España

Arte para ayudar a futuros artistas

Omnes·15 de octubre de 2020·Tiempo de lectura: 2 minutos

La Universidad Francisco de Vitoria ha organizado una subasta benéfica de arte «Ayudarte» con el objetivo de crear una bolsa de becas para los alumnos afectados por la COVID-19

“AyudArte, artistas ayudan a artistas”, así se presenta esta subasta para la que artistas contemporáneos de renombre del mundo de la pintura, la fotografía o la escultura han cedido una de sus obras ya creada o inédita, con el objetivo de recaudar fondos para una bolsa de ayudas al estudio destinada a alumnos de 2º a 4º de los grados de Diseño, Bellas Artes y Arquitectura de la UFV, que están viendo comprometida su continuidad de formación en la universidad por situaciones de ERTE, ERE, despido u otras de análoga naturaleza derivadas de los efectos socioeconómicos de la COVID 19.

Spot de presentación de «Ayudarte»

Se trata de 27 lotes de distintas modalidades en las que podemos encontrar firmas como las fotógrafas Ouka Leele, Lupe de la Vallina, el cartelista Cruz Novillo o el escultor Antonio Azzato. Las obras se exponen estos días en el Hall del Edificio H desde hoy y hasta el 21 de octubre. Además, se han organizado visitas guiadas que se realizarán de lunes a viernes de 10:00h a 14:00h y de 16:00h a 20:00h. 

La subasta, moderada por Pablo Melendo Beltrá, se celebrará el próximo 22 de octubre en formato presencial (en la medida de las posibilidades existentes), y con posibilidad de pujar por teléfono.

Un proyecto que como destaca, Pablo López Raso, director de los grados en Bellas Artes y Diseño muestra que «las obras que desinteresadamente ceden estos artistas para nuestro acto benéfico proponen que el arte no es mero entretenimiento, que en realidad es una declaración de intenciones a favor de la vida y contra el miedo y un pretexto para reivindicar un modelo de cultura capaz de generar esperanza en todo lo que nos une como personas que buscan el bien, la verdad y la belleza”.

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Vaticano

Mons. Semeraro, nuevo Prefecto para las Causas de los Santos

Maria José Atienza·15 de octubre de 2020·Tiempo de lectura: 2 minutos

El bolletino diario de la Santa Sede de hoy incluía el nombramiento del hasta ahora Obispo de Albano, Marcello Semeraro, como nuevo Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.

Natural de Monteroni di Lecce, en Puglia, Mons. Semeraro era, desde 2013 Secretario del Consejo de Cardenales. Además es miembro de la Congregación para las Causas de los Santos y del Dicasterio para la Comunicación y Consultor de la Congregación para las Iglesias Orientales.

Sucede en el cargo al cardenal Giovanni Angelo Becciu que renunció al cargo el pasado 24 de septiembre.

Por su parte, Monseñor Mellino ejercerá como nuevo secretario del Consejo de Cardenales, en lugar de Monseñor Marcello Semeraro.

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Breve biografía

Marcello Semeraro, quien cumplirá 73 años el próximo diciembre, fue ordenado sacerdote en 1971.

Recibió su formación inicial en el Seminario Pontificio Regional Pullés Pío XI de Molfetta y, posteriormente, perfeccionó sus estudios teológicos en la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Lateranense de Roma, donde obtuvo la Licenciatura y el Doctorado en Teología Sagrada. Comenzó entonces el ministerio de la enseñanza de la Teología dogmática en el Instituto Teológico Pullés y luego también de Eclesiología en la Facultad de Teología de la P.U.L

En 1998 fue nombrado por San Juan Pablo II obispo de Oria y en octubre de 2004 fue destinado a la Iglesia Suburbicaria de Albano

Fue Secretario Especial de la 10ª Asamblea General del Sínodo de Obispos sobre El Obispo: Servidor del Evangelio de Jescristo para la esperanza del mundo.

Participó como miembro por designación pontificia en la XIV Asamblea General Ordinaria sobre La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo; en la XV Asamblea General Ordinaria sobre Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional y en la Asamblea Especial para la Región Panamazzónica en 2019

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Vaticano

La reforma de la Curia ya está en marcha

David Fernández Alonso·14 de octubre de 2020·Tiempo de lectura: 2 minutos

El Consejo de Cardenales se ha reunido, ocho meses después, para reanudar el proceso de trabajo de la nueva Constitución Apostólica que regulará la composición y el funcionamiento de la Curia Romana. En esta ocasión, la reunión se celebró de manera virtual por videoconferencia, ayer martes a las 16.00 horas.

Los Cardenales Consejeros ya se han reunido anteriormente en varias ocasiones con el Papa Francisco para estudiar el borrador de la nueva Constitución Apostólica. Ésta sustituirá a la actual Pastor bonus, promulgada por Juan Pablo II y en vigor desde el 28 de junio de 1988. Se compone de 193 artículos, 2 anexos y posteriores modificaciones introducidas por Benedicto XVI y Francisco.

Mayor presencia de laicos

Entre los temas que se están tratando en el borrador están las relaciones entre la Curia y las Conferencias Episcopales; la presencia de los fieles laicos, hombres y mujeres, en los puestos directivos en las oficinas de la Curia y otros organismos de la Iglesia; o el estudio de las bases teológico-pastorales de estos aspectos.

La Consulta Femenil del Pontificio Consejo para la Cultura es uno de los órganos creado en los últimos años, compuesto principalmente por laicos.

En la reunión de este martes, el Consejo de Cardenales ha presentado al Papa Francisco el borrador de la nueva Constitución, que llevará por título previsiblemente Predicate evangelium. Durante los meses de verano, el Consejo ha tenido la oportunidad de trabajar a través de internet en el texto del nuevo documento, para poder presentar una versión actualizada del borrador al Santo Padre.

La reforma ya está en marcha

Francisco intervino en la reunión desde la Casa Santa Marta y destacó que “la reforma ya está en marcha, también en algunos aspectos administrativos y económicos”. También estuvieron conectados a la reunión el cardenal Óscar A. Rodríguez Maradiaga, Reinhard Marx, Sean Patrick O’Malley, Oswald Gracias, mientras que por parte del Vaticano se sumaron el cardenal Secretario de Estado, Pietro Parolin y el cardenal Giuseppe Bertello, así como el Secretario del Consejo, monseñor Marcello Semeraro, y el Secretario Adjunto, monseñor Marco Mellino.

La próxima reunión del Consejo de Cardenales está programada para el mes de diciembre y se realizará de manera virtual, como se ha hecho en esta ocasión.

América Latina

La «clave latina» continúa creciendo en Estados Unidos

David Fernández Alonso·13 de octubre de 2020·Tiempo de lectura: 3 minutos

La comunidad hispana de Estados Unidos volvió a reunirse en el Taller Virtual del V Encuentro para las Diócesis. El objetivo es impulsar la actividad pastoral ante la situación actual, marcada por las atípicas circunstancias de este año.

El Subcomité de Asuntos Hispanos del V Encuentro Nacional de Pastoral Hispana-Latina celebró el 9 y 10 de octubre un evento virtual para las Diócesis, como apoyo para aquellas que no han podido llevar a cabo sus Talleres Diocesanos. En este evento se pretendía tratar algunos temas que ha presentado el panorama pastoral de la Iglesia y la sociedad durante este año. Entre ellos se encuentran la crisis provocada por la pandemia del coronavirus, la llamada a la justicia racial, la economía o el impacto continuo del cambio climático global.

El sexto «hito» del Encuentro

El objetivo del evento estaba principalmente dirigido a completar el sexto “hito” del proceso del V Encuentro: visualizar el futuro de la pastoral hispana en Estados Unidos; ayudar a las diócesis y organizaciones a identificar, crear o afinar sus respuestas pastorales a nivel local; celebrar los frutos del V Encuentro; y promover la misión y el apostolado alegre.

En las retransmisiones online del evento se pudo ver y escuchar a líderes de la Iglesia en Estados Unidos, como el Obispo Auxiliar de Detroit, Arturo Cepeda, presidente del Subcomité de Asuntos Hispanos de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos (USCCB); el Nuncio Apostólico Christophe Pierre, o el presidente de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, arzobispo de Los Ángeles, José H. Gómez.

“El panorama ha cambiado, y existe una necesidad urgente de ser aún más creativos e ingeniosos a medida que adaptamos nuestras respuestas pastorales generadas por el proceso del V Encuentro a esta nueva realidad”, dijo Cepeda.

V Encuentro

El nuncio Christophe Pierre, abordó en un vídeomensaje los problemas sociales actuales que han afectado a la comunidad latina, como la pandemia, las tensiones raciales y la desigualdad social.  “La comunidad hispana-latina, en particular los inmigrantes recientes, ha sufrido y a veces se ha visto deshumanizada por la separación de las familias y el encarcelamiento prolongado de quienes buscan una vida mejor”, afirmó el nuncio. Y continuó indicando que “el Santo Padre nos llama a resistir esta deshumanizante cultura de usar y tirar, especialmente contrarrestando el individualismo y recordando que estamos conectados por nuestra humanidad común, nuestra fe y nuestro hogar común”.

Añadió que la búsqueda de una cura para el coronavirus es, sin lugar a dudas, una prioridad. Pero que igualmente prioritaria es la búsqueda de una cura para la desigualdad social. Pierre animó a los líderes presentes a rechazar el individualismo y buscar la conversión pastoral trabajando por la justicia, la diversidad y la solidaridad, en un espíritu de contemplación.

Recuperar la energía evangélica

Monseñor José H. Gómez, arzobispo de Los Ángeles y presidente de la USCCB presidió la celebración de la Eucaristía desde la Catedral de Nuestra Señora de los Ángeles, que se retransmitió en vivo para todos los asistentes al evento.

Misa arzobispo Jose Gomez
El arzobispo de Los Ángeles Jose H. Gómez en un momento de la celebración eucarística retransmitida para el V Encuentro Virtual

“Todas nuestras vidas se han puesto patas arriba con la pandemia, pero hoy queremos recuperar la energía evangélica que sentimos durante el V Encuentro; esa alegría del Evangelio de la que habla el Papa Francisco”, dijo mons. Gómez, animando a seguir compartiendo la alegría de servir y de evangelizar que generó el Encuentro.

El espíritu del Encuentro en la comunidad hispana de Estados Unidos continúa creciendo y fortaleciéndose, manifestando un signo de unidad y alegría en la evangelización.

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España

DOMUND: ayudar a la Iglesia a ser Iglesia

Maria José Atienza·13 de octubre de 2020·Tiempo de lectura: 4 minutos

La colecta del Domingo Mundial de las Misiones, el DOMUND, que la Iglesia celebra en todo el mundo, es, en palabras de José María Calderón, Director de OMP España “la forma que tenemos los cristianos de preocuparnos por la Iglesia, allá donde esté”.

La Jornada Mundial de las Misiones, DOMUND, de este año 2020 se ha presentado esta mañana en Madrid, en la sede de las Obras Misionales Pontificia , en una rueda de prensa en la que han intervenido además de José María Calderón, Mons. Bernardito Auza, Nuncio Apostólico en España y Enrique Rosich, misionero comboniano en Chad. 

Acciones virtuales y presenciales

Una campaña, la de este año, que pone el acento en la disponiblidad del corazón de los misioneros con el lema “Aquí estoy, envíame”, y que cuenta con la peculiaridad de ser universal – no exclusivo de la iglesia española. Una campaña marcada además por el coronavirus que ha hecho que la gran mayoría de las acciones en torno a la Jornada se desarrollen en el entorno digital: carrera virtual solidaria, donaciones a través de la web, etc. No por ello, sin embargo, se han dejado de realizar la exposición “El Domund al descubierto”, que se puede visitar en la Catedral de Burgos hasta el 20 de octubre y el pregón de DOMUND, en esta misma seo, por parte de Félix Sancho, presidente del club Hereda San Pablo Burgos de Baloncesto. 

Más allá de la caridad

El Director de Obras Misionales Pontificias en España ha incidido especialmente en dos puntos durante la presentación de la campaña. El primero, la conciencia de que ayudar al DOMUND no es sólo un acto de caridad, sino que manifiesta la realidad de la catolicidad de la Iglesia: “Ayudar al DOMUND es ayudar a la iglesia a ser iglesia; significa que el cristiano se siente responsable de toda la Iglesia”.  Muy unida a esta reflexión, destacaba el segundo punto: es la Iglesia universal quien envía a los misioneros allí donde se necesitan y quien reparte las ayudas recibidas. 

Un año de misión 

Por su parte, el Nuncio Apostólico en España, Mons. Bernardito Auza, ha querido destacar que “aunque la Iglesia siempre ora por sus misioneros, con esta Jornada se quiere también agradecer y ayudar a su tarea” y ha explicado la iniciativa del Papa Francisco para que los sacerdotes que se forman dentro del cuerpo diplomático vaticano realicen un año exclusivo de experiencia misionera en alguna de las diócesis dependientes de la Congregación para la evangelización de los pueblos o de la Congregación para los Obispos porque “el papa Francisco tiene muy claro que la Iglesia nace de la misión”. 

Vivir con la gente 

La vida en una iglesia con menos de 100 años, la comunidad católica del Chad, ha sido el eje central de la intervención del misionero comboniano Enrique Rosich. Este melillense criado en Madrid ha querido destacar que su primera experiencia la llegar a Chad en 1981fue la de “ser ayudado por un pueblo que no te conoce, pero que te recibe como enviado por Dios”. Entre sus experiencias, ha relatado que “he descubierto mejor a Jesús estando con los chadianos; un catequista me dijo una vez que Jesús nos daba palabras muy difíciles de poner en práctica, por ejemplo, cuando Jesús habla de amar al enemigo, y allí el enemigo te puede matar…pero Jesús no cambia su palabra”. Rosich ha querido además destacar que uno en la misión “no hace cosas, vive con la gente. Eso es ser misionero, vivir con ellos”.

Generosidad, a pesar de todo

Uno de los datos más curiosos que se han dado a conocer en la presentación de la campaña ha sido que las aportaciones de España y Estados Unidos suponen la mitad de lo que se recibe en OMP mundialmente. El pasado año, la aportación de los españoles en el DOMUND supuso algo más de 10 millones de euros. Una cantidad con la que se ayuda a la presencia de la Iglesia en 149 territorios de misión. Este año, con la crisis del COVID19, la colecta se prevé algo más difícil:  la disminución de asistencia a los templos, la imposibilidad de visitar colegios o la tradicional hucha son algunas de las iniciativas que no se pueden llevar a cabo con motivo de la pandemia. Por eso, desde OMP apelan a una generosidad, a pesar de todo, facilitando los medios de aportación y pidiendo siempre, la oración por los misioneros que hacen la Iglesia por todo el mundo. 

Mundo

Un «plus» para las universidades católicas

Elaboran un marco de referencia para impulsar la Responsabilidad Social de las Universidades y comunicar mejor el valor añadido de las instituciones universitarias católicas.

David Fernández Alonso·9 de octubre de 2020·Tiempo de lectura: 2 minutos

La Federación Internacional de Universidades Católicas (FIUC) ha elaborado, fruto de tres años de trabajo colaborativo, el Marco de Referencia de Newman. De este modo, se hace eco del creciente número de iniciativas en todo el mundo para promover la Responsabilidad Social de las Universidades (RSU). “Este documento tiene como objetivo concreto ayudar a nuestros miembros para iniciar un proceso de evaluación de sus prácticas en este campo”, indica François Mabille, secretario general de la IFCU.

En línea con la tradición de la Iglesia

Los rankings actuales, surgidos en los últimos años (Shanghai o Times Higher Education), califican a las universidades en un entorno cada vez más competitivo. Estas clasificaciones se basan principalmente en criterios científicos limitados y pasan por alto valores que son esenciales para las sociedades actuales. El Marco de Referencia de Newman pretende ser una referencia para promover la RSU. “Basándose en la dinámica que rige la educación superior hoy en día, [este Marco de Referencia] establece la necesidad de proponer alternativas viables que transmitan principios y valores que están en consonancia con la tradición humanista y católica de la Iglesia”, dice Montserrat Alom, Directora del Centro Internacional de Investigación y de Apoyo a la Decisión (CIRAD-FIUC).

federacion internacional universidades catolicas

De esta manera, el Marco de Referencia de Newman sitúa la noción de responsabilidad en el centro de la vida universitaria y de toda la comunidad. Este instrumento incluye unos 160 indicadores y veinte criterios clasificados en cuatro áreas diferentes: gobierno institucional, esfuerzos de protección del medio ambiente, prácticas de como el empleador implementa las “tres misiones”; y la coherencia general respecto a la identidad institucional.

El primero con inteligencia artificial

Además, para la elaboración del Marco de Referencia, han colaborado estrechamente con el ThinkTank Glob’experts-GMAP Center. Gracias a esta asociación, el Marco de Referencia de Newman es el primero de su tipo que se basa en el uso de la inteligencia artificial (IA) para ofrecer un sistema de evaluación dinámico y respetuoso con la diversidad de contextos en los que se encuentran las instituciones. El acceso a esta herramienta permitirá a las universidades adquirir un mejor conocimiento de sus logros en materia de RSU, al tiempo que dispondrán de datos fiables para redefinir sus estrategias de desarrollo institucional.

El hecho de dar visibilidad y cuantificar sus políticas y prácticas de Responsabilidad Social, permitirá a las universidades católicas promover y comunicar más fácilmente su singular valor añadido en el panorama de la educación superior.

Experiencias

El cáliz profanado que recorre España

Maria José Atienza·8 de octubre de 2020·Tiempo de lectura: 2 minutos

Un cáliz, tiroteado y profanado por yihadistas del Daesh durante la ocupación de Qaraqosh, se encuentra visitando diversos lugares de España por iniciativa de la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada.

Con este cáliz han podido celebrar sacerdotes, ante él han rezado religiosas de vida activa y contemplativa, familias y jóvenes. Una “peregrinación” impulsada por Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) con la que se recuerda la realidad, más actual que nunca, de las persecuciones que los cristianos sufren en muchos lugares del mundo. 

El cáliz 

El cáliz fue rescatado entre los escombros del templo en el que se conservaba, por un sacerdote, el P. Salar, cristiano sirio – católico de Qaraqosh, situada en el norte de Irak, en la región de la Llanura de Nínive.

Un vaso sagrado que muestra las consecuencias del bombardeo del templo y un tiroteo específicamente dirigido a los objetos litúrgicos.

Qaraqosh es el pueblo de mayoría cristiana más grande de Irak y posiblemente de la región, con 50.000 habitantes, casi todos ellos cristianos: católicos caldeos, sirio-católicos, y sirio-ortodoxos. El asistente eclesiástico de ACN España, Jesús Rodríguez Torrente, destaca que el cáliz, “con este destrozo es como el Corazón de Jesús que vuelve a derramar su sangre día a día por cada uno de nosotros, convirtiéndolo así en símbolo de entrega y de Amor de Dios. Ya no es un objeto de dolor y odio sino todo lo contrario”. 

Este cáliz que representa a tantos sacerdotes perseguidos nos muestra una mirada de esperanza y Confianza en Dios, que nos enseña a vivir la fe en nuestros países” subraya Rodríguez Torrente. 

El cáliz, que ya ha recorrido lugares como Córdoba, Guadix o Málaga, tiene previsto llegar a las ciudades de Santander y Bilbao en las próximas semanas. 

Perseguidos y exiliados

La mayoría cristiana de esta zona de Irak supuso el primer objetivo de los terroristas del Daesh al invadir Mosul y las poblaciones de mayoría cristiana de la Llanura de Nínive en el verano de 2014. 120.000 cristianos, niños, adultos, ancianos, familias enteras tuvieron que huir en cuestión de horas. La mayoría de ellos se dirigieron a Erbil, capital del Kurdistán iraquí. Hasta que han podido regresar a lo que quedaba de sus hogares, han vivido gracias a la caridad de la Iglesia. Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) les ha ayudado con 34,5 millones de euros para alojamiento, alimentos y bienes de primera necesidad. 

Después de cuatro años de la ocupación yihadista, Mosul y las poblaciones de la llanura de Nínive están libres y comienza la reconstrucción. Las tres grandes Iglesias de Irak han firmado un acuerdo con Ayuda a la Iglesia Necesitada para trabajar en la reconstrucción de estas poblaciones. Un proyecto que cuenta con el apoyo expreso del Papa Francisco, quién recuerda, constantemente en audiencias y discursos, la realidad de los cristianos perseguidos y la necesidad de ayudarles y de orar por ellos.

España

DOMUND 2020: campaña distinta, mismo objetivo

“Aquí estoy, envíame” es el lema que centra este año la campaña del DOMUND. Una llamada a participar en la tarea misionera de la Iglesia dentro y fuera de nuestras fronteras y que sufre aun más, si cabe, las consecuencias de la epidemia de coronavirus que estamos viviendo.

Maria José Atienza·8 de octubre de 2020·Tiempo de lectura: 2 minutos

Octubre, el mes misionero por excelencia en la vida de la Iglesia, gira, en gran medida en torno a la campaña del DOMUND, el domingo en que se celebra la Domingo Mundial de las misiones.

Una meta, la de cada año: hacer posible la continuidad de los más de 10.000 misioneros y misioneras españoles que realizan su labor pastoral en todo el mundo.

Una campaña, la de 2020, marcada por las limitaciones de una pandemia que azota a todo el planeta y que, de manera más dura, afecta a aquellos territorios ya de por sí marcados por el hambre, las guerras, la persecución religiosa, …etc. esas zonas en las que dejan su vida los misioneros. Un mismo objetivo, una campaña diferente, una llamada necesaria. 

Los protagonistas

Obras Misionales Pontificias ha lanzado su campaña, este año, bajo el lema “Aquí estoy, envíame”. Una invitación a ser parte de esta misión compartida de la Iglesia, a pesar de las limitaciones de la Covid19.

Esta edición, se materializa en las historias de una familia del Camino Neocatecumenal con cinco hijos que viven en Arusha (Tanzania), una médico misionera de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús residente en Yaundé, dos sacerdotes diocesanos, uno que se encuentra en Japón y otro en Perú, una monja que se encuentra en Angola y un religioso en Oceanía.

Diversos carismas unidos por la labor evangelizadora y propagación de la fe, y que articulan además los materiales propuestos para las catequesis y clases de religión en torno a la jornada.

La campaña

¿Cómo se desarrolla este año la campaña del DOMUND? A través de su página web www.domund.es, en la que se dan a conocer los testimonios de los protagonistas y las iniciativas para colaborar este año.

Además del donativo directo, la I Carrera Solidaria Virtual Domund 2020 se presenta como uno de los principales ejes de esta campaña distinta: el “corredor” elige equipo, distancia y un donativo.

Una vez completados los datos y remitido la colaboración económica, el penúltimo domingo de octubre, los días 17 y 18, puede hacer esta carrera andando o corriendo, además desde OMP animan a los corredores a que suban una foto con el dorsal en redes sociales con el Hashtag: #CorrePorElDomund y dar a conocer esta iniciativa. 

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Mundo

Carlo Acutis. Vivir como un original, para no morir como una fotocopia

Carlo Acutis, el muchacho italiano de 15 años que ha sido beatificado por el Papa Francisco, y muerto a causa de una leucemia fulminante, consideraba la Eucaristía “mi autopista para el cielo”. Hoy son muchos los jóvenes y educadores que se inspiran en su testimonio.

Giovanni Tridente·8 de octubre de 2020·Tiempo de lectura: 7 minutos

Publicado en el Dossier «Próximos santos. El rostro más bellos de la Iglesia» (Palabra 676-677. Abril 2019)

Un adolescente plenamente eucarístico y tiernamente mariano, con una vida –aunque breve– vivida de manera totalmente cristocéntrica. Son estos los rasgos distintivos del testimonio de fe del jovencísimo italiano Carlo Acutis, muerto cuando tenía solamente 15 años por una leucemia fulminante. Asiduo frecuentador de la Santa Misa cotidiana desde el día de su Primera Comunión –recibida con un permiso especial a la edad de 7 años, en el monasterio de Bernaga, en Perego, cerca de Lecco– se había acostumbrado a permanecer en profundo recogimiento delante del sagrario tanto antes como después de celebración. Además, solía recitar todos los días el Santo Rosario, nutriendo hacia la Santísima Virgen una filial ternura: “mi Madre celeste”.

Convencido de que hay que evitar “morir como una fotocopia”, y de que hay que vivir tal como se nació, como un “original”, siguiendo la meta que es nuestra Patria, el joven Carlo comentaba con frecuencia que su programa de vida era “estar siempre unido a Jesús”. Su “secreto” para alcanzar esta empresa y este profundo deseo eran precisamente los Sacramentos y la oración, en particular la Eucaristía, a la que consideraba “mi autopista para el Cielo” (expresión que se ha convertido en el título de una película documental y de un libro sobre su figura). Haciendo de brújula en este camino terreno hacia la santidad, la Palabra de Dios.

Una fe encarnada

Nacido el 3 de mayo de 1991 en Londres, donde sus padres se habían mudado temporalmente por motivos de trabajo, y muerto en Monza (diócesis de Milán) el 12 de octubre de 2006, el Papa Francisco lo proclamó Venerable el 5 de julio de 2018.

