Vaticano

Revivir el ardor de la época del Concilio, sesenta años después del acontecimiento

Se cumple un nuevo aniversario del inicio del Concilio Vaticano II, cuyo impulso evangelizador es inspirador para el proceso sinodal en el que se encuentra la Iglesia universal.

Giovanni Tridente·11 de octubre de 2022·Tiempo de lectura: 5 minutos

Traducción del artículo al italiano

El 11 de octubre, en la memoria litúrgica de san Juan XXIII, el Papa Francisco celebrará una Santa Misa en el 60 aniversario del inicio del Concilio Ecuménico Vaticano II. Será, sin duda, una ocasión para revivir el impulso de renovación de la Iglesia, que llegó hace sólo unas décadas gracias a la voluntad de un Pontífice clarividente, que no tuvo miedo de emprender una movilización general que en su momento sólo podía parecer revolucionaria: Juan XXIII.

Es un poco el mismo dinamismo reformador que el Papa Francisco ha impreso también a la Iglesia desde su elección, fiel en todo caso a las peticiones que habían llegado de las congregaciones generales de los Cardenales antes de la votación en la Capilla Sixtina. 

Desde su aparición en la logia de la Plaza de San Pedro, la misión del Papa “venido casi del fin del mundo” se ha valido de muchas pequeñas piezas que han puesto el protagonismo de cada bautizado, la alegría de la evangelización, la atención a los últimos, el diálogo interreligioso, la denuncia de las muchas contradicciones de nuestra época y la convocatoria de toda la comunidad eclesial en estado “sinodal” permanente.

Injertado en las raíces del pasado

Francisco siempre ha dejado claro que no es importante “ocupar espacios” sino “iniciar procesos”, algo así como la dinámica que caracterizó los trabajos del Concilio Vaticano II durante tres años. No todos los procesos iniciados allí se han completado, es más, después de 60 años probablemente hay varias cosas que incluso hoy pueden parecer vanguardistas si se interpretan bajo la luz correcta y con el discernimiento adecuado.

Celebrar entonces el 60 aniversario del inicio del camino conciliar busque probablemente permitir al Pontífice volver a saborear el ardor de aquella época y revivir la solemnidad de aquella apertura conciliar, que fue sin duda, en línea con la historia anterior, signo de una vitalidad todavía presente.

Ninguna iniciativa conciliar en la Iglesia ha pretendido nunca borrar el pasado; al contrario, siempre se ha injertado en aquellas sólidas raíces que han permitido a Cristo seguir estando presente a lo largo de los siglos.

El mismo Juan XXIII lo afirmaba el 11 de octubre de 1962: “Después de casi veinte siglos, las situaciones y los problemas gravísimos de la humanidad no han cambiado; porque Cristo ocupa siempre el lugar central en la historia y en la vida. Los hombres, o bien se adhieren a él y a su Iglesia, y gozan así de la luz, del bien, del orden justo y de la bondad de la paz; o bien viven sin él o luchan contra él y permanecen deliberadamente fuera de la Iglesia, y por ello hay confusión entre ellos, las relaciones mutuas se hacen difíciles, se cierne el peligro de guerras sangrientas”.

Cuánta previsión en esas palabras, cuánta verdad y cuánta correspondencia con la misma agitación que vivimos hoy, incluidas las guerras sangrientas. Seguramente querrá volver con la mente y el corazón a esa unidad de propósito que sesenta años después sigue viva. Hay otro aspecto del que se hace eco hoy la relectura del discurso de apertura del Concilio y es el de los numerosos “agoreros” que “en las condiciones actuales de la sociedad humana” sólo ven “ruina y problemas”, comportándose “como si no tuvieran nada que aprender de la historia”.

En un estado perpetuo de misión

Más bien, pedía ya el Papa Roncalli, debemos redescubrir “los misteriosos designios de la Divina Providencia”, es decir, discernir lo que el Espíritu Santo quiere comunicarnos, diría el Papa Francisco, para nuestro bien y el de la Iglesia. 

Un poco como lo que se intenta hacer desde hace tiempo a través del instrumento del Sínodo de los Obispos, que es, entre otras cosas, un fruto concreto del Concilio Vaticano II, y que el actual Pontífice considera fundamental e indispensable para diseñar una Iglesia y una comunidad de fe que esté en perpetuo estado de misión y que sepa difundir con fecundidad la luz y la belleza del Evangelio, mostrando y testimoniando la presencia viva del Señor Jesucristo. Y luego vendrá el Jubileo de la Esperanza…

Dos nuevos santos para la Iglesia hoy

Dos figuras nacidas en el siglo XIX, que se ocuparon de las periferias existenciales de aquella época que, a decir verdad, nunca faltaron en la vida de la humanidad, serán canonizados por el Papa Francisco en la Plaza de San Pedro el 9 de octubre, tal y como se anunció en el último Consistorio de agosto. Son los dos italianos, Giovanni Battista Scalabrini y Artemide Zatti. 

El primero fue obispo de Piacenza y fundador de las Congregaciones de los Misioneros y de los Misioneros de San Carlos (Scalabrinianos), con la misión de servir a los emigrantes. Fue el propio Papa Francisco quien el pasado mes de mayo autorizó la dispensa del segundo milagro para su canonización.

Su labor pastoral ha sido juzgada por muchos como una “profecía de una Iglesia cercana a la gente y a sus problemas concretos”. Huellas imborrables que su ministerio episcopal, vivido en contacto directo con el pueblo, ha dejado efectivamente en los fieles. Entre otras cosas, inició la reforma de la vida diocesana, se hizo cercano a su presbiterio, con una preocupación constante por la enseñanza de la doctrina cristiana y por las obras de caridad para los más necesitados.

El impulso para atender a los emigrantes llegó cuando, a principios de siglo, se dio cuenta de que casi 9 millones de italianos habían abandonado el país con destino a Brasil, Argentina y luego a Estados Unidos. Pero su preocupación por estos fieles no era sólo material, sino también pastoral: creía, en efecto, que desarraigados de su contexto cultural, muchos emigrantes habían perdido la fe. De ahí surgió la idea de la Congregación Misionera, que hoy cuenta con tres institutos: religioso, religiosas y secular.

Compasión y misericordia

El segundo en convertirse en santo fue Artemide Zatti, un coadjutor salesiano que trabajaba principalmente para los enfermos en Argentina, emigrando con sus padres desde Emilia Romagna. Quería ser sacerdote, siguió siendo enfermero y se asoció a los sufrimientos de sus pacientes, llegando a contraer tuberculosis, para recuperarse después gracias a la intercesión de María Auxiliadora.

Un signo vivo de la compasión y la misericordia de Dios para con los enfermos”, lo ha descrito en varias ocasiones el postulador general de los salesianos, el padre Pierluigi Cameroni. Y su vocación de coadjutor salesiano también lo caracterizaba por completo: seguía siendo un laico a todos los efectos, aunque profesaba los votos de caridad, castidad y obediencia como religioso, compartiendo también la vida comunitaria.

Su grandeza no estuvo en aceptar, sino en elegir el plan que Dios tenía para él” -continuó explicando el postulador-, “y la radicalidad evangélica con la que se lanzó a seguir a Cristo, con el espíritu de Don Bosco, es decir, sin que le faltara nunca la alegría y la sonrisa que da el encuentro con el Señor”.

En el Consistorio con el que anunció la canonización, el Papa Francisco los calificó de “ejemplos de vida cristiana y de santidad”, para proponerlos a toda la Iglesia “especialmente ante la situación de nuestros tiempos”. No es casualidad que el Prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos haya destacado cómo su testimonio “devuelve la atención de los creyentes en Cristo al tema de los migrantes” que, como ha dicho el Papa en varias ocasiones, “si se integran, pueden ayudar a respirar el aire de una diversidad que regenera la unidad”.

Evangelización

Los obispos polacos reivindican el valor de la «Veritatis splendor»

La Conferencia Episcopal Polaca ha publicado una breve carta poniendo en valor el magisterio de Juan Pablo II sobre la moral católica.

Javier García Herrería·10 de octubre de 2022·Tiempo de lectura: 7 minutos

El domingo anterior al 22 de octubre, fiesta de san Juan Pablo II, en Polonia se celebra el “Día Papal” en recuerdo de su legado. En esta ocasión los obispos polacos han querido rememorar los mensajes de la encíclica “Veritatis splendor”, que exponía los fundamentos de la moral cristiana. El episcopado polaco considera que a pesar de los intentos de distorsionar el texto, continúa siendo una propuesta relevante para promover la auténtica búsqueda de la felicidad.

El texto de los obispos es breve y utiliza un lenguaje sencillo, a través del cual se relacionan las tesis de la encíclica con el problema de la desinformación y la proliferación de nuevos derechos (por ejemplo el aborto) que no ofrecen una verdadera felicidad. El auténtico esplendor de la verdad “sólo puede lograrse mostrando el verdadero rostro de la fe cristiana”. Por eso la encíclica sigue siendo tan importante para la Iglesia y el mundo, pues Cristo tiene el poder de hacer libre al hombre. 

En la carta, los obispos animan a apoyar la Fundación Obra del Nuevo Milenio, de la Conferencia Episcopal Polaca, nacida en el año 2000 para ayudar a los jóvenes que quieren estudiar y no tienen posibilidades económicas. La colecta del próximo domingo, 16 de octubre, se destinará a este propósito. “A través de los sacrificios realizados, tenemos la oportunidad de mantener y muchas veces restaurar en el corazón de los jóvenes la esperanza de un futuro mejor y la realización de sus aspiraciones educativas para el bien de la Iglesia y la Patria”, puede leerse en la Carta.

juan pablo II
San Juan Pablo II

Publicamos el texto completo de la carta en una traducción no oficial.

El brillo de la verdad

Carta pastoral del Episcopado polaco anunciando la celebración nacional de la XXII Jornada Papal

¡Amadas hermanas y hermanos en Cristo!

Los diez leprosos que se encontraron con Jesús en la frontera entre Samaria y Galilea experimentaron el milagro de la curación sólo por su obediencia a las palabras de Jesús (cf. Lc 17,14). Lo mismo sucedió con el sirio Naamán, quien, siguiendo el mandato del profeta Eliseo, se zambulló siete veces en el río Jordán (cf. 2 Reyes 5,14). Así, el Señor Dios en su Palabra muestra la esencia del acto de fe, que se expresa no sólo en el conocimiento intelectual de la verdad revelada, sino sobre todo en la elección cotidiana a su luz. “La fe es una decisión que conduce a (…) confiar y confiar en Cristo y nos permite vivir como Él lo hizo” (VS, 88) .

Reviviendo en apenas una semana, el domingo 16 de octubre, 22° Día Papal, bajo el lema “El esplendor de la verdad”, queremos retomar el mensaje que San Pablo nos transmitió. Juan Pablo II incluido en “Veritatis splendor” . El propósito de la encíclica, cuyo título es “El esplendor de la Verdad” en polaco, es recordar los fundamentos de la moral cristiana. A pesar de los intentos de distorsionarlo o socavarlo, sigue siendo una buena propuesta que puede alegrar la vida de una persona.

I. La crisis del concepto de verdad

Hoy en día, la existencia de la ley natural, escrita en el alma humana, es cada vez más cuestionada. La universalidad e inmutabilidad de sus mandatos también se ven socavadas. “La naturaleza dramática de la situación actual” -dice san Juan Pablo II- “en el que los valores morales básicos parecen desaparecer, depende en gran medida de la pérdida del sentido del pecado” (Catequesis del 25 de agosto de 1999, Roma) En efecto, el hombre es tentado a tomar el lugar de Dios y determinar por sí mismo lo que es bueno y lo que es malo (cf. Gn 3, 4). Como resultado, la verdad se vuelve dependiente de la voluntad de la mayoría, grupos de interés, circunstancias, contextos culturales y de moda, y juicios individuales de personas individuales. Entonces, cualquier comportamiento se considera la norma de comportamiento, y todas las opiniones son iguales entre sí.

A medida que se vuelve cada vez más difícil distinguir la verdad de la falsedad, los límites entre hecho y opinión, publicidad y mentira deliberada también se desdibujan. Los algoritmos nos acompañan constantemente cuando usamos Internet. Seleccionan el contenido buscado y visto por nosotros para que se adapte lo más posible a nuestros intereses y expectativas. Esto, sin embargo, dificulta confrontar opiniones alternativas y, en consecuencia, llegar a la verdad objetiva. Los usuarios de las redes sociales a menudo no se guían por el deseo de presentarse de manera auténtica, sino que adaptan los materiales preparados a las expectativas de los destinatarios. En pos de la popularidad, superan los límites de la moralidad, el buen gusto y la privacidad. En el espacio de los medios, nos enfrentamos cada vez más a los llamados “hechos alternativos” (“noticias falsas ”). La consecuencia de esto es una disminución de la confianza en todo el contenido publicado. En la era de la posverdad no solo tenemos la verdad y la mentira, sino también una tercera categoría de declaraciones ambiguas, es decir, “falta de verdad, exageración, coloración de la realidad“.

En un mundo en el que está desapareciendo la capacidad de distinguir la verdad de la mentira, la cultura también se cierra sobre el sentido y el valor de la humanidad. Se distorsionan conceptos como el amor, la libertad, la comunidad y la definición misma de la persona humana y sus derechos. Vivimos tiempos “en los que las personas se convierten en objetos de uso, como se usan las cosas” (GS, 13). La trágica confirmación de este proceso es el aborto, que se presenta como el “derecho a elegir” de los cónyuges, especialmente las mujeres. Los niños son tratados como un obstáculo para el desarrollo de los padres y la familia se convierte en una institución que limita la libertad de sus miembros. Estos procesos golpean los pilares de la civilización y desafían la herencia de la cultura cristiana.

II. El vínculo inseparable entre la verdad, el bien y la libertad

La renovación de la vida moral sólo puede lograrse mostrando el verdadero rostro de la fe cristiana, “que no es una colección de tesis que requieren la aceptación y aprobación de la razón. Es, sin embargo, el conocimiento de Cristo” (VS, 88). “Por eso la Encíclica sobre ´el esplendor de la verdad`” (“Veritas splendor”) es tan importante para la Iglesia y el mundo . Sólo el esplendor de la verdad que es Jesús puede iluminar la mente para que el hombre descubra el sentido de su vida y de su vocación y distinga entre el bien y el mal.

Seguir a Cristo es el fundamento de la moral cristiana. Sus palabras, hechos y mandamientos forman la regla moral de la vida cristiana. Sin embargo, el hombre no puede seguir a Cristo por sí mismo. Se hace posible gracias a la apertura al don del Espíritu Santo. El fruto de su acción es un “corazón nuevo” (cf. Ez 36, 26), que permite al hombre descubrir la ley de Dios no ya como constricción, carga y restricción de la libertad, sino como bien que lo protege de la esclavitud del pecado. La verdad que trae Cristo se convierte así en el poder que libera al hombre. Así descubre que “la libertad humana y la ley de Dios no son contradictorias, sino que se refieren la una a la otra”.(VS, 17). La esencia de la libertad se expresa en el don de sí mismo al servicio de Dios y de los hombres. Consciente de la altura de esta tarea, así como de las debilidades de la condición humana, la Iglesia ofrece al hombre la misericordia de Dios, que le permite superar sus debilidades.

La armonía entre libertad y verdad a veces requiere sacrificios y hay que pagarla. En ciertas situaciones, guardar la ley de Dios puede ser difícil, pero nunca es imposible. Así lo confirma la Iglesia, que ha elevado a la gloria de los altares a numerosos santos que, de palabra y obra, testimoniaron la verdad moral en el martirio, prefiriendo morir antes que cometer pecado. Cada uno de nosotros también está llamado a dar este testimonio de la fe, incluso a costa del sufrimiento y del sacrificio.

III. La formación de la conciencia

La conciencia es el espacio para el diálogo de la verdad y la libertad en todo ser humano. Aquí es donde se hace el juicio práctico, qué es lo que se debe hacer y qué se debe evitar. Pero la conciencia no está libre del peligro del error. Por tanto, la tarea clave de los pastores y educadores, pero también de todo creyente, es formar la conciencia. Sólo una conciencia bien formada permite a una persona adaptarse a las normas objetivas de la moral y evitar la arbitrariedad ciega en la toma de decisiones (cf. KDK 16). Aquí juega un papel especial la “Iglesia y su Magisterio, que es maestra de la verdad y tiene el deber de proclamar y enseñar auténticamente la Verdad que es Cristo, y al mismo tiempo de explicar y confirmar los principios del orden moral resultantes de la humanidad. naturaleza con seriedad“ (VS, 64). La gran obra del pontificado de S. Juan Pablo II, que es el Catecismo de la Iglesia Católica. Sigue siendo un punto de referencia en nuestras elecciones cotidianas y valoraciones de la realidad.

La Iglesia lleva a cabo la misión de la formación de las conciencias a través de la catequesis regular de niños, jóvenes y adultos, la formación en movimientos y asociaciones, y cada vez más en las redes sociales, en forma de respuestas a las preguntas formuladas. Es fundamental la labor de los confesores y directores espirituales que forman la conciencia de las personas a través de conversaciones, instrucciones y, sobre todo, a través de la celebración de los sacramentos. En este punto, alentamos la formación personal de todos los creyentes a través de la práctica diaria de la oración, el examen de conciencia y la confesión frecuente.

IV. “Monumento viviente” de S. Juan Pablo II

La Fundación “Dzieło Nowy Tysiąclecia” también se ocupa de la formación de la conciencia de los jóvenes. “La comunidad de becarios de Toruń” -recuerda Magdalena, graduada del programa de becas- “fue para mí un apoyo y un hogar espiritual al que me gusta volver. La conciencia de que hay personas en la misma ciudad que se guían por valores similares y son capaces de entender mis dudas o buscar respuestas a preguntas inquietantes juntos, fue muy alentador durante mis estudios“. Cada año, la Fundación atiende a cerca de dos mil alumnos y estudiantes talentosos de familias pobres, pueblos y ciudades pequeñas de toda Polonia, y recientemente también de Ucrania.

El próximo domingo, durante la colecta en iglesias y lugares públicos, podremos apoyar materialmente el “monumento vivo” de S. Juan Pablo II. Hoy, ante las dificultades económicas de muchas familias, tenemos la oportunidad de mantener, y muchas veces restaurar en el corazón de los jóvenes, la esperanza de un futuro mejor y la realización de sus aspiraciones educativas para el bien de la Iglesia y de la Patria, a través de los sacrificios realizados. Que el apoyo así prestado, incluso ante las dificultades y carencias personales, sea expresión de nuestra solidaridad y de la imaginación de la misericordia.

Durante la fecunda experiencia de la XXII Jornada pontificia, impartimos a todos una bendición pastoral.

Firmado por: Cardenales, Arzobispos y Obispos presentes en la 392ª Reunión Plenaria de la Conferencia Episcopal Polaca,

Zakopane, 6 y 7 de junio de 2022. La carta debe leerse el domingo 9 de octubre de 2022.

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España

«Un estado democrático no puede imponer una visión antropológica en todos los ámbitos»

Los obispos de la Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida de la Conferencia Episcopal Española han publicado una nota sobre los aspectos más preocupantes de las nuevas leyes sobre el aborto o los derechos de las personas LGTBI.

Maria José Atienza·10 de octubre de 2022·Tiempo de lectura: 3 minutos

La aprobación de la Ley sobre salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo y la Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI ha llevado a los obispos que conforman la Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida de la Conferencia Episcopal Española a alzar la voz ante los ataques a la dignidad personal y la vida humana que se contienen en estas normas.

De hecho, los obispos hablan de una colonización ideológica ante las que «queremos recordar la antropología adecuada que nos muestra que la persona es la unión de cuerpo y alma».

La ley del aborto

En este sentido, los obispos, destacan su rechazo frontal a la nueva ley del aborto que no sólo lo ampara sino que promulga el aborto como un derecho y contiene aspectos tan preocupantes como la permisión del «aborto de los discapacitados hasta los cinco meses y medio, la posibilidad de que las chicas de 16 y 17 años puedan abortar sin el consentimiento de sus padres, la obligatoriedad de que los médicos que rechacen realizar abortos tengan que inscribirse en un registro de objetores de conciencia o la eliminación del período de reflexión antes de abortar y de la información sobre alternativas al aborto».

En efecto, esta nueva ley del aborto eleva la eliminación del no nacido a «bien jurídico” como destacaban para Omnes hace unas semanas Pilar Zambrano, profesora de Filosofía del Derecho de la Universidad de Navarra.

La llamada «ley trans»

Asimismo, desde la Subcomisión han señalado la ideologización total de la norma jurídica manifestada en la «Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI» que impone, de manera unilateral, la teoría queer en el sistema judicial y sanitario español «estableciendo e imponiendo arbitrariamente una única concepción antropológica». 

En este punto, los obispos han querido recordar varios puntos clave que respaldan este rechazo de los obispos a la imposición de esta ley:

– Los testimonios de familias, madres, jóvenes y adolescentes que han sufrido las consecuencias de esta imposición de la teoría de género a los que los prelados han mostrado su «apoyo y ayuda».

– La imposición de «una peculiar y reducida visión antropológica en todos los ámbitos: educativo, jurídico, sanitario, laboral, en los medios de comunicación, en la cultura, el deporte y el ocio» que, desde diversas instancias gubernamentales se ha incrementado en los últimos años.

– La falta de rigor científico en la elaboración de estas leyes. Como apunta esta nota» los estudios científicos coinciden en que más del 70% de los niños que piden cambiar de sexo, cuando pasan la adolescencia, no siguen pidiendo el cambio». En esta línea, los obispos recuerdan que «la despatologización de la transexualidad se identifica con favorecer una intervención médica, pero sin criterios médicos, sino con criterios subjetivos del paciente. Una subjetivización que «obliga al personal sanitario a obedecer los deseos de los pacientes, aunque ello conlleve graves riesgos para la persona». 

Además, la nueva ley «niega la posibilidad de tratamiento psicosexual e incluso la necesidad de obtener un diagnóstico de las personas con trastorno de identidad de género, confundiendo el diagnóstico médico con un intento de anulación de la personalidad». A esto se suman «los testimonios de personas que se han sometido a la reasignación y no han visto solucionado su situación. Igualmente hay que valorar bien los tratamientos y explicar las secuelas, los efectos secundarios y las complicaciones de los mismos».

La posición de los fieles

Además de enumerar algunos de los principales aspectos rechazables de esta norma, los obispos han querido también dibujar la actitud de los fieles cristianos ante las personas con disforia de género ante la que «comunidad cristiana y, en particular, los pastores debemos desarrollar, siempre, sentimientos de acogida».

Al mismo tiempo han animado a «alzar la voz con fuerza y denunciar el uso de tratamientos prematuros e irreversibles aún más cuando no se está seguro de la existencia de una auténtica Disforia de Género. Las actuaciones médicas que se lleven a cabo en los menores, después de una serena reflexión, nunca deben ser de carácter irreversible». 

Al tiempo, los obispos han manifestado que quienes sufren este tipo de disforia de género «están llamados por Jesucristo a la santidad y a realizar, animados por el Espíritu Santo la voluntad de Dios en sus vidas, uniendo al sacrificio de la cruz los sufrimientos y las dificultades que puedan experimentar a causa de su condición» y han apelado al respeto de la «libertad de conciencia y de ciencia a todos los profesionales de los diversos ámbitos de la vida social sin condicionar el desempeño profesional en libertad» ante un adoctrinamiento que condiciona «el desempeño profesional en el campo educativo, sanitario, función pública, judicatura, cultura, medios de comunicación».

La imposición de leyes que atentan contra la vida humana en diversas etapas llevó, a la Conferencia Episcopal Española, a publicar, el pasado mes de marzo, una nota doctrinal sobre la objeción de conciencia en la que pretenden ofrecer criterios y principios ante los problemas que leyes como la de la eutanasia, o la nueva ley sobre el aborto plantean para los católicos.

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Estados Unidos

Stephen Siller, la conmovedora historia de un bombero cristiano el 11S

Jimmy Chart, un español residente en Nueva York desde hace un año por motivos de trabajo, cuenta la historia de Stephen Gerard Siller, un valioso testimonio de entrega a los demás.

Jimmy Chart·10 de octubre de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

A comienzos de septiembre, un compañero de trabajo envió un correo electrónico a todo mi equipo animándonos a participar en el NYC 5K Tunnel to Towers Race el 25 de septiembre. Esta carrera de algo más de cinco kilómetros, se ha convertido en uno de los eventos más importantes del calendario de la ciudad, dado que conmemora a los 343 bomberos y a todas las personas que fallecieron en el atentado del 11-S, y en especial a Stephen Siller. Os cuento su historia.

El bombero Stephen Gerard Siller nació en una familia numerosa católica de Queens en 1966. Era hijo de Mae y George Siller, y el pequeño de siete hermanos. A los ocho años, perdió a su padre, falleciendo un año y medio más tarde su madre también. Fue criado entonces por sus seis hermanos mayores, uniéndose tras acabar sus estudios al cuerpo de bomberos de la ciudad de Nueva York. Stephen pertenecía al Brooklyn Squad N.1, una de las unidades más reconocidas de dicho cuerpo. 

La mañana del 11-S

La mañana del 11 de septiembre de 2001, Stephen acababa de terminar una noche larga en la que había estado de guardia. A las 8:46 am de camino en coche a una partida de golf con sus hermanos, recibió el aviso por el “walkie talkie” que siempre llevaba consigo. Se dio la voz de alarma de que un avión se había estrellado contra la Torre Norte del World Trade Center. En ese momento, Stephen llamó a su mujer Sally y le pidió que informara a sus hermanos que se uniría más tarde a su partida de golf. Dio la vuelta y volvió a la estación del Squad 1 para cambiarse y coger su equipo. 

Cuando llegó con el camión a la entrada del túnel de Battery (que conecta Brooklyn con Manhattan), este se encontraba cerrado por motivos de seguridad. Empeñado en unirse a sus compañeros para salvar a tanta gente que estaba encerrada en las Torres Gemelas, se vistió con todo el equipo de bombero (de 27kg) y corrió los 5 kilómetros de túnel todo lo rápido que pudo. Falleció ese mismo día, con 34 años. 

La vida cristiana de una persona normal

Stephen tenía todo en su vida: una mujer maravillosa, cinco hijos y muchísimos amigos. Al estar sus padres muy próximos a la orden Franciscana, le enseñaron a vivir con la filosofía de San Francisco de Asís. A Stephen le gustaba mucho la frase del santo que dice “while we have time, let us do good” (“mientras tengamos tiempo, hagamos el bien). Stephen es, sin duda, un gran ejemplo de alguien que da la vida por los demás.

Hace unos días tuvo lugar la carrera en su honor, que corre gente de todo el mundo. Muchos bomberos de todo el país se desplazan hasta Nueva York para correrla con sus uniformes. El recorrido está lleno de banderas y el ambiente es espectacular. 

La conmemoración anual de los neoyorquinos en recuerdo de aquel fatídico día pone de manifiesto también historias de entrega como la de Stephen.

El autorJimmy Chart

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El Papa, primer misionero

10 de octubre de 2022·Tiempo de lectura: < 1 minuto

El 22 de junio de ¡hace 400 años! el Papa Gregorio XV, mediante la bula Inscrutabili Divinae, constituye la Congregación Propaganda Fide. Con esta Congregación el Papa pretendía poner fin a que la tarea evangelizadora esté encomendada a las coronas europeas. La Iglesia, que es quien ha recibido el mandato del Señor de llevar el Evangelio a todo el mundo, debe ser también quien ordene con criterios evangélicos toda la tarea misionera. Pablo VI, en 1967, le cambió el nombre por Congregación para la Evangelización de los Pueblos.

Y el Santo Padre, Francisco, el pasado 19 de marzo, publicó la nueva estructura de la curia vaticana con la Constitución Praedicate Evangelium, con la que ha querido que toda la actividad que la Santa Sede realiza, esté bañada por el espíritu de la evangelización.

Si al principio de su pontificado, Francisco soñaba “con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación” (EG 27), con esta Constitución lo quiere realizar.

Sí, con todas estas propuestas los Papas han querido recalcar que la tarea de la Evangelización es la exigencia fundamental de la Iglesia y que ellos, como sucesores de Pedro son los primeros responsables de que se viva este talante.

Francisco lo ha afirmado varias veces. De hecho, hay dos cosas que son verdaderamente significativas: el nuevo Dicasterio para la Evangelización es el primero propuesto de todos los departamentos que forman la curia, y… ¡el Santo Padre asume su presidencia! Son dos muestras claras y concretas del talante misionero del Papa Francisco y de su voluntad de que todo tenga la impronta de la misión, y desde aquí… ¡lo agradecemos!

El autorJosé María Calderón

Director de las Obras Misionales Pontificias en España.

Evangelización

Por tierra, por aire o por mar; la misión “fronteriza” de los misioneros scalabrinianos

Hoy domingo, 9 de octubre, el Papa Francisco ha proclamado santo a Juan Bautista Scalabrini, padre de los emigrantes, como lo denominó Juan Pablo II. Se trata de un obispo italiano del siglo XIX, fundador de la Congregación de Misioneros de San Carlos Borromeo, también conocidos como los “scalabrinianos”.

Leticia Sánchez de León·9 de octubre de 2022·Tiempo de lectura: 4 minutos

El día 27 del pasado mes de agosto, al finalizar el Consistorio para la creación de nuevos cardenales, el papa Francisco anunció que el 9 de octubre proclamaría santos a dos beatos: un argentino, Artemide Zatti, y el obispo italiano Juan Bautista Scalabrini, fundador de la Congregación Internacional de Misioneros de San Carlos, comúnmente conocida como los “scalabrinianos”. Estos misioneros tienen como misión específica prestar un apoyo espiritual a personas migrantes y refugiadas así como ayudarles en la tutela de sus derechos civiles, políticos y económicos, y en su inserción social en los países de destino.

El obispo profeta

Juan Bautista Scalabrini fue un hombre con visión de futuro. Además de su misión como obispo de la diócesis de Piacenza, el obispo italiano miraba más allá incluso de las fronteras de su patria. Italia atravesaba momentos difíciles y esto hizo que muchos italianos tuvieran que marcharse a otros países. El obispo de Piacenza sufría ante este fenómeno y, con el deseo de que esas personas mantuvieran viva su fe y pudieran ser acogidos de la manera más digna posible, fundó en 1887 la congregación que lleva su nombre y comenzó a enviar misioneros allí donde se encontraban los inmigrantes italianos que habían tenido que abandonar su patria en busca de una oportunidad de futuro.

En la primera de las misiones scalabrinianas, se enviaron siete sacerdotes y tres hermanos laicos de la Congregación, quienes pusieron rumbo a Nueva York y a Brasil en el verano de 1888. La labor se extendió rápidamente entre las comunidades italianas en Estados Unidos y Brasil. En aquellas comunidades se establecieron iglesias, escuelas y hogares misioneros, donde conservaron las costumbres y tradiciones italianas. En 1969, los scalabrinianos comenzaron a realizar misiones entre otros inmigrantes diferentes a los italianos.

Los misioneros scalabrinianos se conocen también por el nombre de “misioneros de San Carlos”, nombre escogido en honor a San Carlos Borromeo, considerado uno de los baluartes de la reforma católica en Italia en el siglo XVI. La “familia scalabriniana” está formada por tres ramas: por un lado, los Hermanos Misioneros de San Carlos y las Hermanas Misioneras de San Carlos y por otro, las Misioneras Seculares, laicas consagradas que, inspiradas por las enseñanzas de Juan Bautista Scalabrini, siguieron el ejemplo y los pasos de los misioneros scalabrinianos.

La ayuda que se presta actualmente en todo el mundo es de diverso tipo: sanitaria, familiar, social, económica; pero no se trata de un apoyo distante, proporcionando un trabajo, dinero, medicinas, etc., sino una ayuda fraternal, de hermano a hermano. Los misioneros scalabrinianos “se hacen inmigrantes con los inmigrantes”, Es, de hecho, lo propio de su carisma: es la manera que tienen de llevar a Dios a los demás y de “ver” a Dios en los demás. 

Iglesia “de frontera”

Lo cierto es que, visto con los ojos del presente, el obispo Scalabrini fue un hombre adelantado a su tiempo, al haber visto, con mirada de madre (la mirada de la Iglesia que ve peligrar la fe y la integridad de sus hijos), una realidad que sigue existiendo hoy en día y a la que no siempre se presta la debida atención.

No en vano, el papa Francisco ha recordado en múltiples ocasiones que las personas migrantes y refugiadas no deben verse como “destructores o invasores”. Más bien al contrario: el Papa, en el mensaje para la Jornada del Migrante y el Refugiado del pasado 25 de septiembre, nos recuerda que “la aportación de los migrantes y refugiados ha sido fundamental para el crecimiento social y económico de nuestras sociedades. Y lo sigue siendo también hoy”. 

De este modo, la “Iglesia en salida” tantas veces nombrada por el papa Francisco, para los misioneros scalabrinianos se podría llamar, más bien, Iglesia “de frontera” porque es ahí donde desarrollan la mayor parte de su labor. Con presencia en 33 países de todo el mundo, los scalabrinianos buscan “hacer sentir en casa” a aquéllos que han tenido que dejar las suyas en sus países de origen y tienen que empezar de cero, muchas veces, solo con lo puesto. Así, los misioneros de esta congregación acuden a puertos, barcos, aeropuertos, etc, para auxiliar y acompañar a tanta gente que llega buscando un futuro mejor. Pero no se limitan a hacer una acogida inicial, sino que también les ayudan en los países de destino y les proporcionan lo básico en sus casas de acogida, orfanatos, pequeñas localidades para inmigrantes ancianos, etc. 

Hacer del mundo la patria del ser humano

Giulia Civitelli, italiana y médico en el Poliambulatorio de la Cáritas Diocesana de Roma, ayuda a extranjeros sin permiso de residencia y a personas en situación de exclusión social. Ella es una de las misioneras seculares que siguieron los pasos de Mons. Scalabrini y, además de ejercer su profesión, se dedica a la formación de jóvenes migrantes y refugiados. 

“La palabra clave es ´acogida`, un mirarse a los ojos, un intentar hablar aunque muchas veces no se hable el mismo idioma, y de ahí precisamente nace ese encuentro fraternal” – explica a Omnes. 

Giulia es una de las misioneras que viajan a menudo a Suiza para ayudar en la labor de formación de jóvenes. De aquellos tiempos, recuerda especialmente la historia de un refugiado afgano, Samad Quayumi, que tuvo que escapar de su país con motivo de la guerra: 

“Era ingeniero de formación pero con el tiempo acabó siendo ministro de educación en Afganistán. Llegó a Suiza hace más de 20 años con su mujer y dos de sus tres hijos cuando tuvo que escapar por la primera llegada de los talibanes al país. En los primeros 7 años, esperando el permiso de residencia, su vida cambió radicalmente: de ser ministro de educación, pasó a ser casi invisible, por así decir. Con el permiso de residencia pudo empezar a trabajar y lo hizo como portero en la casa donde vivía. 

Algo más tarde se especializó en la restauración de armaduras. Él mismo aprendió este trabajo porque quería trabajar a toda costa y, tanto fue su empeño, que llegó a ser uno de los restauradores de armaduras más conocidos del país. Al conocerle, seguía teniendo muy dentro, la formación de los jóvenes, así que empezó a venir a encuentros que organizábamos con los jóvenes. Al compartir con los jóvenes su historia, hizo que muchos reflexionaran sobre su vida, sobre lo que significa valorar cada momento, incluso los momentos duros, como huir de un país en guerra, o sobre qué es la fe y la esperanza, porque él suscitaba también en los jóvenes preguntas sobre su fe. Él era de religión musulmana pero tenía mucho cariño y respeto a la religión católica”.

La canonización del obispo Scalabrini, junto con el argentino Artemide Zatti, es una buena noticia no sólo para todos los scalabrinianos, o para los emigrantes y refugiados, sino para toda la Iglesia. La mirada maternal hacia los refugiados y los inmigrantes de Juan Bautista Scalabrini marca un camino a seguir. Si los papas, durante toda la historia de la Iglesia, han proclamado santos a muchos hombres y mujeres de todos los tiempos, ha sido para presentarlos como referentes ante el Pueblo de Dios, y por qué no, ante el mundo.

El autorLeticia Sánchez de León

Familia

Iniciativas y libros sobre el matrimonio y la familia

Aprender a conocer la naturaleza humana es esencial para llevar a buen puerto la vida matrimonial. Para eso necesitamos una formación continua.

Leticia Rodríguez·9 de octubre de 2022·Tiempo de lectura: 3 minutos

En el año 1981 se aprobó en España la ley del divorcio a través de la cual se establecieron unas causas por las cuales la gente podía divorciarse. 24 años después llegaría lo que conocemos como ley del divorcio exprés, según la cual no es necesario alegar ninguna causa. Como hemos oído y leído en infinidad de ocasiones, es más fácil divorciarse que darse de baja de la línea telefónica móvil. Hoy en día mucha gente acepta sin pestañear realidades como el sexo sin amor, la pornografía o, incluso, el poliamor. Hoy en día, querer a una persona el resto de nuestra vida no es tarea fácil, porque, si no, no estaríamos hablando del índice de divorcios que hay actualmente en España (60 %). 

Hay un asunto asunto en el que creo que hemos dado pasos de gigante en las últimas décadas. El hombre aportando mucho más que antes en el ámbito familiar y la mujer haciendo lo propio en el ámbito laboral. Una gran riqueza que hemos de seguir perfeccionando. 

El Papa Francisco en Amoris Laetitia dice que, hasta el momento, en muchas ocasiones los cristianos hemos demostrado poca capacidad para mostrar caminos de felicidad. Creo que los cristianos estamos llamados a dar buen ejemplo. Ejemplo de amor incondicional. Ejemplo de familias imperfectas que hacemos a veces las cosas mal pero que no perdemos la ilusión de hacerlas bien y procuramos poner medios para conseguirlo. 

Los cristianos contamos con dos medios de lucha en esta vida, los naturales y los sobrenaturales. Y hemos de poner ambos. Los sobrenaturales son la oración y los Sacramentos. Los naturales, en este área, son aquellos que consisten en aprovechar la sabiduría de gente que ha estudiado profunda y ampliamente el matrimonio y la familia y que tiene unos consejos maravillosos para hacernos mucho más fácil el camino. Un ejemplo de esto es aprovechar el contenido del Congreso digital Love talks, sobre sexualidad y afectividad.

Entre los libros que aconsejo están Los 7 principios de los matrimonios que funcionan de John Gotmann. Espectacular la distinción que hace entre los problemas perpetuos y los solucionables de las parejas. Qué gran estudio hizo y cuánto nos puede ayudar en nuestro día a día. 

Otro es Los 5 lenguajes del amor, de Gary Chapman, que habla de que el secreto de un amor que perdura está en hablar el lenguaje emocional de nuestra pareja en vez de el nuestro. Hay cinco lenguajes que expresan el amor: palabras de afirmación, contacto físico, regalos, actos de servicio y tiempo de calidad. A todos nos es muy fácil hablar nuestros lenguajes del amor, no lo es tanto hablar los lenguajes del amor ajenos. Es importante identificar lo antes posible nuestros lenguajes del amor y los de nuestra pareja para actuar en consecuencia. 

Las personas somos una especie de recipientes emocionales. Hay gente que tiene su recipiente emocional lleno porque se ha sentido querido habitualmente. Hay gente que tiene el tanque emocional vacío porque ha tenido grandes carencias en este sentido. Si nos aseguramos de mantener nuestros tanques emocionales llenos, de seguro esta tarea a la que nos comprometimos el día de nuestro “sí, quiero” será mucho más llevadera.

