España

Proceso de reencuentro, un camino para vivir la comunión sacerdotal

Omnes·23 de abril de 2018·Tiempo de lectura: 4 minutos

La archidiócesis de Valencia está llevando a cabo el Proceso de reencuentro sacerdotal, un proyecto con el que busca “conseguir un diálogo entre los sacerdotes”.

TEXTO – Fernando Serrano

La archidiócesis de Valencia ha planteado un programa que ha llamado Proceso de reencuentro sacerdotal. Se trata de una acción que comenzó en septiembre y finalizará en mayo de este año 2018. A lo largo de estos meses se llevan a cabo retiros, conferencias y seminarios que buscan tratar la identidad sacerdotal, la evangelización y la adoración.

Este proyecto formativo tiene tres pasos. El obispo auxiliar de Valencia, Mons. Javier Salinas, ha explicado en una entrevista a Palabra que, “en el primer paso se pasa revista a todos los elementos que forman parte de la vida de una parroquia. Desde el aspecto más de la persona del sacerdote, hasta las acciones de cómo acoger a los que vienen a la parroquia, la catequesis, la colaboración de los laicos”.

El segundo paso se refiere a la organización de la parroquia y la diócesis y el objetivo final es ver cómo afrontar el futuro. “Espero que después de todo este camino por lo menos lleguemos a unos puntos fundamentales que nos permitan en un futuro afrontar, si es necesario, el repensar de cómo tenemos que ofrecer el Evangelio a los demás con los medios que tenemos”, dice el obispo auxiliar.

Reencuentro sacerdotal como comunión

Esta iniciativa, impulsada por el arzobispo de Valencia, el cardenal Antonio Cañizares, tiene como objetivo “conseguir un diálogo sincero entre los sacerdotes” de cara a la celebración de una Asamblea sacerdotal en otoño de 2018. El Proceso de Reencuentro Sacerdotal nace a partir de la necesidad de hablar y poner en común los problemas de los presbíteros que se plantearon en el Consejo del Presbiterio. De esta forma, estos encuentros se plantean como un reencuentro de cada sacerdote consigo mismo, con el Señor y con su ministerio, también un reencuentro con los demás sacerdotes y con los obispos.

“Para conseguirlo”, explican los profesores de la Facultad de Teología, José Vidal y Santiago Pons, “se quiere iniciar un diálogo que plantee con claridad los problemas y diferencias que vemos en nuestra vida sacerdotal y pastoral, que nos permita hablar sobre los procesos para conseguir la conversión de nuestras parroquias en parroquias evangelizadoras y misioneras, y que nos ayude a descubrir cómo compartir responsabilidades en las diócesis y las parroquias”.

“Se llama reencuentro porque es una forma de reconocer que, a veces, en el camino algunos de los sacerdotes se han desenganchado de la relación, se han aislado. Y se trata de buscar caminos para vivir la comunión sacerdotal”: de esta forma explica el obispo auxiliar de Valencia, Mons. Javier Salinas, la acción de formación que se está llevando a cabo en la archidiócesis de Valencia.

La intención de este proyecto formativo es apoyar a los sacerdotes en las dificultades que encuentran en su labor pastoral. “La sensación del sacerdote en algunas ocasiones es de estar ofreciendo algo a alguien que no tiene interés por ello, de estar haciendo un servicio religioso que después no arraiga en una continuidad de vida”, explica Mons. Salinas. Esta sensación lleva a que el sacerdote caiga o pueda caer en el desanimo al ver que su trabajo no se desarrolla como debería. “En el Consejo episcopal hemos percibido eso y queremos dar un nuevo impulso a los sacerdotes”, recalca. “Vemos un cierto cansancio, un poco no saber qué hacer. Nosotros (el consejo episcopal) salimos al paso ofreciendo este reencuentro”. Intervienen no solamente los obispos de la archidiócesis, sino también la Facultad de Teología con una serie de iniciativas para la formación permanente del clero. “Entonces, desde esa perspectiva, vemos que hay que llegar a otra forma de afrontar esta cuestión. Hay que tocar más el corazón en la vida de los sacerdotes y de ese diálogo es donde surge la iniciativa”.

En relación a la formación que se lleva a cabo en este proyecto, Mons. Salinas resalta la importancia de la escucha personal: “Todas las charlas, todas las aportaciones, tocan ese punto fundamental que apela a la escucha personal del sacerdote. Ante las dificultades que vivimos tenemos dos actitudes: el derrotismo, o la de una oportunidad para ofrecer una nueva respuesta. Pero para eso se necesita la aportación personal”.

Formación periódica

El Proceso de Reencuentro Sacerdotal es otra manera de que los sacerdotes participen de la formación. Para ser sacerdote hay que formarse y estudiar, como en cualquier profesión. Pero esa formación no se queda en el seminario, sino que todos los años, de forma periódica y sistemática, el presbítero recibe clases, charlas o seminarios para poder desarrollar su labor pastoral en las parroquias.

“Todas las diócesis procuran que sus sacerdotes tengan la atención espiritual y la formación permanente de tipo académico cuidada. La diócesis ofrece recursos y medios para que esa formación pueda darse”, destaca el director del Secretariado de la Comisión Episcopal del Clero, Juan Carlos Mateos, en conversación con Palabra. En cada región se llevan a cabo de diferentes maneras. “Cada diócesis tiene un plan, quizá más modesto, de formación. Existen jornadas de formación académica de varios días. Otras que aglutinan formación y convivencia. Hay diócesis que celebran una jornada al mes. Hay otras que las hacen por vicarías”.

Tampoco todas las diócesis las organizan de la misma forma. “Algunas tienen acciones específicas para los sacerdotes más jóvenes y otras para los que llevan más tiempo. En otros lugares lo hacen sin diferenciar”, resalta Mateos. Es importante que “la formación sea sistemática, en el sentido de que el tema que se aborde se haga en una visión de conjunto y en la totalidad y en un plazo de varios años”.

La atención a los sacerdotes gira e muchos casos en torno a los acontecimientos de la vida diocesana. “Muchas diócesis lo que hacen es aprovechar el plan pastoral que se aprueba como modo de evangelización y ponen la formación permanente en esa clave”, explica Mateos, “ lo articulan en torno a fiestas litúrgicas, beatificaciones o canonizaciones… Esto es así para poder vivir bien el evento que se está produciendo. Habitualmente se adelanta para poder ver durante el año académico un tema determinado”.

Proyectos de evangelización

El director del Secretariado de la Comisión Episcopal del Clero destaca que este año muchas diócesis se están centrando en la pastoral juvenil con motivo del próximo Sínodo de los jóvenes. “Aprovechando que va a tener lugar esa cita, formarán a sus sacerdotes para tener una mejor experiencia y provecho de ese evento”. “La Iglesia está muy preocupada de que el Evangelio pueda llegar al corazón de los jóvenes”, explica Mora, y resalta que las parroquias están cuidando la atención a los jóvenes, tanto a los que participan en las actividades como a los que no lo hacen.
Del mismo modo resalta la necesidad de que las parroquias tengan ese cariz evangelizador para poder llegar a todo el mundo. “No sirve la pastoral de mantenimiento, de culto. Lo que hace falta es evangelizar y formar a cristianos maduros y que puedan llegar a la plenitud”.

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Cultura

Fabrizio Caciano “Todas las semanas volvemos con más de lo que salimos”

Omnes·18 de abril de 2018·Tiempo de lectura: 3 minutos

Fabrizio Caciano es el fundador de Puertas de Emergencia, que acompaña a las familias, pacientes, médicos, enfermeras y trabajadores de los hospitales de Lima durante las noches.

TEXTO – Fernando Serrano

“El motivo importante para continuar en las labores de apoyo social es el compromiso como padre con Valentino, mi hijo de 7 años”, señala Fabrizio Caciano. Es uno de los fundadores de Puertas de Emergencia, organización sin ánimo de lucro que busca apoyar y acompañar a los familiares de los enfermos que están en los hospitales de Lima, en Perú. “Aunque también compartimos con los trabajadores de limpieza y seguridad, enfermeras, trabajadoras sociales”.

Una historia de conversión

Fabrizio Caciano nació en Lima. Durante su infancia y adolescencia creció en una familia católica y practicante, y estudió en un colegio marianista. Pero a los 20 años, su vida dio un giro: “A raíz de la muerte de mi madre y de mi mejor amigo en un corto periodo de tiempo, entro en una crisis de fe que duro más de 20 años”.

Estudió Marketing y Administración de Empresas. Desde joven su vida estuvo ligada en labores de solidaridad y concienciación social. “Fui educador de calle y administrador de una ONG que desarrollaba un programa para rehabilitar a niños que consumían drogas”, explica nuestro protagonista; “de esta forma conocí una parte de la realidad bastante diferente a la que estaba habituado”. Durante 14 años recorrió las calles de Lima, pero esa actividad también le permitió conocer otros países. “Estas experiencias me permitieron viajar varias veces a Europa como expositor y participé de varios congresos internacionales sobre temática de vida en calle”.

Un encuentro más personal con Dios tuvo lugar en 2013. “En noviembre de 2013 participé en un retiro de Emaús en la parroquia María Reina. Aquí entendí dos cosas: que Dios existía y que había estado siempre a mi lado”, de esta forma explica lo que consdiera su conversión. “Desde esa fecha, mi visión de la vida gira en ser buen padre, hermano y ciudadano”, y participa activamente en la comunidad de Emaús. “A partir de entonces he ayudado a promover estos retiros y comunidades en otras 5 parroquias de Lima. Mi vida gira en torno al servicio de otras personas a través de las enseñanzas de mi religión”.

Puertas de emergencia

¿Y Puertas de Emergencia? Nos explica: “El origen de Puertas de Emergencia viene de una anécdota personal. Me tocó pasar una noche en la sala de espera de la unidad de cuidados intensivos de un hospital fuera de Lima. Acompañaba a mi padre que fue atropellado. Durante el día hacía mucho calor, pero por la noche la temperatura bajaba mucho y no lo sabía. Vestía ropa muy ligera para la noche. Una señora que estaba a mi lado, con sus 3 hijos, me prestó una manta y otro señor  un pedazo de cartón para que me acomodase en el suelo”. Esta experiencia de solidaridad en medio del dolor le dejó una huella muy grande, y sembró en él una sensibilidad hacia una realidad que es casi invisible para el resto.

Sobre esa base, cuando llegó el año 2016, año de misericordia, Fabrizio quería hacer algo con dos compañeros de Emaús, así que sin darle muchas vueltas, un día, después de las reuniones, decidieron hacer 60 bocadillos, compraron refrescos y acudieron al hospital María Auxiliadora, al sur de Lima.  Esa fue la primera vez, y desde entonces hemos salido todos los miércoles por la noche. A veces regresamos a medianoche, pero nunca hemos dejado de salir”. En la actualidad, “es una plataforma de acción católica que atiende a familiares de pacientes atendidos en hospitales de Lima”.

Compartir el pan

“La premisa del equipo es simple: compartir. Desde el punto de vista de nuestra fe, compartir el pan es lo más significativo que puede haber”, resalta Fabrizio cuando le preguntamos por el objetivo de Puertas de Emergencia. Desean evangelizar, pero “no vamos directamente a hablar de Dios con la gente, se lo mostramos”.

El tiempo trasncurrido, aunque aún escaso, le permite una valoración de la experiencia. “He aprendido muchas cosas en estos dos años. Sobre todo, el valor de pertenecer a una comunidad integrada por personas convocadas por el amor a Jesús. He aprendido el valor y poder de la oración. He visto personas con familiares con enfermedades terminales seguir con fe hasta el final. Se me han acercado personas a pedir oración por su hija, por su madre, tía… todas las semanas regresamos habiendo recibido con más de lo que salimos”.  

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Un momento pentecostal para toda la Iglesia, no sólo para los hispanos

17 de abril de 2018·Tiempo de lectura: 2 minutos

La Iglesia en los Estados Unidos se ha embarcado en un proceso ambicioso de varios años, dirigido a subrayar las prioridades, necesidades y dones de los católicos hispanos. Se llama Encuentro, y pretende ser un efectivo encuentro entre las diversas comunidades hispánicas de este país, así como entre ellas sus compañeros de fe, los católicos no hispanos.

Los católicos hispanos (también llamados latinos) han sido una presencia en Norteamérica desde que los primeros misioneros llegaron a Florida y a lo que ahora son México y California. No siempre ha sido una presencia acogida calurosamente. Los católicos latinos más ancianos recuerdan aún las humillaciones que sufrieron de manos de sus correligionarios, así como de la sociedad en general.

Hoy la historia es diferente: alrededor del 40 % de los católicos de este país son hispanos, y entre los católicos de menos de 18 años llegan al 60 %. En algunas archidiócesis como Los Ángeles ese número llega al 70 %. Las diócesis ofrecen recursos bilingües, y los obispos de los Estados Unidos están abiertos a las cuestiones que afectan a esta comunidad.

No sólo para los hispanos

Dicho eso, sigue habiendo una falta persistente de conciencia entre muchos no hispanos acerca de la bendición que esta comunidad es para la vida de la Iglesia, y una falta de conciencia semejante acerca del significado del V Encuentro.

Sin embargo, cualquier discusión sobre el futuro de la Iglesia católica en los Estados Unidos es imposible sin considerar las prioridades y preocupaciones de esta enorme población católica. Es de aquí de donde la Iglesia sacará sus futuros sacerdotes y obispos, sus catequistas y parroquianos. Es aquí donde tendrá que luchar con los retos del abandono y la falta de identidad religiosa entre los jóvenes.

“V Encuentro”, como se conoce al quinto Encuentro, refleja un proceso que se originó en la Iglesia en Latinoamérica, que es familiar al Papa Francisco y donde la fórmula de “ver, juzgar, actuar” se integró en asambleas como las de Medellín y Aparecida.

Desarrollo

El proceso de preparación para el V Encuentro comenzó con reuniones en pequeños grupos y comunidades cristianos, y luego en las parroquias.

A finales del año pasado y comienzos de este año, ha habido una serie de encuentros diocesanos, donde las reflexiones y preocupaciones percibidas a nivel local fueron compartidas por los delegados.

Ahora las diócesis se están reuniendo en cada una de las 14 regiones episcopales, donde están comparando sus preocupaciones y prioridades, encontrando una base común y haciendo recomendaciones en relación con los asuntos qua habrán de tratarse en el Encuentro nacional en septiembre próximo, en Texas. El tema de la reunión nacional de Grapevine es Discípulos misioneros: Testigos del Amor de Dios.

Todavía es pronto para anticipar conclusiones, pero es claro que los católicos hispanos de los Estados Unidos están encontrando en este proceso una expresión poderosa de solidaridad. Se convertirá en un éxito aún mayor será si todos los católicos llegan a descubrir y valorar este momento de Pentecostés para su Iglesia.

El autorGreg Erlandson

Periodista, autor y editor. Director de Catholic News Service (CNS)

Experiencias

Una catequesis para después de la Confirmación

Omnes·16 de abril de 2018·Tiempo de lectura: 4 minutos

Un motivo habitual de reflexión es la manera de llevar adelante a los jóvenes después del sacramento de la Confirmación. Es frecuente que en ese periodo de maduración humana dejen, en cambio, de responder a las convocatorias de formación o se alejen de la práctica religiosa. Algunas parroquias vinculadas al Camino Neocatecumenal están poniendo en práctica una iniciativa de posconfirmación, con buen resultado.

TEXTO — Gabriel Benedicto, Párroco de la Virgen de la Paloma (Madrid)

La atención pastoral a los adolescentes de entre 12 y 18 años supone actualmente un desafío para la Iglesia. ¿Qué hacer con ellos? ¿Cómo darles la posibilidad de que toquen a Cristo como respuesta existencial a sus deseos y problemas? ¿Cómo hacer que la Palabra de Dios ilumine este tiempo de crecimiento tan importante para sus vidas?

A los 11-12 años dejan de ser niños y caminan hacia la edad adulta, afrontando nuevos retos. ¿Qué quiero estudiar? ¿Qué amigos debo elegir? ¿Cómo madurar y expresar mi sexualidad? ¿Cómo relacionarme adecuadamente con la autoridad de mis padres? ¿Cómo divertirme sin hacerme daño? ¿Cómo superar mis complejos? ¿Cómo vencer el misterio del egoísmo? ¿Cómo ser capaz de amar?

Un posible respuesta

Si a un joven no se le ofrece una pastoral juvenil que responda a estas cuestiones, es muy probable que antes o después abandone la Iglesia… podríamos decir que por pura coherencia, pues no ha percibido que la fe en Cristo puede dar plenitud a su vida.

La pos-Confirmación es una respuesta del Camino Neocatecumental a este desafío de trasmitir la fe a los adolescentes. Esta pastoral es un servicio abierto a todos los jóvenes de la parroquia, que tras recibir la confirmación en 1º de la ESO (secundaria), comienzan un itinerario en pequeños grupos para crecer en una experiencia personal de fe.

A cada grupo se le asigna un matrimonio, al que llamamos “padrinos”, el cual será el responsable de ayudarles a crecer y vivir en la fe de la Iglesia. ¿Por qué un matrimonio? Porque los adolescentes están saturados de palabras; si algo les atrae verdaderamente es el amor gratuito de un hombre y una mujer que testimonia la verdad de Dios.

Los padrinos les abren su casa, comparten la cena con sus hijos, los llevan a casa y esto poco a poco hace que ellos se sientan queridos. Como dijo Dostoievski, “la belleza salvará al mundo”, y en este caso la belleza de la familia cristiana es capaz de salvar a los adolescentes. Cuando los jóvenes son tocados por una experiencia de amor hecha carne que se pone a su servicio, se crea una relación de confianza que permite una intimidad para hablar y escuchar. A la familia se le une la figura del presbítero que acompaña al grupo, asistiendo y presidiendo las reuniones siempre que puede.

Redescubrimiento

En la parroquia Virgen de la Paloma actualmente tenemos 13 grupos de posconfirmación, y puedo decir que está resultando una experiencia fantástica. Los jóvenes descubren, a lo largo de todo un programa de 6 años, la riqueza de los 10 mandamientos como caminos de vida, y aprenden que existen siete adversarios que quieren destruir la imagen de Dios en ellos: la soberbia, la envidia, la ira, la avaricia, la lujuria, la pereza y la gula. Hay una batalla espiritual que Cristo ha ganado para ellos, y se les enseña a luchar descubriendo la fuerza de las virtudes cardinales y teologales en la vida del cristiano y cómo pueden extender el Reino de Dios a través de las 14 obras de misericordia.

Impresiona ver la potencia de la Palabra de Dios en sus vidas, que les hace descubrir que ser cristianos es vivir en la gracia de un Dios que toma la iniciativa, y que en Cristo hace una alianza con nosotros. Cuando escrutan, o especialmente en el campamento de verano donde reciben una palabra para todo el año, contemplamos cómo se va produciendo un cambio en ellos por la gracia y no por un mero moralismo. La Palabra les ayuda a poder pedir perdón a sus padres, a saber decir no a sus amigos cuando lo necesitan, a levantarse cuando tropiezan y a salir de situaciones difíciles.

En el campamento de verano hacemos un rosario nocturno a la 4 de la mañana que concluye con una Eucaristía al amanecer en lo alto de una montaña. Muchos hablan de cómo en medio del silencio y la oscuridad de la noche tienen una experiencia profunda de ese Dios escondido y manifestado en el misterio de la muerte y resurrección de Cristo. Es un momento en que los chicos pueden rezar y encuentran la paz que no han tenido durante todo el curso. Este campamento les ayuda muchísimo para poder empezar el verano poniendo a Dios en medio de sus vacaciones.

Una cosa estupenda es que no sólo ayuda a todos los jóvenes de la parroquia, sino que muchos otros, alejados de la fe, se incorporan a los grupos por amistad y descubren el tesoro de ver el amor de Dios en sus vidas. Unos están sin confirmar, otros sin hacer la primera comunión o incluso sin bautizar.

Planteamiento

Esta pastoral se realiza en algunas parroquias en las que se encuentra el Camino Neocatecumenal los viernes por la tarde, y se estructura en 4 celebraciones.

El primer encuentro se hace en casa de los padrinos, donde se expone el tema que se tratará en las próximas reuniones y los jóvenes pueden hablar libremente de lo que piensan ellos y su entorno acerca del mismo.

En el segundo encuentro se trata de iluminar el tema en cuestión a la luz de la Palabra mediante un escrutinio del texto bíblico, que termina con una puesta en común de qué dice esta Palabra en la vida concreta de cada chico. Este encuentro termina con un pequeño ágape para fomentar la comunión entre los jóvenes y con los padrinos.

El tercer encuentro, que se realiza en la parroquia, el presbítero trata el tema con el Magisterio y la Tradición de la Iglesia, se sigue con un acto penitencial y se concluye nuevamente con un ágape.

En el cuarto y último encuentro se sella el tema en el que se ha profundizado, compartiendo la experiencia recibida a lo largo del mes, y se hace una cena especial, llamada Alianza, en la que cada chico acepta que la Gracia de Dios cumpla en él la palabra tratada.

Para finalizar, tras los seis años que dura la posconfirmación, se hace una peregrinación junto al párroco, como acción de gracias y bendición a Dios por tantos dones recibidos. En ella se presentan tres vocaciones: la vida religiosa, recibiendo la experiencia de una consagrada; el sacerdocio, con el testimonio de un seminarista; y el matrimonio, ahondando en la experiencia de los padrinos.

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América Latina

Unidad en la diversidad: un nuevo impulso para la Iglesia en Estados Unidos

Omnes·11 de abril de 2018·Tiempo de lectura: 8 minutos

Mar Muñoz-Visoso señala que el crecimiento de la comunidad hispana en Estados Unidos está transformando las parroquias en culturalmente diversas. La diversidad étnica y cultural, siempre un desafío, es una riqueza para la Iglesia en ese país. 

TEXTO – Mar Muñoz-Visoso
Directora ejecutiva del Secretariado para la Diversidad Cultural en la Iglesia. Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos

La Iglesia católica en Estados Unidos siempre ha sido muy diversa. Desde que Don Pedro Menéndez de Avilés desembarcara en La Florida en 1565 en el enclave conocido como San Agustín y se estableciera allí la primera parroquia católica en continua existencia en lo que hoy es el territorio estadounidense, sucesivas olas de católicos de diversas procedencias y culturas, unos inmigrantes otros nacidos aquí, han mantenido viva la llama de la fe y pasado la antorcha a las nuevas generaciones.

Históricamente, los cambios geopolíticos y sociales han influido y, a veces, determinado quién debía tomar el liderazgo para establecer Iglesias locales, misiones y diócesis, o crear las estructuras necesarias para hacer posible el trabajo de la Iglesia en un periodo determinado. Aunque eso no deja de ser cierto hoy, la Iglesia católica en los Estados Unidos está en una encrucijada de caminos, un momento de transición o, por así decirlo, en una “crisis de crecimiento”

Transformaciones

En cuestión de números, los católicos se han convertido en años recientes en el grupo religioso más numeroso del país frente a lo que solía ser una mayoría protestante. Paradójicamente, el segundo grupo más numeroso, no seria otra iglesia o denominación cristiana sino el de los “no-afiliados”. No se trata necesariamente en todos los casos de personas ateas, pero sí de individuos que no se identifican con un grupo o “denominación” religiosa en particular, aunque algunos de ellos dicen afirman creer en Dios o ser personal espirituales. Una cantidad significativa de ellos son católicos que se han alejado de la Iglesia, según unas encuestas recientes. Y entre ellos se encuentra un número creciente de latinos.

Por otro lado, el liderazgo de la Iglesia en este país también se ha dado cuenta de que su base demográfica -los que sí están afiliados, sean o no practicantes- ha cambiado considerablemente, tanto en su composición étnica y cultural como en su localización geográfica. Por un lado, la Iglesia está creciendo en el sur y el oeste del país, donde ha habido un incremento significativo de la población años recientes debido a la inmigración y las oportunidades de trabajo. En estos lugares la Iglesia tiene un rostro joven, dinámico, y muy diverso, con creciente sabor latino. Al mismo tiempo, algunas diócesis y comunidades religiosas están cerrando o aglutinando parroquias y escuelas en lugares donde decrece la población o la comunidad a la que esa parroquia servía originalmente ha desaparecido. La falta de vocaciones y de ministros para pastorear dichas parroquias es también una razón importante.

Nuevos modelos

En algunos casos, el modelo parroquial también ha cambiado. Por ejemplo, con la desaparición de la inmigración masiva desde Europa, el modelo de “parroquias nacionales” lideradas por clero de los mismos países de origen de las comunidades (irlandeses, italianos, alemanes, polacos, etc.) cayó en desuso a mediados del siglo pasado, y aunque todavía quedan algunas, son raras. La integración de las sucesivas generaciones y su emigración hacia los suburbios las ha relegado a estructuras nostálgicas a las que se regresa en ocasiones especiales, para fiestas patronales y otros momentos especiales. En muchos casos, estos templos se encontraban a poca distancia unos de otros y no tiene sentido administrativa o financieramente hoy mantenerlas todas abiertas porque no es un modelo sostenible. La base que las originó simplemente ha desaparecido y las necesidades pastorales y espirituales de los católicos que residen en la zona hoy día pueden ser atendidas desde una de ellas.

En algunos casos, sin embargo, carente el espíritu misionero que otrora caracterizara la mayoría de las parroquias estadounidenses, simplemente no se ha hecho un esfuerzo por conocer, invitar y evangelizar a los nuevos habitantes del barrio. En otras palabras, la parroquia que no ha evolucionado con el vecindario ha visto desaparecer poco a poco su base social y económica. Sin embargo, también se han cerrado, en algunos casos de forma inexplicable y con gran escándalo público, parroquias, escuelas y misiones en zonas de alta inmigración católica y latina, así como en barrios pobres.

Hoy día, además de las parroquias territoriales normales, todavía se establecen algunas parroquias “étnicas” para reunir, fortalecer y servir a algunas comunidades -principalmente de nuevos inmigrantes católicos como vietnamitas, coreanos y chinos- cuando necesitan servicios en una lengua u idioma que el clero local no puede ofrecer, y donde la base es suficientemente grande para hacerlas sostenibles. Sin embargo, la gran mayoría se integra a través de parroquias multiculturales que han abierto espacios para el cuidado pastoral de una diversidad de comunidades culturales y lingüísticas. Este modelo, es el que mejor acomoda el crecimiento y las necesidades pastorales de una comunidad hispana de por sí diversa, y con presencia creciente tanto en grandes urbes como en zonas rurales del país. Pero también a grupos étnicos más pequeños que necesitan atención especializada y que no podrían por si mismos sostener una parroquia. Es también, al fin y al cabo, y a pesar de la complejidad que las caracteriza, el modelo de parroquia que mejor refleja la universalidad de la iglesia, donde esa catolicidad se plasma y se vive en las interacciones diarias de sus feligreses, quienes son reflejo los muchos rostros del pueblo de Dios.

Diversidad cultural

El crecimiento masivo de la comunidad hispana, pero también el influjo de inmigrantes de muchas otras partes del mundo, está transformando las parroquias norteamericanas, otrora monolíticas y monolingües, en comunidades culturalmente diversas que se reúnen bajo un mismo techo y comparten párroco, espacios, estructuras y recursos. Y donde también se aprende a compartir la responsabilidad por las instalaciones, los recursos y el sostenimiento de la parroquia. Ciertamente la diversidad de experiencias requiere procesos de educación de todas las comunidades, y particularmente del personal parroquial y el liderazgo.

La convivencia es a veces desafiante, ya que la aceptación mutua e integración de las comunidades no sucede de la noche a la mañana. La visión, eclesiología y expectativas de los diferentes grupos culturales, con respecto al funcionamiento de la parroquia y al papel del párroco y su equipo, puede variar significativamente y causar serias diferencias o a veces hacerlos entrar en conflicto. Sin embargo, allá donde se ha puesto en marcha un proceso integrador e inclusivo -que no “asimilacionista”- basado en la acogida y la reconciliación, las diferentes formas de trabajar y expresar la fe, así como de “ser Iglesia” son vistas como expresión de la universalidad de la Iglesia, y son reflejo del concepto profundamente eclesial y trinitario de “unidad en la diversidad”, donde prima un espíritu de comunión, solidaridad y misión.

Capacitación

Ante la realidad creciente de las parroquias multiculturales, los obispos estadounidenses se han dado a la difícil tarea de promover la capacitación intercultural del clero, los religiosos y los numerosos laicos que, en esta realidad eclesial, ocupan posiciones de liderazgo (directores de evangelización y catequesis, pastoral juvenil, música litúrgica, servicios sociales, administración parroquial y otros).

Por “interculturalidad” se entiende la capacidad de comunicarse, relacionarse y trabajar con personas de una cultura diferente a la de uno mismo. Esas habilidades interculturales requieren el desarrollo de nuevos conocimientos y destrezas, y actitudes nuevas de apertura, escucha, paciencia y curiosidad hacia lo que el otro tiene que ofrecer. Estas capacidades no son aleatorias, ni externas a la misión de la Iglesia, sino intrínsecas y necesarias para el proceso de evangelización y catequesis. Se entiende que uno no puede predicar, enseñar y formar apropiadamente a otras personas en la fe sin atender a las maneras en que la fe y la identidad se encarnan en una cultura.

La diversidad étnica y cultural ha sido siempre una riqueza para la Iglesia en este país. La presencia hispana no es, ni mucho menos, un fenómeno nuevo. Los hispanos han estado presentes y han sido protagonistas de la evangelización de muchos pueblos en territorios como California, Arizona, Nuevo México, Texas, la Louisiana costera, y La Florida, incluso antes de que estos fueran territorios de la Unión Americana. Aunque la influencia española y mexicana palideció con los años y los cambios geopolíticos, las nuevas olas migratorias de la segunda mitad del siglo XX -procedentes en gran parte de México y América Latina- volvieron a enfocar la atención sobre las necesidades, pero también los aportes del pueblo hispano a la Iglesia y sociedad norteamericanas.

En la actualidad, el peso innegable de los números deja sentir con fuerza la presencia latina a lo largo y ancho de la geografía estadounidense. Con respecto a la Iglesia, los católicos hispanos han sido responsables del 70 por ciento del crecimiento de la Iglesia católica en este país durante las últimas tres décadas. Originalmente, gran parte de este crecimiento moderno se debió al influjo migratorio, pero en los últimos años esa tendencia ha cambiado. Hoy día, el crecimiento de las comunidades hispanas se debe más a la fertilidad que a la inmigración. Así, el 60 por ciento de los católicos estadounidenses en edad de 18 años y menores, es ya de origen hispano. Cerca de un 90 por ciento de estos jóvenes son nacidos aquí. Muchos han heredado prácticas religiosas y culturales de sus padres, pero su primer idioma puede no ser ya el español, además de haberse criado con las influencias culturales propias de los Estados Unidos.

Siguientes generaciones

La Iglesia parece llegar con más facilidad a la generación inmigrante, pero está teniendo dificultad en atraer a las siguientes generaciones. Más allá de la comunidad latina, este fenómeno se observa también con otros grupos étnicos. Entre los no inmigrantes, los afroamericanos e indios nativo americanos son un caso peculiarmente doloroso, pues el aislamiento histórico-social y racial de estos grupos en la sociedad norteamericana dictó también en parte el modelo evangelizador de la Iglesia católica con estos grupos. Es realmente impresionante, y ciertamente una obra del Espíritu, la perseverancia de estas comunidades en la fe a pesar la marginalización, la desatención pastoral y, francamente, el racismo que ha infectado algunas veces también a los ministros e instituciones religiosas. Y también a pesar de la falta de aceptación de algunas de sus tradiciones y señas de identidad cultural como expresiones legítimas de la fe y la espiritualidad de esos pueblos. Ante esta realidad no nos sorprende, la falta de vocaciones y de liderazgo pastoral procedente de estas comunidades, con notables excepciones.

En este momento histórico la Iglesia católica en Estados Unidos también ve envejecer y decrecer proporcionalmente su base anglosajona y eurocéntrica, al tiempo que tiene dificultad en conectar con una generación joven muy diversa a quien el modelo de pastoral juvenil anglosajón no ha sabido o ha podido llegar.

El fuerte proceso de secularización y relegación de lo religioso a la esfera de lo privado hacen más urgente y acuciante que nunca una nueva evangelización de la sociedad norteamericana que forme discípulos que tomen en serio el mandato misionero: “Id y haced discípulos de todas las naciones”.

Cambio de mentalidad

Consciente de toda esta compleja realidad, la jerarquía de la Iglesia católica en Estados Unidos está tratando de acompañar a clero y a fieles para ayudarles a entender los necesarios cambios de mentalidad, estrategias y ajustes estructurales que permitan a la Iglesia realizar su misión evangelizadora en la realidad actual y con un renovado espíritu misionero. Aquí es donde el llamado del Papa Francisco a ser una “iglesia en salida”, pobre y para los pobres, hace intersección con el momento histórico de la Iglesia en Estados Unidos, convocada ahora a su Quinto Encuentro Nacional (V Encuentro).

Tradicionalmente, como procesos de consulta y discernimiento pastoral con fuertes raíces latinoamericanas -que han bebido de las fuentes de Puebla, Medellín, Santo Domingo y Aparecida- los sucesivos Encuentros nacionales de pastoral hispana han sido momentos de gracia que han orientado y dado impulso al “ministerio hispano” en este país en los últimos 50 años. El proceso de este V Encuentro halla su inspiración en el número 24 de la exhortación apostólica La alegría del evangelio (Evangelii Gaudium), en la cual el Papa Francisco describe las características de una comunidad de discípulos misioneros. El V Encuentro busca promover esa cultura del encuentro en la Iglesia y la sociedad estadounidenses, a un tiempo que hace un llamado directo y específico a los católicos hispanos a “ponerse las pilas”, a tomar la antorcha, a responsabilizarse personal y comunitariamente por la nueva evangelización en los Estados Unidos.

Momento de gracia y bendición

A juzgar por la respuesta de cientos de miles de católicos, latinos o no, que están participado en los procesos locales de reflexión y consulta, y que han vivido experiencias misioneras saliendo a las periferias animados por el Encuentro, y dada también la alta participación de la gran mayoría de las diócesis del país —salvo muy contadas excepciones—, el V Encuentro promete ser otro momento de gracia y bendición no solo para la comunidad hispana, sino para toda la Iglesia en Estados Unidos y más allá. Es ésta una Iglesia que se esfuerza por caminar unida en la fe y en un solo Señor, pero abrazando y valorando también la diversidad de dones, carismas y expresiones que la caracterizan.

El lema del V Encuentro es “Discípulos misioneros: Testigos del amor de Dios”. Contamos con las oraciones sostenidas y solidarias de todos ustedes y de muchos hermanos y hermanas para que el fruto del V Encuentro Nacional de Pastoral Hispana/Latina sea duradero y abundante por el bien de la Iglesia. Que así sea.

América Latina

Brotes de una nueva primavera entre los jóvenes del V Encuentro

Omnes·11 de abril de 2018·Tiempo de lectura: 7 minutos

Este artículo de Mons. Gustavo García-Siller tiene el doble valor de, por un lado, ser su diócesis de San Antonio una de las más marcadas por la inercia latinas y, por otro lado, por desempeñar el arzobispo la tarea de presidente del Comité para la Diversidad Cultural en la Iglesia, de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos.

TEXTO –  Gustavo García-Siller, MSpS
Arzobispo de San Antonio (Texas)

Al proclamar el mensaje final del Concilio Vaticano II, hace 52 años, el beato Pablo VI anunciaba a los jóvenes de entonces que habrían de “vivir en el mundo en el momento de las más gigantescas transformaciones de su historia” (8 de diciembre de 1965). Hoy no es difícil constatar que en las últimas décadas se han suscitado importantes cambios que bien pueden compararse con aquellos que han servido en el estudio de la historia para dividirla en épocas.

En efecto, nuestro Santo Padre Francisco ha señalado que “este cambio de época se ha generado por los enormes saltos cualitativos, cuantitativos, acelerados y acumulativos que se dan en el desarrollo científico, en las innovaciones tecnológicas y en sus veloces aplicaciones en distintos campos de la naturaleza y de la vida” (Evangelii Gaudium, n. 52). No obstante estos aspectos positivos, el Papa indica también que “algunas patologías van en aumento”, como lo son “una economía de la exclusión”, “la nueva idolatría del dinero”, “la inequidad que genera violencia”, “ataques a la libertad religiosa”, “nuevas situaciones de persecución a los cristianos”, así como “una difusa indiferencia relativista, relacionada con el desencanto y la crisis de las ideologías que se provocó como reacción contra todo lo que parezca totalitario” (ibid., nn. 53-60).

Cambios en los Estados Unidos

Es evidente que en Estados Unidos, al igual que en el resto del mundo, en mayor o menor medida se ha fracturado el consenso sobre los valores tradicionalmente aceptados que habían regido la convivencia social. Las fuentes culturales de certidumbre se están desmoronando; algunas nuevas están emergiendo y otras se están renovando. Entre otras cosas, esto ha resultado en una incapacidad para alcanzar soluciones a muchos problemas sociales a todos los niveles, lo cual a su vez ha generado desconfianza, indiferencia o indignación respecto de toda figura de autoridad, así como de las instituciones, incluida la Iglesia. Adicionalmente, escándalos indignantes han hecho las veces de catalizadores en este proceso de descomposición del tejido social.

Tan solo en los últimos 26 años, la no filiación religiosa en Estados Unidos ha aumentado de 3 % a 25 %, destacando un notorio aumento en el número de personas que afirman creer en Dios, pero que rechazan cualquier religión institucional. Se ve una tendencia generalizada a sobrevalorar y exaltar las experiencias sensoriales y la emotividad sobre la razón, el conocimiento científico sobre la búsqueda del sentido de la existencia, la expresión por sí misma sobre sus contenidos y la individualidad sobre la colectividad. “El miedo y la desesperación se apoderan del corazón de numerosas personas… La alegría de vivir frecuentemente se apaga, la falta de respeto y la violencia crecen, la inequidad es cada vez más patente” (ibid., n. 52). Ante esta realidad el Papa nos exhorta a reconocer “que una cultura, en la cual cada uno quiere ser el portador de una propia verdad subjetiva, vuelve difícil que los ciudadanos deseen integrar un proyecto común más allá de los beneficios y deseos personales” (ibid., n. 61).

Situación de los jóvenes

Al mismo tiempo vemos emerger una generación de jóvenes a quienes les falta confianza en sí mismos y en sus capacidades. Muchos han sufrido la ausencia de sus padres, debido en gran parte a que ambos se han visto forzados a trabajar para sostener un nivel de vida decoroso. Otros han sido sobreprotegidos de las dificultades de un mundo lleno de amenazas e incertidumbre.
Ambos fenómenos dan como resultado fragilidad de carácter. Es una generación híper conectada e híper informada, pero con escasa formación de criterio ético y cuyo prolongado uso de las nuevas tecnologías de la información ha estorbado al desarrollo de su capacidad relacional. Se percibe un pesimismo generalizado y una tendencia a la híper opinión como intento de autoafirmación, así como una extendida actitud de protesta, pero sin suficiente competencia para hacer propuestas, convirtiendo a los individuos en piezas fácilmente manipulables por los intereses que impulsan colonizaciones ideológicas. Especialmente hoy los jóvenes están ávidos de figuras de referencia próximas, creíbles, congruentes y honestas.

Transformación demográfica

Este escenario global, de por sí complejo, se ha combinado en Estados Unidos con una profunda transformación demográfica, particularmente en la Iglesia, que presenta un desafío mayúsculo. A Dios gracias, el número de los católicos en el país está creciendo y los hispanos representan el 71 % del aumento de la población católica desde 1960, no obstante que unos 14 millones de hispanos en Estados Unidos ya no se identifican como católicos. Hace tan solo medio siglo, de cada 20 católicos estadounidenses, aproximadamente 17 eran euroamericanos blancos de habla inglesa, mientras que hoy más del 40% son de origen hispano, principalmente de América Latina; cerca del 5 % son asiáticos, el 4 % son afroamericanos y una cuarta parte de todos los católicos en Estados Unidos son inmigrantes. La mayoría de los hispanos son adultos, pero solo una tercera parte son migrantes. Es decir que una gran proporción de la población hispana nació en Estados Unidos y es muy joven.

Cerca del 58 % de los hispanos son menores de 33 años, 60 % de los católicos menores de 18 años en el país son hispanos y más del 90 % de los hispanos menores de 18 años nacieron en Estados Unidos. Todo esto indica, por un lado, que la Iglesia de Estados Unidos está en proceso de diversificación y por otro, que su nuevo rostro es predominantemente hispano. Esta nueva diversidad cultural se refleja, entre otras cosas, en el hecho de que en el 40 % de las parroquias del país se celebran misas en idiomas distintos al inglés. Asimismo, estamos pasando de contar con abundantes recursos materiales a ser una Iglesia relativamente pobre.

Signos de esperanza

Sin duda el panorama parece amenazante, pero al sentir el peso casi aplastante de los problemas y de la responsabilidad, hemos querido seguir el ejemplo del Apóstol Santiago y de san Juan Diego, para ser dóciles mensajeros, confiados en que al ser enviados por nuestra Madre del cielo, gozaremos de su protección entre los pliegues de su manto. Nuestra fe en el Señor resucitado nos permite reconocer, por encima de todo, aspectos positivos en nuestras circunstancias actuales y ver en ellas signos de esperanza. Tal es el caso, por ejemplo, de una revaloración de la afectividad y del amor humano, una sensibilidad creciente respecto del “otro” y una nueva cierta apertura espiritual.

Se nota en muchos jóvenes una grande y transparente sed de Dios, pero a la vez un gran temor a ser decepcionados. Quieren propuestas expresadas de formas nuevas y atractivas, intelectualmente profundas y coherentes, que impliquen un compromiso radical capaz de dar sentido a su vida, pero sobre todo que queden demostradas mediante el testimonio, el sacrificio de sí mismo y la amistad sincera de quienes las proponen. En ese sentido, los jóvenes de ahora no son muy distintos de los de siempre, pero han vivido en un contexto que dificulta su sentido de pertenencia y por lo mismo, aunque no es fácil persuadirlos, son capaces de sorprendernos con su capacidad de entrega.

