Iniciativas

Oraciones por los enemigos. Ucrania y Tierra Santa

En los contextos de guerra y violencia, resuena con fuerza especialmente una de las frases de Jesucristo en el Sermón de la Montaña: “Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen” (Mt 5, 44). Hoy en día, en diferentes partes del mundo, hay cristianos que intentan vivir este mandamiento.

Loreto Rios·10 de abril de 2024·Tiempo de lectura: 4 minutos

Debido a los diferentes enfrentamientos bélicos que están desarrollándose actualmente en diferentes puntos del planeta, el Papa Francisco ha afirmado en varias ocasiones que estamos viviendo una III guerra mundial a pedazos. El pasado 24 de febrero la guerra de Ucrania cumplía dos años, mientras que el 7 de octubre de 2023 estallaba otro conflicto en Tierra Santa entre Israel y Palestina que parece ser solo el comienzo de otra larga guerra.

Amar a los enemigos

¿Cómo pueden actuar los cristianos que se ven envueltos en situaciones semejantes? El padre Mateusz Adamski, un sacerdote polaco que es actualmente párroco de la Asunción de la Santísima Virgen María en Kiev (Ucrania) y vicerrector del seminario Redemptoris Mater, tiene claro que estos dos últimos años, aun colmados de sufrimiento, han sido también “un tiempo de gracia” en el que “hemos podido tocar a Dios vivo realmente”.

A pesar del miedo, de que “la gente está cansada psicológicamente” y que “son varios los parroquianos que tenemos en el ejército”, desde la parroquia de la Asunción de Kiev han llevado adelante una importante iniciativa: rezar en comunidad por los enemigos. Porque un contexto de guerra, según comenta el padre Mateusz, “exige reflexionar sobre el mandamiento de amar al enemigo”, y esto “se manifiesta especialmente en las oraciones comunes con el pueblo de Dios por nuestros enemigos”.

Según explica el padre Mateusz, “el mandamiento del Sermón de la Montaña” ha hecho que los parroquianos experimenten una purificación “en su camino de fe, aunque esto suponga ir en contra de ellos mismos”, y esto “les está fortaleciendo en la fe a través de la oración en común”.

Imitar el perdón de Cristo

Lo mismo indica a Omnes el padre Pedro Zafra, vicario parroquial de la misma parroquia de Kiev, quien lleva en Ucrania más de diez años. Este sacerdote cordobés explica que “la oración continua por los enemigos en nuestra comunidad parroquial está a la orden del día”, y señala particularmente que a diario, “en cada Eucaristía, especialmente en la oración de los fieles, rezamos por todos aquellos que han perdido la vida en este conflicto, por los combatientes, por la paz en Ucrania, en el mundo”. Subraya que la comunidad reza por que “el Señor cambie los corazones de nuestros enemigos y, en primer lugar, cambie también nuestros corazones”. 

Además, todos los domingos llevan a cabo una adoración al Santísimo en la que piden por la paz, mientras que todos los viernes, en el Vía Crucis, encomiendan a sus perseguidores. “Le pedimos al Señor que nos ayude a entrar en este sufrimiento, en esta cruz. Así como Él mismo, siendo nosotros sus enemigos, intercedió ante el Padre por nosotros, diciendo ‘Perdónalos, porque no saben lo que hacen’, también lo debemos hacer nosotros. Esta es la misión de cada cristiano y es también nuestra misión, y vemos que es algo fundamental, sobre todo para darle un sentido al sufrimiento, porque muchas veces nos concentramos más en lo que es la justicia humana. Sin embargo, la justicia de Jesucristo es aquella que reza por los enemigos, aquella que es capaz de responder al mal con el bien, responder al mal con la oración”, afirma.

Como ejemplo de perdón, el padre Pedro Zafra pone un testimonio cercano, cuando un matrimonio mayor, con seis hijos, perdió a uno de ellos que combatía en el frente. “En el entierro, tanto sus padres como sus hermanos dijeron públicamente: ‘Perdonamos a nuestros enemigos, perdonamos a aquellos que han matado a nuestro hijo y a nuestro hermano’. Es un testimonio también de cómo el Señor actúa en el corazón de cada persona, de que, a pesar del odio que está a la orden del día, se dan también estos milagros, en los que experimentamos que Dios es bueno y que Dios está presente y no nos deja solos, sino que manifiesta su presencia y amor a través de esta situación difícil en la que nos sentimos apoyados, nos sentimos confortados por Jesucristo. Además, a través de los sacramentos, de la Eucaristía y la Confesión, podemos acceder a este perdón, podemos ver cómo el Señor también cambia nuestros corazones”.

También en Rusia se han impulsado propuestas de oración por la paz. En mayo de 2022, en Moscú se llevó a cabo el rezo comunitario del Rosario por la paz en conexión directa con el Papa Francisco desde el Vaticano. En la capital rusa, la ceremonia estuvo presidida por monseñor Paolo Pezzi, arzobispo metropolitano de la Madre de Dios en Moscú desde el año 2007, y participaron más de un centenar de personas.

“También debemos rezar por los culpables”

La oraciones por la paz no se limitan a la guerra de Ucrania. Fray Manuel pertenece a la Custodia de Tierra Santa, la orden, fundada por san Francisco de Asís, a la que la Santa Sede encomendó guardar los lugares que fueron testigos de la Encarnación de Cristo, y explica que “en mi santuario de Betfagé, que tiene un barrio cristiano construido por la Custodia, y que se encuentra en zona árabe más bien radical, los martes, los jueves y los sábados nos reunimos para rezar el rosario por la paz. Conmueve ver a cristianos, en su mayoría palestinos, que se unen convencidos de que la paz es posible si somos capaces de mantenernos unidos en el Dios de la paz y que María, Reina de la paz, es nuestra fortaleza”.

Además, en Tierra Santa se han llevado a cabo varias jornadas de oración por la paz y los enemigos. 

En los primeros días del conflicto, el 17 de octubre de 2023, los monjes benedictinos residentes en el monte Sión organizaron una jornada de oración en la basílica de la Dormición, con el lema La Iglesia bajo la cruz. La basílica permaneció abierta durante veinticuatro horas, desde las doce de la noche del 17 de octubre. Durante la jornada, se celebró una Eucaristía a las 7:30 de la mañana y se leyeron todos los salmos recogidos en la Biblia (en total, ciento cincuenta), mientras que los jóvenes llevaron a cabo un rezo inspirado en las oraciones de Taizé.

En esta iniciativa, no faltó la oración por los enemigos, ya que, según dijo el abad benedictino, el padre Nikodemus Schnabel, “creemos que cada ser humano está creado a imagen de Dios. Incluso un asesino, incluso una persona que tiene pecados terribles sigue siendo un ser humano, una persona creada a imagen de Dios. Todos rezamos por las víctimas, pero ¡también debemos rezar por los culpables! Oremos por las personas que han cometido crímenes indescriptibles, que han matado, para que se den cuenta de lo que han hecho, se arrepientan y pidan perdón, y puedan encontrar la misericordia de Dios”. 

Cultura

El lenguaje “inclusivo” comienza a retroceder en Alemania

Después de años de intentar inocular dicho lenguaje a través de la escuela, los medios de comunicación y las administraciones públicas, algunas de éstas han comenzado últimamente a dar marcha atrás.

José M. García Pelegrín·9 de abril de 2024·Tiempo de lectura: 4 minutos

El 1 de abril entró en vigor en Baviera la prohibición del uso del denominado lenguaje inclusivo tanto en el ámbito docente (escuelas y universidades) como en la administración pública.

A mediados de marzo, el Gobierno regional aprobó una ampliación del Reglamento que, ya antes, obligaba a los organismos oficiales –incluyendo las escuelas estatales, que suponen la gran mayoría– a utilizar las normas ortográficas oficiales alemanas, que no contemplan tal lenguaje inclusivo.

Ahora, esta nueva norma da un paso más al prohibir expresamente los diferentes modos de expresar dicha “inclusividad” o “neutralidad”.

Para comprender el alcance de esta normativa, es importante aclarar que, en Alemania, las competencias sobre el uso del lenguaje en organismos públicos corresponden a los Länder (Estados Federados) y no al Bund (Gobierno central, lo que en España se denominaría Estado).

Consejo de Ortografía Alemana

En segundo lugar, en el ámbito de lengua alemana no hay una “Academia de la Lengua”. Existe un “Consejo de Ortografía Alemana” que se define como “organismo intergubernamental encargado de mantener la uniformidad de la ortografía en el mundo de habla alemana y seguir desarrollándola en la medida necesaria sobre la base de las reglas ortográficas”.

Forman parte de él 41 personalidades de siete países o regiones (Alemania, Austria, Suiza, Liechtenstein, la Provincia Autónoma de Bolzano-Alto Adigio y la Comunidad germanófona de Bélgica). Luxemburgo es miembro con voz, pero sin voto. A mediados de diciembre de 2023, el Consejo volvió a pronunciarse en contra de incluir “caracteres especiales” en las normas ortográficas alemanas. 

Por otro lado, el lenguaje “inclusivo” comenzó a expresarse con el desdoblamiento de los sexos (“Zuschauerinnen und Zuschauer”: “espectadoras y espectadores”); pero debido a razones de economía lingüística –en el folleto oficial de un organismo público llegaba a decirse que, en los campos de concentración, “las nacionalsocialistas y los nacionalsocialistas torturaban a las judías y a los judíos”– se buscaron otras formas de expresarlo como los “caracteres especiales” a los que se refería el Consejo.

Estos caracteres incluyen formas como Zuschauer_innen, ZuschauerInnen, Zuschauer*innen o, el que más se ha extendido últimamente y que ha adoptado gran número de medios de comunicación, los dos puntos intermedios: Zuschauer:innen. 

¿Cómo se pronuncian estas palabras, por ejemplo “Zuschauer:innen”? Cuando surgió este fenómeno se podían observar –principalmente en radio y televisión– dos modos de pronunciarlo: o bien haciendo una pequeña pausa o bien un sonido “oclusivo” (una especie de “ataque de hipo”, según sus detractores).

Sin embargo, también aquí se aplica el principio de la economía del lenguaje: últimamente cada vez se hace menos esa pausa o sonido oclusivo. El resultado es que se pronuncia “Zuschauerinnen”, el femenino plural. En lugar de inclusión se consigue todo lo contrario: la exclusión involuntaria (?) del masculino. ¿O es algo premeditado para sustituir el “masculino genérico” por el “femenino genérico”?

No sorprende que, debido a lo farragoso y ambiguo que en definitiva resulta este lenguaje, gran número de ciudadanos “de a pie” lo rechacen; todas las encuestas realizadas al respecto arrojan un elevado porcentaje de personas que se oponen a este tipo de “caracteres”.

La población contra el lenguaje inclusivo

Según el “barómetro de tendencias de RTL/ntv” (julio de 2023), casi tres cuartas partes (73%) están en contra de dicho lenguaje. Sólo el 22% de los encuestados cree que es bueno que la gente hable o escriba de esta manera.

Por sexos, los hombres presentan una mayor oposición (77% en contra, 18% a favor) que las mujeres (70% a 26%). El único grupo que presenta una mayoría a favor es el de los simpatizantes del partido “Los Verdes” (58%). 

Ante estas cifras resulta poco comprensible el intento de imponer este lenguaje por parte de prácticamente todos los medios de comunicación –con la radiotelevisión estatal a la cabeza– y también de las administraciones públicas, a pesar de la oposición mayoritaria de la población.

No obstante, algunas administraciones públicas comienzan ya a dar marcha atrás, como demuestra la decisión tomada por Baviera.

Pero esta no ha sido la única: por ejemplo, también el estado federado de Hesse ha anunciado que en la correspondencia oficial sólo empleará “un lenguaje normalizado y comprensible”, basado en las directrices del Consejo Alemán de Ortografía.

Ya antes, en 2021, el ministerio regional (equivalente a “consejería”) de Educación y Cultura de Sajonia decidió que el lenguaje “inclusivo” no se utilizaría en las escuelas ni en las autoridades de supervisión escolar.

El ministerio se reafirmó en ello en julio de 2023, ampliando la directiva con un decreto: se remite asimismo al Consejo Alemán de Ortografía, que según afirma la consejería sajona, “señala que la lengua escrita debe estar libre de barreras y tener en cuenta a quienes tienen dificultades para leer o escribir incluso textos sencillos, así como a quienes aprenden alemán como segunda lengua o lengua extranjera”.

El lenguaje inclusivo en los estados federados

Recientemente, la plataforma “Redaktionsnetzwerk Deutschland (RND)” ha publicado un resumen sobre el estado de la cuestión en los estados federados. Según este informe, Schleswig-Holstein también prohíbe el uso de caracteres especiales; es decir, si un alumno lo utiliza en su examen, se considera como “falta”.

Lo mismo sucede en el estado federado de Sajonia-Anhalt, donde su uso también se penaliza. Y eso, a pesar de que el ministerio de Educación de dicho land se esfuerza por utilizar términos neutros en cuanto al género, según declaró el ministerio a RND: la administración lleva utilizando el desdoblamiento en la forma femenina y masculina desde 1992.

Los otros once estados federados tienen una postura más abierta respecto a este lenguaje inclusivo. Por ejemplo, el ministerio regional de Cultura de Baja Sajonia subraya: “Es importante que, en el sector escolar, todas las personas –con independencia de su identidad de género– sientan que se dirigen a ellas correctamente”.

Se busca elegir un “lenguaje comprensible que no discrimine a nadie”. Una opinión similar se sostiene en Mecklemburgo-Pomerania Occidental y Renania-Palatinado, según RND.

Sólo dos estados federados, Bremen y Sarre, están claramente a favor de emplear dichos caracteres especiales y así lo hace la administración pública de dichos estados federados.

Recursos

“Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura, que él había de resucitar de entre los muertos”

En este artículo, se analiza el pasaje evangélico Jn 20, 9: "Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura, que él había de resucitar de entre los muertos”.

Rafael Sanz Carrera·9 de abril de 2024·Tiempo de lectura: 9 minutos

Después de relatar los eventos relacionados con la resurrección (Juan 20, 1-9), Juan se siente compelido a disculparse por su incredulidad, y concluye con una explicación: «Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura, que él había de resucitar de entre los muertos” (Jn 20, 9). Con estas palabras el evangelista explica por qué, sólo ahora, en vista del sepulcro vacío y los lienzos doblados, ambos discípulos (“habían”: en plural: Pedro y Juan), creen en la resurrección de Jesús. Esta noción se encontraba ya anticipada en Jn 2, 22: “Cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho y creyeron en la Escritura y en la palabra que Jesús había hablado”.

La idea no es exclusiva de Juan, como vemos por las palabras de Jesús a los discípulos de Emaús: “Entonces él les dijo: ‘¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria?’. Y, comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras […]. Y les dijo: ‘Esto es lo que os dije mientras estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí’. Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y les dijo: ‘Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día’… ” (Lucas 24, 25-27. 44-46).

La misma necesidad de comprender las Escrituras para interpretar adecuadamente la muerte y resurrección de Cristo, la encontramos en Pablo: “Porque yo os transmití en primer lugar, lo que también yo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras; y que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras” (1 Corintios 15, 3-4).

Sin embargo, en el Evangelio de Juan no se menciona ningún pasaje de las Escrituras del que se deduzca que el Señor debía resucitar de entre los muertos. Así que hemos de buscar esas referencias en los otros pasajes que hablan de la resurrección en el Nuevo Testamento. Así encontramos:

  • El Salmo 2, 7 citado en Hechos 13, 32-37: sobre la Resurrección y el reinado eterno de David. En la exégesis de estos dos textos, Jesús emerge como el rey mesiánico prometido, el Hijo de Dios, cuya resurrección da cumplimiento a las promesas divinas, especialmente en lo que respecta al reinado eterno y universal de su Hijo.
  • El Salmo 16, 10 citado en Hechos 2, 27ss y Hechos 13, 35: sobre la incorruptibilidad del cuerpo resucitado. Estos pasajes están interconectados para relacionar la resurrección de Jesús con la incorruptibilidad del cuerpo del Mesías.
  • El Salmo 110, 1.4 mencionado en Hebreos 6, 20: sobre la resurrección y el sacerdocio eterno de Melquisedec. Ambos pasajes bíblicos están relacionados con la resurrección de Jesús y su papel de Sumo Sacerdote eterno según el orden de Melquisedec.
  • En Isaías 53, 10-12 referido en Romanos 4, 25: sobre la Resurrección de Jesús y su significado salvífico universal. Estos pasajes de Isaías 53 y Romanos 4 están relacionados en la comprensión cristiana de la resurrección de Jesús y su significado para la salvación de la humanidad.
  • En Mateo 16, 21; 17, 23; 20, 19 (y par.) encontramos las predicciones de Jesús sobre su resurrección. Se trata de las predicciones que Jesús mismo hizo sobre su muerte y su resurrección.

Antes de empezar a estudiar con detalle cada pasaje, es relevante resaltar dos aspectos cruciales sobre estos textos del Antiguo Testamento en relación con la resurrección de Jesús.

1º Escasez y oscuridad de las citas. Encontramos pocas referencias del Antiguo Testamento que respalden la resurrección de Jesús en el Nuevo Testamento. Estos pasajes, además de no ser abundantes, resultan oscuros y no parecen estar relacionados con la resurrección a primera vista. De hecho, para el dr. William Lane Craig, esta misma dificultad fue lo que llevó a muchos estudiosos a rechazar la opinión del siglo XIX según la cual los discípulos llegaron a creer que Jesús había resucitado al leer dichos pasajes del Antiguo Testamento. En realidad el recorrido de los discípulos fue al revés: desde la evidencia de la resurrección hacia la comprensión más profunda de las Escrituras.

2º Perspectiva innovadora. No obstante, aquí se presenta una paradoja interesante: antes de creer en la resurrección de Jesús, nadie habría interpretado estos textos del Antiguo Testamento de esa manera. Fue sólo después de verificar la autenticidad de la resurrección, que los discípulos recurrieron al Antiguo Testamento en busca de textos que la respaldasen. Esto implicó leer los pasajes de una manera innovadora, con una perspectiva que no habrían considerado legítima sin la convicción de que Jesús había resucitado. Así, la resurrección de Jesús transformó la interpretación de los textos antiguos: se convirtió en la clave hermenéutica que ilumina todo el Antiguo Testamento.

Una última aclaración importante: aunque las referencias a las Escrituras sobre la resurrección de Jesucristo sean escasas y poco claras, los cuatro temas principales que abordan -el reinado eterno de David, la incorruptibilidad y la victoria sobre la muerte, el sacerdocio eterno de Melquisedec y la justificación a través de su sacrificio- nos proporcionan una clave hermenéutica para entender toda la Escritura. Estos cuatro temas, de alguna manera, funcionan como herramientas interpretativas para cientos de pasajes del Antiguo Testamento. Veámoslos brevemente.

La Resurrección y el reinado eterno de David

Por un lado tenemos el Salmo 2, donde se dibuja el ungimiento de un rey mesiánico, es decir, destinado a reinar sobre las naciones. En este contexto, el versículo 7 dice: “Voy a proclamar el decreto del Señor; él me ha dicho: ‘Tú eres mi hijo; yo te he engendrado hoy’”. La coronación y unción de un rey en Israel era un evento solemne y significativo, pues su investidura establecía el reconocimiento divino de su autoridad.

En el Salmo 2 están presentes dos grandes promesas mesiánicas: el reinado universal y la filiación divina que lo sustenta. Estas promesas, aunque se referirán a la dinastía de David, sólo alcanzarán su cumplimiento por la resurrección de Jesucristo. Así lo entienden Pablo y Bernabé, que en su predicación en Antioquía vinculan el Salmo 2 con Jesucristo y su resurrección: “Os anunciamos la Buena Noticia de que la promesa que Dios hizo a nuestros padres, nos la ha cumplido a nosotros, sus hijos, resucitando a Jesús. Así está escrito en el salmo segundo: ‘Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy’. Y que lo resucitó de la muerte para nunca volver a la corrupción, lo tiene expresado así: ‘Os cumpliré las promesas santas y seguras hechas a David’ [Is 55, 3]. Por eso dice en otro lugar: ‘No dejarás que tu santo experimente la corrupción’ [Sal 16, 10]. David … experimentó la corrupción. En cambio, aquel a quien Dios resucitó no experimentó la corrupción” (Hechos 13, 32-37). Argumentan que la resurrección de Jesús representa el cumplimiento de las promesas que Dios hizo a David de darle un trono para siempre (Hechos 13, 36-37). Y por eso, al cumplirse en Jesús estas promesas, se erige como el verdadero heredero del trono de David; el verdadero Rey, Hijo de Dios, del Salmo 2.

Las promesas divinas de otorgar un linaje perpetuo al rey David las encontramos en muchos lugares del Antiguo Testamento Así comprobamos cómo la resurrección de Jesús es un evento que conecta el Antiguo y el Nuevo Testamento, revelando la fidelidad de Dios a sus promesas y su plan redentor para la humanidad por medio de Jesucristo.

La incorruptibilidad del cuerpo resucitado

Los pasajes del Salmo 16 y de Hechos 2 y 13 están interconectados para resaltar cómo la resurrección da cumplimiento a las profecías acerca de la no corrupción del cuerpo del Mesías.

El Salmo 16, 10 proclama: “Porque no me abandonarás en la región de los muertos, ni dejarás a tu fiel ver la corrupción”. Este versículo es citado dos veces en Hechos 2, 27.31, para enfatizar que Dios no permitirá que su Santo experimente corrupción: “Porque no me abandonarás en el lugar de los muertos, ni dejarás que tu Santo experimente corrupción. Me has enseñado senderos de vida, me saciarás de gozo con tu rostro. Hermanos, permitidme hablaros con franqueza: el patriarca David murió y lo enterraron, y su sepulcro está entre nosotros hasta el día de hoy. Pero, como era profeta y sabía que Dios le había jurado con juramento sentar en su trono a un descendiente suyo, previéndolo, habló de la resurrección del Mesías cuando dijo que no lo abandonará en el lugar de los muertos y que su carne no experimentará corrupción” (Hechos 2 ,27-31). Pedro concluye que -como el patriarca David, murió y fue sepultado-, el salmo está profetizando sobre la resurrección del Mesías.

Es importante advertir que, aunque el Salmo en sí mismo no trata de la resurrección sino de evitar la muerte, Pedro da al salmo una interpretación novedosa al decir que profetizaba la resurrección del Mesías. Esta interpretación innovadora sólo es posible tras el acontecimiento de la resurrección; antes no hubiera sido legítima.

También existe otra referencia al Salmo 16, 10 en Hechos 13, 35-37, -ya lo vimos- donde se argumenta de modo parecido de la resurrección como requisito para la no corrupción del cuerpo. En definitiva, la incorruptibilidad del cuerpo de Jesús y su victoria sobre la muerte está intrínsecamente ligada a su resurrección.

La resurrección y el sacerdocio eterno de Melquisedec

Tanto el Salmo 110 como Hebreos 6 están relacionados con la figura de Jesús y su papel como Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec.

El Salmo 110 comienza con una invitación divina: “Oráculo del Señor a mi Señor: ‘Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies’”. Aquí, el Señor (Dios Padre) invita al Mesías (Cristo) a ocupar un lugar de honor y autoridad a su diestra. Esta posición simboliza la exaltación y el poder del Mesías sobre todas las cosas. Se trata pues de un Salmo real y mesiánico.

Más adelante en el v. 4 dice: “El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: ‘Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec”. Acaba de hablar de la autoridad del Mesías como Rey (v. 1) y ahora de su papel como sacerdote. La combinación de ambas funciones es significativa, pues afirma que el Mesías será un “sacerdote eterno según el rito de Melquisedec”, un personaje misterioso, que el Antiguo Testamento describe como sacerdote del Dios Altísimo y rey de Salem (Jerusalén). Esta referencia resulta crucial porque ejerce funciones sacerdotales antes de la institución del sacerdocio levítico.

Hebreos 6, 20 se refiere a Jesús como el Sumo Sacerdote eterno según el orden de Melquisedec. Esto tiene profundas implicaciones. Cuando Jesús resucita y asciende al cielo, entra en el santuario celestial no hecho por manos humanas. Lleva consigo su propia sangre como sacrificio por el pecado, similar al papel del sumo sacerdote en el Antiguo Testamento durante el Día de la Expiación. La mención del “rito de Melquisedec” indica que Jesús al resucitar ejerce su sacerdocio de una manera superior y eterna, que trasciende el sistema levítico. Su sacrificio es perfecto y completo. Tanto en su autoridad como Rey como en su función sacerdotal según el orden de Melquisedec se despliega su divinidad y se revela su papel central en la redención de la humanidad.

La Resurrección de Jesús y su significado salvífico universal

Isaías 53, 10-12 dice: “El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación: verá su descendencia, prolongará sus años, lo que el Señor quiere prosperará por su mano. Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos. Le daré una multitud como parte, y tendrá como despojo una muchedumbre. Porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los pecadores, él tomó el pecado de muchos e intercedió por los pecadores”. En este pasaje se nos descubre dos cosas. Por un lado, Isaías profetiza aquí sobre el Siervo Sufriente, figura mesiánica -que enseguida fue asociada con Jesús-, y que sufrirá y entregará su vida como expiación por los pecados del pueblo. Y por otro lado, la poderosa idea de que a pesar de exponer su vida a la muerte y ser contado entre los pecadores, será exaltado: “Verá la luz… prolongará sus años”: esto simboliza la resurrección como triunfo sobre la muerte y la garantía de vida eterna.

Por su lado Romanos 4, 24-25 dice: “Nosotros, los que creemos en el que resucitó de entre los muertos a Jesucristo nuestro Señor, el cual fue entregado por nuestros pecados y resucitó para nuestra justificación.”. Aquí el apóstol Pablo conecta magistralmente la resurrección de Jesús con nuestra justificación. Jesús fue entregado por nuestros pecados, pero resucitó para nuestra justificación. Es decir, su resurrección corrobora su obra redentora y su papel como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

La relación entre ambos pasajes reside en que ambos hablan del sufrimiento, muerte y exaltación del Siervo (Jesús). La resurrección de Jesús no sólo valida su identidad como el Siervo Sufriente de Isaías, sino que también es una confirmación del cumplimiento de su misión salvadora. En efecto, la ofrenda de Jesús -como Sumo Sacerdote eterno-, ha sido aceptada por el Padre, como sacrificio perfecto por nuestros pecados.

Las predicciones de Jesús sobre su resurrección

Mateo, en particular, nos proporciona tres momentos cruciales en los cuales Jesús anunció su destino y resurrección, y cómo los discípulos reaccionaron ante estas predicciones.

En Mateo 16, 21, Jesús comienza a desvelar -de camino hacia Jerusalén-, que enfrentará sufrimiento, ejecución y resurrección al tercer día. Esta primera predicción, aunque clara en sus términos, parece haber confundido a los discípulos, pues la idea de sufrimiento y resurrección no logra abrirse paso en sus mentes.

La confusión persiste incluso después de la segunda predicción, narrada en Mateo 17, 23. Después del maravilloso evento revelador del monte de la Transfiguración, Jesús repite su destino inminente, pero a pesar de estar más familiarizados con la idea, ni siquiera los tres más cercanos la comprenden.

En la tercera predicción -Mateo 20, 19-, Jesús añade detalles específicos sobre su entrega a los gentiles y su destino en la cruz. Sin embargo, incluso con esta clarificación adicional, los discípulos siguen sin entender la realidad de lo que Jesús les está anunciando.

Por eso, Juan nos dice: “Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura, que él había de resucitar de entre los muertos” (Jn 20, 9). En efecto, los discípulos no comprendieron las Escrituras ni las predicciones de Jesús sobre su resurrección hasta después de los eventos de la resurrección misma. A pesar de las claras predicciones de Jesús, los discípulos no llegaron a entender plenamente su significado hasta después de la resurrección. Solo entonces comenzaron a comprender cómo la Escritura estaba alineada con las predicciones de Jesús sobre la resurrección.

Conclusión

La resurrección de Jesús se convierte en la clave hermenéutica que ilumina toda la Escritura. Esta perspectiva interpretativa innovadora surge tras el acontecimiento de la resurrección, que llevó a los discípulos a buscar textos de la Escritura que la respaldaran. Además, aunque las referencias a la resurrección sean escasas, los temas que tratan -el reinado eterno de David, la incorruptibilidad, el sacerdocio eterno de Melquisedec y la justificación- proporcionan herramientas interpretativas, de modo que actúan como claves para comprender numerosos pasajes del Antiguo Testamento.

El autorRafael Sanz Carrera

Doctor en Derecho Canónico

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Vaticano

El Vaticano publica el esperado documento sobre la dignidad humana

En la rueda de prensa de presentación del documento, el cardenal Fernández ha comentado que espera que este texto tenga la misma repercusión que "Fiducia supplicans".

Andrea Acali·8 de abril de 2024·Tiempo de lectura: 9 minutos

Se ha publicado la tan esperada declaración del Dicasterio para la Doctrina de la Fe «Dignitas infinita» sobre el tema de la dignidad humana. El prefecto, el cardenal Fernández, en su presentación, recuerda que se han necesitado cinco años para preparar el documento, con una sustancial modificación final «para responder a una petición del Santo Padre, que explícitamente instaba a centrar la atención en las graves violaciones actuales de la dignidad humana en nuestro tiempo, en la estela de la encíclica ‘Fratelli tutti’»: el drama de la pobreza, la situación de los emigrantes, la violencia contra las mujeres, la trata de personas, la guerra.

La Declaración recuerda que «el respeto de la dignidad de todas y cada una de las personas es la base indispensable para la existencia misma de toda sociedad que pretenda fundarse en el derecho justo y no en la fuerza del poder. Es sobre la base del reconocimiento de la dignidad humana como se defienden los derechos humanos fundamentales, que preceden y fundamentan toda convivencia civilizada. A cada persona individual y, al mismo tiempo, a cada comunidad humana corresponde, por tanto, la tarea de la realización concreta y efectiva de la dignidad humana, mientras que es deber de los Estados no sólo protegerla, sino también garantizar las condiciones necesarias para que florezca en la promoción integral de la persona humana».

La Declaración está estructurada en cuatro partes: «En las tres primeras, recuerda principios fundamentales y supuestos teóricos para ofrecer importantes aclaraciones que puedan evitar las frecuentes confusiones que se producen en el uso del término ‘dignidad’. En la cuarta parte, presenta algunas situaciones problemáticas actuales en las que no se reconoce adecuadamente la inmensa e inalienable dignidad que corresponde a todo ser humano. Denunciar estas graves y actuales violaciones de la dignidad humana es un gesto necesario, porque la Iglesia alimenta la profunda convicción de que no se puede separar la fe de la defensa de la dignidad humana, la evangelización de la promoción de una vida digna y la espiritualidad del compromiso por la dignidad de todos los seres humanos».

Dignidad humana

El documento, publicado con ocasión del 75 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, recuerda en primer lugar que «la dignidad infinita» de toda persona humana, hecha a imagen y semejanza de Dios, está «inalienablemente fundada en su propio ser». Es la «dignidad ontológica» que «nunca puede ser borrada y sigue siendo válida más allá de cualquier circunstancia en la que los individuos puedan encontrarse». A continuación, la Declaración hace referencia a otros tres conceptos de dignidad: moral, social y existencial, que pueden fallar pero nunca borrar la dignidad ontológica de todo ser humano.

La Iglesia «proclama la igual dignidad de todos los seres humanos, independientemente de su condición en la vida o de sus cualidades». Un anuncio basado en tres convicciones: el amor de Dios Creador, la Encarnación de Cristo y el destino del hombre llamado a la comunión con Dios a la luz de la Resurrección. No obstante, la dignidad humana puede verse empañada por el pecado: aquí radica la respuesta personal de cada uno para hacer crecer y madurar su dignidad, con la aportación decisiva de la fe a la razón.

A continuación, el documento del Dicasterio recuerda «algunos principios esenciales que deben respetarse siempre» de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y aclara malentendidos que han surgido en torno al concepto de dignidad. Como la propuesta de utilizar la definición de dignidad personal, que implicaría que sólo se reconocería como personas a aquellas capaces de razonar. La consecuencia sería que «el niño no nacido y el anciano no autosuficiente no tendrían dignidad personal, ni tampoco los discapacitados mentales». En cambio, la Iglesia insiste en el reconocimiento de una «dignidad intrínseca» de todo ser humano. A continuación, critica el uso indebido del concepto de dignidad para «justificar una multiplicación arbitraria de nuevos derechos, muchos de los cuales se contraponen no pocas veces al derecho fundamental a la vida, como si se quisiera garantizar la capacidad de expresar y realizar cada preferencia individual o deseo subjetivo. La dignidad se identifica entonces con una libertad aislada e individualista, que pretende imponer como «derechos», garantizados y financiados por la comunidad, ciertos deseos y propensiones subjetivos. Pero la dignidad humana no puede basarse en criterios meramente individuales ni identificarse sólo con el bienestar psicofísico del individuo. Por el contrario, la defensa de la dignidad humana se basa en las exigencias constitutivas de la naturaleza humana, que no dependen ni de la arbitrariedad individual ni del reconocimiento social. Los deberes que se derivan del reconocimiento de la dignidad del otro y los correspondientes derechos que de ello se derivan tienen, por tanto, un contenido concreto y objetivo, basado en la naturaleza humana común. Sin tal referencia objetiva, el concepto de dignidad queda de hecho sometido a las más diversas arbitrariedades, así como a los intereses del poder».

El documento recuerda que la dignidad del ser humano incluye también la capacidad de asumir obligaciones hacia los demás y la importancia de la libertad, abordando lo que la condiciona, limita y oscurece, así como la cuestión del relativismo.

Durante la presentación, Fernández calificó la dignidad humana como «un pilar fundamental de la enseñanza cristiana». El cardenal argentino partió de la anterior declaración sobre las bendiciones, «Fiducia supplicans», que «ha tenido siete mil millones de visitas en internet», citando una encuesta que mostraba que en Italia, entre los menores de 35 años, el 75% de los encuestados estaba de acuerdo con ese documento. «El de hoy es mucho más importante y desearíamos que tuviera el mismo nivel de impacto, porque el mundo necesita redescubrir las inmensas implicaciones de la dignidad humana». Precisó, sin embargo, que estas palabras no eran una autodefensa tras la encendida polémica de las últimas semanas sobre “Fiducia supplicans”.

El Prefecto destacó el «crecimiento de la Iglesia en la comprensión de la dignidad, hasta el rechazo total de la pena de muerte, culminación de la reflexión sobre la inviolabilidad de la vida humana» y contó dos anécdotas. La primera sobre la elección del título: habían pensado en «Más allá de toda circunstancia», porque es la clave para entender toda la Declaración, pero luego eligieron la cita de un discurso a los discapacitados de Juan Pablo II en 1980, durante su primer viaje a Alemania. La otra fue personal, cuando en un momento personal difícil en Buenos Aires, con motivo de su nombramiento como rector de la Universidad Católica, Bergoglio le dijo «No, Tucho, levanta la cabeza porque no te pueden quitar la dignidad…».

La última sección de la Declaración «aborda algunas violaciones concretas y graves» de la dignidad humana, empezando por la «tragedia de la pobreza», que afecta no sólo a los países ricos y pobres, sino también a las desigualdades sociales: «Todos somos responsables, aunque en mayor o menor medida, de esta desigualdad flagrante». También está la guerra que «con su estela de destrucción y dolor atenta contra la dignidad humana a corto y largo plazo». Además de hacerse eco del llamamiento «nunca más la guerra», el documento reitera que «la íntima relación que existe entre la fe y la dignidad humana hace que sea contradictorio que la guerra se base en convicciones religiosas».

Migrantes

Y de nuevo los migrantes, «entre las primeras víctimas de las múltiples formas de pobreza»: su acogida «es una forma importante y significativa de defender la dignidad inalienable de toda persona humana». La trata de personas también «se considera una grave violación de la dignidad humana» y se define como un «crimen contra la humanidad»: «La Iglesia y la humanidad no deben renunciar a la lucha contra fenómenos como el comercio de órganos y tejidos humanos, la explotación sexual de niños y niñas, el trabajo esclavo, incluida la prostitución, el tráfico de drogas y de armas, el terrorismo y la delincuencia internacional organizada». Se reafirma el compromiso de la Iglesia en la lucha contra la lacra de los abusos sexuales.

Violencia contra las mujeres

Se hace mucho hincapié en la violencia contra las mujeres: «Es un escándalo mundial, cada vez más reconocido. Si bien se reconoce de palabra la igual dignidad de la mujer, en algunos países las desigualdades entre mujeres y hombres son muy graves, e incluso en los países más desarrollados y democráticos, la realidad social concreta atestigua que a menudo no se reconoce a la mujer la misma dignidad que al hombre». Además de condenar las diversas formas de discriminación, «entre las formas de violencia ejercidas sobre las mujeres, ¿cómo no mencionar la compulsión al aborto, que afecta tanto a la madre como al hijo, tantas veces para satisfacer el egoísmo de los varones? ¿Y cómo no mencionar también la práctica de la poligamia?». «En este horizonte de violencia contra las mujeres, nunca se condenará lo suficiente el fenómeno del feminicidio. En este frente, el compromiso de toda la comunidad internacional debe ser compacto y concreto».

Aborto

A continuación, se reitera la condena sin exclusión del aborto, recordando las palabras de san Juan Pablo II en «Evangelium Vitae», y se reafirma que «hay que afirmar con toda fuerza y claridad, también en nuestro tiempo, que esta defensa de la vida naciente está íntimamente ligada a la defensa de todo derecho humano». En este sentido, «merece ser recordado el generoso y valiente compromiso de santa Teresa de Calcuta por la defensa de toda persona concebida».

Maternidad subrogada

Expresa la condena de la «práctica de la maternidad subrogada, mediante la cual el hijo inmensamente digno se convierte en un mero objeto»: «Viola, ante todo, la dignidad del hijo» que tiene «derecho, en virtud de su dignidad inalienable, a tener un origen plenamente humano y no inducido artificialmente, y a recibir el don de una vida que manifieste, al mismo tiempo, la dignidad del que la da y del que la recibe». El reconocimiento de la dignidad de la persona humana implica también el reconocimiento de la dignidad de la unión conyugal y de la procreación humana en todas sus dimensiones. En esta dirección, el deseo legítimo de tener un hijo no puede transformarse en un «derecho al hijo» que no respete la dignidad del propio hijo como destinatario del don gratuito de la vida». Luego va contra «la dignidad de la propia mujer que se ve forzada a ello o decide libremente someterse a ello. Con tal práctica, la mujer se desvincula del niño que crece en ella y se convierte en un mero medio al servicio del beneficio o del deseo arbitrario de otros».

Eutanasia

Otro capítulo clave está dedicado a la eutanasia, «un caso particular de violación de la dignidad humana, más silencioso pero que está ganando mucho terreno. Tiene la particularidad de utilizar un concepto erróneo de la dignidad humana para volverla contra la vida misma». «Está muy extendida la idea de que la eutanasia o el suicidio asistido son compatibles con el respeto a la dignidad de la persona humana. Frente a este hecho, hay que reafirmar con fuerza que el sufrimiento no hace perder al enfermo esa dignidad que le es intrínseca e inalienablemente propia, sino que puede convertirse en una oportunidad para estrechar los lazos de una mutua pertenencia y para tomar mayor conciencia de la preciosidad de cada persona para toda la humanidad. Ciertamente, la dignidad de la persona enferma en estado crítico o terminal exige un esfuerzo adecuado y necesario por parte de todos para aliviar su sufrimiento mediante cuidados paliativos adecuados y evitando cualquier obstinación terapéutica o intervención desproporcionada […]. Pero tal esfuerzo es totalmente distinto, diferente, incluso contrario a la decisión de eliminar la propia vida o la de los demás bajo el peso del sufrimiento. La vida humana, incluso en su condición dolorosa, es portadora de una dignidad que debe respetarse siempre, que no puede perderse y cuyo respeto sigue siendo incondicional». Conceptos similares para el cuidado de las personas discapacitadas y vulnerables, para quienes «se debe fomentar en la medida de lo posible la inclusión y la participación activa en la vida social y eclesial de todos aquellos que de alguna manera están marcados por la fragilidad o la discapacidad».

Ideología de género

Una condena explícita se refiere a la teoría de género. Al tiempo que reafirma el respeto debido a toda persona y la condena de toda discriminación basada en la orientación sexual, con un llamamiento a despenalizar la homosexualidad en los países donde sigue siendo un delito, la Declaración «recuerda que la vida humana, en todos sus componentes, físicos y espirituales, es un don de Dios, que debe acogerse con gratitud y ponerse al servicio del bien. Querer disponer de sí mismo, como prescribe la teoría de género, independientemente de esta verdad básica de la vida humana como don, no significa otra cosa que ceder a la antigua tentación de que el ser humano se convierta en Dios y entre en competencia con el verdadero Dios de amor que nos revela el Evangelio». La diferencia sexual, por tanto, es «no sólo la mayor imaginable, sino también la más bella y la más poderosa […], el respeto por el propio cuerpo y el de los demás es esencial frente a la proliferación y las reivindicaciones de nuevos derechos avanzadas por la teoría de género […]. Todos aquellos intentos que oscurezcan la referencia a la ineliminable diferencia sexual entre hombre y mujer son, por tanto, rechazables». En este contexto, «cualquier intervención para cambiar el sexo, por regla general, corre el riesgo de amenazar la dignidad única que la persona ha recibido desde el momento de la concepción. Esto no excluye la posibilidad de que una persona que sufra anomalías genitales ya evidentes al nacer o que se desarrollen posteriormente pueda optar por recibir asistencia médica con el fin de resolver dichas anomalías».

Violencia digital

Por último, el documento examina la violencia digital, advirtiendo contra la creación de un mundo en el que crecen la explotación, la exclusión y la violencia, facilitadas por el progreso tecnológico: «Tales tendencias representan un lado oscuro del progreso digital. Desde esta perspectiva, para que la tecnología esté al servicio de la dignidad humana y no la dañe, y para que promueva la paz en lugar de la violencia, la comunidad humana debe ser proactiva a la hora de abordar estas tendencias respetando la dignidad humana y promoviendo el bien».

Respondiendo a una pregunta durante la presentación, el cardenal afirmó finalmente que el infierno es compatible con la libertad humana, que Dios respeta, pero entonces queda la pregunta que el Papa Francisco plantea a menudo sobre la posibilidad de que el infierno esté vacío.

El autorAndrea Acali

-Roma

Recursos

Texto en español de la Declaración «Dignitas infinita» sobre la dignidad humana

Texto de la Declaración Dignitas infinita sobre la dignidad humana presentado el lunes 8 de abril en la Sala Stampa.

Maria José Atienza·8 de abril de 2024·Tiempo de lectura: 42 minutos

Ofrecemos a continuación, la traducción española del texto de la Declaración Dignitas infinita sobre la dignidad humana presentado esta mañana en la Oficina de prensa de la Santa Sede.

Presentación 

En el Congreso del 15 de marzo del 2019, la entonces Congregación para la Doctrina de la Fe decidió iniciar «la redacción de un texto subrayando lo imprescindible del concepto de dignidad de la persona humana en el seno de la antropología cristiana e ilustrando el alcance y las implicaciones beneficiosas a nivel social, político y económico, teniendo en cuenta los últimos desarrollos del tema en el ámbito académico y sus comprensiones ambivalentes en el contexto actual». Un primer proyecto a este respecto, elaborado con la ayuda de algunos expertos durante el año 2019, fue considerado insatisfactorio, en una Consulta restringida de la Congregación, el 8 de octubre del mismo año. 

La Sección Doctrinal elaboró ex novo otro borrador del texto, basándose en las aportaciones de diversos expertos. Ese borrador fue presentado y debatido en una Consulta restringida el 4 de octubre de 2021. En enero de 2022, el nuevo borrador se presentó a la Sesión Plenaria de la Congregación, durante la cual los miembros acortaron y simplificaron el texto. 

El 6 de febrero de 2023, el nuevo texto corregido fue evaluado en una Consulta restringida que propuso algunas modificaciones posteriores. La nueva versión se sometió a la valoración de las Sesión Ordinaria del Dicasterio (Feria IV) el 3 de mayo de 2023. Los miembros acordaron que el documento, con algunas modificaciones, podía ser publicado. El Santo Padre aprobó los Deliberata de esta Feria IV en el curso de la Audiencia concedida a mi el 13 de noviembre de 2023. En esa ocasión me pidió, además, resaltar en el texto algunas temáticas estrechamente relacionadas con el tema de la dignidad, como por ejemplo el drama de la pobreza, la situación de los emigrantes, las violencias contra las mujeres, la trata de personas, la guerra y otros. Para honrar lo mejor posible esta indicación del Santo Padre, la Sección Doctrinal del Dicasterio dedicó un Congreso a profundizar en la carta encíclica Fratelli tutti, que ofrece un análisis original y un estudio en profundidad del tema de la dignidad humana “más allá de toda circunstancia”. 

En una carta fechada el 2 de febrero de 2024, con vistas a la Feria IV del 28 de febrero siguiente, se envió a los miembros del Dicasterio un nuevo borrador del texto, considerablemente modificado, con la siguiente aclaración: «Esta nueva redacción se hizo necesaria para responder a una petición específica del Santo Padre. El Santo Padre había pedido explícitamente que se prestara mayor atención a las graves violaciones de la dignidad humana que se producen actualmente en nuestro tiempo, en la senda de la encíclica Fratelli tutti. Así pues, la Sección Doctrinal tomó medidas para reducir la parte inicial […] y elaborar con más detalle lo que el Santo Padre había indicado». La Sesión Ordinaria del Dicasterio, aprobó finalmente el texto de la actual Declaración el 28 de febrero de 2024. Durante la Audiencia concedida a mí, junto con el Secretario de la Sección Doctrinal, Mons. Armando Matteo, el 25 de marzo de 2024, el Santo Padre aprobó esta Declaración y ordenó su publicación. 

La elaboración del texto, que duró cinco años, nos permite comprender que estamos ante un documento que, debido a la seriedad y centralidad de la cuestión de la dignidad en el pensamiento cristiano, necesitó un considerable proceso de maduración para llegar a la redacción final que hoy publicamos. 

En las tres primeras partes, la Declaración recuerda los principios fundamentales y los supuestos teóricos para ofrecer importantes aclaraciones que puedan evitar las frecuentes confusiones que se producen en el uso del término “dignidad”. En la cuarta parte, presenta algunas situaciones problemáticas actuales en las que no se reconoce adecuadamente la inmensa e inalienable dignidad que corresponde a todo ser humano. La denuncia de estas graves y actuales violaciones de la dignidad humana es un gesto necesario, porque la Iglesia está profundamente convencida de que no se puede separar la fe de la defensa de la dignidad humana, la evangelización de la promoción de una vida digna y la espiritualidad del compromiso por la dignidad de todos los seres humanos. 

Esta dignidad de todos los seres humanos puede, de hecho, entenderse como “infinita” (dignitas infinita), como afirmó San Juan Pablo II en un encuentro con personas que sufrían ciertas limitaciones o discapacidades, para mostrar cómo la dignidad de todos los seres humanos va más allá de todas las apariencias externas o características de la vida concreta de las personas.

El Papa Francisco, en la encíclica Fratelli tutti, ha querido subrayar con particular insistencia que esta dignidad existe “más allá de toda circunstancia”, invitando a todos a defenderla en cada contexto cultural, en cada momento de la existencia de una persona, independientemente de cualquier deficiencia física, psicológica, social o incluso moral. En este sentido, la Declaración se esfuerza por mostrar que estamos ante una verdad universal, que todos estamos llamados a reconocer, como condición fundamental para que nuestras sociedades sean verdaderamente justas, pacíficas, sanas y, en definitiva, auténticamente humanas. 

La lista de temas elegidos por la Declaración no es, ciertamente, exhaustiva. Sin embargo, los temas tratados son, precisamente, los que permiten expresar diversos aspectos de la dignidad humana que pueden estar oscurecidos en la conciencia de muchas personas hoy en día. Algunos serán fácilmente compartidos por distintos sectores de nuestras sociedades, otros no tanto. Sin embargo, todos nos parecen necesarios porque, en su conjunto, ayudan a reconocer la armonía y la riqueza del pensamiento sobre la dignidad que brota del Evangelio.

Esta Declaración no pretende agotar un tema tan rico y decisivo, pero pretende aportar algunos elementos de reflexión que nos ayudarán a tenerlo presente en el complejo momento histórico que vivimos para que, en medio de tantas preocupaciones y angustias, no perdamos el rumbo y nos expongamos a sufrimientos más lacerantes y profundos. 

Víctor Manuel Card. Fernández 

Prefecto

Introducción 

1. (Dignitas infinita) Una dignidad infinita, que se fundamenta inalienablemente en su propio ser, le corresponde a cada persona humana, más allá de toda circunstancia y en cualquier estado o situación en que se encuentre. Este principio, plenamente reconocible incluso por la sola razón, fundamenta la primacía de la persona humana y la protección de sus derechos. La Iglesia, a la luz de la Revelación, reafirma y confirma absolutamente esta dignidad ontológica de la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios y redimida en Cristo Jesús. De esta verdad extrae las razones de su compromiso con los que son más débiles y menos capacitados, insistiendo siempre «sobre el primado de la persona humana y la defensa de su dignidad más allá de toda circunstancia». 