De familia bien situada, pudo vivir la fe en todos los aspectos de su existencia desde pequeño, frecuentando primero las escuelas elementales y medias de las hermanas Marcelinas (una congregación dedicada a la instrucción y a la educación cristiana de la juventud, fundada a comienzos del siglo XIX) y después los primeros años de bachillerato con los jesuitas del instituto León XIII en Milán.

Se sentía más afortunado que cualquiera que hubiera vivido en la época de Cristo, porque decía que para encontrar a Jesús “basta entrar en la iglesia. Tenemos Jerusalén debajo de casa”. Con frecuencia se acercaba también al Sacramento de la Reconciliación, considerando que debía hacer “como el globo aerostático, que para subir a lo alto necesita descargar los pesos”; del mismo modo, en efecto, “para elevarse al Cielo, el alma necesita quitarse también los pequeños pesos, que son los pecados veniales”.

Primera Comunión de Carlo Acutis

Atraía mucho a sus compañeros de colegio, que se encontraban bien junto a él, a pesar de que no era una persona a la que gustas en las modas; es más, solía invitarles a ir juntos a Misa y a reconciliarse con el Señor.

De él se recuerda su gran talento para la informática –era considerado un verdadero genio para su edad, con competencias que podía adquirir solo quien ya había realizado estudios universitarios–, pasión que cultivaba y a través de la cual testimoniaba su fe realizando principalmente paginas web y películas, diseño gráfico y programación, tanto que se habla de él como de un posible patrono de internet, y en general de los que trabajan en el ámbito de la comunicación social.

La Eucaristía en el centro

Antes de la enfermedad que lo atacó en 2006 y lo llevó a la muerte en poquísimos días, había ideado y organizado una exposición sobre los milagros eucarísticos en el mundo, que demuestra el culto que nutría hacia el Santísimo Sacramento, y que también le servía como ocasión para hacer que las personas cayeran en la cuenta “de que verdaderamente en la hostia y en el vino consagrado están el cuerpo y la sangre de Cristo. De que no hay nada simbólico, sino que es la posibilidad real de encontrarlo”, como contó más tarde su madre, Antonia. “En aquel periodo era ayudante de catequista y esta exposición le parecía un modo nuevo para ayudar a pensar sobre el Misterio eucarístico”. El Dicasterio para la Comunicación de la Santa Sede ha realizado también un documental sobre ella, titulado Signos, en el que están recogido testimonio de médicos y de científicos sobre la verificabilidad y la certeza de cada uno de los milagros.

La exposición ideada por el Venerable Carlo Acutis, que evidentemente está también disponible online, ha dado ya la vuelta al mundo en los cinco continentes y, en particular, en los Estados Unidos, donde se ha instalado en casi 10.000 parroquias y en más de 100 universidades, gracias también a la aportación de los Caballeros de Colón. Otras exposiciones las había dedicado a las “Apariciones y santuarios marianos en el mundo”, a los “Ángeles y demonios” y al “Infierno, Purgatorio y Paraíso”. “Quería sacudir a las almas y ha habido frutos”, continúa contando su madre.

Entre otras cosas, estaba muy ligado también a Fátima y en particular a la Aparición del Ángel, precedente a las de la Virgen, con su llamada a vivir una vida virtuosa y a reparar las ofensas a la Eucaristía. “A Carlo le había impresionado también la frase de la Virgen del 19 de agosto, en la que dice que muchas almas van al infierno porque no hay quien rece y se sacrifique por ellas”. Frase que para él se convirtió en una especie de obsesión, tanto que “por ser pequeño, ofrecía pequeñas penitencias” a la Virgen pensando en las almas del Purgatorio.

Caridad con todos

Hay que resaltar en él, por tanto, su gran espíritu caritativo hacia el prójimo, empezando por sus padres, pero también por los pobres, los ancianos abandonados, los marginados y los “sintecho”, a los cuales donaba de diversas formas los ahorros de la paga semanal. En el barrio era conocido por todos y había entablado amistad con varios porteros, muchos de los cuales eran inmigrantes de religión musulmana o hinduista, a los que no tenía miedo de hablar de sí mismo y de su fe. Por ejemplo, hizo una amistad profunda con el empleado doméstico de su casa, Rajesh, hinduista y bramán, que poco después se convertiría y pediría recibir los sacramentos: “Me decía que sería más feliz si me acercaba a Jesús. Me bauticé cristiano porque fue él el que me contagió y deslumbró con su profunda fe, su caridad y su pureza”.

El proceso de beatificación comenzó el 15 de febrero de 2013, y casi cuatro años después se cerró en Milán la fase diocesana, cuando ya su fama de santidad había explotado a nivel mundial, de maniera completamente misteriosa, pero al mismo tiempo comprensible.

“Podemos decir que, así como era famoso entre sus compañeros de clase por la facilidad para programas de ordenador o montar películas y videos, así su vida y su figura son ahora familiares a centenares de millares de chicos y chicas gracias a las redes de internet. Algunas asociaciones, parroquias e institutos incluso lo han elegido como modelo para los jóvenes”, ha declarado con ocasión del Sínodo el postulador de la causa de beatificación Nicola Gori.

Todo eso, por tanto, “gracias a esas redes sociales de las que ha sido usuario y promotor, mostrando a todos que estos medios se pueden usar de modo lícito y responsable para el bien de la comunidad y del crecimiento personal”. Efectivamente, su secreto era considerar que “cualquier medio es útil para anunciar al mundo la salvación”.

Entre otros de sus “secretos especialísimos para alcanzar rápidamente” la meta de la santidad –además de la Santa Misa, el Rosario y la visita diaria al Santísimo Sacramento, como hemos visto–, el joven Carlo sugería a sus amigos la necesidad de desear “con todo el corazón” la santidad, “y si aún no la deseas tienes que pedirlo con insistencia al Señor”; y también aconsejaba leer cada día un pasaje de la Sagrada Escritura, confesarse semanalmente “también por los pecados veniales”, hacer ofrendas y propósitos “al Señor y a la Virgen para ayudar a los demás”, y pedir continuamente ayuda “a tu Ángel de la Guarda, que tiene que convertirse en tu mejor amigo”.

En un cuaderno había escrito: “La tristeza es la mirada dirigida a uno mismo, la felicidad es la mirada dirigida hacia Dios. La conversión no es más que desplazar la mirada desde abajo hacia arriba. Basta un simple movimiento de los ojos”

Algunos meses antes de que el Señor lo llamase a sí, mientras estaba de vacaciones con sus padres, preguntó a su madre: “¿Crees que debería ser sacerdote?”, comunicando indirectamente este deseo suyo, probablemente inconsciente. Hoy su madre es consciente de que su hijo está haciendo de sacerdote desde el cielo. En efecto, Carlo “no comprendía que los estadios estén tan llenos para los conciertos, y en cambio las iglesias tan vacías”, y repetía que antes o después sus coetáneos comprenderían que de verdad vale la pena ofrecer la vida por Cristo. Y probablemente esta intercediendo desde lo Alto.

El ofrecimiento del sufrimiento

En la cama del hospital, consciente ya de que su vida estaba llegando al ocaso, dijo a sus padres: “Ofrezco al Señor los sufrimientos que tendré que padecer, por el Papa y por la Iglesia, para no ir al Purgatorio e ir derecho al Paraíso”. Sufrimientos que llegaron, pero que él vivió con el pensamiento dirigido a quien consideraba que seguramente estaría peor que él.

Sus restos mortales reposan en Asís, la pequeña ciudad del Hermano Pobrecito –un Santo al que Carlo veneraba mucho– donde la familia tenía una segunda casa y donde él había pedido expresamente que lo sepultaran.

Son numerosas las publicaciones que cuentan su breve pero intensa vida de fe y varios centenares las paginas web y los blogs que hablan de él en diversos idiomas. Muchas son también las historias de conversión ligadas a su testimonio y ocurridas después de su muerte, provenientes de todos los rincones del mundo, desde Indonesia a China, desde Corea a Brasil, pasando por los Emiratos Árabes, Egipto, Vietnam, Alemania, Holanda y los Estados Unidos, incluidos testimonios de personas que han recibido gracias, con las correspondientes comunicaciones médicas. En la oración de intercesión para su beatificación y canonización se le recuerda como aquel que hizo de la Eucaristía el “centro de su vida y la fuerza de su empeño cotidiano”.

La decisión del Papa Francisco de elevarlo a los altares en un tiempo tan breve ha sido acogida con mucho entusiasmo y es motivo de consolación para todos aquellos que se remiten a su figura como modelo para evangelizar. No por casualidad muchos catequistas, colegios, escuelas y parroquias acuden a su experiencia para animar sus diversas actividades y hay también un sitio web que lleva su nombre y recoge todas estas experiencias. El testimonio que este jovencísimo beato deja, por tanto, a los padres y a las familias es el de educar a sus hijos desde pequeños a la oración e incentivarlos en el camino de fe.“Su jornada giraba en torno a Jesús, que estaba en el centro. Las personas que se dejan transformar por Jesús y tiene esta fuerte amistad con Dios interpelan a los otros, irradian la imagen de Dios”, dirá más adelanta su madre. En realidad, “todos nosotros inconscientemente buscamos a Dios”. Y todos lo han percibido en el joven Carlo Acutis.

Actualidad

Hacia un pacto educativo global

David Fernández Alonso·7 de octubre de 2020·Tiempo de lectura: 2 minutos

El 15 de octubre tendrá lugar un evento mundial promovido por el Papa Francisco con el tema Reconstruir el pacto educativo global. Un encuentro que pretende reavivar el compromiso por y con las jóvenes generaciones, renovando la pasión por una educación más abierta e incluyente, capaz de la escucha paciente, del diálogo constructivo y de la mutua comprensión.

Ante esta convocatoria del Pontífice, la Oficina Internacional de la Educación Católica (OIEC), junto con otros organismos y entidades, se ha movilizado para recoger las opiniones de diferentes personas del mundo de la educación, de los superiores generales de instituciones religiosas dedicadas a la educación y de expertos internacionales, sobre qué hacer para superar las dificultades y resistencias, qué cambiar en la educación para construir un mundo más humano, fraterno, solidario y sostenible y cómo centrarnos en las personas y educarlas integralmente desde dentro.

Luces para el camino

El resultado se recoge en el nuevo libro Luces para el camino. En él se han reunido proyectos y programas que muestran el camino y evidencian que es posible mejorar el derecho a la educación, construir la cultura de paz o tejer la solidaridad o el cuidado de la Casa Común. “Este libro participativo ha sido creado como un espacio de encuentro y de diálogo, para aportar luces para el camino hacia el pacto educativo global. Es un libro abierto, incompleto, que persigue inspirar a todos, contagiaros, para animaros a compartir vuestras visiones, para dialogar, debatir, buscar y trabajar juntos, desde cualquier rincón del mundo” escribe el Director de Proyectos de la Oficina Internacional de la Educación Católica, Consultor de la Congregación de la Educación Católica del Vaticano Juan Antonio Ojeda Ortiz, en la introducción del nuevo volumen.

En esta línea, explica que “se trata de construir juntos una educación de, con y para todos. La educación compete a todos, pues les afecta por igual. De ahí que les debamos dar voz y capacidad de decisión a cada una de las partes afectadas, para generar juntos un proyecto educativo que no excluya a nadie, sino que incluya a todos”.

España

Subir el IVA a la educación no beneficia a nadie

Maria José Atienza·7 de octubre de 2020·Tiempo de lectura: 3 minutos

La presentación del borrador de los Presupuestos Generales del Estado para el próximo año, trajo consigo una desagradable sorpresa para más de dos millones de familias: la posibilidad de subir el IVA de la educación concertada y privada al 21%. Una subida que se ha querido vender, por parte de quienes la defienden, como una medida de ahorro financiero en este tiempo de crisis.

Nada hay más lejos de la realidad. La subida del 21% a la actividad educativa concertada y privada (o a la sanitaria privada, por ejemplo) conllevaría, en el caso de que se aplicase, no sólo un incremento del gasto actual en educación, sino la pérdida de puestos de trabajo, una menor recaudación de IRPF o un aumento de las prestaciones por desempleo. Así lo apuntaban organizaciones, representativas de los distintos sectores de la educación privada, tanto de enseñanzas regladas como no regladas, en un comunicado que publicaron el pasado 2 de octubre al conocer esta posibilidad. 

El peor momento

Luis Centeno, Secretario General Adjunto de Escuelas Católicas, una de las entidades firmantes de esta declaración señala para Revista Palabra que “es el peor momento posible para plantear una subida del IVA tanto a la educación privada como a la sanidad privada. Las familias de clase media y baja son las que más van a sufrir este incremento”. Un duro golpe para la mayor parte de los alumnos de la escuela concertada que no proceden, precisamente, de familias adineradas.

La medida no parece sustentarse ni por motivos económicos, ni por demanda social; de hecho ya son varias las voces, incluso dentro de los grupos de Gobierno, que apuntan a la ineficacia de esta posibilidad que, como destaca el Secretario General Adjunto de Escuelas Católicas, no supondría en ningún caso una medida de contención o ahorro de gasto público ya que “el posible trasvase de alumnos de la enseñanza privada y concertada a la enseñanza pública implicaría un aumento considerable del gasto público en centros o plazas de titularidad pública, que son el doble de caras que las privadas o concertadas”.

A todo ello hay que sumarle, claro está, el problema que supondría para “más de dos millones de alumnos y familias que asisten a los centros concertados o privados. Asimismo, también podría afectar a otras familias que llevan a sus hijos a centros universitarios privados” y los trabajadores, tejido empresarial…, etc. que se desarrolla en torno a estas iniciativas educativas. “Respecto al número de trabajadores” – apunta Luis Centeno – “solo en la enseñanza concertada, suponen más de 150.000, que se podrían ver seriamente perjudicados por la pérdida de puestos de trabajo”. Es decir, estaríamos hablando de un descenso de la recaudación de IRPF y del aumento de las prestaciones sociales de aquellos que perderían su puesto de trabajo.

Limita la libertad de elección 

El incremento que supondría esta subida del Impuesto del Valor Añadido sobre el gasto de las familias podría llegar a ser un serio problema para la libertad de elección de centro educativo, “los padres tendrían menos capacidad de elegir en función del coste superior de las cuotas del Bachillerato o de la enseñanza universitaria; en segundo lugar, afectaría el hecho de que algunos alumnos decidiesen pasarse a la enseñanza pública por no poder pagarse estas cuotas, lo que llevaría al cierre de numerosos colegios”.

Entonces, ¿por qué esta propuesta? 

Como subraya Luis Centeno La enseñanza concertada en absoluto es un privilegio, es simplemente la forma que tiene el Estado para permitir el ejercicio del derecho a la educación por parte de todas las clases sociales con independencia de su nivel económico por lo que un nuevo ataque a la enseñanza privada y concertada “deseando por todos los medios que la enseñanza pública sea la única oferta disponible para la inmensa mayoría de los ciudadanos” no deja de ser, al final, una medida discriminatoria para quienes tienen menos recursos económicos pero el mismo derecho a la libertad de elección.

España

Nuevos obispos para Burgos, Zaragoza y Barcelona

La Santa Sede ha hecho público a las 12.00 h. los nombramientos realizados por el papa Francisco para las sedes de Burgos y Zaragoza y un nuevo auxiliar de Barcelona.

Omnes·6 de octubre de 2020·Tiempo de lectura: 3 minutos

El hasta ahora obispo de Bilbao, Mons. Mario Iceta pasa a ser el titular de la Archidiócesis de Burgos mientras que Mons. Carlos Manuel Escribano sucederá a Mons. Vicente Jiménez como Arzobispo de Zaragoza; Barcelona cuenta con un obispo auxiliar nuevo, Javier Vilanova, quien era hasta el momento, rector del seminario interdiocesano de Cataluña. 

La Santa Sede ha hecho público a las 12.00 h. los nombramientos realizados por el papa Francisco para las sedes de Burgos y Zaragoza y un nuevo auxiliar de Barcelona.

A la vez que se hacen públicos estos nombramientos, el papa Francisco acepta las renuncias presentadas, al cumplir los 75 años, por Mons. Fidel Herraéz y Mons. Vicente Jiménez Zamora, arzobispos de Burgos y Zaragoza respectivamente. 

Mons. Iceta, obispo de Bilbao desde 2010

Mons. Mario Iceta Gavicagogeascoa nació en Gernika (Vizcaya), diócesis de Bilbao, el 21 de marzo de 1965. Es doctor en Medicina y Cirugía por la Universidad de Navarra (1995) y doctor en Teología por el Pontificio Instituto Juan Pablo II para los Estudios sobre el Matrimonio y Familia de Roma (2002). Es Máster en Gestión bancaria y de entidades de crédito por la Fundación Universidad y Empresa y por la UNED (1997). 

El 16 de julio de 1994 fue ordenado sacerdote en la catedral de Córdoba, su diócesis de incardinación. El 5 de febrero de 2008 fue nombrado obispo titular de Álava y auxiliar de Bilbao. Recibió la consagración episcopal el 12 de abril del mismo año. El 24 de agosto de 2010 fue nombrado obispo de Bilbao, iniciando el ministerio el 11 de octubre del mismo año. 

En la Conferencia Episcopal Española es miembro de la Comisión Ejecutiva y de la Comisión Permanente desde marzo de 2020. Ha sido vicepresidente de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar y presidente de la Subcomisión Episcopal para la Familia y la defensa de la Vida de 2014 a 2020. Era miembro de esta Subcomisión desde el año 2008. 

Es fundador de la Sociedad Andaluza de Investigación Bioética y de la revista especializada “Bioética y Ciencias de la Salud” (Córdoba, 1993). Es miembro correspondiente de la Real Academia de Córdoba en la Sección de Ciencias morales, políticas y sociales (2006). Es miembro de la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao (2008) y de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Sevilla (2018).

Mons. Escribano, obispo de Calahorra y La Calzada-Logroño desde 2016

Mons. Carlos Manuel Escribano Subías nació el 15 de agosto de 1964 en Carballo (La Coruña). Estudió Teología en la Universidad de Navarra y obtuvo la licenciatura en Teología Moral por la Universidad Pontificia Gregoriana (1994-1996). Fue ordenado sacerdote el 14 de julio de 1996, quedando incardinado en la diócesis de Zaragoza.

En esta diócesis de Zaragoza desempeñó diferentes cargos pastorales. Fue párroco en la parroquia del Sagrado Corazón y en la de Santa Engracia, y también profesor del Centro Regional de Estudios Teológicos de Aragón. El 20 de julio de 2010 fue nombrado obispo de Teruel y Albarracín, y allí recibió la ordenación episcopal el 26 de septiembre de ese mismo año. El 13 de mayo de 2016 fue nombrado obispo de la diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño, donde tomó posesión canónica el 25 de junio de 2016.

En la Conferencia Episcopal Española es presidente de la Comisión Episcopal para los Laicos, Familia y Vida desde marzo de 2020. Asimismo, es miembro de la Comisión Permanente. Desde 2015 es Consiliario de Manos Unidas.  

Entre 2010 y 2020 fue miembro de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar. Dentro de esta Comisión, fue el obispo responsable del departamento de Pastoral de Juventud (2017-2020) y consiliario nacional de Acción Católica (2011-2018). Fue miembro de la Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida (2010-2017).

Javier Vilanova, rector del Seminario Interdiocesano de Cataluña desde 2018

El sacerdote Javier Vilanova Pellisa nació en Fatarella (Tarragona) el 23 de septiembre de 1973. Fue ordenado sacerdote el 22 de noviembre de 1998 para la diócesis de Tortosa, sede en la que ha desarrollado su ministerio sacerdotal.  

Ha sido vicario parroquial de las parroquias de la Mare de Déu del Roser de Tortosa (1998-1999) y de San Miguel Arcángel de Alcanar (1999-2003). También fue rector de las parroquias de la Asunción de Forcall, Castellfort y Portell, San Pedro Apóstol de Cinctorres, Madre de Dios de las Nieves de la Mata, San Bartolomé de La Todolella y de la Virgen del Pópulo de Olocau del Rey (2003-2007). Ha sido rector de las parroquias de Alfara de Carles (2014-2019), del Sagrado Corazón de Jesús del Raval de Cristo (2016-2019) y de San Lorenzo del Pinell de Brai (2019).

Además, ha ocupado los cargos de delegado para la Catequesis (2014-2016) y para la Pastoral Vocacional (2003); rector del seminario de Tortosa (2007) y director espiritual del seminario interdiocesano de Cataluña (2016-2018). Miembro del Colegio de consultores (2007) y del Consejo Presbiteral (2007). 

Actualmente, y desde 2018, es rector del seminario interdiocesano de Cataluña. Es misionero de la Misericordia y confesor ordinario de la Comunidad de Agustinas de San Mateo.

Ecología integral

«Fratelli Tutti»: Amistad y fraternidad, diálogo y encuentro

Ofrecemos un análisis de la encíclica "Fratelli Tutti" hecha pública por el Santo Padre Francisco el día de la fiesta de San Francisco de Asís y que ofrece una mirada cristiana a la realidad social actual.

Ramiro Pellitero·4 de octubre de 2020·Tiempo de lectura: 5 minutos

La tercera encíclica del Papa Francisco Fratelli tutti, sobre la fraternidad y la amistad social, es una encíclica social escrita desde las “convicciones cristianas”, ofrecida en diálogo a todas las personas de buena voluntad. Esas convicciones cristianas están recogidas en la referencia al concilio Vaticano II: “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo” (Gaudium et spes, 1).

Por tanto, arranca desde una mirada al mundo que “es más que una aséptica descripción de la realidad”. Supone un “intento de buscar una luz en medio de lo que estamos viviendo”, una búsqueda abierta al diálogo y con el fin de “plantear unas líneas de acción” (n. 56). El método es el propio del discernimiento ético y pastoral, que trata, como indica la palabra, de distinguir el camino del bien para encauzar, superando los riesgos de las polarizaciones unilaterales, el obrar personal en el contexto de la sociedad y de las culturas. 

Al tratar de la fraternidad y la amistad social, el Papa declara que se detiene en la dimensión universal de la fraternidad. No en vano una de las claves del documento es es el rechazo del individualismo. “Todos somos hermanos”, miembros de la misma familia humana, que procede de un solo Creador, y que navega en la misma barca. La globalización nos manifiesta la necesidad que tenemos de colaborar para promover juntos el bien común y el cuidado de la vida, el diálogo y la paz. 

Un mundo marcado por el individualismo 

Aunque no falta el reconocimiento de los avances científico-tecnológicos y de los esfuerzos de muchos por hacer el bien –como se ha visto con ocasión de la pandemia–, la mirada se encuentra ante “las sombras de un mundo cerrado”: manipulaciones, injusticias y egoísmos, conflictos, miedos y “cultura de los muros”, xenofobia y desprecio de los débiles. Se rompen los sueños, falta un proyecto común y es patente la dificultad para responder ante las crisis personalaes y sociales. “Estamos más solos que nunca en este mundo masificado que hace prevalecer los intereses individuales y debilita la dimensión comunitaria de la existencia” (n. 12).  Todo ello manifiesta la “acentuación de muchas formas de individualismo sin contenidos” (n. 13) y acontece ante “un silencio internacional inaceptable” (n. 29). Para superar el cinismo, llenar el vacío de sentido de la vida y evitar la violencia necesitamos, dice el Papa, «recuperar la pasión compartida por una comunidad de pertenencia y de solidaridad» (n. 36). 

Apertura al mundo desde el corazón

¿Cómo responder a esa situación? ¿Cómo lograr una verdadera apertura al mundo, es decir una comunicación que nos haga mejores y contribuya a mejorar la sociedad? El Evangelio presenta la figura del buen samaritano (capítulo 2: “Un extraño en el camino”). En él hay algo que queda claro: «La existencia de cada uno de nosotros está ligada a la de los demás: la vida no es tiempo que pasa, sino tiempo de encuentro» (n. 66). Estamos hechos para una plenitud que solo se alcanza en el amor: “No es una opción posible vivir indiferentes ante el dolor, no podemos dejar que nadie quede ‘a un costado de la vida’. Esto nos debe indignar, hasta hacernos bajar de nuestra serenidad para alterarnos por el sufrimiento humano» (68). 

En nuestras vidas hay siempre una oportunidad para recomenzar a vivir la fraternidad. Para responder a la pregunta ¿quién es mi prójimo?, Jesús «no nos invita a preguntarnos quienes son los que están cerca de nosotros, sino a volvernos nosotros cercanos, prójimos» (n. 80).

Por eso no hay excusas para la esclavitud, los nacionalismos cerrados y los maltratos hacia los que son diferentes: «Es importante que la catequesis y la predicación incluyan de modo más directo y claro el sentido social de la existencia, la dimensión fraterna de la espiritualidad, la convicción sobre la inalienable dignidad de cada persona y las motivaciones para amar y acoger a todos» (n. 86) 

La apertura es palabra clave. Para “pensar y gestar un mundo abierto” (título del capítulo 3), se necesita un corazón abierto al mundo entero (capítulo 4). Una garantía es la apertura a la trascendencia, la apertura a Dios: «Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios» (1 Jn 4,16). 

