Comentábamos en los dos fascículos anteriores el significado de los otros cuatro sacramentos que, junto con los tres que nos van a ocupar en estas líneas, se corresponden con todos los momentos importantes de la vida del cristiano: dan nacimiento y crecimiento, curación y misión al camino de la fe.
¿Cuáles son el elemento material, los gestos humanos y las palabras en el sacramento del Matrimonio?
El matrimonio es sacramento al encontrarse en él los elementos necesarios para ello: el signo sensible –contrato o alianza–, la gracia santificante y sacramental, y el hecho de haber sido instituido por Cristo.
La materia es “remota” –los mismos contrayentes– y “próxima” –entrega recíproca de los esposos, que se donan mutuamente toda la persona, todo su ser–.
El signo externo de este sacramento, como decíamos, es el contrato o alianza matrimonial, que a la vez conforman la forma. La forma es el “sí”, que significa la aceptación recíproca de esa donación personal y total.
Dicha alianza es recogida en el rito del matrimonio mediante las siguientes palabras: “Yo (nombre del contrayente) te recibo a ti (nombre del contrayente) para ser mi esposa/-o, para tenerte y protegerte de hoy en adelante, para bien y para mal, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, para amarte y cuidarte hasta que la muerte nos separe”.
El matrimonio nace del consentimiento personal e irrevocable de los esposos manifestado con tales palabras –cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1626–.
Por ser el matrimonio un estado de vida en la Iglesia es preciso que exista certeza sobre él; de ahí la obligación de tener testigos; de ahí el carácter público del consentimiento, que protege el “sí” una vez dado y ayuda a permanecer fiel a él –cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1631–.
¿Cuáles son el elemento material, los gestos humanos y las palabras en el sacramento del Orden sacerdotal?
La materia del sacramento del Orden sacerdotal –u Orden sagrado– es la imposición de las manos. Se trata de un momento del rito de celebración de tal sacramento en el que el obispo, posando sus manos sobre la cabeza de los candidatos al sacerdocio, se dirige al Señor implorando su asistencia para ellos.
La forma se refiere a la oración consecratoria que los libros litúrgicos prescriben para cada grado –diaconado, presbiterado y episcopado–. En ella se pide al Espíritu Santo que confiera a los candidatos el sacramento del Orden sacerdotal en el grado correspondiente.
En la ordenación de presbíteros la forma viene constituida por las palabras de la oración que el obispo dice después de que el ordenado ha recibido la imposición de las manos. Las esenciales son: «Te pedimos, Padre Todopoderoso, que confieras a estos siervos tuyos la dignidad del presbiterado; renueva en sus corazones el Espíritu de santidad; reciban de Ti el sacerdocio de segundo grado y sean, con su conducta, ejemplo de vida» –ritual de Ordenación–.
¿Cuáles son el elemento material, los gestos humanos y las palabras en el sacramento de la Unción de los enfermos?
La Unción de los enfermos tiene lugar en familia, en el hospital o en una iglesia, para un solo enfermo o para un grupo de ellos. Si las circunstancias lo permiten, la celebración del sacramento puede ir precedida del sacramento de la Reconciliación y seguida de la Comunión, supuesto en que la liturgia habla de “viático” o paso a la vida eterna.
La celebración comienza con un acto penitencial –arrepentimiento de haber pecado ante Dios– seguido de la liturgia de la palabra –lectura de algunos pasajes de la sagrada escritura–.
El ministro –sacerdote– unge al enfermo con lo que constituye la materia del sacramento: el aceite consagrado por el obispo el Jueves Santo. La unción la realiza en la frente y en las palmas de las manos del enfermo, pronunciando a su vez las siguientes palabras: “Por esta santa unción, y por su bondadosa misericordia, te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo para que, libre de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en tu enfermedad”.
Finalizamos con este fascículo la breve exposición que nos proponíamos sobre la materia, los gestos y palabras en cada uno de los siete sacramentos. La intención no era otra que la de “visualizar” la celebración de cada uno de ellos en esos tres aspectos, a través de lo que la gracia sacramental actúa en el alma de quien los recibe, y le santifica.