorpresa el  misterio que vive, custodia todo en su corazón y, sobre todo, se preocupa del Niño, que –dice el Evangelio– estaba «acostado en el pesebre» (Lc 2,16). Este verbo “acostar” significa colocar con cuidado. Y nos dice que el lenguaje propio de María es el de la maternidad: cuidar con ternura del Niño. Esta es la grandeza de María: mientras los ángeles hacen una fiesta, los pastores acuden y todos alaban a Dios en voz alta por el acontecimiento que había sucedido, María no habla, no entretiene a los invitados explicando lo que le ha sucedido, no roba el protagonismo; al contrario, pone en el centro al Niño, cuidándolo con amor”.

Con delicadeza, el Papa ha afirmado: “Este es el lenguaje típico de la maternidad: la ternura del cuidado. De hecho, después de haber llevado en el vientre durante nueve meses el don de un misterioso prodigio, las madres continúan poniendo en el centro de todas las atenciones a sus niños: los alimentan, los estrechan entre sus brazos, los acuestan con dulzura en la cuna. Cuidar: este es también el lenguaje de la Madre de Dios”.

Aprender el lenguaje de María

Francisco ha concluido su mensaje diciendo: “María lleva en su vientre la vida y, así, nos habla de nuestro futuro. Pero al mismo tiempo nos recuerda que, si queremos realmente que el nuevo año sea bueno, si queremos reconstruir la esperanza, hay que abandonar los lenguajes, los gestos y las elecciones inspiradas en el egoísmo y aprender el lenguaje del amor, que es cuidado. Este es el compromiso: cuidar nuestra vida, nuestro tiempo, nuestra alma; cuidar la creación y el ambiente en el que vivimos; y, aún es más, cuidar a nuestro prójimo, a aquellos a los que el Señor nos ha puesto al lado, como también a los hermanos y a las hermanas que están necesitados e interpelan nuestra atención y nuestra compasión”.

Como este reto no puede superarse sin ayuda, el Papa ha pedido que “imploremos a María Santísima, Madre de Dios, para que en esta época contaminada por la desconfianza y por la indiferencia, nos haga capaces de compasión y de cuidado, capaces de «conmoverse y detenerse ante el otro cuantas veces sea necesario» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 169)”.

Vaticano

Papa Francisco: “Dios tiene una madre y de ese modo se ha vinculado para siempre con nuestra humanidad”

Hoy, en la solemnidad de María Santísima Madre de Dios, el Papa Francisco ha celebrado una Misa en la basílica de san Pedro.

Paloma López Campos·1 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 4 minutos

El Papa Francisco ha celebrado hoy una Santa Misa por la solemnidad de María Santísima Madre de Dios. La basílica de san Pedro estaba llena de fieles, a los que el Santo Padre se ha dirigido durante la homilía.

El Papa ha comenzado resaltando que, la maternidad de María es una verdad de fe, pero a su vez es “una noticia bellísima: Dios tiene una Madre y de ese modo se ha vinculado para siempre con nuestra humanidad, como un hijo con su madre, hasta el punto de que nuestra humanidad es su humanidad”. Francisco afirma que al nacer de María, Dios “mostró su amor concreto por nuestra humanidad, abrazándola de forma real y plena”.

Naciendo de la Virgen María, continúa el Papa, Dios nos demuestra que “no nos ama de palabra, sino con hechos”.

María, portadora de esperanza

El título de “Madre de Dios” que tiene Santa María, penetró en “el corazón del santo Pueblo de Dios, en la oración más familiar y hogareña, que acompaña el ritmo de las jornadas, los momentos más penosos y las esperanzas más audaces: el Avemaría”.

El Papa afirma que “a esta invocación, la Madre de Dios siempre responde, escucha nuestras peticiones, nos bendice con su Hijo entre los brazos, nos trae la ternura de Dios hecho carne. Nos da, en una palabra, esperanza. Y nosotros, al inicio de este año, necesitamos esperanza, como la tierra necesita la lluvia”.

Francisco ha querido pedir una oración especial, con la Virgen como intercesora, por todas aquellas personas que sufren las consecuencias de la guerra, por los que ya no rezan, por los que viven entre la violencia y la indiferencia.

Los pastores, ejemplos para los cristianos de hoy

“A través de las manos de una Madre, la paz de Dios quiere entrar en nuestras casas, en nuestros corazones, en nuestro mundo. Pero, ¿cómo podemos acogerla?” El Papa Francisco da las claves y comienza fijándose en “los primeros que vieron a la Madre con el Niño, los pastores de Belén”.

Dice de ellos el Papa que “eran pobres, quizá también bastante rudos, y aquella

noche estaban trabajando. Fueron precisamente ellos, y no los sabios ni mucho menos los poderosos, los que reconocieron en primer lugar al Dios cercano, al Dios que llegó pobre y ama estar con los pobres. El Evangelio subraya de los pastores, sobre todo, dos gestos muy sencillos, que, sin embargo, no siempre son fáciles. Los pastores fueron y vieron: ir y ver”.

De esta primera actitud de ponerse en camino para “ir”, dice el Papa: “Era de noche, tenían que cuidar a sus rebaños y seguramente estaban cansados; podrían haber esperado a que amaneciera, aguardar a que saliera el sol para ir a ver a un Niño acostado en un pesebre. En cambio, fueron rápidamente, porque ante las cosas importantes es necesario reaccionar con prontitud, no posponerlas”.

Esto, afirma Francisco, nos enseña que “para acoger a Dios y su paz no podemos quedarnos inmóviles y cómodos esperando a que las cosas mejoren. Hay que levantarse, aprovechar las oportunidades que nos da la gracia, ir, arriesgar. Hoy, al comienzo del año, en lugar de sentarnos a pensar y a esperar que las cosas cambien, nos vendría bien preguntarnos: “Yo, ¿hacia dónde quiero ir este año? ¿A quién voy a hacer el bien?”. Muchos, en la Iglesia y en la sociedad, esperan el bien que tú y sólo tú puedes hacer, esperan tu servicio. Y ante la pereza que anestesia y la indiferencia que paraliza, ante el riesgo de limitarnos a quedarnos sentados delante de una pantalla, con las manos sobre un teclado, los pastores hoy nos estimulan a ir, a movernos por lo que sucede en el mundo, a ensuciarnos las manos para hacer el bien, a renunciar a tantos hábitos y comodidades para abrirnos a las novedades de Dios, que se encuentran en la humildad del servicio, en la valentía de hacernos cargo”.

El segundo aspecto de los pastores que resalta el Papa fue que vieron a un Niño en un pesebre. “Es importante ver, abrazar con la mirada, quedarse, como los pastores, delante del Niño que está en brazos de la Madre. Sin decir nada, sin preguntar nada, sin hacer nada. Mirar en silencio, adorar, acoger con los ojos la ternura consoladora del Dios hecho hombre; de María, Madre suya y nuestra. Al comienzo del año, entre tantas novedades que quisiéramos experimentar y las tantas cosas que quisiéramos llevar a cabo, tomémonos tiempo para ver, es decir, para abrir los ojos y mantenerlos abiertos ante lo que es verdaderamente importante: Dios y los demás”.

La mirada, el reto para el nuevo año

Esta contemplación del Niño nos debe llevar también a nuestro prójimo. Debemos plantearnos, concluye el Papa, “cuántas veces, por las prisas, no tenemos ni siquiera tiempo para pasar un minuto en compañía del Señor, para escuchar su Palabra, para rezar, para adorar, para alabar. Lo mismo ocurre con respecto a los demás: apurados o atrapados por el protagonismo, no hay tiempo para escuchar a la esposa, al marido, para hablar con los hijos, para preguntarles cómo se sienten por dentro, no sólo cómo van los estudios y la salud. Y cuánto bien nos hace escuchar a los ancianos, al abuelo y a la abuela, para mirar la profundidad de la vida y redescubrir las raíces. Preguntémonos entonces si somos capaces de ver a quienes viven a nuestro lado, a quienes viven en nuestro condominio, a quienes encontramos cada día por las calles”.

Francisco termina la homilía lanzando una invitación: “Redescubramos, en el impulso de ir y en el asombro de ver, los secretos para hacer este año verdaderamente nuevo”.

Vocaciones

Mons. Arjan Dodaj: El testimonio del obispo que vino del Telón de Acero

Mons. Arjan Dodaj es arzobispo de Tirana-Durrës. Educado en el ateísmo, en su juventud emigró a Italia a trabajar. Allí se encontró con Cristo y su vocación sacerdotal en la Fraternidad de los Hijos de la Cruz.

Espacio patrocinado·1 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 2 minutos

Mons. Arjan Dodaj es arzobispo de Tirana-Durrës (Albania). Su vida no fue fácil. Nació en Laç-Kurbin, en la misma archidiócesis, el 21 de enero de 1977. En 1993, con tan solo 16 años, después de completar sus estudios primarios y secundarios en su ciudad natal, emigró a Italia y se estableció en Cuneo, donde comenzó a trabajar.

«En esa época salíamos del Telón de Acero en el que se encontraba nuestro país, y apareció el pluralismo y, con él, la posibilidad de la democracia, así que muchos albaneses intentamos encontrar un futuro mejor en Occidente. Personalmente, intenté varias veces escapar, especialmente a Italia», expresa a la Fundación CARF.

Trabajó como soldador -más de 10 horas al día- y al final en la Congregación de la Fraternidad de los Hijos de la Cruz, descubrió su fe cristiana. Se educó en el ateísmo, pero al encontrar a Cristo, fue bautizado y Dios le llamó al sacerdocio.

Fue ordenado sacerdote el 11 de mayo de 2003 por el Papa Juan Pablo II en la basílica de San Pedro. Ahora, es el primer obispo de la Fraternidad.  «Para mí, ser obispo no es un punto de llegada, sino una llamada a una vigilancia aún mayor, a un servicio aún mayor y a una respuesta cada vez más humilde».

Algunos miembros de su congregación estudian en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz para recibir una formación adecuada para enfrentarse con todos los desafíos a nivel mundial.

Respecto a los retos apostólicos de su país, expone el deber que tienen de transmitir que es posible una relación fraternal con otras confesiones.  «En Albania la relación con el Islam y la Iglesia Ortodoxa es muy especial, por no decir única. El propio Papa Francisco lo ha llevado al mundo como ejemplo de cooperación fraternal. Está claro que se trata de un don que nunca podemos dar por sentado, sino que debemos cultivar, acompañar y apoyar, cada día. Precisamente por eso nos reunimos a menudo con los distintos líderes religiosos en diversas comisiones, para presentarles iniciativas valiosas en los ámbitos de la cultura, la educación, la mujer, los inmigrantes y la caridad», afirma.

Vaticano

El testamento espiritual de Benedicto XVI

Benedicto XVI da las gracias a Dios por su familia, su patria, pedía y otorgaba perdón y marca un único camino: Jesucristo: "He visto y veo cómo de la maraña de hipótesis ha surgido y vuelve a surgir lo razonable de la fe".

Maria José Atienza·31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 3 minutos

La Santa Sede ha dado a conocer el testamento espiritual del Papa emérito. En unas sencillas palabras, la grandeza interior de Benedicto XVI queda patente. Un testamento en el que el Papa da las gracias por su familia, por la fe y por la entrega de muchos de sus amigos; pide perdón a quienes pudo hacer daño y hace una llamada, clara e inequívoca a poner la mirada sólo en Jesucristo y a no dejarse engañar por falsas certezas. ¡Manteneos firmes en la fe! es el legado espiritual de uno de los más grandes teólogos de la Iglesia.

Texto íntegro del testamento espiritual de Benedicto XVI

Si en esta hora tardía de mi vida miro hacia atrás y repaso las décadas por las que he pasado, veo en primer lugar cuántas razones tengo para dar gracias. 

En primer lugar, doy gracias a Dios mismo, dador de todo bien, que me dio la vida y me guió en diversos momentos de confusión; siempre me levantó cuando empecé a resbalar y siempre me devolvió la luz de su semblante.

En retrospectiva veo y comprendo que incluso los tramos oscuros y fatigosos de este camino fueron para mi salvación y que fue en ellos donde Él me guió bien.

Doy las gracias a mis padres, que me dieron la vida en una época difícil y que, a costa de grandes sacrificios, con su amor me prepararon un magnífico hogar que, como una luz clara, ilumina todos mis días hasta el día de hoy. 

La lúcida fe de mi padre nos enseñó a los niños a creer, y como señal siempre se ha mantenido firme en medio de todos mis logros científicos; la profunda devoción y la gran bondad de mi madre son un legado que nunca podré agradecerle lo suficiente. 

Mi hermana me ha asistido durante décadas desinteresadamente y con afectuoso cuidado; mi hermano, con la lucidez de sus juicios, su vigorosa resolución y la serenidad de su corazón, me ha allanado siempre el camino; sin este constante precederme y acompañarme, no habría podido encontrar la senda correcta. 

De corazón doy gracias a Dios por los muchos amigos, hombres y mujeres, que siempre ha puesto a mi lado; por los colaboradores en todas las etapas de mi camino; por los profesores y alumnos que me ha dado. Con gratitud los encomiendo todos a Su bondad. 

Y quiero dar gracias al Señor por mi hermosa patria en los Prealpes bávaros, en la que siempre he visto brillar el esplendor del Creador mismo. Doy las gracias al pueblo de mi patria porque en él he experimentado una y otra vez la belleza de la fe. Rezo para que nuestra tierra siga siendo una tierra de fe y os ruego, queridos compatriotas: no os dejéis apartar de la fe. 

Y, por último, doy gracias a Dios por toda la belleza que he podido experimentar en todas las etapas de mi viaje, pero especialmente en Roma y en Italia, que se ha convertido en mi segunda patria.

A todos aquellos a los que he hecho daño de alguna manera, les pido perdón de todo corazón.

Lo que antes dije a mis compatriotas, lo digo ahora a todos los que en la Iglesia están confiados a mi servicio: ¡manteneos firmes en la fe! No os confundáis. A menudo da la impresión de que la ciencia -las ciencias naturales, por un lado, y la investigación histórica (especialmente la exégesis de la Sagrada Escritura), por otro- es capaz de ofrecer resultados irrefutables en contradicción con la fe católica. 

He vivido las transformaciones de las ciencias naturales desde hace mucho tiempo, y he podido comprobar cómo, por el contrario, las aparentes certezas contra la fe se han desvanecido, demostrando no ser ciencia, sino interpretaciones filosóficas sólo aparentemente pertenecientes a la ciencia; del mismo modo que, por otra parte, es en el diálogo con las ciencias naturales como también la fe ha aprendido a comprender mejor el límite del alcance de sus pretensiones, y por tanto su especificidad. 

Hace ya sesenta años que acompaño el camino de la Teología, en particular de las ciencias bíblicas, y con la sucesión de las diferentes generaciones he visto derrumbarse tesis que parecían inamovibles, demostrando ser meras hipótesis: la generación liberal (Harnack, Jülicher, etc.), la generación existencialista (Bultmann, etc.), la generación marxista. 

He visto y veo cómo de la maraña de hipótesis ha surgido y vuelve a surgir lo razonable de la fe.

Jesucristo es verdaderamente el camino, la verdad y la vida, y la Iglesia, con todas sus insuficiencias, es verdaderamente su cuerpo. 

Por último, pido humildemente: rezad por mí, para que el Señor, a pesar de todos mis pecados e insuficiencias, me reciba en las moradas eternas. A todos los que me son confiados, día a día, va mi oración de corazón.

(Traducción no oficial)

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Vaticano

El Papa sobre Benedicto XVI: «Sólo Dios conoce la fuerza de sus sacrificios ofrecidos por la Iglesia»

El Papa Francisco ha presidido el rezo de las Vísperas y el Te Deum de acción de gracias en la basílica de san Pedro en la última tarde del año 2022 en una ceremonia marcada por el recuerdo a Benedicto XVI.

Maria José Atienza·31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 3 minutos

El rezo de las Vísperas y del Te Deum propio de este 31 de diciembre ha estado marcada por el fallecimiento del Papa emérito. En su homilía en este último día de 2022, Vísperas de la Solemnidad de Santa María Madre de Dios, el Papa Francisco ha puesto de relieve la figura del Papa emérito y ha centrad sus palabras en la virtud de la bondad, clave en el mundo de hoy.

Benedicto XVI, ejemplo de bondad

La libertad ha sido el primer concepto sobre el que ha querido reflexionar el Papa Francisco. A ella se ha referido al recordar que Cristo «no nació en una mujer sino de una mujer. Esto es esencialmente diferente, significa que Dios quiso tomar carne de una mujer, no utilizo sino que le pidió su consentimiento y con ella empezó el lento camino de la gestación de una humanidad libre de pecado y llena de gracia y de verdad».

