Experiencias

Encuentro en Barcelona sobre los donativos y el sistema Done del Sabadell

Varios expertos analizarán hoy martes en Barcelona la modernización de los nuevos sistemas de donativos a las instituciones religiosas, en especial el sistema Done del Banco Sabadell, la captación de fondos y su comunicación en las entidades religiosas.

Omnes·12 de noviembre de 2019·Tiempo de lectura: < 1 minuto

Se cumple un año de la puesta en marcha del proyecto Done, un sistema de recogida de donativos digital, a través de tarjeta o móvil, del Banco Sabadell, que más de doscientas parroquias e instituciones religiosas han implantado ya en cuarenta provincias, con la finalidad de ayudar a incrementar los importes que reciben, de un modo complementario a los tradicionales.

  Con este motivo, la entidad bancaria ha organizado el martes 12 de noviembre un Encuentro en Barcelona, en el que analizarán los Nuevos tiempos para la captación de fondos y su comunicación en las entidades católicas”.

   Intervendrán en el acto Miriam Díez, directora global Engagement en Aleteia y directora del Observatorio Blanquerna de Comunicación, Religión y Cultura, con una ponencia sobre Comunicar para involucrar, y Juan Uribe, director del Instituto de Fundraising católico. Por parte del banco, participarán Albert Pujol-Xicoy, director de Instituciones Religiosas del Banco Sabadell en Cataluña, y Santiago José Portas, director global del banco en esta área, que realizará una presentación sobre Datos y Estadísticas y Sistema Done. El coloquio comenzará a las 18,00 horas en el auditorio de la sede del Banco Sabadell en Barcelona (Avda. Diagonal 407 bis, 5ª planta). Se requiere confirmación de asistencia a través del siguiente email: [email protected]

   Javier Llompart, de la Asociación Española contra el Cáncer; Santiago Fayos, de la Fundación Altius, y Leticia López, portavoz de la Fundación A Compartir, coincidieron en señalar recientemente en Hub Empresa Valencia que a través de estos dispositivos tecnológicos se incrementa el volumen de donativos y, en consecuencia, la recaudación.

Cultura

Elisabeth Anscombe (1919-2001): una verdadera filósofa

Conversa al catolicismo, profesional brillante y madre de siete hijos. Su estilo de pensamiento, valiente, fresco y siempre original es un estímulo y un ejemplo para quienes en el siglo XXI queremos aunar pensamiento, fe y vida.

Jaime Nubiola·7 de noviembre de 2019·Tiempo de lectura: 4 minutos

El 19 de marzo de 2019 se cumplió el centenario del nacimiento de quizá la más grande de las filósofas angloamericanas del siglo XX: Gertrude Elizabeth Margareth Anscombe, discípula de Ludwig Wittgenstein, cuya cátedra de filosofía en la Universidad de Cambridge ocupó desde 1970 hasta su jubilación en 1986. La profesora Anscombe, conversa al catolicismo a los 21 años, no solo fue una filósofa brillante y original, sino que a lo largo de toda su vida constituyó un excepcional ejemplo —en palabras de Alejandro Llano— de “mujer fuerte, que siempre está en la brecha en defensa de la humanidad”. Estuvo casada con el también filósofo Peter Geach, fallecido en el 2013, y tuvieron siete hijos.

Elizabeth Anscombe estudió en Sydenham School y se graduó en St. Hugh’s College en Oxford. En 1942 conoció a Wittgenstein en Cambridge y pronto se convirtió en uno de sus más fieles discípulos. Cuando en 1946-47 Anscombe fue nombrada research fellow en Sommerville College en Oxford viajaba todas las semanas a Cambridge para asistir a las clases de Wittgenstein. De hecho, pocos años después, Wittgenstein, enfermo ya de cáncer, se trasladaría a vivir durante varios meses a  la casa de Anscombe y Geach; es a ella a quien iban dirigidas aquellas famosas palabras suyas poco antes de morir: “¡Eliza, yo siempre he amado la verdad!”. Elizabeth Anscombe, fiel tanto a Wittgenstein como a sus convicciones, realizó desde su juventud el ideal filosófico de orientar toda la vida hacia la verdad.

Después de la muerte de Wittgenstein en 1951, Anscombe dedicó durante años muchas energías para que el legado filosófico de su maestro, escrito en su mayor parte en alemán, viera la luz. En particular, debe mencionarse su prodigiosa traducción al inglés de las Investigaciones filosóficas. Además de su trabajo como albacea literario de Wittgenstein, Elizabeth Anscombe será recordada entre los filósofos por su libro de 1957 Intention, que es considerado como el documento fundacional de la filosofía contemporánea de la acción, su monografía de 1959 An Introduction to Wittgenstein’s Tractatus, en la que estudia magistralmente el primer libro de Wittgenstein, y por muchos de los artículos compilados en sus tres volúmenes de Collected Philosophical Papers de 1981, que tuvieron un singular impacto en la comunidad filosófica.

De entre todos esos trabajos, a mí me gusta recordar en particular su artículo Sobre la transubstanciación (1974) que, con enorme cariño y mucho trabajo, tradujimos mi buen amigo Jorge Vicente y yo para su publicación en la revista Scripta Theologica (1992). Posteriormente aquel trabajo sería compilado en el volumen La filosofía analítica y la espiritualidad del hombre, que editaríamos José María Torralba y yo en el año 2005.

Elizabeth Anscombe fue siempre una pensadora original, viva y muy a menudo a contracorriente de las mayorías o de las conveniencias políticas. Por ejemplo, cuando la Universidad de Oxford se propuso conferir el doctorado honoris causa al presidente americano Harry S. Truman, se opuso enérgicamente a ello junto con otros dos colegas por la responsabilidad de Truman en el lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki. “Para los hombres elegir matar al inocente como medio de alcanzar sus fines es siempre asesinato”, sostuvo con firmeza Anscombe a este respecto. De manera análoga, en múltiples ocasiones escribió valiente y brillantemente sobre la sexualidad, la natalidad, la protección del no nacido y muchos otros temas de actualidad, escandalizando a muchos colegas más acomodaticios con las modas.

La profesora Anscombe viajó mucho, dando clases y conferencias en numerosos países europeos y americanos. En España visitó muy frecuentemente durante los años setenta y ochenta del siglo pasado la Universidad de Navarra, que le confirió el grado de Doctor honoris causa en enero de 1989. El profesor Alejandro Llano en su laudatio afirmaba de ella: “Es el suyo un estilo bello e implacable, que se caracteriza por la capacidad de hacer preguntas insólitas y de responderlas con tanta finura como rigor. La ironía socrática vuelve a estar presente en el origen de un filosofar cuyo campo de acción ya no es un desván lleno de prejuicios y acostumbramientos, sino el aire libre de incitantes enigmas. Cuando Elizabeth Anscombe discute con Descartes o Hume, cuando interpreta a Aristóteles o a santo Tomás, lo que hace es mirar con ellos hacia una realidad siempre nueva y sorprendente. Y sus lectores guardamos la íntima convicción de que ella ha logrado ver más”. En aquella solemne ocasión Anscombe explicaba:“La Universidad de Navarra se dedica en su búsqueda de la verdad al servicio de Dios. Que Dios es verdad es algo que no se reconoce hoy en todas partes, ni siquiera en muchas, pero este reconocimiento está constantemente implícito aquí en la Facultad de Filosofía. Por eso estoy muy agradecida al ser contada como un colega en esta Facultad”.

La vida de la profesora Anscombe, llena de resultados académicos, está también cuajada de anécdotas simpáticas. En su obituario en The Guardian, Jane O’Grady recordaba cómo en una ocasión en Chicago, al ser asaltada en la calle por un ladrón, ella le increpó diciendo que esa no era manera de tratar a un visitante. Enseguida comenzaron a hablar y el asaltante la acompañó hasta su hotel, reconviniéndola por circular por una zona tan peligrosa de la ciudad. La anécdota es bien significativa, y muestra no solo el fino corazón de una filósofa, sino también su convicción —de filiación wittgensteiniana— en la capacidad de la palabra para lograr una verdadera comunicación.

Iniciativas

Un curso de liderazgo y conversión para sacerdotes

Pastores Gregis Christi responde a la llamada a la conversión pastoral de la Iglesia, ofreciendo un curso pastoral para el sacerdote, cabeza y guía de la parroquia. La transformación se extiende luego a toda la comunidad. La base  son los documentos del magisterio, las experiencias en algunos lugares y elementos de las ciencias sociales.

Juan Luis Rascón Ors·6 de noviembre de 2019·Tiempo de lectura: 5 minutos

De todos es conocido que vivimos un momento en el que la Iglesia llama a una “conversión pastoral y misionera, que no puede dejar las cosas como están”, y en el que “ya no nos sirve una ‘simple administración’” (Evangelii Gaudium, 25). Ante el reto de pasar de una Iglesia de mantenimiento a una Iglesia misionera, surgen iniciativas y metodologías que ayudan a los bautizados a responder al reto que supone poner a toda la Iglesia en estado de misión. Pero, ¿cuántas de ellas se orientan a la persona de los sacerdotes?

Eso es precisamente lo que se propone el curso Pastores Gregis Christi, el cual busca responder a la llamada a la conversión pastoral de la Iglesia partiendo del pastor, que es cabeza y guía de la comunidad parroquial. 

Inspirado en una iniciativa surgida en 2014 en Francia en la que ya han participado más de 700 presbíteros y varios obispos, esta metodología brinda a los sacerdotes la oportunidad de realizar un camino personal que a su vez desencadenará un proceso comunitario de conversión pastoral para toda su parroquia. En palabras de sus creadores, “se trata de empezar la tarea de la renovación parroquial por la persona del pastor, quien por su vocación está llamado a guiar (y por tanto liderar) al pueblo de Dios”.

Como afirma el canadiense P. James Mallon —autor del superventas Una renovación divina— el sacerdote sale del seminario muy preparado como teólogo y formado para impartir los sacramentos, pero muchas veces no se ha incidido lo suficiente ni en la predicación ni en el gobierno pastoral. Recuperar el equilibrio en esta triple función del pastor (sacerdote, profeta y rey), que muchas veces se ve opacada por un sinfín de responsabilidades administrativas que no son ni siquiera las propias de su misión, está en el núcleo de la propuesta pastoral de este curso. 

Las bases del curso

Pastores Gregis Christi se basa en los fundamentos bíblicos de la misión y del crecimiento de la Iglesia, así como en los documentos del Magisterio acerca de la evangelización, el gobierno y el papel de sacerdotes y laicos. Se apoya igualmente en estudios pastorales sobre las condiciones de fecundidad de parroquias y comunidades cristianas (como Una renovación divina del P. James Mallon, La reconstrucción de una parroquia del P. Michael White, La conversion pastorale pour la nouvelle évangélisation y Chiesa in Crescita. I fondamenti della nouva evangelizzazione del P. Mario Saint-Pierre).

Lo más novedoso de este curso es su orientación eminentemente práctica, pues combina los principios bíblico-pastorales con elementos de las ciencias sociales y el mundo profesional de los recursos humanos, proveyendo además de herramientas de acompañamiento personal.

Hablar de liderazgo puede sonar extraño a nuestra cultura eclesial, la cual muchas veces mira con sospecha lo secular, pero el pastor está llamado a ser guía y por tanto, como representación de Cristo cabeza, liderar al pueblo de Dios. Como Moisés cuando juzgaba al pueblo de Israel, muchas veces se siente agotado y abrumado por la carga, y necesita de un Jetró que le haga ver la necesidad de delegar lo delegable y le enseñe maneras prácticas de hacerlo.

Pero no todo queda en delegar, se trata de hacer crecer al rebaño encomendado y redescubrir que la evangelización es tarea y corresponsabilidad de todos los bautizados, y una Iglesia en misión necesariamente tiene que crecer en madurez y responsabilidad.

¿Cómo se estructura el curso?

Se trata de cuatro sesiones (módulos) que se imparten a lo largo de seis meses, en las que los sacerdotes apartan dos días y medio para trabajar en grupos de hasta veinte participantes, acompañados por un equipo de profesionales y facilitadores. Como colofón, una vez finalizada la parte personal, hay un fin de semana de pastoral en el que se invita a que cada párroco venga con un equipo de su parroquia para lanzar el proceso de conversión pastoral de su comunidad.

El primer módulo parte de la vocación y la llamada personal de cada sacerdote, y aplica el principio liderarse a sí mismo para poder liderar a otros.

El segundo módulo trata la visión para la misión. Como explica el P. Mario Saint-Pierre —un experto en nueva evangelización muy conocido en Francia— la visión pastoral nace de la misión encargada por la Iglesia, la visión del pastor y el clamor del pueblo de Dios.

El tercer módulo trata de cómo crear un equipo de discípulos misioneros con el que pilotar la transformación pastoral para la misión.

El cuarto módulo se centra en las herramientas para gestionar el cambio para que este sea duradero. Se trata de descubrir los hitos del proceso de pasar del mantenimiento a la misión, sin morir en el intento.

Son cuatro pasos muy sencillos, en los que los sacerdotes aprenden a conocerse mejor, conocer a su equipo y liderar el cambio necesario de toda comunidad que quiera “no dejar las cosas como están”.

Equipo cualificado

Pero no es tan fácil como parece sobre el papel. Una de las claves más profundas del curso es el acompañamiento. Muchas veces el párroco desempeña su quehacer pastoral en soledad, y el primer paso para superarla es poder compartir un camino de renovación personal con otros hermanos del ministerio que están realizando la experiencia. Además, se utilizan herramientas de coaching, una metodología muy en auge hoy en día, para ayudarles en todo el proceso. El coaching no busca crear dependencias —tiene un principio y un fin en el tiempo— sino enseñar un estilo, producir un cambio y dotar de unas herramientas para poder vivir la transformación personal y comunitaria de una manera sostenible.

El equipo que imparte el curso se compone de expertos de pastoral, profesionales formados en liderazgo y relaciones humanas, así como coaches certificados, acompañados de un capellán. Los perfiles del equipo que lo imparte son muy variados y su riqueza es que son laicos que trabajan en el campo de la psicología, las relaciones humanas y la pastoral de nueva evangelización. En Francia surge de la iniciativa de Alpha Francia  y una asociación de coaches católicos, y de la misma manera en España la iniciativa se imparte a nivel nacional por el equipo de Alpha España con un equipo de colaboradores profesionales cristianos.

Es importante reseñar que el curso no pretende imponer una visión pastoral ni una espiritualidad concreta. Se trata de que cada pastor pueda formular su visión en el marco de la misión que le es dada por su diócesis, en la realidad concreta de su parroquia. Por eso colaboran en el equipo personas de diferentes espiritualidades, con el denominador común de dar lo mejor de sus conocimientos para el servicio de la Iglesia.

El objetivo de sus promotores es poder llegar a todos los sacerdotes deseosos de profundizar en su ministerio para realizar la conversión pastoral que pide la Iglesia en estos momentos, y no pretende ser más que un complemento para profundizar en la ya rica formación sacerdotal.

En España se han realizado cursos en Cataluña por la asociación Autem, y se ha impartido sesiones en Navarra a petición de la diócesis. En la actualidad se desarrolla por Alpha España a nivel nacional, con participantes que provienen de varias diócesis de toda la geografía nacional.

La próxima edición se realizará en Madrid a partir del enero de 2020 y se puede recabar información sobre la misma y las demás experiencias en [email protected], así como en la página web www.pastoresgregis.com.

España

El alma y la identidad de Europa. Avivar las raíces cristianas

Mirando al jacobeo de 2021, se trata de mostrar a Europa que su alma y su identidad están profundamente enraizadas en el cristianismo y recordar el Evangelio a quienes lo han olvidado o no lo conocen.

Omnes·6 de noviembre de 2019·Tiempo de lectura: 3 minutos

Mirando al jacobeo de 2021, se trata de mostrar a Europa que su alma y su identidad están profundamente enraizadas en el cristianismo y recordar el Evangelio a quienes lo han olvidado o no lo conocen.

—Texto Julián Barrio Barrio

Arzobispo de Santiago de Comopstela

Hace treinta y siete años, el Papa san Juan Pablo II nos dejaba en la Catedral Compostelana un mensaje profético sobre Europa, que sigue teniendo toda su actualidad. En la “nueva Europa del espíritu” es necesario avivar las raíces cristianas y recordar el Evangelio a quienes lo han olvidado y transmitirlo a quienes ya no lo conocen. La colegialidad y la sinodalidad nos ayudan en esta tarea.

Volver al hecho cristiano fundamental, que es la persona y la historia de Jesús, es dar testimonio de que el cristianismo es el modo más fascinante de vivir la existencia humana. El compromiso de servir el Evangelio de la esperanza al hombre de hoy no oculta que nos encontramos ante una pluralidad cultural y religiosa compleja. Europa, a mi parecer, no ha malgastado su herencia espiritual pero tal vez la tiene olvidada.   

Sabemos que el sentir religioso no desaparecerá jamás porque no se puede eliminar del corazón del hombre el significado de la propia vida, preguntándose sobre el misterio. Esto se traduce en una actitud religiosa con un vínculo entre religión y pueblo, lo que hoy está fallando en Europa.

Con esperanza

En este momento me hago eco de la oración que el poeta Dante ponía en boca de Beatriz dirigiéndose al Apóstol Santiago: “Haz que desde lo alto resuene la esperanza”, sabiendo que Cristo es la esperanza: “Surrexit Christus spes mea”. “El hombre no puede vivir sin esperanza: su vida condenada a la insignificancia, se convertiría en insoportable”, señala González de Cardedal en su obra Raíz de la esperanza. Los cristianos hemos de entrar siempre en diálogo con quien espera, conscientes de la legitimidad de la esperanza, fundada racionalmente y no de forma mágica o meramente política. 

En nuestra condición de homo viator percibimos que “la esperanza no es desarraigable mientras vivimos. Preguntar por ella es otra forma de preguntar por la persona, por su valor sagrado, por su condición fiadora, confiable y amorosa; por su perduración personal; por su futuro ligado inexorablemente a la responsabilidad moral en el presente”, añade el mismo autor. 

Ciertamente, no se trata de crear una Europa paralela a la existente, sino de mostrar a esta Europa que su alma y su identidad están profundamente enraizadas en el cristianismo, para poder así ofrecerle la clave de interpretación de su propia vocación en el mundo.

La nueva Europa

Mirando al Año Santo Compostelano 2021, la peregrinación jacobea descubre que el cristianismo, por ser apertura a lo universal, ha configurado una Europa abierta y capaz por ello de integrar nuevos elementos. El cristianismo ofrece como fundamento necesario los siguientes principios: “La existencia es don y tarea para el hombre. No se puede destruir ni agotar la realidad. El hombre es realidad sagrada e inviolable. El prójimo es aquel de quien cada uno es responsable y no se puede construir lo propio sin velar por el prójimo. El otro que es una llamada, no podemos convertirlo en un peligro. No se gana la vida si no es poniéndola al servicio de los demás. No se puede legislar sin moralidad ni derecho, ni se puede violar la ley y el derecho comunes”.

“La nueva Europa tiene que ser fruto del encuentro, aceptación y reto creador entre todos los valores y países que la forman. La fe y la teología deben encontrar en ella su lugar propio y llevar a cabo su aportación específica en esta hora en que debemos conferir alma, misión y responsabilidad renovadas a nuestro continente” (O. González de Cardedal).

El peregrino jacobeo, “viajero de lo sagrado y transmisor de saberes”, sigue contribuyendo a la reconstrucción de la Europa que tiene sus raíces en la tradición cristiana. El Camino de Santiago es la inteligencia espiritual para darle sentido. n

Experiencias

“Santa Muerte” Mucho de guadaña y nada de santidad

La personificación de la muerte en un esqueleto al que pedirle favores ha devenido devoción popular en México y otros sitios, pero no tiene respaldo alguno en la fe católica.

Luis Luque·6 de noviembre de 2019·Tiempo de lectura: 4 minutos

Una procesión avanzaba el domingo 23 de junio por las calles de Irapuato, en el estado mexicano de Guanajuato. Los marchantes portaban una imagen que remedaba a la de los santos católicos tradicionales, pero con notables diferencias: su rostro era el de una calavera; su vestido, una enorme capa con capucha, y en su esquelética diestra llevaba una guadaña. Era la muerte, en suma, pero para el público asistente no lo era a secas: era la “Santa Muerte”.

Que a un proceso natural como la muerte le hayan colgado atributos, no es nada nuevo; de hecho, las mitologías de los pueblos están llenas de ejemplos. Pero, aparcando mitos, entenderla como una persona y, además, darle categoría de “santa”, se pasa de lo esperable a estas alturas de la historia. Incluso en Facebook hay grupos de seguidores de esta ficción, y sus miembros se cuentan por cientos y por miles: hay lo mismo jóvenes que adultos, y de estratos sociales y profesionales diversos.   

Dos investigadores que han ido a fondo en el tema y han conversado con cientos de seguidores, son Kate Kingsbury, profesora de Antropología en la Universidad de Alberta, y Andrew Chesnut, profesor de Estudios Religiosos en la Virginia Commonwealth University. Ambos explican a Palabra cómo ha tomado cuerpo esta extraña devoción, ya presente en Europa.

“Se trata de una santa popular mexicana que personifica a la muerte”, dice Kingsbury. Es la única de su tipo en las Américas, y ha sido desautorizada por la Iglesia católica; el Papa no la reconoce y es más bien vista como una herejía. A pesar de ello, cuenta con 10 o 12 millones de seguidores en todo el continente. En México, tiene entre siete y ocho millones. 

“Se dice que posee el poder de hacer milagros a sus creyentes; milagros que van desde protección contra la muerte hasta ayuda con la salud, con las finanzas, y mucho más. Y como está fuera de la Iglesia católica, también se le pueden pedir favores negativos, como la venganza contra los enemigos. Los narcos, por ejemplo, suelen pedirle que cuide los cargamentos de droga que envían a Estados Unidos”.

Según la experta, muchos “santamuertistas” creen que su devoción es complementaria a su fe católica, o que incluso es parte de esta. “Pero estos santos populares son distintos de los santos oficiales, pues no han sido canonizados por la Iglesia, aunque a menudo son más populares que los santos canónicos en América Latina. La Santa Muerte, sin embargo, se diferencia de estos en que es la personificación de la muerte misma, no de un ser humano fallecido”.

Francisco: “Símbolos macabros”

El culto a la Santa Muerte hunde sus raíces en la época prehispánica. Según precisaban Chesnut y Kingsbury en un artículo en el Catholic Herald, los registros de la Inquisición en México mencionan dos veces el fenómeno en la década de 1790, cuando destruyeron dos santuarios dedicados a la calavera. La devoción se mantuvo fuera de foco hasta los años 40 del siglo pasado, en que se conoció de una mujer que la practicaba.

Ahora bien, el sentido cristiano de la muerte, que inspira a San Francisco a llamarla metafóricamente “hermana”, toda vez que es mediante ella que el cristiano llega a la perfecta unión con Dios, no es lo que anima precisamente el culto al terrorífico esqueleto de la guadaña.

El Papa Francisco, en su visita pastoral a México en 2016, hizo alusión indirecta al problema, al expresar su preocupación por “tantos que, seducidos por la potencia vacía del mundo, exaltan las quimeras y se revisten de sus macabros símbolos para comercializar la muerte en cambio de monedas”.

¿Por qué la Iglesia rechaza esta “devoción”? Kingsbury advierte tres razones: una –quizás demasiado matemática– sería el crecimiento numérico de los seguidores, en un contexto geográfico en que la Iglesia ya lidia con el aumento del pentecostalismo. “Ahora tiene que  bregar contra una santa popular herética, cuyos devotos se declaran católicos en su mayoría, especialmente en México, donde vive el 75 % de los ‘santamuertistas’”.

Pero además, apunta, “la Iglesia ve la veneración a esta figura como equivalente al satanismo, pues la muerte es la antítesis de la vida eterna que Jesús les alcanzó a los creyentes por su sacrificio en la cruz”.

Por último, la estudiosa cita las críticas del Pontífice al “‘símbolo macabro’ de los narcos, que durante la pasada década enviaron tempranamente a la tumba a decenas de miles de sus compatriotas. Aunque no recibe mucha cobertura mediática por ello, el Papa Francisco es un renombrado enemigo de las drogas”

Pero no solo el Papa ha desaprobado, en nombre de la Iglesia, esta rara “espiritualidad”. Otros prelados, en México, en Estados Unidos, y hasta un enviado de la Santa Sede, han expresado su condena en tiempos recientes. Si en 2013 el cardenal Gianfranco Ravasi señaló que se trataba de “un culto blasfemo” y “una degeneración de la religión”, porque esta “celebra la vida, y aquí solamente hay muerte”, el arzobispo de Santa Fe (Nuevo México), John Wester, enfatizó en la idea en marzo pasado: dicha creencia, aseguró, “está realmente mal. […] Nuestra devoción es al Dios de la vida”.

“Santa patrona”… de narcos y policías

¿Se puede trazar un perfil sociológico de los creyentes en este fenómeno? “Con 12 millones de devotos, se entiende que hay diversidad entre ellos” –explica el Dr. Chesnut–, “sin embargo, la mayoría son de clase obrera, millennials, bastante más mujeres que hombres, muchos LGBTQ… En México, hay muchos entre los que están expuestos a la posibilidad de una muerte temprana y en malas circunstancias, y tienen esperanza de recibir una muerte santa en medio de tanta mala muerte. En la última década, el país solo ha sido superado por Siria en número de muertes violentas”.

Entre las causas del repunte de esta “devoción”, el investigador subraya precisamente la violencia: “Hay que tener presente el hecho de que el culto ha proliferado en México durante la hiperviolencia de la guerra contra las drogas, así que se ha convertido en la santa patrona de esa guerra, no solo para los narcos, sino también para la policía y los militares, que le imploran les cuide la vida durante sus operativos peligrosos contra los narcotraficantes. Así, por un lado hay devotos que la piden más vida y protección, pero por otro lado están quienes le piden que utilice su guadaña para quitar a los enemigos del camino”.

Por último, preguntado sobre cuál sería una posición cristiana adecuada frente a esta creencia en expansión, Chesnut se inclina por enseñar la verdad; por aclarar sin imponer: “Por supuesto que no es una santa católica, y la Iglesia la rechaza como una creencia herética, pero me parece que una campaña de catequizar a los fieles conviene más que una política de persecución del culto y de sus devotos, toda vez que la mayoría, en México, son personas que aún se creen católicos”.

El autorLuis Luque

Actualidad

Cardenal Piacenza: ¡Vayamos al confesionario en estos días!

Carta del Mayor Penitenciario, Cardenal Mauro Piacenza, con motivo de la solemnidad de todos los santos y la conmemoración de los fieles difuntos, 2019.

Omnes·30 de octubre de 2019·Tiempo de lectura: 4 minutos

Carta del Mayor Penitenciario, Cardenal Mauro Piacenza, con motivo de la solemnidad de todos los santos y la conmemoración de los fieles difuntos, 2019.

Cuando escuchamos la palabra “Iglesia”, o cuando la pronunciamos en la profesión de fe dominical, ¿en qué pensamos realmente?

            ¿A dónde van nuestra mente y nuestro corazón?

            ¿Qué es, o más bien quién es, la Iglesia? ¿Qué idea tenemos de ella?

            La respuesta auténtica a estas preguntas simples, pero fundamentales, solo puede conducir a la realidad agustiniana del Cristo total, a la Iglesia entendida no solo como una realidad humana, sino en su identidad divina-humana. La Iglesia es siempre Ecclesia de Trinitate; por lo tanto, debemos tener constantemente presente su dimensión celeste, tanto en la relación con el Misterio Trinitario, y en particular con la Cabeza que es Cristo, como en el abrazo sincrónico y diacrónico con todos los hermanos salvados, que ya han dejado este mundo.

            Tal realidad teándrica de la Iglesia está admirablemente expresada en la Liturgia que, en su sabiduría, acerca la solemnidad de Todos los Santos a la conmemoración de los fieles difuntos, haciéndonos casi percibir, a través del calor de la Liturgia y la claridad de la catequesis que deriva de ella, el abrazo presente de Dios y de los hermanos.

            En estos días santos, tanto en la reflexión personal, a los que nos sentimos universalmente motivados por la conmemoración afectuosa de nuestros seres queridos difuntos, como en la custodia de la meditación y de la oración, estamos llamados a extraer copiosamente del inagotable tesoro de la Comunión, que tiene su propia declinación particular en la realidad de la Indulgencia.

            Cooperar con la participación en la Eucaristía, con la oración, con la penitencia y la práctica de la limosna, con las obras de misericordia, a la gran obra de la Redención realizada por Cristo, significa dejarse insertar por la gracia, con la ayuda de la propia libertad, en la obra misma de la Trinidad que, desde la creación hasta el Escathon, pasando por la primera alianza y la redención obrada por el Hijo, llama a todos los hombres a la comunión plena consigo.

            La indulgencia es, análogamente hablando, el “todo en el fragmento”, ya que en ella se resumen la dimensión creatural, la redentora y la escatológica.

            Beber en estos días santos del tesoro de la misericordia de la Iglesia, a través del ejercicio piadoso de la Indulgencia, aplicable a uno mismo o a un fiel difunto, significa también renovar la fe a través del sacramento de la Reconciliación, la Comunión sacramental recibida con las debidas disposiciones y la profesión del Credo de la Iglesia, junto con la oración según las intenciones del Sumo Pontífice. Con estos gestos simples y concretos, cada fiel reafirma su plena comunión con la Iglesia, renovando la aceptación de todos los bienes espirituales y sobrenaturales que derivan de esta participación.

            Al mismo tiempo, como en todo acto humano, y más aún para los actos que inciden en la esfera religiosa, al hacerlo se fortalece la fe: doblando humildemente las rodillas en el confesionario, confesando todos los pecados con un corazón contrito e implorando la Divina Misericordia, el fiel no solo acoge la gracia sobrenatural de la Reconciliación, sino que con ese gesto reafirma también su propia fe, viéndola así fortalecida y fortalecida, objetivamente a través de la gracia y personalmente en virtud del concurso de su libertad.

            ¡Por lo tanto, vayamos, e incluso corramos al confesionario en estos días santos! Acojamos humilde y devotamente, alegre y generosamente el don de la Indulgencia plenaria y ofrezcámoslo, con gran generosidad, a nuestros hermanos que, tras cruzar el umbral del tiempo, ya no pueden hacer por sí mismos, pero aún pueden recibir mucho de nuestra caridad. Así, nuestra relación de amor con ellos continúa y se fortalece.

            La Indulgencia es una declinación eficaz y accesible de la fe en la communio sanctorum, en la comunión de los santos, que da un horizonte amplio a nuestra existencia terrenal y nos recuerda, con extraordinaria eficacia, que nuestras acciones tienen un valor infinito, tanto porque son acciones humanas -y solo el hombre es capaz de realizar gestos auténticamente libres-, como porque, en este caso específico, son acciones humanas que tienen un valor sobrenatural.

            Sea siempre generosa, pero especialmente en estos días santos, la disponibilidad de los confesores; la escucha generosa y buena y la participación orante en este lavado de regeneración, que hace descender una lluvia de gracia sobre la Iglesia, tendrá méritos infinitos ante el trono del Altísimo. ¡Se pueden adquirir más méritos en horas y horas de confesionario que en muchas reuniones “organizativas”, cuya utilidad y resultado todos conocemos…! En estos días, en el confesionario, cuántas ocasiones de consuelo, de aliento, cuántas lágrimas se pueden secar, como ocasiones propicias para poder ilustrar la realidad de la vida eterna, para estimular al perdón, a la ternura en las obras de misericordia, para hacer comprender el significado de la peregrinación cotidiana! ¡Pongamos todo el corazón en el ministerio de la escucha, del consuelo, de la orientación, del perdón!

            Que los días que nos esperan sean una auténtica experiencia de renovación espiritual, en la que, redescubriendo la verdad de nuestra fe, declinada también en la simplicidad de los actos que sugiere la tradición espiritual, podemos ver nuestro corazón abierto a acoger, una y otra vez, aquellos dones de gracia que el Espíritu siempre otorga a la Iglesia, seguro de que también el compromiso que pueden comportar las obras de misericordia dará abundantes frutos en nuestra existencia personal, en la vida de la Iglesia y para el bien del mundo.             Que la Santísima Virgen María, Madre de la Misericordia, Reina de todos los santos, Puerta del Cielo, sostenga el trabajo incansable de tantos sacerdotes beneméritos; sea mediadora de gracia para los corazones de los fieles de quienes ella es Abogada, e implore de la Clemencia divina el regalo inestimable de la entrada en el Paraíso de tantos de hermanos nuestros. ¡Su felicidad es nuestra felicidad!

Vaticano

El primado de Brasil, ante la canonización de Dulce de los Pobres: “¡Es posible ser santos!”

El domingo 13 de octubre el Papa Francisco canonizará, junto al beato John Henry Newman, a una mujer brasileña Maria Rita de Souza Lopes Pontes (1914-1992), conocida por su nombre religioso como hermana Dulce de los Pobres. También serán canonizadas Giuseppina Vannini, María Teresa Chiramel Mankidiyan y Margarita Bays. ¿Quién fue Irmặ Dulce?

Joao Carlos Nara Jr.·12 de octubre de 2019·Tiempo de lectura: 3 minutos

La primera brasileña en llegar a los altares en 1991 fue la Madre Paulina del Corazón Agonizante de Jesús. San Juan Juan Pablo II dijo entonces en la homilía una frase que se ha tornado memorable: “El Brasil precisa de santos, ¡de muchos santos!”. Desde entonces, numerosos hijos de la Terra da Santa Cruz, nombre original de Brasil, han sido beatificados y canonizados.

   Santa Paulina (1865-1942) era natural de Vígolo Vattaro, Trento, en Italia, pero su familia se hizo brasileña cuando ella tenía cerca de diez años de edad. En la ciudad de Nova Trento, Estado de Santa Catarina, donde hoy existe un grande y bello sanctuario en su homenaje, fundó la Congregación de las Irmãzinhas da Imaculada Conceição, demostrando paciencia, humildad y obediencia heroicas.

    Sin embargo, las primeras mujeres realmente nacidas en Brasil que fueron canonizadas son cinco mártires anónimas del grupo de 30 compañeros masacrados por indios tapuias y potiguares, asociados a los soldados holandeses calvinistas que se habían instalado en el Estado de Río Grande do Norte.

    La espantosa masacre de depuración de la población católica, que llevó a una muerte cruel a cerca de 150 personas, comenzó durante una Misa celebrada el 16 de julio de 1645 por el pároco de Cunhaú, Santo André de Soveral, y terminó tres meses después en Uruaçu, donde san Mateus Moreira exclamó, mientras le arrancaban el corazón por las costas: ¡Alabado sea el Santísimo Sacramento!”.

   Entre los protomártires brasileños se cuentan el portugués san Ambrósio, el castellano san Antonio Vilela Cid y el navarro san Juan Lostau. En aquel tiempo, el Brasil era todavía una tierra de conquista y sus primeros habitantes, migrantes y naturales —indígenas, europeos y africanos—, todavía constituían apenas las semillas de la futura nación.

Amada y venerada en Brasil

Pero el domingo 13 de octubre, el Papa Francisco canonizará una mujer brasileña de de nuestros días, María Rita de Souza Lopes Pontes (1914-1992), conocida por su nombre religioso como hermana Dulce de los Pobres.

   Siempre más amada y venerada en Brasil, Irmã Dulce era natural de Salvador de Bahía, y el sufrimiento de los pobres le removió.Animada por su padre, se dedicó a los necesitados con heroica caridad apostólica, hasta que se hizo religiosa en 1934. Se inspiró en el pequeño camino de Santa Teresita y, con la gracia de Dios, realizó grandes obras, a pesar de su frágil salud: fundó colegios, bibliotecas, una extensa red de hospitales y centros de salud para los más pobres, dentre otras iniciativas.

   Con el fin de perpetuar su trabajo, creó en 1984 una associación pública de fieles de derecho diocesano, con estatutos aprobados por el arzobispo de Salvador: las Hijas de María Siervas de los Pobres. Llegó a ser presentada como candidata al Premio Nobel de la Paz en 1988. San Juan Pablo II le visitó en el hospital en octubre de 1991, pocos meses antes de su muerte, ocurrida el 13 de marzo de 1992, tránsito que causó gran comoción en el país. Según don Murilo Krieger, arzobispo de Salvador y primado de Brasil, su canonización, la tercera más rápida de la historia reciente de la Iglesia, “será una honra para Brasil y al mismo tiempo un compromiso. Dios nos está diciendo: ¡es posible ser santos!”.

   La vida de estos cristianos ejemplares —pacientes delante de la adversidad y celosos frente a las necesidades de los demás—, confirma la consigna de san Juan Pablo II: no solo el Brasil, sino la Iglesia y el mundo entero necesitan santos. La Iglesia nunca tendrá santos suficientes porque, aunque el Evangelio es lo mismo, los lugares y los tiempos siempre cambian. Nuevas situaciones y ambientes proponen nuevos desafíos y exigen creatividad en la vivencia del mensaje de Jesucristo.

   Así, el Espíritu Santo sucita en cada región y en cada época nuevos caminos para la santidad y da a los cristianos generosos las gracias necesarias para los recorrer. Dios quiere que todos los hombres se salven y por eso mismo es posible santificarse en todas las circunstancias de la vida. Los santos son, pues, ejemplos palpables y siempre actuales, cuya fuerza delante de Dios lleva al pueblo cristiano a confiárseles. devotamente en busqueda de ayuda, de intercesión. La eficacia de la vida de los santos los torna universales, así como una referencia para los cristianos de todos los lugares.    A través de la vida los santos, se sigue escuchando la llamada universal a la santidad, como proclamaba san Juan Pablo II en aquel no muy distante 18 de octubre de 1991: “Más una vez os digo: el Brasil necesita santos, ¡de muchos santos! La santidad es la prueba más clara, más convincente de la vitalidad de la Iglesia en todos los tiempos y en todos los lugares”.

El autorJoao Carlos Nara Jr.

Teología del siglo XX

La influencia de John Henry Newman

John Henry Newman, ese gran cristiano inglés, ha sido un claro fermento de renovación de la teología católica en el siglo XX, especialmente en los temas de Teología Fundamental. 

Juan Luis Lorda·12 de octubre de 2019·Tiempo de lectura: 7 minutos

¿Qué es lo más importante de Newman?, me preguntó un alumno después de haberme oído alabarle con entusiasmo y confesarme que no sabía nada de él. Y me salió contestarle: “Que es un converso”. Y me parece una buena definición, aunque necesita matices. 

Newman es un converso en dos sentidos. 

Primero, porque su vida fue una vida de constante conversión, a la búsqueda de la verdad que es Dios: esa verdad, esa luz, como le gustaría definirla, le va conduciendo desde niño y le decide a rezar, a servir al Señor, a ser célibe, a ser ministro anglicano, a intentar renovar la formación de los estudiantes en los colleges de Oxford y también a revitalizar la Iglesia de Inglaterra, ahondando en sus raíces: los Padres de la Iglesia y los primeros concilios.

También es converso porque esa búsqueda le llevó a incorporarse a la Iglesia católica (1845). Hoy, por sensibilidad ecuménica, pero también por precisión teológica, no se suelen llamar conversiones a estos pasos. Se habla de alcanzar la plena comunión u otra expresión equivalente. Y está bien.

El mismo Newman estaba muy reconocido a la verdad cristiana que había aprendido y vivido en la Iglesia anglicana, aunque también estaba completamente seguro del paso que había dado. Lo había hecho tras un largo proceso de reflexión, con una clara obediencia a su conciencia y con toda pureza de intención, teniendo en cuenta los claros inconvenientes que esa conversión supondría para su situación personal y para su futuro. Tendría que abandonar su estilo de vida universitario, que amaba mucho, todos sus logros y aspiraciones académicas, y muchas de sus amistades en Oxford. Y lo hizo sin ninguna garantía sobre su futuro. Además de converso, fue un valiente. 

Teología y vida 

Que su reflexión esté tan marcadamente unida a su vida le da un valor teológico singular. Por eso, los grandes temas teológicos de Newman tienen tanta fuerza: su idea de lo que es la fe y en qué tipo de razones se basa, de la relación entre fe y razón, del papel de la conciencia, de la legitimidad histórica y vital de la Iglesia, del valor de la doctrina de la Iglesia y de sus desarrollos, de la formación cristiana y del papel de la teología entre los saberes universitarios. Lo que quizá en otros autores está sacado solo de libros, en él ha pasado por su vida. Aunque, ciertamente, por una vida donde el estudio –la búsqueda de la verdad- ha ocupado un lugar muy relevante. 

Por eso, el libro más importante de Newman, es un libro en cierto modo circunstancial: la Apología pro vita sua, surgido de la necesidad de demostrar que había sido cristiana e intelectualmente honesto cuando había decidido incorporarse a la Iglesia católica. Su itinerario espiritual, magníficamente narrado, tiene un valor extraordinario para todos los temas que tienen que ver con la fe, la conciencia y la credibilidad a la Iglesia. Cabe situarlo, sin ninguna exageración, en la estela de las Confesiones de san Agustín. 

A pesar de la relativa dificultad de seguir con precisión el hilo, o la madeja, de sus influencias, no cabe duda que ha repercutido en muchos temas de Teología Fundamental, de Eclesiología y de Apologética, en un sentido amplio, al situar la fe cristiana ante las necesidades más íntimas de las personas, pero también en el conjunto de los saberes y ante las exigencias de credibilidad del mundo moderno. 

Le movía un gran amor a la verdad y la gran pena de ver cómo sus contemporáneos se alejaban de la fe y perdían sus raíces cristianas. Además, desarrolló un intenso apostolado personal, al mismo tiempo respetuoso y auténtico. Estaba convencido de ese camino –cor ad cor loquitur (el corazón habla al corazón)– y lo testimonian sus más de setenta mil cartas. Un tesoro en gran parte por descubrir, porque necesita mucha labor de traducción, presentación y contexto. 

Y no fue solo un pensador. En primer lugar, fue el alma del movimiento de Oxford, que quería revitalizar la Iglesia anglicana; después, fundó el Oratorio en Inglaterra y sacó adelante las casas de Londres y Birmingham, donde también fundó y dirigió un colegio, con gran empeño. Y atendió, siendo católico, los diversos requerimientos del episcopado inglés, como una nueva traducción de la Biblia (que, al final se suspendió), o del irlandés, como la fundación de una Universidad católica; proyecto que daría lugar a su famoso ensayo sobre La idea de la Universidad, promovido por la Santa Sede, pero que tropezó con la reticencia (católica) local, hasta paralizar el proyecto. No todo fueron satisfacciones. Entrando en la ancianidad, y antes de ser nombrado cardenal (1879), se sentía más bien un fracasado. 

Estilo intelectual 

Hay otra razón que también conviene tener en cuenta al pensar en su influencia. Newman viene de un mundo mental muy distinto del catolicismo romano de su época, que está marcado por la tradición manualística (aunque más en Roma que en otros lugares). Por eso también renueva, porque ve las cosas con otra perspectiva y las dice de otra manera. 

En las formas del trato, pero también en los usos intelectuales, Newman era un gentleman de Oxford. Aunque, por supuesto, no conectaba con los aspectos más pedantes o esnob que podía adquirir entonces esta figura. En ese sentido son interesantísimas las consideraciones que hace al final de La idea de la universidad, sobre las diferencias y las diversas exigencias entre un gentleman, con exquisita educación liberal, y un cristiano. 

Pero claramente tiene una manera de pensar cultivada al estilo inglés. Está convencido de que todo lo que uno dice tiene que poderlo demostrar, y de que, por eso mismo, es de mal gusto hacer afirmaciones demasiado grandes. Es muy sensible a las exigencias intelectuales de la tradición inglesa, como la distinción de Hume entre matter of fact (cuestión de hecho, evidencia inmediata)y relations of ideas (deducciones necesarias), como las dos maneras fundamentales de probar algo. Su Gramática del asentimiento quiere defender la legitimidad de la fe en este contexto. En parte “ampliando la razón”, por decirlo con una frase que haría famosa Benedicto XVI. 

Cuando en su Apología describe los muchos dones de su amigo Hurrel Froude, dice: “Poseía una aguda penetración de la verdad abstracta, pero era un inglés hasta la médula en su estricta adhesión a lo real y concreto”. Exactamente lo mismo que Newman. Estilo un tanto desconcertante para el gusto “continental”, que identifica pensar con manejar brillantes abstracciones. 

Newman tiene delante el sector crítico liberal inglés, que conoce muy bien. Todo lo que dice, también sobre el cristianismo, tiene que poderse justificar también en esos foros. Eso le hace ser muy moderado y matizado, pero también muy preciso. Por eso, a veces pueden ser desafortunados los resúmenes demasiado rápidos sobre su doctrina. Hay que entenderle muy bien para resumirle bien.

Newman en el Catecismo y en el Concilio

En el Catecismo de la Iglesia Católica, se le cita en 4 ocasiones, lo que es significativo tratándose un autor no canonizado entonces. Y son citas emblemáticas: sobre la certeza de la fe (n. 157), sobre la conciencia y sus juicios (n. 1778, tomado de la famosa Carta al Duque de Norfolk), sobre la experiencia de lo sagrado (n. 2144) y sobre poner a Dios por encima de los bienes de este mundo (n. 1723), cita tomada de sus sermones pastorales. 

