Teología del siglo XX

Jean Daniélou y la catequesis de los Padres de la Iglesia

Tres grandes libros de Jean Daniélou ofrecen el panorama de los tipos y escenas bíblicas que sirven para ilustrar la figura de Cristo, la historia de la salvación, y los sacramentos y fiestas de la Iglesia.

Juan Luis Lorda·3 de mayo de 2019·Tiempo de lectura: 7 minutos

Cuenta Étienne Fouilloux, en su hermoso libro sobre la historia de la colección “Sources chrétiennes, cómo en los años 1941 y 1942, trabajaron Henri de Lubac y Jean Daniélou en sacar el primer volumen. Las circunstancias no podían ser más adversas: Henri de Lubac estaba en Lyon, bajo el régimen de Vichy. Y Daniélou en París, bajo el gobierno alemán de ocupación. La correspondencia era lenta y sometida a censura, encontrar una editorial para un libro así en una Francia dividida en plena guerra mundial, era complicado, y todavía más, encontrar papel. Con mucha pena renunciaron a sacar el texto bilingüe en griego y francés. Después se haría.

El propósito de Sources chrétiennes

¿Tenía algún sentido editar La vida de Moisés de San Gregorio de Nisa en esas circunstancias? ¿Por qué no esperar tiempos mejores para ese viejo proyecto del P. Mondesert que llevaba tres años parado? Pero esperar era lo que no querían. Hay que entenderlo. Jean Daniélou (1905-1974) siempre fue una personalidad lanzada. Pero no era solo eso. Vivían tiempos de calamidad nacional, y también –así lo venían- de calamidad cristiana con el triunfo de totalitarismos ateos. Y en esos tiempos caben dos opciones: abatirse y dejar que la derrota lo absorba todo, o reaccionar y empeñarse en algo, como una apuesta por el futuro, aunque parezca un reducto simbólico.

En su correspondencia se aprecia el calado cristiano que dan a la tarea. Están seguros de que un conocimiento directo y profundo de los Padres de la Iglesia  ayudará a los cristianos a conectar con sus raíces, renovará la espiritualidad  y la teología, y aumentará la relación y comprensión con los cristianos orientales. Conmueve la ilusión que ponen en el proyecto, el tesón con que lo sacan y la plena conciencia de su importancia. Incluso más clara de la que podemos tener ahora, cuando quizá ya acostumbrados, no percibimos tanto su efecto.

A ese origen, tan modesto en sus medios y tan ambicioso en sus fines, debemos esa gran colección de fuentes cristianas, con más de seiscientos volúmenes, bilingües, en la lengua original y en francés. Hemos tenido ocasión de hablar de ella. Ahora nos interesa profundizar en el itinerario que este trabajo causa en la mente y obra de Jean Daniélou.

Dos líneas del trabajo de Jean Daniélou

Jean Daniélou se orientó muy pronto hacia la antigüedad cristiana, y su obra se extendió en dos caminos. Desde 1943, enseñó “orígenes cristianos” en el Instituto Católico de París, y así construyó, poco a poco, un panorama del judeocristianismo, ese cristianismo de los siglos I y II, fuertemente ligado todavía a la matriz judía. A ese trabajo pertenecen su feliz ensayo sobre Filón de Alejandría (que es un intento de comprenderlo globalmente), sus tres volúmenes de estudios y también, de alguna manera, sus varias síntesis sobre la historia cristiana primitiva.

Pero, en paralelo, desarrolló otra línea de investigación que nace precisamente con la preparación del volumen de la Vida de Moisés, traducción del griego y comentario. De entrada, Daniélou buscó en Gregorio de Nisa, teología y espiritualidad, y también la filosofía subyacente que hay que situar en el contexto griego. Así en el mismo año de liberación (1944), publicó finalmente La vida de Moisés, primer volumen de Sources Chrétiennes, y presentó su tesis doctoral en la Sorbona sobre Platonismo y teología mística. Ensayo sobre la doctrina espiritual de San Gregorio de Nisa.   

