Enseñanzas del Papa

Diálogo e inculturación de la fe. Claves del Papa en Asia y Oceanía

En su viaje apostólico más largo hasta la fecha el Papa Francisco ha tratado de llevar un mensaje de esperanza y cercanía a los fieles de Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur.

Ramiro Pellitero·4 de octubre de 2024·Tiempo de lectura: 7 minutos
Asia y Oceanía

¿Qué ha dicho el Papa en los países de Asia y Oceanía que ha visitado? Hay quienes buscan “novedades” en las enseñanzas papales, pero lo importante es lo que dice en los distintos contextos.

Siguiendo los pasos de los pontífices anteriores, ha visitado Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur. Ya en Roma, en la audiencia general del miércoles siguiente (18-IX-2024), agradeció a Dios el haberle concedido “hacer como Papa anciano lo que habría querido hacer como joven jesuita, porque yo quería ir como misionero allí”. 

En comparación con la situación actual de Europa, ha observado, la Iglesia está en esos lugares mucho más viva, y esto lo ha comprobado escuchando los testimonios de sacerdotes, religiosas, laicos y sobre todo “catequistas, que son los que llevan adelante la evangelización”.

Fe, fraternidad, compasión

En Indonesia los cristianos son pocos (10 %) y los católicos una minoría (3 %). En un lugar donde son muy numerosos los musulmanes, el Papa ha admirado la nobleza y la armonía en la diversidad; de modo que los cristianos pueden testimoniar su fe en diálogo con grandes tradiciones religiosas y culturales. 

El lema de la visita a ese país era “fe, fraternidad y compasión”, valores que ha subrayado el Papa para todos, comenzando por los cristianos (cfr. Discurso en la catedral de Yakarta, 4-XI-2024). En este marco, el Evangelio entra cada día en lo concreto, en la vida de cada pueblo, acogiéndola y dándole la gracia de Jesús muerto y resucitado.

El diálogo y la colaboración entre los creyentes

Francisco mantuvo un encuentro de carácter interreligioso en Yakarta, en la mezquita “Istiqlal” (cfr. Discurso 5-IX-2024), diseñada por un arquitecto cristiano y unida a la catedral católica de Santa María de la Asunción por el “túnel subterráneo de la amistad”. Animó el Papa a los creyentes a proseguir con esa comunicación en la vida del país: “Los animo a continuar por este camino: que todos, todos juntos, cultivando cada uno la propia espiritualidad y practicando la propia religión, podamos caminar en la búsqueda de Dios y contribuir a construir sociedades abiertas, cimentadas en el respeto recíproco y en el amor mutuo, capaces de aislar las rigideces, los fundamentalismos y los extremismos, que son siempre peligrosos y nunca justificables”.

En esta perspectiva, quiso dejarles dos orientaciones. En primer lugar, ver siempre en profundidad.Porque más allá de las diferencias entre las religiones, diferencias en las doctrinas, ritos y prácticas, “podríamos decir que la raíz común de todas las sensibilidades religiosas es una sola: la búsqueda del encuentro con lo divino, la sed de infinito que el Altísimo ha puesto en nuestro corazón, la búsqueda de una alegría más grande y de una vida más fuerte que la muerte, que anima el viaje de nuestras vidas y nos impulsa a salir de nosotros mismos para ir al encuentro de Dios”. E insistió en lo fundamental: “Mirando en profundidad, percibiendo lo que fluye en lo más íntimo de nuestra vida, el deseo de plenitud que vive en lo más profundo de nuestro corazón, descubrimos que todos somos hermanos, todos peregrinos, todos en camino hacia Dios, más allá de lo que nos diferencia”. 

Con ello aludía a una de las claves de estos días: el significado de las religiones, y el diálogo y la colaboración entre los creyentes (cfr. el análisis de Ismatu Ropi, académico musulmán indonesio, en Alfa y Omega, 12-IX-2024). Pocos días después diría a los jóvenes en Singapur: “todas las religiones son un camino hacia Dios” (Encuentro, 13-IX-2024). Así es, y se cumple en las religiones propiamente dichas y en la medida en que respeten la dignidad humana y no se opongan a la fe cristiana. No se dice esto, por tanto, en referencia a las deformaciones de la religión como la violencia, el terrorismo, el satanismo, etc. 