Desde hace 35 años san Juan Pablo II convocó a la Iglesia, desde América Latina, a una evangelización “nueva en su ardor, en sus métodos, en su expresión”, acuñando el término “Nueva Evangelización” (Discurso a la Asamblea del CELAM, 9 de marzo de 1983, Port-au-Prince, Haití). El Papa Francisco, formado en esa Iglesia latinoamericana, con renovado fervor ha vuelto a lanzar ese llamado al compromiso misionero que tiene su origen en el encuentro con Jesucristo y se alimenta de él. No es reevangelización, sino discipulado misionero que inicia con conversión personal y pastoral, una y otra vez, sostenido por la misericordia del Padre eterno, cuyo rostro es Jesús, nuestro Salvador.

Una oportunidad histórica

Esa es la dimensión del desafío ante el cual decidimos aventurarnos en el V Encuentro Nacional de Pastoral Hispana/Latina, que es la mayor tarea pastoral jamás emprendida por el conjunto de los obispos de Estados Unidos. Reconocemos que estamos frente a una oportunidad histórica de rejuvenecer a la Iglesia en Estados Unidos, para que sea más claramente visible en ella la faz radiante de su fundador, eternamente joven. Hemos querido hacerlo en respuesta al llamado del Papa Francisco y en seguimiento de su cautivador celo pastoral, de su estilo y de su manera de abordar los desafíos actuales.

Hemos comprendido que en esta nueva época ya no basta con predicar desde el púlpito, esperando que los fieles acaten la autoridad del párroco o del obispo. Ya no es suficiente con dar a conocer una serie de obligaciones y reglas, con la expectativa de que se cumplan. Es necesario salir a buscar a las ovejas, “pastar” con ellas, hasta sentirse cómodos oliendo a oveja. Estamos haciendo nuestro mejor esfuerzo como Iglesia por encontrar al Resucitado en las periferias, como los discípulos de Emaús, para dejarnos conmover por la tierna misericordia que el Señor ha derrochado con nosotros y luego salir con el corazón ardiente al encuentro de todos ahí en donde están.

De ese modo, el V Encuentro ha reunido a miles de discípulos misioneros en encuentros parroquiales y diocesanos. El último reporte recibido sobre la celebración del V Encuentro a nivel diocesano suma 135 diócesis. Las voces de todos los participantes están siendo escuchadas ahora a nivel regional y posteriormente lo serán en el Encuentro Nacional.

Entre los programas específicamente dirigidos a los jóvenes, se llevó a cabo el Coloquio Nacional de Pastoral Juvenil, que reunió a líderes diocesanos, obispos, académicos, religiosos, investigadores, líderes parroquiales, filántropos, y responsables de organizaciones nacionales. También se vivió un Domingo Catequético, en el que se motivó el compromiso de los padres de familia y de toda la comunidad para apoyar juntos la catequesis de nuestros niños y jóvenes, y acompañarlos en su camino de maneras alegres y significativas. Igualmente hemos tenido un concurso de video viral, así como otras iniciativas.

Renovación

Durante mi tiempo como Presidente del Comité de Diversidad Cultural de la Conferencia Episcopal he sido testigo de la presencia del Espíritu Santo en este proceso. He constatado que esta experiencia ha resultado edificante y de bien para muchos de nuestros hermanos en la fe. Con el favor de Dios estamos superando costumbres anquilosadas para dar paso a la compasión irresistible de Jesús. El Señor parece estar inspirando nuevas expresiones de espiritualidad, así como una renovada comprensión teológica y pastoral de algunas realidades que tal vez habíamos descuidado. Han surgido muchos nuevos líderes, sobre todo laicos, que están asumiendo con pasión renovada su responsabilidad misionera en la Iglesia y en el mundo. Se están gestando modos nuevos de expresar la verdad de Cristo de manera bella, movilizando los corazones de las nuevas generaciones al amor auténtico.

Una vez más los hispanos estamos siendo instrumentos históricos para la difusión del mensaje evangélico. Estamos redescubriendo la belleza y la riqueza de nuestra fe y tradiciones, a la vez que nuestra calidez, alegría y vitalidad fomentan la unidad en la diversidad de una sociedad que tiene una enorme necesidad de sanar heridas. A medio camino en esta gran empresa y de la mano de Nuestra Señora de Guadalupe, Estrella de la Nueva Evangelización, hoy puedo hacer eco de las palabras que nuestro Santo Padre dirigió a los jóvenes en Río de Janeiro: “Yo seguiré alimentando una esperanza inmensa en los jóvenes… por medio de ellos, Cristo está preparando una nueva primavera en todo el mundo. Yo he visto los primeros resultados de esta siembra, otros gozarán con la abundante cosecha” (Discurso durante la ceremonia de despedida, 28 de julio de 2013).

Cine

Cine: Pablo, el apóstol de Cristo

La vida de San Pablo es un filón fílmico siempre explotable. En esta ocasión, Andrew Hyatt rueda una película para paladares contemplativos, moderna de factura, aunque de compás lento. No abundan las tensiones, que sólo ocasionalmente impulsan la acción exterior.

José María Garrido·11 de abril de 2018·Tiempo de lectura: 2 minutos

Director: Andrew Hyatt
Guión: Andrew Hyatt
Año: 2018
Intérpretes: James Faulkner, Jim Caviezel, Olivier Martinez

En la Roma del año 64 d.C., Nerón culpa a los cristianos del gran incendio de la ciudad. Atrapa a los seguidores de Cristo, los sacrifica en el circo o los quema en las vías públicas para iluminar la noche. En medio de la persecución, Lucas, el médico griego autor del tercer evangelio, se adentra en la convulsa capital con intención de visitar a Pablo, encerrado en la cárcel mamertina.

El evangelista quiere componer un relato sobre los orígenes del nuevo Camino, los Hechos de los apóstoles, y para eso acude a Pablo como fuente privilegiada. Lucas se aloja en la casa de Aquila y Priscila, que generosamente han convertido el patio y sus estancias en un campo de refugiados cristianos al borde del colapso.

Una película contemplativa

La vida de San Pablo es un filón fílmico siempre explotable. En esta ocasión, Andrew Hyatt rueda una película para paladares contemplativos, moderna de factura, aunque de compás lento. No abundan las tensiones, que sólo ocasionalmente impulsan la acción exterior.

Los más jóvenes, acostumbrados a la celeridad, podrían desengancharse de la historia, que expresa ante todo los dilemas y sufrimientos morales de los protagonistas: Aquila y Priscila enfrentados sobre el destino de su casa; Lucas, que ha visto impotente arder como antorchas a sus hermanos cristianos en la calle; la tragedia familiar de Mauricio, el prefecto romano de la prisión y, por descontado, el dolor del propio Pablo, cuyo aguijón –la memoria de su joven delincuencia anticristiana–, se le clava más hondo durante el encarcelamiento.

Cercos visuales estrechos

Siendo Pablo un viajero, las peripecias de esta película nos condenan (junto a él) a cercos visuales estrechos: el patio de una casa romana, la prisión mamertina, el jardín de la villa donde el apóstol predicó libremente hasta que sufrió martirio, o el hipogeo del circo antes de que un grupo de cristianos sea carne de las fieras. Ni siquiera el martirio de san Esteban o la beligerancia y posterior conversión de Saulo camino de Damasco despliegan escenarios donde los ojos puedan recrearse.

El presupuesto impone ayuno a la peregrina y marítima vida paulina. Sin embargo, las angosturas escénicas quedan compensadas por los hilos ficticios, con varias tramas secundarias acertadas, una esmerada fotografía e iluminación de nocturnos.

Las interpretaciones expertas de Jim Caviezel, James Faulkner y Olivier Martínez, la música de Jan Kaczmarek, la profundidad de los diálogos entre Pablo y Lucas, y un final que, glosando a este apóstol, acabada dando sentido a los sufrimientos presentes.

El autorJosé María Garrido

América Latina

Mons. Gómez: “Los hispanos tienen todo un potencial de evangelización”

Omnes·11 de abril de 2018·Tiempo de lectura: 9 minutos

Mons. José Horacio Gómez, arzobispo de Los Ángeles desde 2011 y vicepresidente de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos desde 2016, ha nacido en México (Monterrey). En el área metropolitana de Los Ángeles más del 70% de la población católica es de origen hispano.

TEXTO – Alfonso Riobó

La presencia latina es perceptible en cualquier rincón de Los Ángeles, y en lugares como “la Placita”, donde se sitúa el nacimiento de la ciudad fundada bajo la advocación de Nuestra Señora de Los Ángeles en 1781, la calidez del carácter hispano se vuelca en reunión festiva. Se descubre una alta proporción de latinos también en cualquier celebración en la moderna catedral, una obra del arquitecto español Rafael Moneo.

Mons. Gómez nos recibe allí en un día muy luminoso. Muchas personas se acercan a saludarle o pedir su bendición o sus oraciones. Le gusta estar con la gente. Luego, nos dedica todo el tiempo necesario.

El lema del V Encuentro, que se celebra en Texas en septiembre, es: Discípulos misioneros, testigos del amor de Dios. Parece un eco del documento de Aparecida, y de las prioridades del Papa Francisco…
—La reunión nacional del Quinto Encuentro se celebrará en Grapevine, localidad cercana a Dallas, Texas, del 21 al 23 de septiembre de este 2018. Efectivamente, la temática del Quinto Encuentro coincide con un flujo espiritual que viene desde Aparecida y la encíclica del Santo Padre Francisco Evangelii Gaudium. Buscamos extender la poderosa visión de Jesús para todos los bautizados en Estados Unidos que seguramente repercutirá más allá de nuestros límites continentales. El Papa Francisco nos llama a salir de nuestra zona de confort y compartir el amor de Dios con nuestros hermanos, especialmente con los más necesitados.

¿Qué significado han tenido las convocatorias anteriores de este Encuentro?
—Las convocatorias de los Encuentros anteriores buscaban crear conciencia de la importancia del ministerio hispano en la Iglesia católica en Estados Unidos. Su método fomentaba una pastoral desde la base, que consultaba, escuchaba, observaba y posteriormente discernía y proponía prioridades y estrategias pastorales que respondían a esas inquietudes, buscando el bien de la Iglesia. Tales propuestas se presentaban a los obispos, que comenzaban el diálogo con el pueblo de Dios para juntos hacer Iglesia a nivel local y nacional.

La cultura latina y la religión católica pertenecen a las raíces de los Estados Unidos. Usted ha proclamado, al abrir el V Encuentro en Los Ángeles, que los latinos “no somos recién llegados, ni gente que haya llegado al último minuto, ni advenedizos. ¡Los primeros católicos de este país fueron latinos de España y de México!”. ¿Qué papel tiene hoy esa raíz?
—Los latinos católicos han estado en este país desde antes de la formación política de lo que ahora son los Estados Unidos. Sus raíces son muy fuertes, especialmente en todo el sur-oeste del país. Nombres de ciudades como San Diego, Nuestra Señora de los Ángeles, San Francisco, Santa Fe, Santa Mónica, Corpus Christi o San Antonio son sólo una muestra de toda una cadena de misiones que pintan la geografía de fervor católico. Su historia viva puede admirarse en su arquitectura, disfrutarse en su comida, alegrarse con su música.
La cultura católica de este pueblo vivo es antigua y es nueva; es del pasado y del presente, pero también del futuro. Los latinos somos la minoría más creciente y pujante de este país. La influencia del latino en los Estados Unidos es sumamente significativa, porque su gran riqueza socio-cultural y religiosa continúa influenciando y moldeando todas las dimensiones sociales y existenciales de estos Estados Unidos.

El peso de la comunidad hispana o latina es cada vez mayor entre los católicos de los Estados Unidos. ¿Qué problemas y qué oportunidades ofrece esta evolución?
—Este flujo vivo, antiguo y nuevo de personas que acudieron al llamado de una sociedad herida por la despoblación a cambio de mejorar sus condiciones para vivir, ha provocado una situación política que no ha querido solucionarse. Algunos ven en ellos oportunidades de voto, y otros de esclavitud. Pero quienes sufren son las familias que temen la división y la deportación, sobre todo de los jóvenes que han crecido aquí con el sueño de una plena integración tras ser traídos aquí siendo niños.
Estos problemas no dejan ver las inmensas oportunidades que la población hispana ofrece al futuro de este país: su cultura del trabajo sufrido, del esfuerzo constructivo, su poderosa tradición familiar y solidaria, su espiritualidad enraizada en la confianza optimista en Dios providente… puede verse amenazada por la falta de formación y de condiciones igualitarias de trabajo que obliguen a este pueblo rico en valores perennes a seguir viviendo una infra-cultura que le impida florecer. Los hijos de inmigrantes católicos crecen en un mundo bilingüe y bicultural que tiene todo un potencial de evangelización si optan por Cristo y superan el espejismo de una cultura hedonista y agnóstica.

¿Cómo afrontan los Pastores el desafío que supone el estilo de vida consumista, o incluso la atracción de otras religiones? En particular, ¿les inquieta que los jóvenes de la comunidad latina puedan alejarse de la Iglesia?
—El consumismo y el materialismo son grandes tentaciones y riesgos para toda la sociedad en los Estados Unidos. Todos los niños y los jóvenes de este país, con sus mentes crecientes y en desarrollo, están expuestos a lo que muestran los medios de comunicación social, que no sólo influyen en la mente del joven, sino también en la de los adultos. Bien sabemos que la tecnología bien utilizada nos edifica, pero mal administrada nos destruye.
Los pastores ofrecen al pueblo de Dios, a través de las parroquias o de actividades diocesanas e inter-diocesanas como el Quinto Encuentro, la oportunidad de participar en distintos ministerios donde el servicio, la oración, el diálogo y la formación apoyen a las familias frente a estas influencias.

Una de sus convicciones es que los latinos están llamados “a ser los líderes de nuestra Iglesia”. Tal liderazgo requiere formación, tanto si pensamos en los laicos como en los sacerdotes y religiosos. ¿Cómo formar a esos líderes? ¿Es ese un objetivo del V Encuentro?
—Uno de los regalos del Quinto Encuentro es la espiritualidad y metodología del acompañamiento. Así como Jesús acompañó a los discípulos de Emaús, así también estamos llamados a acompañar a los más necesitados. Los líderes actuales estamos llamados a acompañar a los líderes emergentes, a pasar la antorcha de la fe como facilitadores a que otros aprendan a compartir su fe, a planificar su ministerio, a visualizar la misión, a compartir los propios recursos. En definitiva, a tomar la iniciativa o “primerear” como dice el Papa Francisco, y adelantarse para acompañar al hermano. La clave es el acompañamiento y, como pastores, tenemos que fortalecer a nuestros hermanos para que se conviertan en apóstoles de Cristo. Esta es una de las prioridades en esta Arquidiócesis.

Un punto de apoyo esencial son las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. ¿Brotan vocaciones sacerdotales y religiosas entre los hispanos?
—Tenemos que dar muchas gracias a Dios nuestro Señor, que sigue llamando y entusiasmando a numerosos jóvenes que no sacian su sed de felicidad en esta nuestra sociedad de consumo y de placer. Ellos y ellas buscan el agua viva que ofrece el Señor Jesús, el entusiasmo de los discípulos de Emaús que tenían el corazón ardiendo con las palabras del misterioso “compañero” de camino. Sí, la comunidad hispana ha dado un nuevo impulso a la generosidad requerida para seguir de cerca al Señor y cuidar de su pueblo necesitado, que vaga como “ovejas sin pastor”. El reto es educar a estos jóvenes generosos, para hacerlos sacerdotes y religiosos bien formados. Aquí juegan un papel determinante los seminarios, los profesores, las revistas formativas que puedan leer, como “Palabra” por supuesto.

Las actividades y los mensajes del V Encuentro, ¿están destinados sólo a los latinos? ¿Y en cuanto a los no católicos?
—El Quinto Encuentro comenzó en el ministerio latino, pero no es sólo para latinos. El ser discípulo misionero es para todos los bautizados y nos lo dice claramente el Papa Francisco en el Evangelii Gaudium número 120: “Por virtud del bautismo, todos somos discípulos misioneros”. Por lo tanto, las actividades y los mensajes del V Encuentro están destinados a forjar discípulos misioneros a todos los bautizados para el servicio de toda la Iglesia y la humanidad.

La archidiócesis de Los Ángeles es un recordatorio y una muestra viva de que los Estados Unidos son una nación de inmigrantes. ¿Hasta qué punto es hoy la inmigración un problema para el país?
—Así es. Como hemos dicho, este país es un país de inmigrantes que lo han hecho grande y poderoso. La inmigración es una gran oportunidad de crecimiento positivo, los estudios sociológicos nos muestran que los países crecen y se enriquecen en el intercambio de ideas, formas, y costumbres, y eso se da en el intercambio social entre los pueblos.

Algunas decisiones del gobierno en materia de inmigración están siendo muy polémicas, como la eliminación del programa DACA para los jóvenes inmigrantes (los “dreamers”) o del programa TPS para los salvadoreños. Los obispos católicos, y Usted en primera línea, los están defendiendo con energía. ¿Hay esperanzas de llegar a una “solución justa y humana”, como piden?
—Con mis hermanos obispos estamos luchando para que haya una reforma migratoria justa y completa. Pido a Dios y a la Virgen de Guadalupe que se haga una realidad lo más pronto posible. Estamos defendiendo la dignidad de todo ser humano y buscamos una pronta resolución. Nuestra voz es clara y constante en este tema tan vital para nuestra sociedad. Unas de las cosas que hacemos los obispos es fomentar conferencias, reunir cartas de petición a favor de la reforma migratoria para enviarlas a los representantes políticos en el Congreso, y educar a las personas sobre los temas que les afectan directa e indirectamente. Hemos de permanecer atentos a lo que pase y alzar la voz por una solución justa y humana.

Aunque Ustedes precisan que no se trata de adoptar una postura en política, sí bajan al terreno de un problema social y personal de primer orden… ¿A qué se refieren cuando pide soluciones permanentes a los problemas de la inmigración?
—Buscamos que las familias no sufran cambios de leyes en cada periodo presidencial, sino que puedan contar con leyes claras que permitan un crecimiento en la legalidad, una seguridad básica que sea cimiento para planear el futuro con confianza y optimismo, dejando atrás el temor de la incertidumbre y el juego político. No debe jugarse con las familias que sufren.

En Los Ángeles es llamativa la gran diversidad cultural, e impresiona el número de idiomas y ritos en que se puede asistir a Misa en la archidiócesis. Una de sus prioridades es fomentarla, fortaleciendo al mismo tiempo la identidad católica. ¿Puede hablarnos de esa experiencia?
—Católicos de todas partes del mundo, con sus formas particulares de expresar su fe, han inmigrado a la Arquidiócesis de Los Ángeles. Es una bendición que ellos traigan sus riquezas y las compartan aquí con nosotros. Aquí en la Arquidiócesis se experimenta un microcosmos de lo que es la Iglesia universal. Buscamos fortalecer a cada grupo étnico en su expresión particular, y al mismo tiempo, fortalecer su identidad católica universal para no caer en encerrarse cada uno en lo suyo. Es una gran bendición estar en esta Arquidiócesis donde podemos aprender unos de otros y convivir en el Amor de Cristo Jesús, del que nace una Iglesia que podríamos llamar celestial “porque han llegado a ella de todas las naciones”.

Habéis nacido para cosas más grandes: es el título de una carta pastoral que ha escrito recientemente y que está aplicando. Ya su misma amplitud demuestra que no es un texto coyuntural. ¿Qué plantea en la Carta?
—El mundo en el que vivimos nos propone diversos caminos, que no siempre son proyectos para un hijo o hija de Dios. Nosotros somos hijos e hijas de Dios. Su plan de amor divino nos invita a realizar cosas más grandes de las que el mundo nos propone. El Dios que nos dio la vida nos llama e impulsa a compartir el amor de ser sus hijos con toda la humanidad, con los más próximos y con los más necesitados. Nuestros gestos, nuestras actitudes, deben ser un reflejo de que somos sus hijos e hijas, y que nuestro corazón no va a satisfacerse con lo efímero e inmediato, porque hemos nacido para cosas mayores.

El texto recuerda que los cristianos son responsables de la marcha del mundo y de las generaciones futuras. Y culmina con una invitación a ser misioneros, dirigida a todos. ¿En qué medida pueden cumplir con ella los católicos latinos, en particular en Los Ángeles?
—Es verdad, los cristianos somos responsables de la marcha del mundo y también somos responsables de las futuras generaciones, y por ello, nuestra condición de hijos nacidos para cosas más grandes nos impulsa a todos a “salir” de nosotros mismos. Somos “enviados”, que eso significa ser misioneros: enviados por Jesús a nuestros hermanos. Los católicos latinos de Los Ángeles podrán ser misioneros si se dejan encontrar por Jesús y vencen la tentación que se les presenta de pensar que son católicos solamente porque nacieron en una familia católica.

¿Cuál es el momento de la familia en los Estados Unidos? ¿Cómo enfocan la pastoral familiar en el país?
—Los medios pastorales utilizados, como seminarios, talleres formativos o retiros, deben completar la atención que las familias deben encontrar en sus parroquias para “ser acompañadas” en una sólida formación humana, espiritual, intelectual y pastoral que les permita permanecer unidas a pesar las dificultades contra-culturales y contra-familiares de este país. Los jóvenes deben ser fortalecidos y acompañados para que al llegar al instituto (aquí llamado High School) o a la Universidad, puedan plantar cara a la tentación de pensar que el catolicismo es “algo de sus papás” y que ellos están llamados a “secularizarse” según el modelo de moda. La Iglesia debe acompañarlos para que Cristo toque sus vidas y no quieran separarse de Él ni de su amistad. Es necesario que los medios propuestos toquen los aspectos más cotidianos de su vida familiar, de los que el Papa Francisco es modelo: el Papa de la vida cotidiana.

En muchos lugares de esta nación es patente la devoción a la Virgen de Guadalupe, la “Reina de América”. ¿Cómo les acompaña Ella en la situación actual de la nación? 
—La Santísima Virgen de Guadalupe es la madre de familia en esta Arquidiócesis, donde se la quiere entrañablemente, donde el pueblo la siente muy cercana en su vida de todos los días. Ella resuelve y consuela los problemas personales, familiares y sociales de su pueblo sufrido. Ella es la Emperatriz de América y Filipinas, la “Madre del Verdadero Dios por quien se vive”. Visitó este continente cuando no se habían construido sus fronteras, y desde ese cerrito impulsó e impulsa la unidad de todos sus pueblos y la evangelización de todos sus hijos. Hemos iniciado la peregrinación anual a su bendito santuario, para poner a sus plantas los proyectos que su Hijo nos inspira. Que Ella se digne bendecir el Quinto Encuentro para que acompañemos a más y más hermanos y hermanas en el conocimiento, amor e imitación de su Divino Hijo en este país que nació para cosas más grandes.

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Gaudete et exsultate: Santidad para todos

11 de abril de 2018·Tiempo de lectura: 3 minutos

En la exhortación apostólica Gaudete et exsultate (“Alegraos y regocijaos”), sobre la llamada a la santidad en el mundo actual (19-III-2018), el Papa Francisco explica el camino cristiano de la santidad. Un camino que se propone para todos y del que los cristianos hemos de ser especialmente conscientes.

TEXTO – Ramiro Pellitero

Después de exponer el significado de la santidad, advierte de algunas malas interpretaciones. Luego muestra las enseñanzas de Jesús en los Evangelios. A continuación, presenta algunas manifestaciones o características de la santidad. Concluye subrayando algunos medios que tiene el cristiano para colaborar en su propia santidad. En una lectura primera y rápida cabe señalar algunos acentos.

Santidad: camino cristiano

El capítulo primero (“La llamada a la santidad”) presenta la protección y la cercanía de los santos. Los santos son gente del pueblo, del santo pueblo fiel de Dios, con expresión grata a Francisco. Muchos han vivido y viven cerca de nosotros (es la santidad “de la puerta de al lado”). La llamada a la santidad se dirige a cada creyente. “Todos –escribe el Papa, haciendo eco al Concilio Vaticano II– estamos llamados a ser santos, viviendo con amor y ofreciendo al propio testimonio en las ocupaciones de cada día, allí donde cada uno se encuentra”. “Cada santo es una misión” que se vive reproduciendo en la propia vida los misterios de la vida de Cristo. Y esa misión hace la vida más plena, más alegre, más santa.

Destaca Francisco “dos sutiles enemigos de la santidad” (capítulo segundo), apoyándose en las declaraciones de la Congregación para la Doctrina de la fe (Carta Placuit Deo, 22-II-2018): el gnosticismo y el pelagianismo actuales. Son –afirma– dos formas de antropocentrismo, disfrazado de verdad católica. No se puede buscar la salvación solamente por la razón o por la voluntad, porque solo Dios salva al hombre. En cambio, esos caminos desembocan en un complejo de superioridad que olvida la primacía de la gracia de Dios y la importancia de la misericordia con el prójimo, el reconocimiento de los propios pecados y la atención a las necesidades materiales y espirituales de los demás.

Santidad para todos, hoy

“A la luz del Maestro” (capítulo tercero) comprobamos que los cristianos estamos llamados a ser felices buscando el amor de Dios y el servicio a quienes nos rodean. Esto aparece claro en las Bienaventuranzas y en la parábola del juicio final (cf. Mt 25, 31-46). Santa Teresa de Calcuta decía: “Si nos ocupamos demasiado de nosotros mismos, no nos quedará tiempo para los demás”.

Como “notas de la santidad en el mundo actual” (capítulo cuarto) apunta Francisco: el aguante, la paciencia y la mansedumbre; la alegría y el sentido del humor; la audacia y el fervor; la dimensión comunitaria de la santidad; la necesidad de la oración constante (junto con la lectura de la Sagrada Escritura y el encuentro con Jesús en la Eucaristía).

Salida de nosotros mismos

Finalmente (capítulo quinto), para avanzar hacia la santidad propone tres medios: el combate espiritual (entre otras cosas porque el demonio existe); el examen de conciencia (para evitar la corrupción y la tibieza); y el discernimiento (para saber caminar por donde Dios nos lleva con libertad de espíritu, generosidad y amor, y teniendo en cuenta la “lógica de la cruz”).

“El discernimiento –escribe Francisco– no es un autoanálisis ensimismado, una introspección egoísta, sino una verdadera salida de nosotros mismos hacia el misterio de Dios, que nos ayuda a vivir la misión a la cual nos ha llamado para el bien de los hermanos”.

Su lenguaje claro y directo hace de esta exhortación una propuesta incisiva, que podrá suscitar muchos frutos de vida cristiana y de evangelización. El camino de la santidad es buscar la unión con Jesucristo. La santidad, en efecto, no requiere capacidades especiales, ni está reservada a los más inteligentes o instruidos. Solamente requiere dejarse hacer por el Espíritu Santo: “Permítele –aconseja el Papa– que forje en ti ese misterio personal que refleje a Jesucristo en el mundo de hoy”.

El autorRamiro Pellitero

Licenciado en Medicina y cirugía por la Universidad de Santiago de Compostela. Profesor de Eclesiología y de Teología pastoral en el departamento de Teología sistemática de la Universidad de Navarra.

Reverendo SOS

¿Puede un cristiano practicar mindfulness?

Se ha extendido mucho la idea y la práctica del mindfulness, una técnica de atención y relajación. ¿Es aceptable, es compatible con la fe cristiana?  ¿Qué relación tiene con la oración?

Carlos Chiclana·9 de abril de 2018·Tiempo de lectura: 3 minutos

Esther me escribió desconcertada: “El domingo durante la homilía, el párroco echó pestes del mindfulness, sólo faltó decir algo malo de los psicólogos… Voy a explicarle que no viene del demonio, que es muy eficaz y que no es incompatible con la fe cristiana”. La Carta a los Obispos de la Iglesia católica sobre algunos aspectos de la meditación cristiana (Congregación para la Doctrina de la Fe, 15 de octubre de 1989) admite que “auténticas prácticas de meditación provenientes del Oriente cristiano y de las grandes religiones no cristianas, que ejercen un atractivo sobre el hombre de hoy, alienado y turbado, puedan constituir un medio adecuado para ayudar a la persona que hace oración a estar interiormente distendida delante de Dios, aunque le urjan las solicitaciones exteriores”.

Hay confusión. Los pacientes preguntan: “Me recomiendan hacer mindfulness, pero leo que las raíces son budistas y su medio la meditación oriental. Como cristiano, no sé si es adecuado”. Otro: “¿Estará condicionando negativamente mi relación con Dios por una técnica  sincretista?”. La polémica es falsa: mindfulness y oración son dos actividades distintas. La primera es un ejercicio técnico que procura la atención plena sin juicio y con aceptación. Y la oración es un diálogo íntimo y profundo, de naturaleza personal y comunitaria, en el que el ser humano se abre libremente al Dios trascendente, y en el que se encuentran dos libertades.

Hay quien hace mindfulness a una hora y oración en otro momento, quien los solapa porque le centra para abrirse a Dios, o quien hace sólo una de las dos. La oración puede “tomar de las diversas técnicas de meditación lo que tienen de útil, a condición de mantener la concepción cristiana de la oración, su lógica y sus exigencias”.

El mindfulness no sustituye a la oración

Para el cristiano, dice la Carta citada, el “modo de acercarse a Dios no se fundamenta en una técnica […]. La auténtica mística cristiana nada tiene que ver con la técnica: es siempre un don de Dios, del cual se siente indigno quien lo recibe”. El mindfulness no sustituye a la oración, y puede complementarla. Se puede utilizar mal, como quien abusa de una App para rezar o sustituye el orar por experiencias relajantes.

Pero ha mostrado su eficacia, en la experiencia clínica y en los estudios académicos, en la mejoría de la salud física y mental, por la vía de la reducción del estrés y de la ansiedad. ¿Es esto contrario a la fe? Hay quienes así opinan y dicen: “¿Cómo puedes confiar en una técnica que intenta suprimir el dolor humano? ¡Eso va en contra del camino de la Cruz!”. Supongo que están también contra el ibuprofeno.

La Oración con Dios es una buena práctica mindfulness

Una amiga bautizada, sin formación ni práctica cristiana, haciendo mindfulness, escuchó sin voz dentro de ella: “Tienes un templo dentro de ti”. Sorprendida preguntó a dos amigos con fe. Ambos contestaron lo mismo: “Pues claro, es la Trinidad que te está buscando”. Parece lógico que atender al presente te pueda facilitar, si quieres, conectar con Aquel que siempre está en presente.

El mindfulness puede ser un paso previo antes de ponerse en la actitud de abrirse a Dios, de esperarle, de aceptarle. Promueve la aceptación, algo que para un cristiano puede ser camino de imitación del fiat de la Virgen María o de la aceptación que hace Jesucristo de la Pasión. Anima a no juzgar, lo cual resuena con diversos pasajes del Nuevo Testamento. No obstante, pregunta a tu acompañante espiritual si, para ti, puede ser una acción beneficiosa previa a la oración.

La actitud de la persona, la intencionalidad, la apertura a un Dios personal, y a la presencia de la Trinidad, etc., son elementos que nos pueden orientar para integrar el mindfulness en la práctica de vida cristiana y observar qué frutos da, si ayuda a querer más a los demás o ensimisma. “Toda oración contemplativa cristiana remite constantemente al amor del prójimo, a la acción y a la pasión, y, precisamente de esa manera, acerca más a Dios”, dice también la Carta sobre la meditación cristiana.

A imagen y semejanza de Dios

Ser a imagen y semejanza de Dios puede asustar a algunos, que temen que el poder otorgado por Dios al hombre le confunda y quiera ser Dios, pero la historia ya nos ha mostrado que la represión de la verdad -en este caso, de la potencia espiritual del ser humano- no suele traer beneficios. San Ignacio de Loyola, quien enseñaba a rezar con la respiración, o san Juan de la Cruz, que supo desembarazarse de lo temporal y no embarazarse con lo espiritual, abrieron ya camino para integrar cuerpo y espíritu, sin miedo.

Animo a considerar los beneficios que puede traer: reflexión, aceptación, disminución de los juicios, serenidad, conocimiento personal, etc. Cada quien decidirá qué hace con lo conseguido, si se lo queda para él o lo comparte con otras personas humanas, angélicas o divinas.

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España

Mons. Jesús Vidal: “Para el sacerdocio es necesario captar la gracia”

Omnes·4 de abril de 2018·Tiempo de lectura: 10 minutos

El número de seminaristas mayores ha aumentado en España un 9 % este curso 2017-2018, según los datos publicados con motivo del Día del Seminario. Hay 1.263 aspirantes al sacerdocio, y 189 de ellos están en Madrid. Conversamos con el rector del Seminario madrileño, y desde el 17 de febrero obispo auxiliar de Madrid.

TEXTO – Alfonso Riobó

Madrileño del barrio de Ciudad Lineal, Mons. Jesús Vidal es licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales, y aficionado a la lectura y a los paseos de montaña. Su ordenación episcopal tuvo lugar en febrero, pero sigue siendo rector del Seminario de Madrid. Esta conversación se centra precisamente, sobre todo, en la cuestión de las vocaciones sacerdotales y de su fomento y formación.

Ante todo, enhorabuena por su ordenación episcopal. ¿Qué significa para usted esta responsabilidad?

—Para mí significa una llamada dentro de la llamada, como les dije a los seminaristas cuando les comuniqué que el Papa me había nombrado obispo auxiliar para Madrid. Y también una profundización en la historia de amor que es la historia vocacional que Dios va haciendo conmigo. Así la definiría, en sustancia: una llamada dentro de la llamada, para seguir entregándome y desplegando la obra que Dios está haciendo conmigo.

En esa “historia vocacional”, ¿hubo un momento determinado en que tomó conciencia de la vocación cristiana? Y ¿cuándo descubrió la llamada al sacerdocio?

—La conciencia de la llamada cristiana vino sobre todo en el proceso de la formación para la Confirmación, a medida que empezaba a entrar en la vida cristiana. La propia Confirmación fue un momento muy bonito, que me ayudó mucho; me confirmó el que ahora es obispo de Granada. Luego seguí colaborando en la parroquia como catequista, participando de los grupos de Cáritas… Como era una parroquia pequeña, con pocos jóvenes, me permitía colaborar en varios lugares y desde distintos ámbitos. Fue ahí, en la comunión de la vida cotidiana de la Iglesia, donde la relación con Jesucristo se fue haciendo más viva. Y precisamente en ese momento empezaron a aparecer en mi corazón como los primeros indicios de la vocación. Yo tardé un poco en reconocerla, y hasta los 21 años no me rendí ante esta llamada con la que el Señor me insistía.

¿Contó con la ayuda del acompañamiento de algún sacerdote?

—A mí, precisamente por mi propia resistencia, me daba miedo hablar de esos indicios y de las insinuaciones de Dios que yo escuchaba. Por eso, debo hablar más de la presencia de un sacerdote que de acompañamiento; o, al menos, de un acompañamiento muy respetuoso con mi libertad, de un seguimiento a distancia. Estoy seguro de que el sacerdote veía en mí rasgos de una vocación y me iba acompañando en la distancia: me invitaba a acompañarle a algún sitio, me iba haciendo cercano a él. Pero, aparte de eso, para mí muy importante el acompañamiento de seglares en el descubrimiento de la vocación sacerdotal. Eran seglares que vivían una fe muy profunda, y que me animaron a vivir la relación con Jesucristo con esa profundidad, y entonces que descubrí que a mí el Señor me llamaba a otra cosa.

Poco antes de la ordenación episcopal, el Papa lo recibió junto con los otros dos nuevos obispos auxiliares de Madrid. ¿Les dio alguna indicación?

—Lo que hizo fue darnos las gracias por aceptar esta misión que nos confiaba, y añadió la indicación de que ayudáramos al arzobispo, don Carlos Osoro: que estuviésemos unidos a él e hiciéramos viva la comunión con él; por eso nos nombraba, para que ayudásemos al Cardenal en la evangelización en Madrid.

El Papa centra en las periferias, no sólo materiales, la llamada a evangelizar. En Madrid, ¿dónde está esa necesidad prioritaria?

—La necesidad de Madrid hoy es que la Iglesia se haga presente en todos los lugares. Madrid es una ciudad tan grande y tan anónima, que puede suceder que una persona no tenga contacto real con la Iglesia, o con un sacerdote. Podría tenerlo con cristianos que están a su alrededor, en la universidad o en su trabajo, pero que muchas veces viven su fe de manera un poco escondida: acuden el domingo a la Eucaristía o tienen alguna relación con la parroquia, pero no se hace visible.

En cambio, la presencia del obispo es una presencia visible de la Iglesia. Don Carlos dijo con acierto en la homilía de nuestra ordenación que espera que el ministerio episcopal se extienda por la diócesis como visibilidad, junto con todo el cuerpo de la Iglesia: sacerdotes, consagrados y laicos. Así podrá llegar a ser una visibilidad capilar de la Iglesia en Madrid.

Sus dos años como rector del Seminario son una experiencia útil, sin duda…

—Creo que es una experiencia de todos: al leer cada uno su historia de vocación, ve cómo Dios ha ido hilando. Verdaderamente, creo que sí, que ha sido una gracia haber estado estos dos años en el Seminario. Me ha servido principalmente para profundizar en el misterio de la vocación cristiana y, en concreto, en la vocación sacerdotal, así como para volver a las raíces de mi vocación como servicio. Al formar a los seminaristas en este servicio al pueblo de Dios, yo he revitalizado esta llamada.

¿En qué momento se encuentra el Seminario de Madrid?

—Gracias a Dios, el Seminario de Madrid ha vivido una grandísima vitalidad durante los últimos 30 años. No ha habido cambios bruscos, sino una preciosa evolución, con los signos de los tiempos.

Se encuentra en un momento muy bueno. Hay un buen ambiente; hay confianza y deseos de santidad, de entregar la vida, de ser sacerdotes santos para el mundo de hoy, y a la vez sacerdotes cercanos y sencillos, en la línea de lo que nos piden los últimos Papas.

Es un lugar donde se da una buena formación, donde la relación entre los seminaristas y los formadores es cordial y positiva, y donde muchos jóvenes se acercan, acompañados por los sacerdotes, a discernir si lo que ellos están percibiendo es una llamada al sacerdocio.

¿Cómo evoluciona el número de seminaristas?

—Hay que recordar que las cifras de un año puntual pueden engañarnos. Es normal que en un Seminario haya subidas y bajadas. Los años en que se ordenan muchos sacerdotes bajan las cifras del Seminario, y los años que se ordenan pocos suben los números; además, los cursos son muy diferentes entre sí y poco homogéneos.

En Madrid hay en la actualidad hay 125 seminaristas, contando todas las etapas, que es la misma media de los últimos años. Gracias a Dios en los últimos años hemos tenido ordenaciones de muchos sacerdotes. El año pasado fueron 13, y este año 15.

El extracto social es muy variado, y por lo que se refiere a la edad, hay tres grupos claros, cada uno de los cuales forma aproximadamente un tercio del total: un grupo grande de seminaristas que vienen directamente del bachillerato; un segundo grupo que ha estudiado en la Universidad y ha entrado en el Seminario en los últimos años de carrera o tras algunos años de experiencia profesional; y, finalmente, un grupo algo menor, pero también significativo, de personas que tienen más experiencia laboral.

A la vista de esas experiencias, ¿qué rasgo de la formación de los seminaristas debería cuidarse más en especial?

—Hoy en día adquiere una importancia muy grande la formación humana, y así lo señala la última Ratio Institutionis de la Santa Sede. Hoy es necesario que el sacerdote sea un hombre capaz, un hombre libre, que pueda captar la gracia y colaborar con ella, de modo que Dios pueda formarlo.

Junto con esa dimensión humana, es importante la “integralidad”, es decir, que todas las dimensiones de la formación –intelectual, espiritual, pastoral– estén integradas en la persona, de tal manera que sea un hombre equilibrado, capaz de entablar relaciones vivas, relaciones de comunión, a través de las cuales Dios llega a los hombres.

En el proceso de aplicación de la Ratio en España, ¿qué convendría destacar?

—Una primera cosa constatación es que estamos en el buen camino. Al leer la Ratio se encuentran similitudes con lo que ya vivimos en los Seminarios; es más, creo que la mayoría de los elementos ya están muy integrados en nuestros Seminarios.

Un elemento que tal vez habría que destacar de la Ratio, y en el que tenemos que seguir profundizando, es la preparación previa al Seminario. El documento nos anima a hacer una verdadera preparación, y a no tener prisa en ordenar a los sacerdotes. La propia edad de maduración es mayor, como confirma el dato de que los jóvenes afrontan, en general, el matrimonio y la vida laboral unos años más tarde.

No hay que tener prisa, pero tampoco hay que retrasar de forma innecesaria la ordenación. Lo que conviene hacer es poner bien las bases antes de la entrada en el Seminario, para que luego pueda integrarse bien, en todas las dimensiones de la persona, la formación que se da en el Seminario.

Otro rasgo en el que considero que hay que seguir profundizando es la dimensión comunitaria de la formación. Los Seminarios han de ser lugares suficientemente dispuestos para que se dé entre los seminaristas una vida comunitaria intensa, y suficientemente amplios para que la experiencia comunitaria sea buena. Los sacerdotes tendrán que ser después en las parroquias hombres generadores de comunión. Por lo tanto, considero que estos dos rasgos, la integralidad y la comunión, son importantes.

Las responsabilidades del sacerdote son muy variadas, y su formación debe abarcar muchos aspectos. El sacerdote, ¿ha de poderlo y saberlo todo?

—No. No es necesario que el sacerdote sea un “Supermán”. Es un hombre llamado por Jesucristo a ser padre de una familia, la familia eclesial.

No tiene por qué saberlo todo. En el Seminario no se puede aprender todo, y no se sale  del Seminario sabiéndolo todo, como no se sale de la universidad sabiendo todo lo necesario para trabajar, y es muy importante continuar después la formación permanente. Luego, en las distintas misiones en las que la Iglesia les encomienda, los sacerdotes pueden ir descubriendo las destrezas necesarias cuidándolas, fomentándolas, haciendo que crezcan.

Además, es importantísima la corresponsabilidad de los laicos. Hay muchos lugares de la parroquia, de la Iglesia, de la vida diocesana en los que los seglares tienen un papel fundamental, pues están llamados para eso. Y la misión del sacerdote será ser presencia de Cristo y lugar de comunión para que se genere el cuerpo de la Iglesia, en el que los laicos desarrollen todas sus capacidades.

