Evangelio

Comulgar dignamente. Jueves Santo (C)

Joseph Evans nos comenta las lecturas del Jueves Santo (C) correspondiente al día 17 de abril del año 2025.

Joseph Evans·14 de abril de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos

Es un pensamiento aterrador que Judas recibiera a Nuestro Señor en la Eucaristía, pero también es un pensamiento extraordinario que Jesús quisiera entregarse a él sabiendo lo indignamente que lo estaba recibiendo. ¿Daríamos nosotros una comida especial a alguien que supiéramos -y Jesús lo sabía- que estaba a punto de traicionarnos? ¿Lavaríamos los pies a alguien que luego usaría esos mismos pies, sólo unos minutos después, para salir y guiar a los soldados a arrestarnos? ¿Aceptaríamos el beso de alguien cuando sabíamos que ese beso era absolutamente falso y traicionero?

Pero Jesús hizo todo eso por varias razones. En primer lugar, para vivir lo que nos enseñó: amar a nuestros enemigos, hacer el bien a quienes nos persiguen, ofrecerles nuestra mejilla aunque sea a bofetadas. Y también porque en todo momento, hasta el último suspiro de Judas, Jesús trataba de llamarle a la conversión. Este es el amor de Jesús. Siempre nos ofrece otra oportunidad.

No debemos aumentar las llagas de Cristo recibiéndole indignamente. Sí, Nuestro Señor nos dijo: “No necesitan médico los sanos, sino los enfermos”. Y estaba dispuesto a comer en las casas de los considerados pecadores y marginados. Pero el Espíritu Santo quiso regalarnos también aquellas palabras de san Pablo: “De modo que quien coma del pan y beba del cáliz del Señor indignamente, es reo del cuerpo y de la sangre del Señor” (1 Co 11, 27). Esta noche celebramos precisamente este don, el cuerpo y la sangre de Cristo. ¿Qué mayor regalo podría habernos hecho? No se limitó a compartir nuestra humanidad tomando un cuerpo y haciéndose hombre. Quiso entrar en la humanidad de cada hombre y cada mujer. No le bastaba con estar en un solo cuerpo. Encontró el modo de estar en cada uno de nuestros cuerpos recibiéndole en la Comunión. Por eso es tan importante la evangelización: para que cada vez más personas puedan recibir a Jesús en la Eucaristía y se cumpla así su deseo de venir a ellas.

Recibir la Comunión indignamente, sabiendo que estamos en pecado grave, es como el beso de Judas. Pero cuando traicionamos y chismorreamos y pensamos mal de los demás, es un poco como el beso de Judas. Cuando sonreímos a la gente y decimos lo bien que nos vemos, mientras pensamos mal de ellos o hablamos mal de ellos a sus espaldas, eso es el beso de Judas. Pero en lugar de eso, podemos imitar a Cristo amando a los que nos tratan mal, tendiéndoles la mano, esperando y rezando para que cambien, buscando su conversión.

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