La Última Cena, un acontecimiento “descomunal”

En la última cena, Jesús se estaba despidiendo de sus discípulos ante la pasión ya inminente, pero se “inventó” una forma insospechada de quedarse: la eucaristía.

5 de agosto de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

La última cena que Jesús compartió con sus apóstoles poco antes de ser torturado y ejecutado debe de ser uno de los banquetes más representados de la historia. Lo que sabemos de aquel encuentro reúne elementos muy sugerentes: los trece comensales, la institución de la eucaristía, la inminencia de la Pasión, la complicidad de Juan, la traición de Judas, la audacia un poco temeraria de Pedro, hasta el menú ensayado durante siglos por los judíos piadosos.

Muchos artistas se han inspirado en la escena evangélica para crear cuadros, sonetos, vidrieras, performances o sinfonías. Probablemente, todos eran o son conscientes de que allí ocurrió algo extraordinario, de que en aquella reunión de amigos Dios tuvo un protagonismo destacado, de que hizo algo insospechado por los hombres, por nosotros. Por eso los cristianos le damos tanta importancia.

Entre las representaciones más recientes resulta especialmente conmovedora la que de forma muy sutil compuso Juan Antonio Bayona para la escena final de La sociedad de la nieve. Los 16 supervivientes del Fairchild aún convalecen en un desbordado hospital chileno mientras sus familiares viajan emocionados desde Uruguay para reunirse con ellos después de 72 días. Están famélicos, aturdidos y felices. Se dejan lavar y conducir de un sitio a otro, uno sonríe agradecido a la joven religiosa que lo está curando, otro parece abismado en sus recuerdos mientras le van quitando las capas de ropa que le han permitido sobrevivir en la montaña, un tercero recibe radiante a su novia y a sus padres. Y cuando ya parece que las miradas luminosas de todos ellos van a dejar paso a los créditos, se reúnen sorpresivamente en una habitación, se sientan muy juntos en torno a las cuatro camas sumidas en la penumbra y despiden en silencio al espectador con ese elegantísimo homenaje —también ellos— a Leonardo da Vinci y, sobre todo, a la cena que otro grupo de amigos compartió hace dos mil años con el Hijo de Dios en la «sala grande» de una casa particular de Jerusalén.

No sé por qué Juan Antonio Bayona quiso terminar de ese modo su extraordinaria película, supongo que algo tendría que ver el relato que aparece en el libro La sociedad de la nieve sobre el momento en el que los jóvenes jugadores de rugby que habían sobrevivido al accidente inicial debaten la posibilidad de alimentarse con los cuerpos de sus compañeros muertos.

Pedro Algorta deshizo los prejuicios y la aprensión de casi todos los demás con una reflexión directamente emparentada con la Última Cena: «¿No es el sacramento de la comunión justamente eso, comer el cuerpo de Jesucristo para recibir a Dios y la vida eterna en nuestros corazones?». Años después, cuando recordaba aquel instante decisivo, lo resumió de forma emocionante: «Nuestros amigos habían muerto para que nosotros siguiéramos viviendo. Teníamos la obligación de alimentarnos de su carne. No era simple canibalismo, sino un acto de amor descomunal».

De eso se trata, justamente: de un acto de amor «descomunal». Jesús se estaba despidiendo de sus discípulos ante la pasión ya inminente, pero se «inventó» una forma insospechada de quedarse: la eucaristía. Lo hizo para darse del todo, para seguir estado cerca de nosotros, para estar accesible por los siglos de los siglos. Por eso se dice de la eucaristía que es un misterio de amor.

Hace unos meses, una sevillana de 16 o 17 años me contó que suele ir todos los domingos a misa con sus padres, y que también en la parroquia y en el colegio le aconsejan que lo haga, y que ella lo tiene como muy asumido, pero que en el fondo no sabe por qué la misa es tan importante.

—¿Qué ocurre en la Misa para que todo el mundo me recuerde que merece la pena ir? —quiso saber.

Podría haberle respondido de forma extensa y documentada, pero en aquel momento lo primero que se me ocurrió fue otra pregunta:

—¿Te imaginas que todos los domingos te invitaran a sumarte a la Última Cena?

Lecturas del domingo

La apertura del corazón. Domingo XXIII del Tiempo Ordinario (B)

Joseph Evans comenta las lecturas del domingo XXIII del Tiempo Ordinario y Luis Herrera ofrece una breve homilía en vídeo.

Joseph Evans·5 de agosto de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos

Lo que llama la atención del evangelio de hoy es la molestia que se toma Jesús para curar al hombre que le trajeron, que era sordo y tenía problemas para hablar. “Él, apartándolo de la gente, a solas, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y mirando al cielo, suspiró y le dijo: Effetá (esto es, ‘ábrete’)”. El hombre quedó curado y pudo oír y hablar libremente. ¿Por qué hizo Jesús todo esto? No era su práctica habitual. Normalmente curaba en el acto, simplemente con una palabra.

Una posibilidad es que el estado físico del hombre expresara un estado espiritual: la falta de sinceridad, el no querer darse a conocer. Hay personas que van por la vida esquivando la verdad. No quieren oírla ni decirla. La sinceridad es la apertura a la verdad. 

A menudo, las personas esquivan la verdad buscando el anonimato, perdiéndose de diversas maneras: entre la multitud, de fiesta, en el trabajo, en las redes sociales… Cualquier cosa antes que enfrentarse a sí mismas, a su conciencia, a Dios. Y aquí Jesús lleva al hombre aparte, precisamente lejos de la multitud. Necesitamos hablar con Jesús a solas, ser sinceros con él, dejar que nos diga lo que necesitamos oír, sin esquivarlo ni negarlo. Jesús pone los dedos en el oído del hombre, como si tuviera que esforzarse más para curar su sordera. Como si Dios tuviera que “esforzarse más” para hablar a quienes no quieren escucharle.

Luego viene la siguiente fase del milagro: Jesús con la saliva le tocó la lengua. Este hombre no era completamente mudo. En el Nuevo Testamento encontramos a otras personas poseídas por un “demonio mudo”. No pueden decir ni una palabra. Esa es la peor condición: gente que no habla, que no pide ayuda. Pero este hombre no estaba tan mal. Sólo tenía un impedimento para hablar. Espiritualmente hablando hay personas que dicen algo del problema, pero no todo, una parte, pero no el todo. 

Entonces aprendemos: “mirando al cielo, suspiró y le dijo: Effetá (esto es, ‘ábrete’)”. Este suspiro podría expresar el dolor de Dios ante la insinceridad humana. Le entristece nuestra resistencia a su gracia. Es el suspiro de Dios por aquellas personas a las que quiso ayudar pero que lo rechazaron. 

Todo esto nos enseña la importancia de ser sinceros en aquellos ámbitos en los que Dios quiere ayudarnos: la confesión, la orientación espiritual, con los propios padres, maestros y guías, y también, cuando sea necesario, con los especialistas médicos que tienen la experiencia necesaria para ayudarnos.

La homilía sobre las lecturas del domingo XXIII del Tiempo Ordinario (B)

El sacerdote Luis Herrera Campo ofrece su nanomilía, una pequeña reflexión de un minutos para estas lecturas del domingo.

María Luisa Curiá Martínez-Alayón

Estas sencillas líneas quieren ser un merecido homenaje a María Luisa Curiá Martínez-Alayón y a las millones de mujeres que a lo largo de la historia han decidido libremente sacrificar en parte o totalmente su carrera profesional y su posible brillo personal para dedicarse a sus hijos y a su familia.

5 de agosto de 2024·Tiempo de lectura: 4 minutos

Mi madre nació el 30 de marzo de 1942 en Santa Cruz de Tenerife (Islas Canarias) y fue bautizada en la iglesia de la Concepción de esa ciudad. Sus padres fueron Jesús Curiá Cabra, nacido en San Sebastián y Clemencia Martínez-Alayón Guerra, nacida en Tenerife. Su padrino de bautismo fue su abuelo el veterinario valenciano Severo Curiá Martínez. Hizo su primera Comunión en 1949 con 7 años en el colegio la Pureza de María, donde se confirmó en 1952 con 10 años siendo su padrino de confirmación su hermano mayor Ángel. Después del mayor, vino su hermano Néstor y, más pequeños que ella, Jesús y Carlos.

En 1958 terminó el bachillerato en el colegio la Pureza de María. En el conservatorio de Santa Cruz de Tenerife estudió solfeo, estética, historia de la música y hasta 6º curso de piano (no terminó los cursos 7º y 8º porque su padre le animó a irse al extranjero a aprender idiomas). El curso 1959/1960 lo pasó en Francia, estudiando francés y literatura francesa en el “Cours Albert le Grand” de las Dominicas de Burdeos. De 1960 a 1962 estudió Secretariado en “St. Godric´s College” (Hamstead, Londres). Allí también obtuvo el “Lower Certificate in English» y el de la “London Chambers of Commerce».

Durante un año trabajó en Tenerife en la empresa naviera Cory, empleo que dejó para trasladarse a Madrid. Ya en esta ciudad, trabajó un año en la empresa inglesa Fertiberia. En 1964 obtuvo el “Proficiency” en inglés en el Instituto Británico y en 1966 realizó un curso en la Escuela Oficial de Idiomas de Madrid. En esos años también estudió taquigrafía internacional en inglés, francés y español en la Academia Samper de Madrid. De 1966 a 1968 trabajó como secretaria de dirección en la empresa britano-holandesa Unilever.

La vocación

En 1966 pidió la admisión como supernumeraria del Opus Dei en el Colegio Mayor Alcor de Madrid, que conoció gracias a una antigua vecina de Tenerife que le invitó a conocerlo en una ocasión. En la Semana Santa de ese año acudió a Roma con otras jóvenes de su edad y pudo conocer personalmente a san Josemaría Escrivá de Balaguer, que la recibió a ella y a su amiga Ana Rodríguez Corazón en una sala de estar de Villa Tevere, la sede central del Opus Dei en Roma. Estos hechos tendrían una importancia decisiva en las profundas convicciones cristianas que transmitió a toda su familia.

En marzo de 1966 conoció en un guateque a Ángel María Leyra Faraldo (Ferrol, 25-II-1938 – 27-VIII-2021). Ángel se fijó en ella y le pidió su teléfono, para poder llamarla. Después de dos años de noviazgo, se casarían en la Basílica Pontificia de San Miguel el 10 de agosto de 1968 y viajarían en el Seat 600 de ella de luna de miel a Cataluña. En el monasterio de Montserrat prometieron a la Virgen que le darían ese nombre a su primera hija, como así hicieron un año después. Antes de tener a su primera hija Montse, que llegaría a ser doctora en Filología Clásica y Semítica por la Universidad Hebrea de Jerusalén, dio clases de inglés durante un curso en el colegio Besana. En 1970 nacería su hijo Miguel Ángel, que llegaría a ser filósofo, doctor en teología y ordenado sacerdote en el año 2000. En 1972 nació su hija María José, licenciada en ADE y en la actualidad casada y con una hija.

Filología inglesa

En 1972 se trasladó a La Laguna porque su marido fue destinado a la Universidad Laboral de la Laguna. Allí nacerían sus hijos Ana Isabel (1974, licenciada en Magisterio, en la actualidad casada y con dos hijos), María Luisa (1976-2014, licenciada en Derecho, casada y madre de cuatro hijos) y Pablo (1976), que fallecería una semana después de nacer por complicaciones en el parto. En 1974 superó las pruebas de acceso a la Universidad para mayores de 25 años en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de La Laguna para comenzar 1º de Filología Inglesa, estudios que tuvo que interrumpir por no poder compatibilizarlo con la atención que quiso prestar a su ya extensa familia. En 1978 toda la familia se trasladaría a Madrid. En 1980 nacería su último hijo, Santiago, doctor en Derecho y profesor universitario.

El curso 1985/1986 realizó un curso de Literatura inglesa en el Instituto Británico y en 1987 uno de Técnicas de enseñanza de inglés en el British Council. Durante años dio clases particulares de inglés a alumnos de entre 13 y 18 años y realizó trabajos de traducción y transcripción de textos.

Homenaje a la entrega

Hoy en día es difícil que muchos padres o madres -por cómo se ha ido configurando la sociedad contemporánea- puedan permitirse renunciar a su carrera profesional para dedicarse a la atención y educación de sus hijos, los que deciden apostar por la vida contra la “generosa” opinión de muchos de que somos demasiados en este planeta. Ahora se habla más de conseguir la llamada “conciliación trabajo y familia”, que no parece ir demasiado bien a juzgar por los índices de salud de la familia al menos en occidente.  

En la actualidad, mi madre vive en su casa de siempre de Mirasierra su entrada en la ancianidad viuda y rodeada y cuidada por sus hijos, que la queremos y admiramos mucho. Estas sencillas líneas quieren ser un merecido homenaje a ella y a las millones de mujeres -más numerosas que los hombres aunque también los ha habido- que a lo largo de la historia y también en la actualidad han decidido libremente sacrificar en parte o totalmente su carrera profesional y su posible brillo personal para dedicarse a sus hijos y a su familia, siendo verdaderamente felices viviendo un amor verdadero: dando su vida por los demás y recogiendo los abundantes frutos de su entrega, como nos enseñó Jesucristo desde el misterio luminoso de la Cruz. Muchas gracias, mamá.

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Vaticano

El Papa vuelve a clamar por la paz en el Ángelus

Líbano, Tierra Santa, India y Venezuela han estado presentes en la oración del Papa en el ángelus de este 4 de agosto.

Maria José Atienza·4 de agosto de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos

Una soleada y calurosa Roma ha acogido el rezo del Ángelus del Papa Francisco desde el balcón de las dependencias papales junto a cientos de peregrinos que, a pesar de las altas temperaturas, han querido acompañar al pontífice en el tradicional rezo mariano.

Tras la oración a Nuestra Señora, el Papa ha fijado su mirada en el Líbano, recordando, en primer lugar la reciente beatificación del patriarca Stefano Douayhy, patriarca de Antioquía de los maronitas, que, como ha destacado el Papa: “fue testigo de esperanza en una época difícil”.

El pontífice ha manifestado su cercanía y oración por el pueblo libanés que, hoy, sufre igualmente momentos complicados y violentos. Ha dirigido su oración por las familias de las víctimas de la explosión que, hace hoy justo 4 años, tuvo lugar en el puerto de Beirut en la que murieron 217 personas y mas de 7.000 resultaron heridas. 

No sofoquen la palabra de paz de Dios

El Papa Francisco ha manifestado su preocupación por la violencia incesante que vive Oriente Medio y ha orado para que el conflicto “no se extienda aun más”. Además de

las poblaciones de Israel, Palestina y Líbano –con mención a la comunidad drusa presente en estas zonas-, el Papa no se ha olvidado de Myanmar y ha lanzado un fuerte llamamiento a detener las guerras. “¡Basta! ¡No sofoquen la palabra de paz de Dios! La guerra es un fracaso”, ha destacado con fuerza el pontífice. 

También Venezuela ha estado presente en esta oración. Refiriéndose a los difíciles momentos del país latinoamericano, el Papa ha dirigido un llamamiento para que “todos busquen la verdad y eviten la violencia en la población, por el bien de la población y no por intereses partidistas”.

Por último, ha querido recordar a los afectados por las últimas lluvias torrenciales en la India, en especial, en el estado de Kerala. 

Antes de despedirse, el Papa ha querido destacar la fiesta del Santo Cura de Ars que la Iglesia celebra el 4 de agosto y ha agradecido a tantos párrocos “ que con celo y generosidad, a veces con mucho sufrimiento, gastan la vida por Dios y sus pueblos” y ha pedido a los fieles un aplauso para los párrocos antes de desearles un buen almuerzo y un buen domingo.

Recursos

Santo Tomás de Aquino, una comprensión sintética de la realidad

En 2024 se celebra el 750 aniversario de la muerte de santo Tomás de Aquino, quien encontró en el pensamiento aristotélico la confirmación de su propia visión sintética de la realidad, fundada en una comprensión dinámica de los seres.

José Manuel Giménez Amaya y José Ángel Lombo·4 de agosto de 2024·Tiempo de lectura: 4 minutos

Se ha dicho con frecuencia que Tomás de Aquino es un pensador de síntesis. Recibió de Alberto Magno enseñanzas fundamentales sobre Aristóteles y el neoplatonismo, elaboradas por ambos sobre una base cristiana.

Junto a la Sagrada Escritura y los Padres de la Iglesia, Tomás de Aquino conoce también los clásicos de la cultura grecorromana y la filosofía árabe. Esta capacidad de síntesis explica, en buena medida, por qué su visión sería propuesta, siglos después, como base segura en los estudios de filosofía y de teología, a pesar del recelo que el aristotelismo había suscitado en el siglo XIII.

Si consideramos ese rechazo inicial, sorprende aún más la insistencia del Aquinate en proponer el pensamiento aristotélico. Parece razonable pensar que encontró, en el Estagirita, una confirmación de su propia visión sintética de la realidad.

Esa visión se fundaba en una comprensión dinámica de los seres a partir de sus causas: la integridad de materia y forma (unidad sustancial “hilemórfica”) y la orientación de todos los movimientos hacia un fin (teleología de la naturaleza).

La metafísica

Esta comprensión de la realidad implicaba, una metafísica que era al mismo tiempo unitaria y dinámica. De aquí que ni Aristóteles ni Tomás de Aquino tengan una concepción rígida de la sustancia: para ellos, toda sustancia posee algún grado de actividad, y las sustancias por excelencia son los seres naturales y, más precisamente, los seres vivos. A su vez, la vida se da según grados, esto es, las plantas, los animales y los seres intelectuales.

Desde esta metafísica unitaria y dinámica, el Aquinate llegaba a una antropología opuesta igualmente al dualismo y al monismo. La naturaleza racional incluye el cuerpo y el alma, y es principio de la actividad libre. Por ello, esta comprensión antropológica del ser humano tenía notables consecuencias en la ética.

La actividad libre está abierta al bien universal, que el ser humano es capaz de alcanzar por sí mismo. Este bien es el más excelente y constituye su felicidad, que es la vida lograda. Sin embargo, en cuanto somos una unidad de alma y cuerpo, nuestro obrar no consiste exclusivamente en realizar acciones, sino también en recibir el influjo de las acciones de otros seres. La dirección hacia el fin último requiere, por tanto, el orden racional tanto de las acciones como de las pasiones, y ese orden lo dan las virtudes.

En la medida en que necesitamos la acción de los otros, el ser racional requiere la colaboración de los otros seres racionales. Por tanto, el bien de cada individuo está en continuidad con el de los otros. Los seres racionales tienden a ese bien común configurando entre ellos una unidad, que es la sociedad humana. De esta manera, la sociabilidad es constitutiva de nuestra naturaleza.

Una visión unitaria

Al inicio de estas líneas, nos hemos preguntado qué había visto Tomás de Aquino en Aristóteles para seguir su filosofía en ámbitos fundamentales, como la metafísica, la antropología y la ética. De acuerdo con lo que hemos expuesto, la clave se encuentra en una comprensión sintética de la realidad, que se demuestra como una interpretación válida en cuanto permite poner en diálogo diferentes tradiciones filosóficas, con una visión unitaria y dinámica de la multiplicidad de los seres.

El pensamiento del Aquinate también ha sido objeto de múltiples lecturas. Estas concepciones buscaban, en el fondo, acercarse a la visión unitaria y dinámica de los seres a la que antes nos hemos referido. En otras palabras, Tomás de Aquino, como el Estagirita, aspiraba a una comprensión sintética de la realidad.

En el fondo, el pensamiento del Aquinate pretendía mantener la continuidad con Aristóteles, pero no desde el punto de vista de una determinada escuela, sino como un acceso adecuado a la realidad. Esto es lo que se ha conocido tradicionalmente como philosophia perennis, que ha quedado interrumpido, de alguna manera, en la modernidad. Una manifestación de esto ha sido la fragmentación del saber en perspectivas parciales y una cierta renuncia a alcanzar la comprensión de las cosas en sí mismas.

Desde aquí, se entiende cómo la renovación de un planteamiento filosófico en la línea de Aristóteles y de Tomás de Aquino debe cumplir, al menos, tres condiciones. La primera es que esté abierto a una continuidad en el conocimiento de las cosas. La segunda es que sea capaz de establecer un diálogo con otras tradiciones que puedan encontrarse en un terreno común. La tercera es que busque superar la fragmentación del saber para acceder a la realidad en su unidad y en su dinamismo.

MacIntyre y otras propuestas

En tiempos recientes, han surgido varios intentos de acercamiento a una filosofía realista, en la línea de Aristóteles y Tomás de Aquino. Una de las propuestas que nos parece más destacable es la que ha llevado a cabo el pensador anglosajón Alasdair MacIntyre, que se distingue por acceder a la filosofía aristotélico-tomista precisamente a través de la ética.

En el caso de MacIntyre, su punto de partida es un contexto moderno –filosofía analítica, marxismo, psicoanálisis–, en el que se siente insatisfecho al no encontrar respuestas que den razón del ser humano, de manera unitaria, en su actuar en relación con otros. De esta manera, para él, la modernidad ha quedado lastrada por el individualismo y por la fragmentación del ser humano. De aquí que inicialmente planteara la recuperación de la noción aristotélica de virtud, a través de una concepción narrativa de la vida humana, que se entreteje con la de los otros en el seno de una tradición común.

Teleología en el pensamiento tomista

Sin embargo, el autor británico toma conciencia del papel fundamental de la teleología para alcanzar esa concepción unitaria de la vida humana. En esta búsqueda, descubre a Tomás de Aquino como lector de Aristóteles, lo cual le acerca progresivamente a planteamientos claramente metafísicos y a una visión más unitaria del saber.

En este proceso, también descubre con mayor profundidad la relevancia de la unidad del cuerpo y el alma en el ser humano, y en esta investigación reconoce la importancia de la biología para comprender adecuadamente la naturaleza de los seres racionales. De esta manera, esa naturaleza racional se muestra no solo en su unidad espiritual-corpórea, sino también en su propia vulnerabilidad. Esta condición significa una dependencia recíproca entre los seres racionales, que manifiesta la capacidad de dar y recibir en la relación con los demás.

A esta conclusión llega el filósofo escocés al comprender en profundidad no solo la integridad espiritual-corpórea de cada ser humano en sí mismo, sino también la unidad de unos con otros en una vida común. En este punto, se da cuenta de que el planteamiento del Aquinate continúa la concepción aristotélica del ser humano como un ser unitario y social. Así pues, Alasdair MacIntyre ha tenido la audacia de reconocer que Tomás de Aquino ha llevado a Aristóteles más allá que el propio Aristóteles.

El autorJosé Manuel Giménez Amaya y José Ángel Lombo

Universidad de Navarra y Universidad Pontificia de la Santa Cruz

Evangelio

Testigos de la Transfiguración. Transfiguración del Señor (B)

Joseph Evans comenta las lecturas de la Transfiguración del Señor y Luis Herrera ofrece una breve homilía en vídeo.

Joseph Evans·4 de agosto de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos

La importancia de la Transfiguración se refleja en el hecho de que se narra en los tres evangelios sinópticos. Mateo, Marcos y Lucas consideraron que se trataba de un acontecimiento notable en la vida de Cristo, que cada uno debía relatar a su manera. Este año, año B, se nos ofrece la versión de Marcos, que proporciona una serie de descripciones gráficas que sugieren precisamente lo que nos dice la tradición: que Marcos nos presenta la predicación de Pedro. Aunque algo tosco en su forma, y sin gran pulimento literario, Marcos da a menudo detalles que sugieren realmente a un testigo ocular.

Así, en este relato no sólo se nos dice que las vestiduras de Cristo parecían “blancas como la luz” (Mateo) o “brillaban de resplandor” (Lucas), sino que “se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlas ningún batanero del mundo”. Pedro debió de quedar muy impresionado por la blancura de las vestiduras de Cristo en aquel momento e intuyó que habían entrado en una dimensión totalmente nueva, celestial. También subraya más que los otros evangelios el miedo de los tres discípulos, en particular el suyo: “No sabía qué decir, pues estaban asustados”. Y sólo Marcos nos dice que los tres discípulos discutían entre ellos “qué quería decir aquello de resucitar de entre los muertos”.

Se trata de alguien que estuvo allí, que vio la extraordinaria blancura de las vestiduras de Cristo, que sintió un miedo intenso y que habló con Santiago y Juan sobre lo que sucedió en la montaña. En efecto, como nos dice la primera lectura, precisamente de la segunda epístola de Pedro: “Habíamos sido testigos oculares de su grandeza. Porque él recibió de Dios Padre honor y gloria cuando desde la sublime Gloria se le transmitió aquella voz: ‘Este es mi Hijo amado, en quien me he complacido’. Y esta misma voz, transmitida desde el cielo, es la que nosotros oímos estando con él en la montaña sagrada” (2 Pe 1, 16-18).

El Jesús que pronto se mostraría débil y despreciado, casi demasiado feo para ser mirado, como profetizó Isaías (cfr. capítulo 53), deja entrever aquí su gloria a sus tres discípulos más cercanos. Así como Dios Padre reveló especialmente a Pedro la condición divina y mesiánica de Cristo (cfr. Mt 16, 17), aquí le ayuda a comprender más profundamente la gloria preexistente de Nuestro Señor. Por Pedro, por el Papa, comprendemos mejor tanto la gloria divina de Cristo como cuánto se abajó para sufrir por nosotros. A través de la Iglesia nos adentramos más en la nube del misterio de Cristo, que es oscuro, aterrador y lleno de luz al mismo tiempo. Pedro es capaz de decir en su segunda epístola, con un plural que sugiere la voz de la Iglesia bajo la autoridad de los Papas: “Así tenemos más confirmada la palabra profética y hacéis muy bien en prestarle atención” (2 Pe 1, 19).

Recursos

La oración de los sencillos

Se considera a la oración vocal la más básica de las formas de dirigirse a Dios. Y lo es. El peligro está en que de ahí a infravalorarla en ocasiones no hay más que un paso. En este año dedicado a la oración, previo al próximo Jubileo, no está de más ponderar su importancia.

José Ramón Pérez Arangüena·3 de agosto de 2024·Tiempo de lectura: 5 minutos

Hace tres años, durante unas catequesis sobre la oración, afirmó Francisco: “Por favor, no caigamos en la soberbia de despreciar la oración vocal. Es la oración de los sencillos, la que nos ha enseñado Jesús: Padre nuestro, que estás en el cielo…”.

Alcance

Cuando nos planteamos qué se entiende por oración vocal, no es difícil que la mente se vaya de primeras al Padre nuestro, al Avemaría y a ese espléndido maridaje de ambas oraciones que, junto con el Gloria a la Trinidad, constituye el Santo Rosario. 

Luego quizá caemos en la cuenta de que entran también en la categoría desde el signarse y santiguarse, el Señor mío Jesucristo, la Salve o el Angelus hasta tantísimas otras fórmulas orantes, ya sean más breves, como las jaculatorias y las letanías, o más largas.

Entre las cuales se incluyen el Oficio divino y la Misa entera, con su Yo confieso, el Gloria, el Credo, la consagración de las especies eucarísticas y todo lo demás. 

En suma, la oración vocal es la elevación del alma a Dios expresada con palabras, ya sean de adoración, de alabanza, de gratitud, de arrepentimiento, de desahogo, de lamento, de queja, de sumisión, de súplica o de cualquier otra expresión verbal de trato o relación filial con Él.

Y aún hay más, según señala el n. 2700 del Catecismo de la Iglesia Católica, ya que las palabras abarcan tanto a las proferidas como a las mentales. 

Todo lo cual equivale a decir que la oración vocal comprende la plegaria personal y grupal; la más popular y la menos notoria, ya sea pública o privada, exterior o interior; la leída y la espontánea; la de autoría propia y la compuesta o formulada por otros; la rezada, salmodiada o cantada y, por supuesto, la litúrgica.

Descubrimos así un amplísimo y riquísimo panorama espiritual. ¡Como para pretender despreciarlo!

Tradición nativa

La tradición cristiana de la oración vocal tiene claros antecedentes en los salmos judíos. En el Evangelio de la infancia es patente en los sucesivos cánticos de María (Lc 1,46-55), Zacarías (Lc 1,68-79) y Simeón (Lc 2,29-32). 

Cristo potenció dicha tradición. Si el ruego o la súplica es una de las primeras y más clásicas manifestaciones de oración vocal, narra el Evangelio que Jesús instó repetidas veces a sus discípulos a que, ante cualquier necesidad, acudieran con prontitud, reiteración y firme esperanza a su Padre celestial: “Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá” (Mt 7,7). 

Además, los Evangelios recogen ejemplos vivos, prácticos y maestros de Jesús mismo, que ilustran diferentes modos de oración vocal. He aquí una muestra.

Desde luego el Padrenuestro, plegaria densa con la que enseñó a sus inmediatos y futuros seguidores a dar en primer término gloria a Dios, y después a pedirle con entera confianza cosas útiles y cotidianas, perdón de las ofensas y fortaleza frente al pecado, así como esperanza frente a la adversidad física y moral. 

Constan también frecuentes oraciones personales de alabanza y agradecimiento de Cristo, como ésta: “Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla” (Mt 11,25).

O su filial aceptación de la cruda voluntad divina: “Padre mío, si es posible, aparta de mí este cáliz, pero no se haga como yo quiero, sino como quieres Tú” (Mt 26,39).

O su lastimosa queja pendiente de la cruz: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mt 27,46), que oyeron los circunstantes y algunos interpretaron a su manera. En aquella tesitura mortal, constituye sin duda una verdadera oración, probablemente emitida a ritmo entrecortado de asfixia, que coincide con la frase inicial del largo salmo 22, el cual ‒no olvidemos‒ culmina con el reconocimiento de la sabia grandeza de la acción de Dios, a veces incomprensible para los hombres.

Engañosa imagen del Rosario

Hace años, un estudiante universitario me confió:

Yo antes no entendía el Rosario. Hasta que empecé a rezarlo.

Y por lo que me contó a continuación el asunto tenía que ver conmigo, pues por lo visto, tiempo atrás, le había dicho algo así como: 

Déjate de rollos, Juan, y empieza a rezar un misterio al menos.

No lo recordaba yo. Pero él sí había cogido la onda (del Espíritu Santo), comenzó a rezarlo y feliz, muy feliz por entenderlo y gozarlo, fue ampliándolo paulatinamente. Tanto que ahí estaba al cabo de unos meses desgranando ya cinco misterios. 

El Rosario integra diversos planos orantes, todos ellos de gran valía meditativa y contemplativa, y de los que el más evidente es la repetición de padrenuestros, avemarías y glorias.

Ante esto, hay quienes recalcan la dificultad de mantener la atención. No les falta razón. Pero eso tampoco justifica dejar de rezarlo, pues las cosas solo cuadran cuando se armonizan todos los factores.

Y, si no, ¿dónde queda la intención, el rumiar los misterios, el tiempo invertido y robado a otros menesteres, el hecho mismo de rezarlo, la historia del 98 por ciento de los santos canonizados desde la Edad Media o la sabiduría de María Santísima al pedirlo desde entonces a hoy? 

Al final, el Rosario es cariño, cariño a Ella como vía hacia Dios. Y para captarlo hay que rezarlo, como descubrió mi amigo Juan.

En ese sentido, nada más lejos de la realidad de un varón o mujer meditativo y/o contemplativo que desdeñar la oración vocal. Entre otras razones, porque se sirve de ella numerosas veces al día como excelente recurso para cultivar su vida interior, tanto al celebrar o asistir a Misa, rezar el Rosario y otras muchas plegarias, o como combustible inequívoco de trato filial con Dios.

Sencillez

Afirma el Papa Francisco que la vocal “es la oración de los sencillos”. 

Ser sencillo no equivale a ser simple, lelo, insustancial. La sencillez es una de las virtudes más simpáticas. No denota inconsciencia ni puerilidad, sino carencia de doblez, engaño y artificio. Es lo que Jesús pondera en Natanael cuando se conocen a orillas del Jordán (Jn 1,47). El sencillo es honrado, fiable. De ahí que a su vez se fíe de Dios y le rece con esperanza y perseverancia. Como niño, cuando niño y, más adelante, con la madurez oportuna en cada ocasión.

Con oraciones vocales se empieza a rezar en la infancia y, si no se dan mayores crisis, con ellas se prosigue a lo largo de la vida, al tiempo que se crece de forma efectiva en el trato y el diálogo personal con Dios. 

Así lo señalaba san Josemaría: “Empezamos con oraciones vocales, que muchos hemos repetido de niños: son frases ardientes y sencillas, enderezadas a Dios y a su Madre, que es Madre nuestra.

Todavía, por las mañanas y por las tardes, no un día, habitualmente, renuevo aquel ofrecimiento que me enseñaron mis padres: ¡Oh Señora mía, oh Madre mía! Yo me ofrezco enteramente a Vos. Y, en prueba de mi filial afecto, os consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón… ¿No es esto –de alguna manera– un principio de contemplación, demostración evidente de confiado abandono?” (Amigos de Dios, 296)

En la edad adulta, con tales oraciones hay quienes comienzan o recomienzan, según que el tipo de conversión a Dios sea ex novo a la Iglesia, o a la fe abandonada desde época juvenil. 

En tal caso, los confesores tenemos nutrida experiencia de penitentes que vienen a reconciliarse al cabo de cinco, diez o más años y que, al preguntarles si en ese período han rezado algo, por poco que sea, aseguran que sí, que ante una dificultad o bien movidos por un impulso repentino a veces se han encontrado rezando una o más Avemarías. A lo que sale espontáneo glosar:—¿Ves? Por esa oración a la Virgen estás tú hoy aquí.

El autorJosé Ramón Pérez Arangüena

Iniciativas

«Primeros cristianos», una web para descubrir las raíces del cristianismo

La web “Primeros cristianos”, creada por un grupo de estudiantes universitarios, recoge datos e información sobre la forma de vida de las comunidades de los primeros siglos del cristianismo.

Loreto Rios·3 de agosto de 2024·Tiempo de lectura: 4 minutos

La web “Primeros cristianos” es un portal dedicado en exclusiva a la forma de vida, la fe, y los datos que conocemos actualmente de los primeros siglos del cristianismo. “Nuestro objetivo principal”, señalan los actuales responsables de la web, “es dar a conocer y difundir el ejemplo de la vida de los primeros seguidores de Cristo, la fidelidad con que vivieron su fe, a pesar de las dificultades y persecuciones que sufrieron. Creemos que en el siglo XXI los primeros cristianos son más actuales que nunca y pueden ser una fuente inspiradora para la nueva evangelización”.

Sobre el diseño de la página, indican que el portal “pretende ser como un álbum de familia para los católicos. Por ello la página está diseñada de un modo atractivo, con contenidos divulgativos más que académicos, para que cualquier persona interesada pueda aprender y enseñar la historia de los primeros cristianos”.

Responsables de la web «Primeros cristianos»

Los primeros cristianos como referencia

La idea surgió “en el verano de 2006 y se puso en marcha en octubre de ese año. Quienes comenzaron el proyecto compartían dos ideas fundamentales: entender que la vida de los primeros cristianos era fascinante y que, sin embargo, apenas eran conocidos. A lo largo de los años, hemos ido tomando el relevo varias generaciones de estudiantes universitarios con las mismas convicciones y con la ilusión de que cada vez más gente descubra este tesoro”.

Era un proyecto innovador, ya que, por aquel entonces, “no existía ninguna web que abordara el tema desde una perspectiva católica. Ante eso, decidimos llenar nosotros ese vacío. Consideramos importante acercar el modelo de vida de los primeros cristianos como una referencia para el mundo de este siglo XXI”. Esto es debido, según indican los fundadores, a que quieren “acercar al hombre de hoy la idea de imitar y vivir como los primeros cristianos que, con el ejemplo y la fuerza de su vida ordinaria, lograron cambiar el mundo en el que vivían. Además, vivimos en un momento muy propicio para ello. Creo que a todos nos conviene conocer la vida de los primeros cristianos y aprender de ellos a conducirnos en estos tiempos en los que existen nuevas persecuciones”.

