Vaticano

Las mejores imágenes del viaje del Papa a Canadá

Rome Reports·29 de julio de 2022·Tiempo de lectura: < 1 minuto
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Francisco consiguió realizar su 37º viaje internacional a pesar de los problemas de rodilla.


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Vocaciones

Alder, seminarista de Nicaragua: «El Papa nos pedía ser valientes»

Alder Harol Álvarez Maltez es un seminarista de 23 años de Nicaragua que reside en el Seminario Internacional Bidasoa y estudia en la Universidad de Navarra. Proviene de una familia católica y tiene una hermana más pequeña.

Espacio patrocinado·29 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

Gracias a una beca de la Fundación centro Académico Romano (CARF), pudo estudiar en la Universidad Católica Redemptoris Mater (Unica), la licenciatura en Relaciones Internacionales y Comercio Internacional y se graduó en 2019 con buenos resultados académicos. Sin embargo, la vocación al sacerdocio siempre ha sido una constante en su interior, una semilla que fue creciendo poco a poco.  

El punto de inflexión fue en 2019 durante el XI Foro Internacional de la Juventud, organizado por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida­.

“Los participantes en este encuentro tuvimos la oportunidad de escuchar al Santo Padre, y en sus palabras el Papa nos pedía ser valientes y, sin temor, entregarnos al servicio del Señor. Esas palabras fueron el impulso último que me motivaron a dar el paso definitivo para entrar en el Seminario y dejar mi carrera profesional”, afirma Alder.

Su obispo le envió a Bidasoa. “En este Seminario se vive una riqueza maravillosa. Convivir con seminaristas de distintos países es una experiencia enriquecedora para mi formación espiritual, intelectual y cultural. Por eso, quiero agradecer a los benefactores el gran apoyo que nos dan. Tengan la plena seguridad que están siempre en nuestras oraciones, y que todo lo que hacen será bien aprovechado en favor de la misión evangelizadora de la Iglesia”.

Alder, preocupado por su país, explica que en Nicaragua se necesitan sacerdotes que se comprometan firmemente con la misión evangelizadora de la Iglesia. Pastores que, con valentía y amor, proclamen el mensaje de Salvación de Cristo y que, apegados a la verdad, defiendan lo que es justo frente a las injusticias.

“Siguiendo el ejemplo que nos han dado los obispos, toda la Iglesia nicaragüense debe ponerse al servicio de las necesidades del pueblo, sabiendo sufrir con las personas y acompañandolas en los momentos importantes y difíciles. La pobreza, la desigualdad y la falta de libertades individuales y colectivas son algunos de los grandes desafíos sociales del país”, concluye. 

Vaticano

Doctrina social, santa Ana y san François de Laval: Segunda etapa del viaje papal

Francisco buscó inyectar esperanza a los autóctonos, optimismo a los presbíteros, y doctrina social a los políticos, en la etapa francófona de su peregrinación penitente.

Fernando Emilio Mignone·29 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 8 minutos

El Papa Francisco continúa su visita a Canadá, que él mismo ha denominado peregrinación penitencial. En esta segunda etapa en la provincia de Québec, el Papa ha mantenido un encuentro con autoridades canadienses, la celebración de la Santa Misa para autóctonos y otros peregrinos en un santuario en Beaupré, y las Vísperas con el clero y agentes pastorales. Hoy termina su visita a esta provincia mayoritariamente de habla francesa, y vuela a Iqaluit.

Lección magistral sobre doctrina social

El Papa primero escuchó al Primer ministro Justin Trudeau y después a la Gobernadora general, de origen inuit, Mary Simon (representante de la Reina Elizabeth II y sentada a la derecha del Pontífice – en el corazón del Québec autonomista).

Francisco pronunció una lección magistral sobre doctrina social de la Iglesia. Eso fue el 27 de julio a las 5 de la tarde, antes de que Bergoglio se sumergiera con su papamóvil en un baño de gente – los miles de entusiastas que lo seguían en pantalla gigante en el histórico parque Las Llanuras de Abraham (donde en 1759 los ingleses derrotaron definitivamente a los franceses). La alocución del jefe del Estado del Vaticano fue dada en un ambiente protocolar. Se veía que el Papa había hecho sus deberes. Quiso inspirarse en el símbolo canadiense por excelencia, la hoja de arce.

Ya “los pueblos nativos extraían de los arces savia con la que elaboraban nutritivos jarabes. Con su laboriosidad fueron atentos a salvaguardar la tierra y el medio ambiente, fieles a una visión armoniosa de la creación… que enseña al hombre a amar al Creador y a vivir en simbiosis con los demás seres vivos. Hay mucho que aprender de su capacidad de escuchar a Dios, a las personas y a la naturaleza. Lo necesitamos … en el torbellino … actual, caracterizado por una constante “rapidación”, que dificulta un desarrollo verdaderamente humano, sostenible e integral (ver Laudato si’, 18), terminando por generar una “sociedad del cansancio y de la desilusión”, que necesita la contemplación, el sabor genuino de las relaciones.” 

“Las grandes hojas de arce… absorben el aire contaminado y restituyen oxígeno, nos maravillan con la belleza de la creación y … los sanos valores presentes en las culturas indígenas son una inspiración para todos nosotros y nos pueden ayudar a sanar los dañinos hábitos de explotar… la creación, las relaciones, el tiempo.”

Volvió por enésima vez a pedir perdón, deplorando las políticas pasadas de asimilación y desvinculación y desculturación (el neologismo es mío). Repitió que “es trágico cuando algunos creyentes, como ocurrió en ese período histórico, no se adecuan al Evangelio sino a las conveniencias del mundo. Fue un deplorable sistema promovido por las autoridades gubernamentales de la época” y no por las iglesias católica, anglicana y presbiteriana (uno sobreentiende). 

Además de esto, el profesor de filosofía política hizo dos aclaraciones. Primero, que los cristianos también hicieron muchísimo bien. La fe desempeñó un papel esencial en la conformación de los más altos ideales canadienses. Segundo, que las autoridades actuales pueden estar pecando de lo mismo. Por supuesto, lo dijo todo muy diplomáticamente, pero ya se sabe que el que señala con el índice se acusa con el del medio, el anular y el meñique.

Citando a su querida Querida Amazonia, el profesor dio lección a los presentes acusadores de pasado sobre la colonización ideológica actual. No “faltan hoy colonizaciones ideológicas que … sofocan el apego natural a los valores de los pueblos, intentando desarraigar sus tradiciones, su historia y sus vínculos religiosos. Es una mentalidad que presume de haber superado ‘las oscuras páginas de la historia’”.

Por ejemplo, en Québec, se habla a menudo de la grande noirceur de antes de 1960. Esa mentalidad origina la cultura de la cancelación, que juzga el pasado sólo en función de algunas categorías actuales. Así se implanta una moda cultural que estandariza todo y que no tolera las diferencias, que se centra sólo en el momento presente, en las necesidades y los derechos de los individuos: descuida los deberes hacia los más débiles y frágiles: los pobres, los emigrantes, los mayores, los enfermos, ¡los no nacidos! Canadá es el único país del mundo, que yo sepa, que no regula el aborto, es decir, que admite la ley de la jungla en este tema. No sólo eso sino se precia de exportar el aborto, y de esa manera coloniza. El Papa insistió que esos débiles son olvidados por las sociedades del bienestar y que “en la indiferencia general, son descartados como hojas secas para ser quemadas”.

Además, así como cada hoja de árbol es esencial para el rico follaje multicolor del bosque, así también la sociedad no debe ser uniformizada sino abierta e inclusiva. Cada familia es célula fundamental de la sociedad y el futuro de la humanidad se fragua en la familia. Sin embargo, se ve amenazada por todo tipo de factores. “Que el mal sufrido por los pueblos indígenas, y del que hoy nos avergonzamos, nos sirva de advertencia hoy, para que no se deje de lado el cuidado y los derechos de la familia en nombre de eventuales necesidades productivas e intereses individuales.”

La hoja de arce todavía le dio ocasión al papa para disertar sobre el ecologismo (Canadá obtiene una nota muy alta, según él) y sobre la locura de la guerra y la necesidad del desarme (nota más baja quizá): ”No necesitamos dividir el mundo en amigos y enemigos, distanciarnos y armarnos hasta los dientes: no será la carrera armamentística ni las estrategias de disuasión las que traigan la paz y la seguridad.” En un twit, Trudeau dijo que él había hablado ayer con el Papa y su Secretario de Estado Pietro Parolin sobre temas como Ucrania y la inseguridad alimentaria. El gobierno del Partido liberal de Trudeau a veces da la impresión de seguir las encuestas. A eso también se refirió el Papa:”la política no puede quedar prisionera de los intereses partidistas. Hay que saber mirar, como enseña la sabiduría indígena, a las siete generaciones futuras, no a la conveniencia inmediata, a los plazos electorales o al apoyo de los lobbies. Y también valorar los deseos de fraternidad, justicia y paz de las jóvenes generaciones.” Recordó que la Iglesia católica atiende a los más frágiles y sirve a favor de la vida humana en todas sus etapas, desde la concepción hasta la muerte natural.

Peregrinación a Sainte-Anne-de-Beaupré

En 1658 el barco de unos marinos bretones se hundía cerca de la costa de la Nueva Francia, hoy Québec. Prometieron a Santa Ana que si se salvaban le construirían una capilla, que fue el origen de la actual Basílica, edificada en el pasado siglo. Los autóctonos enseguida se enamoraron de la abuela de Jesús, y el Papa esta mañana le dedicó una mirada prolongadísima, de nieto devoto. Cuando eso hacía desde su silla de ruedas al acabar la misa de reconciliación, una señora indígena subió espontáneamente al altar y puso en sus brazos a su hijito visiblemente deformado. Momento icónico.

Omnes habló hoy con dos peregrinos que visitaron la Basílica por primera vez, ambos viajando de la provincia de Ontario en auto durante más de diez horas. Tiffany Taylor, joven trabajadora social de origen Ojibway, fue con una docena de  indígenas de una reserva de la ciudad de Sudbury, ninguno de ellos católicos. “Mi lengua se preserva pero yo no la hablo. Ahora se enseña en las escuelas, incluso a no nativos. Cerca de nosotros hubo un internado católico. Me duele lo que sufrieron mis antepasados torturados.” El 70 % de los que asistieron dentro de la Basílica eran autóctonos. Otros miles de personas, con entradas gratuitas pero difíciles de conseguir, se congregaron afuera.

Tiffany Taylor, trabajadora social de origen Ojibway,

Father Scott Giuliani, SOLT, es misionero canadiense en Belice desde 2014. Viajó a Santa Ana desde cerca de Toronto. “En los últimos años ha crecido la influencia en la zona del Caribe de países ricos que presionan para introducir valores extraños a la gente. Nuevas definiciones de derechos humanos basadas en una nueva antropología, no en el derecho natural. La ideología de género y la presión para cambiar la legislación local son ejemplos de una colonización ideológica que tiene lugar ahí. Esta intromisión de ideas causa mucho daño a la cultura. En Belice, el gobierno canadiense ha usado una parte de su ayuda externa para exportar valores ideológicos.”

Father Scott es misionero canadiense en Belice

El Papa, al predicarla, señaló que su homilía podría intitularse: “Del fracaso a la esperanza”. Comentó el episodio al final del Evangelio de Lucas en que dos discípulos desencantados de Jesús se escapan de Jerusalén. Dijo que Cristo resuelve nuestras tragedias a través de su misterio pascual. Es la única manera de salir adelante en situaciones como la histórica colonización de los indígenas. El resentimiento no sana. Hay que evitar acusarse mutuamente, como Adán y Eva después de pecar, o tener una discusión estéril, como la de los dos caminantes. La única salida, para que haya una verdadera reconciliación, es la que Jesús explica a sus dos discípulos. Cristo nos da una salida del laberinto de nuestra historia. La Eucaristía sana. Emaús muestra la tentación de la huida – que es evasión, no resolución. Jesús vino a caminar con nosotros.

“No hay nada peor, ante los reveses de la vida, que huir para no afrontarlos. Es una tentación del enemigo, que amenaza nuestro camino espiritual y el camino de la Iglesia; nos quiere hacer creer que la derrota es definitiva, quiere paralizarnos con la amargura y la tristeza, convencernos de que no hay nada que hacer y que por tanto no merece la pena encontrar un camino para volver a empezar.”

“También nosotros que compartimos la Eucaristía en esta Basílica podemos releer muchos acontecimientos de la historia. En este mismo lugar hubo ya tres templos, pero también hubo personas que no se echaron atrás ante las dificultades, y fueron capaces de volver a soñar a pesar de sus errores y los de los demás. Así, cuando hace cien años un incendio devastó el santuario, ellos no se dejaron vencer, construyendo este templo con valor y creatividad. Y todos los que comparten la Eucaristía desde las cercanas Llanuras de Abraham (por pantalla gigante), también pueden percibir el ánimo de aquellos que no se dejaron secuestrar por el odio de la guerra, de la destrucción y del dolor, sino que supieron proyectar de nuevo una ciudad y un país.” Se refiere a la ciudad de Québec y al país de Canadá, construidos pacíficamente desde 1759.

El Papa durante las Vísperas en la Catedral de Notre Dame de Quebec ©CNS photo/Paul Haring)

Inyección de optimismo a obispos y sacerdotes

Finalmente hoy, en la Catedral Notre-Dame de Québec, el Papa puso el dedo en la llaga del mayor obstáculo para reevangelizar Canadá – y especialmente Québec, que fuera un bastión del catolicismo desde su fundación explícitamente misionera a partir de 1608, hasta los años 1960. Francisco pronunció una homilía durante la oración de vísperas a casi cien obispos, a muchos más curas, y a otros, y les habló del secularismo. De que no es verdad de que todo tiempo pasado fuera mejor.

Recordó el Sumo Pontífice que ésa era la catedral de la sede primada de Canadá, cuyo primer obispo, san François de Laval, abrió el Seminario en 1663. Les habló de la responsabilidad de pastorear y de evangelizar, que siempre da alegría. No hay que ser funcionarios de lo sagrado. Les animó a predicar de manera viva a un Jesús vivo, a ser testigos creíbles, a evitar a toda costa una tentación diabólica muy actual: la del pesimismo negativo. La mundanidad es mala pero el mundo es bueno. Habló de humildad, y de manera especial de fraternidad.

Lo primero es “dar a conocer a Jesús. En los desiertos espirituales de nuestro tiempo, generados por el secularismo y la indiferencia, es necesario volver al primer anuncio.” Citó al filósofo montrealense Charles Taylor: la secularización es “la oportunidad para recomponer la vida espiritual en nuevas formas y también para nuevas maneras de existir.” 

“De este modo”, continuó Bergoglio, “mientras la mirada que discierne nos hace ver las dificultades que tenemos en transmitir la alegría de la fe, nos estimula a volver a encontrar una nueva pasión por la evangelización, a buscar nuevos lenguajes.”

Concluyó de la siguiente manera. “Por favor, no nos encerremos en el ‘retroceso’, ¡sigamos adelante con alegría! Pongamos en práctica estas palabras que dirigimos a san François de Laval:

Tú fuiste el hombre del compartir,
visitando a los enfermos, vistiendo a los pobres,
combatiendo por la dignidad de los pueblos originarios,
sosteniendo a los misioneros cansados,
siempre pronto a tender la mano a los que estaban peor que tú.
Cuántas veces tus proyectos fueron destrozados,
pero siempre, tú los pusiste de nuevo en pie.
Tú habías entendido que la obra de Dios no es de piedra,
y que, en esta tierra de desánimo,
era necesario un constructor de esperanza.

Les agradezco todo lo que hacen y los bendigo de corazón. Por favor, sigan rezando por mí.” A lo que siguió una verdadera y emotiva ovación.

Vaticano

Finanzas vaticanas: cómo funcionan y qué órganos tienen

No es nada fácil entender cómo funcionan las finanzas vaticanas. Los cambios realizados en los últimos años han creado algunos órganos de control nuevos. En este artículo te explicamos qué entidades gestionan el patrimonio vaticano y de qué se encarga cada una.

Andrea Gagliarducci·29 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 7 minutos

No es fácil desenredar los pliegues de las finanzas del Vaticano. Ciertamente, las últimas reformas traídas por el Papa Francisco obligan a una actualización constante. Se cambian las competencias y la gestión de los despachos, se rediseñan los dicasterios e incluso se redefine quién y cómo se gestiona el dinero. Pero, ¿cómo surgieron las finanzas del Papa? ¿Cómo se han estructurado a lo largo de la historia? ¿Y cómo se gestionan ahora? 

Los orígenes de las finanzas modernas del Vaticano

Justo un día después de la muerte del Papa Pío XI, el 10 de febrero de 1939, monseñor Angelo Pomata se presentó en un mostrador de las “Opere di Religione”. El cajero era Massimo Spada. Pomata estaba allí por orden de Eugenio Pacelli, que había asumido el cargo de Camerlengo con la muerte del Papa. Pacelli -que sería elegido Papa en el siguiente cónclave- había ordenado a monseñor Pomata que depositara el dinero encontrado en el cajón del escritorio del Papa, en liras y dólares. 

Spada abrió una cuenta, bajo el nombre de «Secretaría de Estado – Obolus New Accounts». La historia de las finanzas modernas del Vaticano comienza ahí. A través de esa cuenta corriente, y luego a través de la total autonomía del “Istituto di Opere di Religione” -el llamado «banco del Vaticano», que en realidad es más bien un fondo fiduciario- se podrían poner fondos a disposición del Papa a su discreción. Fondos con los que reponer el presupuesto de la Santa Sede, como ha ocurrido recientemente. O fondos que se destinen a obras de caridad. O que los fondos -y este fue el caso de Pío XII- pasen por canales seguros, para ayudar a las operaciones de mantenimiento de la paz.

El Estado Vaticano

Si la llamada «Cuenta del Óbolo» dio origen al Instituto de Obras de Religión, hacía ya algunos años que la Santa Sede había comenzado a dotarse de instrumentos financieros. De 1870 a 1929, después de que Roma fuera invadida por el Reino de Italia, la Santa Sede no tenía territorio. Pero en 1929, con la Conciliación y la firma de los Pactos de Letrán, se había creado el Estado de la Ciudad del Vaticano, «ese gran cuerpo que sirve para dar soporte a nuestra alma», en palabras de Pío XI. 

El gobierno italiano también había acordado transferir una suma a la Santa Sede para compensar el «mal» causado por la pérdida de los Estados Pontificios. Pío XI se encargó personalmente de las negociaciones, hasta el punto de acordar una indemnización por parte del Estado italiano de 1750 millones de liras, parte en efectivo y parte en bonos al portador. 

¿Qué hacer con ese patrimonio? Dos meses después de la firma de los Pactos de Letrán, y casi treinta días antes de su ratificación, el Papa se puso en contacto con el ingeniero Bernardino Nogara, que era gerente de la Banca Comercial Italiana, para encargarle la gestión de los fondos procedentes de la Convención Financiera.

Bernardino Nogara llevó el concepto de propiedad de acciones al Vaticano. Se le confió la Sección Especial de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica, y desde ese puesto -análogo a un banco central- compró acciones, con inversiones conspicuas y exitosas. Era la época de la Gran Depresión de 1929, y permitió a Nogara comprar acciones en varias empresas. Así, Nogara pudo formar parte de los consejos de administración de innumerables empresas italianas, lo que aumentó su prestigio internacional. Y, precisamente durante la Gran Depresión, Nogara creó dos empresas, Grolux y la suiza Profima, con la idea de diversificar las inversiones de la Santa Sede, centrándose en el oro y el ladrillo. 

Los polos de las finanzas del Vaticano

La Constitución del Estado de la Ciudad del Vaticano sentó así las bases de las dos principales instituciones financieras de la Santa Sede: el Instituto para las Obras de Religión y la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica. 

El primero es generalmente conocido como el «Banco del Vaticano«, pero en realidad no es un banco, no tiene oficinas fuera del Vaticano, y sólo recientemente obtuvo un IBAN, después de que la Santa Sede entrara en la zona de transferencia SEPA, es decir, la Zona Única de Pagos Europea.

El camino del IOR hacia el reconocimiento por parte de las instituciones extranjeras como contraparte fiable ha sido especialmente largo, como lo ha sido para todas las instituciones financieras del mundo. Juan Pablo II estableció los nuevos estatutos del IOR en 1990, mientras que la primera auditoría externa data de mediados de los años noventa. 

En la década de 2000, el IOR aplicó una serie de medidas innovadoras, que también fueron reconocidas por los evaluadores internacionales de MONEYVAL, el comité del Consejo de Europa que evalúa la adhesión de los Estados a las normas internacionales contra el blanqueo de capitales y la financiación del terrorismo. 

La APSA

El otro polo de las finanzas vaticanas es la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica, la APSA. Tiene una función similar a la de un «banco central». Hasta principios de la década de 2000, la APSA también proporcionaba pensiones y tenía cuentas registradas, pero éstas se cerraron para cumplir mejor las normas internacionales.

Como «banco central», la APSA tiene también la gestión de los bienes inmuebles de la Santa Sede. Según el primer balance de la APSA, publicado en 2021, dice que el Vaticano posee 4.051 propiedades en Italia y otras 1.120 en todo el mundo, principalmente en inversiones inmobiliarias de lujo en Londres, París, Ginebra y Lausana. 

«Es también gracias a los alquileres a precio de mercado que se cobran en los prestigiosos inmuebles que se poseen en París y Londres, que es posible conceder a la Limosnería Apostólica un préstamo gratuito para el uso de una estructura como el Palazzo Migliori, a dos pasos de la columnata de San Pedro, para la acogida de los sin techo que acogen los voluntarios de la Comunidad de Sant’Egidio. Además, con la compra de un inmueble cerca del Arco del Triunfo en París, gracias a la mediación de Sopridex, el vendedor destinó parte del producto de esta operación a la construcción de una iglesia en una suburbio parisino».

Desde el año pasado, la APSA gestiona también fondos que antes eran gestionados directamente por la Secretaría de Estado, y se supone que todo el aparato vaticano tendrá un único fondo soberano gestionado por la APSA.

Entidades autónomas

Además de la administración de la Secretaría de Estado, hay otras entidades que son autónomas. La Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano, por ejemplo, tiene su propio presupuesto y recursos, aunque no se han divulgado desde 2015. Hace tiempo que se plantea un presupuesto consolidado que incluya el de la Curia, es decir, el de los organismos de la Santa Sede, y el del Estado, pero aún no se ha conseguido. Los ingresos más importantes de la Gobernación son los de los Museos Vaticanos y el complejo museístico de las Villas Papales.

Queda por ver, sin embargo, si el Dicasterio para la Evangelización heredará la libertad financiera de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos. Cuando el dicasterio misionero se estableció de hecho con el nombre de Propaganda Fide en 1622, se planeó darle autonomía financiera, para que el dinero pudiera llegar directamente a las misiones. La antigua Propaganda Fide también disponía de bienes inmuebles, que ahora se estiman en 957 propiedades entre terrenos y edificios en Roma. 

También hay que tener en cuenta que, en realidad, todos los dicasterios gozaban de autonomía financiera, dentro de ciertos límites, porque recibían donaciones personales y para objetivos personales. Cuando el cardenal George Pell, como prefecto de Economía, hablaba de cientos de millones de euros escondidos, es decir, ocultos, en diversas cuentas, hablaba precisamente de los recursos personales de los dicasterios que podían administrar con liberalidad. Los dicasterios tampoco podían elegir al IOR como banco de inversión, por lo que no es de extrañar, por ejemplo, que la Secretaría de Estado invirtiera con Credit Suisse. 

Los organismos de supervisión

La APSA, por tanto, asume cada vez más el papel de un banco central, por lo que fue objeto de una pequeña reforma en 2013, que modificó el papel de los asesores, haciéndolos formar parte de un consejo de supervisión. La provisión de pensiones, la gestión de las finanzas y los fondos soberanos estarán en manos de la administración. 

La Secretaría para la Economía es el órgano de control de las finanzas de la Santa Sede. Supervisa los presupuestos, da directrices de gasto y racionaliza los costes. El Prefecto de la Secretaría de Economía es también miembro de la Comisión de Asuntos Confidenciales, que establece qué actos de carácter económico deben ser confidenciales. La Secretaría para la Economía también supervisó la regulación del código de adquisiciones del Vaticano.

Cabe mencionar que todas estas decisiones se toman tras la adhesión de la Santa Sede a la Convención de Mérida, que es la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción. A raíz de esta adhesión, la oficina del Auditor General se define ahora también como la «oficina anticorrupción» del Vaticano.

El Auditor general

El Auditor General, no hace falta decirlo, se encarga del control, mientras que el Consejo de Economía es una especie de Ministerio de Hacienda, cuya tarea es dirigir el trabajo financiero. 

En este caso, la novedad reside principalmente en el nombre y el enfoque, no en el fondo. La Secretaría de Economía solía ser la Prefectura de Asuntos Económicos, que se reformó en 2012 y casi se equiparó a un Ministerio de Finanzas. El Consejo de Economía era antes el Consejo de los Quince, es decir, de cardenales llamados a supervisar el enfoque financiero de la Santa Sede.

Por último, está la Autoridad de Información y Supervisión Financiera. Se trata de una autoridad de inteligencia, que sólo tiene una entidad bajo observación directa, que es el IOR. La Autoridad tiene la misión de investigar las transacciones financieras sospechosas que se le comunican y entregar los informes al Promotor de Justicia, que decidirá entonces si prosigue o no la investigación. La Autoridad también tiene un papel crucial en la cooperación internacional, debido a las relaciones que intercambia con sus homólogos, hasta el punto de que también ha desempeñado un papel en la resolución de algunos casos internacionales.

La reforma de las finanzas deseada por Benedicto XVI también llevó, en 2013, a la creación de un Comité de Seguridad Financiera, un organismo que certifica la soberanía de la Santa Sede y permite que la Secretaría de Estado (es decir, el Gobierno) y otros organismos trabajen juntos para evitar el blanqueo de capitales. 

Un compromiso coherente con la misión

Esta es, a grandes rasgos, la estructura financiera de la Santa Sede. Leemos en el primer informe de MONEYVAL de 2012 que el paso de la Santa Sede hacia la transparencia financiera era un camino «coherente con su naturaleza y carácter internacional», así como con «su misión religiosa y moral». Es un compromiso importante para ser creíble en el mundo. Para la Iglesia, al fin y al cabo, el dinero no es un fin, sino un medio, y sirve para la misión, que es una misión ante todo para los últimos.

El autorAndrea Gagliarducci

Familia

Obianuju Ekeocha: “Es mejor regalar libros para los niños que anticonceptivos” 

Obianuju Ekeocha es presidenta de Culture of Life Africa, una organización que promueve una auténtica cultura de la vida en África y en todo el mundo. En su famosa carta a Melinda Gates puso el acento en lo que realmente necesita el continente africano y especialmente las mujeres africanas: más educación y menos políticas de anticoncepción que ella destaca que “nunca se pidieron”.

Maria José Atienza·28 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 7 minutos

Natural de Nigeria, Obianuju ha estado involucrada en debates sociales y políticos relacionados con la dignidad de la vida dentro de la cultura africana. Asimismo, ha asesorado a legisladores en África, Europa y América del Norte. Su defensa de la vida la ha llevado a hablar en lugares como la Casa Blanca, el Parlamento Europeo o la Universidad de Georgetown en Washington.

En esta entrevista concedida a Omnes, Obianuju Ekeocha señala que las políticas anticonceptivas impuestas en África suponen, en la práctica, un nuevo colonialismo en el que “cada aspecto de este modelo está controlado y determinado por el rico donante occidental”.

Usted habla de nuevo colonialismo en relación con las políticas de anticoncepción que se están aplicando en África, pagadas por empresas o gobiernos de Occidente. ¿Por qué utiliza este término? ¿Cuál es el verdadero objetivo de estas políticas que impiden el nacimiento de tantas personas? 

– El término «Neocolonialismo» apunta a la realidad actual de los mecanismos de ayuda humanitaria completamente controlados por las naciones y organizaciones donantes. 

Es de sobra conocido que la mayoría de los países africanos, debido a las carencias socioeconómicas, han sido receptores durante décadas de Fondos de Ayuda Humanitaria y de Ayuda al Desarrollo. Esto ha creado un espacio para que las organizaciones donantes occidentales se inserten como actores y socios en el apoyo y el desarrollo en África. 

El problema es que, en los últimos años, los donantes de África han llegado con una agenda clara y establecida sobre la ideología y los puntos de vista y valores culturales. 

Una de las primeras grandes insistencias fue la de la anticoncepción. 

A pesar de que las comunidades africanas pedían ayuda principalmente para necesidades básicas como la alimentación, el agua potable y el acceso a la educación, los donantes occidentales de África empezaron a imponer enormes cantidades de anticonceptivos en el continente.

Esto ha supuesto una reorientación de los fondos y posiblemente la desfinanciación de otros proyectos con el fin de garantizar que la anticoncepción y, de hecho, los programas de población estén bien financiados. 

Me refiero a esto como neocolonialismo porque cada aspecto de este modelo está controlado y determinado por el rico donante occidental. 

En cuanto al propósito de estas políticas de inundar a las comunidades africanas con anticonceptivos, creo que es una combinación del intento (por parte de las potencias occidentales) de controlar a las poblaciones africanas, así como el intento de introducir una visión mucho más «liberada» de la sexualidad humana. Una especie de liberacionismo sexual que erosiona el decoro sexual en todos los estratos de las sociedades africanas. 

Hoy nos encontramos con leyes terribles que impulsan la muerte. En Estados Unidos acaba de derogarse la sentencia Roe contra Wade. Para aquellos que no saben qué hay detrás de este cambio de legislación, ¿qué significa la anulación de esta sentencia y qué supone en la promoción de una cultura de la vida en Estados Unidos y en todo el mundo?

– Para explicarlo brevemente, Roe v Wade es la decisión del Tribunal Supremo de Estados Unidos de 1973 que básicamente legalizó el aborto en los 50 estados de América. 

Desde esa decisión, más de 60 millones de bebés prematuros han sido asesinados por el aborto en Estados Unidos, lo que ha provocado un cambio significativo en la sociedad debido a los millones de mujeres, hombres y también familias que se han visto afectados. 

Durante casi 50 años, el caso Roe v Wade nunca había sido desafiado con firmeza hasta el 1 de diciembre de 2021, cuando se presentó un nuevo caso ante la Corte Suprema de los Estados Unidos: el caso Dobbs v Jackson Women’s Health Organization, un caso que ha llevado con éxito a la anulación de la decisión Roe v Wade de 1973. 

Este resultado ayuda, sin duda, a la promoción de una verdadera Cultura de la Vida, ya que refuerza aún más los esfuerzos provida para conocer y ayudar en sus necesidades a las mujeres en crisis. También sienta las bases para sacar a la luz las numerosas y desagradables facetas de la industria del aborto, como la facilitación de casos de abuso, el abuso y la explotación sexual de menores no denunciados, la extracción y la venta poco ética de órganos fetales a empresas de investigación biológica, los abortos ilegales de última hora y todo tipo de lucro codicioso dentro de la industria del aborto.

La anulación del caso Roe v Wade marca el principio del fin del aborto tal y como lo conocemos en Estados Unidos y en todo el mundo. 

En su famosa carta a Melinda Gates en 2012, usted señalaba lo que se necesitaba en África: atención prenatal y postnatal, programas de alimentación, etc. y no anticonceptivos. ¿Han cambiado estas necesidades en África? ¿Son mayores o menores?

– Han pasado ya 10 años desde que escribí mi carta abierta a Melinda Gates y, mirando hacia atrás en todos estos años, han cambiado muchas cosas en el mundo. Pero lo que no ha cambiado, o incluso se ha vuelto considerablemente más desesperado, es la necesidad de las necesidades humanas básicas en toda África.

Las mujeres siguen necesitando cuidados prenatales y postnatales, ya que África sigue siendo el continente con las mayores tasas de mortalidad materna. Seguimos siendo la región con menos acceso al agua potable, seguimos siendo la región con las tasas más bajas de escolarización. 

Así que, más que nunca, más que en 2012, necesitamos una ayuda al desarrollo real en lugar de anticonceptivos y educación sexual gráfica no solicitada. 

Desde Cultura de Vida África, usted denuncia que la cultura de la muerte está empezando a erosionar valores tradicionales y muy importantes en África, como la familia, la llegada de los niños o el cuidado de la vida. ¿Cómo perciben las nuevas generaciones estos valores?

– Como en la mayoría de las partes del mundo, las culturas, las costumbres, las tradiciones, incluso la lengua, el patrimonio, los puntos de vista y los valores se transmiten de una generación a otra. Las generaciones mayores son las que tratan de enseñar e inculcar las lecciones más importantes a las generaciones más jóvenes. Las naciones africanas han dependido de esto durante siglos.

El problema en nuestro mundo moderno actual es que el mundo se hizo mucho más pequeño, especialmente para los jóvenes, bajo la poderosa influencia de los medios de comunicación.

En primer lugar, los medios de entretenimiento que estaban fuertemente influenciados por Occidente – películas, música, noticias por cable de las cadenas de televisión más ricas de Occidente. La juventud africana empezó a consumir mucho más los puntos de vista occidentales que las valiosas lecciones de sus mayores. Esto se acentuó exponencialmente con la introducción de las redes sociales.

Cientos de millones de jóvenes africanos están enganchados a las redes sociales, al igual que los jóvenes de todo el mundo, y la realidad es que las redes sociales se han convertido en un mecanismo de distribución de contenido ideológico dirigido y curado directamente a las manos, los corazones y las mentes de los jóvenes impresionables. Los jóvenes africanos no se han librado.

La suciedad está llegando a ellos y anulando su capacidad (en muchos casos) de aprender las lecciones, los puntos de vista y los valores que han sido transmitidos por las generaciones mayores. 

Obianuju Ekeocha
Obianuju Ekeocha habla en la Universidad de Georgetown ©CNS photo/Jaclyn Lippelmann, Catholic Standard

Usted es nigeriana, científico biomédico, residente en el Reino Unido, conoce «ambos lados» del planeta. ¿Cómo responde a los que hablan de «falta de recursos», o de «avances en el derecho a decidir» y presionan a favor de políticas antivida en África?

– El problema más flagrante de África no es realmente la «falta de recursos», sino la corrupción profundamente arraigada y la falta de transparencia de la clase dirigente. De hecho, las naciones africanas pueden presumir de contar con ricas reservas de materias primas, metales preciosos, petróleo y, sobre todo, de recursos humanos, ya que nuestra población es predominantemente joven. 

Lo que necesitamos en este momento crítico no es el derecho a matar a nuestros bebés no nacidos, sino una revisión muy seria de nuestros sistemas socioeconómicos y la educación de nuestras poblaciones para formarlas como ciudadanos que comprendan su propio valor y dignidad hasta el punto de exigir una mejor gobernanza a sus líderes. Necesitamos poblaciones que comprendan cómo elevarse a la máxima categoría para hacer oír su propia voz en sus ámbitos locales y nacionales. Necesitamos una población mucho más robusta, sana y empoderada que esté orgullosa de los países, las culturas, el patrimonio y los valores africanos. 

¿Cómo podemos apoyar, desde cada uno de nuestros lugares, la cultura de la vida, en nuestros lugares y en África?

– El primer paso para construir una cultura de la vida en cualquier parte del mundo es tener el conocimiento y la comprensión de las luchas culturales e ideológicas que se dan en todo el mundo, empezando por Occidente. Hay muchos que ni siquiera reconocen que existe un conflicto real sobre verdades básicas como la santidad de la vida humana, el derecho a la vida de todo ser humano, incluidos los que están en el vientre materno, hay una batalla feroz sobre la comprensión de la sexualidad humana, la realidad biológica del sexo, los derechos de los padres, los roles de los padres, la importancia del matrimonio y la familia y la necesidad de salvaguardar a los niños en cada sociedad. 

Cada uno de ellos representa un punto de vigilancia para quien quiera construir una verdadera cultura de la vida. 

Para apoyar a África e incluso a la propia sociedad, debemos hacer el esfuerzo consciente de buscar las buenas organizaciones que están haciendo el trabajo. Ayudar a esas organizaciones, porque en realidad, las organizaciones pro-vida y las organizaciones pro-familia (por ejemplo) son las más reprimidas y menos organizaciones que existen, cuyos oponentes en muchos casos son organizaciones gigantescas financiadas por el gobierno. Más gente tiene que apoyar a las organizaciones que se atreven a desafiar a los nuevos movimientos culturales e ideológicos «progresistas». 

La gente de los países occidentales también debería oponerse a los proyectos internacionales de sus gobiernos que son obviamente ideológicos. Insistan en que su gobierno escuche más las necesidades de la gente a la que intentan ayudar. Es mejor regalar a una comunidad desfavorecida agua potable que montones de anticonceptivos que quizá ni siquiera se usen (porque nunca se pidieron). Es mejor regalar libros para los niños que preservativos. 

Ya es hora de escuchar realmente y saber qué es lo más importante para las comunidades receptoras.

Teología del siglo XX

La Introducción al cristianismo, de Joseph Ratzinger

Concebido como un curso para universitarios, el entonces teólogo y después Papa, asumiendo las dificultades y debilidades de la mente moderna, quiso mostrar en la Introducción al cristianismo la fe cristiana como el único camino hacia la plenitud del ser humano. 

Juan Luis Lorda·28 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 7 minutos

“El traslado de Ratzinger de Münster (en 1969) a la ciudad universitaria protestante de Tubinga, es una de las decisiones más enigmáticas en la biografía del posterior Papa”, escribe Seewald en su biografía. Aunque en su libro Mi vida el mismo Ratzinger cuenta algunas razones. 

Por un lado, le resultaba incómoda la deriva de su colega de Münster, Johan Baptista Metz, hacia una teología política, muy política. Por otro, le atraía la invitación de Hans Küng a formar parte de un equipo renovador de la teología en Tubinga. También le atraía, y mucho más a su hermana, acercarse a Baviera, su patria chica. 

Ratzinger era entonces una figura emergente, después de destacar en el Concilio como perito de confianza e inspirador de muchas intervenciones del Cardenal Frings, de Colonia. Aunque al principio le interesaba Küng, pronto comprobó que sus horizontes no congeniaban. Küng llegaba a la universidad con un Alfa Romeo rojo, mientras Ratzinger en bicicleta con una boina. 

Volverían a encontrarse en 1981, cuando Ratzinger, como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, tuvo que afrontar el “caso Küng”. 

Tubinga difícil

Estaría en Tubinga solo tres años complicados (1966-1969). “La facultad tenía un cuerpo docente de altísimo nivel, aunque inclinado a la polémica”. Además, el ambiente intelectual de la facultad cambió por completo: “El esquema existencialista se derrumbó y fue sustituido por el marxista”

Era una esperanza sin Dios, representada además por Ernst Bloch, famoso profesor marxista de la facultad de Filosofía y autor de un famoso ensayo sobre El principio esperanza. En aquel ambiente, recuerda Ratzinger: “He visto sin velos el rostro cruel de esa devoción atea”. Aquello era el famoso 68 ya en ebullición, y le tocó de cerca: “En el momento de mayor enfrentamiento, era Decano de mi facultad”, miembro de varios consejos y “de la Comisión encargada de elaborar un nuevo Estatuto para la universidad”.  

Pero no solo hubo complicaciones. En el 67 le tocaba a Küng dar el curso de Dogmática, y Ratzinger se encontró con que “tenía libertad para realizar un proyecto que acariciaba en silencio desde hacía diez años. Osé experimentar con un curso que se dirigía a estudiantes de todas las facultades con el título Introducción al cristianismo”. 

Por qué una Introducción al cristianismo

“En 1967” -cuenta en el prólogo de la edición del año 2000- “seguían en plena efervescencia los impulsos del reciente posconcilio: el Concilio Vaticano II quería justamente eso: dar de nuevo al cristianismo una fuerza capaz de configurar la historia […], se volvía a constatar que la fe de los cristianos abarca la vida entera”

De alguna manera las amalgamas de marxismo y cristianismo y su proyección en la teología de la liberación querían realizar eso mismo, pero “la fe cedía a la política el papel de fuerza salvífica”. Y en paralelo, estaba el agnosticismo occidental: “¿No se ha llegado a considerar que la cuestión de Dios […] no sirve prácticamente para nada?”

La estructura del libro 

La Iniciación al cristianismo tiene una clara estructura de tres partes, que se corresponden con las tres grandes cuestiones: Dios, Jesucristo, y el Espíritu Santo y la Iglesia. Y también con las tres partes del Credo. 

Asimiosmo también les antepone una amplia introducción, donde se explica lo que es creer, aceptar la fe. En el prólogo, escrito en el año 1967, describía así la intención del libro: “Quiere ayudar a una nueva comprensión de la fe como la realidad que posibilita ser auténticos seres humanos en el mundo de hoy”. Prescindiendo de “una palabrería que solo a duras penas puede ocultar un gran vacío espiritual”

A aquellos estudiantes había que transmitirles una expresión de la fe viva e interpelante. No cualquier cosa, sino que vieran en ella el camino para la plenitud de su vida. Esto exigía tener muy claro tanto el punto de partida, la situación mental en la que estaban los alumnos, como el itinerario. Ese reto de 1967 es el mérito del libro. 

La situación de la fe

El punto de partida es que la fe resulta irrelevante para los occidentales que viven al margen. En otros tiempos, la fe se apoyaba mucho en el apego a la tradición, pero eso mismo la convierte en algo superado para los que hoy ponen su confianza en el progreso.

Un teólogo recuerda hoy al payaso del cuento de Kierkegaard que acudía al pueblo para avisar del peligro del fuego. Se reían de él y no esperaban que pudiera decir nada que valga la pena. Tendría que cambiar de traje, como la teología. Pero además de que no es fácil, ¿acomodarse no será perderse? Ese es “el inquietante poder de la incredulidad”, porque las objeciones también afectan al cristiano, hijo de su época: ¿y si no hay nada? Lo interesante es que el descreído está en una situación paralela: ¿y si la fe es verdadera? Dios es esencialmente invisible. Por eso, la fe es “una opción por la que lo que no se ve [se considera] como lo auténticamente real”. Es una decisión y una “vuelta” o conversión. Pero es muy exigente, porque no es un vago creer que existe “algo”, sino que ha intervenido en la historia nuestra: “ese hombre de Palestina”…

Recorre los itinerarios del pensamiento moderno y las sucesivas dificultades de la fe, desde el positivismo de las ciencias modernas al marxismo. Y concluye que creer hoy significa aceptar vivencialmente como fundamento del propio existir la revelación cristiana. 

Por eso, “la primera y la última palabra del credo –‘creo’ y ‘amén’- se entrelazan entre sí”. Y además es un “creo en Ti”, precisamente por lo que significan la encarnación y la historia. Creo en el Logos – razón de todo- encarnado. Y eso significa que en Él (y no en mí) me sostengo. Esa fe tiene, además, una dimensión eclesial, porque se cree con la Iglesia y con sus expresiones, los credos. 

Dios

De entrada, profundiza en la palabra, para no trabajar solo con un nombre desgastado, sino advertir todo lo que implica, también en relación con el mundo y la materia. Recorre la historia de la revelación a Israel, donde Dios se muestra tan distinto a otros dioses, personal y único, y se prohíbe toda divinización del pan (de los bienes), del eros o del poder político.  Partiendo de la escena de la zarza ardiente del libro del Éxodo, con la vocación de Moisés, recorre los nombres bíblicos de Dios (El, Elohim, Yahvéh) hasta el Dios de los Padres de Israel y el Dios de Jesucristo. Con la fuerza tremenda del Nombre que sugiere que solo Dios en verdad “es”. Y el eco del “Yo soy” en el Nuevo Testamento y en el propio Jesucristo. Con ese paradójico doble aspecto de la solemnidad absoluta del “soy” y, al mismo tiempo, la cercanía de un Dios para Israel, para todos los hombres. Y al final, Padre. 

De ahí salta a la comparación clásica del Dios de la fe con el Dios de los filósofos. La antigüedad cristiana supo sintetizar su conocimiento del Dios bíblico con la reflexión de la filosofía clásica sobre el fundamento del universo. Y siempre, al mismo tiempo, Padre. En ese feliz encuentro se ilustró el papel tan importante que el pensamiento racional –la teología- juega en la fe cristiana. En la reflexión moderna, las dos dimensiones siguen siendo importantes: Dios como fundamento y Logos del cosmos, y Padre, como horizonte de todas las personas. Y de esa necesidad de relación parte un hermoso y amplio desarrollo de la Trinidad, que no es posible resumir aquí sin rebajar mucho. Pero allí está la clave para el sentido y la realización del ser humano. 

Jesucristo

Esta segunda parte se divide, a su vez, en dos: la primera, el Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor; la segunda, sobre los enunciados del Credo sobre Jesucristo: nació de Santa María Virgen, padeció…, resucitó… El punto de partida es “el problema de confesar a Jesús hoy”, de confesar, al mismo tiempo al Logos y a su encarnación, siendo siempre lo segundo más escandaloso: ¿cómo puede girar toda la realidad del cosmos y de la humanidad sobre algo sucedido en un momento de la historia? Esto no se puede alcanzar plenamente ni desde la física ni desde la historia. Además, la época moderna intenta separar a Jesús de Cristo, desmontando lo que se supone montado en la historia. Prescindir del Hijo permite quedarse solo con un Padre genérico, más aceptable en el terreno interreligioso.  Y también quedarse con un modelo de Jesucristo aparentemente más cercano.

Pero Jesús es el Cristo y ese título de Mesías (confundido en su tiempo) se realiza sobre todo en la cruz. “Jesús es Cristo, es Rey en cuanto crucificado”, con la realeza del don de sí, del amor. Y “así convierte al amor en Logos, en verdad del ser humano”. Tema reforzado por la escena del juicio final, donde el Señor pide a los suyos que lo vean en los hermanos (cfr. Mt 25). La identidad de Jesús con el Cristo de la Cruz es también la identidad del Logos con el amor. A continuación, aborda largamente el misterio del Dios-hombre. 

El Espíritu y la Iglesia 

La última parte, mucho más corta, también se subdivide en dos. En primer lugar, aborda brevemente la unidad de los últimos artículos del Credo, alrededor de la confesión en el Espíritu Santo y de la Iglesia que Él anima. 

Después, se detiene algo más en dos puntos “difíciles” para los que le oían entonces y para los que le pueden leer hoy: la santidad de la Iglesia y la resurrección de la carne. ¿Cómo se puede afirmar contra la evidencia histórica que la Iglesia es santa? Lo resuelve de una manera original. La Iglesia precisamente porque es salvadora, se junta con lo que es pecado, como Jesucristo mismo. No es un ente luminoso y trascendente. Está encarnada para salvar. “En la Iglesia, la santidad empieza soportando y acaba soportando”. Quien solo mira la organización y no los sacramentos no la entiende. Los verdaderos creyentes viven siempre de los sacramentos, mientras la organización cambia mejor o peor en la historia.

