Cultura

Muere Wanda Półtawska, la médico amiga de san Juan Pablo II

El 25 de octubre de 2023 falleció Wanda Półtawska con casi 102 años, conocida por ser colaboradora y amiga de san Juan Pablo II desde su juventud. Su vida estuvo dedicada a la promoción de la familia y la dignidad del cuerpo humano.

Ignacy Soler·27 de octubre de 2023·Tiempo de lectura: 8 minutos

Wanda Półtawska fue colaboradora y amiga de Juan Pablo II, una médica reconocido prestigio y gran defensora de la santidad del matrimonio, de la familia y de la vida no nacida.

Tenía casi 102 años. Su esposo, el catedrático de filosofía Andrzej Półtawski, murió el 29 de octubre de 2020. Juntos tuvieron 4 hijas.

Promotora de la santidad del matrimonio y la familia

Wanda Półtawska fue médica, conferenciante y divulgadora de las enseñanzas de Juan Pablo II sobre la santidad del matrimonio y la familia. Fue miembro del Consejo Pontificio para la Familia y de la Academia Pontificia pro Vita.

Fue autora de casi cuatrocientas publicaciones en el campo de la psiquiatría, la protección de la vida no nacida, los enfermos y los ancianos, la cuestión de la castidad y su importancia, el matrimonio y la familia.

En 1967 organizó el Instituto de Teología de la Familia que dirigió durante 33 años, formando a innumerables novios, jóvenes matrimonios y sacerdotes. Recibió además numerosos premios, incluida la medalla papal «Pro Ecclesia et Pontifice» y el doctorado honoris causa de la Universidad Católica de Lublin y fue nombrada ciudadana honoraria de Lublin.

Prisionera en el campo de concentración de Ravensbrück

Wanda Półtawska, de soltera Wojtasik, nació el 2 de noviembre de 1921 en Lublin. Asistió a la escuela de las Hermanas Ursulinas en Lublin. Antes de 1939 y durante la Segunda Guerra Mundial fue activa miembro de los Scouts.

Cuando tenía 15 años, se convirtió en líder de su grupo. Después del estallido de la Segunda Guerra Mundial, se unió a un grupo descouts que prestaban servicios auxiliares y se unió a la lucha clandestina como enlace, al mismo tiempo que participaba en la enseñanza polaca en secreto. 

El 17 de febrero de 1941 fue arrestada por la Gestapo de Lublin, encarcelada en el castillo de esa ciudad, allí también fue interrogada y torturada.

El 21 de noviembre de 1941 fue deportada al campo de concentración de Ravensbrück con sentencia de muerte ´in absentia´. Fue víctima de experimentos pseudomédicos (principalmente mutilaciones quirúrgicas de miembros) realizados por médicos alemanes, entre ellos un profesor de Berlín, el presidente de la Cruz Roja Alemana, Gebhardt y los doctores Fischer, Rosenthal y Oberheuser. Poco antes del final de la guerra, fue transportada al campo de Neustadt-Glewe, donde permaneció hasta el 7 de mayo de 1945.

Una médico defensora de la dignidad de la vida humana

Después de la guerra se trasladó a Cracovia. El 31 de diciembre de 1947 se casó con el filósofo Andrzej Półtawski (1923-2020). Criaron cuatro hijas juntas. En 1951 se graduó en medicina en la Universidad Jagellónica y luego obtuvo ambos grados de especialización y un doctorado en psiquiatría (1964).

En los años 1952-1969 fue profesora asistente en la Clínica Psiquiátrica de la Universidad Médica de Cracovia, de 1955 a 1997 profesora de medicina pastoral en la Facultad Pontificia de Teología de Cracovia y de 1964 a 1972 trabajó en la Facultad de Diagnóstico-Tratamiento de la Cátedra de Psicología de la Universidad Jagellónica.

Realizó investigaciones sobre los llamados niños de Auschwitz, personas que fueron enviadas a campos de concentración cuando eran niños. En abril de 1969 abandonó la Clínica para dedicarse principalmente al asesoramiento matrimonial y familiar.

En 1995 participó en una campaña para colocar una placa en memoria de las mujeres polacas, prisioneras de Ravensbrück y víctimas de los médicos alemanes. Los esfuerzos para obtener el permiso de las autoridades del campo-museo comenzaron a principios de 1995, con ocasión del 50º aniversario de la liberación del campo.

Debido a la oposición de las autoridades alemanas de este campo a la idea de recordar la tragedia de las mujeres polacas, no se permitió la instalación de la placa. Wanda Półtawska insistió tenazmente, ese era un rasgo de su personalida, la fortaleza propia de una mulier fortis evangélica. Después de un año, en 1996, las autoridades del museo alemán se pusieron la placa conmemorativa.

