Reconoce que “estamos en un momento de crisis de las humanidades”, aunque asegura que “hay motivos de esperanza”. Es partidario de apostar por la “formación humanística”, y así lo ha puesto en marcha en la Universidad de Navarra. Y afirma “como hipótesis”, tras no pocas conversaciones con gentes diversas, que “desde el punto de vista sociológico, el cristianismo en España actualmente se puede calificar de burgués”, en el sentido de “no arriesgar, tenerlo todo controlado, definido”, cuyo “valor superior es la estabilidad. Y un cristianismo con mentalidad burguesa es problemático. Porque le falta el sentido de misión que desde siempre ha tenido el cristianismo”.
El autor de éstas y otras reflexiones es José María Torralba (Valencia, 1979), catedrático de Filosofía Moral y Política y director del Instituto Core Curriculum de la Universidad de Navarra, que ha sido investigador visitante en las universidades de Oxford, Múnich, Chicago y Leipzig. El profesor Torralba dirige el Programa de Grandes Libros de la Universidad de Navarra, como verán en la entrevista, y acaba de publicar el libro “Una educación liberal. Elogio de los grandes libros”, en Ediciones Encuentro, que saldrá a la venta el 1 de marzo.
Como quien no ha roto un plato nunca, con voz tranquila, el profesor Torralba dice cosas que conviene anotar. Por ejemplo, que su deseo es que el Máster en Cristianismo y Cultura Contemporánea presentado en Madrid sirva “como plataforma, o foro para participar en los debates culturales e intelectuales, que hay ahora mismo en nuestro país, y que sea un modo de estar más presentes en Madrid. Un foro de diálogo y encuentro para todo el que quiera acercarse”.
Esta semana, más de 400 personas se dieron cita, de forma presencial y online, en un coloquio que la Universidad de Navarra organizó en su campus de Madrid, con motivo del Máster que se pondrá en marcha el próximo curso 2022-23. Participaron Gregorio Luri, filósofo y pedagogo; Lupe de la Vallina, fotógrafa; y Ricardo Piñero, catedrático de Estética y profesor del máster.
José María Torralba desgrana en esta entrevista algunas interioridades sobre este Master, y su gestación, las ideas que subyacen.
La nueva rectora de la Universidad de Navarra, Maria Iraburu, doctora en Biología, se refirió en su toma de posesión a la Estrategia 2025: “Una docencia transformadora, una investigación enfocada a cuestiones sociales, ambientales y económicas, y proyectos interdisciplinares, como el Centro Bioma y su Museo de Ciencias, que nos permitan contribuir a los grandes desafíos de nuestro tiempo”. Pues bien, aquí tienen otro, “interfacultativo”, como le llama José María Torralba, “un proyecto compartido de toda la Universidad”, revela el profesor.
¿Dónde estudió usted, profesor?
–Estudié Filosofía en la Universidad de Valencia, la pública, y acabé en Navarra.
Soy director del Instituto Core Curriculum de la Universidad de Navarra desde 2013, hace 9 años.
Está a punto de salir su último libro, según nos han filtrado. Y como Umbral dijo aquello de que él había ido a un programa a hablar de su libro, le pregunto por el suyo.
–Lo recogí ayer de la editorial. Materialmente está publicado, y ahora empieza la etapa de difusión. El título es ‘Una educación liberal. Elogio de los grandes libros’, en Ediciones Encuentro. Ahí recojo la experiencia de diez años de trabajo en el Core Curriculum. este es un concepto que en España no se entiende bien.
Defíname entonces el Core Curriculum.
–Core Curriculum es la formación humanística dirigida a los alumnos de cualquier carrera en la universidad. El que todos los alumnos se benefician de tener una buena base humanística es el ideal del Core Curriculum o la educación liberal, según término original de Newman. Se trata de una educación que no sólo es pragmática o utilitaria, enfocada a obtener un trabajo, sino que es la educación del hombre libre. Esta visión conecta con el mundo clásico y las humanidades de siempre.
En el libro hablo de este proyecto, que tenemos en la Universidad de Navarra, y que también existe en otras pocas universidades. De hecho, el libro intenta ser una reivindicación. La educación en España mejoraría si incorporásemos lo que hacen algunos otras buenas universidades, en Estados Unidos pero también en Europa.