En cuanto a la resurrección final de los muertos, es una exigencia de la totalidad que es el ser humano con su dimensión corporal. Y conviene desprenderse de algunos aspectos de la dualidad antigua griega cuerpo/alma, porque la concepción de la fe cristiana del ser humano es unitaria. Y su plenitud no consiste en una simple pervivencia del alma, liberada del cuerpo, sino en una “inmortalidad dialógica”, una vida y una resurrección fundada en el amor de Dios por cada persona. El amor de Dios es lo que sustenta la personalidad humana y la resurrección es un acto salvador del amor de Dios que la lleva a su plenitud. Esto lo desarrollará más tarde en su Escatología.

Qué ha cambiado desde entonces

Volvemos a las puntualizaciones del prólogo, que el entonces cardenal Ratzinger añadió en 2000. Sobre todo después de 1989, al caer el comunismo, “todos esos proyectos […]  tuvieron que retirarse en el momento en que quebró la fe en la política como poder de salvación”. Entonces “en la plomiza soledad de un mundo huérfano de Dios, en su aburrimiento interior, ha surgido la búsqueda de la mística”. En experiencias, sucedáneos orientales, etc. Y también apariciones. Mientras la gente “pasa ampliamente de las iglesias cristianas tradicionales. La institución molesta y el dogma también”.

Es la novedad con respecto a los años sesenta. En parte oportunidad, en parte confusión. Y exige de nuevo, pero de otra manera, mostrar las características del Dios cristiano, que obra en la historia, con un Hijo que se hace hombre, frente a la tendencia sincretista. Y a la difuminación de la idea de Dios, cada vez más impersonal, para que resulte aceptable no solo a otras religiones, sino incluso a los que no quiere creer.

Pero el centro no ha cambiado: es siempre mostrar a Cristo, el Hijo, como objeto de nuestra fe (creo en Ti), con esa doble dimensión de Logos, razón de todo, y de amor por nosotros, manifestado y entregado en la cruz. Necesitamos esa doble dimensión para encontrar el sentido de la vida nuestra salvación. Y desde entonces es una clave de la teología de Joseph Ratzinger.

Vaticano

“Cristo es indígena”: memoria y reconciliación en el viaje del Papa a Canadá

Un pedido de perdón radical e incondicional. Bellísimas predicaciones sobre la reconciliación y la memoria. Un indigenismo cristiano a lo Querida Amazonia. El amor a la abuela de Jesús, en la fiesta de Santa Ana. Una acogida calurosísima por parte de los canadienses en Alberta. Claves de esta primera etapa de la peregrinación penitencial del Papa Francisco a Canadá.

Fernando Emilio Mignone·27 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 9 minutos

Omnes ya ha informado sobre los primeros gestos, emotivos y fotogénicos, del intrépido peregrino de 85 años que rueda en silla, Fiat 500, papamóvil y por supuesto vuela en avión, unos 19.000 km en total, durante su 37 viaje apostólico.  

El Papa está cumpliendo con creces su promesa de pedir perdón personalmente aquí, como lo anticipó en Roma el 17 de julio: “Iré … sobre todo en el nombre de Jesús para encontrar y abrazar a las poblaciones indígenas. Lamentablemente, en Canadá, muchos cristianos, …han contribuido a las políticas de asimilación cultural que, en el pasado, han dañado gravemente, de diferentes maneras, a las comunidades nativas. Por esto, recientemente recibí en el Vaticano a algunos grupos, representantes de los pueblos indígenas (y) estoy a punto de hacer una peregrinación penitencial.”

El lunes 25 Francisco no pudo ser ni menos ambiguo ni más genuino, y así lo notaron observadores y autóctonos sensatos, que los hay de todo en Canadá. Con un gesto concreto devolvió a una señora indígena de la provincia de Saskatchewan los mocasinitos que ella le había “prestado” en Roma – los zapatitos en Canadá son un recuerdo de aquellos niños autóctonos que nunca volvieron de los internados: “Me pidieron que devolviera los mocasines cuando llegara a Canadá; los traje…, y quisiera inspirarme precisamente en este símbolo que, en los meses pasados, reavivó en mí el dolor, la indignación y la vergüenza. El recuerdo de esos niños provoca aflicción … Pero esos mocasines también nos hablan de un camino, de un recorrido que deseamos hacer juntos. Caminar juntos, rezar juntos, trabajar juntos, para que los sufrimientos del pasado dejen el lugar a un futuro de justicia, de sanación y de reconciliación.”

Es que Francisco nos habla a los canadienses de esperanza y no sólo de pasadas tragedias. “Es necesario recordar cómo las políticas de asimilación y desvinculación, que también incluían el sistema de las escuelas residenciales, fueron nefastas … Cuando los colonos europeos llegaron aquí por primera vez, hubo una gran oportunidad de desarrollar un encuentro fecundo entre las culturas, las tradiciones y la espiritualidad. Pero en gran parte esto no sucedió. Y me vuelve a la mente lo que ustedes me contaron, de cómo las políticas de asimilación terminaron por marginar sistemáticamente a los pueblos indígenas; de cómo, también por medio del sistema de escuelas residenciales, sus lenguas, sus culturas fueron denigradas y suprimidas; y de cómo los niños sufrieron abusos físicos y verbales, psicológicos y espirituales; de cómo se los llevaron de sus casas cuando eran chiquitos y de cómo esto marcó de manera indeleble la relación entre padres e hijos, entre abuelos y nietos.”

“Aunque la caridad cristiana haya estado presente y existan no pocos ejemplares de entrega por los niños, con todo, las consecuencias globales de las políticas ligadas a las escuelas residenciales han sido catastróficas. Lo que la fe cristiana nos dice es que fue un error devastador, incompatible con el Evangelio de Jesucristo. Duele saber que ese terreno compacto de valores, lengua y cultura …haya sido erosionado, y que ustedes siguen pagando los efectos. Frente a este mal que indigna, la Iglesia se arrodilla ante Dios y le implora perdón por los pecados de sus hijos (ver Juan Pablo II, Incarnationis mysterium). Quisiera repetir con vergüenza y claridad: pido perdón humildemente por el mal que tantos cristianos cometieron contra los pueblos indígenas.”

“En esta primera etapa quise hacer espacio a la memoria. Hoy estoy aquí para recordar el pasado, para llorar con ustedes, para mirar la tierra en silencio, para rezar junto a las tumbas. Dejemos que el silencio nos ayude a todos a interiorizar el dolor. Silencio y oración. Ante el mal recemos al Señor del bien; ante la muerte recemos al Dios de la vida … Jesucristo hizo de un sepulcro… el lugar del renacimiento, de la resurrección, donde comenzó una historia de vida nueva y de reconciliación universal. No bastan nuestros esfuerzos…, es necesaria su gracia, es necesaria la sabiduría afable y fuerte del Espíritu, la ternura del Consolador.”

Cristo es indígena

El 25 de julio por la tarde Francisco citó a Juan Pablo II (provincia de Ontario el 15 de septiembre de 1984): «Cristo anima el centro mismo de cada cultura, por lo que el cristianismo no sólo comprende a todos los pueblos indígenas, sino que el mismo Cristo, en los miembros de su cuerpo, es indígena». 

Esa tarde, en la parroquia del Sagrado Corazón dedicada a los indígenas en Edmonton, la capital de Alberta, Francisco glosó el concepto de reconciliación. “Jesús reconcilia poniendo juntos, haciendo de dos realidades distantes una única realidad, una sola cosa, un solo pueblo. Y, ¿cómo lo hace? Por medio de la cruz… Jesús, por medio de las extremidades de su cruz, abraza los puntos cardinales y reúne a los pueblos más lejanos, Jesús sana y pacifica todo (ver Efesios 2,14).”

Prosiguió: “Jesús no nos propone palabras y buenos propósitos, sino que nos propone la cruz, ese amor escandaloso que se deja atravesar los pies y las muñecas por los clavos y traspasar la cabeza por las espinas. Esta es la dirección a seguir, mirar juntos a Cristo, el amor traicionado y crucificado por nosotros; ver a Jesús, crucificado en tantos alumnos de las escuelas residenciales. Si queremos reconciliarnos …realmente hay que levantar la mirada a Jesús crucificado, hay que obtener la paz en su altar… La reconciliación no es tanto una obra nuestra, es un regalo, es un don que brota del Crucificado, es paz que viene del Corazón de Jesús, es una gracia que hay que pedir.”

Habló a una iglesia llena de otro aspecto de la reconciliación. “Jesús, por medio de la cruz, nos ha reconciliado en un solo cuerpo… La Iglesia es este cuerpo vivo de reconciliación. Pero, si pensamos en el dolor imborrable experimentado … sólo se experimenta rabia… vergüenza. Eso sucedió cuando los creyentes se dejaron mundanizar y, más que promover la reconciliación, impusieron su propio modelo cultural. Esta mentalidad…tarda en morir, incluso desde el punto de vista religioso. De hecho, parecería más conveniente inculcar a Dios en las personas, en lugar de permitir que las personas se acerquen a Dios. Una contradicción. Pero no funciona nunca, porque el Señor no obra así, él no obliga, no sofoca ni oprime; sino que ama, libera, deja libres. Él no sostiene con su Espíritu a quienes someten a los demás”

Con frase lapidaria Francisco dijo: “no se puede anunciar a Dios de un modo contrario a Dios. Sin embargo, ¡cuántas veces ha sucedido en la historia! Mientras Dios se presenta sencilla y humildemente, nosotros tenemos la tentación de imponerlo y de imponernos en su nombre. Es la tentación mundana de hacerlo bajar de la cruz para manifestarlo con el poder y la apariencia. Pero Jesús reconcilia en la cruz, no bajando de la cruz.”

Siguió hablando de reconciliación, como “sinónimo de Iglesia… La Iglesia es la casa donde conciliarse nuevamente, donde reunirse para volver a comenzar y crecer juntos. Es el lugar donde se deja de pensar como individuos para reconocerse hermanos mirándose a los ojos, acogiendo las historias y la cultura del otro, dejando que la mística del estar juntos tan agradable al Espíritu Santo favorezca la sanación de la memoria herida. Este es el camino, no decidir por los otros, no encasillar a todos dentro de esquemas preestablecidos, sino ponerse ante el Crucificado y ante el hermano para aprender a caminar juntos. Esta es la Iglesia …, no un conjunto de ideas y preceptos que inculcar a la gente, … (sino) una casa acogedora para todos. Y ojalá sea siempre así. …Rezar juntos, ayudar juntos, compartir las historias de vida, las alegrías y las luchas comunes abre la puerta a la obra reconciliadora de Dios.”

26 de julio, Santa Ana

El 26 de julio es una fiesta muy querida en Canadá, especialmente por los indígenas católicos. A las 10 de la mañana ell Papa concelebró (sin poder presidir la celebración eucarística debido a su mala rodilla) en el estadio Commonwealth de Edmonton. La plegaria eucarística fue en latín. Antes de la bendición final el celebrante principal, el arzobispo de Edmonton Richard Smith, le agradeció “hondamente» su gran sacrificio personal en este viaje, y los más de 50.000 asistentes aplaudieron durante tres minutos. 

Por la tarde, bendijo el agua y a la gente en el santuario de Santa Ana en el lago homónimo a cien kilómetros al noroeste de Edmonton. Allí, como por la mañana en el estadio, dijo palabras sentidas relacionadas con la abuela de Jesús.

Papa Canadá

A este Papa mediático las puertas se le abren de par en par para evangelizar, ya que las ceremonias son retransmitidas a millones de personas, por ejemplo, a través de la Canadian Broadcasting Corporation. Un sacerdote que lo acompaña traduce de manera intercalada y muy efectiva, al inglés, y así se lo puede seguir muy bien. 

Homilía de la misa

Somos hijos de una historia que hay que custodiar, no somos islas, dijo el Pontífice, durante la misa. Explicó que la fe suele transmitirse en casa en lengua materna. De ahí la gran tragedia de los internados que distorsionó esa dinámica. Precisamente de nuestros abuelos aprendimos que el amor no es una imposición. La fe nunca debe ser impuesta. No oprimamos las conciencias – y no dejemos nunca de amar y respetar a las personas que nos precedieron y que nos han sido confiadas. Pues ellos son “tesoros preciosos que custodian una historia más grande que ellos mismos”.

Pero “además de ser hijos de una historia que hay que custodiar, somos artesanos de una historia que hay que construir.” El Papa pidió a los presentes que no fueran críticos estériles del sistema, sino constructores de futuro, precisamente dialogando con las generaciones pasadas y futuras.

Distinguió entre una tradición sana, la del árbol cuya raíz envía sapia hacia arriba y da fruto; y un tradicionalismo horizontal, que hace las cosas porque siempre se han hecho así. La tradición es la fe viva de nuestros muertos, mientras que el tradicionalismo es la fe muerta de los vivientes.

“Que Joaquín y Ana intercedan por nosotros. Que nos ayuden a custodiar la historia que nos ha generado y a construir una historia generadora. Que nos recuerden la importancia espiritual de honrar a nuestros abuelos y mayores, de sacar provecho de su presencia para construir un futuro mejor. Un futuro en el que no se descarte a los mayores porque funcionalmente “no son necesarios”; un futuro que no juzgue el valor de las personas sólo por lo que producen; un futuro que no sea indiferente hacia quienes, ya adelante en la edad, necesitan más tiempo, escucha y atención; un futuro en el que no se repita la historia de violencia y marginación que sufren nuestros hermanos y hermanas indígenas. Es un futuro posible si, con la ayuda de Dios, no rompemos el vínculo con los que nos han precedido y alimentamos el diálogo con los que vendrán después de nosotros: jóvenes y mayores, abuelos y nietos, juntos. Vayamos adelante juntos, soñemos juntos. Y no olvidemos el consejo de Pablo a su discípulo Timoteo: “Acuérdate de tu madre y de tu abuela”.”

Abuelos y nenes.  Francisco pudo dar la vuelta interior al estadio en el papamóvil y saludar y besar a una veintena de bebés. Eso fue antes de la misa.

Una historia de dos lagos

Más tarde, en el Lac Sainte Anne, después de la liturgia de la Palabra (Ezequiel sobre el agua que salía del templo y sanaba y Jesús que dice “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba”), el Papa comparó ese lago con el de Galilea. Se imaginó a Jesús desarrollando su ministerio a orilla de un lago similar. 

El mar de Galilea era “como una concentración de diferencias, en sus orillas se encontraban pescadores y publicanos, centuriones y esclavos, fariseos y pobres, hombres y mujeres … Allí, Jesús predicó el Reino de Dios. No a gente religiosa seleccionada, sino a pueblos distintos que, como hoy, acudían de varias partes, acogiendo a todos y en un teatro natural como este.” Ahí  Dios anunció al mundo “algo revolucionario: ‘pongan la otra mejilla, amen a los enemigos, vivan como hermanos para ser hijos de Dios, Padre que hace salir el sol sobre buenos y malos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos’. De ese modo, precisamente aquel lago, ‘mestizado de diversidad’, fue la sede de un inaudito anuncio de … una revolución sin muertos ni heridos, la del amor.”

Comparó el sonido de los tambores indígenas que lo han estado constantemente acompañando al latido del corazón. Añadió: “Aquí, en las orillas de este lago, el sonido de los tambores que atraviesa los siglos y une gentes distintas, nos lleva a aquel entonces. Nos recuerda que la fraternidad es verdadera si une a los que están distanciados.”

Hizo referencia al suicidio asistido, eufemísticamente llamado Asistencia médica al morir, que es legal en Canadá desde 2016, primero por decisión unánime de la Corte Suprema y después por ley del Parlamento. El número de los eutanasiados legalmente desde entonces ronda ya los 40.000. “Es necesario mirar más a las periferias y ponerse a la escucha del grito de los últimos, es necesario saber acoger el dolor de los que, muchas veces en silencio, en nuestras ciudades masificadas y despersonalizadas, gritan: ‘No nos dejen solos’. Es también el grito de los ancianos que corren el peligro de morir solos en casa o abandonados en una estructura, o de los enfermos incómodos a los que, en vez de afecto, se les suministra muerte.” 

También se refirió a los jóvenes, al “grito sofocado de los muchachos y muchachas más cuestionados que escuchados, los cuales delegan su libertad a un teléfono móvil, mientras en las mismas calles otros coetáneos suyos vagan perdidos, anestesiados por alguna diversión, cautivos de adicciones que los vuelven tristes e insatisfechos, incapaces de creer en sí mismos, de amar aquello que son y la belleza de la vida que tienen. No nos dejen solos es el grito de quien quisiera un mundo mejor, pero que no sabe por dónde comenzar.”

El evangelizador máximo no vaciló en afirmar, como no podía ser menos, que la evangelización inculturada es una gran bendición, también humana. “Durante los dramas de la conquista, fue Nuestra Señora de Guadalupe la que transmitió la recta fe a los indígenas, hablando su lengua, vistiendo sus trajes, sin violencia y sin imposiciones. Y, poco después, con la llegada de la imprenta, se publicaron las primeras gramáticas y catecismos en lenguas indígenas. ¡Cuánto bien han hecho en este sentido los misioneros auténticamente evangelizadores para preservar en muchas partes del mundo las lenguas y las culturas autóctonas! En Canadá, esta ‘inculturación materna’ que se realizó por obra de santa Ana, unió la belleza de las tradiciones indígenas y de la fe, las plasmó con la sabiduría de una abuela, que es dos veces mamá.” 

Desde hace 133 años los indígenas cristianos peregrinan a ese santuario. Antes de la llegada del cristianismo, ya existía la costumbre de rezar ahí, pues según la tradición oral autóctona un cacique tuvo un sueño en el que vio que en ese lago iban  a encontrar la sanación. Así, dijo el papa peregrino en su homilía: “¡Cuántos corazones llegaron aquí anhelantes y fatigados, lastrados por las cargas de la vida, y junto a estas aguas encontraron la consolación y la fuerza para seguir adelante!”

El Papa vuela cuatro horas el 27 de julio, llegando a la ciudad de Québec a las tres de la tarde. Aquí lo esperamos.

Lecturas del domingo

«Compartir los bienes con los necesitados». XVIII domingo del tiempo ordinario

Andrea Mardegan comenta las lecturas del XVIII domingo del tiempo ordinario y Luis Herrera ofrece una breve homilía en vídeo. 

Andrea Mardegan·27 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

Los Evangelios de los últimos domingos nos guían en un recorrido espiritual. La parábola del buen samaritano nos ha ayudado a comprender cómo vivir nuestra relación con el prójimo según la misericordia y la compasión. Al maestro de la ley que mencionó el amor al prójimo, Jesús le dijo: haz esto y tendrás la vida. La compasión hacia el prójimo es camino hacia la vida eterna.

El diálogo de Jesús con Marta y María, y luego la revelación de la oración al Padre y la parábola del amigo importuno, nos animan a vivir nuestra relación con Dios con confianza filial y como amigos. Hoy, la parábola del rico insensato nos orienta a vivir nuestra relación con los bienes terrenales, junto a una relación de confianza con Dios y su pensamiento sobre esos bienes, y en una relación de misericordia con las demás personas: no sólo “repartiendo” los bienes como aquel hombre quería hablando a Jesús de la herencia de su hermano, sino “compartiendo”. 

La pregunta sobre la herencia a Jesús se explica porque la ley de Moisés tenía indicaciones sobre este aspecto, y en caso de disputa acudían a un maestro experto en la ley. Pero Jesús no es un simple rabino o intérprete de la ley es el Mesías y el Hijo de Dios; ha venido a cumplirla y a superarla. Él escudriña los corazones y da reglas de vida que van más allá de lo que indica la ley: “Guardaos de toda clase de codicia”. Pablo se hace eco de esta enseñanza al pedir a los Colosenses que den muerte a “la avaricia, que es una idolatría”.

De hecho, lo que llama la atención de la figura del rico “necio”, palabra que en la Biblia designa al hombre que no cree en Dios o que vive como si Dios no existiera, es su soledad. El texto griego dice que “conversa consigo mismo”, y en este soliloquio sólo tiene en mente sus propias cosas: mi cosecha, mis graneros, mis bienes. Se imagina, siempre en diálogo consigo mismo, lo que se dirá cuando haya construido nuevos almacenes: “Y entonces me diré a mí mismo: alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, banquetea alegremente”.

No hay Dios en su horizonte y no hay nadie. Por eso Dios, al hablarle, le abre a un “otro” que no existe en su pensamiento: “¿De quién será lo que has preparado?”. En el griego de Lucas hay un juego de palabras aun más evidente. El hombre rico y egoísta utiliza “psyché” (alma) dos veces: “Diré a mi alma: alma tienes muchos bienes”, y Dios: le dice: “Esta noche te van a reclamar el alma”.

Resuena en la parábola la sabiduría de Qohélet: “¡Todo es vanidad! Hay quien trabaja con sabiduría, ciencia y acierto, y tiene que dejarle su porción a uno que no ha trabajado”. Dios quiere la autentica vida de nuestra alma: compartir los bienes con los necesitados.

La homilía sobre las lecturas del domingo XVIII

El sacerdote Luis Herrera Campo ofrece su nanomilía, una pequeña reflexión de un minutos para estas lecturas.

Vaticano

Gestos del Papa Francisco en Canadá

La peregrinación del Papa Francisco a Canadá está resultando un viaje lleno de gestos y un gran valor simbólico.

Javier García Herrería·26 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

Desde el pasado domingo el Papa Francisco ha emprendido un viaje apostólico y penitencial a Canadá. Sus encuentros con los pueblos indígenas están cargados de un gran valor simbólico. A pesar de que este peregrinaje no está exento de dificultades, las primeras impresiones están siendo positivas.

En su encuentro el pasado lunes 25 de julio con los pueblos indígenas First Nations, Métis e Inuit, el Papa Francisco decía:  “Esperaba que llegara este momento para estar entre ustedes. Desde aquí, desde este lugar tristemente evocativo, quisiera comenzar lo que deseo en mi interior: una peregrinación penitencial. Llego hasta sus tierras nativas para decirles personalmente que estoy dolido, para implorar a Dios el perdón, la sanación y la reconciliación, para manifestarles mi cercanía, para rezar con ustedes y por ustedes”.

Las palabras del Papa expresaban con claridad su dolor por la situación sufrida por los pueblos indígenas, “en particular, por el modo en el que muchos miembros de la Iglesia y de las comunidades religiosas cooperaron, también por medio de la indiferencia, en esos proyectos de destrucción cultural y asimilación forzada de los gobiernos de la época, que finalizaron en el sistema de las escuelas residenciales”. En su discurso ha pedido perdón en siete ocasiones.

Gestos con huella

Una de las primeras personas que el Papa Francisco ha podido saludar ha sido una mujer que pasó por uno de los internados. El beso en la mano con el que se despidió se ha convertido en una de las imágenes icónicas de estos días. Muestra la humildad con la que el Papa ha acudido a Canadá y la respuesta de los líderes indígenas está correspondiendo a este talante. Por eso, no es de extrañar que tras la petición de perdón el Papa recibiera un sombrero indio tradicional, como muestra de afecto y reconocimiento.

Otra de las imágenes del viaje ha sido la oración del Papa Francisco en un cementerio de Maskwacis, a unos 70 kilómetros al sur de la ciudad de Edmonton. La sentida oración del Papa ante las tumbas algunos de los niños de los internados constituye otro gesto cargado de significación.

El Papa reza en el cementerio Ermineskin Cree. ©CNS photo/Paul Haring
Vaticano

El Papa bendice el Lago de Santa Ana

Rome Reports·26 de julio de 2022·Tiempo de lectura: < 1 minuto
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El Papa Francisco bendijo las aguas del Lago de Santa Ana en Alberta (Canadá) siguiendo la usanza indígena y bendiciendo hacia los cuatro puntos cardenales.

Este lago es la meta de una peregrinación anual en la fiesta de Santa Ana, la madre de la Virgen y abuelo de Jesús. Tiene una importancia para los católicos e indígenas. 


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Consideraciones sobre el motu proprio “Ad charisma tuendum”, acerca del Opus Dei

Hemos pedido al profesor Giuseppe Comotti, experto jurista, un comentario al documento de la Santa Sede (el motu proprio “Ad carisma tuendum”) que, el día 14 de julio, ha modificado algunos aspectos de la regulación canónica sobre el Opus Dei. Sus consideraciones se apoyan en dos claves interpretativas.

Giuseppe Comotti·26 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 5 minutos

Traducción del artículo al italiano

Traducción del artículo al inglés

Una interpretación correcta del alcance real del reciente motu proprio sobre el Opus Dei “Ad charisma tuendum” requiere el uso de dos claves hermenéuticas proporcionadas por el propio Papa Francisco en el documento.

La primera clave es la referencia expresa que hace el motu proprio a la constitución apostólica “Ut sit”, con la que san Juan Pablo II erigió la Prelatura personal de la Santa Cruz y Opus Dei el 28 de noviembre de 1982.

Me parece importante señalar que el nuevo motu proprio no deroga la Constitución apostólica, sino que se limita a adaptarla a la nueva organización de la Curia romana, que prevé de forma general la competencia, en adelante, del Dicasterio para el Clero, y no ya del Dicasterio de los Obispos, para todo lo que corresponde a la Sede Apostólica en materia de Prelaturas personales. 

Por lo demás, permanece intacta en su estructura y contenido la Constitución Apostólica “Ut sit”, resumida incisivamente por el propio san Juan Pablo II en el Discurso que pronunció el 17 de marzo de 2001 ante los participantes en un encuentro promovido por la Prelatura del Opus Dei. En ese discurso, el Santo Pontífice, con expresiones inequívocas, no sólo describió la Prelatura como “orgánicamente estructurada”, es decir, compuesta por “sacerdotes y fieles laicos -hombres y mujeres- teniendo a la cabeza a su propio Prelado”, sino que reafirmó la “naturaleza jerárquica del Opus Dei, establecida en la Constitución Apostólica con la que erigí la Prelatura”.

Carácter jerárquico

De este carácter jerárquico, san Juan Pablo II extraía “consideraciones pastorales ricas en aplicaciones prácticas”, subrayando “que la pertenencia de los fieles laicos tanto a su Iglesia particular como a la Prelatura, a la que están incorporados, hace que la misión peculiar de la Prelatura confluya en el compromiso evangelizador de toda Iglesia particular, tal como previó el Concilio Vaticano II al plantear la figura de las prelaturas personales”.

Esta referencia al Concilio Vaticano II es sumamente significativa, y constituye la segunda clave hermenéutica del motu proprio “Ad charisma tuendum”, donde se subraya expresamente la necesidad de hacer referencia a “las enseñanzas de la eclesiología conciliar sobre las prelaturas personales”. 

Como es sabido que el último Concilio, al prever la posibilidad de establecer “diócesis peculiares o prelaturas personales y otras providencias por el estilo” con el fin de facilitar “no sólo la conveniente distribución de los presbíteros, sino también las obras pastorales peculiares a los diversos grupos sociales que hay que llevar a cabo en alguna región o nación, o en cualquier parte de la tierra” (Decreto “Presbyterorum Ordinis”, n. 10), omitió perfilar sus contornos precisos, prefiriendo dejar espacio para un futuro dinamismo eclesial y una disciplina articulada, “según módulos que hay que determinar para cada caso, quedando siempre a salvo los derechos de los ordinarios del lugar”.

La aplicación del concilio

Las sucesivas intervenciones de los Romanos Pontífices, al poner en práctica la perspectiva indicada por el Concilio, dejaban abiertos estos espacios: es el caso del motu proprio “Ecclesiae Sanctae” de san Pablo VI (6 de agosto de 1966) y, sobre todo, del Código de Derecho Canónico de 1983, de san Juan Pablo II, donde se dedican algunas disposiciones a las prelaturas personales (cánones 294-297), susceptibles de ser concretadas de maneras diversas, según las necesidades identificadas por la Santa Sede, que es a quien corresponder la erección de las prelaturas personales.

Hay que señalar, sin embargo, que el Código de Derecho Canónico de 1983 (a diferencia del Código anterior, que admitía la existencia del simple título honorífico de prelado), utiliza el término “prelado” exclusivamente para indicar a sujetos distintos de los obispos diocesanos, pero que tienen, como ellos, la potestad de ordinarios propios respecto de ámbitos de ejercicio de la potestad de gobierno denominados “prelaturas”, especificados adicionalmente con el calificativo de territoriales o de personales, según el criterio adoptado en cada caso para identificar a los fieles destinatarios del ejercicio de la potestad. Dicho esto, el Código de Derecho Canónico deja, por lo demás, espacio para una amplia variedad de configuraciones que, concretamente, las prelaturas individuales podrían recibir en los estatutos dados a cada una por la Autoridad Suprema de la Iglesia.

El episcopado del prelado

En este amplio espacio de libertad, el Código de Derecho Canónico no prevé la necesidad, pero tampoco excluye la posibilidad, de que el prelado sea investido de la dignidad episcopal, dependiendo esta elección exclusivamente de una valoración por parte del Romano Pontífice, único a quien en la Iglesia latina corresponde el nombramiento de los obispos.

La compatibilidad abstracta de la naturaleza de una prelatura personal con la dignidad episcopal del sujeto que está situado a su frente se confirma, en efecto, con la decisión de san Juan Pablo II de nombrar obispos a los dos anteriores Prelados del Opus Dei, a los que, entre otras cosas, él mismo confirió personalmente la ordenación episcopal.

Por otra parte, existen circunscripciones eclesiásticas de naturaleza territorial al frente de las cuales hay prelados que son ciertamente titulares de potestad de gobierno de carácter jerárquico, pero que, sin embargo, habitualmente no están investidos de la dignidad episcopal (piénsese en las prefecturas apostólicas en los territorios de misión).

A esto hay que añadir que -como es sabido-, en la perspectiva de un ejercicio de las funciones de gobierno no limitado sólo a los obispos las insignias pontificias no están reservadas por el Derecho canónico exclusivamente a estos últimos, sino que se prevé su uso para una categoría mucho más amplia de sujetos, aunque no estén elevados al episcopado, como son, por ejemplo, los Cardenales y los Legados del Romano Pontífice, los Abades y los Prelados que tienen jurisdicción sobre un territorio separado de una diócesis, los Administradores Apostólicos constituidos de forma permanente, los Vicarios Apostólicos y los Prefectos Apostólicos, y los Abades de las congregaciones monásticas.

El motu propio Ad charisma tuendum

Por lo tanto, si se acepta sin dificultad que las funciones de un prelado puedan ser confiadas a un presbítero, esto no impide que las prelaturas personales impliquen siempre el ejercicio de la potestad de gobierno eclesiástico, aunque sólo sea porque, como prevé el canon 295, parágrafo 1, el Prelado personal “tiene el derecho de erigir un seminario nacional o internacional, así como de incardinar alumnos y promoverlos a las órdenes con el título de servicio a la prelatura”. 

El hecho de que el Papa Francisco se proponga, adecuadamente, proteger el origen “carismático” del Opus Dei, “según el don del Espíritu recibido por san Josemaría Escrivá de Balaguer”, no impide en absoluto el hecho de que la Prelatura como tal ha sido erigida mediante una Constitución apostólica, que es el instrumento que del que habitualmente se sirve el Romano Pontífice para instituir las circunscripciones eclesiásticas, a través de las cuales se distribuye y regula el ejercicio de la potestad de gobierno que corresponde a la jerarquía.

En consecuencia, el motu proprio “Ad charisma tuendum”, atendiendo al Magisterio conciliar, lejos de imponer una separación neta entre la dimensión carismática y la dimensión institucional-jerárquica del Opus Dei, debe leerse como una invitación a vivir con “un dinamismo nuevo” (cfr. san Juan Pablo II, Carta apostólica “Novo millennio ineunte”, n. 15) la fidelidad al carisma de san Josemaría, que la Suprema Autoridad de la Iglesia, a través de la constitución apostólica “Ut sit”, ha traducido en la institución de una Prelatura personal, es decir, de un instrumento de naturaleza jerárquica.

A ella se le confía lo que el Papa Francisco define en el motu proprio como una “tarea pastoral”, que ha de llevarse a cabo “bajo la guía del prelado” y que consiste en “difundir la llamada a la santidad en el mundo, a través de la santificación del trabajo y de los compromisos familiares y sociales, por medio de los clérigos incardinados en ella y con la cooperación orgánica de los laicos que se dedican a las obras apostólicas”.

Una tarea que, precisamente por ser pastoral, no puede sino ser compartida con los Pastores de la Iglesia y que, en cuanto a su contenido, no se refiere a categorías específicas de sujetos, sino que implica a todos los fieles, llamados a la santidad en virtud del Bautismo y no por razón de una particular elección de vida.

El autorGiuseppe Comotti

Profesor ordinario de Derecho Canónico y de Derecho eclesiástico

Università di Verona

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Experiencias

La última sonrisa

Una historia real para un día como hoy, en el que celebramos la festividad de San Joaquín y Santa Ana.

Juan Ignacio Izquierdo Hübner·26 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 8 minutos

En mi recuerdo sobre los últimos meses de la vida de Margarita se mezclan el dolor y la dulzura. Era una mujer tierna y fuerte que, a pesar de las inclementes circunstancias de su vida, tenía la virtud de mantener su sonrisa a flote.  

Rodrigo la conoció en el año 2016. En ese entonces él era estudiante de Negocios, yo de Derecho y junto con un grupo de amigos intentábamos sacar adelante una iniciativa social. Queríamos poner en contacto a jóvenes universitarios con abuelitos que estuvieran abandonados en sus propios hogares. Sería un win-win deal: nosotros aprenderíamos de la experiencia de los mayores y ellos recibirían un alivio en su soledad. 

Elegimos comenzar en una zona vulnerable: la población La Pincoya, un mar de casas de 60 metros cuadrados emplazadas entre calles asfaltadas pero estrechas, cuyos techos de zinc llegan hasta el pie de las colinas que cierran Santiago de Chile por el norte. Allí fuimos a explorar. En la comisaría local nos recomendaron concertar las visitas los sábados por la mañana, pues a esa hora descansa el narcotráfico.

El párroco, por su parte, nos sugirió llevar camisetas blancas para que la gente asociara nuestra presencia con la de los voluntarios de la parroquia que trabajan en otras iniciativas, pues eso nos daría más seguridad. Luego fuimos puerta por puerta preguntando dónde vivían abuelitos que tuvieran interés en recibir visitas para conversar.  

A pesar de nuestro temor inicial, la gente nos acogió con calidez, nos fuimos familiarizando con el barrio y descubrimos que el problema de la soledad era frecuente y desgarrador. Sábado a sábado, visitábamos abuelitos para escucharlos, felicitar a alguno por su cumpleaños o darles un rato de conversación. No éramos médicos, ni psicólogos, ni trabajadores sociales, sino solo unos jóvenes inexpertos que salíamos de cada visita con el corazón lleno y el alma conmovida.

Muy pronto, Rodrigo conoció a la señora Margarita. Se la presentó Mel, una joven misionera francesa que llevaba unos meses trabajando en la zona. En ese encuentro, Margarita se mostró encantada de conversar y Rodrigo le dijo que volvería. El aspecto de esta señora era elocuente respecto de su necesidad: cuando dijo que había nacido en 1942 y que tenía 74 años, él se sorprendió, tanto por la confianza que les brindaba al darles esa delicada información, como porque parecía tener 15 o 20 años más.

Era de baja estatura y algo rellenita, llevaba un peinado alto que brotaba como un campo de trigo blanco sobre su cabeza, se abrigaba con una chaqueta de forro polar azul holgada y una bufanda (en las siguientes visitas se lo cambió por un jersey negro de botones dorados bastante más elegante); tenía cejas grandes y expresivas, y era ciega del ojo izquierdo. Caminaba con dificultad y se quejaba de que le dolían los músculos del lado derecho del cuerpo. Su mayor problema, en todo caso, no eran los dolores físicos, sino la soledad. Era viuda y vivía en su casita acompañada por dos perros pequeños y por uno de sus seis hijos, al que lamentablemente veía poquísimo y además le hacía llorar con alarmante frecuencia, pues era alcohólico en grado severo. A los demás hijos los veía «tarde, mal y nunca», pues todos menos la hija eran alcohólicos también. 

Dos sábados después, Rodrigo regresó acompañado por José Miguel. La señora Margarita estaba impresionada por el hecho de que los jóvenes hubieran cumplido su promesa, dio gracias a Dios y los recibió en su casa con emoción. Se sentaron en unos sillones bajos de la salita de estar y rápidamente entraron en confianza. Primero les habló de su infancia en la ciudad de Talca y luego pasó a temas que le preocupaban más, hasta llegar a sus hijos. Ahí terminó por abrir completamente el corazón y les relató, con labios temblorosos y palabras tímidas, una tristeza negra: la semana anterior había muerto el hijo que vivía con ella por una intoxicación alcohólica. 

Este pobre hombre llevaba mucho tiempo padeciendo esa adicción, pero cuando le avisaron que su único hijo se había ahorcado por problemas con el narcotráfico, perdió el control: se desesperó y se aferró a la botella como un náufrago al tablón. Así se pasó un año, enfangado en la angustia más espantosa, hasta que su cuerpo no resistió más y desertó de seguir viviendo. 

Margarita contaba estas desgracias a Rodrigo y José Miguel como si fueran amigos desde hacía mucho tiempo, ampliamente y con detalles: consiguió hablar, lamentarse y llorar. Después de una hora y media de catarsis, sintió que había terminado: se secó las lágrimas con un pañuelo y miró a mis amigos a los ojos, o a lo que quedaba de ellos, pues a esas alturas estaban como petrificados por la impresión. Margarita esbozó una sonrisa infantil y les dio las gracias: «Si no fuera por ustedes, no hubiera tenido con quién desahogarme… ahora me siento más aliviada. Gracias».

Ellos respondieron algo breve y cayeron en la cuenta de que se les había hecho tarde, así que se despidieron. Mientras ella abría la puerta, les guiñó su ojo sano y, suplicándoles con la mirada que volvieran, agregó: «Nunca me voy a aburrir de ustedes, ¡lo prometo!». Se separaron y ella dirigió sus pasos a la cocina para preparar el almuerzo, con la sonrisa puesta, mientras el reloj de pared retomaba su lentitud habitual.

Rodrigo volvió quince días después. Esta vez con la sorpresa de que llevaba como acompañante a José Tomás, un estudiante gordillo y simpático que nació en Talca, ¡como Margarita! La conversación fue entrañable y estuvo intercalada por risas y jolgorio, incluso se sacaron una selfie. La ceremonia de despedida tuvo un final más festivo: «Mis puertas están abiertas para ustedes, y más si viene un talquino», les dijo ella, radiante de dicha.  

En los meses siguientes se sucedieron otras tres visitas, en las que Rodrigo iba consiguiendo que más universitarios le acompañaran: se sacaron alguna foto más, un día José Tomás le regaló dos de esas fotos enmarcadas a Margarita, ella hacía bromas al talquino y se despedía con frases tiernas y variadas como: «Gracias por venir, chiquillos, los tengo como a mi familia» o «tengo que dar gracias a Diosito por mandar a estos lolos tan guapetones a verme». 

En octubre me sumé yo por primera vez al plan de visitar a Margarita. Para entonces íbamos 6 en la comitiva. Recuerdo que aparcamos en la comisaría local, como solíamos hacer, y nos pusimos a caminar por la población con nuestras camisetas blancas.

Era una mañana de sábado muy azul y templada, sin nubes, las bandas del narcotráfico dormían a pesar del reguetón en alto volumen que fluía de algunas casas como chorros musicales, las señoras salían de sus casas empujando maletitas de lona con ruedas para comprar verduras en el mercadillo del barrio, los niños jugaban fútbol en la calle y detenían el balón para mirarnos con cierto escepticismo.

Cuando llegamos a la esquina que daba al callejón de nuestra abuelita, nos percatamos de que había sucedido algo. En muchas puertas de entrada, los vecinos habían colgado globos blancos. Al fondo, en la casa con portón blanco donde vivía Margarita, divisamos una aglomeración de gente.

Rodrigo sonrió, aunque con inquietud: «Me dijo que su hija se iba a casar, pero no sabía que sería hoy. ¡Vamos!», y aceleró el paso. Lo seguimos y nada más llegar a la escalinata de la entrada, vimos la puerta abierta y a unas 15 personas muy serias y vestidas de modo informal pero digno que nos devolvían la mirada.

En mitad del grupo destacaba un hombre de mediana edad que se apoyaba en los hombros de los demás para observarnos con particular intensidad. Era calvo, llevaba un pantalón y chaqueta deportivas y calzaba unas zapatillas sucias. Con un movimiento rápido se quitó las gafas de sol y se inclinó hacia fuera para mirarnos mejor con sus ojos enrojecidos. Pareció reconocernos, se abrió paso entre la gente y bajó los tres peldaños que nos separaban para saludarnos con una mueca de amargura, remordimiento y gratitud: «¡Han venido!, ¡han venido!, no puedo creer que hayan venido también al velorio de mi madre, ¡gracias, gracias!», exclamó, dándonos calurosamente la mano a cada uno, mientras nosotros procesábamos lo que estaba sucediendo.

Entramos en la casa y él nos fue presentando a sus hermanos, tres hombres gordos y mal afeitados cuyos rostros planos alcanzaban a mostrar una tristeza densa y críptica, y una mujer ancha que parecía más empática. Nos saludaron con una mirada de profundo respeto y nos vimos, de pronto, en primera fila, rodeando el féretro donde la señora Margarita descansaba en paz. La sorpresa que nos llevamos fue enorme, ¡no lo esperábamos para nada!

A través del cristal que transparentaba la cara de la difunta, vi que ella sonreía, por última vez. Expresaba una alegría pura, como si quisiera legarnos su fortaleza, su confianza en Dios, su agradecimiento a la vida. Los familiares nos observaban desde las paredes, pero nosotros nos habíamos quedado absortos, con la vista clavada en esos ojos cerrados, esas cejas tranquilas y esa sonrisa sincera. El hijo que nos había recibido, con dificultad por las lágrimas que no paraban de escapársele como a un grifo mal cerrado, rompió el hielo. En tono confidencial, aunque con evidente intención de hacerse oír por todos, nos dijo: 

—Hace dos o tres años que no venía a ver a mamá. Hablábamos por teléfono, aunque muy de vez en cuando. Los últimos meses solo me contaba cosas de ustedes y me preguntaba si sabía cuándo iban a volver a visitarla los muchachos de la universidad… —Se secó las lágrimas con la manga de su chándal, suspiró como para tomar aire y continuó, aunque mirando al suelo, con un gemido— La teníamos abandonada. 

Los hermanos bajaron la mirada también, nosotros esperamos unos segundos y él continuó con dificultad.

—Y mientras nosotros estábamos ocupados en nuestras cosas, ustedes vinieron para reemplazarnos. Ustedes dieron familia a nuestra mamá en sus últimos meses de vida. Por eso hemos querido… —Miró a sus hermanos, ellos asintieron, y nos indicó una mesita que estaba arrimada a la esquina de la sala y que hasta ese momento no había advertido—. Ejem, hemos querido poner aquí, a los pies de la Virgen, las dos fotos que se hicieron ustedes con mi mami. 

Ahí estaba, efectivamente, delante de una estatuilla en yeso de Nuestra Señora de Lourdes y de una foto del marido y otra del hijo fallecido, en primera fila, las dos selfies enmarcadas que José Tomás había regalado a Margarita tiempo atrás, orientadas hacia el ataúd. No supimos qué decir, las gargantas se nos apretaban y no conseguíamos responder: Rodrigo fue el primero en llorar, luego José Tomás se quebró también y acabamos llorando todos, nosotros y los hijos de Margarita, unidos con el resto de los familiares que habían presenciado la conversación, todos tomados de la mano en torno al ataúd. Rezamos un padre nuestro, un avemaría y un gloria, todos juntos en un momento de comunión inolvidable, mientras contemplábamos ese rostro tan atormentado como sonriente de la difunta señora Margarita, esa sonrisa que atraía todas las miradas y nos consolaba haciéndonos pensar que estaba en un lugar mejor, liberada por fin de los sufrimientos de la tierra, abrazada quizá por su marido, por su hijo y por su nieto en el más allá; tanto dolor transformado de golpe en felicidad, como se abre una rosa después de ser regada con lágrimas y sangre. Su sonrisa nos reconfortaba: «¡Han venido! —parecía querer exclamar con alegría incombustible—, han venido incluso a mi velorio, chiquillos, ¡gracias! Por cierto, estoy sensacional. Cuando llegué aquí contemplaba a Dios solo con los ojos del alma, pero después un serafín muy buen mozo me prestó algunos de los ojos que lleva en sus alas y ¡no se imaginan lo bien que veo aquí! ¡Vengan pronto, chiquillos, y no se preocupen mucho por el dolor que sufren en la vida, que todo eso encuentra aquí su consuelo. ¡Vengan a verme también aquí, no se demoren mucho!».

Salimos a la calle en silencio, acompañados por los hermanos con la seriedad de una procesión de Semana Santa. Nos mirábamos y no sabíamos cómo despedirnos. Primero un abrazo, luego otro. Promesas de oraciones, nuevos agradecimientos, una foto. Al final conseguimos separarnos y caminamos de regreso al coche, en silencio, conscientes de que llevaríamos siempre a Margarita y su sonrisa en nuestro corazón. No éramos médicos, ni psicólogos, ni trabajadores sociales, es verdad, en eso no pudimos darle una ayuda profesional, pero habíamos tenido la fortuna de ser adoptados por Margarita como sus nietos, y eso seguiremos siendo por toda la eternidad. 

Vaticano

Carisma y jerarquía en el Opus Dei, dos dimensiones en una misma realidad. La relación entre los dones del Espíritu Santo en la Iglesia

En la Iglesia, las dimensiones jerárquica y carismática son inseparables, y se complementan. Así se comprueba también en el caso del Opus Dei. Lo pone de manifiesto nuevamente el reciente motu proprio “Ad charisma tuendum”, con el que el Papa Francisco desea promover la misión que el Opus Dei realiza en la Iglesia. El autor, un conocido canonista, comenta este aspecto.

Luis Felipe Navarro·25 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 6 minutos

Traducción del artículo al inglés

La dimensión institucional y la carismática son dos dimensiones que es posible distinguir, sin confundirlas. A la vez, son necesarias para la vida de la Iglesia y complementarias entre ellas.

