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La basílica de san Pedro tiene un «gemelo digital»

Representantes de la Fabbrica di San Pietro, Microsoft y otras organizaciones muestran al Papa Francisco el "gemelo digital" de la basílica de san Pedro, realizado con Inteligencia Aritficial.

Paloma López Campos·12 de noviembre de 2024·Tiempo de lectura: < 1 minuto
Recursos

Trabajar bien. La virtud de la laboriosidad

El texto reflexiona sobre la virtud de la laboriosidad, destacando su valor en el trabajo bien hecho y su impacto en la sociedad. Contrasta ejemplos de trabajo comprometido con casos de negligencia. La laboriosidad implica esfuerzo constante y atención al detalle, lo cual enriquece nuestra vida y contribuye al bien común. Finalmente, el trabajo bien hecho, ofrecido con buena intención, colabora en la obra creadora de Dios y fortalece nuestra autoestima.

Julio Iñiguez Estremiana·12 de noviembre de 2024·Tiempo de lectura: 7 minutos

Con la mente en Valencia y el corazón con los valencianos, especialmente con las víctimas, y rezando por el eterno descanso de los fallecidos y por sus familiares, sacamos fuerzas de flaqueza para seguir adelante con nuestro plan. Hoy trataremos de la virtud de la laboriosidad, que estamos viendo tan bien reflejada en tantos voluntarios, junto con muchas otras virtudes. Este artículo ya estaba escrito antes de la terrible tragedia ocurrida en nuestra querida tierra valenciana.

En la iglesia de Ntra. Sra. de la Esperanza, en Alcobendas, al finalizar la Misa de los miércoles un equipo de mujeres, pertrechadas con los diferentes útiles de limpieza, se distribuyen por el templo y, con gran pericia y esfuerzo, lo dejan todo en perfecto “estado de revista”.

En Tenerife, en marzo de 1999, estando el equipo CD Tenerife en la máxima categoría, colocaron la “primera piedra” para el campo de fútbol de su Ciudad Deportiva (en la zona de Geneto-Los Baldíos), con la presencia de las autoridades, la animación de la charanga y un gran aparato publicitario. Desafortunadamente, tres meses después, el equipo bajó a Segunda y, transcurrido más de un año, todavía no se había avanzado nada en esas obras.

En septiembre del 2000 se retomó la actividad para preparar los primeros movimientos de tierra, y descubrieron que había desaparecido la “primera piedra”: un cofre de madera enterrado en un lugar destacado, junto a la placa conmemorativa de que allí había sido colocada la “primera piedra” año y medio antes. Al parecer, unos desaprensivos desenterraron el cofre y se apropiaron de los “tesoros” que contenía: algunas monedas de curso legal, las medallas del 75 aniversario del club, un banderín, una camiseta oficial del Tenerife… Sólo dejaron los ejemplares de los tres periódicos que se editaron en Tenerife el día del célebre evento -‘El Día’, ‘Diario de Avisos’ y ‘La Gaceta de Canarias’-. Narración de D. Luis Padilla el 11 – IX – 2018 en Atlántico Hoy. 

En el caso del equipo de mujeres que limpian voluntariamente el templo de Ntra. Sra. de la Esperanza, no hay trompetas ni tambores que cacareen ni amenicen su labor, pero con su perseverancia y su trabajo callado y eficiente, un miércoles, otro miércoles, y todos los miércoles, mantienen siempre la iglesia limpia, ordenada y acogedora para todos los feligreses. Constituye un buen ejemplo de laboriosidad.

En el caso de la “primera piedra” hubo mucho espectáculo y algarabía, pero luego nadie movió un dedo para realizar los trabajos según lo previsto. Esto no es un ejemplo de laboriosidad, sino más bien, todo lo contrario: un contraejemplo de negligencia y abandono.

La virtud de la laboriosidad

La palabra «laboriosidad» deriva del verbo latino «labor», que significa esfuerzo para realizar algo; se identifica, por tanto, con diligencia y se opone a ociosidad o pereza. Por esta virtud nos sentimos inclinados al trabajo, a cumplir con nuestros deberes y a prestar los servicios -pequeños o grandes- en que se manifiesta el amor.

En tiempos donde la inmediatez y la búsqueda de gratificación instantánea parecen dominar gran parte de nuestras rutinas, desarrollar la virtud de la laboriosidad nos ayuda a organizarnos bien para llevar a cabo las tareas que se nos asignan, o que nos imponemos a nosotros mismos, dedicando el tiempo y el esfuerzo necesarios para realizarlas eficientemente. Pero, contra lo que pudiera parecer a primera vista, no es laborioso quien se entrega ansiosamente a la búsqueda de resultados en el trabajo, convirtiéndolo en una actividad que ya no es un servicio, sino una esclavitud.

Tiene interés mencionar aquí una nueva actitud ante el trabajo que se conoce con término anglosajón «workaholic» -adicción al trabajo-, y que se caracteriza por una excesiva e incontrolable necesidad de trabajar constantemente y puede interferir negativamente en nuestra salud física y emocional, así como en nuestras relaciones sociales. Es evidente que esta actitud ante el trabajo no es compatible con el trabajo bien hecho. La laboriosidad también nos enseña a gestionar bien el tiempo y las prioridades, lo que nos permite alcanzar un equilibrio entre el trabajo y el descanso, evitando caer en los extremos del perfeccionismo o la pereza.

Algunos famosos como referentes

Todos conocemos en nuestro entorno a muchas personas que son un buen ejemplo de laboriosidad. Aquí vamos a mencionar a algunos famosos que destacan por haber sido capaces de organizarse para compaginar el ejercicio de su actividad profesional con sus licenciaturas universitarias. Estos son buenos referentes para comprender, a partir de personas concretas, en qué consiste la laboriosidad.

José Antonio Sainz Alfaro es el director del Orfeón Donostiarra, en el que ingresó como barítono en 1974. Yo lo conocí un poco después, al coincidir en la misma promoción de Ciencias Físicas en la Universidad de Navarra, en el campus de San Sebastián (Guipúzcoa). Compaginó sus estudios universitarios —ambos logramos la licenciatura— con su vocación y afición musical, a la que también le dedicó muchísimo tiempo de estudios, ensayos, etc., en el Conservatorio de San Sebastián. Más tarde, completó su formación siguiendo distintos cursos de dirección coral en el extranjero. Fruto todo ello es la moderna imagen del Orfeón Donostiarra, cada vez más conocido en España y en el extranjero.

Paula Belén Pareto, médica y judoca argentina, se convirtió en la primera mujer argentina en ser campeona olímpica y en la primera deportista argentina que ganó dos medallas olímpicas en disciplinas individuales. Compatibilizó su actividad deportiva con los estudios de Medicina.

José Martínez Sánchez, Pirri, jugó durante 16 temporadas en el Real Madrid. Ganó, entre otros títulos, la Copa de Europa 1965-66 y diez Ligas. Se doctoró en Medicina y, tras su retirada en México, regresó al Real Madrid para formar parte del cuerpo médico del club entre 1980 y 1990. Actualmente, es el presidente de honor del Real Madrid.

Mediante el trabajo, colaboramos con la obra de Dios

Hay una íntima relación entre laboriosidad y trabajo bien hecho. Dios creó al hombre «ut operaretur», para que trabajara:

«Tomó, pues, Yahvé Dios al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivase y lo guardase.» [Génesis 2, 15]

El trabajo es, por tanto, una actividad digna y noble, mediante la cual el mismo Dios, contando con las cualidades y dotes que cada uno hemos recibido, nos ofrece la apasionante tarea de colaborar con Él y completar la Creación.

Y contamos sobre todo con el ejemplo de Jesús, que se pasó la mayor parte de su vida trabajando, primero aprendiendo el oficio de artesano en el taller de José; y después, cuando seguramente José ya había muerto, llevando Él el taller, tal como relata San Marcos:

«¿No es éste el artesano, el hijo de María…?» [Mc 6, 3]

Jesús, siendo Dios, se hizo hombre para liberarnos de la esclavitud del pecado, y esa Redención la obró durante toda su vida, también con su trabajo. Durante sus años de trabajo en Nazaret, Nuestro Señor Jesucristo puso de relieve dos realidades fundamentales: que el hombre, con su trabajo, participa en la obra creadora de Dios, y que Dios cuenta con nuestro trabajo bien hecho para completar la redención del género humano.

Un trabajo bien hecho –que mejora el mundo y perfecciona a las personas– necesita de cada uno algo más que buena voluntad: requiere, por un lado, competencia profesional –poseer los conocimientos y las técnicas idóneas– y dedicación del tiempo y esfuerzo necesarios para realizarlo eficientemente; y, por otro, que manifieste una intención amorosa: hacerlo por amor a Dios y con deseos de servicio a los demás.

No se trata de trabajar sin más, ni tampoco mucho, sino, sobre todo, de trabajar con atención al detalle, con la voluntad de ofrecer lo mejor de uno mismo en cada tarea, grande o pequeña. El poeta castellano, Antonio Machado, lo expresó de forma concisa y bella: «Despacito y buena letra: el hacer las cosas bien importa más que el hacerlas».

Orientaciones prácticas

El trabajo bien hecho, con la mayor perfección que nos sea posible, se manifiesta en muchos detalles concretos, como son:

· Terminar las tareas en los plazos establecidos, manteniendo hasta el final el mismo interés y ánimo con que se empezaron. Solo las cosas bien terminadas sirven para su fin propio: esas son las que valen y nos impulsan a seguir trabajando con ilusión.

· Tener un horario o plan de trabajo exigente y realista para cada día, y seguirlo, sabiendo que el éxito final depende en gran medida del esfuerzo diario.

· Procurar evitar siempre la chapuza, en el sentido de «trabajo mal hecho o sucio».

· Estar atento y ayudar a los demás, para que también hagan bien su trabajo. 

«Cuando hayas terminado tu trabajo, haz el de tu hermano, ayudándole, por Cristo, con tal delicadeza y naturalidad que ni el favorecido se dé cuenta de que estás haciendo más de lo que en justicia debes.  

«—¡Esto sí que es fina virtud de hijo de Dios!»

San Josemaría Escrivá (Camino, 440)

· Esforzarse por realizarlo con una intención recta; es decir, que agrade a Dios, sea un servicio a la sociedad y sea respetuoso con el medio ambiente.

En el estudio

Para los estudiantes, el estudio es su trabajo profesional, y realizarlo bien también precisa de ciertas cualidades, como por ejemplo, orden, intensidad y profundidad, que se aprenden y se desarrollan con dedicación de tiempo, constancia y esfuerzo. A continuación, algunas sugerencias sobre las actitudes que favorecerán un buen rendimiento en el estudio:

· Interesarse por adquirir técnicas de estudio eficaces, además de las destrezas y los hábitos necesarios: mejorar la rapidez y comprensión lectora, la capacidad para redactar, el uso correcto de las técnicas del subrayado, de hacer resúmenes, etc.

· Realizarlo con interés, sabiendo que es nuestra profesión, vivir el orden cumpliendo el horario previsto sin retrasos y evitar las distracciones que impiden la necesaria concentración.

· Contar con un lugar adecuado para estudiar y dormir las horas necesarias.

Lo importante en el estudio no son las notas, que casi siempre son el resultado de nuestro esfuerzo personal diario por hacer bien las actividades escolares (atender en las clases, las tareas para casa, el estudio de los temas, preparación de exámenes…): eso es lo primordial. La laboriosidad es una ayuda importante para lograr estos objetivos.

Yo tuve el privilegio de tener unos padres que encarnaron muchas virtudes y, entre ellas, la laboriosidad. Agricultores en el fértil regadío de Varea (Logroño), recuerdo que en la huerta nunca se veía una mala hierba, que mi padre madrugaba para regar, antes de que faltara el agua, o para llevar las hortalizas y frutas al mercado -riquísimas fresas y sabrosos tomates, por ejemplo-; también recuerdo que mi madre, además de ayudar en las faenas de la huerta y el mercado, siempre mantenía la casa limpia y acogedora, elaboraba exquisitos mazapanes para Navidad y sacaba tiempo para confeccionar todo tipo de prendas de punto para hijos, nietos, etc. Y recuerdo otros muchos detalles por el estilo de ambos, Julio y Marina, que fueron para mí, ejemplo de laboriosidad. Sirvan estas líneas para rendirles un filial y agradecido homenaje, que ellos corresponderán sonriendo desde el Cielo.

Conclusiones

La laboriosidad nos impulsa a trabajar con esmero, dedicación y constancia en nuestras actividades, sean grandes o pequeñas. Mediante esta virtud, aprendemos a valorar el esfuerzo necesario para lograr objetivos a largo plazo, evitando caer en el desánimo ante las dificultades. Y también sacaremos tiempo para descansar y ocuparnos de los demás. Así estaremos alegres y con la conciencia tranquila.

La laboriosidad y el trabajo bien hecho son dos caras de la misma moneda. Trabajar bien es el resultado natural del compromiso de dedicar el tiempo, el esfuerzo y la atención necesarios a cada tarea. Cultivar esta relación mejora nuestro desempeño profesional, a la par que enriquece nuestra vida personal al encontrar un sentido más profundo en lo que hacemos, fomentando una cultura del esfuerzo que beneficia a toda la sociedad.

Por otro lado, trabajar con esmero y dedicación genera una satisfacción profunda, resultado de un reconocimiento interno de que hemos hecho todo lo posible, que hemos dado lo mejor de nosotros mismos y hemos contribuido al bien común, sabiendo que sólo las obras bien realizadas permanecen, mientras que las realizadas con poco esfuerzo, sin interés y sin cuidar lo pequeño, dejan pronto de servir. Este sentimiento de logro es duradero y refuerza nuestra autoestima.

Además, las obras bien hechas y bien acabadas, siendo finitas, adquieren valor infinito si las ofrecemos a Dios, que le agradan y nos premia. Y con ellas cooperamos con Dios a completar la Creación, participamos en la Redención obrada por Jesucristo.

El autorJulio Iñiguez Estremiana

Físico. Profesor de Matemáticas, Física y Religión en Bachillerato

Bendita y descarada juventud

Bendita y descarada juventud, con su toque de locura, que te hace pensar que puedes hacer algo bueno y grande. Algo como casarte joven, porque sabes que Dios quiere tu matrimonio incluso más que tú. Algo como vivir el celibato apostólico y disponerte, como san Juan, a llegar incluso al Calvario.

12 de noviembre de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos

La causa de beatificación de la hermana Clare Crockett se abrirá el 12 de enero de 2025. Esta monja nacida en Irlanda del Norte, que falleció con tan solo 33 años, se une a una lista de jóvenes que, en los últimos años, lideran un camino hacia el Cielo para las nuevas generaciones.

Nombres como el de Clare, Chiara Corbella, Pedro Ballester, Carlo Acutis, Chiara Badano o Marcelo Câmara inspiran a miles de jóvenes en todo el mundo. No es su juventud la que los hace santos, pero es un factor importante y que llama mucho la atención.

Somos muchos los jóvenes católicos que nos vemos en ocasiones remando solos. Cuesta mantener la fe en una sociedad que desprecia los valores que queremos amar, en un ambiente donde reina la hipocresía incluso dentro de los templos. Es difícil vivir la pureza, el desprendimiento y confiar en la Providencia.

Sin embargo, tenemos la oportunidad de pararnos un momento y dejar que la corriente siga mientras nosotros alzamos la mirada, aunque sea un segundo. Y allí vislumbramos la bendita y descarada juventud de quienes nos han precedido en el camino y han alcanzado la victoria.

Bendita su juventud, porque para gente como Carlo Acutis o Pedro Ballester esto no era un impedimento, sino una razón más para sacar fuerzas y seguir adelante en su esfuerzo por vivir las virtudes cristianas de forma heroica.

Descarada su juventud, porque sería absurdo pensar que ellos lo tuvieron más fácil que nosotros y, a pesar de todo, tuvieron la valentía de abrir el camino, demostrando que ser católico hoy es posible, también para nosotros los jóvenes, que el sábado estamos con nuestros amigos no creyentes en una fiesta y el domingo con nuestros amigos de la parroquia en Misa. Y eso es sano, ese es nuestro ambiente.

Bendita y descarada juventud, con su toque de locura, que te hace pensar que tú también puedes hacer algo bueno y grande. Algo como casarte joven, porque sabes que Dios quiere tu matrimonio incluso más que tú. Algo como vivir el celibato apostólico y disponerte, como san Juan, a llegar al Calvario.

Bendita esa juventud de corazón descarado que grita feliz que se entrega a Dios. Porque pueden decir lo que quieran, pero en la Vigilia de la última Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa más de un millón de jóvenes pasaron la noche ante Cristo.

Como dijo san Juan Pablo II en 1985 a los jóvenes, a nosotros nos pertenece el futuro. Nuestra es “la responsabilidad de lo que un día se convertirá en actualidad”. Bendita y descarada juventud que quiere hacer de ese futuro próximo una actualidad llena de esperanza en Cristo.

El autorPaloma López Campos

Redactora jefe de Omnes

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España

Vicenta Rodríguez: “Las escuelas de Valencia estamos ya en pie”

“Más fuertes que las olas que arrastran cañas y maleza, que arrastran coches y enseres, son las olas de solidaridad. Las escuelas de Valencia estamos ya en pie”, manifestó en el Congreso de Escuelas Católicas la secretaria autonómica valenciana, Vicenta Rodríguez, quien recordó, “el drama humano, las vidas destrozadas y desaparecidas, y la necesidad de cuidar y acompañar”.

Francisco Otamendi·11 de noviembre de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

El XVII Congreso de Escuelas Católicas celebrado en Madrid ha sido ocasión de manifestar un hondo sentido de solidaridad con las víctimas y afectados por la devastadora Dana de la semana pasada. La secretaria autonómica de Escuelas Católicas Valencia, Vicenta Rodríguez, puso en pie al auditorio con sus palabras en la jornada inaugural, al recordar “más allá de las cifras, el drama humano, las vidas destrozadas y desaparecidas, y la necesidad ahora de cuidar y acompañar”.

Vicenta Rodríguez expresó la importancia de la solidaridad en momentos de adversidad y agradeció todo el apoyo y muestras de cariño recibidas. “Ahora es momento de coordinar apadrinamientos entre colegios”, señaló, “y de que las manos se entrelacen y nos ayudemos. De ahí, la campaña que desde Escuelas Católicas se ha puesto en marcha, con el lema «Escuelas en pie», para la reconstrucción de los colegios afectados”.

“Ayuda de todos”

La secretaria valenciana subrayó que el ánimo que les guía ahora es el propio que se expresa en el himno regional de la Comunidad Valenciana: “Valencianos alcémonos en pie y que la luz salude de nuevo el sol”, y así lo están haciendo los colegios con la ayuda de todos porque “desde Valencia las escuelas estamos ya en pie”, añadió.

Durante la ceremonia de inauguración, los asistentes recibieron un mensaje en vídeo del Papa, grabado recientemente por el equipo directivo de EC durante una visita a Roma. En sus palabras, destacó la importancia de la labor educativa y afirmó: “La educación es una inversión para el futuro”. Con este mensaje, el Papa Francisco subrayó el valor de la educación como pilar fundamental para construir una sociedad más justa y esperanzadora, inspirando a los presentes a continuar su compromiso con la formación de futuras generaciones”.

“Poner a cada persona en el centro”

En alusión al lema del Congreso -“ser, estar, educar… con nombre propio”-, la presidenta de Escuelas Católicas, Ana Mª Sánchez, aseguró que decir nuestro nombre es reconocer nuestra identidad personal, y que pronunciarlo juntos nos recuerda aquello que somos: “escuelas católicas que evangelizan y que hacen de la educación su pasión”. 

Además. al concluir, recordó tener presente el objetivo del Pacto Educativo Global propuesto por el Papa Francisco: “poner a cada persona en el centro, cada día, con nuestra forma de estar y de educar”.

“Id y enseñad”

Por su parte, el secretario general, Pedro Huerta, que clausuró el congreso junto a la directora, Victoria Moya, puso el acento en que el lema del Congreso han sido “tres verbos a los que a lo largo de los meses de preparación de esta cita se han ido incorporando otros atributos, como los complementos directos, complementos indirectos y sujetos, que son “los que dan vida, dan fuerza y se apartan del infinitivo de los verbos para hacerlos realidad”. 

“Sujetos, que son, según sus palabras, los congresistas, los miembros de EC organizadores del Congreso, las familias, los alumnos, las comunidades educativas, parroquiales, religiosas… y preposiciones que “con nombre propio”, pero no en nombre propio, sino en nombre de Jesús que hoy vuelve a decir ‘Id y enseñad’”.

Ministerio de Educación: “carácter complementario de la concertada”

La subdirectora general de Centros y Programas, Librada María Carrera, que acudió en representación del Ministerio de Educación, tuvo unas primeras palabras de consuelo y cariño para las escuelas católicas de Valencia y las familias afectadas. Subrayó que el lema de este Congreso es reflejo de lo que son y deben ser las escuelas católicas, “escuelas que no solo transmiten conocimientos, sino que descubren el potencial de cada alumno con nombre propio, que reconocen la diversidad en las aulas, que guían, acompañan y personalizan el aprendizaje”.

La alta funcionaria del Ministerio, manifestó el compromiso real del Ministerio con la escuela concertada a la que reconoció su labor por la inclusión, la solidaridad, la educación de calidad y por sacar lo mejor de cada alumno, ha informado Escuelas Católicas. 

Librada María Carrera subrayó también “la importancia y el carácter complementario de ambas redes”, pública y concertada, cada una con su singularidad, y siendo conscientes de que para que puedan seguir cumpliendo con su misión la escuela concertada debe dotarse de los recursos necesarios y suficientes, y de una retribución justa de su profesorado. “El Ministerio es consciente de la importancia y del carácter complementario de la educación concertada”, dijo.

Mons. Argüello: “caminar juntos”

En el acto de inauguración participó Monseñor Luis Argüello, presidente de la Conferencia Episcopal Española, quien llamó a compartir camino, a caminar juntos, apeló a la sinodalidad y propuso al auditorio ayudar a cada alumno a descubrir su nombre secreto que está escrito en el libro de la vida que le descubra “quién es” y para “quién es”.La clausura estuvo precedida por la Eucaristía celebrada a primera hora de la mañana por monseñor Alfonso Carrasco Rouco, presidente de la Comisión Episcopal para la Educación y Cultura, y animada por un coro compuesto por representantes de 10 instituciones educativas. En el congreso han participado en torno a dos mil educadores de la escuela católica.

El autorFrancisco Otamendi

Actualidad

Jonathan Roumie, James Mallon y Nicky Gumbel conversarán sobre compartir a Cristo en la cultura actual

Tres figuras de relevancia en el panorama de los movimientos y la cultura católica debaten sobre la manera de acercar a Cristo en la cultura actual.

Redacción·11 de noviembre de 2024·Tiempo de lectura: < 1 minuto

Jonathan Roumie, el actor que da vida a Jesús en la serie The Chosen, el sacerdote católico James Mallon, de la Renovación Divina y el anglicano Nicky Gumbel, desarrollador de Alpha son los tres ponentes del próximo online de Alpha y Renovación Divina que podrá seguirse online el miércoles 12.

Bajo el título «Re-Presentando a Jesús: Compartir a Cristo en la cultura contemporánea», estos tres oradores explorarán lo que significa representar a Jesús en nuestro contexto cultural actual y cómo la Iglesia puede abrazar este momento para cumplir su misión de compartir a Cristo con todas las naciones. Un encuentro que responderá a la cuestión actual de cómo utilizar los nuevos medios y lenguajes sociales para acercar a Cristo a la sociedad.

El seminario está abierto para todas las personas que quieran asistir, de manera digital y la inscripción está disponible a través de las webs de Alpha y Renovación Divina

Roumie se une, en este seminario, al elenco de participantes en estos encuentros organizados por Alpha y Renovación Divina en los que han participado figuras como el obispo Robert Barron o el sacerdote John Adams.

El autorRedacción

Vaticano

El Papa visita la universidad de los jesuitas

El Papa Francisco visitó la universidad Gregoriana. Esta institución, en manos de los jesuitas, cuenta con miles de estudiantes y ha formado a varios Papas a lo largo de la historia.

Rome Reports·11 de noviembre de 2024·Tiempo de lectura: < 1 minuto
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El Papa Francisco visitó la universidad pontificia más antigua de Roma, la universidad Gregoriana. Esta institución, en manos de los jesuitas, cuenta con casi 3000 estudiantes y ha formado a varios Papas a lo largo de la historia de la Iglesia.

Durante su visita, el Santo Padre pidió a los docentes y alumnos que conviertan la institución académica en un lugar donde, a través del conocimiento, se puedan «convertir los corazones y responder a las preguntas de la vida».


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Vocaciones

El testimonio de un matrimonio misionero: “Misión y gracia es una simbiosis”

José Antonio y Amalia comparten en esta entrevista con Omnes las gracias y los frutos que su entrega como matrimonio misionero ha producido.

Maria José Atienza·11 de noviembre de 2024·Tiempo de lectura: 5 minutos

José Antonio y Amalia son un matrimonio del Camino Neocatecumenal que se fue de misión en 2011 a Taiwán, tras descubrir que Dios les estaba pidiendo que dejaran todo y diesen un salto de confianza.

Con dudas, sin conocer el idioma y un gran miedo por el futuro de sus hijos, José Antonio y Amalia decidieron fiarse de Dios y ahora, en esta entrevista con Omnes, comparten las gracias y los frutos que su entrega ha producido.

¿Cómo descubrieron que tenían una vocación misionera?

– Pertenecemos al Camino Neocatecumenal en donde continuamente se nos habla de la importancia del anuncio del Evangelio: llevar a Cristo a todas las personas del mundo para que todo aquel que lo acoja tenga la oportunidad de salvarse, como lo ha hecho con nosotros. De esta forma, cada año, en encuentros y convivencias se piden sacerdotes, célibes y familias que libremente estén dispuestos a partir a cualquier parte del mundo y así descubrimos nuestra vocación misionera.

¿Cuál fue el momento clave en su vida en el que sintieron que Dios los llamaba a este camino?

– En 2006, en el encuentro del Papa con las familias en Valencia, teniendo cinco hijos, sentimos por primera vez que el Señor nos llamaba a hacer esta misión. En ese momento no fuimos capaces de levantarnos, pensando que era una locura o un sentimiento pasajero. Pero la llamada persistía y nosotros nos veíamos encadenados en la vida que teníamos: trabajo, casa, familia….pero con un vacío y tristeza interior que nada lo llenaba. Fue en 2010, con el Evangelio de la hemorroísa, cuando quisimos tocar a Cristo con la fe y nos abandonamos a hacer su voluntad, partiendo para el sur de Taiwán, en la zona aborigen. Así, nos fuimos en 2011 con ocho hijos y ocho maletas.

¿Cómo han equilibrado su vida familiar y su labor misionera?

– Nosotros lo único que hacíamos era vivir entre los chinos pero según la Iglesia nos ha enseñado: comiendo juntos alrededor de una mesa con nuestros hijos, lo que ellos no hacen porque están siempre trabajando; celebrar la Navidad, en un ambiente pagano que no conocen lo que es, y teniendo que pedir permiso en el colegio porque nace un tal Jesús que es nuestros Salvador, y así lo damos a conocer, poniendo el Belén en la puerta de la casa para que las personas lo visiten,….. simplemente vivir el día a día.

Es verdad que hemos hecho lo que en el Camino se llama “Misión popular”, es decir, anunciar a Jesucristo y el amor de Dios por calles y plazas, con guitarra, cantos, experiencias, Evangelio… También haciendo catequesis de Iniciación al Camino Neocatecumenal y cursillos prematrimoniales. Pero quizás donde nosotros hemos notado que la labor misionera era más fructífera era en el día a día tanto nuestro como de nuestros hijos, sobre todo en la relación con sus compañeros y profesores, a los cuales hemos invitado a casa y veían cómo vivíamos.

¿Qué desafíos han enfrentado como matrimonio en el campo misionero y cómo los han superado?

– Para nosotros la principal dificultad ha sido el idioma. Hemos comprobado que no hay mayor pobreza que no entender nada y ni poder hablar ni una palabra. Llevar al médico a nuestros hijos y no poder expresar lo que le pasa ni entender lo que te dice o saber el medicamento que hay que darle; comprar y sentirte tantas veces engañado; explicar las dificultades de nuestros hijos a los profesores….

Nosotros partimos sin saber nada de chino, y el Señor poco a poco fue abriendo el oído, empezamos a entender, balbucear palabras, hasta poder llegar a desenvolvernos.

Otra dificultad es intentar entender su cultura tan diferente a la nuestra, y para eso nada mejor que vivir como ellos: comiendo su comida, metiendo a nuestros hijos en sus colegios estatales, trabajando en sus trabajos (descansando los domingos), dando a luz en sus hospitales, manteniéndonos allí cuando había lluvias torrenciales, tifones, terremotos…

¿Cómo lo hemos superado? Evidentemente por la Gracia de Dios y  la oración nuestra y de nuestra comunidad, así como de algún convento de monjas que también rezaban por nuestra familia y misión.

¿Cómo ha fortalecido su relación como pareja el trabajo misionero?

– Nuestra relación como matrimonio ha salido muy muy fortalecida, porque estábamos tan solos, teníamos tantas dificultades alrededor, que la opción que tomamos fue unirnos a Dios y unirnos entre nosotros. No tenía sentido pelearnos, discutir por tonterías que en el día a día surgen y que sólo se trata de una imposición de razón. Lo mejor era ceder, humillarse, hacer feliz al otro y disfrutar de los pequeños momentos. Eso es lo que le hemos trasmitido a nuestros hijos. Nuestro matrimonio dio un giro de 180º.

¿Qué le dirían a otras parejas que sienten el deseo de involucrarse en la misión pero tienen dudas o temores?

– Nosotros entendemos perfectamente los miedos, temores y dudas, pero la experiencia es que Dios da la gracia y nunca nunca prueba por encima de las fuerzas. Claro que es una vida con muchos sufrimientos, no la estamos pintando de color de rosa, pero por encima de todo esta la potencia de Dios que jamás nos ha dejado. Misión y gracia es una simbiosis, que se cumple cuando se dice “sí”.

¿Cómo han visto la mano de Dios obrar en las personas a las que han servido durante su misión?

– ¡Eso es un regalo tan grande que el Señor nos ha permitido vivir! Una de nuestras hijas estaba en el curso de infantil y empezamos cierta amistad con su profesora, pagana evidentemente. Necesitábamos cuidadora para que se quedara con nuestros hijos mientras íbamos a la Eucaristía y se lo pedimos a ella. Así empezó a entrar en nuestra casa, ver cómo vivimos y empezar a preguntar. Se ha bautizado e incluso hace unos meses se ha casado y su marido es ahora quien quiere bautizarse.

También nuestros hijos han traído amigos que al ver cómo vivimos cada vez se han pegado más a nuestra familia y deseado tener algo así en su vida. Hay quien no ha podido romper con las tradiciones de su casa, pero al menos conocen otra forma de vida.

Pero los más beneficiados de la misión ha sido nuestra familia, nosotros como matrimonio según hemos explicado, y nuestros hijos sobre los cuales siempre nos hemos preguntado:¿hemos estropeado la vida de nuestros hijos o será un regalo que dará fruto a su tiempo?. Pero “el Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres”: nuestros hijos han aprendido a vivir de Dios, literalmente, y eso no se aprende en el colegio. Es lo más importante que le hemos enseñado.

Nuestro señor obispo, D. Demetrio nos lo dijo antes de partir y eso es lo que se nos quedó grabado:” no hay mejor escuela para vuestros hijos que la misión”. Pero además el Señor nos está permitiendo ver unos frutos increíbles: nuestra hija mayor, María, está como misionera en Harbin (Norte de China); nuestro cuarto hijo, Jose Antonio, acaba de entrar en el Seminario Diocesano Misionero Redemptoris Mater de Viena; nuestra segunda hija, Amalia, quiere casarse en unos meses y formar una familia cristiana abierta a la vida y en su interior sigue teniendo la inquietud de la misión (eso ya Dios les hablará…). Así que frente a todos los miedos que pudiéramos tener por la vida de nuestros hijos, Dios desborda.

Iniciativas

Expertos buscan las raíces comunes de judíos y cristianos

Un curso en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz exploró la conexión entre el judaísmo y el cristianismo a través de un examen conjunto del Decálogo y los Rollos del Mar Muerto. El acto de clausura contó con una conversación entre Adolfo Roitman y Joseph Sievers.

Giovanni Tridente·10 de noviembre de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

Con una sesión abierta al público, concluyó en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz el curso de dos semanas en inglés “One Revelation and Two Traditions”, que exploró las interpretaciones judía y cristiana del Decálogo. El acto de clausura contó con la presencia de dos expertos de renombre internacional, el profesor Adolfo Roitman y el profesor Joseph Sievers, que ofrecieron una visión única del Decálogo y los Rollos del Mar Muerto, proponiéndolos como instrumentos de diálogo y reconciliación entre el judaísmo y el cristianismo.

Durante el encuentro, Roitman -desde 1994 y hasta el pasado mes de junio director del Santuario de los Libros del Museo de Israel y conservador de la colección de Rollos del Mar Muerto- subrayó que el Decálogo representa algo más que un conjunto de normas: es un verdadero “pacto con Dios” y un símbolo de unidad entre las dos confesiones. Las Diez Palabras, añadió, «no sólo invitan a judíos y cristianos a vivir según valores que trascienden las diferencias religiosas, sino que también sirven de fundamento ético universal». De hecho, este código ético, compartido entre la Torá y el Antiguo Testamento cristiano, basa ambas tradiciones en principios de justicia, respeto e integridad.

Por su parte, Sievers -profesor emérito del Pontificio Instituto Bíblico- observó cómo el texto sagrado invita a ambas confesiones a vivir orientados hacia el bien común: «una guía moral que resiste la prueba del tiempo y que, a pesar de los milenios transcurridos, sigue hablando a judíos y cristianos como modelo de vida comunitaria, fundada en el respeto mutuo».

