Reverendo SOS

Envejecer con salud

Dado que la esperanza de vida está aumentando, es interesante conocer qué factores nutricionales favorecen en la madurez un envejecimiento saludable y logran mayor calidad de vida. Se trata de “añadir vida a los años”, además de “añadir años a la vida”.

Pilar Riobó·13 de septiembre de 2017·Tiempo de lectura: 3 minutos

La importancia de la dieta para alcanzar la longevidad se conoce desde hace muchos años. Bacon, en el siglo XVII, destacó la importancia de las comidas frugales para llegar a una edad avanzada. La clave se podría resumir en evitar la obesidad y las enfermedades asociadas, como la diabetes y la hipertensión. Para una vida sana también en la vejez, se debería prevenir durante toda la vida, siguiendo los consejos que se han dado en artículos anteriores.

Con los años disminuye la masa magra y aumenta la grasa, lo que, unido a la disminución del metabolismo, favorece el sobrepeso y la obesidad. Pero la buena noticia es que parece que el sobrepeso leve en los mayores se asocia con menor riesgo de mortalidad con respeto a las personas con peso normal. Sin embargo, la obesidad propiamente dicha se asocia con un aumento de la mortalidad del 29 %. Todavía no sabemos si realmente el sobrepeso ligero protege, o si este resultado se debe a que en el grupo de peso normal están incluidas las personas con enfermedades crónicas, enfermedades que serían las causantes de la pérdida de peso. En cualquier caso, la pérdida no intencionada de peso en una persona mayor indica la necesidad de una evaluación clínica para conocer la causa.

Si hablamos de demencias del tipo de la enfermedad de Alzheimer, no existe ningún nutriente que la prevenga, pero algunos estudios señalan que una ingesta mayor de antioxidantes (en frutas y verduras, principalmente) y de pescado, a lo largo de la vida adulta, reduce el riesgo de sufrirla. El buen control de la hipertensión y de la diabetes, en caso de padecerlas, también protegen de enfermedades cerebrales.

En los mayores también es frecuente la intolerancia a la lactosa, que se manifiesta con molestias digestivas (gases, dolor abdominal…) tras la ingesta de leche. En estos casos es eficaz sustituir la leche por yogures –en los que la lactosa ha sido fermentada a ácido láctico– para no comprometer el aporte de calcio, ya que la falta de calcio favorece la osteoporosis, tan frecuente en estas edades, sobre todo en las mujeres. Además, los mayores suelen necesitar suplementos de vitamina D, que actúa sinérgicamente con el calcio a nivel del hueso.

En las personas mayores también a menudo vemos casos de malnutrición, causada por circunstancias que se asocian a la edad. Por un lado, las alteraciones del gusto y del olfato disminuyen el apetito, y pueden existir problemas dentales que impidan la correcta masticación. También puede haber incapacidades físicas que dificulten la compra y preparación de alimentos. En este caso, la ayuda por parte de otras personas o los comedores colectivos pueden ser la solución.

Frecuentemente los mayores consumen varios medicamentos, (polifarmacia) que pueden tener efectos secundarios (náuseas, vómitos…), que interfieran con la alimentación.  Tampoco hay que olvidar la soledad y las alteraciones psicológicas, como la depresión, que también favorecen las situaciones de malnutrición.

En cuanto a las carencias vitamínicas, no es infrecuente encontrar, en algunas personas mayores, niveles bajos de vitamina B12. Suele ser debido a que la absorción de esta vitamina esté dificultada debido a la edad, y en ocasiones también al empleo de fármacos que disminuyen su biodisponibilidad, como son la metformina (utilizada por diabéticos) y el omeprazol y similares (muy utilizados por personas con molestias gástricas). La deficiencia de esta vitamina B12 puede acarrear anemia, y también un cuadro de demencia que puede ser reversible con el aporte de esta vitamina. Se encuentra principalmente en la carne, y a menudo las personas mayores comen poca carne, debido a las dificultades de masticación. En personas con factores de riesgo de deficiencia de esta vitamina, el médico puede indicar la realización de un análisis de sangre para determinar el nivel y, en caso de déficit, prescribir suplementos vitamínicos.

La presencia de anemia o la deficiencia de hierro en los mayores indica que hay que buscar la causa de esa deficiencia, descartando pérdidas crónicas de sangre por el aparato digestivo. 

Incluso las alteraciones de la visión se relacionan con la dieta. Las cataratas seniles se deben al estrés oxidativo, inducido por la acción de los rayos ultravioleta del sol, cuyo inicio puede retardarse con una dieta rica en antioxidantes (nuevamente en frutas y verduras).

El autorPilar Riobó

Médico especialista en Endocrinología y Nutrición.

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Evangelización

Avanzadas colonialistas. Desafíos y respuestas

El autor recuerda el llamamiento del Papa Francisco para negar “las nuevas colonizaciones ideológicas que buscan destruir la familia”. 

Juan Ignacio González Errázuriz·13 de septiembre de 2017·Tiempo de lectura: 3 minutos

El Papa Francisco usa habitualmente la expresión colonización ideológica. La define como el intento de imponer a los pueblos ideologías que son ajenas a sus principios. América Latina y África son hoy el territorio de estas conquistas. Aquella afirmación de que nuestra América Morena era el continente de la esperanza se ha ido desvaneciendo frente al nuevo coloniaje. Las principales “expediciones” colonizadoras vienen de los organismos internacionales y de las Naciones Unidas, que son los instrumentos de la nueva “misión”. 

El liberalismo norteamericano, con poder y dinero, es otro aliado que destina sus recursos a la agenda “civilizadora”. Los dineros estatales para la IPPF (International Planned Parenthood Federation) y sus adláteres amerindios y africanos son una prueba de ello. Los invasores han encontrado buenos y eficaces cómplices, que trabajan arduamente en la imposición de las nuevas ideas. Algunos son agentes directos y otros cooperadores semidormidos, desarticulados en su pensamiento original, como sucede con los partidos políticos de raigambre cristiana, que se han plegado a la marea reformadora. El movimiento colonizador es de antigua data. Viene de los racionalismos del siglo XVIII, aliñados con el laicismo del XX, y sazonado con el relativismo del XXI. Los que ayer nos trajeron el cristianismo, ahora nos los vienen a quitar. 

El nuevo coloniaje tiene una gran contención en la Iglesia católica, que se ha opuesto a sus designios, aunque en sus filas se hayan colado las ideas modernas y hayan arrastrado a más de un teólogo que hoy son el sustento de posiciones disruptivas en su seno. La Iglesia guiada por Pedro–Pablo, Juan Pablo, Benedicto y Francisco– no ha titubeado en los temas esenciales –no negociables – sobre la dignidad humana, aunque los agoreros humanos digan que no vale la pena dar batallas perdidas. Para ser justos, también el evangelismo protestante, disgregado en miles de grupos, constituye una defensa anticolonialista. No cabe, sin embargo, asumirlo como un todo, porque han cedido en algunos fundamentos muy importantes como la defensa de la indisolubilidad del matrimonio, la aceptación del aborto, etc. 

Familia e ideología de género 

Las banderas de luchas del embate colonialista son conocidas. Partiendo del rechazo a toda norma o principio superior, diríamos a la ley de Dios y la moral cristiana, las naves coloniales llevan nombres precisos; expansión del divorcio y la anticoncepción por doquier, y del matrimonio entre personas del mismo sexo; la difusión de la ideología del género, “el más artero de los ataques a la fe cristiana”, nos dijo el Papa a los obispos chilenos, para llegar a la adopción de niños por parte de parejas homosexuales; el intento de restar a los padres de la educación de sus hijos, para dejarla en manos del Estado; un animalismo exacerbado, que pone al ser humano al mismo nivel que el resto de los vivientes, y todo ello apoyado con durísimas leyes de no discriminación que intentan ahogar toda disidencia ante el embate colonial. Está de más decir que los ataques a la Iglesia –abiertos o encubiertos– son parte del programa invasor, aun cuando se cuiden las formas y se prometa no tocarla ni con el pétalo de una rosa. Toda esta fuerza cuenta con ingentes recursos económicos para su despliegue.

El Papa Francisco nos advierte: “Estemos atentos a las nuevas colonizaciones ideológicas. Existen colonizaciones ideológicas que buscan destruir la familia. […] Vienen de afuera, por eso digo que son colonizaciones. No perdamos la libertad de la misión que Dios nos da, la misión de la familia. Y así como nuestros pueblos en un momento de su historia llegaron a la madurez de decirle ‘no’ a cualquier colonización política, como familia tenemos que ser muy, muy sagaces, muy hábiles, muy fuertes para decir ‘no’ a cualquier intento de colonización ideológica sobre la familia” (Encuentro con las familias, 16-I-2015).

¿Cuánto puede durar este embate? Visto el largo tiempo de incubación, es seguro que durará mucho. Por eso es necesario preguntarse cómo oponerse eficazmente a él, para aminorar sus daños. El mismo Papa nos ha dado pistas: poniendo a la mujer, madre, esposa y servidora en la principal línea de defensa de los valores cristianos y en particular de la familia. Su sabiduría, intuición y capacidad de sacrificios y resistencia en los momentos duros es camino para no perderse. Asegurando el desarrollo de la piedad popular, una expresión cristiana de masas, que es capaz de sobrevivir a cualquier ataque ideológico, en especial por la presencia en ella de la Madre de Dios, que guía, cuida y anima al pueblo en su caminar. 

América es de punta a cabo tierra de María, bajo cuya luz ricos y pobres se orientan en las oscuridades. Dando cada día más atención a los jóvenes, que tienen el don de la profecía, anticipan el futuro y son ellos mismos el tiempo que viene. Incentivando el diálogo entre las nuevas generaciones y nuestros adultos mayores, “los ancianos de la tribu”, de manera que los que anuncian el futuro reciban la memoria de los que ya vivieron el pasado y trasmitan así lo valores para los nuevos tiempos, que no son otros que los perennes principios del cristianismo.

El autorJuan Ignacio González Errázuriz

Obispo de San Bernardo (Chile)

Evangelización

Donde la fe se hace cultura

Raimundo Ramis García·13 de septiembre de 2017·Tiempo de lectura: 2 minutos

Hablábamos ya hace años un profesor de historia del arte y yo respecto a la magnífica y célebre obra de Caravaggio La vocación de San Mateo, que con motivo de un viaje de fin de curso habíamos podido contemplar serenamente. Entonces, este buen amigo me comentó medio en broma medio en serio: “Quién me iba a decir a mí, que hace unos años me tenía por descreído, que iba a estar explicando a mis alumnos qué es la vocación, quiénes eran los apóstoles o qué era un publicano”.

Fruto de esta conversación  y de la Carta a los artistas de Juan Pablo II, comprendí que en mi labor como profesor de religión en el centro donde trabajo no debía limitarse a proponer a los alumnos los conocimientos de la doctrina cristiana. Sino que también debía ayudarles a descubrir la belleza de la fe a través del arte y de las diferentes asignaturas que, de una forma u otra, al hablarles del hombre, de la historia, les hablan de un elemento esencial en la configuración de sus vidas, como es el hecho religioso.

El hecho religioso

De acuerdo con los profesores de otras asignaturas, mostrar el hecho religioso desde diferentes aspectos ayuda a los alumnos a comprender que la novela de sus vidas se desarrolla en un universo cultural que sólo puede comprenderse desde las raíces cristianas. Desde las bellísimas iglesias que pueblan sus parajes, las fiestas que celebran sus pueblos y ciudades, hasta los nombres que visten sus calles.

Reconocerse partícipes de una cultura ayuda a querer saber más de sus orígenes e incluso a proponer a aquellos nuevos miembros de otras sociedades con culturas distintas que en un franco y cercano diálogo manifiesten sus dudas, miedos, o inquietudes. Diálogo que, por supuesto, funciona en ambas direcciones.

Hacer comprender a los alumnos de religión que la fe cristiana es una fe que a través de los siglos se ha hecho cultura, puede ayudar a que descubran con ojos nuevos ese rostro oculto tantas veces a sus ojos y que asoma en su ansia de plenitud.

El autorRaimundo Ramis García

Profesor del colegio Aitana (Torrellano, Elche)

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Mundo

El viaje del Santo Padre a Colombia

César Mauricio Velásquez·8 de septiembre de 2017·Tiempo de lectura: 2 minutos

«Sigan adelante. No se dejen robar ni la alegría ni la esperanza». Este ha sido el primer mensaje del Papa Francisco a su llegada a Colombia. El ex embajador César Mauricio Velásquez analizó en Palabra este viaje, en el número de julio-agosto.

El Papa Francisco vuelve a Latinoamérica. Esta vez visita cuatro ciudades de Colombia en las que se vive y se refleja la grandeza y bondad del continente, pero también sus graves problemas y desafíos.

Un continente de contraste: rico en recursos naturales y espirituales pero a la vez con altos índices de pobreza, crímenes y exclusión. Una región llena de juventud pero amenazada por las drogas, el desempleo y nuevos populismos baratos que han degradado en dictaduras siglo XXI, llenas de ideología, sangre y corrupción en nombre del pueblo.

El Papa Francisco encontrará una Colombia que busca la paz, pero no a cualquier precio, no simplemente con decretos y papeles como se ha impuesto. Su mensaje deberá plantear puntos de unidad, respeto por las instituciones y compromiso con la doctrina social de la Iglesia y así responder a los problemas de desigualdad, violencia y corrupción. Será un viaje al fondo de los problemas que ha generado la droga y la delincuencia. Hoy, mientras se implementa el llamado acuerdo de paz entre las FARC y el Gobierno, los cultivos de coca van en aumento, de 40.000 hectáreas que había en 2010 han pasado a 180.000. Un claro retroceso agravado por otros puntos de esa negociación que abre puertas al blanqueo de miles de millones de dólares de narcos y guerrillas, sin mucha justicia ni mucha verdad. Razón por la cual, entre otras, ganó el no en el plebiscito del 2 de octubre de 2016 y se tramitó después sin legitimidad ante el Congreso y sin respaldo popular.

Como sus antecesores -san Juan Pablo II en 1986 y el beato Pablo VI en 1968-, el Papa Francisco condenará la llamada “cultura de la muerte”, esa tendencia y afán de algunos de ser dios para acabar con la vida de los demás, no sólo con armas y bombas, sino también con el aborto, la eutanasia y la corrupción que roba al bien común. En este sentido, su voz animará al cambio personal según Cristo, único modelo capaz de darle respuesta a toda la existencia, porque no existe un cristianismo “low-cost”, tal como lo ha denominado Francisco al reflexionar sobre la mediocridad del cristianismo de baratija incapaz de participar en transformaciones personales y sociales. Serán cuatro días de reflexión, una visita que ayudará a refrescar la vida espiritual de millones de colombianos y a recordar que la paz interior es indispensable para alcanzar la paz exterior, pues la reconciliación auténtica exige verdad y justicia, tierra firme para poder dar un primer paso.

Evangelización

Jesucristo en el centro de la vida cristiana y de la evangelización

Francisco ha subrayado la centralidad de Cristo en la vida y en la misión cristianas. A los cristianos corresponde conocerlo, amarlo y seguirlo.

Ramiro Pellitero·1 de septiembre de 2017·Tiempo de lectura: 9 minutos

En su exhortación apostólica y programática Evangelii gaudium señala el Papa Francisco: “Cristo resucitado y glorioso es la fuente profunda de nuestra esperanza […]. Su resurrección no es algo del pasado; entraña una fuerza de vida que ha penetrado el mundo. […] Ésa es la fuerza de la resurrección y cada evangelizador es un instrumento de ese dinamismo” (EG, nn. 275-276). Cabe preguntarse de qué tipo es esa fuerza, cómo se traduce en la vida cristiana y cómo influye en la evangelización. Joseph Ratzinger, hacia el final de la sección que dedica a la Resurrección en Jesús de Nazaret, observa que no se trata simplemente de la reanimación de un cadáver, ni tampoco de la aparición de un fantasma o de un espíritu que viene del mundo de los muertos. Por otra parte, los encuentros de Jesús resucitado con sus discípulos no son fenómenos de mística colectiva (cfr. Jesús de Nazaret, II, Roma-Madrid 2011, pp. 316 ss.).

La Resurrección –sostiene el ahora Papa emérito– es un acontecimiento bien real, que sucede en la historia y a la vez transciende la historia. Supone un salto cualitativo u ontológico, una nueva dimensión de la vida humana, pues un cuerpo humano es transformado en un “cuerpo cósmico”, como lugar en que los hombres entran en comunión con Dios y entre ellos formando el misterio de la Iglesia. Aunque la resurrección no la contempló ningún ser humano (no era posible), a Cristo resucitado lo vio una multitud de testigos. Al mismo tiempo la resurrección es un acontecimiento discreto: no se impone, sino que quiere llegar a los hombres a través de la fe de los discípulos y de su testimonio, de modo que este suscite la fe en otros a lo largo del tiempo.

El Misterio de Cristo es el centro de la vida cristiana y de la Iglesia. En su relación con nosotros ese centro podría ser descrito trazando el marco del plan salvífico de la Trinidad como una elipse y en su interior dos focos que se atraen mutuamente: la Resurrección y la Eucaristía. Atraídos por esos dos focos, podemos Vivir con mayúsculas extendiendo, gracias al misterio de la Iglesia, el misterio de Cristo a todas las realidades humanas, pues en Él nos movemos y existimos los cristianos (cfr. Hch 17, 28).

El Catecismo de la Iglesia Católica (cfr. nn. 638-655) señala que la Resurrección es obra de la Santísima Trinidad, como confirmación de todo lo que Cristo hizo y enseñó. Nos abre a una nueva vida, la de los hijos de Dios, y es principio y fuente de nuestra resurrección futura. 

Todo ello tiene que ver con la fuerza de la Eucaristía, que nos da la vida de Cristo resucitado, nos une en la Iglesia como sujeto histórico “portador de la visión integral de Cristo sobre el mundo” (en expresión de R. Guardini), de sus sentimientos y de sus actitudes. La Eucaristía alimenta el desarrollo y ejercicio del carácter sacerdotal que recibimos con el bautismo y que nos configura como mediadores entre Dios y los hombres. 

De ahí la necesidad de ser conscientes de la predilección que Dios nos ha mostrado. Y de que ese agradecimiento se traduzca en nuestra correspondencia de amor a la Trinidad y en la participación activa en la evangelización. 

Cristo resucitado vive en los cristianos

Cristo es el centro de la vida cristiana, que es vida in Ecclesia, familia de Dios. La Iglesia es, en efecto, la “extensión” o la continuación de la acción de Cristo resucitado, gracias a la unción de los cristianos por el Espíritu Santo, según las dimensiones del tiempo y del espacio, de las épocas y de las culturas. 

Según san Pablo, Dios Padre se propuso recapitular en Cristo todas las cosas (cfr. Ef 1, 10; cfr. Hch 3, 21). Por eso nos escogió en Él (cfr. Ef 1, 4), nos incluyó en el proyecto de Cristo resucitado como etapa final y definitiva de la salvación, por Amor a Él y a nosotros.

Cristo presente en los cristianos, es el título de una homilía pronunciada por san Josemaría (cfr. Es Cristo que pasa, nn. 102-116): eso es la Iglesia, y en ella estamos llamados a ser no ya otro Cristo, sino el mismo Cristo en unión con todos los cristianos de todos los tiempos. La vida de Cristo es vida nuestra, afirma san Josemaría (n. 103). 

Cristo resucitado es el alfa y el omega, cabría decir, el origen de todo y el punto final de la evolución y de la transformación del mundo; y no por la mera dinámica intrínseca de la creación material o del espíritu humano (Cristo no es el fruto de la evolución ni tampoco del progreso humano), sino por la fuerza atractiva de la Cruz y de la Resurrección (cfr. Jn 12, 32). Esto no significa que Cristo desprecie u olvide nuestra colaboración. Al contrario, cuenta con ella, la de cada uno y especialmente la de aquellos que son, por el bautismo y gracias al Espíritu Santo, miembros suyos. Todos estamos llamados a colaborar en esa “atracción” que ejerce Cristo sobre todas las cosas.

Jesucristo, centro de la vida cristiana

Los cristianos colaboramos en esa tarea inmensa –vivir la vida de Cristo en el mundo– que tiene su centro en la Resurrección y se hace posible por la Eucaristía. Lo hacemos con el fundamento de la vida de la gracia. Y la Iglesia desea que lo hagamos del modo más consciente y pleno posible, a partir del encuentro con Cristo (cfr. san Juan Pablo II, Carta ap. Novo millennio ineunte, nn. 4 ss.) por la contemplación de sus “misterios” en la oración, por la identificación progresiva con Él gracias a nuestra participación en la Eucaristía, por el servicio que, como consecuencia, prestamos a los demás. 

A esto estamos llamados cada uno de los fieles cristianos, según nuestra condición y dones en la Iglesia y en el mundo. Contando con nuestras flaquezas y pequeñeces, procuramos vivir el amor mismo del Corazón, ahora glorioso, del Señor, que sigue teniendo su predilección por los más débiles y se identifica con ellos (cfr. Mt 25, 35 ss.). Esto quiere decir que nuestra identificación con Cristo pasa por “identificarle” a Él en los más necesitados, acercarnos a ellos, servirle a Él en ellos, como subraya el Papa Francisco (cfr. EG, n. 270).

A la vez, la contemplación de Cristo y la vida con Él es necesaria para que nuestro servicio a los demás sea constante y eficazmente cristiano, es decir, plenamente humano a la medida de Cristo: “Solo si miramos y contemplamos el Corazón de Cristo, conseguiremos que el nuestro se libere del odio y de la indiferencia; solamente así sabremos reaccionar de modo cristiano ante los sufrimientos ajenos, ante el dolor”, dice san Josemaría (homilía “El corazón de Cristo, paz de los cristianos”, en Es Cristo que pasa, n. 166).

La resurrección del Señor se revive sacramentalmente en la celebración litúrgica más importante: la vigilia pascual. La estructura de la celebración con sus característicos elementos (como el rito del lucernario, las lecturas del Antiguo y del Nuevo Testamento, y la liturgia bautismal) expresa la realidad de la Resurrección, sus consecuencias en nosotros, su capacidad para cambiar y transformar los corazones y la creación entera.

Ahora bien, Cristo solo puede ser el centro de nuestra vida cristiana si es contemporáneo nuestro, y esto se deriva sencillamente del hecho de que Él vive ahora con nosotros, o más bien nosotros con Él. La contemporaneidad con Cristo ha interpelado a cristianos como san Agustín, santa Teresa de Jesús y Søren Kierkegaard. Cristo es contemporáneo a nosotros por su presencia, por su cercanía, por la Vida suya que nos da a participar. Y la presencia de Cristo junto a nosotros abarca formas diversas e interconectadas, como la Iglesia y la Eucaristía. Lo hemos visto ya. 

Según san Agustín, Cristo también se hace contemporáneo nuestro cuando le recibimos en los necesitados (cfr. Mt 25, 40): “Así pues, el Señor fue recibido en calidad de huésped, él, que vino a su casa, y los suyos no lo recibieron; pero a cuantos lo recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, adoptando a los siervos y convirtiéndolos en hermanos, redimiendo a los cautivos y convirtiéndolos en coherederos. Pero que nadie de vosotros diga: ‘Dichosos los que pudieron hospedar al Señor en su propia casa’. No te sepa mal, no te quejes por haber nacido en un tiempo en que ya no puedes ver al Señor en carne y hueso; esto no te priva de aquel honor, ya que el mismo Señor afirma: Cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis” (Sermón 103, 2).

En su mensaje a los participantes en el Simposio internacional de catequética, celebrado en julio de 2017 en Buenos Aires, ha escrito el Papa Francisco: “Cuanto más toma Jesús el centro de nuestra vida, tanto más nos hace salir de nosotros mismos, nos descentra y nos hace ser próximos a los otros”. Y en la clausura del simposio, Mons. Luis Ladaria –actual prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe– ha subrayado que Cristo es el centro de la fe porque es el único y definitivo mediador de la salvación al ser “testigo fiel” (Ap. 1, 5) del amor de Dios Padre. La fe cristiana es fe en ese amor, en su poder eficaz, en su capacidad de transformar el mundo y dominar el tiempo. El amor concreto de Dios que se deja ver y tocar en la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Y nos llega a nosotros gracias a que estamos ungidos por el Espíritu Santo desde nuestro bautismo.

La humanidad de Cristo “ampliada” en la nuestra por el Espíritu Santo –la Iglesia– es el sacramento universal de salvación, es decir el signo e instrumento de su divinidad y de la salvación que trae consigo (cfr. Lumen gentium, nn. 1, 9, 48 y 59). Este es uno de los significados principales de la terminología “Misterio de Cristo”: el plan salvífico de Dios uno y trino, que se ha hecho visible y operativo en la Iglesia, a partir de la encarnación del Verbo por la acción del Espíritu Santo. Tal es el contexto en que estamos llamados a revivir los “misterios” –ahora en plural– de la vida de Cristo, muchos de los cuales contemplamos en el rezo del rosario, como momentos intensivos de ese único “Misterio” o “sacramento” de salvación.

En sentido sumo, Cristo es el único y definitivo mediador de la salvación. Y derivadamente, la Iglesia es la única mediadora, también en sentido profundo, de la salvación. Ningún otro camino por el que los hombres eventualmente puedan llegar a Dios, es independiente de Cristo y de la Iglesia (cfr. Congregación para la Doctrina de la fe, Declaración Dominus Iesus de 2000). Esto ayuda a discernir los valores distintos de las religiones y a dialogar, desde la identidad cristiana, con ellas.

Como todos los “misterios” de la vida de Cristo –y en este caso de modo central respecto a ellos–, el de la Resurrección es misterio de revelación, de redención y de recapitulación. Estos tres aspectos pueden verse en paralelo con las tres dimensiones del triple munus de Cristo: profético, sacerdotal y real o regio).  Nos revela el amor fiable y misericordioso del Padre. Nos redime o del pecado y de la muerte eterna, y nos vuelve libres y capaces de transformar las culturas. Nos reasume bajo Cristo, Cabeza de la Iglesia y del mundo, y nos hace participar de su realeza, cuyo contenido central es la ofrenda a Dios y el servicio a los demás. 

Cristo en el centro de la evangelización

La centralidad de Cristo resucitado en la vida cristiana se prolonga y completa con su centralidad en la evangelización. Cristo es el centro de la misión de la Iglesia en todas sus formas: anuncio de la fe, celebración de los sacramentos, existencia cristiana como vida de servicio a las personas y al mundo, centrado en la caridad. 

En la educación de la fe esta centralidad de Cristo (subrayémoslo de nuevo: del Misterio completo de Cristo) se manifiesta tanto en los contenidos como en los métodos, si cabe hablar así, puesto que las dos esferas no son completamente separables.

El cristocentrismo de la fe cristiana es –como estamos viendo– un cristocentrismo trinitario, puesto que Cristo no podría ser el centro sino en el marco de la acción salvadora de Dios uno y trino. Esto tiene consecuencias importantes para la educación de la fe. Así lo señalan especialistas como Cesare Bissoli.

En una época de fragilidad en las formas tradicionales de transmisión de la fe, la atención al misterio total de Cristo y al encuentro personal con él contribuye no solo a consolidar los fundamentos de la fe, sino también a reforzar los cimientos de los valores humanos y el sentido de la vida. Lo vienen remarcando los Papas y lo enseña el magisterio de la Iglesia de modo creciente a partir del Concilio Vaticano II.

El misterio de Cristo no solo es criterio objetivo para la educación de la fe (como centro de los contenidos de la fe) sino también criterio interpretativo (es el centro que ilumina todos los demás misterios, verdades o aspectos de la fe, e incluso es el centro del sentido de la historia y de todos los acontecimientos). 

Cristo es también el centro de la espiritualidad y de la formación de los educadores, formadores y catequistas, puesto que solo en la comunión personal con Cristo encuentran su luz y su fuerza: Cristo es el centro de su vida, de su reflexión y de la comunicación de la fe que comienza con el testimonio de su encuentro personal con Cristo. 

Como la catequesis tiene no solamente dimensiones teológicas sino también antropológicas y didácticas, los educadores habrán de descubrir la centralidad de Cristo para iluminar aspectos del mensaje cristiano más difíciles de explicar en la actualidad (como muchos referentes a la escatología y a la moral), así como los destellos de belleza, verdad y bien que emiten los valores humanos nobles. 

Desde el punto de vista del método, se ha destacado que el cristocentrismo en la educación de la fe puede tomar dos caminos: un camino más ontológico (exponer la fe a la luz de la revelación de Cristo) o un camino más fenoménico (exponer la fe a partir de la experiencia de Jesús mismo, y desde ahí profundizar en el misterio de Dios y del hombre), este segundo más bíblico. 

Todo ello no se opone, antes bien pide que el misterio de Cristo ilumine las experiencias actuales y cotidianas de los hombres y que estas interpelen nuestra manera de comprender y transmitir el misterio de Cristo. 

En su conjunto, una educación cristocéntrica requiere un itinerario pedagógico, lo que implica que sea paulatino. Esto, conviene insistir, comienza por el testimonio que de Cristo ha de dar el educador o catequista en primera persona, ante todo con su vida y luego con las razones (argumentos) de su esperanza. Es así como podrá hacer de aquellos que se le confían testigos del Señor.

En su primera homilía de este año en Santa Marta (el 9-I-2017), Francisco ha subrayado la centralidad de Cristo en nuestra vida y en nuestra misión cristiana. A nosotros nos corresponde conocerlo –a través de la oración y el Evangelio–, adorarlo –en la unidad con Dios Padre y el Espíritu Santo– y seguirlo –poniéndolo en el centro de nuestra vida cristiana a partir de la Eucaristía, también en las circunstancias ordinarias–, lo que implica participar en la misión evangelizadora de la Iglesia, familia de Cristo a la que pertenecemos.

Experiencias

Cómo ayudar a dejar la pornografía

El consumo de pornografía en el mundo crece de forma acelerada. Se ha convertido en una de las adicciones más alarmantes de nuestro tiempo debido a que sus repercusiones son físicas, psicológicas, espirituales, etc. El autor propone algunos consejos basados en la experiencia.

Juan Carlos Vasconez·1 de septiembre de 2017·Tiempo de lectura: 9 minutos

Las consecuencias de una situación mundial de estas características, no se dejan esperar. Por su síndrome de abstinencia, se puede equiparar a la adicción de drogas duras como la heroína, la cocaína o el crack. Además, por la tolerancia de nuestra sociedad, se sitúa incluso por encima de esas drogas en cuanto a peligrosidad. La difusión de la pornografía y de la comercialización del cuerpo ha sido favorecida, entre otras cosas, por un uso desequilibrado de internet, que es en verdad otro problema pero que se relaciona estrechamente con el que estamos tratando. Tal es su difusión que, en varios estados de los Estados Unidos, se ha definido como una “crisis de salud pública”.

Dimensiones éticas del problema

Ante esta emergencia, es importante contar con guías que tengan las competencias necesarias para ayudar a otros a salir de la pornografía. Desde el punto de vista de su análisis moral, es preciso siempre tener en cuenta que se trata de un problema serio.

Ya en la interpretación clásica, encontramos advertencias graves. Afirma Santo Tomas que, desde el punto de vista moral, la lujuria corrompe la prudencia, es decir, “la capacidad de juzgar adecuada y objetivamente la realidad y de regirnos por principios mentales sanos”

Por eso, para una persona que ve pornografía y está intentando dejarlo, el criterio propio no será nunca buen consejero y puede traicionarle en los momentos delicados o de tentación moral. Aunque el deseo de cambiar es crucial, a decir verdad, no es suficiente en sí mismo. Hay que poner los medios: encontrar alguien que ayude y de pautas en esta lucha se ha convertido en algo fundamental. Hay que tener en cuenta que los contenidos de este negocio son cada vez “más degradados, groseros, violentos”, y el acceso a los mismos, a causa de Internet, es cada vez más fácil y precoz. Salir de la dependencia que se crea no es fácil, y los pastores invitan a “confiar en la misericordia del Señor” y a “buscar una ayuda y apoyo adecuados”.

Muchas veces son los más jóvenes los que se ven atrapados. No es raro que chicos o chicas caigan en este vicio con apenas 10 o 12 años llevados por las malas amistades, la curiosidad o el esfuerzo de empresas que se dedican a este negocio.

Afecta a todos, si no se atiende a sus efectos morales

Muchos de los “defensores” del uso de la pornografía asumen que el consumo de la pornografía es un “entretenimiento” sin víctimas. A menudo apoyan la idea de que alguien (hombre o mujer) que ve pornografía de forma aislada, “no le está haciendo daño a nadie”.

Aunque la mayoría de las personas cree que sólo los hombres ven pornografía, la realidad muestra que las mujeres no son inmunes a la ella. Tanto las mujeres como los hombres comparten los mismos efectos cerebrales con respecto al uso de la pornografía. En el caso de las mujeres, a menudo se manifiesta más a través del uso de las salas de chat erótico y la lectura de historias eróticas o de sexo explícito. En cambio, los hombres se enganchan mucho con las imágenes. Ambas manifestaciones son igual de dañinas y difíciles de superar.

La lujuria es un vicio que generalmente odia la luz y por lo tanto huye de ella. Su estrategia más vil es precisamente esconderse en el secreto de modo que, como el cáncer, crezca lentamente. Cuando la persona que la sufre busca ayuda, un director espiritual que le lleve a poner luz, de inmediato la lujuria pierde una gran parte de su influencia.

Diferencias entre vicio y adicción

Podríamos definir tres categorías de consumidores de pornografía: 

  • los ocasionales, es decir, si el problema se presenta tan solo esporádicamente;
  • los que incurren en modo de hábito o vicio, pues se trata entonces no solo de ocasiones en las que se produce esta conducta, sino de repeticiones con la frecuencia de lo habitual;
  • finalmente, quienes han desarrollado la adicción, y se habla entonces de una adicción al modo de otras conductas desviadas que se imponen a pesar de la voluntad contraria del interesado.

Mientras el primer caso se puede vencer fortaleciendo la voluntad y acudiendo a los sacramentos, los otros dos necesitan de ayuda externa. En muchas ocasiones puede resultar difícil distinguir entre adicción y vicio. El vicio es un hábito operativo malo, que inclina a un sujeto a realizar determinado tipo de actos. 

Con la terminología antropológica clásica, San Agustín habla de las diferencias entre la debilidad (vicio) y la enfermedad (adicción): “Débil es aquél de quien se teme que pueda sucumbir cuando la tentación se presenta; enfermo, en cambio, es aquél que se halla ya dominado por alguna pasión, y se ve como impedido por alguna pasión para acercarse a Dios y aceptar el yugo de Cristo”.

Si ese vicio sigue arraigándose más y más, lo cual puede ser cuestión de tiempo –corto o largo, según los casos– el comportamiento se vuelve compulsivo, y cuando esa compulsión termina por afectar las principales esferas de la persona (familia, trabajo, relaciones interpersonales) tendiendo a generalizarse, estamos ante una adicción, se ha pasado de ser débil a ser enfermo. Podemos decir, en definitiva, y concluyendo con las diferencias morales entre los consumidores de “este veneno”, que la adicción es un vicio que se ha convertido en patológico: la persona se vuelve incapaz de detener esta conducta

Claves para ayudar efectivamente

Primero se debe evaluar el caso. Para quienes han llegado a la adicción, es necesario contar con la ayuda de un profesional, por ejemplo, un médico de confianza que pueda ir guiando al paciente y facilitando la mediación oportuna para atenuar los ataques de ansia. En la adicción la actividad cerebral funciona en forma desequilibrada.

Intento ahora dar algunas pautas para ayudar a los ocasionales o a los que han adquirido el vicio.

No se trata de un proceso fácil.  La persona que ayuda deberá ejercitar la paciencia, saber animar sobre todo cuando hay recaídas, que a veces pueden producirse después de muchas semanas de continencia. Resulta fundamental la oración personal; por ejemplo, rezar todos los días los misterios Luminosos de Santo Rosario. 

La actitud positiva es clave. Como nos anima el Papa Francisco: “Ser instrumentos de la misericordia de Dios que pasa a través de un gesto, una palabra, una visita. Y esta misericordia es un acto para restituir alegría y dignidad a quien la ha perdido”. Dejar un vicio no es fácil, requiere de mucho esfuerzo y trabajo personal. Pero puede superarse, se puede salir de ahí. A diferencia de las drogas, la pornografía tiene un periodo de recuperación más rápido, pero de todas formas es un proceso, requiere de perseverancia y compañía. Por lo tanto, conviene evitar hacerles sentir vergüenza y culpa adicionales. Si una persona trata de modificar su conducta, no es útil hacerla sentir avergonzada o culpable por sus acciones. Es más inteligente ayudarle a encontrar otras cosas que motiven un cambio positivo en lugar de ridiculizar su conducta negativa. 

Proponer reuniones periódicas para ver los avances y comentar las luchas será una buena forma de dar seguimiento. Resulta especialmente útil, facilitar que la persona se pueda contactar cuando se siente en momentos de mayor debilidad, si cree que será vencido por la tentación de ponerse a ver imágenes obscenas, entonces, sugerir que nos llame con confianza y pida ayuda. A veces se trata solo de unas palabras de consuelo y de oración. También se puede buscar entre sus amigos uno que le pueda proporcionar esa ayuda, se le puede ayudar a elegir a esa persona, en algunos casos podrán ser los padres o el cónyuge. Es lo que se conoce en inglés como “accountability partner”; por último, también se puede conseguir ayuda virtual en https://www.rtribe.org/

Ayudar a reconocer el problema

Cuando se reconoce que se trata de algo grave y que se necesita ayuda, se puede empezar a trabajar. Aceptar que existe un problema, saberse débil y necesitado de asistencia es el primer paso para salir del vicio. Muchas veces bastará con explicar que ver pornografía, en combinación con acto impuro, tiene un efecto en el cerebro similar al de otras adicciones, es decir, produce una gran cantidad de dopamina en el cerebro liberada por una fuerte emisión de hormonas. En grandes cantidades, la dopamina cambia las conexiones neuronales, haciendo que el pensamiento se vuelva más superficial, y la persona afectada se hace más dura en el trato, menos sensible a las necesidades de los demás, etc. El proceso de reabsorción de la dopamina dura aproximadamente nueve días, durante este tiempo la persona estará más expuesta a recaídas 

También puede ayudar la reflexión de que la pornografía obstaculiza la capacidad de la persona en la toma de decisiones claras (por el mismo efecto destructor en el cerebro: daño en el lóbulo frontal, encargado de la toma de decisiones) y distorsiona la visión de la persona sobre los cuerpos, las relaciones y la sexualidad. Es decir, quienes ven pornografía se deshumanizan, ya no se ve a la pareja, a las otras personas como seres humanos sino como juguetes sexuales que existen para la propia satisfacción.