No existe una Iglesia que no sea jerárquica, fundada en los Apóstoles y gobernada por sus sucesores, y que a la vez no sea carismática. No existe una Iglesia jerárquica y otra “del Pueblo”.

Tampoco existe una Iglesia que sea únicamente jerárquica, sin ser al mismo tiempo carismática.

En efecto, los carismas dados por el Espíritu Santo han sido una realidad en la Iglesia desde su fundación. Basta leer las cartas de san Pablo para entender que existe una gran variedad de dones del Espíritu, para la utilidad y el bien de la Iglesia; unos son de la autoridad, y otros de los fieles (como se puede ver, por ejemplo, en 1 Cor 12, 28, y 1 Cor 14, 27-28).

Los dones que recibían los bautizados en la comunidad cristiana eran en cada caso dones de diversa entidad y contenido. Pero no eran para el beneficio individual, sino para el bien de la comunidad. Por eso, su ejercicio debe ser ordenado, ya que son para la edificación, no para la destrucción.

Constatando esta realidad, el Concilio Vaticano II ha subrayado que el Espíritu Santo provee y gobierna la Iglesia con dones jerárquicos y carismáticos. Como señala la Constitución Lumen gentium, n. 4, “el Espíritu Santo (…) guía la Iglesia a toda la verdad (cfr. Jn 16, 13), la unifica en comunión y ministerio, la provee y gobierna con diversos dones jerárquicos y carismáticos y la embellece con sus frutos (cf. Ef 4, 11-12; 1 Co 12, 4; Ga 5, 22)”.

Las dimensiones jerárquica y carismática en los últimos Romanos Pontífices

Esta presencia del Espíritu Santo ha sido valorada especialmente por los últimos Romanos Pontífices. Una aportación clara de Juan Pablo II, al referirse a la presencia de nuevos grupos dotados de un notable empuje carismático y evangelizador, era destacar que los dones del Espíritu son esenciales para la Iglesia.

Así, decía: “En varias ocasiones he subrayado que no existe contraste o contraposición en la Iglesia entre la dimensión institucional y la dimensión carismática, de la que los movimientos son una expresión significativa. Ambas son igualmente esenciales para la constitución divina de la Iglesia fundada por Jesús, porque contribuyen a hacer presente el misterio de Cristo y su obra salvífica en el mundo” (Mensaje a los participantes al Congreso mundial de los Movimientos eclesiales, 27 de mayo de 1998, n. 5). Si son coesenciales, quiere decir que pertenecen a la naturaleza y al ser de la Iglesia.

El Papa Benedicto XVI por su parte, precisó cómo se conjugan y relacionan ambas dimensiones: “En la Iglesia también las instituciones esenciales son carismáticas y, por otra parte, los carismas deben institucionalizarse de un modo u otro para tener coherencia y continuidad. Así ambas dimensiones, suscitadas por el mismo Espíritu Santo para el mismo Cuerpo de Cristo, concurren juntas para hacer presente el misterio y la obra salvífica de Cristo en el mundo” (Discurso a la Fraternidad de Comunión y Liberación en el XXV aniversario de su reconocimiento pontificio, 24 de marzo de 2007).

Son dos dimensiones que se entrelazan, que se complementan, que están siempre presentes, con mayor o menor intensidad. Cómo no recordar que, unido a la figura del Romano Pontífice, está el carisma de la infalibilidad; que quien es sucesor de los Apóstoles recibe los dones del Espíritu para gobernar y guiar la Iglesia, y que entre estos dones está el discernimiento sobre la autenticidad de los carismas (como señaló la Congregación para la Doctrina de la Fe en el n. 8 de la Carta Iuvenescit Ecclesia, de 15 mayo de 2016, “el mismo Espíritu da a la jerarquía de la Iglesia, la capacidad de discernir los carismas auténticos, para recibirlos con alegría y gratitud, para promoverlos con generosidad y acompañarlos con paterna vigilancia”; se trata de un don recibido para el bien de todo el Pueblo de Dios).

El Papa Francisco ha puesto también de manifiesto la armonía entre ambas dimensiones: “Caminar juntos en la Iglesia, guiados por los Pastores, que tienen un especial carisma y ministerio, es signo de la acción del Espíritu Santo; la eclesialidad es una característica fundamental para los cristianos, para cada comunidad, para todo movimiento” (homilía en la Vigilia de Pentecostés con los movimientos eclesiales, 19 de mayo de 2013), y ha destacado cómo los carismas nacen y florecen en las comunidades cristianas: “Es en el seno de la comunidad donde brotan y florecen los dones con los cuales nos colma el Padre; y es en el seno de la comunidad donde se aprende a reconocerlos como un signo de su amor por todos sus hijos”. Siempre son eclesiales, y están al servicio de la Iglesia y de sus miembros.

En la carta Iuvenescit Ecclesia, de 2016, la Congregación para la Doctrina de la Fe afirma: “En última instancia, es posible reconocer una convergencia del reciente Magisterio eclesial sobre la co-esencialidad entre los dones jerárquicos y carismáticos. Su oposición, así como su yuxtaposición, sería signo de una comprensión errónea o insuficiente de la acción del Espíritu Santo en la vida y misión de la Iglesia”.

La complementariedad entre jerarquía y carisma, en el caso del Opus Dei

En el reciente motu proprio Ad charisma tuendum, de 22 de julio de 2022, el Papa Francisco ha vuelto a poner de relieve la complementariedad de los dones jerárquicos y carismáticos. En efecto, la Prelatura del Opus Dei fue constituida por Juan Pablo II, con la Constitución apostólica Ut sit, para llevar a cabo un fin propio de estos entes jerárquicos: la realización de peculiares obras pastorales (la otra finalidad es la de contribuir a la distribución del clero: decreto Presbyterorum Ordinis, n. 10; Código de Derecho Canónico, canon 294).

Como recuerda el Papa Francisco en el Proemio del motu proprio, el Opus Dei tiene una tarea peculiar en la misión evangelizadora de la Iglesia: vivir y difundir el don del Espíritu recibido por san Josemaría, que no es otro que difundir la llamada a la santidad en el mundo, a través de la santificación del trabajo y de las tareas familiares y sociales del cristiano.

Para alcanzar esta finalidad de difundir la vocación universal a la santidad, que no es una tarea exclusiva del Opus Dei, sino de toda la Iglesia (cfr. Lumen gentium, n. 11, y Francisco, Exhortación Apostólica Gaudete et exultate, de 19 marzo de 2018), la jerarquía ha creado una Prelatura, presentando un modelo real y práctico de vivir esa santidad en medio del mundo.

En efecto, el camino abierto por Espíritu Santo el 2 de octubre de 1928, fecha de la fundación del Opus Dei, ha dado frutos de santidad entre fieles variadísimos: hombres y mujeres, casados y célibes, laicos y clérigos. De hecho, entre los fieles de la Obra algunos han alcanzado la gloria de los altares: san Josemaría, el beato Álvaro del Portillo y la beata Guadalupe Ortiz de Landázuri. El Opus Dei es, en efecto, un ejemplo posible y real de santidad en el mundo.

A su vez, la Santa Sede llevó a cabo un discernimiento sobre el carisma del Opus Dei, dando su aprobación en diversos momentos de su historia (cfr.A. de Fuenmayor, V. Gómez-Iglesias, J.L. Illanes, “El itinerario jurídico del Opus Dei: historia y defensa de un carisma”, Pamplona 1989), y en 1982 concluyó que debía ser configurado como Prelatura Personal, configuración que ha sido confirmada por el Papa Francisco en el motu proprio (que a la vez modifica algunos artículos de la Constitución Apostólica Ut sit, en los puntos en los que se especifica la relación con la Santa Sede: artículos 5 y 6).

Dos dimensiones en una misma realidad

Es normal que, ante los dones carismáticos y jerárquicos, la tendencia sea pensar que los depositarios de unos y otros son personas diversas.

En este caso, encontramos un ente que es jerárquico (su guía es un Prelado, que actúa con la colaboración necesaria de un presbiterio y de fieles laicos como miembros: cfr. cánones 294 y 296, y Juan Pablo II, Constitución Apostólica Ut sit, artículos 3 y 4), y a la vez carismático: tiene que vivir y difundir ese carisma. Todos sus miembros han recibido la llamada de Dios a ser santos encarnando el espíritu que Dios dio al fundador de la Obra.

Constituye, pues, un ejemplo de ente en que el que la complementariedad entre dones jerárquicos y carismáticos se hace palpable en una misma realidad. Toda realidad carismática tiene una relación con la función de la jerarquía. En este caso, aparte de la normal relación con la autoridad, que ha decretado la autenticidad del carisma y que siempre acompaña ese carisma vivo que tiene sus desarrollos en la historia, se añaden algunos aspectos peculiares, como el que acabo de indicar: una Prelatura con un Pastor, con un presbiterio y con laicos destinada a difundir un carisma al servicio del Pueblo de Dios.

El autorLuis Felipe Navarro

Rector de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, Profesor de Derecho de la Persona, Consultor del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida.

Cultura

Javier Viver: «Si el arte no genera comunión será cualquier otra cosa, pero no arte»

El fotógrafo y escultor Javier Viver, autor de la Madre de Hakuna, o la Bella Pastora, es uno de los referentes del arte sacro contemporáneo en España. Desde el 25 de julio hasta el 30, dirige el Observatorio de lo Invisible, en el que un centenar de estudiantes y profesionales de distintas disciplinas artísticas comparten experiencias creativas y reflexiones en el marco del Monasterio de Guadalupe. 

Maria José Atienza·25 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 3 minutos

De sus manos han salido imágenes marianas como la Madre de Hakuna, la Bella Pastora de Iesu Communio, la mujer de Lot o el Ángel de la Guarda que, desde hace unos días, puede verse en la madrileña Puerta del Ángel. Javier Viver es uno de los referentes del arte sacro contemporáneo en España pero también es un prolífico autor de obras de temática no religiosa tanto escultóricas como fotográficas.

La Bella Pastora de Javier Viver

Desde el pasado año impulsa, a través de la Fundación Vía, el Observatorio de lo Invisible. Una escuela de verano para estudiantes de distintas disciplinas artísticas, que, durante una semana se sumergen en una experiencia de arte y espiritualidad en el marco del Monasterio de Guadalupe de Cáceres.

Con este paisaje de fondo, Viver señala en esta entrevista con Omnes lo que él considera el papel del artista en la sociedad actual: “ofrecer una brizna de esperanza, un retazo del paraíso, a la sociedad”.

La primera experiencia del Observatorio de lo Invisible fue un éxito y esto ha llevado a ampliar y continuar la convocatoria ¿Qué define esta escuela de verano?

– La posibilidad de compartir la creación artística con una gran diversidad de artistas de todas las disciplinas y edades. Mas de 100 asistentes entre artista y estudiantes. 

¿Por que eligieron el entorno del Monasterio de Guadalupe?

– El Monasterio es un centro histórico de espiritualidad y creación artística de primer orden. Con obras maestras de Zurbarán, el Greco o Goya.

Hablando de lo invisible, que es el arte la vía de materialización del espíritu 

¿Puede darse un arte inanimado?

– No, el arte está esperando un alma que lo interprete, que lo vuelva a activar. 

¿El artista crea para si mismo o para el espectador?

– Desde mi punto de vista crea para un espectador, para un lector. El arte como fenómeno cultural solo tiene sentido para una sociedad. Si no genera comunicación, comunión, será cualquier otra cosa, pero no arte.

Las obras mas importantes son las que conectan y despiertan la contemplación de otras almas, de su generación y de las que vendrán.  En este sentido su proyección es atemporal, su audiencia universal e ilimitada. El arte a largo plazo es la mejor inversión. 

Entre sus obras más conocidas de temática religiosa se encuentran las imágenes marianas de la Bella Pastora o la Madre de Hakuna. ¿Cómo se imagina usted a la Virgen?

– La Virgen María es la Iglesia naciente, la doncella de Nazaret que inició esta aventura tan apasionante que llamamos Iglesia. Primero fue la Iglesia doméstica de Nazaret, luego la jerárquica. Ella es la tradición viva de la Iglesia, hecha relatos domésticos que luego contaría a los discípulos de Jesús y estos escribieron en los evangelios y otros escritos. Además, María es la iniciadora de la Vía del arte, via pulchritudinis.

Como las grandes mujeres de la historia fue la gran narradora doméstica de la historia de la salvación y la gran tejedora. Fue la madre de Jesús y se convirtió en la madre de los discípulos de Jesús. 

El arte se ha identificado, quizás de mañera romántica, con los outsiders, los locos o los visionarios… ¿Hay algo de verdad en esta identificación?

– El arte está siempre en el limite, en esa región en la que aparece el misterio, lo que no se ve, lo que no se entiende, lo que rompe con lo políticamente correcto.  

En una sociedad que se debate entre la continua ruptura y los nuevos moldes ¿qué papel tiene el artista?

– La de hacerlo todo nuevo y todo antiguo. La de ofrecer una brizna de esperanza a su sociedad, un retazo del paraíso, la de hacer visible lo invisible. 

Vaticano

Vittorio Scelzo: “Los ancianos piden que no se les deje solos“

“Es la primera vez en la historia que envejecer se ha convertido en un fenómeno de masas“. Así afirma Vittorio Scelzo, responsable de la pastoral de los ancianos en el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, en esta entrevista para Omnes.

Maria José Atienza·24 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 4 minutos

La Iglesia celebra hoy, por segundo año, la Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores 2022 con el lema, “En la vejez todavía darán fruto“. A ella le han precedido varios meses de catequesis sobre la vejez, los ancianos y el papel de la familia que el Papa Francisco ha desarrollado en sus audiencias de los miércoles.

Scelzo, además, destaca en esta entrevista que los ancianos piden a la Iglesia, fundamentalmente “que no se les deje solos, y la Iglesia, especialmente con el magisterio del Papa Francisco, lo tiene muy claro: abandonar a los ancianos es un pecado grave“.

El mensaje del Papa para esta Jornada destaca una realidad típica del primer mundo: el miedo a la vejez. ¿Cómo nos afecta esto en la familia, en la Iglesia?

– El Papa habla del miedo a envejecer. Es algo de lo que todos somos claramente conscientes: asociamos la vejez con la pérdida de autonomía, de salud. A menudo se piensa que envejecer significa de alguna manera perder la dignidad por la fragilidad que se experimenta.

Sin embargo, envejecer -así reza el mensaje- es un regalo. Después de todo, durante siglos uno de los grandes objetivos de la humanidad ha sido vivir mucho tiempo. Ahora que una vida más larga se ha convertido en una realidad para muchos, nuestras sociedades parecen no estar preparadas.

La vejez es algo nuevo. Es la primera vez en la historia que envejecer se ha convertido en un fenómeno de masas. No estamos preparados y por eso el Papa dedica tanta atención a los ancianos: es necesario desarrollar la reflexión sobre esta edad de la vida. Será uno de los retos más importantes de los próximos años.

La población, y por tanto los miembros de la Iglesia, en Occidente son en su mayoría ancianos. Este es también un reto pastoral: ¿cómo podemos involucrar a los ancianos en el trabajo de la Iglesia cuando pueden no estar en plena forma?

– A menudo los ancianos están implicados, son los que dirigen nuestras parroquias, son los protagonistas de nuestro compromiso de caridad. Sólo hay que mirar alrededor de la Iglesia- para ver que son los que asisten a misa con más asiduidad. Pero hay un reto que nos plantean los que no están a pleno rendimiento.

Retomando el pasaje evangélico que escuchamos el domingo pasado, diría que nos plantean el reto de María: el de comprender que ser cristiano no es sólo correr detrás de las muchas cosas que hay que hacer, sino redescubrir la centralidad de la escucha y la oración.

El Papa, en su mensaje para la Jornada Mundial de los Abuelos y los Ancianos, confía la tarea de la oración a los ancianos. No es un compromiso residual, de él depende el futuro de la Iglesia y del mundo: la tradición judía dice que es la oración de los justos la que sostiene al mundo.

En este momento, me parece que tal vez la primera urgencia pastoral sea suscitar la oración por la paz en Ucrania, y los ancianos, que conocen el horror de la guerra, en esta perspectiva, no están en la retaguardia, sino entre los pioneros.

En un mundo en el que la soledad está cada vez más presente, sobre todo en la población anciana, ¿Qué piden los ancianos a la Iglesia?

– El aislamiento es la gran enfermedad de los mayores y nuestra sociedad corre el riesgo de contagiarse de ella. Nos estamos acostumbrando a pensar que la soledad es algo normal y la pandemia la ha hecho parecer ineludible.

Pero Dios -no es casualidad que sea una de las primeras palabras de la Biblia- no quiere que el hombre esté solo.

Los ancianos piden que no se les deje solos, y la Iglesia, especialmente con el magisterio del Papa Francisco, lo tiene muy claro: abandonar a los ancianos es un pecado grave.

Sin embargo, vemos múltiples manifestaciones de la cultura del descarte, y lamentablemente esto también ocurre dentro de las familias cristianas.

El Papa también anima a los ancianos a ser protagonistas de la revolución de la ternura que el mundo necesita. En este sentido, ¿cómo pueden combinarse en la familia la ternura y la enseñanza de la responsabilidad?

– El Papa en su mensaje asocia la palabra ternura con la ya no tan de moda palabra revolución. Creo que se refiere a que el comportamiento marcado por esta actitud debería ser la semilla de un cambio en nuestras ciudades.

Nos pide que tengamos para los más pobres -menciona en particular a los refugiados de la guerra de Ucrania y a los demás que manchan de sangre nuestro mundo- un pensamiento y una actitud tiernos.

Los ancianos pueden hacer mucho (estamos asistiendo a un gran movimiento de solidaridad) no sólo desde el punto de vista práctico y de acogida, sino que pueden ayudarnos a desescalar el clima, a comprender -como muchos de ellos han tenido que hacer- que solos no nos salvamos.

Este es el magisterio de la fragilidad del que habló el Papa en una de las últimas audiencias de los miércoles: la sabiduría de quien comprende que no se basta a sí mismo y la inutilidad de la oposición a ultranza.

Al mismo tiempo, y conscientes de todo esto, ¿cómo podemos animar a las nuevas generaciones a participar activamente en la Iglesia y en la sociedad?

– El Papa habla muy a menudo de una alianza entre las generaciones. Siempre me ha llamado la atención que la primera vez que habló de las personas mayores fue durante la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro.

La pregunta que hace es realmente muy compleja, pero -seguramente- parte de la respuesta está en el redescubrimiento (o la construcción) de un vínculo entre jóvenes y mayores. No es sólo una idea bonita: conocemos muchas experiencias que nos dicen que el encuentro entre jóvenes y mayores es siempre una experiencia muy rica para todos.

En los últimos meses hemos escuchado al Papa no sólo hablar de los ancianos, sino también dirigirse a ellos, aludiendo a las actitudes que dificultan la convivencia intergeneracional. ¿Cómo puede la Iglesia promover este entendimiento mutuo más allá de una visita de un día?

– En primer lugar, ¡hagamos esta visita! El Papa escribe en su mensaje que una amistad suele nacer de una primera visita. Dar un paso hacia los demás, especialmente hacia los más débiles, siempre tiene un valor, y eso es lo que pedimos a todos en el Día Mundial de los Abuelos y los Mayores: ¡visitemos a una persona mayor que se sienta sola! Especialmente en esta época de calor sofocante. ¡Que nadie viva este día solo!

Luego el Papa, con la concreción que le caracteriza, habla a los ancianos y no de los ancianos porque son una gran parte de los laicos. Los ancianos son muchos y siempre serán más numerosos, ¿cómo podemos seguir ignorándolos?

Vaticano

24 de julio: el Papa Francisco dedica un día a los abuelos y personas mayores

El próximo domingo 24 de julio se celebrará en todo el mundo la Jornada Mundial de los Abuelos y Mayores de este año 2022. Las parroquias, diócesis y comunidades eclesiales están llamadas también a celebrar con creatividad y de manera descentralizada esta fiesta, que este año lleva por lema “En la vejez seguirán dando fruto”.

Leticia Sánchez de León·23 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 5 minutos

La Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores se ha convertido en uno de los eventos que lleva la inconfundible firma del papa argentino. Y es que fue el propio papa Francisco quien quiso, el año pasado, establecer un día dedicado exclusivamente a los abuelos y a las personas mayores. Está previsto que la Jornada se celebre cada año el cuarto domingo de julio, en torno a la fiesta de los Santos Joaquín y Ana, abuelos de Jesús.

Este año tendrá lugar este domingo 24 de julio con la celebración de una eucaristía en San Pedro por el Card. De Donatis, Vicario General para la diócesis de Roma. Ese mismo día, el Papa inicia un viaje apostólico a Canadá, durante el cual tiene previsto visitar el Santuario de Santa Ana y reunirse con jóvenes y ancianos en una escuela primaria de Iqaluit.

“Por favor, no los dejen solos” es una de las frases que más ha repetido el Pontífice refiriéndose al cuidado y atención de las personas mayores y la institución de la Jornada es signo de que le preocupa este tema. No en vano ha querido dedicar buena parte de las audiencias de los miércoles a hablar de la etapa de la ancianidad y de la riqueza que suponen las personas mayores para las familias y para la sociedad.

“En la vejez seguirán dando fruto”, es el lema escogido para promover el diálogo entre los ancianos y los jóvenes: “Es importante que los abuelos se encuentren con sus nietos y que los nietos se encuentren con sus abuelos, porque –como dice el profeta Joel- los abuelos soñarán frente a sus nietos, tendrán ilusiones (grandes deseos), y los jóvenes, tomando fuerzas de sus abuelos, irán adelante, profetizarán”. 

Además del evento del próximo domingo, este mes de julio los cristianos rezan también especialmente por los ancianos; la intención de oración que Francisco confía a toda la Iglesia en este mes, a través de la Red Mundial de Oración del Papa, es precisamente la de rezar por los ancianos.

En el vídeo mensaje, el Papa reflexiona sobre esa etapa de la vida: “La ancianidad, en efecto, no es una etapa fácil de comprender, tampoco para nosotros que ya la estamos viviendo. A pesar de que llega después de un largo camino, ninguno nos ha preparado para afrontarla, y casi parece que nos tomara por sorpresa.” El Papa hace un llamamiento a los ancianos a seguir aportando todo lo que pueden dar porque las personas mayores tienen “una sensibilidad especial para el cuidado, para la reflexión y el afecto” y les invita a ser  Somos, o podemos llegar a ser protagonistas de una “revolución de la ternura”.

“La ancianidad a muchos les da miedo” -empieza diciendo el Papa en el mensaje elaborado para el evento-  “La consideran una especie de enfermedad con la que es mejor no entrar en contacto. Los ancianos no nos conciernen —piensan— y es mejor que estén lo más lejos posible, quizá juntos entre ellos, en instalaciones donde los cuiden y que nos eviten tener que hacernos cargo de sus preocupaciones.” El papa Francisco quiere ser cercano a todos los ancianos y lo hace hablándoles de tú a tú, mostrándose anciano también él:  “Y nosotros, los abuelos y los ancianos, tenemos una gran responsabilidad: enseñar a las mujeres y a los hombres de nuestro tiempo a ver a los demás con la misma comprensión y la misma mirada tierna que dirigimos a nuestros nietos. Hemos afinado nuestra humanidad al ocuparnos del prójimo y hoy podemos ser maestros de un modo de vivir pacífico y atento a los más débiles».

“Los ancianos -sigue diciendo el Papa- ayudan a percibir «la continuidad de las generaciones», con «el carisma de servir de puente». Muchas veces son los abuelos quienes aseguran la transmisión de los grandes valores a sus nietos, y «muchas personas pueden reconocer que deben precisamente a sus abuelos la iniciación a la vida cristiana».

Con estas palabras, el Papa quiere hacernos entender que la construcción de un mundo mejor pasa -también- por revalorizar la figura de nuestros mayores, yendo a “contracorriente respecto a lo que el mundo piensa de esta edad de la vida”, animando al mismo tiempo a las personas mayores a no mantener una actitud resignada”, “con poca esperanza y sin aguardar ya nada del futuro.”

Una Iglesia cerca de los ancianos 

El Papa también ha abordado este tema con mayor profundidad en otros mensajes y en  documentos papales, como la Exhortación Apostólica Amoris Laetitia: “La Iglesia no puede y no quiere conformarse con una mentalidad de intolerancia, y mucho menos de indiferencia y desprecio, respecto a la vejez. Debemos despertar el sentido colectivo de gratitud, de aprecio, de hospitalidad, que hagan sentir al anciano parte viva de su comunidad.” En esta línea, la Jornada Mundial de los Abuelos y de las Personas Mayores, quiere ser una llamada a todas las familias, y a la sociedad en su conjunto, a devolver a los ancianos todo el valor que tienen y a tratarlos como se merecen al mismo tiempo que invita a éstos a “seguir dando fruto”.

Y es que, en una sociedad donde únicamente se valora lo que produce un beneficio instantáneo, los abuelos y las personas mayores se encuentran cada vez más solas y dejadas de lado, a veces incluso, por sus mismas familias. La tantas veces mencionada por el Papa “cultura del descarte” se refiere también a ésto; la atención y el cuidado de las personas mayores no tiene ese beneficio a corto plazo y atender sus necesidades cotidianas resulta cansado y repetitivo y supone incluso muchas veces una carga más en el día a día de las familias. Sin embargo, como dice el Papa en la Exhortación Apostólica Amoris Laetitia: “Una familia que no respeta y atiende a sus abuelos, que son su memoria viva, es una familia desintegrada pero una familia que recuerda es una familia con porvenir.” 

La Jornada

En este segundo año en que se celebra la Jornada dedicada a los abuelos y ancianos, el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida sugiere dos maneras de participar: celebrar la eucaristía o visitar a mayores solos.

El mismo Dicasterio ha puesto a disposición de las distintas diócesis una serie de materiales y sugerencias pastorales y litúrgicas, disponibles en la página web del Dicasterio. Entre las recomendaciones que se hacen, destaca la de visitar o acompañar a las personas mayores que están solas.

De hecho, la Iglesia concede la facultad de obtener la indulgencia plenaria en las condiciones habituales: confesión sacramental, comunión eucarística y rezar por las intenciones del Sumo Pontífice. La podrán recibir los abuelos, los ancianos y los fieles que participen en la misa del 24 de julio en la Basílica de San Pedro o en las diversas celebraciones que tendrán lugar en todo el mundo. La indulgencia podrá aplicarse también como sufragio a las almas del purgatorio.

Además, se concederá la misma Indulgencia Plenaria a los ancianos enfermos y a todos aquellos que, «imposibilitados para salir de su casa por un motivo grave, se unan espiritualmente a las sagradas celebraciones de la Jornada Mundial, ofreciendo a Dios Misericordioso sus oraciones, dolores y sufrimientos de la propia vida, especialmente mientras se difunden por los medios de comunicación las palabras del Pontífice y las diversas celebraciones».

La Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores es también el punto de partida para elaborar una pastoral específica que llegue de manera efectiva a esta parte de la sociedad que, como dice el Papa, atraviesa la fase más solitaria de la vida y que muchas veces no saben bien cómo vivirla porque “existen muchos proyectos de asistencia” a los mayores pero “pocos proyectos de existencia”.

El Cardenal Kevin Farrell, Prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, a propósito de la organización del evento del domingo señaló que, con la Jornada, el Santo Padre nos “invita a tomar conciencia de la relevancia de los ancianos en la vida de las sociedades y de nuestras comunidades, y a hacerlo de forma no episódica, sino estructural, y la Jornada ayuda a poner las bases para una pastoral ordinaria de esta época de la vida.”

El autorLeticia Sánchez de León

Mundo

Giorgio Marengo: «Lo más importante es la fidelidad al Señor»

El futuro cardenal Giorgio Marengo, prefecto apostólico de Ulán Bator, capital de Mongolia, pastorea una comunidad que supone el 1% de sus conciudadanos. La clave del crecimiento de la Iglesia en este país de misión es. como él apunta: el acompañamiento a los conversos y la coherencia de vida.

Federico Piana·23 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 3 minutos

«Pensar en nombrar cardenal a un obispo que dirige una Iglesia pequeña y minoritaria es un gran gesto misionero». El padre Giorgio Marengo, prefecto apostólico de Ulán Bator, capital de Mongolia, se encontraba en Roma cuando se enteró, con total sorpresa, de su nombramiento como cardenal: «En aquellos días -cuenta el misionero de la Consolata- había acompañado a una delegación de budistas mongoles al Santo Padre: era la primera vez que ocurría. Acabábamos de concluir esta hermosa e histórica iniciativa de diálogo interreligioso cuando, durante el Regina Colei del domingo 29 de mayo, escuché al Pontífice decir mi nombre. En ese momento me invadió una alegría muy fuerte y un sentimiento de profunda gratitud y humildad».

La Iglesia que dirige monseñor Marengo en el país del este asiático es muy reducida: 1.400 fieles sobre poco más de tres millones de habitantes, ocho parroquias y una iglesia pública que aún no está reconocida como parroquia.

«Aquí, la mayoría de la población es de fe budista, mientras que los católicos no llegan al 1%. Es diferente para los cristianos protestantes -evangélicos y pentecostales- que son más numerosos que los católicos», añade monseñor Marengo.

¿Cuál es la labor de evangelización que realiza la Iglesia católica en Mongolia?

– Respondo utilizando una imagen poética tomada de un gran pastor salesiano, el arzobispo emérito indio Thomas Menamparampil: intentamos susurrar el Evangelio al corazón de Mongolia. Es una expresión que habla de nuestro compromiso con un testimonio constante del Evangelio: un anuncio discreto, no ruidoso.

El 70% de nuestras actividades son obras de promoción humana: educación, salud, asistencia a personas con dificultades, pero también preservación de la cultura mongola.

Luego, por supuesto, está la celebración de los sacramentos. La Iglesia se compromete en muchos frentes y trata de tener como actitud básica el deseo de compartir la alegría del Evangelio de forma humilde pero profunda.

giorgio marengo

Este año se cumplen treinta años del renacimiento de la Iglesia en Mongolia y de establecimiento de las de las relaciones diplomáticas entre el país y la Santa Sede. En resumen, ¿qué se puede hacer de este trigésimo aniversario?

– Treinta años no son pocos pero tampoco muchos. Sin embargo, han sido un tiempo conspicuo en el que la Iglesia ha podido presentarse y echar raíces. Si hoy tenemos nueve comunidades católicas en la zona, es un signo de que el Evangelio ha sido aceptado y se está viviendo en la práctica.

Al principio, fue una época marcada por el pionerismo en una nación que de repente vio cómo se derrumbaba un régimen marcado por el comunismo y el ateísmo estatal y caía en una fase de desorientación y pobreza. Fue en este preciso momento de la historia cuando llegaron los tres primeros misioneros, entre ellos monseñor Wenceslao Selga Padilla, primer prefecto apostólico de Ulán Bator. Empezaron por poner en marcha proyectos concretos, de amistad y solidaridad, con el objetivo de crear relaciones de confianza que perduraran en el tiempo.

 En cambio, ¿qué le depara el futuro a la Iglesia en Mongolia?

– Todavía queda mucho por hacer. Este primer núcleo de vida cristiana que está surgiendo necesita todavía muchos cuidados para poder seguir creciendo y permitirle obtener una dimensión misionera dentro de nuestro país que sea el signo de su evangelización.

En este sentido, uno de los principales retos será el de la profundidad: acompañar a los que se han hecho cristianos permitiendo que la fe llegue a lo más profundo de la persona y, en consecuencia, de la propia sociedad. Sin embargo, como dice el Papa, los planes y estrategias pastorales están bien, pero lo que más importa es la fidelidad al Señor practicada en una vida cristiana coherente.

La Prefectura Apostólica de Ulán Bator, la única iglesia de toda Mongolia, ha sido incluida recientemente como miembro de la recién creada Conferencia Episcopal de Asia Central. ¿Cómo ve esta decisión?

– Antes de esta decisión, nuestra Iglesia local no formaba parte de ninguna Conferencia Episcopal. Mi predecesor, monseñor Wenceslao Selga Padilla, se refirió, a título personal, a la Conferencia Episcopal de Corea del Sur, con la que hoy seguimos manteniendo excelentes relaciones. Con el paso del tiempo, y en la perspectiva sinodal tan querida por el Papa Francisco, parecía oportuno identificar una asamblea más cercana a la que adherirse para ejercer la colegialidad de forma más concreta.

La Providencia quiso que, en otoño del año pasado, se creara la Conferencia Episcopal de Asia Central, a la que nos adherimos con pleno acuerdo. Esta elección es un verdadero enriquecimiento para nosotros porque, como para todos los pastores de las Iglesias locales, es bueno tener un punto de referencia colegiado.

El autorFederico Piana

 Periodista. Trabaja en Radio Vaticana y colabora con L'Osservatore Romano.

Vaticano

“Ad charisma tuendum” concreta la figura de la Prelatura del Opus Dei

La Santa Sede ha hecho pública la Carta Apostólica en forma de Motu proprio del Papa Francisco Ad charisma tuendum con el se modifican algunos artículos de la Constitución Apostólica Ut sit, con la que Juan Pablo II erigió el Opus Dei como Prelatura personal.

Maria José Atienza·22 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 3 minutos

Traducción del artículo al inglés

La Santa Sede ha hecho pública la Carta Apostólica en forma de Motu proprio del Papa Francisco Ad charisma tuendum. Este Motu proprio modifica algunos artículos de la Constitución Apostólica Ut sit, de 28 de noviembre de 1982, con la que san Juan Pablo II erigió el Opus Dei como Prelatura personal.

Fundado en 1928 por el sacerdote san Josemaría Escrivá, por el momento el Opus Dei es la única prelatura personal existente en la Iglesia católica, y recientemente, con la publicación de la Constitución Apostólica Praedicate Evangelium sobre la Curia romana, pasó a depender del Dicasterio para el Clero y no del de los Obispos, como hasta el momento. 

El prelado del Opus Dei, Mons. Fernando Ocáriz ha publicado una breve nota acerca de este Motu Proprio en la que destaca que el Opus Dei “acepta filialmente” el nuevo ordenamiento. 

Profundizar en el carisma de la Obra

En ella, el Prelado del Opus Dei subraya el interés del Papa por cuidar “el carisma del Opus Dei”, pues desea, como antes expresó Juan Pablo II en la Constitución Ut sit, “que siempre sea un instrumento apto y eficaz de la misión salvífica que la Iglesia lleva a cabo para la vida del mundo».

Por eso, Mons. Ocáriz alienta a los fieles de la Prelatura a “profundizar en el espíritu que el Señor infundió en nuestro fundador y para compartirlo con muchas personas en el ambiente familiar, laboral y social”, y que consiste en “difundir la llamada a la santidad en el mundo, a través de la santificación del trabajo y de las ocupaciones familiares y sociales”.

También los medios de comunicación de la Santa Sede, al presentar el documento, han subrayado el objetivo de proteger el carisma del Opus Dei y de promover la tarea evangelización que llevan a cabo sus miembros en medio del mundo. Por su parte, el Opus Dei ha publicado en su página web una explicación del nuevo documento en forma de diez preguntas y respuestas.

Modificaciones a la Constitución Apostólica Ut sit

En concreto, el nuevo Motu Proprio establece, por ejemplo, la modificación del texto del artículo 5 de la Constitución Apostólica Ut sit, que se sustituye, a partir de ahora, por el siguiente: «De acuerdo con el art. 117 de la Constitución Apostólica Praedicate Evangelium, la Prelatura depende del Dicasterio para el Clero, el cual, según la materia, evaluará las cuestiones relativas con los demás Dicasterios de la Curia Romana. El Dicasterio para el Clero, al tratar las diversas cuestiones, se servirá de las competencias de los demás Dicasterios mediante la oportuna consulta o transferencia de expedientes». En ese sentido, “todos los asuntos pendientes en la Congregación para los Obispos relativos a la Prelatura del Opus Dei seguirán siendo tratados y decididos por el Dicasterio para el Clero”.

También cambia la frecuencia con la que el Opus Dei deberá, a partir de ahora, presentar un informe acerca de la situación de la Prelatura y del desarrollo de su trabajo apostólico, que pasa a ser anual y no quinquenal, como determinó la Constitución Ut sit. 

El Motu Proprio señala además que, a raíz de estas modificaciones, “los Estatutos propios de la Prelatura del Opus Dei serán convenientemente adaptados a propuesta de la propia Prelatura, para ser aprobados por los órganos competentes de la Sede Apostólica”.

El prelado no será obispo

En cuanto a la figura del Prelado del Opus Dei, Ad charisma tuendum establece que el prelado no recibirá el orden episcopal.

Una decisión con la que se “pretende reforzar la convicción de que, para la protección del don particular del Espíritu, es necesaria una forma de gobierno basada más en el carisma que en la autoridad jerárquica”. 

Al Prelado del Opus Dei se le concede, en cambio, por razón de su cargo, el uso del título de Protonotario Apostólico Supernumerario con el título de Reverendo Monseñor y, por tanto, puede utilizar las insignias correspondientes a este título.

En relación con este aspecto, Mons. Fernando Ocáriz ha querido recordar que “la ordenación episcopal del prelado no era ni es necesaria para la guía del Opus Dei”. De hecho, san Josemaría Escrivá, el fundador del Opus Dei, no fue obispo; y su primer sucesor, el beato Álvaro del Portillo, fue ordenado obispo en 1991, tres años antes de su fallecimiento. Más adelante, el Prelado Mons. Javier Echevarría fue ordenado en 1995, poco después de asumir el gobierno de la Obra. 

En esta línea, Mons. Ocáriz ha animado a reavivar el espíritu de familia propio del Opus Dei, apuntando que “la voluntad del Papa de subrayar ahora la dimensión carismática de la Obra nos invita a reforzar el ambiente de familia, de cariño y confianza: el prelado ha de ser guía, pero, ante todo, padre”.

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Vaticano

Garantizar la libertad religiosa en todas sus manifestaciones y en todas partes

La Pontificia Universidad Gregoriana ha acogido la Cumbre de la Libertad Religiosa, de tres días de duración, promovida anualmente por la Universidad Americana de Notre Dame sobre el tema del futuro de la libertad religiosa en el mundo.

Antonino Piccione·22 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 6 minutos

El tema central de la cumbre es la Dignitatis Humanae, la declaración del Concilio Vaticano II que expresaba el apoyo de la Iglesia Católica a la protección de la libertad religiosa y establecía las normas básicas para la relación de la Iglesia con los Estados.

La cumbre de este año en Roma subraya el alcance mundial de la iniciativa, que en 2021 se había celebrado en la propia Universidad de Notre Dame

«La libertad religiosa es un derecho humano fundamental y su protección es una cuestión global», dijo G. Marcus Cole, decano y profesor de Derecho de la Facultad de Derecho de Notre Dame, al presentar la iniciativa. «Todas las personas del mundo tienen el derecho que Dios les ha dado a vivir sus vidas según sus convicciones, con orgullo y sin miedo», añadió Cole.

Sobre la base de estos principios, Notre Dame promueve y defiende la libertad religiosa de las personas de todas las creencias a través de becas, eventos y el trabajo de su facultad de derecho. En el fondo está la protección del derecho de culto, la defensa de los bienes sagrados frente a las amenazas de destrucción, la promoción de la libertad de elección de ministros de la fe y la prevención de toda discriminación contra las escuelas y enseñanzas religiosas.

El objetivo de la cumbre es estimular el debate entre académicos y líderes religiosos sobre el futuro de la libertad religiosa en Estados Unidos y en todo el mundo. Como el programado hoy entre dos de los más importantes filósofos e intelectuales contemporáneos: Cornel West, del Union Theological Seminary, y Robert P. George, de la Universidad de Princeton.

Cabe destacar que el Premio Notre Dame 2022 a la Libertad Religiosa fue concedido a Mary Ann Glendon, profesora emérita de Derecho en la Facultad de Derecho de Harvard y ex embajadora de Estados Unidos ante la Santa Sede. Glendon fue galardonada por su profunda e innovadora investigación jurídica y por su servicio a los Estados Unidos y a la Iglesia Católica, con una repercusión mundial en la premisa de la libertad religiosa como derecho humano fundamental.
Steven Smith, profesor de Derecho y codirector ejecutivo del Instituto de Derecho y Religión de la Facultad de Derecho de la Universidad de San Diego, recibió el Premio 2022 de la Iniciativa para la Libertad Religiosa. 

Ataques a la libertad religiosa

La libertad religiosa está siendo atacada en todo el mundo. «La violencia ha aumentado hasta niveles históricos en la última década, afectando a casi todos los grupos religiosos», dijo Samah Norquist, académica del Wilson Center de Washington. «Creyentes de casi todas las confesiones -cristianos, musulmanes y judíos, budistas, yazidíes, bahaís- se han enfrentado a la discriminación, el acoso, la represión y, por supuesto, la persecución por parte de agentes estatales y no estatales, así como de movimientos ideológicos», afirmó Norquist. En la misma línea estaba Nury Turkel, presidenta de la Comisión de Libertad Religiosa Internacional de Estados Unidos, un organismo asesor bipartidista e independiente que vigila la libertad religiosa en el extranjero.

Turkel dio la voz de alarma sobre el deterioro de la libertad religiosa en China, donde el gobierno ha seguido «aplicando enérgicamente su política de ‘sinicización de la religión'» y ha exigido que los grupos religiosos y sus adeptos apoyen al gobierno y la ideología del Partido Comunista Chino (PCC).

Aunque China reconoce el budismo, el catolicismo, el islam, el protestantismo y el taoísmo, los adeptos de religiones con una supuesta influencia extranjera -como el cristianismo, el islam y el budismo tibetano- y los de otros movimientos religiosos, son especialmente vulnerables a la persecución, dijo Turkel, un abogado estadounidense de etnia uigur.

A lo largo de 2021, las autoridades de Xinjiang siguieron deteniendo arbitrariamente a uigures y otros musulmanes turcos en campos de internamiento e instalaciones similares a prisiones por diversos motivos religiosos.

Más de un millón de uigures han sido encerrados en campos de concentración por el mero hecho de adorar a Alá y no a Xi Xinping. Han sido objeto de numerosos abusos, como torturas, violaciones, trabajos forzados y asesinatos. La «peor pesadilla» para el PCC, señaló Turkel, son las comunidades que se preocupan por los derechos humanos y la dignidad de la persona. Una población religiosa comprometida, argumentó Turkel, es también una amenaza para el gobierno chino, porque su régimen autoritario es incompatible con la libertad religiosa.

La cuestión es no permitir que los abusos contra la libertad religiosa pasen desapercibidos, ya sea por la acción del gobierno -como en el caso de China- o por la inacción, como en países como Nigeria, donde la persecución por motivos religiosos sigue aumentando. 

«Las investigaciones han demostrado -concluyó el presidente de la Comisión de Libertad Religiosa Internacional de Estados Unidos- que los países que apoyan la libertad religiosa tienen instituciones políticas más vibrantes y democráticas, un mayor bienestar económico y social, una disminución de las tensiones y la violencia, y una mayor estabilidad. Las naciones que pisotean o no protegen los derechos humanos fundamentales, incluida la libertad religiosa, proporcionan un terreno fértil para la pobreza y la inseguridad, la guerra y el terror, y los movimientos y actividades violentos y radicales».

«¿Cuáles son las libertades religiosas que nos preocupan?

En la apertura de la cumbre, Dallin H. Oaks, Presidente del Quórum de los Doce Apóstoles, pidió 
un esfuerzo global y multiconfesional para defender y promover la libertad religiosa en todas las naciones del mundo.

Estas son sus palabras: «¿Cuáles son las libertades religiosas que nos preocupan? Para las comunidades religiosas, la Constitución de EE.UU. garantiza la libertad de asociación y el derecho a reunirse; el derecho a determinar nuevos miembros; el derecho a elegir líderes y empleados clave, incluso en organizaciones afines; y el derecho a funcionar como organización. Para los creyentes individuales, los derechos esenciales incluyen la expresión y el ejercicio de la religión y la no discriminación religiosa. En defensa de estos derechos, debemos estar unidos. Los católicos, los evangélicos, los judíos, los musulmanes, los Santos de los Últimos Días y otras confesiones deben formar parte de una coalición de religiones que rescate, ampare y promueva la libertad religiosa en todo el mundo. Sabiendo que la libertad puede lograrse apoyando la libertad de quienes consideramos nuestros adversarios. Así que cuando vemos que nuestros intereses están vinculados a los de todos los demás, entonces comienza el verdadero trabajo de la libertad religiosa. De ahí la necesidad de que los creyentes escuchen a los demás, empaticen y resuelvan los conflictos de forma pacífica. Sin comprometer los principios religiosos fundamentales, sino captando lo que es verdaderamente esencial para nuestro libre ejercicio de la religión.

«De este modo», según Oaks, «aprendemos a vivir en paz con algunas leyes que no nos gustan y con algunas personas cuyos valores difieren de los nuestros. Todo lo que es necesario para la unidad es la convicción compartida de que Dios nos ha ordenado amarnos unos a otros y nos ha concedido libertad en materia de fe».La declaración Dignitatis humanae sobre la libertad religiosa fue mencionada como punto central de la segunda cumbre internacional promovida por la Universidad de Notre Dame. Conviene recordar algunos pasajes del mismo.

«El contenido de tal libertad», afirma el documento, «es que los seres humanos deben ser inmunes a la coacción de los individuos, de los grupos sociales y de cualquier poder humano, de modo que en materia religiosa nadie se vea obligado a actuar en contra de su conciencia ni se le impida, dentro de los límites debidos, actuar de conformidad con ella: en privado o en público, individualmente o en asociación».

Además, declara que el derecho a la libertad religiosa se basa realmente en la propia dignidad de la persona humana, tal como la revelan la palabra de Dios y la propia razón. Este derecho de la persona humana a la libertad religiosa debe ser reconocido y consagrado como un derecho civil en el ordenamiento jurídico de la sociedad». 

Una contribución decisiva a la formulación del documento y a la definición de la libertad religiosa como inmunidad había sido la de Pablo VI, que en el curso de una audiencia pública, el 28 de junio de 1965, describiendo la libertad religiosa había dicho: «Veréis que gran parte de esta doctrina capital se resume en dos famosas proposiciones: ¡en materia de fe que nadie sea molestado! Que nadie se deje constreñir» (nemo cogatur, nemo impediatur).

En su intervención en la conferencia internacional «La libertad religiosa en el derecho internacional y el conflicto global de valores» (20 de junio de 2014), el Papa Francisco señaló: «La libertad religiosa no es sólo la de un pensamiento o culto privado. Es la libertad de vivir según los principios éticos resultantes de la verdad encontrada, tanto en privado como en público. Este es un gran reto en el mundo globalizado, en el que el pensamiento débil -que es como una enfermedad- rebaja también el nivel ético general, y en nombre de un falso concepto de tolerancia acabamos persiguiendo a quienes defienden la verdad del hombre y sus consecuencias éticas».