Además, los responsables del proyecto consideran que “tenemos una gran deuda de gratitud con aquellos hermanos nuestros de los primeros siglos; de algún modo fueron héroes, tuvieron mucho mérito, merecen nuestra veneración y agradecimiento: si somos cristianos hoy, se lo debemos a ellos”.

Hay muchas cosas que les llaman la atención de las primeras comunidades: “Su vida era una apuesta en la que se jugaba el destino de la Iglesia y de los hombres. Y fueron fieles. Convirtieron un imperio. Los primeros cristianos son tan interesantes por su carácter paradójico: en primer lugar, son personas que vivieron hace miles de años, en un mundo aparentemente muy distinto al nuestro; y, sin embargo, al conocer sus vidas y al escuchar sus palabras, sentimos que nos interpelan con mucha fuerza, que logran llegar al centro de las inquietudes y luchas de los cristianos del siglo XXI. Su testimonio posee una frescura única, por la cercanía que tienen con los orígenes de nuestra fe. Los primeros cristianos tienen una extraordinaria vigencia cultural. De un modo especial, a la hora de comprender el mundo en el que vivimos y la interacción entre cristianismo y mundo contemporáneo. La cultura europea está configurada desde el cristianismo, y por tanto a partir del esfuerzo de los primeros cristianos. Son ellos las famosas ‘raíces cristianas’ de Europa. Es importante resaltar esto, pues el cristianismo se extendió a todo el mundo precisamente desde Europa”.

Conocer los primeros siglos

Además, en la web hay información sobre temas muy variados relacionados con la vida de los primeros cristianos. Nos indica Jaime que se abarcan temas como “quiénes era, cómo vivían, las persecuciones, la expansión del cristianismo, las Actas de los mártires, los Padres de la Iglesia, las catacumbas, etc.”.

Además, “la página alberga algunos documentos y vídeos (en nuestro canal de Youtube). También ofrece listados de libros y películas relacionados con el mundo del cristianismo primitivo, así como archivos de las actas de los mártires o la situación del cristianismo en los cuatro primeros siglos. También tenemos secciones como ‘Tesoros de Roma’ o ‘Lugares de Tierra Santa’, que despiertan mucho interés. Otro de nuestros grandes temas es el de los cristianos perseguidos que siguen dando a día de hoy un testimonio muy similar al de los primeros cristianos”.

La respuesta de los usuarios

El tiempo ha demostrado que, lejos de ser un tema secundario, la vida de los primeros cristianos interesa a muchísima gente. “Ya hay miles de personas suscritas a la página”, indica a Omnes Jaime Alonso de Velasco, uno de los responsables actuales de la web, “con deseos de recibir semanalmente el boletín gratuito de noticias referentes a la vida de los primeros cristianos”.

Algunos no solo se suscriben a la newsletter, sino que se deciden a enviar también un mensaje: “En estos años hemos recibido cientos de mensajes de apoyo y de agradecimiento desde los sitios más diversos del planeta. Es muy gratificante ver que estás animando a vivir la fe a personas que se encuentran en circunstancias difíciles. En esos momentos, el ejemplo de vida de los primeros cristianos les ha sostenido y ayudado mucho. Desde una catequista en la selva amazónica que nos agradece lo que le ayuda nuestra web; un sacerdote de Ghana, una madre de familia numerosa de Brasil, un abogado desde Washington D. C., un universitario escocés, y bastantes personas desde países difíciles para los cristianos como Cuba, Rusia o Indonesia. En este sentido ha ayudado mucho la versión inglesa de nuestra página, que se ha difundido por todo el mundo”.

Cultura

Mujeres protagonistas de la historia medieval: Adelaida, la santa regente

En esta serie de artículos, José García Pelegrín recorre las vidas de cuatro mujeres que protagonizaron la historia medieval en Alemania. Santa Adelaida de Italia es la protagonista de esta entrega.

José M. García Pelegrín·2 de agosto de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos

A lo largo de la Edad Media, destacaron mujeres que supieron imponerse en un mundo dominado por hombres y ejercieron una influencia duradera en la sociedad y la Iglesia. Resulta significativo que en los albores del (sacro) imperio romano-germánico, durante prácticamente todo el siglo X, surgieron cuatro figuras femeninas que desempeñaron un papel crucial en la consolidación del reino.

En 919, Enrique I fue elegido rey del “reino franco oriental”, convirtiéndose en el primer rey que no pertenecía a la dinastía franca, sino a la estirpe de los Liudolfinger. Se da comienzo así a la dinastía “otónida” o “sajona”, ya que antes de su elección era duque de Sajonia. Esta transición marcó el inicio de la historia alemana al consolidar la división del Imperio Carolingio en tres partes, con los nietos de Carlomagno. La parte oriental, gobernada a partir de 843 por Luis, conocido como “el Germánico”, sería la cuna de Alemania.

Una joven viuda

Adelaida, nuera de santa Matilde de Ringelheim, quien fuera esposa de Enrique I, es hija del rey Rodolfo II de Borgoña y de Bertha de Suabia. Los primeros años de su vida están marcados por vicisitudes que revelan las estrechas relaciones entre diferentes reinos y cómo estas se sellaban más mediante matrimonios que mediante

tratados. Tras la muerte de su padre en 937, su madre contrajo matrimonio con Hugo de Arles, rey de “Italia” (prácticamente las antiguas posesiones de los lombardos), mientras que Adelaida fue prometida con el hijo de Hugo, Lotario. Contrajeron matrimonio en 947 después del fallecimiento de Hugo.

Sin embargo, Lotario, quien se convirtió en rey de Italia tras la muerte de su padre, fue envenenado en 950. Aunque Berengario de Ivrea, el sucesor (y presunto asesino) de Lotario, insistió en que Adelaida se casara con su hijo Adalberto, ella se negó. La joven viuda fue encerrada en un castillo, pero logró escapar con ayuda de un sacerdote.

Matrimonio con Otón I

Adelaida solicitó la ayuda del joven rey alemán Otón I, quien derrotó a Berengario, conquistó Pavía y se casó con la joven viuda en 951. En 962, Otón I fue coronado emperador, uniendo el llamado “Reino de Italia” (el norte de la península) con el imperio romano-germánico.

Adelaida estaba familiarizada con la reforma cluniacense debido a su ascendencia borgoñona. Como emperatriz, promovió la expansión de la orden cluniacense en tierras germánicas. Tras la muerte de su esposo, Adelaida asumió la regencia de su hijo, el joven Otón II, con Majolus de Cluny como su principal consejero. Después de la temprana muerte de Otón II en 983, Adelaida asumió nuevamente la regencia, esta vez junto a su nuera Teófano. Dirigieron juntas los destinos del imperio junto con el arzobispo Willigis de Maguncia.

Adelaida, emperatriz

Tras la muerte de Teófano en 991, Adelaida se ocupó de gobernar el imperio en solitario. Incluso se acuñaron monedas de plata que muestra en una cara el nombre del joven Otón III y, en la otra, el de su abuela “Athalhet”. Tras la mayoría de edad de su nieto Otón III en 994, Adelaida se dedicó a tareas caritativas y promovió la fundación de monasterios.

Finalmente, se retiró al monasterio que ella misma había fundado en Seltz, en el norte de Alsacia, donde falleció en 999. Su tumba se convirtió en un destino de peregrinación y los cluniacenses promovieron su veneración. Fue canonizada por el papa Urbano II en 1054.

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Vocaciones

Vedastus Machibula: “Tengo en mi corazón el deseo de servir a Dios donde haga falta”

Vedastus Machibula nació en 1999 en Tanzania. Hijo de madre católica y padre no cristiano, recibirá la ordenación sacerdotal en agosto de 2024. Una vocación que nació a raíz de una pregunta a su madre. 

Espacio patrocinado·1 de agosto de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

Nacido en una familia numerosa, Vedastus Machibula fue educado en la fe por su madre. Su pueblo distaba 7 kilómetros de la iglesia más cercana y, cada domingo, asistían a la celebración de la Palabra. En algunas ocasiones, también podían tener la Eucaristía, cuando el sacerdote podía ir. Ahora, gracias a una beca de la Fundación CARF, será ordenado sacerdote y servirá en su país, Tanzania.

¿Cómo llegas a plantearte la vocación sacerdotal? 

—Los domingos íbamos al oficio de la Palabra que celebraban los catequistas. En una ocasión, llegó un sacerdote al pueblo y comenzó a celebrar la Misa. Yo era muy niño y me daba cuenta que era diferente a lo que hacían los catequistas. Me interesó mucho cómo celebraba la liturgia y, cuando llegué a casa le pregunté a mi madre “Mamá, ¿por qué hoy ha sido diferente?, ¿quién es ese hombre que ha celebrado hoy?”. Mi madre me contó que era un sacerdote y cuál es la diferencia entre sacerdotes y catequistas.

Me señaló la importancia de los sacerdotes para la salvación y para ayudar a que los demás que también conozcan a Cristo. Pregunté por qué no teníamos sacerdote todos los domingos y ella me respondió que era imposible, porque los dos sacerdotes de esa parroquia atendían treinta y tres iglesias. Entonces le dije: “Cuando sea mayor quiero ser sacerdote ayudar a la iglesia de mi pueblo, que tengan siempre sacerdotes para enseñarles la fe y para celebrar los sacramentos”. Mi madre me explicó que tendría que estudiar mucho y ser muy disciplinado y me animó a que, si era mi camino, hablara con mi padre por si podían pagarme los estudios. 

Así sucedió cuando, a los 14 años, quise ir al seminario menor. Mi padre me dijo “voy a pagar lo que tú necesites para que tus sueños sean una realidad. Aunque no soy rico, sé lo importante es estudiar. Nos podrá faltar hasta lo necesario para vivir, pero no te faltará lo que necesites para tus estudios”. Esto hizo que siempre me esforzara mucho, porque sé el esfuerzo que ha supuesto a mi familia.

Pronto será ordenado sacerdote. ¿Qué le pide a Dios en ese momento?

—Efectivamente, recibiré la ordenación sacerdotal a finales de agosto. Doy gracias a Dios por este don que me va a entregar dentro de poco. Ese deseo de servir a Dios donde haga falta, que tuve desde el primer día, lo he mantenido en mi corazón con la ayuda de Dios y de la Virgen. 

El mundo necesita sacerdotes, necesita los sacramentos. Le pido a Dios que me ayude a recordar por qué quería ser sacerdote, por qué quiero serlo y por qué voy a luchar por permanecer fiel hasta el último momento. Esas palabras de san Pedro “Señor, tu sabes todo, tu sabes que te quiero”, han sido mi oración ante Dios en los momentos difíciles de mi camino, porque siempre el Señor conoce el interior de nuestro corazón. 

En su país, ¿cuáles son los principales retos a los que se enfrenta la Iglesia católica?

—La Iglesia católica en Tanzania es una iglesia muy joven con menos de dos siglos de vida. Entre los retos, por ejemplo, hay muchos jóvenes (y mayores) que conviven, pero no están casados por la Iglesia. 

Además, en algunos lugares la cultura de la poligamia sigue siendo fuerte. Otro campo es la práctica de la religión tradicional, que muchos practicaban entes de recibir la fe y cuesta abandonar totalmente. 

Junto a esto, la Iglesia está luchando siempre para mejorar la vida de la comunidad tanto en el ámbito académico como en el ámbito socio-económico y ha sido un instrumento muy importante para mantener la paz y el desarrollo del país. 

¿Cómo te ayuda en tu vocación y futura vida sacerdotal la formación en la Universidad de Navarra y en un seminario como Bidasoa?

—Mi estancia en Pamplona ha sido una maravilla. Salgo de Pamplona siendo una persona diferente que hace cuatro años. Me ha impresionado la formación tanto humana como académica. 

Estar en Pamplona ha sido un regalo porque viven personas de cinco continentes, de diferentes culturas, pensamientos, cada uno con su peculiaridad, pero unidos juntos por Cristo bajo su Iglesia. 

Eso es una maravilla que manifiesta claramente la catolicidad de la Iglesia, porque la Iglesia católica no tiene límite, llega a donde Dios quiere que llegue y Dios quiere siempre que la Iglesia llegue a todo el mundo.

París y la revolución cristiana

Son muchos los factores que llevan a los hombres a cometer el mal y, muchas veces, quienes lo ejercen no son más que peones al servicio del prefecto, del rey, de la república o del grupo de presión de turno, que la cosa ha ido cambiando de nombres.

1 de agosto de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

La parodia de la última cena que París 2024 ofreció a millones de espectadores de todo el mundo nos regala la oportunidad de explicar la más grande revolución de la historia, que no fue la francesa, sino precisamente la de aquel judío y sus 12 amigos. 

En la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos, el país cuna del chauvinismo nos ofreció una exhibición de su orgullo patrio. Nada que objetar pues, al fin y al cabo, organizar unas Olimpiadas es, ante todo, una operación de marketing para demostrar poderío con fines políticos y económicos. 

Orgullosos de su sangrienta revolución, María Antonieta decapitada incluida, mostraron al mundo sus mejores triunfos y valores, incluidos el de la libertad de expresión sin límites que incluye el derecho a mostrar aquellas «escenas de escarnio y burla del cristianismo» que obligó a los obispos franceses a pedir explicaciones a la organización.

Yendo a la historia para iluminar este acontecimiento, la primera imagen que se me ha venido a la mente es otro momento de escarnio y burla vivido por Jesús en persona. Se trata de cuando, tras ser crucificado, rezó así: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. ¿Sabían realmente los autores e intérpretes del espectáculo lo dolorosas que pueden llegar a ser para un creyente este tipo de burlas? ¿Sabían exactamente qué significado tiene la escena y a quién estaban parodiando?

En Andalucía, donde vivo, región en la que la arraigada religiosidad popular está siendo un freno tremendo para la secularización, son pocos los menores de 30 que sabrían distinguir a San Pedro de San Pablo, y muchos miles los que creen que María Magdalena era la pareja de Jesús y que la Santísima Trinidad es una advocación mariana. En serio, tengo pruebas. La incultura religiosa alcanza límites insospechados desde hace unos años.

Tampoco me chupo el dedo como para creer que nadie sabía que la escena buscaba la provocación y el escándalo, esencia por otra parte de la estética drag, pero ¿no sabían también los soldados romanos que estaban crucificando a Cristo que cometían una injusticia? Y, sin embargo, Jesús intercedió por ellos ante el Padre.

Son muchos los factores que llevan a los hombres a cometer el mal y, muchas veces, quienes lo ejercen no son más que peones al servicio del prefecto, del rey, de la república o del grupo de presión de turno, que la cosa ha ido cambiando de nombres. Vaya, en primer lugar, por tanto, hacia los autores e intérpretes, mi oración porque «no saben lo que hacen». 

El segundo momento evangélico que me interpela es aquel en el que el Maestro decía: aquello de: “Habéis oído que se dijo: “Ojo por ojo, diente por diente”. Pero yo os digo: no hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra”. La bofetada en la mejilla derecha es aquella que se da con el dorso de la mano en señal de desprecio, para no mancharse siquiera la palma con el rostro del otro.

La primera respuesta que se nos ocurre a todos al ser objeto de una injusticia, de una burla, es devolver no solo ojo por ojo (lo que de por sí ya fue un avance moral en su época), sino el mismo daño multiplicado al menos por dos o tres. Y aquí es donde hace aparición la mayor revolución de la historia, la que introdujo Cristo apostando por el amor al enemigo, poniendo la otra mejilla, devolviendo bien por mal.

A este respecto, Benedicto XVI reflexionaba así: “El amor a los enemigos constituye el núcleo de la «revolución cristiana», revolución que no se basa en estrategias de poder económico, político o mediático. La revolución del amor, un amor que en definitiva no se apoya en los recursos humanos, sino que es don de Dios que se obtiene confiando únicamente y sin reservas en su bondad misericordiosa. Esta es la novedad del Evangelio, que cambia el mundo sin hacer ruido. Este es el heroísmo de los «pequeños», que creen en el amor de Dios y lo difunden incluso a costa de su vida”. 

Ojalá una Iglesia cada vez más pequeña, más alejada del poder, menos ofendida por sí misma y más ofendida por las afrentas a la dignidad de sus hermanos; una comunidad de pequeños dispuestos a evangelizar sin límites, a amar sin miedo a las afrentas, a ser testigos hasta el martirio, como aquellos apóstoles ahora parodiados.

Y, para concluir mi reflexión evangélica al hilo de la polémica olímpica, otra frase de la Pasión de Jesús. Una que resume lo que los obispos galos han querido decir y a la que nos sumamos la mayoría de cristianos y personas de buena voluntad que creemos en la verdad, la democracia, el respeto, el diálogo y la tolerancia. Se trata de la que pronunció Cristo en casa de Anás. Mientras prestaba declaración y, tras recibir una bofetada de la que no pudo siquiera protegerse porque estaba atado, le dijo a su agresor (y repite hoy en la ciudad de la Bastilla): “Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?”.

El autorAntonio Moreno

Periodista. Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Bachiller en Ciencias Religiosas. Trabaja en la Delegación diocesana de Medios de Comunicación de Málaga. Sus numerosos "hilos" en Twitter sobre la fe y la vida cotidiana tienen una gran popularidad.

Ecología integral

Nicholas Spencer: «Tanto la ciencia como la religión contribuyen al progreso»

Nicholas Spencer forma parte de "Theos Think Tank", un grupo de expertos en religión y sociedad que busca estimular el debate público a través de la investigación. En esta entrevista con Omnes habla sobre la relación entre ciencia y fe que, según él, "va a convertirse en la cuestión más importante de nuestro siglo".

Paloma López Campos·1 de agosto de 2024·Tiempo de lectura: 7 minutos

Nicholas Spencer es miembro de “Theos Think Tank”, un grupo de expertos en religión y sociedad que busca estimular el debate público a través de la investigación. Además, tiene un grado en Historia Moderna e Inglés, de la universidad de Oxford, y es doctor en Filosofía por la universidad de Cambridge.

Es autor de diversos libros y artículos. El último de ellos, “Magisteria: The Entangled Histories of Science and Religion”, por ahora solo está disponible en inglés y se publicó el 2 de marzo de 2023. En él habla sobre la relación histórica entre la ciencia y la religión, que es mucho más compleja de lo que permite entender el mito popular.

La opinión de Nicholas es que la relación entre ciencia y religiónva a convertirse en la cuestión más importante de nuestro siglo, porque la ciencia es cada vez más capaz de rediseñar la naturaleza humana”. Considera que algunos avances, como puede ser la famosa herramienta “Chat GPT”, son piezas de desarrollo mucho más grandes que el espacio que tenemos para la reflexión ética sobre ellas. Y esa es una cuestión religiosa, porque se remonta a la idea de lo humano”.

Dada su amplia experiencia en la investigación sobre temas relacionados con la ciencia y la fe, en esta entrevista habla sobre cuestiones como los límites entre una y otra, su vínculo con la política o las posibles consecuencias futuras de los grandes avances que se están dando en la actualidad.

¿Cómo nos ayudan la ciencia y la religión, cada una a su manera, a responder a la pregunta de quiénes somos?

– Para responder a esto hay que volver a lo que son la ciencia y la religión, y ambas son entidades muy delicadas. La ciencia es un intento de obtener una comprensión objetiva, o al menos neutral, del mundo material. Los humanos somos seres materiales, así que la ciencia es un intento de entendernos de esa forma.

Pero los humanos también somos complejos. Somos personas, en el sentido de que nuestra complejidad emergente ha producido en nosotros algo que podría llamarse alma. Recurrimos naturalmente al lenguaje del alma para intentar explicar la dimensión personal emergente de la naturaleza humana. Y la religión, por decirlo negativamente, es parasitaria de esa dimensión. En términos más positivos, la religión es uno de los ámbitos, probablemente el más destacado, en el que nos relacionamos unos con otros y con la realidad a nivel personal.

Uno de los argumentos para ello es que hay que entender a los seres humanos en múltiples niveles. Si sólo se nos entiende con métodos científicos, como organismos materiales, se acaba deshumanizándonos. Si sólo nos entiendes como «seres espirituales», ignorarás nuestra presencia material, de vital importancia.

Por eso, tanto la ciencia como la religión pueden contribuir positivamente a una comprensión completa de lo humano.

¿Podemos tener una visión realmente positiva del progreso sin los conceptos religiosos de ser humano, dignidad y el sistema moral que implica la existencia de una Providencia?

– El progreso depende naturalmente de algún tipo de teleología, de algún tipo de meta. Sólo se puede progresar si se tiene algo hacia lo que progresar.

Ahora bien, creo que es posible tener formas de progreso completamente desprovistas de cualquier marco religioso o espiritual, o incluso moral. Por ejemplo, ¿es mejor tener menos dolor físico que más dolor físico? Y si se avanza hacia que haya menos dolor físico, eso es un tipo de progreso. Así que no creo que la idea misma de progreso dependa totalmente de tener un marco moral o espiritual. Se puede progresar en términos puramente seculares.

Sin embargo, creo que por ser el tipo de criaturas que somos también ansiamos una forma de progreso moral y espiritual.

Nuestra civilización occidental ha progresado increíblemente a lo largo de los siglos, tanto en ciencia como en religión. ¿Existe alguna correlación entre estos dos ámbitos que pueda explicar este progreso?

– Sin duda, la ciencia, como tecnología e ingeniería, ha transformado la faz de la tierra y la vida humana en un periodo de tiempo relativamente corto. Y el mundo es abrumadoramente religioso, y probablemente lo será más, en el siglo XXI.

Ahora bien, la política, que tiene muy mala fama hoy en día, probablemente sea más importante que la ciencia o la religión como vehículo de progreso. Un ejemplo de ello es la erradicación de la enfermedad del cólera en el siglo XIX. La comprensión científica de la enfermedad y el deseo humanitario de erradicarla, que a menudo procedía de un impulso religioso, se coordinaron a través del gobierno y el Estado, a través de la política, y entonces el cólera se erradicó por completo.

Tanto la ciencia como la religión contribuyen, pero muy a menudo requieren coordinación pública a través de la política para lograr ese progreso.

Ha hablado en ocasiones de ciertas revoluciones científicas que tenían una base teológica. ¿Cómo se entrelazan la ciencia y la religión sin pisarse la una a la otra?

– Hay que tener en cuenta que la ciencia y la religión, tal y como las entendemos hoy, son términos bastante modernos. Si retrocedemos unos doscientos años, la gente hablaba de ciencia y religión, pero no lo hacían como lo hacemos nosotros.

En el Reino Unido, hasta mediados del siglo XIX, existía un solapamiento muy importante, desde el punto de vista social, conceptual e intelectual, entre la ciencia y la religión. Una de las razones por las que había tensión y conflicto entre la ciencia y la religión en esta época eran los dos magisterios diferentes, que estaban socialmente distanciados. Y desde entonces la cuestión ha sido cuál es la relación entre ciencia y religión. Algunos sostienen que son magisterios totalmente separados, uno se ocupa de los hechos y el otro de los valores. Por lo tanto, no pueden superponerse.

Se pueden delimitar los distintos magisterios. Sin embargo, mi argumento es que en un área muy importante se solapan, y es en lo referente a nosotros, los seres humanos. Cuando se trata de nosotros, no es tan fácil distinguir entre hechos y valores.

Así pues, la tensión actual proviene de la perspectiva de que, en determinadas cuestiones, tanto la ciencia como la religión tienen un papel muy pertinente que desempeñar. Y eso requiere una negociación cuidadosa. No basta con decir que están separadas. Cuando hablamos de inteligencia artificial o ingeniería genética, aborto o prolongación de la vida, todas estas cosas son cuestiones científicas importantes en nuestro siglo. Pero también se está entrometiendo en la idea de lo que significa ser humano y esa es una cuestión profundamente religiosa.

¿Por qué escribió su libro “Magisteria: The entangled histories of science and religion” (de momento, solo disponible en inglés)? ¿Cuál era la idea que había detrás?

– Llevo unos quince años trabajando en temas de ciencia y religión. Soy muy consciente de que la opinión pública por defecto es que ambas están en conflicto y que, históricamente, siempre lo han estado. Se trata de una narrativa que nace de finales del siglo XIX, de un periodo de tensión, y en particular de historias muy influyentes acerca de la ciencia y la religión que sostenían que la relación entre ambas ha sido durante mucho tiempo un conflicto perpetuo.

En el mundo académico, la disciplina de la historia de la ciencia y la religión es relativamente nueva. El mundo académico ha dado un vuelco total a esa imagen, demostrando que la relación es mucho más compleja y mucho más positiva de lo que admite el mito popular. Pero nunca se ha filtrado al gran público. Hace unos años hice una serie en la BBC contando la historia, y «Magisteria» fue el libro que se publicó a raíz de ella.

Hace siglos, muchos científicos eran cristianos, pero hoy en día, los nombres más populares en las áreas científicas se declaran ateos. ¿Cómo explicaría este cambio?

– En realidad, el panorama es mucho menos dramático y emocionante. No es que los científicos hayan dejado de ser religiosos, sino que la sociedad es mucho menos religiosa. La tendencia general es que la proporción de científicos religiosos es aproximadamente igual a la proporción de personas religiosas en el país. O más exactamente, es aproximadamente igual a la proporción de personas religiosas de la clase socioeconómica de la que proceden los científicos. En términos generales, los científicos de una sociedad son tan religiosos como la propia sociedad.

Usted forma parte de un proyecto llamado “Theos Think Tank” ¿Por qué nació esta unión de expertos en religión y sociedad? ¿Cuál es su finalidad?

– Somos un grupo de reflexión cristiano, llevamos ya diecisiete años funcionando. Fuimos fundados con el apoyo del arzobispo de Canterbury y del arzobispo católico de Westminster, pero no estamos afiliados a ninguna confesión en particular. Existimos para contar una historia mejor sobre el cristianismo, concretamente sobre la fe en general, en la vida pública contemporánea.

Una historia mejor en dos sentidos: mejor en el sentido de más precisa, ya que la investigación está en el centro de lo que hacemos; pero también mejor en el sentido de más atractiva y coherente.

A través del proyecto «Theos Think Tank» ha hablado de la relación que existe entre belleza, ciencia y religión. ¿Qué puede decirnos de esta correlación entre los tres elementos?

– Aquella investigación formaba parte de un proyecto más amplio que inició la Universidad Católica de América. Yo hice una pequeña parte de la investigación en el Reino Unido, porque me interesaba especialmente la estética.

La regla general es que existe cierta resonancia profunda entre lo verdadero y lo bello. Algunos investigadores famosos sí piensan que la belleza es una guía hacia la verdad. Eso tiene mucha resonancia, pero en algunos científicos más que en otros. Los físicos son más propensos a decirlo. Y también depende de una comprensión particular de la belleza, que es estéticamente un poco cuestionable. Trata la belleza como sinónimo de elegancia, simplicidad y simetría. Y muchos teóricos de la estética creen que esa no es una definición especialmente acertada de la belleza.

Así que la investigación fue un intento de saber cuánta repercusión tiene esta idea. Y la respuesta es que había alguna, pero muy matizada. La belleza puede utilizarse como heurística en los esfuerzos científicos, pero si es así, hay que manejarla con sumo cuidado.

¿Cuál es nuestra responsabilidad como cristianos ante la ciencia?

– La respuesta corta es celebrar y apoyar. La respuesta larga es atender con cuidado a lo que ocurre, porque en cierto sentido no existe la ciencia, existen los científicos. Hay momentos en la historia en que los cristianos se han opuesto firmemente a la ciencia y se han equivocado totalmente, y hay otros momentos en los que tenían toda la razón. Así que la respuesta más larga es examinar con cuidado porque no toda la ciencia es igual.

¿Cree que la religión sirve para marcar los límites de la ciencia? ¿Son necesarios estos límites?

– Lo primero que hay que decir es que se puede limitar absolutamente la ciencia sin religión, y hay ejemplos de sociedades ateas que limitaban la ciencia, de forma bastante equivocada, pero no había ningún problema en limitar la ciencia. Del mismo modo, hay innumerables comités de ética en todo el mundo que cuestionan y ponen límites a la práctica de la ciencia hoy en día.

En términos generales, estoy muy a favor de investigar a través de la ciencia. Los límites deben estar en cómo lo hace uno, más que en el hecho de hacerlo. Y luego lo que es crucial son los límites en el uso de lo que uno hace con la información que adquiere.

Así que, sí, debería haber algunos límites en la ciencia, pero deberíamos hacerlo tentativamente.

Usted es una persona con una amplia perspectiva en lo que se refiere al diálogo entre religión y ciencia. Conociendo todos los avances que se están produciendo, ¿siente esperanza o miedo cuando piensa en el futuro?

– Esa pregunta casi siempre se responde sabiendo qué tipo de persona eres.  No soy optimista por naturaleza, por lo tanto no soy optimista sobre el futuro, pero eso dice más de mí que del porvenir.

Pero para ser más preciso, no me preocupa que la inteligencia artificial llegue a ser consciente y sensible. Lo que me preocupa es la forma en que la IA será utilizada por actores nefastos que deseen manipular la realidad. No me preocupa tanto lo que las nuevas tecnologías puedan hacernos, sino lo que otros seres humanos puedan hacernos con las nuevas tecnologías.

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Evangelio

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Joseph Evans comenta las lecturas del domingo XVIII del Tiempo Ordinario y Luis Herrera ofrece una breve homilía en vídeo.

Joseph Evans·1 de agosto de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos

Con demasiada frecuencia culpamos a Dios por lo que no nos da, en lugar de agradecerle lo que sí nos da. Al principio de los tiempos, Satanás sembró la sospecha sobre Dios, haciéndole aparecer como un tirano y un aguafiestas: “Dijo a la mujer: ‘¿Conque Dios os ha dicho que no comáis de ningún árbol del jardín?’” (Gn 3, 1). Adán y Eva cayeron en su trampa, permitiéndose dudar de Dios, y esa sospecha ha entrado en nosotros a través del pecado original. Por eso, en la primera lectura de hoy, el pueblo se queja cuando parece faltarle el pan y la carne, y no tiene en cuenta que el Dios que tan extraordinariamente los había salvado de la esclavitud en Egipto también podría haber pensado en cómo alimentarlos en el desierto. En efecto, Dios les proporciona el pan milagroso del maná. Poco después les dará carne, haciendo que una bandada migratoria de codornices aterrice -cansada y débil- allí mismo, en el desierto, para satisfacer el ansia de carne del pueblo.

Pero si reducimos a Dios a un servicio de reparto de comida -y luego nos quejamos cuando, de vez en cuando, parece que no cumple- perdemos mucho. Tratamos de satisfacer nuestro cuerpo, pero no satisfacemos las necesidades mucho más importantes de nuestra alma. Y esto es lo que Jesús intenta enseñar a la gente en el evangelio de hoy. Después de haber disfrutado de un banquete de pan proporcionado por él, la gente quiere otro. Pero Nuestro Señor tiene que decirles: “En verdad, en verdad os digo: me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a este lo ha sellado el Padre, Dios”.

Podemos reducir el cristianismo a sus beneficios materiales. Una fiesta se convierte en una mera excusa para comer bien, o incluso, como vemos -ay- en el caso de algunas fiestas populares, para beber en exceso. No se ayuna por amor a Dios, sino como un acto de vana dietética. La gente insiste en buscar el pan material. Jesús les ofrece un pan mucho más grande, el pan del cielo, que resulta ser tanto su palabra en la Escritura como su cuerpo en la Eucaristía. Sólo este pan nos da la vida eterna. Cuando damos prioridad a nuestros deseos corporales, nunca estaremos satisfechos. Cuando, en cambio, deseamos el alimento espiritual de Dios, disfrutamos más del alimento material y encontramos sentido espiritual, e incluso alegría, cuando este falta.

La homilía sobre las lecturas del domingo XVIII del Tiempo Ordinario (B)

El sacerdote Luis Herrera Campo ofrece su nanomilía, una pequeña reflexión de un minutos para estas lecturas del domingo.

Vaticano

Los monaguillos: el rostro joven de la Iglesia

En un encuentro de más de 50.000 servidores del altar con el Papa Francisco, el pontífice destacó la importancia de servir en la Eucaristía, donde Dios se hace presente real y concretamente en el Cuerpo y la Sangre de Cristo.

José M. García Pelegrín·31 de julio de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

“Gracias por haber venido hasta aquí, como peregrinos, a compartir la alegría de pertenecer a Jesús, de ser servidores de su Amor, servidores de su Corazón herido que sana nuestras heridas, que nos salva de la muerte, que nos da la vida eterna”. Con estas palabras, el Papa Francisco se dirigió a los más de 50.000 monaguillos, procedentes de 88 diócesis de 20 países del mundo que participan en la “XIII Peregrinación Internacional de Monaguillos”. 

El Santo Padre alentó a los jóvenes a conservar “en vuestro corazón y carne, como María, el misterio de Dios que está con vosotros, de modo que puedan estar con los demás de una manera nueva”. 

El encuentro con el Papa ha sido el momento más destacado de la peregrinación, que tiene lugar del 29 de julio al 3 de agosto. Está organizada por la Asociación Internacional de Monaguillos, Coetus Internationalis Ministrantium (CIM), fundada en noviembre de 1960 en Altenberg, cerca de Colonia. Esta actividad se celebra cada cuatro o cinco años, aunque la edición de este año, inicialmente prevista para 2023, se aplazó debido a la pandemia del COVID. La gran mayoría de los participantes procede de Alemania: en la anterior edición, en 2018, de los 68.000 monaguillos 48.000 eran alemanes; en esta ocasión, los alemanes eran unos 35.000, de edades comprendidas entre los 13 y los 27 años.

Al dirigirse a los jóvenes, Francisco glosó el lema de la peregrinación, “Contigo”, considerándolo muy significativo porque enlaza el misterio de la vida y el amor en una sola palabra. El Papa explicó que este “contigo” adquiere nuevos significados cuando los acólitos realizan su servicio en la liturgia, donde el protagonista es Dios. Citando a Jesús, recordó: “Donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos”. Subrayó que esto se cumple de manera suprema en la Eucaristía, donde el «contigo» se convierte en la presencia real y concreta de Dios en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. El Papa resaltó que tanto los sacerdotes como los acólitos son testigos de este misterio, y que al recibir la Sagrada Comunión, podemos experimentar que Jesús está “con nosotros” espiritual y físicamente.


Según el Papa, ese “contigo” se puede ofrecer también a los demás, para cumplir el mandamiento de amarnos los unos a los otros como Él nos ha amado: “También tú puedes decirle a tu prójimo ‘yo estoy contigo’ no con palabras, sino con las obras, con los gestos, con el corazón, con la cercanía concreta: llorar con los que lloran, alegrarse con los que se alegran, sin juicios ni prejuicios, sin cerrazones, sin exclusiones. También contigo, que no me resultas simpático; contigo, que eres diferente a mí; contigo, que eres extranjero; contigo, aunque sienta que no me comprendes; contigo, que nunca vas a la Iglesia; contigo, que dices que no crees en Dios”.

El cardenal Jean-Claude Hollerich, arzobispo de Luxemburgo y actual presidente de la CIM, se dirigió al Santo Padre en nombre de los monaguillos presentes: “Queremos ser amigos de todas las personas, pero este deseo sólo es eficaz cuando tendemos una mano a quienes atraviesan problemas. Cultivar una amistad con Dios nos ayuda a cultivar la amistad con los más pobres”, dijo. Representantes de los 20 países presentes llevaron puñados de incienso hasta un gran incensario, para recordar las dificultades que atraviesan jóvenes en todo el mundo, como enfermedades, guerras, indiferencia en sus hogares y falta de oportunidades.

Además del encuentro con el Papa, los jóvenes participan en la Misa diaria y asisten a encuentros de formación, concretamente de catecismo, así como a conciertos, talleres y reuniones. El lema de la peregrinación de 2024, “Contigo”, se basa en Isaías 41,10: “No temas, porque yo estoy contigo”. La junta de la CIM destacó que sin los monaguillos falta algo crucial en la Iglesia, y que su testimonio en el servicio y en la vida cotidiana es fundamental. Con los monaguillos, la Iglesia se realiza en el mundo, celebrando el culto, siendo comunidad y dando testimonio.