Hay veces que los hijos tendrán la suerte de ser testigos del amor recíproco (aunque nunca perfecto) de su madre y su padre. Otras veces los hijos aprenderán un amor incondicional de un cónyuge abandonado que perdona, de un cónyuge que durante largas temporadas ha de amar al otro aunque aparentemente el otro no se lo merezca. Muchas veces lo que nos transforma es el hecho de sentirnos queridos cuando de verdad no nos sentimos, o no somos, dignos de ese amor.

Llevo trabajando 20 años para la IFFD (International Federation for Family Development). Es una maravilla lo que ha hecho IFFD desde que se constituyó su antecesora en el año ’78. Ahora estamos en 70 países y tenemos estatuto consultivo general en las Naciones Unidas. Usamos primordialmente la metodología del caso, que ayuda a las personas a identificar los hechos (diferenciándolos de las opiniones), diagnosticar los problemas y a ser muy creativos buscando soluciones. Seguiremos trabajando con ilusión y esfuerzo para diseñar nuevas dinámicas que ayuden a descubrir la belleza de la vida de familia.

El mejor regalo que podemos dar a nuestros hijos es nuestro amor. Cuando uno de los dos falla en su promesa, aún tenemos la oportunidad de seguir siendo fieles a la nuestra, perdonando al otro y haciendo testigos a nuestros hijos de ese perdón. Estamos llamados a amarnos. Somos capaces de amarnos. Vale la pena amarnos.

El autorLeticia Rodríguez

Directora de IFFD Family Enrichment.

Vaticano

Misa por el Aniversario del Concilio Vaticano II

Rome Reports·8 de octubre de 2022·Tiempo de lectura: < 1 minuto
rome reports88

El Papa Francisco celebró la Misa en el 60 Aniversario del Concilio Vaticano II. Durante la celebración se recordó el discurso de apertura de Juan XXIII. El pontífice pidió no desanimarse ante quienes aseguraban que la Iglesia estaba peor que nunca sin recordar los problemas que rodeaban a otros concilios del pasado.


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Cultura

Henryk Sienkiewicz, la forja de un escritor insigne

El autor repasa la primera parte de la vida del Nobel de origen polaco en este primer artículo al que seguirá una segunda parte sobre sus obras más conocidas y el final de su vida.

Ignacy Soler·8 de octubre de 2022·Tiempo de lectura: 9 minutos

“Petroniusz obudził się zaledwie koło południa i jak zwykle, zmęczony bardzo”. Así empieza Quo vadis. Palabras absolutamente incompresible para el desconocedor de la lengua de Henryk Sienkiewicz, como totalmente indescifrables son para el que ignora la lengua de Cervantes las palabras que cualquier hispano hablante reconoce de inmediato: “En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor”. Pero en estos textos hay dos palabras inteligibles para el ignorante: Petroniusz y  la Mancha.

Sin lugar a dudas las lenguas dividen y forman los modos de pensar y de comunicarse. La belleza de la literatura y de la novela está en relación con los modos de expresarse. Por eso con razón dicen los italianos que traduttore-traditore, toda traducción es de alguna manera una traición. ¿Se puede leer el Quijote en polaco? ¿Se puede leer Pan Tadeusz o Quo vadis en castellano? La respuesta es afirmativa pues existe algo común que une a todas las lenguas: la comprensibilidad de la realidad y del ser humano. Sin embargo, es necesario añadir que su comprensión y su belleza está limitada por su traducción-interpretación. De hecho, cada obra maestra de la literatura y del pensamiento debería leerse en el idioma escrito en su original, pues todo hacer literario es fruto de un pensar enraizado en una lengua, cultura e historia. Veamos un poco el fondo cultural literario e histórico en el que vive Sienkiewicz.

Novelista, periodista, columnista y erudito. Es el primer polaco ganador del Premio Nobel de Literatura, admirado por generaciones de sus compatriotas por despertar el sentido de comunidad nacional y espíritu patriótico. Nació el 5 de mayo de 1846 en Wola Okrzejska, en el tal llamado campo polaco a mitad de camino entre Varsovia y Lublin, en la región de Podlaquia al noreste de Polonia, y murió el 15 de noviembre de 1916 en Vevey, Suiza.

En el tiempo que nació Henryk Sienkiewicz, Kierkegard escribía su obra Enfermedad mortal con el análisis de la naturaleza de la angustia existencial y el acto de fe como algo aterrador, un salto no racional para llegar a un compromiso apasionado, total y personal con Dios. Auguste Comte acababa su Curso de filosofía positiva, rechazando toda teología y metafísica para afirmar que solo la ciencia positiva es capaz de dar orden y progreso al ser humano. Ernest Renan empezaba el camino de la búsqueda del Jesús histórico, sin fe en su divinidad, que acabaría en su obra Vida de Jesús. La segunda mitad del siglo XIX es tiempo de escepticismo y dudas de la fe antigua, y en Polonia es tiempo de penitencia en espera de un nuevo nacimiento.

No es posible entender a Sienkiewicz y su trilogía nacional polaca – A sangre y fuego, El diluvio, Un héroe polaco –, sin explicar brevemente algo de historia de ese país. La República de las Dos Naciones (Polonia y Lituania) desapareció del mapa político al ser repartida definitivamente entre Rusia, Prusia y Austria entre 1772 y 1795.

Todo el siglo XIX es una lucha para que la identidad nacional polaca adquiera su propio estado, su independencia política, sobre todo de Rusia. Por eso es necesario mencionar las dos sublevaciones en lucha armada: el Levantamiento de Noviembre (1830-1831) y el Levantamiento de Enero (1863-1864). Los dos acabaron con derrota de los polacos por los rusos, con enormes deportaciones de población a Siberia y un gran sufrimiento del pueblo. Sin embargo sirvieron para mantener viva la llama de la esperanza de unas libertades, del nacimiento de un nuevo estado.

Por toda su obra literaria, no solamente por Quo vadis, Sienkiewicz obtuvo el premio nobel de literatura en 1905. En la ceremonia de entrega del premio, Sienkiewicz acentuó fuertemente sus orígenes polacos.

Para evitar represiones del gobierno ruso no pronunció su discurso en la audiencia oficial de entrega del premio. Sin embargo, tres días más tardes, en presencia del rey de Suecia y otros escritores expresó su pensamiento en latín con estas palabras: “Todas las naciones del mundo intentan conseguir prestigiosos premios para sus poetas y escritores. Este gran areópago que concede su premio con la presencia del monarca que lo entrega, es una coronación no solamente del poeta sino que al mismo tiempo de toda la nación de la cual esa persona es hijo. Al mismo tiempo se confirma que esa nación toma parte en este acontecimiento, que da fruto y que es necesaria para el bien de toda la humanidad. Este honor, importante para todos, lo es todavía más para un hijo de Polonia. Se ha proclamado que Polonia está muerta, pero tenemos aquí uno entre mil motivos para afirmar que ella vive. Han dicho que es incapaz de pensar y de trabajar, y eh aquí la prueba de que actúa. Han afirmado que está vencida pero ahora tenemos una nueva evidencia de su victoria”.

Orígenes

Henryk provenía de una familia de terratenientes nobles empobrecidos descendientes de los tártaros asentados en Lituania. Sus padres eran nobles cultos con antepasados gloriosos que lucharon en los diversos levantamientos para conseguir la independencia polaca.

A partir de 1858 empezó a estudiar en diferentes escuelas secundarias en Varsovia viviendo en pensiones. La difícil situación económica de la familia hizo que tuviera que ganarse la vida ya desde muy joven como tutor, dando clases particulares. Tenemos aquí uno de los rasgos fundamentales de la personalidad de Sienkiewicz: fue un trabajador infatigable, siempre en viaje, siempre ocupado, con gran iniciativa social.

Ya desde su primera juventud se interesó por la historia y la literatura, empezando a escribir y ganando un premio nacional de literatura a los 18 años. Los autores que más le influyeron entonces y que para siempre dejaron rastro en su escritos fueron: Homero, Adam Mickiewicz, Juliusz Słowacki, Walter Scott y Aleksander Dumas. Recibió las calificaciones más altas en humanidades y no prestó demasiada atención a las demás materias.

Después de obtener el certificado de estudios secundarios en 1866, de acuerdo con los deseos de sus padres, se matriculó en el departamento de medicina de la Escuela Principal de Varsovia. Sin embargo, rápidamente se cambió a derecho y al final eligió filología e historia, gracias a lo cual se familiarizó a fondo con la literatura y el idioma polaco antiguo.

Curiosamente en ese mismo año y Escuela comenzaron sus estudios Bolesław Prus y  Aleksander Świętochowski. Este último recordaba sus estudios universitarios en un artículo publicado en Prawda en 1884, cuando ya Sienkiewicz era famoso: “Había un estudiante en el pequeño grupo de la Facultad de Historia y Filología, que no presagiaba ningún gran talento y vivía completamente fuera de este círculo de elección. Recuerdo que, una vez paseando con él por la calle, me asombró su habilidad para reconocer escudos de armas en edificios y carruajes aristocráticos, y su considerable conocimiento sobre la historia de las familias nobles. Esbelto, enfermizo. Participaba poco en la vida estudiantil y se mantenía distante. Atraía tan poco la atención de sus colegas que cuando, después de graduarse en la universidad, Kotarbiński nos aseguró que Sienkiewicz había escrito una hermosa novela En vano, nos reímos de buena gana no dando ninguna importancia al hecho”.

En 1869, siendo todavía estudiante, empieza a publicar artículos de crítica literaria y social en el semanario Przegląd Tygodniowy, y en los años siguientes se consolida en la prensa de Varsovia como reportero y columnista talentoso. En 1873 colabora ​​con la publicación conservadora Gazeta Polska. Sus perspicaces columnas aparecieron en los ciclos Sin título (1873) y Momento presente (1875) bajo el seudónimo de Litwos. Está presente en los salones de cultura de Varsovia, especialmente en el círculo de la actora de teatro, de obras de Shakespeare, Helena Modrzejewska. Esta era entonces la más conocida actora polaca, que más tarde adquiriría la ciudadanía americana y también una merecida fama como actora teatral, representando obras de Shakespeare pero esta vez en inglés.

Durante este tiempo conoció a María Kellerówna, procedente de una rica y noble familia de Varsovia, la primera de las cinco «Marías en su vida». La comprensión de la obra de Sienkiewicz va unida no solamente a sus raíces nacionales, especialmente por la literatura e historia polaca, sino también por su amor apasionado por la mujer, como también por sus raíces de pensamiento y tradición católica. En muchas de sus obras se dejan continuamente ver rasgos autobiográficos.

Su primer gran amor fue María Kellerówna. Estos dos jóvenes se querían con locura. Estaban ya comprometidos pero al pedir la mano a los padres de la novia, estos dieron la negativa y rompieron el compromiso, preocupados por el futuro financiero de su hija. Henryk no era lo suficientemente rico, no era un buen partido. La joven Kellerówna, profundamente enamorada de Henryk, sufrió enormemente, nunca pudo olvidarle y no se casó jamás.

Viajes

Sienkiewicz también lo vivió dolorosamente, rechazado y humillado, no tenía a dónde volver su corazón. Afortunadamente apareció en el horizonte un viaje con sus amigos de la cultura teatral y con Helena Modrzejewska a América. Sienkiewicz consiguió un contracto como redactor de la revista Gazeta Polska de sus relatos de viaje al otro lado del océano. El viaje de dos años a América del Norte (1876/1878) – el primer sueño de los robinsones hecho realidad – tuvo un gran impacto en la obra del escritor y la solidificación de su personalidad.

Sienkiewicz con  sus amigos intentaron crear una comunidad agrícola cultural en California y establecieron su «cuartel general» estadounidense en Anaheim, una ciudad en Orange Country, no muy lejos de Los Ángeles. Era un pueblo diminuto, rodeado de campos de cultivo. Fue allí, donde fueron llegando toda la compañía de bellezas polacas, encabezada por Helena Modrzejewska.

Los intentos de cultivar la finca no duraron mucho y terminaron casi en bancarrota, lo cual era de esperar, pero de alguna manera nuestros viajeros románticos no pensaron en eso antes. Y aunque toda su estancia en Anaheim duró menos de un año, el agradecido pueblo erigió más tarde un monumento al gran artista polaco.

El proyecto se derrumbó, lo que se convirtió en ventaja para Helena Modrzejewska, que tuvo que volver a los escenarios. Sus actuaciones fueron calurosamente recibidas por el público estadounidense y Sienkiewicz informaba meticulosamente en la correspondencia para la prensa nacional sobre el fenomenal éxito de la actriz polaca en sus giros artísticos.

Fue durante esta bianual estancia americana en donde Sienkiewicz adquirirá una característica propia de sus escritos. Escribe siempre en camino, en viaje, sin parar. Sus futuras obras literarias, lo mismo que Dumas hiciera en Francia, se publicaban periódicamente por capítulos en la prensa polaca. Más de 17 años los pasó viajando fuera de Polonia y escribiendo.

Tuvieron una gran difusión sus Cartas de un viaje a América (1876 -1879) que llevaban consigo un relato actual de la vida estadounidense con sus logros y amenazas. Con sentido del detalle y no sin humor, Sienkiewicz contaba las costumbres de la América de aquella época. A sus ojos, sin embargo, el impulso tecnológico y civilizatorio de Estados Unidos no justificaba los profundos contrastes sociales.

El escritor lo expresaba en sus textos condenando especial y enérgicamente el exterminio de los indios. Estoy en estos días leyendo ese libro y como botón de muestra traduzco un pequeño texto de una de esas cartas, que me ha hecho especialmente gracia. Estamos en el año 1877.

«En el sur de California sin el español no haces nada. Además, me animó a estudiar esta lengua el trato con diferentes ´señoritas´ con las que empecé a hablar en su idioma natal. Señorita América y Señorita Sol me ayudaron con mucho entusiasmo y gracias a ellas he hecho admirables avances. Me dieron también un diccionario francés-español, así que no me faltaba ya nada más. Ni me faltaron tampoco las ganas, pues me ha encantado este idioma, que considero una de los más hermosos en el mundo de las lenguas. Cada palabra tiene un sonido como de plata, cada letra vibra con su propia melodía, tan varonil, tan noble y musical que fácilmente queda grabada en la memoria, atraída por las palabras como un imán atrae el hierro. Quien ha pasado por todas las dificultades del inglés, doblando la lengua como una rueca, pronunciando sonidos sin ninguna identidad, y ahora empieza con el español, le parece pasar entre zarzas y espinos, para encontrarse de repente en un jardín lleno de flores. No conozco una lengua más fácil de pronunciar y de aprender”.

Publicaciones y cuentos

Sienkiewicz no se limitó a publicar en la prensa polaca desde América. El 8 de septiembre de 1877, publicó el artículo Polonia y Rusia en el diario de California Daily Evening Post. En él, condenaba la política engañosa de las autoridades rusas, que actuaban como defensoras de los eslavos en los Balcanes, al mismo tiempo que perseguían a los polacos en el territorio de Polonia. En 1878 regresó a Europa. Se quedó en Londres y luego en París durante un año. También visitó Italia.

Tras regresar a Polonia en 1879 y viajando a Lviv conoce a Maria Szetkiewiczówna y se enamora. Al enterarse de que su familia se dirigía a Venecia, los siguió. Después del período de compromiso, el 18 de agosto de 1881, María y Henryk se casaron en la Iglesia de la Congregación de las hermanas canónicas, en la Plaza del Teatro, en Varsovia. Tuvieron dos hijos Henryk Józef y Jadwiga María. La esposa, enferma de tuberculosis muere en 1885.

Ya desde novios en 1880 Henryk acompaña continuamente a su amada y buscaba para ella los mejores lugares de Europa para su tratamiento médico. Tras la muerte de su amada esposa, siguió viajando con sus hijos por balnearios austriacos, italianos y franceses.

Continuamente en viaje, escribe sin descanso desde cada rincón en donde se encuentra. En 1886 viaja a través de Bucarest a Constantinopla y Atenas, después a Nápoles y Roma. En 1888 se encuentra en España. De ese viaje surge su libro Corrida de toros, traducida desde hace poco al castellano. A fines de 1890, partió en una expedición de caza a Zanzíbar, y publica sus Cartas de África. De las ciudades polacas, le gustaba especialmente Zakopane, aunque constantemente se quejaba del clima demasiado lluvioso de los Tatras.

Sienkiewicz comenzó su obra literaria con cuentos, escribió más de cuarenta. Le gustaba la forma humorística de contar historias, describiendo lo que veía como si de un diario se tratara. Además de muchos datos concretos de la época, hay en ellas una nota patriótica, que será rasgo específico de toda la obra de Sienkiewicz.

Las obras humorísticas se caracterizan por la retórica y el didactismo, pero contienen elementos grotescos, revelando el talento satírico del escritor. Se ve también en la prosa posterior, especialmente en Szkice węglem – Bocetos a carbón (1877), donde lo grotesco y caricaturesco contrasta con el significado trágico del relato sobre el exterminio de una familia campesina, por parte de la nobleza y el clero, junto con los funcionarios zaristas y municipales. El destino de los campesinos, confundidos e indefensos, tratados como carne de cañón por los ejércitos de las potencias divisorias, es un tema importante para Sienkiewicz. En el cuento Bartek Zwycięzca – Bartek el vencedor (1882) acusa a las élites polacas de traicionar los intereses nacionales y describe la difícil situación de un campesino que se enfrenta a los prusianos. El trágico destino de la emigración campesina en América fue esbozado en su ensayo Za chlebemPor el pan (1880). En estas obras maestras hay que incluir un excelente estudio de los sentimientos patrióticos LatarnikEl farero (1881).

Los cuentos de Sienkiewicz fueron un elocuente testimonio de la vivacidad con la que reaccionaba ante los asuntos que tocaban a la opinión pública, y al mismo tiempo demostraba un conocimiento profundo de la psicología humana.

Tenía un agudo sentido de la naturaleza del cuento, era capaz de resumir dramáticamente una situación de la vida real, la explicaba saturándola de tensión, para acabar con un final inesperado. Con sus proliferas obras, contribuyó significativamente al magnífico florecimiento del cuento polaco de finales del siglo XIX y creó una gran colección de cuentos clásicos muy leídos.

Cultura

Manuel Lucena: “Las leyes de Indias, monumento al humanitarismo cristiano”

“El imperio español extendió la religión cristiana y desarrolló los derechos humanos y el derecho internacional”, explica a Omnes Manuel Lucena Giraldo, investigador y académico, que dirige la Cátedra del Español y la Hispanidad de las Universidades de Madrid. Lucena defiende la historia profesional frente a visiones populistas.

Francisco Otamendi·8 de octubre de 2022·Tiempo de lectura: 9 minutos

Hace unas semanas, Omnes entrevistó al mexicano Rodrigo Guerra, Secretario de la Pontificia Comisión para América Latina, que había participado como ponente en el I Congreso Internacional Hispanoamericano organizado por las universidades UNIR y UFV. Hoy se ofrece una vuelta de tuerca al tema de la historia y la hispanidad, asunto de alcance y con creciente demanda, en una conversación con el académico e investigador del Instituto de Historia del CSIC, Manuel Lucena, director desde mayo de este año de la Cátedra del Español y la Hispanidad de las Universidades de Madrid, que cuenta con la presidencia de honor de Mario Vargas Llosa.

El descubrimiento de América, que no tenía nombre en 1492 ―aparece en 1507―, tiene que ver con que “el continente americano se reconecta con el gran núcleo de civilización común global euroasiático, en primer lugar”, asegura el historiador. Y luego, “con que la acción cultural y política española funda ciudades, extiende la religión cristiana, se hace en nombre de un providencialismo humanitario, desarrolla los derechos humanos, y también el derecho internacional”.

Por otra parte, Manuel Lucena precisa que, a su juicio, “el drama de los indígenas americanos viene sobre todo del siglo XIX y del siglo XX, que es cuando los exterminan las entidades políticas que se independizan de España a partir de 1820. El problema son los indígenas contemporáneos, no los indígenas del pasado”. Comenzamos charlando de la cátedra, y luego hablamos de América.

¿Cuáles son las tareas fundamentales de su cátedra del español y la hispanidad?

― Postula una presencia institucional de la CCAA de Madrid en cuestiones de prospectiva del español como lengua global, y de la hispanidad como concepto que articula una comunidad de hablantes con muchas cosas en común, y diferencias también desde el punto de vista cultural. La cátedra está poniéndose en marcha.

En torno a 600 millones de personas hablan español en el mundo, el 7,6 % de la población mundial, según el Instituto Cervantes. ¿Cómo valora este hecho?

― Se puede resumir en que tenemos en el español la segunda lengua global. La primera lengua hablada, en términos de hablantes, es por supuesto el chino, como lengua específica de una comunidad determinada. La primera lengua global es el inglés, pero la segunda lengua global es el español, y esto se debe a que hay culturas en español, en plural, culturas hispanas, si se quiere utilizar el término ―yo me siento muy cómodo con él―, y eso equivale a 600 millones de personas.

Fernando Rodríguez Lafuente, que fue director del Instituto Cervantes, afirma que el idioma español es el petróleo que tenemos, el petróleo de España. En ese sentido, la valoración del hecho tiene que ver con que más allá de las fronteras de España, están las fronteras del español. Y las fronteras son globales, están en todos los continentes, forman parte de los movimientos más dinámicos en innovación y en construcción del futuro del mundo, Y por eso tenemos que sentirnos por un lado muy orgullosos. Así que la valoración sólo puede ser muy positiva.

Un historiador comentaba en Omnes que “el anacronismo es letal para juzgar la historia. Hoy estamos muy tentados a juzgar lo sucedido en la historia con los criterios del siglo XXI”. ¿Algún comentario?

― Estoy de acuerdo con que todo buen historiador, diría que cualquier persona, tiene la obligación de estar en guardia respecto a juzgar el pasado bajo los parámetros del presente. En el caso de los historiadores en particular, hay un difícil encaje con el estudio del pasado, que te obliga a vivir en él, a recrearlo, a pensar sus valores, sus estilos, sus lenguajes, y al mismo tiempo se lo tienes que contar a tus contemporáneos.

Me acordaba el otro día de Benedetto Croce, cuando dijo aquello de que toda historia es historia contemporánea.

Comparto la afirmación de que el anacronismo es letal, para juzgar la historia, pero también tenemos que dirigirnos a nuestros contemporáneos. Y ser capaces de explicarles que la experiencia humana, la historia, tiene elementos de verdad, que la verdad en la historia existe, esto no es relativismo. Y la verdad de la historia es la verdad del historiador, en ese sentido. Por lo tanto, yo comparto ese criterio, y simplemente añadiría que no hay que tener miedo a decir que la verdad de la historia existe, y que podemos acercarnos a ella todo lo posible, aunque es obvio que tenemos que tener muy en cuenta este principio del anacronismo.

Usted habla de la verdad de la historia.

― La vida de la historia es la vida del historiador, dice un viejo maestro. Pero al mismo tiempo, tenemos que ser capaces de dirigirnos, de divulgar, de contar, de responder a las demandas del pasado que tiene el presente, y distinguir muy bien la historia como escritura de no ficción, de la invención.

La historia, la ciencia política, la sociología, la economía, responden a escrituras de no ficción, a narrativas que cuentan la verdad., la verdad que hemos sido capaces de rescatar, desde el punto de vista de las fuentes científicas, pasadas por el filtro de la crítica de las fuentes. Porque el pasado también está lleno de mentiras, como el presente. La desinformación no es un invento de ahora.

Pero por supuesto tenemos que contarlo. Y para eso creo que es fundamental contar bien las cosas, hacer de la historia una disciplina atractiva, acercarnos todo lo posible a nuestros públicos. Señalando siempre que aquí hay un contrato. Y el contrato es que les voy a contar la verdad de lo que yo he descubierto como historiador, la verdad de la historia. Los públicos de la historia son muy importantes y están creciendo. La demanda de conocimiento histórico es muy interesante, y no la cubre ninguna novela supuestamente histórica, ninguna invención, o ninguna mentira del pasado. La historia existe como el estudio de la verdad. No podemos renunciar a contar la verdad del pasado, la verdad del presente y la verdad del futuro.

Con esto del anacronismo no deseo tapar nada. Por poner un ejemplo, el asesinato de César. O Caín, que mató a su hermano Abel, según la Biblia.

̶  Mi maestro John Elliot señalaba que la labor del historiador era iluminar las opciones de libertad. Era un gran humanista. Él nos contaba que, en efecto, yo me voy a la historia, y un magnicidio como la muerte de César, casi nuestro primer magnicidio político en Occidente, de los que recordamos  ̶ hay otros muchos, por supuesto, antes y después ̶ , ahí hay un hecho que es un asesinato político, que intentan justificar los de la desinformación, como resultado de la reacción a la tiranía, etc. etc.

Ahí está la labor de la historia. Y encuentra fuentes que dicen: esto es un magnicidio, esto es un crimen; y fuentes que dicen: esto está justificado porque César era un tirano, y hay derecho moral a eliminar a los tiranos. Lo fascinante de la aproximación del historiador y de la historia a ese hecho, o a cualquier otro, sería: iluminamos lo complejo que hay en las decisiones de los seres humanos.

La labor del historiador es dura, difícil, y muy sacrificada, y hay que echar muchas horas de biblioteca y de archivo, de búsqueda de fuentes, y recuperar la perspectiva sobre el pasado. Eso es importante contarlo, y contarlo a la gente joven hoy es fundamental.

Vamos a un acontecimiento concreto. Desde hace unos años, algunos dirigentes americanos han criticado la colonización de América por españoles, entre ellos el presidente mexicano. Por otra parte, papas como san Juan Pablo II y Francisco han pedido perdón por los errores cometidos, incluso «crímenes». ¿Cómo ve esa tarea de los españoles en América?

Por cierto, el abuelo del presidente mexicano era de Santander… Yendo al tema, estamos en negociados distintos, la historia y la propaganda política, entendiendo historia como la historia profesional, no la historia de los propagandistas. La historia profesional se lleva mal con visiones populistas que no obedecen a la realidad del pasado, y que no serían sostenibles bajo el punto de vista del historiador profesional.

La primera entidad política de la historia del mundo es la monarquía española, católica, universal. Porque la monarquía de Felipe II, y de Felipe III y Felipe IV, hispano-portuguesa, fue la primera entidad política de la historia de la humanidad, que integró de manera definitiva posesiones, en este sentido territorios en términos de igualdad, en América, en Asia, en África y en Europa. Fue ese carácter pionero del imperio español, que dura tres siglos. Es difícil de explicar en términos de continuidad, lo diría de esta manera. El imperio español, el virreinato de la nueva España ha durado más todavía que la República mexicana, que tiene doscientos años recién cumplidos.

El nacionalismo como forma de construcción de una comunidad política ―la nación es más antigua que el nacionalismo, esto es muy importante tenerlo en cuenta también―, se articula en una construcción de economía políticas del resentimiento, de la dejación de responsabilidades, del victimismo. Toda nación política funda su nacionalismo en los últimos dos siglos en alguien a quien hay que odiar, a quien hay que echar la culpa de lo que no somos capaces de resolver por nosotros mismos.

Prosiga…

― El que sea susceptible de escuchar esas doctrinas de odio de los populismos, allá cada cual con lo que quiera asumir. En este caso, por supuesto hay que decir que no. El descubrimiento de América, que no tenía un nombre en 1492 ―el nombre aparece en 1507―, tiene que ver con que el continente americano se reconecta con el gran núcleo de civilización común global euroasiático, en primer lugar; y en segundo lugar tiene que ver con que la acción del imperio español, la acción cultural y política española funda ciudades, extiende la religión cristiana, se hace en nombre de un providencialismo humanitario, desarrolla los derechos humanos, y desarrolla el derecho internacional.

Todo eso llegó mucho antes de que México existiera como entidad política independiente. Si hay mexicanos actuales que quieren renunciar a una parte esencial de su pasado y de su ejemplaridad política y cultural, allá cada cual. Yo conozco México bastante bien, lo admiro profundamente, y tiene una estatura política y cultural enorme en la era de la globalización, fundamentalmente gracias a su etapa española, su etapa hispana. México era la capital del imperio español. México estaba en el centro de la entidad política global que fue el imperio español.

¿Y los términos?

En cuanto al uso de estos términos, de los pueblos originarios o precolombinos, creo que cualquier estudioso de la globalización sabe que todos venimos de otra parte. No existen los pueblos originarios, los pueblos nativos, eso no te da una entidad política diferenciada que obliga a los demás a que les reconozcamos una prelación o una superioridad. Esto por supuesto no quiere decir que no reconozcamos el drama de los indígenas americanos, que sobre todo viene del siglo XIX y del siglo XX, que es cuando los exterminan las entidades políticas que se independizan de España a partir de 1820, éste es el problema. El problema son los indígenas contemporáneos, no los indígenas del pasado.

Como español de hoy, tenemos que tener toda la tranquilidad al respecto. Hay una entidad política que desaparece en 1825, que se llamaba el imperio español, la monarquía española, que se parte en 22 trozos. Uno es la España europea, la España actual en la que estamos, y hay otros 21 trozos, que se llaman las repúblicas latinoamericanas actuales, y que cada uno haga su ajuste con el pasado como mejor quiera. Hay gente allá que está trabajando y lo está elaborando de manera muy positiva, integrándose en la globalización a partir de la herencia hispana, sin rechazarla, sin negarla, sino por el contrario integrándola.

El Secretario de la Pontificia Comisión para América Latina, Rodrigo Guerra, ha comentado a Omnes que “en la experiencia, se puede constatar que la buena noticia del Evangelio, vivida en comunión, es fuente de humanidad renovada, de verdadero desarrollo”.

Me gusta mucho un libro que escribió un historiador estadounidense ya fallecido, Lewis Hanke,que se titula ‘La lucha por la justicia en la conquista de América’. Él describe muy bien cómo el gran problema de los españoles del siglo XVI fue entender esas otras humanidades, esa cantidad de orígenes, las personas que había ahí, que para empezar había que decir qué estatuto legal iban a tener, si eran súbditos de su Majestad o no. Isabel la Católica lo resolvió en su testamento de 1504 cuando dijo aquello de que todos los nativos de las nuevas tierras eran discípulos de la Corona de Castilla, y punto, se acabó.

Todo el siglo XVI es el debate en términos de derechos. Estamos hablando del nacimiento de los derechos humanos y del derecho internacional. Era un debate difícil y complicado, en el cual algunos lo aceptaron, otros no lo aceptaron. Lo fundamental es que la Corona aceptó este debate, lo auspició, suspendió las conquistas, y al final normalizó la situación en la colonización. Las Leyes de Indias son un monumento al humanitarismo cristiano. El que no acepte este principio tan sencillo, tiene que leerse las Leyes de Indias. [Nota: Las Leyes de Indias son la recopilación puesta en vigor por el rey Carlos II de España en 1680 de la legislación especial dictada por España para el gobierno de sus territorios de ultramar en casi dos siglos].

Hace poco se ha estrenado un musical sobre el nacimiento del mestizaje, Malinche. Unas palabras sobre el mestizaje…

El viaje de Magallanes y Elcano que se cerró hace cinco siglos, forzó a los seres humanos de este planeta que la tierra es una, desde el punto de vista geográfico, ¿no?. Pero el otro debate que ellos abrieron, y ellos también lo vieron, es que la humanidad es una, ¿o no? El mestizaje es el escenario sobrevenido en el cual, desde el primer momento, desde 1492, cuando Colón y sus compañeros llegan a las Bahamas, y creen que están en Asia, el mestizaje es el resultado de una humanidad global, es el espejo de la humanidad global. Y por supuesto es un hecho de absoluto valor. El ser mestizo es el ser humano en un mundo global.

El mestizaje no es sólo étnico, es cultural, emocional, biológico por supuesto, producto de los capitales, de las tecnologías. El mestizaje es lo que nos ha traído hasta aquí. Somos el resultado del mestizaje, de esa ansia de conocer al otro, de saber quién es y qué quiere contar. Y también de proyectarle valores, pero ese otro también te los proyecta a ti.

En ese sentido, pensar en el mundo global es pensar en el mestizaje, reivindicarlo como una solución, como un escenario del cual procedemos. La Monarquía española fue global, multiétnica, policéntrica, lo contábamos en TRECE uno de estos días, al hablar de un libro, ‘Conversación con un mestizo de la nueva España’, del historiador francés Serge Gruzinski.

Concluimos hablando con el académico Manuel Lucena de la expresión ‘Leyenda Negra’, que surgió en 1910 de un personaje del Ministerio de Asuntos Exteriores, Julián Juderías, que ganó un concurso de la Real Academia de la Historia. Sobre la Leyenda Negra, “ni acomplejados ni excesivos. Lo que hay que hacer es estudiar historia de España, leerla, amarla. Las culturas en lengua española tienen muchísimo que decir”.

El autorFrancisco Otamendi

Artículos

La urgencia de la misión

El cardenal arzobispo de Madrid hace balance del reciente consistorio extraordinario al que asistió y señala las claves del compromiso cristiano que demanda la sociedad actual: renovar el sentido misionero para llevar la Buena Noticia en todos los ambientes.

Carlos Osoro Sierra·8 de octubre de 2022·Tiempo de lectura: 3 minutos

A finales del pasado mes de agosto participé en Roma en un consistorio extraordinario convocado por el Papa para hablar de la constitución apostólica Praedicate Evangelium. Con este texto, precioso y de lectura muy recomendable, concluye la reforma Curia romana y se nos recuerda, a cada uno de los creyentes, que la Iglesia “cumple su mandato sobre todo cuando da testimonio, de palabra y obra, de la misericordia que ella misma ha recibido gratuitamente” (n. 1).

Aunque las reuniones son a puerta cerrada, sí puedo decir que, para mí, fue un regalo poder compartir tiempo y reflexiones sobre este mandato con el Sucesor de Pedro y con todo el colegio cardenalicio, cuya composición habla precisamente de la riqueza de nuestra Iglesia. Juntos sentimos de nuevo que el Señor nos alienta a la misión; experimentamos cómo nos anima y empuja a llevar la Buena Noticia a nuestros contemporáneos, allá donde se encuentren y en las condiciones en las que estén.

Como Francisco ha señalado en numerosísimas ocasiones a lo largo de estos años de pontificado, el propio Jesús nos pone en camino: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación” (Mc 16, 15). Ahora, cuando el mundo se ve golpeado por tantos conflictos y enfrentamientos —de Ucrania a Etiopía, pasando por Armenia o Nicaragua— y muchas personas —especialmente las más vulnerables— afrontan el futuro con miedo e incertidumbre, es más urgente que nunca que los católicos anunciemos que Cristo ha vencido a la muerte y que el dolor no puede tener la última palabra.

Para incidir en esta urgencia de la misión, en mi carta pastoral para este curso que acabamos de comenzar, titulada A la misión: retornar a la alegría del Evangelio, recurro a la parábola del hijo pródigo o, mejor, del padre misericordioso. 

Los católicos no podemos quedarnos encerrados; no podemos ser complacientes y autorreferenciales, ni debemos perder la capacidad de sorpresa o la gratitud como le ocurrió al hijo mayor de la parábola. Tenemos que llegar a los bautizados que, como el hijo pequeño, se fueron de casa y se alejaron del amor de Dios, al tiempo que hemos de buscar a quienes no conocen a Jesucristo o lo rechazan.

En esta clave, emociona releer lo que dice el padre de la parábola: “Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo, pero era preciso celebrar un banquete y alegrarse, porque a este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado” (Lc 15, 31-32). En ese padre vemos a Dios, a un Dios que nos ama, a un Dios misericordioso que nos ha dado todo y que incluso nos deja libertad para marcharnos. 

En la fase diocesana del Sínodo en Madrid salió claramente el deseo de vivir que Dios nos ama y también de mostrárselo a nuestros hermanos, a los que se fueron y a los que nunca lo conocieron. Para ello, en primer lugar, en nuestra archidiócesis quedó patente que es necesario que cada uno de los creyentes cuidemos la oración y el encuentro con Dios, que intentemos vivir con coherencia el Evangelio y que lo hagamos también en comunidad. No podemos ser islas desiertas ni encerrarnos en nuestros grupos, sino que hemos de sentirnos parte de la Iglesia que peregrina en el mundo.

Solo así podremos abordar, en segundo lugar, retos de la propia Iglesia que se plantearon en esta fase como la concepción de la autoridad y el clericalismo; la responsabilidad de los laicos y la generación de espacios de participación; el papel de los jóvenes y de las mujeres; la atención a la vida familiar; el cuidado de las celebraciones, para que sean vivas y profundas; la valoración de la pluralidad de carismas; la formación en sinodalidad y doctrina social de la Iglesia, o la mayor transparencia.

Esto nos llevará, en tercer lugar, a ser una Iglesia que, sin escamotear la verdad, se sitúa siempre en un necesario diálogo con la sociedad. Y nos llevará también a ser una Iglesia samaritana y de puertas abiertas; una Iglesia que no deja a nadie tirado en el camino, que ayuda y acompaña a quienes la sociedad ha dejado en los márgenes —como tantas personas en situación de vulnerabilidad— y que acoge a aquellos que se han podido sentir rechazados incluso por la propia Iglesia.

En una catequesis sobre el discernimiento en la audiencia general del 28 de septiembre —que releo mientras termino estas líneas—, el Papa recurrió a su apreciado san Ignacio para pedir la gracia de “vivir una relación de amistad con el Señor, como un amigo habla al amigo”. Según contó, conoció a “un anciano hermano religioso que era el portero de un colegio”, que, cuando podía, “se acercaba a la capilla, miraba el altar, decía: ‘Hola’, porque tenía cercanía con Jesús”. “Él no necesita decir: ‘Bla, bla, bla’, no: ‘Hola, estoy cerca de ti y tú estás cerca de mí’”, aseveró Francisco, poniendo el foco en que “esta es la relación que debemos tener en la oración: cercanía, cercanía afectiva, como hermanos, cercanía con Jesús”. Que todos sepamos mantener esta relación con el Señor para así embarcarnos, de manera decidida, en la apasionante misión que nos ha sido encomendada.

El autorCarlos Osoro Sierra

Cardenal Arzobispo de Madrid.

Vaticano

El Papa Francisco, último llamamiento para Ucrania

Con su llamamiento al fin de la guerra en Ucrania el 2 de octubre de 2022, el Papa Francisco ha marcado una clara línea divisoria y ha aclarado su posición sobre la guerra. Una aclaración que probablemente era necesaria, después de que las palabras y la postura del Papa Francisco hayan dado lugar a las críticas en la propia Ucrania.

Andrea Gagliarducci·7 de octubre de 2022·Tiempo de lectura: 5 minutos

El discurso del 2 de octubre de 2022 del Papa Francisco fue un texto muy estudiado, diplomático y calibrado en cada palabra, destinado precisamente a resaltar la gravedad de la situación. No sabemos qué llevó al Papa a hacer ese llamamiento, si la nueva amenaza nuclear o la situación tras las anexiones rusas de Donetsk. Luhansk, Zaporizhzhia y Kherson, y el discurso de Putin, que ha hecho surgir el fantasma de la amenaza nuclear.

Sin embargo, sabemos que las palabras del Papa Francisco se produjeron en la culminación de un gran esfuerzo diplomático de la Santa Sede, que ha trabajado incansablemente entre bastidores desde el inicio del conflicto.

