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Cristo, luz de los gentiles. Prefacio de Epifanía

El sábado 6 de enero, la Iglesia celebra la solemnidad de la Epifanía del Señor. En el Prefacio de Navidad I, la luz iluminaba la mente de cada uno; aquí, la manifestación de Cristo ilumina todas las naciones. Dios se manifiesta no sólo al pueblo elegido, sino a todos los hombres, representados por los Magos venidos de Oriente para adorar al Rey de los judíos.

Giovanni Zaccaria·4 de enero de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos
epifania

El texto original de este prefacio se obtuvo de la unión de dos prefacios muy antiguos: el primero está recogido en el Sacramentario Veronés y, según algunos autores, es obra del Papa Dámaso (366-384), mientras que otros sitúan su origen en el siglo V; el segundo texto está presente en el antiguo Sacramentario Gelasiano, así como en la tradición ambrosiana.

Quia ipsum in Christo salútis nostræ mystérium

hódie ad lumen géntium revelásti,

et, cum in substántia nostræ mortalitátis appáruit,

nova nos immortalitátis eius glória reparásti.

Porque [Hoy] en Cristo, luz del mundo, 

has revelado a las naciones el misterio de la salvación,  

y en Él, que apareció en nuestra carne mortal, 

nos has renovado con la gloria de la inmortalidad divina.

Prefacio de Epifanía

El texto está muy bien construido, pues hay dos partes coordinadas. La primera está contenida en las dos primeras estrofas del texto y afirma que, en Cristo, el Padre reveló el misterio mismo de nuestra redención, para que las naciones fueran iluminadas por él.

Como vimos en el Prefacio de Navidad I, el tema de la luz vuelve también en este Prefacio: si allí era la luz que ilumina la mente de cada uno, aquí en cambio la manifestación de Cristo adquiere un tinte universalista, pues es la luz que ilumina a todas las naciones; al fin y al cabo, el corazón mismo de esta fiesta es precisamente la manifestación de Dios no sólo al pueblo elegido, sino a todos los hombres, representados por los Magos venidos de Oriente para adorar al Rey de los judíos.

El contenido de esta iluminación es la revelación del misterio de la salvación del género humano en Cristo Jesús. Su persona, sus acciones, sus palabras, toda su vida, pero también y sobre todo su muerte y resurrección son el camino que el Padre, en su designio de amor inefable, ha elegido para traernos la salvación.

La teología de la Encarnación

La segunda parte del Prefacio explica que esto es posible gracias a la reparación (reparasti) realizada por la Encarnación (apparuit). Aquí volvemos a la idea del admirabile commercium, ese admirable intercambio, que subyace a nuestra salvación y que ya hemos visto en el Prefacio de Navidad III, plasmado aquí por un bello paralelismo antitético en forma de quiasmo: la substantia nostrae mortalitatis es salvada por la immortalitatis eius gloria.

En pocas palabras se resume toda la teología de la Encarnación, según la cual “lo que no se asume no se salva, pero lo que se une a Dios también se redime” (San Gregorio Nacianceno, Epístola 101).

Esto se expresa de manera muy plástica con el uso de los términos substantia, como para indicar la materialidad de la naturaleza humana mortal, y gloria, que se refiere a la eternidad luminosa de la inmortalidad.De este modo se manifiesta el vínculo entre las dos partes del Prefacio: la verdadera epifanía es la Encarnación, pues el Padre, a través de la carne de Cristo, abre a la humanidad la posibilidad de la salvación, desgarrando así las tinieblas que envolvían la vida humana con la luz de su resplandor eterno.

El autorGiovanni Zaccaria

Universidad Pontificia de la Santa Cruz (Roma)

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