En concreto, hablo de una metodología que es la de seminario de grandes libros. Se trata de hacer una relación de obras clásicas de literatura y pensamiento (Shakespeare, la Odisea, Aristóteles, etcétera). Los alumnos leen esos libros, y luego en clase, en grupos pequeños, de 25 alumnos, con formato de seminario, se comentan y se habla de ellos, los grandes temas que hay ahí. Otro elemento es que los alumnos deben escribir ensayos argumentativos, eligiendo algún tema importante: la libertad, el destino, la justicia, el amor…
En la Universidad de Navarra lo pusimos en marcha hace ocho años y se llama así: el Programa de Grandes Libros. El programa lo llevamos desde el Instituto Core Curriculum. Ya está consolidado, y lo cursan ahora cerca de mil alumnos.
Es interdisciplinar…
–Lo llamamos interfacultativo, porque en las clases hay alumnos de varios grados: Arquitectura, Económicas, Derecho…etc. Eso es muy enriquecedor y muy universitario: tener diversas perspectivas. Estas asignaturas forman parte del plan de estudios. En la Universidad de Navarra, al igual que en las demás universidades, los grados tiene ahora 240 créditos, que los alumnos deben cursar. De esos 240, hay 18, en nuestro caso, que son de Core Curriculum, de materias humanísticas. Y decimos a los alumnos: una de las posibilidades para cursar esos 18 créditos son los seminarios de grandes libros. Son asignaturas con evaluación, obligatorias pero hacerlo con los seminarios de grandes libros es opcional.
Ahondemos un poco. Estas apuestas educativas no parece que se realicen porque sí. ¿Asistimos desde hace tiempo a una cierta cancelación de las humanidades, de crisis de las humanidades?
–Sí. Hay una tendencia en general en el mundo occidental a que la educación vaya muy orientada al mercado laboral, a lo que tenga una utilidad inmediata. Eso es claro, y todo lo que va en la dirección más del espíritu, de lo humanístico, de la cultura o la reflexión, se queda postergado. Diría que en las universidades aún más claramente. Aunque haya carreras de humanidades, que sigue habiendo, efectivamente, el grueso de la educación sigue teniendo un carácter profesional. Esto no es malo en sí mismo, pues la universidad tiene que tener carreras para cualificarse en la vida profesional. Lo interesante del programa de grandes libros que hemos comentado, y en general de la formación humanística, es que también se puede ofrecer a los alumnos de ingeniería o de medicina. Creo que ese es el ideal educativo. Una buena educación es la que te ofrece una cualificación, especializada, pero no se reduce a eso, sino que se combina con una buena base humanística de reflexión, de capacidad de hacerse las grandes preguntas sobre la sociedad y la vida.
Yo diría que, aunque estamos en un momento de crisis de las humanidades, hay también motivos de esperanza. Y movimientos. Puedo mencionar dos, en los que yo participo y conozco de cerca. En Europa, desde hace hace seis años, hay un grupo de profesores de distintos países, sobre todo de Holanda, Inglaterra y Alemania, que organizamos un congreso europeo sobre el Core Curriculum, el ‘Liberal Arts and Core Texts Education’.
¿Cuál es la idea dominante?
– Hemos reunido, en las tres ediciones que ha habido hasta ahora, casi 400 profesores de Europa. Todos interesados en esta idea de que la educación no se reduzca a lo utilitario. Aunque no deja de ser minoritario, hay avances. Y luego hay países, como Holanda, cuyo sistema universitario es especialmente dinámico ―el sistema español es muy estático, porque está muy controlado por el Estado―. Allí tienen mucha mayor creatividad. En los últimos 10 ó 15 años, han aparecido bastantes instituciones, que se llaman Liberal Arts College, y ponen en práctica justo esta idea. La educación no tiene que estar directamente enfocada a la obtención de un puesto de trabajo, sino darte una formación más básica, más amplia, y más humanística. Eso por un lado.
Por otro lado, hay una asociación, la Association for Core Texts and Courses (ACTC), de Estados Unidos, un país donde está más desarrollado este tema. Cuenta con muchas universidades, grandes y pequeñas, que ofrecen una educación liberal en este sentido de formación humanística.