A continuación añadió que es crucial que los cristianos comprendan el contexto judío que dio origen a su fe, explicando que «si nos tomamos en serio la Encarnación de Cristo, también debemos tomarnos en serio el contexto judío en el que vivió y predicó».

Una ventana abierta al cristianismo primitivo

Un punto central de la reflexión desarrollada en la Universidad de la Santa Cruz fue entonces la contribución que los Rollos del Mar Muerto ofrecen a la comprensión de las raíces cristianas. Roitman explicó que «Qumrán es un ejemplo excepcional de comunidad judía, donde los Rollos revelan una preocupación única por la pureza y una visión rigurosa de las Escrituras. Esto nos acerca a la fe judía, pero también nos da una idea de la vida y la espiritualidad de la época de Jesús”.

Además del énfasis en la pureza, también emerge un sentido de pertenencia, reflejado, por ejemplo, en la comunión de bienes. «El ideal de una comunidad que vive como una familia y comparte todo», explicó el profesor emérito de Bíblica, “es un concepto que encontramos tanto en Qumrán como en la primitiva comunidad cristiana”. Esto convierte a los Rollos Muertos en «un valioso recurso para comprender las raíces del cristianismo».

El valor del diálogo y el estudio en común

El acto celebrado en la Universidad de la Santa Cruz por iniciativa de la Facultad de Teología y el Instituto Universitario Isaac Abarbanel de Buenos Aires, primera universidad judía de América Latina, mostró precisamente cómo estas fuentes documentales de los primeros siglos, aunque descubiertas recientemente, pueden abrir una «quinta dimensión» para interpretar las Escrituras y comprender mejor tanto el judaísmo como el cristianismo primitivo. El propio Roitman se mostró convencido de que el estudio conjunto de estos textos es una forma valiosa de reflexionar sobre valores espirituales y culturales comunes.

Además, el diálogo no es sólo un enriquecimiento cultural, «sino también una herramienta para la reconciliación y el respeto mutuo», añadió Sievers. La experiencia de descubrir y estudiar los propios Rollos «nos enseña que siempre hay nuevas perspectivas que explorar». Al fin y al cabo, «conocer el judaísmo por su valor intrínseco es una tarea que incluso los cristianos pueden encontrar enriquecedora».

El curso en la Santa Cruz

Los ponentes que se turnaron durante las dos semanas del curso procedían de tradiciones y entornos culturales diferentes, desde Italia hasta Tierra Santa. Las actividades se centraron en análisis comparativos de los textos sagrados, destacando las similitudes y diferencias en las interpretaciones teológicas y la aplicación práctica de los mandamientos en la vida cotidiana y comunitaria.

Los participantes pudieron reflexionar sobre la raíz común de la Revelación y el significado compartido de las normas éticas fundamentales, abriéndose también a debates sobre los contextos culturales que influyeron en sus respectivas interpretaciones. En un ambiente de intercambio y puesta en común, se organizó también una visita a la Sinagoga de Roma y al Museo Judío y, por parte cristiana, a la Biblioteca Vaticana.

Ecología integral

Austeridad responsable y conversión ecológica

La pobreza y la austeridad son virtudes cristianas que estamos llamados a vivir. En estos días de preocupación por la disminución de la biodiversidad podemos afirmar que ambas virtudes son señales de responsabilidad social.

Cristina Casanovas Queralt·10 de noviembre de 2024·Tiempo de lectura: 5 minutos

A los laicos más o menos acomodados a veces se nos olvida que la pobreza y la austeridad son virtudes cristianas que estamos llamados a vivir. En estos días de preocupación por la grave disminución de la biodiversidad y el cambio climático podemos afirmar que ambas virtudes son señales de responsabilidad social y cuidado de las personas y del medio ambiente.

En este artículo damos luz y mostramos el impacto social y medioambiental que tiene un simple acto de austeridad en nuestro día a día apoyados en los Evangelios y en la Doctrina social de la Iglesia.

Pobreza y austeridad: más allá de lo material

La pobreza puede entenderse desde diferentes perspectivas. De primeras, pensamos que es una situación en la que no se pueden satisfacer las necesidades físicas y psicológicas básicas de una persona, pero la Real Academia Española (RAE) ofrece otra definición al describir la pobreza voluntaria de los religiosos como la renuncia a todo lo que se posee y a lo que el amor propio puede considerar necesario. En el Evangelio (Lucas 12, 34) el Señor dice a los primeros cristianos: “Donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón” o en Mateo 19, 24 “Es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja que entre un rico en el Reino de los Cielos”. Esto nos muestra que la pobreza tiene también profundas connotaciones morales y espirituales. “Bienaventurados los pobres de corazón, porque de ellos es el Reino de los cielos” (Mateo 5,3).

Para un cristiano, vivir la pobreza no significa ser mísero, ni ir mal vestido o poco aseado, es ser austero. La austeridad no es algo rígido e invariable, sino una cuestión de vida interior, algo que cada uno debe juzgar en cada momento. Es esencial ser sinceros con nuestra conciencia y entender que la condición de ser laicos no nos exime de vivir la austeridad. 

Muchos santos han tratado estos temas, pero destacan por su visión pragmática: santa Teresa de Jesús decía que “el dinero es el estiércol del diablo, pero hace un muy buen abono” y san Josemaría Escrivá de Balaguer hablaba del “materialismo cristiano” como el modo más eficaz de aprovechar para la gloria de Dios ese buen “abono”. Esta dualidad requiere una rectitud de conciencia para discernir cuándo usamos los bienes materiales por apego (estiércol) o como utilidad (abono) para la vida humana.

Los bienes materiales en el Evangelio

El Evangelio nos ofrece una perspectiva clara sobre los bienes materiales y su impacto en nuestra vida espiritual en función de cómo los usemos. Jesús nos advierte sobre el peligro del apego a las riquezas, como se ve en el episodio del joven rico (Mt 19, 21-22). Este joven, aunque cumplía los mandamientos, no pudo desprenderse de sus posesiones para seguir a Jesús, mostrando cómo los bienes materiales pueden atarnos y alejarnos de una vida plena en Dios.

El apego desordenado a los bienes materiales puede llevarnos a la ceguera espiritual y al endurecimiento del corazón, como menciona 1 Juan 3, 17. En este versículo el apóstol nos recuerda que el verdadero amor de Dios se manifiesta en nuestra capacidad de compartir con los necesitados.

Basta hacer una pequeña reflexión para advertir que, sin apenas darnos cuenta, nos creamos necesidades: ver el capítulo de nuestra serie preferida, salir de compras, ropa nueva cada temporada, cambiar el teléfono móvil, la decoración de la casa, cambiar de coche, de abrigo, … cada uno que añada aquello que le ata según su conciencia y que si no lo tenemos nos inquieta porque hemos unido nuestra felicidad a esas necesidades. Esta atadura, aparte de alejarnos de Dios, tiene un impacto en la sociedad que nos debe llevar a una reflexión profunda y relevante sobre la pobreza cristiana y su impacto social. A continuación, ahondamos en ello.

La austeridad, más allá de uno mismo

Los mensajes de Benedicto XVI y el Papa Francisco nos invitan a considerar cómo nuestras acciones y estilos de vida afectan a los demás. Benedicto XVI, en la Jornada Mundial de la Paz de 2009, destacó la creciente desigualdad entre ricos y pobres, incluso en las naciones más desarrolladas, y cómo esto representaba una amenaza para la paz mundial. Por otro lado, el Papa Francisco, en sus encíclicas ”Laudato si’” y ”Fratelli Tutti”, nos llama a una responsabilidad social más consciente. En ”Laudato si’” párrafo 57, subraya que el consumismo excesivo puede llevar a la violencia y destrucción, y que nuestras decisiones de compra tienen un impacto moral y citando a Benedicto XVI dice “comprar es siempre un acto moral, y no sólo económico”. En ”Fratelli Tutti”, también advierte sobre las posibles guerras futuras provocadas por el agotamiento de recursos debido al consumismo.

Estos mensajes nos invitan a reflexionar sobre cómo podemos vivir de manera más sencilla y solidaria, teniendo en cuenta que los recursos son limitados y que deben ser para uso propio, de los demás y de las generaciones futuras. Por ello hay que valorar nuestra capacidad de reutilizar y reducir el consumo innecesario como formas de amor al prójimo y al planeta que nos ha sido confiado. Ver cómo amamos al prójimo llevando a cabo todo lo que el Papa Francisco nos enseña en estas dos encíclicas, es la conversión ecológica que nos invita a realizar.

Impacto del consumo

Algunos ejemplos del impacto de nuestro consumo en el planeta:

  1. La industria de la moda rápida produce 150.000 millones de prendas nuevas cada año, superando con creces la demanda de los consumidores. El 85 % del residuo textil acaba en vertederos en su mayoría en África y Asia, contaminando aguas y suelos. Optar por ropa de segunda mano, intercambiar prendas con amigos o elegir marcas éticas puede reducir significativamente este impacto.
  2. En 2022, se generaron 62 millones de toneladas de residuos electrónicos a nivel mundial, de los cuales solo el 22.3% se recicló adecuadamente. La mayoría acaban en países como Ghana, Nigeria e India, donde se intentan reutilizar, pero de forma poco adecuada, generando la exposición de los trabajadores a plomo, cadmio, mercurio y provocando a su vez contaminación del aire, agua y suelos. Prolongar la vida útil de nuestros dispositivos y reciclarlos adecuadamente cuando ya no los necesitamos es una práctica responsable que puede reducir la contaminación y el desperdicio.
  3. Cada año, se desperdician unos 1.214,76 millones de kilos de alimentos en España (Informe del desperdicio alimentario en España 2023), lo que contribuye en 121 y 242 millones de metros cúbicos de las emisiones de metano de los vertederos al descomponerse la materia orgánica, aparte de suponer una gran falta de caridad frente a muchos de nuestros hermanos en la tierra que no tienen alimento en su día a día. Planificar nuestras compras, consumir productos locales y de temporada, y reducir el desperdicio de alimentos son prácticas que reflejan una vida más responsable.

Por si estos ejemplos no han sido suficientes para ver la relación entre la austeridad y nuestra responsabilidad social, en la “Laudato si’” (párrafo 211) el Papa Francisco nos advierte de impacto social de nuestro consumo y nos dice: “el hecho de reutilizar algo en lugar de desecharlo rápidamente, a partir de profundas motivaciones, puede ser un acto de amor que exprese nuestra propia dignidad”.

Así pues, no dudemos en esforzarnos en reciclar, reutilizar, retrasar una compra … Todo ello son actos de amor al prójimo en pleno siglo XXI y añado, no es cosa de “otros”, ni izquierdas ni de derechas, ni de hippies ni de ecologistas, hablamos de amor al prójimo y en eso los cristianos debemos, siempre, tomar la iniciativa como buenos seguidores de Jesucristo. La pregunta que se hacía san Francisco puede ayudarnos a examinarnos, ¿necesito pocas cosas y las pocas que necesito, las necesito poco?

El autorCristina Casanovas Queralt

Bióloga, postgrado en Gestión Sostenible y Agenda 2030 por ESADE, con amplia experiencia en la dirección de servicios medioambientales en el sector privado

El aborto como encrucijada de la civilización

Quizá la forma en la que afrontamos la terrible realidad del aborto sea una especie de encrucijada de la civilización y la frontera que la separa de la barbarie.

10 de noviembre de 2024·Tiempo de lectura: 4 minutos

El aborto sigue siendo un tema polémico -a pesar de que algunos se empeñan en sostener que es un tema zanjado que sólo interesa a unos cuantos radicales fanáticos- desde que en 1920 la Unión Soviética se convirtiera en el primer país del mundo en legalizar esta práctica que hasta entonces se consideró casi unánimemente como un crimen. Un siglo después, su estatus legal varía según los países y ha ido cambiando a lo largo del tiempo. Estas leyes van desde el aborto libre a solicitud de la mujer hasta regulaciones y restricciones de varios tipos o su prohibición absoluta bajo cualquier circunstancia.

El aborto en la legislación

En países como Argentina, Canadá, Colombia, México, Cuba, Uruguay, los países de la antigua Unión Soviética, Asia Oriental y casi toda Europa (excepto Malta, Polonia, Andorra, Mónaco, San Marino y Liechtenstein), el aborto es legal a solicitud de la gestante. En la mayoría de los países de Hispanoamérica, África, Medio Oriente o el Sudeste Asiático, el aborto es ilegal y está penalizado en alguno de los supuestos. También hay países donde el aborto no es legal, pero está de hecho despenalizado casi bajo cualquier circunstancia y los médicos que practiquen abortos no son perseguidos: Barbados, Finlandia, India, Israel, Japón, Reino Unido, Taiwán y Zambia.

Sólo seis naciones del mundo prohíben el aborto bajo cualquier circunstancia y establecen penas de cárcel para toda mujer y persona que lo practique, lo intente practicar o facilite su práctica: Ciudad del Vaticano, El Salvador, Honduras, Nicaragua y República Dominicana.​

Alrededor de 56 millones de abortos se realizan cada año en el mundo y en muchos lugares sigue habiendo debates sobre los problemas morales, éticos y legales que conlleva el aborto. Algunos países legalizaron el aborto, lo prohibieron y lo volvieron a legalizar (como algunos de los países que integraban la antigua Unión Soviética). China lo liberalizó por completo en 1970 pero, debido a una profunda crisis demográfica, en 2021 estableció la prohibición del aborto no realizado por razones médicas.

El Estado francés ha aprobado este año por una mayoría del 80 % la consagración del derecho al aborto en su Constitución. Con esta sanción legislativa, aparte de conveniencias políticas de un presidente Macron en horas bajas, se pretende blindar el presunto derecho de las mujeres a acabar con la vida de sus hijos frente a posibles limitaciones que pudieran establecerse por futuros gobiernos, más sensibles con el respeto a la vida humana y que quieran seguir la línea emprendida el 22 de junio de 2022 por el Tribunal Supremo de Estados Unidos al declarar que el aborto no es un derecho constitucional. Desde entonces, el país del otro lado del Atlántico está dividido entre los estados con legislaciones restrictivas del aborto y favorables al derecho a la vida de los no nacidos y los que pretenden proteger el acceso al aborto. El 16 de febrero de 2024 la Corte Suprema de Alabama declaró en un polémico fallo que los embriones congelados son seres humanos y merecen protección, poniendo en peligro el negocio de las clínicas de reproducción asistida de ese estado.

La opinión pública

Como es sabido, en este delicado tema, la opinión pública occidental está actualmente dividida entre los que defienden el derecho de la mujer a decidir si da a luz a su hijo o pone fin a su vida y los que defienden que ni siquiera una mujer puede decidir sobre la vida o muerte de la vida que acoge en su interior. Después de décadas de argumentos sobre el peligro para las mujeres que suponen los abortos clandestinos, muchas personas han llegado a la convicción de que el aborto es un derecho de las mujeres y que es preferible garantizarlo en la sanidad pública a que se realice con riesgos en la clandestinidad.

La objeción de conciencia de la mayoría de los médicos del sistema sanitario público se presenta como un obstáculo para el ejercicio de esta práctica. Muchos se han convencido de que la vida gestante en el vientre de la mujer no es un ser humano sino un conjunto de células e incluso que acabar con su vida puede ser un acto misericordioso para evitar a esa madre y a ese hijo una vida insufrible. Es el proceso psicológico que permite a una persona acabar con la vida de otra sin sufrir un sentimiento de culpa imborrable el resto de su vida.

Parece que, en este aspecto, estamos llegando al final del camino comenzado en la Ilustración hacia la total autonomía del yo. Ahora somos totalmente libres de hacer lo que queramos con nuestros cuerpos y nuestras vidas, incluido el derecho a acabar con nuestra vida y la de los no nacidos presuntamente para que no “estropeen” la futura vida de sus madres. Al mismo tiempo, empeoran los índices de salud mental y cada vez más gente vive y muere sola. Una gran mayoría de jóvenes vislumbran para ellos un futuro sombrío y manifiestan su temor a quedarse solos cuando lleguen a la vejez.

El respeto a la vida

Jérôme Lejeune, de cuya muerte estamos celebrando el trigésimo aniversario, gran científico y genetista francés, defensor de la vida humana desde la concepción (convicción que le costó el premio Nobel), afirmó una vez que “la calidad de una civilización se mide por el respeto que profesa a los más débiles de sus miembros”. Se ha convertido en un tópico decir que estamos en un cambio de época y al final de una civilización. Quizá la forma en la que afrontamos la terrible realidad del aborto sea una especie de encrucijada de la civilización y la frontera que la separa de la barbarie.

No perdamos la esperanza en que, después de haber reconocido en occidente el derecho a la autodeterminación total del individuo, lleguemos a la conclusión de que la realidad es más bien que el ser humano es totalmente dependiente y necesitamos sacrificarnos unos por otros -y no unos a otros- para salir adelante y ser verdaderamente felices.

Como escribió Hölderlin en su famoso poema Patmos, «donde está el peligro, crece también lo que salva».

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Cine

Giovanni Ziberna: “La intercesión de la Virgen es fundamental en la lucha contra el demonio”

Giovanni Ziberna es el director del documental "Libera Nos: el combate de los exorcistas", una película que cuenta con el apoyo de la Asociación Internacional de Exorcistas y que quiere mostrar la acción del demonio en el mundo de una forma realista.

Paloma López Campos·9 de noviembre de 2024·Tiempo de lectura: 4 minutos

Giovani Ziberna es el director de “Libera Nos: El combate de los exorcistas”, el único documental aprobado por la Asociación Internacional de Exorcistas. Tras su conversión hace unos pocos años, Ziberna comprendió que los católicos necesitan tomar conciencia de que el demonio existe. Sin obsesionarse con ello pero obteniendo un buen conocimiento para estar preparados.

De ahí nace esta película en la que colaboran diversos exorcistas y que, contrario a todo lo que se ve en Hollywood, aporta una visión realista de la acción del demonio en el mundo. Sin sensacionalismos y con un inesperado rayo de esperanza para los católicos, “Libera Nos” quiere “compartir la victoria cristiana sobre el mal”.

¿Cuál es el origen de este proyecto? ¿Por qué pensó que era necesaria una película sobre exorcismos?

– La idea del proyecto surgió de nuestra experiencia personal y de nuestra conversión. Después de recibir el bautismo, un exorcista me llamó para ayudar como auxiliar durante varios casos de posesión. Esto nos introdujo en el tema y nos hizo ver cómo los exorcismos son muy diferentes de lo que la cinematografía nos ha hecho creer, y sobre todo vimos el amor del Señor por todos nosotros y su gran fuerza.

Nos pareció importante compartir la victoria cristiana sobre el mal y el ministerio del exorcismo a través de un documental-catequesis, inaugurando el proyecto con una entrevista al padre Gabriele Amorth, el famoso exorcista, y en los años siguientes a varios exorcistas de la Asociación Internacional de Exorcistas.

¿Con qué criterio eligió a los exorcistas del documental?

– Los exorcistas se elegían en función de su experiencia y reputación en el ámbito de su ministerio. Colaboramos con la Asociación Internacional de Exorcistas, que prestó apoyo oficial al proyecto y ayudó a seleccionar a los exorcistas más cualificados.

Esta fase fue muy delicada porque queríamos encontrar a las personas mejor preparadas que, además, fueran fiables y seguras en cuestiones de preparación teológica de la fe y experiencia «sobre el terreno».

¿Cómo es el proceso de colaboración con la Asociación Internacional de Exorcistas?

– Este proceso implicó la selección de los exorcistas, la revisión del contenido y la aprobación oficial del proyecto. La Asociación reconoció el valor formativo del documental para la Iglesia y el mundo ayudando a su distribución.

¿En qué se basan las representaciones de exorcismos?

– Las representaciones de exorcismos se basan en casos reales de liberación de posesiones diabólicas vividos por miembros de la Asociación Internacional de Exorcistas. Hemos incluido testimonios de exorcistas experimentados, como el padre Gabriele Amorth, el padre Francesco Bamonte y muchos otros, para presentar una visión auténtica y profesional del fenómeno.

¿Hay algún hecho sorprendente que haya aprendido durante la realización de este documental?

– Durante la realización del documental, aprendimos la importancia de la oración, los sacramentales, la consagración al Inmaculado Corazón de María y la comunión de los santos en la lucha espiritual. Estos elementos son fundamentales para comprender el poder de Dios sobre el mal.

¿Cuál fue el mayor reto a la hora de realizar el documental?

– El mayor reto era evitar caer en escenas sensacionalistas y “hollywoodienses”. Queríamos mantener un enfoque auténtico y documental, respetando la realidad de los exorcismos y la fe cristiana».

¿Cómo se hace una película sobre el exorcismo sin caer en ese sensacionalismo?

– Adoptamos un formato de docudrama, combinando entrevistas con exorcistas e intervenciones de psiquiatras y psicólogos expertos en la materia. Esto nos permitió presentar una visión objetiva y profesional del fenómeno, evitando el sensacionalismo y respondiendo también a las posibles críticas de los médicos escépticos.

En cuanto a las escenas reconstruidas en la película, no nos hemos detenido en aquellos aspectos preternaturales más chocantes que, aunque raros, pueden ocurrir (por ejemplo, la levitación o la expulsión de objetos, como clavos o cristales, por la boca) porque creemos que todos estos fenómenos, aunque ocurrieran, no añadirían nada más a lo que es el tema principal, es decir, la lucha contra aquel que quiere alejarnos de Dios y hacernos caer en el pecado. Nuestra intención no es asustar, sino hacer comprender el Amor que Dios nos tiene, y poder aumentar el nuestro por Él.

Al final del documental hay varios minutos dedicados a la Virgen María y su acción contra el demonio, ¿por qué le pareció importante dedicar tanto tiempo a Santa María?

– Nos pareció importante dedicar tiempo a la Virgen María porque su intercesión es fundamental en la lucha contra el demonio, y su acción y consagración a su Corazón Inmaculado son elementos clave en la victoria cristiana sobre el mal. Lo más importante que hemos comprendido es que la lucha más peligrosa contra el demonio es la ordinaria, en la que el «enemigo» permanece oculto y actúa para hacernos caer en el pecado, y María Santísima es nuestra aliada más importante en esta lucha.

¿Qué le gustaría decir a nuestros lectores para animarles a ver la película?

– Invito a todos a ver la película para comprender mejor la realidad de los exorcismos y el poder de Dios sobre el mal. El documental ofrece un mensaje de esperanza y fe, mostrando la importancia de la oración y la comunión de los santos en la lucha espiritual.

Creemos que esta película puede aportar mucha verdad a estos temas, actuando como un verdadero medio de educación tanto para los religiosos como para los laicos, en una época de la historia en la que cada vez se juega más con las fuerzas del mal y aumentan las trampas para el alma de las personas.

Vocaciones

Pilar, Montse, Litus… Sobre cómo se sostiene la Iglesia por su propia identidad

La campaña del Día de la Iglesia Diocesana en España ha querido poner el acento en las diferentes vocaciones que, desde su singularidad y a través de su entrega en los diversos ambientes y estados de la vida, construyen una misma Iglesia.

José María Albalad·9 de noviembre de 2024·Tiempo de lectura: 4 minutos

¿Quién hace posible la labor de la Iglesia? ¿Existe alguna relación entre corresponsabilidad, sostenimiento y vocación? Hace unos días, un amigo —sin fe, pero intelectualmente inquieto— me preguntaba cómo se concreta la aportación de la Iglesia española en favor de la sociedad. Había visto en una publicación datos de su actividad celebrativa, pastoral, evangelizadora y caritativa-asistencial, lo cual le había sorprendido gratamente porque tiende a recibir solo noticias negativas sobre la institución. 

Mi respuesta, centrada en las personas y lejos —en un primer momento—de cuestiones económicas, también le interpeló. Y es que los datos hablan por sí solos: más de 15.000 sacerdotes, 83.000 catequistas, 500 diáconos permanentes, 8.000 monjes/as de clausura, 33.000 religiosos, 75.000 voluntarios de Cáritas, millones de laicos/as… ¿Qué sería la Iglesia en España (y en todo el mundo) sin la entrega de cada bautizado desde la vocación específica que Dios le ha regalado?

Descubrir y responder a esa “llamada” resulta transformador tanto para uno mismo como para los demás. Nos los recuerda la campaña Xtantos del Día de la Iglesia Diocesana, que este año nos formula una sugestiva pregunta: “¿Y si lo que buscas está en tu interior?”. Ciertamente, vivimos rodeados de estímulos exteriores y las dosis de dopamina que recibimos sin descanso a través de los teléfonos móviles no consiguen colmar el anhelo de plenitud que habita en nuestros corazones.  

España es el país del mundo con mayor consumo de tranquilizantes, según datos de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes. El consumo diario de ansiolíticos ha aumentado diez puntos en la última década y son frecuentes los casos de ansiedad y depresión. Tanto, que la salud mental ha dejado de ser un tema tabú y comienza a cobrar protagonismo en el debate público y en las conversaciones cotidianas.  

Más allá de la necesaria respuesta médica y de la reflexión colectiva que exige esta realidad, la Iglesia pone sobre la mesa en este Día de la Iglesia Diocesana un aspecto que, antes o después, resulta inevitable en la vida de cualquier persona: la cuestión del “sentido” o, como dicen las nuevas generaciones, del “propósito”, tan presente ya en el ámbito empresarial y en quienes buscan salir de una crisis existencial o de esos sentimientos vitales de vacío que van consumiendo poco a poco el espíritu.  

Diferentes vocaciones, misma Iglesia

¿Por qué hago lo que hago? ¿Qué sentido tiene todo esto? La Iglesia nos ofrece un canto a la esperanza con un mensaje que, como muestran los testimonios del Día de la Iglesia Diocesana disponibles en la web ‘www.buscaentuinterior.es, puede transformar toda una vida. Cada uno desde su propia vocación, sabiendo que todos hemos sido creados por Dios con una misión y que somos únicos e irrepetibles. Descubrir y responder a esa llamada resulta “revolucionario” e invita a vivir con autenticidad, compromiso y plenitud. 

Esa sana “revolución”, no exenta de dudas e incertidumbres, la ilustran Pilar, Montse, Litus, Pedro, Diego, Carmen y Alberto en la campaña Xtantos. Ellos respondieron con un sí al plan de Dios para cada uno, abrazando una vida llena de sentido desde sus respectivas vocaciones. Antes, de una u otra forma, experimentaron que lo que da la felicidad a ojos del mundo (un trabajo destacado, dinero, fiestas, una buena posición social, etc.) no acababa de llenarles, como a esos cien exalumnos de la Universidad de Harvard  —jóvenes triunfadores en distintos aspectos— que confesaban en una encuesta no ser felices porque su vida carecía de sentido. 

Pilar, Montse, Litus… cambiaron de verdad cuando se abrieron a escuchar la voz de Dios y se dejaron guiar por Él. De esta forma, lograron lo que el filósofo Alfonso López Quintás define como “una vida bien orientada”, dirigida hacia su “verdadero ideal”

En este proceso, resulta de especial importancia adquirir consciencia de que hemos sido creados por Amor con unos talentos —regalo divino— que estamos llamados a cultivar y poner a disposición de los demás. 

Este aspecto es trascendente porque la corresponsabilidad surge de la gratitud: la conciencia de lo mucho recibido y el deseo de compartir con otros parte de esos dones. Es participación en el ser y en la misión de la Iglesia, con un impacto directo en la sociedad: es estilo de vida (testimonio) y es tiempo, cualidades, oración y apoyo económico. 

Vocación y corresponsabilidad

La Iglesia en España se sostiene gracias a tantas personas, mujeres y hombres de nuestro tiempo, que dan lo que son y lo que buenamente tienen al servicio de la Iglesia y de la sociedad. Desde quien ayuda a limpiar la iglesia de su barrio o la ermita de su pueblo, quien anuncia la Buena Noticia como catequista o como voluntario en el comedor social de su parroquia, quien reza desde la celda del monasterio o desde el metro —en medio del mundo— por las necesidades de la Iglesia, quien aporta en la colecta de las misas o con un donativo recurrente y por quienes entienden la vida —en definitiva— como don y tarea, tratando de hacer rendir los talentos recibidos.

Precisamente, el Papa Francisco invitaba el pasado mes de octubre a rezar por un “estilo de vida sinodal, bajo el signo de la corresponsabilidad”, en el que se promueva “la participación, la comunión y la misión compartida” entre todo el pueblo de Dios. Y es que, como se ha puesto de manifiesto en el Sínodo, “caminar juntos como bautizados, desde la diversidad de carismas, de vocaciones, de ministerios, es importante no sólo para nuestras comunidades, sino también para el mundo”.

Ya en 1988, los obispos españoles lo manifestaron de forma clara en una instrucción pastoral en la que aseguraban: “Sabemos por la fe que en última instancia quien sostiene a la Iglesia es Dios mismo, por medio de Jesucristo, que es quien la convoca, la preside y la vivifica por la fuerza interior del Espíritu Santo que mueve los corazones de los hombres”. Pero, al mismo tiempo, subrayaban que “el mismo Dios ha querido que esta acción sobrenatural pase ordinariamente por la mediación de nuestra respuesta libre”. 

La corresponsabilidad nunca es fruto del miedo o de la obligación, sino de la generosidad. Y esta, no cabe duda, brota en los corazones agradecidos. Por eso, lejos de imposiciones, resulta esencial ayudar a descubrir los dones que hemos recibido gratuitamente de Dios. 

Al hacernos corresponsables, aceptamos esos talentos y los disfrutamos compartiéndolos. Esa es la ‘receta’ de las comunidades cristianas. 

Frente a fórmulas prefabricadas por gurús e influencers que venden la felicidad pero que, a menudo, solo generan más insatisfacción, la Iglesia ofrece la luz de Cristo como fuente para una vida lograda. 

Así es  —le decía a mi amigo— cómo se sostiene la Iglesia. Con muchas historias anónimas, de entrega alegre y generosa, como las de Pilar, Montse y Litus, que son felices haciendo realidad en sus vidas —cada uno desde su llamada— el sueño de Dios.

El autorJosé María Albalad

Director del secretariado para el sostenimiento de la Iglesia de la CEE.

España

Jesús Rodríguez Torrente: “Los abusos están en nuestro tejido social”

La sociedad no debería quedarse tranquila pensando que los abusos a menores son un problema de la Iglesia católica, porque “esa realidad está en nuestro tejido social”. El mayor número de agresiones se produce en el entorno familiar, “aunque esto no justifica ni uno solo de los abusos en la Iglesia”, asegura a Omnes Jesús Rodríguez Torrente, juez auditor del Tribunal de la Rota, y responsable de las Oficinas de Protección de Menores de la Iglesia.

Francisco Otamendi·8 de noviembre de 2024·Tiempo de lectura: 5 minutos

A finales de octubre, la Sección de Derecho Canónico del Colegio de la Abogacía de Madrid, que presiden las juristas Monica Montero e Irene Briones, conmemoró su VI aniversario en una jornada que reunió a conocidos profesionales como los canonistas Carmen Peña o Rafael Navarro-Valls.

Asistieron también personalidades eclesiásticas como el nuncio Mons. Bernardito Auza, que bendijo la talla recién restaurada de la Virgen Inmaculada, Patrona de la Abogacía; el obispo auxiliar de Madrid, Mons. Jesús Vidal y el vicesecretario de asuntos generales de la Conferencia Episcopal, Carlos López Segovia.

La ponencia correspondió al albaceteño Jesús Rodríguez Torrente, juez auditor del Tribunal de la Rota de la Nunciatura Apostólica en Madrid, y responsable del Servicio de Coordinación y Asesoramiento de las Oficinas de Protección de Menores de la Conferencia Episcopal Española (CEE), quien habló sobre ‘La Iglesia y los menores’.

Omnes ha conversado con él sobre los abusos y estas oficinas, que han puesto en marcha procesos formativos que han llegado a más de 350.000 menores y a más de 125.000 adultos en dos años.

¿Puede sintetizar su tesis en el acto del Colegio de Abogados?

Desde el año 2019, en que el Santo Padre pidió que la Iglesia respondiese a la lacra de los abusos con claridad y contundencia, se han creado más de 200 oficinas para recibir las quejas y denuncias de las víctimas de la Iglesia católica por abusos en España. Todas las diócesis y la mayoría de las congregaciones religiosas las tienen configuradas y se les ha dotado de personal y recursos. Dichas oficinas están recibiendo a las víctimas. Han impulsado la configuración de protocolos, que están todos en las páginas web de sus instituciones y publicados en la página www.paradarluz.com de la Conferencia Episcopal Española. Asimismo, están implicadas en el desarrollo de planes de prevención. También se han implicado en la configuración de entornos seguros y códigos de buenas prácticas.

Lo más importante es que es un trabajo conjunto tanto de la CONFER como de la Conferencia Episcopal Española, y estamos unidos en todo lo emprendido. Es una respuesta de la Iglesia en España en su totalidad.

Madrid ha acogido el VII encuentro de responsables y miembros de las oficinas de atención y prevención de abusos a menores en ámbitos eclesiásticos. ¿Se demuestra su utilidad? En Repara (Madrid) han atendido a unas 180 personas en 2023, 78 víctimas directas. ¿Y en otras oficinas?

Sin duda es un encuentro de impulso y de apertura de campos de actuación en el ámbito del tratamiento, sanación y seguimiento de los menores abusados. Los encuentros han ido dando herramientas de trabajo para atender desde todos los espacios de la Iglesia la prevención y actuación en el abuso de menores. Esta vez la temática ha sido el abuso en la familia: deteccción y formas de tratamiento y reparación. Pero igualmente importante han sido los temas tratados en los Encuentros previos: los abusos de menores a menores, la pornografía en la salud de los menores, la actuación en ámbitos de colegios y centros públicos, la reparación, la formación de agentes de pastoral o la implicación jurídica y su actuación.

En cuanto a la labor de las oficinas, en los dos últimos años han atendido a unas 900 personas —no solo víctimas— que se han dirigido a ellas bien para solicitar información o formación, para realizar consultas o para ser atendidas. No todas las oficinas piden lo mismo ni necesitan lo mismo. 

