“Hoy es necesario que la dimensión evangelizadora de la Teología dé ‘un paso al frente’, para ayudar de modo más eficaz, más extenso e intenso, a un diálogo más fructífero entre la fe y la razón, la fe y las culturas, la fe y la ciencia. Esto es conveniente también a nivel catequético, desde la iniciación cristiana, porque nadie ama lo que no conoce”, señala el profesor Ramiro Pellitero Iglesias, que enseña en la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra desde hace más de treinta años, más o menos las mismas asignaturas que ahora: Teología pastoral y Eclesiología sobre todo.
Anteriormente, Ramiro Pellitero se había licenciado en Medicina por la Universidad de Santiago de Compostela.
En 1988 fue ordenado sacerdote en el santuario de Torreciudad. En los últimos 12 años ha colaborado desde la universidad en la formación de profesores de religión de colegios, en España y en países de América (especialmente América Latina) y de Europa.
Ahora, fruto de los cursos que viene dando sobre esta materia, y de modo más breve y ocasional en diversos países del mundo, el profesor Pellitero ha publicado ‘Teología pastoral. La misión evangelizadora de la Iglesia’, en Eunsa.
¿Podría referir cuál es el mensaje, la idea central que desea transmitir con su libro sobre la misión evangelizadora de la Iglesia?
– Ante todo, el mensaje es que la evangelización (llevar el mensaje del Evangelio a todas partes y con todas las consecuencias) es tarea de todo cristiano, cada uno desde sus propios dones, ministerios y carismas.
Esto supone tratar de vivir ese mensaje cada uno personalmente, y en el marco de la Iglesia como la familia que Dios ha querido en el mundo, por medio de la encarnación de su Hijo Jesucristo y del envío del Espíritu Santo.
En segundo lugar, se trata de un libro de teología. Y la teología es la fe (vivida) que busca comprenderse a sí misma y comunicarse. La prioridad actual de la nueva evangelización, en este cambio de época, pone a esta materia (la Teología pastoral) en la vanguardia de la labor teológica y educativa.
Entender la evangelización para llevarla a cabo con autenticidad y pensar desde la evangelización misma la fe y sus consecuencias, es algo que corresponde a todo teólogo y a todas las disciplinas teológicas. Y al mismo tiempo es conveniente que exista una asignatura propia que subraye esta dimensión, sobre todo hoy día.
De modo casi inevitable, su título nos recuerda tres cosas: 1) el mandato final de Jesucristo: id al mundo entero y proclamad el Evangelio…; 2) el aliento del Papa Francisco a ser discípulos misioneros; y 3) su primera exhortación apostólica, ‘Evangelii gaudium’, donde se refiere a la transformación misionera de la Iglesia…
– Efectivamente, esos tres puntos señalan aspectos interesantes de la misión evangelizadora.
Primero, el mandato misionero del Señor, que es para todo cristiano y para la Iglesia en su conjunto, podríamos decir, en unidad y diversidad.
Segundo, el pontificado actual, que invita a tomar en serio la llamada universal a la santidad y al apostolado, proclamada por el Concilio Vaticano II; de modo que todos los cristianos están convocados, con terminología del Documento de Aparecida (2007), a ser discípulos misioneros.
Tercero, en la misma línea, la interpelación a una transformación misionera de la Iglesia, como consecuencia y como medio para la aplicación del último Concilio.
Una transformación –a la que se refiere la exhortación programática de Francisco, Evangelii gaudium (2013)– que pide llevarse a cabo con el discernimiento adecuado a cada asunto.
¿Es lo mismo misión que evangelización? ¿A qué somos enviados exactamente?
– La misión, como dice la palabra (de mittere, envío) significa envío: Dios es el que envía a su Iglesia al mundo; y luego, en la Iglesia, esa gran misión, única y total, se diversifica en varias tareas: una tarea misionera en sentido estricto (dirigida sobre todo a los no cristianos y no creyentes); una tarea que el Concilio llamó “pastoral”, que se lleva a cabo con y entre los fieles católicos; y una tercera que se dirige a fomentar la unidad de los cristianos (ecumenismo).
La evangelización, que hoy entendemos más bien en un sentido amplio (todo lo que la Iglesia y los cristianos hacemos por extender el mensaje del Evangelio a partir de nuestras vidas) es la puesta en marcha, “en acto”, de la misión.
En definitiva, cada cristiano está enviado a hacer de su vida un anuncio y un testimonio de la fe, ante todo allí donde se encuentra, contando con la abundante ayuda de Dios y en el marco de la familia eclesial. Además, puede recibir dones (carismas) para colaborar con otros en diversas tareas o servicios, dentro de la gran misión evangelizadora.
El libro subraya la dimensión evangelizadora de la Teología, que ella posee desde su mismo origen. ¿Puede comentarlo? ¿Qué añade que digamos no sólo Teología, sino Teología pastoral?
– Ya me he referido antes a la dimensión evangelizadora de la Teología, que además de ser ciencia, tiene un aspecto de sabiduría para la vida, pues el mensaje del Evangelio lleva a una vida más plenamente humana, que se abre a la vida eterna tras la muerte. Todo esto lo hace la Teología desde siempre.
