Leer la Biblia puede llegar a ser difícil, pero lograr una traducción fidedigna y adecuada lo es todavía más. Porque “si la Biblia es un libro que tenemos que hacer vida y a través del cual escuchamos a Dios hablarnos, entonces cada detalle de la traducción es importante”, como dice James Prothro, profesor de Teología y Sagrada Escritura en el Augustine Institute.
Prothro explica en esta entrevista algunos de los desafíos a los que se enfrentan los traductores y brinda claves para sacar el máximo provecho de la lectura de la Biblia.
¿Hay alguna idea o concepto que los católicos deberíamos mantener siempre en la mente cuando leemos o traducimos la Biblia?
– Una cosa no, muchas. En Estados Unidos, a muchos católicos no les importa la traducción de la Biblia y, si les importa, lo único que piden es que sea teológicamente correcta. Esto es bueno, pero al final acaban eligiendo aquella que les es más familiar.
Pero creo que es bueno tener dos cosas en cuenta, las cuales están muy bien explicadas en dos encíclicas. Una es “Providentissimus Deus”(1893) y la otra, “Divino Afflante Spiritu” (1943).
En la primera, el Papa León XIII hace una llamada a la renovación de los estudios bíblicos. Una de las cosas que dice es que la gente debe volver a los idiomas originales y a los antiguos manuscritos. Dice que la Vulgata es la Biblia oficial de la Iglesia y que es sustancialmente correcta, pero eso no significa que cada uno de los versos traducidos ofrezca la mejor traducción de lo que el autor quiso decir. Pero si lees toda la Vulgata, no hay desviaciones en cuanto a Doctrina o moral. En 1943, Pío XII dice lo mismo. La Vulgata sigue siendo la Biblia oficial de la Iglesia, está libre de errores en la fe y en la moral.
Entonces, ¿por qué hay que intentar volver a las lenguas originales? Esto es porque si creemos que Dios inspiró a los autores como tal, de modo que Dios hace afirmaciones y nos señala la verdad a través de lo que ellos enseñan, incluso si la traducción es segura y doctrinalmente correcta, puede ser que no nos esté dando todo lo que Dios quiso inspirar en un principio.
Ahora bien, si lees toda la Vulgata no te vas a desviar en cuanto a Doctrina o moral, vas a estar en el camino correcto.
A veces, con las traducciones, me gusta preguntar a la gente para ponerla a prueba: ¿para qué crees que sirve leer la Biblia? Podríamos pensar que es una respuesta fácil, pero no. Si alguien dice que la razón por la que tenemos la Biblia es para poder leerla y adquirir la doctrina, y que luego podemos ir a buscar otras fuentes, entonces piensa que la Biblia no es un libro para vivirlo, por lo que siempre que la traducción sea ortodoxa estará bien.
Por el contrario, si la Biblia es un libro que tenemos que hacer vida y a través del cual escuchamos a Dios hablarnos, entonces cada detalle de la traducción es importante. Es verdad que siempre va a haber imperfecciones, pero tratar de interpretar la mente del autor humano para oír bien la voz del Autor divino es realmente importante. La Biblia es un libro que debemos hacer vida y al que debemos volver una y otra vez.
El lenguaje está vivo y cambia con la sociedad. ¿Crees que las traducciones de la Biblia tendrán que cambiar con los idiomas y nuestra sociedad?
– Creo que sí. Si pensamos en las diferencias entre el español en el siglo quince y el español actual, podemos ver que hay ciertas cosas que en su momento eran expresiones correctas pero que hoy tienen otro significado.
Por ejemplo, en inglés la palabras “silly” antes significaba “limpio” o “inocente”. Por eso había canciones e himnos sobre la “silly Virgin Mary”, que se traducirían como la «limpia virgen María», pero hoy significa “la tonta virgen María”.
Lo mismo ocurre con la lengua a la que traducimos: debido a los cambios en nuestros idiomas tenemos que ajustar las cosas para que la gente oiga lo correcto. Lo mismo ocurre con las lenguas antiguas. Yo he pasado mucho tiempo trabajando con el griego antiguo y si utilizo un diccionario en el que se traduce el griego de los tiempos de Homero y luego lo uso para traducir el Nuevo Testamento, me voy a equivocar porque la lengua cambió con el tiempo.
Traducir la Biblia es muy difícil, debido especialmente a las diferentes situaciones sociales de las personas para las que se escribe. Si quieres hacer una traducción que sea realmente buena para estudiar, entonces tiene que ser exacta palabra por palabra. Pero puede que eso no comunique bien el mensaje a aquellas personas que no están estudiando las Escrituras en profundidad, que solo están escuchando o no saben leer.
Entonces, ¿qué tipo de traducción debemos hacer? Depende del público para el que estés escribiendo, porque no solo cambian los idiomas, también hay diferencias en las personas según los grupos sociales.
Uno de mis ejemplos favoritos sobre esto es una tribu indígena que no tenía ovejas. Los misioneros se dieron cuenta de que no sabían ni lo que era una oveja ni podían asociar la idea de pastor que cuida, pero sí tenían cerdos. Entonces tradujeron a Jesús diciendo “Yo soy el buen porquero que da su vida por los cerdos”. Por un lado, esto les ayuda a entender el cariño de Cristo y les hablas con términos que comprenden. Pero, por otro lado, en el Antiguo Testamento Dios señala a los cerdos como algo impuro y prohíbe a los judíos tocarlos. Por tanto, ganas y pierdes al mismo tiempo al realizar una traducción así.