Por su parte, Johannes Wübbe, obispo auxiliar y Administrador Apostólico de la diócesis actualmente vacante de Osnabrück, es uno de los organizadores el encuentro, en su condición de presidente de la “Comisión XII – Juventud” de la Conferencia Episcopal Alemana.  Mons. Wübbe resaltó el significado del lema “Contigo”, que incluye una triple promesa: la promesa bíblica de Dios, la promesa de la Iglesia a los monaguillos y la promesa de los monaguillos a Dios y a la Iglesia. También dijo que está “orgulloso del valiente ejemplo de estos jóvenes”, que son el rostro joven de la Iglesia, pues “con su compromiso, que adopta muchas formas, están presentes donde vive la Iglesia y son testigos alegres del Evangelio a pesar de todas las preguntas y dudas que puedan tener”.

La Peregrinación Internacional de Monaguillos es uno de los mayores acontecimientos de la pastoral juvenil de la Iglesia en Alemania.

Vaticano

¿Dialogar con la cultura woke?

Rome Reports·31 de julio de 2024·Tiempo de lectura: < 1 minuto
rome reports88

El Instituto Aquino, de la Universidad de Princetown acogerá en octubre una conferencia que tratará temas divisivos desde un punto de vista católico: se hablará de inclusión, diversidad y equidad.

En ella participarán profesores, escritores y líderes religiosos y su objetivo es abrir el debate en ámbito católico para encontrar respuestas a ámbitos que generan polémica en la fe.


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Zoom

50.000 monaguillos con el Papa

Dos jóvenes cantan durante un encuentro con el Papa Francisco en la Plaza de San Pedro el 30 de julio de 2024, junto a ellas, más de 50.000 monaguillos de 20 países peregrinaron a Roma a este encuentro internacional.

Maria José Atienza·31 de julio de 2024·Tiempo de lectura: < 1 minuto
Cultura

La Tradición como método de transmisión de la Revelación divina

Durante las XXXVII Conversaciones de Salamanca, diversos profesores y teólogos se reunieron en la Universidad Pontificia de Salamanca para hablar sobre el papel de la Tradición como medio para transmitir la Revelación divina.

Paloma López Campos·31 de julio de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos

Los días 30 y 31 de mayo la Universidad Pontificia de Salamanca celebró las XXXVII Conversaciones de Salamanca. Durante estas dos jornadas, distintos expertos hablaron sobre el papel de la Tradición como medio para descubrir la Revelación.

El rector, Santiago García-Jalón de la Lama, el decano de la facultad de Teología, Francisco García Martínez y el coordinador de las jornadas, Gonzalo Tejerina Arias, inauguraron las Conversaciones el 30 de mayo.

Aspectos teológicos fundamentales

El primer día de las jornadas los ponentes trataron los aspectos teológicos fundamentales de la Tradición según la perspectiva católica. Las exposiciones estuvieron a cargo de profesores y teólogos, siendo la primera “Antropología y Teología de la Tradición”, presentada por el coordinador del evento. A continuación, Fernando Llenín Iglesias, director del Instituto Superior de Estudios Teológicos de Oviedo, habló sobre “Tradición de la fe. Magisterio de la Iglesia”.

Por su parte, el profesor del Instituto Teológico Compostelano, Benito Méndez Fernández, trató los “Núcleos doctrinales de la enseñanza del Concilio de Trento y del Vaticano II”. Por último, el profesor de la Universidad Pontificia de Salamanca, Fernando Rodríguez Garrapucho, expuso “el diálogo con la Reforma protestante a propósito de la Tradición”.

La Tradición en la realidad eclesial

El día 31 los participantes de las Conversaciones exploraron la relevancia de la Tradición en diversas realidades eclesiales. El primer ponente de la jornada fue el profesor Gaspar Hernández Peludo, profesor que ofreció una sesión con el título “Los padres de la Iglesia y la Patrología en la consideración de la Tradición”.

Más tarde, el profesor Juan Carlos Fernández leyó un texto de Luis García Gutiérrez, miembro del Instituto Superior de Teología de Astorga y León, titulado “La liturgia, elemento primordial de la tradición de la fe”. Para concluir, Pablo Largo Domínguez, del Instituto de Vida Religiosa, expuso a los asistentes el tema “La madre del Señor y la mariología desde la perspectiva determinante de la tradición de la fe del pueblo de Dios”.

Las Conversaciones de Salamanca finalizaron con un encuentro entre el decano de Teología, la secretaria general Mirian Cortés Diéguez, el coordinador del encuentro, directores y secretarios de centros que mantienen un vínculo con la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca.

Vaticano

Piero Coda: «El modelo de ser Iglesia clerical ya ha llegado a su fin»

Omnes entrevista a Piero Coda, secretario general de la Comisión Teológica Internacional y encargado de coordinar un grupo de trabajo sinodal con vistas a la segunda sesión del Sínodo.

Federico Piana·30 de julio de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

El camino hacia la segunda sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, que tendrá lugar en el Vaticano el próximo mes de octubre, no se detiene. Tras la presentación del “Instrumentum laboris”, que tuvo lugar el pasado 9 de julio en la sala de prensa vaticana, ahora se espera la publicación de un vademécum, que debería contener un comentario razonado sobre ese texto de trabajo.

Confirma la noticia monseñor Piero Coda, secretario general de la Comisión Teológica Internacional y profesor de teología dogmática en el Instituto Universitario “Sophia” de Loppiano. El teólogo, llamado a coordinar un grupo de trabajo sinodal con vistas a la segunda sesión, explica en una entrevista a Omnes que este vademécum, presumiblemente listo para mediados de agosto, será muy útil porque “ofrecerá perspectivas de profundización teológica, pastoral y canónica”.

La oración intensa, un paso importante

Entre los muchos pasos que hay que dar para llegar a la apertura de la segunda sesión sinodal, hay algunos que deben considerarse de primera importancia. En primer lugar, explica Coda, “es deseable que las Iglesias locales, las Conferencias Episcopales en particular, examinen el ‘Instrumentum laboris’, como deberán hacerlo los miembros de la próxima sesión del Sínodo”. Sin olvidar, añadió, la dimensión de la oración que “deberá ser intensa sobre todo por parte de las comunidades, los institutos monásticos, las monjas de clausura y, por supuesto, todo el pueblo de Dios”.

Pero acompañando a la preparación de la nueva fase sinodal deberá estar también, según el teólogo, “la posibilidad de profundizar a través de los medios de comunicación, como las redes sociales, para hacer consciente no sólo a todo el pueblo de Dios de la importancia de este acontecimiento, sino también para filtrar las exigencias del Sínodo en un ámbito social y cultural más amplio”.

Instrumento coral

El “Instrumentum laboris», en esencia, se considera el fruto de la escucha de las peticiones procedentes de las Iglesias locales, de las Conferencias Episcopales, de los movimientos eclesiales, de los religiosos y de los laicos de todo el mundo. Piero Coda, resumiendo, lo define como un instrumento coral: “Y podríamos añadir que también puede considerarse un instrumento bastante original en el camino que hasta ahora han recorrido positivamente los diversos eventos sinodales: las propuestas hechas a nivel local se han convertido en centrales para determinar la perspectiva y los contenidos concretos del ‘Instrumentum laboris’. Que, como se puede imaginar, parte del informe de síntesis de la primera sesión sinodal”.

Las tres dimensiones

El “Instrumentum laboris» tiene tres dimensiones: la de las relaciones, la de los caminos y la de los lugares. “Es una buena perspectiva -afirma el teólogo- declinar lo que es el tema fundamental del Sínodo: cómo ser una Iglesia sinodal. Y cómo ser Iglesia sinodal implica, en primer lugar, una visión y una práctica de las relaciones dentro de la vida eclesial que se ajuste a la vocación sinodal y misionera del Pueblo de Dios”. Relaciones, añade, que “deben madurar gracias a caminos concretos y que finalmente deben encarnarse en lugares donde se exprese la naturaleza sinodal de toda la Iglesia, global y local”.

Iglesia ministerial

En el capítulo dedicado a las relaciones, entre otras instancias, el “Instrumentum laboris” destaca la dedicada a los ministerios ordenados y la posibilidad de dar vida a nuevos ministerios. Coda está convencido de que “está madurando una conciencia muy profunda y articulada de que la ministerialidad de la Iglesia no es sólo prerrogativa de lo que conocemos como ministerios ordenados -episcopado, presbiterado y diaconado-, sino que implica una promoción, vinculada también a los diversos contextos eclesiales del mundo, de los ministerios instituidos y una valorización del ministerio bautismal, de los nacidos del sacramento de la confirmación y del sacramento del matrimonio. Una Iglesia totalmente ministerial fundada en el discernimiento de la acción del Espíritu Santo”.

Cambio de ritmo

En la dimensión de los caminos, hay un aspecto de transparencia, responsabilidad y evaluación que no se limita al ámbito de los abusos sexuales y financieros, sino que debe afectar también a los planes pastorales, los métodos de evangelización y la forma en que la Iglesia respeta la dignidad de la persona humana. “Podría decirse que la cuestión de los abusos sexuales, de poder y psicológicos no es más que la punta de un iceberg, es decir, de un modelo de ser Iglesia esencialmente piramidal, verticalista e incluso clerical, que a estas alturas ya ha llegado a su fin”, argumenta Coda.

El secretario de la Comisión Teológica Internacional espera que sobre esto “haya un profundo cambio de paso capaz de invertir concretamente la metodología de participación y gobierno de la Iglesia capaz de poner en marcha mecanismos válidos de verificación y transparencia”.

Lugares de encarnación

Pero ¿cuáles son los lugares, de los que habla también el “Instrumentum laboris», en los que todo esto debe encarnarse y que deben evitar dos riesgos: el del particularismo extremo y el del universalismo abstracto? Monseñor Coda da una respuesta clara: “Son lugares enraizados en contextos específicos, como las comunidades parroquiales en comunión con otras comunidades eclesiales. Luego están las diócesis, las Conferencias Episcopales regionales, las agrupaciones de las Iglesias a nivel continental, sin olvidar la Iglesia universal con el ministerio del Papa a través del instrumento de la Curia Romana, instrumento de comunión entre los obispos y toda la sinodalidad del Pueblo de Dios”.

Mundo

Los Juegos Olímpicos y la relevancia de los católicos en la cultura contemporánea

La inauguración de los Juegos Olímpicos en París ha vuelto a llamar la atención pública sobre cuestiones fundamentales acerca de la relación entre fe, cultura y sociedad moderna.

Giovanni Tridente·29 de julio de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

La reciente inauguración de los Juegos Olímpicos de París 2024 ha reavivado el debate sobre la presencia y el papel de los valores cristianos en la sociedad contemporánea. El acontecimiento, que tradicionalmente celebra la unidad y la diversidad mundiales, se ha convertido en el centro de una polémica en la que están implicados varios miembros de la Iglesia católica y ha vuelto a llamar la atención pública sobre cuestiones fundamentales acerca de la relación entre fe, cultura y sociedad moderna.

En el centro de la polémica estuvo una representación artística durante la ceremonia inaugural que, según muchos observadores, parecía recordar la iconografía de la “Última Cena” de Leonardo da Vinci, pero reinterpretada en clave “queer”. Varios obispos católicos expresaron su enérgica desaprobación, calificando la representación de “repugnante” e “irrespetuosa” con los símbolos sagrados del cristianismo.

En este clima de tensión y debate, resulta oportuna la voz del historiador italiano Andrea Riccardi, fundador en 1968 de la Comunidad de Sant’Egidio, el movimiento laico internacional comprometido desde hace décadas con la paz, la hospitalidad y los pobres. En una entrevista concedida al periódico “Avvenire” de la Conferencia Episcopal Italiana, Riccardi reflexiona de forma articulada sobre el papel del catolicismo en la cultura contemporánea, proponiendo una visión que va más allá de la mera oposición.

En particular, surge la urgencia de “volver a despertar la fe y la pasión, sin las cuales no es posible ninguna verdadera iniciativa cultural”, especialmente mientras asistimos al fenómeno mundial de la “desculturización de la religión y de los fenómenos religiosos”.

Una fe meditada

El concepto central del pensamiento del fundador de la Comunidad de Sant’Egidio gira en torno a la idea de una “fe pensada”, retomando una intuición de san Juan Pablo II: “Una fe que no se hace cultura es una fe no plenamente aceptada, no enteramente pensada, no fielmente vivida”.

Esta visión sugiere que el catolicismo, para mantener su relevancia e incisividad en el mundo contemporáneo, debe entablar un diálogo profundo y continuo con la cultura, en lugar de limitarse a reacciones defensivas o condenatorias. Además, Bergoglio pensaba lo mismo cuando era arzobispo en Buenos Aires, recuerda Riccardi, subrayando la continuidad de un pensamiento que ve en la cultura una expresión vital de la fe.

El historiador Riccardi, que también es profesor emérito de la Universidad “Roma Tre”, no oculta su preocupación por la situación actual del catolicismo: “La fragilidad de la expresión actual de la cultura católica -reflexiona- deriva de la fragilidad de la fe vivida, más aún, de la fragilidad de nuestras comunidades y de la renuncia a decir una palabra de importancia”. Más que “de importancia”, de hecho, esta palabra a menudo sólo tiene el carácter de una indignación como fin en sí misma. Es signo de una fragilidad que se manifiesta en un “catolicismo acurrucado en los rincones de la vida urbana”, poco proactivo.

Cultura nacida de la pasión

Así pues, la solución no reside en un simple llamamiento a los intelectuales católicos, como si fueran los únicos portadores del pensamiento razonado, sino en el despertar de la pasión en las comunidades cristianas: “El verdadero problema es el bajo nivel de pasión en las comunidades cristianas”. En cambio, es necesario ser conscientes -añade el historiador- de que “toda operación cultural nace de una gran pasión, y digamos también de la gran pasión desencadenada por la fe”.

Citando a Pablo VI, Riccardi recuerda que: “El mundo sufre por falta de pensamiento”. Un concepto ampliado más tarde por el Papa Francisco: “El mundo se ahoga por falta de diálogo”.

Reflexión y diálogo

Esto abre una nueva perspectiva sobre cómo el catolicismo puede mantener su relevancia en una sociedad cada vez más plural y secularizada. En lugar de replegarse a una postura defensiva o de confrontación, Riccardi propone, siguiendo el ejemplo de los sucesivos papas, un catolicismo que se comprometa activamente con la cultura contemporánea, ofreciendo ese plus de pensamiento crítico, capaz de dialogar al mismo tiempo con la complejidad del mundo moderno.

Vuelve entonces el reto crucial: cómo mantener la propia identidad y los propios valores dialogando constructivamente con una sociedad que cambia rápidamente. Ciertamente, no hay que temer la confrontación, de la que puede surgir una oportunidad de renovación y crecimiento, también para la propia fe, que sabe cómo hacerse relevante en el contexto global actual.

Una fe que sin duda hay que volver a despertar, posiblemente con gran pasión.

Familia

Noviazgo, un proyecto de amor que requiere educación y maduración

Santiago Populín Such, estudiante de Teología en la Universidad de Navarra, escribe en este artículo sobre el proyecto de amor que Dios tiene para los novios y explica que el camino del noviazgo, de búsqueda de ese amor, no es algo sencillo, requiere de una educación, una purificación y una maduración.

Santiago Populín Such·29 de julio de 2024·Tiempo de lectura: 6 minutos

En el discurso a los novios del 11 de septiembre de 2011, Benedicto XVI dijo que “todo amor humano es signo del Amor eterno que nos ha creado y cuya gracia santifica la elección de un hombre y de una mujer de entregarse recíprocamente la vida en el matrimonio. Vivid este tiempo del noviazgo en la espera confiada de tal don”. Y precisó: “la experiencia del amor tiene en su interior la tensión hacia Dios”. Estas palabras son, de alguna forma, una clave para comprender correctamente la verdad del amor humano.

Si el amor humano es signo del Amor eterno –pues somos imagen y semejanza de Dios– y, además, tiende hacia Él, es posible decir que el amor humano trasciende en su origen y en su destino. Esto es porque “Dios es la fuente del amor”, así lo expresó Benedicto XVI en el 2007 (Cfr. Mensaje a los jóvenes del mundo con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud).

Noviazgo y amor de Dios

El Papa comentó que esa realidad la subraya san Juan cuando afirma que “Dios es amor”, “con ello no quiere decir sólo que Dios nos ama, sino que el ser mismo de Dios es amor”. Continuó su mensaje planteando una pregunta: “¿Cómo se nos manifiesta Dios-Amor?”. Respondió que es a través de Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre, donde hemos conocido el amor en toda su plenitud. De modo particular, “la manifestación del amor divino es total y perfecta en la Cruz. Por tanto, Jesucristo es el camino para todo hombre, también para los novios, porque revela el amor de Dios”.

En “Deus caritas est” el Papa Benedicto XVI explica cómo la atracción inicial, el “eros”, se comprende como un signo y una semilla cuyo fruto o resultado conseguido es el “ágape”, el amor oblativo capaz de dar vida en abundancia. En otras palabras, el amor no puede, en su inicio, ser resultado del obrar humano, sencillamente porque es más grande, porque existe antes, porque precede tanto al amante como al amado; Dios es amor, Él es primero.

El enamoramiento como iluminación

En este sentido, el enamoramiento es una realidad trascendente, nace como pasión porque el hombre no puede fabricarla y también porque, por su propia naturaleza, lo lleva más allá de sí mismo. Conlleva, en su dinámica interna propia, una tensión que, respetada y cultivada, dará como fruto el amor de entrega, de oblación. De este modo, la experiencia del enamoramiento es una especie de iluminación que permite contemplar la realidad desde el corazón de Dios.

En el mensaje a los jóvenes del mundo con ocasión de la XXII Jornada Mundial de la Juventud 2007, el Papa Benedicto XVI señaló que, un ámbito donde están llamados los jóvenes a expresar el amor y a crecer en él es en su preparación para el futuro que les espera: “si sois novios, Dios tiene un proyecto de amor sobre vuestro futuro matrimonio y vuestra familia”. Igualmente, les animó a atreverse a amar, a buscar un amor fuerte y hermoso, capaz de convertir toda vida en una realización alegre de entregarse a Dios y a los demás, siguiendo el ejemplo de Aquel, que, a través del amor, ha vencido el odio y la muerte: Jesucristo. También les recordó que el amor es la única fuerza capaz de transformar el corazón de las personas, haciendo que las relaciones entre hombres y mujeres sean fructíferas.

El amor requiere educación

En el discurso a los novios de 2011, Benedicto XVI animó a las parejas a educarse en el amor. De modo particular, resaltó tres aspectos que tienen que aprender sobre el amor:

En primer lugar, señaló la libertad de la fidelidad, “que lleva a custodiarse recíprocamente, hasta vivir el uno para el otro”. Pues, como dijo el 12 de mayo de 2010: “la fidelidad a lo largo del tiempo es el nombre del amor”. Esto quiere decir que el amor necesita tiempo para expresarse plenamente, para lograr que salga todo lo bueno y se limen todas las asperezas.

En segundo lugar, animó a prepararse para elegir con decisión el “para siempre” que connota el amor, la indisolubilidad; explicó que se trata de un don que hay que “desear, pedir y vivir”. Además agregó: “y no penséis, según una mentalidad extendida, que la convivencia sea garantía para el futuro. Quemar etapas acaba por ‘quemar’ el amor, que en cambio necesita respetar los tiempos y la gradualidad en las expresiones; necesita dar espacio a Cristo, que es capaz de hacer un amor humano fiel, feliz e indisoluble”. La indisolubilidad se trata entonces de una afirmación, elegir querer para toda la vida, es decir, que es posible un amor para siempre.

En tercer lugar, indicó que la fidelidad y la continuidad en el quererse les hará capaces de estar abiertos a la vida, de ser padres: “la estabilidad de vuestra unión en el sacramento del matrimonio permitirá a los hijos que Dios quiera daros crecer con confianza en la bondad de la vida”.

El Papa concluyó el discurso diciendo que la fidelidad, la indisolubilidad y la transmisión de la vida son los pilares de toda familia, verdadero bien común, un valioso patrimonio para toda la sociedad. Y precisó: “Desde ahora, fundad en ellos vuestro camino hacia el matrimonio y testimoniadlo también a vuestros coetáneos: ¡es un valioso servicio!”.

El amor requiere maduración 

En “Deus caritas est” n. 6, Benedicto XVI se pregunta cómo se ha de vivir el amor, a lo que responde: “(…) el amor es ocuparse del otro y preocuparse por el otro. Ya no se busca a sí mismo, sumirse en la embriaguez de la felicidad, sino que ansía más bien el bien del amado: se convierte en renuncia, está dispuesto al sacrificio, más aún, lo busca (…)”.

En estas palabras del Papa está de modo explícito la idea de un itinerario, un camino de purificación del “eros”. Como he señalado anteriormente, el “eros” tiene que abrirse al “ágape” y fundirse con él, la sexualidad humana debe dejarse conformar por su divino modelo. Es decir, en la visión cristiana, el amor del noviazgo debe ser a la vez “eros” y “ágape”, aunque lógicamente a ese amor le faltan los elementos propios de los actos específicamente conyugales que comprende el matrimonio.

Buscar ese bien del otro que menciona el Papa es señal de madurez, pues madurar un amor es ocuparse del otro y preocuparse del otro (Cfr. “Caritas in veritate” n.11). El amor sabe esperar, busca la felicidad del otro, rechaza el uso de cualquier persona. En ese contexto, unos novios maduros saben que el amor no sólo es placer físico y así puede llegar el otro en la totalidad de su persona.

Noviazgo y purificación

En el VII Encuentro mundial con las familias de junio de 2012, el Papa comentó a una joven pareja de novios de Madagascar que el paso del enamoramiento al noviazgo, y después al matrimonio, exige decisiones y experiencias interiores. Explicó que el amor debe ser purificado, que ha de seguir un camino de discernimiento –que es el noviazgo–, en el que la razón y la voluntad cumplen un rol capital para llegar a hacer del enamoramiento un verdadero amor; “han de unirse razón, sentimiento y voluntad”, pues con las tres, es posible decir: “Sí, esta es mi vida”.

El Papa evocó la boda de Caná como imagen para expresar esta idea: “Yo pienso con frecuencia en la boda de Caná. El primer vino es muy bueno: es el enamoramiento. Pero no dura hasta el final: debe venir un segundo vino, es decir, tiene que fermentar y crecer, madurar. Un amor definitivo que llega a ser realmente ‘segundo vino’ es más bueno, mejor que el primero. Y esto es lo que hemos de buscar”.

En este proceso de purificación y maduración, la virtud de la castidad juega un rol fundamental. En su discurso a los jóvenes del mundo con ocasión de la XXII Jornada Mundial de la Juventud 2007, Benedicto XVI expresó que el tiempo del noviazgo –esencial para construir el matrimonio–, es “un tiempo de espera y de preparación, que hay que vivir en la castidad de los gestos y de las palabras”. El Papa resaltó que la castidad permite “madurar en el amor” y “ayuda a ejercitar el autodominio, a desarrollar el respeto del otro, que son características del verdadero amor que no busca en primer lugar la propia satisfacción ni el propio bienestar”; características que son señales de madurez psicológica.

La belleza del noviazgo

En ese proyecto de amor no hay que perder de vista que habrá alegrías y también dificultades, son necesarias para ese “educar, purificar y madurar el amor”. “Una belleza hecha sólo de armonía no es una verdadera belleza; le falta algo; es deficitaria. La verdadera belleza necesita también el contraste. Lo oscuro y lo luminoso se completan. La uva para madurar no sólo necesita el sol, sino también la lluvia; no sólo el día, sino también la noche” (Cfr. Encuentro con sacerdotes, 31 de agosto de 2006). Por último, es correcto señalar que el amor de los novios –y posteriormente el del matrimonio– sólo llegará a ser pleno en el cielo, ya que “la experiencia del amor tiene en su interior la tensión hacia Dios”.

El autorSantiago Populín Such

Bachiller en Teología por la Universidad de Navarra. Licenciado en Teología Espiritual por la Universidad de la Santa Cruz, Roma.

Vaticano

El Papa recuerda que la Misa es comunión entre cristianos

En su meditación previa al rezo del Ángelus, el Papa Francisco ha hablado sobre la importancia de tres gestos que se hacen realidad en cada Misa: ofrecer, dar gracias y compartir.

Paloma López Campos·28 de julio de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos

Durante el Ángelus del domingo 28 de julio el Papa Francisco profundizó en los gestos, repetidos en la Eucaristía, que narra el Evangelio en el pasaje del milagro de los panes y los peces.

En el gesto del niño del Evangelio, que ofrece a Cristo los panes y peces que tiene, el Pontífice vio un ejemplo de que siempre “tenemos algo bueno que dar”. En la Eucaristía, “esto se subraya cuando el sacerdote ofrece sobre el altar el pan y el vino, y cada uno se ofrece a sí mismo, su propia vida”. A pesar de que parece que damos poco, explicó el Santo Padre, Dios hace milagros con lo que entregamos.

Precisamente por esto debemos acordarnos de “dar gracias”, señaló Francisco. Un agradecimiento que consiste en “decir al Señor con humildad, pero también con alegría: ‘Todo lo que tengo es don tuyo, y para agradecérselo solamente puedo devolverte lo que Tú me has dado primero’”.

El Papa y el gesto de compartir

Sin embargo, el Pontífice advirtió de que hay que dar un paso más: “compartir”. En la Misa este gesto se hace realidad en la Comunión, “cuando juntos nos acercamos al altar para recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo”. Este es, dijo Francisco, “un momento muy hermoso que nos enseña a vivir cada gesto de amor como un don de la gracia, tanto para quien da como para quien recibe: una ocasión para crecer juntos como hermanos, cada vez más unidos en la caridad”.

Como es habitual, el Papa finalizó su meditación planteando algunas preguntas para la reflexión personas: “¿Yo creo verdaderamente, por gracia de Dios, que tengo algo único que donar a los hermanos, o me siento anónimo, ‘uno entre muchos’? ¿Agradezco al Señor los dones con los que continuamente me manifiesta su amor? ¿Vivo el compartir con los demás como un momento de encuentro y enriquecimiento recíproco?”.

Por último, Francisco pidió a la Virgen María que “nos ayude a vivir con fe cada celebración eucarística, y a reconocer y gustar todos los días los ‘milagros’ de la gracia de Dios”.

Vaticano

Papa Francisco: “La confrontación entre generaciones es un engaño”

El domingo 28 de julio tiene lugar la IV Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores. El tema elegido por el Santo Padre Francisco, “En la vejez no me abandones” (Salmo 71), subraya cómo “la soledad es amarga compañera en la vida de tantos mayores”, y revela  que contraponer las generaciones “es un engaño”.

Francisco Otamendi·28 de julio de 2024·Tiempo de lectura: 6 minutos

En el año de preparación al Jubileo, que el Santo Padre ha querido dedicar a la oración, el tema de la IV Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores está tomado del Salmo 71, la invocación de un anciano que relata su historia de amistad con Dios.

Al valorar los carismas de los abuelos y de los mayores, y su contribución a la vida de la Iglesia, la Jornada quiere fomentar el compromiso de toda la comunidad eclesial en la construcción de vínculos entre generaciones y en la lucha contra la soledad, conscientes de que –como afirma la Escritura–,“no conviene que el hombre esté solo”.

“Con mucha frecuencia la soledad es la amarga compañera de la vida de los que como nosotros son mayores y abuelos. Siendo obispo de Buenos Aires, muchas veces tuve ocasión de visitar residencias de ancianos y me di cuenta de las pocas visitas que recibían esas personas; algunos no veían a sus seres queridos desde hacía muchos meses”, escribe el Pontífice en el Mensaje para la Jornada de julio.

Mirada progresiva hacia los ancianos 

En su Exhortación programática “Evangelii Gaudium”, al reflexionar sobre la cultura del descarte, el Papa mencionaba, entre otros, a los pobres, las personas sin techo, migrantes y refugiados, niños por nacer, y mencionaba también a “los ancianos cada vez más solos y abandonados”.

Luego, en especial a partir de la institución en 2021 de la Jornada Mundial de los Abuelos y de los Ancianos, que se celebra en toda la Iglesia el cuarto domingo de julio, cerca de la conmemoración de San Joaquín y Santa Ana, los abuelos de Jesús, la atención y dedicación del Papa hacia este creciente colectivo social ha ido en progresión ascendente. En parte quizá debido también a la dificultad de Francisco para valerse por sí mismo.

El primer botón de muestra fueron las 18 catequesis sobre la vejez en 2022, con lecciones de humanidad y de antropología cristiana, que ha analizado en Omnes Ramiro Pellitero. Tras la Jornada mundial de 2023, en la primera mitad de este año han tenido lugar cuatro fechas en las que el Papa y la Santa Sede han fijado su atención de modo especial en los mayores y ancianos. Han sido el lanzamiento del Mensaje para la IV Jornada Mundial, centrado en la vejez y en la soledad; el encuentro del Papa con seis mil abuelos y nietos en el Aula Pablo VI y su presentación, el Mensaje al simposio sobre cuidados paliativos organizado por la Conferencia Episcopal de Canadá junto a la Academia Pontificia para la Vida, y ahora la cercana Jornada del 28 de julio.

Los textos han sido complementarios y centrados en la necesidad de estar juntos, como familia, sin excluir a nadie, con amor, en una sociedad llena de especialistas en hacer muchas cosas, pero egoísta, individualista, que lo único que alcanza es “el empobrecimiento de la humanidad”. El mundo actual estimula a la gente a no depender de los demás, a creer en sí mismos nada más, viviendo como islas, dijo el Papa, unas actitudes que sólo crean mucha soledad.

Una vez conocido el tema de la Jornada de julio, el Prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, cardenal Kevin Farrell, declaró: “Agradezco profundamente al Santo Padre que haya elegido como tema de la IV Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores el versículo del Salmo 71: ‘En la vejez no me abandones’. Es la ‘oración de un anciano’, que nos recuerda que la soledad es una realidad desgraciadamente extendida que aflige a muchos ancianos, a menudo víctimas de la cultura del descarte y considerados una carga para la sociedad”.

Algunos rasgos del Mensaje

“Dios nunca abandona a sus hijos. Ni siquiera cuando la edad avanza y las fuerzas flaquean, cuando aparecen las canas y el estatus social decae, cuando la vida se vuelve menos productiva y corre el peligro de parecernos inútil. Él no se fija en las apariencias y no desdeña elegir a aquellos que para muchos resultan irrelevantes. No descarta ninguna piedra, al contrario, las más ‘viejas’ son la base segura sobre las que se pueden apoyar las piedras “nuevas” para construir todas juntas el edificio espiritual”. Así comienza el mensaje del Papa para la IV Jornada Mundial de Abuelos y Mayores.

En la Biblia, añade el Santo Padre, “hallamos la certeza de la cercanía de Dios en cada etapa de la vida y, al mismo tiempo, encontramos el miedo al abandono, particularmente en la vejez y en el momento del dolor. No se trata de una contradicción. Mirando a nuestro alrededor no nos resulta difícil comprobar cómo esas expresiones reflejan una realidad más que evidente”.

Confrontar ancianos y jóvenes, “idea distorsionada”

Francisco reflexiona de modo especial en su texto en que la sociedad actual “alimenta persistentes conflictos generacionales entre jóvenes y ancianos”. “Hoy en día está muy extendida la creencia de que los ancianos hacen pesar sobre los jóvenes el costo de la asistencia que ellos requieren”. Sin embargo, el Pontífice advierte de que esto “se trata de una percepción distorsionada de la realidad”, porque “la contraposición entre las generaciones es un engaño y un fruto envenenado de la cultura de la confrontación”. El problema, afirma el Pontífice, es que cuando perdemos de vista el valor de cada uno, “las personas se convierten en una mera carga onerosa”. Esta creencia se extiende tanto que los mayores la acaban aceptando “y llegan a considerarse como un peso, deseando ser los primeros en hacerse a un lado”.

En la argumentación, el Papa advierte sobre la trampa del individualismo, impregnado de esa mentalidad de confrontación. Al verse uno mismo ya anciano, “teniendo necesidad de todo”, se encuentra solo, “sin ninguna ayuda, sin tener a alguien con quien poder contar. Es un triste descubrimiento que muchos hacen cuando ya es demasiado tarde”. Frente a la cultura imperante, el Santo Padre propone el ejemplo bíblico de Rut, que se queda junto a su suegra Noemí. Ella “nos enseña que a la súplica ‘¡no me abandones!’ es posible responder ‘¡no te abandonaré!’. Su historia nos permite “recorrer un camino nuevo” e “imaginar un futuro distinto para nuestros ancianos”, informa Paloma López Campos.

Los ancianos, tesoro de la Iglesia

El Papa aprovecha su mensaje para agradecer “a todas esas personas que, aun con muchos sacrificios, han seguido efectivamente el ejemplo de Rut y se están ocupando de un anciano, o sencillamente muestran cada día su cercanía a parientes o conocidos que no tienen a nadie”.

Francisco concluye animando a los católicos a estar cerca de los mayores y a reconocer “el papel insustituible que éstos tienen en la familia, en la sociedad y en la Iglesia”. Además, da su bendición a los “queridos abuelos y mayores, y a cuantos los acompañan”, prometiendo su oración por ellos y pidiendo que también recen por él.

Francisco, con seis mil abuelos y nietos

El precedente inmediato de esta Jornada ha sido el encuentro del Papa con seis mil abuelos y nietos en el Aula Pablo VI, organizado por la Fundación Età Grande (Gran Edad), con el impulso de su presidente, el arzobispo Vincenzo Paglia, presidente de la Pontificia Academia para la Vida. “Abuelos y nietos son dos generaciones extremas que no pueden vivir sin las intermedias. Este es un magisterio que los adultos y los jóvenes deben escuchar”, aseguró Monseñor Paglia en la presentación.

En el encuentro, presentado también por el actor cómico Lino Banfi, el Pontífice subrayó que “el amor nos hace mejores, nos enriquece y nos hace más sabios”. Y lo manifestó “con el deseo de compartir la fe siempre joven que une a todas las generaciones, y que recibí de mi abuela, de quien conocí por primera vez a Jesús”. “De ella escuché la historia de aquella familia en la que estaba el abuelo que, como ya no comía bien en la mesa y se ensuciaba, lo echaron, lo pusieron a comer solo. No era algo agradable, ¡de hecho era muy malo! Así que el nieto se puso unos días con el martillo y los clavos y, cuando papá le preguntó qué estaba haciendo, él respondió: ‘¡Estoy construyendo una mesa para que comas solo cuando seas viejo!’. Esto me enseñó mi abuela, y desde entonces nunca lo he olvidado”.

“Los ancianos ven lejos, porque han vivido tantos años”, señaló el Papa, “y tienen tanto que enseñar: por ejemplo, lo mala que es la guerra. Yo, hace mucho tiempo, aprendí esto de mi abuelo, que había vivido la Primera Guerra Mundial y que, a través de sus historias, me hizo comprender que la guerra es una cosa horrible. Buscad a vuestros abuelos y no los marginéis, por vuestro propio bien: ‘La marginación de los ancianos (…) corrompe todas las estaciones de la vida, no sólo la de la vejez”.

El Papa concluyó: “No es casualidad que fueran dos ancianos, me gusta pensar que dos abuelos, Simeón y Ana, quienes reconocieron a Jesús cuando fue llevado al Templo de Jerusalén por María y José (cfr. Lc2,22-38). Lo acogieron, lo tomaron en sus brazos y comprendieron –sólo ellos comprendieron– lo que sucedía: que Dios estaba allí, presente, y les miraba con los ojos de un niño. Sólo ellos comprendieron, al ver al pequeño Jesús, que había llegado el Mesías, el Salvador que todos esperaban”.

El acto había comenzado una hora y media antes de la llegada del Papa, con el testimonio del denominado “abuelo de Italia”, el actor cómico Lino Banfi, y el cantante Al Bano, junto a monseñor Vincenzo Paglia, quien llamó a Lino Banfi el abuelo de Europa, y éste a su vez “abuelo del mundo” al Papa Francisco.

El autorFrancisco Otamendi

Cultura

La “Nueva Sinagoga” de Berlín

De los cientos de sinagogas que existían en Berlín en 1930, hoy apenas quedan diez. La más conocida es la denominada “Nueva Sinagoga”, en la Oranienburger Strasse.

