América Latina

V Encuentro de Pastoral Hispana en Estados Unidos. La «clave latina» para renovar la Iglesia

Celebrado casualmente en un momento difícil para la Iglesia en los Estados Unidos, el V Encuentro de Pastoral Hispana Latina ha superado las expectativas. Con su empuje misionero y su alegría, el Encuentro ha señalado una “clave latina” para la renovación de la Iglesia en su conjunto. Palabra ha estado allí.

Alfonso Riobó·28 de septiembre de 2018·Tiempo de lectura: 5 minutos

Los enormes salones del Gaylord Resort Convention Centre de Grapevine, junto a Dallas, en Texas, se quedaron pequeños para los 3.200 participantes, delegados de parroquias, diócesis e instituciones que se reunieron en el V Encuentro de Pastoral Hispana Latina en los Estados Unidos. El proceso de preparación comenzó ya en 2013, se concretó en propuestas y reuniones en grupos pequeños -en universidades, escuelas, movimientos- y en las parroquias, desde 2017 en encuentros locales organizados por las diócesis locales y, a continuación, en encuentros regionales de cada una de las 14 regiones eclesiásticas en que se organiza el país.

El primero de los Encuentros nacionales se celebró en el año 1972 y, a la vista de los frutos alcanzados, los participantes han coincidido en esperar que, junto a la implementación de los resultados del que se acaba de clausurar, se convoque un nuevo VI Encuentro en el momento oportuno, e incluso piden más: que “el espíritu del Encuentro” sea asumido por la comunidad católica anglófona y las demás comunidades lingüísticas o étnicas.

No sólo para los latinos

La espontaneidad del carácter latino ha hecho de todas las sesiones, incluidas las celebraciones litúrgicas, una continua fiesta, que confirma la impresión que se ha ido abriendo paso en todos los sectores del catolicismo norteamericano: de los latinos ha de provenir una aportación que renueve a todos, a partir de sus valores y tradiciones. Su sentido de la familia y la comunidad, su fe enraizada en la cultura, su alegría de vivir, son “un don que Dios ha enviado a la Iglesia en este país para que reviva algo que es fundamental para nuestras propias vidas y para nuestra relación con Dios”, ha dicho Mark J. Seitz, obispo de El Paso. Su aportación dependerá, sobre todo, de su capacidad para convertiré en “discípulos misioneros”, como indicaba el tema del Encuentro.

En ese sentido, se ha repetido de muchas maneras que el Encuentro no es para los latinos, sino que sus frutos han de ser para todos. De hecho, dado el crecimiento de la población hispana y de su peso en la Iglesia, en el futuro será de aquí de donde saldrán la mayor parte de sus futuros sacerdotes y obispos, catequistas y parroquianos, como escribió en el dossier que Palabra dedicó en marzo a la preparación del Encuentro el editor de CNS, Greg Erlandson; es decir, que su conciencia del peso numérico ha de traducirse en la asunción de responsabilidades de liderazgo.

Eso significa también una atención preferente a la formación de este sector de población, y en especial de quienes se ocupan del “ministerio hispano”, para que puedan asumir la misión que están llamados a desarrollar: ese es uno de los focos que centran el esfuerzo de los obispos.
“Que los latinos sepamos adherirnos a las otras comunidades”, sintetizó uno de sus deseos el arzobispo de Los Ángeles, José Horacio Gómez, ante una pregunta sobre sus sueños de futuro. Y en un aplaudido saludo mediante video en la apertura de las sesiones, el Papa Francisco expresó a la perfección estas ideas llamando a “reconocer los dones específicos que ofrecen los católicos hispanos” como “parte de un proceso más grande de renovación e impulso misionero”, y pidiendo “que consideren de qué manera la Iglesias locales pueden responder mejor a la creciente presencia, a los dones y al potencial de la comunidad hispana”.

Luz en un momento difícil

El momento actual es difícil para los católicos norteamericanos, que ante las informaciones relacionadas con abusos por parte de eclesiásticos tienen “el corazón roto, y con razón”, como dijo el obispo de san Antonio, Gustavo García Siller. En este contexto, el V Encuentro resultó incluso providencial: el vicepresidente de la Comisión Pontificia para América Latina lo calificó como “una caricia de Dios”. Lógicamente, esos asuntos no eran propios de esta convocatoria, pero fueron numerosas las ocasiones en que los ponentes expresaron tristeza y petición de perdón, también en un contexto litúrgico.

Entre ellos estuvieron los más destacados representantes eclesiales de los Estados Unidos, empezando por el Nuncio apostólico Christophe Pierre y el cardenal Daniel Di Nardo, presidente de la Conferencia Episcopal, así como una numerosa representación de los obispos. Tanto ellos como los delegados laicos cultivaron en las intervenciones (homilías, ponencias, testimonios, personales, debates) un tono constructivo y un estilo familiar.

Baste como muestra que el cardenal Sean O’Malley, obispo de Boston, miembro del Consejo de Cardenales y presidente de la Comisión papal para la Tutela de los Menores, se presentó al comienzo de la homilía sencillamente como fraile capuchino y “jefe de la oficina de reclamaciones de Boston”. En esa línea de comunión y de amable informalidad, salvo en las celebraciones litúrgicas los obispos no tenían asignado un lugar especial, sino que tomaban asiento o compartían mesa entre los demás delegados inscritos.

Consolidación del ministerio hispano

Los dirigentes de los departamentos relacionados con la “diversidad cultural” en las diócesis y en la Conferencia Episcopal, en cuya competencia entra el ministerio hispano, destacaban la importancia de la atención despertado por el Encuentro entre los obispos no hispanos. Se ha afirmado la conciencia de que, allí donde no haya todavía un ministerio hispano estable, ha de crearse; donde exista pero sea débil, ha de reforzarse; y en todo caso, la perspectiva hispana debe ser incorporada a los distintos campos de la actividad pastoral.

En cuanto a la puesta en marcha de un ministerio hispano donde aún no existe, un joven sacerdote de una diócesis norteña, colindante con Canadá, me comentaba que su obispo le había enviado al Encuentro para adquirir la experiencia necesaria e iniciar esa actividad a la vista del crecimiento demográfico de la población de tradición latina, aunque en la diócesis los hispanos son todavía solamente el 1% de los católicos: en concreto, sólo dos familias en su parroquia.
Por lo que se refiere al reforzamiento del ministerio ya existente, el profesor Hosffman Ospino, del Boston College, respetado estudioso del fenómeno hispano, contaba con simpatía que es frecuente encontrar organizaciones de la Iglesia donde una persona se ocupa del 50 % de la diócesis, y 60 personas se ocupan del otro 50 %. Será difícil que situaciones semejantes se produzcan después del Encuentro de Grapevine.

La hora del laicado

Naturalmente, la configuración sociológica del catolicismo norteamericano y sus necesidades pastorales evolucionan, y por eso mismo los latinos no son un grupo estático. Ahora es frecuente que los latinos de tercera generación no hablen ya el español y se asimilen a los modos de vida de sus compañeros más secularizados. También entre los no creyentes, un grupo en aumento, crece el número de los latinos. De ahí que una preocupación central sea la fe de las jóvenes generaciones, y su preparación para que puedan descubrir que Dios camina junto a ellos y asuman una parte activa en la vida de la Iglesia.

En todo caso, si el futuro de la Iglesia está, en gran parte, en manos de los latinos, se trata principalmente de una llamada a los laicos. Mons. José H. Gómez ha recordado en su homilía de la Misa de clausura que la persona elegida por la Virgen de Guadalupe para confiarle su legado en América fue precisamente un laico: el indio Juan Diego. Y ha concluido: “Este momento en la Iglesia es la hora del laicado. Está llamando a los fieles laicos a trabajar juntamente con los obispos y a reconstruir su Iglesia; no sólo en este país, sino a través de los continentes de las Américas”.

La masiva participación de laicos en el Encuentro, así como el hecho de que el equipo organizador estuviera en gran parte dirigido por ellos, es un reflejo de esa responsabilidad compartida. Un dato significativo es que el Director nacional del V Encuentro y unos de los responsables del buen curso de la convocatoria haya sido un laico de origen mexicano, Alejandro Aguilera-Titus, a quien agradecemos que haya redactado para Palabra el análisis que acompaña a esta crónica.

Cultura

Próxima canonización de Monseñor Óscar Romero

Omnes·4 de septiembre de 2018·Tiempo de lectura: 2 minutos

El Papa Francisco canonizará en Roma el 14 de octubre a los beatos Pablo VI y Óscar Romero, junto a otras personas. El postulador de la causa, Mons. Rafael Urrutia, afirma en este artículo que el martirio del beato Óscar Romero en El Salvador fue “la plenitud de una vida santa”.

Texto – Rafael Urrutia

Una vez más, el Papa Francisco “sorprendió al mundo” con la firma de dos decretos que permiten la canonización del Papa Pablo VI, beatificado en octubre de 2014; y de Monseñor Óscar Arnulfo Romero, beatificado el 23 de mayo de 2015.

Ambos decretos, firmados el 6 de marzo del año en curso, reconocen dos milagros obtenidos por la intercesión de Pablo VI y del beato Romero, último escollo para la santificación plena, jurídicamente hablando; y así desde la ceremonia canonización del 14 de octubre próximo, ambos serán llamados “santos”.

Siguiendo un íter procesal, los siervos de Dios llegan a ser declarados santos por fama de santidad de quienes vivieron las virtudes de modo heroico (es el caso de san Juan Pablo II, del beato Pablo VI o de santa Teresa de Calcuta) o por fama de martirio de quienes en un acto de inmenso amor a Cristo, ofrecieron sus vidas por la defensa de la fe (como en el caso del niño san Juan Sánchez del Río o de Monseñor Romero). Pero ambas se edifican sobre la roca de la santidad.

En ambos casos se vive la santidad, aunque para el martirio se requiere de una llamada particular de Dios a uno de sus hijos, una elección que Dios hace a muy pocos de sus hijos; porque “el martirio es un don que Dios concede a pocos de sus hijos, para que llegue a hacerse semejante a su Maestro, que aceptó libremente la muerte por la salvación del mundo, asemejándose a él en el derramamiento de su sangre como un acto sublime de amor. Es por ello que la más grande apología del cristianismo es la que da un mártir como máximo testimonio de amor (cfr. Lumen Gentium, 42).

De alguna manera debo agradecer a los detractores de Monseñor Romero y a la euforia de quienes lo aman haberme ayudado a interiorizar su martirio y a comprender que, aunque entre las disposiciones antecedentes al martirio no son requeridas la santidad y las virtudes heroicas durante la vida del siervo de Dios, ese martirio en él es la plenitud de una vida santa. Quiero decir que Dios eligió al beato para su misión martirial porque encontró en él, a un hombre con experiencia de Dios, o dicho con palabras del Evangelio, “encontró a Óscar, lleno de gracia”.

Entre los elementos constitutivos del concepto jurídico del martirio, el elemento causal y formal es el más importante, porque aquello que hace que una muerte sea calificable y calificada como martirial es, específicamente, la causa por la cual la muerte es infringida y aceptada. Por eso san Agustín ha podido expresar lacónicamente: “Martyres non facit poena sed causa”. Por tanto, Monseñor Romero no es mártir porque lo asesinaron, sino por la causa por la que lo asesinaron.

Actualidad

Nuevo curso: la clase de religión, en la incertidumbre

Omnes·4 de septiembre de 2018·Tiempo de lectura: < 1 minuto

La situación de la asignatura de Religión católica y la del profesorado era ya incierta y judicializada el curso pasado. Ahora, tras la llegada del nuevo gobierno, la coyuntura es aún más problemática. Mientras tanto, varios autores proponen reivindicar la asignatura de Religión y atender a las demandas de los padres, titulares del derecho a elegir la formación religiosa y moral que desean para sus hijos.

Texto – Francisco Javier Hernández Varas 

Si en cursos anteriores comenzábamos con recursos judiciales, situaciones diferentes y dispares en cada Comunidad Autónoma, reducción de horarios, pérdida de empleos, etc, a este curso 2018-19  se les une además las declaraciones y las intenciones del Ministerio de Educación de realizar de forma “urgente” modificaciones a la LOMCE.

Una de estas modificaciones afecta claramente a la asignatura de Religión que dejaría de ser computable y no tendrá ninguna otra asignatura alternativa. Esto quiere decir, en definitiva, que la Religión ya no contará para la media  ni computará para el expediente ni será tenida en cuenta para el acceso a las becas. Será de inscripción voluntaria para los alumnos.

Además, se implantará una asignatura obligatoria de Valores Cívicos y Éticos centrada en el tratamiento y análisis de los derechos humanos y de las virtudes cívico-democráticas. Con este fondo, el profesorado de Religión vive una situación de incertidumbre y desamparo que el cambio de Gobierno ha aumentado.

Mundo

Cardenal Arborelius: “Tenemos necesidad del oxígeno de la esperanza”

El arzobispo de Estocolmo, Anders Arborelius, cardenal desde hace un año, lanza un mensaje de esperanza a la Iglesia en Europa en una amplia entrevista con Palabra, en la que aborda la secularización, el interés por la fe, las relaciones ecuménicas y con el Estado, la vocación y los jóvenes.

Omnes·4 de septiembre de 2018·Tiempo de lectura: 2 minutos

Texto – Alfonso Riobó 

En su reciente visita ad Limina, ¿qué interesaba al Papa acerca de la Iglesia en su país?

Como sabe, desde hace tiempo el Santo Padre se interesa mucho por la situación de los refugiados. Suecia ha sido un país muy abierto a los refugiados, como también los demás países nórdicos, de manera que ese fue un primer tema por el que se interesó.

En segundo lugar hablamos también, naturalmente, del diálogo ecuménico. El Papa vino explícitamente a Suecia en octubre-noviembre de 2016 para el V centenario de la reforma protestante, con la intención de intensificar el diálogo con los luteranos.

Y como tercer tema, al Papa le interesaba conocer la realidad de una Iglesia como la de aquí, que es una comunidad pequeña en medio de un mundo secularizado y se encuentra por tanto en una situación muy peculiar. Al mismo tiempo, es una de las pocas Iglesias particulares de Europa donde el número de católicos está aumentando, sobre todo gracias a la inmigración. En ese sentido, nuestra realidad como periferia de la Iglesia es singular, y este de las periferias es un tema preferencial del Santo Padre.

Se ha cumplido un año desde su creación como cardenal, en junio de 2017: es el primer cardenal sueco de la historia, y en 1998 había sido el primer obispo sueco desde los tiempos de la Reforma. ¿Qué valoración hace tras este primer año?

La designación como cardenal fue para mí una sorpresa muy grande. Al mismo tiempo me alegró mucho ver el interés del Santo Padre por nuestra situación aquí en Suecia. También me sorprendió que mi creación como cardenal despertara tanto interés en los medios de comunicación y en la opinión pública. En ese sentido, fue un momento importante para la Iglesia católica en Suecia.

En los últimos años hemos tenido varias oportunidades de experimentar el interés del Papa. Primero fue la canonización de santa María Elizabeth Hesselblad, el 5 de junio de 2016; luego, la visita del Francisco a la ciudad sueca de Lund para el inicio de la conmemoración de la reforma, y a continuación el nombramiento de cardenal.

¿Y cómo ha reaccionado la opinión pública?

En la opinión pública de nuestro país hay un interés grande por la Iglesia católica, e incluso también simpatía, aunque lógicamente haya también voces contrarias.

En cuanto a las autoridades, hay algo de distancia. Muchas personas me han preguntado si recibí felicitaciones por parte del rey o del primer ministro por mi nombramiento de cardenal, pero debido a esa distancia todavía no ha habido reacciones oficiales. En cambio, fue bien recibido por los medios de comunicación y entre la gente ordinaria. Puede decirse que la decisión del Papa ha hecho que la Iglesia católica esté un poco más presente en el espacio público de Suecia.

Vaticano

El Papa a los esposos: “Haced apuestas fuertes, para toda la vida. ¡Arriesgad!»

Giovanni Tridente·4 de septiembre de 2018·Tiempo de lectura: 5 minutos

En el Encuentro mundial de 2018 celebrado en tierras de Irlanda, el Santo Padre alentó a los esposos a realizar “apuestas fuertes, para toda la vida”, y pidió a las familias que sean “un faro que irradie la alegría de su amor en el mundo”, a través de “pequeños gestos cotidianos de bondad”.  El próximo encuentro será en Roma en 2021.

Texto – Giovanni Tridente, Roma

Un congreso, un festival, varias citas con la participación del Papa Francisco, decenas de miles de parejas de esposos de varios países, con sus hijos: la familia y su alegría para la Iglesia y para el mundo han vuelto a ser actualidad en las últimas semanas, gracias al Encuentro mundial de las familias 2018 que ha tenido lugar en Dublín. Ha servido como hilo conductor del evento la entera exhortación Amoris laetitia, estudiada en todos sus aspectos en las reflexiones comunes, con relatores de varias proveniencias, laboratorios, seminarios, testimonios y debates.

Había gran expectación, obviamente, por las palabras del Papa Francisco, habida cuenta de la especificidad del país que acogía la iniciativa, que un Pontífice ha visitado por primera vez después de casi cuarenta años (san Juan Pablo II había visitado Galway en 1979) y todavía sacudido por el gran drama de los abusos, que en los últimos años ha debilitado con fuerza la credibilidad de la Iglesia irlandesa y de sus ministros. Por eso precisamente estos temas han acompañado muchas de las intervenciones del Santo Padre y han catalizado, como era obvio, la atención de los medios mundiales de comunicación.

Pero en el centro del Encuentro debían estar, y efectivamente han estado, las familias. Y las palabras del Papa han sido inequívocas, resaltando sin medios términos la importancia de la primera célula de la sociedad y la belleza de testimoniar al mundo compromiso duraderos, que pueden incluso ayudar a superar conflictos y contradicciones de nuestro mundo desilusionado. Ha hecho también referencias a la indisolubilidad del matrimonio y contra el aborto.

Testimonio profético

La primera cita pública del Papa Francisco, una vez aterrizado en tierra de Irlanda, ha sido con las autoridades y la sociedad civil. En esa ocasión ha destacado la iniciativa del Encuentro mundial de Dublín como “testimonio profético” y a la familia como “aglutinante de la sociedad”, cuyo bien ha de ser “promovido y custodiado con todos los medios oportunos”.

Ante las sacudidas sociales y políticas el Papa ha recordado la necesidad de recuperar “el sentido de ser una verdadera familia de pueblos”, sin perder jamás la esperanza; al contrario, perseverando con valentía “en el imperativo moral de ser constructores de paz, reconciliadores y protectores los unos de los otros”. Un planteamiento que requiere constante conversión y atención a los últimos, y entre ellos a los pobres, pero también a los “los miembros más indefensos de la familia humana, incluso de los no nacidos, privados del derecho a la vida”.

Matrimonio único e indisoluble

De fecundidad, unicidad e indisolubilidad del matrimonio ha hablado el Papa en el diálogo que ha mantenido en la pro-catedral de Santa María, en Dublín, con parejas de esposos jóvenes y de novios, donde ha resaltado la importancia del signo sacramental, que protege a los contrayentes y los sostiene en el curso de la vida “en el recíproco don de sí, en la fidelidad y en la unidad indisoluble”. Y aquí la exhortación: “Haced apuestas fuertes, para toda la vida. ¡Arriesgad!”, porque el matrimonio “es un riesgo que vale la pena. Para toda la vida, porque el amor es así”.

El Papa acababa de escuchar los testimonios de unos esposos que celebraban 50 años de matrimonio y los de otras dos parejas más jóvenes, invitando a superar la cultura de lo provisional que no favorece decisiones “para toda la vida”, y ha recordado que “Dios tiene un sueño para nosotros y nos pide que lo hagamos nuestro”: “¡Soñad a lo grande! ¡Atesoradlo y soñadlo juntos de nuevo cada día!”.

Francisco ha señalado también la importancia de transmitir la fe a los hijos, y que “el primer y más importante lugar para transmitir la fe es la casa”, donde por medio de un típico “dialecto”, se aprende el “significado de la fidelidad, de la honradez y del sacrificio”. Luego ha regresado a la importancia de la oración en familia y a la necesidad de una “revolución de la ternura” para dar vida a “una generación más premurosa, amable, rica en fe, para la renovación de la Iglesia y de toda la sociedad irlandesa”.

Cada uno de vosotros es Jesucristo

“Cada uno de vosotros es Jesucristo. Gracias por la confianza que nos dais”: con estas palabras el Papa Francisco se ha dirigido a las familias de los sintecho que se hospedan en el Centro de acogida dirigido por los Padres Capuchinos en la capital irlandesa, que ha visitado el primer día. “Vosotros sois la Iglesia, sois el pueblo de Dios. Jesús está con vosotros”, ha añadido después, tras haber remarcado la importancia de la obra de apostolado que sacan adelante los religiosos franciscanos.

Un faro que irradia alegría en el mondo

“Qué bien se está aquí. Es hermoso celebrar, porque nos hace más humanos y más cristianos”. Así comenzó el Santo Padre en la colorida fiesta de las familias celebrada la tarde del 25 de agosto en el Croke Park Stadium, donde varios matrimonios han expuesto sus experiencias en los momentos más intensos y exigentes de su vida familiar.

¿Qué espera la Iglesia de las familias? Lo que Dios desea, ha dicho Francisco, a saber, que sea “un faro que irradie la alegría de su amor en el mundo”, a través de los pequeños gestos cotidianos de bondad, característica de aquella santidad “de la puerta de al lado” que ya había planteado en su última exhortación Gaudete et exsultate.

Refiriéndose después a los testimonios escuchados, Francisco ha recordado que el perdón es “un regalo especial de Dios que cura nuestras heridas y nos acerca a los demás y a él”, mientras el amor y la fe en familia pueden ser “fuentes de fortaleza y paz incluso en medio de la violencia y la destrucción causada por la guerra y la persecución”. “Es hermoso tener diez hijos. Gracias”, ha añadido el Papa, conmovido por el testimonio de Mary y Damian, lleno “de amor y de fe”, capaz de trasformar “completamente vuestra vida”. En el centro del discurso del Papa estuvieron también los ancianos -los abuelos- y la necesidad de valorarlos siempre, porque “de ellos recibimos la identidad, los valores y la fe”. Entre otras cosas, si eso falta “la alianza entre generaciones terminará careciendo de lo que realmente importa, el amor”.

Baluartes de fe y de esperanza

En la explanada del santuario de Knock, muy querido por el pueblo irlandés, Francisco ha hablado de la importancia del Rosario, invitando a continuar con esta tradición y rezando a la Santísima Virgen –que es Madre– para que las familias sean “baluartes de fe y de bondad” ante un mundo que querría disminuir la dignidad del hombre. En la Misa de clausura en el Phoenix Park, en cambio, el Papa ha vuelto sobre la necesidad y sobre la llamada de la Iglesia en su conjunto “a ‘salir’ para llevar las palabras de vida eterna a las periferias del mundo”.

Antes de despedirse de Irlanda, el Papa se ha reunido finalmente con los obispos del país en el convento de las Hermanas Dominicas, animándolos “en estos momentos de desafío” a perseverar en su ministerio como “heraldos del Evangelio y pastores del rebaño de Cristo” y subrayando que el Encuentro mundial apenas celebrado ha mostrado mayor conciencia por parte de las familias “de su papel irremplazable en la transmisión de la fe”. Un proceso que los obispos están llamados a acompañar, impulsando hacia “una cultura de la fe y de un sentido de discipulado misionero”.

Vaticano

Dolorida petición de perdón del Papa por los abusos

Giovanni Tridente·4 de septiembre de 2018·Tiempo de lectura: 2 minutos

El Papa Francisco lanzó al mundo desde Dublín una profunda petición de perdón por los abusos sexuales en niños y mujeres, por todas las víctimas. Una petición reiterada que sigue en pie, junto al firme compromiso de luchar contra los abusos en la Iglesia.

Texto – Giovanni Tridente, Roma

Las primeras palabras en este sentido las pronunció el Santo Padre en el encuentro con las autoridades, nada más aterrizado en Dublín, donde, ante la realidad de los más vulnerables, reconoció “el grave escándalo” causado –antes también en Irlanda– por eclesiásticos que habrían debido protegerlos y educarlos. Un fracaso que suscita justamente indignación, a la vez que “permanece como causa de sufrimiento y vergüenza para la comunidad católica”.

En la capilla de las apariciones en el santuario de Knock, el Papa manifestó que había presentado a Santa María a “todos los sobrevivientes, víctimas de abusos por parte de miembros de la Iglesia en Irlanda”, entre ellos a los menores a los que se les “ha robado la inocencia o se les ha alejado de sus madres se les ha dejado una cicatriz de recuerdos dolorosos”, reiterando un firme compromiso “en la búsqueda de la verdad y de la justicia”.

Por sorpresa, después de haberse reunido el día anterior con ocho víctimas de abusos de diverso tipo por parte del clero, en la Misa de cierre del Encuentro el Santo Padre decidió pronunciar un acto penitencial en el que, en tono recogido, ha pedido nuevamente perdón por este tipo de crímenes. Entre ellos enumeró también los casos de abuso laboral y de aquellos niños que han sido sustraídos a sus madres -muchachas/madres- y a los que se impedía luego buscarlas porque se decía “que ‘era pecado mortal’”. El Papa ha implorado del Señor que “mantenga y acreciente este estado de vergüenza y de compunción” dando la fuerza “para que nunca más suceda y para que se haga justicia”.

Por último, hubo referencias al tema también en el encuentro con los obispos del país, donde invitó a no bajar nunca la guardia “ante la gravedad y el alcance de los abusos de poder, de conciencia y sexuales en diferentes contextos sociales”. Ante las humillaciones dolorosas, el Papa pidió valor, cercanía y proximidad para superar la imagen “de una Iglesia autoritaria, dura y autocrática”.

A otros aspectos de la penosa situación creada en la Iglesia por estos abusos, y a la carta dirigida por el Santo Padre al Pueblo de Dios, están dedicados el Análisis y la Opinión en las páginas siguientes.

Evangelización

El Sínodo sobre la Amazonia y las propuestas sobre el celibato

El documento de trabajo del próximo Sínodo sobre la Amazonia contiene la petición de que se estudie la posibilidad de ordenar sacerdotes a personas que reúnan determinadas condiciones, aunque estén unidas en matrimonio. El autor, que fue también Secretario de la Congregación para el Clero, expresa su opinión.

Celso Morga·1 de septiembre de 2018·Tiempo de lectura: 3 minutos

El Instrumentum laboris de la Asamblea del Sínodo de los Obispos sobre la Amazonia (6-27 de octubre) ha puesto sobre la mesa la posibilidad de ordenar como sacerdotes hombres casados, probados en virtud y fidelidad a la Iglesia. A propósito de ello, no podemos dejar de tomar en consideración –como han demostrado, entre otros, el Cardenal Alfonso M. Stickler y Christian Cochiní S.I.- que el celibato para las órdenes sagradas en la Iglesia de los primeros siglos no debe ser entendido sólo en el sentido de una prohibición de casarse, sino también en el de una continencia perfecta para los ordenados siendo ya casados, y que era lo normal.

Los documentos de los Concilios, de los Pontífices y de los Padres de los tres primeros siglos referidos al celibato-continencia son, en general, respuesta a dudas o a planteamientos que contestaban el celibato de los ministros sagrados generalmente en el sentido de no exigir a los casados la continencia perfecta tras la ordenación, como en el canon 33 del Concilio de Elvira (¿305?): “Nos ha parecido cosa buena prohibir absolutamente a los obispos, presbíteros y diáconos de tener relaciones (sexuales) con la propia mujer”. Son documentos que manifiestan la voluntad de permanecer fieles a la tradición de los “antiguos” e incluso a la tradición apostólica, cuya defensa inspirará a Pontífices, Santos Padres o Padres conciliares a oponerse a innovaciones sospechosas en esta materia.

A la luz de esos documentos, sería anacrónico hacer depender el origen del celibato de los ministros del momento en que los Concilios o los Pontífices romanos promulgan tales normas, o pensar que comenzó a practicarse cuando se promulgaron. Esos testimonios escritos de los s. III y IV reflejan una práctica más antigua y así deben ser entendidos. Por otra parte, debe distinguirse en estos primeros siglos entre “celibato-prohibición” de contraer matrimonio tras la ordenación y “celibato-continencia”, como obligación de observar la continencia perfecta quienes se casaron antes de recibir las órdenes sagradas.

La historia de la Iglesia muestra la unión profunda entre el celibato de los ministros y el lenguaje y espíritu del Evangelio. Lejos de ser una disposición de origen puramente eclesiástico, humana y susceptible de derogación, aparece como una práctica con origen en el mismo Jesús y en los Apóstoles, mucho antes de ser establecido formalmente por leyes. Jesucristo aparece como el único sacerdote del Nuevo Testamento sobre el cual todo sacerdote y ministro sacro debe modelarse, a ejemplo de los Apóstoles, primeros sacerdotes de Cristo, que dejaron “todo” para seguirle, incluida la eventual mujer.

Cuando san Pablo pide a Timoteo y a Tito escoger como guías de la Iglesia a “maridos de una sola mujer”, pretende garantizar la idoneidad de los candidatos para la práctica de la continencia perfecta, que les será pedida al imponerles las manos. La exégesis de este pasaje es autenticada por los escritos de Papas y Concilios a partir del siglo IV, que entienden la tradición anterior cada vez más claramente no sólo como prohibición de casarse de nuevo si el ordenado quedase viudo, sino también como continencia perfecta con su mujer. Por eso se encuentran testimonios pontificios y patrísticos muy antiguos que atribuyen a los Apóstoles la introducción del celibato obligatorio.

A la luz de la Tradición, ¿qué responder, entonces, a la pregunta sobre una eventual ordenación de hombres casados en la Iglesia de hoy? Según la opinión del Cardenal Stickler, no sería imposible en la medida en que les fuera exigida la continencia, como sucedía ampliamente durante el primer milenio de la Iglesia latina. Cuando, sin embargo, hoy se habla de ordenación de hombres casados se sobreentiende generalmente que les sea concedida la posibilidad de continuar la vida conyugal tras la ordenación, ignorando que tal concesión no se hacía nunca en la antigüedad cuando se ordenaba a hombres casados.

¿Se dan hoy las circunstancias para que la Iglesia latina retorne a la práctica de ordenar hombres casados, exigiéndoles la continencia? Si se piensa que la Iglesia ha tratado de reducir esas ordenaciones por los inconvenientes que comportan y ordenar sólo hombres célibes, no parece conveniente restaurar en las circunstancias actuales una práctica ya obsoleta. Nada impide la ordenación de ancianos célibes o viudos o incluso de personas casadas, si ambos cónyuges se comprometen a mantener la continencia. Es claro que la mentalidad corriente hoy no entendería esa continencia, pero éste no era el modo de pensar en las primitivas comunidades cristianas, mucho más cercanas en el tiempo a la predicación de Jesús y de los Apóstoles.

Entonces, ¿por qué la distinta disciplina de las Iglesias orientales católicas? El mismo Cardenal Stickler responde: en la Iglesia latina, el testimonio de los Padres  y las leyes de los Concilios bajo la guía del Obispo de Roma constituyen un conjunto más coherente que en los textos orientales, más oscuros y cambiantes por razones diversas: influjo de herejías como el arrianismo; falta de suficiente reacción de las jerarquías ante los abusos; ausencia de un efectivo ejercicio de vigilancia por parte de los Pontífices romanos… Por estos y otros motivos, el Oriente conoce un relajamiento de la primera disciplina, que será institucionalizado en el Concilio de Trullo o Quininsesto del año 691.

