Estados Unidos

Los estadounidenses marchan por la vida

Cada enero los estadounidenses salen a la calle en una marcha por la vida que, por primera vez, en lugar de dirigirse a la Corte Suprema se encaminará hacia el Capitolio.

Paloma López Campos·20 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 3 minutos

En junio de 2022, la Corte Suprema de Estados Unidos hizo historia y creó polémica. Los magistrados derogaron la sentencia Roe v Wade, que sentaba como principio el derecho de las mujeres a abortar.

Desde que la Corte publicara su decisión, los gobiernos de cada estado tomaron medidas legislativas, bien para proteger a las mujeres que quisieran abortar, o bien para ilegalizar los abortos. El complicado entramado de los órganos legislativos y políticos estadounidenses da mucho juego y todavía queda mucho camino por recorrer en la lucha por el derecho a la vida. Para continuar con los avances, muchas personas “provida” se han lanzado a las calles del país en una marcha por la vida.

Roe v. Wade

En el año 1973, la Corte Suprema de Estados Unidos dictó una sentencia en la que se contemplaba que, incluido en el derecho a la privacidad que se recoge en la constitución, se encontraba el derecho a la aborto, por el que una mujer puede decidir acabar con un embarazo.

Desde entonces, el aborto pasó a ser legal y a practicarse en miles de clínicas a lo largo y ancho del país, protegidas desde las instancias públicas. Ya no solo era un acto impune el aborto, sino que la sentencia lo declaraba un derecho fundamental.

Planned Parenthood v. Casey

Aquella sentencia de los años setenta sufrió un primer golpe en 1992, con otra nueva decisión de la Corte. Un nuevo caso sacó a relucir los fallos en los argumentos en cuanto a la privacidad sobre los que se sostenía el derecho al aborto. En un ejemplo claro de ello, se alegó que la mujer casada debía informar a su marido y firmar un documento dando fe de esto, lo cual violaba claramente el derecho a la privacidad. Además, muchas clínicas tenían obligación de redactar informes antes de practicar los abortos.

Esta sentencia de los noventa cambió el panorama legislativo en cuanto a los abortos, pero no los ilegalizó. Se anulaba, en parte, Roe v. Wade, sin embargo, todavía existía el derecho fundamental para acabar con la vida de los no nacidos.

Dobbs v. Jackson Women´s Health Organization

En junio de 2022, la Corte Suprema de Estados Unidos publicó una nueva sentencia. Esta vez, el golpe fue mucho más definitivo. Los magistrados estadounidenses anularon por completo Roe v. Wade, señalando que el derecho al aborto no está recogido en la constitución y no hay raíces históricas suficientes como para considerarlo, aunque fuera de forma subjetiva, como un elemento esencial a defender por las leyes.

Manifestantes por la vida tras la anulación de la sentencia Roe v. Wade (CNS photo/Tyler Orsburn)

Esta sentencia implica que los estados pueden regular con mucha más libertad el acceso al aborto, por lo que se puede ilegalizar por completo desde las instituciones políticas o permitir todavía que se practique. Cada estado, por tanto, toma la decisión, teniendo siempre en cuenta que el derecho al aborto no existe o, por lo menos, no en la constitución.

Marcha por la vida

Todos los años durante el mes de enero las personas a favor de la vida salen a las calles de Estados Unidos para luchar por los derechos de los no nacidos. Antes de tomar el asfalto y llenar las ciudades, los “provida” se reúnen en una vigilia, dejando todo en manos de Dios y orando por los no nacidos. Pero la marcha por la vida de 2022, que también ha tenido su vigilia, es diferente a la de años anteriores, puesto que la batalla ya se ha ganado en la Corte Suprema. El siguiente paso es el Capitolio, es decir, la sede del Congreso.

Misa celebrada en Washington para iniciar la vigilia por la vida en 2022 (CNS photo/Bob Roller)

Una vez se ha establecido una base en la jurisprudencia (la cual tiene un papel fundamental en los procesos legales estadounidenses), ahora el movimiento provida quiere buscar apoyo en el ámbito directamente legislativo y representativo, por ello acuden a las Cámaras políticas.

¿La petición concreta? Que los congresistas apoyen el derecho a la vida o que se retiren de sus puestos públicos. ¿El objetivo? Seguir protegiendo los derechos de los no nacidos, aumentando la cifra de 60.000 bebés que ya se han salvado desde que se anulara Roe v. Wade.

Vaticano

El Papa a los jóvenes: «Miren sobre todo con el corazón»

El Papa Francisco ha lanzado un mensaje a los jóvenes por la Jornada Mundial de la Juventud que se celebrará la primera semana de agosto.

Paloma López Campos·20 de enero de 2023·Tiempo de lectura: < 1 minuto

El Papa Francisco ha grabado un vídeo con un mensaje para todos aquellos jóvenes que asistirán a la Jornada Mundial de la Juventud este agosto en Lisboa. El Santo Padre recalca con sorpresa los 40.000 jóvenes que ya se han inscrito y muestra alegría por ello. Sobre los participantes, dice Francisco: “el joven que viene es porque, en el fondo, tiene sed de participar, de compartir, de contar su experiencia y recibir la experiencia del otro. Tiene sed de horizontes”.

El Papa invita a que “en este encuentro, en esta Jornada, aprendan a mirar siempre el horizonte, a mirar siempre más allá. No levanten una pared delante de la vida de ustedes. Las paredes te cierran, el horizonte te hace crecer. Miren siempre el horizonte con los ojos, pero miren sobre todo con el corazón”.

Finaliza su mensaje el Santo Padre con una bendición breve: “Que Dios los bendiga, que la Virgen los cuide. Recen por mí, que yo rezo por ustedes. Y no se olviden: paredes no, horizontes sí”.

Aquí está el mensaje completo del Papa a los jóvenes:

Mundo

«Aprende a hacer el bien, busca la justicia»

La Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos se celebra en toda la Iglesia al hilo de una invocación del Libro de Isaías.

Antonino Piccione·20 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 3 minutos

El tema fue elegido por un grupo local de Estados Unidos convocado por el Consejo de Iglesias de Minnesota. Es una invocación tomada del Libro del Profeta Isaías (1:17): «Aprende a hacer el bien, busca la justicia». Es el tema que sirve de telón de fondo a la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos.

La Comisión Internacional nombrada conjuntamente por el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, ahora Dicasterio, y la Comisión Fe y Constitución del Consejo Mundial de las Iglesias, y encargada de revisar la subvención de la Semana, se reunió con los delegados del Consejo de Iglesias de Minnesota en Bossey (Suiza), del 19 al 23 de septiembre de 2021.

El grupo local que redactó la subvención estaba formado por hombres, mujeres, madres, padres, todas personas que podían contar sus historias y curar sus heridas. Representantes de diferentes experiencias de culto y expresiones espirituales, tanto de los pueblos indígenas de Estados Unidos como de las comunidades de inmigrantes -forzados o voluntarios- que ahora llaman hogar a esta región, y que muestran -como escribe hoy Alessandro Di Bussolo en Vatican News- una asombrosa capacidad para contar y sanar sus propias historias.

En el grupo de Minnesota también había inmigrantes y víctimas del racismo. Los miembros del grupo eran también expresión de regiones urbanas y suburbanas y de numerosas comunidades cristianas. Esto fomentó una profunda reflexión y una experiencia de solidaridad enriquecida por múltiples perspectivas. De los miembros del grupo local de Minnesota, el deseo de que su experiencia personal de víctimas del racismo como seres humanos pueda servir de testimonio de la maldad de quienes no dudan en ofender y denigrar al prójimo. Junto con el deseo de que los cristianos, gracias al don divino de la unidad, superen las divisiones que les impiden comprender y experimentar la verdad de que todos pertenecemos a Cristo.

Durante la Semana de Oración, el Papa Francisco, tras la audiencia general de esta mañana, celebrará la Misa del 22 de enero, Domingo de la Palabra de Dios, a las 9:30 horas en la Basílica de San Pedro. Tres días después, el 25 de enero, en la basílica de San Pablo Extramuros, a las 17.30 horas, el Papa celebrará las Segundas Vísperas para clausurar la Semana de oración por la unidad de los cristianos, en la solemnidad de la conversión del apóstol san Pablo.

Algunas notas históricas pueden ayudar a comprender mejor el espíritu y el contenido de la Semana: una iniciativa ecuménica de oración en la que todas las confesiones cristianas rezan juntas por la consecución de la plena unidad que es voluntad del propio Cristo. Tradicionalmente, se celebra del 18 al 25 de enero, porque cae entre la Fiesta de la Cátedra de San Pedro y la Fiesta de la Conversión de San Pablo. El reverendo episcopaliano Paul Wattson la inició oficialmente en Graymoor (Nueva York) en 1908 con el nombre de Octavario por la Unidad de la Iglesia, con la esperanza de que se convirtiera en una práctica común.

Esta iniciativa surgió en los círculos protestantes en 1908; desde 1968, el tema y los textos de la oración han sido elaborados conjuntamente por la Comisión Fe y Constitución del Consejo Ecuménico de las Iglesias, para protestantes y ortodoxos, y por el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, para los católicos (antecesor del actual Dicasterio).

Como se ha dicho, la primera hipótesis de una oración por la unidad de las Iglesias surgió en el ámbito protestante a finales del siglo XVIII; y en la segunda mitad del siglo XIX comenzó a difundirse una Unión de oración por la unidad, apoyada tanto por la primera Asamblea de obispos anglicanos de Lambeth (1867) como por el Papa León XIII (1894), que invitó a incluirla en el contexto de la fiesta de Pentecostés. Más tarde, a principios del siglo XX, el Patriarca Ecuménico de Constantinopla Joaquín III escribió la encíclica patriarcal y sinodal Lettera irenica (1902), en la que hacía un llamamiento a la oración por la unión de los creyentes en Cristo. Fue finalmente el reverendo Paul Wattson quien propuso la celebración de la Octava por primera vez en Graymoor (Nueva York), del 18 al 25 de enero.

En 1926, el movimiento Fe y Constitución inició la publicación de Sugerencias para un Octavario de Oración por la Unidad de los Cristianos, mientras que en 1935, el abad Paul Couturier, en Francia, promovió la Semana Universal de Oración por la Unidad de los Cristianos, basada en la oración por «la unidad querida por Cristo, por los medios queridos por Él». En 1958, el Centre Oecuménique Unité Chrétienne de Lyon, Francia, comenzó a preparar material para la Semana de Oración en colaboración con la Comisión Fe y Constitución del Consejo Mundial de Iglesias.

En 2008, el primer centenario de la Semana de Oración se celebró solemnemente en todo el mundo con diversos actos. El lema de la Semana de Oración, «¡Orad continuamente!» (1 Tes 5,17), expresaba la alegría por los cien años de oración en común y por los resultados obtenidos.

El autorAntonino Piccione

Vaticano

Encuentro del Papa con las Cofradías italianas

En su reciente encuentro con la Confederación de Cofradías de las Diócesis de Italia, el Papa Francisco animó a estas asociaciones de fieles a articular su camino en torno a tres líneas fundamentales: Evangelio, eclesialidad y espíritu misionero

Stefano Grossi Gondi·20 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 3 minutos

El 16 de enero, el Papa Francisco recibió en el Vaticano a representantes de la Confederación de Cofradías de las Diócesis de Italia. Esta organización se fundó en el año jubilar 2000 y se proyecta hacia el año 2025, cuando se celebrará el próximo Jubileo.

En Italia cuenta actualmente con unas tres mil doscientas realidades (hay otras tantas cofradías en el país que no están inscritas en esta asociación) y dos millones de miembros.

Historia de las Hermandades

La experiencia de las Cofradías tiene una historia muy antigua, que comenzó hacia el siglo VIII con la participación en pie de igualdad de consagrados y laicos.

Mucho antes de que se establecieran las primeras órdenes religiosas, muchas Cofradías ya practicaban obras de caridad y misericordia, y trabajaban para aumentar el culto público y la piedad popular.

En el siglo XIV se produjo un nuevo desarrollo con la creación de las Compañías del Cuerpo de Cristo y de la Misericordia, y más tarde las de la Caridad y del Divino Amor, que fundaron hospitales y albergues para los necesitados. En esta época, prácticamente todas las órdenes religiosas crearon Cofradías.

En el siglo XVI se produjo una evolución con la aparición de las archicofradías; formaban parte de una red de cofradías, realizaban más obras pías y diversas obligaciones, gozando de mayores indulgencias.

En siglos posteriores, cuando se desarrolló el fenómeno de las misiones, las Hermandades se desarrollaron en nuevos países, donde representaban obras de evangelización.

Durante la época napoleónica, casi todas las cofradías fueron suprimidas y sus bienes confiscados. Sólo las que tenían un carácter puramente religioso lograron sobrevivir.

En Italia, en el siglo XIX, las cofradías que tenían una finalidad caritativa se distinguían de las que tenían una finalidad de culto; las cofradías que hacían obras de caridad quedaban bajo el control de la autoridad estatal.

Una ley de 1890 confiscó todos los bienes generadores de riqueza de todas las cofradías con fines de culto, dejando sólo los oratorios y las iglesias, y suprimió las oficinas de caridad y la congregación de caridad.

Como ya se ha mencionado, en el año 2000 se produjo una reforma deseada por el Papa Juan Pablo II, que estableció la Confederación de Cofradías de las Diócesis de Italia. Esta realidad de la Iglesia tuvo así un reconocimiento oficial con el nuevo siglo, amparado por la autoridad eclesiástica.

En Europa, las cofradías se desarrollan con cifras significativas no sólo en Italia sino en otros países, con un volumen global de 27 mil cofradías y más de 6 millones de adherentes. La presencia más impresionante está en España (13 mil con más de tres millones de afiliados).

Las palabras del Papa Francisco

En su encuentro dedicado a esta realidad de la Iglesia, el Papa tomó como referencia el Concilio Vaticano II sobre el tema de la presencia de los laicos en la Iglesia «llamados por Dios a contribuir, casi desde dentro a modo de levadura, a la santificación del mundo».

«En el contexto de la nueva evangelización -dijo el Papa-, la piedad popular constituye una poderosa fuerza de anuncio, que tiene mucho que dar a los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Os animo a cultivar con empeño creativo y dinámico vuestra vida asociativa y vuestra presencia caritativa, que se fundan en el don del Bautismo e implican un camino de crecimiento bajo la guía del Espíritu Santo. Dejaos animar por el Espíritu y caminad».

La invitación del Papa a las cofradías fue articular su camino en torno a tres líneas fundamentales: evangelio , eclesialidad y espíritu misionero.

Esta indicación significa: caminar tras las huellas de Cristo cultivando diariamente la escucha de la Palabra de Dios, leyendo cada día aunque sea un pequeño trozo del Evangelio, y la centralidad de Cristo en la propia vida en una intensa vida de oración personal y litúrgica; caminar juntos a través de momentos comunitarios de diálogo fraterno, formación, discernimiento y deliberación y un contacto vivo con la Iglesia local; caminar anunciando el Evangelio, dando testimonio de la propia fe y cuidando de los hermanos, especialmente de las nuevas pobrezas de nuestro tiempo.

Al final de su discurso, el Papa Francisco se dirigió con afectuosas palabras a los representantes de las cofradías, renovándoles su invitación «a ser misioneros del amor y de la ternura, misioneros de la misericordia de Dios, que siempre nos perdona, siempre nos espera y tanto nos ama».

El autorStefano Grossi Gondi

Sagrada Escritura

Palabra de Dios: “Os anunciamos lo que hemos visto»

El tercer domingo del tiempo ordinario toda la Iglesia celebra el domingo de la Palabra de Dios y son muchos los documentos que hablan sobre la Sagrada Escritura.

Paloma López Campos·20 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 3 minutos

El tercer domingo del tiempo ordinario la Iglesia universal celebra el domingo de la Palabra de Dios. A través de una carta apostólica en forma de motu proprio, Aperuit Illis, el Papa Francisco instituyó esta fiesta en septiembre de 2019.

Este domingo tiene como objetivo “resaltar la presencia del Señor en la vida de todos los fieles”. Por ello, es importante que en los días previos a la celebración el Pueblo de Dios se vaya preparando para aprovechar este día dedicado a la Palabra. Son muchos los documentos eclesiales que profundizan en la Sagrada Escritura y su centralidad en la vida de la Iglesia.

Aperuit Illis

El Papa Francisco, en la carta Aperuit Illis, señala que “la relación entre el Resucitado, la comunidad de creyentes y la Sagrada Escritura es intensamente vital para nuestra identidad. Si el Señor no nos introduce es imposible comprender en profundidad la Sagrada Escritura, pero lo contrario también es cierto: sin la Sagrada Escritura, los acontecimientos de la misión de Jesús y de su Iglesia en el mundo permanecen indescifrables”.

La celebración litúrgica de este domingo permite “hacer que la Iglesia reviva el gesto del Resucitado que abre también para nosotros el tesoro de su Palabra para que podamos anunciar por todo el mundo esta riqueza inagotable”.

Lo que el Santo Padre desea es que “el domingo dedicado a la Palabra haga crecer en el pueblo de Dios la familiaridad religiosa y asidua con la Sagrada Escritura, como el autor sagrado lo enseñaba ya en tiempos antiguos: esta Palabra «está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca, para que la cumplas» (Dt 30,14)”.

Dei Verbum

El Concilio Vaticano II preparó una constitución dogmática, Dei Verbum, sobre la revelación divina. En este documento explican que “la Iglesia ha venerado siempre las Sagradas Escrituras al igual que el mismo Cuerpo del Señor, no dejando de tomar de la mesa y de distribuir a los fieles el pan de vida, tanto de la palabra de Dios como del Cuerpo de Cristo, sobre todo en la Sagrada Liturgia”.

Esto explica la necesidad de que “toda la predicación eclesiástica, como la misma religión cristiana, se nutra de la Sagrada Escritura”. Y es que no debemos olvidar la grandeza de la Biblia, ya que “las palabras de Dios expresadas con lenguas humanas se han hecho semejantes al habla humana, como en otro tiempo el Verbo del Padre Eterno, tomada la carne de la debilidad humana, se hizo semejante a los hombres”.

Verbum Domini

Benedicto XVI publicó una exhortación apostólica, Verbum Domini, centrada en la Palabra de Dios en la vida y misión de la Iglesia. En ella resalta “la urgencia y la belleza de anunciar la Palabra para que llegue el Reino de Dios, predicado por Cristo mismo. Renovamos en este sentido la conciencia, tan familiar a los Padres de la Iglesia, de que el anuncio de la Palabra tiene como contenido el Reino de Dios (cf. Mc 1,14-15)”.

Pero, ¿por qué necesitamos tanto la Palabra? Benedicto responde con claridad: “La Palabra divina ilumina la existencia humana y mueve a la conciencia a revisar en profundidad la propia vida, pues toda la historia de la humanidad está bajo el juicio de Dios”.

Catecismo de la Iglesia Católica

Cuando contemplamos la Palabra es esencial recordar lo que afirma el Catecismo de la Iglesia Católica: “Dios es el autor de la Sagrada Escritura”. Sin embargo, no podemos olvidar que “la fe cristiana no es una «religión del Libro». El cristianismo es la religión de la «Palabra» de Dios, «no de un verbo escrito y mudo, sino del Verbo encarnado y vivo» (San Bernardo de Claraval, Homilia super missus est, 4,11: PL 183, 86B)”.

Inspirándose en Dei Verbum, el Catecismo señala tres claves para interpretar la Biblia según el Espíritu que la inspiró:

  1. “Prestar una gran atención «al contenido y a la unidad de toda la Escritura». En efecto, por muy diferentes que sean los libros que la componen, la Escritura es una en razón de la unidad del designio de Dios , del que Cristo Jesús es el centro y el corazón, abierto desde su Pascua (cf. Lc 24,25-27. 44-46)”.
  2. “Leer la Escritura en «la Tradición viva de toda la Iglesia». Según un adagio de los Padres, Sacra Scriptura pincipalius est in corde Ecclesiae quam in materialibus instrumentis scripta («La sagrada Escritura está más en el corazón de la Iglesia que en la materialidad de los libros escritos»). En efecto, la Iglesia encierra en su Tradición la memoria viva de la Palabra de Dios, y el Espíritu Santo le da la interpretación espiritual de la Escritura (…secundum spiritualem sensum quem Spiritus donat Ecclesiae [Orígenes, Homiliae in Leviticum, 5,5])”.
  3. “Estar atento «a la analogía de la fe» (cf. Rm 12, 6). Por «analogía de la fe» entendemos la cohesión de las verdades de la fe entre sí y en el proyecto total de la Revelación”.

El latido

De los fetos podrán decirse muchas cosas pero lo indudable es que su corazón late. Y, aunque no sea médico, me arriesgo a apostar que ese minúsculo palpitar se acelera cuando algún estrés perturba su amenazada existencia.

20 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 4 minutos

La circunstancia de que deban celebrarse unas elecciones dentro de unos meses ha dado pie a que se haya montado todo un aquelarre mediático que me tiene asombrado. Soy de los que por pura inercia todavía pone el telediario a las tres de la tarde o a las nueve de la noche, a pesar del adoctrinamiento al que últimamente nos somete la pequeña pantalla.

En tiempos como los que corren uno esperaría que dieran parte de tempestades invernales, la inacabable guerra ucraniana, las perspectivas para superar la inflación y la crisis económica… ¡qué sé yo!

Sin embargo, desde hace una semana día tras día el primer cuarto de hora se consagra ineluctablemente a la terrible noticia: ¡Una comunidad autónoma ha decidido que las mujeres deseosas de abortar con cargo a los fondos públicos estén obligadas —o bien se les recomiende o tal vez simplemente aconseje (las versiones varían)— a escuchar un minuto el latido del pequeño ser que llevan dentro de sí antes de eliminarlo!

¡Oh, escándalo! Los partidos han tomado postura; algunos de sus representantes se han rasgado una y otra vez las vestiduras (supongo que a tal fin utilizan túnicas con velcro; de otro modo les saldría carísimo). Hasta el gobierno se ha puesto en pie de guerra, dispuesto a aplicar la legislación vigente (endureciéndola si fuera necesario) para proceder contra la autonomía que ha tenido semejante pretensión, cuyos regidores tampoco parecen estar en completo acuerdo sobre los términos de la iniciativa.

Como a estas alturas de la película los ciudadanos nos hemos vuelto bastante escépticos respecto a las motivaciones de la clase política, no parece temerario sospechar que en este contencioso muy pocos se guían por otro principio que la mera rentabilidad electoral. De ser así, las indignadas proclamas en un sentido o los tibios pronunciamientos en otro obedecerían tan solo a la esperanza de ganar unos miles de votos, o bien de perder los menos que sea posible.

Cierto es que los expertos en demoscopia parecen equivocarse últimamente con desconcertante frecuencia. En semejante contexto, debo confesar mi satisfacción con que algunos hayan hecho su apuesta dando la espalda a tan miserable contabilidad.

Cálculos y estrategias aparte, ¿de qué se trata al fin y al cabo? ¿De escuchar? ¿Qué hay de malo en ello? Tirios y troyanos nos apremian día a día para que oigamos la voz de los sectores menos favorecidos de la sociedad: minorías, marginados, oprimidos, quienes no saben expresarse por sí mismos ni tienen abogados que den la cara por ellos…

Pues bien: desde que nacen y hasta que aprenden a hablar, los niños se expresan mediante lloros y sonrisas; antes únicamente con pataditas y latidos. Las pataditas son algo más tardías, de manera que el latido es procedimiento obligado para anunciar: “¡Aquí estoy!” Allá cada cual con cómo quiera entender el gesto.

Antes se pensaba que el bombeo cardiaco sólo empezaba al mes y medio de gestación, luego se vio que ya principia a los 21 días y últimamente parece que incluso poco después de dos semanas tras la concepción.

“¡Pum, pum!, ¡Pum, pum!” No es un mensaje complicado, pero desde luego sí repetido e insistente: se calcula que todos lo hacemos 100.000 veces diarias, 35 millones cada año y más de 2.500 millones de veces a lo largo de una vida octogenaria. A no ser, claro está, que algo —por ejemplo, un accidente o enfermedad— o alguien —un homicida o un feticida— interrumpa el discurso antes de su natural acabamiento. Hay quien piensa que al fin y al cabo no es para tanto. Todo depende.

Charles Aznavour, por ejemplo, compuso una canción preciosa en la que únicamente pedía a su amante “oír enamorado latir tu joven corazón”. Tampoco exigen más circunstanciados recados millones de parejas que acuden emocionadas a la primera cita con el ecógrafo.

Porque claro, antes no era tan sencillo: había que aplicar el fonendoscopio al vientre gestante y supongo que la interesada no sabría muy bien distinguir sus propios latidos de los de la criatura.

Pero los tiempos cambian y no siempre para mal: ahora es más difícil acallar la voz de los que no la tienen. Eso me recuerda que conocí a un jesuita que trabajaba en Caracas, en los barrios de miseria. Me comentaba que las chabolas trepaban por las laderas de las montañas que rodean la capital. “Mejor así —añadía—: no hay modo de disimularlas…” Algo no muy diferente pasa con lo que comento.

De los fetos podrán decirse muchas cosas, como afirmar su presunta condición “infrahumana”, su insuficiente autonomía biológica, su falta de derechos consolidados, etc. Me llena de admiración que haya gente capaz de desempolvar escritos de vetustos autores para documentar que la inserción de “alma inmortal” en el nasciturus (alma en la que, por lo demás, tampoco cree la mayoría de los que forjan tales argumentos) se produce con tanto o cuanto retraso.

Se dan mucha maña, en definitiva, para negar que sean “personas”, aprovechándose de que lo único que los pobrecitos saben hacer dentro del útero es esbozar un gesto como de chuparse el dedo. Tendrán o no tendrán alma; serán o no serán personas; se chuparán o no se chuparán el dedo; pero lo indudable es que su corazón late. Y, aunque no sea médico, me arriesgo a apostar que ese minúsculo palpitar se acelera cuando algún estrés perturba su amenazada existencia.

Yo solo he sido padre una vez. Mi hija pesaba al nacer 850 gramos: no hubo forma de retenerla en su lugar natural hasta el término correspondiente. Llamó a las puertas del planeta cuando según las pautas hoy vigentes todavía era “abortable”. Tuve oportunidad de observarla muchas veces en la incubadora, donde la lámpara encendida para controlar el nivel de bilirrubina volvía su cuerpecito semitransparente: yo podía ver sus venillas y también (aunque no oír) sus latidos. Puedo dar testimonio de que se agarraba a la vida como una lapa, aun cuando al ingresarla en el hospital me dijeron que podía hacerlo con el nombre de la madre: todavía no se había ganado el derecho a tener uno propio.

No sé si ustedes han visto una serie de televisión en que se reúnen varios herreros profesionales para forjar y probar las armas blancas que el jurado les propone. Al final, se blande la espada, alfanje o cimitarra contra un cuarto de res colgante hasta partirlo en dos, tras lo cual se felicita al artesano diciéndole: “Enhorabuena: su arma mata”.

El ejemplo es truculento y seguramente de mal gusto, pero me sirve para añadir que podrá discutirse hasta la extenuación sobre presencia o ausencia de derechos en los no nacidos. Pero todavía tenemos oportunidad de felicitar a la futura madre —y por extensión al padre— diciéndoles: “Enhorabuena: su ‘cosa’ late.” Aprovechemos para repetírselo mientras no haya una ley que nos lo prohíba.

El autorJuan Arana

Zoom

Unos animales muy «benditos» en San Pedro

Unos niños conducen su burro en la tradicional bendición de animales de granja y caballos militares italianos en el exterior de la Plaza de San Pedro el 17 de enero de 2023.

Maria José Atienza·19 de enero de 2023·Tiempo de lectura: < 1 minuto
Vaticano

La unidad de los cristianos, una intención «para todo el año»

Rome Reports·19 de enero de 2023·Tiempo de lectura: < 1 minuto
rome reports88

El Pontificio Instituto Oriental organizó una oración ecuménica en la Iglesia de San Antonio Abad, en Roma con motivo de la semana de oración por la unidad de los cristianos que vive la Iglesia.

En este encuentro se puso de manifiesto cómo la unidad de los cristianos no sólo es posible, sino que comienza con las relaciones entre los cristianos individuales. 


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Lecturas del domingo

Misión de luz. Domingo III del Tiempo Ordinario (A)

Joseph Evans comenta las lecturas del III domingo del tiempo ordinario y Luis Herrera ofrece una breve homilía en vídeo.

Joseph Evans·19 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 2 minutos

“En otro tiempo humilló el Señor la tierra de Zabulón y la tierra de Neftalí, pero luego ha llenado de gloria el camino del mar, el otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles”, leemos en la primera lectura de hoy, del profeta Isaías.

Pero, ¿cómo humilló Dios a Galilea, y cómo la glorificó después? La humilló permitiendo que fuera arrasada por los brutales invasores asirios en el siglo VIII a.C. Y le dio gloria temporal bajo el piadoso rey de Judá, Ezequías, que la reconquistó, de modo que por algún tiempo recuperó su esplendor.

Sin embargo, esta breve gloria sólo fue un presagio de la gloria mucho mayor que llegaría a Galilea cuando Dios mismo, “la luz del mundo”, se encarnara y viviera más tarde en la ciudad galilea de Nazaret.

Aunque velado mientras caminaba por la tierra, Jesucristo, “la luz verdadera, que alumbra a todo hombre”, vino al mundo en Galilea (Jn 1, 9), de modo que Juan pudo escribir más tarde: “Hemos contemplado su gloria, gloria como del Unigénito del Padre” (Jn 1, 14).

Por eso, en el evangelio de hoy, Mateo aplica a Jesús apropiadamente las palabras de Isaías: “El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande, habitaba en tierra y sombras de muerte, y una luz les brilló”.

Cristo comienza entonces su “misión de luz” llamando al arrepentimiento, enseñando y proclamando el reino y curando enfermedades. Apartarse del pecado -la forma más profunda de oscuridad- y volver a la verdad traen luz al mundo, al igual que el tierno cuidado de los que experimentan sufrimiento.

Pero, para esta misión Cristo buscó la cooperación de los hombres, particularmente a través de su Iglesia, y así le vemos llamar a sus primeros discípulos. Les dice: “Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres”.

En otras palabras, seréis mis instrumentos para sacar a las personas de la oscuridad del mar -que simboliza el caos y la muerte- a la luz del día y a tierra firme, que simbolizan la vida y la seguridad en Dios.

Vemos a algunos apóstoles echando las redes al mar, y a otros remendándolas. La labor de evangelización, de traer luz al mundo, debe ser un esfuerzo constantemente renovado, con frecuentes revisiones, evaluaciones y, cuando sea necesario, rectificación, para corregir lo que ha ido mal.

Hoy es también el Domingo de la Palabra de Dios. La palabra de Dios en la Escritura es luz para el mundo y luz para nuestras almas, y debemos intentar llevarla a los demás de manera nueva y creativa.

Como dice san Pablo a los Corintios, es mucho más grande que la mera “sabiduría” humana, por muy elocuente que sea, porque contiene en sí misma el poder de la cruz de Cristo (1 Co 1, 17).

Cuanto más nos lancemos a las profundidades de la Palabra de Dios, más inspirados nos sentiremos para lanzarnos a la labor de evangelización.

La homilía sobre las lecturas del domingo III del tiempo ordinario (A)

El sacerdote Luis Herrera Campo ofrece su nanomilía, una pequeña reflexión de un minutos para las lecturas de este domingo

Teología del siglo XX

Las correcciones al Catecismo holandés

El asunto del Catecismo holandés (1966-1968) provocó una de las crisis más significativas del posconcilio. Al cumplirse los 50 años no se recordó ni se celebró, sobre todo porque la poca Iglesia holandesa que quedaba no estaba para triunfalismos, sino vendiendo templos vacíos. 

Juan Luis Lorda·19 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 8 minutos

Los católicos holandeses habían sido una minoría perseguida y marginada en un país oficialmente protestante desde que se independizó del dominio español (1581). Habían sobrevivido a base de unirse y crear un fuerte clima católico. Tenían un sólido sistema de catequesis y formación de catequistas y sacerdotes. Y, en el siglo XX, habían logrado emanciparse y convertirse en el grupo religioso mayoritario, con muchas instituciones católicas, una marcada identidad y muchos misioneros repartidos por todo el mundo.

Pero los tiempos de bonanza y desarrollo de la posguerra estaban cambiando los ideales de vida. Descendía la práctica sacramental (hasta entonces con medias superiores al 70%). Y, desde principios de los 60, antes que en ningún otro sitio, se había difundido entre los católicos el consumo de anticonceptivos, lo que inmediatamente disminuyó el tamaño de las familias y el número de candidatos al seminario (y quizá también la finura de conciencia y la plena adhesión a la Iglesia). Pero el asunto quedaba como velado en un segundo plano. Venían tiempos menos heroicos para una cristiandad que sentía también la necesidad de distanciarse de un pasado tan neto. Tampoco tenía sentido ya el distanciamiento tradicional con los protestantes.   

Un poco de historia y contexto

Desde 1956, el episcopado holandés había pedido a los profesores del Instituto de Pastoral de la Universidad católica de Nimega un Catecismo para niños. Después se pensó que sería más provechoso hacerlo para adultos (1960). Se esperó a que finalizara el Concilio Vaticano II (1962-1965) para recoger sus sugerencias, y se publicó en 1966. En el proceso intervinieron muchos grupos y cientos de personas, pero la orientación intelectual se debe al jesuita holandés Piet Schoonenberg (1911-1999) y al dominico de origen belga Edward Schillebeeckx (1914-2009), profesores del Instituto. Los dos jugarían un papel importante en la crisis del Catecismo y evolucionarían hacia posiciones doctrinales críticas. Schillebeeckx fue una voz escuchada en el Concilio, aunque no fue nombrado perito. 

En el Concilio se había creado, en algunos momentos, una dialéctica entre una mayoría que quería cambios de fondo y una minoría más conservadora; dialéctica que fue constantemente jaleada en los medios de comunicación (seguramente, porque le parecía lo más interesante y era lo que mejor comprendía). Además, se había censurado el papel excesivo que había jugado en el pasado el santo Oficio. Eso creó un ambiente de despego hacia las instituciones romanas y de protagonismo de los teólogos centroeuropeos. Los buenos oficios del papa Pablo VI y la buena voluntad de los obispos (que en todo momento fueron adictos a los papas, como confiesa el propio Alberigo en su Breve historia del Concilio Vaticano II) logró que los documentos se aprobaran con mayorías enormes y en un clima de comunión. A algunos les parecían concesiones inadmisibles; y en la opinión pública, se creó un ambiente que explica la posterior actitud de resistencia (y desdén) de los teólogos holandeses a las propuestas de Roma.  

Las lagunas del Catecismo 

En una primera aproximación, el texto del Catecismo es narrativo e interesante, con una distribución bastante lograda e integrada de los distintos aspectos de la fe. Llama la atención que comienza por la situación humana en el mundo, intentando recoger positivamente (y quizá ingenuamente) el legado de las distintas religiones, incluso del marxismo, como expresiones de la búsqueda de Dios. También quiere integrar las perspectivas de las ciencias, sobre todo la evolución. Aunque recogerlas en un Catecismo puede llevar a pensar que todo es lo mismo. Por otra parte, resultaba bastante exigente para un lector medio. 

Con todo, los problemas no estaban allí y podían pasar desapercibidos (como sucedió a muchos obispos holandeses plenamente confiados en sus teólogos). Lo problemático procedía de dos intenciones de fondo. La primera, congeniar con la parte protestante del país, sobre todo en temas sensibles, mejorando las explicaciones católicas, pero también evitando lo que podía disgustarles. Esto afectaba directamente a la Misa como sacrificio y satisfacción, la presencia eucarística, la identidad del sacerdocio ordenado y su distinción con respecto al sacerdocio común, y el ministerio del Papa. 

Por otro lado, se quería llegar a un mundo moderno más culto y poco dispuesto a creer cualquier cosa. Esto llevó a buscar fórmulas suaves, orillar los temas difíciles (pecado original, los milagros, el alma) e interpretar como metáforas aspectos “menos creíbles” como la concepción virginal de María, los ángeles y la resurrección. Llegaron a convencerse de que todas estas cosas no eran propiamente de fe y había libertad para buscarles una interpretación simbólica.

Por otra parte, los redactores, quizá inspirados en Rahner, buscaron expresiones alternativas a las fórmulas tradicionales de la fe (dogmas), sustituyendo la terminología “filosófica”. Esto exigía reconstrucciones bastante difíciles y desacostumbradas en temas centrales (Trinidad, personalidad de Jesucristo, pecado, sacramentos), que perdían precisión. Más que en afirmaciones abiertamente opuestas a la fe, el problema del Catecismo estaba en lo que no se afirmaba o se reinterpretaba. Pero esto no era fácil de ver en una primera lectura. 