Discurso del Papa Francisco

El Papa Francisco decidió hablar durante el rezo del Ángelus. El llamamiento al fin de la guerra en Ucrania se hizo en lugar del comentario del Evangelio que suele preceder a la oración del Ángelus. Sólo en otra ocasión había sucedido esto: el 1 de septiembre de 2013, cuando el Papa abordó el tema de la guerra en Siria y lanzó la jornada de oración y ayuno por la paz el 7 de septiembre siguiente.

El riesgo, al hacer esta elección, era dar al discurso del Papa una connotación puramente político-diplomática, sin anclarlo en el Evangelio, como suelen ser todos los discursos del Papa. Como se ha dicho, esto sólo ha ocurrido en otra ocasión. Es una señal de que la situación para el Papa es trágica.

En el discurso, el Papa Francisco subrayó que «ciertas acciones no pueden justificarse nunca», y dijo que es «penoso que el mundo esté aprendiendo la geografía de Ucrania a través de nombres como Bucha, Irpin, Mariupol, Izium, Zaporizhzhia y otros lugares, que se han convertido en lugares de sufrimiento y miedo indescriptibles». ¿Y qué hay del hecho de que la humanidad se enfrente de nuevo a la amenaza atómica? Es absurdo».

Claramente, el Papa estigmatizó así los asesinatos en masa y las pruebas de tortura encontradas en estos lugares.

Por ello, el Papa Francisco se dirigió en primer lugar al Presidente de la Federación Rusa «rogándole que detenga, también por amor a su pueblo, esta espiral de violencia y muerte».

El Papa también hizo un llamamiento al Presidente de Ucrania para que esté «abierto a propuestas serias de paz».

Esto no es una petición al presidente ucraniano para que acepte la invasión. El detalle importante es que esté abierto a propuestas de paz «serias». Para la Santa Sede, las «propuestas de paz serias» deben entenderse como propuestas de paz que no tocan la integridad territorial de Ucrania, que ponen fin al goteo de la guerra, que restablecen el equilibrio en la región. 

Diálogo con la Federación Rusa

La Santa Sede nunca ha dejado de dialogar con la Federación Rusa. El Papa Francisco ha hecho saber en varias ocasiones que está dispuesto a ir a Moscú. El 25 de febrero, cuando la guerra no había hecho más que empezar, decidió, de una manera nada convencional, visitar la embajada de la Federación Rusa en la Santa Sede, buscando un diálogo con el presidente ruso Vladimir Putin, una «ventana» abierta, como señaló el propio Papa.

Esta «ventanita» nunca se abrió. Sin embargo, el diálogo se mantuvo constante. El cardenal Pietro Parolin mantuvo una conversación telefónica con el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov, el 8 de marzo de 2022, y se reunió con él al margen de la Asamblea General de la ONU en Nueva York.

Según el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, durante la conversación Lavrov «explicaría las razones de la actual crisis en las relaciones entre Rusia y Occidente, resultado de la ‘cruzada’ de la OTAN para destruir a Rusia y dividir el mundo». El Ministerio de Asuntos Exteriores también subrayó que «las medidas adoptadas por nuestro país tienen como objetivo garantizar la independencia y la seguridad, así como contrarrestar las aspiraciones hegemónicas de Estados Unidos de controlar todos los procesos mundiales».

En esa ocasión también se habló de referendos, que, según el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, «son la realización de los derechos legítimos de los habitantes de estos territorios a la autodeterminación y a organizar su vida según sus propias tradiciones civiles, culturales y religiosas».

Obviamente, esta es sólo la versión rusa de la historia. La Santa Sede no ha hecho ninguna comunicación oficial. Sin embargo, se sabe que fue el cardenal Parolin quien solicitó la reunión.

La reunión reveló no sólo una situación complicada, sino también la absoluta dificultad (por no decir imposibilidad) de involucrar a los rusos en una negociación de paz. De ahí, probablemente, el Ángelus del Papa Francisco matizado en sus detalles. Como si fuera consciente de que la Santa Sede no puede ser una fuerza mediadora.

¿Mediación de la Santa Sede para poner fin a la guerra?

No puede ser porque una mediación, para que dé frutos, debe ser deseada por ambas partes. Sin embargo, por el momento, no parece que Rusia esté dispuesta a mediar. Incluso una reciente entrevista con el Metropolitano Antonij, jefe del Departamento de Relaciones Exteriores del Patriarcado de Moscú, mostró que Rusia y la Santa Sede no parecen estar tan cerca.

Por el momento, las relaciones entre el Vaticano y el Patriarcado de Moscú están congeladas», dijo Antonij a la agencia de noticias rusa Interfax. Por mucho que se hable de una relación ecuménica, esta relación también tiene una repercusión política, especialmente por la forma en que el Patriarcado de Moscú está inextricablemente ligado a la presidencia de la Federación Rusa.

Son tiempos muy diferentes a los de junio, cuando fue la agencia gubernamental rusa Ria Novosti la que dio la noticia de que la Federación Rusa apoyaba la mediación de la Santa Sede en la resolución de la guerra en Ucrania. Lo hizo informando de las declaraciones de Alexei Paramonov, director del primer departamento europeo del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, que había señalado, en un cambio de tono muy significativo, que «los dirigentes del Vaticano han declarado repetidamente su disposición a prestar toda la ayuda posible para lograr la paz y detener las hostilidades en Ucrania». Estas observaciones se confirman en la práctica. Mantenemos un diálogo abierto y de confianza sobre una serie de cuestiones, principalmente relacionadas con la situación humanitaria en Ucrania».

¿Qué ha cambiado entre junio y hoy? En primer lugar, el curso de la guerra ha cambiado, y por tanto también la disposición a negociar. Y entonces, el compromiso de la Santa Sede ha cambiado. Que, en el plano diplomático, siempre parte de un punto ineludible: el respeto a la integridad territorial ucraniana.

Integridad territorial ucraniana

El arzobispo Paul Richard Gallagher, «ministro de Asuntos Exteriores» del Vaticano, había llamado a «resistir la tentación de comprometer la integridad territorial ucraniana» al margen de una conferencia en la Pontificia Universidad Gregoriana el 14 de junio.

Gallagher había visitado Ucrania entre el 18 y el 21 de mayo, y durante ese viaje destacó que la Santa Sede «defiende la integridad territorial ucraniana».

Obviamente, para la Santa Sede es necesaria una solución negociada, no bélica.

Como Iglesia, dijo Gallagher, «debemos trabajar por la paz y también hacer hincapié en la dimensión ecuménica». Además, debemos resistir la tentación de comprometer la integridad territorial de Ucrania. Debemos utilizar esto», el de la territorialidad, «como un principio de paz. Esperemos que pronto podamos iniciar las negociaciones para un futuro pacífico».

El gesto del Papa Francisco debe entenderse, pues, en este marco diplomático. La integridad territorial de Ucrania no está en cuestión. Al igual que no se cuestiona el juicio de la Santa Sede sobre la guerra. Baste considerar que ya en 2019, cuando el Papa convocó al Sínodo y a los obispos greco-católicos ucranianos a Roma para una reunión interdicasterial, el cardenal Parolin calificó lo que estaba ocurriendo en Ucrania como una «guerra híbrida».

Con su declaración, el Papa Francisco ha querido aclarar aún más su posición. Tal vez sea una aclaración tardía, ante varias situaciones que han golpeado a una sensible opinión pública ucraniana: desde la decisión de que una mujer rusa y otra ucraniana lleven la cruz en el Vía Crucis del Viernes Santo, un gesto visto como una presión por la reconciliación, hasta la oración por la intelectual rusa Darya Dugina, lanzada sin hacer referencia a la persona, pero vinculando el atentado que causó su muerte a la guerra en Ucrania cuando aún no se sabe quién puso una bomba en su coche.

En cualquier caso, el Papa ha marcado una línea clara, un punto de no retorno. Puede parecer un intento desesperado, un último llamamiento a Ucrania. Pero quizás sea el comienzo de una nueva ofensiva diplomática de la Santa Sede, que se desarrolla entre bastidores.

El autorAndrea Gagliarducci

Ecología integral

Pilar Arias: «Una campaña de captación de suscripciones debe ir acompañada de menor ´agresividad` al pasar el cestillo»

Entrevistamos a Pilar Arias, responsable de gestionar las suscripciones domiciliadas para hacer donativos a las parroquias madrileñas. Nos cuenta los entresijos de esta forma de obtener ingresos, cada vez más determinante para el sostenimiento de las parroquias.

Diego Zalbidea·7 de octubre de 2022·Tiempo de lectura: 9 minutos

Nacida en Madrid hace 37 años, casada y madre de tres niños de 9, 6 y 4 años. Licenciada en Derecho y en Administración y Dirección de Empresas por la Universidad Autónoma de Madrid. De 2009 a 2011 trabajó en el Departamento de planificación financiera y análisis de Kraft Foods, hoy Mondelez International Inc, empresa que produce las Chips Ahoy, las Oreo o los chicles Trident. Desde entonces hasta 2016 lo hizo en el departamento de Análisis Económico-Financiero y Control Presupuestario de CLH (la actual Exolum). En ese año fue nombrada para el cargo que actualmente ocupa, Subdirectora de Administración Diocesana del Arzobispado de Madrid.

¿Cuántas familias prefieren las suscripciones periódicas para ayudar a la Iglesia en Madrid?

Muchas. Más de 23.000 familias tienen una suscripción a favor de su parroquia en Madrid. Sin embargo, aún tenemos una amplia parte de la población que no es consciente de las ventajas que esta forma de colaboración tiene, tanto para ellos como para la parroquia con la que colaboran. 

Detectamos que mucha gente, cuando se habla de cuentas en el ámbito parroquial, de recursos necesarios o utilizados, de deducciones, de declaraciones de la renta, etcétera, desconectan porque se trata de temas difíciles de entender. Tenemos que generar un lenguaje muy sencillo para este colectivo.

También hay un porcentaje de personas que “siempre han echado efectivo en el cestillo de la colecta de la misa” y no están dispuestas a cambiar esa costumbre. Además, no saben cómo gestionar el momento en el que se pasa el cestillo si se suscriben. Se sienten violentos si no echan algo, y observados por sus vecinos, que no saben que ya colaboran con una suscripción. Por ello pensamos que una campaña de captación de suscripciones debe ir acompañada de menor “agresividad” al pasar el cestillo.

¿El enfoque tiene que ser el mismo para todos los públicos?

Hay que llegar a cada segmento de población con un mensaje distinto, en función de su edad, de su situación económica, de su lugar de residencia, etcétera. Y ahí está el reto. En ir cambiando el mensaje para conseguir llegar a todos.

Nos encontramos otra dificultad para comunicarnos con los feligreses: actualmente tenemos población muy digitalizada y otra que no lo está en absoluto. Cuando sabemos la edad, les consideramos digitalizados hasta los 60 años. No podemos saber el grado de digitalización de los mayores de 60. Muchos nada, pero otros, incluso mayores de 90, se han digitalizado. La pandemia nos ha ayudado en este sentido.

En cualquier caso, hay que detectar en las parroquias qué tipo de comunicación se adapta más a los feligreses, y conseguir alcanzar a cada uno de la forma que él prefiera. El reto es alcanzarles con el mensaje adecuado y por el canal adecuado.

¿Qué ventajas tiene este tipo de colaboración?

En España, la Iglesia no tiene ninguna asignación en los presupuestos generales del Estado desde el año 2007. Se sostiene fundamentalmente con las aportaciones voluntarias de todos los fieles, cada uno en función de sus posibilidades. El 0,7% del IRPF que los contribuyentes deciden libremente dar a la Iglesia cubre en Madrid sólo el 18,14% de los gastos totales. 

Colaborar a través de una suscripción periódica, en vez de hacerlo en el cestillo, beneficia tanto a la parroquia como al donante. La parroquia puede hacer previsiones de ingresos para afrontar los gastos y se ahorra los costes del manejo de efectivo. Además, el donante se beneficia de importantes deducciones en caso de tener que hacer declaración de la renta. Por eso las suscripciones son tan importantes.

¿Cuánto se puede desgravar el donante?

De los primeros 150 euros donados a una parroquia, el donante que deba hacer la declaración de la renta puede deducirse el 80%, si se trata de su única donación, y de lo que exceda de esa cifra el 35% (en determinadas ocasiones el 40%). Si el donante tiene varias donaciones, el porcentaje del 80% se aplica a una de ellas, y al resto, el 35% o el 40% según se trate de un donativo recurrente o no.

Por tanto, si hacemos la cuenta de lo que anualmente echaríamos al cestillo, y nos planteamos hacerlo mediante una suscripción, podemos hacer una donación mayor, ya que nos deduciremos una cantidad importante y la parroquia recibirá más dinero. Todos ganamos.

Es interesante como ejemplo, echar un vistazo al siguiente cuadro:

(tu esfuerzo económico) SI QUIERES DONAR AL AÑO: (lo que recibirá la parroquia) PUEDES HACER UNA APORTACIÓN DE: PORQUE TE DEDUCIRÁS:
30 €150 €120 €
95 €250 €155 €
160 €350 €190 €
225 €450 €225 €

¿Requiere mucho trabajo para la diócesis la gestión, promoción y conservación del sistema de suscripciones?

En el Arzobispado de Madrid tenemos un departamento que cuenta con tres personas, mujeres todas, que ayuda a la mayoría de las 479 parroquias que tiene la archidiócesis de Madrid con la labor administrativa que generan las suscripciones, y elabora campañas para la promoción de las mismas. 

Damos servicio a más de 18.000 donantes. Esto libera a las parroquias de bastante trabajo administrativo para que puedan centrarse en labores más pastorales, asistenciales y caritativas. Además, al poder negociar con los bancos con mayores cifras, obtenemos menores comisiones por domiciliación y devolución de recibos. Las parroquias tienen menores costes, y reciben por tanto más dinero.

Se hacen las remesas para el banco, se contabilizan los ingresos mensuales de cada parroquia y donante, se genera el modelo 182 de declaración de donativos para Hacienda, y se asesora a las parroquias en lo que necesiten. En este sentido, nos pueden contactar tanto los párrocos como los miembros de los consejos económicos de las parroquias.

Entonces, merece realmente la pena

Requiere trabajo, pero en horas globales, menos de lo que se emplearía en cada parroquia, y con la seguridad que aporta dedicarnos profesionalmente a esto, conociendo y aplicando toda la normativa que nos afecta, como es la ley orgánica y reglamento de protección de datos, la ley 49/2002, de régimen fiscal de entidades sin fines lucrativos e incentivos fiscales al mecenazgo, etcétera.

El donante se puede suscribir rellenando una ficha, que es lo que suelen hacer los “no digitalizados”. Cuando esa ficha llega al departamento, se introducen los datos en el sistema, se procesa y desde ese momento se gestiona.

¿Hay otras formas de colaboración?

Existe otro camino para realizar una suscripción, que es el portal de donativos de la Conferencia Episcopal “Dono a mi Iglesia” (www.donoamiigleisa.es), desde el que se puede donar a cualquier parroquia de España. Esa base de datos se gestiona también desde este departamento, estando perfectamente informadas las parroquias de las suscripciones que reciben por este canal.

Informamos de todo lo que va ocurriendo a las parroquias a través del correo electrónico, y realizamos gestiones de recobro de los donativos devueltos. La parroquia nunca se desvincula del donante. Por ejemplo, si detectamos que hay que dar de baja una suscripción porque una familia tiene dificultades económicas, informamos al párroco para que se interese por ellos.

Hay llamadas continuas de suscriptores para notificar nuevas cuentas corrientes, cambios de importe, etcétera. Todas las llamadas se atienden. En caso de estar todos los teléfonos ocupados, o llamar fuera de nuestro horario de trabajo, el donante puede dejar un mensaje, y aunque no lo deje se nos quedan registrados sus teléfonos, y contestamos todas las llamadas perdidas. 

Supongo que habrá también bajas en los donantes

Sí, es frecuente que nos llamen familiares para dar de baja suscripciones de donantes que han fallecido. Se les da el pésame y se encomienda al donante en una de las misas que tienen lugar en nuestra sede.

Los terceros miércoles de mes se ofrece la misa que se celebra en el Arzobispado de Madrid por todos nuestros benefactores. Sin ellos no se podría llevar a cabo la misión evangelizadora de la Iglesia.

Y con los donantes, ¿qué comunicación hay?

Periódicamente también hacemos campañas de recogida de datos de donantes, cambios de domicilio, e-mail si ahora lo utilizan, edad… Queremos comunicarnos de forma digital todos los donantes habituados a este medio, pues es más barato, y cada euro cuenta, pero para ello tenemos que conseguir su correo electrónico.

También nos encargamos de tener una comunicación constante con los donantes, porque son parte fundamental de la Iglesia, y queremos que así lo sientan, y que estén informados de las actividades de la Iglesia que ellos ayudan a sufragar. Contactamos con ellos con motivo de la campaña de la Renta, cuando la Conferencia Episcopal elabora la Memoria Anual de Actividades, por el Día de la Iglesia Diocesana y en Navidad. 

Por último, cuando el tiempo nos lo permite, ya que los recursos son limitados, elaboramos materiales que ayuden a las parroquias en la captación de suscripciones: folletos, carteles, etcétera.

¿Qué experiencias positivas tenéis de estos años de funcionamiento del sistema?

Lo más importante de tener una base de datos agregada con los donantes de todas las parroquias es que nos permite tener visibilidad de lo que está ocurriendo en la sociedad. Podemos sacar múltiples estadísticas. Los números grandes no mienten. 

Además de la gestión administrativa, y la atención al donante, nos parece que lo que aporta mucho valor es recoger desde el departamento las “mejores prácticas” de parroquias que nos cuentan iniciativas interesantes que han dado fruto, ya que las podemos exportar a parroquias de características similares. A veces no nos contactan para contárnoslo, pero lo podemos detectar nosotras porque vemos cómo evolucionan las suscripciones de cada una de ellas.

Nos seguimos formando en fundraising y en marketing digital, para estar en condiciones de ofrecer consejo y formación a las parroquias, párrocos y consejos económicos sin los cuales nada de todo esto sería posible.

También estamos al tanto de lo que ocurre en el tercer sector. De alguna forma las ONGs son nuestros competidores, en el sentido de que cada familia tiene una cantidad limitada de recursos para ayudar. Si colaboran con tres ONGs que se nos han adelantado en campañas de captación, puede que no les quede dinero para colaborar con nosotros. Por eso tenemos que estar muy atentas a lo que ocurre en el sector, para poder transmitir ese conocimiento con pinceladas prácticas a las parroquias.

Administrativamente, cuidamos con mimo las bases de datos intentando mantenerlas lo más actualizadas posible. En todas las comunicaciones que reciben los donantes, aparece nuestro teléfono y mail, para que puedan contactarnos y comunicarnos si alguno de sus datos ha cambiado, o si quieren modificar su suscripción. Y los donantes agradecen tenernos cerca. 

Como hacemos gestiones con los donantes que han devuelto sus recibos, en coordinación con las parroquias, muchas veces no se pierden donaciones por devoluciones, sino que las recobramos. A menudo son cambios de cuentas bancarias que los donantes no se han acordado de notificarnos.

Quedan establecidos los mismos criterios para todas las parroquias, y al trabajar con mayor número de donantes ahorramos costes en envíos de documentación tanto en papel, como de forma digital y en comisiones bancarias. Los párrocos agradecen esto.

¿Tiene alguna «sombra» esta forma sostener a la Iglesia?

A día de hoy no le vemos ninguna sombra, y no nos cabe duda de que en pocos años será la forma mayoritaria que los feligreses elegirán para colaborar económicamente, entre otras cosas porque cada vez circula menos efectivo en la sociedad. Si no hay monedas, no podemos aportar en el cestillo. Nos queda por tanto hacerlo mediante suscripción o en atriles con datáfonos para pagos con tarjeta bancaria, que habrá que ir instalando en las parroquias que aún no los tienen.

¿Podría ser utilizado ese sistema para el compromiso de tiempo, cualidades y oración, además del sostenimiento económico de la Iglesia?

Si bien la captación de fondos, a los que nosotras nos dedicamos, es necesaria para el sostenimiento de las parroquias, no es todo, ni lo más importante, para el fin al que Dios ha llamado a su Iglesia. Cada fiel debe colaborar con lo que puede, y esto no incluye siempre dinero. El tiempo, la oración y las cualidades de cada uno son fundamentales, y son actos de amor que Dios valora y hace fructificar como el grano de mostaza, de ello estamos seguras. El Arzobispado de Madrid apoya a las parroquias en estos aspectos desde las diferentes Vicarías y Delegaciones. 

¿Habéis encontrado alguna dificultad especial para ponerlo en marcha?

Inicialmente los donantes eran reticentes a que el Arzobispado de Madrid girase los recibos de sus donaciones, pues desconfiaban de que el importe donado fuese íntegramente a las parroquias, o no nos conocían y eso les generaba desconfianza. Pero con el tiempo, los párrocos y consejos económicos han contado con nosotras para la gestión de las suscripciones y han explicado las causas a la feligresía, entre las que está la gratuidad de nuestros servicios y la transparencia de todo el proceso, y esas reticencias se han vencido. 

Somos cercanas, respondemos y damos el servicio que se necesita, y creemos que esto ha ayudado muchísimo al crecimiento del departamento en pocos años.

¿Qué retos os planteáis una vez que ya funciona el sistema?

Queremos aportar más valor, exportando experiencias de unas parroquias a otras, promoviendo mesas redondas con los párrocos, reuniones con los consejos económicos, e impartiendo formación relacionada con comunicación y captación de fondos, entre otras cosas. 

Tenemos muchas ideas, pero no conseguimos el tiempo suficiente para materializarlas. Algo en lo que estamos trabajando es hacer captación de nuevos suscriptores. El primer objetivo es conseguir comunicarnos con feligreses que aún no lo son. Tenemos que buscar formas de conseguir sus datos, encontrar mensajes que les sean de utilidad para establecer relaciones con ellos, y poco a poco, hacerles ver las ventajas que una suscripción tiene para ellos y para la parroquia. 

¿Hay algún perfil de donante que prefiere la suscripción a otras formas de colaboración?

Detectamos que muchos feligreses empiezan a suscribirse entre los 30 y los 40 años. Creemos que es cuando ya tienen bastante estabilidad económica. A la población digitalizada le ayuda tener todos sus movimientos económicos registrados de alguna manera y así lo consiguen. Además, aquellos donantes obligados a presentar la declaración de la renta, y que conocen las ventajas fiscales explicadas, prefieren realizar suscripciones a donativos anónimos, pues les benefician. 

¿Hay un mínimo para aportar de esta forma o existen también fieles que colaboran con suscripciones «minúsculas» desde el punto de vista económico? 

No existe una cantidad mínima para hacer una suscripción. Sí, hay muchos feligreses que hacen verdaderos malabarismos para colaborar, aunque sea con muy poco, desde el punto de vista meramente económico, porque no tienen más. Ya lo explicó el Señor cuando vio a la viuda depositar su moneda en el arca del Tesoro, esos importes son más valiosos que los grandes donativos que dan los que viven rodeados de riquezas. Eso por eso que hay que cuidar mucho en qué se gasta el dinero. La austeridad debe ser la clave.

Ecología integral

«Be to Care» (ser para cuidar), un congreso para repensar la innovación social

Harambee Africa International, con motivo de su 20° aniversario, en colaboración con el comité del Centenario del Opus Dei, ha organizado a finales de septiembre de 2022 un Congreso internacional en Roma:  un espacio de reflexión y de diálogo sobre las posibles respuestas a los retos sociales de nuestro tiempo.

Stefano Grossi Gondi·7 de octubre de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

El simposio se celebró durante los días 28, 29 y 30 de septiembre en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz (Roma, Italia), con la presencia de 200 participantes, en representación de 70 iniciativas de 30 países de todo el mundo.

Los trabajos comenzaron el día 28 de septiembre con dos meses redondas con expertos de varios continentes, que reflexionaron sobre los desafíos de la innovación social.

El día 29 se inició con la conferencia de mons. Fernando Ocáriz sobre la acción social del cristiano en el mensaje de san Josemaría (puede leer la conferencia completa aquí). Hacia el final de su intervención el Prelado animaba a que este encuentro fuese una ocasión de revitalizar el servicio a los más necesitados trabajando con todos y haciendo propia una expresión del fundador del Opus Dei («está todo hecho, y está todo por hacer»), que también puede aplicarse a las instituciones y a las personas que trabajan en ellas, sin conformarse con lo que ya se ha hecho.

A continuación Fernanda Lopes, Presidenta del comité del centenario (2028-30), presentó el marco de este día de “tormenta de ideas” con la vista en el centenario del Opus Dei: la transformación del corazón como motor de la innovación social. Entre los aspectos propuestos para la reflexión y el diálogo se encontraban: la santificación del trabajo y sus consecuencias en la mejora de la sociedad; la transformación del mundo desde dentro; el compromiso social de los cristianos; la ciudadanía y la amistad social; el atractivo de hacer vida la doctrina social de la Iglesia; la importancia del cuidado de la casa común y de las personas, especialmente de las más vulnerables; la conexión entre la sostenibilidad medioambiental y la sostenibilidad social.

Tras el tiempo de trabajo de los 200 participantes en nueve grupos (“Promover la sensibilidad social”), los portavoces expusieron las conclusiones que han girado en torno a diversos temas: el valor de la experiencia, el protagonismo de los propios beneficiarios, confiar en las nuevas generaciones, una formación que lleve a las personas a servir mejor a los demás. La jornada continuó en la tarde con el segundo taller, “La misión de servicio de las iniciativas sociales”: escuchar a todas las personas, investigación para encontrar nuevas necesidades, no perder la identidad de los proyectos y el propósito que las impulsa; el desafío de la comunicación. El último taller versó sobre el legado que el futuro centenario del Opus Dei pueda suscitar en el ámbito del desarrollo social.

Los diferentes grupos abrieron un amplio abanico de ideas. Desde actitudes y espacios de formación y sensibilización, hasta iniciativas para una mayor profesionalización de las instituciones, así como plataformas para compartir experiencias, think tanks y espacios de diálogo intergeneracional, entre otras.

El viernes 30 concluyó el evento con una jornada dedicada a la innovación social y a los jóvenes en África.

El autorStefano Grossi Gondi

América Latina

Ricardo García, obispo prelado de Yauyos-Cañete: “Hay que ‘vacunar’ con sacramentos”

La pandemia del Covid ha sido muy dura en Perú, con doscientos mil fallecimientos. “Hemos sido el país del mundo con más muertos per cápita”, comenta Monseñor Ricardo García, obispo-prelado de Yauyos, Cañete y Huarochirí, en una entrevista con Omnes. “La Iglesia ha ayudado de modo importante en Perú, y la gente lo ha percibido”, añade, tras considerar que “hemos tenido una pandemia médica, pero también espiritual”.

Francisco Otamendi·7 de octubre de 2022·Tiempo de lectura: 8 minutos

El obispo prelado de Yauyos-Cañete volvió de Roma a finales de mayo, donde ordenó a 24 nuevos sacerdotes del Opus Dei. Entre otras cosas, les dijo: “Vuestras vidas, a partir de hoy, estarán marcadas por el ministerio de los sacramentos, el ministerio de la palabra y el ministerio de la caridad. Ayudad a mucha gente a conocer la vida de Jesús”.

La centralidad de Jesús, mirar a Jesús, es el mismo mensaje que lanzó la Conferencia Episcopal del Perú en mayo de 2020, a raíz del zarpazo del Covid: “En estos momentos cruciales que vive nuestra sociedad, los obispos del Perú, como pastores del pueblo de Dios, deseamos transmitir un mensaje de fe y esperanza al pueblo peruano, desde la luz de Cristo resucitado, el eterno viviente, nuestro Dios y Salvador”. 

En su escala en España, antes de despegar hacia Perú, Monseñor Ricardo García concedió esta entrevista a Omnes, en la que conversamos sobre la pandemia [él mismo estuvo muy grave en 2020]; el territorio de la Prelatura, entre las crestas de los Andes y la costa; el Sínodo sobre la sinodalidad; la migración venezolana (un millón de personas) y la inmigración interior, la educación, san Josemaría también, porque es historia de la Prelatura; sus sacerdotes; la familia, que “está golpeada”, como en tantos países, y su reciente viaje a Alemania, para solicitar donativos.

¿Cómo podría describirse la Prelatura de Yauyos?

—Cuando se creó en 1957, la Prelatura de Yauyos tenía dos provincias: Yauyos y Huarochirí. A los pocos años, en 1962, Mons. Orbegozo pidió que se añadiera Cañete, que tiene más riqueza natural, costa, ahora industria, y últimamente playas buenísimas, que se han convertido en playas de Lima. 

Tenemos 22 parroquias bastante extensas, de las que dos están encargadas a comunidades de religiosas. Una de las congregaciones, peruana, tiene religiosas con varias facultades, pueden casar y bautizar, por ejemplo.

La parte andina de la Prelatura (Yauyos), es muy distinta a la costa…

—En efecto. Hay bastante diferencia entre la costa y la sierra. La sierra es muy difícil, con carreteras mínimas, asfaltadas, pero con laterales de tierra a los lados. Hace 60 años había que ir con mulas o a caballo, yo he ido alguna vez así, pero ahora no. Un problema en la sierra es que la población está muy diseminada. Y además, la población andina, y pasa en todo el Perú, se está yendo a la costa, porque hay más desarrollo y los jóvenes pueden estudiar. El desarrollo está en la costa. La población andina vive de una agricultura de subsistencia. Ha cambiado la mentalidad de la gente.

Mi gente, de uno y otro sitio, sigue siendo piadosa. Hay respeto al sacerdote, al obispo no digamos, te tratan con mucho cariño, da vergüenza lo buena gente que son, te tocan, como si fuera un santo que está llegando.

Hablemos un momento de educación, también para situarnos. Yauyos tiene varios colegios parroquiales.

—Tenemos cuatro colegios parroquiales, uno menor; uno de mil quinientos alumnos, otro de mil, otro tiene quinientos. El seminario menor tiene cien alumnos: no es que todos los alumnos del seminario menor vayan a ir al seminario mayor. Un año van cuatro, otro uno, otro ninguno, otro año aumentan… Yo lo miro desde otro lado. El 60 por ciento de mis sacerdotes son ex alumnos del seminario menor. Es un indicador interesante. 

¿Qué es lo que más le preocupa?

—Sigo teniendo necesidad económica. Necesito un auto para Cáritas. Necesito ayuda económica. He ido a Alemania a buscar dinero, porque tengo allí varias parroquias amigas. He recorrido ahora miles de kilómetros en Alemania, visitando parroquias, gente sencilla que da su limosna. 

En otro orden de cosas, puedo comentar algo en relación a las playas. Las playas de Lima son las playas de Cañete. Es un público nuevo, que en verano hay que atenderlo. La sierra tiene mucha lluvia y está más despoblada en verano, y los curas de la sierra atienden las playas. Y hay playas que ayudan generosamente. Llegan personas que han ayudado a resolver temas económicos, por ejemplo, al seminario, y dan una beca para la formación de un sacerdote, etcétera.

En obra social, tiene en su territorio Valle Grande y Condoray, por ejemplo.

—Sí, se hace una obra social importante. Son dos obras corporativas del Opus Dei. El Instituto Valle Grande está especializado en temas agrícolas. La Escuela tiene estudios de tres años para técnicos agrícolas, con muy buenos resultados. Los chicos encuentran trabajo inmediatamente, y se colocan muy bien, porque hay un desarrollo agrícola moderno. Desde hace tiempo existe también informática. Ha habido también asesoría agrícola, cursos de formación, se ha ayudado al pequeño agricultor a poder exportar… Esto está en stand by desde hace unos años, por diversos factores.

Desde hace tiempo han venido reflexionado. ¿Qué quieren hacer con estas personas? Se centran en el tema educativo, la formación profesional. Durante la pandemia fue un momento complicado, pasaron a distancia, les fue bien, y van a seguir a distancia, están equilibrándose económicamente. En cuanto a las mujeres, en Cañete existe Condoray, donde forman chicas para secretariado, hostelería, y tiene prestigio, es querida por la gente, y funciona muy bien.

   Por supuesto en Cañete hay mucha devoción a san Josemaría [fundador del Opus Dei], que estuvo ahí en 1974. “Cañete, valle bendito”, esta frase ha quedado acuñada, y aparece incluso en eslogans de empresas de turismo, etc. La gente le tiene aprecio. 

¿Cómo están trabajando en el Sínodo, en el proceso de escucha, en su Prelatura?

—Desde que comenzó, planteamos el Sínodo como una oportunidad para escuchar a gente que está lejos de la Iglesia. Ése ha sido nuestro objetivo. Nos hemos organizado como en dos líneas. Una la escucha en la parroquia, el ámbito natural. Hemos convertido los documentos que había en preguntas, porque a la gente le sonaba un poco abstracto, por eso del Sínodo sobre la sinodalidad. Y ha funcionado.

Y luego hemos ido sector por sector, digamos que por agrupaciones sectoriales, por sectores laborales. Por ejemplo, maestros, empleados públicos, también la policía, profesionales, Y también ha habido buena respuesta. ¿Qué pida la gente? Cosas bien sencillas. Por ejemplo, que haya una presencia, más atención sacerdotal, que le dé más formación doctrinal. Nadie ha pedido que las mujeres se ordenen sacerdotes. 

Estamos ya en fase de realizar el compendio de todas las cosas que se han escuchado. Se ha hecho mucho por zoom. Creo que la respuesta ha sido positiva. Sí me hubiera gustado llegar a más gente nueva. Hay una gente cercana que responde siempre. Pero las respuestas han ido por ahí, atención sacerdotal, más formación, etc.

Usted preside la Comisión Episcopal de Educación y Cultura en la Conferencia Episcopal peruana. ¿Qué objetivos tiene en la actualidad? 

—En primer lugar, potenciar nuestra ONDEC (Oficina Nacional de Educación Católica),para que pueda ayudar a las oficinas diocesanas (ODEC), porque a veces les falta apoyo, para que tengan recursos para formar a sus profesores. En segundo lugar, fortalecer las relaciones con el Estado, con el gobierno, para que se respeten ciertos derechos que tiene la Iglesia, que se pongan en práctica, que se respeten las plazas de profesores, etc. Las ODEC en cada diócesis deben tener más presupuesto, y el Estado les debe dar más dinero para su tarea. 

La Constitución actual reconoce el aporte de la Iglesia católica a la formación en Perú, se reconocen convenios, y hay un marco que es principio es bastante positivo para la Iglesia. También, adelantarnos a temas que se van planteando. Por ejemplo, para los estudios de religión en los colegios, no esperar a que venga el Ministerio y te diga: mañana tienes que decir lo que está bien y lo que está mal. Hay que ir por delante y decir: éste es nuestro proyecto. Ser proactivos. 

¿Pueden elegir los padres el colegio que desean para sus hijos de acuerdo a sus convicciones, o hay una imposición estatal?

—Pueden elegir el colegio, pero hay una realidad: si son de un pueblo del Perú donde solamente hay uno, no hay otra posibilidad. O ese colegio o ese colegio, no tienen dónde elegir. Pero sí, en principio hay libertad. 

¿Financia el Estado la educación privada? 

—No. El Estado no financia la educación privada. Pero sí hay colegios de convenio, primero con la Iglesia, en los que el Estado paga los sueldos. Eso hay que subrayarlo. 

¿Los colegios de la Prelatura de Yauyos son de convenio?

—No. En uno el Estado financia todas las plazas, pero en los otros unas cuantas plazas solamente. Tenemos uno bilingüe, en el que sí lo paga todo el Estado. Hay otro colegio, que se llama Cerro Alegre, en el que el sacerdote es muy apostólico, con gran don de gentes. Una de las dificultadas que tiene mi Prelatura es que entre parroquia y parroquia existe una gran distancia, y en medio está la arena, o el desierto. Tengo Cañete, que está todo conectado, pero también tengo Mala, que está a 70 kilómetros y es como una unidad independiente, o Chisca, a 80 kilómetros. Tanto en Cañete, Mala, como en muchos otros lugares, hay gente muy buena.

Perú tiene muchos inmigrantes.

Hay mucha inmigración externa, sobre todo de Venezuela. En los últimos tres años ha llegado un millón de inmigrantes venezolanos. Por supuesto hay de todo, pero la gente es buenísima. Por ejemplo, el organista de mi catedral es un migrante venezolano, que ha venido con su señora y la familia. Buenísimo. 

Como es lógico, esto ha creado problemas, pero les hemos acogido bien. Me estoy acordando de una migrante que ha estudiado Teología en Roma, y la han contratado en un colegio para dar literatura y ayuda en relaciones públicas. Hay gente muy buena. Pero un millón es mucho. Perú tiene 32 millones de habitantes. Ecuador lo mismo. Y en Colombia hay tres millones de venezolanos. Se les trata bien, al menos en las cuestiones más importantes, hay una pastoral para acogerlos, para seguirlos, para acompañarlos, etc. 

Y está también la inmigración interna

—Hay gente que baja de la sierra a las ciudades principales. Cañete ha crecido con migrantes de la sierra. Y no digamos Lima, que tiene una periferia… Lima tiene casi 12 millones de habitantes. Yo recuerdo hace unos años, saliendo de Lima, tramos que eran desierto, ahora está poblado. 

Una cosa positiva para Cañete, para todos, es que el crecimiento hacia el sur es más ordenado, más urbanizado. En poco tiempo, va a estar casi todo poblado, desde Lima hasta Cañete, y de Cañete a Lima. Hablan de que van a poner un tren, ojalá que así sea. 

En su país lo han pasado muy mal con la pandemia.

—Es cierto. Y la Iglesia ha ayudado de modo importante durante la pandemia en Perú. Cuando no había vacuna, la medicina que se creía que podía servir, campañas para llevar medicinas, de la mano del Ministerio de Salud. Alimentos. Durante bastante tiempo, puse unos comedores populares. Durante nueve meses, hemos dado de comer a más de mil personas todos los días. También hemos construido una planta de oxígeno. 

Como venía diciendo, la percepción de la ayuda de la Iglesia ha sido muy notoria y positiva. La gente se ha dado cuenta de esto. Incluso empresas privadas han ayudado a través de la Iglesia. 

¿Va volviendo la gente a las iglesias?

—Suelo decir que hemos tenido una pandemia médica, pero también espiritual, porque mucha gente se ha alejado, no ha ido a la iglesia, se trata ahora de recuperar la normalidad. Con mucha cautela, también ir reduciendo las Misas a distancia, para recuperar la presencia. Hay que vacunar a la gente ya con sacramentos. 

En muchos sitios las iglesias estaban llenas en Semana Santa. Aquí tenemos un santuario muy bonito, de la Madre del Amor Hermoso, en el que caben apretadas cuatro o cinco mil personas. En Semana Santa hubo mucha gente en Cañete, y ocurre en todas las parroquias. Luego hemos tenido una reunión con obispos, por zoom, y estaban muy contentos de la respuesta muy buena de la gente. El Covid ha sido muy duro en Perú. Han muerto doscientas mil personas. Estos números hay que mirarlos comparados con la población. Hemos sido el país del mundo con más muertos per cápita. Las cifras estuvieron escondidas, hasta que salieron a la luz, cuando cambió el gobierno. Y la Iglesia ha tenido un papel importante de ayuda.

Si alguien se animara a apoyar las tareas de su Prelatura, ¿qué referencia se le podría dar?  ¿Algún destino concreto?

—Pueden ver la página web prelaturayauyos/org.pe/y les puedo proporcionar un email: [email protected] ¿Qué me preocupa? Aunque sea una cosa puntual, una casa para mis curas. 