El autorCelso Morga

Arzobispo de Mérida-Badajoz.

La pena de muerte y la dignidad de la persona

10 de agosto de 2018·Tiempo de lectura: 5 minutos

«La Iglesia enseña, a la luz del Evangelio, que “la pena de muerte es inadmisible, porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona”». Esta afirmación puede leerse en la nueva redacción del Catecismo de la Iglesia Católica (n. 2267), hecha pública en estos días.

Dentro de un texto más amplio, esta nueva redacción viene acompañada también en estos días por una Carta de la Congregación para la Doctrina de la Fe y por un artículo de Mons. Rino Fisichella en el Osservatore Romano.

Se trata de un fruto del desarrollo doctrinal que ha tenido lugar en las últimas décadas referente a la conciencia de la dignidad fundamental de la persona humana, por ser creada a imagen de Dios; y en consecuencia, una profundización sobre el respeto que se debe a toda vida humana.

Concretamente, san Juan Pablo II sostuvo en 1999 que, en esta renovada perspectiva, la pena de muerte equivale a negar la dignidad humana y priva de la posibilidad de redención o enmienda; por eso es una pena «cruel e innecesaria». En esta línea se pronuncia ahora el Magisterio.

Durante mucho tiempo la pena de muerte se admitió sobre la base de la tutela o de la legítima defensa de la sociedad. En su primera edición de 1992, el Catecismo de la Iglesia Católica contemplaba la pena de muerte en el marco de las «penas proporcionadas» a la extrema gravedad de ciertos delitos. A la vez, limitaba el recurso a la pena de muerte a los casos en que no basten los medios incruentos para defender las vidas humanas contra el agresor, «porque ellos corresponden mejor a las condiciones concretas del bien común y son más conformes con la dignidad de la persona humana».

En su edición típica u oficial de 1997, el Catecismo avanzaba en este argumento poniendo la condición de que fuera «el único camino posible». Añadía que hoy día el Estado tiene más posibilidades para perseguir eficazmente el crimen, sin necesidad de privar al criminal de la posibilidad de redimirse; por lo que los casos en que sea necesario aplicar la pena de muerte, si se dan, esto ocurre rara vez.

Ahora asistimos a un paso más en el desarrollo doctrinal sobre esta cuestión, hasta declarar que hoy la Iglesia considera que la pena de muerte es contraria a la dignidad humana y, por tanto, inadmisible.

La Carta de la Congregación para la Doctrina de la Fe señala los tres importantes argumentos en los que se apoya la nueva redacción del Catecismo en ese punto: 1) la dignidad humana fundamental, precisamente por vincularse a la imagen de Dios que el hombre posee en su ser, «no se pierde ni siquiera después de haber cometido crímenes muy graves»; 2) las sanciones penales «deben estar orientadas ante todo a la rehabilitación y reinserción social del criminal»; 3) «se han llevado a cabo sistemas de detención más eficaces, que garantizan la necesaria defensa de los ciudadanos».

Concluye ahora el Catecismo: respecto a la pena de muerte: «la Iglesia (…) se compromete con determinación a su abolición en todo el mundo».

Caben algunas reflexiones sobre tres aspectos.

  1. En primer lugar, es de notar que se trata de la dignidad fundamental del hombre, que no depende de la opinión ni de la decisión de algunos o de muchos, y que nunca se pierde, aun en el caso de un gran criminal. De ahí que toda persona tiene valor en sí misma (no puede ser tratada como un simple medio u “objeto”) y merece respeto por sí misma (no porque lo diga una ley), desde el primer instante de su concepción hasta su muerte natural.

¿En qué se fundamenta ese «valor absoluto» de la persona? Desde antiguo se distingue a la persona por su espíritu, por su «alma espiritual», entre los demás seres del universo. También por su especial relación con la divinidad. La Biblia confirma que el hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios. Y el cristianismo concreta que toda persona está llamada a recibir una participación de la filiación divina en Cristo. Quienes no reconocen la existencia de un Ser Supremo tienen más dificultades en fundamentar la dignidad humana. Y la experiencia histórica muestra que no es buena experiencia dejar que algunos o muchos decidan si alguien tiene o no dignidad humana.

Otra cosa es la dignidad moral, que alguien puede perder, o en la que puede disminuir, si hace algo indigno de una persona. En el plano de la dignidad fundamental, no hay personas indignas. En el plano moral, hay personas que se hacen indignas al pisotear la dignidad de los demás. La dignidad moral crece cada vez que una persona actúa bien: dando lo mejor de sí misma, amando, convirtiendo su vida en un don para los demás.

  1. En segundo lugar, a algunos les puede parecer excesivo el adjetivo inadmisible, que emplea el Papa Francisco y que recoge la nueva redacción del Catecismo. La referencia está tomada de su discurso con motivo del XXV aniversario del Catecismo de la Iglesia Católica. El contexto de ese discurso se podría explicar así: hoy hemos llegado a una renovada reflexión a la luz del Evangelio, no solo a la luz de la ética natural en la que se basa el argumento de la legítima defensa. El Evangelio ayuda a comprender mejor el orden de la Creación que el Hijo de Dios ha asumido, purificado y llevado a plenitud, contemplando las actitudes de Jesús ante las personas: su misericordia y su paciencia con los pecadores, a quienes siempre les da la posibilidad de la conversión. Y así, tras este proceso de discernimiento también doctrinal, hoy la Iglesia enseña que la pena de muerte es inadmisible porque ha llegado a la conclusión de que es contraria a la dignidad fundamental de cada persona, que nunca se pierde aunque se cometa un gran crimen.

La carta de la Congregación de la fe observa que sigue en pie el deber de la autoridad pública de defender la vida de los ciudadanos (cf. los puntos anteriores del Catecismo nn. 2265 y 2266), teniendo además en cuenta las actuales circunstancias (la nueva comprensión de las sanciones penales y la mejora en la eficacia de la defensa) como señala la actualizada redacción del n. 2267.

Al mismo tiempo, la nueva redacción se presenta como un «impulso para un compromiso firme» que conduzca a poner los medios, incluido el diálogo con las autoridades políticas, para que se reconozca «la dignidad de cada vida humana» y se acabe eliminando la institución jurídica de la pena de muerte allá donde todavía esté en vigor.

  1. Por último, cabe apuntar, como lo hace Mons. Rino Fisichella –presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización– en su artículo publicado en el Osservatore Romano (2-VIII-2018), que estamos ante «un paso decisivo en la promoción de la dignidad de cada persona». Se trata, a su juicio, de un verdadero progreso –desarrollo armónico en la continuidad– en la comprensión de la doctrina sobre el tema, «que ha madurado hasta hacer comprender la insostenibilidad de la pena de muerte en nuestros días».

Evocando el discurso de apertura de san Juan XXIII en el Concilio Vaticano II, el arzobispo Fisichella escribe que el depósito de la fe debe expresarse de modo que pueda comprenderse en los distintos tiempos y lugares. Y la Iglesia debe anunciar la fe de modo que lleve a todos los creyentes a la responsabilidad por la transformación del mundo en la dirección del auténtico bien.

Así es, en efecto. Al señalar el papel del Catecismo de la Iglesia Católica, la bula que lo promulga en 1992 apuntaba que «debe tener en cuenta las aclaraciones de la doctrina que en el curso de los tiempos el Espíritu Santo ha sugerido a la Iglesia». Y añadía: «Es necesario además que ayude a iluminar con la luz de la fe las situaciones nuevas y los problemas que en el pasado aún no habían surgido» (Const. ap. Fidei depositum, 3).

En la misma línea se manifestaba el Papa Francisco en el discurso citado por el punto del Catecismo cuya nueva redacción nos ocupa: «No es suficiente, pues, encontrar un lenguaje nuevo para decir la fe de siempre; es necesario y urgente que, ante los nuevos desafíos y perspectivas que se abren para la humanidad, la Iglesia pueda expresar las novedades del Evangelio de Cristo que, aunque estén en la Palabra de Dios, aún no han salido a la luz» (Francisco, Discurso en el XXV Aniversario del Catecismo de la Iglesia Católica, 11-X-2017: L’Osservatore Romano, 13-X-2017).

No es, en suma, cuestión de meras palabras, sino de fidelidad –la auténtica fidelidad es una fidelidad dinámica– al mensaje del Evangelio. Una fidelidad que sobre la base de la razón y por tanto de la ética, desea transmitir y anunciar la doctrina cristiana a partir de la contemplación de la Persona, de la vida y de las enseñanzas de Jesucristo.

El autorRamiro Pellitero

Licenciado en Medicina y cirugía por la Universidad de Santiago de Compostela. Profesor de Eclesiología y de Teología pastoral en el departamento de Teología sistemática de la Universidad de Navarra.

Actualidad

Eliminar el dolor y el sufrimiento, no la vida

El dolor y el sufrimiento son el verdadero enemigo a eliminar y no la vida de quienes los padecen. En numerosas ocasiones se nos muestra como una solución compasiva y como una petición libre de quien no quiere sufrir más.

José Luis Méndez·5 de julio de 2018·Tiempo de lectura: 3 minutos

En nuestra sociedad hay una gran sensibilidad ante las situaciones que nos pueden producir dolor o cualquier forma de sufrimiento. Y esto es algo natural, porque el hombre ha sido creado para la felicidad.

Está de algún modo en nuestros “genes” ese deseo de un gozo pleno y para siempre, algo que nos abre a situarnos más allá de las dimensiones de nuestra existencia terrena y nos pone en la perspectiva de la eternidad, de participar del gozo y la alegría del único Eterno, Dios, quien es la fuente de ese deseo y quien nos invita a participar de su vida. Esta llamada a la vida plena en Dios, pone de manifiesto el gran valor de la vida humana en esta tierra, porque es condición básica de esa vocación a la plenitud en la eternidad; por tanto, esta vocación nos invita, igualmente, a cuidar toda vida humana, al tiempo que nos descubre cómo la vida biológica es realidad penúltima y no última (cfr. san Juan Pablo II, encíclica El Evangelio de la vida, 2).

Llamada a la plenitud

La llamada a esa plenitud de vida es como la fuente de ese deseo. Sin embargo, la experiencia nos pone cada día ante el dolor y el sufrimiento. Es, pues, una plenitud que esperamos alcanzar; pero en nuestra situación terrena, hasta alcanzar esa Gloria, el dolor y el sufrimiento formarán parte de nuestra vida. Ciertamente, “debemos hacer todo lo posible para superar el sufrimiento, pero extirparlo del mundo por completo no está en nuestras manos, simplemente porque no podemos desprendernos de nuestra limitación, y porque ninguno de nosotros es capaz de eliminar el poder del mal, de la culpa, que es una fuente continua de sufrimiento” (Benedicto XVI, encíclica Spe Salvi, 3).

La importancia de la vida humana

Todo esto nos lleva a descubrir la gran importancia de custodiar toda vida humana con independencia de edad, condiciones de salud, socioeconómicas…, sin “descartar” a nadie. Es más, nos impone tener un especial cuidado con aquellas personas más frágiles y vulnerables.
Ciertamente, en no pocas ocasiones, desde la ciencia biomédica no se puede proponer la curación, pero siempre podemos cuidar. La cultura de la eficiencia en la que estamos sumergidos busca ante todo ser resolutiva, dar soluciones rápidas y sencillas. Y cuando no se consiguen se da una cierta frustración, porque el objetivo único es curar. La cultura de los cuidados, en este sentido, es un desafío, porque no se propone curar lo que no tiene cura, y además, requiere la paciencia de acompañar sin grandes resultados, compartiendo en parte el sufrimiento. Es muy importante “entrar” en esta lógica de los cuidados, porque así ninguna vida deja de ser valiosa, cada individuo es importante y merecedor de nuestro cariño y cuidado. Lo contrario termina por generar una mentalidad que nos lleva a desentendernos de los más débiles; nos introduce en la lógica, con palabras del Papa Francisco, del descarte, y lleva a marginar la vida de las personas en situación de especial fragilidad, además de construir una sociedad más individualista, en la que paradójicamente la vida de los individuos acaba juzgándose como no valiosa.

Hay alternativas

Urge en nuestro tiempo suscitar una mentalidad que nos permita reconocer el derecho a ser cuidados hasta el final natural de la vida, frente a la creciente mentalidad pragmática de eliminar al que sufre y no luchar por eliminar el sufrimiento. Reconocer la dignidad del otro hace que se me hagan evidentes sus derechos. El derecho es al cuidado, al acompañamiento, particularmente cuando la persona padece una enfermedad incurable y que ocasionará su muerte en un tiempo relativamente breve.

Hoy la ciencia médica, con las Unidades del Dolor y los Cuidados Paliativos, cuenta con los recursos para calmar el dolor hasta límites tolerables o eliminarlo totalmente. Esto se puede realizar incluso en el propio domicilio, permitiendo que la muerte sobrevenga sin estar en la soledad de un hospital. Es, por tanto, posible morir de un modo más acorde con la dignidad de la persona humana, acompañado por el cariño de los familiares y amigos, con la necesaria atención a las necesidades espirituales y, cuando sea el caso, con la atención religiosa. En este sentido, el derecho a promover y custodiar es el de recibir estos Cuidados Paliativos. En España, se estima, que mueren más de 50.000 personas sin esta atención y, por lo tanto, con dolores y sufrimiento evitables, que podrían aliviarse sin especiales dificultades.

El verdadero “enemigo a eliminar’” es el sufrimiento y el dolor, no la vida de quienes lo padecen. No pocas veces se nos presenta la eutanasia (provocar la muerte directamente) como una solución llena de compasión y como una petición libre de quien no quiere sufrir más. Sin embargo, la decisión será más libre cuanto menos esté condicionada por una situación de sufrimiento. Primero será necesario eliminar ese sufrimiento, para ayudar al ejercicio de la libertad de las personas afectadas dolores intolerables o cuando la situación vital suponga una gran ansiedad, angustia, temor… La experiencia de muchos profesionales de la salud constata cómo, una vez se han controlado esos síntomas, las personas cambian su decisión de recibir la eutanasia.

El autorJosé Luis Méndez

Director del departamento de la Salud de la Conferencia Episcopal Española

Reverendo SOS

Obras en los templos

Sin una preparación específica, los sacerdotes han de enfrentarse con las ímprobas necesidades del mantenimiento de los templos y de los locales parroquiales.

Manuel Blanco·4 de julio de 2018·Tiempo de lectura: 3 minutos

Existe un “título” eclesiástico denominado “administrador”, cuyo amplio significado cobra cierto matiz de sorna, y a la vez de preocupación, cuando lo referimos a los inmuebles con los que lidiar. El tema de las obras ha provocado en los párrocos muchas canas, alopecias y necrosis neuronales. Conste que algunos se entusiasman cual “Rambo” acorralado: con las licencias y permisos de edificación; escribiendo a las administraciones públicas; con cuestaciones vecinales; catalogando bienes; inventariando; pidiendo créditos; tomando “Almax”…

El Señor le encargó a san Francisco: “Repara mi Iglesia”. Cuando lo referimos, literalmente, a los edificios, la adrenalina comienza a trabajar. A veces paraliza y a veces activa el ingenio. Gruñía (rosmaba, se dice en mi tierra) a sus feligreses algún cura mayor: “¡Claro, para las fiestas, no les importa pagar 100 euros cada uno, pero para arreglar la iglesia, nada de nada! ¡Los billetes no vienen a Misa!”. Porque la fe no queda excluida de las obras eclesiales. ¡En cuántas ocasiones la Iglesia ha tenido que lanzarse, con gran carencia de recursos, a construir, arreglar, promover, etc., etc.! “Si está de Dios, saldrá”, afirman los mayores con absoluta convicción.

Pero ser un cura “edificante” da vértigo. Sin olvidar lo más importante, el motivo principal de cualquier tarea: el cuidado pastoral de las almas, las verdaderas piedras vivas. Valorar si las piezas de aluminio darán resultado. Presupuestar con varios albañiles. Apurar al carpintero, porque su carga de trabajo ha retrasado la ejecución de la restauración prevista. El electricista, que ha presentado un nuevo proyecto, más caro, desde luego, pero con un sistema mucho más moderno. La dichosa pintura al silicato… Decidirse cuesta. “En el mundo feudal todo era más sencillo”, declaró al funcionario el sacerdote, después de recabar una docena de permisos eclesiásticos, municipales, de patrimonio, de asociaciones, etc.

Los sacerdotes saben que han de ir por el “conducto reglamentario” en sus reformas y construcciones. Son buenos pagadores, pero las ocupaciones les saturan. “En 20 años crío yo las malvas, señor Ecónomo”. Así se quejaba un párroco en las oficinas de la Curia, a propósito de la duración del crédito que le proponían. Porque las fricciones también se producen dentro de casa a la hora de negociar. ¡Y bendito el sacerdote que encuentra una persona en la parroquia con la capacidad y tiempo para ayudarle con las obras! Dos tipos de seres humanos dificultan el buen término de las obras. Les encomendamos: por un lado, la figura del “denunciante”; por enfado, desacuerdo, ofensa o deseo de figurar, pone trabas una y otra vez. Y, por otra parte, el “tacañón”; cítese el caso extremo de quien, viendo la Santa Misa por televisión, cambia de canal en el momento de la colecta.

Existen motivos de seria preocupación en distintos lugares del mundo acerca del futuro de los bienes eclesiásticos: ¿será posible sostener el patrimonio de las parroquias, especialmente las más humildes en población o recursos? Los católicos mantenemos un idilio muy especial con la Providencia. Las malas lenguas lo razonan del siguiente modo: “Es evidente que Dios asiste a su Iglesia ya que, a pesar del humano empeño en tumbarla, todavía se mantiene en pie...”. Ningún hombre o mujer de fe permanece atado a una construcción material. Pero siente deseos de cuidar el legado recibido.

Parece razonable desprenderse de algunos “lastres” como fincas e inmuebles improductivos. Generan gastos de mantenimiento, como las limpiezas de maleza, y peligros, como los riesgos de incendio o derrumbe. Crece el deseo, incluso, de recuperar el genuino espíritu evangélico de austeridad y pobreza en los creyentes. Pero cabe también el “micro-mecenazgo”, esos pequeños créditos y ayudas para conservar la rica herencia de fe que nos confiaron nuestros antepasados. Dicen que unas lonchas de fiambre y un poco de pan construyen un bocadillo para matar el hambre; pero en el día a día, buscamos alimentarnos mejor. Del mismo modo, Dios no necesita estructuras para escuchar a sus hijos, pero sabe que nuestra dignidad crece a medida que sacamos adelante obras bien hechas con las que edificar el hogar de su Iglesia.

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Teología del siglo XX

A los 50 años de Medellín

El 24 de agosto de 1968, el Papa Pablo VI inauguró en Medellín la segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, que constituiría un hito en la reflexión de las Iglesias locales latinoamericanas sobre su propia evangelización.

Juan Luis Lorda·2 de julio de 2018·Tiempo de lectura: 8 minutos

Existía ya una antigua tradición conciliar, desde los primeros pasos de la evangelización americana.

Las Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano y el Celam

Además, en 1899 en el Colegio Pío Latino Americano de Roma, se desarrolló un Concilio Plenario de América Latina (1899) para estudiar los problemas pastorales. Fue una experiencia interesante con éxito moderado. En 1955, la Santa Sede animó la celebración de otra Conferencia General del episcopado latinoamericano, que tuvo lugar en Río de Janeiro (1955). La asamblea consiguió convocar a unos 350 representantes de diócesis y otras estructuras eclesiásticas. Y fue un éxito: se constató lo común de muchos problemas, se compartieron experiencias evangelizadoras, se vivió una notable experiencia de comunión.

Surgió entonces la idea de crear una estructura estable que permitiera estudiar los temas y convocar reuniones periódicas. Contó con el apoyo de la Santa Sede y así nació el CELAM, Consejo Episcopal Latinoamericano, con sede en Bogotá (1955). No se trataba de una estructura jurisdiccional, como las conferencias episcopales, sino de un organismo de coordinación y asesoramiento. Después de la conferencia de Río de Janeiro (1955), se convocaron conferencias generales en Medellín (1968), Puebla de los Ángeles (1979), Santo Domingo (1992) y en el santuario brasileño de la Aparecida (2007). Forman un cuerpo de reflexión muy importante para la Iglesia en los países latinoamericanos y también para la Iglesia universal.

Tres grandes valores

Con distintos acentos, todas las asambleas tuvieron siempre en cuenta las características comunes del catolicismo en Latinoamérica, que se pueden resumir en tres grandes valores y en tres grandes problemas, que por eso mismo, son también tres grandes retos.

El primer valor es que la fe cristiana es la raíz cultural principal de la mayor parte de las naciones. Tienen una fuerte identidad católica. Y esa fe ha impregnado e impregna profundamente la visión del mundo y del ser humano, las pautas del comportamiento moral, los ritmos y las fiestas de la vida social. Y fundamenta un respeto grande hacia la Iglesia, a pesar de las tensiones que tuvieron lugar con los gobiernos liberales, en el pasado, y con los progresistas en el presente. La Iglesia está muy enraizada en el pueblo y esa categoría, bastante difuminada en Europa, es muy importante en Latinoamérica.

En segundo lugar, la evangelización llegó hasta los lugares más recónditos y hasta las gentes más sencillas. Realmente, los pobres fueron evangelizados, aunque quedaran bolsas de población dispersas sin evangelizar o menos evangelizadas. Esto se hizo con la entrega abnegada de muchísimos evangelizadores y con mucho empeño e ingenio en crear y traducir catecismos a las lenguas indígenas. Es una proeza cristiana comparable a la antigua evangelización europea, incluso mayor por ser tan dilatada. Ese esfuerzo evangelizador ha permanecido en muchas Iglesias locales, ha sido bellamente renovado en Aparecida. La Iglesia en Latinoamérica se siente en misión evangelizadora.

Como resultado hay una fuerte y alegre piedad popular que es un gran valor de la fe en casi todos los países latinoamericanos. La fe acompaña los principales hitos de la vida personal y social con una piedad honda, alegre y festiva. La piedad popular ha sido y es un gran factor de evangelización, sobre todo entre los estratos de población más estables y tradicionales. Así ha sido reconocido valorado e impulsado en las asambleas del CELAM, de la primera a la última. Aunque también se reconoce crecientemente el reto que supone evangelizar a las élites de la cultura en su propio campo: las ciencias, las humanidades, la política, las artes.

Tres grandes problemas y retos

El primer problema crónico de las naciones latinoamericanas ha sido la escasez de clero, y, como consecuencia, de estructuras formativas. En mucha parte se debe a que la mayor parte del clero, durante la época colonial, procedía de la metrópoli. Y a que se decidió no ordenar clero indígena. El problema se agudizó al llegar la independencia. Y se mitigó favoreciendo la llegada de clero extranjero.

Esta tendencia ha cambiado en muchas naciones en los últimos decenios, especialmente en México y, muy notablemente, en Colombia, que se ha convertido en un gran foco de vocaciones misioneras. Se han desarrollado también seminarios y facultades que ya gozan de gran desarrollo y solera. Sería muy bonito contar bien esta historia. El problema de la escasez de clero, sobre todo en zonas rurales, tuvo como efecto positivo el desarrollo en muchos lugares de una estructura de “catequistas” o responsables laicos del mantenimiento de la vida de la Iglesia en muchas comunidades y pueblos. Institución muy estable y con mucho arraigo en zonas rurales.

El segundo reto es la competencia protestante. Al terminar el régimen colonial, y establecerse legislaciones liberales, se admitió, en distinto grado, la libertad de cultos. Y eso dio lugar a la aparición de una presencia protestante urbana, que creció lentamente. Desde mediados del siglo XX, el proceso descolonizador de las naciones africanas hizo que el esfuerzo evangelizador protestante americano (junto con la presencia política) se volcara hacia el sur. Además de desarrollarse las denominaciones protestantes de los Estados Unidos, en dependencia de su origen, se desarrollaron también iglesias pentecostales, carismáticas o evangelistas independientes que dependen sencillamente de la iniciativa de un pastor, y que tienen un tono sentimental, que llega bien a la población sencilla. Este modelo se ha difundido con éxito por toda Latinoamérica y es una presencia creciente; a veces, beligerante con el catolicismo, que consideran herético y pervertido, según la tradición luterana. Esto sucede más en las iglesias independientes, que suelen ser también menos cultas. Da lugar a mucha confusión y a veces a ataques propagandísticos directos, y es una preocupación creciente de los pastores latinoamericanos.

En tercer lugar están los desequilibrios en el desarrollo y la pobreza. En muchas naciones americanas, se observan estratos de población que apenas han llegado a gozar de las ventajas del progreso. A comienzos del siglo XX afectaba a amplios sectores de poblaciones campesinas, generalmente con un fuerte componente indígena o, en algunos casos, descendientes de esclavos africanos. En el curso del siglo XX, se generó otra inmensa bolsa de pobreza, muchas veces miseria, en las barriadas de chabolas que rodean las megalópolis americanas: México, Bogotá, Buenos Aires, Río de Janeiro… Se formaron por los éxodos masivos debidos a las mejores expectativas de vida, muchas veces ilusorias, por la guerra y violencia terrorista en el campo; y también por el aumento de la población, al mejorar en medio de todo las condiciones sanitarias. Son inmensas poblaciones desarraigadas con fenómenos de marginación, violencia y tráfico de droga. Y contrastan mucho con el alto standing y los hábitos consumistas del estrato “VIP” de la población.

Estas desigualdades tan patentes y cercanas han golpeado la conciencia cristiana de los pastores y de personas sensibles. ¿Cómo se pueden tolerar diferencias sociales tan agudas en naciones cristianas? ¿Qué se puede hacer? 

Tiempos complejos

Fidel Castro tomó el poder en Cuba el 1 de enero de 1959. Contaba con el apoyo de muchos cristianos y también, matizadamente, del arzobispo de Santiago (Pérez Serantes). Vale la pena leer, por cierto, el estudio que hizo Ignacio Uría, Iglesia y revolución en Cuba. Castro derribó una dictadura corrupta, pero la pronta deriva comunista y totalitaria del régimen defraudó las esperanzas cristianas, y su aproximación a la Unión Soviética convirtió a Cuba en una lanzadera de propaganda comunista para toda Latinoamérica, y alarmó a los Estados Unidos que comenzaron a interferir mucho más en todos los aspectos de la vida política y cultural.

El posconcilio resultó distinto en las naciones americanas que en las europeas, por la primacía de las cuestiones pastorales sobre las litúrgicas o doctrinales, y la fuerza de las tradiciones y piedad popular, que absorbían gran parte del trabajo pastoral. El impacto de mayo 68 fue también menor, porque había menos sacerdotes jóvenes.

En cambio, la cuestión de la pobreza y del desarrollo se colocaron sobre la mesa con una urgencia insoslayable. De una parte, estaba la flagrante realidad, que hería las conciencias. Problemas tan inmensos no se podían abordar con una política tradicional, tantas veces lenta, corrupta e ineficaz. Se necesitaban medios de otro orden, mucho más poderosos y radicales.

Nuevas tensiones

En ese contexto, la expansión ubicua del pensamiento marxista proporcionó un análisis rápido y simplista de las causas y de las soluciones, y mostraba al alcance de la mano una nueva sociedad igualitaria. Solo había que pasar por la purificación revolucionaria, que ya estaba en marcha en muchos lugares. Invitaba a lanzarse por los fines aunque no estuviese siempre clara la licitud de los medios: la violencia, además de una notable manipulación de la vida cristiana. Pero existía ya una tradición teológica sobre la legitimidad cristiana de la revolución e incluso del tiranicidio (Padre Mariana). En realidad, la mezcla de simplismo, utopía, violencia y manipulación no podía salir bien, pero entonces era difícil verlo. Lo ocultaba la esperanza y el misticismo revolucionarios.

Toda la Iglesia latinoamericana, pero especialmente los sectores más sensibles y más jóvenes, sintieron el tirón: el patetismo de los problemas y la ilusión de soluciones revolucionarias, rápidas y radicales. En unas Iglesias bastante tradicionales y de costumbres muy arraigadas, emergieron de repente y con fuerza cuatro fenómenos distintos pero emparentados: las comunidades de base, los cristianos para el socialismo, los curas revolucionarios, y en ese clima surgieron también las distintas versiones de la Teología de la Liberación, tantas como teólogos: Leonardo y Clodovis Boff, Gustavo Gutiérrez, Ignacio Ellacuría, Juan Luis Segundo; también la teología argentina del Pueblo de Lucio Gera. Seguirían caminos distintos en unos casos para radicalizarse (Leonardo Boff) y en otros para matizarse en la medida en que ganaban experiencia. Pero parte importante de la cruda realidad era la pobreza que estaba delante de los ojos. Esto no se puede olvidar.

La Conferencia General de Medellín (1968)

Cuando se convocó la Conferencia General de Medellín, todo este mundo bullía y estará presente en el subsuelo de la conferencia, provocando tensiones, pero también análisis certeros y esfuerzos felices de equilibrio, que también fueron discernimiento.

Propiamente la conferencia surgió en el contexto del Concilio Vaticano II, cuando el episcopado latinoamericano que se había reunido durante las sesiones conciliares quiso pensar la aplicación del Concilio a las circunstancias de las naciones latinoamericanas. El documento preparatorio estaba muy inspirado en Gaudium et spes, pero también en Mater et Magistra de Juan XXIII, y en Populorum progresio de Pablo VI. Y lo mismo sucedería con las conclusiones.

Se hizo coincidir la convocatoria con el XXXIX Congreso Eucarístico Internacional, en Bogotá. Asistieron 137 obispos y 112 delegados, representantes de todas las naciones presentes en el CELAM. Era entonces Secretario General, Mons. Eduardo Pironio, que más tarde sería presidente y que llevó adelante eficazmente los trabajos. Este obispo argentino está en proceso de beatificación.

Los resultados

Siempre es difícil hacer un juicio de conjunto de los grandes documentos de la Iglesia. ¿Por qué criterio te guías? ¿Por lo que resulta más novedoso? ¿Por lo que ha tenido mayor impacto o ha sido más repetido? También cabe la tentación de hacer una cabriola hermenéutica como la que se hizo con el propio Concilio, que es sustituir la letra de los documentos del Concilio por el espíritu del Concilio. Cabe también sustituir la letra de Medellín por el espíritu de Medellín, pero esto suele suponer que se sustituye lo que dice el documento que todos votaron por el espíritu del que hace la hermenéutica.

Medellín trabajó sobre dieciséis áreas, que aparecen reflejadas en sus capítulos. Y se pueden dividir en tres áreas. La primera se refiere a la promoción humana: sobre la justicia y la paz, la familia y la demografía, la educación y la juventud; la segunda área, a la evangelización y el crecimiento de la fe: con la reflexión sobre la pastoral de las élites culturales, artística o políticas, de la catequesis y de la liturgia; y la tercera área se refería a las estructuras de la Iglesia, con la misión que corresponde a cada protagonista; trata de los movimientos de laicos, los sacerdotes y religiosos y su formación, la pobreza de la Iglesia, la pastoral de conjunto y los medios de comunicación social. El documento refleja en todas sus partes los valores y también esos problemas que se convierten en retos. Un hito en la reflexión que va de Río de Janeiro a Aparecida.

Para documentarse mejor

Este artículo debe mucho a los trabajos del profesor  Josep-Ignasi Saranyana y de la profesora Carmen Alejos. Además de muchos artículos se debe mencionar la monumental Teología en América Latina, de la que afecta a este artículo el volumen cuarto. Y la sintética obra del profesor Saranyana, Breve historia de la teología en América Latina, que tiene páginas muy logradas y originales sobre los últimos decenios del siglo XX. Es muy oportuno recordarlo porque estos temas suelen ser muy ignorados por falta de información sintetizada. Pero afecta a un aparte muy importante de la Iglesia católica y están muy vivos. Por eso, merecen ser recogidos y estudiados como parte relevante de la teología del siglo XX.