2. Esta dignidad ontológica y el valor único y eminente de cada mujer y cada hombre que existen en este mundo fueron recogidos con autoridad en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (10 de diciembre de 1948) por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Al conmemorar el 75 aniversario de este Documento, la Iglesia ve la oportunidad de proclamar una vez más su convicción de que, creado por Dios y redimido por Cristo, todo ser humano debe ser reconocido y tratado con respeto y amor,precisamente por su dignidad inalienable. El mencionado aniversario ofrece también a la Iglesia la oportunidad de aclarar algunos malentendidos que surgen a menudo en torno a la dignidad humana y de abordar algunas cuestiones concretas, graves y urgentes, relacionadas con ella.

3. Desde el principio de su misión, la Iglesia, impulsada por el Evangelio, se ha esforzado por afirmar la libertad y promover los derechos de todos los seres humanos. En los últimos tiempos, gracias a la voz de los Pontífices, ha tratado de formular más explícitamente este compromiso a través de la renovada llamada al reconocimiento de la dignidad fundamental debida a la persona humana. San Pablo VI decía «ninguna antropología iguala a la antropología de la Iglesia sobre la persona humana, incluso considerada individualmente, en cuanto a su originalidad, dignidad, intangibilidad y riqueza de sus derechos fundamentales, sacralidad, educabilidad, aspiración a un desarrollo completo e inmortalidad». 

4. San Juan Pablo II, en el 1979, afirmó durante la Tercera Conferencia Episcopal Latinoamericana en Puebla: «la dignidad humana es un valor evangélico que no puede ser despreciado sin grande ofensa al Creador. Esta dignidad es conculcada, a nivel individual, cuando no son debidamente tenidos en cuenta valores como la libertad, el derecho a profesar la religión, la integridad física y psíquica, el derecho a los bienes esenciales, a la vida. Es conculcada, a nivel social y político, cuando el hombre no puede ejercer su derecho de participación o es sujeto a injustas e ilegítimas coacciones, o sometido a torturas físicas o psíquicas, etc. […] Si la Iglesia se hace presente en la defensa o en la promoción de la dignidad del hombre, lo hace en la línea de su misión, que aun siendo de carácter religioso y no social o político, no puede menos de considerar al hombre en la integridad de su ser».

5. En el 2010, delante de la Pontificia Academia para la Vida, Benedicto XVI afirmó que la dignidad de la persona es «un principio fundamental que la fe en Jesucristo crucificado y resucitado ha defendido desde siempre, sobre todo cuando no se respeta en relación a los sujetos más sencillos e indefensos». En otra ocasión, hablándoles a los economistas, dijo que «la economía y las finanzas no existen sólo para sí mismas; son sólo un instrumento, un medio. Su finalidad es únicamente la persona humana y su realización plena en la dignidad. Este es el único capital que conviene salvar». 

6. Desde los inicios de su pontificado, el Papa Francisco ha invitado a la Iglesia a «confesar a un Padre que ama infinitamente a cada ser humano» y a «descubrir que “con ello le confiere una dignidad infinita”», subrayando con fuerza que esta dignidad inmensa representa un dato originario a reconocer con lealtad y a acoger con gratitud. Es precisamente en ese reconocimiento y aceptación donde puede fundarse una nueva convivencia entre los seres humanos, que decline la sociabilidad en un horizonte de auténtica fraternidad: sólo «reconociendo la dignidad de cada persona humana, podamos hacer renacer entre todos un deseo mundial de hermandad». Según el Papa Francisco «ese manantial de dignidad humana y de fraternidad está en el Evangelio de Jesucristo», pero también es una convicción a la que la razón humana puede llegar mediante la reflexión y el diálogo, ya que «hay que respetar en toda situación la dignidad ajena, es porque nosotros no inventamos o suponemos la dignidad de los demás, sino porque hay efectivamente en ellos un valor que supera las cosas materiales y las circunstancias, y que exige que se les trate de otra manera. Que todo ser humano posee una dignidad inalienable es una verdad que responde a la naturaleza humana más allá de cualquier cambio cultural». En realidad, concluye el Papa Francisco, «el ser humano tiene la misma dignidad inviolable en cualquier época de la historia y nadie puede sentirse autorizado por las circunstancias a negar esta convicción o a no obrar en consecuencia». En este horizonte, su encíclica Fratelli tutti constituye ya una especie de Carta Magna de las tareas actuales para salvaguardar y promover la dignidad humana. 

Una aclaración fundamental 

7. Aunque en la actualidad existe un consenso bastante general sobre la importancia e incluso el alcance normativo de la dignidad y el valor único y trascendente de todo ser humano, la expresión “dignidad humana” a menudo corre el riesgo de prestarse a muchos significados y, por tanto, a posibles malentendidos y «contradicciones que nos llevan a preguntarnos si verdaderamente la igual dignidad de todos los seres humanos […], [sea] reconocida, respetada, protegida y promovida en todas las circunstancias». Todo esto nos lleva a reconocer la posibilidad de una cuádruple distinción del concepto de dignidad: dignidad ontológica, dignidad moral, dignidad social y finalmente dignidad existencial. El sentido más importante permanece, como se ha argumentado hasta ahora, el vinculado a la dignidad ontológica que corresponde a la persona como tal por el mero hecho de existir y haber sido querida, creada y amada por Dios. Esta dignidad no puede ser nunca eliminada y permanece válida más allá de toda circunstancia en la que pueden encontrarse los individuos. Cuando se habla de la dignidad moral se refiere, como se acaba de considerar, al ejercicio de la libertad por parte de la criatura humana. Esta última, aunque dotada de conciencia, permanece siempre abierta a la posibilidad de actuar contra ella. Al hacerlo, el ser humano se comporta de un modo que “no es digno” de su naturaleza de criatura amada por Dios y llamada a amar a los otros. Pero esta posibilidad existe. Y no sólo eso. La historia nos atestigua que el ejercicio de la libertad contra la ley del amor revelada por el Evangelio puede alcanzar cotas incalculables de mal infligido a los otros. Cuando esto sucede, nos encontramos ante personas que parecen haber perdido todo rastro de humanidad, todo rastro de dignidad. A este respecto, la distinción introducida aquí nos ayuda a discernir con precisión entre el aspecto de la dignidad moral, que de hecho puede “perderse”, y el aspecto de la dignidad ontológica que nunca puede ser anulada. Y es precisamente en razón de esta 

Perspectivas bíblicas 

11. La Revelación bíblica enseña que todos los seres humanos poseen una dignidad intrínseca porque han sido creados a imagen y semejanza de Dios: «Dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza” […] Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y mujer los creó» (Gen 1, 2627). La humanidad tiene una cualidad específica que la hace no reducible a la pura materialidad. La “imagen” no define el alma o las capacidades intelectuales, sino la dignidad del varón y de la mujer. Ambos, en su mutua relación de igualdad y amor recíproco, cumplen la función de representar a Dios en el mundo y están llamados a cuidar y nutrir el mundo. Ser creados a imagen de Dios significa, por tanto, que poseemos un valor sagrado en nuestro interior que trasciende toda distinción sexual, social, política, cultural y religiosa. Nuestra dignidad nos es conferida, no es pretendida ni merecida. Todo ser humano es amado y querido por Dios por sí mismo y, por tanto, es inviolable en su dignidad. En el Éxodo, corazón del Antiguo Testamento, Dios se muestra como el que escucha el clamor de los pobres, ve la miseria de su pueblo, cuida de los últimos y de los oprimidos (cf. Ex 3, 7; 22, 20-26). La misma enseñanza vuelve a aparecer en el Código Deuteronómico (cf. Dt 12-26): aquí la enseñanza sobre los derechos se transforma en un “manifiesto” de la dignidad humana, en particular a favor de la triple categoría del huérfano, de la viuda y del extranjero (cf. Dt 24, 17). Los antiguos preceptos del Éxodo son recordados y actualizados por la predicación de los profetas, que representan la conciencia crítica de Israel. Los profetas Amós, Oseas, Isaías, Miqueas y Jeremías dedican capítulos enteros a denunciar la injusticia. Amós reprende amargamente la opresión de los pobres, la falta de reconocimiento de toda dignidad humana fundamental para los miserables (cf. Am 2, 6-7; 4, 1; 5, 11-12). Isaías pronuncia una maldición contra quienes pisotean los derechos de los pobres, negándoles toda justicia: «ay de los que establecen decretos inicuos, y publican prescripciones vejatorias, para oprimir a los pobres en el juicio y privar de su derecho a los humildes de mi pueblo» (Is 10, 1-2). Esta enseñanza profética se recoge en la literatura sapiencial. El Sirácida equipara la opresión de los pobres con el asesinato: «mata a su prójimo quien le roba el sustento, |quien no paga el sueldo al jornalero derrama sangre» (Si 34, 22). En los Salmos, la relación religiosa con Dios pasa por la defensa de los débiles y necesitados: «proteged al desvalido y al huérfano, haced justicia al humilde y al necesitado, defended al pobre y al indigente, sacándolos de las manos del culpable» (Sal 82, 3-4).

12. Jesús nació y creció en condiciones humildes y reveló la dignidad de los necesitados y los trabajadores. A lo largo de su ministerio, Jesús afirmó el valor y la dignidad de todos los que son portadores de la imagen de Dios, independientemente de su condición social y circunstancias externas. Jesús rompió las barreras culturales y de culto, devolviendo la dignidad a los “descartados” o a los considerados al margen de la sociedad: los recaudadores de impuestos (cf. Mt 9, 10-11), las mujeres (cf. Jn 4, 1-42), los niños (cf. Mc 10, 14-15), los leprosos (cf. Mt 8, 2-3), los enfermos (cf. Mc 1, 29-34), los extranjeros (cf. Mt 25, 35), las viudas (cf. Lc 7, 11-15). Él sana, alimenta, defiende, libera, salva. Se le describe como un pastor solícito por la única oveja perdida (cf. Mt 18, 12-14). Él mismo se identifica con sus hermanos más pequeños: «cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis» (Mt 25, 40). En el lenguaje bíblico, los “pequeños” no son sólo los niños por edad, sino los desvalidos, los más insignificantes, los marginados, los oprimidos, los descartados, los pobres, los marginados, los ignorantes, los enfermos, los degradados por los grupos dominantes. El Cristo glorioso juzgará en función del amor al prójimo, que consiste en haber asistido al hambriento, al sediento, al forastero, al desnudo, al enfermo, al encarcelado, con los que él mismo se identifica (cf. Mt 25, 34-36). Para Jesús, el bien hecho a todo ser humano, independientemente de los lazos de sangre o de religión, es el único criterio de juicio. El apóstol Pablo afirma que todo cristiano debe comportarse según las exigencias de la dignidad y el respeto de los derechos de todos los seres humanos (cf. Rm 13,8-10), según el mandamiento nuevo de la caridad (cf. 1 Co 13, 1-13).

13. El desarrollo del pensamiento cristiano estimuló y acompañó posteriormente el progreso de la reflexión humana sobre el tema de la dignidad. La antropología cristiana clásica, basada en la gran tradición de los Padres de la Iglesia, puso de relieve la doctrina del ser humano creado a imagen y semejanza de Dios y su papel singular en la creación. El pensamiento cristiano medieval, escrutando críticamente el legado del pensamiento filosófico antiguo, llegó a una síntesis de la noción de persona, reconociendo el fundamento metafísico de su dignidad, como atestiguan las siguientes palabras de santo Tomás de Aquino: «persona significa lo que en toda naturaleza es perfectísimo, lo que subsiste en la naturaleza racional». Esta dignidad ontológica, en su manifestación privilegiada a través de la libre acción humana, fue subrayada más tarde sobre todo por el humanismo cristiano del Renacimiento. Incluso en la visión de pensadores modernos, como Descartes y Kant, que cuestionaron algunos de los fundamentos de la antropología cristiana tradicional, se perciben con fuerza los ecos de la Revelación. A partir de algunas reflexiones filosóficas más recientes sobre el estatuto de la subjetividad teórica y práctica, la reflexión cristiana ha llegado después a acentuar aún más la profundidad del concepto de dignidad, alcanzando en el siglo XX una perspectiva original, como por ejemplo la del personalismo. Esta perspectiva no sólo retoma la cuestión de la subjetividad, sino que la profundiza en la dirección de la intersubjetividad y de las relaciones que unen a las personas humanas entre sí. La propuesta antropológica cristiana y contemporánea también se ha enriquecido con el pensamiento procedente de esta última visión. 

Los tiempos defensa de los débiles y necesitados: «proteged al desvalido y al huérfano, haced justicia al humilde y al necesitado, defended al pobre y al indigente, sacándolos de las manos del culpable» (Sal 82, 3-4). 

Los tiempos actuales 

14. En nuestros días, el término “dignidad” viene utilizado principalmente para destacar el carácter singular de la persona humana, inconmensurable con respecto a los demás seres del universo. Dentro de este horizonte, se entiende la forma en que se utiliza el término dignidad en la Declaración de las Naciones Unidas de 1948, donde se habla de «la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana». Sólo este carácter inalienable de la dignidad humana permite hablar de los derechos del hombre. 

15. Para aclarar aún más el concepto de dignidad, es importante señalar que la dignidad no es concedida a la persona por otros seres humanos, sobre la base de determinados dones y cualidades, de modo que podría ser eventualmente retirada. Si la dignidad le fuese concedida a la persona por otros seres humanos, entonces se daría de manera condicional y alienable, y el significado mismo de la dignidad (por muy digno de gran respeto que sea) quedaría expuesto al riesgo de ser abolido. En realidad, la dignidad es intrínseca a la persona, no conferida a posteriori, previa a todo reconocimiento y no puede perderse. Por consiguiente, todos los seres humanos poseen la misma e intrínseca dignidad, independientemente del hecho sean o no capaces de expresarla adecuadamente. 

16. Por ello, el Concilio Vaticano II habla de la «excelsa dignidad de la persona humana, de su superioridad sobre las cosas y de sus derechos y deberes universales e inviolables». Como recuerda el incipit de la Declaración conciliar Dignitatis Humanae, «los hombres de nuestro tiempo se hacen cada vez más conscientes de la dignidad de la persona humana, y aumenta el número de aquellos que exigen que los hombres en su actuación gocen y usen del propio criterio y libertad responsables, guiados por la conciencia del deber y no movidos por la coacción». Esta libertad de pensamiento y de conciencia, tanto individual como comunitaria, está basada sobre el reconocimiento de la dignidad humana «tal como se la conoce por la palabra revelada de Dios y por la misma razón natural». El mismo magisterio eclesial ha madurado, cada vez con más plenitud, el significado de esta dignidad, junto con las exigencias e implicaciones relacionadas con ella, llegando a la comprensión de que la dignidad de todo ser humano es tal más allá de toda circunstancia.

2. La Iglesia anuncia, promueve y se hace garante de la dignidad humana 

17. La Iglesia proclama la igual dignidad de todos los seres humanos, independientemente de su condición de vida o de su calidad. Este anuncio se apoya sobre una triple convicción que, a la luz de la fe cristiana, confiere un valor inconmensurable a la dignidad humana y refuerza sus exigencias intrínsecas. 

Una imagen de Dios indeleble 

18. Antes que nada, según la Revelación, la dignidad del ser humano proviene del amor de su Creador, que ha impreso en él los rasgos indelebles de su imagen (cf. Gn 1, 26), llamándolo a conocerlo, a amarlo y a vivir en una relación de alianza con Dios mismo y de fraternidad, justicia y paz con todos los demás hombres y mujeres. En esta visión, la dignidad se refiere no sólo al alma, sino a la persona como unidad inseparable, y por tanto también inherente a su cuerpo, que a su manera participa del ser imagen de Dios de la persona humana y está llamado también a compartir la gloria del alma en la bienaventuranza divina. 

Cristo eleva la dignidad del hombre 

19. Una segunda convicción procede del hecho que la dignidad de la persona humana se reveló en su plenitud cuando el Padre envió su Hijo que asumió plenamente la existencia humana: «el Hijo de Dios, en el misterio de la Encarnación, confirmó la dignidad del cuerpo y del alma que constituyen el ser humano». Así, al unirse en cierto modo a cada ser humano por su encarnación, Jesucristo confirmó que todo ser humano posee una dignidad inestimable, por el mero hecho de pertenecer a la misma comunidad humana, y que esta dignidad no puede perderse jamás. Proclamando que el Reino de Dios pertenece a los pobres, a los humildes, a quienes son despreciados, a los que sufren en el cuerpo y en el espíritu; curando todo tipo de enfermedades y dolencias, incluso las más deshumanizadoras como la lepra; afirmando que lo que se hace a estas personas se le hace a él, porque él está presente en esas personas, Jesús aportó la gran novedad del reconocimiento de la dignidad de toda persona, y también, y sobre todo, de aquellas personas que eran calificadas de “indignas”. Este nuevo principio de la historia humana, por el que el ser humano es más “digno” de respeto y amor cuanto más débil, miserable y sufriente, hasta el punto de perder la propia “figura” humana, ha cambiado la faz del mundo, dando lugar a instituciones que se ocupan de personas en condiciones inhumanas: los neonatos abandonados, los huérfanos, los ancianos en soledad, los enfermos mentales, personas con enfermedades incurables o graves malformaciones y aquellos que viven en la calle. 

Una vocación a la plenitud de la dignidad 

20. La tercera convicción se refiere al destino último del ser humano: tras la creación y la encarnación, la resurrección de Cristo nos revela un ulterior aspecto de la dignidad humana. En efecto, «la razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la unión con Dios», destinada a durar por siempre. De este modo, «la dignidad [de la vida humana] no sólo está ligada a sus orígenes, a su procedencia divina, sino también a su fin, a su destino de comunión con Dios en su conocimiento y amor. A la luz de esta verdad san Ireneo precisa y completa su exaltación del hombre: “el hombre que vive” es “gloria de Dios” pero “la vida del hombre consiste en la visión de Dios”». 

21. Por consiguiente, la Iglesia cree y afirma que todos los seres humanos, creados a imagen y semejanza de Dios y recreados en el Hijo hecho hombre, crucificado y resucitado, están llamados a crecer bajo la acción del Espíritu Santo para reflejar la gloria del Padre, en aquella misma imagen, participando de la vida eterna (cf. Jn 10, 15-16.17, 22-24; 2 Cor 3, 18; Ef 1, 3-14). En efecto, «la Revelación […] manifiesta la dignidad de la persona humana en toda su amplitud». 

Un compromiso con la propia libertad 

22. Aunque cada ser humano posee una dignidad inalienable e intrínseca desde el principio de su existencia como don irrevocable, depende de su decisión libre y responsable expresarla y manifestarla en plenitud o empañarla. Algunos Padres de la Iglesia – como san Ireneo o san Juan Damasceno – establecieron una distinción entre la imagen y la semejanza de las que habla el Génesis, permitiendo así una visión dinámica de la propia dignidad humana: la imagen de Dios se confía a la libertad del ser humano para que, bajo la guía y la acción del Espíritu, crezca su semejanza con Dios y cada persona alcance su máxima dignidad. Cada persona está llamada a manifestar en el plano existencial y moral el horizonte ontológico de su dignidad, en la medida en que con su propia libertad se orienta hacia el verdadero bien, como respuesta al amor de Dios. Así, en la medida en que ha sido creada a imagen de Dios, por una parte, la persona humana nunca pierde su dignidad y nunca deja de estar llamada a abrazar libremente el bien; por otra parte, en la medida en que la persona humana responde al bien, su dignidad puede manifestarse, crecer y madurar libre, dinámica y progresivamente. Esto significa que también el ser humano debe esforzarse por vivir a la altura de su dignidad. Se comprende entonces en qué sentido el pecado puede herir y ensombrecer la dignidad humana, como acto contrario a ella, pero, al mismo tiempo, que nunca puede borrar el hecho que el ser humano ha sido creado a imagen de Dios. La fe, por tanto, contribuye decisivamente a ayudar a la razón en su percepción de la dignidad humana, y a acoger, consolidar y clarificar sus rasgos esenciales, como ha señalado Benedicto XVI: «sin la ayuda correctora de la religión, la razón puede ser también presa de distorsiones, como cuando es manipulada por las ideologías o se aplica de forma parcial en detrimento de la consideración plena de la dignidad de la persona humana. Después de todo, dicho abuso de la razón fue lo que provocó la trata de esclavos en primer lugar y otros muchos males sociales, en particular la difusión de las ideologías totalitarias del siglo XX». 

3. La dignidad, fundamento de los derechos y de los deberes humanos 

23. Como ya recordó el Papa Francisco, «en la cultura moderna, la referencia más cercana al principio de la dignidad inalienable de la persona es la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, que san Juan Pablo II definió “piedra miliar puesta en el largo y difícil camino del género humano”, y como “una de las más altas expresiones de la conciencia humana”». Para resistir a los intentos de alterar o eliminar el significado profundo de esa Declaración, vale la pena recordar algunos principios esenciales que deben siempre respetarse. 

El respeto incondicionado de la dignidad humana 

24. En primer lugar, aunque cada vez hay más conciencia de la cuestión de la dignidad humana, sigue habiendo hoy muchos malentendidos sobre el concepto de dignidad, que distorsionan su significado. Algunos proponen que es mejor utilizar la expresión “dignidad personal” (y derechos “de la persona”) en lugar de “dignidad humana” (y derechos “del hombre”), porque entienden por persona sólo “un ser capaz de razonar”. En consecuencia, sostienen que la dignidad y los derechos se infieren de la capacidad de conocimiento y libertad, de las que no todos los seres humanos están dotados. Así pues, el niño no nacido no tendría dignidad personal, ni el anciano incapacitado, ni los discapacitados mentales. La Iglesia, por el contrario, insiste en el hecho de que la dignidad de toda persona humana, precisamente porque es intrínseca, permanece “más allá de toda circunstancia”, y su reconocimiento no puede depender, en modo alguno, del juicio sobre la capacidad de una persona para comprender y actuar libremente. De lo contrario, la dignidad no sería como tal inherente a la persona, independiente de sus condicionamientos y, por tanto, merecedora de un respeto incondicional. Sólo mediante el reconocimiento de la dignidad intrínseca del ser humano, que nunca puede perderse, desde la concepción hasta la muerte natural, puede garantizarse a esta cualidad un fundamento inviolable y seguro. Sin referencia ontológica alguna, el reconocimiento de la dignidad humana oscilaría a merced de valoraciones diversas y arbitrarias. La única condición, por tanto, para que pueda hablarse de dignidad por sí misma inherente a la persona es que ésta pertenezca a la especie humana, por lo que «los derechos de la persona son los derechos humanos». 

Una referencia objetiva para la libertad humana 

25. En segundo lugar, a veces también se abusa del concepto de dignidad humana para justificar una multiplicación arbitraria de nuevos derechos, muchos de los cuales suelen ser contrarios a los definidos originalmente y no pocas veces se ponen en contradicción con el derecho fundamental a la vida, como si hubiera que garantizar la capacidad de expresar y realizar cada preferencia individual o deseo subjetivo. La dignidad se identifica entonces con una libertad aislada e individualista, que pretende imponer como “derechos”, garantizados y financiados por la comunidad, ciertos deseos y preferencias que son subjetivas. Pero la dignidad humana no puede basarse en estándares meramente individuales ni identificarse únicamente con el bienestar psicofísico del individuo. Al contrario, la defensa de la dignidad del ser humano se fundamenta en las exigencias constitutivas de la naturaleza humana, que no dependen ni de la arbitrariedad individual ni del reconocimiento social. Los deberes que se derivan del reconocimiento de la dignidad del otro y los correspondientes derechos que de ello se derivan tienen, por tanto, un contenido concreto y objetivo, basado en la naturaleza humana común Sin esa referencia objetiva, el concepto de dignidad queda sometido de hecho a las más diversas arbitrariedades, así como a los intereses de poder. 

La estructura relacional de la persona humana 

26. La dignidad de la persona humana, a la luz del carácter relacional de la persona, ayuda también a superar la perspectiva reductiva de una libertad autorreferencial e individualista, que pretende crear los propios valores prescindiendo de las normas objetivas del bien y de la relación con los demás seres vivos. Cada vez más, de hecho, se corre el riesgo de restringir la dignidad humana a la capacidad de decidir discrecionalmente sobre uno mismo y sobre su propio destino, independientemente del de los demás, sin tener en cuenta la pertenencia a la comunidad humana. En esta concepción tan errónea de la libertad, los deberes y los derechos no pueden reconocerse mutuamente para que cuidemos unos de otros. En realidad, como recuerda san Juan Pablo II, la libertad es puesta «al servicio de la persona y de su realización mediante el don de sí misma y la acogida del otro. Sin embargo, cuando la libertad es absolutizada en clave individualista, se vacía de su contenido original y se contradice en su misma vocación y dignidad». 

27. Así pues, la dignidad del ser humano incluye también la capacidad, inherente a la propia naturaleza humana, de asumir obligaciones hacia los otros.

28. La diferencia entre el ser humano y el resto de los otros seres vivos, que resalta gracias al concepto de dignidad, no debe hacernos olvidar la bondad de los demás seres creados, que existen no sólo en función del ser humano, sino también con un valor propio y, por tanto, como dones que le han sido confiados para que custodiados y cultivados. Así, mientras se reserva al ser humano el concepto de dignidad, se debe afirmar al mismo tiempo la bondad creatural del resto del cosmos. Como subrayaba el Papa Francisco: «Precisamente por su dignidad única y por estar dotado de inteligencia, el ser humano está llamado a respetar lo creado con sus leyes internas […]: “Toda criatura posee su bondad y su perfección propias […] Las distintas criaturas, queridas en su ser propio, reflejan, cada una a su manera, un rayo de la sabiduría y de la bondad infinitas de Dios. Por esto, el hombre debe respetar la bondad propia de cada criatura para evitar un uso desordenado de las cosas”». Todavía más, «hoy nos vemos obligados a reconocer que sólo es posible sostener un “antropocentrismo situado”. Es decir, reconocer que la vida humana es incomprensible e insostenible sin las demás criaturas». Desde esta perspectiva, «no es irrelevante para nosotros que desaparezcan tantas especies, que la crisis climática ponga en riesgo la vida de tantos seres». Pertenece, de hecho, a la dignidad del hombre el cuidado del ambiente, teniendo en cuenta en particular aquella ecología humana que preserva su misma existencia. 

La liberación del ser humano de condicionamientos morales y sociales 

29. Estos requisitos previos básicos, por muy necesarios que sean, no bastan para garantizar el crecimiento de una persona en coherencia con su dignidad. Aun cuando «Dios ha creado al hombre racional confiriéndole la dignidad de una persona dotada de la iniciativa y del dominio de sus actos» en vista del bien, el libre albedrío con frecuencia prefiere el mal al bien. Por eso la libertad humana necesita a su vez ser liberada. En la carta a los Gálatas, «para la libertad nos ha liberado Cristo» (Gal 5, 1), san Pablo recuerda la tarea propia de cada cristiano, sobre cuyos hombros descansa una responsabilidad de liberación que se extiende al mundo entero (cf. Rm 8,19ss). Se trata de una liberación que, desde el corazón de cada persona está llamada a difundirse y a manifestar su fuerza humanizadora en todas las relaciones. 

30. La libertad es un don maravilloso de Dios. Incluso cuando nos atrae con su gracia, Dios lo hace de tal manera que nuestra libertad nunca se ve violentada. Por eso, sería un grave error pensar que, lejos de Dios y de su ayuda, podemos ser más libres y, en consecuencia, sentirnos más dignos. Desvinculada de su Creador, nuestra libertad sólo puede debilitarse y oscurecerse. Lo mismo ocurre si la libertad se imagina como independiente de cualquier referencia que no sea ella misma y se percibe como una amenaza cualquier relación con una verdad precedente. Como consecuencia, también fracasará el respeto por la libertad y la dignidad de los demás. Así lo explicó el Papa Benedicto XVI: «una voluntad que se cree radicalmente incapaz de buscar la verdad y el bien no tiene razones objetivas y motivos para obrar, sino aquellos que provienen de sus intereses momentáneos y pasajeros; no tiene una “identidad” que custodiar y construir a través de las opciones verdaderamente libres y conscientes. No puede, pues, reclamar el respeto por parte de otras “voluntades”, que también están desconectadas de su ser más profundo, y que pueden hacer prevalecer otras “razones” o incluso ninguna “razón”. La ilusión de encontrar en el relativismo moral la clave para una pacífica convivencia, es en realidad el origen de la división y negación de la dignidad de los seres humanos». 

31. Además, no sería realista afirmar una libertad abstracta, libre de cualquier condicionamiento, contexto o límite. Por el contrario, «el recto ejercicio de la libertad personal exige unas determinadas condiciones de orden económico, social, jurídico, político y cultural», que a menudo no se cumplen. En este sentido, podemos decir que unos son más “libres” que otros. El Papa Francisco se ha detenido especialmente en este punto: «algunos nacen en familias de buena posición económica, reciben buena educación, crecen bien alimentados, o poseen naturalmente capacidades destacadas. Ellos seguramente no necesitarán un Estado activo y sólo reclamarán libertad. Pero evidentemente no cabe la misma regla para una persona con discapacidad, para alguien que nació en un hogar extremadamente pobre, para alguien que creció con una educación de baja calidad y con escasas posibilidades de curar adecuadamente sus enfermedades. Si la sociedad se rige primariamente por los criterios de la libertad de mercado y de la eficiencia, no hay lugar para ellos, y la fraternidad será una expresión romántica más». Por lo tanto, es indispensable comprender que «la liberación de las injusticias promueve la libertad y la dignidad humana» en todos los niveles y relaciones de las acciones humanas. Para que sea posible una auténtica libertad «tenemos que volver a llevar la dignidad humana al centro y que sobre ese pilar se construyan las estructuras sociales alternativas que necesitamos». Análogamente, la libertad se ve frecuentemente oscurecida por numerosos condicionamientos psicológicos, históricos, sociales, educativos y culturales. La libertad real e histórica siempre necesita ser “liberada”. Y se deberá, también, reafirmar el derecho fundamental a la libertad religiosa. 

32. Al mismo tiempo, es evidente que la historia de la humanidad muestra un progreso en la comprensión de la dignidad y la libertad de las personas, no sin sombras y peligros de involución. Testigo de ello es la creciente aspiración – también por influencia cristiana, que sigue siendo fermento incluso en una sociedad cada vez más secularizada – a erradicar el racismo, la esclavitud y la marginación de mujeres, niños, enfermos y personas con discapacidad. Pero este arduo camino dista mucho de haber terminado. 

4. Algunas violaciones graves de la dignidad humana 

33. A la luz de las reflexiones hechas hasta ahora sobre la centralidad de la dignidad humana, esta última sección de la Declaración aborda algunas violaciones concretas y graves de la misma. Lo hace con el espíritu propio del magisterio de la Iglesia, que ha encontrado su expresión plena en el magisterio de los últimos Pontífices, como ya se ha recordado. Por ejemplo el Papa Francisco, por una parte, no se cansa de pedir el respeto de la dignidad humana: «todo ser humano tiene derecho a vivir con dignidad y a desarrollarse integralmente, y ese derecho básico no puede ser negado por ningún país. Lo tiene aunque sea poco eficiente, aunque haya nacido o crecido con limitaciones. Porque eso no menoscaba su inmensa dignidad como persona humana, que no se fundamenta en las circunstancias sino en el valor de su ser. Cuando este principio elemental no queda a salvo, no hay futuro ni para la fraternidad ni para la sobrevivencia de la humanidad». Por otra parte, no deja nunca de señalar a todos las violaciones concretas de la dignidad humana en nuestro tiempo, llamando a todos y cada uno a una sacudida de responsabilidad y de compromiso activo. 

34. Queriendo señalar algunas de las muchas violaciones de la dignidad humana en nuestro mundo contemporáneo, podemos recordar lo que el Concilio Vaticano II enseñó a este respecto. Hay que reconocer que se opone a la dignidad humana «cuanto atenta contra la vida – homicidios de cualquier clase, genocidios, aborto, eutanasia y el mismo suicidio deliberado». Atenta además contra nuestra dignidad «cuanto viola la integridad de la persona humana, como, por ejemplo, las mutilaciones, las torturas morales o físicas, los conatos sistemáticos para dominar la mente ajena». Y finalmente «cuanto ofende a la dignidad humana, como son las condiciones infrahumanas de vida, las detenciones arbitrarias, las deportaciones, la esclavitud, la prostitución, la trata de blancas y de jóvenes; o las condiciones laborales degradantes, que reducen al operario al rango de mero instrumento de lucro, sin respeto a la libertad y a la responsabilidad de la persona humana». Será necesario también mencionar aquí el tema de la pena de muerte: también esta última viola la dignidad inalienable de toda persona humana más allá de cualquier circunstancia. Por el contrario, hay que reconocer que «el firme rechazo de la pena de muerte muestra hasta qué punto es posible reconocer la inalienable dignidad de todo ser humano y aceptar que tenga un lugar en este universo. Ya que, si no se lo niego a

36. Uno de los fenómenos que más contribuye a negar la dignidad de tantos seres humanos es la pobreza extrema, ligada a la desigual distribución de la riqueza. Como ya fue subrayado por san Juan Pablo II, «una de las mayores injusticias del mundo contemporáneo consiste precisamente en esto: en que son relativamente pocos los que poseen mucho, y muchos los que no poseen casi nada. Es la injusticia de la mala distribución de los bienes y servicios destinados originariamente a todos.». Además, sería ilusorio hacer una distinción superficial entre “Países ricos” y “Países pobres”. Benedicto XVI ya reconoció, de hecho, que «la riqueza mundial crece en términos absolutos, pero aumentan también las desigualdades. En los países ricos, nuevas categorías sociales se empobrecen y nacen nuevas pobrezas. En las zonas más pobres, algunos grupos gozan de un tipo de superdesarrollo derrochador y consumista, que contrasta de modo inaceptable con situaciones persistentes de miseria deshumanizadora. Se sigue produciendo “el escándalo de las disparidades hirientes”», donde la dignidad de los pobres es doblemente negada, tanto por la falta de recursos disponibles para satisfacer sus necesidades básicas, como por la indiferencia con que son tratados por quienes viven junto a ellos. 

37. Por tanto, con el Papa Francisco hay que concluir que «aumentó la riqueza, pero con inequidad, y así lo que ocurre es que “nacen nuevas pobrezas”. Cuando dicen que el mundo moderno redujo la pobreza, lo hacen midiéndola con criterios de otras épocas no comparables con la realidad actual». Como resultado, la pobreza se extiende «de múltiples maneras, como en la obsesión por reducir los costos laborales, que no advierte las graves consecuencias que esto ocasiona, porque el desempleo que se produce tiene como efecto directo expandir las fronteras de la pobreza». Entre estos «destructores efectos del Imperio del dinero», se debe reconocer che «no existe peor pobreza que aquella que priva del trabajo y de la dignidad del trabajo». Si algunos nacen en un país o en una familia donde tienen menos oportunidades de desarrollo, hay que reconocer que eso está reñido con su dignidad, que es exactamente la misma que la de quienes nacen en una familia o en un país ricos. Todos somos responsables, aunque en diversos grados, de esta flagrante desigualdad. 

La guerra 

38. Otra tragedia que niega la dignidad humana es la que provoca la guerra, hoy como en todos los tiempos: «guerras, atentados, persecuciones por motivos raciales o religiosos, y tantas afrentas contra la dignidad humana […] van “multiplicándose dolorosamente en muchas regiones del mundo, hasta asumir las formas de la que podría llamar una ‘tercera guerra mundial en etapas’”». Con su estela de destrucción y dolor, la guerra atenta contra la dignidad humana a corto y largo plazo: «incluso reafirmando el derecho inalienable a la legítima defensa, así como la responsabilidad de proteger aquellos cuya existencia está amenazada, debemos admitir que la guerra siempre es una “derrota de la humanidad”. Ninguna guerra vale las lágrimas de una madre que ha visto a su hijo mutilado o muerto; ninguna guerra vale la pérdida de la vida, aunque sea de una sola persona humana, ser sagrado, creado a imagen y semejanza del Creador; ninguna guerra vale el envenenamiento de nuestra Casa Común; y ninguna guerra vale la desesperación de los que están obligados a dejar su patria y son privados, de un momento a otro, de su casa y de todos los vínculos familiares, de amistad, sociales y culturales que se han construido, a veces a través de generaciones». Todas las guerras, por el mero hecho de contradecir la dignidad humana, son «conflictos que no resolverán los problemas, sino que los aumentarán». Esto es aún más grave en nuestra época, en la que se ha convertido en normal que, fuera del campo de batalla, mueran tantos civiles inocentes. 

39. En consecuencia, aún hoy la Iglesia no puede dejar de hacer suyas las palabras de los Pontífices, repitiendo con san Pablo VI: «¡Nunca jamás guerra! ¡Nunca jamás guerra!», y pidiendo, junto a san Juan Pablo II, «a todos en nombre de Dios y en nombre del hombre: ¡no matéis! ¡No preparéis a los hombres destrucciones y exterminio! ¡Pensad en vuestros hermanos que sufren hambre y miseria! ¡Respetad la dignidad y la libertad de cada uno!». Precisamente en nuestro tiempo, éste es el gritode la Iglesia y de toda la humanidad. Por último, el Papa Francisco subraya que «no podemos pensar en la guerra como solución, debido a que los riesgos probablemente siempre serán superiores a la hipotética utilidad que se le atribuya. Ante esta realidad, hoy es muy difícil sostener los criterios racionales madurados en otros siglos para hablar de una posible “guerra justa”. ¡Nunca más la guerra!». Como la humanidad vuelve a caer a menudo en los mismos errores del pasado, «para construir la paz es necesario salir de la lógica de la legitimidad de la guerra». La íntima relación que existe entre fe y dignidad humana hace contradictorio que se fundamente la guerra sobre convicciones religiosas: «quien invoca el nombre de Dios para justificar el terrorismo, la violencia y la guerra, no sigue el camino de Dios: la guerra en nombre de la religión es una guerra contra la religión misma».

El trabajo de los emigrantes 

40. Los emigrantes están entre las primeras victimas de las múltiples formas de pobreza. No es solo que su dignidad viene negada en sus países, sino que su misma vida es puesta en riesgo porque no tienen los medios para crear una familia, para trabajar o para alimentarse. Una vez llegados a los países que deberían poder recibirlos, «no son considerados suficientemente dignos para participar en la vida social como cualquier otro, y se olvida que tienen la misma dignidad intrínseca de cualquier persona. […] Nunca se dirá que no son humanos pero, en la práctica, con las decisiones y el modo de tratarlos, se expresa que se los considera menos valiosos, menos importantes, menos humanos». Por tanto, es siempre urgente recordar que «todo emigrante es una persona humana que, en cuanto tal, posee derechos fundamentales inalienables que han de ser respetados por todos y en cualquier situación». Su acogida es una forma importante y significativa de defender «la inalienable dignidad de cada persona humana más allá de su origen, color o religión». 

La trata de personas 

41. La trata de personas también debe considerarse una grave violación de la dignidad humana. Esto no constituye una novedad, pero su desarrollo adquiere dimensiones trágicas que están a la vista de todos, por lo que el Papa Francisco lo ha denunciado en términos particularmente enérgicos: «reafirmo que la “trata de personas” es una actividad innoble, una vergüenza para nuestras sociedades que se consideran civilizadas. ¡Explotadores y clientes a todos los niveles deberían hacer un serio examen de conciencia ante sí mismos y ante Dios! La Iglesia renueva hoy su fuerte llamamiento para que se defienda siempre la dignidad y la centralidad de toda persona, en el respeto de los derechos fundamentales, como destaca su doctrina social, y pide que los derechos se extiendan realmente allí donde no se los reconoce a millones de hombres y mujeres en todos los continentes. En un mundo en el que se habla mucho de derechos, ¡cuántas veces se ultraja de hecho la dignidad humana! En un mundo donde se habla tanto de derechos, parece que el dinero es el único que los tiene. Queridos hermanos y hermanas, vivimos en un mundo donde manda el dinero. Vivimos en un mundo, en una cultura donde reina el fetichismo del dinero». 

42. Por estos motivos, la Iglesia y la humanidad no deben abandonar la lucha contra fenómenos como el «comercio de órganos y tejidos humanos, explotación sexual de niños y niñas, trabajo esclavo, incluyendo la prostitución, tráfico de drogas y de armas, terrorismo y crimen internacional organizado. Es tal la magnitud de estas situaciones y el grado de vidas inocentes que va cobrando, que hemos de evitar toda tentación de caer en un nominalismo declaracionista con efecto tranquilizador en las conciencias. Debemos cuidar que nuestras instituciones sean realmente efectivas en la lucha contra todos estos flagelos». Ante formas tan diversas y brutales de negación de la dignidad humana, es necesario ser cada vez más conscientes de que «la trata de personas es un crimen contra la humanidad». Niega en sustancia la dignidad humana al menos de dos formas: «desfigura  la humanidad de la víctima, ofendiendo su libertad y su dignidad. Pero, al mismo tiempo, deshumaniza a quienes la llevan a cabo». 

Los abusos sexuales 

43. La profunda dignidad inherente al ser humano en su totalidad de mente y cuerpo nos permite comprender también por qué todo abuso sexual deja profundas cicatrices en el corazón de quienes lo sufren: éstos están, de hecho, heridos en su dignidad humana. Se trata de «sufrimientos que pueden llegar a durar toda la vida y a los que ningún arrepentimiento puede poner remedio. Este fenómeno está muy difundido en la sociedad, afecta también a la Iglesia y representa un serio obstáculo para su misión». De ahí su inquebrantable compromiso de poner fin a cualquier tipo de abuso, empezando desde dentro. 

Las violencias contra las mujeres 

44. Las violencias contra las mujeres es un escándalo global, cada vez más reconocido. Aunque de palabra se reconoce la igual dignidad de la mujer, en algunos países las desigualdades entre mujeres y varones son muy graves e incluso en los países más desarrollados y democráticos la realidad social concreta atestigua que a menudo no se reconoce a la mujer la misma dignidad que al varón. El Papa Francisco subraya este hecho cuando afirma que «la organización de las sociedades en todo el mundo todavía está lejos de reflejar con claridad que las mujeres tienen exactamente la misma dignidad e idénticos derechos que los varones. Se afirma algo con las palabras, pero las decisiones y la realidad gritan otro mensaje. Es un hecho que “doblemente pobres son las mujeres que sufren situaciones de exclusión, maltrato y violencia, porque frecuentemente se encuentran con menores posibilidades de defender sus derechos”». 

45. Ya san Juan Pablo II reconocía que «aún queda mucho por hacer para que el ser mujer y madre no comporte una discriminación. Es urgente alcanzar en todas partes la efectiva igualdad de los derechos de la persona y por tanto igualdad de salario respecto a igualdad de trabajo, tutela de la trabajadora-madre, justas promociones en la carrera, igualdad de los esposos en el derecho de familia, reconocimiento de todo lo que va unido a los derechos y deberes del ciudadano en un régimen democrático». Las desigualdades en estos aspectos son distintas formas de violencia. También recordó que «es hora de condenar con determinación, empleando los medios legislativos apropiados de defensa, las formas de violencia sexual que con frecuencia tienen por objeto a las mujeres. En nombre del respeto de la persona no podemos además no denunciar la difundida cultura hedonística y comercial que promueve la explotación sistemática de la sexualidad, induciendo a chicas incluso de muy joven edad a caer en los ambientes de la corrupción y hacer un uso mercenario de su cuerpo». Entre las formas de violencia ejercidas contera las mujeres, ¿cómo no mencionar la coacción al aborto, que afecta tanto a la madre como al hijo, tan a menudo para satisfacer el egoísmo de los varones? ¿Y cómo no mencionar también la práctica de la poligamia que – como recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica – es contraria a la igual dignidad de mujeres y varones y también es contraria a «al amor conyugal que es único y exclusivo»? 

46. Es este horizonte de violencia contra las mujeres, no se condenará nunca de forma suficiente el fenómeno del feminicidio. En este frente, el compromiso de toda la comunidad internacional debe ser sólido y concreto, como ha reiterado el Papa Francisco: «el amor a María nos tiene que ayudar a generar actitudes de reconocimiento y gratitud frente a la mujer, frente a nuestras madres y abuelas que son un bastión en la vida de nuestras ciudades. Casi siempre silenciosas llevan la vida adelante. Es el silencio y la fuerza de la esperanza. Gracias por su testimonio […] pero mirando a las madres y a las abuelas, quiero invitarlos a luchar contra una plaga que afecta a nuestro continente americano: los numerosos casos de feminicidio. Y detrás de tantas paredes. Los invito a luchar contra esta fuente de sufrimiento pidiendo que se promueva una legislación y una cultura de repudio a toda forma de violencia». 

El aborto 

47. La Iglesia no cesa de recordar que «la dignidad de todo ser humano tiene un carácter intrínseco y vale desde el momento de su concepción hasta su muerte natural. Precisamente la afirmación de tal dignidad es el presupuesto irrenunciable para la tutela de una existencia personal y social, y también la condición necesaria para que la fraternidad y la amistad social puedan realizarse en todos los pueblos de la tierra». Sobre la base de este valor intangible de la vida humana, el magisterio eclesial se ha siempre pronunciado contra el aborto. Al respecto escribe san Juan Pablo II: «entre todos los delitos que el hombre puede cometer contra la vida, el aborto procurado presenta características que lo hacen particularmente grave e ignominioso […] Hoy, sin embargo, la percepción de su gravedad se ha ido debilitando progresivamente en la conciencia de muchos. La aceptación del aborto en la mentalidad, en las costumbres y en la misma ley es señal evidente de una peligrosísima crisis del sentido moral, que es cada vez más incapaz de distinguir entre el bien y el mal, incluso cuando está en juego el derecho fundamental a la vida. Ante una situación tan grave, se requiere más que nunca el valor de mirar de frente a la verdad y de llamar a las cosas por su nombre, sin ceder a compromisos de conveniencia o a la tentación de autoengaño. A este propósito resuena categórico el reproche del Profeta: “¡Ay, los que llaman al mal bien, y al bien mal!; que dan oscuridad por luz, y luz por oscuridad” (Is 5, 20). Precisamente en el caso del aborto se percibe la difusión de una terminología ambigua, como la de “interrupción del embarazo”, que tiende a ocultar su verdadera naturaleza y a atenuar su gravedad en la opinión pública. Quizás este mismo fenómeno lingüístico sea síntoma de un malestar de las conciencias. Pero ninguna palabra puede cambiar la realidad de las cosas: el aborto procurado es la eliminación deliberada y directa, como quiera que se realice, de un ser humano en la fase inicial de su existencia, que va de la concepción al nacimiento». Los niños que van a nacer «son los más indefensos e inocentes de todos, a quienes hoy se les quiere negar su dignidad humana en orden a hacer con ellos lo que se quiera, quitándoles la vida y promoviendo legislaciones para que nadie pueda impedirlo». Se deberá, por tanto, afirmar con total fuerza y claridad, también en nuestro tiempo, que «esta defensa de la vida por nacer está íntimamente ligada a la defensa de cualquier derecho humano. Supone la convicción de que un ser humano es siempre sagrado e inviolable, en cualquier situación y en cada etapa de su desarrollo. Es un fin en sí mismo y nunca un medio para resolver otras dificultades. Si esta convicción cae, no quedan fundamentos sólidos y permanentes para defender los derechos humanos, que siempre estarían sometidos a conveniencias circunstanciales de los poderosos de turno. La sola razón es suficiente para reconocer el valor inviolable de cualquier vida humana, pero si además la miramos desde la fe, “toda violación de la dignidad personal del ser humano grita venganza delante de Dios y se configura como ofensa al Creador del hombre”». Merece mencionarse aquí el compromiso generoso y valiente de santa Teresa de Calcuta en defensa de todo concebido. 

La maternidad subrogada 

48. La Iglesia, también, se posiciona en contra de la práctica de la maternidad subrogada, mediante la cual el niño, inmensamente digno, se convierte en un mero objeto. A este respecto, las palabras del Papa Francisco son de una claridad única: «el camino hacia la paz exige el respeto de la vida, de toda vida humana, empezando por la del niño no nacido en el seno materno, que no puede ser suprimida ni convertirse en un producto comercial. En este sentido, considero deplorable la práctica de la llamada maternidad subrogada, que ofende gravemente la dignidad de la mujer y del niño; y se basa en la explotación de la situación de necesidad material de la madre. Un hijo es siempre un don y nunca el objeto de un contrato. Por ello, hago un llamamiento para que la Comunidad internacional se comprometa a prohibir universalmente esta práctica». 

49. La práctica de la maternidad subrogada viola, ante todo, la dignidad del niño. En efecto, todo niño, desde el momento de su concepción, de su nacimiento, y luego al crecer como joven, convirtiéndose en adulto, posee una dignidad intangible que se expresa claramente, aunque de manera singular y diferenciada, en cada etapa de su vida. Por tanto, el niño tiene derecho, en virtud de su dignidad inalienable, a tener un origen plenamente humano y no inducido artificialmente, y a recibir el don de una vida que manifieste, al mismo tiempo, la dignidad de quien la da y de quien la recibe. El reconocimiento de la dignidad de la persona humana implica también el reconocimiento de la dignidad de la unión conyugal y de la procreación humana en todas sus dimensiones. En este sentido, el deseo legítimo de tener un hijo no puede convertirse en un “derecho al hijo” que no respete la dignidad del propio hijo como destinatario del don gratuito de la vida.  

50. La práctica de la maternidad subrogada viola, al mismo tiempo, la dignidad de la propia mujer que o se ve obligada a ello o decide libremente someterse. Con esta práctica, la mujer se desvincula del hijo que crece en ella y se convierte en un mero medio al servicio del beneficio o del deseo arbitrario de otros. Esto se contrapone, totalmente, con la dignidad fundamental de todo ser humano y su derecho a ser reconocido siempre por sí mismo y nunca como instrumento para otra cosa. 