José M. García Pelegrín·27 de julio de 2024·Tiempo de lectura: 4 minutos

A comienzos del siglo XX, Berlín contaba con más de cien sinagogas. La primera gran sinagoga fue construida en 1714 por familias judías que habían llegado de Viena 40 años antes.

Federico Guillermo I, Margrave de Brandemburgo y Duque de Prusia (1620-1688), conocido como el Gran Elector, los invitó con la esperanza de que sus habilidades y relaciones comerciales impulsaran la ciudad.

En este contexto cabe recordar que, a diferencia de ciudades como Colonia, Fráncfort y Núremberg, que en la Edad Media y comienzos de la Moderna tenían una elevada población, Berlín no cobró un gran auge hasta finales del siglo XVII y comienzos del XVIII. 

No sólo Berlín, sino también todo Brandemburgo contaba hasta entonces con una baja densidad de población. Por esto, después de la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), Federico Guillermo atrajo primero a los hugonotes franceses, reconocidos expertos negociantes.

La mayoría se estableció en Berlín, llegando a constituir el 25 por ciento de la población en 1701. Pero también la comunidad judía creció con rapidez, especialmente con la llegada de aquellos que huían de los pogromos en sus países de origen.

En 1860, unos 28.000 judíos vivían en Berlín. Entre 1855 y 1875, se construyó la sinagoga de la Oranienburger Strasse, con capacidad para 3.200 personas, reflejando la creciente confianza de la comunidad judía.

El centro de la vida judía se encontraba no lejos de allí, entre el Hackescher Markt y la Alexanderplatz –escenarios, por otra parte, de la célebre novela de Alfred Döblin “Berlin Alexanderplatz” (1929)–.

En 1905, Berlín albergaba 130.487 judíos, el 4,3 por ciento de la población. Se construyeron numerosas sinagogas; la última, en el distrito de Wilmersdorf, fue consagrada el 16 de septiembre de 1930.

Sin embargo, la mayoría de ellas fueron destruidas durante la “Noche del Pogromo” del 9 de noviembre de 1938. Hoy en día, quedan apenas diez sinagogas en Berlín, siendo la más conocida la “Nueva Sinagoga” que, como ya se dijo, se alza en la Oranienburger Strasse.

La Nueva Sinagoga

En 1856, la comunidad judía adquirió un terreno en la Oranienburger Strasse y en 1857 se convocó un concurso de arquitectura para una nueva sinagoga. Eduard Knoblauch, arquitecto miembro de la Academia Prusiana de las Artes, presidió el comité del concurso, pero finalmente se encargó él mismo del diseño.

Al enfermar gravemente en 1859, fue sustituido por Friedrich August Stüler, arquitecto de la corte prusiana, quien diseñó el interior. La sinagoga fue consagrada el 5 de septiembre de 1866, en presencia del canciller del Reich, Otto von Bismarck.

Durante los pogromos de noviembre de 1938, miembros de las SA intentaron incendiar la Nueva Sinagoga. Wilhelm Krützfeld, jefe de la comisaría cercana, intervino para proteger el edificio, señalando su estatus de monumento protegido.

Gracias a su intervención, los bomberos extinguieron el fuego, salvando la sinagoga. Krützfeld sufrió posteriormente acoso laboral; hoy, una placa conmemorativa recuerda su valiente actuación.

Una vez eliminadas las consecuencias del incendio, la Nueva Sinagoga pudo volver a utilizarse para los servicios religiosos a partir de abril de 1939. La cúpula tuvo que ser pintada con pintura de camuflaje debido a la amenaza de ataques aéreos aliados.

Tras un último servicio religioso en la pequeña sala de oración el 14 de enero de 1943, la Wehrmacht se hizo cargo del edificio.

Al comienzo de la llamada Batalla de Berlín por el Mando de Bombarderos británico, la sinagoga sufrió graves daños en la noche del 23 de noviembre de 1943. Sin embargo, se causaron más daños al edificio cuando las ruinas se utilizaron como fuente de materiales de construcción después de la guerra.

Así se llegó a su parcial demolición en 1958. Después de la división de Berlín, la Nueva Sinagoga quedó primero en el sector soviético y, desde la creación de la República Democrática Alemana (RDA) en 1949, el Berlín oriental.

En 1988, cuando todavía existía la RDA, comenzaron las obras de reconstrucción de las ruinas. En 1995, ya después de la reunificación alemana, se inauguró el “Centrum Judaicum”.

Este museo y centro cultural alberga uno de los archivos más importantes sobre el judaísmo alemán. En el museo se tratan los temas de la historia judeo-alemana: la inculturación, la imagen que los judíos alemanes tienen de sí mismos, la persecución y el genocidio, la reconstrucción de comunidades y el redescubrimiento del Berlín judío.

Todo ello convierte al edificio en un punto de referencia no sólo para Berlín, sino también en un símbolo emblemático, reconocido internacionalmente, de la historia de Berlín y de los judíos alemanes.

Arquitectura y Simbolismo

El edificio de la Nueva Sinagoga, con capacidad para 3.200 personas, reflejaba el constante crecimiento de la comunidad de Berlín, que se había cuadruplicado hasta alcanzar las 28.000 personas en las dos décadas anteriores a 1866, debido principalmente a la inmigración procedente de las provincias orientales prusianas.

Su enorme costo de 750.000 táleros reflejaba el ascenso socioeconómico de los judíos en Berlín. Su diseño arquitectónico, con influencias moriscas y orientales, evocaba la Alhambra de Granada, pero también seguía modelos indios.

Por un lado, esto se enmarcaba en el contexto del orientalismo, una fascinación generalizada por Oriente que ya desde el siglo XVIII había llevado a utilizar esos motivos en edificios europeos. 

Desde una perspectiva judía, sin embargo, el uso de la arquitectura morisca y orientalizante implicaba algo más: una referencia a la Edad Media española, anclada en la memoria colectiva como “Edad de Oro”, como modelo de una supuesta convivencia entre cristianos, musulmanes y judíos.

También, una asociación con los orígenes geográficos y culturales del judaísmo en Oriente, que puede interpretarse como una afirmación, traducida en arquitectura, de un judaísmo seguro de sí mismo.

En otras palabras: esta arquitectura era la manifestación de la lucha por la igualdad social, si se quiere, por un diálogo casi en pie de igualdad.

Ecología integral

Emmanuel Lokossou: “La vejez es fuente de sabiduría e inspiración”

Ganador de los Premios CEU por la Vida 2024, el salesiano Effioh Emmanuel Lokossou (Dogbo, Benín, 1993), sacerdote de la parroquia Cristo Liberador de Parla (Madrid), y alumno de la Universidad CEU San Pablo, explora los retos que afronta la sociedad con la vejez. En una entrevista con Omnes, defiende la ancianidad como una oportunidad, no como fatalidad, y se refiere a la cultura africana.

Francisco Otamendi·26 de julio de 2024·Tiempo de lectura: 7 minutos

El envejecimiento de la población es un fenómeno no sólo preocupante para las sociedades de ingresos altos, sino que se ha convertido en un problema que inquieta a todos los países, ya que según la Organización Mundial de la Salud, “en 2050, el 80 % de las personas mayores vivirá en países de ingresos bajos y medianos”.

La elección del tema de los mayores para optar a los premios CEU por la Vida 2024 surgió porque “al hablar de la defensa de la vida, lo primero que se nos ocurre es el aborto o la eutanasia”; sin embargo, “el cuidado de los mayores es una problemática muy actual, tal como apunta el Papa Francisco”, explica Effioh Agossou Emmanuel Lokossou, nacido en Benín (África), hace 30 años, que hizo su prenoviciado en Burkina-Faso, y el noviciado en Togo. Effioh Lokossou trabajó también en Costa de Marfil, y llegó a España en 2018 para estudiar Teología. Fue ordenado diácono por el cardenal Carlos Osoro en 2022, y presbítero por monseñor Pascal N’KOUE, arzobispo de Parakú (Benín), el año pasado. 

Además de estudiar el Grado en Comunicación Audiovisual de la Universidad CEU San Pablo, Effioh atiende, como se ha comentado, la parroquia Cristo Liberador y es responsable de la dirección del Centro Juvenil Juveliber, ambos en Parla (Madrid). Junto al sacerdote salesiano, el Instituto CEU de Estudios de la Familia, que dirige Carmen Fernández de la Cigoña, ha premiado este año a las eurodiputadas Isabel Benjumea y Margarita de la Pisa, por su defensa pública de la Vida.

Emmanuel, ¿cuáles son los principales desafíos que afronta la sociedad respecto al envejecimiento poblacional?

–El primer desafío es la prevalencia creciente de enfermedades crónicas entre los adultos mayores. A medida que la longevidad aumenta, también observamos una recrudescencia de condiciones de salud que requieren una atención médica más especializada. Además, esto suscita la necesidad imperiosa de desarrollar sistemas de salud que no sólo aborden las enfermedades en sí, sino que también tengan en cuenta el bienestar general y la calidad de vida de la población envejecida. Por eso y siguiendo la estela del papa Francisco, diríamos que no basta con elaborar sólo planes de asistencia, sino que urge poner en marcha proyectos de existencia. En otras palabras, las medidas emprendidas deben privilegiar por encima de todo, la dignidad humana.

La soledad y el aislamiento social son otros desafíos que merecen una atención singular en el contexto actual que nos toca vivir. En nuestra sociedad, las personas mayores, no en poca ocasión, se enfrentan a situaciones donde la pérdida de seres queridos, la jubilación y la disminución de la movilidad pueden contribuir a un sentido de aislamiento. Este fenómeno no solo afecta su estado emocional, sino que también puede tener implicaciones para su salud física. Dentro de los desafíos que supone el envejecimiento, emerge la necesidad de atención integral como otro componente fundamental. Más allá de la atención médica convencional, se requiere un enfoque holístico que considere tanto los aspectos médicos como los sociales. 

En su opinión, ¿cómo podemos transformar estos desafíos en oportunidades? Comente  algo de la cultura africana.

– Primero, la vejez, lejos de ser vista como un declive inevitable, debe ser considerada como una etapa de enriquecimiento y sabiduría. Siguiendo la estela del actual obispo de Roma, digamos que las personas mayores son como los árboles que continúan dando frutos a lo largo de los años, que contribuyen a la sociedad con su experiencia y conocimientos acumulados a lo largo de los años. 

Es indudable que su larga trayectoria profesional y vida personal les otorga una perspectiva única, que puede ser compartida para guiar a generaciones más jóvenes y abordar los desafíos contemporáneos con sabiduría y comprensión. En este orden de idea, un adagio popular de las culturas africanas afirma que cuando una persona anciana muere, una biblioteca arde. Atando cabos, cuando reconocemos el valor intrínseco de la experiencia y la sabiduría de las personas mayores, no solo les otorgamos el respeto y la dignidad que merecen, sino que también enriquecemos nuestras comunidades y fortalecemos el tejido social con una mayor inclusión y aprecio por la diversidad generacional.

Segundo, es menester señalar que la vejez es una oportunidad porque favorece la reflexión profunda y la reevaluación de prioridades. En otros términos, es una etapa para el crecimiento personal y la búsqueda de un mayor significado en la vida.

Finalmente, los mayores son una oportunidad incuestionable para la generación joven, pues si prescindimos de ellos, nos es imposible alcanzar la alianza entre generaciones. A decir verdad, con su vasta experiencia y sabiduría ayudan a los jóvenes a enfrentar desafíos y tomar decisiones valientes. Además, por ser guardianes de la memoria colectiva, transmiten historias, tradiciones y valores que son fundamentales para preservar la identidad cultural y el sentido de pertenencia.

¿Cuál es la contribución de la tradición cristiana al cuidado de las personas mayores?

– La tradición cristiana ofrece una perspectiva rica y significativa sobre la vejez, que puede contribuir de manera valiosa en la reflexión sobre el cuidado de las personas mayores en la sociedad contemporánea que estamos ofreciendo.

En primer lugar, la tradición cristiana enfatiza el valor intrínseco de cada ser humano, independientemente de su edad o estado de salud. Arraigada en los principios de amor, compasión y misericordia, el cristianismo resalta el valor intrínseco de cada ser humano creado a imagen y semejanza de Dios. Desde esta perspectiva, la vejez se entiende como una etapa de la vida que merece un profundo respeto y dignidad. Esta enseñanza se deriva de pasajes bíblicos que honran a los ancianos y exhortan a respetar su sabiduría y experiencia. 

Jesús mismo nos dio ejemplo al mostrar compasión y preocupación por las personas mayores durante su ministerio terrenal, sanando a los enfermos y consolando a los afligidos. En la praxis pastoral de Jesús, la parábola del buen samaritano (Lc 10, 25-35) resalta la importancia de ayudar a aquellos que están en necesidad, sin importar su edad o condición. Está claro que la tradición cristiana invita a acoger y valorar a las personas mayores como miembros preciosos de la familia humana. En un mundo cada vez más enfocado a la juventud envuelta de ideologías consumistas y la productividad, la tradición cristiana nos recuerda la importancia de valorar y respetar a las personas mayores como portadores de la historia, la sabiduría y la fe.

El Papa Benedicto XVI, en su pontificado, hizo hincapié en la crisis del individualismo y la falta de solidaridad en la sociedad moderna, señalando cómo esto afecta especialmente a los ancianos, quienes a menudo se ven marginados o excluidos.   

Por otro lado, el Papa Francisco, en su encíclica Fratelli Tutti, aborda la necesidad de construir una cultura del encuentro y la solidaridad que incluya a todas las generaciones, reconociendo el papel vital de los ancianos en este proceso. En un mundo marcado por la fragmentación y la división, el Papa argentino subraya la importancia de recuperar la dimensión comunitaria y el valor de la experiencia y la sabiduría de las personas mayores. Destaca cómo el diálogo intergeneracional y el respeto por los ancianos son fundamentales para construir un mundo más justo, inclusivo y humano para todos. Recordemos que además de las 15 catequesis que tiene sobre la vejez, el Papa Francisco es quien instituyó, en 2021, la Jornada mundial de los abuelos y de los mayores.

¿Cuál debería ser el papel de la familia en el cuidado de las personas mayores?

– Es evidente que las familias se encuentran en una encrucijada, ya que tratan de cumplir con las obligaciones laborales y financieras mientras intentan brindar el cuidado adecuado a sus seres queridos mayores. No en pocas circunstancias, esta situación ha generado estrés emocional y tensiones dentro de la familia, especialmente cuando los miembros se sienten abrumados por las demandas del cuidado y la sensación de no poder satisfacer las necesidades de los ancianos de manera adecuada. Por eso, muchos familiares se ven obligados a tomar decisiones difíciles sobre el cuidado de los ancianos, como recurrir a servicios profesionales de atención o trasladarlos a residencias de mayores, lo que puede generar sentimientos de culpa y conflicto.

Frente a todo esto, es imperativo rescatar y promover valores que fortalezcan el papel de la familia como unidad fundamental de la sociedad. La rápida evolución de la vida moderna ha llevado a un distanciamiento de lo esencial, relegando muchas veces el cuidado de los ancianos a un segundo plano. Sin embargo, en medio de un mundo efímero, surge la necesidad de un cambio de mentalidad, una renovación que nos invite a vivir cada acontecimiento desde la perspectiva de la sabiduría del corazón. La familia humana necesita reconectar con lo más valioso: el amor, el respeto y la solidaridad intergeneracional. En un mundo en el que renunciamos tener hijos en detrimento de otorgar más valor a los animales, conviene parar y hacerse preguntas trascendentales.

La renovación a la que apelamos implica un retorno a las raíces, una revalorización de los lazos familiares y un compromiso con la dignidad plena y perfecta de cada ser humano. Es hora de fomentar una cultura del cuidado y de la vida, donde se reconozca y se honre el legado de los ancianos a la comunidad, y donde se rechace cualquier forma de discriminación o exclusión.

En calidad de autoridades públicas ¿cómo pueden ayudar los gobernantes?

–Los gobernantes tienen una responsabilidad crucial en la creación de políticas y programas que apoyen el cuidado de las personas mayores y fortalezcan el papel de la familia en este aspecto, ya que les corresponde organizar las estructuras de la sociedad.

   En primer lugar, tienen el deber de garantizar un acceso equitativo a servicios de salud de calidad para los mayores con el fin de promover su bienestar y dignidad en la sociedad. Esto implica no solo asegurar la disponibilidad de instalaciones y profesionales de salud adecuados, sino también facilitar el acceso a medicamentos, tratamientos y cuidados especializados. 

En segundo lugar, los gobernantes deberían fomentar la conciliación laboral y familiar. En este sentido, es fundamental que promulguen leyes y políticas que reconozcan y respalden la labor de los trabajadores que también son cuidadores familiares. Una de las medidas clave sería la implementación de permisos remunerados específicamente destinados al cuidado de familiares mayores. Otra medida importante es la promoción de la flexibilidad en los horarios laborales. En tercer término, los gobiernos deberán fomentar la formación y capacitación para cuidadores familiares.

La aplicación de la Inteligencia Artificial está de gran actualidad. ¿Cómo puede ayudar en el cuidado de nuestros mayores?

– La Inteligencia Artificial (IA) está emergiendo como una herramienta prometedora para mejorar el cuidado de las personas mayores en múltiples aspectos. En primer lugar, la IA puede utilizarse para monitorear la salud de los adultos mayores de manera continua y no invasiva, a través de dispositivos portátiles o sensores inteligentes integrados en el hogar, y pueden detectar signos tempranos de problemas de salud, lo que permite una intervención rápida y preventiva.

Además, la IA puede ayudar en la personalización de los planes de cuidado para cada individuo, teniendo en cuenta sus necesidades médicas, preferencias personales y circunstancias únicas. No obstante, es fundamental abordar los desafíos éticos y de privacidad asociados con el uso de IA en el cuidado de personas mayores. La transparencia en el procesamiento de datos es esencial para que los usuarios comprendan cómo se utilizan sus datos personales y con qué fines. Además, es fundamental obtener el consentimiento informado de las personas mayores antes de utilizar cualquier tecnología basada en IA en su cuidado. La protección de la privacidad de los usuarios también debe ser una prioridad.

Por último, es importante recordar que la IA no debe suplantar la interacción humana en el cuidado de las personas mayores, sino complementarla. La atención centrada en el ser humano sigue siendo fundamental para satisfacer las necesidades emocionales, sociales y físicas de los mayores.

El autorFrancisco Otamendi

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Evangelio

La multiplicación de los panes. Domingo XVII del Tiempo Ordinario (B)

Joseph Evans comenta las lecturas del domingo XVII del Tiempo Ordinario y Luis Herrera ofrece una breve homilía en vídeo.

Joseph Evans·26 de julio de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos

Al cuidar de la gente, Jesús cuida también de sus estómagos. El amor alimenta. Cualquier madre te lo puede decir. Y Dios, que es padre infinito y madre infinita, se preocupa de que tengamos qué comer. Esto se ve claramente en el episodio de la alimentación de los cinco mil, que es el evangelio de hoy. Un episodio similar de Mateo subraya más la preocupación de Jesús (ver Mt 15, 32). Juan, en su típico énfasis en la divinidad de Cristo, se centra más en su control de la situación. Así, cuando Jesús pregunta a Felipe dónde pueden conseguir pan para que coma la gente, Juan comenta: “Lo decía para probarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer”.

Cuando los discípulos quieren despedir a la multitud (Mt 14, 15), Jesús replica: “No hace falta que vayan, dales vosotros de comer” (Mt 14, 16). En el evangelio de hoy, de Juan, tanto Felipe como Andrés expresan su impotencia ante la necesidad de dar de comer a tantos. Mientras se niega a dejarles esquivar la situación, Jesús toma las riendas. Dios siempre hace esto: exige que desempeñemos nuestro papel, pero el papel realmente eficaz es el suyo, y debemos recordarlo siempre. Si Felipe y Andrés, en respuesta a la pregunta de Cristo, se hubieran levantado de un salto y se hubieran puesto a correr en busca de pan, se habrían agotado inútilmente. La respuesta adecuada a cualquier problema es estar dispuestos a hacer lo que podamos, sabiendo siempre que lo que realmente importa es lo que haga Dios. Nosotros sólo somos instrumentos de su acción, igual que vemos a los apóstoles ayudando a repartir el pan.

Debemos mantener siempre la calma. Un pequeño detalle del evangelio de hoy dice mucho. Jesús dice a los discípulos: “Decid a la gente que se siente en el suelo”. Y Dios ya lo había previsto, pues se nos dice: “Había mucha hierba en aquel sitio”. Dios piensa en todo. Un chiquillo tenía muy poco que dar, sus cinco panes de cebada y dos peces, pero lo dio todo. Los discípulos, al menos, tuvieron la sensatez de hablar con Jesús -de rezar- en medio de su insuficiencia. Con un poco de generosidad y voluntad por parte de algunos, con un poco de oración, Dios hace luego el resto, con mucho. Y Nuestro Señor incluso dice a los discípulos que recojan después las sobras para que no se desperdicie nada. La conciencia de la enormidad del poder divino no debe llevar al despilfarro. Dios puede multiplicar los alimentos, pero no quiere que los desperdiciemos.

La homilía sobre las lecturas del domingo XVII del Tiempo Ordinario (B)

El sacerdote Luis Herrera Campo ofrece su nanomilía, una pequeña reflexión de un minutos para estas lecturas del domingo.

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Comienzan los Juegos Olímpicos

La Torre Eiffel decorada con los aros olímpicos brillaba en la noche previa a la ceremonia de inicio de los Juegos Olímpicos que se celebran en París entre el 26 de julio y el 11 de agosto de 2024.

Maria José Atienza·25 de julio de 2024·Tiempo de lectura: < 1 minuto
Vaticano

Abuelos y ancianos en el corazón de la Iglesia

Rome Reports·25 de julio de 2024·Tiempo de lectura: < 1 minuto
rome reports88

La cuarta edición de la jornada de los abuelos y los ancianos quiere poner mayor atención en las diócesis locales de dos maneras: visitando a los ancianos y celebrando una misa en la que puedan participar.

El lema elegido para este día es: «No me deseches en mi vejez». Quienes visiten a los ancianos durante esta jornada tienen la posibilidad de ganar la indulgencia plenaria.


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España

Marta Pedrajas: “La visita del Papa a Santiago sería muy significativa”

“El Papa Francisco ha mostrado siempre interés en promover los valores del Camino de Santiago. Su visita a Santiago de Compostela sería muy significativa, dado el impacto de las de san Juan Pablo II y Benedicto XVI”, ha manifestado a Omnes Marta Pedrajas, directora de la Cátedra de Estudios Europeos del Camino de Santiago de la Fundación Pablo VI.  

Francisco Otamendi·25 de julio de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

Una visita del Papa Francisco a Santiago de Compostela, con el telón de fondo de las realizadas por sus predecesores; su promoción de valores del Camino de Santiago como la cultura del Encuentro; las raíces cristianas de Europa y los valores de fraternidad, solidaridad y paz que promueve el Camino, claves ante las guerras, son temas que comenta a Omnes la filósofa y economista Marta Pedrajas, directora de la Cátedra de Estudios Europeos del Camino de Santiago de la Fundación Pablo VI y el arzobispado de Santiago de Compostela. 

El arzobispo de Santiago, Mons. Francisco José Prieto, manifestó a finales del año pasado en la constitución de la Cátedra: “Decir camino de Santiago es descubrir las raíces de lo que somos para que también tengamos muy claro cuáles son los caminos que tenemos que recorrer. El camino de Santiago le recuerda a Europa quién es y de dónde viene y lo que tiene que seguir significando en este momento. Este camino sigue siendo un horizonte de esperanza y de sentido, tanto para el creyente como para el no creyente”.

Omnes lleva prestando atención informativa al Camino de Santiago desde su lanzamiento. En julio de 2021, por ejemplo, publicó en el número de verano de julio-agosto un Especial de 48 páginas titulado En camino hacia Santiago, con ocasión del Año Santo Compostelano, con ilustres firmas, numerosas fotografías e información práctica para el peregrino.

En esta entrevista, la directora Marta Pedrajas señala que “el Camino es más que una ruta; es un viaje de encuentro con uno mismo, con los demás, con la belleza, con lo divino. Mi experiencia personal, que se dejen llevar, se dejen sorprender y estén dispuestos a dejarse transformar por la experiencia”.

En marzo de este año se puso en marcha la Cátedra de Estudios Europeos del Camino de Santiago de la Fundación Pablo VI y el arzobispado de Santiago de Compostela. ¿Puede señalar alguno de sus objetivos principales? 

– Los objetivos de la cátedra son revitalizar las raíces cristianas de Europa, tomando como modelo el Camino de Santiago, y crear y fortalecer la cultura del encuentro como propone el Papa Francisco en su magisterio, como en La Alegría del Evangelio, Fratelli Tutti, yendo a los últimos, a las periferias, promoviendo la solidaridad y los derechos humanos.

En esta fiesta del Apóstol Santiago parece oportuno recordar alguna idea del arzobispo de Santiago, Mons. Francisco José Prieto, en torno a la peregrinación.

– Mons. Francisco José Prieto destacó en su ponencia que el Camino de Santiago es una experiencia transformadora y espiritual. La peregrinación no es solo un viaje físico, invitó a estar abiertos a un proceso de cambio interior, lanzarse a la aventura con el corazón abierto, ya que el recorrido ofrece una oportunidad única para la reflexión, el crecimiento personal, el encuentro con la belleza y, por tanto, con lo divino.

Tanto el director general de la Fundación Pablo VI, Jesús Avezuela, como usted misma, se han referido a la importancia de esta ruta para la vertebración de Europa, y a cómo los valores que encarna pueden ayudar a afrontar desafíos actuales como la búsqueda de la paz ante las guerras de Ucrania y Rusia, o en Palestina e Israel ¿Es correcto? ¿Algún comentario?

– Es correcto. Tanto Jesús Avezuela como yo misma, hemos resaltado la importancia del Camino de Santiago como un símbolo de la unidad y la identidad europea. Y los valores de fraternidad, solidaridad, de encuentro y de paz que promueve el Camino pueden servir de guía para afrontar los desafíos contemporáneos. Estos valores son esenciales para construir un futuro más pacífico y cohesionado, más justo y solidario en Europa y en el mundo.

San Juan Pablo II y Benedicto XVI visitaron Santiago de Compostela, en jornadas históricas. ¿Podrá el Papa Francisco acercarse a Santiago?

– La visita del Papa Francisco a Santiago de Compostela sería muy significativa, dado el impacto de las visitas de sus predecesores, san Juan Pablo II y Benedicto XVI. Pero independientemente de que sea posible o no, el Papa Francisco ha mostrado siempre su interés en promover los valores del Camino de Santiago como la cultura del Encuentro, y su compromiso con la revitalización espiritual y cultural de Europa.

Una palabra de ánimo a los caminantes de este año, y los que dudan si emprender el camino. ¿Tiene experiencia personal? ¿Un consejo?

A los caminantes de este año y a aquellos que están considerando emprender el Camino de Santiago, les diría que se animen a vivir esta experiencia única con el corazón abierto. El Camino es más que una ruta; es un viaje de encuentro con uno mismo, con los demás, con la belleza, con lo divino. Mi experiencia personal, se dejen llevar, se dejen sorprender y estén dispuestos a dejarse transformar por la experiencia.

El autorFrancisco Otamendi

Educación

Estudiantes de la universidad Villanueva que aprenden a través del servicio a los demás

La metodología Aprendizaje Servicio de la Universidad Villanueva aúna la puesta en práctica de los conocimientos de su carrera con la colaboración en un servicio significativo a la comunidad.

Maria José Atienza·25 de julio de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

Obtener créditos a través de renovar la guía de pacientes de un hospital de paliativos, estudiar las vías legales para la obtención de ayudas a madres en situación de vulnerabilidad o idear y ejecutar programas de ayuda a estudiantes que acuden a fundaciones de ayuda.

Todas estas ideas forman parte de la metodología Aprendizaje Servicio, una iniciativa que desarrolla la Universidad Villanueva y a través de la que los estudiantes ponen en práctica sus conocimientos en diversas áreas al tiempo que colaboran con proyectos de dinamización social, ayuda a personas con discapacidad o procedentes de entornos vulnerables y ONGD´s. 

De este modo, además de completar su formación académica, los alumnos forman parte del cambio social, y conocer de primera mano aplicaciones de servicio de su tarea profesional.

No se trata de elucubraciones o de una aplicación teórica sino que, como apunta Guiomar Nocito, directora del Programa Impronta, donde se integra Aprendizaje Servicio, “los proyectos llevados a cabo con la metodología Aprendizaje Servicio son proyectos reales, en el que tienen que poner en práctica conocimientos y competencias para solucionar un problema o atender a una necesidad de personas que lo necesitan en el momento presente. Esto es un reto para el estudiante, que al mismo tiempo que aprende, aporta con su trabajo. Se aprecia una mayor motivación en el aprendizaje, un aumento de la conciencia cívica, y un aprendizaje más significativo. El Aprendizaje Servicio transforma a los estudiantes, les ayuda a priorizar sus valores y a ver que su aprendizaje es útil, que sirve para algo”. 

Un plus de interés para los alumnos

Una afirmación que corrobora Paloma Martínez. Esta joven estudiante de Derecho colaboró, a través de este programa, con la ONGD Harambee y, como ella misma explica a Omnes, “he tenido la oportunidad de aprender y perfeccionar habilidades clave, como la gestión de proyectos internacionales, la búsqueda de financiación y la colaboración con diversas entidades. La metodología me ha permitido aumentar mi conciencia sobre los problemas sociales actuales, entender la importancia de comprometerme con la igualdad y la justicia social. Además, me ha enseñado el valor del trabajo en equipo y la necesidad de una gestión eficiente y transparente en los proyectos de cooperación”.

De manera similar se expresa Jorge, quien formó parte de dos proyectos: uno para Harambee sobre la regulación y obtención de fondos para ONGs, y el segundo con Redmadre sobre las ayudas a las mujeres gestantes y madres recientes. Este joven destaca que «del primero destacaría toda la investigación a nivel internacional en los distintos países y su regulación de leyes y ayudas, y del segundo, fue interesante tener que hacer la investigación, pero destacaría que mi trabajado fue el primero estudio publicado sobre mujer, aborto y dinero en la comunidad de Madrid, preguntando a más de 1000 mujeres de modo anónimo si, de haber tenido ayudas, hubieran continuado con su embarazo, así como el número de mujeres embarazadas en la Comunidad (no había datos de ninguna de estas dos estadísticas)».

Proyectos variados

Son muchos y variados los proyectos que forman parte de este modelos de aprendizaje en la Universidad Villanueva: desde la Fundación Atresmedia y otras como Prodis, Vianorte-Laguna o Lo Que De Verdad Importa, hasta ONG´s como Harambee. Para seleccionar los proyectos la Oficina de Aprendizaje Servicio contacta con las entidades, “para conocerlas y determinar cómo se puede colaborar”, explica Nocito.

Además «se hace un estudio de las guías docentes, y se habla con los profesores que puedan estar interesados en integrar estos proyectos en sus asignaturas. Los proyectos han de aportar a una comunidad y engarzar perfectamente con los objetivos y desarrollo de las competencias de la asignatura. Tras esto, hay una reunión entre la entidad y el profesor, en la que se generan planes de acción y se perfila el proyecto”.

La universidad propone a los alumnos los proyectos y luego se realiza un seguimiento. Paloma destaca que, cuando le propusieron trabajar con Harambee, le pareció una “oportunidad única para crecer tanto profesional como personalmente”. 

Un modelo de aprendizaje que los alumnos recomiendan vivamente. En palabras de Paloma: “ofrecen una oportunidad única para contribuir a causas sociales importantes, lo cual resulta muy gratificante tanto a nivel personal como profesional. Estos proyectos permiten aplicar conocimientos académicos en un entorno práctico, desarrollando habilidades esenciales como la gestión de proyectos, la búsqueda de información y la colaboración. Además, la experiencia fomenta el crecimiento personal al aumentar la conciencia sobre problemas globales y cultivar un sentido de responsabilidad social, lo que puede inspirar un compromiso duradero con la justicia social y la igualdad”. En palabras de Jorge «sentí que estaba haciendo un trabajo real, ayudando a gente directamente, y no tan solo un mero escrito para obtener una nota, por lo que mi esfuerzo fue mucho mayor, ya que no lo hacía por mí, sino por problemas reales de otras personas». 

Guiomar Nocito resume esta metodología de manera clara: “Esta iniciativa entronca directamente con nuestra manera de formar a los profesionales del futuro, conscientes del impacto que su trabajo puede generar en el entorno, al margen de su propio desarrollo profesional. No hay nada tan estimulante como aprender trabajando sobre necesidades reales del entorno con la finalidad de mejorarlo, por eso nuestro proyecto universitario integra el servicio a la sociedad en la actividad docente”.

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Cultura

Peregrinación a Santiago, un camino de espiritualidad

El Camino de Santiago está destinado a dejar una seria impronta en el peregrino, hasta el punto de influir en su interioridad, para llevarle a la reflexión y, de ese modo, hacerle encontrarse consigo mismo.

José Fernández Lago·25 de julio de 2024·Tiempo de lectura: 10 minutos

El peregrino, en sentido amplio, es un hombre de camino. Es propio del peregrino, en primer lugar, el no sentirse dueño de la tierra que pisa, pues, apenas retira sus pies de ella, tiene que preocuparse del terreno que le falta por recorrer. El peregrino va adelante por el camino, en orden a la consecución de una meta.

En sentido estricto, en cambio, es quien va o vuelve de Santiago. Dante Alighieri distinguía entre quienes se ponían en camino hacia Santiago de Compostela, y los “Palmeros”, que se encaminaban a la Tierra Santa. Ambos se distinguían de los “Romeros”, que se dirigían a Roma, para visitar los sepulcros de los Apóstoles San Pedro y San Pablo. Solo consideraba “peregrinos” a los que iban o volvían de Santiago.

Ciertamente en tiempos de Dante, el Camino de Santiago de Compostela era un camino espiritual, un camino de penitencia, en busca de un determinado perdón, fuera este civil o religioso.

Camino de Santiago, camino del espíritu

Precisamente Juan Pablo II, en su primera peregrinación a Santiago, en 1982, se fija en la visión trascendente del camino de Santiago. Dirigió desde allí unas palabras a Europa, pidiéndole que no se olvidara de sus raíces, sino que recuperara aquellos valores que hicieron gloriosa su historia y benéfica su presencia en otros continentes. Con esas palabras le llama a reconstruir su unidad espiritual.

Por eso el arzobispo de Santiago, en su Carta Pastoral “Sal de tu tierra”, con la que quiso preparar el Año Santo de 2021, dice que el Camino de Santiago es un camino del espíritu de la persona humana, que se rebela contra el peligro de desaparecer bajo la esfera del materialismo.

El comienzo de las peregrinaciones a Santiago

El comienzo de las peregrinaciones tiene lugar en el siglo IX, a poco de descubrirse la tumba con los restos del apóstol y de Atanasio y Teodoro, dos de sus discípulos. Apenas se enteró el rey Alfonso II el Casto, por la embajada del obispo de Iria Flavia Teodomiro, el rey se dirigió a Santiago con su familia, constituyéndose así en los primeros peregrinos.

En los siglos X y XI aumenta el número de peregrinos, y en esa línea continúan durante los siglos XIII y XIV. Sin embargo, en los años previos al Covid 19, el número de los que llegan a la tumba del apóstol Santiago el Mayor era mucho mayor de lo que había sido a lo largo de la historia.

Motivaciones de los peregrinos tradicionales

El camino está destinado a dejar una seria impronta en el peregrino, hasta el punto de influir en su interioridad, para llevarle a la reflexión y, de ese modo, hacerle encontrarse consigo mismo.

Como consecuencia, el cambio que se realice en el peregrino ha de ser tal que le convierta en un hombre hondamente renovado. Es la conversión lo que le hace cambiar no solo en los pensamientos que alberga en su mente, sino también en orden a ser consecuente en la propia vida. Aunque la dificultad del camino le hiciera a uno llegar triste, el retorno, una vez vivida aquella experiencia, es una explosión de verdadera alegría.