Experiencias

Claves para una propuesta pastoral sobre la santidad

Ramiro Pellitero·2 de julio de 2018·Tiempo de lectura: < 1 minuto

En la exhortación apostólica Gaudete et Exsutalte, el Papa Francisco ha recordado la llamada a la santidad y señalado el modo de acogerla en el mundo actual. Ahora bien, ¿cómo ha de proponerse ese objetivo? A la luz de ese documento, el profesor Ramiro Pellitero examina la claves para una propuesta pastoral de la santidad.

Texto – Ramiro Pellitero

Una lectura atenta de la exhortación apostólica Gaudete et exsultate (19-III-2018, GE) permite extraer algunas claves para la propuesta pastoral sobre la santidad en el mundo actual.

Visión general: el objetivo y el mensaje

Un primer elemento es el objetivo que se propone. El Papa declara que no es “un tratado sobre la santidad” (n. 2), sino que humildemente pretende “hacer resonar una vez más la llamada a la santidad”, lo que tiene que ver más bien con una catequesis (hacerse eco de la fe cristiana). Y una indicación sobre el modo o la forma: “procurando encarnarlo en el contexto actual, con sus riesgos, desafíos y oportunidades”, lo que corresponde al género de una teología pastoral o evangelizadora.

—Qué es la santidad

Vayamos al mensaje: la santidad. La santidad se presenta aquí de muchas formas: como llamada (lo que figura en el título) o vocación, como camino (término que aparece más de 40 veces en el documento, con frecuencia unido al de santidad) y como acción del Espíritu Santo (que ilumina y guía, da vida e impulsa, enciende y fortalece con su gracia especialmente a los cristianos) en la Iglesia y en el mundo.

Actualidad

Humanae Vitae, profética cincuenta años después

Omnes·2 de julio de 2018·Tiempo de lectura: 10 minutos

Se cumplen 50 años de la encíclica Humanae Vitae, publicada por el beato Pablo VI el 25 de julio de 1968. El Papa trató sobre el amor y la sexualidad en el matrimonio, y anunció con visión profética consecuencias si se desnaturalizaba el amor conyugal, al separar las dimensiones unitiva y procreadora.

Texto – Stéphane Seminckx, Bruselas
Doctor en Medicina por la Universidad de Lovaina y en Teología Moral por la Universidad de la Santa Cruz

Todos soñamos con un gran amor. Todos aspiramos al ideal de fundar una familia unida (o de responder a la llamada de Dios con el don total del celibato). Todos pensamos que ahí se encuentra la clave de la felicidad. Pero, como dice el Papa Francisco en Amoris laetitia, “la palabra ‘amor’, una de las más utilizadas, aparece muchas veces desfigurada” (89). Muchas personas hablan del amor sin saber bien de qué se trata. Por eso es esencial hacerse una idea verdadera del amor, por la experiencia y también por la oración y la reflexión.

No decía otra cosa la encíclica Humanae Vitae, publicada en 1968 por el Papa Pablo VI, cuando en su n. 9 afirmaba que “es de suma importancia tener una idea exacta del amor conyugal”. No podemos malograr nuestra vida -o hipotecar el porvenir de las personas que nos han sido confiadas- equivocándonos sobre el amor verdadero: “Engañarse a sí mismo en el amor es lo más espantoso que puede ocurrir, constituye una pérdida eterna, de la que no se compensa uno ni en el tiempo ni en la eternidad” (Sören Kierkegaard).

Mensaje actual

Por este motivo, cincuenta años después, el mensaje de Humanae Vitae sigue siendo muy actual. Esta encíclica no trata simplemente de la contracepción; es sobre todo la ocasión para afirmar de manera decisiva la grandeza sublime del amor humano, imagen y semejanza del Amor divino. En el momento de su aparición, este documento suscitó una larga serie de debates y numerosas tensiones. En muchos cristianos ocasionó perplejidad e incomprensión. Algunos rompieron entonces con la Iglesia: ya sea porque rechazaban explícitamente su enseñanza, porque abandonaron la práctica religiosa, o porque intentaron vivir la fe de espaldas a la Iglesia.
Desde entonces, ha pasado mucha agua bajo los puentes. Los espíritus se han calmado, a menudo pagando el precio de la indiferencia. Hoy se puede examinar la cuestión con más serenidad y, a mi juicio, tenemos el deber de hacerlo: está en juego la coherencia de nuestra vocación humana y cristiana.

El Papa Francisco nos invita a hacerlo cuando habla de “redescubrir el mensaje de la encíclica Humanae Vitae de Pablo VI” (Amoris laetitia, 82 y 222). San Juan Pablo II había animado ya a los teólogos a “profundizar en las razones de esta enseñanza [de la Humanae Vitae] que es uno de los deberes más urgentes para quien está comprometido en la enseñanza de la ética o en la pastoral familiar. De hecho, no es suficiente proponer fiel e íntegramente esta enseñanza, sino que es necesario que se muestren también sus razones más profundas” (Discurso, 17-09-1983).

Esta profundización es particularmente necesaria ya que la ideología del free sex (sexo libre) nacida en esos mismos años 1960, no parece haber liberado la sexualidad. Un número creciente de mujeres están cansadas de la píldora y de sus muchos efectos secundarios en su cuerpo y su psiquismo. Ven cada vez más la contracepción como une imposición del mundo masculino.

Contraconcepción

A escala de las relaciones internacionales, el control de los nacimientos se ha convertido en un arma en manos de los países ricos, que lo imponen a las naciones desfavorecidas a cambio de su ayuda económica. Al mismo tiempo, en esos mismos países desarrollados, profundamente marcados por la mentalidad contraceptiva, la demografía conoce una caída dramática, que pone a Occidente frente a inmensos desafíos. En fin, muchos moralistas piensan que el “lenguaje contraceptivo” falsea la comunicación entre los esposos hasta el punto de fomentar la explosión del número de divorcios.

Paralelamente a esta evolución, desde 1968, muchos filósofos y teólogos han trabajado en una mejor comprensión de la doctrina de Humanae Vitae. Por otra parte, el magisterio de san Juan Pablo II ha constituido una contribución esencial a esta reflexión, y también han contribuido Benedicto XVI y Francisco.

¿Por qué reacciones tan vivas?

La acogida mitigada que tuvo Humanae Vitae se explica en parte por el contexto histórico en que apareció la encíclica. La Iglesia se encontraba entonces en el comienzo del periodo que se llamó posconciliar. La sociedad civil atravesaba la época revuelta de mayo del 68, y el mundo vivía en la psicosis de la superpoblación.

El documento se había hecho esperar. Sus recomendaciones recusaban las conclusiones de un grupo de especialistas renombrados (el grupo llamado “de la mayoría”, que se separó del resto de la Comisión pontificia para los problemas de la familia, la natalidad y la población, creada por san Juan XXIII en 1962), cuyo informe sería objeto de una filtración a muchos periódicos en abril de 1967.

Pero ese contexto no explica todo. Es sobre todo la problemática abordada por Humanae Vitae lo que está en cuestión. Pues se trata de asuntos fundamentales que conciernen a cada uno: el amor humano, la significación de la sexualidad, el sentido de la libertad y de la moral, el matrimonio.

En la Iglesia, la contracepción es reprobada desde los primeros siglos del cristianismo (en la encíclica Casti Connubii, de 1930, Pío XI habla de “una doctrina cristiana transmitida desde el origen y nunca interrumpida”). Sin embargo, hasta finales de los años 1950, se había identificado siempre -de forma más o menos confusa- con el onanismo (coitus interruptus) o con los medios mecánicos que impiden el desarrollo normal del acto sexual (preservativo, diafragma, etc.). Pues los progestágenos, descubiertos en 1956, hacen infecunda a la mujer sin interferir -al menos aparentemente- en el desarrollo del acto sexual. Considerado desde el exterior, un acto sexual realizado con o sin la píldora es exactamente el mismo.

La cuestión precisa que se planteaba en 1968 era la siguiente: ¿merece la píldora que se la llame “contracepción”? Para un cierto número de teólogos, la respuesta era y sigue siendo negativa, porque la píldora no perturba el acto conyugal en su desarrollo “natural”. Más aún, ven en la contracepción hormonal una confirmación de la dignidad humana, llamada a sacar partido de las leyes de la “naturaleza” por medio de su inteligencia. ¿Pero qué significan “natural” y “naturaleza” cuando se habla de la persona humana?

¿Qué ha cambiado desde 1968?

El beato Pablo VI escribió una encíclica bastante corta, cuyo contenido está centrado sobre una especie de axioma, que reposa sobre un simple hecho: por su naturaleza, por la voluntad del Creador, el acto conyugal posee una dimensión unitiva y una dimensión procreadora, que no se pueden separar. Como todo axioma, éste no es objeto de una demostración. Los argumentos que lo sustentan llegarán más tarde, esencialmente durante el pontificado de san Juan Pablo II.

Se ha dicho a menudo que Humanae Vitae era un documento profético, a causa de su número 17, donde el Papa Pablo VI anuncia las consecuencias posibles del rechazo de la visión del amor proclamada por la Iglesia. Impresiona releer hoy ese número 17: el anuncio del aumento de la infidelidad conyugal, del descenso generalizado de la moralidad, de la dominación creciente del hombre sobre la mujer, de las presiones de los países ricos sobre los países pobres en materia de natalidad… Todo esto se ha verificado.

Profética

Pero Humanae Vitae es profética, a mi juicio, sobre todo a causa del axioma que la encíclica ha puesto como fundamento de toda su reflexión: no se pueden separar las dimensiones unitiva y procreadora del acto conyugal sin desnaturalizar el amor entre los esposos. Este principio había sido ya evocado por Pío XI, pero fue Pablo VI quien lo puso en la raíz de su visión sobre el amor conyugal.

El pensamiento de Karol Wojtyla/Juan Pablo II ha contribuido mucho a explicar y enriquecer esta visión. Desde 1960, con su célebre libro Amor y responsabilidad, centró el debate sobre la persona humana y su dignidad, de manera particular sobre su vocación a hacer de sí misma un don desinteresado. La “ley del don” es para el Papa polaco todo el fundamento de la ética del matrimonio, de su unidad, de su indisolubilidad, de la exigencia de fidelidad y de la necesaria verdad de cada acto conyugal.

Karol Wojtyla, como padre conciliar, contribuyó a la redacción de la Constitución pastoral Gaudium et Spes, sobre todo a la parte que trata del matrimonio. Con un grupo de teólogos polacos, envió un memorándum sobre la cuestión de la regulación de la natalidad al Papa Pablo VI en febrero de 1968, unos meses antes de la publicación de la encíclica.

Entre septiembre de 1979 y noviembre de 1984, siendo ya Papa, dedicó 129 catequesis de los miércoles a lo que ha sido llamado la “teología del cuerpo”, un conjunto de “reflexiones que […] pretenden constituir un amplio comentario de la doctrina contenida […] en la encíclica Humanae Vitae” (san Juan Pablo II, Audiencia 28-02-1984).

También tomó la iniciativa de numerosos documentos que tratan ampliamente o hacen referencias importantes a la moral conyugal y a la defensa de la vida: la exhortación apostólica Familiaris Consortio (1981), la instrucción Donum Vitae (1987) sobre el respeto de la vida humana naciente y sobre la dignidad de la procreación, el Catecismo de la Iglesia católica (1992), la encíclica Veritatis splendor (1993) sobre la moral fundamental, la Carta a las familias (1994), la encíclica Evangelium Vitae (1995), etc.

La castidad es libertad

Este magisterio de Juan Pablo II ha contribuido a clarificar una serie de puntos esenciales en el debate sobre Humanae Vitae.

En primer lugar, se puede señalar la noción de persona como “totalidad unificada” (Familiaris Consortio, 11): no se puede comprender la visión cristiana del matrimonio con una visión dualista del hombre, donde el espíritu representaría la persona mientras que el cuerpo no sería mas que un apéndice, un “instrumento” al servicio del espíritu. Nosotros somos un cuerpo y el matrimonio es la vocación a donar la “totalidad unificada” que somos, de manera que se forme “una sola carne”.

Después, se puede indicar la noción de castidad, entendida como integración de la sexualidad en la persona, como integridad de la persona con vistas a la integralidad del don (Catecismo de la Iglesia Católica, 2337): el acto conyugal no es moralmente bueno por el hecho de estar en conformidad con ciertas características fisiológicas de la mujer; es bueno cuando es virtuoso, cuando la razón ordena la tendencia sexual al servicio del amor. La castidad es libertad, dominio de sí, señorío sobre la propia personalidad con vistas al don de sí, con la riqueza de sus dimensiones fisiológicas, psicológicas y afectivas.

El papel de Veritatis Splendor

Nunca se insistirá demasiado sobre la aportación de la encíclica Veritatis Splendor de san Juan Pablo II, documento que Benedicto XVI ha considerado como uno de los más importantes del Papa polaco.

Veritatis Splendor recuerda que la conciencia no es creadora de la norma, lo que conduciría a la arbitrariedad y al subjetivismo, al postulado de “la autonomía”, que prevalece en la mayor parte de los debates bioéticos en la actualidad, donde el simple hecho de desear algo basta para justificarlo. Veritatis Splendor recuerda que la conciencia es un heraldo, es decir, que proclama une ley, plenamente asumida, aunque viene de Otro. La verdadera libertad consiste en dirigirse hacia el bien por sí mismo, un bien que la conciencia nos muestra, de la misma manera que una brújula indica el norte. La conciencia es como una participación libre y responsable en la visión que Dios tiene del bien y del mal.

El acto conyugal: don total

La cuestión del objeto del acto es igualmente fundamental para comprender lo que es el acto conyugal. No es un simple acto sexual, porque en este sentido el adulterio y la fornicación son también actos sexuales, lo mismo que el acto sexual contraceptivo. Si el lenguaje emplea términos diferentes para un acto a primera vista idéntico es porque, desde el punto de vista moral, un acto puede tener una significación diferente, un “objeto” diferente, y este objeto es el primer elemento que hay que considerar a la hora de juzgar la bondad de ese acto.

El acto conyugal se define por la voluntad de significar, consumar o celebrar el don total de una persona a otra. El acto sexual contraceptivo es la negación de esta definición, porque la persona, al no dar su potencialidad procreadora, no se da enteramente. Este punto es esencial para comprender la doctrina de Humanae Vitae.

Y está, además, ligado a las nociones de naturaleza humana y de ley natural, que están en el núcleo de los grandes debates filosóficos actuales. Muchos de nuestros contemporáneos rechazan la idea misma de “naturaleza”, en nombre de la autonomía y de una cierta concepción de la libertad. Juan Pablo II hablaba del rechazo “de la noción de lo que, de manera más profunda, nos constituye como seres humanos, a saber, la noción de ‘naturaleza humana’ como ‘dato real’, y en su lugar se ha puesto un ‘producto del pensamiento’ libremente formado y libremente modificable en función de las circunstancias” (Memoria e identidad). La teoría del género es una manifestación extrema de este rechazo.

Respetar la naturaleza del hombre

Benedicto XVI se preguntaba: ¿por qué reclamar respeto para la naturaleza ecológica y rechazar al mismo tiempo la naturaleza más íntima del hombre? La respuesta: “La importancia de la ecología es hoy indiscutible. Debemos escuchar el lenguaje de la naturaleza y responder a él coherentemente. Sin embargo, quisiera afrontar seriamente un punto que -me parece- se ha olvidado tanto hoy como ayer: hay también una ecología del hombre. También el hombre posee una naturaleza que él debe respetar y que no puede manipular a su antojo. El hombre no es solamente una libertad que él se crea por sí solo. El hombre no se crea a sí mismo. Es espíritu y voluntad, pero también naturaleza, y su voluntad es justa cuando él respeta la naturaleza, la escucha, y cuando se acepta como lo que es, y admite que no se ha creado a sí mismo. Así, y solo de esta manera, se realiza la verdadera libertad humana” (Discurso en el Bundestag, 22-9-11).

Somos criaturas

La “verdadera libertad humana” es una libertad creada, recibida encarnada, finita, inscrita en un ser configurado por una naturaleza, un proyecto, unas tendencias: “No caigamos en el pecado de pretender sustituir al Creador. Somos criaturas, no somos omnipotentes. Lo creado nos precede y debe ser recibido como un don” (Amoris laetitia, 56). Ser libre no consistirá nunca en querer liberarnos de nuestra naturaleza, sino más bien en asumir personalmente, de modo consciente y voluntario, las tendencias inscritas en ella. Una libertad dirigida contra nuestra naturaleza “se reduciría al esfuerzo por liberarse” (Albert Chapelle).

Detrás de esta objeción, se entrevé el cuestionamiento de nuestro origen. El rechazo de nuestra propia naturaleza sería comprensible si cada uno de nosotros fuese la consecuencia de un simple concurso de circunstancias, de un choque aleatorio de moléculas, de una mutación o de un destino ciego, pues entonces nuestra existencia sería absurda, sin proyecto ni destino. Habría razones para sublevarse, para querer ignorar o transformar esta naturaleza, en lugar de recibirla como un don.

Pero la realidad es muy otra. En el origen de nuestra vida hay un Amor creador, el de un Dios que, desde toda la eternidad, nos ha concebido y nos ha hecho surgir en el ser en un momento dado de la historia de los hombres. Somos un fruto del Amor, somos un don de la sobreabundancia de Amor infinito de un Dios que, por decirlo así, crea seres con el único fin de derramar en ellos su Amor. “En él (en Cristo) nos eligió (Dios Padre) antes de la creación del mundo para que fuéramos santos y sin mancha en su presencia, por el amor” (Ef 1, 4).

Redescubrir la libertad

Se trata de redescubrir la verdadera libertad. El acto propio de la libertad es el amor. Pero si, ante el amor, el primer acto de nuestra libertad consiste en rechazar el don de nuestra naturaleza, en rehusar lo que somos, ¿cómo podremos poseer ese “yo” que rehusamos asumir? Y si no nos poseemos, ¿cómo podremos donarnos? Y si somos incapaces de darnos, ¿dónde está el amor conyugal?

La conversión de la inteligencia presupone la conversión del corazón: para aprender a amar, hay que acoger el Amor. Ciertas reacciones a Humanae Vitae recuerdan pasajes del Evangelio donde el discurso de Jesús sobre el amor choca con la incomprensión de los hombres. Cuando Jesús habla de la indisolubilidad del matrimonio, sus discípulos reaccionan con dureza: “Si esa es la condición del hombre con respecto a su mujer, no trae cuenta casarse” (Mt 19, 10).

“Dios nos primerea siempre”

En estos dos pasajes del Evangelio, Jesús habla del matrimonio indisoluble y del don de su Cuerpo en la Eucaristía; Humanae Vitae se refiere a la integridad del don en la alianza conyugal. Los tres temas corresponden a rasgos fundamentales del amor de alianza que Dios nos revela. Y esta revelación nos desconcierta. Nos supera. Incluso nos extraña porque, más allá de las exigencias, nuestra miopía nos dificulta a veces ver los dones de Dios.

Dios nos ha amado primero. Como dice el Papa Francisco, “Dios nos primerea siempre”. Y este amor da la gracia de vivir el don de sí, la fidelidad, la apertura generosa a la vida; es misericordia y da la comprensión de Dios, su paciencia y su perdón ante nuestras debilidades y nuestros errores. Solo Cristo aporta al desafío del amor la respuesta decisiva de “la esperanza (que) no engaña, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado” (Rm 5, 5). n

España

Acompañamiento al final de la vida, una labor que sana heridas

Omnes·2 de julio de 2018·Tiempo de lectura: 2 minutos

En la pastoral de la salud no solo se atiende al enfermo; también familiares, amigos y profesional sanitarios son partícipes de ese acompañamiento espiritual. Palabra habla con Tomás Sanz, diácono que desarrolla su labor en la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital La Paz de Madrid.

Texto – Fernando Serrano

18.587 son los voluntarios que desarrollan su actividad asistencial en la Pastoral de la Salud en España se suman a los sacerdotes y diáconos que realizan su labor en los centros sanitarios. Una de las personas que desarrolla su labor entre los pacientes y médicos de un hospital es Tomás Sanz, diácono permanente que varios días a la semana atiende espiritualmente a los enfermos de la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital La Paz de Madrid, centro donde la pastoral de la salud lleva a cabo un programa piloto de atención al final de la vida.

Labor entre el personal sanitario

Tomás Sanz lleva poco más de un año desarrollando su actividad en el hospital La Paz. Antes de ser ordenado diácono ya había sido voluntario en diferentes acciones de atención a enfermos, y se había formado en la atención a enfermos que están en su última etapa de vida.

Tomás nos explica que su labor la desarrolla para todas las personas que le rodean: enfermos, médicos, familias, enfermeras… “Primero el enfermo, luego la familia y a continuación, el equipo sanitario. Todos son susceptibles de ser unidad de intervención. Porque realmente todas las personas, sea desde el voluntariado o desde un trabajo remunerado, porque profesionales son todos, realmente todas esas personas que están en permanente contacto con el sufrimiento tienen que realizar una labor de autocuidado. Desde el segundo mes, no hay tarde que vaya que no vea a los médicos”.

Al principio, cuando llegué, los médicos y demás personal sanitario actuaron con cautela”, nos explica Tomás, que además trabaja en una oficina de consultoría y auditoria fiscal. “Al principio estaban pendientes de: ‘A ver quién es este, que se autodenomina asistente espiritual, pero en su acreditación pone capellán; que además no es sacerdote y nos dice que es diácono permanente y nos lo ha explicado’”. Aunque según nos cuenta, la situación cambió rápidamente: “Es verdad que yo entraba en las habitaciones de las que nos habían llamado. No me limitaba a llevar al Señor, sino que también hacía labor de acompañamiento. A lo mejor estaba una hora en cada habitación, y la probabilidad de que en ese tiempo entrara el médico era muy baja. Hasta que un día entró una doctora para ver a la paciente. Aquella doctora me miró, se presentó y ahí se quedó. Al mes me encontré con un doctor de la unidad en el control de enfermería y me abordó. Esto me hizo pensar que había hecho cierto ruido, que mi labor podía interesar y que la cosa no iba mal. Porque lejos de decirme que no entrase en ninguna habitación, me dijo es que sería interesante que participase en las reuniones del equipo”.

Cultura

Josep Masabeu: una vida dedicada a la inclusión social y laboral

Omnes·2 de julio de 2018·Tiempo de lectura: 3 minutos

Josep Masabeu es presidente de la Fundación Braval, una iniciativa de desarrollo y promoción situada en el barrio barcelonés del Raval.

Texto – Fernando Serrano

Josep Masabeu es doctor en pedagogía y siempre ha trabajado en el mundo educativo, en el área de la administración local, en la investigación histórica, en el ámbito del ocio de la juventud y en el de la solidaridad. Se puede decir que toda una vida marcada por los demás, desde diferentes ámbitos y puestos.

Desde 2009 preside Braval, una iniciativa de desarrollo y promoción situada en el barrio barcelonés del Raval. Esta fundación busca, través del voluntariado, promover la cohesión social de los jóvenes y facilitar la incorporación de estos adolescentes en la sociedad. En este proyecto solidario han trabajado más de un millar de participantes de 30 países, que hablan 10 lenguas y profesan 9 religiones diferentes.

Eliminamos las barreras

Dentro de este mosaico que es el barrio del Raval, donde viven más de 49.000 personas en 1 kilómetro cuadrado (3 veces más que la media barcelonesa), desarrolla su labor Masabeu. El Raval es un barrio peculiar, y no solo por que el 50 % de los habitantes son extranjeros, sino porque, como indica él mismo, “el barrio dispone de una gran red social que procura hospitalidad y cohesión, que evita la aparición de brotes de violencia”.

Suponte que estamos en un castellet. Cuando estás en la base, al lado de un pakistaní y uno del Congo, no hay barrera física”, explica Masabeu. “La barrera física lleva a barrera mental. Cuando te veo que eres de otro país, cultura, color…Yo no sé qué decirte y tú no sabes qué decirme. Hay que propiciar espacios para convivir juntos”.

Como indica Josep, los estereotipos existen en todas las culturas y sociedades, pero casi siempre son falsos. Como muestra nos cuenta una situación que se da en la capital condal. “En Barcelona hay 12.000 paquistaníes. De los 12.000, 6.000 tienen carné de la red de bibliotecas. Tú vas a la biblioteca del barrio, entras ahí por la tarde y tienes la sensación de estar en una ciudad de Paquistán. Empiezas a hablar con la gente y se te rompen los esquemas, porque resulta que están consultando por internet los diarios de su país.

También te encuentras con que tienen una carrera universitaria y están trabajando en la construcción. Se te rompen muchos esquemas, pero para romper estos prejuicios hay que tocar, mezclarse”.

Si alguien es un experto en este campo, ese es Josep Masabeu. “A mí siempre me ha gustado este mundo, el de la docencia y el trabajo social. Soy doctor en pedagogía, trabajé 27 años en un colegio de Gerona, desde ahí hice muchos campos de trabajo con los adolescentes por toda Europa”.

El origen de Braval

El origen de todo lo que significa la Fundación Braval se encuentra en una iglesia del barrio. “Todo esto comenzó en la iglesia de Montealegre. Desde allí se hacia una atención pastoral y también una asistencia familiar primaria: alimentos, ropa, medicinas, acompañamiento…”. A finales de los 90 fue cuando el barrio sufrió un cambio demográfico y social. “En el 98 explosionó la inmigración. Cuando en España el porcentaje de inmigrantes era del 1 %, en el barrio del Raval estábamos al 10 %. En meses el barrio pasó de ser una zona con la mayor parte de habitantes mayores a ser un barrio de familias inmigrantes y las calles llenas de niños. Las escuelas estaban desbordadas”.

Para llevar a cabo el reto de la Fundación Braval, Josep Masabeu visitó centros y fundaciones de atención social en Estados Unidos y Reino Unido. “Fuimos a Estados Unidos e Inglaterra para ver centros de inmigración, para aprender, porque no sabíamos que hacer. De estos viajes vimos que había que apoyarnos en varios puntos: hay que crear espacios de convivencia, hay que seguir con la atención familiar primaria, es fundamental el éxito escolar y la inserción laboral”. Sobre este esquema se creó la fundación para realizar esta labor y se crearon los primeros equipos de fútbol multiétnicos, posteriormente se llevaron a cabo las labores de refuerzo escolar, lengua básica, ocupacional, talento joven, familias, casal de verano y formación de voluntarios. Según Masabeu, “el deporte colectivo es el medio del que nos servimos para facilitar la convivencia, y es el recurso para motivarlos a estudiar y asumir las pautas de comportamiento de nuestra sociedad”.

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Actualidad

La teología en la encrucijada del 68

Omnes·27 de junio de 2018·Tiempo de lectura: 9 minutos

Mayo del 68 puso de manifiesto una crisis cultural, y sus repercusiones tuvieron trascendencia para la vida de la Iglesia y para la teología.

Texto – Josep-Ignasi Saranyana, Miembro de número del Pontificio Comité de Ciencias Históricas (Ciudad del Vaticano)

Las controversias teológicas importantes no estallan de improviso. Dependen de procesos de larga duración y de gran calado teórico. Lo constatamos, una vez más, en la crisis teológica del 68, que describiré esquemáticamente en los párrafos que siguen. Primero hablaré de los antecedentes remotos y, después, de los desarrollos teoréticos de esa década prodigiosa.

Antecedentes remotos del 68 teológico

Cinco líneas doctrinales delimitaron, a mi entender, el espacio teológico del 68: la absolutización de la libertad individual, la autonomía de la conciencia moral frente a instancias heterónomas, la crítica de la razón histórica, el freudo-marxismo y el marxismo de rostro humano.

a) Sobre la absolutización de la libertad

El análisis teológico de la libertad se complicó a comienzos del siglo XVI. Martín Lutero, bebiendo en fuentes tardomedievales, problematizó las relaciones de la gracia con la libertad, de lo cual es testigo su ensayo De servo arbitrio (“La libertad esclava”), publicado en 1525, como respuesta a un De libero arbitrio de Erasmo de Rotterdam, aparecido el año anterior. La libertad, según Lutero y otros teólogos de esa época, habría quedado tan deteriorada por el pecado original, que ya no sería propiamente libre, sino esclava. El Concilio de Trento tomó cartas en el asunto, al condenar que el libre albedrío (o capacidad de elegir) se hubiera extinguido con el pecado original.
En la segunda mitad del siglo XVI, el análisis de la libertad pasó a ser tema estrella de la discusión teorética. Después de Miguel Bayo estalló la crisis de auxiliis y, como consecuencia, irrumpió, a mediados del siglo XVII, el binario jansenista “libre en la necesidad” y “libre en la coacción”, exagerando la identificación sin matices de la libertad con la voluntad.

Así, pues, y por la ley del péndulo, ante una continua negación o, al menos, una ablación de la libertad, la reacción no podía ser otra que una absolutización de la libertad. La evolución de las ideas estaba a un paso de considerar la libertad como una facultad independiente, y no ya como el momento interior y deliberativo de la volición; o, lo que es lo mismo, estaba a un paso de considerar que toda inclinación de la voluntad es necesariamente libre, sin que medie deliberación o elección alguna.

En las paredes de La Sorbonne y durante los hechos del 68, se pudo leer un grafito, tomado del Marqués de Sade (†1814), que decía: “La liberté est le crime qui contient tous les crimes; c’est notre arme absolue!” (“¡La libertad es el crimen que contiene todos los crímenes: es nuestra arma absoluta!”). La segunda parte del grafito nos lleva directamente a Friedrich Nietzsche (†1900), que consideró la libertad como el arma absoluta para la total emancipación. Entiende el filósofo alemán que las normas sociales, aunque justas, son siempre un obstáculo para la libertad. El sometimiento a unas reglas nos empequeñece, nos esclaviza, nos hace mediocres. Sólo los espíritus superiores y aristocráticos pueden emanciparse de esos círculos restrictivos, por el uso de una libertad sin límites.

b) La autonomía de la conciencia moral

Según el neokantiano Wilhelm Dilthey (†1911), el “hecho de la conciencia” determinó el origen de la modernidad. Si antes se consideraba que el juicio moral supone una ley que yo no me he dado, “inscrita en mi corazón” según San Pablo, o sea, una sucesión de fuera hacia dentro, a partir de la modernidad se invirtió el proceso, desde el interior hacia el exterior, en busca de certezas. La formulación metódica de este camino correspondió a Descartes. En el campo religioso la autoría se debe a la Reforma.