Con ocasión del primer centenario de su muerte (1990), Pedro Langa hizo un pormenorizado estudio para la Revista Agustiniana, donde buscó en la documentación del Concilio Vaticano II todas las referencias que podía haber. Salen algunas, más bien dispersas. Con todo ya para entonces algunos de los temas de Newman eran doctrina común por lo menos entre los más entendidos. Su biógrafo Ian Ker, que antes hizo un trabajo sobre el papel de Newman en el Concilio Vaticano II (Newman on Vatican II), señala una influencia importante en Dignitatis humanae, que luego comentaremos, y en Lumen Gentium, la gran encíclica sobre la Iglesia. Se fija en particular en el papel de los laicos, y asegura que Newman habría visto con mucha alegría la renovación de la teología y las instituciones para laicos y movimientos laicales que se desarrollaron en la Iglesia del siglo XX. 

Newman en la teología 

Desde hace muchos años, y ya lo comentamos, está bien estudiada (por Nédoncelle y por otros) la influencia directa de Newman en la renovación de las ideas de revelación y de fe. Su Gramática del asentimiento ha quedado en este sentido como un referente. También está estudiada su influencia en Blondel y en De Lubac, en el cambio del planteamiento apologético y en algunos aspectos de eclesiología. Su ensayo sobre la justificación, cuando todavía era anglicano, y los posteriores matices, son también una aportación relevante, que ha sido estudiada, por ejemplo, por José Morales, uno de los mayores entendidos de habla castellana, biógrafo y editor de Newman.  

Al haber reflexionado en un momento en que los gobiernos liberales ingleses quieren transformar la tradicional Iglesia anglicana, Newman tiene una concepción muy clara sobre la participación de los laicos en la vida pública. Y ha pensado mucho en la relación entre Iglesia y Estado. 

Por su defensa de la conciencia, se le considera precursor del Decreto Dignitatis humanae, del Concilio Vaticano II, que, por una parte, defiende la obligación de la conciencia de buscar la verdad y, por otra, la necesidad de que en la vida pública exista el espacio necesario para que cada uno pueda hacerlo. 

Esto, como es sabido, acabó con el viejo ideal cristiano de las naciones confesionales y provocó el cisma de Lefebvre, que creía ver un cambio ilegítimo en la doctrina de la Iglesia. En una famosa intervención ante la curia romana (22-XII-2005), el Papa Benedicto XVI, recién elegido, abordó este punto con enorme clarividencia. Distinguió entre lo que es reforma y ruptura en la interpretación del Concilio, y mostró cómo este cambio no era una ruptura, sino una evolución legítima y coherente de la doctrina. 

Este concepto tan bien matizado de evolución en la doctrina debe mucho al pionero libro de Newman Ensayo sobre la evolución de las doctrinas cristianas, que compuso cuando quiso explicarse los cambios que separaban la Iglesia anglicana de la católica, para responder a las reclamaciones de los reformadores protestantes. Abrió un panorama en la cuestión y suscitó un amplio debate.  

Recomendaciones de lectura

Sin duda, el mayor libro de Newman es su Apología pro vita sua. Es preferible leerlo en edición anotada (Encuentro) y mejor después de haber leído alguna biografía. En castellano, destacan la ya clásica de José Morales (Rialp) y la más reciente y amplia de Ian Ker (Palabra). La otra obra universal de Newman es la Idea de la universidad (o Discursos sobre el fin y la naturaleza de la educación universitaria), obra genial y siempre inspiradora para las tareas intelectuales y el papel del cristianismo entre los saberes. Se están editando sistemáticamente los sermones anglicanos y católicos, y también recopilaciones de cartas y diarios, además de la importante Carta al duque de Norfolk, que hemos mencionado. Son interesantes, aunque menos conocidas sus novelas Perder y ganar, autobiográfica, y Calixta, sobre los primeros cristianos y las persecuciones. 

Las otras grandes obras son de carácter más especializado: Gramática del asentimiento, Via Media de la Iglesia anglicana, Los arrianos en el siglo IV¸ Ensayo sobre el desarrollo de la doctrina cristiana… Con todo, hay que saber que la obra “menor” de Newman es inmensa y se puede consultar online en inglés en las páginas de Newman reader

El trabajo de Víctor García Ruiz, gran traductor y estudioso de Newman, John Henry Newman. El viaje al mediterráneo de 1833 (Encuentro, 2018), recompone a base de cartas y diarios el viaje a Sicilia y su enfermedad allí. Y aparece aquella escena que se graba en cualquiera que haya leído su Apología. Creyéndose morir y con una fiebre que le hacía delirar, repetía: “No he pecado contra la luz”. Él asegura que no sabía por qué lo decía, pero el lector que ha llegado hasta allí, ya lo sabe: el joven Newman era fiel a la luz de Dios que le guiaba. Aprender a seguir personalmente la luz de la conciencia, y descubrir después el papel de la Iglesia para mantener viva esa luz en el mundo, son las mayores lecciones de este teólogo santo. n

Experiencias

El cardenal Osoro anima a una cultura solidaria en la entrega de ayudas del Sabadell

El arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, impulsó a “construir una cultura solidaria y del encuentro”, y animó a preguntarse “¿qué puedo hacer yo para construir esta cultura?”, en el acto de entrega de ayudas económicas por parte del Banco Sabadell a 33 proyectos solidarios por un importe de 447.000 euros, en el marco de una inversión socialmente responsable (ISR).

Omnes·11 de octubre de 2019·Tiempo de lectura: 2 minutos

Los proyectos elegidos por el Banco Sabadell para efectuar las donaciones están enfocados en su mayoría a cubrir riesgos de exclusión social, a solventar necesidades básicas de alimentación y sanitarias de diversos colectivos y a mejorar las condiciones de vida de personas con discapacidad.

   Para dar a conocer los proyectos seleccionados, tuvo lugar un encuentro con representación de las ONG  e instituciones religiosas que recibirán las ayudas, en el auditorio de Banco Sabadell de la calle Serrano de Madrid. En el evento, que contó también con la presencia del obispo de Ávila, Mons. Gil Tamayo, el exseleccionador de fútbol Vicente del Bosque, y directivos de Banco Sabadell, el cardenal Osoro resaltó la importancia del “compromiso al servicio de la persona”, del “amor de simpatía y de empatía, especialmente con el que más lo necesita”, y la necesidad de “transformar el mundo con la lógica del compartir y de la hospitalidad, no la del invididualismo”.

   En el acto se hizo entrega de los recursos económicos procedentes del 32,1 % de la comisión de gestión del fondo ético y solidario Sabadell Inversión Ética y Solidaria, y de Sabadell Urquijo Cooperación Sicav, que ascienden este año a casi medio millón de euros, con lo que vuelve a crecer el número de proyectos solidarios presentados para recibir las ayudas solidarias del fondo ético y solidario del Sabadell.

   En cuanto a los proyectos, la entidad destaca su diversidad, tanto geográficamente como por el tipo de institución que lo recibe o por el motivo por el que se solicitan las ayudas. Antonio Sáinz de Vicuña, presidente de Ayuda a la Iglesia Necesita (ACN) en España, habló en nombre de algunas organizaciones seleccionadas, y señaló que ante la descripción que me ha precedido de las actividades solidarias a las que Banco Sabadell va a ayudar, no puedo sino decir: ¡Qué buena gente tiene este país!”. A continuación, agradeció al Sabadell “tener esa sensibilidad social y esa generosidad, en un ambiente desde hace unos años difícil para la banca”. Finalmente,aseguró que quienes merecen el apoyo son “los cristianos que sufren pacíficamente en silencio las penalidades del regreso a Qarakosh (antigua Nínive, norte de Irak), tras un exilio forzado por unas brutalidades y destrucciones del ISIS, propios de la Edad Media; esa ayuda vuestra se suma al esfuerzo internacional de reconstrucción de un hábitat que fue cristiano desde el siglo I de nuestra era, y donde todavía se reza en el idioma de Jesucristo el arameo—. Reconstrucción no sólo de casas, escuelas e iglesias, sino espiritual”.    Las instituciones que reciben ayudas este año para diversos proyectos son Cáritas Diocesana de Zaragoza, Asociación Nuevo Futuro, Orden Hospitalaria San Juan de Dios – Hospital Infantil San Rafael,  Fundación Tomillo  OT, Fundación San Bernardo, Casal dels Infants per L’Acció Social als Barris, Comunidad de Adoratrices Córdoba, Asociación Lares, Asociación Aspanaes,  Fundación Prodis-Programa “Empresa”, Asociación Valenciana de la Caridad, Fundación Amigos de los Mayores, Cáritas España, Asociación Astrapace, Hijas de la Caridad San Vicente de Paul–Comunidad Comedor Benéfico, Asociación para la Solidaridad, Fundación Boscana, Asociación Asleuval, Asociación Ademna Centro De Día, Fundación Acción Franciscana,  Asociación Ademto, Fundación Down Madrid, Fundación Benito Menni, Ayuda a la Iglesia Necesitada–ACN España, Asociación Cesal,  Fundación Alboan, Asociación It will be, Manos Unidas, Fundación AD Gentes, Hermanas de la Virgen María del Monte Carmelo, Congregación de los Sagrados Corazones, Fundación Privada para la Lucha contra la Esclerosis Múltiple y Centro de Educación especial Santa Teresa de Ávila.

Recursos

Las Iglesias ortodoxas orientales en la actualidad

El incendio de la catedral gótica de Notre-Dame ha sido para muchos un símbolo de la Europa actual casi sin raíces cristianas. Una Europa en demolición. ¿Seremos capaces de reconstruirla?, ¿de construir una civilización cristiana?, ¿y de convivir con otras religiones? Son preguntas inevitables. 

Pablo Blanco Sarto·9 de octubre de 2019·Tiempo de lectura: 8 minutos

El cristianismo ha sido durante siglos la religión predominante en Europa, y sigue siendo la afiliación religiosa mayoritaria en 27 de los 34 países encuestados en el último informe del Pew Forum. Pero las divisiones históricas, también entre cristianos, subyacen en esta identidad común: solo una de las tres principales tradiciones cristianas (catolicismo, protestantismo y ortodoxia) predomina en cada parte del continente. 

Si bien la ortodoxia es la fe dominante en Europa del Este, los países de mayoría católica son comunes en el centro y sureste del continente, mientras el protestantismo domina en las brumosas tierras del norte. Esta geografía confesional permite ver con claridad el presente de Europa, a la vez que aparecen nuevos agentes en el horizonte.

Ex oriente, lux

En efecto, Europa occidental tiene poblaciones crecientes de ciudadanos religiosos no afiliados, que suscribe un intenso proceso de descristianización. Bajo las formas de ateísmo y agnosticismo se aleja de sus propias raíces. 

Ahora bien, nos podemos preguntar, ¿está dejando Europa de ser cristiana, o simplemente está cambiando el mapa religioso al desplazarse el foco del cristianismo hacia las periferias del Este? 

Más de 7 de cada 10 personas de Rumania, Grecia y Serbia dijeron que ser cristianos era importante para su identidad nacional, mientras que el 65 por ciento de las personas de Francia y del Reino Unido (o el 64 por ciento de los alemanes y el 59 por ciento de los españoles) dijo que ser cristiano no era tan importante para ellos. Los Estados bálticos de Estonia y Letonia son igualmente diferentes a los de Europa del Este, pues respectivamente el 82 y el 84 por ciento de los encuestados de esos países dijeron que la religión no era importante para su identidad nacional. Solo el Este sigue confesándose y quiere seguir siendo cristiano, podría parecer. 

Otro dato interesante. La mayoría de los encuestados de los países de Europa Central y del Este afirmaban que no aceptarían a un musulmán en su familia. En efecto, solo el 7 por ciento de los armenios o el 16 de la República Checa dijeron que acogerían a un musulmán en sus familias. Por el contrario, 9 de cada 10 encuestados de los Países Bajos, Dinamarca y Noruega sostuvieron que lo aceptarían, y la mayoría de todos los demás países de Europa occidental dijeron lo mismo. Ante esto podríamos plantear una nueva pregunta: rechazar el islam, ¿es esta actitud demasiado cristiana, o demasiado poco cristiana? ¿El problema es –como dijo la luterana Angela Merkel− el demasiado islam o el demasiado poco cristianismo en Europa?

La encuesta refleja de esta forma una “disminución significativa” en la afiliación cristiana de toda Europa occidental. Hay varias razones por las que tantos bautizados como cristianos ya no se consideran tales. 

La principal es que “se alejaron gradualmente de la religión”. A la vez, otros señalan que no están de acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia sobre temas morales, aunque concuerdan plenamente en lo social y ecológico. 

Por el contrario, en una parte de la zona donde los regímenes comunistas reprimieron las religiones, con un elevado relativismo ético, la afiliación cristiana ha mostrado un resurgimiento desde la caída de la URSS en 1991.

Las tierras antes poscristianas tras el comunismo son ahora más cristianas. En Ucrania, por ejemplo, ahora hay más personas que dicen que son cristianas (93 %) de lo que lo fueron antes (81 %); lo mismo ocurre en Rusia, Bielorrusia y Armenia. Los europeos centrales y orientales son más propensos que los europeos occidentales a decir que la religión es muy importante en sus vidas, a asistir a los servicios religiosos mensualmente y a rezar a diario. 

Por tanto, las preguntas que quedan en el aire son las siguientes: ¿cuál será el mapa de la religión en Europa en los siguientes años? ¿Cómo será el cristianismo del futuro en nuestro viejo continente? Todo dependerá de si Europa llega hasta los Alpes, los Cárpatos o los Urales, como resulta evidente. Pero en las últimas décadas el concepto de Europa se ha ensanchado.

Las Iglesias ortodoxas

El cristianismo nació en Oriente (ex oriente, lux) y el griego fue su primera lengua tras el arameo. Fue así una religión antes asiática que europea. 

La Iglesia se desarrolló desde un principio respetando la legítima diversidad. Enseguida fueron nombrados arzobispos, metropolitanos y patriarcas, y fue creada la Pentarquía de Roma -que presidía en la caridad- con cuatro patriarcados en oriente: Jerusalén como la primera comunidad cristiana, con Santiago y Esteban; Antioquía, de gran importancia cultural, con Pedro a la cabeza; Alejandría de cultura helenística, con Marcos; y Constantinopla, con Andrés, capital del imperio de oriente. Ya en 330 encontramos sin embargo una paridad muy grande entre la sede romana y el patriarcado de Constantinopla, la “segunda Roma”. Roma mantiene todavía el primado de jurisdicción (y no solo del de honor) y el latín se enfrenta al griego.

El origen de la Ortodoxia debe situarse en las escisiones de oriente. Conserva el episcopado y la sucesión apostólica, por lo que son verdaderas Iglesias particulares, a las que sin embargo les falta la plena comunión con Roma. La primera separación tuvo lugar en el siglo V con motivo del rechazo de los concilios de Éfeso y Calcedonia, en los que se confesaba la divinidad de Jesucristo y sus dos naturalezas, humana y divina. Así, varios pueblos se separaron de Roma y los patriarcados constituyeron Iglesias nacionales de corte nestoriano y monofisita. 

En el siglo VII nació la hegemonía de Constantinopla y de la lengua griega, y en el IX llega en primer lugar el distanciamiento de Roma bajo Focio, por la cuestión del Filioque contenido en el credo latino (pues en oriente se decía que el Espíritu procedía del Padre por el Hijo). En 867 Focio excomulgaba al Papa. 

En el siglo X queda restablecida la unidad con Roma, si bien existen relaciones tensas y falta el verdadero amor. Un siglo después tenía lugar la ruptura con Miguel Cerulario, por la que los cuatro patriarcados de oriente se separaron de Roma. 

Según una conocida tradición no probada, en 1054 los legados papales depositan la bula de excomunión sobre el altar de Santa Sofía, a lo que responde el patriarca con un anatema. Se cumplen ahora 450 años. En el concilio de Lyon (1274) se logró una breve unión de seis años y, de nuevo en el siglo XV, era alcanzada una nueva unión en el concilio de Florencia (1438-1439). Cae Constantinopla (1453), por lo que disminuye la centralidad de este patriarcado. Las divisiones surgidas a partir de 1054 han herido la originaria unidad del cristianismo, dividido ahora entre oriente y occidente. Con su carácter popular y colorista, místico y monástico, el cristianismo oriental goza de una buena y merecida fama entre sus fieles. Los retos modernos (desde el papel de los laicos hasta la doctrina social de la Iglesia) presentan nuevos frentes que sin embargo ha de asumir. En la actualidad cuenta entre 200 y 260 millones de cristianos. El pulmón oriental –como decía san Juan Pablo II− resulta necesario para la Iglesia. No contar con él causa insuficiencia respiratoria. 

Entre las Iglesias orientales, existe una minoría católica y una mayoría ortodoxa. La división entre las distintas Iglesias ortodoxas dificulta no solo su recuento, sino también las relaciones entre ellas. Por un lado, tienen el episcopado y todos los sacramentos. 

Pero la excesiva vinculación con el poder político las convierte en ocasiones en Iglesias nacionales. El cesaropapismo ha estado también presente a lo largo de su historia. En 2016 tuvo lugar el primer Sínodo panortodoxo de la historia, si bien sin la asistencia del Patriarcado de Moscú, de Bulgaria y de Georgia. 

La multiplicidad de circunscripciones (patriarcados, Iglesias autocéfalas y metropolitanas, archidiócesis) no constituye un elemento de unidad, al faltar una referencia común. Así, la división no solo se da con Roma, sino también entre las distintas Iglesias ortodoxas. Las polémicas menudean hasta llegar a la reciente excomunión mutua entre Moscú y Constantinopla en 2017, con motivo del paso de Ucrania al Patriarcado ecuménico. Junto a esto, las Iglesias ortodoxas claman por la sobornost, por la sinfonía entre todas ellas.

Teología y espiritualidad de oriente

Los cristianos ortodoxos profesan la misma fe, recibida en el mismo bautismo, con la misma jerarquía y los mismos sacramentos válidos. Presentan, eso sí, diferentes perspectivas espirituales y teológicas respecto a los occidentales, como la monarquía del Padre (como fuente eterna de toda la Trinidad) y la mencionada doctrina de que el Espíritu procede del Padre por el Hijo, doctrina considerada ahora compatible con la del Filioque. 

En lo que a la idea de Iglesia se refiere, presenta una eclesiología eucarística de comunión, centrada tan solo en el episcopado y en la Iglesia local, y sin el primado ni la infalibilidad pontificia. En teología sacramentaria existen algunas pequeñas diferencias, como el carácter sacramental no indeleble, la admisión del divorcio o algunas diferencias rituales. En mariología no admiten ni la asunción ni la inmaculada concepción como dogmas, mientras su escatología rechaza la doctrina del purgatorio y del juicio particular.

Oriente es también famoso por el desarrollo de la teología apofática o negativa: recomienda el silencio y la admiración, contemplar la infinita transcendencia de Dios y de sus misterios: Dios es el “invisible” (Rm 1, 20), “inescrutable” (Rm 11, 33), “inaccesible” (1Tm 6, 16). No hay pues distinción entre mística y teología, dogma y experiencia personal. Junto a esto ha desarrollado una teología del icono, donde todo es luz y esplendor, sin sombras ni la perspectiva occidental. El icono es considerado objeto de culto, casi un sacramento, pues hace presente a Dios y muestra el rostro visible del Dios invisible. Veneran así los iconos de Cristo representado como Verbo encarnado, los de María como Theotokos (María supone la continuación del tejido trinitario y cristológico)y los de los santos, que muestran un cuerpo santificado.

Aprecian la dimensión cósmica de toda la creación y proponen una “cosmología sacramental”. El mundo es así una teofanía o revelación: el universo es signo de la belleza y presencia divinas. Por la teología de la imagen (cf. Gn 1, 26.2, 7) la persona participa de la luz del Espíritu, el Iconógrafo por excelencia. Así desarrollaron una teología de la divinización del cristiano en gracia (theiosis) por la que somos iconos del Icono, Cristo. Divinización del cristiano si el hombre no destruye la imagen de Dios, al convertirlo en santuario de Dios. Los sacramentos como principal fuente de divinización, sobre todo la eucaristía, que es también un pentecostés. La eucaristía es un mysterium tremendum, y por eso se celebra separada por el iconostasio. La Divina Liturgia es “el cielo en la tierra”, celebrada incluso con gritos y saltos, expresando una dimensión escatológica como continuación con la Iglesia celeste, inseparable de una dimensión cósmica y antropológica, donde figura lo sensible y la unión con la creación. 

De igual modo presentan una rica tradición monástica, donde presentan una gran importancia los padres espirituales (starets). De hecho el monacato nació en oriente (Egipto) en el siglo IV, donde florecieron los anacoretas o eremitas, reunidos en torno a un padre espiritual, que dio lugar a la vida cenobítica en monasterios, verdadero anticipo de la eternidad. 

Después vinieron las “lauras” o cabañas donde moraban en Palestina, los “estilitas” o quienes vivían subidos a una columna, los “emparedados” en “clausas” o los “ocaimetas” que alababan toda la noche. San Basilio (330-379) escribe la primera regla monástica donde la oración y liturgia ocupan un lugar central. En el siglo V, por la decadencia por el monofisismo y las invasiones musulmanas, el monacato se desplaza hacia Constantinopla y el monte Athos, donde según la tradición se refugió la Virgen con san Juan. 

Quedan sin embargo pendientes los grandes desafíos, como la doctrina social, si bien en 2000 el Patriarcado de Moscú publicó los Fundamentos de la concepción social, donde se abandona la “teoría de la armonía” entre Iglesia y Estado, y presenta una gran convergencia con la doctrina católica. Se trata de buscar el progreso humano, superando un posible inmovilismo y sin caer en el secularismo. 

Los orientales miran más a Dios que al mundo, a la alegría más que al dolor, a la resurrección que a la muerte, y no se preocupan tanto de este mundo o de la cuestión social. En este caso el motivo del cisma fue la doctrina sobre la Trinidad, no la justificación. Sobre este punto ha habido progresos, así como en la materia de la eucaristía o la doctrina sobre el purgatorio.

Queda sin embargo por delimitar bien cuál es el papel del obispo de Roma –el protos– en la comunión eclesial, así como el de la sinodalidad en occidente. El Documento de Rávena (2007) constituye un buen inicio y un buen auspicio. Los próximos años pueden resultar decisivos para el crecimiento de la comunión con estas “Iglesias hermanas”.

TribunaStefania Falasca

Sínodo Amazónico. Un kairós para la Iglesia y para el mundo

A punto de comenzar al Sínodo dedicado a la Amazonia y al estudio de “nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral”, que se extenderá del 6 al 27 de octubre en Roma, la autora expone los puntos de partida y las expectativas de esta esperada asamblea de obispos.

8 de octubre de 2019·Tiempo de lectura: 4 minutos

¿Cómo se puede no entender todavía “que la defensa de la tierra no tiene otra finalidad que no sea la defensa de la vida?”. Con estas palabras en Madre de Dios, Perú, en el corazón de la selva amazónica, el Papa Francisco ha querido comenzar el 19 de enero de 2019, con más de un año de anticipación, el Sínodo sobre la Amazonia que desde el 6 de octubre, durante tres semanas, ve reunidos en la Sede de Pedro a los obispos de la Iglesia universal.

El Papa eligió un lugar estratégico: las fuentes del gran río, el Amazonas, la arteria de agua que con sus afluentes discurre como venas de la flora y de la fauna del territorio, como fuente de sus innumerables pueblos y de sus milenarias culturas florecidas en estrecha conexión con el ambiente, y da la vida no a un entero continente, sino al mundo. Es este un lugar decisivo, de importancia planetaria, como la entera región pan-amazónica que se extiende en casi 8 millones de kilómetros y contribuye de manera determinante a la vida sobre la tierra.

Un vaso de agua de cada cinco y una de cada cinco respiraciones de cada persona vienen de la cuenca amazónica. Sin la Amazonia, por lo tanto, el mundo no podrá tener esperanza de vida. Aquí se juega el futuro del planeta y de la humanidad. Pero precisamente en esta gran región, de tan vital importancia para todos, se ha desencadenado una grave crisis ambiental y social causada por una prolongada injerencia humana en la que predomina una cultura del descarte y una mentalidad extractivista.

La causa profunda de la crisis está estrechamente ligada con el modelo de desarrollo adoptado, que la Laudato si’ indica como “globalización del paradigma tecnocrático”. Un modelo que induce a considerar la madre tierra como si fuera una mercancía. Se la puede explotar, degradar y depredar sin escrúpulos y sin dar cuentas por acumular dinero. Así, el gran bosque pluvial es hoy víctima de la mayor destrucción artificial de todos los tiempos, porque está en el centro de la disputa por el acaparamiento de los recursos naturales: gas, petróleo, madera, oro, monocultivos. Y nuevas formas de colonialismo predatorio siguen devorándolo incesantemente, devastando la vida con la contaminación ambiental causada por la extracción ilegal y sus consecuencias: trata de personas, mano de obra esclavizada, abuso sexual, comercios ilícitos.

Se trata de una situación de emergencia mundial. Es “el corazón de nuestra casa común, es la obra extraordinaria de Dios herida por la avidez humana y por el consumo fin en sí mismo el que hoy nos invita a volver la mirada”, ha afirmado también Francisco. “No podemos  continuar ignorando estos flagelos. Con la riqueza de su biodiversidad, multiétnica, pluricultural y plurirreligiosa, la Amazonia es un espejo de toda la humanidad que, en defensa de la vida, exige cambios estructurales y personales de todos los seres humanos, de los Estados y de la Iglesia”. La Amazonia no es otro mundo, lejano y exótico. Es el espejo del nuestro. Y es una cuestión de vida o muerte que nos afecta a todos. Porque allí se juega la partida del presente y el futuro del desarrollo humano. Porque lo que ocurre en la Amazonia es el paradigma de la cultura imperante del consumo y del descarte, que transforma la tierra en un gran escombrera. Porque es el paradigma de la crisis de un desarrollo obsesionado solamente por los ídolos del dinero y del poder, ídolos que imponen “nuevos colonialismos ideológicos feroces enmascarados en el mito del progreso”, que destruyen el ambiente, las identidades culturales propias de los pueblos y su convivencia.

Escuchar el “grito de esclavitud” de la naturaleza y el de sus pueblos amenazados que sube desde esta inmensa región depredada y violentada, no puede sino afectar también a la misión de la Iglesia universal, llamada con urgencia a interrogarse y a emprender nuevos caminos de evangelización, porque el interés por la creación, y por la relación de la humanidad consigo misma, es una instancia de la fe bíblica. Y, en fin, a promover, en el surco de la doctrina social de la Iglesia, una ecología que pide una aproximación integral para combatir la pobreza, restituir dignidad a los excluidos y, a la vez, cuidar de la naturaleza.

De aquí un Sínodo que “es ‘hijo’ de la Laudato si’’. Quien no la haya leído no entenderá nunca el Sínodo sobre la Amazonia. La Laudato si’ no es una encíclica verde, es una encíclica social, que se basa sobre una realidad ‘verde’, la custodia de la creación”, ha afirmado claramente el propio Papa Francisco. Por lo demás custodiar la entera creación es un servicio que el Obispo de Roma está llamado a realizar y “la Iglesia católica es consciente de la responsabilidad que todos tenemos hacia este nuestro mundo, hacia la entera creación, que debemos amar y custodiar”.

De aquí, entonces, las razones de un Sínodo que “gira en torno a la vida, la vida del territorio amazónico y de sus pueblos, la vida de la Iglesia, la vida del planeta”, como indica el documento de trabajo sobre el que trabajarán los padres sinodales. Un kairós para la Iglesia y para el mundo. Esto es, en síntesis sustancial, lo que se quiere de la próxima asamblea sinodal sobre la Amazonia. Un don para la Amazonia y para el mundo, donde puedan aún resonar las palabras del Señor a Moisés: “Quítate las sandalias de los pies, porque el lugar en el que estás es terreno sagrado”. n

El autorStefania Falasca

Vicepresidenta de la Fundación Vaticana Juan Pablo I

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FirmasP. Justino Sarmento Rezende

Nuevos caminos para la Iglesia

La sorpresa de la convocatoria del Sínodo para la región pan-Amazónica por parte del Papa Francisco y la experiencia de haber participado en la fase preparatoria.

8 de octubre de 2019·Tiempo de lectura: 2 minutos

Tengo 58 años, de los cuales 35 de vida religiosa (vida salesiana) y 25 años de sacerdocio, la mayoría de esos años dedicados a mis parientes y paisanos indígenas. La convocatoria del Sínodo sobre la región pan-Amazónica por parte del Papa Francisco fue una gran sorpresa para mí, involucrándome directamente en el proceso de su preparación.

Es interesante como desde el principio los indígenas se han convertido en los interlocutores especiales para contribuir a reflexionar sobre cómo sería una Iglesia con rostro amazónico y rostro indígena. Y de esa forma a mostrar cómo relacionarse de manera equilibrada con los territorios, bosques, ríos, arroyos, animales, peces, pájaros, lugares de nuestros orígenes.

Mi compromiso con el proceso de preparación para el Sínodo de la Amazonía me ha demostrado claramente que los pueblos indígenas amazónicos esperan que surja algo nuevo del Sínodo. La figura del Papa Francisco es entendida como uno de los aliados más fuertes en defensa de los pueblos y sus territorios, y este compromiso con los más frágiles que somos indígenas se demuestra como una voz profética en la Amazonía y en el mundo contemporáneo.

Al Sínodo asistirán expertos de nuestra Iglesia (teólogos, pastores, liturgistas, biblistas, canonistas, etc.). Los sacerdotes sinodales deberán asumir una actitud de escucha, escucha de las voces del Espíritu Santo y de las voces de la Amazonía. De esta manera, el Sínodo de la Amazonía ofrecerá a la Iglesia católica, desde la Amazonía, contribuciones que enriquecerán a toda la Iglesia católica. 

El período posterior a la Asamblea del Sínodo será un momento muy bueno e importante, el momento en que veremos el nacimiento y el crecimiento de nuevos caminos para la Iglesia local. Por otro lado, se señalarán varios desafíos con respecto al cuidado de la ecología integral. Tanto la Iglesia como las sociedades nacionales pan-amazónicas se harán cargo de este trabajo y no hay que asustarse y escapar de estos compromisos.

El autorP. Justino Sarmento Rezende

Sacerdote salesiano, indígena del pueblo Utãpinopona/Tuyuka

El Mes Misionero Extraodinario

Después de un año de preparación, de puesta en camino, llegamos a este mes de octubre de 2019, en el que toda la Iglesia se une para celebrar el Mes Misionero Extraordinario.

8 de octubre de 2019·Tiempo de lectura: 2 minutos

Vamos a vivir bien este mes. No hace falta mucha imaginación: rezar el rosario, ofrecer alguna Misa, dedicar un tiempo de nuestra oración a pedir por los misioneros… ¡ofrecer algún posible sacrificio por esta preciosa intención! Preguntar en la parroquia o en la diócesis qué actividades de formación y oración misionera se van a llevar a cabo en nuestra ciudad… No estamos perdiendo el tiempo, sino apoyando la vida de la Iglesia.

No sé qué fruto dará en el corazón de la gente, no sé que frutos podrán cosecharse en la vida misionera de la Iglesia. Lo que sí sé, porque es evidente, que tras este mes seguirá siendo necesario que recemos por la misión de la Iglesia, que una vez pasado el mes de octubre; seguiremos necesitando que los jóvenes se planteen con generosidad y sencillez si Dios puede estar llamándoles por el camino de la entrega y de la misión; seguirá habiendo hombres y mujeres que no amen al Señor, porque no han tenido la oportunidad de que nadie les haya hablado de Él…

Soy sacerdote, no recibí este don para encerrarme en mi habitación. Tú tienes corazón sacerdotal, porque participas, también, del sacerdocio de Cristo por tu bautismo… ¡Ese corazón quiere a Dios y quiere a todos los hombres! Corazón sacerdotal significa corazón que quiere a todos y les quiere con el amor de Dios: ¡te importa, nos importa, que ellos, los que todavía no le conocen, le amen! ¡Te importa, nos importa, que ellos, los que todavía no lo saben, descubran cuánto les ama Dios! ¿Y te vas a quedar quieto?

Ojalá este Mes Misionero Extraordinario sirva, al menos, para que todos los cristianos crezcamos en el deseo de ser instrumentos de Dios y de la Iglesia para llevar el amor de Dios a los hombres que no están cerca de Él.

El autorJosé María Calderón

Director de las Obras Misionales Pontificias en España.

España

Redescubrir la oración cristiana, prioridad para la nueva evangelización

“Afrontar el desafío pastoral de la nueva evangelización” requiere redescubrir “los elementos esenciales de la plegaria cristiana”, han señalado los obispos españoles en una nota doctrinal. Mons. Enrique Benavent afirma que el apartado IV, que muestra la oración de Jesús y sus enseñanzas, “es el más importante”.

Enrique Benavent Vidal·4 de octubre de 2019·Tiempo de lectura: 4 minutos

El ritmo de vida y de trabajo en el que vivimos inmersos, y la cultura que nos envuelve, caracterizada por un secularismo que considera la dimensión religiosa del hombre como algo secundario y accidental para su vida, por una parte dificulta el desarrollo de la dimensión espiritual del ser humano y, por otra, genera en muchas personas una profunda insatisfacción, un vacío existencial y una pérdida de la paz interior ante el estrés que se nos impone. Esto ha provocado un deseo de recuperar la interioridad y una “demanda de espiritualidad” que se llena muchas veces con prácticas que tienen su origen en tradiciones religiosas ajenas al cristianismo.

Este hecho plantea a la Iglesia un doble reto pastoral: en primer lugar, la necesidad de repensar el lugar que el cultivo de la espiritualidad ha de tener en la vida pastoral de la Iglesia. Lo prioritario para la Iglesia en su misión evangelizadora, ha de ser “mostrar” a los hombres la belleza del rostro de Dios manifestado en Cristo, de modo que se sientan atraídos por Él y ofrecerles caminos para que puedan llegar a vivir la experiencia del encuentro con Dios. La espiritualidad ha de ser en estos momentos una prioridad pastoral en la vida de la Iglesia.

No todo es compatible con la fe cristiana

Junto a este reto tenemos un segundo desafío: no todo lo que se ofrece como métodos y técnicas de espiritualidad es compatible con la fe cristiana. Muchas veces ciertos caminos de meditación parten de una visión del hombre y de su relación con el cosmos que no es compatible con la doctrina cristiana sobre la creación; o presuponen una idea del Absoluto que no coincide con el rostro de Dios revelado en Jesucristo; o pretenden conducir a una meta que se presenta como la auténtica felicidad y que no se corresponde con la idea cristiana de la salvación. Recientemente la Congregación para la Doctrina de la Fe en la carta Placuit Deo y el Papa Francisco en la exhortación Gaudete et exultate han alertado frente a las nuevas formas de pelagianismo y de gnosticismo que desvirtúan el mensaje cristiano. Ante este panorama se impone la necesidad de un discernimiento.

Plantearse estas cuestiones no es enfrentarse a los creyentes de otras religiones ni despreciar el diálogo interreligioso. En las Orientaciones doctrinales sobre la oración cristiana que ha publicado la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe de la Conferencia Episcopal Española no encontramos valoración negativa sobre las otras religiones ni una minusvaloración del diálogo interreligioso. Sí que hay implícita una advertencia a entenderlo y practicarlo correctamente, ya que la finalidad del dialogo es conocer mejor las otras tradiciones, escuchar las razones para creer que tienen los creyentes de esas religiones, enriquecernos mutuamente por lo que podemos aprender los unos de los otros.

La oración filial del Señor, el Padrenuestro

Para afrontar el desafío pastoral de la nueva evangelización y posibilitar la experiencia de Dios como algo previo a la comprensión de las verdades cristianas y a la aceptación de las exigencias morales, es necesario redescubrir aquellos elementos esenciales de la plegaria cristiana que no pueden faltar en cualquier iniciación a la oración y que son inseparables del contenido de la fe, porque para la Iglesia la fe y la oración son inseparables. En este sentido, no hay que olvidar que la cuarta parte de estas Orientaciones doctrinales es la más importante y la que deberían tener en cuenta todos aquellos a quienes está especialmente dirigido el documento: “sacerdotes, personas consagradas, catequistas, familias cristianas, grupos parroquiales y movimientos apostólicos, responsables de pastoral de los centros educativos, quienes están al frente de cases y centros de espiritualidad”.

En este apartado IV de la nota se comienza presentando la oración del Señor como modelo de la oración del cristiano. La oración de Cristo no es más que la expresión de su relación filial con el Padre, una relación que le lleva a vivir su misión de tal forma que en Él no hay la más mínima disociación entre “amor” y “obediencia”. El cristiano ora porque en Cristo ha sido hecho un “hijo de Dios”. Su oración es, al igual que la del Señor, la expresión de su relación filial con Dios. Por ello oramos también como Cristo nos enseñó. El Padrenuestro es el criterio de toda auténtica oración cristiana. Dios es también la meta de la oración: oramos para llegar a Dios. Mientras caminamos en este mundo y todavía no lo vemos cara a cara, el encuentro con Dios se vive creciendo en la fe, en la esperanza y en la caridad, que son las virtudes por las que nuestra vida se orienta hacia Él. La oración, que forma parte de la vida de quien está en camino hacia la Patria definitiva, mantiene vivas estas virtudes y nos ayuda a crecer en ellas. No es un “estar bien con uno mismo” el objetivo de la oración cristiana, sino crecer en las virtudes que nos llevan a Dios.

En la Iglesia hemos conocido a Cristo

En este apartado IV es importante lo que se dice sobre la forma eclesial de la oración. La eclesialidad no es un elemento secundario o un añadido de la fe del que se pueda prescindir: en la Iglesia hemos conocido a Cristo, hemos aprendido a ser cristianos y gracias a ella nos mantenemos en la fe. Tampoco puede ser un elemento marginal en la iniciación a la vida de oración. El Catecismo de la Iglesia Católica, citado en el nº 33, nos ofrece el marco adecuado para entender los números siguientes. En ellos se recuerdan aquellos elementos esenciales que la Iglesia ha ido madurando a lo largo de los siglos y que han hecho de ella una maestra de espiritualidad: la Sagrada Escritura, con especial mención de los salmos; la liturgia, especialmente la Eucaristía; las formas de piedad y de devoción que han arraigado en el Pueblo de Dios; las distintas formas de oración (vocal, meditación y contemplación); la tradición de los grandes maestros de espiritualidad; el ejemplo de la Virgen María, madre y modelo de la Iglesia.

Los obispos de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe de la CEE, al publicar esta nota, “queremos ayudar a las instituciones y grupos eclesiales para que ofrezcan caminos de espiritualidad con una identidad cristiana bien definida”, respondiendo a los retos pastorales que hemos indicado al comienzo, “con creatividad y, al mismo tiempo, con fidelidad a la riqueza y profundidad de la tradición cristiana”.

El autorEnrique Benavent Vidal

Obispo de Tortosa. Presidente de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe (CEE)

Mundo

Venezuela: sociólogos y pensadores apuestan por los valores para sacar adelante el país

La salida a la grave situación de Venezuela, denunciada entre otros muchos por la Alta Comisionada de la ONU Michelle Bachelet, o el cardenal Jorge Urosa, tiene sus raíces en la apuesta por “nuestros valores y la responsabilidad” (Ruth Capriles), y en el “optimismo” y la lucha “contra la amargura y la tristeza” (Adriana Loreto).

Marcos Pantin·4 de octubre de 2019·Tiempo de lectura: 6 minutos

Venezuela ha sido un país ideal. Durante el siglo XX acogimos a cientos de miles de inmigrantes. No cerramos las puertas porque teníamos mentalidad de abundancia: en Venezuela hay para todos. Y el venezolano no emigraba porque ¿dónde mejor que aquí?

Hoy somos un pueblo en huida. Para el mes de diciembre, la emigración desde que Chávez llegó al poder se estima en más de cinco millones de personas.

Venezuela vive la peor crisis de los últimos 150 años de su historia. Después de la Guerra Federal, esta época chavista ha traído una gran cantidad de males al país, y le ha hecho un daño muy, muy profundo a la gente, especialmente a los más pobres”, afirma el cardenal Jorge Urosa, arzobispo emérito de Caracas.

“Paradójica y tristemente, aquellos a quienes Chávez decía que iba a ayudar, han sido los que más han sufrido. El pueblo humilde está cada vez más pobre y la miseria se ha apoderado de una buena parte de la población”, añade. 

Recorrer estos años, aunque sea con brevedad, requiere un poco de historia. A partir del año 2002, el chavismo se descubrió abiertamente socialista. Pero no dejó de ser un socialismo tropical: calcado de Cuba y gran paraguas para la corrupción, la incompetencia y el compadrazgo. 

Venezuela es un país básicamente petrolero. Desde la nacionalización en 1973 hasta la llegada de Chávez en 1999, la petrolera nacional PDVSA había logrado un alto grado de eficiencia hasta situarse como la tercer petrolera del mundo. En 2002, la industria fue a la huelga contra del gobierno de Chávez. En respuesta, fueron despedidos 23.000 trabajadores calificados: más del 65 % de los gerentes, ingenieros y técnicos. PDVSA se convirtió en el paraguas de las ocurrencias del presidente Chávez. Iván Freites, secretario de la Federación Unitaria de Trabajadores Petroleros de Venezuela (FUTPV), señala que de 2007 a 2018 la petrolera incluyó en su nómina a unos 45.000 miembros del partido del gobierno, operadores políticos que cobran sueldo por asistir a las marchas y concentraciones que convoca el Ejecutivo.

Antes de la caída del precio del crudo en 2014, el gobierno había destruido ya PDVSA. La producción ha caído de 3,5 millones de barriles/día en 1999, cuando llega Chávez, a menos de los 800.000 actuales. Adicionalmente, la falta de mantenimiento e inversión ha arruinado la infraestructura de la industria.

“En 2013 fracasa definitivamente el modo de llevar el negocio petrolero. Se vive de las rentas hasta el 2017, cuando la Administración pública entra en cesación de pagos. El Estado quiebra. Las sanciones económicas no son causa de la actual debacle. Simplemente empeoran la crisis generada por el gobierno”, afirma Ángel Alvarado, diputado de la Asamblea Nacional, economista, miembro de la Comisión Permanente de Finanzas y Desarrollo Económico. El gobierno ha logrado llevar a la quiebra a una de las mejores empresas petroleras del mundo. Ha matado la gallina de los huevos de oro.

La crisis actual

La quiebra de la petrolera nacional trajo consigo el deterioro de todo el bienestar público. En cuanto a salud pública, han reaparecido viejos males ya erradicados como la malaria, dengue hemorrágico, el mal de Chagas y el sarampión; entre el 2017 y 2019 han muerto 5.000 pacientes por falta de diálisis. La Federación Farmacéutica de Venezuela estima que ocho de cada diez medicamentos no se consiguen en el país; la FAO afirma que 3,7 millones de venezolanos, el 12 % de la población, sufre desnutrición, mientras que Cáritas revela un 35 % de desnutrición crónica en los niños menores de 5 años.

Visita de Bachelet

En julio pasado visitó Venezuela Michelle Bachelet, Alta Comisionada para los Derechos Humanos en la ONU, y se encontró con un panorama económico bien sombrío: “La economía atraviesa lo que podría ser el episodio hiperinflacionario más agudo que haya experimentado la región, afectando a la capacidad de compra de alimentos básicos, medicamentos y otros bienes esenciales. Al día de hoy, el salario mínimo equivale a 2 dólares mensuales, en comparación con los 7 dólares en junio. Así, una familia necesita percibir el equivalente a 41 salarios mínimos mensuales para poder cubrir la canasta básica alimentaria”.

En cuanto a los derechos humanos, la represión tantas veces despiadada de las protestas, el encarcelamiento y la persecución de los opositores, son medios recurrentes del gobierno para mantenerse en el poder. En el 2019 se cuentan 478 presos políticos en el país, informa Monitor de Víctimas, plataforma de periodistas de medios digitales del país.

El informe de la expresidenta chilena Bachelet se refirió a ello: “Mi Oficina ha seguido documentando casos de posibles ejecuciones extrajudiciales cometidas por miembros de las Fuerzas de Acción Especiales de la Policía Nacional […]. Tan sólo en el pasado mes de julio la organización no-gubernamental Monitor de Víctimas identificó 57 nuevos casos de presuntas ejecuciones cometidas por miembros del FAES en Caracas”. Son numerosísimos los casos de abusos físico y psicológico, en particular a los militares. Las personas detenidas no tienen acceso a atención médica ni de sus familiares. Muchos no resisten la violencia y mueren en las manos de sus captores como fueron los casos recientes del concejal Fernando Albán y el capitán de la armada de Acosta Arévalo.

La influencia social del odio

El poeta venezolano Andrés Eloy Blanco, ya fallecido, ha reflejado el sentir del pueblo cuando afirma que aceptaría sufrir todas las “miserias y quebrantos” menos la de tener un hijo “de corazón solitario”. Pienso que el peor mal que nos podría causar el chavismo es amargar al venezolano, encerrarlo en su miseria.

El chavismo no cesa de inocular el odio rancio, resentimiento mezquino que los llena. Después de veinte años, no se sabe cuán profundo ha llegado el veneno al corazón de los venezolanos. “Considero que sí se ha logrado amargar al venezolano, la gente anda triste y se ve preocupada, la subsistencia está muy complicada. Vivimos la paradoja cultural por la que la sociedad se transforma por el entorno negativo, por la anomia en la que estamos sumidos, y moldea la conducta del venezolano. Sin embargo, no faltan manifestaciones muy propias de nuestra cultura como la alegría espontánea o tomar a chiste la tragedia en que vivimos”, afirma la socióloga Adriana Loreto.