Declara Francisco: “Me sentí especialmente estimulado por el Gran Imán Ahmad Al-Tayyeb, con quien me encontré en Abu Dabi para recordar que Dios ‘ha creado todos los seres humanos iguales en los derechos, en los deberes y en la dignidad, y los ha llamado a convivir como hermanos entre ellos’ (Documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común, Abu Dabi, 4-II-2019) (5).

Para los cristianos, “la fe colma de motivaciones inauditas en reconocimiento del otro, porque quien cree puede llegar a reconocer que Dios ama a cada ser humano con un amor infinito y que ‘con ello le confiere una dignitidad infinita’ (Juan Pablo II, Mensaje a los discapacitados, 16-XI-1980)” (n. 85). Prueba de ello es que “Cristo derramó su sangre por todos y cada uno, por lo cual nadie queda fuera de su amor universal” (Ibid)

Apertura entre sí de las culturas

Esto ha de manifestarse en las culturas: «Las demás culturas no son enemigos de los que hay que preservarse, sino que son reflejos distintos de la riqueza inagotable de la vida humana.» (147), siempre desde y para las personas: promover «el valor del amor al vecino, primer ejercicio indispensable para lograr una sana integración universal» (151). 

Al servicio de la persona y de las culturas, y de su apertura mutua, se sitúa “la mejor política” (título del capítulo 5), obra artesanal que debe estar dirigida al bien común, guiada por la fraternidad y la amistad social, impulsada por el amor. “¿Cuánto amor puse en mi trabajo, en qué hice avanzar al pueblo, qué marca dejé en la vida de la sociedad, qué lazos reales construí, qué fuerzas positivas desaté, cuánta paz social sembré, qué provoqué en el lugar que se me encomendó?” (n. 197)

Verdad y dignidad

En el trasfondo de esa dimensión universal de la fraternidad humana que el Papa desea impulsar está lo que verdaderamente vale, porque no todo vale lo mismo: “Una cultura sin valores universales no es una verdadera cultura»  (Juan Pablo II, Discurso 2-II-1987) (146). La verdad se descubre con la sabiduría, que comporta el encuentro con la realidad (cf. n. 47). La verdad no se impone ni se defiende violentamente, sino que se abre en el amor. También la verdad de la dignidad humana: “la inalienable dignidad de cada persona humana más allá de su origen, color o religión, y la ley suprema del amor fraterno” (n. 39). A la vez, la relación del amor con la verdad le protege de ser mero sentimentalismo, individualismo  o humanismo cerrado a la trascendencia (cf. n. 184),

Dialogo, encuentro, búsqueda de la paz

El verdadero diálogo(ver capítulo 6: “Diálogo y amistad social”)  no tiene que ver con la mera negociación en busca de beneficios particulares: «Los héroes del futuro serán los que sepan romper esa lógica enfermiza y decidan sostener con respeto una palabra cargada de verdad, más allá de las conveniencias personales. Dios quiera que esos héroes se estén gestando silenciosamente en el corazón de nuestra sociedad» (n. 202). 

Tampoco con los consensos manipulados o los relativismos impuestos: “Ante las normas morales que prohíben el mal intrínseco no hay privilegios ni excepciones para nadie. No hay ninguna diferencia entre ser el dueño del mundo o el último de los miserables de la tierra: ante las exigencias morales somos todos absolutamente iguales” (Juan Pablo II, Enc. Veritatis splendor, 96) 

Se hace necesario buscar una nueva cultura que recupere la amabilidad. Recomenzar, en efecto, desde la verdad, junto con la justicia y la misericordia, con la artesanía de la Paz (ver capítulo 7: “Caminos de reencuentro”) . Por eso hay que oponerse a la guerra y a la pena de muerte.

Las religiones están llamadas a colaborar en primera línea en ese proyecto (ver capítulo 8:”Las religiones, al servicio de la fraternidad en el mundo). No se puede hacer callar a Dios ni en la sociedad ni en el corazón del hombre: “Cuando, en nombre de una ideología, se quiere expulsar a Dios de la sociedad, se acaba por adorar ídolos, y enseguida el hombre se pierde, su dignidad es pisoteada, sus derechos violados” (n. 274). Los cristianos creemos que en Él se encuentra el auténtico manantial de la dignidad humana y de la fraternidad universal.

Cultura

Jutta Burggraff (1952-2010): una teóloga sonriente

El décimo aniversario del fallecimiento de esta teóloga alemana es una invitación a seguir pensando con audacia la fe encarnada en la vida, a hacer una teología sonriente, abierta a la cultura y al mundo personal de las relaciones humanas.

Jaime Nubiola·3 de octubre de 2020·Tiempo de lectura: 4 minutos

El 5 de noviembre se cumplen 10 años del fallecimiento de Jutta Burggraf, la teóloga alemana cuya inteligencia y sonrisa iluminaron el campus de la Universidad de Navarra durante cerca de quince años, primero como estudiante de Teología y, a partir de 1999, como profesora de Teología dogmática y Ecumenismo. Mi hermana Eulalia tuvo la fortuna de tratarla de cerca y me ha compartido sus recuerdos. Le dejo a ella la palabra y añado al pie unos pocos comentarios:

“Conocí a Jutta Burggraf como compañera de estudios de doctorado en la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra —ella destacaba por su inteligencia— y como residentes en el mismo Colegio Mayor. A pesar de su acento alemán, hablaba perfectamente español, pero —medio en broma, medio en serio— decía que se imaginaba el infierno como la hora de la cena en el Colegio Mayor, porque ¡todas las chicas hablaban a la vez y en castellano!

Me llamó la atención su personalidad: no se movía por la costumbre o el criterio común, sino que analizaba las cuestiones en profundidad, en conciencia, y actuaba en consecuencia. Seguramente por ello, era patente que rezaba de verdad. Cuando estaba ante el Santísimo “hablaba con Dios”; estaba pacíficamente sentada sonriente mirando al sagrario, como quien está disfrutando de la conversación con un amigo.

Tenía una marcada sensibilidad hacia las personas que —ahora diríamos— se encuentran en una situación marginal. No en vano había estudiado, antes que Teología, Pedagogía Especial. Por eso, cuando una persona tenía, por ejemplo, una discapacidad, sentía por ella una especial estima, en la línea de la amistad más que de la compasión.

Tuve ocasión de asistir a numerosas clases o conferencias de Jutta. Rompía los moldes, ya que captaba completamente la atención mediante un discurso leído —con énfasis y levantando frecuentemente su mirada sonriente—, sentada tras una mesa. Su discurso era siempre profundo y comprensible: parecía fácil y casi evidente lo que decía, aunque realmente no lo fuera. Su palabra siempre resultaba muy atractiva.

En un par de ocasiones me pidió que revisara un texto suyo que preparaba para publicar. Aunque me atreví a hacerle alguna pequeña sugerencia formal, puedo decir que eran textos excelentes tanto en la redacción como en su estructura y contenido. Trabajaba con gran orden. Era muy concienzuda en el trabajo que programaba con tiempo —como buena alemana—, ¡y cumplía los plazos!

Destacaré su trabajo en el campo de la Eclesiología y, en especial sobre Ecumenismo. Quizás el hecho de haber convivido en Alemania con personas de otras comunidades cristianas, le llevaba a tener muy viva esta preocupación por la unidad de la Iglesia. Puso un título muy significativo a uno de los libros que publicó sobre ecumenismo: Conocerse y comprenderse (Rialp, 2003). También recuerdo que ayudó a muchas personas su publicación y sus conferencias sobre el perdón (Aprender a perdonar, 2008). Por último, quiero mencionar su generosísima colaboración —muchas horas de trabajo oculto y sacrificado— para que viera la luz el Diccionario de Teología publicado por Ediciones Universidad de Navarra en el año 2006”.

Hasta aquí el testimonio de mi hermana Eulalia. El 3 de diciembre del 2011 la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra tributaba un sentido homenaje a quien “ha sido —en palabras del prof. José Morales— una destacada representante del grupo de mujeres que, después del Vaticano II, han hecho de la Teología una parte central de su dedicación a Dios y a los demás en la Iglesia”. 

Jutta Burggraf escribió más de veinte libros, más de setenta artículos en revistas especializadas y participó en numerosos simposios y congresos. En mayo de 2009 coincidí con ella en una mesa del XX Simposio de Historia de la Iglesia en España y América, celebrado en el Real Alcázar de Sevilla, bajo la presidencia del cardenal Carlos Amigo y con el tema general de Identidad, pluralismo, libertad. Puedo asegurar que la inteligente sencillez de su brillante ponencia y su sonrisa cordial nos cautivaron a todos los asistentes.

En su semblanza teológica el profesor Morales destacaba que Jutta Burggraf “poseía en ejercicio la convicción de que la buena teología equivale a un arte de vivir. […] Entendía silenciosamente que la teología no es una ciencia infusa ni carismática. Supone y exige un esfuerzo constante, como cualquier tarea verdaderamente humana en la que se dan cita el cuerpo y la mente para generar, a veces con dolor, un esfuerzo interior que transforma la realidad y a la misma persona que piensa y siente. La teología era para Jutta un servicio y como un ministerio necesario que se lleva a cabo en la Iglesia, para la Iglesia y la entera humanidad”.

En sus obras abordó temas importantes de la sociedad actual: la vocación y misión de los laicos, el sentido de la libertad, la unión de los cristianos, la sexualidad humana, el feminismo, y muchos otros. Su lectura directa es una experiencia muy enriquecedora: siempre hace pensar a la vez que cautiva por su clarividente sencillez. Cuando leí su Libertad vivida con la fuerza de la fe (Rialp, 4ª ed. 2008), tomé estas tres notas que reflejan bien la personalidad de su autora: “Cuando estoy con una persona querida, estoy feliz” (p. 72); “Es mejor equivocarse a no pensar” (p. 113), y “La verdad engendra odio cuando se endurece o petrifica” (p. 204).

Han pasado solo diez años del fallecimiento de Jutta Burggraf y sus escritos tienen tanta fuerza y atractivo como cuando los publicó. Jutta, con su amable sonrisa, era una auténtica pensadora de frontera que llega al corazón y a la cabeza de sus lectores.

Teología del siglo XX

Antecedentes sobre la fraternidad: Inspiración de «Fratelli Tutti»

Ramiro Pellitero·3 de octubre de 2020·Tiempo de lectura: 3 minutos


La fraternidad es un asunto que siempre ha ocupado a la Iglesia, quien desde sus inicios ha visto en su cabeza, Cristo, al hermano de sus hermanos los hombres. Contamos con varios antecedentes –próximos y remotos– que, de algún modo, habrán inspirado la nueva encíclica «Fratelli Tutti». Nos referimos tanto a las palabras del propio papa Francisco en algunos de sus encuentros o celebraciones litúrgicas, como a ciertos documentos magisteriales.

— Texto Alejandro Vázquez-Dodero

Una encíclica, «Fratelli Tutti«, dirigida a la humanidad entera, al corazón de cada persona, sin que el título “Hermanos todos”, contrariamente a lo que algunos piensan, se refiera solo al hombre y olvide a la mujer. Ese título elegido por el Papa no es más que una cita literal de san Francisco –Admoniciones, 6, 1: FF 155– y que naturalmente no es modificable, como él mismo ha señalado.

Encíclica Lumen Fidei

Lumen Fidei fue publicada el 29 de junio de 2013 por el actual pontífice, y en su punto 54 invita a “volver a la verdadera raíz de la fraternidad”. Una fraternidad que, distintamente a como pretende la modernidad, se refiera a una Padre común, y vaya más allá que la mera construcción de una fraternidad universal entre los hombres basada en la igualdad. 

Encíclica Laudato Si

Publicada el 24 de mayo de 2015, con esa gran pretensión de descubrir la gloria que Dios merece a través de la creación, entre otros propósitos. El Romano Pontífice, refiriéndose a san Francisco de Asís, resalta su consabida comunicación con toda criatura. Él, dice, “entraba en comunicación con todo lo creado (…)”. De hecho se refería a toda criatura con el dulce nombre de “hermana”.

Laudato Si’, al tratar lo que denomina “comunión universal”, y en un alarde integrador del corazón humano, invita a reflexionar acerca de las consecuencias fraternales que tiene el maltrato o indiferencia ante las demás criaturas de este mundo. Llega a afirmar que “todo ensañamiento con cualquier criatura es contrario a la dignidad humana”. Porque, como concluirá el Papa, todos estamos juntos como hermanos y hermanas en una maravillosa peregrinación, “entrelazados por el amor que Dios tiene a cada una de sus criaturas”.

En el capítulo V el Santo Padre se refiere a la conveniencia de un mayor diálogo entre las religiones del mundo, una vez constatado que la mayor parte de los habitantes del planeta se declaran creyentes. Ello en pro de la construcción de “redes de respeto y de fraternidad”.

Otras referencias magisteriales y pronunciamientos papales

La encíclica Populorum Progressio de san Pablo VI, publicada el 26 de marzo de 1967, trata acerca de la necesidad de promover el desarrollo de los pueblos.

Entre otras referencias a la fraternidad, dirá que “El hombre debe encontrar al hombre, las naciones deben encontrarse entre sí como hermanos y hermanas, como hijos de Dios. En esta comprensión y amistad mutuas, en esta comunión sagrada, debemos igualmente comenzar a actuar a una para edificar el porvenir común de la humanidad”.

En cuanto a la promoción de la fraternidad señala que “Entre las civilizaciones, como entre las personas, un diálogo sincero es, en efecto, creador de fraternidad”.

En el solemne Te Deum del año 2006 el papa emérito Benedicto XVI convocaba a fomentar “la fuerza transformadora de la amistad social”, expesión ésa – amistad social– usada nuevamente por el papa Francisco y que inspira su nueva encíclica.

Por último, en el viaje apostólico del papa a los Emiratos Árabes Unidos –Abu Dhabi, 3 al 5 de febrero de 2019– firmó junto al Gran Imán de Al-Azhar, Ahmed Al-Tayyeb, el “Documento sobre la Fraternidad Humana por la paz mundial y la convivencia común”. Fue un hito en el camino del diálogo interreligioso, en el marco de la consideración de que todos somos hermanos, hijos de un mismo Padre.

En consecuencia, a través del diálogo con el mundo de san Pablo VI, el diálogo de paz de san Juan Pablo II y el diálogo de la caridad en la verdad de Benedicto XVI, nos encontramos hoy día en el “diálogo de la amistad” anunciado por Francisco y que no es más que un reflejo de la fraternidad a la que todos estamos universalmente llamados.

Reverendo SOS

Estrategias psicológicas para el acompañamiento espiritual (II)

Se comentó en la parte I cómo establecer el marco y los cimientos de la relación. Veamos ahora cómo favorecer que sea una relación asimétrica que se crea bidireccionalmente.

Carlos Chiclana·3 de octubre de 2020·Tiempo de lectura: 3 minutos

Lo deseable y natural es que el acompañante sea elegido por el acompañado. En diversas instituciones puede ser propuesto a los interesados y aceptado con visión sobrenatural. No obstante, es necesario poner medios humanos para que esa relación se sostenga y, si se aprecia que no va a funcionar, será mejor hacerlo con otra persona.

Establecer confianza e intimidad

Sólo el otro puede abrir su casa y enseñarte por dentro las habitaciones, las fotos de familia, rincones que no están tan ordenados o limpios. Para eso hace falta que se fíen de ti. Habrá personas que con confianza sobrenatural lo hacen de primeras, sin miedo y con apertura. Tú has de entrar de puntillas, con inmensa delicadeza, sin dar por supuesta la intimidad ni la confianza, sin hacer comentarios inoportunos y con reverencia por ese lugar sagrado al que sólo tienen acceso él y Dios, y que ahora te enseña a ti.

Será beneficioso crear un entorno seguro -tanto físico como psicológico- que contribuya al desarrollo de respeto y confianza mutuos. Habrá personas que prefieran un espacio abierto o una habitación cerrada, poco tiempo o mucho, rápido o despacio, y, si es posible y se respetan los límites oportunos, se lo podemos facilitar como muestra de servicio.

Aumentará su confianza mostrar interés genuino por su crecimiento; mirarle mientras habla, en una escucha activa; seguir sus intereses y no los propios o los que tengamos para una institución o apostolado; hacerle sugerencias y no imposiciones; darle ideas nuevas; abrirle horizontes de acuerdo con sus peticiones; acordarnos de por dónde avanza; conocer sus verdaderas preocupaciones y estar solícito. 

Habrá que pedir permiso para adentrarse en temas delicados o nuevos; con respeto a su intimidad y tiempos. Se pueden contar algunas cuestiones personales sencillas, bien seleccionadas y con límites claros, para potenciar la comunicación.

Ambos han de tener claro que la relación es asimétrica, que tienen responsabilidad de estar en su posición para poder obrar libremente. No se fundamenta en la amistad, aunque pueda desarrollarse, y que lo que dice el acompañante no son unos consejitos sino que está en un marco de búsqueda de Dios y su voluntad.

Será necesario mostrar respeto extremo por sus ideas, preocupaciones, ocurrencias, meteduras de pata, forma de ser y estilo de aprendizaje. Podemos validar sus sentimientos y emociones; apoyarle constantemente; animar sus nuevas acciones, también las que incluyen tomar riesgos, afrontar el miedo al fracaso o a hacerlo mal; no asustarnos y no regañarle. 

También servirá que establezcamos acuerdos claros y cumplir con lo que nos comprometamos (horarios, frecuencia de conversaciones, disponibilidad, contacto fuera de los momentos de conversación y modo de hacerlo).

Estar presente

Cuando estemos con una persona hemos de estar sólo a eso, con plena conciencia y presencia (no contestar al móvil o pedir permiso, no dejarle tirado, no atender a otras cosas, dedicarle el tiempo previsto) y crear relaciones naturales usando un estilo abierto, flexible y que muestre seguridad y confianza. Cuidaremos cómo le miramos, cómo le escuchamos, cómo preguntamos con delicadeza.

Podría ser algo parecido a bailar con alguien, hay que estar y ser flexible para adaptarse a la música, a cómo es la pareja, al momento, al paso que trae ese día, escuchar, mirar, y desde ahí es desde donde se actúa. 

Para esto podemos usar nuestra experiencia en las “pistas de baile” con otras personas, la intuición, lo que hemos considerado y rezado al preparar ese momento de acompañamiento, confiar en el saber interno. 

Si toca una música que no conocemos, en vez de lanzarnos, lo haremos con apertura a no saber de algo y decirlo -lo pienso, lo rezo, lo pregunto- y a asumir riesgos, con confianza. Cuando salen temas difíciles o que son costosos, procuraremos no escandalizarnos o al menos no mostrarlo externamente y no nos reiremos en momentos de tensión.

Si estamos presentes en cada momento no nos anclaremos en una única forma de ayudarle ni daremos consejos enlatados en conserva, buscaremos diversas maneras para ese momento histórico, y escogeremos en cada momento la más efectiva buscando siempre que sean planes de crecimiento, de desarrollo, de ayuda de interés, de salir adelante, de potenciar la libertad, la novedad, la aceptación.

Será muy poco habitual que haya que pedir cuentas o regañar, porque al plantearle a la persona las cuestiones en modo hipótesis o propuesta, con preguntas, con sugerencias para rezar sobre un tema, será probable que él mismo vea el camino. A la vez cuando hay que intervenir con firmeza, es responsabilidad nuestra hacerlo.

Experiencias

La Orden del Santo Sepulcro ayuda al Patriarcado latino de Jerusalén

Maria José Atienza·2 de octubre de 2020·Tiempo de lectura: 2 minutos

El golpe que la pandemia de coronavirus ha asestado en Tierra Santa al sistema de peregrinaciones religiosas y el turismo ha hecho que muchas familias vean peligrar su principal motor económico en los últimos meses. En estos duros momentos, el Gran Magisterio de la Orden del Santo Sepulcro ha podido enviar unos tres millones de euros al Patriarcado latino de Jerusalén, además de la ayuda ordinaria proporcionada cada mes, para atender las necesidades humanitarias de sus fieles. 

Una ayuda que ha permitido responder rápidamente a una serie de necesidades urgentes en las que destaca la atención en necesidades básicas de 2.400 familias en más de 30 parroquias con la distribución de bonos para comida, productos de higiene y cuidado infantil, medicamentos y pago de facturas, como destaca el administrador general del Patriarcado latino de Jerusalén, Sami El-Yousef así como la ayuda a 1.238 familias en Jordania y a 1.180 familias en Palestina a pagar los gastos de escolaridad. 

Esta donación especial fue posible gracias a la respuesta de las distintas Lugartenencias que la Orden del Santo Sepulcro tiene en todo el mundo. Como destacaba el Gobernador General de la Orden del Santo Sepulcro, el embajador Leonardo Visconti di Modrone “aunque también tenían que hacer frente a las necesidades causadas por la emergencia sanitaria en sus propios países, querían hacer sentir su cercanía a los hermanos de Tierra Santa. Agradecemos que el apoyo especial del fondo Covid-19 no haya sustituido el compromiso regular de nuestros miembros de contribuir a la vida cotidiana de la diócesis de Jerusalén, sino que se haya añadido a él”

Ayuda continuada

La situación en Tierra Santa, como en varios otros países, sigue mostrando situaciones críticas y, en las próximas semanas y meses, los fondos enviados seguirán utilizándose para no abandonar a quienes siguen encontrándose en estado de necesidad. La finalidad de la Orden del Santo Sepulcro consiste en facilitar a sus miembros la búsqueda de la santidad y, muy particularmente, ayudar a la presencia cristiana en Tierra Santa facilitando al Patriarcado Latino de Jerusalén los medios económicos para el sostenimiento de sus estructuras. Esto se traduce en una colaboración económica y la promoción de peregrinaciones a la Tierra del Señor. Todo ello unido a la oración por sus hermanos de Tierra Santa.

La respuesta a la situación grave provocada por la COVID19 “ha superado con creces nuestras expectativas y nos ha dado el respiro necesario para afrontar esta emergencia con mayor serenidad. A todos nos ha sorprendido e impresionado la respuesta inmediata y su alcance”, señaló Mons. Pierbattista Pizzaballa, Administrador Apostólico del Patriarcado.

Enseñanzas del Papa

El Papa en septiembre. «Curar el mundo»: tarea de todos

Desde el 5 de agosto el Papa viene impartiendo, en sus audiencias de los miércoles, una catequesis titulada Curar el mundo. Se trata de orientar a los católicos e iluminar a todos –en el actual contexto de la pandemia Covid-19 y las “enfermedades sociales” que pone de manifiesto– para la construcción de un mundo mejor, lleno de esperanza. 

Ramiro Pellitero·1 de octubre de 2020·Tiempo de lectura: 5 minutos

Francisco señaló al principio de la catequesis que lo haría bajo un triple foco: el mensaje del Evangelio, las virtudes teologales y la doctrina social de la Iglesia. Y en esa triple clave se manifiesta como excelente maestro y catequista de la fe. Además, sin duda de este modo ha ido preparando la publicación de su nueva encíclica sobre la fraternidad (Fratelli tutti).

Cristo trae la sanación y la salvación 

En la primera catequesis, el Papa explicó cómo el reino de Dios trae consigo, al mismo tiempo, la sanación y la salvación; y se manifiesta en la fe, la esperanza y el amor. La sanación nos habla de nuestras enfermedades físicas, espirituales y sociales. Jesús se ocupó de todas esas dimensiones de los enfermos. Por ejemplo, al curar al paralítico de Cafarnaún (cfr. Mc 2, 1-12) 

“La acción de Cristo es una respuesta directa a la fe de esas personas, a la esperanza que depositan en Él, al amor que demuestran tener los unos por los otros. Y por tanto Jesús sana, pero no sana simplemente la parálisis, sana todo, perdona los pecados, renueva la vida del paralítico y de sus amigos. Hace nacer de nuevo, digamos así. Una sanación física y espiritual, todo junto, fruto de un encuentro personal y social” (Audiencia general, 5-VIII-2020)

¿Cómo ayudar a sanar nuestro mundo? La Iglesia –a la que como institución no le corresponde ni ocuparse de las cuestiones de salud ni dar indicaciones sociopolíticas al respecto– ha desarrollado algunos principios sociales que ayudan en la sanación –podríamos decir integral– de las personas, al mismo tiempo que invita a abrirse a la salvación que ofrece el mensaje cristiano. Los principales son: “el principio de la dignidad de la persona, el principio del bien común, el principio de la opción preferencial por los pobres, el principio de la destinación universal de los bienes, el principio de la solidaridad, de la subsidiariedad, el principio del cuidado de nuestra casa común” (Ibíd.)

Fe y dignidad, esperanza y economía

En la segunda catequesis (Fe y dignidad humana, 12 de agosto), Francisco señaló que la pandemia no es la única enfermedad que combatir, pues ha sacado a la luz otras “patologías sociales”, sobre la base de una cultura individualista y del descarte, que reduce al ser humano a “un bien de consumo”. Se olvida así la dignidad humana, que se fundamenta en la creación del hombre como imagen y semejanza de Dios. Esta dignidad fundamental de toda persona es la base de la Declaración universal de los Derechos Humanos (de 1948), como reconocen no solo los creyentes sino muchas personas de buena voluntad. Y la dignidad humana tiene serias implicaciones sociales, económicas y políticas y promueve actitudes como la atención, el cuidado y la compasión. 

