La Inmaculada Concepción es un dogma de fe proclamado por el Papa Pío IX en el año 1854, en la bula Ineffabilis Deus. En este documento la Iglesia reconoció oficialmente que la Virgen María fue preservada del pecado original en el momento de su concepción, en virtud de los méritos de su Hijo.
Si bien tuvieron que pasar muchos siglos hasta que se declarara el dogma, los fieles defendieron desde el inicio de las comunidades cristianas la inmaculada concepción de Santa María. Así lo demuestra la devoción que sienten muchos países del mundo por esta advocación de la Virgen.
María Inmaculada en el mundo
La Inmaculada Concepción es patrona de Guatemala y todo Centroamérica (Nicaragua, Belice, Costa Rica, El Salvador, Honduras y Panamá), y su patronazgo se extiende también a Estados Unidos, Corea del Sur y Japón. Bogotá, la capital de Colombia, se encuentra también bajo su especial protección.
El 8 de diciembre es fiesta nacional en multitud de sitios, como Chile, Colombia, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Portugal y España. Además, en Panamá celebran también en el día de la Inmaculada el día de la madre, una coincidencia bonita en alusión a la Madre de Dios.
Como cuenta Abelardo Rivera, corresponsal de Omnes en Costa Rica, la fiesta de la Inmaculada Concepción es precepto en el país desde hace pocos años, se declaró por la Conferencia Episcopal en el año 2011. A pesar de ser precepto, desde la década de los 90 ya no existe fiesta civil, pues se eliminaron estas celebraciones en muchas festividades cristianas, entre ellas también la del día de san José (19 de marzo).
En España, la Inmaculada Concepción es patrona de la Infantería del Ejército desde el año 1892, si bien ya en el siglo XVI, de manera no oficial, era considerada como tal por las unidades militares. También se acogen a ella el Cuerpo de Estado Mayor, el Cuerpo Jurídico Militar, los Capellanes Castrenses, la Farmacia Militar y la Veterinaria Militar. Esta relación entre los militares y la Virgen María se remonta muchos años atrás en la historia del país.
El milagro de Empel
El 7 de diciembre del año 1585, el tercio español (la actual Infantería) comandado por Francisco Arias de Bobadilla, se enfrentaba a unos rebeldes de los Países Bajos, liderados por el almirante Felipe de Hohenlohe-Neuenstein. Los soldados españoles estaban rodeados por sus adversarios y carecían por completo de alimentos y vestimentas secas para hacer frente al clima frío que había en la isla de Bommel (Países Bajos). El almirante neerlandés propuso la rendición a los tercios españoles, que se negaron a capitular. Ante tal respuesta, el ejército de los Países Bajos inició una estrategia que llevaría inevitablemente a la derrota de los españoles: mandaron abrir los diques de la zona, inundando así el campamento enemigo, arrasando con los pocos víveres que quedaban.
El Tercio Viejo de Zamora tuvo que buscar refugio en el montecillo de Empel, único lugar que no había quedado cubierto por el agua de los ríos. Mientras cavaban las trincheras, un soldado descubrió una tabla de madera enterrada: era una imagen de la Virgen María a la que construyeron un altar improvisado. El Maestre Bobadilla animó a los soldados a renovar sus ánimos, puesto que consideraba el hallazgo una señal de protección divina.
Esa noche hizo un frío tal que las aguas se congelaron y los españoles pudieron caminar sobre el hielo hasta llegar al campamento enemigo y atacar cuando el ejército neerlandés no se lo esperaba. El tercio alcanzó la victoria al amanecer del día 8. Ese mismo día, la Infantería proclamó a la Virgen Inmaculada su patrona.
La Inmaculada en la Iglesia Católica
La Inmaculada ha estado en controversia durante los últimos años, si bien al principio de la cristiandad los fieles supieron reconocer en la Virgen María la gracia especial que le había sido concedida. Los Papas también han querido unirse a esta devoción especial hacia María. Así, san Juan Pablo II, en una catequesis sobre la Inmaculada en 1996, dijo: “el dogma de la Inmaculada Concepción de María no ofusca, sino que más bien contribuye admirablemente a poner mejor de relieve los efectos de la gracia redentora de Cristo en la naturaleza humana”.
Benedicto XVI, en el año 2007, pronunció estas palabras en la fiesta que celebramos hoy: “Una vez más, en este día solemne, la Iglesia señala al mundo a María como signo de esperanza cierta y de victoria definitiva del bien sobre el mal. Aquella a quien invocamos como llena de gracia nos recuerda que todos somos hermanos y que Dios es nuestro Creador y nuestro Padre. Sin él, o peor aún, contra él, los hombres no podremos encontrar jamás el camino que conduce al amor, no podremos derrotar jamás el poder del odio y de la violencia, no podremos construir jamás una paz estable”.
Por su parte, el Papa Francisco, pronunció esta sencilla y reveladora frase sobre esta advocación de la Virgen: “La Inmaculada es fruto del amor de Dios que salva al mundo”.