Purificación

Esas imágenes han quedado grabadas en la mente y son difíciles de borrar. Pero no hay que permitir el desaliento, sino recomendar formas para ir limpiando la memoria:

Confesión frecuente: este sacramento contiene una gracia sanativa que actúa en el interior del hombre. Animar pues a que se acuda a la confesión. En concreto, inmediatamente después de cada caída y con frecuencia para obtener la gracia necesaria para purificarse.

Asistencia a la Eucaristía: Dios da su gracia a través de los sacramentos, estos nos ayudan a vencer las tentaciones. Todo depende de Dios, sin él nada podemos hacer. Por lo tanto, se puede recomendar asistir a la Santa Misa con mayor frecuencia.

Memorizar párrafos de las Sagradas Escrituras: favorece limpiar los recuerdos la lectura diaria de las Sagradas Escrituras, aprender de memoria algunos versículos, para purificar poco a poco el interior hasta transformar los pensamientos de un modo positivo. También, a la hora de la tentación se puede repetir, una y otra vez, esos versículos.

Rezar: existen muchos testimonios de cómo la oración del Santo Rosario ha ayudado a muchísimas personas a no caer en el vicio de la pornografía. La invocación a la Madre de Dios y a San José es una estrategia vencedora.

Utilizar los sacramentales: como el agua bendita, los crucifijos, son medios que también ayudan a vencer las tentaciones.

Hacer apostolado: en la experiencia de la vida humana hay unos pocos remedios que siempre funcionan. Cuando se trata de una gran desilusión y de dolores muy intensos, hay un remedio que funciona infaliblemente, siempre y cuando sea aplicado cuidadosa y consistentemente: es el salir de sí mismo y ayudar a los demás. 

Establecer estrategias de protección

Es importante que la persona se comprometa a quitar, borrar y destruir todo el material pornográfico guardado y todo elemento audiovisual que lleve a recuerdos o pensamientos que estimulen la lujuria. Incluso –si es posible– dejar de utilizar o de escuchar aquellas cosas que encienden la tentación. La idea es evitar todo aquello que pueda alimentar la vista, pues las imágenes tienen una gran influencia sobre los pensamientos.

Tener una conexión de internet filtrada en el hogar. Conviene también instalar en cada dispositivo un filtro de reporte (o de rendición de cuentas) que avise a un tercero (al “accountabily partner”) la actividad general del uso de la red, y también los intentos de acceso a material dañino. Ayuda mucho perder el anonimato, tener claro que lo que cualquier cosa que pase el dispositivo se va a saber. Los dos filtros más utilizados son: Qustodio y Covenant Eyes

Es preciso tener cuidado con el Smartphone o tabletas: cargarlos fuera de la habitación, o entregarlos a los padres por la noche. Si es el caso, anular el plan de datos que en muchas ocasiones suele ser el principal problema y colocar las pantallas en un lugar común: no donde uno se pueda quedar solo; pues cuando se está aislado es cuando más tentación se tiene.

Otros dos consejos útiles. Evitar el aislamiento y la soledad, así como evitar las malas compañías. Muchas veces, efectivamente, son las malas amistades las causantes de que recaer en el vicio, ya sea porque hablan del tema o envían fotos o mensajes que estimulan a alimentar este problema. Hay que evitarlas o silenciar esos chats.

Autodisciplina

Este concepto está íntimamente ligado con el de fuerza de voluntad. La persona con autodisciplina es aquella que, aun prefiriendo estar haciendo otra cosa que desee, utiliza la razón para determinar el mejor desarrollo de una acción, es decir, el sujeto hace lo que sabe que es mejor hacer, pero oponiéndose a las motivaciones personales. Fomentar la autodisciplina y llegar a ser autodisciplinado en algo implica ayudar a formar y vigilarse uno mismo para alcanzar una meta o mejora personal. Para la lucha en contra de la pornografía será muy importante. Algunas ayudar a ir creando hábitos positivos, por ejemplo: aprovechar el tiempo, hacer ejercicio, leer buenos libros, ejercitarse en alguna labor doméstica (trabajo responsable) y buscar pensamientos positivos. 

Ayudar a la que la persona quiera, o por lo menos quiera, querer. Cuando se quiere un fin, se quieren los medios que conducen efectivamente a ese fin, aunque sean medios duros y difíciles. La voluntad es absolutamente necesaria para quien quiere salir de la pornografía. Es lo que exigía Jesucristo antes de sus milagros: ¿Quieres curarte? (cfr. Jn 5, 6); ¿Qué quieres? (cfr. Mc 10, 51); Si quieres… (cfr. Mt 19, 17.21). Tal voluntad tiene, evidentemente, grados; no es en todos igual, pero hay características fundamentales que se repiten en todos: es perseverante, tenaz, firme (y se robustece cada vez más, a medida que reitera sus actos), supera los fracasos volviendo a comenzar las obras que salen mal (pues, a pesar de que se tenga una voluntad firme, la persona no está exenta de errores, equivocaciones o frustraciones), acepta los retos, se sobrepone a las caídas y es capaz de terminar las obras emprendidas (no las deja a medio camino).

Salir de este vicio no es inmediato, hay que estar preparado para la decepción de tener recaídas. Recaer no significa que no se está progresando. Confiar en el poder de Dios, siguiendo el consejo que daba Benedicto XVI: “En las batallas del alma, la estrategia muchas veces es cuestión de tiempo, de aplicar el remedio conveniente, con paciencia, con tozudez”. Es muy aconsejable estudiar el porqué de las “caídas”, aprender de ellas y añadir su aprendizaje al arsenal de conocimientos, ideas y estrategias que necesitas para derrotar a este gigante. Hay algunos medios para hacerlo, por ejemplo, el app Victory ayuda a llevar un registro y motivaciones de la caída que luego sirve para establecer nuevas estrategias.

También servirá el consejo de san Josemaría, que conocía tan bien al hombre moderno, nos dice en su libro más difundido, Camino: “¡Muy honda es tu caída! –Comienza los cimientos desde ahí abajo. –Sé humilde. –’Cor contritum et humiliatum, Deus, non despicies`. –No despreciará Dios un corazón contrito y humillado”. 

Ecología integral

La atención a los ancianos, tarea fundamental de la Iglesia

Muchas familias cristianas afrontan la enfermedad, la vejez y las dificultades de la vida con sentido sobrenatural y sentido común. Como prolongación o como complemento de este clima familiar, han nacido iniciativas en las que se acoge a las personas mayores en un hogar de familia. En este artículo recogemos dos de gran arraigo: las Hermanitas de los Pobres y las Hermanitas de los Ancianos Desamparados.

Pablo Alfonso Fernández·1 de septiembre de 2017·Tiempo de lectura: 5 minutos

El 13 de octubre de 1978, el día antes del cónclave que eligió a Juan Pablo II, el obispo polaco Andrzej Maria Deskur sufrió una lesión cerebral que lo dejó inmovilizado para el resto de su vida. Gran amigo del Papa, la primera visita del nuevo Pontífice fue al hospital Gemelli, donde Deskur estaba ingresado. Desde entonces, sus visitas al amigo enfermo se hicieron frecuentes, y reconocía que toda la labor que hacía como Papa era sostenida desde esa silla de ruedas. 

Este suceso del inicio de su pontificado fue como un anticipo del testimonio que san Juan Pablo II dio al mundo al aceptar sus propias limitaciones, y sus últimas semanas –falleció el 2 de abril de 2005–, en las que todo el mundo pudo seguir el deterioro de su salud, fueron una catequesis viva sobre el valor de la enfermedad y la vejez.

Hoy también es necesario este testimonio. Por eso el Papa Francisco se refiere con frecuencia al papel de los abuelos; y, con motivo del sínodo de obispos sobre la familia, dedicó a los abuelos algunas audiencias de los miércoles en el año 2015. Quiso así recordar que la ancianidad tiene una gracia y una misión especial en la Iglesia y en la sociedad, y en especial la oración de los ancianos, que es un gran don para la Iglesia: “Necesitamos ancianos que recen”, decía el Papa. Y asignaba a los mayores un papel en la tarea de evangelización de la Iglesia: “Los abuelos y las abuelas forman el coro permanente de un gran santuario espiritual, donde la oración de súplica y el canto de alabanza sostienen a la comunidad que trabaja y que lucha en el campo de la vida” (audiencia, 11-III-2015).

El papel de las personas mayores es reivindicado por el Papa Francisco cada vez que tiene encuentros con familias o con jóvenes. Así, al comentar la escena evangélica de la presentación de Jesús en el templo, dice de los ancianos Simeón y Ana: “Estos dos ancianos representan la fe como memoria. ¡Los abuelos son la sabiduría de la familia, son la sabiduría de un pueblo! ¡Y un pueblo que no escucha a los abuelos, es un pueblo que muere!” (discurso a las familias, 26-X-13).

Cultura del descarte contra cultura de la vida

La soledad, la apatía y el abandono en el que se encuentran muchos de nuestros abuelos es una consecuencia del egoísmo generalizado que ha promovido una cultura del descarte, como denuncia constantemente el Papa Francisco.

Y sólo desde una cultura de la vida, como nos pedía san Juan Pablo II, se puede contrarrestar el influjo nocivo y egoísta de la cultura del descarte. Uno de los más relevantes testimonios que los cristianos podemos ofrecer hoy es el cuidado de la población anciana y enferma, cada vez más numerosa y cada vez más abandonada.

Hay muchas familias cristianas en las que la enfermedad, la vejez y las dificultades de la vida se afrontan con sentido sobrenatural y sentido común. Como prolongación de este clima familiar, y en ocasiones como complemento cuando este falta, han nacido en la Iglesia iniciativas en las que se acoge a las personas mayores en un hogar de familia. En este artículo recogemos dos de gran arraigo: las Hermanitas de los Pobres y las Hermanitas de los Ancianos Desamparados.

“Mi casa”: un hogar para mayores y para jóvenes

 La Congregación de las Hermanitas de los Pobres nace en 1839 en Cancale, un pueblo pesquero de la Bretaña francesa, donde Juana Jugan siente el impulso de acoger en su casa una anciana ciega abandonada, a la que cede su propia cama. Hoy son 32 los países donde trabaja esta institución, compuesta por 2.800 religiosas, que realizan un voto de hospitalidad y cumplen su misión en comunidades fraternas. Sus casas, cerca de 200, son un testimonio vivo de oración, de ternura por los ancianos y de promoción de actividades formativas en las ciudades en las que se instalan. 

El influjo de su servicio no llega solo a los ancianos que atienden y a sus familias, sino también a los jóvenes que colaboran en sus actividades, directamente o a través de colegios e instituciones educativas. Un estudiante de Secundaria, después de participar en un encuentro festivo en una de las casas de las Hermanitas, aseguraba que iba pasar más tiempo con sus abuelos, a los que tenía un poco olvidados. Otra compañera suya decidió volver en más ocasiones por su cuenta, por el rato agradable que había pasado conversando con los mayores y ayudando en la distribución de la comida: “Les he visto tan contentos por la visita que tengo que venir más veces”, decía.

Santa Juana Jugan fue canonizada en 2009 por Benedicto XVI. En la homilía de la canonización, el pontífice proponía su ejemplo al servicio de los ancianos como “un faro para nuestras sociedades, que tienen que redescubrir el lugar y la contribución única de este período de la vida”

Unida a la Congregación existe una Asociación de laicos con 2.000 miembros que se comprometen anualmente a servir a Dios en el amor a los ancianos siguiendo el ejemplo de humildad y confianza de santa Juana Jugan.

“Cuidar los cuerpos para salvar las almas”

Una historia parecida está en el origen de otra Congregación dedicada a la atención de los mayores: las Hermanitas de los Ancianos Desamparados. En 1872, el sacerdote español Saturnino López Novoa vivía en Barbastro (Huesca), cuando un día acogió en su casa a una mujer enferma que falleció a los pocos meses. Este suceso encendió en el sacerdote, hoy en proceso de beatificación, el deseo de fundar un instituto religioso de mujeres para atender en lo material y en lo espiritual a ancianos pobres y desvalidos. 

Su deseo se hizo realidad gracias a la sintonía con las inquietudes de una mujer, Teresa Jornet, que encontró en el servicio al anciano necesitado el camino para llevar a cabo sus deseos de entrega total a Dios. El 11 de mayo siguiente, fiesta de Nuestra Señora de los Desamparados, la nueva Congregación inició su andadura, cuando 10 religiosas tomaron el hábito y abrieron en Valencia la primera casa. Pusieron como patronos de la Congregación a la Virgen de los Desamparados, a san José, por la rectitud de corazón, y a santa Marta por la alegría en el servicio. En la actualidad tienen 204 Hogares esparcidos en 19 países, donde ponen en práctica el lema de su fundadora: “cuidar los cuerpos para salvar las almas”. Santa Teresa Jornet fue canonizada por Pablo VI en 1974.

Quienes han entrado en contacto con las Hermanitas de los Ancianos descubren cómo el afecto humano y el calor de familia que se respira en sus casas nacen de su compromiso evangélico, y se contagia a quienes lo reciben, gracias al esmero en los actos de culto y a la participación alegre en distintas prácticas de piedad. “Desde que estoy en esta casa, rezo todos los días el Rosario, y noto que la Virgen me ayuda a mejorar mi carácter y a tener una gran paz”, me confesaba un abuelo que antes de entrar en la residencia no era especialmente piadoso.

Estas iniciativas, lo mismo que otras muchas surgidas como manifestación de la caridad en la Iglesia, siguen vivas. Y nos recuerdan el valor de la vida de nuestros mayores, algo que en varias ocasiones ha manifestado el Papa Francisco al hablar de su abuela Rosa. El día de su ordenación sacerdotal, Jorge Bergoglio recibió una carta de su abuela en la que le decía: “Que estos mis nietos, a quienes he dado lo mejor de mi corazón, tengan una vida larga y feliz, pero si en algún día de dolor, la enfermedad o la pérdida de una persona amada los llena de desconsuelo, que recuerden que un suspiro en el Tabernáculo, en donde está el mártir más grande y augusto, y una mirada a María al pie de la Cruz, pueden hacer caer una gota del bálsamo sobre las heridas más profundas y dolorosas”

Desde entonces las lleva siempre consigo, en el breviario, y reconoce que las lee a menudo y que le hacen mucho bien.

El autorPablo Alfonso Fernández

Evangelización

Kazajstán, Iglesia de frontera. La armonía religiosa frente al radicalismo

Con una gran mayoría musulmana, Kazajstán, el país más extenso de Asia central, da un trato preferencial a cuatro colectivos religiosos –musulmanes, ortodoxos, católicos y judíos-, por considerarlos tradicionales. Con tolerancia y concordia, evita el islamismo radical.

Antonio Alonso Marcos·1 de septiembre de 2017·Tiempo de lectura: 5 minutos

“Queridos hermanos, os animo a proseguir el trabajo que habéis emprendido, valorando sabiamente las aportaciones de todos. Aprovecho la ocasión para dar las gracias a los sacerdotes y a los religiosos que trabajan en las diversas circunscripciones eclesiásticas, en particular a los franciscanos en la diócesis de la Santísima Trinidad en Almaty, a los jesuitas en Kirguizistán, a los franciscanos conventuales en Uzbekistán, a los religiosos del Instituto del Verbo Encarnado en la missio sui iuris en Tayikistán, y a los Oblatos de María Inmaculada en la missio sui iuris en Turkmenistán”: con estas palabras se despedía Benedicto XVI de los obispos de Asia central en visita ad limina en 2008. 

El Estado kazajo ha subrayado desde sus inicios, hace 25 años, que para mantener la paz social es necesario observar estrictamente la armonía religiosa, el respeto mutuo entre credos. 

Así, en un país de gran mayoría musulmana –11 de los 16 millones de habitantes–, la relación con las demás religiones y confesiones cristianas –ortodoxos (5 millones), católicos, etc.– es excelente, y las autoridades del país procuran conservar la pluralidad religiosa. Al gobierno le viene bien que estén trabajando allí ortodoxos, católicos y judíos, porque frena y evita la llegada del islamismo radical. 

La Iglesia en Kazajstán es, pues, minoritaria, dedicada principalmente a atender a los católicos desperdigados por el país. Puede desarrollar su actividad con normalidad, pero ad intra, sin manifestaciones externas, aunque hay posibilidad de intervenir en televisión o ser invitados a hablar en la universidad, por ejemplo. 

Aunque no hay estadísticas oficiales fiables, se estima que hay alrededor de 200.000 católicos en el país, concentrados fundamentalmente en el norte (en las diócesis de Astaná y Karaganda) y en el sur (en la diócesis de Almaty), donde llegaron más deportados en la época de Stalin. 

Las variaciones en esa cifra de creyentes dependen, en gran medida, del número de hijos que tengan los católicos, pues en estas tierras se entiende el hecho religioso más como una cuestión cultural (de herencia), que una decisión personal. Por este motivo, los casos de conversión de una religión a otra son raros, al igual que los de ateísmo. 

Radiografía

En Kazajstán desarrollan su ministerio sacerdotal cerca de 90 sacerdotes –incluyendo a los religiosos–, ayudados por más de 100 monjas de muy diversas nacionalidades: kazajas, polacas, coreanas, italianas, alemanas, eslovacas, indias, etc.

Existen tres diócesis y una administración apostólica en el oeste. En el norte, la de Santa María, en Astaná, regida por el arzobispo Mons. Peta, al que ayuda como obispo auxiliar Mons. Schneider. En el sur, la de Santísima Trinidad, en Almaty, regida desde 2011 por el obispo Mons. Mombiela, que preside la conferencia de obispos; en el centro, Karaganda, con Mons. Del ‘Oro; en el oeste, la Administración apostólica de Atyrau, regida por el Padre Buras.

La diócesis de Almaty cuenta con varias parroquias: Almaty (catedral), Kapchigay, Taldikorgan, Taraz y Shimkent, una en cada ciudad. Y cerca de Kapchigay, hay dos sacerdotes que están intentando recuperar las parroquias de dos pueblos: Nura (mayoría polaca) y Yetiguén (coreanos principalmente). 

En Kazajstán existen dos santuarios marianos, uno en Oziornoye y otro en Karaganda. El Santuario nacional de Santa María, Reina de la Paz, en Oziornoye, está dedicado al milagro que hizo la Virgen al aparecerse a un grupo de deportados hambrientos, indicándoles un lugar escondido o poco visible en la estepa donde había mucho pescado y así se salvaron. El de Karaganda es la catedral de Nuestra Señora de Fátima.

En la catedral de Karaganda está enterrado el sacerdote polaco recientemente beatificado Vladislav Bukovinski, que murió en 1974 habiendo pasado 14 años en diversos campos de concentración durante los años más duros del comunismo. 

Allí está también enterrado el obispo Aleksander Jira, en proceso de beatificación. En aquella época, los sacerdotes tenían que ejercer el ministerio en secreto y a veces eran delatados y detenidos; hoy la libertad religiosa está garantizada por la Constitución y las leyes del país.

Presencia de instituciones católicas

Por otro lado, en Kazajstán trabajan diversas congregaciones religiosas, movimientos y prelaturas. Entre otros, el Opus Dei está en Almaty desde 1997, diócesis donde también está presente Comunión y Liberación. Familias del Camino Neocatecumenal están situadas en distintas partes del país. 

Los franciscanos llevan la parroquia de Almaty, catedral, y la de Taldikorgan, ciudad a 260 kilómetros de Almaty. Los misioneros del Verbo Encarnado dirigen la parroquia de Shimkent, donde también trabajan religiosas del Verbo Encarnado. Las misioneras de la Caridad de Madre Teresa de Calcuta tienen casa en Almaty. En Kapchigay, las Esclavas de la Inmaculada Virgen María (congregación polaca) tienen una casa de acogida para niños huérfanos y abandonados. Por último, hay dos monasterios de Carmelitas Descalzas en el norte, uno en Karaganda y otro en Oziornoye. 

En Kazajstán trabajan actualmente 13 sacerdotes oriundos de este país, 5 de ellos en la diócesis de Karaganda, 7 en la de Astaná y 1 en la Administración apostólica de Atirau; también son kazajos dos de los obispos de Rusia, concretamente el de Novosibirsk y el de Irkust; y otros pocos sacerdotes nacidos en Kazajstán desarrollan su ministerio en otros países, como Francia y Alemania. En el seminario interdiocesano de Karaganda, el único del país, hay 5 o 6 seminaristas kazajos y 4 de otros países cercanos. 

Primera evangelización

Los primeros cristianos aparecieron en el Asia central alrededor del siglo tercero, a lo largo de la Ruta de la Seda. Los nestorianos realizaron una importante contribución a la evangelización del Asia central. En el siglo XIII los cristianos de estos territorios alcanzaron su apogeo con la llegada de misioneros franciscanos y dominicos, quienes construyeron monasterios en aquellos ilimitados espacios. Al mismo tiempo, los primeros obispos aparecen en escena. Se establecen relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y el Gran Khan y otros gobernantes de los Estados del Asia central.

El Papa Nicolás III intentó organizar la joven iglesia y le dio una estructura diocesana. Confió la misión al franciscano Gerard de Prato, en el año 1278. Desdichadamente, los progresivos avances de los islámicos detuvieron la cristianización en Asia central. Los gobernantes favorables a la cristiandad fueron destronados y se instaló una dinastía hostil a los cristianos. El trabajo misionero de los franciscanos acabó repentinamente en 1342, cuando Khan Alí destruyó el monasterio episcopal de la ciudad de Almalik y sentenció a muerte al obispo franciscano Richard de Burgandy, a sus cinco hermanos franciscanos y a un mercader latino, por negarse a abjurar de su fe cristiana. 

Con la revolución socialista de Octubre de 1917, la Iglesia católica en Rusia experimentó la más horrorosa persecución bajo la cruenta y sangrienta maquinaria comunista. Multitud de católicos fueron deportados hacia las estepas del Asia central, y allí muchos de ellos encontraron la muerte. Otros católicos lograron sobrevivir y se convirtieron, gracias a Stalin, en el embrión de lo que hoy es la Iglesia católica en estas tierras.

Al disolverse la URSS, la Santa Sede estableció relaciones diplomáticas en 1992 con Kirguistán y Kazajstán y en 1996 con Tayikistán (hubo una guerra civil entre 1992 y 1997). El momento culminante de la presencia católica allí fue la visita de Juan Pablo II a finales de septiembre de 2001.

Santo Rosario y Eucaristía

La devoción más extendida es el rezo del Santo Rosario. En la época soviética, la práctica del rezo del rosario era un camino para mantener viva la fe y el espíritu de oración ante la ausencia de sacerdotes y la prohibición de tener objetos o literatura de carácter religioso. 

Otra devoción muy extendida es la adoración eucarística, con la exposición del Santísimo antes de la Santa Misa. En la catedral de Astaná se lleva a cabo desde hace años una exposición permanente del Santísimo en la que participa toda la diócesis, pues acuden fieles de todas las parroquias según un horario y turnos ya establecidos de antemano.

Kirguistán

El marco legislativo de Kisguistán es similar al de Kazajstán, con gran respeto a la libertad religiosa. Además, Kirguistán es, desde el punto de vista constitucional, el más democrático de la región, aunque, por desgracia, no el más estable, pues ha sufrido varias revoluciones. Desde el punto de vista del Derecho Canónico, fue erigida como missio sui iuris en 1997. El actual Administrador apostólico es un jesuita, el esloveno Janez Mihelcic.

El autorAntonio Alonso Marcos

Profesor Universidad CEU San Pablo

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Educación

Dar clase de Religión en el siglo XXI, perfil propio con un arte que cambia

Al investigar en la historia de la pedagogía, es fácil darse cuenta de que es un arte que cambia, y que pide al docente ingenio y profesionalidad para adaptarse. Pero es importante no abandonar lo bueno, y tener en cuenta que los adolescentes, como los niños, están acostumbrados a tareas cortas. La clave está en que los alumnos adquieran unos conocimientos, y que la asignatura de Religión sirva para su desarrollo personal.

Arturo Cañamares Pascual·1 de septiembre de 2017·Tiempo de lectura: 5 minutos

Se oye decir que últimamente a los alumnos les cuesta más que antes mantener la atención en el aula. Quizá es debido a que son “nativos digitales” y a que posiblemente les hayamos enseñando a interactuar de manera diversa con el medio. A ello han contribuido las tecnologías con sus continuos “banners”, que distraen de lo que se estaba haciendo; el modo de ver la televisión en familia, cambiando de canal con frecuencia; e incluso el modo de hablar con ellos, con preguntas y respuestas cortas que solo buscan información y no el desarrollo de su imaginación y la capacidad de explicarse.

Pero es lo que hay, y los profesores tenemos que adaptarnos. Es verdad que ya no podemos dar una clase como se hacía en el siglo XX, pues no estamos en él. Cuando se investiga un poco en la historia de la pedagogía se cae pronto en la cuenta de que es un arte que va cambiando y de que pide al docente ingenio y profesionalidad para adaptarse a cada situación. Importa mucho no abandonar lo bueno: una clase magistral es del todo insustituible y no puede faltar entre las estrategias usadas frecuentemente en el aula. Pero como decíamos, si los alumnos ahora demandan su modo propio de aprendizaje, habremos de saber trabajar con él.

Bien, ¿cómo hacerlo? Los chicos y chicas adolescentes, al igual que los niños más pequeños, están muy acostumbrados a hacer tareas cortas: Si nos fijamos, es su forma de ser habitual: usan un juguete un momento, lo dejan y se ponen a ver la tele, luego van a por el móvil y echan unas partidas… La clase puede ser un reflejo de su modo de actuar: primero atender un rato, trabajar en grupo después, a continuación, realizar un esquema…, y luego, volver a escuchar. Hemos de aprovechar las estrategias y métodos que nos brindan las últimas experiencias docentes, teniendo en cuenta el bien de nuestros alumnos.

Estrategias y recursos útiles

Haré un pequeño inventario de algunas estrategias y recursos que se han comprobado más útiles, sabiendo que el criterio final ha de ser del profesor, que es quien mejor conoce a sus alumnos y sus ritmos de aprendizaje. Ni están todas ni se pretende. Tan solo quiere ser una pequeña lista de algunas ya puestas en marcha en algunos centros y sus resultados son satisfactorios. Antes de comenzar con la lista, queda advertir de la prudencia que debe hacer el docente de estos recursos sin olvidar que lo más importante para sus alumnos es que adquieran unos conocimientos y que, sobre todo en la asignatura de Religión, les sirvan para su desarrollo personal. Aquí va el inventario:

1. Clase magistral. El profesor explica y los alumnos atienden. Cuando está bien preparada es muy útil y, como ya queda dicho, insustituible. Pero no tiene por qué ocupar toda la clase o sesión de aula. Es importante acompañarla de otros recursos: hacer en la pizarra un esquema de lo que se va tratando o escribir en ella las cuestiones más relevantes; usar un power point con unas pocas diapositivas (mejor con buenas imágenes y poco texto); o leer del libro algún texto más relevante.

2.  Trabajo cooperativo (llamado en pedagogía TBL, que viene de Team-Based Learning). Hacer pequeños equipos de trabajo donde cada alumno tenga su función, que puede ser coordinador, secretario, orador… e indicar el trabajo que deben desarrollar.

3. Destrezas de pensamiento. El uso de diversos modos de acceso a la información que busque un doble fin, que aprendan a pensar y que aprendan la materia. Por ejemplo, el uso de metáforas para comprender un concepto, buscar las causas de lo que estamos estudiando, encontrar evidencias sobre algún acontecimiento o noción explicada, potenciar el pensamiento crítico y reflexivo sobre la realidad, etc.

4. Gamificar (nuevo anglicismo usado en nuestra profesión). Usar pequeños juegos en clase para potenciar la atención, una vez que se han alcanzado los objetivos de enseñanza previstos en esa unidad. Recomendamos visitar la web educativa https://kahoot.it/ de uso libre, donde puedes crear tus propias preguntas.

5. Pedir a los alumnos, mejor en grupos, que hagan presentaciones en power-point que luego tengan que usar para explicar un tema. También sirve con elaborar un mural clásico y que salgan a exponer en grupo.

6.  Fomentar el interés por la lectura de un libro (sobre todo el Evangelio, vidas de santos, etc., o con los más pequeños “La Biblia contada a los niños”). ¿Cómo fomentarlo? Leyendo un poquito en clase y haciéndoles imaginar la escena narrada y luego diciendo que pueden seguir en su casa.

7.  Usar el portfolio donde se vayan coleccionando las evidencias aprendidas en la clase; o dicho al modo tradicional, ir pegando en el cuaderno las actividades realizadas en clase. Pero en el portfolio también se pueden registrar los avances que cada uno va realizando (análisis metacognitivo de su aprendizaje).

8. Teatralizar algunas escenas del Evangelio o del Antiguo Testamento (un belén viviente en Navidad es el ejemplo más evidente, pero pueden buscarse también otras escenas: el sacrificio de Isaac, la alianza del Sinaí, el hijo pródigo, la resurrección de Lázaro…). Se asegura un éxito rotundo si está acompañado de algún pequeño vestuario y tienen folios con lo que cada cual debe decir. Este curso hemos teatralizado en 3º de ESO (Secundaria) el acta martirial de san Justino y de san Fructuoso y compañeros: me decían los alumnos que así habían entendido lo que son los mártires y lo que están sufriendo los actuales cristianos perseguidos.

9. Flipped classroom. Es grabar un tutorial que hace el profesor compartiendo con sus alumnos un pequeño vídeo en que explica un contenido de la clase o el modo de trabajar un ejercicio. Los alumnos lo ven en sus casas y ya vienen con eso aprendido. La clase comenzará resolviendo las dudas que les han surgido.

Como se ve, las estrategias y modos son muy variados. Cuando un pintor pinta un cuadro no usa solo un color. Más bien la obra de arte surge cuando es capaz de componer con los diferentes colores, o incluso de compaginar varios materiales. La clase es un arte mayor, pues el resultado son nuestras alumnas y alumnos. El reto es grande pero merece la pena.

La clase, de Religión

Para terminar, tenemos que comentar algo que es todavía más importante que los distintos recursos usados: la necesidad de que cada clase de Religión sea una clase que reúna una serie de características que le son propias y que brevemente enumeramos, pues compensa reflexionar con frecuencia si las estamos teniendo en cuenta:

1. El profesor de Religión debe enseñar “al estilo del Señor”: Él enseñaba con parábolas, amoldándose a la comprensión de quienes lo escuchaban. No hablaba igual a los doctores de la ley que a la gente sencilla. También forma parte de ese “estilo” el mostrar un profundo respeto y cariño por nuestros alumnos, reflejo del amor que Dios les tiene.

2. La clase de Religión tiene que moverse en unas coordenadas muy definidas: debe mostrar a Jesucristo como el centro de toda la revelación, dentro de nuestra fe trinitaria, y explicaremos que Jesús nos ha salvado; explicaremos qué es la Iglesia, quiénes formamos parte de ella, y mostraremos su misión, poniendo abundantes ejemplos de vidas logradas en los santos.

3. El mensaje transmitido en la asignatura ha de ser íntegro, sin omitir cuestiones fundamentales, aunque alguna sea más difícil de explicar; y debe ser significativo para los alumnos, esto es, apoyar los nuevos contenidos en los conocimientos ya sabidos, tanto en Religión como en el resto de materias.

4. La asignatura de Religión no es, como se suele decir, una “María”. Hemos de tratarla con rigor y hacer valer su derecho: participando en los claustros de profesores, que esté incluida en el currículo, que efectivamente se oferte a los padres (que por cierto, es demandada casi por el 70 % de las familias). Por nuestra parte, también protegeremos esa calidad cuidando muy bien las clases: es sabido que los alumnos detectan cuándo una clase está o no preparada, qué profesor estima o no su materia.

Ya solo queda desear un buen curso. No dudéis en escribir si queréis ayuda o que comentemos algún aspecto de los estudiados en este artículo.

El autorArturo Cañamares Pascual

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La unidad urgente

31 de agosto de 2017·Tiempo de lectura: 3 minutos

Las enseñanzas del Papa en el último mes encuentran en la solemnidad de Pentecostés una especial orientación. Como en el primer pentecostés de la historia, la Iglesia vuelve cada año a reunirse en torno a la Virgen María, para disponerse a una nueva efusión del Espíritu Santo. Y como cada año, también este, aún celebrando lo mismo, trae siempre dones por estrenar.

La Vigilia de oración, celebrada en el Circo Máximo de Roma, ha permitido al Papa dar gracias a Dios por el 50 aniversario de la Renovación Carismática Católica, “corriente de gracia del Espíritu”, y traer a la memoria el ejemplo de los mártires del tiempo presente para volver a señalar la tarea que el Espíritu Santo pone a la Iglesia en la actualidad: “Hoy es más urgente que nunca la unidad de los cristianos, unidos por el poder del Espíritu Santo, en la oración y la acción por los más débiles. Caminar juntos, trabajar juntos. Amarnos”. El Espíritu Santo hace que los discípulos sean un pueblo nuevo, cuyos miembros reciben un corazón nuevo. A cada uno da un don y a todos reúne en unidad. El pueblo nuevo creado por el Espíritu se caracteriza tanto por la diversidad como por la unidad. Caminar juntos requiere vencer dos tentaciones frecuentes: buscar la diversidad sin unidad, y buscar la unidad sin diversidad. Las intervenciones de Francisco en el mes de junio bien pueden repasarse advirtiendo el equilibrio entre unidad y diversidad, pilares de la comunión que sostiene el compromiso misionero.

En Pentecostés ha querido el Papa hacer público el Mensaje para la próxima jornada mundial de las misiones. En un mundo confundido por tantas ilusiones, herido por grandes frustraciones y guerras fratricidas, que afectan de forma injusta sobre todo a los inocentes, Francisco nos invita a preguntarnos por el fundamento de la misión, su centro y sus actitudes vitales. En las solemnidades de la Santísima Trinidad, del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, y del Sagrado Corazón de Jesús, nos ha mostrado la fuente y el culmen de la vida cristiana, principio y fin de la comunión eclesial. “En la fragmentación de la vida, el Señor sale a nuestro encuentro con una fragilidad amorosa que es la Eucaristía”, sacramento de la unidad. En las catequesis de las Audiencias de los miércoles sobre la esperanza, Francisco propone la oración del Padrenuestro como “manantial de esperanza”, la medicina del amor de Dios para vencer la herida del desánimo y la compañía discreta de los santos, cuya existencia nos asegura que la vida cristiana no es un ideal inalcanzable, sino que es posible con la gracia.

Dirigiéndose a la plenaria de la Congregación para el Clero, Francisco ha valorado la nueva Ratio fundamentalis como un documento que ofrece las claves de una formación sacerdotal integral. Con especial preocupación el Papa se ha referido a los sacerdotes jóvenes, alentándoles y pidiendo a los obispos que les muestren paternal cercanía. Tres consejos les dirige Francisco: orar sin cansarse, caminar siempre y compartir con el corazón.

Reconocer el testimonio de dos párrocos, Primo Mazzolari y Lorenzo Milani, ha sido el motivo principal de la intensa visita apostólica a Bozzolo (diócesis de Cremona) y Barbiana (diócesis de Florencia). Para renovar el ardor y la pasión de la acción misionera de la Iglesia, el Papa ha anunciado a las Obras Misionales Pontificias la dedicación en otoño del año 2019 de un tiempo extraordinario de oración y reflexión sobre la misión ad gentes. Con los miembros del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, Francisco ha reflexionado sobre tres puntos: valorar el papel de la mujer, educar a la fraternidad y dialogar. “En la compleja sociedad actual, caracterizada por pluralidad y globalización, hay necesidad de un mayor reconocimiento de la capacidad de la mujer para educar a la fraternidad universal”. “Ampliar los espacios para una presencia femenina más fuerte” forma parte de la unidad urgente que el Espíritu Santo impulsa en la Iglesia.

El autorRamiro Pellitero

Licenciado en Medicina y cirugía por la Universidad de Santiago de Compostela. Profesor de Eclesiología y de Teología pastoral en el departamento de Teología sistemática de la Universidad de Navarra.

El “Davos” de la cooperación

Las desigualdades globales y el grave problema de los refugiados exigen la colaboración de todos. Oferta de trabajo y educación son indispensables para ayudar a recuperar la dignidad de estas personas.

30 de agosto de 2017·Tiempo de lectura: 2 minutos

A principios de junio se celebraron en Bruselas las EDD (Jornadas Europeas de Desarrollo). Es el “Davos” de la cooperación, como alguien llama a este evento de dos días que reúne a partes afectadas por el desafío del desarrollo: las instituciones europeas y los Estados miembros, ONG, empresas, diferentes realidades de la sociedad civil.

En el corazón de una Europa que por un lado produce y por otro levanta muros, siempre en busca de una identidad unificadora, se ha planteado cómo reequilibrar el plano ahora inclinado bajo el peso de las desigualdades globales.

Así, entre las muchas palabras que se pronuncian en estos “acontecimientos”, hay una que parece destacar: la colaboración, la cooperación entre los diferentes actores. Lo señaló el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Junker, y lo han afirmado los líderes de países africanos: no queremos la intervención del molde neocolonialista, pero nos planteamos intervenciones en las que podemos trabajar juntos. Y ¿cuáles son estas iniciativas indispensables para lograr los objetivos de desarrollo sostenible?

La realidad vuelve siempre sobre dos cuestiones principales que van de la mano: la demanda de trabajo y la educación. Los que trabajan en los campos de refugiados, por citar sólo un ejemplo, saben por experiencia que un proyecto de dinero en efectivo a cambio de trabajo (dinero por trabajo) permite a los que están alojados por largo tiempo en los campos del Líbano, Jordania y Kenia, recuperar su dignidad y no tener que alejarse demasiado de su tierra natal. Y Europa puede contener la llegada de nuevos desesperados.

Pero el trabajo no es suficiente. El trabajo sin educación es probable que tenga dificultad para respirar, y viceversa. La educación sin trabajo crea frustración. Pero cuidado: la educación debe ser de calidad, y junto a la transmisión de conocimientos técnicos, también es “apertura” y uso crítico de la razón. Este es, por ejemplo, el desafío del proyecto Regreso al Futuro, financiado por el Fondo Europeo Madad, que AVSI está realizando con otros socios en Líbano y Jordania. Los números ayudan a comprender su alcance: 30.000 niños involucrados en el Líbano; 10.000 en Jordania; y un total de 200.000 beneficiarios indirectos.

El autorMaria Laura Conte

Licenciada en Letras Clásicas y doctora en Sociología de la Comunicación. Directora de Comunicación de la Fundación AVSI, con sede en Milán, dedicada a la cooperación al desarrollo y la ayuda humanitaria en todo el mundo. Ha recibido varios premios por su actividad periodística.