También, por ejemplo, en Chile hay una universidad que ha implantado hace pocos años un programa de grandes libros, muy bueno. El pesimismo que tenemos los de humanidades porque ‘esto se hunde’, y no hay nada que hacer, no lo acepto. Se pueden mejorar las cosas, aunque sea difícil.
Esta siembra de inquietudes ¿puede estar ligada, o provocada, de algún modo, por el debate sobre el déficit de intelectuales y pensamiento cristiano en temas como la libertad, educación, familia, etc.?
– Desde el punto de vista educativo de instituciones que tiene un ideario cristiano, que es donde se ha planteado ahora la cuestión de dónde está la voz de los cristianos, o la perspectiva cristiana en los grandes debates, estoy de acuerdo en que está ausente, especialmente en nuestro país. Resulta más llamativo por el cambio sociológico que se ha dado en pocas décadas, desde una sociedad oficialmente cristiana. ¿Cuáles son las causas? Una de las principales es el tipo de educación que se ofrece en instituciones cristianas o en la formación religiosa en las parroquias, que no es todo lo buena que debería ser, o no está a la altura de las necesidades del momento.
Si miramos a otros países –Estados Unidos es la referencia–, cualquier universidad, pero también los colegios, con una identidad cristiana, tiene un programa de formación humanística muy sólido, siempre. Esto en España todavía no está tan presente.
Efectivamente, en esta reflexión que se ha abierto sobre que hay que hacer algo para cambiar, claramente una de las vías de mejora es reforzar la formación humanística. Y aquí diría una cosa que me parece importante: un Core Curriculum, o un programa de grandes libros, no se puede plantear en un sentido utilitarista,. En realidad, si quieres que la gente se acerque a la religión, con una perspectiva utilitarista se estaría yendo en contra del principio de Newman acerca de la educación liberal. El único objetivo tiene que ser educar, es decir, que la gente piense por sí misma y, para ello, que conozca la tradición cultural.
¿Que en España, al final, quienes tienen un programa de grandes libros son universidades de inspiración cristiana? Es cierto. Tampoco es casualidad. Pero esto no es algo instrumental, una especie de estrategia, sino fruto de la convicción. A una universidad que tiene inspiración cristiana le interesa la verdad y considera importante la tradición. Por eso, no es casual esta apuesta que tenemos avanzada en la Universidad de Navarra.
Máster en Cristianismo y Cultura Contemporánea
En esta línea se sitúa, supongo, el Máster en Cristianismo y Cultura Contemporánea que está lanzando la Universidad de Navarra. Usted ha estado en su gestación…
– El Máster comienza en septiembre. La idea se empezó a gestar hace casi tres años, y lo organiza la Facultad de Filosofía y Letras, en colaboración con la Facultad de Teología, el Instituto Core Curriculum, el grupo de Ciencia, Razón y Fe (CRYF) y el Instituto Cultura y Sociedad. Es un proyecto compartido, de toda la Universidad.
Aunque sale ahora, en el momento en que está planteado el debate de los intelectuales cristianos, de la formación académica e intelectual de las personas que tienen interés en el cristianismo, no responde a esta situación coyuntural. De todos modos, llega en un momento muy oportuno. Esta es una idea.
La otra idea que puedo compartir, al haber formado parte de la comisión que ha diseñado el Máster, es que desde el principio había un interés en que no fuera ni un máster de Humanidades en general (en el sentido de ocuparse de la cultura, o del cristianismo desde la historia), ni tampoco un máster de Teología, sino un Master de Cristianismo y Cultura Contemporánea.
Para eso, se pensó en un claustro de profesores grande (36 personas), porque cada asignatura tiene dos profesores. Los hay de Teología, Historia, Filosofía, Literatura, y también algunos de Ciencias (Biología, Medio Ambiente, etc.). Y como las asignaturas se imparten entre dos, se facilita que coincidan un filósofo y un teólogo, un científico y un teólogo, etc.
Eso ayuda al diálogo interdisciplinar, que es muy necesario, y luego a que no se interprete mal el título del Máster, como si por un lado estuviera el cristianismo y por otro la cultura contemporánea. La idea que hay detrás del Máster es que, en realidad, hay un diálogo entre ambos elementos y que el cristianismo está presente en la cultura contemporánea, de modo que el mundo actual no es extraño al cristianismo.
Hay también profesores de otras universidades.