Normalmente se buscaba en la peregrinación a Santiago el perdón de los propios pecados, a la vez que se pedía la intercesión del apóstol para conseguir el perdón de las culpas de los familiares de quien peregrinaba. En otras ocasiones lo que se buscaba era cumplir la pena civil que les había sido impuesta. No faltaban tampoco los que cumplían, al realizar el camino, un voto que habían hecho. Finalmente, había quienes llegaban a Santiago sustituyendo a quien tenía la obligación de hacerlo. Los que así hacían, se denominaban “peregrinos por comisión”.

El camino de Santiago hoy

Desde el año 1993 se ha hecho una gran propaganda desde el mundo civil, en orden a conseguir que un número elevado de personas lleguen a Santiago y visiten la ciudad. De ahí que el sentido religioso de la peregrinación no sea común a todos los que a Santiago llegan, y sobre todo a los que allí se encaminan.

No faltan, entre los que inician su andadura, los que intentan cambiar el sistema de vida ordinaria que habían vivido hasta entonces. Otros buscan el encontrarse con personas que tengan los mismos deseos de poner en común sus experiencias. No faltan los que, con una preocupación semejante a la de su pareja, desean encontrarse con esta a lo largo del camino.

Actitudes más propias del verdadero peregrino, son las de aquellos que intentan contemplar los testimonios de los que fueron dejando su huella en el camino, e intentan vivir su espiritualidad, estimulados por esa vivencia, en relación con el Creador y Señor de la humanidad, que ha hecho todo lo que en el camino encuentran.

Otros sienten nostalgia del amor que tenían a Jesús y a la Virgen cuando eran niños, y desean recuperarlo, abriéndose a las llamadas de Dios, que se deja sentir más bien en la soledad que en el bullicio. Por ello, esperan conseguirlo a lo largo del Camino de Santiago.

Estatua del apóstol Santiago el Mayor en la catedral de Santiago de Compostela (Flickr / Contando Estrelas)

Destino: libertad interior

Finalmente, la mejor actitud del peregrino de hoy es la de aquel que vive su fe, recibida de Dios, y, teniendo en cuenta que Santiago ha sido uno de los discípulos preferidos de Jesús, quiere peregrinar hasta donde se encuentran los restos del apóstol, en la esperanza de que le ayude a imitarlo a él e imitar de ese modo al Maestro.

Decía hace unos años el Papa Juan Pablo II, en una Carta dirigida a Mons. Julián Barrio Barrio, a las puertas del Año Santo, con motivo de la apertura de la Puerta Santa: “El peregrino no es simplemente un caminante: es, más que nada, un creyente, que, gracias a la experiencia de la vida, y con la mirada puesta en la intrepidez del apóstol Santiago, quiere seguir a Cristo con fidelidad”.

El arzobispo de Santiago, por su parte, dice en su Carta Pastoral “Sal de tu tierra”, con motivo del Año Santo Compostelano 2021, que, aunque el final geográfico de la peregrinación sea la Casa de Santiago, la meta de la peregrinación es la libertad interior, la libertad de los hijos de Dios, a la que Dios Padre nos llama.

Los símbolos del peregrino

Dice el “Liber Sancti Jacobi” o “Códice Calixtino” que el camino de la peregrinación es bueno, pero arduo. Por eso al comenzar el camino, el peregrino recibe la mochila y el bastón. 

La mochila es el símbolo de “una pequeña despensa, siempre abierta”. Para seguir de verdad al Señor, los bienes que se empleen en la peregrinación han de servir para ayudar a los pobres. En un sentido todavía más espiritual, deberíamos acompañarnos de “la mochila de nuestra vida en nuestro camino hacia Dios, que quiere seguir siendo para nosotros el compañero del camino de nuestra existencia terrena.

Otro objeto que recibe el peregrino antes de comenzar el camino es el bordón o bastón, para apoyarse en terrenos irregulares y en la subida y bajada de las montañas, así como para que el peregrino se defienda de los lobos y de algunos perros que puedan salirle al paso a lo largo de su andadura. En el ámbito espiritual, simboliza la defensa de quien camina, para vencer las dificultades y tentaciones que se le presenten en el camino. 

La calabaza se muestra de ordinario colgada del bordón del caminante. Este encontraría en algunas ocasiones fuentes para satisfacer su sed; pero en otras, como no le ayudara a resolver su problema una persona del lugar por el que transitara, dándole un poco de agua, tendría que soportar la sed en cuantiosas ocasiones… En la calabaza, el agua se mantiene fresca, de suerte que, si se presenta el caso, puede serle útil además para ofrecer agua en buenas condiciones a un compañero de camino. Tiene además la calabaza un sentido espiritual. En la tradición bíblica significa la vida interior, que transmite un cierto olor a perfume, que indica la pureza de corazón de quien vive su fe.

Finalmente, la concha de vieira que el peregrino lleva a su casa, le sirve para beber agua en el viaje de retorno, y se convierte además en un testimonio de haber realizado la peregrinación. 

Dice el “Liber Sancti Jacobi” que las dos valvas del molusco le sirven al peregrino como corazas para la propia defensa del cristiano. Son como los dos aspectos de la caridad: el amor a Dios y el amor al prójimo, un fruto excelente de la peregrinación.

Peregrinación y Jubileo 

El Jubileo Compostelano está íntimamente relacionado con la peregrinación. Cierto que, aun sin ser tiempo de Jubileo, la peregrinación puede resultar en extremo útil. 

El Papa Calixto II fue el primero en otorgar un Jubileo a la Diócesis compostelana, con el cual concedió el año 1122 muchas indulgencias para quien peregrinara a Santiago. En Roma también habían concedido Jubileos ocasionales, al menos en los años 1000, 1100 y 1200, como el que llegó a conceder Calixto II. Sin embargo, lo de Calixto II, lejos de extrañarnos, parece muy lógico, pues, cuando era arzobispo de Vienne del Delfinado, habrá visitado Santiago en más de una ocasión. De hecho, su hermano Raimundo de Borgoña era Conde de Galicia; y el propio Guido de Borgoña, conocido desde 1119 como el Papa Calixto II, asistió al entierro de Raimundo, cuyos restos se encuentran hoy en la Capilla de las Reliquias de la Catedral.

La catedral de Santiago de Compostela (Wikimedia Commons / Jrjunior 223)

En el año 1181, mediante la Bula “Regis Aeterni”, el Papa Alejandro III dio estabilidad al Jubileo Compostelano, convirtiendo en años de Jubileo todos aquellos en los que la fiesta de Santiago del día 25 de Julio, cayera en domingo.

Mirando a la realización práctica del Jubileo Compostelano, a lo largo de la historia se ha tenido siempre con normalidad, incluso cuando coincidía con el Jubileo romano y la Santa Sede acostumbraba a suspender las indulgencias locales, para que participaran del Jubileo de la Ciudad Eterna. Sin embargo, Sixto V estableció que, aunque de ordinario se suprimieran las indulgencias locales, el Jubileo compostelano se celebraría siempre. Otro tanto ha querido ratificar León XIII, en su Bula “Deus Omnipotens”: que lo establecido por Alejandro III no debía ser nunca cancelado ni derogado, sino siempre válido y perpetuamente eficaz. Así pues, se han celebrado siempre los Años Santos ordinarios, en períodos de 5, 6, 5 y 11 años, y también se han tenido otros Extraordinarios.

El camino de Santiago, paradigma del camino de la vida

Siendo el camino de Santiago un camino de fe, hemos de buscar todo lo que signifique una ayuda para el creyente que recorre esa senda que conduce al encuentro con el hijo de Zebedeo y Salomé, y hermano de Juan.

En primer lugar, el creyente, sensible desde la fe a lo que percibe en la naturaleza, se vuelve especialmente receptivo, e incluso sublima lo que significa la fragancia de los campos, la riqueza del agua que fluye de la montaña, la belleza y el perfume de las flores, y el alegre movimiento de los animales que gozan de libertad, 

Por otro lado, el peregrino encuentra a lo largo de los días de su recorrido algunos compañeros que comparten su propio camino, con los que se cruza en más de una ocasión. Es lógico desear que, tanto a lo largo del camino como al declinar el día, se vuelvan a encontrar en los albergues. Si la relación más estrecha viene requerida por un problema físico, el peregrino debe ver en ello una llamada de Dios, para que ayude al compañero necesitado.

Por otra parte, si dos o más personas de las que realizan el Camino, se encuentran en el mismo albergue, ese momento es el más indicado para intercambiar experiencias. El Espíritu Santo será quien suscite en cada peregrino la respuesta de la fe y una viva esperanza.

A lo largo del camino irán encontrando los que por él transitan expresiones de fe, a menudo acompañadas de exquisiteces artísticas. Arquitectos o bien hombres de menor categoría, fueron edificando iglesias, donde gente del lugar o forasteros tuvieron la oportunidad de vivir y expresar su fe. Las pisadas de los peregrinos, a lo largo de la historia, dejaron también allí sus huellas. 

Hoy el caminante deberá indagar a qué horas abren los templos, y en qué momentos de la jornada celebran la Eucaristía, para fortalecer su espíritu con la participación en el memorial de nuestro Señor Jesucristo, y, de ese modo, recibir en su corazón al propio Jesús. 

Además de la importancia de participar en la Santa Misa, el peregrino tiene tiempo suficiente para vivir la soledad y mirar hacia lo alto. Entre los Santos, que gozan de la presencia de Dios, ocupa un lugar preferente la Virgen María, madre de Jesús y madre nuestra. A ella podemos dirigir el Avemaría, e incluso rezar el Rosario, para meditar los misterios de la vida de Cristo y de su santísima madre. Esa Virgen María, que ha dado ánimos a Santiago en momentos de flaqueza, acompaña también al peregrino cuando se dirige al sepulcro del Apóstol Santiago.

Escuchar al Señor durante el Camino

El hombre creyente que camina hacia esa meta, tiene mucho tiempo hábil para estar a la escucha del Señor. Precisamente Dios aprovecha esos momentos de apertura para hacer las oportunas llamadas. Si en el libro del Apocalipsis, precisamente dirigiéndose a una Iglesia poco fiel, como la de Laodicea, dice Jesús que está a la puerta y llama; y que, si alguno le abre, entrará a donde él y comerá con él, cuánto más si se dirige a una persona en búsqueda, que trata de ser fiel a Dios y a los hombres.

(Wikimedia Commons / Graham Stanley)

En una ocasión, a poco de morir Jesús, cuando dos discípulos volvían a su casa de Emaús, desilusionados por la muerte de Aquél en quien habían puesto toda su esperanza, Él se les apareció y conversó con ellos, hasta que se dio a conocer. El Señor querrá entrar en la interioridad del peregrino, para orientarlo en su vida. Eso será factible, porque el Señor no nos ha dejado solos, sino que nos ha enviado su Espíritu, de modo que, como dice San Pablo a los Efesios, clamemos por Dios llamándole Padre, conozcamos la esperanza a la que nos llama, y comprendamos cuál es la riqueza de gloria que Dios da en herencia a sus Santos. 

Ya, al final del camino, procederá entrar en el santuario jacobeo y participar allí en la liturgia que se celebre. Llega el peregrino con espíritu de humildad, e intentando orar con el corazón, fortalecido por los encuentros con el Señor en el camino recién concluido. Si recibe el Sacramento de la Penitencia, encontrará la paz del Espíritu; y, en los Años Santos, la indulgencia plenaria, que le hará salir renovado, por la gracia divina. 

El tiempo posterior a la peregrinación

La experiencia pascual del peregrino a lo largo del camino de Santiago, quedará confirmada por el testimonio del Apóstol, el amigo del Señor, junto a su sepulcro. Como consecuencia, el que antes fue peregrino de esperanza, deberá dar testimonio en el futuro, de su fe en Cristo resucitado, que es fundamento de nuestra esperanza; y tendrá especial interés en ejercitarse en el amor a Dios y al prójimo. 

El arzobispo de Santiago de Compostela, en su Carta Pastoral “Peregrinos de la fe y Testigos de Cristo resucitado», con motivo del Año Santo de 2010, manifestó con toda claridad lo que pensaba al respecto. Intentando llevar adelante su cometido, el peregrino, que dejó que el Señor purificara su corazón, dará testimonio en el futuro de lo visto y oído en su interioridad.

Para ello, sin más dilación, deberá intentar poner en práctica lo que ha vivido en el camino, y estar siempre a la escucha de la palabra que el Señor quiera dirigirle, y recibir a menudo en comunión al propio Cristo, que es prenda de la inmortalidad futura.

El autorJosé Fernández Lago

Deán de la Catedral de Santiago de Compostela

Vocaciones

San Chárbel, ejemplo de ascética para la Iglesia actual

El Papa Pablo VI destacó durante la canonización de san Chárbel en 1977 que este monje maronita recuerda, con el testimonio de su vida, la importancia del recogimiento para buscar a Dios.

Paloma López Campos·24 de julio de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

El Papa Pablo VI canonizó a Chárbel Makhlouf el 9 de octubre de 1977. Este monje maronita marcó profundamente las vidas de quienes le conocieron en el Líbano, y aún hoy son miles las personas que afirman recibir favores por intercesión del sacerdote.

San Chárbel nació en 1828 en el pueblo de Beqakafra, Líbano. A los 23 años ingresó en un monasterio maronita, realizando los votos solemnes en 1853 y recibiendo la ordenación sacerdotal a los 31 años.

Profundamente enamorado de Cristo, el monje maronita era conocido por su estilo de vida, dedicado a la oración y el ayuno. San Chárbel se retiró para vivir en soledad a una ermita que formaba parte del monasterio de Annaya. Sin embargo, su aislamiento se veía interrumpido por las visitas que recibía. Alcanzó fama de santidad ya en vida y, debido a su don para sanar enfermos, muchas personas se acercaban a él en busca de una cura para sus dolencias.

San Chárbel y la búsqueda de Dios

Sin embargo, estos acontecimientos no son lo más extraordinario. San Chárbel es el primer santo del Líbano, desde su canonización en 1977. El Papa Pablo VI calificó al monje como “paradójico artífice de la paz” y “digno representante de las Iglesias de Oriente y de su alta tradición monástica”. Más allá de los milagros realizados por san Chárbel, incluso en vida, lo que destaca de él es el impacto en la Iglesia católica e, incluso, en quienes tienen otros credos, por ejemplo, los musulmanes.

Pero el objetivo de este monje no era llamar la atención por su estilo de vida o su capacidad de interpelar a personas de distintas procedencias. La razón de sus actos, como expresó Pablo VI, “era la búsqueda de la santidad, es decir, la más perfecta conformidad con Cristo humilde y pobre”. Las decisiones de Chárbel estaban guiadas por “la búsqueda incesante solo de Dios, que es el distintivo de la vida monástica, acentuada por la soledad de la vida eremítica”.

Profunidad de la vida espiritual

Adelantándose a la mentalidad que impera hoy, el Papa Pablo VI se preguntó si el ejemplo de san Chárbel no llevaría a algunos “a sospechar, en nombre de la psicología, que esta austeridad sin concesiones es un desprecio abuso y traumático de los valores sanos del cuerpo y del amor, de las relaciones amistosas, de la libertad creadora, de la vida en una palabra”.

Considerar así el estilo de vida del monje y sus compañeros es, en palabras del Pontífice, “mostrar cierta miopía ante una realidad por lo demás profunda”. El mismo Cristo fue exigente con sus discípulos, señaló el Papa, aunque no por ello puede despreciarse la prudencia que deben ejercer y pedir los superiores y la Iglesia en su conjunto.

Ver un desprecio de la vida en el ascetismo de los monjes, explicó Pablo VI, “significa olvidar el amor de Dios que lo inspira, el Absoluto que lo atrae”. Es, en definitiva, “ignorar los recursos de la vida espiritual, que es capaz de aportar una profundidad, una vitalidad, un dominio del ser, un equilibrio que es tanto mayor cuanto que no se ha buscado por sí mismo”.

San Chárbel, un recordatorio para el mundo de hoy

A pesar de esto, Pablo VI destacó que la vocación de san Chárbel no es la única en la Iglesia, sino que esta se nutre de los distintos carismas. Sin embargo, el testimonio de vidas como la del monje libanés son necesarios para “la vitalidad de la Iglesia” y para encarnar “un espíritu del que ningún fiel a Cristo está exento”.

San Chárbel es para la Iglesia y la sociedad un testimonio muy importante. Como subrayó el Papa en su canonización, “la vida social actual está marcada a menudo por la exuberancia, la agitación, la búsqueda insaciable de la comodidad y del placer, unidas a una creciente debilidad de la voluntad: solo recuperará su equilibrio mediante un aumento del dominio de sí, de la ascesis, de la pobreza, de la paz, de la sencillez, de la interioridad, del silencio”.

Pablo VI concluyó su homilía indicando que la vida de Chárbel nos enseña que “para salvar al mundo, para conquistarlo espiritualmente, es necesario, como quiere Cristo, estar en el mundo, pero no pertenecer a todo lo que en el mundo aleja de Dios”.

Evangelización

San Rafael, una historia de fe en un distrito deprimido de Barcelona  

El proyecto de las parroquias de San Rafael y san Mateu consiste en la restauración de la antigua capilla del Institut Mental de la Santa Creu de Nou Barris, en Barcelona, sin uso desde hace más de treinta años, y en la construcción de un nuevo templo y un nuevo centro parroquial.  “Estamos locos por el Señor”, afirma Iñaki Lejarcegui a Omnes.  

Francisco Otamendi·23 de julio de 2024·Tiempo de lectura: 4 minutos

“Deseamos un nuevo templo que sea un lugar de encuentro de todas las entidades del barrio, donde podamos celebrar la fe y extender la caridad a los más necesitados de la sociedad. Con la colaboración de todos los feligreses de las parroquias de San Rafael y San Mateo queremos sacar adelante este proyecto que pretende recuperar el patrimonio histórico, cultural y de fe del barrio”, señala la parroquia de San Rafael, cuyo titular es Mn. Ferrán Lorda.

Un párroco al que preguntamos hace unos días, en una conversación telefónica improvisada, por la caminata desde Barcelona a la Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa el año pasado, de la que informaron Omnes y numerosos medios.

En efecto, casi un centenar de jóvenes de las parroquias barcelonesas de Sant Mateu y San Rafael de la Guineueta realizaron el trayecto Barcelona-Lisboa a pie, durante 40 días, porque pretendían, “de alguna manera, reproducir la gran peregrinación del pueblo de Israel relatada en el Éxodo, que recorrió durante cuarenta años el desierto hasta entrar en la tierra prometida. Son “¡1.276 kilómetros a pie!”, dijeron.

Barcelona-JMJ Lisboa, “un gran altavoz”

Además, los feligreses se marcaron el objetivo de que “la peregrinación fuera un ‘gran altavoz’ donde podamos anunciar que los jóvenes de nuestras parroquias desean un nuevo templo para san Rafael. Un templo donde nos reunamos para celebrar la fe, nuestro encuentro con Cristo”, explicó a Omnes Ferrán Lorda. 

Buscaron patrocinadores que donaran un euro por cada kilómetro de la ruta Barcelona-Lisboa para el proyecto de restauración. Y recaudaron 130.000 euros, que se han sumado al entorno del millón que ha conseguido ya la parroquia. En la actualidad falta aproximadamente otro millón de euros para completar los 2,2 millones del coste total previsto de las obras, incluyendo los trabajos de restauración del interior de la capilla y la construcción del nuevo centro parroquial.

El proyecto: dos templos, uno de Adoración Perpetua 

La Guineueta es uno de los trece barrios que integran el distrito de Nou Barris de Barcelona. Tiene una superficie de 0,61 km² y una población superior a los 15.000 habitantes. En su ámbito se halla el parque de la Guineueta y el parque Central de Nou Barris, al sur del cual se encuentra la sede del distrito de Nou Barris y el Fòrum Nord de la Tecnología.

Iñaki Lejarcegui, voluntario y feligrés de la parroquia, comenta el reciente concierto solidario de la Joven Orquesta Sinfónica de  Barcelona que ha organizado San Rafael: “Espectacular. Éste es uno de los barrios más deteriorados de Barcelona, con mucho problema económico y social, con mucha inmigración, abandono escolar, familias muy desestructuradas, un barrio complicado. En este contexto, hacer una actividad cultural en la que viene el grupo de cuerda de la Orquesta Sinfónica de Barcelona a interpretar a Vivaldi o a Händel, está a años luz de los conocimientos que pueda tener la gente. Nuestra expectativa era llegar a las doscientas cincuenta personas, quizá trescientas, y llegamos casi a las quinientas personas”.

La parroquia de San Rafael está ahora en dos especie de barracones o almacenes, unidos, donde está la capilla, y dos salas más, una de Cáritas y otra polivalente, de catequesis y otras actividades para la parroquia de San Rafael. Y desde hace muchos años, en torno a cincuenta, surgió la idea de poder hacer una parroquia propia para el barrio. Esto es lo que se ha ido. fraguando, añade Lejarcegui.

Al terminar de desmantelarse el Hospital del Mental, quedó en pie una parte de la estructura, que es donde está la sede del distrito de Nou Barris, y la capilla del Hospital Mental, totalmente destruida. La capilla, con una capacidad para 80 ó 90 personas, ya se ha restaurado por el exterior, y falta toda la parte interior. Detrás de la capilla, en la explanada que se está recuperando de la montaña, allí se va a construir el nuevo templo.

Una vez restaurada la capilla, el objetivo es que sea de Adoración Perpetua dentro de Barcelona. Tiene estructura neoclásica, muy bonita, la más antigua de todo el barrio que queda en pie. La verdad es que hay pocas capillas de Adoración Perpetua en Barcelona, señala. Para la primera fase del proyecto la parroquia tiene ya los fondos, con las aportaciones del barrio, de benefactores, etc. Falta alrededor de la mitad, la segunda parte. 

Acción social: proyecto Lucas, Nazaret, Simón, Lázaro…

“Como hay pocos sacerdotes, la diócesis está agrupando parroquias”, explica este voluntario, que ha trabajado muchos años de comercial en diferentes ciudades. “La parroquia de San Mateo y la de San Rafael están agrupadas, y generaron la Asociación Ginesta, con el fin de aglutinar la acción social de atención de las familias y personas del barrio en una única entidad”.

Por eso está el proyecto Lucas, del que es voluntario Lejarcegui, que es el proyecto de apoyo a los estudiantes, a los niños, clases de refuerzo y seguimiento escolar, y también ayuda a las familias, acompañamiento familiar a los padres, a las parejas. Está asimismo el proyecto Nazaret, un banco de alimentos para las familias necesitadas, valoradas con los compañeros de Cáritas y los de servicios sociales del Ayuntamiento.

Ginesta tiene también el proyecto Simón para la formación de los inmigrantes, y Lázaro, el más nuevo, para niños discapacitados y sus familias, autistas, con síndrome de Down, etc. Todos ellos se integran con el centro de Jóvenes y otros colectivos, y todos los sábados a las 8, al terminar las actividades, tienen una Misa. “Somos una familia”, señala Iñaki, que está junto a Mn. Ferrán “para lo que necesite”.

“Acogidos por el Señor”

Cuando se le pregunta qué late detrás de esa dedicación suya, de voluntario, Iñaki Lejarcegui responde. “Somos voluntarios y aquí nadie cobra, y te estoy hablando de casi 425 personas que forman el equipo de voluntarios de las dos parroquias. La gran palabra es que aquí entras y te sientes acogido por el Señor. Todo lo hacemos por el Señor. Estamos locos, sí, como nos dicen a veces, estamos locos por el Señor. Eso es lo nuestro. Y tenemos apoyo del obispado, del cardenal Omella, de los obispos auxiliares, de todos”.

El autorFrancisco Otamendi

Estados Unidos

Concluye el X Congreso Eucarístico Nacional en Estados Unidos

El X Congreso Eucarístico Nacional en Estados Unidos finalizó animando a los católicos a vivir un "nuevo Pentecostés" y a ser auténticos misioneros eucarísticos.

Paloma López Campos·22 de julio de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos

El 21 de julio se clausuró el X Congreso Eucarístico Nacional en Estados Unidos. Tras cinco días de actividad en Indianápolis, los católicos del país emprendieron el camino de vuelta a casa con la esperanza de que el Renacimiento Eucarístico traiga a la Iglesia un “nuevo Pentecostés”.

Los asistentes al Congreso Eucarístico Nacional también pudieron acudir a sesiones de impacto y multitudinarias adoraciones durante los últimos tres días. El lema de la tercera jornada fue “En Getsemaní”. Como explicaron desde la organización del evento, el objetivo de centrar la mirada en la Pasión de Cristo era la purificación y restauración de los corazones.

A lo largo del día los participantes rezaron el Rosario por América, asistieron a la Santa Misa, recibieron sesiones de impacto sobre la familia o el apostolado y pudieron acudir a una exposición sobre la Sábana Santa.

El Congreso Eucarístico en las calles de Indianápolis

El lema del cuarto día fue “Este es mi cuerpo”. En la página web del Congreso indicaron que, “tomando como modelo a la Iglesia primitiva, esta jornada formará a los participantes como discípulos de Jesucristo para que vivan el Evangelio en su amor a Dios y al prójimo”.

Algo especial de este penúltimo día fue la oportunidad que tuvieron los asistentes de participar en una Misa con la liturgia del rito oriental, oficiada por monseñor Joy Alappatt y el arzobispo Borys Gudziak. Por la tarde, las sesiones estuvieron centradas en temas como la teología eucarística, la misión social del católico o la evangelización digital.

Además, las redes sociales se llenaron de las fotografías que mostraron la gran procesión que recorrió Indianápolis. Como parte del evento, Cristo atravesó las calles de la ciudad estadounidense seguido por miles de personas: jóvenes, seminaristas, laicos, ancianos y familias enteras.

La última procesión del Congreso Eucarístico recorrió la ciudad de Indianápolis (OSV News photo / Bob Roller)

Un nuevo Pentecostés

El quinto día tuvo como lema “Hasta los confines del mundo”. Las sesiones de impacto estuvieron centradas en animar a los católicos a ser misioneros eucarísticos y los organizadores anunciaron que están preparando una nueva peregrinación que vaya de Indianápolis a Los Ángeles durante la primavera de 2025.

El Congreso Eucarístico Nacional concluyó con una Misa de clausura presidida por el delegado papal, el cardenal Tagle. Durante la homilía, el cardenal transmitió a los presentes el deseo del Papa de que el Congreso tenga como consecuencia la conversión de los católicos a la Eucaristía. Apreciando el tesoro del Cuerpo y la Sangre de Cristo, afirmó el delegado papal, los fieles podrán realmente ser evangelizadores.

Una vez finalizado todo, los miles de asistentes regresaron a sus hogares con la misión repetida constantemente a lo largo de los cinco días: los católicos son auténticos misioneros, llamados a “proclamar con alegría el Evangelio en cada rincón de nuestra nación”.

Comienza ahora en Estados Unidos la siguiente fase del Renacimiento Eucarístico, el tercer año de esta iniciativa, calificado como el “Año de la Misión”, siendo el último de este proyecto liderado por la Conferencia episcopal de Estados Unidos.

Vaticano

Cardenal Agostino Marchetto: «Una persona que no acepta al Papa y el Concilio Vaticano II se sitúa fuera de la Iglesia»

Omnes entrevista al cardenal Agostino Marchetto, considerado uno de los principales expertos en el Concilio Vaticano II.

Hernan Sergio Mora·22 de julio de 2024·Tiempo de lectura: 4 minutos

Faltan pocos meses para que se cumpla el 60 aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II. Este gran concilio del siglo XX, el primero verdaderamente universal, ha sido determinante para la Iglesia actual y es una referencia constante en el Magisterio de los últimos pontífices.

Omnes ha conversado sobre estos temas con el cardenal Agostino Marchetto, considerado uno de los principales expertos en el Concilio Vaticano II.

Mons. Agostino Marchetto, natural de Vicenza, fue ordenado sacerdote en 1964. Desde muy joven ingresó en la carrera diplomática vaticana y trabajó en las oficinas de representación de la Santa Sede en Zambia, Cuba, Argelia, Portugal y Mozambique.

Fue nuncio en países como Madagascar y Mauritania, Tanzania o Bielorrusia y, de 2001 a 2010 fue Secretario del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes. Fue creado cardenal por el Papa Francisco en 2023.

¿Cómo explicar el Concilio Vaticano II, en particular a los más jóvenes?

–  Cuando el Papa Juan XXIII llega a la sede de Pedro, convoca un Concilio después de los intentos sin éxito que habían hecho los demás pontífices, porque pensaban que no había la oportunidad o que la situación aún no estaba lo suficientemente madura. Está claro que quiso un Concilio que pudiera responder al mundo qué es la Iglesia y al mismo tiempo qué puede hacer la Iglesia por el mundo.

Estas fueron las dos grandes preguntas fundamentales que planteó Pablo VI: «Iglesia, ¿qué dices de ti misma y qué le dices al mundo hoy?», en un mundo cambiado, un mundo nuevo en el que nos encontramos nosotros, con una crisis ya presente.

No había una situación enteramente tranquila cuando el Papa Juan XXIII convocó el Vaticano II. Pablo VI tenía también el deseo de dar una respuesta a la evangelización y a la promoción humana integral del mundo de hoy.

Además, Juan XXIII tenía una gran experiencia entre Oriente y Occidente, tenía la capacidad y formación histórica y conciliar, además de la propensión y capacidad de convocar y guiar el Concilio Vaticano II, el tiempo que pudiera debido a su edad.

Usted era joven en esa época.

– Yo estaba todavía en el seminario. Escuchaba y quizás también me sorprendía la valentía de la Iglesia en esta nueva realidad y este deseo de afrontar el mundo actual, por eso seguí todo con gran interés.

Soy de Vicenza y, en el seminario teníamos un profesor que cuando venía de Roma traía todas las publicaciones, especialmente en francés, relativas al concilio, y era tan amable que nos las dejaba para que las consultáramos.

Confieso que entonces, a través de las publicaciones, sentí todo ese nacimiento que se estaba viviendo por el bien de la Iglesia y del mundo y para ser fiel a lo que es el mensaje de evangelización.

El Concilio Vaticano II no quiso ser dogmático sino pastoral, ¿qué significa eso?

-Tomemos “con calma” esta afirmación de que “no quiso ser dogmático sino pastoral”, dado que no hay pastoral si no hay una realidad dogmática y doctrinal que la sustente, ¿no? Este es mi pensamiento.

Evidentemente quienes dicen «queremos algo dogmático y no pastoral» se olvidan lo que vemos en la constitución de la Iglesia. Veamos cuánto dogma hay allí, en el sentido de verdad teológica, de lo que es la tradición de la Iglesia, la palabra de Dios y todas las demás realidades que componen el misterio de la Iglesia.

Así que no podemos hacer estas distinciones como hacen algunos, porque si lo hacemos, hacemos una división y ya no nos encontramos a nosotros mismos. 

Éste es el gran tema: hay que pensar en el Vaticano II como una base del dogma, en el sentido de la tradición y del desarrollo armonioso de la unidad del único sujeto Iglesia, como decía Benedicto XVI, pero que es el pensamiento de todos los papas conciliares, desde el Papa Juan XXIII hasta nuestro Papa Francisco.

Una persona que afirma no creer en los últimos papas, ni en el papa actual ya no pertenece a la Iglesia.

Está claro, usted bien lo dice.

¿Se aplica lo mismo a quienes no creen en el Concilio Vaticano II?

– De hecho, creo que es lo mismo, ahora en esta situación de la última crisis cismática que hemos afrontado recientemente, hay dos dificultades para reconocer la catolicidad de este arzobispo, a saber: primero, que no acepta al Papa actual; segundo, que ni siquiera acepta el Concilio Vaticano II.

Por lo tanto, si no se aceptan estas dos dimensiones, la persona que se expresa de esta manera -si bien siempre con el deseo de ayudar, de acoger, de caminar juntos, de dialogar-, si no se aceptan estas dos realidades, se pone fuera de la Iglesia católica. 

No es la Iglesia católica la que los expulsa -también podrá haber un tribunal, podrá haber una sentencia, etc., y esa es otra cuestión- pero él es la persona que se ha puesto fuera de la Iglesia católica.

Entonces, ¿puede haber autoexclusión incluso si la Iglesia no se pronuncia?

Esto es perfectamente aplicable a una persona que no acepta al Papa y cuando no acepta el Concilio Vaticano II, porque son dos elementos que caracterizan el cisma con respecto a la Iglesia católica.

En el caso de Mons. Carlo Maria Viganó parecería que la excomunión se produjo porque hay seguidores que pueden creer que es católico y por eso la Iglesia deja claro que no lo es. Pero en realidad ¿se habría auto excluido mucho antes?

– Disculpe, un obispo católico que es ordenado por otro obispo que está excluido de la comunión católica, ¿cree que todavía se le puede llamar católico?

Más allá del caso Viganó, hay gente que cuestiona el Vaticano II. ¿Hasta qué punto se puede decir todavía que estas personas son católicas?

Si se tiene la disposición de un verdadero diálogo con la Iglesia católica, todavía podemos esperar a que encuentre la posibilidad de aclarar su posición y comprender la posición de la Iglesia católica. Pero si es una cuestión de principios, debe aclarar sus cosas y encontrar su posición.

¿Podría decirse que esa persona es cristiana pero no que sea católica?

– Hace usted una distinción que me parece normal. Aunque agrego que ser católico hoy es una forma extraordinaria de ayudar a la unidad de los cristianos.

El autorHernan Sergio Mora

Decálogo para una Iglesia militante

Hoy, análogamente a la tierra de Asia a la que zarpó san Francisco Javier, es nuestra tierra la que es tierra de misión.

22 de julio de 2024·Tiempo de lectura: 4 minutos

La nave para zarpar desde Lisboa a las Indias se preparaba y Francisco, corazón inquieto, divino impaciente, anhelaba que llegase ese momento. Muchos en la corte portuguesa querían que los jóvenes sacerdotes de esta nueva orden fundada por el antiguo soldado guipuzcoano se quedasen en Lisboa.

¡Había tanto que hacer allí! Seguro que era mucho más importante renovar el espíritu religioso en aquella ciudad, que era el centro de ese gran imperio marítimo, que estar perdido en una isla en vete a saber qué mar. 

Francisco no atendía a esas razones. Sabía que tenía una misión y no quería retardar el cumplirla. José María Pemán pone unos versos en boca de Francisco que expresan muy bien su espíritu:

Soy más amigo del viento,

señora, que de la brisa…

¡Y hay que hacer el bien deprisa,

que el mal no pierde momento!

Es verdad. El mal no pierde ocasión. Los hijos de las tinieblas son más sagaces que los hijos de la luz (cf. Lc 16,1) y hay que hacer el bien deprisa. No es suficiente combatir el mal, ponerse a la defensiva. No nos puede valer el estar esperando a que se nos llame para echar una mano. Es necesario hacer el bien, ponernos en marcha, activar un estilo de vida militante y comprometido.

Estoy seguro de que san Francisco Javier nos animaría hoy a vivir así y nos daría unas cuantas claves para que viviésemos como misioneros en el lugar del mundo que Dios nos colocase.