A continuación, se centró en la opción preferencial por los pobres y la virtud de la caridad, como dos “medios” que propone el cristianismo (19-VIII-2020). El primero –subrayó con fuerza– no es una opción política, ni ideológica, ni de partidos, sino que está en el centro del Evangelio. La vida de Jesús sus enseñanzas y sus seguidores se reconocen “por su cercanía a los pobres, a los pequeños, a los enfermos y a los presos, a los excluidos, a los olvidados, a quien está privado de alimento y ropa” (cfr. Mt 25, 31-36), y con ese parámetro seremos juzgados todos. 

“La fe, la esperanza y el amor necesariamente nos empujan hacia esta preferencia por los más necesitados, que va más allá de la pura necesaria asistencia. Implica de hecho el caminar juntos, el dejarse evangelizar por ellos, que conocen bien al Cristo sufriente, el dejarse ‘contagiar’ por su experiencia de la salvación, de su sabiduría y de su creatividad”

Por tanto, hay que trabajar para sanar y cambiar las “estructuras sociales enfermas”, porque “de la pandemia, como de toda crisis, se sale mejores o peores”. Y querríamos salir mejores. “¡Sería triste si en la vacuna para el Covid-19 se diera la prioridad a los ricos! […] Hay criterios para elegir cuáles serán las industrias para ayudar: las que contribuyen a la inclusión de los excluidos, a la promoción de los últimos, al bien común y al cuidado de la creación. Cuatro criterios”.

El cuarto día –26 de agosto– se centró en el destino universal de los bienes y la virtud de la esperanza. Una economía está enferma si promueve “el pecado de querer poseer, de querer dominar a los hermanos y las hermanas, de querer poseer y dominar la naturaleza y al mismo Dios”. La subordinación del legítimo derecho a la propiedad privada al destino universal de los bienes es una ‘regla de oro’ del ordenamiento ético-social (cfr. Laudato si’, 93). 

¿Pienso en las necesidades de los demás?

La semana siguiente –2 de septiembre– volvió el Papa de sobre la virtud de la fe, esta vez en relación con la solidaridad. La solidaridad no consiste solo en ayudar a los demás,sino que es cuestión de justicia, con “fuertes raíces en lo humano y en la naturaleza creada por Dios”. En el relato bíblico de Babel, lo que primaba era el querer ganar a costa de instrumentalizar a las personas; en Pentecostés sucede lo contrario: triunfa la armonía, porque cada uno sirve como instrumento para edificar la comunidad. La pregunta clave es: “¿Pienso en las necesidades de los demás?”.

Posteriormente trató sobre el amor y el bien común. La respuesta cristiana a la pandemia y a las consiguientes crisis socioeconómicas se basa en el amor. Y el amor es expansivo e inclusivo, llega a todos, a las relaciones cívicas y políticas, y también a los enemigos. 

“El coronavirus nos muestra que el verdadero bien para cada uno es el bien común, no solo (el bien) individual –de personas, empresas o naciones– y, viceversa, el bien común es un verdadero bien para la persona” (cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, 1905-1906). Un virus que no conoce barreras debe afrontarse con un amor sin barreras. Y esto debe traducirse en las estructuras sociales. Pero el bien común es, para comenzar, tarea de todos y cada uno. Y para los cristianos es además una misión. 

“Los cristianos, especialmente los fieles laicos, están llamados a dar un buen testimonio de esto y pueden hacerlo gracias a la virtud de la caridad, cultivando su intrínseca dimensión social”. Cada uno debe manifestarlo en su vida corriente, hasta en los gestos más pequeños.

Cuidar y contemplar 

En la séptima catequesis enfocó el cuidado de la casa común y la actitud contemplativa. El cuidado de los enfermos, de los ancianos y de los débiles debe asociarse al cuidado por la tierra y sus criaturas. Y para eso, como enseña la encíclica Laudato si’, se precisa la contemplación. Sin ella se cae fácilmente en “el antropocentrismo desequilibrado y soberbio” que nos convierte en dominadores déspotas sobre los demás y sobre la tierra. “Los que no saben contemplar la naturaleza y la creación no saben contemplar a las personas en su riqueza. Y quien vive para explotar la naturaleza acaba explotando a las personas y tratándolas como esclavas”

En cambio, asegura Francisco, “el contemplativo en acción tiende a convertirse en guardián del entorno […], tratando de combinar conocimientos ancestrales de culturas milenarias con nuevos conocimientos técnicos, para que nuestro estilo de vida sea siempre sostenible”. Por eso contemplar y cuidar son dos actitudes fundamentales. Y no vale decir “pues yo me apaño así”: “El problema no es cómo te apañes tú, hoy; el problema es: ¿cuál será la herencia, la vida de la generación futura?”. Es importante contemplar para sanar, proteger y dejar un legado a los que vienen detrás.

Actualidad

«La participación en la Eucaristía es algo esencial»

Maria José Atienza·1 de octubre de 2020·Tiempo de lectura: 3 minutos

El secretario General de la CEE, Mons. Luis Argüello ha subrayado la necesidad de “superar el enfrentamiento” y ejercer con responsabilidad el cuidado mutuo en los difíciles momentos que estamos atravesando. Además ha destacado el valor de la libertad de culto «con las medidas oportunas» y la necesidad que los católicos tienen de los sacramentos.

Necesidad de colaboración

El Obispo Auxiliar de Valladolid y Secretario General de la CEE ha destacado estas cuestiones en la rueda de prensa convocada para informar de los trabajos de la Comisión Permanente que se ha desarrollado los días 29 y 30 de octubre. 

Además de informar de las cuestiones relativas a los trabajos de la Comisión, Mons. Argüello ha querido referirse a la delicada situación social, sanitaria y económica que atravesamos y que ha sido, también, materia de conversación y reflexión de los obispos reunidos en la Permanente. En esta línea, ha querido subrayar la necesidad de superar el enfrentamiento social que se observa entre muchos responsaEs hobles políticos y sociales y que, como ha señalado, produce perplejidad en la sociedad: “Se nos convoca, por responsables políticos y sociales, a la unidad y, sin embargo, son lanzadas al camino muchas piedras de división, lo que llena de perplejidad a los ciudadanos”. 

Para contrarrestar esta realidad, el Secretario General de la CEE ha apelado a la responsabilidad de todos los ciudadanos “en pequeños gestos de cuidado mutuo, para contribuir a frenar la expansión del coronavirus y salir al paso de cualquier estrategia de enfrentamiento” y ha pedido a los políticos “que encabecen con propuestas concretas y su propio testimonio de escucha y dialogo, de acuerdo, esta senda de colaboración ciudadana”. 

La Iglesia no puede “llevar una mascarilla en el corazón o en la inteligencia que no nos permita denunciar situaciones en las que la dignidad, la libertad o la justicia social se ponen en juego”.

Mons. Argüello no ha evitado referirse a temas más controvertidos y que, desde instancias gubernamentales, están siendo atacados en estos momentos inciertos “La Iglesia”, ha subrayado, “quiere ser signo de reconciliación, pero observa tensiones en su propio seno y tampoco puede mirar para otro lado cuando se ponen en juego en la plaza pública la dignidad de la persona, la vida humana, la libertad de enseñanza, la suerte de temporeros e inmigrantes, o la situación de las residencias de ancianos y de las familias afectados por la crisis”, en esta línea, ha querido apuntar que la Iglesia no puede “llevar una mascarilla en el corazón o en la inteligencia que no nos permita denunciar situaciones en las que la dignidad, la libertad o la justicia social se ponen en juego”. 

El enfrentamiento social ha estado muy presente en el discurso del secretario general de los obispos que ha destacado, asimismo, la preocupación del episcopado español ante “la enmienda a la totalidad de la transición democrática, especialmente en lo que tuvo de concordia, reconciliación y mirada hacia delante” y ha lanzado una llamada a la sociedad española ejercer con «responsabilidad cívica el cuidado común con el espíritu de generosidad, concordia y amistad civil que brota de la fraternidad que profesamos al invocar a un padre común».  

“La participación en la Eucaristía es algo esencial” 

La LOMLOE, la situación del Valle de los Caídos o las restricciones al culto que se han promovido en algunos lugares bajo el paraguas de la pandemia, han sido algunos de los temas que han salido en las preguntas de los profesionales de la información. Con respecto a la situación sociosanitaria actual, Mons. Argüello ha querido apuntar que “la Iglesia ha expresado su deseo de colaborar para que el coronavirus no se extienda. Desde esa colaboración nosotros creemos que la participación en la Eucaristía es algo esencial y desde ahí queremos conjugar como poder celebrar la Eucaristía con la participación del pueblo católico, en la medida de lo posible y teniendo en cuenta las medidas sanitarias. Nos parece mejor un criterio de proporcionalidad, según la capacidad de cada templo o lugar de culto, que un número absoluto”

Ecología integral

Continúa el debate sobre la eutanasia

Rafael Miner·29 de septiembre de 2020·Tiempo de lectura: < 1 minuto

La decisión del gobierno español de sacar adelante la Ley Orgánica de regulación de la eutanasia pone de relieve, una vez más, la necesidad de impulsar un entorno donde la apuesta por la vida y el cuidado de las personas más vulnerables sea una prioridad. “Incurable, como han destacado los obispos españoles, no quiere decir “incuidables”.

Palabra ha tratado en varias ocasiones la eutanasia y la pobre visión sobre el hombre y su dignidad que refleja:

  • ForoPalabra sobre «¿Qué es morir con dignidad? Perspectivas de la eutanasia y de los cuidados paliativos» (ir a la entrada).
  • Carta Samaritanus bonus de la Congregación para la Doctrina de la Fe (leer documento).


Leer más
Experiencias

Pregón de Semana Santa al Santísimo Cristo de la Humildad

Omnes·28 de septiembre de 2020·Tiempo de lectura: 2 minutos

Texto María Jesús Mata Carretero. Licenciada en Ciencias Económicas y Empresariales

Todo comenzó el sábado día 9 de noviembre de 2019, casualmente, me encontraba en Toledo pasando unos días con unos amigos y la Divina Providencia quiso que asistiera a la celebración de la Santa Misa en la «Iglesia Conventual del Monasterio de San Juan de los Reyes» de la emblemática ciudad sin saber, en ningún momento, que se celebraba la Eucaristía mensual de la «Cofradía – Hermandad del Santísimo Cristo de la Humildad».

Al finalizar, los feligreses nos desplazamos hacia una pequeña capilla donde se encontraba un Cristo admirable. Le rezamos una bella oración y seguidamente lo besamos. Un hermano cogió de su cartera una estampa del Cristo para regalármela. Le di las gracias pidiéndole, por favor, que pasara dicha estampa por la imagen. En ese instante, fue cuando descubrí su excelso nombre «Santísimo Cristo de la Humildad de Toledo», talla del imaginero – escultor sevillano Don Darío Fernández del año 2007.

A partir de este momento, comenzó una cordial amistad produciéndose una serie de «benditas» casualidades y circunstancias unido a una fe que ha movido montañas, ocurriendo todo de manera totalmente «Predestinada».

Cuando el día 13 de enero el Hermano Mayor, Don Luis Bolado, me invitaba a pronunciar el pregón me sentí feliz e inmensamente honrada, por tan alta distinción hacia mi persona. Para mí representa un gran honor y un auténtico privilegio, haber sido nombrada la «Primera Pregonera de la Cofradía – Hermandad del Santísimo Cristo de la Humildad de Toledo» una andaluza, concretamente, natural del municipio de la Alpujarra almeriense de Canjáyar donde desarrollé mi niñez y adolescencia, aunque en la actualidad resido en  Almería.

Pero, al mismo tiempo, me faltaban palabras para dirigirme a los 400 hermanos de esta histórica Hermandad de Toledo, ya que no me conocían de nada. No esperaba que se acordaran de mí para una ocasión tan significativa y especial, detalle que agradezco de corazón y me encuentro orgullosa de ello, para poder expresar el cariño que siento hacia nuestro «Santísimo Cristo de la Humildad».

Sólo deseo, profundamente, haber estado a la altura y haber cumplido con las expectativas que el Cristo y sus hermanos cofrades merecían y esperaban de mí, unido a la imposición de la preciada medalla, como hermana de dicha Hermandad.

Una tarde – noche del sábado día 7 de marzo de 2020 muy emotiva  y entrañable que no olvidaré jamás, porque en todo momento fui recibida  y tratada como una toledana más.                          

                                                         ¡¡ Gracias !!   

España

EWTN TV prepara el despegue en España

El mayor grupo católico de comunicación del mundo, EWTN, está ya en España. Acaba de anunciar que empieza a emitir el 8 de diciembre de 2020. No es generalista, pero es más que un canal de información religiosa. Fue fundado hace casi 40 años por la religiosa Madre Angélica en Alabama (Estados Unidos). Conversamos con su presidente en España, José Carlos González-Hurtado Collado.

Francisco Otamendi·25 de septiembre de 2020·Tiempo de lectura: 5 minutos

La Madre Angélica dejó este mundo en 2016, pero su legado continúa. EWTN (Eternal Word Televisión Network por sus siglas en inglés), se ve en 150 países y sus directivos preparan su lanzamiento en España.

Su presidente, José Carlos González-Hurtado Collado, estudió Ciencias Empresariales y Derecho en ICADE, y ha regresado este año a España tras 25 años. “He tenido una larga carrera en compañías multinacionales”. “Soy el feliz marido de Doris, de nacionalidad austríaca, que D.m. vendrá a vivir a España por primera vez, y el feliz padre de 7 hijos.”, añade. EWTN España no llevará publicidad, como en ningún país, por lo que su presidente pide colaboración a la sociedad española.

–¿Podría explicar los mensajes principales de la Madre Angélica?

EWTN fue fundada por la Madre Angélica, una monja contemplativa y parcialmente impedida, que con casi 60 años la fundó en Alabama, en el corazón del protestantismo americano. Hoy y se ha convertido en la cadena de medios religiosa, no sólo católica, más grande del mundo ya que se estima que la ven más de 310 millones de hogares todos los días … Es imposible no ver en ello la mano de la Providencia. 

EWTN es una cadena inequívocamente católica, muy pegada al Magisterio de la Iglesia. También nos han llamado “desacomplejadamente católicos”. Muchos españoles saben pero no recuerdan, lo maravilloso que es saber que Jesucristo es Nuestro Salvador y tener a la Iglesia como Madre. Se han alejado de su propia felicidad por un ambiente sofocantemente anticatólico y jaleados por unos medios beligerantes contra la Iglesia. Nosotros venimos a encender la luz del Evangelio en millones de hogares en España. Mire, la fe católica es un don maravilloso y algo que en ocasiones olvidamos o damos por descontado…; nosotros queremos llevar la alegría y el orgullo de ser católicos a aquellos que necesitan recordarlo, o saberlo por primera vez. 

–No se trata de un canal de información general, sino centrado en información religiosa. ¿Es correcto? 

EWTN no es un canal generalista, es un canal inequívocamente católico. Pero no es sólo un canal de información religiosa. Es un canal que proveerá de una amplia programación para la formación e información de todos. Incluye programas de debate, informativos, programas de entretenimiento para niños y para jóvenes, programas de animación, series exclusivas, cobertura en vivo de los eventos de la Iglesia, documentales, cortometrajes y películas…, todo siempre conforme al magisterio de la Iglesia Católica. ¡Por fin un canal de TV que podamos ver toda la familia sin sentirnos ofendidos o avergonzados! Tendremos también un canal de YouTube y una presencia que ya estamos construyendo en Facebook e Instagram.

Llegada a España

–Usted ha afirmado que EWTN llega a España “en el momento que más lo necesitamos”.

Un amigo mío me dijo hace poco “Los orcos han llegado a la cocina. Les hemos dejado y nos están robando todo lo que nos importa”. Creo que es una buena imagen de lo que está pasando en nuestro país. Digo esto sin ánimo de ofender a nadie… y les ruego que así lo estimen. Yo soy español, mucho, pero llevo 25 años viviendo fuera de España. Ahora regreso y me encuentro con un país que está en algunos aspectos irreconocible, y no para mejor. Hay muchos que muestran un gran empeño en arrancar y triturar cada uno de los valores del cristianismo. Creo que lo que nos ha faltado es a los católicos actuar como nos pidió Nuestro Señor, como sal y como luz del mundo y también de nuestra tierra. Los católicos tenemos que reconocer “nuestra dignidad” como nos dijo san León Magno ,y recordar que somos “raza escogida, sacerdocio real, nación consagrada, pueblo elegido por Dios para proclamar sus maravillas” en palabras de san Pedro. 

Yo soy optimista porque sé que al final el Bien ganará —así nos lo ha prometido quien puede hacerlo—, pero también soy realista y sé que el Mal existe y es posible que hoy sea más fuerte que nunca y que todo lo que necesita para extenderse es que los buenos no hagan nada. EWTN es un instrumento magnífico, yo diría que único para ese propósito.

¿EWTN será de pago o se verá en abierto? ¿Tendrá publicidad convencional?

Nosotros pretendemos crear EWTN España para que se pueda acceder desde todas las plataformas (Movistar, Vodafone, Orange, Euskaltel…) y para eso estamos negociando con ellas. De ese modo estimamos que alcanzaríamos el 70 % de los hogares españoles. 

Algo importante de mencionar es que EWTN no llevará publicidad (ni en España ni en ninguna otra parte del mundo); eso nos evita posibles injerencias de anunciantes y permite que el mensaje católico vaya “sin compañía”. Pero por otro lado limita mucho las fuentes de financiación… Por eso, quiero pedir a todos los lectores de Palabra que si quieren una cadena de TV que sirva a su fe y que ayude a crear una sociedad cristiana en nuestro país y para sus familias, colaboren. Les quiero pedir muy directamente que donen para que EWTN sea una realidad en España. Me dicen que en España no hay “cultura” de donar. Yo creo que los españoles sí son generosos con los proyectos que ven urgentes y necesarios. Éste lo es. 

–¿Cuál es su plan de lanzamiento en España y los objetivos? ¿Van a apelar a los católicos?

La gran ventaja de EWTN España es que tiene acceso a todo el contenido de EWTN Global sin restricciones. Por ello el presupuesto que necesitamos para el lanzamiento es limitado. Poco más de 2 millones de euros de los que más del 90 % se utilizarán para  adaptación, distribución y publicidad y marketing…  Y sí,  apelamos a los católicos españoles para que colaboren en crear “su” canal de TV.

Un proyecto laico

–¿Está vinculada EWTN a la jerarquía católica de algún país?

Por supuesto tenemos contactos con los pastores de la Iglesia, algunos obispos españoles nos han mostrado un gran apoyo y yo quiero mostrarles mi agradecimiento desde aquí; también el consejero delegado global de EWTN pertenece al grupo de consejeros en medios del Santo Padre, pero algo distintivo de EWTN es que tanto en España como en todo el mundo está dirigida por laicos católicos comprometidos. Así lo quiso la fundadora y así se ha hecho. 

EWTN no pertenece a diócesis alguna ni a la Conferencia Episcopal ni en España ni en ningún país, ni está adscrita a ningún grupo o movimiento dentro o fuera de la Iglesia y tampoco tiene vinculaciones con ninguna asociación o partido político. San Juan Pablo II dijo que “ha sonado la hora de los laicos” y nos llamó a liderar la nueva evangelización. EWTN responde a esa llamada, y les pido a uds. y a los lectores que recen por el proyecto. Es muy necesario. 

Perfiles de EWTN

Comienzos: En 1981, una religiosa superiora de un convento contemplativo en Alabama abrió un canal de televisión. Era Rita Antoinette Francis Rizzo, la Madre Angélica. EWTN se ve hoy en 310 millones de hogares.

Católico:EWTN no es un canal generalista pero no es sólo un canal de información religiosa. Todo se emite conforme al magisterio de la Iglesia Católica, asegura su presidente.

Recursos: EWTN no lleva publicidad y sus dirigentes quieren pedir muy directamente que los españoles donen y sean generosos con este proyecto.

Equipo: “Es un extraordinario equipo directivo”, señala González-Hurtado, ampliado con expertos en “fundraising” y medios.

Más información: Puede encontrarse en www.ewtn.es

Cómo apoyar

En primer lugar, con la oración. El presidente de EWTN España, José Carlos González-Hurtado, pide a todos “que recen por el proyecto. Es muy necesario”. 

Donaciones. Pueden ponerse en contacto a través del email [email protected] o a través del website www.ewtn.es Y para las donaciones pueden mandar transferencia bancaria a la cuenta corriente ES 96 2038 2207 1460 0099 1530,  abierta a nombre de la Asociación EWTN España, o remitir cheque nominativo a EWTN España en c/Lazo 4, Santo Domingo, 28120 Madrid.

El autorFrancisco Otamendi

Mundo

¡Volvemos con alegría a la Eucaristía!

Una invitación a acudir a la Misa “sin sustitutivos” en cuanto sea posible.

Ricardo Bazán·24 de septiembre de 2020·Tiempo de lectura: 2 minutos

El cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación  para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, ha enviado una carta a los presidentes de las Conferencias Episcopales de la Iglesia Católica, documento aprobado por el Papa Francisco, con la finalidad de dar unas directrices sobre la celebración de la liturgia durante y después de la pandemia que actualmente vivimos.

Dimensión comunitaria

El documento comienza por resaltar la importancia de la dimensión comunitaria, es decir, que la dimensión relacional es intrínseca al hombre, creado a imagen y semenjanza de Dios Uno y Trino. Así como también el “Señor Jesús inició su ministerio público llamando a un grupo de discípulos para que compartirán con él la vida y el anuncio del Reino; de este pequeño rebaño nace la Iglesia”.

La libertad de culto

Al cardenal Sarah llama la atención sobre el hecho de que “los cristianos, apenas gozaron de libertad de culto, rápidamente edificaron lugares que fueran domus Dei et domus Ecclesiae donde los fieles pudieran reconocerse como comunidad de Dios, pueblo convocado para el culto y constituido en asamblea santa”. De este modo, deja clara la necesidad y connaturalidad de que los católicos puedan celebrar el misterio central de la fe de modo comunitario, es decir, la fe no es una cuestión privada.

Colaboración con la autoridad civil

Los cristianos siempre hemos buscado vivir “formados en el valor de la vida comunitaria y en la búsqueda del bien común”, de allí que durante este tiempo de pandemia se ha manifestado “un gran sentido de responsabilidad” por parte de los obispos y pastores que han sabido acatar las normas emanadas por la autoridad civil con miras a prevenir el contagio, incluso “han estado dispuestos a asumir decisiones difíciles y dolorosas, hasta la suspensión prolongada de la participación de los fieles en la celebración de la Eucaristía”.

Volvamos a la Eucaristía

“Sin embargo, tan pronto como las circunstancias lo permitan, es necesario y urgente volver a la normalidad de la vida cristiana, que tiene como casa el edificio de la iglesia, y la celebración de la liturgia, particularmente de la Eucaristía”. De este modo, el prefecto de la Congregación insta a los obispos a que retomen la celebración de la santa Misa por ser la fuente de donde mana toda la actividad de la Iglesia (cfr. Sacrosanctum Concilium, n. 10), siempre con la debida observancia de las normas sanitarias.

Algunos peligros

Previene de algunos peligros, consecuencia de que el pueblo de Dios haya estado privado de los sacramentos: equiparar las transmisiones de la santa Misa a la participación personal en la Eucaristía; la sustitución del contacto físico con el Señor, verdaderamente presente en la Eucaristía; reducir la santa Misa, por parte de la autoridad civil, a una reunión equiparable a actividades recreativas; permitir que el Estado legisle sobre las normas litúrgicas; excederse en lo que preven las normas higiénicas al punto de desconocer a los fieles el derecho a recibir el Cuerpo de Cristo y adorarle en los modos previstos. Para ello, advierte a los obispos que estén atentos y confia en su acción “prudente pero firme” para que los fieles puedan volver a la Eucaristía.

Cultura

Santa Teresa de Jesús: 50 años de un doctorado sin precedentes

El 27 de septiembre de 1970 san Pablo VI proclamó Doctora de la Iglesia a santa Teresa de Jesús. Era la primera vez que una mujer recibía este reconocimiento. Quedaba definitivamente ratificado“el sublime y sencillo mensaje de la oración” que nos legó “la sabia Teresa”. Se celebran actos conmemorativos en torno al aniversario.

Hernando José Bello·19 de septiembre de 2020·Tiempo de lectura: 7 minutos

Tiempos del Papa Pío XI. Una comisión estudia la posibilidad de conceder a santa Teresa de Jesús el título de Doctora de la Iglesia. Varios, para sus adentros, ya la tienen por tal. De hecho, las afirmaciones de los Sumos Pontífices apuntan hacia ello: Pío X la había llamado “maestra preclara” y su sucesor, el propio Pío XI, la consideraba “maestra eximia de contemplación”. La comisión, sin embargo, no da luz verde; en vez de dar el nihil obstat, señala un impedimento: obstat sexus.

La historia la cuenta el padre Arturo Díaz L.C., capellán del monasterio de Carmelitas Descalzas de la Encarnación (Ávila), en su libro «¿Quién decís que soy? Santa Teresa vista por sus carmelitas». Advierte que Santa Teresa tuvo que enfrentar algo similar a lo del obstat sexus cuatrocientos años atrás. Quienes se oponían a sus fundaciones se basaban en su condición de mujer para argumentar contra ella. Le recordaban las palabras de San Pablo: “Las mujeres deben callar en las iglesias” (1Co 14, 34), “no permito que la mujer enseñe” (1Tm 2, 12). Santa Teresa, cuestionada, consulta al Señor en la oración y recibe respuesta: “Diles que no se sigan por sola una parte de la Escritura, que miren otras, y que si podrán por ventura atarme las manos” (Cuentas de conciencia, 16).

