Hacer de la casa un hogar no sale solo, sino que hay que empeñarse. Un cuidado muy importante es la limpieza. Hemos de concretar el momento y el tiempo que vamos a dedicarle. Ante todo, es útil organizar y jerarquizar las diversas tareas, por ejemplo haciendo un pequeño esquema que incluya la periodicidad con que realizar cada una: lo diario y lo semanal, mensual e incluso anual (como el cambio de ropa de temporada).
Conviene tener un lugar para guardar los utensilios de limpieza, con soportes para colgar cepillos, fregonas, trapos en uso, y alguna balda para las cosas limpias. También tendrán su sitio los cubos que, si tienen ruedas nos evitarán tener que levantar pesos. Para ordenar esos utensilios podemos establecer un código de colores: por ejemplo, podemos marcar en verde las microfibras (paños de material sintético habituales) que usamos para la cocina, en amarillo las que usamos para el polvo, en azul las que usamos para lavabos y ducha, etc. Así evitaremos la contaminación cruzada.
Para barrer, hay que escoger el utensilio adecuado para el tipo de suelo que se está limpiando: escoba, fregona, mopa o aspiradora. En los exteriores, patios y garajes se puede usar escoba de palma (mimbre, esparto); para los demás pavimentos, un escobón de cerda. El complemento lógico de la escoba es el recogedor. Conviene sea bueno, porque de lo contrario el borde se alabea, no se ajusta al suelo y no se recoge bien la basura. El barrido tiene su técnica, como todo: hay que arrastrar la suciedad hacia delante, reuniéndola en un punto para después recogerla. Cuando el espacio a barrer es grande, recogeremos la suciedad poco a poco para no levantar polvo. Y si se trata de escaleras es aconsejable recoger escalón por escalón.
Usar la mopa para barrer evita levantar polvo y es rápido y eficaz, especialmente eficaz la mopa lamelo, que tiene un bastidor con labios de goma que permiten que se ajuste al suelo, en el que se coloca un papel de celulosa que se cambia cada vez que sea necesario. El papel se carga electrostáticamente al roce con el suelo y actúa como un buen cargador de polvo. La mopa se pasa sobre la superficie del suelo trazando sucesivas líneas paralelas, con rapidez para que se electrice, y sin levantarla del suelo.
Para el fregado, se puede utilizar un detergente neutro, adecuado al tipo de suelo. Se suele utilizar la fregona haciendo pasadas paralelas y procurando llegar a los rincones. Si el suelo admite bien el agua, primero mojamos bien la zona y después recogemos con la fregona muy escurrida. Hay que cambiar el agua cuantas veces sea necesario, y evitar mojar la parte baja de los muebles.
Pasar la aspiradora es una opción limpia y completa. Conviene hacerlo una o dos veces por semana. Hay que estar pendiente de cambiar la bolsa, porque si se llena demasiado no aspira bien y puede romperse, estropeando el aparato. El cordón también debe quedar limpio y bien enrollado, sin dejarlo tirante, para evitar que se estropee la goma. La limpieza del filtro es esencial para conseguir buenos resultados. En el mercado encontramos distintos modelos de aspiradora que se pueden adaptar a nuestras necesidades. Para una casa no muy grande puede ser útil una aspiradora sin cable (recargable), más manejable.
Para eliminar el polvo se puede utilizar un paño de microfibra seco o húmedo, un plumero electrostático o un paño de algodón seco. El paño lo doblaremos en cuatro e iremos limpiando con cada uno de los cuatro dobleces. Cuando las cuatro partes estén usadas, le daremos la vuelta y doblaremos en cuatro partes por el otro lado. Una vez utilizadas las ocho partes, se echa a lavar.
Si utilizamos plumero electrostático, antes de usarlo hay que cargarlo haciéndolo girar con energía con ambas manos; al pasarlo se irá cargando más por el roce en las diferentes superficies. Al terminar, hay que sacudirlo para eliminar el polvo adherido. Cuando sea necesario lavarlo, lo introduciremos en un cubo con agua templada jabonosa, sin frotarlo; lo aclaramos y lo dejamos secar colgado.
Si utilizamos spray de muebles, hay que rociarlo en un paño, sin que quede muy húmedo. No debe rociarse directamente sobre los muebles.
Para limpiar un baño, la experiencia señala un orden de acción. Primero barremos el suelo, y si hay algún pelo en las duchas o en lavabos los recogemos con un papel. Luego limpiamos con desinfectantes específicos para baños; podemos usar también otros con acción germicida residual, que suelen ser concentrados y habrá que diluirlos de acuerdo a las instrucciones de uso. Se puede pulverizar todo, y aclarar y secar con la microfibra adecuada. Al final limpiamos el espejo y, por último, fregamos el suelo. Dejaremos repuesto de papel higiénico, rellenado el gel de ducha y manos, y colocada la toalla.