La eutanasia y el suicidio asistido 

51. Hay un caso particular de violación de la dignidad humana, más silencioso pero que está ganando mucho terreno. Tiene la peculiaridad de utilizar un concepto erróneo de la dignidad humana para volverla contra la vida misma. Esta confusión, muy común hoy en día, sale a la luz cuando se habla de eutanasia. Por ejemplo, las leyes que reconocen la posibilidad de la eutanasia o el suicidio asistido se denominan a veces “leyes de muerte digna” (“death with dignity acts”). Está muy extendida la idea de que la eutanasia o el suicidio asistido son compatibles con el respeto a la dignidad de la persona humana. Frente a este hecho, hay que reafirmar con fuerza que el sufrimiento no hace perder al enfermo esa dignidad que le es intrínseca e inalienablemente propia, sino que puede convertirse en una oportunidad para reforzar los lazos de pertenencia mutua y tomar mayor conciencia de lo preciosa que es cada persona para el conjunto de la humanidad. 

52. Ciertamente, la dignidad del enfermo, en condiciones críticas o terminales, exige que todos realicen los esfuerzos adecuados y necesarios para aliviar su sufrimiento mediante unos cuidados paliativos apropiados y evitando cualquier encarnizamiento terapéutico o intervención desproporcionada. Estos cuidados responden al «constante deber de comprender las necesidades del enfermo: necesidad de asistencia, de alivio del dolor, necesidades emotivas, afectivas y espirituales». Pero tal esfuerzo es totalmente distinto, diferente, incluso contrario a la decisión de eliminar la propia vida o la de los demás bajo el peso del sufrimiento. La vida humana, incluso en su condición dolorosa, es portadora de una dignidad que debe respetarse siempre, que no puede perderse y cuyo respeto permanece incondicional. En efecto, no hay condiciones en ausencia de las cuales la vida humana deje de ser digna y pueda, por tanto, suprimirse: «la vida tiene la misma dignidad y el mismo valor para todos y cada uno: el respeto de la vida del otro es el mismo que se debe a la propia existencia». Ayudar al suicida a quitarse la vida es, por tanto, una ofensa objetiva contra la dignidad de la persona que lo pide, aunque con ello se cumpliese su deseo: «debemos acompañar a la muerte, pero no provocar la muerte o ayudar cualquier forma de suicidio. Recuerdo que se debe privilegiar siempre el derecho al cuidado y al cuidado para todos, para que los más débiles, en particular los ancianos y los enfermos, nunca sean descartados. La vida es un derecho, no la muerte, que debe ser acogida, no suministrada. Y este principio ético concierne a todos, no solo a los cristianos o a los creyentes». Como ya se ha dicho, la dignidad de cada persona, por débil o sufriente que sea, implica a la dignidad de todos.

El descarte de las personas con discapacidad 

53. Un criterio para verificar la atención real a la dignidad de cada individuo es, obviamente, la atención prestada a los más desfavorecidos. Nuestro tiempo, por desgracia, no se distingue mucho por esa atención: en verdad, se está imponiendo una cultura del descarte. Para contrarrestar esta tendencia, merece especial atención y solicitud la condición de quienes se encuentran en situación de déficit físico o psíquico. Esta condición de especial vulnerabilidad, tan relevante en los relatos evangélicos, cuestiona universalmente lo que significa ser una persona humana, precisamente desde un estado de deficiencia o discapacidad. La cuestión de la imperfección humana tiene también claras implicaciones desde el punto de vista sociocultural, ya que, en algunas culturas, las personas con discapacidad sufren a veces marginación, cuando no opresión, al ser tratadas como auténticos “descartados”. En realidad, todo ser humano, sea cual sea su condición de vulnerabilidad, recibe su dignidad por el hecho mismo de ser querido y amado por Dios. Por estas razones, debe fomentarse en la medida de lo posible la inclusión y la participación activa en la vida social y eclesial de todos aquellos que, de alguna manera, están marcados por la fragilidad o la discapacidad. 

54. En una perspectiva más amplia, se deberá recordar que la «caridad, corazón del espíritu de la política, es siempre un amor preferencial por los últimos, que está detrás de todas las acciones que se realicen a su favor los pobres […] “preocuparse de la fragilidad, de la fragilidad de los pueblos y de las personas. Cuidar la fragilidad quiere decir fuerza y ternura, lucha y fecundidad, en medio de un modelo funcionalista y privatista que conduce inexorablemente a la ‘cultura del descarte’. […] Significa hacerse cargo del presente en su situación más marginal y angustiante, y ser capaz de dotarlo de dignidad”. Así ciertamente se genera una actividad intensa, porque “hay que hacer lo que sea para salvaguardar la condición y dignidad de la persona humana”». 

La teoría de género 

55. La Iglesia desea, ante todo, «reiterar que toda persona, independientemente de su tendencia sexual, ha de ser respetada en su dignidad y acogida con respeto, procurando evitar «todo signo de discriminación injusta», y particularmente cualquier forma de agresión y violencia». Por ello, hay que denunciar como contrario a la dignidad humana que en algunos lugares se encarcele, torture e incluso prive del bien de la vida, a no pocas personas, únicamente por su orientación sexual. 

56. Al mismo tiempo, la Iglesia destaca los decisivos elementos críticos presentes en la teoría de género. A este respecto, el Papa Francisco recordó: «el camino hacia la paz exige el respeto de los derechos humanos, según la sencilla pero clara formulación contenida en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, cuyo 75 aniversario hemos celebrado recientemente. Se trata de principios racionalmente evidentes y comúnmente aceptados. Desgraciadamente, los intentos que se han producido en las últimas décadas de introducir nuevos derechos, no del todo compatibles respecto a los definidos originalmente y no siempre aceptables, han dado lugar a colonizaciones ideológicas, entre las que ocupa un lugar central la teoría de género, que es extremadamente peligrosa porque borra las diferencias en su pretensión de igualar a todos». 

57. Con respecto a la teoría de género, sobre cuya consistencia científica se debate mucho en la comunidad de expertos, la Iglesia recuerda que la vida humana, en todos sus componentes, físicos y espirituales, es un don de Dios, que debe ser acogido con gratitud y puesto al servicio del bien. Querer disponer de sí mismo, como prescribe la teoría de género, sin tener en cuenta esta verdad fundamental de la vida humana como don, no significa otra cosa que ceder a la vieja tentación de que el ser humano se convierta en Dios y entre en competencia con el verdadero Dios del amor que nos revela el Evangelio.

58. Un segundo aspecto sobre la teoría de género es que pretende negar la mayor diferencia posible entre los seres vivos: la diferencia sexual. Esta diferencia constitutiva no sólo es la mayor imaginable, sino también la más bella y la más poderosa: logra, en la pareja varón-mujer, la reciprocidad más admirable y es, por tanto, la fuente de ese milagro que nunca deja de asombrarnos que es la llegada de nuevos seres humanos al mundo. 

59. En este sentido, el respeto del propio cuerpo y de aquel de los otros es esencial ante la proliferación y reivindicación de nuevos derechos que avanza la teoría de género. Esta ideología «presenta una sociedad sin diferencias de sexo, y vacía el fundamento antropológico de la familia». Por tanto, resulta inaceptable que «algunas ideologías de este tipo, que pretenden responder a ciertas aspiraciones a veces comprensibles, procuren imponerse como un pensamiento único que determine incluso la educación de los niños. No hay que ignorar que “el sexo biológico (sex) y el papel sociocultural del sexo (gender), se pueden distinguir pero no separar”». Por lo tanto, debe rechazarse todo intento de ocultar la referencia a la evidente diferencia sexual entre hombres y mujeres: «no podemos separar lo que es masculino y femenino de la obra creada por Dios, que es anterior a todas nuestras decisiones y experiencias, donde hay elementos biológicos que es imposible ignorar». Sólo cuando cada persona humana puede reconocer y aceptar esta diferencia en reciprocidad es capaz de descubrirse plenamente a sí misma, su dignidad y su identidad. 

El cambio de sexo 

60. La dignidad del cuerpo no puede considerarse inferior a la de la persona como tal. El Catecismo de la Iglesia Católica nos invita expresamente a reconocer que «el cuerpo del hombre participa de la dignidad de la “imagen de Dios”». Tal verdad merece ser recordada especialmente cuando se trata del cambio de sexo. En efecto, el ser humano está inseparablemente compuesto de cuerpo y alma, y el cuerpo es el lugar vivo donde se despliega y manifiesta la interioridad del alma, incluso a través de la red de relaciones humanas. Constituyendo el ser de la persona, alma y cuerpo participan así de esa dignidad que caracteriza a todo ser humano. En este sentido, hay que recordar que el cuerpo humano participa de la dignidad de la persona, ya que está dotado de significados personales, especialmente en su condición sexual. Es en el cuerpo, de hecho, donde cada persona se reconoce generada por los demás, y es a través de su cuerpo que el varón y la mujer pueden establecer una relación de amor capaz de generar a otras personas. Sobre la necesidad de respetar el orden natural de la persona humana, el Papa Francisco enseña que «lo creado nos precede y debe ser recibido como don. Al mismo tiempo, somos llamados a custodiar nuestra humanidad, y eso significa ante todo aceptarla y respetarla como ha sido creada». De ahí que toda operación de cambio de sexo, por regla general, corra el riesgo de atentar contra la dignidad única que la persona ha recibido desde el momento de la concepción. Esto no significa que se excluya la posibilidad que una persona afectada por anomalías genitales, que ya son evidentes al nacer o que se desarrollan posteriormente, pueda optar por recibir asistencia médica con el objetivo de resolver esas anomalías. En este caso, la operación no constituiría un cambio de sexo en el sentido que aquí se entiende. 

La violencia digital 

61. El avance de las tecnologías digitales, aunque ofrece muchas posibilidades para promover la dignidad humana, tiende cada vez más a crear un mundo en el que crecen la explotación, la exclusión y la violencia, que pueden llegar a atentar contra la dignidad de la persona humana. Basta pensar en lo fácil que es, a través de estos medios, poner en peligro la buena reputación de cualquier persona con noticias falsas y calumnias. Sobre este punto el Papa Francisco subraya que «no es sano confundir la comunicación con el mero contacto virtual. De hecho, el ambiente digital también es un territorio de soledad, manipulación, explotación y violencia, hasta llegar al caso extremo del dark web. Los medios de comunicación digitales pueden exponer al riesgo de dependencia, de aislamiento y de progresiva pérdida de contacto con la realidad concreta, obstaculizando el desarrollo de relaciones interpersonales auténticas. Nuevas formas de violencia se difunden mediante los social media, por ejemplo el ciberacoso; la web también es un canal de difusión de la pornografía y de explotación de las personas para fines sexuales o mediante el juego de azar”». Y así es como, allí donde crecen las posibilidades de conexión, ocurre paradójicamente que todo el mundo se encuentra en realidad cada vez más aislado y empobrecido de relaciones interpersonales: «en la comunicación digital se quiere mostrar todo y cada individuo se convierte en objeto de miradas que hurgan, desnudan y divulgan, frecuentemente de manera anónima. El respeto al otro se hace pedazos y, de esa manera, al mismo tiempo que lo desplazo, lo ignoro y lo mantengo lejos, sin pudor alguno puedo invadir su vida hasta el extremo». Estas tendencias representan el lado oscuro del progreso digital. 

62. Desde esta perspectiva, si la tecnología ha de estar al servicio de la dignidad humana y no perjudicarla, y si ha de promover la paz en lugar de la violencia, la comunidad humana debe ser proactiva a la hora de abordar estas tendencias respetando la dignidad humana y promover el bien: «en este mundo globalizado “los medios de comunicación pueden ayudar a que nos sintamos más cercanos los unos de los otros, a que percibamos un renovado sentido de unidad de la familia humana que nos impulse a la solidaridad y al compromiso serio por una vida más digna para todos. […] Pueden ayudarnos en esta tarea, especialmente hoy, cuando las redes de la comunicación humana han alcanzado niveles de desarrollo inauditos. En particular, internet puede ofrecer mayores posibilidades de encuentro y de solidaridad entre todos; y esto es algo bueno, es un don de Dios”. Pero es necesario verificar constantemente que las actuales formas de comunicación nos orienten efectivamente al encuentro generoso, a la búsqueda sincera de la verdad íntegra, al servicio, a la cercanía con los últimos, a la tarea de construir el bien común». 

Conclusión 

63. En el 75 aniversario de la promulgación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), el Papa Francisco reiteró que ese documento «es como una vía maestra, sobre la que se han dado muchos pasos adelante, pero faltan todavía tantos, y a veces, desafortunadamente, se vuelve atrás. ¡El compromiso con los derechos humanos nunca se acaba! A este respecto, estoy cerca de todos aquellos que, sin proclamas, en la vida concreta de cada día luchan y pagan en persona por defender los derechos de los que no cuentan». 

64. Es en este espíritu, con esta Declaración, en el que la Iglesia exhorta ardientemente a que el respeto de la dignidad de la persona humana, más allá de toda circunstancia, se sitúe en el centro del compromiso por el bien común y de todo ordenamiento jurídico. En efecto, el respeto de la dignidad de todos y de cada uno, es la base indispensable para la existencia misma de toda sociedad que pretenda fundarse en el derecho justo y no en la fuerza del poder. Es sobre la base del reconocimiento de la dignidad humana como se sostienen los derechos humanos fundamentales, que preceden y sustentan toda convivencia civilizada. 

65. Cada persona individual y, al mismo tiempo, cada comunidad humana tiene, por tanto, la tarea de la realización concreta y efectiva de la dignidad humana, mientras que corresponde a los Estados no sólo protegerla, sino también garantizar las condiciones necesarias para que florezca en la promoción integral de la persona humana: «en la actividad política hay que recordar que “más allá de toda apariencia, cada uno es inmensamente sagrado y merece nuestro cariño y nuestra entrega”». 

66. También hoy, ante tantas violaciones de la dignidad humana, que amenazan gravemente el futuro de la humanidad, la Iglesia no cesa de alentar la promoción de la dignidad de toda persona humana, cualesquiera que sean sus cualidades físicas, psíquicas, culturales, sociales y religiosas. Lo hace con esperanza, segura de la fuerza que brota de Cristo resucitado, que ha llevado ya a su plenitud definitiva la dignidad integral de todo varón y de toda mujer. Esta certeza se convierte en un llamamiento en las palabras del Papa Francisco a cada uno de nosotros: «a cada persona de este mundo le pido que no olvide esa dignidad suya que nadie tiene derecho a quitarle». 

El Sumo Pontífice Francisco, en la Audiencia concedida al suscrito Prefecto junto al Secretario para la Sección Doctrinal del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, el día de 25 marzo de 2024, ha aprobado la presente Declaración, decidida en la Sesión Ordinaria de este Dicasterio con fecha 28 de febrero de 2024, y ha ordenado su publicación. 

Dado en Roma, en la sede del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, el 2 de abril de 2024, 19° aniversario de la muerte de san Juan Pablo II. 

Víctor Manuel Card. Fernández 

Iniciativas

Dr. Chiclana: “Vamos a profundizar en la soledad y el sacerdocio”

La soledad ha sido percibida por numerosos sacerdotes como el segundo reto, tras su vida espiritual, y el principal riesgo para su vida afectiva, según una investigación del psiquiatra Carlos Chiclana y sus colaboradoras Laura García-Borreguero y Raquel López Hernández. Ahora, el doctor Chiclana confirma un nuevo estudio de investigación sobre “soledad y sacerdocio”.  

Francisco Otamendi·8 de abril de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

La soledad ha sido diagnosticada como uno de los grandes males actuales, hasta constituir una epidemia que acentuó el Covid-19. La soledad tenía bastantes papeletas para aparecer en la primera investigación del médico psiquiatra Carlos Chiclana sobre los aspectos afectivos de la vida sacerdotal. Y así sucedió.

Su estudio de 2022/2023 describió los “retos, riesgos y oportunidades de la vida afectiva del sacerdote”, y en ella participaron más de 130 sacerdotes, diáconos y seminaristas de diversas diócesis e instituciones de la Iglesia católica, con 605 respuestas abiertas y 1039 ideas diferentes clasificadas en diferentes temas.

“Hicimos una investigación cualitativa con cinco preguntas abiertas sobre qué retos parecían más significativos para la vida afectiva de un sacerdote, qué riesgos apreciaban, qué oportunidades veían, qué les ayudó en particular en su formación sobre la afectividad y qué echaron de menos en la formación y ahora consideraban que les habría ayudado”, ha explicado a Omnes.

Reto y riesgo para la afectividad

A raíz del trabajo, que acaba de publicarse en Scripta Theologica de febrero de este año, el Dr. Chiclana aseguró a Omnes que “se generaron nuevas hipótesis de investigación sobre la soledad que sienten los sacerdotes”. 

“La refirieron como un reto y fue el principal riesgo referido (para su afectividad), pero no sabemos si se referían a la soledad física por el aislamiento que puedan tener, a una soledad afectiva por no sentirse queridos, soledad institucional por falta de apoyo, psicológica por tener un sistema de apego inseguro, soledad pastoral por el exceso de tareas, social o emocional”.

En la misma entrevista, el psiquiatra señaló también que “podría ser que no estuvieran aprovechando la soledad propia del célibe para cultivar ahí su particular y cómplice relación con Dios, un ámbito íntimo donde cortejarle”.

Entre los riesgos citados en el estudio aparecían asimismo las limitaciones psicológicas personales, las posibles dependencias afectivas o los defectos morales. También refieren el descuido de la vida espiritual personal por tener alta ocupación del tiempo, el exceso de dedicación pastoral y el desapego afectivo como estrategia de defensa.

Un estudio específico

Carlos Chiclana preanunció entonces que “en breve comenzaremos un estudio específico sobre la soledad de los sacerdotes, con la intención de conocer mejor cuál es la que les preocupa y proponerles herramientas prácticas para solventarla”. Y el estudio acaba de comenzar.

Hasta ahora, añade Chiclana, estudios centrados en sacerdotes han encontrado factores protectores para disminuir esta soledad, como vivir en comunidad, la propia vida espiritual bien cuidada, contar con el apoyo de otros sacerdotes, tener una buena red social (amistad general y con otros sacerdotes), cuidar la salud y poder descansar, y otros.

Amar a todos desde la intimidad

También en enero, el médico especialista ha lanzado al mercado un libro titulado “Celibato. Disfruta de tu regalo”, editado por Ediciones Día Diez. A su juicio, fijándose en el subtítulo del libro, puede afirmarse que el celibato, “al ser un don que te facilita amar todo, a todos y a todas, precisamente debería ser un factor protector frente a la soledad, porque la vida del célibe está llamada a estar constantemente habitada por muchas personas, sin que ninguna se quede a vivir en tu “hogar interior” ni te quedes tú a vivir en exclusiva en ninguna”.

“Ahora bien, tiene una proporción de soledad que es necesario tolerar y que a la vez te facilita la entrada en ese ámbito donde poder estar a solas con Dios, en esa relación espiritual exclusiva”. “Eres sacerdote, no un “coach” ni un cooperante de una ONG, ni un agente social”.

El primer estudio recogió también información sobre aquellos aspectos que los sacerdotes han echado en falta y que consideraban que hubiera sido de ayuda en el desarrollo personal. Señalaban, por ejemplo, que les gustaría haber recibido mejor formación. Otros estaban satisfechos y no echaban nada en falta, y algunos hubieran agradecido una mejor atención a la espiritualidad y a necesidades psicológicas.

Las personas que deseen participar en el estudio sobre “soledad y sacerdocio”, pueden completarlo escaneando el siguiente código QR:

El autorFrancisco Otamendi

Mundo

Expertos y políticos piden la abolición de la maternidad subrogada

El encuentro, que ha contado con representantes del Vaticano y las Naciones Unidas, y con el apoyo de destacadas feministas, ha pedido la prohibición de una práctica que vulnera derechos fundamentales de las mujeres y los niños.

María Candela Temes·8 de abril de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

Los líderes de la “Declaración de Casablanca” se han reunido este fin de semana en Roma para seguir trabajando por la abolición universal de la maternidad subrogada. La conferencia, de dos días de duración, ha congregado en la capital italiana a políticos, representantes de organismos internacionales, académicos y exponentes del feminismo con la finalidad de hacer presente en el debate público cómo esta práctica viola la dignidad humana.

La conferencia estuvo precedida el jueves pasado por una audiencia privada del Papa Francisco con los principales organizadores del encuentro: el abogado franco-chileno Bernard García Larraín, la jurista uruguaya Sofía Maruri y la portavoz Olivia Maurel, activista franco-americana que se manifiesta contraria a esta práctica tras haber sufrido en primera persona las consecuencias psicológicas y afectivas de haber nacido por subrogación. El Romano Pontífice los alentó en el trabajo que llevan adelante y los invitó a no perder el sentido del humor.

La presencia de voces destacadas

El apoyo del Vaticano se confirmó con la presencia en el congreso de Miroslaw Wachowski, subsecretario de la Sección para los Estados y los Organismos Internacionales de la Secretaría de Estado de la Santa Sede, que abrió el encuentro con una apelación fuerte y clara a defender la dignidad de las mujeres y los niños.

Además de Monseñor Wachowski, se contó con la intervención de Eugenia Roccella, Ministra de la Familia, la Natalidad y la Igualdad de Oportunidades de Italia; así como Velina Todorova, miembro del Comité de las Naciones Unidas para los Derechos del Niño, y Reem Alsalem, relatora especial de Naciones Unidas en la Violencia contra las Mujeres y las Niñas. En sus palabras destacaron que, si bien la subrogación en muchos países no está regulada, se debe atender a los daños que puede causar contra los derechos humanos y el riesgo de comercialización que representa.

Olivia Maurel ofreció un conmovedor y poderoso testimonio, en el que compartió su historia personal, marcada por un pasado de depresión, alcoholismo e intentos de suicidio que sólo encontraron explicación cuando descubrió sus orígenes y que había nacido de una mujer distinta a su madre mediante la práctica de la subrogación. Olivia, casada y madre de tres niños, se ha convertido en una destacada activista que reclama a los poderes políticos y organismos internacionales una acción más contundente para evitar que historias de dolor como la suya se repitan.

La Declaración de Casablanca, que trabaja por lograr un tratado internacional que prohíba la subrogación, busca apoyos transversales en todos los niveles y logró congregar en este encuentro a importantes figuras del feminismo como la sueca Kajsa Ekis Ekman, la alemana Birgit Kelle o la austríaca Eva Maria Bachinger.

Qué es la Declaración de Casablanca

Tal y como destacan sus promotores, la “Declaración de Casablanca para la abolición universal de los vientres de alquiler”, que se hizo pública en Casablanca (Marruecos) el 3 de marzo de 2023, ha sido firmada por 100 expertos de 75 nacionalidades. El objetivo de este texto es comprometer a los Estados a adoptar medidas contra la maternidad subrogada en todas sus formas y modalidades, ya sea remunerada o no.

El Papa Francisco, en su discurso al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, el pasado 8 de enero, fue contundente en su rechazo a la práctica del vientre de alquiler: “Considero deplorable la práctica de la llamada maternidad subrogada, que ofende gravemente la dignidad de la mujer y del niño; y se basa en la explotación de la situación de necesidad material de la madre. Un hijo es siempre un don y nunca el objeto de un contrato. Por ello, hago un llamamiento para que la Comunidad internacional se comprometa a prohibir universalmente esta práctica”. Las palabras del Romano Pontífice trajeron la cuestión a la primera plana de numerosos medios de comunicación y supusieron un importante aliento para los promotores de Casablanca.

El autorMaría Candela Temes

Estados Unidos

Aborto en Estados Unidos, ¿quién lo facilita y quién defiende la vida?

La legislación estadounidense varía en cada estado, lo cual tiene un impacto especial en el tema del aborto. Según el territorio, la finalización del embarazo está prohibida o es de libre acceso.

Paloma López Campos·8 de abril de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos

El complejo entramado legislativo de Estados Unidos tiene como consecuencia que las leyes del aborto no estén unificadas. Cada estado de la nación tiene una ley distinta en lo que se refiere a la defensa (o ataque) de la vida.

Cuando el Tribunal Supremo declaró que el aborto no es un derecho constitucional, la maquinaria de cada territorio comenzó a moverse para promulgar distintas leyes. Mientras algunas legislaciones se adaptaron para defender la vida, otros estados trataron de convertirse en “lugares seguros” para las mujeres, blindando el aborto y facilitando su práctica.

Florida es uno de los últimos estados en dar un auténtico paso adelante. A partir del 1 de mayo el aborto estará prohibido a partir de las 6 semanas de embarazado, es decir, desde el momento en el que puede detectarse el latido del corazón del feto. Sin embargo, también hay una iniciativa en Florida que podría deshacer por completo este avance y que, en caso de aprobarse, blindará el “derecho” al aborto en todo el estado.

Estados provida

En muchos sitios web hacen publicidad de los lugares en los que el acceso al aborto es libre. Frente a ello, aquí hay un listado de los estados en los que la legislación defiende la vida y considera el aborto ilegal:

-Idaho

-Dakota del Norte

-Dakota del Sur

-Texas

-Missouri

-Louisiana

-Mississippi

-Alabama

-Arkansas

-Oklahoma

-Tennessee

-Kentucky

-Indiana

-Virginia Occidental

El aborto en números

El “Pew Research Center” publicó el 25 de marzo un informe con datos estadísticos sobre el aborto en Estados Unidos. Algunas cifras están atrasadas en el tiempo, por ejemplo, el último año del que se disponen datos sobre el número de abortos a nivel nacional es 2020, cuando hubo 930.160 abortos en Estados Unidos.

A pesar de este dato, la tendencia a recurrir a estas intervenciones es a la baja desde la década de los 90, con una leve subida desde el año de la pandemia. Así lo indican tanto la organización “Guttmacher” como los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades del país.

En cuanto al tipo de abortos, más de la mitad se realizan consumiendo fármacos, mientras que las intervenciones son menos comunes. Esto se debe a que es el método menos invasivo durante el primer trimestre, que es cuando más mujeres quieren poner término al embarazo. Por otro lado, las clínicas son las que más abortos facilitan, frente a los hospitales, donde se realizan aproximadamente un 3 % de las finalizaciones del embarazo, ya sea a través de medicamentos o de intervenciones.

El “Pew Research Center” señala que la mayoría de mujeres que buscan un aborto están en la veintena. Además, el 87 % de las madres que abortan no están casadas.

Aborto en las elecciones

Debido a que a finales de 2024 habrá elecciones en Estados Unidos, los dos candidatos más sonados, Donald Trump y Joe Biden, aluden frecuentemente a la cuestión del aborto. Mientras que el primero afirma que su mandato defenderá la vida, el segundo insiste en que luchará por “los derechos reproductivos” de las mujeres.

Es interesante observar esta diferencia entre los dos políticos, puesto que los estados en los que más apoyan a Trump, del bando republicano, son en los que suele perseguirse el aborto, mientras que los territorios que votan por Biden, del ala demócrata, quieren que el aborto sea un derecho constitucional.

El debate está abierto y parece que saldrá a la luz constantemente a lo largo de 2024, también a nivel local con los cambios que haga cada estado de forma independiente.

Mundo

Anuarios Estadísticos de la Santa Sede: aumentan los bautizados y descienden los sacerdotes

El número de católicos bautizados en el mundo ha aumentado un 1 %, hasta 1.390 millones. El número de sacerdotes ha disminuido ligeramente, mientras que el de diáconos permanentes ha aumentado un 2 % en todo el mundo.  

Giovanni Tridente·8 de abril de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos

Los Anuarios Estadísticos de la Santa Sede, el “Annuarium Statisticum Ecclesiae 2022” y el “Anuario Pontificio 2024”, que acaba de publicar la Tipografia Vaticana, ofrecen, como siempre, una interesante visión de la evolución de la Iglesia católica a nivel mundial. Estos volúmenes, editados por la Oficina Central de Estadística de la Iglesia, representan una fuente autorizada para que fieles e iniciados analicen las dinámicas en juego en el panorama eclesial internacional.

De los datos se desprende un panorama contrastado, con luces y sombras que varían según las zonas geográficas. A nivel mundial, se registra un aumento del 1% en el número de católicos bautizados, alcanzando los 1.390 millones en 2022 frente a los 1.376 millones en 2021. Este aumento está impulsado principalmente por el continente africano, donde los fieles aumentaron de 265 a 273 millones (+3%), mientras que Europa se mantiene estable en 286 millones de católicos.

Una tendencia positiva afecta al número de obispos, que aumentó un 0,25% en el bienio 2021-2022, pasando de 5.340 a 5.353. El crecimiento más significativo se registró en África (+2,1%) y Asia (+1,4%).

El número de diáconos permanentes también sigue creciendo a nivel mundial, pasando de 49.176 a 50.150 (aproximadamente +2%). Los avances más importantes se han producido en África, Asia y Oceanía, donde esta cifra aún no es generalizada pero ha aumentado un 1,1%, alcanzando los 1.380 diáconos permanentes en 2022.

Algunas cuestiones críticas

Sin embargo, persisten algunos problemas críticos. El número de sacerdotes disminuyó en 142 en 2022, de 407.872 a 407.730 (-0,03%), continuando la tendencia a la baja iniciada en 2012. Este descenso es especialmente acusado en Europa (-1,7%) y Oceanía (-1,5%), mientras que África (de 38.570 a 39.742, +3,2%) y Asia (de 70.936 a 72.062, +1,6%) muestran una dinámica positiva.

Del mismo modo, las vocaciones sacerdotales siguen disminuyendo a nivel mundial, con un descenso de los seminaristas mayores de 109.811 a 108.481 (-1,3%). Los descensos más preocupantes se dan en Europa (de 15.416 a 14.461, -6,2%) y en América (de 28.632 a 27.738, -3,2%). Las excepciones son África, donde los seminaristas aumentaron de 33.796 a 34.541 (+2,1%), y Oceanía (de 963 a 974, +1,3%).

El número de religiosos profesos no sacerdotes también disminuyó globalmente casi un 1%, al igual que el de religiosas profesas, de 608.958 a 599.228 (-1,6%). En este último caso, se produjeron descensos significativos en Europa (-3,5%), América (-2,3%) y Oceanía (-3,6%), sólo parcialmente compensados por aumentos en África (+1,7%) y Asia (+0,1%).

Interrogantes y retos

Estos datos plantean interrogantes sobre los retos que esperan a la Iglesia católica en un futuro próximo, especialmente en lo que se refiere a las vocaciones sacerdotales y religiosas, y a la presencia generalizada de clérigos y religiosos en determinadas zonas del mundo como Europa, América y Oceanía. Sin embargo, los signos alentadores procedentes de África y Asia auguran una continua difusión del mensaje cristiano en estos continentes.

El autorGiovanni Tridente

El amor no es amado

En su firma para Omnes, Lupita Venegas cuenta que ser imitador de Cristo es hacer las cosas como Él las haría: amar al Amor.

5 de abril de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

En una de sus audiencias, el Papa Francisco lamentaba nuestra incoherencia: “la humanidad que se enorgullece de sus avances en la ciencia, va para atrás cuando se trata de tejer la paz. Es campeona para hacer la guerra” dijo.

Nos enteramos de la guerra en Ucrania, en Gaza, Sudán… hay guerra en diferentes puntos de la tierra. En nuestros países y ciudades: narco tráfico, desaparecidos, trata de personas. A nivel familiar infidelidades, escándalos, divorcios. A nivel personal angustia, ansiedad, estrés y depresión.

Hace poco una mujer me decía que defendería su herencia “caiga quien caiga”. Sus padres no habían repartido las propiedades como ella lo hubiera hecho y ante lo que consideraba una injusticia, decidió actuar incluso cometiendo injusticias, si fuese necesario. ¿Dónde comienza la paz?, ¿Dónde comienza la guerra?

Responsables de la paz

Un acontecimiento en la vida de san Francisco de Asís, puede darnos la clave para lograr el mundo que todos quisiéramos; un mundo sin guerras, sin injusticias, sin miedo. Uno solidario, responsable, en paz.

San Buenaventura narra que San Francisco acudió al palacio del sultán Malik al Kamil en Egipto, para entrevistarse con él. Era el año 1219, tiempo de la quinta cruzada y el pueblo musulmán peleaba con los cristianos por los lugares santos.

El sultán lo recibió cortésmente y le preguntó: “¿Por qué los cristianos quieren la paz y hacen la guerra?, -”Porque el amor no es amado”- respondió el pobrecillo de Asís.

San Francisco fue hasta el Sultán como testigo de paz, buscando el diálogo y renunciando a la violencia. Con absoluta confianza en Dios. Logró por cierto, una paz temporal y la iniciativa del propio sultán para vivir una tregua que fue rechazada por los cristianos.

Amar a Dios, fuente de amor, es hacer Su voluntad. Conocemos lo que Dios quiere a través de las Sagradas Escrituras. En ellas encontramos los 10 mandamientos, las bienaventuranzas, las obras de misericordia y el mandamiento del amor. Este deseo de Dios no debo interpretarlo como un llamado que es para los demás sino para mí. ¡Para mí! Si amo a Dios, de inmediato quiero amar a mis hermanos. Amar al Amor es amar a mi prójimo y a mí misma.

Dar la paz

No podemos seguir adelante esperando que los demás nos den esa paz que anhela el corazón. No es el otro: tu cónyuge, tus hijos, tus compañeros de trabajo, las autoridades, los sistemas políticos…si quieres paz, primero debes darla. ¿Cómo hacerlo?

  • En lo personal. Valórate y trátate a ti mismo como si fueras tu mejor amigo. Cultiva buenos hábitos.
  • En casa. Recuerda que la guerra no está en la ofensa recibida sino en la ofensa contestada. Si alguien hace o dice algo que te incomoda, no respondas con violencia sino con paz. Sé asertivo, pide lo que necesitas sin ofender.
  • En el trabajo (o escuela). Se tú el cambio que quieres ver, como decía Mahatma Ghandi. Somos responsables de los ambientes en que nos desenvolvemos. En tu trabajo o escuela no hagas chismes, no ataques a otros en pláticas con los demás o en redes sociales. Sé conciliador con tus comentarios y procura hacer equipo. Que tu labor esté bien hecha, da siempre un poco más de lo que se te pide.
  • En tu comunidad civil. Respeta las leyes y favorece los encuentros con los más necesitados. Involúcrate en un servicio social organizado u organiza alguno.
  • En tu comunidad religiosa. Participa en las actividades de oración, formación y apostolado a las que se te invita. Hazlo con responsabilidad y cumple en aquello a lo que te comprometes. 
  • En tu país. Sé un ciudadano responsable, vota por las autoridades en las que confías, las que velan por el bien común genuino.

Que quiera ser yo imitador de Cristo. Que haga las cosas como Cristo las haría. ¡Amar al Amor! Nos recuerda san Pablo: en efecto, la paz se identifica con Jesucristo mismo que es nuestra paz (Ef 2, 14-15).

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Vocaciones

Daniela Saetta: «A los 17 años no tenía ganas de vivir”

Daniela Saetta es una farmaceútica siciliana miembro de la Comunidad Magnificat. Su encuentro con Dios en esta comunidad, a los 17 años, cambió radicalmente su vida.

Leticia Sánchez de León·5 de abril de 2024·Tiempo de lectura: 7 minutos

Daniela Saetta es de origen siciliano, aunque ha pasado la mayor parte de su vida en Perugia, donde se trasladó con su hermana cuando sus padres se separaron. Hoy trabaja como farmacéutica en un hospital, está casada con Massimo y tienen tres hijos. En esta conversación con Omnes, Daniela nos cuenta cómo Dios irrumpió inesperadamente en su vida, a través de la Comunidad Magnificat, cuando sólo tenía 17 años y estaba lejos de Dios.

¿Qué significa para usted la palabra vocación?

–»Encuentro». Un encuentro que transformó toda mi vida. Yo era una chica con muchos problemas a mis espaldas. Primero, durante la infancia, por la separación y el divorcio de mis padres. Luego, durante la adolescencia, cuando todas las heridas e incomprensiones que teníamos mi hermana y yo volvieron a surgir y se convirtieron en una rebelión continua contra todo. Decepción y rabia contra el mundo entero, contra la vida, contra la religión y contra Dios que, decía yo, ¡ciertamente no puede existir! He experimentado lo que significa sentirse viejo a los 17 años, no querer vivir más… es algo que he vivido en mi propia piel. Por otra parte, mi familia, muy probada, no era practicante y estaba absolutamente alejada de Dios. A mi hermana y a mí nunca nos llevaron a catequesis, por ejemplo, e incluso había rasgos anticlericales en ciertas asignaturas.

En la adolescencia, el período en que uno busca la amistad, el amor, y hace sus primeras experiencias, incluso equivocadas, sentí, aún con más fuerza, ese vacío interior de amor y comprensión que no se me había dado. Y, aunque en los primeros años de instituto se había apoderado de mí un cierto radicalismo anticatólico, en realidad buscaba algo -no sé exactamente qué-. En cierto sentido, creo que buscaba algo espiritual, un sentido trascendente, que siempre acababa en decepción.

Viví aquellos años con la sensación de que todo a mi alrededor era falso y burgués, donde a veces predominaba un cristianismo de fachada, hecho de hábitos y poca sustancia. Poco a poco, los contactos con un profesor de instituto marxista, unidos a la falta de coherencia en el comportamiento de las personas que se decían católicas, me llevaron a afirmar que Dios no existía. Y así seguí, en un creciente malestar interior hasta que todo se vino abajo de golpe cuando, en medio de una crisis en la que se repetía la idea del suicidio, me invitaron a una reunión de oración de la Comunidad Magnificat, que acababa de nacer por entonces. Yo sólo tenía 17 años.

Allí encontré algo que realmente me atrajo, algo nuevo, encontré autenticidad y, sobre todo, tuve un encuentro personal con el Señor que hoy, después de casi 45 años, puedo decir con certeza que fue un verdadero encuentro en el que el Espíritu Santo encendió en mí un fuego que -a pesar de las dificultades y los cambios que uno tiene en la vida-, nunca se ha apagado. Todo cambió a partir de aquella tarde: se produjo un verdadero punto de inflexión para mí, un punto de inflexión.

Unos años más tarde conocí en la Comunidad a Massimo, un chico que venía de una vida difícil y había pasado por la experiencia de la droga. Nos enamoramos y nos casamos. Hoy nuestros tres hijos son mayores y tenemos también dos nietos maravillosos.

¿Qué significa formar parte de la Comunidad Magnificat en tu vida diaria? Por ejemplo, ¿en tu trabajo?

–La mía es una vida normal, es decir, vivo el carisma de mi comunidad haciendo lo que otros hacen en la vida ordinaria: cuido de mi familia, voy a trabajar, establezco relaciones con mis colegas, con mis vecinos.

En el trabajo, el entorno hospitalario no es fácil, el tipo de relación con la gente suele ser fría y distante. No siempre puedo hablar tan abiertamente de Dios, pero tampoco lo oculto; todo el mundo sabe que soy cristiana y que formo parte de una comunidad.

Sucede que la gente se abre a mí y me pide consejo, y entonces es más fácil hablar de Dios o dar testimonio de cómo vivo diversas situaciones. Suelo decir a todo el mundo que Dios es como un «buen padre» y no un «juez estricto e inflexible». En el entorno laboral, la gente suele criticar o hablar mal de otros compañerosy esos momentos se convierten en oportunidades para decir que no merece la pena enfadarse ni guardar rencor.

Fuera del trabajo, desde un punto de vista más personal, como cada miembro «aliado» de la comunidad -porque nuestra comunidad es una comunidad de alianza- renuevo públicamente una vez al año, junto con los demás miembros aliados de la comunidad, las «promesas». Son cuatro: la promesa de pobreza, de perdón permanente, de amor edificante y de servicio.

Los miembros aliados de la comunidad viven estas cuatro promesas según su propio estado de vida y sus circunstancias particulares: por ejemplo, nuestra promesa de pobreza no puede ser vivida como lo haría un franciscano que no posee nada. En una familia, las cosas son necesarias para vivir y cumplir nuestra misión de educar y acompañar a nuestros hijos. Pero esta promesa implica para nosotros una elección del estilo de vida que pretendemos llevar: una vida sobria, sin lujos excesivos, una vida en la que tengamos presentes a los pobres. Además, incluso a través del Diezmo (de lo que se gana) que se dona a la comunidad.

Cuando hablo de la Comunidad Magnificat constato que este compromiso de “diezmo” suscita, muy a menudo, curiosidad e incluso perplejidad. Pero donar una parte del propio salario a la Comunidad significa no sólo apoyar la vida comunitaria en sus necesidades (desde las misiones hasta la ayuda fraterna a los pobres), sino también confiar en Dios, porque todos experimentamos que el Señor nunca se deja superar en generosidad y, por tanto, nunca deja que a los que le dan algo les falte lo necesario.

Otra promesa que concierne a los aliados es la del perdón permanente. Esto se refleja en toda la vida: porque ¿quién no sufre en las relaciones con los demás, en los malentendidos y en los desacuerdos?

La promesa de construir el amor es el compromiso que adquirimos de ser constructores del Reino de Dios y del amor que Él representa, por lo que también refuerza las promesas anteriores al ayudarnos no sólo a no permanecer enfadados con los demás, sino también a dar el primer paso hacia la reconciliación. ¡Es la premisa para la vida fraterna!

Por último, el servicio a la comunidad y a la Iglesia. En mi caso, por ejemplo, participo en actividades que tienen que ver con la música y el canto, además de proclamar la palabra y servir en la evangelización. A veces ayudo en las misiones; el año pasado estuve en Uganda, donde se está estableciendo una de nuestras fraternidades.

Además, nuestra Comunidad tiene un rasgo característico, que es la adoración del Santísimo Sacramento. Nos llamamos «Comunidad Magnificat» porque el nombre hace referencia a María, nuestra madre, que quiso unir contemplación y acción.

Toda nuestra acción (el anuncio de la Palabra, la evangelización, las misiones, la ayuda a los pobres…) procede de la oración, nace de la Eucaristía, nuestra fuente y nuestra fuerza.

La Eucaristía es precisamente un punto fuerte que tenemos: Tarcisio, iniciador de la Comunidad Magnificat junto con su hermana Inés, vio proféticamente un altar con una hostia consagrada al oír de Dios las palabras «con Jesús, sobre Jesús construir». Era necesario que la Comunidad Magnificat se construyera sobre la Eucaristía. Por eso, en comunidad, además de la celebración diaria de la Eucaristía, una vez a la semana todos nos dedicamos a la adoración eucarística.

Puede parecer mucho, y todos los compromisos y promesas pueden asustar, pero en la comunidad se respira un ambiente de libertad y flexibilidad. Cada uno discierne junto con un hermano de la comunidad que actúa como apoyo y también como acompañamiento espiritual con responsabilidad personal según su situación personal y familiar. Las que son madres con niños pequeños, por ejemplo, encuentran comprensión en la manera de vivir sus compromisos comunitarios. La comunidad, por supuesto, nos anima fuertemente a seguir adelante, pero mira a cada hermano con prudente sabiduría para ver hasta dónde puede llegar.

Este modo de vida no está muy de moda. Dedicas mucho tiempo a las actividades comunitarias y a Dios. A la gente que no entiende este modo de vida, ¿cómo se lo explicas?

–La mayoría somos laicos, hablamos el mismo lenguaje del mundo; muchas veces los problemas que rodean a la gente son también nuestros problemas. Vivimos la misma realidad que los demás. Así podemos entender perfectamente lo que los demás sienten en sus vidas, la resistencia interior o los deseos de sus corazones.

¿Qué podemos hacer? Vivimos en un mundo de pobres, pobres también desde el punto de vista espiritual, pero no sólo porque les falte Dios en sus vidas, sino porque también les faltan valores.

El Papa habla continuamente del consumismo en el que estamos inmersos y también de la cultura del derroche, y de una sociedad que vive una sexualidad privada de su verdadero sentido, porque no se le ha enseñado la belleza del cuerpo.

Por otra parte, en el mundo del trabajo, veo cómo a menudo las personas sienten el peso del desempleo o se preocupan por ascender de puesto, pero en todas ellas hay una gran soledad. Hoy la gente tiene una sed increíble de amor.

Los hermanos de la Comunidad intentan dar a todos un mensaje de auténtico amor con el ejemplo. Se podría decir que la Comunidad es la respuesta a lo que tantos buscan: a la gente le impresiona ver una comunidad de hermanos formada por muchos jóvenes y familias, que se quieren de verdad (¡porque el afecto entre nosotros es sincero!). Esto llama mucho la atención, es lo que dice la Biblia de que la Iglesia es «la ciudad en la cima del monte» o la lámpara sobre el candelabro y «no debajo del celemín», «para que alumbre a todos los que están en la casa».

En los seminarios sobre vida nueva en el Espíritu Santo que organizamos hablamos del amor de Dios. Y esto no deja de ser una respuesta a los deseos interiores de nuestros hermanos. En estos seminarios hay todo tipo de personas: jóvenes y mayores, personas alejadas de Dios y personas que ya están en un camino de fe. No puedo decir por qué, pero evidentemente esta propuesta atrae. Y no es gracias a nosotros, sino que creo que tiene que ver con el hambre de amor y de Dios que la gente tiene en su corazón.

No puedo concluir sin decir que poco a poco el Señor ha traído luz a la historia de toda la familia: el padre murió después de acercarse a Dios, la madre, que estaba alejada del Señor, abrazó la fe con todo su corazón hasta el punto de hacer de Él la razón de su vida y la roca de su existencia. Mis 3 hijos tuvieron la gracia de un fuerte encuentro con Dios, mi hija mayor es monja;  mi hermana, médico y miembro consagrado de la comunidad, y casi todos los miembros de la familia se han unido a la comunidad… ¡Para gloria de Dios!

La Comunidad Magnificat

La Comunidad Magnificat nació el 8 de diciembre de 1978, en la parroquia de San Donato all’Elce de Perugia. Es una Comunidad de Alianza desarrollada en la corriente de gracia de la Renovación Carismática Católica.

Es una respuesta a una llamada específica de Dios a vivir la vida nueva en el Espíritu en un compromiso estable y está formada por fieles de todos los estados de vida, pero predominantemente por laicos y familias. Nacida en Italia, se ha desarrollado gradualmente en varias partes del mundo: Rumanía, Argentina, Turquía, Uganda y Pakistán.

El 19 de enero de 2024, en el Palazzo San Callisto de Roma, en el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, se celebró la ceremonia de consignación del Decreto de reconocimiento de la Comunidad Magnificat «como asociación internacional privada de fieles» y se aprobó su Estatuto por un período ad experimentum de 5 años.

Daniella durante el acto de reconocimiento de la Comunidad Magnificat «como asociación internacional privada de fieles»
El autorLeticia Sánchez de León

Cultura

80 años de ‘La Abadesa de las Huelgas’ de san Josemaría Escrivá

Se cumplen 80 años de la publicación de 'La Abadesa de las Huelgas' de san Josemaría Escrivá, una investigación académica que hoy aún tiene ecos y que refleja el legado intelectual del autor.

Eliana Fucili·5 de abril de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

San Josemaría Escrivá es reconocido, principalmente, por su impronta fundacional del Opus Dei. De ahí la singularidad de ‘La Abadesa de las Huelgas’, en la trayectoria del santo aragonés.

Publicado en 1944, este libro lleva a cabo un análisis histórico-canónico de la jurisdicción ejercida, durante siglos, por la abadesa del monasterio de Las Huelgas en Burgos.

A juicio de quienes realizaron la edición crítico-histórica, esta investigación, responde probablemente, a dos finalidades. Una es su deseo de transmitir el mensaje central del Opus Dei -el de la santificación personal a través del trabajo-, por ello realizó con esmero este estudio. Otra es su gran aprecio por la tarea intelectual y universitaria.

‘La Abadesa de las Huelgas’ examina cuestiones teológicas, jurídicas e históricas. Aún hoy es una obra de referencia en los estudios académicos y su lectura muestra la sincera estima del autor por la vida religiosa.

Legado intelectual

San Josemaría Escrivá comenzó a investigar sobre la abadesa de las Huelgas cuando llegó a Burgos, en enero de 1938, tras atravesar los Pirineos durante la guerra civil española. En Madrid quedó perdido todo el material recopilado durante algunos años para su tesis doctoral. No obstante, en Burgos encontró un nuevo tema y  el archivo del monasterio para elaborar esa nueva tesis.

En diciembre de 1939, Escrivá presentó su tesis en la Universidad Central de Madrid alcanzando una calificación sobresaliente que le otorgó el grado de doctor en derecho.

Este trabajo doctoral sirvió como base e inspiración para emprender un estudio más detallado sobre la figura de la Abadesa de las Huelgas y su peculiar jurisdicción. Para ello, entre 1940 y 1943, san Josemaría viajó nuevamente a Burgos en varias ocasiones para consultar el archivo del monasterio.

La figura de la Abadesa de las Huelgas

El monasterio de las Huelgas constituye un episodio particular en la historia de la Iglesia en España. Desde su fundación en el siglo XII acogió a hijas de nobles. Quienes ingresaban en él aportaban dotes que incluían tierras y beneficios otorgados por la realeza.

Con el correr de los siglos, estas donaciones contribuyeron al incremento del territorio del monasterio y de la jurisdicción de la abadesa.

En ella se condensaban tres potestades diferentes: la potestad civil, la potestad canónica como superiora de una comunidad religiosa y una potestad cuasi episcopal (excepto, por supuesto, en todo lo referido al orden sagrado).

La Abadesa ejercía tal potestad sobre los fieles cristianos que vivían dentro de los límites de su territorio, situados entre Toledo y la Cantabria actual.

Así, por ejemplo, concedía licencias a sacerdotes para celebrar misa, predicar en las iglesias y parroquias, confesar a sus religiosas, religiosos y fieles del territorio. En su territorio, también presidía y recibía personalmente la profesión religiosa en su monasterio y en otros.