Primeras reacciones

Todos, teólogos y obispos, quedaron satisfechos y orgullosos del resultado. El cardenal primado Alfrink pidió a Schillebeeckx una última revisión para el nihil obstat y lo presentó en público con entusiasmo (1966). El libro despertó mucho interés nacional e internacional. Era el primer catecismo posconciliar. 

Pero surgió inmediatamente la oposición de grupos cristianos más tradicionales que ya venían observando la evolución de los teólogos de Nimega. Expusieron los defectos en una revista combativa (Confrontatie) y enviaron una carta al Papa que publicaron en la prensa católica (De Tijd). Esto resultó sumamente irritante para los teólogos y desconcertante para los obispos, que tendieron a apoyar a los teólogos. Estos respondieron con mucha dureza a quienes consideraban mucho menos preparados que ellos. 

Pablo VI entendió enseguida que debía intervenir. De acuerdo con el cardenal Alfrink, nombró una comisión mixta con tres teólogos residentes en Roma (Dhanis, belga y los holandeses Visser y Lemeer) y tres miembros del Instituto de Pastoral de Nimega (Schoonenberg, Schillebeckx y Bless, que era el director). Se reunieron en Gazzada en abril de 1967, pero la delegación del Instituto se negó a ningún cambio que consideraba una abdicación de sus principios. 

Por mucho que se pueda comprender en su contexto, era una neta manifestación de hybris teológica ante el Magisterio y suponía preferir el enfrentamiento a la comunión propia de la Iglesia y del trabajo teológico. Además, el Instituto adoptó una fea e improcedente pero eficaz estrategia mediática al presentar el tema ante el establishment de la Iglesia holandesa (muy adicto e influido por el Instituto de Pastoral) y al público en general como una confrontación entre la Roma dogmática, escolástica y atrasada, y la Nimega pastoral, moderna y abierta: el cliché, sugerido en las entrevistas, se repitió por doquier (todavía hoy). 

Comisión de cardenales y correcciones

Tras el fracaso de Gazzada, Pablo Vl nombró una comisión de cardenales deliberadamente internacional (junio 1967): Frings, Lefebre, Jaeger, Florit, Browne y Journet. Estos buscaron el apoyo de una comisión internacional de teólogos: además de Dhanis, Visser y Lemeer, De Lubac, Alfaro, Doolan y Ratzinger. Compusieron un conjunto de correcciones concretas que debían introducirse en el texto, por páginas. Al mismo tiempo que reconocían su valor pastoral y declaraban que solo afectaba a algunos puntos (un 20 % del texto). De acuerdo con el cardenal Alfrink se nombró un equipo para ejecutarlo: Dahnis y Visser en representación de los cardenales y, por parte holandesa, el obispo Fortmann y el jesuita profesor del Instituto Mulders, pero este último se negó a participar. 

Ya se han mencionado algunos puntos. Resultaba particularmente desconcertante la negativa a usar la idea de satisfacción y el valor sacrificial de la Misa, de fuerte arraigo en los evangelios. La identificación de la presencia y conversión eucarística como un cambio de significado (inspiración de Schillebeeckx) que, por más interpretación realista que se le quisiera dar, siempre suena insuficiente. La interpretación más bien alegórica del nacimiento virginal de Cristo. La sensación consiguiente de que toda la doctrina está sometida a cambio según el espíritu de la época. Y de que tampoco hay una moral fija ni pecados graves.

El Instituto se negó a corregir el texto y promovió las traducciones al alemán, francés, inglés y castellano, sin rectificaciones ni nihil obstat, generando desconcierto y protestas de los episcopados locales (1968-1969). Era una grave política de hechos consumados, pero estaban seguros de que su propuesta era el futuro de la Iglesia universal y estaban dispuestos a defenderla a cualquier precio.

Se decidió entonces convertir las correcciones en un “Suplemento” de unas 20 páginas, que se pudiera añadir a los volúmenes que todavía no se habían vendido de las diversas ediciones y traducciones, contando con el beneplácito de las editoriales. Hubo que transformar las correcciones y simplificarlas para convertirlas en un texto coherente. Era una mala solución. Cándido Pozo publicó este texto con comentarios (Las correcciones al Catecismo holandés, BAC 1969). En la edición castellana (1969), de Herder, se pegó al final. En el ejemplar que manejo ha sido arrancado, quedando solo la carta de Mons. Morcillo que lo presentaba. 

Complicaciones en paralelo

En 1968, Pablo VI publicó su encíclica Humanae vitae, que afrontaba la regulación de la natalidad (la “píldora”). Se había reservado el tema en el Concilio (como el del celibato sacerdotal) y era fruto de mucho estudio y oración. Pero no podía llegar a Holanda en un momento peor. 

Desde 1966, la Iglesia holandesa había puesto en marcha un Sínodo para aplicar los deseos del Concilio Vaticano II. La tercera sesión (1969) resultó muy afectada por el clima creado por el asunto del Catecismo y por la reacción ante Humanae vitae, y se convirtió en contestación abierta del establishment eclesiástico (mientras los obispos quedaban como atrapados en el medio). Afloraron también todas las cuestiones que después quedarían en el calendario progresista: ordenación de mujeres, abolición del celibato, inclusión alternativas al matrimonio… Los teólogos de Munich Michael Schmauss y Leo Scheffczyk, previendo las repercusiones en Alemania, prepararon un análisis crítico de este sínodo en La Nueva Teología Holandesa (BAC, 1972).

El Credo del Pueblo de Dios

Maritain, pensador francés converso en su juventud, seguía con preocupación los acontecimientos holandeses y le pareció que se necesitaba un acto solemne magisterial que reafirmase los grandes puntos de la fe. Escribió en ese sentido a su amigo el cardenal Journet, que había participado en las correcciones, para que hiciera llegar la idea al Papa, que estimaba mucho a Maritain y a Journet. Al Papa le gustó y les pidió que preparasen un texto, que dio lugar al Credo del Pueblo de Dios, proclamado solemnemente en el Vaticano el 30 de junio de 1968, como cierre del año de la fe y, simbólicamente, del periodo conciliar. 

Estaba escrito con un evidente paralelismo con las cuestiones suscitadas por el Catecismo holandés. Son casi las mismas que, de forma patente o latente, han afectado y siguen presentes en la Iglesia. Aunque se puede añadir en particular la “Cristología desde abajo”, que muchas veces es solo una reconstrucción de la figura de Cristo, despojándola de su dimensión divina y convirtiéndolo en un hombre amigo de Dios y, en cierto modo, asumido por Él. Esto no se expresaba tan claro en el Catecismo holandés, pero está como iniciado. Será también la tendencia posterior de Schillebeekcx (y de Küng). 

La Iglesia en Holanda después

Así Holanda llevó la cabecera y en parte inspiró la crisis posconciliar que, en distinto grado, afectó a todos los países occidentales. La antigua y fuerte cohesión de las instituciones católicas de Holanda hizo que los efectos fueran más inmediatos, traumáticos y profundos, con una drástica disminución de candidatos al sacerdocio y de cristianos practicantes, miles de abandonos de sacerdotes (unos 2000, en la década de los sesenta), religiosos (unos 5.500) y religiosas (unas 2700), según datos de Jan Bots (L’éxperiencie hollandaise, “Communio”, IV,1, 1979, 83). Y una importante desorientación de las instituciones católicas. 

Pablo Vl intentó rectificarlo con algunos nombramientos episcopales en contra de los deseos locales (De Simonis, en 1971 y Gijsen, en 1972), que obtuvieron algunos frutos en un ambiente muy distorsionado. 

Un hermoso contrapunto es la historia de Cornelia de Vogel, profesora de filosofía antigua de la Universidad de Utrecht, conversa al catolicismo después de un largo itinerario, espléndidamente contado en su relato autobiográfico Del protestantismo ortodoxo a la Iglesia católica (se puede encontrar en francés). A partir de 1972, ante la rebelión que habían suscitado los nombramientos de Pablo VI, quiso aportar su valoración sobre la situación de la Iglesia holandesa en un inspirado libro A los católicos de Holanda, a todos (1973).  

Al inicio de su pontificado, Juan Pablo II convocó a Roma a los obispos holandeses para un Sínodo especial (1980). Y visitó Holanda en 1985, entre una de las contestaciones más violentas de todos sus viajes. Al cabo de los años, una Iglesia muy reducida después del vendaval, pero más serena y recompuesta también con la ayuda de emigrantes afronta con fe su futuro y asume su papel de testimonio y evangelización en un contexto muy secularizado y de mayoría atea. 

Puede dar más información el artículo de Enrique Alonso de Velasco, La crisis de la Iglesia católica en los Países Bajos en la segunda mitad del siglo XX, disponible online.

Vaticano

Papa Francisco: «El corazón de Jesús es un corazón pastoral»

El Papa Francisco ha continuado en la audiencia general con su catequesis sobre el celo apostólico. Esta vez se ha centrado en la figura de Jesucristo como modelo de evangelización.

Paloma López Campos·18 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 3 minutos

El Papa Francisco ha retomado la catequesis sobre el celo apostólico. Esta vez ha centrado la predicación en la figura de Jesús y su corazón pastoral, “modelo insuperable del anuncio”. Cristo, que es el Verbo de Dios, “está siempre en relación, en salida”. Al ser Verbo es Palabra, que “existe para ser transmitida, comunicada”. En definitiva, Jesús es la “Palabra eterna del Padre que llega a nosotros. Cristo no solo tiene palabras de vida, sino que hace de su vida una Palabra: es decir, vive siempre dirigido hacia el Padre y hacia nosotros”.

El comienzo

El Papa invita a fijar la mirada en las jornadas de Jesús, en las que “vemos que en el primer lugar está la intimidad con el Padre, la oración, por la que Jesús se levanta temprano, cuando todavía está oscuro, y se dirige a zonas desiertas a rezar”. Es ahí, “en esta relación, en la oración que le une al Padre en el Espíritu, donde Jesús descubre el sentido de su ser hombre, de su existencia en el mundo como misión para nosotros”.

Para profundizar en esto, Francisco analiza la primera aparición pública de Cristo: “Jesús no hace un gran prodigio, no lanza un mensaje con efecto, sino que se mezcla con la gente que iba para ser bautizada por Juan. Así nos ofrece la clave de su acción en el mundo: desgastarse por los pecadores, haciéndose solidario con nosotros sin distancias, en el compartir total de la vida”.

De este modo, dice el Santo Padre, podemos ver que “cada día, después de la oración, Jesús dedica toda su jornada al anuncio del Reino de Dios y a las personas, sobre todo a los más pobres y débiles, a los pecadores y a los enfermos”.

El corazón pastoral de Jesús

Es fácil identificar a Jesús con una imagen concreta. Señala el Papa, “Jesús mismo nos la ofrece, hablando de sí como del buen Pastor, aquel que – dice – «da su vida por las ovejas». De hecho, ser el pastor no era solo un trabajo, que requería tiempo y mucho empeño; era una verdadera forma de vida: veinticuatro horas al día, viviendo con el rebaño, acompañándolo a pastar, durmiendo entre las ovejas, cuidando de las más débiles. En otras palabras, Jesús no hace algo por nosotros, sino que da su vida por nosotros. El suyo es un corazón pastoral”.

La pastoral de la Iglesia

Francisco señala la comparativa entre la misión de Jesús y la acción de la Iglesia, que suele calificarse como “pastoral”. Al evaluar esta actividad, “debemos compararnos con el modelo, Jesús buen Pastor. En primer lugar, podemos preguntarnos: ¿lo imitamos bebiendo de las fuentes de la oración, para que nuestro corazón esté en sintonía con el suyo?”

El Papa invita a tener presente el capítulo 15 del Evangelio de Lucas, donde se encuentra recogida la parábola de la oveja perdida. En esa puede verse el corazón pastoral que “sufre y arriesga. Sufre: sí, Dios sufre por quien se va y, mientras lo llora, lo ama todavía más. El Señor sufre cuando nos distanciamos de su corazón. Sufre por los que no conocen la belleza de su amor y el calor de su abrazo. Pero, en respuesta a este sufrimiento, no se cierra, sino que arriesga: deja las noventa y nueve ovejas que están a salvo y se aventura por la única perdida, haciendo algo arriesgado y también irracional, pero acorde con su corazón pastoral, que tiene nostalgia de los que se han ido; no rabia ni resentimiento, sino una irreductible nostalgia por nosotros. Es el celo de Dios”.

Con esto, el Papa Francisco concluye diciendo: “¿tenemos sentimientos similares? Quizá vemos como adversarios o enemigos a los que han dejado el rebaño. Encontrándoles en la escuela, el trabajo, en las calles de la ciudad, ¿por qué no pensar más bien que tenemos una bonita ocasión de testimoniarles la alegría de un Padre que les ama y que nunca les ha olvidado? Hay una buena palabra para ellos y nosotros tenemos el honor y la carga de llevarla. Porque la Palabra, Jesús, nos pide esto. ¡Quizá seguimos y amamos a Jesús desde hace tiempo y nunca nos hemos preguntado si compartimos los sentimientos, si sufrimos y arriesgamos en sintonía con su corazón pastoral! No se trata de hacer proselitismo para que los otros sean “de los nuestros”, sino de amar para que sean hijos felices de Dios”.

Mundo

El compromiso ecuménico del Papa Francisco

El Papa Francisco opta por una cultura del encuentro basada en gestos de cercanía y amistad personal con los líderes de diferentes confesiones cristianas. Sus viajes y audiencias así lo confirman.

Andrea Gagliarducci·18 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 6 minutos

En el Ángelus del 18 de diciembre, el Papa Francisco hizo un llamamiento para solucionar la situación del corredor de Lachin, único punto de contacto entre Nagorno Karabaj (o Artsaj, según su antiguo nombre armenio) y Armenia.

El bloqueo del corredor por parte de algunos activistas amenaza con provocar una tragedia humanitaria, mientras que las maniobras en ese corredor, y en Nagorno Karabaj en general, llevan tiempo planteando interrogantes sobre el futuro del patrimonio cristiano de la región.

Sin embargo, ese llamamiento también tenía otro significado. Fue un llamamiento que vino al rescate de una Iglesia «hermana», la Iglesia Apostólica Armenia, y del patriarca Karekin II, que se reunió varias veces con el Papa Francisco y le dio la bienvenida a Armenia en 2016.

La última reunión entre ambos fue en octubre de 2021, cuando Karekin II se hizo acompañar por el responsable de derechos humanos para denunciar los crímenes que se estaban produciendo en la región. Los contactos, sin embargo, son frecuentes, y el llamamiento hecho hace cinco días a los líderes de todas las Iglesias hermanas, ciertamente, no pasó desapercibido para el Papa Francisco.

El episodio es digno de mención porque relata la forma en que el Papa Francisco lleva a cabo el ecumenismo. Varias veces ha recordado, sonriendo, un viejo chiste que dice que si se pusiera a todos los teólogos en una isla, el ecumenismo se produciría inmediatamente. Pero, a continuación, el Papa tuvo a bien decir que la teología es, en efecto, útil para el diálogo ecuménico. Él, sin embargo, prefiere centrarse en otra cosa: en gestos de cercanía y amistad personal.

Regalos ecuménicos

Lo cierto es que todo el pontificado del Papa Francisco está tachonado de «dones ecuménicos». La semana pasada, tres piezas del Partenón conservadas en los Museos Vaticanos fueron devueltas a Grecia, directamente al arzobispo ortodoxo Ieronymos, con quien el Papa se había reunido hace un año durante su viaje al país.

Antes, el 29 de junio de 2019, el Papa Francisco decidió repentinamente donar una reliquia de San Pedro al Patriarca Ecuménico de Constantinopla Bartolomé.

Y luego está el ecumenismo de las reliquias. El máximo ejemplo es el de la reliquia de san Nicolás extraída del cuerpo del Santo en Bari y llevada a la veneración de los fieles en Rusia en 2017.  También en 2017, fueron las reliquias de san Felipe las que se enviaron a Esmirna, al Patriarcado Ecuménico de Constantinopla. 

La túnica ensangrentada, de Thomas Beckett, el obispo inglés asesinado a filo de espada en la catedral de Canterbury, fue prestada a la Iglesia anglicana y de Santa María la Mayor volvió a Canterbury en 2020, con motivo de las celebraciones del 850 aniversario del martirio del mártir de Albión. También en 2020, el Papa Francisco donó las reliquias de san Clemente y san Potito al Patriarca Neofit de Bulgaria. 

Todos estos son gestos que pretenden fomentar gestos de distensión con las Iglesias hermanas. El Papa Francisco, de hecho, deja la tarea de definir las cuestiones teológicas al Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos. En general, se basa en los encuentros, en las relaciones personales, para llevar a cabo un ecumenismo práctico que muestre a las Iglesias hermanas trabajando juntas.

Los viajes ecuménicos del Papa Francisco

Parte de esta estrategia es el largamente planeado «viaje ecuménico» a Sudán del Sur, donde estará con el Arzobispo de Canterbury Justin Welby, Primado Anglicano, y el Moderador de la Iglesia de Escocia Iain Greenshields. El Papa Francisco estará en Sudán del Sur los días 4 y 5 de febrero de 2023, al término de un viaje que le llevará a la República Democrática del Congo del 31 de enero al 3 de febrero.

El viaje estaba previsto desde hacía tiempo, y las relaciones con el primado anglicano Welby se habían estrechado en vísperas de este viaje. El 11 de abril de 2019, el arzobispo Welby también estuvo en la reunión de oración para las autoridades civiles y políticas de Sudán del Sur que el papa Francisco había querido en el Vaticano.

Era la época anterior a la pandemia, y el Papa Francisco había planeado nada menos que dos viajes ecuménicos en 2020. Además del de Sudán del Sur, también estaba previsto un viaje más largo a Grecia, siguiendo los pasos de San Pablo, con el Patriarca Bartolomé, que siempre ha mostrado su cercanía al Papa Francisco, a su lado.

Debido a la pandemia, el viaje a Grecia no pudo realizarse como estaba previsto en 2020. Cuando tuvo lugar en diciembre de 2021, las condiciones eran diferentes, y se decidió hacer un viaje con parada en Atenas y un rápido desvío a Lesbos, donde el Papa ya había estado.

Sin embargo, el hecho de que se fuera a hacer dice mucho sobre la dirección que el Papa Francisco quiere dar al diálogo ecuménico. Baste decir que la mayoría de las naciones que ha visitado el Papa Francisco en Europa son de mayoría ortodoxa: en 2019 fueron Bulgaria, Macedonia del Norte y Rumanía. En 2021, Chipre y Grecia.

Ahora está prevista una visita a Serbia, que también se ha ofrecido para un encuentro entre el Papa Francisco y el Patriarca de Moscú Kirill. Terreno difícil por la oposición del Patriarcado ortodoxo local a la canonización del cardenal Aloizije Stepniac, arzobispo de Zagreb durante los años de la II Guerra Mundial, considerado por los ortodoxos un colaborador nazi -para ello, el Papa también ha creado una comisión católica ortodoxa que no ha llevado a ninguna conclusión definitiva-.

Además, se han realizado viajes a países de mayoría protestante. En Suecia, en 2016, el Papa Francisco fue a conmemorar el 500 aniversario de la Reforma Protestante, lanzando una declaración conjunta entre Caritas Internationalis y el Servicio Luterano Mundial.

Y no hay que olvidar la visita del Papa Francisco a Suiza, primero a la sede del Consejo Mundial de Iglesias y después a Bossey en 2018, subrayando de nuevo el deseo de estar presentes.

La relación con el Patriarcado de Moscú

No es de extrañar, pues, que el Papa busque más los encuentros personales que los grandes discursos. Mantuvo conversaciones con su «querido hermano» Bartolomé tanto en su último viaje a Bahréin, en noviembre de 2022, como en su viaje a Kazajstán, en septiembre de 2022. Y no es de extrañar que los países que más se esfuerzan por mostrar su compromiso con el diálogo y sacudirse una imagen difícil (Kazajstán y Bahrein, pero también Emiratos Árabes Unidos e Irak) hayan invitado siempre al Papa a encuentros interreligiosos en los que también puede mantener «bilaterales ecuménicos».

Desde su viaje a Kazajstán en septiembre de 2022, el Papa Francisco también se ha reunido con el metropolita Antonij, que dirige el Departamento de Relaciones Exteriores del Patriarcado. El Patriarca Kirill, que había confirmado su participación y luego la canceló en el último momento, tenía previsto estar allí. Con Antonij se habló de un posible segundo encuentro entre el Patriarca y el Papa, previsto para junio en Tierra Santa, que luego fue cancelado y dificultado también por unas declaraciones del Papa Francisco, quien -hablando de la videoconferencia que mantuvo con Kirill en marzo de este año- había dejado entrever que había ordenado al Patriarca: «No somos clérigos de Estado».

Y así se diluyó la posibilidad de un encuentro, con el telón de fondo de una guerra en Ucrania que ha visto al Patriarca tomar posiciones muy claras a favor de la guerra, mientras que el cardenal Koch, Prefecto del Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, no ha dudado en definir algunas de estas posiciones como «heréticas».

Para el Papa, sin embargo, la reunión debe celebrarse, en la línea de la de febrero de 2016 en La Habana. El trasfondo de la guerra en Ucrania lo hace todo más difícil, incluso calibrar la eventual declaración final. El termómetro de las relaciones entre la Iglesia ortodoxa rusa y la Iglesia católica podrá medir la situación en febrero: ¿se celebrará la habitual reunión conmemorativa anual en La Habana? ¿Y de qué forma? Eso está por ver.

Reconciliación ecuménica en Ucrania

Mientras tanto, también podría existir otra posibilidad en el frente ucraniano, donde desde hace 25 años existe un Consejo Panucraniano de Iglesias y Organizaciones Religiosas que representa al 95% del mosaico religioso de Ucrania.

Este consejo, que también es muy activo en el apoyo a la población local, ha escrito una carta al Papa, solicitando la posibilidad de un encuentro, y se espera que su visita a Roma tenga lugar en enero, durante la Semana de Promoción de la Unidad de los Cristianos.

Sería una visita importante, una forma de buscar la paz también a través del diálogo ecuménico. Pero también sería una visita que habría que calibrar bien, en reuniones, modos y términos, teniendo en cuenta que Ucrania es también un campo de batalla ecuménico. Allí, de hecho, la declaración de autocefalia (autonomía) de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana en 2019 había desencadenado el llamado «cisma ortodoxo».

La autocefalia había sido concedida por Bartolomé, el primero de la Synaxis de las Iglesias ortodoxas, pero había provocado la firme protesta del Patriarcado de Moscú, que también se había retirado de todos los organismos copresididos por el Patriarcado de Constantinopla, incluida la Comisión Teológica Católico-Ortodoxa.

Moscú consideraba a Ucrania su territorio canónico y, entre otras cosas, la autocefalia se había percibido precisamente como un nuevo distanciamiento de Ucrania de Rusia, lo que también influyó en la narrativa rusa sobre la guerra actual.

Todo, en definitiva, dependerá de cómo se perfilen las cosas. El Papa Francisco continúa con su idea de la cultura del encuentro, dejando el debate a los teólogos. ¿Será suficiente?

El autorAndrea Gagliarducci

América Latina

El cardenal Porras, nuevo arzobispo de Caracas (Venezuela)

El Papa Francisco ha nombrado arzobispo de Caracas, la capital venezolana, al cardenal Baltazar Porras, que regía ya la archidiócesis como administrador apostólico desde julio de 2018, y era arzobispo de Mérida desde 1991. Caracas llevaba desde 2018 sin arzobispo titular, tras la renuncia del cardenal Jorge Urosa, fallecido en 2021.

Francisco Otamendi·18 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 2 minutos

Baltazar Porras, que cuenta en la actualidad con 78 años, fue creado cardenal por el Papa Francisco en el consistorio de noviembre de 2016.

En la Curia romana es miembro de la Pontificia Comisión para América Latina, y de los dicasterios para el Clero; para los Laicos, Familia y Vida, para la Cultura y la Educación, según ha informado la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV).

Por otra parte, en la archidiócesis de Mérida sucede inmediatamente al cardenal Baltazar Porras el arzobispo Monseñor Helizando Terán, OSA, que había sido nombrado arzobispo coadjutor, con derecho a sucesión, el 19 de marzo del año pasado.

En Venezuela y en sus viajes a otros países, como el realizado a Estados Unidos en mayo del año pasado con objeto de presentar una reliquia del beato José Gregorio Hernández, conocido como “el médico de los pobres”.

El cardenal Baltazar Porras ha defendido una solución negociada para el país, de modo que Venezuela pueda retomar una senda democrática, a pesar de los muchos intentos sin resultados desde hace años.

Crítico con el régimen de Maduro

Al mismo tiempo, el cardenal se ha mostrado crítico con el régimen del presidente Nicolás Maduro. Por ejemplo, en el citado viaje, señaló que “ha faltado siempre la voluntad real por parte del régimen de no solamente conversar, sino de entrar en un entendimiento y esto hace que en buena parte de la población, hablar de diálogo en Venezuela es casi una mala palabra”.

Según declaraciones del cardenal Baltazar Porras, el gobierno de Maduro se siente actualmente “tranquilo y seguro”, porque la pandemia le ha permitido evitar las protestas.

Eso no significa que los venezolanos estén conformes, sino que hay “represión” y “militarismo”, según ha informado la agencia Efe.

A pesar de algunas mejorías, el cardenal Porras denunció “una situación de pobreza creciente”, que explica, entre otras cosas, “el número de gente que sigue saliendo del país”.

El difícil papel de los obispos de Venezuela

Los obispos de Venezuela, en una exhortación pastoral publicada tras concluir la Asamblea plenaria hace unos días, han señalado, entre otras cosas, que “nuestro país continúa viviendo una crisis política, social y económica profunda. Un escenario que pone en entredicho el modelo de gestión que por más de veinte años ha guiado los destinos de la nación”.

En este contexto, el primer vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), Diosdado Cabello, acaba de criticar que el obispo Víctor Hugo Basabe aprovechara la homilía de la procesión de la Divina Pastora, el pasado sábado, para hacer, a su juicio, “politiquería” contra el gobierno del presidente Nicolás Maduro.

En la plenaria, del 7 al 12 de enero, los obispos eligieron como presidente a Monseñor Jesús González de Zárate, arzobispo de Cumaná; y como primer vicepresidente, fue ratificado Monseñor Mario del Valle Moronta Rodríguez, obispo de San Cristóbal.

También fueron elegidos Monseñor Ulises Gutiérrez, arzobispo de Ciudad Bolívar, como segundo vicepresidente; y el obispo de La Guaira, Monseñor Raúl Biord, como secretario general de la CEV.

El autorFrancisco Otamendi

Evangelización

Pablo Blanco: «La unidad hace más creíble el mensaje evangélico»

En la semana de la oración por la unidad de los cristianos el teólogo y profesor de la Universidad de Navarra, Pablo Blanco, señala que "la unión de golpe -por así decir- hoy por hoy es una utopía".

Maria José Atienza·18 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 6 minutos

La Semana de oración por la unidad de los cristianos pone en la palestra, un año más, el panorama de las distintas confesiones cristianas que existen en el mundo. Los avances en materia de ecumenismo y relación con las Iglesias ortodoxas, anglicana y protestantes han sido notorios en los últimos años.

Pablo Blanco, profesor de Teología Dogmática en la Universidad de Navarra y colaborador de Omnes, recoge en su libro «Ecumenismo hoy», una interesante síntesis de la situación actual de este diálogo entre la Iglesia católica y el resto de confesiones cristianas, la realidad de estas confesiones así como los avances hacia la unidad que la Iglesia ha vivido, especialmente, en las últimas décadas.

Aunque Blanco no esconde que «la unión de golpe -por así decir- hoy por hoy es una utopía», su apuesta se centra en anunciar, con palabra y vida el mensaje íntegro de Jesucristo, ya que es quien «conquista la mente y los corazones de la gente».

Cada año, la Iglesia celebra no un día, sino una Semana por esta unidad de los cristianos. ¿Qué importancia tiene o cómo podemos destacar la actualidad de esta intención?  

–Sí, es el Octavario por la Unidad de los Cristianos. Antes se celebraba en la víspera de Pentecostés, para invocar al Espíritu la unidad.

Pablo Blanco Sarto

Más adelante se fijó en los ocho días anteriores a la fiesta de la Conversión de san Pablo, para expresar que -sin conversión, nuestra y de los demás cristianos- no hay unidad.

El concilio Vaticano II afirma que el «ecumenismo espiritual» (Unitatis Redintegratio 4) es el «alma del ecumenismo»: sin conversión, sin oración, sin santidad no habrá esa unidad que solo el Espíritu santo nos puede traer.

¿No iría esta intención de unidad en contra de un bien como es la pluralidad, también para la Iglesia? ¿Cómo conjugar esta diversidad (dones, carismas…) en una unidad de los cristianos? 

–La unidad de la Iglesia es como la unidad de la Trinidad: tres Personas distintas y un solo Dios verdadero. En la Iglesia, tiene que haber esa diversidad que se convierte en una riqueza que mira hacia el bien de trabajar y rezar unidos. Eso es vivir la comunión desde la propia diferencia, sea uno oriental, o de distintas tradiciones occidentales; asiático, africano o americano. La diferencia nos enriquece cuando sabemos sumar. 

La anécdota ocurrida en la Conferencia misionera mundial de Edimburgo, en 1910, nos puede servir también en nuestros días. Allí se levantó un oriental y dijo: «ustedes nos han traído a Cristo y les estamos agradecidos». «Pero también nos han traídos sus divisiones», continuó. «Por favor, tráigannos a Cristo, pero nos sus divisiones». La unidad hace más creíble el mensaje evangélico y, por eso, los movimientos misionero y ecuménico han estado unidos desde el origen.

En su libro Ecumenismo hoy, realiza un descriptivo mapa de los cristianos en la actualidad así como los pasos claves en el diálogo ecuménico ¿Qué destacaría de este camino? 

–Hay otros muy buenos libros de ecumenismo en nuestra lengua, pero en el caso de Ecumenismo hoy, he intentado ofrecer una lectura actualizada de las enseñanzas de la Iglesia católica sobre el ecumenismo. En primer lugar, los documentos del Vaticano II, pero también las enseñanzas de los últimos papas y el nuevo Vademécum de ecumenismo

Todos esto permite trazar un mapa, donde se pueden situar la situación de la Iglesia católica respecto a los ortodoxos, los anglicanos y los protestantes.

Para cada uno hay un tema de conversación y diálogo distintos, pero con todos se debe rezar, hablar y trabajar. En este camino hemos de trabajar juntos por la paz, los pobres y el medio ambiente, por ejemplo. Es el llamado «ecumenismo de las manos». Pero también hay que abordar las cuestiones doctrinales para ver qué nos une y qué nos separa todavía. Es este el «ecumenismo de la cabeza», y un ecumenismo sin cabeza sería un ecumenismo sin norte, sin orientación, sin un horizonte común.

Pero sobre todo es necesario el «ecumenismo del corazón»: el ecumenismo espiritual del que hablábamos; el de la conversión, la oración, la santidad. Hemos de rezar más, unos por otros y unos con otros. Entonces el Espíritu nos concederá el don de la unidad.

El papa Francisco nos habla también del «ecumenismo de la sangre», por cómo los cristianos -de una y otra confesión- mueren por dar testimonio de su fe. Esto también nos une. Suelo añadir el «ecumenismo de la lengua»: el procurar hablar bien los unos de los otros.

Los tres últimos Papas han sido claves en el avance del diálogo con las demás confesiones cristianas. Recordamos a Benedicto XVI: ¿Cómo valora los gestos de Benedicto XVI en particular con lefevbrianos y anglicanos que tantas críticas, dentro y fuera de la Iglesia, acarrearon?

–Sí, Benedicto XVI dio importantes pasos en primer lugar con los ortodoxos, restableciendo el diálogo con estas iglesias hermanas en 2000 y estudiando el tema del primado petrino con el Documento de Rávena, en 2007, tal como había pedido Juan Pablo II en la encíclica Ut unum sint.

Con los lefevbrianos se hizo todo lo posible para buscar una fórmula de comunión con Roma, pero su rechazo de la doctrina del Vaticano II -precisamente sobre ecumenismo y diálogo interreligioso- no ha conseguido desbloquear las conversaciones.

En cuanto a los protestantes, Ratzinger intervino en primera persona en la Declaración conjunta sobre la doctrina de la justificación, de 1999, suscrita ya por luteranos, metodistas, anglicanos y reformados. Es un buen comienzo que debe propiciar las futuras conversaciones sobre la idea de Iglesia, sobre los sacramentos y el ministerio. Está también pendiente la cuestión metodológica sobre el modo de leer la Escritura.

Con los anglicanos se ensayó un modo de alcanzar la unidad que tal vez podría dar sus frutos en el futuro: con los ordinariatos personales creados en 2009, estas comunidades alcanzaron la plena comunión con Roma, a la vez que esta reconocía la legitimidad del Libro de la oración común propio de la liturgia anglicana. Una fórmula que, si alcanza el éxito, podría propiciar nuevos pasos con otras confesiones cristianas.

Es cierto que, a nivel de las grandes confesiones el diálogo está muy avanzado pero, ¿no es utópico pensar en la futura unidad con la diversidad existente en las confesiones nacidas de las sucesivas Reformas? 

–Sí, una unión de golpe -por así decir- hoy por hoy es una utopía. Por eso esta fórmula de alcanzar la plena comunión comunidad por comunidad permite respetar la conciencia de cada creyente, a la vez que no acelera innecesariamente los tiempos.

El ecumenismo requiere paciencia, afirmaba Walter Kasper, y tiene algo del lento ascenso a la montaña. Hay que alimentar la paciencia y la esperanza, y seguir por supuesto dando pasos. Algún día, cuando Dios quiera, llegaremos a la cima y nos daremos ese abrazo de unidad.

Las relaciones con la Iglesia ortodoxa se encuentran ahora en un punto delicado, especialmente con el patriarcado de Rusia ¿Ve signos de esperanza entre ambas confesiones? 

–En efecto, el problema de la Iglesia católica con los ortodoxos es en primer lugar un problema entre ortodoxos.

Sin embargo, el papa Francisco está promoviendo el diálogo a distintos niveles con todos los patriarcados, sin dejarse influir por cuestiones políticas. Ha dirigido palabras duras contra el patriarca Kiril de Moscú con motivo de la guerra en Ucrania, que hacen pensar en una corrección de hermano, como la que hizo también Pablo a Pedro por la cuestión de Antioquía.

En este caso, es Pedro quien corrige pero, al igual que ocurrió en los primeros años del cristianismo, si sabemos acoger fraternalmente esas correcciones, la Iglesia alcanzará los vuelos que logró en los primeros siglos.

¿Cómo establecer un diálogo ecuménico fructífero sin «diluir» los principios fundantes de la Iglesia, especialmente en lo que refiere a moral y vida sacramental?

–La plenitud de la fe es fundamental para alcanzar la verdadera unidad. A veces tenemos la tentación de diluir el mensaje para conseguir más adeptos, pero la experiencia nos ha mostrado precisamente lo contrario.

Lo que conquista la mente y los corazones de la gente es Cristo, y por eso nosotros hemos de predicar su mensaje de modo íntegro. También en lo que se refiere a cuestiones morales y sacramentales, siempre más controvertidas.

Cuestiones como la defensa de la vida y la familia, el género, en qué consiste la fe eucarística o la naturaleza del propio ministerio tienen que ser también abordados, con la seriedad y delicadeza que requieren.

Cultura

Armenia, la primera nación cristiana

La historia de la nación armenia sorprende por su inagotable riqueza y el devenir de la que fuera una de las primeras tierras evangelizadas, cuna de civilización y progreso.

Gerardo Ferrara·17 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 5 minutos

Imaginemos un gran imperio que, en el siglo I d.C., se extiende desde el Mediterráneo hasta Persia y domina también el Mar Negro y el Mar Caspio.

Es un gran imperio, próspero y rico en cultura y tradiciones. Sus orígenes se remontan al reinado de Urartu (nombre dado a la montaña conocida en la Biblia como Ararat, debido a una traducción incorrecta de las fuentes asirias) y, en su vasto territorio, hay tres grandes lagos: el lago Van, el lago Urmia y el lago Sevan.

En este imperio se hablaba una antigua lengua indoeuropea, el armenio, cuyo alfabeto actual es invención de un santo, Mesrop Mashtots. Tradujo la Biblia al armenio, reforzando en su pueblo una identidad basada, desde hace casi dos milenios, en el vínculo inseparable entre fe cristiana, lengua, cultura y tradiciones.

El cristianismo, de hecho, ya había sido introducido en Armenia en el primer siglo de la era cristiana, por los apóstoles Bartolomé y Tadeo, pero no fue hasta el gobernador Tridates III, convertido y bautizado por San Gregorio el Iluminador, cuando se convirtió, en el año 301, en la religión del Estado, ¡unas décadas antes que en Roma!