Hoy, a la luz de la pandemia primero y de la guerra en Ucrania después, se debate sobre la desglobalización o la nueva globalización. El reto, sin embargo, sigue siendo el mismo: garantizar el respeto de los derechos humanos fundamentales, incluida la libertad religiosa en todas sus manifestaciones y en todas partes.   

El autorAntonino Piccione

Vaticano

La Santa Sede advierte al Camino Sinodal alemán

Rome Reports·22 de julio de 2022·Tiempo de lectura: < 1 minuto
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La Santa Sede ha advertido al Camino Sinodal alemán que no tiene poder para obligar a obispos ni fieles a asumir nuevas formas de gobierno ni doctrinas morales.

En una nota publicada el 21 de julio, recuerda que los cambios se deben acordar a nivel de la Iglesia universal y que las diócesis no pueden tomar decisiones doctrinales unilateralmente.


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Evangelización

Sor Roberta Tremarelli: “Las misiones nos sacan del individualismo para vivir plenamente nuestra condición de bautizados”

Sor Roberta Tremarelli, AMSS, Secretaria General de la infancia Misionera en Roma afirma que "el mundo misionero de hoy muestra la universalidad de la Iglesia, la apertura y la acogida, la circularidad de la solidaridad en la oración y la caridad".

Giovanni Tridente·22 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 6 minutos

En esta entrevista concedida a Omnes, Sor Roberta Tremarelli, AMSS, Secretaria General de la Obra de la Santa Infancia de Roma, cuenta el pasado y el presente de una organización cuyas misiones se centran en los niños, una advertencia para todo bautizado

Hermana Roberta, en el gran conjunto de obras misioneras de la Iglesia hay una que quizás no es muy conocida pero que tiene unas raíces muy interesantes que se remontan a la evangelización de China ya a mediados del siglo XIX, la Obra de la Santa Infancia. ¿Cómo surgió este gran proyecto de evangelización?

­– La época propicia para la fundación de la Obra de la Santa Infancia fue la del Papa Gregorio XVI, antiguo Prefecto de la Congregación de Propaganda Fide, durante cuyo papado nacieron muchas congregaciones sacerdotales y congregaciones misioneras femeninas ad gentes, así como numerosas asociaciones laicas, entre ellas la Obra de Propagación de la Fe de Pauline Jaricot.

La Obra de la Santa Infancia nació en Francia, el 19 de mayo de 1843, después de un largo período de reflexión durante el cual el fundador, Charles de Forbin-Janson se preocupó y se interesó por la salvación de los niños chinos destinados, por la pobreza y la ignorancia, a morir sin ser bautizados.

El deseo del fundador era ir como misionero a China, pero nunca tuvo la oportunidad. Y así siguió alimentando su pasión misionera a través de los testimonios y las cartas que le llegaban de los misioneros franceses que habían partido a China.

¿Qué noticias llegaban?

– Gracias a ellos conoció las condiciones de los niños pertenecientes a familias pobres o con dificultades. Los bebés, nada más nacer, eran eliminados, sobre todo si eran niñas y si tenían algún defecto. Los misioneros pidieron ayuda para salvarlos, para acogerlos en las misiones donde fueron bautizados y educados cristianamente. El obispo se tomó en serio el problema y comenzó a sensibilizar a la población.

Podemos imaginar que no fue algo fácil de hacer…

– Desde el principio, Forbin-Janson tuvo muchas dificultades para que se aceptara la idea de crear una nueva Obra Misionera, porque había numerosas fundaciones de Institutos Misioneros en marcha en Francia, y la de Forbin-Janson podía parecer una competencia.

Los propios miembros de la Obra de la Propagación de la Fe se opusieron seriamente a la propuesta del obispo. Pero la novedad de que la institución se dirigiera directamente a los niños para los niños superó toda perplejidad. Como China parecía estar muy lejos para los adultos, el obispo llamó la atención de los niños sobre la situación de los niños chinos y les pidió su voluntad de ayudar a la Iglesia a salvar a los pequeños que mueren sin recibir el bautismo con dos simples compromisos: un Ave María al día y un céntimo al mes. Los chicos se pusieron de acuerdo y, a través de la oración, el sacrificio y los gestos de solidaridad, iniciaron una carrera de hermandad universal que continúa hasta hoy para salvar a los niños de todos los continentes.

¿Con qué objetivos nació esta Obra?

– Los objetivos de la Obra fueron inmediatamente claros tanto para el Fundador como para sus colaboradores: rescatar a una multitud de niños de la muerte y abrir el cielo al mayor número posible de niños a través del Bautismo; hacer de estos niños un instrumento de salvación como maestros, catequistas, médicos, sacerdotes, misioneros. La labor misionera de los niños no era un camino de ida; las oraciones, los sacrificios y la voluntad de los niños europeos eran correspondidos por las oraciones, los sacrificios, la alegría y, a veces, el testimonio de martirio de los niños chinos.

¿Y cuál es el elemento característico?

– El elemento característico es la participación activa de los niños y jóvenes en la labor evangelizadora de la Iglesia. El Fundador otorga a los niños el papel de protagonistas misioneros en la historia de la salvación.

Por primera vez, los pequeños actuaron en la Iglesia como actores pastorales y pronto pasaron a formar parte de la corriente de solidaridad universal: se puso en marcha una verdadera cooperación espiritual y material entre las Iglesias, realizada por los niños, para la santificación y la salvación.

¿Cómo se difunde en el mundo actual?

– Hoy la Obra de la Santa Infancia o Infancia Misionera está extendida en más de 120 países del mundo y el lema inicial «los niños ayudan a los niños» se ha enriquecido «los niños evangelizan a los niños, los niños rezan por los niños, los niños ayudan a los niños en todo el mundo».

Fiel al carisma inicial y al deseo del fundador, sigue proponiéndose ayudar a los niños a desarrollar un espíritu y un protagonismo misioneros, les anima a compartir su fe y sus medios materiales, y promueve, anima y apoya las vocaciones misioneras ad gentes. Es un instrumento de crecimiento en la fe, también en una perspectiva vocacional. Se organiza de forma diferente según el contexto local. Oración, ofrenda y sacrificio son las tres palabras clave de toda Obra Misional Pontificia y también de la Santa Infancia, a las que se añade el testimonio, esencial para la fe cristiana.

El 3 de mayo de 1922 el Papa Pío XI, consciente de la gran aportación que la Obra había hecho a las misiones en unos ochenta años, la hizo suya, reconociéndola como Pontificia. El 4 de diciembre de 1950, el Papa Pío XII instituyó el Día Mundial de la Infancia, declarando el día de la Epifanía como fecha de celebración, pero dando a cada nación la libertad de adaptar la fecha a las necesidades locales.

Usted es su Secretario General en 2017. ¿Cómo ha cambiado el mundo de las misiones en general y la atención a los niños en particular en estos últimos años caracterizados por no pocas «emergencias»?

– Creo que hoy en día se intenta promover cada vez más la conciencia y la responsabilidad misionera desde una edad temprana.

Todavía hay quien, al hablar de misión y de misioneros, piensa en el sacerdote de larga barba que deja su país y se va lejos para anunciar el Evangelio y ayudar a otros pueblos y no vuelve jamás.

Todavía hay muchos misioneros ad gentes, como he informado, pero también hay muchas realidades misioneras comprometidas con el anuncio y la cooperación misionera en su contexto local, para animar a los cristianos a vivir según la naturaleza misionera que brota del Bautismo.

Entre otras cosas, ya no hay países que reciben y otros que dan, no sólo ayuda económica sino una presencia humana prioritaria. El mundo misionero de hoy, si lo miramos bien, nos muestra la universalidad de la Iglesia, la apertura y la acogida, la circularidad de la solidaridad en la oración y la caridad. Elementos que aún no hemos interiorizado realmente para vivirlos en plenitud y profundidad.

Además, hay muchos sacerdotes y laicos fidei donum en misión, no sólo de los países de Europa, sino de todos los continentes; diócesis que organizan experiencias misioneras en el extranjero para los jóvenes.

Cada propuesta debe contribuir a abrir nuestros corazones, mentes y ojos, ayudándonos a salir de nuestro limitado recinto. Esperemos que así sea.

El 22 de mayo, Pauline Jaricot, fundadora de la Obra de la Propagación de la Fe, fue beatificada en Lyon. Una fiel laica que puso toda su existencia al servicio de las misiones. ¿Qué enseñanzas transmite el nuevo beato a los laicos de hoy?

Pauline Jaricot fue una mujer apasionada por Jesús y las misiones, atenta a las necesidades de los demás, a la realidad social del mundo que la rodeaba, y disponible al Espíritu Santo a través de la oración fiel y perseverante. Vivía con los pies en la tierra y el corazón vuelto hacia Dios. Muchos la describen como una mística en acción. Ella deseaba amar a Dios y hacerlo amar por todos los hombres y mujeres. Alimentó su pasión y su compromiso misionero en la Eucaristía y con el sacrificio.

Su vida es una invitación para todos los laicos y laicas a cultivar una relación con el Señor para servir a la Iglesia y en la Iglesia. Su creatividad en el apoyo a las misiones nos impulsa a aprovechar las herramientas que tenemos, pero también a ir más allá proponiendo los altos valores del Evangelio sin miedo a quedarnos solos. Pauline murió pobre y sola, pero en su corazón tenía la alegría que sólo Dios puede dar.

Este año también se celebra el 400 aniversario de la Congregación De Propaganda Fide, ahora Dicasterio para la Evangelización. ¿Cómo podemos hacer que la «pasión» y el compromiso por la evangelización sean cautivadores en un mundo como el nuestro, individualizado y algo «aburrido»?

– Yo diría que la respuesta ya está en la pregunta: la pasión y el compromiso misionero ayudan a salir del individualismo y del egoísmo, a descubrir que pertenecemos a un mundo.

Así que invito a todos los entusiastas de las misiones a reintroducir, con fervor, la animación misionera y la información misionera, bien hecha y con respeto a la dignidad. La pasión se anima con estas dos, apoyadas por el testimonio de vida de quienes las realizan, utilizando un lenguaje inclusivo y acogedor.

A cada uno de nosotros, mujeres consagradas, sacerdotes, laicos, nos corresponde salir, como dice el Papa Francisco, no tanto para darnos a conocer y promover nuestras limitadas iniciativas, sino para anunciar la salvación de Cristo.

¿En qué proyectos participa actualmente como Obra de Infancia Misionera?

– Los proyectos apoyados por el Fondo Universal de Solidaridad (la gran hucha alimentada por los niños y jóvenes misioneros de todo el mundo) de la Obra de la Santa Infancia son varios y a favor de las iglesias particulares de África, Asia, Oceanía y algunas de América Latina, los llamados «territorios de misión». El año pasado se aprobaron más de 15 millones de dólares en subvenciones para niños y jóvenes de hasta 14 años, repartidos entre las siguientes categorías de proyectos:

– Pastoral ordinaria, 16%.

– Formación y animación misionera, 16%.

– Educación escolar, 45%.

– Protección de la vida, 23%.

¿Le apetece hacer un llamamiento a nuestros lectores?

–¡Claro que sí! Más que un llamamiento, una invitación a visitar la web de las Obras Misionales Pontificias, Secretariados Internacionales, www.ppoomm.va para descubrir y profundizar en la realidad de las OMP que todo cristiano debe conocer y promover, para alimentar también su espiritualidad misionera.

Además, para que quienes trabajan con niños y jóvenes compartan el carisma de la Obra de la Santa Infancia y las diversas propuestas, a nivel nacional e internacional, para hacerlos partícipes de esta red mundial de oración y caridad al servicio del Papa.

Familia

Cuidar los vínculos

Hoy más que nunca es importante cuidar nuestros vínculos personales, especialmente los familiares y de amistad. Cultivarlos como aquella planta que más apreciamos. El verano nos pone por delante un tiempo privilegiado para hacerlo.

Montserrat Gas Aixendri·22 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

Hoy muchos piensan que se es más libre -y más feliz- en la medida que uno se mantiene libre de vínculos. Que los lazos con los demás son ataduras que limitan y, a la larga, aprisionan. No es fruto del azar que pensemos así.

El liberalismo imperante en occidente nos ha ido introduciendo en estilos de vida cada vez más individualistas y autorreferenciales.

Las relaciones personales, desde esta óptica, se convierten en un instrumento para conseguir nuestros fines, o en un lastre que impide hacer lo que uno quiere. Se genera así lo que Bauman ha calificado como la “condición líquida” de las nuevas generaciones: individuos “sueltos”, sin raíces en el pasado, con una identidad volátil y poca proyección hacia el futuro.

Esta pobreza de vínculos conduce a la soledad. Por eso los recientemente creados “ministerios de la soledad” no son ocurrencias de gobiernos originales, sino un intento de dar respuesta a un problema cada vez más extendido.

Los vínculos están para unir, no para atar. Las relaciones humanas son en sí mismas una riqueza, porque nos permiten salir de nosotros mismos y recibir de los demás. Si esto ocurre en un contexto de amor incondicional, como la familia, el bien es incalculable. Por eso el mayor tesoro para cada persona deberían ser “los suyos”.

La neuropsiquiatra italiana Mariolina Ceriotti, a quien he citado en otras ocasiones, afirma que los vínculos no son el problema, sino más bien la falta del equilibrio adecuado entre ellos. Para que una relación funcione es muy importante ocupar una posición adecuada en la familia, respetar los límites de cada uno y mantener la distancia idónea en la relación con otras personas. A menudo, muchas crisis personales y familiares tienen que ver con el fallo de alguno de estos aspectos. 

Hoy más que nunca es importante cuidar nuestros vínculos personales, especialmente los familiares y de amistad. Cultivarlos como aquella planta que más apreciamos. El verano nos pone por delante un tiempo privilegiado para hacerlo.

El tiempo compartido pone a prueba el necesario equilibrio de los vínculos: puede ser un momento de separación o de mayor unión.

Mi propuesta no puede ser otra: debería ser tiempo para asumir que las relaciones familiares son una prioridad; un momento de aprovechar el espacio compartido para conocerse mejor; para hacer sentir especiales a los que nos rodean; para compartir tareas y responsabilidades; para fomentar el entretenimiento creativo y limitar el meramente pasivo.

Para disfrutar, en definitiva, de la vida en familia como lo que es: un auténtico regalo para todos.

Mundo

La Santa Sede hace una clara advertencia al Camino Sinodal alemán

En un comunicado recuerda que el Camino Sinodal no posee prerrogativas “para obligar a los obispos y a los fieles a adoptar nuevas formas de gobierno y nuevas orientaciones doctrinales y morales”

José M. García Pelegrín·21 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 3 minutos

La Santa Sede ha hecho público un breve comunicado, en italiano y en alemán, con claras advertencias para el denominado Camino Sinodal de Alemania, al que recuerda que no posee “prerrogativas para obligar a los obispos y a los fieles a adoptar nuevas formas de gobierno y nuevas orientaciones doctrinales y morales”. El comunicado recalca que parece necesario aclarar estos puntos para “salvaguardar la libertad del Pueblo de Dios y el ejercicio del ministerio episcopal”. La intención del Camino Sinodal de tomar decisiones respecto de la dirección de la Iglesia, los ministerios o la enseñanza moral, al margen de Roma y de la Iglesia universal, así como del proceso mundial sinodal, carece de todo fundamento. Antes bien, las propuestas del Camino Sinodal deben dirigirse al proceso sinodal universal.

El remitente del escrito es “la Santa Sede” y no un dicasterio concreto del Vaticano; emana por tanto de la autoridad suprema de la Iglesia, con el refrendo del Papa, de quien se cita una frase clave de la “Carta al Pueblo de Dios que peregrina en Alemania”, que el Papa Francisco envió en 2019. La declaración se ha realizado antes de la celebración de la cuarta Asamblea del Camino Sinodal, en Fráncfort del 8 al 10 de septiembre. Tiene el siguiente tenor literal:

“Para salvaguardar la libertad del Pueblo de Dios y el ejercicio del ministerio episcopal, parece necesario aclarar lo siguiente: el «Camino Sinodal» en Alemania no está facultado para obligar a los obispos y a los fieles a adoptar nuevas formas de gobierno y nuevas orientaciones doctrinales y morales.

La carta del Papa al camino sinodal

No sería admisible introducir nuevas estructuras o doctrinas oficiales en las diócesis antes de que se haya alcanzado un acuerdo a nivel de la Iglesia universal, pues constituiría una violación de la comunión eclesial y una amenaza para la unidad de la Iglesia. En este sentido, el Santo Padre recordó en su carta al Pueblo de Dios que peregrina en Alemania: «La Iglesia universal vive en y de las Iglesias particulares, así como las Iglesias particulares viven y florecen en y de la Iglesia universal; si se separaran de la Iglesia universal, se debilitarían, perecerían y morirían. De ahí la necesidad de mantener siempre viva y eficaz la comunión con todo el cuerpo de la Iglesia».

Por ello, es deseable que las propuestas del camino de las Iglesias particulares en Alemania desemboquen en el proceso sinodal por el que transita la Iglesia universal, para contribuir al enriquecimiento mutuo y dar testimonio de la unidad con la que el Cuerpo de la Iglesia manifiesta su fidelidad a Cristo Nuestro Señor.””

Esta declaración de la Santa Sede se produce después de que obispos de todo el mundo hayan dirigido escritos a la Conferencia Episcopal alemana expresando su preocupación por la deriva del Camino Sinodal: tanto el Presidente de la Conferencia Episcopal polaca como los Obispos de los países nórdicos, primero, como –en abril– una carta dirigida por más de 100 cardenales y obispos de todo el mundo, fundamentalmente de Estados Unidos y África, advertían de que los cambios radicales en la doctrina de la Iglesia que propugna el proceso pueden conducir al cisma. En junio, el cardenal Walter Kasper –a quien se considera cercano al Papa Francisco–, advirtió que el proceso alemán corría realmente ese riesgo si no hacía caso a esas objeciones.

Una nueva advertencia

El comunicado de la Santa Sede se ha producido además una semana después de que la Presidenta del Comité Central de los Católicos Alemanes (ZdK) –y del Camino Sinodal–, Irme Stetter-Karp, escribiera un artículo de opinión en un semanario de gran tirada en que decía que “ha de posibilitarse el aborto en todo el país”, incluyendo que era necesaria una “reflexión sobre cómo garantizar la oferta en toda Alemania, también en regiones rurales, lo que incluiría asimismo la formación de los estudiantes de Medicina”.

El responsable de prensa de la Conferencia Episcopal Alemana, Matthias Kopp, rechazó inmediatamente esa demanda: “la posición de la presidenta del ZdK, Irme Stetter-Karp, sobre la necesidad de ofrecer el aborto a nivel nacional contradice la posición de la Conferencia Episcopal Alemana. En lugar de hacer posible el aborto en todo el país, necesitamos una oferta de asesoramiento cualificado para las mujeres”. Al día siguiente, Stetter-Karp rechazó a su vez la declaración de Matthias Kopp: “Si, tras un asesoramiento, la mujer decide interrumpir el embarazo”, eso debería de ser posible: “el derecho de autodeterminación no sirve de nada si existen obstáculos insuperables”. Dichas declaraciones han llevado a una recogida de firmas para pedir la dimisión de Stetter-Karp como presidenta del ZdK.

Y más recientemente aún, el 18 de julio, el Secretario del Camino Sinodal Marc Frings ha declarado que este quiere cambiar la doctrina de la Iglesia sobre la homosexualidad: el Camino Sinodal, con sus textos, es “un pronunciamiento consciente” contra el Catecismo de la Iglesia Católica, “que desde mediados de los años setenta se enfrenta a la homosexualidad de forma crítica, despectiva y con la acusación de pecado”. En el escrito del Camino Sinodal al que hace referencia se recogen comentarios sobre “el cambio de opinión” –en relación con la doctrina católica– sobre el matrimonio y otros aspectos de la sexualidad.

La fórmula Radbruch en un mundo bipolar

¿Es la Justicia patrimonio de un concreto grupo ideológico o es más bien un valor al que todos los seres humanos y todas las instituciones políticas y grupos de comunicación debemos aspirar a descubrir y a practicar?

21 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 5 minutos

«La fórmula, que toma su nombre del jurista alemán Gustav Radbruch, afirma que se puede negar la validez de las leyes extremadamente injustas, pues la injusticia extrema no es ni puede ser Derecho. Años después, Robert Alexy estudió a fondo la citada fórmula demostrando su utilidad en los procesos jurídicos. Constatamos la actualidad de esta gran aportación al pensamiento jurídico prestando especial atención a su utilidad en un mundo en el que los medios de comunicación y la opinión pública en general conciben de manera bipolar y en función de sus respectivas ideologías algunos temas sociales controvertidos hoy en día».

Más de treinta años después de la caída del Muro de Berlín y mientras somos testigos de la guerra de invasión de Ucrania por parte de Rusia, parece oportuno recordar la teoría de la negación del derecho extremadamente injusto elaborada por el jurista alemán Gustav Radbruch después de su desgraciada experiencia con los años de nacionalsocialismo, la segunda Guerra Mundial y la posterior división de Europa en dos bloques con el inicio de la guerra fría.

Radbruch fue profesor de Filosofía del Derecho y de Derecho Penal en las Universidades de Kiel y Heidelberg, ministro de Justicia en la malograda República de Weimar (1921–1923) y uno de los principales autores de su carta constitucional. Inicialmente perteneció como tantos otros al partido nazi, pero durante el nazismo fue objeto de depuración y despojado de su cátedra de Filosofía del Derecho en 1933 -año en el que Hitler fue nombrado canciller de Alemania- y se le prohibió el ejercicio de cualquier función pública, política y docente. Con el hundimiento de aquel régimen, en 1945 recuperó su cátedra y fue decano en Heidelberg hasta su fallecimiento.

El sufrimiento de los horrores de la II Guerra Mundial y la indefensión provocada por el relativismo jurídico de las décadas anteriores, cambiaron su manera de pensar y, frente a la visión positivista del Derecho de su compatriota Hans Kelsen, pasó a concebir el mundo en dos ámbitos, el natural y el cultural. El fenómeno jurídico estaría dentro del segundo, marcado por la búsqueda de la Justicia, valor que le es inherente. A partir de esta construcción elaboraría su concepto de Derecho como realidad cultural referida a valores.

Ya como iusnaturalista moderado, en su célebre obra “Arbitrariedad Legal y Derecho Supralegal”, introdujo su gran aportación al pensamiento jurídico, la fórmula que lleva su nombre, según la cual se puede negar la validez de las leyes extremadamente injustas, pues la injusticia extrema no es derecho. Es significativo que el año de su regreso a Alemania desde el exilio se desarrollaron también los famosos juicios de Núremberg en los que se juzgó y condenó a los dirigentes nazis por sus delitos genocidas cometidos en Alemania y países ocupados durante la guerra, y en los que se desvelaron verdaderas atrocidades. Sin duda estos juicios influirían en su razonamiento.

En Arbitrariedad Legal y Derecho Supralegal se establece la obligación general de aplicar siempre el derecho positivo, salvo que éste sea extremadamente injusto hasta el punto de desnaturalizar el propio Derecho. Se entiende que no es una fórmula aplicable a cualquier tipo de injusticia del Derecho pues su generalización podría derivar en un caos jurídico.

Nos preguntamos si estas ideas del ámbito jurídico no tendrán interés en nuestros días, en un momento en el que muchas veces los medios de comunicación y la opinión pública en general tienden a afrontar los grandes debates éticos de un modo bipolar y estableciendo un marco de “buenos y malos” que no siempre respeta los principios elementales de la Justicia cuando la verdad pone en peligro el statu quo y la solidez de las propias convicciones.

Para el Democracy Index 2021, tan sólo Canadá, Costa Rica, Uruguay, Islandia, Suecia, Noruega, Dinamarca, Finlandia, Holanda, Reino Unido, Irlanda, Holanda, Alemania, Austria, Suiza, Australia, Nueva Zelanda, Japón, Corea del Sur y Taiwán son democracias plenas. En estos países hay leyes vigentes que permiten acabar con no nacidos en avanzado estado de gestación, ejecutar personas condenadas a muerte, eliminar enfermos terminales o mentales gracias a las leyes de eutanasia, imponer a través de las leyes educativas algunos planteamientos ideológicamente controvertidos como los postulados de la ideología de género conculcando gravemente la libertad de enseñanza y de pensamiento, arrebatar el derecho de algunas personas a ser adoptadas por un padre y a una madre mediante las leyes de adopción, prohibir símbolos religiosos a los funcionarios públicos vulnerando la libertad religiosa, no dar asilo a personas que huyen de regímenes autoritarios y extremadamente injustos dejándolas indefensas y a merced de sátrapas gracias a determinadas leyes de extranjería, etc.

¿Pueden considerarse las leyes anteriormente citadas como gravemente injustas, tanto como para que se pueda llegar a plantear en algún momento la aplicación de la fórmula Radbruch que las pueda declarar antijurídicas? Así lo piensan muchos ciudadanos, gobernantes y comunicadores en diversos países.

Se dirá que son temas muy complejos en los que chocan las diferentes concepciones morales de los ciudadanos y eso es sin duda cierto. Pero también lo es que el hecho de que estas legislaciones hayan prosperado en las últimas décadas en diversas naciones que gozan de prestigio como democracias plenas -apoyadas por una mayoría social o al menos legislativa- no les confiere automáticamente el estatus de justas.

La pretensión de corrección del derecho de la que habla Alexy no es otra que la pretensión de la Justicia. Un ordenamiento jurídico que aspire a ser correcto, es decir a cumplir bien su función, debe aspirar a ser justo o al menos -si seguimos la doctrina de Radbruch- a no ser extremadamente injusto. Y los principios del Derecho que garantizan la Justicia son, según nos enseñaba el jurista romano Ulpiano hace muchos siglos: honeste vivere, alterum non laedere, suum cuique tribuere (vivir honradamente, dar a cada uno lo suyo y no dañar a otros).    

Por poner dos ejemplos de actualidad, una encuesta nacional realizada por la Universidad de Harvard y la firma de encuestas Harris confirma que el 75% de los estadounidenses apoyan que el Tribunal Supremo haya revocado el 24 de junio de 2022 la sentencia Roe v. Wade afirmando que no existe el derecho constitucional al aborto. Podríamos hablar también, en el otro espectro ideológico, de la injusticia que supuso el veto migratorio impuesto por el presidente Donald Trump a los ciudadanos de 5 países musulmanes a los que se les prohibió entrar en los Estados Unidos y que fue posteriormente avalado por el Tribunal Supremo de esa nación. O la vigencia en ese mismo país de la pena de muerte.

¿Podría reclamar, alegando la cláusula Radbruch, ante la Justicia un ciudadano norteamericano superviviente a un intento de aborto que se le indemnizase por las secuelas de un intento de homicidio o un ciudadano de Irak o Somalia al que se le prohibió la entrada en Estados Unidos causándole por ello un grave perjuicio personal? ¿O la familia de un condenado a muerte por el perjuicio irreparable causada por la ejecución de esta persona?

¿Es la Justicia patrimonio de un concreto grupo ideológico o es más bien un valor al que todos los seres humanos y todas las instituciones políticas y grupos de comunicación debemos aspirar a descubrir y a practicar? ¿Son los derechos humanos como las “brujas y los unicornios”, como sostiene el filósofo escocés Alasdair MacIntyre o algo que van inventando los partidos políticos en función de las aspiraciones sociales de cada momento de la historia o más bien algo objetivo que puede llegar a descubrirse si se estudian los casos concretos con honradez y objetividad?

Cultura

Siria: El paraíso perdido (I)

Siria es una de las naciones más antiguas del mundo, poseedora de una historia milenaria que está  intrínsecamente unida a la historia de nuestra fe.

Gerardo Ferrara·21 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 7 minutos

La historia de la nación Siria tiene mucho que ver con la historia de la fe cristiana. En lo que hoy es Siria los fieles de Cristo comenzaron a ser conocidos como los cristianos, allí todavía hay pueblos donde se habla la antigua lengua de Jesús, el arameo y en esa tierra tuvo lugar la conversión de Saulo, san Pablo, que extendería el mensaje de Cristo al mundo entonces conocido.

El alma del mundo

siria

A menudo pensamos en Oriente, y por extensión en todas las zonas del mundo que parecen «exóticas» o lejanas a nuestra mentalidad occidental, como algo extraño. «¡Pobre gente!», se oye decir a la gente sobre las guerras, las luchas fratricidas y las persecuciones que asolan esos países. Y, sin embargo, nunca antes Siria había sido un lugar que debamos considerar realmente «nuestro hogar», al menos como cristianos.

¿Por qué? En primer lugar, porque aquí, en la antigua Antioquía de Siria, que hoy también está en Turquía (aunque geográfica y culturalmente es un territorio sirio), los fieles de Cristo se llamaban cristianos; después, porque Pedro fue el primer obispo de Antioquía, antes de llegar a Roma; porque, de nuevo, Pablo se convirtió en el camino de Damasco y desde allí emprendió su misión evangelizadora (la casa de Ananías aún puede visitarse en Damasco); porque en una ciudad de Siria, Edesa, la Sábana Santa (conocida en esta zona como el mandilón) permaneció durante más de un milenio, hasta 1204, cuando la ciudad fue saqueada durante la IV Cruzada; porque, finalmente, todavía hay pueblos donde se habla la antigua lengua de Jesús, el arameo, así como algunas de las iglesias más antiguas del mundo.

No faltarían muchas otras razones, pero no tenemos tiempo para enumerarlas. Sin embargo, basta con recordar que fueron precisamente los cristianos de Siria, antaño mayoritarios en el país (también, durante varios siglos, tras la conquista islámica), quienes contribuyeron a conservar los manuscritos siríacos (traducciones de textos latinos y griegos) y a transmitirlos a Occidente gracias a las traducciones al árabe que realizaron.

En la Carta a Diogneto, un breve tratado apologético compuesto probablemente a finales del siglo II, se habla de los cristianos y de su papel en el mundo de un lugar que les ha sido asignado por Dios, un lugar del que no pueden salir. En efecto, los cristianos «representan en el mundo lo que el alma es en el cuerpo». El alma se encuentra en todos los miembros del cuerpo; y también los cristianos están dispersos por las ciudades del mundo. El alma, pues, habita en el cuerpo, pero no sale de él; y los cristianos también habitan en este mundo, pero no son del mundo».

El alma da vida al cuerpo, así que los cristianos a este mundo loco le han dado un alma, y en este caso un alma no sólo espiritual, sino también cultural y civilizada.

Incluso en Oriente Medio, una zona conocida hoy por ser el núcleo del islam y no del cristianismo, quienes ayudaron a crear la civilización islámica fueron, paradójicamente, cristianos.

Los cristianos, de hecho, fueron los hombres de letras, filósofos y científicos que codificaron y dieron una gramática y un alfabeto a la lengua árabe (junto con los judíos) y fundamentos a la cultura árabe-islámica (el Islam fue considerado por San Juan Damasceno nada más que una herejía cristiana, hecho confirmado por un gran número de teólogos y filósofos posteriores, incluido el inglés Hilaire Belloc, muchos siglos después, en su libro Las grandes herejías).

Una historia larga y problemática

Siria alberga algunas de las ciudades habitadas más antiguas del mundo (una de ellas es Damasco, llamada jannat ad-dunyah, «paraíso del mundo» por los poetas árabes y considerada, junto con Jericó en Palestina, la ciudad más antigua aún habitada de nuestro planeta) y civilizaciones.

Y en Siria también se originó el ancestro de la mayoría de los alfabetos modernos. En efecto, en Ugarit, ciudad de la costa siria cercana a Lattakia, se desarrolló el alfabeto ugarítico, un alfabeto en el que se seguían utilizando caracteres cuneiformes de origen asirio-babilónico, pero que ya no tenía valor pictográfico, como éste, sino silábico. Y de este sistema surgió el alfabeto fenicio, más tarde reelaborado primero por los griegos y luego por los romanos.

Cuna de varios pueblos semíticos, como eblaítas, ugaritas, amorreos y arameos, con sus respectivos reinos y ciudades-estado, Siria se convirtió en provincia romana en el año 64 a.C.

Bajo los romanos, su capital, Antioquía, se convirtió en una de las ciudades más grandes y florecientes del Imperio (alcanzando una población de unos 600.000 habitantes) y en el centro del cristianismo sirio, cuyos principales exponentes fueron San Pedro, primer obispo de Antioquía, y Santo Tomás. Él, junto con discípulos como Tadeo de Edesa y Mari (al que se atribuye la autoría de una de las anáforas eucarísticas más antiguas del cristianismo, la Anáfora de Addai y Mari) y otros posteriores, fue el artífice de la evangelización de gran parte del Próximo y Medio Oriente (Siria, Líbano, Irak, Irán, incluso la India, donde sobreviven las iglesias católicas sirias de Syro-Malabar y Syro-Malankar, pero los misioneros sirios llegaron hasta China, a través de la Ruta de la Seda).

A pesar de la conquista islámica del siglo VII (a partir del 651 Damasco se convirtió en la sede del califato omeya y la majestuosa catedral, en la que aún se conservan las reliquias de San Juan Bautista, fue parcialmente demolida y convertida en mezquita), que se produjo, además, con la aprobación parcial de las poblaciones cristianas, éstas pudieron prosperar durante siglos, a pesar de las evidentes dificultades.

Esto se debió a que los cristianos prefirieron someterse a un elemento culturalmente más cercano al suyo (los árabes semíticos) antes que a la longa manus del emperador bizantino, un extranjero que exigía tributos cada vez más exorbitantes. La gizyah y el kharaj islámicos (impuestos de capitación reservados a los cristianos y a los judíos, considerados ciudadanos de segunda clase dentro del Estado musulmán y, por tanto, sometidos a un régimen especial en cuanto al estatuto personal y los derechos individuales y colectivos) eran considerados incluso por los cristianos como menos onerosos que los impuestos bizantinos.

Por lo tanto, Siria conservó, incluso después de las Cruzadas, las invasiones mongolas y el sometimiento final al Imperio Otomano en 1517, una considerable minoría cristiana (principalmente ortodoxa griega, pero también ortodoxa siria, católica siria, maronita, armenia, etc.).

La dominación otomana terminó al final de la Primera Guerra Mundial (1920), aunque el país no fue totalmente independiente hasta 1946, con el fin del Mandato Francés de 26 años. Siguieron décadas de inestabilidad, con alternancia de gobiernos y un torpe intento de unión con Egipto, un estado no contiguo pero otro polo del nacionalismo árabe, para formar la República Árabe Unida (1961).

Desde 1963, tras un nuevo golpe de Estado, está en el poder el partido Baas, cuyo principal exponente, y desde 1970 presidente (y poco después dictador de facto) fue primero Hafiz al-Asad y después, a la muerte de éste (2000), su hijo Bashar, actual jefe de Estado de Siria, que sigue en el poder a pesar de los ya once años de guerra civil que han asolado el país.

La primavera árabe y la guerra civil

Lo que más tarde se convirtió en la guerra civil siria comenzó con las revueltas que estallaron en varias ciudades del país (especialmente en Homs, Alepo y Damasco) a raíz de las llamadas «primaveras árabes», una serie de protestas populares, que estallaron sobre todo en Túnez, que tenían como objetivo exigir reformas económicas y sociales e impulsar la lucha contra la corrupción, endémica en los países árabes, especialmente en aquellos gobernados durante décadas por partidos y regímenes nacionalistas alimentados tanto por Occidente como por Rusia (Siria es uno de estos últimos).

En Siria, la situación era peculiar, ya que desde 2000, año de su llegada al poder, el presidente Bashar al-Asad había emprendido una serie de reformas destinadas a disminuir la presencia del Estado en la economía (hasta entonces se había seguido un modelo nacionalista y socialista al mismo tiempo, al estilo del partido Baas). Las reformas estructurales iniciadas por Asad, también en el ámbito social, habían contribuido a que la población cristiana del país, alrededor del 10% antes del estallido de las revueltas y la consiguiente guerra, viviera una época de notable prosperidad y libertad.

Sin embargo, los cristianos participaron inicialmente en las manifestaciones de 2011 contra la corrupción. Sin embargo, se retiraron poco después, cuando quedó cada vez más claro que estaban dirigidos por grupos y movimientos islámicos salafistas radicales (incluidos los Hermanos Musulmanes y Al Qaeda), a menudo alentados y armados por Estados Unidos y los países árabes suníes del Golfo, como Qatar. Éstos, caracterizados por una visión salafista del Islam, se oponen al régimen de Asad porque el presidente sirio es alauita (los alauitas son una secta de origen islámico chiíta, por tanto cercana a Irán, y minoritaria en el país, donde el 70% de la población es suní) y, para los suníes más extremistas, los chiíes y sus sectas son considerados incluso peores que los cristianos, los judíos y los paganos.

En el momento en que el radicalismo islámico llegó a representar cerca del 75% del movimiento de sublevación contra Asad y quedó claro, tanto para la ONU como para Occidente, que el objetivo de los rebeldes era formar un Estado islámico suní en el que estuviera vigente la sharia (ley islámica), que luego se comprobó con el nacimiento del Califato fundado por el ISIS en 2014, los primeros barrios en sufrir los asaltos armados de los rebeldes fueron precisamente los cristianos, asediados y luego también bombardeados por el régimen en un intento de recuperar el control.

El conflicto, que luego se extendió como un reguero de pólvora por todo el país y en el que intervinieron Rusia, Irán y Hezbolá en apoyo de Asad y, en apoyo de los rebeldes, los países del Golfo Pérsico, Estados Unidos y Turquía, duró más de diez años y costó unas 600.000 vidas, más de 12 millones de desplazados, 6 millones de ellos en el extranjero (lo que hace que la población total pase de 24 millones a unos 18 millones) y un perjuicio económico de 400.000 millones de dólares, así como una herida mortal, quizá incurable, a la convivencia de los distintos componentes étnico-religiosos de Siria.

siria
El autorGerardo Ferrara

Escritor, historiador y experto en historia, política y cultura de Oriente Medio.

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Matera, la ciudad que visitará el Papa

Vista de Matera, Italia. El Papa Francisco visitará el sur de Italia el 25 de septiembre para celebrar la misa de clausura del Congreso Eucarístico Nacional Italiano.

Maria José Atienza·21 de julio de 2022·Tiempo de lectura: < 1 minuto
Vaticano

Mensaje del Papa Francisco para la II Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores

La jornada se estableció en 2021 y se celebra cada año en toda la Iglesia en el cuarto domingo de julio, en torno a la festividad de san Joaquín y santa Ana, los “abuelos” de Jesús. Este año tiene lugar el 24 de julio.

Maria José Atienza·20 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 6 minutos

El Papa ha dirigido un mensaje para esta ocasión en el que invita a los abuelos y a los mayores a seguir dando fruto y les propone vivir de manera particular la dimensión de la oración. Además de animar a todos a ir a visitar a los ancianos que están más solos, en sus casas o en las residencias donde viven.

En la vejez seguirán dando fruto» (Sal 92,15)

Querida hermana, querido hermano:

El versículo del salmo 92 “en la vejez seguirán dando frutos” (v. 15) es una buena noticia, un verdadero “evangelio”, que podemos anunciar al mundo con ocasión de la segunda Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores. Esto va a contracorriente respecto a lo que el mundo piensa de esta edad de la vida; y también con respecto a la actitud resignada de algunos de nosotros, ancianos, que siguen adelante con poca esperanza y sin aguardar ya nada del futuro.

La ancianidad a muchos les da miedo. La consideran una especie de enfermedad con la que es mejor no entrar en contacto. Los ancianos no nos conciernen —piensan— y es mejor que estén lo más lejos posible, quizá juntos entre ellos, en instalaciones donde los cuiden y que nos eviten tener que hacernos cargo de sus preocupaciones. Es la “cultura del descarte”, esa mentalidad que, mientras nos hace sentir diferentes de los más débiles y ajenos a sus fragilidades, autoriza a imaginar caminos separados entre “nosotros” y “ellos”. Pero, en realidad, una larga vida —así enseña la Escritura— es una bendición, y los ancianos no son parias de los que hay que tomar distancia, sino signos vivientes de la bondad de Dios que concede vida en abundancia. ¡Bendita la casa que cuida a un anciano! ¡Bendita la familia que honra a sus abuelos!

La ancianidad, en efecto, no es una estación fácil de comprender, tampoco para nosotros que ya la estamos viviendo. A pesar de que llega después de un largo camino, ninguno nos ha preparado para afrontarla, y casi parece que nos tomara por sorpresa. Las sociedades más desarrolladas invierten mucho en esta edad de la vida, pero no ayudan a interpretarla; ofrecen planes de asistencia, pero no proyectos de existencia .  Por eso es difícil mirar al futuro y vislumbrar un horizonte hacia el cual dirigirse. Por una parte, estamos tentados de exorcizar la vejez escondiendo las arrugas y fingiendo que somos siempre jóvenes, por otra, parece que no nos quedaría más que vivir sin ilusión, resignados a no tener ya “frutos para dar”.

El final de la actividad laboral y los hijos ya autónomos hacen disminuir los motivos por los que hemos gastado muchas de nuestras energías. La consciencia de que las fuerzas declinan o la aparición de una enfermedad pueden poner en crisis nuestras certezas. El mundo —con sus tiempos acelerados, ante los cuales nos cuesta mantener el paso— parece que no nos deja alternativa y nos lleva a interiorizar la idea del descarte. Esto es lo que lleva al orante del salmo a exclamar: “No me rechaces en mi ancianidad; no me abandones cuando me falten las fuerzas” (71,9).

Pero el mismo salmo —que descubre la presencia del Señor en las diferentes estaciones de la existencia— nos invita a seguir esperando. Al llegar la vejez y las canas, Él seguirá dándonos vida y no dejará que seamos derrotados por el mal. Confiando en Él, encontraremos la fuerza para alabarlo cada vez más (cf. vv. 14-20) y descubriremos que envejecer no implica solamente el deterioro natural del cuerpo o el ineludible pasar del tiempo, sino el don de una larga vida. ¡Envejecer no es una condena, es una bendición!

Por ello, debemos vigilar sobre nosotros mismos y aprender a llevar una ancianidad activa también desde el punto de vista espiritual, cultivando nuestra vida interior por medio de la lectura asidua de la Palabra de Dios, la oración cotidiana, la práctica de los sacramentos y la participación en la liturgia. Y, junto a la relación con Dios, las relaciones con los demás, sobre todo con la familia, los hijos, los nietos, a los que podemos ofrecer nuestro afecto lleno de atenciones; pero también con las personas pobres y afligidas, a las que podemos acercarnos con la ayuda concreta y con la oración. Todo esto nos ayudará a no sentirnos meros espectadores en el teatro del mundo, a no limitarnos a “balconear”, a mirar desde la ventana. Afinando, en cambio, nuestros sentidos para reconocer la presencia del Señor ,  seremos como “verdes olivos en la casa de Dios” (cf. Sal 52,10), y podremos ser una bendición para quienes viven a nuestro lado.

La ancianidad no es un tiempo inútil en el que nos hacemos a un lado, abandonando los remos en la barca, sino que es una estación para seguir dando frutos. Hay una nueva misión que nos espera y nos invita a dirigir la mirada hacia el futuro. “La sensibilidad especial de nosotros ancianos, de la edad anciana por las atenciones, los pensamientos y los afectos que nos hacen más humanos, debería volver a ser una vocación para muchos. Y será una elección de amor de los ancianos hacia las nuevas generaciones” .  Es nuestro aporte a la revolución de la ternura ,  una revolución espiritual y pacífica a la que los invito a ustedes, queridos abuelos y personas mayores, a ser protagonistas.

El mundo vive un tiempo de dura prueba, marcado primero por la tempestad inesperada y furiosa de la pandemia, luego, por una guerra que afecta la paz y el desarrollo a escala mundial. No es casual que la guerra haya vuelto en Europa en el momento en que la generación que la vivió en el siglo pasado está desapareciendo. Y estas grandes crisis pueden volvernos insensibles al hecho de que hay otras “epidemias” y otras formas extendidas de violencia que amenazan a la familia humana y a nuestra casa común.

Frente a todo esto, necesitamos un cambio profundo, una conversión que desmilitarice los corazones, permitiendo que cada uno reconozca en el otro a un hermano. Y nosotros, abuelos y mayores, tenemos una gran responsabilidad: enseñar a las mujeres y a los hombres de nuestro tiempo a ver a los demás con la misma mirada comprensiva y tierna que dirigimos a nuestros nietos. Hemos afinado nuestra humanidad haciéndonos cargo de los demás, y hoy podemos ser maestros de una forma de vivir pacífica y atenta con los más débiles. Nuestra actitud tal vez pueda ser confundida con debilidad o sumisión, pero serán los mansos, no los agresivos ni los prevaricadores, los que heredarán la tierra (cf. Mt 5,5).

Uno de los frutos que estamos llamados a dar es el de proteger el mundo. “Todos hemos pasado por las rodillas de los abuelos, que nos han llevado en brazos” ;  pero hoy es el tiempo de tener sobre nuestras rodillas —con la ayuda concreta o al menos con la oración—, junto con los nuestros, a todos aquellos nietos atemorizados que aún no hemos conocido y que quizá huyen de la guerra o sufren por su causa. Llevemos en nuestro corazón —como hacía san José, padre tierno y solícito— a los pequeños de Ucrania, de Afganistán, de Sudán del Sur.

Muchos de nosotros hemos madurado una sabia y humilde conciencia, que el mundo tanto necesita. No nos salvamos solos, la felicidad es un pan que se come juntos. Testimoniémoslo a aquellos que se engañan pensando encontrar realización personal y éxito en el enfrentamiento. Todos, también los más débiles, pueden hacerlo. Incluso dejar que nos cuiden —a menudo personas que provienen de otros países— es un modo para decir que vivir juntos no sólo es posible, sino necesario.

Queridas abuelas y queridos abuelos, queridas ancianas y queridos ancianos, en este mundo nuestro estamos llamados a ser artífices de la revolución de la ternura. Hagámoslo, aprendiendo a utilizar cada vez más y mejor el instrumento más valioso que tenemos, y que es el más apropiado para nuestra edad: el de la oración. “Convirtámonos también nosotros un poco en poetas de la oración: cultivemos el gusto de buscar palabras nuestras, volvamos a apropiarnos de las que nos enseña la Palabra de Dios” .  Nuestra invocación confiada puede hacer mucho, puede acompañar el grito de dolor del que sufre y puede contribuir a cambiar los corazones. Podemos ser “el “coro” permanente de un gran santuario espiritual, donde la oración de súplica y el canto de alabanza sostienen a la comunidad que trabaja y lucha en el campo de la vida”.

