América Latina

«La Pasión de Cañete», una tradición de Semana Santa en Perú

"La Pasión de Cañete" es una representación de la Pasión de Cristo que se realiza tradicionalmente en Perú cada Semana Santa.

Jesús Colquepisco·4 de abril de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos

A 140 kilómetros al sur de Lima se encuentra la provincia de Cañete, “Valle bendito” -tal como lo llamó san Josemaría Escrivá en su visita a Perú en julio de 1974. En él se representa durante la Semana Santa una de las más reconocidas escenificaciones de la Pasión de Cristo en el Perú, la “Pasión de Cañete”, organizada por la Prelatura de Yauyos y la ACAR Cañete (Agrupación Cañetana Artístico Recreativa).

La tradicional escenificación (iniciada en 1966) se representa cada Semana Santa en las instalaciones del santuario Madre del Amor Hermoso, uno de los principales destinos religioso-culturales que hay en San Vicente de Cañete. Dura aproximadamente dos horas e incluye -entre otros- los impactantes pasajes bíblicos de la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, la Última Cena, la Traición de Judas, la Negación de Pedro, la Pasión, muerte y resurrección del Señor.

Escena de «La Pasión de Cañete»

Para la Semana Santa 2024 los días de presentación fueron el Domingo de Ramos, Miércoles Santo, Jueves y Viernes Santo, siendo estos dos últimos los que contaron con mayor asistencia de personas, superando los 2000 asistentes por día, un total de siete mil asistentes durante la semana.

Orígenes de la Pasión de Cañete

El guión de la Pasión lo elaboró monseñor Enrique Pélach, primer Vicario General de la Prelatura de Yauyos, quien para la Semana Santa de 1966 motivó a los pobladores de San Vicente de Cañete a representar el misterio de la pasión y muerte de Jesús. Por aquel entonces se conformó el ACAR (Agrupación Cañetana Artístico-Recreativa) que integró a los actores para la Pasión. Posteriormente el texto de la Pasión recibió algunos ajustes y adecuaciones de Mons. Esteban Puig, sacerdote español que dirigió la puesta en escena durante un importante período.

Sólo dejó de representarse la Pasión de Cañete entre los años 2008 – 2012 por obras en el Santuario a causa del terremoto de agosto de 2007; como también entre 2020 – 2022 debido a la Pandemia del COVID-19.

ACAR y la Prelatura de Yayos

Actualmente el ACAR Cañete cuenta con 200 personas en escena bajo la dirección de Julio Hidalgo. Entre ellos se cuentan los actores locales, sonidistas, luminotécnicos, maquilladores, utileros y personal de vestuario. El representante de la Prelatura es Félix Cuzcano, delegado episcopal para la representación de la Pasión.

El ACAR y la Prelatura de Yauyos han recibido diversos reconocimientos civiles por el aporte de la Pasión a la fe y cultura de la Provincia de Cañete.

Asistentes a la representación tradicional peruana
El autorJesús Colquepisco

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Evangelización

Iglesia y comunicación: un reto de 21 siglos

Anunciar la buena noticia de la salvación es una tarea fundante de la Iglesia que ha de ayudarse de cada uno de los lenguajes de la comunicación presentes en la sociedad.

Pablo Alfonso Fernández·4 de abril de 2024·Tiempo de lectura: 6 minutos

Desde su origen, la Iglesia tiene encomendada por Jesucristo una tarea de comunicación: su misión evangelizadora consiste en anunciar la buena noticia de la salvación. Para llevarla a cabo cuenta principalmente con la ayuda del Espíritu Santo, que ilumina, impulsa y vivifica su Iglesia. Pero, como enseña la teología, la gracia no sustituye a la naturaleza, y por eso conviene emplear los medios humanos a nuestro alcance para facilitar su acción en las almas.

Entre esos medios están las denominadas Ciencias de la Información, con todo su bagaje técnico y especificaciones propias de una actividad cada vez más profesionalizada.

Las tareas de comunicación han evolucionado con los medios y las capacitaciones especializadas, por eso conviene plantearse el mejor modo de hacer comunicación institucional en la Iglesia, a la vez que se respeta y se facilita el trabajo de los profesionales.

Se trata de una colaboración necesaria, que beneficia tanto a los comunicadores, en su labor de presentar y difundir hechos de relevancia informativa, como a la propia Iglesia, que resulta mejor conocida y puede mostrar al mundo la belleza del evangelio en los acontecimientos presentados como noticia.

Una tarea ética

Al igual que en otras profesiones, la tarea del comunicador tiene un fuerte componente de confianza. La fuente informativa que elegimos viene determinada por las garantías de veracidad y de integridad en la interpretación de la realidad que nos transmite.

Por eso, la Iglesia no puede permanecer ajena a las implicaciones morales del uso de los medios de comunicación, y le interesa contribuir a su desarrollo respetuoso con la dignidad de la persona. Así lo afirma en el Decreto Inter Mirifica, del Concilio Vaticano II, donde reconoce en primer lugar el derecho humano a la información, y su vinculación con la verdad, la caridad y la justicia.

También invita a pensar en las consecuencias que tiene en la conducta de las personas aquello que se transmite, y por eso recuerda la responsabilidad de los profesionales, los destinatarios y la autoridad civil a la hora de seleccionar y de difundir los contenidos.

En el fondo, se trata de recordar que existe una diferencia entre la resonancia informativa que pueda tener un hecho y su relevancia. Reconocer que nos interesa estar a la última, pero aprender a leer los acontecimientos en otra clave distinta del sensacionalismo, para saber interpretar lo que sucede: siempre hace más ruido un árbol caído que un bosque en crecimiento. Y esto tanto en los acontecimientos del mundo como en los que hacer referencia a la vida de la Iglesia.

Ya explicaba el sacerdote británico Ronald Knox (1888-1957) que en Jerusalén todos supieron enseguida que Judas se había ahorcado, sin embargo, muy pocos advirtieron la sencilla y fecunda fidelidad de María.

Desde hace más de 50 años la Iglesia ayuda a reflexionar sobre esta tarea desde una perspectiva ética, con los Mensajes para la Jornada de las Comunicaciones Sociales. Los publica el Papa cada año con ocasión de la festividad de san Francisco de Sales, y nos hacen fijar la mirada en algún aspecto relevante y de actualidad que despierta las conciencias. Por ejemplo, en su mensaje de 2024 el Papa Francisco menciona algunas consecuencias del empleo de la inteligencia artificial.

Con una dinámica propia

El documento que hemos mencionado del Concilio Vaticano II recuerda además que “toca principalmente a los laicos vivificar con espíritu humano y cristiano estos medios”. Es esta una de las expresiones de la Doctrina Social de la Iglesia, a la que se refería genéricamente Benedicto XVI en su primera Encíclica. Allí explicaba que no es tarea de la Iglesia emprender por cuenta propia la empresa política de realizar la sociedad más justa posible.

Es cierto que puede ni debe quedarse al margen de esa lucha por la justicia, pero se inserta en ella a través de la argumentación racional y debe despertar las fuerzas espirituales, esforzándose por abrir la inteligencia y la voluntad a las exigencias del bien (cfr. Deus caritas est, n.28).

En cuanto a las tareas de comunicación, se comprende que el papel de la autoridad eclesiástica no es propiamente el de disponer de ciertos medios desde los que contribuir a la opinión pública, sino más bien vivificar las distintas iniciativas de los ciudadanos con el espíritu cristiano.

Es verdad que la Iglesia no tiene por misión propia la presencia institucional en el mundo de la comunicación, como tampoco en el de la enseñanza, la atención hospitalaria o la prestación de servicios sociales. Pero, al mismo tiempo, goza de los mismos derechos que cualquier otra institución pública o privada para dirigir o impulsar iniciativas en esos campos de la vida social.

Por eso también se entiende que cabe la promoción de medios católicos (y a esta propuesta dedica el Decreto Inter Mirifica su capítulo II), que puedan actuar en el mundo de la comunicación con profesionalidad y presenten su propuesta informativa, como cualquier otro interlocutor válido en la sociedad.

La Comunicación Institucional en la Iglesia se lleva a cabo cada vez con más profesionalidad, y son de agradecer los esfuerzos de Universidades eclesiásticas por otorgar importancia a la preparación de comunicadores profesionales que puedan dirigir Delegaciones de Medios en las diócesis o poner en marcha iniciativas en el mundo de las agencias de noticias sobre la Iglesia.

Un encuentro reciente

En un coloquio reciente organizado por una diócesis española se convocó a un grupo de periodistas para dialogar sobre la comunicación de la Iglesia, en un clima de franqueza y respeto mutuos. Por ejemplo, hablar de la gestión informativa de los abusos sirvió para reclamar mayor profesionalidad a los informadores, y mejores canales de comunicación a las autoridades eclesiásticas.

La conclusión del encuentro fue que los medios están dispuestos a sacar más informaciones sobre la Iglesia, y que el trabajo de las Delegaciones de medios es apreciado y valorado por los profesionales de los medios generalistas.

De hecho, la mayor parte de las noticias sobre la Iglesia son referencias positivas, sobre Cáritas, testimonios de personas implicadas en tareas educativas o el cuidado del patrimonio artístico religioso.

En general, las intervenciones de carácter social promovidas por la Iglesia tienen interés informativo, así como algunos eventos religiosos que implican movilización de recursos en los lugares en los que se desarrollan como peregrinaciones o celebraciones patronales.

Una contribución necesaria

De todos modos, todavía la visión de la actividad de la Iglesia desde algunos medios de comunicación sigue siendo limitada, ya sea por desconocimiento o por intereses ideológicos. Algunos profesionales siguen atrincherados en cierta mentalidad cerril frente a la vida espiritual, que tiende a marginar las opiniones y actuaciones de los creyentes por el simple hecho de pertenecer a personas que entienden su fe como algo importante y decisivo en sus vidas. No se atiende a la razonabilidad o interés de las propuestas, y se tachan directamente por su origen si llegar siquiera a escucharlas.

Lo refleja bien un pasaje de la novela El despertar de la señorita Prim (Natalia Sanmartín, 2014). La protagonista de esa historia mantiene un diálogo con el dueño de la casa en la que trabaja como bibliotecaria. En un momento de la conversación ella rechaza un argumento al considerar que su origen está en las convicciones religiosas de su interlocutor. Pero este la invita a razonar, y a decirle si le parece correcto o no lo que ha planteado: si únicamente puede contradecirlo por el hecho de venir de una persona creyente, eso no es un argumento válido.

Algunos querrían que los católicos volvieran a las catacumbas, o al menos que no salieran de las sacristías. En algunos ambientes parece que se aplica nuevamente aquel Edicto del emperador Juliano (años 361-363) que exigía a los maestros de las escuelas de Retórica y Gramática creer lealmente en los dioses: los que fueran cristianos debían permanecer “recluidos en las iglesias para comentar allí a Mateo y Lucas”.

Existe un empeño por mostrar como irrelevantes las aportaciones de la fe a la vida social, o reducir su impacto a un ámbito limitado sin reconocer su influjo en tantas manifestaciones culturales que configuran la convivencia.

El pensamiento creyente se tolera a lo sumo como expresión folclórica que tiene su lugar y su momento, como concesión a un regionalismo inevitable, pero no se admite como postura razonable y sensata que pueda ayudar al desarrollo del mundo.

Servidores de la verdad

La Iglesia está llamada a compartir el destino de los hombres, y por eso tiene el derecho y la obligación de darse a conocer en sus palabras, en sus actuaciones, en sus contribuciones al bien común. Por su parte, aquellos que trabajan en la elaboración y difusión de los mensajes informativos, han de ser cada vez más conscientes de su responsabilidad, como servidores de la verdad.

Así lo ha recordado recientemente el Papa Francisco en un Discurso el 23 de marzo de este año a los directivos y trabajadores de la RAI y sus familias, donde califica su trabajo de verdadero servicio público que es un don para la comunidad, y anima a cultivar una actitud de escucha que les ayude a captar la verdad como una realidad sinfónica, hecha de una variedad de voces.

El verdadero servicio de un profesional de la comunicación, en palabras del Papa, contribuye a la verdad y al bien común, promueve la belleza, pone en marcha dinámicas de solidaridad y ayuda a encontrar sentido a la vida en una perspectiva de bien. Su trabajo involucra a todos, y aporta nuevas miradas a la realidad, sin perseguir cuotas de audiencia en detrimento del contenido.

Puede parecer una visión idealizada o algo ingenua, pero la alternativa sería el derrotismo, y parece que Francisco no está dispuesto a tirar la toalla: se puede construir una mayor oferta de calidad de contenidos, todo depende de la capacidad de soñar a lo grande.

Y concluye con una invitación a los profesionales de los medios de comunicación para convertir su trabajo en una sorpresa, que aporte compañía, unidad, reconciliación, escucha, diálogo, respeto y humildad. Todo un reto para los periodistas, y para los que colaboran son su trabajo desde la Iglesia.

El autorPablo Alfonso Fernández

Evangelio

El envío de los apóstoles. Domingo II de Pascua (B)

Joseph Evans comenta las lecturas del domingo II de Pascua y Luis Herrera ofrece una breve homilía en vídeo.

Joseph Evans·4 de abril de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos

Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”. Este es el hermoso mensaje del Evangelio de la Misa de hoy, día llamado también Domingo de la Divina Misericordia. El envío de los apóstoles, la predicación de la Iglesia, y el envío de Cristo también a nosotros, forman parte del plan misericordioso de Dios para que su mensaje salvífico llegue a todos los pueblos y a todos los tiempos.

Jesucristo nos envía a ti y a mí a proclamar su buena nueva de salvación en nuestro lugar concreto: nuestro pueblo, nuestra ciudad. Alguien nos trajo la buena nueva a nosotros; ahora se nos encarga que la llevemos a los demás. No se basa en nuestras capacidades o en nuestro poder, sino en el poder del Espíritu Santo. Y así leemos: “Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: ‘Recibid el Espíritu Santo’”. Es el don del Espíritu, y no nuestros propios dones, lo que nos permite evangelizar. Y una parte importante de esta buena nueva es el perdón de los pecados: “A quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos”.

Un aspecto clave de la misericordia es el perdón de los pecados, que nos llega principalmente en el sacramento de la Confesión. Somos instrumentos de misericordia cuando llevamos a las personas a confesarse. Pero también podemos serlo de otras maneras: por ejemplo, cuando reconciliamos a las personas. Una vez oí hablar de una señora moribunda que le dijo a una conocida suya, una mujer que había tenido una amarga disputa con otra mujer: “¿No es hora de que te reconcilies con ella?”. Utilizó su último aliento para intentar reconciliar a los demás. Cuánto necesitamos rezar para que haya más perdón en el mundo. Todas las guerras de las que somos testigos estos días son precisamente expresiones de una falta de perdón y solo hacen que el perdón sea más difícil.

Pero hemos recibido el soplo del Espíritu, que es más poderoso que el aliento viciado de Satanás. Tenemos el poder de ser misericordiosos y pacificadores como Cristo nos llama a ser (Mt 5, 7.9). Podríamos traer la paz de Cristo si tan solo tuviéramos fe. El evangelio de hoy también nos muestra la falta de fe de Tomás. Este necesitaba curación. A veces no conseguimos compartir la misericordia de Dios con los demás porque nosotros mismos no creemos lo suficiente en ella. En la práctica, consideramos a Cristo más muerto que vivo. Entonces necesitamos tocar a Jesús, entrar en contacto con él, en la Escritura, en la Eucaristía, en los pobres, para que transforme nuestra falta de fe en profunda creencia. “No seáis incrédulos, sino creyentes”, nos dice Jesús. Y nosotros podemos responder con Tomás: “¡Señor mío y Dios mío!”.

La homilía sobre las lecturas del domingo II de Pascua (B)

El sacerdote Luis Herrera Campo ofrece su nanomilía, una pequeña reflexión de un minutos para estas lecturas del domingo.

Vaticano

Clamor del Papa por un alto el fuego en Gaza y un mundo fraterno

El Santo Padre Francisco ha instado en la Audiencia de este miércoles de la Octava de Pascua, en su catequesis sobre la virtud cardinal de la justicia, a la construcción de un mundo fraterno y solidario. Y ha clamado por un alto el fuego en Gaza y contra la “locura de la guerra”, con el rosario y el Nuevo Testamento de un joven soldado de 23 años muerto en Ucrania, Alexander.   

Francisco Otamendi·3 de abril de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

El Papa Francisco ha instado de nuevo esta mañana a un alto el fuego inmediato en la Franja de Gaza, de modo que puedan llegar ayudas humanitarias a la población civil, y a la liberación de los rehenes, y ha manifestado su “profunda tristeza” por la muerte de siete cooperantes tras un bombardeo israelí. “Rezo por ellos y sus familias”, ha afirmado. 

Además, ha enseñado el rosario y un Nuevo Testamento de Alexander, un joven soldado de 23 años muerto en la guerra de Ucrania. Con este motivo, el Pontífice ha clamado por el cese de “la locura de la guerra, que destruye siempre”, y ha rogado no olvidar a «la atormentada Ucrania. ¡Tantos muertos!».

En ese momento, al final de la Audiencia general de este miércoles de la Octava de Pascua, el Papa ha rogado un momento de oración en silencio por todos los fallecidos, pidiendo que “recemos” por la paz, con el testimonio de Alexander y de tantos jóvenes muertos en esta guerra y en las otras que azotan el mundo.

La muerte en Gaza anteayer de siete trabajadores humanitarios de la organización no gubernamental World Central Kitchen (WCK), fundada por el chef José Andrés, ha consternado a la comunidad internacional. Entre los fallecidos de la ONG hay ciudadanos británicos, de Australia, Polonia, un palestino y un ciudadano de doble nacionalidad estadounidense/canadiense.

Justicia, fundamental para la convivencia pacífica

La Audiencia de hoy ha tenido lugar en la Plaza de San Pedro y el Papa ha leído todas sus intervenciones personalmente, ante numerosos grupos de peregrinos y fieles procedentes de Italia y de todo el mundo. En su discurso en italiano, ha continuado el ciclo de catequesis sobre “Los vicios y las virtudes” centrando su reflexión en el tema de la justicia, con la lectura de un fragmento del libro de los Proverbios, 21.

La segunda de las virtudes cardinales es la justicia. Es la virtud social por excelencia. El Catecismo de la Iglesia Católica la define así: “La virtud moral que consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido” (n. 1807), A menudo, cuando se nombra la justicia, se cita también el lema que la representa: “unicuique suum – a cada uno lo suyo”, ha comenzado Francisco. 

Se trata de una virtud fundamental para la convivencia pacífica en la sociedad, que consiste en regular con equidad las relaciones —con Dios y entre las personas—, dando a cada uno lo suyo; y por eso se la representa simbólicamente con una balanza.

“Sin justicia no hay paz”

“La persona justa es recta, sencilla y honesta; conoce las leyes y las respeta; mantiene la palabra dada; en su hablar no utiliza medias verdades ni sutilezas engañosas. Para vivir esta virtud es necesario vigilar y examinarse, ser fieles “en lo poco y en lo mucho”, y ser agradecidos”

“La justicia es un antídoto contra la corrupción y contra otros comportamientos nocivos —como la calumnia, el falso testimonio, el fraude, la usura— que carcomen la fraternidad y la amistad social. Por eso, es primordial educar en el sentido de justicia y fomentar la cultura de la legalidad”. “Sin justicia no hay paz”, ha manifestado el Papa.

En sus palabras a peregrinos de diversas lenguas, el Santo Padre ha rezado para que “la luz de Cristo resucitado nos guíe por caminos de justicia y de paz, y la fuerza vivificante de su amor nos haga audaces constructores de un mundo más fraterno y solidario. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide”.

Domingo de la Divina Misericordia

Al saludar a los peregrinos polacos, Francisco ha recordado el Domingo de la Divina Misericordia, que la Iglesia celebra el 7 abril, y que “recuerda  el mensaje de santa Faustina Kowalska. No dudemos nunca del amor de Dios, sino que confiemos con firmeza y confianza nuestra vida y el mundo al Señor, pidiéndole en particular especialmente una paz justa para las naciones desgarradas por la guerra”.

El autorFrancisco Otamendi

Cine

Cabrini, la italiana que revolucionó Nueva York

La vida de la primera ciudadana estadounidense santa, Francisca Javier Cabrini, llega a los cines bajo la dirección de Alejandro Monteverde en una película de singular belleza fotográfica y musical.

Paloma López Campos·3 de abril de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

La primera ciudadana estadounidense canonizada ya tiene una película. Bajo la dirección de Alejandro Monteverde (“Sound of Freedom”, “Bella” o “Little Boy”) llega a las pantallas la biografía de la santa italiana Francisca Javier Cabrini.

La madre Cabrini fundó, junto a otras seis compañeras, la orden de las Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús. Siendo superiora, quiso llevar la misión a Oriente, para cuidar de los niños necesitados allí. Sin embargo, a instancias del Papa León XIII, acabó viajando a Estados Unidos, concretamente a Nueva York, para comenzar allí un trabajo social con los niños huérfanos del “Five Points”.

Tras muchos obstáculos y un duro proceso de adaptación a la vida norteamericana, tan hostil para los inmigrantes italianos, madre Cabrini consiguió expandir su labor de acompañamiento y cuidado de los más vulnerables por muchas ciudades de Estados Unidos. Finalmente, adoptó la nacionalidad estadounidense y falleció en Chicago con 67 años.

Fotograma de la película «Una mujer italiana (Cabrini)» (Angel Studios)

Fotografía y banda sonora impecables

Alejandro Monteverde retrata la apasionante vida de esta monja en una película que se estrenó el 8 de marzo en Estados Unidos y llegará a España el 10 de mayo. Está protagonizada por Cristiana Dell’ Anna, quien encarna el papel de manera maravillosa. La firmeza de Cabrini se asoma a las miradas de Dell’ Anna, asegurándose de que el espectador no pueda dejar de admirar a aquella valiente mujer que se enfrentó a toda una sociedad.

La fotografía de Gorka Gómez Andreu es visualmente magnífica. Pasando de Roma a Nueva York, las escenas son de una belleza especial. Acompañadas por la banda sonora de Gene Back, es difícil sentarse indiferente ante la pantalla.

Sin embargo, el guion escrito por Alejandro Monteverde y Rod Barr hace que la película pierda parte de encanto. Es una pena que algunos instantes de una historia tan conmovedora y con un gran potencial de inspirar al público se pierda en los diálogos.

La imagen y la música hacen mucho más por contar la vida de madre Cabrini que el guion, al que cuesta engancharse. Eso sí, hay frases que dejan al espectador pensando y los artículos que escribe y lee en alto el personaje Theodore Calloway, periodista del “New York Times”, reflejan de forma magnífica la labor de las misioneras. Estas intervenciones “en off” ayudan realmente a entender la grandeza de lo que Francisca Cabrini y sus compañeras hicieron en Nueva York.

Cabrini, imperfecta y admirable

Por otro lado, la película representa la crudeza de la vida de los inmigrantes italianos, pero no se recrea en el dolor. Al contrario, la cinta aporta una visión iluminada del sufrimiento, centrándose en lo que la protagonista califica en la película como un “imperio de esperanza”. Sin embargo, es de extrañar que en una empresa tan noble no se muestre rezando a su impulsora, una monja que hoy es santa.

La protagonista aparece una sola vez rezando y es en un momento de absoluta desesperación. Cabrini entrará otra vez en una iglesia a lo largo de la película, pero en lugar de rezar discute a gritos con el arzobispo Corrigan.

A pesar de esto, la fundadora de la orden misionera sí hace alusiones frecuentes a Dios y a la importancia de considerar al prójimo como un hijo del Padre. Del mismo modo, los personajes repiten en muchas ocasiones que Cabrini se enfrenta a muchos problemas precisamente por su condición de mujer. La película hace un esfuerzo admirable para mostrar que el sexo no es una limitación para la santa, pero sus frases demoledoras al respecto llegan a una dureza casi extrema hacia lo masculino en ocasiones.

Una película que hay que ver

Con todo, la película merece la pena. Acerca a nuestros días la vida difícil de los inmigrantes en Estados Unidos, y el testimonio de madre Cabrini sigue tocando los corazones de muchos. Su valentía y amor por los más vulnerables son ejemplares, arrancando alguna lágrima al público cuando menos se lo espera.

La calidad en la imagen y el sonido borran por completo el prejuicio de que el cine cristiano no tiene el nivel de Hollywood, pues en esta película Monteverde se ha asegurado de que el producto final sea de una calidad finísima. La película no es perfecta, como tampoco lo fue Cabrini, algo que el largometraje no tiene miedo de mostrar, pero es una historia impactante, inspiradora y real. Es la historia de una mujer santa que no tuvo miedo de desafiar los límites por un amor auténtico y evangélico por sus hijos, los vulnerables.

Fotograma de la película «Una mujer italiana (Cabrini)» (Angel Studios)
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Enseñanzas del Papa

Evangelizar con el estilo de la misericordia

Los católicos están llamados a la misión y el Papa ha profundizado en esta vocación universal a través de aspectos como la educación, la misericordia y el testimonio de la esperanza.

Ramiro Pellitero·3 de abril de 2024·Tiempo de lectura: 7 minutos

¿Cuáles serían las prioridades educativas en la actualidad? ¿Cómo transmitir hoy, especialmente entre los jóvenes, varones y mujeres, el sentido de la vida como “misión”?

Al acercarse el próximo jubileo, en 2025, el Papa se ha referido estas semanas a grandes temas de la misión evangelizadora: la fe y su transmisión, la misericordia como principal manifestación de la caridad, la esperanza como fuerza que nos sostiene en el camino.

La tarea formativa y educativa

Con motivo del 90º aniversario del seminario arzobispal de Nápoles, el Papa tuvo un encuentro con las autoridades y los seminaristas. A propósito de la formación, observó Francisco, la Iglesia es como “una obra en continua construcción”

Y esto es también lo que pide de vosotros: ser servidores –esto significa ministros– que saben adoptar un estilo de discernimiento pastoral en toda situación, sabiendo que todos, sacerdotes y laicos, estamos en camino hacia la plenitud y somos obreros de una obra en construcción. No podemos ofrecer a la compleja realidad de hoy respuestas monolíticas y preconfeccionadas, sino que debemos invertir nuestras energías en el anuncio de lo esencial, que es la misericordia de Dios, manifestándola a través de la cercanía, de la paternidad, la mansedumbre, perfeccionando el arte del discernimiento”.

Subrayó la necesidad de una formación sacerdotal que se enraíza en el compromiso, en la pasión y en la creatividad, junto con la caridad, la vida espiritual y la fraternidad.

En un plano más general, el de la educación de inspiración católica, el Papa escribió un mensaje para el Congreso promovido por los obispos españoles y clausurado en España durante el mes de febrero, con el título “La Iglesia en la Educación. Presencia y compromiso” (cfr. Mensaje del 20-II-2024). El anterior congreso de similares características había sido celebrado cien años antes.

Escribe Francisco: “La misión educativa de la Iglesia permanece a lo largo de los siglos. Entonces y ahora nos impulsa una misma gran esperanza que brota del Evangelio, con la que miramos a todos, empezando por los más pequeños y vulnerables”. Añade que la educación es ante todo “un acto de esperanza” ante las personas, los horizontes de su vida, sus posibilidades de cambio y de contribuir a la renovación de la sociedad. 

Hoy –continúa el Papala misión educativa tiene una urgencia particular, por eso he insistido en unpacto educativo global (cfr. Francisco, Mensaje de lanzamiento del Pacto educativo global, 2019 y Documento de trabajo, 2020), cuya prioridad es saber poner en el centro a la persona”. 

Y a continuación evoca algunos principios fundamentales para una educación de inspiración católica.

En primer lugar, el derecho a la educación, pues nadie debe ser excluido, teniendo en cuenta que todavía hay tantos niños y jóvenes sin acceso a la educación en tantos lugares del mundo, sufriendo por la opresión, la guerra y violencia.

Por eso exhorta Francisco a los congresistas (el día final fueron unos 1200 educadores de todo el país, reunidos en Madrid), para que trabajen ante todo por las necesidades de España, pero sin olvidar a nadie.

Sed sensibles a las nuevas exclusiones que genera la cultura del descarte. Y no perdáis nunca de vista que la generación de relaciones de justicia entre los pueblos, la capacidad de solidaridad con los necesitados, y el cuidado de la casa común pasarán por el corazón, la mente y las manos de quienes hoy son educados”.

En tercer lugar, subraya que “lo propio de la educación católica en todos los ámbitos es la verdadera humanización, una humanización que brota de la fe y que genera cultura”. 

Esto se apoya en la realidad de que Cristo vive y está entre nosotros: “Cristo habita siempre en medio de nuestras casas, habla nuestra lengua, acompaña a nuestras familias y a nuestro pueblo”.

Finalmente, agradeció el compromiso de tantas personas en favor de la educación católica en España que, a la vez, contribuyen a la identidad cultural de nuestra sociedad; teniendo en cuenta que “la educación es una labor coral, que pide siempre colaboración y trabajo en red”, amistad social, cultura del encuentro y artesanía de la paz.

Hombre-mujer, imagen de Dios

En el contexto de un discurso al Congreso “Hombre-mujer imagen de Dios. Para una antropología de las vocaciones” (1-III-2024), Francisco se pronunció sobre la “fealdad” de la ideología de género, en cuanto que tiende a anular la diferencias entre varones y mujeres y, por tanto, a cancelar la humanidad. 

Ante todo, señaló, es preciso redescubrir que “el camino del ser humano es vocación”, porque el hombre mismo es vocación. “Cada uno de nosotros se descubre y expresa a sí mismo como llamado, como llamada, como persona que se realiza en la escucha y en la respuesta, compartiendo el propio ser y los propios dones con los otros por el bien común”. 

Esto se refleja en nuestra conducta: “Este descubrimiento nos hace salir del aislamiento de un yo autorreferencial y nos hace mirarnos a nosotros mismos como a una identidad en relación: yo existo y vivo en relación con quien me ha engendrado, con la realidad que me trasciende, con los otros y el mundo que me circunda, respecto al cual estoy llamado a abrazar con alegría y responsabilidad una misión específica y personal”.

El Papa explicó que hoy se tiende a olvidar esta realidad, reduciendo la persona a sus necesidades materiales o sus exigencias primarias, como si fuese un objeto sin conciencia ni voluntad, arrastrado por la vida como parte de un engranaje mecánico. 

En cambio –observó– el hombre y la mujer son creados por Dios y son imagen del creador; es decir, llevan dentro un deseo de eternidad y de felicidad que Dios mismo ha sembrado en su corazón y están llamados a realizar a través de una vocación específica”. Se trata de una tensión interior que no debemos apagar, pues estamos llamados a la felicidad.

Una vocación al “nosotros”

Esto tiene importantes consecuencias: “La vida de cada uno de nosotros, sin excluir ninguno, no es un accidente del camino; nuestro estar en el mundo no es un mero fruto de la casualidad, sino que formamos parte de un designio de amor y estamos invitados a salir de nosotros mismos y a realizarlo, para nosotros y para los demás”.

Precisó el sucesor de Pedro que con esto no se trata de una tarea externa a nuestra vida, sino de “una dimensión que envuelve nuestra misma naturaleza, la estructura de nuestro ser hombre-mujer a imagen y semejanza de Dios”. 

E insistió: “No solo se nos ha confiado una misión, sino que cada una y cada uno de nosotros es una misión”. Retomó aquí unas palabras dichas anteriormente: “Yo soy siempre una misión; tú eres siempre una misión; todo bautizado y bautizada es una misión. Quien ama se pone en movimiento, sale de sí mismo, es atraído y atrae, se da al otro y teje relaciones que generan vida. Para el amor de Dios nadie es inútil e insignificante” (Jornada mundial de las misiones, 2019).

Evocó, a este propósito, las iluminadoras palabras del santo cardenal Newman: “Yo he sido creado para hacer y para ser alguien para lo que ningún otro ha sido creado. (…) Tengo mi propia misión. De algún modo soy necesario para sus intenciones”. Y también: “[Dios] no me ha creado inútilmente. Haré el bien, haré su trabajo. Seré un ángel de paz, un predicador de la verdad en el lugar que él me ha señalado e incluso aunque yo no lo sepa, para que siga sus mandamientos y lo sirva en mi vocación” (Meditazioni e preghiere, Milano 2002, 38-39).

Francisco señaló la necesidad e importancia de profundizar en estos temas, para difundir “la conciencia de la vocación a la que todo ser humano está llamado por Dios, en los diversos estados de vida y gracias a sus múltiples carismas”. También para interrogarse sobre los desafíos actuales en relación con la crisis antropológica y la necesaria promoción de las vocaciones humanas y cristianas.

La importancia, a este respecto, de desarrollar “una circularidad, cada vez más eficaz entre las diversas vocaciones, de modo que las obras que fluyen del estado de vida laical al servicio de la sociedad y de la Iglesia, junto con el don del ministerio ordenado y de la vida consagrada, puedan contribuir a generar la esperanza en un mundo sobre el cual se ciernen pesadas experiencias de muerte”.

Tres temas en el horizonte del jubileo de 2025

Finalmente, cabe destacar el discurso del Papa al dicasterio para la evangelización (15-III-2024), en relación con la preparación del Jubileo de 2025

Al trazar el marco de los desafíos contemporáneos, subrayó el secularismo (vivir como si Dios no existiera) de las últimas décadas, la pérdida del sentido de pertenencia en la comunidad cristiana y la indiferencia respecto a la fe. Estos desafíos necesitan respuestas adecuadas, teniendo también en cuenta la cultura digital en que nos encontramos: saber situar lo legítimo de la hoy tan reclamada autonomía de la persona, pero no al margen de Dios. 

Tras esta introducción el Papa señaló tres temas importantes en este momento y cara al jubileo del 2025.

La transmisión de la fe

En primer lugar, la ruptura en la transmisión de la fe. A este propósito apuntó la urgencia de recuperar la relación con las familias y los centros de formación. Y señaló que la fe se transmite sobre todo con el testimonio de la vida. Un testimonio que tiene un centro: “La fe en el Señor resucitado, que es el corazón de la evangelización, para ser transmitida pide una experiencia significativa, vivida en familia y en la comunidad cristiana como encuentro con Jesucristo que cambia la vida”.

En este marco subrayó la importancia de la catequesis. También en este contexto puso de relieve el ministerio del catequista, sobre todo en el ámbito de los jóvenes, al servicio de la evangelización. 

Una tercera llamada de atención en el mismo marco, la dirigió el Papa al Catecismo de la Iglesia Católica, referencia fundamental para la educación de la fe. “En este sentido os animo a encontrar las formas para que el Catecismo de la Iglesia Católica pueda seguir siendo conocido, estudiado, valorado, de modo que de él se extraigan las respuestas a las nuevas exigencias que se manifiestan con el paso de los decenios”.

La espiritualidad de la misericordia

Segundo tema: la misericordia, como “contenido fundamental de la obra de la evangelización” que hemos de hacer circular por las venas del cuerpo de la Iglesia. “Dios es misericordia”, como anunció ya san Juan Pablo II al inicio del tercer milenio. 

En relación con la misericordia, apuntó Francisco el papel de la pastoral de lossantuarios y tambiénel de los misioneros de la misericordia, como testigos de esa misericordia divina en el sacramento de la Confesión de los pecados. “Cuando la evangelización se realiza con la unción y el estilo de la misericordia, encuentra mayor escucha, y el corazón se abre con más disponibilidad para la conversión”.

La fuerza de la esperanza

Por último, se refirió el obispo de Roma a la preparación para el jubileo ordinario de 2025 bajo el signo de la fuerza de la esperanza, y anunció que dentro de pocas semanas se publicará la carta apostólica para su lanzamiento. Ocupará un lugar central la esperanza, como virtud “más pequeña” que parece llevada por sus dos hermanas, la Fe y la Caridad, pero también es ella la que las sustenta (Francisco suele evocar este pasaje de las obras de Paul Claudel en El Pórtico del misterio de la segunda virtud, en 1911).

Mundo

Las religiones en Irak

En este artículo, que concluye una serie de dos, Gerardo Ferrara profundiza en las religiones presentes actualmente en Irak.

Gerardo Ferrara·3 de abril de 2024·Tiempo de lectura: 6 minutos

En el anterior artículo sobre Irak, informábamos de que en el país el islam es la religión del 95-98 % de la población, el 60 % chií y el 40 % suní aproximadamente (sobre las diferencias entre chiíes y suníes remitimos a nuestro artículo sobre Irán). Las minorías no islámicas representan menos del 2 %, en particular cristianos, judíos, mandeos y yazidíes.

Sin embargo, hasta 2003, Irak albergaba una de las mayores minorías cristianas de Oriente Próximo, con 1,5 millones de creyentes: eran el 6 % de la población (el 12 % en 1947), pero hoy quedan menos de 200.000.

El cristianismo en Irak

El cristianismo está presente en Irak desde hace milenios (también aquí, como en Irán, desde hace más tiempo que la actual religión estatal, el islam), y con una tradición muy rica.

Tradicionalmente, santo Tomás Apóstol es considerado el evangelizador de Mesopotamia y Persia, seguido en la misión por Addai (Tadeo), uno de los setenta discípulos de Jesús y primer obispo de Edesa, y su discípulo Mari (famosa es la Anáfora de Addai y Mari, considerada una de las fórmulas eucarísticas más antiguas), ya en el siglo I. La Iglesia de Oriente, también conocida como Iglesia de Persia, Iglesia asiria o Iglesia nestoriana, con una identidad propia y específica, nació sin embargo entre los siglos III y IV, cuando se separó del cristianismo occidental en el Concilio de Éfeso (431), al no aceptar los obispos asirios y persas la condena del obispo Nestorio y sus ideas, y posteriormente con el Concilio de Calcedonia (451). Esto condujo a una división dentro de la Iglesia oriental, con jerarquías eclesiásticas calcedonianas y no calcedonianas enfrentadas.

La Iglesia asiria, cuyo centro de gravedad estaba por tanto en Mesopotamia y Persia, se caracterizó por la tradición antioquena, representada sobre todo por Teodoro de Mopsuestia, amigo y cofrade en la misma comunidad monástica que Juan Crisóstomo en Antioquía, y la liturgia propia de la Iglesia primitiva, muy cercana por tanto a la sinagogal judía. Al no estar influido por la mentalidad y la filosofía helenísticas, ni siquiera por la arquitectura, su teología es muy espiritual y simbólica, carente casi por completo de herramientas conceptuales abstractas, hasta el punto de que en siríaco no tenemos obras sistemáticas de teología, sino relatos alegóricos, homilías en verso que desarrollan el simbolismo bíblico, escritos que relatan las experiencias ascéticas y místicas de sus respectivos autores, como Afraates el Sabio o Efrén el Sirio, considerados Padres de esta Iglesia a la altura de Narses, el propio Teodoro, Abraham de Kashkar y otros.

El cristianismo asirio tuvo una enorme fecundidad en el primer milenio. Sus misioneros, de hecho, mucho antes que Matteo Ricci y otros evangelizadores occidentales, llegaron hasta China (como atestigua la estela nestoriana, erigida en 781 en Xi’an, China central, para celebrar los 150 años de presencia cristiana asiria en el país), Afganistán y el Himalaya, a lo largo de las rutas de la Ruta de la Seda.