La Iglesia apostólica armenia no participó en el Concilio de Calcedonia (451), (aquel, para entendernos, en el que se afirmó que Cristo es una sola persona en la que coexisten dos naturalezas, una humana y otra divina). La propia Iglesia católica se separó definitivamente en 554.

Aunque definida, a lo largo de los siglos, como «monofisita», la Iglesia apostólica armenia consideraba herética esta doctrina, prefiriendo, en cambio, considerar la naturaleza de Cristo como única, pero fruto de la unión de las naturalezas humana y divina, definición conocida como «miafisismo» (el monofisismo, en cambio, teoría elaborada en el siglo V por el monje bizantino Eutiche y condenada por el Concilio de Calcedonia, niega la doble naturaleza, divina y humana, de Cristo, reconociendo en él únicamente la naturaleza divina).

Aunque debilitada y progresivamente desmembrada, al encontrarse en la encrucijada de imperios como el romano y el persa, y más tarde el árabe y el turco, incluso en los siglos IX y X de nuestra era, Armenia siguió siendo una nación próspera, sobre todo desde el punto de vista religioso y cultural, hasta el punto de que su nueva capital, Ani (actualmente a pocos metros de la frontera turca), fue llamada «la ciudad de las mil iglesias».

Desgarrada entre naciones

A pesar de su floreciente cultura, Armenia se dividió entre el recién formado Imperio Otomano y el persa safávida, sobre todo después de que los turcos tomaran Constantinopla (1453). Sin embargo, durante varios siglos, debido a las incursiones de los turcos selyúcidas en su territorio, muchos súbditos armenios habían huido a la costa mediterránea y allí se fundó el reino armenio de Cilicia, que se extendía por gran parte de Anatolia oriental. Este reino también era conocido como Armenia menor o Pequeña Armenia.

A partir de ese momento, la división entre armenios orientales y occidentales se convirtió en un hecho de considerable importancia, sobre todo en el momento en que se produjo la última y más importante partición entre las potencias de este pueblo que siempre había estado en la balanza entre potencias más fuertes que él.

De hecho, tras las guerras ruso-turcas, especialmente la librada entre 1877 y 1878, y el posterior Tratado de San Esteban, el territorio correspondiente a lo que hoy es la República de Armenia fue anexionado al Imperio ruso.

Los armenios en el Imperio Otomano

En cuanto a Armenia Menor, permaneció bajo control otomano, que en cualquier caso la administró oficialmente a partir de 1639, fecha de la separación definitiva de Armenia Occidental y Oriental, sancionada por el Tratado de Zuhab, que puso fin a la guerra otomano-safávida de 1623-1639 asignando Georgia Occidental, Armenia Occidental y Mesopotamia al Imperio Otomano, mientras que mantenía Armenia Oriental y Georgia Oriental, así como Azerbaiyán, bajo dominio safávida.

Sin embargo, la distinción entre Armenia occidental y oriental también adquirió importancia desde el punto de vista cultural, ya que la propia lengua armenia se divide en dos ramas, la occidental (hoy casi extinguida, tras la aniquilación de casi todos sus hablantes debido al gran Genocidio llevado a cabo por los turcos) y la oriental, lengua oficial de la República de Armenia.

La presencia armenia en Anatolia, como hemos visto, es sin embargo mucho más antigua que las subdivisiones oficiales que hemos mencionado. De hecho, está bien documentada ya en el siglo VI a.C., es decir, unos 1.500 años antes de la llegada de los turcomanos selyúcidas.

Bajo el Imperio Otomano, al igual que las demás minorías, los armenios también se encontraron sometidos a una entidad estatal fundada sobre una base religiosa y no étnica: el sultán era también «príncipe de los creyentes», por tanto califa de los musulmanes de cualquier etnia (árabes, turcos, kurdos, etc.), que eran considerados ciudadanos del mundo. ), considerados ciudadanos de primera clase, mientras que los cristianos de las distintas confesiones (ortodoxos griegos, armenios, católicos y otros) y los judíos estaban sometidos a un régimen especial, el del millet, que preveía que toda comunidad religiosa no musulmana fuera reconocida como «nación» dentro del imperio, pero con un estatus de inferioridad jurídica (según el principio islámico del dhimma). Cristianos y judíos, por tanto, no participaban en el gobierno de la ciudad, pagaban exención del servicio militar mediante un impuesto de capitación (jizya) y otro sobre la tierra (kharaj), y el jefe de cada comunidad era su líder religioso. Obispos y patriarcas, en otras palabras, eran por tanto funcionarios civiles sometidos inmediatamente al sultán.

Sin embargo, en el siglo XIX entraron en vigor una serie de reformas para «modernizar» el Imperio Otomano, entre otras cosas mediante una mayor integración de los ciudadanos no musulmanes y no turcos, protegiendo sus derechos mediante la aplicación del principio de igualdad ante la ley. Estas reformas, conocidas como Tanzimat, se promulgaron desde 1839 (bajo el sultán Abdül Mejid I) hasta 1876.

Y fue precisamente durante este periodo cuando, de una población total de unos 17 millones de habitantes, un gran número de cristianos de diferentes etnias y confesiones vivían en territorio otomano. Los armenios, en particular, sumaban al menos dos millones. El Patriarcado Armenio estimó hacia 1914 que había unas 2.925 ciudades y pueblos armenios, de los cuales 2.084 se encontraban sólo en Anatolia oriental.

Los armenios eran minoría en muchos de los lugares donde vivían, pero en ciertos distritos incluso superaban en número a los turcos (en otras partes de Anatolia, ocurría lo mismo con los griegos y los asirios).

Aunque la mayoría de los armenios otomanos eran campesinos, una parte de ellos constituía la élite comercial de la Sublime Puerta, especialmente en los centros urbanos más importantes. Sin embargo, el poder económico que ostentaban no reflejaba su representación e influencia políticas, que eran más bien escasas y las hacían especialmente vulnerables.

Las masacres de Hamid: pródromos del genocidio

En este contexto, Rusia, aprovechando la debilidad del Imperio Otomano y sus recientes adquisiciones territoriales, deseosa de asegurarse una salida al mar Mediterráneo, decidió extender su influencia a los territorios habitados por los armenios occidentales que aún formaban parte de la Puerta. Estos últimos, a su pesar, fueron considerados cada vez más prorrusos por las autoridades de Constantinopla y, alentados por los rusos y a pesar de las reformas promulgadas desde 1839, comenzaron a rebelarse contra el dominio otomano, planteando reivindicaciones de autodeterminación y territoriales y fundando dos movimientos revolucionarios: Hënchak (en armenio: la campana) y Dashnaktsutyun (la unión).

Mientras tanto, el sultán Abdülhamid, con el objetivo de reprimir cualquier sentimiento nacionalista en los grupos étnicos minoritarios de su imperio, aumentó drásticamente los impuestos a sus súbditos de origen armenio, alimentando también un fuerte resentimiento en sus vecinos kurdos. En consecuencia, ante la rebelión de los miembros más radicales de la comunidad armenia, las tribus kurdas masacraron a miles de armenios en 1894, quemando y saqueando sus aldeas.

Con la esperanza de atraer la atención del mundo hacia su causa, los revolucionarios armenios ocuparon un banco en Estambul en 1896, provocando la reacción del sultán. En los disturbios que siguieron, conocidos como las Masacres Hamidianas, la violencia se extendió rápidamente y afectó a la mayoría de las ciudades habitadas por armenios en el Imperio Otomano. Las peores atrocidades afectaron, entre otras, a la catedral de Urfa, en la que se habían refugiado tres mil civiles cristianos, que fueron quemados vivos.

Las cifras indican, como consecuencia de las masacres de Hamidian, más de 50.000 armenios masacrados por grupos de musulmanes turcos y kurdos, cuyas acciones, sin embargo, como en el gran Genocidio posterior (del que hablaremos en un artículo posterior) fueron coordinadas por tropas gubernamentales.

El autorGerardo Ferrara

Escritor, historiador y experto en historia, política y cultura de Oriente Medio.

FirmasPedro Chiesa

La Virgen del Rosario, madre y fundadora

En Argentina hay una especial devoción a la Virgen María, que es considerada patrona y fundadora. Para conmemorar los 250 años de la presencia de esta advocación, la archidiócesis del Rosario convoca un año mariano.

17 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 3 minutos

El objetivo es pedir por la paz, honrando los 250 años de presencia de una imagen de Nuestra Señora del Rosario, esculpida en Cádiz (España), a la cual los rosarinos consideran “Fundadora” de la ciudad, hecho que ha sido declarado simbólicamente en el ámbito civil, tanto por múltiples resoluciones del Municipio respectivo, así como por leyes provinciales y nacionales. 

La devoción a Nuestra Señora del Rosario se remonta a 1730, cuando la ciudad era un insignificante caserío. El amor a la Señora del Rosario fue creciendo de modo pujante, especialmente desde la llegada de la imagen encargada a un escultor de Cádiz.

Además de suplicarse a Dios, por intercesión de su Madre bendita, que haya paz, el arzobispo Mons. Eduardo Martín ha promovido que réplicas especialmente bendecidas de la imagen, recorran durante este tiempo de gracia, todos y cada uno de los hogares, para que en ellos reine de modo efectivo la paz; y lo hizo invitando a los fieles a recibirla en sus casas con singular devoción. 

Rosario es una de las principales ciudades del país, en la cual destacan sus luces y sombras. Como hecho anecdótico puntual, no podemos obviar señalar en estos días que es cuna de grandes líderes de renombre mundial en lo atinente al deporte y que es una ciudad portuaria y trabajadora, agroindustrial y cerealera. Pero, he aquí las sombras, el narcotráfico en los últimos 20 años está haciendo estragos, y el principal es el siguiente: no hay paz en los corazones. 

La Virgen del Rosario es reconocida como patrona y fundadora de la ciudad. Y este año, como bien señala el obispo del lugar, será oportuno para “hacer memoria y mantener vivas las raíces que hacen profunda nuestra identidad, reafirmando a Rosario como ciudad de María, y a nuestra arquidiócesis como arquidiócesis de María”.

El Año Mariano ha sido objeto de atención por parte del Papa Francisco, quien además de conceder las habituales indulgencias plenarias, quiso dirigir un singular y emotivo mensaje a todos los fieles católicos de la ciudad. 

El Papa vivió hasta su elección como Romano Pontífice en la ciudad de Buenos Aires, próxima a Rosario, y es gran conocedor del principal problema de inseguridad que aflige especialmente a la población: el tráfico de drogas (con todos sus derivados: crímenes, pobreza, robos, descomposición familiar, daños cerebrales irreparables…). En este sentido, destaca el lema del Año Mariano: “Con María del Rosario misionamos por la paz”

El obispo Eduardo Martín señaló: “Necesitamos vivir seguros y en paz en nuestra sociedad. Hay mucha sangre derramada, muchas familias destrozadas, muchos inocentes que han perdido la vida. Por eso, imploramos a la Virgen el don de la paz y nos comprometemos a ser instrumentos de esa paz que nos da el Señor, siendo misioneros por la paz”.

La Señora del Rosario es venerada por haber dispensado innumerables gracias a sus devotos, curando enfermedades, trayendo la lluvia en tiempos de sequía y, sobre todo, protegiendo a la población de las epidemias vecinas y de los sangrientos ataques de los indígenas que azotaban a la población con robos, secuestros de mujeres y niños, y múltiples asesinatos. 

Según la historia, la devoción a la Virgen tocó el corazón de los nativos, inicialmente hostiles, dando lugar a la paz y la fraterna convivencia con los colonos, generando atracción por el bautismo cristiano. Así, en un tiempo relativamente breve de inmensa paz (menos de cien años), Rosario, ciudad que se encuentra a orillas del río Paraná, llegó a ser una localidad notable, dotada de uno de los principales puertos exportadores de cereales del mundo. Esto hubiera sido imposible sin la paz y la unidad con los nativos.

A la luz de este hecho histórico, merece observarse que,  hace 250 años, el problema de inseguridad rosarino era externo (hostiles indígenas), en cambio, ahora, es predominantemente interno: droga y asesinatos; de hecho, el Papa Francisco en su mensaje, alude a los casi 300 homicidios cometidos en la ciudad a lo largo de este 2022. 

Por tanto, a diferencia de otros tiempos, en los que se invocaba a la Virgen pidiendo la paz externa (los “malones” que azotaban a la población), ahora se pide por la paz interna de los corazones, por los jóvenes que son víctimas de la droga procurando huir erróneamente del vacío existencial interior, por la ausencia de valores familiares, y de familia en sí, que da lugar a múltiples corazones agobiados de dolor y resentidos. 

Este es el gran objetivo, curar a los rosarinos por dentro, para que puedan peregrinar por esta vida, con alegría y paz, en unión con sus hermanos, hacia la Patria celestial. Quiera Dios que este objetivo se difumine en tantos otros lugares del mundo donde existen crecientes problemas análogos.

El autorPedro Chiesa

Sacerdote. Doctor en Derecho y en Filosofía, Argentina.

Aquel Casio del 85

Mis padres, que no eran músicos ni estrellas deportivas, componían, cada día, con sus vidas sencillas, la mejor melodía nunca oída, los más bellos versos jamás escuchados, la más espectacular de las jugadas.

17 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 3 minutos

Aquel primer día de clase tras las vacaciones de 1985 no se me olvidará jamás. Lucir el Casio nuevecito me convirtió por un día en el más popular del colegio. Todos querían que se lo enseñase, que les mostrara todas sus funciones, escuchar su alarma y ver cómo se encendía en su modo nocturno.

Era resistente al agua hasta los 50 metros de profundidad, una característica que en mi casi medio siglo de vida no he tenido la suerte de necesitar jamás, pero que sin duda marcaba la diferencia entre “mi Casio” y todos los demás relojes que pudieran existir en mi pequeño gran universo vital.

Cuento esta anécdota nostálgica en estos días en los que la marca japonesa ha salido a la palestra a raíz de la mención que de ella ha hecho una famosa cantante en su tema de despecho contra el exfutbolista padre de sus hijos.

Reconozco que, en un principio, me dejé llevar también por el gusto morboso por el salseo escudriñando la letra, hasta que una tertuliana de un programa de radio me hizo preguntarme por cómo marcaría lo que dice la canción a los hijos de la pareja ahora y en el futuro.

Mientras quienes no tenemos vínculo afectivo disfrutamos del espectáculo, como niños en el corrillo de la pelea de patio, los puñetazos y las patadas duelen de verdad; si no a los adultos, que al fin y al cabo han aprovechado para monetizar cada golpe, sí a unos niños para quienes las dos personas más importantes de sus vidas se han convertido entre sí en enemigos públicos.

Los padres, llamados a enseñar a sus hijos, mediante su respeto y cariño mutuo lo que es el amor, pasan a ser el peor de los ejemplos posibles de lo que este significa. Y sin amor, que es la mayor fuerza que existe en el universo, ¿qué sentido tiene esta vida?

En aquel curso del 85, yo no sabía cuánto costaba un Rolex, ni falta que me hacía, pero sí estaba acostumbrado al lujo: al lujo de contar con un padre y una madre que, con sus más y sus menos, con sus diferencias y acuerdos, incluso con sus riñas y discusiones, se respetaban profundamente, se daban el uno al otro, se perdonaban…

En definitiva: se amaban.

En mi casa nadábamos en la abundancia, pero no de dinero, porque siempre íbamos justos para llegar a fin de mes, sino de fidelidad, de comprensión, de generosidad e incluso de solidaridad intergeneracional, pues la abuela vivía con nosotros.

Una suegra en casa no siempre es fácil, pero ahí estaba el amor para limar asperezas y para soportar con paciencia los defectos de cada uno.

Viendo el panorama actual, en el que las parejas se deshacen con la misma rapidez con la que suben los millones de reproducciones del polémico vídeo en Youtube, me convenzo cada vez más de que el mejor legado que puedo dejar a mis hijos no se mide en euros, porque no hay euros suficientes para pagarlo, y se llama el ejemplo de lo que es el amor.

Porque, ¿en qué exclusivo colegio o carísima universidad enseñan la más importante de las potencialidades humanas? ¿Qué prestigioso laboratorio puede descifrar la fórmula de la verdadera fuente de la felicidad que es el amor?

En aquel curso del 85, mis padres, que no eran músicos ni estrellas deportivas, componían, cada día, con sus vidas sencillas, la mejor melodía nunca oída, los más bellos versos jamás escuchados, la más espectacular de las jugadas.

Soy el hijo de dos estrellas mundiales que nadie conoce, ni falta que hace, porque su legado no es de este mundo; es eterno, verdaderamente inmortal, inalcanzable materialmente.

Cuando pienso en aquel Casio del 85 pienso en lo poco que necesita un niño para llegar a ser un adulto feliz. Le basta con saber que el amor existe, que hay alguien capaz de dar la vida por él, sin esperar nada a cambio y que, en las guerras, aunque solo sean verbales, todos pierden. Gracias papá, gracias mamá.

El autorAntonio Moreno

Periodista. Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Bachiller en Ciencias Religiosas. Trabaja en la Delegación diocesana de Medios de Comunicación de Málaga. Sus numerosos "hilos" en Twitter sobre la fe y la vida cotidiana tienen una gran popularidad.

Mundo

África se prepara para recibir al Papa

Las iglesias locales de República Democrática del Congo y Sudán del Sur han comenzado la cuenta atrás para la llegada del Papa Francisco a estos territorios. Desde Ayuda a la Iglesia Necesitada, han convocado una conferencia con dos de los organizadores de estas visitas.

Paloma López Campos·16 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 3 minutos

Las iglesias locales de República Democrática del Congo y Sudán del Sur han comenzado la cuenta atrás para la llegada del Papa Francisco a estos territorios. Ayuda a la Iglesia Necesita ha invitado a dos organizadores de estos países para hablar sobre la próxima visita del Santo Padre.

La República Democrática del Congo

La República Democrática del Congo es el país más grande del Sáhara Subsahariano y, a pesar de la riqueza de su naturaleza y sus recursos, vive inmerso en la pobreza. 60000 personas viven con menos de dos dólares al día. Esta carencia se nota también en la educación, que es muy pobre.

El logo de la visita del Papa a la República Democrática del Congo (CNS photo/Holy See Press Office)

La situación se ve agravada por las crisis humanitarias, empeoradas por la pandemia del COVID y por la enfermedad del ébola. Además, en la parte este del país hay unos conflictos violentos que provocan mucha desestabilidad.

Con todo esto, el padre Godefroid Mombula Alekiabo ha expresado su alegría por la visita del Papa Francisco al territorio. Según él, la visita del Santo Padre responde a su papel como dirigente de la Iglesia Católica, como un padre que va a visitar a sus hijos.

El padre Godefroid ha destacado el gran papel que desempeña la Iglesia en el país. Muchos colegios, hospitales y negocios pertenecen a la Iglesia, pero esto no siempre fue así.

En 1971, el Gobierno se apropió de las tres universidades que había en la República Democrática. Un año después, obligaron a retirar todos los símbolos cristianos de los colegios y hospitales. Viendo las consecuencias devastadoras de esto, tuvieron que pedir a los institutos religiosos, pocos años después, que retomaran la actividad educativa.

Godefroid considera que la Iglesia es la voz de la oposición en el país pero que depende demasiado económicamente del exterior. Sin embargo, desde un punto de vista más positivo, ensalza la capacidad de la Iglesia local por adaptar la liturgia a la cultura del territorio, afirmando que “la liturgia está muy viva en la República Democrática del Congo”.

Este sacerdote espera que la visita del Papa ayude a los esfuerzos que se están haciendo por la unidad y reconciliación, teniendo en cuenta tres documentos pontificios especialmente importantes para los fieles del país: Fratelli Tutti, Laudato si y Christus vivit.

Para concluir su intervención, el padre Godefroid ha señalado tres pilares sobre los que se debe entender la situación en el país. Por un lado, que la guerra y los conflictos violentos en el territorio entorpecen mucho el camino hacia la unidad y destruyen las oportunidades de los jóvenes que son “el ahora de Dios”. Por otro lado, destaca que la presencia de multinacionales extranjeras que desabastecen de sus recursos naturales al país con motivos egoístas fomenta el enfrentamiento. Sin embargo, como tercer punto clave, el sacerdote ha señalado que la reforma de la situación pasa por los individuos, no por las instituciones. En su opinión, el cambio está en el corazón de los hombres y se debe realizar a través del entendimiento mutuo, no por la fuerza.

Sabiendo todo esto, el padre Godefroid espera que la visita del Papa contribuya a la paz y a la unidad. Desea que el Santo Padre se reúna también con los grandes empresarios del país y que se trate el tema del tribalismo, que tantos problemas ocasiona dentro del territorio nacional.

Sudán del Sur

El logo de la visita del Papa a Sudán del Sur (CNS photo/ Holy See Press Office)

El padre Samuel Abe se encarga de la organización de la visita del Papa Francisco a Sudán del Sur. Durante su intervención ha señalado el conflicto civil en el que están involucrados los ciudadanos del país. Ante esta situación, los obispos y sacerdotes insisten en la necesidad de vivir en paz. Sin embargo, a pesar de la comunicación entre la Iglesia local y el Gobierno, los esfuerzos no están dando fruto.

Hace años, los representantes de la Iglesia de Sudán del Sur fueron al Vaticano pidiendo la visita del Santo Padre. El viaje no se ha podido realizar durante años debido a dificultades surgidas desde uno y otro lado. Ahora que, por fin, Francisco llegará al país, los ciudadanos han expresado su alegría.

Por otro lado, el padre Samuel destaca que, la visita junto a otros líderes religiosos, lanza un mensaje de paz y unidad, de cooperación. Esto, dice, es muy necesario dada la situación interna de Sudán del Sur.

El deseo de Samuel es que la visita del Papa abra un nuevo capítulo en la vida del país para acabar con los conflictos y promocionar la paz entre los ciudadanos.

Evangelización

Avivamiento Eucarístico: Cristo nos espera

Cultivar el amor a la Eucaristía cambia por completo los corazones de los fieles, así lo demuestra un grupo de feligreses en una iglesia de California, Estados Unidos.

Daniel Seo·16 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 4 minutos

El deseo católico por la autenticidad mientras vivimos en esta era en la que hemos abandonado la privacidad, acompaña nuevos desafíos: una cacofonía de las aplicaciones que roban nuestra atención en los teléfonos, noticias alarmantes, estrategias empresariales que mercantilizan la atención y nuevas tecnologías que satisfacen cualquier deseo que el hombre pueda imaginar. La necesidad de desintoxicarse del ruido digital y recuperar la esencia del ser cristiano se han vuelto significativamente relevantes. Pero la pregunta sigue ahí, ¿cuál es la mejor manera de hacerlo?

Mientras muchos aspectos doctrinales pueden restituir la integridad de nuestra identidad católico-romana, hay una tradición central a la que nunca se dará el suficiente énfasis: la devoción personal al Santísimo Sacramento.

Una campaña eucarística

Esta idea no es personal, pues la Conferencia Episcopal de Estados Unidos ha lanzado “Eucharistic Revival”, una campaña para todas las diócesis americanas en pie desde la Solemnidad del Corpus Christi el 19 de junio de 2022.

El logo de la Campaña para el proyecto «Avivamiento Eucarístico» en Estados Unidos (CNS photo / USCCB)

Esta decisión de la Conferencia Episcopal surge como respuesta a la encuesta que hizo el PEW Research Center a nivel nacional en el año 2019. Esta indicó que el 69% de los creyentes norteamericanos creen que el pan y el vino usados en la Comunión son “símbolos del Cuerpo y la Sangre de Cristo”. Esta aleccionadora estadística se realizó antes de la pandemia del COVID-19. Apenas se puede uno imaginar lo mucho que pueden dar de pensar las estadísticas en esta época de post pandemia. Muchos parroquianos, ya antes de la pandemia, obviaban la asistencia presencial en la Misa, “¿para qué ir a la iglesia si mi obispo ha dicho que puede ver la Misa desde la televisión?”

Escucho esta pregunta y me digo a mí mismo: ¿Todavía? ¿Por dónde empiezo? Como sacerdote, respondo directamente ante Dios por corregir o no a este hijo suyo. Pero si le corrijo, ¿cuánta delicadeza hay que utilizar sin por ello ocultar la verdad? En la cultura predominante actual, que persiste en mimar la mente de los norteamericanos, una corrección mal llevada puede llevar a un alma ofendida a abandonar durante mucho tiempo a la Esposa de Cristo. Por otro lado, un alma que se pierde por cobardía puede poner en peligro la salvación eterna de un sacerdote. Evangelizar hoy en día se asemeja algunas veces a hacer malabares con huevos, una maniobra incorrecta y se acabó todo. Por ello, estoy emocionado por la campaña que ha lanzado la Conferencia Episcopal y la apoyo completamente.

Ven y verás

Todo lo que tenemos que hacer es llevar a nuestra familias, nuestros amigos, compañeros de trabajo y vecinos a Jesús. Le dejamos a Él, Médico de almas, prescribir lo necesario para que se revitalicen. Sus visitas son como las de los primeros discípulos, Juan y Andrés, “Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: «¿Qué buscáis?». Ellos le contestaron: «Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?». Él les dijo: «Venid y veréis»”.

Invitar a la gente que se ha alejado de la Iglesia a adoraciones eucarísticas ha sido siempre, y sigue siendo, un poderoso antídoto para las ovejas perdidas, o para cualquier oveja. Desde que empecé la campaña “Eucharistic Revival” en mi iglesia, he sido testigo de gracias increíbles que me aportan mucha esperanza para el futuro. Desde mayo de 2022 organizo una adoración eucarística nocturna en mi encargo actual, en el centro coreano católico “Our Lady of Peace”, en Irvine, California.

No puedo explicar lo mucho que han crecido los miembros de mi iglesia durante estos últimos meses. Estoy viendo que la gracia de Dios da muchos frutos a través de numerosas conversiones.

La fría indiferencia

Pero primero, debo confesar algo. Cuando me instalé para mi nuevo encargo pastoral en este centro el 1 de julio de 2022, me empecé a preocupar por la pretenciosidad de algunos miembros de la parroquia en cuanto a la liturgia y, en particular, acerca de la Eucaristía. Muchas veces las hostias consagradas se caían al suelo durante la Comunión. Una vez uno de los miembros de la parroquia le quitó el polvo a la hostia limpiándola en sus pantalones pero, en general, había un sentimiento de indiferencia hacia la Eucaristía y muchos fieles se acercaban a recibir la Comunión como si fuera simplemente un gesto más de un rito ya antiguo.

Reconocí entonces que no podían ser totalmente culpados por su ignorancia y que lo que necesitaban era ser animados a más. Por ello, cuando empezaron las adoraciones nocturnas, hubo un cambio repentino en la actitud de muchos feligreses. Crecieron en dos virtudes: ¡docilidad y humildad!

Una fe contagiosa

 Un grupo de feligreses que con frecuencia, “vienen y ven” a Cristo en estas adoraciones están empezando a unirse a su Sagrado Corazón. Este grupo, que no está oficialmente constituido, para expresar su agradecimiento, ha crecido en piedad y ha adquirido prácticas para reverenciar a Dios que son más tradicionales. Su presencia en la liturgia de los domingos ha transformado la comunidad parroquial. Ahora, un gran número de miembros de la parroquia reciben la Comunión en la boca, la gran mayoría se arrodillan para comulgar, muchos se quedan rezando un rato después de la Misa para hacer la acción de gracias. Me siento muy agradecido viendo sus deseos sinceros de acompañar a Cristo durante la Comunión. Cada vez vienen más personas a la iglesia, la Esposa de Cristo se está purificando, y está más bella que nunca.

Tenemos mucho por lo que rezar en cuanto al futuro de la Iglesia durante esta transición entre la Epifanía y la Cuaresma del 2023. Sin embargo, hay algo seguro, y es que el Señor nos acompaña en todo momento y en todas las circunstancias con una simple invitación: “Venid y veréis”.

El autorDaniel Seo

Sacerdote encargado de la iglesia Our Lady of Peace en California, EEUU

Mundo

El Papa viaja a RD Congo y Sudán del Sur. “Mbote François”, ahora sí, bienvenido

Los videos “Mbote François” se editaron en 2022 en Youtube para preparar la visita del Papa a la República Democrática del Congo. Entonces no pudo ser, pero ahora sí, y también a Sudán del Sur. “Mbote”, en lingala, lengua principal de Kinshasa, significa “Bonjour”, y es el saludo habitual (buenos días, hola). Entusiasmo contenido entre los congoleños ante este viaje del Papa (del 31 de enero al 5 de febrero) de paz y ecuménico.

Alberto García Marcos·16 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 5 minutos

El uno de diciembre pasado los medios de comunicación confirmaban y publicaban el programa del viaje del Papa Francisco a República Democrática del Congo (RDC) y Sudán del Sur. En un primer momento el viaje estaba previsto del 2 al 5 de julio de 2022. La invitación de Francisco a la República Democrática del Congo y a Sudán del Sur había llegado el año pasado para no perder la “confianza” y alimentar la “esperanza” de un encuentro lo antes posible. 

Era el 2 de julio, día en el que el Papa debía partir, hasta el 7 de julio, “para una peregrinación de paz y reconciliación” en aquellas tierras, pero tuvo que ser aplazada para permitir el tratamiento de la rodilla al que el Papa estaba sometido en ese momento. 

“¡No os dejéis robar la esperanza!”, pidió entonces Francisco en un videomensaje dirigido a las poblaciones de RDC y Sudán del Sur, en el que expresó su pesar “por haberme visto obligado a posponer esta visita tan deseada y esperada”. A ellos, pues, les confió la gran misión de “pasar la página para abrir nuevos caminos” de reconciliación, perdón, convivencia pacífica y desarrollo. 

Pasaron unos meses, y el anuncio del encuentro en 2023 llegó el 1 de diciembre, con el programa del viaje, el logotipo y el lema de las dos etapas. Una visita que será la quinta de Francisco al continente africano. Antes viajó a Kenia, República Centroafricana y Uganda (2015), Egipto (2017), Marruecos (2019), y Mozambique, Madagascar y República de Mauricio (2019).

Sufrimiento en silencio

Del 31 de enero al 5 de febrero de este año, los focos del mundo se concentrarán en estos dos países africanos que sufren en silencio desde hace mucho tiempo. La República Democrática del Congo es uno de los países más grandes y más poblados de África. En un crecimiento demográfico constante, es un país casi totalmente cristiano (90 %) y con un número considerable de católicos. De hecho, los católicos son el 53 %, otros cristianos, 41 %, musulmanes, 1,4 %, y religiones tradicionales y otras, 3,5 %. En la RDC viven más de 200 grupos étnicos, siendo la mayoría bantúes. 

Futuro y presente de la Iglesia, la población es profundamente creyente y religiosa, lo que contrasta con la sociedad occidental, cada vez más secularizada. Católicos o no, todos esperan al Papa Francisco como portador de esperanza y de consuelo. El sufrimiento es el pan de cada día de millones de personas que luchan por vivir o mejor dicho por sobrevivir. Falta de infraestructuras, pobreza extrema y en algunos territorios la presencia de la violencia, hacen la vida difícil. Pero los congoleños no pierden ni la esperanza, ni la alegría, y continúan soñando con un mundo mejor.

Kinsasa, la capital, no deja de crecer en población. Al crecimiento demográfico se añaden las personas que vienen del interior del país con un flujo constante. Imposible de conocer el número de habitantes, las estimaciones varían por millones. Una ciudad en ebullición constante, que se prepara a la llegada del Papa. Todo un desafío para la organización, que tendrá que canalizar entre un millón y dos millones de personas que se esperan para la Misa en el Aeropuerto de Ndolo.

Desafío de formación y dinamismo 

De un punto de vista religioso, Kinsasa especialmente, hace frente a la multiplicación de las llamadas Églises de Réveil”, sectas que aprovechan de la situación de sufrimiento de la población, para ofrecer soluciones fáciles que nunca llegan a cumplirse. La Iglesia católica hace frente a un gran desafío de formación de sus fieles que reciben una gran presión de amigos, familiares, y predicadores ambulantes. La venida del Papa será una oportunidad para evangelizar y “cerrar filas” en torno a la jerarquía de la Iglesia. 

El dinamismo de la Iglesia congoleña es una fuente de esperanza y de consuelo para toda la Iglesia universal. Es uno de los raros países donde las vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa siguen en crecimiento. Lejos de los conflictos que sacuden a la Iglesia en Europa y América del Norte, la Iglesia continúa extendiéndose, se abren nuevas parroquias, nacen nuevos movimientos y congregaciones. 

El este del Congo, sin paz 

Desde hace más de veinte años, el este del país no ha conocido la paz. Decenas de milicias con la complicidad de los países vecinos y de políticos sedientos de riqueza, se enfrentan ante la presencia de los Cascos Azules [ONU], que están en suelo congoleño desde que los conflictos empezaron. Los desplazamientos y las crisis humanitarias son constantes. 

En los últimos meses, decenas de miles de personas han dejado sus casas y sus campos para huir de una guerra difícil de entender. Los llamados rebeldes M23, armados como un ejército regular, se han instalado a pocos kilómetros de la ciudad de Goma, de más de un millón de habitantes, lo que ha sido seguramente la causa de la anulación de esta etapa del viaje prevista en un inicio. La Iglesia católica, ante un peligro real de balcanización del este del país, organizó una marcha pacífica el segundo domingo de Adviento para denunciar el silencio y la complicidad de países extranjeros. 

“Todos reconciliados en Cristo”. Éste es el lema del viaje del Papa Francisco a la República Democrática del Congo. En el mes de junio de 2022, las calles de Kinsasa y de Goma se llenaron de carteles que anunciaban la llegada del Papa. La población se preparaba con entusiasmo, y el anuncio del retraso fue duro de aceptar. Ante las nuevas fechas el entusiasmo es contenido, todos esperan ver el sueño hecho realidad. Los congoleños son un pueblo caluroso, y darán una acogida inolvidable al Santo Padre.

Sudán del Sur: unidad

Sudán del Sur es un nuevo país independiente desde 2011. La guerra civil de 2013 ha producido grandes desplazamientos de la populación y una crisis humanitaria. Las heridas en el país todavía se resienten y todos esperan al Papa que vendrá con un mensaje de paz y de esperanza. La Iglesia celebra a santa Joséphine Bakhita el 8 de febrero, tres días después de la visita del Papa. La vida de esta santa dice mucho del sufrimiento de este pueblo africano, pero también de la esperanza en un Dios que es amor y no olvida los gritos de sufrimiento de sus hijas y de sus hijos.

Sudán es árabe y musulmán (90 %), mientras que la población de Sudán del Sur es negra, y más de la mitad son de religión católica (52 %), como en la RD Congo. El 9 por ciento son otros cristianos; musulmanes, el 6 %, y de otras creencias, el 32 %.  El Papa Francisco realizará este viaje junto a Justin Welby, arzobispo de Canterbury, y Jim Wallance, moderador de la Asamblea general de la Iglesia de Escocia. Signo de unidad y de ejemplo al pueblo para dejar de lado las divisiones. El lema del viaje lo dice todo: “Ruego que todos sean uno” (Jn 17). Un viaje de paz y al mismo tiempo de carácter ecuménico. 

Arrodillado ante líderes en guerra

En abril de 2019, el Papa Francisco dejó al mundo una de las imágenes de su ministerio petrino al recibir en el Vaticano a los principales líderes sursudaneses, y besarles los pies para rogarles que dejaran de matarse y alcanzaran un acuerdo de paz.

“Es muy importante recordar que ‘paz’ fue la primera palabra que la voz del Señor pronunció a los Apóstoles después de su dolorosa pasión y después de haber vencido a la muerte”, manifestó el Papa a las autoridades de Sudán del Sur. Y subrayó que él les dirigía “el mismo saludo”, de modo que sea posible “encender una nueva luz de esperanza para todo el pueblo de Sudán del Sur”.

¡La paz es posible!

Francisco añadió que Dios nos ha dado a cada uno una misión en nuestro pueblo: “Nosotros mismos somos miembros del pueblo y tenemos una responsabilidad y una misión particulares: servirlo, y nos ha elegido para ser sus colaboradores en la construcción de un mundo más justo”.

Finalmente, el Papa reveló: “Mis pensamientos se dirigen principalmente a las personas que han perdido a sus seres queridos y sus hogares, a las familias que se han separado y nunca se han vuelto a encontrar, a todos los niños y ancianos, a las mujeres y hombres que sufren terriblemente debido a conflictos y la violencia que siembra muerte, hambre, dolor y lágrimas”. “¡Nunca me cansaré de repetir que la paz es posible!”, exclamó el Santo Padre al final de su discurso. Una llamada que tuvo eco, y que ahora repite constantemente con ocasión de la guerra de Ucrania.

El autorAlberto García Marcos

 Kinsasa, República Democrática del Congo.

Vaticano

Papa Francisco: «¿Somos capaces de hacer sitio a los demás?»