Antes incluso de la cuestión explícita de la vocación, están las familias…

—Es muy importante el trabajo que se hace en la familia y en la escuela. Es necesario que los jóvenes tengan una experiencia de vida cristiana cuando entran en el Seminario, una experiencia de seguimiento de Jesucristo, para que ésta pueda integrarse con toda la configuración para el ministerio sacerdotal. Que todo esto pueda darse en la familia y en la escuela es muy importante.

¿Qué consejo daría a quien descubriera en un hijo o un nieto un signo de vocación sacerdotal?

—Yo les diría tres cosas. En primer término, que lo primero para que puedan surgir vocaciones en las familias es que las familias lleven a sus hijos a Jesucristo. Que los pongan de verdad ante Jesucristo, en la confianza de que lo que Él quiera para ellos será lo mejor. Lo segundo, que procuren la cercanía con sacerdotes: que inviten a sacerdotes a comer a su casa, que tengan una relación normal con ellos y los hijos perciban la figura del sacerdote como cercana y accesible.

Y, en tercer lugar, que pueden acercarse a los lugares de la diócesis que están preparados para acompañar estas vocaciones: el Seminario menor, la escuela de monaguillos… Hay previstos distintos momentos para que los jóvenes puedan acercarse y descubrir que no es algo extraño lo que están percibiendo, sino que otros jóvenes también lo perciben.

¿Y su consejo a un sacerdote que viera indicios de una vocación sacerdotal?

—Le diría que hace falta mucha paciencia, aunque los sacerdotes ya lo saben. Es necesaria paciencia para que el joven avance, para acompañarle en el diálogo con su propia vocación. Hay que tener en cuenta que se trata de una vocación un tanto contracultural y, por lo tanto, el joven que vive en un contexto de colegio o un contexto universitario tiene que aceptar lo que va a suponer para él este cambio.

Quizá puedo recordar que eventos del estilo de las Jornadas Mundiales de la Juventud son muy importantes, porque suelen catalizar toda la experiencia que el joven ha ido acumulando. Al mismo tiempo, sin embargo no son suficientes, porque lo que se ha experimentado en ese evento debe arraigar en la vida cristiana, entrar a fondo y llenar toda la vida. En caso contrario, podría ser una casa construida sobre arena, sobre una experiencia puntual, pero que luego venirse abajo en los momentos de dificultad.

Con la paciencia, recomiendo confianza en la Iglesia, para que la semilla de la vocación que Jesucristo ha puesto desde dentro vaya cogiendo fuerza y abarcando toda la vida del joven. Así la vocación no será como un traje que uno se pone desde fuera pero donde no acaba de estar cómodo, sino como una semilla que se planta dentro y que va creciendo desde dentro como el árbol de la parábola evangélica, para que en el futuro muchos puedan anidar en él.

Por tanto, laicos y sacerdotes comparten una responsabilidad.

—Los laicos no son simplemente un apoyo para el sacerdote, sino que tienen un lugar propio en la vida de la Iglesia. Cuando san Juan Pablo II escribe la Christifideles laici, hace referencia a la parábola de la viña y los trabajadores. Todos estamos llamados a trabajar en la misma viña, de formas diferentes y propias del sacerdote, el consagrado y el laico. Pero todas tienen un valor propio, que es el valor del bautismo.

Por lo tanto, los laicos tienen que participar, en primer lugar, de la realidad de este mundo. Son ellos, como la sal de la tierra, los que tienen que hacer presente el sabor del evangelio en las empresas, en la educación, en las escuelas públicas, en la política, en la economía… Muchas veces digo a los laicos que, por ejemplo, están trabajando en una empresa y no saben qué pueden hacer ahí, que son la luz que ha puesto el Señor y han de iluminar a todos los que están alrededor. Junto a ello, han de colaborar también en la propia misión evangelizadora del cuerpo visible de la Iglesia.

Compaginar y coordinar estos dos elementos es fundamental para que en la vida de los seglares, a través de la vocación al trabajo y la vocación a la familia, se desarrolle la verdadera vocación secular que tienen.

En Madrid es relevante la presencia de la vida consagrada. ¿Cuál es su espacio hoy?

—El espacio de la vida consagrada es fundamental. Después del Concilio Vaticano II, la vida religiosa está en un camino de reflexión y renovación. Su lugar es hacer presente a los hombres la vida de Cristo a través de la profesión de los consejos evangélicos y con una mirada también escatológica, dirigida al final de los tiempos, mostrándonos lo que verdaderamente es el hombre.

Por lo tanto, más que hablar de acciones, tendríamos que hablar de esencias: ¿qué es la vida consagrada? Y creo que su papel es fundamental. Necesitamos que esa forma de la vida de Cristo sea visible en medio de los hombres. Todos los consagrados, estén en la clausura y en la vida contemplativa o en medio del mundo atendiendo a los pobres, hacen presente en los distintos ámbitos de la realidad esta forma de la vida de Cristo.

Pronto tendrá lugar el Sínodo sobre los jóvenes. ¿Qué espera y de qué manera se prepara para el Sínodo?

—Me preparo rezando para que dé fruto, porque creo que es importante que escuchemos a los jóvenes, no con una escucha dirigida sólo a ver qué quieren, sino con una escucha de sus anhelos más profundos. El Papa está insistiendo en la importancia de que escuchemos a los jóvenes, no con la intención de encontrar soluciones prácticas, sino para escuchar el anhelo de Verdad, de Belleza, de plenitud que está en el corazón de los jóvenes. Así, podremos ir respondiendo junto con ellos, y encontrarán la promesa de plenitud que está en el seguimiento de Cristo.

Los nuevos obispos auxiliares de Madrid buscarán la cercanía a los sacerdotes, según han dicho. ¿En qué se concreta ese deseo?

—Se concreta en una línea fundamental que el Cardenal arzobispo nos ha marcado: las visitas pastorales. Estamos diseñando un proyecto para empezar cuanto antes, que nos permita acercarnos a través de ellas a la comunidad cristiana, en especial al sacerdote, colaborador nuestro en este ministerio, que son quienes están ahí, sirviendo a la comunidad cristiana en la frontera. Queremos animarlos a reavivar el espíritu de entrega, de seguimiento y de configuración con Jesucristo.

Y se concreta también en una disponibilidad absoluta de nuestro horario. Tenemos que tener claro que, si nos llama un sacerdote, responder ha de ser lo primero en nuestra agenda. n

Mundo

Los países africanos buscan estabilidad

Omnes·4 de abril de 2018·Tiempo de lectura: < 1 minuto

Algunas naciones africanas como Kenya, Etiopía o Sudáfrica, han tomado en las últimas semana decisiones políticas responsables, según los observadores, que aportarán una estabilidad necesaria para prevenir enfrentamientos y abordar el crecimiento agrícola.

TEXTO – Rafael Miner

“¡Nuestras oraciones han sido respondidas!”. Los fieles kenianos, felices por el inesperado encuentro entre el presidente y el líder de la oposición. Así tituló hace unos días su crónica desde Nairobi la agencia Fides, de las Obras Misionales Pontificias.

“La reunión entre el presidente Uhuru y el líder de la NASA, Raila Odinga es fruto de la oración por la paz que católicos y otros cristianos han realizado durante la Cuaresma. Creo que el presidente Uhuru y Raila pueden ser figuras simbólicas del comienzo de la curación de la nación”, ha manifestado Misericordia Lanya, fiel católica en la parroquia Umoja de Nairobi.

Otra persona, Eveline Shitabule, de la parroquia de los Santos Ángeles de Lutonyi, de la diócesis de Kakamega, en el oeste de Kenia, ha señalado: “Este es el último milagro que ha tenido lugar en Kenya; hemos orado por la paz en nuestro país y Dios ha respondido a nuestras oraciones”.

Trabajar juntos

A primeros de marzo, el presidente de Kenya, Uhuru Kenyatta, mantuvo por sorpresa una reunión en Nairobi con su rival político, el líder de la Súper Alianza Nacional (NASA), Raila Odinga. Los dos líderes comparecieron juntos ante la nación y declararon su determinación para trabajar juntos con el fin de sanar las heridas y reconciliar a los kenianos.

Vocaciones

El cuidado pastoral de las vocaciones sacerdotales

Omnes·4 de abril de 2018·Tiempo de lectura: 2 minutos

Los episcopados europeos han dedicado algunos días a estudiar los caminos para una renovación de la pastoral vocacional. La reunión se desarrolló en Tirana (Albania). Esta es la intervención del arzobispo Jorge C. Patrón Wong, encargado de los Seminarios en la Congregación romana para el Clero.

TEXTO –  Jorge Carlos Patrón Wong

Arzobispo Secretario para los Seminarios, Congregación para el Clero

En este momento histórico nos situamos entre dos coordenadas eclesiales separadas por veinte años: el Congreso Europeo de Pastoral Vocacional de 1997 y la próxima Asamblea del Sínodo de los Obispos.

El punto de partida es el documento del Congreso de 1997, que confirma y propone un “salto de calidad” de la pastoral de las vocaciones. Por medio de las imágenes de la maternidad de la Iglesia, la acción coral de todos los agentes vocacionales y el acompañamiento personal de los jóvenes. Efectivamente, este Congreso marcó un camino pastoral transitable.

El objetivo de la próxima Asamblea del Sínodo de los Obispos es el acompañamiento y el discernimiento de las vocaciones en una atmósfera espiritual y comunitaria que permita su maduración y desarrollo.

Quisiera proponer cinco aspectos de la pastoral de las vocaciones sacerdotales en este contexto.

1. Una acción pastoral específica a favor de las vocaciones sacerdotales

El Congreso europeo, en 1997, sintetizó un importante principio para la pastoral de las vocaciones: “Si en un tiempo la promoción vocacional se orientaba exclusiva y principalmente a algunas vocaciones, ahora se debería dirigir cada vez más a la promoción de todas la vocaciones, porque en la Iglesia de Dios o se crece juntos o no crece ninguno” (In verbo tuo, 13). Tal orientación atañe directamente al Centro Diocesano de Pastoral Vocacional, es decir, a la organización general de la pastoral vocacional.

Sin embargo, siempre en un segundo momento, cuando un joven se halla ya en el proceso de decisión en torno al sacerdocio, la vocación sacerdotal requiere una atención particular y un cuidadoso discernimiento. Ambas acciones son compatibles y complementarias. Podemos designar a la primera como “general” y a la segunda como “específica”. La primera decisión por la vida presbiteral exige sucesivas acciones, antes de la admisión en el Seminario, las cuales son más detalladas y delicadas a causa de la trascendencia del ministerio presbiteral en la vida de la Iglesia.

Vaticano

Trazado el camino para el próximo Sínodo de los Obispos

Giovanni Tridente·4 de abril de 2018·Tiempo de lectura: < 1 minuto

La asamblea plenaria de la Secretaría del Sínodo de los Obispos con 300 participantes de todo el mundo y de diferentes realidades; las meditaciones en el Vía Crucis del Viernes Santo; los 50 años del encuentro mundial de universitarios en Roma para la Semana Santa: los jóvenes son el eje de un renovado dinamismo eclesial. Entretanto, el Papa Francisco ha oficializado su participación en el encuentro mundial de las Familias en Dublín.

TEXTO – Giovanni Tridente, Roma

Los jóvenes no son tontos, y no se les puede dar por contentos con un peso sobre las espaldas. Si intentas engañarlos o aunque fuera sólo contentarlos, se dan cuenta. En cambio, el planteamiento adecuado es escucharlos, dejarse interpelar por ellos. En estas pocas expresiones, que resumen un trasfondo mucho más amplio, están esculpidas las intenciones más realistas que el Papa ha entregado a los obispos para el próximo Sínodo sobre los jóvenes, que se ha convocado para octubre.

La ocasión se la ha ofrecido la reunión pre-sinodal convocada por la Secretaría del Sínodo en la semana precedente al Domingo de Ramos, que ha reunido en Roma a 300 jóvenes de todo el mundo –elegidos por las conferencias episcopales, de seminarios, casas de formación, miembros de asociaciones y movimientos, representantes de las escuelas  universidades, artistas, políticos, economistas, deportistas, cristianos, muchachos de otras religiones y no creyentes– precisamente para hacer el “ensayo general” de la cita.

A los jóvenes hay que tomarlos en serio, ha dicho el Papa delante de esa platea de jóvenes, pero hablando en sustancia a toda la Iglesia y a los futuros padres sinodales; hay que ayudarles a salir de la marginación de la vida pública; hay que escuchar su “cultura” y lo que están construyendo.

Vaticano

Cinco años del Papa Francisco

Giovanni Tridente·4 de abril de 2018·Tiempo de lectura: 13 minutos

Seis vaticanistas, tres mujeres y tres hombres de procedencias y medios de comunicación diversos, “leen” los primeros cinco años de pontificado del Papa Francisco.

El 19 de marzo de 2013, solemnidad de san José, el Papa Francisco iniciaba su ministerio apostólico como obispo de Roma y pastor de la Iglesia universal. Han transcurrido apenas cinco años, y muchas cosas parecen haber cambiado desde aquel momento.

El Papa venido desde casi el fin del mundo ha apostado por dos grandes directrices para el camino de la Iglesia: la misericordia y el estado permanente de misión, sobre todo hacia los indefensos, los olvidados, los alejados y “periféricos”. Junto a eso, una profunda “reforma de los corazones” que más allá de las estructuras debe cambiar a las personas que colaboran en la obra evangelizadora, empezando por las que trabajan en la Curia Romana.

El discurso de autocomprensión del sentido de la propia pertenencia y del papel de cada uno en el mundo ha nacido de la reflexión colegial, sinodal, sobre la familia –célula primaria de la sociedad–, y se está extendiendo hacia los jóvenes, sobre los cuales se debatirá en octubre en el nuevo Sínodo de los Obispos.

Envolviéndolo todo, una gran llamada a cuidar del proprio ambiente, también del interior, porque sin un corazón purificado y pacificado no es posible concebir una verdadera ecología humana; más allá de las implicaciones sobre la naturaleza y sobre las obras de la creación, a las que el mismo hombre pertenece.

Más que un discurso sobre los números y sobre las estadísticas de este primer lustro de pontificado, Palabra ha querido escuchar el parecer de seis importantes actores de la actual escena informativa sobre el Vaticano, tres mujeres y tres hombres, de diversos medios de comunicación y proveniencias, también geográficas.

Se trata de la mexicana Valentina Alazraki, corresponsal de Televisa, decana de los vaticanistas –ha seguido más de 100 viajes al exterior de san Juan Pablo II, y los de los siguientes pontífices– y desde hace algunos meses también firma de Palabra; de la argentina Elisabetta Piqué, corresponsal desde Roma del diario de Buenos Aires La Nación, connacional de Francisco y autora de la primera biografía sobre el Papa latinoamericano, y de la española Eva Fernández, dinámica corresponsal en Italia y en el Vaticano de la radio Cadena COPE, donde trabaja desde hace más de veinte años.

Y también de los italianos Andrea Tornielli, coordinador del popular portal informativo Vatican Insider, vaticanista de La Stampa y valorada firma de Palabra, y Paolo Rodari, joven vaticanista del diario La Repubblica y autor de diversas publicaciones –entre ellas el libro Ataque a Ratzinger, sobre las resistencias encontradas por el pontífice alemán, firmado precisamente con Tornielli–, y del español Juan Vicente Boo, histórico corresponsal en el Vaticano del diario ABC y uno de los promotores de la agencia televisiva Rome Reports.

Les hemos pedido un balance sintético de estos primeros cinco años del Papa argentino, y preguntado cómo valoran el estado actual de la Iglesia y qué hay del proyecto surgido de las Congregaciones anteriores al Cónclave acerca de la reforma de la Curia Romana. Y, finalmente, qué valor revisten para cada uno de ellos las resistencias y las oposiciones en relación con el Papa Francisco, qué “futuro” puede tener la idea de la “Iglesia en salida”, qué consideración tiene en la actualidad el Vaticano en lo que se refiere a la diplomacia pontificia, y qué se debe esperar en el próximo futuro. Pero veamos sus respuestas.

Hace cinco años de la elección al solio pontificio del Papa Francisco. ¿Cómo resumirías este primer lustro de pontificado?

— V. Alazraki: Creo que la elección del Papa Francisco ha traído una especie de nueva primavera para la Iglesia y para el Vaticano. En estos cinco años se ha puesto el acento sobre todo en la misericordia, en el hecho de que Dios perdona todos los pecados, y se ha acentuado la sensibilidad hacia los últimos y hacia las personas más indefensas.

— E. Piqué: Considero que estamos ante un pontificado extraordinario, con un Papa que ha revitalizado la Iglesia católica, que se ha convertido en la voz de quien no tiene voz, y que tiene un mensaje que transmitir no sólo a los católicos, sino también a los creyentes de otras religiones y a los no creyentes, imponiéndose como autoridad moral mundial.

— E. Fernández: A lo largo de estos cinco años, creo que Francisco ha rejuvenecido a la Iglesia: en un tiempo marcado por los riesgos de una crisis mundial a todos los niveles, ha conseguido ponerla en salida; ha procurado siempre enviar al mundo mensajes de esperanza, de alegría, de la necesidad de una ecología integral que respete la totalidad de la vida humana. Personalmente tan sólo ha hecho falta seguir sus pasos de cerca en los dos últimos años para descubrir que Francisco quiere cambiar a las personas.

A. Tornielli: Lo describiría así: el testimonio del rostro de una Iglesia misericordiosa y acogedora, consciente de que hoy la evangelización pasa más que nunca por el compartir y la proximidad.

P. Rodari: Un pontificado de la proximidad. Francisco ha mostrado que el obispo de Roma es un hombre cercano a todos, como todos, capaz de reunirse con los poderosos del mundo con la misma naturalidad con que se reúne con la gente corriente. En su conjunto, este es un pontificado que muestra el rostro de Dios que no juzga, sino que es amable. Y no es poco.

J. V. Boo: Creo que Francisco ha conseguido volver a centrar la atención de todos en los aspectos esenciales del mensaje de Jesús: la misericordia del Padre respecto a nosotros, el perdón de los pecados, las bienaventuranzas y las obras de misericordia respecto a los demás. Pero, sobre todo, los fieles entienden la llamada a ser coherentes, como los primeros cristianos.

En tu opinión, ¿cuál es hoy en día el estado de salud de la Iglesia?

Alazraki: En estos cinco años el Papa Francesco, en vez de mantener las 99 ovejas seguras del rebaño, ha salido para ir a buscar siempre a la oveja perdida, abriendo así una nueva “franja de mercado”, resultando un pontífice muy apreciado por los que no creían, por los que eran muy escépticos, indiferentes o incluso ateos.

Piqué: Hoy podemos decir que la Iglesia católica ha adquirido nuevamente un papel protagonista en la escena internacional, con un mensaje fuerte y un Papa al que todos los jefes de Estado quieren visitar. Ciertamente, persisten momentos de crisis, como por ejemplo las poquísimas vocaciones, sobre todo en Occidente, o varios problemas internos que quedan por resolver. El Papa, de todos modos, no tiene la varita mágica para resolverlo todo e inmediatamente.

Fernández: La Iglesia continúa “en marcha”. En continuo avance. A veces más lento, con tropiezos y pérdida de ruta. Pero siempre recuperando el camino y mirando al frente. Lo importante es que sigue proclamando la misma Buena Noticia a pesar de los errores de quienes estamos dentro y de la vergüenza que producen quienes tendrían que dar mayor ejemplo y no lo dan. En este sentido me gustaría subrayar que a pesar de quienes intentan subrayar lo contrario, dentro de la Iglesia existe una gran mayoría de personas que son y dan ejemplo de santidad.

Tornielli: ¡Me darían ganas de decir que cuando la Iglesia piensa en su estado de salud, nunca está en buena salud! Una Iglesia con buena salud es una Iglesia que vive de una luz que es recibida, y que a su vez refleja. Una Iglesia con buena salud no está jamás preocupada por sí misma, jamás replegada sobre sí misma. Por desgracia, me parece que hay todavía demasiado entusiasmo por estrategias, marketing, visiones empresariales.

Rodari: Es difícil hacer valoraciones de este tipo. Hoy la Iglesia vive una profunda crisis en Europa y una gran vitalidad en otros lugares. Pero también en Europa hay lugares de verdadera autenticidad. Por tanto, no es fácil dar un juicio general. Creo que Francisco está abriendo procesos importantes para una Iglesia más limpia, auténtica, capaz de vivir lo esencial.

Boo: Está mejorando a buen paso en la medida que los fieles adoptan una actitud cristiana y se dan cuenta de su responsabilidad. También en la medida en que los obispos y sacerdotes van entendiendo su tarea como servicio a los fieles. Cada vez hay menos “obispos príncipes” y más “obispos servidores” como los primeros Apóstoles. La tarea de erradicar los abusos sexuales de menores está más avanzada en la Iglesia católica que en cualquier otra organización religiosa o civil. Y Francisco está ganando terreno en sus “tres limpiezas”: la del clericalismo de clérigos y laicos; el carrerismo entre los clérigos y la corrupción entre los laicos.

Uno de los ejes del pontificado son las reformas. ¿Atisbas resultados positivos, o las consideras una “misión imposible”?

Alazraki: Mi impresión personal es que Francisco pensó al inicio del pontificado que reformar la Curia sería más sencillo de lo que ha resultado ser en realidad. Pero más que cambiar las estructuras o unificar varios dicasterios, en realidad su verdadero objetivo es cambiar la mentalidad de las personas que trabajan en ella.

Piqué: Es evidente que las reformas no pueden hacerse de un día para otro, y que hace falta tiempo. Entre otros motivos, una cosa son las reformas estructuras, más fáciles, y otra las reformas “espirituales” o los cambios de mentalidad que el Papa pide. Pero diría que no estamos de ninguna manera ante una “misión imposible”.

Fernández: La reforma está en marcha, lo que no significa que la empresa sea fácil y rápida. Y además queda mucho por hacer. Francisco es un Pontífice reformador, consciente de que está poniendo los cimientos que continuarán sus sucesores. Y su reforma está saliendo adelante en las personas, el terreno de juego en el que mejor se mueve el Papa. La forma de actuar y de pensar del Papa no gusta a todos, y siempre existen intrigantes que intentan poner trabas a unas reformas que avanzan a pesar de sus impedimentos.

Tornielli: Creo que la única reforma verdadera posible es la de los corazones, la de aquella “conversión pastoral” de que habla Francisco en Evangelii gaudium. Toda reforma que no parta de aquí, toda reforma que no ponga en primer lugar la salus animarum no solamente no sirve, sino que termina por ser nociva. Desde el punto de vista de las reformas estructurales, estamos todavía en medio del vado y es difícil hacer valoraciones.

Rodari: Las reformas las hacen siempre las personas, repite a menudo Francisco. Hay personas, por ejemplo en la Curia romana, que están trabajando bien por un auténtico proceso de reformas, y otras menos. Una verdadera obra de reforma en la Iglesia prevé necesariamente señalar lo que no funciona. Este es un proceso largo y no fácil. La misión es por tanto todavía larga, pero ciertamente no imposible.

Boo: La reforma con que sueña Francisco es la del corazón de cada cristiana y cristiano. Se trata de una reforma del cuerpo místico de Cristo, formado en su abrumadora mayoría por laicos, a través de la reforma personal. En este cuadro, las reformas administrativas son secundarias, incluso la de la Curia vaticana, cuya importancia como organismo es cada vez menor. En todo caso, lo importante es que los colaboradores cercanos de Francisco son ya casi todos muy competentes y en sintonía con el Papa, después de chascos notorios.

¿Qué dirías de algunos sectores que se oponen abiertamente a la línea de Francisco?

Alazraki: Seré sincera: no había visto en los pontificados precedentes una manifestación tan evidente de estas oposiciones, aunque es obvio que todos los Papas las han tenido. Creo que su existencia se debe al hecho de que, evidentemente, el proceso de reforma iniciado por el Papa Francisco ha puesto en peligro privilegios adquiridos con el tiempo. Además, seguramente hay personas a las que les gusta un estilo más sobrio, lejano de las pompas de otros tiempos.

Piqué: Todos los pontificados han tenido que habérselas de alguna manera con grupos de contestatarios. Hoy, quizá, gracias también a las redes sociales, la oposición hace mucho más ruido, se hace notar más, pero no creo que sea tan numerosa; es más, diversas fuentes confirman que la gran mayoría de los obispos está con el Papa.

Fernández: El Papa conoce perfectamente que sus acciones y medidas producen rechazo en algunos sectores de la Iglesia. Pero solo basta echar un vistazo a los grupos más críticos para comprobar que en ocasiones están fundados en un rigorismo legalista a secas, que les lleva a un rechazo hostil de todo lo que surja de Francisco. Pero a Francisco no parece importarle mucho estas críticas, cuenta con ellas. Curiosamente lleva peor a los aduladores, los tiene “alergia”.

Tornielli: La crítica, las resistencias, son fisiológicas y una mirada histórica nos haría comprender cómo los predecesores de Francisco también han registrado oposiciones, a veces llamativas y siempre provenientes del interior de la Iglesia, como por ejemplo las críticas a Pablo VI por la Humanae vitae. Dicho esto, en la oposición al actual pontífice hay también novedades, a mi entender: la principal está representada por el uso de internet, de las redes sociales, que en este como en otros casos no ayudan a que emerja lo mejor de las personas. Comentarios groseros, acusaciones cínicas, lenguaje despectivo, ataques a las personas y no a las ideas, actitudes sin retorno: será interesante ver cómo harán para dar marcha atrás, en el futuro, los que han “educado” a miles de fieles internautas en una actitud de irreverente de escarnio hacia el Pontífice, solamente porque el Papa de aquel momento les gustará a ellos.

Rodari: Creo que se debe a la voluntad de mantener posiciones de poder adquiridas. Hay quien no se abre a la renovación por comodidad, y porque volver a pensarse a sí mismo implicaría también ceder posiciones, convicciones, a veces también funciones y encargos.

Boo: Hay dos tipos de resistencias, ninguna de las cuales desanima en lo más mínimo a Francisco.

Una primera interna, de personas que no entienden o no quieren entender elementos básicos del Concilio Vaticano II como el valor de la conciencia personal, la ayuda al discernimiento, la gradualidad de la ley -clarificada en su día por Benedicto XVI- o la misericordia. También es interna la resistencia de sectores clericales y rigoristas, a veces muy cercanos al tradicionalismo. Pero estos ambientes son muy minoritarios y endogámicos.

La resistencia en medios de comunicación, incrementada en el último año y medio, tiene mucho más que ver con maniobras de opinión pública de sectores muy poderosos, sobre todo en Estados Unidos, que consideran a Francisco como enemigo peligroso a desgastar. Me refiero a algunas empresas carboneras o petroleras que no perdonan la Laudato si’, algunas gigantescas empresas de armamento molestas por su oposición a las guerras y su defensa de los refugiados…

¿Cómo valoras la presencia de las instancias pontificias en el panorama internacional (guerras, persecuciones, diplomacia)?

Alazraki: El Papa Francisco se ha impuesto como un líder, una autoridad moral muy fuerte; entre otras cosas, es el único que nos repite continuamente que estamos en la “tercera guerra mundial a pedazos”, que si continuamos así vamos hacia el fin de la humanidad y del planeta. Es el Papa quien nos recuerda a los pueblos oprimidos, a los cristianos perseguidos, y también a las víctimas de diversos holocaustos. Sin duda, ha vuelto a llevar el papado al centro de los juegos de la diplomacia internacional.

Piqué: Desde el primer momento el Papa ha demostrado que es un hombre de acción, que hace lo que dice, muy valiente, poniendo en práctica la frase “el poder es servicio”. Con audacia y arriesgando, se ha puesto al servicio de la paz, interviniendo desde el principio en diversos conflictos, con resultados inesperados y más que positivos, como el deshielo entre Cuba y los Estados Unidos, o el proceso de paz en Colombia. Ha sido el único en comprender desde el comienzo el profundo alcance del drama de los emigrantes.

Fernández: Resulta indudable que el Papa se ha constituido en un líder mundial que en continuidad con sus antecesores ha dado credibilidad a la Iglesia recuperando el Evangelio y recordando que la Iglesia es misericordia y dirige su mirada hacia las periferias. En el panorama internacional, por ejemplo, han calado las advertencias del Papa hacia quienes escogieron la vía de la violencia para sus reivindicaciones. No ha dejado de recordar que el recurso a la violencia genera muerte y destrucción. En sus mensajes a Europa Francisco también ha dejado claro que la primera, y tal vez la mayor contribución que los cristianos podemos aportar a la vieja Europa de hoy es recordar que no se trata de una colección de números o de instituciones, sino que está hecha de personas. De ahí la necesidad de favorecer una comunidad inclusiva y solidaria, que sepa beber de su rica tradición sin traicionarla, y que no construya trincheras.
Tornielli: Me parece que el Papa Francisco y su Secretario de Estado se mueven en el surco de la gran tradición diplomática de la Santa Sede: dialogo en todas las direcciones, mirada siempre evangélica y nunca política, esfuerzo por evitar los conflictos, intento de construir puentes, de incluir y no de excluir, realismo al juzgar los sucesos, sin plegarse a las propagandas de guerra de los que quieren encubrir con la religión sus intereses escondidos.

Rodari: Considero que con el retorno de la diplomacia pontificia a la cabeza de la Secretaría de Estado la Iglesia ha vuelto al centro del tablero de juego internacional. Los resultados desde el punto de vista diplomático son notables. Desde este punto de vista, la Iglesia trabaja siempre para favorecer la paz. Así su acción ha contribuido al final del embargo de los Estados Unidos sobre Cuba, a la paz en Colombia, a hacer salir el sufrimiento a tantas minorías olvidadas, a hacer que la comunidad internacional mire con mayor atención a la diferencia entre el sur y el norte del mundo.

Boo: Para ser una persona sin experiencia diplomática, Francisco empezó a lograr enseguida resultados asombrosos. A pesar de la discrepancias política, el Congreso de Estados Unidos, de mayoría republicana, le invitó a tomar la palabra ante las dos Cámaras reunidas en sesión conjunta, formato discurso del estado de la Unión. Y en la cumbre de 2016, los jefes de gobierno y las máximas autoridades de la Unión Europea, acudieron al Vaticano a entregarle el Premio Carlomagno. Es asombroso que las dos entidades políticas más poderosas del mundo honrasen a un líder religioso católico que, además, no es ni anglosajón ni europeo.

¿Qué nos reservará el futuro de este pontificado, y de la Iglesia en general?

Alazraki: En mi opinión, Francisco avanza poco a poco con esta idea de que el camino se hace caminando. Por medio de la oración, el discernimiento y la observación de la realidad que cambia, toma direcciones o elige las prioridades en cada caso. Seguramente su deseo es una Iglesia siempre abierta, en escucha, menos autorreferencial, y cada vez más sensible al cambio. Una Iglesia que debe estar dispuesta a bajar a la calle y acercarse  al hombre, sobre todo a las personas más abandonadas, y dispuesta a ensuciarse las manos, más que permanecer enrocada sobre sí misma.

Piqué: No podría dar una respuesta. Solamente sé que este Papa continúa sorprendiéndonos todos los días, y que con sus 81 años y su buena salud, tiene una energía increíble y una enorme paz interior, a pesar de los retos que tiene que afrontar. Seguramente nosotros, los periodistas, tendremos todavía que escribir muchas cosas sobre el Papa venido del fin del mundo, que sin duda ha revolucionado la Iglesia en sentido misionero.

Fernández: Todo lo que el Papa Francisco ha puesto en marcha y tiene entre manos no es algo que se cambie de hoy a mañana, pero el movimiento ya es irreversible. Entre mis previsiones, constatando que son dos temas que ahora mismo Francisco tiene en la cabeza, se encuentra la juventud y el acercamiento a China. Los jóvenes se han convertido en señal visible de las preocupaciones presentes del Papa y respecto a China, su objetivo es crear un ambiente de convivencia en el que los cristianos puedan profesar su fe en paz y a la vez intentar recuperar la unidad visible de la comunidad católica que tanto ha sufrido en su historia.

Tornielli: No me atrevo a hacer previsiones. Puedo expresar un deseo: que la Iglesia –y subrayo la Iglesia, es decir, el pueblo de Dios compuesto por todos los bautizados- esté en condiciones de testimoniar cada vez más un rostro de misericordia y acogida. El rostro del Dios cristiano que, antes de juzgarte, te quiere y da el primer paso hacia ti.

Rodari: Un proceso cada vez más decidido de limpieza interna y de impulso amor amoroso hacia el mundo.

Boo: A diferencia de los resultados de la política o del fútbol, el impacto de un pontificado se mide a largo plazo, sobre todo el de un Papa que considera más importante “iniciar procesos” que “controlar espacios”. Yo veo el pontificado de Francisco como una aceleración, mediante el ejemplo y carisma personal, de líneas marcadas por sus predecesores. La misericordia es un gran tema de san Juan Pablo II, lo mismo que el cuidado del medio ambiente y la pobreza lo eran de Benedicto XVI.

Creo que Francisco seguirá volcándose en revitalizar el sacramento de la Confesión, en promover el del Matrimonio y en mitigar uno de los grandes problemas de este momento histórico marcado por la publicidad omnipresente y el narcisismo digital: la incapacidad de los padres para transmitir la fe cristiana o un mínimo de valores a sus hijos. n

Dossier

V Encuentro Nacional de Pastoral Hispana Latina en Estados Unidos

Omnes·4 de abril de 2018·Tiempo de lectura: < 1 minuto

El V Encuentro Nacional de Pastoral Hispana Latina en Estados Unidos, que tendrá lugar en Grapevine (Texas) en septiembre, marca el número de Palabra de abril. Los hispano latinos son protagonistas de vanguardia de la Iglesia norteamericana, y Palabra dedica un número especial de 32 págs. al desafío del V Encuentro, que lleva por lema “Discípulos misioneros: Testigos del amor de Dios”.

La revista incluye en el dossier una entrevista al arzobispo de Los Ángeles, Mons. José H. Gómez, que se refiere a los hispanos como “un potencial de evangelización, si optan por Cristo”. Además, escriben el arzobispo de San Antonio, Mons. Gustavo García Siller; la directora de Diversidad Cultural de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, Mar Muñoz-Visoso; y el director de CNS, Greg Erlandson.

También cuenta con artículos escritos por Ernesto Vega, coordinador del V encuento en la Arquidiocesis de Los Ángeles, el Padre Gonzalo Meza…

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España

Un día en un híper de droga: escuchar y querer

Omnes·28 de marzo de 2018·Tiempo de lectura: 3 minutos

Café, cariño y escuchar. Con eso basta para ver cómo se ilumina su mirada, y sienten que alguien está ahí, a su lado. Jóvenes madrileños comparten su tiempo con personas enganchadas de todas las edades.

—texto Ignacio López Pajarón

Encargado de Hakuna del Compartiriado en La Cañada

A escasos 13 km. de Madrid nos encontramos con un asentamiento chabolista conocido como La Cañada Real, que es desde hace años el “supermercado de la droga” más grande de Europa. En este lugar hay mucha gente que trabaja como esclavo en el siglo XXI, trabajando 24 horas al día los siete días a la semana para los propios traficantes y vendedores, de lo que haga falta, por su pequeña dosis como pago. Son conocidos como “machacas”.

Para entender lo que hacemos en La Cañada conviene definir qué es “compartiriado”. Así lo explica el sacerdote José Pedro Manglano, creador del movimiento de jóvenes Hakuna, en su libro Santos de copas: “Compartiriado: No vengo a ayudarte dedicándote algo mío, sino que vengo a compartir lo que tengo contigo y a que tú compartas conmigo lo que tienes”.

Sonrisas ante la pesadilla

Todo comienza con el mimo con el que empezamos a hacer los cafés, comprar los bollos y nos reunimos para ir en coches hacia allí. Nos vestimos nuestras mejores sonrisas para bajar al infierno en la tierra. Saludamos a nuestros compañeros de la Comunidad de Madrid, limpiamos la mesa. De pie y con sillas invitamos a nuestros amigos de La Cañada a un café, que se sienten y nos cuenten lo que quieran, nosotros escuchamos.

Vienen con sus manos negras y su ropa, que en muchos casos les queda pequeña, sucia y rota. Sus zapatillas parece que han pasado por una trituradora de tantos kilómetros que han andado. Escuchamos. Y poco a poco brotan de sus bocas palabras a las que probablemente nunca antes nadie había prestado atención. El café, el cariño y escuchar. Con eso es suficiente para notar cómo se ilumina su mirada, que pasa de verse tachados por la sociedad a sentir que alguien está ahí, a su lado, para él. El rango de edad va desde los 18 hasta por encima de los 75 años.

Nos cuentan sus vidas, el cariño que sienten hacia sus seres queridos –quienes, en muchos casos, han renegado de ellos‒, nos revelan con tristeza el momento turbio en el que empezaron a meterse en el infierno. Nos explican que lo que tenían a mano no les valía para paliar una sed que empezó mucho antes. Gente de todas las edades que buscaba escapar de sus vidas y huir a una realidad alternativa que, creían, les proporcionarían las drogas. Todos saben en qué sitio están, en la peor de las pesadillas que pueda tener una persona.

La vuelta a casa es casi siempre igual. Las sonrisas se caen y queda un sabor agridulce, agrio por lo que hemos vivido, y dulce por saber que el tiempo que hemos estado con ellos ha servido para volver a encontrar la luz en su mirada, que con tan poco hemos conseguido tanto.

Como hermanos nuestros

En este compartiriado tratamos de que en ese pequeño momento que están con nosotros se sientan como hermanos nuestros. La sociedad trata de deshumanizarlos y tacharlos, nosotros movemos ese aspa para intentar convertirla en la Cruz de Cristo y aprendemos a amarla y acogerla. Sabemos que es prácticamente imposible sacarlos, eso solo depende de que ellos quieran.

En un caso pasado, una persona decidió dar el paso y salir porque, como me dijo personalmente, con nosotros había sentido que su vida era importante para alguien, que a nosotros nos importaba que él estuviera ahí y de esa manera. Sólo podemos rezar por ellos y desear que Él les de la fuerza, que sepan ver el motivo para intentarlo y conseguirlo.

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Evangelización

Experiencia en la capellanía de la Universidad Complutense de Madrid

De los años de estudiante en momentos agitados, a capellán de su antigua facultad. El autor ejerce su ministerio desde 2009 entre la juventud universitaria, y nos cuenta su experiencia como capellán en la Universidad Complutense de Madrid.

Hilario Mendo·27 de marzo de 2018·Tiempo de lectura: 5 minutos

En el hall de la facultad, atestado de estudiantes bajo una lluvia de panfletos, dos universitarios de facciones políticas opuestas se enfrentaron. A los pocos instantes, varios compañeros sacaban rápidamente en andas al que llevó la peor parte; y un reguero de sangre era todo un símbolo de las enconadas divisiones del momento. Eran los años 60, y es uno de mis recuerdos de mi época de estudiante, que fuera de estos episodios resultó un periodo amable.

Pasaron los años. Cambié de ciudades, y de ocupaciones. Luego vino la llamada al sacerdocio y dediqué buena parte de mi tiempo a la pastoral universitaria en colegios mayores. Aun así conservaba una cierta nostalgia de mis años complutenses. El pluralismo intelectual y social constituye siempre una llamada al diálogo sincero; y, para un cristiano, es también un reto para ofrecer pacífica y amablemente las riquezas de su fe. Por eso fue una estupenda sorpresa que me plantearan la posibilidad de ser capellán de mi antigua facultad y acepté ilusionado.

Coleccionista de e-mails

La facultad cuenta con una capilla grande, que facilita el recogimiento, bien situada, junto a la librería de la facultad. Me pareció que lo esencial, en esos primeros tiempos, además de rezar, era conocer gente y darme a conocer. Con la puerta de mi despacho abierta, abordaba amablemente a las personas que entraban en la capilla, practicando el consejo de otro capellán universitario: que me hiciera “coleccionista de e-mails”. A la vez que ofrecía mi tarjeta con los horarios de capellanía, pedía su correo electrónico a mis interlocutores, y hoy ya tengo varios cientos. Eso me permitió comunicar digitalmente las actividades a un número amplio de profesores y alumnos; e ir recibiendo sus consultas, o palabras de ánimo, así como difundir textos útiles y mantener el contacto.

También me planteé cuáles serían los cauces para comentar la Palabra de Dios a quien quisiera oírme, y hacer juntos algo de oración. Una brevísima homilía diaria, tweet-homily, cumple en parte el primer objetivo. Para sacar el segundo, anuncié 15 minutos diarios de meditación del Evangelio. Iniciaba yo la oración y los asistentes ocupaban los bancos próximos: era mi oración en voz alta, procurando desgranar el texto sagrado y ofrecer con aplicaciones prácticas que ayudasen a imitar a Jesucristo en la vida corriente. Asistían pocas personas, pero fue una siembra de oración, que fue dando su fruto.

La asignatura más importante

Había que facilitar la confesión, de manera que en mi tarjeta, escribí: “Confesiones, en cualquier momento”, frase que imprimí con letras grandes en un folio que he colocado a la entrada de la capilla.

Este asunto me ha dado muchas alegrías en estos años. Hay un goteo pausado de confesiones, con personas que proceden de diversas facultades: tal vez se ha corrido la voz de que en Derecho hay todas las tardes un cura que confiesa, “en cualquier momento”. A veces hay que ayudar a los jóvenes a entender que, además de un cambio de impresiones y unos consejos, necesitamos sobre todo la gracia del sacramento.

Todos los años, al empezar el curso, pongo un cartel convocando a recibir el sacramento de la Confirmación. Ofrezco una clase semanal de una hora sobre la doctrina cristiana, siguiendo el esquema del Catecismo de la Iglesia Católica. Además de los confirmandos acuden otros interesados; con todos hablo periódicamente, para asegurar en lo posible que asimilan las clases, y que la doctrina va informando su vida personal.

Un tema que no falta en las conversaciones personales es la vida de oración. Para facilitarlo tenemos un retiro mensual, muy breve, pues se trata de aprovechar la única hora, en mitad del día, en que no hay clases en la facultad. Expongo el Santísimo en la custodia, y al final se da la bendición. En medio, lectura espiritual con un texto seleccionado; un rato de oración; unos folios con preguntas, para que cada asistente haga su examen personal. En los breves intervalos, alguien se confiesa, o quedamos para charlar con calma otro día.