  1. Sentir con la Iglesia. La primera actitud interior que debemos cultivar es una unidad de corazones con la Iglesia, con el papa, con nuestros obispos. Hemos de significarnos en este amor a la Iglesia, aun en los tiempos más recios. Y hemos de ser impecables en esta actitud. No hay misión sin unidad con los pastores. El propio Francisco iba a la misión como embajador del rey de Portugal, pero también como nuncio del papa.
  2. Visión ecuménica eclesial, como sentiría san Francisco Javier desde las costas de Lisboa a punto de embarcarse a la misión. Sin capillismos, con amplitud eclesial, con una mirada católica, universal. No estamos para hacer nuestra obra, sino para servir a la Iglesia. Una Iglesia en la que todos nos necesitamos. Nadie, ningún carisma lo tiene todo. Todos formamos un único cuerpo con carismas que enriquecen al resto.
  3. En vanguardia, en las periferias, siendo laboratorios del Espíritu… Cualquiera que sea la expresión que usemos, sabemos que nuestro lugar está en el frente. Y cada uno sabe cuál es el suyo. Se trata más de una actitud que de un lugar. Capaces de oír el clamor de ayuda de quienes viven cerca de nosotros. Buscando siempre nuevos caminos para el Evangelio.
  4. Discernimiento. Más necesario que nunca en un mundo complejo, en constante cambio, que pierde referencias. A Francisco le tocó emplearse a fondo y ponerse a la escucha ante las nuevas culturas que le planteaban retos insospechados para la evangelización. Nosotros nos ponemos hoy a la escucha del Espíritu, para seguir los caminos que hay que empezar a abrir en este nuevo mundo.
  5. Disponibilidad. Actitud de entrega, para servir donde haga falta. Comprometidos. Hombres de palabra, que responden de aquello que deben hacer. Hombres en los que se puede confiar. ¡Casi nada! Porque sin esa entrega y compromiso incondicional no hay misión.
  6. Prácticos. El militante, el misionero, no se pierde en cavilaciones y discursos, sino que se pone en marcha. No pone pegas, las resuelve. A la vez es consciente de la imperiosa necesidad de formación que facilite las claves para la acción, que estructure la mente y el corazón. 
  7. No al espíritu burgués. El misionero sabe vivir desde una tensión interior sana que le impide acomodarse. No vive desde seguridades, sino desde la confianza en Dios. Cultiva un espíritu que alimenta una necesaria reciedumbre y fortaleza humana y espiritual. Los cansancios, las fatigas y las persecuciones son parte esencial de la vida de todo misionero. 
  8. Hombres de comunión. En todos los lugares en que se encuentre el misionero ha de crear lazos, tender puentes; dentro de la Iglesia, y en la sociedad. Acercándonos a aquellos que aparentemente no son de los nuestros, pero que son nuestros hermanos, con los que compartimos destino en la eternidad. No será fácil. No seremos comprendidos muchas veces. La comunión exige un amor martirial.
  9. Creatividad e iniciativa. No somos francotiradores, pero sí debemos tener capacidad de iniciativa con la que aportar a la misión conjunta. Iniciativa y docilidad, juntas. A tiempos nuevos harán falta odres nuevos. San Francisco Javier puso en marcha todo su ingenio para llegar a todos. Desde los pobres pescadores de perlas asediados por los terribles badagas, hasta el emperador del Japón. A cada uno supo hablarle al corazón de una forma completamente distinta.
  10. Retaguardia orante. Vivimos de la oración. De ella nace nuestra acción. Nos apoyamos en la vida contemplativa. Y nosotros mismos sabemos que hemos de cultivar la vida de oración como la mejor palanca para mover corazones y para que el nuestro esté anclado en el Señor.

Se acerca el barco que llevará a Francisco hacia las Indias, bordeando África. Él no lo sabe, pero ese viaje empleará trece meses, incluyendo uno que habrá de estar parado por falta de viento. Pero no hay miedo en su mirada, sino una ilusión expectante y un fuerte deseo de partir ya.

Un último recuerdo de su corazón vuela a sus tierras navarras, a la altiva torre del castillo azotada por el viento. Y mientras el barco se aleja y se difumina la costa una sonrisa se dibuja en los labios de Javier, eco de la del Cristo románico ante el que tantas veces oró siendo niño.

Nosotros nos quedamos en el puerto, en la vieja Europa, viendo alejarse la embarcación. Sabemos que nuestra tierra es también tierra de misión. 

¡Santa María, valedme! —ora Francisco al inicio del viaje según su embarcación se aleja del puerto de Lisboa—. ¡Madre nuestra!, ¡cuida de todos los que hemos sentido esa llamada y nos hemos embarcado en la misión de tu Hijo!; protégenos en las aguas procelosas que harán peligrar la vida; alcánzanos el soplo del Espíritu para nuestras velas cuando parezca que nos paramos y nos quedamos sin fuerza para seguir; muestra que eres nuestra madre y estás siempre cerca de nosotros cuidándonos.

Por algo somos tuyos, de santa María. Y estamos al servicio de Jesucristo, rey eterno y señor universal.

El autorJavier Segura

Delegado de enseñanzas en la Diócesis de Getafe desde el curso 2010-2011, ha ejercido con anterioridad este servicio en el Arzobispado de Pamplona y Tudela, durante siete años (2003-2009). En la actualidad compagina esta labor con su dedicación a la pastoral juvenil dirigiendo la Asociación Pública de Fieles 'Milicia de Santa María' y la asociación educativa 'VEN Y VERÁS. EDUCACIÓN', de la que es Presidente.

Vaticano

El Papa pide una “tregua olímpica” de paz

En el Ángelus del domingo XVI del Tiempo Ordinario, el Papa ha animado a hacer compatibles “el descanso en el espíritu en medio de las actividades cotidianas” y la compasión por los demás de Jesús. Además, ha pedido una tregua de paz en las guerras, con ocasión de los Juegos Olímpicos de París que tendrán lugar del 26 de julio al 11 de agosto.  

Francisco Otamendi·21 de julio de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos

En el evangelio de este domingo 21 de julio, san Marcos relata que los apóstoles cuentan a Jesús lo que habían hecho y enseñado, y el Señor les dice: “Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco”. Luego, al desembarcar, “Jesús vio una multitud y se compadeció de ella, porque andaban como ovejas que no tienen pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas”.

Al comentar este evangelio, antes del rezo de la oración mariana del Ángelus, el Papa ha manifestado en la plaza de San Pedro que en él se habla de “dos cosas, descanso y compasión. Y las dos están ligadas. Sólo si aprendemos a descansar podemos tener compasión”.

En un domingo de fuerte calor en Roma, estaban presentes muchas familias entre los romanos y peregrinos, el Pontífice ha alertado sobre “la prisa” y la “dictadura del hacer”, en una sociedad dominada por el ansia de resultados, nos agitamos, y perdemos de vista “lo esencial” con un cansancio del cuerpo y del espíritu. El Papa Francisco destacó que Jesús mostró su preocupación por el cansancio de sus discípulos: “Quizás está intuyendo un peligro que puede afectar también a nuestra vida y nuestro apostolado”.

Como ejemplo, mencionó el “entusiasmo en llevar adelante la misión, o el trabajo, así como el papel y las tareas que nos son confiadas”, que “nos hacen víctimas del activismo». Ante una “sociedad a menudo prisionera de la prisa, pero también para la Iglesia y para el servicio pastoral: ¡estemos atentos a la dictadura del hacer!”, reiteró el Papa.

Encontrar tiempo para el amor familiar

En el ámbito familiar, tantas veces el papá sale de casa cuando los hijos están durmiendo, y vuelve cuando de nuevo están ya en la cama por la noche. “Es una injusticia social” que suceda esto, ha señalado Francisco. “Hay que encontrar tiempo para los hijos y para el amor familiar”.

Al concluir, el Papa se ha preguntado si si sabemos encontrar momentos para nosotros mismos y para el Señor, o vamos sumidos por la prisa. Y se ha referido a ese desierto interior que hemos de encontrar en medio del ruido, y a “descansar en medio de las actividades cotidianas”. “Que la Virgen Santa nos ayude a “descansar en el Espíritu” también en medio de todas las actividades cotidianas, y a ser disponibles y compasivos para con los otros”, ha rezado el Santo Padre.

“Atletas, mensajeros de paz”

Tras el rezo del Ángelus, el Papa ha señalado que el deporte tiene una gran “fuerza social”, y ha pedido que “recemos por la paz” y también una “tregua olímpica” por la paz, con ocasión de las próximas Olimpiadas de París, ante tantas guerras como las de la martirizada Ucrania, Palestina e Israel, Myanmar, etc. Que los atletas sean “mensajeros de paz”, ha alentado, al recordar el Mensaje enviado al arzobispo metropolitano de París, Laurent Ulrich, en el que ha señalado que los Juegos son “por su propia naturaleza, portadores de paz, no de guerra”. 

Los Juegos Olímpicos son una ocasión para “superar las diferencias y las oposiciones” y para “fortalecer la unidad de la nación”; una ocasión “para derribar prejuicios, para promover la estima donde hay desprecio y desconfianza, y la amistad donde hay odio”, ha manifestado el Pontífice. “Que Dios se apiade de nosotros”, ha escrito en el mensaje al arzobispo Ulrich. “Que ilumine las conciencias de los gobernantes sobre las graves responsabilidades que les incumben, que conceda a los pacificadores el éxito en sus esfuerzos y que los bendiga».

El autorFrancisco Otamendi

La presencia católica en Asia Central

Asia Central, con su rica historia y diversidad cultural, ha sido testigo de la presencia de diversas religiones a lo largo de los siglos, habiendo sufrido muy especialmente la persecución marxista de la URSS a toda forma de manifestación de culto público de cualquier religión.

21 de julio de 2024·Tiempo de lectura: 4 minutos

He publicado varias reseñas sobre mis estancias profesionales en dos países de Asia Central, en unos seminarios jurídicos organizados por la Unión Europea, dentro del programa LEICA (Law Enforcement In Central Asia) que han tenido lugar los pasados meses de enero y abril de 2024.  La presente publicación no tiene carácter profesional, y sí tiene por finalidad contar mi experiencia en un aspecto para mí muy importante en mi vida.

Asia Central, con su rica historia y diversidad cultural, ha sido testigo de la presencia de diversas religiones a lo largo de los siglos, habiendo sufrido muy especialmente la persecución marxista de la URSS a toda forma de manifestación de culto público de cualquier religión durante las décadas en que dichos pueblos y las cinco naciones que integran esta región (que son conocidas en España como las repúblicas “tanes” por la terminación en “tan” de sus nombres, que tanto han pasado desapercibidas para nosotros) han vivido bajo el régimen soviético.

En este artículo narro mi experiencia personal con la gente de estos países, de la que destaco su corrección, educación y disponibilidad “para ayudarte en lo que necesitaras”, algo que me ocurría cada dos por tres, pues a la dificultad del idioma -sólo les entendía en la despedidas, cuando sabían que era español, que me decían ‘Barsa” o ‘Hala Madrid’- se unía el que ahí me hallaba “perdido y desconectado”, sin wifi y sin datos (por lo que el móvil sólo me sirva para mirar la hora y sacar fotos) y, concretamente, mis experiencias en las ciudades de Almatý (Kazajistán), Tashkent y Samarcanda (Uzbekistán), donde la comunidad cristiana -a la que ahora me referiré- ha dejado una huella significativa, que hoy se mantiene, con sus todavía restricciones y limitaciones, muy presente.

Kazajistán

En Almatý, la ciudad más grande de Kazajistán, se encuentra, además de la catedral de la Santísima Trinidad (mismo nombre que el que tiene la archidiócesis creada por el papa san Juan Pablo II), la Capilla del obispo, donde a diario los fieles católicos se reúnen en la celebración de la Eucaristía oficiada muchas veces por el Obispo don José Luis Mumbiela (nacido en Monzón, Huesca), presidente del Episcopado de Asia Central, que ha dedicado su vida al servicio sacerdotal, primero en una parroquia leridana y ahora en esta región.

Poder asistir a la Eucaristía, comulgando en las dos especies, y otros actos de culto en dicha capilla fue todo un lujo, sobre todo porque coincidí con la Primera Comunión de un joven kazajo y pude comprobar la exteriorización sincera de una comunidad de gente, mucha de ella conversa del islam. Me impresionó la historia de origen polaco, tras la deportación estalinista, de Nuestra Señora de la Paz (Virgen de Ozornoye, patrona de Kazajistán) que aparece en una pintura en que se la ve a Ella y al Niño Jesús, ambos, con rasgos kazajos, a la que se le atribuye el milagro de los peces en un lago helado.

También en Almatý, en la casa АЛМАРАСАН (Almarasan), un centro del Opus Dei que sirve como lugar de residencia, estudio y encuentro para muchos jóvenes kazajos en dicha ciudad, tuve igualmente el gran privilegio de asistir a la celebración de la Eucaristía y participar en amigable tertulia con españoles e hispanoamericanos que trabajan y viven ahí. Me sentí muy arropado y esos días los viví sintiendo la fuerza de la oración de tanta gente por la sanación de mi sobrino Juan que estaba muy grave por un síndrome compartimental y una sepsis en una pierna, todo ello derivado de la fractura de la tibia y la ruptura de una arteria que sufrió durante un partido de fútbol en Asturias.

Doy gracias a Dios por estas “comunión de los santos” y a Santi de Lasala y Nico Zambrana que tanto me ayudaron y acompañaron esos días del pasado duro invierno (al menos para los de clima mediterráneo) con temperaturas bajo cero.

Uzbekistán

En Uzbekistán, una tierra de encrucijada de culturas, la comunidad católica se encuentra también presente. En su capital, Tashkent, está la catedral del Sagrado Corazón y la casa convento de las misioneras de la caridad, de santa Teresa de Calcuta, entregadas a los pobres y más necesitados, y que todos los días celebran la Eucaristía en hora temprana, lo que permite disponer el resto del día para las actividades profesionales con los colegas europeos y asiáticos que ahí estábamos convocados.

Ir al monasterio-residencia de las monjas de la Madre Teresa supone, primero, adentrarse en los suburbios de la ciudad y, tras pasar la puerta de la calle, encontrarse con un oasis de paz, Amor y oración. Da gusto verlas a todas con su sari blanco y azul y sentir la gracia de Dios en sus oraciones y con su presencia. Fue providencial que el primer día conociera a Valodia (“recomendado” por Santi desde Almaty), con su mujer e hijo, que tanto me atendió y que tan conocidos y queridos son para las sisters. Nunca podré olvidar lo atentas que estuvieron todas con ese occidental de rasgos morenos que, sin previo aviso, se presentó a la hora de la Misa y que con ellas compartió muchos ratos de oración comunitaria. Sister María Kolbe,  de origen polaco, fue el medio que me puso el Señor para sentirme tan arropado…

Junto a Valodia en la casa-convento de las Misioneras de la Caridad en Tashkent

Terminado el trabajo de Tashkent, tras la clausura y despedida de las autoridades, asistententes, organizadores y el fiel traductor inglés-español-ruso, me desplacé en mi “día libre” en tren a Samarcanda, una ciudad histórica conocida por su arquitectura islámica, capital de la ruta de la seda y la ciencia astrológica en tiempos de Tamorlan. Jamás olvidaré a una pareja de turistas del sur de Rusia que me dijeron que eran musulmaanes e iban a visitar las impresionantes mezquitas de esta ciudad, con la que compartí estancia en el vagón y que tanto me ayudó, llevandome incluso en “su pequeño Yandex” (taxi mediante aplicación de internet), apretujados y con todas las maletas en los asientos (ahí, donde caben tres, caben cuatro), hasta el hotel. En Samarcanda se encuentra la Iglesia de San Juan Bautista, atendida por los padres Ariel y Paul, nacidos en Argentina (lo que se deja ver claro por la imagen de Nuestra Señora de Luján en el interior de la iglesia y en el hogar) que me invitaron a una maginifica merienda con dulce de leche, junto a Cati, una joven uzbeka que se se estaba iniciando en el cristianismo.  A pesar de ser una minoría en un país predominantemente musulmán, los católicos en Samarcanda mantienen su fe y el templo donde se administran los Sacramentos.

Agradezco a Dios por las experiencias maravillosas que me ha dado al encontrarme con gente tan maravillosa y con hermanos y hermanas en la Fe en lugares tan distintos y distantes, donde Dios es el mismo Amor en todo el mundo. Tenía que contarlo.

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Cultura

Pablo Blanco: «Lo mejor de la teología de Joseph Ratzinger está por venir»

Pablo Blanco Sarto recibió el 30 de noviembre de 2023, el Premio Ratzinger de Teología de manos del cardenal Pietro Parolin. Como muestra en esta entrevista, está convencido de que el legado de Joseph Ratzinger no es sólo actual en la Iglesia, sino que es clave para entenderla.

Maria José Atienza·21 de julio de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

Pablo Blanco Sarto recibió el 30 de noviembre de 2023 el Premio Ratzinger de Teología de manos del cardenal Pietro Parolin. En esta entrevista con Omnes habla sobre la figura y, sobre todo, el legado de Joseph Ratzinger-Benedicto XVI del que, como él mismo afirma, no conocemos, aún, la amplitud de su obra y su pensamiento.

¿Cómo recibió la noticia del Premio Ratzinger de Teología 2023?

– Como resulta lógico, con alegría y agradecimiento. Alegría porque recibir un premio con el nombre de alguien a quien he dedicado parte de mis estudios, constituye todo un honor. Ratzinger es posiblemente uno de los mejores teólogos del cambio de milenio. Llevar su nombre junto al mío es una gran suerte.

Y agradecimiento porque supone un reconocimiento a mi trabajo, también con una cierta sensación de alivio, pues significa que no iba tan mal encaminado cuando interpretaba el pensamiento de Joseph Ratzinger.

El 31 de diciembre de 2022 nos dejaba Benedicto XVI. ¿Cómo ha marcado la Iglesia el pontificado del Papa Ratzinger? ¿Cuáles son, a su entender, las líneas clave para entender este pontificado y su histórica renuncia?

– Fue un pontificado breve pero intenso. Nos dejó un magisterio luminoso con sus tres encíclicas (y media), sus catequesis sobre la historia de la Iglesia y sus inspiradas homilías.

Siguió con la operación de limpieza que ya había empezado Juan Pablo II en los casos de abusos sexuales, y lo amplió al ámbito económico y financiero.

En fin, dejó el gesto de la renuncia, que constituye un ejemplo que todavía nos da qué pensar. Es toda una enseñanza práctica sobre el modo de ejercer el ministerio en la Iglesia, que nos viene muy bien recordar en estos momentos.

Usted forma parte del equipo de edición de las Opera Omnia de Joseph Ratzinger. ¿Queda mucho por conocer de las obras del Papa bávaro?

– En alemán están acabando con el volumen 15, el último, aunque luego añadirán un anexo con textos recuperados. Después de la polaca, la española es la traducción que va más rápida. Pero es cierto que esta recopilación, dirigida por el mismo Papa emérito, es tan solo el comienzo. Cada día crece el interés por el pensamiento de Ratzinger, sobre todo entre los estudiantes más jóvenes. Lo cual hace pensar que lo mejor de Ratzinger está por venir: no es solo un gran teólogo del pasado, sino una promesa de futuro.

En sus discursos a la Sapienza (2008) y Ratisbona -ambos con polémica- el Papa habla con especial claridad sobre la fe y razón. ¿Cuáles cree que son las principales aportaciones de Joseph Ratzinger en este aspecto?

– Sí, ahora Ediciones Rialp ha publicado estos textos con comentarios de autores católicos, protestantes y musulmanes, en lo que se refiere al discurso de Ratisbona. Es impresionante el eco que ha tenido en el mundo intelectual. En el caso del discurso no pronunciado de La Sapienza ha sido menos estudiado, pero tiene latentes unas ideas realmente revolucionarias, como cuando presenta a la filosofía y la teología como “hermanas gemelas”.

Pienso que el Premio Ratzinger de este año, concedido a un teólogo y un filósofo, ambos con estudios en los dos ámbitos, supone una ejemplificación de esta idea tan ratzingeriana.

Ratzinger mismo reconocía que nunca dejó de ser un profesor de Universidad. ¿Cómo entendía Ratzinger la enseñanza universitaria y la labor docente e investigadora? ¿Cree que esta vocación docente se trasladó a su tarea de pastor de la Iglesia?

– Sí, Ratzinger ha sido ambas cosas, profesor y pastor: como profesor siempre tuvo en cuenta esta dimensión pastoral, práctica de la teología; como pastor, siempre incidió en la dimensión doctrinal, intelectual de las enseñanzas que la Iglesia imparte. Podría parecer que el dedicarse a tareas pastorales le impidió desarrollar una teología más extensa, y en cierto sentido es verdad. Pero esta debilidad se convierte en él también en una fortaleza. Su teología no está encerrada en una torre de marfil, sino que se abre a las necesidades pastorales y misioneras de toda la Iglesia.

George Weigel ha llegado a afirmar que Joseph Ratzinger debería ser nombrado Doctor de la Iglesia, ¿comparte esta afirmación?

– Primero tendría que ser canonizado, pero sus enseñanzas está claro que cada vez despiertan más interés por su belleza y profundidad. Por ambas. Por eso me gusta ver el pensamiento de Ratzinger proyectado en el futuro. Lo que venga después no depende lógicamente de mis previsiones. Dios dirá.

Iniciativas

Beatriz Fra: «Queremos reconquistar las almas de los jóvenes para Cristo»

Beatriz Fra fue una de las presentadoras de la Jornada Eucarística Mariana Juvenil, una iniciativa que quiere acercar a los jóvenes a Dios apoyándose en los dos pilares de la Iglesia: la Eucaristía y la Virgen María.

Paloma López Campos·20 de julio de 2024·Tiempo de lectura: 5 minutos

Del 5 al 7 de julio, cientos de jóvenes acudieron a Covadonga para celebrar la Jornada Eucarística Mariana Juvenil, una iniciativa de la asociación “En marcha” que quiere recordar a los católicos la importancia de la Eucaristía.

Con el lema “Levantad vuestros corazones”, tal como explican en su página web, los organizadores de la jornada desean que este proyecto sirva para “reavivar y fortalecer la fe de los jóvenes en la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía, de la mano de María”.

Para conocer mejor lo ocurrido durante aquellos días en Covadonga, Omnes ha entrevistado a Beatriz Fra, encargada de la difusión y presentadora, junto a su marido, de la Jornada Eucarística Mariana Juvenil.

¿Por qué pensaron que es importante hacer una jornada así orientada a los jóvenes?

– Todo surge por una encuesta que se realizó en Estados Unidos. Muchos de los jóvenes que pertenecemos a la asociación “En marcha” vemos la Eucaristía como un carisma que tenemos, hemos tenido un encuentro personal con el Señor en la Eucaristía y nos hemos dado cuenta de lo importante que es. Al mismo tiempo, nos hemos percatado de que en este mundo hay un ataque directo hacia el Señor Eucaristía, incluso dentro de la Iglesia, donde muchas veces no se trata con el suficiente respeto.

Volviendo al principio, hace unos años surgió en Estados Unidos una encuesta donde se ve que el 70 % de los católicos no creen en la presencia real de Cristo en la Eucaristía, sino que lo viven como algo simbólico. Esta noticia en Estados Unidos es muy alarmante y la Conferencia Episcopal respondió con distintas iniciativas para solucionarlo.

Nosotros también quisimos hacer algo. De ahí nace la idea de llevar a los jóvenes a un encuentro de formación, de vivencia y de comunidad para mostrar lo que significa la Eucaristía. En ese momento nace la asociación “En marcha”.

Lo hemos enfocado hacia los jóvenes en parte porque muchos voluntarios de la asociación somos jóvenes y porque entendemos que, como decía Juan Pablo II, ellos son la esperanza de la Iglesia.

¿Qué conexión hay entre la Eucaristía y la Virgen María?

– Para nosotros hay una conexión entre la Eucaristía y la Virgen María porque somos 100 % católicos. Los católicos tenemos esas dos columnas. San Juan Bosco tuvo un sueño en el que observó que la barca de la Iglesia se sostiene ante las tribulaciones del mundo solo si se sujeta en la Eucaristía y la Virgen María. Nos damos cuenta de que ser católico es una riqueza precisamente porque tenemos cosas tan específicas como el regalo que el Señor ha hecho a su Iglesia con la Eucaristía y con nuestra Madre.

La Virgen ha actuado multitud de veces en nuestra vida como una Madre que nos acerca a su Hijo, que nos explica los misterios que quizá de forma racional no alcanzamos a entender pero que por medio de la oración con la Virgen logramos comprender mejor.

Un católico no puede vivir sin los sacramentos, pero tampoco puede vivir sin la presencia de la Virgen María en su día a día. Queremos que los jóvenes puedan aprovechar estos dos regalos tan únicos de nuestra fe católica.

¿Por qué se eligió precisamente Covadonga para realizar la Jornada Eucarística Mariana Juvenil?

Asistentes a la jornada (JEMJ)

– Queríamos que fuera tanto una jornada eucarística como mariana, buscamos por tanto un sitio con presencia de la Virgen, también porque se vive en ellos una gracia especial. Al tener lugar la jornada en Covadonga, el evento adquiere un tinte de reconquista de las almas. El lema de la jornada ha sido “Levantad vuestros corazones” y lo que queríamos era que, bebiendo de nuestra propia historia, los jóvenes se dieran cuenta del tesoro que tenemos. Que sepan que hay que luchar para vivirlo personalmente, pero también hay que pelear para que otros jóvenes puedan compartirlo.

Igual que hace muchos siglos en Covadonga don Pelayo, al amparo de nuestra Madre, tuvo la fuerza para reconquistar la España católica, también nosotros queremos reconquistar las almas de los jóvenes para Cristo.

Términos como “reconquista”, “don Pelayo” y “lucha” enseguida se politizan, especialmente en redes sociales. ¿Cómo evitar caer en ese juego de ideologías y política?

– Si tienes las ideas claras y pones en el centro al Señor, alcanzas el equilibrio. Hay que dar importancia a lo realmente importante. Nosotros no hemos querido entrar a lo ideológico o político. Por supuesto, amamos a nuestro país y estamos orgullosos de ello, pero no hemos entrado en el juego de siglas políticas y no vamos a hacerlo. Nuestra batalla es otra.

Con mucha sencillez y tranquilidad sabemos lo que queremos, lo demás nos da igual. No hacemos las cosas por tener frutos humanos, lo hacemos por amor al Señor y a la Iglesia.

Los sacerdotes estaban disponibles para administrar el sacramento de la Confesión incluso a lo largo de la noche. ¿Por qué es tan necesario este sacramento?

– Teníamos claro que hay una batalla contra el pecado y, gracias a Dios, no estamos solos, estamos dentro de la Iglesia. El Señor nos ha dejado unas armas maravillosas, como el sacramento de la Confesión.

Para nosotros Eucaristía y Reconciliación son dos sacramentos que van unidos. De hecho, en un encuentro de voluntarios días antes de empezar la Jornada Eucarística Mariana Juvenil, se pidió a los voluntarios que, libremente, acudieran al sacramento de la Confesión para estar en gracia.

Nada de esto habría sido posible sin los sacerdotes que estaban completamente disponibles. Había un sacerdote que nos decía que se notaba que el Señor se había derramado por el número de confesiones que hubo. Cristo tocó el corazón de muchos jóvenes que acudieron a reconciliarse con Él.

Los jóvenes pudieron asistir a talleres con diversos expertos y sobre temas como la Eucaristía, la cultura o la Iglesia perseguida. ¿Qué criterios había para elegir estos temas y a los ponentes?

– Queríamos que, de forma dinámica, los jóvenes pudieran formarse y de ahí nacieron los talleres eucarísticos.

El papel de los cristianos perseguidos fue muy central, porque nos parecía importante que los jóvenes conocieran los testimonios de nuestros hermanos de fe que están dando la vida.

A base de cercanía con asociaciones como «Valiván» o con el Hogar de la Madre fueron saliendo también talleres enriquecedores y divertidos.

Los jóvenes durante una de las sesiones preparadas (JEMJ)

¿Qué frutos habéis observado en los jóvenes tras la Jornada Eucarística Mariana Juvenil?

– Estamos impresionados. Ha sido la primera jornada y el primer fruto que yo veo es en mi marido y en mí. El corazón descansaba en un ambiente sano, donde el señor estaba en el centro. Lo que se ha vivido allí, la alegría en los rostros de la gente, la disposición y entrega de los voluntarios… Ha sido impresionante.

Adoración eucarística durante la Jornada Eucarística Mariana Juvenil (JEMJ)

El año que viene se celebrará de nuevo esta Jornada, ¿confían en que sea un proyecto a largo plazo que se convierta en tradición?

– Estamos constantemente en manos del Espíritu Santo. Viendo el fruto que ha dado esta primera Jornada pensamos que puede ser bueno continuar con la iniciativa. De ahí en adelante estamos en manos del Señor, lo único que hacemos es trabajar por Él y por su Iglesia.

¿Qué hace falta en la formación de los niños y los jóvenes para que no duden de la presencia real de Cristo en la Eucaristía?

– Al final es una gracia de Dios, pero hay que poner el joven “a tiro”. Hay que dar a los jóvenes lo que necesitan, sin aguar la formación. El corazón del joven está hecho para la Verdad y para cosas grandes.

Dios está vivo, no hace falta poner palabras en su boca, Él habla directamente al joven y está enamorado de él y quiere hablar con él. Por tanto, cuando uno realmente muestra la grandeza de Dios tal cual es, Dios se derrama.

Resumen de la Jornada Eucarística Mariana Juvenil 2024
Vaticano

700 años de jubileos en la Iglesia

La Iglesia sigue la tradición del pueblo judío en la cual, cada 50 años, el Jubileo era un año destinado a restablecer la relación con Dios.

Rome Reports·19 de julio de 2024·Tiempo de lectura: < 1 minuto
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El primer jubileo católico data de 1300 d.C.

La Iglesia católica recogió la tradición del pueblo judío en el que, cada 50 años, el Jubileo era un año destinado a ayudar a restablecer mejores relaciones con Dios y con los demás.

Durante este tiempo, se perdonaban las deudas, se liberaba a los esclavos y se devolvían las tierras a sus dueños.


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Estados Unidos

La más grande historia de amor: segundo día del X Congreso Eucarístico en Indianápolis

Durante el segundo día del Congreso Eucarístico en Indianápolis, todos los eventos de la jornada estuvieron enfocados en el lema "la más grande historia de amor".

Gonzalo Meza·19 de julio de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

El segundo día del Congreso tuvo como tema central: la más grande historia de amor. La jornada inició con el rezo del rosario seguido por dos Misas matutinas, una en inglés presidida por el cardenal Timothy Dolan, obispo de Nueva York en el “Lucas Oil Stadium” y otra en español celebrada por el cardenal Sean O’Malley, obispo de Boston en el Centro de Convenciones de Indiana.

En sus respectivas homilías los prelados se refirieron a la Eucaristía como el sagrado alimento, indispensable en la vida de cada católico. Sin él no podemos establecer una relación y comunión con Dios, dijo el obispo de Nueva York. Sin embargo, Dolan reconoció que en EUA solo el 25 % de los católicos es fiel al precepto dominical y ante ello es necesario recuperar la centralidad de la Misa dominical pues sin Eucaristía no hay iglesia: “Necesitamos comer de ese sagrado alimento porque queremos estar en comunión con Él”, dijo el obispo de Nueva York. 

Por su parte, durante la liturgia en español, el Cardenal Sean O’Malley dijo que el mundo está gobernado por gente que padece amnesia espiritual. “Se han olvidado de Dios”, dijo, lo cual hace que la gente no acuda a la Misa; y prosiguió: “Hoy veo menos gente en la Iglesia que cuando yo era pequeño. Incluso, muchos se han olvidado de qué es la Misa”. Por eso, enfatizó O’Malley, que este Congreso Eucarístico es importante porque nos ayuda a entender que como discípulos de Cristo, la Eucaristía debe ser el centro de nuestras vidas. “Dios nos ama y nos alimenta pues la Eucaristía es la locura del amor de Dios”, indicó el cardenal.

Sesiones de impacto

Al término de las liturgias, los congresistas acudieron a una de las siete “Sesiones de impacto”, es decir charlas clasificadas y dirigidas para católicos en diferentes estados y etapas de vida: clérigos, padres de familia, jóvenes, catequistas y líderes parroquiales. También se realizaron dos sesiones denominadas “encuentro” destinadas a católicos que buscaban renovar su fe por medio del misterio de la Eucaristía y a quienes buscaban herramientas prácticas para evangelizar en su comunidad y convertirse en “misioneros eucarísticos”.

Entre las “sesiones de impacto” en español destacó la reflexión de Mons. Daniel Flores, obispo de Brownsville, Texas quien habló sobre la necesidad de renovar el espíritu de comunión y misión en la Iglesia. La tentación de la cultura, dijo Flores, “es pensar que el mundo se salva por la riqueza, pero no es así. Es la pobreza de Cristo la que nos ha salvado. El Señor fue vulnerable y entregó su vida por nosotros”, señaló Flores. Por eso, para evangelizar, “hay que tocar la pobreza del Señor, pues Dios nos hace ricos en la riqueza de su pobreza”.

Sesiones de trabajo

La tarde del segundo día del Congreso estuvo estructurada en torno a las llamadas “sesiones de trabajo” y “experiencias especiales”. Las primeras son mini talleres impartidos por ponentes pertenecientes a diferentes ministerios laicos o instituciones educativas católicas como “Augustine Institute”, “Catholic University of America”, “FOCUS”, “Exodus 90” o “Our Sunday Visitor”, entre otros. Los temas de los talleres incluyeron: “Un paseo bíblico por la Misa”, “Evangelizar a través de la Eucaristía”, “¿Qué significa ser pueblo Eucarístico?”, “La familia y la educación católica”, “Transformar al mundo con la Eucaristía y la evangelización”.

Adicionalmente, una de las “experiencias especiales” fue una mesa redonda sobre el tema “Una Iglesia sinodal en misión”, presentada por el cardenal Blase Cupich, obispo de Chicago y Mons. Daniel Flores, entre otros ponentes.  En su intervención el cardenal Cupich indicó que «si hay una crisis de fe en la Iglesia, no es tanto porque la gente no crea que Jesús está presente en la Eucaristía, sino que la gente no entiende y no cree completamente lo que significa que Jesús resucite de entre los muertos”, dijo. Asimismo, debemos centrar nuestra atención “en lo que Cristo está haciendo y en lo que nos sucede como individuos y como comunidad, es decir, ser transformados para poder asumir más plenamente la misión de Cristo de traer justicia, paz y amor al mundo”, precisó.

Adoración eucarística

Por la tarde-noche llegó uno de los momentos más esperados por los congresistas: la presentación de los oradores principales, y la adoración eucarística en el “Lucas Oil Stadium”. Los ponentes principales del día fueron la Madre Olga del Sagrado Corazón fundadora de “Las Hijas de María de Nazaret” en la Arquidiócesis de Boston y  el Padre Mike Schmitz, sacerdote de la Diócesis de Duluth. En los últimos años Schmitz se ha convertido en una de las celebridades del mundo católico anglo parlante por sus video-mensajes, dirigidos principalmente a jóvenes y sus podcasts “La biblia en un año” y “El Catecismo en un año”.

En su presentación, Schmitz habló del aspecto sacrificial y redentor de la Santa Misa: “Dios se hace presente entre nosotros durante la liturgia. En la Misa ustedes son parte de la redención de la humanidad. Cada vez que se celebra, el Padre es glorificado y el mundo es renovado”. A pesar de esto, el prelado señaló que muchos católicos ignoran este misterio o son indiferentes. Ante ello el prelado invitó a los presentes a dar a conocer la maravilla del misterio eucarístico y decirle al mundo que “han sido redimidos y que únicamente el amor los puede hacer santos”. La jornada concluyó con la solemne exposición del Santísimo, la adoración y  la bendición final.

Cultura

Etnia y cultura en Yemen

Yemen ha sido siempre, como hemos visto, una encrucijada de pueblos, culturas y rutas comerciales. En ella se asientan musulmanes de diversas corrientes, judíos y, en menor medida y perseguidos, cristianos.

Gerardo Ferrara·19 de julio de 2024·Tiempo de lectura: 6 minutos

Ya hemos esbozado, en un artículo sobre Irán, las principales características del islam chií en comparación con el suní. 

En Yemen, el islam chií está representado principalmente por la secta de los zayditas y, en menor medida, por otras corrientes como los duodecimanos (mayoritarios en el resto del mundo islámico chií, por ejemplo en Irán).

Los zayditas toman su nombre de Zayd ibn Ali, bisnieto de Ali, que fue el cuarto califa «bien dirigido» (rashid) tras la muerte de Mahoma y fue también el primer imán chií. Para los zayditas, sólo hay cinco imanes legítimos, descendientes de Alí y Fátima, hija del profeta Mahoma.

Se diferencian de los chiíes duodecimanos (imamitas) en que no creen en la ocultación del último Imam, característica central de la fe duodecimana. La teología y la jurisprudencia de los zayditas, por tanto, están más próximas a las de los suníes, hasta el punto de que a menudo se les considera una especie de puente entre el sunismo y el chiísmo.

