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Raymond Studzinski: «La Biblia es un encuentro con lo divino»

Seamos católicos o no, todos conocemos la Biblia, pero para los cristianos esta no es simplemente un libro. Es una fuente para que bebamos la Palabra de Dios, un lugar donde crecer en nuestra fe, un modo de “ver el mundo y a nosotros mismos desde la perspectiva de Dios”, tal como explica Raymond Studzinski en esta entrevista con Omnes.

Paloma López Campos·19 de junio de 2023·Tiempo de lectura: 4 minutos
Biblia Studzinski

"Las Escrituras son como un espejo en el que vemos reflejada nuestra verdadera condición", dice Raymond Studzinski

La Biblia es uno de los libros más famosos del mundo, y lo ha sido desde hace siglos. Y, a pesar de que todos los católicos la conocen, algunas veces es difícil saber cómo podemos utilizar la Sagrada Escritura en nuestra vida de oración. En esta entrevista, Raymond Studzinski nos ayuda a entender cómo usar la Biblia respondiendo a algunas preguntas que nos pueden surgir a todos cuando nos asomamos al texto sagrado.

Raymond Studzinski es un sacerdote benedictino, editor del “International Journal of Evangelization and Catechetics” y director de los departamentos de estudios pastorales y catequéticos en la escuela de Teología y Estudios Religiosos de la Universidad Católica de América. Enseña y publica sobre materias de desarrollo religioso y prácticas espirituales. Uno de sus libros recientes es “Reading to Live: The Evolving Practice of Lectio Divina (Cistercian Publications)”.

¿Por qué la Biblia es un buen libro para hacer oración? ¿Podemos usarla todos?

–Normalmente, se describe la oración como una conversación con Dios. San Cipriano (256 d.C.) apuntó que leer la Biblia es permitir que Dios nos hable a nosotros. Los pasajes que leemos se vuelven parte del diálogo que tenemos con Dios cuando rezamos. Otra figura de la Iglesia antigua, Orígenes (185-234) destacó que la Biblia tiene algo que decirnos en cualquier nivel de la vida espiritual en el que estemos. Si somos principiantes, la Palabra de Dios en la Biblia nos enseña a vivir las virtudes y a evitar el pecado. Para aquellos más avanzados en la vida espiritual, la Biblia trae una invitación a tener una relación más profunda con el Dios trinitario.

La cosa es que la Biblia tiene un mensaje muy personal para nosotros, sin importar nuestro nivel, si la leemos tanto como quien lee la carta de un amigo muy cercano. Mientras leemos despacio y saboreando las palabras, la Biblia nos moldea y forma como discípulos del Señor. Así, comenzamos a ver el mundo y a nosotros mismos desde la perspectiva de Dios.

¿Cómo podemos diferenciar algo que viene de Dios, porque Él nos lo quiere decir, de una interpretación subjetiva que inventamos nosotros mismos cuando estamos leyendo la Biblia?

–En la época de la Iglesia primitiva, los cristianos creían que el mismo Espíritu que inspiró a los autores de los textos sagrados trabaja en nosotros mientras leemos la Biblia. San Pablo nos recuerda que los frutos del Espíritu son “amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, lealtad, modestia, dominio de sí” (Gálatas 5, 22). Si no están presentes estos signos del Espíritu o nos encontramos con pensamientos contrarios a las creencias de la comunidad cristiana, ya tenemos evidencia de que nos estamos dejando guiar por algo distinto al Espíritu Santo.

Las Escrituras son como un espejo en el que vemos reflejada nuestra verdadera condición y también sirven como la vara para medir el progreso en nuestra vida como cristianos. El Espíritu Santo, mientras leemos las Escrituras, nos moldea para que seamos personas que aman como Dios nos ama.

¿Qué debemos hacer cuando haya algo que no entendamos en la Biblia?

–Muchos ven las Biblias para el estudio como herramientas útiles para leer la Sagrada Escritura, porque los pasajes difíciles están explicados con notas a pie de página y en las introducciones que preceden a cada uno de los libros que la componen. Los lectores cristianos también aprenden a buscar significados más profundos cuando el sentido literal no parece la interpretación correcta. La oración que acompaña la lectura de la Biblia puede tomar la forma de una petición para entender lo que el texto nos comunica acerca de lo divino y del crecimiento en el seguimiento de Cristo.

Si queremos comenzar a rezar con la Biblia, ¿por dónde es mejor empezar?

–Es común considerar algunos libros de la Biblia más sencillos de entender y de aplicar en nuestra vida. Los Evangelios, las cartas de san Pablo, los profetas y los salmos son textos a los que muchos acuden para nutrirse de ellos en su vida espiritual. Si estamos empezando a incorporar la lectura de las Escrituras en nuestras prácticas espirituales, esos textos son un buen sitio por donde empezar. Así, la Biblia funciona como un entrenador espiritual que nos guía a través de ejercicios básicos en la vida del cristiano y que nos permiten madurar espiritualmente.

Cuando se habla de la Biblia es fácil que salga el término “Lectio Divina”. ¿Qué significa?

–La “Lectio Divina” (lectura sagrada) es una práctica espiritual que consiste en la lectura pausada y meditativa de las Escrituras u otros clásicos espirituales. Normalmente incluye cuatro fases:

  1. La lectura pausada de un pasaje breve, dejando que las palabras penetren en nosotros;
  2. Meditar en lo que Dios está comunicando al lector a través de ese pasaje;
  3. Rezar aquello que describe o plantea el pasaje;
  4. Contemplar y descansar en la experiencia de Dios que brinda esta lectura.

Una creencia que subyace en esta práctica es la de que el texto tiene algo particular que decir al lector en sus circunstancias únicas y personales. Los textos tienen niveles de profundidad en su significado espiritual, en adición a su significado literal. Aquellos devotos de la “lectio divina” normalmente pasan entre veinte y treinta minutos diarios practicándola.

¿Qué le dirías a alguien que comentara: “Yo ya he leído la Biblia muchas veces, no tengo nada más que aprender de ella”?

–Leemos la Biblia no solo por la información, sino también por la formación. En consecuencia, los lectores creemos que los textos bíblicos nunca pierden su potencia y capacidad para transformarnos en nuestro camino de la fe.

La Biblia aporta al lector una experiencia sacramental de encuentro con lo divino. Puede que ya conozca la historia que el pasaje describe, pero la historia sagrada continúa impactando en él y en su vida personal. Lo que leemos es un guión que debemos aplicar. No es algo simplemente para pensar, sino para encarnar y que requiere el trabajo de toda una vida.

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