Por supuesto, no podrían atárselas. Santa Teresa, impulsada por Jesucristo, no dejaría de fundar y, cuatro siglos después, el Vicario de Cristo, el Santo Padre Pablo VI, le concedería el título de “Doctora”. El Papa reveló sus intenciones en la homilía que pronunció en la plaza de San Pedro el 15 de octubre —memoria litúrgica de la santa abulense— de 1967: “Nos proponemos reconocerle a ella [a Santa Teresa] un día, igual que a Santa Catalina de Siena, el título de Doctora de la Iglesia”.

Previamente, el Papa Montini había pedido a la Sagrada Congregación de Ritos estudiar, una vez más, la posibilidad de declarar a una mujer Doctora de la Iglesia. El 20 de diciembre de 1967 se conoció el veredicto de la Congregación: la respuesta era positiva por unanimidad. Al año siguiente, el 12 de septiembre, la Orden del Carmen Descalzo elevó al Papa la petición oficial para que Santa Teresa fuera proclamada Doctora; comenzó entonces a prepararse la documentación pertinente. Por fin, el 15 de julio de 1969, el cardenal español Arcadio María Larraona defendió la Ponencia oficial del Doctorado en la Sagrada Congregación para la Causa de los Santos. Los miembros de la asamblea dieron una respuesta favorable. El Papa ya podía, sin obstat sexus que lo impidiese, proclamar Doctora de la Iglesia a Santa Teresa de Jesús. 

Las fuentes de una escritora genial y profunda

Acabamos de conferir o, mejor dicho, acabamos de reconocer a santa Teresa de Jesús el título de Doctora de la Iglesia”. Así comenzó Pablo VI su homilía aquel 27 de septiembre de 1970. Finalmente, había llegado el día por él deseado (poco después, el 4 de octubre, el Papa otorgaría también el doctorado a santa Catalina de Siena).

En su homilía, san Pablo VI no ahorró palabras para describir a la nueva Doctora. “Eximia carmelita”, “santa tan singular y tan grande”, “mujer excepcional”, “religiosa que, envuelta toda ella de humildad, penitencia y sencillez, irradia en torno a sí la llama de su vitalidad humana y de su dinámica espiritualidad”, “reformadora y fundadora de una histórica e insigne Orden religiosa”, “escritora genial y fecunda”, “maestra de vida espiritual”, “contemplativa incomparable” e “incansable alma activa”. “¡Qué grande, única y humana, qué atrayente es esta figura!” (el Papa tampoco quiso pasar por alto el hecho de que la gran Reformadora del Carmelo era española: “En su personalidad se aprecian los rasgos de su patria: la reciedumbre de espíritu, la profundidad de sentimientos, la sinceridad de corazón, el amor a la Iglesia”).

Al referirse a la doctrina de santa Teresa, Pablo VI afirma que esta “brilla por los carismas de la verdad, la fidelidad a la fe católica y la utilidad para la formación de las almas”. Sin duda, observa el Pontífice, “en el origen de la doctrina teresiana se hallan su inteligencia, su formación cultural y espiritual, sus lecturas, su trato con los grandes maestros de teología y de espiritualidad, su singular sensibilidad, su habitual e intensa disciplina ascética, su meditación contemplativa. Pero, sobre todo, se debe resaltar «el influjo de la inspiración divina en esta prodigiosa y mística escritora”. La iconografía teresiana lo manifiesta: a la santa se le suele representar con pluma y libro en mano, acompañada por una paloma, símbolo del Espíritu Santo. 

La oración: núcleo del mensaje de la “Madre de los espirituales”

En la basílica de San Pedro se encuentra una estatua de santa Teresa de Jesús con una inscripción debajo que reza: “S. Teresia Spirit[ualium] Mater”, “Santa Teresa, Madre de los espirituales”. Aquel 27 de septiembre de 1970 san Pablo VI tomó nota de esto y señaló: “Todos reconocían, podemos decir que con unánime consentimiento, esta prerrogativa de Santa Teresa de ser madre y maestra de las personas espirituales. Una madre llena de encantadora sencillez, una maestra llena de admirable profundidad. […] Ahora lo hemos confirmado Nosotros, a fin de que, nimbada por este título magistral, tenga en adelante una misión más autorizada que llevar a cabo dentro de su familia religiosa, en la Iglesia orante y en el mundo, por medio de su mensaje perenne y actual: el mensaje de la oración”.

Este mensaje, exhorta el Papa, “llega a nosotros, tentados, por el reclamo y por el compromiso del mundo exterior, a ceder al trajín de la vida moderna y a perder los verdaderos tesoros de nuestra alma por la conquista de los seductores tesoros de la tierra”. E insiste: “Este mensaje llega a nosotros, hijos de nuestro tiempo, mientras no sólo se va perdiendo la costumbre del coloquio con Dios, sino también el sentido y la necesidad de adorarlo y de invocarlo”. De ahí la conveniencia de dirigir la mirada y el corazón al “sublime y sencillo mensaje de la oración de la sabia Teresa”.

Los fundamentos de la doctrina y espiritualidad teresiana

Todos los grandes místicos han tenido” —escribe el padre Crisógono de Jesús Sacramentado (1904-1945), carmelita descalzo y uno de los biógrafos de Santa Teresa—, “entre la multitud y diversidad de imágenes que envolvieron sus enseñanzas, una alegoría más amplia que, abarcando todas las demás, responde a una síntesis de su obra, a la que presta unidad y belleza”. En el caso de la mística abulense, ¿cuál es esa alegoría? Responde el mismo padre Crisógono: el Castillo interior con sus moradas.

Explica santa Teresa que Dios está en el alma como en el centro de un castillo, en la morada más principal, “adonde pasan las cosas de mucho secreto entre Dios y el alma” (Moradas I, 1, 3). La vida espiritual consiste, así pues, en adentrarse en el alma hasta llegar donde mora Cristo.

La puerta para entrar en el castillo es la oración, que como se ha visto es esencial en la doctrina de la santa. Ella subraya “el gran bien que hace Dios a un alma que la dispone para tener oración con voluntad” y poco después la define con gran sencillez y gracia: “No es otra cosa oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama” (Libro de la Vida, 8, 4-5). Debe saberse que Santa Teresa nunca pidió a sus carmelitas una oración rebuscada: «No os pido ahora que penséis en Él, ni que saquéis muchos conceptos, ni que hagáis grandes y delicadas consideraciones con vuestro entendimiento; no os pido más de que le miréis» (Camino de perfección, 26, 3). Ciertamente, la oración se presenta como una realidad nada complicada, pero a su vez, advierte la santa abulense, requiere el esfuerzo de la perseverancia.

Además de la oración, el padre Crisógono apunta otras “dos columnas fundamentales” de la doctrina espiritual teresiana: la mortificación y la humildad. Sobre la primera, escribe santa Teresa en Camino de Perfección: “Creer que [Dios] admite a su amistad estrecha gente regalada y sin trabajos es disparate” (18, 2). La “amistad estrecha”, tan propia de la oración tal y como la concibe la santa, es imposible sin mortificación, puesto que “regalo y oración no se compadece” (4, 2). Resulta indispensable, pues, para la vida de oración tanto la mortificación corporal como la espiritual, siendo sin duda más importante la segunda.

Humildad

Estrechamente vinculada a la oración y a la mortificación se encuentra la virtud de la humildad. “Lo que yo he entendido es que todo este cimiento de la oración va fundado en humildad” (Libro de la Vida, 22, 11); “Paréceme andan siempre juntas [la mortificación y la humildad]; son dos hermanas que no hay para qué las apartar” (Camino de perfección, 10, 3). Célebre es la definición de humildad que la Reformadora del Carmelo deja consignada en las Moradas: “Una vez estaba yo considerando por qué razón era nuestro Señor tan amigo de esta virtud de la humildad, y púsoseme delante —a mi parecer sin considerarlo, sino de presto— esto: que es porque Dios es suma Verdad, y la humildad es andar en verdad; que lo es muy grande no tener cosa buena de nosotros, sino la miseria y ser nada; y quien esto no entiende, anda en mentira” (Moradas VI, 10, 8). 

Ante una interpretación falsa de la expresión “humildad es andar en verdad”, “que la reduce a una especie de necio formulismo con el cual se cubre frecuentemente una soberbia y un orgullo refinados”, el padre Crisógono observa que, para Santa Teresa, la humildad implica resignación en la voluntad divina, disposición a sufrir sin alterarse cuando se reciben ataques contra la propia fama o llevar sin quejas las sequedades de la oración. La base de la humildad se encuentra, en última instancia, en el conocimiento de Dios y de uno mismo. El alma convencida de que Dios lo es todo y de que ella no es nada está en posesión de la verdad y por tanto será humilde.

Y justo aquí es donde la doctora mística sitúa la verdadera esencia de los “espirituales”: no en la experiencia de fenómenos extraordinarios, sino en la humildad. “¿Sabéis qué es ser espirituales de veras? Hacerse esclavos de Dios, a quien —señalados con su hierro, que es el de la cruz, porque ya ellos le han dado su libertad— los pueda vender por esclavos de todo el mundo, como Él lo fue, que no les hace ningún agravio ni pequeña merced; y si a esto no se determinan, no hayan miedo que aprovechen mucho, porque todo este edificio —como he dicho— es su cimiento humildad, y si no hay esta muy de veras, aun por vuestro bien, no querrá el Señor subirle muy alto, porque no dé todo en el suelo” (Moradas VII, 4, 9).

Sin duda, se podrían destacar muchas más cosas sobre las enseñanzas de santa Teresa de Jesús: su amor a la Humanidad de Jesucristo y a la Eucaristía; su trato filial con la Santísima Virgen; su devoción particular a san José; su fidelidad a la Iglesia. Estas, y tantas otras, son joyas que aparecen continuamente mientras se leen y se estudian sus escritos. Qué mejor manera de celebrar medio siglo de doctorado que determinándose, con “determinada determinación”, a profundizar en su legado.

El autorHernando José Bello

España

Muere Nuria Gispert

La que fuera presidente de Cáritas diocesana de Barcelona entre 1998 y 2004, y de Cáritas española en 2004 falleció a los 84 años.

Ferran Blasi·18 de septiembre de 2020·Tiempo de lectura: < 1 minuto

Ha fallecido en Barcelona a los 84 años Núria Gispert, nacida el mismo año del inicio de la guerra, y había vivido siempre en Barcelona, en el barrio de Sant Andreu de Palomar. A lo largo de su vida, este barrio ha sido testigo del ejercicio de su función de maestra y de su trabajo en la promoción de toda clase de trabajos sociales, y de su presencia en la política.

Entre sus responsabilidades está la de haber sido presidente de Cáritas diocesana de Barcelona entre 1998 y 2004, y de Cáritas española en 2004.

Mostrándose ejemplar en todo, y siempre católica consecuente en sus preocupaciones humanas y cristianas, estuvo integrada en diversos partidos de izquierdas.

Núria Gispert ejerció de concejal del Ayuntamiento de Barcelona, en los que siempre tuvo presente su activismo social propio de su compromiso humano y cristiano. Un año, en las Fiestas de la Merced, pronunció el Pregón y se expresó con fuerza contra las injustas desigualdades sociales.

Ayudó también a otras diversas iniciativas sociales, y aun después de su jubilación continuó con su presencia activa y estimuladora en las tareas del centro interreligioso Braval, en la órbita de la Iglesia de Montalegre encomendada a la prelatura del Opus Dei y a otras actividades de aire social como Trinitat Jove o la Fundació Pere Tarrés.

Núria Gispert había recibido la Gran Creu de Sant Jordi, de la Generalitat de Catalunya y la Medalla de Oro de la Ciudad.

El autorFerran Blasi

Teología del siglo XX

Dostoyevski en la Teología del siglo XX

Con los personajes de sus novelas, Dostoyevski manifestó la profundidad del misterio del mal; de la miseria humana y del pecado; la redención en el amor: y el escándalo de la cruz de Cristo. Todo esto no se podía decir con ideas. 

Juan Luis Lorda·17 de septiembre de 2020·Tiempo de lectura: 7 minutos

Su vida (1821-1881) puede ser considerada su principal novela, e inspiración de todas las que escribió. Nació y vivió su niñez en un hospital de pobres, del que su padre era director. De joven se dejó llevar por el juego (herida que no cerró) y conectó, como sus amigos, con las ideas modernas, ilustradas, positivistas, liberales y socialistas que llegaban desde Occidente (y que luego odiará) y combatían con prepotencia el mundo tradicional y la religión tradicional, cristiana. Sorprendido por la policía zarista en un grupo “revolucionario” (bastante inocente en realidad), fue condenado a muerte. Después de nueve meses de cárcel, le fue conmutada la pena por 4 años de trabajos forzados en Siberia, a los que siguieron 5 de servicio como soldado raso en Kazajstán. 

Descubrir el pueblo ruso y la fe

Diez años en contacto con lo más bajo, además de la infancia. Pero entre aquellas gentes y en aquellos lugares apartados, descubrió la inmensa piedad cristiana (poco ilustrada) del pueblo ruso. También la conciencia del pecado y, en muchos casos, la incapacidad de superarlo. 

Había de todo, pero también creyentes que aceptaban sus penas y eran misericordiosos con los demás y con el propio Dostoyevski, tan golpeado por la fortuna. Se convirtió. Pasó a ser un partidario del pueblo y de su amor por la pasión de Cristo y su misericordia con los que sufren. Y se sentirá enfrente de esas ideas occidentales que, con diversas fórmulas, quieren construir una sociedad nueva, ilustrada y sin Dios. Piensa que esas ideas proceden del catolicismo occidental, que detesta (y no conoce). Además, comparte la idea tradicional de que Rusia es el reducto cristiano, después de que el Occidente cristiano se separara y cayera en la herejía y el Imperio Bizantino fuera destruido por el islam. Tiene la misión histórica de llevar el Evangelio a toda la tierra. 

El Cristo yacente

Él mismo, como epiléptico, irascible y jugador compulsivo, y siempre perseguido por las deudas (porque sostiene a muchos familiares), conoce bien los agujeros de la libertad y sus abismos. Las mismas crisis epilépticas son momentos de lucidez y liberación de tanta carga. 

En 1867, con 46 años, se casa (en segundas nupcias) con una chica encantadora, que le ha ayudado a escribir El jugador. Y pasan unos meses en Suiza, siempre pidiendo adelantos por sus obras y comidos por las deudas (ella empeña varias veces su alianza y sus vestidos). 

Muere a los dos meses una hijita nacida allí. Y un día en el museo de Basilea, se tropieza con el Cristo yacente de Holbein, puesto sobre una sábana, con la piel cadavérica, las huellas de todos los suplicios, los ojos desorbitados y el rostro desencajado. No se cansa de mirarlo (lo cuenta ella en su diario). Sabe que ese es el método de Dios, hasta dónde llega la derrota del bien por el pecado, y hasta dónde llega el amor en la redención por el sufrimiento. Es la fuerza y también el escándalo de la fe. 

Desde 1867, obras y personajes

Son los años más fecundos. Se suceden las obras con sus inolvidables personajes. 

En el mismo 1867, Crimen y Castigo, con el emancipado y “moderno” Raskolnikov, el desgraciado borrachín Marmeladov y su hija Sonia, el alma buena, prostituida para sostener a la familia, y que redimirá a Raskolnikov. 

En 1870, El idiota, con el cándido y desconcertante príncipe Mischkin, epiléptico y bueno hasta el sacrificio. En 1871, los Demonios o Los endemoniados, verdadera profecía de la construcción de una sociedad sin Dios. En 1875, El adolescente, menos conocida, donde un chico conoce la lucha entre el bien y el mal en la vida de su padre. En 1879, la obra cumbre, Los hermanos Karamazov, con una fantástica galería de personajes: el padre, Fiodor, burgués, vulgar y carnal, y sus tres hijos: el liberado y moderno (y ateo) Iván; Dimitri (Mitia) que, de entrada, se parece a su padre; y Aliosha (Alexis) que quiere ser monje; y su maestro espiritual, el venerable monje Zósima, y el cuarto y no reconocido hijo bastardo (Smerdiakov), con todas las semillas del mal… 

Pero todos los personajes llevan dentro o se tropiezan fuera con el drama del mal.  

Impacto teológico

Desde finales del XIX se recibió la obra de Dostoyevski. Y dejó pasmados a tantos teólogos de primera fila. Entre los protestantes, destaca Karl Barth. Entre los ortodoxos, el grupo de intelectuales cristianos emigrados a París con la revolución rusa: los pensadores Berdiaev y Chestov. Los teólogos: Boulgakov, Florovsky, y especialmente Evdokimov, que estudiará profundamente el mal en su obra. 

En cambio, la teología ortodoxa tradicional no conectó con él. Entre los católicos, muchos, pero vale la pena centrarse en los maestros: Guardini, De Lubac y Charles Moeller. 

Romano Guardini y los personajes

Guardini se fijó muy pronto en la obra de Dostoyevski, al iniciar sus cursos sobre la Weltanschauung cristiana en Berlín. Y en 1930, aprovechó unas conferencias para ordenar sus ideas: El universo religioso de Dostoyevski (Emecé, Buenos Aires 1954). Está centrado en los personajes y manifiesta un dominio envidiable del conjunto de la obra. Con sus palabras: “Los siete capítulos que componen este libro tratan del elemento religioso y su problemática en la obra de Dostoyevski considerados a través de sus cinco grandes creaciones: Crimen y castigo, El idiota, Demonios, Un adolescente, y Los hermanos Karamazov […]. En última instancia todos los personajes de Dostoievsky están determinados por fuerzas y elementos de orden religioso” (11). “Es un creador de personalidades humanas de una grandeza tal que solo es posible irla midiendo poco a poco” (256).

Estudia primero el pueblo, con su sencilla piedad (y un tanto de paganismo) y especialmente con esas mujerucas llenas de compasión. “Para Dostoievsky, lo mismo que para todos los grandes románticos, la palabra ‘pueblo’ despierta resonancias de veneración” (17). En contraste con la “sociedad” occidental, que ha perdido sus raíces en la naturaleza, en la tradición y en el cristianismo. El pueblo es la unidad natural y no el individuo. Venera a sus santos, a sus monjes, a sus iconos y lleva sin quejarse una vida dura. El capítulo 2 sigue esa mansedumbre y dos Sonias, fantásticas figuras femeninas; la primera, la mujer del “peregrino ruso” Makar (de El adolescente). La segunda, de Crimen y castigo, quizá el personaje más conmovedor de todos. En el capítulo 3, se estudian los religiosos, el peregrino Makar, y el staretz Zósima (de Los hermanos Karamozov), hombre bueno y sabio que sabe dirigir almas.

El capítulo 4 íntegro está centrado en Alioscha, el joven hermano menor de los Karamazov. Quiere ser monje y parece un ángel. Aunque su hermano Iván, en una memorable conversación, le advierte que él también es un Karamazov y que en su sangre habrá tempestades. Y las hay, porque su candidez es probada. Admira a Zósima, pero, al final, no está a su altura. 

El capítulo 5, con el título de Rebeldía, estudia la sorprendente y larga Leyenda del Gran Inquisidor, hombre supuestamente de Dios, que prescinde y suplanta a Dios: es un error dejar a la gente una libertad con la que puede pecar (en eso Dios se equivoca); basta mantenerlos satisfechos. También los modernos quieren suplantar a Dios y ser más razonables, prescindiendo de la locura del pecado y de la cruz. Entre ellos Iván Karamazov, también tratado aquí. Esto conecta con el capítulo 6, dedicado a la “impiedad”, principalmente en Los endemoniados, y la contraposición entre el increyente sin más (Kirilov) y el que, en el fondo, odia a Dios y los que se lo recuerdan (Stavrogrin). Finalmente (cap. 7), se estudia la figura crística del príncipe Mischkin, abocada al fracaso.  

El drama del humanismo ateo

Esta obra famosísima de De Lubac fue concebida durante la segunda guerra mundial, ante el desastre ocasionado por las culturas ateas (nazismo y comunismo) y el ateísmo prepotente (y a veces insolente) de radicales y positivistas en la política y la cultura. La tesis del libro, inspirada o por lo menos ilustrada en Dostoyevski, es: “No es verdad que el hombre […] no pueda organizar la tierra sin Dios. Lo cierto es que sin Dios, no puede, a fin de cuentas, más que organizarla contra el hombre” (Encuentro, Madrid 1990, 11).

Se divide en tres partes. En la primera contrapone Nietzsche con Kierkegaard. Los dos existencialistas y (como Dostoyevski) enojados por la falsedad burguesa, pero Kierkegaard encuentra su autenticidad en someterse a Dios y Nietzsche en prescindir de Él. Kierkegaard sabe que necesita ser perdonado. Y Nietzsche asume la libertad de vivir por la propia cuenta, porque Dios es un límite y, además, una ficción. Estamos solos. La segunda parte explica a Comte y su pretensión positivista (hasta el ridículo).

La tercera parte lleva el significativo título Dostoyevski profeta. Lo compara, primero, con Nietzsche. Después, viene un maravilloso capítulo (III,2), que es La quiebra del ateísmo. Los tremendos agujeros del proyecto ateo, con tres sugerentes puntos: El hombre Dios, que es el proyecto de sustituir a Dios. La torre de Babel, una construcción “no para subir al cielo, sino para bajarlo a la tierra” (229): hay dos fórmulas, el realismo del Gran Inquisidor (todos quietos) y el romanticismo de los socialismos utópicos, que se vuelven criminales (demoníacos) en cuando se intentan (Los endemoniados). El tercer punto es El palacio de Cristal; “este palacio es el universo de la razón, tal como lo han concluido la ciencia y la filosofía modernas” (238). Quieren ser solo naturales y no pueden, porque la naturaleza está herida y creada y destinada a Dios.

Sabiduría griega y paradoja cristiana

Es un libro genial del sacerdote y profesor de Lovaina Charles Moeller, famoso por sus 8 volúmenes de Literatura del siglo XX y cristianismo. Se le ocurrió comparar cómo tratan las grandes cuestiones existenciales el mundo clásico, griego y romano, y el cristiano. Y eligió grandes obras literarias para ilustrarlo. Primero, el pecado. En realidad desconocido en la literatura clásica, donde los protagonistas son sorprendidos por las batallas que los dioses dan en ellos (las pasiones). En contraste, los análisis de Shakespeare y Dostoyevski identifican la libertad y sus caídas y límites. Estudia en Dostoyevski las diferencias entre el pecado de debilidad (Marmeladov) y “el pecado contra la luz” (Ivan K., Stavrogin).

En la segunda parte, El problema del sufrimiento. Los clásicos solo sabían responder manteniendo el tipo con la máxima dignidad posible. Los cristianos han sido introducidos en su sentido por la cruz de Cristo, escandalosa para la razón. Por eso estudia La elevación por el sufrimiento en Shakespeare y en Dostoyevski: “los esponsales con el dolor”, “el sufrimiento redentor” y “la alegría de la cruz”. Es el mundo del justo doliente, de los “humillados y ofendidos”, de la victoria escandalosa del mal sobre el bien. Pero es “Cristo crucificado el que explica la paradoja del justo doliente, un Dios que se humilla y desciende al hombre” (183). 

La belleza que salvará al mundo

Una consideración de Dostoyevski acabará teniendo además un inmenso impacto teológico. Es la pregunta que se le dirige al príncipe Mischkin: “¿Es cierto, Príncipe, que dijiste alguna vez que la belleza salvará el mundo?”. No contesta con palabras, pero contesta con su vida. La belleza que salva es la del amor que llega al sacrificio redentor.

Blondel había advertido que, en la cultura moderna, el camino del conocimiento cosmológico se ha cegado para llegar a Dios, y también el camino moral, por el estudio de libertad humana (el bien moral). Queda el camino de la belleza. Von Balthasar lo plantea también en Solo el amor es digno de fe. Y lo intenta en toda su obra, que quiere mostrar hasta qué punto la kénosis de Cristo, por amor, es la verdadera belleza y verdadero signo de Dios en este mundo, prolongado en el ejercicio de la caridad.

En su discurso del premio Nobel (1972), Solzhenitsyn, con las tragedias del siglo XX a cuestas, recordó: “Solo la belleza salvará el mundo”. “La antigua trinidad de Verdad, Bondad y Belleza no es simplemente una fórmula vacía y desteñida como pensamos en los días de nuestra pretenciosa y materialista juventud. Si las copas de estos tres árboles convergen como lo afirmaban los escolásticos, si los sistemas demasiado obvios, demasiado directos de Verdad y Bondad quedan aplastados, cortados, impedidos para abrirse paso, entonces, quizás, los fantásticos, impredecibles, inesperados retoños de la belleza emergerán y ascenderán hacia el mismo lugar […]. Entonces, la observación de Dostoyevski, ‘La belleza salvará al mundo’, no será una frase soltada sin más sino una profecía. Después de todo, a él le fue dado ver más allá, siendo, como fue, un hombre portentosamente iluminado”.