Los zayditas llegaron a Yemen en el siglo IX, sobre todo al noroeste, donde establecieron un imamato en Saada. Como hemos visto en el artículo anterior, los imanes zaydíes consiguieron con el tiempo gobernar gran parte del norte de Yemen, consolidando poco a poco su poder, hasta el punto de que el imanato zaydí pudo durar casi un milenio, es decir, hasta la revolución de 1962 que condujo a la creación de la República Árabe de Yemen y puso fin a su dominio político

A día de hoy, puede decirse que los representantes más conocidos de la corriente islámica zaydita en Yemen (a la que se calcula que pertenece el 45% de la población) son los rebeldes huthis, es decir, el movimiento (que más tarde se convirtió en grupo armado) que tomó su nombre de Hussein Badreddin al-Huthi (1959-2004), considerado uno de los mayores líderes espirituales, políticos y religiosos por los zayditas yemeníes, tras su asesinato, 

De hecho, los zayditas yemeníes, especialmente tras la reunificación del país (1990), se sintieron cada vez más marginados dentro de la escena política nacional, debido también a la creciente influencia salafista y wahabí procedente de Arabia Saudí.

Las Primaveras Árabes y los consiguientes disturbios en el país fueron, por tanto, una oportunidad para que el movimiento armado hutí saltara a la fama internacional al conquistar la capital, Saná, en 2014 y desencadenar un conflicto armado contra el gobierno reconocido internacionalmente y la coalición liderada por Arabia Saudí que intervino en su apoyo.

Los hutíes, por su parte, han recibido apoyo logístico y moral de Irán, aunque las relaciones entre ellos y el régimen de Teherán no son en absoluto sencillas (hemos visto que los hutíes son zayditas mientras que el régimen iraní es duodecimano).

Junto a la mayoría zaydí, entre los chiíes de Yemen existe también, en mucha menor medida (tanto numéricamente como en términos de influencia política), una comunidad duodecimana o imamita, cuyos fieles creen en una línea de doce imanes (líderes políticos y religiosos que, en el chiísmo se cree que pertenecen a la familia inmediata de Mahoma y son especialmente queridos e inspirados por Dios, incluso considerados por algunos infalibles y partícipes de la naturaleza divina), el último de los cuales, Mahoma al-Mahdi, se considera oculto (no muerto, sino oculto y destinado a regresar como Mahdi, o redentor, una especie de mesías islámico).

Aunque numéricamente menos importantes, los duodecimanos tienen sin embargo cierta visibilidad en el país precisamente por el apoyo que les presta Irán, a través de la difusión de literatura religiosa y la construcción de centros culturales, que el régimen de Teherán utiliza para promover su doctrina.

Judíos en Yemen

Yemen ha sido siempre, como hemos visto, una encrucijada de pueblos, culturas y rutas comerciales. Es precisamente en esta tierra donde encontramos asentada, desde hace milenios, una de las comunidades judías más antiguas de la diáspora, una de las más orgullosas y exóticas, considerada por muchos judíos occidentales como el testimonio vivo de las tradiciones y del aspecto moral, espiritual, pero también físico, del pueblo de Israel antes de su dispersión por los cuatro puntos cardinales.

Los orígenes de esta comunidad son inciertos y, para reconstruir su historia más temprana, se cuenta con más leyendas que fuentes reales.

Estos judíos vivieron siempre aislados del resto de la diáspora, hasta el éxodo a Israel, aparte de algunos lazos comerciales o religiosos esporádicos, viviendo dispersos en pequeños grupos en el sur del país árabe, en a veces casi sin contacto entre sí. La única comunidad numerosa era la de Sana’a, en cuyo distrito se concentraban.

Las costumbres de la comunidad se caracterizaban por el estricto cumplimiento de las tradiciones. Los matrimonios, por ejemplo, eran concertados por los padres a una edad temprana y la gente se casaba en cuanto era adolescente; las mujeres eran analfabetas y dependían de los hombres; la bigamia estaba muy extendida, hasta el punto de que incluso hasta hace poco en Israel, entre las antiguas familias de inmigrantes, había algunos yemeníes con dos esposas.

El judaísmo de este grupo era estrictamente rabínico y su presencia en el país era vista por él como un periodo de exilio que terminaría con el regreso a la Tierra Prometida.

Para la mayoría de los musulmanes yemeníes (especialmente los zayditas), los judíos eran considerados impuros y tenían prohibido vivir y mezclarse con los fieles islámicos, además de ser objeto de acoso y discriminación.

Los israelitas yemeníes se diferenciaban de los musulmanes tanto en su aspecto exterior, sobre todo en su forma de vestir, como en otras peculiaridades, como el idioma. Hablaban una forma de árabe distinta a la de los ciudadanos de fe islámica, tanto en vocabulario (el árabe hablado por los israelitas incluye palabras hebreas y arameas) como en acento.

A partir de 1872, con la ocupación de Sana’a por el ejército otomano, las condiciones de vida de la comunidad judía yemenita, bastante precarias y miserables, parecieron mejorar. Sin embargo, a partir de 1905, año de la derrota de los turcos por los imanes zayditas, la calidad de vida de los israelitas del país surárabe volvió a deteriorarse.

Luego, en 1918, al final de la Primera Guerra Mundial y con la disolución del Imperio Otomano, las tropas turcas abandonaron definitivamente Yemen, donde las condiciones de la comunidad judía permanecieron casi inalteradas hasta 1949-50, el periodo de emigración masiva a Israel.

Fue en 1947, tras la resolución de la ONU sobre la partición de Palestina, cuando el pogromo no fue más que la culminación de una oleada de persecuciones contra los judíos locales. En respuesta a este suceso, entre 1949 y 1950, con la operación «Alfombra Voladora», también conocida como «En alas del águila», el gobierno israelí organizó una emigración masiva de gran parte de la comunidad al Estado judío, mediante un puente aéreo de unos 400 vuelos, que sacó del país a 49.000 judíos yemeníes y de Adén, es decir, a casi toda la comunidad.

En los años siguientes, la ya exigua comunidad judía que quedaba se redujo aún más, debido a la emigración y el acoso constantes, hasta la década de 2000, cuando la situación empeoró aún más con las crecientes amenazas de los extremistas islámicos y la guerra civil. De hecho, muchos de los judíos que quedaban fueron evacuados por organizaciones internacionales.

En 2016, uno de los últimos grupos de judíos yemeníes fue reubicado en Israel. A día de hoy, solo queda un puñado de judíos en Yemen, el último vestigio de una comunidad milenaria, que vive aislada y bajo amenaza constante. 

Hay que decir que en Israel, los judíos de origen yemení representan ahora una élite artística y cultural (muchos cantantes, actores y artistas son miembros de esta comunidad, a pesar de las difíciles condiciones de integración en el pasado): los más famosos internacionalmente son los cantantes Noa y la difunta Ofra Haza.

Cristianismo en Yemen

El cristianismo tiene raíces muy antiguas en Yemen, que se remontan al siglo IV d.C., incluso aquí, por tanto, mucho antes del nacimiento del Islam. La comunidad cristiana se asentó en particular en la ciudad de Najràn, que hemos mencionado en el artículo anterior sobre los «mártires omaritas» (himyaritas). 

Tras la conquista islámica en el siglo VII, comenzó un lento declive para el cristianismo, aunque algunas comunidades lograron sobrevivir durante algunos siglos. Sin embargo, las conversiones masivas al Islam, a veces forzadas y a veces voluntarias (debido a las difíciles condiciones de vida que debían soportar quienes profesaban el cristianismo) condujeron a la desaparición casi total de la fe cristiana en el país.

En la actualidad, sólo existen unas pocas comunidades cristianas en Yemen, en su mayoría trabajadores extranjeros y personal diplomático. Las iglesias presentes son principalmente católicas y protestantes y atienden, como ocurre en otros países islámicos (ya hablamos de ello en uno de los artículos sobre Marruecos ) sobre todo a extranjeros.

Incluso en Yemen, la Constitución establece que el Islam es la religión del Estado y la Sharia la fuente del derecho. La libertad religiosa está garantizada de iure, pero de facto es muy limitada. De hecho, la apostasía, es decir, la conversión del Islam a otra religión, se considera un delito castigado con la muerte según la ley islámica. La construcción de nuevas iglesias es entonces casi imposible y las actividades misioneras están estrictamente prohibidas.

La situación de los cristianos yemeníes conversos del Islam es muy complicada. Si no mueren, siguen sufriendo graves persecuciones, y a menudo tienen que profesar su fe en secreto para evitar la discriminación, la violencia y las detenciones.

La sociedad yemení, fuertemente conservadora, tiende a marginar a quienes no siguen el Islam, especialmente en un momento como el actual, en el que las tensiones y el conflicto en curso empeoran aún más una situación que, para las minorías religiosas, incluidos los cristianos, ya era extremadamente complicada.

Pensemos, de hecho, en un caso que ha causado conmoción internacional, el de las Hermanas Misioneras de la Caridad (la orden fundada por la Madre Teresa de Calcuta, presente en Yemen desde hace décadas). En 2016, cuatro monjas de esta congregación fueron masacradas por un comando de hombres armados que atacó su convento en Adén.

Junto a ellas, varios colaboradores etíopes de la congregación, así como ancianos y enfermos atendidos por las hermanas en ese momento, también perdieron la vida, sumando un total de 16 muertos. Este trágico suceso puso de manifiesto una vez más los peligros a los que están expuestas las comunidades cristianas y el personal humanitario en este maravilloso país que, por desgracia, nunca encuentra la paz.

Vaticano

El Papa concede la indulgencia plenaria por la Jornada mundial de los Abuelos y de los Mayores

El 28 de julio, Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores, los católicos podrán obtener la indulgencia plenaria, según un decreto publicado por la Penitenciaría Apostólica.

Giovanni Tridente·19 de julio de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos

Por cuarto año consecutivo, la Penitenciaría Apostólica, por mandato del Papa, concede Indulgencia Plenaria con motivo de la Jornada Mundial de los Abuelos y de los Ancianos, que este año se celebrará el domingo 28 de julio de 2024.

El tema de este año, “En la vejez no me desampares”, tomado del Salmo 71, subraya la importancia de honrar y cuidar a las personas mayores en la sociedad.

El don espiritual de la indulgencia se concederá también en esta ocasión a varias categorías de fieles. En primer lugar, a los abuelos, a los ancianos y a todos los fieles que participarán en las celebraciones litúrgicas organizadas en todo el mundo con este motivo.

Lo mismo ocurrirá con las personas que dedican su tiempo a visitar a ancianos necesitados o en dificultades, y con todos los ancianos enfermos y sus cuidadores, que no pueden asistir físicamente a las celebraciones.

Las condiciones para obtener la Indulgencia son las habituales: confesión sacramental, comunión eucarística y oración según las intenciones del Sumo Pontífice.

Al firmar el Decreto, el Penitenciario Mayor, cardenal Angelo De Donatis, subrayó la importancia pastoral de la iniciativa, invitando a los sacerdotes a ponerse a disposición para confesar en esta ocasión.

Esta concesión se inscribe en el contexto más amplio de los esfuerzos de la Iglesia católica por promover la dignidad y el valor de las personas mayores en la comunidad cristiana y en la sociedad en general.

La iniciativa refleja también la especial atención que el Papa Francisco ha dedicado siempre a los ancianos durante su pontificado, reconociendo su papel fundamental como custodios de la memoria y transmisores de la fe a las nuevas generaciones. No es casualidad que, en 2022, el propio Pontífice haya dedicado numerosas catequesis de los miércoles al “significado y valor de la vejez”, un “pueblo nuevo” y “entre las cuestiones más urgentes que la familia humana está llamada a afrontar en este tiempo”.

El mensaje

En el Mensaje escrito con ocasión de esta cuarta Jornada, el Papa Francisco aborda específicamente el problema de la soledad y de la marginación de los ancianos en la sociedad contemporánea, lanzando un llamamiento a un cambio cultural. Ante todo, es necesario superar el creciente individualismo y aquellas políticas y opciones sociales que no reconocen la dignidad de cada persona “más allá de cualquier circunstancia”.

El cambio de perspectiva propuesto por el Santo Padre no ve a los ancianos como una carga, sino como un recurso precioso para la familia, la sociedad y toda la Iglesia. No es casualidad que el Mensaje termine con un llamamiento a la ternura y a la cercanía hacia los abuelos y los ancianos, invitándoles a decir “no os abandonaré” y a emprender un camino de solidaridad intergeneracional.

Oración

En la oración escrita para la ocasión afloran las preocupaciones y esperanzas de los ancianos y, junto al respeto de la dignidad humana y el valor de cada persona, se confía en la renovación de los corazones mediante la Palabra de Dios y la invocación del Espíritu Santo.

La lucha contra la soledad y la invocación a la paz también surgen como tema crucial, mirando al futuro con renovada esperanza.

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Estados Unidos

Inicia el X Congreso Eucarístico Nacional con 50 mil personas en Indianápolis

El 17 de julio comenzó el X Congreso Eucarístico Nacional en Estados Unidos. La apertura del evento contó con 50 mil asistentes, llegados de todas partes del país.

Gonzalo Meza·18 de julio de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

El 17 de julio por la tarde inició en Indianápolis, Indiana, el X Congreso Eucarístico Nacional. Más de 50 mil personas se dieron cita en el “Lucas Oil Stadium” para asistir a la inauguración solemne del evento. Es la primera vez en 83 años en que la Iglesia Católica estadounidense se congrega a nivel nacional para estar, adorar y aprender sobre Nuestro Señor Jesucristo, presente en la Santísima Eucaristía.

El Congreso inició con una solemne procesión y la exposición del Santísimo Sacramento. Unos minutos antes, entraron entre aplausos los cerca de 50 peregrinos que acompañaron al Santísimo en procesión desde cuatro rutas diferentes que cubrieron los cuatro puntos cardinales de EUA.

Dos años de preparación

Tiempo después inició la adoración, la cual estuvo acompañada por música en vivo y momentos de silencio. Fue Mons. Andrew Cozzens, obispo de Crookston y presidente de la junta ejecutiva del X Congreso, el encargado de presidir el solemne acto eucarístico. En su alocución, el prelado dirigió una oración a Jesús: “Señor: Nos hemos preparado dos años y hoy estamos reunidos para celebrar el don de la Eucaristía. En ese tiempo tuvimos miles de horas de adoración en diferentes partes del país, a nivel local y diocesano. Hicimos una peregrinación de 65 días desde diferentes puntos de EUA. Hoy queremos ser transformados. Queremos que nos transformes en discípulos misioneros, llenos de la alegría del Evangelio y agradecidos por la salvación que nos alcanzaste. Somos pecadores, pero somos tuyos. Por tu sangre fuimos adquiridos para ti. Deseamos una profunda conversión. Cambia nuestros corazones para que sean como el tuyo. Nuestro mundo necesita tanto la paz, especialmente Ucrania y Tierra Santa. Danos el don de la unidad y de la paz. También pedimos por nuestro país y nuestra iglesia. Que todos seamos uno, consagrados en tu verdad, unidos como una sola Iglesia bajo nuestro Santo Padre el Papa Francisco. Jesús, en ti confiamos”, dijo Mons. Cozzens, quien al final impartió la bendición.

Tras la adoración eucarística, el cardenal Christophe Pierre, nuncio apostólico de los EUA abrió las sesiones del Congreso. En su alocución se refirió a la Eucaristía como el sacramento y la fuente de la unidad de la Iglesia: “Quizá nuestra oración principal para este Congreso Eucarístico sea que, como Iglesia, podamos crecer en unidad para que seamos más fructíferos en nuestra misión”.

Si estamos viviendo bien la iniciativa del Renacimiento y el Congreso Eucarístico, dijo, uno de los frutos debe ser la construcción de puentes de unidad. En ese sentido, el cardenal exhortó a los asistentes a que durante sus momentos de oración y adoración pidan al Señor “salir de su zona de confort para evitar las resistencias que impiden una unidad plena y una relación más cercana con Dios”.

Los caminos de Dios

La segunda oradora principal del primer día del Congreso fue la hermana “Bethany”, del instituto diocesano de vida religiosa femenina “Hermanas por la vida” (“Sisters of Life”), fundado en 1991 por el cardenal de Nueva York John J. O’Connor.  Su misión es la defensa de la vida humana por medio de la evangelización (especialmente a universitarios) y el apoyo a mujeres vulnerables o que han sufrido un aborto.

En su alocución, la hermana Bethany aludió al Camino de Emaús y lo relacionó con sus experiencias en su apostolado en defensa de la vida. Las experiencias dolorosas en nuestras vidas, dijo, las traiciones y los fracasos -aunque inesperados e inoportunos-, “pueden ser invitaciones a tener mayor fe, esperanza y amor. En una palabra, a tener mayor confianza para acoger la bondad inquebrantable de Dios”. En la fe, precisó la religiosa, no debemos medir las cosas según los estándares del mundo, especialmente según el éxito, ya que “Jesús murió padeciendo lo que aparentemente fue un fracaso total. Pero es así como redimió al mundo: triunfalmente en la cruz”, indicó la hermana Bethany.

La religiosa exhortó a los asistentes “a no aferrarse a los caminos mundanos”, buscando solo la comodidad, evitando las exigencias del discipulado y resistiendo la voluntad del Señor. La hermana exhortó a los congresistas, a que durante el congreso lo lleven todo a Jesús: “Nada es demasiado para él. Pide su misericordia. Pide su Gracia y ríndete a Él”, concluyó.

Sesiones, exposiciones y reliquias

Además de las sesiones plenarias y las oportunidades de acudir a diferentes catequesis, los participantes en el congreso podrán asistir a la celebración de la Misa en diferentes idiomas y también podrán recurrir al sacramento de la confesión. Paralelamente al evento, se llevarán a cabo dos exposiciones, la primera del manto de Turín y la segunda sobre los milagros eucarísticos.

También habrá una capilla donde se exhibirán las reliquias de los patrones del Renacimiento y el Congreso Eucarísticos: Carlo Acutis, Manuel González García, Pascual Baylón, Junípero Serra, Juan Diego y Elizabeth Ann Seton. Otra novedad será la presentación en Estados Unidos del musical francés titulado “Bernadette”, que narra las apariciones de la Virgen de Lourdes a la pastorcilla.

Las actividades del Congreso continuarán hasta el 21 de julio próximo y se podrán seguir en vivo en su página web.

Mundo

Joseph Bonnemain, obispo de Chur: «Mi programa es encontrar el tesoro escondido en cada persona»

Joseph Maria Bonnemain es obispo de Chur, en Suiza, desde hace tres años. Es una diócesis compleja y polarizada, aunque su nombramiento ha abierto paso a una fase de normalización. Recibe a Omnes en su despacho, responde a nuestras preguntas y nos explica el contexto en que ejerce su tarea de pastor.

Alfonso Riobó·18 de julio de 2024·Tiempo de lectura: 17 minutos

Mientras recorremos la planta principal del palacio episcopal camino de su despacho, el obispo Joseph Bonnemain me señala unos cuadros que encargó pintar uno de sus predecesores para representar las virtudes propias de un obispo. Sonríe, y comenta que son una “invitación al examen de conciencia”. No le pregunto cuál es más necesaria, pero me fijo en la representación del obispo “prudentissimus”. Según lo que escribe Josef Pieper sobre la prudencia, en la persona prudente “el conocimiento de la realidad” estaría “moldeado hacia la realización del bien”, y me parece muy oportuno en el contexto de este encuentro.

Explica monseñor Bonnemain que esa zona “palaciega” de la Casa ya no es funcional y que, cuando se pueda reunir el dinero necesario, su intención es restaurarla y hacerla accesible a los visitantes. La raigambre de esta sede episcopal de Chur (en español, Coira o Cuera) es larga. Existía ya en el siglo V; es la más antigua de Suiza, y aún más, la más antigua al norte de los Alpes.

Converso animadamente con Monseñor Joseph Bonnemain durante varias horas. Dialogamos en español: Bonnemain nació en Barcelona y lo habla con soltura, aunque con las inseguridades ocasionales lógicas en quien no usa un idioma de manera habitual.

Si le parece, comencemos por acercarnos a la persona del obispo de Chur. ¿Quién es Joseph Bonnemain?

– Un aprendiz. Yo pienso que conocer a Dios y conocer al hombre es como sumergirse en dos infinitos. Por tanto, cada vez soy más consciente de que hay que aprender. En mi juventud oí que se decía de los primeros cristianos: “Mirad cómo se aman”. Esa frase me ponía un poco nervioso, porque pensaba: habría que decir “mirad cómo aman”, y no “cómo se aman”: cómo aman, con un amor abierto a todas las criaturas. 

Me ha acompañado desde siempre el deseo de aprender a amar. En esto se es aprendiz hasta el final de la vida. Y es también el tema de la “Fratelli tutti”, del Papa. Yo soy un aprendiz.

En la opinión pública suiza se conocen dos rasgos de su carácter, que probablemente guarden relación entre sí. El primero es su afición por el deporte…

– Mi padre era un gran deportista, y hacía todo tipo de deportes. Apenas cumplí algún mes de vida me apuntó a un club de natación en Barcelona, donde vivíamos, y solía llevarme a hacer natación. Siempre he nadado mucho. De estudiante empecé a tener problemas con la espalda, en concreto en la nuca, y comencé a hacer pesas. También he hecho “jogging”, algo de fútbol y otras cosas, pero nunca he sido un fanático deportista.

Después he intentado hacer deporte con regularidad, en principio dos veces por semana: porque siempre me ha gustado mucho, y quizá también un poco por vanidad, para mantenerme en buena forma. Desde que soy obispo es bastante difícil. Ya es un logro si consigo, con esfuerzo, ir una vez a la semana al gimnasio. Cuando me nombraron obispo una cadena de televisión quiso hacer un programa sobre mí, y entre otras cosas me filmaron haciendo pesas; ahí empezó el mito de que hago halterofilia.

Otro rasgo es su carácter cercano y directo. Usted se encuentra bien con la gente, y ellos lo valoran. 

– Si un obispo no se siente cercano a la gente y no está a disposición del Pueblo de Dios, ¿para qué sirve? Esto es lo que el Papa llama “tener olor a oveja”, y es fundamental para un obispo. ¿Un pastor sin ovejas? Estaría perdiendo el tiempo.

En todo caso, no es un rasgo que tenga solamente como obispo. Antes, durante treinta y seis años estuve de la mañana a la noche cerca de los enfermos en el hospital donde era capellán. Ese trato personal muy intenso con enfermos, con sus familiares, con los 1.300 empleados y colaboradores del hospital, desde los médicos jefes de servicio hasta el personal de limpieza, me ha llenado siempre la vida. Conocerlos y compenetrarme con ellos, hacerme uno con las alegrías, las penas, las luchas, los problemas, las desgracias, de muchas personas cada día, ha sido una escuela de vida. Y no ha cambiado mucho siendo obispo.

Monseñor Joseph Bonnemain durante la conversación con Omnes en su despacho (Omnes)

¿Se parece en eso al Papa Francisco?

– Tengo la impresión de que el Papa, cuando está con la gente, se ilumina. Es como si le desaparecieran el cansancio o los problemas que lleva a cuestas. A mí me pasa un poco lo mismo: cuando estoy con la gente me vuelve la energía, la ilusión de vivir.

En los años como capellán de hospital, ¿qué es lo que más le ha llenado?

– Me gusta decir que los enfermos han sido mis grandes educadores. Si alguna vez hago algo sensato como obispo, será gracias a que los enfermos me han educado. En alguna ocasión he contado -aunque todavía no en el ámbito de habla castellana- que al comienzo de mi servicio como capellán me encontré con un enfermo, un italiano de cincuenta y tantos años, que estaba en la fase terminal de un cáncer. Yo tenía aún mentalidad de sacerdote joven, ordenado más o menos recientemente, y casi sin experiencia, pensando que en la vida todo es o blanco o negro, bueno o malo, sin matices. Estaba preocupado, porque ese hombre se iba a morir y no quería que muriera sin recibir los sacramentos. Fui a verle una vez, y él buscó una excusa: “Ahora no es buen momento…, estoy ocupado. Venga otro día”. A los tres o cuatro días hice otro intento, y de nuevo me dijo: “Va a venir la fisioterapeuta, no puedo”. Yo estaba cada vez más nervioso: ¡este hombre se va a morir sin los sacramentos! Al cuarto o quinto intento me miró y me dijo: “Mire, padre, lo que pasa es que usted me da miedo. Es joven, tiene dos doctorados, es deportista. ¡No! Lo que yo necesito es un capuchino viejo, gordo y bueno”. 

En aquel momento pensé: “Sepp, aquí está hablando el Espíritu Santo. Tienes que cambiar. Un capuchino viejo, gordo y bueno. ¡Bueno!”. Se aprende de los enfermos, efectivamente.

¿Sigue atendiendo enfermos? 

– ¡No, qué va! Mantengo cierta relación con el mundo médico, desde luego. Por ejemplo, el año pasado la asociación de directores y directoras de hospitales de Suiza me invitó a dar una conferencia en su congreso; hace dos semanas la asociación nacional de especialistas en diagnóstico por ultrasonido, que reúne a unos ochocientos médicos, me pidió una conferencia en el congreso que celebra aquí cerca, en Davos. Igualmente, han venido a visitarme aquí en el obispado todos los médicos jefes del hospital, o el personal de cuidados intensivos. Sí, sigo en contacto, pero ya es algo muy distinto de cuando era capellán.

Después de Medicina, estudió Derecho Canónico. Una gran parte de su servicio a la diócesis ha estado relacionada con los tribunales diocesanos. ¿Qué ha aprendido, y qué ha podido aportar, como vicario judicial?

– Sí, he sido vicario judicial durante cuarenta años. Como sabe, en esa función se estudian sobre todo las nulidades matrimoniales. He podido contemplar todo el abanico de posibilidades en ese ámbito. Cuando llevaba, digamos, veinticinco años dedicándome a eso pensaba que había escuchado ya todas las tonterías que puede hacer el corazón humano; no obstante, cada día llegaba una historia nueva, algo increíble. Por eso suelo repetir que he conocido toda la patología del amor humano.

Pero a medida que he ido cobrando conciencia de esa patología no me he vuelto escéptico, sino al contrario: me he ido entusiasmando con más fuerza con lo que es el amor humano. Se ha afianzado el convencimiento de que el matrimonio es una relación fiel y para toda la vida -y abierta a la vida- entre hombre y mujer, de que es una escuela de vida, una empresa increíble.

Desde que me ocupo de asuntos relacionados con los abusos sexuales, he llegado a la convicción de que es un error reducir el problema a los abusos sobre menores por parte de clérigos. No es un buen enfoque. He aprendido, sobre todo, dos cosas. La primera es que hay que considerar también los abusos con personas adultas, hombres o mujeres. Donde se da una temática o un contacto con enfoque sensual o sexual, entre dos personas adultas en una relación de dependencia, hay un abuso, porque quien se ocupa de la atención espiritual o pastoral está en una relación de superioridad respecto de la persona a la que acompaña o a la que trata. La segunda, que el Derecho canónico no debe limitarse a considerar los delitos de abusos por parte de clérigos. Por ejemplo, en nuestras diócesis de habla alemana de Suiza, el treinta y cinco o el cuarenta por ciento de los responsables de la pastoral son laicos, no clérigos, y también éstos pueden abusar. He presentado estas dos experiencias en varias ocasiones a través de la Conferencia Episcopal en vista a las reformas del Derecho Penal Canónico, y por fin estos dos temas han entrado en el derecho penal actual.

Aun así, sigue costando que la idea de los abusos hacia adultos cale en la legislación reciente y en los documentos de la Iglesia universal.

¿Qué hitos destaca en los tres años pasados desde que asumió la dirección de la diócesis?

– Depende de lo que consideremos “hitos”. Recuerdo ahora algo que, más que un hito, es un momento muy entrañable para mí. Se refiere a la administración de la Confirmación a un grupo en una parroquia de Zúrich. Cuando administro la Confirmación a jóvenes, tengo algunas semanas antes un encuentro con los confirmandos. En esta ocasión la catequista había preparado el encuentro de manera que cada uno de los confirmandos tuviera unos momentos para contar un poco de sí mismo -quién era, qué quería hacer en la vida-, encendiera una velita y pidiera un deseo. Llega el turno a un chico de diecisiete años, zuriqués de origen, que delante de todos sus compañeros y sus compañeras enciende la velita y expresa este deseo: “Yo le pido a Dios que hasta el final de mi vida no pierda la fe”. En ese momento pensé: sólo para oír eso vale la pena ser obispo.

Y otro momento que también puede considerarse un hito. Es conocido que en la diócesis hay una gran polarización dentro del clero, entre los progresistas, que querrían cambiarlo todo, y los tradicionalistas, que piensan que todo debe quedar como siempre. Esa es la situación que encontré cuando fui nombrado obispo, y que ya conocía. Pues bien, con el Consejo Presbiteral quisimos organizar hace dos años una peregrinación con los sacerdotes de la diócesis a Sachseln, donde está enterrado san Nicolás de Flüe, el Hermano Klaus, que es considerado en toda Suiza como el intercesor de la paz y de la concordia. Queríamos que no sólo vinieran los de una “fracción”, sino que al peregrinar juntos pudiéramos acercamos un poco entre nosotros. Y al final de la romería, cuando caía la tarde, se me acercó un sacerdote y me dijo: “¿Sabes, Joseph? He estado hablando con un hermano sacerdote al que había tomado la decisión firmísima de no dirigir la palabra nunca más en mi vida”.

Para mí, estos son dos de los hitos importantes en estos tres años. Aparte de eso, está la publicación del Código de Conducta de la diócesis, referente a la promoción de una relación justa de proximidad y de distancia. Asimismo, hace unos meses hemos publicado un documento o vademécum para la transformación de la diócesis en un sentido sinodal. Y estamos preparando un año diocesano para 2025-2026, que tendrá como motivo el tema “Peregrinos de la esperanza”, el mismo lema del año santo jubilar.

El obispo de Chur bendice a dos feligreses (Oficina de comunicación de la diócesis de Chur)

¿En qué consiste la transformación sinodal de la diócesis?

– En resumen, se trata de aplicar los criterios de saber escuchar juntos, y no pretender implantar los planes propios sobre la base de nuestras ideas o convicciones. Conviene actuar con la apertura de saber que el Espíritu Santo me está hablando a través de lo que dicen los demás. Sinodalidad es caminar juntos, tratando de discernir lo que quiere Dios. Y esto a todos los niveles, desde el consejo parroquial hasta la dirección de un ente eclesiástico cantonal, en la Curia, etc. Incluso hay un punto del vademécum en el que el obispo se compromete a que al nombrar un nuevo obispo, cuando sea necesario, se haga sinodalmente; no sé aún cómo voy a concretarlo.

Su nombramiento episcopal fue una decisión personal del Papa Francisco, y él también ha decidido que siga en el cargo al menos hasta 2026. ¿Cuál es el propósito del Papa?

– Sí, el Papa Francisco me escribió que no debo presentar la renuncia hasta transcurridos al menos cinco años desde mi nombramiento; lo que suceda después de 2026 está abierto.

Seguramente el nombramiento por parte del Papa responde al contexto de una diócesis complicada y con una enorme polarización. Se trataba de buscar un camino para volver a una normalidad eclesial. Supongo que trató de nombrar a otros que no aceptaron, y al final no quedó otro remedio que pedírselo a Joseph Bonnemain. No creo que desde el inicio el Papa estuviera entusiasmado conmigo, sino que al final en Roma debieron de pensar que era una buena solución ya que conozco muy bien la Curia diocesana después de trabajar en ella cuarenta años.

Mi opinión es que un obispo no debe tener pretensiones nobles o aristocráticas, y para mi gusto habría que acabar con todos esos símbolos distintivos. En todo caso, tampoco quiero imponérsela a nadie.

Joseph Bonnemain, obispo de Chur

¿Cómo es la diócesis de Chur?

– Es una diócesis compleja. Abarca siete cantones, con tradiciones culturales diversas. Además, hay una organización religiosa propiamente eclesial y otra civil: es el llamado “sistema dual”, que no es exclusivo de la diócesis de Chur sino de casi toda Suiza. 

Cuando el Estado planteó la posibilidad de hacerse cargo de la recaudación de los impuestos eclesiásticos, puso como condición que la institución a la que iba a apoyar tuviera estructura democrática. Por eso se crearon las organizaciones católicas de derecho público cantonales, reconocidas por el Estado, que recaudan los impuestos y también los administran. La dualidad se da también a nivel parroquial. La parroquia no es solamente una institución del Derecho canónico, sino que sus fieles se constituyen en una figura civil paralela: ésta recibe los impuestos, paga el sueldo de los que trabajan en la parroquia, los contratan y los despiden -incluido el párroco-, se ocupa de gran parte de la administración de los bienes. 

Las dos vertientes, la canónica y la civil, trabajan de manera coordinada. Esto tiene sus ventajas, porque el sacerdote y los responsables de la pastoral se pueden concentrar en los aspectos pastorales, mientras que la administración, financiación, construcción, reparación del templo, etc., lo hacen esos entes de derecho público. A la inversa, es claro que de alguna manera lo segundo condiciona a lo primero, porque quien tiene el dinero tiene el poder; además, hace que todos los procesos de decisión sean lentos, como suele suceder en Suiza.

Hace cuarenta años yo pensaba que había que eliminar ese sistema, pero ahora creo que no es necesario; puede ser un buen sistema si las personas que intervienen tienen la posición y la mentalidad justa como fieles. No hay ningún sistema perfecto, y mientras estamos en la tierra todo lo material, financiero y organizativo es perfectible. El sistema dual tiene sus más y sus menos; pero todo depende de las personas. Se trata de ganarse los corazones, de entender a la gente, de cuidar mucho el diálogo, el intercambio. 

Monseñor Bonnemain frente al palacio episcopal durante la conversación con Omnes (Omnes)

Para un corazón suizo es impensable que no se cuente con él a la hora de tomar decisiones. Un suizo que piensa “en suizo” se empeña de manera responsable en el bien común a nivel local: en el servicio de bomberos, en la escuela de los hijos, etc.; y, si me empeño activamente, tengo derecho a participar en las decisiones. De manera semejante, en la Iglesia no se puede pretender que uno se comprometa y luego decida solo el párroco o el obispo; eso no funciona.

Piense que, para nombrar un párroco, yo no puedo hacerlo así, directamente. Cuando una parroquia queda vacante, tanto la Curia diocesana como el ente de derecho público de la parroquia publican un anuncio para que los sacerdotes que puedan estar interesados en cambiar de parroquia puedan solicitarlo. Entonces empieza un diálogo sobre los candidatos entre la Curia y el ente parroquial. Se crea un consejo de discernimiento: ellos los entrevistan, van a las Misas que celebran, les preguntan por su opinión sobre diversos temas, y con esa radiografía eligen a uno de ellos, o a ninguno. A continuación, me preguntan, si este podría ser el candidato, y yo lo presento formalmente para que sea elegido por la asamblea del ente parroquial de derecho público eclesiástico; si sucede así, me lo presentan para que lo nombre. Después, serán ellos los que le paguen su sueldo, o lo despidan si están descontentos.

Puede ser un sistema complicado, pero creo una vez más que la receta es estar cerca de la gente, comprenderla y motivarla para lo justo.

Antes mencionó tensiones en el clero. ¿Hay aquí algún movimiento del tipo del “Camino Sinodal” en Alemania?

– No. Desde el inicio, en Suiza el camino que hemos seguido es el proceso sinodal de la Iglesia universal. Ha habido grupos y encuestas a nivel diocesano, y todos los resultados de las encuestas diocesanas se resumieron en un documento nacional que se mandó a Roma.

En ese proceso normal de la Iglesia universal, claro está, hay voces o grupos de presión que quieren incluir todo el tema pues de la ordenación de las mujeres, de la aceptación de los homosexuales u otros temas de los que se habla en otros lugares. Pero lo plantean dentro del proceso general.

Pocas personas conocen el problema de los abusos sexuales como usted, que desde 2002 ha sido Secretario de la comisión episcopal sobre este tema. ¿En qué ha consistido el trabajo?