Con 29 años de edad, Loreto ha trabajado para la policía en el manejo de los focos de crimen en la favela más extensa de América, en el municipio Petare de Caracas, y ha conducido investigaciones sociológicas en una de las cárceles más rudas del país. Señala la socióloga que Chávez tuvo en sus manos el poder de sanar las injusticias sociales que había en un país básicamente igualitario. Pero usó su carismático liderazgo para manipular las referencias sociales del venezolano común. El estado de cosas actual pone dos preguntas ineludibles. ¿Hay esperanza de recuperar aquella Venezuela abierta, optimista, trabajadora que conocimos? Y al salir de este régimen ¿correrá la sangre como a la caída de regímenes similares?

Adriana Loreto se muestra optimista. Considera que el joven venezolano tiene una consciencia social mucho mayor que la de las dos últimas generaciones. “A pesar del empeño del gobierno en deprimirnos, en establecer una práctica política y socio económica nefasta, hay muchísima gente que rechaza esos falsos valores y quiere seguir apostando a Venezuela. Respecto a la recuperación del país creo que no pasaremos por venganzas y pases de factura”, concluye Loreto. “La gente no está dispuesta a eso, descontando que en alguna protesta de calle las emociones dominen la racionalidad. Pero hasta ahora no hemos tenido un líder de oposición que quiera llevarnos a un final sangriento. El venezolano es pacífico, democrático y no considera la venganza como un valor”.

La difícil cura del “facilismo”

En el año 2006 visité el sur del lago de Maracaibo, una de las zonas más fértiles del país. Durante esos años la revolución socialista distribuía dinero al pueblo a través de las llamadas misiones. Me contaban los hacendados que era imposible contratar obreros a destajo para recoger la abundante cosecha. No necesitaban trabajar. Chávez les daba todo. Sólo era necesario inscribirse y acudir a recibir el dinero semanalmente.

En 2010, Chávez prometió la denominada Soberanía Alimentaria. Mientras tanto, iba expropiando las haciendas más eficientes para entregarlas al pueblo, es decir, para el pillaje y la destrucción progresiva del aparato productivo. La agropecuarias que no expropiaba las asfixiaba hasta morir, porque el Estado aspira a ser el único que da pan al pueblo. Este “facilismo” fue calando en amplísimos sectores del pueblo. Es el derecho a que el Estado me dé todo. Populismo electorero, diseñado y mantenido durante años.

Ruth Capriles, doctora en Ciencias Políticas, catedrática e investigadora de la Universidad Católica de Caracas, sostiene que hay que ir de frente contra el “facilismo” que reclama para sí una mal entendida solidaridad: “Si ser solidario significa ser cómplices en sinvergüenzuras, no. No creo que el camino sea esta solidaridad. Yo creo que lo contrario es lo más importante: crear individuos fuertes, que no necesitan de la piedad, de la compasión, y la solidaridad de los otros para echar p’alante. Evidentemente, la solidaridad es un sentimiento humano muy importante que individualmente es valiosísimo, pero a nivel colectivo, yo no creo que es por ahí donde tenemos que trabajar, sino todo lo contrario. Hay que poner a cada uno frente a su responsabilidad y recordarle: ‘usted está solo en este mundo y usted tiene que resolver, es usted quien construye su suerte y de usted depende la comida diaria, y es de usted de quien depende la alimentación de sus hijos’. Yo trabajaría más por ahí, sinceramente”, asegura Capriles.

Es un planteamiento exigente pero ineludible. A pesar de las dificultades, Ruth Capriles se muestra optimista: “Quizás lo más maravilloso, lo que no deja de repetirse durante estos veinte años, es la disposición de innumerables, muchísimas personas, que están sirviendo al otro y sirviendo al país. Defienden a Venezuela y a nuestros valores, y siguen haciéndolo a pesar de todas las dificultades que nos encontramos. Son centenares de organizaciones de la sociedad civil que están manteniendo los valores de Venezuela. Y mientras se mantengan nuestros valores hay posibilidad de rescate”.

El autorMarcos Pantin

Caracas

Vaticano

La Amazonia, desde siempre en el corazón del Papa

Mientras comienza en el Vaticano el Sínodo para la Amazonia, volvamos a recorrer algunos pasajes históricos que ayudan a enmarcar la decisión de convocarlo por parte del Papa Francisco.

Giovanni Tridente·4 de octubre de 2019·Tiempo de lectura: 3 minutos

Hace exactamente dos años, durante el Ángelus del domingo 15 de octubre, el Papa Francisco anunció públicamente la celebración de la Asamblea Especial de Obispos para la Región Pan-Amazónica, que por fin se pone en marcha en estos días. Motivó su decisión haciendo hincapié en la porción del Pueblo de Dios que habita esas tierras, “especialmente los indígenas, a menudo olvidados y sin la perspectiva de un futuro sereno”, amenazados también por la explotación intensiva de la selva amazónica, “pulmón de capital importancia para nuestro planeta”.

La necesidad de identificar “nuevos caminos” para la evangelización y la atención a la creación eran inherentes a este anuncio, como de hecho se ha visto después en el tema que guiará los trabajos sinodales.

Da cierta impresión notar como su predecesor Pío X ya en 1912 escribió la Carta Encíclica Lacrimabili Statu a favor de “los indios de América del Sur”, retomando a su vez la preocupación de Benedicto XIV que en 1741 (Immensa pastorum) condenaba la esclavitud. Pío X puso en evidencia “las torturas y crímenes que ahora se están cometiendo contra ellos”, sintiendo horror y “profunda pena por esa raza infeliz”, víctima de los excesos de vicio y maldad. La solución que la Iglesia propuso entonces era “extender, en esas vastas regiones, el campo de la acción apostólica” estableciendo nuevas bases misioneras.

Se observa en estas expresiones del Magisterio una continuidad histórica que llega a nuestros días, y que nos lleva a considerar la Amazonía no como algo distante y a veces indescifrable, sino como el “centro” desde el cual comenzar un dinamismo eclesial que es al mismo tiempo motor espiritual para Occidente y una salvaguardia para la salud de su ambiente vital.

La Amazonia siempre ha estado presente en el corazón del Santo Padre Francisco, tanto en lo que respecta a su origen en América Latina, como por el estrecho vínculo con la Conferencia de Aparecida en Brasil, que el Papa coordinó y dio un gran impulso a la evangelización de esas tierras. Y que hoy vuelve como un rastro del viaje que debe realizar toda la Iglesia.

Lo había dicho él mismo en su primer viaje apostólico en Río de Janeiro para la Jornada Mundial de la Juventud en julio de 2013. Cuando se reunió con los obispos de esas tierras, explicó cómo Aparecida y Amazonia están unidas por su fuerte llamada a respetar y salvaguardar la creación. Y recordó la necesidad de formadores calificados, un clero nativo, para consolidar el “rostro amazónico” de la Iglesia.

Hoy esas palabras suenan proféticas, o al menos como claves para comenzar el viaje que la Iglesia ha emprendido en estos últimos meses y ahora está consolidando dentro de una estructura, -el Sínodo–, de reflexión, intercambio, discernimiento para dotar a la Iglesia de la capacidad de llevar el Evangelio incluso a lugares intransitables y de difícil acceso.

Ciertamente, la reflexión que la Iglesia está haciendo en estos tiempos no se puede separar de otro documento pontificio enormemente importante, la encíclica Laudato si’, que el Papa Francisco escribió en 2015, donde se destaca cómo todo en el mundo está fundamentalmente conectado y “no podemos dejar de considerar los efectos de la degradación ambiental, del actual modelo de desarrollo y de la cultura del descarte en la vida de las personas”.

El elemento más característico de toda esta reflexión fue sin duda la reunión que el Pontífice tuvo con los pueblos de la Amazonía en Puerto Maldonado, en enero del año pasado en su Viaje a Chile y Perú. Allí, Francisco alabó al Señor “por esta obra maravillosa de tus pueblos amazónicos y por toda la biodiversidad que estas tierras envuelven”, sin olvidar, sin embargo, denunciar las heridas profundas infligidas desde el exterior y que todos sufren.

La confidencia final del Papa fue la “resiliencia de los pueblos y su capacidad de reacción ante los difíciles momentos que les toca vivir”, como se ha demostrado a lo largo de la historia. La necesidad hoy es construir “una Iglesia con rostro amazónico y una Iglesia con rostro indígena”.

Argumentos

John Henry Newman (1801-1890) Un santo para nuestro tiempo

El próximo 13 de octubre el Papa Francisco canonizará, junto con otros cuatro beatos, al cardenal John Henry Newman (1801-1890). Un santo que, por su penetración para lo esencial y su riqueza de carácter, es hoy sin duda un gran bien para avivar lo nuclear de la fe cristiana y para aunar sensibilidades muy diversas.

Sergio Sánchez Migallón·4 de octubre de 2019·Tiempo de lectura: 9 minutos

Como bien saben sus biógrafos, y en realidad cualquiera que se haya asomado a la vida o a los escritos del cardenal inglés, el temperamento y el pensamiento de Newman son tan ricos que resulta imposible etiquetarle. 

La polifacética figura de John H. Newman

Dicho en positivo, Newman reúne en sí tal variedad de aspectos y sensibilidades que resulta atractivo para personas de ideas y caracteres muy diversos. Y esto es algo que hoy conviene mucho al mundo y a la Iglesia: modelos de cristiano que huyan de encasillamientos o clasificaciones simplificadoras, capaces de unir personas y de conciliar ideas, que busquen rigurosa y tenazmente la verdad -sin adjetivos ni concesiones- y a la vez amantes del sincero diálogo cálido y reflexivo.

Así es John Henry Newman. Sin ninguna duda, una figura sui generis. No puede calificarse exactamente como filósofo ni como teólogo. Tampoco fue sólo un escritor o un pensador. Ni únicamente un apologeta o un hombre de acción. Vivió a medio camino entre pastor y ermitaño. Fue un hombre de este mundo con el alma del otro. Y es que Newman fue todo eso a la vez. Y precisamente por eso, un santo de pies a cabeza, del mundo y para el mundo desde el otro mundo.

Con todo, si hay algo que viene a la cabeza cuando se evoca en nombre de John Henry Newman, es la idea de una persona que busca personal y derechamente la verdad; y una persona que se deja comprometer por ella, pues allí no deja ver la Voluntad de Dios, Verdad absoluta.

Cristianos coherentes

Ese amor a la verdad le llevó, aparte de a la adquisición de una amplia cultura humanista en la Universidad de Oxford, a la lectura detenida de los Padres de la Iglesia, siendo ya clérigo, pero todavía presbítero anglicano. Este tesoro de sabiduría cristiana, absorbida en sus orígenes, influiría en toda su vida y predicación posteriores.

Precisamente entonces empieza a percibir su misión de revitalizar el cristianismo anglicano de su tiempo. Y comienza cumpliéndola mediante la predicación. De esa época proceden sus sermones más conocidos: los Sermones parroquiales y, elaborados como ensayos para un público más culto, los Sermones universitarios. Sermones todos ellos que muy bien pueden leerse en clave católica, y que muchos consideran la pieza maestra de toda la producción de Newman. 

Newman consideraría este periodo como el germen de lo que más tarde se llamaría “Movimiento de Oxford”, con el que pretendía un objetivo doble: mostrar que la Iglesia anglicana era la legítima y directa descendiente de la Iglesia apostólica, frente a la desviada Iglesia de Roma; y elevar el nivel ascético y espiritual de los fieles anglicanos, ante el peligro de deslizarse hacia el subjetivismo protestante. Sin embargo, esta segunda tarea empezó pronto a causarle dificultades, atrayendo sobre él la acusación de “anglo-católico”.

El Movimiento de Oxford comienza formalmente en julio de 1833, tras un largo y lleno de providenciales peripecias viaje por el Mediterráneo. Son años de intensa actividad de predicación, de estudio y de publicación. Le preocupa a Newman la verdad, pero también la falta de coherencia y compromiso con ella. Le duelen los escándalos de los cristianos incoherentes, y en sus sermones espolea agudamente la conciencia personal de los feligreses. Nadie quedaba indiferente ante sus persuasivas y vivaces palabras. Al mismo tiempo, comienzan a aparecer entonces los Tracts for the Times (una especie de folletos a modo de órgano de expresión del Movimiento, escritos por los distintos miembros de este).

La verdadera Iglesia

Newman sintió desde muy joven la presencia de Dios, tanto en su alma como en el trasfondo -como tras un “velo”, le gustaba decir- del mundo natural y humano que le rodeaba. Para él, Dios estaba sin duda en todas partes. Pero sabía muy bien que Cristo había fundado una Iglesia, y que en ella quiere habitar especialmente y reunir a sus hijos, para acompañarlos y para guiarlos. Y hasta entonces creía que esa verdadera Iglesia era la Iglesia de Inglaterra, la Iglesia anglicana. 

Sin embargo, en esos años del Movimiento de Oxford Newman se ve asaltado, cada vez más, por la sospecha de que las presuntas desviaciones de la Iglesia romana no son tan esenciales; y de que, sobre todo, la Iglesia católica está más en continuidad con la Iglesia apostólica que la Iglesia de Inglaterra. A pesar de ello, en aquel momento intenta abrir un camino intermedio entre el protestantismo y la doctrina romana, plasmado en su escrito Via Media.

En realidad, puede decirse que casi toda la vida de Newman fue una búsqueda de la iglesia verdadera. Inspirado por la lectura de los Padres, Newman descubre que la genuina iglesia posee un carácter dinámico y evolutivo. Al igual que la revelación es gradual, también lo es el desarrollo de la iglesia. Por eso ya no le extrañan tanto la diversidad de formas rituales (romana o inglesa) ni la diferente forma de expresar y enseñar la doctrina, o el mismo progreso de esta. También va comprendiendo mejor qué significa que la iglesia, como el Cuerpo de Cristo, esté encarnada. En cuanto tal necesita una organización social, un sistema de doctrina, una institución. Pero, ante todo, está constituida por el don de la gracia que Dios ofrece a los hombres. La prioridad es su realidad espiritual. La iglesia son las almas que la componen y que la gracia une en un cuerpo eclesial. Además, como encarnada en la historia, la iglesia evoluciona en sus formas y estas, como sus miembros, son falibles. Y también por eso todos los fieles cristianos -los laicos, con su sensus fidelium, no menos que los clérigos- son, con su fe y su testimonio de vida, instrumentos de la tradición.

Como se ve, esta idea de la iglesia, que Newman reconoce y acentúa en la Iglesia católica, fue precursora del Concilio Vaticano II, y sigue siendo muy iluminadora en nuestros días.

La fe personal

Como un nuevo san Agustín, Newman se enfrenta al paso de resolver definitivamente sus dudas y, sobre todo, de traducir su convicción intelectual en conversión vital. Con gran detalle describe el propio Newman, en su Apologia por vita sua, su proceso de conversión. Cómo se acentúan sus dudas y su inclinación hacia la Iglesia católica, y cómo su vida social se hace entonces más difícil. Tales dudas le empiezan a atraer numerosas suspicacias y antipatías, mientras en su espíritu bullen con toda intensidad los problemas que han hecho famoso a Newman: la obediencia a su propia conciencia en la búsqueda de la verdad y el modo de adherirse a ella con toda la certeza que sea posible.

La gota que colmó el vaso de esa tensión fue la publicación del Tracto 90, que fue oficialmente criticado por la jerarquía anglicana y motivó el fin de esas publicaciones. A resultas de ese incidente se retira definitivamente a Littlemore (una pequeña iglesia que dependía de Saint Mary, de Oxford) con un pequeño grupo de seguidores. Allí, en 1845, abraza el catolicismo y es recibido en la Iglesia católica, recibiendo dos años después la ordenación sacerdotal e ingresando en el Oratorio de San Felipe Neri, congregación que difundiría en Inglaterra.

Aparte de su Apologia, Newman nos dejó otros dos valiosos escritos que ilustran cómo se adhirió a la verdad plena acerca de la fe y de la Iglesia. Se trata de la famosa Carta al Duque de Norfolk y del Ensayo para contribuir a una gramática del asentimiento. La primera fue escrita en respuesta a acusaciones de doble y opuesta obediencia -a las autoridades civiles inglesas y a la autoridad eclesiástica romana-. Constituye una solemne defensa de la conciencia personal (allí se encuentra su famoso “brindis por la conciencia”) y una defensa de la legitimidad de ser católico, obediente al Papa, siendo a la vez un fiel y ejemplar ciudadano inglés. El Ensayo, en cambio, es un texto más extenso y académico donde reflexiona sobre la certeza y los posibles modos que se puede asentir a la verdad; esto es, sobre el marco que permite comprender qué significa propiamente creer. 

En el mundo y para el mundo

Newman era de carácter más bien tímido y reflexivo; incluso algo introvertido, pero resuelto y audaz cuando era necesario. Si a eso se añade su inquebrantable y prioritario compromiso con la verdad, es fácil imaginar que su vida fuera un permanente nadar a contracorriente: contra el generalizado ambiente hostil al catolicismo, contra la corriente liberal-protestante dentro del anglicanismo, contra la incomprensión de sus amigos anglicanos o contra cierto clericalismo católico. Pero Newman no se arredró ante esas dificultades, y en esto constituye otro ejemplo para nuestros días. Cabe ver ese amor al mundo, por el que afanó en mejorar, en tres campos: la universidad, los laicos y sus amigos.

La universidad

Desde su ingreso en el Trinity College de la Universidad de Oxford a la edad de 16 años, hasta su nombramiento como fellow honorario por el mismo college en 1878, Newman fue un universitario hasta la médula. Siempre recordaría sus años de Oxford con especial agrado, y en todos sus escritos se refleja el estilo mesurado y riguroso propio de un intelectual, a la vez académico y amable. Notoria debía ser su fama en este sentido para que los obispos irlandeses le pidieran promover la Universidad Católica de Irlanda (hoy University College Dublin), con la idea de ofrecer a los jóvenes irlandeses un centro de estudios superiores de inspiración católica, a la altura y como contrapeso al prestigio de las universidades anglicanas del Reino Unido. 

Aunque a esta tarea dedica solo cuatro años como rector de la naciente universidad, de ese tiempo se conservan una serie de lecciones que publicó bajo el título La idea de la universidad. Libro que constituye una referencia obligada sobre la misión de la universidad, el papel de la teología en el conjunto de las disciplinas universitarias, y diversas cuestiones sobre el quehacer universitario en general y en algunas áreas particulares.

Los laicos

Una de esas ideas acerca de la universidad es su respeto y aprecio por la legítima autonomía del saber humano. La formación civil de Newman le mantuvo alejado del clericalismo o confesionalismo presente, en cambio, en ciertos ámbitos católicos (y, desde luego, no menos en los anglicanos). Son principalmente los laicos los que han de encarnar y transmitir el espíritu cristiano en la misma entraña del mundo. En el plano personal, Newman exhortaba a los estudiantes irlandeses a cultivar las virtudes humanas de un estudiante responsable, y de un caballero cabal, para sobre ellas cultivar las virtudes cristianas sobrenaturales. Y la intensa dedicación y esmero en la preparación misma de sus Sermones parroquiales da idea de lo que apreciaba la formación de los feligreses laicos. 

Aunque la fecundidad de esta visión solo se manifestaría a la Iglesia universal más de un siglo después, en el Vaticano II, esta postura hizo que Newman se granjeara el respeto intelectual de sus colegas intelectuales y de todo el pueblo, como al final de su vida se haría más que patente. Newman se sentía plenamente un ciudadano de la comunidad académica y de la sociedad británica, pero -o mejor, precisamente por eso- sentía igualmente la necesidad de informarlas e iluminarlas con una verdad más alta que la de este mundo. 

Los amigos

Las numerosísimas cartas de Newman a sus amigos, y el tono mismo de sus sermones, revelan un carácter enormemente entrañable y hasta de exquisita sensibilidad. Lo cual le proporcionó grandes consuelos y gratos momentos, pero no menos amarguras y sufrimientos. En aquel tiempo no era fácil comprender el paso de la Iglesia anglicana a la católica. La historia y la tradición nacionales pesaban mucho. Una muestra de ello es que solo en 1829 los católicos ingleses recobraron su libertad religiosa.

Su famoso sermón Separarse de los amigos (incluido en el volumen 7 de Sermones parroquiales), el último predicado como anglicano en la iglesia universitaria de vicario de Saint Mary, refleja el verdadero desgarro que sufría al seguir su conciencia y ver cómo esa decisión abría un abismo entre él y sus amigos, e incluso con su familia. Con todo, su decisión era firme. En las últimas palabras de ese sermón decía: “Rezad [por mí] para que sepa reconocer en todo la voluntad de Dios y para que en todo momento esté dispuesto a cumplirla”.

Sin embargo, Newman no dejó que se extinguiera el amor por sus amigos y por la entera sociedad inglesa. Al contrario, no dejó de alimentarlo. De hecho, dedicó muchísimas energías de su vida ya conversa a intentar recuperar amigos, a explicar su conversión y a defenderse de acusaciones y polémicas. Y sorprendentemente lo logró. Recuperó a todos sus amigos (alguno le costó 30 años). Hasta tal punto cambió la opinión pública, que tras su muerte le despidieron en las calles de Birmingham más de 15.000 personas; y al funeral celebrado en el Brompton Oratory de Londres asistieron miles de católicos y anglicanos procedentes de Inglaterra, Gales, Irlanda y Escocia.

El santo Newman

Pero se equivocaría quien viera en Newman únicamente un intelectual de vida difícilmente imitable por cualquiera. Newman era una persona normal, transparente y sencilla. Y si bien muchas obras suyas reflejan una inteligencia poco común, otras -también cartas y diarios- muestran su cercanía. Además, el camino de Newman hacia la verdad no fue un itinerario meramente erudito, sino siempre guiado por Dios, que es la Verdad. Pero además de la Verdad, Dios es Amor.

La vida de Newman está empapada por la presencia de Dios, en los libros y en la naturaleza, en cada persona y en toda comunidad. Sabía ver a Dios en todo. Por eso su búsqueda de la verdad no era sino la búsqueda de Dios; por eso lo encontraba en lo grande y en lo pequeño, en lo sublime y lo corriente.

Se comprende que uno de sus principales convencimientos era el de que la búsqueda y la transmisión de la verdad solo era posible mediante la persona humana en su integridad: en cuerpo y en alma; con cabeza y con corazón; en intimidad y en compañía; con enseñanza y con buen y cálido ejemplo; mediante estudio y en convivencia con los amigos, la familia o la comunidad religiosa. Su apertura del Oratorio de San Felipe Neri en Birmingham, y luego en Londres, es una prueba más de ello.

En cuanto a la predicación, cierto rigor de su enseñanza -necesaria entonces, y siempre, para despertar una vida cristiana adormilada y tibia- se equilibra con inspiraciones de una devoción tierna y profunda, y con su aguda penetración en las escenas de la Escritura.

En fin, Newman supo transmitir su amor a la verdad y a las personas de manera para muchos milagrosa. Al término de su vida, Newman se había ganado el afecto y la admiración de todo el Reino Unido. El día de su entierro, el periódico irlandés The Cork Examiner publicaba refiriéndose al mencionado cortejo fúnebre: “El cardenal Newman desciende a la tumba mientras le rinden homenaje personas de todo credo y de toda condición social, porque es reconocido por todos como el hombre justo convertido en santo”.

El Papa León XIII afirmó que Newman, más que ningún otro, había cambiado la actitud de los no católicos respecto a los católicos. Además, abrió una puerta y recorrió una senda por la que le siguieron, inspirados en su figura y pensamiento, la oleada de conversos de la primera mitad del siglo XX: Oscar Wilde (en su lecho de muerte), Gilbert Keith Chesterton, Graham Green, Evelyn Waugh, etc.

El lema que Newman escogió para su escudo cardenalicio reza “Cor ad cor loquitur” (el corazón habla al corazón). Así escuchó Newman la voz de la verdad, de Dios. Así predicó y conversó con próximos y lejanos. Así también hablará el nuevo santo a tantas personas de nuestros días. n

El autorSergio Sánchez Migallón

Evangelización

El arzobispo Celso Morga desaconseja ordenar sacerdotes a hombres casados

El arzobispo de Mérida-Badajoz, Mons. Celso Morga, que fue varios años Secretario de la Congregación para el Clero, ha publicado en la revista Palabra un artículo sobre el celibato sacerdotal, a raíz del documento de trabajo (Instrumentum laboris) sobre el inminente Sínodo de la Amazonía, convocado por el Papa Francisco para este mes en Roma.

Francisco Otamendi·1 de octubre de 2019·Tiempo de lectura: 3 minutos

“¿Se dan hoy las circunstancias para que la Iglesia latina retorne a la práctica de ordenar hombres casados, exigiéndoles la continencia?”. Y responde: “Si se piensa que la Iglesia ha tratado de reducir esas ordenaciones por sus inconvenientes, y ordenar sólo hombres célibes, no parece conveniente restaurar en las circunstancias actuales una práctica ya obsoleta”. Así escribe el actual arzobispo de Mérida-Badajoz, Mons. Celso Morga, en la revista Palabra.

   En su artículo, Monseñor Celso Morga admite que, en una perspectiva histórica, “nada impide la ordenación de ancianos célibes o viudos, o incluso de personas casadas, si ambos cónyuges se comprometen a mantener la continencia”, pero recuerda que es una práctica abandonada hace tiempo, cuya restauración no considera oportuna; y que, tomada como precedente, limitaría la posibilidad de la ordenación a un compromiso de continencia, como en los primeros siglos. “Es claro que la mentalidad corriente hoy no entendería esa continencia, pero éste no era el modo de pensar en las primitivas comunidades cristianas, mucho más cercanas en el tiempo a a la predicación de Jesús y de los Apóstoles”.

   Monseñor Celso Morga apoya sus argumentos, entre otros, en el cardenal Alfonso M. Stickler y en Chistian Cochini S.I., quienes “han demostrado que el celibato para las órdenes sagradas en la Iglesia de los primeros siglos no debe ser entendido sólo en el sentido de una prohibición de casarse, sino también en el de una continencia perfecta para los ordenados siendo ya casados, y que era lo normal”.

   Su artículo se enmarca en el contexto del debate surgido a raíz del documento de trabajo (Instrumentum laboris) sobre el próximo Sínodo de la Amazonía, convocado por el Papa Francisco para el próximo mes de octubre en Roma. En el documento se pide que el Sínodo estudie la posibilidad de ordenar sacerdotes a personas que reúnan determinadas condiciones. Se trataría de “personas ancianas, preferentemente indígenas, respetadas y aceptadas por su comunidad, aunque tengan ya una familia constituida y estable, con la finalidad de asegurar los Sacramentos que acompañen y sostengan la vida cristiana”, pensando en “las zonas más remotas de la región”, dice el documento (n. 129), tras señalar que “el celibato es un don para la Iglesia”.

   Hasta ahora, los obispos españoles no se habían pronunciado explícitamente sobre este punto del documento de trabajo del Sínodo. El arzobispo Morga es el primero que lo hace, al menos con una relevancia pública, quizá por el bagaje que supone haber sido Secretario de la Congregación para el Clero en la Santa Sede.

   En el número de abril, el corresponsal de Palabra en Brasil, Joao Carlos Nara Jr., inició una serie de crónicas de la revista sobre la Amazonía, en la que señalaba, entre otros aspectos, que para “remarcar hoy una Iglesia con rostro indígena”, a la que se ha referido el cardenal Lorenzo Baldisseri, secretario general del Sínodo, “algunos sectores defienden también una flexibilización de la praxis latina sobre el sacerdocio ministerial motivada por la escasez de clero”.

   Por su parte, el arzobispo Sviatoslav Shevchuk, de Ucrania, se ha referido también a este punto propuesto para el Sínodo. En la experiencia de la Iglesia greco-católica en Ucrania, que admite la ordenación de hombres casados, “el estado familiar no favorece el aumento de las vocaciones al sacerdocio”, afirma. Recomienda que el tema se enfoque desde “lo esencial, que es la vocación al sacerdocio” como una llamada de Dios.

   Mons. Celso Morga señala también en su artículo que “la historia de la Iglesia  muestra la unión profunda entre el celibato de los ministros sagrados y el lenguaje y espíritu del Evangelio. Lejos de ser una disposición de origen puramente eclesiástico, humana y susceptible de derogación, aparece como una práctica con origen en el mismo Jesús y en los Apóstoles, mucho antes de ser establecido por las leyes”.

El autorFrancisco Otamendi

Actualidad

Mons. Stephen Brislin, arzobispo de Ciudad del Cabo: «Los católicos sudafricanos están profundamente agradecidos a los misioneros».

Aunque el catolicismo está presente en Sudáfrica desde la época de las exploraciones, una estructura eclesial estable no fue posible hasta hace 200 años. El arzobispo de Ciudad del Cabo conversa con Palabra y hace balance de esa rica herencia.

Alfonso Riobó·1 de octubre de 2019·Tiempo de lectura: 20 minutos

Indica también el papel que la Iglesia tuvo y tiene en la superación de las consecuencias del “apartheid”, y los retos actuales, de la mano del Plan pastoral recientemente aprobado por los obispos.

-Hace 200 años se creó el “Vicariato apostólico del Cabo de Buena Esperanza”. Pero la fe católica está presente en Sudáfrica desde el siglo XV…

La Iglesia católica en Sudáfrica ha celebrado en 2018 el bicentenario de su establecimiento oficial. Su primera presencia se remonta al explorador portugués Bartolomé Díaz, con quien viajaban misioneros, que celebraron la primera Santa Misa en la “isla de la Santa Cruz”, como la llamó Díaz, frente a la actual ciudad de Port Elizabeth. Unos diez años después, Vasco de Gama bordeó el “Cabo de las tormentas” o “Cabo de Buena Esperanza”, también acompañado por misioneros. El día de Navidad avistaron tierra y la llamaron “Tierra de Natal” (de Navidad); hoy se conoce como KwaZulu-Natal. Pero no nos consta que hubiera en Sudáfrica una actividad evangelizadora.

En 1652 la compañía holandesa East India tomó el control de lo que ahora es Table Bay y de Ciudad el Cabo. A causa de las tensiones religiosas en Europa, sobre todo en Holanda, el catolicismo fue prohibido en el Cabo, y estuvo prohibido también después del periodo de dominio holandés. Cuando en 1795 Ciudad del Cabo pasó a manos inglesas se mantuvo la prohibición del catolicismo, y sólo se permitía la entrada a algunos misioneros de paso en barcos franceses o portugueses. Los holandeses recuperaron el Cabo e introdujeron la tolerancia religiosa en 1804, pero dos años después volvieron los británicos y prohibieron de nuevo la Iglesia católica.

Hasta 1818 no fue posible el nombramiento de un Vicario Apostólico. Fue Pío VII quien nombró a Bede Slater OSB, que no había pisado Sudáfrica ni pudo hacerlo por impedírselo el gobierno británico; se establecería en Mauricio, donde era también Administrador Apostólico. También su sucesor William Morris residió en Mauricio y nunca pisó suelo sudafricano. Finalmente, en 1837 el tercer Administrador apostólico, el obispo Raymond Griffith OP, pudo residir en Ciudad del Cabo, desde donde la Iglesia comenzó a expandirse.

Es importante tener presentes estos comienzos, porque durante gran parte de la historia de Sudáfrica, en cierto sentido la Iglesia católica ha sido la “Iglesia no deseada”, con mentalidad de minoría. Como el calvinismo señaló el comienzo del cristianismo en África del Sur y mantuvo su posición dominante hasta la época del apartheid, el catolicismo ha estado “bajo sospecha”, y más “tolerado” que aceptado.

A pesar de estos orígenes y de la relativa juventud de la Iglesia católica en este país, su crecimiento ha sido impresionante. Hay 26 diócesis, cinco de ellas archidiócesis, y cientos de parroquias en todo el territorio. La población católica es de unos 3,4 millones de personas, alrededor del 6,5 % del total de unos 52 millones; y hay más de 350 escuelas católicas: son, en realidad, menos que antes, porque el apartheid introdujo en los años 50 la “educación bantú” y cortó la financiación de la comida para los negros en las escuelas católicas. Pese a los valientes esfuerzos de quienes dirigían la Iglesia en aquel tiempo y a la generosa ayuda financiera de la comunidad internacional, muchas de nuestras escuelas tuvieron que cerrar. Luego han tenido que cerrar también todos los hospitales católicos, porque la Iglesia no ha podido hacer frente al aumento de los costes médicos y a la necesidad de equipos especializados. A pesar de todo, durante la crisis del HIV/AIDS que empezó en los años 80, después del gobierno ha sido la Iglesia católica, con sus programas y clínicas, el mayor prestador de servicios para los afectados e infectados por el virus. En la era del apartheid la Iglesia católica era muy conocida y respetada por la mayoría de la población por su rechazo de la injusticia y la discriminación racial. Por ejemplo, en los años 70 unas religiosas abrieron a todas las razas las llamadas “escuelas blancas”, en desafío al gobierno y arriesgándose al cierre, y naturalmente a la encarcelación.

Hay que reconocer el papel de las congregaciones religiosas, en especial de las mujeres religiosas, en la mayor parte de los aspectos de este proceso histórico y en el crecimiento de la Iglesia. Su valentía, su carisma y su perseverancia han sido un ejemplo para millones de personas. El cierre obligado de los hospitales católicos y de muchas escuelas no es señal de apagamiento, sino sólo de que los tiempos y las necesidades cambian. La Iglesia hoy es vibrante, joven y fervorosa en su hambre de Dios.

-Los misioneros han jugado un papel de primer orden en Sudáfrica. ¿Cuál es hoy la necesidad y la presencia de la misión?

Me sorprende oír decir que ha pasado la época de los misioneros. Los católicos sudafricanos están profundamente agradecidos a los numerosos misioneros que evangelizaron, y siguen evangelizando, nuestro país. Todavía hoy seguimos necesitando misioneros, aunque quizá de manera diferente.

Hay dos congregaciones que destacan por su influencia histórica. Los Oblatos de María Inmaculada llegaron en 1852 a KwaZulu-Natal. Su fundador, el obispo Eugenio de Mazenod, les insistía en que se centraran en la evangelización de “los paganos” zulúes, más que en los alejados de la fe. Hasta 1860 no hubo conversiones entre los zulúes, pero en 1862 llegaron a Lesotho el obispo Allard OMI y el beato Joseph Gerard OMI y se produjo “una explosión de la gracia misericordiosa de Dios” que fue la base de la dinámica y fecunda Iglesia de Lesotho. En segundo lugar, hay que mencionar a los Misioneros de Mariannhill, orden creada por monjes trapenses enviados a Sudáfrica en 1880. A su llegada se dirigieron a lo que se llamaba “Vicariato de Cabo Oriental” (hoy Port Elizabeth) y dos años después se trasladaron a lo que ahora es Mariannhill, cerca de Durban. En cinco años se convertiría en la mayor abadía trapense del mundo.

Dirigidos por el abad Franz Pfanner, advirtieron enseguida que la vida austera y ascética de los monjes trapenses no resolvería las necesidades de la población local, en particular la necesidad de educación de la población negra. Por eso fundaron escuelas y comenzaron diversos programas para dotar a la gente joven de habilidades en la carpintería, la ganadería o la agricultura. En 1909 se separaron de la orden trapense. El factor esencial de su éxito en la evangelización -la región que rodea Mariannhill es ahora la de mayor proporción de católicos del país- fue reconocer las necesidades de su tiempo; la respuesta que ofrecieron se convirtió en su mecanismo de evangelización.

En mi opinión, lo más relevante es que la “misión” no termina. Pueden cambiar su naturaleza y sus características, pero la Iglesia siempre será misionera por el Bautismo. Los obstáculos para la misión aparecen cuando no hay flexibilidad para adaptarse a los “signos de los tiempos” y cuando pensamos en los éxitos pasados como único camino para “ser Iglesia”. Los primeros misioneros -las congregaciones mencionadas y muchas otras- dieron tantos frutos porque respondieron a las necesidades de las personas a las que servían, como la necesidad de educación o de salud y una profunda hambre espiritual. Estos fueron sus “puntos de entrada” en la proclamación del Evangelio. Congregaciones como los scalabrinianos siguen evangelizando porque ven las necesidades de la gente; en su caso, de los emigrantes, refugiados y marineros.

Uno de los mayores peligros para la evangelización es sentirse satisfecho con lo que funcionó en el pasado y carecer del dinamismo necesario para entender y apreciar un mundo cambiante, sin tener la valentía de “remar mar adentro”, en un mar que puede ser inseguro y hostil. Algunos “signos de los tiempos” suponen un gran desafío: abuso sexual de menores por clérigos, migración y refugiados, secularización, asuntos relacionados con la vida. El reto misionero es aceptar que esos signos “dan forma” a nuestro ministerio, y que hemos de ofrecer respuestas con conceptos y palabras que tengan sentido para la gente, sin disminuir ni adulterar en nada el Evangelio.

-Entre los católicos, ¿predomina alguna raza o sector social?

El cristianismo representa alrededor del 80 % de la población. Alrededor del 6,5 % son católicos, es decir, unos 3,4 millones de personas. El mayor número de católicos se encuentra en las zonas zulúes evangelizadas por los primeros valientes misioneros de la población local, los Oblatos y los misioneros de Mariannhill.

Aproximadamente el 80 % de los católicos sudafricanos son “negros”; unos 300.000 son “de color” (es decir, de raza mixta); y unos 300.000 son “blancos”. No hace falta decir que esta clasificación racial es absurda, pues cualquier prueba de DNA mostrará en cada individuo un gran abanico de antepasados. Quizá lo más importante es advertir que la mayor prevalencia del catolicismo se da entre la gente pobre: los que antes fueron discriminados y siguen teniendo que luchar en lo económico.

-Usted ha sido “observador” en las recientes elecciones, las sextas desde el final del apartheid y las segundas tras la muerte de Mandela. ¿Está consolidado el sistema nacido en 1994?

He sido observador electoral en varias ocasiones, a diferentes niveles. Las últimas elecciones -para el gobierno nacional- han sido diferentes, en el sentido de que por primera vez desde 1994 parecía que podría ensombrecerlas la violencia política. La ha habido, abundante, en KwaZulu-Natal, y curiosamente sobre todo entre miembros del partido del gobierno, más que entre partidos políticos diferentes. Circulaban rumores insistentes de que la violencia podría incluso bloquearlas en algunos lugares. No sucedió así. Hubo dificultades -como un presunto “doble voto” en algunos sitios- pero discurrieron sin dificultad, pacíficamente y con buen humor.

No tengo duda de que fueron libres y limpias, y de que el resultado refleja la voluntad de la mayoría de los votantes. Fui observador en el área de Ciudad del Cabo, junto con líderes de otras religiones, y nos concentramos sobre todo en los colegios electorales que podían ser problemáticos, entre ellos el de la prisión de Pollsmoor. Aparte de pequeñas irregularidades (como un colegio que abrió tarde) todo marchó bien. No hay duda de que la democracia está madurando en Sudáfrica. Tenemos libertad de expresión y de asociación, prensa libre y separación de poderes, con mecanismos de equilibrio mutuo. Los lectores informados sabrán que hemos sido sacudidos por numerosos escándalos de corrupción, pero están siendo investigados: la Comisión Zondo está investigando el caso de corrupción conocido como “State Capture”. El poder judicial es libre y funciona.

Aun así no podemos considerarnos satisfechos, porque es evidente que algunos quieren socavar y “apropiarse” de los procesos democráticos. Es una “batalla real” que se disputa sobre todo entre facciones del partido gobernante, y se requerirán determinación y valentía para vencer las fuerzas que parecen empeñadas en destruir la democracia y usarla en servicio de su egoísmo y de su codicia.

Una vez dicho esto, creo que aún hay que mucho trabajo por delante para educar a las personas en la democracia, que significa más que el simple votar cada cinco años. Una parte importante es la participación activa en la vida civil y la posibilidad de exigir cuentas a los líderes: quizá es eso lo que necesitamos para continuar fortaleciendo la educación política del pueblo.

Aunque haya desaparecido el sistema de discriminación racial, todavía hay tensiones. La gente tiende a asociarse y tratar con los semejantes a ellos, especialmente en lo referente a la raza. También es verdad que la enorme grieta entre los ricos y los pobres que hay en Sudáfrica hace que apenas podamos decir que somos “un pueblo”. Si no se procede a una reforma de la economía para conseguir una situación más equitativa, el futuro será incierto y podrían abrirse paso la frustración creciente y la violencia. Hay un ambiente de enfado y de desesperanza, y pesan mucho la corrupción y la falta de proyectos claros. La situación económica es muy seria: alrededor de un tercio del gasto público se destina a pagar la deuda. Las empresas propiedad del Estado (como Eskom, nuestro proveedor de electricidad) están muy endeudadas, y han sido gestionadas de manera incorrecta y peligrosa. La situación actual es insostenible. Hay la impresión generalizada (que responde en buena medida a la realidad) de que la mayoría de la riqueza sigue estando en manos de los blancos; y esto impide sanar nuestro pasado racial. El hecho es que millones de personas negras continúan en la pobreza.

-¿Cuál es la aportación de la Iglesia al proceso de perdón y reconciliación?

La Comisión de la Verdad y la Reconciliación (TRC, por las siglas en inglés), que instituyó el gobierno de unidad nacional tras las elecciones democráticas de 1994, procuró aportar sanación y reconciliación a las secuelas del apartheid. Ofreció a quienes habían intervenido en política y cometido abusos contra los derechos humanos durante la lucha por la libertad la oportunidad de reconocer sus actos, en cuyo caso podían ser amnistiados de sus crímenes; y se previó la posibilidad de una compensación para las víctimas o sus familias en ciertos casos. La TRC fue un gran éxito, un factor esencial en la transición a una democracia plena y libre. En lo político, permitió al país avanzar, y aportó información a mucha gente que no sabía qué había ocurrido con sus seres queridos. Desgraciadamente también hubo fallos: fueron pocos los que recibieron compensación, muchos crímenes quedaron sin respuesta y, a pesar del avance político, fue poco eficaz a la hora de sanar las relaciones por encima de las barreras de color.

Una gran tarea de la Iglesia es continuar promoviendo y profundizando la sanación y la reconciliación. Con ese fin, durante la Cuaresma de 2018 la Iglesia inició un programa de reflexión sobre la omnipresencia del racismo y lo llevó por todo el país. La discriminación racial ya no está en las leyes, pero el racismo sigue siendo un problema real. El objetivo del programa cuaresmal era convertirse en un ejercicio de escucha, y se pedía a los participantes que evitaran las justificaciones, para poder entender el dolor y las perspectivas de los otros. Es evidente que un programa no puede borrar la profundidad de las actitudes raciales que ha vivido nuestro país durante casi 400 años. Por eso la Iglesia en Sudáfrica reconoce como parte insoslayable de su misión sanar las divisiones raciales, y así lo reconoce el Plan pastoral aprobado por los obispos en su reciente sesión plenaria de agosto de 2019, después de muchos años de trabajo intenso.

Por tanto: sí, todavía hay racismo en nuestro país. A la vista de nuestro pasado colonial y del apartheid, me sorprendería que no fuera así. Pero ha habido grandes pasos adelante en la normalización de la sociedad, y en general la gente es respetuosa y cortés hacia los demás.

Sin embargo, hay dos asuntos importantes en este contexto. El primero es reconocer que algunos están utilizando la retórica racial en su propio beneficio y para imponer su causa, sobre todo los movimientos populistas. De manera similar, otros la han usado y la siguen usando para desviar la atención de sus propias acciones y crímenes, especialmente la corrupción. Esa retórica es preocupante y peligrosa. En el mundo de los medios de comunicación es ahora mucho más fácil inflamar las emociones y manipular las condiciones que permiten hacerlo.

La segunda cuestión es esta pregunta: ¿qué tipo de unidad queremos? En muchos países donde conviven estrechamente culturas diferentes, las personas trabajan o van de compras juntos, pero cuando llegan a casa con frecuencia viven en barrios donde hay gente de su propia cultura y prefirieren limitar a ellos su trato social. ¿Refleja esto una unidad imperfecta, o podemos vivir con diferencias de cultura y de prácticas culturales, compartiendo a la vez la convicción de que tenemos un destino común y nos necesitamos mutuamente?

Esto afecta a la vida de la Iglesia. Un ejemplo sencillo: durante el apartheid, las diferentes razas debían vivir en áreas delimitadas. Como consecuencia era usual que una parroquia tuviera varios templos parroquiales en espacios raciales diferentes: una iglesia en el área blanca, otra en el área de color y otra en el área negra. Hoy, claro, cada uno es libre de acudir a la iglesia que quiera, pero sigue habiendo templos separados, que admiten diferencias en la expresión de la fe. Pienso que la gente ha de tener la posibilidad de rezar en su propio idioma, de cantar música de su propia cultura y de celebrar en conceptos culturales que les sean significativos y les sirvan para profundizar su fe; hay un consejo pastoral parroquial, un consejo económico, etc., y las tres partes se reúnen para fiestas importantes como las Primeras Comuniones, las Confirmaciones o los días para las familias. ¿Puede construirse la unidad sobre estas líneas? ¿Es esta la mejor respuesta, la más apropiada en la etapa post-apartheid? ¿Deberíamos ir hacia una expresión litúrgica y un tipo de identidad acordados conjuntamente, o deberíamos seguir permitiendo la diversidad, intentando que no se convierta en exclusividad? Estas son algunas de las cuestiones a las que nos enfrentamos.

-En los años de su periodo como presidente de la Conferencia Episcopal, hasta 2018, hubo fluidez en la relación con las autoridades. ¿Sigue siendo así?