En efecto, la primacía del “hecho de la conciencia”, como elemento catalizador del cambio religioso del XVI, puede rastrearse ya en el comentario de Lutero a la carta paulina a los Romanos, en el pasaje en que se habla de la conciencia moral (Rom 2, 15-16).. Lutero entiende, al comentar tal perícopa, que Dios no puede modificar el veredicto de nuestra conciencia, sino sólo confirmarlo (WA 56, 203-204). Por esta vía, y exagerando las pretensiones del Reformador, se apunta hacia la prioridad absoluta del autoexamen. Se afirma una disyuntiva insalvable entre el heterojuicio y el autojuicio, prevaleciendo este último. No soy juzgado; me juzgo. Soy yo, en definitiva, quien decide sobre la bondad o maldad de mis propias acciones y la sanción que merecen.

c) El límite crítico de la razón histórica

La tercera coordenada del espacio teológico del 68 hunde sus raíces en las tres críticas kantianas (de la razón pura, de la razón práctica y del juicio) y, sobre todo, en la crítica de la razón histórica de Friedrich Schleiermacher (†1834). Cuando Immanuel Kant (†1804) dejó fuera del alcance del conocimiento metafísico a Dios, el alma y el universo, abrió las puertas al agnosticismo teológico, psicológico y cosmológico. Al fracasar la metafísica en su supremo intento, la teología quedó a merced de los sentimientos y emociones. Con la crítica de Schleiermacher, los hechos históricos también se alejaron del espíritu humano. El círculo hermenéutico cerró el camino a los orígenes de la Iglesia y a la continuidad esencial entre el ayer y el hoy, y abrió un hiato insalvable entre el Jesús histórico y el Cristo de la fe.

d) El freudomarxismo

Debemos referirnos también a Sigmund Freud (†1939), que descubrió esas zonas de indeterminación de la libertad, que se balancean entre el sueño y la realidad, el consciente y el subconsciente. La terapéutica freudiana de la descarga psíquica y el “descubrimiento” del impulso sexual enmascarado y reprimido contribuyeron a las formulaciones freudomarxistas de Herbert Marcuse (†1979) y otros representantes de la Escuela de Frankfurt.

Marcuse señaló que todos los hechos históricos son restricciones que comportan negación. Es preciso liberarse de tales hechos. En algún sentido la represión sexual, señalada por Freud, es concomitante con la represión social que detectamos históricamente. Con todo, las clases reprimidas no son conscientes de ser explotadas y, por ello, no pueden reaccionar. En consecuencia, la conciencia revolucionaria tiene que aflorar en grupos minoritarios ajenos al sistema, no objetivamente explotados, que comprenden que la tolerancia es represiva y se rebelan contra ella.

e) El marxismo de rostro humano

Queda por señalar un último inspirador del 68: el comunista Antonio Gramsci (†1937), que elaboró la doctrina acerca de la “hegemonía” por la vía cultural. Si un estamento social pretende la hegemonía, debe imponer su propia concepción del mundo y ganarse a los intelectuales. Si este grupo no logra su propósito, surge otro bloque que desplaza al dominante, por medio de un fenómeno revolucionario. La dialéctica histórica se manifiesta, por tanto, entre el dominio de una clase hegemónica, que no alcanza a imponer su proyecto, y la aparición de una clase subalterna que se transforma en dominante, al implantar un proyecto alternativo más satisfactorio. En todo caso, la conquista del poder político exige la previa conquista de la hegemonía cultural.

La teología en los años sesenta

La generación teológica de los años sesenta padeció las influencias señaladas, que cuestionaban aspectos fundamentales de la tradición cristiana. Como en cualquier debate, hubo de todo, aunque, por su notoriedad y reflejo en los medios, sonaron más las síntesis menos afortunadas que las que alcanzaron buen puerto.

Como testimonio de esos años tan convulsos y complejos quedan tres controversias de gran alcance: la contestación a la encíclica Humanæ vitæ; la polémica sobre el carácter escatológico (o no) del “reino de Dios”; y la diatriba acerca de la “muerte de Dios”.

a) La encíclica Humanæ vitæ y su contestación

El 15 de febrero de 1960 la Food and Drug Administration (FDA) aprobó en los Estados Unidos de América el uso del Enovid como anticonceptivo, y desde ese momento su empleo se extendió por todo el mundo, planteando numerosos interrogantes a la teología moral. Juan XXIII constituyó una “Comisión para el Estudio de la Población, Familia y Natalidad”, que Pablo VI confirmó y amplió. Las conclusiones de esa comisión llegaron en forma de un documento (Documentum syntheticum de moralitate regulationis nativitatum). Como no todos los miembros de la comisión concordaban con ese dictamen, el texto pasó a denominarse “informe de la mayoría”, frente a otro “informe de la minoría”, es decir, de los discrepantes a la autorización de la píldora.

El argumento principal del informe de la mayoría se apoyaba en el “principio de totalidad”, según el cual, toda acción moral debe ser juzgada en el marco de la totalidad de la vida de una persona. Si una persona se ajusta de ordinario a los principios morales fundamentales de la vida cristiana, aunque en actos aislados no se comporte según esos principios fundamentales, tales actos no pueden considerarse inmorales o pecaminosos, porque no alteran la opción fundamental asumida. Cada uno puede construir su trayectoria vital, a propia voluntad, según el dictamen autónomo de su conciencia moral y con plena y absoluta libertad. Así formulado, el “principio de totalidad” era (y es) ajeno a la tradición de la Iglesia, porque olvida que la fuente principal de la moralidad es la misma obra realizada. Hay que sostener, siempre y en todo caso, que caben obras intrínsecamente malas, cualesquiera que sean la intención del agente y las circunstancias.

Por eso, y basándose en el informe de la minoría, Pablo VI promulgó la encíclica Humanæ vitæ, el 25 de julio de 1968. La encíclica estableció dos principios, uno de carácter general y otro relativo al tema debatido: 1º) que corresponde al magisterio de la Iglesia la interpretación auténtica de la ley natural; y 2º) que en la vida matrimonial son inseparables la unión de los esposos y la apertura a la procreación.

Al cabo de veinte años de Humanæ vitæ¸ y después de una “contestación” espectacular, en la que destacaron Bernhard Häring (†1998) y Charles Curran, apareció la importante instrucción Donum vitæ (1987) sobre el respeto a la vida humana naciente y a la dignidad de la procreación. Con todo, los fieles cristianos esperaban una reflexión magisterial de conjunto y de mayor calado. Ésta llegó, por fin, en forma de encíclica, publicada el 6 de agosto de 1993, con el título Veritatis splendor. Este documento señala los contenidos esenciales de la Revelación sobre el comportamiento moral, y se ha convertido en una referencia ineludible para los moralistas católicos.

b) De la teología de la esperanza a la teología de la liberación

La cuestión planteada por la teología de la liberación (cómo influye el quehacer temporal en el advenimiento del reino de Dios) ya se debatía en Europa desde el siglo XVII, sobre todo en ambientes luteranos tardíos. Su versión moderna se debe al teólogo calvinista Jürgen Moltmann, en su libro titulado Teología de la esperanza, publicado de 1964. Lo propio de Moltmann fue articular la teología escatológica como una escatología histórica. En otros términos: ofrecer una visión secularizante del “reino de Dios”, de forma que el reino de Dios es “la humanización de las relaciones y las condiciones humanas; la democratización de la política; la socialización de la economía; la naturalización de la cultura; y la orientación de la Iglesia hacia el reino de Dios”.

Esta presentación del reino contrasta con la que ofrecía Pablo VI, en 1968, en su espléndido Credo del Pueblo de Dios: “Confesamos igualmente que el reino de Dios, que ha tenido en la Iglesia de Cristo sus comienzos aquí en la tierra, no es de este mundo, cuya figura pasa, y [confesamos] también que sus crecimientos no pueden juzgarse idénticos al progreso de la cultura y de la humanidad o de las ciencias o de las artes técnicas, sino que consiste en que se conozcan cada vez más profundamente las riquezas insondables de Cristo, […] y en que la gracia y la santidad se difundan cada vez más abundantemente entre los hombres”.

Es innegable que Moltmann y Metz influyeron en la teología de la liberación. Sin embargo, la teología de la liberación no había adquirido todavía en 1968 la notoriedad que alcanzó después de 1971. Y conviene advertir también, contra lo que se ha escrito, que la Conferencia General de Medellín, de 1968, es ajena a los orígenes de la teología de la liberación. Su tema fue, más bien, la recepción en Latinoamérica de la constitución pastoral Gaudium et spes, del Vaticano II, en el marco de la crisis del apostolado jerárquico y de la politización de los movimientos cristianos de base, y en el contexto de la dialéctica desarrollismo-dependencia.

c) La teología de la muerte de Dios

Y así llegamos al tercer trance crítico de la teología, en los años sesenta. En 1963 había aparecido en Inglaterra, firmado por el obispo anglicano John A. T. Robinson, el libro Honest to God, que tuvo un grandísimo impacto.

Honest to God era el resultado de la fusión de tres corrientes, o si se quiere, el punto de llegada de tres líneas protestantes: Rudolf Bultmann (†1976), con su conocida desmitificación del Nuevo Testamento, y la radicalización de la brecha entre el Jesús histórico y el Cristo de la fe; Dietrich Bonhoeffer (†1945), que elaboró la más extrema presentación del cristianismo, o sea, un cristianismo a-religioso (sólo Cristo y yo, y nada más); y Paul Tillich (†1965), que había popularizado su concepto de religión como una dimensión antropológica que es todo y, en el fondo, no es nada determinado (una fe sin Dios). A partir de tales premisas, Robinson se propuso reinterpretar la fe para hacerla accesible al hombre moderno. Su teología planteaba el problema de “cómo decir Dios” en un contexto secularizado y su resultado no fue satisfactorio en absoluto.

En aquellos años se discutía también en Europa sobre la categoría “mundo” y daba sus primeros pasos la “teología política”. Esta corriente, pilotada por el teólogo católico Johann Baptist Metz, también pretendía exponer la fe en consonancia con el horizonte cultural del momento. Para Metz, el “mundo” era el devenir histórico. Según Metz, cuando el Verbo encarnado asume el mundo, Dios acepta que la creación sea filtrada por el trabajo del hombre. De esta forma, al contemplar el mundo no se nos aparecen los vestigia Dei, sino más bien los vestigia hominis y, en definitiva, no el mundo proyectado por Dios, sino transformado por el hombre, detrás del cual late el hombre mismo.

En ambos casos, se advierte un déficit notable de racionalidad metafísica. La sombra de Kant es muy alargada. Tanto Metz como Moltmann sucumben a una supuesta imposibilidad, por parte de la razón, de trascender el nivel fenomenológico y adentrarse en el noúmeno. Postulan, sin más, que la razón nada puede decir de Dios y de la sobre-naturaleza. El problema es, para ellos, cómo hablar de Dios a un mundo que supuestamente ya no entiende qué es Dios.

Aunque las tres controversias ahora descritas no incidieron directamente en el desarrollo del Vaticano II, enrarecieron tanto el ambiente teológico y eclesial, que condicionaron negativamente la recepción de la magna asamblea conciliar. Pero esto es harina de otro costal, que exigiría un tratamiento específico, largo y detenido.

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FirmasJosé Rico Pavés

Enseñanzas del Papa: Para mayor gloria de Dios

El principal documento del mes de abril ha sido la exhortación apostólica Gaudete et Exsultate con la que el Papa quiere recordar la llamada a la santidad que el Señor hace a cada uno de nosotros.

25 de junio de 2018·Tiempo de lectura: 4 minutos

El mes de abril, como fruto temprano de la Pascua, nos ha traído la publicación de la Exhortación Apostólica Gaudete et Exsultate, sobre la llamada a la santidad en el mundo actual. Con ella quiere el Papa Francisco que “toda la Iglesia se dedique a promover el deseo de la santidad”. El documento no quiere ser un tratado sobre la santidad, sino que su objetivo es “hacer resonar una vez más la llamada a la santidad, procurando encarnarla en el contexto actual, con sus riesgos, desafíos y oportunidades”. La nueva Exhortación se sitúa en continuidad con enseñanzas anteriores, principalmente con la Exhortación Evangelii gaudium. Si en ésta el Papa revelaba cuál quería ser el hilo interior de su pontificado, ahora se vuelve manifestar la orientación más profunda de sus actuaciones. Casi al final de Evangelii gaudium leíamos: “Unidos a Jesús, buscamos lo que él busca, amamos lo que él ama. En definitiva, lo que buscamos es la gloria del Padre” (n. 267). Ahora, en la conclusión de Gaudete et Exsultate reaparece la misma motivación: “Pidamos que el Espíritu Santo infunda en nosotros un intenso anhelo de ser santos para mayor gloria de Dios y alentémonos unos a otros en este intento” (n. 177). Advirtiendo esta motivación interior en los gestos y palabras del Papa es fácil percibir, como hilo conductor de sus enseñanzas, el deseo de hacer resonar con fuerza la llamada a la santidad en el momento presente, señalando riesgos y oportunidades.

Discípulos del Señor Resucitado

El tiempo de Pascua nos ayuda a descubrir de nuevo nuestra identidad de discípulos del Señor Resucitado. Las meditaciones previas al rezo del Regina Coeli y las predicaciones litúrgicas de las últimas semanas destacan los rasgos de esta identidad. Al igual que en la mañana del primer domingo de la historia, también nosotros debemos dejarnos sorprender por el anuncio de la resurrección y hemos de sentir la prisa por compartir este anuncio. Como el apóstol Tomás, estamos llamados a vencer la incredulidad y pasar del ver al creer. Podemos “ver” a Jesús resucitado a través de sus llagas, pues para creer “necesitamos ver a Jesús tocando su amor”. Pedimos en el tiempo de Pascua la gracia de reconocer a nuestro Dios, de encontrar en su perdón nuestra alegría, de encontrar en su misericordia nuestra esperanza. La respuesta a todos los interrogantes del ser humano se halla en la revelación que hace Jesucristo de Sí mismo: “Yo soy el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas”.

Misioneros de la misericordia, nuevos sacerdotes y benedictinos

Francisco se ha vuelto a encontrar con los “misioneros de la misericordia” para renovar la misión que recibieron desde el año jubilar. Les ha recordado que su ministerio se desarrolla en una doble dirección: “al servicio de las personas, para que renazcan desde lo alto y al servicio de la comunidad, para que puedan vivir el mandamiento del amor con alegría y coherencia”.

A los nuevos presbíteros, ordenados el cuarto Domingo de Pascua, Francisco les ha pedido que tengan siempre ante sus ojos el ejemplo de Cristo Buen Pastor, que no ha venido para ser servido, sino para servir y buscar y salvar a quien estaba perdido.

Con motivo del 125 aniversario de la Confederación Benedictina, el Papa ha deseado que este año jubilar se convierta para toda la familia benedictina en ocasión propicia para reflexionar sobre la búsqueda de Dios y de su sabiduría, y transmitir de forma más eficaz su perenne riqueza a las generaciones futuras.

Visitas pastorales

Al visitar la parroquia romana de San Pablo de la Cruz, el Papa ha pedido a sus fieles que formen una comunidad alegre, con la alegría que nace de “tocar a Jesús resucitado” mediante la oración, los sacramentos, el perdón que rejuvenece, el encuentro con los enfermos, con los presos, con los niños y ancianos, con los necesitados. De todo ello fue ejemplo luminoso Mons. Tonino Bello, cuyo testimonio de santidad ha impulsado a Francisco a visitar las ciudades de Alessano (Lecce) y Molfetta (Bari), donde desarrolló su ministerio pastoral.

Catequesis sobre el bautismo

Completado el ciclo de catequesis dedicado a comentar la celebración de la Santa Misa, el Papa ha dado comienzo a otro nuevo centrado en el bautismo. Al igual que en el anterior, Francisco ofrece un comentario mistagógico de cada uno de los elementos que conforman el rito de la celebración del bautismo. Así, ha insistido en el bautismo de niños y ha ido explicando los diferentes elementos del ritual: el diálogo con padres y padrinos, la elección del nombre, la signación, etc. “El bautismo no es una fórmula mágica, sino un don del Espíritu Santo que habilita a quien lo recibe para luchar contra el espíritu del mal”.

Preocupaciones pastorales

En el último mes el Papa ha manifestado su preocupación profunda por la situación del mundo: los conflictos bélicos en Siria y otras regiones del mundo, las revueltas en Nicaragua, el encuentro entre los mandatarios de las dos Coreas. Pero la misma preocupación se ha hecho manifiesta ante los resultados de las investigaciones encargadas de esclarecer los casos de abusos y encubrimiento que están sacudiendo la Iglesia en Chile, o el dramático desenlace del niño británico Alfie Evans. No ignora el Papa tantas situaciones dolorosas del mundo contemporáneo y sobre ellas desea proyectar la luz esperanzada de Cristo Resucitado. Jesucristo, Buen Pastor, tiene poder para curar las heridas de la humanidad porque conoce a sus ovejas y entrega su vida por ellas.

Con la mirada siempre puesta en María

Mientras invocamos a María en el tiempo de Pascua con el título de Reina del Cielo, miramos nuestro mundo con preocupación esperanzada. Celebrar el triunfo de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte, nos vuelve a recordar que hemos sido llamados a una vida santa.

El autorJosé Rico Pavés

Cine

Cine: Wonder

Omnes·21 de junio de 2018·Tiempo de lectura: 2 minutos

Chbosky logra un recorrido sin baches, con sorpresas, metáforas de la vida en clase de Ciencias, humor, y la profundidad que permiten las tensiones naturales de la trama. Verán el film con gusto quienes no hayan pasado página de su infancia y antepongan la amabilidad a la justicia racionalizada.

Texto —José María Garrido

Título: Wonder
Director: Stephen Chbosky
Guión: Steve Conrad, Jack Thorne
Estados Unidos, 2017

Hace un lustro Stephen Chbosky abordó algunos problemas turbios de la adolescencia y la amistad en Las ventajas de ser un marginado. Ahora pone la cámara en las dificultades de aceptación, propia y ajena, de un niño con rostro deforme que empieza a ir a la escuela.

Auggie (Jacob Trembley) tiene de todo menos una cara admirable. Su pequeña familia, padre incluido, gravita en torno a él. La madre audaz (Julia Roberts manda) lo ha educado en el hogar hasta los diez años. El niño es avispado y feliz, aunque aún oscila en la ambivalencia de ser astronauta y ocultar su rostro: le gusta llevar puesto el casco espacial. Al llegar el momento de estudiar Secundaria, los padres deciden que vaya ya a la escuela, a cara descubierta.

El guión adapta con buen ritmo el libro juvenil La lección de August, de Raquel Jaramillo Palacio. En un curso escolar pasan muchas cosas: clases, lemas del día, recreos, comedor, miradas ladinas, amistades incoadas, Halloween, Navidad, mentiras bienintencionadas, reconciliación… A algunos espectadores nos cuesta acomodarnos a que un niño sea narrador principal, y más con doblaje. Pero la credibilidad del relato crece por las logradas interpretaciones del reparto y porque el film –siguiendo la novela– recuenta esos meses también desde el punto de vista de otros personajes.

Chbosky logra un recorrido sin baches, con sorpresas, metáforas de la vida en clase de Ciencias, humor, y la profundidad que permiten las tensiones naturales de la trama. Verán el film con gusto quienes no hayan pasado página de su infancia y antepongan la amabilidad a la justicia racionalizada.

Quienes quieran otra historia educativa, con menos presupuesto y en clave ronca, tienen La vida y nada más, del español Antonio Méndez. Son las antípodas del milagro Wonder: familia negra, pobre y desestructurada, una madre laboriosa y malhablada, dos hijos a su cargo porque el padre está en la cárcel, mientras ella trata de reconducir al hijo adolescente que flirtea con la delincuencia buscando su identidad completa, o sea, su lazo paterno… Casi teatro, sin música, cortante por los fundidos en negro y sus silencios, rodada en inglés. También en este film los personajes aprenden a mirar con más comprensión al más cercano.

Experiencias

Life Teen: una pastoral juvenil actual

Omnes·18 de junio de 2018·Tiempo de lectura: 5 minutos

Life Teen es una metodología de catequesis proveniente de Estados Unidos, y que se está comenzando a implantar en algunas parroquias de nuestro país. Desde Barcelona, que fue donde se iniciaron los grupos, son cada vez más las diócesis que muestra interés en aplicar este método.

Texto — Laura Atas, Parroquia san Cosme y san Damián, Burgos

A principios de curso, nos encontrábamos ante un creciente grupo de adolescentes que se reunían cada dos semanas en la parroquia. Estas veladas estaban organizadas con una estructura de FOrmación, ORación y CEna (FORCE), en un ambiente en el que los chicos podían ir creando amistades y continuar con su formación cristiana tras la Confirmación, un momento en el que muchos abandonan casi todo contacto con la Iglesia y su parroquia. Sin embargo, notábamos que nos faltaba una continuidad que no dependiera exclusivamente de nuestra imaginación, puesta en marcha cada quince días, para preparar los encuentros.

Un modo de revitalizar la parroquia

A la vista del aumento en su interés (ellos mismos nos pedían que las reuniones fueran semanales), sentíamos la necesidad de buscar una propuesta que nos ayudara a formarles de una manera completa y coherente como cristianos.

A la vez, queríamos que este grupo se encontrara en comunión con la parroquia, siendo ésta su punto de referencia y enriqueciendo la vida de la misma. Deseábamos ser capaces de dedicar nuestro tiempo y esfuerzos a estos jóvenes, que se encuentran muchas veces sin referencias lo suficientemente estables y atractivas dentro de la Iglesia. En este proceso de búsqueda apareció la propuesta de Life Teen. Pretende acercar a los chicos a Cristo, a través de dos ejes: catequesis dinámicas y encuentro con Jesús en la Eucaristía. Coincidió que, en aquellas fechas, se había organizado un encuentro en Madrid. Volvimos entusiasmados, al haber encontrado un método con el que poder catequizar a nuestros jóvenes de una forma cercana, con una respuesta que se adaptaba a su modo de ser. Con Jesús como centro de nuestras sesiones, comenzamos a poner en marcha estas catequesis atractivas, ahora ya semanales. El primer reto fue encontrar al equipo que diera apoyo al sacerdote encargado de las sesiones. Este grupo se fue formando gradualmente hasta dar lugar, hoy en día, a unas personas comprometidas con la educación y el acompañamiento de los chavales, para los que el trabajo dedicado a la preparación y desarrollo de las sesiones se ha convertido en una gratificante oportunidad de comprender y transmitir a Cristo. En él estamos integrados cinco jóvenes y dos religiosas que, junto al vicario parroquial, preparamos los encuentros con gran cariño.

Comenzamos llenos de esperanza y fuerzas el nuevo curso, sin saber muy bien adónde nos llevaría esta recién estrenada aventura. La buena acogida por parte de los jóvenes fue casi inmediata. En pocas semanas, con la difusión que han hecho los propios participantes, cada noche de viernes acudan a los salones parroquiales una media de más de 30 jóvenes, siendo unos 50 los que en total componen este grupo. Es su entusiasmo y sus ganas de participar en cada sesión y en las experiencias que acompañan el itinerario como el voluntariado, las excursiones o campamentos, lo que nos anima a continuar con este precioso camino evangelizador.

Escenografías, música y espacios para conversar

Para entender cómo es Life Teen, vamos a poner un ejemplo de una sesión cualquiera de las que hemos realizado. Lo primero es tener claro nuestro objetivo formativo, y establecer unos tiempos ágiles para desarrollar las distintas actividades con orden, imaginación y la participación de todos.
El pasado mes de enero nos tocó hablar sobre los milagros de Jesús, destacando que el gran milagro es la resurrección, y su consecuencia en la tierra, la Eucaristía. El equipo había preparado una montaña, en la que estaba “excavada” el Santo Sepulcro con su roca descorrida, todo ello elaborado en media hora con papel continuo marrón, y dejándolo oculto detrás de una gran puerta corredera. Cuando los jóvenes fueron llegando, les íbamos recibiendo con la sonrisa y alegría de siempre, mientras compartíamos algunas de las cosas que habían traído para cenar, con música de ambiente de la que les gusta. A continuación, siempre preparamos una acción; en este caso, tenían que descubrir unas pruebas, para identificar afirmaciones verdaderas y falsas, en un juego por equipos. Después de descubrir nuestra montaña, comenzaron los quince minutos sobre la realidad de los milagros de Jesús y su gran milagro en la resurrección.

Otros veinte minutos los dedicaron a compartir en equipos, por edades, los milagros de los que ellos habían sido testigos en su vida. Luego volvimos delante de la montaña y nos pusimos en adoración, al traer el Santísimo y colocarlo en el sepulcro, mostrando así la conexión entre la resurrección y la Eucaristía. Allí, con unos cantos, pudieron escribir a Jesús, agradeciéndole por los milagros que había hecho y confiándole los que esperaban recibir en el futuro. A las once de la noche terminamos la sesión. Para nosotros se ha convertido la adoración, sin duda, en el momento más esperado de toda la semana.

Unos resultados prometedores

Después de estos seis meses de andadura, este es el resultado. De una parroquia en la que apenas quedaban jóvenes después de la confirmación, nos encontramos con un grupo de más de cuarenta chavales de 14 a 20 años, entre monitores y acompañados, ilusionados con su fe. Son varios los que, compartiendo su experiencia, después de un tiempo de distancia con la fe, de serias dudas con respecto a la Iglesia y de haber abandonado incluso la práctica religiosa, ahora aseguran que se han encontrado con Jesús y se sienten felices de haberlo redescubierto con fuerza. Los mismos chavales se están encargando de traer a sus amigos del colegio, de la universidad o del barrio. Se sienten misioneros que, a tiempo y a destiempo, insisten en su propuesta de “venir a probar”. Están convencidos de que pueden ser muchos más los que puedan aprovecharse de vivir en cristiano, e incluso los más mayores ya sueñan con que, en unos pocos años, podamos enviar catequistas a otras parroquias que lo deseen, para multiplicar esta iniciativa en otros lugares de la ciudad.

Actualmente tenemos una sesión los viernes, a las nueve de la noche, que termina (en teoría) a las once. La insistencia de los más mayores del grupo ha obligado a prolongar el encuentro, para poder seguir compartiendo sus inquietudes. Esto ha provocado que los mayores de dieciséis puedan quedarse hasta casi la una de la madrugada, tratando otro tema de su interés, y acompañados por el sacerdote, en una sesión que llaman LifeTeen2.

A los padres les enviamos un whatsapp cada semana para que puedan saber lo que sus hijos han tratado en la sesión. Las familias están profundamente agradecidas, al ver que sus hijos se ven cada día más cómodos en la parroquia. Encuentran que varios de los chicos han comenzado como ayudantes de catequistas, se han apuntado al coro de la Misa de catequesis o están colaborando como monitores en los juegos organizados, desde este curso, al acabar la celebración de la Eucaristía.

Los padres de los niños de confirmación han mostrado ya su interés por la iniciativa. Antes de acabar el curso, introduciremos este formato en una versión dirigida a 1º y 2º de secundaria, los viernes a las siete y media de la tarde. De esta manera, irán conociendo el modo por el que pueden seguir sintiéndose en casa cuando vienen a la parroquia, una vez acabada la formación de la iniciación cristiana. Este grupo de Life Teen tendrá también su grupo de responsables.

Como proyecto, queremos profundizar en el acompañamiento personal de cada uno de los participantes. Nos vemos con fuerzas para tratar de alcanzar en no mucho tiempo el cien por cien de los que vienen a Life Teen.

La sed de estos jóvenes es tan grande, que nos obliga a buscar siempre el alimento suficiente. Es por ello por lo que, durante el curso, hemos podido participar de una experiencia de voluntariado en el centro sociosanitario de las hermanas hospitalarias de Palencia o en el encuentro europeo de responsables de Life Teen, en Montserrat. Estas experiencias, y las que esperamos realizar en Semana Santa y verano, son también modos de responder a sus inquietudes crecientes. Estas inquietudes se muestran en que incluso las preguntas sobre la vocación ya están surgiendo entre algunos jóvenes. No resulta en absoluto extraño que alguno exprese públicamente su apertura a vocaciones de especial consagración.

Con la parroquia como lugar de referencia, estos jóvenes se están acercando a Jesucristo, descubriendo qué es lo que realmente significa ser discípulos suyos y cómo llevar la alegría de una vida con Él a las personas que les rodean.

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Dossier

Comprometidos

Omnes·17 de junio de 2018·Tiempo de lectura: 3 minutos

La palabra “compromiso” significa, por un lado, vinculación o atadura, e invita a la fidelidad. Pero también existen las “situaciones comprometidas”, que invitan a la prudencia. Nuestros tiempos requieren mucha lealtad, que fortalece el compromiso “bueno”.

Manuel Blanco —Párroco de Santa María de Portor. Delegado de Medios de Comunicación de la Archidiócesis de Santiago de Compostela.

El término “comprometidos” hace referencia, principalmente, a dos acepciones que podrían figurar en la misma moneda a modo de sus dos caras. Por una parte, el denostado “compromiso” consiste en esa idea casi “espantosa”, porque asusta, de atarse o vincularse a algo.

En el caso de los cristianos, por puro amor. Cuando un sacerdote se compromete, pone en juego sus potencias (tras un sano razonamiento, implica al máximo su voluntad de amar con dedicación exclusiva). Comienza un camino de servicio y fidelidad a Dios y a su causa de salvación. Las obligaciones se contraen; la palabra y la honra se ponen en juego; se busca cumplir; etc. Un “me da la gana” sano. El párroco de un pueblo definía su compromiso como un ofrecimiento de toda su vida. A Dios en primer lugar. Y desde ahí, también, como una identificación con Cristo en vivir para los demás. “Esto hace que deba rezar muchísimo al Señor” (decía), “para mantenerme al lado de las necesidades de mayores, pequeños, jóvenes, matrimonios, etc.”. Las madres y abuelas, profesionales del compromiso, razonan de la siguiente manera cuando han inaugurado la edad provecta: “no quiero molestar”; “os estoy dando mucho trabajo”. Quienes tienen la dicha de atenderlas saben que resulta un placer cuidarlas, aunque suponga esfuerzo. Jesús tampoco quiere molestar, pero sabe que crecemos con esas responsabilidades.

“Compromiso” adopta otro significado: inmiscuirse en algo malo, difícil, peligroso, delicado. Las “situaciones comprometidas” son como las flores de una planta carnívora: en un instante se transforman en fauces devoradoras. Por ejemplo: ¿debe un sacerdote, como un feligrés más, trabajar en la confección del Belén hasta las 3:00 a.m., o irse a dormir?

La prudencia siempre ha recomendado a los matrimonios cuidar muy bien su amor. Durante una preparación para este sacramento, contaban un caso paradigmático: hombre casado recoge en coche a mujer casada para ir sus puestos de trabajo. Problema de pareja en casa de la mujer; desahogo durante el trayecto. Comprensión por parte de él, majísimo. Matrimonios rotos en ambos casos. Ha nacido una nueva relación de pareja en ese recorrido… Un párroco está expuesto a situaciones donde su corazón también puede tambalearse como el de cualquier pareja. Las crisis también llaman a su puerta y los pecados capitales anidan en él igual que en los demás. “Hoy tengo libre, Don Fulano, voy sola a su casa y me invita a un café”: tal vez no, pero el páter podría verse comprometido.

Un breve relato de buen compromiso: Durante un viaje a Roma, unos compañeros sacerdotes junto a varios laicos salían en taxi hacia el aeropuerto. Regresaban a su país. Uno de los seglares olvidó algo en el alojamiento y decidió regresar; los demás, decidieron no esperar, pues se aproximaba la hora del vuelo. Los sacerdotes aguardaron y aquella persona no sabía cómo agradecerlo. No perdieron el avión; se habían comprometido; y bromeaban victoriosos: “nosotros no nos fuimos”.

Estos comienzos del siglo XXI requieren mucha lealtad, preciosa palabra para denominar al compromiso bueno. Por lógica, los capos del narcotráfico gallego, como cualquier otra mafia, habrán valorado la adhesión inquebrantable de sus colaboradores; pero ahí no reside la verdadera lealtad. Tampoco les debemos lealtad a nuestras pasiones y miserias, que nos piden tributos cada vez más altos, si les rendimos ese homenaje miserable de abandonarnos en sus brazos hechiceros.
Nuestra condición de leales para con la Iglesia no da miedo. Ella libera. Claro que recibe encantada la entrega que queramos confiarle. Como recibió la del Hijo de Dios. La diferencia estriba en que la Iglesia invierte esa entrega en fondos liberadores. Baja a las mazmorras y desengancha los grilletes del egoísmo; los pone uno a continuación de otro para que el ser humano pueda ir subiendo, en familia, hacia el cielo de los libres. Así inaugura una nueva cadena, la de la solidaridad, en la que unos sostenemos a los otros y en donde somos también sostenidos por las verdaderas amistades.