«La maternidad virginal de María es el camino que revela el respeto extremo de Dios por nuestra libertad. Este modo suyo de venir a salvarnos es el camino por el que también nos invita a seguirle, a continuar junto a Él tejiendo la humanidad nueva, libre y reconciliada». El Papa se ha detenido en esta palabra «humanidad reconciliada» para explicar que «es una forma de relacionarnos de la que derivan muchas virtudes humanas como la bondad».

Ha sido en este momento cuando sus palabras han recordado a «nuestro queridísimo Papa emérito Benedicto XVI que nos ha dejado esta mañana». Con emoción contenida, el Papa, ha afirmado que «recordamos su persona tan noble, tan gentil. Y sentimos tanta gratitud en el corazón: gratitud a Dios por haberle dado a la Iglesia y al mundo; gratitud a él, por todo el bien que ha realizado, y especialmente por su testimonio de fe y de oración, sobre todo en estos últimos años de su vida retirada. Sólo Dios conoce el valor y la fuerza de su intercesión, de sus sacrificios ofrecidos por el bien de la Iglesia».

Los daños del individualismo consumista

El Papa ha querido ofrecer esta idea de bondad y de diálogo como el camino a seguir en la sociedad señalando que «la bondad es un factor importante de la cultura del diálogo, y el diálogo es indispensable si queremos vivir en paz, como hermanos, que no siempre se llevan bien -es normal- pero que, sin embargo, hablan entre sí, se escuchan e intentan comprenderse y encontrarse».

Francisco ha animado a humanizar nuestras sociedades ejercitando esta bondad a diario y ha querido apuntar como «los daños del individualismo consumista están a la vista de todos», ya que el prójimo, los demás, «aparecen como obstáculos para nuestra tranquilidad, para nuestra comodidad. Otros nos «incomodan», nos molestan, nos quitan tiempo y recursos para hacer lo que nos gusta».

Ante este panorama, la bondad, ha querido resaltar el Papa Francisco «es un antídoto contra la crueldad, que desgraciadamente puede introducirse como un veneno en el corazón e intoxicar las relaciones; contra la ansiedad distraída y el frenesí que nos hacen centrarnos en nosotros mismos y cerrarnos a los demás».

Francisco ha querido recordar las tres palabras de la convivencia, permiso’, o ‘perdón’, y ‘gracias’. Son las «palabras de la bondad», ha afirmado el Papa.

Francisco ha vuelto a referirse a estas tres actitudes para reflexionar si las ponemos en práctica en nuestra vida, en un mundo que parece que nunca es amable.

Por último, el Papa ha vuelto su mirada a la Virgen que muestra cómo Dios quiso ser concebido en el seno de María, como cualquier niño, «No pasemos deprisa, detengámonos a contemplar y meditar, pues aquí está una parte esencial del misterio de la salvación», ha animado el Papa «y tratemos de aprender el ‘método’ de Dios, su respeto infinito, su ‘bondad’ por así decirlo, porque en la maternidad divina de la Virgen está el camino hacia un mundo más humano».

El Papa se ha unido al rezo del Te Deum en acción de gracias por el año vivido y también por el legado del Papa emérito y, posteriormente, ha visitado el pesebre instalado en el exterior de la plaza de san Pedro.

Vaticano

Una sencilla despedida y entierro en las grutas vaticanas para Benedicto XVI

La sencillez marcará los ritos exequiales del Papa emérito quien lo había pedido así en sus últimas horas.

Maria José Atienza·31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: < 1 minuto

Tal y como ha informado la Santa Sede, los restos del Papa emérito Benedicto XVI reposarán en el Monasterio Mater Ecclesiae hasta la madrugada del lunes 2 de enero. En estos dos primeros días no se prevén visitas oficiales ni oraciones públicas.

Será a partir de las 9 horas del martes 2 de enero, cuando el cuerpo de Joseph Ratzinger quede expuesto para la visita de los fieles en la Basílica de San Pedro que estará abierta el lunes de 9 a 19, martes y miércoles de 7 a 19.

Misa funeral presidida por el Papa Francisco

El funeral presidido por el Santo Padre se celebrará en la plaza de San Pedro el jueves 5 de enero a las 9.30 horas.

El 5 de enero de 2023, a las 9.30 horas, en el atrio de la Basílica de San Pedro, el Santo Padre Francisco presidirá la Santa Misa Exequial por el difunto Sumo Pontífice Emérito Benedicto XVI. Al final de la celebración eucarística tendrá lugar la Ultima Commendatio y la Valedictio.

No se requiere entrada para participar. Quienes deseen concelebrar pueden dirigirse a la Oficina de Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice Las delegaciones oficiales presentes serán las de Alemania e Italia.

El ataúd del Sumo Pontífice Emérito será llevado a la Basílica de San Pedro y luego a las Grutas del Vaticano para su entierro.

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La juventud de Benedicto XVI

Soy de esa juventud que hoy ve como su Papa, Benedicto XVI, ha dejado el mundo sin ruido. Con esa misma humildad con la que hace diez años, dejaba paso a su sucesor para guiar a la Iglesia de Cristo.

31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: < 1 minuto

Sí. Yo soy de esa juventud del Papa que hoy ha partido al Cielo.

Sí. Yo soy de esa juventud que coreaba el nombre de Benedicto XVI por las calles de Madrid y en el aeródromo de Cuatro Vientos hace ya más de diez veranos.

De esa juventud por la que un hombre de 83 años aguantó más de 40 grados bajo el sol y un vendaval de aire y lluvia por la noche, aferrado a la Cruz.

De esa juventud a quien el Papa enseñó que –al igual que aquella noche resistimos bajo la lluvia– con Cristo podríamos también superar todos los obstáculos de la vida.

Yo soy de esa juventud en la que aquel Papa de frágil constitución, confiaba, esa juventud a la que pidió, sin ambages, que estuviera siempre alegre, y que diera testimonio en todas las circunstancias.

Soy de esa juventud que hoy ve como su Papa deja el mundo sin ruido. Con esa misma humildad con la que hace diez años, dejaba paso a su sucesor para guiar a la Iglesia de Cristo.

Sí, soy de esa juventud que debe de agradecer a Benedicto XVI todo lo que le ha enseñado, no solo a través de sus palabras, sino también con su ejemplo de entrega aún en las dificultades.

Hoy es día para dar gracias a Dios por Joseph Ratzinger, porque un día lo eligió y lo puso a nuestro servicio.

Hoy es día de rezar por él, de rezarle a él y de rezar por la Iglesia de Cristo. Hoy como entonces, seguimos siendo la juventud del Papa. Del que fue y del que vendrá.

Porque hoy, como entonces, proclamamos que éste es nuestro Papa, que ésta es nuestra Iglesia, que somos, si no en edad, en corazón, su gozo y su corona.

El autorMaria José Atienza

Directora de Omnes. Licenciada en Comunicación, con más de 15 años de experiencia en comunicación de la Iglesia. Ha colaborado en medios como COPE o RNE.

Vaticano

Fallece Benedicto XVI a los 95 años

Rome Reports·31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: < 1 minuto
rome reports88

El Papa emérito ha fallecido a las 9:34 horas de la mañana del último día del año 2022. Desde su renuncia, Benedicto XVI vivía en el monasterio Mater Ecclesiae, en territorio vaticano, donde ha expirado.


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Mundo

El mundo entero despide a Benedicto XVI

Personalidades civiles y religiosas de todo el mundo han emitido sus condolencias ante el fallecimiento del Papa Benedicto XVI.

Maria José Atienza·31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 4 minutos

La muerte del Papa emérito ha marcado la actualidad de estos últimos compases de 2022. Un año ya de por sí difícil para quien fuera el Sumo Pontífice de la Iglesia católica durante casi ocho años.

Personalidades religiosas y civiles de todo el mundo han mostrado su respeto y admiración por Joseph Ratzinger y han destacado su humanidad y su legado teológico, especialmente centrado en la caridad.

Mons. Georg Bätzing. Presidente de la Conferencia Episcopal Alemana

El primer comunicado del presidente de los obispos alemanes, tierra natal de Benedicto XVI, señala «como Iglesia en Alemania, pensamos con gratitud en el Papa Benedicto XVI: nació en nuestro país, aquí estaba su hogar, aquí ayudó a dar forma a la vida de la Iglesia como profesor de teología y obispo». De como Iglesia en Alemania, pensamos con gratitud en el Papa Benedicto XVI: nació en nuestro país, aquí estaba su hogar, aquí ayudó a dar forma a la vida de la Iglesia como profesor de teología y obispo». de Benedicto XVI destaca su «personalidad que dio esperanza y dirección a la Iglesia incluso en tiempos difíciles. El Papa Benedicto hizo oír la voz del Evangelio, oportuna o inoportunamente». Mons. Bätzing ha destacado de quién fuera arzobispo de Munich «su pensamiento teológico, su capacidad de juicio político y su interacción personal con muchas personas distinguieron al Papa Benedicto XVI. Pienso con gran respeto en su valiente decisión de renunciar al cargo de Papa en 2013».

Mons. Juan José Omella. Presidente de la Conferencia Episcopal Española

El presidente de los obispos españoles, en un video difundido por la CEE ante el fallecimiento del Papa emérito ha agradecido «su profundo ministerio como Papa, sus escritos teológicos y su profundo amor a la Iglesia». Omella ha pedido «que ruegue al Padre para que nos desviemos del camino que conduce al Dios hecho hombre». Asimismo, ha querido destacar que «quedará para siempre su cercanía con la Iglesia que peregrina en España» y ha recordado las «tres ocasiones en las que visitó España además de la proclamación del doctorado de san Juan de Ávila».

Dirigentes mundiales

Los principales líderes políticos de Europa se han sumado a las condolencias por el fallecimiento Papa emérito Benedicto XVI. recordando la importancia histórica de su figura y el legado teológico.

Desde Alemania, su canciller Olaf Scholz ha descrito a Benedicto XVI como»un teólogo un líder especial para la Iglesia capaz de trascender fronteras, que puso su vida al servicio de la Iglesia universal y ha hablado, y seguirá hablando, al corazón y a la mente de los hombres con la profundidad espiritual, cultural e intelectual de su Magisterio”.

La Primera Ministra de Italia, Giorgia Meloni, por su parte, ha descrito al Papa emérito como “un grande de la historia al que la historia no olvidará» mientras que Emmanuel Macron ha destacado el trabajo de Benedicto XVI “con alma e inteligencia por un mundo más fraternal”.

También desde Polonia , Mateusz Morawiecki, ha descrito a Benedicto XVI como uno de los mayores teólogos de nuestro tiempo y ha llamado a creyentes y no creyentes a continuar su “gran legado”

La presidenta de la Comisión Europea, la alemana Ursula Von der Leyen, ha centrado su recuerdo en la “señal” que Benedicto XVI envió con su renuncia al cargo que ponía de manifiesto como el Papa emérito “se veía a sí mismo primero como un siervo de Dios y de la Iglesia”.

A las condolencias se ha sumado también el primer ministro británico, Rishi Sunak que ha recordado la “histórica la visita que realizó a Reino Unido en el año 2010, tanto para los católicos como para los no católicos”.

Ángel Fernández Artime. Rector Mayor de los salesianos

El superior de la familia salesiana ha emitido un comunicado en el que subraya que “se nos ha ido al encuentro de su Señor un gran Papa, un gran creyente, un gran teólogo y pensador, un hombre capaz de entablar puentes de comunicación con los más diversos filósofos, teólogos e intelectuales. Un Papa respetado y que será más valorado aún en los próximos años y décadas; un hombre y un Papa que supo vivir en la sencillez y en el silencio. Que el Dios de la vida lo tenga consigo. Como hijos de don Bosco, y como él enseñó a todos sus salesianos, hoy decimos también, ¡Viva el Papa!”.

Obras Misionales Pontificias

Las Obras Misionales Pontificias han querido expresar también su dolor por el fallecimiento del Papa emérito del que destacan que en «sus ocho años de pontificado, el Santo Padre Benedicto XVI nos contagió su amor a Dios, no solo a través de su magisterio y su brillante exposición de la doctrina, sino, sobre todo, por el testimonio de su vida. Como pastor de la Iglesia universal, el Papa deseaba contagiar al mundo entero la fe y el amor de Dios. Las Obras Misionales Pontificias eran para ello un instrumento privilegiado, como él mismo expresó en sus Mensajes para la Jornada Mundial de las Misiones, el Domund».

Cáritas española

Desde la delegación española de Cáritas han mostrado su pesar por la noticia de la muerte de Benedicto XVI, y han querido subrayar su «magisterio especialmente significativo para Cáritas Española a través de sus encíclicas «Deus caritas est» y «Caritas in veritate».

Asimismo apuntan que «tras una larga vida de servicio admirable a la Palabra y a la Verdad, Benedicto XVI nos deja el legado de uno de los grandes Papas de la historia de la Iglesia como apóstol de la caridad y la esperanza».

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Vaticano

Benedicto XVI: el gran discernimiento sobre el Concilio

El pontificado de Benedicto XVI deja como huella la inusitada profundidad de una fe cristiana que evangeliza buscando el diálogo con el mundo moderno.

Juan Luis Lorda·31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 5 minutos

Ocho años son pocos en comparación con los casi veintisiete del Pontificado anterior. San Juan Pablo II fue el Papa –y quizá el ser humano– más visible y mediático de la historia. Tenía, además, muchas y buenas tablas en la escena, una larga experiencia como obispo y una especial sensibilidad para relacionarse con los medios. Benedicto XVI, en cambio, a sus 78 años tuvo que aprender a saludar a las multitudes.

Iras del islamismo

Desde el famoso discurso de Ratisbona se vio claro que el nuevo Papa no era “mediático”. Siendo un discurso de gran calidad intelectual, una cita marginal sobre la intolerancia religiosa concentró la atención porque despertó las iras del islamismo.

Aunque también produjo la inesperada e insólita oferta de diálogo de un importante grupo de intelectuales musulmanes. La anécdota refleja algunas de las características del Pontificado. Una cierta soledad administrativa, porque cualquier comunicador avispado que hubiera leído el discurso podría haberle advertido de lo que iba a pasar. Un cierto desencuentro con los usos y criterios de los medios de comunicación, que necesitan perfiles simples, frases para los titulares y gestos para las fotos. Pero también una inusitada profundidad que pone a la fe cristiana en situación de diálogo con las ciencias, con la política, con las religiones. Y esta profundidad de una fe que evangeliza buscando el diálogo será, probablemente, la huella que dejará el Pontificado de Benedicto XVI.

Llegó al Pontificado con la sabiduría de tantos años de reflexión teológica, con una enorme experiencia sobre la situación de la Iglesia, con algunos temas que le parecían mal resueltos y con plena conciencia de las limitaciones que le imponían su edad. En poco tiempo, sin adoptar ninguna pose, se amoldó a su agotador ministerio y se transparentó su personalidad: sereno, sencillo y amable. A la vez, nunca perdió cierta seriedad académica cuando pronunciaba los discursos, porque estaba convencido de lo que decía.

Discursos importantes

A sus tres importantes encíclicas, donde se pueden descubrir fácilmente preocupaciones antiguas, hay que añadir su magisterio ordinario, con algunos discursos muy importantes en sus viajes (Ratisbona, la ONU, Westminster), y sobre todo con muchas intervenciones “menores”, que tienen su sello: especialmente las audiencias y los breves ángelus. En las audiencias, recorrió la historia de la teología y del pensamiento cristiano desde las primeras figuras del Evangelio. Y, últimamente, nos ha ofrecido preciosas consideraciones sobre la fe.

Su mente se ha expresado con particular vitalidad en contextos menores y más informales, quizá porque le permitían más libertad. Paradójicamente, uno de los textos más importantes del Pontificado es su primera alocución a la Curia (22-XII- 2005). Se trataba de un sencillo encuentro para felicitar la Navidad. Pero allí hizo un profundo diagnóstico sobre el sentido del Concilio Vaticano II, y su verdadera interpretación como reforma y no como ruptura en la tradición de la Iglesia. Y añadió un certero discernimiento sobre la libertad religiosa, gran tema de la cultura política de la modernidad. Respondía así a los lefevbrianos, para quienes el Concilio es herético precisamente por cambiar la posición de la Iglesia en este punto. 

Curiosamente, en su despedida al clero de Roma, el 14 de febrero, volvió sobre el sentido del Concilio. De nuevo hizo una clarividente valoración de sus logros, de su actualidad, y también de las desviaciones posconciliares y de sus causas.