Es por eso que la Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores es una ocasión para decir una vez más, con alegría, que la Iglesia quiere festejar con aquellos a los que el Señor —como dice la Biblia— les ha concedido “una edad avanzada”. ¡Celebrémosla juntos! Los invito a anunciar esta Jornada en sus parroquias y comunidades, a ir a visitar a los ancianos que están más solos, en sus casas o en las residencias donde viven. Tratemos que nadie viva este día en soledad. Tener alguien a quien esperar puede cambiar el sentido de los días de quien ya no aguarda nada bueno del futuro; y de un primer encuentro puede nacer una nueva amistad. La visita a los ancianos que están solos es una obra de misericordia de nuestro tiempo.

Pidamos a la Virgen, Madre de la Ternura, que nos haga a todos artífices de la revolución de la ternura, para liberar juntos al mundo de la sombra de la soledad y del demonio de la guerra.

Que mi Bendición, con la seguridad de mi cercanía afectuosa, llegue a todos ustedes y a sus seres queridos. Y ustedes, por favor, no se olviden de rezar por mí.

L

Cultura

The Way of the Cross in Jerusalem: where Christ’s footsteps still echo

The Way of the Cross is one of the most popular devotions among Christians. Through fourteen stations, the faithful contemplate and meditate on the Passion of Christ, accompanying Jesus on his way to the place of the crucifixion.

Maria José Atienza·20 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 5 minutos

Original Text of the article in Spanish here

The devotion of the Way of the Cross has its origin in the Gospel accounts of the passion and death of Jesus. The various evangelists collected the story of the Lord’s life, but not in the way that a biography or a study is currently conceived.

The Passion narratives do not contain all the details of Jesus’ journey to Golgotha. Of the fourteen stations that make up the Way of the Cross today, nine are directly anchored in the Gospel accounts. The stations of Jesus’ three falls and his encounters with the Blessed Virgin and with Veronica are the fruit of the pious tradition of the Christian people.

The Via Dolorosa of Jerusalem

The Gospel of John indicates that Christ was taken from the house of Caiaphas to the Praetorium. There, after the impressive conversation with Pilate, the praetor “brought Jesus out and sat down on the judgment seat at a place called the Pavement, and in Hebrew Gabbatha. Now it was the day of Preparation of the Passover. It was about the sixth hour. He said to the Jews, “Behold your King!” They cried out, “Away with him, away with him, crucify him!” Pilate said to them, “Shall I crucify your King?” The chief priests answered, “We have no king but Caesar.” So he delivered him over to them to be crucified. So they took Jesus, and he went out, bearing his own cross, to the place called the Place of a Skull, which in Hebrew is called Golgotha. There they crucified him, and with him two others, one on either side, and Jesus between them.” (Jn 19:13–18)

Christ had been imprisoned, held in chains in the house of Caiaphas, located in an area next to the city walls, not far from Herod’s palace. From there, still in chains, he would be taken to the Antonia Tower, the seat of the Roman government.

Archaeological findings have placed this Praetorium mentioned by St John inside the Antonia Tower, built at the eastern end of the second city wall to its north-east.

The impressive model of Jerusalem at the time of the Second Temple (until AD 70) that can be seen in the Israel Museum gives us an idea of what the city would have looked like when Jesus crossed it, carrying his cross.

The route would have started from the Antonia Tower to the outskirts of the city, where the mound of Golgotha was located (today inside the Basilica of the Holy Sepulchre).

The distance was some 600 yards, about 2000 steps, which Christ would have walked loaded down with the horizontal crossbeam (patibulum) of the cross, whose weight would have ranged between about 110 and 150 pounds.

All this after having been imprisoned (probably hanging by his hands), having received dozens of lashes in the Praetorium, and with his head bleeding from the thorns of the crown plaited by the soldiers. The footsteps of Christ, which still echo in the Holy City, walked the first Via Crucis.

Today, the Via Dolorosa in Jerusalem follows only a part of what would have been the path Jesus took from the Praetorium to the place of execution. At that time, the place was outside the city walls, in a kind of wasteland. Today the Basilica of the Holy Sepulcher, which contains both Golgotha and the tomb where Christ was laid, is within the Christian quarter of what is known as the Old City of Jerusalem.

The Via Dolorosa is not simply a street, but a route consisting of parts of several streets, and is divided between the Muslim and Christian quarters.

The history of the devotion

The ups and downs of this devotion has been influenced by the historical vicissitudes through which what is now Israel passed. Travelers of the time have left us descriptions of the various stations visited in pilgrimage by the Church of Jerusalem. One of the richest sources is the well-known Itinerarium Egeriae, from the end of the 4th century. Egeria, a pilgrim who traveled to the Holy Land from the Roman province of Galicia in 381–384 AD, wrote her travel account, Itinerarium ad Loca Sancta, towards the end of the century: in it she describes her journey to the Holy Places in the East, and the liturgies and religious services carried out in the Holy Land.

The fall of the Byzantine empire and the subsequent Islamic domination in the area hindered the popular piety of local Christians and pilgrims. The Christians present in Jerusalem went through difficult times and, although the devotion to the Passion of Christ never disappeared, the near-impossibility of pilgrimages brought about a decline in the practice of following in the footsteps of the Passion.

After the reconquest of the Holy City by the Crusaders, these practices of piety returned. In the first half of the 14th century, Pope Clement VI entrusted the Franciscans with “the guidance, instruction and care of the Latin pilgrims, as well as with the guardianship, maintenance, defense and rituals of the Catholic sanctuaries of the Holy Land”, and the practice of commemorating the way that Jesus himself traveled was developed.

The Stations of the Via Dolorosa

Since 1880, every Friday (except for a break during the pandemic), starting at 3:00 p.m., the Franciscan community solemnly leads the Stations of the Cross through the streets of Jerusalem.

The route starts at the Lions’ Gate, in the courtyard of the Omariya School, an Islamic madrassa that occupies the area of the ancient Antonia fortress.

A few yards away we find two small churches, one in front of the other, dedicated to the first and second stations. The churches, which are small in size, are built on the probable location of the courtyard of the Praetorium. As a curiosity, on the floor of the chapel that commemorates Christ’s taking up the Cross, one can see “boards” of ancient dice games cut into the stone, dating from the first centuries and which could be part of those games with which the soldiers cast lots for the clothes of Jesus. The third station is marked by a chapel belonging to the Armenian Catholic Patriarchate. It is one of the best-known points of the Via Dolorosa.

Nearby we find the arch of the door that marks the fourth station: Jesus meets Mary, his Blessed Mother. A small Franciscan chapel, not far from the church of Santa Maria del Spasmo (restored by the Armenians in 1881), recalls the episode of Simon of Cyrene that is contemplated at the fifth station.

The sixth station is a Greek-Catholic chapel. The episode of Veronica, the fruit of popular piety, is recalled in the mosaic of the oratory. To the south one can see the remains of an ancient wall and the arches of an unidentified building, considered by some to be the monastery of Saints Cosmas and Damian (built in the years AD 548–563). On its exterior, a stone column with the inscription Pia Veronica faciem christi linteo deterci[t] is another of the most significant points of this path. From here, the stations enter the Christian quarter, on what would have been the cardo maximus of Jerusalem in the time of the Lord. We are already very close to the Basilica of the Holy Sepulcher, where the last five stations of the Way of the Cross are prayed.

At the place of the seventh station there is a small Franciscan chapel, in which there is a column that was probably part of the columns that marked the main street of the Roman Jerusalem. The place of the eighth station is indicated by a small black cross engraved on the wall of the wall of the Greek monastery of St Charalambos. At this point, the Via Dolorosa “breaks off”, so one goes back to the previous crossroads to continue on the way to the Holy Sepulcher.

Almost at the entrance to the strange courtyard leading to the Basilica of the Holy Sepulchre, the ninth station is indicated on a column placed near the door of the Coptic monastery, behind the apse of the Basilica of the Holy Sepulcher.

Inside we find the five final stations of the Way of the Cross, which refer to the events that took place directly between Calvary and the rock-hewn tomb of Joseph of Arimathea, where Jesus was laid after his death.

Today these two areas, only a few yards apart, are covered by a single roof, although they are clearly differentiated and continue to manifest, with silent cries, the greatness of the salvation worked by Christ through his death and resurrection.

In the Holy City, meditation on the mysteries of the Passion takes on a special intensity and meaning. Only in Jerusalem can those who pray this devotion say “here”. Here, in this place, Jesus was condemned to death; here he died on the cross; and here, in this place, he rose and made the whole earth the home of his children.

Familia

Decálogo para la preparación al matrimonio

Los diez puntos clave que se entresacan de la lectura de las orientaciones pastorales publicadas en junio de 2022 que contemplan la riqueza de situaciones por las que atraviesan las familias en la actualidad

José Miguel Granados·20 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

Traducción del artículo al inglés

Una vez leído y profundizado sobre los Itinerarios catecumenales para la vida matrimonial, se puede entresacar, de su lectura, un decálogo de ideas clave de este documento del que puedes encontrar un amplio resumen aquí.

1- La finalidad de la preparación al matrimonio en la Iglesia es la santidad conyugal: formar matrimonios capaces de evangelizar nuestra sociedad.

2- La gracia del sacramento lleva a los esposos a tomar conciencia de la presencia eficaz de Cristo en su comunión de vida y amor conyugal.

3- La grandeza de la vocación de los esposos cristianos requiere un trabajo eclesial serio y prolongado, con una propuesta formativa atractiva, abarcante, profunda e intensa.

4- El modo adecuado de gestar un matrimonio cristiano es un “catecumenado” o itinerario de fe, en el que los futuros esposos acojan el don divino y asuman el protagonismo de su proceso de preparación, guiados y acompañados por los pastores y por otros miembros de la Iglesia oportunamente preparados.

5- La capacitación para el amor esponsalicio maduro supone un proceso formativo continuo, en diversas fases: desde la preparación remota en la infancia y la juventud (en el ámbito familiar, parroquial, escolar, movimientos y grupos eclesiales), hasta la próxima e inmediata a la celebración del sacramento (de al menos un curso de duración), que se prolongará después de contraer el sacramento en la vida matrimonial (especialmente en los primeros años).

6- La Iglesia debe instruir y estar cerca de los novios en su camino hacia el matrimonio, con un estilo positivo, alentador y testimonial de confianza y diálogo sincero; es también necesaria la oración personal y comunitaria, con la oportuna celebración sacramental de la Eucaristía y de la Reconciliación. Así, los futuros cónyuges podrán acoger con esperanza el evangelio del matrimonio y de la familia, y vivirlo dentro de la comunidad eclesial.

7- Se ha de transmitir la buena nueva del matrimonio cristiano en un proceso gradual de purificación y de crecimiento, con misericordia y prudencia. De este modo, los candidatos al estado matrimonial podrán asimilar la bendición del sacramento, superando con los auxilios oportunos las posibles carencias y limitaciones personales, y mejorando la comunicación de pareja.

8- Se ha de procurar que los novios comprendan el sentido, los fines, las características y los bienes del matrimonio conforme al plan divino de la creación y de la redención. Entonces podrán elegirlo de un modo consciente y maduro, en un ejercicio de reflexión y discernimiento, evitando las confusiones culturales de algunas ideologías erróneas muy difundidas.

9- La educación afectivo-sexual del corazón mediante la virtud humana y cristiana de la castidad, aliada del amor, así como la explicación razonada de la doctrina de la procreación responsable, permitirá entender y asumir con gozo la belleza del significado del cuerpo humano en su masculinidad y feminidad como llamada a la comunión interpersonal.

10- La preparación y el acompañamiento eclesial de forma adecuada y permanente es garantía del cumplimiento de la promesa divina inscrita en la vocación conyugal. De este modo, la alianza conyugal podrá fructificar en la alegría fecunda de los hogares cristianos, para gloria de Dios y extensión de su reino en nuestro mundo.

Documentos

La preparación adecuada para el matrimonio cristiano

El Año de la Familia "Amoris laetitia"culminaba el 26 de junio de 2022. Pocos días antes se publicaron de los Itinerarios catecumenales para la vida matrimonial. Un documento que pretende actualizar, renovar y sobre todo, hacer real, la inserción de las familias cristianas en el camino de la Iglesia con las circunstancias actuales. 

José Miguel Granados·20 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 25 minutos

El Año de la Familia «Amoris laetitia»culminaba el 26 de junio de 2022. Pocos días antes se publicaron de los Itinerarios catecumenales para la vida matrimonial. Unas orientaciones pastorales que, teniendo presente la riqueza de situaciones por las que atraviesan las familias en la actualidad, propone una revisión seria de la formación para el matrimonio católico. los itinerarios apuestan por un catecumenado práctico y real, fundado en el acompañamiento a los esposos y familias a lo largo de su vida.

1.Vademécum de pastoral matrimonial

Con fecha de 15 de junio de 2022, el Dicasterio vaticano para los laicos, la familia y la vida, ha publicado un importante documento con el título: Itinerarios catecumenales para la vida matrimonial. Se trata de un oportuno vademécum o prontuario con las directrices o pautas de una pastoral de preparación al matrimonio adecuada para nuestro tiempo.

En continuidad con el magisterio de Juan Pablo II y de Benedicto XVI, el Santo Padre Francisco ha explicado en diversas ocasiones la necesidad de este catecumenado matrimonial, que suponga “un antídoto para evitar la proliferación de celebraciones matrimoniales nulas o inconsistentes” (Discurso a la Rota Romana, 21-1-2017).

En efecto, desde un punto de vista negativo, la necesidad de una preparación resulta especialmente urgente en nuestros días, debido a los lamentables índices de fracaso matrimonial. No cabe asistir impasibles al desmoronamiento del entramado familiar en una contracultura de la ruptura y del divorcio, que produce tanda destrucción humana.

La Iglesia, como madre y maestra, reconoce el deber que tiene de “acompañar con responsabilidad a quienes expresan la intención de unirse en matrimonio, para que sean preservados de los traumas de la separación y no pierdan nunca la fe en el amor” (Prefacio).

En sentido positivo, la originalidad y la finalidad de la propuesta del catecumenado matrimonial resulta decisiva: “pretende hacer resonar entre los cónyuges el misterio de la gracia sacramental, que les corresponde en virtud del sacramento: hacer que la presencia de Cristo viva con ellos y entre ellos”; para lo cual resulta necesario “recorrer con ellos el camino que los lleva a tener un encuentro con Cristo, o a profundizar en esta relación, y a hacer un auténtico discernimiento de la propia vocación nupcial” (n. 6). El don del Espíritu requiere ser acogido adecuadamente para producir frutos de santidad y de evangelización.

2. Formación para la santidad conyugal

En este sentido, se ha de reconocer una cierta incoherencia consentida en la acción pastoral, pues “la Iglesia dedica mucho tiempo, varios años, a la preparación de los candidatos al sacerdocio o a la vida religiosa, pero dedica poco tiempo, sólo unas semanas, a los que se preparan para el matrimonio” (Prefacio). Por ello, es necesaria una renovada valoración de la vocación al matrimonio, conforme a la llamada universal a la santidad y a la misión -que incluye a los fieles seglares con su especificidad- proclamada con énfasis por el concilio vaticano II. Se ha de afirmar que “el sacramento del orden, la consagración religiosa y el sacramento del matrimonio merecen el mismo cuidado, ya que el Señor llama a hombres y mujeres a una u otra vocación con la misma intensidad y amor” (n. 7). Por ello, los cónyuges cristianos necesitan una formación integral, profunda y constante, para que cumplan su tarea para bien de toda la comunidad humana.

Hay que advertir que este documento vaticano es limitado en sus pretensiones, pues no se trata de un manual para el curso prematrimonial ni considera todos los temas de la pastoral familiar, sino que solamente ofrece las indicaciones más importantes para la preparación a la vida conyugal. P

or ello, son muchas las herramientas doctrinales y pastorales que se han de articular, como se especifica en los Directorios de pastoral familiar de las conferencias episcopales y de las diócesis.

Así, por ejemplo, Francisco indica que este documento tendrá que ser complementado con “otro en el que se indiquen métodos pastorales concretos y posibles itinerarios de acompañamiento, dedicados específicamente a aquellas parejas que han experimentado el fracaso de su matrimonio y viven en una nueva unión o se han vuelto a casar civilmente” (Prefacio).

3. Transversalidad, sinodalidad, continuidad

Hemos de tener en cuenta que no es un texto normativo sino pastoral, abierto a la consideración de las diversas realidades de los sujetos y ambientes que han de ser evangelizados. Por ello, estas “orientaciones que piden ser recibidas, adaptadas y puestas en práctica en las situaciones sociales, culturales y eclesiales concretas” (Prefacio), en un ejercicio prudencial por parte de los pastores y demás agentes de la delicada encomienda de preparación a la vida matrimonial cristiana.

Se señalan tres grandes principios generales de la acción pastoral. En primer lugar, la transversalidad, que “significa que la pastoral de la vida conyugal no se limita al ámbito restringido de los encuentros de novios, sino que atraviesa muchos otros ámbitos pastorales y se tiene siempre presente en ellos” (n. 12). En realidad, es la vida misma de la pareja (de novios o de cónyuges) la que es acompañada cuidadosamente por la Iglesia, para que la vocación produzca todo el fruto de santidad que contiene germinalmente, capaz de irradiar y fecundar la sociedad con el evangelio del matrimonio y de la familia.

En segundo lugar, la sinodalidad, pues “la Iglesia es comunión y realiza concretamente su ser comunión en el caminar juntos, en la coordinación de todos los ámbitos pastorales y en la participación activa de todos sus miembros en su misión evangelizadora” (n. 13). En este campo de la acción eclesial, como en otros, hemos de evitar un reduccionismo clerical o que muchos se desentiendan de la encomienda por el Señor, con una dejación de deberes: todos somos responsables -cada uno según su vocación, capacidades y carismas- en la evangelización de la sociedad, de las culturas y de las personas.

El tercer criterio es la continuidad, que “se refiere al carácter no episódico sino prolongado en el tiempo, incluso permanente. Esto permite establecer itinerarios pedagógicos que, en las distintas etapas del crecimiento acompañen a enraizar la vocación al matrimonio en el camino de iniciación cristiana en la fe” (n. 14). Ocurre algo análogo a los procesos educativos o de maduración humana: su interrupción o descuido resulta contraproducente y con frecuencia nefasta. Se han de considerar diversas modalidades adaptadas oportunamente a las etapas y situaciones vitales, pero nunca se debe dejar la tarea formativa humana y cristiana. En este sentido, es necesario recordar que se han de evitar los “largos períodos de abandono pastoral de ciertas fases de la vida de las personas y de las familias, que lamentablemente provocan el alejamiento de la comunidad y, a menudo, también de la fe” (n. 15). Si se descuida la formación avanza irremediablemente la confusión y la exposición a las deformaciones ideológicas, como el emotivismo pasional o el pansexualismo materialista. En cambio, la formación adecuada e ininterrumpida propicia el desarrollo de personas de criterio, sólidamente fundamentadas en la verdad del evangelio y en las virtudes humanas y cristianas.

4. Catecumenado

Añadamos que, si bien las modalidades y adaptaciones pueden ser muy variadas, un catecumenado matrimonial no es cualquier cosa: posee una consistencia y unos rasgos elementales, que se explicitan en este documento. Además, esta institución se inspira en la hermosa y secular tradición eclesial de preparación para el bautismo de adultos. “El Ritual de Iniciación Cristiana para Adultos puede ser un marco de referencia general en el que inspirarse” (n. 19).

Por eso, “en la elaboración de este proyecto hay que tener en cuenta ciertos requisitos: que dure el tiempo suficiente para que las parejas puedan reflexionar y madurar; que, partiendo de la experiencia concreta del amor humano, la fe y el encuentro con Cristo se sitúen en el centro de la preparación al matrimonio; que se organice por etapas, marcadas –cuando sea posible y apropiado– por ritos de pasos que se celebren dentro de la comunidad; que englobe todos estos elementos: formación, reflexión, diálogo, confrontación, liturgia, comunidad, oración, fiesta” (n. 16).

El documento considera que una propuesta concreta para comenzar en esta senda puede ser la puesta en marcha en las diócesis, cuando sea posible, de un “proyecto piloto” (n. 17). Sin embargo, “esta herramienta pastoral no puede ser simplemente impuesta como la única manera de preparar el matrimonio, sino que debe ser utilizada con discernimiento y sentido común” (n. 16). En efecto, una obligación indiscriminada podría tener efectos contraproducentes, como el alejamiento de muchos del sacramento del matrimonio o el cumplimiento externo y formal, como un requisito imperado que hay que sufrir y cumplir “a regañadientes”. Se trata más bien de una sugerencia consistente, que se ha de mostrar a los candidatos como una oferta plausible de formación integral. Para que este instrumento formativo sea realmente efectivo se ha de presentar de modo adecuado y atractivo, de modo que los mismos candidatos al sacramento del matrimonio lleguen a descubrir, anhelar y asumir con protagonismo el proyecto.

5. Guiar, ayudar, acompañar

En la caracterización de esta modalidad formativa, el documento considera algunas características generales y metodológicas: su intención ha de ser “guiar, ayudar y estar cerca de las parejas en un camino que hay que recorrer juntos”; “no es una preparación para un examen que hay que pasar, sino para una vida que hay que vivir”; ha de evitarse el moralismo y cuidar, en cambio, el “tono proactivo, persuasivo, alentador y todo orientado hacia lo bueno y lo bello que es posible vivir en el matrimonio”; asimismo, ha de tener muy en cuenta “la gradualidad, la acogida y el apoyo, pero también el testimonio de otros cónyuges cristianos que acojan y estén presentes en el camino”, pues así se ayudará a “crear un clima de amistad y confianza” (n. 20), tan necesario para la eficacia de este camino hacia el matrimonio cristiano.

Cada persona y cada pareja será acompañada en su camino de reflexión, conversión y comprensión del significado humano y cristiano de la vida conyugal, “siguiendo siempre la lógica del respeto, la paciencia y la misericordia. Sin embargo, nunca lleva a oscurecer las exigencias de verdad y caridad del Evangelio propuestas por la Iglesia, y nunca debe permitirse oscurecer el designio divino sobre el amor humano y el matrimonio en toda su belleza y grandeza” (n. 56).

Habitualmente, “el equipo de acompañantes que guía el camino puede estar formado por matrimonios ayudados por un sacerdote y otros expertos en pastoral familiar” (n. 21). La presencia de matrimonios no se debe solo a la escasez del clero, sino que responde a lo propio de la vocación conyugal como evangelizadora y a la connaturalidad con la forma de vida que quieren emprender los novios.

Además, se ha de tener en cuenta que “algunas temáticas complejas relativas a la sexualidad conyugal o a la apertura a la vida (por ejemplo, la paternidad responsable, la inseminación artificial, el diagnóstico prenatal y otras cuestiones bioéticas) tienen fuertes implicaciones éticas, relacionales y espirituales para los cónyuges, y requieren hoy en día una formación específica y una claridad de ideas” (n. 22). El documento recuerda también la “urgencia de una formación más adecuada de los sacerdotes, seminaristas y laicos (incluidos los matrimonios) en el ministerio de acompañamiento de los jóvenes al matrimonio” (n. 86).

6. Valorar situaciones y actitudes

También se han de considerar, distinguir y acompañar de modo adecuado y oportuno las diversas situaciones existenciales de los que se acercan al sacramento del matrimonio en nuestros días. El gran número de personas que viven más o menos alejadas de la fe y de la Iglesia reclama una propuesta solícita y oportuna: “La experiencia pastoral en gran parte del mundo muestra ahora la presencia constante y generalizada de nuevas solicitudes de preparación al matrimonio sacramental por parte de parejas que ya viven juntas, han celebrado un matrimonio civil y tienen hijos. Tales peticiones ya no pueden ser eludidas por la Iglesia, ni pueden ser aplanadas dentro de caminos trazados para quienes vienen de un camino mínimo de fe; más bien, requieren formas de acompañamiento personalizado” (n. 25).

Con frecuencia nos encontramos con “parejas que han preferido convivir juntas sin casarse, pero que, sin embargo, siguen abiertas al tema religioso y dispuestas a acercarse a la Iglesia. Con una mirada comprensiva, han de ser acogidas con calidez y sin legalismo, apreciando su deseo de familia” (n. 40). La acción pastoral adecuada no encorseta en esquemas teóricos, sino que se pone en el lugar vital -actitudes, disposiciones, situaciones, etc.- en que se encuentran las personas para ayudarlas con sabiduría humana y sobrenatural conforme a las etapas de sanación y de crecimiento en la conversión continua y en el ascenso hacia la plenitud humana que es la santidad.

7. Ritos significativos

El documento propone algunos ritos simbólicos o gestos cuasi litúrgicos de iniciación o culminación de las diversas etapas o fases de este proceso o camino formativo. “Entre los ritos a considerar, antes de llegar al rito matrimonial propiamente dicho, pueden estar: la entrega de la Biblia a los novios, la presentación a la comunidad, la bendición de los anillos de compromiso, la entrega de una oración de pareja que los acompañará en su camino. La conveniencia de esto se evaluará según la realidad eclesial local. Cada uno de estos ritos puede ir acompañado de un retiro” (n. 23).

Esta iniciativa se hace con mucha cautela, pues por un lado se ha de evitar crear expectativas excesivas, que fuercen la libertad de los candidatos, y por otro tampoco se debe caer en la confusión o identificación con los ritos propios del sacramento. Por ello, el texto insta a la “necesaria prudencia y una cuidadosa evaluación de cómo proponer estos ritos, según el contexto social en el que se actúe. En algunos casos, por ejemplo, puede ser preferible que estos ritos se celebren sólo dentro del grupo de parejas que sigue el itinerario, sin involucrar a las familias u otras personas. En otros casos, sin embargo, es preferible evitarlos por completo” (n. 26). Por tanto, estos ritos son sugerencias a tener en cuenta y a utilizar prudencialmente para aprovechar su estímulo para perseverar con ilusión en el camino formativo y soslayar posibles efectos contraproducentes.

8. Etapas. Preparación remota

Puesto que se tratar de acompañar el crecimiento interno, este proceso o camino articulado ha de tener en cuenta las diversas etapas del desarrollo formativo y de la maduración humana y cristiana. Por ello, el documento sugiere que “en una perspectiva pastoral a largo plazo, sería bueno que el itinerario propiamente catecumenal fuera precedido por una fase pre-catecumenal: esto coincidiría prácticamente con el largo tiempo de preparación remota al matrimonio, que comienza desde la infancia. La fase propiamente catecumenal consta de tres etapas distintas: la preparación próxima, la preparación inmediata y el acompañamiento de los primeros años de vida matrimonial” (n. 24).

En la educación familiar y eclesial para el amor verdadero durante la infancia y juventud, los objetivos de la preparación remota son: “a) educar a los niños en la estima de sí mismos y en la estima de los demás, en el conocimiento de la propia dignidad y en el respeto a de los demás; b) presentar a los niños la antropología cristiana y la perspectiva vocacional contenida en el bautismo que conducirá al matrimonio o a la vida consagrada; c) educar a los adolescentes en la afectividad y la sexualidad en vista de la futura llamada a un amor generoso, exclusivo y fiel (ya sea en el matrimonio, en el sacerdocio o en la vida consagrada); d) proponer a los jóvenes un camino de crecimiento humano y espiritual para superar la inmadurez, los miedos y las resistencias a abrirse a relaciones de amistad y de amor, no posesivas ni narcisistas, sino libres, generosas y oblativas” (n. 36).

9. Acogida: anuncio y maduración del proyecto conyugal

En la fase intermedia o de acogida de los candidatos al catecumenado matrimonial, “el estilo de relación y de acogida implementado por el equipo pastoral será determinante”; pues “es importante que el momento de la acogida se convierta en una proclamación del kerigma, para que el amor misericordioso de Cristo constituya el auténtico lugar espiritual en el que se acoge a la pareja” (n. 38).

Aquí el documento enfatiza algunos rasgos del estilo evangelizador que se ha de cuidar especialmente con los novios: “la pastoral conyugal debe tener siempre un tono alegre y kerigmático –vigoroso y al mismo tiempo proactivo-; el testimonio, la belleza y la fuerza motriz de las familias cristianas podrán acudir en ayuda de los pastores ante estos desafíos; el mismo sacramento del matrimonio debe ser objeto de un verdadero anuncio por parte de la Iglesia; la fidelidad, la unicidad, la definitividad, la fecundidad, la totalidad, son, al fin y al cabo, las dimensiones esenciales de todo vínculo de amor auténtico, comprendido, deseado y coherentemente vivido por un hombre y una mujer” (n. 39).

Se ha de ayudar a superar actitudes superficiales que -con frecuencia, de modo inconsciente e inculpable- tienen los que piden a la Iglesia el sacramento nupcial, pues “es importante que exista una voluntad interior de iniciar con el catecumenado matrimonial un camino de fe-conversión” (n. 42). En el discernimiento de la intención conyugal la doctrina de la Iglesia distingue entre la virtud de la fe en los candidatos y la voluntad de querer un verdadero matrimonio. “La presencia de una fe viva y explícita en las parejas es, obviamente, la situación ideal para llegar al matrimonio con una intención clara y consciente de celebrar un verdadero matrimonio. Sin embargo, una condición necesaria para el acceso al sacramento del matrimonio y su validez sigue siendo su intención de hacer lo que la Iglesia entiende realizar al celebrar el matrimonio entre bautizados” (n. 44).

De modo que “si rechazan explícita y formalmente lo que la Iglesia quiere realizar al celebrar el matrimonio, los novios no podrán ser admitidos a la celebración sacramental” (n. 45). Los pastores no pueden desentenderse de la formación y la conversión de las almas, pues tienen el grave deber de  “hacer aflorar las verdaderas intenciones de los novios para que ellos mismos tomen conciencia de ellas, a fin de evitar que la preparación y la celebración del matrimonio se reduzcan a actos puramente exteriores. Si, por el contrario, sin negar lo que quiere realizar la Iglesia, existe una disposición imperfecta por parte de los que se quieren casar, no debe excluirse su admisión a la celebración del sacramento” (n. 45).

En esta fase se ha de “aprovechar esta situación como un momento favorable para que redescubran su fe y la lleven a una mayor madurez, volviendo a las raíces de su bautismo, reavivando la semilla de vida divina que ya ha sido sembrada en ellos, e invitándoles a reflexionar sobre la elección del matrimonio sacramental como consolidación, santificación y realización plena de su amor” (n. 45). Así, con paciencia y celo, los pastores y demás encargados de esta tarea han de propiciar que surjan las condiciones interiores adecuadas para llegar a un matrimonio verdadero y preparado en las mejores condiciones posibles.

Sin embargo, con alguna frecuencia ocurrirá que ambas partes o “una de ellas se niega a seguir el camino catecumenal. En todos estos casos, corresponderá al presbítero valorar la mejor manera de proceder en la preparación al matrimonio” (n. 46), para asegurar no solo la validez del sacramento sino también que no se malogre y produzca frutos de vida cristiana.

10. Preparación próxima: itinerario vocacional de fe

En cuanto al tiempo principal del catecumenado, “en líneas generales, se sugiere que la preparación próxima dure aproximadamente un año, dependiendo de la experiencia previa de la pareja en materia de fe y participación eclesial. Una vez tomada la decisión de casarse se podría iniciar la preparación inmediata al matrimonio, de unos meses de duración, para configurarse como una verdadera y propia iniciación al sacramento nupcial” (n. 48).

Para conseguir este objetivo resulta necesario cambiar de modo drástico la mentalidad de los pastores y, después, del pueblo de Dios, de modo que todos tomen conciencia de que la preparación al matrimonio es algo serio e intenso, que no se debe quedar en el barniz superficial de un cursillo breve. Puede servir al respecto considerar la analogía con el rigor en la formación académica y en la capacitación profesional que resultan tan exigentes en nuestra época. Pues, de modo semejante a las destrezas técnicas, artísticas o deportivas, preparar sujetos virtuosos, realmente capaces para el verdadero amor esponsalicio, que han alcanzado la madurez de la libertad del don de sí, requiere un esfuerzo formativo de gran envergadura, intensidad y duración.

“El catecumenado matrimonial en esta etapa adquirirá el carácter de un verdadero itinerario de fe, durante el cual el mensaje cristiano será redescubierto y reproducido en su perenne novedad y frescura. Los candidatos al matrimonio también se iniciarán gradualmente en la oración cristiana” (n. 49). En este período, “se ayudará a las parejas a acercarse a la vida eclesial y a participar en ella. Con delicadeza y calor humano, se les invitará a participar en los momentos de oración, en la eucaristía dominical, en la confesión, en los retiros, pero también en los momentos de celebración y convivencia” (n. 50).

También “será fundamental preparar un itinerario de reflexión sobre los bienes propios del matrimonio, pudiendo así disponerse a acoger estas gracias y abrazar estos bienes como un don” (n. 51). “Será importante en esta etapa profundizar en todo lo que tiene que ver con la relación de pareja y la dinámica interpersonal que conlleva, con sus reglas, sus leyes de crecimiento, los elementos que la fortalecen y los que la debilitan” (n. 52). Para ello, hay que contar con los aportes de las ciencias humanas.

Asimismo, “deben ser debidamente explorados: la dinámica humana de la sexualidad conyugal, la concepción correcta de la paternidad-maternidad responsable, la educación de los hijos” (n. 53). Y, por último, se ha de “tomar conciencia de las posibles carencias psicológicas y/o afectivas, que pueden debilitar o incluso anular por completo el compromiso de entrega y de amor mutuo que los cónyuges se prometen. Pero pueden ser el estímulo para iniciar un proceso más serio de crecimiento que prepare para alcanzar una condición suficiente de libertad interior y madurez” (n. 54).

El objetivo específico de esta etapa central del catecumenado matrimonial es “finalizar el discernimiento de cada pareja sobre su vocación matrimonial. Esto puede llevar a la decisión libre, responsable y meditada de contraer matrimonio, o puede llevar a la decisión igualmente libre y meditada de terminar la relación y no casarse. Este discernimiento, que debe realizarse también en el marco del diálogo espiritual” (n. 55).

11. Aprender la castidad, aliada del amor

Uno de los temas centrales en esta etapa formativa ha de ser la comprensión adecuada y el aprendizaje vital de la virtud humana y cristiana de la castidad: “debe presentarse como una auténtica aliada del amor, no como su negación. Es, de hecho, la forma privilegiada de aprender a respetar la individualidad y la dignidad del otro, sin subordinarlo a los propios deseos. Tiene una importancia fundamental para orientar y alimentar el amor conyugal, preservándolo de cualquier manipulación. Enseña, en cualquier estado de la vida, a ser fiel a la verdad del propio amor.

Esto significará, para los novios, vivir la castidad en continencia y, una vez casados, vivir la intimidad conyugal con rectitud moral. La castidad facilita el conocimiento recíproco entre los novios, porque al evitar que la relación se fije en la instrumentalización física del otro, permite un diálogo más profundo, una manifestación más libre del corazón y el surgimiento de todos los aspectos de la propia personalidad –humanos y espirituales, intelectuales y afectivos– de manera que se permita un verdadero crecimiento en la relación, en la comunión personal, en el descubrimiento de la riqueza y de los límites del otro: y en esto consiste la verdadera finalidad del tiempo de noviazgo.

Son diversos y hermosos los valores y atenciones que enseña la virtud de la castidad: el respeto del otro, el cuidado de no someterlo nunca a los propios deseos, la paciencia y la delicadeza con el cónyuge en los momentos de dificultad, física y espiritual, la fortaleza y el autodominio necesarios en los momentos de ausencia o enfermedad de uno de los cónyuges, etc.” (n. 57).

12. Cuidar el fondo y la forma

En cuanto a la metodología de esta fase central, se ha de enfatizar que “es necesario que la transmisión de contenidos teóricos vaya acompañada de la propuesta de un camino espiritual que incluya experiencias de oración (personal, comunitaria y de pareja), celebración de los sacramentos, retiros espirituales, momentos de adoración eucarística, experiencias misioneras, actividades caritativas” (n. 58). Sin descuidar el tono testimonial de confianza sincera que posibilita la auténtica apertura y renovación interior.

En resumen, los objetivos de la preparación próxima son: “a) volver a proponer una catequesis de iniciación a la fe cristiana y un acercamiento a la vida de la Iglesia; b) experimentar una iniciación específica al sacramento del matrimonio y llegar a una clara conciencia de sus notas esenciales; c) profundizar en los temas vinculados a la relación de pareja y tomar conciencia de las propias carencias psicológicas y afectivas; d) completar una primera fase de discernimiento de la pareja sobre la vocación nupcial; e) continuar un camino espiritual con más decisión” (n. 63).

13. Preparación inmediata para el compromiso

En los meses que preceden a la celebración del matrimonio, tiene lugar la preparación inmediata de las nupcias. “Será oportuno recordar los contenidos principales del camino de preparación seguido hasta ahora: se insistirá en las condiciones indispensables de libertad y de plena conciencia de los compromisos asumidos con la elección que se va a hacer, ligada a las características esenciales del matrimonio” (n. 65).

Los objetivos de la preparación a las puertas de la celebración del sacramento, son: “a) recordar los aspectos doctrinales, morales y espirituales del matrimonio; b) vivir experiencias espirituales de encuentro con el Señor; c) prepararse para una participación consciente y fructífera en la liturgia nupcial” (n. 73).

14. Suplir carencias y animar a la inserción eclesial

Aunque este itinerario presenta el marco formativo ideal y completo, sin embargo, de modo realista, se constata que es frecuente y habitual “que algunos matrimonios se inserten sólo ahora en el itinerario catecumenal y que la preparación inmediata sea la única posibilidad concreta para que reciban un mínimo de formación en vista de la celebración del sacramento del matrimonio. Para ellos, sería oportuno concertar algunos encuentros personalizados con el equipo de pastoral de preparación al matrimonio, para hacerles sentir el cuidado y la atención, para profundizar juntos en algunos aspectos más personales de la elección del matrimonio, según la situación de la pareja, y para establecer una relación de confianza, cordialidad y amistad con los acompañantes” (n. 65).

Se trata de suplir con caridad las carencias, pero sin considerar que esta situación excepcional, por muy generalizada que se encuentre, sea lo normal o lo bueno. Con paciencia y prudencia, los pastores y demás miembros de la comunidad cristiana deben procurar la  inserción en la vida de la Iglesia a los que se encuentran alejados e invitar a todos a participar en los procesos de formación adecuada en la fe.

Por lo demás, en esta fase se ha de “volver a poner siempre en el centro el encuentro con el Señor como fuente de toda la vida cristiana. En efecto, siempre es necesario superar la mera visión sociológica del matrimonio para hacer comprender a los cónyuges el misterio de la gracia que está implícito en él” (n. 66). En esta última etapa previa a la celebración del matrimonio “será útil reformular el anuncio kerigmático de la redención de Cristo que nos salva de la realidad del pecado, que siempre se cierne sobre la vida humana”; así como “recurrir al perdón de Dios que, en el sacramento de la reconciliación, otorga su amor con más fuerza que cualquier pecado” (n. 67).

15. Catequesis litúrgica

La celebración del sacramento contiene una riqueza divina trascendente, que no debe ser reducida a algunos aspectos meramente humanos como el social, el festivo o el sentimental. Es competencia de los ministros sagrados y de los demás catequistas abrir las mentes de los contrayentes a estas dimensiones sacramentales y misioneras -trascendentes y fascinantes- que quizás apenas vislumbran. “Las parejas deben ser iluminadas sobre el extraordinario valor de signo sacramental que va a adquirir su vida conyugal: con el rito nupcial, se convertirán en un sacramento permanente de Cristo que ama a la Iglesia. Los cónyuges cristianos están llamados a convertirse en iconos vivos de Cristo esposo. Es el mismo modo de vivir y relacionarse de los cónyuges el que debe hacer presente al mundo el amor generoso y total con el que Cristo ama a la Iglesia y a toda la humanidad. Pues éste es el extraordinario testimonio que tantos cónyuges cristianos dan al mundo: su capacidad de entrega recíproca y entrega a los hijos, su capacidad de fidelidad, de paciencia, de perdón y de compasión son tales que hacen entrever que a la base de su relación hay una fuente sobrenatural, un algo más, inexplicable en términos humanos, que alimenta incesantemente su amor” (n. 68).

En todo el proceso de preparación al matrimonio cristiano y, después, en la vida del mismo, se ha de contar con la ayuda divina poderosa y decisiva: “La conciencia de una nueva efusión del Espíritu Santo durante el rito nupcial, que, insertándose en el dinamismo de la gracia iniciado en el bautismo, da una nueva connotación a la caridad divina infundida en nosotros desde el mismo bautismo y que adquiere ahora los rasgos de la caridad conyugal. Resulta muy oportuno invocar a los santos/beatos casados de nuestro tiempo, que ya han vivido la experiencia de ser esposos y esposas, padres y madres, y también a los santos intercesores, para realzar la dignidad del estado de vida matrimonial en la comunidad eclesial y ayudarles a comprender la belleza y la fuerza de este sacramento en la economía de la salvación” (n. 69).

16. Retiro y confesión previos

El documento insiste en una propuesta muy adecuada: “unos días antes del matrimonio, un retiro espiritual de uno o dos días será muy beneficioso. Aunque esto puede parecer poco realista, dados los numerosos compromisos debidos a la planificación de la boda, hay que decir que es precisamente el ajetreo de las muchas tareas prácticas relacionadas con la próxima celebración lo que puede distraer a los novios de lo que más importa: la celebración del sacramento y el encuentro con el Señor que viene a habitar su amor humano llenándolo de su amor divino. En el caso de que un verdadero retiro fuese imposible, podría servir de alternativa un tiempo de oración más corto (por ejemplo, un encuentro vespertino, como una vigilia de oración)” (n. 70). “Hacer participar a los padres, a los testigos y a los familiares más cercanos en un momento de oración antes de la boda, puede resultar una oportunidad muy hermosa para todos” (n. 72).

Añade otro elemento imprescindible: acudir al sacramento de la penitencia para recibir la gracia del matrimonio del mejor modo posible, limpios de pecado grave y purificados también de las faltas leves. “En el período previo a la boda –en el contexto del mencionado retiro espiritual o vigilia de oración o incluso en otro contexto– la celebración del sacramento de la reconciliación es de gran importancia” (n. 71). Así podrán recibir dignamente la sagrada comunión -fuente de todas las bendiciones divinas y presencia de la alianza nupcial de Cristo- en la celebración de la boda.

17. Pastoral de los recién casados

La tercera etapa de este proceso se refiere a los primeros años de la vida matrimonial. En efecto, “el itinerario catecumenal no termina con la celebración del matrimonio. De hecho, más que como un acto aislado, debe considerarse como la entrada en un estado permanente, que requiere por tanto una formación permanente específica, hecha de reflexión, diálogo y ayuda de la Iglesia. Para ello, es necesario acompañar al menos los primeros años de vida matrimonial y no dejar a los recién casados en la soledad” (n. 74).

No es bueno que el matrimonio esté solo, podemos decir remedando la afirmación del Señor en el relato de la creación de la mujer. “Los recién casados deben ser conscientes de que la celebración del matrimonio es el inicio de un camino, y que la pareja es todavía un proyecto abierto, no una obra terminada” (n. 75). Para ello, “se propondrá a las parejas la continuación del itinerario catecumenal, con encuentros periódicos” (n. 76). En nuestra sociedad, con una mentalidad tan contraria a la verdadera antropología matrimonial, resulta muy necesario que los matrimonios encuentren la compañía de la comunidad cristiana que refuerce y sostenga las motivaciones de su camino.

Muchas veces ocurre que la atención de los matrimonios jóvenes se centra en la necesidad de ganar dinero y en los hijos, descuidando el empeño en la calidad de su relación mutua y olvidando la presencia de Dios en su amor. “Merece la pena ayudar a los matrimonios jóvenes a saber encontrar tiempo para profundizar en su amistad y acoger la gracia de Dios” (n. 77).

18. Vivir el don

El documento recuerda cómo se debe desplegar el significado del sacramento en toda su belleza: “este es un momento oportuno para una verdadera mistagogía matrimonial, es decir, una introducción al misterio. Repasando los distintos momentos del rito nupcial, se podría profundizar en su rico significado simbólico y espiritual y en sus consecuencias concretas en la vida matrimonial: el consentimiento intercambiado (la voluntad de unirse, y no un sentimiento pasajero, en la base del matrimonio, una voluntad que debe fortalecerse siempre); la bendición de los signos que recuerdan el matrimonio, por ejemplo los anillos (la promesa de fidelidad que debe renovarse siempre); la bendición solemne de los cónyuges (la gracia de Dios que desciende sobre la relación humana, la asume y la santifica, a la que hay que estar siempre abiertos); el recuerdo del matrimonio en el seno de la oración eucarística (sumergir siempre el amor conyugal en el misterio pascual de Cristo para revigorizarlo y hacerlo cada vez más profundo)” (n. 77).

En definitiva, con la catequesis matrimonial mistagógica, al igual que con la catequesis bautismal, la invitación que se hace es: ¡Convertíos en lo que sois! Ahora sois un matrimonio, por lo tanto, ¡vivid cada vez más como un matrimonio! El Señor ha bendecido y colmado vuestra unión con la gracia, así que ¡haced fructificar esa gracia!

19. Nuevos temas e intereses

Desde el principio de la vida matrimonial, es importante recibir una ayuda concreta para vivir la relación interpersonal con serenidad. Son muchas las cosas nuevas que hay que aprender: “aceptar la diversidad del otro que se manifiesta de inmediato; no tener expectativas irreales de la vida en común y considerarla como un camino de crecimiento; gestionar los conflictos que inevitablemente surgen; conocer las diferentes etapas por las que pasa toda relación de amor; dialogar para buscar un equilibrio entre las necesidades personales y las de la pareja y la familia; adquirir hábitos cotidianos saludables; establecer una relación adecuada con las familias de origen desde el principio; empezar a cultivar una espiritualidad conyugal compartida (n. 78).

Hay muchos aspectos de la vida conyugal y familiar que pueden ser objeto de diálogo y catequesis en estos años. “Es fundamental, por ejemplo, ilustrar a las parejas sobre el delicado tema de la sexualidad dentro del matrimonio y las cuestiones relacionadas, es decir, la transmisión de la vida y la regulación de los nacimientos, y sobre otras cuestiones morales y bioéticas. Otro ámbito que no debe olvidarse es el de la educación humana y cristiana de los hijos, que constituye una grave responsabilidad para los padres, y respecto a la cual los matrimonios deben ser sensibilizados y convenientemente formados” (n. 79). Para los diversos temas de la vida conyugal y familiar, la enseñanza de la Iglesia pone a disposición de los cónyuges un tesoro de sabiduría.