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La hora oscura de América

Esta situación difícil para los Estados Unidos, debida a una ola de protestas que se suma a los problemas creados por la pandemia, es una “hora oscura” para América.

10 de septiembre de 2020·Tiempo de lectura: 3 minutos

La doble hélice del ADN de los Estados Unidos contiene dos hilos que resumen su identidad nacional. Al primero se lo describe a veces como “excepcionalismo americano”, la imagen reaganiana de una “ciudad sobre el monte”, un faro para las naciones, un ideal realizado más plenamente que en ningún otro lugar. El segundo hilo es su propia frustración al no conseguir vivir de acuerdo con ese ideal: esclavitud, maltrato a los pobres y marginalizados, brecha creciente entre los ricos y los demás.

“Hacer América grande otra vez” es una referencia abierta al primer hilo, una nostalgia poco elocuente de una imaginaria “edad dorada” en la que nos sentíamos dueños de nuestro propio destino. Estos últimos meses recuerdan el segundo hilo: la respuesta fragmentada a la pandemia, el partidismo que rechaza como “tiranía médica” la invitación a llevar mascarilla, las rupturas en nuestro sistemas sanitario y educativo y, finalmente, el estallido de frustración y enfado no sólo entre las minorías raciales y étnicas, sino también entre los jóvenes blancos.

En un análisis de la mala gestión de la pandemia, el Washington Post nos llamaba “una nación de individuos”. Ese individualismo que contribuye tanto al carácter americano y sus mitos del áspero “cowboy” y del emprendedor activo ha dado como metástasis un egoísmo que habla de derechos pero no de responsabilidades, y premia la libertad individual sobre el bien común incluso durante una pandemia global.

Sin una política nacional, el cierre de los negocios, escuelas e iglesias ha sido desigual, provocando una reacción en muchas comunidades. Con acierto los obispos han observado las exigencias del confinamiento, aunque han sido objeto de crítica incluso por parte de algunos católicos que veían ataques a la libertad religiosa en las restricciones en las Misas. El arzobispo José Gómez, presidente de la conferencia episcopal norteamericana, no dejaba espacio a estos argumentos. Dirigió el Viernes Santo una liturgia nacional de oración, diciendo a los católicos que Dios quería que su pueblo aprendiera que “somos una familia” y urgiéndoles a “cuidar unos de otros”. Sólo cuando parecía que la Iglesia estaba siendo tratada injustamente, como en Minnesota, donde los negocios tenían indicaciones de apertura más indulgentes que las iglesias, los obispos protestaron, pidiendo no un trato especial, sino un trato igual.

Al aumentar el desempleo se vio claramente que las poblaciones negra y latina estaban siendo afectadas de manera desproporcionada, no solo en lo económico, sino también por el virus, en cuanto a índices de muertes y hospitalizaciones. En ese momento de gran miedo y tensión, el horrible asesinato de George Floyd encendió un hervidero de agravios. Hubo protestas nacionales cada día. Este y otros crímenes resucitaron el movimiento “Black Lives Matter”, solo que esta vez las manifestaciones estaban atrayendo no solo a negros sino igualmente a blancos, y no solo en las grandes urbes sino en ciudades pequeñas aparentemente lejanas del caos urbano.

En 2018 los obispos publicaron una carta pastoral sobre el racismo titulada Abrid de par en par vuestros corazones: la llamada duradera del amor. Ahora, cuando las manifestaciones estallaron en todo el país y se amontonaron los informes de violencia racial, los obispos condenaron el asesinato de Floyd y pidieron reformas institucionales.

Una de las llamadas más fuertes a la justicia vino del obispo George Thomas, de Las Vegas. En una carta pastoral, el obispo Thomas pidió “una genuina conversión de corazón y un compromiso para renovar nuestras comunidades”. “Somos una Iglesia que sostiene que toda vida es sagrada, desde el momento de la concepción hasta la muerte natural”, dijo. “Bajo el estandarte de la enseñanza social católica, decimos con voces resonantes: ‘¡Sí! ¡Las vidas negras importan!’”.

A raíz de las manifestaciones, que aún continúan diariamente en algunas ciudades, grupos de activistas han tomado como objetivo las estatuas. Al principio, las estatuas derrocadas eran de líderes confederados que lucharon para defender la esclavitud como institución, y perdieron. Pero el movimiento anti-estatuas se extendió, amenazando a padres fundadores del país como Jefferson y Washington, y luego extendiéndose incluso a santos como san Junípero Serra, a quien se culpa de la conquista española y del maltrato de los pueblos indígenas de California.

A raíz de estos ataques, el arzobispo Gómez emitió una carta notablemente templada explicando su aprecio por “Fray Junípero”, un “defensor de los derechos humanos”. Pero el arzobispo también desafiaba a los manifestantes a comprender el pasado, diciendo que la “memoria histórica” ​​es el “alma de cada nación”. “La historia es complicada”, decía. “Los hechos importan, hay que hacer distinciones, y la verdad cuenta”.

En este momento tenso de la sociedad estadounidense, el arzobispo Gómez ilustra los valores que la Iglesia aporta a la plaza pública: el aprecio por la justicia social y el bien común, la humildad y el compromiso con la verdad.

Pero en un año electoral ruidoso, sacudido por la enfermedad y la división, es una pregunta abierta si el país será capaz de escuchar a los obispos.

El autorGreg Erlandson

Periodista, autor y editor. Director de Catholic News Service (CNS)

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Enseñanzas del Papa

Aspectos teológico-pastorales del nuevo Directorio para la Catequesis

Hace pocas semanas se publicó un nuevo Directorio de Catequesis, elaborado por el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización. Es el tercero desde el Concilio Vaticano II, después de los de 1971 y 1997. Ofrecemos un comentario.

Ramiro Pellitero·1 de septiembre de 2020·Tiempo de lectura: 5 minutos

Para presentar el nuevo Directorio para la Catequesis, realizaremos algunos comentarios preliminares, y luego nos detendremos en la necesidad de una catequesis que sea anuncio de la fe, y mencionaremos algunos de los retos que encuentra hoy. Entre ellos, el Directorio destaca la cultura digital y la globalización de la cultura.

Tres anotaciones preliminares

En primer lugar, hay que reconocer que la idea sobre la catequesis que muchos tienen desde hace décadas se refiere a la instrucción sobre la religión dirigida sobre todo a los niños. Sin descuidar la formación de los niños y de los jóvenes, las circunstancias actuales han hecho redescubrir la catequesis de adultos, que, tomando el modelo de los primeros siglos, se propone como “paradigma” para las demás catequesis. 

En todo caso, la catequesis es una necesidad para todos los cristianos, de cualquier edad y circunstancias. Nadie debe considerarse “ya formado”. Y para todos el nuevo Directorio para la catequesis ofrece un marco general y unas importantes orientaciones.

En segundo lugar, conviene distinguir la catequesis de otras formas de educación de la fe, complementarias entre sí dentro del amplio proceso de la misión evangelizadora de la Iglesia; sobre todo, conviene distinguirla de la enseñanza religiosa escolar, como información reflexiva sobre los contenidos de la fe cristiana. Esta asignatura se puede dirigir a creyentes o no creyentes. Está situada en el marco de la formación cultural, propia de la escuela o de las instituciones académicas superiores, por lo que “hace presente el Evangelio en el proceso personal de asimilación, sistemática y crítica, de la cultura” (n. 313). Para ello esta disciplina debe tener el mismo rigor académico que las demás del currículo. Así podrá dar luz para la interdisciplinariedad propia de una formación humanizadora, hoy tan importante para la vida personal, familiar y social.

La catequesis no se inscribe, en cambio, en un sistema escolar. Su objetivo es la iniciación y después la formación progresiva del ya cristiano: acrecentar en él la adhesión personal a Cristo y la madurez en su seguimiento. En su presentación, el Directorio señala el doble objetivo de la catequesis con estas palabras: “Hacer madurar la fe inicial y de educar al verdadero discípulo por medio de un conocimiento más profundo y sistemático de la persona y del mensaje de Nuestro Señor Jesucristo” (exhort. ap. Catechesi tradendae, 19). 

Es interesante notar cómo todo ello ayuda a despejar dos posibles equívocos a la hora de la catequesis: el de una enseñanza limitada a los aspectos cognitivos, y el de una formación limitada a una sabiduría meramente humana. La catequesis es en cambio, educación para la vida, concretamente para la vida cristiana. Aspira a formar discípulos de Cristo.

Centralidad del anuncio de la fe y conversión misionera

El complejo contexto actual, caracterizado por profundos cambios culturales, abandono de la fe eclesial en países de larga tradición cristiana, junto con dificultades y exigencias de renovación espiritual, moral y pastoral dentro de la Iglesia misma, nos interpelan para una nueva evangelización (cfr. nn. 38-39). 

Evangelio significa buena noticia. Evangelizar es anunciar la buena noticia del amor de Dios traída por Cristo –Hijo de Dios hecho hombre, muerto y resucitado por nosotros–, siguiendo el mandato del Maestro (cfr. Mt 28, 19). 

El anuncio de la fe en Cristo, muerto y resucitado se llama, en el Nuevo Testamento, kerygma. El Papa Francisco ha renovado la llamada a una conversión misionera de toda la Iglesia y de cada uno de los cristianos. Esto hace que la catequesis hoy necesaria sea una catequesis kerigmática, lo que significa acentuar este primer anuncio de la fe. Ahora bien, este anuncio no es un principio abstracto, una frase, una mera información o un discurso articulado para convencer al interlocutor, sino el testimonio del encuentro personal con Jesucristo. A partir de ese punto central la fe despliega sus “contenidos”: se proclama y confiesa en la Iglesia (Credo), se celebra en la liturgia (sacramentos), se vive con un estilo propio (la moral cristiana) y se manifiesta y alimenta en el diálogo con Dios (oración). 

Aunque el primer anuncio (kerygma) no se identifica con la catequesis, sino que la antecede, hoy ese anuncio no puede dejarse atrás, porque muchos aún no han experimentado el encuentro personal con Jesús (cfr. n. 56). 

Decir que hoy se precisa una catequesis kerigmática equivale adecir una catequesis “llamada a ser, en primer lugar, un anuncio de la fe y no debe delegar a otras acciones eclesiales la tarea de ayudar a descubrir la belleza del Evangelio” (n. 57). Se trata de que cada persona, a través de la catequesis “pueda descubrir que vale la pena creer” (ibid.). 

Hay que tener en cuenta que en el anuncio de la fe actúa Cristo mismo a través del testigo que lo anuncia (cfr. n. 58). Esto requiere que los heraldos de esa noticia (los educadores de la fe, los catequistas y en general todo cristiano) “encarnen” ese anuncio en su propia vida, haciendo creíble su mensaje: “Jesucristo te ama, dio su vida para salvarte, y ahora está vivo a tu lado cada día, para iluminarte, para fortalecerte, para liberarte” (Evangelii gaudium, 164). Los elementos principales de una catequesis kerigmática actual están expuestos en los nn. 57-60 del Directorio. 

En definitiva, y en la línea señalada por san Pablo VI (Evangelii nuntiandi) y los pontificados siguientes, sobre todo el actual de Francisco (Evangelii gaudium), hoy se ve necesaria una “catequesis kerigmática”. Así será posible hacer de los fieles cristianos “discípulos misioneros”, en la línea del Documento de Aparecida (fruto de la V conferencia del CELAM, 2007), inspirado a su vez en la llamada universal a la santidad y al apostolado que proclamó el Concilio Vaticano II. 

Cultura digital y globalización

Teniendo en cuenta el contexto actual –en el que el Directorio destaca la cultura digital y la globalización de la cultura (cfr. Presentación)– cabe ejemplificar el contenido del documento espigando diversos elementos, sean positivos o negativos, que constituyen en su conjunto retos que hoy la catequesis debe afrontar. 

Sin ánimo de exhaustividad: la necesidad de vincular la verdad y el amor; la centralidad del testimonio, de la misericordia y del diálogo; la transformación espiritual, promovida por la catequesis, como servicio a la inculturación de la fe; la atención a las aportaciones de las ciencias humanas (psicología, pedagogía, sociología, etc.) para mejorar la educación en la fe; la relación entre catequesis y piedad popular; el cambio de sensibilidad con un rechazo a la mentalidad de “obligación” moral y religiosa y, por tanto, con una visión más personalista de la educación moral; el relativismo doctrinal; la necesidad de explicar mejor la libertad del cristiano; la prioridad de la unidad o coherencia de vida cristiana que la educación debe propiciar; la comprensión y práctica de la catequesis en el marco de la comunidad cristiana; la importancia de la educación litúrgica o “mistagogía” por medio del catecumenado; los elementos de la “cultura digital” que pueden ayudar o necesitan ayuda por parte de la educación en la fe; los “lenguajes” de la catequesis, el “camino de la belleza” y el papel de la memoria; el horizonte de servicio a la sociedad y la transformación del mundo; el aprendizaje del discernimiento a nivel educativo y catequético; la articulación de los elementos culturales locales con el alcance universal; la catequesis de los más pobres, de los migrantes, de los encarcelados; la dimensión ecuménica de la catequesis y su papel en el diálogo con las religiones, con los indiferentes e increyentes; la catequesis y la perspectiva del “gender” y otras cuestiones relativas a la cultura de la vida y la bioética; formas y caminos de la catequesis familiar; catequesis y ecología, etc. 

Tienen particular interés los análisis de la cultura digital, las orientaciones sobre caminos a seguir en el proceso catequético –como parte del proceso más amplio de la evangelización en busca de la plenitud de la vida humana– y todo lo referente a la formación los catequistas: una gran necesidad y un desafío eclesial a todos los niveles.

Cultura

Un parón para la poesía: releer a Gerardo Diego en sus Versos divinos

La poesía siempre ha sido un acertado respiradero para el espíritu. En este caso, volver a la de Gerardo Diego, o descubrirlo por primera vez, es un ejercicio de lucidez, entre otras razones porque ya es un clásico.

Carmelo Guillén·14 de agosto de 2020·Tiempo de lectura: 4 minutos

Impulsor de su generación al publicar la famosa antología Poesía española (con dos versiones, la de 1932 y la de 1934), en la que consiguió aunar lo más granado de la lírica española de los treinta primeros años del siglo XX, el prestigio intelectual y humano de Gerardo Diego nadie lo ha puesto nunca en duda, hasta el punto de que, con una obra literaria muy abierta a las distintas tendencias que se fueron produciendo a lo largo de su vida, supo no sólo aunar tradición y modernidad sino mantener una voz propia, reconocible, que le valió, entre otros muchos galardones, el prestigioso Premio Cervantes en 1979 (aunque ese año lo recibiera ex aequo con Jorge Luis Borges). De él afirmó Ernestina de Champourcin que era un “católico poeta”, aseveración corroborada tanto por sus trabajos de explícito sentir religioso como por el aire trascendente que respira algún que otro libro aislado (en concreto, estoy pensando en el titulado Cementerio Civil, de 1972), aunque, a decir verdad, su enorme coherencia, hace que toda su creación literaria, así como su persona, desprenda el sello de una fe vivida a lo largo de su existencia.

Cuatro son sus títulos esenciales en la que está especialmente presente el tema religioso: una obra de teatro, El cerezo y la palmera (Retablo escénico en forma de tríptico), y tres poemarios: Viacrucis, Ángeles de Compostela y Versos divinos. De él es llamativo que en unos tiempos tan complejos como los que le tocó vivir –las vanguardias artísticas de los años veinte–, consiguiera mantener persistentemente esa aptitud de absorción de aquellos momentos históricos pero sin perder en ninguna ocasión la más mínima pizca de la formación cristiana que había recibido de pequeño en su hogar. Se explica, pues, en cierto modo: el padre del poeta, tras enviudar de su primer matrimonio, del que tuvo tres hijos, volvió a casarse, aumentando la prole con siete descendientes más, del que Gerardo fue el menor. De esos diez hermanos, dos profesaron en la Compañía de Jesús (Sandalio y Leonardo) y una (Flora) en la Orden de la Compañía de María. 

Se supone que el ambiente de su casa era lo suficientemente vivo en cuestiones religiosas como para entender que sus progenitores acertaron a inculcar en sus hijos lo que ellos vivían. De hecho, en el prólogo que Elena Diego hace en el año 2000 para la reedición del libro de su padre Mi Santander, mi cuna, mi palabra, recoge unas palabras del mismísimo poeta que así lo ratifica: “Yo no agradeceré nunca bastante a mis padres el ser ellos muy cristianos, muy piadosos y caritativos; en casa siempre había personas, más o menos de la familia, comiendo y aun durmiendo, porque venían y no tenían otro sitio mejor donde ir”. Y es esa idiosincrasia, heredada de sus ascendientes, repito, la que enriquecerá y centrará su vocación de poeta, de la que, como he dicho más arriba, se manifiesta en varios libros de temática religiosa, entre los que, en esta ocasión, quiero destacar  sus Versos divinos –precisamente dedicados a la memoria de su padre–, tal vez porque son el mejor reclamo para conocer su hondura espiritual: un libro este de enorme calidad literaria y, acaso, de lo más hondo e intenso en poesía religiosa española que se ha escrito en el siglo XX. 

La edición que he elegido para nuestro acercamiento a su autor es la de 1971 –accesible a través de la Fundación Gerardo Diego–, donde se contienen composiciones de muy diversa factura y en las que, quizás, el elemento de unión lo marquen en concreto los asuntos religiosos. Poemario, por otra parte, que puede servir de iniciación para asomarse a la obra poética gerardiana ya que la podría haber planteado como una compilación de su quehacer lírico de sentido meramente católico. En ese conjunto, el poema más conocido–lo aprendí de memoria en mi mocedad–, es, quizás, aquel de ambientación navideña que lleva por título La palmera, perteneciente a Navidad, una de las nueve secciones del poemario. El texto reza así: “Si la palmera pudiera / volverse tan niña, niña, / como cuando era una niña / con cintura de pulsera. / Para que el Niño la viera…/ Si la palmera tuviera / las patas del borriquillo, / las alas de Gabrielillo. / Para cuando el Niño quiera, / correr, volar a su vera… / Si la palmera supiera / que sus palmas algún día… / Si la palmera supiera / por qué la Virgen María / la mira… Si ella tuviera… / Si la palmera pudiera… /… la palmera…”. Ese juego musical, cargado de elementos tiernos y afectivos (el Niño, la Virgen, el borriquillo, Gabrielillo) con la repetición continua de la palabra “palmera” y el ritmo melódico de los versos con frecuentes terminaciones en -era fueron quizás el gran estímulo, en mi adolescencia, para que la poesía del cántabro me empezara a resultar simpática y accesible.

Salvo la composición inicial, Creer, de 1934, puerta clave para asimilar el resto de los poemas –sin la fe católica éstos serían incomprensibles para el lector, parece decirnos Gerardo Diego con este arranque–, los distintos apartados quedan divididos conforme a las fechas en que se fueron publicando. De esta manera, la primera parte la forma el libro íntegro Viacrucis, de 1924, a la que le siguen las secciones Navidad, María, Santísimo Sacramento, Santos, Varia, Biblia y Jesús, constituyendo el apartado más amplio el dedicado a la Virgen. 

¿Por qué arrancar leyendo o releyendo los Versos divinos? Sencillamente porque constituyen un encuentro sublime con la poesía moderna de carácter religioso, aquella que sin perder su tono clásico deja vía libre a la serenidad y a la alegría que da el encuentro con Dios o con su madre, y manifiesta sobradamente el fervor de un hombre creyente, auténtico, convencido de que su poesía le resultó un lugar de oración y de celebración de la fe. n

 

Ojos bañados en lágrimas

11 de agosto de 2020·Tiempo de lectura: 2 minutos

Hace cuatro años, durante el Jubileo de la Misericordia, por indicación del Papa Francisco, la Congregación para el Culto Divino convirtió en “Fiesta” la Memoria de Santa María Magdalena a quien Bergoglio había definido como discípula “al servicio de la Iglesia naciente”.

Esta fulgurante definición del obispo de Roma se debe a lo que nos cuenta el Evangelio. Es ella quien ve primero a Cristo, es ella quien, pasando de la tristeza de las lágrimas a la alegría, es llamada por su nombre por Jesús y lo anuncia a los apóstoles.

El 2 de abril, que era el martes después de Pascua de 2013, el Papa Francisco, precisamente al hablar de María Magdalena, en la misa de la Casa Santa Marta había dicho: “A veces, en nuestras vidas, las gafas para ver a Jesús son las lágrimas. Ante la Magdalena que llora, también nosotros podemos pedirle al Señor la gracia de las lágrimas. Es una gracia hermosa… Llorar por todo: por el bien, por nuestros pecados, por las gracias, también por la alegría. El llanto nos prepara para ver a Jesús. Y que el Señor nos da la gracia, a todos nosotros, para poder decir con nuestra vida: He visto al Señor, no porque se me ha aparecido, sino porque lo he visto dentro de mi corazón”.

Para un sacerdote con intensa actividad pastoral no es fácil empatizar con el dolor de quien llega a la parroquia. Funerales, bodas, bautizos, noticias de dolor, de desempleo, de tensiones, se suceden sin parar y llegan al corazón del sacerdote de manera tumultuosa, uno tras otro, forzando una alternancia emocional que a veces empuja al sacerdote a protegerse detrás de una aparente indiferencia. Los ojos de María Magdalena, bañados en lágrimas porque encuentran una tumba vacía, pueden convertirse en los de un sacerdote que, después de conocer a Cristo, nunca dejan de mirarlo y son los primeros que lo anuncian a los apóstoles incrédulos.

El autorMauro Leonardi

Sacerdote y escritor.

Teología del siglo XX

El testimonio de la gracia, del Cardenal Dulles

Menos conocido en Europa, el cardenal Avery Dulles (1918-2008) es el teólogo con más peso de los Estados Unidos en el siglo XX, con aportaciones en Teología Fundamental, Apologética y Eclesiología.

Juan Luis Lorda·6 de agosto de 2020·Tiempo de lectura: 7 minutos

Avery Dulles se convirtió al catolicismo en 1940. Y en parte para que lo entendieran mejor (y se animaran) su familia y sus amigos, lo contó en un pequeño libro: Un testimonio de la gracia (A testimonial to Grace, 1946). Pero aspiraba a más: “Confío en que será de interés para otros […] en su tarea, como ha sido la mía, de definir su postura ante sistemas de pensamiento –como el escepticismo, el materialismo y el liberalismo- que […] dominan completamente nuestras universidades laicas y, en consecuencia, el tono de nuestra vida intelectual” (Prólogo de 1946).

Un testimonio extraordinario

En el prólogo de la edición conmemorativa a los 50 años (1996), recuerda: “Compuse Un testimonio de la gracia a bordo del crucero Philadelphia, al comienzo del otoño de 1944. Acababa de terminar una misión como oficial de enlace con la armada francesa. […] Para escapar del aburrimiento de un ocio involuntario, tomé la máquina de escribir. Hacía tiempo que quería fijar, aunque solo fuera para mí, los procesos mentales que me llevaron a unirme a la Iglesia católica, en el otoño de 1940, cuando era estudiante de primer año de Derecho en Harvard”.

Este breve libro (traducido al castellano en 1963, y a otras lenguas) no tiene desperdicio. Recuerda otros itinerarios como el de C. S. Lewis (Cautivado por la alegría) o el de Manuel García Morente (El hecho extraordinario). Y tiene dos partes. En la primera, describe el proceso de pensamiento que le condujo a aceptar la existencia de Dios (que no podía ser otro que el cristiano). Y en el segundo, a abrirse a la gracia de Dios y a la fe.

Al leerlo, hay que recordar constantemente que el autor es un universitario y marino de 28 años. Porque manifiesta una sorprendente madurez de pensamiento filosófico y cristiano. De hecho, resulta muy útil como material de reflexión para la Apologética o Teología Fundamental, que sería después la línea principal de su enseñanza teológica.

Al reeditarlo, cincuenta años después, la editorial le pidió que añadiera una tercera parte para contar la evolución posterior de sus ideas: Reflections on a Theological Journey (Reflexiones sobre un itinerario teológico). Y ésta resulta una breve y lúcida visión de lo que ha ocurrido en la Iglesia y la teología en los últimos 60 años, con el Concilio Vaticano II en el centro. Realmente luminoso porque se trata de un testigo cualificado y perspicaz.

Orígenes y evolución

Avery Dulles pertenecía a una familia de larga tradición republicana por los dos lados. Su padre, John Foster Dulles, llegaría a ser Secretario de Estado (le está dedicado el aeropuerto de Washington). Y su tío, Allen, director de la CIA. Ambos con el general Eisenhower. Por tradición eran presbiterianos, muy identificados con la élite cultural y social norteamericana.

Comenzó Humanidades en Harvard College (antes de estudiar Derecho). Y recuerda que el primer año estuvo bastante centrado en la bebida, y a punto de ser expulsado de la universidad (como alguno de sus amigos). Se sentía agnóstico, influido por una mezcla de pensamiento materialista (evolucionista) en su visión del mundo, y liberal en lo social y cultural, con una fe en el progreso, y un relativismo moral (fuera de las estrictas cuestiones de justicia). Y, por tanto, sentía el cristianismo como algo sencillamente superado. También tenía unas vagas y juveniles aspiraciones estéticas sobre la vida, imposibles de cuadrar con esa base materialista y pragmática.