¿Cómo se había resuelto esto antes? 

—El Seminario también es Instituto pedagógico. Los sacerdotes hacen cursos extra, en verano, para ser maestros. Tienen título de maestro. La gran mayoría son profesores también, de religión. En los pueblos, el sacerdote, que es un personaje, tiene sueldo y jubilación, y también asistencia médica, tiene seguro social. Casi todos, aunque no todos, porque alguno trabaja en la curia o en el seminario, Incluso mi seminario, como es Instituto pedagógico, también recibe algunas asignaciones del Estado, que las ocupan los que son formadores del seminario.

Concluimos la conversación con el obispo prelado de Yauyos, Cañete y Huarochirí. Nos quedamos con dos ideas. Perú lo ha pasado muy mal en la pandemia, y obispos y sacerdotes se han volcado con la gente. Y a don Ricardo García, el obispo prelado, le preocupan las necesidades económicas de Cáritas, y sus sacerdotes.

El autorFrancisco Otamendi

Recursos

Algunas preguntas habituales sobre el Opus Dei

En relación con el Opus Dei, se plantean con frecuencia algunas preguntas, tanto en relación con la misión que realiza como sobre su contexto y lugar en la Iglesia. El autor se detiene en tres de esas preguntas habituales, evitando los tecnicismos jurídicos que requeriría un estudio de derecho canónico, pero sin abandonar la precisión.

Ricardo Bazán·6 de octubre de 2022·Tiempo de lectura: 10 minutos

Unas semanas atrás, cuando fue publicado el motu proprio Ad carisma tuendum del Papa Francisco sobre la prelatura personal del Opus Dei, tuve la oportunidad de conversar con algunos jóvenes que buscaban aclarar ciertas dudas a causa de una serie de comentarios sobre esta norma pontifica y la institución a la que se refiere.

En esta ocasión opté por preguntarles qué definición darían ellos del Opus Dei. Entre las distintas respuestas que refirieron, me quedo con una: es una institución de la Iglesia católica cuyos miembros buscan la santidad a través del trabajo y la vida corriente. Esta definición nos servirá para comentar qué es una prelatura personal, su contexto y lugar en la Iglesia, así como abordar algunas cuestiones: si es un privilegio para una élite de la Iglesia y si el Opus Dei es una especie de «Iglesia paralela».

¿Es la prelatura personal un privilegio del Opus Dei?

El 28 de noviembre de 1982, el Papa Juan Pablo II erigió el Opus Dei en prelatura personal a través de la Constitución Apostólica Ut sit. Hasta esa fecha, esta institución había tenido la figura jurídica de Instituto secular, en el cual podíamos encontrar distintas realidades eclesiales equiparadas a los institutos religiosos, es decir, a fieles de la Iglesia que se consagran a Dios a través de unos votos y viven según unas reglas debidamente aprobadas por la autoridad de la Iglesia. Por tanto, es natural que surja la siguiente pregunta: ¿por qué san Juan Pablo II otorgó esta nueva figura de prelatura personal al Opus Dei? ¿Se trataría acaso de un privilegio? Para responder estos interrogantes, primero debemos saber qué es una prelatura personal y en qué consiste la realidad del Opus Dei.

La figura de la prelatura personal es relativamente nueva, pues surge en el n. 10 del decreto Presbyterorum ordinis, del Concilio Vaticano II. Allí se lee: “Donde lo exija la consideración del apostolado, háganse más factibles, no sólo la conveniente distribución de los presbíteros, sino también las obras pastorales peculiares a los diversos grupos sociales que hay que llevar a cabo en alguna región o nación, o en cualquier parte de la tierra. Para ello, pues, pueden establecerse útilmente algunos seminarios internacionales, diócesis peculiares o prelaturas personales y otras providencias por el estilo, en las que puedan entrar o incardinarse los presbíteros para el bien común de toda la Iglesia, según normas que hay que determinar para cada caso, quedando siempre a salvo los derechos de los ordinarios del lugar” (cfr. canon 294 Código de Derecho Canónico).

Es decir, se trata de una figura muy flexible, orientada no sólo a la distribución de los sacerdotes, sino para obras pastorales peculiares en la cual se incardinan, es decir, dependen de ella, sacerdotes con miras a atender esa obra peculiar o, en otras palabras, a atender a un grupo de fieles.

Así pues, las prelaturas personales son figuras que permiten una mejor atención de fieles según esa obra peculiar, según esa necesidad, a diferencia de las diócesis, que se caracterizan por el territorio en el que se asientan. Es decir, los fieles de una diócesis pertenecen a esa circunscripción porque residen en ese territorio, y por ende, en lo que se refiere a la misión general de la Iglesia, dependerán del obispo del lugar y podrán gozar de la atención de los sacerdotes que están incardinados en esa diócesis.

Por su parte, las prelaturas personales presentan un criterio personal, es decir, allí donde haya un fiel de la prelatura, que necesita de esa atención peculiar, allí se le debe atender.

Es lo que sucede con las eparquías orientales en territorios de distinto rito, cuyos fieles requieren de una atención peculiar debido a la tradición a la que pertenecen (antioquena, alejandrina, caldea, etc.). En esos casos, lo que importa es la persona más que el criterio territorial.

La prelatura personal es una figura que tiene como cabeza a un prelado, alrededor del cual están unos sacerdotes, cuya misión es atender a los fieles que requieren de una atención peculiar, por ejemplo a causa de sus condiciones particulares de vida, de su trabajo, de su vocación, etc. Es decir, no se entiende la prelatura personal si no es con un grupo de fieles a quienes atender espiritualmente pues, a fin de cuentas, esa es la misión de la Iglesia.

Es así que san Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, comprendió que esa figura, la prelatura personal, era la forma adecuada a la realidad de la Obra, una institución cuyo carisma consiste en que sus miembros -en su gran mayoría laicos, el resto sacerdotes- busquen la santidad a través del cumplimiento de los deberes ordinarios, como el estudio o el trabajo, allí en medio del mundo, como fieles corrientes, de la misma manera que los primeros cristianos buscaban ser santos.

Era oportuna para el Opus Dei una figura jurídica que protegiera ese carisma, esa misión y esa fisonomía peculiar, donde debían entrar tanto hombres como mujeres, sencillamente bautizados que no son religiosos (consagrados) ni se asemejan a ellos, pues son fieles corrientes: abogados, obreros, taxistas, empresarios, estudiantes universitarios, profesores, empleadas del hogar etc. Y es este justamente el segundo rasgo a custodiar, el hecho de que son fieles corrientes, fieles laicos a los que, como señala el Concilio Vaticano II, “corresponde, por propia vocación, tratar de obtener el reino de Dios gestionando los asuntos temporales y ordenándolos según Dios. Viven en el siglo, es decir, en todos y cada uno de los deberes y ocupaciones del mundo, y en las condiciones ordinarias de la vida familiar y social, con las que su existencia está como entretejida” (Lumen gentium, n. 31). Se trata de personas que están en medio del mundo y en todo el mundo.

Siendo el Opus Dei de inspiración divina y para el bien de tantas almas, era cosa justa otorgarle una forma jurídica acorde a su naturaleza. Con ese fin, el fundador recurrió a la autoridad de la Iglesia.

San Pablo VI hizo notar a san Josemaría la conveniencia de esperar a la celebración del Vaticano II; y también las circunstancias posteriores aconsejaron esperar un poco. Finalmente, 17 años después, san Juan Pablo II otorgó al Opus Dei la figura de la prelatura personal, no sin antes realizar un estudio minucioso sobre la conveniencia de hacerlo, diríamos también sobre la justicia de atender este pedido (para ello se hizo un estudio minucioso a nivel de las congregaciones de la Curia Romana directamente involucradas, pasando por una comisión paritaria, conformada por expertos de la Santa Sede y del Opus Dei para poder responder a todas las cuestiones que pudieran surgir, hasta llegar a la firma del Papa). Conforme al carisma, misión y fisonomía espiritual del Opus Dei, la prelatura personal se presentaba efectivamente como la figura adecuada.

De lo dicho hasta ahora podemos plantear una nueva pregunta, si la prelatura personal no es un privilegio dado al Opus Dei, ¿por qué es la única prelatura personal hasta el momento?

La respuesta final solo la puede dar Dios. Sin embargo, un par de cosas podemos decir. En primer lugar, la prelatura personal es una figura abierta, que puede servir también para otras realidades que la requieran; de hecho, está regulada de manera genérica en los cánones 294 a 297 del Código de Derecho Canónico, que prevén también que los estatutos de cada una de ellas desciendan a los detalles específicos. Por tanto, no ha sido pensada tan sólo para el Opus Dei, ni está limitada a él.

También conviene recordar que en la Iglesia los años se cuentan por siglos, es decir, las prelaturas personales son nuevas en la Iglesia, y además (esta es la segunda idea) esta figura tiene unas características propias que no se pueden aplicar a todas las realidades eclesiales sin un estudio reposado sobre la conveniencia.

¿Es el Opus Dei para unos privilegiados?

Del punto anterior, quizá se podría interpretar erróneamente que la prelatura personal del Opus Dei sería para unos privilegiados, pues está pensada para personas que requieren de una atención peculiar, de una obra peculiar. Institivamente, lo “peculiar” puede hacernos pensar en la exclusividad o el privilegio, que hace alusión a una exención de una obligación o ventaja exclusiva de la que goza una persona, la cual ha sido concedida por un superior.

¿Quiénes pueden pertenecer al Opus Dei? A partir de los estatutos del Opus Dei (Statuta), la primera condición es que, para pertenecer a esta prelatura personal, se requiere de una vocación divina (cfr. Statuta, n. 18).

No se trata propiamente de un privilegio, sino que de un elemento que nos permite diferenciar quiénes pueden formar parte de esa institución, que es una obra peculiar justamente por ese carisma y misión -contribuir de una manera específica a la proclamación de la llamada universal a la santidad- y esa llamada divina que tienen sus miembros.

Por tanto, al Opus Dei pueden y deben pertenecer personas de todos los estratos sociales, de las más variadas condiciones, razas, profesiones, etc., que hayan recibido de Dios una vocación específica para buscar la santidad en medio del mundo, en su ocupación o trabajo corriente, en ese camino concreto, que reclama una atención pastoral peculiar.

Los datos oficiales que encontramos en el Anuario Pontificio del 2022 nos dicen que pertenecen a esta prelatura 93.510 fieles católicos. No es un número pequeño para una institución que no ha cumplido aún un siglo de existencia.

Así mismo, esto no quita que personas que no tienen esa vocación al Opus Dei puedan beneficiarse de los bienes espirituales de la prelatura. Y es que como decía su fundador, la Obra es una gran catequesis, es decir, la institución y sus miembros están abocados en dar formación cristiana a través de distintos medios.

Como es lógico, esa formación se dirige a todas las personas, donde no tendría sentido hacer acepción de personas o grupos cerrados, pues la misión radica en difundir la llamada universal a la santidad y al apostolado, universal, no particular, no cerrada. Dirigir ese mensaje o esa llamada a un grupo de privilegiados sería totalmente contrario a su carisma y a su misión (cfr. Statuta, n. 115).

Hemos hablado repetidamente de una misión, un carisma y una vocación. Puesto que más arriba hemos presentado la misión, veamos en qué consiste esa vocación y ese carisma.

La vocación es una llamada divina, para eso se requiere de un proceso de discernimiento, algo sobre lo que el Papa Francisco hace mucho hincapié en sus intervenciones públicas y en su catequesis.

Esa vocación está unida a un carisma y presenta unos rasgos propios del espíritu del Opus Dei, los cuales no radican en el nivel social, económico, rasgos físicos o culturales, etc., sino más bien en una serie de rasgos sobrenaturales como la filiación divina, la santificación del trabajo, el espíritu laical, la santa Misa como centro y raíz de la vida interior, entre otros.

¿Es el Opus Dei una Iglesia dentro de la Iglesia?

En una ocasión una persona comentó a un miembro del Opus Dei que las personas de la Obra se caracterizan porque están en contra del aborto. Aquel le explicó que el aborto no es algo a lo que el Opus Dei se oponga como algo propio, sino porque es parte de las enseñanzas de la Iglesia católica, como recoge el Catecismo. Esta anécdota describe muy bien la idea que podemos encontrar en algunos casos de que el Opus Dei es un grupo aparte de la Iglesia. Así se entiende que la concesión de la prelatura personal por parte de san Juan Pablo II sea entendida por algunos como un privilegio, para que sea una especie de Iglesia dentro de la Iglesia.

Sin embargo, esto no es algo que pueda ser admisible en la estructura de la Iglesia, la cual tiene como autoridad suprema al Romano Pontífice y al Colegio Apostólico con el Papa a la cabeza (cfr. cánones 330-341 del Código de Derecho Canónico).

Así, el Papa ejerce su potestad de manera universal, siendo el obispo de Roma. Por su parte, los obispos ejercen su potestad dentro de los límites de su diócesis, y en el contexto del colegio episcopal. Sea el Papa o los obispos, todos ellos ejercen esa potestad de acuerdo con la misión recibida de Jesucristo, en esa triple función: enseñar, santificar y gobernar.

Que Juan Pablo II hubiese otorgado un privilegio al Opus Dei a través de la prelatura personal sería una contradicción a dicha estructura que hemos esbozado.

De hecho, la norma que crea las prelaturas personales señala claramente que esta figura se debe dar “quedando siempre a salvo los derechos de los ordinarios del lugar” (Presbyterorum ordinis, n, 10). Es decir, que en su configuración inicial, la prelatura personal está pensada para que coexista pacíficamente con la potestad de los obispos allí donde trabajen y la potestad del prelado se refiera sólo a los fines de la prelatura.

Esto no es algo que obedece únicamente a una relación de justicia, sino que además es consecuencia lógica de que los fieles del Opus Dei son personas corrientes, que deben buscar la santidad allí donde se encuentren, justamente en las diócesis donde habitan, teniendo en cuenta -por ejemplo- que nadie es bautizado en la prelatura, sino en una parroquia que es una parte de la diócesis, esa porción del pueblo de Dios.

En otras palabras, siendo los fieles del Opus Dei gente corriente, no conviene que sean exentos de la potestad del obispo (nótese que los fieles del Opus Dei pertenecen en primer lugar a la diócesis en la que viven), que formen un grupo aparte en la diócesis o en la parroquia, sino que más bien vivifiquen el ambiente cristiano en el que se mueven.

Al mismo tiempo, esas personas, por la específica vocación que tienen, requieren de una atención propia, según su carisma, pero sobre todo, cada uno de esos fieles, hombres y mujeres, deberán santificar su oficio, trabajo o quehacer allí donde estén, según ese espíritu propio del Opus Dei.

En lo práctico, según las normas del Derecho de la Iglesia y la configuración jurídica de la Obra, ¿puede constituirse el Opus Dei en una Iglesia paralela? Para explicarlo debemos hablar de la persona que dirige la prelatura personal, el prelado.

La prelatura personal recibe su nombre justamente del prelado, que ha sido puesto a cargo de esta institución para guiarla en su misión, por lo cual, se ve investido de una serie de capacidades con miras a conseguir ese fin, una finalidad estrictamente sobrenatural. Sin embargo, esas capacidades están bien delimitadas, pues ya se encuentran limitadas por la potestad que ejerce el Papa en toda Iglesia y la de los obispos en sus respectivas diócesis.

Por tanto, las capacidades del prelado se limitan o circunscriben a la misión de la prelatura y no son suficientes como para decir que estamos delante de una Iglesia paralela. Así, el prelado podrá pedir a sus miembros que cuiden de manera especial la asistencia a la Santa Misa, como centro y raíz de la vida interior, para identificarse más con Cristo.

En cambio, no podrá imponer a los miembros de la prelatura que cambien de trabajo, como tampoco lo puede hacer el Papa ni los obispos, porque no es de su competencia, ni mucho menos pedir que desobedezcan las normas dictadas por el Romano Pontífice o de los obispos en comunión con el Papa.

El motu proprio Ad charisma tuendum no es una norma que haya privado al Opus Dei de algún privilegio que tuviera. Esta institución de la Iglesia sigue siendo una prelatura personal conforme a la norma dada por Juan Pablo II, la constitución apostólica Ut sit, así como a sus Estatutos aprobados por la Santa Sede.

Más aun, dicho motu proprio resalta de manera especial el carisma recibido por san Josemaría y la importancia de esta obra de Dios en la misión evangelizadora de la Iglesia, y así dice el Papa Francisco: “Para tutelar el carisma, mi predecesor san Juan Pablo II, en la Constitución Apostólica Ut sit, del 28 de noviembre de 1982, erigió la Prelatura del Opus Dei, encomendándole la tarea pastoral de contribuir de un modo peculiar a la misión evangelizadora de la Iglesia.

Según el don del Espíritu recibido por san Josemaría Escrivá de Balaguer, en efecto, la Prelatura del Opus Dei, bajo la guía de su Prelado, lleva a cabo la tarea de difundir la llamada a la santidad en el mundo, a través de la santificación del trabajo y de los compromisos familiares y sociales” (introducción).

Para ello subraya la importancia de los clérigos (sacerdotes) incardinados en esa prelatura con la cooperación orgánica de los fieles laicos. Esto último es de vital importancia, porque unos y otros, clérigos y laicos, están llamados a realizar funciones distintas según su propio estado en la Iglesia, por eso, los fieles laicos reclaman el ministerio del sacerdote, y el sacerdocio existe justamente para servir a esos fieles de la prelatura, así como a todas aquellas personas que se acercan a sus apostolados.

Uno y otro se reclaman mutuamente, bajo la unidad de un prelado que los guía según un mismo carisma y una misma vocación, dentro de la misma barca de la Iglesia.

Ecología integral

«Es necesaria una nueva medicina que sea justa para todos»

El presidente de la Pontificia Academia por la Vida ha defendido la necesidad de un cambio de mentalidad en nuestra sociedad que ponga en el centro del cuidado a los más vulnerables: ancianos y niños.

Maria José Atienza·6 de octubre de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

Un millar de médicos de atención primaria estadounidenses se encuentra en Madrid en el simposio Advancing Community Health and Well-Being  impulsado por Somos, una iniciativa fundada por el doctor Ramon Tallaj y que agrupa a más de dos mil médicos que atienden a personas sin recursos en el estado de Nueva York.

Carta de reflexión sobre la medicina actual

En el marco de este simposio, Mons. Vicenzo Paglia ha anunciado una Carta, que recogerá la importancia de la relación de los médicos de atención primaria con los pacientes.

Una relación que no sea comercial sino que vaya más allá, considerando al paciente en su integridad personal, y que sea el inicio de una “reflexión política, cultural y económica de la salud para dar lugar a una nueva medicina que sea justa para todos”, ha subrayado el presidente de la Pontificia Academia para la Vida.

«Vemos injusticias económicas e injusticias de la salud» ha continuado Paglia y «es necesaria una revolución cultural» en este sentido.

Paglia se ha centrado especialmente en lo que ha llamado “un nuevo pueblo que vive en el mundo” y que son los ancianos.

En la actualidad, ha destacado “los ancianos son más que nunca en el mundo, millones de personas que conforman un pueblo desconocido, ignorado, sobre el que nadie reflexiona”. En este sentido, ha afirmado que “gracias a la medicina vivimos 30 años más y no sabemos para qué. Todos, no sólo los gobiernos, sino también en la Iglesia, hemos de reflexionar sobre los ancianos”.

Paglia ha recordado los sucesos recientemente vividos durante la pandemia de coronavirus; unos meses en los que fallecieron miles de personas. En este contexto, ha afirmado que «todos nos enfrentábamos a la misma tormenta pero en diferentes barcos; los barcos de los pobres, de los ancianos, ésos fueron destruidos con una crueldad tremenda, a veces sin poder despedirse de los familiares.

De estos mayores “muchos de ellos murieron más por la soledad que por el virus”, ha dicho Paglia, que ha subrayado que “la vacuna más importante es el amor en una sociedad individualista”, de ahí la importancia de esta carta, ya en marcha.

SOMOS Community Care

Por su parte el director ejecutivo de SOMOS, Mario Paredes, ha presentado esta organización que nació hace 7 años de la mano del médico Ramón Tallaj y que tiene como objetivo “humanizar el sistema sanitario” especialmente en el estado de Nueva York.

Su misión es humanizar y elevar la atención primaria, y por tanto las condiciones de salud de la población, especialmente la del llamado inner city.

Ramón Tallaj, fundador de SOMOS, ha puesto el acento en la relación entre el enfermo “y aquel que le cura, que es lo que conocemos como medicina”.

Hoy en día, SOMOS atiende a más de un millón de personas sin recursos y su red de médicos, muchos de ellos de origen hispano, atienden a los pacientes beneficiarios del Medicalaid de la ciudad de Nueva York con un criterio holístico, integral.

Un millar de estos médicos han acudido a Madrid, sede del simposio médico de este año centrado en la equidad sanitaria y el acceso universal y garantizado a la salud.

Vaticano

El reto del cambio climático: la Santa Sede en el Acuerdo de París

Se estrena un documental sobre los problemas ecológicos de nuestro tiempo que ha contado con la participación del Papa Francisco. 

Giovanni Tridente·6 de octubre de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

Los instrumentos de adhesión de la Santa Sede a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) de 1992 y al Acuerdo de París de 2015 entraron en vigor el 4 de octubre, solemnidad de San Francisco de Asís.

La iniciativa ya se había anunciado en julio, con el depósito de los mismos instrumentos en la Secretaría General de la ONU. De este modo, la Iglesia, y concretamente el Estado de la Ciudad del Vaticano, quiere estar en primera línea para apoyar moralmente los esfuerzos de los Estados para cooperar de manera adecuada y eficaz “a los desafíos que el cambio climático plantea a nuestra humanidad y a nuestra casa común”, que luego tiene un impacto particular en los más pobres y frágiles.

Un reto que concierne a todos

Fue el Papa Francisco, en su Encíclica “Laudato si’”, hace ya más de siete años, quien renovó la invitación a todos los pueblos del planeta a dialogar ante “una confrontación que nos une a todos, porque el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos afectan y tocan a todos”.

En octubre del año pasado, en un Mensaje a la COP-26 de la CMNUCC, el Santo Padre había pedido “una verdadera y propia conversión, individual pero también comunitaria”, deseando la “transición hacia un modelo de desarrollo más integral y completo, basado en la solidaridad y la responsabilidad”.

La película «La Carta

En vísperas de este importante acontecimiento de la adhesión al Acuerdo de París, se ha presentado en el Vaticano un nuevo documental titulado “La Lettera”, que narra los viajes a Roma de varios líderes que están en la vanguardia de la promoción de los temas de Laudato si’, desde la Amazonia brasileña, Senegal, India y Estados Unidos.

Entre ellos se encuentra Arouna Kandé, licenciado en trabajo social, que está explorando formas de desarrollar su pueblo natal de forma sostenible, incluyendo la construcción de una clínica local de salud. Cacique Dadá dirige un grupo de trabajo regional para mejorar la salud de las comunidades indígenas y ha desarrollado un programa de formación para activistas medioambientales.

Otra protagonista es Ridhima Pandey, cuya iniciativa ofrece educación y apoyo a las comunidades más pobres de la India, mientras que Greg Asner y Robin Martin crearon el MERC de Hawai, un centro educativo en Hawai que combina los conocimientos de la ciencia, las comunidades y los socios indígenas para proteger y restaurar la biodiversidad marina.

La película fue producida por los ganadores del Oscar “Off the Fence” e incluye un diálogo exclusivo con el Papa Francisco e imágenes nunca antes vistas de su toma de posesión como Pontífice.

Está presentado por “Youtube Originals” y es la primera vez que una película con el Papa está disponible de forma gratuita a través de un servicio de “streaming”. Puede verse aquí:

Campaña mundial

En los próximos meses está prevista una campaña mundial de proyecciones en diversas partes del mundo para presionar a los responsables de la cumbre del clima COP27 y de la cumbre de la naturaleza COP15 de la ONU.

“Guiados por la brújula moral proporcionada por el Papa Francisco, espero que todos podamos encontrar una motivación y un compromiso renovados para proteger nuestra casa común y tener compasión por todos los seres vivos, incluidos los seres humanos”, dijo el director Nicolas Brown.

El Movimiento “Laudato si’”, que reúne a más de 800 organizaciones y 1.000 voluntarios en todo el mundo, el Dicasterio para la Comunicación y el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral han colaborado en el proyecto.

Zoom

Bendición de animales en Filipinas

Un sacerdote rocía agua bendita a los perros durante una bendición de mascotas en Manila, Filipinas, el 2 de octubre de 2022 con motivo del Día Mundial de los Animales que se celebra el 4 de octubre, fiesta de San Francisco de Asís.

Maria José Atienza·6 de octubre de 2022·Tiempo de lectura: < 1 minuto
Actualidad

Pobreza como carencia de recursos, y como virtud cristiana

Estos son los contenidos del número de la revista Omnes del mes de octubre (accesibles para suscriptores). Destacan un amplio dossier sobre la pobreza, las clarificaciones de Juan Luis Lorda sobre el concepto de “tradición”, un artículo sobre Chesterton en el centenario de su conversión, y las demás secciones.

Redacción·6 de octubre de 2022·Tiempo de lectura: 3 minutos

El día 13 noviembre se celebrará la VI Jornada Mundial de los Pobres. Las formas de la pobreza en el mundo siguen siendo múltiples, y debido a las tres recientes crisis -la financiera de 2009-2013, la sanitaria por el Covid-19 y la energética inflacionaria con la invasión rusa de Ucrania- afectan sobre todo a los más pobres, que son en torno a 800 millones de personas en el mundo. Para contribuir a erradicarla, el Papa ha impulsado en Asís la reunión de “The Economy of Francesco”, que promueve una economía más justa y solidaria.

Se ocupa de esta situación un reportaje en el número de octubre de Omnes, seguido por un artículo de Raúl Flores, coordinador del equipo de estudios de Cáritas España y secretario técnico de la Fundación Foessa, y una entrevista con Isaías Hernando, co-coordinador de la “Economía de Comunión” y miembro de la comunidad global de “The Economy of Francesco”.

En su Mensaje para la Jornada de los Pobres, el Papa señala que en el Evangelio encontramos una pobreza “que nos libera y nos hace felices”, porque es “una elección responsable para aligerar el lastre y centrarnos en lo esencial”. Esa otra forma de pobreza, que no es carencia de recursos sino virtud cristiana propuesta y vivida por Jesucristo, es objeto de un conjunto de artículos, dedicados a cada una de sus expresiones en los distintos estados de vida: en la vida de los laicos, los cristianos corrientes en el mundo, en la de los sacerdotes y en la de las personas consagradas. Los escriben Pablo Olábarri, un abogado y padre familia, Mons. José María Yanguas, obispo de Cuenca (España), y Francisco Javier Vergara, religioso franciscano, que presenta un profundo testimonio personal.

Entre los restantes contenidos exclusivos de la revista, es decir, no ofrecidos en abierto en la página web sino reservados a los suscriptores de la versión en papel u online (que estos pueden leer a través de la zona de suscriptores de esta página web), destacan las explicaciones de Juan Luis Lorda sobre “Tradición y tradiciones”. Se trata de una clarificación necesaria, puesto que la crisis posconciliar mostró en la Iglesia una dialéctica entre progresismo, que quería otro Concilio “a la altura de los tiempos”, y tradicionalismo, dolido por las novedades del Vaticano II o del posconcilio. Tal dialéctica hizo necesaria la clarificación de diversos conceptos, entre ellos el de la noción católica de Tradición. Es un artículo más de la serie sobre “Teología del siglo XX” que escribe el profesor de Teología de la Universidad de Navarra.

Los Santos Padres se encuentran en las “raíces de nuestra tradición”. Antonio de la Torre subraya cómo nos dan testimonio de su fe en sus instituciones y escritos; los mártires, por su parte, lo hacen ofreciendo su vida. En su artículo en este número, presenta algunos de los escritos que nos han conservado la memoria de su testimonio.

Del texto sobre la Sagrada Escritura es autor en este número el profesor Juan Luis Caballero. Está dedicado a comentar los versículos 1 a 16 de capítulo cuarto de la Carta de san Pablo a los Efesios: “Y dio dones a los hombres”.

Gilbert Keith Chesterton se hizo católico hace cien años, en 1922. Es muy citado, pero poco conocido. Vale la pena dirigir la mirada a personajes de la entidad de Tomás Moro, John Henry Newman, o del propio Chesterton para descubrir razonamientos de una lógica clara y sorprendente. Les proponemos el artículo de Victoria de Julián y Jaime Nubiola.

La “Tribuna” está escrita por el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro Sierra, que señala las claves del compromiso cristiano que demanda la sociedad actual: renovar el sentido misionero para llevar la Buena Noticia en todos los ambientes.

El autorRedacción

Mundo

El Opus Dei adecuará sus estatutos a las indicaciones de «Ad charisma tuendum»

Un Congreso General determinará los cambios que habrán de darse en los estatutos de la prelatura personal con el fin de adecuarlos a lo establecido por el Motu Proprio Ad charisma tuendum.

Maria José Atienza·6 de octubre de 2022·Tiempo de lectura: 3 minutos

El Prelado del Opus Dei, Fernando Ocáriz, ha remitido una carta a los miembros de la Prelatura que se encuentra disponible en la web del Opus Dei, en la que explica que, a raíz de la publicación del Motu Proprio Ad charisma tuendum, los hombres y las mujeres del Consejo General y de la Asesoría Central, órganos centrales de gobierno del Opus Dei, se encuentran estudiando, desde hace semanas, cómo “proceder para llevar a cabo lo que el Papa nos ha pedido sobre la adecuación de los Estatutos de la Obra a las indicaciones del Motu proprio”.

Este Congreso General Extraordinario, que se convocará para “esa precisa y limitada finalidad”, tendrá lugar el primer semestre del 2023. Siguiendo el parecer de la Santa Sede, no se limitará cambiar lo relativo “a la dependencia de la Prelatura a este Dicasterio y al paso de quinquenal a anual del informe a la Santa Sede sobre la actividad de la Prelatura”. En efecto, como destaca Mons. Ocáriz en su carta, el Vaticano ha aconsejado a la Obra la conveniencia de considerar “otros posibles retoques a los Estatutos, que nos parezcan convenientes a la luz del Motu proprio”, y que el estudio se haga de manera sosegada: “Nos han aconsejado que dediquemos sin prisa todo el tiempo necesario”.

Con este motivo, el prelado ha pedido a los miembros de la Prelatura “sugerencias concretas”, encaminadas a adecuar la labor y el desarrollo de la Obra a las necesidades de la Iglesia en la actualidad. En este sentido, Fernando Ocáriz ha querido subrayar que “se trata de cumplir lo que ha indicado la Santa Sede, no de proponer cualquier cambio que nos pudiese parecer interesante”.

Además, el Prelado del Opus Dei apunta que “junto al deseo de ser fieles a la herencia de nuestro fundador, es importante considerar el bien general que supone la estabilidad jurídica de las instituciones”, y abre la puerta a “otras sugerencias para dar nuevo impulso a las labores apostólicas” que pueden ser tratadas en el futuro.

Los Congresos Generales en el Opus Dei

Los Congresos generales son, junto al Prelado que los convoca y al que asisten, la principal instancia de gobierno dentro del Opus Dei en el nivel central. Según recogen sus actuales estatutos, en el punto 133, cada ocho años deben celebrarse “Congresos Generales ordinarios convocados por el Prelado, para expresar su parecer sobre el estado de la Prelatura y para poder aconsejar las oportunas normas para la futura acción de gobierno”.

Pueden celebrarse también congresos generales extraordinarios, como el que se celebrará en 2023, que se convocan “cuando las circunstancias lo pidan a juicio del Prelado”

El Motu Proprio Ad charisma tuendum

El Motu Proprio Ad charisma tuendum, publicado el pasado mes de julio, concretaba algunos aspectos del régimen jurídico de la prelatura personal del Opus Dei para ajustarla a lo establecido por la Constitución Apostólica Praedicate Evangelium. Este documento determina que las prelaturas personales (hasta la fecha, sólo hay la del Opus Dei) pasan a depender del Dicasterio para el Clero y no del de los Obispos, como sucedía hasta ahora.

Además, el Motu Proprio señalaba otros cambios relacionados con el Opus Dei. En concreto: por un lado, la frecuencia con la que el Opus Dei deberá presentar su informe acerca de la situación de la Prelatura y del desarrollo de su trabajo apostólico pasa a ser anual en lugar de quinquenal; por otro lado, se decide que “el prelado no recibirá el orden episcopal”. Hasta ahora no era imprescindible y no estaba recogida en los estatutos del Opus Dei, pero habían recibido la ordenación episcopal los predecesores de Mons. Ocáriz: el beato Álvaro del Portillo y Mons. Javier Echevarría.

Vaticano

Crecimiento inclusivo para erradicar la pobreza

Mañana comienza la conferencia internacional promovida por la Fundación Centesimus Annus-Pro Pontifice

Antonino Piccione·5 de octubre de 2022·Tiempo de lectura: 4 minutos

Los trabajos de la conferencia internacional promovida por la Fundación Centesimus Annus-Pro Pontifice (CAPPF) y dedicada al “Crecimiento inclusivo para erradicar la pobreza y promover el desarrollo sostenible y la paz” se inauguran mañana por la tarde en el Palacio de la Cancillería de Roma. El viernes, los contenidos de la iniciativa serán objeto de profundos y amplios debates entre expertos de diversas partes del mundo. El sábado 8, los participantes disfrutarán de un momento de oración y escucha en el Palacio Apostólico: la Santa Misa celebrada por el Cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson, un encuentro con el Cardenal Secretario de Estado Pietro Parolin y una audiencia privada concedida por el Papa Francisco.

Causas de la pobreza

Hay numerosas causas que determinan la pobreza y exigen medidas incisivas y oportunas: situaciones geopolíticas, económicas, climáticas, digitales, espirituales, educativas y sanitarias. Tanto las palabras de Juan Pablo II – “…hay muchas otras formas de pobreza, sobre todo en la sociedad moderna, no sólo económica, sino también cultural y espiritual” (Centesimus Annus, nº 57) – como las de Francisco – “La modernidad tiene que contar con tres tipos de ´indigencia`. Esta de la pobreza es mucho peor porque implica una situación ´sin fe, sin apoyo, sin esperanza`” (Mensaje para la Cuaresma 2014) señalan la gravedad del problema. 

La concentración en el estudio y la realización de actividades en el ámbito de la dinámica socioeconómica caracterizan el patrimonio especial que el CAPPF promueve desde su creación en 1993. “Se compromete a confrontarse -se lee en el comunicado de prensa de presentación del evento de tres días- con el mundo real, llevando a cabo su misión de difundir el conocimiento de la Doctrina Social cristiana entre personas cualificadas para su responsabilidad empresarial y profesional, implicándolas para que se conviertan ellas mismas en actores y actrices de la aplicación concreta del Magisterio Social”.

Con el objetivo de un crecimiento realmente inclusivo, por recordar el título de la conferencia: es decir, generar empleos decentes y ofrecer oportunidades a todos, en nombre de una economía más justa y respetuosa, yo diría que más civilizada. La propia Agenda 2030 propone la eliminación de la pobreza en todas sus manifestaciones y aberraciones a escala mundial, un requisito previo para cualquier hipótesis de desarrollo sostenible.

¿Qué se puede hacer para erradicar la pobreza?

Los expertos se reunirán en Roma por la Centesimus Annus para debatir sobre los temas centrales de la conferencia: la situación real de las diferentes dimensiones de la pobreza; las nuevas formas de pobreza; las medidas para conseguir una economía inclusiva; la solidaridad, la subsidiariedad y la sostenibilidad en la lucha contra la pobreza; el papel de los gobiernos y las instituciones en la lucha contra la pobreza; los mercados agrícolas y la cadena de valor alimentaria para la inclusión y la sostenibilidad. Sobre este último punto, y su impacto en el reto de la sostenibilidad, cabe señalar que el sector alimentario constituye aproximadamente una quinta parte de la economía mundial y es la mayor fuente de ingresos y empleo del mundo.

Sin embargo, cientos de millones de personas carecen de seguridad alimentaria. La pobreza afecta de forma desproporcionada a las poblaciones rurales, cuyos medios de vida dependen en gran medida de la agroindustria. Las mujeres constituyen casi la mitad de la mano de obra agrícola y muchas gestionan actividades agrícolas y no agrícolas a pequeña escala. Más de la mitad de los jóvenes trabajadores de los países en desarrollo están empleados en el sector agroalimentario.

Los efectos de la pandemia

La pandemia no sólo revirtió los avances en la reducción de la pobreza mundial por primera vez en una generación, sino que también profundizó los desafíos de la inseguridad alimentaria y el aumento de los precios de los alimentos para muchos millones de personas (Banco Mundial, Global Economic Prospects, junio de 2021).

Los efectos de la pandemia y la guerra de agresión en Ucrania son otros aspectos que se examinarán en la conferencia, que también abordará el papel de las finanzas sostenibles y las empresas en la lucha contra la pobreza. En este caso, se requieren cambios importantes en los objetivos estratégicos, los modelos de negocio, los procesos de producción, la gestión de los recursos humanos y los estilos de liderazgo.

Dejar crecer a los países pobres

Un problema que debe abordarse con especial cuidado es el de una transición justa y sostenible, especialmente en los países pobres, por ejemplo en África. Una de las consecuencias imprevistas de la emergencia de Covid-19 es que los gobiernos y las empresas occidentales han empezado a promover una agenda de descarbonización. Sin embargo, si se les presiona en exceso, los países africanos podrían verse privados de la energía que necesitan para sus procesos de industrialización.

La cuestión, por tanto, es cómo combinar el proceso hacia la sostenibilidad medioambiental con la necesidad de proteger a las personas y naciones más pobres y vulnerables. Concretamente, evitando los compromisos vacíos y las promesas incumplidas. Porque “si se margina a los pobres, como si fueran los culpables de su condición, entonces se socava el concepto mismo de democracia y cualquier política social fracasará”. Con gran humildad, debemos confesar que a menudo no tenemos ni idea cuando se trata de los pobres. Hablamos de ello en abstracto; nos detenemos en las estadísticas y pensamos que podemos conmover a la gente haciendo un documental.

La pobreza, por el contrario, debería motivarnos a una planificación creativa, destinada a aumentar la libertad necesaria para vivir una vida de plenitud según las propias capacidades. Es una ilusión, que debemos rechazar, pensar que la libertad nace y crece con la posesión de dinero. El servicio a los pobres nos impulsa eficazmente a la acción y nos permite encontrar las formas más adecuadas para alimentar y promover a esta parte de la humanidad, demasiado a menudo anónima y sin voz, pero que lleva impreso el rostro del Salvador que pide nuestra ayuda» (Mensaje del Papa Francisco para la Jornada de los Pobres – 2021)

El autorAntonino Piccione

Vaticano

El Papa señala las estrategias del demonio para tentar a los hombres

El Papa Francisco ha continuado sus catequesis sobre el discernimiento espiritual. Hoy, 5 de octubre, ha subrayado la importancia de conocerse a uno mismo para no dejarse engañar por el demonio.

Javier García Herrería·5 de octubre de 2022·Tiempo de lectura: 3 minutos

El Papa Francisco ha expuesto su tercera audiencia sobre el discernimiento, poniéndola en relación con el conocimiento de uno mismo, algo que involucra diversas facultades humanas: memoria, intelecto, voluntad, afectos. El Papa señala que “no sabemos discernir porque no nos conocemos lo suficiente, y así no sabemos qué queremos realmente. En la base de dudas espirituales y crisis vocacionales suele haber un diálogo insuficiente entre la  vida religiosa y nuestra dimensión humana, cognitiva y afectiva».

