Evangelio

Buscar la estrella. Epifanía del Señor (C)

Joseph Evans comenta las lecturas de la Epifanía del Señor (C) y Luis Herrera ofrece una breve homilía en vídeo.

Joseph Evans·3 de enero de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos

“¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo”. Los sabios no tenían mucho en qué basarse: una estrella inesperada y tal vez algún conocimiento de las profecías judías que habían llegado hasta ellos en su lejana tierra.

Los que estaban más cerca físicamente, los sabios de Jerusalén no mostraron ninguna inclinación a seguir la estrella. Cuántas veces nos avergüenzan los conversos y las personas que, habiendo tenido mucho menos contacto con la fe y la vida católicas que nosotros, una vez que las descubren las valoran mucho más que nosotros.

Qué nocivo, qué embrutecedor es ser un mero católico cultural, tenerlo todo a mano y aprovecharlo tan poco. A menudo es necesario que vengan personas de muy lejos -en términos culturales, espirituales e incluso morales- y a un gran coste para que nos pongan en evidencia por nuestro descuido del tesoro que nos es tan accesible.

Con demasiada facilidad nos acostumbramos a las estrellas que Dios nos envía y dejamos de verlas. Reunirnos cada domingo como comunidad cristiana para revivir el sacrificio de Cristo en la Cruz y recibir su Cuerpo es una estrella. Es un punto luminoso de fe. Es luz, si estuviéramos preparados para verla. 

Dios pone personas a nuestro alrededor -el cónyuge, un buen amigo, un sacerdote- para que sean estrellas para nosotros. Un reto para salir de nuestra zona de confort, para emprender una nueva iniciativa al servicio de Dios y de las almas, es una estrella para nosotros. Cuando santa Teresa de Calcuta vio a un hombre en una situación desesperada en una cuneta y le ayudó, eso la llevó a dedicar su vida a los más pobres entre los pobres. Ese hombre fue una estrella para ella. 

La voz de nuestra conciencia que nos llama a vivir un nivel de vida superior a la media que nos rodea es también una estrella. Nos llama precisamente a no conformarnos, a no hacer simplemente lo que hacen los demás. Fue ese espíritu de conformidad el que llevó a los sabios de Jerusalén, e incluso quizás a algunas personas en la tierra de los Magos, a quedarse atrás y no seguir la estrella. Pero fue esa negativa a conformarse, a hacer caso de las voces que les decían que exageraban o les llamaban locos por emprender un viaje tan alocado, lo que llevó a los Magos al encuentro con el Niño Dios: “Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron”.

La homilía sobre las lecturas de la Epifanía del Señor (C)

El sacerdote Luis Herrera Campo ofrece su nanomilía, una pequeña reflexión de un minutos para estas lecturas del domingo.

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