También es de señalar que la mayoría atiende exclusivamente casos de abusos a menores, mientras que otras oficinas atienden todo tipo de abusos, como es el caso de Repara Madrid. Además, las oficinas han puesto en marcha procesos formativos, que han llegado a más de 350.000 menores y a más de 125.000 adultos solo entre los años 2022 y 2023. Por tanto, parece evidente que se trata de un servicio muy útil y la mayoría de víctimas muestra su agradecimiento ante la escucha y la disposición a la sanación integral.

 ¿Atienden o acuden a estas oficinas también algunos victimarios, es decir, agresores abusadores?

Los victimarios, normalmente, no suelen acudir a estos centros. La vivencia y el reconocimiento de los hechos les obliga a realizar un camino muy diferente al de la víctima, que cuando denuncia ya ha madurado y es capaz de verbalizar. La mayoría de victimarios se encuentran entre la negación y la aceptación. Algunos de ellos sí han realizado procesos de justicia restaurativa. Pero son los menos.

Han hablado del abuso en la familia. En diversos medios se critica con dureza a sacerdotes y religiosos, profesores de instituciones católicas, etc., por la falta de ejemplaridad. Pero apenas se mencionan agresores de ámbitos civiles, que son casi el 99,5 por ciento, según la Fiscalía. ¿Es correcto?

Sí. Es correcto. Lamentablemente el mayor número de agresiones a menores se produce en el entorno familiar. Ciertamente esto no justifica ni uno solo de los abusos en la Iglesia. Ningún sacerdote, religioso o religiosa debería haber cometido ningún abuso. Hombres y mujeres de Dios no pueden pasar de hablar en nombre de Dios a ser perversos en nombre de Dios. Pero la sociedad no debería girar la cabeza y quedarse tranquila pensando que es un problema de la Iglesia católica, cuando es sólo una pequeña parte, y no ver la realidad tan dura que está en nuestro tejido social.

La impresión es que, en el entorno público, comienza a haber un rechazo general de los abusos en la sociedad, en relación a mujeres de modo especial. No sé si en relación a menores, todavía más vulnerables, existe la misma contundencia…

– El rechazo a todo tipo de abusos es cada vez más creciente en nuestro mundo y en la sociedad. La concientización sobre el tema y el hecho de su visibilización han obligado a que todos veamos como en un espejo. Creo que es necesario seguir insistiendo en esta realidad, dando mayor claridad y, a la vez, proponiendo un plan de formación que llegue a todo el tejido social. 

Por otra parte, la demanda de educación en centros concertados en España sigue creciendo, por lo que los padres parecen aislar estos casos de abusos identificados, siendo muy graves cada uno de ellos.

– Es fácil responder a esto. Aunque se han conocido los abusos en centros educativos, muchos responden a épocas pasadas, y la sociedad y los padres han visto la reacción de los colegios y la apuesta tan firme por la prevención y detención de los abusos. Del mismo modo, se les informa de los programas de entorno seguro. Todos ellos son elementos que les hacen confiar, al ver que ante un problema se dan respuestas claras y contundentes.

 ¿Avanza el Plan de reparación integral a las menores víctimas de abusos sexuales en la CEE (PRIVA) y su Comisión Asesora? Tras el verano tuvo lugar la primera reunión, creo recordar, tras aprobarse antes por la Asamblea Plenaria.

– En efecto, la Comisión ya está creada y funcionando. Son muchos los pasos dados y ahora la Comisión Asesora está configurando el reglamento interno para poder atender ya en diciembre las primeras solicitudes. Este en un plan único, ya que tratará casos prescritos o cuyos victimarios han fallecido. El deber moral hacia las víctimas hace que se trate con rigor y con objetividad.

El autorFrancisco Otamendi

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TribunaPaul Graas

Tú no puedes hacerte santo. Pero Dios sí que puede. Y quiere

Tú no puedes hacerte santo, pero Dios sí que puede y quiere. Partiendo del amor incondicional de Dios, todos nosotros podemos aspirar realmente a la santidad, que no es otra cosa que dejarse amar por Él, permitiendo que transforme nuestras vidas.

8 de noviembre de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

Mi generación (los millennials) ha sido educada con la idea de que puedes hacer lo que quieras en la vida, con tal de que pongas todo tu corazón y todos tus esfuerzos por conseguirlo. ¿Quieres ser estrella del fútbol? ¿O ser presidente de tu país? ¿O erradicar la pobreza? ¡Ánimo, tú puedes! ¡Sigue tu pasión, que lo conseguirás!. Ni te digo la cantidad de decepciones que esta idea ha conllevado.

En la Iglesia, corremos el peligro de transmitir un mensaje similar. “Si quieres, puedes hacerte santo. Depende de ti, de tus esfuerzos y decisiones, de las virtudes que vas forjando. Tú ponle voluntad y ya verás”.

No niego que para ser santo hace falta esfuerzo, voluntad y virtudes. De hecho, son imprescindibles. Pero cuando el camino hacia la santidad se transmite de esta manera, es fácil caer en errores como el individualismo, la meritocracia y el voluntarismo. “Si yo no consigo lo que me propongo, es por mi culpa, porque al fin y al cabo mi destino está en mis manos. Mi felicidad y mi éxito dependen de mí, de mis decisiones y de mis esfuerzos”.

Estas convicciones pueden hacer mucho daño, porque tarde o temprano uno es confrontado con fracasos, limitaciones y pecados. Y si uno no tiene la actitud adecuada, esto hiere la intimidad y la autoestima, lo que fácilmente lleva a una mediocridad basada en la desesperanza.

Tú no puedes hacerte santo. Pero aquí viene la verdad más increíble de tu vida: Dios sí que puede. Y quiere. Él desea con todo su corazón que seas santo. Y te conoce mejor de lo que te conoces tú mismo. Sabe exactamente qué limitaciones tienes y el bagaje que arrastras de tus pecados y los de tus antepasados. Y todo esto no presenta ningún problema para Dios. Porque la santidad no es tanto lo que yo hago, sino lo que dejo hacer a Dios en mi vida. Santidad es dejarse amar por Dios sin condiciones. 

Esta verdad tiene una implicación radical: Dios puede hacer santo a todas las personas. También los que se sienten débiles, heridos y sucios. Justamente ellos. Cuando uno descubre su propia incapacidad, puede decir con santa Teresa del niño Jesús: “Dios no puede inspirar deseos irrealizables; por lo tanto, a pesar de mi pequeñez, puedo aspirar a la santidad”.

Creo que la mayor enfermedad que hay en la sociedad es el individualismo. La santidad es justamente lo opuesto, ya que es esencialmente relacional, como lo es la naturaleza del hombre. No puedo avanzar un paso en la santidad y, por tanto, no puedo dar una gota de amor a mi prójimo, si no es desde el amor incondicional de Dios. Como dijo Josef Pieper: “Quien no es amado ni siquiera puede amarse a sí mismo”. Un santo está enamorado de su vida, porque Dios está enamorado de su vida. Abraza el abrazo de Dios, porque gradualmente ha aprendido a no resistirse a ese abrazo divino y a dejarse transformar por ello. 

Esta transformación no pasa desapercibido, justamente porque se palpa todo lo que el hombre no es capaz de hacer por sí mismo. El ejemplo más hermoso de ello es el Magnificat de la Virgen. Cuando María entra en la casa de Zacarías e Isabel, se siente la presencia de Cristo y ella no puede hacer otra cosa que alabar a Dios, “porque ha hecho en mí cosas grandes el Todopoderoso”.

Las vidas de santos modernos como Carlo Acutis y Guadalupe Ortiz y otros jóvenes que murieron en olor de santidad, como Clare Crockett, Pedro Ballester o Chiara Corbella, son versiones modernas del Magnificat. Son historias de cómo Cristo gradualmente ha transformado la vida de gente normal, vulnerable y pecadora en cantos de alabanza a Dios, cada uno de una manera única y especial.

Creo que en el mundo de hoy hay tres virtudes que son de vital importancia para ayudar a las personas a dejarse transformar por Dios: la humildad, la esperanza y la paciencia. 

Por la humildad somos capaces de descubrir nuestra identidad más profunda: que somos hijos de un Padre que nos ama incondicionalmente. 

La esperanza es la convicción firme de que Dios nunca abandona su proyecto de santidad con una persona, por grande que hayan sido los errores y pecados cometidos.

Por la paciencia no perdemos la alegría y la paz interior cuando somos confrontados con reveses, limitaciones y errores, a sabiendas que el Espíritu Santo está en nuestra alma en estado de gracia.

Uno de los mensajes más importantes del Concilio Vaticano II es que todos los hombres están llamados a la santidad. Medio siglo después queda mucho por hacer para transmitir este mensaje y que la gente se lo crea. Imagínate si todos los fieles se convencen de que realmente pueden ser santos. Sería una verdadera revolución; un magnificat que iluminaría el mundo entero.

El autorPaul Graas

Autor de “Santidad para losers”

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Iñigo Quintero da una lección de madurez

En una reciente entrevista Íñigo Quintero habla con valentía de sus convicciones religiosas.

7 de noviembre de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos

Esta semana Eva Baroja publicaba en un diario español una entrevista a Iñigo Quintero en la que, entre otros temas, también hablaba de su fe. Su testimonio es valiente, entre otras cosas porque reconoce que fue un poco cobarde a la hora de mostrar el trasfondo cristiano de la canción que le llevó a ser número 1 mundial, con 800 millones de escuchas en Spotify, y le ha valido una nominación para los Grammy Latinos.

En los tiempos en los que parece que el reguetón es la música más pegadiza que se pueda crear, un desconocido artista consiguió que una tema sobre Dios se colara en lo más alto de las listas musicales. Quintero admite en la entrevista a El País que le costó reconocer que la letra de la canción se refería a Dios porque «tenía miedo a que me etiquetaran en algo que no soy porque no hago música cristiana. Simplemente escribí sobre lo que llevaba dentro, pero no significa que todas mis canciones vayan de eso ni mucho menos».

A continuación, la entrevistadora le pregunta si admitir que uno es creyente despierta prejuicios hoy en día. Quintero da una respuesta que podríamos firmar todos: «cuesta hablar de Dios porque hay gente a la que le genera rechazo», algo perfectamente comprensible para un joven de 22 años. Ahora bien, es muy interesante lo que añade a continuación: «es una tontería, habría que decirlo más porque es supernormal. Por desgracia, hoy algunos se niegan a escuchar tu música si dices algo que no les gusta. Deberíamos ser libres de hablar de lo que queramos».

Esto ya no es tan normal. Supone una salida del armario en toda regla para un artista con la pretensión de hacer carrera en el mundo de la música. En otras declaraciones Quintero ya había hablado del significado real de la canción, pero verle hacerlo en un medio tan contrario con tanta naturalidad supone un audaz testimonio, que muestra una madurez en la fe que puede ser ejemplo para muchos.

El autorJavier García Herrería

Redactor de Omnes. Anteriormente ha sido colaborador en diversos medios y profesor de Filosofía de Bachillerato durante 18 años.

Estados Unidos

Obispos de Estados Unidos felicitan al presidente electo Donald Trump

Tras la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, los obispos del país le mandaron un mensaje de felicitación y, al mismo tiempo, invitaron a los ciudadanos a vivir un espíritu de "caridad, respeto y civismo".

Gonzalo Meza·7 de noviembre de 2024·Tiempo de lectura: < 1 minuto

Los obispos de Estados Unidos extendieron su felicitación al presidente electo Donald Trump y a los funcionarios elegidos en los recientes comicios estadounidenses. “Ahora es tiempo de pasar de la campaña al gobierno”, señaló Mons. Timothy P. Broglio, arzobispo de los Servicios Militares de los Estados Unidos y presidente de la Conferencia episcopal norteamericana (USCCB).

“Vivimos en una democracia y ayer los americanos acudieron a las urnas para escoger al próximo presidente de los Estados Unidos. Es tiempo de pasar de la campaña al gobierno en una transición pacífica”, señaló el prelado.

Mons. Broglio también aseveró que ni la Iglesia católica ni la USCCB están alineados con algún partido político pues no importa quien ocupe la Casa Blanca “las enseñanzas de la Iglesia permanecen inalteradas, y nosotros los obispos, esperamos trabajar con los representantes electos del pueblo para promover el bien común de todos”.

A causa de la narrativa antiinmigrante y beligerante característicos de Donald Trump, el presidente de la USCCB urgió a la nueva administración a tratar a todos con caridad, incluyendo los inmigrantes: “Como cristianos y como estadounidenses, tenemos el deber de tratarnos unos a otros con caridad, respeto y civilidad, incluso si no estamos de acuerdo sobre cómo llevar a cabo asuntos de política pública. También debemos preocuparnos por quienes están fuera de nuestras fronteras”.

Finalmente Mons. Broglio pidió a la Inmaculada Concepción, patrona de los EUA, su intercesión para que la nueva administración coadyuve a “defender el bien común, promueva la dignidad de la persona humana, especialmente de los más vulnerables entre ellos los no nacidos, los pobres, los extranjeros, los ancianos y los enfermos, y los migrantes”.

Libros

La vida de Eugenio Corti, autor de «El caballo rojo» (I)

Eugenio Corti, autor de "El caballo rojo", vivió una vida intensa, llena de aventuras, que plasmó en sus obras. Como los grandes literatos, sus reflexiones sobre lo cotidiano hacen que su obra entre en el canon de libros clásicos por excelencia.

Gerardo Ferrara·7 de noviembre de 2024·Tiempo de lectura: 6 minutos

Hace unos meses, en febrero de 2024, falleció a los casi 97 años de edad Wanda Corti, esposa de Eugenio, autor de novelas como la célebre «El caballo rojo».

En varias ocasiones había tenido el honor de hablar con la señora Corti, que había contestado al teléfono después de que yo simplemente hubiera buscado su nombre en la guía. Me había presentado, le había confiado, como novelista e historiador, mi admiración por la vida y la obra de su marido, le había dado mis libros, y ella no sólo me había animado a seguir, sino que incluso me había vuelto a llamar por teléfono después de una conferencia que había dado hacía unos años sobre Eugenio Corti. 

Y ahora estoy aquí escribiendo sobre alguien que tanto ha influido en mi vida y en mi vocación de hombre y de narrador. Eugenio Corti, de hecho, es para mí un padre, un maestro, un modelo para afrontar sus propias batallas, las de las decepciones que tuvo que sufrir y los retos que tuvo que afrontar. 

Algunas citas de las palabras de Eugenio Corti están tomadas de: Paola Scaglione, Palabras esculpidas. Los días y la obra de Eugenio Corti, Edizioni Ares, 2002.

Primera parte: Los primeros años y la guerra

Me gustaría empezar hablando de su vida, que es una verdadera epopeya (una epopeya, del griego ἐποποιΐα, compuesto de ἔπος, «epos», y ποιέω, «poieo», que significa hacer, es una composición poética que narra hechos heroicos), a través de lo que se considera su testamento espiritual, una carta escrita a su esposa Vanda en 1993 y que subraya lo fuerte que fue su alianza humana y espiritual:

«Vanda mia:

Hablas de ti como de una «que no ha dado fruto»: pero no es verdad, no es la realidad. La alusión a la falta de hijos carnales es obvia; yo también los deseé una vez, pero ni tú ni yo estábamos llamados a ello: nuestra unión, en los planes de Dios, no tenía este fin; es más, si hubiéramos tenido hijos, el plan que Dios tenía para nosotros no habría podido realizarse.

Nuestros verdaderos hijos son nuestros libros, que no sólo proceden de mí, sino también de ti. Se sostienen interiormente -como sabes- sobre dos pilares: la verdad y la belleza, y sin ti a mi lado y ante mis ojos cada día, su belleza no habría existido, o habría quedado enormemente atrofiada, es decir, en conclusión, no habrían existido.

Así que tu vida no fue algo aburrido, sino al contrario, algo brillante: fue una aventura extraordinaria como mujer. Porque esos libros -tú también lo sabes- triunfaron plenamente, y tienen un valor extraordinario. No todo el mundo es capaz de entenderlo hoy en día, ya que se enfrenta a la falsa cultura dominante. Pero tampoco hay que lamentarlo: al contrario, siempre pido a Dios que -mientras viva- no me conceda la satisfacción de un gran éxito, porque en este aspecto soy débil, y sucumbiría fácilmente a la tentación del orgullo.

Si seguimos buscando el Reino de Dios, todo lo que necesitamos se nos dará en abundancia suficiente, como ha sucedido hasta ahora». 

De la escuela a la guerra

Eugenio Corti nació en Besana, en Brianza, el 21 de enero de 1921, siendo el primero de diez hermanos. Es hijo de un industrial textil que se hizo a sí mismo. Empezó a trabajar de niño y luego consiguió comprar la fábrica donde trabajaba, la empresa Nava di Besana, ampliándola y abriendo nuevas fábricas.

Estudió en Milán, en el internado de San Carlo, donde cursó gramática y bachillerato clásico. Sus padres habían dispuesto que obtuviera el título de contable para que pudiera convertirse en un valioso ayudante en la empresa, pero el rector del colegio, monseñor Cattaneo, se opuso enérgicamente, al darse cuenta de que para el joven Eugenio la vía del bachillerato clásico era la más adecuada.

En 1940 sus estudios se interrumpieron repentinamente y Eugenio no pudo presentarse a los exámenes de bachillerato, que fueron aprobados de oficio: Italia entró en guerra. No obstante, el joven Corti pudo matricularse en la Universidad Católica, aunque sólo pudo cursar el primer año de Derecho, tras lo cual fue llamado al servicio militar.

La formación de suboficial comenzó en 1941 y duró un año, al final del cual Eugenio Corti se convirtió en subteniente.  Mientras tanto, transmitió su solicitud de ser enviado al frente ruso: «Había pedido ser enviado a ese frente para conocer de primera mano los resultados del gigantesco intento de construir un mundo nuevo, completamente desvinculado de Dios, o mejor dicho, contra Dios, realizado por los comunistas. Deseaba absolutamente conocer la realidad del comunismo; por eso rogué a Dios que no me hiciera perder esa experiencia, que creía fundamental para mí: en esto no me equivocaba’.

Estancia en Rusia

Corti acabó ganando y se marchó a Rusia. «Llegué al frente a principios de junio de 1942. Durante un mes el frente no se movió, luego vino nuestro gran avance desde el Donetz hasta el Don, al que siguieron meses de inmovilidad. El 16 de diciembre comenzó la ofensiva rusa en el Don y el 19 nuestra retirada: esa misma noche mi cuerpo del ejército se encontró encerrado en una bolsa. Habíamos recibido la orden de abandonar el Don sin combustible para los vehículos, por lo que tuvimos que abandonar todo nuestro equipo, sin poder salvar ni un solo cañón, ni las tiendas, ni las provisiones».

Son los días más dramáticos de la vida de Corti: los veintiocho días del retiro, magistralmente narrados en «I più non ritornano». La noche de Navidad de 1942, hizo un voto a María: si se salvaba, dedicaría su vida a trabajar por el Reino de Dios, a hacerse instrumento de ese Reino con los dones que le habían sido concedidos: «si me salvara, pasaría toda mi vida en función de ese versículo del Padre Nuestro que dice: venga a nosotros tu Reino».

Sólo en la noche del 16 de enero unos pocos supervivientes lograron salir del cerco ruso. Del Ejército Italiano en Rusia (ARMIR), que contaba con 229.000 hombres, el número total de muertos en combate y en cautiverio fue de 74.800; de los aproximadamente 55.000 soldados capturados, sólo regresaron 10.000. En cuanto al sector de Corti, de los aproximadamente 30.000 italianos del Trigésimo Quinto Cuerpo de Ejército cercados en el Don, sólo 4.000 saldrían del saco, de los cuales 3.000 estaban congelados o gravemente heridos. 

Vuelta a casa

Tras el regreso a casa y una difícil recuperación, en julio de 1943 volvió al cuartel de Bolzano, y luego fue trasladado a Nettunia, desde donde, después del 8 de septiembre, se dirigió a pie hacia el sur, en compañía de su amigo Antonio Moroni, para reincorporarse al ejército regular. Estos hechos, y todos los relativos a la guerra de liberación, se narran en «Gli ultimi soldati del re». Tras un periodo en los campos de rearme, Corti ingresa como voluntario en las unidades creadas para flanquear a los Aliados en la liberación de Italia, para salvar la patria:

«La patria no debe confundirse con los monumentos de los pueblos o el libro de historia: es el legado que nos han dejado nuestros padres, nuestro padre. Es la gente que se parece a nosotros: nuestra familia, nuestros amigos, nuestros vecinos, los que piensan como nosotros; es la casa en la que vivimos (que siempre, cuando estamos lejos, nos viene a la mente), son las cosas bellas que tenemos a nuestro alrededor. La patria es nuestra forma de vida, distinta de la de todos los demás pueblos.

Paz: primeros trabajos

De vuelta a la vida de clase media, el joven Corti comenzó a estudiar desganadamente para complacer a sus padres y se licenció en Derecho en 1947. Para entonces, el horror que había vivido y la incertidumbre por el mañana habían cambiado para siempre el enfoque de la realidad que le rodeaba. Es un veterano, y como tal lucha por reintegrarse en la vida ordinaria, en los problemas corrientes de los jóvenes de su edad. Ese mismo año publica «I più non ritornano», su primer libro con Garzanti, sobre el retiro ruso, que tan dolorosamente vivió. También en 1947, con ocasión de su último examen en la universidad, conoció a Vanda di Marsciano, la mujer que más tarde se convertiría en su esposa en 1951.

Ese año Corti empezó a trabajar en la industria de su padre: no le gustaba ese trabajo, pero siguió haciéndolo durante unos diez años.

Crónicas de la guerra

A lo largo de sus crónicas de guerra, es muy importante el análisis que hace Corti de la forma de luchar de los italianos, que son muy individualistas, instintivamente desquiciados y propensos a la rebelión contra la autoridad: el comportamiento de los italianos en la guerra representa perfectamente su forma de ser en casa.

El buen corazón de nuestros soldados es evidente. Igualmente evidente, sin embargo, es la dificultad para trabajar y unirse por el bien común. La cobardía de la mayoría se alternó con el heroísmo y el ardor patriótico de algunos individuos y cuerpos individuales, en particular los Alpini y los Corazzieri, excelentes soldados que fueron mejores incluso que los alemanes. Otras consideraciones bélicas y culturales importantes conciernen a alemanes, polacos y rusos.

Durante estos años, Corti se dedicó a un profundo estudio teórico e histórico del comunismo. Combinados con su experiencia personal en suelo soviético, estos estudios le hicieron comprender qué ocurría exactamente en Rusia; no sólo eso, con una lucidez intelectual verdaderamente única fue capaz de explicar las razones del fracaso -inevitable- de la ideología comunista. 

Vocaciones

Román Pardo: “El laico corre el riesgo de ser clericalizado”

El 6 de noviembre, se anunció el nombramiento de Román Pardo como nuevo decano de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca. Le entrevistamos sobre el papel del laicado en nuestros días, a raíz de un congreso que se celebra en estos momentos en su facultad sobre “Laicado y testimonio público de la fe”.

Javier García Herrería·7 de noviembre de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

Hace dos años en un congreso de laicos organizado por el Vaticano apenas había ponentes y asistentes laicos. Es más, la ponencia sobre la espiritualidad laical la dio un religioso. Este tipo de hechos dan la impresión de que todavía queda mucho para conseguir que los laicos tengan el protagonismo que el Concilio Vaticano II trató de impulsar. Esta semana tiene lugar en la Universidad Pontificia de Salamanca un congreso sobre “Laicado y testimonio público de la fe”. Charlamos con Román Pardo, profesor de Teología Moral y vicedecano de la Facultad de Teología. 

¿Cómo ha avanzado la comprensión del papel del laicado en las últimas décadas?

– En el siglo XIX laicos como el Beato Frédéric Ozanam y algunos otros pensadores comenzaron en Francia un movimiento que impulsó la teología del laicado y fue precursora de la Rerum novarum, de León XIII. Es interesante saber que en ese contexto había personas de mentalidad progresista y otras mucho más conservadoras, herederas de la visión del antiguo régimen. Sin embargo, unos y otros intuían que los laicos debían llevar a cabo la misión que habían recibido en el bautismo. 

¿En qué consiste específicamente esa misión?

– Además del rito del agua, en el bautismo somos ungidos con aceite, cuyo significado es mostrar que el nuevo cristiano comparte con Cristo una triple misión como profeta, rey y sacerdote. Esto quiere decir que los laicos, por virtud del sacerdocio común hacen presente lo sagrado allí donde estén; son profetas porque hablan de Dios a las personas que les rodean y anuncian su Reino y su venida al final de los tiempos.

Antes de seguir avanzando, ¿cómo definiría a un laico?

– La mejor definición con la que me he encontrado sobre el laicado es una del diccionario VOX que dice: “conjunto de fieles que pertenecen a la Iglesia católica, empeñados en la propagación del mensaje de Jesús en condiciones de vida normales”.

Volviendo a la situación presente, ¿cómo ve la Iglesia a los laicos hoy día?

– El cardenal Yves Congar, dominico y teólogo francés, impulsó teología del laicado en la segunda mitad del siglo XX. Insistió en que “el laico corre el riesgo de ser clericalizado”, algo que sin duda ocurre en nuestros días. En el Vaticano II la “Lumen Gentium” y la “Gaudium et spes” abrieron nuevas perspectivas, pero la sensación de muchos teólogos es que poco después hubo un estancamiento. Incluso en la “Christifideles laici” de Juan Pablo II, publicada en 1988, la comprensión de los laicos parece estar supeditada a su inclusión en los movimientos eclesiales que proliferaron en la última parte del siglo pasado. 

¿Quiere esto decir que todavía no se entiende el valor, el papel, de un laico en sí mismo? 

– Así es. Por ejemplo, en el camino sinodal alemán se ve la insistencia en que los laicos participen más del gobierno de la Iglesia, o de que las mujeres tengan más protagonismo en la liturgia. Son aspectos que clericalizan a los laicos. 

El laico ha sido durante mucho tiempo un sujeto pasivo en la Iglesia. Recibía los sacramentos, escuchaba la predicación, pero desde hace tiempo hay un esfuerzo para conseguir que sea un sujeto mucho más activo en la vida de la Iglesia y fuera de ella. 

Antes ha hablado de los movimientos, ¿cómo valoraría su inserción en las parroquias?

– En la Iglesia hay muchas realidades eminentemente laicales, aunque jurídicamente no sean movimientos, desde asociaciones de fieles hasta realidades carismáticas, una prelatura personal o realidades sin una configuración jurídica específica, como Emaús o Effetá. La inserción de todos estos carismas en la vida parroquial es muy distinta, pues depende de sus características específicas. Ahora bien, es importante guardar un equilibrio entre la participación en el propio grupo y en la vida en la parroquia. El cardenal Martini soñaba con que los nuevos movimientos se insertaran en la parroquia, que fueran motor allí. 

La parroquia es la plaza del cristiano, el lugar común en el que todos hacemos Iglesia, aunque sin olvidar que los laicos tienen que estar también en el lugar donde encuentre Dios. Y si es en una realidad distinta a la parroquia, pues bienvenido sea. Hay que conjugar estos dos aspectos del mejor modo posible.

Para acabar, ¿qué mensajes y retos cree que debería lanzar la Iglesia a los fieles?

– Pues quizá se pueda insistir en “dónde” y “cómo” tiene que estar. Tiene que estar dentro de la iglesia, pero también fuera. Y dentro de la iglesia no tiene que estar en la sacristía, aunque tampoco hay problema porque lo esté. 

El laico tiene que ser consciente de la consagración del bautismo, que le hace “sacerdote profeta y rey”, debe hacer presente a Cristo en medio del mundo. Debemos subrayar la identidad secular de los laicos, su papel en medio del mundo, pues a veces nos centramos en la eclesiología ministerial, que debate incansablemente sobre las funciones que es posible realizar en la Iglesia.

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Evangelio

Dios mira a los descartados. Domingo XXXII del Tiempo Ordinario (B)

Joseph Evans comenta las lecturas del domingo XXXII del Tiempo Ordinario y Luis Herrera ofrece una breve homilía en vídeo.

Joseph Evans·7 de noviembre de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos

Hay dos mentalidades posibles. La de los depredadores, como los escribas que, como dice Nuestro Señor en el evangelio de hoy, se tragan los bienes de las viudas al amparo de la hipocresía. O la de los protectores: y el primer protector es Dios, que ve a la viuda pobre y se ocupa de ella.

En las lecturas de hoy aparecen dos viudas y ambas son heroínas. Esto muestra claramente la diferencia entre la visión de Dios y la de los hombres. Idealizamos a los jóvenes, a los guapos…. A los ojos del mundo, la viuda es un desecho…, ¿quién se interesa por una viuda anciana?

Pero a los ojos de Dios, las viudas son preciosas. Aquellos que son menos valorados en la tierra son más valorados por Él. Es como si dijera: “¿Es que el mundo no te valora? Pues yo te valoraré aún más. Te adoptaré y te haré especialmente mía”.

La viuda de la primera lectura está relacionada con el profeta Elías. Había hambre en toda la región -como castigo por la idolatría del pueblo-, así que esta mujer no tenía comida. Sólo tenía fuerzas y alimentos para preparar una pequeña comida para ella y su hijo mientras se preparaban para morir. Pero Elías desafía su generosidad. Es como si dijera: “Crees que no tienes casi nada; pues bien, dame algo de eso. Da de tu pobreza, de tu indigencia. Confía en Dios y nunca te faltará”. La viuda lo hace y, como premio a su generosidad, la comida no se acaba. Siempre tiene suficiente.

Lo mismo ocurre con la viuda del Nuevo Testamento. No tenía hijos, ni familia en la que confiar. No tenía nada. Pero dio a Dios la nada que tenía y Dios lo vio – Jesús es Dios – y la bendijo.

Las viudas que parecen no tener nada que ofrecer al mundo tienen mucho que dar. A través de su generosidad, su fe y su confianza en Dios. Y Dios lo ve y lo valora mucho. Lo que los hombres no ven ni valoran, Dios sí.

Los ricos y los poderosos miraban con desprecio a aquella viuda cuando daban sus grandes sumas. Cristo miraba con alegría y aprecio lo que ella daba: ellos daban lo que les sobraba, y probablemente con orgullo, para presumir. Ella lo dio todo con humildad. Llama la atención que Jesús convocara a sus discípulos para hacer esta observación. Quería mostrarnos que había visto. “En verdad os digo” (nótese la insistencia), “que esta viuda pobre ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero esta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir”

La homilía sobre las lecturas del domingo XXXII del Tiempo Ordinario (B)

El sacerdote Luis Herrera Campo ofrece su nanomilía, una pequeña reflexión de un minutos para estas lecturas del domingo.

Zoom

La Iglesia colabora con los voluntarios en Valencia

Tras las inundaciones que han arrasado varios pueblos y ciudades en Valencia a principios de noviembre, los voluntarios atienden en el interior de una iglesia a las personas afectadas.

Paloma López Campos·6 de noviembre de 2024·Tiempo de lectura: < 1 minuto
Actualidad

El Papa reza por las víctimas de la catástrofe en Valencia

El Papa Francisco ha mandado su cariño a las víctimas de la DANA en Valencia y ha pedido oraciones por todos los españoles afectados.

Rome Reports·6 de noviembre de 2024·Tiempo de lectura: < 1 minuto
rome reports88

El Papa Francisco ha mandado su cariño a las víctimas de la DANA en Valencia y las otras comunidades afectadas en España.

El Santo Padre ha pedido públicamente oraciones por todas aquellas personas que sufren por la catástrofe y ha suplicado al Señor para que interceda y ofrezca consuelo a los españoles.


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Vaticano

El Papa ruega por Valencia a su Patrona

En la Audiencia general, el Papa Francisco ha rezado de nuevo por Valencia. En esta ocasión ha sido un Avemaría con los fieles ante la imagen de la Patrona, la Virgen de los Desamparados, presente en la Plaza de San Pedro. Además, el Santo Padre ha alentado a orar con el corazón y como hijos de Dios al Espíritu Santo, “abogado que nos defiende”.

Francisco Otamendi·6 de noviembre de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

Antes de comenzar la Audiencia general, y al concluir, el Papa Francisco ha rezado de nuevo por las víctimas, sus familiares, y los afectados por las recientes inundaciones en Valencia y sus gentes, explicando que la imagen de la Virgen de los Desamparados situada en el estrado se la habían regalado desde allí.

«Saludo a la Virgen de los Desamparados, la patrona de Valencia, que sufre tanto por el agua, y también otras partes de España. Valencia que está bajo el agua y sufre. Yo quería que estuviese aquí la patrona de Valencia, esta imagen que los valencianos me han regalado», ha señalado. 

“No olvidemos Valencia, España”, ha reiterado. “Hoy está con nosotros la Virgen de los Desamparados, patrona de Valencia, les invito a rezar un Avemaría”.

El Espíritu Santo y la oración cristiana

En el ciclo de catequesis sobre el Espíritu Santo, que ha cumplido su sesión duodécima, el Romano Pontífice ha dedicado la catequesis al Espíritu Santo y la oración cristiana, en la que ha seguido el texto, pero con varios momentos improvisados en los que ha enseñado a dirigirse al Paráclito con el corazón, “no como los loros”, y sabiendo que “Dios es mayor que nuestro pecado, porque todos somos pecadores”.

“El Espíritu de Dios es al mismo tiempo objeto y sujeto de la oración. Es objeto cuando rezamos para recibirlo, le pedimos, lo invocamos”, ha señalado el Papa. “Por ejemplo, la Iglesia lo implora en la Santa Misa, para que descienda y santifique el pan y el vino, Y es sujeto, cuando Él mismo reza en nosotros ayudándonos en nuestra debilidad, porque como dice san Pablo, no sabemos orar como conviene”.