No sabemos hasta qué punto querrá vivir retirado, pero sería maravilloso si su sabiduría eclesial y teológica pudiera recogerse en nuevas obras.

Tres grandes cuestiones

En el famoso discurso de la Navidad de 2005, Benedicto XVI decía que el Concilio quería restablecer el diálogo con el mundo moderno y que se había planteado tres círculos de preguntas. No  hace falta mucha perspicacia para advertir que también han sido tres las grandes cuestiones de Benedicto XVI como teólogo, como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y como Papa. Se trata de la relación de la fe con las ciencias humanas (incluyendo la exégesis bíblica); de la situación de la Iglesia en un contexto democrático, especialmente de los antiguos países cristianos; y del diálogo con otras religiones.

En este contexto hay que situar sus tres libros sobre Jesús de Nazaret, proyecto antiguo, acariciado durante años, previsto como ocupación para su deseado retiro, y redactados en los tiempos libres de una agenda agotadora. Desde muchos años antes, estaba preocupado por una interpretación de la Escritura que, en su esfuerzo por ser científica, parecía olvidar la fe. En los tres libros intenta hacer una lectura creyente, que, al mismo tiempo, respete las exigencias científicas de la exégesis. Son especialmente interesantes los prólogos.

Pruebas y retos

Cuando llegó al Pontificado, era consciente de asuntos muy duros que había afrontado como Prefecto. En particular el escándalo de algunos sacerdotes y de algunas instituciones religiosas. Dispuso inmediatamente las medidas disciplinares y revitalizó los procesos canónicos, bastante olvidados por un cierto “buenismo” posconciliar. No le importó reconocer que era lo que más le había hecho sufrir.

Por otros motivos, el cisma de Lefevbre ha sido un tema incómodo. Pero Benedicto XVI no quería que el cisma se solidificase. Ha hecho todo lo posible por acercar a los tradicionalistas, por encima de cualquier tipo de salidas de tono de unos interlocutores tensos y difíciles, y de críticas feroces de otros que necesitaban sentirse progresistas. Ha avanzado sin poder llegar a término.

En parte por responder a las críticas de unos y otros, pero sobre todo por motivos de criterio litúrgico, Benedicto XVI ha acabado con la dialéctica posconciliar entre la liturgia “anterior” y la “nueva”. No tiene sentido oponerlas, porque la misma Iglesia y con la misma autoridad ha hecho una y otra. Prescindiendo de etiquetas, Benedicto XVI ha querido dejar claro que la Iglesia ha reformado legítimamente su liturgia, pero que el rito anterior nunca ha sido oficialmente abolido; por eso, ha dispuesto que pueda celebrarse como forma extraordinaria. 

Benedicto XVI ama la liturgia. Lo declara en su biografía. Por su expreso deseo, el volumen dedicado a la liturgia ha sido el primero publicado de sus obras completas. Aparte de su piedad personal en la celebración, hemos contemplado su interés por el estilo y belleza de las vestiduras y objetos litúrgicos, su atención al canto y a la música sacra y su recomendación de conservar el latín en las partes comunes de la liturgia, especialmente en las celebraciones masivas.  Además,  ha promovido el estudio de algunas cuestiones particulares (el “pro omnes-pro multis”,  el lugar del gesto de la paz, etcétera).

Cuestiones curiales

Benedicto XVI es un hombre de pensamiento y no un hombre de gestión. Como Prefecto había vivido concentrado en su trabajo y relativamente aislado. Por eso, se ha apoyado desde el principio en las personas que constituían su círculo de confianza en la Congregación. En particular, su Secretario de Estado, el cardenal Bertone.

Es notorio cuánto han disgustado al Papa las “movidas” curiales, las dificultades para poner orden en cuestiones económicas o el sorprendente caso del mayordomo y la fuga de documentos. Es difícil valorar, sin más información, cuánto haya podido pesar todo esto en la decisión de retirarse. Sin embargo, de las razones que él mismo dio se deduce que le parece necesario alguien con más energía de la que a él le queda para afrontar los retos actuales del gobierno de la Iglesia; y que considera que esto no debe esperar.  

Al contemplar con ojos de fe los problemas que siempre ha enfrentado la Iglesia, se ve cuánto hay que agradecer al Señor la extraordinaria lista de Papas que han conducido la barca de Pedro en los dos últimos siglos. Todos han sido hombres de fe y cada uno ha dado lo mejor de sí. Es una lista de tanta categoría casi como la de los Papas de los primeros siglos, que, en su mayoría, fueron mártires. Y mucho mejor que en otros siglos difíciles, como el X o el XV, donde llegaron al Pontificado incluso personas indignas. Tiempos difíciles purifican la fe, mientras que tiempos fáciles la aburguesan.

A Benedicto XVI  le debemos muchas cosas, pero especialmente su testimonio de fe, y un gran discernimiento sobre el Concilio y sobre el diálogo evangelizador que la Iglesia tiene que realizar con el mundo moderno.

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Benedicto XVI. Cooperador de la verdad

La verdad de Dios creador y redentor de la que el Santo Padre Benedicto XVI ha sido buscador incesante, ilumina el crepúsculo de los últimos años de su vida transcurridos en oración, silencio y humildad ejemplar.

31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 4 minutos

Ha fallecido el Papa emérito Benedicto XVI. Si algo ha caracterizado su larga vida, desde los años de la infancia y adolescencia como seminarista del seminario menor de la Archidiócesis de Munich, situado en Traunstein, en las faldas de los Alpes bávaros, hasta los últimos como Papa emérito, es sin duda, su vocación de querer ser «Cooperador de la Verdad»: de la Verdad de Dios, revelada en Cristo para la Salvación del hombre. 

Cooperador de la Verdad, buscándola con pasión del corazón y con lucidez intelectual de una mente inquieta en sus estudios de Teología del seminario mayor de Freissen,que encuentra su confirmación en su tesis doctoral y en su escrito de habilitación para el profesorado universitario.

La Teología de San Agustín le proporciona el horizonte teológico para comprender y explicar el ser de la Iglesia como “Pueblo y casa de Dios”, y de la de San Buenaventura, de su “Itinerario de la mente a Dios”, recibe la inspiración intelectual para entender la Verdad del Dios Vivo que se revela en una historia de Salvación, culminante en Cristo, el Hijo de Dios, encarnado en el seno de una Virgen, María, crucificado, muerto y resucitado.

Sus dos décadas de catedrático de Teología en Bonn y Münster, Tubinga y Ratisbona, en las que se combinan docencia e investigación, clases y publicaciones con una extraordinaria fecundidad pedagógica, brilla una inteligencia de la búsqueda de la verdad revelada en Dios en la que el diálogo Fe/Razón se despliega con una rigurosa disciplina lógica y, a la vez, con una sensibilidad espiritual extraordinaria para las preguntas de sus lectores y oyentes. Se vivía entonces en aquel ambiente universitario tan provocador como fue el Mayo del 68 del pasado siglo: una verdadera encrucijada en la historia de la Iglesia y del mundo. ¡Cuánto ha ayudado a las generaciones de jóvenes universitarios de aquél dramático momento histórico a encontrar el camino de la verdad con mayúscula su fascinante tratado sobre “Introducción al cristianismo”: ¡a encontrar al Dios Vivo más allá, aunque no en contra, del Dios de los filósofos! 

Las siguientes etapas de su biografía como Arzobispo-escasamente cinco años- y como Prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe -casi veinticinco-cestuvieron centradas en un servicio a la fe de la Iglesia como colaborador estrecho e íntimo del Papa san Juan Pablo II en el cumplimiento de su primer deber como sucesor de Pedro, que no es otro que “confirmar en la fe a sus hermanos”. Su método de trabajo se ajustaba al principio “anselmiano” de “Fides quaerens intellectum” –“Intellectus quaerens Fidem” (“la fe que busca la inteligencia” y “la inteligencia que busca la fe”). Un principio puesto en práctica con el exquisito cuidado de un diálogo siempre atento y siempre comprensivo de las tesis contrarias. Todo el debate de los años ochenta del pasado siglo en torno a la Teología de la Liberación lo evidencia con creces.

Finalmente, su magisterio en los ocho años de su pontificado se concentra en torno a la Verdad de Dios que es el Amor (su encíclica “Deus Caritas est”) y fundamento último de la Esperanza que no defrauda (su encíclica “Spes Salvi”). La última encíclica, “Caritas In Veritate”(“el Amor en la Verdad”, CV), publicada el 29 de junio del 2009, en plena crisis financiera mundial con su epicentro en la Bolsa neoyorquina -y que pronto deriva en una grave crisis social, política y cultural-, quiere mostrar cómo la fe en el Dios vivo y verdadero, revelado en Cristo, despeja el camino para un verdadero progreso del hombre –¡progreso integral!– o, lo que es lo mismo, le abre para el logro de un verdadero y auténtico humanismo. Al llamado “giro antropológico” del pensamiento moderno y postmoderno, que él conocía bien, no sólo se le vacía de sentido, sino todo lo contrario, se autentificaba y consolidaba su significado para el bien transcendente de la persona humana y la sociedad. 

No es extraño, pues, que una de las conclusiones prácticas de la encíclica sea la de que “no hay desarrollo pleno ni un bien común universal sin el bien espiritual y moral de las personas, consideradas en su totalidad de alma y cuerpo” (CV 76), y, a la vez, de que “el desarrollo necesita cristianos con brazos levantados hacia Dios en oración, cristianos conscientes de que el amor lleno de verdad, ‘caritas in veritate’, del que procede el auténtico desarrollo, no es el resultado de nuestro esfuerzo sino un don” (CV 79). 

En la homilía de la plaza del Obradoiro, de Santiago de Compostela, el 6 de noviembre de 2010 (en su segundo viaje pastoral a España), afirmaba: “Sólo Él -Dios- es absoluto, amor fiel indeclinable, meta infinita que se trasluce detrás de todos los bienes, verdades y bellezas admirables de este mundo: admirables pero insuficientes para el corazón del hombre. Bien comprendió Santa Teresa de Jesús cuando escribió: ‘Sólo Dios basta’”.

Al despedirse de España, al concluir la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid, 21 agosto de 2011, nos decía: “España es una gran nación que, en convivencia abierta, plural y respetuosa, sabe y puede progresar sin renunciar a su alma profundamente cristiana y católica”, y que “los jóvenes responden con diligencia cuando se les propone con sinceridad y verdad el encuentro con Jesucristo único Redentor de la humanidad”.

La verdad de Dios creador y redentor del hombre, la VERDAD que es Él y sólo Él, de la que el Santo Padre Benedicto XVI ha sido buscador incesante, cooperador, testigo y maestro a lo largo de toda una existencia entregada a Cristo, ilumina el crepúsculo de los últimos años de su vida transcurridos en oración, silencio y humildad ejemplar. En el prólogo del primer tomo de su monografía “Jesús de Nazaret”, publicado en el año 2007,confiesa: “Sin duda no necesito decir expresamente que este libro no es en modo alguno un acto magisterial sino únicamente expresión de mi búsqueda personal del rostro del Señor”. Rostro que habrá encontrado ya en la eterna contemplación de su infinita Belleza. Así lo pedimos, unidos en la oración de toda la Iglesia por aquél que siempre se consideró “su humilde trabajador en la viña del Señor”.

El autorAntonio M. Rouco Varela

Cardenal Arzobispo emérito de Madrid. Presidente de la Conferencia Episcopal Española desde 1999 a 2005 y de 2008 a 2014.

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Vaticano

Fallece Benedicto XVI

El Papa emérito ha fallecido a las 9:34 horas de esta mañana en el monasterio Mater Ecclesiae, en el Vaticano, tras una vida de servicio sin fisuras a la Iglesia. Tenía 95 años. Eminente profesor y teólogo preclaro, sorprendió al mundo con su renuncia al papado en febrero de 2013.

Maria José Atienza·31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

Benedicto XVI ha fallecido hoy, a las 9:34 horas, en el Monasterio Mater Ecclesiae del Vaticano, a los 95 años de edad. El Papa emérito, que residía en el Monasterio Mater Ecclesiae desde su renuncia, había sufrido un empeoramiento de su estado de salud en los últimos días. El Papa Francisco, de hecho, pedía oraciones por la salud de su antecesor durante la audiencia semanal del miércoles 28 de diciembre.

Natural de Marktl am Inn, diócesis de Passau (Alemania), Josep Ratzinger nació el 16 de abril de 1927 (Sábado santo), y fue bautizado ese mismo día. La cruz seguiría presente en la vida del joven, sacerdote, obispo y cardenal durante toda su existencia.

Dotado de una inteligencia excepcional y una humanidad palpable por quienes le conocía, en la amplia biografía que pueden encontrar en Omnes, se aprecia la humildad de un brillante profesor y eminente teólogo cuya Opera Omnia ofrece un preclaro pensamiento y análisis de la Iglesia y el hombre actual.

El Magisterio papal de Benedicto XVI se condensa, especialmente, en sus tres encíclicas Caritas in veritateSpe Salvi y Deus caritas est. Sin embargo, su prolífico legado teológico abarca desde su etapa inicial como profesor y sacerdote, el tiempo al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, así como su etapa de Sumo Pontífice de la Iglesia católica. Una extensísima y profunda obra de gran calado doctrinal y moral sin la que no se entiende la Iglesia actual.

El establecimiento de la Fundación vaticana Joseph Ratzinger supuso un espaldarazo a la obra y el magisterio del Papa. Esta fundación ha impulsado, especialmente, la publicación de la obra completa, Opera Omnia, de Joseph Ratzinger. Aunque, por el momento, sólo está disponible, de manera íntegra, en italiano, estos volúmenes recogen las características fundamentales del pensamiento teológico de Joseph Ratzinger.

En los últimos años, Benedicto XVI tuvo que sufrir una nueva ola de contradicciones con la acusación vertida contra él de no haber actuado con la suficente contundencia, en un caso de abuso, en su época al frente de la diócesis de Munich. Una acusación sin prueba fehaciente que llevó al teólogo suizo Martin Rhonheimer a denunciar un intento de destruir la reputación del teólogo Joseph Ratzinger al final de su vida”.

La salud frágil del Papa emérito sufrió un empeoramiento en los últimos días de diciembre de 2022 aunque se encontraba «lúcido y estable» dentro de la gravedad. Esta mañana, en un brevísimo comunicado la Santa Sede anunciaba el fallecimiento del Papa emérito a las 9:34 horas, en el Monasterio Mater Ecclesiae del Vaticano.

Como ha informado Matteo Bruni, director de la Oficina de prensa de la Santa Sede, el Papa Francisco presidirá el funeral por el eterno descanso de su predecesor el próximo 5 de enero a las 9:30 en la basílica de san Pedro del Vaticano. Bruni también informó de que Benedicto XVI recibió la Unción de los Enfermos el pasado miércoles al final de la Misa en el Monasterio y en presencia de las Memores Domini, que lo asistían diariamente desde hace años. Antes de su muerte, el Papa emérito pidió que todo estuviera marcado por la sencillez, una cualidad con la que él vivió.

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Actualidad

El Magisterio de Benedicto XVI

Benedicto XVI, el Papa de la palabra, además de sus siempre inspiradas alocuciones, nos dejó tres magníficas encíclicas y cuatro exhortaciones apostólicas. Amor, verdad, esperanza, Palabra de Dios y Liturgia capitalizaron sus escritos

Pablo Blanco Sarto·31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 5 minutos

Benedicto XVI no solo ha sido «el papa de la razón», sino también el papa del amor y la esperanza, a juzgar por los títulos de sus encíclicas. Ha sido además «el papa de la palabra», por los inspirados discursos y homilías que ha pronunciado a lo largo de un breve pero intenso pontificado.

En estas líneas nos ceñiremos sobre todo a las encíclicas y a las exhortaciones apostólicas, para presentar una visión unitaria del programa de su pontificado.

Amor, verdad y esperanza

Son los tres pilares centrales de su magisterio. Benedicto XVI comenzó su primera encíclica titulada Deus caritas est, fechada en el día de navidad de 2005. Lo primero, el amor. Presentaba allí una «revolución del amor» que todavía no ha conseguido triunfar del todo en nuestro pequeño mundo. Todavía hay hambre, pobreza, injusticias y muertes inocentes. Para que esta «revolución del amor» se lleve a cabo de una vez por todas –recordaba–, hace falta no olvidar dos palabras: Dios y Cristo.