Los asirios cristianos

Cuando hablamos de asirios cristianos, no nos referimos al antiguo pueblo mesopotámico, sino a un grupo étnico-religioso que habla siríaco (una variante moderna del antiguo arameo) y profesa el cristianismo siríaco (o asirio, sinónimo en este caso de “sirio” y no asirio-babilónico). En la actualidad, los asirios rondan los 3,5 millones, asentados principalmente en Irak (300.000, sobre todo entre Bagdad, Mosul y la llanura de Nínive), Siria (180.000), Estados Unidos y Europa. También eran numerosos en el sur de Turquía, pero fueron exterminados o exiliados en el transcurso del Genocidio Asirio (contemporáneo, pero menos conocido que el armenio) que supuso la masacre sistemática de entre 275 y 750 mil cristianos asirios, también obviamente negada por Turquía pero reconocida internacionalmente y por historiadores dignos de tal nombre.

La cuna de este grupo étnico y religioso es la ciudad de Mosul (la antigua Nínive, a orillas del Tigris), junto con la Llanura de Nínive (al noreste de esta última ciudad), una zona que forma parte de la gobernación de Nínive pero cuyos habitantes reclaman una provincia asiria autónoma. Entre la ciudad de Mosul y la Llanura de Nínive (habitada también por kurdos, turcomanos, árabes, yazidíes y otros grupos etnorreligiosos) se encuentran algunos de los lugares santos más importantes del cristianismo siríaco y mundial, entre ellos el monasterio sirio católico de Mar Benham, del siglo IV, cerca de la ciudad cristiana de Qaraqosh (Bakhdida, en arameo, 50.000 habitantes antes de la proclamación del ISIS y 35.000 en la actualidad), la iglesia de Al-Tahira (Inmaculada, en árabe, la más antigua de Mosul, del siglo VII), los monasterios de Mar Mattai y Rabban Ormisda (entre los monasterios cristianos más antiguos del mundo).

La lengua que hablan es una evolución del antiguo arameo, en una de sus variantes orientales ahora llamada suroyo o turoyo, que sigue muy extendida entre la población.

Antes de la conquista árabe-islámica, los cristianos eran mayoría en Irak, pero su presencia, aunque sigue siendo fundamental a nivel cultural y económico, como en otros países de Oriente Medio, corre un riesgo constante, sobre todo tras la caída de Sadam Husein. Según el cardenal Louis Raphaël I Sako, Patriarca de la Iglesia caldea de Irak pero punto de referencia para todas las comunidades cristianas iraquíes, ahora cada vez más unidas en lo que el Papa Francisco llama “ecumenismo de sangre”, tras el derrocamiento del dictador, 1.200 cristianos fueron asesinados (entre ellos varios sacerdotes y diáconos y el arzobispo Paulos Faraj Rahho), 62 iglesias sufrieron graves daños y más de 100.000 personas se convirtieron en refugiados, privados de todas sus posesiones.

La persecución, ya feroz debido a los atentados de Al Qaeda (decenas de muertos en varias iglesias de Bagdad, el asesinato del sacerdote Ragheed Ganni en 2007, del obispo Sahho en 2008, por citar solo algunos), se intensificó en 2014, cuando los yihadistas del ISIS invadieron Mosul y ocuparon la Llanura de Nínive durante cerca de un año, volviéndose contra las minorías presentes, en particular cristianos y yazidíes.

Un informe de Ayuda a la Iglesia Necesitada pone de relieve cómo, incluso con un retorno parcial de los refugiados a los distintos pueblos y ciudades entre Mosul y la llanura de Nínive tras la derrota del Califato (entre el 20 % y el 70 % según la ubicación y las condiciones), la situación de los cristianos (y de otros grupos) en el país sigue siendo dramática y el éxodo continúa.

En la actualidad, el cristianismo siríaco en Irak está presente bajo diferentes denominaciones. De hecho, a partir del siglo XVI, una parte considerable de la Iglesia ortodoxa siria y de la Iglesia siríaca oriental volvieron a la comunión con Roma, aceptando formalmente el Concilio de Calcedonia y sus conclusiones sobre cuestiones cristológicas, aunque salvaguardando sus propias tradiciones espirituales, teológicas y litúrgicas (al igual que otras Iglesias orientales, se definen como Iglesias Sui Iuris), y son respectivamente la Iglesia sirocatólica (de rito siríaco occidental, como la Iglesia Ortodoxa Siríaca) y la Iglesia caldea, mayoritaria en el país (de rito siríaco oriental, como la Iglesia Siríaca, o Asiria, de Oriente).

Los yazidíes

Además de los cristianos y los mandeos, otra minoría iraquí de la que se oye hablar mucho últimamente son los yazidíes.

Son una población de habla kurda que profesa el yazidismo, una religión sincrética. Se concentran sobre todo en la región de Sinjar, a unos 160 km al este de Mosul.

Su creencia en un Dios supremo e inefable, que se relaciona con el mundo por medio de sus siete ángeles creadores o avatares, cuyo primero en dignidad es Melek Ta’ùs (ángel del pavo real o ángel caído), ha creado en torno a ellos la denominación de adoradores del diablo (Satán), ya que, según algunos relatos orientales, el tentador de Eva asumió la figura de un pavo real.

Se llaman yazidíes porque se dice que este ángel del Pavo Real se dividió en una tríada y se manifestó a lo largo del tiempo en la forma (siempre avatares) de una serie de figuras fundamentales para este pueblo, entre ellas Yazid (el califa omeya Yazid ibn Mu‛awiyah) y el jeque Adi ibn Musafir (un gran sufí musulmán del siglo XII). Creen, en una curiosa mezcla de gnosticismo, cristianismo e islam, en la metempsicosis (reencarnación, un elemento gnóstico), la inmortalidad del alma, el paraíso para los justos y el castigo para los pecadores, consistente en la transmigración en seres inferiores hasta el día del juicio final.

Sus cultos son también sincréticos, mezclando elementos cristianos (bautismo, formas de comunión), debidos seguramente a contactos con comunidades cristianas, especialmente nestorianas (que también influyeron fuertemente en el islam y sus ritos), gnósticas y musulmanas (circuncisión, ayuno, peregrinación, aunque para los yazidíes la peregrinación tiene lugar anualmente al santuario del jeque Adi en Lalish, en el Kurdistán iraquí septentrional).

El origen gnóstico es igualmente evidente en el orden comunitario, de naturaleza teocrática y según el nivel de conocimiento de los misterios, entre laicos (definidos como “aspirantes”) y clérigos (divididos en varias categorías).

Los yazidíes fueron sin duda la minoría más perseguida bajo el califato del ISIS, ya que se les consideraba, a diferencia de los cristianos, simples paganos, o peor aún, adoradores del diablo, y por tanto susceptibles de ser perseguidos hasta la muerte a menos que se convirtieran al islam.

Se calcula (las cifras proceden de Marzio Babille, portavoz de UNICEF) que en el periodo de ocupación del norte de Irak por los yihadistas de Abu Bakr Al-Baghadi, al menos 1.582 jóvenes yazidíes de entre 12 y 25 años fueron secuestradas (si no el doble) para ser violadas y utilizadas como esclavas sexuales, pasadas de una guerrilla a otra, y luego quedarse embarazadas a menudo, incluso más que las cristianas.

Los horrores de sus historias conmovieron e indignaron al mundo entero en su momento, que sin embargo ya no parece interesado en la suerte de los supervivientes de esta barbarie en un país cada vez más abandonado a sí mismo.

El autorGerardo Ferrara

Escritor, historiador y experto en historia, política y cultura de Oriente Medio.

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Cultura

Iglesia, jóvenes y debate de género. ¿Una relación imposible?

Género, jóvenes e Iglesia, escrito por Marta Rodríguez Díaz y editado por Encuentro hace un esfuerzo por solventar la brecha que parece abrirse cuando una persona, especialmente joven, aborda el tema del género.

Maria José Atienza·2 de abril de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

Sin ir mucho muy lejos, al menos en Occidente, son cada vez más frecuentes los casos de “amigos o amigas transexuales, de género fluido” que encontramos a nuestro alrededor. Una realidad con especial incidencia en los jóvenes.

La rapidez y amplitud con la que la cuestión del género ha irrumpido en la sociedad, y por tanto también en la Iglesia, no ha sido buena compañera para una deliberación sosegada o un diálogo fructífero. Por el contrario, en este campo, el prejuicio y la falta de comprensión y diálogo parecen ser la tónica en “uno y otro lado”. Un puzzle cuyas piezas han resultado difíciles de encarar en no pocas ocasiones.

Esa brecha, generacional, social y pastoral que parece abrirse siempre entorno a esta cuestión, es justamente lo que Marta Rodríguez intenta evitar con Género, jóvenes e Iglesia, editado por Encuentro y que se presenta como una bibliografía necesaria en la tarea pastoral con jóvenes. 

Género, jóvenes e Iglesia

Autor: Marta Rodríguez Díaz
Editorial: Encuentro
Páginas: 196
Año: 2024

Desde su experiencia como educadora y de convivencia con los más jóvenes, Marta Rodríguez Díaz comienza con esta aparente oposición irresoluble para abordar no sólo el impacto de las teorías de género en la sociedad, sino el modo de tratar a quienes, de un modo u otro, se encuentran dentro de este complicado entorno y sus familiares.

De hecho, Rodríguez Díaz directora académica del curso en «Género, sexo y educación», de la Universidad Francisco de Vitoria en colaboración con el Regina Apostolorum, fue responsable del Dicasterio para Laicos, Familia y Vida.

Término «género»

Resulta especialmente interesante la posición que plantea el libro sobre la asunción o no del término género, dentro también de la Iglesia. En este sentido, Marta Rodríguez Díaz se posiciona a favor de una asunción crítica del término género para establecer un diálogo fecundo con la sociedad de hoy y evitar heridas o malas comprensiones por parte todos los actores. 

La autora aborda esta relación desde el punto de partida de la cercanía. De ese amigo de un hijo, o alumno / a de un colegio en el que se imparte clase, etc., y que hace mirar esta realidad con otros ojos.

Sorprende la apertura mental y conceptual con la que la autora, sin ceder en lo mínimo en el ámbito doctrinal o moral sobre el género, trata estos casos. 

En este sentido, el libro anima a una valiente actitud de acogida, especialmente por parte de familiares y educadores, pero sin legitimar las conductas. Rodríguez no habla desde un plano teórico, sino que propone, con base en la experiencia y el trato con los jóvenes, una serie de principios muy interesantes para la convivencia y, sobre todo, el acompañamiento de jóvenes que se definen como LGTBI+.

Acompañamiento y escucha

Quizás el término que más importancia tenga en este libro es, justamente este último, acompañamiento y junto a éste, el de escucha. Para quienes realizan trabajos de pastoral juvenil y familiar en la Iglesia, Rodríguez Díaz aboga por asumir una tarea de acompañamiento, no de convencimiento, de quienes viven situaciones alejadas de la moral y la doctrina de la Iglesia sobre la responsabilidad sexual. 

La autora no esconde la necesidad de una formación continuada, abierta y consciente de quienes acompañan a estos jóvenes.

Tampoco elude la necesidad de paciencia y flexibilidad por parte del acompañante. Junto a este acompañamiento paciente, la autora destaca el valor de la escucha real de estas personas.

Marta Rodríguez Díaz desarrolla esta posición con el convencimiento de que, en el fondo, quienes defienden o viven un modo de vida marcado por la teoría de género, comparten el ansia de una relación de amor verdadero. 

Un interesante libro, especialmente útil para padres y educadores que ayuda a afrontar, sin miedos, la tarea de dialogar con un mundo marcado por el género y en el que la Iglesia tiene que seguir actuando como madre, maestra y sobre todo, compañera y guía para los más jóvenes. 

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Vaticano

El Papa anima a los católicos a ser “testigos gozosos” del Resucitado

En su meditación del lunes de Pascua, el Papa Francisco anima a los católicos a ser "testigos gozosos" de la Resurrección de Cristo.

Paloma López Campos·1 de abril de 2024·Tiempo de lectura: < 1 minuto

Tras el Domingo de Resurrección, el Papa Francisco reza este lunes de Pascua el «Regina Caeli«. Asomado al balcón que da a la plaza de san Pedro, el Santo Padre anima a los católicos a fijarse en “la alegría de las mujeres por la resurrección de Jesús”. Explica, además, que esta es una alegría que nace “del encuentro vivo con el Resucitado” y que “las impulsa a difundir y contar lo que han visto”.

Francisco señala que la Resurrección de Cristo “cambia nuestras vidas por completo y para siempre”, pues es “la victoria de la vida sobre la muerte”. Con el Señor resucitado, continúa el Papa, “cada día se convierte en la etapa de un viaje eterno, cada ‘hoy’ puede esperar un ‘mañana’”.

La alegría de la Resurrección

El Pontífice recuerda en su meditación que esta alegría y esperanza de la Resurrección “no es algo lejano”, sino un regalo que tienen todos los católicos desde el día de su Bautismo. Por lo tanto, insiste el obispo de Roma, “no renunciemos a la alegría de la Pascua”.

Pero, ¿cómo asegurar esa alegría? El Papa Francisco aconseja salir al encuentro del Resucitado, “porque Él es la fuente de una alegría que nunca se extingue”. Este encuentro se produce “en la Eucaristía, en su perdón, en la oración y en la caridad vivida”.

El Papa invita a dar testimonio

Por último, Francisco pide que “no olvidemos que la alegría de Jesús crece también de otra manera, como demuestran siempre las mujeres: anunciándola, dando testimonio de ella. Porque la alegría, cuando se comparte, aumenta”.

El Papa concluye pidiendo la intercesión de la Virgen María para que ayude a todos los católicos a ser “testigos gozosos” del Resucitado.

Cultura

El perdón, la clave de una vida sana, centra la revista Omnes de abril

La revista impresa de abril de 2024 trata del tema del perdón, abordado con una dimensión poliédrica, junto a otros interesantes artículos sobre prevención de abusos, los conflictos sociopolíticos actuales y propuestas culturales.

Maria José Atienza·1 de abril de 2024·Tiempo de lectura: 4 minutos

Perdonar y ser perdonado. La Pascua de Resurrección trae, al ritmo de la liturgia de la Iglesia el misterio que da sentido a la fe: la resurrección de Cristo y, con ella, la recuperación a la gracia de los hijos de Dios, la rotura de las cadenas de la muerte sobrevenidas del pecado. El perdón de Dios emerge como fuente de vida y modelo del perdón, necesario, entre los hombres.

El difícil acto de perdonar

Pocas realidades son tan complejas y difíciles de abordar como el perdón. Perdonar y ser perdonado es el centro del dossier de este mes de abril de 2024. Para ello, la revista aborda esta cuestión desde diferentes ángulos.

La psicóloga Patricia Díez desgrana la importancia del perdón como base de las relaciones humanas, en una entrevista en la que Díez define el perdón como un acto de amor, “una toma de postura ante una persona y ante un mal que se nos presenta; se elige querer a la persona, pero no al mal cometido. En este sentido, el que perdona reconoce el mal y lo valora como tal, pero no iguala la acción mala con el sujeto que la comete, sino que es capaz de ver en él una persona digna de ser amada a pesar de sus errores”. 

Andrea Gagliarducci se adentra en las peticiones históricas de perdón encarnadas en la vida de San Juan Pablo II y las que se antojan necesarias en la actualidad, como en el caso del conflicto entre Rusia y Ucrania.

Por su parte, Mariano Crespo, desgrana el sentido de la “purificación de la memoria” y la afirmación de la dignidad humana que supone un acto de perdón. El dossier se centra con un interesante artículo de Fernando del Moral sobre el perdón como sacramento de la Iglesia: la Confesión  

El sínodo sigue adelante

El sínodo de la Sinodalidad tiene también más de un hueco en la revista Omnes de este mes de abril de 2024. No en vano, la misiva enviada al Cardenal Mario Grech por el Papa Francisco indicando el camino de estos trabajos, con la creación de grupos específicos y la reserva de algunos temas, ha vuelto a poner en primer plano el proceso sinodal

A este nuevo camino se refiere, en la Tribuna de este mes, Mons. Vicente Jiménez, Administrador apostólico de las diócesis de Huesca y de Jaca y coordinador del Equipo sinodal de la Conferencia Episcopal Española para el Sínodo de los Obispos que analiza las formas de trabajo planteadas.

Nuestro redactor en Roma, Giovanni Tridente ha entrevistado al P. Giacomo Costa, SJ, Secretario Especial de la Asamblea Sinodal, que explica el nuevo método de trabajo del Sínodo de la Sinodalidad a partir de los Grupos de Trabajo. Estos grupos, coordinados por la Secretaría del sínodo, contarán con aportaciones de todo el mundo. 

Las Enseñanzas del Papa de este mes se centran en las palabras del Papa que, en marzo, han tocado temas tan delicados como el alcance de la ideología de género, insistiendo en que el hombre y la mujer son imagen de Dios y la labor educativa de la Iglesia de la que el Papa ha recordado que permanece a lo largo de los siglos. Entonces y ahora nos impulsa una misma gran esperanza que brota del Evangelio, con la que miramos a todos, empezando por los más pequeños.  

Trabajo contra los abusos y un teólogo alemán

La tarea del Consejo Latinoamericano del Centro de Investigación y Formación Interdisciplinar para la Protección del Menor, CEPROME, institución de referencia en el trabajo de formación en la prevención de abusos sexuales en entornos eclesiales para América Latina centra el tema de América de esta revista.

El pasado marzo, CERPOME, celebraba el tercero de sus congresos centrado, en esta edición, en el concepto de vulnerabilidad. Uno de sus ponentes, Luis Alfonso Zamorano, señala en una entrevista contenida en este número, la importancia del acompañamiento, la escucha y los procesos de sanación de las víctimas de abuso. 

Teología del siglo XX de Juan Luis Lorda se detiene en “Una mystica persona”, de Heribert Mühlen, autor alemán, que se relacionó con la Renovación carismática y cuyas tesis, en opinión de Lorda “siguen contribuyendo a renovar la teología sobre el Espíritu Santo y la Iglesia. Caben matices al trasvase entre la gramática de los pronombres y la ontología de las personas”.

Por su parte, Reverendo SOS se adentra en la Computación Espacial, “una forma de procesamiento que considera el espacio tridimensional como un escenario para interactuar con los sistemas digitales” y que puede llegar a ser un aliado en la tarea de formación y catequética.

III guerra mundial

Nuestro reportaje de Razones se adentra, por otra parte, en la realidad de la “tercera guerra mundial a pedazos”, como denomina el Papa a un panorama internacional marcado por la inestabilidad y los conflictos. El reportaje recorre el panorama político internacional desde la guerra de Ucrania o Tierra Santa hasta los diferentes conflictos en África, América, China e India, entre otros. 

En las últimas páginas, la sección de cultura, Carmelo Guillén acerca la poesía del Cardenal Jose Tolentino Mendonça, prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación y una de las voces más representativas de la última lírica portuguesa. 

El contenido de la revista correspondiente al mes de abril de 2024 está disponible en su versión digital (pdf) para suscriptores de las versiones digital y digital e impresa.

En los próximos días, además, llegará al domicilio habitual de quienes tengan la modalidad de suscripción impresa.

Vaticano

El viaje a Venecia del Papa Francisco

Rome Reports·1 de abril de 2024·Tiempo de lectura: < 1 minuto
rome reports88

El próximo 28 de abril, el Papa Francisco viajará a Venecia. Allí visitará la cárcel de mujeres y se reunirá con un grupo de artistas que participan en la Bienal de Arte de Venecia, donde la Santa Sede también participa con un pabellón propio.

Posteriormente, mantendrá un encuentro con un grupo de jóvenes.


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Las flores toman el Vaticano por Pascua

Un Guardia Suizo observa el adorno floral preparado para el Domingo de Pascua de Resurrección de 2024 en la Plaza de San Pedro del Vaticano.

Maria José Atienza·1 de abril de 2024·Tiempo de lectura: < 1 minuto
TribunaMons. Vicente Jiménez Zamora

El Sínodo camina hacia octubre de 2024

El Sínodo sobre la sinodalidad ha entrado en una nueva etapa de su camino con la constitución de grupos de estudio para temas concretos. Un nuevo paso en este camino de redescubrimiento de la naturaleza y misión de la Iglesia.

1 de abril de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

El Sínodo sobre la sinodalidad continúa su camino hacia la segunda sesión de octubre de 2024. Fruto de la primera sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos de octubre de 2023, ha sido el Informe de Síntesis (IdS), que constituye el documento de referencia para los trabajos del Pueblo de Dios entre las dos sesiones. El Informe de Síntesis consta de tres partes y veinte capítulos. En cada capítulo se recogenlas convergencias, las cuestiones que afrontar y las propuestas  surgidas del diálogo.

En el tiempo que media entre las dos sesiones se nos invita a mantener vivo el dinamismo sinodal en las Iglesias locales, que ha implicado a todo el Pueblo de Dios durante los últimos años, para que un número cada vez mayor de laicos, miembros de vida consagrada y pastores puedan vivirlo directamente, a partir de una pregunta fundamental y orientadora: ¿Cómo ser Iglesia sinodal en misión?

El trabajo sinodal en esta fase se articula en tres niveles complementarios: Iglesia local; agrupaciones de Iglesias (regional, nacional y continental); y toda la Iglesia en la relación entre primado del Obispo de Roma, la colegialidad episcopal y la sinodalidad eclesial.

La profundización en estos tres niveles debe hacerse según unos principios transversales: la misión de evangelización como motor y razón de ser de la Iglesia; la promoción de la participación en la misión de todos los bautizados; la articulación entre lo local y lo universal; carácter espiritual de todo el proceso sinodal.

El Papa Francisco, en una carta dirigida al Secretario General del Sínodo, Mons. Mario Grech, (22.02.2024) indica el camino que hay que seguir  antes de la celebración de la segunda sesión del Sínodo en octubre de 2024. 

El Papa afirma que el Informe de síntesis “enumera numerosas e importantes cuestiones teológicas, todas relacionadas en distinta medida con la renovación sinodal de la Iglesia y no faltas de repercusiones jurídicas y pastorales […] Tales cuestiones, por su propia naturaleza, exigen un estudio en profundidad. Puesto que no es posible realizar este estudio en el tiempo de la segunda sesión (2-27 de octubre de 2024), dispone el Papa, que se asignen a Grupos de Estudio específicos, a fin de poder examinarlas adecuadamente”.

Para dar cumplimento a esta disposición y mandatodel Santo Padre, la Secretaría General del Sínodo (14.03.2024) ha publicado el documento: Grupos de Estudio sobre temas surgidos de la primera sesión para profundizar en colaboración con los Dicasterios de la Curia Romana.

Para tal fin se están constituyendo Grupos de Estudio en orden a profundizar en los diez temas señalados por el Papa Francisco. Son los siguientes: 1) Algunos aspectos referentes a las relaciones entre las Iglesias orientales católicas y la Iglesia latina (IdS 6). 2) La escucha del grito de los pobres (IdS 4 y 16). 3) La misión en el espacio digital (IdS 17). 4) La revisión de la Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis en perspectiva sinodal misionera (IdS 11). 5) Algunas cuestiones teológicas y canónicas en torno a las formas ministeriales específicas (IdS 8 y 9). 6) La revisión, en perspectiva sinodal y misionera, de los documentos sobre las relaciones entre Obispos, Vida Consagrada, Agregaciones eclesiales (IdS 10). 7) Algunos aspectos de la figura y del ministerio del Obispo (en particular: los criterios de selección de candidatos al episcopado, la función judicial del Obispo, la naturaleza y el desarrollo de las visitas ad limina Apostolorum) en una perspectiva sinodal misionera (IdS 12 y 13). 8) El rol de los Representantes Pontificios desde una perspectiva sinodal misionera (IdS 13). 9) Criterios teológicos y metodologías sinodales para un discernimiento compartido de cuestiones doctrinales, pastorales y éticas controvertidas (IdS 15). 10) La recepción de los frutos del camino ecuménico en la praxis eclesial (IdS 7).

Además, al servicio del proceso sinodal en sentido más amplio, la Secretaría General del Sínodo activará un ‘Fórum permanente’ para profundizar en los aspectos teológicos, canónicos, pastorales, espirituales y comunicativos de la sinodalidad de la Iglesia, también para responder a la petición de “promover, en lugar oportuno, el trabajo teológico de profundización terminológica y conceptual de la noción y de la práctica de la sinodalidad” (IdS 1p). Para llevar a cabo esta tarea, contará con la ayuda de la Comisión Teológica Internacional, la Pontificia Comisión Bíblica y una Comisión de Derecho Canónico establecida al servicio del Sínodo de acuerdo con el Dicasterio para los Textos Legislativos.

Con la convocatoria del Sínodo de los Obispos, el Papa Francisco invita a toda la Iglesia a interrogarse sobre un tema decisivo para su vida y misión. El itinerario sinodal que se sitúa en la línea del “aggiornamento” de la Iglesia propuesto por el Concilio Vaticano II, es un don y una tarea: caminando juntos, la Iglesia podrá aprender a vivir la comunión, a realizar la participación y a abrirse a la misión. El camino sinodal manifiesta y realiza la naturaleza de la Iglesia como Pueblo de Dios peregrino y misionero.

El autorMons. Vicente Jiménez Zamora

Administrador apostólico de las diócesis de Huesca y de Jaca. Coordinador del Equipo sinodal de la CEE para el Sínodo de los Obispos

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Perdonar, ser perdonado, pedir perdón

Uno de los temas más complicados, especialmente en los tiempos que vivimos, es el perdón. El perdón como acto de perdonar y como recepción del perdón de otros.

1 de abril de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos

Es conocida la expresión que el Papa Francisco utiliza frecuentemente para aludir a los conflictos y las tensiones internacionales, cuando señala que estamos viviendo “una tercera guerra mundial a pedazos”.

Se trata de una guerra consistente en muchos enfrentamientos, en principio no globales sino locales, y quizá no sólo bélicos.

Pueden asumir la forma de conquistas unilaterales, guerras, afrentas internacionales, humillaciones y muchas otras expresiones, pero siempre son situaciones de las que nacen, además de daños terribles en las vidas y en los bienes, divisiones y odios entre los pueblos que muchas veces sobreviven a las generaciones que los vivieron.

Por tratarse de una experiencia que todos conocemos parece casi superfluo decir que también en la vida de las personas singulares ocurre el mismo fenómeno.

Sufrimos en ocasiones faltas de respeto a la persona y a sus derechos, soportamos injusticias efectivas, algunas veces abiertamente reales y otras veces percibidas como tales, o bien no enraizadas en un comportamiento intencionalmente dañino.

Nacen así tensiones entre las personas, distanciamientos pasajeros o enemistades duraderas, y hasta pueden aparecer problemas psíquicos.

Hay que reconocer que puede no ser fácil salir de esa dinámica, y ofrecer juego al perdón. Esta otra lógica presenta diversas variantes: la benevolencia de perdonar, el atrevimiento de pedir perdón, la apertura para recibir el perdón cuando se nos ofrece. 

Por eso conviene detenerse a considerar qué significan todos esos comportamientos. Algunos textos en este número facilitan distintas aproximaciones: los aspectos básicamente antropológicos, la explicación psicológica, la consideración filosófica y teológica.

Se plantea la diferencia y las reacciones entre el perdón y el olvido, o entre el perdón y la cancelación; y se analiza la línea estrecha que separa la verdadera petición de perdón de la estrategia que se sirve de él para alcanzar objetivos políticos o para blanquear una imagen.

El perdón es más difícil si se pretende adoptarlo sin una predisposición arraigada en la conducta.

La educación en la familia y fuera de ella, y más ampliamente el hábito de tolerancia y comprensión que forma la virtud, tienen efectos positivos, personales y sociales, muy directos. Y en el contexto de la vida de los cristianos, la gracia recibida de Dios hace de la capacidad de perdonar una reacción característicamente cristiana.

En este ámbito, quien perdona no encuentra la fuente de su disposición en su propia condición: primeramente recibe el perdón y lo aprende de un Dios que sabe perdonar, suceda lo que suceda.

El autorOmnes

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Vaticano

Francisco pide respeto a la vida humana en su Mensaje Pascual de 2024

Que Cristo resucitado abra un camino de paz para las martirizadas poblaciones de Tierra Santa y en Ucrania, con respeto al derecho internacional, un inmediato alto el fuego, y rápida liberación de los rehenes. Que la luz de la resurrección nos haga “conscientes del valor de toda vida humana”, ha rezado el Papa Francisco en la Bendición Urbi et Orbi de 2024.  

Francisco Otamendi·31 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 6 minutos

El respeto “al don precioso de la vida” ha sido idea nuclear del Mensaje Pascual del Papa Francisco en la Bendición Urbi et Orbi al pueblo de Roma y al mundo, impartida por el Santo Padre desde el balcón central tras la celebración de la solemne Misa del Domingo de Pascua de Resurrección de este año en la Plaza de San Pedro, y del rezo del Regina Coeli a la Virgen María. El mensaje ha sido leído por el Papa.

En la Misa, presidida por el Santo Padre y cuyo primer concelebrante ha sido el cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio, se ha leído el conocido Evangelio en el que María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, vio la losa quitada del sepulcro, y tras avisar a Pedro y al “otro discípulo, a quien Jesús amaba”, fueron éstos los que corrieron y vieron los lienzos tendidos y el sudario con el que habían cubierto la cabeza de Jesús.

“Jesús Nazareno, el Crucificado, ha resucitado” 

“Hoy resuena en todo el mundo el anuncio que salió hace dos mil años desde Jerusalén: “Jesús Nazareno, el Crucificado, ha resucitado” (cf. Mc 16,6)2, ha comenzado su Mensaje el Santo Padre.

“La Iglesia revive el asombro de las mujeres que fueron al sepulcro al amanecer del primer día de la semana. La tumba de Jesús había sido cerrada con una gran piedra; y así también hoy hay rocas pesadas, demasiado pesadas, que cierran las esperanzas de la humanidad: la roca de la guerra, la roca de las crisis humanitarias, la roca de las violaciones de los derechos humanos, la roca del tráfico de personas, y otras más”. 

También nosotros, como las mujeres discípulas de Jesús, nos preguntamos unos a otros: “¿Quién nos correrá estas piedras?” (cf. Mc 16,3). Y he aquí el gran descubrimiento de la mañana de Pascua: la piedra, aquella piedra tan grande, ya había sido corrida. El asombro de las mujeres es nuestro asombro. La tumba de Jesús está abierta y vacía. A partir de ahí comienza todo”.

“Sólo Jesús quita las piedras que cierran el camino a la vida”

“Jesucristo ha resucitado, y sólo Él es capaz de quitar las piedras que cierran el camino hacia la vida. Más aún, Él mismo, el Viviente, es el Camino; el Camino de la vida, de la paz, de la reconciliación, de la fraternidad”, ha proseguido el Papa.

“Él nos abre un pasaje que humanamente es imposible, porque sólo Él quita el pecado del mundo y perdona nuestros pecados. Y sin el perdón de Dios esa piedra no puede ser removida. Sin el perdón de los pecados no es posible salir de las cerrazones, de los prejuicios, de las sospechas recíprocas o de las presunciones que siempre absuelven a uno mismo y acusan a los demás. 

Sólo Cristo resucitado, dándonos el perdón de los pecados, nos abre el camino a un mundo renovado. Sólo Él nos abre las puertas de la vida, esas puertas que cerramos continuamente con las guerras que proliferan en el mundo. 

En este día en que celebramos la vida que se nos da en la resurrección del Hijo, recordamos el amor infinito de Dios por cada uno de nosotros, un amor que supera todo límite y toda debilidad”. 

“Desprecio del don precioso de la vida”

“Y, sin embargo, con cuánta frecuencia se desprecia el don precioso de la vida”, ha subrayado el Sucesor de Pedro. “Cuántos niños ni siquiera pueden ver la luz? ¿Cuántos mueren de hambre o carecen de cuidados esenciales o son víctimas de abusos y violencia? ¿Cuántas vidas se compran y se venden por el creciente comercio de seres humanos?” 

“En el día en que Cristo nos ha liberado de la esclavitud de la muerte, exhorto a cuantos tienen responsabilidades políticas para que no escatimen esfuerzos en combatir el flagelo de la trata de seres humanos, trabajando incansablemente para desmantelar sus redes de explotación y conducir a la libertad a quienes son sus víctimas. 

Que el Señor consuele a sus familias, sobre todo a las que esperan ansiosamente noticias de sus seres queridos, asegurándoles conforto y esperanza. 

Que la luz de la resurrección ilumine nuestras mentes y convierta nuestros corazones, haciéndonos conscientes del valor de toda vida humana, que debe ser acogida, protegida y amada. 

Tierra Santa, Ucrania, Siria, Líbano, Balcanes, Armenia y Azerbaiyán

En su discurso, el Papa ha dirigido “su pensamiento principalmente a las víctimas de tantos conflictos que están en curso en el mundo, comenzando por los de Israel y Palestina, y en Ucrania. Que Cristo resucitado abra un camino de paz para las martirizadas poblaciones de esas regiones”. y ha formulado las peticiones señaladas al comienzo de alto el fuego, liberación de rehenes, etc.

“No permitamos que las hostilidades en curso continúen afectando gravemente a la población civil, ya de por sí extenuada, y principalmente a los niños. Cuánto sufrimiento vemos en sus ojos. Con su mirada nos preguntan: ¿por qué? ¿Por qué tanta muerte? ¿Por qué tanta destrucción? La guerra es siempre un absurdo y una derrota. No permitamos que los vientos de la guerra soplen cada vez más fuertes sobre Europa y sobre el Mediterráneo. Que no se ceda a la lógica de las armas y del rearme. La paz no se construye nunca con las armas, sino tendiendo la mano y abriendo el corazón”. 

A continuación, se ha referido a Siria,” que lleva catorce años sufriendo las consecuencias de una guerra larga y devastadora. Muchísimos muertos, personas desaparecidas, tanta pobreza y destrucción esperan respuestas por parte de todos, también de la Comunidad internacional. 

Mi mirada se dirige hoy de modo especial al Líbano, afectado desde hace tiempo por un bloqueo institucional y por una profunda crisis económica y social, agravados ahora por las hostilidades en la frontera con Israel. Que el Resucitado consuele al amado pueblo libanés y sostenga a todo el país en su vocación a ser una tierra de encuentro, convivencia y pluralismo. 

Mi pensamiento se orienta en particular a la Región de los Balcanes Occidentales, donde se están dando pasos significativos hacia la integración en el proyecto europeo. Que las diferencias étnicas, culturales y confesionales no sean causa de división, sino fuente de riqueza para toda Europa y para el mundo entero. 

Asimismo, aliento las conversaciones entre Armenia y Azerbaiyán para que, con el apoyo de la Comunidad internacional, puedan proseguir el diálogo, ayudar a las personas desplazadas, respetar los lugares de culto de las diversas confesiones religiosas y llegar cuanto antes a un acuerdo de paz definitivo”. 

Terrorismo, Myanmar, Haití, continente africano…

“Que Cristo resucitado abra un camino de esperanza a las personas que en otras partes del mundo sufren a causa de la violencia, los conflictos y la inseguridad alimentaria, como también por los efectos del cambio climático. 

Que dé consuelo a las víctimas de cualquier forma de terrorismo. Recemos por los que han perdido la vida e imploremos el arrepentimiento y la conversión de los autores de estos crímenes. 

Que el Resucitado asista al pueblo haitiano, para que cese cuanto antes la violencia que lacera y ensangrienta el país, y pueda progresar en el camino de la democracia y la fraternidad. Que conforte a los Rohinyá, afligidos por una grave crisis humanitaria, y abra el camino de la reconciliación en Myanmar, país golpeado desde hace años por conflictos internos, para que se abandone definitivamente toda lógica de violencia. 

Que abra vías de paz en el continente africano, especialmente para las poblaciones exhaustas en Sudán y en toda la región del Sahel, en el Cuerno de África, en la región de Kivu en la República Democrática del Congo y en la provincia de Cabo Delgado en Mozambique, y ponga fin a la prolongada situación de sequía que afecta a amplias zonas y provoca carestía y hambre. 

Que el Resucitado haga resplandecer su luz sobre los migrantes y sobre todos aquellos que están atravesando un período de dificultad económica, brindándoles consuelo y esperanza en los momentos de necesidad. 

Que Cristo guíe a todas las personas de buena voluntad a unirse en la solidaridad, para afrontar juntos los numerosos desafíos que conciernen a las familias más pobres en su búsqueda de una vida mejor y de la felicidad”.

Al final de la Misa, antes de leer el Mensaje Pascual, el Pontífice saludó a los numerosos fieles presentes en la plaza de san Pedro.

Al concluir, como se ha subrayado, el Papa Francisco ha rezado para que “la luz de la resurrección ilumine nuestras mentes y convierta nuestros corazones, haciéndonos conscientes del valor de toda vida humana, que debe ser acogida, protegida y amada. ¡Feliz Pascua a todos!”.

Llamamientos a la oración

Los llamamientos del Papa a la oración,  en concreto pidiendo por la paz ante las guerras y conflictos que azotan el mundo, se han intensificado en los últimos años. Sin ir más lejos, el Vía Crucis del Viernes Santo, escrito por el Romano Pontífice aunque no pudiera acudir en persona, ha estado marcado por la celebración del año dedicado a la oración en la Iglesia. Por ello, han sido continuas las referencias a la oración cristiana.

Al mismo tiempo, la esperanza ha sido una de las virtudes que más ha mencionado el Papa Francisco estos días. Por ejemplo, en la Vigilia Pascual de ayer mismo, o sus recientes palabras a los jóvenes del mundo con motivo del quinto aniversario de su exhortación apostólica “Christus vivit”, en las que les ha animado a recuperar la esperanza.

“Dejarnos aferrar por el Resucitado”

Al considerar el hecho que narran los Evangelios, en el sentido de que la piedra del sepulcro, que era muy grande, había sido corrida, el Pontífice señaló ayer en la Vigilia Pascual que esto es “la Pascua de Cristo, la fuerza de Dios, la victoria de la vida sobre la muerte, el triunfo de la luz sobre las tinieblas, el renacimiento de la esperanza entre los escombros del fracaso. Es el Señor, Dios de lo imposible que, para siempre, hizo correr la piedra y comenzó a abrir nuestros sepulcros, para que la esperanza no tenga fin. Hacia Él, entonces, también nosotros debemos levantar la mirada”. 

El autorFrancisco Otamendi

Cultura

Los jóvenes celebran la Resurrección de Cristo con un concierto

El próximo 6 de abril tendrá lugar un concierto convocado para celebrar la Resurrección de Cristo. La cita será a las 18:30 h en la Plaza de Cibeles de Madrid.    

Loreto Rios·31 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos

Por segundo año consecutivo la Asociación Católica de Propagandistas organiza la Fiesta de la Resurrección, un macroconcierto con un importante elenco de artistas invitados. La primera edición, que tuvo lugar en 2023, reunió a más de 60.000 asistentes, mucho más de lo esperado.

“No podemos más que concluir que el balance desde el año pasado ha sido muy positivo”, indica a Omnes Pablo Velasco, secretario de comunicación de la Asociación Católica de Propagandistas. “Era un evento muy especial y nunca habíamos organizado algo semejante. Teníamos un grado de incertidumbre enorme debido a nuestra inexperiencia. Lo que sí sabíamos era que lo que queríamos era celebrar la resurrección del Señor en el centro de Madrid e invitar a esa alegría a todo aquel que quisiera participar”.

La idea de convocar este concierto surgió, añade, para celebrar la alegría cristiana de la resurrección, y es una iniciativa que “responde a la esencia misma de la Asociación Católica de Propagandistas. Nuestro carisma radica en la presencia de Cristo en la vida pública. La finalidad de la fiesta de la Resurrección es básicamente celebrar el acontecimiento más importante de la historia”.