El auténtico compromiso no agobia: protege. Rescata al mundo de los “egos” que se han subido al trono o a la cátedra. Encuentra a los “sin voz” y a los descartados para tratarlos como hermanos. Cuando dice “sí” o dice “no”, ofrece puerto seguro donde cimentar valores y verdad.

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América Latina

Koki Ruiz, autor del retrato de Chiquitunga

Omnes·15 de junio de 2018·Tiempo de lectura: 3 minutos

El artista Koki Ruiz trabaja en el retrato de Chiquitunga que se expondrá en su beatificación. Un retrato elaborado con rosarios. El Papa Francisco ha donado el rosario que usó en Paraguay.

Texto – Federico Mernes, Asunción (Paraguay)

El nombre de Koki Ruiz y su obra están ligados al rescate cultural de la bella tradición religiosa de Semana Santa en el pueblo de Tañarandy, de San Ignacio Misiones, en Paraguay. Una tierra evangelizada desde muy antiguo por los misioneros jesuitas en su extraordinaria experiencia de la época colonial en Sudamérica.

La creatividad y el trabajo tesonero de Koki Ruiz con la comunidad donde vive, en el interior de la nación guaraní, ha convertido a esa región en un atractivo turístico, donde cada año miles de personas peregrinan para apreciar las representaciones de la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Ahora trabaja en el retrato dedicado a Chiquitunga, María Felicia de Jesús Sacramentado, la futura primera beata paraguaya, que será expuesto junto al altar en la ceremonia de beatificación, que tendrá lugar el 23 de junio en el estadio del Cerro Porteño.

Koki Ruiz fue autor del famoso retablo que despertó la admiración de los peregrinos durante la visita del Papa Francisco a Paraguay, en julio de 2015. El retablo preparado por Koki para la Misa de aquel domingo 12 de julio en Ñu Guasu (Campo Grande, en guaraní) tuvo una base de 40 metros por unos 20 metros de alto y fue adornado con productos agrícolas del país. Se utilizaron 32.000 espigas de maíz, 200.000 cocos y 1.000 calabazas.

Mensajes en los cocos

Pero además, todas las personas que se acercaron días antes de la Misa, tuvieron la oportunidad de escribir mensajes en los cocos del altar. Muchos de esos pedidos fueron por la beatificación de Chiquitunga, la muy querida hermana carmelita, cuyo cerebro se encuentra incorrupto y a quien muchos paraguayos le tienen gran devoción. El artista comienza señala que “Tañarandy comenzó como arte creativo en el 1992 y ahora lo que busca es llegar a la piedad popular… Anteriormente se discutían temas de ideologías y se mezclaba con la religión el marxismo, la teología de la liberación… El sacerdote decía: si eso te hace mejor persona te sirve. Pero hoy lo que se busca expresar es la religiosidad, que es creer por creer sin necesidad de reflexión. Yo me preocupo para que lo de Tañarandy se viva con espiritualidad y que no sea una cuestión de turismo nada más… La piedad popular se transmite de los padres a los hijos y a los nietos eso es lo que tenemos que cuidar”.

Así conoció a la religiosa carmelita

Ahora trabaja en el retrato de Chiquitunga, que se elabora a base de rosarios. “Mi primer contacto con Chiquitunga fue una señora muy devota de ella. Cuando estaba haciendo el retablo del Papa vino a poner nombres en los cocos de 20.000 personas, ella escribía y teníamos que cerrar y seguía escribiendo y pidiendo por la beatificación de Chiquitunga; al final ella me regaló dos libros de Chiquitunga que yo guardé.

Luego me llamaron de las Carmelitas pidiéndome que hiciera algo para la beatificación, me acordé de esos dos momentos: de la señora que escribía y la monja que quería besar mi mano. Leí los libros y me impactó, me enamoré de Chiquitunga, la sublimidad de ese amor, ella se me hizo muy cercana. Leí sus diarios íntimos y ese entregarse para rezar siempre por los demás y a veces ese diálogo con Dios de ´todavía le amo pero todo te entrego a ti Dios´, es la entrega, es pasar por ese amor humano y hacerlo más sublime por Él, por Dios y así me fui enamorando de Chiquitunga”.

Tras cada rosario, una historia

“Detrás de cada rosario hay mucha historia” -añade el artista-. “Recuerdo uno que cuando trajo su rosario, dijo que ese rosario salvó dos vidas: la de mi esposa que tenía cáncer y la mía, que si se moría mi esposa yo me moría. Mi hija murió hace 20 años y yo le pedí a Chiquitunga, pero no se fue, ella siempre me abraza, y vino con varios amigos a hacer 700 rosarios”.

En Tañarandy la celebración de Semana Santa de este año alrededor de lo de Chiquitunga fue más espiritual”, comenta Koki Ruiz. “La gente como que vino a buscar y a pedir algo. Chiquitunga era un instrumento de Dios para acercar a la gente a Dios. Recuerdo que mi mamá me dijo una vez cuando fue el segundo año de Tañarandy: ‘Vos tenés mucho talento, ése es un regalo de Dios y el peligro es la vanidad. Tu oración de todos los días tiene que ser de humildad’”.

Cine

Cine: Verano de una familia de Tokio

Omnes·13 de junio de 2018·Tiempo de lectura: 2 minutos

Aunque el tono general es el humor (japonés, luego distinto, a veces intraducible), hay también lágrimas y amor: Yamada destila con sake la melancolía por el paso del tiempo, y tensa y destensa los lazos familiares y de las viejas amistades.

Texto — José María Garrido

Verano de una familia de Tokio
Dirección: Yôji Yamada
Guión: Emiko Hiramatsu y Yôji Yamada
Japón, 2017

Yôji Yamada es un veterano director japonés, prolífico y con caché internacional. Durante dos décadas, 1969 a 1989, estrenaba dos filmes al año con las peripecias sentimentales del amable vagabundo Tora-san. No paró hasta que murió el actor principal, Kiyoshi Atsumi. Con 86 años, Yamada sigue dirigiendo a ritmo casi anual y sabe explotar historias con argumentos parecidos. En el último film, Verano de una familia de Tokio, prolonga la comedia de la Maravillosa familia de Tokio (2016), repitiendo actores y personajes, aunque la acción se desencadena y embrolla con un asunto en apariencia anodino: ¡el abuelo de la familia Hirata ya no está para conducir… y no quiere dejarlo!

Mientras la abuela se marcha con unas amigas al norte de Europa a contemplar una aurora boreal, el abuelo disfruta con planes de tiempo libre conduciendo feliz, pero también rayando la temeridad y la carrocería del coche. Los tres hijos quieren quitarle el carnet y no se atreven. Entre dudas e intentos fallidos, el cascarrabias se siente incomprendido y lo hace saber con todo tipo de aspavientos. La historia se complica cuando los hijos convocan una reunión familiar para zanjar el problema, pues la casa donde conviven tres generaciones se convertirá en algo parecido al camarote de los hermanos Marx.

Aunque el tono general es el humor (japonés, luego distinto, a veces intraducible), hay también lágrimas y amor: Yamada destila con sake la melancolía por el paso del tiempo, y tensa y destensa los lazos familiares y de las viejas amistades, con recuerdos y sentimientos que hacen la vida más interesante y hermosa. Vemos los matices en cada pareja, más o menos maduros o ilusionados ante la vida, y la recompensa de las ataduras. En cuanto a las interpretaciones, quitando a la abuela -casi ausente por imperativo del guión- y a los dos pequeños zampa-pizzas algo caricaturizados, el resto de los personajes nos abren bien su corazón en el curso de los diálogos y de esa calma oriental que cuando se acelera resulta más insólita. Entretanto, quizás una conversación siembra una semilla para la próxima estación de la familia tokiota.

Solo una aclaración final: los dos filmes mencionados no son continuación -pese a las coincidencias de título, actores y personajes- del templado argumento de Una familia de Tokio (2013), una belleza de Yamada que muchos comparan al clásico Cuentos de Tokio, de Ozu. Todas merecen ser vistas.

Las parroquias se reestructuran

12 de junio de 2018·Tiempo de lectura: < 1 minuto

La parroquia católica en los Estados Unidos ha desempeñado un papel poderoso en el mantenimiento de la presencia de la Iglesia en un país de mayoría protestante. La parroquia era un refugio para los inmigrantes católicos, un lugar de voluntariado y fuente de identidad católica.

Durante más de un siglo, el mayor número de parroquias católicas se situó, lógicamente, allá donde estaban los católicos: en el Noreste (Nueva York, Boston, Filadelfia) y en el medio Oeste (Chicago, Detroit, Milwaukee).

Ahora, sin embargo, la parroquia católica está experimentando un cambio radical. Una nueva obra de cinco investigadores católicos, titulado Parroquias Católicas del Siglo 21, explica este cambio. Una de los mayores novedades es su localización geográfica, con más y más católicos moviéndose hacia el Sur (Raleigh, Miami, Atlanta, Houston) y el Oeste (Denver, Los Angeles). 

De hecho, la población católica está ahora casi uniformemente dividida entre el noreste, medio oeste, sur y oeste del país, debido, por un lado, a la migración de personas dentro del territorio, que buscan empleo o un menor coste de la vida; y, por otro, a la inmigración.

El desafío, señalan los autores, es que “la gente se mueve, pero las parroquias y las escuelas no lo hacen”. El noreste y el medio oeste quedan con parroquias cada vez más reducidas. La Arquidiócesis de Nueva York sufrió recientemente una reorganización masiva, y se cerraron o fusionaron el 20 por ciento de sus parroquias. Al mismo tiempo  Houston y Atlanta notan la necesidad de más parroquias. 

Por otra parte, alrededor de cuatro de cada diez católicos son hispanos. Y existen cada vez más parroquias que tienen ministros hispanos y Misa en español. 

La parroquia católica de los Estados Unidos atraviesa claramente una transición histórica, pero hay muchas señales de que esta transición conducirá a su revitalización.

El autorGreg Erlandson

Periodista, autor y editor. Director de Catholic News Service (CNS)

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Cultura

Un libro para renovar las parroquias: James Mallon

Este reciente libro ha conmovido a muchos lectores, sacerdotes y laicos. Aunque tenga aspectos muy “americanos”, puede ayudar en España a renovar la vida cristiana y su impulso misionero.

Jaime Nubiola·11 de junio de 2018·Tiempo de lectura: 4 minutos

Texto – Sara Barrena y Jaime Nubiola

El domingo pasado fui a misa a la parroquia de mi barrio. Estábamos los de siempre. Un mar de cabezas canosas, con oscuras gabardinas y abrigos. Probablemente yo era la más joven, quitando una valiente madre que entró un poco tarde con un bebé en brazos y un niño pequeño agarrado de su pierna. La gente los miró como si fueran ejemplares de una especie en extinción. Llegado el momento di la paz al matrimonio de ancianos que tenía delante y a la señora de atrás, que usa bastón. Casi siempre ocupamos los mismos bancos, pero nunca hemos hablado. A la salida, la gente se dispersó; algunos pararon en la pastelería a comprar el postre y volvieron a casa con el deber cumplido. Era un domingo más.

La Iglesia “es” misión

Qué razón tiene, me dije cuando leí el libro que ha escrito el sacerdote James Mallon, titulado Una renovación divina. De una parroquia de mantenimiento a una parroquia misionera (BAC, 2016). Mallon, párroco en Nueva Escocia, Canadá, ha desarrollado distintos programas y actividades para promover la fe y el crecimiento espiritual, como los cursos Alpha, una ayuda para enfrentarse acompañado a las grandes preguntas. Mallon sostiene que las parroquias han de recordar quiénes son y qué misión tienen. Esa misión, dice, no es la de cuidar a los que ya están para mantenerlos contentos y satisfechos, sino hacer discípulos. Para que las parroquias no mueran, hace falta evangelización, no autopreservación. No se trata de dar de beber a los que no tienen sed, sino de recordar más bien que los cristianos somos por definición los enviados a difundir una buena noticia. La Iglesia está diseñada para ir, para andar. Es hora de dejar atrás la comodidad, de salir de lo de siempre. Es hora de recordar que —como afirma Mallon— la Iglesia es misión.

Y esa misión, en contra de lo que pueda pensarse, no corresponde solo a los párrocos o a los curas. Nos corresponde a todos. No son ellos los únicos responsables de que no haya gente nueva en la parroquia y de que los que hay tengan poco aspecto de tener el corazón de fiesta por haber encontrado a Dios. El libro de Mallon consigue que algo se nos cuele dentro y nos sacuda el alma. ¿Una tarea solo para párrocos? Ni hablar. La Iglesia es de todos y para todos, y cada persona que se dice católica debería grabarse muy adentro la gran luz que este libro presenta. No podemos conformarnos con sobrevivir, con realizar gimnasia de mantenimiento. No es suficiente con que recemos a veces, con que vayamos a misa. Eso puede parecer mucho en los tiempos que corren, pero resulta más bien poco cuando recordamos la misión que Cristo nos encomendó a todos. Id por todo el mundo y predicad el Evangelio. No dijo que fueran los párrocos. No tenemos excusa.

¿Cómo puede ser que nuestra fe resulte a veces tan gris, tan poco acogedora, tan aburrida? ¿Cómo puede ser que tanta gente católica se siga conformando con la fe y los argumentos de cuando eran niños? ¿Cómo puede ser que crezcamos en tantos aspectos de la vida, en nuestros conocimientos, en nuestra profesión, en nuestros afectos y sin embargo no crezcamos en lo más importante? Es un grave problema cultural. Quien no crece, quien no tiene esa plasticidad está en muchos sentidos muerto. Y más que en ningún otro ámbito eso es verdad en la vida espiritual: no basta con mantenerse. Hay que estar siempre dispuesto a ir más allá, a dar el todo por el todo. Lo contrario es morir lentamente.

Ejemplos

James Mallon da muchos ejemplos concretos de cosas que pueden hacerse, desde equipos de acogida en las parroquias hasta catequesis familiares pasando por una variedad de eventos no sacramentales para los más alejados. Algunos ejemplos tienen que ver con la cultura norteamericana y en las tierras donde escribo nos resultan extraños, pero son solo ejemplos que espolean a encontrar con creatividad maneras propias de avanzar en la misión. No podemos ser espectadores pasivos. Hemos de enterarnos de que se nos ha dado una buena nueva, comprenderla con el corazón y alegrarnos hasta que no podamos hacer otra cosa que compartirla. Y una buena nueva no se transmite con cara larga. Esta es quizá la manera más fácil de ponerse en marcha: cambiar la cara. “Un evangelizador no puede tener permanentemente cara de funeral”, escribe el Papa Francisco (Evangelii Gaudium, 10). Si Jesús está en tu corazón, por favor házselo saber a tu cara, escribe también Mallon. No podemos dejar el corazón en la puerta de la iglesia. “La experiencia de Dios” —añade (p. 219)— “nos ha de hacer más amorosos, alegres, pacíficos, pacientes, amables y generosos”.

Tenemos algo que ofrecer

No basta con creer o confiar, también hay que actuar. Hay que ser proactivo y no solo reactivo. Y eso no consiste meramente en pasar la información. Muévete. No vivas tu fe “en modo banco”. Cada uno sabrá cómo puede dar testimonio, a quién puede ayudar, con quién puede ser hospitalario, a quién puede consolar, abrazar, acoger sin condiciones; cada uno sabrá a quién puede conmover, cómo mostrar el rostro y la sonrisa de Dios, su belleza. Cada uno sabrá cómo puede transmitir la alegría interior de la buena nueva y hacer posible que otras personas tengan experiencia de Dios.

En su libro Mallon defiende que en las parroquias todo el mundo pueda encontrar formación y compañía. Es una llamada a los párrocos, pero también a cada uno de los católicos. Tenemos algo que ofrecer. Se espera algo de nosotros. ¡Si tan solo el mundo supiera lo que se nos ha dado a conocer! Si te devora el celo por contarlo, aunque te des cuenta de que eres débil y necio, concluye Mallon, entonces estás preparado y Dios podrá usarte para llegar a los confines de la tierra.

América Latina

Chiquitunga será la primera beata de Paraguay

Omnes·9 de junio de 2018·Tiempo de lectura: 6 minutos

María Felicia de Jesús Sacramentado, religiosa carmelita descalza fallecida en 1959, se convertirá el 23 de junio en la primera beata paraguaya. El Papa Francisco sigue de cerca la beatificación de Chiquitunga.

TEXTO – Federico Mernes, Asunción (Paraguay)

Recorro 223 kilómetros para encontrarme con Koki Ruiz. El artista del Papa y ahora de Chiquitunga. Nos cruzamos. Él va para Asunción. Esta es la capital del Corazón de América, como es conocido nuestro país, Paraguay. Resulta que el 28 de abril de 1959, un mes antes de que yo naciera, falleció una tía mía monja carmelita; 59 años después será elevada a los altares. Leyendo su biografía me entero de que ¡mi abuelo fue su padrino de Bautismo! El proceso de beatificación de Chiquitunga fue abierto en 1997, y fue declarada Venerable en 2010 por Benedicto XVI, quien proclamó sus virtudes heroicas.

Chiquitunga (María Felicia Guggiari, 1925-1959), recibió ese nombre de su papá por ser un poco menudita. Era la mayor de siete hermanos, provenía de una familia tradicional, de buena posición y educación. De niña destacó por su piedad e inclinación a las obras de caridad. De joven se adscribió a la Acción Católica, siendo muy activa. Una biografía habla de ella como “formada y formadora en la Acción Católica”. Efectivamente, primero aprender y después dar. Ingresó a los 16 años y saldría de esa asociación solo para entrar al Carmelo.

T2Os era su lema. Parece una fórmula química, pero era un recordatorio de “Todo te ofrezco Señor”. Hoy se pone esta frase en internet y remite a la futura beata, que quiso entregarse plenamente a Dios. Estuvo trabajando en la Acción Católica más de diez años. Aunque confundida sobre si su camino era el matrimonio o la vida consagrada.

Responde a la vocación

Y tiene lugar una historia de amor humano. Se enamora de un médico, también de la Acción Católica, cuyo padre era árabe —de apellido Saua—, de religión musulmana. Un noviazgo muy espiritual. Rezando, charlando y llorando los dos toman la decisión de entregarse plenamente a Dios: ella en el Carmelo y él en el seminario para ser sacerdote. Con esta separación se realizaba una vez más su anhelo de entregárselo todo al Señor, como ella misma lo había deseado: “¡Qué hermoso sería tener un amor, renunciar a ese amor y juntos inmolarnos al Señor por el ideal!”.

Chiquitunga encontró una gran oposición en su padre. Aunque ya contaba con la mayoría de edad, no se fue al convento hasta los 30 años, para no disgustar a su padre. Comentaba antes de entrar: “Yo hago lo contrario de Jesús: viví treinta años de vida pública y ahora comienzo mi vida oculta”. Efectivamente, sólo a los 34 años llegaría a cumplir su deseo de hacerse monja de clausura.

Buscó la santidad en ese nuevo camino. Adoptó un nuevo nombre para su nueva misión: María Felicia de Jesús Sacramentado. En una oportunidad, le dijo a la madre superiora: “Si es que he de ser mediocre, intercede por mí ¡y haz que muera!”.

La Superiora actual se refiere a lo que supone para ella y para la comunidad la beatificación de Chiquitunga: “Es un compromiso muy grande, ya que con la beatificación de nuestra Hna. María Felicia, la Iglesia una vez más nos confirma el valor que tiene la vida contemplativa dentro de la Iglesia. Significa que hoy podemos ser santos en cualquier lugar y circunstancias en que vivamos. Para la comunidad es un motivo de alegría, de agradecimiento por elegir a uno de sus miembros para ser Luz en medio de nuestra Iglesia, y eso nos llena de inmensa gratitud».

“Yo le cedo”

Pasará cuatro años tranquilos y muy felices en el claustro. Todavía viven dos religiosas que la conocieron. Nos cuentan que “era muy agradable, hacía chistes, muy alegre y muy espiritual. Cuando las dos queríamos hacer las mismas cosas, ella decía: ‘Yo le cedo’. Tenía mucha caridad; era muy servicial, quería ayudar a todas; decía que quería más tiempo para ayudar”.

La Madre Teresa Margarita, por su parte, da su testimonio acerca de ella: “Su año de noviciado lo pasó como era de esperar de su generosa alma para con su Dios: no negándole nada de cuanto el Señor le pedía; así que no había dificultad para que nuestra Comunidad la admitiera a la Profesión simple, que tuvo lugar el 15 de agosto del 1956”.

Por su vida en el mundo y en el convento vemos que era una mujer de su tiempo: muy del mundo y muy de Dios. Pero el último año, teniendo 34 años, vino la dura prueba de la enfermedad. Una afección del hígado que luego se complicó con la sangre le llevó a un desenlace fatal.

Abandono en Dios

Vivió sus últimos días con total abandono en la voluntad de Dios. Antes de entregar su espíritu al Señor, pidió que le leyeran el poema de Santa Teresa “Muero porque no muero”. Escuchaba con el rostro muy alegre y repetía el estribillo: “Que muero porque no muero”. Se dirigía a su padre y le decía: “Papito querido, soy la persona más feliz del mundo; ¡si supieras lo que es la Religión católica”; y añadía, sin borrarse la sonrisa de sus labios: “¡Jesús, te amo! ¡Qué dulce encuentro! ¡Virgen María!”.

Como consecuencia de la beatificación, hay mucho más movimiento de lo habitual en torno al convento. La Superiora explica que el acontecimiento “requiere actividades extras, por decirlo así, como atender a las personas que vienen a compartir sus testimonios, o a los medios de comunicación que desean saber más sobre ella, o esporádicamente a grupos de jóvenes que llaman a nuestra puerta para saber sobre ella”. Hay que decir que los conventos de carmelitas están llenos en Paraguay. Hay vocaciones jóvenes. Están en cinco ciudades del país.

El Papa Francisco admira a la mujer paraguaya y suele referirse a ella como “gloriosa”. Pregunto a la Superiora: “¿Chiquitunga encarna esa figura?”. “Desde luego que Chiquitunga encarna esta figura” —responde—, “ya que desde su ser de mujer que supo amar, donarse, olvidarse de sí misma, supo sacrificarse por los demás sin rendirse a nada por un bien mayor: la salvación de las almas, como las gloriosas mujeres paraguayas, así lo dice el Papa”.

El ideal de Cristo y de la entrega

Chiquitunga es cercana en el tiempo y en sus actividades, por eso su figura y próxima beatificación puede significar mucho para el país. Continúo con la Superiora: “¿Qué le dice a la sociedad paraguaya la figura de Chiquitunga?”. “Chiquitunga nos dice que hoy podemos llegar a ser santos, si vivimos con pasión un ideal, en el caso de ella su deseo de que todo se sature de Cristo: Cristo, su Iglesia, los hermanos fueron su ideal. Nos dice que podemos ser felices entregándonos a los demás. Olvidándonos de nosotros mismos por el bien de los demás. Nos dice que vale la pena: Ofrecerlo todo, aún lo más preciado. Nos dice que se puede ser feliz en una vida sencilla, alegre, y dándonos en todo momento».

En estos días se ha publicado la nueva Exhortación apostólica del Papa, Gaudete et exsultate, sobre la santidad de los fieles corrientes. Qué oportuno hablar de santidad y tener una figura. Con motivo de la beatificación han surgido innumerables iniciativas. La más importante es la del artista plástico Koki Ruiz. Me acaba de llegar también un whatssapp de Renato, concertista de guitarra clásica que me cuenta que están preparando un documental sobre Chiquitunga.

El milagro

Un matrimonio de sordomudos; ella queda embarazada: llegan al Centro de Salud en un lugar recóndito del país, muy precario. Casualmente hay una enfermera que entendía el lenguaje de señas. Le atendió la obstetra, al ver la situación del bebé: “Me apoyé sobre la pared, abrí mis brazos, cerré mis ojos y pedí con mucha fe la intercesión de Chiquitunga ante Dios”.

Después de todos los trabajos de reanimación y las oraciones pidiendo por la salud del recién nacido, finalmente a los 30 minutos el bebé empezó a tener su primera respuesta cardiorrespiratoria con una respiración profunda, siendo ese su primer signo vital. Lo pude ver y escuchar, hace unos meses, en una Misa en honor de la futura beata. Con 15 años, es totalmente normal, sin ninguna discapacidad. Cursa el 9° grado de colegio, el correspondiente a su edad. Pero aquí no termina todo.
Los restos de Chiquitunga estaban en el panteón de la familia. Después de un tiempo se decidió trasladarlos al convento. Estaban en un lugar hasta que casualmente fue llamado el Dr. Elio Marín para atender a una monja. Le comentaron que tenían los restos de Chiquitunga. Los examinó y se encuentra con el cerebro petrificado. Desde el punto de vista médico, ese cerebro se tendría que haber desintegrado en los primeros días, teniendo en cuenta la enfermedad y el calor que tenemos en estas tierras. La hermana Yolanda, que la conoció, comenta: “Oí decir a la Madre Teresa Margarita, cuando supo que el cuerpo de la Hna. María Felicia permanecía incorrupto más tiempo de lo normal, que quizás Dios quería glorificarla, pues había sido una religiosa muy virtuosa”.

Dejar marca evangélica digital

6 de junio de 2018·Tiempo de lectura: 2 minutos

La invitación de Jesús fue clara: Ser sal del mundo, levadura en la masa. Ni la sal ni la levadura destacan, pero sin ellas el resultado final es catastrófico.

Xiskya Valladares —Religiosa de la Congregación Pureza de María
@xiskya

Es cierto que estamos ya casi a mitad de año 2018, pero por curiosidad me he metido a Google Trends para consultar las mayores tendencias de 2017. Mi inquietud iba, sobre todo, en la línea de conocer qué tan significativos estamos siendo los católicos, la Iglesia y el Evangelio, en España y el mundo. He de decir que no estamos dejando ninguna marca evangélica en el mundo digital.

Esta realidad podría desanimarnos. Pero también lo contrario, ser un revulsivo que nos despierte y nos rete para cambiar lo que sea necesario. La invitación de Jesús fue clara: Ser sal del mundo, levadura en la masa. Ni la sal ni la levadura destacan, pero sin ellas el resultado final es catastrófico. Me pasó hace poco con un bizcocho que no subió lo suficiente porque le faltó más levadura y acabamos tirándolo.

Estoy convencida de que las tendencias cambiarían si fuéramos más veces conscientes de esto. ¿Por qué Eurovisión, HBO, los Oscars, Supervivientes y La Sexta Directa son trending topic de 2017 y no hay nada relacionado con la Iglesia? La verdad es que puede que me equivoque, pero no se me ocurre asociar ninguno de esos temas a nuestros valores. Sin embargo, lo que hace que sean tan interesantes para mucha gente, quizás sí tiene mucho que ver con lo que nos falta.

Despertar la curiosidad, conectar con los intereses de la audiencia, ser atractivos, utilizar narrativas que encandilen, suscitar expectativas, cuestionar realidades, cambiar los puntos de vista sobre algo, emocionar, inspirar un estilo de vida, plantear retos, son, entre otros, algunas de las acciones que provocan esos cinco trending topic de 2017. ¿Y no son acaso acciones cien por ciento evangélicas? Quizás hemos dejado de lado al Espíritu Santo. Hemos dejado de creer que con su fuerza podemos darle la vuelta al mundo. Quizás nos falte conversión, oración, confianza. Pero tenemos la responsabilidad delante de Dios de dejar una marca evangélica en este mundo digital.

Vaticano

La sinodalidad, central en la vida y en la misión de la Iglesia

Giovanni Tridente·31 de mayo de 2018·Tiempo de lectura: 2 minutos

El 28 de junio será el Consistorio para la creación de 14 nuevos cardenales, entre ellos dos españoles: el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y el antiguo superior general de los Claretianos. El 14 de octubre tendrá lugar la canonización de Pablo VI y Óscar Romero.

Texto – Giovanni Tridente, Roma

Ha pasado un poco en silencio, quizá por las características de este tipo de textos, pero en las pasadas semanas se ha hecho público un importante documento, fruto de años de trabajo, que profundiza en el significado teológico de la sinodalidad en la Iglesia y ofrece algunas líneas pastorales útiles. Se titula La sinodalidad en la vida y en la misión de la Iglesia, y ha sido preparado por la Comisión Teológica Internacional con la aprobación del Pontífice. Por lo demás, había sido el mismo Papa Francisco, celebrando el 50 aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos por deseo del beato Pablo VI, quien había subrayado la centralidad de un dinamismo semejante para la vida de la Iglesia, sobre todo en nuestra época.

Este documento viene a puntualizar, desde el punto de vista teológico, lo que a partir del Concilio Vaticano II se ha ido expresando como una realidad que en el fondo es tan antigua como el camino de la Iglesia. Entre los aspectos quizá más interesantes, la exigencia de tener más en cuenta a las Iglesias locales en la convocatoria del Sínodo de los Obispos, permitiéndoles discutir previamente lo que a continuación los Padres Sinodales debatirán en Roma. Con el Papa Francisco se está ya en esta dirección; basta recordar que a la próxima asamblea de octubre dedicada a los jóvenes ya se le ha hecho preceder, el pasado marzo, de un pre-sínodo que ha implicado a los directos interesados.

Entre las demás exigencias del documento, está la de hacer obligatoria la institución de Consejos diocesanos y una serie de estructuras necesarias para la sinodalidad.

España

El turismo cultural y religioso cobra peso en España

Omnes·30 de mayo de 2018·Tiempo de lectura: < 1 minuto

El turismo en España sigue creciendo y uno de los motivos es el turismo religioso. La Pastoral del Turismo cobra cada vez mayor importancia en el país.

Texto – Fernando Serrano

España ofrece diferentes tipos de turismo gracias a su variedad geográfica y cultural. Los turistas acuden al país en busca de diferentes cosas: buen tiempo, playa, montaña, ocio, descanso, cultura…

Otro tipo de turismo

El turismo español batió en 2017 su récord de visitantes internacionales con la llegada de 82 millones de turistas. Esto supone un incremento del 8,9 % respecto al 2016. Este dato supone que casi el doble de la población española ha visitado el país.

En su mayoría estos turistas acuden buscando el sol, la playa, el descanso… Ya que en su mayoría acuden a la zona de Levante (Cataluña, Baleares, Andalucía, Comunidad Valenciana) y Canarias. Sin embargo las comunidades autónomas que más crecen con respecto al año anterior son: Extremadura, Castilla y León y Galicia.

Pero, entre todas las ofertas, la cultural y religiosa son de las que más peso tienen. En la actualidad, tres de las cinco principales ciudades santas del mundo son españolas. Junto a Jerusalén y Roma se encuentran Santiago de Compostela, Caravaca de la Cruz y Santo Toribio de Liébana. En total, los destinos de peregrinaciones españoles acogen a lo largo del año cerca de 20 millones de visitantes al año.

La Semana Santa, que se celebra en toda la geografía y en muchas ciudades se ha ganado el reconocimiento de fiesta de interés turístico internacional, las grandes catedrales, los monasterios, los destinos jubilares… son algunos de los motivos por los cuales el turismo relacionado con la cultura y religión tiene un gran peso en España.

