Reverendo SOS

Del confinamiento a la confianza

Tras meses de restricciones y confinamiento, nos enfrentamos a la difícil recuperación de nuestra actividad. No es una nueva normalidad, sino una realidad extraordinaria que pide respuestas psicológicas a situaciones novedosas.

Carlos Chiclana·2 de junio de 2020·Tiempo de lectura: 3 minutos

Hemos vivido una situación extraordinaria. Ahora, como quien desciende una montaña, necesitas saber el camino, apoyarte en lugares seguros y dejarte guiar. Cada día es una oportunidad para ser mejor, ser más uno mismo, crecer, avanzar, aprender, aceptar el misterio de estar vivos. Tiempo para descubrirse y desarrollar sensibilidad para el asombro ante lo que era acostumbrado. 

Quizá has descubierto cómo quieres conciliar tu vida, la importancia de la acción social, la solidaridad, la comunicación, la amistad, el contacto humano, decir que quieres a las personas o disfrutar de lo pequeño. O has descubierto lastres: querer controlar, creerte autónomo, la pregunta: ¿por qué a mí?

Sugiero que reflexiones, te responsabilices y tomes decisiones para “desescala” con optimismo, diversión y disfrute. La realidad te interpela, pon el foco en lo que hoy puedes hacer. Toma el poder y pelees con el gobierno o con “los otros”. Ve cada día a tu armario interior y elige qué traje quieres.

Utiliza el VAR

Valida, acoge y reflexiona tus emociones y estados mentales, agradables y desagradables. Hazte consciente de la situación real y acógela. Puedes sentir miedo, vulnerabilidad, incertidumbre, desconcierto, cansancio, aburrimiento, inapetencia. Ponlas en relación con la alegría, ilusión, serenidad, placer. Sí, hay dificultades; el optimismo y esperanza que propongo no es frívolo, sino con los pies en el suelo, sin el contagio social de ser un héroe o una víctima, y fuera del confinamiento mental.

Reconoce la denominación de origen

No eliges qué emociones tienes; sí puedes elegir reconocerlas: son mías. Así te comprendes y te das tiempo para procesarlas. Esto ayuda a aceptar la realidad y que el progreso en la adaptación sea verdadero. Habrá quien desee volver a la actividad previa con mil planes; otros han disfrutado de una vida serena y sin correr. Ambas son válidas y merecen reconocimiento.

¿Qué necesidades tengo para poder adaptarme?

Si las sabes, puedes conseguirlas: información, seguridad, ayudas con personas, descanso, apoyo psicológico, soporte familiar, dinero, trabajo, etc. Así evalúas los riesgos, las limitaciones y las ayudas a pedir.

¿Qué he perdido en estas semanas?

Hazte consciente de los duelos que necesitas hacer: personas, pérdidas económicas o laborales, proyectos, planes. Es el primer paso para elaborarlos con el sufrimiento, la expresión del dolor y el tiempo. Si te bloqueas o te activas desproporcionadamente pide ayuda a un profesional. Somos supervivientes, pero no te victimices porque te infantilizas y te someten.

Mira tu caja de herramientas

Hay competencias, habilidades, capacidades y virtudes que te dan seguridad y confianza en ti mismo, para adaptarte mejor porque ya eres competente, hábil y capaz. Utilízalas contigo y con los demás.

Coge el viento que se levanta

¿Qué has echado de menos y no lo sabías? ¿Qué no y creías que no podías vivir sin ello? ¿Qué creías que iba a pasar y no ha pasado? ¿Qué no esperabas y ocurrió? Es probable que hayas aprendido algo de ti durante el confinamiento que ha fortalecido tu estima y autonomía. 

Revisa la “despensa”

¿Qué ingredientes personales, familiares, sociales, económicos, laborales, etc., posees para avanzar? Observa qué te falta, qué necesitas y cómo conseguirlo. De lo que tengas en abundancia, da a otros y establece sistemas colaborativos.

Relaciones sanas

Puedes sentir ambivalencia al querer estar con tu gente, ayudar, y que aparezca miedo al contagio. Ayudará comunicar lo que quieres, piensas y sientes, y establecer un equilibrio sano entre darte-cuidarte, ayudar-ser ayudado. Cada uno procesa sus miedos y necesidades. Ayudarlos, quererlos, comprenderlos y ser solidarios es aceptar sus modos y tiempos de hacerlo.

Regulación emocional

Para todo lo anterior ayudarán las estrategias de regulación emocional de los estados desagradables, aceptar la vulnerabilidad, conectar con nosotros mismos, comprender las emociones propias y ajenas, y tender puentes emocionales para reforzar el tejido social. Pueden aprenderse mediante lecturas, audios, vídeos y podcast, y con un profesional.

Activa tu parte espiritual

Pero, ¿si soy sacerdote? Pues más: esperanza, dignidad, sentido, apertura al futuro, ayuda, perdón, cuidado, gratuidad, tolerancia al fracaso, elaboración del odio y la ira, cariño, posibilidad de recuperación, ganas de ser mejor, deseo de amar.

Todo esto con paciencia y con la confianza de que el ser humano tiene una grandísima capacidad de adaptación, de respuesta y de ser solidario. Si no tienes fuerzas ni optimismo, esta es tu desescalada, pide ayuda a quien te quiere y juntos será más asequible.

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