Vaticano

El Papa: Madeleine Delbrêl, testigo de fe en los suburbios de París

El Santo Padre ha presentado esta mañana en la Audiencia general a una mujer francesa del siglo XX, la venerable Madeleine Delbrêl, que vivió más de treinta años en los suburbios pobres y obreros de París. Con su ejemplo, Francisco llama a ser “testigos valientes del Evangelio en los ambientes secularizados”. El Papa ha rezado por los pueblos que sufren las guerras.

Francisco Otamendi·8 de noviembre de 2023·Tiempo de lectura: 4 minutos

El Papa en la audiencia del 8 de noviembre ©OSV

En la catequesis sobre la pasión por la evangelización, el celo apostólico del creyente, que ha cumplido esta mañana la sesión 25 desde enero, el Papa ha fijado la mirada en la Audiencia en la venerable francesa Madeleine Delbrêl, con el tema “La alegría de la fe entre los no creyentes”, y el pasaje evangélico en el Jesús habla de la sal de la tierra y la luz del mundo.

La Sierva de Dios Madeleine Delbrêl (1904-1964), asistente social, escritora y mística, vivió durante más de treinta años, junto con otras compañeras, en los suburbios pobres y obreros de París, ha explicado Francisco. “Esta opción de habitar en las periferias le permitió descubrir el amor de Dios en lo cotidiano y darlo a conocer a los más alejados con un estilo de vida sencillo y fraterno”. 

Tras una adolescencia agnóstica, Madeleine conoció al Señor. Partió en busca de Dios, respondiendo a una profunda sed que sentía en su interior. “La alegría de la fe la llevó a elegir una vida enteramente dedicada a Dios, en el corazón de la Iglesia y en el corazón del mundo, compartiendo sencillamente en fraternidad la vida de la gente de la calle”.

“Ambientes de ideología marxista”

De su testimonio de vida, el Pontífice ha subrayado en especial que “en ese ambiente, donde predominaba la ideología marxista, ella pudo experimentar que “es evangelizando como somos evangelizados”. “La vida y los escritos de Madeleine nos muestran que el Señor está presente en toda circunstancia y que nos llama a ser misioneros aquí y ahora, compartiendo la vida con la gente, participando en sus alegrías y tristezas”. 

La venerable francesa nos enseña, ha manifestado el Papa, que “los ambientes secularizados también nos ayudan a convertirnos y a fortalecer nuestra fe”, ha resaltado Francisco. “No olvidemos que la vida en Cristo es “un tesoro extraordinario y extraordinariamente gratuito”, que estamos llamados a compartir con todos”.

En lugares “secularizados”

En sus palabras a los peregrinos de lengua francesa, el Papa ha reflexionado también sobre la idea de que somos evangelizados evangelizando. “Con el corazón siempre en movimiento, Madeleine se dejó interpelar por los gritos de los pobres y de los no creyentes, interpretándolos como un reto para despertar la aspiración misionera de la Iglesia. Intuyó que el Dios del Evangelio debe arder en nosotros hasta llevar su Nombre a todos aquellos que aún no lo han encontrado”.

“Madeleine Delbrêl también nos enseñó que somos evangelizados evangelizando, que somos transformados por la Palabra que proclamamos. Estaba convencida de que los ambientes secularizados son lugares donde tienen que luchar los cristianos y pueden fortalecer la fe que Jesús les dio”.

Al saludar a los peregrinos de lengua española, Francisco ha vuelto sobre la misma idea: “Pidamos al Señor que nos dé su gracia para ser testigos valientes del Evangelio, sobre todo en los ambientes secularizados, ayudándonos a descubrir lo esencial de la fe y fortaleciéndonos en las dificultades. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide”.

El contacto con los no creyentes

En otro momento de la Audiencia, el Papa Francisco ha manifestado “Contemplando este testimonio del Evangelio, también nosotros aprendemos que en cada situación y circunstancias personales o sociales de nuestra vida, el Señor está presente y nos llama a habitar nuestro tiempo, a compartir la vida de los demás, a mezclarnos con las alegrías y las penas del mundo”.

En particular, ha añadido el Santo Padre, la venerable Madeleine Delbrêl “nos enseña que incluso los ambientes secularizados son útiles para la conversión, porque el contacto con los no creyentes provocan en el creyente una continua revisión de su modo de creer y a redescubrir la fe en su esencialidad”.

“Paz justa” en Tierra Santa

Al dirigirse a los fieles de lengua italiana, el Pontífice se ha referido a Tierra Santa y a Ucrania: “Pensemos, y recemos por los pueblos que sufren la guerra. No olvidemos a la martirizada Ucrania, y pensemos en los pueblos palestino e israelí; que el Señor nos traiga una paz justa. Sufrimos tanto. Sufren los niños, sufren los enfermos, sufren los ancianos, y mueren tantos jóvenes. La guerra es siempre una derrota, no lo olvidemos. Siempre es una derrota”.

También ha recordado el Papa que “mañana celebraremos la fiesta litúrgica de la Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán, la catedral de Roma. Que este aniversario suscite en todos el deseo de ser piedras vivas y preciosas, empleadas en la construcción de la Casa del Señor”.

“Recemos por los difuntos”

La petición por los difuntos ha llegado al dirigirse a los peregrinos de lengua portuguesa. “Este mes revive en nosotros el nostálgico recuerdo de nuestros muertos. Ellos nos dejaron un día con una petición, tácita o explícita, de nuestra ayuda espiritual en su paso al más allá.  Sabemos que nuestras oraciones por ellos llegan al Cielo, y así podemos acompañarles allí, reforzando los lazos que nos unen a la eternidad. ¡Recemos por ellos!”, ha rogado Francisco.

A su saludo a los polacos, les ha señalado que “dentro de unos días celebraréis el aniversario de la recuperación de la independencia de Polonia. Que este aniversario os inspire gratitud a Dios. Transmitid a las nuevas generaciones vuestra historia y el recuerdo de quienes os han precedido en el generoso testimonio cristiano y en el amor a la patria.  Os bendigo de corazón”.

Como es habitual, el Santo Padre se ha dirigido también a los peregrinos de otras lenguas: inglés, alemán o árabe, y ha concluido con el Padre Nuestro y la Bendición apostólica.

El autorFrancisco Otamendi

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