Por otra parte, el Papa tampoco afirmó que las religiones fueran entre sí equivalentes, o que tuvieran el mismo valor en la perspectiva cristiana (cfr. la Declaración Nostra Aetate del Concilio Vaticano II y el magisterio posterior (cfr. la Declaración Dominus Iesus, de 2000). 

De hecho, la doctrina católica enseña que las religiones, junto con elementos de verdad y de bien, tienen elementos que es necesario purificar.

En segundo lugar, Francisco invitó a cuidar las relaciones entre los creyentes. Así como un pasaje subterráneo conecta, crea un enlace, “lo que realmente nos acerca es crear una conexión entre nuestras diferencias, ocuparnos de cultivar lazos de amistad, de atención, de reciprocidad”

En efecto, lejos de todo relativismo o sincretismo, esos vínculos, como han insistido y practicado también los Papas anteriores, “nos permiten trabajar juntos, caminar unidos en la consecución de algún objetivo, en la defensa de la dignidad del hombre, en la lucha contra la pobreza, en la promoción de la paz. La unidad nace de los vínculos personales de amistad, del respeto recíproco, de la defensa mutua de los espacios y las ideas ajenas”. 

En otros términos, se trata de “promover la armonía religiosa para el bien de la humanidad” y en esa línea se sitúa la Declaración conjunta preparada para esta ocasión (cfr. Declaración conjunta de Istiqlal). 

En ella asumimos con responsabilidad las grandes, y algunas veces, dramáticas crisis que amenazan el futuro de la humanidad, particularmente las guerras y conflictos, desafortunadamente alimentados también por las instrumentalizaciones religiosas; pero también la crisis medioambiental, que se ha convertido en un obstáculo para el crecimiento y la convivencia de los pueblos. Y ante este escenario, es importante que los valores comunes a todas las tradiciones religiosas se promuevan y se refuercen, ayudando a la sociedad a ‘erradicar la cultura de la violencia y de la indiferencia”.

Un faro de luz y de belleza

Dijo el Papa en su audiencia del miércoles 18 de septiembre que en Papúa Nueva Guinea encontró “la belleza de una Iglesia misionera, en salida”. Ese archipiélago donde se hablan más de ochocientas lenguas se le aparecía como un ambiente ideal para la acción del Espíritu Santo que “ama hacer resonar el mensaje del Amor en la sinfonía de los lenguajes”.

El país tiene una gran mayoría cristiana y un cuarto de ellos son católicos. Allí destacó la labor evangelizadora de los misioneros y los catequistas; el ambiente de entendimiento, sin violencias; el horizonte de fraternidad y desarrollo humano como “levadura” del Evangelio. “Porque”, dijo, evocando el magisterio de sus predecesores Juan Pablo II y Benedicto XVI, “no hay nueva humanidad sin hombres nuevos ni mujeres nuevas, y esto lo hace solo el Señor”. 

A todos los que se profesan cristianos”, señaló al llegar al país, “os exhorto vivamente a que no reduzcanjamás la fe a una observancia de ritos y preceptos, sino a que ésta consista en el amor, en amar y seguir a Jesucristo, y pueda convertirse en cultura vivida, inspirando las mentes y las acciones, transformándose en un faro de luz que ilumine el trayecto. De este modo, la fe podrá ayudar a la sociedad entera a crecer y encontrar soluciones, buenas y eficaces, a sus grandes desafíos” (Encuentro con las autoridades en la “APEL Haus”, Port Moresby, Papúa Nueva Guinea, 7-IX-2024).

Inculturación de la fe y educación

Francisco se volcó, si cabe hablar así, con Timor Oriental, el país más joven de Asia: cerca del 65 % de la población tiene menos de 30 años, cuenta con un 98 % de católicos y, al mismo tiempo, es un país pobre y necesitado de apoyo, comenzando por la alfabetización. 