Jesucristo es «el amor de Dios encarnado», que se concreta no solo en la caridad con los demás, sino sobre todo en la cruz y en la eucaristía. De ahí nace todo nuestro amor a Dios y al prójimo: todo amor y caridad verdaderos vienen de Dios. El eros puede transformarse en agape cristiano, después de un proceso de purificación. Es algo que la Iglesia no podía olvidar y debía recordárselo a este mundo un tanto cruel. El amor puede cambiar el mundo, nos repetía Benedicto XVI con una seguridad que nos debe hacer pensar.

Después vino una nueva encíclica, esta vez sobre la esperanza. Apareció con fecha del 30 de noviembre, fiesta de san Andrés, el apóstol al que los orientales profesan una especial devoción, y en vísperas del tiempo de adviento, tiempo de esperanza. Benedicto XVI publicó esta segunda encíclica sobre la segunda virtud teologal, tras la dedicada a la caridad. El que había sido como prefecto el «guardián de la fe», se mostraba también ahora el papa del amor y la esperanza.

El título estaba tomado de san Pablo: spe salvi, «salvados por la esperanza» (Rm 8,24). En la nueva encíclica, se apreciaba un marcado tono ecuménico, sobre todo cuando se refiere a la doctrina sobre el purgatorio, en el que hacía una mención explícita a la teología ortodoxa, y la presentaba con un enfoque personalista y cristocéntrico fácil de comprender (cf. n. 48).

El purgatorio es un encuentro con Cristo que nos abraza y purifica. A la vez, el papa alemán proponía un diálogo crítico con una modernidad que busca la esperanza.

A diferencia de la encíclica sobre la esperanza, escrita personalmente por el papa desde la primera hasta la última línea, en la Caritas in veritate habían trabajado muchas mentes y manos. Benedicto XVI había dejado su huella en ella, ya visible en las palabras del título que conjugan indisolublemente caridad y verdad, una propuesta deciddiamente ratzingeriana. «Inyectar al mundo más verdad y amor», resumía un titular de periódico. «Solo con la caridad –iluminada por la fe y la razón– es posible alcanzar objetivos de desarrollo dotados de valor humano», afirmó el papa alemán.

Era la primera encíclica social de su pontificado, publicada dieciocho años después de la última encíclica social de Juan Pablo II, Centesimus annus, de 1991. Los diarios, radios y televisiones de todo el mundo estaban ansiosos por conocer las palabras del papa ante la actual coyuntura económica. Caritas in veritate, sin embargo, iba más allá de la crisis. «Las dificultades presentes pasarán en unos años, pero el mensaje de la encíclica permanecerá», garantizó monseñor Martino.

Pan y Palabra

Sacramentum caritatis, sacramento de amor: así tituló el papa alemán la carta apostólica sobre la eucaristía, que era el resultado del sínodo de obispos celebrado en Roma en octubre de 2005. Era una reunión convocada por Juan Pablo II para que toda la Iglesia reflexionara sobre lo que es «su centro y cumbre». Ahí está Jesús –recordaba–: la eucaristía es el mismo Cristo y, por tanto, esta «hace la Iglesia», había escrito san Juan Pablo II.

Ahora, como fruto maduro, salía esta exhortación apostólica en continuidad con la primera y hasta entonces última encíclica de Benedicto XVI titulada significativamente Dios es amor. Había hablado de la eucaristía como la máxima manifestación de amor por parte de Jesús y como el centro de toda la Iglesia. Las propuestas del sínodo ya habían sido publicadas en internet, a petición del propio papa Ratzinger, por lo que no hubo grandes sorpresas. Se trata de aplicar lo ya dicho por el Vaticano II, se insistía en la nueva carta apostólica.

Con fecha del 30 de septiembre de 2010, fiesta de san Jerónimo, salió un nuevo documento titulado Verbum Domini, la palabra del Señor. El tema era lógicamente la Escritura y era un fruto maduro del sínodo que había tenido lugar dos años antes sobre este mismo tema.Con claridad, como lo hicieron los participantes en el sínodo, subrayaba en primer lugar que «la fe cristiana no es una “religión del Libro”: el cristianismo es la “religión de la palabra de Dios”, no de una palabra escrita y muda, sino del Verbo encarnado y vivo» (n. 7).

El cristianismo no es la religión de un Libro (como lo pueden ser el judaísmo o el islam), sino de una Persona: la de Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre. Sin embargo, esta Persona –Jesucristo– había hablado largo y tendido, así como predicado sublimes parábolas. La palabra de Dios es un acceso directo al Hijo de Dios, quien constituye la cumbre de toda la revelación, la Palabra hecha carne.

Nueva evangelización

Tras poner los fundamentos sobre el amor, la verdad y la esperanza, así como los lugares en los que se encuentra a Jesucristo –el Pan y la Palabra–, Benedicto XVI se lanzó a la «nueva evangelización» ya propuesta por Juan Pablo II.

La exhortación apostólica postsinodal Africae munus (2011) recogía los frutos de los trabajos de la II Asamblea especial para África del sínodo de los obispos. «África, tierra de un nuevo Pentecostés, ¡ten confianza en Dios! […] África, Buena Nueva para la Iglesia, ¡haz que lo sea para todo el mundo!», decía allí el papa. El documento de 138 páginas, contiene temas de lo más variados, pero se puede sintetizar en un solo punto: permanecer en el plano espiritual, para no convertirse en un partido católico. Según Benedicto XVI el papel a favor de la reconciliación, la justicia y la paz podrá mantenerse si la Iglesia se mantiene fiel a su misión espiritual, al reconciliar a la humanidad con Dios y a unos con otros por medio de Cristo.

En Porta fidei (2011) el papa alemán anunció el Año de la fe, en una continuidad perfecta con la nueva evangelización, en el contexto propiciado por el concilio Vaticano II, a los cincuenta años de su comienzo. En este sentido, el cristiano de hoy cuenta con dos instrumentos privilegiados para poder concretar y realizar esa nueva evangelización: el Concilio, del que se cumplen ahora cincuenta años; y su Catecismo, promulgado por Juan Pablo II. «Para acceder a un conocimiento sistemático del contenido de la fe, todos pueden encontrar en el Catecismo de la Iglesia católica un subsidio precioso e indispensable. Es uno de los frutos más importantes del Concilio Vaticano II» (n. 11), añadía ahora su sucesor. El Año de la fe era el año del concilio y su catecismo.

La fe es «un gran sí» que contiene e implica a su vez toda la existencia humana. Fe y vida, creencia y experiencia se encuentran mutuamente entrelazados en el acto de fe. La evangelización consiste así primero en mostrar la belleza y la racionalidad de la fe, en llevar la luz de Dios al hombre de nuestro tiempo con convicción y alegría. El tiempo nos regalará ese primer texto del papa Francisco, Lumen fidei (2013), una encíclica «escrita a cuatro manos» y que constituía la culminación del Año de la fe. La fe, la esperanza y la caridad constituían el legado del pontificado de Benedicto XVI, que contenían como núcleo al mismo Jesucristo presente en el Pan y la Palabra. Con esto estábamos perfectamente pertrechados para la nueva evangelización de este mundo ahora en crisis.

Vaticano

Los momentos claves del pontificado de Benedicto XVI

El destino de quien guiara la Iglesia bajo el nombre de Benedicto XVI había quedado claro el día del funeral de su predecesor cuando pronunció aquella conmovedora homilía que tenía como comienzo la palabra "Sígueme".

Giovanni Tridente·31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 9 minutos

Con humildad y en la verdad, en silencio y con la oración. Así ha vivido, y así se ha ido, Benedicto XVI, el Papa emérito. Elegido al solio pontificio el 19 de marzo de 2005, inmediatamente después del «Papa grande Juan Pablo II», en sus primeras palabras a la multitud desde la logia central de la basílica de San Pedro se describió a sí mismo como «un sencillo y humilde trabajador de la viña del Señor». Y como tal apareció, con las mangas de su camisa negra sobresaliendo de su sotana papal, señal de una
elección que tal vez no se esperaba.

Tímido, pero muy culto, sencillo en los modales pero complejo en el pensamiento y nunca banal. Trabajador incansable. Lo ha demostrado en los innumerables años que pasó en la Curia romana como colaborador insustituible de su predecesor, en uno de los dicasterios más importantes y sólidos, la entonces Congregación para la Doctrina de la Fe.

También en el día de su elección, se definió a sí mismo como un «instrumento insuficiente», reconfortado por el hecho de que el Señor sabría utilizarlo de la mejor manera posible, sin que le fuera a faltar «su ayuda permanente», con la complicidad de su Madre María Santísima. Pedía oraciones.

Durante casi ocho años, hasta su dimisión, que se hizo efectiva el 28 de febrero de 2013, no se rindió ante ningún obstáculo, puso (y volvió a poner) la mano en el arado y comenzó a apuntalar en sus elementos fundamentales el edificio de la Iglesia, que acababa de aterrizar con toda la humanidad en un nuevo milenio lleno de cambios y «sobresaltos», huérfana desde hacía poco de una guía espiritual imponente, que lo había acompañado de la mano durante más de 27 años.

Su destino había quedado claro el día del funeral de san Juan Pablo II, cuando pronunció aquella conmovedora homilía que tenía como comienzo precisamente la palabra «Sígueme». Unos días antes -en el Vía Crucis del Coliseo, meditando sobre la novena estación, la tercera caída de Jesús- se había «encargado» entonces de denunciar la «suciedad en la Iglesia», pero también la soberbia y la autosuficiencia.

Su sueño era volver a su tierra natal, dedicarse a la lectura y disfrutar de su pasión por los gatos y su amor por la música clásica. En cambio, le tocó asumir todos esos problemas que había aprendido a conocer tan de cerca, y también cargar con la cruz de las críticas y las incomprensiones, pero
allanando el camino para un proceso de reformas que su sucesor -el Papa Francisco- ha podido continuar con facilidad. Lo hizo con humildad y en verdad.

Una tarea inaudita que supera toda capacidad humana

«Una tarea inaudita, que realmente supera toda capacidad humana». El domingo 24 de abril de 2005, Benedicto XVI inició su ministerio petrino como obispo de Roma, en una plaza de San Pedro abarrotada por más de 400.000 personas. Y al exponer la gravedad y el peso del mandato que sentía que tenía que asumir, dijo que, al fin y al cabo, su programa de gobierno no sería «seguir mis propias ideas, sino ponerme a la escucha, con toda la Iglesia, de la palabra y la voluntad del Señor y dejarme guiar
por Él, para que sea Él mismo quien guíe a la Iglesia en esta hora de nuestra historia». La voluntad de Dios que «no nos aleja, nos purifica -quizás incluso dolorosamente- y así nos conduce a nosotros mismos».

Estar dispuesto a sufrir

El tema del sufrimiento aparece a menudo en el discurso de investidura, como cuando explica que «amar [al pueblo que Dios nos confía] significa también estar dispuesto a sufrir», «para dar a las ovejas el verdadero bien, el alimento de la verdad de Dios, de la palabra de Dios, el alimento de su presencia».

Palabras que leídas en retrospectiva suenan a profecía. Ciertamente, a Benedicto XVI no se le ahorró ningún sufrimiento, pero siempre lo vivió con espíritu de servicio y en humildad. Repasando los casi ocho años de su pontificado, destacan algunas aportaciones sobresalientes que el primer Papa emérito de la historia ha dejado como legado a toda la Iglesia.

Las tres encíclicas

La primera contribución es sin duda magisterial. A los pocos meses de comenzar su pontificado, Benedicto XVI firmó su primera Encíclica, la “Deus caritas est” (Dios es amor), en la que explica cómo el hombre, creado a imagen de Dios-amor, es capaz de hacer la experiencia de la caridad; escrita inicialmente en alemán y firmada el día de Navidad de 2005, fue difundida al mes siguiente.

El 30 de noviembre de 2007 se publicó “Spe salvi” (Salvados en la esperanza), que pone frente a frente la esperanza cristiana y las formas modernas de esperanza basadas en los logros terrenales, que llevan a sustituir la confianza en Dios por una mera fe en el progreso. Pero sólo una perspectiva infinita como la que ofrece Dios a través de Cristo puede dar la verdadera alegría.

La última encíclica que lleva su firma está fechada el 29 de junio de 2009 y se titula “Caritas in veritate” (El amor en la verdad). El Pontífice repasa aquí las enseñanzas de la Iglesia sobre la justicia social e invita a los cristianos a redescubrir la ética de las relaciones comerciales y económicas, poniendo siempre en el centro a la persona y los valores que preservan su bien.

Estaba preparando una cuarta encíclica para completar la trilogía dedicada a las tres virtudes teologales; sería publicada por el Papa Francisco el 29 de junio de 2013, en el Año de la Fe, completando lo principal del trabajo que ya había preparado Ratzinger. Se titula “Lumen fidei”.

Cuatro Exhortaciones postsinodales

Eucaristía, Palabra, África y Oriente Medio son, por su parte, los temas de las cuatro exhortaciones apostólicas que vieron la luz bajo el pontificado de Benedicto XVI, coronando otros tantos Sínodos de los Obispos que tuvieron lugar respectivamente en 2005, generando la “Sacramentum caritatis” (2006); en 2008, con la publicación de la “Verbum Domini” (2010); en 2009, de la que surgió la exhortación “Africae munus” (2011); y en 2010, que dos años después dio lugar al documento “Ecclesia in Medio Oriente”.

Ahí está la importancia de los sacramentos, y la cercanía a las periferias del mundo, lugares donde la Iglesia está muy viva, rica en vocaciones, pero donde a menudo falta el esfuerzo «de Roma» por hacerse más presente en esas tierras.

La trilogía sobre Jesús de Nazaret

Gracias a su pasión por el estudio y a sus cualidades de fino teólogo, en los años de su pontificado Benedicto XVI ha regalado también a la comunidad de creyentes tres importantes libros sobre la figura histórica de Jesús, publicados respectivamente en 2007, 2011 y 2012. El recorrido narrativo parte de la “Infancia de Jesús” y continúa por la vida pública del Mesías, hasta la resurrección.

Ha sido un éxito editorial sin precedentes, y muchos creyentes han sido edificados por el relato sobre la Persona-Jesús. Peregrino de los pueblos, no interrumpió la tradición de su predecesor de realizar viajes apostólicos tanto en Italia como en el extranjero; una serie inaugurada a los cuatro meses de su pontificado viajando a su patria para la Jornada Mundial de la Juventud en Colonia. Volvió a Alemania dos veces más, en 2006 (a Baviera, donde se produjo el conocido «incidente de Ratisbona») y en 2011, en visita oficial al país. En total, Benedicto XVI ha realizado 24 viajes apostólicos al extranjero, varios a Europa (tres veces a España), pero también a América Latina (Brasil, México, Cuba), Estados Unidos (2008), África (Camerún, Benín) y Australia (2008).

Sin duda fue muy significativo su viaje a Tierra Santa, visitando Jordania, Israel y la Autoridad Nacional Palestina, en mayo de 2009, como también lo fue su visita al campo de concentración de Auschwitz, en el mismo mes tres años antes, donde rezó para honrar la memoria de los judíos, polacos, rusos, gitanos y representantes de veinticinco naciones asesinados por el odio nazi.

También realizó más de treinta visitas pastorales y peregrinaciones en Italia y otras tantas en la diócesis de Roma, visitando parroquias, santuarios, basílicas, cárceles, hospitales y seminarios. Para la historia
quedará su visita a L’Aquila en 2009, inmediatamente después del terremoto, cuando fue a rezar sobre los restos de Celestino V, sobre cuya sepultura santuario depositó su palio, una premonición que muchos han asociado a su futura dimisión.

Los «accidentes”

Al comienzo de su ministerio petrino, Benedicto XVI se había referido a los sufrimientos, y desgraciadamente éste fue uno de los elementos de los que no se libró en absoluto, empezando por algunos malentendidos y controversias que tuvieron eco internacional.

El primero de ellos se remonta a 2006, con la famosa “lectio magistralis” en la Universidad de Ratisbona durante su segundo viaje a Alemania, visitando Baviera. En este caso, el incidente surgió a raíz de la desafortunada cita de una frase del emperador bizantino Manuel II Paleólogo sobre la guerra santa, con referencias al profeta Mahoma. En su discurso, el Papa había recordado la declaración “Nostra Aetate” y la actitud de la Iglesia hacia las religiones no cristianas, pero para entonces ya se había dado el malentendido, y en el mundo islámico se produjeron reacciones violentas.

Más tarde, Benedicto XVI se disculpó públicamente, diciendo que «lo lamentaba» y dejando claro que no compartía el pensamiento expresado en el texto citado. Afortunadamente, en los años siguientes florecieron los intercambios culturales y teológicos entre católicos y musulmanes, que culminaron incluso con un encuentro en el Vaticano entre una delegación de teólogos e intelectuales islámicos y el propio Pontífice. Aquí están sin duda los prolegómenos del “Documento sobre la Fraternidad Humana” que varios años después el Papa Francisco logrará firmar en Abu Dhabi junto al Gran Imán de Al-Azhar.