Mundo

Sudán del Sur: la emergencia humanitaria no logra acuerdos

Omnes·30 de mayo de 2018·Tiempo de lectura: 2 minutos

Urgidos por la gran hambruna y el éxodo masivo hacia países vecinos, el gobierno y grupos opositores de Sudán del Sur se han reunido en Addis Abeba (Etiopía) con la Autoridad Intergubernamental (IGAD) para acercar posturas, pero los avances han sido escasos.

Texto – Edward Diez-Caballero, Nairobi

Las cifras que daba UNICEF hace un año se han quedado viejas. Cerca de 1,8 millones de personas, entre ellas más de un millón de niños, han tenido que abandonar sus casas en Sudán del Sur hacia países vecinos como Etiopía, Kenia y Uganda por la guerra civil que empezó en 2013.

Además, otros 1,4 millones de niños viven en campos de desplazados dentro del país. “El futuro de una generación está realmente en juego”, dijo el año pasado Leila Pakkala, del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia. “La horrible realidad de que casi uno de cada cinco niños de Sudán del Sur han tenido que abandonar sus hogares ilustra cómo este conflicto es devastador para los más débiles del país”, añadió.

Hace un par de semanas, el Secretario para Asuntos Humanitarios de la ONU, Mark Lowcock, manifestó que el conflicto (guerra civil) en Sudán del Sur ha causado el desplazamiento de alrededor de 4,3 millones de personas, casi un tercio de la población del país, mientras que siete millones necesitan asistencia humanitaria urgente.

Lowcock llamó a las partes beligerantes a que cesen de inmediato las hostilidades, en declaraciones a la prensa en la capital, Yuba, realizadas al final de una visita de dos días a Sudán del Sur. El representante de la ONU destacó que “el conflicto en Sudán del Sur ha entrado en su quinto año, la población sigue sufriendo de forma inimaginable y hasta el momento el proceso de paz no ha dado frutos”. “La economía ha colapsado y los combatientes aplican una política de tierra quemada, con asesinatos y violaciones que infringen la ley internacional”, agregó.

Experiencias

Diálogo interreligioso: Más colaboración entre cristianos y musulmanes

Omnes·30 de mayo de 2018·Tiempo de lectura: < 1 minuto

La Santa Sede ha felicitado a la comunidad islámica por el mes del Ramadán. En la misma línea, el Movimiento Focolar y numerosas comunidades islámicas han manifestado en un congreso una cercanía que “va más allá del diálogo”.

Texto – Fina Trèmols i Garanger

El Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso ha felicitado a la comunidad islámica de todo el mundo con motivo del inicio del noveno mes del calendario musulmán, el Ramadán, conocido internacionalmente por ser el período en el que practican el ayuno diario desde el alba hasta la puesta del sol.

“Conscientes de los dones que brotan del Ramadán, nos unimos a ustedes agradeciendo a Dios misericordioso por su benevolencia y generosidad” —señala el comunicado—, “compartiendo algunas reflexiones concernientes al aspecto vital de las relaciones entre cristianos y musulmanes: la necesidad de pasar de la competencia a la colaboración”.

El mensaje hace referencia a que, en el pasado, las relaciones entre cristianos y musulmanes han estado, en la mayoría de los casos, marcadas por un espíritu de competencia, originando consecuencias negativas como celos, recriminaciones y tensión.

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Actualidad

“Dublín se convertirá en la capital de las familias”

Giovanni Tridente·30 de mayo de 2018·Tiempo de lectura: 8 minutos

“Está todo listo para que Dublín se convierta en la capital de las familias”. El cardenal Kevin Farrell, que está desde hace casi dos años al frente del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, cuenta en esta entrevista para Palabra los últimos preparativos del Encuentro Mundial de las Familias, que se celebrará en Dublín del 21 al 26 de agosto con la participación del Papa Francisco.

Texto – Giovanni Tridente, Roma

Nos ofrece también una reflexión tranquila y razonada sobre diversos aspectos de la Exhortación Amoris laetitia, sobre cómo las familias han de incidir en el mundo de hoy y sobre qué contribución puede y debe venir de la “mirada femenina” en la Iglesia. De origen irlandés, realizó sus estudios en la Universidad de Salamanca, en España, y en la Gregoriana y el Angelicum en Roma, consiguiendo un Máster en Business Administration en la Universidad de Notre Dame (Estados Unidos).

En 1966 entró en la congregación de los Legionarios de Cristo, y desarrolló su actividad pastoral en México y en Washington, en cuya diócesis se incardinó en 1984. En 2001 fue nombrado precisamente obispo auxiliar de Washington, y en 2007, antes de ser llamado al Vaticano, fue promovido a obispo de Dallas. El Papa Francisco lo creó cardenal el 19 de noviembre de 2016, en el ámbito de la clausura del Jubileo extraordinario de la Misericordia.

Eminencia, faltan ya dos meses para el gran Encuentro Mundial de las Familias en Dublín. ¿Cómo avanzan los preparativos?
—El Encuentro Mundial es siempre una ocasión de gracia. Un momento para proclamar y celebrar el gozo del Evangelio de la familia. Los trabajos proceden a gran velocidad en esta recta final. Las inscripciones siguen abiertas y mucha gente continúa registrándose. Han confirmado su participación delegaciones oficiales de muchos países de los cinco continentes, que se preparan al Encuentro recibiendo e impartiendo las catequesis preparatorias que fueron preparadas para la ocasión. Prácticamente está todo listo para que Dublín se convierta en la capital de las familias.

Con el encuentro de agosto, estas reuniones cumplen sus “bodas de plata”, a 24 años de la primera convocatoria querida en 1994 por san Juan Pablo II. En su opinión, ¿qué ha cambiado desde entonces?
—Es evidente que la situación de las familias ha cambiado en estos años. Por esta razón el Papa Francisco quiso que se celebraran dos sínodos, precedidos por una consulta a 360 grados sobre la familia. Si bien hay muchas situaciones de la cultura contemporánea que no favorecen la estabilidad y solidez de las familias, la vocación originaria de las personas al amor y el deseo de familia permanecen inalterados. Precisamente por eso la Exhortación Apostólica post-sinodal Amoris Laetitia del Papa Francisco, que tanto acentúa la vía caritatis y del pulchrum, está teniendo tanta resonancia y ayudando a la Iglesia a renovar su empeño pastoral por todas las familias, sin excluir ninguna.

Pensando precisamente en Amoris laetitia, ¿cuál es, en su opinión, el verdadero secreto de un Evangelio de la familia que sea alegría para el mundo?
—Acabo de mencionarlo, la clave es anunciar la alegría del amor que quiere al otro por lo que es y que busca su bien verdadero (cfr. AL 127). La Amoris Laetitia ve el auténtico amor humano y cristiano como la única fuerza capaz de salvar al matrimonio y la familia. De ahí que el Papa coloque el amor en el centro de la familia (cfr. AL 67), concediéndole una gran importancia a lo largo de toda la Exhortación Apostólica, especialmente en los capítulos IV y V, donde describe algunas características del verdadero amor y las aplica a la vida familiar a partir del himno a la caridad de san Pablo de 1Co 13, 4-7 (cfr. AL 90-119).

Como sabemos, muchas iniciativas libertarias oscurecen la “profecía” ínsita en la primera célula de la sociedad. ¿Cómo superar estas graves crisis mundiales, y qué actitud hay que adoptar hacia el mundo?
—Los cristianos debemos estar abiertos a escuchar las preguntas que nuestros contemporáneos formulan sobre cuestiones fundamentales para la existencia. Nuestra actitud no puede ser la de quien condena “a priori” cualquier propuesta novedosa o a quienes, buscando soluciones, se equivocan. El Papa nos invita a estar atentos a la acción del Espíritu Santo que, con un neologismo muy suyo, “nos primerea”, nos antecede. Debemos estar atentos a ofrecer la doctrina, pero sobre todo el testimonio de la caridad y de la alegría de la vida familiar cristiana. Así, por ejemplo, no se puede negar que las personas buscan siempre el amor, aunque dada nuestra naturaleza caída podamos equivocarnos en el objeto y en el modo de amar. El Papa nos recuerda que el amor conyugal es auténtico cuando es un amor oblativo y espiritual, que incluye al mismo tiempo afecto, ternura, intimidad, pasión, deseo erótico, placer que se dona y se recibe (cfr. AL 120; 123), apertura a la procreación y a la educación de los hijos (cfr. AL 80- 85).

De otra parte, en el diálogo social es importante saber ofrecer razones válidas desde el punto de vista del interés común y no repetir siempre el “deber ser”. Es necesario mostrar las razones que aconsejan en vista del bien común, del interés general, y sostener a las familias para que puedan llevar a cabo su importante cometido social, distinguiendo lo que pertenece al ámbito privado de los afectos de lo que tiene además una función social irreductible. Esto es tarea especialmente de los laicos, de las mismas familias unidas con otras personas que, aun no compartiendo su fe, comparten la misma preocupación por el bienestar de la sociedad y de las familias.

Siguiendo con Amoris laetitia, fruto de dos importantes discusiones sinodales, es bien sabido que en algunos ambientes no ha sido bien digerida. Desde su punto de vista, ¿cuáles son los puntos más relevantes de este documento, que merece la pena asimilar bien?
—La Amoris Laetitia es un documento de una gran riqueza pastoral. El Papa Francisco nos ofrece una pedagogía, entendiendo que la relación de pareja es un viaje que dura toda la vida (cfr. AL 325) y que, por lo tanto, es un camino que conoce tanto la belleza y el gozo de ser amados y de amar como los defectos y pecados, las dificultades y sufrimientos. Por lo que debe considerarse con realismo y confianza, como un crecimiento y un desarrollo progresivo que se lleva a cabo juntos, paso a paso, con el ejercicio práctico, paciente y perseverante (cfr. AL 266-267). El Papa usa una expresión muy elocuente para referirse a esta realidad, dice que “el amor es artesanal” (AL 221). Esto vale también para la educación de los hijos (cfr. AL 16; 271; 273).

Todo este recorrido necesita el acompañamiento de la Iglesia. Me refiero a la comunidad cristiana, no sólo a los clérigos. Esto del acompañamiento creo que es una de las cosas más originales en la propuesta pastoral de Amoris Laetitia, y algo que debemos esforzarnos por comprender mejor y por encontrar los caminos adecuados para llevarlo a cabo.

En el seno de las Iglesias locales han nacido muchas iniciativas en el ámbito del acompañamiento a las familias en las diversas etapas, desde la boda a la llegada de los hijos y hasta la edad madura, como pide la Exhortación. ¿Qué papel ha tenido el Dicasterio en este campo, y qué hace para continuar promoviendo iniciativas nuevas?
—El Dicasterio tiene la misión de colaborar con el ministerio de comunión del Santo Padre. Por tanto, fundamentalmente estamos al servicio de las Iglesias particulares, escuchando sus experiencias y sus inquietudes. En este sentido somos un gran observatorio que recoge experiencias valiosas y trata de ponerlas en circulación de modo que toda la Iglesia se pueda beneficiar. Asimismo incentivamos la reflexión de los institutos universitarios de familia y aprovechamos su trabajo. Otro campo al que el Dicasterio se dedica especialmente es la recepción de la Amoris Laetitia y su traducción catequética.

Nos interesa también el desarrollo de una adecuada pastoral prematrimonial que, de manera catecumenal, prepare a nuestros jóvenes para vivir el amor esponsal. De ahí que se esté trabajando en una plataforma que reúne a una comunidad de personas que en el mundo entero se ocupan de apoyar a los padres de familia en la formación afectiva de sus hijos, mediante cursos, materiales didácticos y recursos pedagógicos de vario tipo.

El Papa Francisco habla con diversos tonos de una Iglesia en salida. ¿Se puede decir que existen también las “familias en salida”, según esta lógica del Papa, y qué significaría eso?
—La invitación del Papa a ser una “Iglesia en salida” es una invitación dirigida a todos y cada uno de los bautizados, ya que en razón del bautismo todos los fieles estamos llamados al apostolado, a extender el Reino de Dios según la posición eclesial que cada uno ocupa de acuerdo con su vocación específica y con sus circunstancias personales. Una “Iglesia en salida” es, pues, una Iglesia en estado permanente de misión. Por tanto, las familias también están llamadas a no encerrarse en sí mismas. Esto es inherente a la vocación cristiana. Han de permanecer abiertas a las necesidades de los demás, especialmente de aquellas personas y familias que se encuentran en dificultad por distintas razones, tanto existenciales como materiales. Familias que contribuyen solidariamente a la edificación del bien común.

También como sujetos activos y corresponsables de la misión, las familias cristianas están llamadas a participar de acuerdo con sus posibilidades en los distintos servicios pastorales que pueden desempeñar, desde la misión “ad gentes”, pasando por la catequesis de iniciación cristiana, el acompañamiento de los matrimonios jóvenes, las consultorías familiares, etc.

A propósito de la vida, ¿en qué iniciativas está trabajando el Dicasterio, y de qué modo colabora con la homónima Pontificia Academia?
—Nuestro Dicasterio tiene el encargo de promover el respeto de la dignidad de la vida de cada persona humana y de toda la vida humana, desde su concepción hasta su muerte natural, con una óptica trascendente, que mira a la persona humana integralmente destinada a la comunión eterna con Dios. En este sentido, nuestro mayor empeño es promover una pastoral integral y transversal de la vida humana, que no se reduzca tan sólo al necesario empeño pro-vida y a sus implicaciones legislativas, políticas y culturales.

Es necesario desarrollar una perspectiva holística de la pastoral, con sus instancias formativas (catequesis, formación de las conciencias, bioética), celebrativas (jornadas de oración, rosarios, vigilias, fiestas de la vida) y de servicio (centros de ayuda a la vida, acompañamiento de mujeres con embarazos no previstos, acompañamiento del síndrome del trauma post-aborto, acompañamiento del duelo, etc.), y ocupándonos de las edades del hombre. De ahí que nos preocupe la atención a los ancianos, la promoción integral de la fecundidad, no sólo en cuanto a la apertura a la procreación, sino también a la fecundidad espiritual, moral y solidaria en la atención a los menos favorecidos, en la adopción, en la custodia de los niños, etc.

Por voluntad del Papa Francisco, a su lado hay dos mujeres como Subsecretarias del Dicasterio. ¿Qué importancia tiene el papel de la mujer en la Iglesia y en la sociedad?
—Cada vez más tomamos mayor conciencia de cuántas energías perdemos cuando no se reconoce y se promueve el aporte del genio femenino, a la par de cuanto aportan los varones. Jesucristo, nuestro Señor fue en su existencia histórica uno de los mayores promotores de la dignidad e igualdad de las mujeres; luego, por razones históricas cuyo análisis excede a esta conversación, quizás a la Iglesia le ha faltado “parresía” para sacar todas las consecuencias de la Revelación cristiana acerca de la mujer. Sin embargo, en este tiempo se está reflexionando mucho sobre esto.

Me place recordar aquí, por ejemplo, la interesante reflexión que la Pontificia Comisión para América Latina ha llevado a cabo en su última Asamblea plenaria. Una reflexión que reconoce la riqueza, la complementariedad y reciprocidad de la diferencia sexual, por lo que se coloca más allá de ciertos feminismos y reivindica plenamente la igualdad y diferencia de hombres y mujeres. Nuestra oficina, además de contar con el aporte de estas dos nuevas Subsecretarias, cuenta también con varias oficiales, casadas y solteras, consagradas y seglares, que día a día aportan su riqueza y carisma femenino a nuestra misión, y contamos también con un departamento que se ocupa de promover a las mujeres, de manera que ellas puedan aportar en los distintos niveles de toma de decisiones su aproximación femenina a las distintas situaciones y elecciones que hay que hacer para alentar la misión y construir comunión.

La mirada femenina es necesaria hoy más que nunca para desarrollar una Iglesia con actitudes maternas, como el Papa nos invita continuamente a hacer: la revolución de la ternura, las entrañas de misericordia y el acercamiento pastoral de cuidado y acompañamiento, que se hace cargo de las situaciones concretas de las personas.

El corazón de la santidad

30 de mayo de 2018·Tiempo de lectura: 4 minutos

Las bienaventuranzas constituyen, en efecto, con expresión del Papa, “el carnet de identidad del cristiano”.

Texto – Ramiro Pellitero

Ha escrito el obispo de Vitoria, Juan Carlos Elizalde, que el corazón de la exhortación del Papa Francisco (Gaudete et exsultate) sobre la santidad es el discurso de las bienaventuranzas y la parábola del juicio final. Así es, no solo porque ocupan el capítulo central (tercero) del documento, sino porque muestran el rostro de Cristo y por tanto, el rostro de la santidad del cristiano.

En su libro “La felicidad donde no se espera”, sostiene Jacques Philippe que el texto de las bienaventuranzas “contiene toda la novedad del Evangelio, toda su sabiduría y su fuerza para transformar en profundidad el corazón del hombre y renovar el mundo” (J. Philippe, La felicidad donde no se espera: meditación sobre las Bienaventuranzas, Rialp, Madrid 2018.

El corazón nuevo

“En ellas –dice Francisco– se dibuja el rostro del Maestro, que estamos llamados a transparentar en lo cotidiano de nuestras vidas” (n. 63). Añade que las bienaventuranzas proponen un estilo de vida “ a contracorriente”, respecto a muchas tendencias del ambiente actual. Un ambiente propagador del consumismo hedonista y de la polémica, del éxito fácil y las alegrías efímeras, de la postverdad y sus subterfugios, de la primacía del yo y del relativismo. En cambio las bienaventuranzas –observa Philippe– proponen una “felicidad inesperada”, unida a una “sorpresa de Dios”, “un don gratuito del Espíritu consolador”…

Las bienaventuranzas, avisa el Papa, no son un propuesta fácil ni halagadora: “Solo podemos vivirlas si el Espíritu Santo nos invade con toda su potencia y nos libera de la debilidad del egoísmo, de la comunidad, del orgullo” (n. 65).

También J. Philippe subraya este papel del Espíritu Santo para hacernos vivir las bienaventuranzas, en el marco que Dios uno y trino nos ofrece y nos da a participar. Al dibujar el rostro de Jesús, las bienaventuranzas nos muestran también el rostro de Dios Padre: su misericordia, su ternura, su generosidad que nos transforma interiormente y nos da un corazón nuevo. “Las bienaventuranzas no son otra cosa que la descripción de este corazón nuevo que el Espíritu Santo forma en nosotros, y que es el mismo corazón de Cristo”.

Por eso –recuerda este autor en su introducción– los teólogos medievales ponen en relación las bienaventuranzas con los siete dones del Espíritu. En ese sentido, las bienaventuranzas son una respuesta de Jesús a la pregunta ¿cómo acoger la obra del Espíritu Santo, la acción de la gracia divina?. Son a la vez frutos y condiciones de la acción del Espíritu. En su coherencia y unidad profunda, las bienaventuranzas son camino personal de madurez humana y cristiana, y a la vez marco necesario de la vida familiar, social y eclesial, camino y prenda del Reino de Dios.

Un programa siempre actual

Francisco subraya algún aspecto en cada bienaventuranza. Los Evangelios vinculan la “pobreza de espíritu” como virtud (que conduce a la libertad interior) a la pobreza “a secas”, que implica “una existencia austera y despojada” (n. 70) y compartir la vida de los más necesitados. Nos invitan a ser mansos, también como Jesús, a rechazar con humildad el engreimiento y a soportar los defectos de los demás, no escandalizarse de sus debilidades” (n. 72).

Nos invitan a “no disimular la realidad” (n. 75) dando la espalda al sufrimiento; por el contrario, nos proponen llorar y comprender el misterio profundo del dolor, mirar la Cruz, consolar y socorrer a los demás. Vivir la justicia en concreto, como se pedía ya en el Antiguo Testamento: con los oprimidos, los huérfanos y las viudas. Actuar con misericordia, dar y perdonar, sabiendo que en esa medida se nos juzgará a nosotros, pues todos somos “un ejército de perdonados” (n. 72).

Nos piden los Evangelios cuidar los deseos y las intenciones del corazón, rechazando “lo que no es sincero, sino solo cáscara y apariencia” (n. 84). Nos impulsan a buscar resolver los conflictos, ser artesanos de la paz, lo que requiere “serenidad, creatividad, sensibilidad y destreza” (n. 89). Nos animan a sobrellevar algunos “problemas” que trae el camino de la santidad: las burlas, las calumnias, las persecuciones. 

El «protocolo» de la misericordia

Todo ello está expresado maravillosamente por el “gran protocolo” por el que vamos a ser juzgados. Se trata de una explicación pormenorizada de aquella bienaventuranza que las representa a todas: la misericordia: “Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme” (Mt 25, 35-36). La parábola del juicio final, escribe san Juan Pablo II, “no es una simple invitación a la caridad: es una página de cristología, que ilumina el Misterio de Cristo”. Apunta Francisco que “revela el mismo corazón de Cristo, sus sentimientos y opciones más profundas” (n. 96). E insiste en que la misericordia es el corazón palpitante del Evangelio (n. 97).

Por eso destaca oportunamente Mons. Elizalde que es un error nocivo desvincular la acción caritativa de la relación personal con el Señor, ya que convierte la Iglesia en una ONG (cf. n. 100). Pero también que es un error ideológico sospechar sistemáticamente del compromiso social de los demás, “considerándolo algo superficial, mundano, secularista, inmanentista, comunista, populista” (n. 101).

Efectivamente. Como ya señalaron sus predecesores, san Juan Pablo II y Benedicto XVI, Francisco declara necesario mantener vivas a la vez la promoción y defensa de la vida junto con la sensibilidad social por los necesitados: “La defensa del inocente que no ha nacido, por ejemplo, debe ser clara, firme y apasionada, porque allí esta en juego la dignidad de la vida humana, siempre sagrada, y lo exige el amor a cada persona más allá de su desarrollo. Pero igualmente sagrada es la vida de los pobres que ya han nacido, que se debaten en la miseria, (…) y en toda forma de descarte” (n. 101). No es menos importante la migración que la bioética (cf. n. 102).

Coherencia en la vida cotidiana

Termina el capitulo tercero de la Gaudete et exsultate con una llamada a la coherencia cristiana. El culto a Dios y la oración han de llevarnos a la misericordia con los demás, lo que es, según recuerda santo Tomás de Aquino, “el sacrificio que más le agrada” (S. Th, II-II, q30, a4). En cambio, como decía santa Teresa de Calcuta, “si nos ocupamos demasiado de nosotros mismos, no nos quedará tiempo para los demás”.

Y así concluye el Papa con estas palabras certeras: “La fuerza del testimonio de los santos está en vivir las bienaventuranzas y el protocolo del juicio final. Son pocas palabras, sencillas, pero prácticas y válidas para todos, porque el cristianismo es principalmente para ser practicado, y si es también objeto de reflexión, eso solo es válido cuando nos ayuda a vivir el Evangelio en la vida cotidiana. Recomiendo vivamente releer con frecuencia estos grandes textos bíblicos, recordarlos, orar con ellos, intentar hacerlos carne. Nos harán bien, nos harán genuinamente felices” (n. 109).

Texto publicado en: iglesiaynuevaevangelizacion.blogspot.com, 21-V-2018

El autorRamiro Pellitero

Licenciado en Medicina y cirugía por la Universidad de Santiago de Compostela. Profesor de Eclesiología y de Teología pastoral en el departamento de Teología sistemática de la Universidad de Navarra.

Chiquitunga: alegre y servicial

30 de mayo de 2018·Tiempo de lectura: 2 minutos

Chiquitunga nos dice que hoy podemos llegar a ser santos si vivimos con pasión un ideal, en el caso de ella su deseo de que todo se sature de Cristo: Cristo, su Iglesia, los hermanos fueron su ideal. 

Conocí a la Sierva de Dios María Felicia de Jesús Sacramentado (Chiquitunga) en mi adolescencia, cuando yo integraba la sección de Pequeñas de la Acción Católica de la Parroquia de San Roque y ella era delegada arquidiocesana de Pequeñas. La vi actuar en concentraciones de Pequeñas y en algunos encuentros de la Acción Católica. Ingresé en el monasterio de Carmelitas descalzas de Asunción dos años después de su muerte. Aquí pude constatar con sorpresa cómo su recuerdo permanecía tan vivo dentro de la comunidad. Me llamó la atención la frecuencia con que las hermanas hablaban de ella, recordando su exquisita caridad fraterna, su alegría, su abnegación. Relataban sus innumerables anécdotas, impregnadas de sano humorismo. Yo no conviví con ella, pero oí decir a las hermanas que fue obediente, muy caritativa, humilde, servicial y que siempre se mostraba alegre, tratando de alegrar a la comunidad en todo momento, utilizando para ello los dones naturales con que el Señor la dotó. Ella estaba siempre para todas, sabiendo perdonar, disculpar, acoger, etc.

Conversé con ella la víspera de su ingreso en el Carmelo. Estaba serena, con su sonrisa habitual, y entre otras cosas recuerdo que me dijo: “Yo hago lo contrario de Jesús: viví treinta años de vida pública y ahora comienzo mi vida oculta”.

Asistí a alguna concentración de Pequeñas de la Acción Católica que ella organizaba. Rebosaba alegría, entusiasmo. De sus veladas en la Comunidad quedan numerosos recuerdos.

Chiquitunga nos dice que hoy podemos llegar a ser santos si vivimos con pasión un ideal, en el caso de ella su deseo de que todo se sature de Cristo: Cristo, su Iglesia, los hermanos fueron su ideal. Nos dice que podemos ser felices entregándonos a los demás, olvidándonos de nosotros mismos por el bien de los demás.

El autorOmnes

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El huevo frito y la santidad

28 de mayo de 2018·Tiempo de lectura: 2 minutos

La santidad echa el ancla entre ollas y estufas. Con Gaudete et Exsultate, del Papa Francisco, todos estamos llamados a cocinar extraordinariamente bien nuestro huevo frito, que se convierte así en verdadera metáfora de la santidad.

MAURO LEONARDI — Sacerdote y escritor
@mauroleonardi3

Con Gaudete et Exsultate, la Iglesia del hospital de campaña se convierte en la cocina de MasterChef. Todos estamos llamados a ser cocineros de cinco estrellas. Todos estamos llamados a cocinar extraordinariamente bien nuestro huevo en su punto, el más difícil de los platos fáciles, el que revela si realmente tiene madera de chef o simplemente es un aficionado.

El huevo frito es la verdadera metáfora de la santidad. “Una mujer va al mercado a hacer la compra, se encuentra con una vecina y comienza a hablar, y vienen las críticas. Pero esta mujer dice en su interior: ‘No, no hablaré mal de nadie’. Este es un paso hacia la santidad. Luego, en casa, su hijo le pide conversar sobre sus fantasías y, aunque esté cansada, se sienta a su lado y escucha con paciencia y afecto. Esa es otra ofrenda que santifica” (Gaudete et Exsultate, n. 16).

Lo habían dicho muchos santos, lo había proclamado un concilio, ahora Francisco le pone el sello definitivo: la santidad sale de la sacristía y echa el ancla entre ollas y estufas. La santidad, como cocinar bien, es una experiencia simple y profunda, en la que las cosas pequeñas se tratan con cuidado, no por dinero, sino por amor. Hubo un tiempo en el que los eruditos eran los filósofos, hoy son los cocineros: por eso vemos numerosos personajes de televisión que ya no están detrás de los escritorios, sino en la cocina.

Hace tiempo, uno de ellos, no recuerdo quién, dijo en la televisión que aquellos que cocinan bien devuelven a la gente el tiempo perdido, el que se ha desperdiciado durante el día. Muy distinto de Marcel Proust. Quien cocina no hace nada por sí mismo: necesita la tienda, a quien cultiva, al que elabora la receta, a quien prepara la mesa y luego sirve.

Como Jesús testimonia al Padre al hacer todo lo que el Padre quiere, así también el cocinero crea un plato que da testimonio del trabajo de muchos. El santo sabe que no es bueno él, sino que es testigo de la bondad de Dios en su vida. Y es algo que hace con las manos, con los ojos y con la boca. Con la boca, sí, hecha para “ad-orar” a Dios. Lo que quiere decir “llevar a Dios en la boca”.

El autorMauro Leonardi

Sacerdote y escritor.

Cine

Cine: Tres anuncios en las afueras

Omnes·23 de mayo de 2018·Tiempo de lectura: 2 minutos

El drama se mueve ambiguamente entre el noble deseo de justicia y el impulso vengativo de una madre cuya hija fue violada y asesinada por no se sabe quién.

Texto —José María Garrido

Película: Tres anuncios en las afueras
Dirección y guión: Martin McDonagh
Reino Unido-EE. UU., 2017

La cinta ha sido la más recompensada en los premios Globo de Oro de 2018, y tiene siete nominaciones a los Óscar. Martin McDonagh (1970), lleva años triunfando en Estados Unidos como dramaturgo con historias exuberantes de violencia. Su asalto al séptimo arte lo acometió en la década pasada, con rojos y burlas a lo Tarantino y hermanos Cohen. Pero en su último largometraje consolida su propia destreza, y cosecha, entre otros, los Golden Globe de mejor película dramática y mejor guión.

El drama se mueve ambiguamente entre el noble deseo de justicia y el impulso vengativo de una madre (Frances McDormand) cuya hija fue violada y asesinada por no se sabe quién. Meses después del delito, ella pasa en coche por la solitaria carretera secundaria que lleva a su casa, en las afueras de un pequeño pueblo de Misuri, y observa las tres grandes vallas publicitarias abandonadas e inútiles de siempre. De repente, detiene el coche (ha leído algo en una valla), y mete la marcha atrás para ver la anterior. En los despojos del último anuncio encuentra “la oportunidad… de su vida”. Con reflujo del rencor calcula un plan justiciero. Y alquila las tres vallas para estampar sendas frases incendiarias que inquieren al jefe de la policía local por qué no ha atrapado aún a los asesinos.

El relato se retuerce y desvela progresivamente un panorama profundamente trágico con retales de bromas extravagantes y situaciones inverosímiles que subrayan el carácter de cada personaje y agigantan el drama. El tono pasional del conjunto permite que los momentos “increíbles” (trucos del director) se disfruten como si fuesen, precisamente, lo que no podría ser de otra manera.
La abundancia de primeros planos ofrece a Sam Rockwell (Globo de Oro) y a Woody Harrelson la coartada para llenar la pantalla, mientras la protagonista, Frances McDormand (Globo de Oro también), se sale por las cuatro esquinas, con la sobriedad de un vestuario mínimo y tantas miradas en silencio como palabras sin piedad. Por cierto: no sé cómo ha quedado el filme en castellano (me he rendido a la v.o. tan común entre espectadores de Latinoamérica), pero el original de agudos diálogos tampoco escasea en interjecciones básicas de cuatro letras. Son el contrapunto a una esmerada banda sonora, de Carter Burwell, que ha compuesto quince veces para los Cohen.

Cultura

La ciudad de Sevilla celebra el Año Murillo

Omnes·21 de mayo de 2018·Tiempo de lectura: 4 minutos

Murillo y los Capuchinos de Sevilla es la exposición que rinde homenaje a uno de los grandes artistas españoles del barroco y el más importante dentro de la escuela pictórica sevillana.

Texto – Fernando Serrano

400 años después del nacimiento de Bartolomé Esteban Murillo, la Junta de Andalucía, junto con el Museo de Bellas Artes de Sevilla rinde un tributo al artista reuniendo el conjunto de pinturas que realizó para el convento de los capuchinos de Sevilla.