En términos generales, las relaciones entre la Iglesia y el gobierno se han vuelto más fáciles en los últimos pocos años. Durante mi periodo como presidente de la Conferencia tuve el privilegio de participar en reuniones fructíferas y productivas con el gobierno. Parece que las autoridades civiles están interesadas en desarrollar esa relación, con la Iglesia católica y con los grupos religiosos en general. Nosotros deseamos continuar mejorándola, y al mismo tiempo vez somos conscientes de la fluidez política que atraviesa Sudáfrica y de la posibilidad de que haya intentos de “apropiarse” de la Iglesia. De hecho, creemos que ya los ha habido. Por eso continuaremos intentando profundizar nuestra relación con las autoridades civiles, pero seremos prudentes en tal aproximación. El nuevo presidente de la Conferencia Episcopal, Mons. Sithembele Anton Sipuka, indicó en su discurso de apertura de la plenaria de los obispos de agosto que continuará esta línea de acción. En un futuro próximo se reunirá con el presidente del país junto con los dirigentes del Consejo Sudafricano de las Iglesias.

-La Iglesia católica en Sudáfrica forma parte del Consejo de las Iglesias. ¿Están satisfechos con el clima de las relaciones ecuménicas? Y ¿cómo son las relaciones con los musulmanes?

Curiosamente el apartheid ayudó a que las iglesias y grupos religiosos se unieran en la lucha común por la dignidad del pueblo y por la justicia. Aunque no resolviera las cuestiones doctrinales, esta causa común permitió que trabajaran juntas personas de diferentes denominaciones y religiones, que se conocieran y desarrollaran relaciones profesionales entre los líderes. La excepción fue la Iglesia Calvinista Holandesa Reformada que estaba estrechamente relacionada con el gobierno del apartheid en esos años; más adelante, los líderes de esa iglesia comparecieron ante el TRC (también lo hizo la católica) y expresaron su profundo pesar por haber dado respetabilidad y justificación teológica al apartheid. Desde ese momento la relación entre la DRC y la Iglesia católica se ha profundizado de manera significativa, y tenemos un diálogo regular. La Iglesia católica es también miembro de pleno derecho del Consejo Sudafricano de las Iglesias y, también aquí la relación es positiva. Nunca podemos estar plenamente satisfechos de estas relaciones, que siempre pueden mejorar, pero es una gran bendición que la relación de trabajo sea tan buena. Sin embargo, será necesario entrar también en diálogo y debate sobre las diferencias doctrinales, con el fin de mejorar nuestra comprensión mutua.

La relación entre la Iglesia y el islam es interesante. Los musulmanes son el 2 % de la población total. Los primeros vinieron a Sudáfrica como esclavos a partir del siglo XVI, traídos por la Dutch East India Company desde el este, sobre todo desde Malasia. Se convirtieron en parte del pueblo oprimido junto a los sudafricanos indígenas, y eso creó lazos entre ellos. Por ejemplo, los musulmanes y los cristianos siguen conviviendo en buena vecindad en Ciudad del Cabo, participan en las fiestas y los sufrimientos del otro, y siempre intentan ayudarse. Durante el Ramadán es habitual que me inviten a alguna de las mezquitas para dirigirme a los asistentes. El extremismo ha estado ausente entre los musulmanes en Sudáfrica, aunque haya algunos signos en casos aislados. Por desgracia, se han registrado algunos (pocos) ataques a mezquitas, a veces como un crimen de odio y otras veces quizá a manos de una facción musulmana rival. Por supuesto, estas acciones ponen en peligro la coexistencia y la aceptación pacíficas.

-El Papa Francisco llama a atender a migrantes y refugiados. ¿Cómo se está concretando en Sudáfrica?

Como en casi todos los países, el problema de los refugiados y los migrantes es una preocupación pastoral real. Hay un desplazamiento de personas por el mundo y, en mi opinión, este movimiento no puede ser detenido. Tenemos que asumirlo, aceptarlo y gestionarlo lo mejor que podamos.

Es muy triste, pero en Sudáfrica ha habido algunos ataques xenófobos muy graves contra refugiados o migrantes. Hace poco se han producido ataques contra camioneros extranjeros en la zona KwaZulu-Natal, en algunos casos con víctimas mortales. Probablemente debe decirse también que la mayoría han tenido motivación económica, porque algunos refugiados abren lo que se llama spaza, pequeñas tiendas de barrio que ofrecen objetos básicos de uso doméstico, y algunos tenderos locales que se sienten amenazados pueden haber instigado la violencia contra los refugiados.

Hasta el momento, Sudáfrica ha adoptado una aproximación a los refugiados diferente a otros países: no hay campos de refugiados, y el objetivo es integrarlos en comunidades locales. Me parece un planteamiento muy sabio, pero a veces los hace más vulnerables. Conviene advertir que la mayoría de los ataques xenófobos han sido contra refugiados de otros países africanos.

El planteamiento pastoral en Ciudad del Cabo es integrar a migrantes y refugiados en la comunidad de su parroquia local. A la vez, sabemos que su bienestar general y espiritual requiere que puedan reunirse y rezar en su propio idioma. Por eso en la parroquia de San Francisco se celebra una vez al mes la misa dominical para los nigerianos, y hay una misa en la catedral para los de Zimbawue, o para los siro-malabares en Santa Clara. Hay al menos tres misas dominicales cada mes para los francófonos, que son el grupo lingüístico más grande de emigrantes. Asimismo tenemos capellanías y misas para las comunidades coreana, polaca, alemana, italiana, portuguesa, holandesa y malawiana. Esos grupos tienen también otras ocasiones de oración y encuentro, pero el objetivo general es que se integren en las parroquias locales. Una vez al año celebramos el “festival de las Naciones”, que reúne a todos los grupos de la capellanía y a cualquiera que desee participar, para celebrar la diversidad y la unidad como regalos de Dios. A la celebración de la Misa sigue una comida en común de las diferentes naciones y alguna expresión cultural.

-¿Cómo vive la Iglesia en Sudáfrica la preocupación por la pobreza y el cuidado del medio ambiente?

La plenaria de las Conferencias Episcopales regionales (IMBISA) de 2016 en Maseru (Lesotho) tuvo como tema principal la implementación de Laudato Si en los nueve países que comprende la IMBISA. Cada conferencia episcopal diseñó su propio plan de acción con ese fin. La Conferencia Episcopal Católica Sudafricana (SACBC) está llevando a cabo ahora una evaluación de lo alcanzado a este respecto.

En Ciudad del Cabo el foco primario ha estado en el agua, debido a la gravísima sequía que hemos sufrido desde 2015 hasta mediados de 2018. La metrópolis de Ciudad del Cabo, donde viven más de 4 millones de personas, estuvo a punto de quedarse sin agua porque la población la acumulaba para lo que se llamó el “día cero” en que los grifos se quedarían secos. Las autoridades provinciales impusieron restricciones de agua muy severas, como duchas de dos minutos, y consiguieron motivar a la población para que redujera el consumo de agua en más de la mitad. Se produjo una gran concienciación sobre lo necesaria que es el agua, y eso condujo a un cambio manifiesto de comportamiento. La Iglesia tomó parte activa con su proclamación de la enseñanza de Laudato Si y alentando el cambio de conducta, y también abrió camino a formas prácticas de preservar el agua, como la instalación de depósitos de 5.000 litros en las parroquias para retener el agua de la lluvia o el uso en los aparatos electrodomésticos de agua ya utilizada. La SACBC ha conseguido también que el “Domingo de la Creación” se celebre en septiembre y sea precedido por una novena de preparación centrada en el don de la tierra. Hay que hacer mucho más, pero creo que los católicos son ahora más conscientes de que hay que preocuparse de la tierra, y no sólo por razones prácticas, sino también por motivaciones teológicas y espirituales.

El Papa Francisco ha relacionado estrechamente la pobreza con el cuidado del ambiente, haciendo notar que casi siempre son los pobres quienes sufren más el daño ambiental. Como ya he subrayado, Sudáfrica está afligida por la pobreza. La cifra oficial de desempleo ha subido al 29 % de la mano de obra potencial, pero en realidad es mucho más alta. Según la oficina estadística de Sudáfrica más del 53 % de la población vive en la pobreza (unos 30 millones de personas), si tomamos como límite superior del índice de pobreza 992 “rand” mensuales (67 dólares). Una incidencia tan alta de pobreza supone una gran preocupación, pues afecta a la dignidad de la persona humana, incrementa la posibilidad de violencia, conduce a los jóvenes a la frustración y abre paso a la injusticia de la desigualdad. En las últimas etapas de mi presidencia de la SACBC, y el nuevo presidente lo ha asumido, invité a dialogar sobre un nuevo sistema económico que pueda afrontar los enormes desequilibrios y que permita que la riqueza de Sudáfrica sea compartida por todas sus gentes. En ese contexto, también es importante que la Iglesia dé esperanza, para que la gente no entre en un ciclo de desesperación: las cosas no tienen que seguir como son; hay posibilidades de afrontar los principales problemas; y continuaremos motivando e interviniendo ante las autoridades públicas.

Hay que destacar que muchas diócesis en nuestro país tienen programas de desarrollo para adiestrar a la gente joven en capacidades que mejoran sus posibilidades de encontrar trabajo. No se enfocan sólo hacia las capacidades “duras” (como la fontanería o la industria turística), sino también hacia las capacidades “blandas”, que habilitan para actividades centradas en la relación con otras personas, como la gestión de conflictos o el comportamiento en una entrevista de trabajo. Es una gota en el océano en comparación con las necesidades efectivas, pero se refiere a la vida de la gente y supone para ellos una diferencia.

-Los africanos se caracterizan por un gran sentido de familia. ¿Cómo es la familia sudafricana?

Tiene razón: los africanos dan un gran valor a la familia, especialmente a la familia amplia. Por desgracia, la situación de la familia en Sudáfrica es muy seria. Nos afecta la misma enfermedad que a prácticamente todos los países del mundo, pero además tenemos nuestra particular fragilidad. Una investigación del Instituto Sudafricano de Relaciones Raciales de 2011 encontró que sólo un tercio de los niños de Sudáfrica viven y crecen con sus dos padres. La mayoría (el 48 %) crece con padres que viven pero que están ausentes. 100.000 niños crecen en hogares cuya cabeza es un niño.

Hay una variedad de factores que lo explican: el debilitamiento del matrimonio y de la familia que afecta a la mayoría de los países del mundo; nuestra particular historia de apartheid, que separaba a las familias por el sistema laboral de migraciones de masas; la pérdida de vidas por la pandemia del HIV/AIDS; un importante cambio en la valoración de la moralidad sexual, etc. Sería equivocado pensar que este triste estado de cosas afecta únicamente a un sector de la sociedad: todas las esferas están afectadas.

Con frecuencia los pobres tienen que hacer equilibrios para sostener a la familia. Un padre puede dejar a su hijo o hija a cargo de sus parientes para irse buscar trabajo en otro lugar. La mayoría de la gente valora la familia que, como sabemos, es la célula básica de la sociedad y de la Iglesia. El matrimonio y la familia son una de las áreas centrales del Plan Pastoral de la SACBC recién elaborado. Lo cito: “La parroquia puede ayudar a los padres y a las familias en sus luchas diarias tanto como en situaciones especiales: hogares uniparentales, divorcio, viudez y orfandad. Los que necesitan ayuda para atender responsabilidades en su familia extendida, así como las expectativas de cultura y tradición, también pueden encontrar ayuda en la parroquia y en la diócesis… El Consejo Pastoral parroquial ha de identificar y trabajar con organizaciones y movimientos de la Iglesia que apoyan la vida familiar”.

-En ese contexto, ¿hay vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa?

En los últimos años ha aumentado el número de hombres jóvenes que se entregan en el sacerdocio diocesano. Las órdenes religiosas, especialmente las de religiosas, han registrado una caída de las vocaciones, y se están esforzando por atraer sudafricanos a la vida religiosa. Muchas de las casas de formación para religiosos tienen vocaciones de países cercanos, como Zimbabwe, Zambia, Malawi, etcétera, pero pocas vocaciones sudafricanas. En algunas órdenes hay indicios de un cambio, pero es más bien lento.

Son varias las razones de esa caída de las vocaciones en Sudáfrica. Primero, desde luego, las familias están teniendo menos hijos, y por eso ponen más interés en que los hijos continúen la línea familiar o den apoyo a los padres en la tercera edad y mantengan a los demás hermanos. En realidad, la libertad conquistada en 1994 abrió paso a expectativas irreales sobre las oportunidades económicas y de progreso personal.

Hay nuevos retos para la formación de los sacerdotes y religiosos. Antes se podía presuponer que casi todas las vocaciones venían de familias creyentes estables. Pero, como he dicho, la vida familiar en Sudáfrica está sufriendo, y los niños crecen también en familias monoparentales o rotas, o incluso en familias donde se producen abusos, y crecen con el trauma de la violencia. Además, los niños en Sudáfrica están expuestos desde una edad temprana a la pornografía y la sexualidad activa, y hay aspectos esenciales que han de ser tenidos en cuenta en la formación de los sacerdotes y religiosos.

-La patrona de Ciudad del Cabo es Nuestra Señora de la Huida a Egipto, y la del país es la Asunción de Nuestra Señora. ¿Cómo es la piedad y la práctica religiosa?

En general, los sudafricanos son gente profundamente espiritual. La mayoría pertenece a las “iglesias tradicionales africanas”, que combinan creencias tradicionales y cristianas. Hay muchas otras iglesias y religiones; bastantes no “practican” regularmente su fe, en el sentido de asistir a los servicios en la iglesia; y otros son ateos o agnósticos.

Sin embargo, hay un profundo sentido de la trascendencia, del hecho de que somos creados y de que hay un Dios vivo. En general la gente es respetuosa con la fe en cuanto tal, y con los sacerdotes o pastores; muchas personas rezan sin acudir necesariamente a la iglesia. En la Iglesia católica calculamos que la asistencia regular a Misa los domingos en nuestras parroquias, al menos en Ciudad del Cabo, es del 22 % de los católicos residentes en la archidiócesis. Esto no significa que haya un resentimiento activo contra la Iglesia ni un rechazo de la fe. Suele ser apatía (“hay otras cosas que hacer”) o consecuencia de una visión sacramental de la Iglesia equivocada, que lleva a considerarla importante cuanto los niños se van a bautizar, o a hacer la Primera Comunión o la confirmación, o cuando se celebran funerales. Actualmente pasa lo mismo en muchos países del mundo.

Los católicos de Sudáfrica tienen un gran amor por Santa María y, como dice, nos hemos confiado a María Asunta al Cielo como nuestra patrona. La archidiócesis de Ciudad del Cabo fue confiada desde el inicio a Nuestra Señora de la Huida a Egipto, percibiendo una unidad entre el extremo más al sur, en Sudáfrica, y el lejano país de Egipto, en el norte. Esto no sólo nos proporciona un sentido de la unidad con nuestros hermanos y hermanas africanos y de nuestra comunidad con este gran continente, sino que nos sirve para recordar que el Señor Jesús, con María y José, puso pie en tierra africana, que encontraron refugio y bienvenida en África, que África fue para ellos un lugar seguro. Para muchos sudafricanos el rosario es una oración poderosa, y es interesante saber que no se trata sólo de católicos. Algunos de otras denominaciones compran el rosario quizá como un símbolo de la protección que les puede traer, pero cada vez más porque desean aprender a rezarlo.

-¿Qué prioridades tiene ahora la Conferencia Episcopal en la etapa actual?

En su discurso de la apertura de la plenaria en agosto de 2019, el obispo Sipuka continuó y profundizó una serie de asuntos en los que los obispos han estado trabajando. El tema general de la plenaria ha sido la salvaguardia de los niños, y Mons. Sipuka hizo un informe detallado de la reunión de febrero en Roma de los presidentes de las conferencias episcopales con el Santo Padre. El abuso sexual ha sido una tragedia en la Iglesia, y estamos profundamente avergonzados de que haya sucedido y del modo en que la han gestionado -y encubierto- algunos obispos. Reconocemos el daño que esta pecaminosidad humana ha causado a la misión de Cristo, y nos hemos comprometido a garantizar que la Iglesia sea un lugar seguro para los niños. Hemos dedicado tiempo al estudio del documento Vos Estis Lux Mundi y de su aplicación práctica en el ámbito de nuestra conferencia.

En lo que se refiere a la situación socioeconómica y política de Sudáfrica, el obispo Sipuka habló de la necesidad de poner fin al incremento de la violencia, de combatir la corrupción y de plantear un nuevo orden económico. La Iglesia continuará con estas prioridades.

Por otra parte, los obispos han aprobado el nuevo Plan Pastoral para África del Sur. Se comenzó a elaborar tras muchas consultas de varios años, y el primer proyecto siguió al nombramiento de un equipo de trabajo en mayo de 2017. La visión del plan es “Evangelizar a la comunidad sirviendo a Dios, a la humanidad y a toda la creación”. La declaración de principios, que resume sus objetivos, es: “Nosotros, la Iglesia, la familia de Dios en África del Sur, nos comprometemos a trabajar con otros para el bien de todos, respondiendo al grito de los pobres y al grito de la tierra, por medio del culto, de la proclamación de la Palabra de Dios, la formación, la presencia pública, el desarrollo humano y el cuidado de la creación”.

Las ocho áreas centrales son los puntos que hemos tocado a lo largo de esta entrevista: 1) la evangelización; 2) la formación y empoderamiento de los laicos; 3) la vida y el ministerio de los sacerdotes y diáconos; 4) el matrimonio y la familia; 5) la juventud; 6) la justicia, la paz y la no violencia; 7) la sanación y la reconciliación; 8) el cuidado de la creación y del ambiente. De estas saldrá el impulso para los esfuerzos evangelizadores y pastorales de la Iglesia en el futuro.

Ir adelante con valentía, apoyados en Dios

La Carta al Pueblo de Dios que peregrina en Alemania (29-VI-2019) es un testimonio de las actitudes que el Papa Francisco desea promover en las circunstancias actuales de incertidumbre que atraviesan los católicos alemanes. 

10 de septiembre de 2019·Tiempo de lectura: 2 minutos

En la carta, que nos sirve a todos los católicos, especialmente a los europeos, el Papa desea “fomentar la búsqueda para responder con parresía a la situación presente”, y subraya algunos presupuestos para el discernimiento eclesial. Un primer grupo de elementos tienen que ver con lo que podríamos considerar discernimiento prudencial o ético, integrado en la experiencia cristiana: el realismo y la paciencia; el análisis y la valentía para caminar juntos, mirando a la realidad y con las energías de las virtudes teologales. Aquí hay una referencia a un nuevo pelagianismo que confiara todo a “estructuras administrativas y organizaciones perfectas” (Evangelii gaudium, 32), y al nuevo gnosticismo de los que “queriendo hacerse un nombre proprio y expandir su doctrina y fama, buscan decir algo siempre nuevo y distinto de lo que la Palabra de Dios les regalaba”. Como en ocasiones anteriores, el Papa propone “gestionar el equilibrio” con esperanza y no tener “miedo al desequilibrio” (cfr. Evangelii gaudium, 97).

Para mejorar nuestra misión evangelizadora tenemos el discernimiento, que hoy debe realizarse también a través de la sinodalidad. Se trata de “vivir y de sentir con la Iglesia y en la Iglesia, lo cual, en no pocas situaciones, también nos llevará a sufrir en la Iglesia y con la Iglesia”, tanto a nivel universal como particular. Para ello hay que buscar caminos reales, de modo que todas las voces, también las de los más sencillos y humildes, tengan espacio y visibilidad.  

Francisco señala asimismo otras condiciones del discernimiento que son específicamente eclesiales, porque ese discernimiento se realiza en el marco de la vida de la Iglesia como correspondencia a la gracia de Dios. 

Es necesario “mantener siempre viva y efectiva la comunión con todo el cuerpo de la Iglesia”, sin encerrarnos en nuestras particularidades ni dejarnos esclavizar por las ideologías. Y para ello se requiere la conexión con la Tradición viva de la Iglesia. Ese marco está asegurado por la referencia a la santidad que todos hemos de fomentar y la maternidad de María; por la fraternidad dentro de la Iglesia y la confianza en la guía del Espíritu Santo; por la necesidad de priorizar una visión amplia del todo, pero sin perder la atención por lo pequeño y cercano.

Todo ello pide, además, para posibilitar la correspondencia personal a la gracia, especialmente de los pastores, un “estado de vigilia y conversión”: dones de Dios que se deben implorar por medio de la oración –que incluye la adoración–, el ayuno y la penitencia. Así podremos aspirar a tener los mismos sentimientos de Cristo (cf. Flp 2, 7), es decir, su humildad, pobreza y valentía.

El autorRamiro Pellitero

Licenciado en Medicina y cirugía por la Universidad de Santiago de Compostela. Profesor de Eclesiología y de Teología pastoral en el departamento de Teología sistemática de la Universidad de Navarra.

Teología del siglo XX

El misterio del templo, de Yves Marie Congar

Como reza el subtítulo, este libro trata de “La economía de la presencia de Dios en su criatura, del Génesis al Apocalipsis”. Congar fue un gran teólogo dominico, muy importante para la eclesiología, en el siglo XX y en el Concilio Vaticano II.

Juan Luis Lorda·6 de septiembre de 2019·Tiempo de lectura: 7 minutos

Este libro no es de los más conocidos de Congar, y sin embargo le permite estudiar profundamente el lugar de la Iglesia en el mundo, entre la acción creadora y salvadora de Dios y su consumación en Cristo. También tiene un relevante aspecto ecuménico, porque, en esta historia, la Iglesia se muestra como un fermento hacia la unidad en Dios de todos los hombres, y aún de todo el cosmos. La reflexión de Congar estuvo siempre presidida por una preocupación ecuménica, que también se refleja en este libro y es una de las claves de su génesis.

Un momento delicado

El misterio del templo fue terminado en Jerusalén en un momento difícil de su vida (1954). Lo conocemos externamente por la historia eclesiástica de esos años e internamente por sus recuerdos recogidos en Diario de un teólogo. (1946-1956) (Trotta). Le tocó padecer, de cerca, los malentendidos sobre “la nueva teología”, donde se metía todo lo que había surgido en Francia en los últimos treinta años: desde los sacerdotes obreros hasta los estudios patrísticos, todo aderezado con una comprensible aprensión hacia la influencia comunista en la posguerra mundial.

Su gran libro, pionero en el tema ecuménico, Cristianos desunidos (1936) había suscitado críticas. Y volvieron a surgir al publicar Verdadera y falsas reformas de la Iglesia (1956), que, visto decenios después, es un libro casi profético. Congar fue siempre un teólogo que quería avanzar, pero tenía muy claro que se avanza en comunión con la Iglesia. Para evitar males mayores, la Orden de Predicadores lo retiró de la docencia en Le Saulchoir y lo mandó unos meses a Jerusalén, donde firma el libro.

Una teología bíblica

Este libro es muy cercano al primero de Jean Daniélou, Le signe du Temple ou de la Présence de Dieu (1942). Jean Daniélou había obtenido un resultado muy bueno siguiendo un gran tema a través de las etapas de la Alianza. Una de los grandes “descubrimientos” de la Teología bíblica desde los años veinte era leer así la Biblia, sobre la trama de la historia de la salvación o historia de la Alianza. Porque la Revelación sigue realmente un ritmo histórico, con anticipaciones y cumplimientos que van desde la creación y vocación de Abrahán hasta Jesucristo, pasando por el tiempo de los Patriarcas, de Moisés y el Éxodo, de los Profetas, del mismo Cristo, de la Iglesia que funda, y de la Jerusalén celestial (y apocalíptica), donde todo se consuma. Siempre se aprende leyendo cada aspecto de la revelación sobre esa trama de fondo y con esa progresión histórica.

A Daniélou el ritmo de las etapas de la Revelación le sirvió para exponer brillantemente la manifestación de la presencia de Dios desde el cosmos hasta Cristo glorioso. Y luego para mostrar el misterio del mismo Dios, en Dios y  nosotros, que es un libro genial y uno de los más hermosos de la teología del siglo XX. En cambio, Congar hace una lectura “eclesiológica”, más detenida y profunda; centrada en el efecto interior en el cristiano (inhabitación), pero, también en el misterio de la Iglesia, que está formada por la comunión de todos los que han recibido el mismo Espíritu. La misma economía o dispensación del Espíritu Santo en la historia de la salvación llega a cada miembro del Pueblo de Dios y reúne a la Iglesia en el Cuerpo de Cristo, como Templo del Espíritu.

Por otra parte, como siempre, se aprecia el intenso trabajo de teólogo de Congar. Lo leía todo y anotaba muchísimo. Todos sus escritos, y este también son muy sensibles a lo que se ha publicado, con una erudición monumental, pero también con un agudo discernimiento, y con una claridad que le caracterizaba. A veces, con tanto material y tantas sugerencias, no conseguía redondearlo todo. Pero este libro, quizá por seguir una trama tan clara, queda notablemente completo y acabado.

El contenido

Divide la materia en dos partes, entre el Antiguo y Nuevo Testamento, y añade tres apéndices, que comentaremos después. Recorre, primero, las etapas de los Patriarcas, el Éxodo y Moisés, el templo de David y Salomón, los Profetas y lo que representa el templo en la última historia de Israel. En cuanto al Nuevo Testamento, lo divide entre la relación de Jesús con el templo, y la Iglesia como templo espiritual.

El ritmo está perfectamente anunciado en la Introducción: “Ha sido nuestra intención exponer este grandioso tema del templo, admirablemente comprensivo y sintético, siguiendo las etapas de su revelación y realización, que coinciden asimismo con las etapas de la economía de la salvación (…), dentro de una trayectoria que abarca toda la Historia –y todo el Cosmos- desde el inicio hasta su término, desde lo que era un germen, hasta la plenitud, dominada toda ella por la Persona de Jesucristo”. “Como en todo desarrollo también en el que nos ocupa se dan anticipaciones y reiteraciones” (El misterio del Templo, Estela, Barcelona 1964, 9 y 11)

Un progreso de interiorización

Con respecto al estudio de Daniélou, amplía la idea del templo en Cristo a todo el cuerpo místico y se fija en el efecto interior en cada cristiano: “El designio de Dios está en hacer de la humanidad, creada a su imagen, un templo espiritual y viviente, donde Él no solo habita, sino que se comunica también y en donde recibe el culto de una filial obediencia (…). La historia de las relaciones de Dios con su creación –y muy especialmente con el hombre- no es otra cosa que la de una realización cada vez más generosa y profunda de su Presencia en la criatura” (9).

“Esta historia de la inhabitación de Dios entre los hombres avanza hacia una meta definida caracterizada por la máxima interioridad. Sus etapas coinciden con las mismas etapas de la interiorización. En su progreso van de las cosas a las personas, de los encuentros pasajeros a una presencia estable, de la simple presencia de acción al don viviente, a la comunicación íntima y al gozo apacible de una comunión”; “La realización de la Presencia en tiempos mesiánicos, es decir en la etapa iniciada por la Encarnación del Hijo de Dios en quien y por quien se efectúan las promesas, se logra con la Iglesia” (11-12).

Un modo de entender la salvación

La conclusión de la segunda parte resume admirablemente lo conseguido: “En un principio, Dios únicamente sobreviene de improviso, interviene en la vida de los Patriarcas mediante unos como toques o encuentros pasajeros. Después, desde que se constituye un pueblo para que sea su pueblo, existe para éste como siendo peculiarmente su Dios (…). Desde los patriarcas y hasta la construcción del Templo, el carácter precario y movible de la Presencia significa no solo que no ha sido realizada verdaderamente todavía, sino que también no es, como parece ser, local y material (…). Los profetas (…) no cesan de predicar  (…) la verdad de la presencia vinculada al reinado efectivo de Dios en el corazón de los hombres. Dios no habita materialmente en un lugar, sino que habita espiritualmente en un pueblo de fieles” (265-266).

“La Encarnación del Verbo de Dios en el seno de la Virgen María inaugura una etapa absolutamente nueva (…), el culto mosaico desaparece ante el sacrificio perfecto de Cristo (…). No hay ya sino un templo en el que podamos válidamente adorar, rezar y ofrecer y en el que encontramos verdaderamente a Dios: el cuerpo de Cristo. (…) A partir de Jesús, ha sido dado el Espíritu Santo verdaderamente; es en los fieles, un agua que brota hasta la vida eterna (Jn 4,14), los constituye en hijos de Dios, capaces de alcanzarle verdaderamente por el conocimiento y el amor. Ya no se trata de una presencia, sino de una inhabitación, de Dios en los fieles. Cada uno personalmente y todos en conjunto, en su misma unidad, son el templo de Dios, porque son el cuerpo de Cristo, animado y unido por su Espíritu” (266-267).

“Pero en este templo espiritual, tal como existe en la trama de la Historia de del Mundo, lo carnal, continua todavía, no solo presente, sino dominador y obsesionante. Cuando todo haya sido purificado (…) cuando todo proceda de su Espíritu, entonces el Cuerpo de Cristo será establecido para siempre, con su Cabeza, en la casa de Dios” (267). Quizá al resaltar tan vivamente lo “carnal” en la Iglesia, recuerda el mal momento por el que pasaba, que no aparece mencionado en ningún momento del libro.

Una forma de entender la gracia

“Nos encontramos, precisamente, en la línea fronteriza de lo visible y lo invisible, de lo corporal y lo espiritual. A partir de este punto, la historia profunda de la creación será la de las comunicaciones por las que Dios realizará en ella una presencia de Sí cada vez más intensa” (268).

Recuerda la doctrina de Santo Tomás de Aquino, y los debates sobre los modos de presencia, por la creación (ontológica) y por la gracia. “El segundo, la gracia, en efecto, nos convierte eficazmente hacia Dios, de suerte que podemos asirle y poseerle por el conocimiento y el amor: sí, asirle y poseerle a Él. No a una semejanza suya, sino a su Substancia. Por ello, puede darse, por este camino, una verdadera divinización. Los Padres y los teólogos cuidan de precisar (…) que no se trata ya de una Presencia, sino de Inhabitación” (269).

Un modo de entender la Iglesia

Esto le permite una bella y profunda conexión entre Cristo la Eucaristía y la Iglesia: “En Cristo, una carne humana deviene templo de Dios (…). El régimen de existencia de la Iglesia, que fluye de esta misma Encarnación, encuentra aquí su ley más profunda. (…) Todo el régimen de la Iglesia es igualmente un régimen de presencia y de acción mediante un cuerpo (…). Según la Escritura, el cuerpo nacido de María, y que pendió del madero no es el único que merece el nombre de cuerpo de Cristo. Este título pertenece también, con toda verdad, al pan ofrecido en la Eucaristía en memoria suya y a la comunidad de los fieles, a la Iglesia (…). En ellas se realiza un único e idéntico misterio, el misterio de la Pascua, del Tránsito al Padre. Este misterio, realizado en uno solo, aunque para todos, debe venir a ser el de todos en uno solo. (…) El cuerpo físico del Señor, tomado como alimento en el sacramento, nos constituye plenamente en sus miembros y conforma su cuerpo comunional. Tal es el encadenamiento dinámico de las tres formas de un mismo misterio” (271-273).

Realmente es una conexión fecunda y significativa. “La Eucaristía, cuerpo sacramental de Cristo, alimenta en nuestras almas la gracia, por la cual somos el templo espiritual de Dios; es el sacramento de la unidad, el signo del amor por el que formamos un solo cuerpo, el cuerpo comunional de Cristo. Es, finalmente, para nuestros mismos cuerpos, una promesa de resurrección. Es también, para el mundo entero, germen de trasformación gloriosa por el poder de Cristo. Tiene, por tanto, un valor cósmico” (276-277).

Los apéndices

El libro contiene, además, tres interesantes apéndices. El primero es un panorama cronológico de la Historia de la salvación, donde Congar asume con matices, las distintas opiniones sensatas sobre la datación de los textos. Los otros dos anexos son teológicos. El primero, muy interesante, trata de La Virgen María y el templo, recorriendo las relaciones profundas y paralelos que se encuentran en la Escritura, recogen los Padres y se expresan en la Liturgia. El segundo, trata de la Presencia e Inhabitación de Dios en la antigua y en la nueva y definitiva disposición. Se trata de pensar en la economía del Espíritu Santo: cómo ha sido dado en la historia, plenamente en Jesucristo, que lo da a su Cuerpo, la Iglesia. Pero también cómo actúa antes: con una eficacia real, pero al mismo tiempo con una distinción. Juan el Bautista, “el mayor de los nacidos de mujer” estaba santificado y, sin embargo, pertenece todavía a la antigua disposición. Hay, sin duda, una anticipación, que permite a todos los hombres vincularse de algún modo con el Espíritu, pero también se produce una novedad, al resucitar Cristo y transmitir a la Iglesia su Espíritu.

Experiencias

La vuelta de los cristianos de Irak a sus hogares: reconstruir la Llanura de Nínive

En agosto de 2014, tras veinte siglos en la región de Nínive (Iraq), los cristianos tuvieron que huir de sus hogares ante el terror del Daesh. La mayoría se refugió en el Kurdistán iraquí. Cinco años después, los cristianos quieren volver a sus hogares. Pero necesitan ayuda exterior para repararlos y reconstruir sus templos. Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) se está volcando en su vuelta.

Rafael Miner·6 de septiembre de 2019·Tiempo de lectura: 9 minutos

Las imágenes de la ciudad de Qaraqosh (Iraq), tras el paso en estos años del Daesh, son espeluznantes. Casas bombardeadas, destruidas, quemadas. Templos cristianos arrasados. Sus habitantes huyeron como pudieron, dejando atrás todo. Sobre todo a Erbil, la capital del Kurdistán iraquí, y a las ciudades colindantes. Ahora, la esperanza comienza a volver, poco a poco, a estos refugiados.

Por ejemplo, a los grandes ojos de la niña Maryam Walled y su familia, que desde el Kurdistán, ora ante la cámara con honda raíz evangélica: “Rezo a Dios para que nos proteja. Rezo por Daesh, para que el amor reine en sus corazones algún día. Lloro algunos días, pero no estoy enfadada con Dios. Rezo para que Él nos provea. Rezo para podamos volver a casa algún día y podamos ser felices. Recen por mí y por familia, para que haya paz en mi país. Yo voy a rezar por ustedes, y ustedes rezarán por mí”.

Los casos podrían multiplicarse. Citaremos sólo algunos: “Antes de que fuéramos desplazados, éramos una familia acomodada. He nacido en esta tierra y he vivido aquí toda mi vida y no quiero dejarla jamás. Mi fe fuerte en Jesucristo me da fuerzas para seguir viviendo aquí”, dice Rahel Ishaq Barber, granjero cristiano de Qaraqosh. Y Mark Matti Ishaq Zora, hijo de agricultor, señala: “Esta es nuestra ciudad, nuestra vida, nuestra historia. Deseo decir a todas las familias de Bartella que regresen aquí. La Iglesia nos está ayudando. Agradecemos a ACN que nos haya ayudado a reparar nuestra casa. Es realmente bonito volver a vivir aquí.” 

Qaraqosh era la ciudad más grande de la zona denominada Llanura de Nínive, en Irak, antes de la llegada del Daesh. De mayoría cristiana, albergaba a 50.000 habitantes, 30.000 nativos y otros 20.000 refugiados. Fue literalmente destruida. Hoy, los hogares y los templos comienzan lentamente a reconstruirse, en buena parte gracias a la campaña Ayúdales a volver (www.ayudalesavolver) que ha puesto en marcha ACN.

En España, el fondo solidario del Banco Sabadell, denominado de Inversión Ética y Solidaria, ha valorado de modo especial este proyecto de reconstrucción de ACN, y así lo anunciará en próximas fechas. Se trata de un fondo que ha concedido desde 2009 un total de 1,5 millones de euros en ayudas a iniciativas solidarias, y que en 2018 ayudó económicamente a treinta y dos proyectos sociales.

La destrucción que ha dejado el Daesh en esta zona de Iraq, por supuesto también en Siria y otros lugares de Oriente Medio, es considerable: casi 13.000 hogares han sido dañados, incendiados o totalmente destruidos. Todos fueron saqueados. Un grupo de ingenieros, arquitectos y constructores evaluaron pueblo por pueblo, barrio por barrio, calle por calle y casa por casa el estado de la destrucción. En total, 13.088 casas afectadas: 3.557 quemadas, 1.234 totalmente destrozadas, y 8.297 parcialmente dañadas, así como un total de 363 iglesias y propiedades eclesiales destruidas en la zona.

Acción coordinada de las iglesias

El proyecto de reconstrucción de la Llanura de Nínive, titulado La vuelta de los cristianos de Iraq a sus hogares, es una acción coordinada por las principales iglesias cristianas locales, con la colaboración de ACN. Tras casi tres años de ocupación yihadista, los sacerdotes fueron los primeros en desplazarse a Nínive (en su día fueron los últimos en irse), para comprobar el estado de todo. La realidad era aún peor de lo que presagiaban: casas quemadas o derrumbadas entre escombros, altares destrozados, imágenes descabezadas, tumbas profanadas… 

Ahora, miles de familias quieren volver. Y con ellas, la Iglesia, los sacerdotes, las religiosas… Hay que empezar de cero, pero no tienen miedo sino ilusión de que todo vuelva a ser como antes. Quieren dejar de ser refugiados y recuperar sus vidas, sus trabajos, sus hogares, su dignidad. 

Ante este deseo, las tres grandes Iglesias cristianas en Irak, la siro católica, la caldea y la siro ortodoxa, firmaron un acuerdo histórico y crearon un comité para empezar a trabajar en el gran proyecto de reconstrucción de las poblaciones de Nínive para el regreso de los cristianos.

Los miembros fundadores de este comité son Timothaeus Moussa Al Shamany, arzobispo de la Iglesia sirio-ortodoxa de Antioquía; Yohanna Petros Mouche, arzobispo sirio-católico de Mosul; Andrzej Halemba, responsable de la sección de Oriente Medio de Ayuda a la Iglesia Necesitada; Nicodemus Daoud Matti Sharaf, metropolitano sirio-ortodoxo de Mosul, Kirkuk y Kurdistán, y Mikha Pola Maqdassi, obispo católico caldeo de Alqosh.

Ni la inestabilidad política del país y de la zona, ni el miedo a los terroristas, que todavía subsiste, ni la falta de recursos, pueden con el firme deseo de los cristianos de regresar a sus hogares, señalan directivos de ACN. Son más de 12.000 familias, en torno a 95.000 personas. “Todos quieren reparar sus casas y continuar con sus vidas, empezar de cero pero con fe, con una gran fe”, dice el sacerdote caldeo Salar Kajo. Y añade: “La cuestión no es ayudar o no ayudar, es existir o no existir, y los cristianos de Occidente nos estáis ayudando a estar aquí, ya que si no regresamos a estos pueblos no habrá más cristianos en Irak”. 

Reconstrucción y desafíos 

Otros retos convierten esta situación en más compleja: la preocupación sobre la seguridad en los pueblos; los numerosos daños en las infraestructuras (agua, electricidad, carreteras, escuela y clínicas), y algo muy importante: cómo afrontar el periodo de transición entre el fin de la ayuda mensual de alquiler y paquetes de alimentos, en este momento sólo suministrados por las Iglesias, y el comienzo de una vida nueva en la Llanura de Nínive. 

Como es lógico, el proyecto de reconstrucción de Nínive, al que se ha denominado también “Plan Marshall”, busca no sólo la reconstrucción de las viviendas y de los edificios de la Iglesia, sino también facilitar el empleo y los servicios relacionados con todo el proyecto. 

“Reconociendo el derecho humano universal de retorno de las personas desplazadas a sus lugares de origen”, señalan las tres Iglesias cristianas en la Llanura de Nínive, con la colaboración de ACN, el Comité de Reconstrucción se ha propuesto los siguientes objetivos: “1) Dirigir y recaudar fondos para la reconstrucción de los pueblos cristianos de la Llanura de Nínive y el retorno de los cristianos a dichos pueblos. Sólo la renovación de las viviendas particulares ha sido calculada en unos 250 millones de dólares. 2) Planificar y monitorizar la reconstrucción e informar sobre el uso de los fondos recibidos. 3) Informar al público sobre la evolución del retorno de los cristianos. 4) Invitar a gobiernos y a otras organizaciones a que ejerzan presión y actúen dentro de la comunidad internacional para asegurar que los cristianos iraquíes puedan retornar a sus hogares”.

Antecedentes

Tras la invasión de Mosul por Daesh en junio de 2014, los cristianos y otras minorías huyeron con lo puesto buscando refugio, primero en la ciudad de Qaraqosh, la ciudad cristiana más grande de Irak, y cuando ésta cayó en manos de Daesh en agosto del mismo año, se vieron obligados a huir a Erbil y a otras ciudades más seguras como Alqosh, Dohuk, Zakho y Sulaymaniyah.

Estas oleadas de desplazados cristianos y otros grupos minoritarios, como los yazidíes, incrementaron el número de aquellos que estaban bajo el cuidado directo de las iglesias en estas regiones a aproximadamente 120.000 personas en pocos días.

La Iglesia católica en el Kurdistán tuvo que hacerse cargo de esas más de 12.000 familias es alojamiento, alimento, educación y ayuda sanitaria. Y se puso al servicio de miles de personas, víctimas de un sufrimiento espiritual y de un miedo perenne en sus vidas, a raíz de lo vivido. Son muchas las personas que han perdido a familiares a manos de Daesh o que se enfrentan a la pobreza total, al haber tenido que huir con lo puesto.

Coordinados por la archidiócesis de Erbil, casi el 50 % de los fondos recaudados (aproximadamente unos 35 millones de dólares entre 2014 y 2017) para el sostenimiento de los cristianos desplazados, han sido y continúan siendo donados por los benefactores de ACN, que ha estado con los cristianos refugiados en Irak desde el principio. De esos 35 millones, 7 se destinaron a alojamiento y 11 a alimentos y bienes de primera necesidad.

En 2014, como consecuencia de la crisis que provocó el éxodo de 120.000 cristianos, la fundación dedicó un total de 4,6 millones de euros de ayuda. En 2015, la cifra ascendió a 10,6 millones de euros; en 2016, fueron más de 9,7 millones, y en 1017 sobrepasó de largo los 9 millones de euros.  Mientras lleva a cabo el proyecto de reconstrucción de Nínive, ACNcontinúa aportando paquetes de comida y medicinas a los refugiados que todavía permanecen en el Kurdistán iraquí. “Estaremos con ellos hasta el final”, aseguran.

Apoyo del Papa y del cardenal Parolin 

Es deseo expreso del Papa Francisco que sigamos apoyando a esta población cristiana perseguida, señala ACN. Por otra parte, el Secretario de Estado de la Santa Sede, cardenal Pietro Parolin, agradecía ya en 2017 “el apoyo que, en los tres años desde la invasión del autodenominado Estado Islámico, la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada ha ofrecido a las numerosas familias cristianas para que fueran capaces de soportar esta situación con dignidad”. Asimismo, recalcó que “se ha hecho mucho, pero todavía queda mucho por hacer”, y pidió apoyo para el proyecto de reconstrucción de esta fundación, Ayúdales a volver”.

En las pasadas Navidades, el cardenal Parolin presidió la misa de Nochebuena en la catedral caldea de San José de Bagdad y concelebró con el patriarca Louis Raphael Sako, en una Eucaristía en la que participó el presidente del país, Barham Salih.

En un mensaje de Navidad para Irak transmitido al primer ministro, Adil Abdul-Mahdi, el cardenal Parolin se refirió al país como “cuna de las civilizaciones, tan rico en referencias bíblicas e historia, la tierra del patriarca Abraham, donde comenzó la historia de la salvación”. El cardenal Secretario de Estado convocó a cristianos y musulmanes para “iluminar la oscuridad del miedo y del sinsentido, de la irresponsabilidad y del odio con palabras y actos de luz, sembrando con todas sus manos semillas de paz, verdad, justicia, libertad y amor”, ysubrayó que “lo mucho que tenemos en común y lo mucho que estamos atados el uno al otro es mayor que lo que nos separa”.

En la celebración con la comunidad caldea, la más numerosa de las cristianas del país, señaló que la noche de Navidad es de “insomnio” como la de tantos cuyas preocupaciones no les dejan dormir —como tantas familias iraquíes que “han pasado por la dura prueba del sufrimiento”– y es que, para el cardenal, la Navidad se da “precisamente en esta situación, humanamente sin salida, donde resuena el feliz anuncio”. 

En el último día de su visita a Irak como enviado del Papa Francisco, el cardenal Parolin aseguró que “el perdón es la base de la reconciliación” y agradeció a los iraquíes por su testimonio de fe cristiana. Que “el dolor y la violencia sufrida no se transformen nunca en rencor” pidió durante la Misa celebrada en la catedral siro-católica de Qaraqosh.

Retorno de más de seis mil familias

El nuncio apostólico en Jordania e Irak, Mons. Alberto Ortega, ha recordado la importancia de los cristianos en la zona: “Llamo a hacer lo posible para proteger a las minorías religiosas y favorecer la ayuda al desarrollo al tiempo que se promueve la paz. Así se iría a la raíz del problema para evitar el drama de la emigración”. 

Posteriormente, Mons. Ortega ha manifestado que “gracias a ACN y a otras organizaciones los cristianos de Irak han podido sobrevivir en momentos muy difíciles, cuando fueran expulsados de Mosul y de la Llanura de Nínive, y se refugiaron muchos de ellos en el Kurdistán”. También ha dado la noticia de que “en Qaraqosh, una ciudad importante de la presencia cristiana en Iraq, son ya más de seis mil las familias que han regresado, y esto es una gran esperanza para todos”.