El Espíritu Santo se revela en la oración como Paráclito, es decir,” como abogado y defensor, que intercede ante el Padre para que podamos gustar la alegría de su misericordia. Pero además de interceder por nosotros, el Espíritu Santo nos enseña a interceder por los hermanos. Y esta oración de intercesión agrada a Dios, porque es gratuita y desinteresada. Cuando rezamos por los demás, y los demás rezan por nosotros, la oración se multiplica”.

“Peregrinos de esperanza”

El Papa ha añadido en su saludo a los peregrinos de diversas lenguas algunos comentarios. Por ejemplo, a los de lengua española ha manifestado que “en este tiempo de preparación al Jubileo, pidamos al Espíritu Santo que interceda por nosostros para que seamos peregrinos de esperanza, dispuestos a seguir siempre a Jesús, que es el Camino, Verdad y Vida”.

En su saludo a los peregrinos polacos ha recordado la oración por los difuntos, y a los lengua italiana, ha rogado una vez más que recemos por la paz en la martirizada Ucrania, en Gaza  -ha recordado los 153 civiles ametrallados el otro día-, Israel, Myanmar.

“Nos da la verdadera oración”

En su reflexión de catequesis, el Papa ha recordado “otro aspecto, que es el más importante y alentador para nosotros: el Espíritu Santo es el que nos da la verdadera oración. “El Espíritu –dice San Pablo– nos ayuda en nuestra debilidad. Pues, nosotros no sabemos cómo pedir para orar como conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables; y el que escruta los corazones conoce cuál es la aspiración del Espíritu, y que su intercesión a favor de los santos es según Dios.» (Rm 8,26-27).

“Es cierto, no sabemos rezar. La razón de esta debilidad en nuestra oración se expresaba en el pasado con una sola palabra, utilizada de tres formas distintas: como adjetivo, como sustantivo y como adverbio. Es fácil de recordar, incluso para los que no saben latín, y merece la pena tenerla presente, porque ella sola encierra todo un tratado”. 

“Hijos de Dios”

“Nosotros, los seres humanos, decía aquel dicho, “mali, mala, male petimus”, que significa: siendo malos (mali), pedimos las cosas equivocadas (mala) y de la manera equivocada (male). Jesús dice: ‘Busquen primero el Reino y la Justicia de Dios, y se les darán también todas esas cosas por añadidura’ (Mt 6,33); en cambio, nosotros buscamos en primer lugar “la añadidura”, es decir, nuestros intereses, y nos olvidamos totalmente de pedir el Reino de Dios”.

“El Espíritu Santo viene, sí, en auxilio de nuestra debilidad, pero hace algo mucho más importante aún: nos atestigua que somos hijos de Dios y pone en nuestros labios el grito: ‘¡Abba! ¡Padre!’ (Rm 8,15; Gal 4,6)”, ha subrayado.

El autorFrancisco Otamendi

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Argumentos

La Iglesia en Holanda desde el siglo XVI hasta el comienzo del siglo XX

Comenzamos una serie de artículos sobre el cristianismo holandés. En este primer artículo una síntesis de los orígenes del cristianismo en los Países Bajos, la reforma protestante y el resurgimiento de los católicos hasta 1940.

Enrique Alonso de Velasco·6 de noviembre de 2024·Tiempo de lectura: 8 minutos

Artículos de la serie de la Historia de la Iglesia en Holanda:


Los Países Bajos, país conocido popularmente como Holanda, son tierra de contrastes: a pesar de apenas contar con recursos naturales, es una gran potencia económica gracias al desarrollo técnico y la capacidad de trabajo de su población, 18 millones de habitantes que viven en una superficie doce veces menor que España. La densidad de población es una de las más altas del mundo. 

Una quinta parte de la superficie del país está bajo el nivel del mar y ha sido ‘conquistada’ al mar a lo largo de los siglos. Gran parte del país es un delta en el que desembocan, entre otros ríos, diversos brazos del Rin y el Mosa. A pesar de la pobreza de su suelo arenoso, Holanda cuenta con una producción agrícola considerable gracias a avanzados métodos de cultivo.

Orígenes históricos

La lucha contra el mar y, más en general, el control del agua en los innumerables canales, ríos y lagos, han forjado el carácter holandés. Su historia está hecha por el mar. Antes de que los habitantes de estas tierras construyeran los primeros diques, escribía el historiador romano Plinio el Viejo (47 d.C.):

«Dos veces al día, una vasta marea oceánica barre una gran extensión de tierra y zanja la eterna disputa sobre si esta región pertenece a la tierra o pertenece al mar. Allí, esos pueblos viven en montículos o en plataformas construidas sobre el nivel más alto al que llega el mar. En ellas han construido sus chozas y, cuando la marea está alta son como marineros en sus barcos, pero cuando baja parecen más bien náufragos, ya que alrededor de sus chozas cazan peces que se retiran con el mar. (…) Cogen barro a mano, lo secan al viento y luego al sol, y utilizando esta tierra como combustible [turba], calientan su comida y sus mismas entrañas, heladas por el frío del norte. Y tales pueblos dicen ser esclavizados cuando son conquistados por el pueblo romano». 

Plinio no podía entender por qué los habitantes de la zona costera de la actual Holanda y Alemania (los frisones) no querían salir de su precariedad de vida y convertirse en súbditos del Imperio Romano. Y efectivamente nunca lo fueron. Cuando los romanos en el siglo V abandonaron estas regiones, dejando paso a diversos pueblos bárbaros, los frisones continuaron siendo independientes. Solo siglos más tarde empezaron a mezclarse gradualmente con los francos y otros pueblos, manteniendo una gran autonomía en las zonas costeras.

Cristianización de las tierras

Aunque el sur del actual país fue cristianizado ya en el s. IV, no fue hasta tres siglos después cuando el monje inglés San Willibrordo desembarcó en el norte del país para evangelizar a los frisones. Aun así, los habitantes de las zonas costeras mantuvieron bastantes costumbres paganas; duró siglos hasta que la cultura fue realmente cristianizada. Varios misioneros, entre ellos San Bonifacio (+ 754), fueron asesinados en Frisia.

Ya probablemente desde el s. X cada región cuidaba sus diques, con un sistema eficazmente organizado de representantes populares que, con gran autonomía respecto a las autoridades centrales y regionales, realizaban sus funciones de control de calidad y manutención. La primera «Junta de Aguas» (Waterschap) del delta del Rin fue erigida en 1255, reuniendo diversas pequeñas asociaciones locales. Actualmente existen 21 de dichas «Juntas» en todo el territorio nacional. 

Eligiendo a sus directivos por elecciones directas, estas «Juntas» se cuentan entre las instituciones democráticas más antiguas aún existentes en Europa; al estar al servicio de las comunidades locales velando por su seguridad, contribuyeron sobremanera a desarrollar una mentalidad práctica, solidaria y autosuficiente a la vez, con cierta aversión al centralismo y la acumulación de poder. Estas características han forjado el modo en que los holandeses a lo largo de la historia lucharon por lo que consideraban sus derechos, ya fuera en el terreno político, económico, o en lo referido a las ideas, la moralidad y la religión.

La naturaleza de los holandeses

Podríamos decir que el modo de ser holandés se caracteriza por un gran amor a la libertad (a veces rayando el individualismo), anti-centralismo y pragmatismo. Son más pragmáticos que intelectuales. También tienen una tendencia moralizante, en la línea del dicho popular: «país de pastores [predicadores protestantes] y comerciantes».

La importancia que los holandeses confieren a su derecho de autodeterminación (también económica) fue sin lugar a duda una de las razones por las cuales la sublevación de los Países Bajos tuvo tanto éxito cuando Felipe II exigió una lealtad total, expresada en el pago de impuestos elevados para financiar las múltiples guerras. El apoyo a la revolución no parece haber estado determinado principalmente por factores religiosos, ya que gran parte de las provincias que se separaron del monarca siguieron siendo mayoritariamente católicas hasta mucho después.

Llegada del protestantismo

La reforma protestante en Holanda fue fundamentalmente de corte calvinista. Más que los luteranos, fueron los calvinistas los que apoyaron con más fervor los intereses de Guillermo, Príncipe de Orange y líder de la sublevación contra Felipe II. En 1573, Guillermo, presionado por los líderes calvinistas más radicales y contra su tendencia tolerante, prohibió el culto católico en las dos primeras provincias que consiguió sustraer a la autoridad española.

En 1581, las siete provincias más septentrionales se independizaron y formaron los Estados Generales, que gobernarían el conglomerado de provincias unidas en la República Federal. Aun sin ser un gobierno confesional, la Iglesia Reformada Holandesa y sus miembros gozaron de una posición privilegiada, mientras otros grupos –católicos, judíos y anabaptistas entre otros– sufrían discriminaciones.

Aun así, los católicos holandeses siguieron siendo mayoría hasta bien entrado el siglo XVII sumando el total de la población de las siete provincias septentrionales. Los que se mantuvieron católicos pasaron a ser ciudadanos de segunda clase. Aunque en general no se les forzaba a pasar al calvinismo, sí que sufrieron bastantes discriminaciones: no les estaba permitido acceder a estudios, no podían ejercer ninguna función pública, no podían celebrar su culto públicamente y estaba prohibido tener jerarquía eclesiástica y tener contacto con sacerdotes.

Tierra de misión

La actual Holanda se convirtió a todos los efectos en ‘tierra de misión’, atendida por clérigos o religiosos más o menos clandestinos que dependían del Nuncio Papal en Colonia o Bruselas. Tras décadas sin apenas contacto con sacerdotes y sin muchas posibilidades de celebrar el culto católico, se fue dando paulatinamente el paso de una parte mayoritaria de los católicos al calvinismo en el norte de los Países Bajos.

¿Y qué ocurrió en el sur? La discriminación de los católicos fue llevada a cabo también en las provincias meridionales, que fueron anexionadas más tarde por la República y que formaban una zona fronteriza con las regiones que quedaron bajo gobierno español, en la actual Bélgica. Estas provincias del sur de los Países Bajos, Limburgo y Brabante, cuyas capitales son Maastricht y ‘s-Hertogenbosch, sí que se mantuvieron mayoritariamente católicas hasta finales del s. XX. Sin embargo, el calvinismo como forja cultural tuvo gran influencia en toda la mentalidad y cultura holandesas, también en estas zonas predominantemente católicas.

EL siglo XIX

La ocupación francesa (1795-1813) dio fin a la república de los Países Bajos. Napoleón devolvió a los católicos –al menos legalmente– algunos derechos civiles y religiosos. Ante la ley, los católicos y otros grupos minoritarios dejaron de ser ciudadanos de segunda categoría, e incluso hubo algún intento de restaurar la jerarquía. Pero este proceso de emancipación duraría todavía muchas décadas. Tras más de dos siglos de opresión, la parte católica de la población estaba formada principalmente por campesinos y comerciantes con escasa cultura, influencia o poder económico. En 1815, por deseo de los gobernadores de las diferentes provincias y con gran apoyo popular, Holanda pasó a ser una monarquía constitucional, con Guillermo I como rey (descendiente del insurrecto Príncipe Guillermo de Orange).

Cuando en 1853 se restauró la jerarquía, la emancipación de los católicos (que entonces formaban el 38% de la población) recibió un nuevo impulso. Para superar el atraso económico y cultural con respecto a sus conciudadanos protestantes, debían ayudarse mutuamente, tarea que acometieron con destreza. Guiados por sus recién nombrados obispos, y apoyados por numerosas órdenes y congregaciones religiosas, pusieron literalmente manos a la obra: construyeron entre 1850 y 1920 unas 800 iglesias, fundaron colegios y hospitales, editaron periódicos y comenzaron una radio católica.

Primera mitad del s. XX

En 1923 erigieron la Universidad Católica de Nimega, y desde comienzos del siglo XX se organizaron con éxito para ser representados en el parlamento: el primer católico que llegó a ser primer ministro entró en funciones en 1918 y el partido católico que representaba, participó en todos los gobiernos del país entre 1918 y 1945.

En algunos casos, este resurgir de los católicos y el aumento de su influencia en la sociedad, resultó en desasosiego e incluso protestas por parte del «establishment» protestante, que se sentía amenazado por ese bloque que hasta ese momento no tenía visibilidad ni voz ni voto, pero que se estaba convirtiendo en una fuerza innegable a todos los niveles.

Burbujas sociales

Los católicos, por su parte, se sentían amenazados no sólo por los grupos protestantes, sino también por otros de corte ilustrado, liberal o socialista. Fue por eso que los católicos empezaron a crear instituciones confesionales para protegerse y ayudarse mutuamente. Así pensaban crear un contexto adecuado para vivir su fe y facilitar su desarrollo y emancipación. La asistencia a Misa, la recepción de los sacramentos y el alto nivel de natalidad, llegaron a niveles insospechados e impensables en la mayoría de los países católicos.

Así, los católicos fueron construyendo un muro social alrededor de ‘su mundo’ y se fueron aislando progresivamente, viendo a los no católicos como extraños y competidores, si no como enemigos. Las nombradas instituciones con el predicado «católico» abarcaron no sólo aspectos religiosos, sino también la educación y la cultura, e incluso poco a poco todos los terrenos de la sociedad: la prensa, radio y televisión, el campo sindical o del trabajo, los gremios, la política, e incluso las actividades de recreo y deportivas.

Esto, que –aunque en menor medida– también se verificó entre los liberales, los socialistas y los protestantes, dio lugar a las llamadas «columnas»: sectores o porciones de la población autosuficientes que vivían sin apenas contacto con los demás grupos de la población (las otras «columnas»). Protestantes, liberales, socialistas y sobre todo católicos, se agrupaban así desde la cuna hasta la sepultura, y se distanciaban de los otros grupos de la población. Estas columnas eran lo que hoy en día llamaríamos burbujas sociales.

Columnización: el proceso por el cual la sociedad holandesa en su casi totalidad se fue segregando de modo más o menos espontáneo y libre en diversos grupos –o columnas–: católico, protestante y, en menor medida, liberal y socialista.

Poder humano

Según el famoso historiador católico Louis Rogier, parte importante de la identidad de un católico holandés en la primera mitad del s. XX consistía en esto: «no soy protestante». Esto se traducía en un control social eficaz que inconscientemente favorecía la mentalidad de grupo. ¿Y quiénes eran los líderes del grupo? Sobre todo, sacerdotes y religiosos, ya que la mayoría de los laicos no estaban bien formados y preparados. Efectivamente, gran cantidad de clérigos no solo dirigía parroquias u otras instituciones religiosas, sino también formaba parte de cuerpos directivos y asesores de periódicos, cadenas de radio y tv, partidos políticos, sindicatos, etc.

El resultado no sorprende: un grupo o proyecto bastante uniforme de presión política, social y mediática. Era lo que se llamaba «la Causa Católica» («de Roomsche Zaak») en la que la vida espiritual fue pasando paulatinamente a un segundo plano y el movimiento social de ayuda a los católicos a un primero. Como consecuencia, la Iglesia en general y el clero en particular adquirió mucho poder, que normalmente usaba para ayudar a la población católica, pero no exclusivamente en el terreno espiritual. En algunos casos se dieron excesos y partidismos, y se creó un espíritu de grupo que fácilmente podía asfixiar el legítimo deseo de libertad en asuntos temporales. Fue frecuente la intromisión del clero en asuntos temporales, que si bien estaban relacionados con «La Causa Católica», podían desdecir de su misión espiritual.


Próximos artículos

En un siguiente artículo veremos cómo la «columnización» en Holanda, con las consiguientes injerencias del clero en la vida social, política, familiar y personal de los católicos, –en el mejor de los casos– no favoreció el desarrollo de la libertad interior en los católicos, especialmente en lo que se refiere a su práctica religiosa.

El autorEnrique Alonso de Velasco

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El Espíritu Santo y la sanación

Si recibimos al Espíritu Santo, sus dones y frutos, lograremos sentir los sentimientos más puros y genuinos para alcanzar la altura y dignidad de los hijos de Dios. Eso es vivir una vida sana.

6 de noviembre de 2024·Tiempo de lectura: 5 minutos

¡Qué gran promesa! Se nos ha ofrecido un espíritu de valor, de sano juicio, dominio de instintos irracionales, para conseguir una mente sana, fortaleza moral, sabiduría y paz.

Celebramos al Espíritu Santo en el día de Pentecostés, lo pedimos en la confirmación, pero no nos damos cuenta de que es la fuerza constante o el “modus operandi” de todos los días en nuestro camino de fe. Porque Jesús fue la semilla de Dios en la tierra, y el Espíritu Santo, la semilla de Jesús en el corazón de cada converso y bautizado.

El regalo del Espíritu Santo

El Espíritu Santo es el regalo supremo de Jesús cuando nos dejó dicho en Juan 14, 16… “Yo rogaré al Padre y Él les dará otro protector que permanecerá siempre con ustedes, el Espíritu de Verdad, quien ustedes reconocerán y permanecerá con ustedes siempre”. Versículo 26, en adelante, “El Espíritu Santo, el intérprete que el Padre les va a enviar en mi Nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo lo que les he dicho”. 

El gran consolador, el traductor y transcriptor del Padre nos recordará, explicará, y enseñará todas las palabras y obras que Jesús dijo e hizo. Si hoy tenemos memoria de Dios y de los Evangelios sobre las enseñanzas y obras de Jesús, ha sido gracias a que el Espíritu Santo ha cumplido con lo encomendado. En otras palabras, en Juan 14 también nos confirma Jesús que el Espíritu Santo es pedagogo, consolador de corazones afligidos, y quien nos ayudará a comprender y recordar lo que leemos en la Biblia y lo que aprenderemos acerca de Dios y Su palabra. 

La mente humana tiene la costumbre de recordar más lo negativo que lo positivo; a recordar primero lo que nos ha hecho llorar que lo que nos ha hecho reír. Al Espíritu Santo se le encomendó ayudarnos a recordar las hermosas enseñanzas y hechos victoriosos de Jesús, y también es el Espíritu Santo el gran consolador, consejero divino y ayudante de la gracia de Dios en los intensos momentos de sanación interior de los recuerdos hirientes que nos atormentan.

La ayuda del Paráclito

El Espíritu declara nuestra hambre y necesidad de Dios y nos ayuda a descubrir e identificar nuestra verdadera esencia para orar más acertadamente. Como dice Gálatas 5, 16 “Anden en el Espíritu y así no cumplirán los deseos de la carne”. Es decir, necesitamos al Espíritu Santo para vencer la batalla del dominio de los instintos y las tendencias humanas. La lucha en contra de los deseos de la carne no se trata solo de la lujuria o perversión: también es ir en contra de tendencias al pesimismo, al egoísmo, a la violencia física y psicológica, al apego a las cosas materiales, a la falta de caridad y a la rebeldía espiritual.

En Isaías 11, 2 se nos sigue describiendo el gran regalo del Espíritu Santo: dice, “y reposará sobre Él, el espíritu de Yahvé, espíritu de sabiduría y entendimiento, espíritu de consejo y de  fortaleza, espíritu de conocimiento y temor de Dios”. En otras palabras, es donador de inteligencia sobrenatural, fortaleza, discernimiento, y sentido de reverencia a Dios.

En Filipenses 1,5 san Pablo desea “que haya en todos nosotros los mismos sentimientos de Cristo”. Para amar y compadecernos misericordiosamente como Cristo, vamos a tener que abandonar nuestra naturaleza humana y asumir Su naturaleza divina. De lo contrario lo que nos nace es el egoísmo, el distanciamiento, el juicio severo, y hasta conductas antisociales. El amar al estilo de Dios es aprender a sentir como sentía Cristo y obrar movidos como Él era movido cuando la misericordia protagonizaba todos sus actos.

Vivir en el Espíritu

Vivir en el Espíritu es vivir con valentía, perseverancia, alegría, resiliencia y santidad. Es vivir en nobleza espiritual, con discernimiento sabio, buscando la voluntad de Dios. Es estar dispuestos a entablar grandes batallas con gran valor, tomar dominio sobre lo humano para vivir en la dimensión espiritual. Porque si no espiritualizamos la vida, la vida humanizará nuestra fe. Vivir en la dimensión espiritual es siempre preferir los estilos de Dios, las expectativas de Dios, hablar con el lenguaje de la fe, orar como han rezado las almas puras y santas, y sentir los sentimientos más sublimes que no se manufacturan en las mentes y corazones heridos de seres humanos dañados, sino en la mente e intenciones santificadas que le vemos manifestar a los enamorados de Dios.

Vivir en el Espíritu es ir soltando lo que ya no nos pertenece para ir en busca de lo predestinado. Ir siempre priorizando las decisiones de la vida según el orden divino, optando por la verdad sobre la falsedad, sin preocuparnos por lo que el mundo piense, estime o sugiera; solo lo que quiere y desea Dios. En otras palabras, ser y actuar conforme al diseño y voluntad de Dios.

Los que caminan en el Espíritu siempre aman a Dios reverentemente, destacando la supremacía de Su amor, declarando hambre y sed de Su palabra, de la oración, de los sacramentos, y pendientes a experimentar más experiencias sublimes, espirituales y sobrenaturales.

La sanación del Espíritu Santo

Vivir en el Espíritu es dimensionarse en la vida no por las heridas del pasado sino hacia la visión del futuro: libres de ataduras, dependencias, codependencias y esclavitudes. Porque la única forma que satanás nos mantiene suyo es atándonos  a esclavitudes físicas y mentales, para crear en nosotros un espíritu de esclavitud espiritual. Con más razón, necesitamos ser liberados por el Espíritu Santo. El deleite del enemigo es hacernos esclavos; el deleite de Dios es hacernos libres.

El Espíritu Santo, en Su encomienda liberadora quisiera liberarnos de: 

1 – recuerdos persistentes de fracasos,

2 – el dolor por el abandono o el engaño del ser necesitado,

3 – el sentido de culpabilidad,

4 – resentimientos y odios perniciosos,

5 – estigmas por abusos, violaciones, actos de violencia,

6 – pérdidas irreparables,

7 – ataduras, vicios, esclavitudes,

8 – pecado personal o daños por el pecado ajeno,

9 – depresión, ansiedad, amargura,

11 – sentido de irrelevancia o crisis existencial,

12 – sentido de desesperanza.

La paz que da el Espíritu Santo

El Espíritu Santo nos regala el gran regalo de la paz del corazón. La paz es la que nos reconcilia con las historias y con los personajes de nuestras historias. Es la paz la que se convierte en capa impermeable del alma ante la injuria, la ofensa, el rechazo, el desamor. Es la paz la hermana de la fe y la autora de la esperanza. Es la paz la que nos otorga la autoridad sobre pensamientos debilitantes y sentimientos militantes. La paz es el puente a la felicidad. Sin paz en el corazón, nadie es feliz. 

Vivir en el espíritu es vivir creyéndole a Dios y a sus promesas. Isaías 43,1 dice tan hermosamente, – “yo te he creado. no temas porque yo te he rescatado. te he llamado por tu nombre y eres mío. Si atraviesas un río yo estaré contigo y no te arrastrará la corriente. Si pasas por medio de las llamas no te quemarás pues yo soy Yahvé tu Dios y para rescatarte entregaría a Egipto, Etiopía y Saba en lugar tuyo. porque te amo y eres valioso para mí”.

Cuando vivimos en el Espíritu, podemos experimentar lo que san Pablo dijo en Romanos 8, 31-37, “si Dios está de tu favor, quién estaré en tu contra? ¿Quién te separará del amor de Dios? Ni las pruebas, ni la aflicción, persecución, hambre, angustia, enfermedad, espada, peligro, muerte…de todo esto saldremos más que vencedores…pues nada te podrá separar del amor de dios en cristo Jesús”.

Una vida sana

Cuando vivimos en el Espíritu, podemos profesar lo que impactantemente dijo san Pablo en Filipenses 4, 11-13: “Sé vivir humildemente, y sé tener en abundancia. estoy preparado para todo, tanto para estar saciada como para sufrir hambre, para tener en abundancia como para padecer necesidad. todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.

Las prescripciones para una vida sana en todos los ámbitos y experiencias humanas, las encontraremos en Gálatas 5, 22-23. Según la Biblia católica, los frutos del Espíritu Santo son doce y se enumeran en Caridad, Gozo, Paz, Paciencia, Longanimidad, Bondad, Benignidad, Mansedumbre, Fidelidad, Modestia, Continencia, Castidad. 

¿Qué más buscamos? Si recibimos al Espíritu Santo, sus dones y frutos, lograremos sentir los sentimientos más puros y genuinos para alcanzar la altura y dignidad de los hijos de Dios. Eso es vivir una vida sana.

El autorMartha Reyes

Doctora en Psicología Clínica.

Actualidad

Paco, voluntario en Valencia: «Lo que está ocurriendo no tiene ni punto de comparación cuando lo vives en primera persona»

Un joven estudiante relata para Omnes su experiencia como voluntario de limpieza y ayuda a familias en Aldaia y Paiporta, dañadas por la DANA.

Francisco Torres·5 de noviembre de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

Todo empezó con un correo de la Universitat de València; se cancelaban las clases de mañana por las lluvias. El mensaje llegó mientras cenaba, y me dejó muy sorprendido, ya que no tenía ni idea de la magnitud de la situación. Supongo que nadie la tenía.

La mañana siguiente transcurrió con total normalidad, el cielo estaba nublado, pero apenas cayó una gota de agua en Valencia capital. Al ser universitario, aproveché para estudiar, evadiendome de la catástrofe que estaba sucediendo a escasos kilómetros de mi Colegio Mayor.

El panorama cambió a las ocho de la tarde cuando el mensaje de Protección Civil llegó a mi teléfono móvil. Esa calma de no tener clase llegó a su fin, y todavía no era consciente de lo que estaba ocurriendo.

Empecé a entrar en redes sociales y en los principales medios de comunicación para saber qué estaba pasando. Pueblos donde viven mis amigos de clase estaban completamente inundados, los coches eran arrastrados por la corriente, y personas permanecían encerradas en sus casas esperando la respuesta de un ser querido a la pregunta: “¿Estás bien?”. Nunca antes esa pregunta o la última conexión de Whatsapp había cobrado tanto sentido. Mientras tanto, sin saber cómo reaccionar, salí a la terraza para intentar entender qué estaba pasando. Recibí la llamada de mi madre, quería saber cómo estaba y yo respondí que todo bien. Pero al colgar el teléfono me pregunté si era tan grave lo que estaba pasando. 

Amanecí a la mañana siguiente con una sensación muy extraña. Cada vez veía más vídeos de la tragedia. De forma completamente espontánea, se organizó en el Colegio Mayor un coche para ir a un pueblo cercano, Aldaia, y poder ayudar. Poco a poco, se fue corriendo la voz y más residentes se ofrecieron para conducir más coches, hasta que llegamos a ser 30 voluntarios que salimos sin saber realmente qué nos esperaba ni a qué hora regresaríamos. 

Al bajar del coche ví la realidad de un pueblo de 31.000 habitantes completamente devastado y sepultado por el barro. Aunque parezca que a través de la pantalla puedes saber lo que de verdad está ocurriendo no tiene ni punto de comparación cuando lo vives en primera persona y miras al suelo y no eres capaz de ver tu zapato, pues está completamente sumergido en lodo. En Aldaia fuimos por las calles preguntando a los vecinos si necesitaban ayuda, ahí yo también me pregunté por qué les tocó a ellos vivir esta catástrofe y no a mí, ni a mi familia.  

En Aldaia nos detuvimos para ayudar en una residencia de ancianos dirigida por monjas de la Inmaculada Concepción. Cuando nos vieron llegar, sus rostros se iluminaron; a día de hoy todavía no sé muy bien por qué. Tener la fuerza para sonreír en esos momentos de adversidad es algo que, seguramente, se me quedará marcado para toda la vida, y espero poder seguir ese ejemplo. Ayudamos en todo lo que pudimos, llevándoles comida e intentando salvar los pocos muebles que se podían seguir utilizando.

Esa misma tarde fui a trabajar a mi periódico, Superdeporte. Fue entonces cuando tomé plena conciencia de la catástrofe que estaba a escasos minutos en coche de mi Colegio Mayor. Compañeros de trabajo a los que considero amigos habían perdido sus casas, sus coches e incluso sus mujeres en los lugares de trabajo; uno de ellos, su esposa embarazada de cuatro meses. Al poco de llegar, salí a la entrada para llamar a mis amigos con los que vivo, muchos de ellos todavía en Aldaia. Organizamos una salida para el día siguiente a Paiporta, el pueblo donde se originó la catástrofe. Caminamos más de una hora cargados de víveres, pero no estábamos solos; una inmensa cola de miles de voluntarios, llenos de solidaridad y cariño, nos acompañaba.

A pesar de ser tantas personas, sin ánimo de reconocimiento, ni siquiera de un simple «gracias», nos pusimos a ayudar. Allí estuve en la casa de unos ancianos, junto a un amigo vasco del Colegio Mayor, achicando barro de una habitación. Lo que más nos sorprendió fue ver la pared: se podían ver cuadros de la boda de los dueños de la casa manchados de barro. La línea que marcaba hasta dónde había llegado el agua el fatídico día de la inundación llegaba a un metro ochenta, una altura a la que yo me habría ahogado. Y, por alguna razón que desconozco, no me tocó a mí, sino a cientos de personas.

Cuando llegó la hora acordada, emprendimos el regreso a casa, y en el trayecto de vuelta seguía esa inmensa fila de personas dispuestas a ayudar. Pero no es suficiente. Se necesita ayuda profesional para poder salvar los bienes de quienes lo han perdido absolutamente todo. Y después de un camino de hora y media ida, hora y media vuelta pienso que en verdad los damnificados con su generosidad y su sonrisa me han ayudado más a mí que yo a ellos.

El autorFrancisco Torres

Vocaciones

La libertad en la vocación matrimonial y celibato

Fabrice Hadjadj y José Fernández Castiella mantuvieron una conversación sobre vocación y libertad en Librería Modesta.

Javier García Herrería·5 de noviembre de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

Dentro de la apretada agenda de Fabrice Hadjadj durante su reciente visita a España, hubo tiempo para un animado coloquio junto con el sacerdote José Fernández Castiella. Los temas que abordaron hicieron referencia al matrimonio, la libertad, la vocación y el celibato, a propósito del libro «El matrimonio, la gran invención divina«. 

El encuentro tuvo lugar en la Librería Modesta, algo particularmente oportuno, pues como señaló Hadjadj «hay un vínculo muy fuerte entre el matrimonio y la lectura, la lectura de bellas historias. Porque el hecho de poder aventurarse en un matrimonio es también por haber escuchado buenas y bellas historias, porque sigues creyendo en esta maravillosa aventura. Creo que hay un vínculo muy fuerte entre la librería, la lectura y el matrimonio, y hoy en día estamos viendo una pérdida del sentido de la narración del matrimonio porque también hemos perdido el sentido de la lectura. Por eso es estupendo que estemos en esta librería ´modesta`, una modesta librería pero con una concentración muy fuerte de inteligencia y palabras».

La narrativa del matrimonio

Fabrice Hadjadj abordó la naturaleza del matrimonio desde la perspectiva de “la narrativa de un drama», en la que el peso de los problemas y situaciones irresolubles se manifiesta en muchas dimensiones, incluso en la falta de plenitud en el ejercicio de la sexualidad. Esta misma narrativa dramática puede verse como en un reflejo del «drama» de la Historia de la Salvación de Dios al pueblo de Israel. Por su parte, Fernández Castiella llevó el argumento al terreno antropológico, atribuyendo al fin sobrenatural del deseo humano la causa del matrimonio, que “siempre está pendiente de una plenitud por alcanzar y que por eso mantiene su carácter proyectivo”. 

La libertad personal juega un papel decisivo en la configuración de la vocación matrimonial, pues la promesa, a la relación incondicional y de totalidad que origina y al compromiso del futuro, hace que el matrimonio deba ser considerado, según José Fernández, como «la vocación paradigmática que concentra los elementos esenciales de lo humano y desde la cual han de entenderse todas las vocaciones», incluida la suya propia, de sacerdote. 

Por eso subrayó la confluencia entre vocación y libertad con una frase del libro «La profundidad de los sexos», de Hadjadj: «La voluntad de Dios son deseos para los hombres».

Celibato

El filósofo francés trató la cuestión del celibato sacerdotal haciendo una analogía con la circuncisión como mutilación y sello divino en el pueblo de Israel, mientras que el autor español defendió la idea de que la Eucaristía es la compañía que saca de la soledad al célibe. Ambos coincidieron en que matrimonio y celibato se reclaman y enriquecen mutuamente.

La moderadora del encuentro, Paula Hermida, describió la castidad a partir de la pulsión de inmediatez que caracteriza nuestra sociedad. Si bien la tradición católica —Santo Tomás de Aquino en particular— ha tratado la castidad como parte de la virtud de la templanza, Hadjadj piensa que se trata de una parte de la justicia, ya que hace referencia a las relaciones con los demás y el casto es el que es capaz «de dar a cada uno lo suyo».

En ese sentido, el autor francés explicó que la castidad intensifica la feminidad o la masculinidad, a lo que el sacerdote enfocó su discurso de la falta de castidad como fragmentación que reduce la persona a su genitalidad.

Castidad

«La educación en la castidad no consiste tanto en reprimir una pulsión como en ampliar la mirada para ver al otro con su ser y biografía completa. De ahí nace el respeto. Por eso se hace necesaria una educación a través de la belleza que eduque la mirada y recupere el sentido contemplativo que integra todas las dimensiones», afirmó Castiella. 

En relación sobre la posibilidad de ser feliz en esa narrativa dramática del matrimonio y sobre los miedos que impiden la audacia para lanzarse a las aventuras. Hadjadj recurrió a ejemplos de la literatura para reivindicar la ejemplaridad, a lo que Castiella apoyó la urgencia «de asumir con libertad el protagonismo en el propio drama biográfico y consideró que el problema de la falta de audacia no son los miedos sino la falta de grandeza de alma».

Vaticano

El sínodo en la tradición de la Iglesia

Este largo itinerario de sinodalidad ha enriquecido a las Iglesias particulares y a toda la Iglesia universal, pues ha constituido una fuerte llamada a la unidad con los obispos diocesanos y del colegio de los obispos con el santo Padre, Pastor universal de la Iglesia de Dios.