Participó en el trabajo de la Comisión para la Investigación de los Crímenes Nazis en Polonia. Editó, con la colaboración de otras personas, el Semanario de Familias Católicas Źródła. Es autor de muchas publicaciones en el campo de la pedagogía. Fue concejal de Cracovia durante 10 años. En 2010 firmó una carta abierta al gobierno de la República de Polonia y al presidente contra la organización del desfile Europride en Varsovia. La carta explicaba los motivos racionales para oponerse a la legalización de las relaciones entre personas del mismo sexo y la adopción de niños por parejas homosexuales. También se afirmaba en ese escrito que las acciones de la comunidad LGBT constituyen un ataque abierto a la libertad de expresión, de creencias y de conciencia.

En mayo de 2014, fue la iniciadora y autora del texto de la Declaración de fe de los médicos y estudiantes de medicina católicos sobre la sexualidad humana y la fertilidad.

Curada del cáncer

Es muy conocida la correspondencia del año 1962, dirigida al capuchino italiano y más tarde santo católico Padre Pío por el arzobispo Karol Wojtyła, pidiendo oraciones por la curación de Wanda Półtawska del cáncer y el posterior agradecimiento del Papa por la eficaz intervención. La carta dice así: Reverendo Padre. Le pido oraciones por una mujer de cuarenta años y madre de cuatro hijas de Cracovia en Polonia. Durante la última guerra pasó cinco años en un campo de concentración en Alemania, actualmente está gravemente enferma de cáncer y en peligro de perder la vida. ¡Que Dios, por intercesión de la Santísima Virgen María, muestre su misericordia a ella y a su familia!

La misma profesora Wanda Półtawska recuerda que “años más tarde, cuando el obispo de Cracovia ya estaba en la Sede de Pedro, supe por el primer hombre que entregó las cartas que el Padre Pío se limitó a decir: ‘No se puede decir que no a esto’. No sabía nada sobre las cartas del Arzobispo. Karol Wojtyła. Entonces estaba en el hospital, preparádome para una cirugía seria, después de la cual tendría la oportunidad de vivir un año o año y medio hasta que se produjera la metástasis. No recé para que hubiera un milagro, pero estaba decidida a la intervención quirúrgica pues deseaba vivir lo más posible, ya que tenía niños pequeños. Mi amigo el profesor N., después de examinarme, dijo: ‘Bueno, tal vez hay un 5% de posibilidades de que no sea cáncer; Lo sabremos después del procedimiento’. Pero no hubo cirugía porque a último momento resultó que los tumores habían desaparecido, entonces pensé que era el 5%. Sólo cuando llegué a casa me enteré de estas cartas al Padre Pío, pero, sinceramente, no estaba segura. No pregunté nada y preferí dar el asunto por cerrado. Hoy pienso que Dios es tan delicado y tan sutil en sus acciones que no quiere que agradezcamos y creamos en cosas difíciles de creer”.

Su obra Diario de una amistad 

Diario de una amistad (Beskidzkie rekolekcje. Dzieje przyjaźni księdza Karola Wojtyły z rodziną Półtawskich) presenta unas cartas personales de dirección espiritual dirigidas a ella por Karol Wojtyła, siempre con la firma ‘brat’ -tu hermano, desde 1961 hasta 1994.

Un libro de lectura importante para un conocimiento profundo de Karol Wojtyła como director espiritual.

Wanda era una chica activa, inteligente, llena de vida y con un gran compromiso social en su ciudad natal Lublin. Fue apresada por los nazis al principio de la segunda guerra mundial y cuatro años los pasó en el campo de concentración en Ravensbrück.

Esa experiencia la contaría poco después en su relato – Y tengo miedo de mis sueños (I boję się snów). Después de la guerra llegó a Cracovia para estudiar medicina.

Los años de cautiverio le habían dejado una huella profunda y buscó la ayuda espiritual, pero no conseguía encontrar un guía o maestro.

Sería en los años cincuenta cuando al confesarse en la iglesia de santa María en la plaza del mercado, el joven confesor le dijo: ¡Ven a la Santa Misa de la mañana, y ven cada día!

Esas palabras fueron para ella cómo un trallazo: “No le pedí que fuera el director espiritual de mi alma, no le dije nada de eso. Todo salió con naturalidad cuando al final me dijo lo que antes ningún sacerdote me había dicho: ¡Ven a la Santa Misa de la mañana, y ven cada día! Más de una vez he pensado que a decir verdad cada confesor debería dar ese consejo tan sencillo: ¡ven a la Santa Misa pues es la fuente de la gracia! Sin embargo ningún sacerdote me lo había planteado, algunos ciertamente me sugirieron la posibilidad de hablar con ellos, me decían: ¡ven a mí, ven a verme! Pero aquel sacerdote no me dijo: ‘¡Ven a mí!’ sino: ¡Ven a la Santa Misa!”.

Para Wanda estaba claro: ese sacerdote era el elegido para su acompañamiento espiritual, y lo fue desde el primer encuentro hasta el 2 de abril de 2005, allí -en habitación pontificia- fiel estaba Wanda viendo morir a su hermano.