Campaña de recaudación

El coste calculado por los expertos para la reconstrucción se ha establecido, como se ha indicado, en más de 250 millones de dólares. El comité se coordina también con los arquitectos, ingenieros y firmas de construcción locales para monitorizar el progreso del trabajo, asegurar su conclusión y otorgar los respectivos informes a las fuentes que aportan los fondos.

Como signo de esperanza para los cristianos iraquíes, ACN ha puesto en marcha ya una campaña de recaudación de fondos a nivel internacional, con el fin de afrontar la reconstrucción inmediata de hogares y en favor de la restauración y reconstrucción de iglesias y propiedades eclesiásticas incluyendo conventos y centros de catequesis.

No obstante, ACN informa que solo puede hacer asumir una fracción de los costes requeridos para la reconstrucción. Por esta razón, solicita a los gobiernos, a las organizaciones eclesiásticas y a otras instituciones benéficas “que se unan a nosotros en la ayuda al Comité de Reconstrucción de Nínive y, a través de ellos, a los cristianos de Irak”.

Día Internacional de las Víctimas

La sensibilidad ante las persecuciones y los dramas humanitarios de envergadura, que tanto ha denunciado el Papa Francisco, comienza a aflorar. El pasado 22 de agosto, la ONU celebró por primera vez el Día Internacional en Conmemoración de las Víctimas de actos de violencia basados en la religión o las creencias. ACN, que lleva 70 años trabajando por los cristianos que sufren persecución por su fe, ha celebrado esta iniciativa. “Es un paso importante para que en el futuro se escuche más la voz de los cristianos perseguidos”, afirma Thomas Heine-Geldern, presidente ejecutivo internacional de ACN. “Estamos muy satisfechos. Lo esperábamos desde hacía mucho tiempo”.

Antes, en mayo, la Asamblea General de las Naciones Unidas había aprobado la correspondiente resolución, a propuesta de Polonia y con el apoyo de Estados Unidos, Canadá, Brasil, Egipto, Irak, Jordania, Nigeria y Pakistán. Una de las principales impulsoras ha sido la abogada y escritora Ewelina Ochab, especialista en la situación de las minorías religiosas en Oriente Medio. Ochab ha reconocido que “fue un proceso largo con muchos participantes, pero ACN ha sido una de mis inspiraciones”.

Según datos del informe Libertad religiosa en el mundo, editado por ACN, el 61 % de la población mundial vive en países donde no hay libertad religiosa, se discrimina y persigue a causa de la religión. Ewelina Ochab afirma que el reconocimiento de este día internacional tiene el objetivo de “recordar a las víctimas y supervivientes de la persecución religiosa. Tener una fecha señalada es importante para no olvidar nuestros compromisos, pero no es una meta en sí misma, sino el inicio de una larga campaña para prevenir que no haya más víctimas en el futuro”.

Rosarios bendecidos para Siria

La preocupación del Papa por todo Oriente Medio es máxima. El pasado 15 de agosto, fiesta de la Asunción de la Virgen, el Papa Francisco bendijo en la oración del Ángelus 6.000 rosarios para Siria. Estos se entregarán a personas cuyos familiares han sido secuestrados o asesinados durante la guerra de Siria, como parte de la iniciativa ecuménica de ACN junto a las Iglesias católica y ortodoxa del país. “Estos rosarios, confeccionados por iniciativa de ACN, serán para nuestros hermanos y hermanas en Siria un signo de mi cercanía”, dijo el Papa Francisco. “Sigamos rezando el Rosario por la paz en Oriente Próximo y en todo el mundo”.

Los rosarios se distribuirán en varias parroquias sirias el 15 de septiembre, día de la conmemoración de Nuestra Señora de los Dolores. La iniciativa ecuménica, en la que participa ACN, tiene como lema Consolad a mi pueblo y está dedicada a conmemorar a las víctimas de la guerra de Siria y a proporcionar apoyo espiritual a los familiares de los difuntos. n

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Vaticano

Mons. Angelo Vincenzo Zani: “Hay que recuperar una antropología integral”

Se está difundiendo una visión de la diferencia hombre-mujer que tiende a “eliminar” las raíces biológicas y personales de la distinción entre los sexos. La Congregación para la Educación Católica ha publicado un documento sobre sus repercusiones en la educación. Palabra hizo una presentación general en el número de julio-agosto, y ahora entrevistamos al Secretario de la Congregación.

Giovanni Tridente·6 de septiembre de 2019·Tiempo de lectura: 5 minutos

Tras varios meses de trabajo con participación de expertos de diversas disciplinas, desde la pedagogía a la filosofía, desde el derecho a la didáctica, la Congregación para la Educación Católica ha preparado un documento para ofrecer algunas orientaciones sobre la “cuestión del género” en el ámbito educativo, titulado Varón y mujer los creó.

El texto muestra toda la actualidad de la temática, y no solo se dirige a las instituciones educativas católicas, sino que quiere entrar “en diálogo” también con todas las realidades que se ocupan de la formación de los jóvenes. Sin embargo, reitera la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y mujer como base antropológica de la familia.

En entrevista a Palabra, el Secretario de la Congregación para la Educación Católica, el arzobispo Angelo Vincenzo Zani, ofrece algunas pistas de comprensión de las orientaciones, encuadrando también las razones del diálogo con la cultura moderna.

—Excelencia, ¿qué espera la Congregación de este documento?

El documento está en la línea de toda una serie de orientaciones que han sido publicadas por la Congregación para la Educación Católica desde el Concilio Vaticano II hasta hoy, con el objetivo de ofrecer profundizaciones y líneas guías para la educación. La reflexión de este documento se coloca en el horizonte más amplio de una “emergencia educativa” general, que brota de una sociedad que cada vez más carece de valores compartidos y se ve sometida a nuevos retos. Este aspecto cultural parece ya acomunar tanto a jóvenes en formación como a los adultos que tienen la responsabilidad educativa. Esta emergencia denota –por decirlo con las palabras de Benedicto XVI– una auténtica “carencia antropológica”, que tiende a hacernos olvidar que la persona humana “es un ser integral y no una suma de elementos que se pueden aislar y manipular al propio gusto”. La Congregación espera que este documento pueda ayudar a afrontar la compleja cuestión del género en la educación. 

—¿Por qué sale en este preciso momento?

En la última década los obispos han mostrado cada vez más atención a la llamada “cuestión de género”, enviando peticiones a la Congregación para la Educación Católica en lo concerniente a las numerosas escuelas y universidades católicas. Durante los trabajos de la asamblea plenaria de la Congregación, desarrollados en febrero de 2017, afloró la irrupción de la ideología de género en el ámbito educativo, como un fenómeno difundido en todas partes, y se tomó la decisión común de intervenir con un escrito sobre ese delicado tema para ayudar a quienes aprecian la educación católica. 

Al respecto se ha determinado una agenda de trabajo con la colaboración de expertos en las diversas disciplinas (pedagogía, ciencias de la educación, filosofía, derecho, didáctica) con el fin de redactar un proyecto del texto, en el que se pudieran compartir algunas reflexiones y orientaciones que, aun partiendo de la sustancia del debate sobre la sexualidad humana, indicasen principalmente el método de intervención de los que participan en la educación de las nuevas generaciones. De esta manera se pretende superar toda inconcluyente contraposición polémica.

—En el texto se señalan algunos puntos críticos sobre la cuestión del género. ¿Por qué considera importante hacerlo?

Ante una profunda crisis de la afectividad que determina la “desorientación antropológica que caracteriza ampliamente el clima cultural de nuestro tiempo” (n. 1), el documento invita a asumir una actitud de escucha, de reflexión y de propuesta. En este contexto, era necesario presentar un breve itinerario histórico para reconstruir el recorrido de las tendencias dirigidas a cancelar las diferencias entre hombre y mujer, que son consideradas como simples efectos de un condicionamiento histórico-cultural. La “ideología de género”, en efecto “niega la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y mujer. Esta presenta una sociedad sin diferencias de sexo, y vacía el fundamento antropológico de la familia”, como explica también el Papa Francisco en Amoris laetitia. Esta ideología, en efecto, “lleva a proyectos educativos y directrices legislativas que promueven una identidad personal y una intimidad afectiva radicalmente desvinculadas de la diversidad biológica entre hombre y mujer”, prosigue el Papa. De este modo, “la identidad humana viene determinada por una opción individualista, que también cambia con el tiempo”. La puntualización de los puntos críticos, entonces, aunque sea trazada de manera esencial, es importante para la recuperación de una antropología integral que sirva de fundamento de una educación completa. 

—Una de las palabras clave es el diálogo con la cultura moderna. ¿Cómo se concilia con la identidad de la educación católica?

No podemos negar algunos elementos que razonablemente pueden compartirse, conectados con el tema tratado: desde la lucha con toda injusta discriminación a la igual dignidad de hombre y mujer, desde el respeto de toda condición peculiar de las personas a la defensa contra formas de violencia y de marginación por razón de la propia orientación sexual, desde el papel y valor de la femineidad al reconocimiento cordial de formas de maternidad afectiva, cultural y espiritual. 

La Iglesia mira a la “cuestión del género en la educación” en la más amplia perspectiva del común empeño en construir una convivencia social que, como ya deseaba el Concilio, cada vez más “respete la dignidad, a libertad, el derecho de las personas”. Y precisamente en esa perspectiva de este común compromiso la Iglesia desea no sólo abrir una vía de dialogo, sino abrirse espacio ella misma de diálogo con las instituciones culturales, sociales, políticas, y con todos los hombres, también con aquellos que no comparten la fe cristiana, pero “cultivan los bienes esclarecidos del espíritu humano”, como indica Gaudium et Spes.

—¿No se corren riesgos asumiendo esta actitud “dialógica”?

La Iglesia participa en este diálogo con la convicción de que cada interlocutor tiene algo bueno que decir y que, por tanto, es necesario hacer espacio a su punto de vista, a su opinión, a sus propuestas, sin caer, obviamente, en el relativismo. Pero el diálogo no significa perder la identidad propia. El dialogo es escucha, pero también es propuesta. Por eso el documento no se sustrae a la presentación de la antropología cristiana. Por eso conecta con el precedente texto Orientaciones educativas sobre el amor humano, publicado por la Congregación en 1983. En él se vuelve a proponer la visión antropológica cristiana que ve en la sexualidad un componente sustancial de la personalidad, un modo suyo de ser, de manifestarse, de comunicar con los demás, de sentir, de expresar y de vivir el amor humano. Por tanto, ella es parte integrante del desarrollo de la personalidad y de su proceso educativo. En otro documento de la Congregación, Persona humana de 1975, leemos también que “A la verdad en el sexo radican las notas características que constituyen a las personas como hombres y mujeres en el plano biológico, psicológico y espiritual, teniendo así mucha parte en su evolución individual y en su inserción en la sociedad”. 

—¿Está prevista una verificación de la recepción de estas indicaciones en la comunidad eclesial a corto y a largo plazo? 

Por supuesto. Como se lee en el punto 7, el texto está confiado a los que aprecian la educación, en particular a las comunidades educativas de las escuelas católicas y a los que, animados por la visión cristiana de la vida, operan en las demás escuelas, a los padres, a los alumnos, a los dirigentes y al personal, así como a los obispos, a los institutos religiosos, a los movimientos, a las asociaciones de fieles y a los demás organismos en el sector. 

Una común exigencia en el actual reto formativo es reconstruir una nueva “alianza educativa entre la familia, la escuela y sociedad” (n. 44) que –como ha repetido varias veces el Papa Francisco y ya se reconoce ampliamente– ha entrado en crisis: “Una alianza sustancial y no burocrática, que armonice, en el proyecto compartido de una positiva y prudente educación sexual, la responsabilidad primordial de los padres con la tarea de los maestros” (n. 45). 

La Congregación para la Educación Católica, en el ámbito de sus competencias, se relaciona continuamente con los obispos y las órdenes religiosas con carisma educativo, así como con los organismos internacionales del sector. Por lo demás, promueve también encuentros específicos, como congresos mundiales y otras conferencias temáticas a nivel continental. Indudablemente, en el ámbito de estas relaciones habrá verificaciones sobre la recepción del documento.

Dossier

Enseñanza de la Religión. Y ahora, ¿en educación qué? Las libertades preocupan al sector

El anteproyecto de reforma educativa aprobado por el gobierno justo antes de la convocatoria electoral de abril refleja un importante deterioro, incluso asfixia, de la libertad de enseñanza en España, según el autor, que analiza los postulados de un texto que pone en entredicho el concepto de “demanda social” y suprime las referencias a la asignatura de Religión.

Francisco Javier Hernández Varas·6 de septiembre de 2019·Tiempo de lectura: 4 minutos

El mismo día en que el presidente Sánchez anunció el adelanto electoral, el pasado 15 de febrero, el anteproyecto de reforma educativa de la ministra Celaá, considerado como prioritario y rechazado por una gran parte de la comunidad educativa, fue aprobado en Consejo de Ministros, pasando a estar en suspenso hasta que se forme un nuevo gobierno, que deberá retomar el asunto y seguir el trámite parlamentario. Algo que debemos considerar de extrema gravedad si tenemos en cuenta que se trata de una ley orgánica.

Posteriormente, resulta paradójico que el presidente del Gobierno en funciones y candidato a la reelección, en su primer debate de investidura del pasado julio sólo mencionara en una ocasión, durante su discurso, la para él tan necesaria reforma educativa. Quizás fuera un guiño a quienes podían ser sus socios.

Con este panorama comenzamos un nuevo curso. Si en anteriores ocasiones considerábamos la situación como compleja, inestable y preocupante para un sector como la enseñanza, ahora lo es mucho más si cabe, con la irrupción más que nunca en el sector de la vertiente ideológica. 

Es evidente que la situación política y la creación de un nuevo gobierno a partir de los diferentes pactos (nota del editor: ahora o tras unas nuevas elecciones), determinarán el horizonte de la reforma educativa propuesta. Esta será aplicada con mayor o menor radicalidad en función de los socios de gobierno, aunque siempre cabe la posibilidad de su derogación.

Su aplicación sería sin duda una fuente de conflictos. Una parte importante del mundo educativo —asociaciones de padres, sindicatos, patronales—, cree ver en ella una vuelta a antiguos postulados que no somos capaces de conseguir superar debido al alto contenido ideológico que rodea la escuela y la enseñanza de este país. La escuela responde siempre a un interés político y partidista que nos aleja cada vez más de la estabilidad necesaria para mejorar nuestro sistema educativo y la educación en general.

Deterioro de la libertad

Hay algunos puntos que pueden suponer un importante deterioro para la libertad de educación en España, y que revelan la falta del necesario consenso existente en esta posible “contrarreforma educativa”.

No podemos compartir una regulación que ataca directamente a la libertad de enseñanza, al derecho de elección de los padres a la educación de sus hijos o a los conciertos educativos como garantes de la igualdad y la equidad. No podemos estar de acuerdo con el tratamiento que se da a la asignatura de Religión o a la educación diferenciada actuando en contra de la propia Constitución española, sin tener en cuenta los acuerdos suscritos por el Estado español o las numerosas sentencias de diferentes tribunales españoles e internacionales.

Tampoco se atiende al profesorado como pilar fundamental del sistema educativo, al no desarrollar políticas que ayuden a mejorar sus condiciones profesionales para que puedan conseguirse eficazmente los objetivos educativos planteados, como nos instan desde los informes y organismos internacionales. 

Lo más significativo del anteproyecto más radical, al que habrá que hacer un seguimiento exhaustivo, puede condensarse en los siguientes puntos:

1) La asfixia el derecho a la libertad de enseñanza, omitiendo cualquier referencia a la misma pese al artículo 27 de la Constitución española. Hay que recordar que la libertad de enseñanza y la enseñanza concertada no son un problema para el sistema educativo sino una parte importante de la solución que se hace patente en su continua contribución a la mejora de los resultados educativos y por ende de la sociedad española.

2) Poner en entredicho el concepto “demanda social”, lo que implica una restricción al derecho de las familias a la elección del tipo de enseñanza que quieren para sus hijos, aunque se haya intentado suavizar por los socialistas en un último texto. Esto afectaría directamente a la financiación y concertación de los centros educativos especialmente los religiosos y los de educación diferenciada.

3) Supresión de las referencias a la asignatura de Religión en la regulación de las distintas enseñanzas remitiendo el cumplimiento de los acuerdos Iglesia-Estado a una posterior e incierta normativa reglamentaria. 

4) Omitir las necesarias previsiones económicas para hacer frente al coste real de cada puesto escolar, lo que supone una gran incertidumbre y una continua asfixia de los centros no públicos. 

5) Adoptar algunas medidas académicas de dudosa eficacia y falta de consenso profesional, como la superación de cursos de bachillerato con asignaturas pendientes.

Problemas reales

Como puede verse, las reformas no priorizan ni atienden a las necesidades del sistema educativo, sino que están lejos de solucionar los problemas reales de la educación en España y con mayor urgencia. Necesitamos atender urgentemente la mejora de los resultados académicos y los aprendizajes, las reforma de etapas educativas clave como es la Educación infantil, adaptándolas a la realidad existente, la ampliación de la educación y formación básica como el tramo 16-18 años, la financiación real y la extensión de conciertos educativos, la selección y formación de los profesionales de la enseñanza, la disminución de las ratios educativas, la extensión y generalización de la orientación educativa y atención a la diversidad, entre muchos otros problemas de diferentes calados.

Sin embargo, estamos plenamente convencidos de que lo verdaderamente urgente y necesario es retomar un Pacto social y político por la educación que dé estabilidad y seguridad a las familias, alumnado, profesores, profesores de religión, titulares de centros, responsables públicos y todos los que conforman el amplio y complejo mundo de la educación. Este es el único camino que permitirá consolidar mejoras en el sistema educativo aportando soluciones a las problemáticas reales y conseguir, haciendo hincapié en el pluralismo y la libertad.

Suscribimos las palabras del propio Consejo Escolar en su informe acerca de las reformas Celaá analizadas anteriormente: “Las razones que justifican el pacto siguen vigentes: procurar una regulación de la educación que, en sus aspectos fundamentales, sea estable por contar con un amplio apoyo parlamentario y que, consiguientemente, conforme una política de Estado a largo plazo que asegure su continuidad mas allá de la alternancia de las mayorías del gobierno”.

En estos últimos años, cada vez que la izquierda española, liderada por el PSOE, tiene la perspectiva de conseguir el poder en una cita electoral, dinamita los acuerdos, acercamientos y normativas anteriores para tratar de imponer sus postulados referentes a la educación —única, laica y pública—,  además de su interpretación de la gratuidad, de ahí que la financiación y concertación sea una de las formas de control efectiva sobre los centros educativos y la forma de restringir el ejercicio de la libertad educativa de los padres. 

Estos supuestos los ha ido dejando claros la ministra Celaá en sus declaraciones: el primero, que la enseñanza de titularidad no estatal ha de ser subsidiaria por principio de la enseñanza estatal, y, segundo axioma, que ésta debe ser el eje vertebrador del sistema educativo. 

Viejas propuestas para nuevas situaciones, sin que los verdaderos problemas de la educación española sean definitivamente abordados y que nos siguen retrasando respecto a otros países europeos. n

El autorFrancisco Javier Hernández Varas

Doctor en Educación. Presidente de FSIE (Federación de Sindicatos Independientes de Enseñanza

Mundo

Card. Rainer M. Woelki: “Pido que se dé espacio en el camino sinodal a las indicaciones del Papa”

Partiendo de su última carta pastoral sobre la Eucaristía, el cardenal arzobispo de Colonia habla con Palabra sobre el momento actual del catolicismo en Alemania, las decisiones de la Conferencia Episcopal para un “camino sinodal” y la carta que el Papa Francisco ha enviado a todos los católicos alemanes el 29 de junio.

Alfonso Riobó·3 de septiembre de 2019·Tiempo de lectura: 11 minutos

El cardenal Rainer Maria Woelki ocupa una posición destacada como arzobispo de Colonia, y obviamente como cardenal; pero la situación actual de la Iglesia en Alemania hace que su voz sea particularmente relevante. En esta conversación recorre los aspectos principales de la actualidad eclesial desde una perspectiva eucarística, que en su opinión permitirá que vuelvan a crecer “la fe y la comunión entre los fieles”.

“Cuando se reúne vuestra asamblea” (1 Co 11, 18): éste es el título de su reciente Carta pastoral sobre el lugar singular de la Eucaristía en la vida de la Iglesia. ¿Cuál es el objetivo de la carta?

A las fuerzas centrífugas que en la actualidad experimenta la Iglesia en Alemania, y que amenazan con disgregarla, muchos responden llamando a realizar reformas estructurales, convocatorias y actividades, o simplemente adaptando la fe de la Iglesia a la opinión pública.

Yo, en cambio, prefiero recordar cuál es el verdadero centro de la Iglesia, del que procede su unidad. La palabra alemana Kirche, Iglesia, encierra el concepto griego de kyriaké: ella pertenece al Kýrios, al Señor. La Iglesia es Cuerpo de Cristo. Por eso me parece importante destacar la fuente y la cumbre de su unidad: “El cáliz de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del Cuerpo de Cristo? Puesto que el pan es uno, muchos somos un solo cuerpo, porque muchos participamos de un solo pan(1 Co 10, 16-17).

Este aspecto lo refleja su bella lengua española con más fuerza que el idioma alemán: en Iglesia resuena la palabra latina ecclésia, la asamblea convocada, especialmente para la celebración de la Eucaristía. La presencia de Cristo en la Iglesia y por medio de la Iglesia tiene su raíz y culmina en su presencia corporal en la Eucaristía.

¿Y cuál es el significado de la Eucaristía en la vida de cada cristiano?

Me conmueve profundamente lo que escribe san Pablo a los Gálatas: “Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Y la vida que vivo ahora en la carne la vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó a sí mismo por mí” (2, 19-20). En la Eucaristía toma literalmente forma para cada uno de nosotros este amor redentor de Cristo, tan personal y tan “íntimo” en el mejor sentido de la palabra. Como la Hostia no es Cuerpo de Cristo sólo de modo simbólico, sino verdadera y sustancialmente, podemos acogerle en nosotros también de modo verdadero y sustancial. Nos hacemos una cosa con él, somos “conformados con Cristo”.

No obstante, desde los tiempos más tempranos también se entendió la Eucaristía como la razón más profunda de la comunión eclesial, más allá de su eficacia salvadora individual. Ya hemos oído al apóstol Pablo en ese sentido. San Agustín lo exclama de manera quizá todavía más incisiva a los neófitos antes de que recibieran la comunión: “El pan es el cuerpo de Cristo, el cáliz es la sangre de Cristo… Por tanto, si quieres entender el cuerpo de Cristo, escucha al Apóstol que dice a los fieles: ‘Vosotros sois el cuerpo de Cristo y sus miembros’ (1 Co 12, 27). En consecuencia, si vosotros sois el cuerpo de Cristo y sus miembros, sobre la mesa del Señor está puesto el misterio que vosotros mismos sois: recibís el misterio que sois vosotros…  Sed lo que veis y recibid lo que sois”. La Eucaristía da a la Iglesia su identidad. 

Sobre la celebración de la Eucaristía los domingos, afirma en su carta que es “esencial”. ¿En qué sentido?

Podríamos preguntarnos: si Dios es omnipresente y omnipotente, ¿para qué necesitamos la Eucaristía? Pues bien, los hombres no somos solamente alma, sino también cuerpo con el que podemos entrar en contacto entre nosotros. También el Logos eterno e inabarcable de Dios -Cristo- ha asumido forma en el tiempo y en el espacio, se ha hecho literalmente tangible en su Encarnación. La Eucaristía continúa esta realidad de la manera más densa y profunda.

La presencia de Cristo en las especies consagradas del pan y del vino no se llama “real” porque no sean reales otras formas, sino porque únicamente en la Eucaristía está Cristo presente de manera corporal, sustancial, “esencial”. Eso concuerda con la naturaleza de los hombres, que no pueden vivir ni comunicarse entre ellos sin un cuerpo.

-En algunos sitios hay menos sacerdotes y más dificultades para asegurar la celebración eucarística en todas las parroquias. ¿Qué soluciones le parecen preferibles?

Lo específico de la problemática actual no es solamente que disminuye el número de sacerdotes, sino que en medida igual o aún mayor desciende también el número de los fieles. Hoy los católicos activos no tienen un porcentaje menor de sacerdotes, pero se amplían los espacios pastorales. Eso origina una mayor movilidad tanto de los pastores como de los fieles.

Celebrar la Misa con más frecuencia no parece una carga excesiva para los sacerdotes, si se piensa por ejemplo en lo que los Apóstoles hicieron por Cristo. Ahora bien, hay que cuidar la dignidad de la celebración eucarística. Será difícil que un sacerdote que se apresura sin descanso de una Misa a otra pueda seguir celebrando dignamente el sacrificio redentor de la cruz de Cristo. De ahí que, en efecto, tendremos que reducir el número de Misas. Además, supone adaptarse, al triste retroceso de la asistencia a Misa.

-Más allá de los problemas numéricos, ¿dónde está el núcleo del problema?

Cuando se habla de que disminuye el número de los fieles católicos se está planteando también la pérdida de la identidad creyente en nuestras latitudes.

Aquí no podemos realizar un análisis temporal con pretensiones de exhaustividad. Retengamos tan sólo que algunas tendencias postmodernas tienen efectos negativos sobre la continuidad de la vida eclesial; así sucede con la menor voluntad de nuestros contemporáneos de comprometerse de manera vinculante, con el arrinconamiento de la religión a la esfera privada o con la selección arbitraria de contenidos de la fe para hacer con ellos como una tela de retales. Las reformas pueden tener sentido en algún aspecto, pero sobre todo tenemos que volver a vivir una fe viva, vivir nuestra vida “ante el rostro de Dios”, sabernos protegidos en sus manos paternales, tanto en lo personal como en cuanto Iglesia.

Si vuelven a crecer así la fe y la comunión entre los fieles, también se está preparando el caldo de cultivo para las vocaciones sacerdotales.

-Si fuera imposible celebrar la Misa, ¿le parece adecuado sustituirla por alguna otra celebración?

Cuando pese a nuestra movilidad actual sea de verdad imposible acudir a la Misa el domingo, cesa el precepto dominical. Entonces, y solo entonces, la liturgia de la palabra ofrece una buena posibilidad de “reunirse en comunidad”, oír la palabra de Dios y rezar juntos. Así sobrevivió la Iglesia en Rusia a la opresión comunista, por ejemplo. No veo todavía que en la archidiócesis de Colonia sea esa la situación, en general. Pero advierto con claridad que no podemos tratar a la ligera la celebración dominical de la Eucaristía, por la que han ido a la muerte cristianos, como los mártires de Abitene. No nos importa recorrer algunos kilómetros en coche para aprovechar las ofertas de unas rebajas; ¿por qué no hacemos lo mismo por la oferta del amor redentor de Cristo?

Su carta recuerda que la costumbre de celebrar sólo una Misa en cada parroquia, de manera que se facilite la asistencia a más personas.

Exacto. Si los fieles no se reparten tanto en varias Misas, sino que se agrupan más, crece el “radio” dentro del cual todos pueden asistir a Misa. De todas maneras, recomiendo adicionalmente que se haga de los lugares donde se celebra Misa centros de atracción religiosa, que den impulso espiritual a todo su entorno. Es algo semejante a lo que han hecho muchas órdenes a lo largo de la historia de la Iglesia.

-En la actualidad también es menor el influjo social de la Iglesia. ¿Cómo ve la acción pastoral en estas circunstancias?

Sí. Por ejemplo, si pensamos en la poca resonancia política que encontró la brillante intervención del ahora Papa emérito Benedicto XVI ante el Parlamento alemán en 2011, no podemos sentir sino desánimo. Hoy en día, a pesar de algunas consoladoras excepciones, debemos despedirnos de lo que se llama “pastoral de regadera”, la que trabaja por y con grandes cifras, y concentrarnos sobre todo en la atención personal de los que se muestran abiertos e interesados. El bloque unitario Estado-sociedad-Iglesia ya se ha deshecho, si es que existió alguna vez.

Pero esto también ofrece nuevas oportunidades: hoy, quien cree de verdad es cada vez menos es un corredor “del pelotón” y cada vez más un confesor de la fe.

-¿Cómo está ligada con la Eucaristía la misión de los laicos en el mundo?

Lo acabo de decir indirectamente. Cuando vivo en la fe en el hijo de Dios, que me ha amado y se ha entregado por mí, ¡no puedo sino transmitir este amor a las demás personas! A eso se añade que el fiel no está ligado a la Iglesia sólo por el Bautismo, que tanto se menciona, y por la Confirmación, que ya se menciona menos, sino también y finalmente por la Eucaristía, de la que no suele hablarse, y que es la fuente y cumbre de todo el actuar cristiano, como dice el Concilio Vaticano II. Si soy parte de la Iglesia, si pertenezco a ella como miembro suyo, también me incumbe el encargo de servir al mundo. Soy también una pequeña parte del gran “sacramento de salvación que es la Iglesia”, que ha de unir el mundo con Dios y entre sí.

Según las palabras del Concilio Vaticano II, en la celebración de la Eucaristía “cada cual, ministro o simple fiel, al desempeñar su oficio, hará todo y sólo aquello que le corresponde por la naturaleza de la acción y las normas litúrgicas” (Constitución sobre la Liturgia, 28). Esto sirve de manera análoga para nuestra vida parroquial: al desempeñar su tarea cada uno en la vida de la parroquia, debe hacer todo y sólo lo que le corresponde.

-Hay voces en su país que proponen que los laicos asuman la dirección de las comunidades cristianas en las parroquias. Esa idea, ¿es compatible con la visión católica del sacerdocio?

Los laicos siempre han asumido servicios y tareas importantes en la Iglesia, de las cuales algunos han conllevado responsabilidad y dirección. Pero lo decisivo es que esas tareas no suponen la condición de pastor, sino que han de ser cumplidas bajo la dirección de éste. Cristo era el Buen Pastor también cuando daba su vida por las ovejas. Los obispos y los sacerdotes, que hacen presente y ejercen este ministerio de Cristo, no pueden actuar de otra manera, aun estando muy agradecidos a los laicos por su colaboración mediante consejos y obras, sin los cuales no saldríamos adelante.

-La Conferencia Episcopal alemana ha iniciado un “camino sinodal” para reflexionar sobre el celibato, la doctrina moral sobre sexualidad y el uso del poder en la Iglesia. ¿En qué medida una perspectiva eucarística puede arrojar luz sobre esta etapa de la Iglesia en Alemania?

Antes de nada debo decir con toda honradez que dudo de que sea útil seguir suponiendo una relación entre estos temas y los casos de abuso, que no es en absoluto evidente. Ahora bien, por supuesto hay poderosas relaciones entre ellos y la Eucaristía. También puedo solamente dar algunas referencias sobre esto:

-el mismo Cristo ha vivido el celibato, y eso era muy infrecuente en su ambiente. Después de haber sacrificado a la misión una posible vida matrimonial y familiar, se entregó a sí mismo del todo en la cruz, y eso es lo que se actualiza en la Eucaristía;

-si el mismo Hijo eterno de Dios ha asumido un cuerpo humano, y si análogamente ha convertido en su cuerpo tanto a la Iglesia como a ese discreto trocito de pan, la Hostia, esto no puede dejar de traducirse en un trato respetuoso con el propio cuerpo y con el de los demás;

-Nuestro Señor dice que no ha venido para ser servido, sino para servir y entregar su vida como rescate por muchos (cfr. Mc 10, 45). El relato de la Última Cena que hace el evangelista Juan nos muestra la idea que tiene el Señor sobre un uso adecuado del poder. Donde los otros tres evangelios trasmiten la institución de la Eucaristía, Juan habla del servicio inferior y propio de esclavos que Cristo lleva a cabo lavando los pies de sus discípulos.

Pero estos son solamente impulsos, que se podrían ampliar y multiplicar.

-El Santo Padre ha escrito una carta a los católicos alemanes, y en particular a los obispos, sobre ese “camino sinodal”. ¿Cómo valora esa carta?

De acuerdo con sus raíces griegas, el concepto de “sínodo” designa una reunión. Al mismo tiempo trae a la memoria también la “synodía” cristiana, la comunidad en camino en la fe y en la confesión de la fe. Ambas perspectivas reflejan el ser de la Iglesia que, como dije al comienzo, es una asamblea convocada y por voluntad del Señor debe reunirse y caminar unida. Por eso me alegra el camino sinodal, y únicamente advierto sobre interpretaciones inapropiadas.

Los laicos y los clérigos emprenden juntos la búsqueda de qué es la voluntad de Dios en nuestro tiempo y en nuestro sitio y de cómo podemos cumplirla, pero con papeles diferentes y específicos. Esta acción conjunta se percibe en el primer sínodo de la Iglesia, el llamado “concilio de los apóstoles”, que tuvo lugar en Jerusalén hacia los años 48-49 después de Cristo. En los Hechos de los Apóstoles leemos literalmente que “los apóstoles y los presbíteros se reunieron para examinar esta cuestión” (15, 6). Parece evidente que no sólo participan miembros de la jerarquía, pues “les pareció bien a los apóstoles y a los presbíteros, y a toda la Iglesia” (15, 22) cómo habían de ser transmitidos los resultados del concilio. Sin embargo, la responsabilidad de las decisiones corresponde exclusivamente a “los apóstoles y presbíteros” (15, 23, cfr. v. 6). Así sigue sucediendo actualmente en la Iglesia católica universal: el magisterio no quiere ni puede renunciar a la información o al consejo de los laicos, pero no puede ser sustituido por ellos. Las importantes aportaciones de los laicos y de sus diversos organismos están dotadas de carácter consultivo, no decisorio.

“En” y “con” su carta el Papa Francisco hace una cuidadosa corrección de la perspectiva alemana del camino sinodal, que a veces es algo unilateral. Es evidente que una nueva orientación no puede abrirse paso sin reformas concretas y tangibles. Pero en Alemania casi no hablamos más que de eso. En cambio, Francisco invita además “a tomar contacto con aquello que en nosotros y en nuestras comunidades está necrosado y necesita ser evangelizado y visitado por el Señor. Y esto requiere coraje porque lo que necesitamos es mucho más que un cambio estructural, organizativo o funcional”.

Luego vuelve a advertir expresamente sobre la tentación de querer extraer “las soluciones a los problemas presentes y futuros… exclusivamente de reformas puramente estructurales, orgánicas o burocráticas”. No ve ahí el Papa “los núcleos vitales que reclaman atención”. Porque las reformas puramente estructurales llevan quizá a “un buen cuerpo eclesial bien organizado y hasta ‘modernizado’ pero sin alma y novedad evangélica; viviríamos un cristianismo ‘gaseoso’ sin mordedura evangélica”.

Percibir esto supone relativizar la confianza en “previsiones, cálculos o encuestas ambientales alentadoras o desalentadoras ni a nivel eclesial ni a nivel político como económico o social” o en nuestros planes pastorales, que tenemos muy marcada en Alemania. “Todas estas cosas son importantes valorarlas, escucharlas, reflexionarlas y estar atentos, pero en sí no agotan nuestro ser creyente”. Como “nuestro criterio-guía por excelencia” menciona Francisco un objetivo espiritual: la evangelización, es decir, la proclamación del Evangelizo con palabras y con obras. “La evangelización constituye la misión esencial de la Iglesia”.

-La iniciativa del Papa no es habitual. ¿Cómo ve la situación de la Iglesia en Alemania después de esa carta y en relación con las últimas decisiones de la Conferencia Episcopal?

En efecto, la intervención del Santo Padre supera el marco de los procedimientos habituales. Es ostensible que el Papa sigue con interés, y puede incluso que también con un poco de preocupación, la Iglesia católica en Alemania, que en algunos aspectos es tan rica y en otros tan pobre. La Iglesia es “sacramento” en un sentido analógico, es decir, como sabemos, signo e instrumento de salvación, y por eso necesita estructuras visibles y palpables. Pero los elementos visibles están al servicio de la gracia invisible. Quizá teme el Papa Francisco que a veces invirtamos en Alemania esa relación. Yo entendería esa preocupación.

La situación de la Iglesia católica romana en Alemania es difícil de ponderar de manera adecuada, y aún más en el marco de una entrevista. En efecto, la Iglesia no se presenta como una realidad unitaria a nivel nacional, sino en 27 diócesis (en nuestro caso) con distintas situaciones, planteamientos y corrientes intelectuales o espirituales. Yo no puedo más que esperar e invitar a que en el camino sinodal se conceda el espacio adecuado a las indicaciones del Papa. No me refiero a un esquema rígido de mandato y obediencia, sino al interés, literalmente vital, de la Iglesia católica en Alemania.

-En Alemania se debate sobre la posibilidad de que los cónyuges protestantes de fieles católicos puedan recibir la Comunión no sólo en casos de excepción, sino como norma general. ¿Hay alguna regulación al respecto?

Precisamente se está estudiando eso ahora en Roma, por orden del Santo Padre. En la archidiócesis de Colonia estamos esperando el resultado antes de actuar; otros obispos han pensado que debían invertir ese orden. De todas maneras, yo soy muy escéptico sobre la conveniencia de fijar por escrito esas regulaciones pensadas para casos de excepción. De acuerdo con la concepción católica, ortodoxa y oriental, la comunión eucarística expresa una comunión eclesial plena o, en casos excepcionales, por lo menos muy amplia. A ese respecto nos encontramos todavía en camino respecto de las comunidades protestantes. Me parece que dar la Eucaristía a cónyuges evangélicos sólo porque ellos lo piden supone no tomar en serio las convicciones (es decir, la confesión de fe) de este cónyuge o las de la Iglesia.

            Podría haber algunas excepciones pastorales, pero “no puede ser elevadas a la categoría de una norma”, como escribe el Papa Francisco en su encíclica Amoris Laetitia (n. 304): su lugar no es un documento eclesial, sino el espacio protegido de la pastoral personal. Quien recibe la Comunión católica en la archidiócesis de Colonia sin pertenecer a la Iglesia católica, desdeña de manera bastante tosca las convicciones de su anfitrión litúrgico. Sin embargo, sucede con frecuencia; yo lo lamento y considero que, por ser una falta de respeto, no es un buen signo ecuménico.

-¿Desea añadir alguna otra cosa?

En mi opinión ya está dicho todo lo importante. Lo más importante es que, como cristianos, siempre y en todo pongamos al Señor en el centro de nuestros pensamientos y de nuestras acciones. Él tiene que reflejarse en todos los aspectos de nuestra vida, a partir de nuestras palabras, nuestros pensamientos, nuestras acciones, nuestro amor. Tiene que ser reconocible, tangible en todo. Esta es la manera en que hoy debemos testimoniarlo y darlo a conocer. Es el camino de una nueva evangelización, a la que estamos llamados. En ese camino deseo de corazón a sus lectores y lectoras el Espíritu Santo de Dios y su bendición abundante.

Iniciativas

20 años de Radio María en España. Una radio que cambia vidas

El 24 de enero de 1999 se emitió el primer programa de Radio María España. En estos veinte años de vida, son muchos los oyentes beneficiados por este medio de evangelización, sostenido únicamente por donativos y el trabajo de un grupo entusiasta de voluntarios. Con motivo de este aniversario, la emisora ha desarrollado en los últimos tres años la campaña Vuelve a Casa, vuelve a la Iglesia, con el objetivo de llegar a los alejados y acompañarlos en su camino de conversión.

Pablo Alfonso Fernández·15 de agosto de 2019·Tiempo de lectura: 5 minutos

Radio María nació en Italia a principios de los años 80 de la mano de Emanuele Ferrario, un laico lleno de fe que puso en marcha el proyecto. Su intuición fundamental consistió en crear una emisora que anunciase el Evangelio y llamase a la conversión a través de una programación explícitamente religiosa, sin intromisiones en debates de política partidista, gestionada por voluntarios y sin publicidad. Se financia íntegramente mediante los donativos de los oyentes. 

Ahora emite en 74 países de todo el mundo, y se presenta con una gestión independiente en cada país, pero con una clara identidad católica abierta a toda realidad eclesial en comunión con su jerarquía. Desde 1998 existe la World Family of Radio Maria, una asociación internacional con sede en Roma que agrupa a las distintas asociaciones locales, y que facilita el desarrollo misionero del proyecto. De este modo se responde a las peticiones que proceden de todos los lugares del planeta, se garantiza la autenticidad de la marca, se ofrece asistencia técnica y se facilita el intercambio y mutua ayuda entre las distintas emisoras nacionales. La Familia Mundial mantiene relaciones informativas regulares con el Dicasterio para la Comunicación de la Santa Sede.

En 1998 se constituyó la Asociación Radio María España, con el padre Ángel Cordero como director, y tuvo su primera sede en la parroquia Santa María de la Dehesa, en Cuatro Vientos (Madrid). Allí comenzaron las retransmisiones gracias a una pequeña frecuencia cedida por esta parroquia. La programación de aquel primer día consistió en el rezo del Santo Rosario, la retransmisión de la santa Misa, y el programa Buenos días, María. Poco a poco se fue extendiendo por Madrid y otras provincias, hasta situarse hoy entre las emisoras de radio más escuchadas en España. La dirige el padre Luis Fernando de Prada.

La campaña Vuelve a casa

Durante el verano de 2017 se llevó a cabo la primera etapa: Vuelve. Los equipos de voluntarios recorrieron la geografía española para presentar la campaña por medio de escenarios en plena calle, y buscar a aquellos más alejados de la fe. Se realizaron un total de 32 eventos, se contactaron unas 9000 personas y fueron repartidos más de 15.000 marcapáginas con testimonios de conversiones. Algunas de estas historias pueden consultarse en su página www.vuelveacasa.es. 

Al año siguiente se profundizó en la vida de oración con la campaña Pide, y a través de unos pequeños buzones se recogieron miles de peticiones que fueron enviadas a diversos conventos que se comprometieron a rezar por ellas. Esta red de peticiones sigue viva en la página web, donde también se ofrecen recursos para facilitar la oración personal. Y en el presente año, desde marzo hasta diciembre, se desarrolla la campaña Celebra, con la que se quiere mostrar la alegría de la fe y el gozo de la vuelta a la Iglesia. Con este motivo Radio María vuelve a recorrer 40 localidades españolas con otra exposición itinerante, preferentemente en lugares de culto católico (catedrales, claustros o parroquias), bajo el título Una radio que cambia vidas. En ella se muestran en 16 paneles, además de la historia de la emisora y sus principios inspiradores, los distintos bloques temáticos de la programación radiofónica y testimonios de oyentes que han cambiado sus vidas el escuchar la emisora.

El estilo y los resultados de esta campaña recuerdan a la iniciativa audiovisual que nació en Estados Unidos con motivo de la preparación para el jubileo del año 2000. Entonces nació la ONG Catholics Come Home, promovida por Tom Peterson, un empresario estadounidense del mundo de la comunicación, que todavía hoy recoge conmovedores testimonios de conversiones y que ayuda a muchas personas a encontrar la fe o recuperarla si la habían abandonado. También en el caso de Radio María, la campaña tiene un fuerte componente testimonial, y se presenta a través de su página web en un formato ágil y muy visual. Pero además se busca implicar al mayor número de personas mediante las exposiciones itinerantes, los comentarios que se recogen en su página web, y la celebración de diversos eventos festivos como el encuentro que hubo en Madrid los pasados 27 y 28 de abril, que terminó con la consagración de Radio María en el Cerro de los Ángeles, en el marco del centenario de la consagración de España al Corazón de Jesús. Además, en estos últimos años, se han celebrado Encuentros Nacionales de Voluntarios en los que se han intercambiado experiencias y se ha reforzado el compromiso evangelizador con la oración en común.

Un carisma vivo y creciente

El trabajo de Radio María ha sido apoyado y bendecido expresamente por los Papas desde sus inicios. Tanto san Juan Pablo II como Benedicto XVI alentaron a las personas que hacen posible la difusión del mensaje de Cristo a través de este medio radiofónico. Por su parte, el Papa Francisco recibió en audiencia a una representación de la Familia Mundial de Radio María en de octubre de 2015, y destacó la ayuda que presta a la Iglesia en la obra de evangelización a través de su carisma particular, que definió como “la cercanía a las preocupaciones y a los dramas de la gente, con palabras de consuelo y de esperanza, fruto de la fe y del compromiso de solidaridad”

Esta cercanía se ha enriquecido con la aparición de las redes sociales, en las que también está presente Radio María España desde el año 2010. Las oportunidades de comunicación se han multiplicado, y la participación de los oyentes hace de este medio un canal vivo de expresión y de consulta que facilita la difusión de los programas. La cuenta de Facebook tiene cerca de 2 millones de seguidores, el perfil de Twitter lo siguen 60.000 personas, y existe un canal de Youtube con más de 7.000 suscriptores. Desde julio de 2018 también está presente en Instagram, la plataforma más popular entre los jóvenes, donde tiene unos 2.000 seguidores.

No es extraño que el lema de esta campaña sea Una radio que cambia vidas, sobre todo al conocer los testimonios de las oyentes. Purificación es una mujer de 50 años cuya vida, según relata ella misma, estaba llena de insatisfacción, infelicidad, rabia y tristeza. Hasta que una voz se coló en el silencio de su automóvil. Era un programa de Radio María en el que se hablaba de los ángeles y de su misión de alabar y dar gloria a Dios. En aquel momento “un relámpago iluminó la penumbra de mi alma […]. Lo que escuchaba conectaba con algo en mi interior que llevaba buscando toda la vida”. La misma impresión tuvo Luis, cuando un día por casualidad sintonizó Radio María en su coche: “Me llenaba de paz y de serenidad: todas esas voces, relatos, testimonios y oraciones me hacían sentir bien. Percibí que Dios estaba conmigo, que nunca nos abandona, que nos guía y nos orienta continuamente en nuestra vida”.