Este evento parece que “ha venido para quedarse”, según afirmó recientemente Alfonso Bullón de Mendoza, presidente de la Asociación Católica de Propagandistas. Este año, el concierto de la II Fiesta de la Resurrección está convocado para el 6 de abril a las 18:30 h en la Plaza Cibeles de Madrid, y en él participarán, entre otros, el grupo Modestia Aparte, Marilia (quien fue miembro del conocido dúo musical Ella Baila Sola), el padre Guilherme (el sacerdote DJ de la JMJ de Portugal), DJ El Pulpo, Hakuna, Juan Peña y Esténez (Guillermo Esteban, antes Grílex).

También se contará con la participación del grupo cristiano HTB Worship, ya que la resurrección es una fiesta que comparten todas las confesiones cristianas y la intención es que todos los cristianos puedan celebrarla juntos. Sin embargo, no solo están invitados los creyentes a este concierto, sino todo aquel que quiera asistir: “Es una fiesta abierta a todo el mundo. Precisamente ese rasgo es esencial para todo católico”, señala Pablo Velasco.

Porque, como comentó recientemente hablando de este evento Marilia, exmiembro del conjunto musical Ella Baila Sola, la música “une a todos”, independientemente de las creencias de cada uno, y “el amor está por encima de todo”.

De la misma opinión era Guillermo Esteban, quien afirmó en la rueda de prensa de promoción de este evento que “las cosas con amor funcionan”, mientras que desde Hakuna señalaban que la música “va de corazón a corazón”, por lo que no es necesario compartir las mismas creencias para disfrutar de ella.

Por tanto, esta fiesta, señala Pablo Velasco, es “una oportunidad de celebrar, de compartir esta gran alegría. Además, es un buen momento para invitar a amigos y es una buena ocasión para provocar conversaciones importantes”. “Viendo cómo se desarrolló el año pasado, yo no me lo perdería”, concluye.

El día de la libertad

El mayor acto de libertad jamás consumado es el de Jesús dando su vida por toda la humanidad. Con su resurrección, él nos ha hecho libres rompiendo las cadenas de la muerte.

31 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 4 minutos

En los relatos de la Resurrección de Jesús, hay un detalle que no debería pasarnos desapercibido si nos interesa saber si es razonable creer en pleno siglo XXI. ¿Por qué quienes vieron cara a cara al resucitado no lo reconocieron de primera hora?

Los evangelios recogen este fenómeno en varias ocasiones: María Magdalena, llorando a los pies del sepulcro, lo confundió con un hortelano; los dos de Emaús lo acompañaron durante una larga caminata y no lo reconocieron hasta llegada la noche, al partir el pan; incluso los más íntimos, sus propios discípulos, fueron incapaces de reconocerlo cuando estaban pescando y él apareció en la orilla del lago.

Dejando para otro día la reflexión sobre las misteriosas capacidades del cuerpo glorioso de Jesús, centrémonos en su significado: la resurrección del de Nazaret puede ser un hecho histórico comprobado por mil y una fuentes, podemos tenerlo delante de nosotros, incluso conversar con él; pero, si no damos el paso de creer, seremos incapaces de verlo, incapaces de reconocerlo.

¿Por qué pasa esto? ¿Por qué el acontecimiento más trascendental de la historia de la humanidad (la constatación de que la muerte es solo un paso hacia otra forma de vida) no se hace más evidente? ¿Por qué Dios ha preferido pasar desapercibido para la mayoría de la población mundial y se ha mostrado solo a unos pocos?

La solución fácil ya se la había sugerido el tentador tras los 40 días en el desierto. Lo puso en el alero del templo de Jerusalén y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: “Ha dado órdenes a sus ángeles acerca de ti, para que te cuiden”». Si le hubiera hecho caso, todo el mundo habría creído en él enseguida y de forma innegable. ¿Por qué no hizo de la fe un espectáculo? ¿Por qué Dios, siendo Dios, no se muestra de forma sensacional, clara e incuestionable? ¿Por qué, si ama al hombre, no hace uso de su poder para que todo hombre crea en él y se salve?

Para tratar de entender a Dios, lo mejor que podemos hacer es ponernos en su lugar y verlo desde su perspectiva. Dios es amor, y el amor necesita un consentimiento libre, no forzado. Por eso, un matrimonio en el que se descubre que alguno de los cónyuges ha ido obligado o tiene intereses ocultos se dice que es nulo, no ha existido. No ha sido verdadero porque no ha habido amor, sino interés o miedo. Igualmente, Dios nos ama y como buen amante desea ser correspondido, pero ha de dejarnos la libertad necesaria para que esta correspondencia sea verdadera. Creer por interés o por miedo no es creer, es fingir. La fe, que no es otra cosa que amar a Dios sobre todas las cosas, ha de ser una respuesta libre y personal a la propuesta que él nos hace. La omnipotencia de Dios se demuestra en su capacidad de hacerse pequeño, insignificante, hasta rebajarse a la altura del ser que ama para poder ser correspondido… o no.

Por eso llevamos 2.000 años celebrando la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo y para muchos no deja de ser más que un excelente motivo para pasar unos días de vacaciones al inicio de la primavera o, si acaso, para disfrutar de las manifestaciones culturales que dicha conmemoración conlleva. Ese acontecimiento no cala, porque no ha habido encuentro con la persona viva de Jesús, que ha pasado delante de nosotros y no lo hemos reconocido.

Es el misterio de la libertad con la que él nos creó y que tantas veces desfiguramos con nuestro lenguaje. Hablamos de libertad de expresión, por ejemplo, pero cancelamos a quien no se ajusta a la norma; hablamos de libertad sexual, pero a costa de matar a los concebidos por esa causa pero que no nos interesa que nazcan; hablamos de libertad de decidir una muerte digna, cuando en realidad obligamos a suicidarse a quien no quiere sufrir porque no les damos alternativas; nos jactamos de ser sociedades libres, pero miramos para otro lado ante las situaciones de trata, o de trabajo precario; proclamamos una educación en libertad, pero dejamos que las tecnológicas esclavicen a nuestros hijos; fardamos de libre mercado, pero explotamos a los países más pobres; competimos por ser los países con más libertades, pero impedimos la entrada de quienes no tienen más remedio que huir de la falta de libertad en sus países; nos enorgullecemos de avanzar en libertades sociales a costa de destruir la familia como núcleo de crecimiento de las personas en amor y libertad. 

La libertad nunca destruye, nunca hace mal, nunca mira para otro lado, sino que se implica, construye, ama sin esperar. El mayor acto de libertad jamás consumado es el de Jesús dando su vida por toda la humanidad. Con su resurrección, él nos ha hecho libres rompiendo las cadenas de la muerte. La libertad nos hace libres en la medida en que transforma la vida de una persona y la lleva a buscar el bien común.

El Papa Francisco ha recordado que «para ser realmente libres, necesitamos no solo conocernos a nosotros mismos, a nivel psicológico, sino sobre todo hacer verdad en nosotros mismos, a un nivel más profundo. Y ahí, en el corazón, abrirnos a la gracia de Cristo».

Es lo que hicieron la Magdalena, los de Emaús, los discípulos para conocerse interiormente y ver que tenían delante de sus ojos al mismísimo Dios. Quizá usted lo haya tenido delante en varias ocasiones a lo largo de su vida y no lo haya visto. Quizá lo tenga ahora mismo delante y no lo vea. Recuerde que solo la verdad nos hace libres. ¡Feliz día de la libertad! ¡Feliz Pascua de Resurrección… o no!

El autorAntonio Moreno

Periodista. Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Bachiller en Ciencias Religiosas. Trabaja en la Delegación diocesana de Medios de Comunicación de Málaga. Sus numerosos "hilos" en Twitter sobre la fe y la vida cotidiana tienen una gran popularidad.

Recursos

La Pascua. Tiempo para la mistagogía

Vivir la Pascua en plenitud supone, para todo cristiano, redescubrir la realidad del Misterio de Dios en el que somos introducidos por la liturgia de este tiempo de gracia y vivencia sacramental.

Hna. Carolina Blázquez OSA·31 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 9 minutos

Empieza el tiempo de Pascua que en la Iglesia antigua se llamaba el tiempo de la mistagogía. Era la meta de todo el camino del catecumenado que marcaba el ritmo de las comunidades cristianas que se preparaban cada cuaresma, de forma especial, para la acogida de nuevos miembros.

La Pascua, por tanto, en la Iglesia de los siglos IV y V, era tanto la cumbre en el camino de preparación para los candidatos a entrar en la comunidad de los salvados como el manantial de constante renovación de las propias comunidades.

Estas se percibían, realmente, como un seno materno. En ellas se revivía constantemente el misterio de María: generando, gestando y alumbrando la vida de los nuevos hijos de Dios, los neófitos, que, al mismo tiempo, a su vez, vivificaban y renovaban la vida de los ya creyentes.

Se cumplía así la palabra de Jesús a Nicodemo al que invitaba a nacer de nuevo, aún siendo viejo (cf. Jn 3,3-7). 

Evolución histórica

Tras el Edicto de Milán y, finalmente, con el reconocimiento del cristianismo como religión oficial del Imperio Romano, las conversiones a la fe cristiana crecieron considerablemente.

Aunque ya venía perfilándose, esto provocó que el proceso de incorporación al cristianismo se institucionalizara con unos pasos bien definitivos. En la conciencia de que “los cristianos no nacen, se hacen” (Tertuliano, Apología contra los Gentiles, 18,4), el proceso de catecumenado era largo y podía llegar a durar varios años, en algunos casos. 

Ahora bien, como la entrada en la economía de la gracia es el mayor bien, estos procesos de preparación se fueron acortando para que una espera prolongada no provocara un sentido elitista de la fe, confundiendo una buena preparación con una cierta dignidad personal para recibir los sacramentos.

Se podría olvidar así el sentido auténtico de la palabra que la Iglesia nos invita a decir justo en el momento antes de recibir la comunión eucarística: “Oh Señor, no soy digno de que entres en mi casa pero una palabra tuya bastará para sanarme” (cf. Mt 8,8).

Por otro lado, porque los ya bautizados deseaban hacer partícipes a sus hijos de la gracia, el bautismo de niños se impuso hasta extinguirse prácticamente el bautismo de adultos. 

De aquí el olvido de todo este itinerario catequético y mistagógico de incorporación a la Iglesia que, desde el Concilio Vaticano II, estamos tratando de recuperar de forma creativa y actualizada como propuesta de revitalización de la fe de los creyentes y de evangelización e incorporación a la Iglesia de nuevos fieles.

De hecho, algunas realidades eclesiales hijas de la renovación conciliar han asumido pasos o el itinerario, más o menos completo, de todo este proceso catecumenal en el que se integran equilibradamente la experiencia personal de encuentro con Cristo —el despertar en la fe—, la inserción eclesial a través de la vía litúrgico-sacramental y el proceso existencial de conversión. 

Hay aquí algo clave para este momento de la Iglesia que vivimos. Se nos ofrece un marco o guía para todos nuestros proyectos educativos o catequéticos en la fe que siempre corren el peligro de moverse en los esfuerzos, un tanto infecundos, de una intensa educación externa puesto que, en muchos casos, la fe no ha sido despertada al no haber acontecido el encuentro personal con Cristo o, en cambio, en la promoción de propuestas de despertar en la fe que, sin un cuidado itinerario posterior catequético y formativo a todos los niveles y, especialmente, litúrgico-sacramentalmente, suelen ser experiencias eminentemente subjetivas que corren el riesgo de apagarse pronto, al ritmo de las emociones. 

El Papa Francisco nos recordaba estos dos peligros en Desiderio Desideravi conectando con su magisterio anterior en el que reiteradas veces nos ha pedido atención y cuidado para evitar las tendencias neopelagianas o, su contrario, neognósticas en la Iglesia (cf. DD 17).  

Para lograr esta vitalidad litúrgica la clave está en la propuesta formativa a través de catequesis litúrgicas o mistagógicas retomando la práctica de la Iglesia antigua y readaptándola a las necesidades del presente en la fidelidad creativa que caracteriza siempre los pasos de renovación en la Iglesia. Ya en Sacrosanctum Concilium se nos invitaba a trabajar en este sentido (cf. SC 36), también Evangelii Gaudium trata el tema de la catequesis mistagógica (cf. EG 163-168) y el Nuevo Directorio para la Catequesis del año 2020 retoma esta cuestión (nn. 61-65; 73-78).

Continuamente dados a luz

El proceso está detalladamente explicado en el RICA, el Ritual para el Catecumenado de Adultos, redactado en 1972. En 2022 celebramos los 50 años de su publicación y, a pesar de haber transcurrido tantos años y de ser uno de los frutos significativos de la reforma litúrgica conciliar, es un documento aún poco conocido y valorado, aunque puede ser un magnífico instrumento para desarrollar procesos catequéticos y de formación litúrgica que ayuden a profundizar en la vida cristiana para los ya creyentes. 

La profundización en el proceso de catecumenado ayuda a vivir en la memoria de que el cristiano es siempre un pecador perdonado experimentando así que la alegría de la salvación brota, no de nuestros logros o nuestra perfección personal, sino de la acogida constante de la misericordia de Dios.

Esta posición de verdad y humildad ante Dios nos libra de la tentación de creernos el hijo mayor frente al hijo pródigo (cf. Lc 15,29-32) o el fariseo frente al publicano (cf. Lc 18,9-14). Vivimos en un proceso de conversión ininterrumpida, siendo continuamente dados a luz en la fe hasta que Cristo sea formado en nosotros (cf. Ga 4,19).

Tras el período kerigmático, en el que se anuncia el corazón del evangelio, que se correspondería con los métodos hoy de evangelización o primer anuncio, para aquellos que tras la conversión a la fe expresaban el deseo de iniciar un proceso de incorporación a la Iglesia se ofrecía la entrada en el catecumenado.

Este se concebía como un tiempo largo acompañado por algunos cristianos, los catequistas, que debían introducir, poco a poco, en el conocimiento de la fe y en la experiencia de oración con la consiguiente conversión de las costumbres, que esto traía consigo.

En el itinerario era fundamental la oración y la familiarización con la Palabra de Dios, la tarea educativa en la doctrina y la fe de la Iglesia, así como la conversión de costumbres, que para muchos podía suponer un cambio significativo en hábitos de vida, mentalidad y criterios, incluso profesión…

San Agustín, por ejemplo, abandonó su oficio de orador tras la conversión. Se avergonzaba de vivir vendiendo mentiras vestidas de verdad solo por estar bien dichas buscando, además en ello, ser estimado y gozar de prestigio. Ante la verdad de Cristo, se cayeron las máscaras en las que se había escondido ante sí mismo durante años (Cf. Confesiones IX, II, 2).

Este proceso del catecumenado se intensificaba en la última cuaresma antes del momento del bautismo que se recibía siempre en el contexto de la Pascua, concretamente en la Vigilia Pascua. Esta última cuaresma se la llamaba tiempo de la purificación o iluminación y era un tiempo absolutamente único y especial.

Cada semana, marcada por el domingo, estaba ligada a un paso o gesto sumamente bello y expresivo: la elección o inscripción del nombre, los escrutinios o tiempos fuertes de discernimiento sobre la verdad de la propia vida ante la luz de la Palabra, los exorcismos, la entrega de la profesión de fe, del Padre Nuestro, las unciones, el rito del Effetá… En este momento toda la gestualidad y ritualidad eclesial expresa la gestación, la preparación para el nuevo nacimiento que encontrará en la noche de Pascua, la gran noche bautismal, su expresión definitiva. 

En la Pascua la memoria cuaresmal de la misericordia de Dios se transforma en memoria agradecida por la salvación ante la última y definitiva de las mirabilia Dei: la Resurrección de Cristo de entre los muertos. Esta gracia de la resurrección durante la Pascua no solo se proclama, se realiza en nosotros a través de los sacramentos que nos incorporan al Cuerpo glorioso de Cristo, Su vida entra en la nuestra. 

Se trata de un recorrido de transformación en Cristo, de modo que el camino de toda una vida cristiana, de años de seguimiento y conformación progresiva con Cristo, se nos entrega en la noche de Pascua, especialmente, durante la cincuenta pascual y, como prolongación de esta, en cada eucaristía cotidiana, que es prenda de lo que ya somos y de lo que estamos llamados a ser. 

En tu Luz vemos la luz

Como somos limitados, como necesitamos el tiempo para asumir, acoger, comprender esta claridad ofrecida del Misterio de Dios en Cristo, la Iglesia madre despliega la mistagogía.

El tiempo justamente posterior a la celebración del Triduo Pascual, la cincuentena pascual, tiene este sentido pedagógico de rumia para asimilar mejor y de profundización para tomar conciencia del don ya recibido. 

La vida cristiana de cada uno de nosotros puede entenderse como un prolongado tiempo de mistagogía hasta la entrada plena en el Misterio en la vida del Cielo.

Muchos de nosotros, bautizados en la infancia, necesitamos este tiempo para ir comprendiendo lo que celebramos, lo que creemos y, en definitiva, lo que somos. Vamos asimilando lo que hemos recibido como identidad por la fe y los sacramentos.

Es necesario, por tanto, desarrollar procesos mistagógicos como hacían los Padres del siglo IV con los neófitos que asistían por primera vez a las celebraciones sacramentales. Puesto que habían recibido en una sola noche, durante la Vigilia, los sacramentos de iniciación necesitaban después ahondar en lo vivido para, al conocerlo mejor, ir configurándose según esta nueva condición recibida a imagen de Cristo. 

Hay un modo nuevo de percibir la realidad como portadora del Misterio de Dios en el que vamos siendo introducidos por la acción litúrgica y la Pascua es el tiempo propicio para esto. En ella, la dimensión mistagógica está acentuada y potenciada porque es el tiempo de la plenitud, del cumplimiento donde todo vuelve a su realidad primera y última, a su referencialidad creada y a su verdad en Dios desvelada en Cristo Resucitado. 

Esta mistagogía litúrgica pascual tiene, especialmente, varias dimensiones o niveles: 

Mistagogía creacional

En la Pascua los signos litúrgicos nos conectan con la creación: el Fuego que purifica e ilumina desde dentro, la luz del cirio pascual y la cera pura elaborada por las abejas, el agua bautismal, el aceite del santo crisma, el viento del Espíritu, la vida que misteriosamente despierta del letargo invernal en la primavera y que irrumpe en el Templo a través de las decoraciones florales, el blanco y dorado de los tejidos… 

Estas dimensiones cósmicas de la liturgia requieren ser explicadas detenidamente. No son meros elementos decorativos. A través de ellas, la Iglesia expresa la dimensión creacional del acontecimiento de la resurrección, superando todo subjetivismo o reduccionismo emotivista de la fe.

Cristo resucitado ha colmado de luz la realidad desde dentro. Esto significa el velo del templo rasgado, el suelo rasgado por los terremotos y las lápidas corridas según nos transmiten los evangelistas al narrar el momento de la Muerte y Resurrección (cf. Mt 27,51-54.28,2).

El nudo de las relaciones vitales: con Dios, con nosotros mismos, con los demás y con la creación, ha sido desatado. Desde este momento, todo está transido de Dios y es portador de Dios, como si el misterio de María se cumpliera en cada criatura, todo se abre al Espíritu y el antagonismo carne-pneuma queda reconciliado, la vida de la gracia se alumbra a través de la carne de este mundo.

En la liturgia nada es opaco, ni está cerrado sobre sí, ni separado del resto. Todo está transfigurado, irradia claridad y vida. El pan y el vino se hacen totalmente dóciles a la Palabra de Dios y la acción del Espíritu.

Esto, que sucede en la liturgia, traspasa los muros del templo y, por la mirada sacramental del creyente transformado por la celebración en la que participa, toca su realidad cotidiana haciendo de ella un espacio y un tiempo sacramental.

Mistagogía histórico-salvífica

El cristiano, a lo largo de toda su vida, como si toda la historia de Israel se actualizara en su propia historia, es invitado a pasar de la esclavitud a la libertad, de la noche a la luz, del desierto a la tierra prometida, de la tristeza a la fiesta, del hambre al banquete de bodas, de la muerte a la vida, introducido con Cristo, en el último mar rojo de la vida, la muerte y la sepultura para resucitar con Él a una vida nueva, participando de su propia vida resucitada.

Para vivir esta experiencia es fundamental la familiaridad con la Historia Sagrada a través de la Palabra de Dios leída, proclamada, celebrada en la liturgia. La Vigilia Pascual es maestra de esta tarea mistagógica.  

Su recorrido a través del Antiguo Testamento por los libros históricos, proféticos y sapienciales expresan los miedos, los anhelos, los límites, la sed del corazón del hombre salvados constantemente por la mano poderosa de Dios.

Toda esta pedagogía de Dios con el pueblo encuentra en el Nuevo Testamento, con el acontecimiento Cristo y su Resurrección, su cumplimiento.

Hay que detenerse en las lecturas de cada celebración, iluminar su sentido en Cristo y existencialmente para el hombre de hoy, confiar en la fuerza performativa de la Palabra que encuentra en el marco sacramental su máxima expresión. Ella hace lo que dice. 

Mistagogía sacramental

La Pascua es, por excelencia, el tiempo de los sacramentos. La fuerza salvadora que brotaba del Cuerpo de Cristo ha pasado a su Iglesia y, gracias a su acción, toda la existencia del hombre ha quedado bendecida y salvada.

Los sacramentos nos conectan con Cristo resucitado, son la oportunidad del encuentro con su carne gloriosa. Así, vamos siendo incorporados a Él, principalmente, por la comunión eucarística que cumple la comunión inaugurada en el bautismo: Cristo en nosotros, nosotros en Él, con un sentido esponsal: unidos en una sola carne, la Carne ofrecida por Cristo para la vida del mundo.

Esta comunión nos alimenta, nos transforma y nos mueve a vivir todo lo humano desde esta dimensión de resurrección. En Pascua se celebran los sacramentos de iniciación y, como gracia que de ellos brota, es el momento propicio para la celebración también de los sacramentos de vocación: el matrimonio y el orden, así como la consagración de vírgenes.

Es el tiempo en el que lo humano con su misterio de crecimiento, amor, misión y límite puede desplegarse sin miedo, en una fecundidad cuyo fruto es la presencia del Reino, la santidad.

Que a lo largo de esta Pascua que iniciamos seamos capaces los ministros, religiosos, catequistas, responsables de pastoral de desplegar una acción mistagógica creativa en nuestras celebraciones, en las tareas catequéticas, en las homilías, para que realmente seamos transformados por aquello y en aquello que recibimos.

Esta es una tarea de conocimiento en el sentido judío de esta palabra: un saber que es comunión y amor, que abarca todas las dimensiones de la persona hasta tocar lo más profundo del ser, hasta mover el corazón, introducir en la intimidad, iluminar la existencia según Cristo. 

Esta es la acción propia del Espíritu Santo, el gran Mistagogo, por eso la Pascua, el tiempo de la mistagogía, es el tiempo del Espíritu, de hecho, su meta está en Pentecostés.

Vaticano

El Papa recuerda que la Resurrección de Cristo hace renacer la esperanza

Este sábado 30 de marzo a las 19:30 h el Papa Francisco presidió la celebración de la Vigilia Pascual, celebrada en la basílica de san Pedro del Vaticano.

Loreto Rios·30 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 4 minutos

A las 19:30 h del sábado 30 de marzo, el Papa ha presidido la Vigilia Pascual en la Basílica de San Pedro. La ceremonia, que ha durado casi dos horas y media, ha comenzado en el atrio de dicha basílica con la bendición del fuego y la preparación del cirio pascual.

Tras la procesión hacia el altar, con el cirio encendido, y el canto del Exultet, ha tenido lugar la Liturgia de la Palabra y la Liturgia Bautismal, durante la que el Papa Francisco ha administrado los sacramentos de iniciación cristiana a ocho catecúmenos.

La piedra sellada

En su homilía, que ha leído personalmente, el Papa ha señalado que “las mujeres van al sepulcro a la luz del amanecer, pero dentro de sí llevan aún la oscuridad de la noche”. Porque, “aunque van de camino, siguen paralizadas, su corazón se ha quedado a los pies de la cruz. Su vista está nublada por las lágrimas del Viernes Santo, se encuentran inmovilizadas por el dolor, encerradas en la sensación de que se ha terminado todo, y que el acontecimiento de Jesús ha sido ya sellado con una piedra. Y es precisamente la piedra la que está en el centro de sus pensamientos. Se preguntan: ‘¿Quién nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro?’ (Mc16,3). Cuando llegan al lugar, sin embargo, la fuerza sorprendente de la Pascua las impacta: ‘Al mirar -dice el texto-, vieron que la piedra había sido corrida; era una piedra muy grande’ (Mc16,4)”.

El Santo Padre se ha detenido a reflexionar sobre estos dos momentos, “quién nos correrá la piedra” y “al mirar, vieron que la piedra había sido corrida”.

El final de la historia

“Para empezar”, indica Francisco, “está la pregunta que abruma su corazón partido por el dolor: ¿quién nos correrá la piedra del sepulcro? Esa piedra representa el final de la historia de Jesús, sepultada en la oscuridad de la muerte. Él, la vida que vino al mundo, ha muerto; Él, que manifestó el amor misericordioso del Padre, no recibió misericordia; Él, que alivió a los pecadores del yugo de la condena, fue condenado a la cruz. El Príncipe de la paz, que liberó a una adúltera de la furia violenta de las piedras, yace en el sepulcro detrás de una gran piedra. Aquella roca, obstáculo infranqueable, era el símbolo de lo que las mujeres llevaban en el corazón, el final de su esperanza. Todo se había hecho pedazos contra esta losa, con el misterio oscuro de un trágico dolor que había impedido hacer realidad sus sueños”.

Como ha indicado el Papa, “esto nos puede suceder también a nosotros. A veces sentimos que una lápida ha sido colocada pesadamente en la entrada de nuestro corazón, sofocando la vida, apagando la confianza, encerrándonos en el sepulcro de los miedos y de las amarguras, bloqueando el camino hacia la alegría y la esperanza. Son ‘escollos de muerte’ y los encontramos, a lo largo del camino, en todas las experiencias y situaciones que nos roban el entusiasmo y la fuerza para seguir adelante; en los sufrimientos que nos asaltan y en la muerte de nuestros seres queridos, que dejan en nosotros vacíos imposibles de colmar; en los fracasos y en los miedos que nos impiden realizar el bien que deseamos; en todas las cerrazones que frenan nuestros impulsos de generosidad y no nos permiten abrirnos al amor; en los muros del egoísmo y de la indiferencia, que repelen el compromiso por construir ciudades y sociedades más justas y dignas para el hombre; en todos los anhelos de paz quebrantados por la crueldad del odio y la ferocidad de la guerra. Cuando experimentamos estas desilusiones, tenemos la sensación de que muchos sueños están destinados a hacerse añicos y también nosotros nos preguntamos angustiados: ¿quién nos correrá la piedra del sepulcro?”.

Esperanza sin fin

En este momento es cuando entra en juego la segunda parte del Evangelio: “al mirar, vieron que la piedra había sido corrida; era una piedra muy grande”. El Papa ha señalado que esto es “la Pascua de Cristo, la fuerza de Dios, la victoria de la vida sobre la muerte, el triunfo de la luz sobre las tinieblas, el renacimiento de la esperanza entre los escombros del fracaso. Es el Señor, Dios de lo imposible que, para siempre, hizo correr la piedra y comenzó a abrir nuestros sepulcros, para que la esperanza no tenga fin. Hacia Él, entonces, también nosotros debemos mirar”.

Miremos a Jesús

A continuación, el Pontífice ha invitado a “mirar a Jesús”: “Él, después de haber asumido nuestra humanidad, bajó a los abismos de la muerte y los atravesó con la potencia de su vida divina, abriendo una brecha infinita de luz para cada uno de nosotros. Resucitado por el Padre en su carne, que también es la nuestra con la fuerza del Espíritu Santo, abrió una página nueva para la humanidad. Desde aquel momento, si nos dejamos llevar de la mano por Jesús, ninguna experiencia de fracaso o de dolor, por más que nos hiera, puede tener la última palabra sobre el sentido y el destino de nuestra vida. Desde aquel momento, si nos dejamos aferrar por el Resucitado, ninguna derrota, ningún sufrimiento, ninguna muerte podrá detener nuestro camino hacia la plenitud de la vida”.

Renovar nuestro “sí”

El Santo Padre ha invitado a cada cristiano a renovar su “sí” a Jesús. De este modo, “ningún escollo podrá sofocar nuestro corazón, ninguna tumba podrá encerrar la alegría de vivir, ningún fracaso podrá llevarnos a la desesperación. Mirémoslo a Él y pidámosle que la potencia de su resurrección corra las rocas que oprimen nuestra alma. Mirémoslo a Él, el Resucitado, y caminemos con la certeza de que en el trasfondo oscuro de nuestras expectativas y de nuestra muerte está ya presente la vida eterna que Él vino a traer”.

Para finalizar, el Papa ha concluido pidiendo que cada uno permita que su “corazón estalle de júbilo en esta noche santa”, y ha cerrado su homilía citando a J. Y. Quellec: “Cantemos la resurrección de Jesús juntos: ‘Cantadlo, comarcas lejanas, ríos y llanuras, desiertos y montañas […] cantad al Señor de la vida que surge desde la tumba, más brillante que mil soles. Pueblos destruidos por el mal y golpeados por la injusticia, pueblos sin tierra, pueblos mártires, alejad en esta noche los cantores de la desesperación. El varón de dolores ya no está en prisión, ha abierto una brecha en el muro, se da prisa por llegar hasta nosotros. Que nazca de la oscuridad el grito inesperado: está vivo, ha resucitado. Y vosotros, hermanos y hermanas, pequeños y grandes […] vosotros en el esfuerzo de vivir, vosotros que os sentís indignos de cantar […] que una llama nueva atraviese vuestro corazón, que un frescor nuevo invada vuestra voz. Es la Pascua del Señor, es la fiesta de los vivientes’”.

Mundo

El Papa aprueba un nuevo estatuto para Santa María la Mayor

El Papa Francisco ha aprobado un nuevo estatuto y reglamento para el capítulo de Santa María la Mayor. Con esta medida, el Pontífice busca que los canónigos puedan dedicarse plenamente al acompañamiento espiritual y pastoral de los fieles.

Giovanni Tridente·30 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

Con un quirógrafo fechado el 19 de marzo de 2024, el Papa Francisco aprobó los nuevos estatutos y reglamentos para el Capítulo de la Basílica Papal de Santa María la Mayor de Roma. La medida pretende liberar a los canónigos de las obligaciones financieras y administrativas, permitiéndoles dedicarse plenamente al acompañamiento espiritual y pastoral de los fieles.

El Pontífice concedió a monseñor Rolandas Makrickas, arcipreste coadjutor de la basílica, la autoridad necesaria para la aplicación de la nueva normativa y el gobierno del Capítulo, conservando temporalmente también la representación legal y los poderes administrativos.

Después de todo, al obispo Makrickas se le había confiado la tarea de Comisario Extraordinario del Capítulo, incluida la gestión financiera, desde el 15 de diciembre de 2021. Los frutos de ese encargo han desembocado ahora en esta decisión final del Papa Francisco.

En otro rescripto, el Papa también estableció que los canónigos y coadjutores del Capítulo que hayan alcanzado o alcancen la edad de 80 años asumirán el estatus de «honorarios», conservando ciertos beneficios como la vivienda, la toga y la asignación capitular. Podrán continuar su servicio litúrgico-pastoral voluntario y tener acceso al cementerio canónico. La misma disposición se aplica a quienes lleven tiempo sin participar en las celebraciones y sesiones capitulares, independientemente de su edad.

Esta medida marca un giro en la vida del prestigioso Capítulo de Santa María la Mayor, custodio de importantes reliquias -entre ellas la centenaria efigie de la “Salus Populi Romani”, de la que el Papa Francisco es muy devoto-, conforme a los principios de la constitución apostólica “Praedicate Evangelium”.

El nuevo estatuto

El documento relativo al estatuto del capítulo y de los Canónigos de la Basílica Papal de Santa María la Mayor, aprobado por el Pontífice, define la estructura y las funciones del capítulo y de los canónigos, subrayando, como se ha dicho, la importancia de las actividades litúrgicas y pastorales.

Trata diversos aspectos, como la composición del capítulo, las funciones del cardenal arcipreste y de los canónigos, los nombramientos por parte del Romano Pontífice, las vacaciones y los ejercicios espirituales, la celebración de la Misa y las actividades pastorales. Además, se especifican disposiciones relativas al cese del oficio de los canónigos, la celebración de misas exequiales por los canónigos difuntos, la gestión de los bienes muebles e inmuebles del capítulo, el nombramiento y las funciones de la Junta de Auditores, así como disposiciones finales relativas a la interpretación del presente estatuto y al tribunal competente en materia contractual y económica.

Por último, quedan derogadas todas las normas legales, reglamentarias y consuetudinarias hasta ahora vigentes.

El Reglamento

El Reglamento contiene los detalles de las normas y procedimientos que regulan el papel de los canónigos dentro de la Basílica. Entre las disposiciones, hay información relativa a la asignación de alojamientos, responsabilidades financieras, sesiones capitulares, deberes espirituales y litúrgicos, así como la forma de renunciar al cargo de canónigo.

Las normas también establecen las reglas de participación en las funciones litúrgicas, los procedimientos de votación durante las sesiones capitulares y las responsabilidades de los oficiales y el secretario. Se prevé la revocación de la acomodación en caso de delincuencia y el tratamiento de las situaciones de incoherencia en la conducta de los canónigos.

Un poco de historia

El Capítulo de la Basílica de Santa María la Mayor adopta la forma de un Colegio Sacerdotal bajo la dirección de un cardenal arcipreste, también conocido como Capítulo Liberiano.

Su existencia se atestigua por primera vez en el siglo XII y los primeros códices del Capítulo datan del siglo XIII con fechas de 1262, 1266 y 1271. Documentos del siglo XIV atestiguan ya los primeros esfuerzos por establecer reglas fijas para el funcionamiento del Capítulo, aprobadas por los Pontífices de la época.

El autorGiovanni Tridente

Evangelización

Juan Manuel Cotelo: «Antes de dar el paso de perdonar, parece imposible»

Juan Manuel Cotelo se adentró en historias reales de atentados terroristas, infidelidades o masacres que encuentran el perdón en "El mayor regalo".

Maria José Atienza·30 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

“Nos jugamos la verdad de nuestra fe en los actos concretos de amor”, señala el cineasta Juan Manuel Cotelo en esta entrevista. Cotelo, que ahora se encuentra embarcado en el proyecto de Hagan Lío, dirigió en 2019, una película – documental que no ha perdido ni una pizca de actualidad: El mayor regalo.

En ella se asoma a historias reales de perdón, pero de perdón duro, impactante, casi descarnado. Historias que hacen cuestionarse a uno mismo si, realmente, estaríamos dispuestos a perdonar, porque, en el fondo, hemos puesto límites al perdón y eso mismo, lo ha matado de raíz.

El perdón es como el amor, cambia de sentido al ponerle apellidos. Este es el eje alrededor del que gira esta obra de Cotelo de la que hablamos para ponerle cara e historia al perdón.

Más allá del guión. ¿Cómo se aborda el perdón en la vida?

—En la vida real, no existe nadie que disfrute al pedir perdón o al perdonar. Porque el perdón siempre surge de una herida que hemos causado, o nos han causado.

Sin embargo, aunque nos cueste, todos tenemos la experiencia de que nos hace bien pedir perdón y perdonar. Es lo único que cierra nuestras heridas, aunque queden las cicatrices.

Para dar ese paso, no es aconsejable fiarse de los propios sentimientos, ni de las propias fuerzas. Porque lo normal es que el sentimiento vaya en dirección contraria al perdón y las fuerzas nos digan que no podemos dar el paso.

Por ello hemos de dejarnos ayudar, por personas buenas en la tierra y por la ayuda espiritual del Cielo. Un saltador de altura con sus propias fuerzas logra superar una altura muy pequeña, pero con una pértiga, sube mucho más. Esa es la ayuda que necesitamos y que, si la pedimos al Cielo, nunca nos falta.

Cotelo en un clip de la película «El mayor regalo»

En El mayor regalo, Tim destaca que «el perdón es el más difícil y digno acto del hombre«. ¿Somos más humanos cuando perdonamos? ¿No es más natural la venganza?

—Somos humanos cuando amamos y cuando odiamos. Somos humanos en toda circunstancia. Y lo que todos podemos experimentar de forma natural es que el rencor nos sienta mal, fatal… y que el perdón nos sienta fenomenal.

Pero, para experimentarlo, hemos de dar el paso. Antes de darlo, parece imposible. Después, vemos que no era para tanto. Todo lo que nos acerca al amor nos dignifica, nos eleva. Y todo lo que nos deja atados al rencor, nos hunde. No en teoría, sino en la práctica.

¿Necesitamos a Dios para entender y abrazar de manera completa el perdón?

—No creo que podamos hacer algo «sólo en el plano humano», como si hubiera actividades divinas y otras que no lo son. Todo lo que hacemos, empezando por el hecho de estar vivos, es un acto divino. No hay ninguna opción de separar lo humano de lo divino, salvo artificialmente.

La realidad es que necesitamos a Dios para respirar y, por supuesto, para amar. Cuando los latidos de nuestro corazón se separan de los latidos del amor de Dios, sufrimos. Cuando nuestras ideas se separan de los pensamientos de Dios, sufrimos.

Cuando nuestros actos se separan de la voluntad de Dios, sufrimos. La distinción entre lo humano y lo divino es de salón, es puramente teórica. San Pablo lo expresa de maravilla: «En Él vivimos, nos movemos y existimos». Por eso, indudablemente necesitamos a Dios para perdonar, tanto como las piernas para montar en bicicleta. No daríamos una sola pedalada sin Dios.

El cristianismo es la religión del perdón. ¿Por qué muchas veces se olvida incluso entre los propios cristianos?

—Porque el examen sobre nuestra vida de fe no es teórico, siempre es práctico. De nuevo cito a San Pablo: «Hago el mal que no quiero hacer, y el bien que quiero hacer, no lo hago». Solución: la plena confianza en el poder de la gracia, en la ayuda de Dios.

Quien crea que basta con la buena intención y con una buena formación doctrinal, se equivoca y el descubrimiento de sus limitaciones le resultará traumático. Lo dice Jesús claramente: «Sin Mí, no podéis hacer nada».

Los doctores de la ley a quienes Jesús llamó hipócritas no tenían problemas religiosos teóricos. ¡Eran doctores! A cualquiera de nosotros podría pasarnos lo mismo, si nos conformarnos con saber la teoría o incluso si la predicamos. Nos jugamos la verdad de nuestra fe en los actos concretos de amor. Así lo pedimos en el Padrenuestro: «Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden”. 

Vaticano

El Viernes Santo del Papa: Celebración de la Pasión del Señor y Via Crucis desde Santa Marta

Tras la celebración de la Pasión del Señor, en la que la predicación ha estado a cargo del Cardenal Raniero Cantalamessa, O.F.M. Cap., el Papa Francisco ha seguido el Via Crucis de este año desde Santa Marta, para evitar ulteriores problemas de salud.

Maria José Atienza·29 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

El Papa ha vivido presencialmente, sólo la mitad de las celebraciones propias del Viernes Santo. El pontífice ha presidido la celebración de la Pasión del Señor en la basílica de San Pedro pero minutos antes del inicio del rezo del Via Crucis en el coliseo, la Oficina de prensa de la Santa Sede anunciaba que el Papa seguiría la oración desde su casa de Santa Marta. Este año, las meditaciones del Via Crucis han sido escritas por el propio Papa.  