Un segundo incidente tuvo lugar en Roma, protagonizado por la principal Universidad de la capital, «La Sapienza», donde un grupo de más de 60 profesores de la universidad se opuso a la visita de Benedicto XVI, que había sido invitado por el entonces rector a hablar en la inauguración del curso académico en 2008. Tras el aluvión de polémicas, la Santa Sede declinó la invitación. Nueve años después, en 2017, su sucesor Francisco se pudo en cambio visitar otra universidad civil romana, «Roma Tre».

Tras el malentendido con los musulmanes, en 2009 llegó el incidente con el mundo judío. Benedicto XVI había decidido remitir la excomunión a cuatro obispos lefebvrianos, entre los que se encontraba Richard
Williamson. Tras este gesto salió a la luz -a través de la televisión sueca SVT- que en el pasado el monseñor había expresado públicamente posiciones negacionistas sobre la Shoah. También en este caso, la Santa Sede se vio obligada a emitir una nota que, además de confirmar la condena y el recuerdo del genocidio de los judíos, exigía al obispo Williamson que se distanciara «de forma absolutamente inequívoca y pública de sus posiciones respecto a la Shoah» antes de ser admitido a funciones episcopales en la Iglesia, aclarando que estas posiciones no eran conocidas por el Papa en el momento de la remisión de la excomunión.

Otras críticas surgieron durante su viaje a Camerún y Angola en marzo de 2009, cuando afirmó en el avión que la distribución de preservativos no sería una solución contra el sida; una declaración estigmatizada por gobiernos, políticos, científicos y organizaciones humanitarias con repercusiones también a nivel diplomático.

Lucha contra los abusos

Y, sin embargo, bajo el pontificado de Benedicto XVI, todo el proceso de lucha contra los abusos en la Iglesia, que el Papa Francisco ha sabido continuar con mayor fluidez, cobró un impulso irreversible. El Papa Ratzinger fue el primer pontífice que pidió perdón explícitamente a las víctimas de abusos por parte de clérigos, además de reunirse con ellas en varias ocasiones, por ejemplo en viajes al extranjero.

Fue drástico al expulsar a varios clérigos responsables de tales delitos y al establecer las primeras normas y directrices más estrictas contra estos fenómenos.

Un ejemplo entre todos es el tratamiento del «caso Maciel», que Ratzinger ya había tenido ocasión de examinar en profundidad durante sus años como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.Como Pontífice, dispuso que la Congregación de los Legionarios recibiera una Visita Apostólica, de resultas de la cual se nombró a un Delegado Pontificio -el difunto Cardenal Velasio De Paolis-, que luego llevó a la revisión de los estatutos y reglamentos, tras reconocerse públicamente la culpa del fundador y ponerse en marcha un proceso completo de renovación y sanación.

Otro fenómeno es el de Irlanda, tras la publicación de los informes Ryan y Murphy que denunciaban numerosos casos de abusos sexuales a menores por parte de sacerdotes y religiosos desde los años 30 hasta el año 2000, con intentos de encubrimiento por parte de la Iglesia local. Ya en 2006, dirigiéndose a los obispos del país que habían acudido a Roma en visita “ad Limina”, Benedicto XVI dijo que «las heridas causadas por tales actos son profundas, y es urgente la tarea de restablecer la confianza cuando han sido dañada». Además, es necesario «tomar todas las medidas para evitar que se repita en el futuro, garantizar el pleno respeto de los principios de justicia y, sobre todo, curar a las víctimas y a todos los afectados por estos crímenes abominables».

Cuatro años más tarde escribió una carta pastoral a los católicos de Irlanda en la que les confiaba que «compartía la consternación y la sensación de traición» que habían experimentado, y dirigiéndose a los culpables añadía: «debéis responder de esto ante Dios Todopoderoso, así como ante los tribunales debidamente constituidos».

Los Consistorios

A lo largo de su pontificado, Benedicto XVI presidió cinco consistorios para la creación de nuevos cardenales, creando un total de 90 «eminencias», de las que 74 eran electores. Significativamente, en el último, el 24 de noviembre de 2012, además de ser el segundo Consistorio en el mismo año (desde 1929 no había habido dos creaciones diferentes de cardenales en el mismo año), esta vez no hubo cardenales europeos presentes, casi como inaugurando una tradición de “pescar” colaboradores del Papa incluso lejos de Roma. Algo que luego se ha hecho muy habitual con el Papa Francisco.

Fue el año de la creación del cardenal Luis Antonio Tagle, arzobispo metropolitano de Manila (Filipinas), o de Baselios Cleemis Thottunka, arzobispo mayor de Trivandrum de los siro-malankares (India), por ejemplo.

Renuncia

El último acto que queda en la historia del pontificado de Benedicto XVI es sin duda su renuncia, anunciada el 11 de febrero de 2013 durante un Consistorio para determinadas causas de canonización como una «decisión de gran importancia para la vida de la Iglesia».

Entre las motivaciones que le llevaron a esta decisión -hecha con absoluta humildad y espíritu de servicio a la Iglesia, también en este caso- estaba la conciencia de que «para gobernar la barca de San Pedro se necesita también el vigor del cuerpo y del alma, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal modo que tengo que reconocer mi incapacidad para administrar bien el ministerio que se me ha confiado».

Palabras de una limpieza única, ofrecidas con el corazón en la mano, y con la libertad de quien no teme reconocer sus propias limitaciones, estando al mismo tiempo dispuesto a servir al Señor «no menos sufriendo y orando».

Fiel a su palabra, Benedicto XVI, ha dedicado los últimos años de su vida a rezar por la Iglesia, en el «ocultamiento» del Monasterio Mater Ecclesiae,con el corazón, con la reflexión y con todas sus fuerzas interiores, como dijo en su último saludo a los fieles desde la Logia del Palacio Apostólico de Castel Gandolfo el 28 de febrero de hace casi diez años. Como peregrino «en la última etapa de su peregrinación en esta tierra», que ahora ha llegado a su cumplimiento. ¡Cuídanos desde el Cielo!

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Adiós, Benedicto XVI

La Iglesia despide al Papa emérito Benedicto XVI. Su fallecimiento, a los 95 años de edad, deja un amplio legado teológico y magisterial sin el que no se entiende la Iglesia del siglo XXI. En la foto: durante la JMJ de Madrid 2011.

Maria José Atienza·31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: < 1 minuto
Vaticano

Joseph Ratzinger. Una vida gastada al servicio de la Iglesia

Sus dotes intelectuales destacaron siempre: en sus dieciocho años como profesor universitario, en su breve etapa como arzobispo de Munich, en la Congregación para la Doctrina de la Fe y, finalmente, en su ministerio como Papa

Enrique Carlier·31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 10 minutos

La biografía de cualquier persona suele ofrecer, casi siempre, abundantes claves para descifrar el temperamento, la personalidad e, incluso, algunas de las principales decisiones tomadas por el biografiado. Así sucede también con Joseph Ratzinger – Benedicto XVI.

Por ejemplo, una clave biográfica que ayuda a comprender el agotamiento que le llevó a renunciar no es sólo su avanzada edad, sino sobre todo el enorme desgaste que experimentó por su intenso, dedicado e ininterrumpido trabajo al servicio de la Iglesia universal en los más de treinta y un años que estuvo en Roma: primero como estrecho colaborador de san Juan Pablo II al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, a partir del 25 de noviembre de 1981; y luego, cuando el cardenal Ratzinger ya pensaba en su merecido retiro, en los casi ocho años de extenuante ministerio como Vicario de Cristo.

Infancia y juventud

Joseph Ratzinger nació en la localidad bávara de Marktl, junto al río Inn, en un día cargado de significación religiosa: un Sábado Santo (el 16 de abril de 1927). Que fuera bautizado ese mismo día ya es indicativo de su precocidad espiritual y litúrgica (la Vigilia Pascual es el marco bautismal por excelencia).

Sin embargo, pasó su infancia y adolescencia en Traunstein, una pequeña localidad casi fronteriza con Austria, a treinta kilómetros de Salzburgo. En ese ambiente “mozartiano”, como él mismo lo ha definido, se educó humana, cultural y musicalmente bajo el influjo cristiano de su familia. Su padre, comisario de la gendarmería, provenía de una antigua familia de agricultores de la Baja Baviera, de condición económica modesta. Su madre, hija de artesanos de Rimsting, antes de casarse trabajó de cocinera en varios hoteles. Joseph es el menor de los tres hermanos. María, la hija mayor, falleció en 1996; y Georg (89 años), sacerdote y músico, vive en Ratisbona.

La educación recibida le permitió superar la dura experiencia del régimen nazi, hostil a la Iglesia católica. El joven Joseph vio con sus propios ojos cómo los nazis golpeaban a un sacerdote que se disponía a celebrar la Misa. Paradójicamente, y también al ver en su padre el rechazo cristiano al nazismo, aquella compleja situación histórica terminó ayudándole a descubrir la verdad y la belleza de la fe.

Poco antes de que acabara la segunda guerra mundial –el joven Ratzinger tenía entonces 16 años–, fue forzado a enrolarse en los servicios auxiliares antiaéreos. Este episodio ha sido duramente enjuiciado en algunas biografías exageradamente críticas. Es el caso de una primera semblanza escrita por el vaticanista John Allen, para quien la resistencia al nazismo era difícil y arriesgada, pero no imposible. Pero Joseph Ratzinger tuvo en aquella circunstancia el valor de desertar, aunque se exponía a ser fusilado.   

Sacerdote y teólogo

En cualquier caso, no fue el activismo político la inclinación fundamental del joven Joseph Ratzinger, sino el estudio. Muy pronto comenzó a dedicarse y a destacar en lo que sería luego su principal cometido: la enseñanza de la teología. Desde 1946 hasta 1951 cursó filosofía y teología en la Escuela superior de filosofía y teología de Freising y en la universidad de Munich. Y el 29 de junio de 1951 recibió, junto a su hermano Georg, la ordenación sacerdotal. Ese fue, según diría luego, el día más importante de su vida.

Un año después, con 25 años, comenzó a impartir clases en la Escuela superior de Freising. Sus dotes como docente e investigador en la ciencia teológica, de modo particular en el terreno antropológico y eclesiológico, comenzaron pronto a despuntar.

Joseph Ratzinger

En 1953 se doctoró en teología con la tesis: “Pueblo y casa de Dios en la doctrina de la Iglesia en san Agustín”. Cuatro años después, bajo la dirección del profesor Gottlieb Söhngen, obtuvo la habilitación para la enseñanza con una disertación sobre: “La teología de la historia de san Buenaventura”.

Tras ejercer como profesor de teología dogmática y fundamental en la Escuela superior de filosofía y teología de Freising, prosiguió su actividad docente en Bonn, de 1959 a 1963; en Munich, de 1963 a 1966; y en Tubinga, de 1966 a 1969. En este último año pasó a ser catedrático de dogmática e historia del dogma en la Universidad de Ratisbona, donde ocupó también el cargo de vicerrector.

Perito en el Concilio

De 1962 a 1965 contribuyó a los trabajos del Concilio Vaticano II como “perito”. Acudió al Concilio como teólogo consultor del cardenal Joseph Frings, arzobispo de Colonia. Benedicto XVI ha relatado cómo entró a participar en el Concilio por casualidad. Cuando era profesor de la Universidad de Bonn, el cardenal Josep Frings le pidió que le preparase el texto de una conferencia que tenía que pronunciar en Génova. Poco después, Juan XXIII llamó a Roma al cardenal Frings. Éste temía lo peor. Sin embargo, el Papa le abrazó y le dijo: “Gracias, Eminencia; usted ha dicho lo que yo quería decir pero no encontraba las palabras”. Y así fue cómo el cardenal Frings invitó al profesor Ratzinger a ir con él al Concilio, en calidad de ayudante personal.

Las aportaciones de Joseph Ratzinger a los documentos conciliares sobre la liturgia y la Palabra de Dios resultaron claves. Su intensa actividad científica le llevaría luego a desempeñar cargos relevantes al servicio de la Conferencia Episcopal Alemana y de la Comisión Teológica Internacional.

Con los años, como fruto de su prestigio como teólogo y de su labor al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Ratzinger recibiría numerosos doctorados “honoris causa”: por el College of St. Thomas in St. Paul (Minnesota, Estados Unidos), en 1984; por la Universidad católica de Eichstätt (Alemania) en 1985; por la Universidad católica de Lima (Perú), en 1986; por la Universidad católica de Lublin (Polonia), en 1988; por la Universidad de Navarra (Pamplona, España), en 1998; por la Libre Universidad María Santísima Asunta (LUMSA) (Roma), en 1999; por la Facultad de teología de la Universidad de Wroclaw (Polonia), en 2000.

Algunos opinan que Ratzinger tuvo, como teólogo, una primera etapa liberal, pero que a finales de los años sesenta se alejaría de corrientes teológicas menos seguras. Junto a Hans Urs von Balthasar, Henri de Lubac y otros grandes teólogos, fundó en 1972 la revista de teología “Communio”.

Obispo de Munich y cardenal

El 25 de marzo de 1977, Pablo VI le nombró arzobispo de Munich y Freising. Concluía aquella etapa de 18 años como profesor en algunas de las mejores universidades públicas de Alemania.

Al recibir la ordenación episcopal el 28 de mayo se convirtió en el primer sacerdote diocesano que, después de 80 años, asumía el gobierno pastoral de la gran archidiócesis bávara. Como lema episcopal escogió “Cooperador de la verdad”, auténtica clave de interpretación del servicio que Ratzinger ha prestado a la Iglesia en sus diferentes facetas al servicio de la verdad. Así lo explicó él mismo: “Por un lado, me parecía que expresaba la relación entre mi tarea previa como profesor y mi nueva misión. Aunque de diferentes modos, lo que estaba y seguía estando en juego era seguir la verdad, estar a su servicio. Y, por otro, escogí este lema porque en el mundo de hoy el tema de la verdad es acallado casi totalmente; pues se presenta como algo demasiado grande para el hombre y, sin embargo, si falta la verdad todo se desmorona”.

En el consistorio del 27 de junio de 1977, el Papa Pablo VI creó cardenal al joven arzobispo de Munich (que tenía entonces 50 años) con el título presbiteral de Nuestra Señora de la Consolación en el Tiburtino.

En 1978 Ratzinger participó ya en su primer cónclave: el que elegiría el 26 de agosto a Juan Pablo I. En el mes de octubre del mismo año participó también en el cónclave que eligió a Juan Pablo II.

Posteriormente sería relator en la V Asamblea general ordinaria del Sínodo de los Obispos, celebrada en otoño de 1980, dedicada al tema: “Misión de la familia cristiana en el mundo contemporáneo”, y presidente delegado de la VI Asamblea general ordinaria, de 1983, sobre “La reconciliación y la penitencia en la misión de la Iglesia”.

Benedicto XVI
El Papa Juan Pablo II junto al cardenal Ratzinger en el aeropuerto de Munich en noviembre de 1980 ©CNS photo from KNA

Prefecto del Santo Oficio

La vida de Joseph Ratzinger adquirió un nuevo y definitivo sesgo el 25 de noviembre de 1981, fecha en la que Juan Pablo II lo llamó a Roma para ponerle al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, de la Pontificia Comisión Bíblica y de la Comisión Teológica Internacional. Allí trabajó, en perfecta sintonía con el Pontífice polaco, más de 23 años.

Juan Pablo II ya nunca quiso prescindir de aquella privilegiada cabeza teológica. El cardenal Ratzinger se había convertido en su principal y fidelísimo colaborador, sobre todo a la hora de resolver las cuestiones doctrinales más peliagudas, como fue, por ejemplo, dar respuesta a las denominadas teologías de la liberación o ponerle al frente de la Comisión para la preparación del Catecismo de la Iglesia católica.

El 5 de abril de 1993, Juan Pablo elevó al cardenal Ratzinger al orden de los Obispos y el 30 de noviembre de 2002 aprobó su elección como Decano del colegio cardenalicio, convirtiéndole así en supervisor de la elección del futuro Papa.

El Card. Joseph Ratzinger en una conferencia de prensa en junio del año 2000 ©CNS photo from Reuters

Tras la muerte de Juan Pablo II el 2 de abril de 2005, Ratzinger esperaba que al término del cónclave concluyera también su servicio directo a la Sede Apostólica. Sin embargo, el Espíritu Santo tenía otros planes para él.