El café teológico y el Youcat

Tras iniciar las actividades básicas, me planteé qué hacer para facilitar la formación doctrinal. Fui remozando la pequeña biblioteca de libros doctrinales y espirituales, ubicada en la antecapilla. Pero había que hacer algo más. Organicé un café teológico, dirigido a los profesores: una reunión periódica en torno a un tema relevante, un invitado prestigioso que interviene con brevedad, y unas humeantes tazas de café. Fue una buena experiencia, que me ayudó a trabar relación con un puñado de profesores. En la misma línea, puse en marcha charlas-coloquio similares para los alumnos.

Por otro lado, la Providencia me deparó una experiencia eficaz. Vinieron un par de alumnos para explicarme que habían formado un grupo de Youcat, el catecismo de la Iglesia católica para jóvenes, y se reunían los domingos por la tarde con otros amigos, en casa de alguno de ellos. Pero había un problema: se planteaban dudas que ninguno sabía resolver, y discutían sin aclarar nada. Por eso decidieron invitar a un sacerdote, o alguien bien preparado, que asistiera a las reuniones, y les confirmara en la doctrina cristiana correcta. Acepté encantado esta invitación.

Durante un par de cursos tuvimos esas sesiones. Yo les dejaba dialogar vivamente, buscando la interpretación –o la aplicación a la vida diaria– de lo que se iba leyendo: y al final de cada tema, aclaraba dudas, o confirmaba y ampliaba sus conclusiones.

Fermento cristiano en el mundo universitario

Planes no faltan, en el curso que empieza. Ahora nos proponemos: fomentar más la adoración a la Eucaristía, con la exposición frecuente del Santísimo; iniciar otro voluntariado, con refugiados; promover una novena de preparación a la solemnidad de la Inmaculada; montar visitas artísticas y excursiones para estar más en contacto con la naturaleza; facilitar el préstamo de libros…

A Dios gracias, se ha ido formando en torno a la capellanía un nutrido grupo –ya son medio centenar– de chicos y chicas de diversas facultades, con muchas ganas de rezar, formarse cristianamente… y pasarlo bien. Tenemos una reunión semanal, a mediodía, con tres partes: les expongo sintéticamente una cuestión doctrinal o antropológica de actualidad; hay un rato de conversación donde se comparten o comentan experiencias interesantes, y se hacen planes para la semana siguiente; y pasamos a la contigua capilla, donde dirijo en voz alta un rato de oración. Ellos mismos coordinan un voluntariado semanal con enfermos en un hospital cercano; el café filosófico mensual para universitarios, en algún bar espacioso y en torno a un tema fijado de antemano; los planes culturales o deportivos; la recogida y reparto de ropa de abrigo, entre los sin techo, poco antes de Navidad… Y celebramos los cumpleaños y santos.

Amistad

Si hubiera que sintetizarlo todo con una palabra, sería AMISTAD: con Dios y con los demás; y esto comporta el empeño por ofrecer a los amigos este horizonte. No queremos ser un colectivo cerrado, sino fermento cristiano en medio de la masa de universitarios de Madrid. Tenemos un nombre provisional, algo provocador: Grupo universitario CO.CA (COmpañeros del CAmpus). Hace tiempo que estamos presentes en facebook e Instagram y la página whatsapp del grupo facilita los contactos cotidianos, la petición de oraciones ante una enfermedad o un próximo examen, etc.

El último fin de semana, varios del grupo nos saludaban con sus fotos desde Fátima; y una de nuestras chicas subía al whatsapp su foto desfilando en la reciente Fashion Week Madrid, el mayor acontecimiento de la alta moda en la capital. Nos alegró mucho estar presentes, al mismo tiempo, en un santuario mariano y en una pasarela de la ropa más cool. Oración intensa, y vanguardia profesional y estética: me parece un buen símbolo del trabajo de un capellán universitario, abierto al mundo de los jóvenes, y convencido de la belleza y la fuerza de la propuesta cristiana.

El autorHilario Mendo

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Mundo

La Iglesia en Nigeria pide respeto y diálogo ante la persecución de los cristianos

Omnes·21 de marzo de 2018·Tiempo de lectura: 4 minutos

Como nación soberana, Nigeria tiene un futuro brillante. Sin embargo, aún no ha podido crecer de modo sostenible a causa de los problemas sociales que la persiguen desde su fundación. Alcanzar la ansiada convivencia pacífica se ha convertido en uno de sus mayores desafíos.

—texto Jerome Omoregie, Lagos (Nigeria)

En los últimos años, la realidad de los cristianos Nigeria se ha visto afectada por la aparición de grupos radicales islamistas. La persecución ha llegado al punto de situar a Nigeria como el segundo país donde más cristianos son atacados, según la Lista Mundial de Persecución 2017, de Puertas Abiertas.

Nigeria ha recorrido un largo camino en los últimos 57 años de gobierno independiente. Con la democracia, ya existe gobierno y oposición, situación que está creando un ambiente propicio para una sana competencia y evolución política, económica y social. Este avance es fruto de la necesidad de cambiar la tensión y la insatisfacción que venía acarreando el país como resultado de años de injusticia, inseguridad y corrupción.

La sociedad nigeriana ya percibe un crecimiento económico gradual y una lucha inicial contra la corrupción. Pero el gobierno tiene aún mucho trabajo por hacer. Para cerrar las heridas del pasado, se espera que las autoridades atiendan y escuchen a todos, cumplan su promesa de luchar contra la corrupción sin importar la afiliación etnopolítica y promulguen leyes que favorezcan al sector educativo y sanitario.

Asimismo, se reclama más transparencia en el nombramiento de funcionarios y personal gubernamental, la reducción del coste excesivo de la administración pública y en definitiva, un tratamiento equilibrado de las confesiones religiosas.

La inseguridad social

Somos conscientes de la reducción significativa en la insurgencia de Boko Haram, grupo yihadista que ha secuestrado, esclavizado y matado a miles de cristianos en Nigeria. La exitosa liberación de algunas de las 219 niñas secuestradas de Chibok (noreste del país) en 2014, ha traído esperanza a un pueblo que ha vivido bajo el yugo del terror. En este caso, se ha notado el esfuerzo del gobierno nigeriano para dar fin a la secuencia de hechos dolorosos e inhumanos. Por otra parte, la reciente ola de secuestros de sacerdotes y religiosos ha terminado con la pérdida de algunas vidas y ha generado mucha crispación social. Hasta el momento no hay un trasfondo político o religioso conocido detrás de estos secuestros, salvo posibles intereses económicos de particulares.

Impacto en el cristianismo

¿Cómo afectan estos eventos a la vida y a las actividades de la Iglesia católica en Nigeria? Es cierto que ha habido exceso de violencia religiosa en el pasado, pero el sufrimiento por las amenazas y los abusos de Boko Haram sigue presente en el noreste de Nigeria, donde la violencia llegó hasta el punto de inhibir el culto público normal. Lamentablemente, las iglesias han sido los principales blancos de los ataques terroristas.

Nuestro objetivo actual es reconciliar a las partes agraviadas de las comunidades afectadas. Gracias a las negociaciones, poco a poco, la vida está volviendo a normalizarse y se espera que la confianza perdida se restablezca nuevamente.

Aunque muchas zonas del país disfrutan de una coexistencia armoniosa, aún persiste la intolerancia religiosa. Así lo denuncia, por ejemplo, el comunicado emitido por la Conferencia de Obispos Católicos de Nigeria en septiembre de 2017: “Aquellos gobiernos en el Norte que niegan a algunas de nuestras diócesis su derecho a poseer propiedades de tierra para la misión, se oponen a dar los títulos de propiedad”. Estos sucesos van en contra del derecho a la libertad de culto que garantiza la Constitución.

Creo que la fe cristiana siempre ha sido testigo de desafíos y continuará siéndolo. La Iglesia se hace más fuerte en medio de estas dificultades porque nuestra fuerza proviene de la gracia divina. Es conmovedor ver que incluso ante las amenazas en la vida de los feligreses por ataques terroristas, abundan los testimonios de sacerdotes y laicos valientes que se congregan para celebrar la santa Misa.

Posibles pasos hacia adelante

La situación que afronta el catolicismo en Nigeria (23 millones de habitantes), con el segundo mayor número de fieles en África, tiene un gran reto por delante. Sin embargo, vivimos confiados en que llegaremos a superar los conflictos. ¿Cómo? A través del diálogo, la educación y el respecto.

El diálogo, que se basa en el respeto mutuo y la sincera escucha, sigue siendo una verdadera vía para abordar las discrepancias. La Iglesia católica siempre ha dialogado con distintos frentes. En primer lugar, con otros cristianos para buscar un terreno común y lograr alcanzar la unidad. Por otro lado, con las religiones no cristianas para buscar la convivencia pacífica y respetuosa. En un tercer nivel, con el gobierno para poder abordar legítimamente las decisiones políticas que tienen un impacto negativo en la población nigeriana. El diálogo continuo en todos estos niveles debe continuar, ya que solo cuando comencemos a vernos como hermanos, la violencia dejará de ser una opción.

La educación es imprescindible para garantizar el progreso social. Como tal, un retorno a la colaboración entre la Iglesia y el Estado garantizaría la provisión de educación de alta calidad, que defienda valores que ayuden a construir una nación unida. No abogo por un regreso nostálgico a los viejos tiempos de las Escuelas Misioneras. En su lugar, deberíamos trabajar hacia el tipo de colaboración Iglesia-Estado que tenga como pilares los valores heredados de aquellos días y los adapte a las necesidades de cada momento.

Asimismo, debe fomentarse el compromiso cristiano con la construcción del país a través del respeto por la autoridad constituida. Los cristianos estamos llamados a participar activamente en los asuntos sociopolíticos para llevar a cabo la transformación necesaria (véase Lumen Gentium, 35; Christifideles laici, 15). La evolución positiva se consigue cuando aquellos que tienen la capacidad de hacer los cambios necesarios, actúan en consecuencia. El gobierno debe, a su vez, complementar este gesto con el respeto y la aplicación no selectiva del Estado de derecho.

Mientras miramos hacia el futuro y trabajamos para convertirnos en una nación que vive en libertad, paz y unidad, debemos tener paciencia. El proceso de reparación lleva tiempo. Aquí, los católicos tenemos un papel importante que desempeñar en la construcción del país, y es deber del Estado garantizar la libertad de culto para todos.

El diálogo fraterno, la educación de calidad y el respeto universal, sin excepciones, se convierten en herramientas esenciales para garantizar la ansiada paz. Como cristianos, también debemos confiar Nigeria a la guía del Espíritu Santo que sopla donde quiere y cuya acción transformadora penetra en los corazones de todos los hombres.

Experiencias

Usar el arte en la clase de Religión, un recurso pedagógico

Omnes·18 de marzo de 2018·Tiempo de lectura: 8 minutos

Una imagen vale más que mil palabras, reza el conocido refrán. Y esto es lo que aquí se sugiere a los profesores de Religión como uno de los posibles recursos pedagógicos para la enseñanza de la asignatura: explicar las verdades de la fe cristiana ayudándose de la gran cantidad de obras pictóricas que podemos encontrar en los museos.

– Arturo Cañamares Pascual

Como la belleza es una propiedad de las cosas creadas, y todo cuanto existe ha sido creado por Dios (o por el ser humano, que también ha sido creado y amado por Dios), enseñar usando la belleza acerca a la contemplación de Dios.

Los filósofos dicen que la belleza es un trascendental del ser: es el gusto por la verdad y el bien en lo que vemos. Cuando contemplamos algo bello nos causa placer, atrayendo nuestra mirada u oído.

La belleza en el arte es una epifanía, una manifestación de Dios a los hombres (cfr. Carta a los artistas, Juan Pablo II). Gracias a los artistas el misterio de Dios es más asequible (cfr. Insegnamenti II, Pablo VI).

Velázquez con su cuadro Cristo Crucificado o Mel Gibson con su película La Pasión nos han acercado al asombroso misterio de la muerte del Señor; el misterio de la Navidad mostrado en su sencillez por San Francisco en su primer Nacimiento “viviente”, o gracias a tantas representaciones de Belén en nuestras casas con las clásicas figuritas, nos facilitan entender y vivir ese misterio.

El mundo tiene necesidad de belleza para no caer en la monotonía, en la tristeza o en la desesperanza. La belleza, como la verdad, siembra alegría en el corazón de los hombres; es el fruto precioso que resiste a la usura del tiempo, que une las generaciones y las hace comunicarse en la admiración. La belleza, decía Platón, es como una sacudida que nos hace despertar de nuestra modorra, nos hace salir de nosotros y nos eleva.

De algún modo, Dios se hace presente en la belleza. ¡Qué acertado estuvo el título de la exposición de arte religioso durante la JMJ de 2011 en el Museo del Prado: La Palabra hecha imagen!

La experiencia de la belleza es necesaria para la búsqueda del sentido y de la felicidad, porque acerca a la realidad y la ilumina (Discurso a los artistas, Benedicto XVI).

Von Bhaltasar, dice que la via pulchritudinis, el camino de la belleza, hace que caminemos hacia la contemplación de lo verdadero y bueno. Pero cuando alguien rechaza la belleza, entonces ya no puede rezar y, al final, no será capaz de amar.

Los grandes místicos (Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz) contemplaban a Dios y se quedaron enamorados de su Belleza, que veían en el canto de un pajarillo, en un río, en una escultura de Cristo…

Con frecuencia se oye decir que sobre gustos no hay nada escrito. ¿Seguro? De gustos hay mucho pensado y escrito. Lo bello es agradable: la Inmaculada de Murillo, el Requiem de Mozart, o un belén de Salzillo o Mayo agradan a todos, aunque a algunos les cueste más esfuerzo entenderlo y así poder disfrutarlo mejor. Y al revés: lo desagradable, lo cutre o provocativo es contrario a la dignidad humana; degrada a quien lo hace y a quien lo ve. Una película, un programa de televisión o un cuadro hecho para desagradar es un insulto a lo más noble del ser humano. Es lo que busca una sociedad que abraza la incoherencia del relativismo, que rechaza la verdad y, por tanto, también evita la belleza que nos muestra esa verdad.

La clase de Religión es un ámbito privilegiado para enseñar empleando la belleza. Apoyarse en la historia y en la cultura con sus diversas manifestaciones artísticas abre los sentidos a lo trascendente y hace más fácil entender cuanto intentamos explicar.

Recordemos algunos recursos prácticos que pueden enriquecer una clase y volverla más atractiva: usar el arte en la clase, hablar con imágenes hacen que el contenido se sienta como algo familiar, cercano, posible, conectado con la propia vida (cfr. Evangelii Gaudium, Papa Francisco). Su uso está legitimado por el mismo Jesús, el Maestro, que usaba para enseñar parábolas, comparaciones llenas de belleza y asequibles a quienes las escuchaban.

Las enseñanzas de Jesús no han perdido su valor, pues  la belleza es estable. Sirven y atraen a cuantos se les vuelve a proponer: La parábola del hijo pródigo o la del buen samaritano son un modo extraordinario de enseñar que utilizaba el Señor. También la vida misma de Jesús, si se explica bien, atrae, pues Él es la Verdad y la Bondad, y por tanto, la suma Belleza.

En la clase de Religión es muy bueno emplear el método que usaba Jesús y que los teólogos llaman synkatábasis (condescendencia, abajamiento), que es ponernos al nivel de quienes nos escuchan, para que nos entiendan y hacer asequible nuestro lenguaje. En muchos casos, una imagen artística vale más que mil palabras. Luego, cuando hayan captado el mensaje que el artista de esa obra propone, hemos de ayudar a nuestras alumnas y alumnos a elevarse, superando ya el lienzo o la escultura que tenemos delante, hasta la contemplación de la suma Belleza, que siempre es Dios.

Muchos ejemplos nos pueden servir. En este Año de la Misericordia puede ayudarnos explicar el logo del Buen Pastor con su lema “Misericordiosos como el Padre”, para que entiendan cuánto nos ama Dios; o explicar el significado de la Puerta Santa. También podemos apoyarnos en el uso de pinturas tan conocidas como el Regreso del hijo pródigo de Rembrandt o el de Murillo.

En pintura tenemos por suerte gran cantidad de obras de arte que pueden ayudarnos en nuestra tarea de profesores. Al final del artículo, propongo algunas a modo de ejemplo.

Con las niñas y niños pequeños podemos hacer también que se expresen artísticamente dibujando ellos mismos un acontecimiento bíblico que hayamos explicado. Por ejemplo, a mis alumnos les pedí que dibujasen la resurrección de Lázaro que les acababa de narrar y al día siguiente me trajeron dibujos con los que bien se podría haber organizado una exposición.

En escultura tenemos el privilegio de poseer una gran iconografía de obras sobre el nacimiento de Jesús (por ejemplo, los belenes de Francisco Salzillo), de la Semana Santa (v.gr.: el Cristo llagado de Santa Teresa, de Gregorio Fernández), imágenes de la Virgen (la Inmaculada de Alonso Cano), etc.

En cuanto a arquitectura se refiere, el tesoro de basílicas, monasterios y catedrales, o la parroquia más cercana, es muy apropiada para mostrar a nuestros alumnos la propuesta que les ofrece la asignatura de Religión.

También la música es una manifestación artística muy útil; tanto la música clásica, creada para alabar al Señor por compositores de renombre internacional, como la letra de las canciones litúrgicas que usamos en la Eucaristía dominical.

Traigamos aquí algunas obras que sirvan de ejemplos: dos de Navidad y otra sobre la Muerte del Señor.

La adoración de los pastores

Los pastores fueron los primeros que recibieron la buena noticia del nacimiento del Niño Dios: un coro de ángeles canta y contempla a Jesús mientras los pastores se acercan para adorarle y hacer compañía a la Sagrada Familia. San José, a la izquierda y con los brazos abiertos, mira sorprendido al Niño y medita lo que los pastores han contado: que los ángeles les han comunicado el nacimiento del Mesías esperado.

La Virgen María observa con dulzura a Jesús y reza en alegre silencio. Los pastores  acompañan a Jesús. Uno de ellos, el que está de rodillas con un corderillo como regalo que tiene a sus pies, es el propio pintor que así quiso representarse.

El buey no quiere perderse detalle y observa de cerca al Hijo de Dios. Un burrito perdido en la oscuridad descansa, quizá después de un cansado y difícil viaje –hay que recordar que María iba de parto–  desde Nazaret hasta Belén para cumplir con el censo, y ahora se siente poco importante en tan grandioso momento y únicamente se distingue su hocico (a la derecha, junto al pantalón azul del pastor).

Uno de los ángeles porta un cartel con el primer villancico de la historia: “Gloria a Dios en los cielos y en la tierra paz a los hombres…”. En medio de la oscuridad de la noche, Jesús es la luz del mundo que ilumina las tinieblas de la humanidad: Él nos trae la paz, ahora que es tan necesaria.

No ha necesitado el autor mostrar la escena en un frío establo, como se atisba al fondo; más bien quiere presentarnos al Señor rodeado por una gruta hecha de amor: como cúpula o techo de esa cueva de amor están los ángeles cantando alegres, y las paredes son la Virgen María, su esposo San José y los propios pastores, con el Greco incluido, como queda dicho arriba.

La Sagrada Familia del Pajarito

En la escena se evoca el quehacer diario de la Familia de Nazaret. La Virgen María, Madre de Dios, está devanando una madeja de hilo (se insinúa el movimiento de la rueca, como hiciese Velázquez en su famoso cuadro de Las Hilanderas), mientras que San José, descansando un momento de su trabajo (véanse sus herramientas de carpintero) enseña algo a Jesús. María y José están pendientes del Niño. Nos explica de este modo el autor la naturalidad que se vivía en la santa casa, entre el trabajo ordinario bien realizado y el estar pendientes de hacer feliz la vida de los demás. Con esa sencillez hemos de tratar a Cristo y ofrecerle nuestro trabajo (estudio) bien hecho. Aparte, hay otro significado contenido en la pintura: Jesús protege el pajarito (nuestra alma) de las fauces del demonio (perro, que se presenta con aire de bondadoso, pues el demonio siempre miente, haciendo atractiva la tentación). Si estamos con el Señor, siempre estaremos protegidos.

Terminemos con el cuadro que más le gusta al Papa Francisco y que él mismo ha usado varias veces en su catequesis. Seguro que a los que dais clase en los últimos cursos de ESO o en Bachillerato os gustará, para aplicar en alguna clase sobre historia de la Iglesia.

Crucifixión blanca

Asistimos con dolor al sacrificio de Cristo, muerto en la cruz para redimir al hombre. Todo está envuelto en tinieblas (en tonos fríos: grises) que representan los sufrimientos y angustias del ser humano: el odio de unos por otros, las guerras y todo el dolor del hombre. El mundo queda iluminado por un rayo de luz que viene desde el cielo y que nos muestra a Cristo como nuestro salvador.

A la derecha se ve cómo los judíos son perseguidos por el nazismo y queman su sinagoga (significa el odio a la religión). En la sinagoga se distinguen, encima de la puerta, las Tablas de la Ley, la estrella de David y el león de Judá, en clara alu

sión a las profecías mesiánicas. Unos objetos caen por el suelo, entre los que destaca la Torá (biblia judía) rodando. Unos judíos huyen con lo que pueden (uno lleva otros libros o rollos de la biblia; una mujer con el hijo en su regazo…).

A la izquierda, la revolución rusa destruyendo las casas (clara alusión a la lucha contra la propiedad privada) y su odio a la religión. Se distinguen banderas y soldados, casas incendiadas y heridos.

Es el horror de la guerra: todo lo humano representado en el “mar de lo humano”, donde se ve la Barca de Pedro (la Iglesia), que no se hunde, pues Cristo va en ella, como en el milagro de la tempestad calmada: Jesús dormía mientras los apóstoles, aterrorizados, se daban cuenta de que nada podían hacer por salvar sus vidas. Se dirigieron entonces al Señor y le suplicaron: “¡Señor, que perecemos!”.Y Cristo increpó al viento y al mar y sobrevino una gran calma. En medio de las dificultades que la Iglesia históricamente ha tenido (Imperio Romano, bárbaros, etc., en la Antigüedad; y más actualmente con las revoluciones ilustrada, marxista, etc.), siempre Jesús ha estado subido en esa barca de la Iglesia. Si parece que ahora se hunde, solo hay que rogarle y Jesús actuará.

Hay una escalera junto a la Cruz. Es la que usó José de Arimatea para desclavar a Cristo y darle sepultura. Pero esa escalera tiene un significado mucho más profundo: es nuestra fe, la respuesta del hombre a la llamada y salvación de Dios. Hemos de subir y abrazarnos a la Cruz para alcanzar la felicidad.

Jesús es el Mesías esperado por los judíos: el candelabro era una figura de la presencia de Dios en su Pueblo elegido; ese candelabro está a los pies de la Cruz.

Por último, se ve en el cielo a Dios Padre llamando a la bienaventuranza y a la felicidad con Él a quienes han sufrido la muerte en esas guerras, con tal que acepten la salvación ofrecida por Cristo.

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España

Años jubilares en España, 2018 un año de gracia

Omnes·15 de marzo de 2018·Tiempo de lectura: 3 minutos

Después del año lebaniego y de Caravaca, Sevilla, Valencia, Ávila o Pamplona son algunas de las diócesis que celebran este año un jubileo. 

Esta década está siendo un tiempo de gracia para la Iglesia en España. Los jubileos están repartidos por toda la geografía. Si en 2017 se cerraban, por ejemplo, los años santos en Santo Toribio de Liébana y Caravaca, en 2018 se celebran otros el de Covadonga o en Madrid con motivo del 25 aniversario de la consagración de la catedral de la Almudena.

2.600 personas acudieron a la apertura de la puerta santa en el primer Año Jubilar Teresiano, una gracia especial otorgada por el Papa Francisco que se llevará a cabo cada vez que la festividad de la santa caiga en domingo. Este año jubilar se celebra en la diócesis de Ávila y en Alba de Tormes (diócesis de Salamanca). En la Misa de apertura, el cardenal Mons. Blázquez definió a la santa como “una autoridad espiritual, una madre que merece ser escuchada, que nos alimenta con pan de inteligencia y nos da a beber agua de sabiduría”.

Camina con determinación es el título de la carta pastoral que sirve como guía para este año de gracia, un título que es una invitación a estar listos para recorrer el camino como lo hizo en su día la santa, ya que entendió la vida del cristiano como un camino de perfección.

También en Madrid tiene lugar el año jubilar del templo de santa María Magdalena, en el barrio de Chamartín, que celebra el 50 aniversario de su erección canónica. La parroquia tiene una mirada muy cercana a los fieles y a los pobres. “La iglesia está abierta todo el día, desde las ocho de la mañana hasta las ocho y media de la tarde. Intentamos que la presencia de los sacerdotes sea la más continua posible”, explica el párroco, Francisco Javier Ardila. Además de este aniversario, Madrid acoge otros años jubilares como el del Oratorio del Caballero de Gracia con motivo del V centenario del nacimiento de Jacobo Gratij, o el del Cristo de la Salud debido al centenario de la parroquia.

En el levante también 2018 es un año de jubileo. La Santa Sede ha concedido un año santo a la pedanía valenciana de El Palmar. El motivo es el 75 aniversario de la imagen del Cristo de la Salud, que se venera en la parroquia Jesuset del Hort. La devoción comenzó hace siglos, pero adquirió especial importancia en el siglo XIX con motivo de las epidemias de peste y cólera que asolaron Valencia. El párroco, Gonzalo Albero, espera que “este año santo sea un tiempo de gracia y renovación para toda la parroquia y una oportunidad de abrir las puertas de la parroquia a toda la diócesis para que diferentes grupos, movimientos… puedan ganar la gracia jubilar y obtener la indulgencia plenaria”.

En Soria también tienen un año jubilar con motivo de los 75 años de la exposición permanente del Santísimo en la iglesia monasterio de Santo Domingo, de las Clarisas de Soria. Del mismo modo que en la parroquia de santa María Magdalena, la iglesia de Santo Domingo de Soria permanece abierta todo el día, desde las siete de la mañana hasta las nueve de la noche. La comunidad de religiosas busca extender y fomentar la adoración y el amor a Jesús Sacramentado.

Andalucía también cuenta con un año jubilar en Sevilla, se debe al 275 aniversario de la existencia de la Hermandad Sacramental de San Juan Bautista en la parroquia de San Juan de Aznalfarache. El arzobispo de Sevilla, Mons. Asenjo, aseguró, al conocer la noticia de la concesión de esta gracia, que “será para todos un acontecimiento de salvación, un verdadero paso del Señor junto a la hermandad y cada uno de sus miembros para renovarlos, convertirlos, recrearlos y rejuvenecer y dinamizar su vida cristiana”. La hermandad ha preparado una serie de sesiones en las que se trataran diversos temas como la labor de las hermandades y cofradías al servicio de la Iglesia, la figura de Jesús de Nazaret…

Y de vuelta al norte, en Pamplona se está celebrando el Santo Jubileo de san Fermín con motivo de los 300 años de la consagración del altar y la capilla del santo en la iglesia de San Lorenzo. La diócesis espera que este año sea una exaltación de la figura del mártir, en cuyo honor se celebran una de las fiestas más populares del mundo.

España tiene la gracia de que este 2018 sea un año jubilar en toda regla.

Iniciativas

Maite Gutiérrez: Muchos síes que dan abundante fruto

Maite Gutiérrez: 37 años de casada, 13 hijos, 8 nietos y dos en camino. Madrileña, con gran confianza en la providencia divina.

Omnes·14 de marzo de 2018·Tiempo de lectura: 3 minutos

Señor, si tú me la pides, yo te la doy”, esa fue la respuesta de Maite a la vocación de su primogénita, con la que comparte nombre. Hace 17 años, la joven habló con sus padres y les comunicó la llamada que Dios le hacía a la vida religiosa contemplativa. Con los años, también su sexta y novena hija se irían al convento. Las tres son hermanas de Iesu Communio, instituto religioso que intenta hacer suyo el grito de Jesús en la cruz: “Tengo sed”.

Maite y Paco iniciaron el camino del matrimonio hace 37 años. Una vida marcada por un cúmulo de síes: sí a la vida, a la adopción y a las vocaciones. Con generosa y valiente apertura han formado una familia de trece hijos: diez biológicos y tres adoptados. Ocho son mujeres y cinco son varones, la mayor tiene 36 y el pequeño 15 años. A este “clan” -como les gusta llamarse- se suman tres yernos y una nuera, ocho nietos y dos que vienen en camino.

A pesar de haber pasado por estrecheces económicas, la pareja ha experimentado cómo el Señor no se deja ganar en generosidad. Nunca les ha faltado nada. “Nosotros solo teníamos mucho cariño para dar, dos cuartos de baño, 5 dormitorios y muchas literas”, explica esta médico de profesión que ha intentado compatibilizar su trabajo profesional con la vida familiar.

Economistas, médicos, militares, ingenieros, monjas y profesores: sus hijos han salido adelante. Al preguntarle si han podido atender a las necesidades emocionales de cada uno, asiente con la cabeza, pero no sabe cómo lo han conseguido. No tienen duda de que el Señor lo ha hecho todo.

La vida familiar se ha ido construyendo de pequeños momentos. Por ejemplo, al freír huevos se acercaban a mí, me contaban sus cosas y también hablábamos de temas trascendentales. En una familia numerosa compartir la vida con muchos hermanos es enriquecedor y enseña a compartir, a renunciar. Además, que dos de ellos tengan algunas discapacidades, ha supuesto un trabajo constante de superación para todos. Con nuestros fallos y límites, creo que hay algo que sí se ha transmitido. Hoy lo único que podemos hacer es dar gracias a Dios”, afirma Maite.

Un abrazo conjunto a la adopción

El tema de la adopción ha sido recurrente en estos esposos. Desde novios habían hablado de la posibilidad de adoptar y a raíz de la guerra en Bosnia, se lo volvieron a plantear ya que muchos niños necesitaban ser amparados. Cuando empezaron el expediente para la adopción, tenían siete hijos y esperaban al octavo.

Tuvieron varias entrevistas con los funcionarios de la Comunidad de Madrid. Les preguntaron si estarían dispuestos a tener hijos enfermos o con discapacidades, y siempre dijeron que sí. A un hijo biológico también lo aceptarían como viniera, aseveran. “En la última reunión nos ofrecieron a una niña de 22 meses con síndrome de Down. Fue un momento muy difícil y especial para los dos. Lo consultamos con nuestros hijos y la aceptamos por unanimidad. Es ahí cuando sientes todas las palabras del evangelio. Una de esas frases que nos marcó dice: Soy yo, no temáis”, cuenta con la voz quebrada.

Después de Reyes, la pareja tuvo a su décima hija biológica. “Todavía teníamos capacidad para dar cariño y queríamos adoptar nuevamente. No sin antes hablarlo con nuestros hijos, ellos han sido protagonistas de todas las decisiones”. A sus tres meses y con síndrome de Down, llegó Marcos a este clan.

Afrontar la discapacidad es más fácil cuando te das cuenta de que son niños que necesitan amor, van aprendiendo a su ritmo y sin ninguna pretensión. “Reyes y Marcos han evolucionado mucho. Aunque no esperamos nada, preferimos sorprendernos con sus avances”, expresa.

Tres años después y con doce hijos, volvió a surgir la idea de la adopción. La Comunidad de Madrid les dio la oportunidad de acoger a un niño con un pequeño problema en la vista. Guillermo tenía tres años cuando llegó a esta gran familia. Su mayor ilusión durante los primeros años era tener el apellido familiar y cuando por fin lo pudieron adoptar legalmente, fue tal la alegría que celebraron la noticia con una fiesta.

“Esta es nuestra historia, de esa forma han llegado mis trece hijos a casa. Si ves con los ojos del mundo lo que hemos hecho en esta familia no lo entiendes, pero esto no es del mundo. Hemos dicho siempre que sí a lo que Dios nos iba pidiendo”, concluye Maite con una sonrisa.

Cine

El caso de Cristo, saber lo suficiente

El Caso de Cristo remite a la vida de Lee Strobel, un periodista del Chicago Tribune. Está casado, tienen una hija pequeña y otro en camino. Dios no les importa. Sin embargo, a partir de un suceso, la mujer se convierte y él se rebela.

José María Garrido·14 de marzo de 2018·Tiempo de lectura: 2 minutos

El caso de Cristo

Dirección: Jon Gunn
Guión: Brian Bird
País: Estados Unidos
Año: 2017

Aunque el 4 de marzo se entregan los Oscar y hay un puñado de películas que van a pegar otra vez con razones sobradas (Dunkerque, Tres anuncios en las afueras, Coco, El hilo invisible, El instante más oscuro, Los archivos del Pentágono…), es mejor que esta alfombra roja no sepulte dos filmes independientes de anteayer: El caso de Cristo y el documental Ganar al Viento. Las dos películas se basan en hechos reales e implican a periodistas, delante o detrás de las cámaras. Tienen calidad y abordan dramas apreciables.

Un caso real

El Caso de Cristo remite a la vida de Lee Strobel, un joven periodista de investigación del Chicago Tribune en los pasados años 80. Está casado, tienen una hija pequeña y otro en camino. Dios no les importa. Sin embargo, a partir de un suceso familiar, la mujer se convierte al cristianismo (baptista) y él se rebela, porque siente que la está perdiendo… Furioso contenido, a espaldas de ella y de los jefes del Tribune, decide empezar una investigación sobre la resurrección de Jesús para desmontar la fe cristiana.

Los pasos que el periodista va dando, en el guion de Brian Bird, se inspiran en el libro que el propio Strobel publicó con éxito millonario. El pulso de la historia se mantiene vivo gracias a las dos tramas simultáneas de investigación (un caso policial y el caso de Cristo) y a los fantasmas de ruptura que amenazan al matrimonio. Mike Vogel y Erika Christensen interpretan bien a la tensionada pareja. Faye Dunaway y Robert Foster pasan fugaces. El director, Jon Gunn, nos deja un buen filme sobre un salto a la fe cristiana catalizado por la dimensión histórica de Jesús.

Por su parte, el documental Ganar al viento es de Anne-Dauphine Julliand, periodista parisina madre de cuatro hijos, que perdió a dos, siendo aún niñas, por una enfermedad genética. Contó esos mazazos en un libro cuyo título (Llenaré tus días de vida) es también la música de fondo de  este documental. Pero ahora pone cámara y micros pegados al cuerpo de cinco niños con distintas enfermedades raras, y deja que ellos nos trasmitan sus ilusiones, el gusto por la vida y la novedad, los juegos y la naturaleza, así como el contraste del dolor, sin dramatismos. Julliand logra una naturalidad espectacular, con ritmo y metáforas contemplativas, y sugiere a los padres y madres con hijos así de enfermos un sencillo y difícil proyecto, el de volcarse en esas pequeñas vidas para potenciarlas, en vez de insuflarles las dudas del adulto ante la muerte.

El autorJosé María Garrido

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Momento de turbulencias

El Santo Padre, creador de puentes, desea cristianos “artesanos de unidad”, que renueven el compromiso de no esperar un mundo ideal, una comunidad ideal. “No se aman las situaciones ni las comunidades ideales, se aman las personas”. 

9 de marzo de 2018·Tiempo de lectura: 2 minutos

Dicen los expertos que si Jorge Bergoglio hubiera escrito una tesis doctoral se habría centrado en analizar “El contraste: ensayo de una filosofía de lo viviente-concreto”, de Romano Guardini, un estudio de las diversas formas en que se puede lograr la unidad sin uniformidad, asumiendo la pluralidad de lo humano y la complejidad de lo real. La intensa experiencia de las facciones y rivalidades ha atravesado su vida y continúa siendo su búsqueda. En su propuesta sobre la “cultura del encuentro” late un convencimiento hondo sobre el logro humano (y sobrenatural) que se cultiva al permanecer juntos siendo diversos.

Entre la polvareda que levantó el viaje del Papa a Chile en enero, no llamó la atención de nadie el discurso a los sacerdotes y seminaristas el día 16. Sin embargo, ofrece una luz fundamental para este “momento de turbulencias”: cómo desarrollar una actitud coherentemente cristiana frente a una cultura poscristiana.

Francisco lo expresa en términos dramáticos: “Están naciendo nuevas y diversas formas culturales que no se ajustan a los márgenes conocidos. Y tenemos que reconocer que, muchas veces, no sabemos cómo insertarnos en estas nuevas circunstancias. […] Y podemos caer en la tentación de recluirnos y aislarnos para defender nuestros planteos que terminan siendo no más que buenos monólogos. Podemos tener la tentación de pensar que todo está mal, y en lugar de profesar una buena nueva, lo único que profesamos es apatía y desilusión”. El polo negativo del aislamiento es la disolución. Frente a la experiencia del propio pecado existe el peligro de claudicar y caer en un “da todo lo mismo”, que “al final termina aguando cualquier compromiso en el más perjudicial relativismo”.

Aislamiento y disolución son posiciones débiles, pero quienes se sienten fuertes, corren el riesgo de ver a los demás desde arriba, sentirse mejores, superhéroes, que “desde la altura, bajan a encontrarse con los mortales”. En cambio, el Papa señala que el cristiano parte desde la experiencia de su pecado y de ser perdonado por Dios. “La conciencia de tener llagas nos libera; sí, nos libera de volvernos autorreferenciales, de creernos superiores”. Francisco traza un camino: “Conocer a Pedro abatido para conocer a Pedro transfigurado es la invitación a pasar de ser una Iglesia de abatidos desolados a una Iglesia servidora de tantos abatidos que conviven a nuestro lado”. Una Iglesia que no mira desde arriba, sino que baja y ayuda a cada uno a subir un escalón, desde donde está, mientras va mostrando el horizonte que se abre ante cada paso, que lo acerca a Jesús.

El autorJuan Pablo Cannata

Profesor de Sociología de la Comunicación. Universidad Austral (Buenos Aires)

España

Covadonga, meta de peregrinación

Omnes·9 de marzo de 2018·Tiempo de lectura: 5 minutos

Tres aniversarios se dan cita este año en el valle de Covadonga: el centenario de la coronación canónica de la Santina, el centenario de la creación del Parque Nacional de Picos de Europa y el 1300 aniversario de la batalla de Covadonga.

Texto – Fernando Serrano

El 8 de septiembre de 1918 fueron coronadas canónicamente las imágenes de la Virgen de Covadonga y del Niño Jesús que lleva en sus brazos. El que era entonces obispo de Oviedo, Mons. Javier Baztán y Urniza, solicitó al Papa Benedicto XV esta gracia. Del mismo modo pedía el permiso para celebrar un jubileo extraordinario en aquel año que se celebraba también el duodécimo centenario de la batalla de Covadonga.

Con motivo del centenario, Palabra ha entrevistado al abad de Covadonga, Adolfo Mariño. “Desde la archidiócesis de Oviedo hemos pedido al Santo Padre Francisco la gracia de que este aniversario sea un año jubilar mariano y nos la ha concedido”.

Reina de nuestra montaña

“Fue la coronación como reina y madre nuestra, aunque aquí la llamamos Reina de nuestra montaña, como en el himno de Covadonga. Se coronó a la Virgen Santísima un 8 de septiembre de 1918”, recuerda el abad de Covadonga. “Aquí estuvieron presentes aquel día el rey Alfonso XIII, su esposa, el gobierno en pleno de España y lógicamente todos los obispos presididos por Mons. Guisasola, asturiano que era por aquel entonces cardenal de Toledo”. En esa ceremonia se reconoció a María como reina de todos los asturianos y peregrinos que acuden a visitarla a la Santa Cueva.

En Covadonga se juntan tres realidades que no se dan en otra parte de Asturias, y sin esas realidades no se puede entender la región”, nos precisa Mariño. “La primera es la realidad espiritual. Aquí está María desde hace 1300 años y aquí la veneramos los asturianos. En segundo lugar, la naturaleza. Decía el papa Juan XXIII que Covadonga es un milagro de la naturaleza, y es cierto. Y finalmente, aquí se da el nacimiento de un reino, el de Asturias. Por tanto son tres realidades que no van separadas”.

Centenario de la Coronación

Estamos de celebración, profundamente sentida y gozosamente esperada. Nada menos que un cumplesiglo es lo que nos mueve a tanta alegría agradecida”, de esta forma comienza el arzobispo de Oviedo, Fr. Jesús Sanz, su carta con motivo del año jubilar mariano. Hace ya un siglo que la Virgen de Covadonga reina en Asturias.

Está teniendo ya una repercusión notable. Con el centenario está viniendo más gente, pero todos los años en Covadonga, sin ser año jubilar mariano, se dan cita como peregrinos aproximadamente 1.200.000 personas”, destaca el p. Adolfo Mariño al ser preguntado por la afluencia de peregrinos a este santuario en el corazón de los Picos de Europa. Continúa: “Covadonga siempre ha sido lugar de mucha peregrinación, y va en aumento. Es cierto que se notó mucho en este último año un aumento de peregrinos, al ser Año Santo Lebaniego. Como está muy cerca un lugar del otro, la gente peregrinaba a Santo Toribio de Liébana y luego venían a Covadonga, o viceversa”. Aun así, independientemente del año Lebaniego, “Covadonga es un lugar de peregrinaje desde tiempos inmemorables y va en aumento”.

Se organizan peregrinaciones desde toda la archidiócesis de Oviedo. El abad de Covadonga destaca dos peregrinaciones entre las que se organizarán a lo largo de este año. Se trata de las peregrinaciones de jóvenes y de escolares. “En el encuentro de jóvenes contaremos con más de mil personas durante el fin de semana del 14 y 15 de abril. Y luego, tendremos otra peregrinación de las escuelas privadas, concertadas y públicas, un encuentro en el que ya están inscritos más de 2.500 jóvenes. Contar con tantos jóvenes va a ser una gracia de Dios y una gran gracia en la diócesis”.

El abad destaca que a Covadonga no solo se acercan creyentes sino que “a este hogar viene uno como a su propia casa. En este hogar uno sabe que siempre hay alguien que lo espera y lo abraza, que es María”. En la conversación con el abad de Covadonga salen unos datos que llaman la atención. “Tenemos una estadística muy interesante, de los que visitan el santuario al año: un 10 % son ateos y un 12 o 14 % son agnósticos. En Asturias pasa una cosa muy curiosa: hay mucha gente que no es creyente, como en muchas partes del mundo, pero sin embargo tienen una cita obligada en Covadonga”. Como dice la frase asturiana por excelencia: “Yo no creo en nada pero la Santina que no me la toquen”. En relación a estos datos, Mariño nos dice que “es lo que es Covadonga y es lo que pretendemos que siga siendo Covadonga: una casa de acogida donde tenemos que vivir estos acontecimientos y celebrarlos con toda la alegría del mundo”.