La inspiracion bíblica de la patrística

 Que los Padres tienen una inspiración platónica es un tema recurrente y tópico en ese momento. Pocos años antes, había aparecido un amplio artículo de René Arnau en el Dictionnaire de Théologie Catholique (Platonisme des Péres). También es sabido que, desde Gregorio de Nisa (en realidad desde Orígenes), el itinerario que sigue el pueblo de Israel desde la liberación de Egipto hasta la entrada en la tierra prometida se usa para describir el itinerario cristiano, que sale de la esclavitud del pecado y se purifica en el desierto antes de llegar a la tierra prometida.

Al estudiar a Gregorio de Nisa, Daniélou cae en la cuenta hasta que punto las escenas e imágenes bíblicas ocupan el centro de su catequesis y predicación, e inspiran profundamente la explicación y forma de la liturgia. Habían sido desarrolladas ya por Orígenes y están presentes en el conjunto de la patrística. De hecho, la simbiosis entre los hechos bíblicos, la catequesis y la Liturgia (los sacramentos) caracteriza mucho más profundamente la época patrística que la influencia platónica. Sin embargo, esta teología estaba casi totalmente desaparecida desde el periodo escolástico, que prefería manejar nociones que símbolos. 

Todavía somos herederos de este notable desenfoque a la hora de representarnos la patrística. No hay que equivocarse en esto. Esa catequesis patrística no es una época superada. En su núcleo está la Pascua, donde Dios mismo ha querido realizar su salvación en el contexto simbólico de la Pascua judía. La historia de la salvación con toda su carga simbólica de personajes, hechos y dichos es la forma de la revelación cristiana. Y lo que vive y celebra la Liturgia en esa misma historia, con su entramado de relaciones simbólicas porque solo hay una historia. No es un recurso opinable de retórica sagrada.  Y no se puede sustituir por abstracciones.

Catequesis y mystagogia

En un precioso libro que sus mejores amigos publicaron, al año de su dolorosa muerte (1975, dirigido por M-J Rondeau), un colega dominico del Instituto Católico de París, el P. Dalmais traza en breves páginas el itinerario de trabajo y descubrimiento. Le Pére Daniélou, catéchéte et mystagogue

Tras la publicación de la tesis doctoral en la Sorbona, una revista de pensamiento, editada por un grupo de laicos con intereses ecuménicos, Dieu vivant, le pidió colaborar en el primer número y escogió El simbolismo de los ritos bautismales (1945); más adelante intervino en una controversia Sobre la exégesis espiritual (1947). También en un interesante coloquio en sobre El Antiguo Testamento y los cristianos, que publicó CERf en 1951. Para entonces ya había anunciado su primer ensayo sobre el tema, Sacramentum futuri.

Sacramentum futuri (1950)

Este libro, hoy bastante difícil de encontrar, se iba a llamar La tipología del Hexateuco, es decir del Pentateuco más el libro de Josué. Y está dedicado a los comentarios de los Padres sobre cinco grandes personajes de la Biblia hebrea: Adán y el Paraíso; Noé y el diluvio; el sacrificio de Isaac; Moisés y el éxodo; y el ciclo de Josué. 

Daniélou es consciente de la dificultad del tema, ya que el material es ingente y variado. Serían necesarios muchos estudios particulares para compendiar una idea adecuada. Se da cuenta de que solo se pueden trazar las lineas generales. Por otra parte, la tipología es un campo donde no es posible exigir precisión o exactitud. Estos cinco tipos prefiguran algo de Cristo y sirven para explicarlo. Aunque también es verdad decirlo al revés: la figura de Cristo explica y compendia la historia de la salvación con todos sus personajes. El mismo San Pablo recuerda que Adán es solo “figura del que había de venir” (Rm 5,14).

Adán es tipo y antitipo de Cristo, primer hombre y origen de la humanidad, pero también modelo del hombre viejo. Los Padres se han extendido en las comparaciones y han visto a la Iglesia nacer del costado de Cristo, como Eva de Adán. Por su parte, el diluvio y el arca de Noé, sugieren evocaciones de la salvación cristiana y el juicio final. La sorprendente escena del sacrificio de Isaac tiene un fuerte paralelismo con la ofrenda de Cristo y se explican mutuamente, pero también tienen interés alegórico sus bodas.