El Papa teólogo

El pontificado de Benedicto XVI no llegó a cumplir 8 años. La llegada de Joseph Ratzinger a la sede de Pedro coincide, sin duda, con el inicio de una de las etapas más difíciles para la Iglesia católica: el grave problema de los abusos sexuales por parte de clérigos y religiosos, la inestabilidad económica mundial y el cambio de paradigma social marcaron, sin duda, la línea del pontificado y su sorprendente renuncia.

Como pastor, las catequesis del Papa bávaro constituyen una notable colección de formación catequética accesible y precisa. Sus comentarios sobre figuras como San Pablo y los Padres de la Iglesia, o el descubrimiento de hombres y mujeres a veces desconocidos por la inmensa mayoría de los files hacen de estas alocuciones un tesoro de fe y formación cristiana.

Especial mención merece su trilogía Jesús de Nazaret, cuyo primer volumen salió en abril de 2007, el segundo en marzo de 2011 y el tercero en noviembre de 2012, fue un verdadero éxito editorial a nivel mundial. En estos libros, el Papa desgrana, con enorme profundidad y conocimiento absoluto de la fe y la tradición, la figura de Cristo poniéndola en diálogo perfecto con el hombre moderno.

Sus encíclicas «Deus Caritas est»«Spe Salvi» y «Caritas in Veritate» constituyen la espina dorsal del Magisterio papal de Joseph Ratzinger. Junto a ellas, destacan sus numerosas cartas y mensajes particulares que el Papa dirigió a diplomáticos, jóvenes, los movimientos eclesiales y nuevas comunidades, a la Curia romana y a otras entidades del mundo.

Como Papa, Benedicto XVI se enfrentó los principales problemas de la Iglesia. Entre los más destacados, hay que subrayar sus esfuerzos por sacar a la luz los casos de abusos sexuales dentro de la Iglesia, su encuentro con las víctimas y el establecimiento de instrucciones a todas las Conferencias Episcopales para que estos casos no se repitan. Continuaba así la senda iniciada por su predecesor para erradicar estas conductas en el seno de la Iglesia y cuyos esfuerzos continúan a día de hoy.

Asimismo, bajo su pontificado se inicia la reforma del sistema de finanzas del Vaticano para adaptarse a las normas de transparencia internacional.

El Papa Benedicto XVI se destacó por su diálogo con religiones no cristianas y por sus numerosos viajes por el mundo. Benedicto XVI hizo 24 viajes apostólicos: desde el primero en Colonia con motivo de la XX Jornada Mundial de la Juventud, en agosto de 2005, hasta el viaje a Líbano en septiembre de 2012. Benedicto XVI visitó todos los continentes, pasando etapas en Turquía, Brasil, Estados Unidos, Sidney, Camerún y Angola, Jordania, Benín, México y Cuba, además de otros viajes a Europa: Polonia, España, Austria, Francia, República Checa, Malta, Portugal, Chipre, Reino Unido, Croacia y, por su supuesto, su tierra natal, Alemania.

En diciembre de 2012, Benedicto XVI inauguraba, con su primer tuit la cuenta @pontifex en esta red social. En la actualidad, la cuenta oficial del Papa cuenta con más de 53 millones de seguidores y se escribe en 9 idiomas.

El Papa envía su primer tuit el 12 de diciembre de 2012 ©CNS photo/L ‘Osservatore Romano via Reuters

La magnitud de los problemas internos y externos de la Iglesia así como la constatación de su frágil salud llevaron a que el 11 de febrero de 2013 el papa Benedicto XVI anunciara, por sorpresa su renuncia al cargo, alegando «falta de fuerzas». No se había dado una renuncia papal desde que, en 1294 y cansado de las luchas internas, Celestino V renunciara al timón de la barca de Pedro. El propio Benedicto XVI había visitado, el L’Aquila, la tumba de este Papa. La renuncia papal se hizo efectiva el 28 de febrero de ese mismo año.

Tras la elección de Jorge Mario Bergoglio como sucesor al frente de la Iglesia católica, Joseph Ratzinger pasó a ser el Papa emérito y estableció su residencia en el monasterio Mater Ecclesiae en territorio vaticano.

Últimos años

Desde su renuncia al papado, Benedicto XVI se ha mantenido en un ejemplar segundo plano, sin muchas apariciones públicas o publicaciones. En la mayoría de ocasiones se ha tenido acceso a imágenes suyas gracias a las frecuentes visitas del Papa Francisco para felicitarle en las principales fiestas cristianas o aniversarios personales. En abril de 2014 participó de la ceremonia de canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II y, más tarde, en la beatificación de Pablo VI. También acudió a algunos consistorios públicos de cardenales y abrió la puerta santa en el año jubilar de 2015.

En 2016 publicó un libro entrevista que escribió en compañía del periodista Peter Seewald, en donde hace un balance de su pontificado y habla de temas como su joven postura frente a la encíclica Humanae vitae, su relación con el teólogo Hans Küng y otros temas de su vida personal.

Benedicto XVI reza junto a su hermano Georg Ratzinger ©CNS photo/L’Osservatore Romano via Reuters

En junio en 2020 realizó un viaje de cinco días a Ratisbona para visitar a su hermano, Georg Ratzinger, gravemente enfermo, que moriría días después. Esta fue la única salida del papa emérito fuera de la Ciudad del Vaticano después de la renuncia al cargo. 

El 31 de diciembre de 2022, a primera hora de la mañana, la Oficina de prensa de la Santa Sede anunciaba el fallecimiento del Papa emérito: «Con pesar doy a conocer que el Papa emérito Benedicto XVI ha fallecido hoy a las 9:34 horas en el Monasterio Mater Ecclesiae del Vaticano«, rezaba la nota.

El autorEnrique Carlier

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Mundo

Dieciocho misioneros asesinados este 2022

Durante el 2022, 18 misioneros de todo el mundo han fallecido en circunstancias violentas. Entre las víctimas se encuentran especialmente sacerdotes y religiosos.

Paloma López Campos·31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

Según la información facilitada por la Agencia Fides, este 2022 dieciocho misioneros han sido asesinados. En total, 12 sacerdotes, 3 religiosas, 1 religioso, 1 seminarista y un laico. El mayor número de víctimas se encuentra en África, donde han fallecido 7 sacerdotes y 2 religiosos. En concreto, los asesinatos tuvieron lugar en Mozambique, Nigeria, la República Democrática del Congo y en Tanzania.

América Latina es el siguiente país con mayor número de víctimas, puesto que allí asesinaron a 4 sacerdotes, 1 religioso, 1 seminarista y 1 laico. Los países en los que tuvieron lugar los ataques fueron Méjico, Honduras, Bolivia y Haití. Por otro lado, en Asia, concretamente en Vietnam, asesinaron a un sacerdote.

Uno de los proyectos de Obras Misionales Pontificias (OMP / Flickr)

Si bien no se conoce mucho de las circunstancias de las muertes, los informes y las noticias que ha obtenido la Agencia Fides demuestran que estos testigos de la fe no se encontraban en misiones extraordinarios, sino que estaban realizando un trabajo pastoral cotidiano “en contextos particularmente difíciles, marcados por la violencia, la miseria, la falta de justicia y de respeto por la vida humana”.

En el informe completo que ofrece la agencia, se puede leer una breve biografía de las víctimas de este año y se encuentra una comparativa de los asesinatos a lo largo de los años. Este documento ofrece, además, datos como el número de misioneros asesinados entre 2001 y 2022 (544 en total) y las actividades que estaban desempeñando los misioneros cuando se produjeron las muertes.

Testigos de Cristo

En el informe se especifica que el término “misionero” no se aplica en exclusiva a aquellos misioneros “ad gentes”, sino que incluye a cualquier bautizado puesto que “en virtud del Bautismo recibido, cada miembro del Pueblo de Dios se convierte en discípulo misionero. Cada persona bautizada, sea cual sea su función en la Iglesia o conocimiento de la fe, es un sujeto activo de evangelización” (EG 120)”.

A esta consideración que hace la Agencia Fides se une la afirmación que hizo el Papa Francisco durante la Jornada Mundial de las Misiones: “a los discípulos se les pide vivir su vida personal en clave de misión. Jesús los envía al mundo no sólo para realizar la misión, sino también y sobre todo para vivir la misión que se les confía; no sólo para dar testimonio, sino también y sobre todo para ser sus testigos… La esencia de la misión es dar testimonio de Cristo, es decir, de su vida, pasión, muerte y resurrección, por amor al Padre y a la humanidad”.

Cultura

El pasaje

Un cuento ¡o no tan cuento! para estos días de Navidad que recuerda que, ya en la tierra, recibimos más cuando damos.

Juan Ignacio Izquierdo Hübner·31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

Esta anécdota tiene sus años, pero es real; el nombre del protagonista también es auténtico (tengo su permiso). Se trata de un suceso breve y simbólico que le ocurrió a un amigo chileno; amigo y compañero de estudios en la Facultad de Derecho.

Recuerdo que estábamos en época de exámenes y que faltaban pocas semanas para que llegara la Navidad. Y con esto creo que ya he dado contexto suficiente.

John salió atrasado de casa para dar un examen oral con un profesor famoso por ser exigente. Corrió con su traje oscuro, corbata azul y zapatos duros hacia la estación de metro Pedro de Valdivia, bajó jadeando las escaleras, cruzó por medio de la multitud, pasó la tarjeta por el validador y ¡pip, pip!, luz roja. ¡No le quedaba saldo disponible! Revisó su billetera con precipitación: ni rastro de efectivo. Acudió a su tarjeta de débito, pero recordó que sus padres aún no le habían depositado la mesada. Salió de la fila con las manos en la cabeza y el rostro pálido, aterrorizado con el pensamiento de que el profesor podría reprobarlo por inasistencia; ¿qué hacer?

De pronto, alguien le tocó el hombro. John giró y se encontró con la señora que suele sentarse en el último peldaño de la escalera para pedir limosna. Sonreía y había abierto la mano. ¿Para pedirle algo? No, al contrario: para ofrecerle una moneda de 500 pesos. “Para que te compres el pasaje”, le dijo. Mi amigo se sorprendió mucho, intentó resistirse a la ayuda, forcejearon un poco: no, sí, no, sí; y era tal su aflicción que terminó aceptando.

Mi compañero llegó al examen a tiempo y consiguió una nota razonable. Al día siguiente, cuando bajó a la estación, se fijó en la señora que lo había ayudado y le devolvió la moneda; junto con un chocolate, por supuesto, y conversaron un rato.

Después de unas semanas, la mendiga dejó de aparecer. Desde entonces han pasado varios años; ahora John es un abogado de prestigio y baja al metro con trajes más elegantes y zapatos más cómodos que los que usaba para dar los exámenes orales en la Facultad, pero siempre, antes de cruzar el torniquete, se detiene un momento para revisar si esa buena mujer que en su día lo ayudó podría estar sentada en algún rincón de la estación, sonriéndole.

Cultura

San Silvestre y el fin de año

El Papa san Silvestre nunca imaginó que sería él quien diera nombre al último día del año civil en varios países del mundo. Esta fecha es una gran oportunidad para recordar la figura de este santo papa.

Stefan M. Dąbrowski·31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

Al trigésimo tercer obispo de Roma probablemente nunca le pasó por su imaginación que su persona se iba a perpetuar por los siglos con fastuosos festejos en todo el globo. En muchos países, el año nuevo se llama sencillamente Silvester. Paradójicamente, Silvestre era un sacerdote muy tranquilo. Su celoso servicio a Dios le granjeó el respeto universal y en el año 314 fue elegido Papa.

Ocupó el cargo durante veinte años. Su pontificado coincidió con la promulgación del Edicto de Milán, que garantizaba a los cristianos la libertad religiosa. Las fuentes nos dicen que ordenó que el día del sol romano (dies solis) se celebrara como el Día del Señor, y Constantino el Grande declaró el domingo libre de trabajo por decreto en el año 321.

Realizó la consagración solemne de las basílicas de San Pedro del Vaticano (326 d.C.) y San Juan de Letrán (324 d.C.), ambas construidas por el Emperador, comenzando de esta forma la tradición de consagraciones solemnes de edificios similares.

Durante este periodo, el obispo de Roma no podía compararse en importancia con los obispos de las Iglesias orientales ni con las eminentes personalidades que ejercieron una influencia decisiva sobre Constantino, el emperador protector de la Iglesia.

Durante el pontificado de Silvestre tuvo lugar el Concilio de Nicea (325 d.C.), que estableció el Credo Niceno. La escasa participación del Papa en este primero de los concilios ecuménicos, quizá por su lejanía del escenario del conflicto o por su respeto a la autonomía de las Iglesias orientales, fue recibida con algunas críticas.

Probablemente porque el episcopado de Silvestre se produjo en un momento crucial de la historia de la Iglesia, sus sucesores y la cada vez más importante comunidad cristiana de Roma no se conformaron con el papel secundario que desempeñó junto al primer emperador cristiano. En este contexto, sobre todo cuando los emperadores ya no residían en la ciudad, surgieron leyendas que pintaban un retrato idealizado de Silvestre.

Las celebraciones de Nochevieja

En casi todo el mundo, la Nochevieja se asocia a la última noche del año civil. La forma de celebrarlo depende de la cultura local, aunque la globalización está erosionando cada vez más todas las diferencias y costumbres locales. La música estridente y los fuegos artificiales suelen acompañar los festejos de esta noche. Probablemente la costumbre más extendida sea brindar a medianoche.

El último día del año es una gran oportunidad para recordar la figura de este santo papa. Es bueno perpetuar esta referencia en la mente de nuestros amigos. Este santo cada año nos puede recordar las dos basílicas papales, la celebración del domingo y la profesión de fe en el Credo. Esto nos permite tomar la dirección correcta para el nuevo año que comienza.

El autorStefan M. Dąbrowski

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Actualidad

Las 10 noticias más leídas en Omnes en 2022

2022 ha sido un año de crecimiento para Omnes y queremos dar la bienvenida al 2023 recordando las mejores noticias del año que cierra.

Paloma López Campos·31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: < 1 minuto

A lo largo de este año, Omnes ha traído todos los días noticias de la actualidad con una perspectiva católica. El último día de 2022 dejamos una selección de las informaciones clave que ha publicado nuestra web durante los últimos doce meses.

Una explicación sobre el carisma y la jerarquía en la Prelatura del Opus Dei

En julio entrevistamos a Enrique Rojas, que nos habló de la hiperconexión en nuestra sociedad

Una explicación sobre la organización interna de la Iglesia

Este año, el Opus Dei ha celebrado sus 40 años como Prelatura y realizamos un repaso de su historia y carisma

Luis Alberto Rosales, director del CARF, concedió una entrevista a Omnes el pasado mes de agosto.

Hace unos meses, la Pontificia Facultad Teológica de Bratislava otorgó el título honoris causa a Fernando Ocáriz

El resumen de lo que ocurre en Nicaragua

Joseph Weiler, premio Ratzinger de Teología 2022, fue el ponente del último foro Omnes

Mariano Fazio vino a hablarnos de la libertad y el amor en una entrevista sobre su libro Libertad para amar a través de los clásicos

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Oraciones por Benedicto XVI

El mundo reza estos días por el Papa emérito Benedicto XVI cuya salud se ha debilitado en las últimas horas. En la foto, Benedicto XVI saluda a la multitud al final de una audiencia en la plaza de san Pedro en febrero de 2017.

Maria José Atienza·30 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: < 1 minuto
Cultura

«Todos somos verdaderamente responsables de todos»

Hace treinta y cinco años, el 30 de diciembre de 1987, se publicó la encíclica Sollicitudo rei socialis de Juan Pablo II, en el vigésimo aniversario de la Populorum Progressio de Pablo VI.

Antonino Piccione·30 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 12 minutos

Juan Pablo II rendía homenaje a la encíclica Populorum Progressio de su predecesor Pablo VI publicando -hace treinta y cinco años, el 30 de diciembre de 1987- la encíclica social Sollecitudo Rei Socialis.  Llegaba 20 años después de la publicación de la encíclica del Papa Montini dirigida a los hombres y a la sociedad en los años sesenta.

Sollicitudo Rei Socialis conserva toda la fuerza del llamamiento a la conciencia de Pablo VI y hace referencia al nuevo contexto histórico-social de los años ochenta, en un esfuerzo por indicar las líneas maestras del mundo actual, siempre con la mirada puesta en el motivo inspirador, el «desarrollo de los pueblos», aún lejos de alcanzarse. «Propongo prolongar su eco, vinculándolas con posibles aplicaciones al momento histórico actual, no menos dramático que el de hace veinte años», escribe Juan Pablo II.