José Carlos Martín de la Hoz·5 de noviembre de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

Con el Documento final del Sínodo de los Sínodos, termina la andadura sinodal en la que la Iglesia universal se ha empeñado en recuperar la Tradición inveterada de reunirse e intercambiar ilusiones, primero en las diócesis o eparquías, luego juntos todas las Iglesias particulares, las conferencias episcopales y, finalmente, en el Sínodo general de los obispos que está teniendo lugar desde la clausura del Concilio Vaticano II en Roma cada dos años.

La corresponsabilidad y la llamada a sentirnos todos Iglesia y la Iglesia de Jesucristo destinada a perdurar hasta el final de los tiempos, siempre joven y siempre reformándose, para escuchar al Espíritu Santos y ser dóciles a sus indicaciones y llevar el mensaje de salvación cristiano hasta el último rincón de la tierra.

Documento Final

El documento final del Sínodo que acaba de publicarse en italiano con fecha 26 de octubre de 2024 recuerda, en sus primeros números, cómo se ha llevado a cabo el Sínodo en Roma después de dos años de intenso trabajo y de dos periodos especialmente dedicados a esa tarea junto al Santo Padre.

Los frutos de este Sínodo quedan expresados en el documento final, que será recordado por su categoría, profundidad y magistral exposición que compagina lo universal de toda la Iglesia con constantes referencias a su aplicación en las Iglesias particulares. Ha sido elaborado con visión y metodología sinodal y habrá de ser fructificado en las Iglesias particulares al ser convocados periódicamente Sínodos y Concilios provinciales como recuerda el derecho vigente (n. 129).

Han sido dos años de Sínodo en Roma que han estudiado las conclusiones de muchos Sínodos en las Iglesias particulares y ha sido resuelto volviendo a la tradición de la Iglesia del primer milenio, donde caminábamos juntos la Iglesia en Oriente y en Occidente bajo un solo Romano Pontífice.

Conexión con el Vaticano II

El Documento final del sínodo que acaba de terminarse en Roma está profundamente conectado con el Concilio Vaticano II y con el magisterio reciente de la Iglesia. Recoge desde sus primeros números el espíritu de comunión de todas la Iglesias particulares con el Romano Pontífice y la ilusión ecuménica, una vez más expresada como ruego al Espíritu Santo. 

Indudablemente, la sinodalidad ha sido recuperada en torno a la llamada universal a la santidad como proclamó la Constitución apostólica «Lumen Gentium» (n. 11) y que san Juan Pablo II recogió en «Novo Milenio ineunte» bajo el enunciado de “la pastoral del Siglo XX sería la pastoral de la santidad” (n.2). Precisamente, durante el Pontificado del Papa Francisco se ha mantenido un ritmo intenso de beatificaciones y canonizaciones y también de beatificaciones de mártires de las persecuciones religiosas del siglo XX.

Fuentes de la revelación

El Documento de la Sinodalidad está sólidamente trabado sobre las Fuentes de la Revelación entregadas al Magisterio de la Iglesia y renovadas en estos años pasados en el quehacer teológico y universitario del mundo entero. Las constantes referencias a la Tradición Apostólica y a la Sagrada Escritura proporcionan raigambre a un documento llamado a perdurar por muchos años. A las fuentes teológicas hay que añadir la metodología sinodal aplicada en las fases diocesanas y nacionales y también en el aula del propio Sínodo en Roma.

Lo primero que llama la atención en el Documento final del Sínodo que acaba de concluir en Roma, es que el Santo Padre lo ha tomado como suyo, puesto que lo ha estado trabajando, discutiendo en la propia aula sinodal y, con la suprema autoridad que le corresponde expresa que es un fruto del Espíritu Santo.

Conversión personal

Inmediatamente, el documento expresa la importancia de la conversión personal para poder elaborar escritos y desarrollar las sesiones del sínodo. Era necesaria la gracia de la conversión para estar a la escucha del Espíritu Santo que habla a cada uno de los padres sinododales. Al igual que en el documento del santo Padre, de convocatoria del Jubileo del año 25 en Roma, el Documento final del Sínodo expresa la importancia de pedir perdón por el daño causado a ”la creación, los emigrantes, los más necesitados, los pueblos indígenas, los niños, las mujeres, los enfermos, y descartados (n.6).

Enseguida nos recordará el Papa Francisco en este documento final que toda la Iglesia convertida sinodalmente ha de renovar su compromiso por las misiones y el espíritu misionero, también en el primer mundo donde debemos llevar la semilla del Evangelio y el anuncio de la salvación (n. 11).

La sinodalidad en Juan Pablo II

Como es sabido, el papa Juan Pablo II en la Encíclica «Ut unum sint» recordaba la importancia de estudiar el ejercicio del ministerio petrino en el primer milenio del cristianismo cuando no se había producido el Cisma de Oriente de Miguel Cerulario del 1054. Una de las conclusiones del Congreso organizado por el Dicasterio de Doctrina de la fe para responder a ese reto, fue la de recuperar la sinodalidad (nn. 18, 28, 31) que en la Iglesia Ortodoxa se había continuado viviendo desde entonces mientras que en la Iglesia Católica había quedado solo para aplicar los grandes concilios, Trento o el Concilio Vaticano II y otras ocasiones previstas por el Derecho (n. 129).  

Conocer este dato ayuda a entender el énfasis del Sínodo de la sinodalidad y el horizonte ecuménico del que está profundamente transido este documento final del Sínodo (n. 139).

Actualidad

Noviembre

Resumen esquemático de los principales discursos y audiencias que tienen lugar en el Vaticano a lo largo del mes de noviembre.

Redacción Omnes·4 de noviembre de 2024·Tiempo de lectura: 6 minutos
RelacionadasNoticias RelacionadasOctubre 202

Sábado 30

En su discurso a los participantes en la Conferencia de Todas las Religiones, Francisco destaca el valor del diálogo en el contexto mundial marcado por «la intolerancia y el odio».

En el mensaje entregado por el cardenal Koch al Patriarca ecuménico Bartolomé I con motivo de la fiesta de San Andrés, Francisco exhorta al esfuerzo común y a la oración para «acoger el don divino de la unidad».

Jueves 28

El Papa Francisco recibe a la Comisión Teológica Internacional y les anima a desarrollar una teología de la sinodalidad.

El Papa ha comentado en una audiencia que quiere viajar a Nicea (actual Turquía) en 2025 para celebrar los 1700 años del primer concilio.

Audiencia a los religiosos y religiosas de la familia calasancia.

Miércoles 27

En la Audiencia general el Papa alienta a “evangelizar con alegría” y apoyar a los ucranianos. En su palabras a los peregrinos de diversas lenguas, a las que pronto se añadirá el chino, Francisco ha animado a irradiar la alegría, fruto del encuentro con Jesús, en el Adviento que comienza el domingo.

Martes 26

«Plaza de San Pedro«: la nueva revista donde el Papa responde a los fieles. En sus páginas se abordarán temas de actualidad, desde los desafíos que afrontan las familias hasta las diversas formas de exclusión. También se anuncian dos nuevas webcams en el Vaticano, una en la tumba del Apóstol Pedro y otra en la Puerta Santa para vivir el Jubileo también «desde lejos».

Lunes 25

El documento final del Sínodo será aceptado como magisterio pontificio ordinario. El Papa pide que se aplique en las diócesis y los obispos comenten los avances en sus visitas «ad limina».

En un encuentro con la comunidad académica del Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II, el Papa Francisco subrayó la importancia de que la Iglesia no solo fomente el matrimonio como base de la familia, sino que también extienda su atención pastoral a quienes conviven sin casarse y a los divorciados que han vuelto a casarse.

El Santo Padre participa en un acto conmemorativo del 40º aniversario del tratado de paz entre Argentina y Chile en 1984, que determina la solución completa y definitiva a la disputa por el canal Beagle.

El Papa señala que el diálogo es el único camino posible para la paz en Tierra Santa. El Papa recibió en audiencia al Universal Peace Council (Consejo Universal de la Paz) que involucra a jóvenes de diferentes culturas y confesiones en la promoción de la paz en la zona de Oriente Medio.


Domingo 24

En la Solemnidad de Cristo Rey del Universo, durante la meditación que acompaña al Ángelus, el Papa Francisco indicó que «Jesús salva la creación, porque Jesús libera, Jesús perdona, Jesús da paz y justicia». Pero es esencial escuchar su voz y reconocerle como «Rey» en nuestros corazones.

Miércoles 20

En la Audiencia, el Papa ha manifestado que “los laicos no son una especie de colaboradores externos o tropas auxiliares del clero, sino que tienen sus propios carismas y dones con los que contribuir a la misión de la Iglesia”.

El Papa Francisco ha anunciado esta mañana la canonización del beato Carlo Acutis, el joven italiano que murió con sólo 15 años por una leucemia fulminante, y caracterizado por un gran amor a la Eucaristía. 

Lunes 18

El Papa envía un mensaje a la reunión del G20. El texto fue leído por el cardenal Parolin y pide reorientar los fondos militares para luchar contra la desigualdad y tomar decisiones audaces que garanticen la dignidad y la alimentación para todos.


Domingo 17

El Papa Francisco invita en el Ángelus a dar a las cosas «su justo peso» y a reflexionar sobre «lo que pasa y lo que permanece en nuestras vidas», recordando que no tenemos que estar apegados a las cosas de la tierra sino a las palabras de Jesús que nos guían hacia la vida eterna.

El Pontífice preside la Santa Misa con ocasión de la VIII Jornada Mundial de los pobres y hace un llamamiento a toda la Iglesia, a los gobiernos de los Estados y a las Organizaciones internacionales: “por favor, no se olviden de los pobres”.

Sábado 16

El Papa se reúne con los seminaristas de Pamplona, Tudela y San Sebastian.

Viernes 15

Francisco envía una carta a los sacerdotes, religiosos y clérigos de su diócesis invitando, en vista del Jubileo, a las diversas realidades eclesiales a poner a disposición locales de alojamiento o pisos vacíos de su propiedad para «frenar la emergencia habitacional», «generar esperanza» y activar «formas de protección» para quienes no tienen casa o corren el riesgo de perderla.

En la primera asamblea sinodal de las Iglesias en Italia, en la basílica de San Pablo Extramuros del 15 al 17 de noviembre, Francisco dirige un mensaje de aliento para que lo que se ha recogido en los últimos años se traduzca en opciones y decisiones evangélicas, como Iglesia abierta a la escucha del Espíritu. Exhorta a los obispos a ser paternales y amorosos, asumiendo la responsabilidad de lo que se decidirá.

Jueves 14

El Papa se reunió con un grupo de rehenes israelíes liberados en Gaza.

En un mensaje a los participantes en un encuentro sobre el bien común organizado por la Pontificia Academia para la Vida, el Papa Francisco subrayó la necesidad de buscar la justicia en «toda defensa de la vida humana». Para él, «es muy importante recordar el bien común, una de las piedras angulares de la doctrina social de la Iglesia».

Francisco recibe a los participantes en la conferencia del Dicasterio para las Causas de los Santos.

Miércoles 13

El Santo Padre ha continuado su catequesis sobre el Espíritu Santo, en esta ocasión subrayando la relación entre el Paráclito y la Virgen María. Ha empezado recordando dicho tradicional «Ad Iesum per Mariam», es decir, «a Jesús por María».

Martes 12

Nada relevante.

Lunes 11

El Santo Padre recibió en audiencia a los miembros del Santo Sínodo de la Iglesia Siro-Malankar Mar Thoma, que visitan por primera vez la Iglesia de Roma para intercambiar el abrazo de paz con su Obispo. A ellos, el Pontífice los alentó a “continuar con el diálogo”, con la esperanza de “que acelere el día en el que podamos compartir la misma Eucaristía”.


Domingo 10

Durante el Ángelus del domingo el Pontífice reflexionó, a partir del Evangelio, sobre la responsabilidad social de cada cristiano. El Santo Padre pidió a los católicos alejarse de la hipocresía de los fariseos que Cristo denuncia, y animó a todos a «hacer el bien sin apariencias y con sencillez».

Sábado 9

El Papa Francisco recibió al Patriarca asirio Mar Awa treinta años después de la firma de la «Declaración cristológica común» de Juan Pablo II y Mar Dinkha IV que puso fin a 1.500 años de controversias doctrinales entre las Iglesias católica y oriental. En la audiencia estuvieron presentes los miembros de la Comisión Mixta para el Diálogo Teológico.

En un comunicado, la Universidad Lateranense presenta la nueva estructura de la universidad compuesta por numerosos laicos. Un cambio en línea con los estatutos de la Pul y que se articulará en varios frentes para relanzar su desarrollo y su vocación innata de ser un lugar de encuentro y diálogo.

El Papa nombra a fray Pasolini como nuevo predicador de la Casa Pontificia, Sucede a Cantalamessa, otro célebre franciscano que ocupó este cargo desde 1980.

Jueves 7

El Papa recibió en audiencia a los voluntarios y sin techo del grupo «Begegnung im Zentrum» de Viena y recordó que la ayuda es también “una simple sonrisa, un gesto de amistad, una mirada fraterna, una escucha sincera, un servicio gratuito”.

El Santo Padre se reunió con los seminaristas de Toledo.

Miércoles 6

En la Audiencia general el Papa Francisco ha rezado de nuevo por Valencia ante la imagen de su Patrona, la Virgen de los Desamparados, presente en la Plaza de San Pedro. Además, el Santo Padre ha alentado a orar con el corazón y como hijos de Dios al Espíritu Santo, “abogado que nos defiende”.

Fernando Enrique Ramón Casas y Arturo Javier García Pérez nombrados obispos auxiliares de Valencia, en un momento muy necesario para la diócesis por el desastre de la DANA.

Martes 5

El Papa imparte una lección magistral en la Universidad Gregoriana. Al regresar de la conferencia ha visitado a Emma Bonino, exministra de Asuntos Exteriores de Italia, recientemente dada de alta en el hospital.

Lunes 4

El Vaticano anuncia que el Papa creará un nuevo cardenal a los ya anunciados. Será el arzobispo de Nápoles, Domenico Battaglia.

El Papa recibe a los participantes del tercer encuentro de “Iglesias Hospital de Campaña”. Francisco les ha agradecido su compromiso con los refugiados, los pobres y los sin techo.


Domingo 3

El Santo Padre continua pidiendo oraciones por Valencia y reflexiona en el Ángelus de este domingo sobre si ‘el amor a Dios es el centro de mi vida’.

Sábado 2

Desde el Cementerio Laurentino, en Roma, el Santo Padre preside una misa en sufragio de todos los fieles difuntos.

Viernes 1

El Papa celebra la fiesta de todos los santos y pide por la paz en el rezo del Ángelus.

RelacionadasNoticias RelacionadasOctubre 202
España

Valencia: una Iglesia manchada de barro

Las imágenes de las trágicas riadas que han recorrido las poblaciones de la Comunidad Valenciana han dado la vuelta al mundo. Muchas parroquias y propiedades eclesiásticas han quedado dañadas, pero desde esos mismos lugares los creyentes se han puesto manos a la obra para ayudar a los afectados.

Redacción Omnes·4 de noviembre de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

Más de veinte sacerdotes diocesanos desarrollan su labor pastoral en las zonas más afectadas por la tragedia. Desde sus centros parroquiales, a veces convertidos en centros logísticos de alimentos y materiales, tratan de paliar las necesidades básicas de sus poblaciones. Como es sabido, las ayudas están tardando mucho en llegar y queda un gran trabajo de reconstrucción y acompañamiento. Además de las ayudas directas que miles de voluntarios han enviado en este puente, en muchas parroquias españolas las colectas de este domingo fueron destinadas a Cáritas de Valencia. El bizum creado por esta entidad (38026) puede ser una manera sencilla y segura de colaborar.

El delegado episcopal de Cáritas Española, Luis Miguel Rojo, señalaba en Alfa y Omega que «muchos de nuestros voluntarios se han visto afectados, han perdido su casa o peor aún a sus familiares o amigos. Nuestros voluntarios son parte del tejido social: estaban antes, están ahora y seguirán estando cuando ya casi no nos acordemos de lo que ha sucedido».

Imágenes virales

El sacerdote Gustavo Riveiro, muestra una imagen recuperada del Cristo yacente de la parroquia de San Jorge: «su imagen con el rostro lleno de barro nos recuerda a los más de cien fallecidos en Paiporta, a la cantidad de desaparecidos aún no cuantificables, y a sus familias, que es la verdadera tragedia, la de las personas que han perdido la vida. Todo lo demás se irá recuperando cuando sea posible, y si es posible…».

Otra imagen que ha dado la vuelta al mundo muestra al sacerdote Federico Ferrando junto a una religiosa y algunos voluntarios en la localidad de Paiporta.

Una parroquia, centro de campaña

La parroquia Nuestra Señora de Gracia de La Torre, cuya foto encabeza esta noticia se ha convertido en el centro de recogida de alimentos y productos de primera necesidad. Es la viva imagen de la Iglesia como hospital de campaña. Junto con la colaboración del Ayuntamiento y Protección Civil coordina más de 200 voluntarios que diariamente sacan adelante este centro logístico que atiende las necesidades primarias de la población.

El Arzobispo de Valencia, Enrique Benavent, ha visitado la parroquia y las principales localidades destruidas para acompañar a los afectados y mostrar su cercanía y apoyo. La Diócesis de Valencia agradece las muestras de solidaridad que llegan de manera permanente, tanto desde España como de otros países.

Palabras del Papa

En el ángelus que el Papa dirigió el domingo, día 3, en la Plaza de san Pedro pidió seguir rezando por Valencia, «que tanto están sufriendo estos días», e interpeló directamente a los fieles con dos interrogantes: «¿Qué hago yo por la gente de Valencia? ¿Rezo, ofrezco algo? Piensen en esta pregunta».

Unos días antes, el 31 de octubre, había expresado su solidaridad en un vídeo enviado a Luis Argüello, presidente de la Conferencia Episcopal Española.

Enseñanzas del Papa

Servir a la verdad y a la esperanza. El Papa en Bélgica y Luxemburgo

Durante su visita a Bélgica y Luxemburgo el Papa Francisco llevó a quienes se encontraron con él un mensaje de esperanza y espíritu de servicio.

Ramiro Pellitero·4 de noviembre de 2024·Tiempo de lectura: 7 minutos

Entre el 26 y el 29 de septiembre el Papa Francisco realizó una visita pastoral a Bélgica y Luxemburgo. 

Las enseñanzas que surgieron en esa breve e intensa visita quedaron organizadas en torno a dos lemas: “Para servir” y “En camino, con Esperanza”. 

Acogida, misión, alegría

“Para servir” fue su divisa en Luxemburgo; un país comprometido, tras la Segunda Guerra Mundial, en la promoción de la unidad y de la solidaridad en Europa. 

En su encuentro con la comunidad católica, celebrado en la catedral de Notre-Dame de Luxemburgo, inauguró un jubileo mariano con motivo de los cuatro siglos de devoción a María, Consuelo de los afligidos, Patrona del país. 

Se detuvo a considerar tres palabras: servicio, misión y alegría. En relación con el servicio, subrayó el espíritu de acogida: “Los animo a permanecer fieles a esta herencia, a esta riqueza que ustedes tienen, a seguir haciendo de vuestro país una casa acogedora para todo el que llame a vuestra puerta pidiendo ayuda y hospitalidad” (Discurso, 26-IX-2024). Un deber de justicia y de caridad, que lleva, como dijo Juan Pablo II en este país en 1985, a compartir el mensaje del Evangelio “en la palabra del anuncio y en los signos del amor”. Insistió Francisco en la unidad entre la palabra del anuncio y los signos del amor, en este momento de Europa y del mundo. 

Respecto a la misión, señaló que la Iglesia, en el contexto de una sociedad secularizada como es la europea, debe progresar, madurar y crecer: “No se repliega en sí misma, triste, resignada, resentida, no; sino que acepta el desafío, en fidelidad a los valores de siempre, de redescubrir y revalorizar de manera nueva los caminos de evangelización, pasando cada vez más de una simple propuesta de atención pastoral a una propuesta de anuncio misionero”. 

En tercer lugar, recalcó que nuestra fe “es alegre, ‘danzante’, porque nos manifiesta que somos hijos de un Dios amigo del hombre, que nos quiere contentos y unidos, que nada lo hace más feliz que nuestra salvación”.

Dos calamidades del momento

Ya en Bélgica –puente entre el mundo germánico y el latino, entre el sur y el norte de Europa, entre el continente y las islas británicas–, la visita papal se realizó bajo el emblema “En camino, con Esperanza”.

Además de observar las “dos calamidades” de este momento, el invierno demográfico y el infierno de la guerra, señaló Francisco que la Iglesia es consciente de los dolorosos antitestimonios que se dan en su seno, concretamente de los abusos de menores, a los que se refirieron tanto el rey de Bélgica como el primer ministro en sus discursos. El Papa indicó que es necesario pedir perdón y resolver esta situación con humildad. Es necesario, agregó, “que la Iglesia encuentre siempre en sí misma la fuerza para actuar con claridad y no uniformarse con la cultura dominante, aun cuando esa cultura utilizase –manipulándolos– valores que derivan del Evangelio, pero solo para sacar de ellos conclusiones ilegítimas, con sus consecuentes cargas de sufrimiento y exclusión” (Encuentro con las autoridades y la sociedad civil, Bruselas, 27-IX-2024).   

Ensanchar las fronteras

El mismo 27 de septiembre el sucesor de Pedro se encontró con los profesores universitarios en la Universidad Católica de Lovaina. Comenzó enunciando la primera tarea de la universidad: “Ofrecer una formación integral para que las personas adquieran los instrumentos necesarios para interpretar el presente y proyectar el futuro”. En esa línea, apuntó que las universidades deber ser “espacios generativos” de cultura, de pasión por la búsqueda de la verdad y al servicio del progreso humano.“En particular, los ateneos católicos, como este, están llamados ‘a llevar la aportación decisiva de la levadura, de la sal y de la luz del Evangelio de Jesucristo y de la Tradición viva de la Iglesia, que está siempre abierta a nuevos escenarios y a nuevas propuesta’” (Const. ap. Veritatis gaudium, 3).

En este contexto, el Papa les invitó a “ensanchar las fronteras del conocimiento”. “No se trata –explicó– de aumentar las nociones o las teorías, sino de hacer de la formación académica y cultural un espacio vital, que abraza la vida y la interpela”. 

De esa manera se podrán vencer las tentaciones del pensamiento débil (y relativista) y del racionalismo cientificista o materialista. Dos tentaciones emparentadas entre sí por una renuncia o un reduccionismo en relación con la verdad.

Por una parte, estamos sumergidos en una cultura marcada por la renuncia a la búsqueda de la verdad; hemos perdido la inquieta pasión de indagar, para refugiarnos en la comodidad de un pensamiento débil –el drama del pensamiento débil–, para refugiarnos en la convicción de que todo es igual, de que una cosa vale lo mismo que la otra, de que todo es relativo”.

Por otra parte, cuando se habla de la verdad en los contextos universitarios y también en otros ámbitos, se cae muchas veces en una actitud racionalista, según la cual solo se puede considerar verdadero lo que podemos medir, experimentar, tocar, como si la vida se redujese únicamente a la materia y a lo visible. En ambos casos los límites resultan reducidos”.

En relación con estas dos actitudes, el Papa habló de “cansancio del espíritu” y de “racionalismo sin alma”, ilustrándolas a partir de Kafka y Guardini. Buscar la verdad es ciertamente agotador –indicó– porque nos compromete, nos desafía y nos hace preguntas; y por eso “nos atrae más una ‘fe’ fácil, ligera y cómoda, que nunca nos cuestiona nada”. Por otra parte, si la razón se reduce a lo material, se pierde el asombro, y entonces falla el itinerario del pensamiento y se acalla la pregunta por el sentido de la vida, que solo puede reconocerse plenamente en Dios. 

Por todo ello es necesario invocar al Espíritu Santo para ensanchar las fronteras, no solo de los refugiados, sino también de la cultura y del conocimiento, sobre todo al servicio de los más débiles (cfr. A. Gesché, Dios para pensar, Salamanca 2010). 

Evangelización, alegría y misericordia

El sábado 28 de septiembre el Papa se encontró con los obispos, presbíteros y operadores pastorales belgas en la basílica del Sacro Cuore de Koekelberg. Para afrontar el momento actual les propuso tres caminos: evangelización, alegría y misericordia

Estamos en medio de un tiempo y una crisis que nos invita a volver al camino esencial: la evangelización. “Un tiempo –la Biblia lo llama ‘kairós’– que se nos ha ofrecido para sacudirnos, para interpelarnos y para cambiar”. La crisis se manifiesta en que “hemos pasado de un cristianismo establecido en un marco social acogedor, a un cristianismo ‘de minorías’ o, mejor dicho, de testimonio”. 

Esto, observa Francisco, reclama la valentía de una conversión eclesial, para afrontar las transformaciones necesarias en cuanto a las costumbres, los modelos de referencia y los lenguajes de la fe, de modo que se sitúen mejor al servicio de la evangelización (cfr. Evangelii gaudium, 27). Concretamente, necesitamos abrirnos más a las exigencias del Evangelio para superar la uniformidad y abrirnos a la diversidad, para llegar más y mejor a una sociedad que ya no lo escucha o se aleja de la fe. 

El segundo camino a transitar es la alegría. “No se trata –explica el Papa– de las alegrías asociadas a algo momentáneo, ni de consentir los modelos de evasión o de diversión consumista; sino de una alegría más grande, que acompaña y sostiene la vida inclusive en los momentos oscuros o dolorosos, y esto es un don que viene de lo alto, de Dios”. 

Se trata, por tanto, de la alegría del corazón suscitada por el Evangelio: “Es saber que a lo largo del camino no estamos solos y que aún en las situaciones de pobreza, de pecado, de aflicción, Dios es cercano, cuida de nosotros y no permitirá que la muerte tenga la última palabra”. Dios es cercano, cercanía. 

En este punto, Francisco citó una frase de Joseph Ratzinger antes de ser Papa, cuando escribió que una regla del discernimiento es la siguiente: “donde muere el humor, ni siquiera existe el Espíritu Santo (…). Y viceversa: la alegría es signo de gracia” (El Dios de Jesucristo, Brescia 1978). 

En tercer lugar, está el itinerario de la misericordia, porque Dios jamás nos retira su amor.La misericordia es necesaria para cambiar nuestro corazón de piedra ante el sufrimiento, concretamente el de las víctimas de los abusos o de los presos por los errores cometidos; porque nadie está perdido para siempre. 

Antes de despedirse, el Papa evocó cuadro del pintor belga René Magritte, titulado El acto de fe: “Representa una puerta cerrada por dentro, pero con una abertura al centro, está abierta hacia el cielo. Es una abertura que nos invita a ir más allá, a mirar hacia delante y hacia arriba, a no encerrarnos nunca en nosotros mismos, nunca en nosotros mismos”. 

Y añadió: “Los dejo con esta imagen, como símbolo de una Iglesia que nunca cierra sus puertas –por favor, nunca cierra las puertas–, que a todos ofrece una apertura al infinito, que sabe mirar más allá. Esta es la Iglesia que evangeliza, que vive la alegría del Evangelio, que practica la misericordia”.

Desarrollo integral y búsqueda de la verdad

El Papa se alegró en el encuentro con los estudiantes universitarios, en el aula magna de la Universidad Católica de Lovaina (28-IX-2024). Le recibieron con un himno alusivo a la encíclica Laudato si’ en estilo jazz. Luego le leyeron una carta que planteaba algunos desafíos, incluyendo de modo crítico ciertos aspectos de la doctrina católica. En su respuesta, Francisco, recogió las preocupaciones ante el futuro y la angustia por la incertidumbre, a la vez que señaló cómo la esperanza es nuestra responsabilidad.

Con referencia al desarrollo integral, señaló que “se refiere a todas las personas en todos los aspectos de su vida: física, moral, cultural, sociopolítica; y a esto se opone cualquier forma de opresión y de descarte. La Iglesia denuncia estos atropellos, comprometiéndose ante todo en la conversión de cada uno de sus miembros, de nosotros mismos, a la justicia y la verdad. En este sentido, el desarrollo integral se apela a nuestra santidad: es vocación a la vida justa y feliz, para todos”. 

Después de aludir al papel de la mujer en la Iglesia y a la importancia del estudio, se refirió a la búsqueda dela verdad, sin la cual la vida pierde sentido. “El estudio tiene sentido cuando busca la verdad, cuando intenta encontrarla, pero con ánimo crítico […]. Y buscándola se comprende que estamos hechos para encontrarla. La verdad se hace encontrar; es acogedora, disponible, generosa. Si renunciamos a buscar juntos la verdad, el estudio se convierte en un instrumento de poder, de control sobre los demás” Y añadió: “Y les confieso que me entristece cuando encuentro, en cualquier parte del mundo, universidades que sólo buscan preparar a los estudiantes para lucrar o para tener poder. Es demasiado individualista, sin comunidad”. 

También quiso recalcar la conexión entre verdad y libertad: “¿Quieren la libertad? ¡Sean buscadores y testigos de la verdad! Tratando de ser creíbles y coherentes por medio de las decisiones cotidianas más sencillas”.

Finalmente, en su homilía de la Misa del domingo 29 de septiembre, el Papa desarrolló el trinomio apertura, comunión y testimonio. Y anunció que iniciaría el proceso de beatificación del rey Balduino, para que “con su ejemplo de hombre de fe ilumine a los gobernantes”.  El día antes, ante la tumba de este soberano católico (que en 1992 abdicó durante 36 horas para no firmar la ley sobre la legalización de aborto provocado), Francisco pidió imitar su ejemplo en un momento en que las “leyes criminales” ganan terreno y deseó que su causa de beatificación avance.

Libros

Los juegos de poder en la Iglesia en España

Reseña del libro de José Francisco Serrano Oceja recientemente publicado, Iglesia y poder en España, una síntesis para comprender el desarrollo de la Iglesia en el último siglo.

José Carlos Martín de la Hoz·4 de noviembre de 2024·Tiempo de lectura: 4 minutos

José Francisco Serrano Oceja. Iglesia y poder en España. Del Vaticano II a nuestros días. Arzalia ediciones, Madrid 2024, 375 pp. 

El catedrático de periodismo de la Universidad san Pablo-CEU de Madrid y profesor de historia contemporánea, José Francisco Serrano Oceja (Santander, 1968), acaba de publicar un interesante ensayo acerca de las relaciones Iglesia y sociedad civil desde el Concilio Vaticano II a nuestros días. Vamos a detenernos brevemente en él.

Precisamente, el profesor Serrano Oceja muestra en este ensayo una natural mezcla entre su faceta de historiador y la de comunicador religioso, logrando realizar una síntesis aceptable tanto por su estilo de redacción, como por el diverso tratamiento de las cuestiones.

El siglo XIX

En efecto, el libro arranca con una extraordinaria exposición de las relaciones entre la Iglesia y el Estado en el siglo XIX, el siglo más complicado de nuestra historia. Por una parte, describe esa parte de la historia del XIX centrándola en las relaciones entre liberales conservadores y liberales progresistas y su reflejo constante a lo largo del siglo en su común animadversión a la iglesia católica. Realmente desde el poder practicaron la descristianización de un país que no había sido atravesada por la verdadera ilustración. 

El desmoronamiento de la confianza en la Iglesia, su arrumbamiento al interior de las conciencias y la paulatina destrucción de los argumentos católicos en la vida social y cultural se irán haciendo cada vez más notables. 

Pretendieron cambiar la manera de pensar a golpe de Constituciones, cambios de gobierno, desprecios en la prensa, en los teatros y mediante las blasfemias y, sobre todo, de un anticlericalismo atroz mezclado con sucesivas desamortizaciones que dejaron la Iglesia Católicas española sin capacidad de ejercer la caridad con los menesterosos ni proveer sus necesidades más precarias.

Siglo XX: primera mitad

Desde la llegada del siglo XX y del krausismo formando una nueva intelectualidad, se irán dando pasos cada vez más acentuados para desembocar en una guerra civil de exterminio y destrucción fraterna. El país se dividirá hasta la médula, familia a familia y ambiente a ambiente. 

El estudio de Serrano Oceja del siglo XX y de la guerra civil española es exacto, breve y contundente. Las cosas solo podían suceder como sucedieron pues todo estaba perfectamente medido, para convertir España en un banco de pruebas de lo que sería la eclosión de las ideologías y su confrontación a muerte en la Península Ibérica primero y después en el viejo continente europeo.

Al término de la segunda guerra mundial tanto España como Europa, se fueron reconstruyendo y España quedó retardada por la presencia de una dictadura y de una connivencia de la Iglesia con un régimen que no tenía más armas para sostenerse que evitar la libertad política a toda costa.

Siglo XX: segunda mitad

A partir de los años sesenta, el libro se convierte en un estudio de las relaciones de los obispos con un régimen que estaba siendo derrotado por la cultura y en las calles, tanto en la universidad, como en la clase trabajadora que le dio la espalda. 

Como afirmaba el profesor Julio Montero, tanto los intelectuales como los profesionales liberales vivieron al margen de la política, hasta que a la muerte del dictador tomaron el poder.

La base documental con la que el autor afronta la segunda parte del libro, desde el Concilio Vaticano II hasta nuestros días, está tomada del ensayo publicado en 2016 con Pablo Martín de Santa Olalla (Encuentro, 294 pp). De ahí, la seguridad con la que expresa, especialmente, la difícil situación de la Iglesia con los gobiernos de Felipe González, sobre todo, en materias de enseñanza.

La Asamblea Conjunta

En primer lugar, hemos de elogiar el delicado tratamiento de la Asamblea Conjunta de obispos y sacerdotes que concluiría en septiembre de 1971 y cuyas actas entregaría en mano el cardenal Tarancón al propio Pablo VI antes de comenzar el Sínodo de obispos de aquel año. 