Un Via Crucis del Papa sin el Papa

«En oración con Jesús en el Vía Crucis», así ha titulado Francisco estas meditaciones que han acompañado el rezo de las 14 estaciones del Via Crucis, al que Francisco, por motivos de salud, no ha podido asistir. El texto se enraiza, de manera directa, con la celebración del Año de la Oración que vive la Iglesia católica en preparación al Jubileo de 2025.

Laicos, jóvenes, religiosas y sacerdotes han sido los portadores de la cruz, junto a los que los centenares de asistentes han rezado este Via Crucis, recorriendo el interior del que fuera uno de los lugares de martirio de los cristianos de la primera hora.

Las meditaciones del Papa han comenzado lanzando una súplica de perdón a Jesús, por nuestra falta de dedicación a la oración que lleva a una superficialidad de vida: «me doy cuenta de que apenas te conozco porque conozco poco tu silencio, porque en el frenesí de las prisas y del hacer, absorbido por las cosas, atrapado por el miedo de no mantenerme a flote o por el afán de querer ponerme siempre en el centro, no encuentro tiempo para detenerme y quedarme contigo».

Asimismo, Francisco ha querido poner el foro en el egoísmo y el encerrarse sobre uno mismo, tan propios de la sociedad actual, que en lugar de ir a Dios «me encierro en mí mismo, rumiando mentalmente, escarbando en el pasado, quejándome, hundiéndome en el victimismo, paladín de negatividad».

La figura de la Virgen y su presencia dolorosa y maternal en la Pasión de Cristo ha llevado al Papa a recordar que «La mirada de la propia madre es la mirada de la memoria, que nos cimienta en el bien. No podemos prescindir de una madre que nos dé a luz, pero tampoco de una madre que nos encarrile en el mundo» y a poner la mirada en las mujeres, tantas veces maltratadas en este mundo.

Francisco ha querido poner el foco también en las debilidades propias de nuestra vida que hemos de convertir en oportunidades de conversión como Cirineo al que la debilidad de Jesús «cambió su vida y un día se daría cuenta de que había ayudado a su Salvador, de que había sido redimido por medio de esa cruz que cargó»; unas caídas que, vividas al lado del Señor «la esperanza nunca se acaba, y después de cada caída nos volvemos a levantar, porque cuando me equivoco no te cansas de mí, sino que te acercas más a mí».

Este Via Crucis 2024, el duodécimo que se celebra bajo el pontificado del Papa Francisco está marcado por la celebración del año dedicado a la oración en la Iglesia. Por ello, han sido continuas las referencias a la oración cristiana. El Papa ha pedido «Jesús, que yo no rece sólo por mí y por mis seres queridos, sino también por los que no me quieren y me hacen daño; que yo rece según los deseos de tu corazón, por los que están lejos de ti; reparando e intercediendo en favor de los que, ignorándote, no conocen la alegría de amarte y de ser perdonados por ti». y ha insistido en el «poder inaudito el de la oración» y la necesidad de perseverar en ella.

Celebración de la muerte del Señor

Previamente, el Papa había presidido la celebración de la Pasión del Señor en la basílica de San Pedro. El Cardenal Raniero Cantalamessa, O.F.M. Cap., predicador de la casa pontificia ha sido el encargado de hacer la homilía de esta celebración a la que han asistido más de 4000 fieles, junto a decenas de sacerdotes, obispos y consagrados.

Cantalamessa ha querido poner el acento en el «Yo soy» de Cristo que pone de manifiesto que «Jesús no vino a mejorar y perfeccionar la idea que los hombres tienen de Dios, sino, en cierto sentido, a invertirla y revelar el verdadero rostro de Dios».

El predicador de la casa pontificia ha destacado además cómo Dios se «para» ante la libertad del hombre: «Frente a las criaturas humanas, Dios se encuentra desprovisto de toda capacidad, no sólo coercitiva, sino también defensiva. No puede intervenir con autoridad para imponerse a ellas».

El triunfo de Cristo, ha continuado Cantalamessa, «se produce en el misterio, sin testigos. Jesús se aparece sólo a unos pocos discípulos, fuera de los focos. nos dicen que, después de haber sufrido, no debemos esperar un triunfo exterior y visible, como la gloria terrena. El triunfo se da en lo invisible y es de un orden infinitamente superior porque es eterno».

El Papa, visiblemente cansado, ha continuado la celebración de este Viernes Santo con la adoración de la Cruz y la comunión. Una liturgia marcada por el silencio y el recogimiento.

Vaticano

El Vía Crucis preparado por el Papa para el Viernes Santo 2024

Textos de las meditaciones "En oración con Jesús en el Vía Crucis" escritas por el Santo Padre Francisco, para el Via Crucis del Coliseo.

Maria José Atienza·29 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 21 minutos

La Oficina de prensa de la Santa Sede ha publicado los textos que, en la tarde del Viernes Santo, acompañarán el rezo del Via Crucis que se celebrará en el Coliseo de Roma a partir de las 9 de la noche aproximadamente.

Estos textos ha sido preparados por el Papa Francisco y se centran, especialmente, en una contemplación orante de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor.

A continuación, ofrecemos la traducción española de estos textos:

Vía Crucis 2024 «En oración con Jesús en el Vía Crucis» escritas por el Santo Padre Francisco

Señor Jesús, al mirar tu cruz comprendemos tu entrega total por nosotros. Te consagramos y ofrecemos este tiempo. Queremos pasarlo junto a ti, que rezaste desde el Getsemaní hasta el Calvario. En el Año de la oración nos unimos a tu camino orante.

Del Evangelio según san Marcos (14,32-37)

Llegaron a una propiedad llamada Getsemaní […]. Después llevó con él a Pedro, Santiago y Juan, y comenzó a sentir temor y a angustiarse. Entonces les dijo “[…] Quédense aquí velando”. Y adelantándose un poco, se postró en tierra y decía: “Abba –Padre– todo te es posible: aleja de mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya”. Después volvió y encontró a sus discípulos dormidos. Y Jesús dijo a Pedro: “[…] ¿No has podido quedarte despierto ni siquiera una hora?”.

Señor, tú preparabas con la oración cada una de tus jornadas, y ahora en Getsemaní preparas la Pascua. Y orabas diciendo Abba –Padre– todo te es posible, porque la oración es ante todo diálogo e intimidad, pero es también lucha y petición: ¡aleja de mí este cáliz! Así mismo, es entrega confiada y don: Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya. Así, orante, entraste por la puerta estrecha de nuestro dolor y la atravesaste hasta el final. Tuviste «temor y angustia» (Mc 14,33): temor frente a la muerte, angustia bajo el peso de nuestros pecados, que cargaste sobre ti, mientras te invadía una amargura infinita. Sin embargo, en lo más duro de la lucha oraste «más intensamente» (Lc 22,44). De esta manera, transformaste la violencia del dolor en ofrenda de amor.

Nos pides una sola cosa: quedarnos contigo y velar. No nos pides lo imposible, sino que permanezcamos cerca de ti. Y, sin embargo, ¡cuántas veces me he alejado de ti! Cuántas veces, como los discípulos, en lugar de velar, me dormí, cuántas veces no tuve tiempo o ganas de rezar, porque estaba cansado, anestesiado por la comodidad o con el alma adormecida. Jesús, vuelve a repetirme a mí, vuelve a repetirnos a nosotros, que somos tu Iglesia: «Levántense y oren» (Lc 22,46). Despiértanos, Señor, sacude el letargo de nuestros corazones, porque también hoy, sobre todo hoy, necesitas nuestra oración.

1. Jesús es condenado a muerte

El Sumo Sacerdote, poniéndose de pie ante la asamblea, interrogó a Jesús: «¿No respondes nada a lo que estos atestiguan contra ti?». El permanecía en silencio y no respondía nada. […] Pilato lo interrogó nuevamente: «¿No respondes nada? ¡Mira de todo lo que te acusan!». Pero Jesús ya no respondió a nada más, y esto dejó muy admirado a Pilato (Mc 14,60-61;15,4-5).

Jesús, tú eres la vida, pero te condenan a muerte; eres la verdad y sin embargo eres víctima de un falso proceso. Pero, ¿por qué no te rebelas? ¿Por qué no levantas la voz y explicas cuáles son tus propias razones? ¿Por qué no rebates a los sabios y a los poderosos como siempre lo has hecho? Jesús, tu actitud desconcierta; en el momento decisivo no hablas, sino callas. Porque cuanto más fuerte es el mal, más radical es tu respuesta. Y tu respuesta es el silencio. Pero tu silencio es fecundo: es oración, es mansedumbre, es perdón, es la vía para redimir el mal, para convertir tus sufrimientos en un don que nos ofreces. Jesús, me doy cuenta de que apenas te conozco porque conozco poco tu silencio, porque en el frenesí de las prisas y del hacer, absorbido por las cosas, atrapado por el miedo de no mantenerme a flote o por el afán de querer ponerme siempre en el centro, no encuentro tiempo para detenerme y quedarme contigo; para permitirte a ti, Palabra del Padre, obrar en silencio. Jesús, tu silencio me estremece, me enseña que la oración no nace de los labios que se mueven, sino de un corazón que sabe escuchar. Porque rezar es hacerse dócil a tu Palabra, es adorar tu presencia.

Oremos diciendo: Háblame al corazón, Jesús

Tú que respondes al mal con el bien

Háblame al corazón, Jesús

Tú que apagas los gritos con la mansedumbre

Háblame al corazón, Jesús

Tú que detestas la murmuración y los reproches

Háblame al corazón, Jesús

Tú que me conoces íntimamente

Háblame al corazón, Jesús

Tú que me amas más de cuanto yo pueda amarme

Háblame al corazón, Jesús

2. Jesús carga la cruz

Él llevó sobre la cruz nuestros pecados,

cargándolos en su cuerpo,

a fin de que, muertos al pecado, vivamos para la justicia.

Gracias a sus llagas, ustedes fueron curados (1 P 2,24).

Jesús, nosotros también cargamos nuestras cruces, a veces muy pesadas: una enfermedad, un accidente, la muerte de un ser querido, una decepción amorosa, un hijo que se perdió, la falta de trabajo, una herida interior que no cicatriza, el fracaso de un proyecto, una esperanza más que se malogra… Jesús, ¿cómo rezar ahí? ¿Cómo hacerlo cuando me siento aplastado por la vida, cuando un peso oprime mi corazón, cuando estoy bajo presión y ya no tengo fuerzas para reaccionar? Tu respuesta se encuentra en una invitación: «Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré» (Mt 11,28). Ir a ti; yo, en cambio, me encierro en mí mismo, rumiando mentalmente, escarbando en el pasado, quejándome, hundiéndome en el victimismo, paladín de negatividad. Vengan a mí; no te ha parecido suficiente decírnoslo, sino que has venido a nosotros para tomar nuestra cruz sobre tus hombros, y quitarnos su peso. Esto es lo que deseas: que descarguemos en ti nuestros cansancios y sinsabores, porque quieres que en ti nos sintamos libres y amados. Gracias, Jesús. Uno mi cruz a la tuya, te traigo mi fatiga y mis miserias, pongo en ti todo el agobio que tengo en mi corazón.

Oremos diciendo: Acudo a ti, Señor

Con mi historia personal

Acudo a ti, Señor

Con mis cansancios

Acudo a ti, Señor

Con mis límites y mis fragilidades

Acudo a ti, Señor

Con mis miedos

Acudo a ti, Señor

Confiando sólo en tu amor

Acudo a ti, Señor

3. Jesús cae por primera vez

Les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto (Jn 12,24).

Jesús, has caído. ¿En qué piensas?, ¿cómo rezas postrado rostro en tierra? Pero, sobre todo, ¿qué es lo que te da fuerzas para volver a levantarte? Mientras estás boca abajo en el suelo y ya no puedes ver el cielo, te imagino repitiendo en tu corazón: Padre, que estás en los cielos. La mirada amorosa del Padre posada en ti es tu fuerza. Pero imagino también que, mientras besas la tierra árida y fría, piensas en el hombre, sacado de la tierra, piensas en nosotros, que estamos en el centro de tu corazón; y que repites las palabras de tu testamento: «Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes» (Lc 22,19). El amor del Padre por ti y el tuyo por nosotros: el amor, ese es el estímulo que te hace levantarte y seguir adelante. Porque el que ama no se queda derrumbado, sino que vuelve a empezar; el que ama no se cansa, sino que corre; el que ama vuela. Jesús mío, siempre te pido muchas cosas, pero necesito sólo una: saber amar. Caeré en la vida, pero con amor podré volver a levantarme y seguir adelante, como hiciste tú, que tienes experiencia en las caídas. Tu vida, en efecto, ha sido una caída continua hacia nosotros: de Dios a hombre, de hombre a siervo, de siervo a crucificado, hasta el sepulcro; caíste en la tierra como semilla que muere, caíste para levantarnos de la tierra y llevarnos al cielo. Tú que levantas del polvo y reavivas la esperanza, dame la fuerza para amar y volver a empezar.

Oremos diciendo: Jesús, dame la fuerza para amar y volver a empezar

Cuando prevalece la desilusión

Jesús, dame la fuerza para amar y volver a empezar

Cuando el juicio de los demás se abate sobre mí

Jesús, dame la fuerza para amar y volver a empezar

Cuando las cosas no van bien y me vuelvo intolerante

Jesús, dame la fuerza para amar y volver a empezar

Cuando siento que ya no puedo más

Jesús, dame la fuerza para amar y volver a empezar

Cuando me oprime el pensamiento de que nada cambiará

Jesús, dame la fuerza para amar y volver a empezar

4. Jesús encuentra a su madre

Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús […] dijo al discípulo: «Aquí tienes a tu madre». Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa (Jn 19,26-27).

Jesús, los tuyos te han abandonado; Judas te ha traicionado, Pedro te ha negado. Te has quedado solo con la cruz, pero ahí está tu madre. No hacen falta palabras, son suficientes sus ojos que saben mirar de frente al sufrimiento y asumirlo. Jesús, en la mirada de María, llena de lágrimas y de luz, encuentras el grato recuerdo de su ternura, de sus caricias, de sus brazos amorosos que siempre te han acogido y sostenido. La mirada de la propia madre es la mirada de la memoria, que nos cimienta en el bien. No podemos prescindir de una madre que nos dé a luz, pero tampoco de una madre que nos encarrile en el mundo. Tú lo sabes y desde la cruz nos entregas a tu propia madre. Aquí tienes a tu madre, dices al discípulo, a cada uno de nosotros.

Después de la Eucaristía, nos das a María, tu último don antes de morir. Jesús, tu camino fue consolado por el recuerdo de su amor; también mi camino necesita cimentarse en la memoria del bien. Sin embargo, me doy cuenta de que mi oración es pobre en memoria: es rápida, apresurada; con una lista de necesidades para hoy y mañana. María, detén mi carrera, ayúdame a hacer memoria: a custodiar la gracia, a recordar el perdón y las maravillas de Dios, a reavivar el primer amor, a saborear de nuevo las maravillas de la providencia, a llorar de gratitud.

Oremos diciendo: Reaviva en mí, Señor, el recuerdo de tu amor

Cuando vuelven a aparecer las heridas del pasado

Reaviva en mí, Señor, el recuerdo de tu amor

Cuando pierdo el sentido y el rumbo de las cosas

Reaviva en mí, Señor, el recuerdo de tu amor

Cuando pierdo de vista los dones que he recibido

Reaviva en mí, Señor, el recuerdo de tu amor

Cuando pierdo de vista el don de mi propio ser

Reaviva en mí, Señor, el recuerdo de tu amor

Cuando me olvido de agradecerte

Reaviva en mí, Señor, el recuerdo de tu amor

5. Jesús es ayudado por el Cirineo

Cuando [los soldados] lo llevaban, detuvieron a un tal Simón de Cirene, que volvía del campo, y lo cargaron con la cruz, para que la llevara detrás de Jesús (Lc 23,26).

Jesús, cuántas veces, frente a los retos de la vida, presumimos de lograr hacer todo sólo con nuestras propias fuerzas. ¡Qué difícil nos resulta pedir ayuda, ya sea por miedo a dar la impresión de que no estamos a la altura de las circunstancias, o porque siempre nos preocupamos por quedar bien y lucirnos! No es fácil confiar, y menos aún abandonarse. En cambio, quien reza es porque está necesitado, y tú, Jesús, estás acostumbrado a abandonarte en la oración. Por eso no desdeñas la ayuda del Cirineo. Le muestras tus fragilidades a un hombre sencillo, a un campesino que vuelve del campo. Gracias porque, al dejarte ayudar en tu necesidad, borras la imagen de un dios invulnerable y lejano. Tú no te muestras imbatible en el poder, sino invencible en el amor, y nos enseñas que amar significa socorrer a los demás precisamente allí, en las debilidades de las que se avergüenzan. De este modo, las fragilidades se transforman en oportunidades. Fue lo que le sucedió a Cirineo: tu debilidad cambió su vida y un día se daría cuenta de que había ayudado a su Salvador, de que había sido redimido por medio de esa cruz que cargó. Para que mi vida también cambie, te ruego, Jesús: ayúdame a bajar mis defensas y a dejarme amar por ti; justo ahí, donde más me avergüenzo de mí mismo.

Oremos diciendo: Sáname, Jesús

De toda presunción de autosuficiencia

Sáname, Jesús

De creer que puedo prescindir de ti y de los demás

Sáname, Jesús

Del afán de perfeccionismo

Sáname, Jesús

De la reticencia a entregarte mis miserias

Sáname, Jesús

De la prisa mostrada ante los necesitados que encuentro en mi camino

Sáname, Jesús

6. Jesús recibe el consuelo de la Verónica que le enjuga el rostro

Bendito sea Dios […] Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo, que nos reconforta en todas nuestras tribulaciones, para que nosotros podamos dar a los que sufren el mismo consuelo […]. Porque así como participamos abundantemente de los sufrimientos de Cristo, también por medio de Cristo abunda nuestro consuelo (2 Co 1,3-5).

Jesús, son tantos los que asisten al bárbaro espectáculo de tu ejecución y, sin conocerte y sin saber la verdad, emiten juicios y condenas, arrojando sobre ti infamia y desprecio. Sucede también hoy, Señor, y ni siquiera es necesario un cortejo macabro; basta un teclado para insultar y publicar condenas. Pero mientras tantos gritan y juzgan, una mujer se abre paso entre la multitud. No habla, actúa. No protesta, se compadece. Va contra la corriente, sola, con la valentía de la compasión; se arriesga por amor, encuentra la manera de pasar entre los soldados sólo para brindarte el consuelo de una caricia en el rostro. Su gesto pasará a la historia y como un gesto de consuelo. ¡Cuántas veces habré invocado tu consuelo, Jesús! Y ahora la Verónica me recuerda que tú también lo necesitas. Tú, Dios cercano, pides mi cercanía; tú, consolador mío, quieres ser consolado por mí. Amor no amado, buscas aún hoy entre la multitud corazones sensibles a tu sufrimiento, a tu dolor. Buscas verdaderos adoradores, que en espíritu y en verdad (cf. Jn 4,23) permanezcan contigo (cf. Jn 15), Amor abandonado. Jesús, enciende en mí el deseo de estar contigo, de adorarte y consolarte. Y haz que yo, en tu nombre, sea consuelo para los demás.

Oremos diciendo: Hazme testigo de tu consuelo

Dios de misericordia, que te haces cercano a quien tiene el corazón herido

Hazme testigo de tu consuelo

Dios de ternura, que te conmueves por nosotros

Hazme testigo de tu consuelo

Dios de compasión, que detestas la indiferencia

Hazme testigo de tu consuelo

Tú, que te entristeces cuando señalo con el dedo a los demás

Hazme testigo de tu consuelo

Tú, que no has venido a condenar sino a salvar

Hazme testigo de tu consuelo

7. Jesús cae por segunda vez bajo el peso de la cruz

[El hijo menor] recapacitó y dijo: Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: «Padre, pequé» […]. Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente, corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó. El joven le dijo: «Padre, pequé […]; no merezco ser llamado hijo tuyo». Pero el padre dijo: […] «mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado» (Lc 15,17-18.20-22.24).

Jesús, la cruz pesa mucho; lleva en sí el peso de la derrota, del fracaso, de la humillación. Lo comprendo cuando me siento aplastado por las cosas, acosado por la vida e incomprendido por los demás; cuando siento el peso excesivo y exasperante de la responsabilidad y del trabajo, cuando me siento oprimido en las garras de la ansiedad, asaltado por la melancolía, mientras un pensamiento asfixiante me repite: no saldrás adelante, esta vez no te levantarás. Pero las cosas empeoran aún más. Me doy cuenta de que toco fondo cuando vuelvo a caer, cuando recaigo en mis errores, en mis pecados, cuando me escandalizo de los demás y luego me doy cuenta de que yo no soy distinto de ellos. No hay nada peor que sentirse decepcionado de sí mismo, aplastado por los sentimientos de culpa. Pero tú, Jesús, caíste muchas veces bajo el peso de la cruz para estar a mi lado cuando yo caigo. Contigo la esperanza nunca se acaba, y después de cada caída nos volvemos a levantar, porque cuando me equivoco no te cansas de mí, sino que te acercas más a mí. Gracias porque me esperas; gracias, pues, aunque caiga muchas veces me perdonas siempre, siempre. Recuérdame que las caídas se pueden convertir en momentos cruciales del camino, porque me llevan a comprender que lo único que importa es que te necesito. Jesús, imprime en mi corazón la certeza más importante: que vuelvo a levantarme de verdad sólo cuando me levantas tú, cuando me liberas del pecado. Porque la vida no vuelve a empezar con mis palabras, sino con tu perdón.

Oremos diciendo: Levántame, Jesús

Cuando, paralizado por la desconfianza, siento tristeza y desesperación

Levántame, Jesús

Cuando veo mi incapacidad y me siento inútil

Levántame, Jesús

Cuando prevalecen la vergüenza y el miedo al fracaso

Levántame, Jesús

Cuando tengo la tentación de perder la esperanza

Levántame, Jesús

Cuando olvido que mi fortaleza está en tu perdón

Levántame, Jesús

8. Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén

Lo seguían muchos del pueblo y un buen número de mujeres, que se golpeaban el pecho y se lamentaban por él (Lc 23,27).

Jesús, ¿quién te acompaña hasta el final en tu camino de la cruz? No son los poderosos, que te esperan en el Calvario, ni los espectadores que se quedan lejos, sino la gente sencilla, grande a tus ojos, pero pequeña a los del mundo. Son esas mujeres, a las que has dado esperanza; que no tienen voz, pero se hacen oír. Ayúdanos a reconocer la grandeza de las mujeres, las que en Pascua te fueron fieles y no te abandonaron, las que aún hoy siguen siendo descartadas, sufriendo ultrajes y violencia. Jesús, las mujeres que encuentras se golpean el pecho y se lamentan por ti. No lloran por ellas, sino que lloran por ti, lloran por el mal y el pecado del mundo. Su oración hecha de lágrimas llega a tu corazón. ¿Acaso mi oración sabe llorar? ¿Me conmuevo ante ti, crucificado por mí, ante tu amor bondadoso y herido? ¿Lloro por mis falsedades y mi inconstancia? Ante las tragedias del mundo, ¿mi corazón permanece frío o se conmueve? ¿Cómo reacciono ante la locura de la guerra, ante los rostros de los niños que ya no saben sonreír, ante sus madres que los ven desnutridos y hambrientos sin tener siquiera más lágrimas que derramar? Tú, Jesús, has llorado por Jerusalén, has llorado por la dureza de nuestros corazones. Sacúdeme por dentro, dame la gracia de llorar rezando y de rezar llorando.

Oremos diciendo: Jesús, ablanda mi corazón endurecido

Tú que conoces los secretos del corazón

Jesús, ablanda mi corazón endurecido

Tú que te entristeces ante la dureza de los ánimos

Jesús, ablanda mi corazón endurecido

Tú que amas los corazones contritos y humillados

Jesús, ablanda mi corazón endurecido

Tú que enjugaste con el perdón las lágrimas de Pedro

Jesús, ablanda mi corazón endurecido

Tú que transformas el llanto en canto

Jesús, ablanda mi corazón endurecido

9. Jesús es despojado de sus vestiduras

«Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?» […]. Les responderá: «Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo» (Mt 25,37-40).

Jesús, estas son las palabras que dijiste antes de la Pasión. Ahora comprendo esa insistencia tuya en identificarte con los necesitados: tú, encarcelado; tú, extranjero, conducido fuera de la ciudad para ser crucificado; tú, desnudo, despojado de tus vestidos; tú, enfermo y herido; tú, sediento en la cruz y hambriento de amor. Concédeme que pueda verte en los que sufren y que a los que sufren los pueda ver en ti, porque tú estás ahí, en quien está despojado de dignidad, en los cristos humillados por la prepotencia y la injusticia, por las ganancias injustas obtenidas a costa de los demás y ante la indiferencia general. Te miro, Jesús, despojado de tus vestiduras, y comprendo que me invitas a despojarme de tantas exterioridades vacías. Porque tú no miras las apariencias, sino el corazón. Y no quieres una oración estéril, sino fecunda en caridad. Dios despojado, ponme al descubierto también a mí. Porque es fácil hablar, pero luego, ¿te amo yo de verdad en los pobres, en tu carne herida? ¿Rezo por los que han sido despojados de dignidad? ¿O rezo sólo para cubrir mis propias necesidades y revestirme de seguridad? Jesús, tu verdad me deja al descubierto y me lleva a ocuparme de lo que importa: tú crucificado, y los hermanos crucificados. Concédeme que lo comprenda ahora, para que no me encuentre falto de amor cuando deba presentarme ante ti.

Oremos diciendo: Despójame, Señor Jesús

Del apego a las apariencias

Despójame, Señor Jesús

De la armadura de la indiferencia

Despójame, Señor Jesús

Del creer que yo no tenga que socorrer a los demás

Despójame, Señor Jesús

De un culto hecho de convencionalismo y exterioridad

Despójame, Señor Jesús

De la convicción de que en la vida todo está biensi yo estoy bien

Despójame, Señor Jesús

10. Jesús es clavado en la cruz

Cuando llegaron al lugar llamado «del Cráneo», lo crucificaron junto con los malhechores, uno a su derecha y el otro a su izquierda. Jesús decía: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lc 23,33-34).

Jesús, te perforan las manos y los pies con clavos, lacerando tu carne, y justo ahora, mientras el dolor físico se hace más insoportable, brota de tus labios la oración imposible, perdonas al que te está hundiendo los clavos en las muñecas. Y no sólo una vez, sino muchas veces, como recuerda el Evangelio, con ese verbo que indica una acción repetida, decías «Padre, perdona». Por eso, contigo, Jesús, también yo puedo encontrar el valor de elegir el perdón que libera el corazón y relanza la vida. Señor, no te basta con perdonarnos, sino también nos justificas ante el Padre: no saben lo que hacen. Toma nuestra defensa, hazte nuestro abogado, intercede por nosotros. Ahora que tus manos, con las que bendecías y curabas, están clavadas, y tus pies, con los que traías la buena nueva, ya no pueden caminar, ahora, en la impotencia, nos revelas la omnipotencia de la oración. En la cumbre del Gólgota nos revelas la altura de la oración de intercesión que salva al mundo. Jesús, que yo no rece sólo por mí y por mis seres queridos, sino también por los que no me quieren y me hacen daño; que yo rece según los deseos de tu corazón, por los que están lejos de ti; reparando e intercediendo en favor de los que, ignorándote, no conocen la alegría de amarte y de ser perdonados por ti.

Oremos diciendo: Padre, ten misericordia de nosotros y del mundo entero

Por la dolorosa pasión de Jesús

Padre, ten misericordia de nosotros y del mundo entero

Por el poder de sus llagas

Padre, ten misericordia de nosotros y del mundo entero

Por su perdón en la cruz

Padre, ten misericordia de nosotros y del mundo entero

Por cuantos perdonan por amor a ti

Padre, ten misericordia de nosotros y del mundo entero

Por la intercesión de los que creen, adoran, esperan y te aman

Padre, ten misericordia de nosotros y del mundo entero

11. El grito de abandono de Jesús en la cruz

Desde el mediodía hasta las tres de la tarde, las tinieblas cubrieron toda la región. Hacia las tres de la tarde, Jesús exclamó en alta voz: «Elí, Elí, lemá sabactani», que significa: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (Mt 27,45-46).

Jesús, he aquí una oración sin precedentes: clamas al Padre tu abandono. Tú, Dios del cielo, que no replicas estruendosamente ninguna respuesta, sino que preguntas ¿por qué? En el ápice de la Pasión experimentas el alejamiento del Padre y ya ni siquiera le llamas Padre, como haces siempre, sino Dios, como si fueras incapaz de identificar su rostro. ¿Por qué? Para sumergirte hasta el fondo del abismo de nuestro dolor. Tú lo hiciste por mí, para que cuando sólo vea tinieblas, cuando experimente el derrumbamiento de las certezas y el naufragio del vivir, ya no me sienta solo, sino que crea que tú estás ahí conmigo; tú, Dios de la comunión, experimentaste el abandono para no dejarme más como rehén de la soledad. Cuando gritaste tu por qué, lo hiciste con un salmo; así convertiste en oración incluso la desolación más extrema. Esto es lo que hay que hacer en las tormentas de la vida; en vez de callar y aguantar, clamar a ti. Gloria a ti, Señor Jesús, porque no has huido de mi desolación, sino que la has habitado hasta lo más profundo. Alabanza y gloria a ti que, cargando sobre ti toda lejanía, te has hecho cercano a los más alejados de ti. Y yo, en las tinieblas de mis porqués, te encuentro a ti, Jesús, luz en la noche. Y en el grito de tantas personas solas y excluidas, oprimidas y abandonadas, te veo a ti, Dios mío: haz que te reconozca y te ame.

Oremos diciendo: Haz, Jesús, que te reconozca y te ame

En los niños no nacidos y en aquellos abandonados

Haz, Jesús, que te reconozca y te ame

En tantos jóvenes, en espera de que alguien oiga su grito de dolor

Haz, Jesús, que te reconozca y te ame

En los numerosos ancianos descartados

Haz, Jesús, que te reconozca y te ame

En los prisioneros y en quien se encuentra solo

Haz, Jesús, que te reconozca y te ame

En los pueblos más explotados y olvidados

Haz, Jesús, que te reconozca y te ame

12. Jesús muere encomendándose al Padre y concediéndole el Paraíso al buen ladrón

[Uno de los malhechores crucificados] decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas a establecer tu Reino». Él le respondió: «Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso» […]. Jesús, con un grito, exclamó: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu». Y diciendo esto, expiró (Lc 23,42-43.46).

Jesús, ¡un malhechor va al Paraíso! Él se encomienda a ti y tú lo encomiendas contigo al Padre. Dios de lo imposible, que haces santo a un ladrón. Y no sólo eso: en el Calvario cambias el curso de la historia. Conviertes la cruz, que es emblema del tormento, en icono del amor; cambias el muro de la muerte en puente hacia la vida. Transformas la oscuridad en luz, la separación en comunión, el dolor en danza e incluso el sepulcro ―última estación de la vida― en punto de partida de la esperanza. Pero estas transformaciones las realizas con nosotros, nunca sin nosotros. Jesús, acuérdate de mí: esta oración sincera te permitió obrar maravillas en la vida de aquel malhechor. Qué poder inaudito el de la oración. A veces pienso que mi oración no es escuchada, mientras que lo esencial es perseverar, tener constancia, acordarme de decirte: “Jesús, acuérdate de mí”. Acuérdate de mí y mi mal ya no será un final, sino un nuevo inicio. Acuérdate, vuelve a ponerme en tu corazón, incluso cuando me aleje, cuando me pierda en la rueda de la vida que gira vertiginosamente. Acuérdate de mí, Jesús, porque ser recordado por ti ―lo demuestra el buen ladrón― es entrar en el Paraíso. Sobre todo, recuérdame, Jesús, que mi oración puede cambiar la historia.

Oremos diciendo: Jesús, acuérdate de mí

Cuando la esperanza desaparece y reina la desilusión

Jesús, acuérdate de mí

Cuando no soy capaz de tomar una decisión

Jesús, acuérdate de mí

Cuando pierdo la confianza en mí o en los demás

Jesús, acuérdate de mí

Cuando pierdo de vista la grandeza de tu amor

Jesús, acuérdate de mí

Cuando creo que mi oración resulta inútil

Jesús, acuérdate de mí

13. Jesús es bajado de la cruz y entregado a María

Simeón […] dijo a María, la madre: «Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón» (Lc 2,33-35).

María, después de tu «sí» el Verbo se hizo carne en tu seno; ahora yace en tu regazo su carne torturada. Aquel niño que tuviste en tus brazos ahora es un cadáver destrozado. Sin embargo, ahora, en el momento más doloroso, resplandece la ofrenda de ti misma: una espada atraviesa tu alma y tu oración sigue siendo un «sí» a Dios. María, nosotros somos pobres de «síes», pero ricos del «si»: si yo hubiera tenido mejores padres, si me hubieran comprendido y amado más, si mi carrera hubiera ido mejor, si no hubiera tenido aquel problema, si tan sólo no sufriera más, si Dios me escuchara… Preguntándonos siempre el porqué de las cosas, nos cuesta vivir el presente con amor. Tú tendrías tantos «si» que decirle a Dios, en cambio, sigues diciendo «sí», se cumpla en mí. Fuerte en la fe, crees que el dolor, atravesado por el amor, da frutos de salvación; que el sufrimiento acompañado por Dios no tiene la última palabra. Y mientras sostienes en tus brazos a Jesús sin vida, resuenan en ti las últimas palabras que te dirigió: He aquí a tu hijo. Madre, ¡yo soy ese hijo! Recíbeme en tus brazos e inclínate sobre mis heridas. Ayúdame a decirle «sí» a Dios, «sí» al amor. Madre de misericordia, vivimos en un tiempo despiadado y necesitamos compasión: tú, tierna y fuerte, úngenos con mansedumbre; deshaz las resistencias del corazón y los nudos del alma.

Oremos diciendo: Tómame de la mano, María

Cuando cedo a la recriminación y al victimismo

Tómame de la mano, María

Cuando dejo de luchar y acepto convivir con mis falsedades

Tómame de la mano, María

Cuando titubeo y non tengo el valor de decirle “sí” a Dios

Tómame de la mano, María

Cuando soy indulgente conmigo mismo e inflexible con los demás.

Tómame de la mano, María

Cuando quiero que la Iglesia y el mundo cambien, pero yo no cambio

Tómame de la mano, María

14. Jesús es depositado en el sepulcro de José de Arimatea

Al atardecer, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también se había hecho discípulo de Jesús, y fue a ver a Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús. […] José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y lo depositó en un sepulcro nuevo que se había hecho cavar en la roca (Mt 27,57-60).

José, ese es el nombre que, junto con el de María, marcan la aurora de la Navidad y marcan también la aurora de la Pascua. José de Nazaret advertido en sueños se llevó audazmente a Jesús para salvarlo de Herodes; tú, José de Arimatea, te llevas su cuerpo, sin saber que un sueño imposible y maravilloso se hará realidad allí mismo, en el sepulcro que le diste a Cristo cuando pensabas que él ya no podía hacer nada más por ti. En cambio, es verdad que todo don hecho a Dios es recompensado siempre por él. José de Arimatea, eres el profeta del valor intrépido. Para entregarle tu regalo a un muerto acudes al temido Pilato y le ruegas que te permita darle a Jesús la tumba que habías mandado a construir para ti. Tu oración es persistente y a las palabras siguen los hechos. José, recuérdanos que la oración perseverante da fruto y atraviesa incluso las tinieblas de la muerte; que el amor no se queda sin respuesta, sino que regala nuevos comienzos. Tu sepulcro, que ―único en la historia― será fuente de vida, era nuevo, recién labrado en la roca. Y yo, ¿qué cosa nueva le doy a Jesús en esta Pascua? ¿Un poco de tiempo para estar con Él? ¿Un poco de amor a los demás? ¿Mis miedos y miserias enterradas, que Cristo está esperando que le ofrezca, como tú, José, hiciste con el sepulcro? Será verdaderamente Pascua si doy algo de lo mío a Aquel que dio la vida por mí; porque es dando como se recibe; y porque la vida se encuentra cuando se pierde y se posee cuando se da.

Oremos diciendo: Señor, ten piedad

De mí, negligente para convertirme

Señor, te piedad

De mí, que me gusta recibir mucho, pero dar poco

Señor, te piedad

De mí, incapaz de rendirme a tu amor

Señor, te piedad

De nosotros, rápidos para servirnos de las cosas, pero lentos para el servicio a los demás

Señor, te piedad

De nuestro mundo, plagado de los sepulcros de nuestro egoísmo

Señor, te piedad

Invocación conclusiva (el nombre de Jesús, 14 veces)

Señor, te rogamos como los necesitados, los frágiles y los enfermos del Evangelio, que te suplicaban con la palabra más sencilla y familiar: pronunciando tu nombre.

Jesús, tu nombre salva, porque tú eres nuestra salvación.

Jesús, tú eres mi vida y para no perderme en el camino te necesito a ti, que perdonas y levantas, que sanas mi corazón y das sentido a mi dolor.

Jesús, tú tomaste sobre ti mi maldad, y desde la cruz no me señalas con el dedo, sino que me abrazas; tú, manso y humilde de corazón, sáname de la amargura y del resentimiento, líbrame del prejuicio y de la desconfianza.

Jesús, te contemplo en la cruz y veo que se despliega ante mis ojos el amor, que da sentido a mi ser y es meta de mi camino. Ayúdame a amar y a perdonar, a vencer la intolerancia y la indiferencia, a no quejarme.

Jesús, en la cruz tienes sed, es sed de mi amor y de mi oración; los necesitas para llevar a cabo tus planes de bien y de paz.

Jesús, te doy gracias por los que responden a tu invitación y tienen la perseverancia de rezar, la valentía de creer y la constancia para seguir adelante a pesar de las dificultades.

Jesús, te encomiendo a los pastores de tu pueblo santo: su oración sostiene el rebaño; que encuentren tiempo para estar ante ti y que asemejen su corazón al tuyo.

Jesús, te bendigo por las contemplativas y los contemplativos, cuya oración, oculta al mundo, es agradable a ti. Protege a la Iglesia y a la humanidad.

Jesús, traigo ante ti las familias y las personas que han rezado esta noche desde sus casas; a los ancianos, especialmente a los que están solos; a los enfermos, gemas de la Iglesia que unen sus sufrimientos a los tuyos.

Jesús, que esta oración de intercesión abrace a los hermanos y hermanas de tantas partes del mundo que sufren persecución a causa de tu nombre; a los que padecen la tragedia de la guerra y a los que, sacando fuerzas de ti, cargan con pesadas cruces.

Jesús, por tu cruz has hecho de todos nosotros una sola cosa: reúne en comunión a los creyentes, infúndenos sentimientos fraternos y pacientes, ayúdanos a cooperar y a caminar juntos; mantén a la Iglesia y al mundo en la paz.

Jesús, juez santo que me llamarás por mi nombre, líbrame de juicios temerarios, chismes y palabras violentas y ofensivas.

Jesús, que antes de morir dijiste “todo se ha cumplido”. Yo, en mi miseria, no podré decirlo nunca. Pero confío en ti, porque eres mi esperanza, la esperanza de la Iglesia y del mundo.

Jesús, una palabra más quiero decirte y seguir repitiéndote: ¡Gracias! Gracias, Señor mío y Dios mío.