El tiempo -como bien sabemos- fluye siempre al mismo ritmo; hoy, sin embargo, tenemos la impresión de que está sometido a un movimiento de aceleración continua, debido sobre todo a la multiplicación y complejidad de los fenómenos en medio de los cuales vivimos. En consecuencia, la configuración del mundo, en los últimos veinte años, si bien conserva algunas constantes fundamentales, ha experimentado cambios considerables y presenta aspectos totalmente nuevos».

Con Sollicitudo rei socialis (en adelante SRS), se ofrece un análisis del mundo actual teniendo en cuenta toda la verdad sobre el hombre: alma y cuerpo, ser comunitario y persona con valor en sí misma, criatura e hijo de Dios, pecador y redimido por Cristo, débil y fortalecido por la fuerza del Espíritu.

La encíclica hace hincapié en el fundamento ético del desarrollo, subrayando la necesidad del compromiso personal de todos en favor de sus hermanos y hermanas.

Este esfuerzo por el desarrollo de todo el hombre y de cada hombre, es el único camino para consolidar la paz y la relativa felicidad en este mundo. En opinión de Enrique Colom (en AA.VV., Juan Pablo teólogo. En el signo de las encíclicas, Mondadori, Milán 2003, pp. 128-141) «en cierto sentido, la enseñanza de la encíclica podría resumirse en una sola frase llena de consecuencias prácticas: «todos somos verdaderamente responsables de todos» (SRS 38)».

Como es bien sabido, las encíclicas del Papa, incluso las del Magisterio Social, no son documentos políticos o sociológicos, sino de naturaleza teológica.

Una de las ideas más enfatizadas en el SRS es, precisamente, que la pobreza, el desarrollo, la ecología, el desempleo, la solidaridad, etc. son problemas éticos antes que técnicos, y su solución real y duradera no se encuentra sólo en una mejora estructural, sino que debe basarse en un cambio ético, es decir, en la voluntad de cambiar, tal vez, hábitos mentales y vitales que, de ser auténticos, afectarán a las instituciones.

El hombre es una persona, no sólo homo faber u oeconomicus. Por eso, como enseñaba la Populorum Progressio, el verdadero desarrollo es el paso, para todos y cada uno, de condiciones menos humanas a condiciones más humanas: «Más humano: el ascenso desde la miseria hacia la posesión de lo necesario, la victoria sobre las lacras sociales, la expansión del saber, la adquisición de cultura. Más humano, también: la mayor consideración de la dignidad de los demás, el paso al espíritu de pobreza, la cooperación por el bien común, la voluntad de paz. Más humano aún: el reconocimiento por el hombre de los valores supremos y de Dios, que es su fuente y su fin. Más humano, en fin y sobre todo: la fe, don de Dios acogido por la buena voluntad del hombre, y la unidad en la caridad de Cristo, que nos llama a todos a participar como hijos en la vida del Dios vivo, Padre de todos los hombres» (n. 21). Ya Pablo VI, como más tarde haría Juan Pablo II, sin descuidar los aspectos económico-sociales del desarrollo, muestra la mayor importancia de la esfera espiritual y trascendente.

Ciertamente, para alcanzar la plenitud la persona necesita «tener» cosas, pero éstas no bastan, también se necesita crecimiento interior: cultural, moral, espiritual. «El ‘tener’ objetos y bienes no perfecciona por sí mismo al sujeto humano, si no contribuye a la maduración y enriquecimiento de su ‘ser’, es decir, a la realización de la vocación humana como tal» (SRS 28).

Lo esencial, por tanto, es la plena realización de la persona, es decir, «ser» más, crecer en humanidad sin dejar de lado ninguna virtud humana, y hacerlo de manera armoniosa, según una auténtica jerarquía de valores, según toda la verdad sobre el hombre. Por tanto, el Papa no propone ni piensa en una antinomia entre «ser» y «tener», sino que advierte contra un «tener» que obstaculice el «ser», propio o ajeno, y enseña que, si hay incompatibilidad, es preferible «tener» menos que «ser» menos.

La característica más importante de la verdad sobre el hombre depende del hecho de que es criatura de Dios, elevado a ser hijo suyo: de esta condición reciben los hombres su consistencia, su verdad, su bondad, su orden propio y su ley conveniente. Por tanto, cumplir los designios divinos es el único compromiso verdaderamente «absoluto» de la persona, que la orienta hacia su plenitud integral; los demás compromisos no se anulan, sino que deben subordinarse a él.

En efecto, el desarrollo humano -recuerda la SRS- «sólo es posible porque Dios Padre decidió desde el principio hacer al hombre partícipe de su gloria en Jesucristo resucitado (…), y en Él quiso superar el pecado y ponerlo al servicio de nuestro mayor bien, que supera infinitamente lo que el progreso pueda alcanzar» (SRS 31). A la inversa, el hombre puede construir la sociedad y ‘organizar la tierra sin Dios, pero sin Dios sólo puede, en última instancia, organizarla contra el hombre. El humanismo excluyente es un humanismo inhumano» (Populorum Progressio, 42).

Incluso en el ámbito social y económico se cumplen las palabras de Jesús: «¡Hay más alegría en dar que en recibir!». (Hechos 20:35). Además, no hay que olvidar que Dios es el Señor de todo el universo, de cada minuto, del más pequeño acontecimiento; por eso, como enseña Juan Pablo II, la plena realización del desarrollo será principalmente fruto de la «fidelidad a nuestra vocación de hombres y mujeres creyentes». Porque depende, ante todo, de Dios» (SRS 47).

Por desgracia, las doctrinas utilitaristas miden el progreso exclusivamente en términos inmanentes y terrenales. Sin embargo, las flagrantes contradicciones observadas en nuestro mundo ponen más de relieve «la contradicción intrínseca de un desarrollo limitado únicamente al aspecto económico». Subordina fácilmente la persona humana y sus necesidades más profundas a las exigencias de la planificación económica o del beneficio exclusivo (…). Cuando los individuos y las comunidades no ven estrictamente respetadas las necesidades morales, culturales y espirituales, basadas en la dignidad de la persona y en la identidad propia de cada comunidad, empezando por la familia y las sociedades religiosas, todo lo demás -disponibilidad de bienes, abundancia de recursos técnicos aplicados a la vida cotidiana, un cierto nivel de bienestar material- será insatisfactorio y, a la larga, despreciable» (SRS 33).

Allí, el desarrollo humano y el progreso económico van de la mano, como recordaba Juan Pablo II: «Los orígenes morales de la prosperidad son bien conocidos a lo largo de la historia. Se encuentran en una constelación de virtudes: laboriosidad, competencia, orden, honradez, iniciativa, sobriedad, ahorro, espíritu de servicio, fidelidad a las promesas, audacia: en resumen, el amor por el trabajo bien hecho. Ningún sistema o estructura social puede resolver, como por arte de magia, el problema de la pobreza sin estas virtudes; a la larga, tanto los programas como el funcionamiento de las instituciones reflejan estos hábitos del ser humano, que se adquieren esencialmente en el proceso educativo, dando lugar a una auténtica cultura del trabajo». Lo que se requiere para que el desarrollo trascendente y terrenal de los seres humanos vivan en armonía es que cada persona realice sus actividades, incluidas las socioeconómicas, de tal modo que alcancen su plenitud de sentido humano, de acuerdo con el destino trascendente último del hombre; y que las demás personas y la sociedad tengan conciencia del valor y las necesidades propias de cada ser humano, y actúen en consecuencia.

Una piedra angular de estas necesidades humanas es la necesidad de compartir la producción y el disfrute de los bienes humanos, a todos los niveles; más aún hoy, cuando la interdependencia ha aumentado. Esto se consigue precisamente a través del principio y la virtud de la solidaridad: uno de los temas más frecuentes en las enseñanzas de Juan Pablo II.

El Papa insiste tanto en ella, por una parte, por su íntima relación con la caridad -el amor a Dios y al prójimo-, cumbre de la vida cristiana; por otra, porque en las condiciones actuales de desarrollo tecnológico, las desigualdades socioeconómicas son producto del egoísmo, de no ver en el otro al hermano, hijo del Padre eterno, persona humana con la misma dignidad; es decir, son producto de un comportamiento insolidario. Son dos razones mutuamente relacionadas: la primera es puramente religiosa, la segunda es social, pero con un fundamento trascendente. 

San Juan nos recuerda que «Dios es amor» (1 Jn 4,8.16), un amor que es constante donación mutua dentro de la Trinidad. Y puesto que el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios (Gn 1,26), hay que decir también del hombre que su verdad más íntima se encuentra en el amor, en la entrega.

Esto está en perfecta armonía con el «mandamiento nuevo» de Jesucristo en el que están contenidos toda la ley y los profetas: la caridad es la ley fundamental de la perfección humana y, por tanto, también de la transformación del mundo. Pero, teniendo en cuenta los malentendidos sobre la noción de amor, hay que subrayar que el verdadero amor implica gratuidad (Jn 3,16; 15,13) y servicio (1 Pe 2,16; Ga 5,13), y no tanto la búsqueda del propio bien (Mt 16,25); y abarca todas las dimensiones de la persona: ninguna característica humana se encuentra fuera de la caridad y del amor.

La dimensión fraterna es tan esencial a la vida del cristiano (y de cualquier hombre) que no se puede imaginar una orientación hacia Dios que olvide los lazos que unen a cada persona con sus hermanos. A la luz de estas verdades, se deduce que la vida cristiana no puede realizarse como si las personas estuvieran desconectadas.

Por el contrario, el compromiso de la persona con el progreso material y espiritual de toda la sociedad es parte integrante de la vocación con la que Dios llama a cada persona: la identificación con el amado propia del amor lleva a tenerlo presente en todas las acciones, que se realizan como donación gratuita al amado.

Esto significa que el amor de Dios exige un compromiso social, y que este compromiso encuentra su firme fundamento en una auténtica vida de amor: sólo un amor que esté en armonía con toda la verdad sobre el hombre es capaz de configurar una vida social digna de la persona.

Esta realidad se confirma, negativamente, con el nacimiento y crecimiento de la «cuestión social», precisamente en un momento en que el pensamiento ideológico señalaba la oposición, la lucha e incluso el odio como motor de la historia.

«El mundo está enfermo», dijo Pablo VI (Populorum progressio, 66), y parece que desde entonces la enfermedad se ha agravado: Basta pensar en los campos de refugiados, los exiliados, los puntos calientes (guerra, guerrilla y terrorismo), las discriminaciones raciales y religiosas, la falta de libertades políticas y sindicales, los fenómenos escapistas como la droga y el alcoholismo, las zonas donde la explotación y la corrupción están institucionalizadas, a lugares de trabajo donde se tiene la impresión de ser utilizado como un medio y a lugares donde la humillación se ha convertido en un modo de vida, a zonas de hambre, sequía y enfermedades endémicas, a campañas antinatalistas a menudo racistas, a la difusión del aborto y la eutanasia, etc. El panorama del mundo actual, incluido el económico, en lugar de preocuparse por un verdadero desarrollo que conduzca a todos hacia una vida «más humana» -como pedía la encíclica Populorum progressio-, parece destinado a llevarnos más rápidamente hacia la muerte» (SRS 24).

Nos encontramos, pues, ante una paradoja: los hombres conocen -en gran medida- los criterios del verdadero desarrollo, desean -en gran medida- realizar el bien y evitar el mal, poseen -en cantidad suficiente- los medios técnicos para hacerlo; sin embargo, el mundo sigue enfermo, quizá más enfermo que antes. La paradoja exige, pues, una explicación -mucho más profunda que el análisis socioeconómico- que llegue al origen último de los males del mundo; exige un análisis que aborde el núcleo más íntimo del comportamiento humano: el análisis ético, que llega al origen mismo de las estructuras injustas, es decir, que llega a la raíz de las acciones inmorales del hombre, a lo que el cristianismo llama pecado.

Y las acciones inmorales de una persona no son otra cosa que el pecado, con sus consecuencias institucionalizadas -las «estructuras de pecado»- que, al condicionar la conducta de los hombres, se convierten en fuente de otros pecados: «La verdadera naturaleza del mal al que nos enfrentamos en la cuestión del «desarrollo de los pueblos»: es un mal moral, fruto de muchos pecados, que conduce a «estructuras de pecado»» (SRS 37). Ciertamente, «pecado» y «estructuras de pecado» son categorías que no suelen aplicarse a la situación del mundo contemporáneo. No es fácil llegar a una comprensión profunda de la realidad tal como se presenta ante nuestros ojos sin nombrar la raíz de los males que nos afligen» (SRS 36). Y «estas actitudes y ‘estructuras de pecado’ sólo pueden superarse -suponiendo la ayuda de la gracia divina- con una actitud diametralmente opuesta: el compromiso por el bien del prójimo con la disposición, en sentido evangélico, a ‘perderse’ en favor del otro en lugar de explotarlo, y a ‘servirlo’ en lugar de oprimirlo en beneficio propio (cf. Mt 10,40-42; 20,25; Mc 10,42-45; Lc 22,25-27)» (SRS 38).

Quien no quisiera reconocer -y remediar- esta fuente moral de los males sociales, ni siquiera querría seriamente curarse del mal; es necesario, por tanto, examinar los propios pecados, especialmente -cuando se habla de males socioeconómicos- los que afectan más directamente a la vida social: orgullo, odio, ira, avaricia, envidia, etc., sin refugiarse en una colectividad anónima; y reconocer también las consecuencias deletéreas de estos pecados en la vida personal, familiar, social y política. «Diagnosticar así el mal es identificar con precisión, En el plano de la conducta humana, el camino que hay que seguir para superarlo» (SRS 37). 

Identificar la raíz del mal anima a buscar las soluciones y los medios más adecuados para erradicarlo. Ellos, como el obstáculo, serán principalmente de naturaleza moral, a nivel personal (pecado) y a nivel institucional (estructuras de pecado): «Cuando se disponga de los medios científicos y técnicos que, junto con las decisiones políticas necesarias y concretas, deben contribuir finalmente a encaminar a los pueblos hacia el verdadero desarrollo, los mayores obstáculos sólo podrán superarse en virtud de determinaciones esencialmente morales, que, para los creyentes, especialmente los cristianos, se inspirarán en los principios de la fe con la ayuda de la gracia divina» (SRS 35).

No podemos engañarnos: no iremos más lejos en la justicia y la caridad sociales que en la justicia y la caridad personales. La actitud moral de una comunidad depende de la conversión personal de los corazones, del compromiso con la oración, de la gracia de los sacramentos y del esfuerzo en las virtudes de sus miembros. Sin embargo, la prioridad de la conversión personal no elimina, sino todo lo contrario, la necesidad de un cambio estructural.

En este sentido, el Papa recuerda tanto una voluntad política eficaz como una decisión esencialmente moral (cf. SRS 35; 38): la primera por sí sola podría -fortuitamente- producir algún cambio, pero la experiencia atestigua su futilidad y que, a menudo, las injusticias causadas son mayores que las corregidas; la segunda sin la primera quedaría estéril por su inautenticidad: la verdadera conversión interior no es la que no conduce a mejoras sociales.

La noción de solidaridad se hace eco entonces del sentido etimológico -participar en solidum-, que designa el conjunto de lazos que unen a los hombres entre sí y los impulsan a la ayuda mutua.
Desde el punto de vista ético, se cuestiona una forma de actuar virtuosa y estable, conforme a una conducta solidaria, entendida como compromiso concreto al servicio de los hermanos: «Se trata, en primer lugar, de la interdependencia, sentida como sistema de relaciones determinante en el mundo contemporáneo, en sus componentes económico, cultural, político y religioso, y asumida como categoría moral. Cuando se reconoce así la interdependencia, la respuesta correlativa, como actitud moral y social, como «virtud», es la solidaridad» (SRS 38).

De este modo, la solidaridad debe considerarse el fin y el criterio de la organización social, y uno de los principios fundamentales de la doctrina social cristiana. Pero no como un buen deseo moralizante, sino como una fuerte exigencia de la naturaleza humana: las personas son un ser para los demás y sólo pueden desarrollarse en una apertura oblativa a los demás.

Esto también lo sublima el mensaje evangélico, como enseña la SRS: «La conciencia de la paternidad común de Dios, de la fraternidad de todos los hombres en Cristo, «hijos en el Hijo», de la presencia y acción vivificadora del Espíritu Santo, dará a nuestra visión del mundo un nuevo criterio para interpretarlo. Más allá de los vínculos humanos y naturales, ya de por sí tan fuertes y estrechos, se contempla un nuevo modelo de unidad del género humano a la luz de la fe, que en última instancia debe inspirar la solidaridad. Este modelo supremo de unidad, reflejo de la vida íntima de Dios, uno en tres Personas, es lo que los cristianos designamos con la palabra ‘comunión'» (SRS 40).