Mundo

Los “yihadistas” y el exterminio. El Corán reducido a ideología

Omnes·28 de agosto de 2017·Tiempo de lectura: < 1 minuto

El “yihadismo” es, a juicio del autor, la nueva secta de los “hachassins”, similar a la que existió en el siglo XI. Y los “yihadistas” han convertido el Corán en una ideología exterminadora.

Manuel Cruz

Tratar de entender el “yihadismo” moderno puede resultar un ejercicio inútil desde nuestra nueva mentalidad occidental. Pero si en lugar de “yihadismo”, como se hace en la inmensa mayoría de los medios, hablásemos de la “secta islámica de los asesinos”, acaso podríamos acercarnos, mediante un lenguaje más acertado, a defi nirlos y, por tanto, a combatirlos mejor. Ya hubo en el siglo XI otra secta llamada de los “hachassins”, de donde… texto íntegro solo para suscriptores. 

Teología del siglo XX

Eros y ágape, de Anders Nygren

Juan Luis Lorda·28 de agosto de 2017·Tiempo de lectura: < 1 minuto

Juan Luis Lorda Se lee en el prólogo de la obra: “El propósito de esta investigación es doble: primero investigar la idea cristiana de amor. Y, después, ilustrar los principales cambios que ha sufrido en la historia. Parece razonable suponer que los teólogos habrán prestado una atención especial a estas cuestiones, porque la idea del amor ocupa –por no decir que es– el lugar central del cristianismo […]. Pero al mirar el trato que el tema ha recibido entre los teólogos recientes, se comprueba que ha sido uno de los más olvidados”. Desde que Eros y ágape se tradujo al inglés, alemán, francés y español (entre otras lenguas) todo cambió.

Cuando Anders Nygren publicó en 1932, en sueco, la primera parte de su estudio Eros y ágape, no podía imaginarse que iba a tener una repercusión mundial, y que pondría…  texto íntegro solo para suscriptores.

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No podemos continuar indiferentes

24 de agosto de 2017·Tiempo de lectura: 2 minutos

Con este título, Xiskya Valladares ha publicado en Palabra de julio-agosto un artículo sobre el islam. Fue antes del atentado de Barcelona.

El avance del islam en Europa y España tiene que ver, desde luego, con la pura demografía, pero es también consecuencia del relativismo, la superficialidad y la falta de testimonio cristiano.

La islamización de Europa es un objetivo declarado por muchos líderes islamistas. El primero fue Houari Boumedienne, en 1974, en las Naciones Unidas, que explicó el método: “Los úteros de nuestras mujeres nos darán la victoria”. El más reciente ha sido Muammar Gaddafi, en 2006, y dijo lo mismo: “El islam conquistará Europa sin disparar un tiro”. Y dio el motivo: “Algunas personas creen que Mahoma es el profeta de los árabes o musulmanes. Esto es un error. Muhammad es el profeta de toda la gente”.

Las estadísticas de crecimiento de los musulmanes en Europa confirman su empeño. En España, que no es de los países europeos más islamizados, el número de musulmanes en 2016 era de casi 2 millones, un 4% de la población total, y de ellos el 42 % eran legalmente españoles. Pero esta tendencia al alza es mundial. El último informe del Pew Research Center dice que el cristianismo representa hoy el 31,2 % de la población mundial y el islam, el 24,1 %. Y estima que en 2060 el cristianismo será un 31,8 % frente al 31,1% del islam. Hay más datos: aumento del número de mezquitas, de barrios donde rige la sharia, aparición de universidades islámicas, yihadistas en política y fuerzas armadas, etc. Y hablo de musulmanes, no de terroristas.

Me parece que estos son los resultados del relativismo, de la superficialidad religiosa, de la falta de testimonio y compromiso de fe, y del trabajo de ideologías ateas y populistas que contagian al “pueblo de la Cruz”. Aparte del proselitismo evidente musulmán. Y no invito al proselitismo católico, pero sí a que presentemos el Evangelio a nuestros coetáneos sin vergüenza y sin miedo de modo atractivo y sabiendo dar razón de nuestra fe. Tienen derecho a conocerlo. Son tiempos de misión. No solo porque las raíces cristianas europeas de muchos siglos están en juego, sino porque somos responsables del don de la fe recibida. No podemos continuar indiferentes.

Actualidad

El viaje profundo del Papa Francisco

César Mauricio Velásquez·24 de agosto de 2017·Tiempo de lectura: 2 minutos

«Sigan adelante. No se dejen robar ni la alegría ni la esperanza». Este ha sido el primer mensaje del Papa Francisco a su llegada a Colombia. El ex embajador César Mauricio Velásquez analizó en Palabra este viaje, en el número de julio-agosto.

El Papa Francisco vuelve a Latinoamérica. Esta vez visita cuatro ciudades de Colombia en las que se vive y se refleja la grandeza y bondad del continente, pero también sus graves problemas y desafíos.

Un continente de contraste: rico en recursos naturales y espirituales pero a la vez con altos índices de pobreza, crímenes y exclusión. Una región llena de juventud pero amenazada por las drogas, el desempleo y nuevos populismos baratos que han degradado en dictaduras siglo XXI, llenas de ideología, sangre y corrupción en nombre del pueblo.

El Papa Francisco encontrará una Colombia que busca la paz, pero no a cualquier precio, no simplemente con decretos y papeles como se ha impuesto. Su mensaje deberá plantear puntos de unidad, respeto por las instituciones y compromiso con la doctrina social de la Iglesia y así responder a los problemas de desigualdad, violencia y corrupción. Será un viaje al fondo de los problemas que ha generado la droga y la delincuencia. Hoy, mientras se implementa el llamado acuerdo de paz entre las FARC y el Gobierno, los cultivos de coca van en aumento, de 40.000 hectáreas que había en 2010 han pasado a 180.000. Un claro retroceso agravado por otros puntos de esa negociación que abre puertas al blanqueo de miles de millones de dólares de narcos y guerrillas, sin mucha justicia ni mucha verdad. Razón por la cual, entre otras, ganó el no en el plebiscito del 2 de octubre de 2016 y se tramitó después sin legitimidad ante el Congreso y sin respaldo popular.

Como sus antecesores -san Juan Pablo II en 1986 y el beato Pablo VI en 1968-, el Papa Francisco condenará la llamada “cultura de la muerte”, esa tendencia y afán de algunos de ser dios para acabar con la vida de los demás, no sólo con armas y bombas, sino también con el aborto, la eutanasia y la corrupción que roba al bien común. En este sentido, su voz animará al cambio personal según Cristo, único modelo capaz de darle respuesta a toda la existencia, porque no existe un cristianismo “low-cost”, tal como lo ha denominado Francisco al reflexionar sobre la mediocridad del cristianismo de baratija incapaz de participar en transformaciones personales y sociales. Serán cuatro días de reflexión, una visita que ayudará a refrescar la vida espiritual de millones de colombianos y a recordar que la paz interior es indispensable para alcanzar la paz exterior, pues la reconciliación auténtica exige verdad y justicia, tierra firme para poder dar un primer paso.

Ecología integral

La teología avala la conversión ecológica que propone la Iglesia

El Papa Francisco publicó su encíclica Laudato si’ el 18 de junio de 2015. Es la primera dedicada específicamente a la cuestión ambiental. Recibió grandes elogios de líderes religiosos y científicos y sería paradójico que no encontrara la misma acogida entre los católicos.

Emilio Chuvieco Salinero, Silvia Albareda Tiana y Jordi Puig Baguer·4 de julio de 2017·Tiempo de lectura: 11 minutos

El Papa Francisco publicó su encíclica Laudato si’ el 18 de junio de 2015. Es la primera dedicada específicamente a la cuestión ambiental. Recibió grandes elogios de líderes religiosos y científicos y sería paradójico que no encontrara la misma acogida entre los católicos.

Sin duda, esta encíclica, que llama a una conversión ecológica por parte de todos, ha sido el documento de la jerarquía católica más leído y citado de las últimas décadas, particularmente entre personas habitualmente poco cercanas a la Iglesia.

La palabra conversión tiene mucho arraigo en el cristianismo. Hace referencia a una modificación radical de las actitudes y, consecuentemente, del comportamiento. Conversión implica un cambio de vida, que tradicionalmente denota el paso de una condición alejada de la fe otra en la que se viva plenamente, o incluso el tránsito de un credo religioso a otro. Por tanto, la expresión “conversión ecológica” supone una transformación honda en nuestra relación con la tierra, a la que la encíclica califica como “casa común”. En este sentido lo aplica el Papa Francisco cuando solicita un nuevo enfoque, una forma nueva de valorar y de contemplar la tierra, pasando a considerarla como un don o regalo, como nuestro hogar, que tenemos que cuidar en beneficio propio, de los demás seres humanos —presentes y futuros— y delas demás criaturas, revisando las conductas diarias que, tal vez inadvertidamente, causan un grave daño ambiental y social. Fruto de la conversión ecológica de cada uno, seremos capaces de alumbrar un nuevo concepto de progreso, que haga compatible el bienestar humano actual y de las generaciones futuras con su extensión a todos y el florecimiento de las demás formas de vida.

Continuidad del Magisterio

El concepto de conversión ecológica no es originario del Papa Francisco. Lo enunció por vez primera san Juan Pablo II. Ya en su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de 1990 había indicado, refiriéndose a la cuestión ambiental, que “la verdadera educación de la responsabilidad conlleva una conversión auténtica en la manera de pensar y en el comportamiento”. Unos años más tarde, en la audiencia general del 17 de enero de 2001, indicaba que “es preciso estimular y sostener la ‘conversión ecológica’, que en estos últimos decenios ha hecho a la humanidad más sensible respecto a la catástrofe hacia la cual se estaba encaminando”, y, un par de años más tarde, en un texto dirigido a los pastores de la Iglesia, añadía: “Se necesita, pues, una conversión ecológica, a la cual los obispos darán su propia contribución enseñando la relación correcta del hombre con la naturaleza. Esta relación, a la luz de la doctrina sobre Dios Padre, creador del cielo y de la tierra, es de tipo ministerial. En efecto, el hombre ha sido puesto en el centro de la creación como ministro del Creador” (Pastores Gregis, 2003, n. 90).

En la misma línea, Benedicto XVI incluyó numerosas referencias en sus escritos a la cuestión ambiental, indicando la importancia de abordar un cambio de mentalidad que impacte de modo efectivo a nuestra forma de vivir: “Es necesario un cambio efectivo de mentalidad que nos lleve a adoptar nuevos estilos de vida, a tenor de los cuales la búsqueda de la verdad, de la belleza y del bien, así como la comunión con los demás hombres para un crecimiento común, sean los elementos que determinen las opciones del consumo, de los ahorros y de las inversiones” (Caritas in veritate, 51).

Al igual que sus predecesores, el Papa Francisco considera que la conversión ecológica implica un cambio en los estilos de vida, pero amplía este concepto a otras múltiples facetas: “Debería ser una mirada distinta, un pensamiento, una política, un programa educativo, un estilo de vida y una espiritualidad que conformen una resistencia ante el avance del paradigma tecnocrático” (Laudato si’, 194). En suma, el santo Padre propone un programa completo, en el que la dimensión espiritual y la solidaridad reinen en el seno de lo material y su uso. Un programa que abarca muchos aspectos y justifica, en última instancia, la relevancia del término conversión ecológica y su papel destacado en la encíclica (que abarca una sección completa: los puntos 216 a 221).

La encíclica no reniega de la tecnología, como algunos han criticado, sino que la considera una herramienta para solventar los problemas, no como la solución de los mismos. De poco serviría confiar en la tecnología si seguimos manteniendo nuestras prioridades en el beneficio personal, en la acumulación desmedida de recursos: en suma, si seguimos identificando la felicidad con la posesión ma – terial y negándonos a aceptar la raíz moral de los males que nos aquejan, la “violencia del corazón”, que es la que se señala insis – tentemente. En ese marco, la tecnología sólo servirá para poner parches al problema, en el mejor de los casos, y en el peor para perpe – tuar las injusticias que se esconden detrás de un modelo social y económico desenfocado. Por esta razón, la encíclica anima a todos los creyentes a adoptar una nueva actitud ante los demás seres humanos y las demás cria – turas, a recuperar algunos elementos bási – cos de la teología católica que quizá se han diluido en los últimos siglos, como el sentido sagrado de todo lo creado, el valor sacramen – tal de lo material, o su llamada intrínseca a la contemplación agradecida de la belleza inscrita en las obras de Dios.

Cualquiera de las grandes religiones de la humanidad considera que el mundo es obra de un ser divino, un don, y que la inmensidad, belleza y perfección de lo creado es una ma – nifestación de Dios que nos pone en contacto con Él. Por tanto, cualquier tradición religio – sa se acerca a la naturaleza con gran respeto y veneración. En la tradición cristiana, así co – mo en las demás religiones monoteístas, Dios no se confunde con el mundo, pero tampoco se aparta de él. Si el mundo ha sido creado por Dios, es necesariamente bueno, como re – iteradamente indica el primer capítulo del Génesis: “Y vio Dios que era bueno”.

Base bíblica

Las relaciones del ser humano con las demás criaturas están recogidas en dos capítulos del Génesis. En el primero, correspondiente a la tradición yahvista, se indica que la crea – ción del hombre supone de alguna forma una “culminación”, al tratarse de la única criatu – ra que puede propiamente definirse como “imagen y semejanza” de Dios. En esa línea se le da un papel predominante, que le lleva a tener un cierto dominio sobre las demás. Sin embargo, como han puesto en evidencia numerosos teólogos, el conocido texto: “Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves de los cielos y en todo animal que serpea sobre la tierra” (Gen 1, 28), no puede leerse aisladamente e interpretarse como una justificación teológica de una actitud depredadora con la naturaleza, sino más bien como una llamada a la responsabilidad: “La conversión ecológica lleva al creyente a desarrollar su creatividad y su entusiasmo, para resolver los dramas del mundo […]. No entiende su superioridad como motivo de gloria personal o de dominio irresponsable, sino como una capacidad diferente, que a su vez le impone una grave responsabilidad que brota de su fe” (Laudato si’, 220).

Dominio delegado y responsable

No se trata, en definitiva, de un dominio absoluto sobre la creación, sino de una autoridad delegada, que implica dar cuenta a Dios sobre el trato que hemos dispensado a sus criaturas y al resto de los seres humanos. Esta tradición de custodia ambiental se apoya en múltiples pasajes de la Sagrada Escritura. Ya en el segundo capítulo del Génesis se indica que Dios después de crear al hombre “le dejó en el jardín del Edén, para que lo labrase y cuidase” (Génesis 2, 15), lo que está indicando una relación amable con el entorno. No hemos de olvidar que el nombre que recibe el primer ser humano (Adam) tiene la misma raíz hebrea que la palabra suelo (Adamah); por tanto, debe considerarse como parte de la misma Tierra que habita: “Olvidamos que nosotros mismos somos tierra” (Laudato si, 2). Ese mismo sentido tiene la traducción latina de esos términos: homo y humus, que muestra hondamente nuestra conexión con el ambiente. En pocas palabras, somos criaturas, parte de un conjunto mucho más amplio y tenemos lazos de comunión biológica y teológica con los demás seres creados.

Esta es la principal base teológica del cuidado que debemos a la naturaleza, de la que formamos parte en un todo integrado, aunque además cada uno la trascendamos espiritualmente. Por eso, como indica el Papa Francisco, es clave recuperar la teología cató- lica de la Creación para reconducir nuestras relaciones con las demás criaturas y cambiar nuestro papel de explotadores, tantas veces inconsciente e involuntario por el ocultamiento que supone la complejidad de los mercados que nos abastecen, a custodios de la Creación, comprometidos con su respeto: “La mejor manera de poner en su lugar al ser humano, y de acabar con su pretensión de ser un dominador absoluto de la tierra, es volver a proponer la figura de un Padre creador y único dueño del mundo, porque de otro modo el ser humano tenderá siempre a querer imponer a la realidad sus propias leyes e intereses”(Laudato si’, 75). No podemos continuar considerándonos los únicos seres con valor ante Dios. Esto es teológica, metafísica y biológicamente absurdo.

Lo manifiesta de continuo nuestro cuerpo, absolutamente necesitado de relación con el resto de la creación material para respirar, nutrirse y vivir. El mundo ha evolucionado en formas enormemente diversas, muchos millones de años antes de que existieran los seres humanos. Todas esas criaturas que existieron sobre la faz de la Tierra antes de nuestra llegada han sido queridas por Dios, le han dado gloria por su misma existencia, y han tenido un papel clave en la diversidad y riqueza de las especies que ahora conocemos. Lo expresa con gran belleza el Salmo 136 cuando indica: “¡Dad gracias a Yahveh, porque es bueno, porque es eterno su amor! […] Él solo hizo maravillas, porque es eterno su amor. Hizo los cielos con inteligencia, porque es eterno su amor; sobre las aguas asentó la tierra, porque es eterno su amor. Hizo las grandes lumbreras, porque es eterno su amor; el sol para regir el día, porque es eterno su amor; la luna y las estrellas para regir la noche, porque es eterno su amor”. Puesto que todas las criaturas son fruto del amor de Dios, le alaban y le bendicen por su misma existencia, como proponen el libro del profeta Daniel (3, 57-90) y el salmo 148: “Alabad a Yahveh desde los cielos […]. ¡Alabadle, sol y luna, alabadle todas las estrellas de luz, alabadle, cielos de los cielos, y aguas que estáis encima de los cielos! ¡Alabad a Yahveh desde la tierra, monstruos del mar y todos los abismos, fuego y granizo, nieve y bruma, viento tempestuoso, ejecutor de su palabra, montañas y todas la colinas, árbol frutal y cedros todos, fieras y todos los ganados, reptil y pájaro que vuela”!

En la media en que la contemplación cristiana ha perdido de vista esta realidad, se ha empobrecido su relación con el Creador. Todas las criaturas tienen un valor intrínseco, no son meros instrumentos para satisfacer nuestras necesidades: “Pero no basta pensar en las distintas especies sólo como eventuales ‘recursos’ explotables, olvidando que tienen un valor en sí mismas. Cada año desaparecen miles de especies vegetales y animales que ya no podremos conocer, que nuestros hijos ya no podrán ver, perdidas para siempre. La inmensa mayoría se extinguen por razones que tienen que ver con alguna acción humana. Por nuestra causa, miles de especies ya no darán gloria a Dios con su existencia ni podrán comunicarnos su propio mensaje. No tenemos derecho” (Laudato si´, 33). No es de extrañar que Francisco invite pues a “tomar dolorosa conciencia, atrevernos a convertir en sufrimiento personal lo que le pasa al mundo, y así reconocer cuál es la contribución que cada uno puede aportar” (Laudato si’, 19).

Trinidad y Encarnación

Junto a la teología de la creación, la Laudato si’ también apunta otros aspectos teológicos muy novedosos para sustentar la conversión ecológica. De forma similar a como la Trinidad se fundamenta en las relaciones entre las Tres Personas, la persona humana también se configura por sus relaciones, pero no sólo con Dios y con los demás seres humanos, sino también con las demás criaturas, en la medida que dependemos de ellas para mantener la sinfonía de la vida: sin plantas no tendríamos oxígeno ni alimentos, sin micro-organismos no habría fertilidad en los suelos, sin determinados insectos las plantas no se polinizarían. Como señala el Papa: “La persona humana más crece, más madura y más se santifica a medida que entra en relación, cuando sale de sí misma para vivir en comunión con Dios, con los demás y con todas las criaturas” (Laudato si’, 240).

Pero además el cristianismo se basa en el reconocimiento de la Encarnación, de que Dios se ha hecho Hombre para salvarnos. Despreciar lo natural, lo material, es de alguna forma rechazar el valor redentor de la Humanidad de Jesucristo. Frente a esos dualismos espiritualistas que han tenido una cierta influencia en la Historia del cristianismo, el papa Francisco nos recuerda que: “Jesús vivía en armonía plena con la creación […]. Estaba lejos de las filosofías que despreciaban el cuerpo, la materia y las cosas de este mundo. Sin embargo, esos dualismos malsanos llegaron a tener una importante influencia en algunos pensadores cristianos a lo largo de la historia y desfiguraron el Evangelio” (Laudato si’, 98).

En esa misma línea, tanto la Iglesia católica como las ortodoxas reconocen el valor salví- fico de los siete sacramentos. Todos ellos se apoyan en signos materiales, que son imagen de la gracia que significan y que a su través confieren: el agua, el pan y el vino, que son frutos de la tierra. De alguna forma, en la Eucaristía Dios se “hace” esa misma naturaleza a la que desde su eternidad ya daba la existencia antes de la acción sacramental, permaneciendo así en el pan. Por eso es tan propio en la Santa Misa alabar a Dios en nombre de la Creación, de quienes somos primogénitos: “Con razón te alaban todas tus criaturas”, decimos en la plegaria eucarística tercera del misal romano. En pocas palabras, como indica el santo Padre, “la Eucaristía une el cielo y la tierra, abraza y penetra todo lo creado. El mundo que salió de las manos de Dios vuelve a él en feliz y plena adoración” (Laudato si’, 236).

Fundamentos de justicia social

Junto a las razones de teología dogmática o sacramentaria, para un católico el respeto y cuidado del ambiente natural se apoya también en motivos de justicia social, por lo que tradicionalmente en la Iglesia la reflexión sobre el cuidado de la naturaleza se ha hecho en el marco de la Teología moral. Además de las razones apuntadas antes, también el cuidado de la casa común tiene una dimensión social muy relevante, ya aludida y que se quiere ahora subrayar, en consonancia con la atención central que Francisco atribuye en la encíclica a este aspecto. Los recursos de la Tierra deberían servir para cubrir las necesidades de todos los seres humanos, presentes y futuros: no podemos derrocharlos irresponsablemente pues estaríamos cercenando las posibilidades de sustento y progreso para nuestros hermanos más necesitados. En este punto, y refiriéndose a la propiedad privada, Francisco acude a una llamada particularmente exigente de san Juan Pablo II: “Dios ha dado la tierra a todo el género humano para que ella sustente a todos sus habitantes, sin excluir a nadie ni privilegiar a ninguno” (Centessimus annus, 31).

Como recuerda el papa Francisco la degradación ambiental tiene impactos sociales, y son las poblaciones más vulnerables (los pobres, los excluidos de la sociedad) los que sufren las más graves consecuencias. Por eso es preciso reconocer que las líneas para la solución de los problemas ambientales: “Requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza” (Laudato si’, 139). Conviene recordar en este sentido que muchas entidades de la Iglesia católica llevan años incluyendo programas de cuidado ambiental en sus tareas de promoción al desarrollo humano. Por ejemplo, Cáritas Internacional tiene un programa específico de justicia climática desde hace una década y los comités nacionales, junto a Manos Unidas, trabajan activamente para mitigar los impactos de la degradación ambiental sobre las personas y sociedades más débiles. Además, tampoco hemos de perder de vista que existe una ecología humana, que lleva a respetar la verdad última de toda persona, su dignidad intrínseca, por encima de su condición, edad o situación social. Como bien dice el Papa Francisco: “Cuando no se reconoce en la realidad misma el valor de un pobre, de un embrión humano, de una persona con discapacidad –por poner sólo algunos ejemplos–, difícilmente se escucharán los gritos de la misma naturaleza. Todo está conectado” (Laudato si’, 117).

Esta dimensión social de los problemas ambientales explica que sea un campo eminente de diálogo interreligioso. Esos problemas atañen a todos los seres humanos, independientemente de sus posiciones religiosas o ideológicas. Como se indica en la Laudato si’, la gravedad de las cuestiones ambientales “debería provocar a las religiones a entrar en un diálogo entre ellas orientado al cuidado de la naturaleza, a la defensa de los pobres, a la construcción de redes de respeto y de fraternidad” (Laudato si’, 201). En esta línea, nos gustaría dar noticia de la Declaración de Torreciudad, fruto de un seminario entre científicos ambientales y líderes de distintas tradiciones religiosas (www.declarationtorreciudad.org). La declaración subraya la importancia del diálogo ciencia y religión para promover el mejor cuidado de la casa común, siguiendo la línea de diálogo promovida por la encíclica Laudato si’. La declaración está abierta para su adhesión a personas de cualquier credo o ideología y ha sido recientemente referenciada por la prestigiosa revista Nature (2016: vol 538, 459).

El autorEmilio Chuvieco Salinero, Silvia Albareda Tiana y Jordi Puig Baguer

Experiencias

El movimiento carismático católico cumple 50 años, tiempo de madurez

La Renovación Carismática Católica ha celebrado sus 50 años en Roma, y el punto culminante ha sido una vigilia de oración en el Circo Máximo. El Papa Francisco participó en una parte del programa, uniéndose a los cantos y oraciones de los 50.000 fieles de todo el mundo allí reunidos. ¿Qué es el movimiento carismático? ¿Cuál es actualmente su papel en la vida de la Iglesia, tras estos cincuenta años?

Jesús Higueras Esteban·4 de julio de 2017·Tiempo de lectura: 7 minutos

La Renovación Carismática Católica remonta sus orígenes al retiro de Duquesne, celebrado en Pittsburgh (Estados Unidos), del 17 al 19 de febrero de 1967. A partir de ese momento se comenzó a hablar de “pentecostales” católicos, de Movimiento pentecostal católico o de Neo-pentecostalismo católico; pero tanto el término “movimiento” como el adjetivo “pentecostal” fueron abandonados muy pronto, y la nueva realidad fue designada con el nombre de Renovación en el Espíritu, o Renovación cristiana en el Espíritu.

Sin embargo, el nombre que ha prevalecido en la mayoría de los países ha sido el de Renovación Carismática, la cual se ha extendido con rapidez y hoy está presente en más de 200 países. Se calcula que unos 120 millones de católicos de todo el mundo han experimentado con su ayuda la gracia de un nuevo Pentecostés y de una renovación de sus vidas.

Este movimiento comenzó a esparcirse por España a partir del año 1973, y poco a poco se fue extendiendo por todo el territorio nacional. En la actualidad hay en nuestro país unos 600 grupos.

Una realidad que cambia la vida

El día en que el Papa Pablo VI recibió por primera vez a los representantes de la Renovación Carismática Católica, en 1975, el himno de laudes del breviario recogía una frase de san Ambrosio que decía: “Laeti bibamus sobriam profusionem Spiritus”, es decir, “bebamos con alegría de la abundancia sobria del Espíritu”. Recordándolo, el Papa dijo a los presentes que estas palabras podían ser el programa de la Renovación Carismática: hacer revivir en la Iglesia aquella época de entusiasmo y de fervor espiritual que hizo tan vibrante y fuerte la fe de los primeros cristianos.

El bautismo en el Espíritu se ha revelado, en realidad, como un medio simple pero eficaz para realizar este programa.

Son infinitos los testimonios de las personas que han hecho la experiencia. Es una gracia que cambia la vida. En el congreso internacional de pneumatología, celebrado en el Vaticano en 1981con ocasión del XVI centenario del Concilio ecuménico de Constantinopla, hablando de la Renovación Carismática y del bautismo en el Espíritu, el teólogo Yves Congar dijo: “Una cosa es cierta: es una realidad que cambia la vida de las personas”.

Fue el Papa Montini el que designó al cardenal belga Leo Josef Suenens –uno de los moderadores del Concilio Vaticano II– como su representante en la Renovación Carismática Católica, con la que se sintió profundamente identificado y a la cual guio y sostuvo en sus inicios con sus escritos y su presencia.

San Juan Pablo II decía el 30 de octubre de 1998: “La Renovación Carismática católica ha ayudado a muchos cristianos a redescubrir la presencia y la fuerza del Espíritu Santo en su vida, en la vida de la Iglesia y en el mundo; y este redescubrimiento ha despertado en ellos una fe en Cristo rebosante de alegría, un gran amor a la Iglesia y una entrega generosa a su misión evangelizadora”.

Benedicto XVI manifestaba: “Podemos afirmar que uno de los elementos y de los aspectos positivos de las comunidades de la Renovación Carismática Católica es el relieve que asumen en ellas los carismas o dones del Espíritu Santo, y su mérito es haber recordado su actualidad en la Iglesia”.

El Papa Francisco hablaba así hace muy pocos días, en este último mes de junio: “Cincuenta años de la Renovación Carismática Católica, corriente de gracia del Espíritu. Y, ¿por qué corriente de gracia? Porque no tiene ni fundador, ni estatutos ni órganos de gobierno. Claro que en esta corriente han nacido múltiples expresiones que, ciertamente, son obra humana inspirada por el Espíritu, con carismas distintos y todas al servicio de la Iglesia. Pero a la corriente no se le pueden poner diques, ni se puede encerrar al Espíritu Santo en una jaula”.

¿Qué espiritualidad?

Vemos, por tanto, cómo los Romanos Pontífices alaban está realidad espiritual que acaba de cumplir sus bodas de oro en la Iglesia. Pero, ¿en qué consiste realmente la espiritualidad carismática? ¿Es algo específico de un grupo o todos los miembros de la Iglesia pueden beber de ella?

En los Hechos de los Apóstoles aparece el fenómeno del bautismo en el Espíritu como algo habitual en la vida de las comunidades cristianas (cfr. Hechos 1, 5; 11, 15-16; etc.), de tal modo que esta práctica viene también recogida por numerosos Padres de la Iglesia en los primeros siglos de cristianismo.

Los grupos de la Renovación Carismática comienzan con un seminario de iniciación a la vida en el Espíritu que suele durar siete semanas, y dentro del cual, durante un día de retiro, se hace el bautismo en el Espíritu, en el que un sacerdote y después varios hermanos imponen las manos sobre cada uno de los que reciben la efusión del Espíritu.

Es ésta una experiencia bellísima en la que se experimenta de un modo nuevo el amor de Dios por cada ser humano, no tanto como un discurso racional como en cuanto una vivencia que marca definitivamente tu vida. Comprendes que toda tu historia ha sido tejida por el Espíritu Santo, que en ningún momento te abandonó, sino que sin tú saberlo te ha llevado a un encuentro con Cristo resucitado.

Porque, en definitiva, Cristo es en la Renovación Carismática el centro de todo, y el Espíritu es invocado para que nos lleve a Jesús, que sigue siendo un personaje actual que interviene en tu vida y la transforma.

Pilares sobre los que se sustenta la Renovación Carismática

Si hubiera que elegir los “pilares” sobre los que se sustenta la Renovación Carismática, o los temas en los que más se incide, serían los siguientes:

  • Gratuidad. Es esencial recordar que Dios Padre nos amó antes de la creación del mundo; por tanto, antes de que nosotros pudiéramos hacer cualquier obra para agradarle. La salvación no se conquista con las obras humanas, sino que se acoge como un don gratuito que no merecemos. Por supuesto que esto no anula la doctrina católica del mérito, pero nos ayuda a huir de cualquier tipo de voluntarismo espiritual que pudiera hacernos creer que “merecemos” el Cielo o la salvación. Cristo es el único salvador del hombre, y Él ofrece gratuitamente esa gracia a todo aquel que le reconoce como Señor. La gracia santificante es gratuita pero no “barata”, pues costó toda la Sangre de Cristo, lo cual nos lleva a agradecer constantemente nuestra redención y vivir en gratitud constante, huyendo de la queja y el victimismo inútil.
  • Alabanza. Si algo caracteriza a los grupos de la Renovación es el gozo de la alabanza, que es fuerte, alegre, ungida por el Espíritu, ya que con nuestros cantos, nuestros gestos y con todo nuestro ser queremos bendecir al Dios que nos llama a la vida para ser alabanza de su gloria. Es muy característico de todos los grupos carismáticos querer manifestar sin pudor la alegría de la salvación, como María en el Magnificat, que exultaba de gozo en el Señor. Se dice que son grupos ruidosos, en los que se alzan las manos y con grandes voces se bendice al Señor, aunque no faltan tampoco momentos de adoración silenciosa ante el Santísimo Sacramento del Altar, en los que la adoración se convierte en un modo de vida.
  • Pobreza espiritual. Dios llama a participar en los grupos carismáticos a personas de todo tipo, pero se goza de un modo especial en aquellos que aparentemente no poseen grandes cualidades humanas, pero están llenos de dones divinos; pues no debemos olvidar cómo, en la predicación paulina, el Apóstol precisamente recordaba que lo necio de este mundo lo ha escogido Dios para confundir a los sabios y poderosos.
  • Dones y carismas. Tal vez sea esta dimensión la que más “choque” con la mentalidad de nuestro tiempo, pues no son poco frecuentes en las comunidades carismáticas dones tales como los describe el apóstol Pablo en la Carta a los Corintios: don de lenguas, de sanación, de profecía y tantos otros que se dan para la edificación de la comunidad. No son dones o carismas que ponen por encima de los demás a quienes los reciben. Todo lo contrario. Son servicios que ayudan a los otros a estar más cerca de Dios.
  • Sentido de comunidad. Una de las manifestaciones del Espíritu es la clara conciencia de que Dios te regala hermanos en una comunidad, con los que compartir la fe y la alabanza, de tal modo que uno de los pilares de la Renovación es el testimonio que cada hermano hace voluntariamente en la comunidad del paso de Dios por su vida. Puede parecer infantil, o incluso demasiado sentimental, pero sin duda ninguna el Señor se sirve del testimonio de otros para confirmarnos en la fe. Cada semana el grupo se reúne para alabar y recibir una enseñanza, y termina con un tiempo de testimonios, que es tan importante como lo anterior.
  • Ecumenismo. Desde el inicio, la Renovación ha experimentado como un signo fuerte del Espíritu la búsqueda de la unidad del Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia.

De hecho el Papa Francisco en el último encuentro, hace unas semanas, llegó a afirmar que existe una gracia especial en la Renovación para rezar y trabajar por la unidad de los cristianos, porque la corriente de gracia pasa por todas las Iglesias cristianas; y son frecuentes los encuentros de oración entre diferentes confesiones bajo el signo del Espíritu. Ningún cristiano se siente extraño en una comunidad carismática, pues la alabanza es siempre igual.

Dos modelos de organización

  1. Grupos de oración, independientes entre sí, sin estatutos ni superiores, sino solamente dirigentes, llamados servidores, sin autoridad jurídica, pero siempre sujetos a la autoridad eclesiástica. Cada grupo elige algunos servidores que tienen como funciones principales reunirse para discernir en la oración lo que conviene al grupo; proponer y, si es necesario, coordinar los servicios apropiados, como la acogida, orden, música, etcétera. También hay servidores regionales, nacionales, encaminados especialmente a la organización de eventos, asambleas, etc.
  2. Comunidades de alianza, que se dan cuando un grupo de carismáticos se compromete con estatutos, votos, diezmos y otras estructuras. Este modelo surgió en los Estados Unidos desde la comunidad La Palabra de Dios, y ha tenido gran difusión en países como Francia, Bélgica, Italia y Alemania. Entre las comunidades de alianza más reconocidas por su desarrollo y expansión internacional se encuentran el Pueblo de Alabanza, la Comunidad del Emmanuel, la Comunidad de las Bienaventuranzas y la comunidad Siervos de Cristo Vivo.

La Renovación Carismática es coordinada a nivel mundial por el ICCRS (en inglés, International Catholic Charismatic Renewal Services, o también Servicios Internacionales para la Renovación Carismática), y la Fraternidad Católica de Comunidades y Asociaciones Carismáticas de Alianza, con sede en la Ciudad del Vaticano.

Es necesario añadir que son multitud las realidades eclesiales que han surgido a la luz de la Renovación Carismática en estos cincuenta años en la vida de la Iglesia, pues se ha querido servir el Señor de esta corriente de gracia para suscitar movimientos de santidad que cristalizan en instituciones, asociaciones y otras figuras que no coinciden exactamente con la Renovación, pero que toman de ella numerosas actitudes ante la gracia divina.

En ningún momento la Renovación ha querido convertirse en una institución más dentro de la gran riqueza de la Iglesia. En palabras del P. Raniero Cantalamessa es una nube que descarga sobre la tierra el agua del Espíritu que la hará fecunda, pero no tiene afán de permanencia institucional: la nube cumple su cometido y luego puede desaparecer cuando ya no sea necesaria.

En todo caso nunca ha faltado en la Iglesia la dimensión carismática, dando lugar a tantos frutos de santidad en la historia. Carisma y jerarquía son dos dimensiones insustituibles e irrenunciables que Cristo ha querido para su Iglesia, de tal modo que la una sin la otra daría lugar a una institución vacía del Espíritu, que es el único que protagoniza siempre toda acción evangelizadora.

En la Renovación Carismática, Cristo es el centro de todo, y el Espíritu es invocado para que nos lleve a Jesús, que sigue siendo un personaje actual que interviene en tu vida y la transforma.

Son multitud las realidades eclesiales que han surgido a la luz de la Renovación Carismática en estos cincuenta años, pues el Señor se ha querido servir de esta corriente de gracia para suscitar movimientos de santidad.

El autorJesús Higueras Esteban

Párroco de Santa María de Caná, Madrid

La conciencia de ser peregrino lleva al cristiano a no perder la esperanza

4 de julio de 2017·Tiempo de lectura: < 1 minuto

En la carta a los Romanos, san Pablo insta a vivir “alegres en la esperanza, pacientes en la tribulación y constantes en la oración”, y el Papa Francisco, en sus catequesis de los miércoles, viene animando a crecer en esperanza. Pero, ¿cuáles son los obstáculos que lo dificultan? ¿Cómo ejercitarse en esta necesaria virtud teologal y vencer el desánimo, la desesperanza o el engaño de la presunción?

José Manuel Martín Quemada

La virtud de la esperanza atañe de modo muy particular a nuestra condición de criaturas y, sobre todo, al deseo de Dios que Dios mismo ha puesto en el corazón de la persona. Por eso, de un modo muy particular la esperanza es la virtud de la santidad. Es la que estructura nuestro caminar hacia Dios, y la que nos sostiene en el camino, como se describe en Cristina hija de Lavrans, la gran epopeya de la literatura noruega. En esa obra los protagonistas resisten en el bien a pesar de sus errores y pecados, y salen a flote por el deseo de Dios presente en su caminar. La misma autora Sigrid Undset se convertirá al catolicismo poco después de terminar la novela, atraída por una “humanidad” cristiana basada no en un vano moralismo, sino en la posibilidad de una mayor comprensión de lo humano y de su superior destino…

El autorOmnes

América Latina

Mons. García Ibáñez: “El pueblo cubano tiene ansia de conocer más a Dios”

Omnes·3 de julio de 2017·Tiempo de lectura: 2 minutos

El arzobispo de Santiago de Cuba, Monseñor García Ibáñez (Guantánamo, 1945), es ingeniero por la Universidad de la Habana y sacerdote desde 1985. Desde 2009 preside la Conferencia de Obispos de Cuba, con quienes ha acudido recientemente a Roma para la visita ad limina al Papa Francisco. Asegura que el Santo Padre “está muy cercano a nosotros” y “muy informado”.