Actividades con motivo del centenario

Además el año jubilar mariano cuenta con varias actividades principales. Hay cuatro eventos destacados: las peregrinaciones, las Conversaciones de Covadonga, un curso de mariología y la Novena de la Santina.

n cuanto a las peregrinaciones, “las 934 parroquias que hay en Asturias peregrinarán en algún momento a Covadonga”, destaca el abad del Santuario con cierta emoción. “Se les va a acoger para que ganen el jubileo”. La puerta santa del jubileo es la Cueva dónde se encuentra la imagen de la Santina. “Así nos lo puso el Papa Francisco en el escrito que nos ha mandado. La única puerta santa en Asturias, en nuestra diócesis, es la visita a la Virgen en la Santa Cueva. Ahí es donde recibimos a los peregrinos”. En cada peregrinación la estructura es similar. Primero se celebra un acto penitencial, “porque Covadonga es también un lugar de penitencia, es un lugar de conversión, de cambio de vida”, y se finaliza con la eucaristía.

En el mes de junio tendrán lugar las Conversaciones de Covadonga. Un ciclo de conferencias sobre diferentes ámbitos relacionados con la naturaleza, la fe y la vida civil. “Las coordina el arzobispo de la diócesis, Fr. Jesús Sanz. Se tratan de unas conversaciones que van a tener un calado intelectual y una rigurosidad científica muy alta”, destaca Mariño.

El tercer hito del año mariano es el curso de mariología que está programado para el mes de agosto. “Está dividido en 2 partes. Por la mañana, para los expertos en mariología; y por la tarde ,para las personas que también quieran participar de él”, explica el abad de Covadonga. Y cerrará el año la Novena de la Santina. “Este año será presidida por obispos asturianos o por prelados que han pasado por la diócesis de Oviedo”.

Otro dos aniversarios

En el mismo valle se celebran otros dos centenarios. El primero es el de la declaración de la reserva natural de los Picos de Europa como Parque Nacional el 22 de julio de 1918 por el rey Alfonso XII. Su nombre original era el de Parque Nacional de la montaña de Covadonga, aunque posteriormente se cambió a Picos de Europa. La mayor parte de las actividades que se llevan a cabo en este aniversario van destinadas a ensalzar la figura de Pedro Pidal Bernaldo de Quirós, marqués de Villaviciosa, impulsor de la creación de este espacio natural.

Otro de los aniversarios que se conmemorará es el decimotercer centenario del nacimiento del Reino de Asturias. En el 718 tuvo lugar la batalla de Covadonga y con motivo de este aniversario se podrá ver una exposición especial de los cuadros de la monarquía asturiana en el Museo de Covadonga. Se trata de una colección cedida al Santuario por el Museo del Prado.

El consejero de Presidencia del gobierno asturiano, Guillermo Martínez, destaca “el trabajo conjunto realizado por el gobierno de Asturias, el arzobispado de Oviedo y el ayuntamiento de Cangas de Onís para poner a disposición de la sociedad un ejemplar y variado programa de actividades fruto de la colaboración institucional”.

España

Tipos de violencia contra la mujer según la OMS

Omnes·7 de marzo de 2018·Tiempo de lectura: < 1 minuto

Según la OMS existen varios tipos de violencia que exigen diferentes intervenciones. Parece que la palabra violencia implica que haya un daño físico que te lleve a urgencias, pero no es así. Hay muchas maneras de tratar mal a las personas, y cuando esto se ejerce por el hecho de ser mujer y con el desprecio que implica, podría considerarse violencia de género. Lo mismo sucedería en el caso inverso, si la mujer tratara mal al hombre sólo por el hecho de serlo.

Según la Organización Mundial de la Salud los tipos de violencia más habituales y que más se dan son:

Contra la mujer. Acto de violencia que cause o tenga probabilidades de causar daño o sufrimiento físico, sexual o mental a la mujer; incluye amenazas, coacción, privación arbitraria de la libertad, en público o en privado. Incluye la violencia de pareja, la violencia sexual por alguien distinto de la pareja, el tráfico de personas y las prácticas perjudiciales como la mutilación genital femenina.

De pareja. Comportamiento de un compañero íntimo que causa daño físico, sexual o psicológico, incluidos actos de agresión física, coerción sexual, maltrato psicológico y control. Abarca la infligida por un cónyuge actual o anterior o por otro compañero íntimo. También se llama violencia doméstica, maltrato de la esposa o cónyuge. “Violencia en citas” se utiliza para aquella en relaciones íntimas entre jóvenes y no implican cohabitación.

Sexual. Es todo acto sexual, intento de llevar a cabo un acto sexual, comentario indeseado de contenido sexual , tráfico, o cualquier otro modo contra la sexualidad de una persona mediante coacción, independientemente de su relación con la víctima, en cualquier entorno, incluidos el hogar y el trabajo, aunque sin limitarse a ellos.

Cultura

Rosa Pich: “Estos golpes que te da la vida te hacen ser más humano»

La casa de los Postigo Pich es un “caos organizado”, como explica Rosa, la madre. Famosa por su libro publicado en Palabra, Rosa nos abre la puerta de su casa y nos cuenta cómo dan testimonio.

Fernando Serrano·5 de marzo de 2018·Tiempo de lectura: 3 minutos

Me llamo Rosa Pich. Nací en Barcelona hace algo más de 50 años y soy la octava de 16 hermanos. Me casé en el 89 con quien ha sido mi más fiel acompañante, Chema Postigo. Él era el séptimo de 14 hermanos. Nuestro sueño era tener una familia numerosa y tuvimos 18 hijos. Los tres mayores fallecieron por problemas de corazón y los médicos nos recomendaron no tener más hijos. Pero nacieron 15 más”. Así comienza en su blog la protagonista de este Gente que Cuenta su presentación.

Hace un año Rosa enviudó y se quedó a frente de sus 15 hijos. Algunos trabajan, otros están en la universidad, pero la mayoría están estudiando todavía en el colegio.

Autora de un libro en el que cuenta vida familiar, ha aparecido en diferentes programas de televisión explicando como es su día a día. Palabra habla con ella un año después de que Chema, su marido, “se fuese al cielo”.

Nos cuenta que “hace poco estuve con dos de mis hijos en un convento de clausura dando testimonio delante de 150 personas y les hacían la misma pregunta: ‘La muerte de vuestro padre ¿cómo la estáis viviendo?’. Les contestamos: ‘Ha sido muy duro, hemos llorado mucho, pero la vida continúa, no podemos estancarnos’. Hablando a nivel personal, hay quien piensa: ‘Pobre, viuda con 15 hijos’ o al contrario, ‘Qué suerte que ha enviudado con 15 hijos’”.

Mirar hacia otras personas

Rosa muestra una vitalidad sorprendente. Siempre tiene una sonrisa para los demás, aunque el día sea algo gris. Dice que el ser tantos en casa hace que sea más fácil darse a los demás de una manera más sencilla y rápida. “El otro día, después de un viaje, llegamos por la noche y lo que te apetece es sofá, pero mis hijos me dijeron: ‘Mamá, vamos en bici. Vamos a recorrer toda la avenida Diagonal de punta a punta y llegamos hasta el mar’”, y piensas: los hijos te mantienen joven, no tienes tiempo de contemplarte egoístamente… Los niños quieren ir en bici, pues ahí que nos vamos. Algunos tenían que estudiar, otros estaban en casa de unos amigos. Con los que estaban preparados y habían hecho los deberes nos fuimos”.

Se ve como intenta aprovechar las crisis de su día a día para tener la oportunidad de salir adelante. “Estos golpes que te da la vida son golpes que te hacen ser más humano. Te ayudan a ponerte en la piel de los demás. Este último año nos ha hecho crecer a toda la familia, a unirnos más entre nosotros, a apoyarnos, a ayudarnos a salir de nuestro egoísmo”.

Todos colaboran en casa

El día a día es un caos organizado. Comenzamos cada día a partir de las 7 de la mañana”, nos cuenta Rosa. Algunos de sus hijos tienen atletismo antes del colegio varios días de la semana. Ella trabaja por las mañanas: “Salgo de casa a las 7:45. A esa hora algunos que se han ido y otros los están despertando o ayudando a preparar el desayuno. Salgo con el encargado de comprar el pan, vamos a una panadería cercana de casa que nos hacen un descuento de 20 céntimos por barra. Compramos 10 barras diarias”. Después, antes de trabajar, Rosa suele ir a Misa. “Necesito cargar fuerzas para afrontar todo lo que pueda traer ese día. Me quedo un rato rezando delante del Santísimo, porque necesito pararme, pensar  y organizarme”. Al mediodía se juntan a comer en casa los que están estudiando en la universidad o trabajando. “Solemos ser unos 4 o 5 cada día”.

Una casa de acogida

Rara es la semana que por la noche no tengan algún invitado a cenar. “A raíz del libro he viajado mucho, y como Barcelona es una ciudad de paso, tengo conocidos que cuando vienen me preguntan si pueden pasarse por casa”. Muchas veces, los invitados son gente que no tiene fe o de otras religiones. Rosa nos cuenta que “es muy bonito ver como mis hijos les enseñan a coger el rosario y a rezarlo. Recuerdo como el otro día, un hijo que está viviendo en Corea les dijo a unas compañeras de trabajo que nos visitasen. Cenaron y rezaron con nosotros el rosario. Estas me decían: ‘Nos ha encantado compartir con vosotros la cena y el rosario’. Mientras rezábamos veía como uno de mis hijos les ayudaba a rezar el rosario”. En casa tienen impreso el Padre Nuestro y el Ave María en coreano “porque al estar mi hijo allí nos suele enviar a amigos y compañeros. Es muy impresionante el ver a estas personas rezando con nosotros”. 

El autorFernando Serrano

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Papa Francisco: cinco años de pontificado

2 de marzo de 2018·Tiempo de lectura: 2 minutos

El Papa Francisco cumple cinco años como sucesor de san Pedro el próximo 13 de marzo. El autor comenta algunos comportamientos que pueden constituir un peligro, en su opinión, en las redes sociales.

MAURO LEONARDI — Sacerdote y escritor

mauroleonardi.it – @mauroleonardi3

En marzo se cumplen cinco años del primer pontificado de la historia que se desarrolla enteramente en la época de las redes sociales. Paradójicamente, la facilidad con que todos pueden difundir opiniones ha hecho más difícil el diálogo: en una época de contrastes y polarizaciones extremas, los que tienen puntos de vista distintos a menudo no debaten, sino que discuten. El papado es uno de los espacios donde esta dinámica es más evidente: como sucede al padre del hijo pródigo (Lc 15), los enemigos del Papa son los “hermanos mayores”, o sea, los “catholically correct”. La acusación más venenosa y dolorosa contra el Papa es decir que “divide y está llevando a la Iglesia hacia el cisma”: afirmación que sería sólo una tontería risible si una cosa semejante no se convirtiera en un peligro fundado por culpa de algunos que están en las redes sociales, gente que denuncia el cisma con las palabras, pero por debajo lo crea.

Con esto no estigmatizo a quien siente la urgencia de intervenir para salvaguardar la doctrina, porque es del todo lícito hacerlo; pero es importante no juzgar las intenciones de quien actúa de otro modo, y no extrapolar una frase del contexto. Tomar las distancias de una cierta línea por motivos de sensibilidad personal es perfectamente legítimo, y muy útil porque garantiza que haya en la Iglesia unidad y multiplicidad. Es del todo natural que personas con muchísimas cosas en común –como la fe cristiana o la misma vocación- puedan y deban, con toda libertad, pensar de manera distinta en cosas opinables. Por ejemplo, cuando se dice que hoy es más urgente defender a las personas respecto a los valores, esta opinión, que acomuna a muchos intelectuales, puede no ser bien recibida por quien siempre ha combatido por afirmar la importancia de los principios. Las llamadas de Francisco a algunos se asemejan a las palabras de Jesús a los fariseos, igual que su apertura hacia las “periferias” recuerda la misericordia, considerada con frecuencia escandalosa, con la que Jesús se dedicaba a los pecadores. 

El autorMauro Leonardi

Sacerdote y escritor.

Gracias, Benedicto

En 2018, cinco años después de la renuncia de Benedicto XVI, Valentina Alazraki, una de las personas de referencia en la información vaticana, contó en Omnes cómo recibió aquel histórico anuncio de renuncia.

1 de marzo de 2018·Tiempo de lectura: 2 minutos

El 11 de febrero del 2013 me encontraba en la Sala de Prensa del Vaticano, en espera de conocer la fecha de la canonización de la madre María Lupita García Zavala, que el Papa Benedicto tenía que anunciar en el curso de un Consistorio, cuando me di cuenta de que algo extraño estaba sucediendo. Ante cardenales atónitos, el Papa estaba anunciado su renuncia. Minutos más tarde me encontré transmitiendo en vivo esa noticia, que indudablemente marcaría un antes y un después en la vida de la Iglesia y del papado.

Volviendo atrás con la memoria a ese día, me doy cuenta que mi primera reacción no fue de incredulidad. Me sorprendió el momento del anuncio, pero no su contenido, porque el mismo Benedicto XVI en el libro La luz del mundo nos había preparado a ese desenlace.

Mi reacción fue de falta de comprensión del gesto. Había vivido los 26 años y medio del pontificado de Juan Pablo II, había sido testigo de su Vía Crucis en vida en los últimos años, de su decisión de pedir en el 2.000 la opinión de un consejo de cardenales sobre una posible renuncia, de la opinión negativa de éstos tras haber estudiado la situación y, finalmente, de su propia decisión de seguir el ejemplo de Jesús y, como solía decir, de “no bajarse de la cruz”. “Dios me ha puesto aquí” –nos comentó en una ocasión el papa polaco–, “Dios me quitará cuando Él lo decida”.

Este testimonio de fe y fortaleza, fruto de un profundo misticismo, me impidió valorar, al principio, la grandeza y la humildad del gesto de Benedicto XVI. “Está mucho mejor de lo que estaba Juan Pablo II a su edad, ¿por qué abandona el barco?”, me preguntaba, sin hallar una respuesta. A cinco años de distancia, con la mayor humildad posible, confieso que me equivocaba. Estos dos grandes Papas tomaron ambos su decisión por amor a la Iglesia. Fueron dos decisiones ambas valiosas y valientes.

Benedicto XVI había vivido los últimos años de vida de Juan Pablo II, en los que su predecesor no había podido gobernar como lo había hecho antes de que su salud se mermara. Cuando se dio cuenta de que sus fuerzas físicas y espirituales lo abandonaban, entendió que la Iglesia necesitaba un hombre fuerte en el timón y tras una larga reflexión, mucha oración y un extraordinario espíritu de servicio, tomó la decisión de renunciar y abrirle paso al hombre que la Iglesia y el mundo necesitaban. Con su alejamiento de la esfera pública, su total fidelidad al Papa Francisco, su silencio y discreción nos dio las herramientas a los que dudábamos no sólo para entender, sino también para agradecer su gesto. 

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El misterio de Pablo VI

1 de marzo de 2018·Tiempo de lectura: 3 minutos

El Papa Francisco ha dicho que el beato Pablo VI será canonizado este año. A falta de conocer la fecha, se espera que coincida con el Sínodo de los Obispos de octubre. El profesor Morales analiza el significado de su figura en el contexto de la historia reciente de la Iglesia.

José Morales – Profesor de Teología dogmática. Autor del libro “Pablo VI (1963-1978)”

Se ha hablado mucho del martirio del Papa Pablo VI pero es más apropiado referirse al misterio de Pablo VI para calificar su reinado papal, que se distinguió por una marcada unidad de propósito, paciencia y realización. Si el Concilio Vaticano II es su mayor acierto, el recorrido de los quince años de presencia entera a la cabeza de la Iglesia constituye probablemente el logro singular de Juan Bautista Montini. La unidad del pontificado se encuentra en la personalidad, carácter y carisma del Papa, no en acontecimientos externos, que lo desdibujan y pertenecen a las contingencias de la historia.

Pablo VI es un personaje imposible de calificar. A la vez antiguo y moderno, amante de la tradición y abierto a la idiosincrasia del hombre contemporáneo, consciente de que el catolicismo y la misma Iglesia no son otra cosa que una identidad en el tiempo. Era un hombre religioso, obviamente, y podría también calificarse de místico. Cultivaba la interioridad, donde residía en gran medida el secreto de su carácter. Le embargaba la conciencia de que Jesucristo era su Señor y esta seguridad iba unida en él a una honda y ardiente comprensión de la Iglesia.

Era persona de humildad no común, que apreciaba la fidelidad y la lealtad. Pensaba que un Dios que ama al hombre y un hombre que ama a Dios debe sufrir. Tenía en este sentido alguna semejanza con san Pablo, cuyo nombre eligió como pontífice. San Pablo abundaba en rasgos de lo que se considera la modernidad: se alegraba en sus debilidades y se sentía desganado, tentado, débil, incierto. Pablo VI lleva en su naturaleza esa semejanza con el hombre de ese tiempo, en su aspiración y en sus tormentos.

Pablo VI no era espontáneo ni había en él verdadera familiaridad. Su gravedad acusaba cierta melancolía, y aunque parecía cultivar la imagen hierática del supremo pastor, era por naturaleza y por gracia profundamente optimista. Ha habido Papas del triunfalismo, pero Pablo VI ha sido el papa de la humildad y de la expiación. Habló de culpas históricas en la Iglesia. Fue el hombre de la caridad.

Durante su pontificado la Iglesia ha devenido realmente una Iglesia universal. Abierto a todos los continentes, algo demostrado en sus viajes, ha actuado como exponente de la vieja Europa cristiana, y destruido en Oriente la leyenda del orgullo papal. La curia nunca lo quiso. Lo juzgaba demasiado moderno, intelectual y problemático. Fue un hombre oración y de acción, que llevaba consigo la tierra de Brescia, como Juan Pablo II la de Cracovia. Decía: “Nunca me cansaré de bendecir y de perdonar. Un papa se siente muy poca cosa cuando se considera a sí mismo. Mi debilidad ha seguido estando entera; pero una fuerza que no procede de mí me sostiene, un momento tras otro. La vida de un papa no lleva ningún momento de tregua ni de reposo. No hay interrupción en la paternidad ni en la filiación. Un papa vive de urgencia en urgencia”.

La gestión papal del Concilio fue una obra de arte. El Concilio se desarrolló sin grandes tropiezos; no fue suspendido ni interrumpido, lo cual pudiera haber ocurrido con un timonel menos experto. Alcanzó los fines previstos, y en algunos casos superó las esperanzas en él depositadas.

Se cuentan en su brillante haber decisivas encíclicas y exhortaciones apostólicas. La debatida reforma litúrgica, para acercar al altar al pueblo cristiano, se vio coronada por la promulgación del Misal Romano, los rituales de los sacramentos, los leccionarios, el calendario, y la introducción de las lenguas vernáculas.

La reforma de la curia romana y su internalización, la creación de la Comisión de la Mujer y la proclamación de Teresa de Jesús y Catalina de Siena como doctoras de la Iglesia, la creación del Sínodo de Obispos y la Comisión Teológica, la renovación de la catequesis con la Catechesi tradendae, el impulso dado al CELAM con el viaje a Colombia, los viajes papales a los cinco continentes, la repristinación del diaconado permanente, la remodelación de la Iglesia africana con la ordenación de trescientos obispos de la tierra, el Credo del pueblo de Dios y la ordenación de la diócesis de Roma, la política del Este, la transparencia en los procedimientos sobre libros y doctrinas, la creación de la Sala Stampa en el Vaticano, la rehabilitación del padre Pío de Pietrelcina, la edad de los cardenales y obispos, la simplificación de la corte papal, la presencia de obispos en las congregaciones romanas, los avances en el diálogo con la Ortodoxia, la aprobación de asociaciones laicales, etc., todo contribuye a considerar este pontificado como uno de los más fecundos y necesarios del siglo XX.

Pablo VI fue beatificado por el Papa Francisco el 19 de octubre de 2014. Ahora, la Congregación para las Causas de los Santos ha aprobado el milagro atribuido a su intercesión (la curación de una niña aún en el seno materno), y el propio Papa ha confirmado que la canonización tendrá lugar este mismo año 2018.

El autorOmnes

Experiencias

La mujer en África: problemas y retos a los que se enfrenta

Omnes·28 de febrero de 2018·Tiempo de lectura: 7 minutos

La mujer en África lleva caminando a pasos agigantados hacia su igualdad social. Después de casi medio siglo de trabajo todavía tiene una serie de retos por delante: el peso de las tradiciones, la preferencia del varón frente a la mujer y la falta de independencia financiera son algunos de ellos.

TEXTO – Fernando Serrano

El pasado verano, la liberiana Ellen Jonhson Sirleaf abandonaba la presidencia de su país. Estuvo 11 años al frente del ejecutivo. En 2006, año en el que llegó al poder, se inauguraba una nueva época en el continente africano. Por primera vez un país africano era dirigido por una mujer.
Otros países como Mozambique, Islas Mauricio, Senegal, Santo Tomé y Príncipe… han tenido o tienen también mujeres al frente del poder legislativo o ejecutivo. En los últimos años se ha dado un auge de mujeres en posiciones de poder y responsabilidad dentro de la esfera pública y civil.
Una vez, hace años, cuando estuve en el Congo, le oí a un misionero veterano que la mujer sostiene África. Me dijo que ellas reconstruyen, ellas luchan por salir adelante, ellas crean mutualidades de ahorro para apoyarse en los pequeños negocios que emprenden, ellas alzan la voz para pedir que se paren las guerras…”, nos dice la periodista especializada en el continente negro África González.

La sociedad en África

África es un continente inmenso que se desarrolla de forma paulatina. En los últimos años el crecimiento demográfico fue de algo más del 2 %. De los 1.216 millones de habitantes que hay en el continente, el 40 % son menores de 15 años y el 60 % vive en zonas rurales. La esperanza de vida es de casi 60 años.

Otros datos que muestran la realidad africana son: el 60 % de la población tiene acceso al agua potable, el 30 % tiene acceso al suministro eléctrico, hay 0,7 hospitales y 32 médicos por cada 100.000 habitantes y solo el 5,2 % del gasto del continente se dedica a la protección social. En cuanto al gasto educativo, este alcanza casi el 5 % del Producto Interior Bruto.

La preferencia del varón sobre la mujer

La directora ejecutiva de la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y Empoderamiento, Phumzile Mlambo-Ngcuka, recordó con ocasión del Día Internacional de la Mujer que “demasiadas mujeres y niñas dedican un número excesivo de horas a las responsabilidades del hogar; habitualmente, destinan a estas tareas más del doble de tiempo que los hombres y los niños. Ellas cuidan a sus hermanas y hermanos más jóvenes, a sus familiares ancianos, a las enfermas y los enfermos de la familia, y realizan las labores del hogar.
En muchos casos, esta división desigual del trabajo tiene lugar a costa del aprendizaje de las mujeres y las niñas, y de sus posibilidades de obtener un trabajo remunerado, hacer deporte o desempeñarse como líderes cívicas o comunitarias. Esto determina los patrones de desventajas y ventajas relativas, la posición de las mujeres y los hombres en la economía, sus aptitudes y lugares de trabajo”.

Este es uno de los principales problemas a los que se enfrenta la mujer en África: la discriminación a causa del género. “África es un continente inmenso. No es lo mismo la zona del Mediterráneo que Sudáfrica, o el África Occidental que el Oriental. Existen países como Kenia o Uganda que son estados con una vida más al estilo europeo. Pero también hay países como Somalia que es un estado fallido”, nos explica África González. Del mismo modo que la directora ejecutiva, resalta el problema de la discriminación hacia la mujer: “He estado sobre todo en la zona oriental de África y la mujer se enfrenta a un reto muy grande, el de la discriminación. En el caso de una familia que tenga varios hijos y no todos puedan ir al colegio, seguramente decidan que los niños reciban la educación y las niñas se queden en casa ayudando y trabajando en las tareas del hogar”. En el África subsahariana solo el 41 % de los graduados universitarios son mujeres.

En cuanto a la actividad económica, la mujer es la que sostiene la gran mayoría de las actividades agrícolas a pequeña escala y el pequeño comercio. El 80 % de los casos, las mujeres están al frente de este tipo de economía informal. Otros datos que destaca Mlambo-Ngcuka son que un tercio de las mujeres empresarias no cuentan con formación para sus negocios y solo el 50 % de las empresarias tienen acceso a financiación y créditos.

Ebele Okoye, farmacéutica nigeriana y promotora del proyecto social AMAD de Women Board hizo incidencia en este problema en una conversación con Palabra: “Las estadísticas muestran que hay dos veces más mujeres por debajo del umbral de la pobreza que hombres”. Okoye, que ha recibido este año el premio Harambee España a la Promoción e Igualdad de la Mujer Africana, también resalta que “los hombres en la cultura africana tienden a tener una posición más privilegiada. Todos quieren tener un hijo varón. Un niño es mucho más fácilmente aceptado y atendido que una niña. En el caso de Nigeria, la cultura le da al niño una mayor ventaja”.
En muchas culturas africanas el varón es la persona que hereda la propiedad, es la persona que puede comprar tierras, tomar decisiones familiares importantes sin necesidad de consultar…”, sigue explicando Okoye. “Esta naturaleza patriarcal de la cultura nigeriana es la razón que se da a menudo a la falta de poder relativo de las mujeres, junto con una mezcla de creencias culturales y religiosas que infringen los derechos de las mujeres”.

El peso de las tradiciones

Otro de los problemas a los que se enfrenta la mujer africana es el peso de algunas tradiciones patriarcales y familiares. Aquí se engloban aquellos factores y hechos culturales en los que la mujer no tiene capacidad de decisión, como pueden ser los casamientos forzosos, la mutilación genital o las costumbres en las que las familias y maridos tienen la voz principal.

Frente a este problema, la mujer africana lleva luchando más de 20 años. Ya en 1978 la escritora y política senegalesa Awa Thiam redactó La Parole aux Négresses, donde presentaba dos fenómenos que afectan directamente a la mujer: la poligamia y la mutilación genital femenina. En el documento ofrecía información recopilada sobre la realidad de la mujer en algunos países. Un año después, se celebró en Jartum (Sudán) el primer seminario sobre Prácticas tradicionales que afectan a la salud de la mujer y los niños con el apoyo de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Cinco años después se fundó el Comité Interafricano sobre las Prácticas Dañinas para la Salud de Mujeres y Niñas. Este organismo es una plataforma para coordinar todos los programas llevados a cabo por las ONGs nacionales que buscan acabar con la práctica de la mutilación genital femenina. A través de la organización y promoción de cursos de formación, seminarios, foros de debates… buscan acabar con esta tradición que afecta a varios países del continente negro.

La educación como herramienta

Los datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) reflejan la importancia de mantener la inversión en educación. Algunos de los indicadores son los siguientes:
– Los países de África subsahariana destinan de media el 22 % del gasto público a educación;
– La ratio de educación primaria es del 70 %, si bien existen importantes disparidades según los países y regiones;
– Se han hecho importantes progresos en igualdad entre niños y niñas en educación primaria;
– La alfabetización es una de las áreas en las que se han logrado mayores progresos, tanto entre jóvenes como en adultos, con ratios del 78 % y 67 % respectivamente. Aunque los datos más bajos se encuentran en zonas rurales, y particularmente entre las mujeres, es destacable que la alfabetización de mujeres está creciendo en el África subsahariana, a un ritmo del 3,8% entre adultos, y aún más rápido entre las jóvenes;
– La preferencia del varón sobre la mujer, los índices de pobreza, la falta de recursos… son algunas de las barreras a las que se enfrenta la mujer africana para llegar a recibir una educación.

En palabras de la promotora del proyecto social AMAD, Ebele Okoye: “Para mí, creo que algunos de los problemas a los que se enfrenta la mujer africana se pueden mejorar y solucionar con la educación. La formación no es una garantía, pero una mujer educada suele ser más propensa a conocer y luchar por sus derechos. También es más capaz de tener una cierta independencia para desarrollar su vida y carrera profesional”.

En esta misma línea, África González describe los beneficios de la educación y formación académica: “Hay un estudio de la Organización Mundial de la Salud que resalta que a medida que hay más mujeres finalizan la educación secundaria menos posibilidades tiene su familia de sufrir desnutrición, ya que tiene más capacidad de darse cuenta de cómo cuidarlos, alimentarlos… Se dan cuenta de la importancia de la sanidad y tienen un acceso más fácil a estos servicios”.

Pero no solo es la educación académica la que tiene que variar. Okoye nos explica que “la educación es importante tanto para las mujeres como para los hombres. Además de la educación formal. También creo que deberíamos ver la forma en que generalmente se cría a los niños en África. Debido a la educación que recibieron, algunos hombres se casan y piensan que tienen a alguien para que sea su cocinero, lavandero… La mayoría de estas tareas se consideran solo como un trabajo de mujeres y, a veces, es casi un tabú ver a los hombres que llevan a cabo cualquiera de estos deberes para administrar sus propios hogares”. De esta forma, Okoye explica la necesidad de una reorientación social, sobre todo en la zona rural.

Ascenso de la mujer en la sociedad

El mundo está empezando a reconocer el papel de la mujer en la sociedad, como lo demuestra el mayor enfoque que se ha demostrado globalmente hacia la creación de la igualdad entre hombres y mujeres”, apunta Ebele Okoye. “Se ha demostrado durante siglos y en todos los países que las mujeres pueden tener el poder y manejarlo bien. En comparación con el número de hombres en posición de autoridad importante, los números brutos pueden no reflejarlo, pero la marea está cambiando”.

En 2006, Ellen Jonhson Sirleaf llegó a la presidencia en Liberia, como hemos dicho. Fatou Bensouda es la fiscal jefe del Tribunal Penal Internacional desde 2012. Ameenah Gurib-Fakim está al frente de la presidencia de Mauricio desde junio de 2015. En 2004 la keniata Wangari Maathai obtuvo el Nobel de la paz. Ruanda tiene el único parlamento en el mundo en el que las mujeres son mayoría, y en Sudáfrica el 40 % de los escaños los ocupan mujeres. Estos son algunos de los ejemplos del cambio que se está dando en África en las últimas décadas.

La mujer pilar de África

Hay un dicho en Nigeria que dice: ‘Capacitas a una mujer y así capacitas a una sociedad’. Las mujeres son poderosas en la construcción de relaciones e influyen en la vida de muchas personas”, destaca Okoye.

La mujer en África está dando pasos agigantados en su normalización social en las distintas esferas públicas. Como indica la farmacéutica nigeriana: “Aunque ahora la mujer trabaja fuera del hogar, muchas de ellas tienen la fortaleza interna para continuar siendo el apoyo de su familia, amigos… Son las encargadas de cuidar a todos en el concepto de familia que hay en África. Un concepto que es muy amplio y muy fuerte. Pero aun así tienen que trabajar para cubrir las necesidades, cada vez mayores, de la vida moderna”.

Como se ve en los datos, la mitad de la población en África está compuesta por mujeres. Si hay tantas mujeres, no se las puede descuidar para que la sociedad funcione bien. Toda la sociedad africana se encuentra sostenida por el pilar que forman las mujeres. En caso de quitar un apoyo sería como estar de sobre un solo pie”, reflexiona la promotora del proyecto AMAD. “En caso de quitar ese apoyo, ¿cuál sería el resultado?”.

Teología del siglo XX

Ortodoxia, de G. K. Chesterton

Juan Luis Lorda·28 de febrero de 2018·Tiempo de lectura: 2 minutos

Ortodoxia  es el libro más central de Chesterton, el que mejor define su vida y pensamiento. Es un itinerario personal y una muestra de cómo la fe cristiana brilla entre la humareda de algunas cosmovisiones del siglo XX.

—texto Juan Luis Lorda

Gilbert Keith Chesterton (1874-1936) es considerado, con toda razón, uno de los autores más significativos del pensamiento cristiano del siglo XX. Y Ortodoxia (1908), un libro que define el debate entre el cristianismo y muchas ideas contemporáneas, que, en parte, como le gustaba considerar, son ideas cristianas “que se han vuelto locas” al perder su relación con la fe y, en la misma medida, con el sentido común. Lo admirable de Chesterton es que parece que él, sin ponerse tenso, sin increpar a nadie, puede con todos mediante un sentido común literalmente aplastante. Con contrastes audaces y llenos de humor muestra lo ridículo de tantas ideas, al mismo tiempo que abraza a las personas.

Luz entre el humo

Lo que Chesterton tiene delante se parece mucho a lo que tenemos hoy. En primer lugar, un materialismo que impregna desde abajo la mentalidad de la época y tiene un fundamento científico difuso. Ha arrinconado sin batallar otras fantasías anteriores del pensamiento, idealistas por ejemplo, y las ha convertido en antiguallas sin crédito. Este materialismo se basa en el sencillo hecho de que la ciencia moderna, desde hace doscientos años, ha llegado a comprender con seguridad cómo se han hecho los objetos materiales y los seres vivos que observan nuestros sentidos. Y con eso cree saberlo todo, aunque todavía no comprende ni puede explicar por qué se ha producido un milagro semejante a partir de la nada y sin ningún designio. Y tampoco puede explicar lo que somos y pensamos los humanos, porque nuestra conciencia con nuestro pensamiento y libertad no es material. Pero está tan seguro y orgulloso de lo que sabe que no se da cuenta de lo que no sabe.

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Actualidad

Soledad fecunda frente a soledad encerrada

El anuncio de la primera ministra británica, Theresa May, de crear prácticamente un ministerio para afrontar la soledad, ha avivado la reflexión en torno a los millones de personas que viven solos. En paralelo, aumentan los estudios que alertan sobre los efectos nocivos de la soledad. Sin embargo, puede haber soledades con riqueza interior, que miran a los demás.

Rafael Miner·28 de febrero de 2018·Tiempo de lectura: 12 minutos

Es raro el día en el que los medios informativos, en los soportes tradicionales o a través de las redes sociales, no ofrecen alguna de estas noticias: encuentran a un anciano que llevaba varios días muerto en su domicilio sin que nadie preguntara por él; desaparece un mayor en la localidad tal, enfermo de Alzheimer, o no; un joven desequilibrado tirotea indiscriminadamente a la multitud en un colegio o en una plaza; aumenta el número de consumidores de droga y alcohol en tal o cual país; detienen a un pedófilo con múltiples archivos; desaparece una joven y es encontrada muerta en un barracón; agreden sexualmente a una muchacha; maltratan a un anciano o enfermo…

Las causas de fondo de estos hechos, y otros similares, que generan tanto sufrimiento y perturbación en la sociedad, son diversas. Pero hay uno que asoma en cuanto se analizan con un poco de calma: la soledad. Precisamente ahora, en estos tiempos de globalización en internet y de instantaneidad de la información.

Pues sí, en esta época de redes sociales mucha gente percibe ausencia de cariño y amistad; descarte, en palabras del Papa Francisco, o aislamiento social, sobrevenido o elegido tiempo atrás, por las circunstancias de la vida; falta de atención por los demás; ausencia de compañía incluso por parte de familiares; escaso acompañamiento o ayuda, aunque no lo digan, para atender la vida interior espiritual.

Por otra parte, desde hace no mucho tiempo, se publican resultados de investigaciones en varias líneas sobre: 1) los efectos nocivos de la soledad en la salud, y la soledad como factor de deterioro grave en enfermedades crónicas (Organización Mundial de la Salud, OMS); 2) la inversión de una pirámide de la población que ya no es pirámide: cada año se incrementa el número de mayores –que requieren mucha atención y ayuda al no poderse valer por sí mismos– y disminuye el de jóvenes, debido a las escasas tasas de natalidad; y 3) el aumento del número de personas que viven solas, al menos en los países del llamado mundo occidental.

Son fenómenos que requieren análisis, y una capacidad de respuesta. De momento, algunos políticos han comenzado a tomar decisiones. Pero la reflexión debe transitar como telón de fondo por otras vías. Por ejemplo: ¿es mala la soledad? ¿A qué soledad nos referimos? ¿A quiénes afecta de modo especial? ¿Cómo se puede prevenir la sensación de soledad? ¿Tiene la soledad una dimensión espiritual? ¿Qué antídotos serían adecuados para salir del estado de soledad? ¿Por qué tantos ancianos se sienten solos?

En el Reino Unido, asunto de Estado

El debate sobre estas cuestiones se ha intensificado estas semanas por iniciativa de la primera ministra británica, Theresa May, que ha creado una Secretaría de Estado, dependiente del Ministerio de Cultura, Deporte y Sociedad Civil, para tratar “el problema de la soledad”.

Según los sociólogos, más de nueve millones de personas, jóvenes y mayores, se sienten solas en el Reino Unido. Es el 13,7 % de la población. Downing Street, despacho oficial de la jefa de gobierno, aseguró que el nuevo departamento pretende actuar contra la soledad que “sufren las personas ancianas, los que han perdido a seres queridos y aquellos que no tienen con quien hablar”.
Al informar del hecho, la BBC resume algunos de los argumentos oficiales: “La soledad es tan perjudicial para la salud como fumar 15 cigarrillos al día”, y “aunque este fenómeno no distingue edades, los más afectados son las personas mayores.

Se estima que en Inglaterra la mitad de los ancianos de 75 años viven solos, lo que equivale a unos 2 millones de personas.

Además, la televisión pública británica asegura que muchos de ellos afirman pasar días, incluso semanas, sin ningún tipo de interacción social. Y subraya también que la creación de este ministerio es “la cristalización de una idea acuñada por Jo Cox, parlamentaria laborista asesinada en junio de 2016, antes del referéndum en el que se votó la salida del Reino Unido de la Unión Europea. ‘Jo Cox reconoció la magnitud de la soledad en el país y dedicó su vida a hacer todo lo que podía para ayudar a los afectados’, señaló May en un comunicado”.

Al comentar la noticia, la fundación española Desarrollo y Asistencia, que lleva más de 20 años trabajando en nuestro país por acompañar a personas mayores, precisó, por ejemplo, que “que 200.000 de ellos pueden pasar un mes sin mantener ninguna conversación con un amigo o familiar y sin ningún tipo de interacción social”.

Varias organizaciones no gubernamentales que trabajan en España, como Cruz Roja, el Teléfono de la Esperanza o Médicos del Mundo, además de Desarrollo y Asistencia, advierten que la soledad es “cada vez más frecuente”, y puede “ir creciendo con el tiempo”. En general, no piensan “que sea tan acuciante como en el Reino Unido, pero hay que estar atentos”, señala Joaquín Pérez, director del programa de mayores de Cruz Roja Española.

Informes británicos

Theresa May y sus colaboradores conocieron en 2017 los informes del Church Urban Fund (Fondo Urbano de la Iglesia), organización benéfica creada por la Iglesia anglicana en 1987 con el fin de ayudar a los sectores más desfavorecidos y pobres. El de 2017 relativo a la soledad se titula Connecting Communities: the impact of loneliness and opportunities for churches to respond (Conectando comunidades: el impacto de la soledad y oportunidades para que las iglesias respondan).

El texto parte de la siguiente premisa: “La soledad es una experiencia cada vez más común en Gran Bretaña. Casi uno de cada cinco de nosotros dice que nos sentimos solos a menudo o siempre, uno de cada diez dice que no tiene amigos cercanos y, en 2014, el 64 % de los líderes de la Iglesia anglicana dijeron que la soledad y el aislamiento eran un problema significativo en su área (en 2011 era el 58 %).

A medida que nuestra sociedad cambia y las personas viven más tiempo, se trasladan más al trabajo y tienen más probabilidades de vivir solas, un número creciente de nosotros vive con el tipo de soledad crónica y paralizante que afecta nuestro sentido del yo, así como a la salud física y mental”. Otra investigación llevada a cabo por la organización Relate and relations Scotland, publicada en 2017, muestra que cerca de cinco millones de adultos en Gran Bretaña no tienen amistades cercanas, y que la mayoría de las personas que trabajan están más en contacto con la propio jefe y colegas, que con la familia y amigos cercanos.

Soledad y aislamiento, diferentes

Los datos del Fondo Urbano son reales, pero no todos los ámbitos anglosajones (y no anglosajones) piensan exactamente en una necesaria correlación de toda soledad, de cualquier soledad, con un deterioro o empeoramiento de la salud.

“Los efectos potencialmente dañinos de la soledad y el aislamiento social en la salud y en la longevidad, en especial entre los adultos de edad avanzada, son ya conocidos”, escribió en The New York Times Jane E. Brody, en diciembre del año pasado.

Pero a medida que avanzan las investigaciones, añadía, “los científicos comprenden mejor los efectos de la soledad y el aislamiento en la salud. Se han hecho descubrimientos sorprendentes. En primer lugar, aunque el riesgo es similar, la soledad y el aislamiento no necesariamente van de la mano, según señalaron Julianne Holt-Lunstad y Timothy B. Smith, investigadores en Psicología en la Universidad Brigham Young”.

Los científicos matizan en sus conclusiones: “El aislamiento social denota pocas conexiones o interacciones sociales, mientras que la soledad implica una percepción subjetiva del aislamiento; la discrepancia entre el nivel de interacción social deseado y el real”, escribieron en la revista Heart el año pasado.

En otras palabras, señala Brody, “las personas pueden aislarse socialmente y no sentirse solas; puede ser que sencillamente prefieran llevar una existencia ermitaña. Del mismo modo, hay personas que pueden sentirse solas aun cuando estén rodeadas de mucha gente, en especial si sus relaciones no son satisfactorias a nivel emocional”.

“La soledad no es mala”

En una línea similar de distinción, aunque con un enfoque diferente, Marina Gálisová se pregunta si la soledad es hoy una epidemia, porque hay gente que no lo dice, pero está sola, y ha entrevistado para el semanario eslovaco Týždeň a algunos expertos en relación con el recién creado departamento británico de soledad.

El psiquiatra Michal Patarál considera, por ejemplo, que “la soledad no es mala en sí misma”, y apuesta por “el equilibrio”, para cultivar el trato con las personas y la relación de amistad. El artículo subraya la importancia de “dar el paso hacia los demás” y de la “dimensión espiritual” de la persona.

Algunos, entre los que se encuentran el teólogo evangélico Peter Málik y el experto en nuevas tecnologías Martin Vystavil, hacen notar que “las relaciones por internet necesitan luego cuerpo, conocerse, un abrazo”.