El siguiente curso fue completamente distinto. Se apasionó con el estudio de Platón y de Aristóteles. Y sus doctrinas modificaron completamente su marco mental, dieron fundamento sentido a sus aspiraciones y le llevaron a reconocer el orden del universo, metafísico y moral. Y, al final, como sustento de ello, a Dios. Está muy bien narrado. El proceso duraría más de un año, hasta que un día de 1940 se puso de rodillas y recitó a trozos, el Padrenuestro, a medida que lo recordaba.

Hacia la fe

El estudio de Platón y Aristóteles le acercó al catolicismo porque le llevó a la obra de Gilson y, sobre todo, de Maritain, que le pareció un autor muy completo, al haber abordado muchos campos filosóficos (metafísica, lógica, estética) y tener un pensamiento político cristiano. Le admiraba la cohesión de la visión cristiana del universo y del ser humano, y la doctrina social. Confiesa que Maritain le ayudó mucho en su conversión.

También le ayudó la vibrante predicación del obispo Fulton Sheen. Comenta que su estilo entusiasta no podía convencer a los fríos críticos protestantes, pero a él le conmovía su autenticidad cristiana, cosa que echaba en falta en las comunidades protestantes por las que había circulado buscando un referente para su fe. No encontraba en ellas ninguna doctrina que les pareciera importante o incluso sostenible y que tuviera impacto en la vida: no pasaban de consejos que hoy llamaríamos de autoayuda.

En esta segunda parte, aparecen las otras dos grandes cuestiones de la apologética clásica, después de la existencia de Dios: la figura de Jesucristo, como Mesías, Salvador e Hijo de Dios.; y la autenticidad de la Iglesia. Entendió la necesidad de la Iglesia para poder poseer y vivir la fe, y se preocupó por identificar la verdadera Iglesia entre las diversas comunidades cristianas presentes en los Estados Unidos, estudiando en serio (con 21 años) el tema de las notas de la Iglesia.

Itinerario teológico

Después de cuatro años en la armada (1942-1946), ingresó en la Compañía de Jesús. La tercera parte del libro cuenta su itinerario de formación y su experiencia como teólogo en medio de los cambios de la Iglesia y de la época. En gran parte, su formación teológica se desarrollaría en Woodstock College (1951-1957), al que seguiría muy unido. Se doctoró en la Universidad Gregoriana de Roma (1958-1960), volviendo a Woodstock como profesor (1960-1974).

Primero, enseñó Apologética, revelación e inspiración bíblica. Desde el principio advirtió que es insuficiente un método histórico para tratar la Biblia, porque antes que nada es un testimonio de fe, dirigido a personas con fe.

Conectó decididamente con los grandes teólogos del siglo XX, especialmente con De Lubac y Congar. Y se interesó por el ecumenismo, en particular por la relación con los protestantes. Dos profesores jesuitas de Woodstock, John Courtney Murray y Gustave Weigel, a los que estaba muy unido, fueron peritos durante el periodo conciliar. Y compartió con ellos su experiencia.

Siguió los avatares del Centro teológico de Woodstock, trasladado a Nueva York y después a Washington. Allí fue profesor de Teología sistemática en la Catholic University of America (1974-1988). Y, finalmente, ya emérito, ocupó en Fordham la cátedra McGinley de Religión y sociedad, con ciclos de conferencias.

Publicó 23 libros, algunos muy conocidos y traducidos a otras lenguas. Basados muchas veces en ciclos de conferencias y centrados principalmente en temas de Teología Fundamental, Eclesiología y ecumenismo. “Los campos de la revelación, la fe, la eclesiología y el ecumenismo nunca han cesado de fascinarme”, confesaba al final de su itinerario teológico. Publicó también varios cientos de artículos sobre estos temas en revistas especializadas.

Tenía una formación escolástica muy sólida, porque le habían interesado mucho los autores medievales y había leído mucho. Por eso, su Historia de la apologética (1971, con traducción castellana) tiene una consistente parte medieval.

El talante del teólogo Dulles

Por naturaleza era una persona moderada, y por estilo intelectual le gustaba sumar más que enfrentar, buscando la razón que tenía cada parte. Esto se corresponde muy bien con su sentido de lo que es apologética y se refleja en todo su trabajo, y en sus principales obras, como Modelos de Iglesia (1974) y Modelos de revelación (1983), y en La catolicidad de la Iglesia (1983), que considera su obra más representativa en eclesiología. Presenta las distintas formas de entender los temas con la intención de dar a cada una su valor e intentar aproximaciones. Al final, el misterio de la Iglesia, y también la revelación, precisamente por ser misterios, quedan por encima de los esquemas conceptuales, y ninguna conceptualización agota el misterio.

En parte por carácter, en parte por sus investigaciones, era muy sensible a que los argumentos de la teología tuvieran la consistencia que les corresponde, sin darles ni más ni menos valor, y era capaz de ponerse en la mente de los demás y acoger lo valioso de cada posición.

Poseyendo lo mejor de la teología moderna, no sentía ninguna incompatibilidad con la antigua. Eso le convertiría en un personaje difícil de clasificar en las controversias de la época y le permitió jugar un papel de moderador en la teología americana, con un prestigio creciente. Durante años, fue elegido para el comité directivo de la Sociedad de Teológica Católica Americana (que es la más grande del mundo) (1970-1976), llegando a ser presidente, y lo mismo en la Sociedad Teológica Americana (1971-1979). Participó en una infinidad de comités y consejos episcopales y editoriales. Y fue escogido para la Comisión Teológica Internacional (1992-1997).

En el tiempo posconciliar

Pero lo mismo que De Lubac, Daniélou o Ratzinger, habiéndose sumado decididamente a las mejores conquistas teológicas, veía con preocupación las derivas. Cuenta que desde que murió Weigel en 1964, que había sido su mentor intelectual, el otro profesor que había sido perito en el Concilio, Murray, le pidió que se ocupara de interpretar correctamente la doctrina y el espíritu del Concilio para el mundo americano,  “tarea que asumí con gusto durante más de una década. Me parecía necesario mostrar por qué los cambios introducidos por el Concilio estaban justificados, y al mismo tiempo prevenir contra la tendencia de llevar el espíritu del Concilio mucho más allá de la letra, y presentar la vida católica y el dogma como si estuvieran sometidos a una perpetua reinvención”.

Y explica: “Al final de los sesenta, intentando hacer fuerza en favor de las nuevas directrices del Vaticano II, puedo haber tendido a exagerar la novedad de la doctrina conciliar y la insuficiencia de los siglos anteriores. Pero desde 1970, cuando la izquierda católica se hizo más estridente, y los jóvenes católicos ya no conocían o ignoraban la herencia de los siglos anteriores, me pareció necesario poner más énfasis en la continuidad con el pasado. Como sucede a menudo, el error consistía en fijarse en elementos parciales o transitorios en lugar de ver el cuadro como un todo. Ningún segmento de la historia o perspectiva cultural puede ser tomado como si encarnara la totalidad de la verdad católica o como si fuera la norma por la que deben ser juzgadas todas las demás edades y culturas”.

Últimos años

En ese contexto vivió con gran alegría y decidida adhesión el pontificado de Juan Pablo II, y después, aunque ya estaba muy mayor, el de Benedicto XVI. Dulles fue un claro defensor de Juan Pablo II ante los ambientes críticos americanos. Escribió mucho sobre él y algunos artículos excelentes en la revista First Things, donde colaboraba en los últimos años, han sido reunidos en The Splendor of Faith. The Theological Vision of Pope John Paul lI (1999). En 2001, a propuesta del cardenal Ratzinger, fue creado cardenal, junto con Leo Scheffzyck.

En todo este tiempo, se prodigó en obras para discernir la situación: The resilient Church (1977); asentar principios: A Church to Believe In. Discipleship and The Dymamics of Freedom (1982); presentar mejor la fe cristiana: The Assurance of Things Hoped For. A Theology of Christian Faith (1994), que quiere ser una presentación teológica de la tradición cristiana renovada; y explicar el papel de la teología en la Iglesia: The Craft oft Theology (1992, en castellano El oficio de la Teología).

En abril de 2008, en su última conferencia pública en Fordham, ya en un carrito y sin poder leerla él mismo, se retrataba así: “Me veo como un moderado intentando hacer la paz entre las escuelas de pensamiento. Pero mientras lo hago, insisto en la consistencia lógica. Y a diferencia de ciertos relativistas de nuestro tiempo, me repelen las mezclas de contradicciones”.

Se puede encontrar sobre él bastante documentación online, principalmente en averydulles.blogspot.com, o sus artículos en las páginas de la revista First Things.

Actualidad

Música católica contemporánea. Caminos de testimonio y evangelización

La música de adoración conlleva rendir el corazón y el talento a los pies de Jesús, y esto significa que el músico católico ha “colocarse en un segundo plano”. Hoy vamos a transitar por otras dimensiones de la música que no se refieren a la adoración, sino a otras latitudes donde el artista ha de estar “delante”.

El Amado produce amor·4 de agosto de 2020·Tiempo de lectura: 5 minutos

En las cosas de Dios, es Él el que va por delante abriendo el camino, nosotros, a su lado, escuchando por dónde lleva nuestra vida, nuestro ministerio de música y nuestra fe. El artista debe ir “detrás”, porque al que necesitamos, en este contexto de adoración, es al adorador.

Pero hay otras dimensiones de la música cristiana católica contemporánea que no se refieren a la adoración, sino a otras latitudes donde el músico o artista ha de estar “delante”. Es el caso de la música católica contemporánea en contextos pre-evangelizadores, sociales, música católica que habla de valores, música de testimonio de vida y música de evangelización. Abordaremos estas tres dimensiones.

En contexto pre-evangelizador

La pre-evangelización es un tiempo donde la persona está en búsqueda, se siente atraída por lo trascendente, pero nuestras deficiencias en llevar el mensaje, y sus obstáculos vitales para recibirlo, no permiten el encuentro con Jesús. 

En esta ocasión, el músico católico a través de sus canciones juega el papel de “intermediario”, y aquí sí que se coloca en un plano de mayor “exposición” Sus temas pueden ser como el bisturí de un cirujano que abre y penetra el tejido del cuerpo para acceder al lugar donde se ha de realizar la operación.

En este caso, la intervención que se realiza en la vida de la persona que está mínimamente abierta, la sigue construyendo la Gracia, pero el músico católico tiene una gran dosis de implicación, visibilidad, reto, responsabilidad y compromiso, algo que a veces es difícil de conjugar y equilibrar. 

Como dice Luis Guitarra, un conocido cantautor madrileño, al ser entrevistado, “ese lenguaje de la pre-evangelización es siempre más sutil, más global, más indirecto […] surge de las formas y expresiones más humanas, […] son canciones que hablan de los derechos humanos, la amistad, la paz, la justicia, el amor” (Luis Guitarra en la canción de autor de la música española. Un lenguaje pre-evangelizador en la música de valores, Enrique Mejías, Universidad Complutense de Madrid). 

En España

España, desde los últimos 20 años, ha despertado con multitud de propuestas. Hoy hay muchísimos “artistas” católicos que desarrollan su ministerio en estos terrenos.

Es el caso del mencionado Luis Guitarra, que cuenta con una amplia trayectoria. Sus temas profundos, su reivindicación en el campo de la justicia social, su poesía, su sensibilidad, y su persona le llevan por todo el territorio nacional e internacional, en algunos momentos de su vida. También a grabar sus producciones desde un sistema alternativo, sobre todo en lo que concierne a la distribución, El precio lo pones tú, con el que ha conseguido aunar música y solidaridad, posibilitando la financiación y realización de proyectos de desarrollo humano a través de la asociación Cómo tú, cómo yo.

Os invitamos a conocerle más a fondo, así como sus canciones. Te recomendamos temas como Desaprender, En lo profundo o Todo es de todos. Desde su web podrás descubrir y disfrutar de sus propuestas.

En este orden, pero con una dimensión festiva y celebrativa encontramos al mítico Migueli, que lleva más de 30 años bregando en estos mares y llevando el mensaje de Jesús con esa chispa y humor que tanto le caracterizan y que atraviesa toda su discografía. Como él mismo nos recuerda en su biografía, su creatividad musical tiene la fuerza de lo cotidiano, de una vida comprometida con la realidad social.

Trotamundos y todoterreno son adjetivos que lo definen. Siempre ha compatibilizado la música con un trabajo de acompañamiento a personas en situación de vulnerabilidad, todo ello compaginado con programas en radio y TV. No te olvides de bucear por su web. 

Otros artistas que transitan por este lenguaje pre-evangelizador son Emilia Arija, (Alberto y Emilia), Pedro Sosa, Álvaro Fraile, Juan Carlos Prieto, etc. Os recomendamos sus canciones, te ayudarán a profundizar en tu vida, tu relación con los demás y con Dios, aunque no sea desde un lenguaje explícito, ni un lenguaje religioso.

Música de testimonio de vida

No queremos olvidar otro de los grandes caminos donde la música católica contemporánea deja su huella, y es el que viene marcado por el Testimonio de Vida.

Aquí, como grupo emblemático encontramos a Brotes de Olivo, que surge en el contexto de la experiencia de fe de Pueblo de Dios, lleva más de 40 años caminando y ha estado vinculada a la música desde sus inicios. Toda una familia que muy pronto se abrió a la escucha de por dónde Dios llevaba ese proyecto de vida familiar y comunitario abierto a todos y para todos.

Sin duda, son una de las puntas de lanza más vitales que el Espíritu Santo ha generado en España y de la que muchos de nosotros hemos bebido, con los que hemos crecido a nivel humano, de fe, de canto, de experiencia, y que ha propiciado encuentros tanto en las tierras de Huelva, como en otras latitudes, destacando en Madrid los Encuentros NAO (Noche de Arte y Oración). Escribiríamos miles de páginas sobre este grupo, la comunidad y su trayectoria, y sobre esta familia que desde la sencillez y la acogida de la Palabra, se ha “dejado hacer” por el Espíritu de Dios.

La versatilidad de los grupos y artistas nos obliga a no encasillar, ni etiquetar, sólo sugerir desde donde puedes escucharlos. En su web podrás descargar un cancionero con 28 discos, proponiendo una distribución de su obra desde la gratuidad. Te invitamos a escuchar sus canciones y sus reflexiones, sus denuncias proféticas que abren ventanas desde donde contemplar otras perspectivas y realidades de la fe, así como su pasión por el Evangelio de Jesús. En esta línea se encuentra el grupo andaluz Ixcis. No dejes de escucharlos.

Música de evangelización

Para terminar, en este viaje por la música católica contemporánea, encontramos otro contexto donde este gran potencial se pone al servicio de Dios y de la fe como una herramienta para la Evangelización. Aquí ya no estamos en ese lenguaje pre-evangelizador, de valores, de solidaridad; ya hemos dado un paso más allá, la persona ya está receptiva para escuchar y acoger una relación personal con Jesús, y puede disponerse a aceptar ese lenguaje religioso que le empuja a formar parte de la comunidad eclesial a través de diferentes caminos. Entramos en un vergel donde han florecido en los últimos años muchas propuestas, artistas, consagrados, religiosos, misioneros, comunidades, grupos que cantan, o tocan y ponen su música al servicio de la Iglesia.

Podemos contemplar desde un concierto de rock en un escenario al aire libre de gran formato, con el grupo La voz del desierto, donde la mayoría de sus componentes son sacerdotes, a un sencillo concierto acústico de Jesús Cabello, un andaluz de esta nueva hornada de cantautores católicos. Entre ellos está también el malagueño Unai Quirós, donde más allá de su música se respira a una persona de un talante comprometido, humilde y brillante musicalmente. 

Puedes encontrarte con Roberto Vega, un valenciano de origen mexicano unido a la renovación carismática y que conoce muy bien las aplicaciones evangelizadoras de la música en el ámbito de la fe, y con quién puedes organizar una Jornada de evangelización, fe y música. O con Amparo Navarro, otra cantautora valenciana que ha sabido conjugar sensibilidad, delicadeza, profundidad en su mensaje y Palabra de vida para evangelizaciones de pequeño formato.

Rompiendo barreras desde la música católica contemporánea puedes encontrar otros estilos que conectan más con el mundo juvenil, como el rap, con Grilex o Smdani, un sacerdote marianista, un rapero gamer que colabora con otros artistas católicos del mismo estilo musical. 

Este tipo de formatos y estilos musicales evangelizadores no son los únicos. La música realiza otras funciones como la dinamización de momentos de oración con predicación. Aquí es importante conocer a Paola de Pablo, una joven dominicana en Madrid que te ayudará a movilizar a tu grupo de jóvenes con su predicación, sus videos y su guitarra. 

Hasta aquí llegamos en esta segunda entrega de la música cristiana católica contemporánea en España. Deseamos que te ayude a tener un mayor conocimiento del panorama de la música y la fe. Continuaremos en una tercera entrega conociendo mucho más.

El autorEl Amado produce amor

Reverendo SOS

Haz que tu smartphone se convierta en un escáner de bolsillo

¿Alguna vez necesitas escanear documentos importantes, pero no tienes un scanner? En esas situaciones, es ese dispositivo llamado scanner quien hace acto de presencia para salvarnos el día, pero ¿y qué pasa cuando no contamos con uno de ellos?

José Luis Pascual·3 de agosto de 2020·Tiempo de lectura: 3 minutos

Puede suceder que nuestro escáner se dañó, o simplemente que estamos en la calle y lógicamente no podemos llevarlo en nuestros bolsillos. Pues existe una manera fácil y compacta de trabajar nuestros documentos, ante la ausencia del scanner principal.

Para ello tenemos la posibilidad de transformar nuestro Smartphone en un scanner de bolsillo. Por si no lo sabías, esto es perfectamente posible de lograr a través de distintas aplicaciones, que deberías conocer, y dejar así de lado la útil pero tediosa labor de fotografiar los documentos que tienes en tus manos. En este artículo vamos a mencionar las mejores aplicaciones scanner para smartphones.

Las cualidades que toda buena aplicación de scanner debe poseer para que merezca la pena ser incorporada a nuestro dispositivo móvil deben ser: tamaño ligero, y uso y diseño amigable, efectivo y rápido. Todas las descargas son para iOS y Android (gratis). Teniendo esto en mente, entonces veamos cuales creo que son las mejores. Eso sí, la decisión final está como siempre en tus manos.

Camscanner

Se cuenta entre las aplicaciones más populares de la actualidad, y esto es debido a la trayectoria de años que posee, que le ha permitido labrarse una buena reputación. Por ello siempre es bien recomendada. La conseguirás en Google Play o App Store. 

Tiene versión gratuita o Premium (de pago). Sin embargo, para la gran mayoría de las personas la versión gratuita es suficiente. Posee corrección a su perspectiva semi-automática, realce automático de la imagen y, por supuesto, la siempre necesaria exportación a formato PDF. En la versión Premium, gozas además de espacio de almacenamiento en la nube.

Genius Scan

Digitaliza y escanea documentos directamente, estés donde estés. ¿Preocupado por miradas o sombras? Los algoritmos inteligentes detectan automáticamente documentos, y aplican corrección de perspectiva para que puedas escanear desde cualquier ángulo. Después de escanear el documento, puedes compartirlo por medio de cualquier aplicación, o incluso enviarlo por correo electrónico a quien lo necesite. La privacidad siempre es una preocupación; afortunadamente, Genius Scan solo almacena sus documentos en su dispositivo, por lo que tiene el control total.

Genius Scan (iOS y Android) es gratuito y permite escanear todo lo que necesitemos, sin marca de agua. Para mejorar tu experiencia, puedes pagar una tarifa única por Genius Scan +, que ofrece características adicionales como habilitar FaceID o acceso con contraseña. Junto con las capacidades de reconocimiento de texto, Genius Scan también permite exportar sus documentos a cualquier servicio en la nube.

Office Lens

La ventaja de Office Lens con respecto a otras similares es que pertenece al paquete de Microsoft Office para dispositivos móviles y funciona de manera similar a Google Drive. Tiene la capacidad de identificar la posición del documento y ajustarlo automáticamente para que se vea en vertical o apaisado, según la posición del terminal. Puedes cambiar el resultado del escaneo con distintas opciones de calidad, y puedes guardar la instantánea como imagen en una carpeta de la galería, como PDF, Word, PowerPoint o en OneDrive si la tienes instalada.

La app permite capturar y recortar una imagen de una pizarra y compartir esas notas de la reunión con los compañeros del trabajo. También puedes hacer copias digitales de documentos impresos, tarjetas de presentación o pósteres, y recortarlas. El texto impreso y escrito se reconocerá automáticamente (mediante OCR) para que puedas buscar palabras e imágenes y así copiarlas y editarlas.

Office Lens viene con distintos modos de uso. Por ejemplo, en el modo Pizarra la app recorta y limpia los reflejos y las sombras; con el modo Documento Office Lens recorta y aplica color a imágenes a la perfección. Y el modo Tarjeta de presentación puede extraer la información de contacto y guardarla en tu libreta de direcciones y en OneNote.

iScanner

Con esta app (Android) es posible escanear documentos en PDF o JPG, editables con las herramientas de tratamiento avanzado que incluye y que permiten desde corregir el color o la luz hasta eliminar el ruido. El resultado final se puede administrar internamente en carpetas, protegidas con contraseña, o compartir por correo electrónico, redes sociales o a través de plataformas de almacenamiento en la nube.

Vaticano

Nueva Instrucción. La renovación de la parroquia en sentido misionero

La Congregación para el Clero ha difundido una nueva Instrucción con indicaciones a los obispos para repensar la reestructuración de las comunidades parroquiales en un espíritu misionero y evangelizador. 

Giovanni Tridente·30 de julio de 2020·Tiempo de lectura: 5 minutos

Un instrumento teológico-pastoral y canónico, que se inscribe en el dinamismo de los cambios que desde hace años interrogan la conformación de las parroquias (comunidades de fieles), su (re)organización y desarrollo para responder mejor a las exigencias de un mundo que evoluciona velozmente pero que –precisamente por eso– no dejar de interrogar y exigir la responsabilidad evangelizadora de todos los bautizados.

Nace sobre estas bases la recentísima Instrucción emanada de la Congregación para el Clero y titulada La conversión pastoral de la comunidad parroquial al servicio de la misión evangelizadora de la Iglesia. Este documento se sitúa en la senda abierta por la Instrucción interdicasterial Ecclesia de misterio, del 15 de agosto de 1997, relativa a la colaboración de los fieles laicos con el ministerio de los sacerdotes, y por la Instrucción El presbítero pastor y guía de la comunidad, publicada el 4 de agosto de 2002 por la misma Congregación para el Clero. 

En un contexto eclesial totalmente cambiado, como se decía –teniendo presente la importancia de la misión evangelizadora fuertemente reclamada en los últimos años y plásticamente resumida en las palabras “Iglesia en salida” propuestas por el magisterio del Papa Francisco–, las nuevas indicaciones apuntan a reafirmar la convicción de que todos pueden encontrar su lugar en la Iglesia, según su propia vocación y carisma, intentando superar derivas extremistas que en muchos casos terminan por “clericalizar” a los laico o por “laicizar” a los clérigos, como ha denunciado muchas veces el Papa. Abusos y derivas que el documento procura, por tanto, evitar.

Indicaciones prácticas

No se introduce ninguna novedad legislativa, como es por lo demás típico de las Instrucciones, sino que se ofrecen indicaciones prácticas, sobre todo a los obispos, para poder discernir con la necesaria pericia las multíplices opciones pastorales que se imponen en realidades y territorios muy diversos, en función de las circunstancias, siempre ligadas a las diversas formas de participación de todos los bautizados en el proceso evangelizador. Es el caso, por ejemplo, de la oportunidad de verificar una pastoral de cercanía y de cooperación entre diversas comunidades parroquiales (erección de zonas o unidades pastorales, unión o supresión de parroquias, restructuraciones diocesanas…), pero también de repensar y profundizar, eventualmente, decisiones ya tomadas pero que no han dado los frutos esperados.

El objetivo –como ha explicado Mons. Andrea Ripa, Subsecretario de la Congregación para el Clero– es alcanzar siempre “una acción genuinamente eclesial, donde derecho y profecía se puedan conjugar para el mayor bien de la comunidad”. Dicho en otros términos, con base en la experiencia adquirida a partir de las señalaciones llegadas al dicasterio vaticano, se quieren evitar decisiones demasiado subjetivas, a discreción de un determinado obispo o grupo, que puedan llevar -y han llevado- a interpretaciones impropias de la vida de una comunidad o del ministerio episcopal.

Puede suceder, en efecto, que se conciba la parroquia por ejemplo como una “empresa” (donde hay una distribución “democrática” de las tareas entre pastores y laicos, que se convierten inevitablemente en funcionarios) o como un “absoluto” del párroco, que decide autónomamente cada cosa y deja a los laicos solamente papeles marginales, eventualmente como simples ejecutores.