El Pontífice ha citado un texto del jesuita Thomas Green, especialista en acompañamiento espiritual, que señala que conocer la voluntad de Dios en muchas ocasiones depende de problemas que no son espirituales propiamente, sino más bien psicológicos. Así escribe este autor: “He llegado a la convicción de que el obstáculo más grande al verdadero discernimiento (y a un verdadero crecimiento en la oración) no es la naturaleza intangible de Dios, sino el hecho de que no nos conocemos suficientemente a nosotros mismos, y no queremos ni siquiera conocernos por cómo somos verdaderamente. Casi todos nosotros nos escondemos detrás de una máscara, no solo frente a los otros, sino también cuando nos miramos al espejo” (Th. Green,  La cizaña entre el trigo, Roma, 1992, 25).  

El conocimiento propio para conocer a Dios

“El olvido de la presencia de Dios en nuestra vida”, continuaba diciendo el Papa, “va a la par que la ignorancia sobre nosotros mismos, sobre las características de nuestra personalidad y sobre nuestros deseos más profundos. Conocerse a uno mismo no es difícil, sino que es cansado: implica un paciente trabajo de excavación interior”. Para conocerse es necesario reflexionar sobre los propios sentimientos, necesidades y el conjunto de condicionamientos inconscientes que tenemos.

El Santo Padre ha subrayado la importancia de distinguir cuidadosamente entre los diferentes estados psicológicos, pues no es lo mismo decir “siento” que “estoy convencido”, “tengo ganas  de” o “quiero”. Cada una de estos pensamientos tiene importantes matices, que pueden llevar al conocimiento o al engaño acerca de uno mismo. Y así las personas nos vamos autolimitando, hasta el punto de que “muchas veces puede suceder que convicciones erróneas sobre la realidad, basadas en experiencias  del pasado, nos influyen fuertemente, limitando nuestra libertad de jugárnosla por lo que realmente cuenta  en nuestra vida”.  

Hacer examen de conciencia

Si uno no se conoce bien, facilita la tarea del “tentador” (así se ha referido al diablo), pues fácilmente ataca la debilidad humana. En palabras el Papa: “La tentación no sugiere necesariamente cosas malas, sino a menudo desordenadas, presentadas con una importancia excesiva. De esta manera nos hipnotiza con lo atractivo que estas cosas suscitan en nosotros, cosas bellas pero ilusorias, que no pueden mantener lo que prometen, dejándonos al final con un sentido de vacío y de tristeza”. Concretando algunos ejemplos que pueden resultar engañosos ha señalado objetivos loables -como un título académico, la carrera profesional, las relaciones personales- pero que pueden nublar nuestras expectativas, sobre todo como termómetros de la valía personal. “De este malentendido”, continuaba diciendo, “derivan a menudo los sufrimientos más grandes,  porque ninguna de esas cosas puede ser la garantía de nuestra dignidad”. 

El diablo utiliza “palabras persuasivas para manipularnos”, pero es posible reconocerlo si uno acude al “examen de conciencia, es decir la buena costumbre de releer con calma lo que sucede en nuestra jornada, aprendiendo a notar en las valoraciones y en las elecciones aquello a lo que damos más importancia, qué buscamos y por qué, y qué hemos encontrado al final. Sobre todo aprendiendo a reconocer qué sacia el corazón. Porque solo el Señor puede darnos la confirmación de lo que valemos. Nos lo dice cada día desde la cruz: ha muerto por nosotros, para mostrarnos cuánto somos valiosos a sus ojos. No hay obstáculo o fracaso que pueda impedir su tierno abrazo”.  

España

Pistoletazo de salida al mes misionero en España 

El mes de octubre es el mes de las misiones, conocido especialmente por la campaña del Domund. Estas semanas espolean la ayuda y la oración por tantos misioneros repartidos por todo el mundo. 

Maria José Atienza·5 de octubre de 2022·Tiempo de lectura: 3 minutos

El rosario misionero que se rezará el 8 de octubre abre las celebraciones de este mes misionero en el que, por primera vez, se entregarán los premios Pauline Jaricot y Beato Paolo Manna.

Octubre es, para la Iglesia española, el mes misionero por excelencia. La celebración del Domund de este año viene además marcado por los múltiples aniversarios que OMP celebra este 2022: el 3 de mayo se cumplía el 200 aniversario de la fundación de la Obra de la Propagación de la Fe, germen del Domund, el primer centenario de la creación de Obras Misionales Pontificias, así como de la primera publicación de “Illuminare”, la revista de pastoral misionera. 

A estas celebraciones se suman los 400 años de la canonización de san Francisco Javier, patrono de las misiones, y otros tantos de la institución de “Propaganda Fide”, la actual Congregación para la Evangelización de los Pueblos, que nació el 12 de junio de 1622. Todo ello unido a la beatificación de Paulina Jaricot, fundadora de la Obra de la Propagación de la Fe el 22 de mayo pasado. 

José María Calderon, director de OMP España, ha sido el encargado de presentar “El Domund al descubierto”, la exposición que este año podrá visitarse de 18 al 23 de octubre en el Palacio de Cristal de Arganzuela y que acerca la labor de los misioneros a todas las personas. 

Premios Pauline Jaricot y Beato Paolo Manna 

Las diversas celebraciones de la familia misionera en 2022 no han alterado su ritmo habitual, pero sí que desde el inicio de este año se quería recordar, de algún modo esta momento.

Con este motivo, como ha explicado José María Calderon: “Hemos creado dos premios de OMP. El premio Pauline Jaricot lo queremos destinar a algún misionero que representa al resto de misioneros que dan la vida por Cristo. Lo daríamos a todos, pero tenemos que centrar el premio en uno. Este año es doble : la hermana Gloria Cecilia Narváez, que sufrió secuestro 4 años y al padre Luigi Macalli secuestrado en Nigeria 2 años”.  

Por otra parte, “el premio Beato Paolo Manna (fundador de la Pontifica Unión Misional) lo queremos destinar a alguna institución o persona que haya hecho que la misión en España tenga valor”. Este primer premio ha recaído en Ana Álvarez, quien fuera presidenta de Manos Unidas y de la ONG Misión América. Una mujer que, como ha destacado José Mari Calderón “ha estado intentando motivar a los españoles para que sean generosos con los misioneros”.

Actividades del Mes misionero

Este año, las actividades del mes misionero se desarrollarán en la provincia eclesiástica de Madrid. 

ROSARIO MISIONERO. Sábado, 8 de octubre. Hora: 20:30

Lugar: Iglesia de San Bernardo, (Plaza de las Bernardas s/n. Alcalá de Henares)

VIGILIA DE ORACIÓN PARA JÓVENES. Viernes, 14 de octubre. Hora: 21:00

Lugar: Catedral de Sta. María Magdalena, (Plaza de la Magdalena, 1. Getafe)

TREN MISIONERO PARA NIÑOS. Sábado, 15 de octubre.

Salida: Estación de Atocha Cercanías Hora: 09:00. Encuentro: El Cerro de los Ángeles (Getafe). Información e inscripciones en www.csf.es

CORRE POR EL DOMUND. Domingo, 16 de octubre.

Información e inscripciones en www.correporeldomund.es

APERTURA DE LA EXPOSICIÓN EL DOMUND AL DESCUBIERTO. Martes, 18 de octubre

Lugar: Invernadero del Palacio de Cristal de Arganzuela (Paseo de la Chopera, 10. Madrid)

Abierto: Martes 18 a Domingo 23 Hora: 10:00 a 14:00

PREGÓN DEL DOMUND. Miércoles,19 de octubre. Hora: 20:00

Lugar: Real Colegiata de San Isidro. (Calle Toledo, 37. Madrid)

MESA REDONDA: TESTIMONIOS MISIONEROS. Jueves, 20 de octubre

Lugar: Salón de actos del Palacio Arzobispal de Alcalá de Henares. (Plaza de Palacio, 1 bis. Alcalá de Henares) Hora: 20:00

ENTREGA DE LOS PREMIOS MISIONEROS: «BEATA PAULINE JARICOT» Y «BEATO PAOLO MANNA». Sábado, 22 de octubre. Hora: 19:30

Lugar: Invernadero del Palacio de Cristal de Arganzuela (Paseo de la Chopera, 10. 28045 Madrid)

JORNADA DEL DOMUND. Domingo, 23 de octubre. Hora: 10:30

Misa retransmitida por la 2 de TVE desde la Catedral de

Sta. María Magdalena (Pl. de la Magdalena, 1. Getafe)

VIGILIA DE ORACIÓN CON LA VIDA CONSAGRADA. Viernes, 28 de octubre. Hora: 20:30

Lugar: Catedral Magistral de los Santos Justo y Pastor. (Plaza de los Santos Niños, s/n. Alcalá de Henares)

Vaticano

«La Carta»: Ve la luz el documental sobre Laudato Si’

Rome Reports·5 de octubre de 2022·Tiempo de lectura: < 1 minuto
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El documental, dirigido por Nicolas Brown, pretende ayudar a entender el problema del cambio climático en toda su magnitud pero también pretende ofrecer un mensaje de esperanza gracias a los testimonios de las personas que participan, entre ellas Francisco.

«La Carta» sigue a diversos defensores de la ecología de todo el mundo: un refugiado climático de Senegal, una joven activista de India, dos biólogos marinos de Estados Unidos y el líder de una comunidad indígena de Brasil.


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Mundo

Alexandre Goodarzy: «Durante mi cautiverio recordé el retiro ignaciano»

Alexandre Goodarzy fue liberado de su secuestro en Irak en marzo de 2020. Aquella experiencia le ha llevado a escribir un libro, Guerrero de la paz.

Bernard Larraín·5 de octubre de 2022·Tiempo de lectura: 4 minutos

Hace dos años, la opinión pública francesa seguía con atención la noticia del secuestro de tres miembros de la ONG “SOS Chrétiens d’Orient” en Irak. Como es prudente en este tipo de situaciones, los medios no dieron mayores informaciones para facilitar las negociaciones e intentos de liberar a los rehenes. Dos meses de cautiverio, que para los interesados parecieron años, terminaron gracias a múltiples gestiones diplomáticas y humanitarias. Alexandre Goodarzy, 38 años, casado y padre un niño, fue uno de ellos y decidió escribir su experiencia en un libro-testimonio Guerrero de la paz (“Guerrier de la Paix”). 

¿Cuál es tu historia? 

–Vengo de una familia y ambiente modestos, de una ciudad de inmigrantes. En aquella época, se trataba de una de las ciudades más peligrosas de Francia. Mi padre es iraní y mi madre francesa. Tuve una infancia y juventud complicada, violenta, a veces incluso ideológicamente extrema, como muchos de mis amigos. Además de cierta miseria material y social, mi entorno se caracterizó por una verdadera escasez cultural y espiritual. Durante mucho tiempo sentía un vacío existencial, una falta de “verticalidad” y de trascendencia en mi vida. Mi entorno, bastante marcado por el comunismo, era justamente lo contrario a lo que buscaba: familias monoparentales e inestables. 

En esos barrios, se vive una especie de choque de civilizaciones entre el cristianismo, cada vez más ausente, y el islamismo, cada vez más fuerte y dinámico. La pérdida de la propia identidad y de las raíces de la cultura judeo-cristiana ha provocado un vacío que el islam, y en particular, ciertas corrientes radicales, ha sabido aprovechar. Si este choque comienza apenas a ser visible a nivel más general en Francia y es por eso que algunos movimientos políticos intentan canalizar estas angustias y miedos, es la situación cotidiana de las comunidades cristianas en oriente desde hace muchos años. 

¿Recibiste educación cristiana?

–Mi historia personal está ligada al cristianismo porque fue la religión de mi hogar. De hecho, recibí los sacramentos. Sin embargo, mi fe no era muy fuerte y tampoco el ambiente me ayudaba, por lo que era fácilmente influenciado por ese entorno. El punto de inflexión en mi vida es claro y corresponde al encuentro que tuve con la comunidad de los franciscanos del Bronx que se instalaron en mi ciudad. Ellos me enseñaron que Dios es Amor; esta verdad fundamental no siempre es fácil de asimilar cuando la vida te ha mostrado que hay que pasar por etapas difíciles.

Estuve viviendo nueve meses en un convento, una especie de retiro espiritual para discernir mi vocación y prepararme a recibir la Confirmación. Durante ese retiro, sentí especialmente la presencia de Dios en una confesión donde pienso que incluso el sacerdote tuvo palabras proféticas pues solo las entendí años más tarde en Irak, estando secuestrado. La Confirmación fue para mí también un momento de fe muy fuerte al considerarme un soldado de Cristo. Las palabras que se pronuncian en esa ceremonia “Aquí estoy” me marcaron profundamente. 

En paralelo, realicé mis estudios universitarios y me convertí en profesor de colegio en Angers, aunque todavía sentía que no había encontrado completamente mi camino. Fue en Angers donde escuché por primera vez hablar de la asociación “SOS Chrétiens d’Orient”. 

Alexandre Goodarzy en los restos de una iglesia destruida

¿Qué es para ti SOS Chrétiens d’Orient? 

–Se podría decir de alguna manera que es mi vocación. Ésta se presentó a mí de manera inesperada. Un día, dando clases de geografía en el colegio donde trabajaba, uno de los alumnos comentó algo de unos jóvenes que iban a Siria a celebrar Navidad con comunidades cristianas de ese país. Aquello me llamó mucho la atención y me atrajo desde el primer momento. Así fue como pedí más información sobre esos aventureros que iban a Siria y entré en contacto con ellos. 

SOS Chrétien ha dado unidad a mi vida, a mis aspiraciones, a mi fe y a mi energía interior. Dicho de manera sencilla, nuestro objetivo es tratar que los cristianos de oriente puedan quedarse en sus países, es su derecho. No es una búsqueda parcial, es la búsqueda del bien común porque los cristianos son, en general, un factor de paz y de unidad en esos países. En occidente, hemos ido perdiendo ciertos ritos culturales y religiosos que estructuraban nuestra sociedad, que daban cierto ritmo a nuestra existencia.

En oriente, esos ritos y tradiciones siguen existiendo con el riesgo quizás de que estén siendo utilizados únicamente como símbolos de pertenencia a una comunidad, desvinculados de las razones de su existencia. Paralelamente, en Oriente el mal aparece de manera evidente con la guerra y las persecuciones; en Occidente el mal, al contrario, aparece como disfrazado de bien, de derechos, de tolerancia, por ejemplo el aborto o las persecuciones mediáticas. 

De manera más general e histórica, pero no menos espiritual, Francia tiene un rol importante de protección de los cristianos de Oriente desde la época del Rey San Luis. En este marco se inscribe también nuestro trabajo. Mi misión dentro de SOS Chrétiens d’Orient es el de ser responsable de desarrollo internacional. Enviamos numerosos jóvenes voluntarios a países de Oriente donde existen comunidades cristianas. 

¿Cómo fue tu secuestro? 

–Para saber todos los detalles tienes que leer mi libro que para eso lo escribí (risas). Estábamos en Bagdad con otros dos voluntarios para hacer unos trámites administrativos de nuestra asociación y, esperando en una calle en el coche, unas milicias se acercaron a nosotros, nos subieron a unas camionetas y de ahí no paramos más: cambios de lugares y de circunstancias, sin saber qué pasaba.

Los detalles concretos tienen su importancia pero lo fundamental es sin duda el factor espiritual. Me daba cuenta de que en cualquier momento podíamos morir y yo necesitaba confesarme. Me doy cuenta del valor de poder acudir a este sacramento cuando uno quiere. Recordé durante esos momentos de cautiverio el retiro ignaciano que había hecho y las ideas principales: en su angustia, Dios visita al hombre; el silencio te impone estar frente a ti mismo, no te puedes esconder. Dios estaba ahí y eso cambió para siempre mi vida. 

A fines de marzo de 2020, cuando se decretó el confinamiento y gracias a gestiones diplomáticas, nos liberaron. 

El autorBernard Larraín

Vaticano

El deporte, protagonista en un mundo nuevo

En septiembre tuvo lugar un evento en el Vaticano sobre el estado de salud del deporte en nuestros días y se firmará un Manifiesto por el deporte inclusivo. Omnes entrevista a su responsable, Santiago Pérez de Camino.

Giovanni Tridente·5 de octubre de 2022·Tiempo de lectura: 3 minutos

¿Por qué es importante la atención de la Iglesia a los valores del deporte?

—La Iglesia siempre ha estado involucrada en el mundo del deporte, empezando por sus Pontífices, que desde León XIII hasta el Papa Francisco lo han acompañado. Esta relación hunde sus raíces en los santos del siglo XIX, entre ellos san Juan Bosco, que percibió el gran potencial educativo y social del juego y, posteriormente, del deporte. Ya en 1906, la Iglesia se había organizado con una Federación de Asociaciones Deportivas Católicas Italianas y poco después también a nivel internacional. 

En 2004, Juan Pablo II, no por casualidad recordado como el atleta de Dios por su gran pasión por el deporte y por su profundo conocimiento de este fenómeno humano, intuyó la importancia de crear una Sección Iglesia y Deporte dentro del entonces Consejo Pontificio para los Laicos, hoy Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida. 

El Documento Dar lo mejor de uno mismo (2018) fue como un compendio de la doctrina sobre el deporte… 

—Si se quiere llamar así, ¿por qué no? Es un documento ágil, porque contiene la visión de la persona y del deporte que la Iglesia ha desarrollado a lo largo de más de un siglo de promoción y cercanía a la práctica deportiva, pero sin filosofías enrevesadas o teorías incomprensibles. 

Una visión que, por primera vez, ha encontrado forma estructurada. El documento explica en cinco capítulos el valor y el anclaje ético en el que se apoya la visión cristiana del deporte, ilumina el potencial educativo, social y espiritual del deporte, ofrece una lectura crítica de ciertos desafíos que el deporte contemporáneo afronta y, finalmente, propone ideas concretas para una metodología educativa a través del deporte. 

¿Qué impacto tuvo la suspensión de actividades durante la pandemia en la actividad deportiva y con qué consecuencias?

—La pandemia ha sido una prueba muy significativa para el mundo del deporte. Interrumpió o limitó gravemente las actividades durante muchos meses, poniendo de rodillas a todo el sistema, que mostró su fragilidad económica y su sostenibilidad general, acelerando procesos de transformación ya estaban presentes desde hacía tiempo. 

Por eso ahora ya podemos ver algunas de las consecuencias: las dificultades financieras y la resistencia económica; la crisis del voluntariado deportivo; la disminución del número de practicantes de las disciplinas tradicionales; la explosión de los deportes individuales, o más bien individualistas, favorecida también por la difusión de muchas aplicaciones digitales, que sin ser malas en sí mismas, fomentan la práctica de deportes en solitario; y el aumento del número de practicantes de deportes electrónicos. Un mundo del deporte que ha visto ampliarse aún más la brecha entre el deporte profesional de alto nivel, dedicado al espectáculo, y el deporte para todos, de carácter juvenil, amateur y social. 

¿Cómo favorecer que el deporte se vea como una actividad importante para el crecimiento integral de la persona?

—El deporte nunca ha sido una pura experiencia recreativa o de entretenimiento. Ciertamente, al hacer deporte, la gente se divierte y la dimensión recreativa sigue siendo la principal motivación que les acerca al deporte. Y es importante que no se pierda. Es una gran suerte para el deporte el que sea divertido, pero muchos lo han entendido y explotado el punto de vista puramente comercial, aprovechando la dimensión lúdica para convertirlo en entretenimiento. Afortunadamente, sigue teniendo muchos anticuerpos para resistir estas derivas. Hacer deporte es una práctica que implica no sólo la mente, sino también el cuerpo y el espíritu. Nos envuelve por completo y nos impregna de un estilo de vida hecho de virtudes como el sacrificio, la perseverancia, el compromiso, la búsqueda de la excelencia… 

Lecturas del domingo

La fe que sugiere gratitud al corazón. XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario (C) 

Andrea Mardegan comenta las lecturas del XXVIII domingo del tiempo ordinario y Luis Herrera ofrece una breve homilía en vídeo.

Andrea Mardegan·5 de octubre de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

La curación de la lepra de Naamán el Sirio sirve de contexto a la de los diez leprosos curados por Jesús. Se convenció a Naamán de que se lavara siete veces en el río Jordán y, curado, abrazó la fe en el Dios de Israel y, agradecido a Eliseo, decidió serle fiel para siempre, también en su propia tierra.

A los leprosos no estaba permitido acercarse, eran marginados por la comunidad, considerados impuros y culpables de grandes pecados. En el relato de Lucas su drama queda plasmado en esos dos verbos: “Vinieron a su encuentro” y “Se pararon a lo lejos”. Quieren conocer a Jesús, pero la ley de Moisés les prohíbe acercarse a él. Superan la distancia física gritándole: “Ten compasión de nosotros”, la petición que en la Biblia se dirige sobre todo a Dios. Lo dicen con una sola voz, un ejemplo de oración concorde, llamándole Maestro, declarándose sus discípulos. Jesús escucha su oración, y su primera respuesta es su mirada: trae a esta tierra la mirada benévola de Dios para la salvación del hombre: “El Señor mira desde el cielo, se fija en todos los hombres” (Sal 33, 13). Luego les dice que se presenten ante los sacerdotes, una orden que podría parecer ilógica: estaba prescrito que los sacerdotes verificaran la curación y dieran permiso para volver a entrar en la sociedad civil y religiosa, ¡pero ellos aún no estaban curados! Los leprosos van de todos modos: creen, como Naamán, que se baña en el Jordán. Y su fe se ve recompensada: se curan por el camino. Pero sólo uno vuelve a Jesús, lleno de gratitud: alabando a Dios con gran voz se postra a sus pies para darle las gracias. Cree que es Dios quien actúa en Jesús. Lucas señala: es un samaritano. Esto también es chocante porque Jesús, en su grandeza de corazón, lo ha enviado a los sacerdotes a pesar de no pertenecer al pueblo de Israel. 

Una vez más en el Evangelio, como había ocurrido con el centurión, es un extranjero el que tiene una fe ejemplar. Una fe que le ha llevado a seguir el impulso de su corazón. Los otros nueve quedaron atrapados por las prisas por conseguir la aprobación de los sacerdotes para volver a entrar en su comunidad y en su familia. Han obedecido a la letra las instrucciones de Jesús. El samaritano, en cambio, ha obedecido lo que su fe sugería a su corazón, y que ha conmovido el corazón de Jesús. Su fe inicial lo ha “purificado”, su fe plena lo ha “salvado”. Fue la fe la que le impulsó a volver a Jesús para mostrarle su amor, que le ha ayudado a prescindir del consenso de los otros nueve que pensaban de otro modo, y a anteponer la gratitud a Dios y su relación con Jesús al cumplimiento de la costumbre. Es la misma prioridad que Pablo le recuerda a Timoteo: “Acuérdate de Jesucristo”. Con él viviremos, con él reinaremos.

La homilía sobre las lecturas del domingo XXV

El sacerdote Luis Herrera Campo ofrece su nanomilía, una pequeña reflexión de un minutos para estas lecturas.

Enseñanzas del Papa

El Espíritu Santo, los pobres y la teología

Como cada mes, estudiamos los diversos textos y alocuciones del Santo Padre el Papa Francisco, para encontrar los principales temas de su magisterio y acompañar lo que interesa a su pensamiento y su corazón.

Ramiro Pellitero·4 de octubre de 2022·Tiempo de lectura: 8 minutos

Entre las enseñanzas del Papa durante estas últimas semanas, hemos escogido tres temas aparentemente muy distintos, pero en realidad interconectados: el Espíritu Santo, los pobres, la teología. 

Caminar con el Espíritu Santo: pedir, discernir, salir

En la homilía de Pentecostés (5-VI-2022) se reconocía el Papa impresionado por una palabra del Evangelio: “El Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho” (Jn 14, 26). ¿Qué significa ese “todo”?, se preguntaba, y respondía: no es cuestión de cantidad ni erudición, sino de cualidad, de perspectiva y olfato, pues el Espíritu nos hacer ver todo de modo nuevo, según la mirada de Jesús. “En el gran camino de la vida, Él nos enseña de dónde partir, qué vías tomar y cómo caminar”. Y así explicó esos tres aspectos. 

Primero, de dónde partir. Estamos acostumbrados a pensar que, si cumplimos los mandamientos, entonces amamos. Pero Jesús lo ha dicho al revés: “Si me amáis, guardaréis mis mandamientos”. El amor es el punto de partida, y ese amor no depende sobre todo de nuestras capacidades porque es don suyo. De ahí que hay que pedirlo al Espíritu Santo, “motor” de la vida espiritual. Como en otras ocasiones, Francisco ha señalado que el Espíritu Santo es la “memoria” de Dios, en varios sentidos. 

De un lado, el Espíritu Santo es una “memoria activa, que enciende y reaviva el afecto de Dios en el corazón”; es decir, nos recuerda su misericordia, su perdón, su consuelo. De otro lado, aunque nosotros nos olvidáramos de Dios, Él se acuerda de nosotros continuamente; y no en general, sino que “cura” y “sana” nuestros recuerdos, sobre todo nuestras derrotas, errores y fracasos, porque nos recuerda siempre el punto de partida: el amor de Dios. Y así el Espíritu “pone orden en la vida: nos enseña a acogernos, nos enseña a perdonar, a perdonarnos”. No es fácil perdonarse a uno mismo: el Espíritu nos enseña ese camino, nos enseña a reconciliarnos con el pasado.  A recomenzar.

En segundo lugar, nos indica qué caminos tomar. Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, dice San Pablo, “no andan conforme a la carne, sino conforme al espíritu” (Rm 8, 4). Por tanto, además de pedir el amor al espíritu Santo, hay que “aprender a discernir para entender dónde está la voz del Espíritu, reconocerla y seguir el camino, seguir las cosas que Él nos dice”. 

Esto no es nada genérico, explica Francisco: el Espíritu Santo nos corrige, nos impulsa a cambiar a esforzarnos, sin dejarnos llevar por los caprichos. Y cuando fallamos, no nos deja en el suelo (como hace el espíritu maligno), sino que nos lleva de la mano, nos consuela y nos anima. En cambio, la amargura, el pesimismo, la tristeza, el victimismo, las quejas, la envidia… no vienen del Espíritu Santo, sino del mal. 

Además, añade el Papa, el Espíritu no es idealista sino concreto: “Quiere que nos concentremos en el aquí y ahora”; no en las fantasías ni en las murmuraciones, ni en la nostalgia del pasado, ni en los temores o falsas esperanzas del futuro. Y es claro a qué se refiere Francisco: “No, el Espíritu Santo nos lleva a amar aquí y ahora, en concreto: no un mundo ideal, una Iglesia ideal, una congregación religiosa ideal, sino lo que está ahí, a la luz del sol, con transparencia, con sencillez”

En tercer lugar, el Espíritu Santo nos enseña cómo caminar. Como a los discípulos, nos hace salir del encierro para anunciar, abrirnos a todos y a las novedades de Dios, ser hogar acogedor y olvidarnos de nosotros mismos. Y así rejuvenece a la Iglesia. “El Espíritu” –observa el sucesor de Pedro– “nos libera de la obsesión por las urgencias y nos invita a caminar por caminos antiguos y siempre nuevos, los del testimonio, los caminos del buen ejemplo, los caminos de la pobreza, los caminos de la misión, para liberarnos de nosotros mismos y enviarnos en el mundo”.

Incluso, concluye, el Espíritu es autor de una aparente división, ruido y desorden, como sucedió en la mañana de Pentecostés. Pero en el fondo trabaja por la armonía: “Él crea división con carismas y Él crea armonía con toda esa división, y esa es la riqueza de la Iglesia”.

El Espíritu Santo, “maestro” y “memoria” viva

En el Regina Caeli del mismo domingo de Pentecostés, el Papa acudió a dos imágenes para explicar el papel del Espíritu Santo con nosotros: como “maestro” y, de nuevo, como “memoria”.

En primer lugar, Espíritu Santo enseña a superar la distancia que puede parecer que existe entre el mensaje del Evangelio y la vida cotidiana. Ya que Jesús vivió hace dos mil años en situaciones muy distintas, el Evangelio puede parecer inadecuado para nuestras necesidades y problemas. ¿Qué puede decir el Evangelio -podríamos preguntarnos– en la era de internet, en la era de la globalización? 

Pero el Espíritu Santo es “especialista en salvar distancias”: “conecta las enseñanzas de Jesús con cada tiempo y cada persona”. Actualiza la enseñanza de Jesús, resucitado y vivo, ante los problemas de nuestro tiempo. 

Es propio del Espíritu “re-cordar” (traer de vuelta al corazón) las palabras de Cristo. Antes de Pentecostés, los apóstoles habían escuchado a Jesús muchas veces, pero le habían entendido poco. Así nosotros: el Espíritu Santo nos hace recordar y entender: “Hace pasar de lo ‘oído’ al conocimiento personal de Jesús, que entra en el corazón”. Y así el Espíritu cambia nuestra vida: “Hace que los pensamientos de Jesús se conviertan en nuestros pensamientos”

En cambio, sin el Espíritu, advierte Francisco, la fe se vuelve olvidadiza, perdemos la memoria viva del amor del Señor, quizá con motivo de un esfuerzo, de una crisis, de una duda. Por eso, nos propone el Papa,hemos de invocar con frecuencia el Espíritu: “Ven, Espíritu Santo, recuérdame a Jesús, ilumina mi corazón”

La pobreza que libera

El 13 de junio Francisco publicó su Mensaje para la VI Jornada mundial de los pobres, que se celebrará el mismo día del próximo noviembre. El lema resume la enseñanza y la propuesta. “Jesucristo se hizo pobre por vosotros (cfr. 2Co 8, 9)”. Se trata de una sana provocación, dice Francisco, “para ayudarnos a reflexionar sobre nuestro estilo de vida y sobre tantas pobrezas del momento presente”.

También en el actual contexto de conflictos, enfermedad y guerras, Francisco evoca el ejemplo de San Pablo, que organizó colectas, por ejemplo, en Corinto, para atender a los pobres de Jerusalén. Se refiere concretamente a las colectas de la misa del domingo. “Por indicación de Pablo, cada primer día de la semana recogían lo que habían logrado ahorrar y todos eran muy generosos”. También nosotros debemos serlo por el mismo motivo, como signo del amor que hemos recibido de Jesucristo. “Es un signo que los cristianos siempre han realizado con alegría y sentido de responsabilidad, para que a ninguna hermana o hermano le falte lo necesario”, como atestigua ya san Justino (cfr. Primera Apología, LXVII, 1-6).

Así el Papa nos exhorta a no cansarnos de vivir la solidaridad y la acogida: “Como miembros de la sociedad civil, mantengamos viva la llamada a los valores de libertad, responsabilidad, fraternidad y solidaridad. Y como cristianos encontremos siempre en la caridad, en la fe y en la esperanza el fundamento de nuestro ser y nuestro actuar”. Ante los pobres, es necesario renunciar a la retórica, a la indiferencia, al mal uso de los bienes materiales. No se trata de un mero asistencialismo. Tampoco del activismo: “No es el activismo lo que salva, sino la atención sincera y generosa que permite acercarse a un pobre como a un hermano que tiende la mano para que yo me despierte del letargo en el que he caído”. 

Por eso, añade con palabras exigentes de su exhortación programática Evangelii gaudium: “Nadie debería decir que se mantiene lejos de los pobres porque sus opciones de vida implican prestar más atención a otros asuntos. Ésta es una excusa frecuente en ambientes académicos, empresariales o profesionales, e incluso eclesiales. […] Nadie puede sentirse exceptuado de la preocupación por los pobres y por la justicia social” (n.  201). 

Y concluye el obispo de Roma señalando dos tipos bien distintos de pobreza: “Hay una pobreza –la carestía y la miseria– que humilla y mata, y hay otra pobreza, la suya –la de Cristo–, que nos libera y nos hace felices”.

La primera, afirma, es hija de la injusticia, la explotación, la violencia y la injusta distribución de los recursos. “Es una pobreza desesperada, sin futuro, porque la impone la cultura del descarte que no ofrece perspectivas ni salidas”

Esta pobreza que con frecuencia es extrema, también afecta a “la dimensión espiritual que, aunque a menudo sea descuidada, no por esto no existe o no cuenta”

Se trata, en efecto, de un fenómeno por desgracia frecuente en la dinámica actual del beneficio sin el contrapeso –que debería ser lo primero y que no se opone al justo beneficio– del servicio a las personas. 

Y esa dinámica es implacable, tal como describe Francisco: “Cuando la única ley es la del cálculo de las ganancias al final del día, entonces ya no hay freno para pasar a la lógica de la explotación de las personas: los demás son sólo medios. No existen más salarios justos, horas de trabajo justas, y se crean nuevas formas de esclavitud, sufridas por personas que no tienen otra alternativa y deben aceptar esta venenosa injusticia con tal de obtener lo mínimo para su sustento”.

En cuanto a la pobreza que libera (la virtud del desprendimiento o de la pobreza voluntaria), es fruto de la actitud de desprendimiento que debe cultivar todo cristiano: “La pobreza que libera, en cambio, es la que se nos presenta como una elección responsable para aligerar el lastre y centrarnos en lo esencial”

Observa el Papa que hoy muchos buscan atender a los más pequeños, débiles y pobres, porque lo ven como una necesidad propia. Lejos de criticar esta actitud, la valora a la vez que aprecia este papel educativo de los pobres hacia nosotros: “El encuentro con los pobres permite poner fin a tantas angustias y miedos inconsistentes, para llegar a lo que realmente importa en la vida y que nadie nos puede robar: el amor verdadero y gratuito. Los pobres, en realidad, antes que ser objeto de nuestra limosna, son sujetos que nos ayudan a liberarnos de las ataduras de la inquietud y la superficialidad”.

El servicio de la teología 

Un tercer tema, que interesa sobre todo a los educadores cristianos, es el de la teología como servicio. En un discurso con motivo de los 150 años de la revista teológica La Scuola Cattolica, del seminario de Milán (17-VI-2022), el Papa ha puesto de relieve tres aspectos importantes de cómo ha de entenderse hoy la teología.  

Primero, la teología es un servicio a la fe viva de toda la Iglesia, no solo de los sacerdotes, de los religiosos o de los maestros de religión. Todos necesitamos de ese trabajo, que consiste en “interpretar la fe, de traducirla y retraducirla, de hacerla comprensible, de exponerla con palabras nuevas […], el esfuerzo por redefinir el contenido de la fe en cada época, en el dinamismo de la tradición”. Es importante, señala Francisco, que los contenidos de la predicación y de la catequesis sean “capaces de hablarnos de Dios y de responder a los interrogantes sobre el sentido que acompañan la vida de las personas, y que muchas veces no tienen el valor de formular abiertamente”.

Como consecuencia del primer punto, el Papa subraya: “La renovación y el futuro de las vocaciones sólo es posible si hay sacerdotes, diáconos, consagrados y laicos bien formados”, frente al individualismo e indiferentismo propios de nuestra época. Y esto implica una enseñanza acompañada siempre por la vida del que enseña, su generosidad y disponibilidad hacia los demás, su capacidad de escucha (y también, cabría añadir, enlazando con el tema anterior, su desprendimiento personal de los bienes).

Tercero y último, consecuencia de todo lo anterior, la teología está al servicio de la evangelización, a partir del diálogo y la acogida. De fondo está la acción del Espíritu Santo en el teólogo y en sus interlocutores. Francisco traza en algunas pinceladas un perfil del teólogo y de la teología de nuestro tiempo.

El teólogo debe ser“hombre espiritual, humilde de corazón, abierto a las infinitas novedades del Espíritu y cercano a las heridas de la humanidad pobre, descartada y doliente”. Así es, dice, porque sin humildad no hay compasión ni misericordia, ni capacidad para encarnar el mensaje del Evangelio, ni hablar al corazón, ni alcanzar, por tanto, la plenitud de la verdad a la que conduce el Espíritu.

La teología necesita vivir de los contextos y respondera las necesidades reales de la gente. Esto, dice Francisco como en otras ocasiones, es contrario a una teología de “escritorio”, y significa la capacidad de “acompañar los procesos culturales y sociales, en particular las transiciones difíciles, asumiendo también la responsabilidad de los conflictos”

Como vemos, el obispo de Roma sigue pendiente de la situación actual, complicada en distintos frentes. En cualquier caso, añade que “debemos cuidarnos de una teología que se agota en la disputa académica o que mira a la humanidad desde un castillo de cristal” (cfr. Carta al Gran Canciller de la Pontificia Universidad Católica Argentina, 3-III-2015).

La teología ha de servir para dar vida y sabor a la vez que conocimiento, a la vida cristiana; para evitar la tibieza y promover el discernimiento sinodal desde las comunidades locales, en diálogo con las trasformaciones culturales.

Evangelización

San Francisco de Asís, un santo perenne

Hoy, 4 de octubre, se celebra la fiesta de san Francisco de Asís, el fundador de los franciscanos. Sus enseñanzas han sido relanzadas en los últimos años gracias a la devoción personal del Papa Francisco. En este texto se narra una de las anécdotas más famosas de su vida, que ilustra bien su personalidad.

Juan Ignacio Izquierdo Hübner·4 de octubre de 2022·Tiempo de lectura: 4 minutos

Tierra Santa. Lugar Santo custodiado por los frailes franciscanos. Yo los vi cuando hice mi peregrinación a esos parajes en el año 2016, un año antes de que se cumpliera el 800 aniversario de la llegada de los franciscanos a la zona. Estaban siempre con una sonrisa de disponibilidad, atendían a todos con humildad y dialogaban con unos y otros; daba gusto saludarlos o preguntarles algo. Años más tarde, en el 2020, visité la Basílica de san Francisco, en Asís, y entonces me enteré de una anécdota buenísima que explica bastante el entusiasmo con que los franciscanos han asumido el encargo de esa Custodia.

Historia de la basílica

San Francisco murió en el año 1226 (cuando tenía solo 44 años, una lástima). Dos años después fue proclamado santo; para entonces muchísima gente estaba empeñada en construir una Basílica para que albergara su tumba. Cómo sería el clamor, que al día siguiente de la canonización, el Papa Gregorio IX en persona fue a la ciudad del santo para poner la primera piedra. Con participación de mucha gente y durante más de un siglo, se construyó un santuario blanco y enorme; situado en el borde oeste de la colina más humilde de la ciudad, con unas vistas pacíficas hacia el valle de Espoleto. 

Cuando entras en la basílica superior (hay otra inferior y, todavía más abajo, una cripta) te encuentras con un espacio alto, luminoso y dorado, con techo azul y estrellado, en el que quedas rodeado por los 28 frescos de Giotto, el famoso pintor florentino, artista cumbre del “Trecento”, en los que relata las “Historias de la vida de San Francisco” según la hagiografía que escribió san Buenaventura. Es para impresionarse. Y cuando te dicen que era la primera vez en la historia que se pintaba un ciclo pictórico con la entera vida de un santo dentro de una iglesia, lo valoras más. En la pared derecha, rápidamente te encuentras con un panel intrigante, que representa la anécdota que anuncié al principio: la prueba de fuego frente al sultán de Egipto, Al-Kamil al-Malik. Y cuidado con ese fuego, que tiene su historia.  

La prueba de fuego

Junio de 1219. Los cruzados habían acampado en el norte de África, bajo las murallas de Damieta, para luchar contra el sultán de Egipto, Al-Kamil al-Malik, e intentar así recuperar el dominio de Tierra Santa. San Francisco, encendido en el amor de Dios y con deseos de morir mártir, viajó al frente para pedir un encuentro con el sultán. 