El fenómeno de la contestación y las manipulaciones de las votaciones lograron unas conclusiones que no correspondían con el pensamiento de la mayoría del clero sino de algunos que terminarían por abandonar el ministerio sacerdotal. 

El autor se esfuerza por intentar apurar responsabilidades y acercarse al origen de la división del clero en España y al comienzo de una animadversión de parte de ese clero contra el Opus Dei, a cuenta de la cuestión del “documento romano”. Claramente, los mismos que capitalizaron la maniobra terminaron por suprimir la condena de Dicasterio del clero, a cambio de enterrar la Conjunta. 

Lógicamente, Serrano Oceja, evita entrar al fenómeno de la contestación que sucedió después de la conclusión del Vaticano II y que ha resumido el papa Benedicto XVI con la disyuntiva entre la hermenéutica de la continuidad con la tradición de la Iglesia y la hermenéutica de la ruptura tal y como protagonizaron los neo modernistas que todavía existen en nuestros días metamorfoseados en la “dictadura del relativismo”.

Preguntas abiertas

Al terminar el trabajo debemos preguntarnos por qué la Iglesia y, en concreto, los obispos, no tienen apenas eco en la opinión pública y por qué sus documentos han perdido interés e influencia en los intelectuales españoles. Quizás la explicación sea debida a la secularización de la sociedad española, como reflejará Serrano Oceja al hablar de una sociedad que votaba sucesivamente al PSOE, mientras recibía con gran entusiasmo las visitas de san Juan Pablo II a España. También puede suceder que la Iglesia debiera presentar con mayor claridad sus propuestas a los problemas desde la revelación cristiana y apelando a las raíces cristianas de Europa como recordó tanto Juan Pablo II como Francisco.

Vaticano

Fin de semana de santos, difuntos, oración por Valencia, y amor de Dios 

La petición a “María, Reina de los Santos, para que nos ayude “a hacer de nuestra vida un camino de santidad”; la oración por los difuntos, en especial por los niños no nacidos, y por Valencia, con la pregunta ‘¿qué hago yo por la gente de Valencia’?; y la reflexión en el Ángelus de este domingo de si ‘el amor a Dios es el centro de mi vida’, marcan estos días del Papa Francisco.

Francisco Otamendi·3 de noviembre de 2024·Tiempo de lectura: 4 minutos

El Vaticano, instituciones de la Iglesia como Cáritas y muchas otras personas, con el Papa Francisco a la cabeza, acostumbrados a las inclemencias y a las guerras, han estado y siguen muy pendientes de la dura situación en la Comunidad Valenciana, provocada por una gota fría o Dana, que se ha llevado por delante centenares de personas, sus casas, sus enseres y sus propiedades, dejando azotadas por el sufrimiento y la ruina a tantas familias.

Hoy en el Ángelus, el Romano Pontítice ha dedicado la última parte del Ángelus a pedir que “callen las armas, que vayan adelante las conversaciones” (de paz), que “recemos por la martirizada Ucrania, Palestina, Israel, Myanmar, Sudán del Sur”, y que “sigamos rezando  por Valencia, y por los demás pueblos de España que sufren tantos estos días. ¿Qué hago yo por la gente de Valencia? ¿Rezo, ofrezco algo? Piensen en estas preguntas”, ha manifestado el Santo Padre.

Videomensaje, conversaciones con el arzobispo: cercanía

La noche del 29 de octubre y primeras horas del 30 marcaron la vida y la muerte de centenares de españoles, víctimas de la Dana. El Romano Pontífice envió un videomensaje y habló por teléfono con el arzobispo de Valencia, Monseñor Enrique Benavent, en lo que reiteró su “cercanía al pueblo de Valencia”.

El viernes día 1, solemnidad de Todos los Santos, en el rezo del Ángelus, el Papa oró “por los difuntos y sus seres queridos y por todas las familias. Que el Señor sostenga a los que sufren y a los que los están socorriendo. Nuestra cercanía al pueblo de Valencia”. 

En paralelo, miles de voluntarios se pusieron en marcha para ayudar, como han reflejado las imágenes, desde numerosos puntos de España, y también de la vecina Francia.

Beato Carlos Acutis, nuestro “sí”

Justo antes de rezar la oración mariana del Ángelus, el Papa había había señalado en su alocución que “hoy, solemnidad de Todos los Santos, en el Evangelio Jesús proclama las Bienaventuranzas, documento de identidad del cristiano y camino de santidad (cf. Exhortación apostólica Gaudete et exsultate, 63)”. 

“Nos muestra un camino, el camino del amor, que Él mismo recorrió primero haciéndose hombre, y que para nosotros es a la vez un don de Dios y nuestra respuesta. Y enseguida, tras citar al Beato Carlo Acutis, Francisco manifestó que “esto nos lleva al segundo punto: nuestra respuesta”.

“En efecto, el Padre celestial nos ofrece su santidad, pero no nos la impone. La siembra en nosotros, nos hace gustarla y ver su belleza, pero luego espera y respeta nuestro ‘sí’. Nos deja la libertad de seguir sus buenas inspiraciones, de dejarnos implicar en sus proyectos, de hacer nuestros sus sentimientos (cf. Dilexit nos, 179), poniéndonos, como nos enseñó, al servicio de los demás, con una caridad cada vez más universal, abierta y dirigida a todos, al mundo entero”. 

Santos Maximiliano Kolbe, Teresa de Calcuta, Óscar Romero…

Este servicio lo vemos en la vida de los santos, añadió el Papa. “Pensemos, por ejemplo, en san Maximiliano Kolbe, que en Auschwitz pidió ocupar el lugar de un padre de familia condenado a muerte;  o en santa Teresa de Calcuta, que gastó su existencia al servicio de los más pobres entre los pobres; o en el obispo san Óscar Romero, asesinado en el altar por haber defendido los derechos de los últimos contra los abusos de los matones”.

“En ellos, como en tantos otros santos –a los que veneramos en los altares y a los de ‘al lado’, con los que convivimos cada día– reconocemos a hermanos y hermanas modelados por las Bienaventuranzas: pobres, mansos, misericordiosos, hambrientos y sedientos de justicia, artífices de paz. Son personas ‘llenas de Dios’, incapaces de permanecer indiferentes ante las necesidades del prójimo; testigos de caminos luminosos, que también son posibles para nosotros”.

Y llegaron las preguntas: “¿Le pido a Dios, en la oración, el don de una vida santa? ¿Me dejo guiar por los buenos impulsos que su Espíritu suscita en mí? ¿Y me comprometo personalmente a practicar las Bienaventuranzas del Evangelio, en los ambientes en los que vivo? Que María, Reina de todos los Santos, nos ayude a hacer de nuestra vida un camino de santidad”. 

Difuntos, oración por los niños no nacidos

Este sábado, el Papa celebró la liturgia del 2 de noviembre de Conmemoración de los difuntos en el Cementerio Laurentino, en Roma. Antes, se detuvo en el Jardín de los Ángeles, zona dedicada a la sepultura de los niños que no han visto la luz, donde rezó ante las lápidas rodeadas de juegos y estatuillas y saludó a un padre que perdió a su hija. No hubo homilía en la Misa, sino un momento de meditación y oración.

Ángelus: “la fuente de todo es el amor”

En el Evangelio de este Domingo XXXI del Tiempo Ordinario, la liturgia nos presenta una de tantas discusiones que Jesús tuvo en el Templo de Jerusalén. Uno de los escribas se acerca y le pregunta cuál es el primero de todos los mandamientos, ha explicado el Papa al comenzar su alocución previa al rezo del Ángelus

“Jesús responde poniendo juntas dos palabras fundamentales de la ley mosaica: ‘Amarás al Señor tu Dios, y amarás a tu prójimo’”. La pregunta es esencial también para nosotros, para nuestra vida y para el camino de nuestra fe, dónde puedo encontrar el centro de mi vida”, ha proseguido Francisco.

Reconocer en los demás la presencia del Señor

“Jesús nos da la respuesta uniendo dos mandamientos que son los principales: Amarás al Señor tu Dios, y amarás al prójimo. Éste es el corazón (…). Jesús nos dice que la fuente de todo es el amor, que no debemos separar nunca a Dios del hombre. Cada cosa debe ser hecha con amor. El Señor nos preguntará ante todo acerca del amor”.

 “Hagamos cada día nuestro examen de conciencia, y preguntémonos: ¿el amor por Dios y por el prójimo es el centro de mi vida? ¿Reconozco en el rostro de los demás la presencia del Señor? Que la Virgen Maria, que llevaba la ley de Dios impresa en su corazón inmaculado, nos ayude a amar a Dios y a los hermanos”, ha concluido el Papa antes de rezar el Ángelus con los romanos y peregrinos en la Plaza de San Pedro.

El autorFrancisco Otamendi

¿Qué está haciendo internet en nuestras mentes?

Tenemos que adoptar un estilo de vida en el que cultivemos todas nuestras capacidades y que nos haga crecer como seres humanos. Este es uno de los mayores retos sociales que afrontamos en esta época marcada por el Internet.

3 de noviembre de 2024·Tiempo de lectura: 4 minutos

Nicholas Carr, en su libro de 2010 titulado “Superficiales, ¿qué está haciendo internet en nuestras mentes?” analiza cómo ha afectado a nuestra forma de pensar la llegada de internet. Una de las conclusiones a las que llegaba este autor es que, como indica el sugerente título del libro, internet nos ha hecho más superficiales.

En su reflexión Nicholas Carr se lamenta de haber perdido su capacidad de concentración. Su mente era antes como un pico que centraba toda su energía en la punta para poder abrirse camino en la tierra. Ahora se ha convertido en una bola de acero que, cuando golpea la tierra, dispersa toda la energía en un sinfín de puntos y es incapaz de abrir una zanja. Tan solo puede abollar el suelo.

Internet y la capacidad de atención

Y es que, por mucho que nos digan y hasta se valore positivamente, las personas no somos multitareas. No podemos atender a varios frentes a la vez. Solo podemos concentrar nuestra capacidad en uno. El resto de las acciones que realicemos en ese momento, las haremos automáticamente. En realidad, cuando decimos que hacemos varias operaciones al mismo tiempo -lo que definimos como multitareas- lo único que hacemos es dirigir la atención de una tarea a otra alternativamente, desperdiciando mucha energía en cada cambio. Con el agravante de que, tal como describen numerosos autores, esa forma en que utilizamos nuestra mente, la va configurando haciéndola más frágil y dispersa.

Por eso la aparición de internet nos afectó a la capacidad de atención que tenemos. Analizando su propia experiencia Nicholas Carr comentaba que la vida en internet cambió el modo en que su cerebro buscaba la información, incluso cuando estaba “offline”, cuando no estaba en internet e intentaba, por ejemplo, simplemente leer un libro. Se dio cuenta de que su capacidad de concentrarse y reflexionar se redujo porque ahora ansiaba una constante corriente de estímulos.

De hecho, todos hemos experimentado cómo la lectura de textos en la red nos lleva constantemente a atender llamadas de atención de noticias vinculadas. Saltamos de una noticia a otra, sin acabarlas. Nos dispersamos. Por eso muchas veces comenzamos leyendo un artículo, pero acabamos navegando por la red durante mucho tiempo antes de acabar de leer aquello que fue nuestra primera intención.

Nicolás Carr lo resume en una frase significativa: “En el pasado fui un buzo en un mar de palabras. Ahora me deslizo por la superficie como un tipo sobre una moto acuática”. Seguro que muchos de nosotros nos vemos reflejados en esta afirmación.

La llegada del smarthphone

Esta situación no ha hecho más que multiplicarse desde el año en que se publicó este libro. El año 2010 es el año de la llegada del smartphone a nuestros bolsillos de forma masiva. A partir de ese momento, con los móviles de última generación, tuvimos internet constantemente a nuestro alcance. Desde el bolsillo a la mesilla de noche. Desde entonces podemos estar navegando por ese sexto continente, como lo denominaba Benedicto XVI, mucho más fácilmente que anteriormente, cuando necesitábamos de un ordenador para poder conectarnos a la red.

La llegada del smartphone a nuestra vida ha supuesto un cambio revolucionario. Realmente está cambiando nuestra mente, y está teniendo unas consecuencias que apenas podemos vislumbrar. Quizás la más dramática es la repercusión que está teniendo en la salud mental de nuestros jóvenes.

Jonathan Haidt, autor del libro “La generación ansiosa», analiza la repercusión que ha tenido este dispositivo en los jóvenes. Estudiando las estadísticas comprueba el incremento exponencial de suicidios y de problemas de salud mental en los jóvenes que ha habido en los últimos años. Señala precisamente el año 2010, el año en que se incorporó masivamente el teléfono móvil con internet, como el momento en que se disparó esta estadística.

El teléfono móvil con Internet ha tenido consecuencias importantes para todos nosotros. Ha configurado nuestra mente y nuestra vida. Empezando por el hecho más simple. La inmensa cantidad de horas empleadas, que nos han restado tiempo para la relación social. Pero además ha restado tiempo de sueño a todos, especialmente a los más jóvenes. La accesibilidad al smarthphone, presente en la mesilla de noche cuando nos acostamos, las series de plataformas, que consumimos compulsivamente, en breves capítulos, uno tras otro, alteran el sueño seriamente. Esta disminución del sueño es uno de los factores que más ha contribuido al tsunami de enfermedades mentales en adolescentes. 

No hemos de olvidar que las redes sociales, internet en general, están diseñadas para ser adictivas. Tienen un proceso conductista perfectamente estudiado para engancharnos y retenernos el máximo tiempo posible. Equipos de psicólogos, expertos en marketing, dinero a espuertas están al otro lado de la pantalla buscando cómo generar esa adicción y que necesitemos estar conectados constantemente. Y eso por una simple razón. Nada hay gratis en Internet. Nosotros mismos, nuestro tiempo, nuestra información es el pago que sostiene el negocio. 

Junto a las numerosas posibilidades que esta red de redes nos ofrece, es cada vez más patente la necesidad de aprender a gestionar su uso, si no queremos naufragar mientras navegamos por sus procelosas aguas virtuales. Es necesario adoptar algunas normas de convivencia entre todos. Necesitamos cultivar una ascesis en su uso, que nos haga en verdad libres y dueños de la situación, y no al revés. Tenemos que, en fin, adoptar un estilo de vida en el que cultivemos todas nuestras capacidades y que nos haga crecer como seres humanos.

Este es uno de los mayores retos sociales que afrontamos en nuestra época. Creo que merece la pena prestarle atención. Y no será fácil porque hay un gran negocio montado alrededor de internet, las redes sociales, las plataformas y los móviles, que moverá sus resortes para frenar cualquier iniciativa que ellos crean que va en contra de su negocio. Ese ha sido el caso de la reciente cancelación por parte de META (Facebook) de las cuentas de la prestigiosa pedagoga Catherine l’Ecuyer, tan solo por atreverse a plantear una propuesta educativa en la que se racionalice el uso de las tecnologías.

Parafraseando, aquí vale aquello de que la tecnología está hecha para el hombre y no el hombre para la tecnología. Es hora de despertar del sueño y tomar conciencia de lo que nos jugamos.

El autorJavier Segura

Delegado de enseñanzas en la Diócesis de Getafe desde el curso 2010-2011, ha ejercido con anterioridad este servicio en el Arzobispado de Pamplona y Tudela, durante siete años (2003-2009). En la actualidad compagina esta labor con su dedicación a la pastoral juvenil dirigiendo la Asociación Pública de Fieles 'Milicia de Santa María' y la asociación educativa 'VEN Y VERÁS. EDUCACIÓN', de la que es Presidente.

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Libros

Celibato: ¿amistad o matrimonio con Cristo?

Explicar qué es el celibato, especialmente el de los laicos no consagrados, no es una tarea sencilla. En "Una seducción misteriosa" Javier Aguirremalloa propone una explicación de este concepto entendiéndolo como una relación esponsal.

Javier García Herrería·2 de noviembre de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

Hay libros breves que arrojan mucha luz sobre temas relevantes pendientes de iluminar. «Una seducción misteriosa» es uno de esos libros y el tema en el que profundiza es la naturaleza del celibato, particularmente el de los célibes que viven sus vidas de cristianos corrientes, es decir, sin incorporarse al estado religioso ni al sacerdocio.

Esta obra tiene un enfoque muy personal, de los que comprometen a un autor, aunque apenas aporta testimonios propios. Aguirreamalloa conjuga buenas dosis de teología bíblica, patrística, magisterio de la Iglesia, antropología filosófica y cultura contemporánea (hay citas genialmente traídas de Bono, Paul McCartney, William Faulkner o Aleksandr Solzhenitsyn). La lectura es muy fluida y deja entrever el pasado guionista y crítico cinematográfico del autor. 

Explicar la propia identidad

En la introducción se señala el objetivo del ensayo, explicarse a sí mismo su propia identidad, encontrar un «logos», una respuesta de la razón, para las vidas de quienes, como él (un laico célibe del Opus Dei) eligen el camino del celibato.

La explicación del celibato que propone el autor subraya la naturaleza esponsal, algo que a muchos puede sorprender tratándose de un laico, porque la esponsalidad con Jesús es un concepto frecuentemente aplicado al estado religioso. Sin embargo, la lógica argumental del texto resulta convincente y es heredera, por cierto, de su anterior libro, «La historia de amor más grande jamás contada», una exposición sistemática del cristianismo.

Naturaleza esponsal del celibato

Una de las explicaciones habituales del celibato es la analogía con la amistad, pues Cristo llama a sus discípulos amigos. Sin embargo, Aguirremalloa señala que la amistad no requiere exclusividad ni frecuencia diaria, pero la esponsalidad sí. En la amistad no buscas enamorarte, en la esponsalidad sí, por lo que tiene sentido ampliar la comprensión del celibato en este sentido.

Frente a otros paradigmas alternativos del celibato laical (el celibato como identificación con Jesús célibe o como amistad con Jesús), «Una seducción misteriosa» sostiene que el celibato laical es esponsal. De hecho, para el autor la esponsalidad es una característica fundamental de todo cristiano, como miembro de la Iglesia, esposa de Cristo.

Si lo más esencial del cristiano (su «qué») es la filiación divina, ser hijo de Dios, el «cómo» de esa relación es un cómo sacramental, eucarístico. Y por lo tanto, esponsal. Ahí Aguirreamalloa entronca con una amplia tradición de la Iglesia (arrinconada durante siglos y recientemente revitalizada) que ha visto en la Eucaristía (actualización del misterio pascual) el «sacrum connubium» (la sagrada boda) que produce el «admirabile commercium» (el admirable intercambio) de las naturalezas humana y divina. 

Soledad y curación

En este punto es donde aparece la mayor originalidad del libro. Si lo más nuclear del matrimonio es la presencia del cónyuge para curar la soledad del ser humano (“No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada”, Gn 2, 18), su paralelo en la vida del célibe es otra presencia, no la de otro, sino la del Otro; la de Jesús en la Eucaristía.

Presencia real para curar la soledad, una curación que ya no será necesaria en el cielo, pura presencia del Otro sin ninguna mediación, pues en la vida eterna no hay matrimonio varón-mujer, ni sacramento de la Eucaristía. Este es el cogollo del asunto, que necesariamente deja al margen mil matices y otros tesoros preciosos presentes el libro. 

Discernimiento vocacional

Una segunda parte del libro (titulada «Celibato o matrimonio») se dedica al discernimiento vocacional. Y de nuevo el planteamiento es fresco y original. Muchos han dicho que la libre elección de vida de quien tiene recta intención y las aptitudes mínimas para el camino en cuestión es manifestación de verdadera vocación divina.

Pero, según el autor, eso no sólo es compatible con el “No sois vosotros quienes me habéis elegido, sino que Yo os he elegido…” sino que, de hecho, es la forma más coherente con la naturaleza divina de relacionarse las libertades de Dios y del hombre. Se trata de una perspectiva atractiva, construida a partir de dos sugerentes (y poco transitadas) visiones de la libertad, una desde la filosofía y otra desde la teología.

Humus

La verdadera reflexión no es sobre la sociedad, qué le falta o qué le sobra, sino a cómo somos nosotros, qué hay dentro de cada uno, cuál es nuestra verdadera naturaleza.

2 de noviembre de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos

El pasado jueves 24 de octubre se presentaba en Madrid el libro Lobos disfrazados de corderos. Pensar sobre los abusos de la Iglesia (Encuentro, 2024), del pensador francés Fabrice Hadjadj, en un acto organizado por la revista Omnes y la editorial que saca a la luz el ensayo.

Allí, Hadjadj, en un brutal ejercicio de honestidad, llegó a decir a una de las asistentes algo así como «yo nunca he abusado de ninguna mujer, y sin embargo sé que en el fondo de mi corazón están todas las condiciones que se necesitan para hacerlo. Eso y mucho más».

Mientras esto pasaba, cierto portavoz de un grupo parlamentario que abanderaba la lucha feminista dimitía de su puesto, precisamente, por acusaciones de abuso sexual a varias mujeres. Lo hacía, además, con un comunicado que, en sus postulados, quiere ser justamente lo opuesto al de Hadjadj. Resumido un poco a nuestro aire, pero sin faltar un punto al original, su comunicado vendría a decir algo así como que «Yo sí he abusado de alguna mujer, y sin embargo sé que en el fondo de mi corazón no se dan las condiciones necesarias para hacerlo», lo que desemboca inevitablemente en el remate de «la culpa está fuera de mí, no dentro».

La política, el patriarcado, los años de dictadura, el aroma de machismo en el que todos nos hemos criado. Balones fuera, no dentro.

No faltará, por supuesto, quien linche hoy a quien admiró ayer; como tampoco quien elogie el gesto de dimitir, como intentando a la desesperada salvaguardar la reputación de aquel a quien idolatraron y que, ahora, se ve caído del altar que otros —y no solo él— le habían construido. Pero quedarse ahí sería perder una oportunidad preciosa para la verdadera reflexión, que ha de empezar por la honestidad con uno mismo y que no va tanto encaminada a decir cómo es —o debe ser— la sociedad, qué le falta o qué le sobra, sino a cómo somos nosotros, qué hay dentro de cada uno, cuál es nuestra verdadera naturaleza.

Y solo desde ahí, conociendo el humus, el barro que todos llevamos dentro, se podrá empezar a construir algo que no se desmorone a la primera de cambio.

El autorJuan Cerezo

Mundo

El impuesto eclesiástico alemán

A diferencia de otros países, donde la Iglesia se sostiene mediante otros sistemas, en Alemania la Iglesia se financia a través de un impuesto obligatorio para todos aquellos que pertenecen a ella. Renunciar al este impuesto eclesiástico requiere formalizar la apostasía.

José M. García Pelegrín·1 de noviembre de 2024·Tiempo de lectura: 4 minutos

El sistema de financiación de la Iglesia en Alemania tiene características propias, el denominado impuesto eclesiástico (“Kirchensteuer”), que asegura el mantenimiento tanto de la Iglesia católica como de la evangélica, según lo establecido en la Constitución alemana. La recaudación de este impuesto corre a cargo del Estado, concretamente de las Delegaciones de Hacienda. El tipo impositivo es generalmente del 9 % del impuesto sobre la renta (IRPF) en la mayoría de los Estados Federados, aunque en Baviera y Baden-Württemberg se reduce al 8 %.

Según la página web de la Conferencia Episcopal Alemana (DBK), el impuesto eclesiástico es definido como “una contribución que los miembros de la iglesia realizan para financiar su comunidad religiosa. No es una subvención estatal, sino un mecanismo mediante el cual la iglesia obtiene recursos directamente de sus fieles”.

Origen histórico

Este sistema obedece a motivos históricos, concretamente a la “secularización” de los bienes eclesiásticos en Alemania, un fenómeno conocido en España como desamortización.

Durante las guerras napoleónicas, los territorios alemanes al oeste del Rin fueron incorporados a Francia, y como compensación por la pérdida de bienes, la Dieta del Sacro Imperio Romano Germánico, en su sesión de 1803 –la última que se celebró, antes de su disolución– aprobó la resolución (ratificada por el emperador Francisco II el 27 de abril de ese mismo año) denominada “Reichsdeputationshauptschluss”, mediante la cual se expropiaban los bienes de la Iglesia. A cambio, los Estados alemanes asumieron la obligación de garantizar la misión de las iglesias mediante dotaciones estatales.

Desde el siglo XIX

Sin embargo, factores económicos y políticos llevaron a la introducción del impuesto eclesiástico en el siglo XIX. El crecimiento demográfico y las consecuencias de la industrialización incrementaron las necesidades de la Iglesia, y la creciente separación entre Estado e Iglesia, iniciada con la Revolución Francesa, consolidó este sistema. Desde 1827, comenzando en Lippe-Detmold, se estableció el impuesto eclesiástico, transfiriendo la responsabilidad de financiar las iglesias de los Estados a sus miembros.

A lo largo del siglo XIX, los demás territorios adoptaron este sistema, siendo Prusia el último en hacerlo en 1905. El impuesto pasó a formar parte de la soberanía estatal, integrándose en la Constitución de la República de Weimar en 1919, y tras la Segunda Guerra Mundial, en la Ley Fundamental de la República Federal de Alemania. El Artículo 140 de esta ley incorpora las disposiciones de la Constitución de Weimar, incluyendo el derecho de las confesiones religiosas a recaudar impuestos. Sigue, pues, vigente el Art. 137 de la Constitución de 1919: “Las confesiones religiosas que sean corporaciones de Derecho público tienen derecho a recaudar impuestos sobre la base de las listas de impuestos civiles de acuerdo con las disposiciones de la legislación estatal”.

Incluso para los extranjeros

Este sistema, anclado en la Constitución, establece que cualquier persona que sea miembro de una comunidad religiosa reconocida por el Estado, como la Iglesia católica, debe pagar el impuesto eclesiástico si tributa impuestos estatales. Ahora bien, la DBK expresa: “Quien no paga el impuesto sobre la renta tampoco es contribuyente de la Iglesia”, lo que exime a desempleados o jubilados sin otras fuentes de ingresos. Los extranjeros residentes y contribuyentes en Alemania también están obligados a pagar este impuesto, incluso si en sus países de origen no existe tal obligación.

Aunque ha habido iniciativas para abolir este sistema, tanto la Iglesia como el Estado lo consideran beneficioso. En 2023, la Iglesia católica recaudó unos 6.510 millones de euros, un 5 % menos que el año anterior, mientras que la Iglesia evangélica recaudó 5.900 millones, un 5,3 % menos. Además, el Estado se beneficia al recibir entre un 2 % y un 4 % por la recaudación de este impuesto a través de sus oficinas de Hacienda. Asimismo, si el Estado asumiera las actividades asistenciales y sanitarias que la Iglesia financia con esos ingresos, el coste sería considerablemente mayor.

Críticas

Uno de los aspectos más criticados actualmente es el hecho de que la pertenencia a la Iglesia conlleve de manera obligatoria el pago de esta contribución. Esto significa que una persona que, por cualquier razón, no desee seguir abonando el impuesto eclesiástico —por ejemplo, por motivos meramente económicos, ya que, a diferencia de otros países, en ese caso no se le exige destinar ese 8 % o 9 % adicional de su IRPF a otros fines— debe formalizar su baja de la Iglesia (“Kirchenaustritt”) ante una autoridad estatal. Dependiendo del Estado Federado, este trámite se realiza ante el Juzgado de Primera Instancia o el Registro Civil.

Tras años de debate, el Tribunal Federal de lo Contencioso-Administrativo dictaminó en 2012 que no es posible desvincularse de la Iglesia como corporación jurídica y, al mismo tiempo, seguir perteneciendo a la comunidad religiosa. En otras palabras, darse de baja implica formalmente cometer apostasía.

Por otro lado, el impuesto eclesiástico es un pilar clave para mantener la unidad de la Iglesia en Alemania con Roma. Durante el llamado «Camino Sinodal» alemán, ha surgido la preocupación sobre un posible cisma. En el caso hipotético de que este se materializara y la Iglesia católica en Alemania rompiera su comunión con Roma, también perdería su condición de “corporación de Derecho público” (pues ésta es la “Iglesia católica-romana”), estatus que le permite recibir el impuesto eclesiástico reconocido por el Estado. La nueva entidad resultante del cisma se vería desprovista de su base económica, a menos que lograra obtener un reconocimiento estatal, lo cual se antoja un proceso complicado.

Libros

Devolver el sentido al debate sobre los animales

Ediciones Cristiandad ha publicado un ensayo del filósofo británico Roger Scruton (1944-2020), “¿Tienen derechos los animales? Entre aciertos y errores”. El libro es breve pero de una claridad que se aprecia especialmente en un momento en el que parece difícil distinguir entre un chihuahua y un hijo.

Paloma López Campos·1 de noviembre de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

¿Tienen derechos los animales? Esa es la pregunta que se plantea Roger Scruton en un ensayo publicado ahora en español por Ediciones Cristiandad. El filósofo británico se olvida a propósito de los tecnicismos en esta obra, para dar paso a una explicación accesible e increíblemente luminosa de este debate tan encendido en la actualidad.

¿Tienen derechos los animales? Entre aciertos y errores

Autor: Roger Scruton
Editorial: Cristiandad
Número de páginas: 230
Idioma: Castellano

La importancia de los conceptos

Desde las primeras páginas la discusión se fija en el resbaladizo concepto de los derechos. Federico de Montalvo escribe un prólogo que señala ya uno de los grandes obstáculos de la cuestión: “La paradoja del discurso de los derechos humanos es que la proliferación incontrolada de nuevos derechos y de nuevos titulares sería mucho más probable que contribuyera a una serie devaluación de la moneda de los derechos humanos que a enriquecer significativamente la cobertura general proporcionada por los derechos existentes”.

Esta importancia de cuidar los conceptos la señala también Roger Scruton en el prefacio, denunciando la pérdida de valores que sufrimos en Occidente: “Las viejas ideas del alma, el libre albedrío y el juicio eterno, que hacían que la distinción entre animales y personas fuera tan importante y tan clara, han perdido su autoridad y no han sido sustituidas por otras ideas mejores”.

Esa falta de claridad es la que el autor quiere resolver. Por eso, no tiene miedo de tratar temas como el sacrificio animal, las corridas de toros, los zoológicos o la caza, desentrañando conceptos que hemos liado en un discurso en el que resalta más el sentimentalismo que la razón o una moral bien definida.

Mascotas y otros animales

No puede engañarse el lector pensando que Scruton no aprecia a los animales y que está empeñado en la superioridad del hombre. Si bien señala que, efectivamente, el ser humano tiene un papel dominante en la jerarquía de la naturaleza, es ese rol el que también exige una responsabilidad.

Y dentro de la propia categoría de los animales también hay niveles. Un león no es lo mismo que el perro enano de tu vecina, te guste o no. El perro es una mascota, definida por Roger Scruton como “un miembro honorario de la comunidad moral, aunque exento de la carga del deber que dicha condición normalmente requiere”.

Tener cariño a tu gato es normal y es sano, saber que te necesita para desarrollarse es tomar conciencia de tu responsabilidad hacia él. Esta idea es importante para reconocer que no basta con no hacer daño a los animales y dejar que vivan en paz. El autor lo aclara diciendo que “si la moralidad no fuera más que un mecanismo para minimizar el sufrimiento, bastaría con mantener a nuestras mascotas en un estado de mimada somnolencia, despertándolas de vez en cuando con un plato de sus golosinas favoritas. Sin embargo, tenemos una concepción más plena de la vida animal, que se refiere, aunque sea de lejos, a nuestra concepción de la felicidad humana”.

Claridad en el debate sobre los animales

Capítulo a capítulo, Scruton aborda cuestiones esenciales en el debate sobre los animales. La discusión se abre en el plano filosófico, tocando los temas de la metafísica y la moralidad. Para los que deseen un conocimiento más profundo, el autor ofrece también unos apéndices sobre la ganadería, la caza y la pesca, además de un glosario de términos filosóficos.

Lo mejor del libro es que no olvida que, efectivamente, tu perro te parece monísimo y dejarlo en la calle abandonado a su suerte no te parece una opción. Pero las hormigas te dan asco y pisar una en la calle no te importa nada. Esto no te convierte en un hipócrita, sino que tiene un sentido profundo que, bien orientado, nos ayuda a vivir esa responsabilidad que tenemos para con las otras criaturas.

Sin sentimentalismos, sin extremismos y con una conciencia ecológica, Roger Scruton ha logrado aportar luz a un debate complejo cuyos términos aclara en un libro breve y muy recomendable.

Halloween y la religión verdadera

Halloween es, al Día de Todos los Santos, como la reacción infantil de taparse los oídos y empezar a tararear alto una canción para no tener que oír lo que no nos interesa.

31 de octubre de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

«Si no creo en mi religión católica que es la verdadera, ¡cuánto menos voy a creer en la vuestra!». La paradójica frase con la que dicen que un anciano respondió a la pareja de mormones que tocó a su puerta nos ayuda a entender el también paradójico éxito de Halloween en países de tradición católica.

Al parecer, la cita original corresponde al anticlerical Tomás Cipriano de Mosquera, presidente colombiano del s. XIX, frente a los protestantes, pero la cultura popular ha tomado la idea para responder a cualquier circunstancia en la que una persona tiene que confrontar sus creencias tradicionales con nuevas propuestas, aunque para ella la fe no sea ya (o no haya sido nunca) especialmente significativa en su vida diaria.

Está bien que desde la Iglesia analicemos lo que hemos hecho mal para que tantos hayan abandonado la fe que le transmitieron sus padres, sus abuelos, sus parroquias o colegios; está bien que revisemos la forma en la que presentamos el Evangelio de palabra y obra para evitar la pérdida de fieles; pero la conocida anécdota descubre que hay también un gran número de ellos que rechaza conscientemente a Dios, porque no le interesa. A pesar de haber (al menos) intuido la verdad revelada por Jesucristo, prefieren ponerse de perfil, vivir como si Dios no existiera, sin mojarse y, claro, sin que esa fe lleve consigo actuar en consecuencia. Es la doble moral farisea, pero al revés.