‒ Rafael Miner

Hay mucho ruido sobre Cuba. Sobre todo político. Sin embargo, la Iglesia sigue su rumbo, y los obispos cubanos estuvieron hace pocas semanas con el Papa Francisco en su visita ad limina. De vuelta a la isla, Palabra localizó en Madrid a monseñor Dionisio García Ibáñez, presidente de la Conferencia de Obispos Católicos cubanos desde 2009, que ha recibido en Cuba, ya como obispo, a tres Papas: san Juan Pablo II (1998), Benedicto XVI (2012) y Francisco (2015).

La breve charla gira sobre la visita a Roma, y también sobre aspectos que no suelen abordarse al hablar de Cuba, por ejemplo, la fe del pueblo cubano.

Monseñor, ¿qué les ha dicho el Papa?

—La visita ad limina se puede calificar como muy buena. Hemos visto al Papa muy preparado, muy informado sobre los temas que le habíamos comentado, y muy cordial. Le hemos planteado con libertad muchas inquietudes, pero sobre todo le hemos informado aún más. La visita comenzó con un retiro espiritual, porque no sólo se trata de vernos y dar informes. Eso es lo que hace cualquier empresa. Le hemos visto muy acogedor, cercano, como estuvo con nosotros en su visita a Cuba, en el Santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre. Para nosotros, es muy importante compartir las experiencias en nuestra iglesia con el Pastor de la Iglesia universal.

Se ha referido a la Virgen de la Caridad del Cobre. Usted recibió también a Benedicto XI, como arzobispo de Santiago. Y habló de la devoción a la Virgen de las gentes de Cuba con palabras bonitas.

—Sí, le dije que esa pequeña imagen ante la que vino en peregrinación nos ha acompañado a lo largo de 400 años. Acudimos a su Santuario católicos y no católicos, creyentes y no creyentes, porque en Ella descubrimos el amor de Dios para con nosotros, o porque la descubrimos presente desde los orígenes de nuestra nación.

¿Puede hablarnos de la fe del pueblo cubano?

—El pueblo cubano es un pueblo creyente. Puede decirse que todos los años que estuvimos con limitaciones fuertes para la vida de la Iglesia, para la práctica de la fe, no terminaron con su religiosidad…

Actualidad

Una nueva generación se compromete con los más necesitados en Venezuela

Omnes·3 de julio de 2017·Tiempo de lectura: < 1 minuto

Los jóvenes se abren paso en Venezuela. La convulsa situación económica y política por la que atraviesa el país ha impulsado a numerosos universitarios y licenciados a invertir la tendencia a irse fuera, y quedarse para apostar por la nación. En momentos de grave crisis humanitaria, se multiplican las iniciativas de asistencia social hasta convertirse en redes.

‒TEXTO. Marcos Pantin, Maracaibo (Venezuela)

El rector de la universidad emerge de la nube de gases lacrimógenos que se extiende por nuestra casa de estudios. Lleva en brazos a una estudiante desvanecida. No acude a la enfermería. Va a la sala de Radio de la Escuela de Comunicación Social que, resguardada de las detonaciones y los gases, se ha convertido en enfermería de campaña. Desde entonces, la aparición del rector se hizo leyenda en la memoria colectiva de nuestra universidad.

Son las protestas estudiantiles del año 2007. El entonces presidente Chávez impulsa un referendo para aprobar su reelección indefinida y modificar la Constitución para establecer el Estado Comunal. El modelo comunal, calcado del comunismo cubano, despoja al ciudadano del derecho al voto directo y lo traspasa a las células comunales, condicionadas a la aprobación oficial y enlistadas en el partido de gobierno…

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Cultura

África Madrid. La aventura de enseñar

África lleva más de 20 años dando clases de Religión. Actualmente es profesora en el IES Rayuela de Móstoles. Da clase a alumnos de todos los cursos de Secundaria y Bachillerato. También es catequista en la parroquia Sagrado Corazón de Alcorcón. Antes de Religión, enseñaba Historia del Arte.

Omnes·12 de junio de 2017·Tiempo de lectura: 3 minutos

“Ser profesora de Religión no estaba en mis planes, aunque siempre había tenido inquietud sobre temas religiosos. En Ciudad Real había estudiado en un colegio de monjas. Me preguntaba por qué estaban tan contentas y enamoradas de Dios. Quería conocer más”, cuenta África. Decidió estudiar Teología, motivada por un amigo cuya mujer daba clases de Religión. “Sin darme cuenta, fui cambiando. Me llamaron para dar clase en el colegio. Empecé a enseñar Religión, y descubrí lo que me hacía feliz.  No tiene que ver con ninguna otra asignatura por la cercanía que tienes con los alumnos, los temas que tratas y las preguntas que te hacen”. 

África considera que enseñando Religión también se aprende Historia del Arte, porque la cultura es connatural en las religiones. Aplica conocimientos de Historia del Arte a la asignatura, además de literatura y otras formas de expresión cultural. “Consultamos fuentes, para conocer a través de expertos más aspectos acerca de los temas tratados. Hay muchas cosas de la fe que se pueden razonar. Solamente les doy herramientas para que reflexionen. Intento transmitirles eso con fuentes objetivas, escuchando, sin cerrar sus mentes”. Y añade: “damos cultura cristiana católica, no catequesis”.

Ante todo, destaca la importancia de la asignatura: “creo que todo profesor de Religión tiene que ser consciente de que esta asignatura es muy importante. A mis alumnos les digo que no se miren el ombligo. La vida no funciona como a uno le apetece”. Además, les recuerda que “todo lo que Jesús decía, lo hacía. Enseñaba a perdonar”.

Durante la entrevista, se percibe la pasión que África siente en su compromiso con la docencia. A pesar de que ha pasado por muchas situaciones difíciles, ella presume de su optimismo, vital para resolver todo tipo de problemas.

Reconoce que “varias personas me han felicitado por lo mucho que sabían. Porque lo que se enseña con cariño se aprende fácilmente. Lo que les emociona verdaderamente es que las cosas de las que les hablo no son cuentos. Hay muchos motivos por los que dar gracias a Dios. Cuando estás contento o triste, Él está contigo. La clave es que transmites algo que te emociona. A mí me preguntan muchas veces por qué estoy tan contenta. Soy una persona muy afortunada. Alguien me ha llegado a decir que nunca se ha alegrado más de entrar en una asignatura como esta, y que si no hiciera estas actividades con estos alumnos, en otros sitios nos las harían”. De hecho, en alguna de las excursiones culturales que han hecho, una guía turística se sorprendió por los conocimientos de los pupilos de África.

Explica que se decidió poner Religión en Bachillerato dos horas a la semana: a primera hora de la mañana y a séptima hora (los que no la estudiaban no tenían clase). Aun así, con la posibilidad de dormir más e irse una hora antes, África ha tenido siempre enormes grupos de Bachillerato. “Les encanta, les apasiona todo lo que viene de Jesús. Piensan en su valentía. Yo quiero que crean que el mundo pueden cambiarlo”. Segura de ella misma, deja claro que nunca ha tenido complejos. “Porque lo que hago es muy importante, porque no lo haces por ti, lo haces por el Señor. Me llena el ver que estás haciendo gente mejor”.

Además, en horario extraescolar hace voluntariado, donde también colabora la inmensa mayoría de sus alumnos, ya sea en comedores sociales, hospitales, etc. Uno de los lugares donde hacen labores solidarias es el comedor social San Simón de Rojas de Móstoles. Una de las experiencias que más le ha impactado es el del encuentro con un antiguo alumno suyo que estaba en la pobreza. Por eso, insta a los suyos a aprovechar las oportunidades que se presentan en la escuela. “Siempre que hacemos una actividad, escriben una reflexión. Les impresiona mucho”.

En febrero tuvo la suerte de conocer al papa Francisco en persona en el Vaticano. “Me ha marcado la vida”, comenta emocionada recordando esta experiencia. Ha sentido su cercanía, ha dicho que le quería y ha agradecido su bendición a su familia y a sus alumnos. Ha sido un incentivo para su ilusión por la vida y por su profesión. Con profesores como África la asignatura de Religión queda muy bien aprendida.

Cultura

La actualidad de María Zambrano (1904-1991)

La filósofa malagueña María Zambrano –que vivió exiliada la mayor parte de su vida– denunciaba un exilio todavía mucho más grave en la cultura moderna: la huida de la razón de su origen sagrado.

Jaime Nubiola·12 de junio de 2017·Tiempo de lectura: 4 minutos

Muchos han oído hablar de María Zambrano: poetisa y escritora, activista republicana, mujer comprometida con las mujeres, pensadora en el exilio, brillante discípula de Zubiri y Ortega. Sin embargo, estas etiquetas no pasan de ser clichés más o menos alejados de lo que verdaderamente fue el centro de la experiencia y el pensamiento vital de María Zambrano.

El centro de su pensamiento

María Zambrano nace en Vélez-Málaga en 1904 y muere en Madrid en 1991. Los inicios y el final los vive en España; en cambio, de 1939 a 1984, un largo exilio le llevará por países hermanos de América y de Europa. Roma será fundamental, convirtiéndose en el nudo que ata a unos y a otros, todos ellos bien presentes en su obra. La categoría exilio es central en su pensamiento y ayuda a entender el epitafio que ella misma eligió para su lápida en el cementerio del pueblo malagueño en el que nació: Surge, amica mea, et veni (“¡Levántate, amada mía, y ven!”). Esta llamada del Amado a la amada, procedente del Cantar de los Cantares, es seguramente la expresión más certera de su empresa filosófica y vital.

Para María Zambrano el exilio, más que una cuestión política y social, es la consecuencia de un desgarro, que acarrea una caída y reclama una redención. Como muestra en Filosofía y poesía (1939), se trata del desgarramiento del Logos divino y del logos humano que se da ya en los orígenes de la experiencia personal del ser humano –en la Creación divina de los seres– y que se refleja también en el desarrollo histórico de la razón –en la creación humana de los saberes–. Poner el logos humano en armonía con el Logos divino es la preocupación fundante de la reflexión filosófica de Zambrano, es la expresión de su misión mediadora, de su razón poética.

El racionalismo fundamental

La primera consecuencia de ese desgarramiento es el olvido del origen. La razón irá olvidando que es fruto de un querer y se irá perdiendo entre delirios de suficiencia y autonomía. Como señala en Pensamiento y poesía en la vida española (1939), desde Parménides hasta Hegel se ha venido desplegando un horizonte racionalista que inficiona todo y a todos: es la pasión de encerrarlo todo en una definición o en una idea, dejando al margen el fondo sagrado de la realidad que permanece incontrolable y que se opone a esa supuesta autosuficiencia del ser humano. Puede advertirse que incluso el intento de enmienda llevado a cabo por los vitalismos del siglo XX, tras los idealismos del XIX, tiene la misma carencia: “Allí donde se decía razón, se dice después vida, y la situación queda sustancialmente la misma”, escribe Zambrano. 

¿Por qué queda todo igual? Por el ensueño de creer poseerlo todo, mientras que lo que se posee es siempre un todo recortado. No son las cosas las que van quedándose fuera, sino que verdaderamente lo que se margina, arrojándolo al infierno de la irracionalidad, es la propia realidad, la trascendencia y el mismo Trascendente. En esta crítica de la moderna razón discursiva, María Zambrano coincidirá con Benedicto XVI hasta el punto que parece que se prestan las palabras y el pensamiento: donde Zambrano dice que “la razón se afirmaba cerrándose” (Filosofía y poesía, 1939), Benedicto XVI hablará de “una especie de soberbia de la razón […] que se considera a sí misma suficiente y se cierra a la contemplación y a la búsqueda de una Verdad que la supera” (Discurso al Pontificio Consejo de la Cultura, 2008). En este mismo sentido, María Zambrano muestra la ineficacia de esta razón recortada. No hay más que acudir al prólogo de la primera edición de El hombre y lo divino (1955), que es la obra suya que mejor corresponde a su interés filosófico fundamental. Allí escribe que “no se libera el hombre de ciertas cosas cuando han desaparecido, menos aún cuando es él mismo quien ha logrado hacerlas desaparecer. Así, eso que se oculta en la palabra, casi impronunciable hoy, Dios”. Dios es una realidad misteriosa que, aunque sea negada, siempre estará en absoluta e intacta relación con los seres humanos.

Poner el logos en el Logos

La existencia del ser humano depende de su relación con la realidad sagrada y absolutamente trascendente; de ahí que, en medio de la nostalgia del origen, el ser humano transite por la vía de la angustia o por la del sentido. La misión filosófica de María Zambrano consiste cabalmente en devolver el logos al Logos. Para ello es necesario que la razón sea verdadera razón y no los sucedáneos derivados del racionalismo. La razón humana, capaz de reencontrarse con su origen, no puede ser superficial, externa, beligerante, ácida, triste. Debe ser, por el contrario, “algo que sea razón, pero más ancho”, escribirá Zambrano al poeta Rafael Dieste (1944). O como la invitación de Benedicto XVI en el discurso de Ratisbona (2006), “ampliar nuestro concepto de razón y de su uso”.

En el centro de esta razón –que con terminología de Zambrano es “como una gota de aceite” o “como una gota de felicidad”– tendrá que darse una nueva articulación de los saberes. De todos los saberes y, de un modo muy especial, de aquellos que son tenidos como saberes de sentido: la filosofía, la poesía, la religión. Los tres son genuina expresión de la actividad y de la pasividad del conocimiento humano. Los tres nacen de una misma placenta que es lo sagrado y en el reconocimiento de sus mutuas y muchas deudas hallarán –hallaremos– la claridad y la luz de la unidad originaria. Por esto también, a los veinticinco años de su muerte, el pensamiento de María Zambrano es más actual y necesario que nunca.

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Reverendo SOS

Hipertensión arterial: el asesino silencioso

Una de cada cuatro personas padece hipertensión arterial. Sin embargo, en el 30 % de los casos desconoce que es hipertensa: la hipertensión no suele presentar síntomas. De ahí que se la haya denominado “el asesino silencioso”.

Pilar Riobó·12 de junio de 2017·Tiempo de lectura: 3 minutos

Las personas con presión alta tienen un mayor riesgo cardiovascular. Concretamente, tienen tres veces más posibilidades de tener un problema coronario (como el infarto) y seis veces más de posibilidades de desarrollar insuficiencia cardiaca. Además, la hipertensión es el primer factor de riesgo para las enfermedades cerebrales, y un factor importante en las renales.

Pero no se asuste si tiene usted la tensión elevada: el riesgo disminuye con un tratamiento correcto y mantenido.

La presión arterial es la fuerza que ejerce la sangre sobre las paredes de las arterias. La presión sistólica (la “máxima”) indica la presión producida por la contracción del corazón; la diastólica (la “mínima”) indica la “distensibilidad” o el tono del sistema vascular. La sangre se mueve gracias a esta diferencia de presión.

Se habla de hipertensión cuando la presión (tensión) arterial está por encima de 140/90 mmHg; pero ya a partir de 120 mmHg de TA máxima y de 80 mmHg de mínima existe una continua y creciente relación con la mortalidad por enfermedades vasculares del corazón o del cerebro. Se considera alta también en niveles inferiores en el caso de los diabéticos y de los pacientes que han padecido algún problema cardiaco.

Ya que la presión puede variar según las circunstancias, a veces es necesario repetir la medición varias veces. Pero la elevación permanente de la presión traduce una situación anómala de las arterias, que pierden parte de su elasticidad y así obligan al corazón a realizar más esfuerzo para expulsar la sangre a mayor presión. Con ello, se produce una hipertrofia del músculo cardiaco, que deriva en problemas cardiacos, renales y cerebrales e, incluso, en demencia. 

En ocasiones, la tensión puede aumentar por una reacción de estrés; es la llamada “hipertensión emocional”. Una de sus variantes es la conocida como “hipertensión de bata blanca”, que se presenta en la consulta médica a causa del estrés ante la toma de tensión. Aun en el caso de que el estrés no sea un problema importante, tiende a repetirse en múltiples situaciones cotidianas y, al final, puede convertir en permanente la hipertensión. Por ello, estas personas habitualmente estresadas necesitan tomas periódicas de su tensión. 

Como la hipertensión es crónica, requiere seguimiento de por vida. En ocasiones puede ser suficiente con un tratamiento dietético y un aumento del ejercicio físico. Factores nutricionales que influyen en ella son la obesidad (se calcula que alrededor de un 25 % de los casos de hipertensión está relacionado con la obesidad), la falta de ejercicio y el exceso de sal o de alcohol. A menudo hay que utilizar también medicamentos, incluso varios fármacos asociados para lograr un control adecuado.

Es frecuente que el paciente se mida la tensión en su casa, con alguno de los aparatos electrónicos existentes en el mercado. Además de evitar así la hipertensión “de bata blanca”, eso favorece la deseable participación del paciente en el control de la enfermedad y de la eficacia de los fármacos, salvo en casos de personalidad ansiosa que lleve a medirse la tensión de forma obsesiva.

Los aparatos más fiables siguen siendo los clásicos de mercurio, pero los electrónicos evitan los problemas derivados de la toxicidad de ese material y son de fácil manejo y bajo precio. Conviene elegir los de brazo, pues los de muñeca son menos fáciles de usa correctamente. Los de dedo son poco precisos. El manguito o cámara inflable debe ser del tamaño adecuado, ni corto ni largo. La cámara debe cubrir el 80 % del perímetro del brazo, lo que evita lecturas falsamente altas. Todos los aparatos deberían revisarse al menos una vez al año. En cuanto al número de automedidas a realizar, se aconseja al menos tres días, realizando lecturas por duplicado en dos momentos del día (mañana y noche). 

El autorPilar Riobó

Médico especialista en Endocrinología y Nutrición.

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América del Sur: que prevalezca la unidad

La rivalidad y las tensiones políticas existentes en numerosos países empujan a la crispación. Pero la Iglesia alienta a la cultura del encuentro y el diálogo.

7 de junio de 2017·Tiempo de lectura: 2 minutos

La región se ve atravesada por una polarización sociopolítica preocupante. No me refiero al hecho de que las elecciones de los últimos años se diriman por porcentajes ajustadísimos, sino a que la rivalidad de “modelos” incluye una descalificación cruzada: cada parte piensa que la otra le hace daño al país, y los pactos de gobernabilidad ‒tan amigables en la teoría–, se diluyen en confrontaciones permanentes.

Mientras tanto, la Iglesia queda atrapada en un marco político que presiona sobre su propuesta pastoral y social: generalmente, asume las buenas intenciones de ambos, les recuerda a los gobiernos populares la importancia de respetar las instituciones; y a los neoliberales o de centro-derecha, la prioridad de cuidar a los pobres en cada medida económica.

En este contexto, el Papa Francisco pidió el domingo de Pascua “soluciones pacíficas” para superar tensiones “políticas y sociales” en América Latina. La situación de cada país es diferente, en general, mucho más de lo que se percibe desde Europa. Sin embargo, las divisiones son reales en Argentina, Bolivia, Chile, Ecuador, Colombia, Brasil, Paraguay…; más sosegadas en Perú por el éxito económico, y en Uruguay, por el estilo social más sereno; y más extremas en Venezuela.

Siguiendo con esta línea, preocupados por la crispación, los obispos argentinos salieron al unísono durante la Semana Santa a convocar a la unidad fraterna. Mons. Arancedo, presidente de la conferencia episcopal, advirtió que “un país dividido no da soluciones a los problemas de la gente”, y señaló: «es necesario y urgente recrear una cultura que tenga su fuente en el diálogo y el respeto, en la honestidad y la ejemplaridad, en el marco institucional de los poderes del Estado».

Por su parte, Mons. Lozano (comisión de Pastoral Social) consideró que es necesario “construir una patria de hermanos”; Mons. Stanovnik, de Corrientes, pidió cuidarse de la tentación de la división y el enfrentamiento; y, finalmente, el cardenal Poli, de Buenos Aires, sostuvo que “si no hay reconciliación, no hay patria, no hay futuro”.

Ante la división sociopolítica, la Iglesia aboga por tender puentes, por la cultura del encuentro y del diálogo, y promueve una lógica que supere el enfrentamiento y ponga a la sociedad en la perspectiva del bien común. De los cristianos depende que la prédica se haga realidad, y que ‒como dice el Papa en la Evangelii Gaudium–, la unidad prevalezca sobre el conflicto.

El autorJuan Pablo Cannata

Profesor de Sociología de la Comunicación. Universidad Austral (Buenos Aires)

‘Despasito’

7 de junio de 2017·Tiempo de lectura: 2 minutos

En el terreno de la defensa de la dignidad de la mujer, qué poca coherencia se observa entre lo que reivindican los contenidos informativos de los medios y el resto de contenidos.

ÁLVARO SÁNCHEZ LEÓN

-Periodista

@asanleo

Súbeme la radio, que esta es mi canción. Fíjate en las letras. Despacito. El verano ya está aquí para hacerte feliz y la música se desmelena convirtiendo en melodía un discurso transparente, porque por la boca muere el pez, con el permiso de Fito.

Más allá de las palabras que se dicen en público llenas de equilibrios semánticos políticamente correctos, la naturalidad de la música latina que riega las noches discotequeras y los vacíos del estío son altavoz de lo que cala por dentro.

Parte del pop latino es un paréntesis en la campaña global a favor de la dignidad, igualdad, respeto, y veneración del papel de las mujeres en un mundo con más sentido común que testosterona.

El ritmo de las ondas que inundan los cuarteles de verano son mujeres bellas como Venus convertidas en señoritas de Avignon de usar, abusar y tirar. Las cosas claras, oiga usted. Disfrazados de amores eternamente fugaces se travisten los impulsos y se cantan como un aserejé de exhibicionismo sin tapujos. Es esa autenticidad contemporánea que convierte en versos el desaguadero de los corazones como si todos viviéramos en Gran Hermano.

En las pistas de las discográficas bailan las carnes, mientras sucumben suavesito los argumentos que colocan a la mujer en el trono de las sociedades por el bien de los mundos posibles. Entre risas, ron y bamboleos, la alcantarilla se estanca de baba caribeña.

Las mismas radios que defienden a cada mujer en sus informativos tararean en sus musicales los himnos que destrozan sus esencias. Los mismos periódicos que disparan contra todo síntoma de machismo se hacen los refrescantes convirtiendo a Luis Fonsi en el rey león. Las mismas teles que destacan una cámara en cada esquina de la violencia de género, se suman a la coreografía denigrante del dale-mamasita, aquí, a pie de playa.

No encuentro en el supermercado protección solar contra las pieles femeninas taladradas al son sabrosón del latino power dance.

La música también asilvestra a las fieras. Ya tu sabes. Los hit de estos veranos top acabarán por hacer épica La barbacoa de Georgie Dann. Y tampoco era eso, mi amol.

 

El autorOmnes

España

Sectores laicistas intentan privar a la Iglesia del dominio de sus inmuebles

Omnes·2 de junio de 2017·Tiempo de lectura: 4 minutos

Por razones ideológicas y sin apenas argumentos jurídicos, algunos grupos están aprovechando las inmatriculaciones de inmuebles de la Iglesia para generar una polémica artificiosa.

Diego Pacheco

A mediados de mayo, la jueza del Juzgado contencioso administrativo nº 5 de Zaragoza suspendió cautelarmente el proceso de inmatriculación de la Catedral de San Salvador (La Seo) y la iglesia de La Magdalena por parte del ayuntamiento. Dejó así sin efecto un acuerdo del 27 de marzo por el que el consistorio zaragozano establecía el inicio de acciones administrativas y judiciales para obtener el dominio de esos templos y anular así la inmatriculación de esos inmuebles ya practicada a favor del dominio de la Iglesia.

La magistrada argumenta en su resolución que el informe presentado por el ayuntamiento no contiene un solo razonamiento sobre la viabilidad de lo que se pretende llevar a cabo. Y, sobre todo, tampoco consta en ese informe el más mínimo indicio relativo a los posibles derechos que pudiera ostentar el ayuntamiento de Zaragoza sobre los referidos templos, para plantear las acciones que se mencionan en el acuerdo”. Además, el informe jurídico que debe acompañar este tipo de acuerdos municipales, exigido por ley, no es suficiente según la juez para que los miembros de la corporación municipal tengan un conocimiento preciso de las circunstancias del caso”; de ahí la adopción por parte de la juez de esa medida cautelar: para garantizar que las corporaciones locales hagan un uso reflexivo de las acciones judiciales.

Titularidad indiscutible

Por lo tanto, queda abortado, de momento, el intento desamortizador del consistorio zaragozano de arrebatar La Seo –que es la catedral de Zaragoza, templo principal de una diócesis– a la Iglesia, y su proyecto incautatorio para que esos dos templos pasen a ser de titularidad pública.

El jefe de comunicación del arzobispado de Zaragoza, José Antonio Calvo, ha señalado que en el arzobispado se han tomado con tranquilidad el referido acuerdo municipal, porque “la legalidad y la jurisprudencia nos apoyan”. Calvo manifiesta su confianza en que la justicia “nos dará la razón” en caso de que el consistorio de la capital aragonesa decida reclamar ante los tribunales. La reciente resolución de la jueza del juzgado contencioso administrativo nº 5 de Zaragoza así lo sugiere. Si reclaman la titularidad pública, tendrán que demostrarlo, pero es imposible”, porque tanto la Catedral de La Seo como la parroquia de Santa María Magdalena “son instituciones eclesiásticas desde su comienzo, a finales de siglo XI” y el dominio de la Iglesia de esos bienes “ha sido pacífico, incontestado y notorio” a lo largo del tiempo. Jurídicamente, esas propiedades son de la Iglesia “desde hace la friolera de 800 años; por lo tanto, es indiscutible”. Y así ocurre con otros muchos templos, que pertenecen a la Iglesia desde tiempo inmemorial.

El registro es más tardío

Añadía Calvo que esos inmuebles son más antiguos que el registro de la propiedad, que se creó en la segunda mitad del siglo XIX. Y como “era tan notorio” que pertenecía al patrimonio de la Iglesia, al igual que ocurría con el patrimonio de municipios y otras administraciones, “nos exceptuaron de la capacidad de registrarlos”. Por esta razón una sentencia del Tribunal Supremo establece “que no es inconstitucional que la Iglesia católica inmatricule bienes, sino que se le haya privado durante décadas de esa posibilidad”. E inmatricular estos inmuebles ha tenido como objetivo “dar publicidad a una propiedad que ya existía, no hacernos en ese momento con la propiedad”, porque el registro “visibiliza lo que ya es una propiedad, pero no la da”.

Asimismo, Calvo ha asegurado que la inscripción fue legal y en ningún caso hubo fraude de ley, dado que en el momento de la inmatriculación de los dos inmuebles (en 1987 y 1988) la normativa establecía una excepción a la inmatriculación para los templos destinados al culto católico, por su notoriedad. Se trataba de dar “transparencia a la situación de unos bienes que desde tiempo inmemorial, sin contestación y con todas las pruebas debidas, son nuestros”; porque la Iglesia “es una institución más antigua que el Estado” y por eso “a veces no tenemos los títulos de propiedad”, porque no existía el organismo que los expidiera.

Uso religioso en riesgo

Para el arzobispado de Zaragoza, la iniciativa del ayuntamiento constituye, bajo la bandera de una laicidad mal entendida, “un atropello a los derechos civiles de las instituciones y contra la legítima libertad”. “Se quiere privar a la Iglesia de la propiedad”, cuando es la Iglesia la que “ha creado, mantiene y conserva la vida y el fin propio” de esos edificios, que son lugar de “reunión de los cristianos” y, a la vez, “expresión religiosa”. Si el ayuntamiento se hiciera con la titularidad de estos dos templos, “el fin principal para el que fueron creados pasaría a ser secundario”, porque aunque “se dice que seguirían siendo espacios de culto, los conflictos estarían asegurados”.

Para Calvo, se trata de “un conflicto creado artificialmente por causas ideológicas y laicistas que quieren expulsar a la Iglesia de la sociedad, de la vida pública y que buscan la confrontación”. Y si la iniciativa municipal saliera adelante, concluye, “Zaragoza sería un lugar menos libre”.

El problema, señala el portavoz del arzobispado, es que la iniciativa del ayuntamiento se podría convertir, si no lo frenan las instancias judiciales, en un proceso sistemático de incautación y desamortización de bienes”.

El abogado de la diócesis, Ernesto Gómez Azqueta, duda “que el ayuntamiento tenga la legitimidad necesaria” para iniciar este tipo de iniciativas; correspondería, en todo caso, al Gobierno de Aragón o al Gobierno de la nación”.

Por su parte, el vicesecretario para asuntos económicos de la Conferencia Episcopal Española, Fernando Giménez Barriocanal, ha indicado que no sabe “por qué se quiere privar a los católicos de los bienes que legítimamente poseen” y también ha subrayado que “algunos de estos ayuntamientos que dicen que la Iglesia se está apropiando de esos bienes, no entienden con qué finalidad y cuál es el uso que se hace de ellos, que es un uso religioso”.

Añadió que “si el alcalde de Zaragoza quiere ir a rezar a la Seo puede ir, y si quiere utilizar cualquier otro recurso público lo puede hacer”.

Barriocanal ha reiterado que la inmatriculación de bienes “no es un procedimiento irregular, de expoliación ni de robo sino de poner a disposición de los ciudadanos bienes que realmente están prestando un enorme servicio”. Recuerda, asimismo, que existen “mecanismos de impugnación”. “Si el ayuntamiento tiene la escritura de propiedad de La Seo, puede demostrar que es el ayuntamiento quien la ha edificado y el titular podrá ejercer las acciones como cuando cualquier otro ciudadano descubre que en el registro de la propiedad aparece un bien que es suyo y que figura a nombre de otro”.

Aportan a la sociedad

Giménez Barriocanal insiste, además, en que los bienes de la Iglesia están siempre abiertos a la sociedad y “aportan un gran beneficio social y económico. Cada catedral supone de media en la economía española unos 140 millones de euros de riqueza”. Además, estos bienes generan 1.500 puestos de trabajo.

Ahora habrá que ver qué acciones emprende el Ayuntamiento de Zaragoza, aunque los expertos señalan que cosecharía un estrepitoso fracaso. 

Mundo

El Papa declara santos a los niños Jacinta y Francisco, «ejemplo para nosotros”

Omnes·2 de junio de 2017·Tiempo de lectura: 5 minutos

Los pastorcitos Jacinta y Francisco son ya los primeros santos no mártires y más jóvenes de la Iglesia. El Papa Francisco les declaró en Fátima, ante miles de peregrinos, como un ejemplo de santidad para el mundo.

Ricardo Cardoso, Vila Viçosa (Évora, Portugal) y Enrique Calvo, Viseu (Portugal)

Los pasados días 12 y 13 mayo, el mundo católico (y no solo) volvió su mirada a Fátima. Se cumplían 100 años desde que, en aquel mismo lugar, la Virgen Santísima había comenzado un tiempo nuevo para la vida de la Iglesia y del mundo. Ante un panorama de muerte y el encapotado mundo de 1917, “una mujer más brillante que el sol” (como decían los niños) dio una nueva esperanza al corazón de la Humanidad. Y, cien años después, centenares de miles de personas, con el corazón lleno de fe y esperanza, abarrotaron Fátima para mirar a “esa” mujer, que sigue siendo más brillante que el sol y que a todos nos inunda con su ternura de Madre.

Este amor que brota del Inmaculado Corazón de María sigue irradiando al mundo de muchas formas. Por eso, después de un proceso riguroso y de un milagro atribuído a Francisco y Jacinta Marto, el Papa Francisco escogió este centenario para canonizar a los dos niños, pasando a ser los santos no mártires más jóvenes de la Iglesia.

En esta canonización, aunque sea importante conocer el milagro y dar gracias a Dios por el don de esta misma canonización, es todavía más urgente descubrir el testimonio de fe y vida cristiana de los dos pastorcillos.

Con la canonización, la Iglesia nos invita a seguir su ejemplo de sencillez de corazón, de mortificaciones y oraciones de reparación y de intimidad con “Jesús oculto” en el Sagrario. Para eso, contamos ahora con la intercesión de san Francisco y santa Jacinta, para que nos ayuden a ser como ellos.

Es importante decir también que la canonización de los dos niños es un estímulo para que miremos a sor Lucía, que se quedó con nosotros hasta hace pocos años, y a quien se están atribuyendo muchísimas gracias.

El Papa, emocionado

Como peregrino entre miles de peregrinos estaba también el Papa Francisco. En verdad fue san Pedro, en su sucesor, quien visitó a la Madre, que en la Cruz había sido dada por el Señor a sus discípulos. Fue recibido con gran afecto por las autoridades portuguesas en territorio portugués, fue acogido en Fátima con gran entusiasmo por miles de personas, y con un profundo silencio, el sucesor de san Pedro se encontró con la Madre de Dios, mientras todo el pueblo, recogido en silencio, tenía sus ojos fijos en el encuentro con estas dos columnas de nuestra fe.

Por la noche, la explanada del santuario se transformó en una mar de velas, se rezaba en muchas lenguas, y todos se entendían pues de amor a la Virgen se trataba. En su sencillez, el Papa Francisco procuró que toda la atención fuese para la Virgen y no para su visita. Por eso, su contención en los gestos, su determinación en mirar a la Virgen y, al final de la celebración, con el pañuelo blanco, se despidió emocionado de la Virgen del Rosario de Fátima utilizando el tradicional saludo del pueblo portugués, mientras se cantaba: “Oh Fátima, adiós, Virgen Madre, adiós!”.

¡Tenemos Madre!

Independientemente de las condiciones en que se esté en Fátima, la verdad es que nunca apetece irse de allí, porque como decía el Santo Padre con voz fuerte en su homilía: “Temos Mãe!” (¡Tenemos Madre!). Por eso, el momento de dejar a la Madre es siempre duro y emocionante, lleno de nostalgia y del sentimiento portugués de “saudade”.

Se sale con el cuerpo, pero el corazón se queda junto a la Virgen, recibiendo de esta Madre los cuidados que solo Ella nos sabe dar. Quiero tener la osadía de invitar a todos a Fátima. No puede pasar este año sin visitar a nuestra Madre Celestial en el santuario de Fátima. Y, en el regreso, llenar la emoción de la “saudade” con el refrán del cántico con que nos despedimos de la Virgen Santísima: “Una oración final, al dejaros, Madre de Dios: que viva siempre en mi alma este grito inmortal:
Oh Fátima, Adiós! Virgen Madre, Adiós!”
. Que este grito inmortal viva siempre en nuestras almas, ¡porque tenemos Madre!

Tres elementos del mensaje

En los meses anteriores se ha desvelado gradualmente la profundidad, actualidad y urgencia de conocer y tomar parte en todo lo que la Virgen María nos ha dicho a todos por medio de los pastorcitos de Fátima. Los pastorcitos fueron los receptores de un gran anuncio, pero el mensaje no estaba dirigido únicamente a ellos y a su tiempo. Cada uno de nosotros, en nuestro tiempo, redescubrimos la intensidad del Evangelio de Jesucristo que nos llama a la conversión y a la participación de su Reino.

Pasó ya un siglo de las apariciones de Fátima, que acontecieron en plena I Guerra Mundial, en la que participaba Portugal, con muchos de sus hijos, y antes de la Revolución bolchevique en Rusia. Estas circunstancias no son ajenas al contenido del mensaje. Ahora en pleno centenario de estas revelaciones particulares, podemos preguntarnos: ¿qué quedó de los deseos y peticiones de María?

Consagración unida a devoción

Con ánimo de simplificar, recordamos que hay tres elementos claros del mensaje. A saber: rezar el Rosario todos los días; reparar para la conversión de los pecadores, y divulgar por el mundo la devoción a su Inmaculado Corazón. Este último punto sirve adecuadamente para dar a conocer la fe y la vida santa de los pastorcitos, en especial de santa Jacinta. Conviene advertir que hay dos realidades en las palabras de la Virgen –devoción y consagración al Inmaculado Corazón de María–, que están unidas y se implican mutuamente.

Lucia dice en sus Memorias que en la aparición del 13 de julio, nuestra Madre mostró el infierno a los pastores y pidió que se dejara de ofender a Dios:

“Para salvar (las almas de infierno, Dios quiere establecer la devoción a Mi inmaculado corazón, en el mundo. Si (los hombres) hicieren lo que Yo os digo, se salvarán muchas almas. (…) y tendrán paz. La guerra (1ª Mundial) va acabar. Pero si no dejan de ofender a Dios, en el reinado de Pio XI comenzará otra peor. (…). Si se atienden a Mis pedidos, Rusia se convertirá y tendrán paz; si no, divulgará sus errores por el mundo, promoviendo guerra y persecuciones en la Iglesia. Los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá mucho que sufrir, varias naciones serán aniquiladas. Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará a Rusia, la cual se convertirá, y será concedido al mundo un tiempo de paz”.

El testimonio de Jacinta

La más joven de los videntes tuvo verdadera pasión por el Corazón Inmaculado de María, además de testimoniar que nuestra Madre es medianera de las gracias y corredentora. Tras la aparición del 13 de julio, donde se les mostró el infierno, Jacinta dijo:

“Tengo tanta pena de no poder comulgar (no tenía la edad) en reparación de los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María!”. Y repetía con frecuencia: ¡Dulce Corazón de María, sed la salvación mía!”.

Cuenta Lucia que Jacinta “añadía otras veces con su sencillez natural:

– Me gusta tanto del Corazón Inmaculado de María! Es el Corazón de nuestra Madre del Cielo! A ti no te gusta decir muchas veces: ¡Dulce Corazón de María Inmaculado corazón de María! ¡A mí me gusta tanto, tanto!” Y hasta daba recomendaciones a su prima Lucia: “(…) ¡Ama mucho a Jesús, al Inmaculado Corazón de María y haz muchos sacrificios por los pecadores!”

O esta otra: “Ya me falta poco para ir al Cielo. Tú te quedas aquí para comunicar que Dios quiere establecer en el mundo la devoción al Inmaculado Corazón de María. Cuando tengas que decir eso, ¡no te escondas! Di a todos que Dios concede las gracias por medio del Inmaculado Corazón de María, que le pidan a Ella”. 

América Latina

Corpus Christi en Patzún, foco de piedad eucarística

Omnes·2 de junio de 2017·Tiempo de lectura: < 1 minuto

Patzún, ciudad del altiplano guatemalteco es ya un foco de piedad eucarística, con una procesión del Corpus Christi de tres siglos de antigüedad. La devoción al Señor Sacramentado se ha extendido a muchos lugares.

Juan Bautista Robledillo, Ciudad de Guatemala

Patzún es una ciudad guatemalteca de unos 54.000 habitantes, en su gran mayoría de población indígena, que destaca entre otras cosas por su piedad eucarística, manifestada en su máximo esplendor el día del Corpus Christi con sus ricas y vistosas alfombras. Aunque esta tradición se vive en todo el país, Patzún (tierra del girasol), es emblemática por su colorido, por la participación de todas sus gentes, incluso no católicos, y cada vez más llegan de todo el país y turistas extranjeros…

Experiencias

Contemplación en tiempos de WhatsApp

El tiempo que nos ha tocado vivir se caracteriza por un enorme ensanchamiento de las fronteras de la comunicación. Desde hace unos años la tecnología vertebra la vida de los hombres y mujeres.