Estos primeros años del matrimonio suponen una “fase de aprendizaje en la que la cercanía y las sugerencias concretas de los matrimonios ya maduros, que comparten con los más jóvenes lo que han aprendido por el camino, serán de gran ayuda” (n. 80).

20. Pastoral del vínculo y recursos variados

La pastoral matrimonial será ante todo “una pastoral del vínculo: ayudará a las parejas, cada vez que se enfrenten a nuevas dificultades, a tener en el corazón, por encima de todo, la defensa y la consolidación de la unión matrimonial, por su propio bien y por el de sus hijos” (n. 81). “Es esencial centrar el camino de la pareja en el encuentro con Cristo: la pareja necesita encontrarse continuamente con Cristo y alimentarse de su presencia” (n. 82). Él es el modelo, la fuente y el sostén de la fidelidad prometida: sólo con su gracia, en la comunión eclesial, puede afianzarse la comunión del nosotros conyugal.

La atención constante y permanente de la Iglesia hacia los matrimonios puede llevarse a cabo a través de diversos medios pastorales:  “la escucha de la Palabra de Dios; los encuentros de reflexión sobre temas de actualidad relativos a la vida conyugal y familiar; la participación de los matrimonios en las celebraciones litúrgicas especialmente diseñadas para ellos; los retiros espirituales periódicos para los matrimonios; la adoración eucarística organizada para los cónyuges; la conversación y el acompañamiento espiritual; la participación en grupos familiares para poner en común experiencias con otras familias; la participación en actividades caritativas y misioneras. Pues los esposos necesitan desarrollar una verdadera espiritualidad conyugal que alimente y sostenga el camino específico de santidad que recorren en la vida matrimonial” (n. 83).

Esta espiritualidad incluye la co-vocación conyugal, la vida y el compromiso de santidad laical, así como la evangelización de la cultura familiar. A medida que la identidad conyugal se desarrolla, “el sentido de la misión, que fluye del sacramento, puede crecer. Es oportuno invitar a los matrimonios a implicarse en la pastoral familiar ordinaria de sus parroquias o de otras realidades eclesiales” (n. 84).

En síntesis, los objetivos del acompañamiento en los primeros años de vida matrimonial son: “a) presentar, en una catequesis matrimonial mistagógica, las consecuencias espirituales y existenciales del sacramento celebrado en la vida concreta; b) ayudar a las parejas, desde el principio, a establecer la relación interpersonal de forma correcta; c) profundizar en los temas de la sexualidad en la vida matrimonial, la transmisión de la vida y la educación de los hijos; d) infundir en los matrimonios la firme voluntad de defender el vínculo matrimonial en cualquier situación de crisis que se presente; e) proponer el encuentro con Cristo como fuente indispensable de renovación de la gracia matrimonial y adquirir una espiritualidad conyugal; f) recordar el sentido de la misión específica de los matrimonios cristianos” (n. 85).

21. Acompañar en situaciones matrimoniales difíciles

Por último, se considera el acompañamiento eclesial a los matrimonios en situaciones de crisis. “En la historia de todo matrimonio puede haber momentos en los que la comunión conyugal disminuye y los cónyuges se encuentran con periodos, a veces largos, de sufrimiento, fatiga e incomprensión, pasando por verdaderas crisis conyugales. Forman parte de la historia de las familias: son fases que, si se superan, pueden ayudar a la pareja a ser feliz de una manera nueva, a partir de las posibilidades que abre una nueva etapa, haciendo que madure aún más el vino de la unión. Sin embargo, para evitar que la situación de crisis se agrave hasta convertirse en irremediable, es aconsejable que la parroquia o la comunidad disponga de un servicio pastoral de acompañamiento de las parejas en crisis” (n. 87). Los centros de orientación familiar (COF) diocesanos constituyen una referencia clave al respecto.

En efecto, la experiencia demuestra que en situaciones difíciles o críticas la mayoría de las personas no acude al acompañamiento pastoral, pues quizás “ya que no lo siente comprensivo, cercano, realista, encarnado”. Por ello, “conviene que –además del pastor– sean los cónyuges, especialmente los que han vivido una crisis después de haberla superado, los que se conviertan en acompañantes de las parejas en dificultad o ya divididas” (n. 88). “Se trata de garantizar un acompañamiento no sólo psicológico, sino también espiritual, para recuperar, con un camino mistagógico gradual y personalizado y con los sacramentos, el significado profundo del vínculo y la conciencia de la presencia de Cristo entre los cónyuges” (n. 90). Estos tutores o mentores de los matrimonios pueden suponer una ayuda decisiva para salvar y santificar especialmente a aquellos que pasan por dificultades.

Se constata que, por desgracia, “hay situaciones en las que la separación es inevitable. En estos casos, un discernimiento particular es indispensable para acompañar pastoralmente a los separados, los divorciados, los abandonados. Hay que acoger y valorar especialmente el dolor de quienes han sufrido injustamente la separación, el divorcio o el abandono, o bien, se han visto obligados a romper la convivencia por los maltratos del cónyuge. El perdón por la injusticia sufrida no es fácil, pero es un camino que la gracia hace posible. De aquí la necesidad de una pastoral de la reconciliación y de la mediación, a través de centros de escucha especializados que habría que establecer en las diócesis” (n. 93).

Se considera que “hay que alentar a las personas divorciadas que no se han vuelto a casar –que a menudo son testigos de la fidelidad matrimonial– a encontrar en la eucaristía el alimento que las sostenga en su estado. La comunidad local y los pastores deben acompañar a estas personas con solicitud, sobre todo cuando hay hijos o su situación de pobreza es grave”. (n. 94).

22. Construir la familia sobre roca

En la Conclusión se recuerda que este documento responde al profundo “deseo de ofrecer a las parejas una mejor y más profunda preparación al matrimonio, mediante un itinerario suficientemente amplio, inspirado en el catecumenado bautismal, que les permita recibir una adecuada formación para la vida conyugal cristiana, a partir de una experiencia de fe y de un encuentro con Jesús; que no se limite, por tanto, a unos pocos encuentros próximos a la celebración, sino que les permita percibir el carácter casi permanente de la pastoral de la vida conyugal que la Iglesia pretende llevar a cabo”. Toda la comunidad eclesial ha de implicarse en la misión de acompañar a las parejas. En las tareas de formación y actualización se ha de trabajar con sentido de complementariedad y corresponsabilidad.

En este camino de formación integral de ha de emplear “no sólo el método de la catequesis, sino también el diálogo con las parejas, los encuentros individuales, los momentos litúrgicos de oración y celebración de los sacramentos, los ritos, los retiros y la interacción con toda la comunidad eclesial”. A lo largo de este proceso se ha de tener en cuenta el carácter kerigmático de la propuesta cristiana, es decir, su fuerza, belleza y novedad. El “sacramento del matrimonio se presenta como una buena noticia, es decir, como un don de Dios a las parejas que desean vivir plenamente su amor”. Evitando dicotomías, “se mantienen siempre unidos el camino del crecimiento humano y el proceso del crecimiento espiritual”.

La formación de los matrimonios cristianos ha de “inscribirse en la realidad concreta de hoy en día y no ha de temer abordar temas y cuestiones que representan desafíos sociales y culturales”, incluyendo la “formación de la conciencia moral personal y a la formulación de un proyecto de vida familiar”.

El acompañamiento pastoral ha de ser personalizado, basado sobre todo en el testimonio de los acompañantes y de otros matrimonios implicados en el camino. Se trata de conducir en cada caso a un serio discernimiento personal y de pareja, para que la celebración del matrimonio y la vida conyugal sean el fruto de una decisión consciente, libre y alegremente asumida. A la vez que prepara a las parejas para el sacramento del matrimonio, las inicia en la vida eclesial y las ayuda a encontrar en la Iglesia el lugar donde alimentar el vínculo matrimonial y donde seguir creciendo a lo largo de la vida en su vocación y servicio a los demás, desarrollando así plenamente su identidad esponsal y su misión eclesial. Además, hay que prestar especial atención al acompañamiento de las parejas casadas en crisis.

Al ofrecer a las nuevas generaciones itinerarios de crecimiento catecumenal con vistas al matrimonio, se responde a una de las necesidades más urgentes de la sociedad en nuestros días: acompañar a los jóvenes hacia la plena realización de lo que sigue siendo uno de sus mayores “sueños” y una de las principales metas que se proponen alcanzar en la vida, que consiste en establecer una relación sólida con la persona amada y construir sobre la base del sacramento un matrimonio santo y evangelizador.

Lecturas del domingo

“¡Abba, Padre querido!”. XVII domingo del tiempo ordinario

Andrea Mardegan comenta las lecturas del XVII domingo del tiempo ordinario y Luis Herrera ofrece una breve homilía en vídeo. 

Andrea Mardegan·20 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

Comentario a las lecturas del domingo XVII

Es muy realista la escena que Lucas reconstruye del contexto en el que tiene lugar la entrega a sus discípulos de la oración de Jesús al Padre, que siempre ha definido a los cristianos.

Jesús se aparta para orar, como el lector del Evangelio de Lucas se ha acostumbrado a verlo: “Solía retirarse a despoblado y se entregaba a la oración” (5, 16); “En aquellos días, Jesús salió al monte a orar y pasó la noche orando a Dios” (6, 12); “una vez que Jesús estaba orando solo” (9, 18); “tomó a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto del monte para orar” (9, 28).

La persona que le pregunta sobre la oración es “uno de sus discípulos”, aunque su petición parece hacerse en nombre de todos: “Enséñanos a rezar”. La motivación dada corresponde a la costumbre de la época: cada grupo tenía su propia manera de rezar, los discípulos de Juan, los esenios, los fariseos.

Pero más fascinante debió de ser para los discípulos ver a Jesús rezando con una inusual familiaridad con Dios. Y deseaban poder recurrir a esa misma forma de rezar. Para descubrir su secreto. 

De hecho, en esa palabra, “Padre”, está contenido el secreto que los discípulos querían descubrir, y desde ese momento la Iglesia naciente comenzó a imitar a Jesús en su relación con el Padre. G. Ravasi escribe: “A diferencia de Mateo, que utiliza la forma más judaizante y menos original ‘Padre nuestro’, Lucas sólo tiene ‘Padre’, traducido del arameo original utilizado por Jesús, Abbà, ‘padre querido’, ‘papá’. Y en esto no sólo está la ipsissima vox Iesu, está el eco de una palabra histórica de Jesús, como ha mostrado el estudioso alemán J. Jeremias, sino también la voz valiente de la Iglesia que descubre a Dios muy cercano y ‘humano’ en una relación absolutamente nueva e inédita: ‘Estamos ante algo nuevo e inédito, que supera los límites del judaísmo. Aquí vemos quién era el Jesús histórico: el hombre que tenía el poder de dirigirse a Dios como Abbá, y que hizo partícipes del reino a los pecadores y a los publicanos, autorizándoles a repetir esta única palabra: ‘¡Abbá, Padre querido!’ (Jeremías)”.

La parábola que sigue inmediatamente ofrece un nuevo matiz del clima de la relación con el Padre, el de la amistad. Hay tres amigos. Uno llega de repente por la noche de un viaje, sin nada, para pedir hospitalidad al amigo, que tampoco tiene para darle de comer y se dirige a un tercer amigo para insistir en que le preste tres panes.

En pocas palabras Jesús relata toda la vivacidad de la relación fraterna que es también amistad en la Iglesia, y la relación filial que es también amistad con Dios, que es el único que puede ayudar en muchos asuntos en los que intercedemos por nuestros hermanos. El único que puede dar el Espíritu Santo. 

La homilía sobre las lecturas del domingo XVII

El sacerdote Luis Herrera Campo ofrece su nanomilía, una pequeña reflexión de un minutos para estas lecturas.

Vaticano

Católicos y chiíes ante el futuro, jornadas de dialogo en Roma

Autoridades chiitas de diferentes países de Oriente Medio se han reunido en Roma junto con estudiosos y representantes de la Iglesia Católica en un encuentro impulsado por la Comunidad de Sant'Egidio.

Antonino Piccione·19 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 5 minutos

Autoridades chiitas de diferentes países de Oriente Medio junto con estudiosos y representantes de la Iglesia Católica, como los cardenales Louis Raphaël I Sako, Patriarca de Bagdad de los Caldeos, y José Tolentino De Mendonça, Archivero y Bibliotecario de la Santa Iglesia Romana.

La conferencia de los días 13 y 14 de julio, que se inauguró con las ponencias de Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de Sant’Egidio, y de Jawad Al-Khoei, secretario general del Instituto Imam Al-Khoei, partió de la propuesta de reforzar los hilos del diálogo entre dos mundos, el católico y el chií, tras el histórico encuentro entre el Papa Francisco y el Gran Ayatolá Al-Sistani en Nayaf en marzo de 2021. Esto es lo que ha dicho el director de la sala de prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni, con motivo de este evento: «El Santo Padre ha encontrado al Gran Ayatolá Sayyid Ali Husaini Sistani esta mañana en Náyaf.

Durante una visita de cortesía, que ha durado 45 minutos aproximadamente, el Santo Padre ha resaltado la importancia de la colaboración y de la amistad entre las comunidades religiosas para que, cultivando el respeto recíproco y el diálogo, se contribuya al bien de Irak, de la región y de toda la humanidad.

El encuentro ha servido al Papa para agradecer al Gran Ayatolá Al-Sistani que, junto a la comunidad chiita y frente a la violencia y a las grandes dificultades de los últimos años, haya levantado su voz en defensa de los más débiles y perseguidos, afirmando la sacralidad de la vida humana y la importancia de la unidad del pueblo iraquí. Al despedirse del Gran Ayatolá, el Santo Padre ha reiterado su oración a Dios, Creador de todos, por un futuro de paz y de fraternidad para la amada tierra iraquí, para Oriente Medio y para el mundo entero».

Cuatro sesiones, dedicadas a los valores humanos compartidos, la responsabilidad en la comunidad religiosa, los modelos de pensamiento y el encuentro entre generaciones: la base del entendimiento mutuo entre católicos y chiitas. En el fondo, el compromiso con la paz, la relación con la política y el Estado, la vida espiritual, el valor de la familia, el papel de los creyentes en la sociedad contemporánea. 
Con el objetivo de ofrecer una vía de diálogo no abstracta, sino practicable, capaz de abrir nuevos horizontes para el futuro en un momento histórico delicado en las relaciones entre el cristianismo y el islam, como entre Occidente y Oriente.

De ahí la idea -propuesta por Jawad Al-Khoei y compartida por Andrea Riccardi y el cardenal Louis Sako, Patriarca de Bagdad- de crear una comisión permanente entre católicos y chiíes para abordar cuestiones de interés común en un espíritu de cooperación y hermandad. Una segunda propuesta operativa se refiere a la convocatoria de una nueva reunión en Irak, en Najafa.
Esta iniciativa ha registrado numerosas posturas, dignas de ser recordadas, aunque en rápida revisión.    
Zaid Bahr Al-Uloom, director de la Academia Al-Balagha, del Instituto Imam Al-Khoei, observó que «el diálogo no significa la fusión de religiones, sino el entendimiento mutuo» y que «la guerra de religiones pone a musulmanes y cristianos en la misma trinchera».

Por eso es necesario tender puentes y derribar muros, en opinión de Andrea Riccardi, que acaba de regresar «de un largo viaje a África». Muchos países están sufriendo los efectos de la guerra en Ucrania. Ningún país es una isla. El mundo global necesita el diálogo para encontrar un alma que no tiene».

En la misma línea se situó Vittorio Ianari (Sant’Egidio), que presidió la apertura de los trabajos, invocando el diálogo y la cultura, ingredientes fundamentales para abrir una perspectiva de futuro en un mundo problemático.
Con la audacia de proponer la «vía simple y radical del buen samaritano», en palabras de Marco Impagliazzo, historiador, presidente de la Comunidad de Sant’Egidio: es la vía que «apunta a la fraternidad universal como una opción sin alternativa».

Así que no es posible seguir impávidos los pasos que nos han hecho enfermar, que han hecho enfermar al mundo. Es el momento de tomar caminos diferentes. Es hora de asumir la misma lógica que subraya el texto evangélico, aquella por la que no importa la nación o la tradición que yo sea y vosotros seáis».

La Iglesia de Francisco -concluyó Impagliazzo- no acepta encogerse, encerrarse, ser una comunidad sin sueños. Sigue hablando para que el mundo sea diferente, para que el mundo tenga un futuro».

El cardenal Louis Sako, patriarca de Bagdad, propuso un llamamiento conjunto a la paz en Ucrania por parte de católicos y chiíes, pidiendo una cooperación más fructífera.

El Cardenal Tolentino, Archivero y Bibliotecario de la Santa Iglesia Romana, destacó la importancia de la hospitalidad como «lugar teológico y humano que une profundamente a las religiones, todas las cuales responden al vacío y al desconcierto del hombre». No probemos este regalo». Los textos sagrados», añadió, presentan constantemente «un modelo predispuesto a la diversidad, con una visión sorprendentemente nueva».

Una ambivalencia dirigida al mundo judío y al griego: «la apertura, la acogida, la hospitalidad» muestran que el cristianismo «ha sido plural desde el principio». Las reflexiones también estuvieron en el centro del discurso de Ismail Al-Khaliq, director de la Fundación al-Khoei de París: «Las religiones abrahámicas que se encaminan hacia la libertad muestran cómo liberarse de la esclavitud y el pecado».

Y sobre la lucha contra el extremismo y el terrorismo, Al-Khaliq relató la experiencia francesa que, «en nombre de María», ha visto encuentros interreligiosos en diez iglesias, mezquitas y salas públicas, el último de ellos en San Sulpicio con 30 grupos y comunidades. Un camino que se replicará en otras realidades.

El profesor libanés Mahdi Al-Amin, citando la declaración de Nostra Aetate, dijo que es necesaria una visión coránica «que reconozca la alteridad religiosa y establezca las bases del diálogo con ella». Imaginar espacios y formas de establecer relaciones religiosas y humanas que puedan desarrollar un diálogo que reconozca al otro». Reconoce que el Papa ha dado pasos importantes, pero espera que se redacte un documento con los chiíes, en la línea de la declaración de Abu Dhabi firmada con Al-Tayyeb.

Entre los temas principales de la conferencia, el de la libertad acompañó las reflexiones del profesor Armand Puig, rector del Ateneo Sant Pacià de Barcelona, quien recordó que «Dios elige dejar al hombre libre porque tiene fe en él». Él creyó en nosotros antes de que nosotros creyéramos en Él.

El comienzo del siglo XXI parece ser una estela continua de enormes fracasos. «Sin embargo, esta no es la historia que Dios ha planeado para sus hijos, este no es el sueño de paz que los hijos de Abraham quieren compartir. El futuro de la humanidad no puede ser una condena». Es necesario reflexionar «sobre un modelo de pensamiento para trasladarlo a la vida concreta».

En cuanto a los migrantes, intervino Daniela Pompei, responsable de Sant’Egidio para los servicios a los inmigrantes, quien recordó la fructífera experiencia de los corredores humanitarios, cruciales para garantizar la acogida y la integración.

Monseñor Vincenzo Paglia, presidente de la Academia Pontificia para la Vida, al abordar el cuidado de los ancianos, en una sociedad cada vez más «vieja», se refirió a la comisión encargada por el gobierno italiano, que él presidió, y que elaboró un documento, refrendado por el primer ministro Draghi, sobre los derechos de los ancianos y los deberes de la sociedad hacia ellos. Con énfasis en: el derecho a la protección y la dignidad; el cuidado responsable y el respeto a la voluntad de los mayores; el derecho a una vida de relación y el deber de no abandonarlos. Y la importancia de la vida espiritual en la última fase de la vida, en la que las religiones juegan un papel decisivo. 

Del diálogo entre católicos y chiíes, del que es expresión la iniciativa de la Comunidad de Sant’Egidio, surge una firme condena del terrorismo y del extremismo religioso, fenómenos que pueden definirse como el resultado de una comprensión distorsionada de la religión, fruto del desconocimiento de las propias enseñanzas de la religión, así como de la ignorancia del otro.

Con la necesidad de que las religiones no permanezcan aisladas, sino que dialoguen en el encuentro y la visita, a través de los cuales la pluralidad puede entenderse mejor y contribuir a un mundo más pacífico.

El autorAntonino Piccione

Mira hacia el cielo y lo verás

Ojalá que contemplación de las imágenes del Webb pueda ayudarnos a no ensoberbecernos, a no equivocarnos sobre la condición humana y a entender que es precisamente por ser tan pequeños y frágiles por lo que somos tan valiosos.

18 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 3 minutos

Traducción del artículo al inglés

El presidente norteamericano hizo pública el lunes en la Casa Blanca la imagen infrarroja más profunda y nítida del universo lejano tomada hasta la fecha.

La fotografía muestra el cúmulo de galaxias SMACS 0723 como lucía hace 4.600 millones de años (ese es el tiempo que ha tardado la luz en llegar hasta las lentes del telescopio espacial James Webb que lo ha captado).

Impresiona contemplar cómo cientos de galaxias, cada una con sus cientos de miles de estrellas, se apretujan por salir en la foto a color.

Como explican desde la NASA, el encuadre recoge una porción de universo tan pequeña como vería una persona desde la tierra un grano de arena sostenido a la distancia de un brazo extendido. ¡Cuánto más nos quedará por explorar!

Con el envío de sus primeras imágenes, Webb ha demostrado ser el principal observatorio científico espacial del mundo, tomando el relevo del mítico telescopio Hubble.

Este maravilloso ingenio es fruto de la colaboración de las agencias espaciales norteamericana, europea y canadiense, sin embargo, el presidente Biden se tomó la libertad de adelantarse un día a la fecha de publicación pactada con los socios del proyecto para ponerse la medalla y afirmar: «Estas imágenes van a recordar al mundo que Estados Unidos puede hacer grandes cosas, y recordar al pueblo estadounidense, especialmente a nuestros niños, que no hay nada que esté más allá de nuestra capacidad».  

La frase sobrecoge especialmente cuando, tan solo unos días antes, el mandatario había firmado una orden ejecutiva para «negar a los niños por nacer su derecho humano y civil más básico, su derecho a la vida», como afirmaría el arzobispo de Baltimore y presidente del Comité de Actividades Provida de la Conferencia Episcopal Norteamericana.

Claro que son dos temas muy distintos y que puede parecer burdo mezclarlos, pero, en el fondo, ambas actuaciones revelan la autosuficiencia, no de una persona, sino de un sistema que cree realmente que “no hay nada que esté más allá de nuestra capacidad”.

El soberbio no se inmuta ante la evidencia de la vida humana no nacida, ni siquiera ante el estremecedor misterio del espacio insondable. Si soy Dios, ¿quién me impide hacer lo que quiera?

Corrían los primeros años 80 cuando tuve la suerte de ver una de las más famosas series de divulgación científica de la historia: Cosmos, de Carl Sagan. Siempre repito que, paradójicamente, esta magnífica obra de un agnóstico convencido y militante fue clave en mi vida de fe.

Recuerdo quedarme extasiado contemplando las imágenes de nuestro universo y escuchando sus claras explicaciones que me hacían admirar la belleza de la naturaleza y a la vez la genialidad del espíritu humano que es capaz de comprenderla y darle sentido.

Eran los años de la guerra fría, cuando el miedo a una hecatombe nuclear sobrevolaba el subconsciente colectivo. Películas como “El día después” o “Juegos de guerra” nos pusieron ante la cruda realidad: la vida sobre la tierra pende del hilo de la soberbia de cuatro poderosos o de un ordenador mal configurado.

En mi conciencia infantil, no encontraba explicación a la doble vertiente del ser humano: alguien que es capaz de lo mejor y de lo peor. 

Decepcionado, encontré la clave en la catequesis de Primera Comunión (aquellos maravillosos años), cuando cantábamos “Yo pensaba que el hombre era grande por su poder, grande por su saber, grande por su valor, yo pensaba que el hombre era grande y me equivoqué, pues grande solo es Dios”.

Descubrí entonces, y tras 40 años de experiencia lo sigo corroborando, que cada vez que el ser humano trata de ocupar el lugar de Dios se estrella estrepitosamente y que las personas verdaderamente grandes son las que, poniendo todo de su parte, reconocen que no lo saben todo, que no lo pueden todo.

Son aquellos que, ante la contemplación de la inmensidad del cosmos, son capaces de ver su absoluta insignificancia espacio-temporal y, por ello mismo, el absoluto valor de cada habitante del planeta Tierra.

En estos años 20 del siglo XXI en los que se han vuelto a desempolvar los maletines nucleares, hacen falta hombres y mujeres capaces de sobrecogerse ante el valor inalienable de toda vida humana, personas que pongan todas sus capacidades, no a favor de la muerte, sino de la vida.

Ojalá la contemplación de las imágenes del Webb pueda ayudarnos a no ensoberbecernos, a no equivocarnos sobre la condición humana y a entender que es precisamente por ser tan pequeños y frágiles por lo que somos tan valiosos.

Como un juguete de cristal.

El autorAntonio Moreno

Periodista. Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Bachiller en Ciencias Religiosas. Trabaja en la Delegación diocesana de Medios de Comunicación de Málaga. Sus numerosos "hilos" en Twitter sobre la fe y la vida cotidiana tienen una gran popularidad.

Iniciativas

Borja Barragán: «Si la Iglesia invierte es para que esos bienes den fruto que pueda ser usado en favor de necesidades»

Fundador de Altum Faithful Investing, una empresa de asesoramiento financiero que sigue los criterios del magisterio de la Iglesia católica en todas y cada una de sus decisiones, Borja Barragán trabaja para eliminar la dicotomía entre la rentabilidad de un patrimonio o vivir íntegramente la fe.

Diego Zalbidea·18 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 6 minutos

Casado y padre de siete hijos a los que considera «su mejor inversión», Borja Barragán lleva 19 años trabajando en banca de inversión. Multinacionales como Bank of America Merrill Lynch, Royal Bank of Scotland, Goldman Sachs y Julius Baer se encuentran en su currículum.

Ha ampliado su formación en Administración y Dirección de Empresas (ICADE) en Harvard University (Boston) en el Sustainable Finance & Investments Program; también ha realizado el Máster en Pastoral Familiar del Instituto Juan Pablo II; ha estudiado la Doctrina Social de la Iglesia en el Angelicum (Roma); por último ha profundizado en la gestión de endowments y fondos institucionales en el IESE.

En 2017 fundó Altum Faithful Investing, una empresa de asesoramiento financiero que sigue los criterios del magisterio de la Iglesia católica en todas y cada una de sus decisiones. Trata de que, como él dice, un cristiano no tenga que elegir entre la rentabilidad de su patrimonio o vivir íntegramente su fe.

¿Por qué nos da miedo hablar del dinero y relacionarlo con Dios y nuestra fe en su amor?

– Creo que esto se debe a dos razones: por un lado, vivimos demasiado apegados a los bienes materiales. Nuestra seguridad está basada cada vez más en las cosas que poseemos, dejándole cada vez menos sitio a la confianza en Dios. Proveer para el futuro, para nuestros hijos, para cuando vengan “mal dadas” es síntoma de una correcta administración, pero cuando toda la confianza está depositada en el “tener”, ahí es donde Dios no tiene hueco y resulta incómodo poder relacionar lo material con Dios.

Por otro lado, la sociedad actual separa lo trascendental de lo ordinario y el dinero tiende a considerarse como algo tremendamente “ordinario” y muy alejado de lo espiritual. Sin embargo… ¿tiene sentido esta separación? Si para el católico “todo es don” y ese don proviene de Dios, ante el don recibido (ya sea un don material o espiritual) surge la tarea de administrarlo correctamente. No por imposición, sino por reciprocidad, por querer corresponder al amor recibido a través de dones, también con amor, a través de una administración responsable y coherente.

¿Es cristiano ahorrar, cuando tanta gente pasa necesidad? ¿No sería mejor confiar en la providencia?

– Reconozco que Santo Tomás de Aquino es uno de los autores que más me interpelan. En la Summa Theologica dice lo siguiente acerca de la Providencia: “Dios ha ordenado según su Providencia ciertas cosas para el sostenimiento corporal del hombre”, por lo que “los bienes están sujetos al hombre, para que use de ellos en el orden de cubrir sus necesidades”.

Por tanto, partimos de una premisa clara y es que el hombre necesita de bienes materiales para cubrir sus necesidades tanto presentes como futuras, de ahí que el proveer para el futuro mediante el ahorro parece que no debería suponer un conflicto para el cristiano.

El discernimiento (y ahí entra en juego la libertad de cada uno para decidir lo adecuado para cada momento) entra en el momento en el que hay que decidir entre qué es necesario y qué es superfluo.  Si el acto de ahorrar, de prevenir para el porvenir, es ordenado, según el estado y condición de cada persona, no debería suponer problema alguno.

Si, por el contrario, es desordenado en el sentido de que ese ahorro se convierte en obsesivo, acaparador, que busca prevenir todas las eventualidades posibles, dejando al margen a la Providencia, entonces es cuando quizás si es conveniente revisar esa manera de ahorrar.  

¿Puede la Iglesia invertir dinero con tantas necesidades acuciantes como hay en el mundo?

– Como comentábamos antes, invertir de una forma ordenada es perfectamente lícito para cualquier entidad, ya sea la Iglesia o una familia. En el caso concreto de la Iglesia, toma mayor relevancia lo que comentábamos respecto a lo superfluo. Si la Iglesia invierte no es para acaparar ni para apropiarse de los bienes, sino para que esos bienes den fruto y que ese fruto pueda ser usado en favor de necesidades ajenas.

Creo que está fuera de toda duda que la inversión que pueda realizar la Iglesia buscará siempre un equilibrio perfecto entre los dos aspectos inherentes al ahorro. Por un lado, tener bienes para cubrir lo necesario de forma sostenida en el tiempo para su propio sustento (no olvidemos que sin eso no habría nada – ni para la Iglesia, ni para las necesidades de culto, pastorales y ajenas) y por otro lado conjugar el cubrir lo necesario con ayudar con lo superfluo a satisfacer las necesidades del otro.

Creo que un buen ejercicio práctico sería visitar la web de transparencia de la Conferencia Episcopal para entender cómo se emplea el dinero y el equilibrio que se consigue para el propio sostenimiento de la iglesia diocesana, a la vez que atiende todo tipo de actividades pastorales y asistenciales.

¿Son las inversiones un buen modo de ahorrar? 

– Los bienes no son buenos en sí mismos, son buenos por el bien que se pueda conseguir con ellos. Destinar una parte del ahorro que no se va a necesitar en el corto plazo para que genere un rendimiento forma parte del objetivo de preservar el capital para atender necesidades futuras, es un ejercicio sano y propio de una administración responsable.

De hecho, es un ejercicio que obviamente no solo aplica a una madre de familia que administre los ahorros de su casa, sino que incluso la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica (CIVCSVA) ha resucitado un término usado en derecho canónico que es el concepto de patrimonio estable. De forma muy resumida, este patrimonio estable sería el patrimonio mínimo que necesitaría un instituto religioso para poder garantizar y sustentar su carisma y misión.

Las últimas indicaciones de la CIVCSVA contemplan la posibilidad de que una parte de ese patrimonio pueda ser invertido (ya sea en activos mobiliarios o inmobiliarios) no sólo como una manera de ahorrar (prever para el futuro) sino como una correcta manera de administrar ese patrimonio estable.

¿Las inversiones son algo para ricos?

– La tecnología hoy en día permite que cualquier persona, desde cualquier parte del mundo pueda invertir. La cuestión es si quiero que mi inversión sea coherente con mi fe o escondo la cabeza bajo tierra evitando cuestiones incómodas.

Desde Altum hemos querido aportar nuestro granito de arena creando Altum App. Es una aplicación gratuita donde el usuario, independientemente de su patrimonio, pueda comprobar antes de invertir (ojo, o de consumir) si las compañías que le interesan entran en conflicto con la Doctrina Social de la Iglesia y por qué razón.

Con esto buscamos varios objetivos: el primero es poner de manifiesto que el Faithful Investing es para todo el mundo, independientemente de los ahorros que uno tenga.

El segundo es ayudar a cualquier persona con sensibilidad cristiana a que pueda unir fe y coherencia a la hora de invertir (y consumir).

El último es animar a directivos y consejeros delegados a que sepan responder y adaptar sus políticas empresariales para que la dignidad de la persona (base de la Doctrina Social de la Iglesia) sea siempre respetada y que en ningún caso el fin justifique los medios.

¿Hay inversiones buenas y malas o todas son iguales?

– Respondo a la pregunta entendiendo que como “buenas” ponemos el acento en la búsqueda del bien y no en una alta rentabilidad. San Juan Pablo II lo dijo muy claro en Centessimus Annus: “La opción de invertir en un lugar y no en otro es siempre una opción moral y cultural”. Si en la vida hay actos buenos (ayudar al enfermo), malos (matar al inocente) y neutros (tararear una canción), lo mismo ocurre con el acto concreto de invertir.

Es curioso que para algunos aspectos de nuestra vida nos tomemos muchas molestias para  saber cómo empleamos el dinero (como por ejemplo analizando si los huevos que compramos en el súper son de corral o si los frutos secos son ecológicos) y que para el acto de invertir apenas nos paremos a pensar si la actividad que desarrolla una compañía es lícita o si las prácticas filantrópicas que desarrolla la empresa entran en conflicto con la Doctrina Social de la Iglesia (es impresionante la cantidad de entidades que apoyan de manera consistente el aborto, por citar tan sólo un ejemplo).

La razón de ser de Altum es precisamente esa: acompañar al inversor cristiano para que no tenga que elegir entre integridad y una adecuada rentabilidad.

¿Influimos en las grandes empresas del mundo? ¿Manda el dinero o mandan las personas?

– No tengo ninguna duda: las personas son las realmente capaces de influir y cambiar el mundo. Pero esto no es fácil porque normalmente implica nadar contracorriente.

Benedicto XVI hacía a menudo alusión a las minorías creativas, es decir, pequeños grupos de personas que son capaces de generar un cambio cultural en muchos casos en contra de la masa. Varios ejemplos: hoy en día un puñado de tweets puede hacer que una empresa cotizada retire una campaña de publicidad.

Las Hermanitas de los Pobres de EEUU han conseguido en la Corte Suprema que se reconozca su objeción de conciencia a practicar abortos o suministrar anticonceptivos en sus hospitales. Un consorcio de congregaciones americanas se unió hace 50 años para influir en las decisiones de las compañías en las que estaban invertidas – hoy influyen sobre más de 4.000 millones de dólares.

Por tanto, reitero mi afirmación anterior: son las personas las que influyen en el mundo. El dinero es sólo un medio y no un fin. Está en nuestra mano no pactar con el orden establecido y tener el coraje de ampliar horizontes. En nuestro caso concreto, de poder realizar una inversión que sea coherente con la fe en Cristo.

Vaticano

El Papa en el Ángelus: «Aprovechemos las vacaciones para detenernos y ponernos en escucha de Jesús»

El Papa Francisco ha animado a rezar y leer el Evangelio con mayor calma y atención durante las vacaciones estivales y ha pedido oraciones por Sri Lanka, Ucrania y el próximo viaje a Canadá.

Maria José Atienza·17 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

El Papa Francisco ha tenido este mediodía su tradicional rezo del Ángelus en la plaza de San Pedro. En pleno tiempo estival en el que muchas personas ya disfrutan de sus vacaciones, el Papa ha querido recordar que éste es un buen momento para dedicar más tiempo a la oración. Lo ha hecho tomando pie del evangelio de este XVI Domingo del tiempo ordinario en el que se presenta «un animado cuadro doméstico» como lo ha calificado el Papa, en casa de Marta, María y Lázaro.

Francisco ha querido recordar que la ocupación excesiva, incluso en cosas buenas, si no está fundado en una oración «se reduce a fatigarse y agitarse por muchas cosas, se reduce a un activismo estéril».

Por eso, ha destacado el Papa, «María ha intuido que hay una “parte buena” a la que hay que dar el primer lugar. Todo lo demás viene después, como un arroyo de agua que brota de la fuente. Y así nos preguntamos: ¿Y qué es esta “parte buena”? Es la escucha de las palabras de Jesús». 

Francisco ha querido subrayar que «la palabra de Jesús no es abstracta, es una enseñanza que toca y plasma la vida, la cambia, la libera de las opacidades del mal, satisface e infunde una alegría que no pasa: la palabra de Jesús es la parte buena, la que había elegido María. Por eso ella le da el primer lugar: se detiene y escucha. El resto vendrá después».

Al hilo de esto, el Papa ha apuntado que una de las prácticas que el verano, y la bajada del ritmo de ocupación, puede favorecer es la de «detenernos y ponernos en escucha de Jesús. Hoy cuesta cada vez más encontrar momentos libres para meditar. Para muchas personas los ritmos de trabajo son frenéticos, extenuantes. El periodo de verano puede ser valioso también para abrir el Evangelio y leerlo lentamente, sin prisa, un pasaje cada día, un pequeño pasaje del Evangelio».

Países en conflicto y oración por Canadá

Al finalizar el rezo del Ángelus el Papa ha querido, una vez más, recordar al pueblo de Sri Lanka y ha implorado un trabajo de todas «las partes a buscar una solución pacífica a la crisis actual, a favor, en particular, de los más pobres, respetando los derechos de todos.

También la crisis de Ucrania, que continúa sufriendo la invasión rusa, ha protagonizado los saludos finales del Papa que ha lanzado una pregunta directa «¿Cómo es posible no entender que la guerra crea solo destrucción y muerte, alejando a los pueblos, matando la verdad y el diálogo? Rezo y espero que todos los actores internacionales realmente trabajen duro para reanudar las negociaciones, no para alimentar la insensatez de la guerra».

Asimismo, el Papa ha pedido a los fieles que le acompañen con su oración al próximo viaje a Canadá, «na peregrinación penitencial» donde va «en el nombre de Jesús para encontrar y abrazar a las poblaciones indígenas. Lamentablemente, en Canadá, muchos cristianos, incluidos algunos miembros de institutos religiosos, han contribuido a las políticas de asimilación cultural que, en el pasado, han dañado gravemente, de diferentes maneras, a las comunidades nativa. Espero, con la gracia de Dios, pueda contribuir al camino de sanación y reconciliación ya emprendido.»

América Latina

Teresa Flores: “Latinoamérica tiene entornos hostiles a la libertad religiosa”

El derecho a la libertad religiosa está reconocido en la mayoría de países de América Latina. Pero la libertad “no se agota en la esfera privada, sino que trasciende a lo colectivo y público, y existen impedimentos y amenazas que merman el pleno ejercicio de este derecho”, señala a Omnes la abogada Teresa Flores, directora del Observatorio de Libertad Religiosa en América Latina (OLIRE).

Francisco Otamendi·17 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 11 minutos

“En países con tendencia autoritaria, como en Nicaragua, la Iglesia se presenta como una de las pocas, por no decir única institución que goza de mayor credibilidad y, por tanto, su nivel de influencia entre la población es vista como un peligro para el control del gobierno”, explica en esta entrevista la abogada Teresa Flores, directora del Observatorio de Libertad Religiosa en América Latina (OLIRE), cuya misión es promover la libertad religiosa y dar a conocer las restricciones a este derecho en la región.

En Nicaragua, “las violaciones de la libertad religiosa por motivos políticos han ido escalando y han sido diversas las estrategias usadas por el gobierno para intimidar la voz de líderes religiosos, especialmente católicos.

La expulsión de las Misioneras de la Caridad es sólo un episodio más de esta campaña de intimidación y retaliación”, añade.

Por cierto, las misioneras han sido acogidas en Costa Rica por Mons. Salazar Mora, obispo de la diócesis de Tilarán-Liberia, quien ha asegurado que es “un honor” recibirlas.

Precisamente hace mes y medio, OIDAC Europa, su socio latinoamericano OLIRE, y el IIRF (Instituto Internacional para la Libertad Religiosa) presentaron en Viena un informe conjunto, basado en cuatro estudios realizados mediante entrevistas personales con cristianos practicantes de diferentes sectores de la sociedad, y realizados en dos países europeos (Francia y Alemania) y dos latinoamericanos (Colombia y México). De algunas de esas ideas había hablado ya Martin Kugler en Omnes.

Ahora, Omnes conversa con Teresa Flores, abogada por la Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo (Perú), con maestría en Derecho Constitucional y Derechos Humanos por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Perú), y diplomada en Estudios de la Religión por la Universidad Católica de Chile, que ha trabajado también en Mendoza (Argentina), y es investigadora del Centro de Investigaciones Sociales Avanzadas (CISAV) en Querétaro (México).

¿Puede sintetizar alguna conclusión del informe, en especial en lo que se refiere a los países latinoamericanos? Parece que la intolerancia es creciente y amenaza cada vez más la libertad de expresión de cristianos y católicos.

― Es importante recordar que la investigación es una aproximación inicial, exploratoria del fenómeno de autocensura en cristianos (católicos y no católicos) en Colombia y México. Como se señala en el informe, se ha identificado en el grupo de entrevistados (aproximadamente 40 personas) una tendencia por la cual encuentran muy difícil manifestar opiniones basadas en su fe en espacios públicos o privados, especialmente cuando se trata de temas relacionados con vida, matrimonio, familia, eutanasia, adopción entre personas del mismo sexo y otros relacionados, por lo que, en ocasiones, optan por autocensurarse.

Esta dificultad radica no sólo en el temor de ser sancionados administrativa o penalmente bajo la aplicación de leyes antidiscriminación, sino también en ser desacreditados socialmente. Vale aclarar que la desacreditación social no se limita tan sólo a críticas.

En ocasiones, el entorno social hostil trae consigo una carga que se traduce en exclusión de determinados círculos y por tanto aislamiento social, lo que repercute en la forma como se desenvuelve la persona día a día.

Las reacciones ante un entorno social hostil serán diferentes, ¿no es así?

― Por supuesto, la forma de enfrentar las posibles sanciones o el entorno hostil varía de persona a persona. Uno de los hallazgos de la investigación es precisamente que, de entre los entrevistados, por un lado, está el grupo de quienes no se autocensuran y aceptan las consecuencias de un entorno hostil, argumentando que su fe lo vale, y que deben asumir las consecuencias de ello.

Por otro lado, están quienes se autocensuran por temor a las sanciones legales y/o sociales. También se encuentran quienes, debido a la constante autocensura y el nulo o casi inexistente acompañamiento en la fe de una comunidad religiosa, cristiana, van perdiendo su fe o poco a poco y dejan de ver las características relacionadas con la autocensura como un problema.

Ahora bien, los resultados de esta investigación no deben entenderse como un intento de victimizar a los cristianos (católicos y no católicos). Si bien existe una limitación a la manifestación de opiniones basadas en la fe de cristianos tanto en México como Colombia, también debemos reconocer la contraparte, cristianos que son intolerantes con otras posturas o creencias y que tomando como premisa su fe terminan estigmatizando o discriminando a otros grupos. Pero es importante tener en cuenta que siempre es necesario evaluar cada caso concreto.

Cuente algún caso de Colombia o México.

― Por ejemplo, en Colombia y México estudiantes nos relataron que dejaron de participar en clase porque sus opiniones basadas en su fe en temas sobre sexualidad o género contradecían la forma de pensar del maestro o contravenía la línea institucional y se encontraban en riesgo de ser desaprobados o expulsados.

En México, funcionarios públicos entrevistados manifestaron que deben pensar dos veces qué palabras utilizar para que no los incluyan en “cierto marco”, o no sean denunciados ante la Defensoría del Pueblo, ante el Congreso o ante la Fiscalía. Dichos relacionados a su fe o a sus puntos de vista basados en su fe, despiertan polémica y el consecuente rechazo de sus partidos o de las instituciones en las que laboran. Un concejal colombiano señaló que la permanente cautela es un sacrificio propio de la actividad pública.

Reconocer la autocensura y el efecto paralizador en cristianos implica reconocer que existe un sector de creyentes de la doctrina cristiana que, por encontrarse en un entorno hostil, no se siente libre de compartir las creencias en base a su fe sobre los temas sensibles ya mencionados.

Madeleine Enzlberger, directora ejecutiva de OIDAC Europa, ha señalado que “una de las conclusiones más preocupantes y trágicas de este informe (de Viena) es que si los costes sociales de seguir tu creencia y expresarla se vuelven demasiado altos, la gente acabará abandonando su creencia. ¿Comparte este punto de vista??

― Como he mencionado, en la investigación en Colombia y México sí se identificó entre algunos entrevistados la posibilidad de dejar de ver la autocensura como un problema o como algo que afecta la vivencia de la fe.

Las consecuencias pueden no siempre conllevar a abandonar la creencia por completo; sin embargo, el hecho de identificar la propia fe o las opiniones en base las propias creencias como algo dañino, como una desventaja o una carga que no permite “avanzar” en el entorno social es una forma de presión con la posible consecuencia de dejar de alimentar la fe, o falta de interés para compartirla. Incluso, quienes no tienen una formación sólida en su fe pueden llegar a adoptar contenidos doctrinales más afines a lo políticamente correcto.

En olire.org tienen un informe titulado ‘Datos completos sobre incidentes de violación de la libertad religiosa en América Latina’. ¿Puede realizar una breve valoración global sobre el reconocimiento de este derecho fundamental en Latinoamérica?

― El derecho a la libertad religiosa está reconocido en la mayoría de los países de América Latina. Los marcos normativos regulan este derecho, aunque dependiendo del país o del contexto político, algunos pueden ser más garantistas que otros. Por ejemplo, la protección de la libertad religiosa no es la misma en Nicaragua que en Colombia, o que en El Salvador u Honduras.

Que la Constitución o las normas de un país intenten garantizar este derecho es un buen punto de partida, pero no es suficiente. En ocasiones aun cuando las leyes en el texto establezcan parámetros de aplicación y protección, en la práctica existen diversos contextos que ponen en riesgo el ejercicio de este derecho en sus diversas dimensiones.

Considerando que la libertad religiosa no se agota en la esfera privada, sino que trasciende a lo colectivo y público, impedimentos para realizar servicios religiosos en espacios públicos, obstáculos de financiamiento para organizaciones confesionales, criminalización de expresiones de fe, amenazas a líderes religiosos que realizan activismo político o social, etc. merman el pleno ejercicio de este derecho.