En el libro las cartas de Wojtyła y los comentarios personales de la autora se centran en el sacramento de la Eucaristía y la necesidad de la oración mental. Wojtyła trasmite esto a Wanda en un contexto asombrosamente bello: los montes Beskides en la cordillera de los Cárpatos occidentales. Estas memorias son en realidad el diario de una amistad entre un hombre y una mujer. Se recoge bastantes cartas personales del sacerdote, obispo y papa Karol, con continuos puntos para la meditación personal. A lo largo de sus páginas se descubre la identidad del ser cristiano: la amistad con Jesucristo. La dirección o acompañamiento espiritual personal ejercida por el sacerdote Karol y después por el papa Juan Pablo II sobre Wanda gira sobre dos ejes: la enseñanza de la oración personal y del mejor modo de ejercer sus derechos y cumplir sus deberes como esposa, madre de familia y psiquiatra.

Lectura crítica

Para quienes critican la posibilidad de una amistad entre un sacerdote católico y una mujer, habría que recalcar que la presencia del esposo de Wanda, Andrés, en todas las cartas es continua.

La introducción es suya y nos dice desde su perspectiva de esposo que “en el mundo actual dirigido por unos medios de comunicación cargados de sensualidad, en un mundo en donde besar a un niño en la frente evoca pensamientos de pedofilia, en donde el abrazo fraternal entre amigos fácilmente es interpretado como manifestación de homosexualidad, la amistad entre un hombre y una mujer despierta automáticamente pensamientos de sexualidad en esas relaciones. La autora no dejó de encontrarse – en el período de la guerra y después en los años de su trabajo profesional- con multitud de casos que daban una respuesta negativa a la pregunta que continuamente se hacía: ¿Es el hombre capaz de vivir una vida buena, sin dejarse llevar ni funcionar como un autómata? ¿Puede ser el hombre de verdad limpio y libre? La dirección espiritual junto con la cercanía personal de un gran sacerdote permitió a mi mujer, Wanda Półtawska, que alcanzara el equilibrio y la paz, que pudiera conciliar el trabajo profesional con la vida familiar, y con el paso de los años más intensamente -y han pasado ya sesenta años- se profundizara y afianzara aún más nuestra intimidad y armonía matrimonial. Me resulta difícil manifestar en profundidad mi agradecimiento por la posibilidad de haber vivido estos años junto a una gran mujer y a un gran hombre, por la presencia de un padre y hermano en la vida de este gran sacerdote, obispo y papa”.

Otro apunte crítico hace referencia a que la autora aprovecha los textos de Wojtyła para su propio protagonismo. Ciertamente Diario de una amistad es una continua conversación con Dios y con su director espiritual.

El libro contiene unas cincuenta páginas de textos de Juan Pablo II y las quinientas restantes son anotaciones del diario personal de la autora, todo entrelazado.

Sin lugar a dudas el sacerdote Karol Wojtyła se nos muestra en este diario como un experto director espiritual, audaz, moderno y totalmente entregado en su labor espiritual.

Wojtyła es un hombre que sabe escuchar, un sacerdote católico que pretende ser instrumento de Cristo Sacerdote, un místico que introduce a las almas en la difícil tarea de la oración personal.

Diez citas de Wanda Półtawska.

  • El cuerpo es sagrado pues revela el espíritu. Pero puede revelar el espíritu del mundo o el Espíritu Santo, depende de tu elección.
  • La libertad es conciencia y voluntad delimitados por un fin.
  • Cada minuto puede convertirse en un don para alguien.
  • El amor no le teme al tiempo. El amor sabe esperar, y cuando es auténtico, no es deseo de placer, sino disposición a dar. El deseo de concupiscencia se apropia posesivamente, independientemente del bien de la persona. El amor no codicia, sino que admira y da el bien, sólo el bien.
  • Sí, tuve una vida hermosa y tengo una vida hermosa. No es mérito mío vivir hasta los cien años (por supuesto que no hecho nada especial para llegar a los cien años), pero cada persona puede elegir su propio estilo de vida. Mi estilo y mi querer es ayudar a salvar la vida de cada hombre, pues todos hemos sido creados para el cielo. No hay persona humana que no tenga ese fin.
  • Juan Pablo II repitió muchas veces que hay que aprender a amar. 
  • Yo he tenido la suerte de vivir mi vida en una atmósfera de amor.
  • El cuerpo humano es sagrado. El seno en el cual una mujer tiene un hijo es un santuario de la vida. La mujer es responsable de a quién permite entrar a este santuario.
  • Podéis y debéis plantearos la santidad y la manera de actuar, pero sin manipular la vida, porque no tenéis el poder de dar la vida. Cada niño es obra de Dios, no del hombre.
  • La Iglesia necesita testigos de que las personas pueden vivir como Dios manda. Y, ¿cómo hay que vivir? Esto nos loenseñó san Juan Pablo II. Él nos dio todas las indicaciones para salvar la santidad del matrimonio y del amor humano.
El autorIgnacy Soler

Cracovia

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