El Papa Francisco ha centrado la reflexión del Ángelus en la figura de san Juan Bautista y su rol como siervo humilde, auténtico educador.

Paloma López Campos·15 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 2 minutos

El Papa Francisco ha reflexionado hoy en el Ángelus sobre la figura de san Juan Bautista, cuyo “espíritu de servicio” se muestra en el Evangelio. Considerando la labor que realiza el Precursor, dice el Santo Padre, “se podría pensar que le será entregado un premio, un puesto relevante en la vida pública de Jesús”. Pero esto no ocurre. Al contrario, “una vez cumplida su misión, Juan sabe hacerse a un lado, se retira de la escena para dejar el sitio a Jesús”.

Juan el Bautista, dice el Papa, “ha predicado al pueblo, ha reunido discípulos y los ha formado durante mucho tiempo. Y, sin embargo, no ata a nadie a sí. Esto es difícil, pero es el signo del verdadero educador: no atar a las personas a uno mismo”.

La gratuidad del servicio

Es en este ejemplo donde encontramos la lección de hoy: “Con este espíritu de servicio, con su capacidad de dejar sitio, Juan el Bautista nos enseña una cosa importante: la libertad respecto a los apegos”. A través del Bautista, el Evangelio resalta que “el servicio implica la gratuidad, el cuidar de los demás sin ventajas para uno mismo, sin segundos fines”. El único objetivo debe ser mostrar “que el punto de referencia de la vida es Jesús”.

El Papa aplica esta idea del servicio a distintas vocaciones. Así, dice: “Pensemos en lo importante que es esto para un sacerdote, que está llamado a predicar y celebrar no por afán de protagonismo o por interés, sino para acompañar a los demás hacia Jesús. Pensemos en lo importante que es para los padres, que crían a los hijos con muchos sacrificios y luego deben dejarlos libres de emprender su propio camino en el trabajo, en el matrimonio, en la vida”.

El Papa es consciente de que esto no es algo fácil: “Liberarse de los propios apegos y saber hacerse a un lado cuesta, pero es muy importante: es el paso decisivo para crecer en el espíritu de servicio”.

Un breve examen de conciencia

Para concluir, Francisco nos invita a hacernos algunas preguntas: “¿Somos capaces de hacer sitio a los demás? ¿De escucharlos, de dejarlos libres, de no atarlos a nosotros pretendiendo gratitud? ¿Atraemos a los demás hacia Jesús o hacia nosotros mismos? Y aún más, siguiendo el ejemplo de Juan: ¿sabemos alegrarnos de que las personas emprendan su propio camino y sigan su llamada, incluso si eso implica un poco de desapego respecto a nosotros? ¿Nos alegramos de sus logros, con sinceridad y sin envidia?”

Y ya que María, además de Madre es Maestra, el Papa nos invita a ponernos bajo su protección diciendo “que María, la sierva del Señor, nos ayude a librarnos de los apegos para hacer sitio al Señor y dar espacio a los demás”.

Vaticano

‘Jesús de Nazaret’ es la obra de la vida de Benedicto XVI

Rome Reports·15 de enero de 2023·Tiempo de lectura: < 1 minuto
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El profesor de Teología y colaborador de Omnes, Pablo Blanco, es uno de los mayores estudiosos de la obra de Benedicto XVI.

Autor de una completa biografía en castellano sobre el Papa emérito, Blanco señala que ‘Jesús de Nazaret’ es la obra de su vida.

En esta obra, Benedicto XVI, «no solo se contiene gran parte de su pensamiento, sino que además él habla de aquel que fue el objeto de sus últimas palabras, según se ha desvelado en estos días”.


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Recordando a Benedicto XVI

Allí, en Cuatro Vientos, a pesar de la tormenta, Benedicto XVI permaneció firme bajo la lluvia en el altar y, ante el silencio atronador de más de un millón de fieles, adorando a Jesús de rodillas nos hablaba de la centralidad de Cristo, camino, verdad y vida.

15 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 3 minutos

“¡Jesús, te amo!”. Estas fueron las últimas palabras de nuestro querido papa emérito Benedicto XVI en la madrugada del 31 de diciembre. Con estas palabras, que resumen toda su vida, nos dejó para partir a la Casa del Padre.

La noticia de su fallecimiento, en el quicio final del año, al tiempo que nos sobrecoge, nos debe impulsar a la oración confiada por el que ha sido como un padre en la fe para todos los cristianos y a dar muchas gracias a Dios por su vida y ministerio como sucesor de Pedro.

Testimonio especialmente elocuente en estos diez últimos años ‘sosteniendo a la Iglesia con su silencio’, como dijo el papa Francisco hace pocos días. Él mismo se definió al inicio de su pontificado como un ‘humilde trabajador en la viña del Señor’.

En su testamento, hecho público con motivo de su fallecimiento, impresionan las palabras: “¡Manténganse firmes en la fe! ¡No se dejen confundir!” En este escrito que data del año 2006 nos descubre lo íntimo de su corazón: la gratitud a Dios por el don de la familia, que ha marcado la vida de fe de un teólogo tan eximio; el reconocimiento de la presencia de Dios en los avatares difíciles y sinuosos de la vida; la riqueza que ha supuesto el contacto con tantas personas a lo largo de su vida.

Es una llamada a la confianza en Dios, que guía en última instancia la historia de los hombres con la potencia de su Amor, revelado en Jesucristo, que ha hecho de la Iglesia verdaderamente su cuerpo, a pesar de todos sus defectos e insuficiencias, la relación íntima entre la fe y la razón, la fe y la verdadera ciencia, la fe y la recta interpretación de la Sagrada Escritura.

¡Son tantos los hitos que podríamos recordar de su pontificado, especialmente de su riquísimo magisterio! En España hemos tenido la gracia de tenerlo entre nosotros en varias ocasiones muy significativas.

Todas son dignas de ser recordadas, pero qué duda cabe que aquella vigilia de adoración en Cuatro Vientos, en la JMJ de 2011 en Madrid, fue una experiencia absolutamente inolvidable para todos.

A pesar de la tormenta, permaneció firme bajo la lluvia en el altar y, ante el silencio atronador de más de un millón de fieles, adorando a Jesús de rodillas nos hablaba de la centralidad de Cristo, camino, verdad y vida.

Precisamente Jesucristo ha sido el centro de su vida y de su pontificado. El regalo que nos ha hecho con su obra en tres volúmenes sobre Jesús de Nazaret así lo indica. Seguramente, uno de los mejores testimonios de gratitud, que podemos dar en estos momentos, es volver a leer y estudiar su rico y sabroso magisterio, accesible a todos, porque a pesar de su elevada teología, sus destinatarios eran los fieles sencillos, cuya fe siempre tuvo como empeño defender, proteger y aumentar de los fríos y recios vientos de la secularización.

Siguen resonando en mi corazón aquellas palabras con las que comienza su encíclica Deus Caritas est: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”.

Le pedimos al Señor que le dé el descanso en su seno al servidor bueno y fiel. Más aún, le pedimos al Padre Eterno, que nuestro querido Benedicto siga cuidando de nosotros, de la Iglesia y del mundo, desde el cielo.

Personalmente, doy gracias al Señor por haber recibido a través de él la ordenación episcopal. ¡Gracias, Benedicto! ¡Gracias, Señor!

El autorCelso Morga

Arzobispo emérito de la diócesis de Mérida Badajoz

Mundo

Mons. Cristóbal López: “Ser misionero no es una cuestión de geografía”

Hoy 15 de enero se celebra en España la Jornada de la Infancia Misionera, promovida por Obras Misionales Pontificias (OMP), que es el instrumento de la Iglesia que se encarga del sostenimiento de los territorios de misión.

Paloma López Campos·15 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 3 minutos

Hoy, segundo domingo del tiempo ordinario, se celebra en España la Jornada de la Infancia Misionera. Marruecos es un país que todos los años recibe ayuda de Obras Misionales Pontificias y, en concreto, a través de Infancia Misionera, obtiene fondos para proyectos infantiles, como casas de acogida, comedores, etc. El arzobispo de Rabat, monseñor Cristóbal López Romero, sacerdote y religioso salesiano, habla en esta entrevista sobre la labor de OMP en Marruecos.

¿Qué proyectos tiene Obras Misionales Pontificias en Marruecos?

– Las dos archidiócesis que existen en Marruecos, Rabat y Tánger, presentan cada año diversos proyectos de tipo religioso, social y cultural a las Obras Misionales Pontificias.

Entre las de tipo cultural destaca el apoyo a bibliotecas y centros culturales en Meknès, Beni-Mellal, Rabat y Casablanca. Dichos centros son lugares de encuentro y de diálogo islamo-cristiano, así como también de servicio a los estudiantes de diversos niveles que no disponen en sus casas de lugares adecuados para el estudio.

En el campo social, destacamos la escuela Effetá para sordo-mudos, el Hogar Lerchundi para el apoyo escolar de niños de familias desfavorecidas, la casa de acogida para niñas (Dar Tika) que deben ser protegidas, el orfelinato Lalla Meriem y el Centro Rural de Servicios Sociales, que ofrece dispensario, guardería y formación femenina.

En el campo religioso puedo citar el apoyo a la formación cristiana de jóvenes universitarios, la ayuda económica para la catequesis de niños y la manutención de asistentes pastorales al servicio de las parroquias y de las actividades diocesanas.

A todo esto hay que añadir la ayuda que cada año las diócesis reciben para su funcionamiento ordinario.

¿Qué suponen estas ayudas para la Iglesia?

-Sin las ayudas recibidas a través de las OMP se nos haría muy cuesta arriba mantener y llevar adelante todos estos proyectos.

Se trata de un gesto de solidaridad de las Iglesias que tienen más posibilidades hacia las que, por diversas circunstancias, tenemos menos. Y este compartir los bienes es un gesto eminentemente cristiano

¿Ha notado una evolución en la generosidad e implicación de la gente a lo largo de los años?

-Si nos referimos a los países del “norte”, no lo sé.

De nuestra parte, intentamos mentalizar a las comunidades cristianas de Marruecos para que, dentro de sus escasas posibilidades, colaboren también, tanto en la colecta de la Jornada Mundial de las Misiones, como en el apoyo directo a los proyectos a través de las parroquias.

Ya es un gran logro que, a pesar de la pandemia y de la crisis económica, nuestro aporte a las OPM se mantenga. Y aunque cuantitativamente no represente mucho, es muy significativo que también aportemos desde nuestra pobreza.

¿Cómo es la labor de los misioneros en Marruecos?

-La de todo cristiano en todos los tiempos y en todos los lugares. Debemos dejar de lado la idea de misionero como persona que deja su país para ir a otro… Ser misionero no es una cuestión de geografía, sino de espíritu y de misión.

En Marruecos como en todas partes, la misión de los cristianos (¡todos misioneros!) es anunciar y construir el Reino de Dios, reino de amor, de justicia y de paz.

En Marruecos intentamos llevar a cabo nuestra misión siendo una minoría absoluta (el 0’08% de la población), trabajando no contra sino con nuestros hermanos musulmanes.

¿Qué espera para el futuro de los niños en la Iglesia de Marruecos?

-Somos una Iglesia con pocos niños, porque la mayoría de los cristianos son estudiantes universitarios subsaharianos. Hay pocas familias… Pero nosotros no trabajamos sólo para los niños cristianos, sino para todos. Y ahí, entre la población marroquí, sí que tenemos millones de niños para los que quisiéramos un futuro digno en cuanto a alimentación, salud, familia, educación y hogar. Aunque el país ha mejorado muchísimo, queda todavía mucho por hacer.

“Uno para todos, todos para Él”

El 15 de enero celebraremos la Jornada de Infancia Misionera y, este año, queremos destacar algo que es fundamental en la vida de los cristianos: ¡no podemos ser cristianos aislados.

15 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 2 minutos

Esta frase está inspirada en un reconocidísimo dicho de la famosa novela de Alejandro Dumas Los tres mosqueteros: “Uno para todos, todos para Él”.

El 15 de enero celebraremos la Jornada de Infancia Misionera y, este año, queremos destacar algo que es fundamental en la vida de los cristianos: ¡no podemos ser cristianos aislados! La fe se vive en comunidad y se comparte con los hermanos.

Como indicó Benedicto XVI en su último viaje a España: “Seguir a Jesús en la fe es caminar con Él en la comunión de la Iglesia. No se puede seguirlo en solitario. Quien cede a la tentación de ir ‘por su cuenta’ o de vivir la fe según la mentalidad individualista, que predomina en la sociedad, corre el riesgo de no encontrarle o de acabar siguiendo una imagen falsa de Él” (Misa de clausura de la JMJ 2011).

Y esto es lo que hemos querido poner en relieve con el lema elegido: Uno para todos, todos para Él. ¡Qué alegría sienten los niños y niñas del mundo cuando se saben queridos, acogidos, protegidos por la Iglesia!

Qué bonito es hacer ver a los niños del mundo que la Iglesia es una gran familia en la que cada uno es importante. ¡Los niños tienen derecho a no estar solos!

Los misioneros son, en muchos sitios del mundo, la familia de los más pequeños… el lugar donde saben que no se les va a juzgar, a poner en duda, a ignorar.

Los misioneros son, incluso para las familias cristianas con las que trabajan pastoralmente, el instrumento que Dios tiene para ayudar a los fieles a sentirse Iglesia, a saberse Iglesia… unidos a todos los bautizados del mundo, estén donde estén, y unidos a Cristo, que es la cabeza de esa Iglesia.

“Sería ilusorio pretender amar al prójimo sin amar a Dios; y también sería ilusorio pretender amar a Dios sin amar al prójimo. Las dos dimensiones del amor, a Dios y al prójimo, en su unidad, caracterizan al discípulo de Cristo” (Francisco, 4-11-18).

El autorJosé María Calderón

Director de las Obras Misionales Pontificias en España.

Libros

Usted puede ser santa (o santo)

La reedición de "La casa de los santos", de Carlos Pujol, pone de relieve el variado mosaico de la santidad de hombres y mujeres de todos los tiempos.

Maria José Atienza·14 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 2 minutos

Ciertamente no es lo mismo hablar de la hagiografía, o vida de un santo que acerca de un libro que recoja a cientos de ellos. Literalmente a 366, porque el autor tuvo a bien incluir a san Dositeo el 29 de febrero y no olvidar que, cada cuatro años aunque sea, hay mucho que celebrar siempre en la Iglesia.

La reedición de La casa de los santos es una de esas decisiones por las que estar agradecidos a las editoriales católicas. En este caso, CEU ediciones recoge el testigo de aquella primera edición de La casa de los santos que publicaba Rialp a inicios de los años noventa del pasado siglo.

Su autor, Carlos Pujol, recoge, no sólo la historia sino además parte del legado, las manifestaciones artísticas y una reflexión, plenamente actual y llena de sentido común, de uno de los santos y santas que, en cada día del año, propone la Iglesia como ejemplo de vida.

La casa de los santos. Un santo para cada día del año

Autor: Carlos Pujol
Editorial: CEU Ediciones
Páginas: 465
Año: 2022
Ciudad: Madrid

El resultado es una colección de historias que señalan un punto común, usted y yo podemos y debemos ser santos. Porque «haberlos, haylos» de toda clase y condición.

Encontramos santos conocidos como Carlos Borromeo, Juan Bautista de la Salle o Teresa del niño Jesús, pero, ¿conocía usted a san Pafnucio, que se celebra el 11 de septiembre? ¿Podría contar algo de la vida de santa Liduvina o de san Hospicio? ¿Sabe cuándo celebra la Iglesia a san Dimas, el santo «in extremis»? Pues todos ellos forman parte de ese catálogo de los santos al que todos los cristianos estamos llamados a pertenecer.

Si bien La casa de los santos no se presenta como un sesudo estudio acerca de la santidad, la realidad es que, entre sus páginas, encontramos religiosas, madres de familia, sacerdotes y eremitas, reinas y pobres. Recoge también el libro fiestas y memorias de antigua tradición como la visitación de la Virgen, los fieles difuntos o la Navidad. No es un estudio pero es, sin duda, una reflexiva consideración de la llamada universal a la santidad.

Historias cortas, para leer en un par de minutos y que despiertan, sin duda, el deseo de conocer más sobre la vida de estos hombres y mujeres, de todos los tiempos, que hicieron de Dios el principio y el fin de sus vidas… no sin determinados avatares en sus historias.

Los comentarios, vibrantes y llenos de sentido sobrenatural y humano, constituyen una ayuda innegable para identificar la realidad de estas historias de santidad en nuestras propias vidas.

Si, hace más de tres décadas, Pujol incluía algunos santos que han sido canonizados en los últimos años y cuyas biografías se encomendaron a amigos y admiradores de Carlos Pujol el volumen reeditado por la Asociación Católica de Propagandistas no olvida a Luis Campos, Ricardo Plá, Alfonso Sebastiá, Luis Belda y Miguel Vilatimó, todos ellos mártires de la persecución religiosa en España de los años 1936 – 1939 y beatos pertenecientes a la ACdP.

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Recursos

Unción de enfermos, el sacramento del que no se habla

La Unción de enfermos es un sacramento del que muchas veces se teme hablar. Este artículo es una reflexión acerca del que podría ser el sacramento del consuelo.

Lorenzo Bueno·14 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 8 minutos

La Unción de los enfermos es un sacramento instituido por Jesucristo, insinuado como tal en el Evangelio de san Marcos (cfr. Mc 6,13), y recomendado a los fieles por el apóstol Santiago: «¿Está enfermo alguno de vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor. Y la oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor hará que se levante, y si hubiera cometido pecados, le serán perdonados» ( St 5,14-15). Está especialmente destinado a reconfortar a los atribulados por la enfermedad. La Tradición viva de la Iglesia, reflejada en los textos del Magisterio eclesiástico, ha reconocido en este rito, especialmente destinado para ayudar a los enfermos y purificarlos del pecado y sus secuelas, uno de los siete sacramentos de la Nueva Ley (cfr. CIC, n. 1510).

La doctrina sobre este sacramento

En el Concilio Vaticano II se promulgó: “la Extremaunción, que puede llamarse también, y más propiamente, Unción de los enfermos, no es sólo el sacramento de quienes se encuentran en los últimos momentos de su vida. Por tanto, el tiempo oportuno para recibirlo empieza cuando el cristiano comienza a estar en peligro de muerte por enfermedad o por vejez” (Sacrosanctum Concilium, n.73) Con la sagrada unción de los enfermos la Iglesia entera encomienda a los enfermos al Señor sufriente y glorificado, para que los alivie y los salve. Incluso los anima a unirse libremente a la pasión y muerte de Cristo (cfr LG 11).

Más tarde se concretó: “La familia de los enfermos y los que, desde cualquier nivel los atienden, tienen una parte primordial en este ministerio reconfortador. A ellos les corresponde en primer lugar fortalecer a los enfermos con palabras de fe y con oraciones en común, y encomendarlos al Señor doliente; y al hacerse más grave la enfermedad, a ellos corresponde prevenir al párroco y preparar al enfermo con palabras prudentes y afectuosas para que pueda recibir los sacramentos en el momento oportuno”. (Praenotanda: Unción y pastoral de enfermos, n.34).

“Recuerden los sacerdotes, sobre todo los párrocos, que pertenece a su misión visitar a los enfermos con atención constante y ayudarles con inagotable caridad. Deberán estimular la esperanza de los presentes y fomentar su fe en Cristo paciente y glorificado, de modo que, aportando el piadoso afecto de la madre Iglesia y el consuelo de la fe, reconforten a los creyentes e inviten a los demás a pensar en las realidades eternas” (Ibid, n. 35).

“El sacramento de la Unción de los enfermos se administra a los gravemente enfermos ungiéndolos en la frente y en las manos con aceite de oliva debidamente bendecido o, según las circunstancias, con otro aceite de plantas, y pronunciando una sola vez estas palabras: Por esta santa unción, y por su bondadosa misericordia, te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo, para que, libre de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en tu enfermedad”. (CIC, n. 1513)

Por tanto, es apropiado recibir la Unción de los enfermos antes de una operación importante. Y esto mismo puede aplicarse a las personas de edad avanzada cuyas fuerzas se debilitan. (CIC, n. 1515).

El sufrimiento

Añade el Catecismo de la Iglesia Católica que: “La enfermedad puede conducir a la angustia, al repliegue sobre sí mismo, a veces incluso a la desesperación y a la rebelión contra Dios. Puede también hacer a la persona más madura, ayudarla a discernir en su vida lo que no es esencial para volverse hacia lo que lo es. Con mucha frecuencia, la enfermedad empuja a una búsqueda de Dios, un retorno a Él» (CIC n. 1501). Por su pasión y su muerte en la Cruz, Cristo dio un sentido nuevo al sufrimiento: desde entonces éste nos configura con Él y nos une a su pasión redentora. (CIC, n.1505)

¡Sanad a los enfermos! (Mt 10,8): La Iglesia ha recibido esta tarea del Señor e intenta realizarla tanto mediante los cuidados que proporciona a los enfermos, como por la oración de intercesión con la que los acompaña (CIC, n. 1509).

Las gracias de este sacramento

La gracia primera de este sacramento es de consuelo, paz y ánimo para vencer las dificultades propias del estado de enfermedad grave o de la fragilidad de la vejez. Esta gracia es un don del Espíritu Santo que renueva la confianza y la fe en Dios y fortalece contra las tentaciones del maligno, especialmente tentación de desaliento y de angustia ante la muerte (CIC, n. 520).

Así pues. la gracia especial del sacramento de la Unción de los enfermos tiene como efectos:

— la unión del enfermo a la Pasión de Cristo, para su bien y el de toda la Iglesia;

— el consuelo, la paz y el ánimo para soportar cristianamente los sufrimientos de la enfermedad o de la vejez;

— el perdón de los pecados si el enfermo no ha podido obtenerlo por el sacramento de la penitencia;

— el restablecimiento de la salud corporal, si conviene a la salud espiritual;

— la preparación para el paso a la vida eterna. (CIC 1532)

La experiencia pastoral enseña que los enfermos y ancianos que reciben la Santa Unción con fe no se asustan, sino que encuentran fortaleza, esperanza, serenidad y consuelo. El Concilio Vaticano II dio un enfoque más dirigido a orientar el sentido de la enfermedad, el dolor y la misma muerte con fe en la misericordia de Dios. Es un sacramento de salvación que ayuda a estar con paz en los momentos de sufrimiento.

La Iglesia y los enfermos

Los párrocos, los capellanes de hospitales y residencias de ancianos, los voluntarios de la Pastoral de la Salud ofrecen un servicio esmerado de atención personalizada a los enfermos. Su presencia junto a los enfermos es la respuesta a la invitación de Jesús a realizar la obra de misericordia de “visitar a los enfermos”.

La Iglesia, que está presente en los momentos más significativos de la vida de los fieles, los acompaña con un cariño y ternura especial en los preparativos del tránsito definitivo a la nueva vida en el encuentro con Dios. Toda la comunidad cristiana reza por ellos, para que el Espíritu Santo les conceda la “sabiduría del corazón”.

No es fácil a veces valorar si el enfermo tiene la intención, al menos habitual e implícita, de recibir este sacramento, o sea: la voluntad no retractada de morir como mueren los cristianos, y con los auxilios sobrenaturales que a éstos se destinan. Pero en caso de duda más vale suponer que sí pues sólo Dios conoce su conciencia y le puede juzgar, y lo encomendamos a su misericordia.

Aunque la Unción de enfermos puede administrarse a quien ha perdido ya los sentidos, hay que procurar que se reciba con conocimiento, para que el enfermo pueda disponerse mejor a recibir la gracia del sacramento. No debe administrarse a aquellos que permanecen obstinadamente impenitentes en pecado mortal manifiesto (cfr. CIC, can.1007).

Si un enfermo que recibió la Unción recupera la salud, puede, en caso de nueva enfermedad grave, recibir otra vez este sacramento; y, en el curso de la misma enfermedad, el sacramento puede ser reiterado si la enfermedad se agrava (cfr. CIC, can. 1004, 2).

Por último, conviene tener presente esta indicación de la Iglesia: «En la duda sobre si el enfermo ha alcanzado el uso de razón, sufre una enfermedad grave o ha fallecido ya, adminístrese este sacramento» (CIC, can. 1005).

Caridad y enfermedad

En la práctica, para bastantes católicos hablar de la Unción de los enfermos resulta difícil, pues lo tienen asociado a la muerte, y no saben o no quieren plantearlo a sus familiares y amigos. Es un problema más de la falta de fe y formación cristiana, pues desconocen el significado de este sacramento de esperanza.

Si educamos en las postrimerías y en la vocación de eternidad, la experiencia de la enfermedad sería una toma de conciencia para enfrentar, ahora o más tarde, la muerte y el juicio de Dios. La enfermedad invita a recordar que “para Dios vivimos, para Dios morimos; sea que vivamos, sea que muramos, somos del Señor”(Rom. 14,8). En la ancianidad se alteran algunos equilibrios que comprometen la armonía y unidad del hombre, por eso a efectos del sujeto del sacramento de la Unción se equipara a la enfermedad.

Cuando hablamos de “dolor” o “enfermedad”, todos sabemos que hay también dolores y enfermedades “espirituales”, que no son exactamente lo mismo que las dolencias psíquicas. En todo caso la unidad del ser humano hace que una aflicción espiritual pueda tener consecuencias somáticas y viceversa. Por eso este sacramento de la Unción tiene también consecuencia en la paz del enfermo. Es un error pastoral y una falta de caridad retrasar la administración de la Santa Unción hasta que el enfermo esté agónico, o poco menos, y quizás ya privado de conocimiento.

Como se dijo, el sacramento da gracias para asumir la cruz de la enfermedad, que se hace presente mucho antes de la inminencia de la muerte. Decimos falta de caridad porque se priva a un cristiano de las gracias sacramentales, que tienen precisamente como fruto el ayudarlo a asumir la realidad de la enfermedad o de la ancianidad.

La enfermedad es una realidad que resulta ambivalente en orden a la salvación. Puede vivirse en íntima unión con Cristo en su dolorosa Pasión, en espíritu de penitencia y de ofrenda, con paciencia y serenidad. Pero puede también vivirse, desgraciadamente, con rebeldía hacia Dios e incluso con desesperación; con impaciencia, con dudas de fe o con desconfianza en la misericordia de Dios. “Vivirla en Cristo”, con los ojos de la fe, supone vencer la natural dificultad y repugnancia a aceptar el dolor y la muerte. Para esta victoria el cauce ordinario de la gracia es el sacramento de la Unción de los enfermos.

Un sacramento cada vez menos frecuente

El folleto de propaganda para el día de la iglesia diocesana incluía una estadística de administración de sacramentos, y en cuanto a la Unción de enfermos la cifra era tristemente ridícula. Claro que, como no se lleva contabilidad parroquial de este sacramento, los datos solo pueden ser aproximados. Pero lo cierto es que se conoce poco, y pocos lo solicitan espontáneamente, lo que puede significar un déficit en la catequesis de lo que significa y produce este sacramento.

La atención pastoral a los enfermos, y más si están en peligro de muerte, ha sido siempre una prioridad para todos los cristianos y especialmente para los presbíteros, que son los que pueden administrar esta Unción.

Recuerdo tertulias impresionantes con sacerdotes de los pueblos, que contaban historias preciosas de los auxilios espirituales que prestaban a los moribundos, en circunstancias a veces difíciles, y con resultados maravillosos. Cuando no había tantos medios para aliviar la angustia y el dolor en las agonías, los efectos calmantes eran muy llamativos.

Hoy día la asistencia pastoral hospitalaria y parroquial suele ser garantía para ofrecer este sacramento a los que lo piden. Aunque hubo muchas tristes y justificadas quejas por parte de los fieles en la primera época de la pandemia. Pero, ¿cuántos solicitan recibir la Unción? Cada vez menos. Solo si se ofrece también a los que no practican, explicándoles en qué consiste, su naturaleza y efectos, se consigue ayudar a un buen número de moribundos en ese trance final.

El miedo

No trato aquí de la administración a personas mayores en parroquias o residencias. Esta práctica contribuye a deslindar este sacramento de la muerte, con el fin de “no asustar” por no asociarlo exclusivamente a los moribundos. Bastantes veces hay que superar el temor de las familias, más que el del paciente que se va a morir y lo sabe. Da pena comprobar el poco respeto y amor a la libertad personal que muestran los parientes que se oponen a que un sacerdote visite al que está en peligro de muerte. Los llamados “pactos de silencio” son una triste muestra del fracaso de la fe en algunas familias.

Si se fomenta una buena catequesis del sacramento, y los cristianos conocieran la fórmula que se utiliza y las consoladoras oraciones del rito, no existiría sino paz, consuelo y agradecimiento por ese auxilio, en ese momento tan importante como es el tránsito a la Vida.

Ojalá tomemos conciencia de que los cristianos estamos obligados a prepararnos lo mejor posible para la muerte. Las personas allegadas a los moribundos tienen el deber de procurar que reciba la Unción, ya sea presentándole la conveniencia de hacerlo o mencionando que se encuentra en una situación de peligro, con sentido común y caridad. Normalmente el enfermo acoge la sugerencia con serenidad, sobre todo si se le explica que es por su bien.

El autorLorenzo Bueno

Cine

The Chosen: “El Jesús que muestra la serie conecta con la audiencia porque ¡es tan creíble!”

En esta entrevista coral, tres de los actores de la exitosa serie The Chosen han compartido su experiencia y su visión de este proyecto, que se ha encumbrado como una opción indudable dentro de la narrativa cinematográfica de temática religiosa. The Chosen muestra la historia “que pudo ser” de los Apóstoles y las santas mujeres con una notable precisión histórica y bíblica, y a través de un drama conmovedor en el que no falta el humor.

Maria José Atienza·14 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 7 minutos

Sus nombres son Elizabeth Tabish, Noah James y Amber Shana Williams, pero muchos los conocen, a través de la exitosa serie The Chosen como María Magdalena, Andrés y Tamar. 

Omnes estuvo con ellos durante la promoción de la tercera temporada de esta serie en España. Los capítulos se publican, de manera progresiva, en las diversas plataformas en las que The Chosen se emite. Esta tercera temporada se va adentrando, poco a poco, en algunos de los momentos “complicados” de la vida de Cristo.

The Chosen ha sido para sus propios creadores un éxito inesperado. Las dos primeras temporadas y esta tercera que ha comenzado acumulan más de 450.000.000 visualizaciones en más de 140 países y en 56 idiomas. 

El proyecto ha sido posible gracias al crowfunding que, desde sus inicios, Angel Studios, la productora de The Chosen, puso en marcha para financiar esta serie y que ha supuesto el mayor crowdfunding en la historia de las producciones audiovisuales: para la primera temporada, más de 19.000 personas donaron 11 millones de dólares, y para la segunda y tercera temporada se han recaudado más de 40 millones de dólares. 

El proyecto comprende 7 temporadas, con más de 50 episodios. El éxito de su primera y segunda temporadas a través de su aplicación móvil llevó a la productora a emitir las dos primeras temporadas en diferentes salas de cine con ocasión del estreno de la tercera entrega de la serie. 

Su director, Dallas Jenkins, es un cristiano evangélico, casado desde 1998 con la escritora y profesora Amanda Jenkins, y padre de cuatro hijos, el último de ellos adoptado. 

Entre los actores de The Chosen encontramos personas de todo tipo y procedentes de culturas muy diversas. El actor que interpreta a Jesús, Jonathan Roumie, es hijo de padre egipcio y madre irlandesa. Fue bautizado en la Iglesia ortodoxa griega, pero se convirtió al catolicismo. En el elenco hay actores de tradición ortodoxa y cristianos de diversas confesiones, de familia judía o incluso agnósticos. Sin embargo, todos apuntan que The Chosen les ha cambiado la manera de considerar a Jesús y, especialmente, de verlo en sus propias vidas. 

“La experiencia más significativa”, “uno de mis mayores retos personales”…, así definen los actores que encarnan a esos hombres y mujeres “elegidos” la experiencia de ser parte del reparto de The Chosen. La charla con Elizabeth Tabish, Noah James y Amber Shana Williams es amena, divertida y sencilla. Tres actores a los que el éxito de una serie de temática religiosa les ha sorprendido e impulsado también en su vida profesional. 

¿Cómo ha sido vuestra experiencia de dar voz y rostro a los Apóstoles y santas mujeres? ¿Qué os ha llamado más la atención? 

[E. Tabish] Desde que hice el casting para el papel me sentí muy identificada con la figura de María Magdalena. En el primer episodio, ella está en una situación desesperada, sin futuro, depresiva. Yo misma he pasado por esas experiencias, por lo que hacerlo realidad en el personaje fue sencillo, casi podría decirse que supuso una catarsis, porque, más adelante, María Magdalena vive ese encuentro con Jesús y comienza a seguirle. Del mismo modo, yo misma he avanzado personalmente y me siento más segura en el proyecto, en el propio personaje.

—[N. James] En mi caso, siempre que hago un papel o que realizo un trabajo, intento traer algo de mi propia personalidad al personaje, al proyecto que realizo. Creo que, en el fondo, todos tenemos algo de Andrés o de María Magdalena o de Tamar… o de Romeo o Julieta… Es cuestión de mirarse a uno mismo y decir: “¡Ah!, esta parte de mí se encadena a este rasgo o a este otro del personaje”; y así en diferentes circunstancias, y situaciones. En mi vida, siempre intento ser tan alegre como Andrés, y también es cierto que estoy tan estresado como el propio Andrés. Poner algo de mí para hacer creíble, real, el personaje. 

—[A.S. Williams] La realidad es que nos hemos dado cuenta, también en el propio set, de que muchas veces somos muy parecidos a nuestros personajes, e incluso lo comentamos entre nosotros: “¡Estás tan estresado como Andrés!” o “¡Eres tan impulsivo como Pedro!”

En el ámbito profesional, cuando se es actor, lo último que pretendes es que tu manera de actuar parezca falsa. Nuestro objetivo, como actores es traer aquello que tú eres al personaje, todos los rasgos que puedes ofrecer al personaje, porque cada uno es cada uno. Nuestro objetivo, entonces, es tener parte de estos personajes, de estas historias. Hacernos parte de ella para ser tan auténticos como ellos son, honestos, creíbles.  Tenemos la tarea de encontrar esos puntos que tienes más en común con tu personaje, con tu papel. Y, con esas cosas, aunque existan pequeñas diferencias, encontrar la manera de transmitirlo y, al mismo tiempo, que el propio personaje nos inspire. Se crea una relación entre el actor y el personaje. Siempre hay que tener un especial respeto por el personaje; no se trata de juzgar al personaje sino de respetarlo y de ser honesto con él y con la historia. 

Más allá de que seáis o no creyentes. ¿Ha cambiado vuestra concepción de Jesucristo con esta serie? 

—[A.S. Williams] La mía sí, completamente. Mi padre era ministro en nuestra comunidad, encargado de los cantos. Crecí con una imagen de Jesús asociada a la de las estatuas o las pinturas de las paredes. Un Jesús muy “celestial”, inaccesible. A veces me preguntaba si, realmente, le podía hablar. Creo que, en ocasiones, la experiencia ha sido casi dramática. 

Cuando me encontré con The Chosen esto cambió. El Jesús que muestra The Chosen conecta con la audiencia —no solo con los creyentes, sino también con quienes están alejados de la fe o no son creyentes— porque es un Jesús ¡tan creíble! Un Jesús que baila, que ríe, que se lava los dientes, que habla con autoridad, como rey, pero no da una orden fría. Es muy refrescante. 

Pienso que nos recuerda que Jesús vivió como un hombre, que tuvo sus necesidades diarias, no fue un extraño a lo que somos nosotros. Nos hace sentir que pertenecemos a su mundo. Todos los que ven a este Jesús pueden decir “Me encanta, amo a este hombre”. Porque es un Jesús que me sonríe, es un Jesús que nos dice que no tenemos que ser perfectos para estar en su presencia. Un Jesús que nos habla y nos recuerda que está aquí para nosotros, para esa redención y que podemos hacerlo, podemos seguirle. Creo que The Chosen hace un excelente trabajo en este retrato humano de Cristo. 

¿Es difícil dar vida a María Magdalena o a un apóstol de quienes podemos tener ideas preconcebidas? 

[E. Tabish] En mi caso, que interpreto a María Magdalena, conozco muchos retratos de ella, pintados a lo largo de los años. También es una figura que, en nuestro trabajo de cine, ha sido tratada en diversas ocasiones. Se han hecho muchas historias, muchas especulaciones sobre ella, sobre lo que era, su profesión, o cómo se la ve en los Evangelios.

La realidad es que lo poco que sabemos de María Magdalena lo conocemos por lo que aparece en los Evangelios. 

En mi caso, he intentado evitar esas otras interpretaciones y centrarme en lo que de ella aparece en los Evangelios y, junto a esto, estudiar sobre cómo podría ser una mujer como ella, sus costumbres, la cultura de su tiempo… y poner mis propias emociones en su corazón. 