En su historia, señalaba en la audiencia general del día 18, “destaca la fuerza de la promoción humana y social del mensaje cristiano”, donde la Iglesia ha colaborado con todo el pueblo en el proceso de independencia, en el camino de la paz y de la reconciliación. 

No se trata”, puntualizó, recordando la visita de Juan Pablo II en 1989 a esas tierras, “de una ideologización de la fe, no, es la fe la que se hace cultura y al mismo tiempo la ilumina, la purifica y la eleva. (…) Hay que inculturar la fe y evangelizar las culturas”. Esta es otra de las claves del viaje del Papa. 

Los animó a seguir por ese camino para superar nuevos desafíos: la emigración y el desempleo, la pobreza, el consumo de alcohol entre los jóvenes. Los instó a formar con cuidado a la futura clase dirigente del país, con el apoyo de la Doctrina social de la Iglesia: “Inviertan en la educación, en la educación en la familia y en la educación en la escuela. Una educación que ponga en el centro a los niños y a los jóvenes, y promueva su dignidad.(…) El entusiasmo, la frescura, la proyección hacia el futuro, la valentía y el ingenio, típicos de los jóvenes, unidos a la experiencia y a la sabiduría de los mayores, forman una mezcla providencial de conocimientos e impulsos generosos hasta el mañana” (Encuentro con las autoridades en el Palacio presidencial de Dili, 9-IX-2024)

En el encuentro con la jerarquía católica y los colaboradores pastorales (cfr. Discurso en la catedral de Dili, 10-IX-2024) los invitó a cuidar y difundir el perfume del mensaje cristiano. Para ello les propuso combatir la mediocridad, la tibieza espiritual y la mundanidad, e impulsar la evangelización con espíritu de servicio, cuidando la adecuada formación: “No dejen de profundizar en la doctrina del Evangelio, no dejen de madurar en la formación espiritual, catequética, teológica; porque todo esto es necesario para anunciar el Evangelio en esta cultura vuestra y, al mismo tiempo, purificarla de formas arcaicas y, a veces, supersticiosas”.

 “Recordemos que con el perfume debemos ungir los pies de Cristo, que son los pies de nuestros hermanos en la fe, empezando por los más pobres. Los más privilegiados son los más pobres. Y con ese perfume tenemos que cuidarlos. Es elocuente aquí el gesto que los fieles realizan cuando se encuentran con ustedes,sacerdotes: toman la mano consagrada, la acercan a su frente como un signo de bendición”.

En la Misa en Dili, capital del país, en la que participó la mitad de la población (unas setecientas mil personas) les propuso hacerse pequeños ante Dios(cfr. Homilía, 10-IX-2024).Y a los jóvenes les habló de libertad con responsabilidad, de compromiso, servicio y sabiduría, de respeto a los ancianos y rechazo al bullying (Encuentro, 11-IX-2024).

Nada se edifica sin el amor

La última etapa de su viaje fue Singapur, país muy diferente de los anteriores, en la vanguardia de la economía y el progreso material. Con pocos cristianos pero vivos y comprometidos en el diálogo fraterno entre etnias, culturas y religiones. Incluso en la rica Singapur existen los “pequeños”, que siguen el Evangelio y se convierten en sal y luz, testigos de una esperanza más grande de aquella que los beneficios económicos pueden garantizar.

Durante la Misa que celebró en el estadio nacional, el “Singapore Sports Hub” (cfr. Homilía, 12-IX-2024) entre los grandes rascacielos subrayó que nada se edifica sin el amor,aunque alguno pudiera pensar que se trata de una afirmación ingenua. 

Finalmente, en el encuentro con los jóvenes (Catholic Junior College, 13-IX-2024) les pidió cultivar un sano y constructivo espíritu crítico: “Los jóvenes deben tener el valor suficiente de construir, de avanzar y de salir de las zonas ‘confortables’. Un joven que elige siempre pasar su vida de manera ‘confortable’, es un joven que engorda. Pero no engorda su barriga, sino engorda su mente”. Luego hay que arriesgar, salir, no tener miedo a equivocarse. Hay que utilizar los medios de comunicación de modo que ayuden adelante, no que esclavicen.

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