Igualmente, imponía penas eclesiásticas y civiles mediante jueces que impartían justicia en su nombre.

San Josemaría Escrivá

Aportaciones del libro de Escrivá

San Josemaría Escrivá estudió la jurisdicción cuasi episcopal ejercida durante siglos por la Abadesa de las Huelgas, la cual llegó a su fin en 1874 mediante la bula papal Quae diversa.

Su análisis histórico-canónico resalta la relevancia y el impacto de la costumbre como fuente del derecho canónico, subrayando cómo el uso continuado por parte de una comunidad puede influir en la formulación de la norma eclesiástica, a menos que esta sea explícitamente invalidada por el legislador.

‘La Abadesa de las Huelgas’ tuvo dos ediciones mientras Escrivá aún vivía: la primera en 1944 y la segunda en 1974. Más tarde, en 1988, fue reeditada.

Desde su primera publicación se convirtió en un referente en el ámbito del derecho canónico. Aún sigue siendo citada entre la literatura canónica, así como también en los estudios sobre la historia de la mujer; en particular, en el mundo anglosajón.

En 2016 el Istituto Storico San Josemaría Escrivá publicó la edición crítico-histórica de La Abadesa de las Huelgas, a cargo de las profesoras María Blanco y María del Mar Martín. Las autoras presentan un exhaustivo análisis crítico y jurídico-histórico del texto original.

En el prólogo de la edición crítico-histórica, monseñor Javier Echevarría afirmó que la investigación de san Josemaría sobre la Abadesa de las Huelgas no solo destacó el papel de la mujer en la Iglesia y la sociedad en tiempos pasados, sino que también puede contribuir a nuevas reflexiones sobre el lugar de la mujer en la sociedad y la Iglesia contemporáneas.

El autorEliana Fucili

Centro de Estudios Josemaría Escrivá (CEJE) 
Universidad de Navarra

Vaticano

Concretar expectativas de paz, ruta de Francisco para las religiones

“La brutalidad de los conflictos en el mundo está matando a miles de personas”, y hay que dar “concreción a las expectativas de paz, verdaderas expectativas de los pueblos y de las personas”, ha manifestado el Papa Francisco en el primer Coloquio entre el Dicasterio para el Diálogo Interreligioso de la Santa Sede y el Congreso de Líderes de Religiones de Kazajstán.  

Francisco Otamendi·4 de abril de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

“Hoy muchos, demasiados, hablan de guerra: la retórica belicosa vuelve a estar de moda, por desgracia. Pero mientras se difunden palabras de odio, la gente muere en la brutalidad de los conflictos. En cambio, hay que hablar de paz, soñar con la paz, dar creatividad y concreción a las expectativas de paz, que son las verdaderas expectativas de los pueblos y de las personas. Haced todos los esfuerzos posibles en este sentido, en diálogo con todos”, ha señalado el Santo Padre a los participantes en el Coloquio.

“Que vuestro encuentro en el respeto de la diversidad y con la intención de enriqueceros  mutuamente sea un ejemplo para no ver en el otro una amenaza, sino un don y un interlocutor precioso para el crecimiento recíproco. 

“Os deseo días de fraternidad, fecundos en amistad y buenos proyectos, y un fructífero compartir los resultados de vuestro trabajo”, ha deseado el Papa Francisco, líder del orbe católico, tras recordar las iniciativas surgidas en el marco de su viaje apostólico al país más extenso de Asia Central, Kazajstán, en septiembre de 2022.

Congreso de líderes, “plataforma bien probada para el diálogo”

El Pontífice ha saludado de modo especial a la parte kazaja del Coloquio, el Congreso de Líderes de las Religiones Tradicionales y Mundiales, al que asistió el Papa en su séptima edición; el Senado de la República y el Centro Nursultán Nazarbayev para el Diálogo Interreligioso e Intercultural, y ha subrayado su “alegría por ver en este evento un primer fruto significativo del Memorando de Entendimiento concluido entre el Centro Nazarbayev y el citado Dicasterio”.

El Congreso “es una plataforma única y bien probada para el diálogo no sólo entre líderes religiosos, sino también con el mundo de la política, la cultura y los medios de comunicación”, ha valorado Francisco. Se trata de “una iniciativa meritoria que se corresponde bien con la vocación de Kazajstán de ser «un país de encuentro».  

“Además del viaje apostólico”, ha recordado el Papa que “tuve ocasión de mostrar mi cercanía al pueblo kazajo con ocasión de la visita al Vaticano, el pasado mes de enero, del presidente de la República, que tan cortésmente me acogió en el país, y en el encuentro con S.E. el Sr. Ashimbayev, presidente del Senado y Jefe de la Secretaría del Congreso, que participa en vuestro coloquio como Jefe de la Delegación kazaja”. 

“Apoyarnos en el cultivo de la armonía entre religiones y culturas”

“Deben ustedes apoyarnos en el cultivo de la armonía entre religiones, etnias y culturas, armonía de la que su gran país puede sentirse orgulloso”, ha solicitado el Santo Padre. “En particular, hay tres aspectos de su realidad que me gustaría destacar: el respeto a la diversidad, el compromiso con la “casa común” y la promoción de la paz”.

Por lo que respecta al respeto de la diversidad, “elemento indispensable de la democracia –que debe promoverse constantemente–, el hecho de que el Estado sea “laico” contribuye en gran medida a crear armonía”, ha añadido. 

“Se trata, evidentemente, de una sana laicidad, que no mezcla religión y política, sino que las distingue por el bien de ambas, y que al mismo tiempo reconoce el papel esencial de las religiones en la sociedad, al servicio del bien común”. Pueden consultar el texto íntegro aquí, del que se han reseñado al comienzo algunos aspectos. 

Sobre Kazajstán, 1 % de católicos, país de encuentro 

Kazajstán, tras su independencia en 1991, es en la actualidad un país soberano de inmensas estepas, con una pequeña población (apenas 19 millones de habitantes) para una gran extensión que lo convierte en el noveno país más grande del mundo (2.750.000 kilómetros cuadrados: cinco veces más grande que España).

Como informó Omnes, en el país kazajo residen aproximadamente 182.000 católicos: en torno al 1 % de la población. Se trata de la segunda minoría cristiana, después de la Iglesia ortodoxa, en un país de mayoría musulmana. Aunque es frecuente que los católicos pertenezcan a familias de raíces europeas (polacos, alemanes, ucranianos o lituanos), poco a poco la Iglesia católica se va enraizando en aquellas tierras.

El autorFrancisco Otamendi

América Latina

«La Pasión de Cañete», una tradición de Semana Santa en Perú

"La Pasión de Cañete" es una representación de la Pasión de Cristo que se realiza tradicionalmente en Perú cada Semana Santa.

Jesús Colquepisco·4 de abril de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos

A 140 kilómetros al sur de Lima se encuentra la provincia de Cañete, “Valle bendito” -tal como lo llamó san Josemaría Escrivá en su visita a Perú en julio de 1974. En él se representa durante la Semana Santa una de las más reconocidas escenificaciones de la Pasión de Cristo en el Perú, la “Pasión de Cañete”, organizada por la Prelatura de Yauyos y la ACAR Cañete (Agrupación Cañetana Artístico Recreativa).

La tradicional escenificación (iniciada en 1966) se representa cada Semana Santa en las instalaciones del santuario Madre del Amor Hermoso, uno de los principales destinos religioso-culturales que hay en San Vicente de Cañete. Dura aproximadamente dos horas e incluye -entre otros- los impactantes pasajes bíblicos de la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, la Última Cena, la Traición de Judas, la Negación de Pedro, la Pasión, muerte y resurrección del Señor.

Escena de «La Pasión de Cañete»

Para la Semana Santa 2024 los días de presentación fueron el Domingo de Ramos, Miércoles Santo, Jueves y Viernes Santo, siendo estos dos últimos los que contaron con mayor asistencia de personas, superando los 2000 asistentes por día, un total de siete mil asistentes durante la semana.

Orígenes de la Pasión de Cañete

El guión de la Pasión lo elaboró monseñor Enrique Pélach, primer Vicario General de la Prelatura de Yauyos, quien para la Semana Santa de 1966 motivó a los pobladores de San Vicente de Cañete a representar el misterio de la pasión y muerte de Jesús. Por aquel entonces se conformó el ACAR (Agrupación Cañetana Artístico-Recreativa) que integró a los actores para la Pasión. Posteriormente el texto de la Pasión recibió algunos ajustes y adecuaciones de Mons. Esteban Puig, sacerdote español que dirigió la puesta en escena durante un importante período.

Sólo dejó de representarse la Pasión de Cañete entre los años 2008 – 2012 por obras en el Santuario a causa del terremoto de agosto de 2007; como también entre 2020 – 2022 debido a la Pandemia del COVID-19.

ACAR y la Prelatura de Yayos

Actualmente el ACAR Cañete cuenta con 200 personas en escena bajo la dirección de Julio Hidalgo. Entre ellos se cuentan los actores locales, sonidistas, luminotécnicos, maquilladores, utileros y personal de vestuario. El representante de la Prelatura es Félix Cuzcano, delegado episcopal para la representación de la Pasión.

El ACAR y la Prelatura de Yauyos han recibido diversos reconocimientos civiles por el aporte de la Pasión a la fe y cultura de la Provincia de Cañete.

Asistentes a la representación tradicional peruana
El autorJesús Colquepisco

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Evangelización

Iglesia y comunicación: un reto de 21 siglos

Anunciar la buena noticia de la salvación es una tarea fundante de la Iglesia que ha de ayudarse de cada uno de los lenguajes de la comunicación presentes en la sociedad.

Pablo Alfonso Fernández·4 de abril de 2024·Tiempo de lectura: 6 minutos

Desde su origen, la Iglesia tiene encomendada por Jesucristo una tarea de comunicación: su misión evangelizadora consiste en anunciar la buena noticia de la salvación. Para llevarla a cabo cuenta principalmente con la ayuda del Espíritu Santo, que ilumina, impulsa y vivifica su Iglesia. Pero, como enseña la teología, la gracia no sustituye a la naturaleza, y por eso conviene emplear los medios humanos a nuestro alcance para facilitar su acción en las almas.

Entre esos medios están las denominadas Ciencias de la Información, con todo su bagaje técnico y especificaciones propias de una actividad cada vez más profesionalizada.

Las tareas de comunicación han evolucionado con los medios y las capacitaciones especializadas, por eso conviene plantearse el mejor modo de hacer comunicación institucional en la Iglesia, a la vez que se respeta y se facilita el trabajo de los profesionales.

Se trata de una colaboración necesaria, que beneficia tanto a los comunicadores, en su labor de presentar y difundir hechos de relevancia informativa, como a la propia Iglesia, que resulta mejor conocida y puede mostrar al mundo la belleza del evangelio en los acontecimientos presentados como noticia.

Una tarea ética

Al igual que en otras profesiones, la tarea del comunicador tiene un fuerte componente de confianza. La fuente informativa que elegimos viene determinada por las garantías de veracidad y de integridad en la interpretación de la realidad que nos transmite.

Por eso, la Iglesia no puede permanecer ajena a las implicaciones morales del uso de los medios de comunicación, y le interesa contribuir a su desarrollo respetuoso con la dignidad de la persona. Así lo afirma en el Decreto Inter Mirifica, del Concilio Vaticano II, donde reconoce en primer lugar el derecho humano a la información, y su vinculación con la verdad, la caridad y la justicia.

También invita a pensar en las consecuencias que tiene en la conducta de las personas aquello que se transmite, y por eso recuerda la responsabilidad de los profesionales, los destinatarios y la autoridad civil a la hora de seleccionar y de difundir los contenidos.

En el fondo, se trata de recordar que existe una diferencia entre la resonancia informativa que pueda tener un hecho y su relevancia. Reconocer que nos interesa estar a la última, pero aprender a leer los acontecimientos en otra clave distinta del sensacionalismo, para saber interpretar lo que sucede: siempre hace más ruido un árbol caído que un bosque en crecimiento. Y esto tanto en los acontecimientos del mundo como en los que hacer referencia a la vida de la Iglesia.

Ya explicaba el sacerdote británico Ronald Knox (1888-1957) que en Jerusalén todos supieron enseguida que Judas se había ahorcado, sin embargo, muy pocos advirtieron la sencilla y fecunda fidelidad de María.

Desde hace más de 50 años la Iglesia ayuda a reflexionar sobre esta tarea desde una perspectiva ética, con los Mensajes para la Jornada de las Comunicaciones Sociales. Los publica el Papa cada año con ocasión de la festividad de san Francisco de Sales, y nos hacen fijar la mirada en algún aspecto relevante y de actualidad que despierta las conciencias. Por ejemplo, en su mensaje de 2024 el Papa Francisco menciona algunas consecuencias del empleo de la inteligencia artificial.

Con una dinámica propia

El documento que hemos mencionado del Concilio Vaticano II recuerda además que “toca principalmente a los laicos vivificar con espíritu humano y cristiano estos medios”. Es esta una de las expresiones de la Doctrina Social de la Iglesia, a la que se refería genéricamente Benedicto XVI en su primera Encíclica. Allí explicaba que no es tarea de la Iglesia emprender por cuenta propia la empresa política de realizar la sociedad más justa posible.

Es cierto que puede ni debe quedarse al margen de esa lucha por la justicia, pero se inserta en ella a través de la argumentación racional y debe despertar las fuerzas espirituales, esforzándose por abrir la inteligencia y la voluntad a las exigencias del bien (cfr. Deus caritas est, n.28).

En cuanto a las tareas de comunicación, se comprende que el papel de la autoridad eclesiástica no es propiamente el de disponer de ciertos medios desde los que contribuir a la opinión pública, sino más bien vivificar las distintas iniciativas de los ciudadanos con el espíritu cristiano.

Es verdad que la Iglesia no tiene por misión propia la presencia institucional en el mundo de la comunicación, como tampoco en el de la enseñanza, la atención hospitalaria o la prestación de servicios sociales. Pero, al mismo tiempo, goza de los mismos derechos que cualquier otra institución pública o privada para dirigir o impulsar iniciativas en esos campos de la vida social.

Por eso también se entiende que cabe la promoción de medios católicos (y a esta propuesta dedica el Decreto Inter Mirifica su capítulo II), que puedan actuar en el mundo de la comunicación con profesionalidad y presenten su propuesta informativa, como cualquier otro interlocutor válido en la sociedad.

La Comunicación Institucional en la Iglesia se lleva a cabo cada vez con más profesionalidad, y son de agradecer los esfuerzos de Universidades eclesiásticas por otorgar importancia a la preparación de comunicadores profesionales que puedan dirigir Delegaciones de Medios en las diócesis o poner en marcha iniciativas en el mundo de las agencias de noticias sobre la Iglesia.

Un encuentro reciente

En un coloquio reciente organizado por una diócesis española se convocó a un grupo de periodistas para dialogar sobre la comunicación de la Iglesia, en un clima de franqueza y respeto mutuos. Por ejemplo, hablar de la gestión informativa de los abusos sirvió para reclamar mayor profesionalidad a los informadores, y mejores canales de comunicación a las autoridades eclesiásticas.

La conclusión del encuentro fue que los medios están dispuestos a sacar más informaciones sobre la Iglesia, y que el trabajo de las Delegaciones de medios es apreciado y valorado por los profesionales de los medios generalistas.

De hecho, la mayor parte de las noticias sobre la Iglesia son referencias positivas, sobre Cáritas, testimonios de personas implicadas en tareas educativas o el cuidado del patrimonio artístico religioso.

En general, las intervenciones de carácter social promovidas por la Iglesia tienen interés informativo, así como algunos eventos religiosos que implican movilización de recursos en los lugares en los que se desarrollan como peregrinaciones o celebraciones patronales.

Una contribución necesaria

De todos modos, todavía la visión de la actividad de la Iglesia desde algunos medios de comunicación sigue siendo limitada, ya sea por desconocimiento o por intereses ideológicos. Algunos profesionales siguen atrincherados en cierta mentalidad cerril frente a la vida espiritual, que tiende a marginar las opiniones y actuaciones de los creyentes por el simple hecho de pertenecer a personas que entienden su fe como algo importante y decisivo en sus vidas. No se atiende a la razonabilidad o interés de las propuestas, y se tachan directamente por su origen si llegar siquiera a escucharlas.

Lo refleja bien un pasaje de la novela El despertar de la señorita Prim (Natalia Sanmartín, 2014). La protagonista de esa historia mantiene un diálogo con el dueño de la casa en la que trabaja como bibliotecaria. En un momento de la conversación ella rechaza un argumento al considerar que su origen está en las convicciones religiosas de su interlocutor. Pero este la invita a razonar, y a decirle si le parece correcto o no lo que ha planteado: si únicamente puede contradecirlo por el hecho de venir de una persona creyente, eso no es un argumento válido.

Algunos querrían que los católicos volvieran a las catacumbas, o al menos que no salieran de las sacristías. En algunos ambientes parece que se aplica nuevamente aquel Edicto del emperador Juliano (años 361-363) que exigía a los maestros de las escuelas de Retórica y Gramática creer lealmente en los dioses: los que fueran cristianos debían permanecer “recluidos en las iglesias para comentar allí a Mateo y Lucas”.

Existe un empeño por mostrar como irrelevantes las aportaciones de la fe a la vida social, o reducir su impacto a un ámbito limitado sin reconocer su influjo en tantas manifestaciones culturales que configuran la convivencia.

El pensamiento creyente se tolera a lo sumo como expresión folclórica que tiene su lugar y su momento, como concesión a un regionalismo inevitable, pero no se admite como postura razonable y sensata que pueda ayudar al desarrollo del mundo.

Servidores de la verdad

La Iglesia está llamada a compartir el destino de los hombres, y por eso tiene el derecho y la obligación de darse a conocer en sus palabras, en sus actuaciones, en sus contribuciones al bien común. Por su parte, aquellos que trabajan en la elaboración y difusión de los mensajes informativos, han de ser cada vez más conscientes de su responsabilidad, como servidores de la verdad.

Así lo ha recordado recientemente el Papa Francisco en un Discurso el 23 de marzo de este año a los directivos y trabajadores de la RAI y sus familias, donde califica su trabajo de verdadero servicio público que es un don para la comunidad, y anima a cultivar una actitud de escucha que les ayude a captar la verdad como una realidad sinfónica, hecha de una variedad de voces.

El verdadero servicio de un profesional de la comunicación, en palabras del Papa, contribuye a la verdad y al bien común, promueve la belleza, pone en marcha dinámicas de solidaridad y ayuda a encontrar sentido a la vida en una perspectiva de bien. Su trabajo involucra a todos, y aporta nuevas miradas a la realidad, sin perseguir cuotas de audiencia en detrimento del contenido.

Puede parecer una visión idealizada o algo ingenua, pero la alternativa sería el derrotismo, y parece que Francisco no está dispuesto a tirar la toalla: se puede construir una mayor oferta de calidad de contenidos, todo depende de la capacidad de soñar a lo grande.

Y concluye con una invitación a los profesionales de los medios de comunicación para convertir su trabajo en una sorpresa, que aporte compañía, unidad, reconciliación, escucha, diálogo, respeto y humildad. Todo un reto para los periodistas, y para los que colaboran son su trabajo desde la Iglesia.

El autorPablo Alfonso Fernández

Evangelio

El envío de los apóstoles. Domingo II de Pascua (B)

Joseph Evans comenta las lecturas del domingo II de Pascua y Luis Herrera ofrece una breve homilía en vídeo.

Joseph Evans·4 de abril de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos

Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”. Este es el hermoso mensaje del Evangelio de la Misa de hoy, día llamado también Domingo de la Divina Misericordia. El envío de los apóstoles, la predicación de la Iglesia, y el envío de Cristo también a nosotros, forman parte del plan misericordioso de Dios para que su mensaje salvífico llegue a todos los pueblos y a todos los tiempos.

Jesucristo nos envía a ti y a mí a proclamar su buena nueva de salvación en nuestro lugar concreto: nuestro pueblo, nuestra ciudad. Alguien nos trajo la buena nueva a nosotros; ahora se nos encarga que la llevemos a los demás. No se basa en nuestras capacidades o en nuestro poder, sino en el poder del Espíritu Santo. Y así leemos: “Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: ‘Recibid el Espíritu Santo’”. Es el don del Espíritu, y no nuestros propios dones, lo que nos permite evangelizar. Y una parte importante de esta buena nueva es el perdón de los pecados: “A quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos”.

Un aspecto clave de la misericordia es el perdón de los pecados, que nos llega principalmente en el sacramento de la Confesión. Somos instrumentos de misericordia cuando llevamos a las personas a confesarse. Pero también podemos serlo de otras maneras: por ejemplo, cuando reconciliamos a las personas. Una vez oí hablar de una señora moribunda que le dijo a una conocida suya, una mujer que había tenido una amarga disputa con otra mujer: “¿No es hora de que te reconcilies con ella?”. Utilizó su último aliento para intentar reconciliar a los demás. Cuánto necesitamos rezar para que haya más perdón en el mundo. Todas las guerras de las que somos testigos estos días son precisamente expresiones de una falta de perdón y solo hacen que el perdón sea más difícil.

Pero hemos recibido el soplo del Espíritu, que es más poderoso que el aliento viciado de Satanás. Tenemos el poder de ser misericordiosos y pacificadores como Cristo nos llama a ser (Mt 5, 7.9). Podríamos traer la paz de Cristo si tan solo tuviéramos fe. El evangelio de hoy también nos muestra la falta de fe de Tomás. Este necesitaba curación. A veces no conseguimos compartir la misericordia de Dios con los demás porque nosotros mismos no creemos lo suficiente en ella. En la práctica, consideramos a Cristo más muerto que vivo. Entonces necesitamos tocar a Jesús, entrar en contacto con él, en la Escritura, en la Eucaristía, en los pobres, para que transforme nuestra falta de fe en profunda creencia. “No seáis incrédulos, sino creyentes”, nos dice Jesús. Y nosotros podemos responder con Tomás: “¡Señor mío y Dios mío!”.

La homilía sobre las lecturas del domingo II de Pascua (B)

El sacerdote Luis Herrera Campo ofrece su nanomilía, una pequeña reflexión de un minutos para estas lecturas del domingo.

Vaticano

Clamor del Papa por un alto el fuego en Gaza y un mundo fraterno

El Santo Padre Francisco ha instado en la Audiencia de este miércoles de la Octava de Pascua, en su catequesis sobre la virtud cardinal de la justicia, a la construcción de un mundo fraterno y solidario. Y ha clamado por un alto el fuego en Gaza y contra la “locura de la guerra”, con el rosario y el Nuevo Testamento de un joven soldado de 23 años muerto en Ucrania, Alexander.   

Francisco Otamendi·3 de abril de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

El Papa Francisco ha instado de nuevo esta mañana a un alto el fuego inmediato en la Franja de Gaza, de modo que puedan llegar ayudas humanitarias a la población civil, y a la liberación de los rehenes, y ha manifestado su “profunda tristeza” por la muerte de siete cooperantes tras un bombardeo israelí. “Rezo por ellos y sus familias”, ha afirmado. 

Además, ha enseñado el rosario y un Nuevo Testamento de Alexander, un joven soldado de 23 años muerto en la guerra de Ucrania. Con este motivo, el Pontífice ha clamado por el cese de “la locura de la guerra, que destruye siempre”, y ha rogado no olvidar a «la atormentada Ucrania. ¡Tantos muertos!».

En ese momento, al final de la Audiencia general de este miércoles de la Octava de Pascua, el Papa ha rogado un momento de oración en silencio por todos los fallecidos, pidiendo que “recemos” por la paz, con el testimonio de Alexander y de tantos jóvenes muertos en esta guerra y en las otras que azotan el mundo.

La muerte en Gaza anteayer de siete trabajadores humanitarios de la organización no gubernamental World Central Kitchen (WCK), fundada por el chef José Andrés, ha consternado a la comunidad internacional. Entre los fallecidos de la ONG hay ciudadanos británicos, de Australia, Polonia, un palestino y un ciudadano de doble nacionalidad estadounidense/canadiense.

Justicia, fundamental para la convivencia pacífica

La Audiencia de hoy ha tenido lugar en la Plaza de San Pedro y el Papa ha leído todas sus intervenciones personalmente, ante numerosos grupos de peregrinos y fieles procedentes de Italia y de todo el mundo. En su discurso en italiano, ha continuado el ciclo de catequesis sobre “Los vicios y las virtudes” centrando su reflexión en el tema de la justicia, con la lectura de un fragmento del libro de los Proverbios, 21.

La segunda de las virtudes cardinales es la justicia. Es la virtud social por excelencia. El Catecismo de la Iglesia Católica la define así: “La virtud moral que consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido” (n. 1807), A menudo, cuando se nombra la justicia, se cita también el lema que la representa: “unicuique suum – a cada uno lo suyo”, ha comenzado Francisco. 

Se trata de una virtud fundamental para la convivencia pacífica en la sociedad, que consiste en regular con equidad las relaciones —con Dios y entre las personas—, dando a cada uno lo suyo; y por eso se la representa simbólicamente con una balanza.

“Sin justicia no hay paz”

“La persona justa es recta, sencilla y honesta; conoce las leyes y las respeta; mantiene la palabra dada; en su hablar no utiliza medias verdades ni sutilezas engañosas. Para vivir esta virtud es necesario vigilar y examinarse, ser fieles “en lo poco y en lo mucho”, y ser agradecidos”

“La justicia es un antídoto contra la corrupción y contra otros comportamientos nocivos —como la calumnia, el falso testimonio, el fraude, la usura— que carcomen la fraternidad y la amistad social. Por eso, es primordial educar en el sentido de justicia y fomentar la cultura de la legalidad”. “Sin justicia no hay paz”, ha manifestado el Papa.

En sus palabras a peregrinos de diversas lenguas, el Santo Padre ha rezado para que “la luz de Cristo resucitado nos guíe por caminos de justicia y de paz, y la fuerza vivificante de su amor nos haga audaces constructores de un mundo más fraterno y solidario. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide”.

Domingo de la Divina Misericordia

Al saludar a los peregrinos polacos, Francisco ha recordado el Domingo de la Divina Misericordia, que la Iglesia celebra el 7 abril, y que “recuerda  el mensaje de santa Faustina Kowalska. No dudemos nunca del amor de Dios, sino que confiemos con firmeza y confianza nuestra vida y el mundo al Señor, pidiéndole en particular especialmente una paz justa para las naciones desgarradas por la guerra”.

El autorFrancisco Otamendi

Cine

Cabrini, la italiana que revolucionó Nueva York

La vida de la primera ciudadana estadounidense santa, Francisca Javier Cabrini, llega a los cines bajo la dirección de Alejandro Monteverde en una película de singular belleza fotográfica y musical.

Paloma López Campos·3 de abril de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

La primera ciudadana estadounidense canonizada ya tiene una película. Bajo la dirección de Alejandro Monteverde (“Sound of Freedom”, “Bella” o “Little Boy”) llega a las pantallas la biografía de la santa italiana Francisca Javier Cabrini.

La madre Cabrini fundó, junto a otras seis compañeras, la orden de las Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús. Siendo superiora, quiso llevar la misión a Oriente, para cuidar de los niños necesitados allí. Sin embargo, a instancias del Papa León XIII, acabó viajando a Estados Unidos, concretamente a Nueva York, para comenzar allí un trabajo social con los niños huérfanos del “Five Points”.

Tras muchos obstáculos y un duro proceso de adaptación a la vida norteamericana, tan hostil para los inmigrantes italianos, madre Cabrini consiguió expandir su labor de acompañamiento y cuidado de los más vulnerables por muchas ciudades de Estados Unidos. Finalmente, adoptó la nacionalidad estadounidense y falleció en Chicago con 67 años.

Fotograma de la película «Una mujer italiana (Cabrini)» (Angel Studios)

Fotografía y banda sonora impecables

Alejandro Monteverde retrata la apasionante vida de esta monja en una película que se estrenó el 8 de marzo en Estados Unidos y llegará a España el 10 de mayo. Está protagonizada por Cristiana Dell’ Anna, quien encarna el papel de manera maravillosa. La firmeza de Cabrini se asoma a las miradas de Dell’ Anna, asegurándose de que el espectador no pueda dejar de admirar a aquella valiente mujer que se enfrentó a toda una sociedad.

La fotografía de Gorka Gómez Andreu es visualmente magnífica. Pasando de Roma a Nueva York, las escenas son de una belleza especial. Acompañadas por la banda sonora de Gene Back, es difícil sentarse indiferente ante la pantalla.

Sin embargo, el guion escrito por Alejandro Monteverde y Rod Barr hace que la película pierda parte de encanto. Es una pena que algunos instantes de una historia tan conmovedora y con un gran potencial de inspirar al público se pierda en los diálogos.

La imagen y la música hacen mucho más por contar la vida de madre Cabrini que el guion, al que cuesta engancharse. Eso sí, hay frases que dejan al espectador pensando y los artículos que escribe y lee en alto el personaje Theodore Calloway, periodista del “New York Times”, reflejan de forma magnífica la labor de las misioneras. Estas intervenciones “en off” ayudan realmente a entender la grandeza de lo que Francisca Cabrini y sus compañeras hicieron en Nueva York.

Cabrini, imperfecta y admirable

Por otro lado, la película representa la crudeza de la vida de los inmigrantes italianos, pero no se recrea en el dolor. Al contrario, la cinta aporta una visión iluminada del sufrimiento, centrándose en lo que la protagonista califica en la película como un “imperio de esperanza”. Sin embargo, es de extrañar que en una empresa tan noble no se muestre rezando a su impulsora, una monja que hoy es santa.

La protagonista aparece una sola vez rezando y es en un momento de absoluta desesperación. Cabrini entrará otra vez en una iglesia a lo largo de la película, pero en lugar de rezar discute a gritos con el arzobispo Corrigan.

A pesar de esto, la fundadora de la orden misionera sí hace alusiones frecuentes a Dios y a la importancia de considerar al prójimo como un hijo del Padre. Del mismo modo, los personajes repiten en muchas ocasiones que Cabrini se enfrenta a muchos problemas precisamente por su condición de mujer. La película hace un esfuerzo admirable para mostrar que el sexo no es una limitación para la santa, pero sus frases demoledoras al respecto llegan a una dureza casi extrema hacia lo masculino en ocasiones.

Una película que hay que ver

Con todo, la película merece la pena. Acerca a nuestros días la vida difícil de los inmigrantes en Estados Unidos, y el testimonio de madre Cabrini sigue tocando los corazones de muchos. Su valentía y amor por los más vulnerables son ejemplares, arrancando alguna lágrima al público cuando menos se lo espera.

La calidad en la imagen y el sonido borran por completo el prejuicio de que el cine cristiano no tiene el nivel de Hollywood, pues en esta película Monteverde se ha asegurado de que el producto final sea de una calidad finísima. La película no es perfecta, como tampoco lo fue Cabrini, algo que el largometraje no tiene miedo de mostrar, pero es una historia impactante, inspiradora y real. Es la historia de una mujer santa que no tuvo miedo de desafiar los límites por un amor auténtico y evangélico por sus hijos, los vulnerables.

Fotograma de la película «Una mujer italiana (Cabrini)» (Angel Studios)
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Enseñanzas del Papa

Evangelizar con el estilo de la misericordia

Los católicos están llamados a la misión y el Papa ha profundizado en esta vocación universal a través de aspectos como la educación, la misericordia y el testimonio de la esperanza.

Ramiro Pellitero·3 de abril de 2024·Tiempo de lectura: 7 minutos

¿Cuáles serían las prioridades educativas en la actualidad? ¿Cómo transmitir hoy, especialmente entre los jóvenes, varones y mujeres, el sentido de la vida como “misión”?

Al acercarse el próximo jubileo, en 2025, el Papa se ha referido estas semanas a grandes temas de la misión evangelizadora: la fe y su transmisión, la misericordia como principal manifestación de la caridad, la esperanza como fuerza que nos sostiene en el camino.

La tarea formativa y educativa

Con motivo del 90º aniversario del seminario arzobispal de Nápoles, el Papa tuvo un encuentro con las autoridades y los seminaristas. A propósito de la formación, observó Francisco, la Iglesia es como “una obra en continua construcción”

Y esto es también lo que pide de vosotros: ser servidores –esto significa ministros– que saben adoptar un estilo de discernimiento pastoral en toda situación, sabiendo que todos, sacerdotes y laicos, estamos en camino hacia la plenitud y somos obreros de una obra en construcción. No podemos ofrecer a la compleja realidad de hoy respuestas monolíticas y preconfeccionadas, sino que debemos invertir nuestras energías en el anuncio de lo esencial, que es la misericordia de Dios, manifestándola a través de la cercanía, de la paternidad, la mansedumbre, perfeccionando el arte del discernimiento”.

Subrayó la necesidad de una formación sacerdotal que se enraíza en el compromiso, en la pasión y en la creatividad, junto con la caridad, la vida espiritual y la fraternidad.

En un plano más general, el de la educación de inspiración católica, el Papa escribió un mensaje para el Congreso promovido por los obispos españoles y clausurado en España durante el mes de febrero, con el título “La Iglesia en la Educación. Presencia y compromiso” (cfr. Mensaje del 20-II-2024). El anterior congreso de similares características había sido celebrado cien años antes.

Escribe Francisco: “La misión educativa de la Iglesia permanece a lo largo de los siglos. Entonces y ahora nos impulsa una misma gran esperanza que brota del Evangelio, con la que miramos a todos, empezando por los más pequeños y vulnerables”. Añade que la educación es ante todo “un acto de esperanza” ante las personas, los horizontes de su vida, sus posibilidades de cambio y de contribuir a la renovación de la sociedad. 

Hoy –continúa el Papala misión educativa tiene una urgencia particular, por eso he insistido en unpacto educativo global (cfr. Francisco, Mensaje de lanzamiento del Pacto educativo global, 2019 y Documento de trabajo, 2020), cuya prioridad es saber poner en el centro a la persona”. 

Y a continuación evoca algunos principios fundamentales para una educación de inspiración católica.

En primer lugar, el derecho a la educación, pues nadie debe ser excluido, teniendo en cuenta que todavía hay tantos niños y jóvenes sin acceso a la educación en tantos lugares del mundo, sufriendo por la opresión, la guerra y violencia.

Por eso exhorta Francisco a los congresistas (el día final fueron unos 1200 educadores de todo el país, reunidos en Madrid), para que trabajen ante todo por las necesidades de España, pero sin olvidar a nadie.

Sed sensibles a las nuevas exclusiones que genera la cultura del descarte. Y no perdáis nunca de vista que la generación de relaciones de justicia entre los pueblos, la capacidad de solidaridad con los necesitados, y el cuidado de la casa común pasarán por el corazón, la mente y las manos de quienes hoy son educados”.

En tercer lugar, subraya que “lo propio de la educación católica en todos los ámbitos es la verdadera humanización, una humanización que brota de la fe y que genera cultura”. 

Esto se apoya en la realidad de que Cristo vive y está entre nosotros: “Cristo habita siempre en medio de nuestras casas, habla nuestra lengua, acompaña a nuestras familias y a nuestro pueblo”.

Finalmente, agradeció el compromiso de tantas personas en favor de la educación católica en España que, a la vez, contribuyen a la identidad cultural de nuestra sociedad; teniendo en cuenta que “la educación es una labor coral, que pide siempre colaboración y trabajo en red”, amistad social, cultura del encuentro y artesanía de la paz.

Hombre-mujer, imagen de Dios

En el contexto de un discurso al Congreso “Hombre-mujer imagen de Dios. Para una antropología de las vocaciones” (1-III-2024), Francisco se pronunció sobre la “fealdad” de la ideología de género, en cuanto que tiende a anular la diferencias entre varones y mujeres y, por tanto, a cancelar la humanidad. 

Ante todo, señaló, es preciso redescubrir que “el camino del ser humano es vocación”, porque el hombre mismo es vocación. “Cada uno de nosotros se descubre y expresa a sí mismo como llamado, como llamada, como persona que se realiza en la escucha y en la respuesta, compartiendo el propio ser y los propios dones con los otros por el bien común”. 

Esto se refleja en nuestra conducta: “Este descubrimiento nos hace salir del aislamiento de un yo autorreferencial y nos hace mirarnos a nosotros mismos como a una identidad en relación: yo existo y vivo en relación con quien me ha engendrado, con la realidad que me trasciende, con los otros y el mundo que me circunda, respecto al cual estoy llamado a abrazar con alegría y responsabilidad una misión específica y personal”.

El Papa explicó que hoy se tiende a olvidar esta realidad, reduciendo la persona a sus necesidades materiales o sus exigencias primarias, como si fuese un objeto sin conciencia ni voluntad, arrastrado por la vida como parte de un engranaje mecánico. 

En cambio –observó– el hombre y la mujer son creados por Dios y son imagen del creador; es decir, llevan dentro un deseo de eternidad y de felicidad que Dios mismo ha sembrado en su corazón y están llamados a realizar a través de una vocación específica”. Se trata de una tensión interior que no debemos apagar, pues estamos llamados a la felicidad.

Una vocación al “nosotros”

Esto tiene importantes consecuencias: “La vida de cada uno de nosotros, sin excluir ninguno, no es un accidente del camino; nuestro estar en el mundo no es un mero fruto de la casualidad, sino que formamos parte de un designio de amor y estamos invitados a salir de nosotros mismos y a realizarlo, para nosotros y para los demás”.

Precisó el sucesor de Pedro que con esto no se trata de una tarea externa a nuestra vida, sino de “una dimensión que envuelve nuestra misma naturaleza, la estructura de nuestro ser hombre-mujer a imagen y semejanza de Dios”. 

E insistió: “No solo se nos ha confiado una misión, sino que cada una y cada uno de nosotros es una misión”. Retomó aquí unas palabras dichas anteriormente: “Yo soy siempre una misión; tú eres siempre una misión; todo bautizado y bautizada es una misión. Quien ama se pone en movimiento, sale de sí mismo, es atraído y atrae, se da al otro y teje relaciones que generan vida. Para el amor de Dios nadie es inútil e insignificante” (Jornada mundial de las misiones, 2019).

Evocó, a este propósito, las iluminadoras palabras del santo cardenal Newman: “Yo he sido creado para hacer y para ser alguien para lo que ningún otro ha sido creado. (…) Tengo mi propia misión. De algún modo soy necesario para sus intenciones”. Y también: “[Dios] no me ha creado inútilmente. Haré el bien, haré su trabajo. Seré un ángel de paz, un predicador de la verdad en el lugar que él me ha señalado e incluso aunque yo no lo sepa, para que siga sus mandamientos y lo sirva en mi vocación” (Meditazioni e preghiere, Milano 2002, 38-39).

Francisco señaló la necesidad e importancia de profundizar en estos temas, para difundir “la conciencia de la vocación a la que todo ser humano está llamado por Dios, en los diversos estados de vida y gracias a sus múltiples carismas”. También para interrogarse sobre los desafíos actuales en relación con la crisis antropológica y la necesaria promoción de las vocaciones humanas y cristianas.

La importancia, a este respecto, de desarrollar “una circularidad, cada vez más eficaz entre las diversas vocaciones, de modo que las obras que fluyen del estado de vida laical al servicio de la sociedad y de la Iglesia, junto con el don del ministerio ordenado y de la vida consagrada, puedan contribuir a generar la esperanza en un mundo sobre el cual se ciernen pesadas experiencias de muerte”.

Tres temas en el horizonte del jubileo de 2025

Finalmente, cabe destacar el discurso del Papa al dicasterio para la evangelización (15-III-2024), en relación con la preparación del Jubileo de 2025

Al trazar el marco de los desafíos contemporáneos, subrayó el secularismo (vivir como si Dios no existiera) de las últimas décadas, la pérdida del sentido de pertenencia en la comunidad cristiana y la indiferencia respecto a la fe. Estos desafíos necesitan respuestas adecuadas, teniendo también en cuenta la cultura digital en que nos encontramos: saber situar lo legítimo de la hoy tan reclamada autonomía de la persona, pero no al margen de Dios. 

Tras esta introducción el Papa señaló tres temas importantes en este momento y cara al jubileo del 2025.

La transmisión de la fe

En primer lugar, la ruptura en la transmisión de la fe. A este propósito apuntó la urgencia de recuperar la relación con las familias y los centros de formación. Y señaló que la fe se transmite sobre todo con el testimonio de la vida. Un testimonio que tiene un centro: “La fe en el Señor resucitado, que es el corazón de la evangelización, para ser transmitida pide una experiencia significativa, vivida en familia y en la comunidad cristiana como encuentro con Jesucristo que cambia la vida”.

En este marco subrayó la importancia de la catequesis. También en este contexto puso de relieve el ministerio del catequista, sobre todo en el ámbito de los jóvenes, al servicio de la evangelización. 

Una tercera llamada de atención en el mismo marco, la dirigió el Papa al Catecismo de la Iglesia Católica, referencia fundamental para la educación de la fe. “En este sentido os animo a encontrar las formas para que el Catecismo de la Iglesia Católica pueda seguir siendo conocido, estudiado, valorado, de modo que de él se extraigan las respuestas a las nuevas exigencias que se manifiestan con el paso de los decenios”.

La espiritualidad de la misericordia

Segundo tema: la misericordia, como “contenido fundamental de la obra de la evangelización” que hemos de hacer circular por las venas del cuerpo de la Iglesia. “Dios es misericordia”, como anunció ya san Juan Pablo II al inicio del tercer milenio. 

En relación con la misericordia, apuntó Francisco el papel de la pastoral de lossantuarios y tambiénel de los misioneros de la misericordia, como testigos de esa misericordia divina en el sacramento de la Confesión de los pecados. “Cuando la evangelización se realiza con la unción y el estilo de la misericordia, encuentra mayor escucha, y el corazón se abre con más disponibilidad para la conversión”.

La fuerza de la esperanza

Por último, se refirió el obispo de Roma a la preparación para el jubileo ordinario de 2025 bajo el signo de la fuerza de la esperanza, y anunció que dentro de pocas semanas se publicará la carta apostólica para su lanzamiento. Ocupará un lugar central la esperanza, como virtud “más pequeña” que parece llevada por sus dos hermanas, la Fe y la Caridad, pero también es ella la que las sustenta (Francisco suele evocar este pasaje de las obras de Paul Claudel en El Pórtico del misterio de la segunda virtud, en 1911).

Mundo

Las religiones en Irak

En este artículo, que concluye una serie de dos, Gerardo Ferrara profundiza en las religiones presentes actualmente en Irak.

Gerardo Ferrara·3 de abril de 2024·Tiempo de lectura: 6 minutos

En el anterior artículo sobre Irak, informábamos de que en el país el islam es la religión del 95-98 % de la población, el 60 % chií y el 40 % suní aproximadamente (sobre las diferencias entre chiíes y suníes remitimos a nuestro artículo sobre Irán). Las minorías no islámicas representan menos del 2 %, en particular cristianos, judíos, mandeos y yazidíes.

Sin embargo, hasta 2003, Irak albergaba una de las mayores minorías cristianas de Oriente Próximo, con 1,5 millones de creyentes: eran el 6 % de la población (el 12 % en 1947), pero hoy quedan menos de 200.000.

El cristianismo en Irak

El cristianismo está presente en Irak desde hace milenios (también aquí, como en Irán, desde hace más tiempo que la actual religión estatal, el islam), y con una tradición muy rica.

Tradicionalmente, santo Tomás Apóstol es considerado el evangelizador de Mesopotamia y Persia, seguido en la misión por Addai (Tadeo), uno de los setenta discípulos de Jesús y primer obispo de Edesa, y su discípulo Mari (famosa es la Anáfora de Addai y Mari, considerada una de las fórmulas eucarísticas más antiguas), ya en el siglo I. La Iglesia de Oriente, también conocida como Iglesia de Persia, Iglesia asiria o Iglesia nestoriana, con una identidad propia y específica, nació sin embargo entre los siglos III y IV, cuando se separó del cristianismo occidental en el Concilio de Éfeso (431), al no aceptar los obispos asirios y persas la condena del obispo Nestorio y sus ideas, y posteriormente con el Concilio de Calcedonia (451). Esto condujo a una división dentro de la Iglesia oriental, con jerarquías eclesiásticas calcedonianas y no calcedonianas enfrentadas.

La Iglesia asiria, cuyo centro de gravedad estaba por tanto en Mesopotamia y Persia, se caracterizó por la tradición antioquena, representada sobre todo por Teodoro de Mopsuestia, amigo y cofrade en la misma comunidad monástica que Juan Crisóstomo en Antioquía, y la liturgia propia de la Iglesia primitiva, muy cercana por tanto a la sinagogal judía. Al no estar influido por la mentalidad y la filosofía helenísticas, ni siquiera por la arquitectura, su teología es muy espiritual y simbólica, carente casi por completo de herramientas conceptuales abstractas, hasta el punto de que en siríaco no tenemos obras sistemáticas de teología, sino relatos alegóricos, homilías en verso que desarrollan el simbolismo bíblico, escritos que relatan las experiencias ascéticas y místicas de sus respectivos autores, como Afraates el Sabio o Efrén el Sirio, considerados Padres de esta Iglesia a la altura de Narses, el propio Teodoro, Abraham de Kashkar y otros.

El cristianismo asirio tuvo una enorme fecundidad en el primer milenio. Sus misioneros, de hecho, mucho antes que Matteo Ricci y otros evangelizadores occidentales, llegaron hasta China (como atestigua la estela nestoriana, erigida en 781 en Xi’an, China central, para celebrar los 150 años de presencia cristiana asiria en el país), Afganistán y el Himalaya, a lo largo de las rutas de la Ruta de la Seda.

Los asirios cristianos

Cuando hablamos de asirios cristianos, no nos referimos al antiguo pueblo mesopotámico, sino a un grupo étnico-religioso que habla siríaco (una variante moderna del antiguo arameo) y profesa el cristianismo siríaco (o asirio, sinónimo en este caso de “sirio” y no asirio-babilónico). En la actualidad, los asirios rondan los 3,5 millones, asentados principalmente en Irak (300.000, sobre todo entre Bagdad, Mosul y la llanura de Nínive), Siria (180.000), Estados Unidos y Europa. También eran numerosos en el sur de Turquía, pero fueron exterminados o exiliados en el transcurso del Genocidio Asirio (contemporáneo, pero menos conocido que el armenio) que supuso la masacre sistemática de entre 275 y 750 mil cristianos asirios, también obviamente negada por Turquía pero reconocida internacionalmente y por historiadores dignos de tal nombre.

La cuna de este grupo étnico y religioso es la ciudad de Mosul (la antigua Nínive, a orillas del Tigris), junto con la Llanura de Nínive (al noreste de esta última ciudad), una zona que forma parte de la gobernación de Nínive pero cuyos habitantes reclaman una provincia asiria autónoma. Entre la ciudad de Mosul y la Llanura de Nínive (habitada también por kurdos, turcomanos, árabes, yazidíes y otros grupos etnorreligiosos) se encuentran algunos de los lugares santos más importantes del cristianismo siríaco y mundial, entre ellos el monasterio sirio católico de Mar Benham, del siglo IV, cerca de la ciudad cristiana de Qaraqosh (Bakhdida, en arameo, 50.000 habitantes antes de la proclamación del ISIS y 35.000 en la actualidad), la iglesia de Al-Tahira (Inmaculada, en árabe, la más antigua de Mosul, del siglo VII), los monasterios de Mar Mattai y Rabban Ormisda (entre los monasterios cristianos más antiguos del mundo).

La lengua que hablan es una evolución del antiguo arameo, en una de sus variantes orientales ahora llamada suroyo o turoyo, que sigue muy extendida entre la población.

Antes de la conquista árabe-islámica, los cristianos eran mayoría en Irak, pero su presencia, aunque sigue siendo fundamental a nivel cultural y económico, como en otros países de Oriente Medio, corre un riesgo constante, sobre todo tras la caída de Sadam Husein. Según el cardenal Louis Raphaël I Sako, Patriarca de la Iglesia caldea de Irak pero punto de referencia para todas las comunidades cristianas iraquíes, ahora cada vez más unidas en lo que el Papa Francisco llama “ecumenismo de sangre”, tras el derrocamiento del dictador, 1.200 cristianos fueron asesinados (entre ellos varios sacerdotes y diáconos y el arzobispo Paulos Faraj Rahho), 62 iglesias sufrieron graves daños y más de 100.000 personas se convirtieron en refugiados, privados de todas sus posesiones.

La persecución, ya feroz debido a los atentados de Al Qaeda (decenas de muertos en varias iglesias de Bagdad, el asesinato del sacerdote Ragheed Ganni en 2007, del obispo Sahho en 2008, por citar solo algunos), se intensificó en 2014, cuando los yihadistas del ISIS invadieron Mosul y ocuparon la Llanura de Nínive durante cerca de un año, volviéndose contra las minorías presentes, en particular cristianos y yazidíes.

Un informe de Ayuda a la Iglesia Necesitada pone de relieve cómo, incluso con un retorno parcial de los refugiados a los distintos pueblos y ciudades entre Mosul y la llanura de Nínive tras la derrota del Califato (entre el 20 % y el 70 % según la ubicación y las condiciones), la situación de los cristianos (y de otros grupos) en el país sigue siendo dramática y el éxodo continúa.