América Latina no está exento de estos fenómenos, a lo largo de la región se han identificado diversas dinámicas que limitan este derecho. Podemos mencionar, como líneas generales, la hostilidad de expresiones religiosas por parte de actores estatales y no estatales, hostilidad hacia la conversión religiosa en comunidades indígenas, regulación de la religión por el crimen organizado y restricciones religiosas motivadas por el control totalitario del gobierno o motivada por una ideología política relacionada con el comunismo.

El Observatorio de Libertad Religiosa en América Latina cuenta con la plataforma de acceso abierto Violent Incidents Database, en el que se encuentra información de los episodios de vulneraciones al derecho a la libertad religiosa en la región, identificados a través de investigación de escritorio, información brindada por socios colaboradores o resultado de investigaciones de campo. En esta base de datos es posible revisar los casos relacionados con las dinámicas mencionadas líneas arriba.

Nicaragua ha expulsado a las Misioneras de la Caridad de la Madre Teresa de Calcuta. ¿Qué pasa en ese país, a su juicio?

― En países con tendencia autoritaria, como el de Nicaragua, la Iglesia se presenta como una de las pocas, por no decir única institución que goza de mayor credibilidad y, por tanto, su nivel de influencia entre la población es vista como un peligro para el control del gobierno. En el país, las violaciones de la libertad religiosa por motivos políticos han ido escalando y han sido diversas las estrategias usadas por el gobierno para intimidar la voz de líderes religiosos, especialmente católicos, cuando su discurso es percibido como una crítica, por mostrar su apoyo a la oposición o cuando denotan esfuerzos para regresar el estado de derecho al país.

La expulsión de las Misioneras de la Caridad es sólo un episodio más de esta campaña de intimidación y retaliación por parte del gobierno. Las medidas aplicadas en contra del sector religioso católico percibido como opositor, van desde restricciones a la movilidad/viajes con la retención o revocación de visas, impedimentos de ingreso del país, hostigamiento de líderes religiosos y sus familias a través de vigilancia de parroquias, domicilios, vehículos; hasta campañas de difamación, amenazas verbales, ataques a la integridad física, arrestos, amenazas de arrestos.

Leyes que criminalizan toda crítica

Por otro lado, en el contexto del marco legal existen leyes que criminalizan toda crítica y bajo las cuales se pueden sancionar a líderes religiosos con arrestos o en el caso de organizaciones confesionales, la pérdida de personería jurídica, sin mencionar otros obstáculos para el funcionamiento u operaciones de organizaciones confesionales, así como restricciones al funcionamiento normal o de las actividades de las iglesias relacionadas con asistencia humanitaria.

Incluso la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha emitido medidas cautelares a favor de un obispo y un diácono del país, ante la seria y urgente situación de riesgo a la que se encuentran expuestos.

Estas estrategias, más el discurso de odio de las autoridades en contra de la iglesia, han permeado también en la sociedad y han promovido actos de intolerancia por parte de colectivos o grupos afines al gobierno que además de vigilar también las acciones o dichos de líderes religiosos o de las congregaciones que tienen relación con estos líderes, cometen actos vandálicos o profanaciones de templos de culto. Los ataques son realizados con una especial saña en el caso de templos católicos.

Por otra parte, hay países con un proceso constituyente en marcha. ¿Cómo ve esos procesos en relación al derecho de libertad religiosa?

― Respecto a los procesos constituyentes y su relación con el derecho a la libertad religiosa, diría que es bastante estrecha. Las constituciones políticas plasman, entre otros aspectos, los principios fundamentales del Estado, el tipo de gobierno y la forma en que se entienden y protegen los derechos humanos de los ciudadanos de cada país, incluyendo el derecho a la libertad religiosa.

En estos procesos se pueden tener en cuenta diversos aspectos. Por un lado, puede conllevar roces con las denominaciones religiosas minoritarias, si es que no se contempla el mismo reconocimiento constitucional que a las religiones mayoritarias o tradicionales.

Por otro, puede entrar a tallar toda una discusión sobre si el Estado debe o no incluir cualquier denominación religiosa en específico, más aun tomando en cuenta si el Estado se reconoce laico o no. Y qué entiende por el principio de separación Iglesia-Estado.

Adicionalmente, en estos procesos, las comunidades religiosas buscan no sólo el reconocimiento a la libertad religiosa en general sino también la protección de ciertas figuras jurídicas que son importantes según cada doctrina de fe, como el matrimonio y la familia.

Cuba, Chile, Nicaragua…

En el caso cubano, la última reforma constitucional que se sometió a referéndum incluyó cambios en la figura del matrimonio, lo que motivó el rechazo de grupos religiosos a la propuesta, y esto a su vez originó presión por parte de las autoridades en contra de los líderes religiosos y congregaciones que se negaban a dichas reformas constitucionales.

En el caso reciente chileno, uno de los temas de discusión en la convención constitucional es también la forma en que se incorporará el derecho a la libertad religiosa. Dado que la constitución informa a todo el ordenamiento jurídico de una nación, incorporar este derecho es un presupuesto importante para su protección y garantía en el país.

En Nicaragua no ha habido un proceso constituyente reciente, pero sí elecciones presidenciales en noviembre del año pasado, que han sido bastante irregulares. De alguna forma esto también está estrechamente vinculado con la forma en que se protege la libertad religiosa ya que el proceso electoral como mecanismo de participación ciudadana, si no es completamente libre y transparente, no consolida la democracia y mas bien corroe el sistema de garantías de derechos, violando libertades fundamentales como el derecho a la libertad religiosa, sobre todo en su dimensión pública y colectiva.

Contextos de presión en México

Una de las autoras del informe de Viena, Friederike Boellmann, ha subrayado que “el caso alemán revela que las universidades son el entorno más hostil. Y el mayor grado de autocensura que encontré en mi investigación en el ámbito académico». ¿Sucede algo similar en Latinoamérica?

Respecto al entorno hostil en las universidades, fue sobre todo entre los entrevistados en México que se conocieron diversos contextos de presión en contra de profesores y alumnos cristianos (católicos y no católicos).

En México, un profesor universitario manifestó que cuando se trasladó de Chihuahua a Ciudad de México sintió mayor presión para evitar hablar de su fe en el ámbito académico, igualmente, en la Universidad se vio obligado a dejar de utilizar frases como “Gracias a Dios”, “Dios te bendiga”, “Con el favor de Dios”, etc.

El mismo profesor señaló que, hasta que se le pregunte explícitamente sobre algunos temas, prefiere no tocarlos por miedo a ser ignorado o no escuchado. En ese sentido, entiende a su situación como una autocensura didáctica, para no perder la ocasión de seguir “estando presente”.

Otra docente mexicana comentó que debía tener cuidado con el vocabulario o expresiones que utilizaba. Si los alumnos conocían su afiliación religiosa, no importaba si usaba argumentos científicos para tratar ciertos temas, de igual forma sentía que se topaba con rechazo social por parte de sus alumnos y que era descalificada de antemano tan sólo por aceptar tener creencias religiosas. Inclusive sus artículos científicos eran rechazados por comités editoriales bajo el argumento de ser “sesgados”.

En el mismo sentido, un estudiante mexicano, sometido a un proceso disciplinario en la universidad por acusaciones de violencia contra la mujer por su rechazo al aborto, manifestó que sabía de un profesor suyo que estaba a su favor, pero que no podía apoyarlo abiertamente porque eso significaba para el profesor problemas con la jefa del departamento.

¿Existen leyes o proyectos en preparación, como en países europeos, que impidan expresar un punto de vista cristiano, o católico, sobre sexualidad o género?

― De lo que conozco, existen leyes e iniciativas legislativas que buscan limitar la expresión de opiniones basados en la fe en la región, aunque no afectan sólo al sector académico, sino que tienen un alcance más amplio.

Existen normativas o políticas que limitan el ejercicio de la libertad religiosa, el derecho a la objeción de conciencia o afectan la autonomía e inmunidad de coacción de las instituciones confesionales cuando se manifiesta o actúa según las propias convicciones o según el ideario institucional y esto no es acorde a las políticas de orientación sexual e identidad de género en un país específico.

Podemos mencionar la iniciativa que se presentó en el año 2020 por el que se buscó reformar la fracción IV del artículo 29, correspondiente al capítulo de las infracciones y sanciones de la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público de México.

La propuesta pretendía sancionar actos de discriminación con motivo de la identidad sexual o expresión de género de las personas desde organizaciones religiosas y sus agentes en contra de la población perteneciente a las minorías sexuales. La iniciativa no prosperó, pero es una muestra de los intentos de limitar la libertad de expresión de líderes religiosos en temas relacionados con sexualidad y género.

¿Algunos casos más?

― En Argentina también se dio el caso de una investigación del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo al contenido educativo de la red educativa de la Fraternidad de Agrupaciones Santo Tomás de Aquino (FASTA). Las autoridades consideraban que las enseñanzas acordes al ideario cristiano de la agrupación tenían connotaciones homofóbicas y de odio en contra de minorías sexuales y el movimiento feminista.

En Colombia, un juez se negó a casar a una pareja de mujeres porque hacerlo iría en contra de su moral cristiana y de sus convicciones. La comunidad LGTBI consideró ofensiva y discriminatoria la actitud del juez. El juez fue denunciado por prevaricato.

En abril de este año, la Corte Interamericana de Derechos Humanos declaró al Estado de Chile responsable por la vulneración a los derechos a la igualdad y no discriminación, a la libertad personal, a la vida privada y al trabajo, de Sandra Pavez Pavez, por el aparente trato discriminatorio que sufrió al haber sido separada de su cargo de profesora de religión católica en un colegio público, luego de que la Vicaría para la Educación del obispado de San Bernardo revocara su certificado de idoneidad con base en su orientación sexual. Ello a pesar de que, según la normativa chilena, la autoridad nacional confiere a la autoridad religiosa la facultad de emitir la certificación de idoneidad para aquellos profesores que enseñarán su doctrina y principios.

Por mencionar algunos.

Agradecemos a Teresa Flores sus respuestas. El derecho de libertad religiosa parece tener luz roja en algún país latinoamericano, es decir, serios problemas, y desde luego ámbar en varios de ellos, en función de los temas, en especial vida, sexualidad, familia y género. El Observatorio que dirige (OLIRE) puede ser una buena atalaya para su seguimiento.

El autorFrancisco Otamendi

Cultura

Fray Pascual Saturio: Los gaditanos “no dejan a la Virgen nunca”

Hoy se celebra la fiesta de la Virgen del Carmen, Patrona de las gentes del mar y de Stella maris. Pero hay otra Virgen, gaditana, la del Rosario, que estuvo embarcada anualmente más de 150 años con la flota armada que preservaba a la Marina mercante. Es la pequeña Galeona, que surca el mar mientras la Patrona, de tamaño natural, se queda en el santuario gaditano. El P. Pascual Saturio habla con Omnes de la Virgen.

Francisco Otamendi·16 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 7 minutos

Fray Pascual Saturio llegó a Cádiz en 1988, ya sacerdote dominico, y no parece que haya muchas personas que sepan tanto de la intensa relación de la capital gaditana con la Virgen Santísima, como este hombre lleno de vitalidad.

La presencia de la Virgen del Rosario entre los hombres del mar viene desde la victoria naval de Lepanto (1571) y está hondamente arraigada en Cádiz. Fray Pascual habla con Omnes desde el santuario de nuestra Nuestra Señora del Rosario, en el templo de Santo Domingo, “aunque popularmente la gente lo llama Santo Domingo, justamente porque el Rosario, la devoción del Rosario, y la presencia de los monjes aquí, tiene como circunstancia los esclavos negros”.

En efecto, “los esclavos negros que no se llevaban a América se quedaban aquí en la ciudad. Venían de Angola y de Mozambique, que era una parte de África evangelizada por los frailes dominicos. Y ellos fueron los que pusieron la cofradía [de la Virgen] que era un amparo, una especie de seguro particular, para que todos ellos pudieran tener medicinas, médico, una pequeña pensión al final… Y la colocaron abajo el amparo de la Virgen del Rosario”.

Pidieron un fraile, que vino desde Sanlúcar, el padre Luis Castenda, hacia 1620-1622, que vino con ellos de capellán, explica el P. Pascual, y empezaron entonces la pequeña capilla de la Virgen.

“Total, que entre la presencia de los negros, y del Rosario en Cádiz, y la victoria de Lepanto, fue cuando la Virgen logró el patrocinio sobre la ciudad de Cádiz, y ser Patrona de la ciudad. Y en el mismo santuario están las dos imágenes, la de la Virgen del Rosario, de tamaño natural, y la Galeona”.

Preguntamos en primer lugar a Fray Pascual por fechas históricas, y su llegada a Cádiz.

¿Desde cuándo es Patrona de Cádiz la Virgen del Rosario?

― La Virgen del Rosario es Patrona de Cádiz desde hace 150 años. El nombramiento pontificio de la Virgen es de hace 152 o 153 años, y lo celebramos. Pero hay constancia de que hace más de trescientos años ya el pueblo, y el ayuntamiento, la consideraban Patrona de Cádiz, aunque el nombramiento sea posterior.

Y usted, ¿cuándos años lleva ahí, en el convento de santo Domingo?

― Yo vine en 1988, y desde entonces hasta ahora, 2022, estoy aquí en el convento, y conventual sigo siendo. La vida se pasa rápido.

¿Y es prior desde entonces? ¿Rector?

― Cuando teníamos comunidad y estábamos un grupo más numeroso de dominicos, iba haciendo los servicios que me encargaba la comunidad. Entre ellos, el servicio del prior un par de veces. Y luego, cuando comenzó la obra de adaptación de la casa, porque queríamos hacer enfermería provincial, y luego no pudo ser y hubo que dejar una parte para hospedería.

Todo ese tiempo he estado aquí solo, y he sido el responsable principal del santuario de la Virgen y de aquellas cosas que han sido del cuidado del convento. Y ahora mismo, terminada ya la obra de la casa, sigo siendo el responsable del santuario, el encargado. Bueno, rector, sí, que es el oficio y la ocupación principal de la casa ahora. Y como es un fraile solo, no hay priorato.

Una última pregunta relativa a usted, y pasamos a hablar de la Virgen. ¿Cuándo entró en los dominicos y se ordenó sacerdote, Fray Pascual?

― Yo me vine a la Orden el año 1978. Y luego me ordenó sacerdote el cardenal Amigo Vallejo, que en paz descanse, el año 1984. Así que entré en la Orden de Predicadores, de la Palabra y al servicio de la Palabra, en el año 78, y un año después ya profesé como dominico, que es como el pueblo llano nos llama.

Vamos con la Virgen. La fiesta de la Patrona es en octubre, pero como todas las fiestas de la Virgen son bonitas, lo hacemos ahora.

― Claro.

 ¿Cómo ve la devoción a Nuestra Señora en Cádiz? ¿Van por allí los gaditanos a rezar a su Patrona?

― Mira, pasa con la Patrona exactamente igual que con las madres a todos los españoles. A lo mejor no somos muy efusivos, ni tampoco estamos todo el día diciendo te quiero, ni le damos besos todo el día, pero sin embargo en el corazón de cada uno de nosotros, la persona de tu madre ocupa más de la mitad del corazón. Pues eso ocurre con la Virgen del Rosario.

Este santuario de aquí, de Cádiz, no es un santuario como puedan ser los otros santuarios grandes… Sin embargo, en todos los gaditanos está muy asentado en el corazón y en la conciencia aquello del patrocinio de la Virgen y el cariño a la Virgen del Rosario, efectivamente, como su Madre y de su familia. Eso es cierto.

Esta es una ciudad en la que hay muchas iglesias y muchas imágenes, y a lo largo del año hay muchas circunstancias religiosas para celebrar. Pero sin embargo, en el interior de cada corazón, ellos tienen colocado su altar, y no dejan a la Virgen nunca.

Tienes ustedes una cofradía, ¿verdad?

― Sí. La archicofradía del Santísimo Rosario. Es de toda la Orden y es universal. Es el grupo de fieles. Aquí son unos trescientos o trescientos cincuenta. Es un grupo de fieles que tiene como compromiso, siquiera una vez a la semana, rezar una parte del Rosario, y luego participar de la vida del santuario, lo que es el culto de la Virgen, en colaboración con los frailes. Y ellos no dejan de ser parte de la familia dominicana, y parte de la Orden en ese sentido.

Aquí durante años se habilitó una zona del convento como estudio de emisora, y todos los días se retransmitía el rezo del Rosario desde el convento. Cuando se perdió esa retransmisión, hay que recordar que por parte de la Conferencia Episcopal Española, e incluso la Orden, se quiso comprar el espacio necesario y suficiente para retransmitir cada día el rezo del Rosario por las emisoras que fueran necesarias. Pero aquello no llegó a término.

Y ahora se está poniendo otra vez de relieve el valor que tienen los medios de difusión que tenéis. Fíjate con la cadena de televisión, con Radio María, y con aquellos elementos que se han puesto también en funcionamiento en algunas diócesis, el éxito que están teniendo. Porque muchas personas, no solamente los mayores y los enfermos, mientras están haciendo sus cosas en casa, pueden al mismo tiempo estar rezando y participar así de la oración de la Iglesia.

Háblenos de la Patrona de la ciudad, y de la Galeona. Los que no conocemos bien la historia, las podemos confundir.

― Son dos imágenes distintas. Una es la Patrona de Cádiz, la imagen de la Patrona, de tamaño natural, y está en su altar, en su santuario siempre. Por cierto, aquí nació, en el convento, la devoción a la imagen primera, la de la Virgen del Carmen, y nació aquí porque nosotros los dominicos llegamos a Cádiz antes que los carmelitas descalzos, y cuando ellos vinieron, llevamos a la Virgen allí a su templo.

Bueno, pues aquí en Cádiz, todos los años había tres expediciones militares que tenían que preservar a la Marina mercante en medio de la mar, justamente por la piratería de ingleses, portugueses y los que se dedicaban a robar en el mar. A aquella flota armada, que preservaba a la Marina mercante, se les llamaba galeones. Y uno de los capitanes de la flota que iba todos los años desde Cádiz a Cartagena de Indias, en Colombia, tuvo la idea: ‘Hombre, por qué no embarcamos la imagen que tenemos en nuestra capilla’.

Ellos tenían aquí en el convento la capilla de tierra firme, para enterrar a los almirantes y a los más importantes que morían. ¿Por qué no nos llevamos la imagen que tenemos en nuestra capilla? Mientas estamos en la mar, va y viene con nosotros. Y luego en el tiempo del descanso, aquí en Cádiz, está en el convento’.

Y así estuvo la Virgen Santísima embarcada anualmente más de 150 años en aquella flota. Es la segunda imagen de la Virgen del Rosario, una talla de 70 a 75 centímetros. Cuando desapareció el tránsito comercial, y el comercio se comenzó a hacer por otros medios, aviones, etc., la imagen quedó aquí en el convento.

Pero después embarcaron a la Galeona y comenzó a dar la vuelta al mundo…

― Sí. Fue cuando llegó lo del buque escuela Juan Sebastián Elcano, que es el buque de la Armada española, donde los marinos de guerra hacen sus últimos cursos. Los hombres de Armada, con el alcalde y el prior de entonces, idearon aquello de que cuando el Elcano dé la vuelta al mundo, por qué no embarcamos la Galeona. Se viene con nosotros y la hacemos presente en el mundo entero recordando la presencia de la Virgen del Rosario entre los hombres del mar desde el tiempo de Lepanto, desde la victoria naval de Lepanto. Y así se hizo.

Y ahora, últimamente, ha dado la vuelta al mundo seis veces. Y todos los años, acudimos con Ella, hacemos una pequeña procesión, marinos y nosotros, hasta la despedida de Elcano, que sigue siendo en el muelle de Cádiz.

La imagen de la Virgen del Rosario, Patrona, de tamaño natural, la que está en el santuario, revestida, ésa no se ha embarcado. Se ha embarcado en alguna ocasión, de modo esporádico, cuando la hemos llevado en alguna visita a las parroquias o en algún acto marino en el muelle, pero muy esporádicamente. La que se embarca siempre es la segunda imagen de la Virgen del Rosario, que también tenemos aquí en el convento.

Cadiz Virgen

Fuera de micrófono, una última cuestión, que al final recogemos también. El Papa viste de blanco en razón de los dominicos, dice la historia. Y Fray Pascual lo comenta.

― Es así. El Papa vestía como un cardenal hasta que fue Papa Pío V, san Pío V. Tenía mucho cariño a su hábito dominico, y le eligieron Pontífice, y fue el que dijo, pues nada, muy bien. Pero no me voy a cambiar ahora el modo habitual de vestir, mi hábito, para llevar adelante la tarea que me encomendáis.

Y si se mira nuestro hábito, el hábito del Papa es el mismo, lo que pasa es que le han añadido el fajín en el que lleva su escudo, y luego a la capucha le han quitado el pico por detrás, que es la señal de los mendicantes. Los frailes que tenemos capucha, y termina la capucha en un pico, es porque vivimos del trabajo en medio de los demás. A el Papa, como el trabajo suyo es otra manera, la capucha la han puesto redondeada, quitándola el pico de la mendicancia, pero es exactamente el mismo hábito. Y el Papa sigue siendo el que viste de blanco en la Iglesia.

Fray Pascual concluye diciendo, por iniciativa suya y sin pregunta de por medio: “Ahora en este tiempo, en esta Europa occidental, este modo de vida que nosotros estamos llevando, tiene muchas lagunas y muchas dificultades. Creo que necesita ya una vuelta. Pasó en tiempos de los romanos, y también entonces estaban tan seguros: el imperio Romano cómo va a caer. Pues cayó. Las mismas dificultades que están teniendo las familias y el orden social, y la manera que vivir que hemos tenido, está afectando a las órdenes religiosas y a la Iglesia. Porque somos parte de todos, y en el mundo estamos con vosotros”.

Hoy, y esto es nuestro, acudimos a la Virgen, la del Carmen, la del Rosario, y las advocaciones que desee cada uno. ¡Quién no tiene una Carmen en su familia, cercana o lejana, y una Rosario cerca!

El autorFrancisco Otamendi

Mundo

Por qué importa la visita del Papa a Canadá

El próximo viaje del papa a Canadá es algo más que una visita.Es un momento para que los indígenas se reconcilien con un Jesucristo inculturado, un Cristo que los indigenistas querrían rechazar.

Fernando Emilio Mignone·15 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 3 minutos

Leo a diario Le Devoir, periódico nacionalista y laicista de Montréal. Para este medio, que hace un siglo era nacionalista y clerical, la visita del Papa a Québec dentro de unos días no parece ser noticia. Seguramente cambiará de opinión…

Todo viaje papal es importante, pero me parece que el viaje de fin de mes a Canadá lo es especialmente. La revolución antirreligiosa occidental de la segunda mitad de los sesenta pegó muy fuerte a la minoría católica proactiva de Canadá. Seis décadas después, la cristiandad ya no existe aquí, en el sentido que le da la filósofa francesa Chantal Delsol.

Delsol, que hace poco habló en Montréal, publicó en 2021 el ensayo La fin de la Chrétienté. Ahí afirma que el milenio y medio cristiano que se acaba en Occidente se basó sobre el dominio. El cristianismo, que nunca muere, debe inventar un nuevo modo de existir: el testimonio.

A eso viene, me parece, el testigo Francisco. Viaja a esta periferia existencial a ser testigo del perdón y la comprensión.  Viene a petición de los noventa obispos canadienses. Estos obispos fueron presionados por grupos indígenas e indigenistas que exigían que el Papa pidiera personalmente perdón en Canadá por el colonialismo cristiano. No será esta la primera vez que Francisco se abaje en nombre de la Iglesia, como un poverello del siglo XXI.

El número relativamente bajo de indígenas y mestizos canadienses (menos de dos millones) demuestra que para la Iglesia – Francisco – Cristo – los seres humanos cuentan en sí. No importa cuán pocos sean. El Papa viene a verlos a ellos, aunque tenga que hacerlo en silla de ruedas. Viene del 24 al 29 de julio a las provincias de Alberta y Québec y al territorio de Nunavut. Viene a escuchar, a estar de tertulia.

Algo así hizo San Juan Pablo II en su largo periplo de septiembre de 1984 (reuniéndose por ejemplo en Ontario con indígenas); y después el 20 de septiembre de 1987. Ese día el papa polaco visitó Fort Simpson en el Territorio del Noroeste. Dirigió un mensaje a los pueblos autóctonos, se reunió con los líderes de cuatro organizaciones nacionales indígenas, y celebró la misa dominical. Era el cumplimiento de una promesa hecha tres años antes cuando la neblina impidió a su avión aterrizar en Fort Simpson.

Ahora también Francisco viaja a los confines de América. Iqaluit, la capital de Nunavut, tiene sólo ocho mil habitantes. Si ese territorio de los inuit, que llega al Polo Norte, fuera un país, sería el 15 más grande del mundo.

Riesgos de la visita a Canadá

Francisco es un audaz. A sus 85 años casi no puede caminar: pero quiere Caminar juntos con los autóctonos (ese es el lema de la visita). Además apuesta a que los indígenas se reconciliarán con un Jesucristo inculturado, un Cristo al que los indigenistas le tienen alergia. La proporción de autóctonos católicos canadienses es probablemente más de 40 % (ése es más o menos el porcentaje de los bautizados católicos canadienses). Dato clave: la natalidad indígena (aproximadamente 2,5 por mujer) es más alta que la anémica tasa canadiense de 1,4.

Francisco apuesta a que su estrategia (por inspiración divina, sin duda) de ir a las periferias geográficas (nombrando electores del futuro papa en lugares alejados de los grandes titulares y desconocidos por las bolsas de valores) – que eso va a recentrar el sistema de posicionamiento global eclesial.

Su estrategia es alejarse de la autorreferencialidad. Del narcisismo, de la enfermedad típica de la Iglesia encerrada que se mira a sí misma, encorvada como la mujer del Evangelio, que conduce a la mundanidad espiritual y al clericalismo, y que impide experimentar “la dulce y confortadora alegría de evangelizar” (ver “Evangelii gaudium”, citando a San Pablo VI). Quiere Francisco salir de las sacristías, patear los bulevares de las metrópolis y los senderos alpinos, asiáticos, amazónicos y africanos.

Francisco quizás apuesta a que sus críticos – los tiene en el Canadá anglófono, influidos por un cierto conservadurismo clerical norteamericano – se den cuenta de que él es progresista y conservador simultáneamente. O que es, como dice Juan Vicente Boo en El Papa de la alegría, “un conservador… inteligente”.

Por todo esto y más, este viaje importa. Veamos como sale. No se mueva de su pantalla.

América Latina

Mons. Raymond Poisson: «La presencia del Santo Padre en Canadá guiará en la dirección que debemos tomar»

Mons. Raymond Poisson, presidente de la Conferencia de los Obispos Católicos de Canadá, ha concedido una entrevista a Omnes ante la próxima visita del Papa Francisco a Canadá para animar el proceso de reconciliación y sanación de los católicos canadienses con las comunidades indígenas.

Maria José Atienza·15 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 6 minutos

Se trata de una visita histórica por muchas razones. El Papa Francisco visitará Canadá a finales de este mes de julio en un viaje muy especial. Además de escuchar y dialogar con los pueblos Indígenas, expresar su cercanía y abordar la participación de la Iglesia católica en el funcionamiento de las escuelas residenciales en todo Canadá, la visita papal será una oportunidad para conocer la amplia comunidad católica en Canadá.

Una comunidad que, desde hace años, se encuentra inmersa en un proceso de aceptación, perdón, pero sobre todo, construcción de futuro como ha querido destacar en esta entrevista para Omnes, Mons. Raymond Poisson, presidente de la Conferencia de los Obispos Católicos de Canadá.

En esta conversación, Mons. Poisson, que es obispo de la diócesis de Saint-Jérôme-Mont-Laurier, en la provincia de Québec, apunta que “la palabra, los gestos, la presencia del Santo Padre nos guiarán en la dirección que debemos tomar” en este dificil, pero necesario camino.

¿Cómo se está preparando la Iglesia canadiense para esta visita?

– Es un gran trabajo en equipo con varios colaboradores, a nivel nacional-local, el cual debe realizarse en un tiempo récord.

Desde hace más de tres años, un grupo de cuatro obispos acompaña regularmente las iniciativas de los obispos de Canadá con miras a acciones y gestos concretos de reconciliación con nuestros hermanos y hermanas indígenas. Como soy parte de este grupo, puedo testimoniar el camino recorrido que nos llevó a organizar este encuentro en Roma de 3 delegaciones – Primeras Naciones, Inuit y Métis – con el Papa Francisco (marzo-abril de 2022).

Estos encuentros culminaron con una audiencia de más de 150 delegados indígenas con el Santo Padre, durante la cual el Papa Francisco se sumó a las disculpas realizadas por los obispos de Canadá en septiembre de 2021. Para dar seguimiento a estas delegaciones en Roma, el Papa Francisco aceptó la invitación de sus hermanos obispos para venir a Canadá a partir de julio de 2022.

Las organizaciones nacionales de pueblos indígenas están involucradas en la planificación de la visita papal a Canadá. Los intercambios comenzaron con los delegados que se preparaban para viajar al Vaticano en marzo/abril de 2022 y continuaron durante sus reuniones privadas con el Papa Francisco, así como con un grupo de trabajo de obispos canadienses en un diálogo continuo.

Los hermanos indígenas también participaron en visitas previas a posibles sitios para la visita papal. La programación se ha finalizado en estrecha colaboración con ellos para garantizar que la próxima visita del Papa Francisco sea un paso importante en el camino de la sanación y la reconciliación.

Oramos por la salud del Santo Padre mientras nos embarcamos en la planificación intensiva de esta visita histórica.

La preparación de este viaje ha sido, como usted apunta, muy rápida. Además de los preparativos «oficiales», ¿cómo participan los fieles en los preparativos?

– Hay muchas maneras en las que los fieles se involucran en los preparativos de la visita de nuestro Santo Padre, para regocijarse en el amor de Dios y mostrar cómo nos unimos al Papa en su compromiso con la sanación y la reconciliación.

Algunos grupos parroquiales oran juntos, algunos se ofrecen como voluntarios, algunos viajan para asistir a uno de los eventos públicos, etc.

Este tema afecta a los sobrevivientes de las escuelas residenciales, pero también a cualquiera que haya sufrido dolor o trauma por parte de miembros de la Iglesia católica.

Mons. Raymond Poisson. Presidente de la Conferencia de los Obispos Católicos de Canadá

La visita del Papa está marcada por informes sobre el comportamiento poco edificante de ciertas instituciones eclesiales hacia la población indígena. ¿Cree que esta visita marcará un punto de inflexión en la historia de la Iglesia canadiense?

– Durante las delegaciones a Roma, escuchamos las palabras del Papa Francisco, hablando en términos de disculparse con sus hermanos obispos por los comportamientos de algunos miembros de la Iglesia en las escuelas residenciales. Sabemos que su visita será un paso más de sanación y reconciliación.

Este tema afecta a los sobrevivientes de las escuelas residenciales, pero también a cualquiera que haya sufrido dolor o trauma por parte de miembros de la Iglesia católica. Pero esta visita toca sobre todo la voluntad de la Iglesia de vivir con nuestros hermanos y hermanas indígenas nuevos proyectos de reconciliación. No solo disculpas.

La visita del Papa también puede tener un cierto efecto liberador, que permitirá dar un paso hacia la sanación de un gran número de víctimas de diferentes tipos de abusos, así como de sus familias de antiguos alumnos, que viven el impacto multigeneracional.

Obviamente, no todas las víctimas serán apaciguadas, pero para muchos será una oportunidad de escuchar y ver al Papa Francisco conmoverse por los testimonios escuchados.

Los aborígenes dan mucha importancia a la relación, a la presencia. De ahí la importancia de que se haga en suelo canadiense y que asista la mayor cantidad posible de indígenas.

Esta visita toca sobre todo la voluntad de la Iglesia de vivir con nuestros hermanos y hermanas indígenas nuevos proyectos de reconciliación. No solo disculpas.

Mons. Raymond Poisson. Presidente de la Conferencia de los Obispos Católicos de Canadá

En este sentido, ¿cómo vive este camino la población indígena, incluidos los no católicos?

– En general, después de dos años de pandemia: ¡qué bueno será volver a vernos en grupos grandes, para estar felices de estar juntos!

Hay necesidad de reconstruir lazos y solidificarlos, de conocernos mejor y de respetarnos, de entender mejor las espiritualidades aborígenes, de sus tradiciones, de profundizar en las verdades, de clarificar nuestras formas de vernos a nosotros mismos.

Hay prejuicios y estereotipos entre nosotros, por lo que caminar juntos, católicos y otras denominaciones religiosas con toda la población, nos ayudará a crear un futuro más unido. La idea es transformar nuestra mirada hacia el otro. Esta visita es una oportunidad única que se ofrece a toda la sociedad canadiense.

El lema de la visita es “Caminando juntos”, como parte del proceso de reconciliación iniciado hace años por los obispos de Canadá. ¿Cómo va este proceso?

– La delegación a Roma en abril pasado sigue a más de tres años de diálogo entre los obispos católicos de Canadá y sus socios indígenas, incluida la Asamblea de las Primeras Naciones (AFN), el Consejo Nacional Métis (MNC) y el ‘Inuit Tapiriit Kanatami (ITK), con el objetivo de aprender y discernir la mejor manera de apoyarlos en el camino de la sanación y la reconciliación.

A medida que continúa este diálogo, hemos tomado varios pasos importantes para apoyar un futuro más brillante, incluido el anuncio de $30 millones en apoyo para iniciativas de sanación y reconciliación, nuestro compromiso al garantizar que los documentos relacionados con las escuelas residenciales estén disponibles para los sobrevivientes y la continuación de nuestros esfuerzos para educar a nuestro clero, consagrados, consagradas y laicas en las culturas y espiritualidad indígena.

Existe un claro consenso entre los obispos canadienses de que se necesita hacer más para aliviar el sufrimiento histórico y actual causado por el sistema de escuelas residenciales.

El viaje del Santo Padre a Canadá nos permitirá estar juntos, caminar juntos, miembros de comunidades indígenas y no indígenas. Vivir juntos eventos fuertes y que hablen para nosotros, pensamos que será beneficioso.

La palabra, los gestos, la presencia del Santo Padre nos guiarán en la dirección que debemos tomar, nos abrirán caminos para seguir caminando juntos hacia la reconciliación, la sanación, para tener una visión de futuro.

Caminar juntos, católicos y otras denominaciones religiosas con toda la población, nos ayudará a crear un futuro más unido. La idea es transformar nuestra mirada hacia el otro.

Mons. Raymond Poisson. Presidente de la Conferencia de los Obispos Católicos de Canadá

Canadá, como el resto de Occidente, ha vivido un proceso de secularización muy grande, ¿cómo está la Iglesia en Canadá hoy? ¿Cómo ha vivido y está viviendo este proceso de purificación que a veces puede resultar casi incomprensible?

– La Iglesia como institución personaliza a todo un pueblo en movimiento; es una fuerza de acción.  Existe también un peligro: la Iglesia no debe limitarse a los miembros consagrados o clérigos pero a todos los bautizados.

A través de desafíos y controversias, alegrías y proyectos, la Iglesia trata de hacer un lugar central para Cristo, el Evangelio y los valores evangélicos. Está formada por seres humanos y, por lo tanto, no es perfecta.

Hay una importancia creciente en la sociedad por la autenticidad del testimonio que esta Iglesia, con sus pastores y toda su estructura, debe servirle al núcleo de sociedad. Es además esta autenticidad, “fidelidad a la misión”, lo que a menudo se reprocha a los miembros de la Iglesia en el caso de los internados.

A través de mi propia pertenencia y participación en el Conferencia de Obispos Católicos de Canada, me siento inspirado con maravillosos ejemplos de compromiso y santidad en el camino misionero del Pueblo de Dios en Canadá. El mundo moderno está lleno de complejidad, pero también hay ocasiones en las que la Palabra de Dios puede arraigarse en la sociedad.

Como obispos, confiamos en todos los miembros del Pueblo de Dios, incluidos clérigos, laicos y personas consagradas, todos los bautizados, para dar un buen testimonio del evangelio en la vida diaria.

La Doctrina Social de la Iglesia: guía y base para la vida de las Hermandades

En las hermandades se han de fomentar y vivir de modo especial los valores fundamentales de la vida social: la verdad, la libertad, la justicia y la caridad; esa es su misión. Por eso, la Doctrina Social de la Iglesia parece especialmente elaborada para ser puesta en práctica en la vida de hermandad.

14 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 3 minutos

El hombre llega a su plenitud solamente en sociedad. La naturaleza humana es la única que necesita de la relación social para completarse. Así lo explica el Libro del Génesis, al comienzo de la Biblia: «No es bueno que el hombre esté sólo» (Gén. 2.18), precisa vivir en sociedad, relacionarse con los demás para alcanzar su pleno desarrollo como persona. Creada a imagen y semejanza de Dios (Gén. 1. 26-27) la persona humana está llamada desde el principio a la vida social.

A esta misma conclusión llegaron, desde la razón, Platón (La República) y Aristóteles (La Política). Retomados siglos más tarde por San Agustín y Santo Tomás de Aquino respectivamente y enriquecidos por la Revelación, están en la base del sentido de la vida y de las convicciones morales de Occidente, de la cultura europea.

No ha sido pacífica la continuidad de esa línea de pensamiento. Autores, quizá sobrevalorados, como Hobbes (S. XVII) o Rousseau (S. XVIII), pusieron en duda esta cualidad diferencial de la persona, su necesaria sociabilidad. Puede que sus planteamientos no tuvieran mucha consistencia, pero abrieron el camino a otros modelos de pensamiento, a partir de la Ilustración (S. XVIII), que basan los ideales de la vida personal en la naturaleza y la razón, sintetizadas en la ciencia. La religión, la Revelación, queda fuera del ámbito social, encerrada en la conciencia de cada uno y sin legitimidad para proponer su visión del hombre y la sociedad.

A partir de aquí se inicia una dinámica vertiginosa. Comienza con la aportación desenfocada de las ciencias modernas que ponen en cuestión la dignidad y libertad de las personas y que desemboca en la postmodernidad, categoría que engloba a distintos totalitarismos de uno otro signo, que tratan de reescribir la naturaleza humana y su dignidad e imponen la cancelación civil de quienes se atreven a pensar en libertad sin asumir el relato oficial, que en eso se resume la cultura woke.

La Iglesia no ha permanecido indiferente a estas corrientes contraculturales que reducen la dignidad de la persona. La primera encíclica papal corrigiendo la deriva política y filosófica de la época moderna fue la de Gregorio XVI, Mirari vos (1832); a ésta seguiría la encíclica Quanta cura (1864) de Pío IX, sobre ciertas formas de liberalismo, y la Pascendi (1907) de Pío Xcontra el modernismo.

A partir de aquí la producción doctrinal pontificia es continua. Todo ese material, en forma de encíclicas, alocuciones, cartas, exhortaciones apostólicas, discursos y otras intervenciones, ha ido conformando un sistema con gran coherencia interna. A comienzos de este siglo (2004), a instancias de Juan Pablo II, toda esa doctrina, sistematizada y ordenada por epígrafes, es recogida en el Compendio de Doctrina Social de la Iglesia (DSI), un manualque no pertenece al campo de las ideologías, sino al de la teología moral, para orientar la conducta de las personas y de las organizaciones de personas en todos los aspectos de la vida social.

Si la Doctrina Social de la Iglesia tiene como finalidad orientar el comportamiento de las personas en orden a su pleno desarrollo, cualquier asociación o grupo social debe sentirse concernido por ella, especialmente las hermandades. En ellas se han de poner los medios para que el hombre sea introducido por Cristo en la vida Trinitaria de Dios y participe de su comunión de vida y amor, junto con los demás hombres en la comunión de los santos. «Que todos sean uno como Tú y Yo somos uno» (Jn. 17, 1-22).

En las hermandades se han de fomentar y vivir de modo especial los valores fundamentales de la vida social: la verdad, la libertad, la justicia y la caridad; esa es su misión. Si una hermandad cortara las raíces internas de su socialitas, o viviera alejada de la comunión con Dios en la Trinidad, su estructuración como grupo social se desnaturalizaría y desmoronaría. Ya no sería un grupo social, un espacio de humanización, sino un ambiente adictivo que se resuelve en la dialéctica poder-oposición; que proclama la libertad, pero en la que el egoísmo prima sobre el bien común; que se centra en un activismo a corto plazo. Sin el recurso a un Dios verdadero que garantice la individualidad y la sociabilidad, la hermandad oscilaría entre el vacío de la soledad individualista y las falsas identidades.

En cada uno de sus apartados la Doctrina Social de la Iglesia parece especialmente elaborada para la vida de hermandad. Merece la pena conocerla, vivirla y difundirla.

El autorIgnacio Valduérteles

Doctor en Administración de Empresas. Director del Instituto de Investigación Aplicada a la Pyme Hermano Mayor (2017-2020) de la Hermandad de la Soledad de San Lorenzo, en Sevilla. Ha publicado varios libros, monografías y artículos sobre las hermandades.

Mundo

Maria Lia Zervino:»UMOFC es un mosaico de mujeres que se unen en el común amor a la Iglesia»

Es una de las tres mujeres que, desde el 13 de julio de 2022, forman parte del Dicasterio para los Obispos y la única laica. Maria Lia Zervino, Presidenta de la Unión Mundial de las Organizaciones Femeninas Católicas conversa con Omnes sobre esta institución que representa a más de ocho millones de mujeres en el mundo. 

Federico Piana·14 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 6 minutos

La Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas (UMOFC) se fundó en 1910 y hoy está extendida por todos los continentes y cuenta con más de ocho millones de mujeres afiliadas cuyo objetivo es apoyar programas y proyectos dirigidos sobre todo a la defensa y dignidad de la mujer.

Son más de cien años de promoción y defensa de la mujer en todo el mundo, en los más diversos entornos sociales, políticos y económicos. Un orgullo y un alarde también para toda la Iglesia, explica Maria Lia Zervino, presidenta de la organización, reconocida por la Santa Sede como Asociación Pública Internacional de Fieles en 2006.

«Desde sus inicios, las fundadoras visionarias estuvieron presentes en el orden internacional. En 1928, esas mujeres trabajaban ya en la Sociedad de Naciones, en las comisiones de Trata de mujeres y Protección de la infancia. Su incidencia y prestigio tanto para la propagación de la fe como para la protección de la familia eran tales, que durante la Segunda Guerra Mundial, tuvieron que quemar los archivos para evitar persecuciones; desgraciadamente su Asistente Eclesiástico murió en razón de las torturas sufridas” apunta Zervino.

Una fructífera acción eclesial que llevó a Pablo VI a «nombrar presidenta del organismo a la española Pilar Bellosillo, presente en el primer grupo de mujeres auditoras del Concilio Vaticano II y cuya causa de beatificación está ahora en curso», recuerda María Lía Zervino.

¿Cuáles son los objetivos de la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas y cómo está estructurada la organización para alcanzarlos?

– La UMOFC se focaliza en la dignidad de la mujer. Su finalidad es promover la presencia, participación y corresponsabilidad de las mujeres católicas en la sociedad y en la Iglesia, para que sean protagonistas junto a los varones, en la evangelización y el desarrollo humano integral. Es por eso que asocia organizaciones católicas (mixtas o exclusivamente femeninas) siempre representadas por una mujer. Prácticamente todas las integrantes son mujeres laicas, si bien muchas religiosas forman parte de sus organizaciones y también reúne a asociaciones de mujeres consagradas.

 ¿Quién forma parte de esta organización?

– Las delegadas de las organizaciones participan en la Asamblea General cada 4 años y eligen democráticamente los miembros del Consejo. Este cuerpo colegiado vota a quienes forman parte de la Comisión Ejecutiva: las vicepresidentas de cada región y finalmente a la presidente que se ubica en el vértice inferior. Los órganos de gobierno que forman parte de la pirámide invertida están al servicio de las organizaciones miembros de la UMOFC.

También el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida participa de este proceso pues puede vetar una candidata a presidente, pero no puede elegir quien ocupará ese cargo.

La UMOFC constituye un observatorio existencial de las mujeres en el mundo y un reflejo de lo que sucede en toda la Iglesia. El mayor crecimiento hodierno de la UMOFC se da en África y padece un cierto decrecimiento en algunos países de Europa, tal como sucede a nivel eclesial global. Las organizaciones con mayor número de mujeres jóvenes se encuentran en el continente africano y en algunos países de Asia-Pacífico y América Latina.

En la región de Norte América, la situación no ha tenido cambios significativos en los últimos años. Se puede afirmar que la UMOFC es un mosaico de culturas de mujeres muy diversas que se unen en el común amor a la Iglesia y en el deseo de aplicar y contribuir a sus enseñanzas. A sus iniciativas ecuménicas, desde 2019 suma un camino de diálogo con mujeres de otros credos – que son también líderes de sus respectivas comunidades – y juntas celebran cada año el Día Internacional de la Mujer.

¿Cuáles son los objetivos para el futuro próximo?

– Tres son los objetivos para el futuro próximo: crecer en sinodalidad, crear sinergia con mujeres de países en los que no es posible asociarse y dar visibilidad a aquellas mujeres que parecen invisibles.

Respecto a la sinodalidad el objetivo es doble: por un lado, contribuir al Sínodo sobre la Sinodalidad en cada fase diocesana, continental y universal y, por otro, encarnarla dentro de la UMOFC.

Entre las tareas encaradas con estilo sinodal, ocupa un lugar central el preparar el Encuentro Mundial de las Mujeres de la UMOFC con el Papa Francisco, el 13 de mayo 2023, que será el umbral desde dónde iluminar la Asamblea General que se llevará seguidamente a cabo en Asís.

Para crear sinergia con las mujeres católicas de algunos países, por lo general musulmanes, cuyos gobiernos no permiten que ellas se asocien, realizaremos el III Encuentro con Mujeres de Oriente Medio y Mediterráneo en octubre de este año en Atenas, proceso que iniciamos en Amman (2013) y continuamos en Bari (2016). “Mujeres constructoras de paz en una Iglesia en salida» tendrá como prioridad escuchar a las mujeres, además de compartir la actualización de Amoris laetitia y soñar juntas el escenario post-Covid 19, en el marco de una cultura de la paz.

A fin de dar visibilidad a mujeres de distintas partes del mundo, que normalmente parecen invisibles para muchos como consecuencia de lo que el Papa llama globalización de la indiferencia, la UMOFC creó en 2021 el Observatorio Mundial de las Mujeres.

Recientemente se ha presentado el Observatorio Mundial de las Mujeres: ¿en qué consiste y cuáles son sus objetivos?

– Es un proyecto nuevo y que está pensado para corto y largo plazo. El lema del Observatorio Mundial de las Mujeres (WWO) es “Escuchar para transformar vidas”.