 Junto a estos relatos de conversiones, están los oyentes que encuentran en Radio María una ayuda para fortalecer su fe o recibir el consuelo de la oración, como Lucía, una anciana de 83 años enferma de Alzheimer que se ha olvidado de muchas cosas, pero que nunca se olvida de escuchar el rosario de las 7. Como Jesús, un católico que trabaja en Argelia, donde no puede practicar su fe, pero sí puede oír Radio María, que “me conforta, me ilumina y me guía en el camino de la vida cristiana”. O como Francisco, un preso que en su cautiverio ha descubierto “una presencia maternal que se escapa a la razón”, y que cuando llega la hora del Ángelus “en cualquier lugar de la prisión donde me coja, me detengo con el auricular en el oído, intento aislarme del entorno y paso esos momentos en oración con María, y en comunión con los miles de personas que rezan junto a mí”.

Verdaderamente, como les dijo el Papa Francisco en aquella audiencia, Radio María “se convierte en un medio de primer orden para vehicular la esperanza, aquella verdadera que deriva de la salvación traída por Cristo Señor, y para ofrecer buena compañía a muchas personas que tienen necesidad de ella”. n


El autorPablo Alfonso Fernández

Teología del siglo XX

La Teoría de los Principios Teológicos, de Joseph Ratzinger

En el libro titulado Teoría de los principios teológicos, como fruto de una dilatada reflexión y en contacto con los problemas de la Iglesia en el siglo XX, Joseph Ratzinger identifica los principios que permiten construir la verdadera teología. 

Juan Luis Lorda·10 de agosto de 2019·Tiempo de lectura: 7 minutos

La primera impresión al acercarse al libro es que se trata de una recopilación algo heterogénea de escritos: conferencias, artículos de revista y participación en obras colectivas y homenajes. Y que barre un periodo amplio, entre los años 1968 y 1981. Por eso, el título podría parecer un poco grande: Teoría de los principios teológicos. Aunque viene matizado en el subtítulo: Materiales para una teología fundamental. Para valorarlo bien, es necesario añadirle por lo menos tres contextos.

Los contextos del libro

En primer lugar, está publicado en una fecha clave: Pascua de 1982. Es decir, ha sido preparado mientras Joseph Ratzinger comenzaba su andadura como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (desde enero de 1982). Y por tanto, cuando asumía esa tarea difícil de guía y juicio con una responsabilidad universal. Y en un tiempo posconciliar muy complicado, donde operaban los fermentos renovadores del Concilio, pero también las derivas del posconcilio.

En segundo lugar, la teología de Joseph Ratzinger tiene un profundo trasfondo biográfico. Toda persona y escritor es hijo de su época. Es una obviedad. Pero Joseph Ratzinger es un protagonista de la teología del siglo XX, con tres claras fases. Como teólogo y profesor de teología ha sido un atento receptor e impulsor de los fermentos renovadores; después, un responsable perito del Concilio Vaticano II, con aportaciones reconocidas; y a continuación, un lúcido testigo de la dialéctica entre Reforma y Ruptura, en la interpretación del Concilio Vaticano II. Es decir ha impulsado las mejoras que parecían necesarias, ha contribuido a que se plasmaran en los textos conciliares y ha luchado por su desarrollo e interpretación auténtica.

Pero también, y eso sería el tercer contexto, es un hombre profundo. Y esto es fácil de comprobar con solo leerle. Aunque la intervención o el escrito sea ocasional, lo que dice es parte de una reflexión que se dilata en su historia. Es difícil encontrar algo que solo sea ocasional y carezca de valor. Lo habitual es lo contrario: que sorprenden las luces que se obtienen al leer cualquier cosa suya.

Un testimonio

Cuando, a mediados de los años noventa, compuse unas amplias notas bibliográficas de los teólogos del siglo XX, hice también la de Joseph Ratzinger. Entonces, ya era reconocido como uno de los teólogos más representativos e influyentes. Sin embargo, por comparación con otros (De Lubac, Daniélou,  Congar, Von Balthasar, Rahner…) su obra en circulación parecía relativamente pequeña. Se componía fundamentalmente del manual de Escatología, su ya famosa Introducción al cristianismo, y dos libros de recopilaciones de artículos de Eclesiología (El nuevo Pueblo de DiosIglesia, ecumenismo y política). Otras obras menores (La fraternidad cristiana) y también sus tesis habían quedado olvidadas.

En los años tan intensos de servicio en la Congregación para la Doctrina de la Fe, llamaron la atención sus conferencias y artículos, con lúcidos diagnósticos sobre la situación de la Iglesia, de la teología y de la cultura moderna. En parte también venían provocados por las cuestiones que abordaba la Congregación. Esos profundos juicios suponían una capacidad muy grande de observación cultural y, también, una gran claridad de principios. Como consecuencia, se empezaron a recuperar, ordenar y publicar todas sus intervenciones.

Teoría de los principios

Con estos contextos, se entiende mejor el valor de este libro en el conjunto de su obra y de la teología del siglo XX. Contiene realmente una oportuna reflexión sobre los principios de la teología, fruto de su experiencia teológica. Por eso, el subtítulo de “Materiales para una teología Fundamental”. Como en Ratzinger no suele haber nada ocasional, el breve prólogo de tres páginas que explica la estructura del libro es iluminador.

“Cuando, en el otoño pasado [1981], acometí la tarea de revisar los trabajos que he venido escribiendo durante el último decenio, se hizo patente que todos ellos, por encima de la diversidad de las circunstancias externas y de su tema concreto, se hallaban cohesionados por la trabazón problemática que brota de nuestra situación, que pueden ordenarse y clasificarse según esta textura y pueden, por tanto, convertirse en materiales para la construcción de una teología fundamental cuya tarea consiste en analizar los principios teológicos”.

La estructura del libro

El libro tiene tres partes y un epílogo. La primera se llama Principios formales del cristianismo. La perspectiva católica: reúne materiales sobre la fe católica, que es vivida en la Iglesia (creemos) y confesada en fórmulas de fe (Credo), con valor perenne aunque necesitadas de interpretación.

La segunda parte es Principios formales del cristianismo en la perspectiva ecuménica y se aborda el estado del ecumenismo, especialmente con la Ortodoxia y las comunidades protestantes, la “cuestión nuclear” de los debates (sacramento del orden) y la “catolicidad como estructura formal del cristianismo”. Es decir, se recupera al final esa dimensión eclesial: mi creer es un “creemos”, creer con la Iglesia que también supone creer lo que cree la Iglesia.

La tercera parte aborda, mucho más brevemente, Los principios formales del cristianismo y el camino de la teología.  Y se insiste en el papel de la Iglesia en la misma estructura de la fe y, por tanto, del saber teológico. En las tres partes emerge esa dimensión eclesial: la fe es de la Iglesia, y, por tanto, la teología católica se hace en la Iglesia y con la Iglesia. Es un “principio formal”, porque da forma católica a la teología.

En el epílogo, con el título El lugar de la Iglesia y de la Teología en el momento actual, se recoge un escrito personal de “balance posconciliar” y una reflexión sobre La aceptación del Concilio, dentro de la dialéctica de Iglesia y mundo: es decir dentro de una Iglesia que quiere acercarse al mundo para evangelizarlo, pero no quiere ser transformada por los criterios del mundo: necesita mantener una tensión salvadora.

Los “principios formales” del cristianismo

Con la lectura del índice, siguiendo sus sugerencias, ya ha quedado claro que lo que hace católica y universal a la teología, es la eclesialidad. El recibir la fe de la Iglesia, el pensar la fe de la Iglesia con la Iglesia, porque una teología no contrastada, no refrendada, no recibida no sería todavía católica. Esa catolicidad falta en gran medida en la teología protestante y en menor medida en la teología ortodoxa, en tanto falta la referencia al Primado como principio de unidad, que ha actuado realmente en la historia. El contexto eclesial de la fe, con la estructura propia de la Iglesia que la vive, actúa como principio transmisor y, en definitiva, es la tradición. Y es inspiración y regla de la teología. Pero interesa desarrollarlo un poco más.

En el breve prólogo, Ratzinger advierte tres grandes cuestiones. La primera es “cómo convertir la historia en presente” es decir hacer llegar el mensaje cristiano como algo vivo hoy, sin que quede sepultado en el pasado. Y esa es “la pregunta de las relaciones mutuas entre Escritura y Tradición”. Porque “dentro de la gran masa de tan múltiples y variadas posibilidades de interpretación” (tantos expertos y tantos libros), la cuestión es cómo extraer una certeza de fe “por la que se puede vivir y por la que se puede padecer y morir”: cuál es la referencia.

La segunda es precisamente la sucesión apostólica, que es “el aspecto personal y sacramental del problema de la tradición, de la interpretación y de la actualización del mensaje que ha sido dado una vez para siempre”. Este es un punto de referencia insustituible en el “plano de construcción de lo cristiano”. Lo que hace que algo pueda trascender el nivel de la pura opinión particular sometida al tiempo. Así el paso del tiempo no es un movimiento de dispersión, sino que existe un crecimiento en relación con un núcleo central mantenido vivo a través de la historia.

Precisamente estas dos cuestiones conducen a la tercera: “la catolicidad como forma estructural de la fe”. Ratzinger se refiere a los cambios en la sensibilidad sobre el valor de lo social como contexto humano: por una parte, necesario para nuestra supervivencia física y mental; y por otra parte, con los peligros de ser despersonalizado o sometido. Critica la tentación que puede surgir de preferir el núcleo pequeño de vivencia cristiana de la palabra y el sacramento, como más auténtico para la fe que la estructura extendida de la Iglesia. Pero solo la estructura plena de la Iglesia sirve de referente para la fe y, por tanto, para la teología. 

La estructura “nosotros” de la fe como clave de su contenido

Es el título del primer artículo del libro. Y, como hemos visto, la clave de todo, aunque se necesita cierto desarrollo para recomprender desde allí lo que es la fe, lo que es la tradición, lo que es el Magisterio, lo que son los credos, lo que es la teología. Y al final, en definitiva, lo que es la Iglesia, punto de partida y punto de llegada. Porque ese “nosotros” en la historia es precisamente la Iglesia, fundada por Cristo y animada por el Espíritu Santo, que confiesa su fe en Dios creador y salvador. El artículo desarrolla bellamente cómo fue la confesión original, plasmada en el Credo, y cómo está basada en la comunión eclesial: “El yo del credo abarca, pues, el paso del yo privado, al yo eclesial […]. Si se da verdaderamente este yo del credo, suscitado y posibilitado por el Dios trinitario, entonces ya se han conseguido una respuesta para la pregunta hermenéutica. […] La memoria Ecclesiae, la memoria de la Iglesia, la Iglesia como memoria es lugar de toda fe”. Y, por tanto, la base y referencia de la teología. Pero hay que entender aquí la Iglesia con toda la profundidad de su misterio.

“Lo que hoy nos falta no son, fundamentalmente, nuevas fórmulas. Al contrario, más bien tenemos que hablar de una inflación de palabras sin suficiente respaldo. Lo que ante todo necesitamos es el restablecimiento del contexto vital de la ejercitación catecumenal en la fe, como lugar de la común experiencia del Espíritu, que puede convertirse así en la base de  una reflexión atenta a los contenidos reales”.

El sacramento del orden como expresión sacramental del principio de tradición

Este capítulo, central de la segunda parte, hace un recorrido histórico por la forma del sacramento del sacerdocio, al mismo tiempo que señala sus consecuencias teológicas: “El sacramento del orden es expresión y al mismo tiempo garantía de hallarse, en comunidad con otros, dentro de la corriente de la tradición que se remonta hasta los orígenes”. En el sacramento del orden, con su estructura y su relación al Primado, está principalmente planteado “el problema de la potestad doctrinal en la Iglesia, la forma de la tradición en la Iglesia misma”. Por eso, hay una “estrecha conexión entre esta pregunta de la teología actual y el problema específico del orden. El orden no es solo un tema material concreto, sino que está indisolublemente vinculado a la problemática fundamental de la forma de lo cristiano en el tiempo”.

Y en la conclusión del siguiente artículo dice: “Lo objetivo de la fe eclesial necesita, por supuesto, para mantenerse vivo, la carne y la sangre de los hombres, la entrega de su pensamiento y de su voluntad. Pero justamente entrega, no renuncia en beneficio del instante pasajero. El sacerdote malogra su misión cuando intenta dejar de ser servidor, dejar de ser enviado que sabe que no es de él de lo que se trata, sino de aquello que también él recibe y que solo puede tener en cuanto recibido. Solo en la medida en que consiente en ser insignificante puede ser verdaderamente importante, porque así se convierte en la puerta por la que el Señor entra en este mundo. Puerta de entrada de aquél que es el mediador verdadero hacia la profunda inmediatez del amor eterno”.

Conclusión

Bastaría mencionar de nuevo el título del último capítulo de la segunda parte, “la catolicidad como estructura formal del cristianismo”, para subrayar el centro del libro. Claro es que aquí, hemos llegado a él rápidamente, sin las delicadas preparaciones y contextos históricos que lo avaloran y que han sido objeto de la reflexión de Joseph Ratzinger durante años.

Como hemos mencionado, en ese proceso de ganar profundidad, consigue reinterpretar los grandes conceptos de la Teología Fundamental: Fe, revelación, tradición con su relación con la Escritura y Teología. Y también obtiene las claves para discernir que las derivas posconciliares se deben a teologías poco eclesiales.

Mundo

En el Congo no todo es ébola. Católicos con nombres y apellidos

La Iglesia católica juega un papel destacado y reconocido por todos en la construcción de la democracia en la República del Congo, Además, asume más del 50 % de los servicios sociales del país.

Joseph Kabamba·16 de julio de 2019·Tiempo de lectura: 3 minutos

Con 2,34 millones de kilómetros cuadrados, la República Democrática del Congo (RDC) es el segundo país más extenso de África, detrás de Argelia. Dotado con grandes recursos naturales, minerales e hidrográficos, a falta de censo oficial desde muchas décadas, se estima su población en unos 80 millones de personas, con más de 60 % de la población menor de 25 años. 

Antigua colonia belga desde 1885 e independiente desde el 30 de junio de 1960, la RDC es una tierra de dramáticas tragedias, con índices de desarrollo humano entre los cinco más bajos del mundo. Marcada por la sucesión de dictaduras sanguinarias y por la ausencia total del Estado, su historia política es la de un pueblo privado de libertades fundamentales, sometido a la violencia y sumergido en toda forma de miseria, a pesar de los grandes recursos de su país. La atribución del Premio Nobel 2018 al ginecólogo Denis Mukwege ha recordado al mundo que la RDC vive, desde 1996, una guerra por el control de la explotación de minerales estratégicos como el coltán, que se ha cobrado la vida de entre 6 y 12 millones de personas, con millones de desplazados internos y de refugiados en países vecinos. Y en esta guerra, una de las armas es la violencia sexual cruel sobre mujeres y niñas. 

A esta larga lista de tragedias, hay que añadir, a partir de agosto de 2018, el noveno brote congoleño de ébola desde que, en 1976, se descubrió la enfermedad en la mismísima RDC. Delimitado por las provincias nororientales de Ituri y de Kivu Norte, el actual brote ha sido diagnosticado en cerca de 2.200 personas, con unos 1.500 muertos. Y ni el gobierno congoleño, que cuenta con grandes expertos en la lucha contra la enfermedad, ni la Organización Mundial de la Salud, consiguen frenar este brote, principalmente a causa de la falta de medios materiales, de la inseguridad en la región con ataques recurrente y violentos contra los centros de atención a los enfermos, y de la resistencia de una parte de la población al plan de Salud. 

Iglesia y democracia

A pesar de sus múltiples problemas políticos y sociales, la RDC es también la tierra de la esperanza y de la vida, donde la gente lucha permanentemente contra la tragedia para mejorar sus condiciones de vida. Y, en esta lucha, la Iglesia católica juega un papel reconocido por todos. Es de sobra conocido el compromiso de la Conferencia Episcopal Nacional del Congo (CENCO) por la justicia y la paz, así como sus llamamientos y gestiones para la llegada de la democracia y del Estado de Derecho. Su última contribución al diálogo entre actores políticos y sociales ha desembocado en la organización de elecciones presidenciales y legislativas el 30 de diciembre de 2018, gracias al llamado Acuerdo de San Silvestre (31 de diciembre de 2016). 

La lucha de la Iglesia católica de la RDC ha permitido la primera alternancia pacífica a la presidencia de la república desde 1965, con la elección de Félix-Antoine Tshisekedi como quinto presidente de la RDC, después de 18 años de gobierno de Joseph Kabila. Como denuncia la CENCO, no han sido elecciones perfectas, pero los hechos están demostrando que son el principio de una era esperanzadora de la historia de la RDC.

Servicios sociales: Projet Ditunga

La Iglesia católica en el Congo, la primera de toda África, no sólo denuncia, sino que está muy presente también en la vida social del país, asumiendo más del 50 % de los servicios sociales del país: escuelas, universidades, centros de salud, hospitales, orfanatos, asistencia a los pobres y varios programas de desarrollo social a través las parroquias, las congregaciones, las asociaciones y las estructuras especializadas como Caritas…

No se trata aquí de una administración fría y sin rostro, sino de personas concretas, con nombres y apellidos. Es el caso del padre Apollinaire Cibaka Cikongo, sacerdote de la diócesis de Mbujimayi, en la provincia del Kasayi oriental, en el centro del Congo. Ordenado el 1 de agosto de 1994 y doctor en teología (2002), Apollinaire es, entre otros ministerios, formador y profesor de teología en el seminario regional del Kasayi, profesor en dos universidades locales y secretario ejecutivo de la asamblea de los ocho obispos de la provincia eclesiástica de Kananga. En 2006 fundó Projet Ditunga, una asociación católica y comunitaria a través de la cual ha canalizado ayudas de familias e instituciones de España para obras de evangelización, escolarización, salud e higiene, agricultura, protección del medioambiente, promoción de la mujer, protección de la infancia abandonada y asistencia jurídica y social a los presos, etc.

El autorJoseph Kabamba

Dossier

Internet y la profunda nostalgia del otro

El 53 mensaje del Santo Padre para la Jornada de las Comunicaciones Sociales analiza la capacidad de las redes sociales para generar comunidad. Diferentes problemas –el odio online, la ausencia de privacidad o los intereses de las grandes compañías digitales– han cuestionado en los últimos años los beneficios de internet. ¿Puede la red, pese a todos los obstáculos, dar respuesta a nuestra profunda necesidad de entrar en relación con los demás?

Juan Narbona·12 de julio de 2019·Tiempo de lectura: 6 minutos

En 1967, san Pablo VI puso en marcha la costumbre de dedicar un mensaje cada año para reflexionar sobre la comunicación. Sus sucesores han continuado con esta iniciativa, confirmando así la intuición del pontífice italiano acerca de la relevancia que los medios informativos tienen para la vida de la Iglesia y la transmisión de la fe.

En estos más de 50 años, los diversos Papas han abordado los más variados temas, pero si repasamos los más recientes es fácil detectar una lógica atención por la comunicación digital. Las redes sociales, la verdad en la era digital, la pastoral y la virtualidad, o el diálogo y las nuevas tecnologías son algunas de las cuestiones que han abordado los pontífices.

El mensaje de este año (el 53º) se inspira en una expresión de la carta de san Pablo a los Efesios, a quienes el Apóstol recuerda que “somos miembros unos de otros” (Ef 4, 25). El Papa Francisco se sirve de esta consideración paulina para meditar sobre la capacidad que tienen las redes sociales para reforzar o debilitar –según el uso que se haga de ellas– las comunidades humanas. El texto resulta una aportación valiosa a un movimiento de reflexión social más amplio -que desborda lógicamente los límites de la Iglesia- sobre los beneficios y perjuicios que la digitalización de las relaciones está introduciendo en nuestras vidas. Actualmente pasamos cada día un 300 % más de minutos ante una pantalla respecto a 1995, un dato que implica numerosos cambios no solo en la gestión del tiempo, sino también en otras esferas fundamentales, como son la adquisición de conocimientos, las relaciones sociales o la formación de la personalidad. Como ha señalado el secretario del Dicasterio para la Comunicación, Mons. Lucio Ruiz, “el mirarse a los ojos se ha sustituido por la contemplación de una pantalla táctil, y ya no se necesita, de modo forzoso, el silencio del otro para expresarse sin ser interrumpido”.

El sueño de internet

Con ocasión de los 30 años del lanzamiento de la primera página web, su creador, Tim Berners-Lee, se lamentaba de la deriva que está tomando internet. El sueño de una sociedad conectada, donde la colaboración sustituiría a la competitividad, se enfrenta hoy a numerosos obstáculos causados por quienes promueven intereses particulares. Los problemas de privacidad, la ausencia de neutralidad, las noticias falsas, el imperialismo de las grandes compañías tecnológicas o la fragmentación de la regulación de internet en distintas áreas geográficas de poder (Estados Unidos, Europa, China y Rusia, principalmente) son algunas de las amenazas principales. “El sueño de internet que tanto entusiasmó a la gente no parece que vaya a suponer ahora un gran bien para la humanidad”, dijo Berners-Lee en el CERN de Ginebra el pasado marzo.

A este complejo horizonte del negocio digital –dramático, en cuanto que escapa al control de los usuarios y que, al mismo tiempo, dibuja un incierto futuro para una herramienta que se ha hecho imprescindible para las relaciones y tareas más ordinarias– se une la personal experiencia de cómo internet ha invadido progresivamente hasta el más mínimo espacio de nuestras vidas. Nicholas Carr, un ensayista estadounidense crítico con la red, ha afirmado que “la tecnología es la expresión de la voluntad del hombre”, quien se sirve de ella para superar los lógicos límites que le impone la realidad. ¿Necesitamos controlar el tiempo? Hagamos relojes. ¿Queremos volar? Construyamos aviones. ¿Deseamos hablar con quien está lejos? Inventemos el teléfono. ¿Queremos desprendernos de los límites de la realidad física (distancia, tiempo, espacio)? Voilà internet.

Internet existe porque lo hemos querido profundamente. Hasta ahora, nuestros inagotables deseos se topaban con los límites del espacio, del tiempo o de nuestra naturaleza, pero de repente la virtualidad nos está ofreciendo una solución instantánea. Por eso dedicamos tantas horas a las redes sociales, sucumbimos a la comodidad de las apps o nos enganchamos a la conversación constante que permite la mensajería instantánea. Las tecnologías digitales nos envuelven con tanta fuerza porque prometen satisfacer las necesidades más profundas que mueven a la voluntad: el afecto de los amigos, la aceptación social, la curiosidad intelectual, el entretenimiento, etcétera. La inagotable información contenida en la red parece estar a la altura de nuestros deseos y sueños infinitos (pues ¡ay del hombre que deja de desear!).

Nostalgia de los demás

El mensaje de Papa Francisco afronta una de las principales necesidades del hombre a las cuales la red ofrece una respuesta inconmensurable: entrar en relación con los demás. La expresión paulina “somos miembros unos de otros” (Ef 4, 25) recuerda que el hombre necesita del otro para conocer la verdad sobre sí mismo. En las primeras líneas del mensaje, se señala la amenaza más terrible de la que todo hombre huye: la soledad. Desde una perspectiva positiva, el Santo Padre invita a “reflexionar sobre el fundamento y la importancia de nuestro estar-en-relación; y a redescubrir, en la vastedad de los desafíos del contexto comunicativo actual, el deseo del hombre que no quiere permanecer en su propia soledad”. Es decir, estamos en red porque nuestra naturaleza, nuestro modo de ser hombres, nos lleva a ello, porque disfrutamos interactuando con los demás y porque encontramos en la tecnología un instrumento valioso para desplegar nuestro instinto por vivir en sociedad.

La nostalgia de los demás aparece, por tanto, como una de las fuerzas más poderosas. Francisco señala que el origen de la necesidad de vivir en relación se basa en el hecho de haber sido creados “a imagen y semejanza de Dios”, de un Dios que no es soledad, sino comunión trinitaria. Así pues, dice el Papa ahondando aún más, la verdad de cada persona se revela solo en la comunión. Solo a través de la relación con los demás, el individuo se hace otro, llega a ser plenamente alguien. Así lo expresa san Pablo: “Por lo tanto, dejaos de mentiras, y hable cada uno con verdad a su prójimo, que somos miembros unos de otros” (Ef 4, 25). Si no nos damos a los demás abriéndonos a la relación, resume el mensaje, perdemos la única vía para encontrarnos a nosotros mismos, para entender quiénes somos y a qué estamos llamados. 

Las redes prometen comunidad, pero los hombres necesitan comunión. Aunque el mensaje hace una lectura positiva de la capacidad de las redes sociales, también alerta de su poder destructivo, y menciona explícitamente algunos desvaríos fraudulentos, como el “uso manipulador de los datos personales con la finalidad de obtener ventajas políticas y económicas”, la “desinformación y a la distorsión consciente y planificada de los hechos y de las relaciones interpersonales”, el “narcisismo” e “individualismo desenfrenado”, o la identidad virtual construida como “contraposición frente al otro, frente al que no pertenece al grupo”. La red puede convertirse en una comunidad en la que entrar en conexión con los demás, sí, pero también en una telaraña en la que quedar atrapados.

Uno de los últimos párrafos del mensaje contiene las claves para conciliar la nostalgia por entrar en relación con los demás con un uso prudente de las redes: “Si se usa la red como prolongación o como espera de ese encuentro [con los demás], entonces no se traiciona a sí misma y sigue siendo un recurso para la comunión. Si una familia usa la red para estar más conectada y luego se encuentra en la mesa y se mira a los ojos, entonces es un recurso. Si una comunidad eclesial coordina sus actividades a través de la red, para luego celebrar la Eucaristía juntos, entonces es un recurso. Si la red me proporciona la ocasión para acercarme a historias y experiencias de belleza o de sufrimiento físicamente lejanas de mí, para rezar juntos y buscar juntos el bien en el redescubrimiento de lo que nos une, entonces es un recurso”.

Las herramientas digitales, que poco a poco aprendemos a dominar, están poniendo a prueba nuestra humanidad. Comenzamos a darnos cuenta de que la tecnología es infinita, pero nosotros no; y de que su oferta es virtual, pero que nosotros somos seres materiales. Al igual que ocurre con las fuerzas de la naturaleza –como el fuego o el agua–, necesitamos canalizar el poder de la tecnología –estableciendo límites y regulando su potencia–.

“Maestra de fisicidad”

Recientemente, un estudio sobre la amistad entre adolescentes ha revelado un dato curioso: en 2012, la mayoría de jóvenes prefería comunicarse con los amigos en persona (49 %), por delante de quienes escogían hacerlo a través de mensajes de texto (33 %); seis años después, en 2018, las preferencias han cambiado: el canal privilegiado para hablar con los amigos son los mensajes de texto (35 %), mientras que las conversaciones cara a cara solo las elige el 32 % de los adolescentes. 

¿Podemos de verdad ser-con-los-demás reduciendo cada vez más el encuentro físico? La lógica indica que no, porque somos alma y cuerpo, y la felicidad no admite medias felicidades -no nos basta una felicidad “virtual” o puramente “espiritual”-, sino que aspiramos a la plenitud. 

El futuro tecnológico está, sin duda, en manos de las grandes corporaciones y de ellas depende el desarrollo de innumerables e ilusionantes promesas futuras (por ejemplo, la inteligencia artificial o la realidad virtual). ¿Es la tecnología un tren que ha perdido la Iglesia? No: además de seguir inspirando el trabajo de los innovadores con el mensaje del Evangelio, la Iglesia, experta en humanidad, está sin duda llamada a convertirse en “experta en fisicidad”. Tendrá que recordar una vez más al mundo la importancia del cuerpo y de los sentidos físicos conectados profundamente al alma; deberá invitar a vivir la caridad en el encuentro físico, creando espacios y ocasiones para el trato personal, invitando a ejercer la caridad del “estar ahí” -¡cuánto bien puede hacer una llamada de teléfono en vez de un cómodo Whatsapp!-; necesitará subrayar aún más el papel central de los sacramentos y de las celebraciones comunitarias, etcétera. 

La Iglesia no afronta sola el reto de humanizar las tecnologías digitales, sino que la acompañan otras fuerzas sociales. Me refiero, fundamentalmente, a la familia y a los centros educativos. Son los espacios adecuados en los que aprender el arte de ser humanos en un mundo digital: donde usar la tecnología para comunicar con los demás y aprender a desconectarse para escuchar; donde callarse un comentario online y ser capaces de discutir sin herirse offline; donde navegar para conocer el mundo y, al mismo tiempo, dialogar para entender al prójimo.

Prolongación y espera: estas dos palabras del mensaje dan la clave para usar con beneficio las redes sociales, porque extienden la relación con los demás o nos preparan a ella, pero no sustituyen al otro. El reto consiste, quizá, en ofrecer a quienes nos rodean y a nosotros mismos motivos suficientes para el encuentro personal, para recibir de los demás aquella felicidad que sólo otra persona nos puede dar. n

El autorJuan Narbona

Vaticano

Dar esperanza concreta a los pobres

Se renueva la cita con la Jornada Mundial de los Pobres, instituida por el Papa Francisco al final del Jubileo de la Misericordia hace tres años, que se celebrará el 17 de noviembre.

Giovanni Tridente·9 de julio de 2019·Tiempo de lectura: 3 minutos

Se renueva la cita con la Jornada Mundial de los Pobres, instituida por el Papa Francisco al final del Jubileo de la Misericordia hace tres años, que se celebrará el 17 de noviembre.

—texto Giovanni Tridente

“La esperanza de los pobres nunca se frustrará”. Está tomado del salmo 9 el tema que el Papa Francisco ha elegido para la III Jornada Mundial de los Pobres –instituida al término del Jubileo de la Misericordia de 2016– que se celebra el domingo que precede a la solemnidad de Cristo Rey del universo, que este año cae el 17 de noviembre.

La actualidad del tema, dice el Papa en las primeras líneas del Mensaje que ha escrito para esta ocasión, viene dada por la necesidad que el mundo vive hoy de “devolver la esperanza perdida” a los que sufren “injusticia, el sufrimiento y la precariedad de la vida”, confirmada por una desigualdad que continúa después de la crisis económica.

El Santo Padre pasa revista a las muchas formas de esclavitud de “millones de hombres, mujeres, jóvenes y niños”, de quien se ve obligado a dejar su tierra para buscar fortuna en otro lugar, de los huérfanos y víctimas de tantas formas de violencia, entre ellas la droga y la prostitución, sin olvidar a los millones de inmigrantes y tantos marginados y sin techo que encontramos en nuestras ciudades.

“Considerados generalmente como parásitos de la sociedad, a los pobres no se les perdona ni siquiera su pobreza”, estas personas a menudo se convierten en parte “de un vertedero humano”, percibidas como amenazantes o incapaces sólo por ser pobres.

Es un cuadro muy oscuro, que el mismo salmo 9 ambienta en los tiempos en que fue compuesto, que se tiñe de tristeza, injusticia y sufrimiento. No obstante, hay un camino de salida, porque también en estas condiciones el pobre es el que “confía en el Señor”, seguro de que no será nunca abandonado por Él. Y esto es lo que abre a la esperanza y a “un camino de liberación que transforma el corazón, porque lo sostiene en lo más profundo”.

Ciertamente, Dios actúa a través de los hombres y el cristiano está llamado a concretar esta esperanza para los pobres, precisamente porque el mismo Cristo se ha identificado con “estos mis hermanos más pequeños”. No entender esto “equivale a falsificar el Evangelio y atenuar la revelación”, explica el Papa en el Mensaje. La solución, por tanto, como creyentes es “comprometernos en primera persona en un servicio que constituye auténtica evangelización”.

Son bienvenidas las iniciativas asistenciales, pero a lo que apunta principalmente el Papa Francisco es a un cambio de mentalidad, que permita a todos acompañar a los pobres con un compromiso constante en el tiempo, también en la normalidad de cada día: su esperanza, en efecto, toma forma “cuando reconocen en nuestro sacrificio un acto de amor gratuito que no busca recompensa”.

Además de intentar satisfacer las primeras necesidades materiales, es oportuno descubrir la bondad que se esconde en el corazón de estas personas, instaurando –atentos a su cultura y a sus modos de expresarse– “un verdadero diálogo fraterno”

En efecto, los pobres, antes que nada, “tienen necesidad de Dios, de su amor hecho visible gracias a personas santas que viven junto a ellos, las que en la sencillez de su vida expresan y ponen de manifiesto la fuerza del amor cristiano”, por medio de manos que alivian, de corazones que calientan con afecto, de la presencia que hace superar la soledad: “sencillamente, ellos necesitan amor”. De esta manera, serán ellos los que nos salven, porque nos permitirán encontrar el verdadero rostro de Jesucristo, además de hacernos salir de aquel individualismo que no hace sino encerrar en uno mismo y en las propias exigencias.

Las iniciativas

Como todos los años, el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, que se ocupa de coordinar la Jornada Mundial, instalará en la plaza de San Pedro un presidio sanitario, un verdadero hospital móvil con diversas especializaciones donde quien tenga necesidad podrá recibir atención médica gratuita. El año pasado, por ejemplo, se proporcionaron más de 3.000 prestaciones, en algunos casos salvando vidas además de decenas de intervenciones relacionadas con enfermedades infecciosas.

También volverá a repetirse la comida con el Papa Francisco en el Aula Pablo VI para 1500 pobres procedentes de diversos lugares de Italia y de Europa, que a continuación participarán en la Santa Misa en San Pedro. Una semana antes se les ofrecerá un concierto con el Maestro premio Óscar Nicola Piovani y Mons. Frisina.

Muchas de estas iniciativas, como en años anteriores, tendrán su equivalente a nivel diocesano y parroquial en todo el mundo. n

Mirar al que traspasaron

La renovación de la Consagración de España al Corazón de Jesús ha impulsado al obispo de Getafe, Mons. García Beltrán, y a su obispo auxiliar, Mons. Rico Pavés, a escribir una carta pastoral. He aquí un fragmento, que invita a los fieles a fomentar esta devoción.

7 de julio de 2019·Tiempo de lectura: 2 minutos

La celebración anual del misterio pascual nos lleva, de forma siempre nueva, al testimonio del cuarto evangelista que declara cumplida la palabra profética de Zacarías: mirarán al que traspasaron (Zac 12, 10). La lanzada del soldado abre el costado de Jesucristo convirtiéndolo en manantial de vida. De la entrega hasta la muerte nace la fuente que mana hasta la vida eterna. El que lo vio da testimonio (Jn 19, 35) y en su testimonio está el camino para llegar hasta esta fuente: mirar al que traspasaron.

Al mostrarnos sus llagas gloriosas, el Resucitado nos abre las puertas del Misterio y nos invita a entrar por ellas para desvelarnos el secreto de su Corazón: el Amor infinito de la Trinidad Santa habita en ese Corazón, humano como el nuestro. Y este Corazón se ha dejado traspasar para que experimentemos cómo sus heridas nos han curado (1 Pe 2, 24).

Al cumplirse el centenario de la Consagración de España al Corazón de Jesús, desde la joven diócesis de Getafe invitamos a todos los fieles a mirar al que traspasaron para unirse con devoción profunda a su renovación. No pocos se preguntan, fuera y dentro de la Iglesia católica, si tiene sentido renovar en nuestros días esta consagración. 

Sin ignorar las connotaciones sociopolíticas de la consagración de 1919, entendemos la renovación de la consagración como un acto de piedad de los fieles en España que desean responder a las exigencias evangelizadoras del momento presente, haciendo a todos partícipes del Amor de Dios que se nos ha revelado en el Corazón de Jesús. 

Desde la fe, todo acto de consagración, personal o comunitario, es siempre una respuesta de amor al Amor primero de Dios. Quien consagra su vida al Corazón de Jesús, responde agradecido al amor extremo de Dios entregándole lo que reconoce haber recibido de Él: entendimiento, voluntad, afectos, todo cuanto es y tiene. 

Así entendida, la consagración encuentra su origen en la vida nueva recibida en el bautismo, e implica siempre un reconocimiento, un ejercicio de reparación y un compromiso misionero. Al renovar la Consagración expresamos nuestro agradecimiento al Señor por la herencia de santidad recibida de nuestros mayores, pedimos un profundo rejuvenecimiento de la fe en España y nos comprometemos a afrontar con valentía los retos evangelizadores del presente y del futuro. n

El autorOmnes

Familia y religión

Las creencias religiosas tienden a atribuir una importancia particular a la vida familiar, y ofrecen normas y redes que fomentan la solidaridad familiar. Creer en Dios y en otra vida, lejos de rebajar el interés por la vida presente, hace a las personas más comprometidas.

5 de julio de 2019·Tiempo de lectura: 2 minutos

Periódicamente aparecen estudios académicos sobre la relación e influencia mutua entre familia y religión. En estos días acabo de leer uno que analiza las relaciones entre las creencias religiosas y las relaciones familiares en 11 países de América (Norte y Sur), Europa y Oceanía, de mayoría cristiana. 

Se ha estudiado, entre otros factores, la influencia de las creencias religiosas en la calidad de las relaciones familiares. Las conclusiones son claras. Las creencias religiosas tienden a atribuir un significado y una importancia particulares a la vida familiar. Ofrecen normas y redes que fomentan la solidaridad familiar.

Las personas religiosas tienen mayor capacidad de adaptación a la convivencia familiar y experimentan menores niveles de conflicto. Hay claros indicadores de menor probabilidad de ruptura conyugal, por lo que el índice de estabilidad familiar entre los creyentes-practicantes es bastante más alto que entre quienes no lo son. 

Otro factor destacado es el nivel de compromiso en las relaciones familiares, no sólo en las conyugales, sino también en el cuidado y atención de los hijos. En tercer lugar, es también muy significativa –más todavía en las últimas décadas- la relación existente entre creencias religiosas y tasa de fertilidad. Las personas con creencias religiosas fuertes, tienen más hijos.

El informe también indica que el matrimonio juega un papel importante al explicar la influencia positiva de la religión en la maternidad. Esto es así porque los hombres y mujeres creyentes tienen más probabilidades de casarse, en comparación con sus compañeros no creyentes, y los casados ​​tienen más hijos que los no casados.

Este tipo de trabajos corroboran a nivel estadístico, con una metodología científica, lo que el sentido común y la experiencia nos permiten intuir. Concretamente, que creer en Dios y en otra vida, lejos de rebajar el interés por la vida presente, hace a las personas más comprometidas y más solidarias con los demás, empezando por la propia familia.

El autorMontserrat Gas Aixendri

Catedrática en la Facultad de Derecho de la Universidad Internacional de Cataluña y directora del Instituto de Estudios Superiores de la Familia. Dirige la Cátedra sobre Solidaridad Intergeneracional en la Familia (Cátedra IsFamily Santander) y la Cátedra Childcare and Family Policies de la Fundación Joaquim Molins Figueras. Es además vicedecana en la Facultad de Derecho de UIC Barcelona.

TribunaJohn Allen

California contra el sentido común

¿De verdad abrir una batalla sobre el secreto de confesión ayudará a la seguridad de los niños? Es la pregunta que se formula el autor en relación con el proyecto de ley que suprime en algunos casos el secreto de confesión. El artículo se ha publicado originalmente en Angelus, de Los Ángeles.

4 de julio de 2019·Tiempo de lectura: 3 minutos

Cuando comencé a cubrir el Vaticano en los años 90, el periodista italiano Vittorio Messori era una leyenda. […] Recuerdo cómo hablaba en cierta ocasión sobre […] las muchas atrocidades de la historia humana que se han evitado gracias al sacramento de la confesión, ese momento único en el que, de manera absolutamente privada, un sacerdote puede hablar de corazón a corazón con alguien, abriendo la posibilidad de un radical cambio de vida.

El recuerdo me viene a la memoria a la luz de un proyecto de ley que actualmente se debate en el Senado de California, la ley SB 360, que suprimiría el secreto de confesión al eliminar, de la ley estatal que establece la obligación de informar, una exención en caso de “comunicación penitencial”. Su promotor, el senador Jerry Hill, afirma que es necesaria porque “se ha abusado a gran escala del privilegio clérigo-penitente, llevando en múltiples iglesias y denominaciones religiosas a aquel abuso sistemático de miles de niños, del que no se ha informado”.

Obviamente, el asalto de Hill a la Iglesia es una consecuencia natural de […] la crisis de los abusos sexuales clericales […] y del informe del Grand Jury de Pensilvania el año pasado, así como el escándalo en torno al ex cardenal y ex sacerdote Theodore McCarrick. Sin embargo, el hecho de que la Iglesia haya vivido todo esto no significa que cualquier medida punitiva que a uno se le ocurra sea una buena idea, y hay numerosas razones para concluir que la propuesta de Hill es una idea espectacularmente mala.

La lista comienza con la obvia y enorme violación de la libertad religiosa que representa esa ley. El sacramento de la confesión es un elemento central de la fe católica, y ningún Estado debería nunca poder dictar doctrina a una comunidad religiosa. Se podría también mencionar que centrarse en la Iglesia católica es ignorar el contexto más amplio del abuso sexual de niños.

Recientemente, la Schools Insurance Authority de California encargó una auditoría sobre el impacto potencial de otra ley también en tramitación, que haría mucho más fácil demandar a las escuelas públicas por abuso infantil. La auditoría tomó como referencia una estimación del Departamento de Justicia de los Estados Unidos de 2017, según la cual el 10-12 % de los niños de las escuelas públicas sufren acoso sexual por parte de un empleado en algún momento entre el jardín de infancia y el 12 grado, y calculó que, a los efectos de la ley, las pérdidas que esas reclamaciones supondrían para el sistema californiano podrían ascender de 813 millones de dólares en los últimos 12 años hasta 3,7 miles de millones de dólares. Aparte de la asombrosa cantidad de dólares, detengámonos un momento y pensemos que el 10-12 % de todos los estudiantes de las escuelas públicas sufre acoso o abuso sexual. El año pasado hubo 55,6 millones de jóvenes en las escuelas públicas elementales y secundarias de América, lo que significa que entre 5,6 y 6,7 millones de niños serán víctimas de abusos en algún momento. Comparemos este dato con el hecho de que hoy, tras las mediadas anti-abuso adoptadas por la Iglesia americana en las últimas décadas, y según el respetado Centro de Investigación Aplicada en el Apostolado de la Universidad de Georgetown, la media nacional de acusaciones de abuso sexual infantil por sacerdotes católicos tramitadas cada año es de alrededor de siete. Un caso ya es demasiado, la yuxtaposición entre las dos cifras es llamativa en todo caso.

La cuestión inevitable es si abrir una batalla pelea sobre la confesión es, de verdad, el mejor uso de los recursos públicos a fin de mantener seguros a los niños.

Quizá el aspecto más determinante, no obstante, sea el que sugiere el comentario de Messori: el sacramento de la confesión no es una triquiñuela para esconder el abuso, sino un instrumento único que la Iglesia tiene para prevenirlo y detenerlo.

Lo cierto es que la mayoría de los “depredadores” no se acumulan en los confesionarios para hablar sobre ello. Son maestros de la compartimentalización, y con frecuencia ni siquiera piensan estar haciendo algo malo. Eliminar el secreto, incluso en el caso de que los sacerdotes cumplieran la ley -y sospecho que la mayoría preferiría ir a la cárcel-, difícilmente generaría una avalancha de nuevas informaciones. Sin embargo, en el raro supuesto de que un depredador se presentase a confesarse, se trataría de una preciosa oportunidad de hacer ver a esa persona que es necesario que se detenga; y, posiblemente, de rechazar la absolución si el depredador no puede o no quiere hacerlo. Es una oportunidad que tiene el sacerdote de asomarse al interior de la conciencia de esa persona, intentado avivar las llamas de cualquier rescoldo de arrepentimiento y culpa que ardan en su interior.

Prescindir del secreto de la confesión, por tanto, no promovería la seguridad, sino que la dañaría. Es difícil ver cómo un ardid publicitario como SB 2360, por mucho que la Iglesia no pueda reprocharse sino así misma, pudiera justificar tal resultado, suponiendo que su objetivo no sea solamente conseguir titulares y votos, sino luchar contra los abusos.

El autorJohn Allen

Corpus Christi en la periferia

La procesión del Corpus Christi que suele presidir el Papa ha vuelto a tener lugar, por segunda vez consecutiva, en un barrio periférico y no en el clásico recorrido hasta Santa María Mayor. La elección tiene un sentido.

3 de julio de 2019·Tiempo de lectura: 2 minutos

Este año, la procesión del Corpus Christi presidida por el Santo Padre se celebró, por primera vez, en un barrio periférico de Roma, Casal Bertone. fue, por tanto, a poquísima distancia de via Facchinetti y de via Satta, las dos calles que debían acoger a las familias gitanas a las que el municipio había asignado alojamientos, y donde hace sólo pocos meses se habían producido episodios de gran tensión por este motivo, sobre los que día tras día había discutido violentamente el país entero.

Hasta hace dos años la procesión presidida por el Papa tenía lugar en el centralísimo itinerario que llevaba de San Juan De Letrán a Santa María Mayor, y bloqueaba el tráfico del centro. El año pasado se movió a Ostia, en la periferia de la diócesis: este año se hará en una periferia romana.