Una comunión tan fuerte que nos hace a todos verdaderamente responsables de todos, pues lo que hacemos a los demás nos lo hacemos a nosotros mismos, más aún, a Jesucristo (Mt 25,40.45).

La solidaridad no debe confundirse con «un sentimiento de vaga compasión o de simpatía superficial por los males de tantas personas, cercanas o lejanas». Por el contrario, es la determinación firme y perseverante de comprometerse por el bien común: es decir, por el bien de todos y cada uno» (SRS 38).

Todo este esfuerzo por la solidaridad social adquiere su valor y su fuerza en una actitud de solidaridad personal; así la encíclica: «El ejercicio de la solidaridad dentro de cualquier sociedad es válido cuando sus miembros se reconocen mutuamente como personas» (SRS 39). Esto implica superar las tendencias al anonimato en las relaciones humanas; convertir la «soledad» en «solidaridad», la «desconfianza» en «colaboración»; promover la comprensión, la confianza mutua, la ayuda fraternal, la amistad y la voluntad de «perderse» por el bien del otro. En efecto, «a la luz de la fe, la solidaridad tiende a superarse a sí misma, a asumir las dimensiones específicamente cristianas de la gratuidad total, del perdón y de la reconciliación. 

Si esta actitud parece «ideal» y poco «realista», no hay que olvidar que este «ideal» será el único que permita construir una nueva sociedad y un mundo mejor, que permita un auténtico desarrollo de las personas y de las comunidades, que permita alcanzar una paz verdadera y duradera. 

Sollicitudo rei socialis propone a todos los hombres, especialmente a los cristianos, que se responsabilicen del desarrollo integral de todos los demás hombres. Es un ideal arduo, requiere un esfuerzo constante, pero se ve confortado por la gracia del Señor.

La Iglesia anuncia la realidad de este desarrollo, ya actuante en el mundo, pero todavía no consumado; y afirma también, a partir de la promesa divina -dirigida a garantizar que la historia presente no permanezca cerrada sobre sí misma, sino abierta al Reino de Dios-, la posibilidad de superar los obstáculos que se oponen al crecimiento integral de las personas; por eso confía en el logro de una verdadera -aunque parcial en esta tierra- liberación (cf. SRS 26; 47).

Por otra parte, «la Iglesia también tiene confianza en el hombre, aun conociendo la maldad de la que es capaz, porque sabe bien que -a pesar del pecado heredado y del que cada uno puede cometer- hay cualidades y energías suficientes en la persona humana, hay una «bondad» fundamental (cf. Gen 1, 31), porque es imagen del Creador, puesta bajo el influjo redentor de Cristo, «que se ha unido en cierto modo a todo hombre» (cf. Gaudium et spes, 22; Redemptor hominis, 8), y porque la acción eficaz del Espíritu Santo «llena la tierra» (Sab 1, 7)» (SRS 47).

El autorAntonino Piccione

Vaticano

Los encuentros entre el Papa Francisco y Benedicto XVI

Los encuentros entre el Papa Francisco y quien fuera su predecesor han sido numerosos en estos diez años. El pontífice no ha dejado de valorar y agradecer el humilde ejemplo de Joseph Ratzinger y su oración incesante por la Iglesia.

Giovanni Tridente·30 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 5 minutos

El primer encuentro entre el Papa Francisco y Benedicto XVI tuvo lugar pocos días después de la elección del actual Pontífice, el 23 de marzo de 2013, con un cálido abrazo en el helipuerto de Castel Gandolfo, la residencia donde el Papa emérito había pasado el periodo de sede vacante.

Ambos aparecieron vestidos de blanco y antes de reunirse en la biblioteca privada se detuvieron en oración en la capilla, uno junto al otro; Francisco había cedido el lugar de honor sentándose en los bancos con Benedicto: «somos hermanos».

Nos enseñó humildad

Significativo fue el regalo que Francisco llevó ese día a su predecesor, el icono de Nuestra Señora de la Humildad: «No la conocía, enseguida pensé en ella, nos enseñó la humildad». Unos meses más tarde, ambos se reunieron en los Jardines Vaticanos para la bendición de la nueva estatua de San Miguel Arcángel, patrón del Estado de la Ciudad del Vaticano.

Al año siguiente, en 2014, hubo un nuevo abrazo entre el Pontífice reinante y el emérito, el 28 de septiembre en la plaza de San Pedro, con motivo del gran encuentro con los ancianos organizado por la Pontificia Academia para la Vida; en 2015 las cámaras filmaron un nuevo saludo y abrazo en junio, antes de que Benedicto XVI partiera para un nuevo periodo de descanso en Castel Gandolfo.

Ese mismo 2015, Benedicto XVI vuelve a estar presente junto al Papa Francisco en una ceremonia pública, esta vez para la ceremonia de apertura de la Puerta Santa de la Basílica Vaticana, el 8 de diciembre, con motivo del inicio del Jubileo de la Misericordia.

El 28 de junio de 2016 se celebró también en la Sala Clementina un acto conmemorativo del 65 aniversario de la ordenación sacerdotal del Papa emérito, en presencia de numerosos cardenales de la Curia Romana. En su discurso, Francisco destacó el amor testimoniado por Benedicto XVI, describiéndolo como una «nota que domina una vida gastada en el servicio sacerdotal y en la teología».

Otros encuentros frecuentes y públicos tuvieron lugar entre ambos al final de cada Consistorio para la creación de nuevos cardenales, subiendo puntualmente todo el grupo al monasterio Mater Ecclesiae para saludar al Papa emérito y tener un momento de oración en la capilla de la residencia. Luego están las numerosas reuniones privadas y el continuo intercambio de llamadas telefónicas, incluso en vísperas de cada viaje al extranjero.

Ministerio oculto

En los diez años de su pontificado, el Papa Francisco se ha referido a menudo a su predecesor, pidiendo oraciones por su «ministerio oculto» y agradeciéndole su apoyo a la Iglesia mediante la oración. Oraciones que siempre ha pedido corresponder hacia el Papa emérito. Además de en ocasiones oficiales, como la entrega del «Premio Ratzinger» promovido por la Fundación vaticana del mismo nombre, el Pontífice reinante también habló de Benedicto XVI durante audiencias, ángelus o entrevistas con periodistas.

La primera referencia se remonta sin duda a la misma noche de su elección desde la Logia de la Basílica Vaticana: «En primer lugar, quisiera hacer una oración por nuestro Obispo emérito»; «para que el Señor le bendiga y la Virgen le proteja».

Teología hecha de rodillas

En 2013, con motivo de la concesión del Premio Ratzinger de ese año, Francisco expresó «gratitud y gran afecto» por su predecesor, valorando el trabajo que había realizado con la publicación de los libros sobre Jesús de Nazaret, a través de los cuales «hizo un don a la Iglesia, y a todos los hombres, de lo que tenía de más precioso: su conocimiento de Jesús», madurado a través de una teología hecha «de rodillas».

Un hombre de fe, tan humilde

En su viaje de regreso de Tierra Santa, en mayo de 2014, respondiendo a los periodistas que le preguntaban si en el futuro seguiría la opción de su predecesor de dejar el papado prematuramente, Francisco dijo de Benedicto XVI: «es un hombre de fe, tan humilde»; «debemos mirarlo como una institución».

Como tener al abuelo sabio en casa

Unos meses más tarde, de regreso esta vez en agosto de su viaje a Corea, los periodistas le preguntaron específicamente por su relación con el Papa Ratzinger, y Francisco dijo en primer lugar que Benedicto XVI con su gesto había instituido de hecho el papado emérito, abriendo «una puerta que es institucional, no excepcional». En cuanto a las relaciones, «es de hermanos, de verdad»; «le siento como si tuviera un abuelo en casa por sabiduría», «me hace bien escucharle». También me anima mucho».

«Como tener al abuelo sabio en casa», repitió Francisco en el encuentro con los ancianos en septiembre de 2014, cuando agradeció públicamente a Benedicto XVI su presencia en el acto.

El 16 de abril de 2015, durante la misa matutina en la Casa Santa Marta, con motivo del 88 cumpleaños del emérito, Francisco invitó a los presentes a unirse a él en la oración por Benedicto XVI, «para que el Señor lo sostenga y le dé mucha alegría y felicidad».

Gran hombre de oración y coraje

En junio de 2016 fue el turno de una nueva pregunta de los periodistas en el vuelo de regreso de Armenia. Aquí Francisco añadió que para él «es el hombre que guarda mis hombros y mi espalda con su oración». Entre otras cosas, ‘es un hombre de palabra, un hombre recto, íntegro’, ‘un gran hombre de oración, de coraje’.

Madurez, dedicación y fidelidad

Después, el acto de conmemoración del 65 aniversario de su sacerdocio, ese mismo mes, donde Francisco añadió que del pequeño monasterio donde reside Benedicto XVI «emana una tranquilidad, una paz, una fuerza, una confianza, una madurez, una fe, una entrega y una fidelidad que tanto bien me hacen y tanta fuerza me dan a mí y a toda la Iglesia».

Para el ‘Premio Ratzinger’ 2016 infalible – «una vez más»- la expresión de «nuestro gran afecto y gratitud» por Benedicto XVI, «que sigue acompañándonos incluso ahora con su oración».

Presencia discreta y alentadora

«Su oración y su presencia discreta y alentadora nos acompañan en nuestro camino común; su obra y su magisterio siguen siendo un legado vivo y precioso para la Iglesia y para nuestro servicio», fueron las palabras pronunciadas en el mismo aniversario al año siguiente. Ratzinger, para el Papa Francisco, «sigue siendo un maestro y un interlocutor amigo para todos aquellos que ejercen el don de la razón para responder a la vocación humana de la búsqueda de la verdad».

La estima, el afecto y la gratitud se repiten en los años siguientes. En 2019, el Papa Francisco expresa su agradecimiento «por la enseñanza y el ejemplo que nos ha dado de servir a la Iglesia reflexionando, pensando, estudiando, escuchando, dialogando y rezando, para que nuestra fe se mantenga viva y consciente a pesar de los tiempos y las situaciones cambiantes, y para que los creyentes sepan dar razón de su fe en un lenguaje capaz de ser comprendido por sus contemporáneos y de entrar en diálogo con ellos, para buscar juntos los caminos del encuentro con Dios en nuestro tiempo».

El contemplativo del Vaticano

Al final del Ángelus del 29 de junio de 2021, 70 aniversario de la ordenación sacerdotal de Benedicto XVI, Francisco le llamó «querido padre y hermano», «el contemplativo del Vaticano, que pasa su vida rezando por la Iglesia y por la diócesis de Roma, de la que es obispo emérito». A continuación, le agradeció su «testimonio creíble» y su «mirada continuamente dirigida hacia el horizonte de Dios».

En la entrega del Premio Ratzinger 2022, Francisco reiteró que «para mí no faltan momentos de encuentro personal, fraterno y afectuoso con el Papa emérito», destacando cómo todos sienten «su presencia espiritual y su acompañamiento en la oración por toda la Iglesia: esos ojos contemplativos que siempre muestra».

Testigo de amor hasta el final

Por último, no podemos olvidar la referencia a la audiencia general después de Navidad, el 28 de diciembre de 2022, cuando invitó a los presentes y a toda la Iglesia a intensificar la oración por él «que en el silencio sostiene a la Iglesia», para que el Señor «le sostenga en este testimonio de amor a la Iglesia, hasta el final».

España

Las familias numerosas, ¿en peligro de extinción?

La Federación Española de Familias Numerosas trabaja para dar visibilidad y conservar los derechos de las familias que tienen más miembros.

Paloma López Campos·30 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 3 minutos

La Federación Española de Familias Numerosas (FEFN) lleva años trabajando por dar visibilidad, informar y luchar por los derechos de las familias con más hijos. Debido a las iniciativas legislativas, las declaraciones de los políticos y las corrientes de pensamientos actuales, es fácil darse cuenta de que las familias, y en especial las numerosas, están pasando por una situación complicada.

Tras el cambio en la denominación de las familias numerosas, ahora consideradas «familias con mayores necesidades de apoyo a la crianza», el debate se ha vuelto a reavivar. En esta entrevista, un representante de la Federación habla sobre las dificultades, y también los cambios positivos, que están teniendo lugar en España relacionados con esta materia.

¿Cuál es el mayor reto al que se enfrentan hoy las familias numerosas?

Si hablamos del día a día de una familia numerosa, destacaríamos dos grandes retos, uno la conciliación, y dos, la cuestión económica, ya que los precios están disparados, la cesta de la compra se ha encarecido muchísimo en productos de primera necesidad, y también los suministros básicos del hogar: luz, gas, etc. Además, estas dos cuestiones están unidas entre sí porque cuando se tienen muchos hijos, para hacer frente a todas las necesidades, hacen falta dos sueldos en casa y si el padre y la madre trabajan ambos fuera de casa, es difícil llegar a todo, la conciliación es muy compleja. En cualquier caso, a pesar de todas las dificultades, con esfuerzo y renunciando a cosas, al final se llega a todo o al menos a lo importante y, a cambio, hay muchas cosas positivas cuando se tiene familia numerosa.

¿Cómo está considerada desde los organismos públicos la familia numerosa en España?

La familia numerosa en España no tiene todo el reconocimiento que debería tener. Es cierto que en los últimos años, gracias al movimiento asociativo, a las asociaciones y Federación de familias numerosas, se han conseguido avances en algunas cuestiones, pero nuestro país sigue sin valorar suficientemente a la familia y, en especial, a los que más hijos tienen; no se reconoce que son un bien social. Justo ahora se está elaborando una nueva Ley de Familias que pretende mejorar el apoyo a la familia con algunas medidas positivas, pero no pone el foco en la natalidad, que es una cuestión fundamental, y tampoco en las familias que más hijos tienen. 

¿Cuál es vuestra opinión sobre el anteproyecto de Ley en el que el Gobierno “clasifica” a las familias?

La Ley es positiva en algunas cuestiones, como en conciliación y en querer mejorar el apoyo a un mayor número de familias, pero en el caso de las familias numerosas nos sentimos un poco atacadas porque se plantea la eliminación del concepto de familia numerosa, que será sustituido por el de “familias con mayores necesidades de apoyo a la crianza”, en el que se incluirán familias numerosas y familias con menos hijos y circunstancias especiales. Creemos que se debe apoyar a las familias que más lo necesitan, pero sin dejar de lado el reconocimiento y protección a las familias numerosas por lo que aportan a la sociedad. Nos parece que la Ley menosprecia esta aportación social que hacen las familias numerosas.  

¿Qué medidas habéis sugerido para la Ley de Familias?

Pedimos una revisión de los beneficios de las familias numerosas, primero que se actualice la Ley de Familias Numerosas porque está obsoleta en algunos aspectos;  también que la categoría especial que ahora tienen las familias con 5 hijos se establezca a partir de 4 hijos, dada la baja natalidad que hay hoy en día. También hemos pedido que haya proporcionalidad en las prestaciones y en los requisitos de las ayudas, es decir, que a la hora de fijar cuantías de límites de renta se tenga en cuenta la “renta per cápita”, porque una familia numerosa tiene que tener ingresos mayores y si no se tiene en cuenta la composición familiar nos quedamos fuera de muchas ayudas porque superamos umbrales de renta que son muy bajos. Y lo mismo con los días de los permisos por cuidado de hijos: si una familia tiene 5 días de permiso al año por un hijo, una familia con 4 hijos no puede tener también 5 días de permiso al año, porque tiene más hijos y sus necesidades de cuidado son mayores. Todos los hijos cuentan, todos comen, van al colegio, hay que llevarles al médico, etc. pero parece que las administraciones se olvidan de la mitad de nuestros hijos.

¿Qué intereses de las familias numerosas están en peligro en la actualidad?

Ahora mismo está en peligro, por la nueva Ley, el propio reconocimiento a las familias numerosas, que van a dejar de llamarse así y dejarán por tanto de existir a esos efectos, si prospera la nueva Ley de Familias como está planteada. Por eso, estamos haciendo alegaciones y pidiendo el apoyo de los grupos políticos para que no salga adelante y también hemos abierto una campaña de firmas en contra de este cambio que quiere hacer el Gobierno. Llevamos ya recogidas 15.000 firmas y sabemos que hay muchas familias que no están de acuerdo con lo que plantea la nueva Ley. Todas las familias que estén en contra y quieran salvar el concepto de familia numerosa pueden firmar aquí: https://chng.it/xRyB8kPt