Objetivo de la muestra

“Esta muestra hace posible la reconstrucción de la totalidad de la serie, que por primera vez, desde que la invasión napoleónica provocara su dispersión en el siglo XIX, vuelven a estar reunidos”, explican los organizadores de la exposición. La mayoría de las obras expuestas pertenecen a la colección del Museo de Bellas Artes de Sevilla desde la desamortización de los bienes eclesiásticos llevada a cabo en 1835. Como explican los responsables, “se unen los generosos préstamos procedentes de Alemania, Austria, Reino Unido y la catedral de Sevilla”. De todas las aportaciones, tiene especial relevancia la cesión de la obra más significativa del conjunto, El jubileo de la Porciúncula, “debido al gran formato del cuadro y a lo prolongado del préstamo”. Los responsables de la muestra explican que, “el acuerdo entre el Museo Wallraf-Richartz de Colonia y el Museo de Bellas Artes de Sevilla constituye un excepcional ejemplo de colaboración entre instituciones culturales europeas”. El consejero de cultura de la Junta de Andalucía, Miguel Ángel Vazquez destacó durante la presentación de la muestra la importancia de la misma: “Por primera vez en dos siglos, vamos a poder comprobar de forma conjunta todas las pinturas que hizo Murillo para el convento de los capuchinos de Sevilla”.

La exposición Murillo y los Capuchinos de Sevilla contiene una parte dedicada a mostrar el proceso creativo del autor a través de dibujos y obras relacionadas con su trabajo. Esta parte se complementa con información adicional sobre los procesos de restauración, así como sobre la historia de las obras expuestas. Sobre esa historia de las pinturas, la directora del Museo de Bellas Artes de Sevilla, María Valme Muñoz, destacó: “A pesar de la azarosa historia sufrida. Por fortuna, la mayor parte de las pinturas regresaron a la ciudad donde fueron creadas. Donde pasaron a convertirse en la colección más famosa del Museo Bellas Artes de Sevilla”.

Por exposiciones como esta, estamos ahora en el foco, a nivel mundial, como una ciudad ‘destino ideal’ para ser visitada en 2018”, explicó el alcalde de Sevilla, Juan Espada, “y no solo por el patrimonio y la historia que ya ofrece esta ciudad, sino por la apuesta que hemos hecho por la cultura y la calidad del Año Murillo, que significa un atractivo adicional”.

Más allá de la exposición

La celebración de este Año Murillo tiene una especial repercusión en Sevilla. Durante los próximos 16 meses, la ciudad hispalense acoge un amplio abanico de actividades culturales para destacar la figura de Murillo: desde conciertos y ciclos musicales hasta itinerarios culturales y turísticos, pasando por ponencias y conferencias.

Una de las principales actividades que se lleva a cabo en este aniversario es el itinerario turístico y cultural Tras los pasos de Murillo. Recorre hasta una veintena de lugares emblemáticos que permiten acceder de primera mano a la vida y obra del pintor barroco. Este recorrido se hace a través de 50 pinturas originales y más de 80 reproducciones de sus obras más relevantes. Enrique Valdivieso, coordinador del recorrido, muestra su interés en que estas iniciativas perduren en el tiempo: “El Año Murillo tiene como objetivo ampliar el patrimonio de la ciudad con estas rutas que tienen vocación de permanencia más allá de la efeméride y que vendrán a enriquecer la oferta turística y patrimonial de la capital”.

También el alcalde de Sevilla, Juan Espada destaca la importancia de estos eventos para la ciudad: “Con el arranque de este Año Murillo, Sevilla se sitúa en el centro de las capitales españolas. Desde este momento y a lo largo de este año, es una de las ciudades más potentes a nivel cultural”.

Además de este recorrido y las exposiciones, la Asociación Sevillana de Empresas Turísticas ha lanzado el programa Murillo en Sevilla. Busca llevar a cabo diferentes actividades como visitas teatralizadas, talleres, rutas gastronómicas… La asociación está formada por 24 empresas e instituciones de la ciudad de Sevilla.

Murillo en Sevilla

En la ciudad hispalense hay 21 puntos relacionados con el pintor barroco. El centro de ese mapa artístico es la casa de Murillo, donde se puede adquirir una audioguía que ayudará a recorrer la impronta del pintor en la ciudad. La audioguía cuesta 11 euros y no hay que devolverla, sino que el visitante puede quedársela y prolongar su visita los días que quiera. De esta forma, los itinerarios relacionados con el artista no son una moda pasajera con motivo de este aniversario, sino que los organizadores tienen el objetivo de que se mantenga en el tiempo.

De este recorrido que se propone destacan las paradas en: la catedral, el Alcázar, el Archivo General de Indias o el Hospital de la Caridad. Cada uno de estos lugares tienen una especial relación con Murillo. La catedral era el centro neurálgico de la Sevilla del artista. El pintor trabajó para el cabildo entre 1655 y 1667, realizando en ese periodo algunas de sus obras más relevantes, de las cuales muchas se pueden ver en la seo en los lugares que originariamente estaban pensados. El Alcazar guarda con el artista una relación póstuma, Murillo no realizó ninguna pintura para él. En 1810 el edificio fue sede del Museo Napoleónico, pinacoteca que acogió casi mil obras expoliadas a las instituciones religiosas de la ciudad, entre ellas, 45 eran de Murillo.
Con el actual Archivo General de Indias, edificio con el que Murillo tuvo una estrecha relación. ya que en él instaló la Academia de Pintura, fundada por el artista y por Herrera el Joven en 1660. Durante este Año Murillo, el Archivo muestra en su interior reproducciones de dibujos de Murillo y de los pintores que se formaron en esta academia, como Arteaga o Iriarte.

Otra de la paradas de este recorrido es el Hospital de la Caridad. Murillo tuvo una vinculación personal y profesional con la Hermandad de la Santa Caridad. El artista ingresó en la institución en 1665, y entre 1667 y 1870 realizó algunas de sus pinturas. Actualmente, en el edificio hay siete pinturas originales de Murillo.

En definitiva, esta importante cita brinda la oportunidad de ver en su conjunto uno de los ciclos más significativos del barroco español. El resultado de estas actividades es la recuperación histórica, material y estética del legado de Murillo a la que se suma la oportunidad única y el valor emocional de poder disfrutar de la figura y obra de Murillo en su ciudad, Sevilla.

Mundo

El “Lourdes” de Chequia, símbolo de reconciliación

Omnes·17 de mayo de 2018·Tiempo de lectura: 3 minutos

El santuario mariano de Filipov, en Chequia, denominado el “Lourdes» de Chequia, es símbolo de la solicitud de la Virgen y de la reconciliación de checos y alemanes. El número de peregrinos crece.

Texto – Gustavo Monge, Praga

El santuario checo de Filipov ha celebrado recientemente 150 años de la aparición de la Virgen, en un lugar que es testigo de la especial solicitud de la Madre de Dios con los que sufren enfermedades o persecución.

Filipov es un santuario mariano situado en Jiřikov, un pueblo de 3.700 habitantes al norte de la República Checa, en la región de los Sudetes, a pocos metros de la frontera con Alemania. Como consecuencia de un hecho inédito, la aparición de la Virgen María a una enferma desahuciada, a finales del siglo XX se consagró aquí una iglesia para peregrinos. El lugar se convirtió, poco después, en foco de devoción mariana, con procesiones de hasta 6.000 personas, y llegó a ser conocido como “el Lourdes del norte de Bohemia”.

Pasadas varias décadas, Filipov ha sido también símbolo del acercamiento de dos naciones, la checa y la alemana, muy enzarzadas en el siglo XX como consecuencia de los nacionalismos. Como el resto de los Sudetes, Filipov fue anexionado por Adolf Hitler en 1938 y, tras la II Guerra Mundial, fue recuperado por Checoslovaquia, y todos sus antiguos moradores fueron expulsados.

La historia de María Kade

En el origen del santurio está la historia de María Magdalena Kade (1835-1905), una tejedora que, como la inmensa mayoría de los habitantes de este rincón de la monarquía austro-húngara, pertenecía a la minoría de habla alemana. Muchos trabajaban en la fábrica textil que había al otro lado de la frontera, en la localidad vecina de Ebersbach-Neugersdorf.

A Kade, de salud quebradiza desde los 19 años, le acabaron diagnosticando neumonía y meningitis. Empezó a sufrir ataques espasmódicos, y tenía todo el cuerpo cubierto de úlceras. A los 29 años quedó postrada en cama, donde recibió la Unción de los Enfermos, y los doctores aseguraron que tenía los días contados.

En la noche del 12 al 13 de enero de 1866, a las cuatro de la madrugada, la Virgen se apareció a Kade, muy devota de la Madre de Dios, y –según contó ella después– le dijo en alemán: “Hija mía, desde hoy vas a estar sana”. La que daban por muerta saltó de su cama y, desde ese día, empezó a hacer vida normal, ante el asombro de los vecinos. Los médicos certificaron que aquello era inexplicable.

En el lugar de la casa de los Kade se levantó una capillita que, después de su ampliación, ha quedado incorporada a la actual basílica menor de María Auxiliadora de los Cristianos. Este lugar ha vivido momentos de mucho auge, pero su actividad quedó silenciada durante la persecución comunista en la segunda mitad del siglo XX (1948-1989). A pesar del esfuerzo del régimen totalitario por impedir la llegada de peregrinos, estos siempre se las arreglaban para mantener encendida la llama. Una llama a la que contribuyeron decididamente las comunidades de religiosas.

Lo cierto es que “nunca se interrumpió la cadena de Misas en el aniversario de la aparición”, dijo Marketa Jindrová, quien explica cómo los comunistas bloquearon la puerta de la iglesia y dejaron el lugar dentro una franja fronteriza especialmente vigilada, lo que obligaba a salvar muchos obstáculos para llegar al santuario, incluidos interrogatorios policiales.

La intercesión de la Virgen, especialmente sentida en Filipov, ha inspirado también iniciativas para la renovación espiritual de la nación checa. Hoy este lugar recibe a numeros fieles de ambos lados de la frontera, con misas celebradas usando el alemán y el checo. Además, Filipov es un lugar de peregrinación preferido de los católicos de Serbia-Lusacia, una minoría de origen eslavo que vive en la Sajonia alemana y sigue conservando su fe romana. En las festividades marianas de mayo hay gran afluencia de creyentes alemanes. Es muy típica la procesión de la Candelaria.

Mons. Jan Baxant, obispo de Litoměřice, explica a Palabra que “salir de casa en invierno a media noche para ir a esta basílica helada en Filipov es, para nosotros, como un mini-Compostela o mini-Everest”.“Muy a menudo recibimos a obispos alemanes”, añade Jozef Kujan, párroco salesiano rector de la basílica.

Actualidad

Pautas de acción si alguien está sufriendo violencia

Omnes·15 de mayo de 2018·Tiempo de lectura: 2 minutos

Las pautas de comportamiento con personas que están padeciendo esta violencia pueden sintetizarse de este modo:

  1.  Apoyo inmediato. Primero apoyarle. No cuestiones la veracidad de su relato, su vivencia o sus sentimientos. A ti no te corresponde juzgar, ya juzgará el juez. Tienes la oportunidad de ser soporte, ayudar y validar las emociones. Esto es ya una ayuda esencial para hacerse consciente del problema, no minimizarlo e intervenir cuanto antes.
  2. No entrometerse. Es muy necesario mantener los límites en la relación con esa persona, dejarle el tiempo necesario para tomar decisiones, y respetar las decisiones que tome. Escucha, sin presionar para que responda o revele información. Puede que te haya contado sólo una parte de lo que está ocurriendo. No tienes que decidir nada por ella, a no ser que te lo pida explícitamente o que haya personas en grave riesgo.
  3. Escucha lo que quieran decirte. No es necesario que tú conozcas todos los detalles del relato, ya los escucharán los profesionales correspondientes. Escucha cómo se siente, cómo lo ha vivido, cómo se encuentra. Ofrécele consuelo y ayuda a aliviar o reducir su ansiedad.
  4. Facilítale información. Datos concretos de servicios a los que puede acudir e información sobre recursos y apoyos sociales: 016, juzgado de guardia, médicos especializados, albergues, casas de acogida, etc. Si lo desea, puedes acompañarle para facilitarle los trámites y ayudarle. No hagas lo que corresponde al profesional de la salud.
  5.  Valora si está en riesgo, ella u otras personas, de ser agredidas de forma violenta o de padecer abusos. Habrá casos en los que sea necesario intervenir de forma urgente para evitar daños muy probables, con mucha más necesidad si son menores de edad. Será necesario hacer denuncias de urgencia, y a la vez buscar los medios suficientes para que las personas estén seguras y el intento de ayudar no promueva situaciones más violentas todavía. Prima la seguridad y no causar más daños: valora bien el equilibrio riesgo-beneficio de cada paso que se va a dar.
  6. Confidencialidad. Asegúrale que vas a ser discreto, que si lo comentas con alguien se lo dirás, que serás prudente en el uso de la información, para que la persona esté protegida y para no desbaratar los planes que tenga.
  7. Apoyo. Procura que la relación sea de apoyo, de colaboración, de promoción de autonomía de la mujer. Aunque necesite ayuda, no la anules ni repitas el patrón de hacerla sentir poco capaz. Intenta que tome ella las decisiones, que se haga protagonista de su recuperación.
  8.  Plan de acción. Si le vas a acompañar en el proceso de solución de la situación, intentad diseñar un plan eficaz, con metas y expectativas realistas a corto plazo, con esperanza de libertad a largo a plazo.
  9. Seguimiento. Sigue preguntando a la persona por lo que te contó, para que tenga oportunidad de seguir avanzando. Que se sienta atendida de verdad. No es agradable y podemos tender a ignorar o abandonar de forma inconsciente.
  10.  Presta especial atención. Sobre todo a personas con discapacidad o pocos medios económicos, que puedan estar siendo agredidas. También se da en clases sociales altas, con medios económicos suficientes y con formación; no lo descartes por estos motivos.
  11. Pregunta en ausencia del agresor. Si atiendes a parejas y sospechas que hay violencia, dale la oportunidad de poder contarlo a solas, quizá con otra persona que te acompañe y sirva de testigo, con el fin de que pueda hablar sin sufrir malas consecuencias.

Texto – Inés Bárcenas, María Martín-Vivar y Carlos Chiclana

Gaudete et exsultate, corazón y frescura

9 de mayo de 2018·Tiempo de lectura: 4 minutos

El 9 de abril se hizo pública la nueva exhortación apostólica del Papa Francisco sobre la santidad en el mundo actual, titulada Gaudete et exsultate. El obispo de Vitoria la presenta, subrayando que en ella se puede encontrar una referencia para la vida cristiana y para la acción pastoral.

Juan Carlos Elizalde — Obispo de Vitoria

Corazón y frescura rezuma esta sencilla exhortación apostólica del Papa Francisco haciendo una llamada universal a la santidad. Santidad para todo el pueblo de Dios, la santidad “de la puerta de al lado”, “la clase media de la santidad” (n. 7).

Pero a la vez una santidad exigente, plenificante, que nos pueda liberar de “una existencia mediocre, aguada, licuada” (1). Caminamos acompañados, sostenidos y guiados por la compañía de todos los santos (4). En cada santo, Dios dice una palabra al mundo (22). “Tú también necesitas concebir la totalidad de tu vida como una misión” (23), y la conclusión no se hace esperar: “Ojalá puedas reconocer cuál es esa palabra, ese mensaje de Jesús que Dios quiere decir al mundo con tu vida” (24).

Hay dos falsificaciones de la santidad. Una es concebirla como una sabiduría abstracta, teórica y sin concreción: “Un Dios sin Cristo, un Cristo sin Iglesia, una Iglesia sin pueblo” (37); y la otra, una santidad sólo con nuestras propias fuerzas: “Todavía hay cristianos que se empeñan en seguir otro camino: el de la justificación por las propias fuerzas, el de la adoración de la voluntad humana y de la propia capacidad, que se traduce en una autocomplacencia egocéntrica y elitista privada del verdadero amor” (57).

El corazón del documento es el discurso de las Bienaventuranzas, “el carnet de identidad del cristiano”. “En ellas se dibuja el rostro del Maestro, que estamos llamados a transparentar en lo cotidiano de nuestras vidas” (63). Y el “gran protocolo” por el que vamos a ser juzgados, la misericordia: “Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme” (Mt 25, 35-36). Es un error nocivo desvincular la acción caritativa de la relación personal con el Señor, ya que convierte la Iglesia en una ONG (100). Pero también es un error ideológico sospechar sistemáticamente del compromiso social de los demás, “considerándolo algo superficial, mundano, secularista, inmanentista, comunista, populista” (101). Y concreta el Papa esta tensión en la Iglesia. “La defensa del inocente que no ha nacido, por ejemplo, debe ser clara, firme y apasionada, porque allí esta en juego la dignidad de la vida humana, siempre sagrada, y lo exige el amor a cada persona más allá de su desarrollo. Pero igualmente sagrada es la vida de los pobres que ya han nacido, que se debaten en la miseria, […] y en toda forma de descarte” (101). No es menos importante la migración que la bioética (102).

Las notas de la santidad en el mundo actual son especialmente concretas y sugerentes. Contemplando en este tiempo de Pascua la primera comunidad cristiana de Jerusalén vemos algunas actitudes que acompañan la santidad que el Papa propone. Aguante, paciencia y mansedumbre son las primeras notas. Resisten la persecución con esperanza. Devuelven bien por mal. “También los cristianos pueden formar parte de redes de violencia verbal a través de internet y de los diversos foros o espacios de intercambio digital” (115), advierte el Papa. Alegría y sentido del humor son también notas destacadas, termómetro de la esperanza que la Iglesia contagia. “Audacia, entusiasmo, hablar con libertad, fervor apostólico, todo eso se incluye en el vocablo parresia, palabra con la que la Biblia expresa también la libertad de una existencia que esta abierta, porque se encuentra disponible para Dios y para los demás” (129). Estas actitudes se dan siempre en comunidad. La última nota de la santidad es la oración constante: “El santo es una persona con espíritu orante, que necesita comunicarse con Dios. Es alguien que no soporta asfixiarse en la inmanencia cerrada de este mundo, y en medio de sus esfuerzos y entregas suspira por Dios, sale de si en la alabanza y amplía sus límites en la contemplación del Señor. No creo en la santidad sin oración, aunque no se trate necesariamente de largos momentos o de sentimientos intensos” (147).

El último capítulo de la exhortación dedica el Papa al combate, la vigilancia y el discernimiento. No podemos ser ingenuos porque el diablo “no pensemos que es un mito, una representación, un símbolo, una figura o una idea. Ese engaño nos lleva a bajar los brazos, a descuidarnos y a quedar más expuestos. Él no necesita poseernos. Nos envenena con el odio, con la tristeza, con la envidia, con los vicios. Y así, mientras nosotros bajamos la guardia, él aprovecha para destruir nuestra vida, nuestras familias y nuestras comunidades, porque ‘como león rugiente, ronda buscando a quien devorar’ (1 P 5, 8)” (161). De la mano de María podemos dar la mejor respuesta en cada momento. Su cercanía es aval de nuestra santidad: “Quiero que María corone estas reflexiones, porque ella vivió como nadie las bienaventuranzas de Jesús. Ella es la que se estremecía de gozo en la presencia de Dios, la que conservaba todo en su corazón y se dejó atravesar por la espada. Es la santa entre los santos, la más bendita, la que nos enseña el camino de la santidad y nos acompaña” (176).

Gracias, Papa Francisco, por ofrecer un horizonte a la vida cristiana y un desde dónde a la acción pastoral.

El autorOmnes

Querido Equis

9 de mayo de 2018·Tiempo de lectura: 2 minutos

El autor reflexiona sobre la posición de algunas personas en el mundo digital. Sobre como esos usuarios están “encorsetados” en un pensamiento único y no quieren reflexionar sobre otras formas de ver el mundo.

Álvaro Sánchez León — Periodista
@asanleo

Querido amigo, que no pasas de las tapas de los libros:

Me alegra saber de ti de cuando en cuando, aunque vuelvas con la escopeta de tu sordera cargada. ¿Qué tal? ¿Sigues tan a gusto en el pasado entre añoranzas y ojalases que tuercen en grises tus gestos? Anímate a descubrir la belleza de nuestros tiempos, a pisar la misma calle que todos, a curarte de esa alergia a la realidad y ese miedo a los futuros que no son como dicen tus manuales escolásticos.

Me acuerdo de ti con frecuencia cuando leo los comentarios en la prensa digital. Te imagino disfrazado detrás de un pseudónimo echando gasolina.

¿Sabes? Hay un mundo tan apasionante fuera de tus esquemas que me da pena que te lo pierdas. Al fin y al cabo somos amigos y prefiero no tener amigos amargados ante la imposibilidad de salvar el planeta de todos los males que contraataca tu botiquín. Tú sabes por dónde voy y yo sé de dónde vienes.

A veces me planteo si los hitos precedentes de tu biografía fueron así de encorsetantes o si no los entendiste bien. Lo hablaremos con unas copas, si no te parece mal poner un gintonic entre nuestras maneras de pensar.

¿Sigues viendo todo lo nuevo como una provocación? ¿Mantienes esa obsesión por leer sólo a la gente que piensa como tú? Igual tu mundo es más Matrix de lo que piensas cuando miras por la ventana entre las persianas de tu maduro y desmoralizante pesimismo.

Oigo las ironías con las que te comunicas con el mundo. ¿Has pensando escribir un libro de autoayuda para sacarnos a todos del pozo de este optimismo adolescente que juzgas como filosofía frívola de huida hacia delante?

¿A cuántas personas has mandado hoy al paredón? ¿Continúas dirigiendo el barco con el mando a distancia de tu frágil responsabilidad?

No te culpo. Te comprendo. Por eso te escribo.

Nos vemos cuando quieras. Abrazo enorme y feliz primavera, my friend.

El autorOmnes

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Cultura

Osip Mandelstam, poeta genial condenado por Stalin

El centenario de la revolución rusa de 1917 es una buena ocasión para leer a quienes como Osip Mandelstam lucharon contra el imperio del terror con todos los medios a su alcance: en su caso, la poesía.

Jaime Nubiola·9 de mayo de 2018·Tiempo de lectura: 4 minutos

La primera vez que oí hablar de Osip Mandelstam fue a un conocido político español que lo había leído en sus años en la cárcel. Son muchas las obras literarias que han nacido en cautiverio: basta pensar en Cervantes en Argel, Solzhenitsyn en el Gulag siberiano o en tantos otros como san Juan de la Cruz o Nelson Mandela.

El gran poeta Osip Mandelstam, nacido en Varsovia en 1891 en una familia judeo-polaca y educado en San Petersburgo, París y Heidelberg, sería arrestado en mayo de 1934 y condenado al destierro por escribir un breve Epigrama contra Stalin de solo dieciséis versos. Al parecer, en ruso es un poema hermosísimo y en él Mandelstam menciona los gruesos dedos de Stalin, grasientos como gusanos, y sus bigotes de cucaracha. “Su ejemplo me conmueve y me hace reflexionar sobre la verdad y el valor de la palabra en una sociedad donde imperan los charlatanes y la información se ha convertido en un espectáculo. Yo tampoco estoy libre de ese mal”, escribía el periodista Pedro G. Cuartango hace unos pocos meses. Su esposa Nadiezhda recordaba lo que decía Mandelstam de Rusia: “Este es el único país que respeta la poesía: matan por ella. En ningún otro lugar ocurre eso”.

Osip Mandelstam murió en un campo de tránsito cerca de Vladivostok en mayo de 1938. Debemos a su esposa Nadiezhda la conservación de muchos de sus textos y el estremecedor libro Contra toda esperanza, en el que cuenta las trágicas experiencias que vivió con su marido durante los años del terror. Solo quiero traer a colación aquí dos pasajes de ese libro.

El primero –referido a 1934– es este: “Diecisiete años de concienzuda educación [comunista] no habían servido para nada. La gente que reunía dinero para nosotros y aquellos que lo daban infringían todo el código establecido en el país de relaciones con los represaliados por el poder. En los períodos de violencia y terror la gente se esconde en su cascarón y oculta sus sentimientos, pero esos sentimientos son indestructibles y no hay educación que acabe con ellos. Incluso si consiguen desarraigarlos en una generación –y en nuestro país eso se ha conseguido en gran medida–, vuelven a resurgir en la siguiente. Nos hemos convencido de ello más de una vez. La noción del bien es, probablemente, inherente al ser humano y los infractores de las leyes humanitarias deberán, tarde o temprano, darse cuenta de ello por sí mismos o por sus hijos” (p. 55). Han pasado ochenta años y ha caído el imperio soviético: el comunismo no ha logrado eliminar el alma humana y su natural anhelo de bondad y solidaridad, aunque haya machacado penosamente muchos espíritus.

El segundo texto de Nadiezhda –que expresa bien la función del poeta– dice así: “A principios del Segundo cuaderno, Mandelstam escribió su poema La sirena. ‘¿Por qué La sirena?’, le pregunté. ‘Tal vez sea yo’, me respondió. ¿Cómo podía ese hombre perseguido, viviendo en total aislamiento, en el vacío y la oscuridad sentirse ‘la sirena de las ciudades soviéticas’? Desde su total inexistencia, Mandelstam hacía saber que él era la voz que se expande por las ciudades soviéticas. Sentía, probablemente, que la razón estaba de su parte; sin ese sentimiento no se puede ser poeta. La lucha por la dignidad social del poeta, por su derecho a la voz y a su postura en la vida es, quizá, la tendencia fundamental que determinó su vida y su obra” (p. 249). Muchas mañanas, si tengo la ventana ligeramente abierta, oigo la sirena de una fábrica lejana que anuncia a la una la pausa del mediodía o el cambio de turno. Siempre pienso en Osip Mandelstam y en la función del poeta –¡o del filósofo!– en nuestra sociedad consumista: “La poesía” –escribió Mandelstam– “es el arado que desentierra el tiempo, poniendo al descubierto sus estratos más profundos, su tierra negra”.

La gran poeta rusa Anna Ajmátova (1889-1966), amiga de Osip y Nadia, escribe en el prólogo a los Cuadernos de Voronehz (1935-37): “Mandelstam no tiene maestro. Sobre eso vale la pena pensar. No conozco en la poesía universal un hecho semejante”. En aquellos cuadernos –escritos en el destierro en la frontera entre Ucrania y Rusia– va Mandelstam destilando sus poemas a partir de su penosa experiencia diaria. Se trata de una “poesía antibélica, defensa del arte frente al poder, de la dignidad del hombre y del valor de la vida frente a la opresión y el terror. En ese sentido, es una obra trágica, pero no nihilista, pues deja un poso de grandeza y de esperanza”, ha escrito el también poeta Luis Ramoneda.

La poesía de Mandelstam no es de fácil lectura, pero como muestra de su obra he seleccionado un poema del segundo cuaderno fechado el 15-16 de enero de 1937. Su título inicial era La mendiga y se refería a su mujer, que le acompañaba en el destierro en el que se encuentran en una situación de miseria absoluta, pero puede referirse también a la propia poesía:

Todavía no estás muerto. Todavía no estás solo.
Con tu amiga la mendiga
gozas de la grandeza de las llanuras,
de la niebla, del frío y de la nevada.
Vive tranquilo y consolado
en la pobreza opulenta, en la miseria poderosa.
Son benditos los días y las noches
y es inocente la fatiga dulce y sonora.

Infeliz aquel que, como su sombra,
teme el ladrido y maldice al viento.
Y miserable aquel que, medio muerto,
pide limosna a su propia sombra.

Al cumplirse el centenario de la revolución rusa vale la pena recordar a Osip Mandelstam, un poeta de frontera, que murió en Siberia a los 47 años, víctima de la enfermedad y las privaciones. Sus poesías –en expresión de su traductor al español Jesús García Gabaldón– constituyen “una de las más poderosas y complejas creaciones del Espíritu del siglo XX”.

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Recursos

Maternidad espiritual para los sacerdotes

Omnes·3 de mayo de 2018·Tiempo de lectura: 2 minutos

Cuando el Papa Francisco estuvo en México en febrero de 2016, pidió estar a solas con la Virgen de Guadalupe unos minutos. Más tarde explicó que le había pedido que los sacerdotes sean verdaderos sacerdotes. Era la petición de un hijo que conoce mejor que nadie la situación de la Iglesia, y ve como prioridad de nuestro tiempo que los sacerdotes cumplamos bien con nuestra misión, y respondamos a lo que Dios espera de nosotros.

P. GUSTAVO ELIZONDO ALANÍS — Sacerdote.
Ciudad de México

Unos meses después de ese viaje tuve oportunidad de escribir para Palabra (enero 2017, pp. 68-69) un artículo sobre un grupo de mujeres en oración por la santidad de los sacerdotes, que se había formado en mi parroquia para secundar esa petición del Papa a la Virgen. Muy pronto ellas comenzaron a hablar de “maternidad espiritual para los sacerdotes”. Sin saber bien la seriedad de esa real vocación, me di cuenta de que hay en las mujeres un instinto de maternidad que, cuando se tiene fe, se encauza directamente hacia los Cristos, que requieren la asistencia cercana de la Madre de Dios, como Jesús en la Cruz, para poder entregar su vida, sostenidos por la fuerte presencia de quien también da su vida por su hijo, con un solo corazón y una sola alma.
Ayudó mucho para consolidar ese grupo de oración de madres espirituales el que haya comenzado todo en el Año de la Misericordia, ya que se trataba no solamente de orar por la santidad de los sacerdotes, sino de vivir con ellos, como madres, las 14 obras de misericordia. El Papa ha dicho recientemente que “quien de verdad quiera dar gloria a Dios con su vida, quien realmente anhele santificarse para que su existencia glorifique al Santo, está llamado a obsesionarse, desgastarse y cansarse intentando vivir las obras de misericordia” (Gaudete et Exsultate, n. 107). Muchas de ellas han comentado que sentían ese fuerte llamado a la maternidad espiritual de los sacerdotes, pero no sabían cómo vivirlo, hasta que se encontraron con “La Compañía de María”, que es el nombre con que ahora se le conoce, de acuerdo con el obispo local, y que deja claro que se trata de acompañar al sacerdote, compartiendo la maternidad divina de María, para servir a la Iglesia, como la Iglesia quiere ser servida.

España

Educación diferenciada: Una opción de libertad plenamente constitucional

Omnes·3 de mayo de 2018·Tiempo de lectura: < 1 minuto

El Tribunal Constitucional ha dejado claro en una sentencia que la educación mixta no debe ser la única opción ofertada por la Administración. Ambos modelos, mixto y diferenciado, tienen idéntico derecho al concierto educativo.

TEXTO – María Calvo Charro
Profesora Titular de la Universidad Carlos III. Presidenta en España de EASSE (European Association Single Ssex Education)

En los últimos años, países como Estados Unidos, Alemania, Reino Unido o Australia, han experimentado el resurgir de la educación diferenciada por sexo con el apoyo de políticos de muy diferentes tendencias, educadores, padres, ciertos sectores feministas, así como asociaciones de defensa de los derechos y libertades. Esta tendencia, que afecta especialmente a los colegios públicos, ha generado un encendido debate en ámbitos académicos, legales y políticos. La educación diferenciada por sexo es probablemente uno de los asuntos más actuales en la lucha por la igualdad de oportunidades en el ámbito de la educación pública de estos países, como muestra la amplia literatura académica, científica y divulgativa que constantemente sale a la luz al respecto.