He tenido mucho respeto por este personaje porque me encanta el gran amor siente por Jesús y cómo le sigue. 

—[N. James] Efectivamente. También, en mi experiencia, el primer paso es acercarme al personaje con el mayor respeto posible. En el caso de The Chosen, además, estamos haciendo una historia que “podía haber sido” y esa es una historia que, en cierto modo, hemos visto desde hace cientos de años en pinturas, en vidrieras… 

Cuando he tenido que preparar el personaje del apóstol Andrés, lo que he intentado siempre es preguntarme qué significaría para mi estar pescando durante horas y no coger nada, o pagar mis impuestos, una y otra vez, y ver que, a pesar de todo, pierdo mi barco… ¿Cómo me sentiría ante esas realidades? Es cierto que podemos ver pinturas, interpretaciones de otras personas pero, principalmente hemos de hacer la nuestra, crear una relación con esa materia, crear el personaje en cada momento. 

¿Como definiríais The Chosen

[E. Tabish] Sin duda, para mí ha sido el proyecto con más significado personal. Es una rara oportunidad para los actores ser capaces de trabajar en un proyecto, terminar la temporada, poder verla, tener feedback y, más aún, hacer otra temporada y continuar creciendo como actores, unos con los otros, inspirándonos los unos a los otros. Incluso en la tercera temporada. 

Creo que para mí era casi un propósito de vida ser incluida en algo tan especial. Y así ha sido. 

—[N. James] Creo que, con mucho, ha sido el proyecto más gratificante del que he formado parte. The Chosen ha sido además el trabajo que más me ha cuestionado, como actor y persona. Ha sido también el proyecto más retador de grabar, especialmente debido a los elementos meteorológicos. Hemos tenido que grabar mientras nos asábamos de calor, o bajo la lluvia, metidos en agua fría durante horas… A veces las cosas mas gratificantes son las mas retadoras. Y esto ha sido así en The Chosen. 

—[A.S. Williams] Para mi ha sido una experiencia clave y, sobre todo, una sorpresa. 

Todos teníamos esperanzas de que algún día The Chosen tendría su éxito, pero no podíamos imaginar, ni de lejos, el impacto global que la serie está teniendo hoy. Es una bendición verlo crecer y especialmente, es impactante ver cómo aumenta el nivel en cada temporada. La primera temporada es fantástica y eso mejora a lo largo del proyecto. 

Mi propio personaje es una sorpresa, por ejemplo. Con respecto a este papel creo que The Chosen asume muchos riesgos porque, en mi caso, no se trata de un personaje con un nombre conocido en la Biblia. Tamar representa a mucha gente. Aúna a muchas personas que, en los Evangelios, no tienen un nombre concreto. Los amigos del paralítico que lo descuelgan del techo, las mujeres que acompañan a Jesús en su ministerio, etc., no las conocemos a todas por su nombre, pero Tamar representa lo que son todos ellos. 

¿Con qué escena os quedáis de la serie? 

[E. Tabish] ¡Oh! Con muchas. Aunque creo que la escena que más me gustó grabar, mi favorita, es cuando, en la segunda temporada, María Magdalena se siente otra vez perdida y se va. Vuelve y no se siente capaz de hablar con Jesús y, entonces, María, la madre de Jesús la lleva a él. Es un momento precioso cuando Jesús le dice que no tiene que ser perfecta, que Dios solo quiere su corazón. Esa escena me conmovió porque, en el fondo, me lo dijo a mi. Es algo que llevo conmigo.

—[N. James] La escena que creo que no olvidaré es la del milagro de los peces del episodio cuarto de la primera temporada. Ha sido de las escenas más difíciles de grabar. Estuvimos 14 o 15 horas metidos en el agua que estaba muy fría… Teníamos que reunir los peces en la barca, poniéndolos juntos, eran como burritos que se escapaban de las manos… sin saber si los efectos visuales iban a funcionar. De hecho, durante varios días no sabíamos si había servido la escena y, cuando la ves, una vez producida, es estupenda. 

—[A.S. Williams] Mi escena favorita también se enmarca en la segunda temporada. Es aquella en la que los apóstoles y las mujeres estamos sentados alrededor del fuego y comienza una pelea sobre “si tú tienes derecho a estar aquí o no”, “si yo hago las cosas de este modo o de otro”. En el fondo, se están centrando en ellos mismos, en lo que se merecían o no… En ese momento Jesús aparece exhausto, agotado después de haber estado escuchando y curando a la gente durante todo el día, y es un momento de humillación para esas personas. Es una escena que recuerda que tenemos que parar, y dejar nuestros egos, nuestras opiniones o disputas porque Jesús se está dando a los demás. 

También me gustan especialmente las escenas de Jesús con su madre, cómo la mira, cómo se hablan. ¡Porque Jesús tiene una madre! Y todas ellas son impresionantes.

España

XXVI premios CEU Ángel Herrera

Los premios CEU Ángel Herrera, creados en 1997, tienen como finalidad reconocer la labor social, docente e investigadora de personas y grupos del ámbito del CEU. Entre los galardonados de este año están la JMJ, Obras Misionales Pontificias y la influencer @soyunamadrenormal.

Paloma López Campos·13 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 2 minutos

Desde 1997 el CEU celebra los premios CEU Ángel Herrera, con el fin de reconocer el trabajo social, investigador y docente de distintas personas o grupos. Este año, en la XXVI edición, los premiados son organizaciones, como la JMJ, o influencers como “Soyunamadrenormal”.

El jurado está compuesto por tres personas, siendo distintas para cada categoría de los premios, cuyos nombres serán públicos el día de la entrega de los premios.

Difusión de la cultura católica

La Jornada Mundial de la Juventud, que tendrá lugar este agosto en Lisboa, ha recibido un premio por su “difusión de la cultura católica para reconocer, desde el protagonismo de los jóvenes, la promoción de la paz, la unión y la fraternidad entre los pueblos y las naciones de todo el mundo”.

A la hora de considerar al ganador, el jurado ha apreciado también que este evento otorga “una experiencia de Iglesia Universal, fomentando el encuentro con Jesucristo y constituir para los jóvenes un lugar de nacimiento de vocaciones para el matrimonio y la vida consagrada”.

Mejor trabajo en materia de Doctrina Social de la Iglesia

El jurado ha reconocido también el mejor trabajo en materia de Doctrina Social de la Iglesia, otorgando el galardón a la periodista María Ángeles Fernández y al equipo de comunicación de Obras Misionales Pontificias.

Ética y valores

En la categoría relacionada con la transmisión de valores se ha concedido el premio a la Fundación Nemesio Rodríguez y a Vicente del Bosque. Por otro lado, se ha premiado a la influencer Irene Alonso, conocida en las redes sociales como “soyunamadrenormal”, por su difusión de los valores del matrimonio y la familia a través de sus plataformas digitales.

Solidaridad, cooperación del desarrollo y emprendimiento social

Por último, el jurado ha premiado el trabajo que realiza la Fundación Kirira, que desde hace años lucha contra la mutilación genital femenina.

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Vaticano

Las religiones abrahámicas a favor de la tecnología centrada en el ser humano

Representantes de las religiones judía y musulmana firman en el Vaticano el Llamamiento de Roma por la Ética de la IA, el documento de la Pontificia Academia para la Vida dedicado a la ética en la implementación, desarrollo y uso de la Inteligencia Artificial. Posteriormente fueron recibidos por el Papa.

Giovanni Tridente·13 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 4 minutos

«Las religiones acompañan a la humanidad en el desarrollo de una tecnología centrada en el ser humano mediante una reflexión ética compartida sobre el uso de algoritmos». Este fue el comentario que el Papa Francisco hizo en Twitter al margen de la firma conjunta del Llamamiento de Roma por la Ética de la IA por católicos, judíos y musulmanes el 10 de enero en la Casina Pío IV del Vaticano.

El propio Papa Francisco había recibido a los firmantes poco antes en la Sala Clementina: junto al arzobispo Paglia, presidente de la Pontificia Academia para la Vida (PAV) y promotor del Llamamiento, estaban el rabino Eliezer Simha Weisz y el jeque Abdallah bin Bayyah.

También estuvieron presentes el presidente de Microsoft, Brad Smith, el vicepresidente mundial de IBM, Darío Gil, y el economista jefe de la FAO, Máximo Torero Cullen, que a su vez habían firmado el documento en 2020 en una primera iniciativa pública promovida por la PAV.

La tecnología al servicio del bien común

En su discurso, el Pontífice reiteró cómo la tecnología debe ponerse siempre al servicio del bien común de todos, y una de las condiciones para alcanzar tal objetivo es la «fraternidad», que a su vez requiere actitudes de justicia y paz.

Una clara referencia a su última encíclica Fratelli Tutti, pero también un llamamiento para evitar que los algoritmos influyan de algún modo malicioso en la convivencia civil.

El Papa puso como ejemplo concreto la práctica relacionada con las solicitudes de los solicitantes de asilo, especificando cómo no es aceptable «que la decisión sobre la vida y el destino de un ser humano se confíe a un algoritmo».

Algoritmos que deciden el destino

Este tipo de práctica está muy extendida en algunos países europeos para uso de sus respectivas oficinas de migración y refugiados (la Band en Alemania, por ejemplo) y también ha sido criticada y valorada como incorrecta en algunas circunstancias por AlgorithmWatch, una ONG que estudia los algoritmos y sus impactos en la sociedad. También emitió juicios poco halagüeños la European Digital Rights (Edri), organismo que defiende los derechos digitales a escala europea.

Lo que le importa al Papa, y por tanto a la Iglesia, es que «no arraigue el uso discriminatorio de estas herramientas a costa de los más frágiles y excluidos». De ahí que sea bueno que se cree en todo el mundo una dinámica que pueda promover y desarrollar una especie de «antropología digital», basada en tres coordenadas específicas: «ética, educación y derecho» -los tres ámbitos de impacto de la IA destacados por la Convocatoria-, contando al mismo tiempo con diferentes cosmovisiones, como es el caso de las distintas tradiciones religiosas.

Llamamiento de Roma a la ética de la IA

El Llamamiento de Roma por la Ética de la IA es esencialmente uno de los últimos documentos oficiales promovidos por organismos de la Santa Sede sobre las cuestiones de la Inteligencia Artificial y el impacto que estos sistemas pueden tener en los seres humanos.

Promovida por primera vez por la Pontificia Academia para la Vida en febrero de 2020, esta declaración tuvo el mérito de ser firmada no tanto y no sólo por académicos de la Academia Vaticana -como sucedió en el pasado para documentos similares-, sino principalmente por exponentes de las principales organizaciones tecnológicas e instituciones de importancia pública, que se encargaron de adherirse al documento.

Las empresas necesitan un «suplemento de alma

Como relata el arzobispo Vincenzo Paglia en el libro Anima digitale. La Chiesa alla prova dell’Intelligenza Artificiale (Tau Editrice), la Llamada parte de una pregunta y una reflexión de Brad Smith, Presidente de Microsoft. «Él mismo me confió que necesita una especie de ‘suplemento de alma’ en la empresa».

En resumen, «los ingenieros encuentran soluciones, pero las soluciones no son éticamente indiferentes: necesitamos ser conscientes y responsables no sólo del uso de los dispositivos, sino de las implicaciones éticas presentes en cada fase de su ciclo de producción, que implica a distintos sujetos, desde investigadores a ingenieros y desde políticos a ciudadanos». De ahí nació nuestra relación de diálogo y colaboración».

Esto demuestra, sigue reflexionando Paglia, que «las tecnologías necesitan hombres y mujeres conscientes y atentos, para que se proyecten hacia la mejora, hacia el desarrollo positivo, social e individual».

El Llamamiento de Roma es también, por el momento, el único texto -de los muchos firmados a lo largo de los años en el ámbito vaticano en relación con la IA- que se ha presentado en una conferencia con periodistas en la Oficina de Prensa de la Santa Sede.  Sometido a la aprobación de la Secretaría de Estado vaticana, dio lugar a la creación de la fundación «RenIAssance«, que hoy apoya el proyecto.

Disponible en inglés, se refiere a él como un «documento de compromisos compartidos» a través del cual estimular el sentido de la responsabilidad de organizaciones, gobiernos, instituciones y sector privado para un futuro en el que los avances tecnológicos y la innovación digital estén al servicio del «genio humano» y la creatividad, sin provocar su progresiva sustitución.

En la firma de 2020, Kelly, de IBM, reiteró en su nombre y en el de la empresa la asunción de una responsabilidad compartida para garantizar que todas las tecnologías emergentes se desarrollen y utilicen por el bien de la humanidad y del medio ambiente.

Para el Presidente de Microsoft, siempre es importante promover un debate respetuoso sobre estos temas, que incluya principios éticos sólidos que puedan ayudar a resolver los grandes retos del mundo actual.

La última lección de Benedicto XVI

Los educadores católicos tenemos una misión clave y crucial: introducir a nuestros alumnos en el amor a Cristo. El amor que centró las últimas palabras de Benedicto XVI

13 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 3 minutos

Las últimas palabras de Benedicto XVI en su lecho de muerte, antes de morir, tal como nos narra su secretario personal, fueron «Jesus, ich liebe dich» («Jesús, te amo», en alemán). En ese momento crucial en el que nos encontramos solos ante el Señor, no caben imposturas, brota directamente del corazón aquello que ha marcado nuestra vida. Y el resumen de la vida del papa alemán fue este gran y único amor.

Con ello el papa Benedicto XVI, ese gran maestro, nos daba una gran lección, la última y definitiva. Solo el amor es lo que marca la vida. Solo aquello que hayamos amado es lo que quedará eternizado. Al atardecer de la vida, como decía san Juan de la Cruz, se nos examinará en el amor. Solo en eso.

Quizás no esté de más que los que nos dedicamos a la educación y a la transmisión de la fe recordemos especialmente esta lección. Hay que formar la mente y la voluntad. Hay que introducir en el misterio de lo sobrenatural. Hay que comprometer la vida y entregarla. Pero todo esto nada vale si no se hace desde el amor, como les recordaba el apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.

Por ello nuestra principal misión es, ante todo, introducir a los niños y a los jóvenes en esa historia de amor. Acompañarlos para que conozcan a Jesucristo. Introducirles en esa relación personal, que es la esencia del cristianismo. Y con nuestra propia vida, enseñarles que ese Cristo vivió y resucitado, es el gran amor de nuestra vida.

Esto es lo más lejano a la ñoñería y al sentimentalismo. Solo un amor verdadero sostiene el sí en la dificultad, atraviesa las fronteras del dolor, se hace definitivo hasta la muerte. Especialmente el amor a Cristo tiene muy poco que ver con las ‘mariposas en el estómago’, porque es un amor real, pero trascendente. Y si se puede tocar, es en la carne del hermano herido, es en el Pan de cada día. Y eso da para pocas mariposas. Da para algo mucho más grande. Para intuir ese amor que solo cabe en el corazón de Dios.

Mi pregunta como educador es si realmente estamos introduciendo a los jóvenes en ese amor a Cristo. Porque si no lo estamos haciendo, por mucha parafernalia que montemos, no haremos absolutamente nada. El papa Benedicto nos lo recordaba constantemente. Ser cristiano nace de un encuentro, no de una convicción moral. Y ese encuentro con Jesús no puede dejarnos indiferentes. Como nos repetían nuestros catequistas de jóvenes ‘no es posible conocer a Jesús y no amarle; no es posible amarle y no seguirle’.

Por eso el primer paso es dar a conocer a Jesús. Y el principal medio para ello es introducir en una relación orante con la Escritura. Leer y rezar el evangelio será el camino que puede poner en contacto a los jóvenes con el Verbo encarnado. Y enseñar a descubrirlo en el silencio de nuestra propia alma, en los últimos repliegues de nuestro ser.

La música en particular y el arte en general, serán una puerta que ayuden a despertar la sensibilidad y facilitar ese encuentro. Pero el cuerpo a cuerpo, el contacto, ese tocarse que exige el amor, se da en la oración y, de una manera privilegiada, en el pan de la eucaristía.

San Manuel González, el obispo del sagrario abandonado, hablando de una niña que quería que le adelantasen la primera comunión, contaba que estaba reticente por la corta edad de la niña y que, por ello, le animaba a que esperase. Pero la niña argumentó con la sabiduría del corazón que ella necesitaba comulgar, ‘porque pa’ quererse hay que rozarse’. Aquello fue suficiente para convencer al santo obispo.

Para quererse hay que rozarse, hay que tocarse. El amor nace del encuentro personal.

Benedicto XVI nos da esa lección definitiva de amor tierno e íntimo en sus últimas palabras. Su corazón latía al ritmo de ese amor. Su último aliento fue para proclamar con voz débil y potente a la vez que el amor es la palabra definitiva que sostiene nuestra vida.

El autorJavier Segura

Delegado de enseñanzas en la Diócesis de Getafe desde el curso 2010-2011, ha ejercido con anterioridad este servicio en el Arzobispado de Pamplona y Tudela, durante siete años (2003-2009). En la actualidad compagina esta labor con su dedicación a la pastoral juvenil dirigiendo la Asociación Pública de Fieles 'Milicia de Santa María' y la asociación educativa 'VEN Y VERÁS. EDUCACIÓN', de la que es Presidente.

Iniciativas

El Camino del Anillo, la Tierra Media en Madrid

En la Sierra Norte de Madrid se esconde una senda que guarda una peculiar similitud con la peregrinación de los hobbits por la Tierra Media. Sus 122 kilómetros son una experiencia que acerca a los caminantes a la grandeza de la Creación.

Paloma López Campos·13 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 4 minutos

“El Camino permite viajar hasta la mítica Tierra Media por la que caminaban enanos, elfos u orcos. El valle de Moria, Bree, Rivendel, la Comarca, Hobbiton, la Cima de los Vientos y muchos más lugares claves de la película y el libro te harán sentirte el protagonista de tu viaje exterior e interior a la par que descubrirás una naturaleza fascinante y desarrollarás el sentido del asombro, de la belleza y del cuidado de la misma”. Así describen esta peregrinación los encargados del Camino del Anillo en su página web.

Pedro de la Herrán, gerente de esta iniciativa, habla en Omnes sobre este proyecto al que todos están invitados, ya les encante el Señor de los Anillos, ya sean sencillamente amantes del deporte o de la naturaleza.

¿De dónde surge la idea de realizar este Camino?

“El Camino del Anillo surge como una iniciativa de desarrollo rural para promocionar los pueblos olvidados de la Sierra Norte de Madrid. Cuando salieron las películas de El Señor de los Anillos, nos dimos cuenta del parecido geográfico extraordinario entre esta peculiar Sierra y los escenarios creados por Tolkien. Así surgió la idea de invitar a la gente a visitar la Tierra Media en Madrid. De esta forma, además, la gente podría tener una experiencia de belleza en la naturaleza y la literatura, de encuentro con uno mismo y con los demás”.

¿Por qué está involucrada la Archidiócesis de Madrid?

“La iniciativa necesitaba una estructura que la apoyara. La Archidiócesis vio en esto una posibilidad de hacer un bien a la Sierra de Madrid, a la vez que promover un camino espiritual de encuentro con la Creación. Hoy está muy de moda hablar de cambio climático y de sostenibilidad. Si bien son temas importantes, se nos olvida que una verdadera ética ambiental ha de partir de entender qué es la naturaleza y quiénes somos los seres humanos respecto a ella. La Iglesia Católica mira la naturaleza como un regalo de Dios que debemos cuidar, como una casa común donde aprendemos a amarnos y dejarnos amar por Dios. De esta forma, la admiración y el cuidado por la naturaleza surgen solos”.

El mapa de la peregrinación (Foto: Página web El Camino del Anillo)

¿Cómo ayuda espiritualmente a las personas hacer este Camino?

“Cuando haces el Camino te encuentras con el profundo entramado psicológico de los personajes de Tolkien, con los que te sientes identificado. Destruir el anillo es una batalla que dura toda la vida, consiste en hacer una opción radical por el bien, cosa que no se consigue sin la ayuda de una compañía de amigos (una comunidad del anillo) que apuestan por ti y te ayudan a destruir tu anillo para siempre. La gente que recorre el Camino del Anillo se encuentra con su interioridad, con la potencia inefable de la belleza de la Creación, con la compañía de personas que te quieren aún sin conocerte. Es una experiencia única”.

¿Se puede encontrar a Dios haciendo esta peregrinación? ¿Cómo?

“Se puede encontrar a Dios a través de la belleza de la Creación y de la compañía de los demás. En cada detalle de la naturaleza descubrimos que somos amados por un Creador que ha puesto cada cosa en su sitio, y nos descubrimos como parte de esa belleza casi infinita que se despliega en la luz y la vida. Además, el cariño y el servicio incondicional de las personas que te acompañan te invita a entender la vida como una comunión en la que vamos todos juntos, en las que cada uno es para el otro y la vida adquiere un sentido nuevo”.

¿Qué es lo más importante en cuanto a la preparación?

“La actitud de asombro. Nosotros preferimos no contar demasiado de lo que te vas a encontrar. Solemos decir que el Camino habla, que los bosques hablan, que la luz habla. Claro que hay que tener un poco de forma física y ganas de caminar, pero lo más importante es abrir el corazón para dejarte sorprender. En el Camino hacemos una experiencia del WOW al AH. “WOW, qué maravilla”. “AHH, entiendo por qué todo es tan maravilloso”. Sólo se entiende esta experiencia cuando la vives en primera persona”.

¿Cuál es el principal beneficio espiritual de hacer el Camino del Anillo?

“La mayoría de la gente encuentra paz y serenidad. Éstas provienen de entender que la vida no se trata de hacer muchas cosas o de cumplir las expectativas de la sociedad. En el Camino descubres que la vida consiste en dejarte amar. Cuando vuelves a casa, has entendido claves nuevas que te abren a la comunidad y al Creador”.

¿Cuáles son los anillos o dragones contra los que solemos luchar a día de hoy?

“Eso tiene que descubrirlo cada uno. No se trata de las estructuras políticas o las tramas criminales. Es algo interior. El mayor enemigo de Faramir no era Sauron, sino su tentación de ponerse el anillo de poder y gobernar manipulando la realidad. El verdadero enemigo es lo que encuentras en tu vida que no te deja ser libre del todo, es la tentación de hacer el bien usando el mal. Sólo si tienes esperanza en que la belleza y el bien existen, serás capaz de desear destruir el anillo. Y sólo lograrás cumplir ese deseo si tienes una comunidad de amigos que apuestan por ti. Hoy en día se dice mucho que uno tiene que ser bueno, pero no tonto. Es un ejemplo del apego que le tenemos al mal. ¿Y si consiguiéramos ser buenos de verdad, optar por el bien siempre, y si tuviéramos un corazón al que no le importa sacrificar la vida por los ideales que verdaderamente importan?”.

Libros

Sanación y vocación: Ética médica fundamentada en las virtudes

La publicación en castellano de "Sanación y vocación" recupera la obra escrita por los estadounidenses Pellegrino y Thomasma y que reúne una colección de trabajos bajo un único hilo conductor, a saber, cómo deben conformarse la razón natural y la fe en medicina.

Vicente Soriano·12 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 2 minutos

Acaba de editarse una traducción del libro Helping and healing, que en 1997 publicaron los estadounidenses Pellegrino y Thomasma, por muchos considerados los padres de la ética médica moderna. La obra representó el culmen de la prolífica producción científica y humanista de los autores. Por entonces, Pellegrino, médico, tenía 77 años, mientras que Thomasma, más joven y filósofo, tenía 58 años. Ambos eran profesores de la Universidad Georgetown en Washington DC.

El libro tiene poco más de 300 páginas. Las 50 iniciales recogen el extraordinario análisis que realiza el Dr. Manuel de Santiago, traductor de la obra y conocedor, como pocos, de la vida y obras de Pellegrino.

En la introducción del texto original, los autores dejan claro que el libro supone una recopilación de artículos de años anteriores, algunos de escasa circulación. El propósito del libro es reunir una colección de trabajos bajo un único hilo conductor, a saber, cómo deben conformarse la razón natural y la fe en medicina. Se trata de formular una nueva y verdadera doctrina ética de la medicina, a partir de la moralidad del acto médico. De un modo sin precedentes, la profesión médica es vista por los autores como una empresa moral cristiana.

De Santiago reconoce varias etapas en la vida de Pellegrino, que van desde un periodo secular hasta el tramo final de gran dimensión religiosa. En el entremedio se suceden un periodo científico ligado a su actividad asistencial como médico internista, una etapa docente como profesor de universidad y un periodo humanista, centrado en la consideración de los valores humanos en la práctica médica. A partir de ese momento Pellegrino se lanza a la reconstrucción de la ética médica y la fundamenta en las virtudes, recuperadas por entonces por grandes filósofos contemporáneos, como Alasdair MacIntyre y Elizabeth Anscombe, ambos conversos al catolicismo. Frente al auge del principialismo y la bioética de Beauchamp y Childress, Pellegrino subraya la beneficencia, la búsqueda del bien del paciente, como el principal fundamento de la moral en la práctica médica.

Sanación y vocación. El compromiso religioso en cuidados de la salud

Autores: Manuel de Santiago Corchado ; Edmund Pellegrino ; David C. Thomasma
Editorial: EUNSA
Páginas: 332
Año: 2022
Ciudad: Pamplona

Fue en 1986 cuando tuvo lugar el giro de Pellegrino a la perspectiva religiosa desde la visión más secular, fundamentada en las virtudes médicas. El detonantes fue un simposio de filosofía y medicina organizado por la Universidad Georgetown. Desde ese momento, Pellegrino configura la moral médica a partir de la virtud de la caridad, transformada en compasión por el paciente. La compasión es mucho más que lástima o condolencia, es sentir y sufrir con el enfermo y acompañarlo en su fragilidad como ser humano. Aún así, el respeto a la conciencia del médico debe prevalecer frente a ciertas peticiones autónomas del paciente. 

Una ética médica fundamentada en las virtudes y regulada por la caridad es para Pellegrino una ética de ágape, que va más allá de los principios, reglas y obligaciones de los médicos, pero no para absorberlos o negarlos, sino para perfeccionarlos. De este modo, la práctica médica se convierte en un medio de servicio a los demás, en una misión específica -vocación- a la que Dios ha llamado al médico.

Pellegrino fue invitado a ser miembro de la Academia Pontificia para la Vida, fundada por San Juan Pablo II en 1998. Su pensamiento se identificaba con el personalismo cristiano del Papa. Frente al relativismo y al pluralismo de la sociedad secular, herencia de la Ilustración, donde los avances tecnológicos parecían dar respuesta a todo, Pellegrino quiere recuperar la práctica médica con la filosofía moral y la luz de la fe.

El autorVicente Soriano

Médico. Especialista en infecciones por virus y genómica. Editor jefe de la revista AIDS Reviews. Asesor del Plan Nacional de SIDA, ha sido también asesor de la OMS, así como investigador en múltiples ensayos clínicos internacionales y en proyectos de la Comisión Europea. Profesor de la Facultad de Ciencias de la Salud de la UNIR. Autor de numerosas publicaciones.

España

Mons. Luis Argüello: “Todos los carismas de la Iglesia son necesarios”

Durante los últimos cuatro años el nombre de Luis Argüello ha estado ligado, esencialmente, a la Secretaría General de la Conferencia Episcopal Española, pero, desde el pasado noviembre, Mons. Luis Argüello tiene una única y clara misión: pastorear la Iglesia diocesana en Valladolid. Una sede en la que ya ha servido como auxiliar de su predecesor, Mons. Ricardo Blázquez y en la que ha vivido toda su vida sacerdotal. 

Maria José Atienza·12 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 8 minutos

Mons. Luis Argüello García es, desde julio de 2022 el arzobispo de Valladolid. Licenciado en Derecho Civil, fue profesor universitario antes de ingresar en el seminario. De su faceta como profesor perdura su profundo análisis de la realidad y su conocimiento del ser humano, así como una vasta cultura que se abre paso en las conversaciones e intervenciones de quien ha sido, durante cuatro años, el portavoz del episcopado español. 

Su nueva etapa en la Iglesia en Valladolid, la sociedad actual, la secularización, son temas que aparecen en esta conversación con Omnes en la que Mons. Argüello amplía su análisis desde las tierras castellanoleonesas a la Iglesia universal. 

Usted no llega “de nuevas”. Valladolid ha sido siempre su diócesis y en ella ha servico como obispo auxiliar. Pero, ¿no se le pide a todo nuevo obispo cierta novedad?

—La Iglesia siempre conjuga fidelidad y novedad. En este sentido, mi propia posición en Valladolid se sitúa también en este equilibrio. Por una parte, he compartido ya muchas responsabilidades en estos años en Valladolid. Desde ahí, hay una senda de fidelidad; pero creo que las propias características de la Iglesia vallisoletana y de la propia sociedad de Valladolid me piden, a mí y a toda la Iglesia diocesana, un impulso de novedad. ¿En qué puntos? Yo diría que en todo lo que significa la trasmisión de la fe, tanto anuncio como iniciación cristiana. Una llamada a una nueva manera de estar en el territorio y en la sociedad y un aliento para testimoniar la novedad del amor de Jesucristo a nuestros contemporáneos.

Habla del anuncio de la fe. La escucha a la Iglesia parece cada vez menor, especialmente entre los jóvenes. ¿No existe interés, o no sabemos dirigirnos al mundo de hoy?

—Creo que hay un poco de ambas cosas. Todo el camino de la secularización, de la autonomía de personas y sociedad respecto de Dios, y de lo que la Iglesia significa, tiene un acento singular. No sólo en los jóvenes, sino en las personas de menos de 60 años que, casualmente son los padres de los chicos y adolescentes. Es, precisamente, la secularización de la generación que hoy tiene entre 40 y 60 años lo que más influye en el desconocimiento de Jesús y de la Iglesia que tienen muchos de los niños, adolescentes y jóvenes. 

Por otra parte, hay un ambiente cultural que propone otros “atractivos” al sin duda corazón en búsqueda de adolescentes y jóvenes. 

Evidentemente la Iglesia, las comunidades cristianas, la vida de las parroquias…, tienen también su responsabilidad. Quizás, a la hora de la propuesta de la catequesis, de la formación de adolescentes y jóvenes etc., hemos continuado en una inercia sin tener en cuenta este gran cambio del contexto vital, familiar y cultural en el ambiente de los colegio, los institutos o el ambiente que entra por las pantallas. 

Con todo, creo que las generalizaciones, además de ser injustas, despistan. Hace pocos meses vivíamos la Peregrinación de Jóvenes en Compostela (PEJ’22) y es verdad que eran 12.000 personas en el conjunto de los jóvenes españoles, es decir, una gota. Pero en ese encuentro se percibió en los jóvenes una búsqueda especial de un sentido nuevo, de aquello más explícitamente sobrenatural, si se me permite la expresión, y no tanto de “actividades”. Me sorprendió, por ejemplo, el interés que mostraron los jóvenes en los talleres de razón y fe, de ciencia y fe, el estudio de algunos de los filósofos de moda en la actualidad, una manera de enfrentarse también a las series o películas. Se manifestaba una inquietud de los propios participantes: la de querer dar razón de su fe a sus compañeros de instituto y de universidad. Eso también existe. 

Cada vez estoy más convencido de que la época que vivimos es una época post-secular, y los acentos de la vida de la Iglesia están marcados, en muchos casos todavía, por la vivencia del tiempo pre-secular. 

En esta post-secularidad hay búsquedas insospechadas, de lo mas variopintas, a veces de lo más estrambóticas; pero también hay búsquedas de sentido, de espiritualidad y de Dios 

¿Entonces, se trata de dar una nueva propuesta?

—Exactamente. Se trata de ofrecer, sin complejos, aquellos que creemos y que intentamos vivir. Con humildad, con una confianza mayor en la gracia. 

Una de las características de este tiempo post-secular es que la Iglesia, en occidente, sale de siglos y siglos de un empaste entre sociedad e Iglesia, que ha marcado unas determinadas relaciones con los poderes. Aún estamos ahí, porque estos procesos duran mucho, duran siglos, y tenemos que tener una nueva manera de estar en el territorio.

En Castilla y León hay montones de pequeños municipios, de pocos habitantes, dispersos…, y en todos, el gran edificio es la iglesia. En todos, hay una torre con un campanario y, hasta hace no mucho tiempo, debajo de cada torre había un bonete.

Nuestra forma de estar en el territorio es, a día de hoy, otra. Nuestra forma de comprender la parroquia ha de ser otra. Esto en lo que se refiere al territorio. Y luego, la forma de estar en la sociedad; en la que hay un cruce de caminos porque, para determinados aspectos, la gran mayoría de nuestra sociedad de estos municipios castellano leoneses sigue siendo católica: para celebrar las fiestas del patrono, en la Semana Santa, en la Navidad. Pero luego, en montones de aspectos de la vida cotidiana se vive como si Dios no existiera, también en los pueblos pequeños, 

Mons. Chaput apunta que consideramos la fe “un mueble bonito que hemos heredado” y que no encaja en nuestro pisito moderno…

—En muchos casos, creo que es así y a veces, incluso, sin el pisito moderno. Pero, al mismo tiempo, hay búsqueda, hay inquietud, porque el Señor va siempre delante. 

Lo que hablamos como una “transformación eclesial” forma parte de un giro social en el que el elogio a ultranza de la autonomía del individuo frente al común, de la libertad frente al amor, genera insatisfacción, genera malestar. Un malestar muy concreto que se llama “soledad”, que se llama “consumo de psicofármacos”; en el límite, se llama no saber qué hacer con la vida. 

Por otra parte, hay un deseo escondido que aparece en miles de pequeñas causas de fraternidad, de bien común, de cuidado de la creación, etc. Eso es lo que subraya con frecuencia el Papa Francisco. 

La característica del kerygma de Francisco es que es trinitario. El centro es siempre el anuncio de que Jesucristo ha vencido al pecado y la muerte, pero junto a esto, anunciar a Dios creador y, desde ahí todo lo que surge de la afirmación de la creación: las dimensiones ecológicas. Anunciar también que Dios es Padre. De ahí, nace el hablar de fraternidad, de vínculos, de alianzas. 

Estos dos latidos son fuertes en el corazón de nuestros contemporáneos pero, a veces, parecen imposibles de vivir, porque se estima más fuerte el latido de la autonomía que el de la fraternidad. 

Otro de los temas que viene implícito al hablar de una sede castellano-leonesa es el del patrimonio. ¿Estamos convirtiendo las iglesias en simples museos? 

—El principal desafío de la mayoría de los templos de Castilla y León es que están cerrados, que ni siquiera se abren para ser visitados. El segundo desafío es su conservación, porque los hemos recibido de generaciones pretéritas. El tercero es que unos edificios que se mantienen y se puedan abrir para lo que fueron creados, es decir, para hacer posible la entrada a un ámbito que nos sitúa ante el misterio de Dios y su presencia. 

En un tiempo como el nuestro, que es misionero, y en el que muchas personas no conocen los códigos del propio templo y no reconocen la presencia real del Señor en el Sagrario, además tenemos el reto de que la apertura y la visita, quizás al inicio con un criterio más histórico-cultural, pueda ser una ocasión para conocer lo que el templo es, lo que significa el templo, también lo que significa el Sagrario con una lámpara encendida. 

Esta es una cuestión discutida, especialmente, en las relaciones con las administraciones públicas. Porque muchas de estas construcciones se levantaron como edificaciones eclesiales, pero también es verdad que lo hicieron en un tiempo en el que ese empaste entre sociedad e Iglesia del que ya he hablado era muy grande. 

Por otra parte, la Iglesia es consciente de que ella sola no puede mantener muchos de estos edificios situados, muchas veces, en los pueblos pequeños. Esto es algo que no sólo ocurre en Castilla y León sino que pasa en otros lugares de España. 

Reconocemos que son lugares eclesiales y que su razón de ser es la celebración del culto, pero hay que recordar que “culto” y “cultura” tienen una misma raíz. ¿Cuál es el problema? Que, desgraciadamente —no solo en los templos sino en la vida en general—, la cultura tiene más que ver con productos culturales y cada vez menos que ver con el cultivo de la natura, que es lo que nos define como humanos. 

Hoy “lo cultural” está muy de moda. En cuanto te descuidas, oyes hablar de cultura: la cultura el vino, la cultura de la abubilla verde…, pero no se sabe muy bien qué significa eso. Más bien lo que uno percibe es que hay productos culturales. 

El riesgo de nuestro patrimonio eclesial es que sea un producto cultural más, tan sólo medido por su valor económico. Evidentemente su valor económico no es desdeñable, especialmente en una época de fuertes crisis económicas…, pero lo genuinamente cultural es aquello que cultiva la naturaleza humana. Los templos añaden a ese coloquio entre cultura y natura aquello que, para un creyente, constituye la clave de ambas: la gracia. La gracia que está en la natura, en la naturaleza humana –porque somos don de Dios– y la gracia que se hace cultura, manera de vivir, y que transforma la naturaleza, en la vida nueva, en la vida eterna. 