El proceso por el que el Papa ha modificado el sentido de la procesión viene de lejos. Desde el principio Bergoglio, a diferencia de Juan Pablo II y Benedicto XVI, no quiso subir al camión junto al Santísimo, sino que caminaba a pie como todos. 

Hace dos años la procesión se trasladó del jueves al domingo siguiente para no crear problemas de tráfico, por respeto a la sociedad civil. Finalmente, como he dicho, el año pasado –por si alguien todavía fuera capaz de creer que las acciones de Francisco responden a la improvisación y no a la puesta en práctica de una lógica rigurosa– se movió a la periferia de la diócesis. 

Este año la procesión se organiza en una de las periferias más calientes de la metrópoli y parece que puede entenderse que desde ahora será cada año en una periferia diversa. Por otra parte, el núcleo del sentido de la procesión del Corpus Christi es mostrar que Cristo está presente no solo en los sagrarios de las iglesias, sino también en la vida cotidiana de la gente. n

El autorMauro Leonardi

Sacerdote y escritor.

Mundo

Paz y esperanza, hilos conductores del viaje del Papa a Mozambique, Madagascar y Mauricio

El Papa Francisco afronta en septiembre su cuarto viaje al continente africano desde que accedió a la sede de Pedro en 2013. Las ciudades que visitará son Maputo en Mozambique, Antananarivo en Madagascar y Port Louis en Mauricio. La paz está en el lema de las visitas a los tres países.

Edward Diez-Caballero·2 de julio de 2019·Tiempo de lectura: 5 minutos

Los leit motiv de las visitas del Papa a cada uno de los países africanos son Esperanza, paz y reconciliación en el viaje a Mozambique; Sembrador de paz y de esperanza en el de Madagascar, y Papa Francisco, peregrino de paz en Mauricio. La paz parece ser sin duda el hilo conductor de la próxima visita del sucesor de Pedro al continente africano. Cada país tiene su cultura y costumbres diferentes, aunque a veces nos refiramos a África en su conjunto. Tendríamos que mencionar mejor qué país de África visitamos, para porque cada rincón de este continente es diferente y rico en su diversidad.

Este viaje apostólico será la cuarta ocasión en la que el Papa Francisco visite África, tras los de Kenia, Uganda y República Centroafricana (este de África) en noviembre de 2015, Egipto en abril de 2017 y Marruecos en marzo de 2019. Antes de sintetizar algunos de los principales mensajes del Papa en estos viajes, conviene mencionar la situación actual de Mozambique, un país de tradición portuguesa y bantú. El programa de viaje del Papa no es aún definitivo al escribir estas líneas, pero los obispos mozambiqueños tienen esperanzas de que el Papa pueda desplazarse de Maputo a Beira, que está a mil kilómetros de Maputo.

Ciclones y secuelas de la guerra

En efecto, hace cuatro semanas, el ciclón Kenneth abandonaba Mozambique, dejando tras de sí una destrucción aún mayor que la de Idai, que devastó este país en marzo. De todas las provincias, la más afectada por los dos ciclones fue Sofala y su capital, Beira, dejando un rastro de emergencia humanitaria que, como ha subrayado su obispo, Mons. Dalla Zuanna, se centra sobre todo en alimentación y vivienda. 

En cuanto a las secuelas de la guerra civil que concluyó en 1992, Mozambique es un país en el que todavía no reina la paz. Para Mons. Adriano Langa, obispo de Inhambane, “las heridas de la guerra no se cierran como quien cierra un grifo”, las marcas y secuelas de largos años de conflicto armado aún son visibles. El prelado ha explicado a Ayuda a la Iglesia Necesitada que todavía hay mucho camino por recorrer hasta que se pueda vivir realmente en paz. “Nosotros decimos que la guerra mata incluso después de que las armas se hayan callado”, señala Mons. Langa. La guerra civil en Mozambique, que duró de 1977 hasta 1992, dejó cerca de un millón de muertos. Además, se calcula que cinco millones de personas se vieron obligadas a abandonar sus casas y la región donde vivían. Con ocasion de este viaje, se ha especulado con la posibilidad de que el Papa efectuara una escala en Sudán del Sur, joven país marcado también por la guerra. Las imágenes del Papa Francisco besando los pies a los rivales políticos en Roma impresionaron al mundo, y desde luego a la capital, Yuba. Se trataría de una parada de alto riesgo, aunque nada es descartable en este Papa.

En Kenia, rosario y Vía Crucis

Como se ha señalado, el primer viaje de este Papa a África fue al este del continente: Kenia, Uganda y la Republica Centroafricana.

Comencemos por Kenia. En su encuentro con los jóvenes kenianos en Kasarani (Nairobi) descubrimos algo que no sabíamos del Papa Francisco. Quiso hacernos una confidencia muy personal. ¿Qué lleva el Papa en el bolsillo? Primero, el Santo Padre lleva un rosario. “Para rezar”, dijo. Segundo, el Pontífice muestra “una cosa que parece extraña” y levanta un pequeño objeto cuadrado diciendo: “Esto es la historia del fracaso de Dios, es un Vía Crucis, un pequeño Vía Crucis”. El Papa Francisco abrió el objeto cuadrado que era un pequeño libro, señalando las imágenes que se encontraban dentro. “Es como Jesús fue sufriendo desde que lo condenaron a muerte hasta que fue sepultado”, afirmó. 

“Con estas dos cosas me arreglo como puedo, pero gracias a estas dos cosas no pierdo la esperanza”, concluyó. Parece ser que ese Vía Crucis se lo regaló un obispo sudamericano, ya fallecido, en señal de su filial unión con el Obispo de Roma.

Mártires en Uganda

La visita al santuario de los mártires de Namugongo —centro de la catolicidad en Uganda—, marcó el viaje del Papa. Allí se refirió también a la paz: “El testimonio de los mártires nuestra, a todos los que han conocido su historia, entonces y hoy, que los placeres mundanos y el poder terreno no dan alegría ni paz duradera. Es más, la fidelidad a Dios, la honradez y la integridad de la vida, así como la genuina preocupación por el bien de los otros, nos llevan a esa paz que el mundo no puede ofrecer”. 

En este lugar, donde se veneran mártires católicos y anglicanos, el Papa manifestó con gestos concretos su cercanía en la oración a todos los ugandeses.

Republica Centroafricana: el perdón

Hasta el último momento no se confirmó la visita a la República Centroafricana, puesto que había un problema real de seguridad debido al conflicto entre grupos musulmanes y cristianos en gran parte del país. La catedral de Bangui, capital de la Republica, se convirtió por un día en el centro de la cristiandad. 

El Papa Francisco quiso abrir la primera puerta santa del Año Santo de la Misericordia precisamente allí donde quizá la misericordia y el perdón no reinan. 

El Santo Padre empezó la ceremonia con esta oración tan significativa: “Bangui se convierte hoy en la capital espiritual del mundo. El Año Santo de la Misericordia llega anticipadamente a esta tierra. Una tierra que sufre desde hace años la guerra, el odio, la incomprensión, la falta de paz. Pidamos la paz para Bangui, para toda la República Centroafricana para todos los países que sufren la guerra, pidamos la paz”.

Egipto: ecumenismo y mártires

En su viaje a Egipto, el Papa Francisco se reunió con el papa Tawadros II, Patriarca de la Iglesia Copta-Ortodoxa, y pronunció un discurso en el que dio un nuevo impulso a las relaciones ecuménicas entre católicos y coptos ortodoxos: “Estamos llamados a testimoniar juntos a Jesús, a llevar al mundo nuestra fe”. Francisco se refirió en concreto a la caridad y al martirio que sufren los cristianos en muchos lugares del mundo como los caminos principales por los que transcurre el diálogo ecuménico. 

Además, recordó la memoria de los cristianos que a día de hoy siguen derramando su sangre por su fe en Egipto. “Aun recientemente, por desgracia, la sangre inocente de fieles indefensos ha sido derramada cruelmente: su sangre inocente nos une”, destacó.

Diálogo auténtico en Marruecos

En su tercer viaje, hace unos meses, el Santo Padre mantuvo un encuentro con el pueblo marroquí, las autoridades, la sociedad civil y el cuerpo diplomático, en la explanada de la mezquita Hassan de Rabat. El Papa destacó que “para participar en la edificación de una sociedad abierta, plural y solidaria, es esencial desarrollar y asumir constantemente y sin flaquear la cultura del diálogo como el camino a seguir; la colaboración, como conducta; el conocimiento recíproco, como método y criterio”. 

En la misma línea, el Pontífice animó a “un diálogo auténtico” con el objetivo de “no subestimar la importancia del factor religioso para construir puentes entre los hombres”. “En el respeto de nuestras diferencias, la fe en Dios nos lleva a reconocer la eminente dignidad de todo ser humano, como también sus derechos inalienables”.

El autorEdward Diez-Caballero

Cultura

Las grandes parroquias americanas y lo que quizá podemos aprender de ellas

El reciente libro de William E. Simon traducido al español presenta la experiencia de cuatro prácticas pastorales que pueden ayudar a revitalizar las parroquias para que pasen de parroquias de “mantenimiento” a parroquias verdaderamente evangelizadoras.

Jaime Nubiola·6 de junio de 2019·Tiempo de lectura: 4 minutos

—Texto Manuel García de Quesada y Jaime Nubiola

Acaba de ver la luz hace unos pocos meses en coedición de la Facultad de Teología San Vicente Ferrer de Valencia y la Biblioteca de Autores Cristianos una excelente traducción española del libro de William E. Simon Jr. Great Catholic Parishes: A Living Mosaic. How Four Essential Practices Make Them Thrive (2016). El libro lleva el título Grandes parroquias católicas. Cuatro prácticas pastorales que las revitalizan, ha sido traducido por Félix Menéndez Díaz e incluye una excelente Presentación de la edición española a cargo de José Santiago Pons, profesor de filosofía en la Facultad valenciana, que permite hacerse cargo con cierta precisión del alcance y los límites de este volumen.

El libro va precedido de un Prólogo del cardenal Timothy M. Dolan, y consta de un Prefacio de William E. Simon, una introducción (¿Por qué la parroquia? ¿Por qué estas parroquias?) y cuatro partes sobre las cuatro prácticas pastorales que lo vertebran y que son: 1. Liderazgo compartido; 2. Madurez espiritual y discipulado; 3. Celebración del domingo; y 4. Evangelización. “A partir de estas cuatro prácticas” -explica Pons (pp. xv-xvi)- “se estructura el libro en ocho capítulos, dedicando dos capítulos a cada una. El primero describe la práctica correspondiente y muestra diversas posibilidades de llevarla a cabo exponiendo una gran riqueza de iniciativas y variedad de las parroquias. En el segundo se pone de manifiesto los problemas que pueden surgir, las dificultades y los desafíos que hay que afrontar en el desarrollo de cada práctica”. Pons añade con finura: “Esta doble mirada otorga al libro un gran sentido de realidad porque no oculta los problemas que supone llevar adelante una transformación de calado en una parroquia, al tiempo que muestra la gran variedad de posibilidades que se abren según la singularidad de cada parroquia” (p. xvi).

El libro nace de una sugerencia de Bob Buford, un empresario tejano protestante que vendió su empresa para dedicarse a “trabajar por el Reino” y creó en 1984 una organización llamada Leadership Network para revitalizar las parroquias protestantes. En un encuentro con William Simon le propuso hacer algo similar para parroquias católicas. Así nació Parish Catalyst (www.parishcatalyst.org). Se trataba de ayudar a la renovación de las parroquias y para ello lo primero era ponerse en contacto con las más destacadas y estudiar las causas de su “éxito”. Prepararon una encuesta que dirigieron a 244 párrocos. Los capítulos del libro se basan en el análisis de los resultados obtenidos.

La Introducción (pp. 3-21) es interesantísima. En ella se relata brevemente la historia del catolicismo en Estados Unidos y también el porqué de la gran influencia social de las 17.000 parroquias católicas. “Ahora mismo millones de estadounidenses son miembros de parroquias católicas, pero esto no va a ser siempre así. La tendencia actual indica que en las próximas décadas se van a marchar en cifras moderadas pero continuas. Solo se quedarán si se les da una razón para ello, si hay algo vibrante y vivificante en su parroquia, algo que centre su atención en Cristo vivo, con un poder tal que no puedan apartar de Él su mirada” (pp. 3-4).

Cuatro prácticas pastorales:

Liderazgo compartido (pp. 25-73): es la capacidad de los párrocos para liderar el conjunto de la parroquia y para ello es decisivo contar con los laicos: ahí empieza una estructura organizativa y de distribución de funciones en cada área parroquial. Todo esto requiere una competencia especial de esos laicos y unos sueldos acordes. También tiene sus dificultades: es esencial la armonía del equipo.

Madurez espiritual y planificación del discipulado (pp. 77-128): Se trata del “proceso mediante el cual las personas o las parroquias profundizan en su fe, se acercan a Jesús y le acercan a otras personas, conforme madura su propia fe”. Requiere también personal especializado para dar catequesis, promocionar actividades, que atiendan a la gente, etc. Se pone el acento en la oración, en la adoración eucarística y en la unidad de la comunidad.

-Celebración dominical (pp. 131-177): El centro ha de ser la misa. Se aspira a que sea el momento decisivo de la semana, de hospitalidad y que fidelice tanto a los parroquianos como a los de paso:“Hay que tener en cuenta que en Los Ángeles puede uno encontrar misas en 42 lenguas y dialectos diferentes”. También la sensibilidad moral y social forma parte de la acogida para que quepan todos.Otro elemento importante es la atención de los niños en sus diferentes edades. El canto es fundamental. Muchas parroquias cuentan con coros casi profesionales. Ha de haber también sistemas de megafonía adecuados. Hay que invertir mucho tiempo, equipamiento y dinero para ofrecer una buena música litúrgica.De la homilía se dicen cosas interesantes: “Cada minuto de homilía lleva una hora de preparación” (p. 150).

-Evangelización (pp. 179-227): Apoyados en las palabras del Papa Francisco de “salir a las periferias”, se constata que los católicos no están acostumbrados a evangelizar: “Ya no podemos limitarnos a dejar las luces encendidas para la gente, tenemos que llevarles la luz”. Se invita a pasar del mantenimiento a la misión. Hay que cambiar de actitud. Se trata de implicar a todos en esa tarea. Hay que aprovechar todos los momentos para evangelizar: celebraciones de sacramentos, eventos y servicios sociales.

Esta apretada síntesis no hace, por supuesto, justicia a este volumen que, aun siendo muy norteamericano y muy propio de su mentalidad, puede hacer pensar a todas las personas del mundo hispanoparlante conscientes de la necesidad de una nueva evangelización y persuadidas de que, con la ayuda de Dios, las parroquias son uno de los lugares clave para llevarla a cabo.

Para seguir leyendo:

Grandes parroquias católicas. Un mosaico viviente. Cuatro prácticas pastorales que las revitalizan

William E. Simon, Jr.

242 páginas

BAC – Facultad de Teología San Vicente Ferrer, 2018

Una renovación divina. De una parroquia de mantenimiento a una parroquia misionera

James Mallon

367 páginas

BAC, 2017

¿Nueva evangelización desde las parroquias?

Vidal-Ruiz-Pons, eds.

447 páginas

Facultad de Teología San Vicente Ferrer, Valencia 2018

Foto: Akira Hojo/ Unsplash

FirmasGreg Erlandson

Igualdad y migraciones, en el foco americano

Los obispos de Estados Unidos han hecho públicas en mayo dos declaraciones. La primera expresa su decepción por el voto de la Cámara de Representantes sobre la “ley de igualdad”. La segunda se opone al último plan presidencial sobre la reforma migratoria.

5 de junio de 2019·Tiempo de lectura: 2 minutos

Actualmente, ser obispo en los Estados Unidos es un desafío. Mientras los obispos preparan su reunión nacional del 11 al 13 de junio, que volverá a centrarse en el abuso sexual, la compleja situación política nacional los está inundando con otros asuntos

La reunión de junio abordará una serie de propuestas que permitan exigir más responsabilidad a los obispos en cuestiones de abuso sexual por parte del clero, o de encubrimiento de abusos. Es un segundo intento de afrontar las propuestas que quedaron en suspenso el pasado noviembre, a petición del Vaticano. 

Los obispos confían en que, si se aprueban, esas propuestas servirán para establecer procedimientos claros para denunciar acusaciones de abuso o de encubrimiento por parte de obispos. Al mismo tiempo, los obispos tendrán que tratar asuntos relacionados con la situación política. En un mismo día de mayo, la Conferencia de los Obispos ha emanado dos declaraciones que reflejan la complejidad política de los temas.

La primera declaración expresaba su decepción por el voto de la Cámara de Representantes, controlada por los demócratas, sobre una “ley de igualdad” que extendería la cobertura federal de los derechos civiles, para incluir expresiones como “orientación sexual”, “identidad de género”, etc. 

Los obispos dicen que, aunque la Iglesia apoya los esfuerzos para terminar con la “discriminación injusta”, esta reforma de la ley podría tener una influencia negativa en cuestiones que van desde lo referente a las escuelas de educación diferenciada o al aborto, a las organizaciones religiosas de adopción “que respetan el derecho de los niños a tener un padre y una madre”.

Ese mismo día los obispos se opusieron al último plan del presidente Donald Trump para la reforma migratoria, que consistiría en un sistema de inmigración basado en el mérito, en perjuicio de la inmigración basada en lazos familiares. La declaración está firmada por el cardenal Daniel DiNardo, presidente de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos, y por el obispo Joe Vasquez, presidente de la comisión episcopal para las migraciones. Las dos declaraciones del pasado 17 de mayo reflejan un gobierno polarizado y dividido. Mientras la Cámara de Representantes sería más receptiva a las prioridades de los obispos acerca de la inmigración, los líderes demócratas se opondrían a los obispos en cuestiones como el aborto y los asuntos relativos a la homosexualidad o al género.

El autorGreg Erlandson

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Nueva escultura de la Virgen en Praga

La Plaza de la Ciudad Antigua de Praga vuelve a lucir una réplica de la columna que erigió la ciudad para agradecer a la Virgen su ayuda contra los suecos en 1648. 

Maria José Atienza·5 de junio de 2019·Tiempo de lectura: < 1 minuto

Bautizados y enviados

El Papa Francisco ha convocado para el próximo octubre, un Mes Misionero Extraordinario para toda la Iglesia.

4 de junio de 2019·Tiempo de lectura: 2 minutos

Estas dos palabras resumen la idea que el Papa Francisco tiene de la misión. Con estas palabras, bautizados y enviados, ha convocado para el próximo octubre, un Mes Misionero Extraordinario para toda la Iglesia.

¿Tiene sentido a estas alturas de la vida dedicar un mes de forma extraordinaria a la misión? San Juan Pablo II llegó a afirmar que tras tantísimos años de evangelización la tarea misionera está en sus comienzos, y Francisco afirma que quiere despertar la conciencia misionera de la missio ad gentes y retomar con un nuevo impulso la transformación misionera de la vida de la Iglesia.

Sí, tiene sentido. Los cristianos nos escudamos en frases como “todo el mundo se salva”, o “¿quién soy yo para imponer mi pensamiento a nadie?”, o “también mi pueblo es tierra de misión” para no cumplir con el deseo del Señor: vino a traer fuego, el del amor de Dios, a la tierra y no quiere sino que arda, y nosotros, como si de bomberos se tratara, no dejamos de aguarle la fiesta. Los cristianos necesitamos un revolcón…, un revolcón de ansias misioneras y apostólicas. Por eso, ¡qué bien nos va a venir recordar que con el bautismo recibimos también un envío: “Id por todo el mundo y predicad el Evangelio.”

Un día recibimos el sacramento del bautismo, por el que Dios nos hizo criaturas nuevas…, y nos encomendó la preciosa tarea de hacer que su amor y su paz llegaran a todos los hombres. Es verdad que es más cómodo esperar que otros lo hagan. Que es muy laudable rezar y alegrarse por los que sí lo hacen, pero eso no es lo que Dios quiere: todos, cada uno según la vocación que ha recibido, somos apóstoles y testigos de Cristo en el mundo.

“La actividad misionera representa aún hoy día el mayor desafío para la Iglesia, y la causa misionera debe ser la primera”. Con estas palabras convocaba el Papa este Mes Misionero Extraordinario. Ojalá nos sirva este mes para fortalecer nuestro afán apostólico.

El autorJosé María Calderón

Director de las Obras Misionales Pontificias en España.

Vaticano

Vos estis lux mundi. Vías seguras para la protección de menores

El 1 de junio entra en vigor Vos estis lux mundi, publicado el 9 de mayo, que concreta los caminos a seguir para la puesta en movimiento y la verificación de casos de abusos.

Juan Ignacio Arrieta·3 de junio de 2019·Tiempo de lectura: 3 minutos

El motu proprio Vos estis lux mundi es consecuencia del Encuentro sobre la protección de menores en la Iglesia celebrado el pasado mes de febrero en el Vaticano, en el que participaron los Presidentes de las Conferencias Episcopales de todo el mundo. Se trata de una ley pontificia de ámbito universal, válida para la Iglesia latina y para las Iglesias orientales sui iuris, que impone obligaciones para llevar a cabo la recogida, transmisión y una primera valoración de noticias sobre actos potencialmente delictivos contra menores. Es un texto de naturaleza procedimental, que no crea nuevos delitos canónicos, sino que abre vías seguras para señalar este tipo de informaciones y poderlas verificar con agilidad.

El título I del motu proprio: 1° identifica los sujetos vinculados por la ley (que son los clérigos y los religiosos y religiosas de todo el mundo), 2° señala cuatro conductas que motivan principalmente la iniciativa y deben ser objeto de denuncia (abuso sexual con violencia o amenazas, abuso de menores, pedopornografía, y encubrimiento en estas materias por parte de autoridades eclesiásticas), 3° determina la obligación de los clérigos y religiosos de manifestar toda noticia que tengan de esos actos, 4° prescribe la creación en cada diócesis de instrumentos para acoger y transmitir estas informaciones y hacerlas llegar a la autoridad que debe investigar (el Ordinario del lugar donde tuvieron lugar los hechos), y 5° da reglas para proteger a quien hizo la señalación (no se le puede exigir que guarde secreto ni puede ser objeto de discriminación) y a las personas que afirman haber sido ofendidas, que deben ser auxiliadas desde el principio.

La norma, por tanto, afecta a todos los clérigos y religiosos de la Iglesia católica y, por consiguiente, va más allá de los sujetos vinculados por los delicta graviora delineados en Sacramentorum sanctitatis tutela, que sólo afecta a los clérigos. 

El Título II establece el modo de gestionar las informaciones de este tipo referidas a Obispos o a los eclesiásticos que el texto indica, por actos u omisiones mientras ocupaban puestos de gobierno.

En este caso la ley trata de superar el problema de la distancia, porque la Iglesia tiene su Cabeza en Roma, pero está presente en los cinco continentes y sus 3.500 diócesis se encuentran en casi 200 países. Mientras que los demás clérigos dependen del respectivo Obispo diocesano del lugar, que tiene facultades para indagar y sancionar sus conductas, la jurisdicción sobre los Obispos pertenece a la Santa Sede, y solo el Papa puede juzgarlos en las causas penales, como establece el canon 1405 del Código de Derecho Canónico. 

Para estos casos, las nuevas normas establecen medidas que garantizan la fidedigna comunicación de las informaciones, la realización de verificaciones y valoraciones con proximidad a los lugares donde se produjeron los hechos, además de una gestión contrastada o compartida de las noticias por parte de las autoridades interesadas.

Salvo casos especiales, las señalaciones sobre Obispos y personas asimiladas deben dirigirse al Arzobispo metropolitano de la Provincia eclesiástica donde tenga domicilio la persona indicada. Al Arzobispo le asigna el canon 436 §1, 1° del Código el deber de “vigilar para que [en la Provincia eclesiástica] se conserven diligentemente la fe y la disciplina eclesiástica, e informar al Romano Pontífice acerca de los abusos, si los hubiera”. El primer paso que deberá realizar el Arzobispo metropolitano será pedir a la Santa Sede –siempre a través del Representante pontificio– autorización para iniciar las averiguaciones, y la Santa Sede deberá responder en el plazo de 30 días.

Aunque el responsable directo de las investigaciones es el Arzobispo metropolitano, puede servirse de la cooperación de personas idóneas que le ayuden y aconsejen, también fieles laicos, cualificados e idóneos, según las normas de cada Conferencia Episcopal. 

Las indagaciones deben concluir en el plazo de 90 días. Mientras duran, el Arzobispo metropolitano debe informar cada mes a la Santa Sede y, si es necesario, solicitar la adopción de medidas preventivas respecto de la persona investigada. Al concluir las actuaciones, manda la entera documentación al Dicasterio junto con su parecer conclusivo. A partir de ahí el Dicasterio establecerá el modo de proceder conforme a la legislación canónica.

El autorJuan Ignacio Arrieta

Secretario del Consejo Pontificio para los Textos Legislativos

Mundo

El viaje del Papa a Rumanía invita a la unidad con el testimonio de los mártires

El Papa Francisco viaja a Rumanía del viernes 31 de mayo al 2 de junio. El domingo día 2 beatificará en Blaj a siete obispos mártires, víctimas del odio a la fe del pasado régimen comunista. El lema del viaje es Caminemos juntos, y su transfondo es una invitación a construir la unidad.

Basile Bogdan Buda·3 de junio de 2019·Tiempo de lectura: 8 minutos

El Santo Padre Papa Francisco decía: “Construye puentes, no muros, porque los muros están destinados a caer: es cristiano actuar de esta manera, la comunicación cristiana significa servir al otro”. “No he venido para ser servido, sino para servir”, dice Jesús en el Evangelio.

   Han pasado casi 30 años de la caída del muro de Berlín y de la cortina de Hierro que separó de manera injusta la parte oriental de Europa de la parte occidental, y ese muro de dolorosa separación ha tenido muchísimas y complicadas consecuencias: mutaciones culturales (el paso de una cultura que exalta el sistema a una cultura en diálogo con la contemporaneidad y la realidad antropológica del ser humano); cambios económicos y sociales complejos (el paso de una economía de Estado a una economía plural y abierta al mercado común); y también dificultades de maduración política (por no tener una clase o élite política capaz, madura y libre de la matriz comunista y con visión de futuro).

   Después de vivir 50 años el exilio del imperio rojo, los cambios son difíciles y el presente vive en la memoria del pasado, o mejor dicho, la sombra del pasado hace un poco imprevisible el presente y a veces confusa la visión del futuro. Antes de los años 90 poca gente podía imaginar que la dictadura y el totalitarismo comunista tenía caducidad, porque el sistema era tan organizado y daba tanta desesperación a la gente que, como en lo obra de Dante, “del inferno no hay salida… solo entrada”.  

   Rumania, Bulgaria y Macedonia han sido, como otros países del este europeo, testigos silenciosos de la falta de libertad, del exilio exterior e interior, del hambre y sed de justicia, de la falta de recursos materiales, del rechazo de la religión, de no poder salir del país y tantas y tantas injusticias que solo los que las han vivido pueden ser testigos de la utopía marxista y de la miseria económica.

   El paso, el trance, de la revolución socialista ha sido violento y por desgracia la violencia de los regímenes vividos por estos países de mártires es consecuencia de una imposición ideológica que además se presentaba como una nueva forma de religión: la creación del hombre nuevo.

   El cantante Franco Battiato, cuenta en una de sus canciones que “la evolución social no sirve de nada al pueblo si no es precedida de una evolución del pensamiento”. Pues en este momento, haciendo un análisis social y una radiografía de la realidad en estos países, podemos afirmar que, después de despertarse de un bonito sueño con la caída del comunismo, lo que parecía una oportunidad para el cambio de conciencia, una conciencia clonada muchos años por un régimen que hoy nos parece como historia de ciencia ficción, todavía no se ha hecho real.

   Por este motivo, hoy más que nunca, los países que el Papa Francisco va a visitar en Europa Oriental necesitan un cambio de conciencia, una conciencia que necesita ser fortalecida para no mirar atrás después de la salida del exilio; necesitan descubrirse como naciones libres y protagonistas de su propio destino y vocación.

Invitación a la continuidad y a la unidad

Las relaciones entre la cristiandad occidental y oriental después del gran cisma de 1054 se han enfriado gradualmente durante casi un milenio. En el año 1999 por primera vez, gracias a la Providencia, se nos brindó la oportunidad de que una Papa visitara  Rumanía: se trata del Papa Juan Pablo II, ahora santo.

   El Patriarca Teoctist de la Iglesia ortodoxa Rumana calificó la visita del Papa como un evento “único” e, incluso si muchos dudaban de la posibilidad de esta visita, “Dios lo hizo para que las palabras se hicieran realidad”. Más tarde, en el año 2002, el Papa Juan Pablo II visitó también Bulgaria e impresionó a la gente con su discurso y la cercanía con el pueblo búlgaro.

   Rumania además tiene en sus raíces una singular vocación ecuménica. A través de su posición geográfica y su larga historia, cultura y tradición, Rumania es un hogar donde el Este y el Oeste se encuentran en el diálogo natural. En el oriente la Iglesia respira muy claramente a través de sus dos pulmones y los cristianos estamos invitados a descubrir esta experiencia espiritual del Espíritu de Dios y para poder vivir el nuevo Pentecostés espiritual de la unidad.

El grito de unidad de 1999

El Papa Francisco completará esta vez la visita del grande Wojtyla y viajará también a Macedonia, país que perteneció a la antigua república Yugoslavia. Los lemas de la visita de Papa Francisco son: para Rumania, Caminaremos juntos; para Bulgaria, Paz en la tierra, como la encíclica del Papa Juan XXIII; y para Macedonia, ¡No tengas miedo, pequeño rebaño!

  El 9 de mayo de 1999, el Papa Juan Pablo II, culminó su visita al final de su estancia en Rumania en la Santa Misa celebrada en el Parcul Izvor de la capital, con el gran grito de la gente allí presente: ¡Unidad, unidad! Probablemente sea el único caso en la historia de la Iglesia en el que muchos creyentes, católicos y ortodoxos, piden a los jerarcas que se unan. El grito de unidad se extendió entre la multitud porque el Papa tuvo el coraje de repetirlo en el micrófono. Fue un momento muy emocionante, de gran entusiasmo y deseo de unidad que nació de manera espontánea de la gente de la calle y no era la única voz de un “ecumenismo diplomático”, a veces teórico, sino el espíritu de la gente que tenía sed de unidad.

   Hoy, el Papa Francisco invita de nuevo a lo mismo, a la unidad. Y lo hace, seguramente, porque la unidad es una realidad que falta todavía tanto a nivel político como religioso. “Esperamos que la presencia en Rumania del Sucesor de San Pedro traiga inspiración a Rumania para unir todo lo que es bueno y valioso en beneficio del país y del bien común”, ha afirmado el cardenal Lucian Mureșan.

Ser fortalecidos de nuevo

Los cristianos de Rumanía, Bulgaria y Macedonia, y no solo ellos, necesitan ser fortalecidos de nuevo por el sucesor de Pedro en la búsqueda de la unidad. Esta unidad se necesita tanto en la familia, como en la Iglesia y en la sociedad. No es suficiente pertenecer a la Unión europea para estar unidos, no es suficiente una organización de tipo político y social para vivir en armonía y pacíficamente, sino que se necesita en primer lugar la unidad de las personas y de las iglesias sobre la roca de la vida y el evangelio de Cristo Jesús.

   Sin la conversión no hay unidad y la lectura teológica de esto concepto es la contemplación de la Encarnación de Cristo, de un encuentro sinérgico entre el oriente y el occidente, que indica la necesidad de vivir y referir nuestra vida cristiana al dogma cristológico de la Encarnación que abre también una realidad eclesial profunda de la vida cristiana. El concepto de sinergia del Papa Juan Pablo II nos recuerda la comunión espiritual entre los apóstoles que tienen una única dignidad que se manifiesta en la diversidad de la misión apostólica. Esta realidad maravillosa de la unidad en diversidad centrada en la unidad de la persona de Cristo es la clave teológica y espiritual de la reconstrucción de la unidad. Cualquier división que vivimos como cristianos, en realidad, representa un atentado a la unidad ontológica de Hijo de Dios.

   Contemplada la Trinidad y “unidos a Jesús, buscamos lo que Él busca, amamos lo que Él ama.” (EG 267). Jesús llamó, en primer lugar, a sus discípulos para que “estuvieran con él” (Mc 3,14) para que vivan con El, compartan su vida y aprendan sus enseñanzas.

   Como viva imagen de Cristo, el Papa Francisco se encontrará, dialogará y rezará con los representantes de todas las iglesias ortodoxas; con el patriarca Daniel de Rumanía en Bucarest; con el  patriarca Neófito de Bulgaria en Sofía, y en Macedonia, el Papa tendrá un encuentro ecuménico e interreligioso con los jóvenes de este país.

   El viernes 31 de mayo, tras ser recibido por el presidente Klaus Johannis y el primer ministro, Viorica Dăncilă en el palacio Cotroceni, el Papa se reunirá también con el patriarca Daniel y el sínodo permanente en el palacio patriarcal. Luego tendrá lugar un momento muy especial de oración organizado en la nueva Catedral ortodoxa, llamada la Catedral de la Nación, donde el Papa Francisco y el Patriarca Daniel rezarán, junto a miles de creyentes de todas las confesiones, la oración del Padre Nuestro.

Dimensión pastoral: un sueño

En mayo de 1999, el Papa San Juan Pablo II tenía un sueño, un sueño suyo personal y uno de Dios. Quería visitar todo el país y visitar la tierra de los mártires; sin embargo, su visita fue restringida y limitada solo a la ciudad de Bucarest. El santo decía: me hubiera gustado conocerte personalmente. Lamentablemente, no fue posible. Esta noche tomo las palabras que Pedro, después de Pentecostés, dirigió a los que obedecieron la promesa de Dios: Derramaré Mi Espíritu por todo el cuerpo, y tus hijos e hijas profetizarán a los más jóvenes. Las suyas verán sus visiones y los sueños de sus mayores soñarán (Hch 2,17).

   En estos días, el Espíritu te confía a ti, el joven, el sueño de Dios: que todos los hombres formen parte de su familia, que todos los cristianos sean uno.  ¡Entra con este sueño en el nuevo milenio! El primer sueño de Wojtyla se realiza: el Papa Francisco estará no solo en la capital sino también en otras regiones de Rumania.

   El Papa Francisco quiere así ser portador de una Iglesia esperanzadora: “La Iglesia es enviada a despertar esta esperanza en todas partes, especialmente donde es ahogada por condiciones existenciales difíciles. La Iglesia es la casa en la que las puertas están siempre abiertas no solo para que todos puedan encontrar acogida y respirar amor y esperanza, sino para que nosotros podamos salir para llevar este amor y esta esperanza.” (EG 33).

   Por la tarde del día 31, el Santo Padre celebrará la Eucaristía en la Catedral S. Iosif en Bucarest, construida entre 1873-1884 según los planos del arquitecto vienés Friedrich von Schmidt y consagrada el 15 de febrero de 1884.

   A lo largo de su historia, cientos de miles de personas han cruzado el umbral para ser bautizados, para contraer matrimonio, para escuchar la Palabra de Dios y una palabra de consuelo, para orar o para elevar el corazón escuchando un concierto de música sacra. Al mismo tiempo, la catedral acogió numerosos eventos religiosos y culturales que marcaron la historia.

Dimensión mariana

Otro aspecto de continuidad con el papa Francisco es la dimensión mariana de la visita apostólica. La tradición llama a Rumanía con el hermoso título de “El Jardín de la Madre de Dios”, porque la Virgen María es alma de todos los cristianos: ortodoxos y católicos. Es una figura muy amada y es la principal devoción en Rumania.

   El sábado 1 de junio el Santo Padre visitará el santuario mariano de Șumuleu Ciuc de Transilavania, que nos revela que en Rumanía hay una gran mezcla de minorías. Rumanía es una pequeña Europa, unida pero diversa por la fe y la lengua. El santuario es una basílica papal menor dedicada a la Santísima Virgen, pastoreada por la Orden Franciscana, cuya presencia en la zona se puede documentar a partir de la segunda mitad del siglo XIV.

   La fecha de la construcción de la primera iglesia es desconocida, pero la historia registró la reconstrucción del edificio entre 1442-1448 como resultado de la destrucción causada por las invasiones turcas. La reconstrucción fue financiada por el Príncipe Iancu de Hunedoara, quien, a través de este gesto, expresó su agradecimiento por ganar la batalla de 1.442 contra los turcos. La iglesia barroca fue consagrada en 1876, y en 1948 el Papa Pío XII la elevó al rango de basílica menor. La arquitectura interior de la basílica mariana de Șumuleu es representativa por los altares de Jesús el Sufridor y San Juan Bautista. Otros altares están dedicados a los santos John Nepomuk, Ana, Elizabeth, Margareta de Cortona, Francis de Assisi, Anton de Padova.

   La más importante para los peregrinos es la estatua policromada de la Santísima Virgen María, que domina el altar central. La obra está fechada entre 1510-1515 y el autor es desconocido. La estatua representa a la mujer vestida de sol del libro del Apocalipsis (12,1), que sostiene al Niño Jesús. La estatua, que no fue dañada por el fuego de 1661, fue declarada milagrosa en 1798, con el título de Madre auxiliar.

El autorBasile Bogdan Buda

Responsable nacional de los greco católicos rumanos en España.

Una entrevista a corazón abierto

La entrevista de la autora al Papa Francisco tenía la intención de entender mejor algunas de las prioridades, comportamientos y reacciones del pontífice.

3 de junio de 2019·Tiempo de lectura: 2 minutos

El 21 de mayo realicé para mi cadena Televisa una larga entrevista con el Papa Francisco. El último año fue el año más difícil de su pontificado, debido a varios escándalos de pedofilia, algunos errores de evaluación, silencios que pesaron mucho y críticas crecientes por parte de grupos que se han sentido descuidados y han padecido cierta confusión en algunos temas de doctrina. Por tanto, la intención de esta entrevista de una hora y cuarenta minutos de duración fue la de esclarecer, para entender mejor, algunas de sus prioridades, comportamientos y reacciones.

Fue una conversación extremadamente franca, en la que el Papa aceptó y contestó todas las preguntas, sobre casos específicos como los del cardenal McCarrick, ex arzobispo de Washington, el obispo argentino Gustavo Zanchetta, acusado en Argentina de supuestos abusos a menores y abuso de poder, o los casos de sus más cercanos colaboradores en el llamado C9, que ya se quedó en C6.

En la entrevista, le hice al Papa las preguntas que la gente me hace a mí: si es cierto que prefiere a los que están fuera de la Iglesia en lugar de los que están adentro; por qué habla tanto de migración y parece hablar poco de temas como la vida o la familia; por qué en Argentina tenía fama de conservador y ahora se le considera un progresista; por qué parece sentirse más cómodo ante gobernantes de “izquierda”, que tienen un programa social fuerte, pero no defienden los valores de la Iglesia católica, que ante los de derecha que sí los apoyan pero no tienen un programa en favor de los más necesitados; el por qué de  su relación privilegiada con las personas que viven en situaciones complicadas, entre muchas otras. Francisco intentó explicar con enorme tranquilidad e, incluso, con buen humor, su forma de ser y de reaccionar.

Me gustó el titular que L’Osservatore Romano le dedicó a la entrevista: “A corazón abierto”, porque esa fue mi sensación.

Somos miembros unos de otros

La Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales se celebra el domingo 2 de junio. El Papa hace una llamada a formar comunidades de personas. Las relaciones digitales son valiosas, pero no pueden sustituir a los encuentros de personas. El acceso a la verdad es esforzado, y nos necesitamos unos a otros.

3 de junio de 2019·Tiempo de lectura: 3 minutos

Con la mirada puesta en el mundo de la comunicación reconociendo su aportación, su necesaria contribución a la sociedad, la Iglesia organiza la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. No es la primera vez. El Concilio Vaticano II estableció esta Jornada en 1966, y comenzó a celebrarse en 1967, en la solemnidad de la Ascensión del Señor. Los mensajes del Papa para esta Jornada se hacen públicos todos los años en la fiesta de san Francisco de Sales, patrono de los periodistas, el 25 de enero, y en torno a la fiesta de la Ascensión aparece también el de los obispos españoles de la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación Social.

El de este año del Papa Francisco se refiere a las redes sociales y hace una llamada a formar comunidades de personas utilizando las palabras que san Pablo dirigió a los habitantes de Éfeso: “Somos miembros unos de otros”. Como dice el Papa y recuerdan los obispos españoles, los encuentros digitales, utilizando las tecnologías, a través de redes sociales, móviles y demás, son encuentros verdaderos, valiosos.

Todos tenemos experiencia de que las redes nos están permitiendo recobrar amistades antiguas, perdidas por el paso de los años y renovar esas amistades. Algunas terminan otra vez en encuentros personales. Las distancias se hacen también más pequeñas gracias a estas tecnologías, las relaciones con los que están fuera durante mucho tiempo, o los que han salido de viajes se hacen tan cercanas que son realmente valiosa. Como esa relación digital ciertamente tiene menos calidad que la relación presencial, el riesgo surge cuando éstas son sustituidas por las relaciones digitales. Las relaciones digitales permiten preparar o prolongar esos encuentros de personas, pero no los deben sustituir.  

Eso provocaría relaciones menos profundas, con menos matices, menos enriquecedoras. Hay también otros riesgos que ha traído el mundo digital. Los obispos españoles llaman la atención sobre dos de ellos: la manipulación interesada de las opciones sociales y la dificultad para acceder a la verdad, en un mundo en que cualquier mentira o media verdad tiene un soporte “científico”, mediático, audiovisual, que lo hace perfectamente creíble.

En relación a lo primero, dicen los obispos españoles, “la investigación sociológica está demostrando la capacidad que tienen los entornos digitales para modificar las percepciones y las decisiones libres en aquellos contextos en los que son los ciudadanos los que tienen la capacidad de tomar decisiones de largo alcance. Es entonces cuando los intereses particulares y ocultos de unos movilizan los recursos digitales suficientes para transformar las percepciones de quienes tienen que elegir y modificar sus decisiones”. 

En relación al problema para acceder a la verdad, no es sólo que “internet, desde la web hasta las redes sociales, se haya convertido en el espacio de los bulos, las calumnias, las insidias o las falacias” sino que además no hay herramientas para distinguir lo verdadero de lo falso. Dicen los obispos que “no es el problema que el trigo crezca junto a la cizaña (…) sino no hay forma de distinguir lo uno de lo otro y corremos el riesgo de alimentarnos con la mentira o el error”. 

Ante este panorama de dificultades y de oportunidades que nos plantea la realidad digital, los obispos señalan en su mensaje algunas opciones. En primer lugar, redoblar la formación social de los ciudadanos, haciéndoles conscientes de la responsabilidad que tienen sobre el bien común, no sólo con sus opciones y decisiones sobre el gobierno de lo público sino también con sus acciones positivas en favor de los otros..

Además, es necesario insistir en la formación personal, en las virtudes de cada uno. Es difícil el “envenenamiento” digital de las personas que viven la sobriedad, la rectitud, la generosidad, la laboriosidad, el amor a la verdad, la entrega a los demás, la caridad. Son virtudes humanas, en las que la Iglesia forma a sus miembros desde hace siglos. Esa formación tiene que renovarse e intensificarse. El acceso a la verdad es esforzado. No es tan sencillo. Parecería que el mundo digital nos iba a librar de los intereses mediáticos y políticos, que siempre se podría decir la verdad. Pero el ruido generado por tantas voces diciendo tantas cosas distintas, verdaderas y falsas, no ha facilitado las cosas. 

La tercera herramienta es tomar conciencia de la importancia de los otros y de las relaciones personales con los otros para nuestra propia existencia.  En su mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones de este año, el Papa aplica la metáfora del cuerpo al mundo de la comunicación: somos miembros unos de otros, nos necesitamos unos a otros. Los obispos españoles dicen que “el otro no es un ser para sí, ni yo soy sólo un ‘para mí’: somos para los demás. No somos totalmente dueños de nosotros mismos, me debo también a los otros, nos debemos unos a otros: los demás me necesitan para ser ellos mismos. Las comunidades cristianas de los primeros siglos lo vivieron así y en ellas tenemos una referencia adecuada”.

El autorOmnes

Ecología integral

Foro Palabra sobre ‘Compliance’ en entidades eclesiásticas

“Tener políticas de compliance tiende a evitar la pérdida de credibilidad, no sólo un incidente penal”, afirma Alain Casanovas, de KPMG

Omnes·28 de mayo de 2019·Tiempo de lectura: 3 minutos

“La implantación de políticas de compliance tiende a hacer las cosas bien y a evitar la pérdida de credibilidad de instituciones y empresas, no sólo a evitar un incidente penal”, ha afirmado Alain Casanovas, responsable de servicios de Compliance en KPMG España, en un Foro de la revista Palabra que ha tenido lugar en una céntrica sede del Banco Sabadell en Madrid.

El tema del Foro fue La implantación de programas de cumplimiento normativo (Compliance) en entidades eclesiásticas, oportunidades y retos, y respondió a las expectativas con la asistencia de profesores de Universidad, profesionales del sector, abogados, jueces, ecónomos de diferentes diócesis españolas, y otras personas interesadas, que fueron recibidos por el director de la revista Palabra, Alfonso Riobó, y el director de Instituciones Religiosas del Banco Sabadell, Santiago Portas.

  Tras las palabras de bienvenida a cargo de Blanca Montero, directora de Negocio Institucional del Banco Sabadell y subdirectora general del Banco, presentó el tema el profesor de Derecho Patrimonial Canónico en la Facultad de Derecho Canónico en la Universidad de Navarra, Diego Zalbidea.