Todo el ciclo del Éxodo ha sido ampliamente comentado por los Padres desde los primeros tiempos, y usado para ilustrar la iniciacion cristiana, como ya hemos visto. Daniélou se extiende para exponer la opinión de Filón y las interpretaciones místicas del Éxodo en Clemente de Alejandría y Gregorio de Nisa. En Josué, su mismo nombre evoca al Jesús cristiano y también su papel de guía que introduce al pueblo en la tierra prometida.

Biblia y Liturgia (1951)

Este libro se llama en francés Bible et Liturgie; y es complemento del anterior. El subtítulo, puesto en castellano, es  La teología bíblica de los sacramentos y de las fiestas, según los Padres de la Iglesia. Y fue traducido por Ediciones Guadarrama en 1964, con el título: Sacramentos y culto según los Santos Padres

Se divide, efectivamente, en dos partes. La primera dedicada a los muchos simbolos y figuras bíblicas que concurren en los sacramentos de iniciación, Bautismo, Confirmación y Eucaristía. Incluyendo tambén un comentario sobre la historia del signo de la cruz (sphragis)

La segunda se dedica a las fiestas, con tres capítulos sobre el domingo (el misterio del sábado, el domingo, el octavo día), y cuatro fiestas: Pascua, Ascensión, Pentecostés y también los Tabernáculos, que no ha llegado a transformarse en fiesta cristiana, pero ha sido ampliamente comentada por los Padres.

La Catequesis en los primeros siglos (1968)

Sirve de complemento este último libro, que pertenece al viejo género de las reportationes, apuntes tomados en clase y reconstruidos. Es un curso dado en el Instituto Superior de Pastoral Catequética de París, y recompuesto por Sor Regina de Charlat.

Como explica Daniélou, en la introducción: “Se trata de destacar los grandes trazos del catecumenado en la Iglesia antigua, de manera que se puedan sacar luces para la pastoral contemporánea (…). El autor no duda en señalar que esta enseñanza sigue siendo actual”. 

Después de repasar las fuentes de la catequesis (Sagradas Escrituras y escritos posteriores) y de señalar las principales etapas históricas, el libro recorre la Catequesis dogmática (parte 2), más apologética en el siglo III y más doctrinal en el IV;  la Catequesis moral (parte 3), con amplia referencia al Cristo pedagogo de Clemente de Alejandría; y la Catequesis sacramentaria (parte 4) comentando en detalle los ritos del Bautismo y la Eucaristía, y las figuras de los sacramentos (las aguas primitivas, el diluvio, el cordero pascual, el Jordán, la roca del desierto). La última parte (5) se refiere al método: recoge muchos consejos de San Agustín (De Catechizandis rudibus) para catequizar a los “rudos” y transmitirles una idea viva de la historia de la salvación.

Conclusión

A veces, se reprochó a Daniélou que escribía demasiado rápido y que todo hubiera necesitado más precisión. Era consciente de esos límites, como hemos visto, pero nadie puede hacerlo todo. Daniélou hizo un trabajo colosal intentando describir, por lo menos las grandes líneas de fuerza en la tipología de figuras, de escenas y de los ritmos de la historia de la salvación. Era un tema conocido, y al mismo tiempo desconocido y sobre todo, culturalmente lejano. Tuvo la virtud de hacerlo revivir, de explicarlo y de acercarlo. Si hubiera prestado atención a todos los detalle no hubiera podido ofrecer panoramas.

Con palabras tomadas de su intervención en el coloquio de Rencontres (Cerf 1951), citado por Dalmais: “Esta exégesis forma parte de la tradición común de la Iglesia. Incluso es uno de sus aspectos esenciales. Está vinculada directamente a la enseñanza de los Apóstoles. Constituye uno de los temas principales de la enseñanza cristiana elemental y también para los doctores. Orígenes veía en ella uno de los puntos substanciales de la fe (…). Y no es exclusiva de ninguna escuela. Se la encuentra en Oriente y en Occidente, entre los antioquenos y entre los alejandrinos. Precisamente esta unanimidad de la tradicion es la que permite identificarla con toda seguridad y distinguirla de otras corrientes que se han querido mezclar”. Toda esta catequesis sobre los misterios de iniciación cristiana ha sido ampliamente estudiada por Guillaume Derville en su monografía Histoire, mystère, sacrements. L’initiation chrétienne dans l’oeuvre de Jean Daniélou

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