Cuando los obispos de la Iglesia en Castilla impulsan Edades del Hombre, ya en el texto fundacional se habla tanto del diálogo fe–cultura como de una Iglesia samaritana ante estas realidades de una sociedad que se disuelve como lo que habría de ser seña de identidad de la Iglesia en Castilla. Evidentemente, para muchas personas, Edades del Hombre es tan sólo una marca cultural que se mide por el valor económico que deja en la hostelería.En otros aspectos, Edades del Hombre trata de contar, año tras año, un relato que tiene que ver con la propuesta genuinamente cultural de la Iglesia. 

Usted conoce la Iglesia española a fondo. En los últimos documentos de la CEE se ha hablado repetidamente de la necesidad de la unidad entre los cristianos. ¿Percibe división dentro de la Iglesia? ¿Hay corrientes enfrentadas?

—La desunión siempre es antievangélica; las corrientes, no. 

Nosotros somos católicos. No somos una de esas múltiples Iglesias salidas de la Reforma en las que, cada vez que surge un acento o una diversidad surge una nueva Iglesia. 

En la Iglesia católica a las diversas sensibilidades a veces les llamamos carismas, que han dado pie a congregaciones religiosas, movimientos, comunidades…, distintas en la Iglesia y todas reconocidas y proclamando el mismo Credo y reconociendo en los sucesores de los Apóstoles el principio de unidad. 

La comunión católica no es una comunión en una uniformidad en la que todos, exactamente vivimos con la misma intensidad las mismas páginas del Evangelio. 

En las épocas de crisis, es cierto que se produce un fenómeno típico: el de la tensión entre las diferentes percepciones. Unos hermanos ponen el acento en una orilla y otros en la otra orilla. Hablamos de nuevo de fidelidad y novedad. 

Las épocas de gran cambio sitúan a la Iglesia en polarizaciones. A veces desde la buena intención y a veces desde las consecuencias del pecado original. 

El Papa Francisco es el primer Papa que viene de una megalópolis del sur; esto a los europeos nos descoloca un poco. Pero también descolocó el Papa Wojtyla, que venía de una Polonia que había sufrido dos totalitarismos, o la altura intelectual de Benedicto XVI… que llegaron tras siglos de Papas italianos. 

En este pontificado, el Papa Francisco pone el acento en el kerygma, la (Evangelii Gaudium) y para anunciar el kerygma, hay que ser santo (Gaudete et exultate). Este kerygma que anunciamos nos coloca en un coloquio social, porque el kerygma tiene una encarnación (Fratelli Tutti)… 

La propuesta moral que nosotros hemos de hacer tiene una raíz que es una antropología, y esa antropología tiene una luz, que es la cristología, Cristo. Entrar en debates morales con individuos que no comparten la antropología o que rechazan que en Cristo, el Verbo encarnado, se haya manifestado “al hombre lo que significa ser hombre” es, como poco, complicado. 

El Papa nos llama a anunciar lo esencial y desde ahí construir una propuesta de persona y de moral. Es fácil decirlo y, efectivamente, hay quien puede sentirse desarmado ante los grandes debates sociales y morales. Pueden tener razón, si no tenemos un empeño grande en el anuncio de Jesucristo, del Padre y del Espíritu Santo. 

Para evangelizar situaciones personales tan variopintas como las actuales todos los carismas de la Iglesia vienen bien y las diversas sensibilidades se han de unir en una comunión fundante, la acogida del credo y la centralidad de la Eucaristía.

Lecturas del domingo

Un manantial vivo. Domingo II del tiempo ordinario (A) 

Joseph Evans comenta las lecturas del II domingo del tiempo ordinario y Luis Herrera ofrece una breve homilía en vídeo.

Joseph Evans·12 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 2 minutos

Es delicioso escuchar la segunda lectura de hoy (1 Cor 1, 1-3) y percibir la frescura del cristianismo primitivo. San Pablo se dirige a una de las primeras comunidades cristianas y lo hace con gran belleza, llamándolas “los santificados por Jesucristo, llamados santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre Nuestro Señor Jesucristo”. 

Les recuerda a ellos, y a nosotros, su (nuestra) llamada a la santidad. Ser cristiano es estar llamado a la santidad, con independencia de dónde estemos geográfica o existencialmente. ¿Cómo? En primer lugar, mediante la oración a Jesús, que es el Señor de todo.

Vale la pena recordar quiénes eran los corintios: gente de la ciudad de Corinto en la antigua Grecia, a la que Pablo había evangelizado. Corinto era una ciudad pagana famosa por su inmoralidad. Pablo tiene que regañar a los corintios por haberse dividido en facciones y por haber tolerado un caso escandaloso de incesto. Los corintios amaban lo extraordinario, los dones especiales del Espíritu Santo -hablar en lenguas y profetizar-, y el apóstol tiene que ayudarles a entender que lo que importa mucho más es el amor: no los dones extraordinarios, sino el esfuerzo diario por amarse unos a otros.

La conversión de estos corintios al cristianismo forma parte del cumplimiento de la primera lectura (Is 49, 3.5-6). La salvación de Dios está llegando hasta “los confines de la tierra”, incluida la pagana Corinto. No es sólo para Israel, sino que es para todos. De ahí que Pablo diga a los corintios que es “Señor de ellos y nuestro”. 

Las lecturas de hoy pueden recordarnos nuestra propia llamada a la santidad, y la necesidad de mantener viva la frescura del cristianismo, sin permitir que se estanque en nuestras vidas o comunidades. Puede suceder que tengamos que vivir y dar testimonio en un lugar inmoral. Tendremos nuestras faltas y excesos, y en ocasiones necesitaremos que nos corrijan. Pero es mejor ser corregido por exceso de pasión que por falta de ella. Fuera lo que fuera lo que se pudiera decir de los corintios, no sería que les faltaba entusiasmo.

Pero este entusiasmo no es un mero sentimiento humano. Así, el Evangelio de hoy (Jn 1, 29-34) nos señala su fuente: la acción del Espíritu Santo en nuestras almas. Jesús bautiza con el Espíritu Santo, “es el Elegido de Dios” y el Espíritu se posa sobre él. Juan el Bautista está recordando la escena del bautismo de Cristo en el río Jordán. De este modo, nos invita a entrar también en esas aguas para vivir nuestro bautismo en nuestra vida cotidiana. El bautismo no es un simple acontecimiento pasado. Sus aguas deben surgir en nosotros cada día. Es un manantial vivo, que vierte agua buena, la gracia de Dios, que luego se derrama sobre los demás a través de nuestro ejemplo y nuestro testimonio de Cristo: con nuestra familia y amigos, en nuestro ocio y en nuestro lugar de trabajo o estudio.

La homilía sobre las lecturas del domingo II del tiempo ordinario (A)

El sacerdote Luis Herrera Campo ofrece su nanomilía, una pequeña reflexión de un minutos para estas lecturas.

Zoom

Fallece Mons. George Pell, la víctima callada

Mons. George Pell, el cardenal australiano que fue injustamente acusado de abusos y sufrió prisión durante más de un año ha fallecido a los 81 años. En la foto, el cardenal Pell durante la misa de apertura de la JMJ de Sydney en 2008.

Maria José Atienza·11 de enero de 2023·Tiempo de lectura: < 1 minuto
Ecología integral

«Uno para todos y todos para Él”, el nuevo lema de Infancia Misionera

El próximo domingo 15 de enero se celebra la Jornada de la Infancia Misionera. Este día viene precedido por una rueda de prensa en la que se presenta el nuevo lema de esta iniciativa de Obras Misionales Pontificias: “Uno para todos y todos para Él”.

Paloma López Campos·11 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 3 minutos

El miércoles 11 de enero ha tenido lugar una rueda de prensa sobre Infancia Misionera, una de las iniciativas de Obras Misionales Pontificias (OMP). En la rueda han intervenido José María Calderón, director nacional de OMP España, y Jaime Palacio, coordinador de la Fundación Corazonistas y misionero laico en Perú durante 12 años con su mujer y cinco hijos.

Infancia Misionera y las Obras Misionales Pontificias

La Infancia Misionera nace en Francia para animar a los más pequeños a unirse a la tarea de evangelización que todos los cristianos tienen desde su bautismo. Los principales protagonistas de esta obra son los niños, con el objetivo de que entre los más jóvenes de la Iglesia se cree “una relación de comunión”, como ha señalado José María Calderón.

Las Obras Misionales Pontificias no consisten “en una ayuda de los ricos a los pobres, sino que es una ayuda entre los cristianos”. No se puede reducir a un plano económico, dice Calderón, sino que hay que incluir la espiritualidad y la alegría de la fe.

Calderón menciona que para él es importante que los niños sepan que “la Iglesia no es su barrio, su colegio o su parroquia, sino que la Iglesia está en todo el mundo. Hay muchos niños en el mundo que viven su fe y también ellos son importantes”.

Las OMP no se reducen solo a esta tarea con los niños, “hay que concienciar a los cristianos y a todos los hombres de buena voluntad de que los niños necesitan nuestra colaboración”, afirma el director nacional.

Uno para todos y todos para Él

El lema de este año está sacado de una obra de Alejandro Dumas, “Los tres mosqueteros”. Es importante saber que en este mundo “muchos no tienen una vida familiar y, si la tienen, esta es muy pobre. La Iglesia está ahí para que aprendan”.

España y la Infancia Misionera

Destaca Calderón que “España es uno de los países que más aporta a Infancia Misionera”. Esto debe despertar el sentido de la responsabilidad y del orgullo para continuar con esta labor. El pasado 2021 se recaudaron, desde España, más de dos millones de euros para las labores de OMP.

José María Calderón, director nacional de OMP España (Flickr / OMP)

Un ejemplo concreto del trabajo de Infancia Misionera

La labor misionera de la Iglesia está presente en más de 1000 países. Este año se ha tomado como ejemplo un territorio, Yurimaguas, en Perú, que abarca un espacio equivalente al doble de Cataluña. Este vicariato tiene un siglo de existencia y está encomendado a los misioneros pasionistas.

Jaime Palacio, coordinador de la Fundación Corazonistas y misionero laico en Perú (Flickr / OMP)

Jaime Palacio es un misionero laico que ha vivido durante 12 años en Yurimaguas. Allí ha tenido a sus cinco hijos y se ha presentado en la rueda de prensa para dar su testimonio acerca de las misiones en Perú. Describe la dificultad para el transporte, que debe realizarse a través de ríos o avionetas, la riqueza cultural y natural, “uno tiene la sensación de que ha llegado al fin del mundo o de que, al contrario, ha llegado al principio, al Paraíso”.

Palacio informa de que lo primero que hizo la Iglesia al llegar a esta zona de Perú fue organizar una red de escuelas para llevar la educación a todas las regiones. Lo primordial ahora mismo en este sentido es la alimentación, pues faltan desayunos y comidas para combatir la desnutrición infantil.

El otro gran pilar de las misiones en Perú es la sanidad, pues se están construyendo centros sanitarios para atender a todas las personas que viven allí. La dificultad para la movilidad empeora la situación, por lo que es necesario establecer una fuerte red de atención sanitaria.

A continuación, el vídeo con la intervención completa de Jaime Palacio y José María Calderón:

Vaticano

Papa Francisco: “Todo empieza por la mirada de Jesús»

El Papa Francisco ha empezado hoy un nuevo ciclo de catequesis durante la audiencia general. El tema que tratará durante los próximos meses es el celo apostólico.

Paloma López Campos·11 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 3 minutos

El Papa Francisco ha mantenido hoy la audiencia general en el Aula Pablo VI. Tras saludar a los fieles allí congregados, ha anunciado el inicio de un nuevo ciclo de catequesis, centrado en “la pasión por la evangelización, es decir, el celo apostólico”.

Refiriéndose a este celo, el Papa ha mencionado que es “una dimensión vital para la Iglesia. La comunidad de los discípulos de Jesús, de hecho, nace apostólica, misionera”. El Santo Padre ha indicado de inmediato que la actitud misionera no es proselitista, “nada tiene que ver una cosa con la otra”, ha querido recalcar el Papa.

La necesidad de evangelizar

Francisco señala que el Espíritu Santo, desde el principio, plasma una Iglesia en salida “para que no se doble en sí misma, sino que sea extrovertida, testigo contagioso de Jesús”.

“Puede suceder” avisa el Papa, “que el ardor apostólico, el deseo de alcanzar a los otros con el buen anuncio del Evangelio, disminuya”. “Hay cristianos encerrados en sí mismos, que no piensan en los demás, pero cuando la vida cristiana pierde de vista el horizonte del anuncio se enferma”, dice Francisco.

Cuando la Iglesia pierde la pasión por la evangelización, “la fe se marchita. Sin embargo, la misión es el oxígeno de la vida cristiana, la tonifica y la purifica”. Para encender este celo apostólico, el Papa Francisco anuncia que durante este ciclo de catequesis profundizará en la Sagrada Escritura y después tomará como referencia a personas que vivieron la misión evangelizadora, “para que nos ayuden a avivar el fuego que el Espíritu Santo quiere hacer arder siempre en nosotros”.

El ejemplo de Mateo

Para empezar las catequesis, Francisco se ha fijado en primer lugar en el pasaje evangélico que describe la llamada de Mateo. “Todo empieza por Jesús”, señala el Papa. Mateo era un hombre despreciado, un traidor, un publicano. “Pero a los ojos de Jesús, Mateo es un hombre, con sus miserias y su grandeza”. El Santo Padre nos invita a caer en la cuenta de que “Jesús no se fija en adjetivos, Jesús siempre busca sustantivos”.

“Mientras entre Mateo y su gente hay distancia”, continúa, “Jesús se acerca a él, porque todo hombre es amado por Dios”. Cristo nos demuestra así que “esta mirada que ve al otro, sea quien sea, como un destinatario de amor, es el inicio de la pasión evangélica. Todo parte de esa mirada”.

El Papa nos invita a que nos preguntemos “cómo es nuestra mirada hacia los otros, cuántas veces vemos los defectos y no las necesidades”. “Jesús mira a todos con misericordia y predilección”, dice Francisco, y nosotros debemos aprender de su ejemplo.

“Todo empieza por la mirada de Jesús”, señala el Papa. Cristo, llamando a Mateo, “le pone en movimiento hacia los otros, le hace dejar una posición de supremacía para ponerlo a la par con sus hermanos y abrirle los horizontes del servicio”. Esta idea es fundamental para los cristianos pues tenemos que saber “levantarnos, ponernos en camino hacia los otros, buscar a los otros”.

Lo primero que ocurre una vez Mateo responde a la llamada de Cristo es que el publicano vuelve a su casa, acogiendo al Maestro, pero “vuelve cambiado y con Jesús. Su celo apostólico no empieza en un lugar nuevo, puro e ideal, sino ahí donde vive, con la gente que conoce”.

Anunciar, hoy, ahora

“No debemos esperar ser perfectos”, dice Francisco, “y tener hecho un largo camino detrás de Jesús para testimoniarlo. Nuestro anuncio empieza hoy, ahí donde vivimos”. Esta misión de anuncio, además, “no empieza tratando de convencer a los otros, sino testimoniando cada día la belleza del amor que nos ha mirado y nos ha levantado”.

Es esencial recordar, avisa el Papa Francisco, “de que nosotros anunciamos al Señor, no nos anunciamos a nosotros mismos”. “La Iglesia crece, no por proselitismo, crece por atracción”, repite el Santo Padre, porque quienes “hacen proselitismo no tienen corazón cristiano”.

“Este testimonio atractivo y alegre es la meta a la que nos lleva Jesús con su mirada de amor y con el movimiento de salida que su Espíritu suscita en el corazón”. Francisco concluye la audiencia pidiendo que valoremos si nuestra mirada se parece a la de Cristo.

Mundo

Fallece el cardenal australiano George Pell

El cardenal australiano, de 81 años ha fallecido a causa de unas complicaciones derivadas de la cirugía de cadera a la que se sometió el 10 de enero.

Maria José Atienza·11 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 5 minutos

George Pell, el cardenal australiano que fuera prefecto de Economía del Vaticano y que fue injustamente acusado abusos, ha fallecido esta madrugada a causa de un paro cardíaco tras complicaciones de la cirugía de prótesis de cadera a la que se sometió el 10 de enero.

“Una persona inocente pudo ser condenada”

Los últimos años de la vida del Cardenal Pell han estado marcados por su paso de más de un año por la prisión después de ser condenado por cinco cargos relacionados con el abuso de dos niños del coro. En junio de 2002, el arzobispo Pell se apartó de sus funciones como arzobispo de Melbourne al ser acusado, por primera vez, de abusos sexuales a un menor. Una investigación eclesiástica no pudo encontrar pruebas suficientes para corroborar la acusación, que se remontaba a 1961.

Un año más tarde, el arzobispo Pell fue creado cardenal por el Papa Juan Pablo II. Como él mismo apuntaba en una entrevista con este motivo, predicar el mensaje de Cristo y presentar claramente la doctrina era, a su juicio, la única manera de garantizar el crecimiento y la fidelidad continuos de la Iglesia católica.

El cardenal Pell participó en el cónclave de 2005 que eligió al papa Benedicto XVI y en el de 2013 que eligió al papa Francisco. Fue nombrado por el Papa Francisco prefecto inaugural de la Secretaría para la Economía, función que desempeñó técnicamente de 2014 a 2019. Aunque, ya el 2017 Pell se tomó una excedencia de su cargo de prefecto para regresar a Australia y hacer frente a las acusaciones de abusos sexuales históricos a menores. Defendió incondicionalmente su inocencia durante todo el proceso que condujo a una condena el 11 de diciembre de 2018 por los cinco cargos en su contra. Dos días después, el Papa Francisco lo retiró de su círculo íntimo de cardenales.

El 13 de marzo de 2019, el cardenal Pell fue condenado a seis años de prisión. Después de 13 meses de encarcelamiento, fue liberado en abril de 2020 tras su segunda apelación.

Durante su estancia en prisión, ocho meses en régimen de aislamiento, el cardenal Pell escribió sus pensamientos y experiencias en el libro «Diario de prisión». El libro recoge las irregularidades existentes en su proceso, la soledad que vivió e incluso, el pesar por la sospecha que muchas personas de la Iglesia tenían hacia él y el abandono que sufrió dentro incluso de círculos eclesiásticos.

En una decisión dictada el 7 de abril de 2020, el Tribunal Superior de Australia anuló esa condena, concluyendo que existía «una posibilidad significativa de que una persona inocente haya sido condenada porque las pruebas no establecían la culpabilidad con el nivel de prueba requerido.»

El propio Papa Francisco agradeció el testimonio de fe, perdón y valentía del cardenal australiano en una reunión privada el 12 de octubre de 2020, seis meses después de que el Tribunal Superior de Australia anulara la condena del cardenal por cargos de abuso sexual.

El cardenal Pell apuntaba que su experiencia de condena injusta en la cárcel le ayudó a comprender el sufrimiento de Cristo: «quien no acepta su cruz y me sigue no puede ser mi discípulo», recordaba el cardenal que admitía que ese paso por el sufrimiento «lo hace difícil para los cristianos».

El presidente de la Conferencia Episcopal Católica Australiana, el arzobispo Timothy Costelloe, SDB, ha señalado que «el cardenal Pell ha proporcionado un liderazgo fuerte y claro dentro de la Iglesia católica en Australia, como arzobispo de Melbourne y arzobispo de Sydney y como miembro de la Conferencia Episcopal durante más de 25 años. Mientras le recordamos y reflexionamos sobre su legado, invito a todos los católicos y a otras personas de buena voluntad a unirse en oración por el cardenal Pell, un hombre de fe profunda y permanente, y por el descanso de su alma.»

Por su parte, el Arzobispo metropolitano de Sídney y Primado de Australia, mons. Anthony Fisher, O.P., ha celebrado la misa por el cardenal fallecido el 11 de enero en la catedral de Santa María de Sydney, en cuya cripta será enterrado.

Vida del cardenal George Pell

George Pell nació el 8 de junio de 1941 en Ballarat (Australia), hijo de George Arthur y Margaret Lillian Pell. Su padre era anglicano no practicante; su madre era una devota católica de ascendencia irlandesa.

Pell asistió al St. Patrick’s College de Ballarat de 1956 a 1959. Jugador destacado de fútbol, después de la universidad, fichó por lo que hoy es la Liga Australiana de Fútbol, pero entonces sintió la llamada al sacerdocio, por lo que comenzó sus estudios teológicos en 1960 en el seminario regional Corpus Christi College.

En 1963, Pell continuó sus estudios en la Pontificia Universidad Urbana de Roma, y se licenció en Teología en 1967. Durante su último año de estudios, fue ordenado sacerdote de la diócesis de Ballarat el 16 de diciembre de 1966, en la basílica de San Pedro del Vaticano.

En 1971, se doctoró en Filosofía e Historia de la Iglesia por la Universidad de Oxford (Inglaterra), y en 1982 obtuvo un máster en educación por la Universidad de Monash (Australia). Como sacerdote, ocupó diversos cargos parroquiales y diocesanos, entre ellos el de vicario episcopal para la educación y rector del seminario de Corpus Christi.

En 1987, George Pell fue nombrado obispo auxiliar de Melbourne (Australia). El 16 de julio de 1996 fue nombrado arzobispo de Melbourne, Cinco años más tarde, el 26 de marzo de 2001 fue nombrado arzobispo de Sydney, y su toma de posesión tuvo lugar el 10 de mayo de 2001.

En junio de 2002, el arzobispo Pell se apartó de sus funciones al ser acusado, por primera vez, de abusos sexuales a un menor. Una investigación eclesiástica no pudo encontrar pruebas suficientes para corroborar la acusación, que se remontaba a 1961.

En un consistorio celebrado el 21 de octubre de 2003, el arzobispo Pell fue creado cardenal por el Papa Juan Pablo II.

Asimismo, fue miembro de diversos cargos en la Curia romana. Allí formó parte del Consejo Pontificio para la Paz y la Justicia, la Congregación para la Doctrina de la Fe y la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. En 2002, fue nombrado presidente de Vox Clara, el comité que asesora al Culto Divino y a los Sacramentos sobre las traducciones litúrgicas al inglés. También fue consultor del Pontificio Consejo para la Familia. Fue miembro del comité directivo de la Comisión Católica Internacional de Migraciones, y miembro del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización. En 2012, fue nombrado miembro de la Congregación para los Obispos.

El cardenal Pell participó en el cónclave de 2005 que eligió al papa Benedicto XVI y en el de 2013 que eligió al papa Francisco. Fue nombrado por el Papa Francisco prefecto inaugural de la Secretaría para la Economía, función que desempeñó técnicamente de 2014 a 2019. Su visión y empeño en restaurar la limpieza y la transparencia en las finanzas vaticanas le granjeó no pocas presiones.

En 2017, el cardenal Pell se tomó una excedencia de su cargo de prefecto para regresar a Australia y hacer frente a las acusaciones de abusos sexuales históricos a menores. Él profesó incondicionalmente su inocencia durante todo el proceso que condujo a una condena unánime el 11 de diciembre de 2018 por los cinco cargos en su contra. Dos días después, el Papa Francisco lo retiró de su círculo íntimo de cardenales.

La condena del cardenal Pell se hizo pública el 26 de febrero de 2019. El arzobispo Mark Coleridge de Brisbane, entonces presidente de la Conferencia Episcopal Australiana, dijo en un comunicado en ese momento que «la noticia de la condena del cardenal George Pell por cargos históricos de abuso sexual infantil ha conmocionado a muchos en toda Australia y en todo el mundo, incluidos los obispos católicos de Australia».

El 13 de marzo de 2019, el cardenal Pell fue condenado a seis años de prisión con un período de no libertad condicional de tres años y ocho meses. Después de 13 meses de encarcelamiento, fue liberado en abril de 2020 tras su segunda apelación. Apenas un año más tarde, el Tribunal Superior de Australia anulaba esa condena, concluyendo que existía «una posibilidad significativa de que una persona inocente haya sido condenada porque las pruebas no establecían la culpabilidad con el nivel de prueba requerido.»

Libros

Álvaro Sánchez León: “Ratzinger no fue un clerical”

"Emérito. Rebobinando a Ratzinger" llega a las librerías con un retrato coral del Papa emérito que el mundo despidió el último día de 2022.

Maria José Atienza·11 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 6 minutos

Emérito. Rebobinando a Ratzinger firmado por el periodista Álvaro Sánchez Leon dibuja un retrato multicolor del Papa Benedicto XVI. Mas de 40 testimonios cercanos de colaboradores, amigos, biógrafos de Ratzinger y vaticanistas conforman un cuadro único y sorprendente que nos presenta al sacerdote, vecino de Borgo Pío y casi desconocido, al teólogo profundo y sereno, al Papa humilde que se echó a un lado a pesar de la incomprensión de muchos.

Álvaro Sánchez León (Sevilla, 1979) periodista freelance especializado en entrevistas y reportajes sociales y autor, entre otros títulos de En la tierra como en el cielo. Historias con alma, corazón y vida de Javier Echevarría (Rialp, 2018) o España en pause (2022) habla con Omnes sobre este nuevo libro sobre un Benedicto XVI distinto y, al mismo tiempo, cercano.

En Emérito. Rebobinando a Ratzinger usted ofrece diferentes retratos de Benedicto XVI ¿Qué le ha llamado más la atención? ¿Ha sido el Papa emérito para usted también un nuevo descubrimiento?

–Este libro es un único retrato pintado con palabras, pero realizado con diferentes técnicas periodísticas. Con voces de personas que le han tratado de primera mano, con sus textos, sus palabras, sus acciones y su impronta, trato de enfocar en directo sobre el alma de una persona que fue Papa y que será, siempre, una bombona de oxígeno para toda la Iglesia.

Mi especialidad profesional son las entrevistas que buscan conocer a las personas a fondo. En este caso, hago una entrevista polifónica con el deseo de dar en el blanco de una de las figuras mundiales más potentes de nuestro tiempo. 

Me han llamado la atención muchas cosas: la bondad auténtica, la inteligencia cercana, la coherencia, la sencillez… La vida de Ratzinger es una línea recta ascendente. Si se sigue de cerca, uno también se eleva.

Para mí ha sido un descubrimiento meterme a fondo en su alma, en su historia, en el más allá de su mirada, y comprobar hasta qué punto una persona que reza, que piensa y que vive con naturalidad lo que ama puede transformar todo lo que toca con una discreción maravillosa.

Usted recoge también semblanzas del Ratzinger más cercano, ese sacerdote discreto que vivía en Borgo Pio ¿cómo era el Ratzinger de «a pie»?

–Joseph Ratzinger ha sido -¡es!- una persona sencilla a la que solo han entendido de verdad la gente sencilla, por eso el barrio romano de Borgo Pio, en el que vivió desde que aterrizó en Roma para liderar la Congregación para la Doctrina de la Fe hasta que fue elegido Papa, es la salsa urbana donde conocemos mejor a la persona, sin aditamentos curiales, y sin reconocimientos académicos.

El portero de su edificio en la plaza de Cittá Leonina, el zapatero, el sastre, el panadero o el camarero de enfrente de su casa le recuerdan así, como un sacerdote bueno con alergia a darse importancia. Tímido, pero cercano.

Han pasado los años, y todos estos personajes anónimos cruciales a los que he entrevistado se emocionan al hablar de él, porque de tanto abrirles su alma, escuchar sus historias y contemplar su bondad, le consideran como alguien de la familia a quien tuvieron el honor de conocer de rebote. Probablemente, a muchos de ellos esos encuentros de barrio le hayan cambiado la vida.  

Ratzinger es un modelo interesante para que muchos hombres de jerarquía eclesiástica vuelvan a meditar cómo se ejerce un cargo en la Iglesia y por qué no importan nada los puestos si no sirven para hacerse santos por el camino.

Álvaro Sánchez León. Autor de «Emérito. Rebobinando a Ratzinger»

La vocación sacerdotal y la vida de los sacerdotes ha sido una de las “pasiones” teológicas de Benedicto XVI ¿Qué destaca de su concepción del sacerdocio y de su vocación?

–El día de la ordenación sacerdotal fue el más feliz de su vida, como cuenta él mismo en su autobiografía. Desde pequeño, el joven Joseph fue educado en un hogar cristiano en el que seguir la voluntad de Dios era el mejor regalo para uno mismo. Con una guerra mundial como preseminario, su alma sacerdotal se forjó en una relación interior muy estrecha con el único modelo de su vida: Jesucristo.

Ratzinger fue “un sacerdote que arde” hasta el final de sus días. Su ejemplo sin querer dar ejemplo puede ser el mejor pulmón para algunos sacerdotes a los que las circunstancias de la vida les han congelado el corazón.

De su sacerdocio, llaman la atención unas cuantas cosas, porque resultan atractivas y muy contagiosas. Por un lado, él entiende el sacerdocio como un puente entre Dios y los hombres que solo funciona si su vida interior es el pilar fundamental. Por otro, su sacerdocio son brazos abiertos a toda la humanidad. Aunque tuvo poca práctica pastoral, porque enseguida fue requerido por la jerarquía de la Iglesia para ser obispo, cardenal, y Papa, utilizó su sensibilidad intelectual para consolar, con su búsqueda de la verdad, a muchas cabezas y a muchos corazones inquietos.

De su biografía sin fuegos artificiales, atrae su visión del sacerdote como servidor a quien no se le caen los anillos, aunque sean anillos de Pedro. Ratzinger es un modelo interesante para que muchos hombres de jerarquía eclesiástica vuelvan a meditar cómo se ejerce un cargo en la Iglesia y por qué no importan nada los puestos si no sirven para hacerse santos por el camino.

Y un apunte final, muy luminoso. Aunque Ratzinger quiso ser sacerdote desde pequeño y le pedía a los Reyes breviarios infantiles, nunca fue una persona clerical. Entendió perfectamente el papel de los laicos en la Iglesia y dio alas a todos los movimientos que ayudaban a las personas a encontrarse con Dios en medio del mundo. Era un universitario tan todoterreno, que su ministerio sacerdotal era un abrazo a toda la humanidad con los brazos hermanados de la razón y la fe.

Benedicto XVI
Benedicto XVI firma una copia de «Caritas in Veritate» ©CNS photo/L’Osservatore Romano via Catholic Press Photo

¿Qué legado deja en la Iglesia Benedicto XVI? 

–Cuando Benedicto XVI renunció ya se hizo ese balance, aunque quizá ahora que han pasado diez años somos más conscientes de ese legado. De todas formas, es pronto para hablar de herencia con seguridad.

Mi impresión es que Benedicto XVI dejó una Iglesia más clara, más esencial, más dependiente de Jesucristo, más equilibrada entre razón y emoción, más serena, más fiel, y más moderna en su apertura a las periferias intelectuales.

Hay muchas personas no practicantes que viven una sed potente de trascendencia, pero no encuentran en la Iglesia una respuesta. Por lo que sea. Muchas de esas personas se sienten muy a gusto leyendo a Benedicto XVI, porque entienden que su magisterio está tan unido a la Verdad hecha carne que no deja a nadie indiferente. Comprueban que sus palabras no son teoría, sino vida en primera persona, y eso es tan auténtico que derriba muchos prejuicios e ilumina las ilusiones que satisfacen el fondo de nuestros corazones.

La renuncia de Benedicto XVI ha sido uno de los acontecimientos que ha marcado la Iglesia en los últimos decenios y, al mismo tiempo, difícilmente comprensible para muchos católicos. ¿Cómo se entiende esta decisión?

–Cualquier persona que conozca el alma de Ratzinger sabe que aquella decisión tomada en conciencia solo puede ser el resultado del consenso virtuoso entre la voluntad de Dios y la libertad del hombre.

Sobre aquella renuncia hay miles de thrillers y muchas películas montadas, pero él mismo explicó en más de una ocasión que fue una decisión adoptada por motivos de salud. Punto. No hay más cera que la que arde. Así de sencillo es el discurrir vital del papa emérito. Él, que es listo y humilde, y se conoce, sabe que para ser Papa necesita un vigor que no tiene, y deja paso.

Muchas personas han entendido mejor a este hombre grande después de aquella renuncia discreta. Pasar a un segundo plano voluntariamente es algo que no se entiende en esta sociedad de focos, poder y gloria. Bajar a la trastienda para rezar por la unidad de la Iglesia y ser feliz detrás del telón es una enseñanza como un templo.

Los católicos que se dedican a juzgar intenciones eso no lo entenderán nunca.

Los católicos y los no católicos que valoran la libertad de las conciencias rectas no solo respetan, sino que aplauden la vida de verdad de un sacerdote valiente que ha apostado todas sus cartas al juicio exclusivo de lo que piense Dios.


Emérito. Rebobinando a Ratzinger, editado por la editorial Palabra y que saldrá muy pronto a la venta, ha contado con los testimonios, entre otros, de quien fuera el director de Comunicación del Vaticano durante el pontificado de Benedicto XVI, Federico Lombardi; su secretario personal, Monseñor Georg Gänswein o el prelado del Opus Dei, Fernando Ocáriz, pero también personajes anónimos como  otros anónimos, como el sastre, el zapatero o el panadero de Benedicto XVI desde su época de cardenal.

Vaticano

El vídeo del Papa, enero 2023

El Papa Francisco ha publicado un vídeo con la intención que encomienda a la Red Mundial de Oración. Estos vídeos, de carácter mensual, tienen como objetivo unirse al Papa en la oración por propósitos concretos del Santo Padre.

Paloma López Campos·10 de enero de 2023·Tiempo de lectura: < 1 minuto

El Papa Francisco ha hecho pública su intención de oración para el mes de enero. A través de esta iniciativa, Francisco encarga a su Red Mundial de Oración propuestas concretas para que todo el mundo rece con él por diversas intenciones. Esta vez pide que se rece por los educadores:

“Quiero proponer a los educadores que añadan un nuevo contenido en la enseñanza: la fraternidad. La educación es un acto de amor que ilumina el camino para que recuperemos el sentido de la fraternidad, para que no ignoremos a los más vulnerables. El educador es un testigo que no entrega sus conocimientos mentales, sino sus convicciones, su compromiso con la vida. Uno que sabe manejar bien los tres lenguajes: el de la cabeza, el del corazón y el de las manos, armonizados. Y de ahí la alegría de comunicar. Y ellos serán escuchados mucho más atentamente y serán creadores de comunidad. ¿Por qué? Porque están sembrando este testimonio. Oremos para que los educadores sean testigos creíbles, enseñando la fraternidad en lugar de la confrontación y ayudando especialmente a los jóvenes más vulnerables”.

A continuación, el Vídeo del Papa:

Vaticano

Papa Francisco: “No es una opción posible vivir indiferentes ante el dolor»

El Vaticano ha hecho público el mensaje del Papa Francisco por la Jornada Mundial del Enfermo que se celebra el 11 de febrero de 2023.

Paloma López Campos·10 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 4 minutos

El Papa Francisco ha publicado un breve mensaje por la XXXI Jornada Mundial del Enfermo, que se celebra el próximo 11 de febrero. El Santo Padre ha comenzado advirtiendo de que “la enfermedad forma parte de nuestra experiencia humana. Pero, si se vive en el aislamiento y en el abandono, si no va acompañada del cuidado y de la compasión, puede llegar a ser inhumana”.

Francisco indica que estas experiencias de la enfermedad nos permiten “ver cómo estamos caminando: si realmente caminamos juntos, o si vamos por el mismo camino, pero cada uno lo hace por su cuenta, velando por sus propios intereses y dejando que los demás se las arreglen”.

Los enfermos y el camino sinodal

El Papa invita a que, teniendo en cuenta el camino sinodal, aprovechemos la Jornada Mundial del Enfermo para “reflexionar sobre el hecho de que, es precisamente a través de la experiencia de la fragilidad y de la enfermedad, como podemos aprender a caminar juntos según el estilo de Dios, que es cercanía, compasión y ternura”.

Haciéndose eco de un pasaje del libro del profeta Ezequiel, Francisco reflexiona que “la experiencia del extravío, de la enfermedad y de la debilidad forman parte de nuestro camino de un modo natural, no nos excluyen del pueblo de Dios; al contrario, nos llevan al centro de la atención del Señor, que es Padre y no quiere perder a ninguno de sus hijos por el camino”. Es, por tanto, el mismo Dios quien nos enseña a “ser verdaderamente una comunidad que camina unida, capaz de no dejarse contagiar por la cultura del descarte”.

La encíclica Fratelli Tutti

El Papa recuerda su encíclica Fratelli Tutti, firmada el 3 de octubre de 2020, en la cual profundiza en la parábola del buen samaritano que Jesús cuenta en el Evangelio. Dice Francisco sobre este parábola: “La escogí como eje, como punto de inflexión, para poder salir de las “sombras de un mundo cerrado” y “pensar y gestar un mundo abierto” (cf. n. 56)”.

