Reverendo SOS

Unidos y en desacuerdo

Todos somos personas corrientes, y no nos faltan defectos. Además, también dentro de lo correcto hay muchas perspectivas. Las diferencias saltan a la vista, y a veces también los comportamientos “censurables”. ¿Cómo enfocarlos, para ayudar y ayudarnos?

Carlos Chiclana·7 de abril de 2021·Tiempo de lectura: 3 minutos

En muchas ocasiones apreciarás cuestiones de personas, de la Iglesia o de la propia institución, que no te parecen bien. Surgen emociones sin elegirlas: ira, pena, miedo, rebeldía o ganas de huir, que avisan de que algo no va bien. En esos momentos, los pensamientos distorsionados o errores cognitivos pueden sesgar nuestra capacidad de captar la realidad y llevarnos al blanco o negro, a etiquetar a las personas o a personalizar.

Tener sentido crítico es necesario, ayudará a crecer tanto a ti mismo como a los demás y a las instituciones. Para facilitar que sea sano y que no se convierta en un juicio condenatorio o en murmuración basura, sugiero que le pases diez filtros antes de que salga de ti.

1. Sobrenatural. Si estás en la Iglesia, necesitas este marco; si no, casi nada tiene sentido y es todo una locura, ya empezó la cosa regular con unos traidores, un suicidio y una exprostituta. Sugiero tres capas: primero, la cruz para entender el sufrimiento / malestar / limitaciones / pecado de esa persona o situación; después, la Eucaristía, para hacer sagrada y de amor fraterno esa intervención que pretendes; en tercer lugar, la Resurrección para abordarlo con la intención de llevar a las personas, situaciones e institución a la plenitud, la alegría y la felicidad. Tu psicología te lo agradecerá enormemente.

2. Familiar. Lee entre líneas, observa y describe con ojos de madre, padre, hijo/a, amiga/o muy íntimo, que quiere querer y absolver. Así comprenderás mejor porque hay amor en esa mirada, la disculpa que no justifica y que atenúa la dureza de la visión, contemplación para buscar lo bueno, la mejora y no la condena; te dará equilibrio en el sistema límbico.

3. Agradecimiento. A no ser en casos extremos, es probable que esas personas busquen un bien, con mayor o menor acierto, y que se hayan preocupado de pensar, rezar, escribir, compartir, contrastar, corregir, etc., para intentar conseguirlo. Haz un acto interno de agradecimiento hacia ellos, y así separas los actos de las intenciones, lo que ha ocurrido de cómo te ha hecho sentir a ti. También es probable que en otras ocasiones lo hayan hecho bien, aunque ahora lo estén haciendo mal. Regulará emociones.

4. Perspectiva. Para verlo con equilibrio, distancia, conocimiento de dónde se viene y a dónde se va, cuáles son las circunstancias, en qué ambiente de trabajo, pastoral, cultura o social están esas personas o se han tomado esas decisiones. Probablemente verás una realidad caleidoscópica, multidimensional y que tiene más de una explicación. Date un poco de tiempo, espera antes de hablar, que reposen las emociones.

5. Análisis detallado. Puedes escribir todo lo que se te ocurra, que salga todo a borbotones, sin pensar. Déjalo reposar en un cajón para releerlo después más sereno y templado y extraer lo que tiene sentido, escoger lo interesante, matizar los argumentos e ir a favor de las personas.

6. Personal. El mismo juicio que haces aplícatelo a ti, saca conclusiones para mejorar justo en eso, valora si alguna vez te comportaste igual y por qué, si puedes comprenderlo. De esta manera ya estarás sacando al menos un beneficio de ese sentido crítico. Y servirá para entender por qué pudo ocurrir, igual que a ti te pasó. Esto no justifica ni exculpa, pero sí mejorará el modo en que haces la crítica y las propuestas.

7. Comunicación. Para comunicarse de forma efectiva y eficiente con quién vaya a recibir la crítica, propuesta o idea nueva, considera quién es, qué “idioma” habla, en qué estado se encuentra, qué preocupaciones tiene, cómo te podrá entender mejor, por qué vía: directa o indirecta, hablada o escrita. Busca el lugar de unión y conexión dónde esa persona o institución pueda acoger lo que quieres decir.

8. Detección del mal. Busca qué es realmente lo erróneo o dañino: ¿los hechos en sí, el contenido, las formas, el modo, el formato, el vocabulario, la falta de formación, las carencias o defectos de una persona concreta? Así evitas hacer una enmienda a la totalidad, deshacerte de las personas de un plumazo o perderte lo bueno de esa situación.

9. Amigo sincero. Comparte todo tu malestar y crítica con alguien que te quiera y que pueda escuchar todo sin escandalizarse porque sabe que sólo estás “ventilando” la habitación. Además de que te acoja y acompañe, pídele que te corrija el punto de mira, te matice y lime las asperezas de tu criterio.

10. Novedad. ¿Se podría haber hecho de otra manera? ¿Tienes una propuesta? ¿Ideas nuevas para hacerlo mejor? El buen sentido crítico aporta mejora y avance, con optimismo, en sentido positivo y que abra vías de crecimiento y desarrollo. Sugiero que lo escribas, lo dejes reposar y lo corrijas más adelante para darle este tono.

Es probable que después de pasar estos filtros tú seas mejor y estés con el ánimo de permanecer unido, aunque estés en desacuerdo.

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