Evangelio

El camino de la humildad. Domingo XXV del tiempo ordinario (B)

Joseph Evans comenta las lecturas del domingo XXV del Tiempo Ordinario y Luis Herrera ofrece una breve homilía en vídeo.

Joseph Evans·20 de septiembre de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos

Hay dos caminos distintos y opuestos, que las lecturas de hoy señalan claramente. Por un lado, está el camino del conflicto, infligiendo violencia a los demás por nuestro propio orgullo y envidia. Y por otro, el camino de la aceptación de la violencia, con humildad y para la salvación de los demás.

El camino del conflicto es evidente en la primera lectura. Para algunos, en su envidia, el justo es una afrenta. Su bondad les molesta porque pone en evidencia su maldad. A veces nos molesta la bondad, la sencillez o la generosidad de los demás, porque ponen de manifiesto nuestra falta de esas cualidades. Y entonces suponemos mala voluntad en ellos y queremos pillarles: “No pueden ser tan buenos. Hagamos que caigan”. O como dice el texto sagrado: “Acechemos al justo, que nos resulta fastidioso: se opone a nuestro modo de actuar”. 

Y como dice Santiago en la segunda lectura de hoy: “Donde hay envidia y rivalidad, hay turbulencia y todo tipo de malas acciones”. Los celos y la mala ambición en nosotros mismos nos llevan a la división y a la pelea con los demás, por mucho que intentemos disfrazar nuestros malos motivos bajo el maquillaje de la rectitud: nos engañamos pensando que tenemos razón al sentir y hacer lo que hacemos, pero es mentira.

El Evangelio nos ofrece una actitud muy diferente. Cristo anuncia que se ejercerá violencia contra él. Como justo supremo, las fuerzas del mal le odian a él y a su bondad con especial veneno. Pero en lugar de infligir violencia a los demás, acepta que se la hagan a sí mismo y se eleva literalmente por encima de ella. “El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres, lo matarán, pero resucitará al tercer día”. 

La ironía, sin embargo, es que los propios discípulos de Jesús no comprenden este espíritu humilde de abnegación y muestran el mismo orgullo que conducirá a la violencia, discutiendo entre ellos quién es el más grande. Muestran lo que Santiago llama “pasiones en guerra dentro de vosotros”. Estas pasiones conducen a la violencia. Jesús, con un sublime control de sus pasiones, les enseña suavemente la necesidad de un espíritu humilde de niño, poniendo a un niño en medio de ellos y diciéndoles que recibir a un niño es recibirle a él y a su Padre. En lugar de aspirar con orgullo a subyugar a los demás buscando violentamente el poder, enseña Jesús, tengamos la humildad de convertir la violencia contra nosotros mismos en amor salvador y de servir a los pequeños de Dios.

La homilía sobre las lecturas del domingo XXV del Tiempo Ordinario (B)

El sacerdote Luis Herrera Campo ofrece su nanomilía, una pequeña reflexión de un minutos para estas lecturas del domingo.

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