Durante el tiempo litúrgico del Adviento, tres figuras bíblicas destacan de manera especial: el profeta Isaías, Juan el Bautista y María de Nazaret. En esta reflexión, nos centraremos en la figura de Isaías. Desde la antigüedad, una tradición universal ha reservado muchas de las primeras lecturas de este tiempo para sus palabras. Esto se debe quizás a que, en él, la gran esperanza mesiánica resuena con una fuerza única, ofreciendo un anuncio perenne de salvación para la humanidad de todos los tiempos.
Al contemplar las lecturas del tiempo de Adviento de este año (ciclo C), notaremos la presencia abundante de Isaías. Aunque pueda parecer ambicioso, me propongo seleccionar, para cada semana de Adviento, uno de los textos que se nos ofrece, junto con un versículo clave. De este modo, espero captar la esencia del mensaje del Adviento y facilitar un recorrido espiritual que nos acerque a su corazón.
Segunda semana de Adviento
Las referencias a Isaías en la segunda semana de Adviento son abundantes y significativas:
- Lunes: Isaías 35, 1-10 – Transformación del desierto y sanación para la humanidad.
- Martes: Isaías 40, 1-11 – Mensaje de consuelo y preparación del camino para el Señor.
- Miércoles: Isaías 40, 25-31 – Afirmación del poder divino y fortaleza para los débiles.
- Jueves: Isaías 41, 13-20 – Promesa de liberación y conversión.
- Viernes: Isaías 48, 17-19 – Dios como Redentor, instruyendo a seguir sus mandamientos.
Profecía y versículo clave (2ª semana)
Entre los textos de Isaías que se leen en la segunda semana de Adviento, parece que Isaías 40, 1-11 es el más significativo en este contexto. Este pasaje ofrece un mensaje profundo de consuelo y esperanza, anticipando la venida del Señor para liberar y restaurar a su pueblo mediante un mensajero, cumplido finalmente en san Juan Bautista: «Una voz grita: | «En el desierto preparadle | un camino al Señor; | allanad en la estepa | una calzada para nuestro Dios…»» (Isaías 40, 3).
Razones para la elección del versículo
- Necesidad de preparación. «Una voz grita: «En el desierto preparadle un camino al Señor…” Este versículo se identifica en los Evangelios como el cumplimiento de la misión de Juan el Bautista (Mateo 3, 3; Marcos 1, 3; Lucas 3:4-6; Juan 1:23), el precursor de Cristo que anuncia la cercanía del Reino de Dios. El Adviento es un tiempo de preparación para la venida de Jesús, tanto en su primera venida (su nacimiento) como en su segunda venida (parusía). Este versículo resalta la necesidad de preparar el corazón para la llegada del Señor.
- Simbolismo de conversión. La imagen de un camino recto en el desierto representa la obra reparadora que Dios hará en el mundo y en los corazones humanos. Los obstáculos se allanan, los desiertos se llenan de vida, y el Señor viene para consolar y redimir a su pueblo. Este mensaje se alinea con el espíritu del Adviento, que invita a la esperanza y a la renovación espiritual.
- El consuelo del perdón. Todo el capítulo 40, especialmente en los versículos 1-2, comienza con un llamado a consolar al pueblo de Dios: “»Consolad, consolad a mi pueblo | —dice vuestro Dios—; hablad al corazón de Jerusalén, | gritadle, | que se ha cumplido su servicio | y está pagado su crimen”, donde se asegura que los pecados han sido perdonados y que la restauración está cerca. Esto encaja perfectamente con la temática de Adviento, que recuerda que la venida de Jesús es el cumplimiento de esa promesa de redención.
Por estas razones, Isaías 40, 1-11, y específicamente el versículo 40, 3, expresa el mensaje clave de la segunda semana de Adviento: preparar el camino para el Señor en el corazón y la vida, con la esperanza de su venida como fuente de consuelo, liberación y restauración. A su vez, el versículo de Isaías 40, 3 encuentra su cumplimiento en Jesucristo a través del ministerio de Juan el Bautista, quien preparó el camino para la llegada de Jesús, el Mesías. Juan al llamar al arrepentimiento, hace posible que las personas estén espiritualmente listas para recibir a Cristo. De este modo, Jesús es el «Señor», cuyo “camino” ha sido preparado en las almas. Y de este modo, en Jesús se da cumplimiento a esta promesa de redención y restauración.
Doctor en Derecho Canónico