En la actualidad, el cristianismo siríaco en Irak está presente bajo diferentes denominaciones. De hecho, a partir del siglo XVI, una parte considerable de la Iglesia ortodoxa siria y de la Iglesia siríaca oriental volvieron a la comunión con Roma, aceptando formalmente el Concilio de Calcedonia y sus conclusiones sobre cuestiones cristológicas, aunque salvaguardando sus propias tradiciones espirituales, teológicas y litúrgicas (al igual que otras Iglesias orientales, se definen como Iglesias Sui Iuris), y son respectivamente la Iglesia sirocatólica (de rito siríaco occidental, como la Iglesia Ortodoxa Siríaca) y la Iglesia caldea, mayoritaria en el país (de rito siríaco oriental, como la Iglesia Siríaca, o Asiria, de Oriente).

Los yazidíes

Además de los cristianos y los mandeos, otra minoría iraquí de la que se oye hablar mucho últimamente son los yazidíes.

Son una población de habla kurda que profesa el yazidismo, una religión sincrética. Se concentran sobre todo en la región de Sinjar, a unos 160 km al este de Mosul.

Su creencia en un Dios supremo e inefable, que se relaciona con el mundo por medio de sus siete ángeles creadores o avatares, cuyo primero en dignidad es Melek Ta’ùs (ángel del pavo real o ángel caído), ha creado en torno a ellos la denominación de adoradores del diablo (Satán), ya que, según algunos relatos orientales, el tentador de Eva asumió la figura de un pavo real.

Se llaman yazidíes porque se dice que este ángel del Pavo Real se dividió en una tríada y se manifestó a lo largo del tiempo en la forma (siempre avatares) de una serie de figuras fundamentales para este pueblo, entre ellas Yazid (el califa omeya Yazid ibn Mu‛awiyah) y el jeque Adi ibn Musafir (un gran sufí musulmán del siglo XII). Creen, en una curiosa mezcla de gnosticismo, cristianismo e islam, en la metempsicosis (reencarnación, un elemento gnóstico), la inmortalidad del alma, el paraíso para los justos y el castigo para los pecadores, consistente en la transmigración en seres inferiores hasta el día del juicio final.

Sus cultos son también sincréticos, mezclando elementos cristianos (bautismo, formas de comunión), debidos seguramente a contactos con comunidades cristianas, especialmente nestorianas (que también influyeron fuertemente en el islam y sus ritos), gnósticas y musulmanas (circuncisión, ayuno, peregrinación, aunque para los yazidíes la peregrinación tiene lugar anualmente al santuario del jeque Adi en Lalish, en el Kurdistán iraquí septentrional).

El origen gnóstico es igualmente evidente en el orden comunitario, de naturaleza teocrática y según el nivel de conocimiento de los misterios, entre laicos (definidos como “aspirantes”) y clérigos (divididos en varias categorías).

Los yazidíes fueron sin duda la minoría más perseguida bajo el califato del ISIS, ya que se les consideraba, a diferencia de los cristianos, simples paganos, o peor aún, adoradores del diablo, y por tanto susceptibles de ser perseguidos hasta la muerte a menos que se convirtieran al islam.

Se calcula (las cifras proceden de Marzio Babille, portavoz de UNICEF) que en el periodo de ocupación del norte de Irak por los yihadistas de Abu Bakr Al-Baghadi, al menos 1.582 jóvenes yazidíes de entre 12 y 25 años fueron secuestradas (si no el doble) para ser violadas y utilizadas como esclavas sexuales, pasadas de una guerrilla a otra, y luego quedarse embarazadas a menudo, incluso más que las cristianas.

Los horrores de sus historias conmovieron e indignaron al mundo entero en su momento, que sin embargo ya no parece interesado en la suerte de los supervivientes de esta barbarie en un país cada vez más abandonado a sí mismo.

El autorGerardo Ferrara

Escritor, historiador y experto en historia, política y cultura de Oriente Medio.

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Cultura

Iglesia, jóvenes y debate de género. ¿Una relación imposible?

Género, jóvenes e Iglesia, escrito por Marta Rodríguez Díaz y editado por Encuentro hace un esfuerzo por solventar la brecha que parece abrirse cuando una persona, especialmente joven, aborda el tema del género.

Maria José Atienza·2 de abril de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

Sin ir mucho muy lejos, al menos en Occidente, son cada vez más frecuentes los casos de “amigos o amigas transexuales, de género fluido” que encontramos a nuestro alrededor. Una realidad con especial incidencia en los jóvenes.

La rapidez y amplitud con la que la cuestión del género ha irrumpido en la sociedad, y por tanto también en la Iglesia, no ha sido buena compañera para una deliberación sosegada o un diálogo fructífero. Por el contrario, en este campo, el prejuicio y la falta de comprensión y diálogo parecen ser la tónica en “uno y otro lado”. Un puzzle cuyas piezas han resultado difíciles de encarar en no pocas ocasiones.

Esa brecha, generacional, social y pastoral que parece abrirse siempre entorno a esta cuestión, es justamente lo que Marta Rodríguez intenta evitar con Género, jóvenes e Iglesia, editado por Encuentro y que se presenta como una bibliografía necesaria en la tarea pastoral con jóvenes. 

Género, jóvenes e Iglesia

Autor: Marta Rodríguez Díaz
Editorial: Encuentro
Páginas: 196
Año: 2024

Desde su experiencia como educadora y de convivencia con los más jóvenes, Marta Rodríguez Díaz comienza con esta aparente oposición irresoluble para abordar no sólo el impacto de las teorías de género en la sociedad, sino el modo de tratar a quienes, de un modo u otro, se encuentran dentro de este complicado entorno y sus familiares.

De hecho, Rodríguez Díaz directora académica del curso en «Género, sexo y educación», de la Universidad Francisco de Vitoria en colaboración con el Regina Apostolorum, fue responsable del Dicasterio para Laicos, Familia y Vida.

Término «género»

Resulta especialmente interesante la posición que plantea el libro sobre la asunción o no del término género, dentro también de la Iglesia. En este sentido, Marta Rodríguez Díaz se posiciona a favor de una asunción crítica del término género para establecer un diálogo fecundo con la sociedad de hoy y evitar heridas o malas comprensiones por parte todos los actores. 

La autora aborda esta relación desde el punto de partida de la cercanía. De ese amigo de un hijo, o alumno / a de un colegio en el que se imparte clase, etc., y que hace mirar esta realidad con otros ojos.

Sorprende la apertura mental y conceptual con la que la autora, sin ceder en lo mínimo en el ámbito doctrinal o moral sobre el género, trata estos casos. 

En este sentido, el libro anima a una valiente actitud de acogida, especialmente por parte de familiares y educadores, pero sin legitimar las conductas. Rodríguez no habla desde un plano teórico, sino que propone, con base en la experiencia y el trato con los jóvenes, una serie de principios muy interesantes para la convivencia y, sobre todo, el acompañamiento de jóvenes que se definen como LGTBI+.

Acompañamiento y escucha

Quizás el término que más importancia tenga en este libro es, justamente este último, acompañamiento y junto a éste, el de escucha. Para quienes realizan trabajos de pastoral juvenil y familiar en la Iglesia, Rodríguez Díaz aboga por asumir una tarea de acompañamiento, no de convencimiento, de quienes viven situaciones alejadas de la moral y la doctrina de la Iglesia sobre la responsabilidad sexual. 

La autora no esconde la necesidad de una formación continuada, abierta y consciente de quienes acompañan a estos jóvenes.

Tampoco elude la necesidad de paciencia y flexibilidad por parte del acompañante. Junto a este acompañamiento paciente, la autora destaca el valor de la escucha real de estas personas.

Marta Rodríguez Díaz desarrolla esta posición con el convencimiento de que, en el fondo, quienes defienden o viven un modo de vida marcado por la teoría de género, comparten el ansia de una relación de amor verdadero. 

Un interesante libro, especialmente útil para padres y educadores que ayuda a afrontar, sin miedos, la tarea de dialogar con un mundo marcado por el género y en el que la Iglesia tiene que seguir actuando como madre, maestra y sobre todo, compañera y guía para los más jóvenes. 

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Vaticano

El Papa anima a los católicos a ser “testigos gozosos” del Resucitado

En su meditación del lunes de Pascua, el Papa Francisco anima a los católicos a ser "testigos gozosos" de la Resurrección de Cristo.

Paloma López Campos·1 de abril de 2024·Tiempo de lectura: < 1 minuto

Tras el Domingo de Resurrección, el Papa Francisco reza este lunes de Pascua el «Regina Caeli«. Asomado al balcón que da a la plaza de san Pedro, el Santo Padre anima a los católicos a fijarse en “la alegría de las mujeres por la resurrección de Jesús”. Explica, además, que esta es una alegría que nace “del encuentro vivo con el Resucitado” y que “las impulsa a difundir y contar lo que han visto”.

Francisco señala que la Resurrección de Cristo “cambia nuestras vidas por completo y para siempre”, pues es “la victoria de la vida sobre la muerte”. Con el Señor resucitado, continúa el Papa, “cada día se convierte en la etapa de un viaje eterno, cada ‘hoy’ puede esperar un ‘mañana’”.

La alegría de la Resurrección

El Pontífice recuerda en su meditación que esta alegría y esperanza de la Resurrección “no es algo lejano”, sino un regalo que tienen todos los católicos desde el día de su Bautismo. Por lo tanto, insiste el obispo de Roma, “no renunciemos a la alegría de la Pascua”.

Pero, ¿cómo asegurar esa alegría? El Papa Francisco aconseja salir al encuentro del Resucitado, “porque Él es la fuente de una alegría que nunca se extingue”. Este encuentro se produce “en la Eucaristía, en su perdón, en la oración y en la caridad vivida”.

El Papa invita a dar testimonio

Por último, Francisco pide que “no olvidemos que la alegría de Jesús crece también de otra manera, como demuestran siempre las mujeres: anunciándola, dando testimonio de ella. Porque la alegría, cuando se comparte, aumenta”.

El Papa concluye pidiendo la intercesión de la Virgen María para que ayude a todos los católicos a ser “testigos gozosos” del Resucitado.

Cultura

El perdón, la clave de una vida sana, centra la revista Omnes de abril

La revista impresa de abril de 2024 trata del tema del perdón, abordado con una dimensión poliédrica, junto a otros interesantes artículos sobre prevención de abusos, los conflictos sociopolíticos actuales y propuestas culturales.

Maria José Atienza·1 de abril de 2024·Tiempo de lectura: 4 minutos

Perdonar y ser perdonado. La Pascua de Resurrección trae, al ritmo de la liturgia de la Iglesia el misterio que da sentido a la fe: la resurrección de Cristo y, con ella, la recuperación a la gracia de los hijos de Dios, la rotura de las cadenas de la muerte sobrevenidas del pecado. El perdón de Dios emerge como fuente de vida y modelo del perdón, necesario, entre los hombres.

El difícil acto de perdonar

Pocas realidades son tan complejas y difíciles de abordar como el perdón. Perdonar y ser perdonado es el centro del dossier de este mes de abril de 2024. Para ello, la revista aborda esta cuestión desde diferentes ángulos.

La psicóloga Patricia Díez desgrana la importancia del perdón como base de las relaciones humanas, en una entrevista en la que Díez define el perdón como un acto de amor, “una toma de postura ante una persona y ante un mal que se nos presenta; se elige querer a la persona, pero no al mal cometido. En este sentido, el que perdona reconoce el mal y lo valora como tal, pero no iguala la acción mala con el sujeto que la comete, sino que es capaz de ver en él una persona digna de ser amada a pesar de sus errores”. 

Andrea Gagliarducci se adentra en las peticiones históricas de perdón encarnadas en la vida de San Juan Pablo II y las que se antojan necesarias en la actualidad, como en el caso del conflicto entre Rusia y Ucrania.

Por su parte, Mariano Crespo, desgrana el sentido de la “purificación de la memoria” y la afirmación de la dignidad humana que supone un acto de perdón. El dossier se centra con un interesante artículo de Fernando del Moral sobre el perdón como sacramento de la Iglesia: la Confesión  

El sínodo sigue adelante

El sínodo de la Sinodalidad tiene también más de un hueco en la revista Omnes de este mes de abril de 2024. No en vano, la misiva enviada al Cardenal Mario Grech por el Papa Francisco indicando el camino de estos trabajos, con la creación de grupos específicos y la reserva de algunos temas, ha vuelto a poner en primer plano el proceso sinodal

A este nuevo camino se refiere, en la Tribuna de este mes, Mons. Vicente Jiménez, Administrador apostólico de las diócesis de Huesca y de Jaca y coordinador del Equipo sinodal de la Conferencia Episcopal Española para el Sínodo de los Obispos que analiza las formas de trabajo planteadas.

Nuestro redactor en Roma, Giovanni Tridente ha entrevistado al P. Giacomo Costa, SJ, Secretario Especial de la Asamblea Sinodal, que explica el nuevo método de trabajo del Sínodo de la Sinodalidad a partir de los Grupos de Trabajo. Estos grupos, coordinados por la Secretaría del sínodo, contarán con aportaciones de todo el mundo. 

Las Enseñanzas del Papa de este mes se centran en las palabras del Papa que, en marzo, han tocado temas tan delicados como el alcance de la ideología de género, insistiendo en que el hombre y la mujer son imagen de Dios y la labor educativa de la Iglesia de la que el Papa ha recordado que permanece a lo largo de los siglos. Entonces y ahora nos impulsa una misma gran esperanza que brota del Evangelio, con la que miramos a todos, empezando por los más pequeños.  

Trabajo contra los abusos y un teólogo alemán

La tarea del Consejo Latinoamericano del Centro de Investigación y Formación Interdisciplinar para la Protección del Menor, CEPROME, institución de referencia en el trabajo de formación en la prevención de abusos sexuales en entornos eclesiales para América Latina centra el tema de América de esta revista.

El pasado marzo, CERPOME, celebraba el tercero de sus congresos centrado, en esta edición, en el concepto de vulnerabilidad. Uno de sus ponentes, Luis Alfonso Zamorano, señala en una entrevista contenida en este número, la importancia del acompañamiento, la escucha y los procesos de sanación de las víctimas de abuso. 

Teología del siglo XX de Juan Luis Lorda se detiene en “Una mystica persona”, de Heribert Mühlen, autor alemán, que se relacionó con la Renovación carismática y cuyas tesis, en opinión de Lorda “siguen contribuyendo a renovar la teología sobre el Espíritu Santo y la Iglesia. Caben matices al trasvase entre la gramática de los pronombres y la ontología de las personas”.

Por su parte, Reverendo SOS se adentra en la Computación Espacial, “una forma de procesamiento que considera el espacio tridimensional como un escenario para interactuar con los sistemas digitales” y que puede llegar a ser un aliado en la tarea de formación y catequética.

III guerra mundial

Nuestro reportaje de Razones se adentra, por otra parte, en la realidad de la “tercera guerra mundial a pedazos”, como denomina el Papa a un panorama internacional marcado por la inestabilidad y los conflictos. El reportaje recorre el panorama político internacional desde la guerra de Ucrania o Tierra Santa hasta los diferentes conflictos en África, América, China e India, entre otros. 

En las últimas páginas, la sección de cultura, Carmelo Guillén acerca la poesía del Cardenal Jose Tolentino Mendonça, prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación y una de las voces más representativas de la última lírica portuguesa. 

El contenido de la revista correspondiente al mes de abril de 2024 está disponible en su versión digital (pdf) para suscriptores de las versiones digital y digital e impresa.

En los próximos días, además, llegará al domicilio habitual de quienes tengan la modalidad de suscripción impresa.

Vaticano

El viaje a Venecia del Papa Francisco

Rome Reports·1 de abril de 2024·Tiempo de lectura: < 1 minuto
rome reports88

El próximo 28 de abril, el Papa Francisco viajará a Venecia. Allí visitará la cárcel de mujeres y se reunirá con un grupo de artistas que participan en la Bienal de Arte de Venecia, donde la Santa Sede también participa con un pabellón propio.

Posteriormente, mantendrá un encuentro con un grupo de jóvenes.


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TribunaMons. Vicente Jiménez Zamora

El Sínodo camina hacia octubre de 2024

El Sínodo sobre la sinodalidad ha entrado en una nueva etapa de su camino con la constitución de grupos de estudio para temas concretos. Un nuevo paso en este camino de redescubrimiento de la naturaleza y misión de la Iglesia.

1 de abril de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

El Sínodo sobre la sinodalidad continúa su camino hacia la segunda sesión de octubre de 2024. Fruto de la primera sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos de octubre de 2023, ha sido el Informe de Síntesis (IdS), que constituye el documento de referencia para los trabajos del Pueblo de Dios entre las dos sesiones. El Informe de Síntesis consta de tres partes y veinte capítulos. En cada capítulo se recogenlas convergencias, las cuestiones que afrontar y las propuestas  surgidas del diálogo.

En el tiempo que media entre las dos sesiones se nos invita a mantener vivo el dinamismo sinodal en las Iglesias locales, que ha implicado a todo el Pueblo de Dios durante los últimos años, para que un número cada vez mayor de laicos, miembros de vida consagrada y pastores puedan vivirlo directamente, a partir de una pregunta fundamental y orientadora: ¿Cómo ser Iglesia sinodal en misión?

El trabajo sinodal en esta fase se articula en tres niveles complementarios: Iglesia local; agrupaciones de Iglesias (regional, nacional y continental); y toda la Iglesia en la relación entre primado del Obispo de Roma, la colegialidad episcopal y la sinodalidad eclesial.

La profundización en estos tres niveles debe hacerse según unos principios transversales: la misión de evangelización como motor y razón de ser de la Iglesia; la promoción de la participación en la misión de todos los bautizados; la articulación entre lo local y lo universal; carácter espiritual de todo el proceso sinodal.

El Papa Francisco, en una carta dirigida al Secretario General del Sínodo, Mons. Mario Grech, (22.02.2024) indica el camino que hay que seguir  antes de la celebración de la segunda sesión del Sínodo en octubre de 2024. 

El Papa afirma que el Informe de síntesis “enumera numerosas e importantes cuestiones teológicas, todas relacionadas en distinta medida con la renovación sinodal de la Iglesia y no faltas de repercusiones jurídicas y pastorales […] Tales cuestiones, por su propia naturaleza, exigen un estudio en profundidad. Puesto que no es posible realizar este estudio en el tiempo de la segunda sesión (2-27 de octubre de 2024), dispone el Papa, que se asignen a Grupos de Estudio específicos, a fin de poder examinarlas adecuadamente”.

Para dar cumplimento a esta disposición y mandatodel Santo Padre, la Secretaría General del Sínodo (14.03.2024) ha publicado el documento: Grupos de Estudio sobre temas surgidos de la primera sesión para profundizar en colaboración con los Dicasterios de la Curia Romana.

Para tal fin se están constituyendo Grupos de Estudio en orden a profundizar en los diez temas señalados por el Papa Francisco. Son los siguientes: 1) Algunos aspectos referentes a las relaciones entre las Iglesias orientales católicas y la Iglesia latina (IdS 6). 2) La escucha del grito de los pobres (IdS 4 y 16). 3) La misión en el espacio digital (IdS 17). 4) La revisión de la Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis en perspectiva sinodal misionera (IdS 11). 5) Algunas cuestiones teológicas y canónicas en torno a las formas ministeriales específicas (IdS 8 y 9). 6) La revisión, en perspectiva sinodal y misionera, de los documentos sobre las relaciones entre Obispos, Vida Consagrada, Agregaciones eclesiales (IdS 10). 7) Algunos aspectos de la figura y del ministerio del Obispo (en particular: los criterios de selección de candidatos al episcopado, la función judicial del Obispo, la naturaleza y el desarrollo de las visitas ad limina Apostolorum) en una perspectiva sinodal misionera (IdS 12 y 13). 8) El rol de los Representantes Pontificios desde una perspectiva sinodal misionera (IdS 13). 9) Criterios teológicos y metodologías sinodales para un discernimiento compartido de cuestiones doctrinales, pastorales y éticas controvertidas (IdS 15). 10) La recepción de los frutos del camino ecuménico en la praxis eclesial (IdS 7).

Además, al servicio del proceso sinodal en sentido más amplio, la Secretaría General del Sínodo activará un ‘Fórum permanente’ para profundizar en los aspectos teológicos, canónicos, pastorales, espirituales y comunicativos de la sinodalidad de la Iglesia, también para responder a la petición de “promover, en lugar oportuno, el trabajo teológico de profundización terminológica y conceptual de la noción y de la práctica de la sinodalidad” (IdS 1p). Para llevar a cabo esta tarea, contará con la ayuda de la Comisión Teológica Internacional, la Pontificia Comisión Bíblica y una Comisión de Derecho Canónico establecida al servicio del Sínodo de acuerdo con el Dicasterio para los Textos Legislativos.

Con la convocatoria del Sínodo de los Obispos, el Papa Francisco invita a toda la Iglesia a interrogarse sobre un tema decisivo para su vida y misión. El itinerario sinodal que se sitúa en la línea del “aggiornamento” de la Iglesia propuesto por el Concilio Vaticano II, es un don y una tarea: caminando juntos, la Iglesia podrá aprender a vivir la comunión, a realizar la participación y a abrirse a la misión. El camino sinodal manifiesta y realiza la naturaleza de la Iglesia como Pueblo de Dios peregrino y misionero.

El autorMons. Vicente Jiménez Zamora

Administrador apostólico de las diócesis de Huesca y de Jaca. Coordinador del Equipo sinodal de la CEE para el Sínodo de los Obispos

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Perdonar, ser perdonado, pedir perdón

Uno de los temas más complicados, especialmente en los tiempos que vivimos, es el perdón. El perdón como acto de perdonar y como recepción del perdón de otros.

1 de abril de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos

Es conocida la expresión que el Papa Francisco utiliza frecuentemente para aludir a los conflictos y las tensiones internacionales, cuando señala que estamos viviendo “una tercera guerra mundial a pedazos”.

Se trata de una guerra consistente en muchos enfrentamientos, en principio no globales sino locales, y quizá no sólo bélicos.

Pueden asumir la forma de conquistas unilaterales, guerras, afrentas internacionales, humillaciones y muchas otras expresiones, pero siempre son situaciones de las que nacen, además de daños terribles en las vidas y en los bienes, divisiones y odios entre los pueblos que muchas veces sobreviven a las generaciones que los vivieron.

Por tratarse de una experiencia que todos conocemos parece casi superfluo decir que también en la vida de las personas singulares ocurre el mismo fenómeno.

Sufrimos en ocasiones faltas de respeto a la persona y a sus derechos, soportamos injusticias efectivas, algunas veces abiertamente reales y otras veces percibidas como tales, o bien no enraizadas en un comportamiento intencionalmente dañino.

Nacen así tensiones entre las personas, distanciamientos pasajeros o enemistades duraderas, y hasta pueden aparecer problemas psíquicos.

Hay que reconocer que puede no ser fácil salir de esa dinámica, y ofrecer juego al perdón. Esta otra lógica presenta diversas variantes: la benevolencia de perdonar, el atrevimiento de pedir perdón, la apertura para recibir el perdón cuando se nos ofrece. 

Por eso conviene detenerse a considerar qué significan todos esos comportamientos. Algunos textos en este número facilitan distintas aproximaciones: los aspectos básicamente antropológicos, la explicación psicológica, la consideración filosófica y teológica.

Se plantea la diferencia y las reacciones entre el perdón y el olvido, o entre el perdón y la cancelación; y se analiza la línea estrecha que separa la verdadera petición de perdón de la estrategia que se sirve de él para alcanzar objetivos políticos o para blanquear una imagen.

El perdón es más difícil si se pretende adoptarlo sin una predisposición arraigada en la conducta.

La educación en la familia y fuera de ella, y más ampliamente el hábito de tolerancia y comprensión que forma la virtud, tienen efectos positivos, personales y sociales, muy directos. Y en el contexto de la vida de los cristianos, la gracia recibida de Dios hace de la capacidad de perdonar una reacción característicamente cristiana.

En este ámbito, quien perdona no encuentra la fuente de su disposición en su propia condición: primeramente recibe el perdón y lo aprende de un Dios que sabe perdonar, suceda lo que suceda.

El autorOmnes

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Vaticano

Francisco pide respeto a la vida humana en su Mensaje Pascual de 2024

Que Cristo resucitado abra un camino de paz para las martirizadas poblaciones de Tierra Santa y en Ucrania, con respeto al derecho internacional, un inmediato alto el fuego, y rápida liberación de los rehenes. Que la luz de la resurrección nos haga “conscientes del valor de toda vida humana”, ha rezado el Papa Francisco en la Bendición Urbi et Orbi de 2024.  

Francisco Otamendi·31 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 6 minutos

El respeto “al don precioso de la vida” ha sido idea nuclear del Mensaje Pascual del Papa Francisco en la Bendición Urbi et Orbi al pueblo de Roma y al mundo, impartida por el Santo Padre desde el balcón central tras la celebración de la solemne Misa del Domingo de Pascua de Resurrección de este año en la Plaza de San Pedro, y del rezo del Regina Coeli a la Virgen María. El mensaje ha sido leído por el Papa.

En la Misa, presidida por el Santo Padre y cuyo primer concelebrante ha sido el cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio, se ha leído el conocido Evangelio en el que María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, vio la losa quitada del sepulcro, y tras avisar a Pedro y al “otro discípulo, a quien Jesús amaba”, fueron éstos los que corrieron y vieron los lienzos tendidos y el sudario con el que habían cubierto la cabeza de Jesús.

“Jesús Nazareno, el Crucificado, ha resucitado” 

“Hoy resuena en todo el mundo el anuncio que salió hace dos mil años desde Jerusalén: “Jesús Nazareno, el Crucificado, ha resucitado” (cf. Mc 16,6)2, ha comenzado su Mensaje el Santo Padre.

“La Iglesia revive el asombro de las mujeres que fueron al sepulcro al amanecer del primer día de la semana. La tumba de Jesús había sido cerrada con una gran piedra; y así también hoy hay rocas pesadas, demasiado pesadas, que cierran las esperanzas de la humanidad: la roca de la guerra, la roca de las crisis humanitarias, la roca de las violaciones de los derechos humanos, la roca del tráfico de personas, y otras más”. 

También nosotros, como las mujeres discípulas de Jesús, nos preguntamos unos a otros: “¿Quién nos correrá estas piedras?” (cf. Mc 16,3). Y he aquí el gran descubrimiento de la mañana de Pascua: la piedra, aquella piedra tan grande, ya había sido corrida. El asombro de las mujeres es nuestro asombro. La tumba de Jesús está abierta y vacía. A partir de ahí comienza todo”.

“Sólo Jesús quita las piedras que cierran el camino a la vida”

“Jesucristo ha resucitado, y sólo Él es capaz de quitar las piedras que cierran el camino hacia la vida. Más aún, Él mismo, el Viviente, es el Camino; el Camino de la vida, de la paz, de la reconciliación, de la fraternidad”, ha proseguido el Papa.

“Él nos abre un pasaje que humanamente es imposible, porque sólo Él quita el pecado del mundo y perdona nuestros pecados. Y sin el perdón de Dios esa piedra no puede ser removida. Sin el perdón de los pecados no es posible salir de las cerrazones, de los prejuicios, de las sospechas recíprocas o de las presunciones que siempre absuelven a uno mismo y acusan a los demás. 

Sólo Cristo resucitado, dándonos el perdón de los pecados, nos abre el camino a un mundo renovado. Sólo Él nos abre las puertas de la vida, esas puertas que cerramos continuamente con las guerras que proliferan en el mundo. 

En este día en que celebramos la vida que se nos da en la resurrección del Hijo, recordamos el amor infinito de Dios por cada uno de nosotros, un amor que supera todo límite y toda debilidad”. 

“Desprecio del don precioso de la vida”

“Y, sin embargo, con cuánta frecuencia se desprecia el don precioso de la vida”, ha subrayado el Sucesor de Pedro. “Cuántos niños ni siquiera pueden ver la luz? ¿Cuántos mueren de hambre o carecen de cuidados esenciales o son víctimas de abusos y violencia? ¿Cuántas vidas se compran y se venden por el creciente comercio de seres humanos?” 

“En el día en que Cristo nos ha liberado de la esclavitud de la muerte, exhorto a cuantos tienen responsabilidades políticas para que no escatimen esfuerzos en combatir el flagelo de la trata de seres humanos, trabajando incansablemente para desmantelar sus redes de explotación y conducir a la libertad a quienes son sus víctimas. 

Que el Señor consuele a sus familias, sobre todo a las que esperan ansiosamente noticias de sus seres queridos, asegurándoles conforto y esperanza. 

Que la luz de la resurrección ilumine nuestras mentes y convierta nuestros corazones, haciéndonos conscientes del valor de toda vida humana, que debe ser acogida, protegida y amada. 

Tierra Santa, Ucrania, Siria, Líbano, Balcanes, Armenia y Azerbaiyán

En su discurso, el Papa ha dirigido “su pensamiento principalmente a las víctimas de tantos conflictos que están en curso en el mundo, comenzando por los de Israel y Palestina, y en Ucrania. Que Cristo resucitado abra un camino de paz para las martirizadas poblaciones de esas regiones”. y ha formulado las peticiones señaladas al comienzo de alto el fuego, liberación de rehenes, etc.

“No permitamos que las hostilidades en curso continúen afectando gravemente a la población civil, ya de por sí extenuada, y principalmente a los niños. Cuánto sufrimiento vemos en sus ojos. Con su mirada nos preguntan: ¿por qué? ¿Por qué tanta muerte? ¿Por qué tanta destrucción? La guerra es siempre un absurdo y una derrota. No permitamos que los vientos de la guerra soplen cada vez más fuertes sobre Europa y sobre el Mediterráneo. Que no se ceda a la lógica de las armas y del rearme. La paz no se construye nunca con las armas, sino tendiendo la mano y abriendo el corazón”. 

A continuación, se ha referido a Siria,” que lleva catorce años sufriendo las consecuencias de una guerra larga y devastadora. Muchísimos muertos, personas desaparecidas, tanta pobreza y destrucción esperan respuestas por parte de todos, también de la Comunidad internacional. 

Mi mirada se dirige hoy de modo especial al Líbano, afectado desde hace tiempo por un bloqueo institucional y por una profunda crisis económica y social, agravados ahora por las hostilidades en la frontera con Israel. Que el Resucitado consuele al amado pueblo libanés y sostenga a todo el país en su vocación a ser una tierra de encuentro, convivencia y pluralismo. 

Mi pensamiento se orienta en particular a la Región de los Balcanes Occidentales, donde se están dando pasos significativos hacia la integración en el proyecto europeo. Que las diferencias étnicas, culturales y confesionales no sean causa de división, sino fuente de riqueza para toda Europa y para el mundo entero. 

Asimismo, aliento las conversaciones entre Armenia y Azerbaiyán para que, con el apoyo de la Comunidad internacional, puedan proseguir el diálogo, ayudar a las personas desplazadas, respetar los lugares de culto de las diversas confesiones religiosas y llegar cuanto antes a un acuerdo de paz definitivo”. 

Terrorismo, Myanmar, Haití, continente africano…

“Que Cristo resucitado abra un camino de esperanza a las personas que en otras partes del mundo sufren a causa de la violencia, los conflictos y la inseguridad alimentaria, como también por los efectos del cambio climático. 

Que dé consuelo a las víctimas de cualquier forma de terrorismo. Recemos por los que han perdido la vida e imploremos el arrepentimiento y la conversión de los autores de estos crímenes. 

Que el Resucitado asista al pueblo haitiano, para que cese cuanto antes la violencia que lacera y ensangrienta el país, y pueda progresar en el camino de la democracia y la fraternidad. Que conforte a los Rohinyá, afligidos por una grave crisis humanitaria, y abra el camino de la reconciliación en Myanmar, país golpeado desde hace años por conflictos internos, para que se abandone definitivamente toda lógica de violencia. 

Que abra vías de paz en el continente africano, especialmente para las poblaciones exhaustas en Sudán y en toda la región del Sahel, en el Cuerno de África, en la región de Kivu en la República Democrática del Congo y en la provincia de Cabo Delgado en Mozambique, y ponga fin a la prolongada situación de sequía que afecta a amplias zonas y provoca carestía y hambre. 

Que el Resucitado haga resplandecer su luz sobre los migrantes y sobre todos aquellos que están atravesando un período de dificultad económica, brindándoles consuelo y esperanza en los momentos de necesidad. 

Que Cristo guíe a todas las personas de buena voluntad a unirse en la solidaridad, para afrontar juntos los numerosos desafíos que conciernen a las familias más pobres en su búsqueda de una vida mejor y de la felicidad”.

Al final de la Misa, antes de leer el Mensaje Pascual, el Pontífice saludó a los numerosos fieles presentes en la plaza de san Pedro.

Al concluir, como se ha subrayado, el Papa Francisco ha rezado para que “la luz de la resurrección ilumine nuestras mentes y convierta nuestros corazones, haciéndonos conscientes del valor de toda vida humana, que debe ser acogida, protegida y amada. ¡Feliz Pascua a todos!”.

Llamamientos a la oración

Los llamamientos del Papa a la oración,  en concreto pidiendo por la paz ante las guerras y conflictos que azotan el mundo, se han intensificado en los últimos años. Sin ir más lejos, el Vía Crucis del Viernes Santo, escrito por el Romano Pontífice aunque no pudiera acudir en persona, ha estado marcado por la celebración del año dedicado a la oración en la Iglesia. Por ello, han sido continuas las referencias a la oración cristiana.

Al mismo tiempo, la esperanza ha sido una de las virtudes que más ha mencionado el Papa Francisco estos días. Por ejemplo, en la Vigilia Pascual de ayer mismo, o sus recientes palabras a los jóvenes del mundo con motivo del quinto aniversario de su exhortación apostólica “Christus vivit”, en las que les ha animado a recuperar la esperanza.

“Dejarnos aferrar por el Resucitado”

Al considerar el hecho que narran los Evangelios, en el sentido de que la piedra del sepulcro, que era muy grande, había sido corrida, el Pontífice señaló ayer en la Vigilia Pascual que esto es “la Pascua de Cristo, la fuerza de Dios, la victoria de la vida sobre la muerte, el triunfo de la luz sobre las tinieblas, el renacimiento de la esperanza entre los escombros del fracaso. Es el Señor, Dios de lo imposible que, para siempre, hizo correr la piedra y comenzó a abrir nuestros sepulcros, para que la esperanza no tenga fin. Hacia Él, entonces, también nosotros debemos levantar la mirada”. 

El autorFrancisco Otamendi

Cultura

Los jóvenes celebran la Resurrección de Cristo con un concierto

El próximo 6 de abril tendrá lugar un concierto convocado para celebrar la Resurrección de Cristo. La cita será a las 18:30 h en la Plaza de Cibeles de Madrid.    

Loreto Rios·31 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos

Por segundo año consecutivo la Asociación Católica de Propagandistas organiza la Fiesta de la Resurrección, un macroconcierto con un importante elenco de artistas invitados. La primera edición, que tuvo lugar en 2023, reunió a más de 60.000 asistentes, mucho más de lo esperado.

“No podemos más que concluir que el balance desde el año pasado ha sido muy positivo”, indica a Omnes Pablo Velasco, secretario de comunicación de la Asociación Católica de Propagandistas. “Era un evento muy especial y nunca habíamos organizado algo semejante. Teníamos un grado de incertidumbre enorme debido a nuestra inexperiencia. Lo que sí sabíamos era que lo que queríamos era celebrar la resurrección del Señor en el centro de Madrid e invitar a esa alegría a todo aquel que quisiera participar”.

La idea de convocar este concierto surgió, añade, para celebrar la alegría cristiana de la resurrección, y es una iniciativa que “responde a la esencia misma de la Asociación Católica de Propagandistas. Nuestro carisma radica en la presencia de Cristo en la vida pública. La finalidad de la fiesta de la Resurrección es básicamente celebrar el acontecimiento más importante de la historia”.

Este evento parece que “ha venido para quedarse”, según afirmó recientemente Alfonso Bullón de Mendoza, presidente de la Asociación Católica de Propagandistas. Este año, el concierto de la II Fiesta de la Resurrección está convocado para el 6 de abril a las 18:30 h en la Plaza Cibeles de Madrid, y en él participarán, entre otros, el grupo Modestia Aparte, Marilia (quien fue miembro del conocido dúo musical Ella Baila Sola), el padre Guilherme (el sacerdote DJ de la JMJ de Portugal), DJ El Pulpo, Hakuna, Juan Peña y Esténez (Guillermo Esteban, antes Grílex).

También se contará con la participación del grupo cristiano HTB Worship, ya que la resurrección es una fiesta que comparten todas las confesiones cristianas y la intención es que todos los cristianos puedan celebrarla juntos. Sin embargo, no solo están invitados los creyentes a este concierto, sino todo aquel que quiera asistir: “Es una fiesta abierta a todo el mundo. Precisamente ese rasgo es esencial para todo católico”, señala Pablo Velasco.

Porque, como comentó recientemente hablando de este evento Marilia, exmiembro del conjunto musical Ella Baila Sola, la música “une a todos”, independientemente de las creencias de cada uno, y “el amor está por encima de todo”.

De la misma opinión era Guillermo Esteban, quien afirmó en la rueda de prensa de promoción de este evento que “las cosas con amor funcionan”, mientras que desde Hakuna señalaban que la música “va de corazón a corazón”, por lo que no es necesario compartir las mismas creencias para disfrutar de ella.

Por tanto, esta fiesta, señala Pablo Velasco, es “una oportunidad de celebrar, de compartir esta gran alegría. Además, es un buen momento para invitar a amigos y es una buena ocasión para provocar conversaciones importantes”. “Viendo cómo se desarrolló el año pasado, yo no me lo perdería”, concluye.

El día de la libertad

El mayor acto de libertad jamás consumado es el de Jesús dando su vida por toda la humanidad. Con su resurrección, él nos ha hecho libres rompiendo las cadenas de la muerte.

31 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 4 minutos

En los relatos de la Resurrección de Jesús, hay un detalle que no debería pasarnos desapercibido si nos interesa saber si es razonable creer en pleno siglo XXI. ¿Por qué quienes vieron cara a cara al resucitado no lo reconocieron de primera hora?

Los evangelios recogen este fenómeno en varias ocasiones: María Magdalena, llorando a los pies del sepulcro, lo confundió con un hortelano; los dos de Emaús lo acompañaron durante una larga caminata y no lo reconocieron hasta llegada la noche, al partir el pan; incluso los más íntimos, sus propios discípulos, fueron incapaces de reconocerlo cuando estaban pescando y él apareció en la orilla del lago.

Dejando para otro día la reflexión sobre las misteriosas capacidades del cuerpo glorioso de Jesús, centrémonos en su significado: la resurrección del de Nazaret puede ser un hecho histórico comprobado por mil y una fuentes, podemos tenerlo delante de nosotros, incluso conversar con él; pero, si no damos el paso de creer, seremos incapaces de verlo, incapaces de reconocerlo.

¿Por qué pasa esto? ¿Por qué el acontecimiento más trascendental de la historia de la humanidad (la constatación de que la muerte es solo un paso hacia otra forma de vida) no se hace más evidente? ¿Por qué Dios ha preferido pasar desapercibido para la mayoría de la población mundial y se ha mostrado solo a unos pocos?

La solución fácil ya se la había sugerido el tentador tras los 40 días en el desierto. Lo puso en el alero del templo de Jerusalén y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: “Ha dado órdenes a sus ángeles acerca de ti, para que te cuiden”». Si le hubiera hecho caso, todo el mundo habría creído en él enseguida y de forma innegable. ¿Por qué no hizo de la fe un espectáculo? ¿Por qué Dios, siendo Dios, no se muestra de forma sensacional, clara e incuestionable? ¿Por qué, si ama al hombre, no hace uso de su poder para que todo hombre crea en él y se salve?

Para tratar de entender a Dios, lo mejor que podemos hacer es ponernos en su lugar y verlo desde su perspectiva. Dios es amor, y el amor necesita un consentimiento libre, no forzado. Por eso, un matrimonio en el que se descubre que alguno de los cónyuges ha ido obligado o tiene intereses ocultos se dice que es nulo, no ha existido. No ha sido verdadero porque no ha habido amor, sino interés o miedo. Igualmente, Dios nos ama y como buen amante desea ser correspondido, pero ha de dejarnos la libertad necesaria para que esta correspondencia sea verdadera. Creer por interés o por miedo no es creer, es fingir. La fe, que no es otra cosa que amar a Dios sobre todas las cosas, ha de ser una respuesta libre y personal a la propuesta que él nos hace. La omnipotencia de Dios se demuestra en su capacidad de hacerse pequeño, insignificante, hasta rebajarse a la altura del ser que ama para poder ser correspondido… o no.

Por eso llevamos 2.000 años celebrando la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo y para muchos no deja de ser más que un excelente motivo para pasar unos días de vacaciones al inicio de la primavera o, si acaso, para disfrutar de las manifestaciones culturales que dicha conmemoración conlleva. Ese acontecimiento no cala, porque no ha habido encuentro con la persona viva de Jesús, que ha pasado delante de nosotros y no lo hemos reconocido.

Es el misterio de la libertad con la que él nos creó y que tantas veces desfiguramos con nuestro lenguaje. Hablamos de libertad de expresión, por ejemplo, pero cancelamos a quien no se ajusta a la norma; hablamos de libertad sexual, pero a costa de matar a los concebidos por esa causa pero que no nos interesa que nazcan; hablamos de libertad de decidir una muerte digna, cuando en realidad obligamos a suicidarse a quien no quiere sufrir porque no les damos alternativas; nos jactamos de ser sociedades libres, pero miramos para otro lado ante las situaciones de trata, o de trabajo precario; proclamamos una educación en libertad, pero dejamos que las tecnológicas esclavicen a nuestros hijos; fardamos de libre mercado, pero explotamos a los países más pobres; competimos por ser los países con más libertades, pero impedimos la entrada de quienes no tienen más remedio que huir de la falta de libertad en sus países; nos enorgullecemos de avanzar en libertades sociales a costa de destruir la familia como núcleo de crecimiento de las personas en amor y libertad. 

La libertad nunca destruye, nunca hace mal, nunca mira para otro lado, sino que se implica, construye, ama sin esperar. El mayor acto de libertad jamás consumado es el de Jesús dando su vida por toda la humanidad. Con su resurrección, él nos ha hecho libres rompiendo las cadenas de la muerte. La libertad nos hace libres en la medida en que transforma la vida de una persona y la lleva a buscar el bien común.

El Papa Francisco ha recordado que «para ser realmente libres, necesitamos no solo conocernos a nosotros mismos, a nivel psicológico, sino sobre todo hacer verdad en nosotros mismos, a un nivel más profundo. Y ahí, en el corazón, abrirnos a la gracia de Cristo».

Es lo que hicieron la Magdalena, los de Emaús, los discípulos para conocerse interiormente y ver que tenían delante de sus ojos al mismísimo Dios. Quizá usted lo haya tenido delante en varias ocasiones a lo largo de su vida y no lo haya visto. Quizá lo tenga ahora mismo delante y no lo vea. Recuerde que solo la verdad nos hace libres. ¡Feliz día de la libertad! ¡Feliz Pascua de Resurrección… o no!

El autorAntonio Moreno

Periodista. Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Bachiller en Ciencias Religiosas. Trabaja en la Delegación diocesana de Medios de Comunicación de Málaga. Sus numerosos "hilos" en Twitter sobre la fe y la vida cotidiana tienen una gran popularidad.

Recursos

La Pascua. Tiempo para la mistagogía

Vivir la Pascua en plenitud supone, para todo cristiano, redescubrir la realidad del Misterio de Dios en el que somos introducidos por la liturgia de este tiempo de gracia y vivencia sacramental.

Hna. Carolina Blázquez OSA·31 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 9 minutos

Empieza el tiempo de Pascua que en la Iglesia antigua se llamaba el tiempo de la mistagogía. Era la meta de todo el camino del catecumenado que marcaba el ritmo de las comunidades cristianas que se preparaban cada cuaresma, de forma especial, para la acogida de nuevos miembros.

La Pascua, por tanto, en la Iglesia de los siglos IV y V, era tanto la cumbre en el camino de preparación para los candidatos a entrar en la comunidad de los salvados como el manantial de constante renovación de las propias comunidades.

Estas se percibían, realmente, como un seno materno. En ellas se revivía constantemente el misterio de María: generando, gestando y alumbrando la vida de los nuevos hijos de Dios, los neófitos, que, al mismo tiempo, a su vez, vivificaban y renovaban la vida de los ya creyentes.

Se cumplía así la palabra de Jesús a Nicodemo al que invitaba a nacer de nuevo, aún siendo viejo (cf. Jn 3,3-7). 

Evolución histórica

Tras el Edicto de Milán y, finalmente, con el reconocimiento del cristianismo como religión oficial del Imperio Romano, las conversiones a la fe cristiana crecieron considerablemente.

Aunque ya venía perfilándose, esto provocó que el proceso de incorporación al cristianismo se institucionalizara con unos pasos bien definitivos. En la conciencia de que “los cristianos no nacen, se hacen” (Tertuliano, Apología contra los Gentiles, 18,4), el proceso de catecumenado era largo y podía llegar a durar varios años, en algunos casos. 

Ahora bien, como la entrada en la economía de la gracia es el mayor bien, estos procesos de preparación se fueron acortando para que una espera prolongada no provocara un sentido elitista de la fe, confundiendo una buena preparación con una cierta dignidad personal para recibir los sacramentos.

Se podría olvidar así el sentido auténtico de la palabra que la Iglesia nos invita a decir justo en el momento antes de recibir la comunión eucarística: “Oh Señor, no soy digno de que entres en mi casa pero una palabra tuya bastará para sanarme” (cf. Mt 8,8).

Por otro lado, porque los ya bautizados deseaban hacer partícipes a sus hijos de la gracia, el bautismo de niños se impuso hasta extinguirse prácticamente el bautismo de adultos. 

De aquí el olvido de todo este itinerario catequético y mistagógico de incorporación a la Iglesia que, desde el Concilio Vaticano II, estamos tratando de recuperar de forma creativa y actualizada como propuesta de revitalización de la fe de los creyentes y de evangelización e incorporación a la Iglesia de nuevos fieles.

De hecho, algunas realidades eclesiales hijas de la renovación conciliar han asumido pasos o el itinerario, más o menos completo, de todo este proceso catecumenal en el que se integran equilibradamente la experiencia personal de encuentro con Cristo —el despertar en la fe—, la inserción eclesial a través de la vía litúrgico-sacramental y el proceso existencial de conversión. 

Hay aquí algo clave para este momento de la Iglesia que vivimos. Se nos ofrece un marco o guía para todos nuestros proyectos educativos o catequéticos en la fe que siempre corren el peligro de moverse en los esfuerzos, un tanto infecundos, de una intensa educación externa puesto que, en muchos casos, la fe no ha sido despertada al no haber acontecido el encuentro personal con Cristo o, en cambio, en la promoción de propuestas de despertar en la fe que, sin un cuidado itinerario posterior catequético y formativo a todos los niveles y, especialmente, litúrgico-sacramentalmente, suelen ser experiencias eminentemente subjetivas que corren el riesgo de apagarse pronto, al ritmo de las emociones. 

El Papa Francisco nos recordaba estos dos peligros en Desiderio Desideravi conectando con su magisterio anterior en el que reiteradas veces nos ha pedido atención y cuidado para evitar las tendencias neopelagianas o, su contrario, neognósticas en la Iglesia (cf. DD 17).  

Para lograr esta vitalidad litúrgica la clave está en la propuesta formativa a través de catequesis litúrgicas o mistagógicas retomando la práctica de la Iglesia antigua y readaptándola a las necesidades del presente en la fidelidad creativa que caracteriza siempre los pasos de renovación en la Iglesia. Ya en Sacrosanctum Concilium se nos invitaba a trabajar en este sentido (cf. SC 36), también Evangelii Gaudium trata el tema de la catequesis mistagógica (cf. EG 163-168) y el Nuevo Directorio para la Catequesis del año 2020 retoma esta cuestión (nn. 61-65; 73-78).

Continuamente dados a luz

El proceso está detalladamente explicado en el RICA, el Ritual para el Catecumenado de Adultos, redactado en 1972. En 2022 celebramos los 50 años de su publicación y, a pesar de haber transcurrido tantos años y de ser uno de los frutos significativos de la reforma litúrgica conciliar, es un documento aún poco conocido y valorado, aunque puede ser un magnífico instrumento para desarrollar procesos catequéticos y de formación litúrgica que ayuden a profundizar en la vida cristiana para los ya creyentes. 

La profundización en el proceso de catecumenado ayuda a vivir en la memoria de que el cristiano es siempre un pecador perdonado experimentando así que la alegría de la salvación brota, no de nuestros logros o nuestra perfección personal, sino de la acogida constante de la misericordia de Dios.

Esta posición de verdad y humildad ante Dios nos libra de la tentación de creernos el hijo mayor frente al hijo pródigo (cf. Lc 15,29-32) o el fariseo frente al publicano (cf. Lc 18,9-14). Vivimos en un proceso de conversión ininterrumpida, siendo continuamente dados a luz en la fe hasta que Cristo sea formado en nosotros (cf. Ga 4,19).

Tras el período kerigmático, en el que se anuncia el corazón del evangelio, que se correspondería con los métodos hoy de evangelización o primer anuncio, para aquellos que tras la conversión a la fe expresaban el deseo de iniciar un proceso de incorporación a la Iglesia se ofrecía la entrada en el catecumenado.

Este se concebía como un tiempo largo acompañado por algunos cristianos, los catequistas, que debían introducir, poco a poco, en el conocimiento de la fe y en la experiencia de oración con la consiguiente conversión de las costumbres, que esto traía consigo.

