Pueden señalarse las siguientes herramientas para comunicar con efectividad en el marco del acompañamiento espiritual.
Escucha activa
Además de oír y enterarnos qué cuenta, queremos comprender muy bien lo que transmite. Para esto es necesario enfocarse completamente en lo que nos dice y lo que no dice –sobre lo que le preguntaremos si es oportuno-, entender el significado de lo que comunica en el contexto de sus deseos, ilusiones y proyectos.
Para esto facilitaremos que se exprese en su totalidad, que sea sincero; valoramos si existe diferencia entre las palabras, el tono de voz y el lenguaje corporal y lo que conocemos de su vida reciente. Extraeré lo esencial de lo que comunica para ayudarle a llegar a ello, sin perdernos en largas historias descriptivas.
Además de mirarle y sentarnos de forma que el cuerpo también esté receptivo a las señales, podemos resumir, parafrasear, reiterar y reflejar lo que ha dicho para asegurar que está pudiendo expresarse, que yo me entero y le comprendo.
Mis palabras serán coherentes con lo que me cuenta, porque respondo al hilo de las suyas, no de ideas preconcebidas mías. Integro y construyo desde las ideas, sugerencias y metas suyas.
Buscaremos cómo atenderle según sus necesidades y objetivos, y acompañar según las necesidades que plantea, sus preocupaciones, metas, valores y creencias sobre lo que considera que es importante para él, posible de alcanzar o no.
Intentaré animar, aceptar, explorar y reforzar para que exprese sus sentimientos, percepciones, preocupaciones, creencias, sugerencias, etc., o pueda sincerarse porque sabe y siente que es acogido y no juzgado, con el fin de poder continuar hacia los objetivos.
Realizar preguntas potentes
Puede servir que hagamos preguntas abiertas o muy directas que ayuden a que reflexione sobre sí mismo, su vida, su proyecto y así ponerse en el escenario verdadero:
- que reflejen que me he enterado de cómo se encuentra, qué ocurre, qué necesita, qué desea, cómo vive la situación. Así refuerzo la escucha activa y que muestra que comprendo el entendimiento de su punto de vista;
- que hablen de descubrimiento, toma de conciencia, compromiso o acción. Por ejemplo, preguntas que desafíen sus presunciones o prejuicios, sus falsas creencias, sus malas costumbres; que abran horizontes, aporten ideas no sospechadas o generen ilusiones nuevas;
- que sean abiertas y aporten mayor claridad, posibilidades o nuevos aprendizajes;
- que le lleven a mirar adelante, hacia lo que desea, a crecer, y no tanto a justificarse o mirar al pasado.
Acompañar con hipótesis
Con la experiencia, aprendes que no eres Dios y que tú no tienes la voluntad de Dios en una varita mágica. Así, cuando has pensado y rezado sobre algo de otra persona, te fías de la acción del Espíritu Santo en ti y a la vez te fías de la acción del Espíritu Santo en la otra persona; y respetas la libertad de la otra persona, y le planteas las cuestiones en modo hipótesis: ¿podría ser que…?, ¿te ayudaría si…?, ¿has considerado si sería bueno para avanzar por donde quieres que…?
De esta forma que dejas espacio a Dios, a la libertad y responsabilidad de la otra persona, no impones lo que tú consideras y, además, hay más probabilidades de “éxito” y menos necesidad de control-seguridad por tu parte.
Comunicar directamente
Utiliza un lenguaje que se entienda, apropiado, univalente y respetuoso. Que tenga el mayor impacto positivo, que sea claro, sin eufemismos, bien articulado, directo al aportar y compartir impresiones y pareceres. Indica claramente los objetivos, la agenda, el propósito de los medios, planes, etc. Utiliza metáforas y analogías que ayuden a ilustrar un tema o pintar un cuadro con palabras. Reencuadra, para ayudar a entender desde otra perspectiva lo que éste quiere o aquello de lo que no está seguro.