Los anteriores Via Crucis del pontificado de Francisco

El primero de los Via Crucis, fue el de 2013, y las meditaciones fueron preparadas por un grupo de jóvenes libaneses bajo la guía del cardenal Béchara Boutros Raï. Monseñor Giancarlo Maria Bregantini, arzobispo de Campobasso-Boiano fue el autor de las meditaciones leídas en 2014 y fue seguido por monseñor Renato Corti en 2015, y por el cardenal Gualtiero Bassetti, arzobispo de Perugia-Città della Pieve en 2016.

Al año siguiente, Anne-Marie Pelletier, la primera mujer galardonada con el Premio Ratzinger fue la autora de las meditaciones.

En 2018, estos textos del Via Crucis fueron preparados por jóvenes de entre 16 y 27 años, y al año siguiente, los textos giraron en torno a uno de los temas de mayor preocupación para el Papa: la trata de seres humanos, redactados por sor Eugenia Bonetti, misionera de la Consolata.

La pandemia dejó una insólita imagen del Via Crucis de 2020, en una plaza de San Pedro vacía en el que resonaron las oraciones de los reclusos de la cárcel «Due Palazzi» de Padua. Al año siguiente, los scouts (Agesci «Foligno I», en Umbría), y la parroquia romana Santi Martiri di Uganda fueron los autores de estas meditaciones.

Familias diversas fueron los autores de las meditaciones en 2022, mientras que, en 2023, décimo año de pontificado del Papa, este acto devocional hizo un “recorrido” por diversas regiones afligidos por la violencia, la pobreza y el odio fratricida.

Mundo

La asociación «Meter» publica su informe de 2023 sobre abusos a menores

La asociación "Meter" publica su informe de 2023 relativo al contenido pornográfico y abuso de menores en todo el mundo. Los datos muestran que los delitos siguen en aumento y el contenido se comparte sin control a través de Internet.

Paloma López Campos·29 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos

En 2023 había en Internet más de cinco mil enlaces activos que dirigían al usuario a contenido pornográfico. Así lo indica el informe publicado por la asociación «Meter”, fundada por el sacerdote Fortunato di Noto en Italia.

Esta organización quiere luchar por la dignidad de los niños y adolescentes de todo el mundo. Para ello cuentan con varios servicios, como programas de formación o asistencia psicológica. También publican anualmente un informe con datos relevantes acerca de los crímenes sexuales cometidos contra niños y adolescentes.

El documento relativo a 2023 muestra que las cifras de estos delitos están aumentando. Según “Meter”, en 2023 detectaron 2.110.585 fotografías con contenido pornográfico. Esta cifra supone un aumento frente a las 1.983.679 imágenes de 2022. Por su parte, los vídeos detectados son 269.855 menos que en 2022. El número de enlaces también ha descendido. Sin embargo, el informe muestra que los grupos en redes sociales dedicados a compartir contenido pornográfico han aumentado.

Principales países

“Meter” sitúa a Estados Unidos como el país con mayor número de enlaces que llevan a contenido pornográfico. A continuación se encuentran Filipinas y Montenegro. Además, el dominio utilizado con mayor frecuencia es “.com”, con más de cuatro mil enlaces.

El informe también señala la geolocalización de los servidores de este contenido, es decir, los países donde están las empresas que permiten almacenar y distribuir las imágenes. El continente con más servidores utilizados para este fin es América, que aloja un 84,50 % el total, seguido de Europa. Según “Meter”, “esta cifra es interesante porque permite comprender el mecanismo económico subyacente: los continentes más ricos resultan ser los ‘amos de la red’, proveedores de servicios que los ciber pedófilos utilizan para su tráfico delictivo”.

Las víctimas

La asociación de Fortunato di Noto también clasifica el contenido que denuncia por tramos de edad. Su informe muestra que encontraron 556 imágenes pornográficas (sumando vídeos y fotografías) de niños entre 0 y 2 años. De pequeños entre 3 y 7 años denunciaron 551.374. Y de niños entre 8 y 12 años descubrieron 2.208.118.

Los datos que ofrece la organización italiana también muestran que en 2023 aumentaron los casos de abusos hacia personas con discapacidad, así como el número de madres que abusan sexualmente de sus hijos, lo graban y lo suben a la red.

Actividad de la asociación «Meter»

La asociación “Meter” no se limita a ofrecer esta información sobre la pornografía, sino que también colaboran con instituciones de todo el mundo para luchar a favor de la dignidad y protección de los menores. Tienen relaciones institucionales con el Parlamento Europeo, la Comisión Pontificia para la Protección de Menores, y diócesis italianas y extranjeras, entre otras.

A su vez, la organización de Fortunato di Noto acompaña a los niños que han sido víctimas de abuso y colabora con la policía en operaciones para frenar el tráfico de contenido pornográfico.

Por otro lado, “Meter” también aconseja a las personas que acompañan a los niños tras sufrir abusos sexuales, animando a crear con ellos un clima de confianza y no limitarse a tratar solo las heridas por la violencia sexual. Los expertos de la asociación advierten de las otras consecuencias que pueden tener los abusos en los menores, como la vergüenza, el estrés de comparecer ante un tribunal judicial si se presenta una denuncia, o la incapacidad de comunicar de forma adecuada su experiencia.

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Recursos

Las cuatro profecías de la Capilla de la Crucifixión del Santo Sepulcro

En este artículo, se analizan las cuatro profecías bíblicas sobre el Mesías que aparecen representadas en el techo de la Capilla de la Crucifixión del Santo Sepulcro: Daniel 9, 26; Isaías 53, 7-9; Salmo 22; y Zacarías 12, 10.

Rafael Sanz Carrera·29 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 7 minutos

Hace años tuve la suerte de visitar la Basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén. Al entrar, tras girar ligeramente a la izquierda, encontramos una escalera empinada que nos lleva hasta el Calvario donde, según la tradición, tuvo lugar la crucifixión. Allí, en un lateral, encontramos una capilla católica y si miramos al techo descubrimos un mosaico donde están dibujadas cuatro profecías que nos hablan de la Pasión del Mesías: Daniel 9,26; Isaías 53,7-9; Salmo 22; y Zacarías 12,10. Aún ahora resulta emocionante releer esos textos y meditarlos mirando el lugar donde se elevó la Cruz de nuestro redentor. Por eso, en este tiempo de Semana Santa, vale la pena hacer un breve recorrido a través de estas cuatro profecías.

Daniel 9, 26

Empezamos con la profecía más tardía (s. II a. C.) y que predice el momento preciso en que se desarrollarían los acontecimientos. Se trata de Daniel 9,26: “Pasadas las sesenta y dos semanas, matarán a un ungido inocente. Vendrá un príncipe con su tropa y arrasará la ciudad y el templo, pero su final será un cataclismo; guerra y destrucción están decretadas hasta el fin”.

Coincide la aparición del Mesías y Jesús: “Pasadas las sesenta y dos semanas…”.

Una interpretación bastante común sostiene que “las sesenta y dos semanas pueden ser agregadas a las siete semanas del versículo 25 de Daniel 9”, resultando un total de sesenta y nueve semanas (69 x 7 = 483 años). Si estos años se agregan a la fecha del decreto de Artajerjes en Nehemías 2,1-20, el fin de las sesenta y nueve semanas coincidiría aproximadamente con la fecha de la crucifixión de Jesús.

El versículo afirma la muerte del Mesías: “matarán a un ungido inocente”… La palabra hebrea traducida como «Ungido» es «Mashíaj», significa Mesías. Se habla del destino del Mesías: lo matarán… De modo que la crucifixión y muerte de Jesucristo sería su cumplimiento (Mateo 27, Marcos 15, Lucas 23, Juan 19).

En otras traducciones se añade: «Y no tendrá nada» (cfr. Lc 9, 57-62). Por no tener no tiene ni una tumba donde ser enterrado (Jn 19, 41-42).

El versículo continúa describiendo las consecuencias de la muerte del Mesías: “Vendrá un príncipe con su tropa y arrasará la ciudad y el templo…”. Según lo cual, tanto la ciudad como el santuario serían destruidos. En un contexto histórico, esto podría referirse a la destrucción de Jerusalén y el Templo en el año 70 d.C. por parte de las fuerzas romanas.

El pasaje termina con una descripción apocalíptica: “Pero su final será un cataclismo; guerra y destrucción están decretadas hasta el fin…”. Algunos interpretan que la destrucción del Templo sería también como un símbolo del fin del sistema de sacrificios y la mediación sacerdotal del judaísmo, que sería reemplazado por el sacrificio perfecto y eterno de Cristo.

Isaías 53, 7-9

Continuamos con la profecía de Isaías 53 donde se nos descubre el mundo interior del Mesías, y más en concreto la libre voluntad expiatoria de su entrega: “Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca: como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca. Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron, ¿quién se preocupará de su estirpe? Lo arrancaron de la tierra de los vivos, por los pecados de mi pueblo lo hirieron. Le dieron sepultura con los malvados y una tumba con los malhechores, aunque no había cometido crímenes ni hubo engaño en su boca” (Isaías 53, 7-9).

Un sufrimiento sin resistencia: «Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca: como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca…».

Esta imagen de mansedumbre y paciencia en medio del sufrimiento se cumple en Jesucristo, quien, durante su juicio y crucifixión, no se defendió a sí mismo, sino que soportó el sufrimiento en silencio (Mateo 27, 12-14, Marcos 14, 61, Lucas 23, 9).

El pasaje compara al Siervo Sufriente con un “cordero llevado al matadero y una oveja delante de sus trasquiladores”, que encuentra su cumplimiento en Jesucristo, quien es descrito como “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Juan 1, 29 y 1 Pedro 1, 18-19).

Se hace referencia explícita a este versículo durante el juicio de Jesús en Mateo 26, 63; 27, 12-14; Marcos 14, 61 y 15, 5; Lucas 23, 9; Juan 19, 9; 1 Pedro 2, 23.

Se describe su muerte injusta y su sepultura con los impíos y los ricos: “Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron, ¿quién se preocupará de su estirpe? Lo arrancaron de la tierra de los vivos, por los pecados de mi pueblo lo hirieron. Le dieron sepultura con los malvados y una tumba con los malhechores (mas con los ricos fue en su muerte)”:

En efecto, fue llevado a la muerte injustamente y su tumba fue designada con los impíos, aunque finalmente sería enterrado con los ricos. Este cumplimiento se encuentra en Jesucristo, cuya muerte en la cruz fue una injusticia, y “Le dieron sepultura con los malvados”, y aunque le correspondía ser enterrado entre los malhechores, según algunas traducciones “con los ricos fue en su muerte…”: finalmente fue sepultado en una tumba nueva, que pertenecía a José de Arimatea, un hombre rico y discípulo secreto de Jesús (Mateo 27, 57-60, Marcos 15, 43-46, Juan 19, 38-42).

Al final del versículo se dice que “lo arrancaron de la tierra de los vivos”, es decir, en plena juventud, fue cortado en la lozanía de su vida.

Y se añade: “Por los pecados de mi pueblo lo hirieron…”. Una poderosa idea del carácter expiatorio del sacrificio de Jesucristo, su sufrimiento sin resistencia, era la manifestación de una voluntad libre redentora (cfr. vs 10-12 desarrollan aún más esta idea).

También aparece su inocencia y ausencia de engaño: “Aunque no había cometido crímenes ni hubo engaño en su boca”. Esto se cumple perfectamente en Jesucristo, quien vivió una vida sin pecado y fue declarado inocente por Pilato incluso cuando fue condenado a muerte (Juan 18, 38, Hebreos 4, 15; explícitamente en 1 Pedro 2, 22).

Salmo 22

Los Evangelios registran las palabras de Jesús en griego, el idioma común de la región, a pesar de que él principalmente hablaba arameo. Hay pocas excepciones, siendo la más notable esta frase desde la cruz: “‘Eloí Eloí, lemá sabactaní’ (que se traduce como: ‘Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?’)” (Marcos 15, 34 y Mateo 27, 46). ¿Por qué los evangelistas optaron por conservar esta frase en su lengua original? Esto se debe a que es el inicio del Salmo 22, como indica su título, y al traducir el título de una canción, resultaría difícil identificarla. Los evangelistas deseaban que los lectores la reconocieran para comprender que Jesús estaba señalando que lo que estaba sucediendo se había profetizado allí.

El salmo 22 lo escribió, muy probablemente, David 1000 años antes de Cristo y parece como si “viviera” lo que iba a sufrir Jesús. Por ejemplo, vemos lo siguiente:

-En el salmo sus primeras palabras son: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”, que son también las primeras palabras pronunciadas por Jesús desde la cruz según Mateo 27, 46 y Marcos 15, 34.

-De este modo Jesús da a entender que todo lo que está pasando es el cumplimiento del Salmo: “Los sumos sacerdotes comentaban entre ellos, burlándose: ‘A otros ha salvado y a sí mismo no se puede salvar’” (Marcos 15, 31) y también “confió en Dios, que lo libre si es que lo ama” (Mateo 27, 43), y en el salmo se lee: “Yo soy un gusano, no un hombre, vergüenza de la gente, desprecio del pueblo; al verme, se burlan de mí, hacen visajes, menean la cabeza: ‘Acudió al Señor, que lo ponga a salvo; que lo libre si tanto lo quiere’” (Salmo 22, 7-9), y también: “Ellos me miran triunfantes” (Salmo 22, 18).

El salmo anunció la crucifixión diciendo: “Me taladran las manos y los pies” (Salmo 22, 17). Lo cual se confirma por Juan 20, 25: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo”.

E incluso predijo lo que hicieron los soldados: “Se reparten mi ropa, echan a suerte mi túnica” (Salmo 22, 19), un evento que también se cumplió en la crucifixión según Mateo 27, 35, Marcos 15, 24, Lucas 23, 34 y Juan 19, 23-24.

Sabemos que en la crucifixión, los verdugos descoyuntaban los huesos de los brazos a la fuerza para que mantuviera los brazos extendidos; además el corazón iba perdiendo su fuerza sin lograr transmitirla al resto del cuerpo; y la pérdida de sangre producía mucha sed. Pues bien todo esto lo expresa el salmo: “Estoy como agua derramada, tengo los huesos descoyuntados; mi corazón, como cera, se derrite en mis entrañas; mi garganta está seca como una teja, la lengua se me pega al paladar; me aprietas contra el polvo de la muerte” (Salmo 22, 15-16). Y, por último, rompieron las piernas a los dos ladrones, pero él estaba ya muerto y volvieron a cumplir el salmo: “Puedo contar mis huesos” (Sal 21(22), 18).

Por último, y a pesar del sufrimiento y la angustia descritos en el salmo, el salmista expresa confianza en la salvación que vendrá de Dios (versículos 19-21). Esta confianza es similar a la confianza de Jesús en Dios Padre incluso en medio de su sufrimiento (Lc 23, 46: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”).

Zacarías 12, 10

Finalmente, nos encontramos la profecía de Zacarías (s. VI a. C.), donde el derramamiento del Espíritu Santo, el reconocimiento de aquel que fue traspasado y el lamento sobre él, se alinean con los eventos de la crucifixión y la obra de redención cumplida en Jesucristo.

Dice así Zacarías 12, 10: “Derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de perdón y de oración, y volverán sus ojos hacia mí, al que traspasaron. Le harán duelo como de hijo único, lo llorarán como se llora al primogénito”.

Veamos cómo se puede interpretar este pasaje en términos mesiánicos:

-“Derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de perdón y de oración…”. La primera parte del versículo habla del derramamiento del Espíritu de gracia y de oración sobre la Casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén.

-Esto puede entenderse como una referencia al cumplimiento de la promesa de Dios de enviar al Espíritu Santo, que se materializó en el día de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo fue derramado sobre los discípulos de Jesús (Hechos 2, 1-4; cfr. Juan 20, 22-23)

-“Y volverán sus ojos hacia mí, al que traspasaron…”: Esta es la parte central de la profecía y la que tiene una clara conexión con Jesucristo.

En el contexto mesiánico, esto se interpreta como una referencia a la crucifixión de Jesús, donde fue traspasado por los clavos en la cruz y finalmente por la lanzada en el corazón (cfr. Juan 19, 34-37).

La frase “volverán sus ojos hacia mí” sugiere un reconocimiento retrospectivo por parte de aquellos que le han herido.

-“Le harán duelo como de hijo único, lo llorarán como se llora al primogénito…”:

Este llanto y duelo se interpreta como un arrepentimiento y un contrito reconocimiento del sacrificio de Jesucristo. Este lamento es tan grande y genuino que se compara con el llanto sobre un hijo único o primogénito.

De algún modo, también se hace referencia al sufrimiento de María al presenciar la muerte de su hijo amado en la Cruz: “Estaba de pie su madre” (Juan 19, 25-27).

En conjunto, estas profecías bíblicas ofrecen una visión profunda y conmovedora de los eventos que rodearon la crucifixión de Jesucristo. La experiencia de meditar en estas profecías mientras se contempla el lugar físico de la crucifixión proporciona una conexión tangible entre la historia y la fe cristiana.

El autorRafael Sanz Carrera

Doctor en Derecho Canónico

Vaticano

El Papa Francisco llama a la compunción este Jueves Santo

Este Jueves Santo el Papa Francisco ha invitado a todos los católicos a pensar en la compunción, un auténtico arrepentimiento que pone la mirada en la misericordia de Dios antes que en nuestras culpas.

Paloma López Campos·28 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

En su homilía de la Misa crismal de este Jueves Santo, el Papa Francisco fija la mirada en san Pedro, “el primer pastor de nuestra Iglesia”. El Pontífice recorre en voz alta el camino de Simón Pedro hasta Jesús para profundizar en «la compunción». Al principio, dice, san Pedro “esperaba un Mesías político y poderoso, fuerte y resolutivo, y frente al escándalo de un Jesús débil, arrestado sin oponer resistencia, declaró: ‘No lo conozco’”.

Sin embargo, tras negar tres veces a Cristo, explica Francisco que san Pedro conoció a Jesús cuando “se dejó atravesar sin reservas por su mirada”. En ese momento, “del ‘no lo conozco’ pasará a decir: ‘Señor, Tú lo sabes todo’”.

Subraya aquí el Santo Padre, dirigiéndose a los sacerdotes, que la curación del corazón es posible “cuando, heridos y arrepentidos, nos dejamos perdonar por Jesús; estas curaciones pasan a través de las lágrimas, del llanto amargo y del dolor que permite redescubrir el amor”. En pocas palabras, a través de la compunción.

La compunción, auténtico arrepentimiento

Este es un término, dice el Papa, que “evoca el punzar. La compunción es ‘una punción en el corazón’, un pinchazo que lo hiere, haciendo brotar lágrimas de arrepentimiento”. Pero no es “un sentimiento que nos tumba por tierra”, advierte Francisco. La compunción es “un aguijón benéfico que quema por dentro y cura”.

El Pontífice también explica que la compunción no es “sentir lástima de uno mismo”, pues esta es “tristeza según el mundo”. La compunción, subraya Francisco, “es arrepentirse seriamente de haber entristecido a Dios con el pecado; es reconocer estar siempre en deuda y no ser nunca acreedores; es admitir haber perdido el camino de santidad, no habiendo creído en el amor de Aquel que dio su vida por mí”.

Así entendida, la compunción permite “fijar la mirada en el Crucificado y dejarme conmover por su amor que siempre perdona y levanta, que nunca defrauda las esperanzas de quien confía en Él”. Y el Papa insiste en que este arrepentimiento “aligera el alma de las cargas, porque actúa en la herida del pecado, disponiéndose a recibir precisamente allí la caricia del médico celestial”.

Encuentro con Cristo y con el otro

Por tanto, Francisco asegura que la compunción es el antídoto contra la dureza del corazón. “Es el remedio, porque nos muestra la verdad de nosotros mismos, de modo que la profundidad de nuestro ser pecadores revela la realidad infinitamente más grande de nuestro ser perdonados”. Y el Papa insiste en que “cada uno de nuestros renacimientos interiores brotan siempre del encuentro entre nuestra miseria y la misericordia del Señor”.

El Santo Padre habla también de la solidaridad, “otra característica de la compunción”. Gracias a este sentimiento en nuestro corazón, en lugar de enjuiciar a los otros “lloramos por sus pecados”. “Y el Señor busca, especialmente entre los consagrados a Él, a quienes lloren por los pecados de la Iglesia y del mundo, haciéndose instrumento de intercesión por todos”.

Francisco repite de nuevo esta idea asegurando que “el Señor no nos pide juicios despectivos sobre los que no creen, sino amor y lágrimas por los que están alejados”. Por ello, “adoremos, intercedamos y lloremos por los demás. Permitamos al Señor que realice maravillas. No temamos, Él nos sorprenderá”.

La compunción como gracia de Dios

El Papa avisa de que “en una sociedad secularizada, corremos el riesgo de mostrarnos muy activos y al mismo tiempo de sentirnos impotentes”. Terminamos por “perder el entusiasmo”, nos “encerramos en la queja” y hacemos “prevalecer la magnitud de los problemas sobre la inmensidad de Dios”. Sin embargo, el obispo de Roma anima a no perder la esperanza pues “el Señor no dejará de visitarnos y de alzarnos de nuevo”.

Para finalizar, Francisco señala que “la compunción no es el fruto de nuestro trabajo, sino que es una gracia y como tal ha de pedirse en la oración”. Y el Papa ofrece dos consejos a este respecto. “El primero es el de no mirar la vida y la llamada en una perspectiva de eficacia y de inmediatez”, sino mirar “en el conjunto del pasado y del futuro”. “Del pasado, recordando la fidelidad de Dios”, y “del futuro, pensando en el destino eterno al que estamos llamados”.

El segundo consejo del Pontífice “es redescubrir la necesidad de dedicarnos a una oración que no sea de compromiso y funcional, sino gratuita, serena y prolongada”. Al concluir su homilía, el Papa nos anima a que “sintamos la grandeza de Dios en nuestra bajeza de pecadores, para mirarnos dentro y dejarnos atravesar por su mirada”, al igual que san Pedro.

Educación

Educar para el perdón con Tolkien y C.S. Lewis

El perdón puede ser un poderoso aliado para mejorar el bienestar emocional y preservar la salud mental. Padres y educadores tienen ante sí el reto de formar, también en el perdón, a los más jóvenes.

Julio Iñiguez Estremiana·28 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 9 minutos

Perdón es la remisión de la ofensa recibida -queda totalmente borrada-. Cabe distinguir entre el perdón de Dios -es su amor misericordioso que sale al encuentro del hombre que acude a Él, arrepentido por haberle ofendido-, y el perdón entre las personas -que es renovar la concordia entre quienes se sienten ofendidos por un agravio real o presunto-.

En el tiempo penitencial de Cuaresma y Pascua en que nos encontramos, parece muy propio que tratemos del Perdón, y como es un tema vastísimo y con tantas ramificaciones, en el artículo de hoy nos centraremos en el perdón entre los hombres, con el propósito, como siempre, de ayudar a padres y maestros en su tarea de educar en los hijos – alumnos la capacidad de pedir perdón y de perdonar.

Conmovedora escena de perdón en Mordor.

La criatura Gollum, en quien Frodo confía para que les guíe a él y a Sam a la Montaña de Fuego donde debe culminar su Misión -destruir el Anillo de Poder-, planeó una ruta con trampa: pasarían por Torech Ungol, el Antro de Ella Laraña, monstruosa bestia parecida a una araña, pero mucho más grande, con la intención de llevarle como obsequio el cuerpo de Frodo -un plato exquisito para Ella- y con la esperanza de que, a cambió, no ponga reparos a su deseo de recuperar el Anillo.

Tras sufrir muchas penalidades en durísimos ascensos por diferentes escaleras, llegan por fin a la entrada de un túnel que destila un hedor repugnante; ya en su interior, recorrieron muchos pasadizos, más y más aterrorizados por los horrores que veían y las amenazas que imaginaban, persistiendo siempre el repelente hedor.

De súbito, Gollum atacó a Sam con el propósito de dejar indefenso a Frodo, para que a la monstruosa bestia le fuera más fácil doblegar el festín que le quería entregar en sacrificio.

Sam logró desembarazarse de Gollum y acudió en ayuda de su Amo y amigo tan pronto como pudo; pero no llegó a tiempo de evitar que Ella Laraña, astuta y conocedora de todos los recovecos de su infecta guarida, le clavara su repugnante aguijón.

Cuando llegó a todo correr, Frodo yacía de espaldas y la monstruosa bestia le tenía atado con cuerdas que lo envolvían en una robusta tela de araña desde los hombros hasta los tobillos y se lo llevaba, levantándolo con las grandes patas delanteras.

Sam vio en el suelo la espada élfica junto a Frodo; la asió con fuerza y, haciendo acopio de una furia superior a lo que su naturaleza era capaz, atacó a la sebosa e inmunda bestia hasta que, malherida, retrocedió, desapareciendo por un pasadizo por el que a duras penas cabía.

Después, arrodillado junto a Frodo, le habló con ternura una y otra vez, y removió con toda delicadeza su cuerpo esperando recibir una señal de que su amigo seguía vivo, pero ésta no llegaba, por lo que su desolación crecía más y más.

-¡Está muerto -se dijo, mientras caía sobre él la más negra desesperación- ¡No está dormido, está muerto!

Mientras lloraba desconsolado y sin saber qué hacer, si quedarse velando a su Amo o continuar él con la Misión, oyó un griterío y los destellos azules de la espada élfica le advirtieron de que se acercaba una patrulla de Orcos.

Enseguida comprendió que lo más prudente era sacarle a Frodo la cadena con el Anillo y esconderse. Con inefable respeto, y aún con veneración, tomó la cadena y, sintiéndose indigno de ser el portador del Anillo de Poder, se la colgó a modo de medalla, asumiendo la responsabilidad de llevar a término la Misión.

Llegaron Orcos y viendo a Frodo tendido en el suelo, relamiéndose por la suculenta cena que tendrían esa noche, lo alzaron del suelo entre dos y se lo llevaron jubilosos.

Sam, escondido pero atento, oyó que comentaban entre ellos que el cuerpo estaba caliente y por lo tanto vivo.

Sam se insultó a sí mismo con todos los improperios que conocía por no haber sido capaz de advertir tal circunstancia, pero muy contento, al mismo tiempo porque su Amo y amigo estaba vivo. Inmediatamente cambió de planes para intentar rescatarlo. Con gran pericia y arriesgando su vida, Sam consiguió llegar hasta la sala donde vigilaban al prisionero a Frodo; con hábiles artimañas hizo huir a los centinelas y logró liberar al Portador del Anillo, salvándolo de la olla de los Orcos.

Frodo ya había despertado del profundo sueño causado por el veneno de Ella Laraña y fue inmensa su alegría ante la inesperada llegada de su Escudero y amigo.

-Se han llevado todo, Sam -dijo Frodo-. Todo lo que tenía. ¿Entiendes? ¡Todo! Se acurrucó en el suelo con la cabeza gacha abrumado por la desesperación, al comprender la magnitud del desastre. La misión ha fracasado, Sam.

 -No, no todo, señor Frodo. Y no ha fracasado, aún no. Yo lo tomé, señor Frodo, con el perdón de usted. Y lo he guardado bien. Ahora lo tengo colgado del cuello, y por cierto que es una carga terrible.

-¿Lo tienes? -jadeó Frodo-. ¿Lo tienes aquí? ¡Sam, eres una maravilla! -De improviso, la voz de Frodo cambió extrañamente.

-¡Dámelo! -grito, poniéndose de pie, y extendiendo una mano trémula-. ¡Dámelo ahora mismo! ¡No es para ti!

¡Está bien, señor Frodo -dijo Sam, un tanto sorprendido- ¡Aquí lo tiene! -Sacó lentamente el Anillo y se pasó la cadena por encima de la cabeza.- Pero usted está ahora en el país de Mordor, señor; y cuando salga, verá la Montaña de Fuego, y todo lo demás. Ahora el Anillo le parecerá muy peligroso, y una carga muy pesada de soportar. Si es una faena demasiado ardua, yo quizá podría compartirla con usted.

-¡No, no! -gritó Frodo, arrancando el Anillo y la cadena de las manos de Sam- ¡No, no lo harás, ladrón! -Jadeaba, mirando a Sam con ojos grandes de miedo y hostilidad. Entonces, de pronto, cerrando el puño con fuerza alrededor del Anillo, se interrumpió espantado. Se pasó una mano por la frente dolorida, como disipando una niebla que le empañaba los ojos. La visión abominable le había parecido tan real, atontado, como estaba aún a causa de la herida y el miedo. Había visto cómo Sam se transformaba otra vez en un orco, una pequeña criatura infecta de boca babeante, que pretendía arrebatarle un codiciado tesoro. Pero la visión ya había desaparecido. Ahí estaba Sam, de rodillas, la cara contraída de pena, como si le hubieran clavado un puñal en el corazón, los ojos arrasados en lágrimas.

-¡Oh Sam! -gritó, Frodo-. ¿Qué he dicho? ¿Que he hecho? ¡Perdóname! Hiciste tantas cosas por mí. Es el horrible poder del Anillo. Ojalá nunca lo hubiese encontrado.

-Está bien, señor Frodo -dijo Sam, mientras se restregaba los ojos con la manga-. Lo entiendo. Pero todavía puedo ayudarlo, ¿no? Tengo que sacarlo de aquí. Enseguida, ¿comprende? Pero primero necesita algunas ropas y avíos, y luego algo de comer. Lo mejor será vestirnos a la usanza de Mordor. Me temo que tendrán que ser ropas orcas para usted, señor Frodo. Y para mí también, ya que hemos de ir juntos.

Este episodio de “El Señor de los Anillos”, nos muestra un excelente ejemplo de cómo pedir perdón y de cómo perdonar: Frodo, horrorizado de su indigna reacción contra Sam, recapacita y le dice: «¡Perdóname! Hiciste tantas cosas por mí», reconociendo tantos servicios de su amigo. Por su parte Sam -que tenía motivos para protestar por el “maltrato” recibido de su Amo y amigo- se limitó a decir: «Está bien, señor Frodo. Lo entiendo. Pero todavía puedo ayudarlo, ¿no?»

¿No les parece también a Vds., como me lo parece a mi, que es una escena sublime? Pienso que es una excelente lección sobre la capacidad de perdonar y de pedir perdón; pero sigamos ahondando, que el tema lo merece.

Pedir perdón y perdonar en la vida cotidiana.

En “Las Crónicas de Narnia” de C. S. Lewis, gran amigo de J.R. R. Tolkien, encontramos también muchas escenas en las que alguno de los protagonistas se excusa o pide perdón por su mal comportamiento.

-Me disculpo por no haberte creído -le dijo Peter a Lucy, su hermana pequeña-. Lo siento. ¿Nos damos la mano?

-Desde luego -asintió ella, y le dio la mano.

Este sencilla escena es también un buen ejemplo de cómo debemos actuar en tantas situaciones tensas con las que inevitablemente nos encontramos en el trato con los demás -en la familia, en el trabajo, en el colegio, en el deporte, con los vecinos, etc.-: roces con los que, en ocasiones, ofendemos a otras personas -o nos sentimos ofendidos-; generalmente, es cierto, son detalles de escasa importancia, pero que pueden abrir pequeñas heridas en el alma. Y en esas ocasiones será necesario reparar la ofensa para preservar la concordia – de ordinario, bastará con una sonrisa o un gesto de buena voluntad-

—»Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano cuando peque contra mí? ¿Hasta siete? -pregunta Pedro».

—»No te digo que hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete» -le respondió Jesús [Mt 18, 21-22].

Jesús deja clara su doctrina: debemos perdonar siempre y a todos (no sólo a los hermanos o a los amigos, también a los enemigos…). Y esto no es fácil. Más todavía, pienso que es imposible sin la ayuda de la gracia que Dios nos ofrece. Por eso hemos de pedir con el Salmo 50: «Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme».

Además, en el Padrenuestro, Jesús parece condicionar el perdón divino a que el hombre perdone a sus semejantes: «perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden». [San Mateo 6, 12]

Por su parte, el papa Francisco, sugirió la necesidad de aprender tres palabras: «Perdón, por favor y gracias». Hermosa enseñanza para practicarla en nuestra vida de relación con los que nos rodean.

Corregir y perdonar. Sanar. 

Ante las faltas y malos comportamientos de los hijos – alumnos, los educadores hemos de ser claros y positivos.

El chico o la chica han de asumir que lo sucedido está mal y hay que reparar, pero también hay que ofrecerles la esperanza de que lo pueden superar, que olvidaremos lo ocurrido -queda perdonado- y empezaremos de nuevo -tendrán otra oportunidad.

Tres casos reales y sencillos que acaban bien, entre tantos en el ámbito escolar.

I. Un muchacho denuncia que ha sufrido un robo en el aula. El profesor se informa de algunos detalles relevantes y llega a la conclusión que es posible de que el objeto desparecido esté ya fuera del aula, por lo que descarta el registro a todos los alumnos. Luego les cuenta a los chicos lo sucedido, tratando de remover la conciencia del “ladrón” para motivar su arrepentimiento y devuelva lo sustraído. Les dice que se lo deben dar a él en privado y les asegura que nadie más lo sabrá jamás.

Al día siguiente, Juan le entrega el CD de “The Beatles” de su compañero. El ambiente de clase siguió siendo como antes y el profesor cumplió su palabra.

II. Gabriel se apuntó voluntario para participar en una actividad complementaria y fue seleccionado, pero está pasando por una mala racha y debido a su mal comportamiento, el profesor, de acuerdo con su tutor, lo expulsa de la actividad. Los padres de Gabriel se quejan por no haber sido informados con anterioridad del mal comportamiento de su hijo, y preguntan si será posible que Gabriel vuelva al grupo, comprometiéndose a un buen comportamiento. El profesor, de acuerdo con su tutor, les dice que sí, y añade otra condición a la indicada por los padres: debe sacar buenas notas en la evaluación (conforme a sus posibilidades). Gabriel superó ambas pruebas, volvió al grupo y siguió hasta el final con buen aprovechamiento.

III. Al finalizar una visita cultural con todo un curso de Bachillerato, los profesores reciben una queja de un vendedor de chuches y refrescos. Varios muchachos se han pasado por la su caseta y se han llevado cosas sin pagar. Los profesores, reuniendo a todos los chicos en el autobús, explican la situación, asegurando que no se moverían del sitio mientras no volvieran todos los “ladrones” a la caseta a devolver o pagar lo que se habían llevado, además de pedir perdón al vendedor, por el mal rato que le han hecho pasar. Felizmente, así lo hicieron los muchachos, el hombre se quedó más o menos conforme y púdose reanudar la excursión.

Pienso que esta manera de proceder -corregir, perdonar y animar- es también un buen método para sanar el alma de quien ha fallado y de recuperar el buen ambiente. Cabe también señalar que el perdón puede ser un poderoso aliado para mejorar el bienestar emocional y preservar la salud mental. Y En este sentido, también es muy importante aprender perdonarse a uno mismo, arrepentidos de haber causado daño a otros.

Eso es también lo que nos enseña Jesús en su actuación con el paralítico de la piscina de Betzatá, en San Juan 5, 1-6. Primero le cura, compadeciéndose de él, al conocer que llevaba mucho tiempo esperando ser curado, pero que siempre se le ha adelantado alguien, cuando las aguas de la piscina fueron removidas por el ángel. Y después cuando se encuentran en el Templo, le dice: «Mira, estás curado; no peques más para que no te ocurra algo peor». Jesús sana y corrige. 

Por otro lado, debemos ser constantes en ayudar, aunque en ocasiones nos parezca a los educadores que no escuchan, y pacientes cuando los buenos resultados no llegan de inmediato, pues las personas necesitamos tiempo para alcanzar las metas que pretendemos alcanzar, sobre todo cuando nos proponemos ser mejores. Y les anima a perseverar en el esfuerzo si les confiemos que también nosotros, los adultos, hemos de luchar para mejorar y nos ven pedir perdón. 

Conclusiones

El perdón borra totalmente la ofensa recibida. Dios, que es amor, sale al encuentro del hombre que, arrepentido, acude a Él pidiendo perdón por haberle ofendido. Entre los hombres, el perdón restaura la concordia entre quiene s se sienten ofendidos.

Educar para el perdón exige de los padres y los educadores, corregir cuando hay que hacerlo, de acuerdo con la naturaleza de la ofensa y con las condiciones del que necesita esa ayuda. Pero también es importante que la chica o el chico a quien corregimos perciba que lo hacemos con cariño, que ella o él nos importa tanto o más que nosotros mismos y que tendrá otra oportunidad, porque confiamos en que va a mejorar.

Pedir perdón y perdonar contribuye a sanar el alma de quien ha fallado, ayuda a preservar el buen ambiente, puede mejorar el bienestar emocional y la salud mental. En resumen, generando felicidad, paz y tranquilidad: es una buena vitamina para la persona -cuerpo y alma-.

El autorJulio Iñiguez Estremiana

Físico. Profesor de Matemáticas, Física y Religión en Bachillerato

Evangelio

«Buscáis a Jesús». Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor (B)

Joseph Evans comenta las lecturas del domingo de Pascua de la Resurrección del Señor (B) y Luis Herrera ofrece una breve homilía en vídeo.

Joseph Evans·28 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos

Un ángel en el interior del sepulcro dice a las santas mujeres: “No tengáis miedo. ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? Ha resucitado. No está aquí” (Mc 16, 6). Por miedo a un ángel, tal vez este mismo, los soldados que custodiaban el sepulcro “temblaron de miedo y quedaron como muertos” (Mt 28, 4). Pero esa es la diferencia: los soldados impedían el acceso a Jesús, las mujeres intentaban llegar hasta él. Y por eso dice el ángel: “No tengáis miedo. Buscáis a Jesús”. No tengáis miedo porque buscáis a Jesús. Si buscamos a Jesús, no debemos tener miedo de nada ni de nadie.

Que tengan miedo los poderosos del mundo, que tengan miedo los ejércitos y los soldados, pero no nosotros, creyentes pobres y débiles, pero creyentes al fin y al cabo. Dios conoce nuestro corazón, e incluso, hasta cierto punto, lo conocen los ángeles del cielo: “Buscáis a Jesús”. Ellos lo saben. Así que hoy, y siempre, no tenemos nada que temer y todo que celebrar. No tenemos que tener miedo de los poderes mundiales, ni de los problemas de la sociedad o de nuestras propias vidas y familias, ni siquiera tenemos que tener miedo de nuestros pecados y debilidades, siempre que busquemos a Jesús. Él vendrá a nosotros y nuestro miedo se convertirá en alegría. 

Precisamente porque estas mujeres buscaban a Jesús, él vino a ellas. “De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: ‘Alegraos’” (Mt 28, 9). Cuando buscamos a Jesús, él nos busca a nosotros, aunque en cierto sentido es al revés. Jesús siempre toma la iniciativa: nos busca más que nosotros a él.

El ángel había dicho: “Mirad el sitio donde lo pusieron”. Ahora está vacío, no hay nadie. El poder de las tinieblas tuvo su momento, pero su poder ha desaparecido. El mal se ha desvanecido en la nada, pero las mujeres pueden asirse a los pies reales de Jesús. “Ellas se acercaron, le abrazaron los pies y se postraron ante él” (Mt 28, 9). Lo que tiene sustancia, verdadera realidad, es la persona real -y resucitada- de Jesucristo, Dios hecho hombre para nuestra salvación.