En cuanto Francisco cruzó la línea del frente, los sarracenos lo tomaron prisionero y lo llevaron a la presencia del sultán. Justo lo que el santo quería, pues entonces tuvo tiempo para estar con él (dicen que podría haber estado hasta tres semanas en su compañía) y le predicó sobre Dios uno y trino, sobre la salvación que nos ganó Jesucristo, etc. Por lo visto, si bien el sultán era un hombre sociable (el historiador musulmán al-Maqrizi asegura: “Al-Kamil amaba mucho a los hombres de saber, gustaba de su compañía”). San Francisco, un hombre modesto, le agradó especialmente. ¿Cómo se desarrolló ese encuentro? San Buenaventura lo relata con enjundia, así que mejor te dejo con él: 

“Observando el sultán el admirable fervor y virtud del hombre de Dios, lo escuchó con gusto y lo invitó insistentemente a permanecer consigo. Pero el siervo de Cristo, inspirado de lo alto, le respondió: ´Si os resolvéis a convertiros a Cristo tú y tu pueblo, muy gustoso permaneceré por su amor en vuestra compañía. Mas, si dudas en abandonar la ley de Mahoma a cambio de la fe de Cristo, manda encender una gran hoguera, y yo entraré en ella junto con tus sacerdotes, para que así conozcas cuál de las dos creencias ha de ser tenida, sin duda, como más segura y santa`. 

Respondió el sultán: ´No creo que entre mis sacerdotes haya alguno que por defender su fe quiera exponerse a la prueba del fuego, ni que esté dispuesto a sufrir cualquier otro tormento`. Había observado, en efecto, que uno de sus sacerdotes, hombre íntegro y avanzado en edad, tan pronto como oyó hablar del asunto, desapareció de su presencia. 

Entonces, el santo le hizo esta proposición: «Si en tu nombre y en el de tu pueblo me quieres prometer que os convertiréis al culto de Cristo si salgo ileso del fuego, entraré yo solo a la hoguera. Si el fuego me consume, impútese a mis pecados; pero, si me protege el poder divino, reconoceréis a Cristo, fuerza y sabiduría de Dios, verdadero Dios y Señor, salvador de todos los hombres.

El sultán respondió que no se atrevía a aceptar dicha opción, porque temía una sublevación del pueblo. Con todo, le ofreció muchos y valiosos regalos, que el varón de Dios rechazó cual si fueran lodo” (“Leyenda Mayor”, 9,8). 

Los franciscanos en Tierra Santa

¿Cómo iba a temer San Francisco el fuego, si el fuego habitaba dentro de él? Chesterton lo imaginaba así: “en sus ojos brillaba el fuego que le agitaba día y noche”. Al final del encuentro, el “poverello” regresó a Italia y el sultán se quedó luchando. Pero la relación entre cristianos y musulmanes, según el estilo de san Francisco, permanece. 

Los franciscanos sentían una llamada de Dios para custodiar Tierra Santa, algunos ya se habían lanzado a esa misión en el año 1217, y el fogoso ejemplo de su fundador en el 1219 los reafirmó en ese empeño. Desde que san Francisco se reunió con Al-Kamil y quedaron en tan buenas relaciones, tanto los cruzados como los musulmanes que se disputaban el dominio de los Lugares Santos contaron con un recurso valiosísimo que les llenó de respeto por los frailes: el audaz y humilde ejemplo de san Francisco en el diálogo con los hermanos de otras religiones. 

Es lo que dijo el anterior ministro general de los Hermanos Menores, cuando celebraron los 800 años del encuentro entre San Francisco y el sultán: “Muchos contemporáneos de san Francisco y del Sultán estaban de acuerdo en que la única respuesta al desafío mutuo era el conflicto y el choque. Los ejemplos de Francisco y del Sultán presentan una opción diferente. Ya no se puede insistir en que el diálogo con los musulmanes es imposible”. 

Por mi parte, desde que vi este fresco de Giotto y me contaron la anécdota sobre la prueba de fuego, entendí mejor las sonrisas, el espíritu de servicio y las maneras tan amables y abiertas de los franciscanos que conocí en los Lugares Santos. La presencia de los franciscanos en Medio Oriente tuvo un estreno fulgurante con un diálogo, y gracias a ese espíritu han sido capaces de permanecer tantos siglos allí, fieles a los encargos de los papas, felices servidores de Cristo. Que Dios les siga infundiendo paz y bien.

El autorJuan Ignacio Izquierdo Hübner

La gran renuncia

Francisco y Teresa, lo que más querían no era ser santos, sino felices. Y buscando esta felicidad, encontraron la perla por la que vale la pena dejarlo todo.

4 de octubre de 2022·Tiempo de lectura: 3 minutos

El inicio del mes de octubre trae consigo las fiestas de dos pequeños grandes santos, pequeños porque se distinguieron por su humildad y pobreza, pero grandes porque su testimonio continúa impresionando al mundo entero: Francisco de Asís y Teresa de Lisieux. ¿Qué nos dicen hoy?

Cuando me preguntan sobre el mensaje de los santos en general, suelo responder que su principal característica es que eran felices. ¿Qué otra cosa produce el encuentro personal con Jesucristo sino felicidad y plenitud? ¿Qué es la fe sino la convicción de que existe Dios y que nos ama tal y como somos satisfaciendo de forma extraordinaria nuestros anhelos? «¡Cuántas cosas tengo que agradecer a Jesús, que ha sabido colmar todos mis deseos!», exclama la joven doctora de la Iglesia en su célebre “Historia de un alma”.

Francisco y Teresa, lo que más querían no era ser santos, sino felices. Y buscando esta felicidad, encontraron la perla por la que vale la pena dejarlo todo. Aunque la vida de ambos discurrió por senderos muy distintos, los dos encontraron su camino hacia la felicidad (hacia la santidad) en su desapego de las cosas materiales y de sí mismos.

La carrera hacia el ser y el tener es una de las trampas mortales en las que el ser humano se empecina en participar sin darse cuenta de que está trucada. Como hámsters en su rueda giratoria, corremos y corremos para llegar a ningún sitio, porque no conozco a ningún rico que esté satisfecho y no quiera ganar un millón más; y no conozco a ninguna personalidad que, por muy alto que haya llegado, no quiera subir un peldaño más.

La prensa del corazón ha convertido esta carrera cruenta en su particular negocio. En la arena del circo mediático, los gladiadores ricos y famosos se baten en duelo. Un día se les encumbra y proclama campeones, mientras que al día siguiente se les hunde en la miseria. Sus vidas se abren en canal a la vista de todos y, al público, envidioso de su éxito, le encanta verlos caer y fracasar.

A pequeña escala pasa también. En los pueblos, en los vecindarios, el seno de las empresas e instituciones, en las grandes familias, entre los propios compañeros de clase, en cualquier grupo humano hay quien sube y quien, muy a su pesar, baja. Pero ¿bajar por gusto? ¿buscar ser el último? ¿Rechazar la tentación de ganar más, de ser más que el otro?  ¿Y todo ello, no por masoquismo sino porque les hace más felices? ¡A ver si va a ser verdad que el dinero no da la felicidad!

Estoy convencido de que esta verdad que nos revela el Evangelio (y que como verdad objetiva sirve tanto para cristianos como para ateos) está detrás, aunque solo sea como intuición, del fenómeno que se ha venido a llamar “la gran renuncia”. Se trata de un movimiento detectado sobre todo en EE.UU. pero que se está extendiendo por todo el mundo occidental tras la pandemia, por el que millones de trabajadores están abandonando sus puestos de trabajo, en ocasiones extraordinariamente bien remunerados, renunciando al carrerismo y apostando por formas de vida más sencillas y satisfactorias.

Quizá ninguno lleguemos a ser como il poverello de Asís que describía la “perfecta alegría” como llegar a uno de los conventos de la congregación que él fundó en una gélida noche, cansado, muerto de hambre, mojado y aterido y, tras suplicar ser acogido, recibir un portazo en la cara; pero sí que es sin duda el ideal evangélico que Jesús nos enseñó y que tan bien cantó San Pablo en su famoso himno de la epístola a los Filipenses.

Teresa y Francisco, Francisco y Teresa, nos enseñan que la pobreza y la humildad, el “no obrar por ostentación” y el “considerar a los demás como superiores” no son vicios de débiles buenistas, sino virtudes heroicas de quienes son capaces de dar el salto de la mentira de la competición por ser más, a la verdad de la humildad inscrita en el corazón del ser humano y manifestada en Cristo Jesús. Frente a nuestras insignificantes pero necesarias renuncias, Él dejó clavado en la cruz, el mayor mensaje de amor que jamás se haya escrito. Aquella sí que fue la gran renuncia.

El autorAntonio Moreno

Periodista. Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Bachiller en Ciencias Religiosas. Trabaja en la Delegación diocesana de Medios de Comunicación de Málaga. Sus numerosos "hilos" en Twitter sobre la fe y la vida cotidiana tienen una gran popularidad.

Vaticano

El Estado de la Ciudad del Vaticano, pasado y presente

Desde la Santa Sede el Papa gobierna la Iglesia universal. Para conseguirlo se apoya en la existencia de un Estado, el Estado de la Ciudad del Vaticano, que le garantiza la independencia suficiente para llevar a cabo su labor.

Ricardo Bazán·4 de octubre de 2022·Tiempo de lectura: 11 minutos

La brecha de la Puerta Pía el 20 de septiembre de 1870, en la ciudad de Roma, marcó la pérdida de los Estados Pontificios, símbolo del poder temporal del Papa a lo largo de los siglos. Este hecho histórico puede ser abordado desde diversos puntos de vista: político, histórico, jurídico, eclesiástico. Para la Iglesia católica, y en particular para el Papa Pío IX, fue una situación traumática. Es lógico que nos hagamos la pregunta de si a la Iglesia le interesaba seguir conservando unos territorios y un poder temporal cuando su misión es sobrenatural. Lo cierto es que esos territorios se perdieron para siempre y ello significó la unificación del territorio italiano en el Reino de Italia. Sin embargo, hoy en día nos encontramos con que en territorio italiano, en la ciudad de Roma, se encuentra uno de los estados más pequeños del mundo, con tan solo 0.49 km2: el Estado de la Ciudad del Vaticano.

La cuestión romana

Tras la caída de los Estados Pontificios, se produce una fractura de las relaciones entre la Iglesia y el nuevo Reino de Italia, conocida como la cuestión romana. En esta cuestión, Pío IX no reconoce al reino italiano y decide considerarse como prisionero en el Vaticano, unos territorios al otro lado del río Tíber, donde se levanta la basílica de San Pedro. Hasta ese momento, los Papas habían vivido en el Palacio del Quirinal, ahora sede del presidente de la República de Italia. 

Fue tan fuerte la presión que Pío IX ejercía que prohibió a los católicos italianos participar en las elecciones. No podían ser elegidos ni ser electores (nè eletti, nè elettori), como un modo de protesta, a la vez que se buscaba no legitimar la existencia del estado italiano. Así las cosas, la cuestión romana permaneció abierta hasta su resolución con los Pactos Lateranenses de 1929, a través de los cuales se crea el Estado de la Ciudad del Vaticano.

Independencia necesaria

¿Por qué a la Iglesia le interesaba mantener un territorio? Básicamente se trata de la independencia en las cosas temporales. Esta ha sido una lección de siglos. La paz de Constantino significó un respiro para los cristianos frente a las cruentas persecuciones romanas. Sin embargo, el precio a pagar parece haber sido alto, pues desde ese momento la Iglesia debió someterse al poder del emperador, más adelante, a los intereses de los distintos reyes o príncipes que buscaron hacerse con el poder tras la caída del imperio de Carlomagno. Quedó claro que convenía tener unos territorios que garantizaran una cierta independencia del poder temporal, aunque eso incluyera tener su propio ejército y su propia armada. Sin embargo, para la entonces cristiandad europea, el verdadero poder del Papa era un poder en las cosas divinas.

Los Papas que sucedieron a Pío IX tenían claro que era necesario poner punto final a la cuestión romana, no sólo por la falta de relaciones con Italia, sino también para que la Iglesia pudiera ejercer su misión. Durante el resto del pontificado de Pío IX la Iglesia pareció haberse cerrado al mundo, y los esfuerzos de León XIII no fueron suficientes, mientras no se resolviera esa fractura. Es así que iniciaron las conversaciones entre las dos partes, que culminaron con la firma de los tratados en el Palacio del Laterano, el 11 de febrero de 1929, teniendo como contenido el reconocimiento de la independencia y soberanía de la Santa Sede y la creación del Estado de la Ciudad del Vaticano. Además incluía el concordato que definía las relaciones civiles y religiosas en Italia entre la Iglesia y el gobierno italiano. Todo esto bajo la batuta del entonces Cardenal Secretario de Estado, Pietro Gasparri, del lado de la Santa Sede, y Jefe del gobierno Primer Ministro, Benito Mussolini, por el Reino de Italia.

Estas relaciones son muy estrechas, teniendo en cuenta que hablamos de un territorio dentro del estado italiano. Por eso mismo, en el Concordato se establece que Italia garantiza la soberanía del Estado Vaticano, evitando cualquier tipo de injerencia, incluso de posibles ocupantes. Por ejemplo, en caso de que Italia entre en guerra, como sucedió en la Segunda Guerra Mundial. El Concordato desciende a detalles tales como el aprovisionamiento del agua, así como el sistema ferroviario; de hecho, el Vaticano cuenta con su propia estación, que actualmente funciona, y permite que los visitantes, partiendo desde la antigua estación, puedan ir en tren a Castel Gandolfo, una residencia papal ubicada en la localidad del mismo nombre.

Funcionamiento del Estado

Aunque para la mayoría de personas el Estado de la Ciudad del Vaticano y la Santa Sede son lo mismo, lo cierto es que son dos entidades que conviene diferenciar para entender mejor cómo funciona el gobierno de la Iglesia. La Santa Sede es el organismo que dirige la Iglesia en todo el mundo. A su cabeza está el Papa, que gobierna asistido por los dicasterios. El Estado Vaticano, por el contrario, es la institución que da soporte material a las entidades que gobiernan la Iglesia. Aunque su máxima autoridad también es el Papa, sus funciones están delegadas en una comisión para el gobierno de la Ciudad del Vaticano.

¿Cómo funciona el Estado de la Ciudad del Vaticano? En primer lugar, habría que decir que estamos frente a un Estado muy particular, pues técnicamente es una monarquía, en cuanto que el Papa es el máximo jerarca, que ostenta todos los poderes, es decir, el poder ejecutivo, el poder legislativo y el poder judicial. Esto es así porque el estado fue creado para garantizar la independencia de la Santa Sede en el desarrollo de su misión evangelizadora. Por eso, el Papa reside allí y tiene todas las prerrogativas que corresponden a un monarca. Esto es extraño en nuestros tiempos porque los actuales reyes o monarcas no ejercen un verdadero poder como antaño, sino que son figuras representativas con algunas funciones de jefes de Estado. En la actualidad son más bien otros órganos, como los parlamentos los que ejercen el poder. Sin embargo, los organismos que componen al Estado Vaticano han sido reducidos a la mínima expresión, según las necesidades del caso y siempre mirando la misión de la Iglesia. Un ejemplo de ello es que su población es de 618 habitantes, de los cuales solo 246 viven dentro de las murallas vaticanas, incluidos los miembros de la Guardia Suiza.

Los tres poderes

Si bien es cierto que el Papa ostenta todo el poder, por motivos de prudencia y de buen gobierno, este poder lo ejercen de manera permanente algunos órganos que han sido designados para eso. Así pues, el poder judicial reside en un juez único, una Corte de Apelación y una Corte de Casación, los cuales ejercen sus funciones en nombre del Papa. Por otro lado, el poder legislativo es ejercido tanto por el romano pontífice, como por la Pontificia Comisión para el Estado de la Ciudad del Vaticano. Por último, el poder ejecutivo lo ejerce el cardenal Presidente de la Pontificia Comisión para el Estado de la Ciudad del Vaticano, cuyo nombre simplificado es el de Presidente del Governatorato, actualmente Mons. Fernando Vérgez Alzaga.

Como todo Estado, necesita de un cuerpo u organismo que proteja a los ciudadanos, y por supuesto, al Papa, por ello, el Estado de la Ciudad del Vaticano cuenta con el Cuerpo de la Gendarmería. Ellos se encargan del orden público, la seguridad y la función de policía judiciaria. Este organismo tiene una antigüedad de dos siglos, cuando ostentaba el nombre de Cuerpo de Carabineros Pontificios. De hecho, fueron ellos los que tuvieron que hacer frente a las tropas que tomaron Roma en 1870. Unido a este cuerpo, se encuentran el Cuerpo de Bomberos, cuya función, además de extinguir incendios, consiste en brindar seguridad y cuidar la vida y los bienes antes diversas catástrofes. El trabajo de estos dos cuerpos no es poca cosa pues, aunque se trate de un territorio muy pequeño, cada día deben hacer frente a miles de peregrinos que visitan este original estado, especialmente la basílica de San Pedro y los Museos Vaticanos.

En efecto, esto último es algo muy peculiar, pues estamos hablando de un estado, por lo tanto, tiene sus fronteras, a pesar de estar dentro de otro Estado. El Estado Vaticano está rodeado por las antiguas murallas, que lo protegen y que al mismo tiempo lo delimitan, sin embargo, existen algunos ambientes a los que los visitantes sí pueden acceder, como son los ya mencionados, la basílica de San Pedro y los Museos Vaticanos, que cada día reciben a miles de personas que llegan a rezar o a visitar las incalculables obras de arte que allí se encuentran.

La basílica de San Pedro

Muchos otros monumentos custodian las murallas vaticanas. La basílica de San Pedro es una de las principales, pero dentro de ella podemos visitar las Grutas Vaticanas, unos ambientes debajo de la basílica que albergan los cuerpos de los difuntos pontífices, sin mencionar la tumba del mismo príncipe de los apóstoles, san Pedro. Pasando la sacristía está el Tesoro de San Pedro, donde se exponen ornamentos sagrados, estatuas, tiaras papales y otros regalos de reyes o príncipes. Especial interés suscitan la necrópolis pre-constantiniana o más conocida como scavi vaticani, unas sepulturas paganas del siglo II a.C, a las que se unieron sepulturas de cristianos, que buscaban enterrarse cerca del lugar donde se cree que está enterrado el mismo Pedro.

Pero no todo son monumentos y palacios. El Estado de la Ciudad del Vaticano cuenta con leyes y reglamentos propios, pues no deja de ser un estado, por ello, ha debido adecuarse a las normas internacionales, como las que corresponden a la prevención de actividades ilícitas en ámbito financiero, monetario, de la prevención del lavado de activos, etc. Así mismo, cuenta con normas sobre la protección de menores y de personas vulnerables, todo ello en coherencia con la política del Papa Francisco de cero tolerancia ante el abuso de menores. Por eso, en los últimos años, este Estado ha debido adecuar sus normas y código penal a las exigencias actuales.

Hemos hecho una radiografía del Vaticano, que no es más que una fórmula humana que permite a los romanos pontífices y a la Iglesia poder cumplir con ese mandato que Cristo les dio: evangelizar a todos los pueblos. ¿Es necesaria toda esa estructura de un estado para llevar a cabo esa misión? No necesariamente, pero es muy conveniente, pues la historia demuestra que la Iglesia necesita de un mínimo de poder temporal que le dé una cierta independencia en el ejercicio de su función, libre de los avatares políticos del momento, de modo que no oscile entre ese extremo del cesaropapismo, es decir, la subordinación de la Iglesia al Estado, o la hierocracia, la subordinación del Estado a la Iglesia. Prueba de ello es el modo como el Papa delega sus funciones de monarca en unos órganos a quienes les compete mantener un estado al servicio de la Iglesia, y por tanto, de las almas. n

El vaticano a fondo

—texto Javier García Herrería

La Ciudad del Vaticano es un estado a todos los niveles. Por eso posee himno, bandera o tribunales; y también emite pasaportes, sellos, monedas o matrículas de coches. La bandera vaticana está formada por dos franjas verticales con los colores amarillo y blanco. En la zona blanca están las llaves del Reino de los Cielos entregadas por Cristo a san Pedro, símbolo de la autoridad papal. El color blanco simboliza el cielo y la Gracia. 

¿Gendarmería Vaticana o Guardia Suiza?

Tiene los servicios habituales que provee un estado, pero con unas proporciones mínimas. Una de sus principales áreas es la de seguridad. Para ello, el Vaticano cuenta con la Guardia Suiza, por un lado, y con la Gendarmería Vaticana por otro. Como es bien conocido, los poco más de 100 guardias suizos se encargan de la seguridad del Papa y los accesos de algunos puntos del Vaticano.

Está muy extendida la leyenda que cuenta que el emblemático uniforme de la Guardia Suiza fue diseñado por mismísimo Miguel Ángel. Sin embargo, la realidad en este caso es mucho menos poética. Se sabe con toda certeza que la vestimenta fue diseñada por el comandante Jules Repond, quien eliminó los sombreros e introdujo las actuales boinas negras. El uniforme para el uso diario es completamente azul. El uniforme de gala, por el que son mundialmente conocidos, se compone del vistoso collar blanco, guantes y casco ligero con una pluma de avestruz de distintos  colores según la graduación de los oficiales. Los colores son los tradicionales de los Medici: azul, rojo y amarillo, que conjugan bien con los guantes blancos y el cuello blanco.

De la protección del Papa también es responsable la Gendarmería. Se trata de un cuerpo policial encargado también del orden público, el control de fronteras, el control de tráfico, la investigación penal, y la seguridad del Papa fuera del Vaticano. La Gendarmería cuenta con 130 miembros y forma parte del Departamento de Servicios de Seguridad y Defensa Civil, que incluye también el Cuerpo de Bomberos del Vaticano. Es importante no confundir la Gendarmería ​con el Servicio Vaticano de la Policía Italiana, que está formado por los policías italianos que custodian la Plaza de San Pedro y sus alrededores.

Farmacia, correos y observatorio

La Ciudad del Vaticano posee independencia financiera respecto al Estado italiano, por lo que establece sus propias leyes en materia fiscal. Por ejemplo, la farmacia y el supermercado ubicados dentro de sus muros no tienen el impuesto del IVA, por lo que sus productos valen un 25 % menos que en Italia. Estos precios constituyen una gran ayuda para los empleados del Vaticano, pues sus sueldos no son especialmente elevados. Por cierto que la farmacia vaticana ha cumplido recientemente 400 años de servicio a la sede de Pedro. Desde sus comienzos ofrecía un servicio puntero pues sus productos provenían de plantas de todo el mundo facilitadas por los embajadores y misioneros que iban a Roma.

Otro de los servicios más conocidos es el de correos. En un mundo que ha dejado de comunicarse por carta, la numismática vaticana sigue resultando atractiva para muchos peregrinos. A todo el mundo le gusta recibir cartas y más aún si son desde un lugar tan emblemático como la Plaza de San Pedro. Por eso, su amplio local, que está justo a la salida de la Basílica, suele estar abarrotado con frecuencia. Esta es la razón por la que desde hace unos años un camión-tienda de la Poste Vaticane se instala en la Plaza de San Pedro en las épocas de mayor afluencia de peregrinos. 

Del Governatorato también depende la gestión de los Museos Vaticanos. Además de conservar un valioso patrimonio artístico, constituyen una importante fuente de ingresos del Vaticano. Para hacerse una idea de lo grandes que son, basta considerar que tienen 700 empleados, 300 de ellos dedicados solo a la seguridad. 

Desde la llegada del Papa Francisco al pontificado, la residencia veraniega de los Papas en Castel Gandolfo ha dejado de utilizarse. El Papa trabaja en verano y, si descansa, lo hace en Roma. Así las cosas, el Papa Francisco estableció que el palacio y los jardines de Castel Gandolfo pudieran ser visitados por los turistas. Entre las curiosidades que alberga la residencia de Castel Gandolfo está la habitación papal en la que nacieron niños judíos refugiados allí durante la persecución nazi en la Segunda Guerra Mundial.

El Observatorio Astronómico Vaticano. Los tópicos culturales suelen contraponer la fe y la ciencia, pero cualquiera que haya estudiado la historia de la Iglesia sabe que en absoluto ha sido así. La ciencia nació en un contexto cultural cristiano y son muchos los creyentes que se han dedicado a esta noble actividad. Una prueba del interés de la Iglesia por el desarrollo científico es la existencia de este observatorio. Fue creado en 1578 y es uno de los más antiguos del mundo. Sus aportaciones a la historia de la astronomía han sido numerosas y como la contaminación lumínica de la zona ha ido en aumento, la nueva sede del observatorio se ha situado nada menos que en Arizona (Estados Unidos).

Las cuentas del Estado Vaticano y la Santa Sede

El Instituto para las Obras de Religión (IOR), más conocido como el banco vaticano, fue creado en 1942, en plena guerra mundial, para salvaguardar el patrimonio de diócesis e instituciones de la Iglesia que se veían asediadas en algunos lugares del mundo. El IOR ha sido protagonista de muchos titulares y escándalos a lo largo de la última década, aunque sus números son bastante discretos si los comparamos con los de un banco medio. No cabe duda de que es bastante triste que una institución vaticana de este nivel no sea máximamente ejemplar, aunque por suerte tanto Benedicto XVI como Francisco han impulsado notablemente el control y la transparencia de todos los organismos económicos de la Santa Sede y el Estado Vaticano. Uno de los frutos de este proceso fue la publicación en 2021 del patrimonio de ambas entidades por primera vez en la historia. 

En 2020 la Santa Sede tuvo unos ingresos de 248 millones de euros y un gasto de 315 millones de euros. El conjunto de su patrimonio neto asciende a unos 1.379 millones. Las oficinas romanas y las nunciaturas suponen el 36 % del presupuesto total, mientras que el 14 % lo representa el Estado de la Ciudad del Vaticano, el IOR el 18 %, otras fundaciones y fondos el 24 %, el Óbolo de San Pedro es el 5 % y otros fondos relacionados con la Secretaría de Estado, el 3 %. Los gastos del Estado Vaticano son algo inferiores a los de la Santa Sede. Sumadas ambas cantidades el montante asciende a unos 600 millones de euros anuales. Puede parecer una cantidad muy grande, pero no lo es tanto si se compara con el presupuesto de diócesis alemanas como la de Colonia (que supera los 900 millones), u otras diócesis estadounidenses. 

Los ingresos en 2021 provinieron en un 58 % de las rentas, inversiones, visitantes y prestación de servicios; el 23 % fueron donaciones externas (de diócesis u otras instituciones); y el 19 % proviene de entidades vinculadas (como IOR o del Governatorato). Hay que tener en cuenta que la Santa Sede tiene más de 5.000 propiedades inmobiliarias repartidas por todo el mundo: 4.051 en Italia y 1.120 en el extranjero, sin incluir sus embajadas por todo el mundo. Muchas de estas propiedades están alquiladas y procuran estos ingresos.

Vaticano

El Sínodo no es una encuesta, ni un parlamento sino que tiene que ver con la oración

La Red Mundial de Oración por el Papa ha publicado el vídeo con la intención mensual del Papa para el mes de octubre. El Santo Padre invita a rezar para que la Iglesia viva cada vez más la sinodalidad y sea un lugar de solidaridad, de fraternidad y de acogida“.

Javier García Herrería·3 de octubre de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

En su vídeo del mes de octubre, el Papa Francisco invita a rezar por los frutos del camino sinodal en el que se encuentra la Iglesia. Un Sínodo que tiene que ver con una verdadera actitud de escucha, pues no en vano sínodo significa “caminar juntos”.

Las palabras del Papa Francisco a lo largo del vídeo dicen:

“Es escucharse entre sí en nuestra diversidad y abrir puertas a los que están fuera de la Iglesia. No se trata de recoger opiniones, ni hacer un parlamento. El sínodo no es una encuesta; se trata de escuchar al protagonista, que es el Espíritu Santo, se trata de rezar. Sin oración, no habrá Sínodo.

¿Qué significa “hacer sínodo”? Significa caminar juntos: sí-no-do. En griego es eso, “caminar juntos” y caminar en la misma dirección. Y esto es lo que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio. Que retome la conciencia que es un pueblo en camino y que debe hacerlo junto.

Una Iglesia con este estilo sinodal es una Iglesia de la escucha, que sabe que escuchar es más que oír.
Es escucharse entre sí en nuestra diversidad y abrir puertas a los que están fuera de la Iglesia. No se trata de recoger opiniones, ni hacer un parlamento. El sínodo no es una encuesta; se trata de escuchar al protagonista, que es el Espíritu Santo, se trata de rezar. Sin oración, no habrá Sínodo.

Aprovechemos esta oportunidad para ser una Iglesia de la cercanía, que es el estilo de Dios, la cercanía. Y demos las gracias a todo el pueblo de Dios que, con su escucha atenta, está recorriendo un camino sinodal.

Recemos para que la Iglesia, fiel al Evangelio y valiente en su anuncio, viva cada vez más la sinodalidad y sea un lugar de solidaridad, de fraternidad y de acogida”.

FirmasJosé Mazuelos Pérez

El cuidado y protección de la vida humana

La dignidad del ser humano, especialmente los más vulnerables está más amenazada que nunca. Ante esta realidad, se hace necesario verificar si la referencia a la dignidad de la persona se fundamenta en una adecuada y verdadera visión del ser humano.  

3 de octubre de 2022·Tiempo de lectura: 3 minutos

A lo largo de la historia han aparecido diferentes discusiones en las que se trataba de dilucidar la igualdad o la desigualdad radical entre los seres humanos. Se discutía si la mujer, o si los negros, indios y esclavos en general eran personas o no. En la actualidad, dichas discusiones nos parecen aberrantes, aunque no podemos decir trasnochadas. Hoy se vuelve a cuestionar la dignidad personal de los seres humanos en el inicio y al final de la vida en donde las determinaciones personales son más frágiles, bien porque la potencialidad del sujeto no se expresa todavía a nivel personal o porque el sujeto corre el riesgo de caer en simple estado de vida biológica. Por tanto, también hoy es necesario abordar seriamente la cuestión de la igualdad radical de todos los seres humanos y afirmar la igualdad de derechos y de naturaleza de los seres humanos no nacidos, o nacidos con alguna deficiencia notable, de los enfermos que suponen una carga para la familia o para la sociedad, de los deficientes mentales, etc. Es esta la cuestión que abordaremos. 

Actualmente se quiere responder a la cuestión de la dignidad desde una óptica inmanente, cimentada en una antropología individualista, materialista y subjetivista que conlleva hacer depender la dignidad del ser humano exclusivamente en las manifestaciones corporales visibles, olvidando la dimensión espiritual del ser humano. Está claro que a la sombra del materialismo, el hombre nunca llegará a ser más que un ilustre simio o el individuo de una especie egregia, pero que, por no ser nada, podrá ser clonado, manipulado, producido y sacrificado, en el inicio o en el final de su vida, en aras de la colectividad, cuando parezca requerirlo el bienestar o la simple voluntad de la mayoría o minoría dominante. En esta visión, la persona en los estados límites de su existencia no es más que un accidente de la otra persona, hoy del cuerpo de la madre, mañana de éste o aquel grupo social, político o cultural.

Frente al subjetivismo, tenemos que objetar que la realidad no es algo subjetivo, sino que hay en toda realidad algo objetivo, que marcará el plano axiológico. La dignidad de la persona no depende sólo de su cuerpo visible, sino de su espíritu invisible, que la hacen singular, única e irrepetible, es decir, toda persona es un alguien que tiene algo de indecible, de misterioso, que configura un espacio sacro inviolable.

El hombre, por el hecho de ser persona posee una verdadera e insondable excelencia. Y la excelencia o dignidad la tiene con independencia de que sea o no consciente de ella, y del juicio que se haya formado sobre el asunto, porque no es el juicio del hombre lo que hace la realidad, sino la realidad la que fecunda el pensamiento y presta veracidad a sus juicios. Aquél que existe en sí, también el concebido, no tiene necesidad del permiso de vivir. Toda decisión de los otros sobre su vida es una ofensa contra su identidad y contra su ser.

La persona, por un lado, es un individuo confiado al cuidado y responsabilidad de su propia libertad. Por otro, debido a que en su estructura constitutiva radica su condición social, podemos afirmar que el ser humano nunca está solo, ni puede afirmar de forma absoluta la propiedad de su vida. Por tanto, la relación del médico con el enfermo debe tener en cuenta que sus decisiones no sólo pertenecen a la esfera de lo privado, sino que tienen una doble responsabilidad con la sociedad: el médico al ser depositario de la profesión por excelencia tiene una enorme responsabilidad social, política y humana; el enfermo al no ser una isla en medio del océano, sino un miembro de la sociedad humana debe tener presente que por encima del bien individual está el bien común, que incluye el respeto a la integridad física de la vida de todas las personas, incluso la propia.

Una mentalidad que no defiende al hombre del puro hacer técnico y lo convierte en un objeto más del dominio de la técnica no sirve para responder a los nuevos desafíos éticos que plantea el avance tecnológico, ni para humanizar una sociedad cada vez más amenazada por el egoísmo y alejada del espíritu del buen samaritano. 

A su vez, como recoge el documento de los ancianos y no se cansa de repetir el Papa, es necesario una sociedad que ponga al centro a los mayores que impida seguir imponiendo una sociedad del descarte y del consumo donde los débiles son rechazados y la persona humana sometida al poder del deseo y de la técnica.

En conclusión, podemos afirmar que hoy nadie niega en teoría que el hombre es persona y en razón de su ser personal tiene una dignidad, un valor único y un derecho a ser respetado. El problema en el debate bioético actual es verificar si la referencia a la dignidad de la persona se fundamenta en una adecuada y verdadera visión del ser humano, que constituye el principio fundamental y el criterio de discernimiento de todo discurso ético.

El autorJosé Mazuelos Pérez

Obispo de Canarias. Presidente de la Subcomisión Episcopal Familia y Defensa de la Vida.

Vaticano

El Papa condena duramente la situación en Ucrania: «¡Ciertas acciones no pueden ser justificadas nunca, nunca!»

En más de 80 ocasiones a los largo de este año el Papa Francisco ha hablado de la situación en Ucrania, pero en ninguna ha dedicado palabras tan claras y con peticiones concretas para los principales actores del conflicto. Ayer, domingo 2 de octubre, le dedicó todo el mensaje del Ángelus desde el balcón de su despacho de trabajo.

Javier García Herrería·3 de octubre de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

Los fieles congregados en la Plaza de san Pedro escucharon en directo una denuncia contundente del desarrollo del conflicto armado, el sufrimiento de la población inocente y la petición para que los responsables políticos acuerden un alto el fuego de inmediato. Al presidente Vladimir Putin le suplicó -es la palabra que utilizó- que detenga la “espiral de violencia y muerte”. De igual modo, tras recordar el inmenso sufrimiento padecido por la población ucraniana, dirigió “un llamamiento igualmente confiado al presidente de Ucrania para que esté abierto a serias propuestas de paz”.

También pidió a los diferentes líderes internacionales “que hagan todo lo que esté a su alcance para poner fin a la guerra en curso, sin dejarse arrastrar en escaladas peligrosas, y que promuevan y apoyen iniciativas de diálogo. ¡Por favor, hagamos posible que las jóvenes generaciones respiren el aire saludable de la paz, no el aire contaminado de la guerra, que es una locura!”.

Deterioro de la situación en Ucrania

El Papa está especialmente preocupado por cómo va empeorando el curso de los acontecimientos. Una guerra cuyas heridas “en vez de cicatrizarse, sigue sangrando cada vez más, con el riesgo de agrandarse”. Las noticias de los últimos días resultan especialmente preocupantes, pues “aumenta el riesgo de una escalada nuclear, hasta el punto que hacen temer consecuencias incontrolables y catastróficas a nivel mundial”.

En las últimas semanas el Papa se ha referido en varias ocasiones al conflicto ucraniano como una tercera guerra mundial, desarrollada en Ucrania pero con muchos actores e intereses internacionales. Tras el viaje llevado a cabo por el limosnero polaco y cardenal Konrad Krajewski, el Papa ha tenido un conocimiento más directo de las barbaridades de la guerra y ahora está especialmente preocupado por cómo se agrava la situación . Por eso, en la última parte de su discurso, volvió a mostrar de nuevo su preocupación “¿Y qué decir del hecho de que la humanidad se enfrenta una vez más a la amenaza atómica? Es absurdo”.

El Papa recuerda el no a la guerra

El Papa Francisco habló con cercanía y verdadera empatía acerca del conflicto: “Me afligen los ríos de sangre y lágrimas derramados en los últimos meses. Me duelen las miles de víctimas, especialmente niños, y las numerosas destrucciones, que han dejado a muchas personas y familias sin casa y amenazan con el frío y el hambre a vastos territorios. ¡Ciertas acciones no pueden ser justificadas nunca, nunca! […] ¿Qué más tiene que pasar? ¿Cuánta sangre debe correr aún para que entendamos que la guerra nunca es una solución, sino solo destrucción? En nombre de Dios y en nombre del sentido de humanidad que habita en cada corazón, renuevo mi llamamiento para que se llegue inmediatamente a un alto el fuego. Que callen las armas y se busquen las condiciones para iniciar negociaciones capaces de conducir a soluciones no impuestas por la fuerza, sino consensuadas, justas y estables. Y serán tales si se fundan en el respeto del sacrosanto valor de la vida humana, así como de la soberanía e integridad territorial de cada país, como también de los derechos de las minorías y de sus legítimas preocupaciones”.

Vaticano

20 años de Harambee

Rome Reports·3 de octubre de 2022·Tiempo de lectura: < 1 minuto
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La iniciativa social promovida por el Opus Dei con ocasión de la canonización de san Josemaría Escrivá de Balaguer cumple 20 años en los cuales han realizado más de 80 proyectos centrados en la educación y formación de personas en unos 20 países del África Subsahariana.

El objetivo de Harambee es conseguir que África pueda depender de sí misma. Por eso es clave invertir en educación e dedicar tiempo a encontrar socios locales en los que apoyarse. 


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Cultura

Entrevista con María Caballero sobre escritores conversos contemporáneos

María Caballero, Catedrática de Literatura, recientemente ha participado en Madrid en un congreso sobre Dios en la literatura contemporánea. Repasamos el panorama de intelectuales y escritores conversos, muchos de ellos del siglo XXI.

Javier García Herrería·3 de octubre de 2022·Tiempo de lectura: 9 minutos

María Caballero es Catedrática de Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Sevilla. Su investigación en los últimos años se ha centrado en el ensayo sobre la identidad de los países del Nuevo Mundo de cuño hispánico, y en las escrituras del yo (diarios, autobiografías, memorias…), con especial incidencia en la escritura de mujeres. Desde hace décadas viene investigando, como parte de las escrituras del yo, en la literatura escrita por conversos, en los testimonios de ese fenómeno inapresable que es la conversión religiosa de un ser humano

Recientemente ha inaugurado el VI Congreso de “Dios en la Literatura Contemporánea: Autores en busca de Autor”, celebrado en el paraninfo de la Universidad Complutense de Madrid los días 22 y 23 de septiembre.

Un grupo de participantes del congreso «Autores en busca de autor»

Su ponencia se ha centrado en escritores conversos de los siglos XX-XXI. ¿Qué autores le parecen más relevantes?

