El Catecismo de la Iglesia Católica, en su número 2588, afirma que cada salmo «es de una sobriedad tal que verdaderamente pueden orar con él los hombres de toda condición y de todo tiempo».
En ellos podemos ver muchas situaciones comunes a todos los hombres, tales como: el sufrimiento, la alegría, la familia, la amistad, el trabajo, etc.; y nos enseñan que todo ello lo podemos convertir en motivo de oración.
En concreto, el salmo 23, según la datación grecolatina, es uno de los salmos más comentados y rezados tanto por la tradición judía como por la cristiana. Se trata de un salmo de acción de gracias; un poema que refleja muy bien la actitud religiosa del hombre que reconoce a Dios, su accionar en la propia vida, recalcando la confianza en Él.
Comentarios al salmo 23 (22) que pueden ayudar a la meditación
1) El Señor es mi pastor –primera imagen
El salmista llama a Dios su pastor. «La imagen remite a un clima de confianza, intimidad y ternura: el pastor conoce una a una a sus ovejas, las llama por su nombre y ellas lo siguen porque lo reconocen y se fían de él (cfr. Jn 10, 2-4). Él las cuida, las custodia como bienes preciosos, dispuesto a defenderlas, a garantizarles bienestar, a permitirles vivir en tranquilidad. Nada puede faltar si el pastor está con ellas» (Benedicto XVI, Audiencia general, 5 de octubre de 2011).
2) Nada me falta
En Israel, como en casi todo el Medio Oriente, no abundan ni el agua ni los pastizales. Pero en la presencia del Señor –el buen Pastor–, nada falta. Sabe dónde encontrar comida y bebida, ya que su prioridad es su rebaño.
3) En verdes prados me hace reposar
En el Cantar de los Cantares 1,7 leemos: “Dime dónde apacientas el rebaño, dónde lo llevas a descansar al mediodía”. Pues el buen Pastor lleva a sus ovejas a conseguir abundantes pastos, siendo también un lugar muy confortable para reposar.
4) Hacia aguas tranquilas me guía
Se trata de fuentes de agua tranquilas, pero no sólo para beber y refrescarse, sino también para limpiarse. A lo largo de la Biblia encontramos muchas veces el símbolo de la sed para hablar del deseo de Dios. Por ejemplo, en el Salmo 42, 2-3: “Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío. Mi alma tiene sed de Dios”.
5) Reconforta mi alma
Luego del cansancio de la jornada, su cuidado nos reconforta. En este sentido el salmo 27 presenta una idea similar: “El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es mi fuerza y mi energía, ¿quién me hará temblar? Aunque los malvados se levanten contra mí… Él me recogerá en su tienda… Aunque mi padre y mi madre me abandonen, Él me acogerá”.
6) Me conduce por sendas rectas por honor de su nombre
Aunque camine por valles oscuros, no temo ningún mal
«También nosotros, como el salmista, si caminamos detrás del Pastor bueno, aunque los caminos de nuestra vida resulten difíciles, tortuosos o largos, con frecuencia incluso por zonas espiritualmente desérticas, sin agua y con un sol de racionalismo ardiente, bajo la guía del pastor bueno, Cristo, debemos estar seguros de ir por los senderos justos, y que el Señor nos guía, está siempre cerca de nosotros y no nos faltará nada». (Benedicto XVI, Audiencia general, 5 de octubre de 2011).
7) Porque Tú estás conmigo
Llegamos aquí a una parte central del salmo. El motivo por el cual uno se siente seguro, sin miedo, incluso al atravesar la oscuridad de la vida, es la siguiente afirmación: “Tú estás conmigo”, esto es lo más importante. También el Salmo 118 afirma la misma idea: “Si el Señor está conmigo, no tengo miedo. ¿Qué podrá hacerme el hombre?”. Dice Benedicto XVI: «la cercanía de Dios transforma la realidad, el valle oscuro pierde toda peligrosidad, se vacía de toda amenaza». (Cfr. Benedicto XVI, Audiencia general, 5 de octubre de 2011).
8) Tu vara y tu cayado me sosiegan
David era rey y pastor. Seguramente el cayado y el bastón hacen referencia a Dios Salvador, liberador, guía del pueblo, en referencia a la salida de Egipto.
