Evangelio

Responder a la vocación. Domingo II del Tiempo Ordinario (B)

Joseph Evans comenta las lecturas del II domingo del Tiempo Ordinario (B) y Luis Herrera ofrece una breve homilía en vídeo.

Joseph Evans·14 de enero de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos

Las lecturas de la Misa de hoy nos ofrecen varios ejemplos de respuesta a la vocación. En la primera lectura, oímos hablar de la llamada de Samuel. Después de que su madre, inicialmente estéril, rezara intensamente, tuvo milagrosamente un hijo, que entregó a Dios. Samuel comenzó a servir a Dios en circunstancias difíciles: Israel estaba siendo atacado por los bárbaros filisteos, su sacerdote del templo, Elí, estaba envejeciendo y sus dos hijos vivían mal.

Pero en medio de este sombrío panorama, el pequeño Samuel permaneció fiel; podemos imaginar que su madre continuaba rezando por él. Mientras los dos hijos de Elí dormían por la noche con mujeres y lejos de Dios, Samuel dormía en el templo cerca de Él. Y estaba dispuesto a escuchar a Dios, aunque necesitaba la guía de un guía más experimentado, Elí, para que le explicara aquella voz misteriosa que oía. Una madre que reza, un hijo que intenta estar cerca y escuchar a Dios, aunque no es muy hábil para saber lo que Dios le dice, por eso necesitaba un guía espiritual. Nosotros también necesitamos dirección espiritual, tanto para conocer como para vivir nuestra vocación. Samuel llegaría a la madurez y se convertiría en un gran juez de Israel.

En el Evangelio de hoy también tenemos una historia vocacional. Vemos la llamada de dos hombres: Andrés y otro, quizá Juan el apóstol. Como Samuel, estos también buscaban un guía. Buscaban la verdad y así encontraron el camino hacia Juan el Bautista, que les señaló a Jesús. Como Samuel, no sabían reconocer a Dios cuando les hablaba. Cuando Jesús se volvió y les preguntó qué buscaban, solo pudieron responder con el confuso “Rabí, ¿dónde vives?”. Pero, como Samuel, tuvieron el buen sentido de aceptar la invitación. Samuel, durmiendo en el templo, intentaba vivir con Dios. Jesús invitó a estos dos a venir a ver dónde vivía: en otras palabras, a compartir su vida. Pasaron el resto del día con Jesús: una experiencia de oración, de hablar con Él y escucharle.

Como habían pasado este tiempo con Jesús -que es oración, escucha y conversación con Jesús-, estaban dispuestos a responder a su llamada. Si rezamos, seguiremos a Jesús. Si no, no lo haremos. Y no solo eso, sino que Andrés encontró inmediatamente a su hermano Simón (Pedro). La oración y el tiempo con Jesús nos llevan necesariamente a compartirlo con los demás: la oración lleva a la evangelización.

La homilía sobre las lecturas del domingo II del Tiempo Ordinario (B)

El sacerdote Luis Herrera Campo ofrece su nanomilía, una pequeña reflexión de un minutos para estas lecturas del domingo.

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