Las mujeres hacen lo poco que pueden, pero con gran amor. Luego se nos dice que huyeron por miedo (Mc 16, 8). Pero al menos una de ellas, María Magdalena, corrió a contárselo a los apóstoles (Jn 20, 1 ss). La secuencia de los hechos es un poco imprecisa y hay una confusión comprensible: se trataba, literalmente, del acontecimiento más sorprendente ocurrido en la historia. Pero las pobres y frágiles mujeres preparan el camino de la Resurrección, igual que 33 años antes la humilde sierva había abierto la puerta a la Encarnación. Cuando las mujeres están dispuestas a hacer lo poco que pueden con amor, Dios actúa en la historia.

La homilía sobre las lecturas del domingo de Pascua

El sacerdote Luis Herrera Campo ofrece su nanomilía, una pequeña reflexión de un minutos para estas lecturas del domingo.

Vaticano

El Papa a los católicos de Tierra Santa: «No los dejaremos solos»

El Papa Francisco ha hecho pública una misiva a la comunidad de católicos de Tierra Santa en la que traslada su deseo de que "cada uno de ustedes sienta mi afecto de padre, que conoce sus sufrimientos y sus fatigas, en particular las de estos últimos meses".

Maria José Atienza·27 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos

La Santa Sede ha hecho pública una carta, a las puertas del Triduo Pascual, del Santo Padre a la comunidad católica que reside en Tierra Santa. Una comunidad que, como subraya el Papa en la carta, desea permanecer en su tierra «donde es un bien que puedan quedarse».

Tras casi ocho meses ya de conflicto en esta tierra, el Papa Francisco se ha querido dirigir, de manera especial «a cuantos, en estos momentos, están sufriendo dolorosamente el drama absurdo de la guerra, a los niños a los que se les niega un futuro, a cuantos lloran y sufren, a cuantos experimentan angustia y desorientación».

«Semillas de bien» en medio de los conflictos

El Papa ha querido agradecer a estos hombres y mujeres su «Gracias por su «testimonio de fe» y ha agradecido «la caridad que existe entre ustedes, gracias porque saben esperar contra toda esperanza».

En este sentido, y recordando las muchas veces que estos cristianos han dado testimonio de su fe y de su esperanza, Francisco ha destacado que en «estos tiempos oscuros, en los que parece que las tinieblas del Viernes Santo recubren vuestra tierra y tantas partes del mundo son desfiguradas por la inútil locura de la guerra, que es siempre y para todos una sangrienta derrota, ustedes son antorchas encendidas en la noche; son semillas de bien en una tierra desgarrada por los conflictos».

El Papa ha asegurado que reza por ellos y con ellos y ha subrayado que «no los dejaremos solos, sino que permaneceremos solidarios con ustedes a través de la oración y la caridad activa».

Francisco ha afirmado en esta carta que espera que pronto se pueda volver a Tierra Santa para compartir con esta comunidad «el pan de la fraternidad y contemplar aquellos brotes de esperanza nacidos de vuestras semillas, esparcidas en el dolor y cultivadas con paciencia».

La Iglesia en el conflicto

La población católica en Tierra Santa es, en su mayoría, de raza árabe y se localizan, sobre todo, en diversa ciudades palestinas.

Especialmente intensa es la labor que realiza, en estos momentos, la parroquia católica de la Sagrada familia de Gaza. Actualmente, la parroquia acoge a más de medio millar de refugiados y atiende a decenas de miles de personas de la franja. El Papa Francisco sigue, diariamente, la labor pastoral y asistencial de esta parroquia y, desde el pasado 7 de octubre, cuando Hamas atacó a Israel desatando el conflicto, ha insistido en sus alocuciones en la necesidad de lograr un acuerdo de paz para Tierra Santa.

Vaticano

El Papa ruega la paz ante israelíes y árabes con hijas muertas en guerra

El Papa ha invitado en la Audiencia de este Miércoles Santo a contemplar a Cristo crucificado para asimilar su infinito amor paciente, y ha presentado el testimonio de padres árabes e israelíes que han perdido a sus hijas en la guerra, y son amigos. También ha pedido rezar por las víctimas inocentes de la guerra en Tierra Santa, y ha saludado de modo especial a los participantes en el congreso UNIV 2024.  

Francisco Otamendi·27 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

El Santo Padre ha celebrado la Audiencia general de este miércoles de Semana Santa en el Aula Pablo VI, debido a que la lluvia en Roma ha impedido que tenga lugar en la Plaza de San Pedro. El Papa ha dado las gracias a los peregrinos por su paciencia, porque el Aula se encontraba repleta de fieles que le acompañan en las celebraciones de Semana Santa.

La virtud que ha tratado hoy el Pontífice ha sido la paciencia, con la referencia del “himno a la caridad” de la primera carta de san Pablo a los Corintios, cuando el apóstol escribe que el amor es paciente, servicial, no se irrita, todo lo disculpa y todo lo soporta.

El mensaje central del Papa se ha referido a la paz y a la contemplación de Cristo crucificado para aprender a ser pacientes. Que “vivamos estos días en oración; les invito a abrirse a la gracia de Cristo redentor, fuente de alegría y de misericordia, Recemos por la paz, por la martirizada Ucrania, que está sufriendo tanto, también en Israel, Palestina, que haya paz en Tierra Santa, que el Señor nos dé la paz a todos, como don por su Pascua. A todos mi bendición”.

En su catequesis sobre la virtud de la paciencia, el Papa ha mencionado en varias ocasiones a Jesús crucificado que perdona, a Cristo paciente, capaz de responder al mal con el bien. Nosotros somos impacientes, nos impacientamos, y respondemos al mal con el mal. La paciencia es una llamada de Cristo.

Saludos al UNIV 2024, a libaneses y fieles de tantos países

En sus saludos a los peregrinos de diversas lenguas, se ha referido “de manera especial a los participantes en el encuentro UNIV 2024. Les invito a vivir estos días santos contemplando a Cristo crucificado, que con su ejemplo nos enseña a amar y a ser pacientes en la espera gloriosa de la resurrección. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide”.

Como otros años, unos tres mil estudiantes de numerosos países se reúnen en Roma para el UNIV 2024, encuentro internacional de universitarios que viven la Semana Santa y la Pascua en Roma, junto al Papa, y que este año reflexiona sobre el tema “The Human Factor” en la denominada Inteligencia Artificial. El Pontífice se ha dirigido también de modo especial a peregrinos libaneses, de habla inglesa, y de otros lugares, 

Obra de misericordia: sufrir con paciencia los defectos del prójimo

Hoy reflexionamos sobre la virtud de la paciencia, ha comenzado el Papa la catequesis. En el relato de la Pasión, como escuchamos el domingo pasado, “la imagen de Cristo paciente nos interpela. Esta virtud se manifiesta como fortaleza y mansedumbre en el sufrimiento, las dos cosas. Es una de las características del amor, como afirma san Pablo en el himno de la caridad”. 

Un ejemplo de paciencia lo vemos también en la parábola del Padre misericordioso, que no se cansa de esperar, y siempre está dispuesto a perdonar, ha añadido.

En el mundo de hoy, donde se prioriza la inmediatez y predominan los apuros, “ser paciente es el mejor testimonio que podemos dar los cristianos, No es fácil vivir esta virtud, pero tengamos presente que es una llamada a configurarnos con Cristo, una manera concreta de cultivarla”.

¿Y cómo se cultiva? Practicando en nuestra vida la obra de misericordia espiritual que nos invita a sufrir con paciencia los defectos del prójimo. No es fácil, pero se puede hacer. Pidamos al Espíritu Santo que nos ayude, ha rezado el Santo Padre.

El Papa no ha hecho mención a que hoy se cumplen 4 años de aquel momento extraordinario de oración, solo en la Plaza de San Padro, el 27 de marzo de 2020, en la que invocó la curación del mundo asediado por el coronavirus.

El autorFrancisco Otamendi

Ecología integral

“No todo vale” en la investigación científica

¿Por qué no es una buena idea intentar clonar a un ser humano? ¿Podemos infectar a personas sanas con un virus potencialmente mortal para investigar el progreso de la enfermedad? ¿Puedo usar células de una persona sin su consentimiento? Sobre este perfil de cuestiones biomédicas reflexiona el investigador Lluís Montoliu en su último libro “No todo vale”, presentado en la Fundación Pablo VI. 

Francisco Otamendi·27 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 5 minutos

En pocos meses, hemos vivido el lanzamiento y presentación de algunos libros sobre ciencia y Dios, escritos por estudiosos del tema, y algunas entrevistas a científicos católicos en Omnes. 

Entre los primeros, podemos citar la investigación sobre las pruebas científicas de la existencia de Dios realizada por Michel-Yves Bolloré y Olivier Bonnassies, éxito de ventas en Francia, y también las “Nuevas evidencias científicas de la existencia de Dios”, de José Carlos González-Hurtado, empresario y presidente de EWTN España.

Respecto a los segundos, tenemos a Enrique Solano, presidente de la Sociedad de Científicos Católicos de España, quien señaló en una entrevista con Omnes, entre otras cosas, que «se necesitan científicos católicos brillantes y divulgadores que establezcan un puente entre el saber especializado y las personas a pie de calle».

También a finales de año, Stephen Barr, doctor en física teórica de partículas, profesor emérito del Departamento de Física y Astronomía de la Universidad de Delaware y ex Director de Bartol Research Institute de la misma universidad americana, señalaba a Omnes que “la tesis del conflicto entre ciencia y fe es un mito generado por las polémicas de finales del XIX”.

Montoliu: colaboradores de espectros diversos

Nos ocupamos ahora de la presentación del libro “No todo vale ¿Qué hace un científico hablando de ética?” en la Fundación Pablo VI, escrito por otro científico, Lluís Montoliu, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), y vicedirector en el Departamento de Biología Molecular y Celular del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC), quien desea dejar claro que en el mundo de la ciencia “no todo lo que sabemos o podemos hacer lo debemos hacer. De eso se ocupa la bioética”. 

El subtítulo de la obra del biólogo investigador es ¿Qué hace un científico hablando de ética? Y a este tema dedica numerosas reflexiones en unos momentos en que las investigaciones científicas avanzan con tanta rapidez que cuestiones que creíamos propias de las películas de ciencia ficción son ya realidad. Pero no todo vale, hay límites éticos, señala. 

Lluís Montoliu afirma en el prefacio que ha querido contar “con la colaboración, los comentarios y las sugerencias” de Pere Puigdomènech, profesor de investigación emérito del CSIC en el Centro de Investigación en Agrigenómica, y también con los de José Ramón Amor Pan, director académico y coordinador del Observatorio de Bioética y Ciencia de la Fundación Pablo VI, que moderó el coloquio de la presentación del libro. En el acto participó asimismo Carmen Ayuso, médico jefe del Servicio de Genética y directora científica del Instituto de Investigación Sanitaria de la Fundación Jiménez Díaz.

El investigador Montoliu ha querido contar con la colaboración de Puigdomènech y de Amor Pan, “como representantes de lo que podríamos llamar una ética laica y una ética religiosa, cristiana, respectivamente. Respetando las creencias de cada cual, debo decir que comparto y aspiro a tener muchos de los valores que acompañan a estos dos grandes expertos en bioética, y me siento muy cómodo conversando con los dos, escuchando  y aprendiendo de ellos”.

Conceptos de bioética

En el coloquio se plantearon distintas cuestiones que se recogen en el libro, “como la idoneidad de escribirlo para que los ciudadanos sean conscientes de los límites que se ponen a la investigación científica, los debates que generan la experimentación con animales, o la importancia del consentimiento escrito de los pacientes, entre otros”. 

Éstos y otros temas pueden completarse quizá con un breve repaso de algunas ideas del autor, y del moderador del coloquio, sobre la bioética. 

Vamos con Montoliu, en tres frases. 1.- “Bioética suena a normas, a moralidad, a filosofía, a códigos, a leyes, incluso puede relacionarse a veces con la religión. Para aquellos que nos dedicamos a las ciencias experimentales, las ciencias de la vida, (los de “ciencias”), las clases de bioética suelen interpretarse como temas accesorios, seguramente innecesarios, en apariencia ásperos, poco atractivos. Son temáticas que asumimos que serían de interés para otros, del campo de las humanidades (los de “letras”), no para nosotros”. 

2.- “Con todos estos clichés y lugares comunes, inconscientemente estamos reproduciendo, una vez más, la triste separación académica entre ciencias y letras, entre ciencia y humanismo, como si fueran dos compartimentos estancos. Y esto es una gran equivocación. Afortunadamente, son ya bastantes las universidades que incorporan programas de formación transversales que combinan ciencia y humanismo, o ciencia y ética, o ciencia y filosofía”. 

3.- “No todo lo que sabemos o podemos hacer lo debemos hacer. De eso se ocupa la bioética. De analizar en detalle todos los datos de una propuesta experimental para concluir si ese proyecto es oportuno que se lleve a cabo o no. Si es éticamente aceptable, de acuerdo con las normas y leyes que nos hemos dado como sociedad y a nuestro código de moral, o si contraviene alguno de estos preceptos y entonces debemos concluir que ese experimento no debe realizarse”. 

Diálogo, cultura del encuentro

El profesor Amor Pan requirió a los participantes en el acto sus puntos de vista en numerosas cuestiones. Aquí les recuerdo tan solo lo que escribe en el epílogo del libro de Montoliu, que puede ser útil al leerlo. “No me cansaré de insistir en ello: la bioética no puede ser nunca un terreno abonado para la guerra partidista, para ninguna guerra cultural; al contrario, la bioética es (tiene que ser) diálogo, deliberación, búsqueda sincera de la verdad, cultura del encuentro, amistad social”, y menciona la encíclica del Papa Francisco “Fratelli tutti” en su número 202, cuando habla de “la falta de diálogo”.

El moderador Armor Pan considera que “la bioética nace como una ética cívica a interdisciplinar, como punto de encuentro, en el marco de la tradición de los derechos humanos y de la búsqueda de una ética mundial, con un talante humilde y a la vez riguroso (en los datos, en la argumentación, en el proceso deliberativo)”. 

Al referirse a su concepto de bioética, Josá Ramón Amor anota: “Para mí, ética y moral son sinónimos, en este punto difiero de Lluís Montoliu. Aprovecho para subrayar lo siguiente: la discrepancia, siempre que sea argumentada, es buena y saludable; y no impide ni la colaboración, ni mucho menos la amistad y la cordialidad. Recordar esto me parece más que necesario para los tiempos que vivimos”.

Desafíos

Según Montoliu, el principal desafío al que se enfrenta la investigación biomédica en España en este momento es que “los nuevos retos que van surgiendo en el campo de la ciencia necesitan de recomendaciones explícitas”. 

En su libro pone algunos ejemplos de los avances científicos que plantean un dilema en el campo de la bioética. Durante el coloquio quedó claro que los límites son necesarios, pero se criticó el exceso de prudencia de la Unión Europea a la hora de ponerlos a través de su legislación, como ha sido el caso del investigador español Francisco Barro, que ha logrado crear trigo sin gluten y que, debido a la hiperregulación europea, no ha podido cultivarlo en España. “Se ha ido a Estados Unidos donde le han puesto una alfombra roja y donde fabricará las galletas de trigo sin gluten que luego les compraremos nosotros”, explicó Montoliu. 

Carmen Ayuso añadió otra traba que Europa pone a las investigaciones. “Su extenso papeleo”, que ralentiza y entorpece muchas investigaciones. El libro aborda asimismo cuestiones relevantes en torno a la investigación con embriones y fecundación in vitro, y a la bioética en la inteligencia artificial.

El autorFrancisco Otamendi

Mundo

La Pontificia Universidad Gregoriana tendrá nuevos estatutos generales

Desde 2019 estaba en marcha un proceso de revisión de los estatutos para unir, dentro del antiguo Ateneo fundado en 1551 por san Ignacio de Loyola, los Pontificios Institutos Bíblico y Oriental, fundados el siglo pasado.

Giovanni Tridente·27 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

Hace justo un año, el Papa Francisco recibió en audiencia en el Vaticano a las comunidades académicas de las 22 (entonces) instituciones que componen el abigarrado y antiguo panorama de las Universidades e Instituciones Pontificias de Roma, y les había pedido que “hicieran coro”, con una referencia muy concreta a la necesidad de “abrirse a desarrollos valientes y, si es necesario, incluso inéditos”.

El pensamiento del Pontífice estaba encaminado al hecho de que frente a la “generosidad y clarividencia de muchas órdenes religiosas” que a lo largo de los siglos han dado vida en la Ciudad Eterna a tantos centros de formación especializados en materias eclesiásticas, tal como han cambiado el mundo y la sociedad actual se corre el riesgo de “dispersar energías preciosas” si se continúa con una “multiplicidad de polos de estudio”. Una llamada de atención la da, por ejemplo, el descenso del número de estudiantes que frecuentan las Universidades Pontificias, sensiblemente inferior al de hace al menos quince años.

Inteligencia, prudencia y audacia

La consigna del discurso del Papa fue, por tanto, “optimizar”, unir los centros de estudio que derivan, por ejemplo, del mismo carisma, para seguir “favoreciendo la transmisión de la alegría evangélica del estudio, de la enseñanza y de la investigación”, en lugar de ralentizarla y cansarla. Soluciones, pues, para salvaguardar “un riquísimo patrimonio” y promover “nueva vida”, que hay que buscar “con inteligencia, prudencia y audacia, teniendo siempre presente que la realidad es más importante que la idea”.

Unificación

En línea con esta visión realista del Pontífice, acaba de anunciarse la noticia de la unificación del Pontificio Instituto Bíblico y del Pontificio Instituto Oriental con la Pontificia Universidad Gregoriana, tres instituciones nacidas en épocas distintas pero unidas por el hecho de haber sido confiadas a la Compañía de Jesús desde su nacimiento.

El pasado 15 de marzo se dio a conocer el decreto que establece la nueva configuración de la universidad pontificia más antigua, fundada en 1551 por san Ignacio de Loyola, con la aprobación de los nuevos Estatutos Generales que entrará en vigor el 19 de mayo de 2024, día de Pentecostés.

Un camino que comenzó en 2019

Se trata, en cualquier caso, de un camino que comenzó en 2019, cuando el propio Papa Francisco, mediante un quirógrafo, había ordenado la incorporación de los dos Institutos a la Universidad, conservando sus propias denominaciones y misiones. El Pontificio Instituto Bíblico fue fundado en 1909 como centro de estudios superiores sobre Sagrada Escritura, mientras que el Pontificio Instituto Oriental, fundado en 1917, se ocupa de los estudios superiores de ciencias eclesiásticas y derecho canónico de las Iglesias orientales.

Cumplir mejor la misión

Los nuevos Estatutos -ratificados y aprobados por el Dicasterio para la Cultura y la Educación el 11 de febrero de 2024- estipulan que los tres Institutos pasan a formar parte “de la misma persona jurídica, como unidades académicas” de la Universidad Gregoriana. Ya en el quirógrafo de 2019, el Pontífice explicaba la necesidad de que los dos Institutos -vinculados a una institución más amplia y mejor organizada- pudieran cumplir mejor sus misiones específicas en el contexto actual.

Por lo que respecta al Pontificio Instituto Oriental, el Papa indicó también que el Prefecto del Dicasterio para las Iglesias Orientales debería asumir la función de Patrono del Instituto.

Con esta nueva configuración, la Pontificia Universidad Gregoriana estará regida por un único rector, asistido por un consejo del que ahora también forman parte los presidentes de los dos institutos pontificios incorporados.

Reorganizaciones futuras

Un proceso de reorganización similar afecta también a otras instituciones directamente vinculadas a la Santa Sede, como la Pontificia Universidad Urbaniana y la Pontificia Universidad Lateranense. El plan es unificar en un único centro de estudios las especialidades que hasta ahora ofrecían por separado ambas universidades laicas, fundadas en 1622 y 1773 respectivamente.

El autorGiovanni Tridente

Evangelización

Los Papas proponen encontrar a Jesús en la Biblia

Desde san Juan Pablo II a Francisco, los tres últimos Papas han alentado al pueblo cristiano a leer la Biblia y encontrarse en ella con Jesucristo. Además, Francisco ha regalado en alguna ocasión Evangelios de bolsillo a los peregrinos que acuden a la plaza de san Pedro.

Loreto Rios·26 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 5 minutos

A lo largo de la historia, muchos Papas han hablado de la importancia de la Biblia como medio de acercarse a Cristo, la Palabra del Padre. En este artículo, nos centramos en los tres Pontífices más recientes: san Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco.

San Juan Pablo II

San Juan Pablo II habló en numerosos discursos sobre la centralidad de la Sagrada Escritura como medio para conocer a Jesucristo en la vida cristiana. Un ejemplo es su mensaje a la Federación Bíblica Católica Mundial el 14 de junio de 1990, en el que explicaba que el centro de las Escrituras es el Verbo, Jesucristo: “La Biblia, Palabra de Dios escrita bajo inspiración del Espíritu Santo, revela, dentro de la tradición ininterrumpida de la Iglesia, el misericordioso designio de salvación del Padre, y tiene como centro y corazón el Verbo hecho carne, Jesucristo, crucificado y resucitado”. Además, el Papa identificaba la Biblia con Cristo mismo, diciendo que “dando a los hombres la Biblia, les daréis a Cristo mismo, que sacia a los hambrientos y sedientos de la Palabra de Dios, de libertad verdadera, de justicia, de pan y de amor”.

Por otra parte, san Juan Pablo II subrayaba la importancia de “acercarse constantemente a la Biblia como fuente de santificación, de vida espiritual y de comunión eclesial en la verdad y caridad”, afirmando que la Sagrada Escritura suscita vocaciones, es también el “corazón de la vida familiar”, inspira “el compromiso de los laicos en la vida social” y es el “alma de la catequesis y de la teología”.

Además, el Papa recordó en la audiencia general del 1 de mayo de 1985 la constitución del Concilio Vaticano II «Dei Verbum», en la que se afirmaba que “Dios, que habló en otros tiempos, sigue conversando siempre con la Esposa de su Hijo amado (que es la Iglesia); así el Espíritu Santo, por quien la voz viva del Evangelio resuena en la Iglesia, y por ella en el mundo entero, va introduciendo a los fieles en la verdad plena y hace que habite en ellos intensamente la palabra de Cristo’ (Dei Verbum, 8)”.

Sin embargo, aunque la Palabra de Dios es un medio eficaz e imprescindible para acercarse a Cristo, san Juan Pablo II también remarcaba la importancia de acercarse a ella y leerla siempre a la luz de la Iglesia, prescindiendo de basarse en interpretaciones personales o subjetivas. En esta línea, el Pontífice explicaba que la “garantía de verdad” ha sido otorgada “por institución de Cristo mismo […] a la Iglesia. […] Para todos se revela en este campo la misericordiosa providencia de Dios, que ha querido concedernos no solo el don de su autorrevelación, sino también la garantía de su fiel conservación, interpretación y explicación, confiándola a la Iglesia”.

Benedicto XVI

El Papa Benedicto XVI también hizo especial hincapié en la importancia de la Biblia para acercarse a Cristo: “Ignorar la Escritura es ignorar a Cristo”, explicó, citando a san Jerónimo en la audiencia general del 14 de noviembre de 2007.

A esta frase, Benedicto XVI añadía que “leer la Escritura es conversar con Dios”, pero, al igual que san Juan Pablo II, remarcaba la importancia de leer la Biblia a la luz de la Iglesia: “Para san Jerónimo, un criterio metodológico fundamental en la interpretación de las Escrituras era la sintonía con el magisterio de la Iglesia. Nunca podemos leer nosotros solos la Escritura. Encontramos demasiadas puertas cerradas y caemos fácilmente en el error. […] En particular, dado que Jesucristo fundó su Iglesia sobre Pedro, todo cristiano -concluía- debe estar en comunión ‘con la Cátedra de san Pedro. Yo sé que sobre esta piedra está edificada la Iglesia’”.

Importantísima en este sentido es la exhortación apostólica de Benedicto XVI «Verbum Domini», de 2010, que recoge las conclusiones del sínodo La Palabra de Dios en la vida y misión de la Iglesia.

Entre otras cuestiones, el Papa resaltaba también, como Juan Pablo II, el núcleo cristológico de la Sagrada Escritura: “La Palabra eterna, que se expresa en la creación y se comunica en la historia de la salvación, en Cristo se ha convertido en un hombre ‘nacido de una mujer’ (Ga 4,4). La Palabra aquí no se expresa principalmente mediante un discurso, con conceptos o normas. Aquí nos encontramos ante la persona misma de Jesús. Su historia única y singular es la palabra definitiva que Dios dice a la humanidad. […] La fe apostólica testifica que la Palabra eterna se hizo uno de nosotros”.

Papa Francisco

Siguiendo esta línea, el Papa Francisco también ha exhortado en numerosas ocasiones a encontrar a Cristo en las Escrituras.

El actual pontífice explicó en su discurso a la Federación Bíblica Católica el 26 de abril de 2019 la importancia de que la Iglesia sea “fiel a la Palabra”, diciendo que, si cumple esto, no escatimará “en proclamar el kerygma” y no esperará “ser apreciada”. “La Palabra divina, que proviene del Padre y se derrama en el mundo”, empuja a la Iglesia “hasta los confines de la tierra”, afirmaba Francisco.

Además, el Papa ha animado en diferentes ocasiones a familiarizarse con la Biblia y leerla aunque sea cinco minutos al día, ya que “no es simplemente un texto que leer”, sino que es “una presencia viva”. Por ello, aunque la lectura se reduzca a pequeños momentos al día, señala el Papa que es suficiente, porque esos breves párrafos “son como pequeños telegramas de Dios que te llegan enseguida al corazón”. Y es que la Palabra de Dios “es un poco como un auténtico anticipo de paraíso”. Por tanto, si la relación del cristiano con ella va más allá de lo intelectual, se mantiene también una “relación afectiva con el Señor Jesús”, identificando, como en los textos de otros Papas anteriormente mencionados, la Sagrada Escritura con Cristo.

“Tomemos el Evangelio, tomemos la Biblia en la mano: cinco minutos al día, no más. Llevad un Evangelio de bolsillo con vosotros, en el bolso, y cuando estéis de viaje tomadlo y leed un poco, durante el día, un fragmento, dejar que la Palabra de Dios se acerque al corazón. Haced esto y veréis cómo cambiará vuestra vida con la cercanía a la Palabra de Dios”, concluía su reflexión el Papa en la audiencia general del 21 de diciembre de 2022.

De hecho, Francisco ha afirmado que la Palabra de Dios está para rezar, y que, a través de la oración “sucede como una nueva encarnación del Verbo. Y somos nosotros los ‘tabernáculos’ donde las palabras de Dios quieren ser acogidas y custodiadas, para poder visitar el mundo”.

Lo mismo propuso en el domingo de la Palabra de Dios, el 26 de enero de 2020: “Hagamos espacio dentro de nosotros a la Palabra de Dios. Leamos algún versículo de la Biblia cada día. Comencemos por el Evangelio; mantengámoslo abierto en casa, en la mesita de noche, llevémoslo en nuestro bolsillo o en el bolso, veámoslo en la pantalla del teléfono, dejemos que nos inspire diariamente. Descubriremos que Dios está cerca de nosotros, que ilumina nuestra oscuridad y que nos guía con amor a lo largo de nuestra vida”.

En otras ocasiones, el Santo Padre también se ha preguntado: “¿Qué sucedería si usáramos la Biblia como tratamos nuestro móvil? ¿Si la llevásemos siempre con nosotros, o al menos el pequeño Evangelio de bolsillo?”. Francisco se respondía que, “si tuviéramos la Palabra de Dios siempre en el corazón, ninguna tentación podría alejarnos de Dios y ningún obstáculo podría hacer que nos desviáramos del camino del bien; sabríamos vencer las sugestiones diarias del mal que está en nosotros y fuera de nosotros” (Ángelus del 5 de marzo de 2017).

Una iniciativa muy relevante del Papa Francisco, que refleja la importancia que otorga a la lectura de la Sagrada Escritura entre los cristianos y a su deseo de que sea un hábito cotidiano, es el regalo de Evangelios de bolsillo, en concreto durante el Ángelus del 6 de abril de 2014.

En sus intervenciones anteriores, el Papa había sugerido llevar siempre consigo un pequeño Evangelio “para poder leerlo con frecuencia”. Por ello, Francisco decidió sumarse a una “antigua tradición de la Iglesia” según la cual, “durante la Cuaresma”, se entregaba un Evangelio a los catecúmenos que se preparaban para recibir el bautismo. De este modo, obsequió a los fieles congregados en la plaza de san Pedro un Evangelio de bolsillo: “Tomadlo, llevadlo con vosotros, y leedlo cada día”, animó el Papa, “es precisamente Jesús quien os habla allí. Es la Palabra de Jesús”.

Seguidamente, Francisco alentó a dar gratuitamente lo que gratuitamente se había recibido, con “un gesto de amor gratuito, una oración por los enemigos, una reconciliación”…

Identificando de nuevo las Escrituras con Cristo mismo, el Papa concluía: “Lo importante es leer la Palabra de Dios […]: es Jesús quien nos habla allí”.

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Recursos

Amor contraceptivo, amor infeliz

La mentalidad contraceptiva es fruto de una concepción parcial, incompleta del amor y de la entrega. Junto a ello, viste de medicina un acto que, en sí mismo, no constituye una curación a ninguna patología.

Eduardo Arquer Zuazúa·26 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 5 minutos

Uno de enero de 2023, mi primer día de jubilado. Me parecía mentira tras más de 40 años de trabajo ininterrumpido como médico de Atención Primaria de salud. Muchísimas alegrías, satisfacciones, reconsideraciones, estudios, rectificaciones; todo por el bien del paciente.

Sólo un sinsabor que tristemente me acompañó durante todo ese tiempo: la demanda de anticonceptivos por parte de muchas usuarias del Sistema Nacional de Salud y la obligada, como no puede ser de otra manera, -y desagradable- negativa que debe manifestar un médico, sea o no católico.

En efecto, es desagradable porque a pesar del deseo de ayudar en todo que tenemos los galenos por vocación, sabemos que tras el rechazo a prescribir estos productos se sigue un momento de incómoda tensión entre el médico y la usuaria, cuyo semblante se vuelve hosco, áspero, duro, que advierte de una muy posible ruptura de relaciones.

Aunque siempre he procurado, cuando se daba el caso, que mis razonamientos en contra de tal proposición incluyeran una absoluta apertura hacia la paciente para cualquier otro problema de salud que pudiera necesitar de mí, por lo general eran poco o nada tenidos en cuenta:

-“¿Entonces quién me puede recetar?” 

Esta ha sido la contestación más habitual.

-“Pues yo tengo derecho”. 

-“Pues usted tiene obligación legal de prescribírmelo”.

-“Pues lo voy a denunciar”.

En todos los casos me mantuve firme exponiendo entonces el que creo que es el argumento inequívoco, para nosotros los médicos, a formular ante la demanda de contracepción: “Mi compromiso, mi deber, es con el enfermo y en este momento usted no me está planteando una enfermedad”.

Medicina y contraconcepción

Siendo la nuestra una profesión hermosa y apasionante, no comprendo cómo hemos permitido que nos utilicen para un asunto como éste que pertenece más a la Sociología que a la Medicina.

Sí, claro está, nosotros debemos alertar de los posibles efectos secundarios y de los factores de riesgo concomitantes, pero deontológicamente es un tema que no nos concierne, y sin embargo he podido experimentar cómo nos han venido utilizando: nos la han colado, hablando vulgarmente.

Si bien, nunca hemos estado unidos en este aspecto porque hay muchos colegas que defienden la contracepción y están dispuestos a facilitarla.

Abortos provocados y contraceptivos

Las más altas autoridades sanitarias no dejan de asociar la contracepción y el aborto a la praxis médica.

Pongamos un ejemplo: si uno busca el vocablo “aborto” en la web de la Organización Mundial de la Salud se encuentra con esta primera afirmación general: “El aborto es un procedimiento médico habitual”. Nada puede ser más hipócrita; y unas líneas más adelante dice: “Cada año se provocan cerca de 73 millones de abortos en todo el mundo”. Nada más cierto.

Igualmente en una publicación de la OMS del 5 de septiembre de 2023, refiriéndose a los contraceptivos, se asegura que “de los 1.900 millones de mujeres en edad reproductiva (15-49 años) que había en todo el mundo en 2021, 1100 millones necesitaban planificación familiar; de estas, 874 millones utilizaban métodos anticonceptivos modernos”. 

La OMS entiende como modernos los que se basan en la administración de productos hormonales o anti-hormonales, ya sea por vía oral, inyectable, ginecológica, transcutánea o subdérmica; los dispositivos intra-uterinos (DIUS), la píldora del día después, los condones (masculinos o femeninos), la esterilización masculina o femenina y algunos métodos naturales de eficacia constatada.

Entre esta diversidad, bastantes de ellos tienen un fuerte potencial anti-implantatorio, es decir: abortivo. Aunque es para reflexionar, no es el propósito de este artículo entrar en detalles concretos a este respecto.

Un amor no integral

“Nos queremos, pero ahora no nos conviene tener hijos. No vamos a renunciar por eso a tener relaciones”. Así podría resumirse el argumento más común de la mayoría de las parejas de nuestro entorno.

Hagamos un breve análisis de ese “nos queremos”: ¿Quieres a la totalidad de la persona de tu pareja? Evidentemente no.

Hay un aspecto de su persona que estás detestando durante largo tiempo y a veces definitivamente: se trata de su fecundidad, de su capacidad de ser agente de procreación querida por Dios, lo cual constituye una vertiente esencial de su humanidad. Y esto vale para los dos. Pero se evita profundizar porque no se quiere renunciar al placer y a la emoción que el acto conlleva.

En el amor contraceptivo sólo hay una donación parcial, interesada, cómplice, que oscurece completamente el sentido de una acción singular de gran trascendencia. Por tanto, no se le puede llamar acto de amor porque no tiene la entrega total, la donación completa ni tampoco la aceptación de la totalidad del otro. Es, por ende, un acto impositivo, egoísta, de desamor, porque inflama lo sensible, pero vaciándolo de su inherente contenido procreativo.

No se me olvida lo que respondía mi suegro, que en paz descanse, que tenía 10 hijos y muy buen humor cuando alguien le hacía esta observación: 

-“Es que a ti te gustan muchos los niños” .

-“No, -contestaba-. A mí la que me gusta es mi mujer.”

¡Cuántos llantos, cuántas depresiones, cuántas desilusiones hemos visto los médicos de Atención Primaria en la consulta causados por este desamor entre parejas! 

 “Doctor, se lo di todo”, me decía una chica que no cesaba de sollozar porque después de varios años su novio,con quien mantenía relaciones, la había dejado. De aquí extraje un consejo que he repetido muchas veces a las jóvenes: No entregues lo que no le corresponde a quien no le corresponde.

Cambio de mentalidad

La contracepción ha propiciado importantes cambios de conducta sociales, comenzando por el movimiento “Hippie” de los años 60 del siglo pasado hasta desencadenar una brutal caída de la natalidad en todo el orbe y también un alarmante aumento de los divorcios, con lo que esto conlleva de sufrimiento para padres, pero sobre todo para los hijos. 

Puede que no sean tan sensibles cuando son pequeños, pero para un hijo mayorcito o adolescente, el divorcio de sus padres es una cruel traición hacia él. Su salud mental se deteriora muy gravemente y ningún argumento les sirve de consuelo; lo he podido constatar muchas veces en la consulta.

Pero también la contracepción, junto con el consumo de alcohol y drogas, está en el meollo de la actual movida juvenil, y éste es otro de los grandes escándalos de nuestro tiempo.

Pienso que una chica de 10 -11 años que comienza a tener una pandilla pre-movida, si no ha recibido una acendrada formación en lo referente a la moral sobre el verdadero sentido del amor humano, está perdida. Y me temo que son la mayoría.

-“No me traigas hechos consumados -o sea, un embarazo-. Protégete”-. Esto le decía un padre a su hija adolescente. Yo lo interpreto como: “déjate abusar, pero…”.

Moral sexual

Porque, ¿quién educa hoy a los jóvenes y a los adultos incidiendo valientemente en la moral sexual querida por Dios?, ¿los padres?, ¿la parroquia?, ¿el colegio?, ¿o nadie?

Yo respondería –con mucho pesar- que nadie o casi nadie y, claro, las chicas y los chicos llegan a la madurez faltos de toda doctrina moral y expuestos a las consecuencias de este juego sensiblero que, frustrando tantas expectativas, acaba en la desconfianza entre el hombre y la mujer, en el desencanto de la vida y en la infelicidad porque no saben “trabajar” el amor.

La gracia de Dios no ha disminuido, la admirable doctrina que propone la Iglesia católica sobre la moral sexual y matrimonial debe proclamarse más y más para dar alegría a los corazones desilusionados.

Seamos esos “heraldos del evangelio” valientes que proponía san Juan Pablo II.

Por mi parte voy a intentar arreglar el mundo y ya me he inscrito en mi parroquia como catequista jubilado. Intentaré afrontar esta nueva etapa con sabiduría pero sin dejarme llevar por el pesimismo, muy al contrario, pondré toda mi ilusión. Tendré que aprender algo de pedagogía. La gracia y la eficacia las pone Dios. Espero no defraudarle.

El autorEduardo Arquer Zuazúa

Médico

Evangelio

Mi reino no es de aquí. Viernes Santo en la Pasión del Señor (B)

Joseph Evans comenta las lecturas del Viernes Santo en la Pasión del Señor (B).

Joseph Evans·26 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos

Las lecturas de hoy (¡muy largas!) se centran en que Cristo es rey. Poncio Pilato, el gobernador romano, interroga a Jesús al respecto. Si Jesús afirma ser rey, esto podría ser una amenaza para el Imperio romano. Israel era un estado sometido a Roma, por lo que si Jesús afirmaba ser rey, podría tratarse de un acto de rebelión contra el imperio. De hecho, más tarde oímos a los judíos amenazar a Pilato: “Todo el que se hace rey está contra el César”. Así que le pregunta a Jesús: “¿Eres tú el rey de los judíos?”.

Jesús deja claro que es un rey, pero que su reino no es terrenal: “Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí”.

Es un reino espiritual, no político. Pero Pilatos sigue sin entenderlo. E insiste: “Entonces, ¿tú eres rey?”. La respuesta de Nuestro Señor es misteriosa: “Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz”.

Así pues, Jesús es rey, pero no de la forma en que comúnmente se entiende. Su reino no tiene que ver con el poder en la tierra ni con el que se consigue mediante la corrupción. Cuando pensamos en política y poder, solemos pensar en engaño y falsedad, no en verdad. Pilato está igualmente confundido. Pregunta: “Y ¿qué es la verdad?”. Como si dijera: “¿Qué tiene que ver la verdad con el gobierno terrenal?».

Jesús es rey con un reino que no es de este mundo y una realeza relacionada con la verdad. Cuanto más miramos al cielo y decimos la verdad, más reyes somos, más nos gobernamos a nosotros mismos. Hay una realeza que viene con la honestidad y la sinceridad y con mirar hacia el cielo. El verdadero gobierno está en el cielo. Jesús nos promete que, si somos fieles, compartiremos su trono en el cielo (Ap 3, 21). Como él venció y comparte el trono de su Padre, nosotros compartiremos su triunfo.

Hoy es un día para centrarnos en la Cruz como fuente de salvación. Jesús nos salvó muriendo por nosotros: aceptó esa muerte brutal y la convirtió en amor infinito, venciendo el mal de nuestros pecados. Estamos invitados a aceptar la Cruz, a convertir el sufrimiento en amor, y así colaborar con Jesús en su obra de salvación. Pero el sufrimiento también llega cuando es difícil decir la verdad. Nuestro testimonio de la verdad, con todo el sacrificio que ello pueda suponer, se convierte en unión con el sacrificio de Cristo.