– Efectivamente. Es destacable que casi un tercio de los profesores no son de la Universidad de Navarra. Ha habido interés en contar con colegas de Madrid, de Valencia, y de otros sitios, por varios motivos. En primer lugar, el objetivo principal del Máster es ofrecer una oferta formativa. ¿Para quién? Pensamos en profesionales que quieran comprender mejor el mundo contemporáneo, y su relación con el cristianismo. Nos parece que esto va a interesar mucho a gente que se dedica al mundo de la educación, desde secundaria a la Universidad, pero también al mundo de la cultura, a periodistas… Es un Máster que capacita para crearse una opinión cualificada sobre todas estas cuestiones.
También nos gustaría que el Máster sirviera como una plataforma, un foro, para participar en los debates culturales e intelectuales que hay ahora mismo en nuestro país, y que sea un modo de estar más presentes en Madrid. Pretendemos crear un foro de diálogo y encuentro para todo el que quiera acercarse.
El cristianismo hoy
En ocasiones vienen a la memoria Nietzsche (Dios ha muerto), o Azaña (España ha dejado de ser católica). En algunas leyes de no pocos países es difícil apreciar la dignidad de la persona. ¿Tenemos miedo a dialogar?
– Se me ocurren dos respuestas. Una, que además conecta con el Máster, es la idea de esperanza. El cristiano es alguien que vive con esperanza, porque tiene un origen y un destino, y sabe que el mundo tiene un sentido. No estamos en una situación de nihilismo, en la que Dios ha muerto o nos ha abandonado.
Esa experiencia de la esperanza pienso que ahora mismo se está haciendo más presente, y podría poner ejemplos del ámbito de la literatura o de la creación cultural. Llevamos unas décadas en una situación cultural donde ya no quedaba ningún resto de lo religioso, por lo menos públicamente, que fuera relevante, y lo que está surgiendo en los últimos dos o tres años es una especie añoranza. La razón es que se trata de una necesidad del ser humano: buscar y encontrar sentido a la vida, y la fuente principal de sentido es la religiosa. No es la única, pero sí la principal.
Estamos en un momento muy interesante, en el que el cristianismo sigue teniendo una propuesta, como siempre, pero quizá ahora la puede valorar más gente, por contraste con lo que hemos estado viviendo en estos últimos años. Y luego subrayaría: ¿cuál tiene que ser la propuesta cristiana hoy en día? Quedan muchos retos de tipo ético, sin duda. Son retos que no hay que abandonar. Pero el foco debería estar en mostrar por qué el cristianismo es fuente de esperanza para la vida de las personas y de la sociedad. Porque si no, al final, tenemos un mundo inhumano: dominado por el éxito, el dinero o los resultados. Frente a ese mundo inhumano se alza la esperanza cristiana.
¿Y en relación a la sociedad española?
–Me atrevería a formular una hipótesis, porque llevo un tiempo hablando de ella con gente variada, y veo bastante acuerdo. Es la siguiente. Desde el punto de vista sociológico, el cristianismo en España actualmente se puede calificar de burgués. Explico esto. Cuando digo burgués no me refiero a la clase social, sino burgués de mentalidad. Según el diccionario de la Real Academia, burgués es la persona para la que el valor superior es la estabilidad: no arriesgar, tenerlo todo controlado y definido. Y un cristianismo con mentalidad burguesa es problemático, porque le falta el sentido de misión que desde siempre ha tenido el cristianismo. ¿Por qué no hay más personas cristianas que decidan involucrarse en la vida pública? Quizá porque la formación cristiana se recibe en un esquema intelectual y social de tipo burgués.
Estamos acomodados.
– La mentalidad burguesa va un poco más allá. No es que sea más cómodo, que sí, sino que ni siquiera ves la necesidad de involucrarte, de hacer algo. No es que te dé pereza, sino que no ves la necesidad. En cambio, la consecuencia natural de tener una concepción de la vida, de tener una esperanza, es querer compartirla, proponerla a la sociedad, porque te parece bueno.
Concluimos la conversación con José María Torralba. No sé si le gustará el titular, porque el tema ha salido casi al final, y había excelentes opciones. Pero ha sido un placer charlar con este joven catedrático valenciano, un hombre que piensa, embutido en las humanidades, pero “interfacultativo” cien por cien con el Core Curriculum y el Máster, en la Universidad de Navarra.