Perspectiva católica

El mismo día del anuncio de Theresa May, en Reino Unido, algunos recordaron el discurso del Papa Francisco en el Parlamento europeo, tres años y medio antes de la decisión británica, y casi tres años anterior al informe del Church Urban Fund. Hacía un año que el Sucesor de Pedro había publicado la Exhortación Evangelii Gaudium, por lo que a nadie extrañaron sus palabras: “Una de las enfermedades que veo más extendidas hoy en Europa es la soledad, propia de quien no tiene lazo alguno. Se ve particularmente en los ancianos, a menudo abandonados a su destino, como también en los jóvenes sin puntos de referencia y de oportunidades para el futuro; se ve igualmente en los numerosos pobres que pueblan nuestras ciudades y en los ojos perdidos de los inmigrantes que han venido aquí en busca de un futuro mejor”.

El Santo Padre se había referido anteriormente a una “Europa que ya no es fértil y vivaz, por lo que grandes ideales que han inspirado Europa parecen haber perdido fuerza de atracción”. Más adelante prosiguió con los derechos humanos y resaltó la dignidad trascendente del hombre.
“Esta soledad se ha agudizado por la crisis económica” –añadió–, “cuyos efectos perduran todavía con consecuencias dramáticas desde el punto de vista social”.

Vacío interior y soledad exterior

En octubre de 2015, en la Misa de inauguración del Sínodo de los Obispos sobre la Familia, el Papa volvió a referirse a la soledad, como “el drama de nuestro tiempo”. En su homilía recordó la experiencia de Adán relatada en el Génesis, que “no encontraba ninguno como él que lo ayudase”, hasta el punto de que Dios dijo: “No es bueno que Dios esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada para él” (Gen. 2, 18). “Nuestro mundo vive la paradoja de un mundo globalizado, en el que venos tantas casas de lujo y edificios de gran altura, pero cada vez menos calor de hogar y de familia”. Y se refería también a “un profundo vacío en el corazón; muchos placeres, pero poco amor; tanta libertad, pero poca autonomía”.

El Santo Padre meditaba sobre el hecho de que “son cada vez más las personas que se sienten solas, y las que se encierran en el egoísmo, en la melancolía, en la violencia destructiva y en la esclavitud del placer y del dios dinero”.

El diagnóstico era realmente duro: “El amor duradero, fiel, recto, estable, fértil, es cada vez más objetito de burla y considerado como algo anticuado. Parecería que las sociedades más avanzadas son precisamente las que tienen el porcentaje más bajo de tasa de natalidad, y el mayor promedio de abortos, de divorcios, de suicidios y de contaminación ambiental y social”.

Se han de reflejar también, puntualizando aún más, hechos dolorosos sobre los que Francisco puso el dedo en la llaga: “Ancianos abandonados por sus seres queridos y sus propios hijos; viudos y viudas, tantos hombres y mujeres dejados por su propia esposa y por su propio marido”.
Como era de esperar, el Papa recordó entonces a muchas personas “que de hecho se sienten solas, no comprendidas y no escuchadas; en los emigrantes y refugiados que huyen de la guerra y la persecución; y en tantos jóvenes víctimas de la cultura del consumo, del usar y tirar, y de la cultura del descarte”.

Parroquias, asociaciones, familias

Hace unos días, Charles de Pechpeyrou ha reflexionado en L’Osservatore Romano sobre el nuevo ministerio británico. Decía: “La soledad está ligada a algunos aspectos de la sociedad actual, particularmente en los países occidentales: la familia que no desempeña su papel, un tejido social fracasado, el envejecimiento de la población, la inseguridad en el transporte urbano, la emergencia sanitaria.

Pero hoy también existe otra forma de soledad, llamada a acentuar peligrosamente: la virtual. A pesar de la disponibilidad de aplicaciones y servicios que deberían unir a las personas, desde Tinder hasta WhatsApp, la soledad en la vida real crece. Horas y horas pasadas frente a la pantalla, mientras se retira tanto como sea posible el encuentro real con el nuevo amigo, en realidad un extraño”.

Respecto al método inglés, el articulista se preguntó si sería suficiente el establecimiento de un nuevo ministerio, porque “Philip Booth, profesor de finanzas en la Universidad de Londres, piensa que a pesar de que es una buena iniciativa, el problema debe ser tratado de manera diferente. O más bien, comenzando desde abajo en lugar de desde arriba.

En los últimos cuarenta años, las familias se han dispersado por el Reino Unido y se han vuelto más pequeñas y más fragmentadas; las iglesias, que tradicionalmente fueron lugar privilegiado para la formación de la comunidad, se han debilitado.

Por tanto, es importante partir de las parroquias, asociaciones y familias para combatir el aislamiento, y son las autoridades locales, en lugar de las nacionales, las que pueden actuar mejor en este nivel. Como suelen decir los anglosajones, debería aplicarse el lema ‘pensar globalmente, actuar localmente’”.

Amor y unidad familiar

En España, el arzobispo castrense, Mons. Juan del Río, ha denunciado recientemente que “cada vez son más las personas que aseguran sentirse solas, pero los problemas de fondo no se abordan por miedo a poner en entredicho la visión moderna materialista de la vida y la familia”.

A su juicio, en la línea que se viene comentando, “hay que asumir una soledad de base que nos viene dada por la naturaleza humana. Pero ‘no es bueno que el hombre esté solo’, el mismo ser de la persona reclama la compañía del otro. Necesitamos de la mano amiga que nos ayude a encarar la vida con sus dolores y el enigma de su final, la muerte”.

Mons. Del Río apunta también a “una soledad provocada por los errores personales que a veces colocan a las personas en situación de aislamiento no querido ni buscado”, y a “otras soledades que vienen impuestas por el mal que pueden hacernos otras personas, llevando a la incomunicación y a la desconfianza permanente ante la sociedad”.

Para concluir, ¿qué actitudes propone el arzobispo castrense para “no sucumbir a la tristeza de la muerte que supone la soledad”? En síntesis, cuatro orientaciones pastorales: 1) “Prepararse para tener una soledad fecunda, que es aquella que vive de la riqueza de valores que habitan en el corazón del hombre”. 2) Afrontar “un cambio radical acerca de la concepción materialista de la vida”, porque “el puro confort deja vacía el alma”; 3) Afrontar un tema clave como es “el rechazo a la natalidad, lo cual crea una sociedad de ancianos”. “Una pregunta de sentido común es quién va ayudar a los mayores cuando no nacen niños”. Esto unido al hecho de que “la descomposición familiar engendra soledad desde edades muy tempranas”. Y 4) “De ahí que la familia deba ser rehabilitada en la primacía del ‘amor y la unidad’; también sintiéndonos parte de esa otra familia, la Iglesia, que nos acompaña en todas nuestras soledades y vacíos existenciales, ofreciéndonos la compañía de Alguien que nunca nos abandona, hasta más allá de la muerte: Jesucristo, el Señor”.

“La vida espiritual es terapéutica”

Buscar la compañía del Amigo que nunca nos abandona, señala Mons. Juan del Río. El trato con Dios, la vida interior, la oración. El ejemplo de Jesucristo es bien patente. El Evangelio describe en numerosas ocasiones cómo Jesús se levantaba temprano o se apartaba para orar con nuestro Padre Dios; su percepción de soledad en Getsemaní y en la Cruz es real, pero le mueve una insaciable hambre de almas, como ha escrito san Josemaría en su Via Crucis (I Estación, punto 4). Así fue y sigue operando la redención de Jesucristo. Con amor infinito. Quizá por eso, san Josemaría escribió en Camino: “Procura lograr diariamente unos minutos de esa bendita soledad que tanta falta hace para tener en marcha la vida interior” (n. 304). Manuel Ordeig escribió en Palabra el mes pasado sobre el recogimiento y el silencio, con numerosas consideraciones de interés.

“Atender a la vida espiritual es terapéutico”, afirma Mar Garrido López, directora de Estudios y Proyectos de Desarrollo y Asistencia, organización que cuenta con más dos mil voluntarios para sus programas de acompañamiento, en los que procuran paliar la soledad de los desfavorecidos.
Los cimientos en los que se apoya el trabajo esta organización tiene que ver con “la fraternidad cristiana”. Así la inspiraron sus primeros miembros, amigos ya jubilados, bajo el impulso de José María Sáenz de Tejada.

Dice Mar Garrido: “El cristiano está abierto a todo el mundo. Atendemos a las personas, estamos al servicio de cada persona, sea creyente o agnóstica. Hemos visto cómo personas que se encuentran en residencias de mayores, cuando les llevan a la Capilla, el domingo a Misa, o en otros momentos, mejoran de ánimo”.

Entre otras experiencias, Mar Garrido, que elogia la tarea de las Cáritas parroquiales, comparte la necesidad de que el voluntario debe “aprender a escuchar” y “llamar a las personas por su nombre”. “La marginación envejece”, asegura Garrido, “las condiciones de malnutrición y de falta de higiene son muy malas en muchas ocasiones”. “Por eso, procuramos disminuir los efectos negativos de la ausencia de lazos familiares y relaciones interpersonales de las personas, siempre en colaboración con los profesionales de la salud”.

Una iniciativa en Galicia

La creatividad es básica en la atención de personas, también para detectar sus necesidades. Hace un año, en Betanzos, fray Enrique Lista, franciscano, puso en marcha un proyecto piloto, Familias Abertas. La iniciativa está enfocada a que personas que se sienten o viven solas puedan acudir al convento de san Francisco, que abandonaron las Hermanas Misioneras de María. Ramón, por ejemplo, que reconoce ser “el prototipo de persona que se encuentra en situación de soledad”, ha encontrado una mano tendida en fray Enrique, que le invitó a pasar unos días con él, según ha contado Alfa y Omega.

Fray Enrique afirma que “la nueva pobreza es la soledad” y que Familias Abertas no necesita una gran logística. “Basta con un trabajador social que coordine un poco las solicitudes. Tampoco existe una gran gasto extra para la Iglesia, porque es la propia gente que va al convento la que aporta”.

La amistad en Saint-Exupery

Hace unos años, el profesor de filosofía Jaime Nubiola, colaborador de Palabra, publicó un breve artículo en Arvo.net titulado“La fuerza de la amistad”. Evocaba el autor una “formidable escena que relata Saint-Exupery en Tierra de hombres, de su amigo piloto accidentado en medio de los Andes. Merece la pena recordarla para advertir el contraste entre la precariedad del amor y de la amistad en nuestra sociedad y la fuerza efectiva de estos vínculos afectivos.

Se trataba del avión postal que llevaba el correo desde Santiago de Chile a Mendoza. Al cruzar los Andes, un terrible temporal derriba al pequeño avión sobre las montañas. Una vez liberado de la cabina destrozada, el piloto ileso comienza a caminar en la dirección en que, piensa, puede encontrar antes socorro. Pero los Andes son inmensos y las fuerzas físicas y los alimentos muy limitados”.

En la nieve –contaba el piloto– se pierde todo instinto de conservación. Después de dos, tres, cuatro días de marcha, uno sólo quiere dormir. Era lo que yo deseaba. Pero me decía a mí mismo: si mi mujer cree que estoy vivo, sabe que camino. Mis camaradas saben que camino. Todos ellos confían en mí y soy un cerdo si no camino”.

El amor a su mujer y la lealtad a sus amigos le mantienen en pie y, cuando está ya a punto de abandonarse agotado sobre la nieve, el recuerdo de que hace falta recuperar el cadáver para que su mujer pueda cobrar su seguro de vida le da nuevas fuerzas para seguir adelante”.

La historia pone la piel de gallina, escribe Jaime Nubiola. “Nos emociona comprobar que el amor a su esposa le salvó a Guillaumet literalmente la vida. Una historia como ésta permite entender bien que la calidad de una vida –parafraseando a Saint-Exupery– está en función de la calidad de los vínculos afectivos libremente elegidos. Son el amor y la amistad los que nos salvan a todos la vida”.
Concluye el profesor citando a una filósofa, Ana Romero, que ha escrito: “Queremos tener amigos en la vida para no estar solos –a veces se siente la soledad incluso estando rodeados de gente–, para vivir la vida más a fondo y para disfrutarla de verdad”.

Mundo

«Wielki post”, el gran ayuno: Cuaresma y Semana Santa en Polonia

Omnes·28 de febrero de 2018·Tiempo de lectura: < 1 minuto

Polonia es uno de los países europeos donde los católicos viven con mayor intensidad la Cuaresma y la Semana Santa. Prácticas cristianas como la abstinencia tienen tal arraigo que hasta multinacionales de comida rápida tienen los viernes un menú especial sin carne.

TEXTO –  Ignacio Soler, Varsovia

La película de Krzysztof Zanussi, Da un paese lontano, del año 1981, empieza contando la vida de san Juan Pablo II con la escena de la representación de la pasión en el santuario de Kalwaria Zebrzydowska, cerca de Wadowice. El pequeño Karol, según cuenta la película, se asombra al ver en el bar a quien ha representado a Cristo bebiendo cerveza después de acabar todo. Lo cierto es que el Papa polaco era un hombre fascinado por la Cruz, que tanto se ve en Polonia. Para Wojtyła la Cruz es Cristo, y el Vía Crucis –el camino de cada cristiano–, una devoción que no dejó de practicar todos los viernes del año.

Cuaresma se dice en polaco wielki post, que significa “el gran ayuno”. Si durante el tiempo de Cuaresma el cristiano no hace un poco de penitencia, de la que se nota, de la que se siente, no se sabe cuándo la hará. En Polonia, la abstinencia todos los viernes del año es tan popular que hasta los no creyentes la viven. Por ejemplo, la famosa cadena McDonald’s ofrece un menú especial los viernes con productos sin carne: en vez de hamburguesa está el filet-o-fish (filete de pescado). También es necesario hacer mención de la tradición del jueves antes del miércoles de ceniza, el llamado “jueves  mantecoso”. La tradición ese día es comer pączek, una variedad del donut, especialidad de la bollería polaca. Cuantos más, mejor.

América Latina

Crisis en Venezuela: penuria en liceos y colegios

Omnes·28 de febrero de 2018·Tiempo de lectura: 5 minutos

Rumbo incierto de la educación escolar en Venezuela. Con ocho millones de escolares, y una relación 77 % pública, 23 % privada, los directivos denuncian que los estudiantes pasan hambre, pero alientan a no desmayar en el esfuerzo.

TEXTO – Marcos Pantin, Maracaibo (Venezuela)

Recorremos las instalaciones de un representativo liceo público de Maracaibo, capital del estado Zulia, segunda ciudad de Venezuela. Voy con el director del centro. Nos salen al paso estudiantes avispados, ocurrentes, de contagiosa alegría: así son los marabinos.

El edificio es sólido y de buen diseño, construido al comienzo de los años 60. Da cabida a medio millar de estudiantes que cursan bachillerato en Ciencias. Cuenta con una plantilla de 42 profesores a tiempo completo. El horario es vespertino, de 1:00 a 5:40 horas. A media tarde se sirve el almuerzo en el comedor escolar.

El edificio no ha recibido mantenimiento por años. Grandes filtraciones manchan los techos. Se han robado los cables y cuadros eléctricos y los desmembrados pupitres no alcanzan para todos los alumnos. Un cálculo somero descubre que hay pocos estudiantes y apenas se ven profesores.

Declive de la educación pública

El Estado ha sido el gran educador en Venezuela. Desde hace 70 años, cerca del 80 % del estudiantado recibe educación pública, y el 20 % privada. Cifras oficiales de 2016 aseguran que la población escolar total es de 8.040.628 alumnos, repartidos en un 77 % en la educación pública y 23 % en la privada.

Hace 50 años no faltaban excelentes liceos públicos en las principales ciudades del país. “En los años 80 comenzó el declive. Los cambios curriculares y el relevo de los maestros normalistas, entorpecieron el aprendizaje de habilidades básicas como la lectura, escritura y razonamiento matemático”, señala Leonardo Carvajal, director del doctorado en Ciencias Pedagógicas en la Universidad Católica de Caracas. Carvajal añade que en los años 70 las escuelas pasaron de jornada completa a medio turno, perdiendo horas de trabajo académico.

Entre los mejores profesores de los liceos públicos había profesionales universitarios sin estudios de docencia. En los años 80, por presiones del gremio docente, se les prohibió enseñar en los colegios y decayó el nivel humano y científico de esos centros”, sostiene Fernando Vizcaya, decano de Facultad de Educación de la Universidad Monteávila, en Caracas. Con todo, los colegios públicos no han estado al margen de la suerte del país: sectarismo político, improvisación, crisis económica y social.

En el último decenio

La matrícula total de la educación pública va en descenso desde 2007, mientras que la privada ha mantenido su ritmo de crecimiento: “Es una recesión, que por prolongada y contractiva, es ya una depresión generalizada del sistema escolar”, afirma Luis Bravo Jáuregui, investigador de la Escuela de Educación de la Universidad Central de Venezuela. Bravo Jáuregui recuerda que la crisis económica y social ha agudizado las carencias usuales del sistema educativo.

“Este gobierno hizo el arte de magia de desaparecer un billón de dólares en 18 años. Una cosa increíble”, afirma Fernando Spiritto. Director de posgrados de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Católica de Caracas, Spiritto recuerda que el dinero se ha ido en importaciones, corrupción o actividades no productivas.

Coste de la vida e inflación

Aunque no existen cifras oficiales, la inflación cerró el año pasado en un 2.600 % y se mantiene en un 85 % mensual. Un profesor de colegio gana como máximo 2 millones de bolívares al mes (9 dólares USA al cambio libre). Sin embargo, paga 5 millones por alquiler de vivienda; 10 millones mensuales en alimentos para tres personas; 2 millones en transporte público. Sin contar gastos de salud, vestuario y educación de los hijos. Su vida es muy complicada.

Además, la increíble escasez de dinero efectivo duplica los precios de todo lo que se paga al contado. En un día, un profesor puede pagar más en transporte público de lo que gasta para comer y de lo que gana por jornada laboral.

La gestión de un liceo público: educar y vadear la crisis. Volvamos a los pasillos del liceo. Nos han traído un café y el director va entrando en confianza: “Trabajamos con las uñas. Nos falta lo indispensable para la operación ordinaria: papelería, consumo de oficina, productos de limpieza, etc. Yo no paro de pedir. Nos responden que debemos ‘autogestionarnos’. La situación es grave, señala el director, porque escasean los alimentos en el colegio, y no digamos en las casas. Así lo explica: “La gran mayoría de los profesores trabajan dos turnos: 16 horas diarias, y solo hacen una comida al día. Y no hablemos del hambre que pasan los muchachos. Seamos claros: los estudiantes vienen al colegio por el plato de comida. Estamos recibiendo la mitad de los alimentos asignados. Ya van dos semanas sin poder darles nada. Por los pasillos me abordan: ‘Profe, ¿cuándo llega la comida?’. En mi casa no hay comida”.

Esta seria escasez causa “mucho dolor”, añade el máximo responsable del liceo. “Se difunde en el ambiente una tristeza, como una nostalgia que afecta a profesores y alumnos. Cuando no hay comida la asistencia no pasa de un tercio de los alumnos. Cada día se desmayan cuatro o cinco estudiantes porque no han comido nada. Cuando tenemos alimentos la asistencia llega al 90 %”.

¿Aprovechamiento académico?

La pregunta surge inevitable: ¿cómo pueden cumplir con la planificación de clases? “El sistema evaluativo está diseñado para evitar que el alumno pierda el año. Es la así llamada ‘batalla a la repitencia’.

Los muchachos terminan el bachillerato con enormes lagunas. Es el populismo facilón que abulta las estadísticas del Ministerio. Los estudiantes pagan caro por el fraude: “Si vienen de un bachillerato sin materias regulares porque se las daban por aprobadas sin tener profesor, no tiene posibilidad de aprobar el primer año de la universidad”, explica Enrique Planchart, rector de la Universidad Simón Bolívar de Caracas. “Me preocupa enormemente la inasistencia”, prosigue el director del liceo. “Cuando logran venir, los muchachos traen un bolso lleno de ilusiones. Quiero que vuelvan a casa con ilusiones cumplidas, pero se van con muchas interrogantes: ¿por qué no vino el profesor? ¿por qué no hubo comida hoy? ¿qué vamos a hacer?”

El hambre es tan grave que “los docentes y empleados pierden peso en forma alarmante. En sus casas no hay comida y sus hijos van a la escuela en ayunas. La opción es irse del país. Estoy a punto de perder seis profesores en áreas críticas. Pero tenemos que perseverar. No podemos desmayar”, concluye.

La crisis en la escuela privada

No muy lejos del liceo público funciona un colegio privado. Con casi cincuenta años de actividad, la matrícula llega al millar de estudiantes repartidos entre primaria y bachillerato. Opera con unos doscientos profesores y empleados. Los edificios se han levantado gradualmente a medida que aumentaban los alumnos.

El directivo del centro reconoce que se ha producido “un cambio de mentalidad” en la dirección del colegio. “Pero no estamos solos en el empeño. Las familias apoyan mucho. Pero esto exige tiempo y esfuerzo. A través de donaciones de las familias y otras fuentes trabajamos en aumentar los ingresos de los docentes; solucionar el problema del transporte; facilitar el acceso a los alimentos, siempre por las vías permitidas por el Ministerio de Educación”.

Agenda del director

El responsable de este centro privado reconoce sin tapujos que “antes me ocupaba mayormente de los problemas de los muchachos y de la atención a sus familias. Y no es poca cosa atender a las familias: están sufriendo la crisis del país en muchas formas. Cada día atiendo cuatro o cinco de ellas.

Pero ahora, junto a la tarea de conducir el colegio, no empleo menos de 4 o 5 horas diarias atendiendo a los profesores, escuchándolos personalmente o buscando ayudas externas para subsidiar necesidades monetarias, de transporte, alimentación o de salud. Para esto mudé la oficina del administrador del colegio junto a la mía, porque invertimos mucho tiempo atendiendo estas situaciones”.

La conclusión de este experto educativo es clara. Si continúa esta crisis, “el modelo educativo en Venezuela cambiaría necesariamente. Tendríamos que reducir el horario de clases y eliminar las actividades extracadémicas que dan el tono humano y familiar al trabajo escolar”.

Sin embargo, el experto considera que la dureza de este tiempo amainará y vendrán días mejores: “La crisis pasará y viviremos nuevos tiempos con el favor de Dios. Soy testigo del esfuerzo diario de los profesores por hacer bien su trabajo.

Es un estímulo permanente. Me contagio del ánimo natural de los niños en las aulas, sin olvidar que en las escuelas públicas sufren mucho. Nuestro país tiene mucho futuro. Definitivamente, la clave está en la formación de estos jóvenes que van a construir la nueva Venezuela”.

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Educar en un mundo que cambia aceleradamente

26 de febrero de 2018·Tiempo de lectura: 2 minutos

La cambiante sociedad de hoy exige del docente un discurso positivo, oxigenante, claro, breve y que atraiga. De ahí la necesidad de que los profesores, también los de religión, mejoren constantemente su formación, tanto en contenidos como en su pedagogía.

Texto- Alfonso Aguiló. Presidente de la Confederación Española de Centros de Enseñanza

El mundo de la enseñanza está sometido a importantes cambios. Es cierto que lo esencial se mantiene. Es cierto que seguimos buscando luz para las mismas grandes preguntas de siempre. Pero, como decía John Henry Newman, a veces hay que cambiar para continuar siendo uno mismo. Porque se mantiene nuestra misión pero cambia nuestro entorno. Cambian las personas que nos escuchan, cambian sus expectativas y sus sensibilidades. Y no podemos seguir haciendo lo mismo aunque en esencia sigamos caminando en la misma dirección.

Una mirada a las últimas décadas nos indica que hemos evolucionado mucho, que ha habido cambios sociales muy importantes. Los que trabajamos en la enseñanza hemos cambiado mucho, y nuestro propio trabajo nos ayuda a conocer bien cómo han cambiado y cambian las mentalidades y sensibilidades. Pero unos profesores se están adaptando mejor que otros a esos cambios. No debemos refugiarnos en la idea de que basta con seguir haciendo todo como siempre lo hemos hecho y ya está. Muchos retos educativos de hace unas décadas permanecen vigentes, pero hay otros que han quedado superados, y han aparecido otros nuevos. Hay que afrontar esos cambios con inteligencia y conociendo bien el mundo al que nos dirigimos.

Hemos de dedicar tiempo y esfuerzo a conocer bien la cultura en que vivimos. Avivar el interés por discernir bien esos cambios, sin fiarse demasiado de los análisis precocinados que nos presentan desde muy diversos ámbitos. Otear el horizonte, ensayar, preguntar, contrastar, innovar. Estamos en un mundo que cambia aceleradamente, y todos esos cambios nos interesan y los vemos con una mirada positiva. Y conociendo bien lo que sucede en nuestro entono acertaremos mejor en todos nuestros enfoques y planteamientos.

Nuestro discurso comunicativo ha de ser positivo, afable, oxigenante, que atraiga. Con un lenguaje cercano, sencillo, claro y breve. Todos los profesores, y en especial los de religión, deben mejorar constantemente su preparación. En la profundidad de sus contenidos y en su actualidad. En el fondo y en la forma. En ser uno mismo y en aprender de otros. En los métodos de siempre y en los nuevos. En la lección magistral y a la hora de despertar la participación. En los fundamentos últimos y en sus consecuencias prácticas. En todo, porque son cuestiones que afectan a todo y deberían interesar a todos. La educación no es hacer que las personas piensen como nosotros sino que piensen por sí mismas, tengan sus opiniones y su sentido crítico y encuentren su camino, que es distinto y propio de cada uno.

El autorOmnes

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España

El exceso alcohólico institucionalizado, problema social

El consumo de alcohol por menores es una situación de grave riesgo que ha de ser afrontada por el conjunto social, porque es un problema de todos, en el que todos participamos, y en toda su extensión.

Ignacio Calderón·19 de febrero de 2018·Tiempo de lectura: 3 minutos

Ante la persistencia del consumo de alcohol por parte de los adolescentes, caracterizado por episodios de ingesta desmesurada que suponen un grave riesgo y que han dado lugar a casos de desenlace dramático, la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción quiere hacer públicas algunas reflexiones en las que apela a la responsabilidad de todos.

El consumo de alcohol, que tiene una indudable presencia en nuestra cultura y que se integra íntimamente con nuestra forma de relacionarnos, de interactuar y de construir nuestro espacio común, es también el origen de múltiples problemas individuales y colectivos. Estos problemas son más numerosos y graves que los originados por el uso de productos psicoactivos y no pueden ser minimizados, y menos negados, en base a esa presencia cultural que se señala.

Un aspecto especialmente problemático de esta convivencia con el alcohol es el consumo por parte de los adolescentes; por la notable gravedad que la intoxicación alcohólica supone para organismos en desarrollo, por la dificultad que para manejar riesgos se da en esa etapa evolutiva, y por la importancia que para el futuro, individual y social, de una persona puede tener la consolidación de unos hábitos que van a mermar su autonomía y su seguridad.

Esta situación de grave riesgo tiene que ser enfrentada por el conjunto social porque es un problema de todos y en el que todos participamos. Los adolescentes no son sujetos que funcionen al margen del contexto común; no son personas aisladas de la norma social, ajenas a los valores colectivos. Una comunicación exclusivamente vertical y unidireccional, sea con prohibiciones, admoniciones o reflexiones, está llamada al fracaso. Los adolescentes no pueden ser tratados como segregados del cuerpo social.

Medidas necesarias, pero insuficientes

Las conductas desajustadas de los adolescentes no responden necesariamente a patologías personales ni mucho menos del colectivo; tampoco son sólo producto de los vaivenes emocionales de esa fase vital. De forma más compleja, se correlacionan con los hábitos de los adultos, con los valores sociales dominantes, con las imágenes identitarias, con la dimensión ideológica y emocional del contexto social, con el espacio y el papel que la sociedad adulta otorga a esos chicos y chicas.

Por esas razones, en el intento de anticiparse a los problemas, las medidas normativas y de control (fiscalizaciones, inspecciones, prohibiciones, sanciones…) son necesarias pero insuficientes. Son necesarias porque una sociedad compleja precisa de normas coercitivas que contribuyan a la protección del bien común y de los colectivos más vulnerables; y porque, además, tienen una dimensión educativa y ejemplarizante. Son insuficientes porque, por sí mismas, no dan cuenta ni intervienen en toda la dimensión subrayada anteriormente.

El problema que nos ocupa hay que abordarlo en toda su extensión. No es aceptable el exceso alcohólico institucionalizado; la negación de las necesidades de comunicación e interacción, de búsqueda de un espacio propio de los adolescentes; la despreocupación por los valores que se transmiten, que se enseñan, que se ejemplifican.

Ayudar a las familias

De ahí que apelemos al cumplimiento de las normas, a una vigilancia protectora, a que las administraciones públicas cumplan su función.

También pedimos que en las familias se tutele y se enseñe autonomía y responsabilidad, libertad y compromiso; que en las escuelas se eduque; que en los medios de comunicación no se cultive la ambigüedad, la moralina simplificadora o el doble mensaje; que en la sociedad no se institucionalice el exceso alcohólico festivo de los adultos a la par que se estigmatiza el de los adolescentes.

La FAD se compromete a esta tarea: tratando de desvelar la complejidad de las razones para poder abordar mejor los riesgos; tratando de ayudar a las familias a cumplir mejor su tarea con sus hijos; tratando de mejorar los recursos educativos de los docentes; tratando de apoyar el desarrollo de una sociedad y una ciudadanía más libre, más comprometida y solidaria; tratando de contribuir a la movilización de voluntades en un proyecto común.

Esa es nuestra responsabilidad y nuestra apelación a la responsabilidad de otros. También depende de ti.

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Globalizar la cultura del amor

19 de febrero de 2018·Tiempo de lectura: 3 minutos

El obispo de Alto Solimões, Amazonía (Brasil), Mons. Adolfo Zon, describe la actividad misionera de la Iglesia en su diócesis y asegura que la convocatoria del próximo sínodo de los obispos para la región amazónica está muy ligada al desarrollo de la encíclica Laudato si.

TEXTO – Adolfo Zon, Obispo de Alto Solimoes, Amazonia (Brasil)

Hace unos días, la Iglesia católica ha celebrado con entusiasmo y alegría la Jornada Mundial de las Misiones (DOMUND). Ha sido una campaña de oración y de ayuda a los misioneros que trabajan en todos los continentes. También nosotros, dentro de nuestra pobreza, recaudamos y enviamos dinero al Papa para las comunidades que tienen más necesidades.

Para entender mejor lo que voy a comentar en estas líneas, me piden, explicar qué hace un sacerdote de Orense en Brasil. Soy natural de Galicia (España) en 1956 y desde hace 24 años soy misionero javeriano en Brasil. Mi misión no es otra que globalizar la cultura del amor. Quiero que la Iglesia llegue a todos, y ofrezca la oportunidad de conocer a Jesús y de tener un desarrollo personal integral. En 2014, el Papa Francisco me nombró obispo de la diócesis de Alto Solimões en la Amazonía brasilera, un lugar bien misionero. Esta diócesis cuenta con 131.000 km² y con una densidad de población de 1,4 habitantes por km².

La selva tropical más grande y el pulmón del mundo, así se conoce fuera de sus fronteras a la Amazonía. Pero cuando vives aquí te das cuenta que la Amazonía es mucho más. Todavía me asombra la variedad de etnias, la multiculturalidad, los paisajes, la hospitalidad y amabilidad de su gente, y la buena acogida que le han dado a nuestro mensaje. Subsisten con poco, pero aún así no pierden la sonrisa. La economía se basa en el sector primario, predominan la agricultura y la pesca. Por nuestra parte, impulsamos una agricultura más especializada, competitiva y organizada.

Los desafíos se incrementan cuando coexisten once diferentes etnias, lenguas y culturas. Para acercarles la Palabra de Dios, necesitamos aprender su idioma, ser creativos y cercanos. La pastoral traza un plan de evangelización para cada grupo en concreto, es un reto constante ya que somos muy pocos agentes de pastoral. Hay comunidades donde solo podemos celebrar la Eucaristía una vez al año porque contamos con 15 sacerdotes para 216.000 habitantes, de los cuales el 33 % son pueblos indígenas. Los tikunas -unos 46.000- son la etnia más numerosa.

Aquí se presentan dramas propios de toda región fronteriza. Corrupción y tráfico de todo tipo: de personas, de animales, de droga, etc. Para disminuir estos males, la pastoral trata de dar apoyo, acompañamiento y educación en valores. A ello se suman los problemas ambientales como la deforestación y la contaminación del agua.

Ante este panorama, la convocatoria del próximo sínodo de los obispos en octubre de 2019 no ha sido una sorpresa. Sabíamos que el Papa estaba interesado en convocar una Asamblea Extraordinaria del Sínodo de los Obispos para la región pan- amazónica, con el fin de analizar qué camino seguir para tener mayor presencia en los pueblos indígenas. No es cualquier presencia, queremos descubrir juntos a ese Dios que antecede a la misión.

De la misma forma, la encíclica Laudato si nos dará luces y pautas para promover un cuidado integral de la casa común, con especial foco en la selva amazónica. Esta zona es decisiva para el futuro de la humanidad y el cambio climático nos empuja a dar pasos firmes e inmediatos hacia una reconciliación con la naturaleza.

El ambiente humano y el ambiente natural se degradan juntos, y no podremos afrontar adecuadamente la degradación ambiental si no prestamos atención a causas que tienen que ver con la degradación humana y social”, escribe el Papa Francisco en la encíclica. Por esta razón, el sínodo estará marcado por estas dos variables estrechamente relacionadas: las personas y el ecosistema.

Mientras esperamos este importante encuentro, nuestro proyecto está centrado en una catequesis vivencial. Es decir, estar cada vez más cerca del pueblo, ser testimonios y vivir el Evangelio cada día. En todos estos años, he percibido que el número de seguidores de Jesús crece mediante el ejemplo y la presencia constante de los religiosos en la vida de las personas. Acompañarlos en sus alegrías y tristezas es una maravillosa labor.

La misión nace del bautismo, donde sea que estemos, todos estamos llamados a vivir en misión permanente. Os animo a todos a plantearse la misión como camino de vida. La Iglesia católica necesita recursos humanos, gente que se ofrezca por la causa de Jesús, y en definitiva, la Amazonía invita a todos los misioneros a que siembren palabras de amor en los pueblos más olvidados y vulnerables del planeta.

El autorOmnes

España

Los obispos auxiliares de Madrid: “orantes y cercanos”

Omnes·16 de febrero de 2018·Tiempo de lectura: 3 minutos

El pasado 17 de febrero fueron ordenados los tres nuevos obispos auxiliares de Madrid nombrados por el Papa Francisco para ayudar al cardenal Osoro, arzobispo de Madrid, en su tarea pastoral.

Texto –  Rafael Miner

Los nuevos obispos auxiliares de Madrid son José Cobo (Jaén, 1965), Santos Montoya (Ciudad Real, 1966) y Jesús Vidal (Madrid, 1974). Todo indica que el Papa Francisco ha respaldado plenamente los candidatos del arzobispo Osoro, que ha buscado en especial “hombres de fe”, según manifestó el 29 de diciembre en su comparecencia ante los medios.

El cardenal Osoro dio las gracias al Papa “por la respuesta que ha dado” a la propuesta que se le presentó. Sigue en la diócesis, también como obispo auxiliar, Mons. Juan Antonio Martínez Camino, al que el arzobispo madrileño sentó a su lado en la rueda de prensa y valoró la “pastoral de santidad” que lleva a cabo.

Hay otros rasgos comunes a los tres nuevos obispos auxiliares de Madrid. Por ejemplo, son licenciados universitarios: Cobo, Derecho; Montoya, Químicas; y Vidal, Económicas y Empresariales. El cardenal ha subrayado también su perfil pastoral, curtidos en parroquias “al servicio de la gente”. Jesús Vidal es rector del Seminario Conciliar de Madrid, y Santos Montoya fue director del seminario menor madrileño.

¿Por qué ahora y no antes, o después? El cardenal explica que tres años después de “haberme pateado toda la diócesis” era el momento de solicitar a Roma la ayuda de nuevos auxiliares “para una diócesis tan grande como ésta, con cinco millones de personas”. “El obispo tiene que estar en visita permanente a las comunidades”, con el fin de “dinamizar la vida cristiana”. Y esto “no puede hacerlo una sola persona”, añadió el arzobispo madrileño, que ha impulsado estos años un ambicioso Plan Diocesano de Evangelización, del que viene informando la revista Palabra.

Padres y hermanos

¿Qué espera el Papa de los nuevos obispos auxiliares? ¿Y su arzobispo? ¿Y los sacerdotes? ¿Y los fieles de la diócesis? Son preguntas legítimas que cualquier fiel puede hacerse, aunque los obispos, sacerdotes y religiosos también son fieles; si no, serían infieles.   

En su reciente viaje a Chile y Perú, el Papa Francisco recibió a los episcopados de ambas naciones. Y una idea principal de su breve discurso a los obispos fue ésta: “¡La paternidad del obispo con su presbiterio! Una paternidad que no es paternalismo ni abuso de autoridad. Un don a pedir. Estén cerca de sus curas al estilo de san José”, dijo el Santo Padre a los obispos chilenos hace unas semanas.

No es algo novedoso. El año pasado, el sucesor de Pedro se reunió con los miembros de la Congregación para el Clero. El diario francés La Croix tituló así el encuentro: “El Papa Francisco pide a los obispos que sean ‘padres’ para sus sacerdotes”. Y lo contó de esta manera: “Cuántas veces he oído las quejas de los sacerdotes que no pueden contactar con su obispo […]. Todo sacerdote “debe sentir que tiene un padre que está cerca”, insistió, porque no podemos “hacer crecer y santificar a un sacerdote sin la proximidad paternal del obispo””.

Antes, en 2014, en un amplio discurso a la Congregación para los Obispos fechado el 27 de febrero, el Papa Francisco habló de “obispos orantes” y de “obispos pastores”, y trazaba “el siguiente perfil de los candidatos al episcopado: ‘Que sean padres y hermanos; que sean apacibles, pacientes y misericordiosos; que amen la pobreza: interior como libertad para el Señor, y también exterior como sencillez y austeridad de vida; que no tengan una psicología de ‘príncipe’s…”.

Estos son los pastores que nos regala el Papa. Unos rasgos combinados con lo que subrayaba también a los obispos chilenos: “La falta de conciencia de pertenecer al Pueblo de Dios como servidores, y no como dueños, nos puede llevar a una de las tentaciones que más daño le hacen al dinamismo misionero que estamos llamados a impulsar: el clericalismo”. “El clericalismo se olvida de que toda la visibilidad y la sacramentalidad de la Iglesia pertenece a todo el Pueblo de Dios (Lumen Gentium, 9-14) […] Los laicos no son nuestros peones ni nuestros empleados. […] Velemos, por favor, contra esta tentación, especialmente en los seminarios y en todo el proceso formativo”, añadía el Papa. n

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Cultura

#MakeLoveHappen: el amor, además de un regalo es construir

Omnes·12 de febrero de 2018·Tiempo de lectura: 3 minutos

Lucía Martinez Alcalde empezó a escribir sobre el amor a los 16 años. Desde entonces no ha dejado de reflexionar sobre este tema que tanto necesita la sociedad.

Texto – Fernando Serrano

Periodista, escritora, bloguera, mujer y madre, así se puede presentar a Lucía Martínez Alcalde. “Llevo muchos años escribiendo sobre el amor y las personas”, explica Lucía en su página web, en la que no solo reflexiona sobre el amor, sino que también escribe sobre el noviazgo, las personas, el descubrimiento, el sufrimiento…

A los 16 años, Lucía escribió su primera novela, titulada Me debes un beso. “El amor es uno de mis temas favoritos. De pequeña por un interés más romántico, aunque según he ido creciendo ha evolucionado a un interés más de fondo”, explica. Hoy en día escribe en la web un blog llamado #MakeLoveHappen. Un nombre algo inesperado. Cuando le pregunto sobre el origen de ese nombre, me explica que “llevaba ya unos cuantos años, creo que desde 2010, teniendo casi como lema de mi vida el ‘Haz que sea’. Más tarde con mis primeros pasos en Twitter se me ocurrió ponerlo en formato hashtag y en inglés: #makeithappen”. Posteriormente cambió el “It” por “Love”: “Cuando descubrí que el amor, además de un regalo es construir, descubrí algo más, con la vida sucede igual. No has hecho nada por nacer, simplemente te encuentras viviendo, y la actitud adecuada, en mi opinión, es aceptar ese enorme don y construir tu vida. Y hacer que sea”.

Hablar del amor

Me intereso por el motivo que le llevó a centrarse en un tema tan específico. “El amor es lo más importante en nuestras vidas, todos deseamos amar y ser amados”, explica. Después concreta: “La sociedad de hoy vive en una infelicidad a pesar de llevar de serie ese anhelo. Nos esforzamos por aprender muchas cosas, pero no se suele enseñar a amar. Y es un tema en el que nos jugamos la felicidad”. Por eso cree que es necesario escribir, hablar y reflexionar sobre ese anhelo.

En concreto, se decidió a mantener un blog movida por la explicación de un profesor de la universidad, que les enseñó que una de las mejores formas de aclarar los pensamientos es poniéndolos por escrito: “Por eso me gustaría que el blog sirviera para eso. Poner un poco de orden en ese bullicio de todo lo hablado, lo escuchado, lo leído, lo pensado, lo vivido…”. Recibió un nuevo impulso en los meses previos a su boda. “Pablo y yo fuimos aprendiendo mucho, el uno del otro, de lo que veíamos, de los demás, de sabios consejos de gente sabia… Y pensamos que sería bueno compartir algo de lo que aprendimos por el camino. Pablo ha sido el apoyo para sacar este proyecto adelante”.

Amor del bueno

Aunque sean conceptos muy ‘fuertes’, responden a lo que deseamos en lo más profundo de nuestro ser. Estoy convencida de que todos llevamos ese deseo en el corazón”, comenta Lucía. En su web agrupa las entradas sobre la idea del amor para siempre bajo el nombre de Amor del bueno. “Quise poner ‘amor del bueno’ por darle un toque más coloquial y porque a veces ‘amor verdadero’ se ha utilizado tan mal o se ha desgastado tanto, que puede dar la sensación de que no es lo que quiere expresar”. Continúa reflexionando: “Lo que pasa es que a veces enterramos ese deseo de amar de verdad, o no sabemos cómo concretarlo, o lo hemos intentado muchas veces y hemos acabado tan heridos que nos recluimos, o no sabemos cómo hacer y tiramos a lo que es más fácil, a lo provisional, a una especie de ‘sucedáneo’ del amor, que nos da una satisfacción momentánea”.