Cultura

Dos propuestas de cine religioso: Guadalupe y The Chosen

Una nueva película documental sobre la Virgen de Guadalupe y la cuarta temporada de The Chosen son la propuesta de cine para estas semanas.

Patricio Sánchez-Jáuregui·25 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: < 1 minuto

Dos propuestas de contenido religioso. La nueva producción sobre la Virgen de Guadalupe y la cuarta temporada de la exitosa serie The Chosen, son las propuestas de cine y series para estos días.

Guadalupe: Madre de la Humanidad

Guadalupe es un ambicioso film documental que aspira a transmitir con precisión y arte los mensajes y milagros de la Virgen de Guadalupe “para alegría y consuelo de millones de corazones”.

Aunando ficción, testimonios y entrevistas, esta película intenta condensar 500 años de tradición mariana desde las apariciones relatadas en el Nican Mopohua.

Una producción internacional que procura aportar testimonios de todo tipo de personas para apelar a un gran público, con entrevistas y documentación humana y teológica que ahondan en los enigmas que rodean las Apariciones, su significado espiritual y sus efectos.

Guadalupe: Madre de la Humanidad

Directores: Andrés Garrigó y Pablo Moreno
Guión: Andrés Garrigó, Josepmaria Anglès, Javier Ramírez y Josemaría Muñoz
Plataformas: Cines

The Chosen. Temporada 4

The Chosen (Los Elegidos), drama sobre la vida de Jesucristo, vuelve con su temporada más ambiciosa hasta la fecha.

Con un enfoque interesante que ha conquistado y enganchado a una gran audiencia mundial, Los elegidos cuenta la historia del Nuevo Testamento, con ciertas licencias creativas para ahondar en el contexto y vidas que rodeaban la figura de Jesús de Nazaret.

En esta temporada, los personajes se enfrentarán a los mayores desafíos a los que se han encontrado, poniendo a prueba las lealtades y su fe, y Jesús se encontrará más aislado que nunca a medida que aumenta la presión de las más altas autoridades políticas y religiosas.

The Chosen

Director: Dallas Jenkins
Actores: Jonathan Roumie, Elizabeth Tabish, Shahar Isaac, Paras Patel, Erick Avar
Plataforma: Cines y TV multiplataforma
Vaticano

El Papa Francisco anima a los jóvenes a recuperar la esperanza

Hace 5 años el Papa Francisco publicó su exhortación apostólica “Christus vivit”, dirigida a todos los jóvenes del mundo. El 25 de marzo de 2024 también ha querido dirigirse a las nuevas generaciones de la Iglesia para animarles a recuperar la esperanza.

Paloma López Campos·25 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos

En el quinto aniversario de la exhortación apostólica “Christus vivit”, el Papa Francisco vuelve a dirigirse a los jóvenes de todo el mundo. En su breve mensaje, el Pontífice comienza recordando a las nuevas generaciones que “¡Cristo vive y quiere que ustedes vivan!”. Un recordatorio, explica el Santo Padre, que quiere que reavive en los jóvenes la esperanza.

Ante el complicado escenario que se abre ante el mundo, marcado por las guerras y la tensión social, Francisco propone en su mensaje a los jóvenes que se agarren a una verdad: “Cristo vive y te ama infinitamente. Y su amor por ti no está condicionado por tus caídas o tus errores”. El amor de Jesucristo es incondicional, subraya el Pontífice, tal y como puede verse en la Cruz.

Anuncio por y para los jóvenes

El Papa se dirige a cada joven para aconsejarle en su relación con Cristo: “camina con Él como con un amigo, acógelo en tu vida y hazle partícipe de las alegrías y las esperanzas, los sufrimientos y las angustias de tu juventud”. Así, asegura el Pontífice, “tu camino se iluminará y las cargas más grandes se volverán menos pesadas, porque será Él quien las lleve contigo”.

“¡Cuánto quisiera que este anuncio llegase a cada uno de ustedes, y que cada uno lo percibiese vivo y verdadero en su propia vida y sintiera el deseo de compartirlo con sus amigos!”, exclama el Papa en su mensaje. Por tanto, dice Francisco, “háganse oír, griten esta verdad, no tanto con la voz sino con la vida y con el corazón”.

Los jóvenes peregrinos esperan a que el Papa Francisco llegue a la vigilia de la Jornada Mundial de la Juventud 2023 (OSV News photo / Bob Roller)

Esperanza de la Iglesia

Para finalizar su mensaje, el Santo Padre recuerda que “‘Christus vivit’ es fruto de una Iglesia que quiere caminar unida y que por eso se pone a la escucha, en diálogo y en constante discernimiento de la voluntad del Señor”. Precisamente en base a esto es más necesaria que nunca la participación de los jóvenes en el Camino Sinodal que vive la Iglesia.

El Papa Francisco se despide recordando a los jóvenes que “son la esperanza de una Iglesia en camino”. Además les pide que no falte nunca “el empuje que tienen, como el de un motor limpio y ágil; su modo original de vivir y anunciar la alegría de Jesús Resucitado”. Y finaliza asegurando que reza por los jóvenes, pidiendo a su vez que ellos recen por él.

Cultura

Isabel Sánchez: «Una persona que está siendo cuidada aporta humanidad”

Su experiencia vital, marcada por una enfermedad, y una reflexión sobre la sociedad en la que nos movemos llevó a Isabel Sánchez a centrar su segundo libro en la experiencia y necesidad de cuidar y ser cuidados.

Maria José Atienza·25 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 5 minutos

Hace unos años, a “la mujer más poderosa del Opus Dei”, como la calificaron algunos medios, le diagnosticaron un cáncer. El mundo apenas se estaba recuperando de la pandemia COVID19 e Isabel Sánchez empezó una etapa en la que hospitales, enfermeras, oncólogos y salas de espera comenzaron a formar parte de su rutina habitual.

Como ella misma recuerda, “yo me pensaba que estaba bien y de repente tu cuerpo te lleva la contraria”. Por aquel entonces, acababa de publicar su libro Mujeres Brújula en un bosque de retos y, verse en la piel del “cuidado”, de la persona que necesita ser atendida física y también anímicamente, la llevó a concebir la idea de Cuidarnos, su segundo libro en el que trata específicamente de la grandeza del cuidado y del cuidador, así como la necesidad de una sociedad vinculada y afectiva.

De todo ello, Isabel Sánchez ha hablado en esta entrevista con Omnes en la que destaca, entre otras cosas

Todo libro tiene un proceso. En el caso de Cuidarnos, ¿cómo pasa de la idea a la escritura?

–El germen está en Mujeres Brújula en un bosque de retos. Ya ahí comienzo a plantearme los retos de la sociedad en la que vivo. Me hago más consciente de toda esa enseñanza del Papa Francisco sobre la cultura del descarte que se completa con la enseñanza de san Juan Pablo II sobre la vida. Sobre todo, influye toda esa constante del Papa Francisco en señalar que vivimos en la encrucijada entre descartar o cuidar. Eso constituye el corazón de este libro.

Junto a todo esto, la vida -con la enfermedad- te pone en la posición de ser cuidado y te das cuenta de que no todos tenemos esta mentalidad. Sobre todo, cuando te sientes más autónoma, que fue lo que me pasó a mi.

A mi me diagnosticaron una enfermedad grave en un momento en el que habría jurado que estaba fenomenal. Entonces, te das cuenta que eres una de tantas millones de mujeres con ese mismo diagnóstico y con esa misma realidad. Y no sólo por una enfermedad grave, sino que todos vamos a tener que ser cuidados.

¿Qué nos pasa? ¿Por qué negamos entonces esa realidad tan evidente?

–Creo que vamos a una sociedad que va a implosionar. No nos van a poder cuidar, a no ser que nos propongamos reconstruirla de otro modo, tanto en infraestructura, como en economía, etc…. Y especialmente, reconstruirla de fondo, en cuanto a corazón, a cultura.

Nuestra sociedad, como ha mercantilizado la persona, lo ha mercantilizado todo, incluso el cuidado. ¿Cuál es la opción que presenta como más rápida, fácil y que disfraza de mas digna?: “Elige morir”. Me parece penoso que, en el siglo XXI, con todos los adelantos técnicos, con la capacidad de educación que tenemos, ésa sea nuestra pobre respuesta y no podamos decir, “tu vida vale la pena hasta el final y vale la pena para mí, estado; para mí, vecino; para mí, familiar… y para ti mismo. Todos estamos de acuerdo, vamos a cuidarla”.

Habla de un cambio cultural. ¿No es un planteamiento utópico?

–Es una cosa de muchos años, por supuesto. Pero si nos roban esa capacidad de soñar, ¡se acabó!

El libro es, en parte, una pequeña semilla de revolución, de continuar una revolución que no es mía si no que han empezado muchos factores: pensadores, las impulsoras de la ética del cuidado, la corriente cristiana desde hace 21 siglos y un Papa que amplifica todo este mensaje.

¡Claro que se puede! Hay mucha gente apasionada del cuidado trabajando en esto.

Cuidarnos

Autor: Isabel Sánchez
Editorial: Espasa
Páginas: 208
Año: 2024

Aún así, ¿seguimos viendo el cuidado como una carga?

–Porque a veces es una carga.

En el libro se trata el cuidado como florecimiento, fatiga y fiesta. Pero fatiga hay. Mucho más si no hay reconocimiento social, si no hay valorización, retribución. Entonces, sí es una carga. Podemos y debemos cambiar eso.

¿Cómo equilibrar el papel del cuidado y del cuidador?

–Creo que nos falta reflexión sobre qué aporta una persona cuidada. Por eso nos sentimos, a veces, inútiles, o como un freno. Estamos tan imbuidos de la lógica de la productividad, de la eficiencia, de una lógica mercantil, al fin y al cabo, que nos parece que, si no damos producción, resultados, economía, no estamos aportando.

Sin embargo, una persona que esta siendo cuidada aporta humanidad, aporta posibilidad de misericordia, aporta gratuidad, y oportunidad de gratuidad para el que cuida.

Una persona que se deja cuidar bien, con agradecimiento, con justicia -que significa que demanda los cuidados necesarios y no otros- tiene mucho que aportar. En la persona cuidada falta, en ocasiones, esa reflexión de autoconciencia del valor que aporta en esa posición.

¿Esa es una reflexión que sólo puede hacer la persona cuidada?

–Es imprescindible hacerla en conjunto. Porque si quien es cuidado considera que está aportando, pero el otro no se lo reconoce….

Se puede establecer un circulo virtuoso entre la persona que cuida y la persona cuidada. Emerge una relación nueva, que aporta a la humanidad algo nuevo. Y lo que aporta, es precisamente magnanimidad en el cuidador y gran humanidad.

Este mundo tecnologista no puede llevarnos a un estado de frialdad, sin sentimientos, sin espacio para esa amalgama de autonomía y vulnerabilidad, que es lo plenamente humano.

Usted habla de la pandemia, del dolor como una oportunidad. ¿Siempre se sale mejor del dolor?

–Creo que el dolor, el impacto, es una gran oportunidad. Todas las revoluciones parten del dolor. Eso es así. Nos hemos convertido en un mundo tan acelerado, superficial y disperso que no aprovechamos bien esas oportunidades.

La pandemia ha sido una gran sacudida, nos ha hecho conscientes de muchas realidades. Sí que creo que hay personas que han cambiado a mejor tras la pandemia y cosas que pueden ir cambiando a mejor. Aún es pronto quizás y a esto se une que teníamos hábitos, muy arraigados, de individualismo, indiferentismo…

La peor pandemia que sufrimos es la superficialidad, no tener tiempo de reflexionar y de pensar qué consecuencias personales saco de estas situaciones. Para que de la pandemia saquemos una sociedad mejor tenemos que salir mejor cada uno. Eso es una elección personal y estamos todavía a tiempo.

Me pasa a mí también, que intento reflexionar, y en no pocas ocasiones tengo que pararme y volver a preguntarme: “Yo, ¿salí mejor?” Y se me enciende la luz, porque ya se me había olvidado esta cuestión, debido al acelere que llevamos. Esa luz me dice “¡Acuérdate! Que ya has tenido dos trallazos que te hablan de las cosas importantes que has de priorizar”. Es un camino a ser mejores, pero hay que proponérselo.

Dios es un gran cuidador y está pendiente de cada uno

Isabel Sánchez. Autora de «Cuidarnos»

¿Somos conscientes de que necesitamos al otro? ¿Nos “escondemos” de esta necesidad?

–Diría que si. Para mi fue muy revelador ver una serie de anuncios publicitarios de Navidad, en la época de pandemia y el tema eran los vínculos, las relaciones. En todos.

Este año, por ejemplo, nos contaban la dicha tener gente con la que compartir alegrías. Ese anhelo que tenemos tan fuerte no nos lo puede borrar nadie. Queremos eso. Entonces, ¿por qué no construir un mundo que nos permita tenerlo? ¿Por qué se apuesta por el divorcio express? ¿Por qué no invertimos nuestras mejores energías en conservar la relación con el otro para no descartarla tan rápido?

Tenemos un recorrido que hacer: reflexionar y construir. Ésta es la propuesta del libro.

Como persona entregada a Dios en el Opus Dei. ¿Podemos construir una sociedad vinculada sin terminar en Dios?

–El hombre tiene un gran anhelo de Dios. Cuando hablamos de ansia de comunión, de entrar en verdad en el otro, de alguien que nos haga crecer, que nos custodie, que nos valore…, quizás sin fe estamos imaginando a alguien “perfectísimo” e inalcanzable. Pero lo que ocurre es que, en el fondo, somos infinitos y eso solo lo puede llenar un infinito.

La buena noticia es que Dios es un gran cuidador y está pendiente de cada uno. Está diciendo: “Te quiero llenar todos esos deseos que tienes. Déjame estar cerca. Déjame apostar por ti, porque lo único que voy a hacer es afirmarte”.

Evangelio

La verdadera comida. Jueves Santo en la Cena del Señor

Joseph Evans comenta las lecturas del Jueves Santo en la Cena del Señor (B).

Joseph Evans·25 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos

En muchos sentidos somos lo que comemos. Si solo comemos comida basura, poco a poco nos convertimos en personas basura. Si comemos comida rica y opulenta, esto crea en nosotros deseos esnobs y pretenciosos y, si podemos permitírnoslo, intentamos vivir vidas ricas y lujosas. La dieta se convierte en un modo de vida. Pero si comemos comida sencilla y casera, preparada con amor por nuestras esposas o madres, esto nos ayuda a convertirnos en personas hogareñas. El amor con el que se preparó la comida de alguna manera entra en nosotros. La comida no es solo combustible, se convierte en una actitud ante la vida. El amor y la creatividad que se ponen en esa comida ayudan a formarnos.

Esto es relevante para la fiesta de hoy, porque se trata de la salvación a través de la comida. En este día, Nuestro Señor Jesucristo instituyó la Eucaristía, dándonos su cuerpo y su sangre en forma de pan y vino, y haciendo sacramentalmente presente su sacrificio en la Cruz y su conquista de la muerte mediante la Resurrección.

Recordemos que la condenación de la humanidad comenzó a través de la comida, cuando Adán y Eva comieron del fruto prohibido. Nos condenamos a través de la comida, pero entonces Cristo nos salvó dándonos un nuevo alimento, su propio ser en la Eucaristía. Perdimos nuestra dignidad comiendo mal y ahora somos elevados a una dignidad mayor comiendo bien. La Eucaristía consiste en comer bien, en convertirse literalmente en el alimento que comemos.

Empecé diciendo: “En muchos sentidos somos lo que comemos”. Y eso se hace realidad en la Misa. Porque lo que comemos es literalmente el cuerpo y la sangre de Jesús, Jesús mismo. Cuando comulgamos, comemos a Jesús. El pan que comemos y el vino que a veces bebemos ya no son, de hecho, pan y vino. Tienen la apariencia, el sabor, del pan y del vino, lo que llamamos los accidentes, pero ahora son Jesús mismo, verdadero Dios y verdadero hombre. Comemos a Jesús mismo. Con la comida ordinaria, la comida que recibimos se convierte en nosotros; pero con la Eucaristía, nosotros nos convertimos en la comida que recibimos. Al recibir a Jesús en la Comunión nos hacemos más él, nos transformamos poco a poco en él. Y al parecernos más a Él, nos hacemos más nosotros mismos. Jesús instituyó la Eucaristía durante una cena pascual, reviviendo la liberación de Israel de la esclavitud de Egipto. También nos podría ayudar a considerar que, a través de los sacramentos, Dios nos libera. Somos liberados del pecado para descubrir nuestra verdadera identidad de hijos de Dios.

Vaticano

Domingo de Ramos. El Papa pide que abramos nuestro corazón a Jesús

El Pontífice ha sustituido la homilía en la Misa de este Domingo de Ramos por el silencio y la oración. Antes, ha bendecido las tradicionales palmas y ramos de olivo para la procesión en la Plaza de San Pedro. El Santo Padre ha manifestado que Jesús entró en Jerusalén como Rey humilde y pacífico. “Sólo Él nos puede liberar de la enemistad, del odio, de la violencia, porque Él es la misericordia y el perdón de los pecados”. 

Francisco Otamendi·24 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

Esta mañana del Domingo de Ramos, el Papa Francisco ha presidido en la Plaza de San Pedro la celebración Eucarística que conmemora la entrada del Señor en Jerusalén, y que da inicio a las tradicionales celebraciones del misterio pascual de la pasión, muerte y resurrección de Jesús en esta Semana Santa, con el Jueves Santo, Viernes Santo, y el domingo de Pascua de Resurrección. Decenas de miles de fieles y peregrinos han asistido a la Eucaristía.

La novedad ha sido la ausencia de homilía, que el Santo Padre ha sustituido por una largo rato de silencio de oración, antes de rezar el Credo. El concelebrante principal ha sido el Prefecto del Dicasterio para las Iglesias Orientales, cardenal Claudio Gugerotti, junto a los cardenales Giovanni Battista Re y Leonardo Sandri.

Antes de la Misa ha tenido lugar en la Plaza de San Pedro, junto al obelisco, la procesión de las decenas de cardenales concelebrantes y obispos con los «parmureli», las ramas de palmas tejidas según un sistema antiguo y complejo que se utilizaba para aclamar la entrada de Jesús en Jerusalén. Es una antigua y no tan conocida tradición que se renueva cada año desde tiempos del Papa Sixto V. Este año los“parmureli” provienen de la ciudad italiana de San Remo, y su elaboración y transporte ha sido confiada a la Asociación Famijia Sanremasca.

Posteriormente, varios centenares de laicos con sus familias procesionaron con ramos de olivo, recordando la entrada triunfal del Señor en un borrico en Jerusalén, aclamado por la multitud.

La Pasión del Señor leída en la Misa ha correspondido al Evangelio de san Marcos; la primera lectura, del profeta Isaías; el salmo, “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”, y en la Epístola, los diáconos han leído el fragmento de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses que se refiere a la humildad y el anonadamiento de Jesús que, siendo Dios, tomó la condición de esclavo y se sometió a la muerte y muerte de cruz.

Oración por las víctimas de Moscú, por Ucrania, por Gaza…

Al final de la celebración eucarística, el Pontífice ha rezado el Ángelus a la Virgen Maria, y ha condenado el “cobarde atentado terrorista” que ha tenido lugar en Moscú, ha rezado por las víctimas y sus familias, y ha rogado para que Dios convierte el corazón de quienes cometen estas “acciones inhumanas que ofenden a Dios, que nos ha ordenado: No matarás”.

Asimismo, el Santo Padre ha manifestado que Jesús entró en Jerusalén como Rey humilde y pacífico. “Abramos nuestros corazones, sólo Él nos puede liberar de la enemistad, del odio, de la violencia, porque Él es la misericordia y el perdón de los pecados”. “Oremos por todos los hermanos y hermanas que sufren a causa de la guerra, de manera especial pienso en la martirizada Ucrania”, donde tantas personas se encuentran en gran necesidad. Y pensemos también en Gaza, que sufre tanto, y en tantos lugares de guerra, ha subrayado.

En el texto embargado de la homilía, que finalmente el Papa no ha pronunciado, el Santo Padre señalaba el huerto de los olivos, Getsemaní, como “compendio” de toda la Pasión, y se refería a la “soledad extrema” de Jesús, y a la necesidad de la oración, como hizo Jesús.

La próxima cita del Santo Padre en Semana Santa será el 28 de marzo, Jueves Santo, en la Basílica Vaticana, donde tendrá lugar la Misa Crismal a las 9.30 horas, fecha en la que los sacerdotes renuevan sus promesas sacerdotales. La tarde de ese día, en el que se conmemora la institución de la Eucaristía y el Día del Amor Fraterno, el Pontífice celebrará la Misa In Coena Domini en la cárcel de mujeres de Rebibbia, en Roma. 

El autorFrancisco Otamendi

América Latina

Santidad y martirio de monseñor Óscar Romero

El 24 de marzo de 1980 fue asesinado el arzobispo salvadoreño Óscar Romero, mártir de la Iglesia católica canonizado por el Papa Francisco el 14 de octubre de 2018. El postulador de la causa de canonización, monseñor Rafael Urrutia, afirma en este artículo que el martirio de este santo en El Salvador fue "la plenitud de una vida santa".

Rafael Urrutia·24 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 4 minutos

Para el evento martirial es necesaria una causa suficiente, apta y cualificada, tanto en el mártir como en el perseguidor. Y esta causa suficiente, apta y cualificada para que se realice un auténtico evento martirial es únicamente la fe, considerada bajo un doble aspecto: en el perseguidor por cuanto la odia y en el mártir por cuanto la ama. De hecho, el perseguidor que asesina por odio a la fe es comprensible solo a la luz del amor por la misma fe que anima al mártir.

La causa del martirio

Al hablar aquí de la fe en cuanto causa del martirio, no se entiende solo la virtud teologal de la fe, sino también toda virtud sobrenatural, teologal (fe, esperanza y caridad) y cardinal (prudencia, justicia, fortaleza, templanza), y sus subespecies que estén referidas a Cristo. Por lo que es causa suficiente de martirio no sólo la confesión de la fe, sino también de toda otra virtud infusa. Por tanto, Benedicto XIV sintetiza todo el contenido de la fe como causa del evento del martirio en una fórmula, afirmando que la causa del martirio es constituida por la “fides credendorum vel agendorum”, en cuanto entre las verdades de la fe “aliae sunt theoricae, aliae practicae”.

Testigo de la fe

Todo esto nos lleva a pensar con monseñor Fernando Sáenz Lacalle, arzobispo de San Salvador en el año 2000, en su homilía del vigésimo aniversario de la muerte martirial de Óscar Romero, que “Dios omnipotente, y Bondad infinita, sabe sacar cosas buenas hasta de las acciones más nefastas de los hombres. El horrible crimen que segó la vida de nuestro amado predecesor le proporcionó una inestimable fortuna: morir como ‘testigo de la fe al pie del altar’”.

De ese modo, la vida de monseñor Romero se transforma en una misa que se funde, a la hora del ofertorio, con el Sacrificio de Cristo… Él ofreció su vida a Dios: sus años de infancia en Ciudad Barrios, sus años de seminario en San Miguel o sus años de estudiante en Roma. Su ordenación sacerdotal en Roma el 4 de abril de 1942. Su accidentado regreso a la patria, saliendo de Roma el 15 de agosto de 1943 y llegando a San Miguel el 24 de diciembre del mismo año, pasando una temporada, junto a su compañero el joven sacerdote Rafael Valladares, en los campos de concentración en Cuba, seguida de otra temporada en el hospital de la misma ciudad.

Párroco de Anamorós y luego de Santo Domingo en la ciudad de San Miguel, con múltiples responsabilidades a las que hacía frente con empeño y sacrificio. Después, en 1967, San Salvador: secretario de la Conferencia Episcopal de El Salvador y luego obispo auxiliar de monseñor Luis Chávez y González. En 1974 fue nombrado obispo de Santiago de María y el 22 de febrero de 1977 tomó posesión de la sede arzobispal de San Salvador, habiendo sido elevado a ella el 7 del mismo mes. Sede que ocupó hasta el encuentro con el Padre el 24 de marzo de 1980.

Estos rápidos datos biográficos nos ayudarán en el empeño de ofrecer a la Santísima Trinidad la existencia terrena de monseñor Romero junto a la vida de Cristo Jesús. No ofrecemos unos datos, ofrecemos una vida intensa, rica en matices; ofrecemos la figura de un pastor en el que se descubre la profundidad enorme de su vida, de su interioridad, de su espíritu de unión con Dios, raíz, fuente y cumbre de toda su existencia, no solamente desde su vida arzobispal, sino desde su vida de estudiante y joven sacerdote. Una vida que floreció hasta convertirlo en el “testigo de la fe al pie del altar” porque sus raíces estaban bien cimentadas y metidas en Dios, en Él encontró la fuerza de su vitalidad, por Él, con Él y en Él fue viviendo, también, su vida arzobispal entre las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios. “Monseñor Romero, hombre humilde y tímido, pero poseído por Dios, logró hacer lo que siempre quiso hacer: grandes cosas, pero por los caminos que el Señor le tenía señalados, caminos que fue descubriendo en su intensa e íntima unión con Cristo, modelo y fuente de toda santidad”.

Obediente a la voluntad de Dios

Quienes conocimos a Monseñor Romero desde sus primeros años de sacerdocio, somos testigos que mantuvo vivo su ministerio dándole primacía absoluta a una nutrida vida espiritual, la que nunca descuidó a causa de sus diversas actividades, manteniendo siempre una sintonía particular y profunda con Cristo, el Buen Pastor, a través de la liturgia, la oración personal, el tenor de vida y la práctica de las virtudes cristianas, así quiso configurarse con Cristo Cabeza y Pastor participando de su misma “caridad pastoral” desde su donación de sí a Dios y a la Iglesia, compartiendo el don de Cristo y a su imagen, hasta dar su vida por la grey.

Monseñor Romero fue un sacerdote que llevó una vida santa desde el seminario. Y aunque existieron, evidentemente, por la naturaleza humana, pecados en su vida, todos ellos fueron purificados con el derramamiento de su sangre en el acto martirial.

No quiero ofrecer una imagen “light” de Monseñor Romero, sino que, después de treinta años de trabajo como postulador diocesano de su causa de canonización, deseo compartir mi punto de vista, mi apreciación de un obispo buen pastor que siempre fue obediente a la voluntad de Dios con delicada docilidad a sus inspiraciones; que vivió según el corazón de Dios, no solo los tres años de su vida arzobispal, sino toda su vida.

Dios nos dio en él un auténtico profeta, al defensor de los derechos humanos de los pobres y al buen pastor que dio su vida por ellos; y nos enseñó que es posible vivir según el corazón de Dios nuestra fe cristiana. Así lo afirmó en la Carta Apostólica de beatificación el Papa Francisco cuando señaló, a través del cardenal Amato, el 23 de mayo de 2015: “Óscar Arnulfo Romero y Galdámez, obispo y mártir, pastor según el corazón de Cristo, evangelizador y padre de los pobres, testigo heroico del reino de Dios, reino de justicia, de fraternidad, de paz”.

El autorRafael Urrutia

Postulador diocesano de la causa de canonización de monseñor Óscar Romero

Actualidad

Los obispos alemanes acuerdan con Roma que no tomarán decisiones sin aprobación de la Santa Sede

Tras la reunión del viernes, se reitera que las formas de ejercer la sinodalidad en Alemania estarán en consonancia con la eclesiología del Vaticano Segundo, las disposiciones del Derecho Canónico y las conclusiones del Sínodo de la Iglesia universal.

José M. García Pelegrín·23 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

Los obispos alemanes han acordado someter sus trabajos en el marco del “Camino Sinodal” y “Comité Sinodal” a la aprobación de la Santa Sede. Este compromiso se ha anunciado en un breve comunicado publicado por la Oficina de Prensa de la Santa Sede al término de una jornada de reuniones en el Vaticano, el viernes. En dicha reunión, una delegación de obispos alemanes se encontró con seis representantes de dicasterios vaticanos: el Cardenal Secretario de Estado Pietro Parolin, así como por los prefectos del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, cardenal Víctor M. Fernández; para los Obispos, cardenal Robert F. Prevost; para la unidad de los cristianos, cardenal Kurt Koch; para el culto divino y la disciplina de los sacramentos, cardenal ArthurRoche; y para los textos legislativos, Mons. Filippo Iannone.

El comunicado afirma que dicha reunión transcurrió en un ambiente positivo y constructivo. Sin especificar cuáles fueron éstas, se dice que se trataron “algunas cuestiones teológicasabiertas planteadas en los documentos del Camino Sinodal de la Iglesia en Alemania”, lo cual “permitió identificar diferencias y puntos en común”, según el método del Informe Final de Síntesis del Sínodo de la Iglesia Universal de octubre de 2023. Se acordó “un intercambio periódico entre los representantes de la DBK y de la Santa Sede sobre los futuros trabajos del Camino Sinodal y del Comité Sinodal”. 

En este contexto, “los obispos alemanes dejaron claro que este trabajo tratará de identificar formas concretas de ejercer la Sinodalidad en la Iglesia en Alemania, de acuerdo con la eclesiología del Concilio Vaticano II, las disposiciones del Derecho Canónico y los frutos del Sínodo de la Iglesia universal, para luego someterlas a la aprobación de la Santa Sede.” También se acordó celebrar una próxima reunión “antes del verano de 2024”.

Este diálogo se inició durante la visita ad limina de los obispos alemanes en noviembre de 2022 y se continuó a lo largo de 2023. Durante este tiempo, varios dicasterios vaticanos expresaron su oposición a la creación de un “Consejo Sinodal” que perpetuara el Camino Sinodal iniciado en 2019, pues dicho Consejo podría comprometer la autoridad del Obispo en una determinada diócesis o de la Conferencia Episcopal a nivel nacional. 


Ante la falta de aprobación del Vaticano para dicho “Consejo sinodal”, los representantes del Camino Sinodal acordaron crear inicialmente un “Comité sinodal” que, a lo largo de tres años, prepararía dicho Consejo. El Comité se constituyó el 11 de noviembre de 2023: tras la aprobación de sus estatutos por el Comité Central de los Católicos Alemanes (ZdK) estaba pendiente de la aprobación por parte de la DBK, que había previsto hacerlo en su Asamblea plenaria del del 19 al 22 de febrero.

Sin embargo, los cardenales Pietro Parolin, Víctor M. Fernández y Robert F. Prevost enviaron, el 16 de febrero, una carta –aprobada expresamente por el Papa Francisco– a laDBK para solicitar que ésta, en su Asamblea plenaria, no tratara los Estatutos de un “Consejo Sinodal”. Tras recibirdicha misiva, se fijó el 22 de marzo como fecha para continuar el diálogo. En la carta del 16 de febrero, los cardenales recordaban un Consejo sinodal “no está previsto por el derecho canónico vigente y, por tanto, una resolución en este sentido de la DBK sería inválida, con las correspondientes consecuencias jurídicas.” Ponían en duda la autoridad que “tendría la Conferencia Episcopal para aprobar los estatutos”, pues ni el Código de Derecho Canónico ni el Estatuto de la DBK “proporcionan una base para ello”. 

Según la agencia católica de noticias KNA, con el compromiso adoptado por los obispos alemanes, éstos “se han comprometido de facto a no crear nuevas estructuras de dirección para la Iglesia católica en Alemania en contra de la voluntad de Roma”. En algún medio, como la revista sensacionalista “Stern”, se dice que “los obispos alemanes han cedido, tras la última carta incendiaria procedente del Vaticano”. Según dicha revista, “es probable que los obispos alemanes hayan reaccionado así a la advertencia del Vaticano de una escisión de la Iglesia”. Y añade: “con la declaración conjunta queda descartada la creación de un consejo de las características que estaban previstas, donde laicos y obispospudieran tomar decisiones conjuntamente”.

El comité central ZdK no se ha manifestado aún tras la reunión del viernes. Recientemente, su presidenta Irme Stetter-Karp declaró al portal oficioso de la DBK “katholisch.de” que,si no se llegara a constituir el Comité sinodal, debido a la resistencia del Vaticano, el ZdK se retiraría de la colaboración con los obispos.

Vocaciones

Tomaž Mavrič, superior general de la Congregación de la Misión: “Queremos volver a nuestras raíces”

La familia vicenciana se prepara ya para su 400° aniversario, que se cumplirá en abril de 2025. Varios proyectos están en marcha para celebrar esta fecha que quiere ser un impulso para "volver a las raíces".

Hernan Sergio Mora·23 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 4 minutos

El impulso espiritual suscitado por San Vicente de Paúl en el año 1625 continúa hasta nuestros días. La Familia Vicenciana, de la que forman parte casi 4 millones de personas involucradas en obras de caridad hacia los más pobres, se prepara para su 400° aniversario en abril de 2025.

Las iniciativas para celebrar esta efeméride son variadas. Entre ellas destaca la Maison Mère (casa madre) en París, recién restaurada y que permitirá hospedar a peregrinos y a diversos grupos que quieran ir a rezar ante las reliquias de su fundador, san Vicente, y además visitar el lugar de las apariciones de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa en la Rue du Bac, y los santuarios de la capital francesa.

¿Cuál es la salud de la congregación, cuáles son las perspectivas, cómo es el carisma ayer y hoy? Quién mejor para entender esto, que el superior general de la Congregación de la Misión, el padre Tomaž Mavrič, que ha conversado con Omnes sobre estos aspectos.

Una vida en las periferias

Nacido en Buenos Aires, su familia llegó de Eslovenia huyendo del régimen de Tito. Mavrič ha trabajado en diversos países en los últimos años: Canadá, Eslovenia, Ucrania… De 1997 a 2001 fue misionero en un territorio casi siberiano, en una ciudad cerrada, fuertemente marcada por la antigua URSS, en el Oeste de Siberia, Niznij Tagil.

De esta ciudad el padre Tomaž recuerda a una misionera laica, «la señora Lidia, ahora con más de noventa años, que fue, por así decir, ‘el párroco’ durante la persecución. Ella acabó prisionera en un gulag por su fe católica y cuando fue liberada comenzó a reunir un grupo de católicos”.

Recuerda también que la señora Lidia “viajaba durante dos días en tren para llevar la eucaristía a muchas personas”. Este grupo de laicos “fue la base que permitió nuestra llegada», dijo.

Sin embargo, la presencia de los misioneros vicentinos en Rusia terminó hace dos años cuando fueron expulsados por el gobierno de Putin (a excepción de las monjas de las Hijas de la Caridad).

Volver a las raíces

Ahora, en vísperas del cuarto centenario de la congregación, los vicencianos tienen un deseo: “ser una Iglesia en salida”, señala el padre Tomaž Mavrič. Por ello, “cada año – como le prometimos al Papa Francisco- invitamos a los integrantes de la congregación a partir a las misiones, y una treintena se proponen”. Recuerda también que el Papa Francisco durante una visita les dijo “mi corazón es de Vicentino”.

Otro de los deseos, como apunta Mavrič es que “la Maison Mère que, jurídicamente es de la Provincia de Francia, reciba un nuevo estatus: el de Casa madre de toda la congregación. Allí está el cuerpo de san Vicente y de dos mártires del siglo XIX en China. Y se halla a dos pasos la Casa madre de las Hijas de la Caridad de san Vicente de Paul, en la Rue du Bac, donde se apareció la Virgen a Catalina Labouré”.

Un proyecto que tiene como fin el de convertirse en “un centro de evangelización y preparación donde pueda acudir todo aquel que esté interesado, porque es una fuente de gracia. En ese sentido, cuando acabemos los trabajamos de restauración tendremos unas 80 habitaciones disponibles para recibir a un centenar de personas”.

El superior general de la congregación, que cuenta con más de 2.900 miembros alrededor del mundo, considera que actualmente “Europa es tierra de re-evangelización, un lugar de muchas migraciones donde tenemos un grupo misionero con personas que acompañan y ayudan a integrarse a los inmigrantes que llegan de diferentes países”. Por ello “deseamos tener más de estos centros en otras ciudades de Europa”.

Mavrič destaca que “estamos presentes en muchas parroquias pero queremos recuperar nuestras raíces. Hoy, las parroquias con estructuras sólidas, que están en las ciudades, ya no son una prioridad. Sí lo son, en cambio, las iglesias de los lugares más lejanos porque queremos estar en salida”. Y añade “No olvidemos que no por nada fue la gente quien nos empezó a llamar misioneros, ni siquiera nos había definido así nuestro fundador”.

La familia vicenciana

San Vicente fundó en 1617 las “Damas de la Caridad” todas ellas laicas, hoy Asociación Internacional de Caridad; en 1625 fundó la Congregación de la Misión; y en 1633 con Luisa de Marillac a las Hijas de la Caridad, por primera vez como monjas no de clausura y muy presentes en la sociedad, como lo había autorizado la Santa Sede.

Uno de los grupos más numerosos es la Sociedad de San Vicente de Paúl, fundada en 1833 por el italiano Federico Ozanam, además de otras congregaciones con el espíritu y carisma de los vicentinos, que tomaron a san Vicente como padre espiritual, junto a las reglas comunes de congregación.

La familia vicenciana está conformada en la actualidad por 170 congregaciones y grupos de laicos, pasando de “familia” a “movimiento”. Hay personas que no pertenecen a grupos o congregaciones de vida consagrada, pero que viven el espíritu de san Vicente, su espiritualidad y carisma; son voluntarios, están en las parroquias, colegios, hospitales y tantos lugares. 

Tomaž Mavrič apunta que “si hablamos de las 170 congregaciones, se podría calcular unos dos millones de personas involucradas, en cambio si hablamos de movimiento podríamos calcular el doble”.

La fecha de fundación, el 25 de enero día de la conversión de San Pablo, fue elegida por san Vicente como un nuevo inicio, tras su conversión a los 36 años, que le llevó del deseo de ser un sacerdote ‘acomodado’, a «ser un místico de la caridad», que no vio más los lados sucios de la pobreza sino “a Jesús en la otra cara de la medalla”. El carisma es «la evangelización y la ayuda material a los pobres, y la formación del clero diocesano y de los laicos».

En 1617 inició así su nuevo apostolado y en 1625 recibió la aprobación de la Santa Sede. Además de las “misiones populares”, san Vicente consideró que era necesario contar con grupos de voluntarios que trabajaran de forma organizada para ayudar a los necesitados con un trabajo silencioso pero profundo, que se extiende hasta nuestros días en casi cien países”.

El autorHernan Sergio Mora

Experiencias

Mabe Andrada. Descubriendo lo divino de cada día

Comunicadora, diseñadora e ilustradora, Mabe Andrada, natural de Paraguay, tuvo una fuerte experiencia de la presencia de Dios en su vida durante un momento de especial sufrimiento físico y también moral. 

Juan Carlos Vasconez·23 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos

Mabe Andrada, es una comunicadora de 31 años nacida en Asunción, Paraguay.
Se define a sí misma de una manera simple y profunda: “Soy una hija de Dios”. Esta frase no es únicamente una afirmación sino una convicción fundamental que da forma a su existencia y guía su camino.

Graduada en Ciencias de la Comunicación con especialización en Publicidad y Marketing, Mabe despliega sus talentos y pasiones en diversos ámbitos. Trabaja como coordinadora de contenidos en una editorial familiar y también ejerce como editora en Catholic Link, una página dedicada a difundir contenido católico en línea. Además de esto, Mabe es ilustradora y lleva adelante un proyecto de ilustración llamado Artifex Notes, @artifex.notes, en Instagram. 

Más allá de sus roles y actividades, Mabe ve su vida como un proceso continuo de acercamiento a Dios y de vivencia de su fe.