Juan Carlos Vasconez·2 de junio de 2017·Tiempo de lectura: 9 minutos

A todos se nos plantea el reto de convivir con la tecnología, cuyas fronteras se amplían en nuestro tiempo, y encauzar positivamente su uso, para que nos ayude a desarrollarnos como personas y no se convierta en muro que nos aísle de Dios o de los demás. 

Dice el Catecismo de la Iglesia Católica (CEC) que el corazón humano es la morada donde yo estoy, o donde yo habito, el lugar de la verdad, del encuentro y de la Alianza. Es en el corazón donde tiene lugar aquella comunión con Dios y con los demás que constituye el fin del hombre, y de la cual deriva la integración lograda de la persona, en su cuerpo y en su espíritu. 

Para que el corazón permanezca libre y abierto a Dios necesita desligarse de ataduras terrenas, hilillos sutiles, apegos mundanos, fuerzas que lo insensibilizan y aletargan. Y, concluye el catecismo, aunque no se puede meditar en todo momento, sí se puede entrar siempre en contemplación, independientemente de las condiciones de salud, trabajo o afectividad. El corazón es el lugar de la búsqueda y del encuentro, en la pobreza y en la fe (CEC, n. 2710).

Esta es una afirmación determinante: la mirada contemplativa al Señor es la unión amorosa a la Voluntad divina, hacer que el corazón busque y repose en Dios, descanse en Él; para lo cual, debe estar desasido de todas las cosas creadas. Si bien hay que amar al mundo apasionadamente, no se debe centrar la felicidad en los bienes terrenos: éstos son sólo eso, medios, y el corazón no ha de apegarse, pues ese afecto –desordenado– separaría del Amor, no dejaría cabida a Dios, acabaría esclavizando el corazón. 

La libertad de corazón es una gracia de Dios que podemos pedir en nuestras súplicas, pero también es un bien que cabe buscar con nuestro deseo eficaz y con nuestro esfuerzo: procurando que los afectos, las potencias y los sentidos estén cada vez más atentos al Señor. 

Como consecuencia, deseamos libremente –porque nos da la gana– que nuestras potencias y sentidos, nuestro corazón, se libere de todo aquello que pueda suponer un obstáculo, aunque sea pequeño, al amor de Dios. La libertad del corazón es soltura, señorío para vivir “como quienes nada tienen, aunque poseyéndolo todo” (2 Cor 6, 10); es la libertad y gloria de los hijos de Dios, que Cristo nos ha adquirido con su muerte en la Cruz, y que necesita el desprendimiento para alcanzarla.

Este dominio interior que produce esa libertad, no es algo automático, sino que se obtiene a través de la repetición de actos positivos. Es como una gimnasia el espíritu que nos lleva a vivir desprendidos de los bienes que utilizamos. En este sentido, también es normal que el cristiano se pregunte cómo hacer para que la tecnología no se convierta en ligadura, para que el corazón no se apegue en exceso, para que su uso sea ordenado. En ocasiones, quizá convendrá regularlo, para que pueda ser santificado.  

Contemporáneo nuestro, San Josemaría, el santo de lo ordinario como le llamó san Juan Pablo II, animaba a buscar la santidad en el trabajo ordinario. Cuentan que puso un azulejo en su cuarto de trabajo, junto a un crucifijo, con estas palabras: “Sanctis omnia sancta, mundana mundanis” (todas las cosas son santas para los santos; mundanas, para los mundanos). Y comentaba que, cuando se busca al Señor, es muy fácil descubrir el quid divinum en todo, para no apartarse de la ley de Dios y conducirse como un buen hijo. 

A medida que el desarrollo de la sociedad ofrece nuevos medios técnicos para realizar un gran número de actividades, resulta liberador que el espíritu de desprendimiento se encarne en manifestaciones también nuevas. En esto se reconoce un alma prudente, una persona que por estar pendiente de Dios tiene facilidad para descubrir en situaciones nuevas lo que conviene y lo que no. 

Concentrarse para rezar bien 

Concentración es el estado de la persona que fija el pensamiento en algo, sin distraerse. Algunos se quejan de que, cuando comienzan a rezar, al poco tiempo, su mente se va a otro lado. Y es que rezar exige una cierta disciplina, dominio sobre nuestros sentidos y facultades; en definitiva, para rezar debemos concentrarnos y para concentrarnos debemos disciplinarnos.  

San Carlos Borromeo advierte que para rezar bien tenemos que prepararnos. Si no, cuando vas a levantar tu corazón a Dios acudirán a la mente mil pensamientos que distraen de su cometido. Por eso el santo nos ayuda a preguntarnos: antes de ir al oratorio, ¿qué has hecho? ¿cómo te has preparado?, ¿qué medios has puesto en práctica para mantener la atención? 

Si queremos concentrarnos para rezar tenemos que proteger esos momentos, y asegurar una mínima preparación. Procurar el recogimiento interior no se da solamente durante la oración, sino antes de empezar a rezar; resultará imprescindible el recogimiento de la imaginación, de los sentidos externos, etc. Esto se favorece mucho evitando que la imaginación vague locamente, por ejemplo, evitando dedicar la atención al dispositivo cada vez que no tenemos nada que hacer, o nos aburrimos un poco.

De hecho, las personas que tienen vida interior procuran encontrar un justo medio entre el “mundo rápido” de la hiperconectividad y el “mundo lento” de la contemplación. Los dispositivos digitales de hoy en día tienen la ventaja de permitirnos estar continuamente conectarnos, pero esta condición –en sí misma positiva– también se convierte en distractor, pues reclama constantemente nuestro interés. Por eso, cada uno debe decidir qué merece la atención y cómo encontrar ese justo medio.  

Una sana dieta digital favorece la adquisición de virtudes como la paciencia, la constancia, la sencillez: el temple de la santidad. También puede evitar estados innecesarios de tensión, inseguridad o aislamiento. 

Prudencia y concentración

La prudencia es la virtud cardinal que ayuda a discernir y distinguir lo que está bien de lo que está mal y a actuar en consecuencia; es la capacidad de pensar, ante ciertos acontecimientos o actividades, sobre los riesgos posibles que estos conllevan, y de adecuar o modificar la conducta para no recibir o producir perjuicios innecesarios. Se trata de una competencia muy importante que todos debemos adquirir: antes de actuar pensar.

La prudencia se refiere al conocimiento de las acciones que debemos desear o rechazar. El hombre prudente compara lo pasado con lo presente para prever y disponer la acción futura; delibera sobre lo que puede suceder y sobre lo que conviene hacer u omitir para alcanzar su fin. La prudencia implica conocimiento y discurso.

En el plano práctico, para rezar bien será muy útil vivir la prudencia en el mundo digital. Es eficaz plantearse qué cosas son positivas, hasta dónde vale la pena que la tecnología ocupe nuestro tiempo. Escoger algunos lugares donde la tecnología no está invitada. Definir cuándo es preferible prescindir del contacto virtual porque el físico es más apropiado, porque se trata de algo más delicado o cuando es necesario añadir gestos o tonos de voz, que ayuden a transmitir de forma más apropiada el mensaje.

También debemos desarrollar la prudencia cuando se actúa de receptor. El Papa Benedicto XVI llamaba la atención señalando que muchas veces “el significado y la eficacia de las diferentes formas de expresión parecen determinados más por su popularidad que por su importancia y validez intrínsecas. La popularidad, a su vez, depende a menudo más de la fama o de estrategias persuasivas que de la lógica de la argumentación. A veces, la voz discreta de la razón se ve sofocada por el ruido de tanta información y no consigue despertar la atención, que se reserva en cambio a quienes se expresan de manera más persuasiva” (Mensaje para la XLVII Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales). Las llamadas “fake news”, noticias falsas, han inundado la red, las redes sociales han proporcionado una plataforma con la que los hechos, o los pseudo-hechos o post-hechos, se propagan más rápidamente y entre más personas. 

Es importante fijarnos no sólo la veracidad de la información sino también en su oportunidad. Cuando nos preguntemos: ¿por qué no puedo ver ahora un vídeo de tan sólo tres minutos?, cabrá pensar que no es solo una cuestión de tiempo, sino que hay que evitar acostumbrarse a seguir todos los estímulos que aparecen a nuestro alrededor, y que nos distraen de la actividad que se está realizando en ese momento.

En definitiva, la prudencia nos ayudará a saber cuándo debemos intervenir para cambiar o evitar comportamientos que se han vuelto comunes en las redes sociales; en definitiva, aprovechar las tecnologías digitales, pero sin dejarnos gobernar por ellas.

El conocimiento: studiositas vs. curiositas 

Es santo Tomás de Aquino quien define estos dos términos. Primero, define la studiositas como “cierto entusiasmante interés por adquirir el conocimiento de las cosas”. Cuanto más intensamente la mente se aplique a algo gracias a haberlo conocido, tanto más se desarrolla regularmente su deseo de aprender y saber. La firme aplicación hacia el conocimiento de parte del intelecto crece con la práctica; de este modo, el deseo de saber supera al deseo de comodidad o simplemente a la pereza.  

El segundo término es la curiositas, explicada como “inquietud errante del espíritu”, y se manifiesta en la insaciabilidad de la curiosidad, agitación del cuerpo e inestabilidad de lugar y de determinación que suele ser la primera manifestación de la acedia: una tristeza del corazón, una pesadez del espíritu humano que no quiere aceptar la nobleza y dignidad de la persona humana que está íntimamente relacionada con Dios. 

Nunca antes en la historia se habían puesto, al alcance de cualquiera, tal cantidad de datos de tipo personal o de naturaleza íntima; con facilidad, esta información puede despertar la curiosidad. La innovación tecnológica ha dado un giro hacia productos y servicios cada vez más triviales, ligados a la cultura de la imagen y del propio yo. De nuevo la templanza nos ayudará a elegir. No todo lo que está publicado me interesa. No por el hecho de estar en la red y puesto a disposición –aunque sea por el mismo interesado– hay obligación de enterarse, ver, leer, etc. 

En un mundo en el que a menudo se impone el interés, incluso morboso, por sucesos poco edificantes, o cuando muchos salen adelante aprovechando la curiosidad desatada de tantos, vale la pena actuar con fortaleza para no caer en esa preocupación obsesiva por conocerlo todo. A una persona que vive abocada hacia fuera, dominada por la curiosidad –que se manifiesta, por ejemplo, en el ansia de estar informados de todo, de no querer “perderse nada”–, le será mucho más difícil conseguir concentrase para rezar. 

Consejos prácticos 

A continuación se recogen algunas “buenas prácticas” de la experiencia personal que pueden favorecer a tener el corazón más libre y facilitar la concentración para rezar mejor.

Casi todas las posibilidades que me ofrecen las tecnologías digitales son buenas, pero no todas me convienen. Da mucha luz aquella respuesta de San Pablo a algunos de Corinto, que trataban de justificarse: “Todo me es lícito. Pero no todo conviene. Todo me es lícito. Pero no me dejaré dominar por nada” (1Co 6, 12). Un cristiano que busca la santidad no se limita a preguntarse si es lícito –si se puede– hacer esto o aquello. Lo que se debe preguntar es: ¿me acercará más a Dios? Será saludable tomar algunas pequeñas decisiones que nos ayuden a preservar la atención para las cosas más importantes. Decidir qué aplicaciones debo usar y qué sitios web seguir puede generar un impacto sorprendentemente poderoso en el aprovechamiento del tiempo.  

Dentro de lo posible, conviene evitar las distracciones innecesarias. Para esto puede ser conveniente desactivar alertas digitales innecesarias, anular las notificaciones de mensajes, correos y nuevas interacciones. Nadie necesita alertas de Facebook, Instagram, Twitter, etc., al instante. Lo único que hacen es distraer y hacer perder el tiempo revisando el dispositivo incansablemente. 

Vale la pena establecer prioridades, desinstalar del smartphone juegos o redes sociales que están para rellenar los tiempos muertos o para “matar el tiempo” delante de la pantalla. Esto no sólo hace que se ahorre batería, sino que evitar estas tentaciones de distracción facilita la concentración. 

Puede ser conveniente escoger una forma de hacer las cosas y aprovecharla. Cuanto mayor sea el abanico de oportunidades para realizar una determinada tarea, más difícil será escoger a qué prestar atención en este momento.  Escoger bien las apps que se instalan, evitando duplicidades y solapamientos. 

Es bueno recordar que las redes sociales están diseñadas para que los usuarios inviertan una gran cantidad de tiempo. Entrar en ellas es una experiencia nueva cada vez, porque los “amigos” o “contactos” son una constante fuente de noticias que exige atención: actualizaciones puramente textuales o visuales (como en el caso de una imagen o un álbum de fotos), o inclusive audiovisuales (videoclips). Si no se pone límites, se tomarán todo el tiempo disponible.

Por lo tanto, será ventajoso aplicar un poco de orden con las redes sociales. En ocasiones cabe conectarse a partir de una hora determinada, o fijar un número de veces al día para mirarlas. Definir un tiempo máximo de uso diario para cada red social, que no ocupen todo el tiempo libre. Es importante leer libros, consumir contenidos más profundos que normalmente necesitan más tiempo para su abstracción, respetar los tiempos en que estamos cara a cara con nuestros amigos y familiares.

También será útil cuidar la forma de interactuar dentro de las redes sociales, pues deberá estar marcada por la prudencia, que en muchas ocasiones aconseja focalizar la atención más en la calidad de las propias conexiones que en la cantidad. Es más importante seleccionar temas sobre los que valga la pena escribir, y reflexionar sobre ellos lo suficiente para que las aportaciones sean valiosas, que decir muchas cosas insignificantes a gran velocidad.

Para rezar bien es muy conveniente cuidar el sueño.El uso de los dispositivos móviles, como el smartphone, antes de dormir puede afectar sensiblemente nuestra calidad de sueño y disminuir la melatonina que nuestro cuerpo produce. Vale la pena comprar un reloj alarma y cargar los dispositivos electrónicos fuera de la habitación, ya que reduce la tentación de revisarlo por la noche o a primera hora de la mañana. También puede resultar conveniente instalar una app como Quality Time para tener un horario automático de desconexión por la noche y reconexión por la mañana. 

Es fundamental respetar el silencio. En especial, durante nuestros momentos de oración, Santa Misa, Rosario; para lo cual convendrá utilizar el modo avión o simplemente dejar el smartphone fuera del recinto donde estamos rezando. Además, el autoconocimiento es importante en la vida de cada persona, y para comprendernos mejor a nosotros mismos necesitamos del silencio; nos advierte el Papa Francisco: “La velocidad con la que se suceden las informaciones supera nuestra capacidad de reflexión y de juicio, y no permite una expresión mesurada y correcta de uno mismo”.

El silencio es indispensable para aprender a rezar, para mantener una vida contemplativa. San Juan Pablo II hablaba de “zonas de silencio efectivo y una disciplina personal, para facilitar el contacto con Dios”. Las personas que luchan por ser contemplativas en medio del fragor de la muchedumbre, saben encontrar el silencio del alma en coloquio permanente con el Señor. 

Cuidar las comidas. Evitar utilizar dejar a la vista los dispositivos digitales durante las comidas ayuda a mantener la conversación y a cuidar el ambiente familiar. Según varias encuestas, revisar información o responder mensajes en la mesa se está convirtiendo en un signo de falta de educación. Además, nos facilita tener espacios o momentos en donde no se usan aparatos electrónicos; nos ayuda a mejorar la templanza y a saber prescindir de ellos cuando no hacen falta.

Finalmente, siempre tenemos el recurso a la Virgen, para pedirle que podamos adquirir esa vida contemplativa, para seguir su ejemplo y atesorar las cosas importantes, reflexionando sobre ellas en el corazón.

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Mundo

Inmaculado Corazón de María. El mensaje de Fátima está vivo

Los tres elementos del mensaje -rezo del Rosario, reparación y devoción al Inmaculado Corazón de María- están animados por el último, alma de todos ellos.

Enrique Calvo·1 de junio de 2017·Tiempo de lectura: 3 minutos

La devoción al Inmaculado Corazón de María no es una novedad en la Iglesia. Basta ver como durante el siglo XIX, anterior a las apariciones, el Espíritu Santo suscitó institutos religiosos -como los Claretianos o las Adoratrices-, con esta invocación mariana; y también cómo León XIII, en 1889, concedió indulgencia plenaria a la devoción de los primeros sábados, a los fieles que se confiesen, comulguen y recen el Rosario.

Lo que es novedad es que María quiso asociar la devoción de los cinco primeros sábados a la del Inmaculado Corazón, con la condición de ser reparadora. 

Recordemos que en la segunda aparición en Fátima, la del 13 de junio, la Virgen María indica que Jesús quiere extender en la tierra la devoción a su Inmaculado Corazón, y que Lucia permanecería sola en la tierra, para realizar esta misión. Francisco y Jacinta irían muy pronto al Cielo

Después, los pastores vieron una gran manifestación del Corazón Inmaculado de María, cercado de espinos que parecían enterrados en Él. “Comprendemos – decía Lucia- que era el Inmaculado Corazón de María ultrajado por los pecados de la humanidad, que quería reparación”.

¿En qué consiste?

Más tarde, en la aparición de Pontevedra, de 10 de febrero de 1925, se indican a Lucia las condiciones requeridas: 

“Oh hija mía, mi Corazón cercado de espinas, que los hombres ingratos en todo momento, me clavan, con blasfemias y ingratitudes. Tú, al menos, ven a consolarme y di  que todos aquellos que durante 5 meses seguidos, el primer sábado, se confiesen, reciban la Sagrada Comunión, y recen un Rosario y Me hagan 15 minutos de compañía, meditando los 15 misterios de Rosario, con el fin de Me desagraviar, Yo les prometo asistirles a la hora de la muerte, con todas las gracias necesarias, para la salvación de esas almas”.

Cinco años después, en la aparición de 29 de mayo de 1930 en Tuy, Jesús indicó a Lucia por qué son 5 y no 8 meses.

“Hija mía el motivo es simple: Son cinco las especies de ofensas y pecados proferidas contra el Inmaculado Corazón de María: las blasfemias contra el Inmaculado Corazón; Las blasfemias contra Su perpetua virginidad; las blasfemias contra Su maternidad divina, recusando al mismo tiempo recibirLa como Madre de los hombres; las blasfemias de los que buscan, públicamente, difundir en el corazón de los niños la indiferencia, el desprecio -y hasta el odio- para con Esta Inmaculada Madre; las ofensas de aquellos que La ultrajan directamente en sus sagradas imágenes.

… Está aquí, hija Mía, el motivo por el cual el Inmaculado Corazón de María me pide esta pequeña reparación”. 

   De estas palabras se deduce que lo que ofende a María son los pecados contra la fe en Su persona. 

Consagración en 1984

La consagración está inseparablemente unida a devoción. Observemos que, según las Memorias de Lucia, la consagración –específica– de Rusia va unida a la devoción a su Inmaculado Corazón, y será una gracia a través de este Corazón. Años más tarde, en Pontevedra, el 10 de diciembre de 1925, nuestra Señora indicó cómo se debería hacer la consagración, “con mención expresa de Rusia y en comunión con todos los obispos”.

   No hablaremos de las diversas consagraciones al Inmaculado Corazón de María de los Papas, durante el siglo XX, como fruto del mensaje. Simplemente afirmamos que la consagración se realizó efectivamente -como deseaba la Virgen- el día 25 de marzo de 1984 en el Vaticano, por san Juan Pablo II. Lucia así lo asegura en su carta de 8 de noviembre de 1989: “Está hecha tal como Nuestra Señora pidió, desde el 25 de Marzo de 1984”.

Medianera de las gracias y correndentora

Es una verdad que se advierte en varios momentos. En la primera aparición del Ángel, de primavera de 1916, éste afirmó:

“Los corazones de Jesús y María están atentos a vuestras súplicas”. Y en la tercera, de otoño de 1916, en la Oración del Ángel: “Por los méritos infinitos de Su Santísimo Corazón y del Corazón Inmaculado de María, os pedimos la conversión de los pobres pecadores”.

   Y por fin, cuando Lucia supo que permanecería sola en la tierra, nuestra Señora dijo: “No hija, (…). No te desanimes. Yo nunca te dejaré. Mi Inmaculado Corazón será tu refugio y el camino que te conducirá hasta Dios” (13-06-1917).

   Por lo ya indicado, en los textos de las Memorias de Lucia, Jesús quiere salvar a los hombres por el Inmaculado Corazón. Esto se indica más claramente en la visión de María a Lucia en Tuy el 13 de junio de 1929. La vidente comprende que la visión representa el misterio de la Santísima Trinidad, el Sacrificio redentor de la Cruz, el sacrificio de la Eucaristía, y la participación singular de María, bajo la Cruz, con su Corazón, en todos los momentos de la Salvación del mundo.

   La devoción al Inmaculado Corazón de María es realmente una oración de intercesión, Y la reparación no es generalizada, sino muy específica: por las ofensas a Su Inmaculado Corazón o, si se quiere, contra Su amor de Madre y Corredentora. Pasado un siglo, podemos decir que el mensaje de Fátima está vivo, porque María nos revela lo que desea su Corazón Inmaculado para la salvación de sus hijos. 

El autorEnrique Calvo

Viseu (Portugal)

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Mundo

Periodistas y sacerdotes, las dos profesiones más peligrosas de México

Omnes·24 de mayo de 2017·Tiempo de lectura: 2 minutos

Junto con la periodística, la sacerdotal es la profesión más peligrosa en México, ha denunciado el semanario mexicano ‘Desde la fe’ en un editorial titulado ‘Lunes negro’.

-Jaime Sánchez Moreno

La violencia parece haberse adueñado de México, un país donde se registran hasta 70 asesinatos diarios. Alrededor del 99 % de los crímenes que sufren sacerdotes y periodistas quedan impunes ante las autoridades del país.

Recientemente, Javier Valdez Cárdenas, fundador del semanario Ríodoce, murió tiroteado en Culiacán, en el estado mexicano de Sinaloa. El mismo día falleció Jonathan Rodríguez Córdova y era agredida su madre, Sonia Córdova Oceguera. Ambos dirigían el semanario El Costeño de Autlán, en Jalisco.

Por otra parte, el padre José Miguel Machorro fue apuñalado mientras celebraba una misa en la Catedral Metropolitana de la Arquidiócesis de México por el “Día del Maestro”. Son solo dos ejemplos del riesgo que corren periodistas y sacerdotes en México.

Los periodistas “cayeron por defender la verdad”, y los sacerdotes –añade el semanario-, “cuya vocación es el servicio espiritual de los fieles, son blanco ahora del crimen por ser incómodos en la terea profética de anunciar y denunciar, por guiar a sus comunidades por sendas de una vida más digna frente a los corruptores del tejido social”.

Asamblea de Formación Permanente

En este marco, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) celebra la Asamblea Nacional del Clero cerca de Ciudad de México, donde se abordan estos días los retos que tiene el clero mexicano ante el enorme grado de violencia que asola al país.

La Asamblea tiene lugar hasta el viernes 26 de mayo. El tema principal de este ciclo es la incidencia de la formación permanente en la vida pastoral. Las perspectivas laical y pastoral del ministerio sacerdotal en el mundo serán también tratadas. El jueves interviene Mons. Faustino Armendáriz, sobre el tema Perspectiva pastoral del ministerio sacerdotal desde el punto de vista del Pastor.

 

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Teología del siglo XX

La sabiduría teológica y humana de Gerard Philips

Juan Luis Lorda·12 de mayo de 2017·Tiempo de lectura: 7 minutos

Gerard Philips (1899-1972) fue un excelente teólogo de Lovaina pero, sobre todo, un protagonista del Concilio Vaticano II. A su fe, a su sabiduría, a su trabajo, a su conocimiento de las lenguas y de las personas, se debe en gran parte tanto la gestión que permitió aprobar la Constitución dogmática Lumen Gentium como la redacción de este documento, el más importante del Concilio.

Juan Luis Lorda

“Puede resultar un poco extraño escribir, durante un retiro espiritual, unas memorias sobre el Concilio. Pero no me parece una desviación (quizá me engaño). Porque en esta historia, es Dios el que indica el camino, un camino extraordinario y a veces inexplicable”. Así recoge Gerard Philips sus impresiones, vivencias y recuerdos el 10 de abril de 1963, en unas notas personales que serán publicadas póstumamente en 2005 (Carnets conciliaires, Peeters, Lovaina 2006, 94-95).

Una labor ímproba

“Cuando rezo, me parece claro que todos tenemos que elevar la mirada hacia Él, quiero decir, asumir el riesgo de mirarle sin poner condiciones, sencillamente; […] con la recta voluntad de servirse de la inteligencia y de no ahorrarse trabajo y, quizá primero, de ser receptivo y paciente, sin crisparse”. Al día siguiente escribe que procura entender bien cada postura, no ofender a nadie, y que todo el mundo pueda sentirse reflejado en el texto. Pero no es una labor de componenda, sino que lo logra, por un lado, profundizando en la doctrina y esforzándose en fundamentar y expresar muy bien las ideas; y, por otro, dedicando mucho tiempo y afecto a escuchar y explicarse con los que pueden sentirse incómodos. Este empeño de acogida será también la voluntad de Pablo VI, que logrará que se aprueben los documentos con mayorías amplísimas, del noventa por ciento de los obispos.

Así se gana Philips, por ejemplo, la confianza del padre Tromp, gran figura de la Gregoriana (autor de Mystici Corporis) e inspirador principal del documento preparatorio sobre la Iglesia, que había sido rechazado por demasiado escolástico, dejándolo por tanto en una posición desairada (hasta las lágrimas, recuerda Philips). También ha superado la fuerte reticencia inicial del cardenal Ottaviani, prefecto del Santo Oficio y, por tanto, responsable de los documentos preparatorios retirados. Philips, que es un hombre de fe, sabe apreciar el amor a la Iglesia de estos hombres, aunque su teología haya quedado superada por la gran renovación de inspiraciones durante la primera mitad del siglo XX.

Esto, y que es un gran latinista, le convierte en un perito indispensable. En el Diario del Concilio de Congar, se multiplican las referencias: “Admirable temperamento el de Msr. Philips, ayudado por un dominio perfecto del latín. Tiene una notable gracia, una amenidad profunda, que proceden de un respeto interior por los demás y por la verdad. Si todo fuera a su imagen, ¡qué bien marcharía todo!” (7-III-1962).

Lumen Gentium

Cuando escribe sus notas, han sucedido ya muchas cosas en el Concilio. Philips ha trabajado desde la Comisión preparatoria. Y circunstancias imprevistas, providenciales, le han colocado en una posición que no había buscado. El cardenal Suenens, ahora primado de Bélgica, descontento con los planteamientos iniciales del Concilio, le pide que redacte un documento alternativo al De Ecclesia, que después difunde.

Eso pone a Philips en una situación bastante comprometida porque, por un lado, forma parte del equipo que ha redactado con Tromp el documento preparatorio que se va a presentar a la asamblea (él redacta, por ejemplo el capítulo sobre los laicos); y, por otro, aparece como autor de una alternativa del que la Comisión preparatoria se entera por fuera. No va a ser la única alternativa, porque los obispos alemanes, para no ser menos, se lanzan con otra (redactada por Grillmeier) con inspiraciones de Rahner y Ratzinger, que está basada sobre la idea de la Iglesia como sacramento original, pero no triunfa porque es juzgada demasiado compleja (y con un mal latín). Sin embargo la inspiración principal será acogida (con la forma suave que le da Philips) en el primer número de la Constitución: “La Iglesia es en Cristo como un sacramento, o sea signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano”.

Después de la parálisis inicial del Concilio, con el rechazo del conjunto de los documentos preparados por demasiado escolásticos, la versión de Philips queda como base para recomenzar el documento sobre la Iglesia. Pero sólo con una delicada labor de hacerse comprender y perdonar la “traición” consigue aunar voluntades. Y, después, realiza un trabajo de despacho ímprobo para acoger sinceramente todas las correcciones, mejoras y añadidos que los obispos sugieren. Consigue encontrar fórmulas adecuadas para los temas difíciles como la relación entre el Primado y la colegialidad de los obispos, o los criterios de pertenencia a la Iglesia (hasta qué punto pertenecen los no católicos o incluso los no cristianos). Y cuando se decide integrar en Lumen gentium el texto sobre la Virgen en lugar de publicarlo aparte, lo redacta él (capítulo VIII).

Otros trabajos conciliares

Además de formar parte de la subcomisión que confecciona Lumen Gentium, es elegido secretario-adjunto de la Comisión Conciliar de la Fe (2 de diciembre 1963), que es la guía teológica del Concilio. Es la figura más ejecutiva y la que más habla con todos los teólogos, pero también despacha con Pablo VI, que le aprecia sinceramente. Se le reclama en la redacción de Dei Verbum, sobre las fuentes de la revelación, a la que aporta importantes puntualizaciones. Y se le considera como la persona que tiene que homogeneizar y revisar la Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo moderno (Gaudium et spes).

Demasiado trabajo, que acoge sin reservas. Suele repetir Non recuso laborem (no rechazo del trabajo). Hasta que, en el comienzo de la última sesión del Concilio, con todo ya preparado, un infarto (25-X-1965) le obliga a retornar a Lovaina. No podrá participar directamente en el gozo de llegar al final.  Reafirma entonces una convicción: “Ya sabemos que Dios no necesita de nadie”. No se siente imprescindible. Era un hombre con fondo espiritual, que, en medio de los agobiantes trabajos y las urgencias, no dejaba de encontrar tiempos para dedicar a la oración y rezar el rosario, como testimonian los que vivieron junto a él.

De Sint Truiden a Lovaina

Gerard Philips nació en 1889, en Sint Truiden (St. Trond), localidad belga flamenca a unos 70 kilómetros de Bruselas (con equipo de fútbol), en una familia católica muy practicante, como lo eran entonces la mayoría en Bélgica (y más todavía en la zona flamenca). Tuvo otro hermano sacerdote, una hermana religiosa, otra hermana casada y la tercera, Roza, dedicó su vida a ayudarle, tanto como secretaria personal, como en las labores domésticas.

Ingresó en el seminario de Sint Truiden en 1917, y después de los dos cursos de filosofía fue enviado a la Gregoriana para hacer los de teología (1919-1925). Entre sus compañeros estaba el futuro cardenal Suenens, con quien tendrá una relación larga y compleja. Ordenado en 1922, presentó una tesina para el recién creado grado de “Maestro en Teología”, sobre La razón de ser del mal según San Agustín (1925). De vuelta a su diócesis, le encargan la enseñanza de la filosofía (1925-1927), pero muy pronto fue llevado a Lieja para enseñar dogmática (1927-1944): la recorrió prácticamente entera y se distinguió por prestar mucha atención a la teología positiva: es decir, al recorrido previo de los temas por la Sagrada Escritura, patrística y la historia de la teología. Así adquirió una cultura teológica admirable, que le será después muy valiosa.

En plena madurez, le reclamaron en Lovaina para que aportara a la dogmática su saber histórico y patrístico (1942-1969). Como advenedizo (y con misión oficiosa), tuvo que superar reticencias iniciales, logrando en pocos años congregar a muchos profesores en animadas tertulias teológicas, que duraron muchos años. Lovaina estaba realmente en un momento espectacular: Charles Moeller, Thills, Onclin, Ceuppens. 

Otros empeños

Philips no fue nunca solo un teólogo de despacho. Veía la teología como un ejercicio del ministerio sacerdotal, y la hizo compatible, desde el principio hasta el final de su vida, con una dedicación pastoral intensa.

Se interesó vivamente por la Acción Católica que había promovido Pío XI (1928) y fue capellán y responsable durante toda su vida sacerdotal (1928-1972). En eso se basa su interés teológico sobre el laicado (llegó a ser un experto reconocido), pero también le obligó a desarrollar dotes de comunicador para traducir la teología especulativa en un lenguaje comprensible para la gente normal. Le ayudará en su misión conciliar.

Además, sucedió a otro eclesiástico como senador del partido social-cristiano (1953-1968), y jugó un papel activo en la promoción de iniciativas cristianas, procurando, sin embargo, no mezclar las cosas de Dios con las del César. Había en juego muchos temas importantes: secularización de la enseñanza, evangelización y educación en el Congo (después, independencia). Además, realizó una labor sacerdotal de atención personal a muchos senadores y organizó retiros. Aprendió mucho sobre la manera de conseguir apoyos y conciliar voluntades; y a distinguir entre un adversario y un enemigo.

Si a esto añadimos su notable facilidad para las lenguas, hay que reconocer que era una persona muy bien preparada cuando fue llamado a participar en las tareas conciliares.

Vuelta a casa y comentario a Lumen gentium

La vuelta a casa le permitió renovar su enseñanza habitual en Lovaina hasta su retiro en 1969. Procura atender algunas de las múltiples invitaciones para explicar aspectos de la teología conciliar y redacta su magno comentario a Lumen Gentium, en dos volúmenes: La Iglesia y su misterio en el Concilio Vaticano II.

Ciertamente, es una obra mayor de la eclesiología del siglo XX, porque es el comentario más informado sobre la eclesiología del Concilio. Ninguno mejor que Philips sabe lo que hay detrás de cada expresión, porque ha tenido que medir una tras otra. La obra no abunda en referencias históricas o anecdóticas que hubieran aumentado su interés, pero se pueden encontrar en los cuadernos de notas publicados.

Los últimos años

A los quebrantos de la salud (los infartos que se repiten), se suma el dolor por la división lingüística de la Universidad de Lovaina, que acaba en una división total, como la del niño de Salomón (pero aquí se ejecuta). Y le duele mucho más la situación de la Iglesia, que ve deteriorarse muy pronto en Holanda, pero también en Bélgica. Se queja de quienes quieren promover un Concilio Vaticano III sin haber leído el II. E intenta hacer un apostolado teológico y dialogar con los disidentes (Schoonenberg), no siempre con éxito. Además realiza una amplia labor de divulgación.

Inhabitación trinitaria y gracia

Movido por un impulso de espiritualidad escribe entonces una importante serie de artículos sobre la gracia, en la revista Ephemerides Theologicae Lovanienses, que después se recogen en una magnífica monografía: Inhabitación trinitaria y gracia. Es uno de los mejores libros que pueden leerse sobre la historia de la doctrina de la gracia. Con tres grandes aciertos. Primero, en lugar de hablar de la gracia de una manera abstracta y, con frecuencia, cosificada, la relaciona siempre con la acción viva del Espíritu Santo y la espiritualidad trinitaria. En segundo lugar, tiene una profunda inspiración escriturística y patrística que combina perfectamente con la aportación de la escolástica. En tercer lugar, ese acceso centrado le permite entender mucho mejor la tradición ortodoxa, que depende mucho de Gregorio Palamas (siglo XIV). Y superar así penosos malentendidos.

En la Introducción a este notable libro abre su espíritu: “En estos tiempos en que los fundamentos de la fe parecen desquiciados y los teólogos escriben sobre la muerte y la sepultura de Dios, puede parecer presuntuoso preparar un libro sobre la unión personal con el Dios vivo. Sin embargo, para salir al paso del malestar que reina a nuestro alrededor nada hay más eficaz que explorar la doctrina de la Iglesia y de la verdadera teología sobre nuestra unión de persona a persona con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo”.

Conclusión

Todavía dedica sus últimos esfuerzos a preparar un hermoso artículo sobre María en el plan de salvación. De este modo, su obra, no muy extensa pero muy valiosa, refleja bien los grandes intereses de su carrera teológica: la Iglesia, la gracia, María. Su corazón no da para más y se le para definitivamente el 14 de julio de 1972 en Lovaina, donde reside con su fiel hermana Roza. Será enterrado en su lugar de origen, Sint Truiden.

Mundo

El mensaje de la Virgen, cien años después

Ricardo Cardoso·11 de mayo de 2017·Tiempo de lectura: 2 minutos

Estamos acostumbrados a una sociedad llena de mensajes, incapaz de lo perenne y absorbida en miles de actividades. Confrontar esta sociedad nuestra con un mensaje de hace 100 años, y con una intensidad y profundidad que nos transciende es, a priori, una tarea non grata y con un contenido destinado a los archivos históricos. Lo normal es quedamos con nuestros prejuicios y nuestras miradas de visión humana.

El mensaje de Fátima no solo necesita de una actitud creyente, sino que exige una capacidad de lectura de los acontecimientos de la historia presente y del mundo de los hombres. 

En el siglo XXI

Es verdad que las primeras décadas del siglo XX invitaban a la necesidad de una intervención divina a favor de los hombres. Pero mirando estas dos primeras décadas del siglo XXI, no podemos presumir de que se haya producido un cambio regenerador radical en la salvaguarda del hombre. La verdad es que, con más consciencia y con mucha más violencia, se están cometiendo los más grandes atentados a la dignidad humana y a su protección ética. 

En la actualidad se están proyectando los mayores errores geo-estratégicos en el mundo de la política nacional e internacional; la defensa militar tiene hoy una fuerza destructiva como nunca antes tuvo; la persecución de los cristianos y la Iglesia es radicalmente agresiva; la vida cristiana se torna cada vez más un lugar de testimonio y martirio, y el mundo difunde su deseo de alcanzar la “muerte de Dios” con su ateísmo teórico y práctico.

Una invitación perenne

Llegados al año 2017, no me parece que estemos celebrando un centenario histórico, sino la radical perennidad del mensaje de Fátima. La Virgen nos lanza su mirada no sólo hace cien años sino hoy, y nos invita a estar con ella, a implorar la Paz para todo el mundo y a ofrecer, en un amor total, sacrificios por la conversión de todos aquellos que, distantes de Dios, experimentan el mundo de la muerte y del pecado. 

Hoy, la pregunta de la Virgen a los pastorcitos llega a nuestros corazones: “¿Queréis ofreceros a Dios para soportar todos los sufrimientos que El quisiera enviaros, en acto de desagravio por los pecados con que es ofendido y de súplica por la conversión de los pecadores?”. 

Es cierto que en este mundo cambiante no es fácil seguir ofreciendo la vida en oración y sacrificio. Pero la verdad es que nada de esto es nuevo. En los albores de este primer centenario de las apariciones de la Virgen Santísima en Fátima, el Corazón de Jesús nos pide total generosidad en una vida de oración y sacrificio, una constante intimidad eucarística que nos haga sondear y acercarnos a la Trinidad, y una profunda confianza que traspase nuestros corazones con la certeza de que Su Inmaculado Corazón será nuestro refugio y el camino que nos conducirá hasta Dios… Y “por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará!”

