El evangelio del Marcos es, para la opinión hoy más difundida, el primero en haber sido escrito, y, según el obispo Papías de Hierápolis (70–130 d.C.) en su obra Explicaciones de los dichos del Señor, deriva de la predicación de Pedro en Roma. En uno de los pocos fragmentos que quedan, dice que Marcos era el intérprete de Pedro y que fue su discípulo, y que escribe cuanto recordaba de lo que Pedro contaba de los hechos y dichos del Señor.
San Ireneo de Lyon (130-202 d.C.), años más tarde, añadía que Marcos lo escribió en Roma, después de la muerte de Pedro. Pensamos en esa tradición cuando notamos en Marcos algunos particulares que parecen ser recuerdos “visuales”. Por ejemplo, el recurso frecuente al adverbio “inmediatamente” (en griego euzús). En los primeros dos versículos del evangelio de hoy, lo usa dos veces: “Jesús, al salir de la sinagoga, euzús fue con Santiago y Juan a la casa de Simón y Andrés” y “la suegra de Simón estaba en cama con fiebre, e inmediatamente (euzús) le hablaron de ella”.
En su evangelio 42 veces dice “inmediatamente”, mientras que este adverbio es usado 18 veces en Mateo, 7 en Lucas y 6 en Juan. Marcos está muy atento a la descripción visual de la acción y a la rapidez de los acontecimientos. Nos describe a Jesús, que después de haber expulsado al demonio del hombre que de pronto (euzús) lo había insultado en la sinagoga, se ocupa “inmediatamente” de la fiebre de la suegra de Pedro. La toma de la mano, sin decir una palabra: poder del tacto del Hijo de Dios, que junto a toda su corpo-reidad será muchas veces vehículo de su fuerza de curación. Llegada la tarde, pueden recomenzar a moverse, libres del reposo del sábado, y le llevan a los enfermos. Jesús cura y libera del mal personalmente, uno a uno, pero su acción está dirigida a todos.
Marcos subraya muchas veces esta destinación universal de la atención de Jesús: “todos los enfermos”, “toda la ciudad”, “curó a todos los que estaban afectados por varias enfermedades y expulsó a muchos demonios”, y Simón, que le dice “¡todos te buscan!”, y Jesús replica: “Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas” e irá a “toda Galilea”. La totalidad del horizonte del corazón de Jesús es más grande que la de Simón, que tiene presente solo a los habitantes de su ciudad. Marcos nos da la síntesis de la jornada de Jesús y de sus acciones: predica, cura, reza. Jesús logra estar ahí para todos, y al mismo tiempo no ser dependiente de la muchedumbre y de sus exigencias, y se reserva un tiempo para estar con el Padre. Sale pronto por la mañana, antes que todos, y va a un lugar solitario a rezar. Le gusta rezar en la naturaleza y en la soledad. Así educa a los que le siguen. Y a nosotros.