Un encuentro gradual

El encuentro con la fe de Mabe no fue un suceso repentino, sino un camino gradual de descubrimiento y profundización. Mabe recuerda que fue criada en una familia católica donde la presencia de Dios era una certeza en su vida aunque su comprensión de la fe carecía de fundamentos doctrinales sólidos.

Esta situación cambió durante sus años universitarios, fue en ese tiempo cuando Mabe comenzó a explorar más a fondo su relación con Dios, influenciada por las conversaciones con un compañero que la introdujo en el mundo de la espiritualidad y la reflexión religiosa.

Esta búsqueda de Mabe por conocer a Dios y establecer una relación más íntima con Él la llevó a descubrir el Opus Dei, una institución de la Iglesia católica en la que la joven comunicadora encontró, según sus propias palabras, “un camino concreto para vivir su fe en el día a día”

En esta espiritualidad, Mabe halló las prácticas de piedad que anhelaba incorporar en su vida diaria, así como un sentido de pertenencia y vocación que la impulsa a seguir profundizando en su camino espiritual.

Encontrar a Dios en la tristeza

A lo largo de su vida, Mabe señala que “ha experimentado la presencia tangible de Dios en diversos momentos, tanto en las grandes ocasiones como en los detalles aparentemente insignificantes de la vida cotidiana”. Aunque esto lo tiene claro, Mabe está convencida que el “especial impacto”, de Dios en su vida fue su momento favorito y a la vez su momento más triste. Cuenta que su contacto más profundo con Dios se produjo en un momento en el que “atravesaba serios problemas de salud, que me obligaron a trabajar menos, dejar algunas actividades que le gustaban e incluso replantearme el sentido de toda mi existencia”. 

Mabe explica este momento paradójico en su vida: lo califica como su momento favorito porque fue entonces cuando descubrió el profundo valor y sentido del dolor: “Cuando se puede estar a solas con Dios que está sólo; cuando las conversaciones humanas y divinas se hacen más íntimas, cuando se adquiere la certeza de que Él está tomando la mano que se le extiende y, aunque parezca que “pulsea” esa mano, en realidad la está aferrando para que no nos resbalemos”. 

Mabe aspira a ser recordada como alguien que procuraba vivir en sintonía con su fe y su profundo amor por Dios. Su vida, marcada por la búsqueda constante de una relación más cercana con lo divino, es un testimonio de la belleza y la profundidad del camino espiritual, y de alguna forma quiere dejar una huella inspiradora para quienes la conocen en especial en las personas que leen sus escritos.

Cultura

Francesco Angelicchio. Una vida de aventura 

Francesco Angelicchio fue director del Centro Cinematográfico Católico y luego párroco de San Giovanni Battista al Collatino, en Roma. Ahora, un libro recoge la vida de este sacerdote, primer miembro italiano del Opus Dei.

Andrea Acali·22 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

Si aún viviera, sería un brillante ejemplo de esa «Iglesia en salida» tan querida por el Papa Francisco. Una vida aventurera, marcada por el encuentro con un santo y terminada rodeado del afecto de miles de personas que lo conocieron y amaron como su párroco durante unos 25 años, en uno de los suburbios más turbulentos y degradados de Roma.

Se trata de Francesco Angelicchio, quien, siendo un joven y prometedor abogado, conoció a san Josemaría Escrivá. Su vida tomó entonces un rumbo totalmente nuevo e inesperado.

El jueves 7 de marzo se le recordó con la presentación del libro «El primer italiano del Opus Dei», escrito por su sobrino Fabio, periodista de La7, en la iglesia de San Giovanni Battista al Collatino, de la que el sacerdote fue párroco durante unos 25 años, junto al centro Elis, que desde 1965 es un faro de formación y agregación no sólo para el popular barrio de Casalbruciato, sino para todo el centro-sur de Italia.

Una huida «milagrosa»

Una vida aventurera desde muy joven, la de Francesco Angelicchio. Oficial de operaciones en el frente yugoslavo durante la Segunda Guerra Mundial, luego paracaidista en la Folgore, escapó milagrosamente de la masacre de los Fosse Ardeatine.

«Su madre, mi abuela, conocía a un monje de la abadía de San Paolo fuori le Mura», cuenta Fabio Angelicchio, «y durante la ocupación alemana le permitieron esconderse en el convento. Fue la primera vez que vistió sotana…».

Luego vino la infame redada de la abadía en la noche del 3 al 4 de febrero: «Mi tío estaba esperando a que lo registraran y se lo llevaran; seguramente habría acabado en el Fosse Ardeatine. En cambio, mientras estaba en la cola, pidió ir al baño. Se lo permitieron antes de ser registrado, así que se escondió allí y fue ‘olvidado’, consiguiendo salvarse».

Cine y Evangelio

Después de la guerra, el joven Angelicchio conoció a los primeros miembros españoles de la Obra que habían llegado a Italia para iniciar la labor apostólica, y en la Navidad de 1947 se encontró por primera vez con el fundador, que le llamaba cariñosamente «mi primogénito italiano».

Ordenado sacerdote en 1955, se encontró en un puesto que significó mucho en su vida, aunque al principio quiso rechazarlo. De hecho, fue llamado por san Juan XXIII para fundar el Centro Cinematográfico Católico.

San Pablo VI le pidió entonces que eligiera las películas que se proyectarían al Papa. Esto le llevó a entablar amistad con muchas personalidades del mundo del espectáculo, que ciertamente no eran gente de Iglesia.

Sin embargo, san Josemaría le animó, como él mismo contaba y como recuerda su sobrino en el libro: «El Padre (nombre con el que se refería al prelado del Opus Dei, ed.) me llamaba cariñosamente Checco y me decía: tienes que ponerte al borde del abismo; yo te cogeré con una mano y tú con la otra intenta coger algún alma que esté a punto de ir a parar allí».

Personalidades como Alberto Sordi, que más tarde donó el terreno para construir el centro de la tercera edad anexo al Campus Biomédico, eran amigos de Francesco: cuando aún no era un actor conocido, solían ir juntos a los teatros a jugar a la claque…

También estaban Federico Fellini y Giulietta Masina,  Roberto Rossellini, Liliana Cavani, que firmó el prefacio del libro de Fabio, y Pierpaolo Pasolini, que a sugerencia del P. Francesco regresó al plató de «El Evangelio según San Mateo» para volver a rodar algunas escenas que no se ajustaban al texto evangélico.

Párroco en tiempos difíciles

Luego, a principios de los años setenta, fue nombrado párroco de la iglesia de San Giovanni Battista al Collatino, donde dejó una huella indeleble.

Fueron años difíciles: en las paredes había escritos amenazantes contra sacerdotes y fascistas, se ocupaban casas, se levantaban barricadas en las calles con neumáticos ardiendo y el barrio también se vio afectado por la furia asesina del terrorismo de izquierdas.

Sin embargo, Francisco se arremangó. San Josemaría le dijo que saliera al encuentro de la gente, que de otro modo no acudiría a él. Y así lo hizo.

Entraba en las casas, con la excusa de las bendiciones, para hablar con la gente e interesarse por sus problemas. Iba a visitar a los feligreses que habían ido a la cárcel. Deteniéndose en la calle e invitando a tomar café a los jóvenes que momentos antes le habían insultado llamándole «bacarozzo», o cucaracha.

Un sacerdote extrovertido que supo ganarse la estima y el afecto de tanta gente, como relataron varios testimonios durante el encuentro, en un barrio difícil marcado por la droga, la delincuencia, la marginación social, la pobreza y un anticlericalismo generalizado de cuño marxista.

Don Francesco falleció a los 88 años, en el mismo centro de Elis, en noviembre de 2009, hace exactamente 15 años.

¿Su legado? Su sonrisa, su humor típicamente romano y una lealtad inquebrantable a su vocación, traducida en una vida pasada al servicio de la Iglesia y de los demás.

El autorAndrea Acali

-Roma

Recursos

¿El fin de la medicina?

Las leyes que no sólo protegen, sino que instauran como derechos, actos como el aborto o la eutanasia han llevado a una situación en la que cabe plantearse si estos procedimientos pueden ser calificados como "médicos".

Emilie Vas·22 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 5 minutos

Desde principios del siglo XXI, la mayoría de los gobiernos europeos han promovido leyes progresistas para acompañar la «evolución de las costumbres» y de la sociedad. 

La ley sobre el aborto se ha modificado constantemente para ampliar su plazo legal. El matrimonio, así como la adopción, se han abierto a las parejas del mismo sexo, cambiando las definiciones de «familia» y «padres».  Cada vez más, las palabras «madre» y «padre» se sustituyen en los documentos oficiales por «progenitor 1» y «progenitor 2» o incluso por «representante legal». 

La autorización de la procreación asistida para las parejas femeninas ha eliminado la existencia de un padre biológico en los certificados de nacimiento. Las madres de alquiler, la gestación por cuenta ajena o la maternidad subrogada son aceptadas por algunos activistas, que sugieren que los niños nacidos de un «proyecto parental» son más queridos que los nacidos de un «embarazo no deseado».

La sociedad individualista y progresista sigue destruyendo la familia tradicional, con un padre y una madre, para promover cada vez más derechos individuales que reflejen los deseos de cada persona. 

La eutanasia como derecho

Continuando con esta «evolución inevitable» de la sociedad, el Parlamento francés debate desde principios de febrero de 2024 la creación de un derecho al suicidio asistido y a la eutanasia, cuestionando así la legitimidad de la prohibición moral de infligir la muerte, ya que la eutanasia y el suicidio asistido son dos formas diferentes de tratar el sufrimiento mediante la administración de la muerte. 

La idea básica de este debate es proclamar que cada individuo es libre de decidir su propio «final de la vida» y que las autoridades no tienen más remedio que adaptar la moral común a los deseos y exigencias de cada cual. Al convertirse en una elección, la muerte cuestiona la propia definición de la medicina y su papel en la sociedad.

La medicina, del latín medicine ‘remedio’, la noble ciencia de la salud, es el arte de prevenir y curar las enfermedades. Su misión es ofrecer remedios, curar, sanar y proteger. El médico es ante todo el que se ocupa de nosotros y de nuestro sufrimiento. Cuando la eutanasia se convierte en un procedimiento médico, el médico pasa a ser el que quita la vida a los demás.

¿Matar como “acto médico?

¿Pueden el suicidio o la eutanasia considerarse procedimientos médicos? ¿Debe realmente el médico infligir la muerte a pacientes debilitados, vulnerables o amenazados en su integridad cuando debería protegerlos? ¿Debe convertirse la muerte en un medio terapéutico para aliviar el sufrimiento? 

Algunos activistas proclaman la necesidad y el derecho a «morir con dignidad», a poder elegir una muerte «suave» y «digna», una muerte que posea literalmente un valor eminente, una excelencia que debe inspirar respeto. ¿En qué sentido dejar de vivir es estimable u honorable? Estos militantes proponen la eutanasia y el suicidio asistido como procedimientos médicos para tratar el sufrimiento, instrumentalizando así el dolor de los enfermos incurables, cuyo deseo justificable y respetable de dejar de sufrir no puede criticarse ni juzgarse.

Sin embargo, la cuestión del derecho a la eutanasia plantea la cuestión de la muerte como tratamiento contra el sufrimiento, y posteriormente contra cualquier tipo de sufrimiento… 

Hoy en día, todos los países que han legalizado la eutanasia, como Bélgica y Canadá, dentro de un marco legal muy estricto, han ampliado las razones para incluir cualquier sufrimiento psíquico y psicológico, sin ninguna patología física degenerativa o discapacitante, para decidir poner fin a la propia vida, y esto también se aplica a los niños menores de 1 año… 

El hilo conductor de todo lo que se puede leer sobre el «final de la vida» y la necesidad de la eutanasia es la ausencia total de esperanza, y finalmente lo que se discute es más bien el lugar y el tratamiento en nuestras sociedades occidentales de la enfermedad, el sufrimiento y la desesperación. 

La soledad, la desesperación y el sufrimiento aíslan a las personas, las hacen frágiles y vulnerables y, sobre todo, hacen desaparecer en todos la esperanza y el valor. 

El hombre, animal social, necesita a los demás y no ha sido creado para el dolor, la angustia, el sufrimiento o la muerte, sino para la alegría, el amor y la vida.

El valor de la confianza

La relación entre un paciente y su médico se basa en gran medida en la confianza mutua, porque este último es el que ayuda y no el que perjudica. Confianza confirmada por el juramento hipocrático, que nos llega de la antigua Grecia y que todo médico debe proclamar y no traicionar, so pena de ser expulsado del Colegio de Médicos. Al pronunciarlo, los médicos juran no «causar nunca deliberadamente la muerte». La Declaración de Ginebra, en cambio, hace prometer a quienes tratan que velarán por el «respeto absoluto de la vida humana». La idea de que los médicos inyecten un veneno para detener el corazón de aquellos a quienes deben proteger, ¿no sería una violación de estos dos juramentos? 

También se podría denunciar la hipocresía de este debate a través de la propia noción de «suicidio asistido», que transforma la acción solitaria de un desesperado que se suicida en una acción colectiva con un tercero presente, asistiendo y ayudando… 

Los activistas apenas mencionan la ética de la medicina, poniendo constantemente en primer plano la urgencia de privilegiar «la evolución de la sociedad», la elección individual en detrimento de la preservación de la vida humana y del bien común. 

La expresión neutra y apagada «final de la vida» sustituye cada vez más a la de muerte, evacuando así la oposición fundamental entre la vida, la actividad espontánea propia de los seres organizados, y la muerte, la ausencia total y definitiva de actividad.

Para ellos, la muerte debería convertirse en un derecho, porque tener derecho a la eutanasia es literalmente tener «derecho a la muerte». Derecho, del bajo latín directum, se refiere a ‘lo que es justo’. ¿Es justa la muerte? ¿Puede ser un derecho? ¿Es un derecho morir dignamente y, por tanto, debe justificarse el derecho a la vida? ¿Y qué debemos decir a los que siguen esperando a pesar de su sufrimiento, debemos desanimarlos explicándoles que lo correcto para ellos y para la sociedad sería desaparecer y marcharse, que el mundo estaría mejor sin ellos porque sufren demasiado? 

Para los creyentes, el sufrimiento y la muerte, el pecado original, han sido redimidos por la Pasión de Cristo. El sacrificio de Jesucristo trae la esperanza en la vida después de la muerte, en la vida eterna, en la misericordia y el amor de Dios para con todos.

Como repiten todos los fieles en la Misa: «a salvo de toda turbación, esperando que se cumpla la esperanza bienaventurada», esta esperanza es precisamente la de la bienaventuranza celestial donde, reunidos con Dios, ya no habrá sufrimiento, dolor ni muerte.

La muerte es definitiva, terrible y absoluta; no puede ni debe considerarse un avance de la medicina. Aceptar la muerte no significa aceptar infligirla. El sexto mandamiento, «no matarás», no tiene atenuantes, aunque los partidarios de la eutanasia afirmen que la muerte se convierte en misericordia.

¿Es esto mostrar compasión y acompañar a los que sufren? Jesús dice a cada uno que cargue con su cruz, no dice que la deje porque sería demasiado pesada, pero como los talentos está a nuestro alcance y con Él podemos tener la fuerza de la fe, de la esperanza….

El autorEmilie Vas

Ecología integral

La Orden del Císter, una fundación casi milenaria

El 21 de marzo del año 1098, san Roberto de Molesmes fundó la primera comunidad de la Orden del Císter: el monasterio de Citeaux, en Borgoña.

Loreto Rios·21 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

Hace casi mil años (concretamente, 926), se fundó la orden cisterciense. Su fundación coincide con el día de la muerte, el 21 de marzo del año 547, de san Benito de Nursia, fundador de la orden benedictina, por cuya regla se regirían posteriormente también los monasterios del Císter.

La fundación del Císter: san Roberto de Molesmes

La fecha exacta del nacimiento de san Roberto de Molesmes se desconoce, aunque se sabe que fue en torno al año 1028 en la región de Champaña.

Pertenecía a la nobleza de la región e ingresó en un monasterio de la Orden de San Benito muy pronto, con quince años. Entre 1068 y 1072, fue abad de San Miguel de Tornerre.

Sin embargo, san Roberto no estaba contento con muchos aspectos de la orden. Consideraba que se había enriquecido en exceso y tenía demasiada influencia política. Con la intención de regresar a los orígenes de la regla monástica de san Benito, fundó el Monasterio de Molesmes en el año 1075, en la diócesis de Langres. Pero también esta comunidad se fue enriqueciendo debido a las donaciones. Fue así como, buscando una pobreza y sencillez de vida mayor, el 21 de marzo del año 1098 san Roberto fundó, junto con 21 compañeros, el que sería el primer monasterio cisterciense en Citeaux, un lugar apartado, rústico y solitario. En latín, esta región era conocida como «Cistercium», de ahí el nombre que se le dio posteriormente a la orden, «Císter».

Sin embargo, san Roberto de Molesmes no pudo desarrollar su vida en el «Nuevo Monasterio», como se lo conoció originalmente. Los monjes de su anterior fundación, Molesmes, pidieron al Papa, Urbano II, que le hiciese volver. Por tanto, poco después de la fundación de Citeaux, en 1099 san Roberto tuvo que regresar a Molesmes, donde murió en 1111.

El Nuevo Monasterio quedó a cargo de uno de sus discípulos, san Alberico. Aproximadamente un siglo después, en 1220, san Roberto sería canonizado, ocasión en la que un monje anónimo escribió su hagiografía, “Vita di Roberto”.

Su historia también aparece en el “Exordio Magnum” o “Gran Exordio Cisterciense”, escrito por un monje de Claraval entre los siglos XII y XIII, y en el “Exordio Parvum”, obra del abad que sucedió a Alberico, san Esteban Harding, en la que indica que “el comienzo de toda la Orden Cisterciense, por medio de unos cuantos varones consagrados al cultivo de la ciencia de la vida cristiana, con el sabio propósito de establecer las normas del servicio divino y toda la ordenación de su vida según la forma descrita en la Regla, lo comenzaron con feliz augurio precisamente el día de nacimiento de aquel que, por inspiración del Espíritu Vivificante, había dado la ley para la salvación de muchos”.

San Esteban también escribió “Carta Caritatis”, que se considera la regla de la orden cisterciense, aunque se sigue básicamente la de san Benito.

Florecimiento de la Orden

La Orden del Císter floreció especialmente después de la llegada de uno de sus miembros más famosos, san Bernardo de Claraval, con treinta compañeros en el año 1112. Según la página web de la orden cisterciense, “los fundadores de Citeaux centraron sus ideales en el deseo de alcanzar la auténtica simplicidad monástica y la pobreza evangélica”. Con el impulso de san Bernardo, comenzaron a abrirse uno detrás de otro nuevos monasterios, hasta el punto de que alrededor del año 1250 la Orden contaba ya con unas 650 abadías.

El primer monasterio cisterciense de mujeres se fundó en 1125, formado por monjas de la abadía de Jully, donde había vivido santa Humbelina, la hermana de san Bernardo de Claraval.

Funcionamiento de los monasterios

Tradicionalmente, los monasterios estructuran su jornada en torno a la Liturgia de las Horas: Laudes, Prima, Tercia, Sexta, Nona, Vísperas y Completas, además de levantarse por la noche para rezar los Maitines. Cada monasterio está dirigido por un abad, ayudado por un prior (el “primero” de los monjes). Otras figuras importantes para la administración del monasterio son el tesorero, el cillero (responsable de alimentos), sacristán, hospedero, chantre (director del coro), portero y enfermero.

La jornada se vive principalmente en silencio, con lecturas piadosas y trabajo manual. Los monasterios solían fundarse lejos de las ciudades, y los monjes se ocupaban de su propio sustento mediante el cultivo de la tierra y las granjas, costumbre que aún se sigue en muchos casos.

La vida del monje giraba en torno a una gran sencillez en la comida, la decoración e incluso la liturgia. Otro gesto de pobreza consistía en no teñir su hábito de ningún color, razón por la que se conoce a los cistercienses con el nombre de “monjes blancos”, en contraposición a los benedictinos, llamados “monjes negros” por el color de su túnica.

Mundo

Irak: ¿qué fue del Jardín del Edén?

En este artículo, que comienza una serie de dos, Gerardo Ferrara profundiza en los orígenes de Irak, su religión y la situación política actual.

Gerardo Ferrara·21 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 6 minutos

Nuestro viaje por algunos de los países donde nació y floreció el cristianismo nos lleva a uno de los lugares donde tradicionalmente se encuentra el “jardín que Dios plantó en Oriente” (Edén): Irak. Lamentablemente, incluso aquí tenemos que constatar cómo otra cuna de algunas de las más grandes y antiguas civilizaciones (como Egipto, Siria, Irán, Etiopía, Líbano, Israel y Palestina) es hoy teatro de inestabilidad, sufrimiento e incertidumbre para todos los pueblos que la habitan.

Algunos datos

Irak está situado en Oriente Próximo, tiene una superficie de 438.317 km² y una población de algo más de 40 millones de habitantes, el 75-80 % de los cuales son de etnia árabe, el 15-20 % de etnia kurda (el kurdo es una lengua iraní, por tanto indoeuropea), la mayoría en la zona del Kurdistán iraquí, en el noreste del país. También hay minorías étnicas, como la asiria (sobre todo en Bagdad y en el norte del país, especialmente en Mosul y sus alrededores: la famosa “Llanura de Nínive”, predominantemente sirio-cristiana y de lengua aramea, también semítica) y la turcomana.

El islam es la religión predominante (95-98 % de la población es musulmana, 60 % chií y 40 % suní). Las minorías no islámicas representan menos del 2 %, en particular cristianos, judíos, mandeos y yazidíes.

Hasta 2003, sin embargo, Irak albergaba una de las mayores minorías cristianas de Oriente Próximo, con 1,5 millones de fieles: eran el 6 % de la población (el 12 % en 1947), pero hoy quedan menos de 200.000. La comunidad judía también era muy numerosa (al menos 150.000 individuos hasta la fundación del Estado de Israel y el éxodo masivo hacia él en 1950-51), ¡hoy reducida a tres personas!

La antigua Mesopotamia

El nombre “Irak” es de origen acadio, a su vez derivado del sumerio, y posteriormente fusionado con el árabe a través del arameo y el persa antiguo (Erak). Este topónimo tiene que ver con la antigua Uruk (sumerio: Unug), la primera ciudad real de la historia de la humanidad (fundada en el cuarto milenio a. C.). Se calcula, de hecho, que alcanzó una población de 80.000 habitantes tres mil años antes de Cristo y que no sólo fue el primer lugar de la historia humana que pudo definirse como ciudad (debido a dos características fundamentales: estratificación social y especialización laboral), sino también el hogar del mítico rey sumerio Gilgamesh (de ahí la famosa epopeya de Gilgamesh, escrita en acadio, la lengua semítica de los pueblos asirio y babilonio: el primer poema épico de la historia).

Sin embargo, antes de la conquista árabe (siglos VI-VII d. C.), el nombre más conocido de esta región era Mesopotamia (en griego: “tierra entre los ríos”, en referencia al Tigris y el Éufrates), una tierra que vio nacer antiguas civilizaciones que han contribuido enormemente a la historia de la humanidad. De hecho, entre las dos más conocidas (los sumerios y los asirio-babilonios) existe una continuidad, como suele ocurrir con las civilizaciones contiguas, y ambas recibieron en cualquier caso una gran influencia de otros pueblos, desde el oeste los amorreos, desde el este los persas (obviamente, con una influencia recíproca).

Los sumerios eran un pueblo no semita (el sumerio es una lengua aislada) y se consideran la primera civilización urbana de la historia, junto con los antiguos egipcios, así como unos de los primeros en practicar la agricultura y los inventores de la cerveza, el sistema escolar, la primera forma de escritura de la humanidad (cuneiforme), la aritmética y la astronomía.

Los continuadores de los sumerios (cuya lengua, en su forma hablada, ya se había extinguido más de dos mil años antes de Cristo) fueron los asirios y los babilonios (constituyendo un continuo lingüístico, ya que la lengua hablada por ambos pueblos era el acadio, es decir, la lengua semítica más antigua atestiguada, que posteriormente evolucionó en dialectos distintos).

Los asirios se asentaron en el norte del actual Irak y tomaron su nombre de la primera ciudad que fundaron, Asur. A lo largo de los siglos (entre 1950 y 612 a. C.), expandieron su territorio hasta formar un vasto imperio cuya capital, Nínive (hoy Mosul), es bien conocida por la Biblia (especialmente el libro de Jonás) y los documentos históricos por ser una gran ciudad con murallas de 12 km de perímetro y unos 150.000 habitantes en su apogeo, así como por sus riquezas arquitectónicas y culturales, entre ellas la gran biblioteca del rey Ashurbanipal, que contenía 22.000 tablillas cuneiformes.

En el 612 a. C., con la destrucción de Nínive por medos y caldeos, la civilización asiria decayó en favor de la civilización persa, al este, y de la civilización babilónica, al sureste, a lo largo del valle mesopotámico.

Y los babilonios eran “primos” de los asirios (hablaban prácticamente la misma lengua). Se llamaban babilonios por Babilonia, una de sus ciudades (junto al Éufrates), famosa por sus jardines colgantes y su opulencia, pero también acadia (hablaban la lengua acadia) y llegaron a ser tan importantes que subyugaron a toda Mesopotamia. También son conocidos por sus logros en el ámbito de la historia, la literatura, la astronomía, la arquitectura y la civilización. Por ejemplo, el Código de Hammurabi (1792-1750 a. C.), la primera colección de leyes de la historia de la humanidad, que contiene incluso un código de conducta para los médicos.

Otro famoso gobernante babilonio es Nabucodonosor, el famoso destructor de Jerusalén y su Templo (587 a. C.) y de la deportación judía a Babilonia (por la que también se le recuerda en la ópera “Nabucco” de Verdi).

Mesopotamia fue conquistada por los persas antes de ser anexionada por el Imperio romano. Después volvió a caer en manos de los persas, a partir del siglo IV d. C., y volvió a entrar en la órbita bizantina en el siglo VII, poco antes de la conquista islámica definitiva.

La llegada del islam y la actualidad

Fue en 636 cuando llegaron las tropas árabes, mientras que en 750 Irak se convirtió en el centro del califato abbasí (la anterior dinastía omeya tenía su sede en Damasco), sobre todo tras la fundación de Bagdad en 762, ciudad que pronto se convirtió en metrópoli mundial, centro cultural e intelectual de todo el mundo (rivalizando con Córdoba), en lo que se conoce como la Edad de Oro islámica, hasta la invasión mongola de 1258, que marcó su declive, al caer el país bajo el dominio primero de dinastías turco-mongolas, y ser luego disputado entre el Imperio persa (gobernado por la dinastía chií Safavid, turco-azerí en lengua y cultura) y el Imperio otomano suní, que finalmente lo incorporó en 1638 (Tratado de Qasr-e Shirin).

El dominio otomano no terminó hasta la I Guerra Mundial, al término de la cual el Imperio británico (¡otra vez!) obtuvo el Mandato sobre el país (en otros artículos hemos mencionado los diversos acuerdos que Gran Bretaña realizó en aquella época para hacerse con el control de Oriente Próximo y procurarse aliados contra el Imperio otomano y Alemania durante la guerra), que nominalmente se autogobernaría a través de la monarquía hachemita del rey Faisal I. Sin embargo, Irak obtuvo la plena independencia en 1932, tras el Tratado anglo-iraquí firmado por el Alto Comisionado británico Francis Humphrys y el Primer Ministro iraquí Nuri al-Said.

La siguiente época estuvo marcada por la inestabilidad (también pasó a la historia el Farhoud de 1941, un pogromo que marcó el fin de la coexistencia armoniosa de judíos, cristianos y musulmanes y supuso la masacre de cientos, quizás más de mil judíos), hasta que un golpe de Estado en 1958 puso fin a la monarquía y otro (8 de febrero de 1963) llevó al poder a Sadam Husein.

Sadam Husein y el Partido Baaz

Sadam Husein (1937-2006) fue un exponente del partido Baaz (en árabe: “resurrección”), de tendencia nacionalista y socialista árabe, formado tras la II Guerra Mundial por el cristiano sirio Michel Aflaq y su compatriota musulmán Salah al-Din al-Bitar. A diferencia del marxismo, el socialismo árabe no tiene una visión materialista de la vida; al contrario, el Baaz defiende una especie de marxismo “espiritual” que repudia toda forma de lucha de clases (pero también la religión), considerada un “factor de división y conflicto internos”, ya que “todas las diferencias entre los hijos [de la nación árabe] son fortuitas y falsas”. Sin contemplar el ateísmo, la ideología baʿthista protege la libre iniciativa privada en el ámbito económico como legado del islam, que la consideraría la mejor actividad del hombre (“al-kāsib ḥabīb Allāh”, es decir, ‘el que gana es amado por Dios’).

El Baaz, como forma de nacionalismo socialista panárabe, también dominó durante décadas en Siria (el actual presidente Asad es un exponente de él) y, con otros partidos de la misma extracción, gran parte del mundo árabe en la segunda mitad del siglo XX y la primera década del XXI.

Bajo el régimen de Sadam Husein, Irak se convirtió en una dictadura (donde, paradójicamente, los derechos de las minorías no musulmanas estaban sin embargo mucho más garantizados y protegidos que hoy) marcada por sangrientas guerras (guerra Irán-Irak, 1980-1988; invasión de Kuwait y Primera Guerra del Golfo, 1991; conflicto con los kurdos; Segunda Guerra del Golfo, 2003).

Los últimos años

La última de ellas, la Segunda Guerra del Golfo, desembocó en la invasión del país por una coalición liderada por Estados Unidos de América, con el pretexto (que más tarde se reveló falso) del supuesto apoyo de Hussein al terrorismo islamista y a la fabricación y ocultación de armas de destrucción masiva.

En 2011, Estados Unidos se retiró del país, dejándolo, como Afganistán hoy, en estado de colapso (antes de 2003, gracias también a sus inmensas reservas de petróleo, Irak era uno de los países árabes más prósperos y presumía de un excelente sistema sanitario y un excelente nivel de educación pública, incluso universitaria).

Las fuertes divisiones tribales y sectarias, la incapacidad de los gobiernos iraquíes, la corrupción y las protestas provocaron un resurgimiento de la violencia, especialmente tras las Primaveras Árabes (2011) y la llegada del tristemente célebre Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS), que invadió el país en 2013-14, saqueando provincias enteras, sobre todo en el norte, y cometiendo horrendos crímenes, especialmente contra las minorías yazidí y cristiana, pero también contra los propios chiíes y suníes, hasta 2017, cuando el ISIS fue derrotado por las tropas gubernamentales aliadas con las kurdas.

Desde entonces, el país, convertido desde 2005 en una república parlamentaria, federal y democrática (el código civil contempla la ley islámica como fuente del derecho y los tres principales cargos del Estado se reparten entre las principales comunidades etnorreligiosas: la presidencia de la República a los kurdos; la del Gobierno a los chiíes y la del Parlamento a los suníes), sigue encontrándose en pésimas condiciones económicas, con un aumento de las desigualdades y de la intolerancia religiosa, especialmente hacia la minoría cristiana.

El autorGerardo Ferrara

Escritor, historiador y experto en historia, política y cultura de Oriente Medio.

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Evangelio

El borriquillo de Jerusalén. Domingo de Ramos (B)

Joseph Evans comenta las lecturas del domingo de Ramos (B) y Luis Herrera ofrece una breve homilía en vídeo.

Joseph Evans·21 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos

San Josemaría Escrivá sentía un gran afecto por los burros. Para él, estos animales sencillos y trabajadores expresaban de muchas maneras la espiritualidad que Dios le había llamado a anunciar al mundo: que podemos y debemos encontrar a Dios a través de nuestra vida ordinaria y cotidiana. Le gustaba especialmente la figura del burro en la noria. Como escribió en su clásico espiritual Camino: “¡Bendita perseverancia la del borrico de noria! Siempre al mismo paso. Siempre las mismas vueltas. Un día y otro: todos iguales. Sin eso, no habría madurez en los frutos, ni lozanía en el huerto, ni tendría aromas el jardín. Lleva este pensamiento a tu vida interior” (Camino, 998).

Un burro trabaja, aguanta la carga y los golpes, se contenta con un poco de paja, quizá ve poco con sus anteojeras, pero en su humildad aporta mucho. San Josemaría nos anima a trabajar con el mismo espíritu de fortaleza, servicio y humildad. El santo se consideraba solo un “borrico sarnoso”. Pero, en una ocasión, considerándose solo un asno ante Jesús, llegaron a su corazón estas palabras del Señor: “Un borrico fue mi trono en Jerusalén”. 

Tal consideración puede ayudarnos a vivir la fiesta de hoy, Domingo de Ramos, con la que comenzamos la Semana Santa. Las multitudes aclamaron a Cristo aquel día y los discípulos compartieron la aclamación de su Maestro mientras le acompañaban en su entrada en la ciudad. Pero cinco días después, esas mismas multitudes clamaban por su sangre y los discípulos le habían abandonado cobardemente. Quizá haríamos mejor en intentar ser como el asno: un humilde instrumento de Cristo, que pasa desapercibido, que apenas se nota, pero que le sirve en su obra de redención.

Cuando trabajamos sin quejarnos; cuando actuamos como “tronos” para que Dios, y no nosotros mismos, brille; cuando soportamos la carga de los demás, estamos siendo el burro de Cristo.

Jesús entra en Jerusalén montado en un burro para cumplir la profecía de Zacarías 9, 9-10. Pero esa misma profecía nos dice que la misión de Nuestro Señor es de paz. “Proclamará la paz a los pueblos”. En la actualidad, las naciones no parecen escuchar. ¿Qué podemos hacer nosotros? Solo podemos seguir “llevando” a Jesús en nuestras vidas a través de nuestra oración y nuestro propio comportamiento pacífico, esforzándonos por ser pacificadores en nuestro entorno (Mt 5, 9). Y así seremos hijos de Dios, y también sus burros.

La homilía sobre las lecturas de domingo de Ramos (B)

El sacerdote Luis Herrera Campo ofrece su nanomilía, una pequeña reflexión de un minutos para estas lecturas del domingo.

España

Arranca en España la campaña Xtantos: «Nada es más convincente que la verdad»

Los protagonistas de la campaña de este año no marcaban la "X" a favor de la Iglesia pero cambiaron de idea al conocer, de primera mano, su labor asistencial y pastoral.

Maria José Atienza·20 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 4 minutos

Aida, Isco, Jade o Anthony recorrieron durante casi una semana diversos proyectos de impulsados por entidades de la Iglesia en España para conocer, en directo, cómo trabajan y a sus beneficiarios. Forman parte de las 15 personas, elegidas entre 200 solicitudes, que durante unos días de febrero de 2024 viajaron en autobús por diversas localidades para conocer en persona algunos de los proyectos e instituciones que realizan la labor asistencial y pastoral de la Iglesia.

Un proyecto original cuanto menos, motivado quizás por el descenso, en tres décimas, del porcentaje de asignantes de la X de la Iglesia con relación al total de declarantes en el último ejercicio fiscal. En esta campaña, el porcentaje total de personas que no marcan ninguna de las X de Fines Sociales o de la Iglesia católica subió en 6 décimas con relación al año anterior del (36,28% al 36,92%).

Los 15 viajeros no se conocían entre ellos, proceden de lugares diferentes de España y tienen procedencias y ocupaciones diversas, no son actores y fueron elegidos siguiendo un criterio de representatividad de la población española.

Tan sólo tenían una cosa en común: no marcaban la casilla 105 de la Declaración de la Renta, es decir, no destinaban el 0,7% a este fin. Las razones eran variadas: desconfianza, desconocimiento o simplemente el no haber ni siquiera contemplado esa posibilidad.

Ellos son los protagonistas de la campaña de «Xtantos» de este año con la que la Iglesia católica en España quiere concienciar a la sociedad de la labor que se realiza con las aportaciones recibidas a través de la X de la renta.

La campaña, presentada el 20 de marzo por José María Albalad, director del secretariado para el Sostenimiento de la Iglesia en España, pone de manifiesto cómo conocer personalmente la labor de la Iglesia en diferentes ámbitos ha cambiado la percepción de la mayor parte de los 15 viajeros y les ha dado las razones para marcar esa «x» en su Declaración de la renta a partir de ahora: «La Iglesia mejora en las distancias cortas».

Un viaje transformador

«Un camino de la desconfianza a la gratitud», así ha definido Albalad, este viaje «Xtantos» en la presentación de la campaña ante los medios.

El viaje se centró, «por razones de tiempo y logística», en el área centro de España: Getafe, Segovia, Toledo, Guadalaja, Madrid y Alcalá de Henares.

En estas localidades los viajeros conocieron, de primera mano, un proyecto dedicado a apoyar la reinserción social de personas privadas de libertad, un centro de orientación familiar habilitado en el interior de un hospital, una casa de acogida para personas sin hogar y un centro de atención a mujeres víctimas de malos tratos.

Además pudieron conocer el día a día de un sacerdote en nueve pequeños pueblos de Guadalajara y la actividad pastoral de una parroquia de Pozuelo y un centro asociado que atiende a más de 100 personas con discapacidad física, intelectual y sensorial severa.

Ha sido una «experiencia transformadora, para los viajeros y para el equipo técnico», ha destacado el director del secretariado para el Sostenimiento de la Iglesia, porque han podido conocer la labor de la Iglesia en doble perspectiva: la de las personas ayudadas y la de quienes ayudan».

La campaña recorre, con estas personas reales, sus impresiones y pone el acento en el proyecto o institución que más les ha marcado de cuantos han conocido.

No se trataba de contar «lo bueno» que hace la Iglesia, como se acostumbra en este tipo de campañas, sino de que estos viajeros, que personifican a ese casi 70% de los contribuyentes que no ponen la «X» en la casilla De la Iglesia, pudieran tocar la realidad de la labor de la Iglesia. «Nada es más convincente que la verdad» ha subrayado Albalad.

La realidad ha convencido, de hecho, al 70% de los viajeros. de los 15 ocupantes del bus, 11 han cambiado su manera de entender la labor de la Iglesia y marcarán la «x» porque han conocido a las personas que hay detrás de ellas.

La experiencia ha resultado positiva y, como ha querido destacar Albalad, «la posibilidad de repetirla o de hacer experiencias similares a nivel diocesano o regional está abierta.

Los mitos de la asignación tributaria

El director del secretariado para el Sostenimiento de la Iglesia en España ha apuntado además que, durante los días del viaje, también se dieron conversaciones con diferentes puntos de vista que fueron especialmente reveladoras.

De hecho, ha apuntado que, a pesar de la tarea de información que se realiza anualmente desde la CEE en relación a la campaña de la Renta, persisten prejuicios si se paga más al marcar la «X», o se devuelve menos.

En este sentido, ha querido recordar como, de cada contribuyente que marca la casilla libremente, la Iglesia recibe el 0,7% de sus impuestos. No paga más por hacerlo, ni menos si no la marca, así como tampoco devuelven menos al contribuyente por marcarla.

Según los datos publicados por la propia Conferencia Episcopal Española  7.631.143 declaraciones marcaron la «X» de la Iglesia en  el ejercicio fiscal de 2022 que se tradujeron en 358.793.580 euros.

¿Cuánto cuesta esta campaña?

La campaña Xtantos arranca este miércoles 20 de marzo y  el plan de medios tiene una inversión de 2.850.000 euros, lo que supone un 0,79% de la cantidad recaudada en la campaña del año anterior. En este punto, Albalad ha subrayado que le parece una inversión ajustada ya que «por cada euro invertido en comunicación la Iglesia recibe 125».