Con el término “Teología del Cuerpo” se conoce la primera y gran enseñanza de Juan Pablo II en sus años de pontificado, la mayor en el Magisterio de la Iglesia dedicada a un mismo tema. Desde el 5 de septiembre de 1979 hasta el 28 de noviembre de 1984, mayoritariamente a través de las audiencias de los miércoles, 134 catequesis sobre la persona, el amor y la vida, la virginidad por el reino, el matrimonio y la fecundidad nos fueron regaladas por el «Papa de la familia». Las primeras comenzaron como preparación al Sínodo de los Obispos de 1980 sobre el matrimonio y la familia (“De muneribus familiae christianae”), y todas ellas llegaron a su fin después de la publicación de la Exhortación “Familiaris consortio” (fruto de los trabajos de este sínodo).
28 de noviembre de 1984 nace la “Teología del Cuerpo”
El 28 de noviembre de 1984, con el tituló “Síntesis conclusiva: las respuestas a los interrogantes sobre el matrimonio y la procreación en el ámbito bíblico-teológico”, Juan Pablo II predicó la última catequesis de su “Teología del Cuerpo”; con ella, la Teología del Cuerpo fue dada a luz; pudimos ver su rostro.
En este mismo texto, Juan Pablo II bautizó su legado doctrinal como “El amor humano en el plan divino” y “La redención del cuerpo y la sacramentalidad del matrimonio”. No lo bautizó como “Teología del Cuerpo”: el término “Teología del Cuerpo” fue justificado como un concepto necesario para poder fundamentar, sobre una base más amplia, toda su enseñanza.
En esta última catequesis, el Papa también compartió la estructura y el método de su “Teología del Cuerpo”. El contenido doctrinal quedó dividido en dos partes: la persona humana y su vocación al amor. Como método, la luz de la revelación iluminando la realidad del cuerpo y viceversa —lo que él mismo llamó, en otras ocasiones, la “antropología adecuada”.
Tras la estela de la “Humanae vitae”
Como vemos, esta catequesis del 28 de noviembre de 1984 fue clave dentro de todo el cuerpo catequético, sobre todo, porque en ella —después de cinco años— el Papa Juan Pablo II abrió su corazón y desveló su intención comunicando a la Iglesia y al mundo que todas las reflexiones de este documento constituían un amplio comentario a la doctrina contenida en la “incomprendida encíclica ´Humanae vitae`”, la encíclica de san Pablo VI sobre “el gravísimo deber de transmitir la vida humana” (“Humanae vitae tradendae munus gravissimum”).
La “Teología del Cuerpo” vino a recordarnos que, en la encíclica “Humanae vitae”, la cuestión fundamental es el auténtico desarrollo del hombre, un desarrollo que se mide con la medida de la “ética” y no solamente de la “técnica”. Juan Pablo II, acabando esta catequesis del 28 de noviembre de 1984, subrayó que, en la civilización contemporánea, especialmente en la occidental, existía una oculta y explícita tendencia a medir el progreso del hombre con la medida de las “cosas”, es decir, de los bienes materiales; cuando la medida del progreso del hombre debía ser la “persona”.
Finalmente, las 134 catequesis de Juan Pablo II y sus casi 600 páginas terminaron con estas palabras: “En este ámbito [refiriéndose al ámbito bíblico-teológico] se encuentran las respuestas a los perennes interrogantes de la conciencia de hombres y mujeres, y también a los difíciles interrogantes de nuestro mundo contemporáneo respecto al matrimonio y a la procreación”. Eran interrogantes con respuestas teológicas.
28 de noviembre de 2024: comienzo de una nueva primavera del cristianismo
Y ahora, llegado este 28 de noviembre de 2024, cuarenta años después de aquella última catequesis, los interrogantes sobre el amor, la vida, la persona, la diferencia sexual, el matrimonio, la sexualidad, la procreación, el celibato… continúan. ¿Dónde han ido a parar sus respuestas? ¿Siguen siendo teológicas? ¿Qué aporta la “Teología del Cuerpo” a los nuevos interrogantes —la utopía de lo neutro, la ideología de género, el transhumanismo…?
Christoper West, el mayor divulgador de la “Teología del Cuerpo” de nuestros tiempos, fundador y director del “Instituto de Teología del Cuerpo” de Filadelfia, en una entrevista para Aceprensa el pasado mes de octubre afirmó: “La ´Teología del Cuerpo` es una respuesta muy bien pensada y convincente a toda esta crisis (…) Para un momento como este, nos ha sido dada la Teología del Cuerpo de Juan Pablo II. Es el antídoto teológico, pero aún no se ha inyectado realmente en el torrente sanguíneo de la Iglesia. Cuando lo haga, veremos la nueva primavera del cristianismo que Juan Pablo II presagió”.
La “Teología del Cuerpo” es un regalo a la Iglesia y al siglo XXI
Yves Semen, en la introducción de su libro “La espiritualidad conyugal según Juan Pablo II”, afirma que Juan Pablo II regaló la “Teología del Cuerpo” a la Iglesia y al mundo del siglo XXI: “Del siglo XXI, y no del siglo XX”.
En esta misma línea, George Weigel, en su obra “Biografía de Juan Pablo II, testigo de esperanza”, afirmó que la “Teología del Cuerpo” era “una bomba teológica de efecto retardado que podría estallar con unos efectos espectaculares a lo largo del tercer milenio de la Iglesia”. Esta es una afirmación que ya es profecía: cada vez más realidades de nuestros días (pastorales, académicas, sociales…) acuden a las enseñanzas de Juan Pablo II con la necesidad de iluminar sus experiencias a la luz de la revelación; su belleza antropológica y teológica hace estallar los deseos de quien se acerca en pro de un Deseo más alto…
Ya solo nos queda poder contemplar esos “efectos espectaculares” (“la primavera de la Iglesia”), y que el asombro nos devuelva nuestros cuerpos como fueron amados, creados y redimidos; para ser, finalmente, resucitados en la Gloria.
Formación y acompañamiento: noviazgo y matrimonio.