En el itinerario era fundamental la oración y la familiarización con la Palabra de Dios, la tarea educativa en la doctrina y la fe de la Iglesia, así como la conversión de costumbres, que para muchos podía suponer un cambio significativo en hábitos de vida, mentalidad y criterios, incluso profesión…

San Agustín, por ejemplo, abandonó su oficio de orador tras la conversión. Se avergonzaba de vivir vendiendo mentiras vestidas de verdad solo por estar bien dichas buscando, además en ello, ser estimado y gozar de prestigio. Ante la verdad de Cristo, se cayeron las máscaras en las que se había escondido ante sí mismo durante años (Cf. Confesiones IX, II, 2).

Este proceso del catecumenado se intensificaba en la última cuaresma antes del momento del bautismo que se recibía siempre en el contexto de la Pascua, concretamente en la Vigilia Pascua. Esta última cuaresma se la llamaba tiempo de la purificación o iluminación y era un tiempo absolutamente único y especial.

Cada semana, marcada por el domingo, estaba ligada a un paso o gesto sumamente bello y expresivo: la elección o inscripción del nombre, los escrutinios o tiempos fuertes de discernimiento sobre la verdad de la propia vida ante la luz de la Palabra, los exorcismos, la entrega de la profesión de fe, del Padre Nuestro, las unciones, el rito del Effetá… En este momento toda la gestualidad y ritualidad eclesial expresa la gestación, la preparación para el nuevo nacimiento que encontrará en la noche de Pascua, la gran noche bautismal, su expresión definitiva. 

En la Pascua la memoria cuaresmal de la misericordia de Dios se transforma en memoria agradecida por la salvación ante la última y definitiva de las mirabilia Dei: la Resurrección de Cristo de entre los muertos. Esta gracia de la resurrección durante la Pascua no solo se proclama, se realiza en nosotros a través de los sacramentos que nos incorporan al Cuerpo glorioso de Cristo, Su vida entra en la nuestra. 

Se trata de un recorrido de transformación en Cristo, de modo que el camino de toda una vida cristiana, de años de seguimiento y conformación progresiva con Cristo, se nos entrega en la noche de Pascua, especialmente, durante la cincuenta pascual y, como prolongación de esta, en cada eucaristía cotidiana, que es prenda de lo que ya somos y de lo que estamos llamados a ser. 

En tu Luz vemos la luz

Como somos limitados, como necesitamos el tiempo para asumir, acoger, comprender esta claridad ofrecida del Misterio de Dios en Cristo, la Iglesia madre despliega la mistagogía.

El tiempo justamente posterior a la celebración del Triduo Pascual, la cincuentena pascual, tiene este sentido pedagógico de rumia para asimilar mejor y de profundización para tomar conciencia del don ya recibido. 

La vida cristiana de cada uno de nosotros puede entenderse como un prolongado tiempo de mistagogía hasta la entrada plena en el Misterio en la vida del Cielo.

Muchos de nosotros, bautizados en la infancia, necesitamos este tiempo para ir comprendiendo lo que celebramos, lo que creemos y, en definitiva, lo que somos. Vamos asimilando lo que hemos recibido como identidad por la fe y los sacramentos.

Es necesario, por tanto, desarrollar procesos mistagógicos como hacían los Padres del siglo IV con los neófitos que asistían por primera vez a las celebraciones sacramentales. Puesto que habían recibido en una sola noche, durante la Vigilia, los sacramentos de iniciación necesitaban después ahondar en lo vivido para, al conocerlo mejor, ir configurándose según esta nueva condición recibida a imagen de Cristo. 

Hay un modo nuevo de percibir la realidad como portadora del Misterio de Dios en el que vamos siendo introducidos por la acción litúrgica y la Pascua es el tiempo propicio para esto. En ella, la dimensión mistagógica está acentuada y potenciada porque es el tiempo de la plenitud, del cumplimiento donde todo vuelve a su realidad primera y última, a su referencialidad creada y a su verdad en Dios desvelada en Cristo Resucitado. 

Esta mistagogía litúrgica pascual tiene, especialmente, varias dimensiones o niveles: 

Mistagogía creacional

En la Pascua los signos litúrgicos nos conectan con la creación: el Fuego que purifica e ilumina desde dentro, la luz del cirio pascual y la cera pura elaborada por las abejas, el agua bautismal, el aceite del santo crisma, el viento del Espíritu, la vida que misteriosamente despierta del letargo invernal en la primavera y que irrumpe en el Templo a través de las decoraciones florales, el blanco y dorado de los tejidos… 

Estas dimensiones cósmicas de la liturgia requieren ser explicadas detenidamente. No son meros elementos decorativos. A través de ellas, la Iglesia expresa la dimensión creacional del acontecimiento de la resurrección, superando todo subjetivismo o reduccionismo emotivista de la fe.

Cristo resucitado ha colmado de luz la realidad desde dentro. Esto significa el velo del templo rasgado, el suelo rasgado por los terremotos y las lápidas corridas según nos transmiten los evangelistas al narrar el momento de la Muerte y Resurrección (cf. Mt 27,51-54.28,2).

El nudo de las relaciones vitales: con Dios, con nosotros mismos, con los demás y con la creación, ha sido desatado. Desde este momento, todo está transido de Dios y es portador de Dios, como si el misterio de María se cumpliera en cada criatura, todo se abre al Espíritu y el antagonismo carne-pneuma queda reconciliado, la vida de la gracia se alumbra a través de la carne de este mundo.

En la liturgia nada es opaco, ni está cerrado sobre sí, ni separado del resto. Todo está transfigurado, irradia claridad y vida. El pan y el vino se hacen totalmente dóciles a la Palabra de Dios y la acción del Espíritu.

Esto, que sucede en la liturgia, traspasa los muros del templo y, por la mirada sacramental del creyente transformado por la celebración en la que participa, toca su realidad cotidiana haciendo de ella un espacio y un tiempo sacramental.

Mistagogía histórico-salvífica

El cristiano, a lo largo de toda su vida, como si toda la historia de Israel se actualizara en su propia historia, es invitado a pasar de la esclavitud a la libertad, de la noche a la luz, del desierto a la tierra prometida, de la tristeza a la fiesta, del hambre al banquete de bodas, de la muerte a la vida, introducido con Cristo, en el último mar rojo de la vida, la muerte y la sepultura para resucitar con Él a una vida nueva, participando de su propia vida resucitada.

Para vivir esta experiencia es fundamental la familiaridad con la Historia Sagrada a través de la Palabra de Dios leída, proclamada, celebrada en la liturgia. La Vigilia Pascual es maestra de esta tarea mistagógica.  

Su recorrido a través del Antiguo Testamento por los libros históricos, proféticos y sapienciales expresan los miedos, los anhelos, los límites, la sed del corazón del hombre salvados constantemente por la mano poderosa de Dios.

Toda esta pedagogía de Dios con el pueblo encuentra en el Nuevo Testamento, con el acontecimiento Cristo y su Resurrección, su cumplimiento.

Hay que detenerse en las lecturas de cada celebración, iluminar su sentido en Cristo y existencialmente para el hombre de hoy, confiar en la fuerza performativa de la Palabra que encuentra en el marco sacramental su máxima expresión. Ella hace lo que dice. 

Mistagogía sacramental

La Pascua es, por excelencia, el tiempo de los sacramentos. La fuerza salvadora que brotaba del Cuerpo de Cristo ha pasado a su Iglesia y, gracias a su acción, toda la existencia del hombre ha quedado bendecida y salvada.

Los sacramentos nos conectan con Cristo resucitado, son la oportunidad del encuentro con su carne gloriosa. Así, vamos siendo incorporados a Él, principalmente, por la comunión eucarística que cumple la comunión inaugurada en el bautismo: Cristo en nosotros, nosotros en Él, con un sentido esponsal: unidos en una sola carne, la Carne ofrecida por Cristo para la vida del mundo.

Esta comunión nos alimenta, nos transforma y nos mueve a vivir todo lo humano desde esta dimensión de resurrección. En Pascua se celebran los sacramentos de iniciación y, como gracia que de ellos brota, es el momento propicio para la celebración también de los sacramentos de vocación: el matrimonio y el orden, así como la consagración de vírgenes.

Es el tiempo en el que lo humano con su misterio de crecimiento, amor, misión y límite puede desplegarse sin miedo, en una fecundidad cuyo fruto es la presencia del Reino, la santidad.

Que a lo largo de esta Pascua que iniciamos seamos capaces los ministros, religiosos, catequistas, responsables de pastoral de desplegar una acción mistagógica creativa en nuestras celebraciones, en las tareas catequéticas, en las homilías, para que realmente seamos transformados por aquello y en aquello que recibimos.

Esta es una tarea de conocimiento en el sentido judío de esta palabra: un saber que es comunión y amor, que abarca todas las dimensiones de la persona hasta tocar lo más profundo del ser, hasta mover el corazón, introducir en la intimidad, iluminar la existencia según Cristo. 

Esta es la acción propia del Espíritu Santo, el gran Mistagogo, por eso la Pascua, el tiempo de la mistagogía, es el tiempo del Espíritu, de hecho, su meta está en Pentecostés.

Vaticano

El Papa recuerda que la Resurrección de Cristo hace renacer la esperanza

Este sábado 30 de marzo a las 19:30 h el Papa Francisco presidió la celebración de la Vigilia Pascual, celebrada en la basílica de san Pedro del Vaticano.

Loreto Rios·30 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 4 minutos

A las 19:30 h del sábado 30 de marzo, el Papa ha presidido la Vigilia Pascual en la Basílica de San Pedro. La ceremonia, que ha durado casi dos horas y media, ha comenzado en el atrio de dicha basílica con la bendición del fuego y la preparación del cirio pascual.

Tras la procesión hacia el altar, con el cirio encendido, y el canto del Exultet, ha tenido lugar la Liturgia de la Palabra y la Liturgia Bautismal, durante la que el Papa Francisco ha administrado los sacramentos de iniciación cristiana a ocho catecúmenos.

La piedra sellada

En su homilía, que ha leído personalmente, el Papa ha señalado que “las mujeres van al sepulcro a la luz del amanecer, pero dentro de sí llevan aún la oscuridad de la noche”. Porque, “aunque van de camino, siguen paralizadas, su corazón se ha quedado a los pies de la cruz. Su vista está nublada por las lágrimas del Viernes Santo, se encuentran inmovilizadas por el dolor, encerradas en la sensación de que se ha terminado todo, y que el acontecimiento de Jesús ha sido ya sellado con una piedra. Y es precisamente la piedra la que está en el centro de sus pensamientos. Se preguntan: ‘¿Quién nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro?’ (Mc16,3). Cuando llegan al lugar, sin embargo, la fuerza sorprendente de la Pascua las impacta: ‘Al mirar -dice el texto-, vieron que la piedra había sido corrida; era una piedra muy grande’ (Mc16,4)”.

El Santo Padre se ha detenido a reflexionar sobre estos dos momentos, “quién nos correrá la piedra” y “al mirar, vieron que la piedra había sido corrida”.

El final de la historia

“Para empezar”, indica Francisco, “está la pregunta que abruma su corazón partido por el dolor: ¿quién nos correrá la piedra del sepulcro? Esa piedra representa el final de la historia de Jesús, sepultada en la oscuridad de la muerte. Él, la vida que vino al mundo, ha muerto; Él, que manifestó el amor misericordioso del Padre, no recibió misericordia; Él, que alivió a los pecadores del yugo de la condena, fue condenado a la cruz. El Príncipe de la paz, que liberó a una adúltera de la furia violenta de las piedras, yace en el sepulcro detrás de una gran piedra. Aquella roca, obstáculo infranqueable, era el símbolo de lo que las mujeres llevaban en el corazón, el final de su esperanza. Todo se había hecho pedazos contra esta losa, con el misterio oscuro de un trágico dolor que había impedido hacer realidad sus sueños”.

Como ha indicado el Papa, “esto nos puede suceder también a nosotros. A veces sentimos que una lápida ha sido colocada pesadamente en la entrada de nuestro corazón, sofocando la vida, apagando la confianza, encerrándonos en el sepulcro de los miedos y de las amarguras, bloqueando el camino hacia la alegría y la esperanza. Son ‘escollos de muerte’ y los encontramos, a lo largo del camino, en todas las experiencias y situaciones que nos roban el entusiasmo y la fuerza para seguir adelante; en los sufrimientos que nos asaltan y en la muerte de nuestros seres queridos, que dejan en nosotros vacíos imposibles de colmar; en los fracasos y en los miedos que nos impiden realizar el bien que deseamos; en todas las cerrazones que frenan nuestros impulsos de generosidad y no nos permiten abrirnos al amor; en los muros del egoísmo y de la indiferencia, que repelen el compromiso por construir ciudades y sociedades más justas y dignas para el hombre; en todos los anhelos de paz quebrantados por la crueldad del odio y la ferocidad de la guerra. Cuando experimentamos estas desilusiones, tenemos la sensación de que muchos sueños están destinados a hacerse añicos y también nosotros nos preguntamos angustiados: ¿quién nos correrá la piedra del sepulcro?”.

Esperanza sin fin

En este momento es cuando entra en juego la segunda parte del Evangelio: “al mirar, vieron que la piedra había sido corrida; era una piedra muy grande”. El Papa ha señalado que esto es “la Pascua de Cristo, la fuerza de Dios, la victoria de la vida sobre la muerte, el triunfo de la luz sobre las tinieblas, el renacimiento de la esperanza entre los escombros del fracaso. Es el Señor, Dios de lo imposible que, para siempre, hizo correr la piedra y comenzó a abrir nuestros sepulcros, para que la esperanza no tenga fin. Hacia Él, entonces, también nosotros debemos mirar”.

Miremos a Jesús

A continuación, el Pontífice ha invitado a “mirar a Jesús”: “Él, después de haber asumido nuestra humanidad, bajó a los abismos de la muerte y los atravesó con la potencia de su vida divina, abriendo una brecha infinita de luz para cada uno de nosotros. Resucitado por el Padre en su carne, que también es la nuestra con la fuerza del Espíritu Santo, abrió una página nueva para la humanidad. Desde aquel momento, si nos dejamos llevar de la mano por Jesús, ninguna experiencia de fracaso o de dolor, por más que nos hiera, puede tener la última palabra sobre el sentido y el destino de nuestra vida. Desde aquel momento, si nos dejamos aferrar por el Resucitado, ninguna derrota, ningún sufrimiento, ninguna muerte podrá detener nuestro camino hacia la plenitud de la vida”.

Renovar nuestro “sí”

El Santo Padre ha invitado a cada cristiano a renovar su “sí” a Jesús. De este modo, “ningún escollo podrá sofocar nuestro corazón, ninguna tumba podrá encerrar la alegría de vivir, ningún fracaso podrá llevarnos a la desesperación. Mirémoslo a Él y pidámosle que la potencia de su resurrección corra las rocas que oprimen nuestra alma. Mirémoslo a Él, el Resucitado, y caminemos con la certeza de que en el trasfondo oscuro de nuestras expectativas y de nuestra muerte está ya presente la vida eterna que Él vino a traer”.

Para finalizar, el Papa ha concluido pidiendo que cada uno permita que su “corazón estalle de júbilo en esta noche santa”, y ha cerrado su homilía citando a J. Y. Quellec: “Cantemos la resurrección de Jesús juntos: ‘Cantadlo, comarcas lejanas, ríos y llanuras, desiertos y montañas […] cantad al Señor de la vida que surge desde la tumba, más brillante que mil soles. Pueblos destruidos por el mal y golpeados por la injusticia, pueblos sin tierra, pueblos mártires, alejad en esta noche los cantores de la desesperación. El varón de dolores ya no está en prisión, ha abierto una brecha en el muro, se da prisa por llegar hasta nosotros. Que nazca de la oscuridad el grito inesperado: está vivo, ha resucitado. Y vosotros, hermanos y hermanas, pequeños y grandes […] vosotros en el esfuerzo de vivir, vosotros que os sentís indignos de cantar […] que una llama nueva atraviese vuestro corazón, que un frescor nuevo invada vuestra voz. Es la Pascua del Señor, es la fiesta de los vivientes’”.

Mundo

El Papa aprueba un nuevo estatuto para Santa María la Mayor

El Papa Francisco ha aprobado un nuevo estatuto y reglamento para el capítulo de Santa María la Mayor. Con esta medida, el Pontífice busca que los canónigos puedan dedicarse plenamente al acompañamiento espiritual y pastoral de los fieles.

Giovanni Tridente·30 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

Con un quirógrafo fechado el 19 de marzo de 2024, el Papa Francisco aprobó los nuevos estatutos y reglamentos para el Capítulo de la Basílica Papal de Santa María la Mayor de Roma. La medida pretende liberar a los canónigos de las obligaciones financieras y administrativas, permitiéndoles dedicarse plenamente al acompañamiento espiritual y pastoral de los fieles.

El Pontífice concedió a monseñor Rolandas Makrickas, arcipreste coadjutor de la basílica, la autoridad necesaria para la aplicación de la nueva normativa y el gobierno del Capítulo, conservando temporalmente también la representación legal y los poderes administrativos.

Después de todo, al obispo Makrickas se le había confiado la tarea de Comisario Extraordinario del Capítulo, incluida la gestión financiera, desde el 15 de diciembre de 2021. Los frutos de ese encargo han desembocado ahora en esta decisión final del Papa Francisco.

En otro rescripto, el Papa también estableció que los canónigos y coadjutores del Capítulo que hayan alcanzado o alcancen la edad de 80 años asumirán el estatus de «honorarios», conservando ciertos beneficios como la vivienda, la toga y la asignación capitular. Podrán continuar su servicio litúrgico-pastoral voluntario y tener acceso al cementerio canónico. La misma disposición se aplica a quienes lleven tiempo sin participar en las celebraciones y sesiones capitulares, independientemente de su edad.

Esta medida marca un giro en la vida del prestigioso Capítulo de Santa María la Mayor, custodio de importantes reliquias -entre ellas la centenaria efigie de la “Salus Populi Romani”, de la que el Papa Francisco es muy devoto-, conforme a los principios de la constitución apostólica “Praedicate Evangelium”.

El nuevo estatuto

El documento relativo al estatuto del capítulo y de los Canónigos de la Basílica Papal de Santa María la Mayor, aprobado por el Pontífice, define la estructura y las funciones del capítulo y de los canónigos, subrayando, como se ha dicho, la importancia de las actividades litúrgicas y pastorales.

Trata diversos aspectos, como la composición del capítulo, las funciones del cardenal arcipreste y de los canónigos, los nombramientos por parte del Romano Pontífice, las vacaciones y los ejercicios espirituales, la celebración de la Misa y las actividades pastorales. Además, se especifican disposiciones relativas al cese del oficio de los canónigos, la celebración de misas exequiales por los canónigos difuntos, la gestión de los bienes muebles e inmuebles del capítulo, el nombramiento y las funciones de la Junta de Auditores, así como disposiciones finales relativas a la interpretación del presente estatuto y al tribunal competente en materia contractual y económica.

Por último, quedan derogadas todas las normas legales, reglamentarias y consuetudinarias hasta ahora vigentes.

El Reglamento

El Reglamento contiene los detalles de las normas y procedimientos que regulan el papel de los canónigos dentro de la Basílica. Entre las disposiciones, hay información relativa a la asignación de alojamientos, responsabilidades financieras, sesiones capitulares, deberes espirituales y litúrgicos, así como la forma de renunciar al cargo de canónigo.

Las normas también establecen las reglas de participación en las funciones litúrgicas, los procedimientos de votación durante las sesiones capitulares y las responsabilidades de los oficiales y el secretario. Se prevé la revocación de la acomodación en caso de delincuencia y el tratamiento de las situaciones de incoherencia en la conducta de los canónigos.

Un poco de historia

El Capítulo de la Basílica de Santa María la Mayor adopta la forma de un Colegio Sacerdotal bajo la dirección de un cardenal arcipreste, también conocido como Capítulo Liberiano.

Su existencia se atestigua por primera vez en el siglo XII y los primeros códices del Capítulo datan del siglo XIII con fechas de 1262, 1266 y 1271. Documentos del siglo XIV atestiguan ya los primeros esfuerzos por establecer reglas fijas para el funcionamiento del Capítulo, aprobadas por los Pontífices de la época.

El autorGiovanni Tridente

Evangelización

Juan Manuel Cotelo: «Antes de dar el paso de perdonar, parece imposible»

Juan Manuel Cotelo se adentró en historias reales de atentados terroristas, infidelidades o masacres que encuentran el perdón en "El mayor regalo".

Maria José Atienza·30 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

“Nos jugamos la verdad de nuestra fe en los actos concretos de amor”, señala el cineasta Juan Manuel Cotelo en esta entrevista. Cotelo, que ahora se encuentra embarcado en el proyecto de Hagan Lío, dirigió en 2019, una película – documental que no ha perdido ni una pizca de actualidad: El mayor regalo.

En ella se asoma a historias reales de perdón, pero de perdón duro, impactante, casi descarnado. Historias que hacen cuestionarse a uno mismo si, realmente, estaríamos dispuestos a perdonar, porque, en el fondo, hemos puesto límites al perdón y eso mismo, lo ha matado de raíz.

El perdón es como el amor, cambia de sentido al ponerle apellidos. Este es el eje alrededor del que gira esta obra de Cotelo de la que hablamos para ponerle cara e historia al perdón.

Más allá del guión. ¿Cómo se aborda el perdón en la vida?

—En la vida real, no existe nadie que disfrute al pedir perdón o al perdonar. Porque el perdón siempre surge de una herida que hemos causado, o nos han causado.

Sin embargo, aunque nos cueste, todos tenemos la experiencia de que nos hace bien pedir perdón y perdonar. Es lo único que cierra nuestras heridas, aunque queden las cicatrices.

Para dar ese paso, no es aconsejable fiarse de los propios sentimientos, ni de las propias fuerzas. Porque lo normal es que el sentimiento vaya en dirección contraria al perdón y las fuerzas nos digan que no podemos dar el paso.

Por ello hemos de dejarnos ayudar, por personas buenas en la tierra y por la ayuda espiritual del Cielo. Un saltador de altura con sus propias fuerzas logra superar una altura muy pequeña, pero con una pértiga, sube mucho más. Esa es la ayuda que necesitamos y que, si la pedimos al Cielo, nunca nos falta.

Cotelo en un clip de la película «El mayor regalo»

En El mayor regalo, Tim destaca que «el perdón es el más difícil y digno acto del hombre«. ¿Somos más humanos cuando perdonamos? ¿No es más natural la venganza?

—Somos humanos cuando amamos y cuando odiamos. Somos humanos en toda circunstancia. Y lo que todos podemos experimentar de forma natural es que el rencor nos sienta mal, fatal… y que el perdón nos sienta fenomenal.

Pero, para experimentarlo, hemos de dar el paso. Antes de darlo, parece imposible. Después, vemos que no era para tanto. Todo lo que nos acerca al amor nos dignifica, nos eleva. Y todo lo que nos deja atados al rencor, nos hunde. No en teoría, sino en la práctica.

¿Necesitamos a Dios para entender y abrazar de manera completa el perdón?

—No creo que podamos hacer algo «sólo en el plano humano», como si hubiera actividades divinas y otras que no lo son. Todo lo que hacemos, empezando por el hecho de estar vivos, es un acto divino. No hay ninguna opción de separar lo humano de lo divino, salvo artificialmente.

La realidad es que necesitamos a Dios para respirar y, por supuesto, para amar. Cuando los latidos de nuestro corazón se separan de los latidos del amor de Dios, sufrimos. Cuando nuestras ideas se separan de los pensamientos de Dios, sufrimos.

Cuando nuestros actos se separan de la voluntad de Dios, sufrimos. La distinción entre lo humano y lo divino es de salón, es puramente teórica. San Pablo lo expresa de maravilla: «En Él vivimos, nos movemos y existimos». Por eso, indudablemente necesitamos a Dios para perdonar, tanto como las piernas para montar en bicicleta. No daríamos una sola pedalada sin Dios.

El cristianismo es la religión del perdón. ¿Por qué muchas veces se olvida incluso entre los propios cristianos?

—Porque el examen sobre nuestra vida de fe no es teórico, siempre es práctico. De nuevo cito a San Pablo: «Hago el mal que no quiero hacer, y el bien que quiero hacer, no lo hago». Solución: la plena confianza en el poder de la gracia, en la ayuda de Dios.

Quien crea que basta con la buena intención y con una buena formación doctrinal, se equivoca y el descubrimiento de sus limitaciones le resultará traumático. Lo dice Jesús claramente: «Sin Mí, no podéis hacer nada».

Los doctores de la ley a quienes Jesús llamó hipócritas no tenían problemas religiosos teóricos. ¡Eran doctores! A cualquiera de nosotros podría pasarnos lo mismo, si nos conformarnos con saber la teoría o incluso si la predicamos. Nos jugamos la verdad de nuestra fe en los actos concretos de amor. Así lo pedimos en el Padrenuestro: «Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden”. 

Vaticano

El Viernes Santo del Papa: Celebración de la Pasión del Señor y Via Crucis desde Santa Marta

Tras la celebración de la Pasión del Señor, en la que la predicación ha estado a cargo del Cardenal Raniero Cantalamessa, O.F.M. Cap., el Papa Francisco ha seguido el Via Crucis de este año desde Santa Marta, para evitar ulteriores problemas de salud.

Maria José Atienza·29 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

El Papa ha vivido presencialmente, sólo la mitad de las celebraciones propias del Viernes Santo. El pontífice ha presidido la celebración de la Pasión del Señor en la basílica de San Pedro pero minutos antes del inicio del rezo del Via Crucis en el coliseo, la Oficina de prensa de la Santa Sede anunciaba que el Papa seguiría la oración desde su casa de Santa Marta. Este año, las meditaciones del Via Crucis han sido escritas por el propio Papa.  

Un Via Crucis del Papa sin el Papa

«En oración con Jesús en el Vía Crucis», así ha titulado Francisco estas meditaciones que han acompañado el rezo de las 14 estaciones del Via Crucis, al que Francisco, por motivos de salud, no ha podido asistir. El texto se enraiza, de manera directa, con la celebración del Año de la Oración que vive la Iglesia católica en preparación al Jubileo de 2025.

Laicos, jóvenes, religiosas y sacerdotes han sido los portadores de la cruz, junto a los que los centenares de asistentes han rezado este Via Crucis, recorriendo el interior del que fuera uno de los lugares de martirio de los cristianos de la primera hora.

Las meditaciones del Papa han comenzado lanzando una súplica de perdón a Jesús, por nuestra falta de dedicación a la oración que lleva a una superficialidad de vida: «me doy cuenta de que apenas te conozco porque conozco poco tu silencio, porque en el frenesí de las prisas y del hacer, absorbido por las cosas, atrapado por el miedo de no mantenerme a flote o por el afán de querer ponerme siempre en el centro, no encuentro tiempo para detenerme y quedarme contigo».

Asimismo, Francisco ha querido poner el foro en el egoísmo y el encerrarse sobre uno mismo, tan propios de la sociedad actual, que en lugar de ir a Dios «me encierro en mí mismo, rumiando mentalmente, escarbando en el pasado, quejándome, hundiéndome en el victimismo, paladín de negatividad».

La figura de la Virgen y su presencia dolorosa y maternal en la Pasión de Cristo ha llevado al Papa a recordar que «La mirada de la propia madre es la mirada de la memoria, que nos cimienta en el bien. No podemos prescindir de una madre que nos dé a luz, pero tampoco de una madre que nos encarrile en el mundo» y a poner la mirada en las mujeres, tantas veces maltratadas en este mundo.

Francisco ha querido poner el foco también en las debilidades propias de nuestra vida que hemos de convertir en oportunidades de conversión como Cirineo al que la debilidad de Jesús «cambió su vida y un día se daría cuenta de que había ayudado a su Salvador, de que había sido redimido por medio de esa cruz que cargó»; unas caídas que, vividas al lado del Señor «la esperanza nunca se acaba, y después de cada caída nos volvemos a levantar, porque cuando me equivoco no te cansas de mí, sino que te acercas más a mí».

Este Via Crucis 2024, el duodécimo que se celebra bajo el pontificado del Papa Francisco está marcado por la celebración del año dedicado a la oración en la Iglesia. Por ello, han sido continuas las referencias a la oración cristiana. El Papa ha pedido «Jesús, que yo no rece sólo por mí y por mis seres queridos, sino también por los que no me quieren y me hacen daño; que yo rece según los deseos de tu corazón, por los que están lejos de ti; reparando e intercediendo en favor de los que, ignorándote, no conocen la alegría de amarte y de ser perdonados por ti». y ha insistido en el «poder inaudito el de la oración» y la necesidad de perseverar en ella.

Celebración de la muerte del Señor

Previamente, el Papa había presidido la celebración de la Pasión del Señor en la basílica de San Pedro. El Cardenal Raniero Cantalamessa, O.F.M. Cap., predicador de la casa pontificia ha sido el encargado de hacer la homilía de esta celebración a la que han asistido más de 4000 fieles, junto a decenas de sacerdotes, obispos y consagrados.

Cantalamessa ha querido poner el acento en el «Yo soy» de Cristo que pone de manifiesto que «Jesús no vino a mejorar y perfeccionar la idea que los hombres tienen de Dios, sino, en cierto sentido, a invertirla y revelar el verdadero rostro de Dios».

El predicador de la casa pontificia ha destacado además cómo Dios se «para» ante la libertad del hombre: «Frente a las criaturas humanas, Dios se encuentra desprovisto de toda capacidad, no sólo coercitiva, sino también defensiva. No puede intervenir con autoridad para imponerse a ellas».

El triunfo de Cristo, ha continuado Cantalamessa, «se produce en el misterio, sin testigos. Jesús se aparece sólo a unos pocos discípulos, fuera de los focos. nos dicen que, después de haber sufrido, no debemos esperar un triunfo exterior y visible, como la gloria terrena. El triunfo se da en lo invisible y es de un orden infinitamente superior porque es eterno».

El Papa, visiblemente cansado, ha continuado la celebración de este Viernes Santo con la adoración de la Cruz y la comunión. Una liturgia marcada por el silencio y el recogimiento.

Vaticano

El Vía Crucis preparado por el Papa para el Viernes Santo 2024

Textos de las meditaciones "En oración con Jesús en el Vía Crucis" escritas por el Santo Padre Francisco, para el Via Crucis del Coliseo.

Maria José Atienza·29 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 21 minutos

La Oficina de prensa de la Santa Sede ha publicado los textos que, en la tarde del Viernes Santo, acompañarán el rezo del Via Crucis que se celebrará en el Coliseo de Roma a partir de las 9 de la noche aproximadamente.

Estos textos ha sido preparados por el Papa Francisco y se centran, especialmente, en una contemplación orante de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor.

A continuación, ofrecemos la traducción española de estos textos:

Vía Crucis 2024 «En oración con Jesús en el Vía Crucis» escritas por el Santo Padre Francisco

Señor Jesús, al mirar tu cruz comprendemos tu entrega total por nosotros. Te consagramos y ofrecemos este tiempo. Queremos pasarlo junto a ti, que rezaste desde el Getsemaní hasta el Calvario. En el Año de la oración nos unimos a tu camino orante.

Del Evangelio según san Marcos (14,32-37)

Llegaron a una propiedad llamada Getsemaní […]. Después llevó con él a Pedro, Santiago y Juan, y comenzó a sentir temor y a angustiarse. Entonces les dijo “[…] Quédense aquí velando”. Y adelantándose un poco, se postró en tierra y decía: “Abba –Padre– todo te es posible: aleja de mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya”. Después volvió y encontró a sus discípulos dormidos. Y Jesús dijo a Pedro: “[…] ¿No has podido quedarte despierto ni siquiera una hora?”.

Señor, tú preparabas con la oración cada una de tus jornadas, y ahora en Getsemaní preparas la Pascua. Y orabas diciendo Abba –Padre– todo te es posible, porque la oración es ante todo diálogo e intimidad, pero es también lucha y petición: ¡aleja de mí este cáliz! Así mismo, es entrega confiada y don: Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya. Así, orante, entraste por la puerta estrecha de nuestro dolor y la atravesaste hasta el final. Tuviste «temor y angustia» (Mc 14,33): temor frente a la muerte, angustia bajo el peso de nuestros pecados, que cargaste sobre ti, mientras te invadía una amargura infinita. Sin embargo, en lo más duro de la lucha oraste «más intensamente» (Lc 22,44). De esta manera, transformaste la violencia del dolor en ofrenda de amor.

Nos pides una sola cosa: quedarnos contigo y velar. No nos pides lo imposible, sino que permanezcamos cerca de ti. Y, sin embargo, ¡cuántas veces me he alejado de ti! Cuántas veces, como los discípulos, en lugar de velar, me dormí, cuántas veces no tuve tiempo o ganas de rezar, porque estaba cansado, anestesiado por la comodidad o con el alma adormecida. Jesús, vuelve a repetirme a mí, vuelve a repetirnos a nosotros, que somos tu Iglesia: «Levántense y oren» (Lc 22,46). Despiértanos, Señor, sacude el letargo de nuestros corazones, porque también hoy, sobre todo hoy, necesitas nuestra oración.

1. Jesús es condenado a muerte

El Sumo Sacerdote, poniéndose de pie ante la asamblea, interrogó a Jesús: «¿No respondes nada a lo que estos atestiguan contra ti?». El permanecía en silencio y no respondía nada. […] Pilato lo interrogó nuevamente: «¿No respondes nada? ¡Mira de todo lo que te acusan!». Pero Jesús ya no respondió a nada más, y esto dejó muy admirado a Pilato (Mc 14,60-61;15,4-5).

Jesús, tú eres la vida, pero te condenan a muerte; eres la verdad y sin embargo eres víctima de un falso proceso. Pero, ¿por qué no te rebelas? ¿Por qué no levantas la voz y explicas cuáles son tus propias razones? ¿Por qué no rebates a los sabios y a los poderosos como siempre lo has hecho? Jesús, tu actitud desconcierta; en el momento decisivo no hablas, sino callas. Porque cuanto más fuerte es el mal, más radical es tu respuesta. Y tu respuesta es el silencio. Pero tu silencio es fecundo: es oración, es mansedumbre, es perdón, es la vía para redimir el mal, para convertir tus sufrimientos en un don que nos ofreces. Jesús, me doy cuenta de que apenas te conozco porque conozco poco tu silencio, porque en el frenesí de las prisas y del hacer, absorbido por las cosas, atrapado por el miedo de no mantenerme a flote o por el afán de querer ponerme siempre en el centro, no encuentro tiempo para detenerme y quedarme contigo; para permitirte a ti, Palabra del Padre, obrar en silencio. Jesús, tu silencio me estremece, me enseña que la oración no nace de los labios que se mueven, sino de un corazón que sabe escuchar. Porque rezar es hacerse dócil a tu Palabra, es adorar tu presencia.

Oremos diciendo: Háblame al corazón, Jesús

Tú que respondes al mal con el bien

Háblame al corazón, Jesús

Tú que apagas los gritos con la mansedumbre

Háblame al corazón, Jesús

Tú que detestas la murmuración y los reproches

Háblame al corazón, Jesús

Tú que me conoces íntimamente

Háblame al corazón, Jesús

Tú que me amas más de cuanto yo pueda amarme

Háblame al corazón, Jesús

2. Jesús carga la cruz

Él llevó sobre la cruz nuestros pecados,

cargándolos en su cuerpo,

a fin de que, muertos al pecado, vivamos para la justicia.

Gracias a sus llagas, ustedes fueron curados (1 P 2,24).

Jesús, nosotros también cargamos nuestras cruces, a veces muy pesadas: una enfermedad, un accidente, la muerte de un ser querido, una decepción amorosa, un hijo que se perdió, la falta de trabajo, una herida interior que no cicatriza, el fracaso de un proyecto, una esperanza más que se malogra… Jesús, ¿cómo rezar ahí? ¿Cómo hacerlo cuando me siento aplastado por la vida, cuando un peso oprime mi corazón, cuando estoy bajo presión y ya no tengo fuerzas para reaccionar? Tu respuesta se encuentra en una invitación: «Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré» (Mt 11,28). Ir a ti; yo, en cambio, me encierro en mí mismo, rumiando mentalmente, escarbando en el pasado, quejándome, hundiéndome en el victimismo, paladín de negatividad. Vengan a mí; no te ha parecido suficiente decírnoslo, sino que has venido a nosotros para tomar nuestra cruz sobre tus hombros, y quitarnos su peso. Esto es lo que deseas: que descarguemos en ti nuestros cansancios y sinsabores, porque quieres que en ti nos sintamos libres y amados. Gracias, Jesús. Uno mi cruz a la tuya, te traigo mi fatiga y mis miserias, pongo en ti todo el agobio que tengo en mi corazón.

Oremos diciendo: Acudo a ti, Señor

Con mi historia personal

Acudo a ti, Señor

Con mis cansancios

Acudo a ti, Señor

Con mis límites y mis fragilidades

Acudo a ti, Señor

Con mis miedos

Acudo a ti, Señor

Confiando sólo en tu amor

Acudo a ti, Señor

3. Jesús cae por primera vez

Les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto (Jn 12,24).

Jesús, has caído. ¿En qué piensas?, ¿cómo rezas postrado rostro en tierra? Pero, sobre todo, ¿qué es lo que te da fuerzas para volver a levantarte? Mientras estás boca abajo en el suelo y ya no puedes ver el cielo, te imagino repitiendo en tu corazón: Padre, que estás en los cielos. La mirada amorosa del Padre posada en ti es tu fuerza. Pero imagino también que, mientras besas la tierra árida y fría, piensas en el hombre, sacado de la tierra, piensas en nosotros, que estamos en el centro de tu corazón; y que repites las palabras de tu testamento: «Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes» (Lc 22,19). El amor del Padre por ti y el tuyo por nosotros: el amor, ese es el estímulo que te hace levantarte y seguir adelante. Porque el que ama no se queda derrumbado, sino que vuelve a empezar; el que ama no se cansa, sino que corre; el que ama vuela. Jesús mío, siempre te pido muchas cosas, pero necesito sólo una: saber amar. Caeré en la vida, pero con amor podré volver a levantarme y seguir adelante, como hiciste tú, que tienes experiencia en las caídas. Tu vida, en efecto, ha sido una caída continua hacia nosotros: de Dios a hombre, de hombre a siervo, de siervo a crucificado, hasta el sepulcro; caíste en la tierra como semilla que muere, caíste para levantarnos de la tierra y llevarnos al cielo. Tú que levantas del polvo y reavivas la esperanza, dame la fuerza para amar y volver a empezar.

Oremos diciendo: Jesús, dame la fuerza para amar y volver a empezar

Cuando prevalece la desilusión

Jesús, dame la fuerza para amar y volver a empezar

Cuando el juicio de los demás se abate sobre mí

Jesús, dame la fuerza para amar y volver a empezar

Cuando las cosas no van bien y me vuelvo intolerante

Jesús, dame la fuerza para amar y volver a empezar

Cuando siento que ya no puedo más

Jesús, dame la fuerza para amar y volver a empezar

Cuando me oprime el pensamiento de que nada cambiará

Jesús, dame la fuerza para amar y volver a empezar

4. Jesús encuentra a su madre

Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús […] dijo al discípulo: «Aquí tienes a tu madre». Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa (Jn 19,26-27).

Jesús, los tuyos te han abandonado; Judas te ha traicionado, Pedro te ha negado. Te has quedado solo con la cruz, pero ahí está tu madre. No hacen falta palabras, son suficientes sus ojos que saben mirar de frente al sufrimiento y asumirlo. Jesús, en la mirada de María, llena de lágrimas y de luz, encuentras el grato recuerdo de su ternura, de sus caricias, de sus brazos amorosos que siempre te han acogido y sostenido. La mirada de la propia madre es la mirada de la memoria, que nos cimienta en el bien. No podemos prescindir de una madre que nos dé a luz, pero tampoco de una madre que nos encarrile en el mundo. Tú lo sabes y desde la cruz nos entregas a tu propia madre. Aquí tienes a tu madre, dices al discípulo, a cada uno de nosotros.

Después de la Eucaristía, nos das a María, tu último don antes de morir. Jesús, tu camino fue consolado por el recuerdo de su amor; también mi camino necesita cimentarse en la memoria del bien. Sin embargo, me doy cuenta de que mi oración es pobre en memoria: es rápida, apresurada; con una lista de necesidades para hoy y mañana. María, detén mi carrera, ayúdame a hacer memoria: a custodiar la gracia, a recordar el perdón y las maravillas de Dios, a reavivar el primer amor, a saborear de nuevo las maravillas de la providencia, a llorar de gratitud.

Oremos diciendo: Reaviva en mí, Señor, el recuerdo de tu amor

Cuando vuelven a aparecer las heridas del pasado

Reaviva en mí, Señor, el recuerdo de tu amor

Cuando pierdo el sentido y el rumbo de las cosas

Reaviva en mí, Señor, el recuerdo de tu amor

Cuando pierdo de vista los dones que he recibido

Reaviva en mí, Señor, el recuerdo de tu amor

Cuando pierdo de vista el don de mi propio ser

Reaviva en mí, Señor, el recuerdo de tu amor

Cuando me olvido de agradecerte

Reaviva en mí, Señor, el recuerdo de tu amor

5. Jesús es ayudado por el Cirineo

Cuando [los soldados] lo llevaban, detuvieron a un tal Simón de Cirene, que volvía del campo, y lo cargaron con la cruz, para que la llevara detrás de Jesús (Lc 23,26).

Jesús, cuántas veces, frente a los retos de la vida, presumimos de lograr hacer todo sólo con nuestras propias fuerzas. ¡Qué difícil nos resulta pedir ayuda, ya sea por miedo a dar la impresión de que no estamos a la altura de las circunstancias, o porque siempre nos preocupamos por quedar bien y lucirnos! No es fácil confiar, y menos aún abandonarse. En cambio, quien reza es porque está necesitado, y tú, Jesús, estás acostumbrado a abandonarte en la oración. Por eso no desdeñas la ayuda del Cirineo. Le muestras tus fragilidades a un hombre sencillo, a un campesino que vuelve del campo. Gracias porque, al dejarte ayudar en tu necesidad, borras la imagen de un dios invulnerable y lejano. Tú no te muestras imbatible en el poder, sino invencible en el amor, y nos enseñas que amar significa socorrer a los demás precisamente allí, en las debilidades de las que se avergüenzan. De este modo, las fragilidades se transforman en oportunidades. Fue lo que le sucedió a Cirineo: tu debilidad cambió su vida y un día se daría cuenta de que había ayudado a su Salvador, de que había sido redimido por medio de esa cruz que cargó. Para que mi vida también cambie, te ruego, Jesús: ayúdame a bajar mis defensas y a dejarme amar por ti; justo ahí, donde más me avergüenzo de mí mismo.

Oremos diciendo: Sáname, Jesús

De toda presunción de autosuficiencia

Sáname, Jesús

De creer que puedo prescindir de ti y de los demás

Sáname, Jesús

Del afán de perfeccionismo

Sáname, Jesús

De la reticencia a entregarte mis miserias

Sáname, Jesús

De la prisa mostrada ante los necesitados que encuentro en mi camino

Sáname, Jesús

6. Jesús recibe el consuelo de la Verónica que le enjuga el rostro

Bendito sea Dios […] Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo, que nos reconforta en todas nuestras tribulaciones, para que nosotros podamos dar a los que sufren el mismo consuelo […]. Porque así como participamos abundantemente de los sufrimientos de Cristo, también por medio de Cristo abunda nuestro consuelo (2 Co 1,3-5).

Jesús, son tantos los que asisten al bárbaro espectáculo de tu ejecución y, sin conocerte y sin saber la verdad, emiten juicios y condenas, arrojando sobre ti infamia y desprecio. Sucede también hoy, Señor, y ni siquiera es necesario un cortejo macabro; basta un teclado para insultar y publicar condenas. Pero mientras tantos gritan y juzgan, una mujer se abre paso entre la multitud. No habla, actúa. No protesta, se compadece. Va contra la corriente, sola, con la valentía de la compasión; se arriesga por amor, encuentra la manera de pasar entre los soldados sólo para brindarte el consuelo de una caricia en el rostro. Su gesto pasará a la historia y como un gesto de consuelo. ¡Cuántas veces habré invocado tu consuelo, Jesús! Y ahora la Verónica me recuerda que tú también lo necesitas. Tú, Dios cercano, pides mi cercanía; tú, consolador mío, quieres ser consolado por mí. Amor no amado, buscas aún hoy entre la multitud corazones sensibles a tu sufrimiento, a tu dolor. Buscas verdaderos adoradores, que en espíritu y en verdad (cf. Jn 4,23) permanezcan contigo (cf. Jn 15), Amor abandonado. Jesús, enciende en mí el deseo de estar contigo, de adorarte y consolarte. Y haz que yo, en tu nombre, sea consuelo para los demás.

Oremos diciendo: Hazme testigo de tu consuelo

Dios de misericordia, que te haces cercano a quien tiene el corazón herido

Hazme testigo de tu consuelo

Dios de ternura, que te conmueves por nosotros

Hazme testigo de tu consuelo

Dios de compasión, que detestas la indiferencia

Hazme testigo de tu consuelo

Tú, que te entristeces cuando señalo con el dedo a los demás

Hazme testigo de tu consuelo

Tú, que no has venido a condenar sino a salvar

Hazme testigo de tu consuelo

7. Jesús cae por segunda vez bajo el peso de la cruz

[El hijo menor] recapacitó y dijo: Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: «Padre, pequé» […]. Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente, corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó. El joven le dijo: «Padre, pequé […]; no merezco ser llamado hijo tuyo». Pero el padre dijo: […] «mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado» (Lc 15,17-18.20-22.24).

Jesús, la cruz pesa mucho; lleva en sí el peso de la derrota, del fracaso, de la humillación. Lo comprendo cuando me siento aplastado por las cosas, acosado por la vida e incomprendido por los demás; cuando siento el peso excesivo y exasperante de la responsabilidad y del trabajo, cuando me siento oprimido en las garras de la ansiedad, asaltado por la melancolía, mientras un pensamiento asfixiante me repite: no saldrás adelante, esta vez no te levantarás. Pero las cosas empeoran aún más. Me doy cuenta de que toco fondo cuando vuelvo a caer, cuando recaigo en mis errores, en mis pecados, cuando me escandalizo de los demás y luego me doy cuenta de que yo no soy distinto de ellos. No hay nada peor que sentirse decepcionado de sí mismo, aplastado por los sentimientos de culpa. Pero tú, Jesús, caíste muchas veces bajo el peso de la cruz para estar a mi lado cuando yo caigo. Contigo la esperanza nunca se acaba, y después de cada caída nos volvemos a levantar, porque cuando me equivoco no te cansas de mí, sino que te acercas más a mí. Gracias porque me esperas; gracias, pues, aunque caiga muchas veces me perdonas siempre, siempre. Recuérdame que las caídas se pueden convertir en momentos cruciales del camino, porque me llevan a comprender que lo único que importa es que te necesito. Jesús, imprime en mi corazón la certeza más importante: que vuelvo a levantarme de verdad sólo cuando me levantas tú, cuando me liberas del pecado. Porque la vida no vuelve a empezar con mis palabras, sino con tu perdón.

Oremos diciendo: Levántame, Jesús

Cuando, paralizado por la desconfianza, siento tristeza y desesperación

Levántame, Jesús

Cuando veo mi incapacidad y me siento inútil

Levántame, Jesús

Cuando prevalecen la vergüenza y el miedo al fracaso

Levántame, Jesús

Cuando tengo la tentación de perder la esperanza

Levántame, Jesús

Cuando olvido que mi fortaleza está en tu perdón

Levántame, Jesús

8. Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén

Lo seguían muchos del pueblo y un buen número de mujeres, que se golpeaban el pecho y se lamentaban por él (Lc 23,27).

Jesús, ¿quién te acompaña hasta el final en tu camino de la cruz? No son los poderosos, que te esperan en el Calvario, ni los espectadores que se quedan lejos, sino la gente sencilla, grande a tus ojos, pero pequeña a los del mundo. Son esas mujeres, a las que has dado esperanza; que no tienen voz, pero se hacen oír. Ayúdanos a reconocer la grandeza de las mujeres, las que en Pascua te fueron fieles y no te abandonaron, las que aún hoy siguen siendo descartadas, sufriendo ultrajes y violencia. Jesús, las mujeres que encuentras se golpean el pecho y se lamentan por ti. No lloran por ellas, sino que lloran por ti, lloran por el mal y el pecado del mundo. Su oración hecha de lágrimas llega a tu corazón. ¿Acaso mi oración sabe llorar? ¿Me conmuevo ante ti, crucificado por mí, ante tu amor bondadoso y herido? ¿Lloro por mis falsedades y mi inconstancia? Ante las tragedias del mundo, ¿mi corazón permanece frío o se conmueve? ¿Cómo reacciono ante la locura de la guerra, ante los rostros de los niños que ya no saben sonreír, ante sus madres que los ven desnutridos y hambrientos sin tener siquiera más lágrimas que derramar? Tú, Jesús, has llorado por Jerusalén, has llorado por la dureza de nuestros corazones. Sacúdeme por dentro, dame la gracia de llorar rezando y de rezar llorando.

Oremos diciendo: Jesús, ablanda mi corazón endurecido

Tú que conoces los secretos del corazón

Jesús, ablanda mi corazón endurecido

Tú que te entristeces ante la dureza de los ánimos

Jesús, ablanda mi corazón endurecido

Tú que amas los corazones contritos y humillados

Jesús, ablanda mi corazón endurecido

Tú que enjugaste con el perdón las lágrimas de Pedro

Jesús, ablanda mi corazón endurecido

Tú que transformas el llanto en canto

Jesús, ablanda mi corazón endurecido

9. Jesús es despojado de sus vestiduras

«Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?» […]. Les responderá: «Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo» (Mt 25,37-40).

