Ecología integral

La verdad y la caridad en la polémica ideología de género

El arzobispo de san Francisco y el obispo de Oakland realizaron una carta conjunta para “proporcionar claridad” en lo que respecta a la doctrina católica y la ideología de género. En ella, hablan sobre la importancia de la verdad y de la caridad en el trato con las personas que sufren disforia de género.

Paloma López Campos·22 de octubre de 2023·Tiempo de lectura: 3 minutos
Género

(Unsplash / Tim Mossholder)

El Papa Francisco calificó la ideología de género como “una de las colonizaciones ideológicas más peligrosas del mundo”. Conscientes del fuerte impacto que esta corriente de pensamiento tiene en la sociedad actual y de las dudas que surgen en relación a ella, el arzobispo de san Francisco y el obispo de Oakland realizaron una carta conjunta para “proporcionar claridad” en lo que respecta a la doctrina católica en relación a este tema.

El arzobispo Salvatore J. Cordileone y monseñor Michael C. Barber señalan con preocupación los peligros de esta ideología predominante. “La ideología de género”, dicen desde el principio, “niega ciertos aspectos fundamentales de la existencia humana”. Se trata de un sistema de ideas que “se opone radicalmente, en muchos aspectos importantes, a una comprensión sólida de la naturaleza humana”. Todavía más allá, es una corriente que “se opone a la razón, a la ciencia y a una visión cristiana de la persona humana”.

El dualismo frente a la unidad

La carta pastoral entra de lleno en el debate del dualismo que se abre al tratar la ideología de género. Esta corriente predominante rechaza “la unidad esencial del cuerpo y el alma en la persona humana”. Sin embargo, “a lo largo de su historia, la Iglesia católica se ha opuesto a las nociones de dualismo que plantean el cuerpo y el alma como entidades separadas y no integradas”.

Mientras que la ideología de género habla con frecuencia del drama de nacer “en un cuerpo equivocado”, la Iglesia niega con vehemencia esta afirmación. “Desde el principio de su existencia, la persona humana tiene un cuerpo diferenciado sexualmente como masculino o femenino. El ser hombre o el ser mujer ‘es una realidad buena y querida por Dios’ (Catecismo de la Iglesia católica, n.369). En consecuencia, nunca se puede decir que uno esté en el cuerpo ‘equivocado’”.

Dado que Dios creó al ser humano a su imagen y semejanza, eliminar la diferencia sexual es “disminuir” esta identidad de la persona. En su carta pastoral, tanto el arzobispo como el obispo consideran que hacer esto “sería una ofensa a la dignidad humana y una injusticia social”. Una falta que se agrava todavía más si se tiene en cuenta que, al eliminar la diferencia sexual, se ataca también a la complementariedad entre el varón y la mujer, elemento que está en la raíz de la familia.

Verdad y caridad, auténtica compasión

Ahora bien, esta realidad que expresan los obispos debe verse en el contexto de la caridad. “La Iglesia está llamada a hacer como Jesús, a acompañar con espíritu solidario a los marginados y a los que sufren, afirmando al mismo tiempo la belleza y la verdad de la creación de Dios”. Por ello, la carta pastoral llama a los cristianos a encontrar el equilibrio entre la verdad y la caridad. En este sentido, citan textualmente la encíclica “Caritas in veritate”. En dicho documento, Benedicto XVI advirtió que “la verdad es luz que da sentido y valor a la caridad. Sin verdad, la caridad cae en mero sentimentalismo. El amor se convierte en un envoltorio vacío”.

Cordileone y Barber ponen énfasis sobre esta idea, subrayando que “la compasión que no incluye tanto la verdad como la caridad es una compasión equivocada”. Especifican que “el apoyo a quienes experimentan disforia de género debe caracterizarse por una preocupación activa por la caridad cristiana genuina y la verdad sobre la persona humana”.

La carta pastoral se dirige también directamente a las personas que experimentan disforia de género. Los obispos les aseguran que “Dios nos conoce, nos ama a cada uno de nosotros y desea nuestro florecimiento”. Admiten que “nuestras vidas, incluso nuestra propia identidad, a veces nos puede parecer un misterio. Pueden ser una fuente de confusión, quizás incluso de angustia y sufrimiento”.

Cordileone y Barber afirman con seguridad para todos los que puedan dudarlo, “que su vida no es un misterio para Dios, que ha contado cada cabello de sus cabezas (Lucas 12, 7), que creó lo más íntimo de su ser y que les tejió en el vientre de su madre (Salmo 139)».

Cristo revela nuestra identidad

Como recuerda el documento, la encarnación de Cristo debe ser una fuente de alegría y esperanza para todos. “Al asumir una naturaleza humana corporal, Jesús revela la bondad de nuestros cuerpos creados y la cercanía de Dios a cada uno de nosotros. No está lejos ni es indiferente a nuestras preguntas, nuestros retos o nuestros sufrimientos”.

Al hacerse hombre, “Jesús no solo nos revela a Dios, sino que revela al hombre lo que el hombre es”. Por ello, la persona no puede crearse una identidad distinta a aquella que Dios le da. Nuestra “identidad más fundamental es la de hijos muy amados de Dios”.

En la búsqueda de identidad que realizamos los hombres, se esconde el deseo de conocerse tal como Dios nos ha creado. Sin embargo, no hay razón para que emprenda cada uno en solitario esta tarea. La carta pastoral concluye afirmando que la Iglesia desea acompañar a las personas en este camino, en la búsqueda de identidad que viven quienes tienen disforia de género, todos los cristianos que se preguntan sobre su propia vida y, en resumen, todo ser humano.

Newsletter La Brújula Déjanos tu mail y recibe todas las semanas la actualidad curada con una mirada católica
Banner publicidad
Banner publicidad