Desde Pablo de Tarso y Agustín de Hipona, los relatos de conversión sacuden al lector amodorrado en nuestro mundo cotidiano teñido de superficialidad y activismo. De ellos arrancan dos modelos de conversión religiosa: las “tumbativas” no buscadas por el sujeto y catalogables como “hechos extraordinarios”  (Claudel, García Morente…). Se trata de una experiencia oscura donde la intuición se impone: “Dios existe, yo me lo encontré” –dirá Frossard-. Al respecto, es muy sugerente y actual el libro de José María Contreras Espuny, “Dios de repente” (2018).

En el polo opuesto y lideradas por Agustín de Hipona, estarían las “racionales” (Chesterton, Lewis), que culminan una búsqueda de años: la honestidad del sujeto acaba aceptando la Verdad del Dios católico, no sin resistencias. 

Hay dos libros que son marco ineludible a la hora de estudiar estas cuestiones: “Literatura del siglo XX y cristianismo”, de Ch. Moeller, en varios volúmenes. Recorre las páginas de los mejores escritores del siglo XX que siempre, por activa o por pasiva recalaron en el tema de Dios… Y “Escritores conversos” (2006), de J. Pearce, que se restringe al mundo anglosajón y trabaja a fondo un buen número de escritores ingleses cuyos testimonios de conversión siguen siendo cautivadores. Por no hablar de sus novelas y cuentos que los consagran como clásicos del siglo XX: Chesterton, Lewis, E. Waugh, o Tolkien son referentes ineludibles, como lo muestra la larga herencia de “El señor de los anillos”.

Ana Iris Simón, una autora con una sensibilidad y herencia de izquierdas, en su novela Feria y en sus artículos en El País está poniendo sobre el tapete la cuestión de Dios. ¿Cómo valora este fenómeno?

Antes que ella lo hizo en su momento Juan Manuel de Prada, que se define como converso. En las últimas décadas el mercado se ha visto inundado de literatura testimonial, no sólo memorias y autobiografías (“best-seller” del momento), sino también literatura religiosa. Es que la cuestión de Dios está en el ambiente, como lo demuestran dos libritos de divulgación: “10 ateos cambian de autobús” (2009), de José Ramón Ayllón, y “Conversos buscadores de Dios. 12 historias de fe de los siglos XX y XXI” (2019), de Pablo J, Ginés. No son, sobre todo el segundo necesariamente escritores, sino conversos variopintos: la hermana del embalsamador de Lenin, un preso de la KGB, el inventor del fusil Kalashnikov, León Felipe, poeta republicano y español…

¿Qué obras de conversos recientes le resultan especialmente interesantes?

En la conferencia yo no me circunscribí a los escritores del ámbito español, sino que enfoqué el mundo intelectual, donde el fenómeno de la búsqueda de un sentido de la vida, de un posible Dios, de algo más… es palmario. A pesar de vivir en un mundo aparentemente postmoderno y secularizado, hay cada vez más testimonios de escritores conversos, algo que se ha convertido en una especie de subgénero literario. Tras algunas pinceladas sobre conversos de nuestro mundo occidental (E, Waugh, Mauriac, S. Hahn…) y del Islam (Qurehi, J. Fadelle…), me centré en cinco intelectuales con perspectiva internacional y de distinto cuño: A. Flew, S. Ahmari, J. Pearce, J. Arana y R. Gaillard. Trabajé los relatos de conversión de los cuatro primeros y una novela escrita por el último. 

Bajo el título “Dios existe. Cómo cambió de opinión el ateo más famoso del mundo” (2012), el filósofo A. Flew (1923-2010) explica las razones de su cambio de postura. Un sorprendente giro de 360 grados partiendo de su trabajo científico le llevó al afirmar: “Dios existe… el universo sin su presencia es inconcebible”: de hecho, no se decanta por un dios concreto, pero afirma con rotundidad la presencia de lo sagrado en el universo. La suya fue una “conversión” escandalosa: dedicado a dar conferencias y a carearse en espectaculares y multitudinarias mesas redondas de científicos que discutían acerca del asunto, pasó de ser el ateo oficial a descolocar a sus contrincantes con sus afirmaciones.

“Fuego y agua. Mi viaje hacia la fe católica” (2019) es el testimonio de Sohrab Ahmari (1985) afamado columnista de Gran Bretaña que en un twit de 2016 anunció su conversión al catolicismo, con gran escándalo en las redes. Extranjero residente en Estados Unidos, se convierte en lector de Nietzsche  iniciando un camino intelectual y espiritual que, años después y contrarrestado por la lectura de la Biblia, desembocaría en la Iglesia católica. No sin antes pasar por el marxismo. “Llegaría a la conclusión de que la voz interior que me animaba a hacer el bien y rechazar el mal era prueba irrefutable de la existencia de un Dios personal” –dirá-.

Por lo que se refiere a J. Pearce (1961) se definió a sí mismo como “fanático militante racista” y el relato que dedicó a su conversión, “Mi carrera con el diablo” (2014) lleva este subtítulo: “del odio racial al amor racional” que no deja lugar a dudas de cómo ha visto su propio proceso de conversión un fanático militante del Frente Nacional que coqueteó con el IRA. La lectura de Chesterton, Lewis y los conversos de Oxford herederos del también converso Newman le acabará llevando a Dios. Hoy es un excelente escritor y apologista, muy centrado en biografías de conversos ilustres.

Del ámbito español escogí “Teología para incrédulos” (2020), de J. Arana (1950), catedrático de filosofía de la Universidad de Sevilla y académico de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas de Madrid. Nada más lejos de una sesuda reflexión sobre cuestiones límites de filosofía y teología, de intención más o menos apologética.

El título despista si no entendemos que el incrédulo del que habla no es otro que el mismo autor y que el libro aborda muchas cuestiones teóricas —salvación y pecado, libertad, milagros, Iglesia y laicismo, fe y ciencia— con seriedad intelectual pero siempre desde la crónica de su propio recorrido existencial hacia una fe que viene para él de la tradición familiar, que se pierde en la juventud si bien nunca del todo en la práctica y se va poco a poco recuperando hasta llegar a su plenitud en la madurez, como fruto de la reflexión y de la respuesta a la gracia de Dios. El paisaje que ese camino recorre, en el que muchos se pueden reconocer, es el de nuestra cultura contemporánea, el de la historia del pensamiento occidental.

¿Hasta qué punto autores así han tenido o tienen un papel relevante a la hora de abordar la cuestión de Dios en la opinión pública?

¿Qué incidencia tienen las declaraciones de conversos como Messori o Mondadori? Textos como “¿En qué creen los que no creen?” (1997), un diálogo entre Umberto Eco y Carlo María Martini, arzobispo de Milán  han puesto sobre el tapete las cuestiones relacionadas con la fe. Ahora bien, el mercado, los medios y las redes privilegian y ocultan, como todos sabemos… Hace unos años se publicaron casi paralelamente dos libros de Alejandro Llano y Fernando Sabater sobre estas cuestiones y obviamente la difusión del segundo arrolló al primero.

¿Y autores en otros países hispanoamericanos?

Hace un par de años impartí una conferencia en el Centro de Estudios Teológicos de Sevilla, publicada después en la revista “Isidorianum” y colgada en las redes. Bajo el título “¿Ha desaparecido Dios de nuestra literatura?” desfilaban Rubén Darío, y su poema “Lo fatal, Pedro Páramo”, de J. Rulfo en su búsqueda existencial del padre (¿tal vez Dios?), “Cien años de soledad”, de G. García Márquez con su estructura bíblica del Génesis al Apocalipsis… y unas cuantas novelas contemporáneas de Otero Silva (“La piedra que era Cristo”), Vicente Leñero, (“El evangelio de Lucas Gavilán”) y otros…

Entre todos ocupa un lugar destaco el agnóstico argentino Jorge Luis Borges que en sus poemas, ensayos e incluso tras la superficie de suspense policíaco de alguno de sus relatos (“Ficciones”, “El Aleph”) esconde preguntas existenciales sobre el ser y el destino de hombre, mundo y Dios, como ha estudiado Arana en su libro “El centro del laberinto” (1999). Una búsqueda que llega hasta el lecho de muerte al que convoca –según testimonio de su viuda María Kodama- a un pastor protestante y un sacerdote católico para seguir buscando…

Hace un año tuvimos en España un debate sobre la poca influencia de los intelectuales cristianos en la cultura. ¿Cree que ha cambiado algo en este tiempo? ¿Hay “brotes verdes” en España u otros países?

Hay “brotes verdes” y sorprenden específicamente en un país “laico” como Francia. Dios y los temas relacionados con la trascendencia interesan. El inusitado éxito de Fabrice Hadjad (1971), profesor y filósofo francés, fruto de judíos de ascendencia tunecina. Converso él mismo, ha dedicado su vida a impartir conferencias y escribir libros como “La fe de los demonios” (2014) o “Tenga Ud éxito en su muerte. Anti método para vivir” (2011); “¿Cómo hablar de Dios hoy?” (2013);)… 

“Últimas noticias del hombre (y de la mujer)”,(2018) y “Juana y los poshumanos o el sexo del ángel”, (2019) son algunas de las últimas entregas de este profesor universitario y padre de nueve hijos, que ha escrito casi veinte monografías e impartido conferencias por todo el mundo. Están redactados con altura apologética, junto al desenfado de quien vive según esa ya vieja fórmula de 1928 refrendada por el Vaticano II: “ser contemplativos en medio del mundo”.

María Caballero durante su intervención en el congreso

Susanna Tamaro o Natalia Sanmartín son voces femeninas que han tenido enorme éxito y comunican una antropología cristiana muy atractiva. ¿Cómo valora la aportación de la mirada femenina?

Es plural y muy rica con nombres como Etty Hillesum (1914.1943) actualmente muy de moda y objeto de tesis doctorales, que forma parte de un cuarteto de mujeres judías y escritoras, muertas en la segunda guerra mundial junto a Edith Stein (1891-1942), Simone Weil (1909.1943) y Ana Frank (1929-1945).

Pero no solo ellas. En el polo opuesto, la norteamericana Dorothy Day (1897-1980), fue periodista, activista social y oblata benedictina anarquista cristiana estadounidense –así la presenta wikipedia y no deja de ser sorprendente el cocktail-.

Retomando a las escritoras, nuestra Carmen Laforet (1921-2004) se convirtió a través de su amiga Lili Álvarez y el resultado fue una vuelta de tuerca en su narrativa, la novela “La mujer nueva” (1955), con toques autobiográficos de existencialismo cristiano.

Y siguiendo con las españolas, yo no olvidaría a Ernestina de Champourcín (1905-1999), una de las dos grandes poetas de la generación del 27. Aunque oscurecida por los varones del grupo, esta mujer inquieta y republicana de la alta sociedad madrileña fue amiga de Juan Ramón Jiménez y asidua del Lyceum que impulsó la vida cultural femenina. El exilio en México se plasmó en poemarios donde muestra su aclimatación al nuevo medio en el que sobrevivió como traductora. Paradójicamente el retorno a España fue duro, un nuevo exilio para esta mujer conversa y del Opus Dei. No desdeñó la poesía religiosa, como pone de manifiesto la antología de poesía religiosa que preparó para la BAC en 1970.

Por lo que se refiere a la pregunta, Susana Tamaro fue un best-seller con su novela “Donde el corazón te lleve” (1994), donde tres generaciones de mujeres enlazan sus experiencias. Recuerdo haber escrito contra el lema del título en mi libro “Femenino plural. La mujer en la literatura” (1998) porque el leitmotiv del título me parecía demasiado facilón. Pero no cabe duda de que a partir de “Anima mundi” (2001) incursiona en el campo religioso con un tirón llamativo.

Me interesa mucho más Natalia Sanmartín, una mujer joven (1970) que ha sabido asimilar con originalidad las lecturas de Newman y los conversos ingleses, elaborando una nueva utopía. Como utopía es la película “El bosque” (2004), de Shyamalam. Porque eso es lo que propone “El despertar de la señorita Prim” (2013), un mundo con valores, donde lo religioso no solo cabe sino que articula la vida cotidiana. La escuché en un congreso en Roma hace unos años y me pareció una alternativa sugerente. Después ha escrito un cuento de Navidad, no tan excepcional para mi gusto… Ojalá tenga por delante una carrera con valores.

Volvemos a las preguntas del comienzo. ¿Sigue vigente el tema de Dios en la literatura?

Indudablemente, Dios tuvo su sitio en la novela del siglo XX: S. Undset, H. Haase, Vintila Horia, Mauriac…, con un importante apartado sobre el mal, ese escollo de todos los tiempos que bordan Dostoyevski o Hanah Arent… Y cuando parece que ya no interesa a los escritores, encontramos en la novela postmoderna (por ejemplo, “La carretera”, de Mc Carthy, premio Pulitzer 2007), una cierta nostalgia del Dios perdido. Sucede algo semejante con la poesía religiosa, veta escondida que, como nuevo Guadiana, aflora en excelentes escritores: Gerardo Diedo, J. Mª Pemán, Dámaso Alonso… y en generaciones más cercanas  Miguel D´Ors, J.J. Cabanillas, Carmelo Guillén…  Como muestra, la antología “Dios en la poesía actual” (2018), editada por los dos últimos poetas citados. 

Volviendo a los conversos que escriben novelas habría que resaltar a Reginald Gaillard (1972). Un cuasi desconocido, está dando que hablar en los círculos intelectuales de la vecina Francia. Profesor de secundaria, impulsor de al menos tres revistas y fundador de la editorial Corlevour, ha publicado tres poemarios y su condición de poeta es muy palmaria en “La partitura interior (2018), su primera novela aclamada por la crítica francesa. . La novela es una confesión, un ajuste de cuentas al final de la vida en la línea de “Nudo de víboras” de Mauriac: un diálogo a tres bandas entre el protagonista (sacerdote), Dios y los demás.

¿Meras agujas en un pajar? Sí y no. A quien pregunte por escritores actuales interesados en Dios, lo sagrado o la religión en la literatura y las artes le remitiría a las redes. Antonio Barnés tuve hace unos años el enorme mérito de apostar por algo que no parecía de moda: un proyecto de investigación cuajado de actividades y abierto online sobre “Dios en la literatura y en las artes”. Acabamos de celebrar el VI Congreso y es inmenso el material publicado en papel o accesible online, fruto de estos encuentros. Como muestra, un botón: el libro “La presencia del ausente, Dios en la literatura contemporánea”, recién editado por la Universidad de Castilla y la Mancha. 

Para concluir ¿dónde está Dios?

La pregunta no es en absoluto retórica y desde luego flota en el ambiente, por ejemplo en las redes donde hace unos meses se ha colgado un libro homónimo coordinado por A. Barnés y presentado en nuestro congreso como volumen en papel, en que 40 poetas responden en / con su obra a esta inquisición. Vivimos en una sociedad postcristiana en la que Dios parece haber desaparecido; pero incluso sin ser conscientes de ello lo seguimos buscando.

Enseñanzas del Papa

Levantemos la mirada

La visita del Santo Padre a Malta en los primeros días del mes de abril, y el ciclo litúrgico de la Semana Santa y el comienzo de la Pascua son los principales momentos en los que se ha pronunciado el Papa Francisco.

Ramiro Pellitero·2 de octubre de 2022·Tiempo de lectura: 8 minutos

Nos centramos en el viaje apostólico a Malta y en la Semana Santa. El sábado santo, durante la vigilia pascual, Francisco invitó a “levantar la mirada”, porque el sufrimiento y la muerte han sido abrazados por Cristo y ahora ha resucitado. Mirando sus llagas gloriosas escuchamos a la vez el anuncio pascual que tanto necesitamos: “¡Paz a vosotros!”.

“Con una humanidad poco común”

Haciendo balance de su viaje apostólico a Malta (pospuesto durante dos años a causa del Covid), decía el Papa el miércoles 6 de abril que Malta es un lugar privilegiado, una “rosa de los vientos”, un lugar clave, por varias razones.

Primero, por su situación en medio del Meditarráneo (que recibe y procesa muchas culturas), y porque recibió muy pronto el Evangelio, por boca de san Pablo, al que los malteses acogieron “con una humanidad poco común” (Hch 28, 2), palabras que escogió Francisco como lema de su viaje. Y eso es importante para salvar a la humanidad de un naufragio que nos amenaza a todos, porque –decía el Papa evocando implícitamente su mensaje durante la pandemia– “estamos en la misma barca” (cfr. Momento de oración en la Plaza de San Pedro, vacía, el 27-III-2020). Y por eso necesitamos, dice ahora, que el mundo se vuelva “más fraterno, más vivible”. Malta representa ese horizonte y esa esperanza. Representa “el derecho y la fuerza de los pequeños, de las naciones pequeñas pero ricas de historia y civilización, que deberían llevar adelante otra lógica: la del respeto y la libertad, la del respeto y también la lógica de la libertad”.

En segundo lugar, Malta es clave por el fenómeno de las migraciones: “Cada inmigrante” –señaló el Papa ese día– “es una persona con su dignidad, sus raíces, su cultura. Cada uno de ellos es portador de una riqueza infinitamente más grande que los problemas que implica. Y no olvidemos que Europa fue hecha con las migraciones”.

Ciertamente, la acogida de los inmigrantes –observa Francisco– debe ser proyectada, organizada y gobernada con tiempo, sin esperar a las situaciones de emergencia. “Porque el fenómeno migratorio no puede ser reducido a una emergencia, es un signo de nuestros tiempos. Y como tal debe ser leído e interpretado. Se puede convertir en un signo de conflicto, o en un signo de paz”. Y Malta es, por eso, “un laboratorio de paz”: el pueblo maltés ha recibido, junto con el Evangelio, “la savia de la fraternidad, de la compasión, de la solidaridad […] y gracias al Evangelio podrá mantenerlos vivos”.

En tercer lugar, Malta es lugar clave también desde el punto de vista de la evangelización. Porque de sus dos diócesis, Malta y Gozo, han salido muchos sacerdotes y religiosos, y también fieles laicos, que han llevado a todo el mundo el testimonio cristiano. Exclama Francisco: “¡Como si el paso de san Pablo hubiera dejado la misión en el ADN de los malteses!”. Y por ello esta visita quiso ser ante todo un acto de reconocimiento y agradecimiento. 

Tenemos, en suma, tres elementos para situar esta “rosa de los vientos”: su “humanidad” especial, su encrucijada para los inmigrantes y su implicación en la evangelización. Sin embargo, también en Malta –dice Francisco–, soplan los vientos “del secularismo y de la pseudo-cultura globalizada a base de consumismo, neocapitalismo y relativismo”. Por ese motivo acudió a la Gruta de san Pablo y al santuario nacional de Ta’ Pinu: para pedirles al apóstol de las gentes y a la Virgen una renovada fuerza, que viene siempre del Espíritu Santo, para la nueva evangelización. 

En efecto, en la basílica de san Pablo rezó Francisco a Dios Padre: “Ayúdanos a reconocer desde lejos las necesidades de cuantos luchan entre las olas del mar, golpeados contra las rocas de una costa desconocida. Haz que nuestra compasión no se agote en palabras vanas, sino que encienda la hoguera de la acogida, que hace olvidar el mal tiempo, da calor a los corazones y los une; fuego de la casa construida sobre roca, de la única familia de tus hijos, hermanas y hermanos todos” (Visita a la Gruta de san Pablo, 3-IV-2022). Y de ese modo la unidad y la fraternidad que provienen de la fe se muestren a todos con obras. 

En el santuario de Ta´Pinu (isla de Gozo) señaló el Papa que, en la Cruz, donde muere Jesús y parece que todo está perdido, a la vez nace una vida nueva: la vida que viene con el tiempo de la Iglesia. Volver a ese comienzo significa redescubrir lo esencial de la fe. Y eso esencial es la alegría de evangelizar. 

No se anda con rodeos Francisco, sino que se sitúa en la realidad de lo que está pasando: “La crisis de la fe, la apatía de la práctica creyente sobre todo en la pospandemia y la indiferencia de tantos jóvenes respecto a la presencia de Dios no son cuestiones que debemos ‘endulzar’, pensando que al fin y al cabo un cierto espíritu religioso todavía resiste, no. Es necesario vigilar para que las prácticas religiosas no se reduzcan a la repetición de un repertorio del pasado, sino que expresen una fe viva, abierta, que difunda la alegría del Evangelio, porque la alegría de la Iglesia es evangelizar” (Encuentro de oración, homilía2-IV-2022).

Volver al comienzo de la Iglesia junto a la cruz de Cristo, significa también la acogida (de nuevo, alusión a los inmigrantes): “Sois una isla pequeña, pero de corazón grande. Sois un tesoro en la Iglesia y para la Iglesia. Lo digo otra vez: sois un tesoro en la Iglesia y para la Iglesia. Para cuidarlo, es necesario volver a la esencia del cristianismo: al amor de Dios, motor de nuestra alegría, que nos hace salir y recorrer los caminos del mundo; y a la acogida del prójimo, que es nuestro testimonio más sencillo y hermoso en la tierra, y así seguir avanzando, recorriendo los caminos del mundo, porque la alegría de la Iglesia es evangelizar”.

La misericordia: el corazón de Dios

El domingo 3 de abril Francisco celebró la misa en Floriana (en las afueras de La Valeta, capital de Malta). En su homilía, tomó pie del evangelio del día, que recogía el episodio de la mujer adúltera (cfr. Jn 8, 2 ss). En los acusadores de la mujer puede verse una religiosidad carcomida por la hipocresía, y por la mala costumbre de señalar con el dedo. 

También nosotros, observó el Papa, podemos tener el nombre de Jesús en los labios, pero desmentirlo con los hechos. Y enunció un criterio muy claro: “El que cree que defiende la fe señalando con el dedo a los demás tendrá incluso una visión religiosa, pero no abraza el espíritu del Evangelio, porque olvida la misericordia, que es el corazón de Dios”. 

Aquellos acusadores, explica el sucesor de Pedro,“son el retrato de esos creyentes de todos los tiempos, que hacen de la fe un elemento de fachada, donde lo que se resalta es la exterioridad solemne, pero falta la pobreza interior, que es el tesoro más valioso del hombre”. Por eso, Jesús quiere que nos preguntemos: “¿Qué quieres que cambie en mi corazón, en mi vida? ¿Cómo quieres que vea a los demás?”.

En el modo de tratar Jesús a la adúlterase encontraron la Misericordia y la miseria–, señala el Papa, “aprendemos que cualquier observación, si no está movida por la caridad y no contiene caridad, hunde ulteriormente a quien la recibe”. Dios, en cambio, siempre deja abierta una posibilidad y sabe encontrar caminos de liberación y de salvación en cada circunstancia.

Para Dios no existe nadie que sea “irrecuperable”, porque siempre perdona. Más aún –retoma aquí Francisco a uno de sus argumentos preferidos– “Dios nos visita valiéndose de nuestras llagas interiores”,porque no ha venido para los sanos sino para los enfermos (cfr. Mt 9, 12).

Por eso debemos a aprender de Jesús en la escuela del Evangelio: “Si lo imitamos, no nos enfocaremos en denunciar los pecados, sino en salir en busca de los pecadores con amor. No nos fijaremos en quienes están, sino que iremos a buscar a los que faltan. No volveremos a señalar con el dedo, sino que empezaremos a ponernos a la escucha. No descartaremos a los despreciados, sino que miraremos como primeros aquellos que son considerados últimos”.

Pedir perdón y perdonar

La predicación de Francisco durante la Semana Santa comenzó contraponiendo el afán de salvarse a sí mismo (cfr. Lc 23, 35; Ib., 37 y 39) con la actitud de Jesús que no busca nada para sí, solo implora el perdón del Padre. “Clavado al patíbulo de la humillación, aumenta la intensidad del don, que se convierte en per-dón(Homilía en el Domingo de Ramos, 10-IV-2022). 

En efecto, en la estructura de esta palabra, perdón, se puede ver que perdonar es más que dar, es dar del modo más perfecto, dar implicándose a sí mismo, dar por completo.

Nadie nos ha amado, a todos y a cada uno, como Jesús nos ama. En la cruz, Él vive el más difícil de sus mandamientos: el amor a los enemigos. No hace como nosotros, que lamemos nuestras heridas y rencores. Además, pidió perdón, “porque no saben lo que hacen”. “Porque no saben”, subraya Francisco y señala: “Esa ignorancia del corazón que tenemos todos los pecadores. Cuando se usa la violencia, nada se sabe de Dios, que es Padre, ni de los demás, que son hermanos”. Así es: cuando se rechaza el amor se desconoce la verdad. Y un ejemplo de todo ello, concluye el Papa, es la guerra: “En la guerra volvemos a crucificar a Cristo”.

En las palabras de Jesús dirigidas al buen ladrón, “Hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lc 23, 43), vemos “el prodigio del perdón de Dios, que transforma la última petición de un condenado a muerte en la primera canonización de la historia”. 

Así comprobamos que la santidad se alcanza pidiendo perdón y perdonando, y que “con Dios siempre se puede volver a vivir”. “Dios no se cansa de perdonar”, repitió varias veces estos días el Papa, también en relación con el servicio que los sacerdotes han de prestar a los fieles (cfr. Homilía en la Misa in Cœna Domini, en el nuevo Complejo Penitenciario de Civitavecchia, 14-IV-2022).

Ver, escuchar y anunciar

En la homilía durante la vigilia pascual (sábado santo, 16-IV-2022), Francisco se fijó en el relato evangélico del anuncio de la resurrección a las mujeres (cfr. Lc 41, 1-10). Y subrayó tres verbos. 

En primer lugar, “ver”. Vieron la piedra corrida y cuando entraron no hallaron el cuerpo del Señor. Su primera reacción fue el miedo, no levantar la vista del suelo. Algo así, observa el Papa, nos pasa a nosotros: “Con mucha frecuencia, miramos la vida y la realidad sin levantar los ojos del suelo; sólo enfocamos el hoy que pasa, sentimos desilusión por el futuro y nos encerramos en nuestras necesidades, nos acomodamos en la cárcel de la apatía, mientras seguimos lamentándonos y pensando que las cosas no cambiarán nunca”. Y así sepultamos la alegría de vivir. 

Luego, “escuchar”, teniendo en cuenta que el Señor “no está aquí”. Quizá le buscamos “en nuestras palabras, en nuestras fórmulas y en nuestras costumbres, pero nos olvidamos de buscarlo en los rincones más oscuros de la vida, donde hay alguien que llora, quien lucha, sufre y espera”. Hemos de levantar la mirada y abrirnos a la esperanza. 

Escuchemos: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No debemos buscar a Dios, interpreta Francisco, entre las cosas muertas: ennuestra falta de valentía para dejarnos perdonar por Dios, para cambiar y terminar con las obras del mal, para decidirnos por Jesús y por su amor; en el reducir la fe a un amuleto, “haciendo de Dios un hermoso recuerdo de tiempos pasados, en lugar de descubrirlo como el Dios vivo que hoy quiere transformarnos a nosotros y al mundo”; en “un cristianismo que busca al Señor entre los vestigios del pasado y lo encierra en el sepulcro de la costumbre”

Y finalmente, “anunciar”. Las mujeres anuncian la alegría de la Resurrección: “La luz de la Resurrección no quiere retener a las mujeres en el éxtasis de un gozo personal, no tolera actitudes sedentarias, sino que genera discípulos misioneros que ‘regresan del sepulcro’ y llevan a todos el Evangelio del Resucitado. Después de haber visto y escuchado, las mujeres corrieron a anunciar la alegría de la Resurrección a los discípulos”, aunque sabían que les tomarían por locas. Pero ellas no se preocuparon de su reputación ni de defender su imagen; no midieron sus sentimientos ni calcularon sus palabras. Sólo tenían el fuego en el corazón para llevar la noticia, el anuncio: “¡El Señor ha resucitado!”.

De ahí la propuesta para nosotros: “Llevémoslo a la vida ordinaria: con gestos de paz en este tiempo marcado por los horrores de la guerra; con obras de reconciliación en las relaciones rotas y de compasión hacia los necesitados; con acciones de justicia en medio de las desigualdades y de verdad en medio de las mentiras. Y, sobre todo, con obras de amor y de fraternidad”.

En la audiencia general del 13 de abril el Papa había explicado en qué consiste la paz de Cristo, y lo hizo en el contexto de la guerra actual en Ucrania. La de Cristo no es una paz de acuerdos, y, menos, una paz armada. La paz que Cristo nos da (cfr. Jn 20, 19.21) es la que ha conquistado sobre la cruz con el don de sí mismo.

El mensaje pascual del Papa, “al término de una cuaresma que parece no querer acabar” (entre el fin de la pandemia y la guerra) tiene que ver con esa paz que Jesús nos trae llevando “nuestras llagas”. Nuestras porque se las hemos causado nosotros y porque Él las lleva por nosotros. “Las llagas en el Cuerpo de Jesús resucitado son el signo de la lucha que Él ha combatido y vencido por nosotros, con las armas del amor, para que nosotros podamos tener paz, estar en paz, vivir en paz”(Bendición urbi et orbi Domingo de resurrección, 17-IV-2022).

Vaticano

Los refugiados no son un peligro para nuestra identidad

No pasa un día sin que el Papa Francisco pida el fin de la guerra en Ucrania, y no deja de valorar el espíritu de acogida de los pueblos de Europa hacia los refugiados. Un reciente documento del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral ofrece directrices sobre cómo ejercer la acogida en contextos interculturales e interreligiosos.

Giovanni Tridente·2 de octubre de 2022·Tiempo de lectura: 5 minutos

La guerra en Ucrania, que se prolonga desde el trágico 27 de febrero, entre las muchas tragedias humanitarias que conlleva, ha vuelto a amplificar en Europa la movilidad de los migrantes y refugiados, que huyen de las bombas y buscan hospitalidad allí donde pueden. Frente a los efectos de una guerra “en la puerta de al lado”, los pueblos de Europa están dando un ejemplo de acogida y cercanía hacia sus “primos” ucranianos como nunca antes, empezando por Polonia, que ha acogido a cientos de miles de ellos. El actual flujo migratorio se considera el más grave desde la Segunda Guerra Mundial. 

En las decenas de discursos en los que el Papa Francisco ha apelado casi a diario al fin de la guerra -definida sin ambages como una tragedia inútil y a la vez sacrílega-, al tiempo que ha pedido la apertura urgente de corredores humanitarios, se aprecia mucho el espíritu de acogida que se vive en el continente incluso en el indescriptible drama del conflicto. En su reciente Mensaje Urbi et Orbi del Domingo de Pascua, por ejemplo, el Papa destacó cómo las puertas abiertas de tantas familias en Europa son signos alentadores, verdaderos actos de caridad y bendición para nuestras sociedades “a veces degradadas por tanto egoísmo e individualismo”.

Sin embargo, no basta con detenerse en la extemporaneidad del momento o en la contingencia de un drama que tiene lugar a pocos kilómetros de nosotros, porque estas situaciones también existen desde hace muchos años en otras partes del mundo. No es casualidad que en el mismo Mensaje, Francisco haya mencionado a Oriente Medio, Libia, varios países africanos, los pueblos de América Latina, Canadá… recordando cómo las consecuencias de la guerra afectan a toda la humanidad. Sin embargo, “la paz es nuestro deber, la paz es la principal responsabilidad de todos”.

Acogida intercultural

En este contexto, vuelve a la palestra un documento publicado el 24 de marzo por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, un documento que ha pasado algo desapercibido. Se trata de las Orientaciones sobre la pastoral de los migrantes interculturales, que ponen de relieve las propuestas que pueden surgir para las comunidades llamadas a acoger a quienes huyen de las situaciones más diversas.

La perspectiva de estas Orientaciones está ligada a la temática intercultural que caracteriza a las migraciones actuales, por lo que analiza todos aquellos retos que surgen en un escenario cada vez más global y multicultural, sugiriendo a las comunidades cristianas prácticas de acogida que son también una oportunidad para el trabajo misionero, así como para el testimonio y la caridad. 

Se trata de un texto surgido de los encuentros con diversos representantes de Conferencias Episcopales, congregaciones religiosas y realidades católicas locales, que profundizaron inicialmente en el tema elegido por el Papa Francisco para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado de 2021, Hacia un nosotros cada vez más grande.

En el prefacio de las Orientaciones, que se componen de 7 puntos-retos (cada uno con 5 respuestas concretas), el Papa Francisco reitera la necesidad de construir una “cultura del encuentro”, como había subrayado en Fratelli Tutti, con vistas a una fraternidad universal, porque éste es el sentido de la verdadera catolicidad. Del encuentro con los que son extranjeros y pertenecen a culturas diferentes, entre otras cosas, surge la oportunidad de crecer como Iglesia y de enriquecerse mutuamente.

Es una invitación “a ampliar el modo en que vivimos el ser Iglesia”, mirando el drama del “desarraigo prolongado” en el que muchos se ven obligados también a causa de las guerras, permitiendo vivir “un nuevo Pentecostés en nuestros barrios y en nuestras parroquias”, escribe el Papa. Pero también es una forma de “vivir una Iglesia auténticamente sinodal, en movimiento, no estática”, que no hace diferencia entre nativos y extranjeros porque todos estamos en movimiento.

Superar el miedo

El primer punto del documento es una invitación a reconocer y superar el miedo a los diferentes, a menudo víctima de prejuicios y percepciones negativas exageradas, como la amenaza a la seguridad política y económica del país de acogida, que suelen desembocar en actitudes de intolerancia.

La respuesta de la Iglesia a este primer reto puede articularse de varias maneras, empezando por dar a conocer las historias personales de quienes huyen de sus tierras, las causas que les llevaron a emigrar; después es necesario implicar a los medios de comunicación en la difusión de buenas prácticas de acogida y solidaridad; utilizar un lenguaje positivo basado en argumentos sólidos; promover la empatía y la solidaridad e implicar a los adolescentes y jóvenes en estas dinámicas. 

Promover el encuentro

El segundo aspecto se refiere a la promoción del encuentro, facilitando prácticas de integración en lugar de exclusión. En este sentido, también son necesarias una serie de acciones, como promover un cambio de mentalidad que lleve a invertir la lógica del descarte por una “cultura del cuidado”; ayudar a ver el fenómeno migratorio en su globalidad e interconexión; organizar sesiones de formación para ayudar a entender la acogida, la solidaridad y la apertura hacia los extranjeros; crear espacios de encuentro para los recién llegados; formar a agentes de pastoral que se dediquen a la acogida de los inmigrantes para que se sientan parte activa de la dinámica de la parroquia. 

Escucha y compasión

Un tercer punto se refiere a la escucha y la compasión, ya que el recelo y la falta de preparación pueden llevar a menudo a ignorar las necesidades, los temores y las aspiraciones de los inmigrantes. Esto debería dirigirse en primer lugar a los menores y a los heridos profundos, organizando programas de asistencia con los más necesitados; animando a los trabajadores sanitarios y sociales a ofrecer servicios específicos para abordar situaciones concretas.

Vivir la catolicidad

Uno de los problemas encontrados en las últimas décadas es que, incluso en las poblaciones de tradición católica, han arraigado sentimientos nacionalistas que excluyen al “diferente”. Esta tendencia es, de hecho, contraria a la universalidad de la Iglesia, provocando divisiones y no promoviendo la comunión universal. Aquí es importante hacer entender este aspecto particular de la Iglesia como “comunión en la diversidad”, a partir de la imagen del Dios Trino. También hay que entender que la multiplicidad de culturas y religiones puede ser una oportunidad para aprender a apreciar a los que son diferentes de nosotros; esto también requiere una atención pastoral específica, como primer paso hacia una integración más duradera, a través de trabajadores bien formados y competentes. 

Los inmigrantes como una bendición

A menudo se olvida que hay comunidades en las que prácticamente todos los feligreses son extranjeros, o en las que los propios sacerdotes proceden del extranjero. Esto puede considerarse una bendición en medio del desierto espiritual que ha traído el secularismo. Por tanto, hay que potenciar las oportunidades que ofrecen los que vienen de fuera, permitiéndoles sentirse también parte activa de la vida de las comunidades locales, haciéndoles sentir como “verdaderos misioneros” y testigos de la fe; posiblemente adaptando las estructuras pastorales, los programas de catequesis y la formación.

Misión evangelizadora

Una correcta comprensión del fenómeno migratorio, junto con una identidad habitual, aleja también la percepción de amenazas a las propias raíces religiosas y culturales. En este sentido, la llegada de inmigrantes, especialmente de otras confesiones, puede considerarse una oportunidad providencial para llevar a cabo la propia “misión evangelizadora” a través del testimonio y la caridad. Esto requiere la activación de un dinamismo ampliado que incluya también la activación de los servicios caritativos y el diálogo interreligioso.

Cooperación

El último punto se refiere al reto de coordinar todas estas iniciativas para evitar la fragmentación con vistas a un apostolado realmente eficaz que optimice los recursos y evite las divisiones internas. Todos deben involucrarse en compartir visiones y proyectos, experimentando de primera mano la responsabilidad pastoral de este tipo de “cuidado”. La cooperación debe incluir también a otras confesiones religiosas, a la sociedad civil y a las organizaciones internacionales.

Como vemos, todos estos son elementos concretos para una acogida verdadera y digna, que también pueden ser útiles en este periodo en el que muchas parroquias están dando pasos para mostrar su cercanía al pueblo ucraniano. Un verdadero campo de pruebas de caridad y misión.

Cultura

«Autores en busca de Autor», un congreso sobre Dios en la literatura contemporánea

Dios en la literatura contemporánea. Crónica del VI congreso "Autores en busca de Autor", celebrado en el Paraninfo de la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense.

Antonio Barnés·1 de octubre de 2022·Tiempo de lectura: 3 minutos

Tras seis congresos sobre la presencia de Dios en la literatura contemporánea donde han participado 97 investigadores de 40 universidades de 13 países (Alemania, Australia, Bielorrusia, Brasil, Camerún, Francia, Eslovaquia, España, Estados Unidos, Italia, México, Venezuela, Rusia), que han presentado 166 ponencias y comunicaciones sobre 134 autores de 16 lenguas diferentes, se pueden obtener una serie de conclusiones.

Dios está muy presente en la literatura contemporánea de manera diversísima, como corresponde a una literatura, la de los últimos siglos, en que la hibridación de géneros y las modalidades de escritura son casi infinitas. Las actitudes que florecen son tantas como las posibilidades humanas de relación con Dios: amor, búsqueda, duda, rechazo, etcétera.

Por centrarnos en el último congreso, celebrado el 22 y el 23 de septiembre en la Facultad de Filología de la Universidad Complutense de Madrid, podemos enumerar una serie de aportaciones.

Asistentes al congreso

La nómina de escritores conversos o de conversos que escriben su testimonio de conversión es muy abultada. Para el mundo anglosajón basta conocer la obra de Joseph Pierce para comprobarlo.

La poesía lírica es un espacio privilegiado para encontrar la huella de Dios, pues los poetas suelen desnudar su alma. Es difícil encontrar un poeta que, de un modo u otro, no deje constancia de su actitud hacia Dios. En el VI congreso lo hemos observado en el poeta venezolano Armando Rojas Guardia o el español Luis Alberto de Cuenca. 

La tradición cristiana ha provocado un tuteo con Dios, consecuencia de la encarnación del Verbo que se manifiesta aún entre escritores no creyentes o agnósticos. En este sentido, es significativa la figura de Concha Zardoya, poeta española (1914-2004), que puede calificarse de “agnóstica mística”, pues expresa su búsqueda de Dios con un lenguaje místico sumamente eficaz aprendido en los autores del Siglo de Oro español. 