En este caldo de cultivo, Halloween ha cuajado rápidamente porque, al fin y al cabo, la fiesta de las calabazas propone tomar a chufla la muerte, la trascendencia y el más allá. Es una fiesta para pasarlo bien con sustos que se quedan en eso. Nos es más cómoda que tener que adentrarnos en la reflexión sobre la inevitabilidad de la muerte, esa realidad que nos aterra y nos llena de incertidumbre. Porque tener que pensar en lo que nos dijo Jesucristo al respecto y que la Iglesia vocea supondría tener que cambiar de vida, dejar de mirarnos a nosotros mismos y empezar a mirar a los demás como nos enseña la parábola del pobre Lázaro y el rico Epulón. Halloween es, al Día de Todos los Santos, como la reacción infantil de taparse los oídos y empezar a tararear alto una canción para no tener que oír lo que no nos interesa. Así, pasados los primeros días de noviembre, ya nadie se acordará de la muerte hasta el año que viene y: «a otra cosa, mariposa».

Hollywood y Halloween

Una prueba más que desenmascara la doble moral de una sociedad que dice no creer, pero que en el fondo sabe que el mensaje del Evangelio es muy serio, nos la da el cine de terror de Hollywood que se prodiga también en estos días. En las películas de “miedo miedo”, no puede faltar una iglesia antigua, una monja o un cura, a ser posible exorcista. Resulta curioso, pues el número de católicos en EEUU no deja de ser una minoría, pero funciona a nivel de audiencia pues el gran público sospecha que la fuerza espiritual de la Iglesia, por mucho que algunos de sus miembros no seamos ejemplo de nada, tiene mucho de verdad.

Para terminar de sacar a la luz a todos esos ateos o agnósticos solo de cara a la galería también está el dato del número de personas que pide un funeral religioso para ellos o sus familiares. Nueve de cada diez españoles eligen una despedida «por la Iglesia» a pesar de que sólo cinco de cada diez se declaren católicos. Y es que, oiga, a la hora de morirse conviene no andarse con tonterías no vaya a ser que…

Algo parecido debió pensar el icónico actor francés Alain Delon, fallecido este verano, cuando mandó ser enterrado tras un funeral católico en la capilla privada que se hizo construir en su finca, a pesar de no haberse distinguido por su práctica religiosa. Manifestaba, eso sí, tener pasión por la Virgen y hablar mucho con ella. ¡Seguro que María le habrá echado una mano para llegar a su Hijo!

Finalmente, cuando sale el tema de los fariseos inversos –descreídos por fuera, pero creyentes por dentro– me gusta siempre recordar la anécdota que un viejo amigo periodista me contó de los tiempos en que cubría la guerra del Sahara junto a otro reportero que presumía de ateísmo. Un día se vieron sorprendidos en medio de fuego cruzado y tuvieron que refugiarse en los bajos de un vehículo durante cinco interminables minutos en los que se vieron morir. «Jamás he oído rezar un Padrenuestro con más fe y devoción” –recordaba mi amigo– “como el que escuché rezar aquel día a mi colega, el que se jactaba de ser ateo».  

El autorAntonio Moreno

Periodista. Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Bachiller en Ciencias Religiosas. Trabaja en la Delegación diocesana de Medios de Comunicación de Málaga. Sus numerosos "hilos" en Twitter sobre la fe y la vida cotidiana tienen una gran popularidad.

Evangelio

Amar a Dios. Domingo XXXI del Tiempo Ordinario (B)

Joseph Evans comenta las lecturas del domingo XXXI del Tiempo Ordinario y Luis Herrera ofrece una breve homilía en vídeo.

Joseph Evans·31 de octubre de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos

En el mundo antiguo, tratar con los dioses era un asunto delicado. Había que aplacarlos, mantenerlos contentos; era un juego de equilibrios, enfrentando a unos con otros. Uno podía ponerse celoso: A Júpiter podía no gustarle que Venus recibiera demasiada atención.

El antiguo Israel llegó a comprender que había un único Dios verdadero, un Dios que se esmeraba en revelarle y mostrarle su amor. El Antiguo Testamento está lleno de hermosas declaraciones del amor de Dios, pero, con algunas excepciones como la del autor del salmo de hoy (Sal 17), que le dice a Dios: “Yo te amo, Señor; tu eres mi fortaleza”, Israel nunca entendió del todo el mensaje de que debía corresponder a Dios. El judío piadoso podía mostrar una enorme fidelidad y fe en Dios, pero no un tierno amor a Dios. Dios estaba tratando de cortejar a Israel, pero Israel nunca “entendió” el nivel de romance esperado.

Nosotros podemos ser un poco así. Dios ofrece y pide amor, como hace en la primera lectura de hoy -busca una relación de amor- y nosotros sólo devolvemos respeto. Nos hizo por amor, para el amor y para amar. Nuestro “ADN” es el amor. Es nuestra identidad fundamental. Y Dios nos pide con urgencia que le devolvamos el amor: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”.

“Amarás al Señor tu Dios”. No sólo ordena, sino que en cierto sentido pide amor. Jesús repite y confirma este mensaje del Antiguo Testamento en el evangelio de hoy, pero de una manera aún más poderosa si tenemos en cuenta que él mismo es Dios hecho hombre.

Y esto es lo que es fundamentalmente diferente en el cristianismo, por qué no es una religión inventada por el hombre. El hombre ni siquiera podría haberlo imaginado. Porque la realidad está mucho más allá de nuestra comprensión. La realidad es que Dios es amor: su vida misma es amor. Por eso la doctrina de la Trinidad no es un dogma abstracto: nos habla de la vida íntima de Dios, que es comunión, relación, amor.

Nadie podría haber imaginado jamás una religión en la que Dios mismo se volviera vulnerable, porque volverse vulnerable es una parte esencial del amor y una parte esencial del cristianismo. Si no te vuelves vulnerable, no amas. Si no revelas tu corazón, tus sentimientos, incluso tu debilidad al otro, asumiendo el riesgo de que te rechace o te traicione, no amas. Y el cristianismo consiste en que Dios se haga vulnerable para ganarse nuestro amor. Amar a Dios porque Dios nos hizo, y luego se hizo hombre, para que nosotros le amemos a su vez.

La homilía sobre las lecturas del domingo XXXI del Tiempo Ordinario (B)

El sacerdote Luis Herrera Campo ofrece su nanomilía, una pequeña reflexión de un minutos para estas lecturas del domingo.

Cultura

Oscar Wilde. Leer «De Profundis» 125 años después

La lectura de la larga carta que Oscar Wilde escribió desde la cárcel en 1897 al joven Bosie -que había sido su amante durante los cinco años precedentes- no deja a nadie indiferente, pues muestra con una profundidad admirable cómo el dolor puede llevar a lo sagrado.

Maris Stella Fernández y Jaime Nubiola·31 de octubre de 2024·Tiempo de lectura: 4 minutos

Oscar Wilde nació el 16 de octubre de 1854 y dedicó su vida a la literatura, a la poesía y, en particular, al teatro. Sus obras –La importancia de llamarse Ernesto, El abanico de Lady Windermere, El retrato de Dorian Gray y tantas otras- tuvieron un enorme éxito en la sociedad inglesa de su tiempo y siguen leyéndose o representándose hoy en día.

Sin embargo, es mucho menos conocida la larga carta dirigida a Lord Alfred Douglas, apodado “Bosie”, el joven con quien mantuvo una destructiva relación amorosa y por la que sería acusado de sodomía y condenado a dos años de prisión (1895-1897). Los sentimientos de Wilde quedaron reflejados en esta carta fechada en la cárcel de Reading en enero-marzo de 1897. El título De Profundis se debe a su amigo Robert Ross quien la publicó parcialmente en 1905. 

Al salir de la prisión Wilde se traslada al continente y fallecerá de meningitis en París el 30 de noviembre de 1900, a los 46 años, después de ser bautizado sub conditione en la Iglesia católica por el pasionista Cuthbert Dunne, también de Dublín como Wilde.

El valor del dolor

Copio lo que escribe una joven graduada impactada por el texto de Wilde: “No hay vida que pueda ser ajena al dolor. Sin embargo, una vida guiada por una mirada hacia lo sobrenatural es capaz de tornar ese dolor en objeto valioso. En otras palabras, cuando el dolor es capaz de transformarse en amor, el sufrimiento es visto desde una nueva y mejor luz. Ese amor posee la capacidad de teñir todo -sin ocultar su realidad- y nos obliga a enfocarnos en la belleza, en ocasiones escondida, que nos da el mundo. Como la luz que se deja ver por debajo de una puerta cerrada, hace de campana triunfal anunciando la llegada de tiempos mejores.

Cuando leí por primera vez este texto, esperaba encontrarme una actitud de queja y lamentación ante las injusticias cometidas contra él. Sin embargo, me llevé una gran sorpresa al descubrir que de la pluma de Wilde lo que brotaba era esperanza y deseo de quedarse con lo bueno. Hoy en día resulta alarmante la idea de que se condene a alguien con pena de prisión por su inclinación sexual; sin embargo, este no era el caso en el pasado. Me ha llamado la atención el hecho de que, incluso en medio del dolor, Wilde fuese capaz de ver y seguir viendo con una mirada de amor a quienes le habían lastimado tanto”.

Ausencia de rencor

“Con respecto a su relación con Bosie, -prosigue- Wilde reconoce que fue muy perjudicial para ambos. Como ocurre muchas veces en las relaciones que hoy en día llamamos ‘tóxicas’, las personas viven una sensación de descontrol por culpa de esa relación que les lleva a la mutua destrucción. A pesar de haber salido muy perjudicado por Bosie, Wilde no duda en echar la culpa sobre sus propios hombros: ‘Ni tú ni tu padre multiplicados mil veces podrían arruinar a un hombre como yo; que me arruiné a mí mismo y que nadie  grande o pequeño puede ser arruinado sino por su propia mano.

Estoy absolutamente dispuesto a decirlo. Estoy tratando de decirlo, aunque no me creas en este momento. Si lanzo está implacable acusación en contra tuya, piensa qué acusación lanzo sin piedad en contra mía. Terrible como fue lo que me hiciste, fue mucho más terrible lo que me hice a mí mismo’ (p. 105).

Este pasaje me resulta especialmente iluminador porque ilustra la completa ausencia de rencor por parte de Wilde. Una lectura rápida de la obra podría situarla bajo la categoría de literatura de desamor o de despecho. Sin embargo, el dolor que efectivamente se evidencia en las bellísimas palabras de Wilde, no es equivalente al odio. Le dolió lo ocurrido porque no fue hasta que llegó a prisión cuando cayó en la cuenta de su triste realidad. Se dio cuenta del dolor que estaba causando a su familia y de cómo se había dejado llevar por las vanidades y los placeres momentáneos.

Ese es el dolor que se palpa palabra a palabra. Pero no debe ser confundido con el dolor de un hombre herido por la traición y que amargamente espera el momento de devolver el daño. Entre las lamentaciones por sus actuaciones equivocadas, se evidencia también el deseo de Wilde de ser un hombre mejor, de amar a su mujer y de recuperar el tiempo perdido en la atención de sus dos hijos pequeños”.

Reflexión cristológica de Wilde

“En su carta Wilde afirma también haberse sentido reconfortado por la figura de Cristo. En su reflexión cristológica argumenta que el Hijo de Dios comprende el dolor y el pecado como un camino hacia el perfeccionamiento humano. Por esta razón Cristo no desprecia jamás a los pecadores, pues ve más allá de los pecados que ensucian sus almas y se enfoca con una mirada amorosa y compasiva en la mejora que pueden experimentar gracias a ese pecado (pp. 125-148). 

El dolor a lo largo de la vida es una experiencia inevitable y transformadora. Si es vivido en clave de esperanza, puede convertirse en punto de encuentro con lo más sagrado de lo que podemos ser partícipes: el amor”.

Hasta aquí lo que me escribe Maris Stella Fernández, que muestra bien que merece la pena leer De Profundis 125 años después de que Wilde escribiera esa carta, pues nos invita a pensar sobre el dolor y el amor. “Era” -cita a Pearce (p. 379)- “el mensaje de su alma a las almas de los hombres”.

El autorMaris Stella Fernández y Jaime Nubiola

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Vaticano

Que la Confirmación sea “inicio, crecimiento” y no “adiós”, insta el Papa

Se dice que tras la Confirmación los jóvenes emprenden la “salida” de la Iglesia y no se les vuelve a ver hasta el matrimonio. “Que el sacramento de la Confirmación sea “inicio y crecimiento” en la vida cristiana, y no un “adiós” a la Iglesia hasta el matrimonio, ha instado el Papa en la Audiencia de este miércoles. Además. ha recordado la fiesta de Todos los Santos.

Francisco Otamendi·30 de octubre de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

Tras la catequesis sobre el Espíritu Santo en el matrimonio y en las familias del miércoles pasado, “hoy proseguimos nuestra reflexión sobre la presencia y la acción del Espíritu Santo en la vida de la Iglesia mediante los Sacramentos”, ha comenzado el Papa Francisco su catequesis en la Audiencia general del miércoles 30 de octubre, en una mañana soleada en la Plaza de San Pedro.

“La acción santificadora del Espíritu Santo nos llega ante todo a través de dos canales: la Palabra de Dios y los Sacramentos. Y entre todos los Sacramentos, hay uno que es, por antonomasia, el Sacramento del Espíritu Santo, y es en el que quisiera detenerme hoy. Se trata, como ustedes han comprendido, de la Crismación o Confirmación”, ha señalado.

De los siete sacramentos, “la Confirmación es el sacramento del Espíritu Santo por antonomasia. En el Nuevo Testamento vemos algunos elementos del sacramento de la confirmación. Por ejemplo, cuando se menciona la “imposición de las manos”, que comunica de manera visible y carismática el Espíritu Santo. También encontramos la “unción” y el “sello” que manifiestan el carácter indeleble de este sacramento”.

Bautismo, nacimiento; confirmación, crecimiento

“Podemos decir que, si el Bautismo es el sacramento del nacimiento a la vida en Cristo, la Confirmación es el del crecimiento, ha manifestado el Romano Pontífice. “Esto significa que se da inicio a una etapa de madurez cristiana, lo que conlleva dar testimonio de la propia fe. 

Para poder realizar esta misión, es importante no dejar de cultivar los dones del Espíritu que hemos recibido”.

Lo que el sacramento de la Confirmación es en la comprensión de la Iglesia, me parece -ha añadido el Papa-, “está descrito, simple y claramente, por el Catecismo para los Adultos de la Conferencia Episcopal Italiana. Dice así: “La Confirmación es para cada fiel lo que Pentecostés fue para toda la Iglesia. […] Refuerza la incorporación bautismal a Cristo y a la Iglesia y, la consagración a la misión profética, real y sacerdotal. Comunica la abundancia de los dones del Espíritu […]”.

“Si, por tanto, el Bautismo es el sacramento del nacimiento, la Confirmación es el sacramento del crecimiento. Por eso mismo es también el sacramento del testimonio, porque éste está estrechamente ligado a la madurez de la existencia cristiana”.

Que la Confirmación sea “inicio”, no ‘extremaunción’

El problema es cómo conseguir que el sacramento de la Confirmación no se reduzca, en la práctica, a una ‘extremaunción’, es decir, al sacramento de la ‘salida’ de la Iglesia, sino que sea el sacramento del inicio de una participación activa en su vida, ha proseguido el Pontífice.

“Es un objetivo que puede parecernos imposible, dada la situación actual en casi en toda la Iglesia, pero eso no significa que debamos dejar de perseguirlo. No será así para todos los confirmandos, sean niños o adultos, pero es importante que lo sea al menos para algunos que luego serán los animadores de la comunidad”, ha señalado.

“Ayuda de fieles laicos”

Con este fin, “puede ser útil dejarse ayudar, en la preparación al Sacramento, por fieles laicos que hayan tenido un encuentro personal con Cristo y hayan tenido una verdadera experiencia del Espíritu”, ha señalado.

En su saludo a los peregrinos de diversas lenguas, el Santo Padre ha alentado: “Pidamos al Espíritu Santo que reavive el fuego del amor en nuestros corazones y nos impulse a dar un testimonio jubiloso de su presencia en nuestras vidas. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide.”.

Todos los Santos: los que nos precedieron quieren ayudarnos

Al concluir sus palabras en italiano, antes del «Pater Noster» en latín de la Bendición final, se ha referido a que “estamos ya cerca de la solemnidad de Todos los Santos: os invito a vivir esta fiesta del año litúrgico en la que la Iglesia quiere recordarnos un aspecto esencial -subrayó-, de su realidad: la gloria celestial de los hermanos y hermanas que nos han precedido en el camino de la vida presente y que ahora, en la visión del Padre quieren estar en comunión con nosotros para ayudarnos a alcanzar la meta que nos espera”.

“¿Qué tienen que ver los niños en una guerra?”

Y finalmente, como es habitual, el Papa ha pedido que “recemos por la paz, que es un don del Espíritu Santo. La paz en la martirizada Ucrania, en Palestina, en Israel, Myanmar, y en tantos países que viven un momento de guerra”. “Ayer vi que ametrallaron a 150 personas inocentes. ¿Qué tienen que ver los niños en una guerra? Son las primeras víctimas. Oremos por la paz. Y a todos mi Bendición”.

El autorFrancisco Otamendi

Cine

“El gran aviso” y “Masters of the air”, recomendaciones de este mes

Las recomendaciones de series y cine para este mes son "El gran aviso" y "Masters of the air", dos producciones de carácter distinto pero muy interesantes.

Patricio Sánchez-Jáuregui·30 de octubre de 2024·Tiempo de lectura: < 1 minuto

Te recomendamos novedades, clásicos, o contenido que aún no has visto de tus plataformas favoritas.

El gran aviso

El gran aviso

Director: Juan Carlos Salas
Categoría: Documental
Dónde ver: Cines

Basada en la novela “The Warning”,  bestseller por tres años consecutivos, «El gran aviso» es un documental que nos adentra en el mundo de lo inexplicable a través de directas, intrigantes y dinámicas entrevistas. Dichas entrevistas relatan las experiencias de personas relevantes e interesantes.

A través de estos relatos, descubrimos profecías bíblicas y pasajes que se viven o se han cumplido a día de hoy uniendo a personas de diferentes continentes. Un visionado cautivador que suscitará el interés de todos los espectadores, cuestionando nuestra perfección de la realidad y haciendo crecer nuestra expectación por el futuro.

Masters of the air

Masters of the air

Director: John Shiban y John Orloff
Actores: Austin Butler, Callum Turner y Anthony Boyle
Guionista: David Hemingson
Categoría: Serie
Dónde ver: Apple tv

«Masters of the Air» relata la historia del 100th Bomb Group, una unidad de bombarderos pesados durante la Segunda Guerra Mundial, y sigue a las tripulaciones de los bombarderos en peligrosas misiones para destruir objetivos dentro de la Europa ocupada por los alemanes.

El show retrata la intensidad de la guerra, los peligros que enfrentan los aviadores y las amistades y relaciones que se desarrollan.

Creada por y para Apple TV+. Está basada en el libro homónimo de 2007 de Donald L. Miller y la serie ha sido promocionada como complemento de «Band of Brothers» (2001) y «The Pacific» (2010). Consta de nueve episodios.

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Cultura

Albania, la riqueza cultural de un país pequeño

La posición geográfica de Albania y su condición de tierra fronteriza entre Oriente y Occidente la convierten en un país rico en tradiciones culturales.

Gerardo Ferrara·30 de octubre de 2024·Tiempo de lectura: 7 minutos

Desde un punto de vista puramente étnico, Albania es un país bastante homogéneo. De hecho, los albaneses étnicos constituyen la mayoría absoluta de la población, cerca del 98 % del total, que asciende a unos 2,8 millones de personas. Su rasgo distintivo es, ante todo, la lengua albanesa, un idioma indoeuropeo pero de una rama aislada de las demás (a diferencia de las lenguas neolatinas o germánicas, por ejemplo). Los orígenes de la lengua albanesa se discuten, aunque se cree que deriva del ilirio o tracio antiguo.

Una característica típica del albanés es que se divide en dos variantes principales que tienen la misma dignidad (al menos solían tenerla), similar en esto al noruego (cuyas dos variantes, bokmål y nynorsk, son cooficiales en Noruega).

En el caso del albanés, tenemos tosco (en el sur) y guego (en el norte de Albania, Kosovo, Macedonia del Norte y partes de Montenegro). Existen diferencias considerables entre el tosco y el guego, sobre todo en fonética, pero también en morfología y sintaxis.

Adopción forzosa de la lengua

Como ya se ha mencionado en el artículo anterior, el régimen comunista de Enver Hoxha (que duró de 1944 a 1985), con su delirio de omnipotencia y omnipresencia en todos los aspectos de la vida albanesa, aplicó una “normalización” lingüística forzosa, con el fin de estandarizar culturalmente el país, e impuso la variante tosk para el desarrollo de una lengua albanesa «estándar» (“shqipja standarde”). También se eligió porque Hoxha era de Gjirokastra, en el sur, una zona donde se habla esta variante, y el Partido Comunista tenía sus bases históricas y culturales en el sur.

Obviamente, la adopción forzosa de una lengua basada en la variante de una parte de la población penalizó a la otra parte y alimentó las divisiones y tensiones dentro de la nación, también a nivel religioso (por ejemplo, los cristianos ortodoxos se concentran en el sur, los católicos en el norte, etc.).

El tosco es también la variante que hablan los albaneses de Italia (llamados ”arbëreshë” en arbërisht, el idioma de los italoalbaneses), una comunidad establecida en el sur de la península entre los siglos XV y XVIII, tras la invasión otomana de los Balcanes. Sin embargo, este idioma tiene características arcaicas que ya no se encuentran en el albanés moderno, además de haber recibido una gran influencia de los dialectos italianos y del sur de Italia. El “arbërisht” está reconocido y protegido en Italia como lengua minoritaria. Los albaneses también representan el 92,9 % de la población de Kosovo (Estado con reconocimiento limitado, reclamado por Serbia como parte de su territorio), casi el 9 % de la población de la República de Montenegro y el 25 % de Macedonia del Norte.

Minorías étnicas en Albania

La minoría étnica más importante presente en Albania son los griegos, que representan alrededor del 2 % de la población. Se concentran sobre todo en el sur del país, especialmente en las regiones de Gjirokastra y Saranda, cerca de la frontera griega. Son una comunidad con orígenes muy antiguos, que se remontan a la época de las colonias griegas en la costa jónica. Hasta el día de hoy, los griegos de Albania disfrutan de cierto grado de autonomía cultural y lingüística, a pesar de haber estado en el centro de diversas tensiones con Grecia, especialmente durante los años del régimen de Hoxha, que suprimió toda forma de autonomía cultural, lingüística y religiosa.

Otras minorías son los macedonios (de habla eslava emparentada con el búlgaro), en torno al 0,2 % de la población, en el sureste del país (cerca de la frontera con Macedonia del Norte); de los armenios (que hablan una lengua neolatina muy parecida al rumano y se dice que descienden de las poblaciones romances, es decir latinizadas, de la zona), en las montañas del sur (entre unos pocos miles y 30 mil individuos); de los gitanos (entre 10 y 100 mil) que, como en otros países de Europa, viven en condiciones económicas y sociales a menudo precarias.

La religión de los albaneses es la “albanidad”

Hay un dicho en Albania: «la religión de los albaneses es la ‘albanidad’» (“Feja e shqiptarit është shqiptaria”). Esto se debe a que el sentimiento de pertenencia a un grupo étnico, más que religioso, es muy fuerte en el país, y la cultura de tolerancia y coexistencia pacífica entre las diferentes comunidades también está muy desarrollada, aunque en la época otomana hubo una islamización progresiva seguida de la supresión del derecho a la práctica religiosa bajo el régimen comunista, en particular a partir de 1967, que impuso el ateísmo de Estado hasta 1991. Después de esta fecha se reanudó la práctica religiosa, pero la sociedad siguió siendo esencialmente laica.

Islam

El islam es la religión más extendida en Albania, con cerca del 58,8 % de la población que se confiesa musulmana (según el censo de 2011, último censo oficial disponible). La mayoría de los musulmanes son suníes (alrededor del 56,7 % de los albaneses), sobre todo en el centro y el sur del país.

También existe una minoría chií Bektashi. Los bektashi forman parte de una corriente (o cofradía) chií sufí y representan entre el 2 % y el 5 % de la población, por lo que son una pequeña minoría; sin embargo, su comunidad (cuya doctrina se desarrolló en el siglo XIII en Anatolia y luego se extendió a los Balcanes) tiene unas raíces históricas y culturales tan importantes en Albania que varios dirigentes políticos albaneses son o fueron bektashi (incluido el propio Enver Hoxha, quien, sin embargo, instituyó un sistema de al menos 31 lagers, según un informe de Amnistía Internacional de 1991, destinados a opositores y miembros de órdenes religiosas, es decir, sacerdotes católicos y ortodoxos, imanes…).

La comunidad bektashi es un ejemplo particular de coexistencia pacífica y tolerancia religiosa, ambas fomentadas por su doctrina, y ha desempeñado un papel importante en el mantenimiento del equilibrio entre las distintas confesiones del país. 

Durante la dominación otomana, los bektashis estaban vinculados a los jenízaros, las tropas de élite de la Sublime Puerta pero, con la llegada de Atatürk, el bektashismo fue prohibido en Turquía (1925) y sus miembros se vieron obligados a abandonar el país, encontrando refugio en Albania, con el apoyo del monarca local de la época, Zog I.

De hecho, fue en Tirana donde se trasladó el centro espiritual mundial bektashi (Tekke) y, en el país balcánico, la cofradía sufí siguió promoviendo valores de apertura y diálogo interreligioso, encontrando un terreno fértil porque Albania nunca había desarrollado una identidad nacional basada en la pertenencia a una fe y no a otra y el diálogo entre las distintas religiones era ya una realidad bien probada.

En septiembre de 2024, el Primer Ministro Edi Rama (católico de bautismo, pero agnóstico declarado) propuso la creación de un microestado bektashi en Tirana (una especie de Vaticano en miniatura, de 27 acres, con instalaciones religiosas y residenciales) con el fin de proporcionar a la comunidad un espacio autónomo para practicar su fe y preservar sus tradiciones. En las intenciones del gobierno actual, ésta sería también una forma de garantizar una mayor voz y visibilidad para una visión más tolerante del Islam. Sin embargo, la propuesta ha suscitado diversas críticas, tanto porque Albania no es en realidad un país islámico, porque los bektashis ni siquiera representan a la mayoría de los musulmanes y porque, por último, el laicismo es un elemento fundador de la sociedad y la cultura de la pequeña nación balcánica.

Cristianismo

Los cristianos albaneses representan alrededor del 16,9 % de la población, dividida entre católicos (10 %) y ortodoxos (6,8 %).

Los católicos se concentran especialmente en las regiones septentrionales. La tradición católica en Albania tiene profundas raíces que se remontan a la época en que el país formaba parte del Imperio Romano. La Iglesia católica albanesa se distingue, en palabras del arzobispo de Tirana, monseñor Arjan Dodaj, por haber sido una Iglesia mártir a lo largo de su historia, perseguida en tiempos de los romanos, en la época otomana y, sobre todo, bajo el régimen comunista. Está muy presente en la vida del país, en constante sintonía con las demás confesiones religiosas, con las que mantiene un diálogo y una cooperación basados en iniciativas comunes en diversos ámbitos.

Los ortodoxos, en cambio, se concentran principalmente en las regiones meridionales, en torno a la frontera con Grecia. La Iglesia ortodoxa también tiene una larga tradición (se remonta a la época bizantina) y está vinculada al Patriarcado de Constantinopla, pero se le concedió la autocefalia (autonomía eclesiástica) en 1937.

Tradiciones culturales

Mientras que menos del 90 % de los albaneses declaran tener alguna afiliación religiosa, más del 10 % no se reconocen en ninguna religión (es uno de los países europeos con mayor porcentaje de ateos y agnósticos). Muchos, pues, se describen a sí mismos como principalmente albaneses y luego como adeptos de algún culto en particular.

Entre otras cosas, una curiosidad de este pequeño país es la presencia de un antiguo código de leyes consuetudinarias, el Kanun (del árabe “qanun”, ley), transmitido oralmente durante siglos pero ordenado por escrito en el siglo XV por Lekë Dukagjini, un líder del siglo XV contemporáneo de Scanderbeg. El Kanun regula diversos aspectos de la vida social y familiar, abordando cuestiones como los derechos de propiedad, el honor y la venganza.

Una de sus nociones clave es la “besa”, basada en la palabra de honor y la hospitalidad sagrada, conceptos fundamentales en las comunidades albanesas, sobre todo las rurales. El Kanun también regula la venganza de sangre (“gjakmarrja”), dando normas precisas sobre cómo y cuándo ejercerla (si un miembro de un clan es asesinado, la familia tiene el derecho y el deber de vengarse, lo que a menudo provoca largos conflictos entre clanes rivales, pero el Kanun establece límites precisos al ejercicio de la “gjakmarrja”), y protege el honor de las mujeres, que, sin embargo, tienen un papel subordinado en la sociedad tradicional.

En años más recientes, la influencia del kanun ha disminuido, pero sigue siendo una parte fundamental de la identidad cultural albanesa, sobre todo en las regiones montañosas del norte, y común a todas las confesiones religiosas.

«Communitas» en Albania

Esto también podría ser un ejemplo de “communitas”, un concepto que, según el antropólogo Victor Turner, representa una especie de «antiestructura», una condición en la que los individuos trascienden las divisiones religiosas para formar lazos comunitarios a través de otros elementos. En el caso de Albania, por tanto, existen también cultos, fiestas y santuarios compartidos por las distintas confesiones. Ejemplo de ello es san Jorge (piénsese también en la importancia del nombre de Scanderbeg, también Jorge, o en el hecho de que los musulmanes identifiquen a menudo a san Jorge con Al-Khadr, el profeta verde, que aparece en la sura XVIII en ayuda de Moisés, o también los bektashi lo conocen como Hidrellez, vinculado a la primavera y la fertilidad). De hecho, según el historiador Frederick William Hasluck, existen «santuarios ambiguos» que a menudo simbolizan un sincretismo cultural y religioso que trasciende las doctrinas individuales.

En conclusión, en un territorio minúsculo como Albania conviven tradiciones culturales y religiosas de una riqueza increíble. Por eso, como italiano, ¡me avergüenzo de no haber estado allí todavía!

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Evangelio

Purificados de todo mal. Todos los difuntos (B)

Joseph Evans comenta las lecturas de Todos los difuntos (B) y Luis Herrera ofrece una breve homilía en vídeo.

Joseph Evans·30 de octubre de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos

La Iglesia católica desarrolló su comprensión de la realidad del purgatorio ayudada por los textos de las Escrituras que hablan de la purificación de las almas después de la muerte (véase 2 Mac 12, 39-45) y de un fuego purificador (1 Cor 3, 12-15). 

El libro del Apocalipsis (Ap 21, 27) también nos dice que nada impuro entrará en el cielo, y como nadie muere totalmente limpio, totalmente libre de pecado, esto sugiere alguna forma de limpieza espiritual después de la muerte para que los justos puedan entonces entrar en el cielo. Esta idea se ha visto reforzada por las enseñanzas de los Padres de la Iglesia y los escritos -y visiones- de los santos.

El Papa Benedicto XVI, en Spe Salvi de 2007 (véanse los nn. 45-48), con un refrescante espíritu ecuménico, explora la posibilidad de que este fuego salvador sea la mirada ardiente y purificadora de Cristo (véase Ap 1,14).

Nuestra propia experiencia de la vida apoya aún más este sentido de purificación después de la muerte. Todos los que buscamos sinceramente a Dios sabemos que si muriéramos hoy, a pesar de todos nuestros deseos sinceros, seguiríamos necesitando una purificación después de la muerte para estar preparados para verle. “Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios”. Sabemos que nuestros corazones aún no son suficientemente puros para ello: necesitan una purificación completa y nuestra vista necesita una “extirpación de cataratas” espiritual para que se le quite su costra de impureza, como al viejo Tobit le quitaron aquellas escamas de los ojos (cfr. Tob 3,17; 11,10-15). También hay un castigo justo que sufrir. Dios ha perdonado nuestros pecados pero, por una cuestión de justicia y para que seamos conscientes plenamente del mal que hicimos (y así con intención medicinal), requerimos un castigo temporal para compensar nuestras malas acciones. 

El purgatorio es también como el dolor de mirar al sol: Dios habita en la gloria y nuestra pobre visión debe empezar a acostumbrarse a esa luz antes de poder elevarse plenamente para compartirla. Por último, el purgatorio nos libera de nuestras ataduras, como el sufrimiento que debe sentir un adicto para dejar atrás su adicción y disfrutar así de la libertad de una vida sin ella.

Hay toda una gama de textos posibles para las lecturas de la misa de hoy, pero todos apuntan de distintas maneras a la realidad de la muerte y a la victoria de Cristo sobre ella. El día de hoy -y el mes que sigue- es también una gran oportunidad para rezar por nuestros seres queridos difuntos, y por todas las almas del Purgatorio, viviendo así de forma práctica la doctrina de la Comunión de los Santos y ejerciendo una exquisita caridad hacia quienes no pueden ayudarse a sí mismos, del mismo modo que estaremos profundamente agradecidos a quienes recen por nosotros cuando llegue nuestra hora en el Purgatorio.

Cine

“Benedicto XVI, en honor a la verdad”, premio Emmy en Nueva York

El documental “Benedicto XVI, en honor a la verdad” sobre la dimisión del Papa alemán ha ganado un premio Emmy.

Teresa Aguado Peña·29 de octubre de 2024·Tiempo de lectura: < 1 minuto

Este fin de semana, en Nueva York, ha tenido lugar la ceremonia de entrega de los Premios Emmy. El documental de Rome Reports ‘Benedicto XVI, en honor a la verdad «, patrocinado por Somos Community Care ha sido el ganador.