Jesús, estas son las palabras que dijiste antes de la Pasión. Ahora comprendo esa insistencia tuya en identificarte con los necesitados: tú, encarcelado; tú, extranjero, conducido fuera de la ciudad para ser crucificado; tú, desnudo, despojado de tus vestidos; tú, enfermo y herido; tú, sediento en la cruz y hambriento de amor. Concédeme que pueda verte en los que sufren y que a los que sufren los pueda ver en ti, porque tú estás ahí, en quien está despojado de dignidad, en los cristos humillados por la prepotencia y la injusticia, por las ganancias injustas obtenidas a costa de los demás y ante la indiferencia general. Te miro, Jesús, despojado de tus vestiduras, y comprendo que me invitas a despojarme de tantas exterioridades vacías. Porque tú no miras las apariencias, sino el corazón. Y no quieres una oración estéril, sino fecunda en caridad. Dios despojado, ponme al descubierto también a mí. Porque es fácil hablar, pero luego, ¿te amo yo de verdad en los pobres, en tu carne herida? ¿Rezo por los que han sido despojados de dignidad? ¿O rezo sólo para cubrir mis propias necesidades y revestirme de seguridad? Jesús, tu verdad me deja al descubierto y me lleva a ocuparme de lo que importa: tú crucificado, y los hermanos crucificados. Concédeme que lo comprenda ahora, para que no me encuentre falto de amor cuando deba presentarme ante ti.

Oremos diciendo: Despójame, Señor Jesús

Del apego a las apariencias

Despójame, Señor Jesús

De la armadura de la indiferencia

Despójame, Señor Jesús

Del creer que yo no tenga que socorrer a los demás

Despójame, Señor Jesús

De un culto hecho de convencionalismo y exterioridad

Despójame, Señor Jesús

De la convicción de que en la vida todo está biensi yo estoy bien

Despójame, Señor Jesús

10. Jesús es clavado en la cruz

Cuando llegaron al lugar llamado «del Cráneo», lo crucificaron junto con los malhechores, uno a su derecha y el otro a su izquierda. Jesús decía: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lc 23,33-34).

Jesús, te perforan las manos y los pies con clavos, lacerando tu carne, y justo ahora, mientras el dolor físico se hace más insoportable, brota de tus labios la oración imposible, perdonas al que te está hundiendo los clavos en las muñecas. Y no sólo una vez, sino muchas veces, como recuerda el Evangelio, con ese verbo que indica una acción repetida, decías «Padre, perdona». Por eso, contigo, Jesús, también yo puedo encontrar el valor de elegir el perdón que libera el corazón y relanza la vida. Señor, no te basta con perdonarnos, sino también nos justificas ante el Padre: no saben lo que hacen. Toma nuestra defensa, hazte nuestro abogado, intercede por nosotros. Ahora que tus manos, con las que bendecías y curabas, están clavadas, y tus pies, con los que traías la buena nueva, ya no pueden caminar, ahora, en la impotencia, nos revelas la omnipotencia de la oración. En la cumbre del Gólgota nos revelas la altura de la oración de intercesión que salva al mundo. Jesús, que yo no rece sólo por mí y por mis seres queridos, sino también por los que no me quieren y me hacen daño; que yo rece según los deseos de tu corazón, por los que están lejos de ti; reparando e intercediendo en favor de los que, ignorándote, no conocen la alegría de amarte y de ser perdonados por ti.

Oremos diciendo: Padre, ten misericordia de nosotros y del mundo entero

Por la dolorosa pasión de Jesús

Padre, ten misericordia de nosotros y del mundo entero

Por el poder de sus llagas

Padre, ten misericordia de nosotros y del mundo entero

Por su perdón en la cruz

Padre, ten misericordia de nosotros y del mundo entero

Por cuantos perdonan por amor a ti

Padre, ten misericordia de nosotros y del mundo entero

Por la intercesión de los que creen, adoran, esperan y te aman

Padre, ten misericordia de nosotros y del mundo entero

11. El grito de abandono de Jesús en la cruz

Desde el mediodía hasta las tres de la tarde, las tinieblas cubrieron toda la región. Hacia las tres de la tarde, Jesús exclamó en alta voz: «Elí, Elí, lemá sabactani», que significa: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (Mt 27,45-46).

Jesús, he aquí una oración sin precedentes: clamas al Padre tu abandono. Tú, Dios del cielo, que no replicas estruendosamente ninguna respuesta, sino que preguntas ¿por qué? En el ápice de la Pasión experimentas el alejamiento del Padre y ya ni siquiera le llamas Padre, como haces siempre, sino Dios, como si fueras incapaz de identificar su rostro. ¿Por qué? Para sumergirte hasta el fondo del abismo de nuestro dolor. Tú lo hiciste por mí, para que cuando sólo vea tinieblas, cuando experimente el derrumbamiento de las certezas y el naufragio del vivir, ya no me sienta solo, sino que crea que tú estás ahí conmigo; tú, Dios de la comunión, experimentaste el abandono para no dejarme más como rehén de la soledad. Cuando gritaste tu por qué, lo hiciste con un salmo; así convertiste en oración incluso la desolación más extrema. Esto es lo que hay que hacer en las tormentas de la vida; en vez de callar y aguantar, clamar a ti. Gloria a ti, Señor Jesús, porque no has huido de mi desolación, sino que la has habitado hasta lo más profundo. Alabanza y gloria a ti que, cargando sobre ti toda lejanía, te has hecho cercano a los más alejados de ti. Y yo, en las tinieblas de mis porqués, te encuentro a ti, Jesús, luz en la noche. Y en el grito de tantas personas solas y excluidas, oprimidas y abandonadas, te veo a ti, Dios mío: haz que te reconozca y te ame.

Oremos diciendo: Haz, Jesús, que te reconozca y te ame

En los niños no nacidos y en aquellos abandonados

Haz, Jesús, que te reconozca y te ame

En tantos jóvenes, en espera de que alguien oiga su grito de dolor

Haz, Jesús, que te reconozca y te ame

En los numerosos ancianos descartados

Haz, Jesús, que te reconozca y te ame

En los prisioneros y en quien se encuentra solo

Haz, Jesús, que te reconozca y te ame

En los pueblos más explotados y olvidados

Haz, Jesús, que te reconozca y te ame

12. Jesús muere encomendándose al Padre y concediéndole el Paraíso al buen ladrón

[Uno de los malhechores crucificados] decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas a establecer tu Reino». Él le respondió: «Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso» […]. Jesús, con un grito, exclamó: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu». Y diciendo esto, expiró (Lc 23,42-43.46).

Jesús, ¡un malhechor va al Paraíso! Él se encomienda a ti y tú lo encomiendas contigo al Padre. Dios de lo imposible, que haces santo a un ladrón. Y no sólo eso: en el Calvario cambias el curso de la historia. Conviertes la cruz, que es emblema del tormento, en icono del amor; cambias el muro de la muerte en puente hacia la vida. Transformas la oscuridad en luz, la separación en comunión, el dolor en danza e incluso el sepulcro ―última estación de la vida― en punto de partida de la esperanza. Pero estas transformaciones las realizas con nosotros, nunca sin nosotros. Jesús, acuérdate de mí: esta oración sincera te permitió obrar maravillas en la vida de aquel malhechor. Qué poder inaudito el de la oración. A veces pienso que mi oración no es escuchada, mientras que lo esencial es perseverar, tener constancia, acordarme de decirte: “Jesús, acuérdate de mí”. Acuérdate de mí y mi mal ya no será un final, sino un nuevo inicio. Acuérdate, vuelve a ponerme en tu corazón, incluso cuando me aleje, cuando me pierda en la rueda de la vida que gira vertiginosamente. Acuérdate de mí, Jesús, porque ser recordado por ti ―lo demuestra el buen ladrón― es entrar en el Paraíso. Sobre todo, recuérdame, Jesús, que mi oración puede cambiar la historia.

Oremos diciendo: Jesús, acuérdate de mí

Cuando la esperanza desaparece y reina la desilusión

Jesús, acuérdate de mí

Cuando no soy capaz de tomar una decisión

Jesús, acuérdate de mí

Cuando pierdo la confianza en mí o en los demás

Jesús, acuérdate de mí

Cuando pierdo de vista la grandeza de tu amor

Jesús, acuérdate de mí

Cuando creo que mi oración resulta inútil

Jesús, acuérdate de mí

13. Jesús es bajado de la cruz y entregado a María

Simeón […] dijo a María, la madre: «Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón» (Lc 2,33-35).

María, después de tu «sí» el Verbo se hizo carne en tu seno; ahora yace en tu regazo su carne torturada. Aquel niño que tuviste en tus brazos ahora es un cadáver destrozado. Sin embargo, ahora, en el momento más doloroso, resplandece la ofrenda de ti misma: una espada atraviesa tu alma y tu oración sigue siendo un «sí» a Dios. María, nosotros somos pobres de «síes», pero ricos del «si»: si yo hubiera tenido mejores padres, si me hubieran comprendido y amado más, si mi carrera hubiera ido mejor, si no hubiera tenido aquel problema, si tan sólo no sufriera más, si Dios me escuchara… Preguntándonos siempre el porqué de las cosas, nos cuesta vivir el presente con amor. Tú tendrías tantos «si» que decirle a Dios, en cambio, sigues diciendo «sí», se cumpla en mí. Fuerte en la fe, crees que el dolor, atravesado por el amor, da frutos de salvación; que el sufrimiento acompañado por Dios no tiene la última palabra. Y mientras sostienes en tus brazos a Jesús sin vida, resuenan en ti las últimas palabras que te dirigió: He aquí a tu hijo. Madre, ¡yo soy ese hijo! Recíbeme en tus brazos e inclínate sobre mis heridas. Ayúdame a decirle «sí» a Dios, «sí» al amor. Madre de misericordia, vivimos en un tiempo despiadado y necesitamos compasión: tú, tierna y fuerte, úngenos con mansedumbre; deshaz las resistencias del corazón y los nudos del alma.

Oremos diciendo: Tómame de la mano, María

Cuando cedo a la recriminación y al victimismo

Tómame de la mano, María

Cuando dejo de luchar y acepto convivir con mis falsedades

Tómame de la mano, María

Cuando titubeo y non tengo el valor de decirle “sí” a Dios

Tómame de la mano, María

Cuando soy indulgente conmigo mismo e inflexible con los demás.

Tómame de la mano, María

Cuando quiero que la Iglesia y el mundo cambien, pero yo no cambio

Tómame de la mano, María

14. Jesús es depositado en el sepulcro de José de Arimatea

Al atardecer, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también se había hecho discípulo de Jesús, y fue a ver a Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús. […] José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y lo depositó en un sepulcro nuevo que se había hecho cavar en la roca (Mt 27,57-60).

José, ese es el nombre que, junto con el de María, marcan la aurora de la Navidad y marcan también la aurora de la Pascua. José de Nazaret advertido en sueños se llevó audazmente a Jesús para salvarlo de Herodes; tú, José de Arimatea, te llevas su cuerpo, sin saber que un sueño imposible y maravilloso se hará realidad allí mismo, en el sepulcro que le diste a Cristo cuando pensabas que él ya no podía hacer nada más por ti. En cambio, es verdad que todo don hecho a Dios es recompensado siempre por él. José de Arimatea, eres el profeta del valor intrépido. Para entregarle tu regalo a un muerto acudes al temido Pilato y le ruegas que te permita darle a Jesús la tumba que habías mandado a construir para ti. Tu oración es persistente y a las palabras siguen los hechos. José, recuérdanos que la oración perseverante da fruto y atraviesa incluso las tinieblas de la muerte; que el amor no se queda sin respuesta, sino que regala nuevos comienzos. Tu sepulcro, que ―único en la historia― será fuente de vida, era nuevo, recién labrado en la roca. Y yo, ¿qué cosa nueva le doy a Jesús en esta Pascua? ¿Un poco de tiempo para estar con Él? ¿Un poco de amor a los demás? ¿Mis miedos y miserias enterradas, que Cristo está esperando que le ofrezca, como tú, José, hiciste con el sepulcro? Será verdaderamente Pascua si doy algo de lo mío a Aquel que dio la vida por mí; porque es dando como se recibe; y porque la vida se encuentra cuando se pierde y se posee cuando se da.

Oremos diciendo: Señor, ten piedad

De mí, negligente para convertirme

Señor, te piedad

De mí, que me gusta recibir mucho, pero dar poco

Señor, te piedad

De mí, incapaz de rendirme a tu amor

Señor, te piedad

De nosotros, rápidos para servirnos de las cosas, pero lentos para el servicio a los demás

Señor, te piedad

De nuestro mundo, plagado de los sepulcros de nuestro egoísmo

Señor, te piedad

Invocación conclusiva (el nombre de Jesús, 14 veces)

Señor, te rogamos como los necesitados, los frágiles y los enfermos del Evangelio, que te suplicaban con la palabra más sencilla y familiar: pronunciando tu nombre.

Jesús, tu nombre salva, porque tú eres nuestra salvación.

Jesús, tú eres mi vida y para no perderme en el camino te necesito a ti, que perdonas y levantas, que sanas mi corazón y das sentido a mi dolor.

Jesús, tú tomaste sobre ti mi maldad, y desde la cruz no me señalas con el dedo, sino que me abrazas; tú, manso y humilde de corazón, sáname de la amargura y del resentimiento, líbrame del prejuicio y de la desconfianza.

Jesús, te contemplo en la cruz y veo que se despliega ante mis ojos el amor, que da sentido a mi ser y es meta de mi camino. Ayúdame a amar y a perdonar, a vencer la intolerancia y la indiferencia, a no quejarme.

Jesús, en la cruz tienes sed, es sed de mi amor y de mi oración; los necesitas para llevar a cabo tus planes de bien y de paz.

Jesús, te doy gracias por los que responden a tu invitación y tienen la perseverancia de rezar, la valentía de creer y la constancia para seguir adelante a pesar de las dificultades.

Jesús, te encomiendo a los pastores de tu pueblo santo: su oración sostiene el rebaño; que encuentren tiempo para estar ante ti y que asemejen su corazón al tuyo.

Jesús, te bendigo por las contemplativas y los contemplativos, cuya oración, oculta al mundo, es agradable a ti. Protege a la Iglesia y a la humanidad.

Jesús, traigo ante ti las familias y las personas que han rezado esta noche desde sus casas; a los ancianos, especialmente a los que están solos; a los enfermos, gemas de la Iglesia que unen sus sufrimientos a los tuyos.

Jesús, que esta oración de intercesión abrace a los hermanos y hermanas de tantas partes del mundo que sufren persecución a causa de tu nombre; a los que padecen la tragedia de la guerra y a los que, sacando fuerzas de ti, cargan con pesadas cruces.

Jesús, por tu cruz has hecho de todos nosotros una sola cosa: reúne en comunión a los creyentes, infúndenos sentimientos fraternos y pacientes, ayúdanos a cooperar y a caminar juntos; mantén a la Iglesia y al mundo en la paz.

Jesús, juez santo que me llamarás por mi nombre, líbrame de juicios temerarios, chismes y palabras violentas y ofensivas.

Jesús, que antes de morir dijiste “todo se ha cumplido”. Yo, en mi miseria, no podré decirlo nunca. Pero confío en ti, porque eres mi esperanza, la esperanza de la Iglesia y del mundo.

Jesús, una palabra más quiero decirte y seguir repitiéndote: ¡Gracias! Gracias, Señor mío y Dios mío.

Los anteriores Via Crucis del pontificado de Francisco

El primero de los Via Crucis, fue el de 2013, y las meditaciones fueron preparadas por un grupo de jóvenes libaneses bajo la guía del cardenal Béchara Boutros Raï. Monseñor Giancarlo Maria Bregantini, arzobispo de Campobasso-Boiano fue el autor de las meditaciones leídas en 2014 y fue seguido por monseñor Renato Corti en 2015, y por el cardenal Gualtiero Bassetti, arzobispo de Perugia-Città della Pieve en 2016.

Al año siguiente, Anne-Marie Pelletier, la primera mujer galardonada con el Premio Ratzinger fue la autora de las meditaciones.

En 2018, estos textos del Via Crucis fueron preparados por jóvenes de entre 16 y 27 años, y al año siguiente, los textos giraron en torno a uno de los temas de mayor preocupación para el Papa: la trata de seres humanos, redactados por sor Eugenia Bonetti, misionera de la Consolata.

La pandemia dejó una insólita imagen del Via Crucis de 2020, en una plaza de San Pedro vacía en el que resonaron las oraciones de los reclusos de la cárcel «Due Palazzi» de Padua. Al año siguiente, los scouts (Agesci «Foligno I», en Umbría), y la parroquia romana Santi Martiri di Uganda fueron los autores de estas meditaciones.

Familias diversas fueron los autores de las meditaciones en 2022, mientras que, en 2023, décimo año de pontificado del Papa, este acto devocional hizo un “recorrido” por diversas regiones afligidos por la violencia, la pobreza y el odio fratricida.

Mundo

La asociación «Meter» publica su informe de 2023 sobre abusos a menores

La asociación "Meter" publica su informe de 2023 relativo al contenido pornográfico y abuso de menores en todo el mundo. Los datos muestran que los delitos siguen en aumento y el contenido se comparte sin control a través de Internet.

Paloma López Campos·29 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos

En 2023 había en Internet más de cinco mil enlaces activos que dirigían al usuario a contenido pornográfico. Así lo indica el informe publicado por la asociación «Meter”, fundada por el sacerdote Fortunato di Noto en Italia.

Esta organización quiere luchar por la dignidad de los niños y adolescentes de todo el mundo. Para ello cuentan con varios servicios, como programas de formación o asistencia psicológica. También publican anualmente un informe con datos relevantes acerca de los crímenes sexuales cometidos contra niños y adolescentes.

El documento relativo a 2023 muestra que las cifras de estos delitos están aumentando. Según “Meter”, en 2023 detectaron 2.110.585 fotografías con contenido pornográfico. Esta cifra supone un aumento frente a las 1.983.679 imágenes de 2022. Por su parte, los vídeos detectados son 269.855 menos que en 2022. El número de enlaces también ha descendido. Sin embargo, el informe muestra que los grupos en redes sociales dedicados a compartir contenido pornográfico han aumentado.

Principales países

“Meter” sitúa a Estados Unidos como el país con mayor número de enlaces que llevan a contenido pornográfico. A continuación se encuentran Filipinas y Montenegro. Además, el dominio utilizado con mayor frecuencia es “.com”, con más de cuatro mil enlaces.

El informe también señala la geolocalización de los servidores de este contenido, es decir, los países donde están las empresas que permiten almacenar y distribuir las imágenes. El continente con más servidores utilizados para este fin es América, que aloja un 84,50 % el total, seguido de Europa. Según “Meter”, “esta cifra es interesante porque permite comprender el mecanismo económico subyacente: los continentes más ricos resultan ser los ‘amos de la red’, proveedores de servicios que los ciber pedófilos utilizan para su tráfico delictivo”.

Las víctimas

La asociación de Fortunato di Noto también clasifica el contenido que denuncia por tramos de edad. Su informe muestra que encontraron 556 imágenes pornográficas (sumando vídeos y fotografías) de niños entre 0 y 2 años. De pequeños entre 3 y 7 años denunciaron 551.374. Y de niños entre 8 y 12 años descubrieron 2.208.118.

Los datos que ofrece la organización italiana también muestran que en 2023 aumentaron los casos de abusos hacia personas con discapacidad, así como el número de madres que abusan sexualmente de sus hijos, lo graban y lo suben a la red.

Actividad de la asociación «Meter»

La asociación “Meter” no se limita a ofrecer esta información sobre la pornografía, sino que también colaboran con instituciones de todo el mundo para luchar a favor de la dignidad y protección de los menores. Tienen relaciones institucionales con el Parlamento Europeo, la Comisión Pontificia para la Protección de Menores, y diócesis italianas y extranjeras, entre otras.

A su vez, la organización de Fortunato di Noto acompaña a los niños que han sido víctimas de abuso y colabora con la policía en operaciones para frenar el tráfico de contenido pornográfico.

Por otro lado, “Meter” también aconseja a las personas que acompañan a los niños tras sufrir abusos sexuales, animando a crear con ellos un clima de confianza y no limitarse a tratar solo las heridas por la violencia sexual. Los expertos de la asociación advierten de las otras consecuencias que pueden tener los abusos en los menores, como la vergüenza, el estrés de comparecer ante un tribunal judicial si se presenta una denuncia, o la incapacidad de comunicar de forma adecuada su experiencia.

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Las cuatro profecías de la Capilla de la Crucifixión del Santo Sepulcro

En este artículo, se analizan las cuatro profecías bíblicas sobre el Mesías que aparecen representadas en el techo de la Capilla de la Crucifixión del Santo Sepulcro: Daniel 9, 26; Isaías 53, 7-9; Salmo 22; y Zacarías 12, 10.

Rafael Sanz Carrera·29 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 7 minutos

Hace años tuve la suerte de visitar la Basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén. Al entrar, tras girar ligeramente a la izquierda, encontramos una escalera empinada que nos lleva hasta el Calvario donde, según la tradición, tuvo lugar la crucifixión. Allí, en un lateral, encontramos una capilla católica y si miramos al techo descubrimos un mosaico donde están dibujadas cuatro profecías que nos hablan de la Pasión del Mesías: Daniel 9,26; Isaías 53,7-9; Salmo 22; y Zacarías 12,10. Aún ahora resulta emocionante releer esos textos y meditarlos mirando el lugar donde se elevó la Cruz de nuestro redentor. Por eso, en este tiempo de Semana Santa, vale la pena hacer un breve recorrido a través de estas cuatro profecías.

Daniel 9, 26

Empezamos con la profecía más tardía (s. II a. C.) y que predice el momento preciso en que se desarrollarían los acontecimientos. Se trata de Daniel 9,26: “Pasadas las sesenta y dos semanas, matarán a un ungido inocente. Vendrá un príncipe con su tropa y arrasará la ciudad y el templo, pero su final será un cataclismo; guerra y destrucción están decretadas hasta el fin”.

Coincide la aparición del Mesías y Jesús: “Pasadas las sesenta y dos semanas…”.

Una interpretación bastante común sostiene que “las sesenta y dos semanas pueden ser agregadas a las siete semanas del versículo 25 de Daniel 9”, resultando un total de sesenta y nueve semanas (69 x 7 = 483 años). Si estos años se agregan a la fecha del decreto de Artajerjes en Nehemías 2,1-20, el fin de las sesenta y nueve semanas coincidiría aproximadamente con la fecha de la crucifixión de Jesús.

El versículo afirma la muerte del Mesías: “matarán a un ungido inocente”… La palabra hebrea traducida como «Ungido» es «Mashíaj», significa Mesías. Se habla del destino del Mesías: lo matarán… De modo que la crucifixión y muerte de Jesucristo sería su cumplimiento (Mateo 27, Marcos 15, Lucas 23, Juan 19).

En otras traducciones se añade: «Y no tendrá nada» (cfr. Lc 9, 57-62). Por no tener no tiene ni una tumba donde ser enterrado (Jn 19, 41-42).

El versículo continúa describiendo las consecuencias de la muerte del Mesías: “Vendrá un príncipe con su tropa y arrasará la ciudad y el templo…”. Según lo cual, tanto la ciudad como el santuario serían destruidos. En un contexto histórico, esto podría referirse a la destrucción de Jerusalén y el Templo en el año 70 d.C. por parte de las fuerzas romanas.

El pasaje termina con una descripción apocalíptica: “Pero su final será un cataclismo; guerra y destrucción están decretadas hasta el fin…”. Algunos interpretan que la destrucción del Templo sería también como un símbolo del fin del sistema de sacrificios y la mediación sacerdotal del judaísmo, que sería reemplazado por el sacrificio perfecto y eterno de Cristo.

Isaías 53, 7-9

Continuamos con la profecía de Isaías 53 donde se nos descubre el mundo interior del Mesías, y más en concreto la libre voluntad expiatoria de su entrega: “Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca: como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca. Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron, ¿quién se preocupará de su estirpe? Lo arrancaron de la tierra de los vivos, por los pecados de mi pueblo lo hirieron. Le dieron sepultura con los malvados y una tumba con los malhechores, aunque no había cometido crímenes ni hubo engaño en su boca” (Isaías 53, 7-9).

Un sufrimiento sin resistencia: «Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca: como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca…».

Esta imagen de mansedumbre y paciencia en medio del sufrimiento se cumple en Jesucristo, quien, durante su juicio y crucifixión, no se defendió a sí mismo, sino que soportó el sufrimiento en silencio (Mateo 27, 12-14, Marcos 14, 61, Lucas 23, 9).

El pasaje compara al Siervo Sufriente con un “cordero llevado al matadero y una oveja delante de sus trasquiladores”, que encuentra su cumplimiento en Jesucristo, quien es descrito como “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Juan 1, 29 y 1 Pedro 1, 18-19).

Se hace referencia explícita a este versículo durante el juicio de Jesús en Mateo 26, 63; 27, 12-14; Marcos 14, 61 y 15, 5; Lucas 23, 9; Juan 19, 9; 1 Pedro 2, 23.

Se describe su muerte injusta y su sepultura con los impíos y los ricos: “Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron, ¿quién se preocupará de su estirpe? Lo arrancaron de la tierra de los vivos, por los pecados de mi pueblo lo hirieron. Le dieron sepultura con los malvados y una tumba con los malhechores (mas con los ricos fue en su muerte)”:

En efecto, fue llevado a la muerte injustamente y su tumba fue designada con los impíos, aunque finalmente sería enterrado con los ricos. Este cumplimiento se encuentra en Jesucristo, cuya muerte en la cruz fue una injusticia, y “Le dieron sepultura con los malvados”, y aunque le correspondía ser enterrado entre los malhechores, según algunas traducciones “con los ricos fue en su muerte…”: finalmente fue sepultado en una tumba nueva, que pertenecía a José de Arimatea, un hombre rico y discípulo secreto de Jesús (Mateo 27, 57-60, Marcos 15, 43-46, Juan 19, 38-42).

Al final del versículo se dice que “lo arrancaron de la tierra de los vivos”, es decir, en plena juventud, fue cortado en la lozanía de su vida.

Y se añade: “Por los pecados de mi pueblo lo hirieron…”. Una poderosa idea del carácter expiatorio del sacrificio de Jesucristo, su sufrimiento sin resistencia, era la manifestación de una voluntad libre redentora (cfr. vs 10-12 desarrollan aún más esta idea).

También aparece su inocencia y ausencia de engaño: “Aunque no había cometido crímenes ni hubo engaño en su boca”. Esto se cumple perfectamente en Jesucristo, quien vivió una vida sin pecado y fue declarado inocente por Pilato incluso cuando fue condenado a muerte (Juan 18, 38, Hebreos 4, 15; explícitamente en 1 Pedro 2, 22).

Salmo 22

Los Evangelios registran las palabras de Jesús en griego, el idioma común de la región, a pesar de que él principalmente hablaba arameo. Hay pocas excepciones, siendo la más notable esta frase desde la cruz: “‘Eloí Eloí, lemá sabactaní’ (que se traduce como: ‘Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?’)” (Marcos 15, 34 y Mateo 27, 46). ¿Por qué los evangelistas optaron por conservar esta frase en su lengua original? Esto se debe a que es el inicio del Salmo 22, como indica su título, y al traducir el título de una canción, resultaría difícil identificarla. Los evangelistas deseaban que los lectores la reconocieran para comprender que Jesús estaba señalando que lo que estaba sucediendo se había profetizado allí.

El salmo 22 lo escribió, muy probablemente, David 1000 años antes de Cristo y parece como si “viviera” lo que iba a sufrir Jesús. Por ejemplo, vemos lo siguiente:

-En el salmo sus primeras palabras son: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”, que son también las primeras palabras pronunciadas por Jesús desde la cruz según Mateo 27, 46 y Marcos 15, 34.

-De este modo Jesús da a entender que todo lo que está pasando es el cumplimiento del Salmo: “Los sumos sacerdotes comentaban entre ellos, burlándose: ‘A otros ha salvado y a sí mismo no se puede salvar’” (Marcos 15, 31) y también “confió en Dios, que lo libre si es que lo ama” (Mateo 27, 43), y en el salmo se lee: “Yo soy un gusano, no un hombre, vergüenza de la gente, desprecio del pueblo; al verme, se burlan de mí, hacen visajes, menean la cabeza: ‘Acudió al Señor, que lo ponga a salvo; que lo libre si tanto lo quiere’” (Salmo 22, 7-9), y también: “Ellos me miran triunfantes” (Salmo 22, 18).

El salmo anunció la crucifixión diciendo: “Me taladran las manos y los pies” (Salmo 22, 17). Lo cual se confirma por Juan 20, 25: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo”.

E incluso predijo lo que hicieron los soldados: “Se reparten mi ropa, echan a suerte mi túnica” (Salmo 22, 19), un evento que también se cumplió en la crucifixión según Mateo 27, 35, Marcos 15, 24, Lucas 23, 34 y Juan 19, 23-24.

Sabemos que en la crucifixión, los verdugos descoyuntaban los huesos de los brazos a la fuerza para que mantuviera los brazos extendidos; además el corazón iba perdiendo su fuerza sin lograr transmitirla al resto del cuerpo; y la pérdida de sangre producía mucha sed. Pues bien todo esto lo expresa el salmo: “Estoy como agua derramada, tengo los huesos descoyuntados; mi corazón, como cera, se derrite en mis entrañas; mi garganta está seca como una teja, la lengua se me pega al paladar; me aprietas contra el polvo de la muerte” (Salmo 22, 15-16). Y, por último, rompieron las piernas a los dos ladrones, pero él estaba ya muerto y volvieron a cumplir el salmo: “Puedo contar mis huesos” (Sal 21(22), 18).

Por último, y a pesar del sufrimiento y la angustia descritos en el salmo, el salmista expresa confianza en la salvación que vendrá de Dios (versículos 19-21). Esta confianza es similar a la confianza de Jesús en Dios Padre incluso en medio de su sufrimiento (Lc 23, 46: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”).

Zacarías 12, 10

Finalmente, nos encontramos la profecía de Zacarías (s. VI a. C.), donde el derramamiento del Espíritu Santo, el reconocimiento de aquel que fue traspasado y el lamento sobre él, se alinean con los eventos de la crucifixión y la obra de redención cumplida en Jesucristo.

Dice así Zacarías 12, 10: “Derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de perdón y de oración, y volverán sus ojos hacia mí, al que traspasaron. Le harán duelo como de hijo único, lo llorarán como se llora al primogénito”.

Veamos cómo se puede interpretar este pasaje en términos mesiánicos:

-“Derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de perdón y de oración…”. La primera parte del versículo habla del derramamiento del Espíritu de gracia y de oración sobre la Casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén.

-Esto puede entenderse como una referencia al cumplimiento de la promesa de Dios de enviar al Espíritu Santo, que se materializó en el día de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo fue derramado sobre los discípulos de Jesús (Hechos 2, 1-4; cfr. Juan 20, 22-23)

-“Y volverán sus ojos hacia mí, al que traspasaron…”: Esta es la parte central de la profecía y la que tiene una clara conexión con Jesucristo.

En el contexto mesiánico, esto se interpreta como una referencia a la crucifixión de Jesús, donde fue traspasado por los clavos en la cruz y finalmente por la lanzada en el corazón (cfr. Juan 19, 34-37).

La frase “volverán sus ojos hacia mí” sugiere un reconocimiento retrospectivo por parte de aquellos que le han herido.

-“Le harán duelo como de hijo único, lo llorarán como se llora al primogénito…”:

Este llanto y duelo se interpreta como un arrepentimiento y un contrito reconocimiento del sacrificio de Jesucristo. Este lamento es tan grande y genuino que se compara con el llanto sobre un hijo único o primogénito.

De algún modo, también se hace referencia al sufrimiento de María al presenciar la muerte de su hijo amado en la Cruz: “Estaba de pie su madre” (Juan 19, 25-27).

En conjunto, estas profecías bíblicas ofrecen una visión profunda y conmovedora de los eventos que rodearon la crucifixión de Jesucristo. La experiencia de meditar en estas profecías mientras se contempla el lugar físico de la crucifixión proporciona una conexión tangible entre la historia y la fe cristiana.

El autorRafael Sanz Carrera

Doctor en Derecho Canónico

Vaticano

El Papa Francisco llama a la compunción este Jueves Santo

Este Jueves Santo el Papa Francisco ha invitado a todos los católicos a pensar en la compunción, un auténtico arrepentimiento que pone la mirada en la misericordia de Dios antes que en nuestras culpas.

Paloma López Campos·28 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

En su homilía de la Misa crismal de este Jueves Santo, el Papa Francisco fija la mirada en san Pedro, “el primer pastor de nuestra Iglesia”. El Pontífice recorre en voz alta el camino de Simón Pedro hasta Jesús para profundizar en «la compunción». Al principio, dice, san Pedro “esperaba un Mesías político y poderoso, fuerte y resolutivo, y frente al escándalo de un Jesús débil, arrestado sin oponer resistencia, declaró: ‘No lo conozco’”.

Sin embargo, tras negar tres veces a Cristo, explica Francisco que san Pedro conoció a Jesús cuando “se dejó atravesar sin reservas por su mirada”. En ese momento, “del ‘no lo conozco’ pasará a decir: ‘Señor, Tú lo sabes todo’”.

Subraya aquí el Santo Padre, dirigiéndose a los sacerdotes, que la curación del corazón es posible “cuando, heridos y arrepentidos, nos dejamos perdonar por Jesús; estas curaciones pasan a través de las lágrimas, del llanto amargo y del dolor que permite redescubrir el amor”. En pocas palabras, a través de la compunción.

La compunción, auténtico arrepentimiento

Este es un término, dice el Papa, que “evoca el punzar. La compunción es ‘una punción en el corazón’, un pinchazo que lo hiere, haciendo brotar lágrimas de arrepentimiento”. Pero no es “un sentimiento que nos tumba por tierra”, advierte Francisco. La compunción es “un aguijón benéfico que quema por dentro y cura”.

El Pontífice también explica que la compunción no es “sentir lástima de uno mismo”, pues esta es “tristeza según el mundo”. La compunción, subraya Francisco, “es arrepentirse seriamente de haber entristecido a Dios con el pecado; es reconocer estar siempre en deuda y no ser nunca acreedores; es admitir haber perdido el camino de santidad, no habiendo creído en el amor de Aquel que dio su vida por mí”.

Así entendida, la compunción permite “fijar la mirada en el Crucificado y dejarme conmover por su amor que siempre perdona y levanta, que nunca defrauda las esperanzas de quien confía en Él”. Y el Papa insiste en que este arrepentimiento “aligera el alma de las cargas, porque actúa en la herida del pecado, disponiéndose a recibir precisamente allí la caricia del médico celestial”.

Encuentro con Cristo y con el otro

Por tanto, Francisco asegura que la compunción es el antídoto contra la dureza del corazón. “Es el remedio, porque nos muestra la verdad de nosotros mismos, de modo que la profundidad de nuestro ser pecadores revela la realidad infinitamente más grande de nuestro ser perdonados”. Y el Papa insiste en que “cada uno de nuestros renacimientos interiores brotan siempre del encuentro entre nuestra miseria y la misericordia del Señor”.

El Santo Padre habla también de la solidaridad, “otra característica de la compunción”. Gracias a este sentimiento en nuestro corazón, en lugar de enjuiciar a los otros “lloramos por sus pecados”. “Y el Señor busca, especialmente entre los consagrados a Él, a quienes lloren por los pecados de la Iglesia y del mundo, haciéndose instrumento de intercesión por todos”.

Francisco repite de nuevo esta idea asegurando que “el Señor no nos pide juicios despectivos sobre los que no creen, sino amor y lágrimas por los que están alejados”. Por ello, “adoremos, intercedamos y lloremos por los demás. Permitamos al Señor que realice maravillas. No temamos, Él nos sorprenderá”.

La compunción como gracia de Dios

El Papa avisa de que “en una sociedad secularizada, corremos el riesgo de mostrarnos muy activos y al mismo tiempo de sentirnos impotentes”. Terminamos por “perder el entusiasmo”, nos “encerramos en la queja” y hacemos “prevalecer la magnitud de los problemas sobre la inmensidad de Dios”. Sin embargo, el obispo de Roma anima a no perder la esperanza pues “el Señor no dejará de visitarnos y de alzarnos de nuevo”.

Para finalizar, Francisco señala que “la compunción no es el fruto de nuestro trabajo, sino que es una gracia y como tal ha de pedirse en la oración”. Y el Papa ofrece dos consejos a este respecto. “El primero es el de no mirar la vida y la llamada en una perspectiva de eficacia y de inmediatez”, sino mirar “en el conjunto del pasado y del futuro”. “Del pasado, recordando la fidelidad de Dios”, y “del futuro, pensando en el destino eterno al que estamos llamados”.

El segundo consejo del Pontífice “es redescubrir la necesidad de dedicarnos a una oración que no sea de compromiso y funcional, sino gratuita, serena y prolongada”. Al concluir su homilía, el Papa nos anima a que “sintamos la grandeza de Dios en nuestra bajeza de pecadores, para mirarnos dentro y dejarnos atravesar por su mirada”, al igual que san Pedro.

Educación

Educar para el perdón con Tolkien y C.S. Lewis

El perdón puede ser un poderoso aliado para mejorar el bienestar emocional y preservar la salud mental. Padres y educadores tienen ante sí el reto de formar, también en el perdón, a los más jóvenes.

Julio Iñiguez Estremiana·28 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 9 minutos

Perdón es la remisión de la ofensa recibida -queda totalmente borrada-. Cabe distinguir entre el perdón de Dios -es su amor misericordioso que sale al encuentro del hombre que acude a Él, arrepentido por haberle ofendido-, y el perdón entre las personas -que es renovar la concordia entre quienes se sienten ofendidos por un agravio real o presunto-.

En el tiempo penitencial de Cuaresma y Pascua en que nos encontramos, parece muy propio que tratemos del Perdón, y como es un tema vastísimo y con tantas ramificaciones, en el artículo de hoy nos centraremos en el perdón entre los hombres, con el propósito, como siempre, de ayudar a padres y maestros en su tarea de educar en los hijos – alumnos la capacidad de pedir perdón y de perdonar.

Conmovedora escena de perdón en Mordor.

La criatura Gollum, en quien Frodo confía para que les guíe a él y a Sam a la Montaña de Fuego donde debe culminar su Misión -destruir el Anillo de Poder-, planeó una ruta con trampa: pasarían por Torech Ungol, el Antro de Ella Laraña, monstruosa bestia parecida a una araña, pero mucho más grande, con la intención de llevarle como obsequio el cuerpo de Frodo -un plato exquisito para Ella- y con la esperanza de que, a cambió, no ponga reparos a su deseo de recuperar el Anillo.

Tras sufrir muchas penalidades en durísimos ascensos por diferentes escaleras, llegan por fin a la entrada de un túnel que destila un hedor repugnante; ya en su interior, recorrieron muchos pasadizos, más y más aterrorizados por los horrores que veían y las amenazas que imaginaban, persistiendo siempre el repelente hedor.

De súbito, Gollum atacó a Sam con el propósito de dejar indefenso a Frodo, para que a la monstruosa bestia le fuera más fácil doblegar el festín que le quería entregar en sacrificio.

Sam logró desembarazarse de Gollum y acudió en ayuda de su Amo y amigo tan pronto como pudo; pero no llegó a tiempo de evitar que Ella Laraña, astuta y conocedora de todos los recovecos de su infecta guarida, le clavara su repugnante aguijón.

Cuando llegó a todo correr, Frodo yacía de espaldas y la monstruosa bestia le tenía atado con cuerdas que lo envolvían en una robusta tela de araña desde los hombros hasta los tobillos y se lo llevaba, levantándolo con las grandes patas delanteras.

Sam vio en el suelo la espada élfica junto a Frodo; la asió con fuerza y, haciendo acopio de una furia superior a lo que su naturaleza era capaz, atacó a la sebosa e inmunda bestia hasta que, malherida, retrocedió, desapareciendo por un pasadizo por el que a duras penas cabía.

Después, arrodillado junto a Frodo, le habló con ternura una y otra vez, y removió con toda delicadeza su cuerpo esperando recibir una señal de que su amigo seguía vivo, pero ésta no llegaba, por lo que su desolación crecía más y más.

-¡Está muerto -se dijo, mientras caía sobre él la más negra desesperación- ¡No está dormido, está muerto!

Mientras lloraba desconsolado y sin saber qué hacer, si quedarse velando a su Amo o continuar él con la Misión, oyó un griterío y los destellos azules de la espada élfica le advirtieron de que se acercaba una patrulla de Orcos.

Enseguida comprendió que lo más prudente era sacarle a Frodo la cadena con el Anillo y esconderse. Con inefable respeto, y aún con veneración, tomó la cadena y, sintiéndose indigno de ser el portador del Anillo de Poder, se la colgó a modo de medalla, asumiendo la responsabilidad de llevar a término la Misión.

Llegaron Orcos y viendo a Frodo tendido en el suelo, relamiéndose por la suculenta cena que tendrían esa noche, lo alzaron del suelo entre dos y se lo llevaron jubilosos.

Sam, escondido pero atento, oyó que comentaban entre ellos que el cuerpo estaba caliente y por lo tanto vivo.

Sam se insultó a sí mismo con todos los improperios que conocía por no haber sido capaz de advertir tal circunstancia, pero muy contento, al mismo tiempo porque su Amo y amigo estaba vivo. Inmediatamente cambió de planes para intentar rescatarlo. Con gran pericia y arriesgando su vida, Sam consiguió llegar hasta la sala donde vigilaban al prisionero a Frodo; con hábiles artimañas hizo huir a los centinelas y logró liberar al Portador del Anillo, salvándolo de la olla de los Orcos.

Frodo ya había despertado del profundo sueño causado por el veneno de Ella Laraña y fue inmensa su alegría ante la inesperada llegada de su Escudero y amigo.

-Se han llevado todo, Sam -dijo Frodo-. Todo lo que tenía. ¿Entiendes? ¡Todo! Se acurrucó en el suelo con la cabeza gacha abrumado por la desesperación, al comprender la magnitud del desastre. La misión ha fracasado, Sam.

 -No, no todo, señor Frodo. Y no ha fracasado, aún no. Yo lo tomé, señor Frodo, con el perdón de usted. Y lo he guardado bien. Ahora lo tengo colgado del cuello, y por cierto que es una carga terrible.

-¿Lo tienes? -jadeó Frodo-. ¿Lo tienes aquí? ¡Sam, eres una maravilla! -De improviso, la voz de Frodo cambió extrañamente.

-¡Dámelo! -grito, poniéndose de pie, y extendiendo una mano trémula-. ¡Dámelo ahora mismo! ¡No es para ti!

¡Está bien, señor Frodo -dijo Sam, un tanto sorprendido- ¡Aquí lo tiene! -Sacó lentamente el Anillo y se pasó la cadena por encima de la cabeza.- Pero usted está ahora en el país de Mordor, señor; y cuando salga, verá la Montaña de Fuego, y todo lo demás. Ahora el Anillo le parecerá muy peligroso, y una carga muy pesada de soportar. Si es una faena demasiado ardua, yo quizá podría compartirla con usted.

-¡No, no! -gritó Frodo, arrancando el Anillo y la cadena de las manos de Sam- ¡No, no lo harás, ladrón! -Jadeaba, mirando a Sam con ojos grandes de miedo y hostilidad. Entonces, de pronto, cerrando el puño con fuerza alrededor del Anillo, se interrumpió espantado. Se pasó una mano por la frente dolorida, como disipando una niebla que le empañaba los ojos. La visión abominable le había parecido tan real, atontado, como estaba aún a causa de la herida y el miedo. Había visto cómo Sam se transformaba otra vez en un orco, una pequeña criatura infecta de boca babeante, que pretendía arrebatarle un codiciado tesoro. Pero la visión ya había desaparecido. Ahí estaba Sam, de rodillas, la cara contraída de pena, como si le hubieran clavado un puñal en el corazón, los ojos arrasados en lágrimas.

-¡Oh Sam! -gritó, Frodo-. ¿Qué he dicho? ¿Que he hecho? ¡Perdóname! Hiciste tantas cosas por mí. Es el horrible poder del Anillo. Ojalá nunca lo hubiese encontrado.

-Está bien, señor Frodo -dijo Sam, mientras se restregaba los ojos con la manga-. Lo entiendo. Pero todavía puedo ayudarlo, ¿no? Tengo que sacarlo de aquí. Enseguida, ¿comprende? Pero primero necesita algunas ropas y avíos, y luego algo de comer. Lo mejor será vestirnos a la usanza de Mordor. Me temo que tendrán que ser ropas orcas para usted, señor Frodo. Y para mí también, ya que hemos de ir juntos.

Este episodio de “El Señor de los Anillos”, nos muestra un excelente ejemplo de cómo pedir perdón y de cómo perdonar: Frodo, horrorizado de su indigna reacción contra Sam, recapacita y le dice: «¡Perdóname! Hiciste tantas cosas por mí», reconociendo tantos servicios de su amigo. Por su parte Sam -que tenía motivos para protestar por el “maltrato” recibido de su Amo y amigo- se limitó a decir: «Está bien, señor Frodo. Lo entiendo. Pero todavía puedo ayudarlo, ¿no?»

¿No les parece también a Vds., como me lo parece a mi, que es una escena sublime? Pienso que es una excelente lección sobre la capacidad de perdonar y de pedir perdón; pero sigamos ahondando, que el tema lo merece.

Pedir perdón y perdonar en la vida cotidiana.

En “Las Crónicas de Narnia” de C. S. Lewis, gran amigo de J.R. R. Tolkien, encontramos también muchas escenas en las que alguno de los protagonistas se excusa o pide perdón por su mal comportamiento.

-Me disculpo por no haberte creído -le dijo Peter a Lucy, su hermana pequeña-. Lo siento. ¿Nos damos la mano?

-Desde luego -asintió ella, y le dio la mano.

Este sencilla escena es también un buen ejemplo de cómo debemos actuar en tantas situaciones tensas con las que inevitablemente nos encontramos en el trato con los demás -en la familia, en el trabajo, en el colegio, en el deporte, con los vecinos, etc.-: roces con los que, en ocasiones, ofendemos a otras personas -o nos sentimos ofendidos-; generalmente, es cierto, son detalles de escasa importancia, pero que pueden abrir pequeñas heridas en el alma. Y en esas ocasiones será necesario reparar la ofensa para preservar la concordia – de ordinario, bastará con una sonrisa o un gesto de buena voluntad-

—»Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano cuando peque contra mí? ¿Hasta siete? -pregunta Pedro».

—»No te digo que hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete» -le respondió Jesús [Mt 18, 21-22].

Jesús deja clara su doctrina: debemos perdonar siempre y a todos (no sólo a los hermanos o a los amigos, también a los enemigos…). Y esto no es fácil. Más todavía, pienso que es imposible sin la ayuda de la gracia que Dios nos ofrece. Por eso hemos de pedir con el Salmo 50: «Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme».

Además, en el Padrenuestro, Jesús parece condicionar el perdón divino a que el hombre perdone a sus semejantes: «perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden». [San Mateo 6, 12]

Por su parte, el papa Francisco, sugirió la necesidad de aprender tres palabras: «Perdón, por favor y gracias». Hermosa enseñanza para practicarla en nuestra vida de relación con los que nos rodean.

Corregir y perdonar. Sanar. 

Ante las faltas y malos comportamientos de los hijos – alumnos, los educadores hemos de ser claros y positivos.

El chico o la chica han de asumir que lo sucedido está mal y hay que reparar, pero también hay que ofrecerles la esperanza de que lo pueden superar, que olvidaremos lo ocurrido -queda perdonado- y empezaremos de nuevo -tendrán otra oportunidad.

Tres casos reales y sencillos que acaban bien, entre tantos en el ámbito escolar.

I. Un muchacho denuncia que ha sufrido un robo en el aula. El profesor se informa de algunos detalles relevantes y llega a la conclusión que es posible de que el objeto desparecido esté ya fuera del aula, por lo que descarta el registro a todos los alumnos. Luego les cuenta a los chicos lo sucedido, tratando de remover la conciencia del “ladrón” para motivar su arrepentimiento y devuelva lo sustraído. Les dice que se lo deben dar a él en privado y les asegura que nadie más lo sabrá jamás.

Al día siguiente, Juan le entrega el CD de “The Beatles” de su compañero. El ambiente de clase siguió siendo como antes y el profesor cumplió su palabra.

II. Gabriel se apuntó voluntario para participar en una actividad complementaria y fue seleccionado, pero está pasando por una mala racha y debido a su mal comportamiento, el profesor, de acuerdo con su tutor, lo expulsa de la actividad. Los padres de Gabriel se quejan por no haber sido informados con anterioridad del mal comportamiento de su hijo, y preguntan si será posible que Gabriel vuelva al grupo, comprometiéndose a un buen comportamiento. El profesor, de acuerdo con su tutor, les dice que sí, y añade otra condición a la indicada por los padres: debe sacar buenas notas en la evaluación (conforme a sus posibilidades). Gabriel superó ambas pruebas, volvió al grupo y siguió hasta el final con buen aprovechamiento.

III. Al finalizar una visita cultural con todo un curso de Bachillerato, los profesores reciben una queja de un vendedor de chuches y refrescos. Varios muchachos se han pasado por la su caseta y se han llevado cosas sin pagar. Los profesores, reuniendo a todos los chicos en el autobús, explican la situación, asegurando que no se moverían del sitio mientras no volvieran todos los “ladrones” a la caseta a devolver o pagar lo que se habían llevado, además de pedir perdón al vendedor, por el mal rato que le han hecho pasar. Felizmente, así lo hicieron los muchachos, el hombre se quedó más o menos conforme y púdose reanudar la excursión.