El autorRicardo Cardoso

Vila Viçosa (Evora, Portugal)

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Vocaciones

Los laicos y la vida. Antiburbujas y refrescantes

Omnes·11 de mayo de 2017·Tiempo de lectura: 4 minutos

Peter Morgan es mi mano derecha. Mi Perry Mason. Hoy aquí. Mañana allá. Un recurso literario eficaz y responsable. Un enviado especial. Mi webcam. 

Le he enviado al Instituto Zaratustra, una referencia académica pujante, donde se forman, vía contribuyente, los líderes sociales que pagarán nuestras pensiones. 

“Hola, Peter. Te necesito”. Y mi amigo fantástico acude veloz, como Kitt. Me gustaría encargarte una encuesta sencilla. Instituto. 1º de Bachillerato. Anónima. No resta puntos para la evaluación. Se puede escribir en rojo. Que sean libres para responder a esta pregunta: ¿qué es para ti un/a laico/a?

Peter llega. Saluda a una profesora entusiasta que enseña humanidades. Un oasis. Ella, encantada con el experimento. 

20 minutos después, Peter vuelve a casa leyendo las respuestas. Es primavera. También en El Corte Inglés.

“Un laico es el que ayuda al sacerdote a pasar la cesta del dinero en la misa”.

“Un laico es un tío como de otra generación muy religioso. Mi abuelo creo que es laico”.

“Laica es una chica con falda súper larga. Una especie de monja, pero que no está encerrada en un convento”.

“Laica es la mujer que no puede ser sacerdota. Por ahora”.

“Laicas son las del coro de la parroquia donde hicimos la Comunión. Sonia, Isa, y estas. Se casan. Muy majas, por cierto”.

Y así, 36.

Ordenamos las respuestas. Las subrayamos. Las valoramos. Algunas nos hacen gracia. No es risa tipo hay-que-ver-cómo-está-el-mundo. No. Entendemos perfectamente lo que los alumnos del Zaratustra quieren decir. Nada más positivo que la realidad, y las percepciones también son realidad. 

Laico-ca es un término confuso, también en el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua. Dice la voz de la sabiduría filológica: “Que no tiene órdenes clericales”. En negativo. A la defensiva. Su origen también surge por contraposición. Significa “del pueblo” y se oponía a la voz de “clérigos”.

Tomamos notas, pensamos y exponemos un esquema. Mónica, la profesora, le ha pedido a Peter volver con su balance y él aterriza de nuevo en el instituto. Los jóvenes están de exámenes, pero tienen curiosidad por ver de qué va la fiesta.

Hemos preparado un Prezi muy chulo que se titula: “Cristianos en vaqueros y la humanización del futuro”. 

Leo así, directamente de la pantalla.

Un laico no es un medio-cura. Es un cristiano corriente, que pilla el metro, usa whatsapp, lee la prensa, estudia o trabaja, tiene amigos, escucha Spotify, sigue Netflix, va a la moda, tiene personalidad, y sentido del humor, y va a Misa y quiere ser feliz.

Un laico es una persona como tú que, además, tiene una conciencia cristiana, se siente uno más dentro de la Iglesia, quiera, lee y secunda lo que dice el Papa, e intenta convertir su fe en hechos concretos de andar por casa, porque tiene el reto de ser coherente.

Laika era la perra del cohete de Mecano, y se escribe con k. Los laicos con c no viven en el extramundo. Buscan muchas cosas, aunque no siempre las consiguen. La vida es larga, y nadie dijo que el objetivo era ser perfectos a la primera. Pelean por ser buenos ciudadanos, una asignatura cuyo programa va desde mejorar la sociedad hasta tirar los papeles a la papelera. Pelean por ser buenos amigos. Y pelean por ser buenos profesionales. Como todos los cristianos, deben ser una referencia profesional en su ámbito y sacar el máximo rendimiento a su talento para la sociedad en la que vibran.

Un laico no es un verso suelto. Es una sinalefa: un puente de unión, un agente de unidad entre las personas con las que disfruta conviviendo.

Un laico no es un talibán de sus principios. Como cristiano, defiende la libertad de las conciencias por encima de todo. 

Un laico es un foco de alegría. No sólo de jajajas. Sí, de aspiraciones de fondo en regla y santa paz. 

Un laico es un tipo audaz que se mueve, que colabora, que ayuda, que tiene ilusiones, que busca, que encuentra, que anima, que moviliza. Un laico es un tipo al que le interesan las cosas, porque nada de lo humano le es ajeno. Un laico es antiburbujas y refrescante.

Un laico no apostoliza con sermones, no impone doctrinas, ni dogmas, ni da lecciones. No es de lo-que-tú-tienes-que-hacer-es-lo-que-yo-te-diga. Da ejemplo.

Una laica es esa madre estupenda que cuida a sus hijos como oro en paño, que une a las diferentes generaciones de la familia, que combina casa y trabajo, que ama, que disfruta de las cosas buenas que tiene la vida. Que abre sus ojos. Que ríe. Que llora. Que reza el Ángelus. Que va al supermercado. Que va al cine. Que se cuida. Que cuida. 

Un laico es un caballero. Que combina casa y trabajo como la laica de antes. Que crece. Que hace deporte. Que prepara la comida. Que habla con sus hijos. Que ve el Madrid en pantalla grande. Que compra flores a su mujer. Que se confiesa. Que barre. Por dentro. Y por fuera.

Una laica no tiene edad media. Puedes ser tú. Con tus zapas molonas. Con tus carpetas forradas con arte. Con tus apuntes de colores. Con tus idas y tus venidas, tus cascos, tu parroquia, tus amigas, tus amigos, tu gente, tu cine, tu mundo, y el de todos.

Tengo laicos de 14, de 32, de 46, de 58, de 60, de 74…, con salud, con enfermedad, casados, soleteros, azules, verdes, pero nunca marcianos. Como ese: el de los vaqueros.

Me cuenta Peter Morgan que Astrid, la chica que muerde el boli con desdén en primera fila, se ha interesado por el tema.

Pues ya está.

Vete tú al Zaratustra con la Lumen Gentium. Vete, y nos cuentas.

Lo de “antiburbujas y refrescantes” es lo que más gracia les ha hecho. No habíamos caído, pero sí. Las bebidas isotónicas son una buena metáfora para explicar este capítulo.

Vocaciones

Vicente Bosch. “Los laicos manifiestan que el espíritu cristiano es capaz de potenciar y vivificar todo lo humano”

Enrique Carlier·11 de mayo de 2017·Tiempo de lectura: 4 minutos

Licenciado en Derecho, doctor en Teología y director de la revista Annales Theologici, de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, el profesor Vicente Bosch imparte cursos de espiritualidad laical y presbiteral en Roma, y es autor de diversas publicaciones. 

Ha tenido la amabilidad de atendernos para abordar esta relevante cuestión teológica –la espiritualidad laical–, que el Concilio Vaticano, más que definirla, la “describió”. De paso conversamos también acerca de su libro, recientemente publicado, que constituye un verdadero y novedoso curso sobre la cuestión de la espiritualidad laical. 

Usted ha titulado su libro Santificar el mundo desde dentro. ¿Cuál es la propuesta fundamental que hace en él?

–Todo el contenido del libro podría resumirse en esta idea central: ser laico es un modo de ser cristiano, con toda la riqueza que entraña la vocación cristiana; ser hijo de Dios, estar llamado a la santidad, ser miembro del Cuerpo de Cristo y, por tanto, ser responsable de la misión de la Iglesia. Y el laico se distingue por su carácter secular, es decir, por su inserción en el mundo para santificarlo desde dentro y santificarse en ese empeño. 

El Concilio Vaticano II parecía describir al laico más por lo que no es –ni sacerdote ni religioso– que por lo que es. ¿No es esa una manera de minusvalorarlo? 

Desde luego, el laico no es un cristiano de segunda categoría: uno que, por no tener “vocación” ni de sacerdote ni de religioso, se queda en el mundo y se casa. ¡No! 

La vocación laical lleva igualmente consigo la actitud cristiana de superación del egoísmo, de lucha contra las malas tendencias, del ejercicio del desprendimiento, pero viviéndola en el corazón del mundo y no a través de un alejamiento de él.

Es relativamente común afirmar que lo característico del laico es la secularidad. Pero, en su opinión, ¿qué es exactamente la secularidad?

–La secularidad es una dimensión ineludible de la Iglesia, no solo porque también ella se encuentra en el mundo (algunos autores defienden esto), sino principalmente porque tiene la responsabilidad de llevar el mundo hacia Dios. 

El Concilio Vaticano II afirmó que “la misión de la Iglesia no es solo ofrecer a los hombres el mensaje y la gracia de Cristo, sino también el impregnar y perfeccionar todo el orden temporal con el espíritu evangélico” (decreto Apostolicam actuositatem, 5). Por eso, afirmar que la secularidad es una nota meramente sociológica, un simple dato de hecho, significa no captar el profundo sentido teológico de la secularidad: la santificación del mundo es misión de la Iglesia. 

De esa responsabilidad participan todos los cristianos –también sacerdotes y religiosos–, pero el modo de participar de los laicos en esa tarea es algo propio y peculiar de ellos, precisamente por su inserción en todos los ámbitos de la sociedad. Con su vida, los laicos manifiestan la capacidad que tiene el espíritu cristiano de potenciar y vivificar todo lo humano.

Sin embargo, a veces el tipo de seglar modélico es el del que dedica más tiempo a la parroquia o a actividades eclesiales.  

–Con Christifideles laici (30.XII.1988) san Juan Pablo II quiso reafirmar y profundizar la doctrina conciliar sobre el laico y, entre otras cosas, puso en guardia ante el riesgo –confirmado con hechos en el posconcilio– de “clericalizar” el laicado, es decir, de suponer que la madurez de un laico se valora en función del tiempo y energías que dedica a la parroquia o a otras estructuras eclesiásticas: se le llena de encargos y ministerios, olvidando que el laico edifica la Iglesia, principalmente, con su acción libre y responsable de evangelización de las realidades temporales.

La mayoría de los laicos llevan una vida ajetreada debido a sus obligaciones profesionales, familiares y sociales. ¿Cómo pueden vivir en el mundo y en la Iglesia sintiéndose cada día más corresponsables de su misión? 

–Sorprende que, salvo excepciones, la literatura teológica y pastoral tienda a presentar la “vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo” (subtítulo de la Christifideles laici) canalizada en dos ámbitos o carriles paralelos: el de la Iglesia, por un lado, con su participación en la vida litúrgica, en la comunidad parroquial y en estructuras eclesiásticas; y, por otro, el mundo, marco de sus actividades profesionales y sociales. 

La expresión “en la Iglesia y en el mundo” es válida para significar la pertenencia del laico al Pueblo de Dio y a la sociedad civil, pero sería equívoco presentar la Iglesia y el mundo como dos realidades distintas en las que el laico actúa alternativamente. 

Insistir en ese dualismo conduce a un doble error teórico y práctico: la fractura de la necesaria unidad de vida del fiel laico; y, sobre todo, la falta de reconocimiento del carácter “eclesial” de la acción de los laicos en el mundo. Iglesia y mundo se entrelazan indivisiblemente: la vida eclesial mira al crecimiento de la caridad y esta se materializa en las relaciones humanas y en el esfuerzo por  mejorar el mundo, y –al mismo tiempo– la acción intramundana del laico (familia, trabajo, sociedad) construye el Reino, aquí en la tierra, que es la Iglesia.   

Sobre el laicado ha publicado usted recientemente un estudio. 

–El libro, aparecido en la colección Subsidia Theologica de la editorial BAC, nace como manual de la asignatura “Espiritualidad laical” del ciclo de Licencia en la especialización de Teología Espiritual, con la experiencia de catorce años de docencia en esa materia. 

Aunque su origen es académico, constituye un instrumento adecuado para todos aquellos lectores interesados en conocer la historia, la teología y la espiritualidad del laicado. Es precisamente la espiritualidad el objeto de estudio del volumen –como señala el subtítulo–, pero su correcta comprensión exige un previo contexto histórico y teológico que se desarrolla en seis de los quince capítulos.

¿Qué otros rasgos característicos de la espiritualidad laical señalaría?

–Entiendo que, además de lo dicho hasta ahora, pertenecen a la experiencia espiritual propia del laico algunos otros rasgos característicos. 

Por ejemplo, una particular experiencia cristiana de lo humano y una especial sensibilidad hacia lo humano. También añadiría un amor teologal al mundo, es decir, el aprecio y la estima de las realidades terrenas, de sus valores y de la finalidad que tienen.

Además de eso, el laico debe poseer una valoración positiva de la vida ordinaria y saber descubrir el valor sobrenatural presente en las tareas más normales. 

Otro punto característico es la competencia profesional y el sentido de responsabilidad, puesto que el cristiano seglar es consciente de que el mundo es el lugar en el que se santifica.  

Dos notas más añadiría: la conciencia propia de los laicos de la ordenación a Dios de todas las realidades terrenas –de hecho ahí se sitúa buena parte de su contribución a la misión de la Iglesia– y la acentuación de su sentido de libertad personal, porque es propio de los laicos optar con responsabilidad personal sobre aquellas opciones que quedan a la libre discusión de los hombres.

El autorEnrique Carlier

Acompañar a los jóvenes católicos europeos; mirarles con simpatía y confianza

9 de mayo de 2017·Tiempo de lectura: 3 minutos

Ante la cultura de la nada, que apenas tiene algo que decir a los jóvenes, el educador cristiano ha de mirar a los jóvenes con simpatía y confianza alzar y mostrarles a Cristo.

– Mons. Juan José Omella

Arzobispo de Barcelona

En el mes marzo se ha celebrado en Barcelona el simposio sobre el acompañamiento a los jóvenes organizado por el Consejo de Conferencias Episcopales de Europa (CCEE). Este encuentro ha contado con la participación de 275 expertos de toda Europa de las áreas relacionadas con el acompañamiento a los jóvenes en las distintas conferencias episcopales: juventud, vocaciones, universidades, enseñanza y catequesis. Junto a las ponencias de expertos en acompañamiento se han intercambiado las experiencias de buenas prácticas de diversos movimientos e iniciativas pastorales europeas presentes, así como el testimonio de los jóvenes.

Tuve el honor de participar en la sesión inaugural que acogió el Aula Magna del Seminario Conciliar de Barcelona, junto con el arzobispo de Valencia, cardenal Antonio Cañizares y el arzobispo de Westminster, cardenal Vincent Nichols. En mi intervención di la bienvenida a nuestra ciudad a todos los participantes recordando unas palabras del Papa Francisco, que enmarcaron la actividad de este simposio: “Acompañar a los jóvenes exige salir de los propios esquemas elaborados de antemano, encontrándolos donde estén, adaptándose a sus tiempos y a sus ritmos; significa también tomarlos seriamente en su dificultad para descifrar la realidad en que viven y para transformar un anuncio recibido en gestos y palabras, en el esfuerzo cotidiano para construir la propia historia y en la búsqueda más o menos consciente de un sentido para sus vidas”.

A propósito de este acompañamiento de los jóvenes, el cardenal Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, aportó una bonita reflexión titulada Evangelización y buenas prácticas de acompañamiento. En su intervención señaló que acompañar equivale a conducir a la persona en lo más profundo de su existencia, para descubrir la presencia de una llamada a la verdad, clave para realizar la libertad, que permite ir más allá de nosotros mismos para confiar plenamente en el misterioso plan de Dios que da sentido y significado a la vida. Las vocaciones no se fundan sobre las cualidades que se poseen, más bien se puede decir lo contrario: la correspondencia a la vocación consiste en dar valor y apoyo a todo lo que ya se es. Ayudar a descubrir el primado de Dios en nuestra vida y la fuerza de su gracia son el instrumento mediante el cual podemos contribuir conscientemente a orientar la propia existencia”.

Estas jornadas de trabajo estuvieron acompañadas de momentos de intensa oración, que alcanzaron su culmen en la Eucaristía celebrada en la Sagrada Familia el jueves 30 de marzo, y que estuvo presidida por el cardenal Angelo Bagnasco, presidente del CCEE. Previamente los expertos en la obra de Antoni Gaudí, el escultor Etsuro Sotoo y el teólogo Armand Puig, introdujeron a los presentes en el camino de la belleza para la evangelización de los jóvenes, y realizaron una visita guiada de la Sagrada Familia.

Otro momento memorable que quiero destacar fue la feria de buenas prácticas en el campo de la evangelización y acompañamiento de los jóvenes. Ésta fue una maravillosa oportunidad, que permitió un rico intercambio de propuestas y sugerencias a través de una exposición de diversas iniciativas realizadas en Europa a cargo de diversos movimientos juveniles, congregaciones religiosas y diócesis. Estas iniciativas fueron seleccionadas pensando en su aplicación en el contexto socio-cultural europeo.

Para acabar, comparto con ustedes y hago mías las palabras que el cardenal Angelo Bagnasco pronunció en la sesión conclusiva del simposio y que, creo, resumen bien el trabajo realizado. El cardenal hizo referencia a la figura del educador en el contexto actual, caracterizado por “la cultura de la nada”. El educador cristiano debe sobre todo alzar la mirada a Cristo, verdadero y único maestro. Mientras la cultura contemporánea parece no tener nada que decir a los jóvenes, nada de significativo que les avive el corazón y colme su existencia”,  sin embargo, en la persona de Jesús resplandecen todas las virtudes humanas de forma eminente, resplandece la plena humanidad del hombre, esa humanidad que nuestra época se arriesga a no reconocer y reducir a la persona a un estado líquido”.

Miremos a las jóvenes generaciones con gran simpatía y confianza: A ellos les tocará ser los nuevos evangelizadores, convencidos que evangelizar hoy significa ¡enseñar a los hombres el arte de vivir! El nuestro es un tiempo especialmente arduo, es la hora que la Providencia nos ha dado, la cual abrazamos con confianza y amor”.

Finalmente, aprovecho la oportunidad que me brinda la revista Palabra para agradecer la labor de organizadores y participantes. Confío que entre todos hayamos contribuido a encontrar caminos que ayuden a revitalizar la pastoral juvenil y vocacional de nuestra Iglesia con los ojos puestos en el próximo Sínodo de los Obispos dedicado a los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional convocado por el papa Francisco para octubre de 2018.

El autorOmnes

España

Grupos feministas y provida coinciden en criticar la “gestación por subrogación”

Omnes·5 de mayo de 2017·Tiempo de lectura: 4 minutos

Una jornada divulgativa sobre gestación subrogada ha desencadenado las protestas de grupos feministas y colectivos LGTBI que ven en esta práctica una explotación de la mujer.

Enrique Carlier

Resulta curioso, pero sobre la “maternidad subrogada” dos colectivos tan distantes ideológicamente como son las organizaciones feministas y colectivos LGTBI (lesbianas, gays, transgéneros, bisexuales e intersexuales), por un lado, y las asociaciones provida, por otro, coinciden en lo mismo: que se trata de una “explotación de la mujer”, por muy reproductiva o altruista que sea.

El 6 de mayo está prevista una movilización convocada por la Red Estatal contra el Alquiler de Vientres (que integra unos 50 grupos feministas) para protestar por la denominada Feria Surrofair de Madrid, una jornada divulgativa impulsada por una consultoría sobre gestación subrogada en Ucrania.

Semanas antes, representantes de esta Red reclamaron del ayuntamiento de Madrid y de la Comunidad Autónoma su deber de “prohibir que esta feria se realice con la ley en la mano”. “Sería como permitir una feria sobre narcotráfico”, señaló Sonia Lamas, portavoz de esa plataforma. Advirtieron de que la subrogación amenaza los derechos de las mujeres, que “no son ganado para satisfacer el deseo de crianza de unos pocos”. Además, “choca contra la legalidad vigente y con los derechos del niño”.

Alicia Miyares, presidenta de No Somos Vasijas, subrayó que el contrato de gestación subrogada supone la renuncia a “un derecho fundamental” de la gestante a la filiación del niño y añadió: “¿Se imaginan un contrato en el que una de las partes renuncia irrevocablemente a su derecho al voto?”. No se trata de “una técnica de reproducción asistida más” y “no es comparable a la donación de óvulos”, porque aquí se dona un ser humano y “una criatura no se dona”.

Se mostró igualmente crítica con una subrogación “altruista”: se trataría de una “tapadera”. “Lo que quieren es una ley, aunque sea restrictiva, para registrar a los niños nacidos en el extranjero”, porque en España no hay muchas mujeres dispuestas a gestar para otros.

Ramón Martínez, vicepresidente de Somos Diferentes y en nombre de los colectivos LGTBI, defendió la adopción de niños y resaltó que “la solución para ejercer la crianza no es pasar por encima de los derechos de las mujeres”.

Para Elena Rábada, presidenta del Partido Feminista, la gestación subrogada “está muy cerca de las redes de trata de seres humanos”. Por otra parte, se cuestionaba: “¿Por qué no es ético el tráfico de órganos y sí el alquiler de vientres?”.

También resulta original que ahora estos grupos feministas y colectivos LGTBI empleen, para oponerse a la maternidad subrogada, el argumento de las asociaciones próvida para denunciar la introducción del aborto.

La Red Estatal contra el Alquiler de Vientres dice desconfiar de que los casos en España alcancen el millar: se inflará la cifra para hacer creer que se trata de una necesidad social.

Algunos aspectos relevantes

Al habla con Elena Postigo Solana, doctora en Bioética y coordinadora de la Cátedra de Bioética de la Fundación Jerôme Lejeune, nos ha aclarado algunos aspectos de la “maternidad subrogada”. En primer lugar, que convendría hablar de “gestación por subrogación”, porque lo que se subroga es que la mujer geste. Y “vientre de alquiler” no designa bien lo que acontece, porque no se alquila solo el vientre, sino toda la persona de la gestante.

Señala que la subrogación se está convirtiendo en un negocio muy lucrativo, que ha generado el denominado “turismo reproductivo” en países en vías de desarrollo.

Evidentemente, no hay un derecho al hijo que justifique un hipotético derecho a la maternidad subrogada.Y aunque pueda responder a una motivación inicialmente altruista, la gestación subrogada suele venir precedida de acuerdo de pago en concepto de compensación o para cubrir costes sanitarios.

Marco jurídico actual

Jurídicamente, el contrato de maternidad subrogada en nuestro país se considera nulo de pleno derecho por el artículo 10 de la Ley 14/2006, de 26 de mayo, sobre técnicas de reproducción humana asistida. Es madre quien da a luz. La nulidad de este contrato se basa en la dignidad de la mujer gestante y del hijo, que no pueden convertirse en objeto de negocio; tampoco sus cuerpos.

Penalmente, la subrogación aparece tipificada como delito en el artículo 221 de la Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal. Esta norma sanciona a aquellos que, mediando compensación económica, entreguen a otra persona un hijo, descendiente o cualquier menor aunque no concurra relación de filiación o parentesco, eludiendo los procedimientos legales de la guarda, acogimiento o adopción, con la finalidad de establecer una relación análoga a la de filiación. Lleva aparejada penas de prisión de uno a cinco años y de cuatro a diez años de inhabilitación  para el ejercicio de la patria potestad, tutela, curatela o guarda.

A pesar de esta normativa, España ha reconocido la filiación por subrogación a partir de una sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos del 26 de junio de 2014. Y se permite la inscripción en el Registro Civil del niño nacido fuera de España mediante vientre de alquiler en base al interés del menor. Pero no se ha modificado la prohibición sobre maternidad subrogada.

En otros países

Aunque en algunos países como Albania, Georgia, Croacia, Holanda, Rusia, Reino Unido, Grecia y Ucrania la maternidad subrogada es legal, en la gran mayoría de los Estados europeos está prohibida. Además de España, está expresamente prohibida en Alemania, Austria, Estonia, Finlandia, Islandia, Moldavia, Montenegro, Serbia, Eslovenia, Suecia, Suiza, Turquía y Francia. Pero al igual que ha ocurrido en España, la citada sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha derivado también en el reconocimiento del derecho de filiación por subrogación en toda la Unión Europea.

Está parcialmente tolerada en Bélgica, Luxemburgo, Polonia o la República Checa. En Hungría, Irlanda, Letonia, Lituania, Malta, Mónaco, Rumania, San Marino y Bosnia-Herzegovina no hay una norma que prohíba expresamente esta práctica.

Fuera de Europa, está reconocida en siete Estados de Estados Unidos así como en México, Australia, India y Tailandia. En estos dos últimos países, a fin de limitar el turismo reproductivo, los gobiernos prohíben la gestación subrogada a extranjeros.

Según Elena Postigo, el coste de una gestación subrogada varía. En Estados Unidos, donde los nacimientos subrogados anuales se han duplicado en los últimos seis años y son cerca de 2000, alquilar los servicios de una gestante cuesta 225.000 dólares; en India o Tailandia, unos 72.000 dólares. En el caso de la India, el mayor mercado de vientres de alquiler del mundo, el negocio de la maternidad subrogada genera alcanza los 2,3 billones de dólares al año.

Elena Postigo advierte que a la maternidad subrogada siempre la acompaña una fecundación in vitro, congelación de embriones, eugenesia del diagnóstico preimplantatorio y prenatal y fuerte presión para abortar si surgen anomalíaa. Las implicaciones de carácter médico ético y legal son muy serias (por ejemplo, se conculca el derecho del niño a conocer la paternidad del progenitor donante).  Por todo ello, antes de legislar sobre esta materia debería estudiarse en detalle, aunque considera que habría de prohibirse tal práctica, como han hecho otros países de nuestro entorno. n

Experiencias

Cómo alcanzar la madurez necesaria para casarse

Son muchos los novios que se preguntan: ¿seré capaz de convivir y entregarme esponsalmente a otra persona y formar una familia? Estas líneas ofrecen algunas pautas para acompañar a los novios y ayudarles a alcanzar una madurez que permita construir el futuro matrimonio sobre cimientos sólidos.

Wenceslao Vial·5 de mayo de 2017·Tiempo de lectura: 9 minutos

Una señora de edad avanzada que acudía a Misa con sus coetáneas le dijo una vez a su párroco: “No nos hable tanto del divorcio, que nosotras ya no estamos para eso. Si tenemos marido, no lo vamos a dejar ahora”. Ojalá que los recién casados, mujeres y hombres jóvenes, pudieran repetir una afirmación parecida: “Si te he prometido un amor para siempre, no te voy a dejar ahora”. Es el deseo profundo de quien se enamora. No he conocido parejas que se hayan prometido un “te quiero” temporal, un “te quiero” con condiciones: sólo mientras seas joven o mientras estés sano, o hasta que pierdas tu atractivo.

Al “para siempre” se llega por el camino del noviazgo, que es un proceso tan natural y antiguo como el de la madurez. Pero si el proceso de madurez tiene como meta la armonía de la personalidad y, por tanto, no termina, el noviazgo ha de tener un final con dos posibles resultados: o un adiós de buenos amigos, o un “para siempre”… Será un periodo de mutuo conocimiento y atenta comprensión, una etapa para decidir sobre el paso sucesivo, la donación del uno al otro. Como en cualquier evento humano, también en este camino intervienen factores psicológicos y espirituales que pueden determinar su éxito o su fracaso.

Los novios deberán discernir si están en condiciones de compartir un proyecto vital con la otra persona, si están en condiciones de construir juntos una familia.

El objetivo de estas líneas es acompañar a quienes recorren el camino de noviazgo en sus preguntas decisivas: ¿estoy maduro para dar el siguiente paso? ¿Soy capaz de darme a un tú? Empezaremos por recordar algunos aspectos generales de la madurez, para conocer, por así decirlo, la partitura sobre la que se dibuja el crecimiento en el amor, y para advertir las posibles dificultades.

La madurez en general

La madurez no es un estado, sino un proceso que dura toda la vida. Se refiere tanto a la plenitud del ser, como a su desarrollo y crecimiento adecuados. La persona madura es capaz de hacer suyo un proyecto. A diferencia de una fruta, el ser humano siempre está madurando y puede incluso retroceder: puede volver a estar verde. Por esto, no sólo necesita de sol y tiempo, sino de alguien que lo sostenga y de educación en un hogar que le sirve de modelo.

Son características de la madurez el orden, la coherencia y la primacía de la inteligencia y de la voluntad sobre el mundo afectivo, ese complejo tejido de las emociones, sentimientos, pasiones y estados de ánimo. La razón ilumina la interioridad y permite intuir, por ejemplo, que en una relación interpersonal de pareja se suceden estaciones: no todo es primavera o noviazgo, sino que hay otoños e inviernos…

Los animales suelen arreglárselas bastante bien sin sus padres, gracias a los instintos connaturales a su ser. Los jóvenes humanos no funcionan así: necesitamos de la experiencia de los más veteranos, para evitar los mismos errores. La madurez va más allá del envejecer: significa mantener la audacia, la sonrisa, el entusiasmo y la vitalidad, a pesar de una disminución de las energías físicas. Tal vez no estuviera muy lejos de la realidad Platón, que afirmaba que se necesitan 50 años para hacer un hombre.

Pero no hay que esperar la senectud para alcanzar un nivel apropiado de madurez en diversos ámbitos de la vida, incluido el de formar una familia. Mujer y hombre maduran gradualmente, cada uno a su modo y con una psicología propia. En la adolescencia se adquiere una mayor identidad, y los años sucesivos están marcados por un incremento progresivo de la intimidad. Identidad e intimidad son características muy importantes para las relaciones interpersonales futuras. Se cuenta con que los jóvenes adquieran una propia visión del mundo y de sí mismos. Serán claves la influencia del grupo, los modelos que ellos mismos elijan y el control de las fuerzas instintivas que se despiertan. El adolecente forma un plan de vida personal.

Desde niños se va madurando también hacia fuera de uno mismo. Es esta característica, o autotrascendencia, lo que más influirá en nuestro trato con otras personas. Qué importante es fomentarla desde los primeros años, en que poco a poco los chicos y chicas abandonan el “¡mío, mío!” que caracteriza la infancia. Así se adquiere la capacidad de ser fieles y de amar, necesarias para el matrimonio, que abrirán paso a la integridad, cuidados y sabiduría. La psicología confirma que “la madurez aumenta a medida que la vida se separa de la inmediatez del cuerpo y del egocentrismo” (G. Allport).

Signos de madurez de los novios

Junto con estas notas generales, los novios, que deben haber superado la crisis de identidad de la adolescencia, tienen como meta saber si cabe un proyecto en común. Para esto es bueno que el humus, la base o terreno donde se desea construir, sea semejante: la cultura, el lenguaje y una religión acordes favorecen una buena relación. Es importante que ambos conozcan su pasado, en particular las familias de proveniencia. Al noviazgo se llega con una historia, en la cual puede haber también heridas que se proyectan. Habrá que preguntarse si los valores e ideales son los mismos. Como escribió Saint-Exupéry, “amar no consiste en mirarse el uno al otro, sino que uno y otro miren en la misma dirección”.

Será la comunicación en la diferencia lo que posibilite el conocimiento profundo y, con él, la respuesta a tantos interrogantes. La madurez está en comprender las discrepancias, en no pretender modificarlas a toda costa o poner la esperanza en un “ya cambiará cuando nos casemos”. Un trato superficial o encandilado no permite ver los defectos de la otra persona. Este itinerario de conocimiento mutuo se ve también hoy entorpecido por quienes banalizan la sexualidad, o niegan todo tipo de diferencias entre el hombre y la mujer: genéticas, fisiológicas, psicológicas, lingüísticas, etc.

Para cosechar buenos resultados del noviazgo es imprescindible respetar las etapas. El amor sabe esperar, busca la felicidad y el bien del otro, rechaza el uso de cualquier persona. Nadie puede ser considerado un objeto desechable. Unos novios maduros saben que el amor no es sólo placer físico, y llegan al otro en su psicología y espiritualidad. Así, el eros da paso a un amor pleno, que se caracteriza por la capacidad de sacrificio y donación. Se descubre una paradoja: que amar implica sufrir. Se supera la afectividad egocéntrica del “te quiero porque me haces sentir bien”. Con una intimidad sólo física y anticipada nada se ve de todo esto. “Quemar las etapas termina por quemar el amor” (Benedicto XVI, Discurso, 11-IX-2011).

La persona madura vive su sexualidad de modo humano. Transforma el instinto en tendencia: reconoce un fin grande y elevado en la capacidad reproductiva, convierte los actos en gestos llenos de significado. No se detiene en la comunicación física sino que se abre al espíritu. Para llegar a estas cumbres del amor se necesita la castidad, que es como una vacuna contra el egocentrismo. Quien es querido castamente sabe que está ante un amor incondicional, y que él o ella no le harán daño. Sólo si se vive bien este aspecto se llega a conocer de verdad al otro. Esta virtud protege la libertad y la verdad, y se transforma en una joya que adorna la personalidad. De este modo se puede decidir el paso del enamoramiento a la donación completa en el matrimonio.

Puede suceder también que, después de un periodo de conocimiento suficiente, en que abundan las conversaciones apacibles, se descubra que hay poco en común, escasos puntos de contacto sobre los que fundar una relación estable. Será un signo de madurez interrumpir entonces el proceso, aunque persista una cierta atracción, pues “nada es más volátil, precario e imprevisible que el deseo” (Francisco, Amoris laetitia, 209).

Percibir las notas desafinadas

La idealización del otro es un peligro que rompe la armonía de la relación y que es posible captar desde fuera de la pareja, como una nota desafinada. Puede ser el resultado de múltiples factores, como por ejemplo la complicidad en el vicio, que ciega y no permite ver los defectos. Cuando se mira la realidad desde la óptica del placer, las carencias de la personalidad quedan en un plano inalcanzable. Por el contrario, el realismo lleva a querer al otro con sus defectos, y no sólo a pesar de ellos… No se trata de buscar a un tú perfecto y saber si me atrae, sino de comprender que ese ideal no existe y de preguntarse serenamente: ¿podré hablar siempre con esta persona?

En cualquier nota de la madurez puede faltar la sana tensión. Son signos de esta tensión el amor verdadero capaz de sacrificarse. Quien se ancla sólo en el placer, en una sexualidad no controlada, tal vez encuentre un equilibrio, una apariencia de seguridad inestable y encerrada en sí misma. “No podemos tratar los vínculos de la carne con ligereza, sin abrir alguna herida duradera en el espíritu” (Francisco, audiencia 27-V-2015). La psicología demuestra que una relación sexual deja siempre una huella imborrable. El inicio precoz de la actividad sexual puede llevar a la esterilidad del amor, y extinguir incluso el placer que se buscaba.

Sucede como en la tierra explotada, que necesita cada vez de más químicos para volver a ser fértil. Falta la tensión sana, las miradas se enturbian. Y, paradójicamente, se crean nuevas tensiones enfermizas, como un sentido falso de fidelidad, reflejo más bien de una dependencia emotiva, hacia la persona que ha sido cómplice en las relaciones. Esta tensión exagerada daña las cuerdas del alma y paga con la desilusión. Se abre paso a una serie de relaciones superficiales, en que todo da lo mismo, en la cultura del usar y tirar.

La prioridad del placer oscurece la finalidad profunda de la sexualidad y del sexo. Lleva a conformarse con “sentirse bien y nada más”, a vivir desconectados de una ética necesaria para edificar la personalidad. La exaltación del placer busca justificaciones más allá del bien y del mal, como el eslogan “el cuerpo es mío”, de reminiscencias infantiles. Por esta vía se desemboca fácilmente en un rechazo a la maternidad y paternidad. El espíritu es incapaz de volar, porque ha perdido sus alas, le falta la tensión del amor verdadero. La relación de noviazgo y la madurez de cada persona no pueden ser analizadas solo experimentalmente. Tampoco se puede medir “probando”, como se haría con una manzana: si después del primer bocado noto que no está madura, la dejo; si no me gusta, la tiro y busco otra. Vale la pena repetirlo: las personas no se usan.

Alcanzar la armonía

El “para siempre” es posible y no se improvisa. Estas palabras deberían sonar como nota de fondo. Es preciso recordar que la mujer y el hombre están capacitados para tomar decisiones definitivas. Así lo decía el Papa a los novios: “Por favor, no debemos dejarnos vencer por la ‘cultura de lo provisional’. Esta cultura que hoy nos invade a todos, esta cultura de lo provisional. ¡Esto no funciona!” (Francisco, discurso 14-II-2014).

Para estar en condiciones de tomar decisiones definitivas, es necesario aceptar la posibilidad de equivocarse. Nietzsche advertía que, a diferencia de los animales, el ser humano posee la capacidad de hacer promesas. Se debe añadir que es también capaz de mantenerlas. Y sin fe en un destino eterno, esto resulta más difícil.

En el noviazgo, la armonía solo se alcanza con una interpretación que dos personas intentan hacer bien. Saldrá mejor si se procura afinar cada cuerda, tanto las de la madurez general, como las del mensaje cristiano de las bienaventuranzas. Son estas un programa centrado en el amor, con sugerencias prácticas para distinguir los bienes verdaderos de los espejismos, para hacer sonar la nota justa en cada momento.

A lo largo del concierto, no faltará el cansancio. Hay momentos más difíciles y notas que resulta arduo alcanzar. Como escribió Thibon, “los obstáculos están hechos para remontarlos. El amor, coloreado en el comienzo por una perfección ilusoria, debida al deseo y a la imaginación, no podrá durar sin la voluntad”.

Hablando del noviazgo, san Josemaría decía que, “como toda escuela de amor, ha de estar inspirado no por el afán de posesión, sino por espíritu de entrega, de comprensión, de respeto, de delicadeza”. Se trata de un proceso que requiere tiempo y diálogo. A veces hay muchos desafíos internos y externos que lo dificultan. No es posible llegar a la armonía en medio de tanto ruido. Es preciso también “desconectar” de redes anónimas y fomentar diversiones, intereses y amistades off line, para conseguir oír.

Resumiendo, las principales notas de la armonía en el noviazgo son: considerar el amor como sacrificio, respetar y querer al otro, pasar del instinto a la tendencia, controlar con la inteligencia las emociones, saber esperar y abrirse a un diálogo fecundo. El proceso no debe ser tan corto que impida el conocimiento, ni tan largo que decante en la rutina. El amor, como la música, tiene algo de inmaterial, que busca el bien de la persona que se quiere y perdura en el tiempo.

El director de orquesta

“La alianza del amor del hombre y la mujer se aprende y se afina. Me permito decir que se trata de una alianza artesanal. Hacer de dos vidas una vida sola, es incluso casi un milagro, un milagro de la libertad y del corazón, confiado a la fe” (Francisco, audiencia 27-V-2015). Para conseguirlo, un cristiano tiene la asistencia amorosa del Espíritu Santo, que bien puede verse como el director de orquesta. Cuando él actúa en el alma se consigue la armonía.