Más allá de Internet

Recibir el feedback de los lectores y ver que has tocado sus vidas de alguna manera, aunque sea para mejorarlas un poquito, creo que es una de las mejores cosas de escribir”, explica Lucía sobre la posible influencia de su página en la gente que la lee, tiene la visión de que sus reflexiones escritas van más allá de la pantalla. “Por ejemplo, hay algunas lectoras asiduas del blog que me escribieron cuando empezaban a quedar con sus respectivos chicos y han ido compartiendo conmigo cada paso… algunas ya están casadas y son mamás; otras se han comprometido…”.

Pero no solo son correos electrónicos, sino que también le escriben a través de las redes sociales: “Personas que se sienten identificadas y que agradecen descubrir que otros piensa así y que no están solas en este camino por un amor del bueno; gente que se ha decidido a dar algún paso importante (dejar una relación poco sana; pedir salir a alguien o simplemente atreverse a pedirle un café)”.

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Cine

Converso: Ausencia, cariños, vacíos y distancias

Omnes·5 de febrero de 2018·Tiempo de lectura: 2 minutos

Un director navarro, David Arratibel, ha hecho una película que –por lo menos– podemos calificar de sorprendente. David no cree, y de golpe descubre que toda su familia se ha convertido.

TEXTO—Miguel Castellví

Un director navarro, David Arratibel, ha hecho una película que –por lo menos– podemos calificar de sorprendente. David no cree, y de golpe descubre que toda su familia se ha convertido. Sus hermanas María y Paula, cada una por su cuenta, descubren a Dios. Su madre, Pilar, y su cuñado, Raúl, regresan a la práctica religiosa tras años de distanciamiento. David no lo entiende, se enfada.

Para resolver el conflicto, David Arratibel decide hacer lo que sabe: un documental “para intentar entender cómo habían llegado a tener la certeza de que Dios existe”. El resultado es Converso, una serie de conversaciones con María, Pilar, Paula y Raúl, que –como ha dicho un crítico– no es un documental sobre la fe: “Es sobre ausencias, cariños, vacíos y distancias”. Dicen los protagonistas:

María (hermana mayor, expresiva, apasionada, divertida): “Pues sí, soy eso que llaman ‘conversa’. No sabría describir en qué se convierte una cuando descubre algo tan inmenso como la existencia de Dios. Pero resulta que Converso no es –o no es sólo– una película de conversos”.

Paula (hermana pequeña, reflexiva, médico): “Para mí, la de mi conversión es una historia alegre, de las que apetece compartir; y por otro lado, David me da toda la confianza del mundo porque tiende a hacer las cosas bien naturalmente”.

Pilar (madre, con la serenidad que dan los años): “He vivido más de cuarenta años implicada en la vida política y social y ahí sigo, creo que mientras viva. Pero desde el compromiso cristiano de los veinte años que me animó a luchar por una sociedad más justa, la enorme decepción de las filosofías marxistas, su fracaso histórico y la búsqueda que todas las personas tenemos por encontrar sentido a nuestra existencia, me han permitido encontrar un camino que perdí un día”.

Raúl (cuñado, músico, marido de María): “Nada pude haber imaginado más contrario a mi modo de ser que lo que me ha ocurrido: salir en una película hablando de las más preciadas vicisitudes de mi alma”.

David (director, hermano, hijo, cuñado): “Ha sido una experiencia introspectiva y sanadora que ha conseguido, a través de la conversación, reencontrarme con mi familia, incluso con quienes murieron y no sé si me esperan en algún lugar para retomar las conversaciones que dejamos pendientes”.

Converso, de David Arratibel, es una película que merece la pena ver. Se estrenó en Madrid el 29 de septiembre.

España

Acogida y natalidad, dos retos culturales

Omnes·5 de febrero de 2018·Tiempo de lectura: 3 minutos

La hipótesis de conectar la despoblación rural con los inmigrantes requiere una breve reflexión. La natalidad persiste en mínimos históricos.

—texto Rafael Miner

España afronta en la segunda década del siglo XXI dos temores que constituyen retos culturales de primer orden: el miedo al otro, al extranjero de modo especial, y el rechazo a tener hijos. Podrían sintetizarse en uno solo: una cierta mentalidad de rechazo a la acogida de nuevos seres humanos. Naturalmente, estos temores afectan al conjunto del mundo occidental, con ligeras excepciones.

En la actitud de reserva a inmigrantes, en especial de países islámicos, ha influido como es obvio el yihadismo internacional. Pero otro componente preventivo es una cierta xenofobia ante quienes romperían el estatus de un razonable Estado del bienestar en materia de sanidad, educación y subsidios públicos.

Esta actitud comienza a serenarse en España, tras unos años de fuerte rechazo, según el estudio Percepción social de las migraciones en España, publicado por la Fundación de las Cajas de Ahoros. Los continuos mensajes del Papa Francisco y de toda la Iglesia van calando poco a poco. La familia, por lo demás, se ha constituido estos años como la red social por antonomasia, para ayudar tanto a hijos o nietos en paro como a personas de otras nacionalidades, que han comenzado a prestar servicios a los que los nacionales no llegan, entre otros motivos porque no hay nuevas generaciones con brazos disponibles. Habría que dar las gracias a tantos inmigrantes que desempeñan empleos no siempre bien retribuidos. Porque el déficit de natalidad en España se acentúa.

El año pasado, el número medio de hijos por mujer fue en España de 1,33 (el reemplazo generacional está en el 2,1), y la edad media de maternidad también alcanzó su máximo histórico: 32 años.

Argumentos

Naturalmente, existen varios factores que explican esta tendencia. Suele hablarse de crisis, desempleo, dificultades económicas, salarios bajos, etc. Son hechos objetivos, aunque no está probada una relación directa entre renta per cápita de un país y natalidad. Más bien al contrario. Existen numerosos países del llamado tercer mundo cuya natalidad es bastante superior a las naciones desarrolladas.

Además, existen también razones culturales, y aun morales, que conforman la mentalidad antinatalista. El Papa Francisco se viene refiriendo desde hace tiempo a la fecundidad del amor: “Los cónyuges, a la que vez que se dan entre sí, dan más allá de sí mismos la realidad del hijo, reflejo viviente de su amor, signo permanente de la unidad conyugal y síntesis viva e inseparable del padre y de la madre” (Amoris Laetitia, n. 165). Añade: “Cada nueva vida nos permite descubrir la dimensión más gratuita del amor, que jamás deja de sorprendernos. Es la belleza de ser amados antes: los hijos son amados antes de que lleguen” (AL, n. 165). El drama del aborto, más de 94.000 en 2015, es un síntoma más de esta cultura antinatalista.

¿Una sociedad sin niños?

Las consecuencias de cegar la natalidad son importantes, tanto en la esfera familiar, como en la social y económica. Alejandro Macarrón, director de Renacimiento Demográfico, lo ha subrayado estos días: “Si seguimos con tan baja natalidad, España desaparecería. Lo pongo en condicional porque falta tiempo, pero es pura matemática. No es opinable. Otra cosa es que reaccionemos. La extinción tardaría siglos, pero antes viviríamos en una sociedad sin niños, descompensada”.

La despoblación tiene sin duda componentes económicos. De momento, parece que ha habido cierto conformismo en que la inmigración mantenga la demografía.

Como ha sucedido ya en algunos países europeos, por ejemplo Alemania e Italia, el gobierno español conoce los datos y quiere fomentar la natalidad, por lo que aprobó en febrero una campaña publicitaria en medios de comunicación.

Algunas organizaciones, como el Foro Español de la Familia, han señalado que “es una buena iniciativa porque ayuda a crear una cultura favorable a la maternidad, pero no debe ser la única. Hay que pedir al gobierno que dé el paso siguiente: proporcionar más ayudas a las familias”.

Recursos

Búsqueda, recogimiento… El valor del silencio

Comparado con tal riqueza, el silencio puede juzgarse mostrenco y paupérrimo. Pero sería un error tal simplificación. La palabra y el silencio se requieren mutuamente; éste individualiza las palabras y les comunica vigor.

Omnes·2 de febrero de 2018·Tiempo de lectura: 12 minutos

El incalculable progreso en la comunicación entre los hombres ha sido posible gracias a la palabra, primero verbal y más tarde escrita. Junto a eso, el silencio tiene, en la comunicación un valor incalculable.

Palabras y silencio

Recoger en pocos fonemas o grafismos, con sus diversas combinaciones, la casi ilimitada expresividad interior de la persona humana, parece milagroso.

Comparado con tal riqueza, el silencio puede juzgarse mostrenco y paupérrimo. Pero sería un error tal simplificación. La palabra y el silencio se requieren mutuamente; éste individualiza las palabras y les comunica vigor. El silencio subraya las palabras y las palabras dan sentido a los silencios.

Innumerables libros, llenos de palabras, se han escrito para dar cuenta de éstas. Muchos menos para hablar del silencio. Últimamente, sin embargo, se ha extendido la necesidad de destacar la importancia y el papel de éste.

Se puede afirmar que hay tanta variedad de silencios como de palabras. No todos los silencios significan lo mismo ni trasmiten lo mismo; a veces son incluso diametralmente opuestos. Para muchos “el silencio consiste simplemente en la ausencia de ruido y de palabras; pero la realidad es mucho más compleja” (Robert Sarah, La fuerza del silencio, Madrid 2017, p. 220).

Un matrimonio, quizá joven, que cenan solos y en silencio, puede significar una comunión de amor y sentimientos tan grande que no necesita explicaciones postizas. Así es habitualmente el silencio enamorado. Pero también puede suceder que los cónyuges sean incapaces de hablarse por graves diferencias previas. Sería un silencio de rechazo. El primer mensaje es de amor, el segundo de muerte del mismo amor (cfr. ibid.).

El silencio resulta pluriforme. Por eso conviene dejar claro que nuestro interés no se centra en el silencio por el silencio. A diferencia de muchas palabras que, por si mismas significan algo, el solo silencio es mudo. Lo que el silencio esconde, tras de sí, es lo que lo avalora. El silencio de un alumno ignorante ante un examen, es muy distinto del silencio de un monje que ora o de un científico que piensa.

Aquí nos centraremos en los silencios con sentido: capaces de enriquecer el espíritu humano en su relación con Dios y con los hombres.

Diálogo y monólogo

La comunicación humana requiere diálogo: intercambio de ideas y argumentos. Y ahí entra uno de los más poderosos servicios del silencio: todo verdadero diálogo incluye saber escuchar. Es la única manera de progresar hacia la verdad.

Ciertamente hay diálogos que no buscan la verdad, sólo el interés; ya hace veinticinco siglos, Platón tuvo que pelearse con los sofistas del momento. Pero, incluso para ellos, el silencio permite escuchar y recapacitar, detectando aciertos o de errores.

Incluimos en la categoría de diálogo no sólo el verbal, sino también el escrito. A través de sus libros nos resulta posible dialogar con los pensadores que nos precedieron. Parecería que en este diálogo con el pasado es más fácil guardar silencio, pero tampoco lo es. Por citar un ejemplo: ¡cuánta gente oye la palabra de Dios en la liturgia de los domingos, y la olvida inmediatamente porque no la escucha! …Ha faltado el silencio, capaz de acoger la Palabra y su mensaje.

El gran enemigo del diálogo y del silencio es el monólogo. Una actitud que da vueltas sin cesar, en la mente, a unas pocas ideas, impermeabilizando el entendimiento para escuchar a los demás.

Al hablar de la oración como diálogo con Dios, se entenderá mejor el problema del monólogo interior que satura la mente de tantos: recelos, resentimientos, envidias, susceptibilidad; o también las ensoñaciones vacías, la imaginación dejada a su arbitrio, los proyectos utópicos; forman parte de aquel monólogo interior, que acaba o en desaliento y amargura, o bien en pérdida de tiempo y energías. Así, escribe san Josemaría Escrivá en Camino: “¡Qué fecundo es el silencio! -Todas las energías que me pierdes, con tus faltas de discreción, son energías que restas a la eficacia de tu trabajo” (n. 645).

Silencio y sensibilidad

En el diálogo humano el silencio es, no pocas veces, la única conducta adecuada. Bien por la solemnidad de un acto, por la intensidad de un dolor o por delicadeza con los que están junto a nosotros: mantenerse en silencio, en tales circunstancias, es el mejor diálogo posible. La palabrería puede resultar inoportuna, indiscreta o desconsiderada. Así mismo, el silencio ante posibles defectos ajenos –de presentes o ausentes– es la mejor muestra de caridad y respeto. Quienes piensan sólo en sí mismos, no valoran la repercusión de sus palabras.

Volviendo a los enamorados, para ellos la presencia es mucho más importante que las palabras. “Los que están enamorados amasan silencio sobre silencio para gozar de lo que no puede decirse, porque las palabras resultan cortas” (Miguel-Ángel Martí García, El silencio, EIUNSA, Madrid 2005, p. 47). Ante los sentimientos en juego, las palabras son una superficialidad. Y es precisamente ese silencio lo que les permite intuir los deseos e intenciones de la persona amada (cfr. ibid., p. 48).

De la misma manera, toda mirada profunda reclama silencio. Un conocido dicho popular exclama: “¡Callad, que no veo!”, y no es ninguna simpleza. No se puede mirar con profundidad, interiorizando lo que se ve y descansando el alma en ello, si la mente, el cuerpo o el ambiente que nos rodea se encuentran alterados, estridentes, faltos de sosiego y de paz.

Una mirada tal siempre es minuciosa, valora los detalles, descubre luces nuevas en las cosas de siempre, a veces incluso cierra los ojos para “atesorar” lo visto; y nada de esto es posible con premuras o compartiendo la atención con cuestiones baladíes. Es decir, sin silencio interior.

La búsqueda interior

El silencio interior –aquél que depende del sosiego del corazón, no del exterior– no es fácil de alcanzar. En primer lugar, porque “uno de los límites de una sociedad tan condicionada por la tecnología y los medios de comunicación es que el silencio se hace cada vez más difícil”, como observa san Juan Pablo II (carta apostólica Rosarium Virginis Mariae, 31).

Pero también porque con facilidad nos emborrachamos nosotros mismos con palabras, músicas y ruidos múltiples. La filosofía de la distracción ha invadido la conducta de masas enteras de hombres, impidiéndoles pensar por sí mismos.

Es habitual mantener largos monólogos repetitivos, como señalamos antes; y hay que aprender a detectarlos y abortarlos. De ahí la recomendación de san Josemaría Escrivá: “‘Me bullen en la cabeza los asuntos en los momentos más inoportunos…’, dices. Por eso te he recomendado que trates de lograr unos tiempos de silencio interior” (Surco, n. 670). A temporadas puede ser costoso, pero su fruto inmediato es una frescura de pensamiento y una salud mental envidiables; y, cuando madura, ese tiempo acaba convirtiéndose en silencio creador (cfr. Miguel-Ángel Martí García, o.c., p. 51).

El silencio interior es el umbral del encuentro con nosotros mismos, condición indispensable para el encuentro con Dios. Pero, antes de esto, la contemplación del arte, el conocer con hondura a las personas, disfrutar de las pequeñas alegrías de la vida, requiere de cada uno mortificar el monólogo interior. El silencio con el propio yo hace posible un encuentro, con el mundo y con la gente, sin afanes “utilitaristas”. Y, entonces, tal encuentro se convierte en un disfrutar generoso y desinteresado de las personas y de los bienes que Dios ha puesto a nuestra disposición en el mundo.

a) Conocimiento propio

La consecuencia más destacable del silencio interior es el propio conocimiento. Cuestión difícil donde las haya. “Conocerte y conocerme”, solicitaba san Agustín a Dios; y no es pequeña sabiduría.

La vida humana está plena de constantes incidencias: materiales, laborales, afectivas, de salud, etc. Nuestra mente se ve arrastrada por ellas, de manera que pasa de una a otra, sin tiempo para elaborar una visión de conjunto que las aglutine y armonice. Se precisa el silencio para “tomar distancia” de los problemas y evitar que nos abrumen sus urgencias y apreturas. El adecuado descanso, en medio de esos múltiples quehaceres, resulta imprescindible para encontrar la armonía deseada. El descanso físico y el silencio interior favorecen el análisis sereno del propio comportamiento, que permitirá conocernos mejor: puntos débiles del carácter, cualidades positivas y defectos adquiridos, hábitos incorrectos e imperfecciones acumuladas.

Acompañado de confianza en Dios, este análisis no provocará ni desaliento ni euforia. Nos hará capaces de objetivar nuestra conducta, reconocer las deficiencias y proceder a corregirlas con paciencia y tiempo. Mantener un examen periódico de la conciencia, sin dramatismos ni eufemismos, es fruto y motor del buscado silencio interior.

b) La sabiduría

El silencio interior favorece el propio conocimiento. El silencio externo facilita el estudio y la lectura; que irán seguidos de la reflexión personal. El resultado es una sabiduría, en el sentido clásico del término. Un modo armonioso de entender el mundo y la existencia, que sabe colocar cada pieza en su sitio: Dios, los demás y yo. Un conocimiento gustoso, que se recrea en las realidades materiales y en las espirituales.

La sabiduría permite interiorizar los acontecimientos externos y equilibrar los sentimientos interiores, de manera que la vida progresa hacia su fin sin estridencias, o con las menos estridencias posibles. Crea un espacio interior de sosiego, que acogerá los conflictos, los hará reposar convenientemente y acometerá la solución más favorable. Será la sabiduría propia de un silencio no alterado por el fragor de los ruidos ensordecedores del mundo. San Juan Pablo II escribe en Pastores dabo vobis, 47: “En un contexto de agitación y bullicio como el de nuestra sociedad, un elemento pedagógico necesario para la oración es la educación en el significado humano profundo y en el valor religioso del silencio, como atmósfera espiritual indispensable para percibir la presencia de Dios y dejarse conquistar por ella”.

c) La proyección de la existencia

En absoluto el silencio interior y la sabiduría a la que conduce, desembocan en un ensimismamiento o narcisismo intelectual. Lo dicho sobre la armonía incluye a Dios y al prójimo como objetos de amor y destinatarios de lo mejor para ellos.

Por eso, el silencio bueno nunca es aislamiento. El proceso de interiorización no tiene como meta una actitud escapista, sino darnos una valoración inteligente, objetiva y equilibrada de lo que nos ocurre y somos; precisamente para convivir con los demás respetándoles también como personas y defendiendo su libertad a la vez que la nuestra.

Hablando de la vida espiritual, el Papa Francisco y otros pontífices recientes han insistido en evitar el falso espiritualismo de una vida de piedad cerrada en sí misma, incapaz de trascenderse para salir en busca de las necesidades del prójimo.

Silencio y vida espiritual

El silencio interior es como la batuta del director de orquesta, que va dando entrada a cada instrumento en el momento adecuado, atempera los más enérgicos y anima a los más delicados, de manera que se produzca el concierto: una pieza única y armónica que responda a los sentimientos que el compositor pretendía transmitir.

En la existencia personal, los “instrumentos” a dirigir son los plurales, y no pocas veces discordes, ingredientes de la personalidad: temperamento, carácter, circunstancias, acontecimientos. A pesar de esa multiplicidad, el espíritu humano tiene una dimensión trascendente que le permite atender a las múltiples cuestiones concretas, sin desvincularse del último fin al que es llamado por su Creador. Mas, para ello, el silencio interior ha de dirigir el “concierto” de la existencia humana.

a) Necesario para buscar a Dios

La vida espiritual cristiana se desarrolla en el trato con Dios y en el diálogo con Él. Pero Dios es el inefablemente Otro; no hay palabras humanas para describirlo; la actitud más propia del hombre ante Dios debería ser el silencio: indecibilia Dei, casto silentio, dice santo Tomás de Aquino: “Ante lo inefable de Dios, guardemos un comedido silencio”.

Quizá ha sido esta conciencia implícita de lo inefable la que ha acumulado, en la historia de la Iglesia, tantos movimientos –individuales o institucionales– de búsqueda del silencio. Desde los primeros eremitas hasta las grandes abadías cartujas, muestran que “en nosotros el silencio es ese lenguaje sin palabras del ser finito que, por su propio peso, atrae y arrastra nuestro movimiento hacia el Ser infinito” (Joseph Rassam, El silencio como introducción a la metafísica, cit. en Robert Sarah, La fuerza del silencio, Madrid 2017, prólogo).

Es evidente que el tumulto del mundo, la algarabía de los negocios seculares, la urgencia de las soluciones, las explosiones festivas y lúdicas, y otras muchas manifestaciones humanas, rompen nuestro silencio interior, llenándolo de precipitación, de irreflexión o de sentimientos nada pacíficos. Mucha gente no se da cuenta de hasta qué punto vive, muchas veces, inmersa en el ruido. Si llevamos el móvil o una radio en el bolsillo, con el sonido en marcha, probablemente no nos daremos cuenta en medio de una calle concurrida y con tráfico. Pero si entramos con él en un lugar silencioso –un cine, un templo– inmediatamente se hará notar nuestro descuido e intentaremos apagar el aparato.

De modo análogo, hay quien vive constantemente con aquel monólogo interior que ya salió citado, pero no se da cuenta de ello porque vive hacia afuera, para lo exterior ruidoso.

Y lo malo es que no hay ningún interruptor que “apague” el parloteo de nuestra imaginación.

b) Silencio y apartamiento del mundo

Para acallar el ruido interior, un camino tradicional ha sido el apartamiento del mundo: buscar la soledad y el aislamiento.

Los frutos de ese esfuerzo pueden ser excepcionales. Un buen conocedor de los monasterios contemplativos escribe: “El silencio cuesta, pero hace al hombre capaz de dejarse guiar por Dios… El hombre no deja de sorprenderse de la luz que brilla entonces. El silencio… manifiesta a Dios. La verdadera revolución procede del silencio: nos conduce hacia Dios y hacia los demás para ponernos humilde y generosamente a su servicio” (ibid., n. 68, p. 60).

Quien siente esa necesidad, no sólo de silencio, sino también de aislamiento para separarse de los asuntos del mundo y dedicarse por entero al servicio de la oración, puede encontrar en la vocación religiosa contemplativa el camino de su vida.

Pero conviene señalar que “el silencio que reina en un monasterio no es suficiente. Para alcanzar la comunión [con Dios] en el silencio, hace falta una labor indefinidamente recomenzada. Hemos de armarnos de paciencia y dedicar a ello arduos esfuerzos” (ibid., p. 231). Toda una vida de apartamiento del mundo no asegura resultados exitosos, principalmente porque éstos son don de Dios, no consecuencia de los esfuerzos humanos.

c) El recogimiento interior

La inmensa mayoría de los fieles cristianos no pasarán nunca por un monasterio, ni se encerrarán en él en silencio. ¿Acaso tienen vetado al acceso a Dios en su oración? De ninguna manera. Pero, entonces, el silencio, tema de estas páginas, ¿es innecesario en su caso?

Es igualmente necesario. Sin silencio interior no hay oración posible, y sin oración –como camino ordinario– no llegamos al conocimiento y la amistad de Dios.

La solución puede parecer un truco de prestidigitador: basta cambiarle el nombre. Si en vez de silencio, le llamamos recogimiento, podemos aplicar a los cristianos que viven en medio del mundo unas reglas análogas –no idénticas– al silencio monacal. Pero no se trata de ninguna manipulación del lenguaje; consiste en dar nombre a dos realidades que poseen la misma raíz, pero que vienen caracterizadas, en cada caso, por circunstancias diferentes.

San Josemaría Escrivá recoge, en sus escritos y en su predicación a fieles laicos, muchas referencias a este silencio interior: “El silencio es como el portero de la vida interior” (Camino, n. 281); “Procura lograr diariamente unos minutos de esa bendita soledad que tanta falta hace para tener en marcha la vida interior” (ibid., n. 304).

A su vez, siempre se esforzó por no separar “la oración de la vida activa, como si fueran incompatibles… Los hijos de Dios hemos de ser contemplativos: personas que, en medio del fragor de la muchedumbre, sabemos encontrar el silencio del alma en coloquio permanente con el Señor: y mirarle como se mira a un Padre, como se mira a un Amigo, al que se quiere con locura” (Forja, n. 738).

Ese silencio del alma es lo que, en otros momentos, identifica con el recogimiento: “La verdadera oración, la que absorbe a todo el individuo, no la favorece tanto la soledad del desierto, como el recogimiento interior” (Surco, n. 460). Y con el fin de subrayar su importancia, escribe: “Ese recogimiento interior que es señal de madurez cristiana” (Es Cristo que pasa, n. 101).

Una madurez que se muestra en que “participaremos en la dicha de la divina amistad –en un recogimiento interior, compatible con nuestros deberes profesionales y con los de ciudadano–, y le agradeceremos [a Jesucristo] la delicadeza y la claridad con que Él nos enseña a cumplir la Voluntad del Padre Nuestro que habita en los cielos” (Amigos de Dios, n. 300).

Recogimiento que, al igual que hemos indicado para el silencio monacal, supone muchos años de esfuerzo humano que, con la gracia de Dios, dará como resultado: caminar por la vida en amistad con Dios.

d) Silencio y oración vocal

Aunque sorprenda, la oración vocal necesita del silencio tanto como la mental. Dicho de otro modo; el enemigo de la oración es el mismo en ambos casos: aquel monólogo interior del que hablamos y que nos invade la mente, también mientras la boca pronuncia palabras a las que no se presta atención.

En la oración vocal, naturalmente, siempre habrá palabras; pero tienen que ser palabras que afloran a la boca desde el interior del corazón, y es éste –precisamente– quien necesita del recogimiento y silencio de que hablamos.

Como un ejemplo, entre muchos, podemos citar lo que sugería san Juan Pablo II hablando del Rosario: “La escucha y la meditación se alimentan del silencio. Es conveniente que, después de enunciar el misterio y proclamar la Palabra, esperemos unos momentos antes de iniciar la oración vocal, para fijar la atención sobre el misterio meditado. El redescubrimiento del valor del silencio es uno de los secretos para la práctica de la contemplación y la meditación. Así como en la Liturgia se recomienda que haya momentos de silencio, en el rezo del Rosario es también oportuno hacer una breve pausa después de escuchar la Palabra de Dios, concentrando el espíritu en el contenido de un determinado misterio” (Rosarium Virginis Mariae, 31).

e) La inspiración mariana

El ejemplo de nuestra Madre santa María es extraordinariamente luminoso. Su santidad fue excelsa, pero su vida se desenvolvió en las circunstancias ordinarias del mundo de entonces. Y ahí, “guardaba todas estas cosas en su corazón” (Lc 2, 51). Vivía para la misión que Dios le había encomendado, y no le distraían de ella los acontecimientos diarios. En medio de sus quehaceres, mantenía un silencio interior que le permitía vivir pendiente de Dios y de su hijo: hasta la cruz.

Días de retiro espiritual

Los caminos prácticos para buscar y defender el silencio interior que todos necesitamos, son muy variados. Entre otros, destaca la tradicional práctica cristiana del retiro espiritual de varios días. Puede tomar diversos nombres –ejercicios espirituales, cursillos, etc.–, pero su sentido es claro: efectuar un alto en los quehaceres habituales, con el fin de concentrar la mirada del alma en Dios y en sí misma. Serán quizá pocos días, pues las obligaciones habituales no suelen permitir más. Pero esos pocos días, aprovechados con intensidad, aportarán grandes beneficios a nuestra alma.

Ingrediente principal del retiro y catalizador de esos beneficios, es el silencio –también exterior– que debe acompañarlos. Ese silencio facilita escuchar la Palabra que nos dirige el Espíritu Santo. Una Palabra siempre luminosa, a cuya luz nos será fácil detectar las desviaciones presentes en nuestra vida. Confiando, además, en que tales luces llegan acompañadas de la gracia de Dios para hacer fructuoso nuestro empeño por adelantar en la santidad.

Por supuesto, tres días de retiro –un fin de semana– no son suficiente para una conversión que pudiera calificarse de definitiva. Seguiremos necesitando nuevas conversiones en el futuro, hasta que Dios nos llame a su presencia. Por ello conviene mucho repetir esos días de retiro de vez en cuando; si lo hacemos cada año, comprobaremos que esa continuidad nos permite dar pasos, quizá pequeños pero reiterados, que nos acercan a Dios siempre de un modo nuevo. Afianzaremos así nuestras buenas disposiciones, entenderemos cada vez mejor los planes de Dios para nuestra vida, y aprenderemos a seguir con fidelidad las inspiraciones divinas que nos conducen hasta Él.

Por lo demás, nuestra caridad hacia el prójimo nos hará conscientes de que muchas personas de nuestro entorno necesitarían también un retiro espiritual, aunque no sean conscientes. Ayudarles a decidirse, y quizá acompañarles a hacerlo, puede ser un favor no pequeño que nos agradecerán siempre.

El retiro será ocasión para hacer una confesión más profunda que las habituales, para comulgar con más fruto y para llenar nuestro espíritu de la paz de Dios, que luego verteremos con quienes convivimos para hacerles más amable la vida de cada día.

También aprenderemos o mejoraremos nuestro modo de orar, y potenciaremos aquel recogimiento interior que, a falta del silencio exterior, nos permite levantar el corazón a Dios con frecuencia y mantenernos en su presencia, en medio de las tareas habituales. n

América Latina

El viaje del Papa: un antes y un después en la historia de Perú

Omnes·2 de febrero de 2018·Tiempo de lectura: 3 minutos

TEXTO –  Luis Gaspar, Lima

A las 4:35 p.m. hora local, del día 18, aterrizó el avión que traía al Papa Francisco desde Iquique (Chile), a nuestro país. Tras dos horas de viaje, el Santo Padre pisó suelo peruano por primera vez en medio de una cálida bienvenida por parte de las autoridades peruanas. Fue recibido por el arzobispo de Lima y primado del Perú, cardenal Juan Luis Cipriani; el presidente de la República, Pedro Pablo Kuzcinsky, y la primera dama, Nancy Lange.

Durante todo su recorrido del aeropuerto a la Nunciatura, el Papa jamás estuvo solo, en carro cerrado o en papamóvil, el calor de la gente fue constante. En la Nunciatura, esperaron quince mil jóvenes voluntarios de la llamada Guardia del Papa, que fueron “el alma de esta visita”. “Quisiera darles a todos ustedes y sus familias, a los que tienen en el corazón, la bendición. Recemos juntos a la Virgen”, fueron las primeras palabras de Su Santidad en Lima. Tras esto, se esperaba que volviera a salir al balcón de la residencia, pero esto no fue posible. Sin embargo, nada amilanó a los jóvenes y a los fieles, quienes se pasaron la noche en vela para despedir al Papa antes de que partiera a la ciudad selvática de Madre de Dios.

Y la espera de la noche anterior tuvo su premio. El Papa salió a las 7:39 de la mañana del viernes 19 al balcón de la residencia. “Yo voy a Padre de Dios y ustedes me acompañan con la oración, pero antes saludemos a la madre”, y rezó un Ave María. Finalmente impartió la bendición y les deseó un buen día a los presentes.

Estos primeros gestos de Francisco, fueron un anticipo de lo que luego veríamos en Madre de Dios, Trujillo y Lima. Siempre cercano a la gente, demostrando a cada momento su predilección por los más vulnerables.

Cómo olvidar a la anciana Trinidad en Trujillo. “Me llamo Trinidad cumplo 99 años. No veo. Quiero tocar tu manito”, se leía en un cartel. El Papa no dudó en acercarse y darle su bendición, o aquella otra situación cuando se acercó a un niño con parálisis cerebral, a quien habían traído a Lima desde el norte del país. La primera pregunta del Papa fue si estaba bautizado, y no dudó en hacerlo en ese momento.

El Papa nos ha tratado como a sus hijos predilectos, pero como buen padre que es no se le ha escapado nada, incluso a aquellos temas que nos duelen.

La Misa del domingo 21 a la que asistieron un millón y medio de personas, no tiene precedentes en nuestra historia. Ni el intenso sol, ni el calor, ni la larga espera fueron obstáculos para que los fieles participen de esta celebración de la fe. El pueblo ingresó desde la medianoche.

“Lo tuyo es la vida”

Y desde Lima, considerada la capital de la defensa de la vida, por los cientos de miles de personas que congrega cada año la Marcha por la Vida, Francisco envió un tuit que sacudió a muchos en las redes sociales. “Cada vida cuenta: desde el principio hasta el final, desde la concepción hasta la muerte natural”, tuiteó el Papa el 19 de enero, antes de iniciar su periplo a la selva peruana.

Eso fue más que un impulso para nuestro trabajo en defensa por la vida, por lo que cuando tuvimos la oportunidad de tener al Santo Padre frente a frente y nos dijo: ¡“Ché Gaspar, lo tuyo es la vida”!, entendimos que el Papa Francisco conoce todos los afanes apostólicos, y que nada ni nadie le es ajeno.

En la homilía del domingo 21, durante la Santa Misa, Su Santidad se refirió a “los sobrantes humanos”. “Duele constatar que muchas veces entre estos «sobrantes humanos se encuentran rostros de tantos niños y adolescentes. Se encuentra el rostro del futuro”.

La crónica de esta visita del Papa ha de subrayar su fuerte denuncia de la esclavitud sexual y por la dignidad de las mujeres, como hizo en Puerto Maldonado, o su voz de alerta respeto a los indígenas de Perú: “Los pueblos amazónicos nunca estuvieron tan amenazados como ahora”, señaló también en Puerto Maldonado.

El encuentro con los pueblos de la Amazonia peruana, ha manifestado el Papa, “fue emocionante, un signo al mundo. Ese día fue la primera reunión de la comisión sinodal del Sínodo para la Amazonía que será en 2019. Pero me conmoví en el Hogar El Principito, al ver a estos niños, la mayoría abandonados. Esos niños y esas niñas que con la educación consiguieron salir adelante, que son profesionales. Eso me ha conmovido mucho”.

“El alma de la visita”

Treinta mil los jóvenes voluntarios conformaron la llamada Guardia del Papa. Ellos  en su mayoría estuvieron en la Santa Misa de las Palmas, en Lima, del 21 de enero. Los voluntarios ingresaron desde el sábado 20 a las 2 de la tarde, y salieron del reciento el domingo a las 9 de la  noche. Más de 24 horas de trabajo, en facilitar el ingreso y ayudar al millón y medio de peregrinos que llegaron hasta la base aérea Las Palmas.

Ellos, los jóvenes fueron calificados por el Santo Padre como el presente de la Iglesia, y los llamó a ser los nuevos santos peruanos del siglo XXI. n

Actualidad

Claves para la erradicación de la violencia contra la mujer

Omnes·2 de febrero de 2018·Tiempo de lectura: 10 minutos

A raíz de los últimos casos de violencia contra la mujer en España y en el mundo, Palabra aborda hoy, desde un punto de vista psicológico y psiquiátrico, en qué consiste esta dramática violencia, sus raíces, y las señales que la delatan. Una agresión ya es demasiado, afirman los autores, que profundizan en las relaciones de pareja, y en cómo actuar si alguien sufre esta violencia.

TEXTO – Inés Bárcenas, psicóloga, María Martín-Vivar, psicóloga, doctora en Psicología, y Carlos Chiclana, psiquiatra, doctor en Medicina.

Más de 800 millones de mujeres en todo el mundo sufren violencia sólo por ser mujeres. La mayoría de las agresiones se fundamenta en la errónea creencia de la superioridad del hombre sobre la mujer, que tantas veces la sociedad fomenta o calla.

La violencia de género, fundamentada en diversas atribuciones sociales según la cultura, en todos sus aspectos físicos y psicológicos, es un problema gravísimo que exige intervención firme y constante en la educación en la igualdad, en la diversidad y en el respeto. Una sola agresión por el hecho de ser mujer, ya sería inconcebible. La realidad es que millones de mujeres viven con miedo.

Tipos de violencia de género y de maltrato

Según la OMS existen varios tipos de violencia que exigen diferentes intervenciones. Parece que la palabra violencia implica que haya un daño físico que te lleve a urgencias, pero no es así. Hay muchas maneras de tratar mal a las personas, y cuando esto se ejerce por el hecho de ser mujer y con el desprecio que implica, podría considerarse violencia de género. Lo mismo sucedería en el caso inverso, si la mujer tratara mal al hombre sólo por el hecho de serlo.

La neuropsicóloga Sonia Mestre describe diversos tipos de maltrato en las relaciones de pareja, que pueden darse tanto sobre mujeres como sobre varones. Van desde la degradación –reducir el valor de la persona– y la cosificación –convertir a otra persona en objeto, carente de deseos, necesidades o elecciones–, hasta la intimidación, la sobrecarga de responsabilidades, la limitación y reducción de la posibilidad de satisfacer las necesidades sociales, personales y laborales de la persona maltratada, hasta la distorsión de la realidad subjetiva, que es transformar la percepción del otro. El último estadio es la violencia física, que consiste en una agresión que no tiene que causar lesiones graves: pueden ser bofetadas, empujones, arañazos, golpes, tirarle un objeto o el extremo grave de la violencia sexual.

¿Se da más ahora que antes?

Afortunadamente vivimos un momento social que conciencia y hace visible la violencia sexual hacia la mujer. Este fenómeno constituye un serio problema para la salud pública y tiene un profundo impacto en la salud mental y física de las mujeres, y de otras muchas personas.

La OMS estima que una de cada tres (35 %) mujeres en el mundo han sufrido violencia física y/o sexual de pareja o por terceros en algún momento de su vida. Casi un tercio (30 %) de las mujeres que han tenido una relación de pareja ha sufrido alguna forma de violencia física y/o sexual por parte de su pareja. El 38 % de los asesinatos de mujeres en el mundo son cometidos por su pareja masculina.

En nuestro país estamos viviendo numerosas reivindicaciones y debates públicos, donde se pedía un sistema judicial mejor preparado para estas situaciones. La relevancia de estas reivindicaciones reside en la intención de dar voz a una realidad que afecta a millones de mujeres en todo el mundo desde hace miles de años. Un fenómeno, en muchos casos silenciado por la reticencia de las propias víctimas a denunciar, bien por miedo, vergüenza, sentimientos de culpa o anticipación de que no recibirán el apoyo o credibilidad necesarias. Atravesamos así, un momento de concienciación acerca del sufrimiento que desencadena la violencia sexual, abriendo importantes debates acerca de los límites del consentimiento y del poder que ejercen algunos hombres sobre algunas mujeres.

Sociólogos y psicólogos advierten de que no existe un perfil característico que designe a las personas sexualmente violentas, y de que únicamente un porcentaje minoritario presenta una patología mental. Los agresores pueden proceder de diversos orígenes socioeconómicos, y pueden ser alguien conocido por la víctima como un amigo, un miembro de la familia, una pareja íntima, o un completo extraño. Para entender las causas, prevenir el maltrato e intervenir explícitamente cuando ya ha ocurrido, podemos actuar en 4 niveles: dos “micro-niveles”, individual y de relación en la pareja, y dos “macro-niveles”, del grupo o comunidad y el socio-ambiental más extenso.

No es sólo sexo

El motivo de estas agresiones no es sólo el deseo sexual, sino también el “vacío de poder”, la inseguridad y la necesidad de control por parte del hombre. La violencia sexual es un acto destinado a degradar, dominar, humillar, aterrorizar y controlar a la mujer. Esta imposición de poder es empleada por el agresor para mitigar su propia inseguridad acerca de su idoneidad sexual, compensando sentimientos de impotencia y frustración a través del uso de la fuerza o la coerción psicológica.

La violencia sexual contra la mujer está presente en todas las sociedades del planeta, transcendiendo las fronteras de la riqueza, raza, religión o cultura. Con un hondo calado histórico, se enraiza en valores y actitudes que promueven y perpetúan la dominación física, política, económica y social de la mujer. En este marco social, el movimiento feminista ha hecho sólidas contribuciones sobre las causas de la violencia sexual contra las mujeres. El feminismo se fundamenta en una teoría de la justicia que promueve la libertad e igualdad de derechos todos los seres humanos, independiente del sexo con el que hayan nacido, mujeres o varones.

Educar, educar y educar. Luego, reeducar

El camino actual nos lleva hacia la revisión de la “imaginería social” acerca del cuerpo y la sexualidad femenina y de las fronteras del consentimiento. La despersonalización y el uso del cuerpo de la mujer como objeto de consumo para el varón aún prevalece, y se perpetúa en los medios y redes sociales, haciéndose presente de forma implícita en las relaciones.

El motor de cambio reside en la educación y concienciación del papel activo que tienen las mujeres en su determinación, su capacidad de decisión, en el descubrimiento de su poder individual, su propio valor y su propia existencia.

El enemigo no es el hombre

Ser mujer, no tiene nada que ver con imitar al hombre o luchar contra él. Existe también la necesidad de disociar la masculinidad de actitudes como la dominación, la agresión o la fuerza como arma. Como si en estas conductas se fundamentara su seguridad o su identidad. Necesitamos de sistemas judiciales y políticos maduros que tomen conciencia real del problema, hagan visibles y den solidez a los testimonios de las víctimas, cerrando el cerco a futuras agresiones.

En un sentido más hondo, necesitamos recobrar el sentido de responsabilidad individual para que, ante cada uno de estos crímenes, hombres y mujeres enlacemos nuestras voces para decir no, no en mi nombre, no a la violencia sexual, no en nombre de nuestra sociedad. Una sociedad madura se preocupará de poner los medios para poder reeducar a todas aquellas personas que cometan delitos de violencia. Según la intensidad y gravedad del delito, precisará de una reeducación que facilite su reinserción en la sociedad general, familiar o de pareja.

La pornografía sí es un enemigo en la lucha contra la violencia contra la mujer. Según las estadísticas de algunos estudios académicos, más del 85 % de las escenas pornográficas contienen violencia física, casi el 95 % está dirigida contra la mujer y realizada en un 80 % por varones.

¿Qué hacemos con nuestras hijas e hijos?

El sexo viene determinado genéticamente: eres varón o mujer. El género identifica aspectos relacionados con las atribuciones psicosociales, relacionales y culturales sobre el sexo; son atribuciones dinámicas que cambian según la época, el lugar, la cultura, etc.

¿Qué propuestas reciben las niñas sobre los “papeles” que les corresponde interpretar en la realidad? ¿Qué información reciben? Canciones, videoclips, anuncios, youtubers, series, programas de radio, redes sociales. En muchos de estos contenidos el hombre tiene una actitud de fuerza y dominancia sobre las mujeres. Ella, inferior o maltratada, no rechaza, incluso normaliza mediante una letra pegadiza comportamientos abusivos y violentos.