Reclamando la actualidad del mensaje que se pronuncia en el citado pasaje del Evangelio, el Santo Padre afirma que “existe una conexión profunda entre esta parábola de Jesús y las múltiples formas en las que se niega hoy la fraternidad”. Así, continuando con la comparación, observa que “el hecho de que la persona golpeada y despojada sea abandonada al borde del camino, representa la condición en la que se deja a muchos de nuestros hermanos y hermanas cuando más necesitados están de ayuda”.

Analizando la situación de la víctima de la parábola, el Papa dice que “lo importante aquí es reconocer la condición de soledad, de abandono. Se trata de una atrocidad que puede superarse antes que cualquier otra injusticia, porque, como nos dice la parábola, todo lo que se necesita para eliminarla es un momento de atención, el movimiento interior de la compasión”. La actitud del samaritano, pues, “sin siquiera pensarlo, cambió las cosas, generó un mundo más fraterno”.

El miedo a la fragilidad

Francisco continúa su mensaje con una afirmación rotunda: “nunca estamos preparados para la enfermedad”. El Papa va más allá cuando dice que “tenemos miedo a la vulnerabilidad y la cultura omnipresente del mercado nos empuja a negarla. No hay lugar para la fragilidad. Y, de este modo, el mal, cuando irrumpe y nos asalta, nos deja aturdidos”.

Las consecuencias de esto se dejan ver pronto y “puede suceder, entonces, que los demás nos abandonen, o que nos parezca que debemos abandonarlos, para no ser una carga para ellos. Así comienza la soledad, y nos envenena el sentimiento amargo de una injusticia, por el que incluso el Cielo parece cerrarse”.

No solo se ven afectadas las relaciones con los demás, sino que también “nos cuesta permanecer en paz con Dios”. Ante esto, el Papa considera necesario que “toda la Iglesia, también en lo que se refiere a la enfermedad, se confronte con el ejemplo evangélico del buen samaritano, para llegar a convertirse en un auténtico hospital de campaña”.

La experiencia de la fragilidad es un recordatorio de que “todos somos frágiles y vulnerables; todos necesitamos esa atención compasiva, que sabe detenerse, acercarse, curar y levantar. La situación de los enfermos es, por tanto, una llamada que interrumpe la indiferencia y frena el paso de quienes avanzan como si no tuvieran hermanas y hermanos”.

La Jornada Mundial del Enfermo

Por todo esto, la Jornada Mundial del Enfermo es importante y actual, ya que “no sólo invita a la oración y a la cercanía con los que sufren. También tiene como objetivo sensibilizar al pueblo de Dios, a las instituciones sanitarias y a la sociedad civil sobre una nueva forma de avanzar juntos”. 

Volviendo al pasaje evangélico mencionado, el Papa dice que la conclusión de la parábola del buen samaritano nos sugiere cómo el ejercicio de la fraternidad, iniciado por un encuentro de tú a tú, puede extenderse a un cuidado organizado”.

Recordando la gran crisis iniciada por la pandemia del COVID 19, Francisco comenta que “los años de la pandemia han aumentado nuestro sentimiento de gratitud hacia quienes trabajan cada día por la salud y la investigación. Pero, de una tragedia colectiva tan grande, no basta salir honrando a unos héroes”. Es esencial que “la gratitud vaya acompañada de una búsqueda activa, en cada país, de estrategias y de recursos, para que a todos los seres humanos se les garantice el acceso a la asistencia y el derecho fundamental a la salud”.

“Cuida de él”

El Papa finaliza su mensaje con el reclamo que hace Jesucristo a través de la parábola: «Cuida de él» (Lc 10,35) es la recomendación del samaritano al posadero. Jesús nos lo repite también a cada uno de nosotros, y al final nos exhorta: «Anda y haz tú lo mismo». Como subrayé en Fratelli tutti, «la parábola nos muestra con qué iniciativas se puede rehacer una comunidad a partir de hombres y mujeres que hacen propia la fragilidad de los demás, que no dejan que se erija una sociedad de exclusión, sino que se hacen prójimos y levantan y rehabilitan al caído, para que el bien sea común» (n. 67)”.

Las situaciones de dolor nos recuerdan que «hemos sido hechos para la plenitud que sólo se alcanza en el amor. No es una opción posible vivir indiferentes ante el dolor» (Encíclica Fratelli Tutti, n. 68).

Francisco ha invitado también a que “el 11 de febrero de 2023, miremos también al Santuario de Lourdes como una profecía, una lección que se encomienda a la Iglesia en el corazón de la modernidad. No vale solamente lo que funciona, ni cuentan solamente los que producen. Las personas enfermas están en el centro del pueblo de Dios, que avanza con ellos como profecía de una humanidad en la que todos son valiosos y nadie debe ser descartado”. Junto a esto, el Papa ha encomendado la intercesión de la Virgen María para todos los enfermos y las personas que se encargan de ellos, y les ha enviado su bendición.

Vocaciones

«Todo para ti», el testimonio de un joven seminarista

Un joven que deja su trabajo y entra en el seminario, enamorado de Dios, de las vocaciones, de la Eucaristía. Diego de La-Chica cuenta en Omnes su testimonio como seminarista.

Paloma López Campos·10 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 5 minutos

“Si tuviésemos fe, veríamos a Dios escondido en el sacerdote como una luz tras el cristal, como el vino mezclado con agua”. Esto afirmó el Santo Cura de Ars. Diego de La-Chica, un joven seminarista, tiene un corazón enamorado de Dios que ha entregado por completo para ser ese cristal que deje pasar la luz. En Omnes cuenta su testimonio en el seminario, explicando su día a día, lo que más le impresiona de su vocación y su relación con Cristo.

¿Cómo pasas de ser un estudiante de Psicología a ser seminarista en Navarra?

Yo ya estaba trabajando, había terminado la carrera y había hecho el máster. Antes de empezar el máster, yo ya lo veía más o menos claro, pero me daba bastante vértigo. Antes de terminar el máster, que era de un año y medio, cuando llevaba un año, me lancé. Hablé con el rector y realicé un año de propedéutico, que es un tiempo de introducción que es obligatorio en España.

Durante el año de propedéutico yo cada vez iba teniendo más ganas porque iba viendo que el Señor me estaba llamando. Lo más difícil fue dejar el trabajo. Llevaba cinco meses trabajando en Proyecto Hombre, estaba en la parte residencial, con personas que pasan nueve meses ahí ingresados. Aprendía mucho de ellos, me lo pasaba muy bien. Era un trabajo muy bonito que me gustaba mucho y es lo que más me ha costado dejar.

¿Tu labor como psicólogo y tus estudios te ayudan a entender cosas o te permiten proyectarte mejor en tu labor como sacerdote?

Claro que me han ayudado, en el seminario tenemos dos asignaturas de psicología. En Proyecto Hombre me di cuenta de que muchas personas tenían problemas que no eran de carácter psicológico o físico, sino espiritual. 

Yo creo que la psicología es muy importante. En la dirección espiritual, en la confesión o para la labor en las parroquias conviene que sepas de psicología, para poder entrar bien, para conocer las causas.

A pesar de todo, la misericordia del Señor es la única que sabe, pero tú puedes ayudar a que vean desde el punto de vista de la psicología. Esto hay que matizarlo, pero creo que en eso los estudios puede ayudar.

¿Cómo es tu día a día en el seminario?

Cambia mucho el horario de lunes a viernes pero nosotros, a excepción del lunes, tenemos oración personal a las siete y cuarto. A las ocho menos cuarto hay Misa con laudes, a las ocho y media desayuno. Luego, de nueve y cuarto hasta la una y cinco o dos menos diez, depende de las asignaturas, tenemos clase.

Después hacemos la hora intermedia, una oración de la Liturgia de las Horas. Al terminar, comemos, recogemos y limpiamos. De tres a cuatro solemos tener tiempo libre, que se dedica casi siempre al deporte. A las cinco y media tenemos merienda y después, dependiendo del día, hay lectio divina, adoración, formación con visitas externas, etc.

Después de cenar, algunos rezamos el Rosario, luego hacemos completas (otra oración) y a partir de las diez hay silencio hasta la mañana siguiente.

En tus manos van a estar el Cuerpo y la Sangre de Cristo, tú vas a ser otro Cristo, ¿cómo reaccionas al saber eso?

Depende del momento. Algunas veces lo piensas y es una pasada, una locura. Hay veces que tengo sensación de vértigo y de miedo porque soy un pecador, sigo igual de pecador que siempre. Muchas veces no somos conscientes pero en alguna asignatura, en la que vamos hablando de las partes de la Misa, hemos profundizado en el misterio, en el lenguaje apocalíptico y su modo de plasmarse en la Santa Misa, y lo vas pensando, lo vas viviendo, y cuando lo ves alucinas.

Hay una tontería que me ocurre mucho y es que hay un momento en la Misa en el que soy consciente de que está Cristo, detrás de Cristo, sosteniendo a Cristo. Cuando el sacerdote, que es Jesús, eleva a Jesús Eucaristía detrás de Cristo altar, es una locura.

Cuanto más consciente eres de lo que es la Misa, de lo que significa cada cosa, todo se vuelve más bonito y, a la vez, te das cuenta de que es algo serio. De hecho creo que el demonio muchas veces ataca con eso, tanto con hacerte pensar que no hay más, que lo importante es solo la Eucaristía y que todo lo demás da igual; o te hace ver que no eres nada y que no mereces nada de esto. Si bien, es verdad que no lo merecemos, no podemos hacer nada que nos haga merecer sostener a Cristo, y menos aún consagrar su Cuerpo y su Sangre.

¿Es saber que vas a consagrar lo que más te impresiona de tu vocación?

Yo diría que sí. Eso y el perdonar pecados que es también una locura. O el bautizar, hacer que alguien sea hijo de Dios. Muchas veces lo vemos de refilón, pero todos los sacramentos son una pasada.

¿Qué tiene que tener claro un chico antes de entrar al seminario?

No hay nada que se pueda imponer, de decir que tiene que tenerlo claro al 100%, porque entonces nadie entraría en el seminario. Lo único es que realmente esa persona, en mayor o menor medida, sea consciente de que Dios le está salvando y que la vocación no es una cosa para ti. Ahora no hablo solo del sacerdocio, cualquier vocación es de entrega. El matrimonio es claramente una entrega completa a Dios a través de tu marido o de tu mujer.

Hay que tener clara, en mayor o menor medida, la entrega, y que la vocación es un don que no mereces, que es para servir a Dios y saber que Él te ha salvado. Si no ves a Cristo como salvador, no tiene sentido que entres al seminario.

Es importante también ser capaz de amar las demás vocaciones y estar dispuesto a lo que te pida el Señor. En general, para saber cuál es tu vocación, para poder escuchar a Dios y saber lo que te está pidiendo realmente, tienes que estar dispuesto a cualquier vocación a la que te llame. Para eso tienes que amar esas vocaciones. Otra cosa es que veas que no es lo tuyo, eso es normal.

¿Ha cambiado tu relación con Cristo desde que estás en el seminario y sabes que vas a ser sacerdote?

En parte sí y en parte no. La oración cada vez es más fácil, cada vez hay más temas, igual que con un amigo. En ese sentido, yo diría que ha cambiado la relación en cuanto que es más, pero no en cuanto a diferente.

Durante la lectio divina cogemos las lecturas del domingo, las meditamos y compartimos entre nosotros lo que el Señor nos dice en esa oración. Ahí sí que noto que Dios habla de muchas formas y una de ellas es a través de la gente.

Cuando estaba en Proyecto Hombre había un hombre, ateo declarado, que me vacilaba mucho por ser católico. Nos llevábamos muy bien y un día me pidió que le bautizara. Yo le dije que no podía porque, sin ser sacerdote, solo le podía bautizar en peligro de muerte. Él me respondió que, por no estar bautizado, ya estaba en peligro de muerte. Dios habla mucho a través de estas cosas y eso lo noto mucho especialmente en la lectio.

Este es uno de los puntos que más me ayuda y más me gusta del seminario en la oración. Es una locura que, cuando estás en la iglesia ayudando, escuchas las lecturas varias veces, recuerdas lo que tus compañeros han dicho porque el Señor les ha inspirado y eso también te habla a ti. Disfrutas la Misa muchísimo. Rezas y estás con el Señor muy cerca.

Acolitar, ser monaguillo, es una locura. Tienes a Dios a dos metros en el momento de la Consagración. Vas viendo, vas entendiendo las cosas que Dios te quiere decir.

La oración al final es conocer y hablar con Dios que te conoce, te ama. Le vas conociendo, te dejas conocer más por Él, te conoces más a ti mismo y te sorprendes de cómo Dios te ha ido ayudando en cada momento. Te das cuenta de los signos y señales que Él ha ido dejando para que te des cuenta de cuál es tu vocación, que pueden ser cosas muy pequeñas pero que son para ti, que es el lenguaje que tú necesitas. El Señor lo hace todo para ti y es maravilloso.

Cultura

Luis López Anglada: “No me faltes mañana”

Maestro del soneto, su voz poética es fácilmente reconocible por su clasicidad, su transparencia, su fervor, su fluidez, su humana sencillez y su aliento positivo, consiguiendo crear desde la emoción más viva un mundo muy personal donde la belleza es caudal constante de inspiración y gozo. 

Carmelo Guillén·10 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 5 minutos

Tuve ocasión de tratarlo a partir de mi servicio militar; me abrió las puertas de su casa y de su familia; me regaló su amistad; me dedicó uno de sus libros (Brindis), que le prologué; acabó siendo una de esas personas a las que se les echa en falta cuando desaparecen físicamente. El valdepeñero Paco Creis, uno de sus más acendrados confidentes, señaló tres rasgos de su carácter que vale la pena tener en cuenta: pureza en el amor, claridad en la fe y limpieza en sus ideales; tres rasgos que lo definen humana y espiritualmente y es que, además de ser un excelente y prolífero poeta, lo tuvimos por una persona cercana, viva, entusiasta, de ésas que compensa frecuentar. Su hogar ―sobre todo, aquella habitación madrileña rodeada de libros y cuadros que constituía su despacho― fue marco de muchísimas tertulias donde la lectura de versos, tanto suyos como de los contertulios, corrió como el vino en un interminable festín.

En perfecta consonancia se unían, pues, en López Anglada su bonhomía, su cordialidad, su capacidad de escucha y, por supuesto, su creatividad poética. Dentro de ésta última, hay un hilo sutil que la configura: la naturalidad. Desde ella fue capaz de abordar cualquier tema dotándolo de consistencia lírica. De manera especial, destaca el amor esponsal, presente a lo largo de su trayectoria literaria, aunque quizás convenga ampliar el arco temático a todo lo que le rodeaba: sus hijos, su patria, su profesión militar, su ciudad de nacimiento (Ceuta), la localidad abulense de Fontiveros (allí están enterrados sus restos junto con los de Maruja, su esposa), Burgohondo (Ávila), sus autores favoritos (santa Teresa de Jesús, san Juan de la Cruz, Antonio Machado, Gerardo Diego), sus amigos y, sin lugar a dudas, Dios, al que cantó en múltiples ocasiones de manera chispeante como una presencia continuada en su transcurrir personal, visible particularmente en Territorio del sueño, con el que consiguió el Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística en 1995: un libro de madurez, escrito casi en el “arrabal de la senectud”, como diría Jorge Manrique, pero fresco, emocionante, lleno de luminosidad, con la sabia experiencia del que tiene claro que “a la vida es preciso llenarla de esperanzas”.

Autobiografía poética

Es, en realidad, su propia biografía, en el trajín de la edad, a lo que él constantemente canta, como si la existencia fuera un “hoy es siempre todavía” en el decir machadiano. Y se le ve en pleno enamoramiento, escribiendo una de las historias amorosas más gozosas, pulcras, apasionadas y hermosas de la poesía española de posguerra, donde la amada tiene nombre propio o bien se le llama “amiga”, o “amor mío”, o es un continuo referente al que apela sin cesar; y así, lo mismo le inspira un soneto que una oda, porque ella es: “la lucha que levanta / el alma de la arena y al cuerpo de las horas” y, desde que la conoce, “solo importa este huerto / de nieves y azucenas rodeado / donde tú, exacta y única, / completas el destino llevándome al mañana”. Poesía toda ella íntegra, pundonorosa, optimista, de la más excelsa de la lírica contemporánea, de la que mueve al agradecimiento a Dios por tan alentadora fuente de inspiración. Y es aquí, precisamente aquí, en sus poemas amorosos, donde se contienen gran parte de sus versos más inspirados

Y junto a la amada —fruto del amor mutuo—los hijos. Desde el primogénito: “pétalo casi, pequeño / pero presente, / continuándome la vida / para siempre”, hasta aquélla que se entrega al oficio de la alfarería: «Tengo una de mis hijas alfarera. Sabedlo, amigos; con sus manos toma / el barro y me fabrica una paloma (…)”; pasando por la experiencia de los ocho primeros descendientes, a los que celebra en inspirados sonetos aunados en “Redondel de los ocho niños” o por la contemplación del conjunto de su prole: «Tierra y amor la descendencia mía; / tierra para el dolor y luz que ardía / para encender los ámbitos sombríos / donde hoy estáis y todo es ya blancura, / donde hoy la tierra es infantil y pura, / donde hoy os vemos Dios y yo, hijos míos”. Sin lugar a dudas, muestras de poemas a favor de su progenie no le faltan. 

Al mismo tiempo, son los amigos —sobresalen poetas y pintores— otra de sus preferencias. Al ser frecuentes las composiciones que les escribe, dejo de lado centrarme en alguna concreta. Sin teorías, sin planteamientos abstractos, en cada una de ellas hace gala de su culto perseverante a la amistad con textos encomiásticos, emotivos, atentos a sacar de los demás, en palabras de Pedro Salinas, “su mejor tú”.

Territorio del sueño

Con todo, y como ya apunté, Dios es su más intensa vivencia íntima. Por lo general, en sus primeros poemarios le canta o lo nombra vinculándolo a su amada. Será con el transcurso de los años cuando su presencia se haga más sólida, directa, cruda y llameante; a veces enhebrada con el tema de la muerte. Territorio del sueño es, en este sentido, como ya dije, su gran poemario religioso. Aunque tiene editados otros libros en los que se acerca fervientemente a concretos acontecimientos de la biografía sanjuanista o a la de santa Teresa de Jesús, o revive de modo versificado la inolvidable visita que hizo en compañía de su esposa a Tierra Santa en 1983, no es sino en este poemario con el que alcanza su más honda expresión de acercamiento a Dios. De este modo, el volumen se presenta en principio como una sucesión de poemas desasosegados, interrogativos, en los que prevalece la idea calderoniana de que esta vida es posiblemente un sueño —la auténtica será la que venga después: la vida eterna—. Lo sea o no, no lo impulsa al pesimismo, a la desolación, sino al convencimiento —se constata una y otra vez— de que Dios está de su parte: “Tú, a mi lado, escuchándome”, y de que el mero hecho de pensar en él le es más que suficiente para confirmar su existencia: «Yo pienso, luego existes”, consideración que no hay que entender como una proyección de su propia conciencia sino como una realidad distinta de sí mismo a la que se dirige fundamentalmente con el apelativo «Señor». Así, los poemas se suceden de manera dialógica, discurriendo por algunos de las inquietudes más acuciantes de su trayectoria vital: sus hijos, sus desazones interiores o la constatación de su misma existencia en el mundo.

La temporalidad

A estos primeros textos le sigue un curioso apartado repleto de imágenes surrealistas, “Parábolas”, constituido por cinco poemas de orientaciones muy diversas y con un hilo común: la temporalidad como lugar donde se forja la existencia del ser humano y en el que caben los sueños, las esperanzas, las alegrías e incluso el pensamiento de otra posible vida futura. Sección a la que sigue “Salida a la luz»: cuatro composiciones escritas igualmente en una atmósfera compleja, arrebatada, de sabor casi lorquiano, en las que se confunden distintos episodios enmarcados en la infancia del poeta, en su batalla con las palabras y en su afán por descubrir puntos de luz a los que aferrarse,

El final del Territorio del sueño lo forma el apartado “Cara a cara”: nueve sonetos de sabor eucarístico —sabiamente construidos, emotivos, confidenciales, muy en la línea de la poesía angladiana, pero deliciosos como falsillas para la oración— que descubren una vez más al poeta cargado de humanidad y sencillez que fue López Anglada, convencido de que “vivir es mañana”, por eso deja escrito en un magnífico poema de La mano en la pared —por cierto, también con espléndidos textos religiosos: “Mi corazón recuerda que vivir es mañana. / (…) Alma mía, / ya está todo dispuesto. No me faltes mañana”. Con esa mira vivió en plenitud.

Vaticano

El Papa denuncia los «intentos de foros internacionales de imponer un pensamiento único»

El discurso del Santo Padre al cuerpo diplomático ha tratado temas como el derecho a la vida, la libertad religiosa, el totalitarismo ideológico y la condena de la carrera armamentística mundial.

Maria José Atienza·9 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 4 minutos

La Sala de la Bendición ha acogido la Audiencia a los Miembros del Cuerpo Diplomático acreditados ante la Santa Sede para la presentación de saludos de Año Nuevo al Papa Francisco.

Un discurso amplio tanto en extensión como en contenido. El encuentro del Papa Francisco con los miembros del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede ha sido el escenario de una “invocación por la paz en un mundo que ve cómo crecen las divisiones y las guerras” como ha querido señalar el Papa.

El Papa ha vuelto a referirse a la tercera guerra mundial que vivimos actualmente “a trozos” y ha querido recordar las claves de la Encíclica Pacem in terris de san Juan XXIII, de la que se cumplen 60 años y que sigue, por desgracia, de plena actualidad.

El Papa Francisco ha querido enmarcar su discurso en el sesenta aniversario de la Encíclica Pacem in terris de san Juan XXIII. Como ha querido apuntar el pontífice, la amenaza nuclear que entonces se cernía sobre el mundo “es evocada todavía hoy, arrojando al mundo en el miedo” y ha señalado directamente su preocupación ante“el estancamiento de las negociaciones acerca del reinicio del Plan de Acción Integral Conjunto, más conocido como Acuerdo sobre el programa nuclear iraní”.

“Hoy está en curso la tercera guerra mundial de un mundo globalizado, en el que los conflictos parecen afectar directamente sólo a algunas áreas del planeta, pero que implican sustancialmente a todos”, ha señalado el Papa. En esta guerra a pedazos, el Papa ha recordado el conflicto actual que vive Siria, el aumento de la violencia entre palestinos e israelíes, la situación del Cáucaso meridional, los dramas que viven las poblaciones de Burkina Faso, Malí y Nigeria y la situación de Myanmar. En todos ellos, ha denucniado el Papa se “ponen siempre de relieve las consecuencias letales de un continuo recurso a la producción de armamento”, una realidad ante la que Francisco ha afirmado tajantemente que “ninguna paz es posible allí donde proliferan instrumentos de muerte”.

El aborto, un ataque violento a la paz y la dignidad de la vida

El Papa ha querido seguir cuatro “bienes fundamentales” que recoge la Pacen in terris: la verdad, la justicia, la solidaridad y la libertad.

En relación a la primera, la Paz en la verdad, el Papa ha señalado que “la paz exige que ante todo se defienda la vida, un bien que hoy es puesto en peligro no sólo por los conflictos, el hambre y las enfermedades, sino demasiadas veces incluso desde el seno materno, afirmando un presunto “derecho al aborto”.

Una condena clara de las políticas abortistas y antinatalistas que se ha repetido en el discurso del Papa que ha apuntado el “’miedo’ a la vida, que en muchos lugares se traduce como temor al futuro y dificultades para formar una familia o tener hijos” y que lleva a la realidad de un invierno demográfico, como el europeo, difícilmente sobrellevable en un estado de bienestar.

En esta línea el Papa ha querido hacer “un llamado a las conciencias de los hombres y las mujeres de buena voluntad, particularmente de cuantos tienen responsabilidades políticas, para que trabajen por tutelar los derechos de los más débiles y se erradique la cultura del descarte, que lamentablemente incluye también a los enfermos, las personas discapacitadas y los ancianos”.

Denuncia del totalitarismo ideológico

Quizás uno de los puntos más fuertes del discurso a los diplomáticos de este año ha sido la denuncia de las faltas de libertad en el mundo realizada por el Papa. El Pontífice ha ido más allá de las “conocidas” faltas de para denunciar las “crecientes polarizaciones e intentos de diversos foros internacionales para que se imponga un pensamiento único, lo que impide el diálogo y margina a aquellos que piensan distinto”.

Frente a los representantes de diversas naciones del mundo el Santo Padre ha señalado “un totalitarismo ideológico, que promueve la intolerancia respecto al que no adhiere a supuestas posiciones de ‘progreso’” y que emplea “cada vez más recursos para imponer, especialmente en relación a los países más pobres, formas de colonización ideológica, creando, por otra parte, un nexo directo entre la concesión de ayudas económicas y la aceptación de tales ideologías”.

Tampoco ha querido olvidar el Papa la ideologización a la que se ha sometido el sistema educativo en muchos países que intentan imponer leyes educativas que atentan contra la libertad de conciencia y de creencia de las familias. El Papa ha recordado que “educar exige siempre el respeto integral por la persona y por su fisonomía natural, evitando imponer una nueva y confusa visión del ser humano”.

La libertad religiosa, una de las cuestiones que más preocupa al Papa en la actualidad, ha tenido también su parte en este discurso. A este propósito, Francisco ha recordado que “un tercio de la población mundial vive persecución a causa de su fe. Junto a la falta de libertad religiosa está también la persecución por motivos religiosos”.

El Papa ha puesto el foco en la violencia y las discriminaciones contra los cristianos que ocurren no sólo en lugares en los que los cristianos son una minoría sino “allí donde los creyentes ven reducida la posibilidad de expresar sus propias convicciones en el ámbito de la vida social, en nombre de una mala interpretación de la inclusión. La libertad religiosa, que no puede reducirse a la mera libertad de culto, es uno de los requisitos mínimos necesarios para vivir de manera digna”.

Migraciones, trabajo y cuidado del planeta

Por último, siguiendo la línea expresada en documentos como Fratelli Tutti o Laudato Si’, el pontífice ha querido subrayar “tres ámbitos, en los que emerge con particular fuerza la interconexión que une hoy a la humanidad”: migraciones, trabajo y economía y cuidado del planeta.

En cuanto a las migraciones, Francisco ha vuelto a pedir “reforzar el marco normativo, por medio de la aprobación del Nuevo Pacto sobre Migración y Asilo, para que se puedan implementar políticas adecuadas que acojan, acompañen, promuevan e integren a los migrantes.

Al mismo tiempo, ha pedido “dar dignidad a la empresa y al trabajo, combatiendo toda forma de explotación que termina por tratar a los trabajadores del mismo modo que una mercancía” y, por último, ha recordado los negativos efectos que el cambio climático está teniendo para las poblaciones más vulnerables.

El Papa ha cerrado su discurso mostrando, asimismo, “el debilitamiento, en muchas partes del mundo, de la democracia y de la posibilidad de libertad” y ha lanzado un deseo casi utópico “sería hermoso que alguna vez pudiéramos encontrarnos solamente para agradecer al Señor omnipotente por los beneficios que siempre nos concede, sin vernos obligados a enumerar las situaciones dramáticas que afligen a la humanidad” antes de dar las gracias a los representantes diplomáticos allí reunidos.  

Sagrada Escritura

La traducción de la Biblia, ¿una tarea posible?

¿Cómo conservan los traductores el espíritu de la Escritura mientras adaptan a las lenguas modernas el texto original? ¿Cuál es el mayor reto en la traducción de textos? ¿Hemos perdido detalles esenciales por no leer la Sagrada Escritura en su idioma original? ¿Por qué existen tantas versiones distintas de la Biblia? Responde a estas preguntas don Luis Sánchez Navarro, catedrático de la Universidad de san Dámaso.

Luis Sánchez Navarro·9 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 2 minutos

La Biblia se ha escrito para ser traducida. Aquel que dijo “id y haced discípulos a todas las naciones… Y yo estoy con vosotros hasta la culminación del tiempo” (Mt 28,19-20) estaba encomendando a los Doce la tarea de llevar el Evangelio a todos los hombres de todos los tiempos. Y eso ha requerido, requiere y requerirá la traducción. Por eso, cada generación está llamada a traducir la Biblia.

Traducción y «traición»

La teoría lingüística explica que la traducción exacta es imposible, ya que cada lengua es distinta e impide las equivalencias automáticas entre términos y expresiones; por ello, el acto de traducción es ya una interpretación. Pero esto, inevitable, permite también la transmisión del mensaje. Se ha hecho famoso el lema italiano traduttore traditore, “traductor traidor”; es imposible una traducción 100% exacta. Pero la expresión también se podría traducir como “traductor transmisor” (traditore deriva de traditio, “tradición”): el traductor se convierte así en canal para perpetuar un texto.

La traducción es un arte delicado, pues requiere una doble fidelidad: al autor y al lector; pero esta tensión no es excluyente, sino fecunda. Además, la traducción de la Biblia es si cabe más compleja, porque al autor humano se une el Autor divino. Por ello, entre la fidelidad al lector y la fidelidad al Autor, ha de prevalecer la segunda, como sostenía el inolvidable P. Manuel Iglesias, eminente traductor del Nuevo Testamento al castellano en los últimos cincuenta años. Sin embargo, este nuevo “actor” genera un hecho singular: porque resulta que ese Autor, Dios, está vivo, y por lo tanto es capaz de hablar hoy a través de una palabra de ayer.

Por eso, todo intento de despojar la palabra de su misterio ha de ser desechado. Corresponde al lector creyente entrar en ese misterio para descubrir la luz que despliega. Por ello, la traducción ha de buscar siempre la fidelidad al original, siempre dentro –claro está– de la máxima corrección y cuidado lingüísticos. Corresponderá al editor el proporcionar (en introducciones o notas) aquellas explicaciones que considere necesarias para iluminar esa traducción, indicar otras traducciones posibles y mostrar su actualidad.

La Sagrada Escritura y la Liturgia

Teniendo en cuenta todo lo anterior, hay diversos tipos de traducciones; no es lo mismo, por ejemplo, una traducción de estudio (que privilegia una cercanía máxima a las lenguas originales: hebreo, arameo o griego) que una traducción litúrgica (en la que prima la sobria y digna belleza en orden a la proclamación). Pero todas ellas han de expresar esa doble fidelidad que, privilegiando al Autor, busca iluminar la mente y el corazón del lector.
Por último, notar que la lectura de la Sagrada Escritura es siempre un acto eclesial; por ello, su ámbito más propio es la liturgia. En ese contexto, no hay miedo de perder datos esenciales: el Espíritu Santo se ocupa de introducir al oyente o lector, por medio de esta palabra, en la Revelación del Dios vivo. La Biblia, entregada al pueblo de Dios, permite a todo cristiano entrar en esa relación de amor; por ello, la Iglesia nos enseña que los santos nos dan la “traducción” genuina del Evangelio (ver Benedicto XVI, Exhortación apostólica Verbum Domini, nºs 48-49).

El autorLuis Sánchez Navarro

Catedrático de Nuevo Testamento II Facultad de Teología Universidad San Dámaso

Recursos

Libertad, santidad y razón en la enseñanza de Benedicto XVI

Joseph Weiler, el ganador del Premio Ratzinger 2022, el último de los que el Papa emérito ha podido ver en vida, realiza en este artículo una reflexión sobre la concepción de la libertad y la religión de Benedicto XVI.  

Joseph Weiler·8 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 11 minutos

Un Papa habla urbi et orbi, como obispo de Roma, pero también como guía moral para todo el mundo, para las personas pertenecientes a todas las confesiones, incluidas las no creyentes. Y nunca fue esto más evidente que en sus famosos discursos de Ratisbona y en su alocución ante el Bundestag, el parlamento alemán.

Leer a Ratzinger es, en cierto modo, como leer las Escrituras. Está abierto a más de una interpretación. Lo que sigue es, pues, mi interpretación, sin pretender que sea la única, ni siquiera la mejor posible. Caveat, lector!

Libertad “de” religión y libertad “frente a” la religión en un mundo secular

¿Cuál es la “religión cívica” que nos une a todos los europeos? Sin duda creemos en la necesidad de la democracia liberal como marco en el que debe desarrollarse nuestra vida pública. Las elecciones libres con sufragio universal, la protección de los derechos humanos fundamentales y el Estado de Derecho constituyen la “santísima trinidad” de esta fe cívica.

La libertad “de” religión está consagrada en todas las constituciones europeas. Pero se entiende comúnmente, y con razón, que incluye también la libertad “frente a» la religión. Se trata de la libertad religiosa positiva y negativa en la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

Sin embargo, la libertad “frente a” la religión plantea un desafío a la teoría liberal. No tenemos una noción similar, por ejemplo, de la libertad “frente al” socialismo. O de la libertad “frente al” neoliberalismo. Si un gobierno socialista es elegido democráticamente, esperamos políticas que deriven de una visión socialista del mundo y la apliquen, obviamente respetando los derechos de las minorías. Y, nos guste o no, se espera que cumplamos las leyes que concretan estas políticas, aunque no seamos socialistas. Lo mismo ocurriría, por ejemplo, con un gobierno neoliberal. Pero si es un gobierno de orientación católica el elegido, tomarse en serio la libertad “frente a” la religión significa que este gobierno tiene las manos atadas a la hora de aprobar leyes derivadas de su visión religiosa del mundo.

En efecto, uno de los más grandes filósofos políticos del siglo XX, John Rawls, ha defendido que nuestra misma práctica democrática, independientemente de si es de izquierdas o de derechas, debe basarse siempre en argumentos derivados de la razón humana, cuyas reglas puedan ser compartidas por todos independientemente de su orientación ideológica, y por tanto estar abierta a la persuasión y al cambio de opinión. La religión, ha afirmado Rawls sin atribuirle una connotación despreciativa, se basa en verdades inconmensurables y no negociables, autorreferenciales y trascendentales. Y, por tanto, inadecuadas para el terreno democrático.

Tenemos, pues, dos retos en el seno de nuestra sociedad multicultural compuesta de creyentes y no creyentes. 

El primero: ¿cómo puede la teoría liberal explicar y justificar la libertad “frente a” la religión? Por supuesto, hay muchos intentos de racionalizar esta cuestión dentro de un marco liberal. Ninguno de ellos me convence realmente. En última instancia, si un socialista tiene el derecho de imponer su visión del mundo a la sociedad, ¿por qué habría de negársele lo mismo a un católico?

Y el segundo, el rawlsiano: ¿qué pretensión tienen los grupos de creyentes de participar en la vida democrática -como personas de fe- si, en efecto, la cosmovisión religiosa está (y lo está) ligada a verdades no negociables, autorreferenciales y trascendentales?

En mi opinión, Benedicto, con sus discursos en Ratisbona y en el Bundestag, ha dado la respuesta más convincente a estos dos desafíos.

II. Juan Pablo II, seguido por Benedicto, tenía la costumbre de reivindicar la libertad de religión como la más fundamental de todas las libertades. En nuestra cultura laica, esta afirmación era recibida generalmente con una sonrisa indulgente: “¿Qué libertad te esperabas que privilegiase un Papa?”, interpretando tal afirmación en un sentido corporativista, como si el Papa fuera un dirigente sindical preocupado por asegurar beneficios a sus afiliados. No hay nada de innoble en que el pastor cuide de su rebaño, pero esta interpretación pasa por alto el verdadero sentido de la postura del Pontífice.

Lo que no había recibido suficiente atención, en todo el alboroto causado por los comentarios del Papa en Ratisbona, era el hecho de que, en la libertad religiosa a la que aludía el Pontífice, la atención estaba concentrada en la libertad frente a la religión: la libertad de adherirse a la religión elegida por cada uno o de no ser religioso en absoluto. Benedicto articuló con fuerza todo esto, y mostró explícitamente lo que ya estaba expresado en la Dignitatis Humanae del Vaticano II, que Juan Pablo II había subrayado, y que ciertamente también forma parte del magisterio del Papa Francisco.

Nótese bien: su justificación y defensa de la libertad “frente a” la religión no fue una expresión de, ni una concesión a, las nociones liberales de tolerancia y libertad. Era la expresión de una profunda propuesta religiosa. “No imponemos la fe a nadie. Ese proselitismo es contrario al cristianismo. La fe sólo puede desarrollarse en libertad”, afirmó el Papa en Ratisbona, dirigiéndose a sus fieles y al mundo entero. Así pues, en el corazón de la libertad religiosa está la libertad de decir “no” incluso a Dios.

Evidentemente, aquella libertad debe tener una dimensión externa: el Estado debe garantizar por ley a todos la libertad “de” religión y la libertad “frente a” la religión. Pero no menos importante, según he entendido su mensaje, era la libertad interior. Los judíos decimos: “Todo está en manos de Dios, excepto el temor de Dios”. Así lo quiso Dios, dejándonos la elección a nosotros. La verdadera religiosidad, un verdadero “sí” a Dios, puede venir de un ser que no sólo tiene las condiciones materiales exteriores, sino también la capacidad espiritual interiores para comprender que la elección, del sí o del no, y la responsabilidad de esa elección, son nuestras.