Pero hoy es necesario que esa dimensión evangelizadora de la Teología dé “un paso al frente”, para ayudar de modo más eficaz, más extenso e intenso, a un diálogo más fructífero entre la fe y la razón, la fe y las culturas, la fe y la ciencia. Esto es conveniente también a nivel catequético, desde la iniciación cristiana, porque nadie ama lo que no conoce.
Y además, porque la vida cristiana es la aventura más fascinante que alguien puede proponerse. No como una utopía idealizada, sino como un horizonte realista, que debe contar ante todo con la luz y la fuerza vital y transformadora de la fe.
También ha de contar con nuestras limitaciones, las de cada uno y las de todos. Por eso la Teología, en cualquiera de sus disciplinas (sistemática, moral, pastoral, histórica, bíblica) debe acercarse a todas las personas con la luz de la verdad y del amor.
La Teología pastoral, como señalaba antes, es la ciencia que representa y subraya esa dimensión evangelizadora apostólica. Estudia la misión evangelizadora desde sus coordenadas espacio-temporales, en el “aquí y ahora”.
Enseña un método (que tiene que ver con el discernimiento) para pensar teológicamente lo que hacemos; sea el diálogo apostólico personal, la predicación y la educación de la fe, sea las celebraciones litúrgicas, sea la ayuda que prestamos a la vida cristiana, en medios de formación personales o colectivos, así como el acompañamiento de las familias y de las vocaciones, y especialmente de los enfermos y de los más necesitados en la sociedad; sin olvidar las dimensiones social y ecológica del mensaje cristiano.
Mientras la Teología moral enfoca todo esto desde la persona del cristiano, la Teología pastoral lo mira desde la acción evangelizadora de la Iglesia; pero la Iglesia no es solo la jerarquía, sino que somos todos los cristianos.
Plantea usted en algún capítulo los retos de la nueva evangelización, puesto que la nueva evangelización requiere una inspiración fuertemente misionera, escribe. Háblenos un poco de estos retos.
– Los retos de la nueva evangelización se derivan de nuestra situación sociocultural: un cambio de época, con grandes y rápidos avances en el terreno científico y tecnológico y a la vez diversas crisis de raíz antropológica.
Desde el punto de vista cristiano y eclesial, como ya vio claramente san Juan Pablo II, esto requiere, en la evangelización, una renovación del ardor, de los métodos y de las expresiones. No es algo radicalmente nuevo, porque siempre hemos encontrado caminos para la inculturación del mensaje cristiano en diálogo con las culturas.
En todo caso, hoy se ve necesaria, por ejemplo, una mayor calidad de la educación de la fe a todos los niveles, en coherencia con la propia vida y en conexión con tantas necesidades que vemos alrededor.
Además, hoy, muchos laicos (los cristianos que buscan la santidad en medio de sus trabajos y familias, de su vida cultural y social, etc.) son más conscientes que los de siglos anteriores en cuanto a su responsabilidad en la Iglesia y en el mundo.
Una responsabilidad que se manifiesta personalmente o formando parte de grupos, movimientos u otras realidades eclesiales, además de otras colaboraciones que pueden llevar a cabo como catequistas o en otras tareas intraeclesiales.
Sienten que la evangelización no es algo en lo que se colabora de vez en cuando, sino una misión que sienten como propia, por el mero hecho de ser bautizados, y que llevan a cabo de modo distinto a los ministros sagrados o los miembros de la vida religiosa; pero todos la realizan en complementariedad.
El Papa, en su reciente constitución ‘Praedicate Evangelium’ sobre la Curia romana y su servicio a la Iglesia, dispone un papel prevalente al Dicasterio para la Evangelización. ¿Qué supone esta decisión, a su juicio? Su libro se sitúa asimismo en esta temática nuclear cristiana.
– Como ha explicado en diversas ocasiones, el papel prevalente del Dicasterio para la Evangelización corresponde al impulso que Francisco desea dar a la nueva evangelización. Esto se sitúa en clara continuidad con las orientaciones del Concilio Vaticano II y con los pontificados anteriores, de un modo incisivo y abarcante. En mi libro la nueva evangelización es un hilo rojo que atraviesa todos los capítulos.
¿Alguna otra cuestión que desee comentar?
– Cabría aclarar que la palabra “pastoral” fue usada durante muchos siglos en relación casi exclusiva con los obispos y sacerdotes. A partir del Concilio Vaticano II, y cada vez más, se emplea para expresar la misión evangelizadora de la Iglesia en general. Cristo es el buen pastor (cf. Jn. cap. 10) y todo cristiano tiene, en diversas formas, sobre sí, el cuidado de otros. A la vez, siempre en la Iglesia ha habido y habrá pastores en el sentido jerárquico. Por lo demás, todo cambio de terminología –especialmente si afecta a una mentalidad que se ha desarrollado durante siglos– supone algunos riesgos.
En este caso, algunos pueden seguir pensando que la “teología pastoral” es cosa solo de clérigos, pero no es así, aunque ellos, los clérigos, tengan su propio modo y tareas en la misión de todos. Por eso a veces se puede llamar a esta disciplina teológica de otras formas: Teología de la misión, de la evangelización o de la acción eclesial, etc. Todos ellas legítimas si se es consciente de lo que se trata.