Evangelio

Una estrella nueva. Solemnidad de la Epifanía del Señor (B)

El sacerdote británico Joseph Evans comenta las lecturas de la Solemnidad de la Epifanía del Señor correspondientes al ciclo B.

Joseph Evans·4 de enero de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos

Para los Reyes Magos, que miraban las estrellas, de repente apareció una nueva estrella en el cielo. Ciertamente era diferente y mucho más brillante que cualquier otra estrella que hubieran visto hasta entonces, pero aun así se fijaron en ella y le dieron importancia. Otros, o no la vieron, o no le vieron ningún significado especial. Los Reyes Magos se pusieron en marcha, los demás no.

Todos nos enfrentamos al peligro de la rutina ciega, que conduce a una insensibilidad general hacia las personas y la vida que nos rodea. Con demasiada frecuencia vivimos insensibles al mundo, a la belleza, a la naturaleza, a los demás y, por supuesto, a Dios. No reconocemos las estrellas que Dios nos envía para guiarnos hacia la alegría y hacia Él mismo. Los Magos vieron la estrella en su actividad cotidiana, como sabios y astrónomos.

Dios nos habla de diferentes maneras en nuestra vida cotidiana, y no debemos acostumbrarnos a estas “estrellas”. No se trata de soñar despiertos, deseando que nuestra realidad cotidiana fuera diferente: “Ojalá una estrella viniera a mí y me llevara a otro lugar, en un viaje largo y exótico como el de estos Reyes Magos”.

No fueron sabios por dejarse llevar por fantasías escapistas o por huir de la responsabilidad: no hicieron ni lo uno ni lo otro. Fueron sabios por responder a la llamada de Dios. A todos nos puede resultar exigente nuestro trabajo diario y nuestras obligaciones familiares, y a veces sentimos la tentación de escapar de ellos.

Todos podemos desear estar en otro lugar. Todos podemos caer en la tentación de querer dejar la ropa en la playa y desaparecer en una vida mejor, sin preocupaciones ni responsabilidades. Esta no es la respuesta. No encontraríamos la felicidad, no escaparíamos de nuestras debilidades y deficiencias, y no escaparíamos de Dios.

Hace siglos, una de las personas que escribió los Salmos experimentó algo parecido: el deseo de huir de Dios. Pero al contemplar la imposibilidad de hacerlo, también le llevó a considerar que la presencia y la visión de Dios en todas partes no son para oprimirnos, sino para sostenernos y conducirnos a la felicidad. Lee tú mismo el salmo 139 para profundizar en esto.

Fue precisamente este Dios que ve y actúa en todas partes quien vio y amó a aquellos Magos en su lejana tierra oriental y les envió una estrella para llamarlos a Sí.

Mientras ellos miraban al cielo en busca de sentido, Dios bajó de él para conducirles a una respuesta. Y también en nuestro lugar, Dios nos mira desde arriba y sigue enviándonos sus estrellas, si tan solo -como los Reyes Magos- estamos dispuestos a percibirlas.

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