En definitiva, cuando la gente me pregunta por la traducción de la Biblia que deben comprar yo recomiendo que sean dos distintas, algo que ya decía san Agustín.
La Biblia está originalmente escrita en hebreo, arameo y griego. Sabiendo esto, es muy fácil perder la esencia de las palabras usadas a través de las traducciones. ¿Cómo podemos saber qué es lo que Dios quiso realmente?
Voy a volver a san Agustín para esto, que tiene que ver con lo que hemos dicho de buscar una traducción ortodoxa de la Biblia. San Agustín dice que si lees con fe, amas a Dios y amas al prójimo, puedes interpretar incluso los pasajes que son más confusos de la mejor manera posible. Si al leer la Biblia esta no te lleva a rezar o a amar, no la estás leyendo bien. Para Agustín esto es esencial.
De todos modos, la palabra de Dios definitiva es el Verbo, Jesucristo. Él nos señala quién es Dios, su salvación y su amor. Por lo que si conocemos este Verbo, podremos llegar a conocer lo demás.
De todos modos, el siguiente paso para aquellos que quieran profundizar en el estudio de la Biblia es conseguir una edición de estudio o un comentario con notas que se refieran al contexto y contengan explicaciones.
Leer y entender la Biblia es algunas veces difícil y confuso, ¿por dónde es mejor empezar?
Hay muchas buenas respuestas a esa pregunta. Yo no recomiendo empezar por el principio y leer seguido hasta el final, porque es fácil perderse en el Levítico. Lo que yo recomiendo, especialmente si el lector es un cristiano con conocimiento de los conceptos básicos, es empezar por los Evangelios, especialmente por el de san Lucas.
Primero porque si queremos leer toda la Biblia bajo la luz de Cristo, los Evangelios te ayudan a empezar bien pues se centran precisamente en Él. Por otro lado, como son narraciones, es fácil que resuenen para nosotros.
Los Evangelios son más sencillos que las cartas de san Pablo, donde se asume que el lector conoce la historia y se abren discusiones acerca de ideas concretas.
El Éxodo y el Génesis también son buenos sitios por donde comenzar, pero tienen ciertas cosas que pueden escandalizar a algunos lectores. Por eso creo que empezar con Jesús y los Evangelios es lo mejor antes de leer lo demás.
Has escrito acerca de la penitencia y la reconciliación, ¿podrías explicar cómo la idea de penitencia cambia del Antiguo al Nuevo Testamento? ¿Qué significado tiene para los católicos hoy?
Para ser breve me fijaré en 2 Corintios 3, donde san Pablo contrasta los dos Testamentos. Lo hace de diferentes maneras pero hace especial hincapié en el don del Espíritu Santo enviado por Cristo.
Si el Espíritu Santo nos une a Cristo y a la vida de gracia divina, entonces cada acto de penitencia nos une más a la muerte y resurrección de Cristo. En el siguiente pasaje, san Pablo habla sobre el modo de llevar la muerte de Cristo en nosotros para ponerla al servicio de la vida. Todos nuestros sufrimientos nos pueden acercar a la gloria del Cielo.
Hay muchas cosas acerca de la penitencia que no cambian entre un Testamento y otro. La oración, el ayuno y la limosna son muy importantes, siguen siendo esenciales. Las obras de misericordia tanto corporales como espirituales también se encuentran en los dos Testamentos. La idea de que rechazarse a uno mismo, ya sea a través del ayuno o de otra penitencia, nos santifica y nos enseña a amar está inscrita en toda la Escritura.
Y, con todo, al estar unidos al Espíritu Santo, el perdón de los pecados puede ser completo, no contamos solo con una anticipación. Todavía más, la penitencia no es solo un modo de aprender a amar, es un modo de unirnos al amor de Cristo.
¿Crees que en el futuro la gente no entenderá ciertas referencias que hay en la Biblia por los cambios y avances sociales? Por ejemplo, al perder el contacto con la naturaleza, es posible que en el futuro la gente no conozca la figura del pastor.
–Creo que hay algunas cosas que sí perderemos, pero insisto en la idea de una buena Biblia para el estudio que nos explique los conceptos. Por tanto, puede que no seamos siempre capaces de traducir todo dentro del contexto exacto. Pero lo podemos explicar y la gente que quiera saber más podrá hacerlo gracias a la Historia.
Creo además que las ideas relacionadas con la naturaleza, incluso si vivimos en un mundo tan digital, podremos conservarlas gracias a la buena literatura. Pero otros conceptos como el amor se volverán más complicados. Cuanto más nos aferramos a ciertos detalles de la Biblia más los empañamos con nuestras propias interpretaciones. Esto es algo en lo que tendremos que trabajar, para redefinir los conceptos.
¿Crees que habría que volver a estudiar griego y latín para leer la Biblia?
Vamos a ver, soy profesor de griego. Yo les digo a mis estudiantes que estudiar griego antiguo no es para todo el mundo. Requiere mucho trabajo de memoria, no puedes aprenderlo a base de ver series con subtítulos. Pero también te diré que no he conocido a nadie que me haya dicho que no ha merecido la pena. Todos dicen que aprender griego les ha ayudado a profundizar en su entendimiento de la Biblia, a aumentar su interés, o que incluso ha cambiado el modo que tenían de leerla, incluso cuando está traducida.