La madurez de los novios es un largo proceso, que comienza en la infancia. No son suficientes los cursos de preparación al matrimonio, sino que se requiere una extensa catequesis, especialmente en la familia de procedencia. Es ahí donde se aprende que vale la pena un proyecto de vida buena y se adquiere la responsabilidad. Es ahí donde se entiende el lenguaje del cuerpo, de la psique y del espíritu. Si queremos que muchos jóvenes digan yo “te amaré para siempre y no te dejo”, necesitamos realzar el valor de la coherencia y la identidad, fomentar el diálogo y el conocimiento mutuo, verdadera sabiduría de la mente y del corazón. Así serán capaces de crear corrientes nuevas, más que ir contra corriente, influirán con alegría en muchos otros.

En esta aventura cuentan con la ayuda de la gracia de Dios y de los demás, también para renovar cada día el amor. No somos piezas inertes de ébano o marfil en un teclado de piano. La armonía que se intenta será imperfecta, propia de seres libres e imperfectos. En el periodo de prueba que es el noviazgo, resultará útil preguntarse, y preguntarle al Señor, si se está en condiciones de continuar hacia un proyecto en común con otra persona. Bien reflejan las ansias por dilucidar las dudas esa canción escrita por Paul McCartney:

Ebony and Ivory live together
in perfect harmony
Side by side
on my piano keyboard,
oh Lord, why don’t we?

El autorWenceslao Vial

Médico y sacerdote.

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Mundo

Las apariciones de Fátima y la fe de los pastorcitos, esperanza para el mundo

Ricardo Cardoso·3 de mayo de 2017·Tiempo de lectura: 5 minutos

Hablando de los tiempos que vendrán, Jesús refiere que “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (cfr. Mt. 24, 35). De estas palabras de Jesús podemos concluir que su Madre seguirá haciendo resonar en el corazón de la humanidad herida la necesidad de volver a mirar a su Señor, buscando Aquél que la cuida en el Amor. Por eso, el servicio del Amor de Dios sigue resonando en las sucesivas generaciones que, desde 1917, escuchan lo que la Virgen transmitió a los pastorcitos en Fátima: su Mensaje.

La primera manifestación sobrenatural fue en el año 1915, en el monte del Cabeço. Las narraciones de Sor Lucia (Memorias de la Hermana Lucía) indican que, estando ella con tres amigas (Teresa Matias, Maria Rosa y Maria Justino), “al llegar el mediodía, comimos nuestra merienda, y después invité a mis compañeras a que rezasen conmigo el Rosario, a lo que ellas se unieron con gusto. Apenas habíamos comenzado, cuando, delante de nuestros ojos, vimos, como suspendida en el aire, sobre el arbolado, una figura como si fuera una estatua de nieve que los rayos del sol volvían como transparente”. Para estas niñas, sumergidas en la oración, quedó la duda sobre quién era la figura.

Primera aparición del Ángel

En la primavera del año de 1916 tiene lugar otra manifestación sobrenatural. Esta vez todo es más nítido, pues el propio ángel se da a conocer “¡No temáis! Yo soy el Ángel de la Paz”. El Ángel toma la iniciativa y les invita a hacer a oración: “¡Orad conmigo!”. Refiere sor Lucía que, en ese momento, el Ángel, “arrodillándose en tierra, inclinó la frente hasta el suelo”.

La actitud del enviado de Dios es seguida por los niños: “Transportados por un movimiento sobrenatural, le imitamos y repetimos las palabras que le oímos pronunciar”. De la iniciativa del Ángel surge el acto de adoración eucarística y trinitaria: “Dios mío, yo creo, adoro, espero y os amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman”.

Reparación y Comunión

En el verano del mismo año de 1916 tiene lugar la segunda manifestación sobrenatural del Ángel, pero esta vez, mientras descansaban junto al pozo del Arneiro. El Ángel les dijo: “¿Qué hacéis? ¡Orad! ¡Rezad mucho! Los Corazones de Jesús y de María tienen sobre vosotros designios de misericordia. Ofreced constantemente al Altísimo plegarias y sacrificios”.

Los niños le preguntaron cómo debían hacerlo, y el Ángel concreta: “De todo lo que podáis, ofreced un sacrificio en acto de reparación por los pecados con que Él es ofendido, y de súplica por la conversión de los pecadores […]. Sobre todo, aceptad y soportad con sumisión el sufrimiento que el Señor os envíe”. Y añade: “Atraed así sobre vuestra Patria la paz. Yo soy el Ángel de su Guarda, el Ángel de Portugal”.

En el otoño de 1916 tiene lugar la tercera manifestación sobrenatural del Ángel. Habían terminado los niños el rosario, cuando se les aparece “portando en la mano un Cáliz y sobre él una Hostia, de la cual caían dentro del Cáliz algunas gotas de sangre. Dejando el Cáliz y la Hostia suspensos en el aire, se postró en tierra y repitió tres veces la oración: –Santísima Trinidad, Padre, Hijo, Espíritu Santo, os adoro profundamente…”.

Entonces dio a los niños la Sagrada Comunión, diciéndoles:“Tomad y bebed el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, horriblemente ultrajado por los hombres ingratos. Reparad sus crímenes y consolad a vuestro Dios”.

Apariciones de la Virgen: 13 de mayo

El estudio y el conocimiento del fenómeno sobrenatural de las apariciones de la Virgen en Fátima necesitan de una equilibrada lectura creyente, distante de sensacionalismos emotivos o de intelectualismos de la fe. De este modo, el punto de partida será siempre los que nos enseña el Catecismo de la Iglesia católica. En cualquier revelación particular su función no es la de “mejorar” o “completar” la Revelación definitiva de Cristo, sino la de ayudar a vivirla más plenamente en una cierta época de la historia.

En las apariciones de la Virgen, documentalmente descritas en las Memorias de la Hermana Lucia, son impresionantes los relatos coloquiales en los que la Santísima Virgen habla con cercanía, ternura y con corazón de Madre.

En la primera aparición, el 13 de mayo de 1917, la Virgen Santísima les sorprende mientras se escapaban de una tormenta. Allí mismo, donde ahora se encuentra la Capelinha, vieron “sobre una carrasca una Señora, vestida toda de blanco, más brillante que el sol, irradiando una luz más clara e intensa que un vaso de cristal, lleno de agua cristalina, atravesado por los rayos del sol más ardiente. Nos detuvimos sorprendidos por la aparición. Estábamos tan cerca que nos quedábamos dentro de la luz que la cercaba, o que Ella irradiaba”.

La Virgen María les pregunta sobre su voluntad de aceptar la misión de Dios para ellos: “¿Queréis ofreceros a Dios para soportar todos los sufrimientos que El quisiera enviaros, en acto de desagravio por los pecados con que es ofendido y de súplica por la conversión de los pecadores?”. Y en su respuesta -”Sí, queremos”-, estos pequeños niños asumen, con madurez, la colaboración con los designios del Amor salvífico de Dios. En esta misma aparición, la Virgen les pide que todos los meses allí se encuentren con Ella, y que recen el rosario todos los días.

Rezar el rosario para la conversión

El 13 de junio, la Virgen les revela que llevará a Francisco y Jacinta al cielo muy pronto. Lucia pregunta: ¿Me quedo aquí sola?”. La respuesta de la Virgen no sólo es para Lucia, porque sigue siendo un eco en cada corazón creyente: “No, hija. ¿Y tú sufres mucho? No te desanimes. Yo nunca te dejaré. Mi Inmaculado Corazón será tu refugio y el camino que te conducirá hasta Dios”. Este Corazón de Madre es el lugar de ternura y seguridad, el camino seguro que conduce a Dios.

En la tercera aparición, el 13 de julio, la Virgen sigue insistiendo en el rezo del rosario, como medio para alcanzar muchas gracias por las variadas intenciones, sobre todo la paz y la conversión de los pecadores.

Tal como aconteció con las apariciones de Ángel, la Virgen también insiste en la oración y en los sacrificios constantes por la conversión de los pecadores y se les permite ver los sufrimientos del infierno.

Por otro lado, la Virgen les habla de los designios de Dios y de los riesgos de la humanidad: “Habéis visto el infierno, a donde van las almas de los pobres pecadores; para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si hicieran lo que os voy a decir, se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra va a acabar. Pero si no dejan de ofender a Dios, en el reinado de Pío XI comenzará otra peor. Cuando veáis una noche alumbrada por una luz desconocida sabed que es la grande señal que Dios os da de que va a castigar al mundo por sus crímenes por medio de la guerra, del hambre y de persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre”.

Consagración y algún tiempo de paz

“Para impedirla” –prosiguió la Virgen María–, “vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón, y la Comunión reparadora de los primeros sábados. Si atendieran mis peticiones, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá que sufrir mucho, varias naciones serán aniquiladas. Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz”.

La Virgen María les aconseja también que cuando recen el rosario, “diréis, después de cada misterio: ¡Oh Jesús mío, perdónanos, líbranos del fuego del infierno, lleva todas las almas al cielo, principalmente las más necesitadas!”.

En la aparición de octubre, la Virgen les indica que construyan allí una capilla en su honor, y que pidan que los pecadores se enmienden y “no ofendan más a Dios Nuestro Señor, que ya está muy ofendido”. Al terminar, se elevó al cielo, y fue entonces cuando las cerca de setenta mil personas que allí estaban fueron testigos del milagro del sol, que realizó giros de rotación en su periferia, desprendiendo chispas de luz, y adquirió diversos colores que esparció por toda la Tierra, con una duración de 8 a 10 minutos, aseguran los protagonistas y científicos.

“La primera condición para la beatificación es la de haber practicado las virtudes en grado heroico y se decía que los niños no tenían esa capacidad”, recuerda el cardenal portugués Saraiva Martins. “Pero en el caso de los pastorcillos Jacinta y Francisco no es así, porque demostraron una heroicidad tal que ya querría yo encontrar en muchos adultos”, asegura. El Papa no les declara santos por las apariciones de la Virgen, sino por cómo vivieron su fe, añade.

El autorRicardo Cardoso

Vila Viçosa (Evora, Portugal)

Mundo

El Papa fortalece el Egipto cristiano. Algunos desafíos de los católicos africanos

Omnes·3 de mayo de 2017·Tiempo de lectura: < 1 minuto

El Papa Francisco ha denunciado en Egipto “todo intento de justificar cualquier forma de odio en nombre de la religión”, y ha impulsado el diálogo ecuménico e interreligioso con musulmanes y cristianos ortodoxos. A raíz de este viaje, Palabra aborda en un amplio reportaje algunos desafíos de los católicos en África.

-Edward Diez-Caballero, Nairobi (Kenia)

Joseph Pich, Johannesburgo (Sudáfrica)

«Mina sólo tenía 25 años. Fue, como cualquier otro domingo, a rezar a la iglesia y encontró la muerte». Este es el testimonio de Shahib, primo de Mina, tras el ataque terrorista que ha ensangrentado dos iglesias en Egipto.

Uno de los testigos de los atentados, Hoda Mijail, decía que no entendía cómo podía pasar esto. Aquí en Egipto, «musulmanes y cristianos somos hermanos. El terrorismo no va a lograr sus objetivos», recogía El Mundo.

El Domingo de Ramos se celebró en todo el mundo, pero en Egipto se tornó en Viernes Santo. los cristianos de la iglesia de San Marcos en Alejandría, y de la iglesia de San Jorge en Tanta -90 kilómetros al norte de El Cairo-, recibieron el martirio en plena Semana Santa.

Los habitantes de estas dos ciudades tardarán en olvidar este atentado que mina la grata convivencia en este país africano.

Stop a los “hoaxes” del Papa

18 de abril de 2017·Tiempo de lectura: 2 minutos

Un católico serio y maduro ha de ser crítico con los bulos que, cada vez con más frecuencia, circulan por la red y que se atribuyen al Papa.

– Xiskya Valladares

Religiosa de la Congregación Pureza de María.

@xiskya

Últimamente, el Papa Francisco parece que se desparramara en mensajes dulzones, de andar por casa, sorprendentemente impropios de un pontífice. “Sabemos que Dios no usa Facebook”, “Navidad eres tú, cuando decides nacer de nuevo cada día y dejar entrar a Dios en tu alma”, “Necesitamos santos sin velo, sin sotana”… y una gran cantidad de “cursiladas” que a cualquiera con dos dedos de frente le puede sorprender.

Se trata de hoaxes (bulos) que circulan por la red, por whatsapp o por email. Mensajes en cadena que contienen alguna frase que el Papa sí ha dicho y a la que alguien le ha añade el resto de su propia cosecha. La cuestión ha llegado a ser tan grave que la Santa Sede se ha pronunciado: “Este tipo de textos que circulan por internet atribuidos al Papa Francisco generalmente no dicen en qué fecha y con qué ocasión dijo esas palabras. Porque en tal caso sería fácil para cualquiera ir a la página de internet oficial de la Santa Sede y comprobar si realmente se trata de palabras del Papa” (News.va, 3 diciembre 2015).

A muchas personas les gustaría que realmente el Papa dijera esas palabras, casi siempre porque puede aplicárselas a otro. Y es que así han surgido: de alguien que quiere imponer su pensamiento y lo atribuye al Papa para darle más autoridad. Pero esto es engaño. Como también lo son esa gran cantidad de convocatorias de oraciones que nos llegan como si fueran del Papa.

Hay personas que dicen que no hacen mal compartiendo oraciones, convocatorias de vigilias, y todo tipo de hoaxes del papa. Falso. Ni la oración es magia, ni se puede contribuir a engañar a la gente. Esto es pecado.

Este tipo de cadenas de mensajes surgieron en la antigüedad asociados a temas religiosos. Con razón los ateos se ríen de nosotros y nos consideran primitivos, se lo ponemos en bandeja cada vez que nos mostramos temerosos, escrupulosos o supersticiosos ante estas cadenas. Es difícil comprender que un católico serio y maduro caiga en tal cantidad de manipulaciones emocionales. 

La globalización de la trampa

La corrupción también se combate con prevención, sanciones y penalización. Algo falla cuando en la familia, en la escuela o en el entorno de amigos, nadie corrige y nadie orienta, o no se transmiten principios de vida con el buen ejemplo.

18 de abril de 2017·Tiempo de lectura: 2 minutos

La corrupción no tiene límites ni condición, tampoco ideologías. Así queda demostrado con los millonarios sobornos, coimas y dobles pagos de la trasnacional brasileña Odebrecht, a cambio de llevarse los grandes contratos de obras públicas en una decena de países de América Latina.

Un caso sin precedentes que evidencia la globalización de la trampa, en la que participan políticos y gobiernos de diversas tendencias, y también empresarios, banqueros y publicistas. Mientras las investigaciones avanzan, crece también la indignación ciudadana, que exige drásticas leyes para detener y castigar a los corruptos: nada les detiene, porque para ellos “hecha la ley, hecha la trampa”.

La condena y reclamo contra la corrupción en los gobiernos se debe extender al sector privado que, como en el caso Odebrecht, evidencia la relación entre las necesidades públicas y el ofrecimiento de los privados. Una relación en la que se descubren entramados de gran envergadura, y que al final se deben enfocar en el deterioro individual, en la falta de valores y respeto de las personas que dirigen y deciden.

Como en el tema de las drogas, la corrupción también se combate con prevención, sanción y penalización. Dos males parecidos que comprometen en esencia la formación humana, el carácter y la conciencia social de cada persona. Así como el coqueteo con las drogas puede comenzar con la marihuana, el coqueteo con la corrupción nace con la trampa en la escuela, las mentiras en casa, la doblez con los amigos y el cinismo en el juego.

Es comprensible que algo falla cuando en la familia, la escuela o en el entorno de amigos nadie corrige, nadie orienta o simplemente se observa al mentiroso y ventajoso como un niño o joven avispado, o incluso listillo para los desafíos de este mundo cambiante. Algo tiene que fallar cuando no se transmiten principios de vida con el buen ejemplo de los padres, profesores y adultos.

Tal vez por todo esto, el Papa Francisco define la corrupción como “un mal más grande que el pecado” y como “un proceso de muerte”, algo indigno que doblega la voluntad al “dios dinero, al dios bienestar y al dios explotación”. Un mundo de tinieblas del cual sólo se sale, según Francisco, con el servicio sincero y transparente a los demás.

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Mundo

Yo, antes luterano y ahora católico

El autor explica el camino de su conversión de luterano a católico y el sentido que descubre en ese itinerario. Le ayudaron las conversaciones con un pastor luterano; el ejemplo de otros conversos; el apoyo de la familia y amigos luteranos…

Ville Savolainen·18 de abril de 2017·Tiempo de lectura: 7 minutos

Corría el año 1987 cuando vi la luz en un pueblo del interior de Finlandia. A los pocos días recibí el bautismo en la Iglesia luterana, pues mi familia pertenece a ella. Soy el primogénito de un total de 9 hermanos. Mis padres quisieron desde el principio darnos una sólida formación cristiana. Solíamos ir a la misa luterana, y a diversas actividades que la parroquia ofrecía a los niños.

En los países nórdicos la presencia de la Iglesia luterana es muy fuerte. En Finlandia llega casi al 75 % de la población. Tiene estatus de Iglesia nacional, con algunas ventajas fiscales que ayudan a organizar la tarea de formar y servir a muchas personas. Hasta el año 2000 el presidente de la República nombraba a los obispos luteranos del país. Por su parte, la Iglesia católica es una minoría en la sociedad finlandesa, apenas el 0,2 % de la población. Muchos luteranos la han visto como “el coco”, algo con connotaciones muy negativas y que suscita desconfianza: así lo era también para mí.

No sabría explicarlo, pero ya desde pequeño sufría por la división y separación de los cristianos. Me interesaba entender el porqué de esas divisiones. Al mismo tiempo iba creciendo en mi interior la sensación de que me faltaba algo. Tenía unos 15 años cuando manifesté en casa esta inquietud.

De la Iglesia católica y de la ortodoxa siempre me habían llamado la atención la piedad litúrgica, el silencio en el interior del templo, la alegría y la paz. Además, con su belleza, arte, decoración y, sobre todo, la celebración de la Misa, sus iglesias me producían un cierto atractivo. De joven estaba muy interesado en la filosofía, y devoré la literatura clásica, a la par que ejercitaba el boxeo, mi deporte favorito por aquél entonces.

En Finlandia hay una costumbre muy arraigada entre los jóvenes luteranos de entre 15 y 16 años. Se trata del campamento de Confirmación. Suelen ser dos semanas de verano donde se imparte un curso de formación cristiana a los jóvenes que desean recibir la Confirmación. Esta te posibilita recibir la sagrada Comunión sin necesidad de ir acompañado de un adulto. Hoy en día participa en esos campamentos más del 80 % de los jóvenes finlandeses. Se reza, se canta, se habla, se nada, se organizan barbacoas… Unos días de intenso trato con Dios y con los demás, disfrutando de los bosques y lagos que ofrece la naturaleza finlandesa. En ese encuentro siempre hay un pastor y algunos voluntarios jóvenes, que han sido formados especialmente para esa ocasión. Yo también fui uno de esos jóvenes voluntarios. Ayudé a decenas de jóvenes a acercarse más a Dios y a la Iglesia.

Allí conocí a un pastor luterano que estaba terminando su tesis doctoral en la Universidad de Helsinki y estaba muy interesado en la práctica piadosa católica. Con él tuve largas e interesantes conversaciones sobre filosofía, sobre todo la Ética a Nicómaco, de Aristóteles. Al mismo tiempo, este pastor me enseñó a vivir una vida contemplativa con ayuda de una intensa oración.

En esa época me venía a la cabeza con frecuencia la Iglesia católica. Aproveché mi confianza y amistad con ese pastor para charlar sobre algunos aspectos de la doctrina católica. Me explicó el significado del Papa y su ministerio en la Iglesia católica, y la diferencia de concepto de sacramento en las dos Iglesias. Además, me explicó el papel particular del sacerdote católico en la Iglesia. Con gusto me corrigió algunas ideas imprecisas que tenía yo sobre el culto a la Virgen María y a los santos, el purgatorio y la infalibilidad del Papa. Esas conversaciones, llenas de paciencia por parte del pastor, fueron decisivas en mi decisión de incorporarme a la Iglesia católica más adelante. De hecho, me preguntaba a mí mismo por qué no somos todos católicos. Esto, precisamente gracias a la honradez de un pastor luterano.

Comencé a participar activamente en programas que se organizaban a jóvenes en diversos campamentos y clubes juveniles luteranos. También participaba con mis amigos en la actividad que ofrecía nuestra parroquia. Pero poco a poco noté en mi interior que mi vida luterana se quedaba corta. Faltaba algo más. No me llenaba totalmente. En ese momento intuí que ese vacío lo llenaría totalmente la Iglesia católica: allí encontraría la plenitud de los medios de salvación y los medios para mi plenitud como cristiano.

No había ninguna razón humana para tomar esa decisión; es más, esas razones eran más bien contrarias. Tampoco había ningún deseo ardiente o una gran evidencia en la decisión. Sólo un pequeño barrunto que rondaba en mi mente y corazón.

Mi madrina de bautismo, con el transcurso del tiempo, había pasado de ser una activa luterana a una agnóstica convencida. En un día de Navidad, escuchando una homilía de Juan Pablo II en la radio, decidió hacerse católica. Teniendo yo este barrunto decidí acudir a ella. Me habló de su vida de fe como católica en Finlandia, donde eran minoría y las parroquias se contaban con los dedos de una mano. Me causó mucha impresión su coherencia de vida. Tantas veces sola y lejos de otros católicos, y a la vez muy unida a todos los católicos del mundo. Decidí ir a Misa con ella cuando viajara a Helsinki. Allí me presentó al sacerdote.

Después decidí ir a Misa, ya solo, todos los domingos. Para un luterano no es obligatoria la asistencia a la misa dominical, y de hecho se suele ir sólo dos o tres veces a lo largo del año. Sí, en cambio es habitual ir a la parroquia para rezar, cantar, beber café o comer algo y charlar sobre temas referentes a la fe. Para mí era un salto de cualidad y cantidad muy grande. Pero lo intenté.

Comencé a ir a misa dominical en Kouvola, donde conocí a su párroco, un cura de origen polaco. En ese momento en la Iglesia católica en Finlandia apenas se llegaba a los 20 sacerdotes, todos extranjeros menos uno. Desde el primer momento me sentí en casa. Tenía la seguridad de que al entrar por primera vez por la puerta de esa parroquia ya no podía haber más excusas o hipocresías en mi vida. Pasar por esa puerta era no dar marcha atrás jamás. Había de vivir coherentemente como cristiano católico. Allí comencé un curso semanal sobre la doctrina católica, y la Misa del domingo se hizo carne de mi carne. Al cabo de un tiempo prudente, cuando ya estaba preparado, me incorporé a la Iglesia católica profesando el Credo y recibiendo el sacramento de la Confirmación. A esa ceremonia tan especial para mí asistieron también muchos amigos luteranos.

Cuando me preguntan por qué me incorporé a la Iglesia católica, no sé explicarlo bien con palabras. Era claro que mi familia, mis parientes, mis amigos habían influido decisivamente. Es más, conté siempre con su apoyo. Y, curiosamente, todos ellos son luteranos. Veo claro que Dios llama a través de otras personas. Por otra parte, fui fiel a ese barrunto que sentí en mi interior, produciendo un enorme cambio en mi vida: de un pequeña semilla ha crecido un árbol.

Para mí la incorporación a la Iglesia católica no es un fin en sí misma, sino un comienzo. Como luterano me sentía un poco individualista. Sí, rodeado de gente, pero yo solo, con mi propia vida y mi propia salvación. Además, comprobé cómo el significado del sacerdocio ministerial luterano iba debilitándose para hacerse cada vez más mundano, acorde con las circunstancias que la sociedad dictamina. Esto causó en mí una reacción muy fuerte de rechazo.

En la Iglesia católica vi que los sacerdotes son administradores de los misterios de Dios. Yo disfrutaba al recibirlos: la confesión de vez en cuando, la santa Misa y mi vida de oración. Considero que la participación en la misa dominical es una medicina eficaz para mis propias heridas, defectos y preocupaciones. La regularidad en la oración y los sacramentos me protegen de muchos males. Una buena y sana alimentación nunca daña, aunque a veces no reciba suficiente.

Ahora estoy casado. Mi mujer es luterana y tenemos dos hijas pequeñas bautizadas en la Iglesia católica. Vamos a Misa juntos, rezamos juntos e intentamos formar a las niñas en la fe católica. La ayuda de mi mujer en esta tarea es imprescindible. Dice mucho de su generosidad y entrega, pues aunque sea luterana acepta totalmente la decisión que tomamos sobre la educación católica de nuestros hijos. Para esto, el mejor modo de formar a mis hijos es con mi propio ejemplo de buen católico. Cuando mi mujer quedó embarazada de la primera hija que hemos tenido empecé a entender mejor que estoy llamado a ser mejor persona, mejor cristiano, mejor católico y, sobre todo, mejor padre.

Hace dos años me encontré de casualidad con isä Raimo, sacerdote del Opus Dei y vicario general de la diócesis, en el aeropuerto de Oulu en el centro del país, cuando despedía a mi hermano recién casado. A isä Raimo le conocía de hacía tiempo, pero vivíamos a una distancia de más de unos 400 kilómetros. Pocos días antes de encontrarnos en el aeropuerto, me había trasladado con mi mujer y mis dos hijas a vivir a Helsinki. En esta ciudad comenzaría mi doctorado en Ciencias Económicas. Me preguntó si pudiéramos encontrarnos algún día en Helsinki. Comencé a tener regularmente dirección espiritual con él y así también fui conociendo el Opus Dei. Con la ayuda que estoy recibiendo noto como crezco pasito a pasito en mi vida interior, entendiendo mejor qué significa el amor a Dios y a los demás y el olvido de uno mismo. Quizá el foco que como luterano tenía hacia mi propia salvación se abre ahora a esa dimensión de servicio a los demás. He sido elegido para el apostolado comenzando por mi propia familia y amigos allá donde me encuentre.

Cuando mis amigos me preguntan qué significa ser cristiano, les respondo que significa imitar a Cristo, intentar cada día en casa, en el trabajo, con los amigos, poner a las personas antes que a uno mismo, intentando amarlas a todas.

Para mí, ser católico significa que acepto y entiendo con alegría que necesito la ayuda que me ofrece la Iglesia, especialmente a través de los sacramentos, precisamente para imitar a Cristo y servir con amor a los demás.

En la Misa, Dios mismo se entrega de nuevo por nosotros en su humildad bajo la forma de pan y vino, para poder vivir dentro de nosotros y transformarnos por dentro, haciéndonos semejantes a Él. Cuando no somos capaces de amar al prójimo, Él nos ofrece el perdón a través del sacramento de la Penitencia. Así, del mismo modo también nosotros aprendemos a humillarnos y perdonar a los demás.

“Cuando me preguntan que por qué me incorporé a la Iglesia católica no sé explicarlo bien con palabras. Yo fui fiel al barrunto que sentí en mi interior. Para mí la incorporación a la Iglesia católica no es un fin en sí misma, sino un comienzo”. “Mi mujer es luterana y tenemos dos hijas pequeñas bautizadas en la Iglesia católica. Vamos a misa juntos, rezamos juntos, e intentamos formar a las niñas en la fe católica. La ayuda de mi mujer es imprescindible”

El autorVille Savolainen

Evangelización

Tapani Ruotsalainen: “El testimonio común de una misma fe sería de gran fuerza”

Omnes·18 de abril de 2017·Tiempo de lectura: < 1 minuto

Tapani Ruotsalainen es pastor de la iglesia luterana, y está al cargo de una comunidad cercana a Laponia. En esta entrevista ofrece para Palabra un testimonio personal acerca del significado de la reforma protestante y del esfuerzo ecuménico que impresiona por su honestidad.

Raimo Goyarrola, Helsinki

¿Qué ha significado para usted la Reforma luterana?

–Soy de un pueblecito del norte de Finlandia. Cuando era niño, si eras cristiano, la única posibilidad de pertenecer a la Iglesia era en la Iglesia luterana. Cuando se hablaba de Iglesia, para mí sólo era la Iglesia luterana. En el norte del país no había ni católicos ni ortodoxos. Sí había algunos miembros de las Iglesias libres reformadas, pero muy poquitos.

Estando ya en el colegio oí hablar de la Iglesia católica en clase de religión y en clase de historia. He de reconocer que era una visión muy parcial, totalmente sesgada desde el punto de vista luterano. En la década de los años 1960-1970 los medios de comunicación finlandeses apenas informaban sobre la Iglesia católica. Hoy en día la situación ha cambiado radicalmente…

Recursos

Lo que sucedió, lo que conmemoramos

Omnes·17 de abril de 2017·Tiempo de lectura: < 1 minuto

Hace 500 años, Martín Lutero redactó un escrito que contenía 95 tesis oponiéndose a la práctica de las indulgencias, y lo fijó en la puerta de la iglesia del palacio de Wittenberg el 31 de octubre de 1517. Rápidamente difundidas por toda Europa. ¿Cuál fue el significado de aquel paso? ¿Qué conmemoramos en este aniversario?

Pablo Blanco Sarto

Universidad de Navarra

[email protected]

Como preparación del 500 aniversario de la muerte de Lutero, los obispos católicos y protestantes de las regiones alemanas de Turingia y Alta Sajonia –lugares ligados al reformador alemán− publicaron en febrero de 1996 una pastoral conjunta, en la que se destacaban algunos aspectos positivos de la figura de Lutero, a la vez que lamentaban la crisis que experimentó la Iglesia en el siglo XVI. Entre los aspectos positivos promovidos por el reformador alemán, los prelados germanos destacaban el amor a la Escritura y la profundización en la doctrina de la justificación. Para Lutero esta doctrina supuso el redescubrimiento de la misericordia de Dios: él mismo describe cómo, al estudiar la Escritura, llegó a la idea de que la justicia de Dios no es la de un Dios cruel que castiga al pecador, sino el amor misericordioso por el que Dios justifica al pecador.

Lo que sucedió

Continuaba el texto de 1996 suscrito por ambas confesiones: “Los estudios sobre la historia de la Reforma llevados a cabo en los últimos decenios con espíritu ecuménico, nos muestran hoy un cuadro más matizado de lo ocurrido entonces”, liberados ya de la fuerte carga pasional y polémica de las circunstancias de la época. “Después de siglos de disputa” –añaden−, “hemos llegado a la conclusión de que estamos de acuerdo en algunos puntos esenciales”…

Vaticano

Card. Baldisseri: “La Iglesia quiere ayudar a los jóvenes a comprender los valores”

Giovanni Tridente·12 de abril de 2017·Tiempo de lectura: 9 minutos

Ante la próxima Asamblea del Sínodo de los Obispos, prevista para octubre de 2018, PALABRA ha entrevistado al Secretario General del Sínodo, el cardenal Lorenzo Baldisseri, para conocer de primera mano cómo marcha la maquinaria organizativa. El tema será “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”. De este modo, la Iglesia “se pone a la escucha de la voz, de la sensibilidad y de la fe de los jóvenes”.

Giovanni Tridente, Roma

Amante de la música clásica y consumado pianista, el cardenal Lorenzo Baldisseri nos recibe en la segunda planta del Palacio de Bramante, en Via della Conciliazione 34, donde tiene su sede la Secretaria General del Sínodo de Obispos. Nos acompaña durante la entrevista un piano de cola, en el que el cardenal tocará antes de despedirse una agradable composición en honor de la Virgen.

Natural de San Pedro in Campo, en la Toscana, es sacerdote desde 1963 y obispo desde 1992. Antes de trasladarse a Roma, trabajó durante 39 años en diversas Nunciaturas de cuatro continentes: desde Haití a la India y de Japón a Paraguay, pasando por París.

Como Secretario del Colegio Cardenalicio siguió de cerca los trabajos de las Congregaciones generales del último pre-Cónclave. El día de la elección al Solio pontificio del Papa Francisco, este colocó su solideo cardenalicio en la cabeza de Lorenzo Baldisseri, como preconizando su inmediata creación cardenalicia, que se confirmó en 2014, cuando ya había asumido la guía de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos.

En esta entrevista para Palabra adelanta algunas particularidades del próximo Sínodo sobre los jóvenes.

Eminencia, háblenos un poco de usted. Sabemos, por ejemplo, de su pasión por el piano y por la música clásica…

–La música me ha acompañado siempre a lo largo de toda mi vida. Es una pasión que he cultivado desde joven, y luego en los años de seminario en Pisa. Durante los cinco años que fui párroco me inscribí en el conservatorio para perfeccionar los estudios de piano. Me trasladé luego a Roma, donde completé los estudios de derecho, teología y música.

Finalmente, estuve estudiando en la Pontificia Academia Eclesiástica. A partir de ese momento, con ocasión del servicio diplomático he viajado a varios lugares. La primera etapa fue la Nunciatura de Guatemala. Luego, he desarrollado este trabajo durante 39 años, antes de volver de nuevo a Roma.

¿Qué recuerda de esos años como Nuncio apostólico en varios países: Haití, India, Japón, Paraguay y también en París?

–Han sido años muy interesantes, tanto desde el punto de vista eclesial, como desde el punto de vista político, debido a las cosas que han ocurrido. Estos años me han permitido tener una visión amplia de la realidad y, sobre todo, experimentar una Iglesia que es misionera en su naturaleza más profunda. Al salir de Europa y recorrer los demás continentes, he podido descubrir una Iglesia verdaderamente de frontera.

Ha sido, por eso, una experiencia extraordinaria que me ha abierto horizontes y me ha enriquecido, sobre todo si lo pienso en el contraste con otras religiones y culturas. En esto, la música, que es un lenguaje universal e instrumento formidable para las relaciones, también me ha ayudado mucho.

En 2007 participó en la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Aparecida… ¿Conocía ya al arzobispo Bergoglio?

–A decir verdad, conocí al cardenal Bergoglio, como tantos otros arzobispos y obispos, en aquella ocasión, sin un contacto particular más allá de los saludos formales. Yo era Nuncio apostólico en Brasil y no mantenía muchos intercambios con Argentina.

Más bien considero que nuestras relaciones comenzaron a consolidarse durante la fase del pre-cónclave. Como secretario del Colegio cardenalicio, me encargaba de asistir al Decano en la dirección de los trabajos de la doce Congregaciones generales, y probablemente el futuro Pontífice consideró que estaba desarrollando bien esa tarea. Cuando me llamó a dirigir la Secretaría del Sínodo de los Obispos se refirió a aquella experiencia y a esos aspectos organizativos como motivos por los cuales me confiaba esta nueva misión.

Pasemos a hablar de la actualidad. Después de las familias, los jóvenes. ¿Como ha surgido la elección del tema del Sínodo de los Obispos que se desarrollará en octubre del próximo año?

–Para llegar a la elección del tema hemos seguido lo que indica el Ordo Synodi. Después de algunas primeras indicaciones de los Padres que participaron en la última Asamblea General, enviamos una carta a los Consejos de Jerarcas de las Iglesias Orientales Católicas, a las Conferencias Epsicopales, a los dicasterios de la Curia Romana y a las Uniones de Superiores Generales para recoger su parecer. También fue consultado el XIV Consejo Ordinario del Sínodo.

En el primer lugar de la terna de temas que surgieron estaba el de los jóvenes. El Papa, por su parte, quiso consultar a los cardenales reunidos en Consistorio y también en este caso se registró cierta unanimidad. Por lo que respecta al tema como tal, hay que decir que incluye a todos los jóvenes de cualquier fe y de cualquier cultura, desde los 16 a los 29 años. Queremos reflexionar sobre la fe; esto es lo que nos proponemos y, en consecuencia, también sobre el discernimiento vocacional.

A partir de la última Asamblea, se han modificado el procedimiento sinodal y el modo en el que cada Padre aporta su contribución. ¿Por qué estos cambios?

–La experiencia sinodal, ya cincuentenaria, nos ha llevado a pensar cómo mejorar el desarrollo de las Asambleas, sobre todo en el terreno de la metodología. Hemos adoptado, por tanto, una dinámica más apropiada a la participación y a la escucha. Consideramos que, del mismo modo, es fundamental la fase preparatoria, y por esto pedimos a las Conferencias Episcopales que hagan un trabajo de transmisión del tema sobre el mismo terreno, de manera inmediata y participativa, y no como algo más bien facultativo.

Nos interesa, en una palabra, que la discusión implique directamente al mayor número de personas en las parroquias y en las distintas agregaciones de fieles. Era necesario, en definitiva, superar el peligro de que la consulta perdiese su significado entre las otras innumerables actividades que se desarrollan en una diócesis.

Esta vez el Papa Francisco ha escrito de su mismo puño y letra una carta a los jóvenes. Una novedad…

–Sí. Diría que ha sido una decisión muy bonita del Papa. Francisco ha querido escribir de su propio puño y letra una carta para que los jóvenes se sientan estimulados y acompañados por su padre común. De este modo el Pontífice capta la estima de los jóvenes y se manifiesta presente desde el principio en el camino sinodal que acabamos de emprender. Y exhorta a los jóvenes a participar activamente, porque el Sínodo es para ellos y para toda la Iglesia, y se pone a la escucha de la voz, de la sensibilidad, de la fe y también de las dudas y las críticas de los jóvenes.

Con anterioridad se había introducido, en la fase preparatoria, el denominado “cuestionario”. ¿Cuál es la utilidad de ese instrumento?

–En primer lugar, el cuestionario nos permite resumir en preguntas el contenido del Documento y desde ahí tener una reacción inmediata respecto a lo que el mismo texto pide. Insistiría en que es parte integrante y no un simple apéndice del Documento.

Los elementos que surjan de las respuestas servirán para la redacción del Instrumentum Laboris, el texto que luego se entrega a los Padres sinodales antes de la Asamblea. Puesto que los tiempos lo exigen, hemos dispuesto también una página web en internet para consultar directamente a los jóvenes sobre sus expectativas en la vida. Ellos mismos podrán así seguir las varias fases de preparación del Sínodo y compartir reflexiones y experiencias.

Ha causado impacto que, además de algunas preguntas generales, exista una parte específica para cada una de las áreas geográficas del planeta…

–En efecto, además de las quince preguntas propuestas a todos, indistintamente, se añaden tres preguntas específicas para cada área geográfica; y se pide respuesta solo a los pertenecientes al continente en cuestión. Esto es también un modo de responder a la objeción de que proponemos a menudo textos demasiado “occidentales”.  Por tanto, es una manera de ampliar el horizonte de la discusión.

Cuando Usted mira el mundo de los jóvenes, ¿qué le viene a la cabeza?

–Pienso que hoy los jóvenes tienen necesidad de superar el miedo al futuro. Se tiene la impresión de que no siguen para nada aquella espontaneidad típica que lleva a lanzarse a la aventura de la vida. Probablemente, porque no tienen las ideas muy claras. Los valores que nosotros teníamos firmemente como referencia en épocas pasadas, hoy están sometidos a dura prueba.

Está luego, además, la variedad de ofertas, por lo que no saben cuál es el camino justo que deben recorrer. Por eso, nosotros como Iglesia, queremos ayudarles en el discernimiento, en comprender cuáles son y dónde se encuentran los verdaderos valores.