El comportamiento de la familia como grupo que no defienda a la mujer, normalizará muchas de estas actitudes tanto en ellos (superioridad, sentimiento de mando, imposición de la obediencia, obligación de roles que son comunes sólo a ella por ser mujer, etc.), como en ellas (sumisión, no reacción ante imposiciones injustas, desarrollo de creencias erróneas sobre sí, etc.).

Una adolescente hoy ha de tener acceso a una formación humana sólida para poder elegir con criterio y tener ideas claras sobre el respeto hacia la persona y hacia la mujer, hacia ella misma.  Una visión creada por adultos, en películas, series, documentales y programas de televisión/radio, podría no influir negativamente en los adultos, pero en etapas previas, niñez y adolescencia, es perjudicial. Un adulto bien formado lo interpretará como una situación machista, anticuada y de violencia de género; un adolescente de 12 años suele interpretar que la mujer es inferior al hombre y es normal observar comportamientos violentos en él, o someterse por parte de ella.

La familia como referencia

Hay pilares básicos como la familia y el colegio que son más influyentes que el ambiente en las etapas evolutivas. Si observamos, escuchamos, atendemos, supervisamos el acceso, acompañamos en la navegación, etc., les enseñaremos a hacer crítica, a poner límites, a decir no, a rechazar la violencia, a saber diferenciar un detalle de cariño de una manipulación, y un intento de conquista amorosa de un acoso repetido, a destruir los prejuicios de género, a entender las diferencias varón-mujer sin detrimento de la igualdad varón-mujer como personas y en sus derechos.

La familia es la base de seguridad para niños y adolescentes. Las actitudes y valores que han visto las niñas y adolescentes en sus padres son ejemplo y modelado en su forma de pensar, sentir y actuar. Si quieres que ellas cambien, cambia tú primero. Niños y niñas han de ver y tener la responsabilidad de tareas y labores diarias en casa en igualdad. Han de poder decir no y ser respetadas, ser capacitadas desde pequeñas para poder ser lo que quieran profesionalmente, sin que se les pre-asigne un papel obligatorio.

Es necesario que sepan que pueden elegir desde pequeñas, que tienen los mismos derechos que los niños, que se les va a educar y a exigir para que consigan lo que se propongan. Eso implicará el reparto de tareas igualitarias y equitativas en casa practicadas por los propios progenitores, el respeto mutuo entre la pareja y hacia los hijos independientemente del sexo.

Noviazgos de adolescentes

En una encuesta realizada en España en el 2015, más del 60 % de los adolescentes de ambos sexos consideraban que el chico debía proteger a la chica; y al 32 % le parecía normal tener celos.  De vital importancia es la educación en igualdad en las relaciones afectivas. El amor es querer bien. Los celos no son muestras de amor. Es necesario romper y luchar contra los mitos del amor romántico. Cenicienta ya no espera al príncipe. Crepúsculo y Grey y sus sombras son sólo algunos ejemplos de atracción romántica convertida en una relación tóxica.

La sociedad de los próximos años se está educando hoy. Las niñas y adolescentes merecen esfuerzo y avances en los modelos sociales. No merecen tener un techo por su biología. La prevención de la violencia psicológica, física y verbal se gesta mediante la educación. La dignidad, los derechos, el poder o las responsabilidades han de ser igualitarias. Desde niñas a adolescentes. Desde adolescentes a mujeres. Hay actitudes en las relaciones de noviazgo que algunos consideran normales y que no son sanas.

Cuando alguien acude a nosotros

Cuando se trabaja en tareas de atención a personas, es relativamente fácil que alguien acuda a nosotros -o que nosotros lo sospechemos- por estar recibiendo agresiones. Lo más frecuente es que la violencia sea ejercida por alguien cercano: pareja, padre, hermano, otro familiar, cuidador, entrenador, profesor, amigo, catequista. Y es frecuente que sea intrafamiliar. Puede servir tener información impresa disponible para que la persona lea qué puede hacer, dónde acudir, qué es lo que le está ocurriendo, etc., y así se sienta más identificada y se capacite para dar los pasos necesarios para frenar el daño.

Acudir a la parroquia, la confesión sacramental, la conversación con un catequista o con un encargado de pastoral de la salud o cualquier otro miembro de la comunidad parroquial puede ser un primer paso donde esa mujer pueda pedir ayuda.

Algunos signos de que alguien puede estar sufriendo violencia sexual son: modos bruscos o temerosos en la relación con la pareja; evitación o agresión verbal; problemas de salud mental; problemas relativos a conducta sexual; problemas de salud recurrentes a los que se responde con explicaciones vagas; niños que cuentan lo que ocurre en casa, embarazos no buscados, infecciones de transmisión sexual.

En los casos evidentes será adecuado recomendarle ir a un profesional de la salud para hacer un parte de lesiones, recoger pruebas forenses y poder ejercer la denuncia con mayor peso. Hay que valorar que la denuncia vaya a repercutir en beneficio de del denunciante.

Si nos pide ayuda un agresor

Si nos pide ayuda, al tener nosotros conocimiento de esos hechos, podemos actuar para facilitar la protección de quienes estén en riesgo; ofrecer ayuda en ese sentido o actuar mediante denuncia inmediata e intervención de las fuerzas de seguridad si fuera la vía para evitar agresiones. Es conveniente que consideremos que, además de cumplir con las leyes/penales de cada país, también es persona, tiene derecho a corregirse, sanar el daño infligido, pedir perdón, reeducarse y rehabilitarse; sin olvidar que su reincidencia causará daños gravísimos, que hay que protegerse y protegerle de esa situación.

Si los hechos de los que es responsable así lo exigen, hemos de indicarle que debe autoinculparse. Según lo que haya hecho, debe hacerlo de forma inmediata u organizarse para acudir de forma planificada con un abogado. En el trato con parejas, podemos detectar algunos signos de alarma y podemos hacer conscientes de los mismos a las mujeres que atendamos, haciéndoles caer en la cuenta de creencias falsas que les hacen justificar agresiones.

Puede ser de mucha ayuda e interés disponer de programas de formación en prevención y actuación en casos de violencia contra la mujer en todas aquellas instituciones donde se atienden a personas: diócesis, parroquias, colegios, etc. Se procurará que dispongan de habilidades para la identificación, evaluación y planificación de la seguridad, aptitudes para la comunicación y para la atención, documentación y derivación de las personas a profesionales especializados.

También puede ser de mucha ayuda organizar grupos pastorales específicos para mujeres que han sufrido violencia. Será beneficioso que sean “grupos de paso” para que las personas puedan capacitarse, ser protagonistas de sus vidas, desarrollarse personalmente y ser autónomas, con mente abierta y pensamiento propio.

Reeducar y cambiar los patrones

De acuerdo con lo que explica la OMS, se ha estudiado que los hombres que tienen un nivel de instrucción bajo, que han sido objeto de malos tratos durante la infancia, expuestos a escenas de violencia doméstica contra sus madres y al uso nocivo de alcohol, han vivido en entornos donde se aceptaba la violencia y había normas diferentes para cada sexo, creen que tienen derechos sobre las mujeres y son más proclives a cometer actos violentos. A la vez, las mujeres que tienen un nivel de instrucción bajo, que han estado expuestas a actos de violencia de pareja contra sus madres, han sido objeto de malos tratos durante la infancia, han vivido en entornos en los que se aceptaba la violencia, los privilegios masculinos y la condición de subordinación de la mujer, corren un mayor riesgo de ser víctimas de la violencia de pareja.

Es necesaria la reeducación sexual para poder visualizar, acortar, reducir y anular las agresiones sexuales en todos los ámbitos y situaciones, originadas por la violencia machista y basadas en la errónea creencia de la superioridad del hombre sobre la mujer, que tantas veces la sociedad fomenta o calla y por lo tanto otorga. También es necesario no responder a la violencia con violencia, sino empleando los medios legales necesarios y suficientes para proteger y sanar a las agredidas y perseguir y reeducar a los agresores.

Mundo

Tensión en el Congo: aumenta la represión a los católicos

Omnes·2 de febrero de 2018·Tiempo de lectura: < 1 minuto

Alta tensión entre el Estado y la Iglesia en el Congo. La policía ha reprimido con violencia manifestaciones de católicos, y el cardenal de Kinshasa ha condenado la represión, que se ha endurecido con una docena de sacerdotes y religiosas detenidos.

Texto – Joseph Kabamba (Kinshasa)

En los años 60 se cantaba esa canción refiriéndose a los blancos que eran hechos “mondongo” en las revueltas independentistas de Katanga, o en las guerras civiles hasta la paz de Mobutu. Lo cierto es que desde el 30 de junio de 1960, día de la independencia del Congo belga, nuestro querido país no tiene un año tranquilo, a pesar de las riquezas minerales o a causa de ellas.

El Santo Padre, en su mensaje de Navidad, habla con frecuencia de la República Democrática del Congo. ¡El país católico de Africa! El Papa Francisco sigue con atención una evolución política que le impide desplazarse, como sería su deseo, para estar con nosotros.

El pasado día 24 lamentó las “noticias preocupantes” que le llegaban, y alentó a evitar “todas las formas de violencia”. En efecto, el domingo 21, la policía congoleña sembró el pánico a la salida de Misa en la catedral, cargó contra los católicos y arrestó a varios sacerdotes y religiosas.

América Latina

Chile y Perú: el Papa defiende a las mujeres e indígenas

Omnes·2 de febrero de 2018·Tiempo de lectura: 4 minutos

Tras su sexto viaje como Papa al continente americano, el Santo Padre ha vuelto conmovido por la espontaneidad del pueblo chileno y la fe de los peruanos. Calificó en el avión de “cuento chino” que su visita a Chile fuera “un fracaso”, como le trasladó una periodista, y animó a los jóvenes a conectarse con Jesús.

TEXTO – Rafael Miner y Fernando Serrano

Al comenzar la audiencia general del pasado 24 de enero, ya en Roma, el Papa Francisco sintetizó sus impresiones tras la intensa visita al continente latinoamericano: “He regresado hace dos días del viaje apostólico a Chile y Perú. ¡Un aplauso para Chile y Perú! Dos pueblos buenos, buenos… Doy gracias al Señor porque todo ha ido bien: he podido encontrar al Pueblo de Dios en camino en aquellas tierras -incluso a los que no están en camino (y) están un poco parados…, pero es buena gente-, y animar el desarrollo social de esos países”.

El tono de la audiencia fue pausado, como es habitual. Pero en el avión de vuelta de Perú, el viaje estaba todavía a flor de piel. Hacía horas que el Papa y los periodistas estaban en el avión, tras otra jornada de gran intensidad, y en la rueda de prensa, una periodista chilena se refirió a la visita a su país como “un fracaso”. La respuesta textual del Papa en el vuelo fue ésta: “Y lo otro de Chile es un cuento chino, ¿eh? Yo de Chile me vine contento, no esperaba tanta gente en la calle. Y eso, no pagamos la entrada. O sea, esa gente no fue pagada ni llevada en colectivo. La espontaneidad de la expresión chilena fue muy fuerte. Incluso en Iquique, que yo pensé que iba a ser una cosa muy poquita, porque Iquique es desierto, ustedes vieron lo que fue la gente”.

De pie en el avión, el Papa Francisco abundó en la respuesta. Quiso salir al paso de una posible fake news, es decir, una noticia errónea o falsa que podría difundirse, y amplió su propia impresión de la visita: “En el sur lo mismo. Y en Santiago, las calles de Santiago hablaban por sí mismo. En eso creo que la responsabilidad del informador es ir a los hechos concretos. Acá hubo esto, hubo esto, y esto. Y lo del pueblo dividido no sé dónde sale, es la primera vez que lo oigo. Quizás este caso de Barros es lo que lo ha creado, pero ubicándolo en su realidad puede ser por eso. Pero a mí la impresión que me dio es que lo de Chile fue muy gratificante y muy fuerte”.

Llamamiento a rezar por la paz

Para entender mejor el diálogo, quizá convenga completar la información con las palabras del Papa del día 24, que ofrecen un enfoque evangélico. Ahí, el Santo Padre se refirió a que su llegada a Chile “fue precedida por diversas manifestaciones de protesta. Y eso hizo aún más actual y vivo el lema de mi visita: ‘Mi paz os doy’. Son las palabras de Jesús dirigidas a los discípulos, que repetimos en cada Misa: el don de la paz, que sólo Jesús muerto y resucitado puede dar a quien se confía a Él”.

El Papa siguió refiriéndose al pasaje evangélico: “No sólo cada uno de nosotros necesita la paz; también el mundo, hoy, en esta guerra mundial a pedazos… ¡Por favor, recemos por la paz!”.

Es sintomática, en este sentido, la anécdota que protagonizó el ex presidente Ricardo. Lagos en Santiago. A la salida de un encuentro con profesores de la Universidad Católica, los periodistas comenzaron a preguntar al ex presidente, socialista y no católico, sobre temas polémicos. Y su respuesta, no textual, fue la siguiente: ¿Quién soy yo para decirle al Papa lo que tiene que hacer o decir? Como seguían preguntando en la misma línea, respondió: No nos fijemos en cosas accesorias, lo importante es pensar en lo que nos ha dicho el Papa.

Tanto en la primera Eucaristía en Santiago de Chile, como en las otras dos Misas, en el norte y en el sur, el Papa lanzó llamamientos por la paz. En Araucanía, en la tierra de los indios mapuche, pidió que la paz sea “armonía de las diversidades” con “repudio de toda violencia”. Y en el norte, en Iquique, bendijo las expresiones de fe de personas de la zona y de tantos migrantes, según cuenta el obispo Mons. Guillermo Vera en estas páginas.

Un pueblo creyente

En torno a la visita al Perú no hubo intentos relevantes de marcar la agenda al Papa. O al menos no trascendieron. El sucesor de Pedro estaba realmente conmovido. según manifestó en diversas ocasiones, tanto en el avión como en la audiencia general. ¿Qué se lleva del viaje al Perú?, le preguntaron. “Me llevo la impresión de un pueblo creyente, un pueblo que pasa muchas dificultades y las pasó históricamente, ¿no? Pero una fe que me impresiona, no solo la fe en Trujillo, donde la piedad popular es muy rica y muy fuerte, sino la fe de las calles. ¿Ustedes vieron lo que eran las calles? Y no solo en Lima, evidentemente, sino también en Trujillo, también en Puerto Maldonado, donde yo pensaba tener el acto en un lugar como éste y era una plaza llena, y cuando iba de un lado para otro, también. O sea, un pueblo que salió a expresar su alegría y su fe, ¿no?”

Al final, en Lima, la referencia a los santos fue explícita y generosa: “Ustedes son una tierra ‘ensantada’. Son el pueblo latinoamericano que tiene más santos, y santos de alto nivel, ¿no? Toribio, Rosa, Martín, Juan. De alto nivel. Creo que la fe la tienen muy calada dentro. Yo me llevo de Perú una impresión de alegría, de fe, de esperanza, de volver a andar y, sobre todo, muchos chicos. O sea, volví a ver esa imagen que vi en Filipinas y vi en Colombia: los papás y las mamás a mi paso levantando a los chicos, y eso dice ‘futuro’, eso dice ‘esperanza’, porque nadie trae hijos al mundo si no tiene esperanza”.

En el avión, con los medios informativos, el Papa pidió perdón, una vez más, a las víctimas de abusos sexuales, por haber empleado en Chile el término “pruebas” al referirse al obispo Barros, cuando quiso decir que “no había evidencias” de que hubiera encubierto abusos, porque “encubrir abusos es un abuso. Lo mejor es que el que cree que es así, que aporte evidencias rápido, si honestamente creen que es así. Tengo el corazón abierto a recibirlas”.

Finalmente, relató “algo que me conmovió mucho: la cárcel de mujeres” que visitó en Santiago de Chile. “Yo tenía el corazón ahí… siempre soy muy sensible a las cárceles y los encarcelados, y siempre me pregunto por qué ellos y no yo. Y ver a estas mujeres. Ver la creatividad de estas mujeres, la capacidad de querer cambiar su vida, de reinsertarse en la sociedad con la fuerza del Evangelio…. Uno de ustedes me ha dicho: ‘he visto la alegría del Evangelio’. Quedé muy conmovido. De verdad, muy conmovido de ese encuentro. Fue una de las cosas más hermosas del viaje”. 

América Latina

El Papa con el pueblo mapuche

Omnes·1 de febrero de 2018·Tiempo de lectura: 5 minutos

TEXTO – Pablo Aguilera, Santiago de Chile

«Y verás como quieren en Chile» son versos de una tradicional canción que todos los chilenos conocen. Treinta largos años han pasado de la recordada visita de san Juan Pablo II a nuestro país. Desde entonces, el país andino ha cambiado mucho. La población ha aumentado de 11,3 millones a 17,5 millones; el PIB ha aumentado de 22.260 millones de dólares USA en 1987 a 247.000 millones en 2016. El porcentaje de católicos ha disminuido del 75 % al 59 % de la población, mientras que las denominaciones evangélicas han aumentado del 12 % al 17 %. Es llamativo el fuerte incremento de quienes se declaran ateos o agnósticos de un 5 % (año 1992) al 19 % (año 2013). Si en 1987 nacían 2,59 hijos por mujer en edad fértil, ahora nacen 1,79 y en 1987 había 80.479 migrantes residentes, que han aumentado a 465.319 el año 2016.

En junio del año pasado se anunció oficialmente la visita del Papa Francisco a Chile, invitado por la Conferencia Episcopal y por el gobierno. La Comisión organizadora inició un arduo trabajo para poner a punto tres eventos masivos en Santiago, Temuco e Iquique. El Papa llegaría el lunes 15 enero por la noche y partiría a Perú el jueves 18.

El martes 16, Francisco se reunió a primera hora de la mañana con las autoridades de gobierno en el Palacio La Moneda, encabezadas por la presidenta Michelle Bachelet. Debemos recordar que en noviembre el Congreso aprobó un proyecto de ley de aborto -presentado por el gobierno- que permitía interrumpir el embarazo en tres supuestos (grave enfermedad de la madre, enfermedad letal del feto y violación). Por ello, Francisco, en su discurso, se refirió a la vocación del pueblo chileno: “que reclama una opción radical por la vida, especialmente en todas las formas en la que esta se vea amenazada”. Aprovechó también la ocasión para referirse a un tema que ha herido a la Iglesia católica en el último decenio: “Y aquí no puedo dejar de manifestar el dolor y la vergüenza, vergüenza que siento ante el daño irreparable causado a niños por parte de ministros de la Iglesia. Me quiero unir a mis hermanos en el episcopado, ya que es justo pedir perdón y apoyar con todas las fuerzas a las víctimas, al mismo tiempo que hemos de empeñarnos para que no se vuelva a repetir”.

Frente a la resignación

Desde el Palacio de La Moneda el Papa se dirigió al parque O’ Higgins, una gran explanada donde celebraría su primera Misa en suelo chileno, que tuvo como lema Por la paz y la justicia. En él se congregaron unos 400.000 fieles que recibieron con gran entusiasmo a Francisco mientras recorría en el papamóvil el recinto.

En su homilía comentó las bienaventuranzas: “Jesús, al decirle bienaventurado al pobre, al que ha llorado, al afligido, al paciente, al que ha perdonado… viene a extirpar la inmovilidad paralizante del que cree que las cosas no pueden cambiar, del que ha dejado de creer en el poder transformador de Dios Padre y en sus hermanos, especialmente en sus hermanos más frágiles, en sus hermanos descartados. Jesús, al proclamar las bienaventuranzas viene a sacudir esa postración negativa llamada resignación que nos hace creer que se puede vivir mejor si nos escapamos de los problemas, si huimos de los demás; si nos escondemos o encerramos en nuestras comodidades, si nos adormecemos en un consumismo tranquilizante”.

El martes 16 de enero, por la tarde, el director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, Greg Burke, informó: “El Santo Padre se ha reunido hoy en la Nunciatura Apostólica de Santiago, después del almuerzo, con un pequeño grupo de víctimas de abusos sexuales por parte de sacerdotes. El encuentro ha tenido lugar de forma estrictamente privada y no había nadie más presente: solamente el Papa y las víctimas. De este modo, han podido contar sus sufrimientos al Papa Francisco, que les ha escuchado, y ha rezado y llorado con ellos”.

Posteriormente, el Pontífice se reunió en la catedral con sacerdotes, religiosos y seminaristas. Les transmitió su cercanía porque a causa de los abusos cometidos por algunos ministros de la Iglesia, están sufriendo insultos e incomprensiones. “Sé que a veces han sufrido insultos en el metro o caminando por la calle; que ir vestido de cura en muchos lados se está pagando caro”, indicó el Papa, que les invitó a pedir a Dios: “La lucidez de llamar a la realidad por su nombre, la valentía de pedir perdón y la capacidad de aprender a escuchar lo que Él nos está diciendo”.

El Papa con el pueblo mapuche

La región de la Araucanía, en el sur del país, ha sufrido la violencia de grupos extremistas mapuches durante el último decenio. Estos grupos reclaman la devolución de las tierras que les fueron arrebatadas por el Estado a fines del siglo XIX para repartirlas entre colonos. Han incendiado maquinaria agrícola y forestal, han atacado a propietarios agrícolas e incluso asesinado a un matrimonio de agricultores. Han incendiado decenas de capillas evangélicas y católicas, incluso han disparado con armas de fuego a la policía. El gobierno les ha entregado en los últimos 20 años 215.000 hectáreas, pero aún continúan con los ataques. 

El miércoles 17 el Santo Padre viajó en avión a la ciudad de Temuco, capital de esta convulsionada región. El Santo Padre se encontró con 200.000 personas en la Misa por el progreso de los pueblos en la Araucanía, en el aeródromo militar de Maquehue. Fue un momento de oración que mezcló signos de la cultura mapuche y el rito católico, impregnando el ambiente con la identidad de esta región de Chile, marcada por hermosos paisajes y escenario de dolores e injusticias.

“Mari, Mari”, “Buenos días” y “Küme tünngün ta niemün”, “La paz esté con ustedes”, dijo Francisco en lengua mapudungun, recibiendo un aplauso cerrado de todos los que escuchaban atentos su mensaje, que tuvo como eje el llamado a la unidad de los pueblos. “Es necesario estar atentos a posibles tentaciones que pueden aparecer y contaminar de raíz este don”, explicó el Pontífice.

Primero es el error de confundir unidad con uniformidad”, a los que llamó “falsos sinónimos”. “La unidad no nace ni nacerá de neutralizar o silenciar las diferencias”, dijo, agregando que la riqueza de una tierra nace precisamente de que cada parte se anime a compartir su sabiduría con los demás, dejando la lógica de creer que existen culturas superiores o inferiores. “Nos necesitamos desde nuestras diferencias”, sentenció.

En segundo lugar, el Santo Padre aclaró que para lograr la unidad no se puede aceptar cualquier medio. En ese sentido, expresó con fuerza que una de las formas de violencia se encontraba en la elaboración de “bellos” acuerdos que nunca llegan a concretarse. “Bonitas palabras, planes acabados, sí –y necesarios -, pero al no volverse concretos terminan ‘borrando con el codo, lo escrito con la mano’. Esto también es violencia, porque frustra la esperanza”, dijo el Papa Francisco, recibiendo un aplauso cerrado.

Para finalizar, condenó fuertemente el uso de cualquier tipo de violencia para lograr un fin. “La violencia termina volviendo mentirosa a la causa más justa”, dijo el Papa Francisco, y agregó, “Señor: haznos artesanos de unidad”, explicando que el camino es la no violencia activa, como un “estilo de política para la paz”.

El último día celebró la Misa por la integración de los pueblos en una playa de Iquique. Repentinamente, el Santo Padre hizo detener el papamóvil al percatarse que una policía perdió el control de su caballo y cayó al suelo de forma violenta. Visiblemente preocupado, el Papa Francisco se acercó para verificar que la mujer se encontraba bien, mientras los equipos de emergencia llegaban para dar los primeros auxilios. Fue un gesto significativo de su preocupación por las personas concretas. 

Experiencias

Mariella Enoc: “El buen manager es el que sabe conjugar el presupuesto con la humanidad”

Giovanni Tridente·31 de enero de 2018·Tiempo de lectura: 9 minutos

Palabra ha querido entrevistar a Mariella Enoc en la inminencia del Día Mundial del Enfermo, que la Iglesia celebra cada año el 11 de febrero, también para hacer balance de su experiencia, a tres años de distancia, al frente del policlínico y centro de investigación pediátrica más grande de Europa.

—texto Giovanni Tridente

“Sé que no estoy sola en esta aventura; somos muchos los que trabajamos juntos y, por lo tanto, cada uno realiza una pieza de este gran mosaico”. Mariella Enoc, nacida en 1944, licenciada en medicina, es desde 2015 presidenta del Hospital Pediátrico Bambino Gesù, en Roma, el “hospital del Papa”.

Tiene a sus espaldas una larga carrera como miembro de consejos de administración y responsable de encargos de presidencia, que aún hoy conserva, en varias fundaciones, siempre conectadas con la sanidad, y en todo caso en el campo de la gestión. Un currículum muy respetable que choca un poco con su carácter, paradójicamente siempre discreto y amante del perfil bajo.

Su designación fue decidida por el Vaticano para dar un nuevo rumbo a la estructura sanitaria, después de que el equipo directivo anterior se hubiera visto envuelto en algunos desagradables episodios de malversación de fondos, que llevaron entre otras cosas a una sentencia de condena por parte del Tribunal del Estado de la Ciudad del Vaticano.

El Bambino Gesù celebra 150 años el próximo año. Nacido en 1869 como primer hospital pediátrico italiano por iniciativa de los duques Salviati, siguiendo el modelo del Hospital Enfants Malades de París, fue donado en 1924 a la Santa Sede, convirtiéndose así en todos los aspectos en el hospital del Papa.

Trabajan allí más de 2.500 empleados, cuenta con más de 600 camas y está dividido en 4 polos de hospitalización y de cura: la sede histórica del Gianicolo, al lado del Vaticano; la nueva sede junto a la basílica de San Pablo Extramuros; y las dos sedes situadas en la costa del Lazio, en Palidoro y Santa Marinella.

Cada año, el Hospital registra alrededor de 27.000 ingresos y otros tantos procedimientos quirúrgicos e intervenciones, alrededor de 80.000 accesos a los primeros auxilios y más de 1.700.000 servicios ambulatorios. Aproximadamente el 30 % de los pacientes hospitalizados provienen de fuera de la región, mientras que el 13,5 % son de origen extranjero.

El policlínico también es reconocido desde 1985 como Instituto de Hospitalización y de Cura de Carácter Científico (IRCCS). En 2004 inauguró nuevos laboratorios de investigación de 5.000 metros cuadrados, dentro de los cuales se encuentra también una Cell Factory, oficina farmacéutica dedicada íntegramente a la producción a gran escala de terapias avanzadas para enfermedades para las que aún no existe una curación segura, entre ellas la leucemia y las enfermedades raras.

Es también el único hospital en Europa que realiza todos los tipos de trasplante existentes en la actualidad. En diciembre, poco antes de Navidad, después de una operación de 12 horas, se consiguió separar a dos gemelas siameses de Burundi.

Han sido varias las ocasiones en las que el Papa Francisco ha podido apreciar el trabajo que realiza el hospital pediátrico de la Santa Sede. En abril pasado, por ejemplo, al recibir en audiencia a algunos chicos hospitalizados –que, entre otras cosas, habían participado en un conmovedor documental que se emitió durante varias semanas en el tercer canal de la RAI, que mostraba la vida cotidiana de su grave enfermedad– el Santo Padre ha enfatizado el clima familiar que caracteriza el hospital y el “testimonio humano” que brilla a través de él.

Francisco también expresó su apoyo a los proyectos de acogida de los pequeños pacientes extranjeros, ofreciendo al hospital algunos dibujos que habían llegado de niños de todos los ángulos del mundo a través de La Civiltà Cattolica y ahora forman parte de una campaña de recogida de fondos para apoyar iniciativas para los que carecen de cobertura sanitaria.

Finalmente, al Niño Jesús, el Papa dedicó el primer “viernes de misericordia” de 2018, el 5 de enero, a visitar por sorpresa la sede de Palidoro y llevar un obsequio a cada uno de los 120 ingresados.

Dicen de Usted que es muy poderosa, y discreta al mismo tiempo. Cuéntenos un poco sobre su vida…

—Con toda seguridad no soy poderosa. Siempre me he ocupado principalmente de la sanidad privada, con y sin fines de lucro. He seguido de cerca algunos hospitales católicos en dificultades económicas para darles la oportunidad de ser saneados y comenzar su misión con serenidad y profesionalidad. Cuando me llamaron aquí a Roma, le confieso que ni siquiera sabía cómo se entraba en el Vaticano. Al principio me costaba mucho entender por qué tenía que estar aquí y tener todos estos problemas. Con el tiempo me cuenta de que es una experiencia que termina mi ciclo vital de una manera en cierto sentido extraordinaria.

Por lo tanto, creo que he recibido un regalo, porque no todos tienen una oportunidad como esta y se sienten todavía proyectados hacia el futuro.

¿Hasta qué punto afecta la fe a su recorrido profesional?

—La fe afecta porque afecta el Evangelio, del que considero que es mi referencia clave. Por supuesto, hay momentos más fáciles y otros más difíciles. También aquí he pasado por momentos muy difíciles, pero luego me he recuperado observando la fuerza y ​​el valor de tantas personas, tratando de seguir estando fuertemente enamorada de la Iglesia. La fe, por lo tanto, ayuda porque da fortaleza, da un sentido a la misión que se desarrolla y porque, gracias a Dios, la nuestra es una fe encarnada.

¿Cómo consigue convencer a las personas que administra?

—Ciertamente se requiere autoridad, pero siempre debe estar conectada ante todo con un sentido de justicia. Para mí en la vida siempre ha habido justicia y, por lo tanto, caridad, en el sentido de dar el reconocimiento adecuado a las personas. Sobre todo, tratamos de trabajar juntos como un gran equipo, porque nadie es más importante o menos importante que otro. Todo el mundo sabe además que aquí el dinero sirve para la ciencia y para el cuidado de los niños, y que nuestro hospital debe ser también un mundo abierto a otras realidades con las que colaboramos: no nos encerramos en una torre de marfil.

En el Mensaje para el Día del Enfermo, que se celebra el 11 de febrero, el Papa destaca la “vocación materna de la Iglesia hacia los necesitados y los enfermos”. ¿Se siente un poco como una madre de todos los niños hospitalizados?

—Esta es una definición que el Papa Francisco ha usado respecto de mí en las ocasiones en que nos hemos encontrado. Más que madre, me siento quizá como una abuela. En mi vida no he tenido hijos, ni sobrinos o parientes, y prácticamente siempre me he ocupado de ancianos y adultos. Ciertamente al venir aquí encontré en mí sentimientos que no me imaginaba tener: hoy, si veo a un niño aunque sea por la calle, lo abrazo. Y cuando estoy muy cansada tengo mi propia receta: me levanto y voy a uno de los servicios médicos, y esto me da mucha motivación. Al final toda mujer siempre tiene una dimensión generativa que se puede ejercer hacia todas las personas: ancianos, adultos, los que sufren, no importa si son niños o no.

El Papa también habla del riesgo del “corporativismo”, en el cual uno olvida que en el centro está el cuidado de la persona del enfermo. ¿Cómo puede resistir la tentación?

—Esto es lo más difícil en la práctica, porque en todo caso hay que conseguir que cuadren las cuentas y tener presupuestos que den estabilidad a la obra que se tiene entre las manos, de manera que haya la posibilidad de seguir adelante y continuar su misión. Nosotros tratamos de mantener este gran equilibrio, pensando en el presupuesto pero recordando que no somos una organización lucrativa, y que todo lo que producimos debe reinvertirse en investigación científica, en atención, en acogida. No es fácil, pero si trabajas en equipo y todos están implicados también en las cuestiones de presupuesto, decimos por experiencia que se puede hacer.

El Santo Padre a menudo habla de una Iglesia “hospital de campaña”. Ustedes, que ya son hospital, ¿se sienten también “de campaña”?

—Nos sentimos un poco de frontera, porque llevamos a cabo una actividad de acogida que no discrimina a nadie y abre los brazos a todos los niños que necesitan tratamiento. En el Hospital hay, por ejemplo, 150 mediadores culturales para 48 idiomas, y esto dice mucho sobre la población que acogemos. Por otra parte tratamos de ir también nosotros a los lugares de la periferia: uno de nuestros delegado visita todas las semanas los campamentos romaníes de Roma, para ofrecer atención médica a quienes viven allí.

En la República Centroafricana, en Bangui, básicamente estamos reconstruyendo el hospital, contando entre otros medios económicos con los que el Papa nos ha ofrecido directamente, y estamos ofreciendo formación para los médicos locales y para los futuros pediatras, de acuerdo con la universidad del país. Hacemos lo mismo en otros países, algunos muy avanzados como Rusia y China, y en Siria.

Entonces, ¿cuál es el valor agregado de estas “misiones”?

—El nuestro es un hospital que debe reflejar el modelo de la Iglesia y, por lo tanto, ser universal. En estas misiones –realizamos intervenciones de asistencia y cooperación también en Camboya, en Jordania, en Palestina, en Etiopía–, tratamos de llevar capacitación médica, científica e incluso gerencial. Seguimos un rigor en el control de los costes, pagamos a las personas lo que es justo y de forma regular, de manera que se fomente la fidelización de los operadores y los médicos. Este enfoque, en consecuencia, nos permite favorecer la construcción de una clase médica estable en cada uno de los países con los que colaboramos.

En torno a Ustedes orbitan muchas personas con diferentes necesidades. ¿Cómo hacen para satisfacer a todos?

—Creo que desde luego no satisfacemos a todos. Y no podemos tampoco gustar a todos. Intentamos responder a todas las necesidades que encontramos. Cuando alguien me dice: “Usted quiere hacer muchas cosas, pero el mundo tiene otras necesidades muy distintas”, siempre respondo que el samaritano se preocupó de lo que encontró. No tengo la presunción de hacerlo todo, pero sí el deseo de que todos los que encontramos encuentren en nosotros alguna respuesta.

Son el “hospital del Papa”, pero son también un instituto de carácter científico. ¿Cuál es su punto fuerte en este ámbito?

—Las personas: las personas que trabajan allí. Tenemos 390 investigadores en este momento, jóvenes, absolutamente motivados. Muchas veces, debo decir, con remuneraciones que no son ni siquiera adecuadas –porque no nos lo podemos permitir– en comparación con lo que ellos dan a cambio. Estamos invirtiendo mucho en los jóvenes, porque realmente creemos que este hospital puede ser un lugar donde haya experiencia, claro, pero también un lugar donde se hace inversión.

2.500 empleados, casi 30.000 hospitalizaciones al año y otros tantos procedimientos quirúrgicos e intervenciones. ¿Cómo puede dormir por la noche?

—Sé que no estoy sola en esta aventura; somos muchos que trabajamos juntos y, por lo tanto, cada uno realiza una parte de este gran mosaico. Somos verdaderamente una comunidad, una familia, como dice el Papa, que trabajamos juntos. En definitiva, no tengo sensación de soledad.

Mover una máquina tan compleja requiere también gran cantidad de recursos. ¿Cómo se financian?

—Estamos acreditados con el servicio nacional de salud, para el que trabajamos como todos los demás hospitales con las tarifas reconocidas por el Estado italiano. Los fondos para la investigación, por su parte, provienen en gran parte de los propios investigadores, que ganan convocatorias europeas y en gran parte se autofinancian. Tratamos de estar muy atentos a los costes, especialmente a los que no sirven ni para la investigación ni para la atención o las relaciones. En esto somos muy estrictos. En todo caso, sin donaciones no lo conseguiríamos.

En el pasado reciente ha habido situaciones lamentables que han perjudicado al Hospital. ¿Podemos decir que aquella fase ya está cerrada, y que no hay peligro para el Bambino Gesù?

—¡Eso espero! El pasado como tal lo he borrado también de mi memoria, porque es una época terminada, distinta. Los que querían aceptar esta nueva forma de ser del Hospital se han quedado. Creo que hoy en el Bambino Gesù hay una profunda sintonía, que puede aumentar gracias también al hecho de que la Santa Sede comprende cada vez más el valor de esta estructura.

¿Qué importancia tiene la formación para su personal?

—Es uno de los temas fundamentales. Hemos comenzado con un año y medio de formación para la alta dirección, partiendo de la palabra clave “comunidad” y haciendo un recorrido que incluía “transparencia” y “comunicación”. Esto nos ha permitido comenzar a sentar las bases de la visión de hospital que queremos. Es un proceso que debe hacerse continuo, porque cuestiona la propia vida, las propias certezas, y es una experiencia que ayuda a madurar.

¿Qué le impresiona más de los pequeños pacientes, cuando los visita?

—Su valor, su fuerza. Ellos son la fuerza y el valor de sus padres. He aprendido una cosa: en general, creemos que es el padre quien protege al niño, y en cambio vemos continuamente niños que son muy protectores con sus padres, que realmente tratan de protegerlos, para que no les pese demasiado su propio sufrimiento. Esto, lo confieso, me produce mucha impresión.

¿Cuál es el testimonio más hermoso que recoge, a su vez, de los padres de estos niños?

—Hay muchos. Me encuentro con los padres en diversas ocasiones. Estuve presente en el fallecimiento de una niña de unos pocos meses, y cuando María (es un nombre inventado) terminó de respirar, les dije a sus padres: “Lamentablemente, el hospital ha fallado”. Su respuesta fue: “No, porque nuestra hija ha recibido mucha dignidad y mucho amor”. Pocas son las personas que se van dando un portazo; la mayoría, por el contrario, se siente fortalecida y luego mantiene la relación con el hospital. Muchas veces me he preguntado si, de haber muerto aquí un hijo mío, hubiera tenido la valentía de regresar. Ellos vuelven.

¿Piensa que hay cosas que mejorar?

—Muchísimas. No estoy aquí para enumerarlas, pero hay muchísimo que mejorar: la investigación, el cuidado, la atención a las personas que trabajan allí, los espacios. También somos conscientes de que a menudo cometemos errores y no siempre lo hacemos bien. A mis expertos en comunicación les digo que a veces debemos aprender a comunicar incluso los fracasos: decir “aquí no lo hemos conseguido” nos permite hacernos verdaderos, porque de lo contrario hacemos un poco de “mito” y eso no es bueno.

¿Planes para el futuro?

—Tenemos muchos proyectos y esperamos poder realizarlos tarde o temprano. Por el momento estamos trabajando para estudiar las posibilidades de una nueva estructura. En efecto, estamos adquiriendo nuevos espacios, sobre todo para la acogida y para poder admitir ingresos de más niños. Hay pequeños pacientes que se quedan aquí durante varios años, y esto requiere instalaciones adecuadas, espacios más dignos. Hay mucho amor, pero también hace falta tener el espacio necesario.

¿Qué querría decir a los jóvenes, especialmente a los que desearían dedicarse a la profesión médica?

—Ser médico requiere mucha pasión. Ya no es como en el pasado, no puede concebirse como una actividad de ganancia y de prestigio. Hoy es una verdadera profesión de servicio. Y exige muchos sacrificios, muchas ganas de hacer. Pero sigue siendo una fuente de grandes satisfacciones.

¿Y a los empresarios, dado que Usted lo es?

—A los empresarios les digo lo que me digo a mí misma todos los días, que el buen empresario es el que sabe conjugar el presupuesto con la humanidad.

Inmigración, jóvenes y familia

29 de enero de 2018·Tiempo de lectura: 2 minutos

El debate sobre inmigración se acrecienta en Estados Unidos. La Administración ha anunciado la derogación del Plan DACA de protección a los jóvenes indocumentados hijos de inmigrantes, mientras los obispos apoyan a los jóvenes y a sus familias.

GREG ERLANDSON

—Director y editor jefe de Catholic News Service

@GregErlandson

Estados Unidos se ha visto consumido en los últimos años por el debate sobre la inmigración. El Congreso no ha puesto en marcha una reforma importante de su política de inmigración desde 1986. Desde entonces, los cambios se han centrado principalmente en la seguridad fronteriza y en la preocupación por el terrorismo.

El coherente mensaje de los obispos estadounidenses ha sido que la protección de las fronteras es un deber legítimo del gobierno, pero que una reforma justa del sistema de inmigración debe reconocer la realidad de los millones de inmigrantes indocumentados y sus familias que viven aquí ahora.

“No se puede evitar la dura verdad de que nuestro sistema de inmigración está roto, está quebrado de manera integral, en todas las áreas”, dijo el arzobispo José Gómez, de Los Ángeles, una importante voz entre los obispos sobre inmigración. Gómez se ha pronunciado repetidamente contra la ruptura de familias por parte de las autoridades de inmigración, diciendo que “la deportación por sí sola no es una política de inmigración”.

Mientras tanto, ha surgido un problema de alcance en torno a los 800.000 jóvenes indocumentados que fueron traídos a Estados Unidos por sus padres. Son conocidos como “soñadores” por su fe en el sueño americano. La mayoría tiene empleo, está asistiendo a la escuela, o sirve en el ejército de los Estados Unidos.

El presidente Obama emitió una orden ejecutiva en 2012 para proteger a estos niños de la deportación. Conocida como Deferred Action for Childhood Arrivals (DACA), la orden ha sido considerada como una extralimitación de la autoridad presidencial. El presidente Trump ha anunciado su derogación, poniendo fin al programa en el próximo mes de marzo. Al mismo tiempo, ha pedido al Congreso de Estados Unidos que ponga en vigor la protección de los jóvenes del DACA antes de que finalice el programa, algo que el Congreso no ha podido hacer durante años.

Los obispos estadounidenses se han pronunciado enérgicamente en apoyo de los jóvenes del DACA. Recientemente, la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos emitió una declaración en la que instaba a los católicos a ponerse en contacto con sus representantes políticos para apoyar la protección legislativa de estos jóvenes.

El Papa Francisco ha entrado también en el debate a la vuelta del viaje a Colombia. Ha hecho notar que el presidente Trump se describe a sí mismo como “un buen pro-vida”, por lo que si es “si es un buen pro-vida, entiende que la familia es la cuna de la vida y debe ser defendida”.

El autorGreg Erlandson

Periodista, autor y editor. Director de Catholic News Service (CNS)