Benedicto ha hecho de la libertad “frente a” la religión, por tanto, una proposición teológica. Al fin y al cabo, este es el corazón del Concilio Vaticano II y de la contribución de Ratzinger al Concilio y a su posterior interpretación. Esto, a su vez, tiene un profundo significado antropológico. La libertad religiosa toca la noción más profunda del ser humano como agente autónomo con la facultad de elección moral, también respecto de su propio Creador. Cuando el hebraísmo y el cristianismo expresan la relación entre Dios y el hombre en términos de alianza, celebran esa doble soberanía: la soberanía del ofrecimiento divino y la soberanía del individuo al que se le ofrece.

Creo que todos, creyentes y no creyentes, pueden comprender que si se aceptara la existencia de un Creador omnipotente, insistir como proposición religiosa intrínseca en la libertad de decir no a tal Creador es fundamental para la comprensión misma de nuestra condición humana. En este sentido es primordial que Juan Pablo II y Benedicto XVI hayan defendido el primado de la libertad religiosa: esta se erige en emblema de la ontología misma de la condición humana. De lo que significa ser humano.

Se puede dar todavía un paso más allá. Citando a Santiago, Benedicto XVI explica en su homilía de Ratisbona (a la que se ha prestado demasiada poca atención) que “la ley regia”, la ley de la realeza de Dios, es también “la ley de la libertad”. Esto es desconcertante: si, ejerciendo esta libertad, uno acepta la ley regia trascendental, ¿cómo puede esto constituir una mejora real de la propia libertad? ¿No implica la ley, por su propia naturaleza, aceptar restricciones a nuestra libertad?

Entiendo que Benedicto haya dicho que actuando fuera de los vínculos de la ley de Dios me convierto simplemente en esclavo de mi condición humana, de mis deseos humanos. En palabras de San Ambrosio: “Quoam multos dominos habet qui unum refugerit!”. Aceptar la ley de Dios, como “ley regia”, la ley de Aquel que trasciende este mundo, es afirmar mi libertad interior frente a cualquiera y a cualquier cosa de este mundo. No hay mejor antídoto contra toda forma de totalitarismo en este mundo. Esta es la verdadera libertad.

III. ¿Qué decir entonces del segundo reto, el rawlsiano? En mi comprensión del discurso del Bundestag, Benedicto no rechazó la premisa rawlsiana. Sin mencionarla por su nombre, Ratzinger no cuestionó la premisa de Rawls, sino su errónea comprensión del cristianismo.

Cuando el católico, argumentaba Benedicto, entra en el espacio público para avanzar propuestas sobre la normatividad pública que pueden llegar a ser vinculantes por ley, no hace esas propuestas basándose en la revelación y la fe o en la religión (aunque puedan coincidir con éstas). Forma parte, como hemos visto, de la antropología cristiana que los seres humanos estén dotados de la facultad de la razón, común a la humanidad, que, es más, constituye el lenguaje legítimo de la normatividad pública general. El contenido de la pregunta cristiana en el interior de la esfera pública estará, por tanto, en el ámbito de la razón práctica: la moral y la ética como expresadas a menudo a través de la ley natural. Si puedo poner un ejemplo, cuando Caín mató a Abel, no se volvió y le dijo al Señor: tú nunca me has dicho que matar estaba prohibido. Tampoco el lector de las Escrituras plantea tal objeción. Se entiende que en virtud de su creación (para los creyentes a imagen de Dios) todos nosotros tenemos la capacidad de distinguir entre lo justo y lo injusto y no necesitamos la revelación divina para ello.

Tampoco esta es una concesión al secularismo. Es un resultado inevitable de las proposiciones religiosas que informaron el discurso de Ratisbona. Adoptar una norma públicamente vinculante basada únicamente en la fe y la revelación violaría precisamente ese profundo compromiso, religiosamente fundamentado, con la libertad religiosa, para el cual la fe forzada es una contradicción y es contraria a la voluntad divina.

Es también una proposición audaz. Sí, por un lado constituye el visado de entrada del católico en la plaza pública normativa de igual a igual. Al mismo tiempo, impone una disciplina seria y severa a la comunidad de fe. La disciplina de la razón podría obligar a revisar las posiciones morales. Ya no se tiene ese comodín en la baraja: “Esto es lo que Dios ha mandado”. Esto no forma parte de la razón pública compartida. Si se adopta una lengua, hay que hablarla luego correctamente para que ser comprendido y ser convincente. Y esto también sirve también para el lenguaje de la Razón.

El valor de la santidad

IV. Paso ahora a lo que considero una enseñanza extraordinaria dirigida específicamente a la comunidad de los fieles, y que se encuentra oportunamente en la homilía de Ratisbona, más que en el famoso discurso a la comunidad académica.

El nexo entre normatividad general y razón es seductor y, en cierto modo, constitutiva de la identidad cristiana. Pero aquí anida un peligro interesante para el homo religiosus. Es el peligro de reducir la propia religiosidad a la ética como se expresa a menudo en el derecho natural, por muy importante que sea.

“Las cuestiones sociales y el Evangelio son inseparables” fue uno de los mensajes centrales de la homilía de Ratisbona. Es una frase impactante. Para mí, la pregunta más interesante es: ¿por qué el Papa consideró necesario recordar a su rebaño que las preocupaciones sociales y el Evangelio son inseparables?

Comenzaré ahora a responder a esta pregunta, con la obvia humildad y desconfianza que deriva del hecho de que yo, un extraño, entre en el terreno de una comunidad de fe a la que no pertenezco. Si estoy equivocado, estaría encantado de que me corrijan.

El Papa nos advertía, a los creyentes en general, y más específicamente a su grey católica, del peligro de considerar que la exigencia cristiana de normatividad pública expresada a través del lenguaje de la razón general aplicable a todos los seres humanos, agota el significado de una vida religiosa o incluso de una normatividad cristiana.

Las “cuestiones sociales”, como expresión de la moralidad y ética, son centrales para las religiones abrahámicas, pero por sí solas no definen ni la sensibilidad religiosa ni el ímpetu religioso ni el sentido religioso. Al fin y al cabo, la religión no tiene el monopolio de la moral y de la ética. Un ateo puede llevar una vida ética y tener un interés por las cuestiones sociales no menos noble que los creyentes.

La categoría religiosa por excelencia, la que no tiene equivalencia, ni correspondencia, en una visión laica del mundo, es la santidad. Reducir la religión exclusivamente a preocupaciones ético-sociales, por importantes que éstas sean, conduce a disminuir fatalmente el significado de la santidad. Por supuesto, la santidad no está separada de la ética y de la moralidad. La moralidad y la ética son condiciones necesarias, pero no son suficientes para la santidad. La santidad no se agota en la ética y en la moral. Denota algo más: la cercanía al amor de Dios por nosotros y a nuestro amor por Él, Su presencia en toda nuestra existencia.

Quiero compartir un famoso pasaje de la Escritura, que se encuentra tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento -Ama a tu prójimo como a ti mismo-, que creo que coincide perfectamente con la insistencia de Benedicto en su homilía en el hecho de que las cuestiones sociales y el Evangelio son inseparables.

¿Dónde se encuentra por primera vez este pasaje? Está en el Levítico, capítulo 19. Un capítulo muy especial de toda la Biblia porque aborda explícitamente la noción de santidad.

“El Señor dijo de nuevo a Moisés: ‘Habla a toda la comunidad de los israelitas y ordénales: Sed santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo” (Lev 19, 1-2).

Es este capítulo donde se encuentra el precepto “Ama a tu prójimo”. Pero todos tendemos a olvidar el final de ese pasaje. No se trata simplemente de “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, sino de “Ama a tu prójimo como a ti mismo, yo soy el Señor”. Y es esta parte final la que introduce al homo religiousus en la noción de santidad, que va más allá de la moral común de toda la humanidad.

Quiero subrayar que, en mi opinión, el “valor añadido” de la santidad no hace al religioso superior a sus hermanos laicos. Simplemente lo hace diferente.

Permítanme investigar el significado más profundo de “Ama a tu prójimo como a ti mismo – Yo soy el Señor”, y ofrecer una interpretación.

Ante todo, en la prescripción del amor se va más allá de nuestra comprensión normal del comportamiento ético que puede traducirse en el derecho natural. A nadie se le ocurriría transponer a una ley laica el deber de amar a nuestro prójimo. Este es más bien una manifestación de la normatividad católica, exquisitamente expresada en el Evangelio según San Mateo: “Y si alguno te pide que le acompañes una milla, acompáñale dos”.

En segundo lugar, la parte final ―Yo soy el Señor― explica por qué este famoso pasaje se encuentra en un capítulo que comienza con la prescripción de buscar la santidad. Cuando cumplimos la obligación de amar al prójimo, no sólo expresamos nuestro amor al prójimo y a nosotros mismos. Su realización es también expresión de nuestro amor al Señor. Y aquí es donde reside la santidad.

Me parece significativo que Benedicto nos haya dado esta enseñanza en el contexto de la celebración eucarística. Porque, en la medida en que los entiendo, los diversos sacramentos, la oración, la Misa en general y la celebración eucarística en particular, así como todas las demás prácticas similares, son los medios por los que la Iglesia ofrece al creyente la posibilidad de expresar el amor y la devoción al Señor. Y esto con toda seguridad va más allá de llevar simplemente una vida ética.

Si hay algún mérito en esta interpretación, es que encierra una notable ironía histórica.

En la época de profetas como Amós e Isaías, y obviamente en el Evangelio, había que recordar a los fieles que la fe y la santidad no podían alcanzarse simplemente siguiendo los sacramentos y rituales si éstos no iban acompañados de un comportamiento ético y de la Ley regia del Amor.

Hoy, la situación se invierte y es necesario recordar a los creyentes que la riqueza del sentido religioso no se agota simplemente en llevar una vida ética y solidaria. Llevar una vida ética es una condición necesaria, pero desde luego no suficiente. La conducta ética y solidaria debe ir acompañada de una relación con lo divino, a través de la oración, a través de los sacramentos, buscando la mano del Creador en el mundo que Él ha creado.

Es parte de la condición moderna que hace que muchos fieles casi se avergüencen del Evangelio, de los sacramentos, así como de las afirmaciones, las palabras utilizadas y de las prácticas que expresan los aspectos sacramentales de su religión y fe. Estos aparecen, ironía de las ironías, como “irrazonables” (¡intenta decírselo a Santo Tomás de Aquino o a San Agustín!) Y este fenómeno está extendido entre todos los hijos de Jacob/Israel.

RATZINGER PRIZE POPE BENEDICT XVI
Benedicto XVI junto a los ganadores del Premio Ratzinger 2022: Joseph H. H. Weiler y Michel Fédou,el 1 de diciembre de 2022. ©CNS photo/courtesy Joseph Ratzinger-Benedict XVI Vatican Foundation

El profeta Miqueas predicaba: “Hombre, te sido enseñado lo que es bueno y lo que el Señor te pide: practicar la justicia, amar la piedad, caminar humildemente con tu Dios” (Mi 6, 8). Camina humildemente, ¡no a escondidas!

Me gustaría terminar con una nota personal. He tenido el privilegio de reunirme con el Papa Benedicto en tres ocasiones. Una vez fue en 2013, poco antes de su jubilación, un encuentro bastante breve en el que le presenté a dos de mis hijas. La segunda ocasión fue unos años más tarde, cuando a petición suya fui invitado, para mi sorpresa, ya que nunca había sido formalmente alumno de Ratzinger, a pronunciar la conferencia principal en el célebre “Ratzinger Schülerkreis”, su Círculo de discípulos, después de la cual tuve el puro placer de mantener una larga conversación de tú a tú con el Papa emérito: pura teología. Y, finalmente, nuestro último encuentro tuvo lugar hace aproximadamente un mes, junto con los padres Fedou, Lombardi y Gänswein, con ocasión del Premio Ratzinger 2022. Estos encuentros han quedado indeleblemente grabados en mi mente. Sus palabras de despedida fueron significativas y conmovedoras: “Por favor, mis recuerdos a sus hijas”.

Familia

Jorge Gutiérrez: «La adicción a la pornografía es silenciosa y lenta»

Jorge Gutiérrez es director de la entidad Dale Una Vuelta, un proyecto que tiene como objetivo aportar información sobre el consumo problemático de la pornografía y ayudar a las personas que sufren adicción a esta.

Paloma López Campos·8 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 5 minutos

Jorge Gutiérrez es director de Dale Una Vuelta. En esta entidad tienen como objetivo ofrecer información, prevenir y recuperar a las personas con adicción a la pornografía o a su consumo problemático.

En esta entrevista, Jorge Gutiérrez habla sobre el consumo de la pornografía, su relación con los derechos de las mujeres, los cambios en la conducta y las nuevas plataformas de contenido sexual.

Los datos indican que la pornografía es consumida por más varones que mujeres, ¿a qué se debe esto?

Jorge Gutiérrez, director de «Dale Una Vuelta»

– Los datos, en efecto, son así de contundentes. Todas las encuestas y todos los estudios siempre hablan de una abrumadora mayoría de hombres más que de mujeres en el consumo. Aunque es verdad que cada vez hay más mujeres que ven pornografía. Sí que notamos que todo lo que tiene que ver con la adicción o con un uso problemático de la pornografía sí que es mucho más exclusivo de hombres que de mujeres.

Entre las razones, se suele decir que tiene mucho que ver con la propia forma de ser y con la naturaleza del hombre y de la mujer. El hombre, normalmente, se estimula mucho más con la vista que la mujer. El varón tiene una sexualidad un poco más primaria y eso se manifiesta en que el consumo de pornografía es abrumadoramente mayor en hombres.

¿Por qué el consumo de la pornografía se relaciona con los comportamientos sexuales agresivos?

– Hay que ponerlo todo entre comillas. Hay mucho debate en esto y no sería muy científico decir que hay una relación causal evidente entre el consumo de pornografía y la violencia. Pero sí que es verdad que se puede decir que la pornografía facilita, normaliza y, a veces, es un paso previo para actitudes violentas. También las mujeres que consumen pornografía normalizan más la propia agresividad del varón sobre la mujer.

Por otro lado, hay gente que dice lo contrario. A veces el consumo de pornografía lo que evita precisamente es una actitud violenta porque evitas pasar a la acción, digamos.

Sí que es verdad que con la violencia que se ve en la pornografía esto es un estímulo y, desde luego, se está viendo últimamente más todavía en esas agresiones en menores de edad.

¿Qué tipo de cambios se producen en la estructura de los cerebros de las personas adictas a la pornografía?

– Cada vez hay más estudios sobre adicciones comportamentales, como sería esta. Con estudios de neuroimagen se ve que hay cambios similares en un cerebro de alguien que consume sustancias adictivas con alguien que consume de forma problemática, compulsiva o perjudicial la pornografía. Esto quiere decir que afecta a áreas del cerebro similares y tiene unos circuitos neurológicos igual de afectados que con otro tipo de sustancias.

¿Esto significa que es igual de adictiva una cosa que la otra? No. ¿Afectan de la misma manera? Tampoco. Pero sí que hay una relación muy parecida entre el consumo de sustancias con las adicciones de la conducta.

Los expertos en neurología y adicciones son los que tendrán que dar la información, pero desde luego en los últimos quince años se han hecho muchos más estudios que en los cien anteriores por estos temas y se ve que ambas cosas tienen similitudes.

¿Por qué hay cada vez mayor consumo de pornografía?

– Yo creo que, en la medida en que todo es mucho más accesible que antes, eso facilita mucho. Hay que tener en cuenta que cada vez hay más personas con teléfono móvil y a más temprana edad.

También, en la sociedad, en todo el tema de contenidos, el sexo en general se considera casi como un bien de consumo más. Parece que se ha normalizado. Parece también que si este contenido lo consumes con cierta moderación no pasa nada, es una manera de aprender y de entretenerte. Lo que ocurre es que no es fácil parar, es muy adictivo, es uno de los mayores placeres que tienes en el bolsillo del pantalón a cualquier hora del día. Esto se ha visto que tiene un gran impacto.

Los últimos datos que salen sobre relaciones sexuales desvelan que hay menos que hace unos años. Una de las causas es porque hay mucho más acceso a Internet, al sexo digital, etc. La pornografía requiere menos esfuerzo, no hacen falta preámbulos, es directo y es gratis. Es una combinación, en ese sentido, ganadora.

¿Qué piensan sobre plataformas como OnlyFans, que dejan la puerta abierta a la compraventa de contenido pornográfico?

– Es un paso más hacia identificar la prostitución con la pornografía. Ya casi no hay diferencias entre una y otra. Nosotros decimos que es la pornografía 3.0.

Es el último grito, el último paso donde se hace muy atractiva. Ya no solamente eres espectador de una serie de vídeos y de imágenes, ahora tienes la posibilidad de interactuar con otra persona. Eso genera todavía más intensidad. Entre comillas, también parece que crea más intimidad. Parece que estás con una persona a solas a la que puedes pedir lo que quieras. También, entre comillas, parece que hay más proximidad. Por otro lado, da la sensación de mayor exclusividad, porque crees que es a ti a quien está atendiendo.

Hay gente que dice que se crean “novios virtuales”. De manera ingenua, todo parece más cercano e íntimo. Es un paso importante de cambio. El problema con la pornografía es que siempre se está buscando algo más, algo diferente.

¿Por qué están tan relacionados los derechos de la mujer con la lucha contra la pornografía?

– A día de hoy la pornografía es machista, en la inmensa mayoría se usa a la mujer. Al final, esa cosificación del placer dirigido al hombre utilizando a la mujer, de manera violenta muchas veces, agrede a la mujer desde distintos puntos de vista.

Por un lado, muchas de las mujeres que se dedican a la pornografía son explotadas o engañadas. Y cuando están en la industria porque quieren, suele ser por temas de necesidad.

Por otro lado, muchas mujeres sufren los problemas de las consecuencias del consumo de pornografía por parte de sus parejas. Sus parejas algunas veces quieren imitar actos que han visto en la pornografía que son denigrantes.

Otra manera en que afecta mucho a las mujeres es a través de cómo responden ellas cuando descubren que su pareja ve pornografía. En Dale Una Vuelta tenemos una sección llamada “Nosotras” que va dirigida a ese público, que son las mujeres que sienten muchas veces de una manera diferente a los hombres el consumo de pornografía por parte de ellos. Para las mujeres suele ser algo muy duro que les supone un dolor muy grande, una sensación de traición y de infidelidad. Les distancia de su pareja, se crea una gran falta de comunicación y ellas se pueden llegar a sentir culpables.

Es bueno explicar a las mujeres que puede ocurrir que el hombre sigue queriéndola pero también consume pornografía.

¿Cómo se rescata una relación herida por la pornografía?

– Conocemos ejemplos de parejas que lo han conseguido solucionar. Es muy importante el perdón, la comunicación y la capacidad para perdonarse. Hace falta mucha paciencia y mucho tiempo.

En esta vida todo tiene arreglo. Es importante que ambos cedan y se comprendan. Creo que es preciso, a veces, hablar más y empezar a poner soluciones paso a paso.

Sabiendo todo esto, ¿cuál es la principal consecuencia de la adicción a la pornografía?

– La principal consecuencia es la falta de empatía y de sensibilidad en las relaciones. Uno va perdiendo la capacidad para una relación afectiva, en definitiva, la capacidad para querer a la persona con la que está. Cada vez se distancia más. Esto me parece lo más duro.

Otra consecuencia clara es la mentira, la incomunicación, el aislamiento. Una cosa muy complicada de la adicción a la pornografía es que es muy silenciosa y lenta. Puede pasar mucho tiempo antes de darse cuenta de que hay un problema de fondo. Se crean hábitos difíciles de cambiar.

También ocurre muchas veces que los varones tienen algún tipo de disfunción sexual, pues acumulan tantas horas de escenas eróticas que les cuesta relacionarse sexualmente. Llegan a un extremo en el que necesitan un estímulo muy fuerte.

Pero yo resaltaría, como principal consecuencia, la falta de empatía y de sensibilidad en las relaciones con otras personas, ya no solo con tu pareja.

FirmasFederico Piana

La fraternidad universal, clave para el futuro

El Papa Francisco está convencido de que solo la fraternidad universal y la filiación divina común pueden transformar nuestro mundo de hoy.

8 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 2 minutos

¿Existe realmente una cura que pueda sanar al mundo de las heridas causadas por el egoísmo, las guerras, la violencia, la indiferencia? 

El Papa Francisco está convencido de que esta medicina existe, y tiene un nombre: fraternidad universal. Lo ha repetido muchas veces durante sus casi diez años de pontificado. Cada uno de sus documentos magisteriales contiene una clara referencia a cómo hoy es más urgente que nunca que cada corazón abandone su propio egoísmo y se deje contagiar por el corazón del otro, de forma empática y no simplemente superficial. 

En su reciente mensaje para la 56 Jornada Mundial de la Paz de 2023, el Santo Padre volvió a explicar cómo la dura lección de Covid-19 hizo comprender a toda la humanidad que no puede haber un futuro pacífico si no nos ayudamos unos a otros, que nadie puede salvarse solo. La dimensión de la fraternidad universal concierne también a los Estados y a los gobiernos. Las relaciones diplomáticas no pueden sino estar impregnadas de respeto y apoyo mutuos, de lo contrario se generan tensiones, rivalidades y conflictos. 

El ejemplo más flagrante es la guerra de Ucrania. Precisamente en relación con la falta de fraternidad universal, el Papa juzga la agresión rusa “una derrota de toda la humanidad y no sólo de las partes implicadas”. Para ser verdaderamente sólida, la fraternidad universal debe apoyarse en lo que el Papa Francisco llama un pilar sólido e indestructible: la conciencia de la filiación divina común. El histórico documento sobre Hermandad humana para la paz mundial y la coexistencia común, firmado en Abu Dabi en 2019 con el Gran Imán de Al-Azhar, Ahmad Al-Tayyeb, deja claro que toda religión lleva al creyente a ver en el otro un hermano al que apoyar y amar. “Desde la fe en Dios, creador del universo, de las criaturas y de todos los seres humanos -iguales por su Misericordia-, el creyente está llamado a expresar esta fraternidad humana, salvaguardando la creación y el universo entero y apoyando a toda persona, especialmente a los más necesitados y pobres”, reza el texto. Aquí, esta indicación, tan simple como cierta, hace que parezca una profunda ofensa a Dios que la enseñanza religiosa incite al odio, a la venganza y a la guerra santa. La fraternidad universal, en definitiva, es la única salida para el mundo, aunque parezca frágil, y cada uno de nosotros -creyente o no- debe practicarla y defenderla. La alternativa es una humanidad sin esperanza, perdida en sus inconmensurables penas.

El autorFederico Piana

 Periodista. Trabaja en Radio Vaticana y colabora con L'Osservatore Romano.

Enseñanzas del Papa

Los afectos y el discernimiento espiritual

¿Qué importancia tienen los afectos en la vida espiritual, y cómo han de considerarse en el examen de conciencia y en la oración? El Papa ha dedicado la audiencia de los miércoles en los últimos meses a este tema, no en la perspectiva del acompañante o director espiritual (excepto la última catequesis), sino desde el conocimiento de sí mismo.

Ramiro Pellitero·7 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 8 minutos

Según el diccionario del español, discernir significa distinguir algo de otra cosa, sobre todo en el campo del ánimo o del espíritu humano. Es decir, en el ámbito espiritual. En el cristianismo, el discernimiento suele vincularse al proceso que antecede a las acciones humanas, para tratar de actuar en conformidad con la voluntad de Dios. Suele relacionarse con la virtud de la prudencia (“la recta razón del obrar”), aunque, en la acepción más popular, ese término suene simplemente a precaución o cautela; en realidad, la prudencia también puede llevarnos a actuar con prontitud y audacia, y siempre con justicia y con generosidad. 

Discernir para decidir

En su primera catequesis (cfr. Audiencia general, 31-VIII-2022), Francisco explicó que el discernimiento nos concierne a todos, porque tiene que ver con las elecciones o decisiones de la vida, la mayor parte de ellas bien corrientes (la comida, la ropa, algo en relación con el trabajo o con los demás). 

Tanto en la vida común como en las enseñanzas del Evangelio se nos enseña la importancia de tomar las decisiones correctas. Y en ello intervienen el conocimiento, la experiencia, el afecto y la voluntad, así como el esfuerzo (porque la vida no nos da todo hecho) y la libertad. Podemos elegir porque no somos animales, pero también por eso podemos equivocarnos en nuestras elecciones. 

El Papa se sitúa en la perspectiva de la antropología y de la ética, que requiere el conocimiento de uno mismo y de lo que es bueno llevar a cabo aquí y ahora. Desde el punto de vista cristiano, el discernimiento requiere sobre todo una relación filial con Dios, también la amistad con Jesucristo y la luz del Espíritu Santo.

Los trayectos del corazón

El segundo miércoles (cfr. Audiencia general, 7-IX-2022), Francisco puso el ejemplo de Ignacio de Loyola, que supo reconocer el paso de Dios junto a él. 

El discernimiento es una ayuda para reconocer las señales con las que Dios se hace encontrar en las situaciones imprevistas, incluso desagradables; o, por el contrario, para percibir algo que haga empeorar en el camino.  

En ese marco, las enseñanzas del Papa pueden distribuirse en tres partes: los elementos del discernimiento; una consideración especial sobre la desolación y la consolación; y una tercera parte sobre la verificación, la vigilancia y las ayudas en relación con el discernimiento.

Los elementos del discernimiento

Francisco se refirió en primer lugar a la familiaridad con el Señor (cfr. Audiencia general, 28-IX-2022) sobre todo a la confianza que hemos de manifestarle por medio de la oración (cfr. Audiencia general. 28-IX-2022). En la oración hemos de tratarle –propone– con sencillez y familiaridad, como a un amigo. 

Esta familiaridad vence el miedo o la duda de que su voluntad no sea por nuestro bien, una tentación que a veces atraviesa nuestros pensamientos y vuelve el corazón inquieto e inseguro o también amargo”. Tal es el secreto de los santos. Muchas veces los obstáculos para seguir al Señor son sobre todo afectivos, del corazón. En ese sentido, la tristeza o el miedo ante Dios son signos de lejanía con Dios, como se ve en el caso del joven rico del Evangelio (cfr. Mt 9 17 ss.). Pero Jesús no le fuerza a seguirle.

Discernir qué sucede dentro de nosotros” –señala el sucesor de Pedro– “no es fácil, porque las apariencias engañan, pero la familiaridad con Dios puede disolver suavemente dudas y temores, haciendo nuestra vida cada vez más receptiva a su ‘amable luz’, según la bonita expresión de san John Henry Newman”.

Y añade que, al igual que dos esposos que viven juntos mucho tiempo acaban pareciéndose, la oración nos va haciendo parecidos a Jesús. Para eso necesitamos la cercanía con Él, una “cercanía afectiva”, tratándole como el amigo fiel que nunca nos abandona; y no solo con palabras, sino también con gestos y buenas obras. 

Conocerse a uno mismo y los deseos

En segundo lugar, el Papa trató sobre el conocerse a sí mismo (cfr. Audiencia general, 5-X-2022). Señala cómo en la base de las dudas espirituales y de las crisis vocacionales suele haber un déficit de conocimiento de nosotros mismos, de nuestra personalidad y de nuestros deseos más profundos; pues “casi todos nos escondemos detrás de una máscara, no solo frente a los demás, sino también cuando nos miramos al espejo” (Thomas H. Green). 

El discernimiento es necesario –señala el Papa con términos de nuestra cultura digital– para “conocer las contraseñas de nuestro corazón, a las que somos más sensibles, para protegernos de quien se presenta con palabras persuasivas para manipularnos, y también para reconocer lo que es realmente importante para nosotros, distinguiéndolo de las modas del momento o de eslóganes llamativos y superficiales”. Pues lo cierto es que con frecuencia nos dejamos llevar por sentimientos provocados de esa manera. 

Para todo ello ayuda el examen de conciencia. Y no se refiere al examen previo a la confesión sacramental (para descubrir los pecados de los que nos hemos de acusar) sino del examen de conciencia general al final de la jornada. “Examen de conciencia general de la jornada: ¿qué ha sucedido en mi corazón en este día? Han pasado muchas cosas…. ¿Cuáles? ¿Por qué? ¿Qué huellas dejaron en el corazón?”.

El tercer “ingrediente” del discernimiento es el deseo (cfr. Audiencia general, 12-X-2022). Francisco toma este término no en el sentido de las ganas del momento, sino de su etimología: de-sidus, que se puede entender como “la falta de la estrella”; Es importante conocer cuáles y cómo son nuestros deseos, y cuidar que sean deseos grandes y operativos, porque a veces nos quedamos en las quejas (cfr. Jn 5, 6 ss), que más bien empequeñecen o atrofian el deseo.

Leer la propia vida

En cuarto lugar, Francisco se detuvo en la importancia que tiene, para el discernimiento, conocer “el libro de la propia vida”: la propia historia de vida (cfr. Audiencia general, 19-X-2022). Si lo hacemos, podremos detectar tantos elementos “tóxicos” o pesimistas que nos frenan (no valgo nada, todo me va mal, etc.), quizá con la ayuda de alguien que nos ayude a reconocer también nuestras cualidades, las cosas buenas que Dios siembra en nosotros. 

Es bueno tener un “enfoque narrativo”, no detenerse en una acción puntual, sino incluirla en un contexto: “¿De dónde viene este pensamiento? Lo que siento ahora, ¿de dónde viene? ¿Adónde me lleva lo que estoy pensando ahora? ¿Lo he tenido antes? ¿Es algo nuevo que me viene ahora, o lo he encontrado otras veces? ¿Por qué es más insistente que otros? ¿Qué me quiere decir la vida con esto?”.  

Desolación y consolación

En una segunda parte de la catequesis, Francisco pasó a tratar sobre “la materia” del discernimiento, centrándose en el binomio desolación-consolación. Primero, la desolación (cfr. Audiencia general, 26-X-2022) o tristeza espiritual.

Saber gestionar la tristeza espiritual

La desolación ha sido definida como una “oscuridad del alma” (san Ignacio de Loyola), como una “tristeza” que no tiene por qué ser mala. A veces tiene que ver con un remordimiento por algo malo que hemos hecho, y es una invitación a emprender el camino. En estos casos, como señala santo Tomás, se trata de un “dolor del alma”, un aviso, como un semáforo en rojo, para detenernos. 

Otras veces –explica Francisco– puede ser una tentación con la que el demonio quiere desanimarnos en el camino del bien, busca encerrarnos en nosotros mismos y que no hagamos nada por los demás: paralizarnos en el trabajo o el estudio, en la oración, en la perseverancia en la propia vocación. Jesús nos da ejemplo para rechazar esas tentaciones con una firma resolución (cfr. Mt 3, 14-15; 4, 11-11; 16, 21-23). 

En todo caso, conviene preguntarse por la raíz de esa tristeza (cfr. Audiencia general, 16-XI-2022), sabiendo que Dios nunca nos abandona y con él podemos vencer toda tentación (cfr. 1 Co 10, 13). Pero no tomar decisiones apresuradas en esas situaciones. 

Hay que aprender y aprovechar esa desolación. “De hecho” –advierte el Papa–, “si no hay un poco de insatisfacción, un poco de tristeza saludable, una sana capacidad de vivir la soledad y estar con nosotros mismos sin huir, corremos el riesgo de permanecer siempre en la superficie de las cosas y no entrar nunca en contacto con el centro de nuestra existencia”. 

Por tanto, aconseja el Papa, no es bueno permanecer en un “estado de indiferencia” que nos haría inhumanos con nosotros mismos y los demás. Es buena una “sana inquietud” como la han experimentado los santos. 

Por otra parte, la desolación nos da la posibilidad de crecer, de madurar en la capacidad de darnos a los demás con gratuidad, sin buscar nuestro propio interés o nuestro simple bienestar. En la oración hay que aprender a estar con el Señor, mientras seguimos buscándole, quizá en medio de esa tentación, o de ese vacío que experimentamos. Pero sin dejar la oración, porque su respuesta llega siempre. 

Verdaderas y falsas consolaciones 

En la vida espiritual se presenta también la consolación (cfr. Audiencia general, 23-XI-2022), en forma de alegría, paz y armonía duraderas, que fortalecen la esperanza y nos llenan de audacia para servir a los demás, como escribe Edith Stein.

Pero hay que distinguir la consolación espiritual de las falsas consolaciones, quizá ruidosas y llamativas, pero que son entusiasmos pasajeros que se buscan por sí mismos (por interés propio), en lugar de buscar al Señor. El discernimiento nos ayudará a distinguir las verdaderas consolaciones (que traen una paz profunda y duradera) de las falsas. En estas últimas el mal puede aparecer desde el principio, por ejemplo, en forma de evasión de los propios deberes; otras veces aparece en el medio, quizá buscándonos a nosotros mismos; o al final, porque nos lleva a tratar mal a los demás.

Por eso, apunta Francisco, hay que aprender a distinguir los “bienes” quizá aparentes, para buscar los verdaderos bienes que nos hacen crecer. Para todo ello es necesario el examen de conciencia cada día: ver qué ha pasado hoy. Con atención a las consecuencias de nuestros afectos.

Verificación, vigilancia, ayudas en el discernimiento

En una tercera parte de estas catequesis, Francisco invita a fijarse en la fase posterior a la toma de decisiones, para confirmar si han sido adecuadas o no (cfr. Audiencia general, 7-XII-2022). Ya vimos la importancia que tiene el trascurso del tiempo en esto, y también la observación de si esas decisiones nos traen una paz duradera.

Por ejemplo, “si tomo la decisión de dedicar media hora más a la oración, y después me doy cuenta de que vivo mejor los otros momentos del día, estoy más sereno, menos ansioso, desempeño con más cuidado y gusto el trabajo, incluso las relaciones con algunas personas difíciles se vuelven más fáciles…: todos esos son signos importantes que sostienen la bondad de la decisión tomada”. La vida espiritual es circular: la bondad de una elección es beneficiosa para todos los ámbitos de nuestra vida. Porque es participación en la creatividad de Dios. 

Hay otros signos que pueden confirmar si fue una buena decisión: el considerar la decisión como una respuestas de amor al Señor (que no nace del miedo ni de una obligación); el “sentirse en el propio sitio” (pone el ejemplo de los dos puntos en la plaza de San Pedro del Vaticano, desde donde se ven alineadas las columnas), es decir, el crecimiento en orden, integración y energía; el permanecer interiormente libres en esa situación (y no tener una actitud obsesiva o posesiva), respetando y venerando a Dios con confianza.   

Vigilar para no dormirse

Después de la decisión, es también importante la actitud de vigilancia (cfr. Audiencia general, 14-XII-2022), para no adormecerse, no acostumbrarse, no dejarse llevar por la rutina (cfr. Lc 12, 35-37). Es algo necesario, subraya el sucesor de Pedro, para asegurar la perseverancia, la coherencia y el buen fruto de nuestras decisiones. 

El que se vuelve demasiado seguro de sí mismo, pierde la humildad y por falta de vigilancia del corazón puede dejar entrar de nuevo al demonio (cfr. Mt 12, 44 ss). Esto puede vincularse, señala Francisco, al orgullo malo, a la presunción de ser justos, de ser buenos, de estar a gusto; a la excesiva confianza en uno mismo y no en la gracia de Dios. Se ha perdido el miedo a caer y con ello la humildad… y se acaba perdiendo todo.

En definitiva, este es el consejo: “Vigilar el corazón, porque la vigilancia es señal de sabiduría, es señal sobre todo de humildad, porque tenemos miedo de caer y la humildad es el camino maestro de la vida cristiana”.

El Evangelio en el bolsillo

En la Audiencia general del 21-XII-2022 el obispo de Roma propuso algunas ayudas para el discernimiento, que parece difícil o complicado, pero que es necesario. 

Las ayudas principales son la Palabra de Dios y la doctrina de la Iglesia. La Palabra de Dios la encontramos en la Sagrada Escritura (sobre todo en la lectura asidua de los Evangelios) con la ayuda del Espíritu Santo. 

Por eso insiste, como otras veces, Francisco: “Tomemos el Evangelio, tomemos la Biblia en la mano: cinco minutos al día, no más. Lleva un Evangelio de bolsillo, en el bolso, y cuando viajes, tómalo y lee un poco durante el día, dejando que la Palabra de Dios se acerque a tu corazón”. 

Señala también, de acuerdo con la experiencia de los santos, la importancia de contemplar la pasión del Señor y verlo en el Crucifijo; el recurso a la Virgen; pedir luces al Espíritu Santo (que es “el discernimiento en acción”) y tratarlo con confianza, junto con el Padre y el Hijo.

En la última catequesis el Papa señaló la importancia del guía espiritual y de darse a conocer para conocerse a sí mismo y caminar en la vida espiritual.