¿En qué sentido la Iglesia quiere “escuchar” a los jóvenes?

–El tema de la escucha es fundamental. Por eso el Papa Francisco insiste mucho en aprender a escuchar, y no solo a dictar o a decir.

Este es también, en un cierto sentido, el significado de acompañar. Estar con las personas, físicamente y también a través de los medios de comunicación, significa establecer un diálogo. Si hay actitud de diálogo, tendremos, sin duda, más éxito, porque los jóvenes no quieren ser guiados ciegamente, sino aceptando la orientación solo si hay este espacio de libertad.

Es necesario ayudarles porque, como decía antes, el proceso de maduración se ha vuelto más lento, se han retrasado los años de las decisiones para elegir el propio camino y el propio proyecto de vida.

Esto vale sobre todo en Europa, pero también en otros continentes, pues la globalización hace que en todo el mundo se vivan las mismas inquietudes. Como Iglesia, debemos estar muy presentes en estos cambios.

La segunda parte del documento entra más en lo específico del tema: fe, discernimiento y vocación.

–La “fe” es la propuesta que nosotros hacemos, y debemos explicar que se trata de una persona, Jesús en persona. Los jóvenes no miran demasiado a lo abstracto, a los conceptos, sino que se fijan en las personas; de este modo, el discurso se puede hacer atrayente para ellos. La experiencia de Jesús como persona se convierte luego en testimonio para todos.

En cuanto a la vocación, se trata de preguntarse cómo yo puedo servir a la humanidad. El mismo Jesús ha venido y nos ha trazado el camino. En este punto, nuestra propuesta, confrontándose con el mundo juvenil, se transforma en discernimiento.

Cuando se habla de jóvenes, ¿qué se entiende por “discernimiento”?

–El discernimiento es preguntarse cuál es el camino que puedo emprender en la vida. Esta ruta requiere de alguien que acompañe al joven y le ayude a reflexionar ante la multiplicidad de propuestas, y lo lleve luego a amar a la persona de Jesús como tal, eligiendo el camino que está más en consonancia con su aspiración. No conviene olvidar que el joven ha recibido la fe con el bautismo, pero se volverá estéril si no se la alimenta después.

El tema de la vocación a menudo se asocia hoy al mundo “consagrado”…

–Nosotros queremos, en cambio, darle un valor amplio. Hemos considerado que es importante aumentar el horizonte también en el contexto de la experiencia sinodal precedente, que nos ha dejado una dimensión de la familia todavía más profunda. Y es que la familia es una vocación, una elección de vida. Del mismo modo queremos reflexionar en lo que se refiere a la vida juvenil.

Me parece entender que una parte significativa del Sínodo estará dedicada a la pastoral juvenil.

–Se trata de un aspecto importante, por su especificidad. El mundo juvenil nos llama a un desafío peculiar. Hay necesidad de interesarse por los jóvenes a través de una pastoral renovada, más dinámica, con propuestas creativas. En la tercera parte del Cuestionario del que hablábamos antes, habíamos previsto la modalidad de “compartir las prácticas o iniciativas”. De este modo queremos hacer circular el conocimiento de experiencias, a menudo de gran interés, que se desarrollan en las diversas regiones del mundo, para que así puedan ser de ayuda a todos.

¿Cómo se inserta este recorrido en la próxima Jornada Mundial de la Juventud de Panamá 2019?

–En ese sentido estamos trabajando en estrecho contacto con el dicasterio para los laicos, para combinar juntos los dos procesos preparatorios. Del 5 al 8 de abril, la Secretaría General participará también en el habitual Encuentro internacional que se organiza en el período entre una JMJ y otra. En esta ocasión presentaremos el Documento Preparatorio y la dinámica de consulta en las Iglesias particulares a los responsables de la Pastoral Juvenil de las Conferencias Episcopales.

¿Cuáles son los próximos pasos que dará la Secretaría del Sínodo?

–Entre las actividades más inmediatas, en el mes de septiembre promoveremos una reflexión sobre la realidad juvenil en el mundo contemporáneo, con ocasión de un Seminario de Estudios de tres días de duración, al cual serán invitados especialistas de diversos países, pero que en la última jornada estará abierto a todos aquellos que quieran participar. Sobre la estela de lo que ha dicho el Papa en la homilía del 31 de diciembre de 2016, queremos interrogarnos sobre la “deuda” que tenemos con los jóvenes, pensar en cómo asumir la “responsabilidad” proyectando itinerarios educativos, lugares, espacios, a fin de que se inserten realmente en la sociedad, para así contribuir a la realización de sus sueños por un futuro más justo y humano.

Desde su privilegiado observatorio en Roma, teniendo también la posibilidad de sondear a tantas Iglesias locales, ¿cuál es el estado de la Iglesia hoy en el mundo?

–Considero que hoy la Iglesia en el mundo está en un estado de evangelización misionera, y no solo porque el Papa quiere una “Iglesia en salida”, sino también porque este dinamismo viene desde la base. Una Iglesia misionera en el sentido más vasto de la palabra, que incluye no solo las regiones conocidas como tales, sino a todas en su misma naturaleza.

Si luego pensamos en la intuición del Papa Benedicto XVI de instituir un dicasterio especial para la Promoción de la Nueva Evangelización, que se refiere en particular a Europa, entendemos que este proceso se inició ya hace tiempo. Ciertamente, un impulso fuerte le da cada día el Papa Francisco, el cual no esconde que de joven deseaba ser misionero.

¿Qué nos puede enseñar hoy la vitalidad de las Iglesias jóvenes?

–Nos enseñan que la fe es un gran don. Las Iglesias jóvenes, debiéndose confrontar con otras realidades culturales y religiosas, testimonian la conciencia de haber recibido un gran don, el bautismo, que las eleva espiritualmente y las sitúa en comunión con toda la Iglesia.

Esta universalidad y esta ligazón que sienten con el Papa y los obispos hace sólida su fe y es al mismo tiempo testimonio para todos nosotros.

Evangelización

Una referencia mundial. Ecumenismo en Finlandia

El autor forma parte del grupo oficial de Diálogo luterano-católico en Finlandia. El grupo ultima un documento conjunto sobre la Iglesia, la Eucaristía y el ministerio ordenado que espera presentar al Papa en octubre, en medio de un clima de confianza que califica de excepcional.

Raimo Goyarrola·12 de abril de 2017·Tiempo de lectura: 9 minutos

“Pero éste que habla, ¿es luterano o católico?”. Así preguntaba extrañado un obispo luterano alemán a la persona sentada a su lado. Esto ocurría en el reciente Simposio internacional sobre Lutero y los sacramentos celebrado en la romana Universidad Gregoriana en febrero de este año. El conferenciante en este caso era Jari Jolkkonen, obispo luterano de Kuopio, una ciudad finlandesa. El tema tratado en su exposición fue el sacramento de la Eucaristía según Lutero. Este simposio ha sido patrocinado, entre otros, por el Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos. Asistieron unas 300 personas, venidas en su mayoría desde Alemania. De Finlandia participamos en total 15 teólogos de ambas confesiones, haciendo eco a la invitación expresa que nos hizo el propio Pontificio Consejo.

“Pero éste que habla, ¿es luterano o católico?”. Aunque el motivo de esta exclamación parte de una perplejidad cuanto menos distante, me parece que evidencia muy bien la diferencia entre la actual teología luterana alemana y la finlandesa. Esa pregunta está en el fondo del trabajo que estamos desarrollando en el grupo de Diálogo oficial luterano-católico en Finlandia. Desde hace tres años nos reunimos seis teólogos luteranos y otros tantos católicos para estudiar y profundizar sobre qué es la Iglesia, la Eucaristía y el ministerio ordenado. El documento conjunto va avanzando. Nuestro objetivo es presentarlo al Santo Padre en el próximo mes de octubre.

Este tiempo de coloquio y trato personal nos ha servido para darnos cuenta de lo cerca que estamos en profesar una misma fe, con algunas diferencias explicativas que no implican contenidos opuestos o incompatibles. En la mente de nuestros compañeros luteranos de trabajo ellos se consideran más cercanos a los católicos que a los propios luteranos alemanes. Y así es. La situación en nuestro país es única. Se dice que las comparaciones no suelen ser buenas, y quizás menos en el ámbito ecuménico, pero la realidad muestra que el diálogo ecuménico con los luteranos en los países nórdicos está a años luz del que se desarrolla en el centro de Europa. Dentro de los países nórdicos, Finlandia también es especial, diría excepcional.

Peculiar reforma luterana en Finlandia

Esta excepción que supone Finlandia en buena parte se debe a motivos históricos. La fe cristiana llegó de manos de san Henrik, primer obispo asignado a una sede propia en Finlandia a comienzos del siglo XII. La Reforma luterana entró en nuestro país de manos del rey de Suecia, a cuya corona pertenecían las tierras finlandesas. Todos los historiadores luteranos han reconocido que el motivo fundamental fue de índole económico-social. La Iglesia católica en Finlandia era una Iglesia viva, arraigada en los corazones y conciencias de los pobladores finlandeses.

La Reforma luterana como concepto teológico, litúrgico y disciplinar fue penetrando muy poco a poco en el modus credendi et vivendi del pueblo y de la jerarquía finlandesas. De hecho, se ha documentado que hasta pasado el año 1600 se conservaban todavía sagrarios y culto eucarístico en varias iglesias esparcidas a lo largo de la costa suroeste, donde habitaba la mayoría de la población. Los finlandeses no tenían por qué hacer notar de manera ostentosa, como se hizo en Alemania, su separación con Roma. El pueblo finlandés era sencillo y piadoso. En la actualidad se conservan más de 80 iglesias de piedra. Teniendo en cuenta que la mayoría de las iglesias construidas eran de madera y se quemaron, esta cifra nos habla de una fe muy extendida y profunda: allí donde habitaban varias familias constituyendo un pequeño pueblecito, allí tenían su propia iglesia.

A Mikael Agrikola se le considera el primer obispo luterano. Estudió en Alemania, donde conoció a Lutero y su deseo de reforma. A la vuelta a Finlandia dedicó mucho esfuerzo a la traducción de la Sagrada Escritura, de textos litúrgicos y de oraciones al finés. Fue elegido obispo, ya en separación con la sede de Pedro, por el rey de Suecia. Pero Agrikola no vio con buenos ojos una Iglesia sometida al poder temporal. Quiso escenificar ese descontento volviendo a utilizar los ornamentos litúrgicos que se usaban en la época católica, e hizo un misal basado en el antiguo misal católico aprobado para Finlandia.

De hecho, en Finlandia se ha conservado la línea de una sucesión episcopal y una liturgia que ha seguido desarrollándose en paralelo a la romana. En el diálogo ecuménico actual estamos estudiando si también han conservado la sucesión apostólica. Los luteranos así lo reclaman. Es un tema delicado, pues no se entiende la sucesión apostólica sin la Tradición y sin la comunión universal en el episcopatus unus et indivisus. Algunas diferencias fundamentales en el campo de la moral, y la introducción en 1986 de la ordenación de mujeres, nos hablan de una posible brecha profunda no sólo de componente pastoral sino también doctrinal. Son temas que afrontamos y afrontaremos con sinceridad, respeto a la verdad y confianza en la gracia divina.

Consejo de las Iglesias en Finlandia

Hace justo 100 años se erigió en Finlandia el Consejo Ecuménico de la Iglesias. Desde hace algunos años también la Iglesia católica en Finlandia es miembro pleno de dicho Consejo. En su comité permanente siempre hay un representante de la Iglesia católica. Se ha hecho mucho y se ha avanzado una enormidad. Por poner un ejemplo, se puede afirmar, sin exagerar, que en Finlandia ha nacido el acercamiento afectivo y efectivo que se ha dado a nivel mundial con la Comunidad pentecostal. Aquí tuvimos una reunión oficial con representantes de ambas confesiones, en la que participaron también delegados enviados por la Santa Sede. En ese encuentro sucedió algo especial. El Espíritu Santo tocó las mentes y corazones de todos. Algo así como que de repente desapareció un velo que dificultaba ver la cara del otro interlocutor como hermano en Cristo. Y esto ocurrió en Finlandia.

A la Iglesia ortodoxa de Finlandia, dependiente del Patriarcado de Constantinopla, pertenecen unos 60.000 fieles (casi el 2 % de la población). Con ella hay una relación fraterna llena de cariño y confianza. Nos dejan utilizar sus templos para celebrar la Santa Misa los domingos, debido a la escasez de parroquias católicas. En una ocasión, después de su Divina Liturgia a la que asistí en su catedral de Helsinki, me rodearon los sacerdotes y diáconos exclamando con pena, pero con esperanza: “¡Cuándo seremos una sola Iglesia!”. Coincidimos en que hay que rezar, purificarse y dialogar más. De hecho, meses después, organizamos unas jornadas teológicas donde abordamos los sacramentos y el ministerio petrino. Fue una experiencia única al constatar que prácticamente somos ya una misma Iglesia. Se quedó en abordar con más detalle el ministerio petrino más adelante. Nadie duda de que es el principal escollo.

El ecumenismo es necesario. El gran reto, en mi muy personal opinión, es no reducirlo a hablar y tratar sólo de lo que nos une. Es importante entrar a temas y aspectos en los que hay diferencias de apreciación. Un riesgo real que estamos palpando en el Consejo Ecuménico es centrarnos sólo en lo social, las injusticias, la inmigración, la violencia, las guerras. Hemos de ser valientes para afrontar temas teológicos que nos separan, como nos han insistido varias veces Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco. Sin miedo ni prejuicios, pero se ha de tratar de antropología, de sacramentaria, de moral matrimonial, de bioética, etc.

Tanto con la Iglesia Evangélica Luterana de Finlandia como con la Iglesia ortodoxa vamos a elaborar un temario de temas teológicos para los próximos años, donde avanzar en el conocimiento mutuo intentando limar las posibles diferencias. Indudablemente, para ello contamos con la luz del Espíritu Santo.

Delegación ecuménica en Roma

Desde hace casi 30 años, con motivo de la fiesta de san Henrik, patrón de Finlandia, se viene organizando una peregrinación a Roma videre Petrum. Esta delegación ecuménica se encuentra ininterrumpidamente con el Papa cada mes de enero. Es una delegación reducida, apenas 10 personas. Por parte católica está presente el obispo de Helsinki, cuya diócesis comprende todo el país, a quien acompaña un sacerdote que va turnándose cada año con otros. Por parte luterana participa un obispo, también por turno, con algunos pastores. Este recibimiento oficial del Papa es excepcional. Comenzó después del viaje que hizo Juan Pablo II a Finlandia en 1989. Volvió muy impresionado por lo que vio aquí. A su vuelta ya en Roma mostró su interés en potenciar el diálogo con la Iglesia Evangélica Luterana de Finlandia.

El clima de estos encuentros es muy agradable y familiar. Hay discursos oficiales, obviamente. Pero se respira un clima nada “oficial”. Este encuentro con el Papa es seguido o precedido por una visita guiada a la tumba de san Pedro, donde rezamos por la unidad. Además, cada año se alterna la celebración de una Misa católica y el servicio litúrgico luterano, también llamado por ellos “Misa”. Con un permiso especial de la Santa Sede, en la Misa católica predica la homilía el obispo luterano, y en la Misa luterana predica el obispo católico. Además, esos días rezamos juntos la Liturgia de las Horas.

Este encuentro privado con el Papa, junto a la visita al Pontificio Consejo para la Unidad de los cristianos, donde se tiene una conversación con su presidente, son una muestra más de la excepcionalidad que estamos viviendo en Finlandia.

Diálogo: Iglesia, Eucaristía y ministerio

Pero volvamos al diálogo teológico bilateral con la Iglesia Evangélica Luterana. Tuvimos la última sesión en Roma justo antes del simposio arriba mencionado. Previamente, el cardenal Kurt Koch nos había visitado en Helsinki en 2015. Nos ofreció unas líneas maestras que podríamos seguir a la hora de elaborar el documento. Y allí nos lanzamos con mucha ilusión. Partiendo del misterio de la Iglesia y su sacramentalidad podíamos centrarnos en el sacramento de la Eucaristía. Se trataría de examinar con honradez teológica y en profundidad qué significa la Eucaristía, su celebración litúrgica como memorial del sacrificio redentor de Cristo en la Cruz, como Comunión y como presencia real y sustancial de Cristo. Ante tan inmenso misterio habría que plantearse si hay otro misterio, otro sacramento que haga posible la Eucaristía. Para ello estudiaríamos el ministerio ordenado y su apostolicidad, el episcopado y su sacramentalidad, el ministerio de unidad y su necesidad.

No anticipo los resultados. Sólo pido oraciones. El cardenal Koch, en su discurso inaugural del simposio ya mencionado, hizo referencia a nuestro diálogo finlandés, como documento de referencia mundial. Entre nosotros, los finlandeses, nació una especie de orgullo sano, a la vez que un sentido de enorme responsabilidad. Hasta ahora hemos dado varios pasos de gigante en el acercamiento doctrinal entre nuestras dos Iglesias. ¿Y si, con la gracia de Dios, nos atreviéramos a dar un salto más hacia adelante? Esto se verá antes de la próxima Navidad.

“Cum Petro”, sin dudar. “Sub Petro”, posibilidad abierta

La Iglesia Evangélica Luterana de Finlandia tiene su sede primacial en Turku, la antigua capital de Finlandia, entonces territorio sometido al reino de Suecia. Esa fue la primera sede episcopal, desde la que san Henrik impulsó la evangelización del país. Hoy en día, no son pocos los arzobispos luteranos de dicha ciudad que se presentan como sucesores de san Henrik. Podría sonar a título honorífico o a mera anécdota, pero el caso es que según un sentimiento generalizado dentro de la jerarquía luterana, la actual Iglesia Evangélica Luterana es la continuadora de la Iglesia católica en Finlandia. De una parte, es claro que no es así. Y esto provoca algunos malentendidos. Pero, por otra parte, dice mucho de la idea de fondo: se sienten en continuidad con la Iglesia católica del siglo XVI y en cierto modo en comunión con Pedro.

En la actualidad, cualquier cristiano en el ámbito ecuménico aceptaría la conveniencia de un ministerio de unidad para toda la Iglesia de Cristo. Muchos verían, incluso con buenos ojos, el sujeto de este ministerio en el Papa. Finlandia, como siempre, va por delante. No sólo es conveniente este ministerio de unidad, sino que es también necesario. La Iglesia Evangélica Luterana acepta un ministerio de unidad, y éste sería el ministerio petrino. La comunión cum Petro es necesaria para estar en comunión con la Iglesia universal. El interrogante se plantea cuando se pregunta qué significa sub Petro. En el diálogo estamos intentando responder conjuntamente a esta crucial pregunta. Dios mediante, en el documento se ofrecerá una respuesta con las condiciones luteranas finlandesas para aceptar el sub Petro.

Iglesia en salida

Me gusta considerar, y se lo dije personalmente al Papa Francisco el mes pasado, que la última palabra que Jesús pronunció antes de subir a los cielos fue “Finlandia”. “Estaré con vosotros hasta el fin del mundo”. En un mapa de la tierra en dos dimensiones, al menos en Europa, Finlandia queda arriba del mismo. Las nieves y hielos de la separación se están derritiendo. Rezando, dialogando y trabajando juntos esa agua divina irrigará también otros países y diálogos ecuménicos.

Ha llegado la hora de anunciar el Evangelio juntos. No hay más tiempo que perder. El mundo, asfixiado por tanta enfermedad personal y social, pide a gritos hidratación, oxigenación y nutrición espiritual. El testimonio común de la Palabra de Dios, sustentado por la oración común, nos llevará a la unidad.

Con ocasión de un viaje largo al norte de Finlandia pasé la noche en casa de un buen amigo mío, pastor luterano. A la mañana siguiente, obviamente con su permiso, celebré la Misa en el salón. El participó muy piadosamente contestando a las diversas oraciones. Al final de la Misa le agradecí haber podido celebrar la Misa. Con ojos húmedos por las lágrimas, me respondió que era él quien me agradecía que hubiera celebrado la Misa, porque “por primera vez Jesús ha estado físicamente en mi casa”.

En definitiva, ecumenismo es dejar entrar a Jesús en nuestra casa, en cada corazón, en cada comunidad, en cada Iglesia. Sólo Él con la fuerza del Espíritu Santo puede llevar a cabo su propia petición al Padre: “ut unum sint”. Y en Finlandia el Espíritu sopla fuerte. n

Algunas referencias

  • San Enrique (Henrik). Apóstol y primer obispo con sede en Finlandia, vivió en el siglo XII. En su fiesta (19 de enero) una delegación ecuménica acude a Roma.
  • Gustavo I de Suecia (Gustavo Vasa). Reinó en Suecia a partir de 1523. Estableció en el país el protestantismo.
  • Mikael Agrikola. Primer obispo luterano, fallecido en 1557. Es considerado el primer escritor en lengua finesa.
  • Porcentajes. El 73,7 % de los finlandeses son luteranos, el 2 % ortodoxos y el 0,2 % católicos.
El autorRaimo Goyarrola

Corresponsal de Omnes en Finlandia.

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Cultura

Rilke y la joven poeta

Hace más de 100 años Rainer Maria Rilke escribió diez cartas a un joven poeta que deseaba aprender a escribair poesía. Aquellas cartas, reunidas en un libro memorable, siguen siendo actuales porque interpelan vitalmente a aquellos lectores de hoy que anhelan ser poetas.

Jaime Nubiola·11 de abril de 2017·Tiempo de lectura: 4 minutos

Desde hace años el libro que regalo con más frecuencia a los estudiantes que se me acercan para preguntarme cómo aprender a escribir es la obra de Rainer Maria Rilke (1875-1926) Cartas a un joven poeta, publicada originalmente en 1929. En ese volumen se reúnen las diez cartas que entre el 17 de febrero de 1903 y el 26 de diciembre de 1908 escribió Rilke al joven Franz Xaver Kappus, estudiante entonces en la Academia Militar de Viena. Hace varios años regalé ese libro a la joven poeta Ana Gil de Pareja y me encanta traer hoy a estas páginas algo de lo que me escribió después de su emocionada lectura: 

«Comencé a leer Cartas a un joven poeta ensimismada, subrayando página a página lo que me llegaba al corazón. Se trata de un libro que hay que releer cuando la vida tira de más de una parte de nosotros mismos, cuando estamos desesperanzados, cuando sentimos una angustiosa soledad o cuando necesitamos un buen consejo que ahonde en la profundidad del alma”. Eso es lo que más admiro de este libro de Rilke: que lo que pudo ayudar al joven poeta con aquellas cartas llega a lo más hondo de un lector de hoy.

Rilke con sus cartas consigue despertar la inquietud del futuro escritor no mediante la persuasión, sino por medio de la enseñanza. Es todo un maestro en despertar la pasión de la vocación literaria de Kappus, mostrándole el placer de ver más allá de lo que muchos ven, es decir, descubrir la belleza de lo ordinario. “Si su vida cotidiana le resulta pobre no la acuse a ella; cúlpese a sí mismo, dígase que no es lo suficientemente poeta como para extraerle sus riquezas. Para el verdadero creador no hay pobreza ni lugares comunes” (p. 24). Con sus cartas Rilke guía la atención del joven hacia lo verdaderamente importante. Y, en cierto modo, guió también mi descubrimiento de lo auténticamente valioso. 

El gran poema puede no gustar a todos, pero nuestras almas no son muy distintas unas de otras. Todos hemos sufrido dolores semejantes, pues todos, de un modo u otro, vestimos la misma piel. Es el poeta quien sabe describir las sensaciones que percibe, describe su aspecto, su aroma, sus reacciones al entorno, sus heridas y cicatrices… Él es quien se encarga de hacer una auténtica joya de lo ordinario en bruto; el poeta viene a ser un pulidor de la realidad.

El oficio de pulidor consiste en borrar todas las marcas que han quedado en la joya a lo largo de su elaboración. Debe estar atento para concentrarse en tratar las joyas que le confían con la máxima delicadeza. La paciencia es también una cualidad necesaria en este trabajo, ya que el acabado de las joyas puede requerir mucho tiempo. Por tanto, además de la habilidad y precisión necesarias para llevarla a cabo lo que sobre todo necesita es un gran deseo de convertir su trabajo en una obra de arte.

Ha escrito Simone Weil que la inteligencia no puede ser movida más que por el deseo y creo que así entiende Rilke la labor del poeta. El auténtico poeta escribe no porque nazca con la pluma en la mano, sino porque lo que en verdad nace de él es un gran deseo de escribir y una profunda necesidad de hacerlo. La labor de un artista surge porque realmente desea crear su obra, porque nace de lo más hondo de su ser darle vida para dar vida a quienes la contemplen. 

Al leer aquellas páginas sentí que mi gran ilusión era –al igual que Kappus– la de ser una gran poeta. Sin embargo, ¿cómo podía entonces saber si la poesía era lo mío? “Pregúntese en la hora más silenciosa de su noche: ¿tengo la necesidad de escribir? Sumérjase en lo más íntimo de su ser para obtener una respuesta. Y si fuese afirmativa, si se ve capaz de contestar a esta grave cuestión con un simple y rotundo ‘Sí, debo’, construya entonces toda su vida en torno a dicha necesidad” (p. 23). Hasta la famosa cantante Lady Gaga lleva tatuada en su brazo izquierdo esta frase en el alemán original. Procede de la primera de las cartas y muestra, con especial detalle, el punto al que quiero llegar. Es posible que mis escritos no sean mejores que los de los grandes escritores, pero son trozo y voz de mi propia vida. Por ello, debía cuestionarme si era mi deber alzar mi voz para que pudiese ser escuchada, porque nadie más podría decir lo que yo tenía que decirle al mundo. Mis palabras eran y seguirán siendo únicas e irrepetibles.

Ante este descubrimiento, el alma de un escritor inquieto no queda indiferente. Este libro avivó mis ilusiones por mostrar la riqueza de lo ordinario, por contarle al mundo las grandes historias que aún no han sido contadas porque todavía nadie las ha descubierto. Esas historias que desde mucho tiempo atrás nos pertenecen y que al darles vida pueden llegar a pertenecer a otros. En definitiva, descubrí que mi vocación era la escritura, pues lo bello no estaba solo en mis escritos, sino sobre todo en su finalidad, esto es, en lo que provocan en quienes los lean. Entendí que ese efecto nace en cada alma singular: el éxito del escritor reside en la autenticidad de su alma y en cómo consigue mostrarla al mundo de modo transparente, sin sombras ni contrastes. El gran poeta no triunfa porque escriba cosas excelsas, sino porque transmite una creencia propia a quienes tienen capacidad de creer lo mismo que él cree. Creencias y miradas profundas, únicas e irrepetibles, que embellecen el mundo: en eso trabaja el joven poeta».

Hasta aquí lo que me escribía la joven poeta Ana Gil de Pareja. Por este hermoso testimonio –y por tantos otros que he acumulado en estos años– me parece que vale la pena seguir recomendando hoy la lectura de este libro.

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Reverendo SOS

Vitaminas y minerales (y II)

Se ha extendido la percepción de que conviene tomar suplementos de vitaminas y minerales, en todo caso. ¿Es cierto? En particular, ¿qué función alimentaria cumplen los minerales y dónde se encuentran?

Pilar Riobó·11 de abril de 2017·Tiempo de lectura: 3 minutos

Los minerales son, como las vitaminas, micronutrientes que participan como coenzimas en el metabolismo de los nutrientes, tienen funciones estructurales (como el calcio y el fósforo, constituyentes del esqueleto), participan en el transporte de oxígeno a los tejidos (como el hierro, esencial para formación de los glóbulos rojos de la sangre), o intervienen como constituyentes de las proteínas musculares (es el caso del hierro) o de las hormonas tiroideas (el iodo). Además, el calcio participa en funciones de transmisión de señales nerviosas en el cerebro y en el músculo. Otros minerales, como el sodio (constituyente de la sal común) controlan el equilibrio del agua y los niveles de tensión arterial.

El potasio es el principal ión que se encuentra en las células. Junto con el sodio y el cloro interviene en la hidratación del organismo y en la transmisión neuromuscular. Debido a su importancia fisiológica, todos ellos están sometidos a una fina regulación en el organismo, principalmente gracias a la acción del riñón, por lo que no suelen producirse variaciones importantes en su nivel en el organismo, salvo que haya una patología subyacente.

En el organismo, el 65 % del hierro se encuentra formando parte de la hemoglobina. Esta proteína, contenida en los glóbulos rojos, es la encargada de transportar el oxígeno desde el pulmón a los tejidos. El resto del hierro forma parte de la mioglobina, proteína que se encuentra en el músculo y le cede oxígeno cuando lo precisa, y que también se almacena en el hígado o el bazo. Desde estos depósitos, el hierro es movilizado para formar más hemoglobina cuando es necesario.

El déficit de hierro impide que se sintetice la hemoglobina. Esto es lo que se llama anemia ferropénica. La deficiencia de hierro es muy frecuente sobre todo en adolescentes y en mujeres en edad fértil, y en las mujeres embarazadas, que tienen mayores requerimientos. En las personas mayores, la razón más frecuente de anemia ferropénica son pérdidas crónicas, sobre todo a nivel gastrointestinal, aunque sean de pequeña cuantía, y siempre debe buscarse su causa.

Algunos micronutrientes (las vitaminas A y E, el selenio, y el zinc) tienen capacidad antioxidante, por lo que evitan la formación de radicales libres (que se han relacionado con el envejecimiento, con la génesis de tumores, con la formación de cataratas, con la aterosclerosis y con el infarto de miocardio). 

El calcio y el fósforo juegan un papel primordial en la formación del hueso. Debido a la dieta occidental e hiperproteica que tomamos, no suele haber deficiencias de fósforo, aunque es frecuente que la ingesta de calcio no llegue a cubrir los requerimientos. En concreto, éstos son elevados en los niños y adolescentes, época en la que se está formando el hueso y se llega al llamado “pico de masa ósea”. A partir de este momento, cuando el hueso es más fuerte, se irá perdiendo hueso muy lentamente. La pérdida de masa ósea se acelera en la época de la menopausia, al faltar las hormonas sexuales femeninas, por lo que los requerimientos son también elevados en torno a esos años. Se ha demostrado que la alta ingesta de calcio en esta época de la vida atenúa la pérdida; si es acelerada, o si el pico de masa osea al que se llegó en la adolescencia no es adecuado, aparece más fácilmente osteopenia y luego osteoporosis (“hueso poroso”, que se rompe fácilmente con traumatismos pequeños), con sus temidas consecuencias (fracturas de cadera, vertebrales, del radio…).

Entonces, ¿es necesario tomar suplementos farmacológicos de vitaminas y minerales? Si se realiza una dieta abundante y variada, y no se padecen enfermedades, generalmente no es necesario: las vitaminas están contenidas en los alimentos. Hay casos concretos, como los antes mencionados (anemia por carencia de hierro, deficiencia de sol, aporte de calcio en la menopausia, vitamina B12 en ancianos, problemas de mala absorción…) en los que sí que puede interesar consumir suplementos vitamínicos, siempre tras consultar con su médico.  

Los principales minerales y sus fuentes alimentarias se muestran a continuación:

  • Hierro: carne, morcilla, huevos, legumbres;
  • Calcio: productos lácteos, raspa de los pescados;
  • Fósforo: carne, pescado, lácteos, huevos;
  • Magnesio: verduras, legumbres, frutos secos, carne, chocolate, mariscos;
  • Sodio: sal común;
  • Potasio: frutas, verduras y hortalizas;
  • Iodo: sal iodada, pescados;
  • Selenio: mariscos, riñones, hígado y carne;
  • Zinc: ostras, carne, hígado, huevos, leche.
El autorPilar Riobó

Médico especialista en Endocrinología y Nutrición.

Iniciativas

Una pastoral juvenil para el siglo XXI

Cada generación hace presente el mensaje de Jesucristo en su época, con su lenguaje y en su propia cultura. La pastoral juvenil no permanece ajena a estos cambios, y debe presentar la belleza del cristianismo de modo adecuado. Una experiencia como Life Teen puede dar pistas sobre modos de catequesis:  participativa y en un lenguaje actual, sin recortes en la doctrina y con una práctica sacramental profunda.

Pablo Alfonso Fernández·11 de abril de 2017·Tiempo de lectura: 4 minutos

El próximo Sínodo de los obispos, previsto para el año 2018, se centrará en los jóvenes y el discernimiento vocacional. Cuenta ya con un Documento preparatorio que se ha hecho público a comienzos de este año. Este texto ayuda a enfocar hoy de modo adecuado la pastoral juvenil, y como en otras ocasiones, incluye un cuestionario al final cuyas respuestas servirán de base para elaborar el Documento de trabajo para el Sínodo. El tono es optimista y esperanzado, y su lectura anima a la Iglesia a percibir la voz del Señor a través de los jóvenes que, también hoy, saben distinguir los signos de nuestro tiempo. Como se dice en la introducción de este Documento, al escuchar las aspiraciones de los jóvenes, se puede entrever el mundo del mañana y las vías que la Iglesia está llamada a recorrer.

Son muchos los agentes de pastoral que trabajan con gente joven, y en ocasiones su dedicación no muestra los frutos que se esperan. Esta situación conduce a cierto desaliento, y se puede tener la impresión de que el mensaje de Cristo fuera algo anticuado, que no conecta con los intereses y las aspiraciones de los jóvenes de hoy. Surge entonces la tentación de recortar las exigencias del Evangelio, o de mostrar una figura del cristianismo algo más difusa, que no requiera un compromiso vital tantas veces percibido como costoso. Sabemos que esa no es la solución. De hecho el cristianismo a la carta, al perder su autenticidad, también desdibuja el atractivo de un ideal, de algo por lo que merece la pena luchar. Y los jóvenes de hoy, como los de otras épocas, son quienes buscan mejorar el mundo. Valoran lo auténtico. No se conforman con sucedáneos. Son capaces de compromiso si se muestra el mensaje de Cristo con toda la fuerza y el atractivo que tienen.

Un grupo de jóvenes que funciona

Existen muchas iniciativas que se dirigen a integrar más a los jóvenes en proyectos de vida cristiana. Una de ellas es el método de Life Teen, que tuvo su inicio en 1985 en una parroquia de Arizona, en los Estados Unidos, y hoy está presente en cerca de 2.000 parroquias de más de 30 países. Lo puso en marcha Randy Raus, con el afán de acercar a los jóvenes a Cristo tras vivir un proceso de conversión personal. 

Este padre de familia es ahora el presidente y uno de los fundadores del proyecto evangelizador de Life Teen, que presenta con profesionalidad y entusiasmo en todo el mundo. Cuando comenzó a sentir esta inquietud apostólica tuvo ocasión de conocer a la Madre Teresa y le preguntó: –Madre Teresa ¿qué debería hacer Life Teen? –Llévalos a la Eucaristía. – ¿Eso es todo?, preguntó él; pero, debe de haber algo más. Madre Teresa respondió: –No os preocupéis por los números, ayudad sólo a una persona a la vez y empezad por la que esté más cerca de vosotros en una ocasión.

Las parroquias en las que se implanta el método de catequesis de Life Teen forman grupos de jóvenes que comparten su fe en un tono desenfadado y alegre, al mismo tiempo que viven una propuesta profunda de encuentro con Cristo en la Eucaristía, y de formación semanal en la doctrina de la Iglesia Católica. Los pilares de su formación se encuentran por lo tanto en la Misa, en unas sesiones dinámicas de catequesis y en la comunidad en la que conviven con otros jóvenes.

Life Night: experiencia nueva para adolescentes

En las catequesis de Life Teen se otorga el protagonismo a los propios jóvenes. Antes que la transmisión de una doctrina, las sesiones se organizan con la finalidad de compartir espacios y de aprender a través del encuentro. Existen dos modalidades de sesiones en función de la edad de los participantes: los más jóvenes se incorporan al grupo Edge, y a partir de los 15 ó 16 años se agrupan en el denominado Life Teen

Su dinámica incluye cuatro momentos sucesivos que se nombran en inglés con los términos Gather, Proclaim, Break, y Send. En el primer momento (la reunión), se recibe a los participantes en un contexto festivo, como una merienda o un juego, que permite conocerse y entablar una primera aproximación. A continuación se imparte la catequesis, que explica algún aspecto doctrinal o cuestiones de actualidad que afectan directamente a los jóvenes. Después se comparte el tema explicado en pequeños grupos, donde se favorece la participación de todos. Por último se vuelven a reunir esta vez para un momento de oración.

Las parroquias que utilizan este método reciben tres veces al año materiales específicos para las sesiones de catequesis. Son recursos diseñados para llegar a la cultura de la gente joven, habituada a recibir muchos reclamos a través de los medios audiovisuales. Además se incluyen guías litúrgicas con sugerencias para la predicación y para la música de los encuentros de adoración eucarística. Este es un elemento importante en las reuniones, en especial la música de alabanza, que a través de un ritmo vibrante y melodías pegadizas impulsa a sentir la presencia de Dios y mueve el corazón al diálogo personal con Dios.

Piensa en grande

El último encuentro europeo de Life Teen se ha celebrado en Barcelona en marzo. Allí hubo cerca de 200 asistentes que compartieron experiencias y buscaron modos de hacer más eficaz y profunda la evangelización entre la juventud. Jordi Massegú, el responsable de este método en España, explica que es importante acompañar a los adolescentes allí donde están, y en concreto en las redes sociales que ellos utilizan y en las que están presentes, como Instagram y Snapchat

Al mismo tiempo sugiere que los agentes de pastoral juvenil sepan mostrar sus actividades de modo más atractivo, cuidando por ejemplo la profesionalidad en su organización y difusión, con la confección de carteles de diseño más visual y directo. Existen herramientas específicas para la elaboración de estos materiales, como Worswag o Canva. Por supuesto, el recurso a las redes o la apariencia externa de los materiales no sustituye al trato presencial con la amistad y el acompañamiento sincero que los jóvenes aprecian y contribuyen a generar con su entusiasmo y su iniciativa.

En una audiencia de 2014 a la Comisión para América Latina, el Papa Francisco pensaba en los jóvenes al destacar tres aspectos del encuentro de Jesús con el joven rico: la acogida, el diálogo y la invitación. Este pasaje nos puede ayudar como icono del acompañamiento a los jóvenes, y como explica el Papa, ayudarles a entender que “Cristo no es un personaje de novela, sino una persona viva, que quiere compartir ese deseo irrenunciable que ellos tienen de vida, de compromiso, de entrega. Si nos contentamos con darles un mero consuelo humano, los defraudamos. Es importante ofrecerles lo mejor que tenemos: a Jesucristo, su Evangelio, y con ello un horizonte nuevo, que les haga afrontar la vida con coherencia, honradez y altura de miras”.

El autorPablo Alfonso Fernández

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