Pienso que esta manera de proceder -corregir, perdonar y animar- es también un buen método para sanar el alma de quien ha fallado y de recuperar el buen ambiente. Cabe también señalar que el perdón puede ser un poderoso aliado para mejorar el bienestar emocional y preservar la salud mental. Y En este sentido, también es muy importante aprender perdonarse a uno mismo, arrepentidos de haber causado daño a otros.

Eso es también lo que nos enseña Jesús en su actuación con el paralítico de la piscina de Betzatá, en San Juan 5, 1-6. Primero le cura, compadeciéndose de él, al conocer que llevaba mucho tiempo esperando ser curado, pero que siempre se le ha adelantado alguien, cuando las aguas de la piscina fueron removidas por el ángel. Y después cuando se encuentran en el Templo, le dice: «Mira, estás curado; no peques más para que no te ocurra algo peor». Jesús sana y corrige. 

Por otro lado, debemos ser constantes en ayudar, aunque en ocasiones nos parezca a los educadores que no escuchan, y pacientes cuando los buenos resultados no llegan de inmediato, pues las personas necesitamos tiempo para alcanzar las metas que pretendemos alcanzar, sobre todo cuando nos proponemos ser mejores. Y les anima a perseverar en el esfuerzo si les confiemos que también nosotros, los adultos, hemos de luchar para mejorar y nos ven pedir perdón. 

Conclusiones

El perdón borra totalmente la ofensa recibida. Dios, que es amor, sale al encuentro del hombre que, arrepentido, acude a Él pidiendo perdón por haberle ofendido. Entre los hombres, el perdón restaura la concordia entre quiene s se sienten ofendidos.

Educar para el perdón exige de los padres y los educadores, corregir cuando hay que hacerlo, de acuerdo con la naturaleza de la ofensa y con las condiciones del que necesita esa ayuda. Pero también es importante que la chica o el chico a quien corregimos perciba que lo hacemos con cariño, que ella o él nos importa tanto o más que nosotros mismos y que tendrá otra oportunidad, porque confiamos en que va a mejorar.

Pedir perdón y perdonar contribuye a sanar el alma de quien ha fallado, ayuda a preservar el buen ambiente, puede mejorar el bienestar emocional y la salud mental. En resumen, generando felicidad, paz y tranquilidad: es una buena vitamina para la persona -cuerpo y alma-.

El autorJulio Iñiguez Estremiana

Físico. Profesor de Matemáticas, Física y Religión en Bachillerato

Evangelio

«Buscáis a Jesús». Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor (B)

Joseph Evans comenta las lecturas del domingo de Pascua de la Resurrección del Señor (B) y Luis Herrera ofrece una breve homilía en vídeo.

Joseph Evans·28 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos

Un ángel en el interior del sepulcro dice a las santas mujeres: “No tengáis miedo. ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? Ha resucitado. No está aquí” (Mc 16, 6). Por miedo a un ángel, tal vez este mismo, los soldados que custodiaban el sepulcro “temblaron de miedo y quedaron como muertos” (Mt 28, 4). Pero esa es la diferencia: los soldados impedían el acceso a Jesús, las mujeres intentaban llegar hasta él. Y por eso dice el ángel: “No tengáis miedo. Buscáis a Jesús”. No tengáis miedo porque buscáis a Jesús. Si buscamos a Jesús, no debemos tener miedo de nada ni de nadie.

Que tengan miedo los poderosos del mundo, que tengan miedo los ejércitos y los soldados, pero no nosotros, creyentes pobres y débiles, pero creyentes al fin y al cabo. Dios conoce nuestro corazón, e incluso, hasta cierto punto, lo conocen los ángeles del cielo: “Buscáis a Jesús”. Ellos lo saben. Así que hoy, y siempre, no tenemos nada que temer y todo que celebrar. No tenemos que tener miedo de los poderes mundiales, ni de los problemas de la sociedad o de nuestras propias vidas y familias, ni siquiera tenemos que tener miedo de nuestros pecados y debilidades, siempre que busquemos a Jesús. Él vendrá a nosotros y nuestro miedo se convertirá en alegría. 

Precisamente porque estas mujeres buscaban a Jesús, él vino a ellas. “De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: ‘Alegraos’” (Mt 28, 9). Cuando buscamos a Jesús, él nos busca a nosotros, aunque en cierto sentido es al revés. Jesús siempre toma la iniciativa: nos busca más que nosotros a él.

El ángel había dicho: “Mirad el sitio donde lo pusieron”. Ahora está vacío, no hay nadie. El poder de las tinieblas tuvo su momento, pero su poder ha desaparecido. El mal se ha desvanecido en la nada, pero las mujeres pueden asirse a los pies reales de Jesús. “Ellas se acercaron, le abrazaron los pies y se postraron ante él” (Mt 28, 9). Lo que tiene sustancia, verdadera realidad, es la persona real -y resucitada- de Jesucristo, Dios hecho hombre para nuestra salvación.

Las mujeres hacen lo poco que pueden, pero con gran amor. Luego se nos dice que huyeron por miedo (Mc 16, 8). Pero al menos una de ellas, María Magdalena, corrió a contárselo a los apóstoles (Jn 20, 1 ss). La secuencia de los hechos es un poco imprecisa y hay una confusión comprensible: se trataba, literalmente, del acontecimiento más sorprendente ocurrido en la historia. Pero las pobres y frágiles mujeres preparan el camino de la Resurrección, igual que 33 años antes la humilde sierva había abierto la puerta a la Encarnación. Cuando las mujeres están dispuestas a hacer lo poco que pueden con amor, Dios actúa en la historia.

La homilía sobre las lecturas del domingo de Pascua

El sacerdote Luis Herrera Campo ofrece su nanomilía, una pequeña reflexión de un minutos para estas lecturas del domingo.

Vaticano

El Papa a los católicos de Tierra Santa: «No los dejaremos solos»

El Papa Francisco ha hecho pública una misiva a la comunidad de católicos de Tierra Santa en la que traslada su deseo de que "cada uno de ustedes sienta mi afecto de padre, que conoce sus sufrimientos y sus fatigas, en particular las de estos últimos meses".

Maria José Atienza·27 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos

La Santa Sede ha hecho pública una carta, a las puertas del Triduo Pascual, del Santo Padre a la comunidad católica que reside en Tierra Santa. Una comunidad que, como subraya el Papa en la carta, desea permanecer en su tierra «donde es un bien que puedan quedarse».

Tras casi ocho meses ya de conflicto en esta tierra, el Papa Francisco se ha querido dirigir, de manera especial «a cuantos, en estos momentos, están sufriendo dolorosamente el drama absurdo de la guerra, a los niños a los que se les niega un futuro, a cuantos lloran y sufren, a cuantos experimentan angustia y desorientación».

«Semillas de bien» en medio de los conflictos

El Papa ha querido agradecer a estos hombres y mujeres su «Gracias por su «testimonio de fe» y ha agradecido «la caridad que existe entre ustedes, gracias porque saben esperar contra toda esperanza».

En este sentido, y recordando las muchas veces que estos cristianos han dado testimonio de su fe y de su esperanza, Francisco ha destacado que en «estos tiempos oscuros, en los que parece que las tinieblas del Viernes Santo recubren vuestra tierra y tantas partes del mundo son desfiguradas por la inútil locura de la guerra, que es siempre y para todos una sangrienta derrota, ustedes son antorchas encendidas en la noche; son semillas de bien en una tierra desgarrada por los conflictos».

El Papa ha asegurado que reza por ellos y con ellos y ha subrayado que «no los dejaremos solos, sino que permaneceremos solidarios con ustedes a través de la oración y la caridad activa».

Francisco ha afirmado en esta carta que espera que pronto se pueda volver a Tierra Santa para compartir con esta comunidad «el pan de la fraternidad y contemplar aquellos brotes de esperanza nacidos de vuestras semillas, esparcidas en el dolor y cultivadas con paciencia».

La Iglesia en el conflicto

La población católica en Tierra Santa es, en su mayoría, de raza árabe y se localizan, sobre todo, en diversa ciudades palestinas.

Especialmente intensa es la labor que realiza, en estos momentos, la parroquia católica de la Sagrada familia de Gaza. Actualmente, la parroquia acoge a más de medio millar de refugiados y atiende a decenas de miles de personas de la franja. El Papa Francisco sigue, diariamente, la labor pastoral y asistencial de esta parroquia y, desde el pasado 7 de octubre, cuando Hamas atacó a Israel desatando el conflicto, ha insistido en sus alocuciones en la necesidad de lograr un acuerdo de paz para Tierra Santa.

Vaticano

El Papa ruega la paz ante israelíes y árabes con hijas muertas en guerra

El Papa ha invitado en la Audiencia de este Miércoles Santo a contemplar a Cristo crucificado para asimilar su infinito amor paciente, y ha presentado el testimonio de padres árabes e israelíes que han perdido a sus hijas en la guerra, y son amigos. También ha pedido rezar por las víctimas inocentes de la guerra en Tierra Santa, y ha saludado de modo especial a los participantes en el congreso UNIV 2024.  

Francisco Otamendi·27 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

El Santo Padre ha celebrado la Audiencia general de este miércoles de Semana Santa en el Aula Pablo VI, debido a que la lluvia en Roma ha impedido que tenga lugar en la Plaza de San Pedro. El Papa ha dado las gracias a los peregrinos por su paciencia, porque el Aula se encontraba repleta de fieles que le acompañan en las celebraciones de Semana Santa.

La virtud que ha tratado hoy el Pontífice ha sido la paciencia, con la referencia del “himno a la caridad” de la primera carta de san Pablo a los Corintios, cuando el apóstol escribe que el amor es paciente, servicial, no se irrita, todo lo disculpa y todo lo soporta.

El mensaje central del Papa se ha referido a la paz y a la contemplación de Cristo crucificado para aprender a ser pacientes. Que “vivamos estos días en oración; les invito a abrirse a la gracia de Cristo redentor, fuente de alegría y de misericordia, Recemos por la paz, por la martirizada Ucrania, que está sufriendo tanto, también en Israel, Palestina, que haya paz en Tierra Santa, que el Señor nos dé la paz a todos, como don por su Pascua. A todos mi bendición”.

En su catequesis sobre la virtud de la paciencia, el Papa ha mencionado en varias ocasiones a Jesús crucificado que perdona, a Cristo paciente, capaz de responder al mal con el bien. Nosotros somos impacientes, nos impacientamos, y respondemos al mal con el mal. La paciencia es una llamada de Cristo.

Saludos al UNIV 2024, a libaneses y fieles de tantos países

En sus saludos a los peregrinos de diversas lenguas, se ha referido “de manera especial a los participantes en el encuentro UNIV 2024. Les invito a vivir estos días santos contemplando a Cristo crucificado, que con su ejemplo nos enseña a amar y a ser pacientes en la espera gloriosa de la resurrección. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide”.

Como otros años, unos tres mil estudiantes de numerosos países se reúnen en Roma para el UNIV 2024, encuentro internacional de universitarios que viven la Semana Santa y la Pascua en Roma, junto al Papa, y que este año reflexiona sobre el tema “The Human Factor” en la denominada Inteligencia Artificial. El Pontífice se ha dirigido también de modo especial a peregrinos libaneses, de habla inglesa, y de otros lugares, 

Obra de misericordia: sufrir con paciencia los defectos del prójimo

Hoy reflexionamos sobre la virtud de la paciencia, ha comenzado el Papa la catequesis. En el relato de la Pasión, como escuchamos el domingo pasado, “la imagen de Cristo paciente nos interpela. Esta virtud se manifiesta como fortaleza y mansedumbre en el sufrimiento, las dos cosas. Es una de las características del amor, como afirma san Pablo en el himno de la caridad”. 

Un ejemplo de paciencia lo vemos también en la parábola del Padre misericordioso, que no se cansa de esperar, y siempre está dispuesto a perdonar, ha añadido.

En el mundo de hoy, donde se prioriza la inmediatez y predominan los apuros, “ser paciente es el mejor testimonio que podemos dar los cristianos, No es fácil vivir esta virtud, pero tengamos presente que es una llamada a configurarnos con Cristo, una manera concreta de cultivarla”.

¿Y cómo se cultiva? Practicando en nuestra vida la obra de misericordia espiritual que nos invita a sufrir con paciencia los defectos del prójimo. No es fácil, pero se puede hacer. Pidamos al Espíritu Santo que nos ayude, ha rezado el Santo Padre.

El Papa no ha hecho mención a que hoy se cumplen 4 años de aquel momento extraordinario de oración, solo en la Plaza de San Padro, el 27 de marzo de 2020, en la que invocó la curación del mundo asediado por el coronavirus.

El autorFrancisco Otamendi

Ecología integral

“No todo vale” en la investigación científica

¿Por qué no es una buena idea intentar clonar a un ser humano? ¿Podemos infectar a personas sanas con un virus potencialmente mortal para investigar el progreso de la enfermedad? ¿Puedo usar células de una persona sin su consentimiento? Sobre este perfil de cuestiones biomédicas reflexiona el investigador Lluís Montoliu en su último libro “No todo vale”, presentado en la Fundación Pablo VI. 

Francisco Otamendi·27 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 5 minutos

En pocos meses, hemos vivido el lanzamiento y presentación de algunos libros sobre ciencia y Dios, escritos por estudiosos del tema, y algunas entrevistas a científicos católicos en Omnes. 

Entre los primeros, podemos citar la investigación sobre las pruebas científicas de la existencia de Dios realizada por Michel-Yves Bolloré y Olivier Bonnassies, éxito de ventas en Francia, y también las “Nuevas evidencias científicas de la existencia de Dios”, de José Carlos González-Hurtado, empresario y presidente de EWTN España.

Respecto a los segundos, tenemos a Enrique Solano, presidente de la Sociedad de Científicos Católicos de España, quien señaló en una entrevista con Omnes, entre otras cosas, que «se necesitan científicos católicos brillantes y divulgadores que establezcan un puente entre el saber especializado y las personas a pie de calle».

También a finales de año, Stephen Barr, doctor en física teórica de partículas, profesor emérito del Departamento de Física y Astronomía de la Universidad de Delaware y ex Director de Bartol Research Institute de la misma universidad americana, señalaba a Omnes que “la tesis del conflicto entre ciencia y fe es un mito generado por las polémicas de finales del XIX”.

Montoliu: colaboradores de espectros diversos

Nos ocupamos ahora de la presentación del libro “No todo vale ¿Qué hace un científico hablando de ética?” en la Fundación Pablo VI, escrito por otro científico, Lluís Montoliu, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), y vicedirector en el Departamento de Biología Molecular y Celular del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC), quien desea dejar claro que en el mundo de la ciencia “no todo lo que sabemos o podemos hacer lo debemos hacer. De eso se ocupa la bioética”. 

El subtítulo de la obra del biólogo investigador es ¿Qué hace un científico hablando de ética? Y a este tema dedica numerosas reflexiones en unos momentos en que las investigaciones científicas avanzan con tanta rapidez que cuestiones que creíamos propias de las películas de ciencia ficción son ya realidad. Pero no todo vale, hay límites éticos, señala. 

Lluís Montoliu afirma en el prefacio que ha querido contar “con la colaboración, los comentarios y las sugerencias” de Pere Puigdomènech, profesor de investigación emérito del CSIC en el Centro de Investigación en Agrigenómica, y también con los de José Ramón Amor Pan, director académico y coordinador del Observatorio de Bioética y Ciencia de la Fundación Pablo VI, que moderó el coloquio de la presentación del libro. En el acto participó asimismo Carmen Ayuso, médico jefe del Servicio de Genética y directora científica del Instituto de Investigación Sanitaria de la Fundación Jiménez Díaz.

El investigador Montoliu ha querido contar con la colaboración de Puigdomènech y de Amor Pan, “como representantes de lo que podríamos llamar una ética laica y una ética religiosa, cristiana, respectivamente. Respetando las creencias de cada cual, debo decir que comparto y aspiro a tener muchos de los valores que acompañan a estos dos grandes expertos en bioética, y me siento muy cómodo conversando con los dos, escuchando  y aprendiendo de ellos”.

Conceptos de bioética

En el coloquio se plantearon distintas cuestiones que se recogen en el libro, “como la idoneidad de escribirlo para que los ciudadanos sean conscientes de los límites que se ponen a la investigación científica, los debates que generan la experimentación con animales, o la importancia del consentimiento escrito de los pacientes, entre otros”. 

Éstos y otros temas pueden completarse quizá con un breve repaso de algunas ideas del autor, y del moderador del coloquio, sobre la bioética. 

Vamos con Montoliu, en tres frases. 1.- “Bioética suena a normas, a moralidad, a filosofía, a códigos, a leyes, incluso puede relacionarse a veces con la religión. Para aquellos que nos dedicamos a las ciencias experimentales, las ciencias de la vida, (los de “ciencias”), las clases de bioética suelen interpretarse como temas accesorios, seguramente innecesarios, en apariencia ásperos, poco atractivos. Son temáticas que asumimos que serían de interés para otros, del campo de las humanidades (los de “letras”), no para nosotros”. 

2.- “Con todos estos clichés y lugares comunes, inconscientemente estamos reproduciendo, una vez más, la triste separación académica entre ciencias y letras, entre ciencia y humanismo, como si fueran dos compartimentos estancos. Y esto es una gran equivocación. Afortunadamente, son ya bastantes las universidades que incorporan programas de formación transversales que combinan ciencia y humanismo, o ciencia y ética, o ciencia y filosofía”. 

3.- “No todo lo que sabemos o podemos hacer lo debemos hacer. De eso se ocupa la bioética. De analizar en detalle todos los datos de una propuesta experimental para concluir si ese proyecto es oportuno que se lleve a cabo o no. Si es éticamente aceptable, de acuerdo con las normas y leyes que nos hemos dado como sociedad y a nuestro código de moral, o si contraviene alguno de estos preceptos y entonces debemos concluir que ese experimento no debe realizarse”. 

Diálogo, cultura del encuentro

El profesor Amor Pan requirió a los participantes en el acto sus puntos de vista en numerosas cuestiones. Aquí les recuerdo tan solo lo que escribe en el epílogo del libro de Montoliu, que puede ser útil al leerlo. “No me cansaré de insistir en ello: la bioética no puede ser nunca un terreno abonado para la guerra partidista, para ninguna guerra cultural; al contrario, la bioética es (tiene que ser) diálogo, deliberación, búsqueda sincera de la verdad, cultura del encuentro, amistad social”, y menciona la encíclica del Papa Francisco “Fratelli tutti” en su número 202, cuando habla de “la falta de diálogo”.

El moderador Armor Pan considera que “la bioética nace como una ética cívica a interdisciplinar, como punto de encuentro, en el marco de la tradición de los derechos humanos y de la búsqueda de una ética mundial, con un talante humilde y a la vez riguroso (en los datos, en la argumentación, en el proceso deliberativo)”. 

Al referirse a su concepto de bioética, Josá Ramón Amor anota: “Para mí, ética y moral son sinónimos, en este punto difiero de Lluís Montoliu. Aprovecho para subrayar lo siguiente: la discrepancia, siempre que sea argumentada, es buena y saludable; y no impide ni la colaboración, ni mucho menos la amistad y la cordialidad. Recordar esto me parece más que necesario para los tiempos que vivimos”.

Desafíos

Según Montoliu, el principal desafío al que se enfrenta la investigación biomédica en España en este momento es que “los nuevos retos que van surgiendo en el campo de la ciencia necesitan de recomendaciones explícitas”. 

En su libro pone algunos ejemplos de los avances científicos que plantean un dilema en el campo de la bioética. Durante el coloquio quedó claro que los límites son necesarios, pero se criticó el exceso de prudencia de la Unión Europea a la hora de ponerlos a través de su legislación, como ha sido el caso del investigador español Francisco Barro, que ha logrado crear trigo sin gluten y que, debido a la hiperregulación europea, no ha podido cultivarlo en España. “Se ha ido a Estados Unidos donde le han puesto una alfombra roja y donde fabricará las galletas de trigo sin gluten que luego les compraremos nosotros”, explicó Montoliu. 

Carmen Ayuso añadió otra traba que Europa pone a las investigaciones. “Su extenso papeleo”, que ralentiza y entorpece muchas investigaciones. El libro aborda asimismo cuestiones relevantes en torno a la investigación con embriones y fecundación in vitro, y a la bioética en la inteligencia artificial.

El autorFrancisco Otamendi

Mundo

La Pontificia Universidad Gregoriana tendrá nuevos estatutos generales

Desde 2019 estaba en marcha un proceso de revisión de los estatutos para unir, dentro del antiguo Ateneo fundado en 1551 por san Ignacio de Loyola, los Pontificios Institutos Bíblico y Oriental, fundados el siglo pasado.

Giovanni Tridente·27 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

Hace justo un año, el Papa Francisco recibió en audiencia en el Vaticano a las comunidades académicas de las 22 (entonces) instituciones que componen el abigarrado y antiguo panorama de las Universidades e Instituciones Pontificias de Roma, y les había pedido que “hicieran coro”, con una referencia muy concreta a la necesidad de “abrirse a desarrollos valientes y, si es necesario, incluso inéditos”.

El pensamiento del Pontífice estaba encaminado al hecho de que frente a la “generosidad y clarividencia de muchas órdenes religiosas” que a lo largo de los siglos han dado vida en la Ciudad Eterna a tantos centros de formación especializados en materias eclesiásticas, tal como han cambiado el mundo y la sociedad actual se corre el riesgo de “dispersar energías preciosas” si se continúa con una “multiplicidad de polos de estudio”. Una llamada de atención la da, por ejemplo, el descenso del número de estudiantes que frecuentan las Universidades Pontificias, sensiblemente inferior al de hace al menos quince años.

Inteligencia, prudencia y audacia

La consigna del discurso del Papa fue, por tanto, “optimizar”, unir los centros de estudio que derivan, por ejemplo, del mismo carisma, para seguir “favoreciendo la transmisión de la alegría evangélica del estudio, de la enseñanza y de la investigación”, en lugar de ralentizarla y cansarla. Soluciones, pues, para salvaguardar “un riquísimo patrimonio” y promover “nueva vida”, que hay que buscar “con inteligencia, prudencia y audacia, teniendo siempre presente que la realidad es más importante que la idea”.

Unificación

En línea con esta visión realista del Pontífice, acaba de anunciarse la noticia de la unificación del Pontificio Instituto Bíblico y del Pontificio Instituto Oriental con la Pontificia Universidad Gregoriana, tres instituciones nacidas en épocas distintas pero unidas por el hecho de haber sido confiadas a la Compañía de Jesús desde su nacimiento.

El pasado 15 de marzo se dio a conocer el decreto que establece la nueva configuración de la universidad pontificia más antigua, fundada en 1551 por san Ignacio de Loyola, con la aprobación de los nuevos Estatutos Generales que entrará en vigor el 19 de mayo de 2024, día de Pentecostés.

Un camino que comenzó en 2019

Se trata, en cualquier caso, de un camino que comenzó en 2019, cuando el propio Papa Francisco, mediante un quirógrafo, había ordenado la incorporación de los dos Institutos a la Universidad, conservando sus propias denominaciones y misiones. El Pontificio Instituto Bíblico fue fundado en 1909 como centro de estudios superiores sobre Sagrada Escritura, mientras que el Pontificio Instituto Oriental, fundado en 1917, se ocupa de los estudios superiores de ciencias eclesiásticas y derecho canónico de las Iglesias orientales.

Cumplir mejor la misión

Los nuevos Estatutos -ratificados y aprobados por el Dicasterio para la Cultura y la Educación el 11 de febrero de 2024- estipulan que los tres Institutos pasan a formar parte “de la misma persona jurídica, como unidades académicas” de la Universidad Gregoriana. Ya en el quirógrafo de 2019, el Pontífice explicaba la necesidad de que los dos Institutos -vinculados a una institución más amplia y mejor organizada- pudieran cumplir mejor sus misiones específicas en el contexto actual.

Por lo que respecta al Pontificio Instituto Oriental, el Papa indicó también que el Prefecto del Dicasterio para las Iglesias Orientales debería asumir la función de Patrono del Instituto.

Con esta nueva configuración, la Pontificia Universidad Gregoriana estará regida por un único rector, asistido por un consejo del que ahora también forman parte los presidentes de los dos institutos pontificios incorporados.

Reorganizaciones futuras

Un proceso de reorganización similar afecta también a otras instituciones directamente vinculadas a la Santa Sede, como la Pontificia Universidad Urbaniana y la Pontificia Universidad Lateranense. El plan es unificar en un único centro de estudios las especialidades que hasta ahora ofrecían por separado ambas universidades laicas, fundadas en 1622 y 1773 respectivamente.

El autorGiovanni Tridente

Evangelización

Los Papas proponen encontrar a Jesús en la Biblia

Desde san Juan Pablo II a Francisco, los tres últimos Papas han alentado al pueblo cristiano a leer la Biblia y encontrarse en ella con Jesucristo. Además, Francisco ha regalado en alguna ocasión Evangelios de bolsillo a los peregrinos que acuden a la plaza de san Pedro.

Loreto Rios·26 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 5 minutos

A lo largo de la historia, muchos Papas han hablado de la importancia de la Biblia como medio de acercarse a Cristo, la Palabra del Padre. En este artículo, nos centramos en los tres Pontífices más recientes: san Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco.

San Juan Pablo II

San Juan Pablo II habló en numerosos discursos sobre la centralidad de la Sagrada Escritura como medio para conocer a Jesucristo en la vida cristiana. Un ejemplo es su mensaje a la Federación Bíblica Católica Mundial el 14 de junio de 1990, en el que explicaba que el centro de las Escrituras es el Verbo, Jesucristo: “La Biblia, Palabra de Dios escrita bajo inspiración del Espíritu Santo, revela, dentro de la tradición ininterrumpida de la Iglesia, el misericordioso designio de salvación del Padre, y tiene como centro y corazón el Verbo hecho carne, Jesucristo, crucificado y resucitado”. Además, el Papa identificaba la Biblia con Cristo mismo, diciendo que “dando a los hombres la Biblia, les daréis a Cristo mismo, que sacia a los hambrientos y sedientos de la Palabra de Dios, de libertad verdadera, de justicia, de pan y de amor”.

Por otra parte, san Juan Pablo II subrayaba la importancia de “acercarse constantemente a la Biblia como fuente de santificación, de vida espiritual y de comunión eclesial en la verdad y caridad”, afirmando que la Sagrada Escritura suscita vocaciones, es también el “corazón de la vida familiar”, inspira “el compromiso de los laicos en la vida social” y es el “alma de la catequesis y de la teología”.

Además, el Papa recordó en la audiencia general del 1 de mayo de 1985 la constitución del Concilio Vaticano II «Dei Verbum», en la que se afirmaba que “Dios, que habló en otros tiempos, sigue conversando siempre con la Esposa de su Hijo amado (que es la Iglesia); así el Espíritu Santo, por quien la voz viva del Evangelio resuena en la Iglesia, y por ella en el mundo entero, va introduciendo a los fieles en la verdad plena y hace que habite en ellos intensamente la palabra de Cristo’ (Dei Verbum, 8)”.

Sin embargo, aunque la Palabra de Dios es un medio eficaz e imprescindible para acercarse a Cristo, san Juan Pablo II también remarcaba la importancia de acercarse a ella y leerla siempre a la luz de la Iglesia, prescindiendo de basarse en interpretaciones personales o subjetivas. En esta línea, el Pontífice explicaba que la “garantía de verdad” ha sido otorgada “por institución de Cristo mismo […] a la Iglesia. […] Para todos se revela en este campo la misericordiosa providencia de Dios, que ha querido concedernos no solo el don de su autorrevelación, sino también la garantía de su fiel conservación, interpretación y explicación, confiándola a la Iglesia”.

Benedicto XVI

El Papa Benedicto XVI también hizo especial hincapié en la importancia de la Biblia para acercarse a Cristo: “Ignorar la Escritura es ignorar a Cristo”, explicó, citando a san Jerónimo en la audiencia general del 14 de noviembre de 2007.

A esta frase, Benedicto XVI añadía que “leer la Escritura es conversar con Dios”, pero, al igual que san Juan Pablo II, remarcaba la importancia de leer la Biblia a la luz de la Iglesia: “Para san Jerónimo, un criterio metodológico fundamental en la interpretación de las Escrituras era la sintonía con el magisterio de la Iglesia. Nunca podemos leer nosotros solos la Escritura. Encontramos demasiadas puertas cerradas y caemos fácilmente en el error. […] En particular, dado que Jesucristo fundó su Iglesia sobre Pedro, todo cristiano -concluía- debe estar en comunión ‘con la Cátedra de san Pedro. Yo sé que sobre esta piedra está edificada la Iglesia’”.

Importantísima en este sentido es la exhortación apostólica de Benedicto XVI «Verbum Domini», de 2010, que recoge las conclusiones del sínodo La Palabra de Dios en la vida y misión de la Iglesia.

Entre otras cuestiones, el Papa resaltaba también, como Juan Pablo II, el núcleo cristológico de la Sagrada Escritura: “La Palabra eterna, que se expresa en la creación y se comunica en la historia de la salvación, en Cristo se ha convertido en un hombre ‘nacido de una mujer’ (Ga 4,4). La Palabra aquí no se expresa principalmente mediante un discurso, con conceptos o normas. Aquí nos encontramos ante la persona misma de Jesús. Su historia única y singular es la palabra definitiva que Dios dice a la humanidad. […] La fe apostólica testifica que la Palabra eterna se hizo uno de nosotros”.

Papa Francisco

Siguiendo esta línea, el Papa Francisco también ha exhortado en numerosas ocasiones a encontrar a Cristo en las Escrituras.

El actual pontífice explicó en su discurso a la Federación Bíblica Católica el 26 de abril de 2019 la importancia de que la Iglesia sea “fiel a la Palabra”, diciendo que, si cumple esto, no escatimará “en proclamar el kerygma” y no esperará “ser apreciada”. “La Palabra divina, que proviene del Padre y se derrama en el mundo”, empuja a la Iglesia “hasta los confines de la tierra”, afirmaba Francisco.

Además, el Papa ha animado en diferentes ocasiones a familiarizarse con la Biblia y leerla aunque sea cinco minutos al día, ya que “no es simplemente un texto que leer”, sino que es “una presencia viva”. Por ello, aunque la lectura se reduzca a pequeños momentos al día, señala el Papa que es suficiente, porque esos breves párrafos “son como pequeños telegramas de Dios que te llegan enseguida al corazón”. Y es que la Palabra de Dios “es un poco como un auténtico anticipo de paraíso”. Por tanto, si la relación del cristiano con ella va más allá de lo intelectual, se mantiene también una “relación afectiva con el Señor Jesús”, identificando, como en los textos de otros Papas anteriormente mencionados, la Sagrada Escritura con Cristo.

“Tomemos el Evangelio, tomemos la Biblia en la mano: cinco minutos al día, no más. Llevad un Evangelio de bolsillo con vosotros, en el bolso, y cuando estéis de viaje tomadlo y leed un poco, durante el día, un fragmento, dejar que la Palabra de Dios se acerque al corazón. Haced esto y veréis cómo cambiará vuestra vida con la cercanía a la Palabra de Dios”, concluía su reflexión el Papa en la audiencia general del 21 de diciembre de 2022.

De hecho, Francisco ha afirmado que la Palabra de Dios está para rezar, y que, a través de la oración “sucede como una nueva encarnación del Verbo. Y somos nosotros los ‘tabernáculos’ donde las palabras de Dios quieren ser acogidas y custodiadas, para poder visitar el mundo”.

Lo mismo propuso en el domingo de la Palabra de Dios, el 26 de enero de 2020: “Hagamos espacio dentro de nosotros a la Palabra de Dios. Leamos algún versículo de la Biblia cada día. Comencemos por el Evangelio; mantengámoslo abierto en casa, en la mesita de noche, llevémoslo en nuestro bolsillo o en el bolso, veámoslo en la pantalla del teléfono, dejemos que nos inspire diariamente. Descubriremos que Dios está cerca de nosotros, que ilumina nuestra oscuridad y que nos guía con amor a lo largo de nuestra vida”.

En otras ocasiones, el Santo Padre también se ha preguntado: “¿Qué sucedería si usáramos la Biblia como tratamos nuestro móvil? ¿Si la llevásemos siempre con nosotros, o al menos el pequeño Evangelio de bolsillo?”. Francisco se respondía que, “si tuviéramos la Palabra de Dios siempre en el corazón, ninguna tentación podría alejarnos de Dios y ningún obstáculo podría hacer que nos desviáramos del camino del bien; sabríamos vencer las sugestiones diarias del mal que está en nosotros y fuera de nosotros” (Ángelus del 5 de marzo de 2017).

Una iniciativa muy relevante del Papa Francisco, que refleja la importancia que otorga a la lectura de la Sagrada Escritura entre los cristianos y a su deseo de que sea un hábito cotidiano, es el regalo de Evangelios de bolsillo, en concreto durante el Ángelus del 6 de abril de 2014.

En sus intervenciones anteriores, el Papa había sugerido llevar siempre consigo un pequeño Evangelio “para poder leerlo con frecuencia”. Por ello, Francisco decidió sumarse a una “antigua tradición de la Iglesia” según la cual, “durante la Cuaresma”, se entregaba un Evangelio a los catecúmenos que se preparaban para recibir el bautismo. De este modo, obsequió a los fieles congregados en la plaza de san Pedro un Evangelio de bolsillo: “Tomadlo, llevadlo con vosotros, y leedlo cada día”, animó el Papa, “es precisamente Jesús quien os habla allí. Es la Palabra de Jesús”.

Seguidamente, Francisco alentó a dar gratuitamente lo que gratuitamente se había recibido, con “un gesto de amor gratuito, una oración por los enemigos, una reconciliación”…

Identificando de nuevo las Escrituras con Cristo mismo, el Papa concluía: “Lo importante es leer la Palabra de Dios […]: es Jesús quien nos habla allí”.

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Recursos

Amor contraceptivo, amor infeliz

La mentalidad contraceptiva es fruto de una concepción parcial, incompleta del amor y de la entrega. Junto a ello, viste de medicina un acto que, en sí mismo, no constituye una curación a ninguna patología.

Eduardo Arquer Zuazúa·26 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 5 minutos

Uno de enero de 2023, mi primer día de jubilado. Me parecía mentira tras más de 40 años de trabajo ininterrumpido como médico de Atención Primaria de salud. Muchísimas alegrías, satisfacciones, reconsideraciones, estudios, rectificaciones; todo por el bien del paciente.

Sólo un sinsabor que tristemente me acompañó durante todo ese tiempo: la demanda de anticonceptivos por parte de muchas usuarias del Sistema Nacional de Salud y la obligada, como no puede ser de otra manera, -y desagradable- negativa que debe manifestar un médico, sea o no católico.

En efecto, es desagradable porque a pesar del deseo de ayudar en todo que tenemos los galenos por vocación, sabemos que tras el rechazo a prescribir estos productos se sigue un momento de incómoda tensión entre el médico y la usuaria, cuyo semblante se vuelve hosco, áspero, duro, que advierte de una muy posible ruptura de relaciones.

Aunque siempre he procurado, cuando se daba el caso, que mis razonamientos en contra de tal proposición incluyeran una absoluta apertura hacia la paciente para cualquier otro problema de salud que pudiera necesitar de mí, por lo general eran poco o nada tenidos en cuenta:

-“¿Entonces quién me puede recetar?” 

Esta ha sido la contestación más habitual.

-“Pues yo tengo derecho”. 

-“Pues usted tiene obligación legal de prescribírmelo”.

-“Pues lo voy a denunciar”.

En todos los casos me mantuve firme exponiendo entonces el que creo que es el argumento inequívoco, para nosotros los médicos, a formular ante la demanda de contracepción: “Mi compromiso, mi deber, es con el enfermo y en este momento usted no me está planteando una enfermedad”.

Medicina y contraconcepción

Siendo la nuestra una profesión hermosa y apasionante, no comprendo cómo hemos permitido que nos utilicen para un asunto como éste que pertenece más a la Sociología que a la Medicina.

Sí, claro está, nosotros debemos alertar de los posibles efectos secundarios y de los factores de riesgo concomitantes, pero deontológicamente es un tema que no nos concierne, y sin embargo he podido experimentar cómo nos han venido utilizando: nos la han colado, hablando vulgarmente.

Si bien, nunca hemos estado unidos en este aspecto porque hay muchos colegas que defienden la contracepción y están dispuestos a facilitarla.

Abortos provocados y contraceptivos

Las más altas autoridades sanitarias no dejan de asociar la contracepción y el aborto a la praxis médica.

Pongamos un ejemplo: si uno busca el vocablo “aborto” en la web de la Organización Mundial de la Salud se encuentra con esta primera afirmación general: “El aborto es un procedimiento médico habitual”. Nada puede ser más hipócrita; y unas líneas más adelante dice: “Cada año se provocan cerca de 73 millones de abortos en todo el mundo”. Nada más cierto.

Igualmente en una publicación de la OMS del 5 de septiembre de 2023, refiriéndose a los contraceptivos, se asegura que “de los 1.900 millones de mujeres en edad reproductiva (15-49 años) que había en todo el mundo en 2021, 1100 millones necesitaban planificación familiar; de estas, 874 millones utilizaban métodos anticonceptivos modernos”. 

La OMS entiende como modernos los que se basan en la administración de productos hormonales o anti-hormonales, ya sea por vía oral, inyectable, ginecológica, transcutánea o subdérmica; los dispositivos intra-uterinos (DIUS), la píldora del día después, los condones (masculinos o femeninos), la esterilización masculina o femenina y algunos métodos naturales de eficacia constatada.

Entre esta diversidad, bastantes de ellos tienen un fuerte potencial anti-implantatorio, es decir: abortivo. Aunque es para reflexionar, no es el propósito de este artículo entrar en detalles concretos a este respecto.

Un amor no integral

“Nos queremos, pero ahora no nos conviene tener hijos. No vamos a renunciar por eso a tener relaciones”. Así podría resumirse el argumento más común de la mayoría de las parejas de nuestro entorno.

Hagamos un breve análisis de ese “nos queremos”: ¿Quieres a la totalidad de la persona de tu pareja? Evidentemente no.

Hay un aspecto de su persona que estás detestando durante largo tiempo y a veces definitivamente: se trata de su fecundidad, de su capacidad de ser agente de procreación querida por Dios, lo cual constituye una vertiente esencial de su humanidad. Y esto vale para los dos. Pero se evita profundizar porque no se quiere renunciar al placer y a la emoción que el acto conlleva.

En el amor contraceptivo sólo hay una donación parcial, interesada, cómplice, que oscurece completamente el sentido de una acción singular de gran trascendencia. Por tanto, no se le puede llamar acto de amor porque no tiene la entrega total, la donación completa ni tampoco la aceptación de la totalidad del otro. Es, por ende, un acto impositivo, egoísta, de desamor, porque inflama lo sensible, pero vaciándolo de su inherente contenido procreativo.

No se me olvida lo que respondía mi suegro, que en paz descanse, que tenía 10 hijos y muy buen humor cuando alguien le hacía esta observación: 

-“Es que a ti te gustan muchos los niños” .

-“No, -contestaba-. A mí la que me gusta es mi mujer.”

¡Cuántos llantos, cuántas depresiones, cuántas desilusiones hemos visto los médicos de Atención Primaria en la consulta causados por este desamor entre parejas! 

 “Doctor, se lo di todo”, me decía una chica que no cesaba de sollozar porque después de varios años su novio,con quien mantenía relaciones, la había dejado. De aquí extraje un consejo que he repetido muchas veces a las jóvenes: No entregues lo que no le corresponde a quien no le corresponde.

Cambio de mentalidad

La contracepción ha propiciado importantes cambios de conducta sociales, comenzando por el movimiento “Hippie” de los años 60 del siglo pasado hasta desencadenar una brutal caída de la natalidad en todo el orbe y también un alarmante aumento de los divorcios, con lo que esto conlleva de sufrimiento para padres, pero sobre todo para los hijos. 

Puede que no sean tan sensibles cuando son pequeños, pero para un hijo mayorcito o adolescente, el divorcio de sus padres es una cruel traición hacia él. Su salud mental se deteriora muy gravemente y ningún argumento les sirve de consuelo; lo he podido constatar muchas veces en la consulta.

Pero también la contracepción, junto con el consumo de alcohol y drogas, está en el meollo de la actual movida juvenil, y éste es otro de los grandes escándalos de nuestro tiempo.

Pienso que una chica de 10 -11 años que comienza a tener una pandilla pre-movida, si no ha recibido una acendrada formación en lo referente a la moral sobre el verdadero sentido del amor humano, está perdida. Y me temo que son la mayoría.

-“No me traigas hechos consumados -o sea, un embarazo-. Protégete”-. Esto le decía un padre a su hija adolescente. Yo lo interpreto como: “déjate abusar, pero…”.

Moral sexual

Porque, ¿quién educa hoy a los jóvenes y a los adultos incidiendo valientemente en la moral sexual querida por Dios?, ¿los padres?, ¿la parroquia?, ¿el colegio?, ¿o nadie?

Yo respondería –con mucho pesar- que nadie o casi nadie y, claro, las chicas y los chicos llegan a la madurez faltos de toda doctrina moral y expuestos a las consecuencias de este juego sensiblero que, frustrando tantas expectativas, acaba en la desconfianza entre el hombre y la mujer, en el desencanto de la vida y en la infelicidad porque no saben “trabajar” el amor.

La gracia de Dios no ha disminuido, la admirable doctrina que propone la Iglesia católica sobre la moral sexual y matrimonial debe proclamarse más y más para dar alegría a los corazones desilusionados.

Seamos esos “heraldos del evangelio” valientes que proponía san Juan Pablo II.

Por mi parte voy a intentar arreglar el mundo y ya me he inscrito en mi parroquia como catequista jubilado. Intentaré afrontar esta nueva etapa con sabiduría pero sin dejarme llevar por el pesimismo, muy al contrario, pondré toda mi ilusión. Tendré que aprender algo de pedagogía. La gracia y la eficacia las pone Dios. Espero no defraudarle.

El autorEduardo Arquer Zuazúa

Médico

Evangelio

Mi reino no es de aquí. Viernes Santo en la Pasión del Señor (B)

Joseph Evans comenta las lecturas del Viernes Santo en la Pasión del Señor (B).

Joseph Evans·26 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos

Las lecturas de hoy (¡muy largas!) se centran en que Cristo es rey. Poncio Pilato, el gobernador romano, interroga a Jesús al respecto. Si Jesús afirma ser rey, esto podría ser una amenaza para el Imperio romano. Israel era un estado sometido a Roma, por lo que si Jesús afirmaba ser rey, podría tratarse de un acto de rebelión contra el imperio. De hecho, más tarde oímos a los judíos amenazar a Pilato: “Todo el que se hace rey está contra el César”. Así que le pregunta a Jesús: “¿Eres tú el rey de los judíos?”.

Jesús deja claro que es un rey, pero que su reino no es terrenal: “Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí”.

Es un reino espiritual, no político. Pero Pilatos sigue sin entenderlo. E insiste: “Entonces, ¿tú eres rey?”. La respuesta de Nuestro Señor es misteriosa: “Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz”.

Así pues, Jesús es rey, pero no de la forma en que comúnmente se entiende. Su reino no tiene que ver con el poder en la tierra ni con el que se consigue mediante la corrupción. Cuando pensamos en política y poder, solemos pensar en engaño y falsedad, no en verdad. Pilato está igualmente confundido. Pregunta: “Y ¿qué es la verdad?”. Como si dijera: “¿Qué tiene que ver la verdad con el gobierno terrenal?».

Jesús es rey con un reino que no es de este mundo y una realeza relacionada con la verdad. Cuanto más miramos al cielo y decimos la verdad, más reyes somos, más nos gobernamos a nosotros mismos. Hay una realeza que viene con la honestidad y la sinceridad y con mirar hacia el cielo. El verdadero gobierno está en el cielo. Jesús nos promete que, si somos fieles, compartiremos su trono en el cielo (Ap 3, 21). Como él venció y comparte el trono de su Padre, nosotros compartiremos su triunfo.

Hoy es un día para centrarnos en la Cruz como fuente de salvación. Jesús nos salvó muriendo por nosotros: aceptó esa muerte brutal y la convirtió en amor infinito, venciendo el mal de nuestros pecados. Estamos invitados a aceptar la Cruz, a convertir el sufrimiento en amor, y así colaborar con Jesús en su obra de salvación. Pero el sufrimiento también llega cuando es difícil decir la verdad. Nuestro testimonio de la verdad, con todo el sacrificio que ello pueda suponer, se convierte en unión con el sacrificio de Cristo.

Cultura

Dos propuestas de cine religioso: Guadalupe y The Chosen

Una nueva película documental sobre la Virgen de Guadalupe y la cuarta temporada de The Chosen son la propuesta de cine para estas semanas.

Patricio Sánchez-Jáuregui·25 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: < 1 minuto

Dos propuestas de contenido religioso. La nueva producción sobre la Virgen de Guadalupe y la cuarta temporada de la exitosa serie The Chosen, son las propuestas de cine y series para estos días.

Guadalupe: Madre de la Humanidad

Guadalupe es un ambicioso film documental que aspira a transmitir con precisión y arte los mensajes y milagros de la Virgen de Guadalupe “para alegría y consuelo de millones de corazones”.

Aunando ficción, testimonios y entrevistas, esta película intenta condensar 500 años de tradición mariana desde las apariciones relatadas en el Nican Mopohua.

Una producción internacional que procura aportar testimonios de todo tipo de personas para apelar a un gran público, con entrevistas y documentación humana y teológica que ahondan en los enigmas que rodean las Apariciones, su significado espiritual y sus efectos.

Guadalupe: Madre de la Humanidad

Directores: Andrés Garrigó y Pablo Moreno
Guión: Andrés Garrigó, Josepmaria Anglès, Javier Ramírez y Josemaría Muñoz
Plataformas: Cines

The Chosen. Temporada 4

The Chosen (Los Elegidos), drama sobre la vida de Jesucristo, vuelve con su temporada más ambiciosa hasta la fecha.

Con un enfoque interesante que ha conquistado y enganchado a una gran audiencia mundial, Los elegidos cuenta la historia del Nuevo Testamento, con ciertas licencias creativas para ahondar en el contexto y vidas que rodeaban la figura de Jesús de Nazaret.

En esta temporada, los personajes se enfrentarán a los mayores desafíos a los que se han encontrado, poniendo a prueba las lealtades y su fe, y Jesús se encontrará más aislado que nunca a medida que aumenta la presión de las más altas autoridades políticas y religiosas.

The Chosen

Director: Dallas Jenkins
Actores: Jonathan Roumie, Elizabeth Tabish, Shahar Isaac, Paras Patel, Erick Avar
Plataforma: Cines y TV multiplataforma
Vaticano

El Papa Francisco anima a los jóvenes a recuperar la esperanza

Hace 5 años el Papa Francisco publicó su exhortación apostólica “Christus vivit”, dirigida a todos los jóvenes del mundo. El 25 de marzo de 2024 también ha querido dirigirse a las nuevas generaciones de la Iglesia para animarles a recuperar la esperanza.

Paloma López Campos·25 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos

En el quinto aniversario de la exhortación apostólica “Christus vivit”, el Papa Francisco vuelve a dirigirse a los jóvenes de todo el mundo. En su breve mensaje, el Pontífice comienza recordando a las nuevas generaciones que “¡Cristo vive y quiere que ustedes vivan!”. Un recordatorio, explica el Santo Padre, que quiere que reavive en los jóvenes la esperanza.

Ante el complicado escenario que se abre ante el mundo, marcado por las guerras y la tensión social, Francisco propone en su mensaje a los jóvenes que se agarren a una verdad: “Cristo vive y te ama infinitamente. Y su amor por ti no está condicionado por tus caídas o tus errores”. El amor de Jesucristo es incondicional, subraya el Pontífice, tal y como puede verse en la Cruz.

Anuncio por y para los jóvenes

El Papa se dirige a cada joven para aconsejarle en su relación con Cristo: “camina con Él como con un amigo, acógelo en tu vida y hazle partícipe de las alegrías y las esperanzas, los sufrimientos y las angustias de tu juventud”. Así, asegura el Pontífice, “tu camino se iluminará y las cargas más grandes se volverán menos pesadas, porque será Él quien las lleve contigo”.

“¡Cuánto quisiera que este anuncio llegase a cada uno de ustedes, y que cada uno lo percibiese vivo y verdadero en su propia vida y sintiera el deseo de compartirlo con sus amigos!”, exclama el Papa en su mensaje. Por tanto, dice Francisco, “háganse oír, griten esta verdad, no tanto con la voz sino con la vida y con el corazón”.

Los jóvenes peregrinos esperan a que el Papa Francisco llegue a la vigilia de la Jornada Mundial de la Juventud 2023 (OSV News photo / Bob Roller)

Esperanza de la Iglesia

Para finalizar su mensaje, el Santo Padre recuerda que “‘Christus vivit’ es fruto de una Iglesia que quiere caminar unida y que por eso se pone a la escucha, en diálogo y en constante discernimiento de la voluntad del Señor”. Precisamente en base a esto es más necesaria que nunca la participación de los jóvenes en el Camino Sinodal que vive la Iglesia.

El Papa Francisco se despide recordando a los jóvenes que “son la esperanza de una Iglesia en camino”. Además les pide que no falte nunca “el empuje que tienen, como el de un motor limpio y ágil; su modo original de vivir y anunciar la alegría de Jesús Resucitado”. Y finaliza asegurando que reza por los jóvenes, pidiendo a su vez que ellos recen por él.