En otros casos, la espiritualidad y sensibilidad hacia lo religioso impregna toda la producción poética, como ocurre con la premio Nobel chilena Gabriela Mistral. Anne Carson, María Victoria Atencia, Juan Ramón Jiménez, Gerardo Diego y Dulce María Loynaz también han desfilado por el congreso, que suele organizar igualmente recitales en la voz de sus autores. La poeta madrileña Izara Batres fue la encargada de poner voz a sus versos.

La conexión de la lírica con lo divino da lugar a antologías sobre la poesía religiosa o alusiva a lo divino. En el sexto congreso se ha ofrecido un estudio sobre las antologías hispánicas de este tenor desde los años 40 del siglo pasado hasta ahora.

Es interesante el estudio de cristianos o no cristianos de otras tradiciones ante la figura de Dios. Paradigmático es el caso del japonés converso Shusaku Endo en su novela “Silencio”, o del también japonés Yukio Mishima.

Las memorias, diarios (escrituras del yo) o las cartas son espacios particularmente interesantes para manifestar las actitudes ante Dios. Lo hemos visto en las cartas entre las escritoras norteamericanas católicas Caroline Gordon y Flannery O’Connor. 

El mundo de la ciencia ficción, de las utopías y distopías es campo abonado para proyectar los deseos ante los grandes temas humanos: Dios, el mundo y el propio hombre. Hemos escuchado una ponencia sobre lo trascendente en los relatos cortos de Ted Chiang y otra sobre el humanitarismo sin alma y la religión sin Dios en la primera obra distópica: “Señor del mundo” de Robert H. Benson. 

Posiblemente la escritura femenina desvele con más claridad los recovecos del alma. Se ha visto en la narradora Ana María Matute y su pregunta por el sentido en su obra “Pequeño teatro”.

Los congresos sirven también para dar a conocer a autores de valía menos conocidos. Tal ha sido el caso, en esta sexta edición, del poeta eslovaco Janko Silan, sacerdote católico, y del obispo español Gilberto Gómez González.

Es grande la variedad de perspectivas: desde el vanguardista alemán Hugo Ball hasta el original y profundo novelista francés Christian Bobin pasando por el médico egipcio del siglo XX Kamil Huseyn. Autores de tradiciones religiosas diferentes que convergen en su interés por Dios o lo religioso.

La secularización contemporánea también se refleja en la literatura. Un ejemplo de ello ha sido “La saga/fuga” de J.B. de Gonzalo Torrente Ballester. 

Desde hace tres años los congresos “Autores en busca de Autor” vienen dedicando una mesa de ponencias a las figuras del cardenal Newman y de Edith Stein, ambos santos católicos e iconos del diálogo entre religión y modernidad. En el VI congreso se han presentado dos interesantísimas ponencias sobre Newman. En una de ellas se establecieron algunas conexiones entre el cardenal y la obra de Tolkien y en otra se glosó la novela newmaniana “Perder o ganar”, que ficcionaliza su conversión al catolicismo.

La Universidad de Salamanca publicará en próximos meses una monografía con lo más granado de este VI congreso.

El autorAntonio Barnés

Recursos

Carismas y nuevas comunidades

El acompañamiento pastoral y la responsabilidad de la jerarquía en relación con nuevos movimientos y asociaciones han de procurar evitar ciertos riesgos, como los que han puesto de manifiesto algunas situaciones de escándalo en los tiempos recientes.

Denis Biju-Duval·1 de octubre de 2022·Tiempo de lectura: 3 minutos

En el Nuevo Testamento, sobre todo en San Pablo, los carismas se perciben como dones particulares que, a partir del bautismo, permiten a los diferentes miembrosde la Iglesia encontrar su lugar y su papel específico y complementario, para el bien y el crecimiento de todo el Cuerpo. Esa noción, ¿puede extenderse a realidades que no son sólo personales, sino comunitarias, como los nuevos movimientos y comunidades? La terminología paulina alude tanto a realidades esenciales o estructurales para la Iglesia, como a dones de carácter más circunstancial, que el Espíritu Santo le concede en un momento determinado para afrontar los retos particulares de la época. El Concilio Vaticano II reservó la noción de carisma para los dones de carácter circunstancial (cfr. Lumen Gentium, n. 12), y los distinguió de los “sacramentos y ministerios” y de los “dones jerárquicos”, a la vez que señaló como sus destinatarios a “los fieles de todos los órdenes”.

La noción de carisma en sentido comunitario se aplicó pronto al ámbito de la vida consagrada. El Señor no ha dejado de suscitar formas de vida consagrada que respondieran a las necesidades concretas de su tiempo, en muchos casos al margen de la programación pastoral jerárquica, manifestando la libre iniciativa del Espíritu Santo. Por otra parte, en el siglo XX han surgido también diversas formas de movimientos y comunidades aptas para potenciar la llamada a la santidad y a la evangelización entre los bautizados. El Concilio Vaticano II las abordó desde el punto de vista de la vida bautismal: los fieles pueden actuar por iniciativa propia de muchos modos, sin esperar a que la jerarquía los autorice o asuma. Se podría hablar incluso de un derecho del mismo Espíritu Santo a suscitar en la Iglesia formas originales de santidad, fecundidad y apostolado (vid. Carta Iuvenescit Ecclesia, Congregación para la Doctrina de la Fe, 2016). 

Cuando nace una nueva comunidad o un nuevo movimiento, ¿qué responsabilidad puede ejercer la jerarquía eclesiástica? Las iniciativas del Espíritu Santo no son siempre evidentes: hay una distancia entre lo que ocurre visiblemente y el origen que se le debe atribuir. Puede tratarse de una iniciativa del Espíritu Santo, o de un fruto más o menos feliz del simple genio humano, o incluso de una influencia del Maligno. El discernimiento es necesario, y los pastores están llamados a “juzgar la autenticidad de estos dones y su uso adecuado” (LG n. 12); identificarlos, apoyarlos, ayudarles a integrarse en la comunión de la Iglesia y, en su caso, corregir desequilibrios.

El acompañamiento pastoral de las nuevas comunidades exige una atención especial. En los últimos años se han dado escándalos referidos a fundadores de algunas de ellas, conocidas a veces precisamente por su fecundidad y dinamismo. Se ha de considerar al propio fundador y su equilibrio espiritual, así como el funcionamiento de la comunidad en torno a él. En cierto sentido es toda la comunidad la que constituye el sujeto fundamental del carisma comunitario, el cual incluye dones, habilidades y talentos que el fundador no encuentra en sí mismo, sino en sus hermanos, y desde este punto de vista es el servidor de su desarrollo. Siempre ha de tenerse en cuentael misterio del encuentro entre la gracia divina y la miseria humana. Los dones de Dios y los pecados de los hombres en cierto modo se entrelazan; el pecado puede pervertir desde dentro el ejercicio de carismas inicialmente auténticos, o viceversa, la gran miseria del poseedor de un carisma puede hacer más evidente su origen divino.

El acompañamiento eclesial de las nuevas comunidades y de sus carismas propios exige tanto benevolencia como autoridad. Los carismas auténticos podrían pervivir en un estado paradójico, dando frutos innegables al tiempo que se encuentran, por así decirlo, desequilibrados. ¿Podemos decir que, como el árbol es malo, los frutos son necesariamente malos? ¿Se puede salvar algo? Los comportamientos inicuos del fundador no siempre bastarán para concluir que la comunidad no pueda ser reconocida como un buen árbol en su conjunto. Sería oportuno sacar a la luz las intuiciones espirituales y apostólicas que explican los frutos, y desvincularlos de las derivas que los han afectado; debería normalmente evitarse la tentación de una especie de “damnatio memoriae” que eliminara toda referencia al fundador; habría que discernir en su vida, escritos y acciones lo que requiera corrección y purificación, y lo que contribuyó a los buenos frutos que siguieron, identificar las disfunciones y los abusos, localizar sus causas y, si fuera el caso, extraer las consecuencias en las modificaciones a realizar en las normas.

Los problemas son numerosos y complejos. Pero es significativo que, en los últimos años, en varias ocasiones la opción de la autoridad eclesiástica ha consistido en intentar salvar a las comunidades afectadas. Eso sólo es posible si creemos que, a pesar de los escándalos y de la acción del Maligno, la constatación de ciertos frutos buenos sólo se explica por la acción de un auténtico carisma, que debe salir a la luz. A la larga, podemos esperar que la indignidad de algunos no haga sino poner de manifiesto con mayor claridad la acción del Espíritu Santo.

El autorDenis Biju-Duval

Profesor en la Pontificia Universidad Lateranense.

Cultura

Nidhal Guessoum: «La teología islámica no exige la confesionalidad del Estado»

No es fácil encontrar científicos musulmanes capaces de dialogar con profundidad sobre filosofía, ciencia y teología. Nidhal Guessoum es una esas personas. Omnes charla con él con ocasión de su paso por Madrid.

Javier García Herrería·30 de septiembre de 2022·Tiempo de lectura: 6 minutos

Nidhal Guessoum (1960) es un astrofísico argelino doctorado por la Universidad de California en San Diego. Ha impartido clases en universidades de Argelia y Kuwait, y actualmente es profesor titular de la Universidad Americana de Sharjah, en los Emiratos Árabes Unidos. Además de su investigación académica, escribe y da conferencias sobre temas relacionados con la ciencia, la educación, el mundo árabe y el Islam. En 2010, fue autor del bien recibido libro «La cuestión cuántica del Islam: Reconciliar la tradición musulmana y la ciencia moderna«, que fue traducido al árabe, francés, indonesio y urdu. Sostiene que la ciencia moderna debe integrarse en la cosmovisión islámica, incluida la teoría de la evolución biológica, que, según él, no contradice la teología islámica.

El 19 de septiembre participó en una jornada en la Universidad San Pablo CEU, en colaboración con el Instituto Acton, sobre la historia, los retos y las perspectivas de las relaciones entre las confesiones abrahámicas. Su ponencia en la conferencia versó sobre la colaboración científica de las tres religiones en Al-Andalus durante la Edad Media.

¿Cómo caracterizaría esa «colaboración científica» entre las confesiones abrahámicas en Al-Andalus? ¿Hubo un verdadero entendimiento y aprecio o se basó en un mero interés científico?

La colaboración no era del mismo tipo que entendemos o practicamos hoy en día. Los eruditos no se reunían en universidades, centros de investigación y bibliotecas para trabajar juntos en determinados problemas durante días y meses. Más bien, recibían los trabajos de los demás, los leían y los comentaban. También solían traducir obras antiguas y nuevas a varias lenguas (normalmente, del griego al árabe, luego al hebreo o a una lengua vernácula, por ejemplo el castellano, y luego al latín). De hecho, la traducción era una de las funciones científicas más importantes y creativas que realizaban los eruditos.

En segundo lugar, una cosmovisión común (creador divino, gran cadena del ser, etc.) entre las tres religiones/culturas y una lengua común de erudición (el árabe) contribuyeron a reforzar el interés mutuo por las obras que abordaban cuestiones de interés común: la eternidad (pasada) del mundo, la causalidad, la acción divina, las enfermedades, la astrología, los calendarios, etc.

En España, es conocida la fructífera sinergia de las tres grandes religiones en la ciudad de Toledo. ¿Ha habido otras ciudades donde haya habido un intercambio cultural tan importante esas religiones?

Toledo fue una ciudad en la que, efectivamente, las tres comunidades vivieron en armonía e interactuaron de forma beneficiosa. Córdoba fue otra famosa ciudad de rica interacción intercultural. Sin embargo, ese no fue el único modelo o modo de intercambio cultural entre los eruditos. Más a menudo, como he mencionado anteriormente, recibían libros y comentarios de unos y otros, y los eruditos se desplazaban entre ciudades (a menudo buscando el patrocinio de emires, reyes y príncipes), llevando y difundiendo así sus conocimientos y formando redes de comunicación científica.

¿En qué ámbitos ha sido especialmente importante la relación entre las tres grandes religiones?

La medicina, la filosofía y la astronomía fueron probablemente los tres campos en los que se produjeron los máximos beneficios cruzados. La medicina por razones obvias: de hecho, a menudo se encontraba un importante médico judío o cristiano sirviendo en la corte de un gobernante musulmán. La astronomía, tanto por los intereses prácticos del calendario como por las predicciones astrológicas (tanto si los practicantes sabían que eran erróneas y se limitaban a venderlas a los gobernantes que las querían como si creían que eran ciertas).

Puedo mencionar el caso de Al-Idrissi, el geógrafo cordobés que viajó mucho y luego se instaló en Sicilia, en la corte del rey Roger II, que le encargó el mejor libro de geografía actualizado, que se conoció como «El Libro de Roger».

Y en la filosofía porque se abordaron temas importantes, como los que he mencionado anteriormente, que suscitaron un gran interés entre los grandes pensadores medievales de las tres religiones.

¿Cómo deben interpretarse el Islam y la teoría de la evolución para que sean compatibles?

Para que sean compatibles, el islam (y otras religiones monoteístas) tiene que defender primero el principio de que las escrituras son libros de orientación espiritual y moral y de organización social, y no tratados científicos. El islam (y las demás religiones) también tienen que acabar con las lecturas literalistas de las escrituras, de modo que cuando se encuentren versículos que hablen (teológicamente) de la creación de Adán o de la Tierra, o de otros temas de la historia natural, hay que centrarse en el mensaje o la lección que se transmite, no en el «proceso»; de hecho, las escrituras no pretenden explicar los fenómenos, sino señalar sus significados.

Por último, el concepto de «creación» en sí mismo debe entenderse como no necesariamente instantáneo, ya que, de hecho, la creación-formación de la tierra no llevó millones, sino miles de millones de años, y los musulmanes nunca se oponen a ello, por lo que no debería haber ningún problema con que la «creación» de los seres humanos haya llevado millones de años y un proceso gradual de varios pasos.

¿Hay algún aspecto de la relación entre las grandes religiones que no sea especialmente conocido?

Creo que es importante subrayar el hecho de que las grandes religiones comparten muchos puntos en común y una visión del mundo de relevancia directa para las cuestiones de conocimiento del mundo: la historia de la humanidad, los calendarios, prácticas como el ayuno, el cuidado del medio ambiente, etc.

Hay algunas diferencias teológicas (importantes), por ejemplo, la aceptación de la divinidad de Jesús, el concepto y la naturaleza de la salvación, el origen divino de las escrituras frente a la composición por parte de los humanos, etc. Y esto explica por qué algunos de nosotros somos musulmanes, y otros son cristianos, judíos, budistas u otros. Pero incluso en el ámbito teológico, estamos de acuerdo en varios asuntos importantes, por ejemplo, el Día del Juicio, la vida espiritual, el cielo y el infierno, los profetas del pasado, las revelaciones, etc.

Y con una comprensión clara de nuestros puntos comunes y diferencias teológicas, podemos y debemos colaborar en muchas cuestiones en beneficio de la humanidad.

¿Por qué el mundo islámico dejó de ser líder en ciencia, medicina y filosofía? ¿Se debe el rechazo de la filosofía y la ciencia principalmente a las consecuencias de la teoría de la «doble verdad» de Averroes?

La idea de la «doble verdad» es a menudo malinterpretada en la filosofía de Averroes. En su magnífico «Discurso Definitivo sobre la Armonía entre la Religión y la Filosofía», afirmó muy claramente: «La verdad (la Revelación) no puede contradecir a la ‘sabiduría’ (la filosofía); por el contrario, deben estar de acuerdo entre sí y apoyarse (apoyarse) mutuamente». También se refirió a la Religión y a la Filosofía como «hermanas íntimas». En otras palabras, no hay contraste entre la verdad religiosa y la filosófica, sino armonía. Por lo tanto, no había ninguna razón para rechazar la filosofía y la ciencia. De hecho, Averroes sostenía que para aquellos que son capaces, la búsqueda del alto conocimiento (filosófico) era una obligación. 

El declive de la ciencia y la filosofía en la civilización islámica se debió a varios factores, algunos internos y otros externos. Entre los factores internos se encontraban la inestabilidad política, las objeciones religiosas (los eruditos musulmanes no siempre aceptaban plenamente todos los conocimientos filosóficos y científicos), la falta de desarrollo de las instituciones y la dependencia del mecenazgo en su lugar, la masa crítica de eruditos suficiente raramente se alcanzaba en un lugar determinado, etc. Entre los factores externos se encuentran el auge económico de Europa (el descubrimiento de América y la prosperidad subsiguiente), la aparición de universidades, la invención de la imprenta, etc.

¿Cree usted que la ciencia y la filosofía son conciliables con la teología musulmana? ¿Cómo ve el mundo musulmán la relación entre la fe y la razón?

Sí, creo que la fe y la razón, y la ciencia, la filosofía y la teología islámica son conciliables; de hecho, el subtítulo de mi libro de 2010 («La cuestión cuántica del islam») era «reconciliar la tradición musulmana y la ciencia moderna». Ya mencioné que Averroes ya había explicado y mostrado con sólidos argumentos tanto del Islam como de la Filosofía que ambos son «hermanos de pecho».

Y en el tema más difícil, el de la evolución biológica y humana, he mencionado brevemente cómo se pueden conciliar ambas. Para un tratamiento más completo y detallado del tema, invito al lector a consultar mi libro, mis otros escritos y conferencias.

Mucha gente teme el crecimiento demográfico de los musulmanes en los países occidentales, especialmente porque la teología islámica sostiene la necesidad de la confesionalidad del Estado, a la manera de una teología política. ¿Está usted de acuerdo con esta interpretación del islam? ¿Es posible ser un verdadero musulmán y aceptar la democracia y la tolerancia en las sociedades occidentales?

Los musulmanes llevan décadas, si no siglos, viviendo como minorías en «Estados no musulmanes», es decir, en Estados donde las leyes no se basan en los principios islámicos. Por supuesto, es más fácil para los musulmanes vivir en Estados donde las leyes sean totalmente coherentes con sus creencias y prácticas religiosas, pero no es una obligación. La teología islámica no exige la «confesionalidad del Estado». 

Mientras las democracias laicas respeten las opciones de vida personales de la gente -¿por qué habría que obligar a una mujer a quitarse el pañuelo en el trabajo o en los espacios públicos?-, no veo ninguna razón por la que los musulmanes no puedan vivir pacífica y armoniosamente con otras comunidades (religiosas o laicas) en diversas ciudades y países, de forma mutuamente tolerante y respetuosa. 

Falsas dialécticas

30 de septiembre de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

Vivimos en un contexto cultural plagado de contradicciones. La postmodernidad ha fragmentado la unidad de sentido que el ser humano ha intentado dar al mundo.

Hoy conviven “pacíficamente” movimientos dialécticos, como el ambientalismo, el cientifismo y las diversas propuestas de ingeniería social, a partir de doctrinas como la de género, o la de los derechos del individualismo capitalista.

El ecologismo o ambientalismo trata de fomentar el respeto de los ciclos de la naturaleza, eliminar los elementos contaminantes provenientes de la libre acción humana y preservar la biodiversidad. Por su parte, el cientifismo positivista afirma que sólo es verdadero aquello que es comprobable empíricamente.

Sin embargo, los desarrollos de la doctrina de género se basan en afirmaciones sobre las diferencias sexuales que echan por tierra las evidencias más elementales provenientes de las ciencias empíricas como la genética, la biología o la anatomía, entre otras.

Muchos de los actuales movimientos de la ingeniería social capitalista justifican en los derechos del individuo prácticas de muerte, como el aborto y la eutanasia. Y crean nuevas fuentes de negocio mediante la comercialización de la vida humana, como las clínicas de fecundación artificial; o a través de la instrumentalización de las mujeres en la praxis -legal o ilegal- de la gestación subrogada. ¿No es esto alterar -y radicalmente- los ciclos de la naturaleza, que actúa siempre preservando la vida y la continuidad de las especies?

Como afirma Francisco en Laudato si, “todo está conectado”. La crisis ecológica no es un problema técnico, sino una manifestación de la profunda crisis ética, cultural y espiritual de la postmodernidad. No podemos pretender sanar nuestra relación con el ambiente sin sanar todas las relaciones básicas del ser humano.

Hemos de ser capaces de identificar las grandes contradicciones de nuestro tiempo: la defensa de la naturaleza exige el pleno respeto de los ciclos de la vida y de la muerte. 

Los cristianos, fieles al tesoro de verdad que hemos recibido, estamos especialmente llamados a realizar una tarea pendiente: el desarrollo de una nueva síntesis que supere falsas dialécticas de la cultura contemporánea.

El autorMontserrat Gas Aixendri

Catedrática en la Facultad de Derecho de la Universidad Internacional de Cataluña y directora del Instituto de Estudios Superiores de la Familia. Dirige la Cátedra sobre Solidaridad Intergeneracional en la Familia (Cátedra IsFamily Santander) y la Cátedra Childcare and Family Policies de la Fundación Joaquim Molins Figueras. Es además vicedecana en la Facultad de Derecho de UIC Barcelona.

España

Los temas de la reunión de la comisión permanente de la conferencia episcopal española

Luis Argüello ha explicado los trabajos llevados a cabo en la reunión de la comisión permanente de la conferencia episcopal que ha tenido lugar en Madrid.

Javier García Herrería·29 de septiembre de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

Mons. Luis Argüello ha comentado el resultado de los trabajos de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española que ha tenido lugar en Madrid el 27 y 28 de septiembre. El objetivo de la reunión ha sido preparar los trabajos para la reunión de todos los obispos españoles que tendrá lugar el próximo mes de noviembre. 

Ese encuentro será determinante para la elección del nuevo secretario general y portavoz de los obispos españoles. Además se estudiará la aprobación de algunos documentos en los que han estado trabajando algunas comisiones episcopales en los últimos meses. 

Mons. Argüello ha ofrecido la que seguramente será su última rueda de prensa como portavoz de la conferencia episcopal española. En tono distendido ha agradecido a los periodistas el trabajo que han realizado en los cuatro años que ha estado en el cargo, al tiempo que con mano izquierda ha subrayado cómo en ocasiones en las ruedas de prensa que ha ofrecido los titulares que han salido en los medios han tenido poco que ver con el contenido principal de la convocatoria a los medios.

Catecismo de adultos y ministerios laicales

Mons. José Rico, presidente de la Comisión Episcopal para la Evangelización, Catequesis y Catecumenado,  ha presentado a los miembros de la Comisión Permanente el avance del trabajo de redacción de un catecismo para adultos en el que se está trabajando para facilitar la formación de los que están realizando el catecumenado de adultos o se reinician en la vida cristiana en la madurez. Su desarrollo sigue el proceso del “Ritual de la iniciación cristiana de adultos”. 

Por otro lado, Rico Pavés y el presidente de la Comisión Episcopal para la Liturgia, Leonardo Lemos, han presentado las “Orientaciones sobre los Ministerios Instituidos: Lector, Acólito y Catequista”. Este documento se ha preparado después de la promulgación por parte del papa Francisco del “Motu proprio Spiritus Domini”, el 11 de enero de 2021, sobre el acceso de las mujeres a los ministerios instituidos, y del “Motu proprio Antiquum ministerium”, de 10 de mayo de 2021, por la que se instituye el ministerio de los catequistas. 

Siguiendo el deseo del Papa, las conferencia episcopales de los distintos países debían concretar esta propuesta, por lo que se emprendió un proceso de reflexión sobre las consecuencias prácticas y la aplicación de ambas cartas.

Futuro documento sobre el apostolado de los laicos

La Comisión Episcopal para los Laicos, Familia y Vida ha presentado su propuesta de trabajo basada en las conclusiones del congreso de laicos que se celebró en España en febrero de 2020 y que ha sido enriquecido con las aportaciones que salen del proceso sinodal, que se clausuró en junio de 2022. Las conclusiones del citado congreso impulsaron cuatro líneas de trabajo: primer anuncio, acompañamiento, formación y presencia en la vida pública. El documento que elaborarán los obispos españoles será un servicio al apostolado seglar y a movimientos y asociaciones a él vinculados

Por último, los obispos también han comentado el borrador de un futuro documento que llevará por título “Persona, familia y sociedad” y que analizará la situación social actual y recogerá la propuesta de la Iglesia en España.

Vaticano

El papa Francisco confirma su viaje a Baréin

Maria José Atienza·29 de septiembre de 2022·Tiempo de lectura: < 1 minuto

El Papa viajará a Baréin del 3 al 6 de noviembre. Allí participará en el “Foro para el diálogo”, una iniciativa creada para promover el diálogo entre Oriente y Occidente.

El viaje papal a Bahrein tendrá lugar menos de un año después de la entrega de la carta oficial de invitación enviada al Papa Francisco por el Rey Hamad bin Isa al Khalifa.

Con este viaje, el número 39 de su pontificado, Francisco se convertirá en el primer Papa en visitar el Reino de Baréin, situado en la costa oeste del golfo Pérsico.


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Cultura

¿Está presente el cristianismo de Tolkien en sus obras?

Al hilo del estreno de Amazon "Los Anillos de poder", analizamos un libro -"Un camino inesperado", de Diego Blanco- sobre el cristianismo de Tolkien en su obras.

Javier Segura·29 de septiembre de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

La obra del escritor británico J.R.R. Tolkien vuelve de nuevo a estar de actualidad a raíz del estreno de la serie ”Los anillos de poder”. Un estreno que, dicho sea de paso, tiene más de sacarle jugo a una franquicia comercial rentable que de reproducción fidedigna del universo creado por este genial filólogo y escritor. Con esta ocasión he releído el libro de Diego Blanco Albarova, “Un camino inesperado, desvelando la parábola de ”El Señor de los Anillos” (editorial Encuentro), en el que analiza la obra de Tolkien desde la perspectiva de autor católico. 

Este análisis que hace Diego Blanco, sin duda un gran conocedor y entusiasta de “El Señor de los Anillos”, ha sido abordado por diversos autores, pues la religiosidad de Tolkien era sin duda uno de los elementos más configurantes de su vida y es esencial tenerlo en cuenta si se quiere analizar correctamente su obra. Recomiendo a este respecto la obra de Caldecott, “El poder del anillo”, también de Encuentro.

Diferencias con C. S. Lewis

Tolkien era un autor católico, pero a mi entender, nunca pretendió hacer una parábola de sus creencias a través de su obra, como sí haría C.S. Lewis en “Las crónicas de Narnia”. Más bien esta perspectiva fue motivo de discusión literaria entre los dos amigos literatos y profesores de Oxford. Tolkien pretendía, como él dice a Milton Waldeman ‘crear un cuerpo de leyendas más o menos conectadas

Ese universo mitológico que Tolkien quiere crear tiene de trasfondo una antropología cristiana, de lucha del bien y el mal, de la realidad de un ser espiritual (Eru) que ha creado el universo, de una mano providente y de un sentido en la historia. Pero a mi entender nuestro autor no intentará plantear un paralelismo simbólico entre el catolicismo y su obra, tal como plantea Diego Blanco en su libro. Tolkien es simplemente un autor católico que escribe una obra literaria colosal y que, por ello, transmite una mirada católica de la realidad. Tal y como le ocurriera a Cervantes al escribir “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha”.

Ahora bien, es verdad que el profesor, cuando crea su obra, tiene presente la fe católica y la hace concordar con su obra. Será cuidadoso en construir un universo que es eco fiel de Dios Creador, pero no anticipará ningún contenido de la revelación cristiana. Tolkien, además, no puede evitar que elementos tan queridos como la eucaristía o la Virgen María, tengan un reflejo en su obra. Galadriel y Elbereth serán dos personajes femeninos élficos que reflejen, de alguna manera ,el arquetipo mariano. Y a ningún lector se le escapa que el pan del camino de los elfos, las lembas, tienen un parecido con la eucaristía. Tolkien se refiere a ello cuando dice que ‘cosas mucho más grandes pueden dar color a una mente cuando trata los detalles menores de un cuento de hadas’ (carta 213)

Como creador Tolkien escribió una obra grandiosa, un universo propio, en el que dejó la huella de su ser, profundamente católico. Podemos seguir el rastro de su autor, igual que descubrimos rasgos de Dios en su creación, sin caer necesariamente en un simbolismo literal. Ahí reside, a mi entender, la gran fuerza literaria y, por qué no decirlo también, evangelizadora de la obra del viejo profesor.

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Procesión eucarística en Matera

Procesión eucarística en Matera, Italia, el 24 de septiembre de 2022. La procesión se enmarcó dentro del Congreso Eucarístico Nacional de Italia que fue clausurado por el Papa Francisco.

Maria José Atienza·29 de septiembre de 2022·Tiempo de lectura: < 1 minuto
Mundo

En Asís, una «vela virtual» por los fallecidos a causa de la pandemia

El 4 de octubre tendrá lugar en Asís una iniciativa de la conferencia episcopal italiana para rezar por los fallecidos durante el covid.

Giovanni Tridente·29 de septiembre de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

Traducción del artículo al italiano

Después de haber acogido durante tres días a miles de jóvenes de todo el mundo que, impulsados por el actual Magisterio, se reunieron para reflexionar sobre la economía del futuro, llamada a ser más justa y solidaria, Asís volverá a ser protagonista en los próximos días de una iniciativa deseada por la Conferencia Episcopal Italiana: recordar en la oración los miles de muertos que ha sufrido Italia en los dos últimos años a causa de Covid-19.

La propuesta se titula “Reza por tu ser querido” y utilizará la tecnología para llevar a los pies de San Francisco el recuerdo de las familias de los que han sido víctimas de la pandemia. Por encargo del presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, el cardenal Matteo Zuppi, la movilización virtual -a través de una página web especial en la que todos pueden indicar los nombres de los familiares- quiere retomar ese hilo que se interrumpió en los duros momentos del encierro, cuando muchas personas “se despidieron de nosotros, por culpa de Covid, de alguna manera anónima”.

Situaciones que añadían dolor al dolor, precisamente por un desapego frío y a veces inhumano, sin un abrazo o una caricia. Incluso el Papa Francisco se refirió varias veces a lo que se juzgó como una tragedia dentro de una tragedia, que dejó un rastro de sufrimiento, arrepentimiento y a veces un sentimiento de culpa.

Oraciones en Asís

“He confiado a los frailes de la Basílica de San Francisco de Asís la tarea de recoger los nombres de los difuntos y de ponerse en contacto con quienes deseen recordar a un ser querido para esta conmemoración especial”, dijo el cardenal Zuppi. Será una forma concreta de “tender la mano en la fe y en la cercanía de la amistad a todos aquellos que todavía hoy sufren por no poder dar el último adiós a sus familiares y seres queridos”.

Accediendo a la página web será posible “encender” una vela virtual indicando el nombre de su familiar; los Hermanos de Asís colocarán todos los nombres recogidos para esta ocasión en la Tumba de San Francisco, para confiarle a él y al Señor estas personas.

Lo harán el 4 de octubre, fiesta del Santo, ocasión en la que el Presidente de la República Italiana, Sergio Mattarella, encenderá una Lámpara Votiva ofrecida por Italia -de la que San Francisco es Patrono junto con Santa Catalina de Siena- para agradecer a los trabajadores sanitarios, fuerzas policiales y voluntarios que trabajaron durante la pandemia y recordar a todos los fallecidos.

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Evangelización

Un congreso sobre el deporte en el Vaticano

Cumbre internacional en el Vaticano sobre el deporte, con instituciones deportivas e intergubernamentales, y diversas confesiones cristianas.

Antonino Piccione·28 de septiembre de 2022·Tiempo de lectura: 4 minutos

¿Cuál es la idea básica y la finalidad del congreso “Deporte para todos. Cohesionado, accesible y a la medida de cada persona”, el encuentro internacional previsto del 29 al 30 de septiembre en el Vaticano, promovido por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, en colaboración con el Dicasterio para la Cultura y la Educación y la Fundación Juan Pablo II para el Deporte?

Cartel del congreso «Deporte para todos»

Si prestamos atención a la imagen que acompaña este escrito, ya podemos encontrar la respuesta en el logotipo del evento, que en definitiva identifica la práctica del deporte como instrumento de encuentro, formación, misión y santificación. A través de tres ejes principales la “cohesión”, con la que acercar el deporte profesional al deporte de base, contrarrestando las dinámicas que tienden a separarlos (en el logotipo, piernas y brazos entrelazados como signo de unidad entre las personas); “accesibilidad”, es decir, facilitar la posibilidad de que las personas practiquen deporte, reduciendo los obstáculos sociales y culturales; apto para todas las personas para garantizar la participación en el deporte de todos, incluidas las personas con discapacidades físicas, intelectuales, psíquicas y sensoriales (se ha estilizado un símbolo de discapacidad para englobar a todas las personas con condiciones frágiles). 

Figuras e instituciones del mundo del deporte

A la cumbre asistirán numerosos testimonios, atletas, entrenadores, pero también asociaciones y representantes de diferentes confesiones cristianas y otras religiones. Al final, en presencia del Papa Francisco, se invitará a los participantes a firmar la “Declaración sobre el Deporte”, es decir, el compromiso de promover cada vez más -dentro de sus respectivas instituciones y en sinergia entre ellas- la dimensión social e inclusiva de la cultura y la práctica deportiva. Esta invitación se hará extensiva a todas las realidades del deporte, empezando por las que se inspiran en la visión cristiana de la persona y del propio deporte, participando a través de internet. 

Con la implicación de las principales instituciones y organizaciones deportivas e intergubernamentales, esta cita -explica el Dicasterio promotor- continúa el camino que comenzó en octubre de 2016 con el encuentro internacional “El deporte al servicio de la humanidad”, seguido después por “Dar lo mejor de uno mismo”, el documento publicado a principios de junio de 2018 con el que la Santa Sede aborda por primera vez el tema en su totalidad. “Dar lo mejor de uno mismo en el deporte es también una llamada a aspirar a la santidad”. Así escribe el Santo Padre en la carta introductoria del documento, que consta de cinco capítulos, con el objetivo de ofrecer una perspectiva cristiana del deporte, dirigiéndose a quienes lo practican, a quienes lo ven como espectadores, a quienes lo viven como técnicos, árbitros, entrenadores, familias, sacerdotes y parroquias.

El evento de dos días en el Vaticano se inscribe, por tanto, en el camino que desde hace siglos une al Sucesor de Pedro, a la Santa Sede y a toda la Iglesia con el deporte y, en particular, responde a la llamada del Papa Francisco a su proyección social, educativa y espiritual. 

El papel del deporte

En la rueda de prensa de presentación del evento, celebrada esta mañana en la Oficina de Prensa de la Santa Sede, el padre Alexandre Awi Mello, ISch -secretario del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida- recordó el papel y la función del deporte que, lejos de perseguir intereses biempensantes, está llamado a “poner en el centro a la persona humana en el marco de la comunidad de la que forma parte, superando las tentaciones de la corrupción y la mercantilización. En nombre de la amistad, el juego y la gratuidad, bienes que la política (regional, nacional e internacional) debe proteger y consolidar». 

En el fondo están las reflexiones que el Papa Francisco pronunció en la “Sportweek” a principios de 2021, que se pueden resumir en 7 conceptos clave: 

  • Lealtad. “El deporte es respeto a las reglas pero también lucha contra el dopaje, cuya práctica es también querer robar a Dios esa chispa que, por sus designios, ha dado a algunos de forma especial”.
  • Compromiso. “El talento no es nada sin aplicación”. 
  • Sacrificio. “Sacrificio es un término que el deporte comparte con la religión. El atleta es un poco como el santo: conoce el cansancio pero no le pesa».
  • Inclusión. “Siempre un signo de inclusión, frente a la cultura del racismo, los Juegos Olímpicos expresan el deseo innato de construir puentes en lugar de muros”.
  • Espíritu de equipo. “El trabajo en equipo es esencial en la lógica del deporte. Pensemos en Moisés que, en la montaña, le dice a Dios que salve también al pueblo, no sólo a él (Ex 32)”.
  • Ascesis. “Las grandes hazañas nos llevan a pensar que el acto deportivo es una especie de ascesis: escalar ocho mil metros, sumergirse en el abismo, cruzar océanos como intentos de buscar una dimensión diferente”.
  • Redención. “Decir deporte es decir redención, la posibilidad de redención para todos los hombres. No basta con soñar con el éxito, hay que trabajar duro. Por eso el deporte está lleno de gente que, con el sudor de su frente, ha vencido a los que nacieron con el talento en el bolsillo”.
El autorAntonino Piccione

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Vaticano

El Papa da pistas para la vida de oración

El Santo Padre ha abordado su segunda catequesis sobre el discernimiento, centrada en el papel que juega la oración personal para descubrir la voluntad de Dios.

Javier García Herrería·28 de septiembre de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

Tras hacer balance del viaje a Kazajistán en su audiencia del pasado miércoles, 21 de septiembre, el Papa ha continuado la serie de catequesis sobre el discernimiento espiritual. En esta ocasión se ha detenido en el papel central que juega la oración personal para entender la realidad con visión sobrenatural.

Confiar en Dios realmente

La oración personal debe incluir diversas dimensiones humanas, también la afectiva, de forma que nos acerquemos a Dios con “con sencillez y familiaridad, como se habla a un amigo”. Hacer oración no es algo formal o complicado sino que se caracteriza por una “espontaneidad afectuosa. El secreto de la vida de los santos es la familiaridad y confidencia con Dios, que crece en ellos y hace cada vez más fácil reconocer lo que a Él le agrada. Esta familiaridad vence el miedo o la duda que su voluntad no sea por nuestro bien, una tentación que a veces atraviesa nuestros pensamientos y vuelve el corazón inquieto e inseguro”.

El Papa ha destacado cómo la vida cristiana consiste en “vivir una relación de amistad con el Señor, como un amigo habla al amigo (cfr S. Ignacio de L., Ejercicios espirituales, 53). Es una gracia que debemos pedir los unos por los otros: ver a Jesús como nuestro Amigo más grande y fiel, que no chantajea, sobre todo que no nos abandona nunca, tampoco cuando nos alejamos de Él”.

No hay certeza absoluta en el discernimiento

Salvo ocasiones muy contadas, la vida del cristiano transcurre en el claroscuro de la fe, es decir, que en la mayoría de ocasiones es la prudencia humana la que debe descubrir la voluntad de Dios acudiendo a él con rectitud de intención. “El discernimiento no pretende una certeza absoluta, porque se refiere a la vida, y la vida no siempre es lógica, presenta muchos aspectos que no se dejan encerrar en una sola categoría de pensamiento. Queremos saber con precisión qué habría que hacer, pero, incluso cuando sucede, no siempre actuamos en consecuencia”.

Dios quiere nuestra felicidad

El Papa ha señalado que la intención de Satanás es ofrecer a los hombres una imagen equivocada de Dios: “la de un Dios que no quiere nuestra felicidad”. Esto no es algo que ocurre solo a los no creyentes sino también a muchos cristianos. Incluso “algunos temen que tomarse en serio su propuesta signifique arruinarse la vida, mortificar nuestros deseos, nuestras aspiraciones más fuertes. Estos pensamientos a veces se asoman dentro de nosotros: que Dios nos está pidiendo demasiado, o que quiere quitarnos lo que más queremos. En resumen, que realmente no nos ama”.

La consecuencia de estar cerca de Dios es la alegría, al contrario que la tristeza o el miedo “signos de lejanía de Él”. Glosando la parábola del joven rico el Papa comentaba cómo sus buenos deseos no fueron suficientes para seguir más de cerca a Jesús. “Era un joven interesado, emprendedor, había tomado la iniciativa de ver a Jesús, pero estaba también muy dividido en los afectos, para él las riquezas eran demasiado importantes. Jesús no le obliga a decidirse, pero el texto señala que el joven se aleja de Jesús ´triste`. Quien se aleja del Señor nunca está contento, incluso teniendo a su disposición una gran abundancia de bienes y posibilidades”.