El largometraje recoge testimonios de personas que presenciaron su pontificado y explican las razones de su dimisión, un hito en la historia de la Iglesia Católica. Ha sido emitido en más de 15 canales de distintos países y ya había ganado anteriormente el premio al mejor documental en el Festival Mirabile Dictu en el Vaticano.

Con estas palabras recogió el premio Ramón Tallaj, presidente del patrocinador del documental: “Primero, gracias a la Academia por este honor. Y se lo dedicamos a todos los empleados de SOMOS Community Care. Pero sobre todo buscando que la paz en este mundo pueda volver y el entendimiento entre los seres humanos, no importa su religión, pueda surgir de nuevo. Amén”.

El autorTeresa Aguado Peña

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Vaticano

‘Tutela Minorum’ urge al “camino de sanación” de los abusos

Por mandato del Papa Francisco, la Comisión Pontificia para la Protección de Menores (‘Tutela Minorum’), ha presentado en el Vaticano el primer Informe Anual sobre las políticas y procedimientos de tutela en la Iglesia, un “viaje de conversión” para reparar y sanar los abusos, ha manifestado el cardenal Sean O’Malley. Sus recomendaciones quieren mejorar la recepción y seguimiento de las denuncias, y crear una “cultura de la protección”.

Francisco Otamendi·29 de octubre de 2024·Tiempo de lectura: 5 minutos

“Quiero garantizar a todas las víctimas y sobrevivientes (de los abusos) que vamos a hacer todo lo posible para seguir acogiéndoos, asistiéndoos para poder encarar todos los sufrimientos que habéis padecido. Respetamos vuestro testimonio valiente, y reconocemos que tal vez estáis cansados de palabras vacías”, ha manifestado el cardenal O’Malley, presidente de ‘Tutela minorum’, en la presentación del Informe.

“Vuestro sufrimiento nos ha abierto al hecho de que como Iglesia hemos fallado al cuidar a las víctimas, hemos hecho resistencia a la hora de comprenderos, y todo lo que haremos no será suficiente para reparar todos los daños que habéis padecido”, ha añadido.

“Esperamos que este informe, y los informes sucesivos, junto con la ayuda de las víctimas, ayudarán a que estos terribles acontecimientos ya no se produzcan. Este Informe, que llega con ocasión del décimo aniversario de la Comisión, representa una instantánea de lo que es el viaje de conversión que hemos emprendido”.

“Es un viaje hacia un ministerio de la protección transparente y responsable”, ha señalado cardenal, “ hacia una mayor cercanía, acogida y apoyo hacia las víctimas y sobrevivientes en su búsqueda de justicia y sanación”.

Una etapa de “traiciones” y “falta de profesionalidad”

El presidente de ‘Tutela Minurum” distinguió dos etapas en el itinerario “de nuestro camino como Iglesia”, tras “las experiencias vividas dolorosamente”. “La primera la viví de forma continuada durante casi 40 años como obispo, a través de la cercanía personal con las víctimas, sus familias, sus seres queridos y comunidades. He escuchado testimonios poderosos de la traición que uno siente cuando es abusado por una persona en la que ha depositado su confianza, y las implicaciones de por vida de dicho abuso”. 

“Estoy enormemente agradecido a las víctimas por su apertura”, ha señalado a continuación, “que me ha permitido caminar con ellas. Sus historias revelan un periodo de desconfianza en el que los líderes de la Iglesia fallaron trágicamente, aquellos a quienes estamos llamados a seguir. También fue una época donde no reinaba la profesionalidad”.

Ahora, “camino de sanación y cultura de protección”

“Ahora estamos comenzando una segunda etapa que vemos toma forma en muchas partes del mundo, en el que la responsabilidad, la preocupación y el cuidado por las víctimas comienza a arrojar luz sobre la oscuridad. Es un período en el que existen sistemas de denuncia sólidos, que nos permiten escuchar, responder a las víctimas, con un enfoque informado sobre el trauma”.

Es un período en el que los protocolos de gestión de los riesgos y la supervisión informada promueven entornos seguros. La Iglesia presta ahora servicios profesionales para acompañar a las víctimas como compromiso en este camino de sanación y promover una cultura de la protección”. “Este es un tiempo en el que la Iglesia abraza plenamente su Ministerio de salvaguardia de protección”.

Déficit de datos de México

Sin embargo, todavía hay puntos oscuros. Por ejemplo, en la comparecencia, a preguntas de los medios, miembros de la Comisión Pontificia confirmaron un punto del Informe: sólo el 20 por ciento de las diócesis mexicanas ha respondido al cuestionario enviado. El secretario de la Comisión confirmó este dato, pero añadió que algunas conferencias episcopales se retrasaron al principio, pero luego han ido proporcionando más información. El cardenal O’Malley manifestó su “decepción por la falta de respuesta mexicana”.

“No hay nexo entre celibato y abusos”

A raíz de otra de las preguntas, el cardenal O’Malley manifestó que no ha visto ningún estudio serio que hile el celibato sacerdotal con los abusos a menores, “no existe ningún nexo”. “El celibato no es causa de la pedofilia”, añadió. “Los niños deben ser respetados y tutelados”, añadió otra persona de la comisión.

Testimonio de una víctima

En el briefing vaticano de los medios estuvo presente una víctima que está trabajando en la comisión, Juan Carlos. En sus palabras, manifestó que le ha ayudado mucho trabajar en ella, y que espera ayudar a otras víctimas a transitar por ese camino. Asimismo, elogió el acto por las víctimas organizado por el arzobispo de Madrid, cardenal José Cobo, hace unos días, en particular cuando señaló que “no vamos a pasar página”.

Encargo y algunas líneas maestras del informe

Escuchar a las víctimas/sobrevivientes y aprender de ellas: de 2014 a 2024 y más allá”, titula el Informe recién presentado su parte final, tras recordar al principio que se trata de un encargo del Papa Francisco, porque “si no hubiera progresos (en la protección de los menores y de los adultos vulnerables), los fieles seguirían perdiendo confianza en sus pastores, haciendo cada vez más difícil el anuncio y el testimonio del Evangelio” (Papa Francisco, 29 de abril de 2022).

En efecto, “las lecciones aprendidas de estos compromisos directos con las víctimas/sobrevivientes sostienen profundamente el análisis presentado en este informe anual. La Comisión está plenamente comprometida a seguir ampliando la participación de las víctimas/ sobrevivientes en el proceso de este reporte cíclico”, se señala.

El modelo de “Justicia y Conversión” del Informe consta de cinco pilares principales que se entrelazan: Conversión que nos aleje del mal, Verdad, Justicia, Reparación y Garantía de no repetición”.

Mejora de procesos, iniciativa ‘Memorare’

El cardenal presidente sintetizó en dos o tres aspectos el contenido de este primer Informe de ‘Tutela Minorum’. En primer lugar, “la mejora de los procesos canónicos de recepción y seguimiento de las denuncias, a favor de las víctimas/sobrevivientes y sus familias, que respete, simultáneamente: el derecho de acceso a la información, el derecho a la privacidad y el derecho a la protección de datos personales”.

En segundo término, “la profesionalización de quienes se dedican a la protección de los menores y los adultos vulnerables en la Iglesia, proporcionándoles oportunidades académicas formales y recursos adecuados”. 

En este punto, mencionó la iniciativa ‘Memorare’, primera palabra del Acordaos a la Virgen Santísima, que a petición del Santo Padre, desarrolla la tareas de protección en el sur global, conforme al Moru Proprio Vos estis lux mundi.

Jurisdicción en la Curia romana, simplificación

Otros puntos destacados, entre las observaciones de la Comisión, son los siguientes.

–  “La necesidad de una determinación clara de la jurisdicción de los distintos dicasterios de la Curia Romana, buscando asegurar una gestión eficaz, oportuna y rigurosa de los casos de abuso sexual, remitidos a la Santa Sede”.

– “La necesidad de un proceso simplificado, cuando esté justificado, para la dimisión o destitución de un líder de la Iglesia”. 

– “La necesidad de seguir desarrollando el Magisterio de la Iglesia sobre la protección de los menores y los adultos vulnerables, desde una perspectiva teológico-pastoral integral, que promueva la conversión de la Iglesia en lo que respecta a la dignidad del niño y los derechos humanos, y su relación con los abusos”.

“Manejo rigurosos de las reparaciones”

–  “La necesidad de conocer las políticas de daños y compensaciones que promuevan un manejo riguroso de las reparaciones, como parte del compromiso y responsabilidad de la Iglesia para apoyar a las víctimas/ sobrevivientes en su camino de sanación”.

Como se ha recordado al comienzo, la Comisión Pontificia “está comprometida a seguir ampliando la participación de las víctimas/ sobrevivientes en el proceso de este reporte cíclico”.

El número de septiembre de este año de la revista Omnes, dedicado a los abusos, cuyo editorial lleva por título ‘Tiempo de sanar’, recoge artículos de expertos que adelantan algunos de los aspectos del informe presentado hoy.

El autorFrancisco Otamendi

Evangelización

EncuentroMadrid: un congreso para apaciguar un mundo polarizado

Por el Mirador de Cuatro vientos han pasado más de 12.000 personas y 500 voluntarios en un congreso que es una referencia.

Javier García Herrería·29 de octubre de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos

Del 25 al 27 de octubre se ha celebrado en Madrid la vigésimo primera edición de EncuentroMadrid, un congreso que ha querido afrontar si a pesar del contexto presente, que en ocasiones puede valorar negativamente, puede decirse que “la trama de la vida es preciosa”. La frase entrecomillada es de Takashi Nagai, un médico japonés que sufrió la caída de la bomba atómica y aún así encontró en la fe cristiana el impulso para dar una gran esperanza al pueblo japonés en un contexto muy dramático para la nación. 

Ponentes de gran nivel

El filósofo francés Fabrice Hadjadj fue uno de los ponentes destacados. A raíz de las propuestas de inmortalidad procedentes del transhumanismo, se preguntaba en su conferencia para qué queremos conservar indefinidamente la vida cuando no aceptamos el riesgo de ponerla en juego. “Queremos crear hombres inmortales para que luego se suiciden”, decía de manera provocadora Hadjadj para explicar que, si buscamos sólo conservar la vida, esta se pierde.

Andrés Aziani, uno de los protagonistas de la exposición “La Plaza del encuentro”, “lo mejor es el coraje con el que cada uno debe retornar su camino para poder decir sí a la vida”, con todos sus retos e implicaciones. 

La propuesta de Giussani

Siguiendo la propuesta de Luigi Giussani, fundador de Comunión y Liberación, los organizadores de EncuentroMadrid proponen un crecimiento y madurez en la fe basado en el diálogo y la amistad con personas de mentalidades muy diferentes.

Este congreso es un espacio de diálogo y reconocimiento recíproco con personas de diversas tradiciones éticas y culturales. Como dijo el profesor Diego Garrocho, “los bandos son porosos… no se trata de vencer, sino de encontrar ese milímetro de verdad que está en la posición del otro. La diferencia hay que respetarla siempre, pero mejor aún sería hacerla objeto de conversación”. 

Reflexiones sobre el arte

La jornada central de EncuentroMadrid 2024 contó con dos de los mejores ponentes de esta edición: los artistas Antonio López, pintor de la generación de los realistas de Madrid, y Pedro Chillida Belzunce, también artista e hijo y colaborador de su padre, Eduardo Chillida.

El encuentro, presentado por el arquitecto Enrique Andreo, estuvo precedido por un vídeo documental montado por él en el que tanto Chillida padre como hijo hablaban de su relación con la obra. 

El vídeo aborda también la relación del artista vasco con la fe, en un paralelismo entre la creación artística y la Creación con mayúscula. “La palabra ‘creación’ es demasiado grande para el hombre. Yo sólo concibo la creación a nivel de Dios. Ha sido por floración natural: he tenido fe toda la vida, y los desequilibrios entre razón y fe siempre me han ayudado. La verdadera importancia de la razón reside en el poder que tiene para hacernos comprender sus propias limitaciones. Si no se me hubiera planteado este problema, seguramente ni mi obra se hubiera encaminado hacia donde lo ha hecho… ni yo tampoco”, reflexiona Eduardo Chillida.

Misa de clausura con Cobo

El cardenal José Cobo clausuró EncuentroMadrid con una Misa en la que subrayó a los asistentes que “tenéis en el ADN dos palabras clave más necesarias que nunca: comunión y liberación”. Desde ahí, ha urgido a seguir comunicando esta vida a mar abierto, especialmente a quienes están lejos o son más vulnerables, para seguir tejiendo una trama de verdadera fraternidad en la que todos puedan encontrar el significado y la acogida que necesitan y esperan.

Zoom

El Vaticano presenta a Luce, la mascota del Jubileo

En una rueda de prensa del 28 de octubre, el arzobispo Fisichella presentó a Luce, la mascota del Año Jubilar de 2025.

Paloma López Campos·29 de octubre de 2024·Tiempo de lectura: < 1 minuto
Vaticano

Las claves de la encíclica «Dilexit Nos»

El Papa Francisco publicó el 24 de octubre su cuarta encíclica "Dilexit Nos", un documento que pide a los católicos centrar la mirada en el Sagrado Corazón de Jesús.

Rome Reports·29 de octubre de 2024·Tiempo de lectura: < 1 minuto
rome reports88

El Papa Francisco publicó el 24 de octubre su cuarta encíclica «Dilexit Nos».

Todo el documento se basa en la devoción al Sagrado Corazón de Jesús y llama a los católicos a vivir la apertura a los otros y a reconocer la dignidad intrínseca de cada uno.


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Recursos

La laboriosidad como amor al trabajo

La laboriosidad es la virtud que nos enseña a amar el trabajo que Dios dispone para nuestra vida, y nos ayuda a sacar el fruto que Dios espera.

Manuel Ordeig·29 de octubre de 2024·Tiempo de lectura: 12 minutos

Es sabido que la laboriosidad es una virtud que conduce a trabajar bien, a aprovechar el tiempo, a poner amor (a Dios y/o al prójimo) al trabajar, etc. Pero nada de esto es posible si no se ama, a la vez, de alguna manera, el propio trabajo. El diccionario define la laboriosidad como “inclinación al trabajo”, pero no como una pelota rueda cuesta abajo −por sí sola−, sino como un montañero se ve atraído por la montaña.  Entra en juego el papel atractivo del amor. Por ello la laboriosidad lleva implícito el amor al trabajo, el que a cada uno corresponde: al trabajo en sí mismo, independientemente del posible reconocimiento o remuneración.

Un hombre laborioso es el que disfruta con su trabajo y procura hacerlo lo mejor posible. Lo cual muestra que lo ama y que, ese amor, le hace llevar con alegría las dificultades y esfuerzos que todo trabajo lleva consigo. Se cansa trabajando, pero no se cansa de trabajar. Sin el trabajo, la vida le resultaría insulsa, vacía. Cuando descansa, trabaja de otra manera: en otra cosa, con otro ritmo, con un gozo diferente; no acaba de entender lo de descansar “haciendo nada”. La alegría de crear −una idea, una cosa, un resultado− compensa con creces el dolor escondido en semejante alumbramiento.

El sentido trascendente del trabajo

Numerosos autores actuales lo han descubierto y lo han dado a conocer a un público amplio: “Su trabajo va a ocupar gran parte de su vida, y la única forma de estar realmente satisfecho es hacer un gran trabajo. Y la única forma de hacer un gran trabajo es amar lo que haces” (Steve Jobs). “Cuando amas tu trabajo, te conviertes en el mejor trabajador del mundo” (Uri Geller). “Para tener éxito, lo primero que debes hacer es enamorarte de tu trabajo” (Mary Lauretta). “Todos los días, amo lo que hago y creo que es un regalo y un privilegio amar tu trabajo” (Sarah Burton). Estas y otras frases parecidas son resultado de experiencias humanas provechosas, hoy participadas por la red global.

Si, además, se le añade un sentido trascendente, el resultado es que amando el trabajo se está amando a Dios y al prójimo. La fe y la esperanza colorean de manera inequívoca aquel amor, e introducen a la persona que trabaja en el ámbito sobrenatural a que está destinado el ser humano. San Josemaría Escrivá dijo: “ocúpate de tus deberes profesionales por Amor: lleva a cabo todo por Amor, insisto, y comprobarás −precisamente porque amas…− las maravillas que produce tu trabajo”.

Hay casos en que puede parecer difícil −incluso chocante o contradictorio−, aquella pretensión de amar el trabajo a que nos referíamos: bien porque se padece un trabajo ingrato (por los motivos que sea), bien porque la situación personal (salud, etc.) lo hace parecer imposible, o bien porque se juzga que el amor hay que reservarlo para cuestiones más elevadas. Podría suponerse que todos los hombres deben trabajar, pero que no es obligatorio hacerlo con gusto. 

Evidentemente, el amor no puede imponerse. Lo que se pretende subrayar es que la persona laboriosa, la que aprende a amar su trabajo −a veces con esfuerzo y poco a poco−, tiene mucho camino adelantado para ser feliz y hacer felices a los que le rodean. “El que es laborioso aprovecha el tiempo, que no sólo es oro, ¡es gloria de Dios!  Hace lo que debe y está en lo que hace, no por rutina, ni por ocupar las horas… Por eso es diligente [y] diligente viene del verbo ‘diligo’, que es amar, apreciar, escoger como fruto de una atención esmerada y cuidadosa” (san Josemaría Escrivá).

Se añade la circunstancia de que el trabajo es, por sí mismo, principio de relaciones personales y sociales. Y la persona situada en el centro de esas relaciones debe, con ellas, cumplir los deberes de convivencia razonables que todo hombre tiene con la sociedad. En tal caso, ¡qué difícil resultaría, a quien trabajase a disgusto −contrariado−, mostrarse después amable, paciente, responder con mansedumbre, incluso comprender y perdonar a los demás! La laboriosidad permite transmitir en torno la visión optimista del que ama su quehacer y sabe gustar las alegrías que ello le produce.

Fuera, incluso, del ámbito profesional, ¡cómo se contagia, sin querer, el malhumor del trabajo al ámbito familiar o más íntimo!  Una cosa es llegar cansado del trabajo y buscar el natural descanso, y otra muy distinta descargar en los demás las frustraciones profesionales. Si, además de amar el trabajo, se ama a Dios y al prójimo, el necesario descanso ayudará también a descansar a quienes tenemos más cerca en la vida.

Amar el trabajo

Al hablar de amor al trabajo, es necesario precisar que el término amor encierra un concepto análogo. Se puede amar a personas, animales, cosas, ideas, actitudes, sentimientos…; pero no se aman de la misma manera. Lo más propio del amor es amar a las personas: entre ellas a Dios. Las demás aplicaciones del término necesitan ser entendidas correctamente. Pero, con esta precisión, se puede decir que también se aman otras cosas.

Como explicó Benedicto XVI, el amor tiene una primera dimensión de “eros”: que engloba la atracción, el deseo de posesión. Y una segunda dimensión de “agapé”: en cuanto que el verdadero amor supone donación, regalo, darse. Todo amor tiene una proporción de cada uno de estos aspectos. El amor a las personas, si es grande, supone donación en buena parte, hasta llegar a la donación total en el amor conyugal. El amor a las cosas y a las ideas es, de modo dominante, amor erótico: de posesión y disfrute.

Aun así, es lícito llamar amor, dentro de la analogía, al que se tiene, por ejemplo, a una mascota, a un lugar (de nacimiento, de vida familiar…), a un cierto paisaje, al arte, al deporte, al fútbol… Este amor es que el que nos llena de gozo cuando podemos satisfacerlo, aunque para ello sea necesario esforzarse (alcanzar una cumbre…) o prepararse con sacrificio durante años (una olimpiada…).

Por lo demás, tal amor es también el que permite desarrollar más perfectamente el cometido en cuestión. Por ejemplo, un músico que no amase la música, nunca pasaría de ser un mediocre pianista o violinista; aunque diera las notas correctas, le faltaría “espíritu» y expresividad; solo un intenso amor por la misma música puede llevar a alguien a ser un músico extraordinario. O también, en otro ámbito, solo un buen cazador −un gran amante de la caza− puede llegar a sobresalir en esa actividad. Los ejemplos podrían multiplicarse.

Si se aduce que estos ejemplos se refieren más bien a aficiones o gustos, pero no propiamente a trabajos “profesionales” se puede replicar que trabajador es una condición humana casi universal, que se aplica de modo especial a los fieles laicos de la Iglesia, como reflejó el Concilio Vaticano II en “Gaudium et spes”. En este contexto, Juan Pablo I llegó a escribir: “Francisco de Sales también propugna la santidad para todos, pero parece enseñar solamente una espiritualidad de los laicos, mientras Escrivá quiere una espiritualidad laical. Es decir, Francisco sugiere casi siempre a los laicos los mismos medios practicados por los religiosos con las adaptaciones oportunas. Escrivá es más radical: habla de materializar −en el buen sentido− la santificación. Para él, es el mismo trabajo material lo que debe transformarse en oración”. Todo trabajo, también el intelectual, supone −antes o después− resultados materiales que lo comprueben. Aquella materialización citada, supone amar, de algún modo, tanto el trabajo como la materialidad que encierra.

La laboriosidad

Como hemos adelantado, laboriosidad es, precisamente, el amor al trabajo que cada uno debe desempeñar. Ciertamente, se puede trabajar sin ningún amor al trabajo: como obligación enojosa que no hay más remedio que cumplir. No son pocos los que trabajan así. En cuyo caso es muy difícil trabajar contentos, y menos aún trabajar con perfección.

Por supuesto, en cualquier trabajo puede ponerse amor (a Dios, a la propia familia, a la patria, al dinero…). Y en tal caso, el trabajo sacrificado y poco agradable, se hará con la alegría del deber cumplido: lo cual no es algo de escaso valor. Pero no es este amor el que interviene en el concepto de laboriosidad, aunque esconda cierta relación con él.

En la laboriosidad, el propio trabajo −el que sea− es amado. Se ama el hecho de trabajar, el modo de hacerlo y el fruto del mismo. Y entonces el trabajo resulta hondamente satisfactorio. Y, aunque siempre es posible hacer un trabajo serio, profesional, solo con el amor se realizará acabadamente: solo así resultará digno de encomio. También el amor a Dios o a la familia puede hacer que un trabajo sea sacrificado y meritorio, pero es difícil que sea, a la vez, humanamente grato si no se ama el mismo trabajo.

Solo la laboriosidad permite trabajar con perseverancia, un día y otro, sin un reconocimiento inmediato (económico o de otro tipo). Y hacerlo con total rectitud de intención; es decir, sentirse “pagados” por el mero hecho de trabajar, de sacar adelante esa tarea, aunque no lo vea nadie. Que no supone, como es lógico, renunciar a la remuneración debida; sino, simplemente, que el amor al trabajo desvía a un segundo plano otros intereses materiales.

Como toda virtud, la laboriosidad admite grados: es posible amar poco o mucho el trabajo. De hecho, puede pecarse contra esta virtud por exceso, si el trabajo llegase a perjudicar la salud o el tiempo debido a la familia o a Dios. E igualmente por defecto, cuando la pereza, el desorden o la rutina, convierten el trabajo en un “cumplimiento” simplemente material con repetidas imperfecciones.

Es decir, el amor al trabajo debe ser ordenado, como todo. Habitualmente es la virtud de la prudencia, humana y sobrenatural, la encargada de colocar el trabajo en su sitio, dentro de la complejidad de intereses que componen la vida de una persona. No debería hacer falta esperar indicaciones ajenas para percatarse cuándo el trabajo está desordenando la propia vida.

En definitiva, la persona laboriosa, además de amar a Dios y a los demás en el trabajo, ama el propio trabajo: como medio, no como fin, pero lo ama. Negar a la laboriosidad esta dimensión amorosa es reducirla a un mero conjunto de directrices, en su mayoría negativas: no perder el tiempo, evitar el desorden, no dejar para mañana lo que hay que hacer hoy…

Y en la vida de cualquier ser humano, por aquello de que todas las virtudes están unidas en cierta manera, la laboriosidad facilita virtudes tan alejadas, aparentemente, como la templanza: la castidad, la pobreza, la humildad… Por el contrario, el ocio −extremo opuesto a la laboriosidad−, tal como resume el dicho ascético, es el origen de bastantes vicios.

El amor al trabajo, unido al amor a Dios y al prójimo, hace madurar a las personas. Facilita esa madurez humana que se manifiesta en detalles concretos de espíritu de servicio, ayuda mutua, desinterés, cumplimiento de promesas, etc. Hace a los hombres más humanos, en conclusión: “con su conocimiento y trabajo, hacen más humana la vida social, tanto en la familia como en toda la sociedad civil” (Concilio Vaticano II, “Gaudium et spes”).

Por otra parte, sucede con el trabajo lo mismo que ocurre con otras realidades humanas. En el caso de alguien que se ve obligado a cambiar de país, por motivos laborales, familiares, etc., es importante −para él− que aprenda a amar el nuevo país. Si la estancia se prolonga años y no llega a amar las costumbres, el carácter y los modos del lugar, siempre será un inadaptado. Será muy difícil que pueda ser feliz viviendo en un ámbito que no ama, incluso que le provoca rechazo. De la misma manera, un caso paralelo sería el de quien se ve obligado a cambiar de trabajo y afrontar una tarea nueva que, en principio, no le parecía atractiva: con más o menos prontitud, tendría que ir valorándola y amándola, so pena de estabilizarse como un desafortunado perpetuo.

Laboriosidad y santificación del trabajo

Es bien conocida la doctrina de san Josemaría Escrivá, tantas veces expuestas por él, sobre la santificación del trabajo y de la vida ordinaria, en orden a la llamada a la santidad de que son objeto todos los bautizados. Por decirlo con sus palabras: “para la gran mayoría de los hombres, ser santo supone santificar el propio trabajo, santificarse en su trabajo, y santificar a los demás con el trabajo, y encontrar así a Dios en el camino de sus vidas”.

En el mismo libro que acabamos de citar, le pregunta el entrevistador qué entiende san Josemaría por “santificar el trabajo”, ya que las restantes expresiones son de más fácil interpretación. Responde que todo trabajo “debe ser realizado por el cristiano con la mayor perfección posible: …humana … y cristiana… Porque hecho así, ese trabajo humano, por humilde e insignificante que parezca, contribuye a ordenar cristianamente las realidades temporales y es asumido e integrado en la obra prodigiosa de la Creación y de la Redención del mundo”.

Por lo demás, “la santidad personal (santificarse en el trabajo) y el apostolado (santificar con el trabajo) no son realidades que se alcancen con ocasión del trabajo, como si éste fuera externo a ellas, sino precisamente a través del trabajo, que queda así injertado en la dinámica del vivir cristiano y, por tanto, llamado a ser santificado en sí mismo”.

Teniendo en cuenta estas afirmaciones salta a la vista que, quien ama su trabajo, encontrará en su ejecución un doble motivo de contento: el propio trabajo y el convencimiento de que, con él, no solo recorre el itinerario de su santidad, sino que −ese trabajo que ama− es como el “motor” para avanzar en tal camino. Siempre con la gracia de Dios, por descontado.

Ante estas afirmaciones, cabe preguntarse: ¿cómo es posible santificar un trabajo si no se ama? Porque no se trata de la santificación subjetiva −santificarse en el trabajo−, sino propiamente de la santificación del ejercicio y de la componente material del propio trabajo: de santificar esa cooperación con la acción creadora divina, que dejó ‘incompleta’ la creación para que el hombre la perfeccionara con su trabajo.

Y a la inversa, ¿cómo no amar −un cristiano− esa tarea divino-humana de perfeccionar el mundo, contribuyendo a su redención en unión con Jesucristo? “Cuyas manos se ejercitaron en el trabajo manual, y que continúa trabajando por la salvación de todos en unión con el Padre”. Con ese amor, “los hombres y mujeres (…) con su trabajo desarrollan la obra del Creador, sirven al bien de sus hermanos y contribuyen de modo personal a que se cumplan los designios de Dios en la historia”.

Por eso añade san Josemaría: “vemos en el trabajo −en la noble fatiga creadora de los hombres− no sólo uno de los más altos valores humanos, medio imprescindible para el progreso (…) , sino también un signo del amor de Dios a sus criaturas y del amor de los hombres entre sí y a Dios: un medio de perfección, un camino de santidad”. Esto es, en el fondo, lo que ama la persona laboriosa cuando ama su trabajo.

Porque el trabajo es un medio, no un fin, ya lo hemos dicho. El fin es Jesucristo, el establecimiento del Reino de Dios: la Iglesia, mientras estemos en este mundo. Pero ¡qué difícil será alcanzar el fin a quien no ama los medios para lograrlo! Jesús mismo, en obediencia al Padre, amó su Pasión y Muerte como camino de Redención de los hombres. Aunque no se puede afirmar que Cristo amase el dolor en sí mismo, sí se puede decir que murió amando la Cruz y los clavos que le sujetaban a ella, como instrumentos de la Voluntad del Padre.

“El sudor y la fatiga, que el trabajo necesariamente lleva en la condición actual de la humanidad, ofrecen al cristiano (…) la posibilidad de participar en la obra que Cristo ha venido a realizar. Esta obra de salvación se ha realizado a través del sufrimiento y de la muerte de cruz. Soportando la fatiga del trabajo en unión con Cristo crucificado por nosotros, el hombre colabora en cierto modo con el Hijo de Dios en la redención de la humanidad. Se muestra verdadero discípulo de Jesús llevando a su vez la cruz de cada día en la actividad que ha sido llamado a realizar” (San Juan Pablo II, “Laborem ecvercens”).

Volvemos a lo mismo, únicamente el amor a esa actividad laboral convertirá el dolor y el esfuerzo, no solo en una realidad redentora, sino en una realidad hondamente satisfactoria: como Cristo muere contento de entregar su vida por los hombres. Lo contrario, sufrir a disgusto y renegando, no es propio de Cristo ni de su discípulo.

Las dificultades

La meta es elevada y, como tal, conlleva múltiples dificultades. Buena parte de ellas son exteriores: circunstancias adversas, competencia leal o desleal, limitaciones de salud… y otras mil razones que no dependen de la voluntad del que trabaja. Pero no son las únicas, ni las más arduas. En el interior del sujeto humano se producen los conflictos más relacionados con esa laboriosidad, que venimos tratando.

El Papa Francisco resume en unas páginas de singular clarividencia los problemas “interiores” que surgen en la tarea ministerial. Se dirige a los sacerdotes, pero sus consideraciones son válidas en cualquier ámbito. Si “no son felices con lo que son y con lo que hacen, no se sienten identificados con su misión”. (“Evangelii Gaudium”). “De ahí que las tareas cansen más de lo razonable… No se trata de un cansancio feliz, sino tenso, pesado, insatisfecho y, en definitiva, no aceptado”. “Así se gesta la mayor amenaza, que ‘es el gris pragmatismo de la vida cotidiana’… se desarrolla la psicología de la tumba… que nos convierte en pesimistas quejosos y desencantados con cara de vinagre”. Parece muy negativo, quizá exagerado, pero es una caricatura de ese trabajador que no es feliz con lo que hace, que se sacrifica pero sin amor: sin amor a Dios y al prójimo, y sin amor a ese quehacer concreto que la voluntad de Dios −con frecuencia a través de intermediarios humanos− ha puesto en sus manos.

Es claro que muchas veces no basta con la laboriosidad −con amar el trabajo− para que se solucionen los problemas. Hay obstáculos que pueden mantenerse insuperables por el momento. En estos casos, nada se gana con protestar y quejarse; en cambio, si se procura amar la situación −el trabajo y sus circunstancias− un poco más cada día, al final se consigue disminuir notablemente el malestar que se sufre y que se comunica a los demás. Se produce una conocida circularidad: el amor facilita la entrega y el sacrificio, y estos acrecen el amor cada vez más. La laboriosidad se desarrolla y crece, como toda virtud, precisamente in infirmitate: en la prueba y en la debilidad (cfr. 2Co 12,9). 

“Estamos llamados a ser personas-cántaros para dar de beber a los demás”; a contagiar a quienes nos rodean la esperanza y la alegría que no puede mermar ningún trabajo costoso, si aprendemos a amarlo con la ayuda de Dios. Pues, aunque es virtud humana, solo la caridad sobrenatural permite alcanzar aquella cota que, más allá de las razones de la lógica, nos hace superar cualquier inconveniente humano. “Cuando comprendas ese ideal de trabajo fraterno por Cristo, te sentirás más grande, más firme, y todo lo feliz que se puede ser en este mundo” (San Josemaría Escrivá, “Surco”).

Y entonces no solo dice, como san Martín, “non recuso laborem” (“no rechazo el trabajo”), sino que agradece a Dios poder trabajar siempre, todos los días, hasta el último de su vida.

Conclusión

Cuanto se dice de la laboriosidad y del trabajo, ofrece un claro paralelismo con otras dimensiones de la vida humana. Por ejemplo, la piedad: la persona piadosa ama cuanto le acerca a Dios y sus detalles. La oración le resultará más o menos fructuosa, quizá incluso árida en algún momento; pero no le importa: sabe ser feliz en la presencia de Dios, aunque no ‘sienta’ nada. Quien no es piadoso, toda acción litúrgica le resultará pesada y larga, y si ama a Dios, lo hará por Él, con sacrificio valioso en sí mismo. Pero solo si es piadoso −si ama los gestos y las palabras− disfrutará con las oraciones propias y con las litúrgicas.

La conocida parábola de los talentos (cfr. Mt 25,14-29) nos enseña que, quien recibió un solo talento, no amaba el cometido que le encomendó su señor. En cambio, los otros dos, entusiasmados con los talentos recibidos, supieron hacerlos fructificar. Amaron la tarea encomendada y obtuvieron fruto de ella.

La laboriosidad es la virtud que nos enseña a amar el trabajo que Dios dispone para nuestra vida, y nos ayuda a sacar el fruto que Dios espera. Hay que aprender a ser laborioso, como tantas otras virtudes; pero, una vez aprendida, nos proporciona una íntima satisfacción en lo que hacemos, que nos ayuda a ser felices.

El autorManuel Ordeig

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