Sagrada Escritura

¿A qué se refiere Jesús cuando recuerda la invitación “Escucha, Israel”?

Josep Boira·6 de octubre de 2021·Tiempo de lectura: 3 minutos
biblia

Los tres evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) recogen la respuesta de Jesús a un escriba que le pregunta por el primer mandamiento. Jesús responde citando dos textos de las Escrituras; por un lado Dt 6, 5: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas”; en segundo lugar, cita Lv 19, 18: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”

Mateo y Marcos presentan el relato en el contexto de diversas cuestiones planteadas al Maestro: el pago del tributo al César, la resurrección de los muertos; en tercer lugar, la pregunta del escriba: ¿cuál es el primer mandamiento? En Lucas la cuestión está aislada y sirve de introducción a la parábola del buen samaritano. 

Escucha

En Marcos, el escriba, movido por el asombro ante la anterior respuesta de Jesús, “le preguntó: ¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?”. A diferencia de las otras cuestiones, en esta no hay intención provocadora, sino asombro y rectitud. En Mateo el asombro es colectivo, y el que pregunta lo hace “para tentarle” (Mt 22, 35). Son diferencias de matiz, que pueden reflejar diversas tradiciones, o énfasis distintos de cada narrador.

Además, en el segundo evangelio, la cita de Deuteronomio incluye también el v. 6, 4: “Escucha, Israel: el Señor es nuestro Dios, el Señor es Uno. Amarás…”. Concretamente el texto de Mc dice así: “Jesús respondió: El primero es: ‘Escucha Israel, el Señor Dios nuestro es el único Señor; y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas’. El segundo es este: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’. No hay otro mandamiento mayor que estos” (Mc 12, 29-31). Por un lado, en el mandamiento Jesús incluye la “escucha”, y previo al contendido del mandamiento, nos recuerda que el Señor, es decir, el Dios de Israel, es el único Dios. 

La primera palabra de la cita de Mc (“escucha”) da nombre a la célebre oración que los israelitas: la shemá. También en la Iglesia católica se reza semanalmente en el Oficio divino. El significado del verbo es bastante amplio: “oír”, “escuchar”, “prestar atención”; “hacer resonar”; en sentido subjetivo: “enterarse”, “percatarse”, “ser informado”, “saber”; además, es el término más utilizado para expresar la idea de “obediencia”. “Escuchar” y “obedecer” están íntimamente unidos en el vocabulario bíblico. Por ejemplo, es ilustrativo el caso de Dt 21, donde se habla del “hijo rebelde”: un mismo verbo (shamá) se usa tanto para escuchar como para obedecer: “Si un hombre tuviera un hijo rebelde e incorregible, que no escucha la voz de su padre ni de su madre y, aunque le corrigen, no les hace caso […]. Entonces declararán […]: ‘Este hijo nuestro rebelde e incorregible no escucha nuestra voz…’” (Dt 21, 18-20).

Un doble mandamiento

Con las palabras de Dt 6, el Señor está invitando a su pueblo a recordar todos los bienes que ha recibido de Él, de modo particular la posesión de una tierra: “Escucha, pues, Israel, y esmérate en cumplir lo que te hará feliz y muy numeroso en la tierra que mana leche y miel, según te anunció el Señor, Dios de tus padres” (Dt 6, 3). La escucha-recuerdo de la historia de la salvación permite luego mandar un amor de correspondencia. Además, la confesión del Dios Uno va unida al recuerdo de sus cuidados amorosos. A continuación viene el mandamiento concreto: “Amarás al Señor tu Dios…”. San Juan lo expresará con palabras explícitas: “Nosotros amamos, porque Él nos amó primero” (1 Jn 4, 19).

La escucha-recuerdo de la historia de la salvación permite luego mandar un amor de correspondencia.

Josep Boira

Volvamos a la pregunta del escriba, clara y contundente: “¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?”. Pero Jesús dice que hay dos. En el Antiguo Testamento no aparecen juntos estos dos mandamientos. El segundo aparece en el decálogo desglosado en otros mandamientos; más de 100 veces se menciona al “prójimo”, casi siempre para mandar que sea respetado, él y todo lo que es suyo. Una sola vez, en cambio, en Lv 19, 18, se manda explícitamente “amarás a tu prójimo como a ti mismo” a modo de colofón de un grupo de preceptos relacionados con ese respeto. 

Ante la sabia y novedosa respuesta de Jesús, el asombro del escriba pareció aumentar: “¡Bien, Maestro!” (Mc 12, 32). Pero ese asombro se convirtió luego en silencio: “Y ninguno se atrevía ya a hacerle preguntas” (Mc 12, 34). Era imposible apresar a Jesús con falsas palabras. Su sabiduría asombra y hace callar. Pero los discípulos de Jesús, sencillos como eran, no temían preguntar a Jesús todas sus inquietudes. Y al final, pudieron “escuchar” estos dos mandamientos fundidos en uno solo: “Un mandamiento nuevo os doy: que os améis unos a otros. Como yo os he amado, amaos también unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os tenéis amor unos a otros” (Jn 13, 34-35). Los discípulos lo escucharon y obedecieron, no fueron “hijos rebeldes”. Los discípulos de Jesús del s. XXI también han de ser conocidos por “escuchar-obedecer” a este mandamiento.

El autorJosep Boira

Profesor de Sagrada Escritura

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