Consiste precisamente en escuchar a mujeres de las diferentes regiones del mundo en torno a un tema particular, ofreciéndoles la posibilidad de manifestarse y de que sus voces sean escuchadas. Recoger sus experiencias tanto de sufrimientos y privaciones como de fortalezas y buenas prácticas, para sistematizarlas en un formato con rigor académico que permita su difusión en un lenguaje accesible.

La segunda fase de cada trabajo del Observatorio es la difusión y sensibilización a nivel local, nacional e internacional, a fin de inspirar y generar estrategias pastorales por parte de la Iglesia; sinergias por parte de las ONGs de la sociedad civil; políticas públicas por parte de los Estados y aportes a la agenda internacional que favorezcan el desarrollo humano integral de las mujeres y el de sus familias, comunidades y pueblos.

El WWO está destinado a ser el referente internacional desde dónde visibilizar y evaluar alternativas de transformación referidas al ámbito de las mujeres en diferentes partes del planeta. Su visión es integral y universal, es decir que, se identifica con el magisterio de la Iglesia, en particular con Laudato si y con Fratelli tutti. Está al servicio de todas las estructuras de la Iglesia y de otras organizaciones incluso no confesionales

Este Observatorio, como primer acto, presentó una encuesta para conocer el impacto de Covid 19 en las mujeres del mundo. ¿Cuáles fueron los resultados?

– El WWO realizó su primer trabajo Impacto del Covid-19 en mujeres de Latinoamérica y el Caribe. Tanto por los estudios recogidos, como por las expertas de campo consultadas y las miles de encuestas realizadas, el efecto principal de la pandemia en la situación de las mujeres de la región, fue la profundización y agravamiento de desigualdades sociales, económicas y culturales estructuralmente preexistentes, tales como el incremento de la violencia de género, el deterioro de la autonomía económica, el agravamiento de la feminización de la pobreza, el detrimento de la salud física y mental, el incremento de las tareas de cuidado a su cargo, las dificultades para la educación agravadas por las diferencias sociales, el aumento de la trata de personas y la delincuencia organizada, entre otros indicadores.

También surgieron sus fortalezas y resiliencias como el reinventar formas de subsistencia para sus familias y modos de comercialización de sus productos, el armado de redes solidarias para la atención de los ancianos o de los más necesitados durante la pandemia, nuevas formas de oración y acompañamiento espiritual.

Y surgieron una serie de propuestas creativas entre las que se destacan la formación para el liderazgo femenino en todas las áreas, la representación de mujeres en espacios públicos -apostando a lo colaborativo y no a lo competitivo-, la investigación y difusión sobre la violencia estructural y simbólica, la estrategia de prevención de la violencia trabajando, desde la niñez, por la igualdad de derechos entre varones y mujeres, la mejora de la educación, incluida la digital, y la reforma de los sistemas de acceso a la justicia para las mujeres más vulneradas.

¿Cómo puede la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas ayudar a las mujeres a encontrar espacio y visibilidad también en el contexto eclesial?

– La UMOFC contribuye con la formación para que las mujeres encuentren su lugar y presten un servicio de calidad en los diversos sectores de la Iglesia. Para ello, ha aprovechado intensamente los dos años de pandemia para capacitar en inglés, español y francés a sus mujeres y sus colaboradores en los grandes temas del magisterio actual. Ha contado con la docencia y el acompañamiento de especialistas en cada uno de los temas que tienen que ver con sus resoluciones para el presente período: la responsabilidad ante la ecología integral, la protección de la familia y en particular de sus miembros más vulnerables, la violencia y discriminación de las mujeres y la educación para el camino a la santidad.

El autorFederico Piana

 Periodista. Trabaja en Radio Vaticana y colabora con L'Osservatore Romano.

Lecturas del domingo

«La parte buena que hace buena la vida». XVI domingo del tiempo ordinario

Andrea Mardegan comenta las lecturas del XVI domingo del tiempo ordinario y Luis Herrera ofrece una breve homilía en vídeo. 

Andrea Mardegan·14 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

Jesús agradece la hospitalidad de Marta, que le acoge en su casa y que hace todo lo posible para que él, con sus discípulos, pueda descansar y recuperar fuerzas. Jesús conoce bien a Marta y a María. Las dos hermanas tienen una relación sencilla y directa con él, que nos gustaría imitar. Se nota que tienen un carácter diferente: Marta es operativa y extrovertida, María tranquila y reflexiva. 

En su trabajo, a Marta le ocurre algo que le puede pasar a cualquiera. Si nos presionan las urgencias, los plazos, el miedo a no estar a la altura de las circunstancias, el deseo de no desfigurar, el no saber poner en orden de prioridad dos peticiones simultáneas, podemos perder paciencia, y al mismo tiempo perder la perspectiva correcta de las cosas y el sentido por el que las hacemos.

Así que nos ponemos en el centro de la escena y empezamos a protestar, aunque sea solo interiormente, ante las personas de las que esperamos una ayuda que no llega. Todo lo arrastra la impaciencia: los hermanos, las hermanas, incluso Dios que nos ha puesto en esa situación y no responde a la oración como querríamos, según nuestro mandato.

Si, además nos pasa, como a Marta, que al echar una mirada a la persona que debería entendernos y ayudarnos descubrimos que está disfrutando de la vida, haciendo lo que a nosotros nos gustaría hacer pero no podemos, nos gana el victimismo, exacerbado por una envidia oculta. A Marta también le hubiera gustado sentarse a escuchar a Jesús, pero piensa que no puede: hay demasiadas cosas que hacer. 

Jesús repite su nombre dos veces: “Marta, Marta”, como hace, también en el Evangelio de Lucas, con Simón cuando le dice que rezó por él antes de anunciarle su negación, y con Jerusalén cuando revela a la ciudad querida que le hubiera gustado reunir a sus hijos como una gallina a sus polluelos. Es una forma de decirle con ternura que la quiere tal y como es.

Ama su carácter impetuoso, como ama el carácter manso de María.

Ama su trabajo de servicio, pero precisamente por eso desea para ella una felicidad mayor y más duradera, y entonces le da el remedio: tiene que hablar con él, como hace María, escucharle, no perderle de vista cuando trabaja para él, amarle como él desea ser amado.

Aprecia su comida, pero disfruta más de su serena compañía y de su amor liberado de su ego prepotente: tres veces ha hablado de sí en pocas palabras: “Mi hermana me ha dejado sola, dile que me ayude”.

La parte que eligió María puede traducirse mejor del griego como “la parte buena”, sin comparación. Es estar con Jesús, amándolo, antes del trabajo y durante el trabajo. Una parte que nunca se pierde y que es capaz de hacer buena cada acción, cada día, cada trabajo, cada servicio, cada apostolado, toda la vida.

La homilía sobre las lecturas del domingo XVI

El sacerdote Luis Herrera Campo ofrece su nanomilía, una pequeña reflexión de un minutos para estas lecturas.

Vaticano

Tres primeras mujeres miembros del Dicasterio para los Obispos

Sor Raffaella Petrini, Sor Yvonne Reungoat y María Lia Zervino son las tres primeras mujeres en formar parte de este Dicasterio que, hasta el momento, sólo contaba entre sus miembros con cardenales y obispos, mientras que entre los consultores sólo había prelados y sacerdotes

Antonino Piccione·13 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 3 minutos

Lo anunció en una entrevista con Reuters la semana pasada. El Papa Francisco ha nombrado hoy a tres mujeres como miembros del Dicasterio para los Obispos. Se trata de Sor Raffaella Petrini, secretaria general de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano, Sor Yvonne Reungoat, ex superiora general de las Hijas de María Auxiliadora, y María Lia Zervino, presidenta de la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas.

Dos religiosas y una laica, por tanto, participarán en el proceso de elección de los nuevos pastores diocesanos. Un sueño hecho realidad para Maria Lia Zervino, el de «una Iglesia con mujeres adecuadas». Ella misma lo escribió en una carta publicada en traducción al inglés en la revista jesuita estadounidense: «Sueño con una Iglesia que tenga mujeres idóneas como juezas en todos los tribunales donde se traten casos matrimoniales, en los equipos de formación de todos los seminarios y para el ejercicio de ministerios como la escucha, la dirección espiritual, la pastoral de la salud, el cuidado del planeta, la defensa de los derechos humanos, etc.». Para lo cual, por nuestra naturaleza, las mujeres estamos igual o a veces mejor preparadas que los hombres. No sólo las mujeres consagradas, sino todas las mujeres laicas de todas las regiones del mundo que estén dispuestas a servir». Y dirigiéndose a Francisco, Zervino añadió: «Y sueño que, durante su pontificado, inaugurará, junto a los sínodos de los obispos, un sínodo diferente: el sínodo del pueblo de Dios, con una representación proporcional del clero, de los consagrados y consagradas, de los laicos y laicas. Ya no nos alegraremos sólo porque una mujer vote por primera vez, sino porque muchas laicas preparadas, en comunión con todos los demás miembros de ese sínodo, habrán hecho su aportación y su voto se sumará a las conclusiones que se pondrán en vuestras manos. Probablemente, Santo Padre, usted ya tiene esta «carta en su baraja» para poner en práctica la sinodalidad y sólo está esperando el momento adecuado para jugarla’.

Con motivo de la citada entrevista con Reuters, a una pregunta sobre la presencia de mujeres en el Vaticano, a la luz de la nueva Constitución Apostólica Praedicate Evangelium, el Pontífice había prefigurado, precisamente, el nombramiento también de laicos al frente de dicasterios como «el de los laicos, la familia y la vida, el de la cultura y la educación, o la Biblioteca, que es casi un dicasterio».

Antes de los nombramientos de hoy, el Dicasterio para los Obispos sólo contaba entre sus miembros con cardenales y obispos, mientras que entre los consultores sólo había prelados y sacerdotes

Una elección, por tanto, la realizada hoy por Francisco, que va en la dirección de una renovación de las instituciones de la Iglesia y para la promoción de un modelo más justo y cercano a las legítimas aspiraciones de quienes representan la fuente de vida por excelencia.

Entre las mujeres con altos cargos en la Santa Sede están la monja española Carmen Ros Nortes, subsecretaria del Dicasterio para los Religiosos, la monja francesa Nathalie Becquart, subsecretaria del Sínodo de los Obispos, y la monja salesiana Sor Alessandra Smerilli, secretaria del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral. Entre las mujeres laicas estaban Francesca Di Giovanni, subsecretaria para el sector multilateral de la Sección de Relaciones con los Estados de la Secretaría de Estado, la profesora argentina Emilce Cuda, secretaria de la Comisión Pontificia para América Latina, Linda Ghisoni y Gabriella Gambino, ambas subsecretarias del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida: y luego Barbara Jatta, la primera mujer directora de los Museos Vaticanos; la eslovena Nataša Govekar, jefa de la dirección teológico-pastoral del Dicasterio para la Comunicación; y la brasileña Cristiane Murray, subdirectora de la Oficina de Prensa de la Santa Sede. La profesora alemana Charlotte Kreuter-Kirchof es también coordinadora adjunta del Consejo de Economía.

El autorAntonino Piccione

Vaticano

Pietro Angelo Muroni: «La liturgia revela el misterio y nos abre a la presencia de Cristo»

El profesor Pietro Angelo Muroni, decano de teología de la Pontificia Universidad Urbaniana, desgrana en esta entrevista para Omnes los puntos clave de Desiderio Desideravi, el documento sobre la formación litúrgica de todos los fieles.

Federico Piana·13 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 3 minutos

Nada más leer la reciente carta del Papa Francisco al Pueblo de Dios sobre la liturgia, titulada «Desiderio desideravi», el profesor Pietro Angelo Muroni, decano de teología de la Pontificia Universidad Urbaniana, autor de numerosos libros sobre fe y espiritualidad y sacerdote de la diócesis de Sassari, tuvo la certeza de que la importancia de este documento radica en que no se dirige sólo a la jerarquía eclesiástica: «Afecta -dice- a todo el Pueblo de Dios, porque la formación litúrgica debe interesar a todos, debe implicarnos a todos. Lo dice el Papa: la liturgia es la dimensión fundamental para la vida de la Iglesia». Tanto es así, explica Don Muroni, que la carta «no quiere ser un tratado de teología litúrgica, no quiere tener un sesgo académico. En cambio, el Papa quiere que sea un elemento de reflexión para contemplar la belleza y la verdad de la celebración cristiana».

Profesor, ¿así que el Papa está llamando al pueblo de Dios a volver a la verdadera esencia de la liturgia?

– Ciertamente. El Papa llama al pueblo de Dios a volver al espíritu de la liturgia, como lo definiría el teólogo Romano Guardini. No hace mucho, el Papa recibió en audiencia a los miembros del Pontificio Instituto Litúrgico con motivo del 60º aniversario de su fundación y les dijo: cuidado cuando la liturgia se convierte en un campo de batalla por cuestiones que no son esenciales o que incluso son obsoletas. Por eso, el Pontífice, ante el peligro de la mundanidad espiritual, que también trató en su primera exhortación apostólica Evangelii Gaudium, quiere exhortarnos a todos a considerar la integridad de lo que celebramos.

¿Cuáles son los otros elementos importantes de este documento?

– En primer lugar, se insiste en que la liturgia es la Obra de Dios, en la que Dios implica al hombre. El punto número 7 de la Sacrosanctum Concilium dice: en esta gran obra, en la que Dios, a través del rito, llega al hombre para salvarlo, Cristo une a su Iglesia, su esposa. Por lo tanto, es Dios quien nos alcanza pero, al mismo tiempo, Dios involucra a la Iglesia. Otro elemento importante del documento es precisamente la invitación a redescubrir la belleza de la liturgia. En este sentido, ya en la Evangelii Gaudium, el Papa Francisco había subrayado el hecho de que la Iglesia evangeliza -y se evangeliza a sí misma- con la belleza de la liturgia.

¿Qué quiere decir el documento cuando habla de la belleza?

– Una belleza, explica el Papa en la carta, que no es la búsqueda del esteticismo, de las formas bellas. Aunque, sin duda, la liturgia debe ser bella, no debe ser descuidada.  El redescubrimiento continuo de la belleza de la liturgia significa el redescubrimiento de la belleza del misterio de Cristo celebrado en la liturgia. Hay que llegar a emocionarse con la liturgia, lo que significa ir más allá de la mera observancia de reglas y normas.

¿Es otro elemento importante la encarnación?

– Sí, porque la encarnación es el fundamento teológico de la fe cristiana, pero también de toda la liturgia. Es decir, la liturgia no es incorpórea; la liturgia se expresa a través de la humanidad del hombre y se expresa también a través de gestos, actitudes, signos y símbolos que forman parte de la vida del hombre.

Es hermoso lo que dice la Sacrosanctum Concilium en el número 83: Cristo, al asumir la naturaleza humana, trajo a esta tierra del exilio ese canto que se entona eternamente en los lugares celestiales. La encarnación de Cristo se convierte en el vínculo por el que nos unimos a Él para unirnos al Padre y a la Iglesia celestial.

¿El documento también profundiza en el redescubrimiento del sentido del misterio?

– Desde luego que sí. El Papa nos pide que tengamos cuidado con la humeante expresión ‘sentido del misterio’. A veces, señala el Pontífice, se acusa a la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II de haber eliminado el sentido del misterio en la celebración. Pero, ¿cuál es, para nosotros, el misterio? La literatura paulina nos explica que el misterio de Dios es Cristo, Cristo mismo que reveló al Padre.

Es obvio, pues, que la liturgia para nosotros sigue siendo trascendente, el hombre nunca puede penetrar profundamente en lo que se celebra en la liturgia. Pero Cristo también vino a través de la liturgia, de los sacramentos, para revelarse, no para esconderse. La liturgia revela el misterio y nos abre a la presencia de Cristo en su Palabra, en las especies eucarísticas, en el sacerdote, en el pueblo de Dios.

La carta también menciona la formación. ¿Por qué es importante?

– Si no hay formación litúrgica, no se puede entender con el corazón lo que se celebra. Si no entiendo lo que estoy haciendo en la liturgia, es difícil que la respete. La formación es esencial, especialmente en los seminarios. Me temo que ciertas derivas, como el pelagianismo y el gnosticismo, que se cuelan en la liturgia dependen también de la falta de formación. Si educamos bien a los futuros sacerdotes en el verdadero sentido de la liturgia, tendremos, como consecuencia, laicos formados en el verdadero sentido de la liturgia. Por el contrario, tendremos sacerdotes que vivan la liturgia como algo que hay que hacer. Como dice el Papa en esta carta, hay que formarse para la liturgia, pero también formarse con la liturgia.

El autorFederico Piana

 Periodista. Trabaja en Radio Vaticana y colabora con L'Osservatore Romano.

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Sínodo de Obispos de la Iglesia católica ucraniana

El arzobispo Sviatoslav Shevchuk celebra una Divina Liturgia con los miembros del Sínodo de Obispos de la Iglesia católica ucraniana en la Catedral de San Juan Bautista en Przemysl, Polonia, el 7 de julio de 2022.

Maria José Atienza·12 de julio de 2022·Tiempo de lectura: < 1 minuto
Vaticano

¿Podría viajar a Ucrania el Papa este verano?

Rome Reports·12 de julio de 2022·Tiempo de lectura: < 1 minuto
rome reports88

Aunque el Vaticano no se ha pronunciado oficialmente, Mons. Paul Richard Gallagher ha declarado que el Vaticano estudia un posible viaje del Papa a Ucrania. De ser así, lo haría tras su visita a Canadá a finales de julio.

El viake a esta zona invadida es un deseo del Papa, si bien el propio Francisco también ha dicho que primero debería visitar Moscú.


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Cultura

La sencillez en la verdad, el sello del Papa Luciani

La vicepresidenta de la Fundación Vaticana Juan Pablo I, Stefania Falasca, recuerda la figura y la obra del Papa de la sonrisa a pocos meses de su beatificación prevista para el próximo 4 de septiembre.

Antonino Piccione·12 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 3 minutos

Traducción del artículo al italiano

«Cercanía, humildad, sencillez, pobreza e insistencia en la misericordia y la ternura de Jesús: estos son los rasgos más destacados de su magisterio, que hace más de 40 años suscitaron atracción y que hoy siguen más vigentes que nunca». Stefania Falasca, vicepresidenta de la Fundación Vaticana Juan Pablo I, recuerda la figura y la obra del Papa de la sonrisa, en vista de su beatificación prevista para el próximo 4 de septiembre.

La ocasión la ofreció el habitual encuentro que la Asociación ISCOM promueve con vaticanistas y profesionales de la información interesados en la actualidad de la Iglesia católica: un desayuno de trabajo al que asistieron esta mañana, en un local a dos pasos de San Pedro de Roma, una treintena de periodistas de medios.

Falasca, vaticanista y escritora, ha trabajado desde 2006, cuando concluyó la investigación diocesana, como vicepostulador de la causa de beatificación de Juan Pablo I, junto a los postuladores salesianos Don Pasquale Liberatore y Monseñor Enrico Dal Covolo, y luego el Cardenal Beniamino Stella, que se han sucedido en el cargo hasta hoy. Un largo y exigente estudio de las fuentes documentales sobre Albino Luciani, que la llevó a destacar, durante el encuentro ISCOM, en primer lugar la «sencillez evangélica» del Papa, y su capacidad de comunicar «la sustancia del Evangelio» a todos, «en la absoluta coincidencia entre lo que enseñaba y lo que vivía».

Un viaje de nada menos que 15 años, con una investigación en la que han intervenido más de 70 archivos en diferentes lugares, de profundo calado histórico e historiográfico.

Inmediatamente después de su muerte», observa Falasca, «fue el profesor Vittore Branca, que estuvo cerca de Luciani durante los años de su patriarcado en Venecia, quien se centró en la actitud pastoral del Papa: una gran sencillez. Un Papa fiel a la doctrina de San Francisco de Sales, un santo que le era muy querido desde su adolescencia, cuando leía la Filotea y el Tratado del amor de Dios. Luciani fue el pastor alimentado por la sabiduría humana, que vivió todas las virtudes evangélicas. Un pastor que precede y vive en el rebaño con el ejemplo, sin ninguna separación entre la vida espiritual y el ejercicio del gobierno».

Sobre el papel de la Iglesia al servicio de la humanidad, conviene recordar las palabras pronunciadas por el propio Luciani en su homilía de inicio de pontificado (3 de septiembre de 1978): «Que la Iglesia, humilde mensajera del Evangelio a todos los pueblos de la tierra, contribuya a crear un clima de justicia, fraternidad, solidaridad y esperanza, sin el cual el mundo no podría vivir».

Más cerca del dolor de la gente, «una Iglesia», concluye Falasca, «no autorreferencial, que tiene sus raíces en ese tesoro nunca olvidado de una Iglesia antigua, sin triunfos mundanos, que vive de la luz reflejada de Cristo». Cerca de la enseñanza de los grandes Padres y a la que el Concilio había vuelto». 

La herencia del Concilio Vaticano II constituye, pues, la inspiración y la huella de un pontificado efímero -un infarto acabó con la vida de Luciani, según la reconstrucción de la historia y la documentación clínica, así como las deposiciones adquiridas durante el proceso- y al mismo tiempo de rigurosa actualidad. Así lo atestiguan elocuentemente los seis «queremos» del mensaje radiofónico Urbi et orbi pronunciado en latín por Juan Pablo I al día siguiente de su elección, el 27 de agosto de 1978.

Falasca los recuerda puntualmente: «Queremos seguir en la continuidad de la herencia del Concilio Vaticano II (…) impulso de renovación y vida»; «Queremos mantener intacta la gran disciplina de la Iglesia (…) tanto en el ejercicio de las virtudes evangélicas como en el servicio a los pobres, a los humildes, a los indefensos (…). Queremos recordar a toda la Iglesia que su primer deber es la evangelización (…). Queremos continuar el compromiso ecuménico con atención a todo lo que pueda favorecer la unión (…). Queremos continuar con paciencia y firmeza en ese diálogo sereno y constructivo que Pablo VI puso como fundamento y programa de su acción pastoral […]. Por último, queremos alentar todas las iniciativas que puedan salvaguardar y aumentar la paz en un mundo agitado».

Prioridades que han alimentado los treinta y cuatro días de un trono pontificio volcado en la colegialidad episcopal, en el servicio a la pobreza eclesial, en la búsqueda de la unidad de los cristianos, en el diálogo interreligioso y con el mundo contemporáneo, a favor de la justicia y la paz.

Perspectivas que resuenan con claridad hoy en día, en opinión de la Vicepresidente de la Fundación Vaticana Juan Pablo I: «Estos seis que queremos ayudan a destacar a un Papa como punto de referencia en la historia de la Iglesia universal. A la luz de los papeles de los archivos privados, de los textos y de las intervenciones del pontificado, ahora es más fácil profundizar en las líneas maestras del magisterio de Albino Luciani para una Iglesia conciliar cercana a la gente y a su sed de caridad».

El autorAntonino Piccione

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Vocaciones

El día que nuestro hijo nos dijo: «Quiero ser sacerdote»

En 2020 (últimos datos que ofrece la CEE) en España se ordenaron 125 sacerdotes. 125 historias de chicos que se entregan a Dios para siempre… y 125 familias en las que padres, madres, hermanos, amigos, son también parte del camino. ¿Cómo viven las familias la llamada de un hijo? ¿Qué temen? ¿Cómo aceptan la voluntad de Dios?

Maria José Atienza·11 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 6 minutos

María Luisa, Manuel, María José, Antonio, Julia… son esas madres y esos padres que han visto cómo Dios se hacía cuerpo y sangre por las palabras pronunciadas por sus hijos en la Consagración de la Santa Misa. Familias normales y diversas, de zonas rurales y urbanas, con historias muy diferentes, con más o menos hijos, con mayor o menor vida eclesial… Pero unidas por la llamada a la que sus hijos han respondido y de la que ellos participan.

Unidos en el altar

Manuel y María José tienen dos hijos, uno de ellos, Antonio Jesús, es sacerdote en la diócesis de Cádiz y Ceuta. En su caso, hay una peculiaridad: Manuel es diácono permanente, comparte con su hijo parte del ministerio, algo que él vive con gran alegría.

Su historia de vocación va unida a una fecha: aquel 24 de junio en el que “después de la Eucaristía a la que asistimos toda la familia, fuimos presentados por nuestro párroco al que era nuestro obispo, Mons. Ceballos, para pedir el ingreso en el seminario para Antonio Jesús y la admisión para iniciar el camino al diaconado para mí”. 

Manuel y Antonio Jesús se encuentran como padre e hijo físicos, pero también espirituales, especialmente en aquellas celebraciones en las que el diácono permanente ayuda al sacerdote.

«El día de su Primera Misa», recuerda Manuel, “fue un momento lleno de significado y sentimientos. Como diácono, le pedí la bendición antes de leer el Evangelio, como establecen las normas litúrgicas: ‘Padre, bendígame’, a mi hijo. Un momento que nunca olvidaré y que cada vez que celebramos la Eucaristía se repite y adquiere el mismo valor”.

Cuando Dios pide el 100% de los hijos

La familia Navarro Carmona, cordobesa, tiene dos hijos, y los dos son sacerdotes diocesanos. La entrada en el seminario de Antonio, el mayor, no les pilló por sorpresa: “veíamos su proceso y le veíamos ansioso por avanzar en su camino; y eso que el camino no era fácil, diríamos que muy duro. Sin embargo, él veía la parte positiva, se reafirmaba y crecía su vocación ante los contratiempos”.

La decisión de Juan Carlos, sin embargo, costó un poco más: “pensamos que ya podía dedicarse a otra cosa. Le ofrecimos múltiples opciones. Recuerdo”, apunta su madre, Julia, “que mencionamos la vocación de un médico, curando, salvando vidas… cuando terminamos nosotros de hablar él nos dijo: ‘¿queréis que haga esa carrera? La hago. Después seguiré con la que me gusta: Yo quiero dedicarme a curar almas y salvarlas’.

Emocionados le respondimos: tu vocación es fuerte, adelante”. Su marido, Antonio, subraya que la llamada de su segundo hijo le pareció, de hecho, “demasiado para nuestra familia”. 

A pesar de todo, no se opusieron violentamente a la llamada de sus hijos: “Creemos en la libertad y el derecho de elección de la vida de los hijos. No estamos de acuerdo en ninguna imposición los padres no tenemos derecho a negar la decisión de Dios”.

Quizás por esa apuesta por la libertad y la responsabilidad personal de los jóvenes, ante la pregunta de qué decir a quienes se oponen a que sus hijos entren en el seminario, Antonio y Julia son claros: “Nuestro consejo es que escuchen a sus hijos”.

Con un prometedor futuro como arquitecto, la entrada de Antonio Jesús en el seminario vino acompañada de no pocas incomprensiones. Como recuerda su padre “en la familia hubo ciertos comentarios, nos preguntaban por qué le dejábamos estar en el seminario con lo que él valía…después siendo sacerdote, la mayor parte de la familia está feliz. En su centro de estudios, un compañero, profesor suyo, me decía que se lamentaba que lo dejásemos ir al seminario con la valía académica que tenía”.

Reacciones normales en quienes no comparten o no entienden la trascendencia de la llamada, y a los que estos padres respondían con una analogía clara: “Cuantos padres, aun estando en desacuerdo con la opción que toman sus hijos, los defienden diciendo, ‘si él es feliz, eso es lo importante’. Pues de la misma manera se puede responder: No sólo es que él es feliz, sino que, con su entrega y testimonio, puede hacer feliz a muchas personas”.

También hay incomprensiones más tiernas, recuerda el matrimonio afincado en Cádiz, como la reacción de la señora que lo cuidaba desde pequeño mientras sus padres trabajaban. Cuando le comunicó su decisión de entrar en el Seminario porque sentía la llamada, le preguntaba “Antonio, bonito mío, pero dime, ¿quién es ése que te llama?”. 

Un ejército de oraciones

En una carta dirigida a las madres de los sacerdotes cuando era Prefecto de la Congregación para el Clero, el Cardenal Mauro Picenza, señalaba que “Cada madre de un sacerdote es misteriosamente «hija de su hijo». Hacia él podrá ejercer también una nueva «maternidad», en la discreta, pero eficacísima e inestimablemente valiosa, cercanía de la oración y en la ofrenda de la propia existencia por el ministerio del hijo. Son un verdadero «ejército» que, desde la tierra eleva al Cielo oraciones y ofrendas y que, todavía más numeroso, desde el Cielo intercede para que cada gracia sea derramada sobre la vida de los sacros pastores”. Palabras que bien podrían aplicarse al grupo de madres de sacerdotes que, cada mes en Madrid, se reúnen para orar por las vocaciones sacerdotales.

Una iniciativa de Maria Luisa Bermejo, que nació a raíz de la ordenación su hijo Yago, de la Prelatura del Opus Dei. Por entonces, María Luisa entró en contacto con otras madres de sacerdotes e iniciaron un grupo de oración por las vocaciones sacerdotales: “Hablé con una amiga mía que tiene un hijo sacerdote diocesano. Juntas pensamos que podíamos hacer ‘algo más’ por los sacerdotes y surgió la idea de reunirnos algún día para rezar el Rosario por las vocaciones sacerdotales. Compartimos esta idea con algunos seminaristas diocesanos que nos pusieron en contacto con sus madres y empezó la cosa”, Cuando los encuentros se fueron llenando de nuevas incorporaciones.

“Hablamos con un sacerdote que nos sugirió reunirnos en una iglesia para poder rezar mejor. Entonces, el rector de la iglesia del Espíritu Santo de Madrid, D. Javier Cremades, nos facilitó todo lo que estaba en su mano. No sólo permitió que fuéramos una vez al mes a rezar el Rosario, sino que, además, comenzó a decirnos una Misa y a dirigirnos un rato de oración”.

Aquel pequeño grupo de madres de sacerdotes iba creciendo poco a poco: “Llegamos a ser casi 70 personas”, recuerda María Luisa, que apunta que “ahora somos algunas menos, pero continuamos con este encuentro. Cada mes viene un hijo de alguna de las a decirnos la Misa y nos dirige un rato de oración. No sólo rezamos por los sacerdotes, sino que, además, entre nosotras hemos creado una red de amistad impresionante”.

Estas madres de sacerdotes decidieron poner nombre a sus oraciones: “se nos ocurrió hacer una  especie de ‘amigo invisible de oración’”, cuenta María Luisa “en unas papeletas apuntamos el nombre de los sacerdotes y de su madre, cada una cogió una o dos papeletas – no podía ser su hijo- y se comprometía a rezar cada día por esos sacerdotes. Yo tengo dos, majísimos” concluye.

hijo sacerdote
Manuel, asiste como diácono a su hijo Antonio Jesús en la Santa Misa

Estos padres y madres rezan por sus hijos, con “la gratitud de que su oración litúrgica es oración a ‘“dos voces’” como apunta Manuel, pero elevan sus oraciones también por quienes encuentran dificultades en su entorno para responder a la llamada de Dios, por su fidelidad, por su perseverancia.

Miedos y alegrías

En una sociedad en la que la figura del sacerdote se encuentra, más que nunca, en el centro de la diana, estos padres y madres comparten los miedos de quien tiene un hijo con un cargo público. Como apunta Julia “están en el candelero siempre: sus decisiones, actos y hechos son analizados con lupa” y cabe siempre el temor a una mala interpretación, o incluso a un juicio público injusto… pero “las alegrías son inmensas y a raudales ya que estos hijos se disfrutan muchísimo. Sabemos que están ahí en todo momento apoyándonos con su oración y su presencia”.

De manera muy similar se expresan Maria José y Manuel cuando apuntan que “en la sociedad actual, con sólo manifestar que eres creyente, tienes asegurada la crítica, el desprecio…. Cuanto más cuando tu hijo no solo manifiesta que es creyente, sino que con su vida y forma de vestir proclama que es sacerdote. No es extraño observar miradas y comentarios a su paso, pero también hay que decirlo, que observas que otras personas se acercan y le piden confesión, consejo, bendición…”.

Pero esa misma manifestación trae consigo muchas anécdotas de “encuentros casuales” con la Iglesia, como aquella vez que “en uno de sus viajes desde Madrid -donde estaba estudiando Teología Moral- a Cádiz, el tren se paró en medio del campo y algunos pasajeros acudían a él pidiendo “padre, rece usted para que salgamos de esta situación”.

Vaticano

Papa Francisco : «Pidamos a Dios que nos haga ver y tener compasión»

El Papa ha vuelto a recordar la necesidad de tocar y mirar a los ojos a los más pobres en este domingo XV del tiempo ordinario en el que la parábola del buen samaritano ha sido el eje del evangelio y de las palabras del Papa en el Ángelus.

Maria José Atienza·10 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

«Aquel samaritano, a pesar de tener sus propios planes y de dirigirse a una meta lejana, no busca excusas» para dejar de atender al desconocido herido en el camino. Así ha comenzado el Santo Padre su comentario al Ángelus en el domingo 10 de julio de 2022. Una llamada a todos los cristianos a vivir cn la mirada «en la meta final, poniendo al mismo tiempo mucha atención en los pasos que hay que dar, aquí y ahora, para llegar a ella».

La parábola del buen samaritano que hoy narraba el evangelio propio del XV domingo del tiempo ordinario ha dado pie a Francisco para recordar que uno de los apelativos de los primeros cristianos fuera “discípulos del Camino». «En efecto» -ha afirmado el Papa- el creyente se parece mucho al samaritano: como él, está de viaje (…) Va detrás del Señor, que no es sedentario sino que está siempre en camino: por el camino encuentra a las personas, cura a los enfermos, visita pueblos y ciudades. Así actuó el Señor, siempre en camino».

El ejemplo de Cristo, buen samaritano es el que ha de seguir el cristianos que «Caminando sobre las huellas de Cristo, se convierte en viandante y aprende – como el samaritano – a ver y a tener compasión. Ve y siente compasión. Ante todo, ve: abre los ojos a la realidad. El Evangelio nos educa a ver: guía a cada uno de nosotros a comprender rectamente la realidad, superando día tras día ideas preconcebidas y dogmatismos» ha puntualizado el Papa.

La compasión es un don

Francisco ha apuntado que «ante esta parábola evangélica puede suceder que culpabilicemos o nos culpabilicemos, que señalemos con el dedo a los demás comparándolos con el sacerdote y el levita: “¡Este y aquel pasan de largo, no se detienen!”; o que nos culpabilicemos a nosotros mismos enumerando nuestras faltas de atención al prójimo».

Dos actitudes que, aunque naturales, el Papa ha animado a superar con otro ejercicio: reconocer el error y sobre todo, pedir al Señor «que nos haga ver y tener compasión. Esta es una gracia, tenemos que pedirla al Señor».
En este sentido, el Papa ha vuelto a señalar que hemos de mirar a los ojos a nuestro prójimo, especialmente, a los más pobres y vulnerables: «¿tú tocas la mano de la persona a la que das la moneda?”  -“No, no, la dejo caer”. -¿Y tú miras a los ojos a esa persona? –“No, no se me ocurre”. Si tú das limosna sin tocar la realidad, sin mirar a los ojos de la persona necesitada, esa limosna es para ti, no para ella. Piensa en esto: “¿Yo toco las miserias, también esas miserias que ayudo? ¿Miro a los ojos a las personas que sufren, a las personas a las que ayudo?” Os dejo este pensamiento: ver y tener compasión».

Recuerdo a Libia, Sri Lanka y Ucrania

Las inestabilidades y problemas que azotan las naciones de Sri Lanka y Libia han sido objeto del recuerdo del Papa en sus palabras tras el Ángelus, en las que también ha tenido palabras para el pueblo de Ucrania «atormentado a diario por brutales ataques cuyas consecuencias paga la gente común. Rezo por todas las familias, especialmente por las víctimas».

El Papa ha concluido con un recuerdo a los trabajadores y capellanes del mar en el Domingo del Mar y ha recordado a «todos los marinos con estima y gratitud por su valioso trabajo, así como a los capellanes y voluntarios de “Stella Maris”. Encomiendo a la Virgen a los marinos que se encuentran bloqueados  en zonas de guerra, para que puedan volver a casa».

Educación

José M. Barrio: “Abrir espacios de diálogo, una urgencia universitaria”

“Restituir el prestigio de la verdad y volver a hacerla valer como algo muy importante para el ser humano”, es decir, “abrir espacios de verdadero diálogo, respetuoso y con argumentos”, es “la principal urgencia de la Universidad”, asegura el profesor de la Complutense de Madrid y doctor en Filosofía, José María Barrio Maestre, en una entrevista con Omnes.

Francisco Otamendi·10 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 6 minutos

Un informe hecho público en Viena por OIDAC Europa, su socio latinoamericano OLIRE y el IIRF (Instituto Internacional para la Libertad Religiosa), sobre la autocensura entre los cristianos, ha mostrado un grado avanzado de presión social impulsado por la intolerancia. Y una de las autoras, Friederike Boellmann, ha subrayado que “el caso alemán revela que las Universidades son el entorno más hostil. Y el mayor grado de autocensura que encontré en mi investigación en el ámbito académico”.

Casi en paralelo a los estudios del citado informe, el profesor de la Universidad Complutense de Madrid, José María Barrio, ha escrito un amplio artículo, con este significado título: ‘La verdad sigue siendo muy importante, también en la Universidad”. A su juicio, “la sociedad tiene derecho a esperar de la Universidad una provisión de personas que saben discutir respetuosamente, con argumentos, y que se toman en serio a sus interlocutores, también cuando expresan argumentos contrarios a los suyos. En este terreno, la Universidad tiene un papel difícilmente sustituible”.

Existe “un virus que corroe la Universidad desde Bolonia”, afirma. Se ha ido desincentivando “la discusión racional, que es precisamente una de las principales tareas para las que se fundó la Universidad, en la senda de la Academia que Platón fundó en Atenas, y en cuyo rastro se han registrado algunos de los progresos más relevantes de la cultura occidental”.

En la conversación con José María Barrio surgen cuestiones actuales de interés, y nombres como Millán-Puelles, Juan Arana o Alejandro Llano, además de Deresiewicz, Derrick y Jürgen Habermas.

Profesor, ¿qué le ha motivado su reflexión sobre la verdad en el ámbito universitario?

̶  Tengo la impresión de que en muchos ámbitos universitarios está en riesgo de desaparecer la racionalidad dialéctica a favor de una racionalidad meramente instrumental y tecnocrática. Si algún rasgo puede identificar lo que la Universidad ha pretendido en toda su historia y lo que constituye su naturaleza ­–al menos lo que “nació” siendo– es la pretensión de ser un espacio apto para discutir con razones, con argumentos bien armados lógicamente y bien presentados retóricamente. Pero presiones exógenas a la Universidad introducen la “antilógica” del escrache, de la cancelación de determinados discursos, por intereses ideológicos completamente ajenos al interés por la verdad.

Hay temas de relieve teórico, antropológico, político o social de los que cada vez es más difícil hablar, y hay agencias que se arrogan la autoridad para decidir de qué se habla y de qué no en la Universidad, y, de aquello que se habla, qué hay que decir y qué hay que callar. Ese tipo de restricciones mentales son antiacadémicas, antiuniversitarias y anti-intelectuales. Vetar la discrepancia por parte de quienes reparten carnets de demócrata u homófobo, como si de bulas y anatemas se tratase, además de poco congruente en una Universidad pública, es culturalmente cutre y mentalmente poco aseado. Es tiránico. Y es dar la puntilla a la Universidad.

Usted ha hablado de la mentira como arma revolucionaria, y ha escrito que la verdad ya no interesa, que ha sido sustituida por la posverdad. Incluso en el proceso de Bolonia desapareció el término verdad.

̶  Desde luego, eso no lo digo yo. Yo más bien deploro que alguien diga eso sabiendo lo que dice. Lo de la mentira como arma revolucionaria lo inventó Lenin, y lo han revitalizado algunos que tratan de emularle, como Pablo Iglesias en España.

Que en los documentos de Bolonia no aparezca ninguna alusión a la verdad, o que el diccionario oxoniense haya autorizado ese infecto palabro, “posverdad”, constituye sin duda, un síntoma de que algo nos pasa en la Universidad. Pero mientras el humano siga siendo animal racional la verdad seguirá siendo importante para él, pues la razón no vale solo para contar votos, dineros, o likes. Es también una facultad de conocimiento, y conocer es reconocer lo que las cosas en verdad son; de lo contrario habría que hablar más bien de desconocimiento, no de ciencia sino de nesciencia.

Como profesor de filosofía, no tiene reparos en poner el dedo en la llaga de prestigiosas universidades americanas y su visión antropológica.

̶  No soy el único que ha señalado esa llaga. Creo que con mucho más conocimiento de causa lo señala el profesor americano de Literatura inglesa William Deresiewicz en su reciente libro El rebaño excelente, que recomiendo con viveza a quien se interese por este proceso que lleva a convertir la Universidad en una fábrica de almas de paja.

Habla usted de un proceso de demolición universitaria. Son palabras fuertes. ¿Qué opina de la visión universitaria y los retos del profesor universitario que han planteado catedráticos con Millán-Puelles o Juan Arana?

̶  Mencionaría en esa nómina a otros muchos, y destacaría al también profesor jubilado Alejandro Llano. Me temo que, de no dar un giro muy radical el estado actual de las cosas, habrá que reconstruir la Universidad fuera de los campus actuales. Hay, con todo, excepciones egregias. Recomiendo la lectura del libro de Christopher Derrick titulado Huid del escepticismo: Una educación liberal como si la verdad contara para algo. Narra una experiencia que tuvo, durante un período sabático, en un campus norteamericano en un momento en que le acechaba un desaliento que hoy afecta también a muchos.

Por mi parte, conozco Universidades del Sur de América en las que aún se cultiva una sensibilidad universitaria genuina. Un rasgo que las identifica es que no les preocupa tan solo que sus egresados “triunfen” en el aspecto laboral y socioeconómico. Naturalmente no son insensibles a esto. Pero sobre todo aspiran a poder albergar una fundada esperanza en que nunca incurrirán en prácticas fraudulentas o corruptas.

Permítanos escucharle una breve reflexión sobre los inicios de las universidades y la Teología.

̶  Las primeras Universidades se fundaron para recoger la herencia y continuar el linaje de la Academia que fundó Platón en Atenas, y su embrión original fueron las escuelas catedralicias en la alta Edad Media europea. Ha sido precisamente el alto potencial autocrítico de la Teología cristiana el inicial catalizador de la investigación y reflexión académica de mayor relieve, y, desde luego, el que la ha impulsado a abrirse a nuevos horizontes y perspectivas humanísticas, científicas, sociales, artísticas, incluso ya también al horizonte de la tecnología.

Se defiende el periodismo como elemento de control del poder, mediante la verdad, y llegan las decepciones al percibir, según otros, que son más bien intoxicados por el poder. ¿Cómo ve esta cuestión?

̶  Ese lamentable vocablo, posverdad, se acuñó originalmente para mencionar una realidad sociocultural que se ha ido abriendo paso principalmente en el mundo de la comunicación y, sobre todo, con la eclosión de las redes sociales.

El fenómeno, en su núcleo esencial, es la impresión generalizada de que en los procesos de formación de la opinión pública los datos objetivos ya no cuentan tanto como las narrativas, los “relatos”, y sobre todo los elementos emocionales que son capaces de concitar en el público. Algo parecido ocurre con las redes sociales: da la impresión que lo importante es hacerse oír, y lo de menos es contrastar la validez de lo que se dice. Muchas redes se han convertido –quizá lo eran desde el principio– en meros agregadores de personas que tienen los mismos prejuicios y que no aparentan para nada querer salir de ellos para convertirlos en juicios.

Que el ser humano no es una razón pura con patas, sino que es bastante impresionable –una caña agitada por el viento, decía Pascal– no lo hemos descubierto anteayer. Pero lo que me parece más patético del caso no son los ingredientes ideológicos o la ornamentación emotiva de los relatos –probablemente no siempre hay una intención dolosa de engañar–, sino la poca atención, la frivolidad, la superficialidad y la total ausencia de contraste crítico con la que se despachan muchas informaciones que merecerían algo de seriedad.

jose maria barrio verdad

A su juicio, ¿cuál es, debe ser, la verdadera aportación de la universidad a la sociedad? Señala usted que restituir el prestigio de la verdad es la principal urgencia de la Universidad. ¿Correcto?

̶  Correcto. Restituir el prestigio de la verdad, en definitiva, volver a hacerla valer como algo muy importante para el ser humano, es abrir espacios de verdadero diálogo, que es algo en serio riesgo de extinción entre nosotros. Se debate mucho pero se discute poco. La discusión únicamente tiene sentido si hay verdad/es, y si existe la posibilidad, dentro de los límites de todo lo humano, de acercarse más a ella/s. A la inversa, si la verdad no existe, o es completamente inaccesible para la razón, ¿para qué discutir? Como ha dicho Jürgen Habermas en más de una ocasión, la discusión es una praxis plena de sentido tan solo como búsqueda cooperativa de la verdad (kooperativen Wahrheitssuche), a menudo de la verdadera solución a un problema práctico.

La sociedad tiene derecho a esperar de la Universidad una provisión de personas que saben discutir respetuosamente, con argumentos, y que se toman en serio a sus interlocutores, también cuando expresan argumentos contrarios a los suyos. En el espacio civil y sociopolítico es necesario que haya personas dispuestas a contribuir al bien común en entornos cooperativos de discusión seria. En este terreno la Universidad tiene un papel difícilmente sustituible.

Si el reto de la formación universitaria fuese un adiestramiento meramente profesional, orientado a formar eficaces gestores que aplican protocolos, eso lo podríamos conseguir mucho más eficaz, y rápidamente, y nos podríamos ahorrar una institución que es muy cara. Lo que no se improvisa es que las personas puedan pensar a fondo y con rigor, y que sepan afrontar problemas complejos y poliédricos, con muchas facetas, también humanas, que no se pueden abordar solo apretando botones, burocracias o recetitas.

Confundimos el liderazgo con la tecnocracia mediócrata. Son los mediocres hábiles para medrar los que acaban liderando, no los mejores ni los más inteligentes. Es el virus que corroe la Universidad desde Bolonia.

Concluimos. El profesor Barrio trata de mostrar en su exposición “algunos elementos tóxicos de la atmósfera socio-cultural que influyen negativamente en el trabajo de la Universidad, y que se saldan en perder la referencia del valor que la verdad tiene para el ser humano”. Los que deseen ampliar, pueden leer y descargar gratis su texto en Vista de La verdad sigue siendo muy importante, también en la Universidad (usal.es) La referencia técnica es Teoría De La Educación. Revista Interuniversitaria34(2), 63–85. https://doi.org/10.14201/teri.27524.

El autorFrancisco Otamendi