– Efectivamente, en 2002 se creó un grupo de expertos de la Conferencia Episcopal y me nombraron Secretario. Era un nombramiento provisional, pero duró veinte años. Cuando me nombraron obispo pensé que después de todos estos años dejaría el tema, pero no, sigo ahí. Ahora soy el responsable en la Conferencia de toda la cuestión. La Comisión es un grupo de expertos, donde hay juristas, psicólogos, médicos, canonistas… Su misión es asesorar a la Conferencia Episcopal sobre las medidas a tomar, no realizar investigaciones.

En cambio, el año pasado las tres “columnas” de la Iglesia en Suiza -las diócesis, las corporaciones eclesiásticas cantonales y las órdenes religiosas- hicieron un encargo específico de investigación a la Facultad de Historia del Derecho de la Universidad de Zúrich, pidiendo un examen histórico de lo sucedido en el campo de los abusos sexuales en el ámbito eclesial católico desde 1950 hasta ahora. Pusimos a su disposición todos los archivos de las Curias. Ese armario que ve ahí, detrás de usted, es el archivo secreto diocesano de nuestra Curia; se lo abrí y les dejé aquí para que lo leyesen, estudiasen o fotocopiasen todo lo que quisieran. Ese era solo un estudio piloto. Ahora hemos encargado a la misma Facultad un estudio de profundización, cuya elaboración les llevará tres años.

Uno de los efectos de la publicación de los resultados de ese primer estudio, el 12 de septiembre de 2023, ha sido el afloramiento de nuevas denuncias: casi doscientos nuevos casos. Ya otras veces habíamos comprobado que cada vez que el tema sale en los medios de comunicación aparecen nuevas víctimas; lo vimos también después de que la Conferencia celebrara un acto público para pedir perdón.

¿Ha constatado avances desde entonces?

– Sí me parece que sí hemos avanzado. Quiero recordar que en esta materia he subrayado siempre que es necesario “menos hablar y más hacer”, porque creo que, como Iglesia, ya hemos hablado bastante de ese tema. No quiero que sigamos repitiendo “bla, bla, bla”, sino que adoptemos medidas, que nos tomemos a las víctimas en serio. 

Con el paso del tiempo, ha habido modificaciones normativas, pero también cambios a nivel de cultura eclesial. Se ha producido un cambio de mentalidad, y hemos creado confianza. No obstante, hay que seguir en la brecha para que ese cambio de mentalidad sea internalizado, se haga vida y se convierta en una convicción de todos. Ese es un largo camino.

Como digo siempre, tenemos que conseguir una Iglesia liberada de sí misma; que se olvide de sí misma; que no se ocupe de ella misma. Esa es también la gran osadía a nivel personal: un yo liberado del yo; un yo que entienda que sólo se encuentra en el tú y en el nosotros. El hombre es comunicación, decía Benedicto XVI. Mientras en la Iglesia nos sigamos ocupando del buen nombre, de la credibilidad, de la institución, no hemos entendido nada. Hay que estar del lado de las víctimas y no del lado de la institución. Ese cambio de mentalidad va poco a poco ganando terreno, pero hay mucho que hacer aún. 

Además, después, en todos los niveles de la Iglesia hemos de tomar todas las medidas de prevención necesarias para crear una relación de distancia y cercanía, de acompañamiento, que sea realmente profesional, en la que la medida justa sea el respeto, el apoyo, el dar libertad. Todo eso es una gran empresa.

Desde que me ocupo de asuntos relacionados con los abusos sexuales, he aprendido dos cosas: que hay que considerar también los abusos con personas adultas, y que el Derecho canónico no debe limitarse a considerar los delitos de abusos por parte de clérigos.

Joseph Bonnemain, obispo de Chur

La Santa Sede le encargó hace unos meses que investigara acusaciones de mala gestión contra seis obispos, y de abusos contra un abad territorial (también miembro de la Conferencia) y otros sacerdotes. ¿Qué ha supuesto ese encargo?

– Se trataba sólo de una investigación previa o preliminar, no se trataba de juzgar nada. Según el canon 1717 del Código, cuando hay una posible transgresión o un modo poco adecuado de enfocar las cosas, se recogen primero los datos para ver si realmente hay un delito, un error o lo que sea; y me correspondió a mí.

Joseph Bonnemain saluda a una niña (Oficina de comunicación de la diócesis de Chur)

La prensa planteó si era adecuado que yo, siendo obispo, me ocupara de investigar la actuación de otros obispos. La conferencia de las corporaciones públicas cantonales propuso que me ayudaran laicos expertos en Derecho, cosa que acepté de muy buen grado. Me ayudaron y me acompañaron un juez cantonal de la Suiza francesa y una profesora de Derecho Penal y Procesal de la Universidad de Zúrich, que han hecho un trabajo maravilloso. La relación final, de unas 21 páginas, la redactamos los tres juntos, frase por frase, y la presenté al Dicasterio para los Obispos a finales de enero de 2024. Desde entonces estamos a la espera.

En Alemania algunos han hablado de “causas sistémicas” de los abusos. Con su experiencia, ¿existen esas causas?

– Yo creo que se puede hablar más bien de “elementos” o de “circunstancias” que favorecen los abusos. Por ejemplo, uno de ellos es no examinar y valorar suficientemente la idoneidad de los futuros sacerdotes y de otros colaboradores en la pastoral. En un momento en el que percibimos la falta de sacerdotes, clérigos y asistentes pastorales, o también de vocaciones en las órdenes religiosas, podríamos pensar: esta persona desea entrar, pues dejémosle entrar. La selección tendría que ser mucho más seria. Deberíamos preguntarnos cien veces si hay idoneidad, si hay madurez psicológica y afectiva, un modo sano de entender la sexualidad, etc.

Una de las medidas que hemos tomado a partir de septiembre de 2023 es exigir a todos los que van a comenzar un camino de formación teológica para después trabajar pastoralmente, tanto seminaristas como estudiantes de teología no seminaristas, un examen psicológico profundo, con el fin de aclarar si realmente presentan las aptitudes básicas para un trabajo pastoral basado en el trato con las personas en cuanto a afectividad, a equilibrio psíquico, a salud mental, etcétera. Creo que no tener en cuenta eso ha sido una de esas circunstancias. 

Por otra parte, pienso que no ayuda que en la Iglesia haya poca distinción de funciones, es decir, que el responsable de la diócesis sea al mismo tiempo quien juzga las situaciones. Eso crea un escenario difícil. Habría que esforzarse mucho más en diversificar las funciones de gobierno en la Iglesia. En relación con eso está también la cuestión de por qué tienen que ocuparse los clérigos de lo que es simplemente administración y dirección. Todo eso se está planteando también en el Sínodo de la Iglesia universal.

Hablando del Sínodo sobre la sinodalidad, ¿qué espera de la etapa final en octubre?

– Estoy leyendo el “Instrumentum laboris”, y veo que el planteamiento es el de una Iglesia sinodal misionera. Me llega muy dentro lo que repite el Papa sobre la Iglesia en salida: “uscire, uscire, uscire…”, “salir”, “salir, “salir”. Una Iglesia en salida es una Iglesia que no se ocupa de sí misma; a la que no le importa nada estar “accidentada”; que está convencida de que el único sitio para encontrar a Dios está en la periferia más periférica, que sabe que cuando procuramos llevar a Dios a alguna parte nos encontramos con que Él ha llegado antes que nosotros. Y se trata de “contaminar” ese virus, esa actitud, a toda la Iglesia. Lo repito una vez más: necesitamos una Iglesia no ocupada de sí misma, sino enamorada del hombre, igual que Dios se ha enamorado del hombre.

Pienso también que uno de los resultados concretos del Sínodo será utilizar mucho más la subsidiariedad. Me refiero a no querer gobernar todo desde el centro, sino dar soluciones concretas para situaciones concretas, regionales o nacionales; admitir que las cosas evolucionan a un ritmo distinto en las diferentes regiones del mundo: que lo que quizá en Suiza está maduro -por ejemplo, toda esa manera de colaborar, de discernir y decidir entre todos, algo que para nosotros es mucho más normal que en otros países- puede no estarlo en otros lugares. Sería útil tener en cuenta las distintas idiosincrasias. En el fondo, es tomarse realmente en serio la vocación universal del bautizado, y eliminar todos los clericalismos.

Pienso que uno de los resultados concretos del Sínodo será utilizar mucho más la subsidiariedad: no querer gobernar todo desde el centro, sino dar soluciones concretas para situaciones concretas, regionales o nacionales.

Joseph Bonnemain, obispo de Chur

En lugar del clásico escudo episcopal, usted emplea un sencillo símbolo que representa una cruz. ¿Por qué?

– Mi lema episcopal es: “El hombre es el camino de la Iglesia”, sacado de la primera encíclica de san Juan Pablo II. Es importante ir a lo esencial, y lo esencial es esto: si Dios se ha hecho hombre en Cristo es porque está enamorado de los hombres, de cada hombre y de todo hombre. Es lo que hemos hacer nosotros: salir al encuentro del hombre. O encontramos a Cristo en cada hombre, o no lo encontraremos nunca. 

En cuanto al escudo episcopal, mi opinión es que hay que agradecer a Dios que la figura de los “obispos príncipes” (“Fürstbischöfe”), como se calificaba a algunos de mis predecesores los obispos de Chur hasta 1830, se acabara hace dos siglos. Mi opinión es que un obispo no debe tener pretensiones nobles o aristocráticas, y para mi gusto habría que acabar con todos esos símbolos distintivos. En todo caso, tampoco quiero imponérsela a nadie. 

Seguramente mi nombramiento responde al contexto de una diócesis complicada y con una enorme polarización. Se trataba de buscar un camino para volver a una normalidad eclesial.

Joseph Bonnemain, obispo de Chur

¿Qué objetivos tiene para el futuro, hasta más allá de 2026?

– Cuanto estoy en la calle y me reúno con la gente, intento transmitir la confianza de que Dios nos quiere, quiere a cada hombre y a cada mujer, y por tanto no nos va a dejar de su mano. A veces, ante las guerras, los desastres climáticos, etcétera, alguien me pregunta si no estamos ya en el tiempo final del Apocalipsis y si el mundo se está acabando. Yo les digo siempre que no me lo parece. Me parece más bien está empezando, porque hay mucho que hacer. Hay mucha tarea por delante hasta que el bien consiga implantarse, y Dios está de nuestra parte.

Mi objetivo es transmitir esa confianza, esa esperanza: el convencimiento de las posibilidades de cada persona, amar a cada uno, saber que en cada hombre y mujer hay un tesoro escondido que hay que encontrar. Es posible que esté un poco recubierto de suciedad, pero en el fondo hay eso que decía san Josemaría, y que a mí siempre me ha movido mucho: que todas las personas son buenas, aunque algunos tienen que descubrir que pueden ser buenos. Ese es mi programa

Evangelio

Pastores según el corazón de Cristo. Domingo XVI del Tiempo Ordinario (B)

Joseph Evans comenta las lecturas del domingo XVI del Tiempo Ordinario y Luis Herrera ofrece una breve homilía en vídeo.

Joseph Evans·18 de julio de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos

El cuidado de las ovejas es exigente y absorbente. Y por débiles y pecadores que seamos, todos sentimos un sentimiento de responsabilidad y ternura hacia quienes están a nuestro cuidado: “Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos” (Lc 11, 13). Somos a la vez ovejas y pastores.

Ciertamente, somos ovejas, y cuando Jesús miró a las multitudes, como nos enseña el Evangelio de hoy, y las vio como ovejas sin pastor, también nos tuvo en cuenta a nosotros. Por eso, Él, el Buen Pastor, nos ha dado pastores, muy especialmente en el Papa, a quien confió principalmente el cuidado de las ovejas (cfr. Jn 21, 15-17).

Tenemos que reconocernos como ovejas, y esto forma parte de nuestra humildad. Estamos muy necesitados de protección y hay muchos lobos y bestias ahí fuera deseosos de devorarnos (véase Jn 10, 12; 1 Pe 5, 8). Si aceptamos que necesitamos los cuidados del Buen Pastor, él nos mantendrá a salvo en su redil (Jn 10, 1-16), nos dará pastores que nos guíen y nos enseñará largamente, como enseñó a la multitud.

Pero también somos pastores y esto significa que debemos soportar la carga de cuidar de los demás, ya seamos padres, ejerzamos la autoridad espiritual en la Iglesia o simplemente sintamos responsabilidad por hermanos, amigos, compañeros o subordinados en el trabajo.

“¡Ay de los pastores que dispersan y dejan que se pierdan las ovejas de mi rebaño” -oráculo del Señor-”, enseña Jeremías en la primera lectura. Ay incluso de los pastores negligentes, tan preocupados por su propia comodidad que descuidan las ovejas que tienen a su cargo. Como tuvo que aprender Caín, sí, somos guardianes de nuestro hermano (Gn 4, 9). Más bien, aspiremos a estar entre esos buenos pastores que Dios promete, por medio de Jeremías, levantar para que cuiden y apacienten su rebaño. Somos buenos pastores cuando somos buenos padres, buenos sacerdotes, buenos amigos o hermanos, y buenos jefes o colegas.

Pero, como en el caso de Jesús, esto exigirá la pérdida de tiempo personal y consuelo. Jesús se había enterado de la muerte de Juan el Bautista y, sin duda, esta fue una de las razones por las que quiso apartar a sus discípulos a un lugar solitario. Quería tener tiempo para llorar la muerte de su amigo. También quería dedicar tiempo a sus discípulos para ayudarles a procesar y celebrar sus primeros éxitos en la labor de evangelización. Jesús quería tiempo y espacio tanto para llorar como para alegrarse. No se le concedió ni lo uno ni lo otro. Llegaron las multitudes y ahí se acabó su descanso. Sin embargo, les enseñó generosamente “muchas cosas”. Esto es ser un pastor según el corazón de Cristo: estar dispuesto a renunciar al legítimo descanso y al cuidado personal cuando el cuidado de los demás lo requiere.

La homilía sobre las lecturas del domingo XVI del Tiempo Ordinario (B)

El sacerdote Luis Herrera Campo ofrece su nanomilía, una pequeña reflexión de un minutos para estas lecturas del domingo.

Estados Unidos

Indianápolis se prepara para el X Congreso Eucarístico Nacional

Del 17 al 21 de julio los católicos estadounidenses celebrarán en Estados Unidos el X Congreso Eucarístico Nacional, un evento muy especial que forma parte de la iniciativa del Renacimiento Eucarístico.

Gonzalo Meza·17 de julio de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

Todo está listo en Indianápolis, Indiana para el inicio del X Congreso Eucarístico Nacional del 17 al 21 de Julio el cual tendrá lugar en el centro de convenciones de Indianápolis y en el “Lucas Oil Stadium”.

Ya han comenzado a llegar algunos de los más de 50 mil asistentes registrados provenientes de diversas partes de Estados Unidos. El Congreso es el primero en realizarse a nivel nacional desde la Segunda Guerra Mundial y forma parte de la iniciativa “Renacimiento Eucarístico”, una programa de tres años que inició en el 2022 y ha sido promovido por los obispos del país con el objetivo de renovar la Iglesia católica en los Estados Unidos por medio del conocimiento y encuentro de Nuestro Señor Jesucristo presente en la Sagrada Eucaristía.

Para este evento, el Papa Francisco designó al cardenal Luis Tagle como su enviado extraordinario. En la carta de nombramiento, el pontífice le pide al cardenal “transmitir a los feligreses una ardiente devoción a la Eucaristía” y extiende su bendición apostólica a todos los participantes. El cardenal Tagle presidirá la Misa conclusiva el domingo 21 de julio.

Lo que ocurrirá en el Congreso Eucarístico

A lo largo de cinco días los asistentes al X Congreso podrán participar en la Santa Misa en inglés, español y otros idiomas; también podrán acudir al Sacramento de la Confesión y tener momentos de adoración frente al Santísimo Sacramento. Igualmente, habrá una sección dedicada a la exposición y veneración de las reliquias de Elizabeth Ann Seton, Manuel González García, Junípero Serra y Carlo Acutis, entre otros.

En el congreso se ofrecerán una serie de conferencias con diferentes temáticas para diversos públicos (jóvenes, líderes parroquiales, clérigos, etc.). Estas serán presentadas por reconocidos ponentes y académicos del mundo católico estadounidense, entre ellos el cardenal Christophe Pierre, nuncio apostólico en EUA, el obispo Robert Barron, el padre Mike Schmitz, el padre Robert Spitzer, el Dr. Scott Hahn y el Dr. Hosffman Ospino entre muchos otros.

Tim Glemkowski, director ejecutivo del Congreso, afirmó que en las vísperas del evento “hay mucha emoción y energía” pues han sido muchos meses de preparación, pero hasta ahora “la gracia de Dios se ha derramado abundantemente”. Por su parte, Jason Shanks -quien sustituirá en sus funciones a Tim Glemkowski a partir del 1 de agosto- indicó que “este momento es parte de un movimiento mucho más grande dentro de nuestra Iglesia” y añadió que la misión de este Renacimiento Eucarístico no estará completa hasta que cada católico tenga una relación personal y profunda con nuestro Señor Jesús quien está real y verdaderamente presente en la Santísima Eucaristía.

Orar por la paz

Al referirse a la seguridad del X Congreso, debido al reciente intento de asesinato del expresidente Donald Trump en Butler, Pennsylvania, Mons. Andrew Cozzens -obispo de Crookston y presidente de la Junta Directiva del X Congreso Eucarístico- señaló que el congreso ha sido planeado para garantizar todas las condiciones de seguridad. “Hemos contratado los servicios de una compañía de seguridad reconocida a nivel nacional, la cual ha estado trabajando en coordinación con unidades de inteligencia y con las autoridades de las fuerzas del orden a nivel local, estatal y federal”.

El prelado añadió que es un privilegio “reunirnos en oración con Nuestro Señor Jesús Sacramentado en un momento en el que nuestro país y el mundo necesitan la paz que solo proviene de Él. Estaremos orando por la sanación de las divisiones en EUA  y por el fin de la violencia”, concluyó Mons. Cozzens.

Los preparativos del Congreso Eucarístico

Como parte del Renacimiento Eucarístico y en preparación al X Congreso, se llevaron a cabo en todo el país diferentes iniciativas a nivel local y diocesano entre ellas una peregrinación eucarística nacional que culminó en Indianápolis el 16 de julio y que recorrió 6,500 millas a lo largo de cuatro rutas. En la peregrinación participaron 250 mil personas. Asimismo, se realizaron decenas de congresos eucarísticos y procesiones a nivel diocesano con el Santísimo Sacramento.

También, con la ayuda de teólogos, los organizadores realizaron una serie de siete videos formativos llamada “Jesús y la Eucaristía”. Este material se diseñó para ser parte y fomentar pequeños grupos de estudio a nivel parroquial. Hasta ahora los videos han tenido 300,000 vistas en múltiples plataformas de transmisión. En la tarea de difusión de dichas iniciativas participaron más de 12 mil líderes parroquiales y un equipo de “predicadores eucarísticos”. Al final del congreso los obispos enviarán “misioneros eucarísticos”, cuya tarea será ir a las periferias de sus comunidades y seguir fomentando el amor y conocimiento de Nuestro Señor presente en el Santísimo Sacramento del Altar. 

Algunas de las liturgias y sesiones del Congreso se podrán seguir del 17 al 21 de julio en el sitio web del evento.

Vaticano

En la devastada Ucrania, la labor de la diplomacia de la Santa Sede

Más de dos años después del inicio de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, la labor diplomática de la Santa Sede se ha centrado en el tema humanitario.

Andrea Gagliarducci·16 de julio de 2024·Tiempo de lectura: 4 minutos

No hubo tiempo de alegrarse por la liberación de dos sacerdotes greco-católicos encarcelados desde hacía más de dos años, cuando el sueño de paz en Ucrania volvió a ponerse a prueba.

En efecto, Rusia atacó Kiev el 8 de julio, golpeando dos importantes centros médicos ucranianos, entre ellos el mayor hospital pediátrico de Ucrania, dejando 27 muertos sólo en la capital y 38 en total, y más de un centenar de heridos. 

Fue un ataque brutal, que llevó, excepcionalmente, a la Santa Sede a enviar un comunicado destacando la «profunda angustia» del Papa Francisco y su petición de «vías concretas para poner fin a los conflictos en curso».

La declaración llegó el 10 de julio, y también hacía referencia al ataque contra una escuela gestionada por la ONU en Gaza. Pero aunque la entrada de Tierra Santa en el escenario es relativamente más reciente, y se produce inmediatamente después de la respuesta israelí a los brutales atentados del 8 de octubre de 2023, en los dos últimos años el Papa Francisco siempre ha dirigido un pensamiento a la «atormentada Ucrania» al final de las audiencias generales y de las oraciones del Ángelus.

Sin embargo, la diplomacia de la Santa Sede parece bloqueada, incapaz de funcionar realmente. La voluntad de mediación de la Santa Sede quedó desoída. Sin embargo, la Santa Sede consiguió tener éxito en el ámbito humanitario y, sobre todo, en el intercambio de prisioneros. 

Liberación de los dos sacerdotes greco-católicos

El 28 de junio llegó la noticia de que los sacerdotes greco-católicos Ivan Levytskyi y Bohdan Heleta habían sido liberados del cautiverio ruso. Los dos, miembros de la Congregación del Santísimo Redentor, fueron liberados tras un intercambio de prisioneros. Habían pasado casi dos años en cautividad, tras ser detenidos en Berdyansk el pasado 16 de noviembre. Durante mucho tiempo no se había sabido nada de ellos.

La Iglesia greco-católica ucraniana, a la que pertenecían los dos sacerdotes, no ha escatimado esfuerzos en los últimos años para que ambos pudieran ser liberados, y lo mismo ha hecho la Santa Sede, que ha abierto canales discretos en estos casi dos años para permitir la liberación de los dos sacerdotes. 

Antes de la bendición urbi et orbi de la pasada Pascua, el Papa Francisco lanzó la campaña «Todos para todos», en la que pedía un intercambio total de prisioneros entre Rusia y Ucrania. La liberación de los dos sacerdotes también forma parte de los esfuerzos de esta campaña.

El intercambio de prisioneros es una iniciativa separada de la del regreso a casa de los niños ucranianos que se encuentran actualmente en territorio ruso a causa de la guerra. 

El regreso a casa de los niños -deportados según los ucranianos, acogidos por familias según los rusos- fue el objetivo de la misión del cardenal Matteo Zuppi, enviado del Papa a Ucrania y Rusia -así como a Estados Unidos y China- precisamente con el fin de abrir un canal de intercambio. El mecanismo funcionó, aunque para un número de niños inferior al que habían reclamado los ucranianos. Ahora, también hay una buena señal del mecanismo de intercambio de prisioneros.

En resumen, la diplomacia de la Santa Sede está dando algunos resultados positivos. Tanto es así que Su Beatitud Sviatoslav Shevchuk, arzobispo mayor de la Iglesia greco-católica ucraniana, quiso agradecer directamente al Papa Francisco en una declaración publicada el 29 de junio por haber «contribuido personalmente a la liberación de nuestros sacerdotes redentoristas Bohdan e Ivan», subrayando que «a pesar de los grandes obstáculos, ya que su cautiverio duró más de un año y medio, los esfuerzos de la diplomacia vaticana lograron un resultado victorioso».

Además de dar las gracias a los diplomáticos de la Santa Sede, el cardenal Parolin y el cardenal Zuppi, «a quienes el Santo Padre confió el cuidado de la liberación de los cautivos y prisioneros ucranianos», Shevchuk también dio las gracias especialmente al arzobispo Visvaldas Kulbokas, nuncio apostólico en Ucrania.

El Presidente ucraniano Zelensky también agradeció la labor de la Santa Sede. 

El frente diplomático

¿Qué ocurre en el frente diplomático? El cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado del Vaticano, que participó en la Cumbre de Alto Nivel por la Paz en Ucrania, celebrada en Suiza los días 15 y 16 de junio, dio una orientación clara.

La Santa Sede no firmó la declaración final porque sólo era un país observador. Sin embargo, compartió su espíritu con un discurso del cardenal Parolin. 

Sin dejar de señalar la ausencia de Rusia en la cumbre, Parolin recordó que la única manera de tener una paz verdadera, estable y justa es «el diálogo entre todas las partes implicadas», y expresó su esperanza de que «se mejoren los esfuerzos diplomáticos que se están promoviendo actualmente en Ucrania y que cuentan con el apoyo de tantas naciones». 

Parolin recordó que la Santa Sede «reafirma la validez del principio fundamental del respeto de la soberanía de cada nación y de la integridad de su territorio», palabras nada triviales que suponen una clara condena de la agresión rusa. 

Al mismo tiempo, añadió que la Santa Sede está «preocupada por las trágicas consecuencias humanitarias del conflicto» y, por ello, está al frente de los trabajos para facilitar la repatriación de los niños y fomentar la liberación de los prisioneros. 

De hecho, la Santa Sede es también observadora en la Coalición Internacional para la Repatriación de Niños Ucranianos desde Rusia y está en contacto directo con las autoridades rusas y ucranianas a través de un mecanismo creado tras la visita del cardenal Matteo Zuppi a Kiev y Moscú.

La Santa Sede se declara también preocupada por la falta de respeto de las Convenciones de Ginebra en el trato a los prisioneros, tanto civiles como militares, y lamenta «la dificultad de crear con el Comité de la Cruz Roja Internacional una comisión médica mixta que pueda ocuparse de la situación de los prisioneros de guerra que necesitan cuidados urgentes».

Pero, sobre todo, el cardenal Parolin declaró también que la Santa Sede se compromete a mantener contactos tanto con las autoridades rusas como con las ucranianas y que está dispuesta a ayudar en la puesta en marcha de posibles iniciativas de mediación que sean «aceptables para todas las partes y beneficiosas para los afectados». 

En resumen, en caso de un atisbo de esperanza de paz, la Santa Sede estaría dispuesta a ayudar.

El autorAndrea Gagliarducci

Tres jóvenes sanos, felices y santos

Cuánto cambiaría la faz de la tierra si nuestros más grandes influencers fueran los santos que la Iglesia católica señala como ejemplos a seguir.

16 de julio de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

Tendría yo unos 12 años cuando en una dinámica de grupo que se llevaba a cabo en mi colegio, una religiosa sabia y cercana nos preguntó: “¿a quién admiras y por qué?”

Habían respuestas variadas, algunos mencionaron actores o actrices famosos, otros a algunos deportistas destacados, yo recuerdo que pensé muy seriamente primero en mis papás pero quise referirme a alguien externo porque así lo hacían los demás y dije: “¡a san Juan Bosco!”

De él me hablaban mucho mis padres porque eran colaboradores salesianos. Ellos hablaban de él con admiración, recuerdo que me impactaba saber que era un gran educador y que se acercaba a los jóvenes con la fuerza del amor. Hacía malabarismos y otros trucos para atraerlos a Jesús. Les invitaba a mostrarse siempre alegres con una sonrisa sincera. 

Al paso de los años me doy cuenta que su personalidad influyó en mí. He querido parecerme a él en muchos aspectos y definitivamente, su ejemplo ha contribuido en mi propia forma de vida, en la que pretendo agradar a Dios aún en medio de tropezones y caídas.   

El 84 % de las personas afirman que tener un modelo a seguir les ha hecho experimentarse más seguros sobre lo que quieren en la vida. Quien admira a alguien, lo hace por algunos rasgos de su personalidad que armonizan con un sentido de vida. 

Cuando los niños y jóvenes tienen modelos a seguir y reflexionan sobre las razones por las que lo hacen, encuentran sentido a sus vidas. Y esto es en verdad un pilar formidable para edificar vidas sanas, felices, santas y fecundas.

En el mundo actual, nuestros hijos siguen “influencers” que no necesariamente practican virtudes ni tienen altos ideales. Son muchos los que sólo invitan a experimentar sensaciones novedosas, extremas, escalofriantes…

Los padres estamos ahí para orientar. Presentemos a nuestros hijos a verdaderos modelos a seguir. Existen jóvenes que saben disfrutar la vida de forma sana y apegada a una fe madura.

Tres de ellos son relativamente recientes y están camino a los altares. Repasemos un poco de su vida y cualidades: Schäffer, Frassati y Acutis.

Guido Shäffer

Guido Shäffer (1974-2009) brasileño, el “ángel surfista”. De un carácter alegre, sentía pasión por el surfing pues cuando lo practicaba se sentía más cerca de Dios. De una familia católica, vivía con naturalidad su fe. Se organizaba con amigos para rezar el Rosario en la playa antes de tomar las olas. Era médico e ingresó al seminario pues quería ser sacerdote. Trabajó en la Santa Casa de Misericordia atendiendo con profunda cercanía a pacientes pobres y especialmente a personas con VIH. Tenía un grupo de oración que se llamaba: “Fuego del Espíritu Santo”. Por esto, su vida está descrita en el libro que titularon: “Guido, mensajero del Espíritu Santo”.

Murió a los 34 años de edad surfeando… La tabla que llevaba le golpeó en la nuca y sufrió una conmoción cerebral. Él había comentado alguna vez que le gustaría morir así, en el mar, haciendo lo que más le gustaba. Murió poco antes de ser ordenado sacerdote dejando una huella imborrable en quienes le conocieron.

Pier Giorgio Frassati

Pier Giorgio Frassati (1901-1925), italiano. Alpinista. Aprendió la fe por su madre, pero su padre era anticlerical y no creyente. En tiempos en que Italia entra en conflicto tras la primera guerra mundial, él llegó a afirmar: “daría mi vida por hacer terminar la guerra”. 

Participó en organizaciones católicas que se comprometían con el bien. Se dedicó a cuidar a los pobres, enfermos y desamparados. Quería estar cerca de los mineros que sufrían terribles condiciones injustas, prácticamente de esclavitud. Fundó un grupo juvenil de oración y adoración al que llamó jocosamente “Los tipos sospechosos” cuya máxima era: “pocos pero buenos como los macarrones”. Cuando murió por poliomielitis, muchísimas personas acudieron a su funeral, los pobres a los que él amó, sus amigos y tantos que le admiraban. Su padre lamentó no haber conocido bien a su hijo y se dice, que el primer milagro de Pier Giorgio, fue la conversión de su padre que murió más adelante recibiendo los Santos Óleos siendo ya hijo de la iglesia.  

Carlo Acutis

Carlo Acutis (1991-2006). Italiano, “el influencer de Dios”. Hijo de padres católicos pero no practicantes. Desde pequeño mostró gran amor por la Eucaristía, por las advocaciones marianas, por los sitios sagrados. Un millenial, auténtico nativo digital que supo evangelizar con las nuevas tecnologías. Podría convertirse en “el patrón de la web”. Creó un sitio sobre milagros eucarísticos y otro sobre apariciones marianas, atrajo así a los jóvenes a los temas de fe. Un catequista ideal para sus tiempos, con gran pedagogía y convicción. Decía que la eucaristía es la autopista al cielo. 

Que en cada familia sepamos hablar de quienes admiramos. Hagamos el ejercicio de conocer más a estos santos jóvenes y actuales que tanto pueden inspirarnos. Cuánto cambiaría la faz de la tierra si nuestros más grandes influencers fueran como ellos: ¡sanos, felices y santos!

El poder de Céline Dion

Apartar el sufrimiento de nuestras vidas nos impide madurar y comprender nuestra naturaleza humana y, por tanto, vulnerable.

15 de julio de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

Hay que ser muy valiente para hacer lo que ha hecho la cantante canadiense en su documental «I am: Céline Dion» (Prime). Su testimonio llena de dignidad la enfermedad y el dolor. Temas tabú en nuestra sociedad occidental, pero de los que hay que hablar.

La película, dirigida por Irene Taylor, nos muestra la cara más humana de la exitosa y multimillonaria artista: sin maquillaje, en ropa de andar por casa, sin ningún glamour, la persona en su más cruda realidad. Una crudeza que pasa por padecer desde hace 17 años un rarísimo síndrome conocido por sus siglas SPR (Síndrome de la Persona Rígida) que le provoca rigidez muscular y dolorosos espasmos que la incapacitan no solo para continuar con su carrera musical como estrella internacional sino para los más básicos quehaceres de la vida ordinaria.

«I am» nos permite admirar su belleza, su éxito y su prodigiosa voz con fragmentos de sus mejores actuaciones y, a la vez, contemplar a la misma persona en sus momentos de fracaso, de dolor, de incertidumbre. ¿Cuál de las dos historias de Céline es la buena y cuál es la mala? ¿Se pueden separar ambas? ¿Qué es más admirable de ella, su increíble modulación de voz mientras interpreta My heart will go on o el indescriptible gemido con el que soporta la terrorífica crisis espasmódica que, durante seis interminables minutos, nos muestra en su documental?

Una sola historia, una sola persona dotada de una dignidad infinita en cualquier circunstancia, en cualquier situación, porque el dolor, la enfermedad o el sufrimiento moral forman parte de la vida humana, de toda vida humana, y no son incompatibles con la felicidad. 

En un mundo atiborrado de ibuprofenos y paracetamoles, el más mínimo dolor nos parece insoportable. También tenemos empacho de las llamadas «medicinas del alma» como los ansiolíticos o los antidepresivos, porque hemos bajado al mínimo el umbral del sufrimiento psicológico. 

Siempre me ha llamado la atención el testimonio de los misioneros que trabajan en las zonas más pobres y abandonadas del planeta cuando destacan la alegría de las personas a las que sirven en contraposición a la tristeza de la gente de nuestro primer mundo. También es paradójica la alegría esencial de los niños que han padecido una discapacidad desde muy pequeños o la de las monjas de clausura cuyas vidas están llenas de privaciones. 

¿No será que, tratando de huir a toda costa de cualquier sufrimiento, en realidad lo que conseguimos es vivirlo con más angustia? ¿Qué es peor, el dolor o el miedo al dolor? ¿Qué produce más sufrimiento, contemplar la aguja hipodérmica acercarse al brazo o el pinchazo en sí gracias al cual podremos evitar una enfermedad e incluso la muerte?

Evitar el más mínimo dolor termina yendo contra nosotros mismos, perjudicando nuestra forma de afrontarlo cuando este se presenta de forma seria. Apartar el sufrimiento de nuestras vidas nos impide madurar y comprender nuestra naturaleza humana y, por tanto, vulnerable. Por eso creo que este documental es tan necesario, porque desenmascara la falsedad de este mundo enfermo de felicidad instagrameable que lleva a tantos a la desesperación e incluso al suicidio. I am Celine nos regala un baño de humanidad frente a la burbuja de vanidad a la que nos han llevado las redes sociales.  

Y no, no se trata de regodearse en el sufrimiento de los ricos y famosos para hacer más llevadera nuestra vida gris, ni de ensalzar el sufrimiento por una especie de masoquismo, sino de contemplarlo y afrontarlo, sin esconderlo, como misterio que pertenece a la esencia del hombre. Un misterio que se ilumina a la luz de Jesucristo. Él, como Buen Samaritano, nos enseña cómo paliar el dolor de las personas que sufren a nuestro alrededor. Por eso acompañar, cuidar y curar han sido históricamente verbos elevados a grado heroico por quienes se creyeron el «a mí me lo hicisteis»; y, por otro lado, el Crucificado nos invita a ser partícipes de sus sufrimientos y a completar con nuestro propio padecimiento lo que le falta al suyo. 

En Salvifici Doloris, san Juan Pablo II resumía así este doble aspecto del sentido del sufrimiento: «Cristo, al mismo tiempo ha enseñado al hombre a hacer bien con el sufrimiento y a hacer bien a quien sufre».

Y es que el dolor de Céline Dion, como el suyo o el mío, puede transformarse en vida con el poder de Jesús. Es el poder de entregarse por los demás o, como reza uno de los mayores éxitos de nuestra querida cantante, El poder del amor.

El autorAntonio Moreno

Periodista. Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Bachiller en Ciencias Religiosas. Trabaja en la Delegación diocesana de Medios de Comunicación de Málaga. Sus numerosos "hilos" en Twitter sobre la fe y la vida cotidiana tienen una gran popularidad.