9) Preparas una mesa para mí frente a mis adversarios –segunda imagen
Entramos ahora a la tienda del pastor. «La visión es coherente y engendra unos cuantos símbolos arquetípicos: hospitalidad, banquete con comida y bebida, hogar». Se presenta al Señor como huésped divino. «Se trata de un gesto de compartir no sólo el alimento sino también la vida, en un ofrecimiento de comunión y de amistad que crea vínculos y expresa solidaridad» (Cfr. Alonso Schokel, L. y Carniti, Salmos I, traducciones, interpretaciones y comentarios; Benedicto XVI, Audiencia general, 5 de octubre de 2011).
10) Unges con óleo mi cabeza
En aquella época ungir a un visitante –que llegaba cansado de toda una jornada agotadora– era una gran manifestación de cariño y aprecio. El aceite con esencias perfumadas da frescor y alivia la piel. El Nuevo Testamento (cfr. Mateo 26) nos muestra que en Betania, en casa de Simón el leproso, una mujer tuvo un gesto muy apreciado por el Señor: le derramó un frasco de alabastro con perfumes. ¡Cuánto valoró este gesto el Señor!
11) Y mi copa rebosa
¿Qué entraña esta figura? Dice Benedicto XVI: «El cáliz rebosante añade una nota de fiesta, con su vino exquisito, compartido con generosidad sobreabundante. Alimento, aceite, vino: son los dones que dan vida y alegría porque van más allá de lo que es estrictamente necesario y expresan la gratuidad y la abundancia del amor» (Benedicto XVI, Audiencia general, 5 de octubre de 2011).
12) Tu bondad y misericordia me acompañan
Todos los días de mi vida
Y habitaré en la Casa del Señor por dilatados días
«La bondad y la fidelidad de Dios son la escolta que acompaña al salmista que sale de la tienda y se pone nuevamente en camino. Pero es un camino que adquiere un nuevo sentido, y se convierte en peregrinación hacia el templo del Señor, el lugar santo donde el orante quiere “habitar” para siempre y al cual quiere regresar» (Benedicto XVI, Audiencia general, 5 de octubre de 2011).
A modo de concluir estos comentarios, es importante destacar que salmo 23 adquiere su pleno significado después de que Jesús dijera: “Yo soy el buen pastor” (Jn 10,11.14). Con Él, que ya nos ha preparado la mesa de la Eucaristía, y bajo su guía, esperamos llegar a las verdes praderas de su Reino, a la felicidad plena. (Cfr. Comentario de la Sagrada Biblia, EUNSA, Facultad de Teología, Universidad de Navarra).
Algunos consejos para rezar con el salmo 23
Primero, leerlo con calma. Segundo, leer los comentarios que suelen tener las biblias sobre el texto en concreto, para así tener una correcta interpretación y un buen complemento para la oración. Tercero, meditarlo; puede ayudarte responder las siguientes preguntas en diálogo con Dios:
- ¿Qué te llama la atención del texto? ¿Cómo te interpela? ¿Qué te dice?
- ¿Te lleva a notar la presencia de Dios a tu lado, a abandonarte en él, a ser más agradecido?
- ¿Cómo afrontas tus dificultades, penas, dolores y preocupaciones? ¿Cómo te gustaría reaccionar ante ellas?
Oración de santa Teresa de Ávila
“Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza, quien a Dios tiene, nada le falta, sólo Dios basta”.
Tanto el salmo 23 (22) como la oración de santa Teresa nos invitan a descansar en la provisión y protección de Dios. Él es nuestra guía segura, está siempre con nosotros. Dios es puro amor, nos ama incondicionalmente y está siempre dispuesto a perdonarnos y restaurarnos.
Ambos, son un recordatorio poderoso de la fidelidad y el amor inagotable de Dios hacia nosotros, y nos invitan a confiar plenamente en su cuidado y provisión en todas las circunstancias de la vida.
Un propósito
Después de meditar el salmo 23 (22), puedes preguntarte ¿qué propósito me gustaría hacer con Dios, con mi familia, con mis amistades, con mi comunidad, etc.? Uno de ellos podría ser pedir y mantener la paz, que será fruto de abandonarse en Dios, especialmente en los momentos de dificultad que surjan a lo largo del día. También, transmitir esa paz a los demás; como decía la Madre Teresa de Calcuta: “Que nadie se acerque jamás a ti sin que al irse se sienta un poco mejor y más feliz”.
Bachiller en Teología por la Universidad de Navarra. Licenciado en Teología Espiritual por la Universidad de la Santa Cruz, Roma.