La educación diferenciada actual tiene como objetivo prioritario la igualdad de oportunidades. Una escuela que considera que las diferencias entre los sexos son siempre enriquecedoras y que lo que hay que eliminar son las discriminaciones y los estereotipos, superando las desigualdades sociales y las jerarquías culturales entre hombres y mujeres. En este sentido, la escuela diferenciada es teleológicamente coeducativa: su fin es garantizar una posibilidad real para niños y niñas de alcanzar los mismos objetivos y metas en lo profesional y lo personal, dándoles a todos las herramientas pertinentes para elegir con libertad su propia trayectoria.

Vaticano

Gaudete et exsultate: Alegría y santidad, desafío para todos

Giovanni Tridente·3 de mayo de 2018·Tiempo de lectura: 5 minutos

Un nuevo documento muestra a cada cristiano el camino para una santidad encarnada en el contexto actual, “con sus riesgos, sus desafíos y sus oportunidades”.

TEXTO – Giovanni Tridente, Roma

En el quinto año de pontificado, el Papa Francisco ha entregado a la Iglesia una nueva exhortación apostólica, la tercera, sobre la llamada a la santidad en el mundo contemporáneo. Un documento ágil y concreto, que quiere dar una respuesta a los muchos límites de la cultura actual. Gaudete et exsultate

La tercera exhortación apostólica del Papa Francisco se presenta como un documento un poco atípico, siendo el primero –después de mucho tiempo– que trata una temática que no ha sido debatida precedentemente en el curso de un Sínodo de los Obispos. Cosa que había sucedido, en cambio, para la Evangelii gaudium (Sínodo sobre la evangelización, convocado por Benedicto XVI en 2012), para la Amoris laetitia (Sínodos sobre la familia de 2014 y de 2015) y para las cuatro exhortaciones del Pontífice emérito (Eucaristía, Palabra de Dios, África, Medio Oriente).

Es cierto que con Francisco las exhortaciones han abandonado el título de “postsinodal” también cuando han sido fruto de las asambleas de los obispos, como para subrayar la convicción de que no se trata de algo administrativo o burocrático (una especie de resumen de la asamblea), sino de la síntesis de un verdadero movimiento del Espíritu Santo, que solicita a toda la Iglesia en su misión al servicio del hombre.

Otro aspecto que resalta en esta ulterior iniciativa del Papa es la continuidad del concepto de “alegría” con las otras exhortaciones (“gaudium”, “laetitia”), típico de las predicaciones y del vocabulario del Pontífice argentino desde su elección. Son frecuentes sus invitaciones a no tener una cara triste, ceñuda, porque el Amor de Dios que salva no admite “tristezas”.

Y ahora una curiosidad: el documento lleva la fecha del 19 de marzo, solemnidad de san José, día en que en 2013 el Santo Padre iniciaba su ministerio episcopal. Pero es también el mismo día en que hace dos años Francisco publicó la Amoris laetitia, exhortación que ha tenido sin duda mayor resonancia respecto a la primera y a esta última.

Pero hay que decir que esta concomitancia concuerda bien con la esencia del documento, dado que en una lectura atenta parece como si el Papa quiere proponer un balance de su primer lustro de pontificado, llamando a una verificación de lo que ya había propuesto a la Iglesia universal con la Evangelii gaudium.

El contexto actual

El común denominador de todos los documentos es, en efecto, el contexto actual. Permaneciendo inmutable la doctrina, la misma que la Iglesia transmite desde hace siglos, y confirmándola explícitamente, Francisco propone caminos concretos para el mundo contemporáneo, a fin de que cada cristiano pueda encarnar concretamente su llamada a la santidad. Se sitúa así en continuidad con la tarea general de evangelizar (primera exhortación) y con la de mostrar la belleza del Evangelio de la familia (segunda exhortación).

Ha llamado la atención también el hecho de que, a diferencia de otros documentos pontificios, quien ha presentado este último a la prensa no ha sido un cardenal o algún oficial de Curia romana, sino un simple obispo –Mons. De Donatis, desde hace poco vicario de Su Santidad para la diócesis de Roma– y dos laicos, el periodista Gianni Valente y la pedagoga Paola Bignardi, involucrada desde hace tiempo en el ámbito del asociacionismo católico, y que fue presidenta nacional de la Acción Católica.

Para quien, en los diversos viajes papales al extranjero, haya seguido las conversaciones que en cada ocasión el Papa ha mantenido con las comunidades locales de sus hermanos jesuitas, notará también una cierta familiaridad respecto a los contenidos propuestos en la Gaudium et exsultate. No es casualidad que haya sido precisamente la Civiltà Cattolica, dirigida por el jesuita Antonio Spadaro -omnipresente en todos los viajes pontificios y encargado de transcribir los diálogos con el Papa- quien ha difundido, en el mismo momento en que era dada a conocer a todos los demás la exhortación, un análisis circunstanciado de ella, presentando sus “raíces, estructura y significado”, demostrando por tanto conocer desde hace tiempo su génesis.

En el fondo, el documento tampoco es demasiado largo, y seguramente no ha sido concebido, como el mismo Papa Francisco escribe en la introducción, como un tratado sobre la santidad con definiciones o análisis. Más bien es como una caricia de padre, que quiere estimular en cada uno el deseo de ejercitar la santidad. Un acicate, en suma, para que el mundo pueda cambiar su rostro y experimentar la alegría que viene del Señor.

Santos de la puerta de al lado

Sus 177 puntos están organizados en 5 capítulos. El primer aspecto a destacar es el de los “santos de la puerta de al lado”, la “clase media de la santidad”, imágenes que Francisco utiliza para explicar que se trata de una llamada universal para todos y de un camino que, no obstante las dificultades que encuentra, es absolutamente practicable. Lo importante es no tener miedo de experimentarlo.

En el segundo capítulo son presentados los dos enemigos enmascarados de la santidad, que son una reproposición en nuestro tiempo del gnosticismo y del pelagianismo. Es decir, de aquellas actitudes que, por una parte, pretenden reducir la enseñanza cristiana “a una lógica fría y dura que busca dominarlo todo” y, por la otra, quieren hacer creer que el hombre puede salvarse solo, y solamente con las obras, sin la vida de la Gracia.

Bienaventuranzas de hoy

El remedio es presentado en la tercera parte, donde se desgranan, leídas a la luz de la historia contemporánea, las bienaventuranzas contenidas en el 5 capítulo del Evangelio de Mateo, que el Papa ya en otras ocasiones ha definido como “el carnet de identidad del cristiano”. Pobres de corazón, mansos y humildes, saber llorar con los otros, estar de parte de la justicia, mirar y obrar con misericordia, mantener el corazón limpio de lo que lo mancha, sembrar paz en nuestro entorno, aceptar también las persecuciones más sutiles, todo “esto es santidad”, escribe Francisco.
Junto a eso el Papa evidencia, en el capítulo sucesivo, cinco grandes manifestaciones del amor a Dios y al prójimo, combatiendo los riesgos y los límites que la cultura de hoy lleva consigo.

Aguantar, paciencia y mansedumbre contra la ansiedad nerviosa y violenta “que nos dispersa y nos debilita”; alegría y sentido del humor contra negatividad y tristeza; audacia y fervor para superar “la acedia cómoda, consumista y egoísta”; la vida comunitaria como dique ante el individualismo y tantas formas de falsa espiritualidad; la oración constante.

El protagonista del último capítulo es el diablo, al cual el Santo Padre se ha referido con reiteración como a un peligro constante en la vida del cristiano. Y escribe expresamente a propósito de Satanás –también haciendo callar falsas especulaciones que había aparecido en algunos medios de comunicación en este sentido-: “entonces, no pensemos que es un mito, una representación, un símbolo, una figura o una idea”, porque esto es sólo un engaño que lleva a reducir nuestras defensas. Al contrario, hay que luchar, y hacerlo constantemente con “las armas poderosas que el Señor nos da”: oración, meditación de la Palabra, Misa, adoración eucarística, confesión, obras de caridad, vida comunitaria y compromiso misionero.

Para saber qué viene del Espíritu Santo y qué viene, en cambio, del espíritu del mal, el único modo, dice el Papa, es el discernimiento, que es también un don que hay que pedir y que se alimenta con las mismas “armas” de la oración y de los sacramentos.

La conclusión, evidentemente, está reservada a María, aquella que “ha vivido como ningún otro las bienaventuranzas”, “santa entre los santos, la más bendita”, que muestra el camino de la santidad y acompaña a sus hijos.

No queda sino leer este precioso documento y asimilarlo, poco a poco, para la vida de cada día.

Actualidad

El mito del mayo de 1968

Omnes·3 de mayo de 2018·Tiempo de lectura: 2 minutos

Los hechos de 1968 se han transformado en un mito, para el que se ofrecen diversas interpretaciones. ¿Se trató de una “revolución”, o de un fenómeno más en una crisis más amplia?

TEXTO – Onésimo Díaz
Investigador y profesor de “Historia, cultura y cristianismo en el siglo XX” en la Universidad de Navarra

El 68 ha sido objeto de interpretaciones de todo tipo. Los hechos se transformaron en un mito, y no parece sencillo analizar fríamente lo que pasó y por qué pasó lo que pasó en torno a mayo del 68.

En los años sesenta, la juventud occidental se sentía incómoda con el modo de vivir de sus padres. La generación del baby boom, que había nacido en la segunda posguerra mundial, se rebeló contra un sistema de valores aburrido y caduco. Estos jóvenes, formados en el bienestar económico y con acceso a la Universidad, se declararon anticonformistas y contestatarios contra todo poder y autoridad. Los chicos abandonaron las americanas y las corbatas, y se vistieron con pantalones vaqueros y chaquetas de tipo militar, mientras las chicas cambiaron los tacones altos y los vestidos largos por pantalones y minifaldas.

Esta generación se sentía atraída por las ideas izquierdistas y anticapitalistas. Sus grandes referentes eran Marx, Freud, Mao y Marcuse. De éstos cuatro el más influyente fue el filósofo judío Herbert Marcuse, que había dejado la Escuela de Fráncfort tras el ascenso de Hitler al poder. Este profesor, expulsado de varias universidades norteamericanas acusado de filocomunista, exhortó a luchar contra el poder establecido a los estudiantes, las minorías raciales y los obreros. En 1967 recibió aplausos y alabanzas durante las conferencias pronunciadas en Alemania y Francia. Su mensaje, favorable a una liberación sexual, encontró eco en un sector inquieto de los universitarios de todo el mundo. A partir de la primavera de 1968, en distintas universidades occidentales se sucedieron sin solución de continuidad manifestaciones contra la sociedad imperialista, belicista y capitalista. Las ideas de Marcuse se habían extendido y popularizado hasta la acuñación del lema: sexo, drogas y rock and roll. En aquellos días, los movimientos contraculturales (hippies y rockeros) incitaban a una postura rebelde contra la cultura tradicional. Los jóvenes se identificaron con el mensaje inconformista de Marcuse y desearon cambiar todo movidos por un afán de experimentar sin barreras ni normas.

España

Nueva campaña de promoción de la asignatura de Religión

Omnes·2 de mayo de 2018·Tiempo de lectura: 3 minutos

La Conferencia Espiscopal Española lanza la nueva campaña de promoción de la asignatura de Religión, especialmente enfocada a los jóvenes de entre 12 y 17 años.

Texto – José Ávila Martínez; Profesor de Religión en Las Tablas-Valverde

El pasado 9 de abril la Conferencia Episcopal Española (CEE) presentó la campaña Me apunto a Religión, dirigida especialmente a los jóvenes de 12 a 17 años, para que se cuestionen elegir la asignatura de Religión para el curso 2018/19.

Resulta evidente que en Primaria son los padres los que deciden, en su gran mayoría, si sus hijos cursarán o no la asignatura de Religión, mientras que los alumnos de Secundaria y Bachillerato suelen tomar ellos mismos esta decisión.

El eslogan utilizado “Si te lo cuestionas todo, cuestiónate por qué no ir a religión”, es muy atractivo y atrayente. No tiene ningún matiz impositivo, todo lo contrario, ayuda a reflexionar de una forma libre y personal, a los jóvenes que no van o no han ido nunca a clases de religión.

A pesar de los numerosos canales de comunicación existentes hoy día, no siempre se recibe una información completa y veraz, por lo que el receptor aparece como un náufrago ante tanta información, mucha veces incompleta, sin rigor y con opiniones, más o menos cuestionables y con poco criterio. De hecho uno de los objetivos de la educación es formar personas con criterio.

La campaña aporta distintas frases, que a pesar de su brevedad, encierran gran profundidad en su contenido, y que sirven para argumentar por qué un alumno elige religión: a conocer la cultura de los demás respetarla. La religión nos transmite conocimientos sobre historia, arte, costumbres de pueblos y civilizaciones, cultura, etc.

a tener un espacio para el diálogo y la reflexión. Nadie duda que falta diálogo en nuestra sociedad, un diálogo enriquecedor que permita entender a los demás, y que sea fruto de una reflexión personal. a conocer para elegir con libertad. El que no conoce, o conoce parcialmente, tiene muy difícil tomar decisiones acertadas.

Porque una educación con religión es completa. La asignatura de religión aborda muchas cuestiones, que atañen de una forma directa a la propia persona.

Una aclaración a tener muy en cuenta, aunque parece que hay personas empeñadas en seguir manteniendo la confusión, es la diferencia entre las clases de religión y la catequesis. La asignatura de religión la imparten personas con título universitario y se evalúan los conocimientos (culturales, históricos, artísticos, etc.), mientras que la catequesis es la preparación para la recepción de sacramentos (comunión, confirmación, matrimonio, etc.). En los dos casos se asiste libremente, pero para asistir a catequesis se requiere un mínimo de fe, ya que esa persona quiere recibir un sacramento para fortalecer su vida de gracia. A las clases de religión católica pueden asistir alumnos de otras religiones y creencias religiosas, o sin ninguna creencia.

Al día siguiente de la presentación de esta campaña, el Tribunal Constitucional reafirmó la importancia de la asignatura de religión. Entre otras cosas dice en su sentencia sobre la LOMCE y la Religión del 10 de abril del 2018: “En la religión subyacen unos valores humanos o humanísticos que son los mismos que hoy denominamos constitucionales. En este sentido, ya la STC de 13 de febrero de 1981, invocada por la STC 77/1985, vino a afirmar, en síntesis, que la necesaria neutralidad de los centros docentes públicos no impide la organización de la enseñanza de seguimiento libre para hacer posible el derecho de los padres a elegir para los hijos la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus convicciones. Y a ese principio se acomoda la libertad de opción que establece la LOMCE entre Religión y Valores Sociales y Cívicos en todos los ciclos de la enseñanza”.

Como profesor de religión me parece un gran acierto esta campaña y felicito a la CEE por el esfuerzo que ha puesto en llegar a los jóvenes, para que realmente sean ellos los principales protagonistas de la asignatura de religión. Al mismo tiempo animo a mis compañeros en la impartición de la asignatura de religión, unos 30.000, a seguir con ilusión en esta apasionante misión educativa, que exige el mismo nivel profesional que en el resto de asignaturas.

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Mundo

Ley francesa de bioética: Próximo test presidencial

Omnes·1 de mayo de 2018·Tiempo de lectura: 3 minutos

El proyecto de ley sobre cuestiones bioéticas que el presidente Macron llevará al Parlamento en otoño desvelará su modelo de diálogo. 

Texto – José Luis Domingo, Marsella

Los llamados “Estados Generales de la Bioética” están abiertos hasta junio en Francia. Esta amplia consulta organizada por el Comité Consultivo Nacional de Ética (CCNE) tiene como objetivo “recoger un amplio panorama de las opiniones de la sociedad sobre los temas que la preocupan”. Los intercambios se extenderán a lo largo de varios meses y deberían alimentar la próxima ley de bioética que se espera en el Parlamento en otoño.

Entre los grandes temas que se discutirán y debatirán (centros de acogida de discapacitados, fin de la vida, donación de órganos, inteligencia artificial, neurociencias…), la apertura de la procreación médicamente asistida (PMA) a mujeres solteras y parejas de mujeres, a la que Emmanuel Macron es favorable, ocupará un lugar destacado en los debates. Los obispos han manifestado sus reservas a algunos proyectos de ley incluidos en la campaña de Macron.

Mons. Pontier, presidente de la Conferencia episcopal, expresó ante el presidente su preocupación sobre las cuestiones debatidas. “¿Debemos permitir ahora que la ley prive a los niños de un padre? Este reconocimiento produciría desigualdad entre los niños, abriría un gran riesgo de mercantilización del cuerpo y cuestionaría el criterio terapéutico actual, garante del rechazo de la formación de un gran mercado de la procreación”. Al mismo tiempo afirmó el deber de vigilancia para la defensa de los más débiles, “del embrión al recién nacido, de los discapacitado al paralitico, del anciano al dependiente en todas las cosas. No podemos dejar a nadie solo”. Excluyó también la legitimación de la desesperanza: “No podemos contentarnos con la soledad o el abandono de aquellos que ven en la muerte una salida envidiable”.

La Iglesia y las cuestiones éticas

Si bien Emmanuel Macron, a diferencia de los grupos laicistas, considera que el Estado no debe dialogar considerando que siempre lleva la razón, e imponiéndose por la fuerza a la sociedad civil, en particular a la religiosa, no ha dejado sin embargo de realizar una consideración sobre la actitud de la Iglesia en las cuestiones éticas. Ese fue, quizá, el punto débil del discurso en los Bernadirnos. A su juicio, en ese ámbito, la palabra de la Iglesia debería ser “cuestionadora” y no “conminatoria”.

Esta frase ha sido entendida como una manera de mantener a la Iglesia a una cierta distancia, defendiendo su visión y la acción de su gobierno realizada en nombre de un «humanismo realista”, que debe adaptarse a la sociedad. “Cuidado con que el realismo no se convierta en fatalismo”, advierte Martin Choutet, de la Asociación para la Amistad (APA), temiendo una actitud complaciente con las derivas sociales.

Ha halagado a su público con un discurso de gran calidad y bellas referencias, pero el mensaje básico ha sido: ‘no me deis lecciones, en cualquier caso al final decido yo’”, analiza Nicolas Sevillia, secretario general de la Fundación Jérôme-Lejeune. Este escepticismo parece ser compartido por muchos católicos, especialmente en las redes sociales, preocupados de que el proceso presidencial sea sólo una operación de comunicación.

Por supuesto, se comprende bien que las declaraciones no deben impedir el diálogo y las preguntas. Pero también es misión de la Iglesia y de los católicos recordar que hay “líneas rojas” en la ética, puntos de referencia éticos fundamentales que no pueden ser cuestionados ni negociados. De lo contrario, estos “diques de la humanidad” se debilitarán.

Cuando el presidente del Consejo Nacional Consultivo de Ética explica que “no sabe qué es el bien o el mal” o que “todo es relativo”, es un deber afirmar y defender claramente estos puntos de referencia que protegen a los más frágiles o a los más pequeños. También podría decirse a Emmanuel Macron que Francia hace lo mismo cuando defiende los derechos humanos en el mundo. Hay derechos que no se cuestionan. La palabra de Francia no es entonces “cuestionamiento” sino “conminación”. Es su fuerza y su deber. También es un deber de la Iglesia.

¿Un mercado de la procreación?

Con el fin de advertir de los peligros de la aparición de un mercado de la procreación en Francia, que a través de la aceptación de la PMA abriría las puertas a la GPA (gestación surogada)), Alliance Vita abrió un “falso” centro comercial el 17 de abril en un lujoso barrio de París. En la parte delantera de la tienda se puede leer: “Alquiler – Vientre- Compra” o “Concepción a medida”. Al empujar la puerta, uno pensaría que está entrando en una tienda de moda. Nada de eso. En el interior, en los expositores, descubrimos una veintena de bebés-muñecos etiquetados con códigos de barras. A su izquierda, modelos de mujeres embarazadas salen de cajas de cartón marcadas “GPA”. A su derecha, tres maniquíes de hombres tienen la cabeza cubierta de cartón, cada uno con una letra: “P”, “M” y “A”.

Tugdual Derville, delegado general de la asociación, explica: “Exponemos en la tienda, con pruebas de apoyo, toda la gama de un mercado desenfrenado de la procreación que queremos evitar”. Nos asegura: “No es una fantasía, sino una realidad ya presente y en plena expansión”. Y advierte al presidente: “¡Es la última llamada antes de la movilización general!”.

Vaticano

¿Ha sido útil la reunión presinodal?

Omnes·1 de mayo de 2018·Tiempo de lectura: 3 minutos

El autor, mexicano, participante en la reunión presinodal de jóvenes en Roma, valora la reunión y refleja el impulso recibido.

Texto – Roberto Vera, participante en la asamblea presinodal de jóvenes

Han pasado solo unas pocas semanas desde que concluyó en Roma el presínodo de los jóvenes, en el que tuve la fortuna de participar representando a los estudiantes de las Universidades Pontificias. El fruto más visible de esos intensos días, en los que poco más de trescientos jóvenes de todo el mundo estuvimos dialogando y trabajando, es el llamado “Documento final de la reunión presinodal”. En las quince páginas de ese texto se exponen los puntos más sobresalientes de las conversaciones que mantuvimos en Roma entre el 19 y el 24 de marzo, y a quienes contribuimos en la redacción nos hace ilusión que se convierta en una de las bases fundamentales para el trabajo de los obispos durante la asamblea convocada para el próximo mes de octubre.

Pero estoy convencido de que el documento final es solo una pequeña parte de los frutos del presínodo. Muchos de los jóvenes que coincidimos en Roma seguimos en contacto, principalmente a través de WhatsApp, y así nos hemos enterado de otras consecuencias positivas de nuestro trabajo alrededor del mundo. Varios de los participantes, por ejemplo, han compartido con los obispos de sus diócesis lo que hablamos y vivimos en la reunión presinodal y esto ha llevado a los pastores a plantearse acciones concretas para atender mejor a la gente joven de sus iglesias locales. Otros jóvenes han tenido la oportunidad de dirigirse a comisiones de pastoral, constituidas a distintos niveles, y, tras sus intervenciones, se ha tomado la decisión de estudiar modos de hacer a los jóvenes protagonistas de la acción pastoral y maneras de reducir la distancia entre la jerarquía local y la gente joven. En varios países se están organizando además sesiones con jóvenes para informar sobre el presínodo y actividades similares a la reunión en la que participamos.

No cabe duda de que otros frutos de los días en Roma están madurando dentro de cada uno de los asistentes. El tiempo que ha transcurrido desde el Domingo de Ramos, cuando se puso en manos del Papa Francisco el documento final, no ha hecho sino confirmar una intuición que tuve durante el desarrollo del presínodo: he vivido una experiencia que me ha marcado para siempre. Sin duda lo que me ha impresionado más profundamente ha sido poder hablar con jóvenes de distintos países y, de este modo, conocer las realidades que los llenan de ilusión y las que les causan preocupación, las historias de sus vocaciones, su compromiso con la Iglesia, sus deseos de cambiar el mundo… Muchas de estas conversaciones me han enriquecido y han cambiado mi visión de la realidad. Tuve ocasión de tratar con personas que participaban en la reunión representando a sus Iglesias locales, a los seminaristas de sus países, a sus familias religiosas, comunidades, movimientos o asociaciones; también había gente dedicada a la formación y expertos en áreas diversas (pastoral juvenil, pedagogía, psicología, sociología, etcétera). Pude hablar con jóvenes no católicos, no cristianos y no creyentes: aprendí de cada uno y agradecí sinceramente su participación en la reunión.

El encuentro con el Papa Francisco, con el que inició el presínodo, fue uno de los momentos más especiales. Su cercanía y su sencillez nos impresionaron mucho. El Santo Padre nos animó a escuchar a los demás y a hablar con valentía, sin miedo a molestar o a equivocarnos. Y eso fue precisamente lo que intentamos hacer los participantes durante los momentos de trabajo por grupos lingüísticos.

Como mexicano, me tocó formar parte de uno de los cuatro grupos de lengua española: éramos dieciocho personas de catorce países diferentes y con experiencias de vida diversas: algunos trabajaban en la pastoral diocesana, otros estaban implicados en las vidas de sus parroquias y otros representaban a movimientos o a seminaristas o a religiosos. En los amplios espacios de diálogo que tuvimos, todos participamos e intercambiamos modos de ver las cosas, problemas, dificultades, experiencias y propuestas. Pienso que todos nos enriquecimos enormemente. Además, de modo natural, ha surgido una gran amistad entre nosotros.

Una de las ideas que considero que compartimos todos los participantes en el presínodo -recogida en el documento final- consiste en la importancia de este tipo de reuniones para la vida de la Iglesia: esperamos que pueda haber muchas experiencias similares a varios niveles (universal, nacional y local) encaminadas a escuchar la voz de los destinatarios de acciones pastorales, favoreciendo el diálogo entre ellos.

España

Los millenials defienden la vida

Omnes·1 de mayo de 2018·Tiempo de lectura: 2 minutos

Más de 500 asociaciones y organizaciones participan en la jornada con motivo del Día Internacional de la Vida.

Texto – Fernando Serrano

A la gente joven nos importan las cosas importantes. No es un problema de ideologías políticas, nos sale desde dentro”, ha manifestado Marta Páramo, portavoz de la Marcha Sí a la Vida 2018, que tuvo lugar en Madrid el sábado 15 de abril.

Esa defensa de la vida que pide Marta Páramo no es solo para los que todavía no han nacido sino que “hay que defender la dignidad de todas las personas, independientemente de sus capacidades físicas e intelectuales, ya que todas las personas aportamos a las vidas de los demás y contribuimos a mejorar la sociedad”.

El presidente de Fundación Más Vida, Álvaro Ortega, recalca que “los millennials estamos despertando, no queremos imitar a la generación anterior. Defenderemos la vida desde el momento de la concepción”.

Marta Páramo destaca el papel fundamental de los jóvenes en la sociedad actual y la necesidad de que “todos aquellos comprometidos con la vida lo manifiesten y den la cara, no solo el día de la marcha, sino también en su día a día, defendiendo la dignidad de todas las personas. Queremos concienciar a todos, de que la vida es algo que de verdad nos importa. Los jóvenes estamos comprometidos con la sociedad en la defensa de la vida”.

El primero de los derechos

La presidenta de la Federación Española de Asociaciones Provida, Alicia Latorre, ha explicado que este acto busca defender el primero de los derechos: “La marcha ha celebrado el primero de los derechos humanos, que es el derecho a la vida”.

En esta llamada social a favor de la vida, Latorre ha explicado que “buscamos el compromiso de la ciencia, de los políticos y de toda la sociedad de no permitir que se destruya, se minusvalore o comercialice con ningún ser humano, de cualquier edad y condición”.

En esta misma dirección ha apuntado Amaya Azcona, directora general de Fundación REDMADRE: “La nula protección de la vida en nuestra legislación y la indiferencia a ella de parte de la sociedad nos urge, de un lado, a manifestar públicamente la dignidad de toda vida humana más allá de sus capacidades y situaciones específicas y, de otro, a reclamar a todos los actores implicados que trabajen por la defensa de la vida”.

Educar para acoger el don de la vida

Educar para acoger el don de la vida” es el lema con el que se celebró el 9 de abril, solemnidad de la Anunciación del Señor, la Jornada por la Vida. La Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida de la Conferencia Episcopal ha recordado en su mensaje que “el Magisterio de la Iglesia nos invita a recibir el don de la vida, a tomar conciencia de él. No podemos darlo por supuesto, sino más bien ponderar su significado y acogerlo responsablemente. Hemos de reflexionar sobre la vida como un don para entender de qué manera guiamos nuestra propia vida”.

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Invitación a ser discípulos misioneros

25 de abril de 2018·Tiempo de lectura: 3 minutos

Ser discípulos misioneros no es sólo un mensaje que se dirige a los hispanos, sino en realidad a todos los bautizados. El V Encuentro empuja a salir a las periferias y a compartir el amor de Dios.

Texto Ernesto Vega, Los Angeles (EE. UU.) Coordinador del V Encuentro en la Arquidiócesis de Los Ángeles. Coordinador del Ministerio de Formación en la Fe para Adultos

El V Encuentro es una iniciativa de los Obispos de los Estados Unidos invitando al Pueblo de Dios a participar en una reflexión enraizada en Lucas 24, 13-15, y afirmada por el Papa Francisco en La alegría del Evangelio (EG por sus siglas en latín). En estos textos, encontramos el modelo de Jesús, el amor de Dios que nos primerea, se involucra, nos acompaña, nos hace fructificar, y nos hace celebrar.

Estos cinco pasos muestran una metodología de acompañamiento y de movimiento en salida, en involucrarnos en la vida cotidiana con aquellos que están necesitados en nuestro contexto, aquellos que están en las periferias. En las periferias encontramos personas empujadas por las fuerzas sociales y otras por factores existenciales.

Con gestos y actitudes estamos llamados a acompañar a los pobres en nuestros contextos y a brindarles la presencia del Amor de Dios a través de nuestras actitudes y el caminar juntos en la jornada de la vida.

Acompañar

Todo este sentido de salir y acompañar a aquellos en las periferias edifica una eclesiología fresca, que parte desde nuestro encuentro personal con Jesús y que su amor nos impulsa a salir con los demás. El V Encuentro por lo tanto nos hace más conscientes de ser discípulos misioneros, discípulos que siguen a Jesús y son enviados (misión) en su amor a compartir el amor de Dios, muy en especial con los más necesitados. Por virtud del bautismo todos somos discípulos misioneros (EG, 120).

El V Encuentro tiene su plataforma en el ministerio hispano de Los Estados Unidos; el ministerio hispano-latino es la herramienta, la caja y la envoltura que lleva este regalo reflexivo del V Encuentro, pero en realidad el ser discípulo misionero no es sólo para los hispanos sino para todos los bautizados.

Cinco sesiones

El V Encuentro tiene una estructura reflexiva de cinco sesiones: Primerear, Involucrarse, Acompañar, Fructificar, y Celebrar. Durante estas reflexiones, los participantes de grupo parroquial o apostolado son invitados a analizar quien en su contexto se encuentra en la periferia, identificar a una o dos personas o familias para ir a visitar durante este proceso. Se toma la iniciativa de ir a visitar y después se llenan un diario de preguntas referente a la visita. Esta información se recolecta, se discierne y se vacía para crear un resumen parroquial
o de apostolado como un documento que ilumine a iniciativas pastorales o la afirmación a las ya existentes.

Eventualmente las parroquias y grupos participantes del V Encuentro están invitados a reunirse para compartir, aprender unos de otros, y discernir las prioridades emergentes de los reportes parroquiales. También se trazarán respuestas a estas prioridades.

Estos procesos del V Encuentro que se realizan a nivel ministerial, parroquial y diocesano, se hará también a nivel regional y nacional, creándose documentos a cada nivel respectivamente, documentos que iluminaran la pastoral de la Iglesia en Los Estados Unidos.

Salir de zonas de confort

Lo más hermoso del V Encuentro es profundizar la concienciación de ser un discípulo misionero, desarrollando una perspectiva fresca de edificar la Iglesia, saliendo de nuestras zonas de confort a las periferias de nuestros contextos para ir a los más necesitados y compartir el amor de Dios en Cristo Jesús a través de hacer presencia, con gestos y actitudes, acompañando a nuestros hermanos y hermanas en las periferias.

Como señala el Papa Francisco en su Mensaje para el V Encuentro, “nuestro gran desafío es crear una cultura del encuentro, que aliente a cada persona y a cada grupo a compartir la riqueza de sus tradiciones y experiencias, a abatir muros y a construir puentes. La Iglesia en Estados Unidos, como en otras partes del mundo, está llamada a “salir” de su comodidad y a convertirse en fermento de comunión. Comunión entre nosotros mismos, con nuestros hermanos cristianos y con todos los que buscan un futuro de esperanza”.

El autorOmnes

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