   En la misma línea que Alain Casanovas, Zalbidea señaló que “el compliance tiene una perspectiva más amplia, que no es solamente evitar el Código Penal, evitar un daño a la Iglesia por el incumplimiento de una normativa, sino porque queremos llevar a cabo nuestra misión de forma más eficaz, más honesta, y en el fondo, de forma más evangélica. La normativa canónica será más comprendida si éste es nuestro espíritu, como ayuda y apoyo a una gestión sostenible, transparente y evangélica de los bienes y recursos”.

   En este sentido, añadió el canonista, “Compliance no será una cosa más que tienen que hacer los ecónomos o quienes sean los encargados de llevarlo a cabo dentro de las entidades eclesiástica, sino que será un apoyo para llevar a cabo nuestra misión de la mejor forma posible”.

Cambia la perspectiva

En años pasados, la razón principal de implantar programas de cumplimiento normativo o compliance ha sido “el miedo a un incidente penal, pero en el último año la perspectiva está cambiando. En el fondo, lo más importante es la preocupación por hacer las cosas bien hechas e implantar una cultura ética que respete los valores más profundos de la entidad”, señala Alain Casanovas.

   “En temas de fe y confianza, el peligro es la pérdida de credibilidad, no la sanción económica, que puede periodificarse, también en los presupuestos de una diócesis”, subrayó el experto de KPMG. Para abonar su tesis, puso a título de ejemplo los recientes problemas de Facebook con las filtraciones de datos y los de algunas conductas inapropiadas en organizaciones no lucrativas.

   A preguntas de algunos asistentes, Alain Casanovas contestó afirmativamente a las preguntas de si entidades ligadas a la Iglesia podrían tener incidentes de compliance en relación a casos de abusos a menores o leyes de ideología de género. Y señaló también que “en temas de abuso y corrupción de menores, es decisivo tener unas directrices claras de conducta y comunicarlas. Que se sepa que esas conductas no están toleradas, y que se hizo todo lo posible por evitarlas”.

Diligencia debida

El consultor de KPMG, al referirse a la gestión empresarial, añadió que “no tener modelos de compliance, que sean insuficientes, o que pretedan ocultar o entorpecer, es un claro obstáculo de negocio. Esto lo estamos viendo a menudo. Por ejemplo, una organización que le pida financiación a un banco, y el banco, en los procedimientos de diligencia debida, de evaluación del riesgo, pregunta a la organización si tiene o no tiene modelo de compliance. Eso puede tener un impacto significativo a la hora de financiar o no a una entidad. Lo mismo con hacer una póliza de seguros. Un buen modelo de compliance disminuye la probabilidad de tener un siniestro”.

   “En el mundo empresarial” —añadió— “los temas de compliance se ven ahora mismo no por miedo, sino porque no se van a poder hacer operaciones, porque en un momento si me piden algo, no voy a ser capaz de acreditar que lo tengo. Es una evidencia de responsabilidad empresarial, Compliance está muy vinculado a diligencia.

Uno de los motivos de tener un modelo de compliance es para hacer las cosas bien hechas. Pero después para acreditar que se ha hecho todo lo posible. Hacer todo lo posible no significa que no vayamos a tener incidentes de compliance, y que no vaya a suceder nada en el futuro (se refiere sobe todo a incidentes penales), pero disminuye la probabilidad de que eso suceda”.

Actualidad

Las ayudas a proyectos solidarios del Fondo ético del Sabadell alcanzan ya 1,5 millones de euros

El Fondo Sabadell Inversión Ética y Solidaria ha concedido desde 2009 un total de 1,5 millones de euros en ayudas a proyectos solidarios. Abierta la convocatoria de este año hasta el 31 de mayo, las próximas iniciativas beneficiarias se conocerán el próximo mes de julio.

Omnes·17 de mayo de 2019·Tiempo de lectura: 3 minutos

El año pasado, el Fondo ético y solidario del Banco Sabadell ayudó económicamente a treinta y dos proyectos sociales a los que, según informó la entidad, se cedió el 32 por ciento de la comisión de gestión del Fondo de inversión.

   Se trata de donaciones a proyectos que están enfocados en su mayoría a cubrir riesgos de exclusión social, necesidades básicas de alimentación, educación y sanidad de diversos colectivos, y a mejorar las condiciones de vida de personas con discapacidad. El Comité Ético de las instituciones de inversión colectiva éticas y solidarias del Grupo Banco Sabadell ha seleccionado ya los proyectos objeto de ayuda correspondientes a 2019, cuyas cantidades en euros se harán públicas el mes de julio.

   En noviembre del año pasado, Palabra dio a conocer numerosos proyectos a los que ayudó el Fondo en 2018. Entre ellos estaban el de las Hermanas Franciscanas de la Inmaculada en Bangalore (India), los de las Misioneras de Jesús, María y José, la Fundación Pere Tarrés de Barcelona, el proyecto educativo de Mis Aldeas en Uganda, la acción de Manos Unidas en Haití, uno de los países más desfavorecidos de América; varios itinerarios de inserción socio-laboral de Cáritas, los de la Orden de San Juan de Dios en Ciempozuelos, o la Fundación Síndrome de Down en Madrid.

   En cuanto al Fondo, unas cuantas ideas que es interesante conocer son las siguientes: la solidaridad y la rentabilidad no están reñidas: lo dedicado al proyecto se detrae de la comisión del banco, no de la rentabilidad cliente; no se excluye a ninguna institución, por modesta que sea, y si un proyecto no se premia, se podrá presentar en la siguiente edición; el proyecto evoluciona cada año, y está abierto a todos por lo que no hay que ser clientes. Y participan también organizaciones civiles, aunque se subrayan los efectos directos e indirectos del trabajo que desarrollan las instituciones religiosas, como el respeto a la dignidad de la persona y el apoyo a colectivos deprimidos o en exclusión.

   Respecto a su perfil ético, es bueno saber que “todas las posiciones del Fondo se seleccionan atendiendo a su ideario ético que, a juicio de la Sociedad Gestora, es conforme con la Doctrina Social de la Iglesia católica”. El Comité Ético es quien determina los criterios aplicables en las inversiones del Fondo y supervisa el cumplimiento por la Gestora de los criterios a seguir, “que confirman el citado ideario ético”. En esta línea, este Comité ha decidido dar anualmente sendas ayudas especiales a Cáritas y a Manos Unidas, que suponen “en total al menos el 30 por ciento de las ayudas anuales”, para que cada entidad lo distribuya internamente como desee en sus diversos proyectos.

Rasgos del Fondo

El proyecto nació en 2002, se intenta que los beneficiarios sean distintos; las ayudas en 2018 fueron de 400.000 euros, y desde 2009 las ayudas totales ascienden a 1,5 millones de euros, según sus directivos.

   En cuando al Fondo, el folleto registrado en la CNMV señala que “puede no ser adecuado para inversores que prevean retirar su dinero en un plazo de menos de cuatro años”. Asimismo, se indica que “La gestión toma como referencia la rentabilidad del índice formado a partir de la revalorización media alcanzada por los fondos de inversión adscritos a la categoría ‘Mixto Renta Fija Europa’, según establezca el diario económico Expansión”.

   El Fondo invierte en “activos negociados en Europa Occidental, principalmente, y en otros mercados como EEUU, Japón, o un máximo del 15 % en países emergentes”. La exposición a renta variable, en condiciones normales, es del 20 por ciento (mínimo 0 % y máximo 30 %) sin límite de capitalización. El resto se invierteen renta fija pública y privada denominada en euros.

Todavía a tiempo La convocatoria de este año de ayudas a proyectos solidarios sigue abierta hasta el próximo 31 de mayo, como se ha informado al principio. De modo que aquellas instituciones que requieran información pueden dirigirse al buzón [email protected] La resolución se conocerá en julio.

España

Ourense en Sínodo. Iglesia en camino

El obispo de Ourense, Mons. Leonardo Lemos Montanet, anunció durante la Misa Crismal en la Semana Santa de 2016, la convocatoria de un Sínodo Diocesano.

Néstor Álvarez Rodríguez·15 de mayo de 2019·Tiempo de lectura: 3 minutos

Como señala el obispo de Ourense en la carta pastoral con motivo de la apertura del Sínodo Diocesano, en la actualidad  “todo el entramado social que giraba en torno a la familia, casi todas numerosas, ha experimentado una fuerte transformación tanto en el mundo rural como urbano. Los criterios de conducta y de valores, así como el proyecto educativo nada, o muy poco tienen que ver con los de décadas anteriores.  También las comunidades cristianas, la vida consagrada, el ejercicio del ministerio sacerdotal, la concepción misma de la Iglesia y de sus estructuras, las mismas parroquias rurales han experimentado un profundo cambio. Todos somos conscientes de que estamos viviendo un cambio de época que se manifiesta, especialmente, en el ámbito cultural, social y político”. Estas trasformaciones suponen un reto al que la Iglesia debe dar una respuesta, que la diócesis de Ourense quiere concretar siguiendo la llamada del Papa Francisco a vivir la sinodalidad como camino de la Iglesia.

Una vez realizada  la convocatoria del Sínodo, se llevó a cabo durante un año y medio la  fase preparatoria, que consistió, sobre todo, en un proceso de información y de sensibilización a toda la comunidad diocesana. Fruto de esta campaña más de 3.000 personas hicieron llegar a la secretaría general del Sínodo propuestas de posibles asuntos a tratar. Teniendo en cuenta estas sugerencias, se aprobaron las cuestiones a abordar y se dio inicio a la fase de grupos sinodales. En torno a 2.200 personas  —entre laicos, religiosos y sacerdotes— participan activamente en ellos reflexionando sobre los temas expuestos y realizando propuestas para anunciar, celebrar y vivir con alegría la riqueza de la fe cristiana, desde la fidelidad al Evangelio en un lugar y tiempo concretos.

Parroquia, acción social, fe, misión

El primer bloque de temas giró en torno a la parroquia, con el fin de partir de su identidad y su realidad concreta en la diócesis de Ourense, y aventurar perspectivas de futuro. El segundo se centró en la acción caritativa y la presencia social de la Iglesia. El tercero trató sobre  la celebración de la fe en los sacramentos, la vivencia del domingo, y la piedad popular. 

Por último, en estos momentos, los grupos sinodales están reflexionando sobre la misión evangelizadora de la Iglesia partiendo de esta constatación: para que en Ourense se renueve el impulso evangelizador, resulta necesario un proceso de conversión personal y pastoral, recuperar la alegría de la salvación y la experiencia personal y comunitaria del encuentro con Cristo. 

Este escenario lleva a afrontar la necesidad de un primer anuncio de la fe, que posteriormente debe ser acompañada tanto por parte de la familia como de la parroquia y la escuela. La finalidad es poder ir madurando a través de una catequesis continua, tanto de niños, como jóvenes y adultos, que vaya dirigida a profundizar en la experiencia de Cristo y no simplemente a transmitir una mera información.

Asamblea sinodal, en septiembre

El próximo 21 de septiembre se inaugurará, con la solemne celebración de apertura en la catedral, la asamblea Sinodal en la que representantes de los grupos y de los diferentes sectores de la vida diocesana, debatirán y votarán las proposiciones finales que serán presentadas al obispo para su aplicación.

La diócesis de Ourense, tal como señala nuestro obispo, espera que “las indicaciones programáticas concretas  aprobadas por el Sínodo impulsen a presentar el anuncio de Cristo a todas las personas que viven en la geografía diocesana, de tal modo que su vida se vea iluminada por el resplandor de la fe en Jesucristo, quede transformada su existencia y, mediante el testimonio de una vida cristiana coherente, los valores del Evangelio se conviertan en una auténtica levadura que haga fermentar toda estructura personal, social, familiar y cultural de nuestros pueblos y de sus gentes”.

Breve repaso de la evangelización

En el 550 se convirtió el rey suevo Teodomiro (Karriarico). A raiz de este hecho entra en la escena de la diócesis un personaje que tendrá gran influencia en la evangelización de las tierras del sur de Galicia: el húngaro san Martín de Dumio, que predica y convierte lo que era un reducto de los suevos.

El rey convertido erige una iglesia en honor de San Martín de Tours, también húngaro, que será el patrón diocesano y que tiene, con San Martín de Dumio, muchos datos comunes en su nacimiento y en su vida. El templo es erigido cerca de Santa María Madre, edificada sobre los restos de ocho columnas de un templo pagano. El primer obispo del que se tiene noticia es el suevo Witimir, o Witimiro, que vive hacia el 570, y asiste en el 572 al Concilio Bracarense. El siglo X puede catalogarse como el siglo de Oro de la diócesis, por el florecimiento de la vida monástica. Son fieles reflejos el monasterio de San Esteban de Ribas de Sil y el monasterio benedictino de Celanova, fundado en el 937 por el obispo compostelano San Rosendo.

Los ourensanos acuden con devoción a la patrona de Ourense, Santa María Madre, en la iglesia que lleva su nombre. Se piensa que probablemente este lugar fuese el emplazamiento de la primitiva catedral de Ourense, que debía su advocación a san Martín de Tours.

El autorNéstor Álvarez Rodríguez

Secretario general del Sínodo diocesano

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Sagrada Escritura

«Escribía con el dedo en el suelo» (Jn 8, 6)

Nos encontramos ante Jesucristo que escribe con su dedo, el “dedo de Dios” y, junto con su palabra quiere grabar a fuego en los corazones de aquellos hombres la ley de la misericordia.

Omnes·14 de mayo de 2019·Tiempo de lectura: 4 minutos

Todos los años, en la lectura del Evangelio del V domingo de Cuaresma del año C (o en los años A y B, el lunes de esa misma semana) se proclama el episodio de la mujer adúltera (Jn 8, 1-11). Todos nos quedamos maravillados ante el efecto arrollador de la actitud de Jesús, que de acusado pasa a ser Juez de misericordia, ya sea de los escribas y fariseos, ya de la mujer pecadora. Y sentimos también el impulso y la invitación de Jesús a examinar la propia conducta, antes de juzgar la ajena. En estos breves párrafos, nos limitaremos a reflexionar un poco sobre el gesto de Jesús: “Escribía con el dedo en el suelo”.

Hechos y palabras

El episodio está encuadrado dentro de una sección que recoge la actividad de Jesús en Jerusalén durante la celebración de la fiesta de los Tabernáculos. De una manera algo inesperada, el pueblo (y también el lector del Evangelio) se encuentra con este episodio, que interrumpe la predicación de Jesús en el Templo a todo el pueblo (cf. 8, 2).

Concentrándonos en el episodio en concreto y viéndolo en su conjunto, comprobamos, como en tantos otros episodios (sean de curación, sean de conversión), que Jesús actúa combinando hechos y palabras. De hecho, es un principio fundamental del plan salvífico de Dios, enunciado por el magisterio de la Iglesia: “Este plan de la revelación se realiza con hechos y palabras [gesta et verba] intrínsecamente conexos entre sí, de forma que las obras realizadas por Dios en la historia de la salvación manifiestan y confirman la doctrina y los hechos significados por las palabras, y las palabras, por su parte, proclaman las obras y esclarecen el misterio contenido en ellas” (Concilio Vaticano II, Dei Verbum, n. 2). 

En este caso, Jesús nos sorprende combinando el hecho de agacharse dos veces para escribir con el dedo en el suelo, y entre esos dos gestos, de pie, diciendo una frase dirigida a los acusadores de la mujer, que pretendían comprometer le para poderle acusar: “El que esté sin pecado que tire la primera piedra”. Esta síntesis provoca un efecto inesperado: los acusadores pasan a ser acusados por el Juez Jesús y reconocen su culpa, “escabulléndose uno a uno, empezando por los más viejos” (8, 9). Y se quedaron los dos: con insuperables palabras de San Agustín, misera et misericordia; Jesús, solo ante la mujer, la absolvió de su culpa, invitándola a no pecar más. Podríamos glosar que mientras aquellos hombres sorprendieron a la mujer “en flagrante adulterio” (8, 4), Jesús la sorprendió en “flagrante arrepentimiento”.

El dedo de Dios

Centrémonos ahora en el gesto: es significativo que el narrador haya querido expresarse diciendo “escribía con el dedo”

En la tercera plaga de Egipto, se nos narra que “Aarón extendió su mano y con el bastón golpeó el polvo del suelo; y aparecieron mosquitos que atacaban a hombres y animales. Todo el polvo del suelo se convirtió en mosquitos por toda la tierra de Egipto”. Después del intento fallido de los magos de hacer lo mismo, ellos mismos “dijeron al faraón: ‘Es el dedo de Dios’” (Ex 8, 13.15). 

Es uno de los llamados “antropomorfismos” con los que la Escritura expresa la acción divina utilizando los miembros del cuerpo humano (otros son: brazo de Dios, mano). El salmista dice que los cielos son obra de “los dedos de Dios” (cf. Sal 8, 4). Quizá el episodio más conocido en el que vemos actuar a los dedos de Dios es la escritura de la Ley sobre las tablas: “Cuando acabó de hablar con Moisés en la montaña del Sinaí, le dio las dos tablas del Testimonio, tablas de piedra escritas por el dedo de Dios” (Ex 31, 18). Poco más adelante, el hagiógrafo insiste en el origen divino de las tablas: “Eran hechura de Dios y la escritura era escritura de Dios grabada en las tablas”. Lo mismo en Dt 9, 10.

En el Nuevo Testamento, el mismo Jesús, después de expulsar un demonio mudo y ante la actitud de quienes no reconocen el origen divino del exorcismo, usa esta expresión: “Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros” (Lc 11,20). Claramente, Jesús les está insinuando quién es Él.

El dedo de Cristo

En el episodio de la adúltera, ya no estamos ante un antropomorfismo, un modo de hablar de la acción de Dios en el mundo, ni siquiera ante la palabra del mismo Jesús que habla del “dedo de Dios”. Estamos ante el mismo Dios hecho hombre que escribe con su dedo de hombre. 

No nos importa tanto lo que pudo escribir. Podemos decir que es inútil resolverlo, puesto que el evangelista no nos lo dice. Aun así, aquí sería oportuno recordar que el profeta Jeremías, en su oración a Dios, dice: “Señor, esperanza de Israel, quienes te abandonan fracasan; quienes se apartan de ti quedan inscritos en el polvo por haber abandonado al Señor, la fuente de agua viva” (17, 13). Quizá aquellos hombres, al ver a Jesús escribiendo en el suelo, recordaron las palabras del profeta y reconocieron su pecado.

Nos encontramos ante Jesucristo que escribe con su dedo, el “dedo de Dios” y, junto con su palabra, “más tajante que espada de doble filo […] que juzga los deseos e intenciones del corazón”, quiere grabar a fuego en los corazones de aquellos hombres la ley de la misericordia. Aquella ley que ya anunció el Señor por boca del profeta Jeremías: “Pondré mi ley en su interior y la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Ya no tendrán que enseñarse unos a otros diciendo: ‘Conoced al Señor’, pues todos me conocerán, desde el más pequeño al mayor —oráculo del Señor—, cuando perdone su culpa y no recuerde ya sus pecados” (Jr 31, 33-34).

Conclusión

Podríamos concluir que la combinación entre el gesto de Jesucristo que con su dedo escribe en el suelo y sus palabras afiladas cambian completamente la escena: al principio, una mujer abandonada a la suerte de unos acusadores despiadados que buscan una excusa para acusar al Maestro; al final, todo termina con la desaparición de esos hombres que empiezan a reconocer sus pecados y la mujer que se va libre de su culpa después de escuchar al único que puede perdonar los pecados, Jesús, el Juez misericordioso.

TribunaLuis Manuel Suárez, CMF

Vocaciones: a Dios rogando…

Di sí al sueño de Dios” es el lema este año de la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones y Jornada de Vocaciones Nativas, que tienen lugar el 12 de mayo. El autor, claretiano, comenta la necesidad de orar por las vocaciones y el mensaje del Papa Francisco para esta jornada.

10 de mayo de 2019·Tiempo de lectura: 4 minutos

Las cosas importantes de la vida son regalo y tarea. A la vez. Como las caras de una moneda. La vida misma, la salud, las personas queridas, las cualidades que tenemos, la fe… Todo ello no se puede comprar ni vender, sino que se nos da como regalo, a la vez que implica una responsabilidad para mantenerlo y hacerlo crecer y fructificar.

En la vida de la Iglesia son muy importantes las “vocaciones”: las personas que descubren su vida como una respuesta a la llamada de Dios y que despliegan esa vocación en su existencia. En palabras de Francisco en su Mensaje para la Jornada de este año, partiendo de la escena de la llamada de Jesús a los primeros discípulos junto al lago de Galilea: “La vocación es una invitación a no quedarnos en la orilla con las redes en la mano, sino a seguir a Jesús por el camino que ha pensado para nosotros, para nuestra felicidad y para el bien de los que nos rodean”.

Un regalo y una tarea. Por ser tarea, en la Iglesia necesitamos trabajar por las vocaciones, para que cada cristiano descubra su manera de seguir a Jesús y sea fiel en su respuesta al Señor. Y como regalo, en la Iglesia necesitamos pedir por las vocaciones, como nos recomendó el mismo Maestro: “Rogad al dueño de la mies que envíe obreros a su mies” (Mateo 9, 38). Esta necesidad de “orar por las vocaciones” está en el origen de la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones y Vocaciones Nativas, ubicada en el IV domingo de Pascua, domingo del Buen Pastor.

Tras algunos precedentes históricos, fue san Pablo VI quien instituyó oficialmente la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones (JMOV), el 23 de enero de 1964. En cuanto al enfoque, partiendo de la estima por todas las vocaciones, la Iglesia, con ocasión de esta Jornada Mundial, ha venido centrando su atención de un modo especial en las vocaciones consagradas: al ministerio ordenado (presbíteros y diáconos) y a la vida consagrada en todas sus formas (masculina y femenina, contemplativa y apostólica). Contando con que hay otras Jornadas en el año dedicadas a otras formas de vida y de misión (familia, apostolado seglar, Domund…).

Respecto a la  Jornada de Vocaciones Nativas, vinculada a la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol, quiere ser un día especialmente dedicado a la oración y la cooperación con los jóvenes que son llamados al sacerdocio o la vida consagrada en los territorios de misión. Desde 2016, en España se celebra conjuntamente con la JMOV en un mismo día, coincidiendo con el IV domingo de Pascua, ya citado.

En este año 2019 ese IV domingo de Pascua es el 12 de mayo. Y el título del Mensaje del santo padre Francisco para la LVI Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones es La valentía de arriesgar por la promesa de Dios. En este escrito sugerente y que invitamos a leer, dice cosas como lo siguiente: “La llamada del Señor no es una intromisión de Dios en nuestra libertad; no es una ‘jaula’ o un peso que se nos carga encima. Por el contrario, es la iniciativa amorosa con la que Dios viene a nuestro encuentro y nos invita a entrar en un gran proyecto, del que quiere que participemos, mostrándonos en el horizonte un mar más amplio y una pesca sobreabundante”.

En ese Mensaje, el Papa Francisco adopta una perspectiva integradora, en línea con la que se ha tratado la cuestión vocacional en el reciente Sínodo sobre “los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”. Desde ahí, comienza hablando de la llamada a la vida cristiana, para todos, explicitando después los diversos modos de concretarla:

“La vida cristiana se expresa también en esas elecciones que, al mismo tiempo que dan una dirección precisa a nuestra navegación, contribuyen al crecimiento del reino de Dios en la sociedad. Me refiero a la decisión de casarse en Cristo y formar una familia, así como a otras vocaciones vinculadas al mundo del trabajo y de las profesiones, al compromiso en el campo de la caridad y de la solidaridad, a las responsabilidades sociales y políticas, etc. […]

En el encuentro con el Señor, alguno puede sentir la llamada a la vida consagrada o al sacerdocio. Es un descubrimiento que entusiasma y al mismo tiempo asusta, cuando uno se siente llamado a convertirse en ‘pescador de hombres’ en la barca de la Iglesia a través de la donación total de sí mismo y empeñándose en un servicio fiel al Evangelio y a los hermanos. Esta elección implica el riesgo de dejar todo para seguir al Señor y consagrarse completamente a él, para convertirse en colaboradores de su obra”.

En nuestro contexto, desde hace unos cuantos años, se preparan unos materiales de oración y celebración conjuntamente entre la Conferencia Episcopal Española y la Conferencia Española de Religiosos (CONFER), a la que últimamente se ha unido la Conferencia Española de Institutos Seculares (CEDIS) y, por la parte de las Vocaciones nativas, la institución Obras Misionales Pontificias (OMP). El lema elegido para este año, partiendo del Mensaje del Papa, es Di sí al sueño de Dios. Como dice nuestro dicho popular: “A Dios rogando, y con el mazo dando”. Si las vocaciones en la Iglesia son importantes, todos tenemos que trabajar por ellas; sabiendo que al ser, a la vez, un regalo, todos tenemos que pedírselas al Señor. Que por nosotros no quede, ni lo uno ni lo otro. n

El autorLuis Manuel Suárez, CMF

FirmasJosé Rico Pavés

Los gestos del Papa Francisco

“El gesto del lavatorio de los pies que hoy haré sea para todos nosotros un gesto que nos ayude a ser más servidores los unos de los otros, más amigos, más hermanos en el servicio”.

4 de mayo de 2019·Tiempo de lectura: 5 minutos

¿Para qué sirven los gestos del Papa Francisco? A los pocos meses de iniciar su pontificado, en un encuentro con catequistas durante el Año de la fe, el Papa afirmó que le gustaba recordar lo que san Francisco de Asís decía a sus frailes: “Predicad siempre el evangelio y, si fuese necesario, también con palabras”; y añadía: “que la gente vea en vuestra vida el evangelio, que pueda leer el evangelio”. 

Nadie duda a estas alturas del pontificado, que el Papa Francisco da tanta importancia o más a los gestos que a las palabras. Para quien sabe que, en la tarea evangelizadora, las palabras deben usarse sólo cuando sea necesario, los gestos no son nunca casuales. 

No siempre es fácil comprender el significado inmediato de los gestos del Papa. En el último mes hemos visto a Francisco viajar a Marruecos, donde los católicos viven en minoría; le hemos visto conceder dos entrevistas en España y Reino Unido a medios que no se caracterizan precisamente por su afinidad con la Iglesia católica; y le hemos visto, en fin, arrodillarse ante los mandatarios de Sudán del Sur y besarles los pies, para implorar, más allá de lo que pueden proclamar las palabras, medidas eficaces para alcanzar la paz. Este último gesto sorprendente culminaba dos días de un retiro espiritual inédito en que el Papa invitaba a la oración a los líderes enfrentados. Un día después el ejército asumía el poder dando un golpe de estado que abre un nuevo periodo de incertidumbre en este convulso país africano. Es evidente que al Papa que invita constantemente a salir a las periferias le gusta primero transitarlas. Así lo vemos en la frontera del diálogo interreligioso, en el escenario mediático del laicismo beligerante y en el campo de los conflictos armados. 

Pero ¿sirven para algo estos gestos? El tiempo lo dirá. Ahora podemos escudriñar su motivación común y aventurarnos a interpretar su significado. Difícil es consignar los gestos en el conjunto de las enseñanzas. Podemos, al menos, buscar en las palabras el significado de los gestos para intentar comprender su alcance. Ningún tiempo tan propicio como el de la Semana Santa para descubrir la primacía de los gestos y acoger la luz de las palabras. Las enseñanzas del Papa en el último mes arrojan luz sobre gestos que evocan referencias, expresan preocupaciones, sugieren respuestas y proponen orientaciones. La liturgia evoca la referencia insustituible del origen y de la meta; la reflexión sinodal, como manifestación del “caminar juntos”, recoge las preocupaciones; en las catequesis y encuentros se sugieren las respuestas; en las directrices y normas se indican las orientaciones, para que la Iglesia responda en el momento presente a la nueva etapa evangelizadora que está llamada a impulsar. Tales pueden ser las coordenadas dentro de las cuales el dibujo de las enseñanzas revele un día el significado de los gestos. 

Al ritmo de la liturgia

Avanzada la cuaresma, el episodio de la mujer adúltera “nos invita a cada uno de nosotros a ser conscientes de que somos pecadores, y a dejar caer de nuestras manos las piedras de la denigración y de la condena, de los chismes, que a veces nos gustaría lanzar contra otros”. El perdón nos hace comenzar una historia renovada. 

La Semana Santa se inicia cada año con el misterio de la aclamación exultante y el ensañamiento feroz de la entrada de Jesús en Jerusalén y de la pasión hasta la muerte. También así nos enseña Jesús el camino que debemos seguir. Frente a la tentación del triunfalismo, Jesús reacciona con la humildad. El triunfalismo se alimenta de gestos y palabras que no han pasado por el crisol de la cruz. 

Una forma sutil y perversa de triunfalismo es la mundanidad espiritual. “Jesús destruyó el triunfalismo con su pasión”. Impresionado por el silencio de Jesús en la pasión, Francisco ha afirmado: “En los momentos de oscuridad y de gran tribulación hay que callar, tener el valor de callar, siempre que sea un callar manso y no rencoroso”.

En la Misa Crismal el Papa se ha fijado en la actitud de Jesús que permanece en medio del pueblo, entre la multitud, y ha reflexionado sobre “tres gracias que caracterizan la relación de Jesús con la multitud”: la gracia del seguimiento, pues Jesús no rechaza a quienes se agolpan en torno a Él, le buscan y le siguen; la gracia de la admiración, pues la gente se maravilla con sus milagros y con su Persona, y Jesús, por su parte, se admiraba de la fe de la gente sencilla; y la gracia del discernimiento, pues Cristo suscita en la gente la capacidad de reconocer su autoridad. 

Considerando esta triple gracia, Francisco ha analizado después quiénes forman la multitud que sigue a Jesús, le admira y reconoce: son los pobres, los ciegos y los oprimidos. Teniendo esto en cuenta, ha concluido: “Queridos hermanos sacerdotes, no tenemos que olvidar que nuestros modelos evangélicos son esta ‘gente’, esta multitud con estos rostros concretos, a los que la unción del Señor realza y vivifica. Ellos son los que completan y vuelven real la unción del Espíritu en nosotros, que hemos sido ungidos para ungir”. El sacerdote unge cuando se reparte a sí mismo, cuando reparte entre la multitud su vocación y su corazón. “El que aprende a ungir y a bendecir se sana de la mezquindad, del abuso y de la crueldad”.

Celebrando la Cena del Señor en la prisión de Velletri ha explicado el Papa por qué la Iglesia pide realizar el lavatorio de los pies el Jueves Santo: para repetir el gesto de Jesús. “Esta es la regla de Jesús y la regla del evangelio: la regla del servicio, no del dominar, del hacer mal o de humillar a los otros, sino ¡el servicio!”.   

En la oración del Via Crucis, celebrado el Viernes Santo, Francisco ha pedido: “Jesús, ayúdanos a ver en tu Cruz todas las cruces del mundo”, para concluir: “Señor Jesús, revive en nosotros la esperanza de la resurrección y tu victoria definitiva contra todo mal y cada muerte”.

En la Vigilia pascual, al comentar el pasaje evangélico proclamado en la liturgia, el Papa ha hablado de la Pascua como la “fiesta de la remoción de las piedras”: “Dios quita las piedras más duras, contra las que se estrellan las esperanzas y las expectativas: la muerte, el pecado, el miedo, la mundanidad… Esta noche cada uno de nosotros está llamado a descubrir en el que está Vivo a aquél que remueve las piedras más pesadas del corazón”. Es esencial tener un amor vivo con el Señor para no caer en una fe de museo, pues Jesús no es un personaje del pasado, es una persona que vive hoy. “No se le conoce en los libros de historia; se le encuentra en la vida”.

Catequesis y encuentros

En la primera catequesis del mes de abril, Francisco ha querido explicar el significado de su viaje a Marruecos. Lo ha hecho siguiendo las huellas de dos santos: san Francisco de Asís, que hace 800 años se encontró con el sultán al-Malik al-Kamil, y san Juan Pablo II. Y ha ofrecido dos explicaciones. Primero, se ha preguntado por qué un Papa visita a los musulmanes y, a raíz de esto, por qué hay tantas religiones.

Despejando el equívoco que se podía haber suscitado a partir de una expresión de la Declaración sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común firmada conjuntamente con el Gran Imán de Al-Azhar, en Abu Dabi, Francisco ha recordado que la multitud de religiones se debe a la voluntad permisiva de Dios, “pero lo que Dios quiere es la fraternidad entre nosotros y de manera especial —aquí está el motivo de este viaje— con nuestros hermanos hijos de Abraham como nosotros, los musulmanes. No debemos temer la diferencia: Dios lo ha permitido”. La segunda explicación, tiene que ver con la necesidad de “construir puentes entre las civilizaciones”. Atención especial merecen en ese sentido los migrantes.

Siguiendo con las catequesis sobre el Padrenuestro, ha llegado el momento de explicar la petición “perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. La actitud correcta en la oración consiste siempre en comenzar pidiendo perdón y reconociéndonos deudores ante Dios, pues de Él lo hemos recibido todo. 

En el marco de la Semana Santa ha querido el Papa ofrecer una catequesis sobre la oración de Jesús durante la pasión: “Hagamos nuestra la oración de Jesús: pidamos al Padre que quite el velo de nuestros ojos para que en estos días, mirando al Crucificado, aceptemos que Dios es amor”.

El autorJosé Rico Pavés

Teología del siglo XX

Jean Daniélou y la catequesis de los Padres de la Iglesia

Tres grandes libros de Jean Daniélou ofrecen el panorama de los tipos y escenas bíblicas que sirven para ilustrar la figura de Cristo, la historia de la salvación, y los sacramentos y fiestas de la Iglesia.

Juan Luis Lorda·3 de mayo de 2019·Tiempo de lectura: 7 minutos

Cuenta Étienne Fouilloux, en su hermoso libro sobre la historia de la colección “Sources chrétiennes, cómo en los años 1941 y 1942, trabajaron Henri de Lubac y Jean Daniélou en sacar el primer volumen. Las circunstancias no podían ser más adversas: Henri de Lubac estaba en Lyon, bajo el régimen de Vichy. Y Daniélou en París, bajo el gobierno alemán de ocupación. La correspondencia era lenta y sometida a censura, encontrar una editorial para un libro así en una Francia dividida en plena guerra mundial, era complicado, y todavía más, encontrar papel. Con mucha pena renunciaron a sacar el texto bilingüe en griego y francés. Después se haría.

El propósito de Sources chrétiennes

¿Tenía algún sentido editar La vida de Moisés de San Gregorio de Nisa en esas circunstancias? ¿Por qué no esperar tiempos mejores para ese viejo proyecto del P. Mondesert que llevaba tres años parado? Pero esperar era lo que no querían. Hay que entenderlo. Jean Daniélou (1905-1974) siempre fue una personalidad lanzada. Pero no era solo eso. Vivían tiempos de calamidad nacional, y también –así lo venían- de calamidad cristiana con el triunfo de totalitarismos ateos. Y en esos tiempos caben dos opciones: abatirse y dejar que la derrota lo absorba todo, o reaccionar y empeñarse en algo, como una apuesta por el futuro, aunque parezca un reducto simbólico.

En su correspondencia se aprecia el calado cristiano que dan a la tarea. Están seguros de que un conocimiento directo y profundo de los Padres de la Iglesia  ayudará a los cristianos a conectar con sus raíces, renovará la espiritualidad  y la teología, y aumentará la relación y comprensión con los cristianos orientales. Conmueve la ilusión que ponen en el proyecto, el tesón con que lo sacan y la plena conciencia de su importancia. Incluso más clara de la que podemos tener ahora, cuando quizá ya acostumbrados, no percibimos tanto su efecto.

A ese origen, tan modesto en sus medios y tan ambicioso en sus fines, debemos esa gran colección de fuentes cristianas, con más de seiscientos volúmenes, bilingües, en la lengua original y en francés. Hemos tenido ocasión de hablar de ella. Ahora nos interesa profundizar en el itinerario que este trabajo causa en la mente y obra de Jean Daniélou.

Dos líneas del trabajo de Jean Daniélou

Jean Daniélou se orientó muy pronto hacia la antigüedad cristiana, y su obra se extendió en dos caminos. Desde 1943, enseñó “orígenes cristianos” en el Instituto Católico de París, y así construyó, poco a poco, un panorama del judeocristianismo, ese cristianismo de los siglos I y II, fuertemente ligado todavía a la matriz judía. A ese trabajo pertenecen su feliz ensayo sobre Filón de Alejandría (que es un intento de comprenderlo globalmente), sus tres volúmenes de estudios y también, de alguna manera, sus varias síntesis sobre la historia cristiana primitiva.

Pero, en paralelo, desarrolló otra línea de investigación que nace precisamente con la preparación del volumen de la Vida de Moisés, traducción del griego y comentario. De entrada, Daniélou buscó en Gregorio de Nisa, teología y espiritualidad, y también la filosofía subyacente que hay que situar en el contexto griego. Así en el mismo año de liberación (1944), publicó finalmente La vida de Moisés, primer volumen de Sources Chrétiennes, y presentó su tesis doctoral en la Sorbona sobre Platonismo y teología mística. Ensayo sobre la doctrina espiritual de San Gregorio de Nisa.   

La inspiracion bíblica de la patrística

 Que los Padres tienen una inspiración platónica es un tema recurrente y tópico en ese momento. Pocos años antes, había aparecido un amplio artículo de René Arnau en el Dictionnaire de Théologie Catholique (Platonisme des Péres). También es sabido que, desde Gregorio de Nisa (en realidad desde Orígenes), el itinerario que sigue el pueblo de Israel desde la liberación de Egipto hasta la entrada en la tierra prometida se usa para describir el itinerario cristiano, que sale de la esclavitud del pecado y se purifica en el desierto antes de llegar a la tierra prometida.

Al estudiar a Gregorio de Nisa, Daniélou cae en la cuenta hasta que punto las escenas e imágenes bíblicas ocupan el centro de su catequesis y predicación, e inspiran profundamente la explicación y forma de la liturgia. Habían sido desarrolladas ya por Orígenes y están presentes en el conjunto de la patrística. De hecho, la simbiosis entre los hechos bíblicos, la catequesis y la Liturgia (los sacramentos) caracteriza mucho más profundamente la época patrística que la influencia platónica. Sin embargo, esta teología estaba casi totalmente desaparecida desde el periodo escolástico, que prefería manejar nociones que símbolos. 

Todavía somos herederos de este notable desenfoque a la hora de representarnos la patrística. No hay que equivocarse en esto. Esa catequesis patrística no es una época superada. En su núcleo está la Pascua, donde Dios mismo ha querido realizar su salvación en el contexto simbólico de la Pascua judía. La historia de la salvación con toda su carga simbólica de personajes, hechos y dichos es la forma de la revelación cristiana. Y lo que vive y celebra la Liturgia en esa misma historia, con su entramado de relaciones simbólicas porque solo hay una historia. No es un recurso opinable de retórica sagrada.  Y no se puede sustituir por abstracciones.

Catequesis y mystagogia

En un precioso libro que sus mejores amigos publicaron, al año de su dolorosa muerte (1975, dirigido por M-J Rondeau), un colega dominico del Instituto Católico de París, el P. Dalmais traza en breves páginas el itinerario de trabajo y descubrimiento. Le Pére Daniélou, catéchéte et mystagogue

Tras la publicación de la tesis doctoral en la Sorbona, una revista de pensamiento, editada por un grupo de laicos con intereses ecuménicos, Dieu vivant, le pidió colaborar en el primer número y escogió El simbolismo de los ritos bautismales (1945); más adelante intervino en una controversia Sobre la exégesis espiritual (1947). También en un interesante coloquio en sobre El Antiguo Testamento y los cristianos, que publicó CERf en 1951. Para entonces ya había anunciado su primer ensayo sobre el tema, Sacramentum futuri.

Sacramentum futuri (1950)

Este libro, hoy bastante difícil de encontrar, se iba a llamar La tipología del Hexateuco, es decir del Pentateuco más el libro de Josué. Y está dedicado a los comentarios de los Padres sobre cinco grandes personajes de la Biblia hebrea: Adán y el Paraíso; Noé y el diluvio; el sacrificio de Isaac; Moisés y el éxodo; y el ciclo de Josué. 

Daniélou es consciente de la dificultad del tema, ya que el material es ingente y variado. Serían necesarios muchos estudios particulares para compendiar una idea adecuada. Se da cuenta de que solo se pueden trazar las lineas generales. Por otra parte, la tipología es un campo donde no es posible exigir precisión o exactitud. Estos cinco tipos prefiguran algo de Cristo y sirven para explicarlo. Aunque también es verdad decirlo al revés: la figura de Cristo explica y compendia la historia de la salvación con todos sus personajes. El mismo San Pablo recuerda que Adán es solo “figura del que había de venir” (Rm 5,14).

Adán es tipo y antitipo de Cristo, primer hombre y origen de la humanidad, pero también modelo del hombre viejo. Los Padres se han extendido en las comparaciones y han visto a la Iglesia nacer del costado de Cristo, como Eva de Adán. Por su parte, el diluvio y el arca de Noé, sugieren evocaciones de la salvación cristiana y el juicio final. La sorprendente escena del sacrificio de Isaac tiene un fuerte paralelismo con la ofrenda de Cristo y se explican mutuamente, pero también tienen interés alegórico sus bodas.

Todo el ciclo del Éxodo ha sido ampliamente comentado por los Padres desde los primeros tiempos, y usado para ilustrar la iniciacion cristiana, como ya hemos visto. Daniélou se extiende para exponer la opinión de Filón y las interpretaciones místicas del Éxodo en Clemente de Alejandría y Gregorio de Nisa. En Josué, su mismo nombre evoca al Jesús cristiano y también su papel de guía que introduce al pueblo en la tierra prometida.

Biblia y Liturgia (1951)

Este libro se llama en francés Bible et Liturgie; y es complemento del anterior. El subtítulo, puesto en castellano, es  La teología bíblica de los sacramentos y de las fiestas, según los Padres de la Iglesia. Y fue traducido por Ediciones Guadarrama en 1964, con el título: Sacramentos y culto según los Santos Padres

Se divide, efectivamente, en dos partes. La primera dedicada a los muchos simbolos y figuras bíblicas que concurren en los sacramentos de iniciación, Bautismo, Confirmación y Eucaristía. Incluyendo tambén un comentario sobre la historia del signo de la cruz (sphragis)

La segunda se dedica a las fiestas, con tres capítulos sobre el domingo (el misterio del sábado, el domingo, el octavo día), y cuatro fiestas: Pascua, Ascensión, Pentecostés y también los Tabernáculos, que no ha llegado a transformarse en fiesta cristiana, pero ha sido ampliamente comentada por los Padres.

La Catequesis en los primeros siglos (1968)

Sirve de complemento este último libro, que pertenece al viejo género de las reportationes, apuntes tomados en clase y reconstruidos. Es un curso dado en el Instituto Superior de Pastoral Catequética de París, y recompuesto por Sor Regina de Charlat.

Como explica Daniélou, en la introducción: “Se trata de destacar los grandes trazos del catecumenado en la Iglesia antigua, de manera que se puedan sacar luces para la pastoral contemporánea (…). El autor no duda en señalar que esta enseñanza sigue siendo actual”. 

Después de repasar las fuentes de la catequesis (Sagradas Escrituras y escritos posteriores) y de señalar las principales etapas históricas, el libro recorre la Catequesis dogmática (parte 2), más apologética en el siglo III y más doctrinal en el IV;  la Catequesis moral (parte 3), con amplia referencia al Cristo pedagogo de Clemente de Alejandría; y la Catequesis sacramentaria (parte 4) comentando en detalle los ritos del Bautismo y la Eucaristía, y las figuras de los sacramentos (las aguas primitivas, el diluvio, el cordero pascual, el Jordán, la roca del desierto). La última parte (5) se refiere al método: recoge muchos consejos de San Agustín (De Catechizandis rudibus) para catequizar a los “rudos” y transmitirles una idea viva de la historia de la salvación.

Conclusión

A veces, se reprochó a Daniélou que escribía demasiado rápido y que todo hubiera necesitado más precisión. Era consciente de esos límites, como hemos visto, pero nadie puede hacerlo todo. Daniélou hizo un trabajo colosal intentando describir, por lo menos las grandes líneas de fuerza en la tipología de figuras, de escenas y de los ritmos de la historia de la salvación. Era un tema conocido, y al mismo tiempo desconocido y sobre todo, culturalmente lejano. Tuvo la virtud de hacerlo revivir, de explicarlo y de acercarlo. Si hubiera prestado atención a todos los detalle no hubiera podido ofrecer panoramas.

Con palabras tomadas de su intervención en el coloquio de Rencontres (Cerf 1951), citado por Dalmais: “Esta exégesis forma parte de la tradición común de la Iglesia. Incluso es uno de sus aspectos esenciales. Está vinculada directamente a la enseñanza de los Apóstoles. Constituye uno de los temas principales de la enseñanza cristiana elemental y también para los doctores. Orígenes veía en ella uno de los puntos substanciales de la fe (…). Y no es exclusiva de ninguna escuela. Se la encuentra en Oriente y en Occidente, entre los antioquenos y entre los alejandrinos. Precisamente esta unanimidad de la tradicion es la que permite identificarla con toda seguridad y distinguirla de otras corrientes que se han querido mezclar”. Toda esta catequesis sobre los misterios de iniciación cristiana ha sido ampliamente estudiada por Guillaume Derville en su monografía Histoire, mystère, sacrements. L’initiation chrétienne dans l’oeuvre de Jean Daniélou