Mirar la historia de la comunidad

La línea maestra propuesta por la Instrucción es tener en cuenta, para introducir cualquier cambio o reestructuración, la historia y las tradiciones de cada comunidad particular, para no erradicar la pertenencia a un recorrido de vida comunitaria que se alimenta del pasado, evitando dejar caer los proyectos desde lo alto, como ha aclarado oportunamente el mismo Papa Francisco en varias ocasiones. Al mismo tiempo, hay que ejercitar la virtud de la paciencia, proceder gradualmente, multiplicar las consultas, hacer estudios profundos y fases experimentales antes de cualquier decisión definitiva, que debe ser probada sobre el terreno, y si conviene, debe ser también rectificada.

Desde este momento, por tanto, los obispos tienen un instrumento más para verificar la viabilidad de los diversos proyectos de reforma de las comunidades parroquiales o de las reestructuraciones diocesanas que se están llevando a cabo o que están programadas, de modo que respondan fielmente al soplo del Espíritu que reclama este tipo de consideración, para contribuir mejor a la misión evangelizadora de la Iglesia en nuestro tiempo. Y esto, después de todo, es el eje inevitable e impostergable de la vocación de todo bautizado, parámetro de unidad en medio de las innumerables gradaciones de unicidad y diferencias personales.

Pero también se reitera el papel del párroco como “pastor propio” de las comunidades, además de destacarse el servicio pastoral ofrecido en cada una de las realidades por los diáconos, los consagrados y los laicos, llamados a participar activamente, según su propia vocación y su propio ministerio, en la única misión evangelizadora de la Iglesia, como se decía.

El documento ha sido aprobado por el Papa Francisco el 27 de junio pasado y ha sido firmado por el Prefecto de la Congregación para el Clero, Beniamino Stella, junto con los Secretarios Mercier y Patrón Wong, y el Subsecretario Ripa, dos días después en la solemnidad de los santos Pedro y Pablo. Está compuesto por 124 puntos y está subdividido en 11 partes, más la introducción y la conclusión. 

Como premisa se subraya la invitación a las comunidades parroquiales “a salir de sí mismas”, pensando en una reforma “orientada a un estilo de comunión y de colaboración, de encuentro y de cercanía, de misericordia y de solicitud por el anuncio del Evangelio”.

La primera parte reitera la “conversión pastoral” como tema fundamental del recorrido evangelizador de la Iglesia en este tiempo, como ha dicho el Papa Francisco, para evitar que la difusión de la novedad del Evangelio hasta los confines del mundo pueda debilitarse o incluso disolverse.

El criterio es la misión

En este contexto, por lo tanto, el papel de la parroquia es central, llamada hoy a confrontarse con “la creciente movilidad y la cultura digital” que en el mundo contemporáneo “han dilatado los confines de la existencia”. De aquí la urgencia de “involucrar a todo el Pueblo de Dios en el esfuerzo de acoger la invitación del Espíritu, para llevar a cabo procesos de ‘rejuvenecimiento’ del rostro de la Iglesia”. La instrucción propone por eso “generar nuevos signos”, buscando otras modalidades de búsqueda y de proximidad con respecto a las actividades actuales: “un desafío para ser acogido con entusiasmo”.

El criterio rector para la renovación es por eso la misión -se explica en la cuarta parte de la Instrucción-, que ya debe entenderse como un “territorio existencial” más que como un espacio geográfico delimitado (aunque a nivel canónico el principio territorial de la parroquia permanece en vigor) y debe incidir “en la vida de las personas concretas”, incrementando “una red de relaciones fraternas, proyectadas hacia las nuevas formas de pobreza”. El documento reconoce, en efecto, que en el período actual, a menudo marcado por el cierre, el rechazo y la indiferencia, “el redescubrimiento de la fraternidad es fundamental, ya que la evangelización está estrechamente vinculada a la calidad de las relaciones humanas”. Lo mismo ocurre con la compasión por la “carne herida” de los hermanos.

Antes de toda conversión estructural se debe implementar “un cambio de mentalidad y una renovación interior” de las guías, destaca el Documento en la sexta parte, invitando a superar tanto concepciones autorreferenciales como clericalizaciones pastorales, asegurándose de que cada bautizado “se convierte en protagonista activo de la evangelización”.

Proceso de renovación gradual

La séptima parte entra en los detalles del proceso gradual de renovación de las estructuras para reavivar la evangelización y hacer que la atención pastoral de los fieles sea más efectiva –“en el cual el ‘factor clave’ solo puede ser la proximidad”-, dando indicaciones específicas sobre cómo reagrupar por ejemplo las parroquias, sobre las responsabilidades del vicario foráneo, sobre las unidades y áreas pastorales, etc. También se repasan las formas ordinarias y extraordinarias de confiar el cuidado pastoral de cada comunidad parroquial (párroco, administrador parroquial, encomienda in solido a varios sacerdotes, vicario parroquial, diáconos, consagrados, laicos, etc.).

Las últimas tres partes del documento brindan indicaciones útiles sobre la designación de los diferentes encargos y “ministerios” que sean confiados también a diáconos, personas consagradas y laicos; sobre los diversos organismos de “corresponsabilidad eclesial” (asuntos económicos, consejo pastoral, etc.) y sobre las “ofrendas por la celebración de los Sacramentos”, un acto que por su naturaleza debe ser libre, dejado a la conciencia y responsabilidad eclesial del oferente. Aquí se señala cómo la conciencia de los fieles para contribuir a la gestión de la “casa común” se verá beneficiada por ejemplos “virtuosos” en el uso del dinero por parte de los sacerdotes (estilo de vida sobrio y sin excesos, gestión transparente de los bienes parroquiales, proyectos compartidos y vinculados a las necesidades reales de la comunidad …).

A través de estas “pinceladas operativas”, la Congregación, por lo tanto, ha querido colocar una vez más en el centro el papel de la parroquia como lugar principal del anuncio evangélico.

América Latina

Cardenal Sturla: «La Iglesia alienta una vida post pandemia con más esperanza»

El cardenal Daniel Sturla lleva ya seis años al frente de la única arquidiócesis del Uruguay. Es un claro referente no sólo en la Iglesia sino en la sociedad uruguaya. Influye que es joven (61 años recién cumplidos) y buen comunicador, pero más aún el hecho de que apenas un año después de ser nombrado arzobispo, el Papa Francisco lo nombró cardenal.

Omnes·30 de julio de 2020·Tiempo de lectura: 10 minutos

La Conferencia Episcopal Uruguaya estaba organizando el V Congreso Nacional Eucarístico, que iba a celebrarse en octubre. Palabra había pensado entrevistar al cardenal Daniel Sturla con este motivo. La duda era si con el retraso a 2021, debido al Covid-19, procedía retrasar también la entrevista. Y si hay algo que el arzobispo de Montevideo no sabe es decir que no. Tiene la fama ganada a pulso. Y respondió: “Dale, vení”. Y luego señaló que el V Congreso Eucarístico en realidad comenzó ya, con la renovación de la consagración del Uruguay a la Virgen de los Treinta y Tres, en noviembre del año pasado.

En este país en el que el fútbol es pasión, no es fácil el “partido” que tiene que jugar la Iglesia en Montevideo. La enseñanza pública es “laica, gratuita y obligatoria”, recuerda el cardenal salesiano, para quien es importante “fomentar una identidad católica firme, fuerte, transparente, alegre, y al mismo tiempo tener capacidad de diálogo”. En la entrevista habla de iniciativas eclesiales, de vocaciones, de las “periferias”… Por ejemplo, se refiere al Padre “Cacho” (Rubén Isidoro Alonso, SDB). Él decía que los pobres nuestros son “pobres de Dios”, señala el cardenal, porque parte de la realidad de la secularización en Uruguay tocó sobre todo a la gente más pobre. Comenzamos por el Papa.

¿Le sorprendió el nombramiento de cardenal? ¿Conocía al Papa Francisco?

–¡Fue una sorpresa total! Lo digo no para hacerme el modesto, sino porque es una realidad. El Papa me nombró cardenal como un regalo a la iglesia uruguaya, a la que estima mucho, porque la conoce por su vecindad, por su cercanía, porque tiene muchos amigos en Uruguay. Yo no conocía al Papa Francisco. Lo había saludado por primera vez siendo obispo auxiliar, en Río de Janeiro, en la Jornada Mundial de la Juventud del 2013. Y tampoco había hecho nada relevante en un año de arzobispo. Creo que fue un gesto de cariño hacia la iglesia uruguaya.

En todo caso, el gesto del Papa ha tenido buen “retorno”: el cardenal quiere mucho la porción de la Iglesia que le cayó en suerte, y va consiguiendo objetivos y adhesiones.

–¡La Iglesia de Montevideo es preciosa! En Montevideo, como toda la Iglesia uruguaya, es una Iglesia pobre y libre, pequeña y hermosa. Ha sido libre porque la secularización de hace cien años llevó a que se tuviera que arreglar sola, sin el apoyo del Estado y muchas veces con una cierta hostilidad… pacífica, no una hostilidad agresiva, un cierto desdén. Y por lo tanto tiene la hermosura de ser una Iglesia donde nadie es católico por conveniencia social, nadie se hace sacerdote porque la vaya a pasar bien, las vocaciones son vocaciones más sufridas… Y todo esto le da características propias.

También es una Iglesia que sufrió mucho el postconcilio, como otras Iglesias, y donde ha habido un bajón muy grande de participación de los fieles… Esto es lo que nos cuestiona y a lo que tratamos de responder.

Usted ha insistido, como urgencia pastoral, llegar a los barrios más carenciados, las “periferias”, como las llama el papa Papa Francisco. 

–El Padre “Cacho” (Rubén Isidoro Alonso, SDB), un sacerdote del que hemos iniciado la causa de beatificación, pasó los últimos catorce años de su vida compartiendo su vida en un “cantegril” (“Villa miseria”), un lugar muy pobre. Él decía que los pobres nuestros, son “pobres de Dios”, porque parte de la realidad de la secularización en este país tocó sobre todo a la gente más pobre. 

Quiero decir, que la pobreza nuestra tiene esta característica: se trata de pobres que no conocen a Dios, que no saben quién es Jesucristo, que su vida religiosa es de mucha ignorancia, mucha indiferencia. Muchos de ellos tienen referencias con las parroquias y con las obras sociales católicas, pero es una referencia que no toca lo religioso.

Desde hace casi un siglo, los alumnos de las escuelas públicas no reciben formación cristiana. ¿Cómo evangelizar en una sociedad marcada por la ausencia de los valores cristianos?

–Creo que hay dos cosas, que para mí son muy importantes. Cómo fomentar, con absoluta claridad, una identidad católica firme, fuerte, transparente, alegre, y al mismo tiempo tener capacidad de diálogo. Es importante esto, porque siempre que se subraya la identidad parece que se fuera a adquirir una coraza de cruzado…

La propuesta es ser capaces de tener clara identidad en una sociedad plural, con espíritu de diálogo, sin complejos, que es algo que quizás en la Iglesia de Uruguay los ha habido. Y, al mismo tiempo, sin pretensiones de una cristiandad que en el Uruguay nunca fue firme, y que hace cien años que no existe. O sea, que no se trata de volver a un pasado glorioso, que nunca tuvimos en el Uruguay, sino de mirar con serenidad y alegría nuestra identidad católica, en el ámbito de la sociedad plural y democrática que marca nuestra cultura uruguaya.

En esta línea, el cardenal Sturla planificó una misión importante en la arquidiócesis.

–Hicimos un Programa Misionero “Jacinto Vera” (venerable primer obispo de Montevideo, 1813-1881), cuyo objetivo era ser, de verdad, “Iglesia en salida”, y no solo en los papeles. El año pasado se hizo la primera experiencia, que se llamó Misión Casa de Todos. Se adhirieron aquellas parroquias que quisieron, fueron 50 de las 83 de la arquidiócesis. Hubo una movilización para salir a la calle, ir a los shoppings, estar en los ómnibus, hacer actividades, invitar a la gente de los distintos barrios a una actividad organizada por la parroquia. 

Fue sobre todo una movilización de las parroquias… Y muchos decían: por fin a la Iglesia católica se la ve en la calle, por fin la Iglesia sale a evangelizar…

Mostrar que la Iglesia vive es importante para todos… Hay iniciativas pastorales en la arquidiócesis, que han dejado especial huella.

–En el año 2016 lanzamos la campaña “Navidad con Jesús”, un programa para desarrollar en el tiempo de Adviento, que consta de cinco puntos: hacer la novena de la Inmaculada, rezando en determinados lugares el Rosario de la Aurora; hacer un gesto de solidaridad por parte de la familia o de la comunidad; una oración para rezar el día de Nochebuena en las casas de familia, ya que aquí, oficialmente, el día de Navidad es el día de la familia: en Uruguay se secularizó el calendario en 1919… 

La “Navidad con Jesús” incluye también colocar una balconera con esa expresión y con la imagen del pesebre. Esto tuvo mucho eco y se ha difundido también en el interior del país: se han vendido por miles las balconeras… 

Por último, promovimos que la gente lleve a bendecir a la iglesia la imagen del Niño Jesús, el domingo anterior a Navidad. Así impulsamos a las familias a que armen el pesebre (el “belén”), porque se estaba dejando la costumbre de hacerlo y poner solamente el arbolito…

Usted ha hablado con frecuencia de que la Iglesia sale adelante entre todos, del papel de los padres en la educación, de la importancia de llevar a Cristo a las realidades temporales…

–Sin duda que es así. Y creo que la Iglesia en Uruguay tiene vasta experiencia. Primero, porque ella está en la educación desde inicial hasta la Universidad, con dos universidades: la Universidad Católica y la Universidad de Montevideo. Y con una experiencia muy fuerte de servicio social.

A su vez, hemos creado instancias de diálogo. Estamos reimpulsando una institución católica, que en su momento fue muy relevante, el Club Católico, fundado en 1878, que trataba de entablar el diálogo con la sociedad. Y, por otro lado, fomentando una experiencia que fue muy interesante que se llama “Iglesia en Diálogo”. Esta surgió a partir de una convocatoria que hizo el presidente Tabaré Vázquez en 2016 para hacer propuestas para el diálogo social.

No tuvo andamiento, pero creó una dinámica que hizo que el año pasado, que fue año electoral, todos los candidatos presidenciales fueron invitados a reuniones con este grupo de “Iglesia en Diálogo”, llevado adelante por laicos. Participé de los encuentros, pero en realidad eran ellos los que lo llevaban adelante, y donde la Iglesia pudo aportar su voz y sus propuestas, que habíamos elaborado en cinco temas de la realidad uruguaya: educación, convivencia ciudadana, medio ambiente, promoción de la mujer, el mundo empresarial y del trabajo.

Naturalmente, siendo la evangelización tarea de todos en la Iglesia, los sacerdotes son imprescindibles. Los primeros jueves de mes, en la arquidiócesis rezamos especialmente por las vocaciones…

–Es una realidad muy dura. En el Uruguay siempre ha habido falta de vocaciones sacerdotales y religiosas, y hoy las vocaciones llegan con cuenta gotas. En el seminario interdiocesano, el único de todo el Uruguay, hay 25 jóvenes, siete de la arquidiócesis de Montevideo. Pero no nos rendimos. Ahora mismo hay una movida juvenil interesante, que va a dar frutos.

Su “movida” vocacional personal, quiero decir la historia de su vocación sacerdotal, ¿cuál es? 

–Mi vocación salesiana nació en el instituto Juan XXIII, cuando tenía 17 años y estudiaba quinto año de liceo. El director era un hombre de Dios, muy macanudo, que trabajaba por las vocaciones, el P. Félix Irureta. Después de un retiro con los de mi clase, el día 8 de septiembre, fiesta de la Natividad de la Virgen, me preguntó si había pensado ser sacerdote… Y agregó algo muy importante: que me hacía ese planteo, pero que nunca más me lo iba a repetir, que me sintiera totalmente libre.

En ese momento se lo agradecí, pero le dije que me veía formando una familia, haciendo una carrera… Él nunca más me dijo nada. Yo seguí estudiando, saliendo, en un ambiente muy lindo, en un momento muy difícil del país… Además, había perdido a mis dos padres con diferencia de tres años: a los trece murió mi padre y a los dieciséis murió mi madre. Yo soy el menor de cinco hermanos, quedamos viviendo juntos y organizándonos entre nosotros.

Cuando terminé en el Juan XXIII entré en la Facultad de Derecho, pero la inquietud me seguía golpeando el corazón. Entonces, en ese primer año de facultad, resolví finalmente entrar en el noviciado salesiano, era el año 1979, con diecinueve años… Para hacerlo corto, me ordené sacerdote el 21 de noviembre de 1987, a los 28 años, y después de algunos años fui director, precisamente, del Juan XXIII. Más adelante me nombraron Provincial, Inspector de los salesianos de Uruguay, y a los tres años de ser Inspector, el Papa Benedicto me nombró obispo auxiliar de Montevideo.

Han llegado a Montevideo sacerdotes de otros países, vienen a dar una mano…

–El Uruguay es un desafío; a mí me encanta cuando los sacerdotes que vienen acá logran captar el espíritu uruguayo y consiguen pasar la primera barrera. 

En nuestro país la respuesta religiosa es muy fría, muy escasa… Muchos sacerdotes se desaniman, sobre todo los que vienen de países donde la figura del sacerdote es una figura de mucho prestigio; llegan acá y se encuentran con que el sacerdote no vale por el hecho de serlo, sino porque es un buen sacerdote; no por el hecho de tener el título, el cargo, el cuellito… El sacerdote que vive esa experiencia, que ve lo positivo que tiene y el desafío que supone, logra comprender la realidad y da frutos.

Hay un grupo argentino que ha venido hace ya seis años, y está trabajando muy bien y da muchos frutos, la Sociedad de San Juan. El año pasado vino una congregación peruana, Pro Ecclesia Sancta, y también están trabajando bien en una parroquia y en la Universidad Católica.

En la solemnidad de Pentecostés, en todo Uruguay se empezó a rezar el domingo el Credo de Nicea-Constantinopla, una expresión más de la preocupación por “los pobres de Dios” de todos los niveles sociales.

–Tenemos que formarnos en la fe. No hablo de formación teológica sino de la básica; muchas veces, con una catequesis deficiente, a los católicos les faltan los elementos básicos de la fe. De aquí viene la preocupación de todos los obispos, para que la fe sea conocida, para que podamos entusiasmarnos en la profesión de la fe católica, con una identidad clara en un mundo plural como es el de Uruguay muy secularizado. No se trata de achicarnos ni de agrandarnos, sino de estar contentos de la fe que creemos y vivimos. Para eso hay que conocerla. 

Por eso, durante el tiempo pascual empezamos aquí y se difundió por las diócesis, un proceso formativo que consistió en un subsidio que traía un punto del catecismo cada día y una renovación de la profesión de fe el día de Pentecostés. El rezo del Credo Niceno-constantinopolitano, que es más catequístico que el Credo apostólico, más explicativo de las verdades esenciales de la fe, va en esa misma línea.

La Conferencia Episcopal Uruguaya estaba organizando el V Congreso Nacional Eucarístico para el mes de octubre, pero el Covid-19 obligó a retrasarlo hasta el 2021. ¿Qué espera de este acontecimiento?

–El Congreso, en realidad, empezó con la renovación de la consagración del Uruguay a la Virgen de los Treinta y Tres, que hicimos los obispos en la catedral de Florida el 11 de noviembre del año pasado. Digo renovación, porque eso hicimos: volver a la consagración que hizo san Juan Pablo II en el año 1988, cuando estuvo entre nosotros. En todas las diócesis se hizo un mes de preparación, y fue un acontecimiento de vida y de fe vivido en todas las comunidades. Durante este tiempo de pandemia, vía zoom, celebramos especialmente la solemnidad de Pentecostés, como ya expliqué. 

El objetivo del congreso será “procurar una renovación de le fe del pueblo de Dios que peregrina en Uruguay, de modo especial en el misterio eucarístico”. El tema, La Eucaristía: sacrificio de Cristo que salva el mundo. Y el lema, Tomen y coman: mi Cuerpo entregado por ustedes.

Como se ve, acentuamos la realidad sacrificial de la Eucaristía. Aquí en el Uruguay, como en otras partes, pero en el Uruguay acentuadamente, se subrayó mucho en su tiempo la dimensión comunitaria de la celebración eucarística, que obviamente es un elemento clave para la vida de la Iglesia, que es por definición “asamblea convocada”. Y la asamblea convocada de la Iglesia se expresa fundamentalmente en la Eucaristía, pero si bien esto creo está bastante presente en los fieles, el hecho del sacrificio de Cristo, que la Eucaristía es actualización del sacrificio de Cristo, ha quedado muy diluido en la conciencia cristiana. Entonces los obispos hemos querido subrayar esta dimensión, sin desconocer la otra.

Es tiempo de pandemia en todas partes, con las peculiaridades que supone para la vida de fe. Uruguay ha tenido un bajo número de contagiados y fallecidos. ¿Cómo ha estado presente la Iglesia en este tiempo?

–Estoy muy contento, porque cuando empezó la pandemia, parecía que se nos venía la noche encima en varios aspectos. Pero acá, a diferencia de otros países, nunca se cerraron las iglesias. Aquí pudieron permanecer abiertas; lo que no podía era haber celebraciones que supusieran una convocatoria de fieles, eso dependió de los párrocos o rectores de iglesias, si las mantenían abiertas.

Hubo una experiencia muy linda. Los domingos se ha dado la bendición con el Santísimo Sacramento a los barrios, a la ciudad; la mayoría de los sacerdotes la realizó y creo que eso trajo sus frutos. Hubo una respuesta inmediata en las redes sociales. Al día siguiente de empezar el confinamiento, ya se estaban trasmitiendo las Misas por las plataformas. Y casi todas las parroquias e instituciones comenzaron a trabajar de ese modo, también las escuelas católicas y las universidades. A su vez, hubo una respuesta de los fieles a seguir colaborando económicamente, una preocupación para que al cura no le faltara nada; los sacerdotes en Uruguay viven muy austeramente, pero a ningún sacerdote le faltó lo necesario para vivir. 

Todo esto nos habla muy bien. Y hubo ahora, a partir del 19 de junio, que este año era la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, una alegría enorme de la gente al retornar a la celebración de las Misas; ha sido hermosísimo, realmente había un anhelo de participar en la Eucaristía.

Por último, ¿qué respuesta le da la Iglesia a la realidad de un mundo globalizado, muy preocupado por lo que ha dejado esta pandemia?

–La respuesta de la Iglesia es el anuncio de la fe en Jesucristo, Salvador del mundo, la confianza en Dios, que es quien en definitiva conduce la historia y, por lo tanto, en sembrar la esperanza en el corazón de la gente. El mundo ha conocido otras epidemias, obviamente ninguna en el mundo globalizado como el actual; pero bueno, las epidemias en otros tiempos han pasado, han dejado sus secuelas y también ésta las dejará. 

Me parece que la Iglesia, en la medida que sea capaz de anunciar a Cristo resucitado, Señor de la historia, cercano, está realizando su misión y está alentando una vida de post-pandemia más cargada de esperanza, porque sin duda una situación como la que vivimos lleva a cuestionamientos fundamentales de la vida: el porqué, el para qué, qué sentido tiene el dolor, qué significado tiene nuestra existencia.


“Funerales de Estado” tras el Covid-19

Ciertos sectores laicistas denuncian la celebración de la Santa Misa tras el covid con presencia de autoridades estatales, autonómicas o municipales por entender que son una violación de la aconfesionalidad

30 de julio de 2020·Tiempo de lectura: 2 minutos

Tras los meses pasados bajo el confinamiento, el dolor y la incertidumbre, recordamos estos días a los fallecidos a causa de la pandemia en España también con actos religiosos públicos.

Con este motivo, ciertos sectores laicistas denuncian la celebración de la Santa Misa con presencia de autoridades estatales, autonómicas o municipales por entender que son una violación de la aconfesionalidad que prescribe el artículo 16.3 de la Constitución española (“Ninguna confesión tendrá carácter estatal”). ¿Qué hay de cierto en esta denuncia?

 Como siempre, la serena reflexión jurídica está muy atenta al contexto en el que suceden las cosas. Y es por ello que incluso en países partidarios del separatismo Estado-Iglesia (estoy pensando en Estados Unidos después del 11-S) los expertos entienden que cuando se producen situaciones de crisis y tragedia de dimensiones nacionales y mundiales se pueden admitir ceremonias religiosas oficiales como expresión de duelo y cohesión nacional.

A partir de la experiencia en este y otros campos, me parece que la celebración de una Misa de funeral por los fallecidos con asistencia (voluntaria, claro) de las autoridades públicas es perfectamente constitucional si se dan tres condiciones que resumo a continuación.

  • 1) No comprometer o violentar la fe de los ciudadanos pertenecientes a confesiones religiosas minoritarias.
  • 2) Que la asistencia y/o la celebración de ese acto religioso hayan sido aprobadas de forma democrática conforme al procedimiento legalmente previsto.
  • 3) Por último, que no se produzca confusión entre funciones religiosas y estatales, es decir, que el acto religioso se entienda vinculado a las tradiciones y costumbres de la ciudad, la región o el país, no directamente al Estado como si parte de sus competencias o acciones se tratase.

Por lo demás, la creación de para-liturgias estatales ajenas a lo religioso —al margen de su acierto— bien pueden ser formas de «confesionalidad inversa» que la Constitución, naturalmente, tampoco admite.

FirmasFray Antonio Arévalo Sánchez, OFM.

La verdad de fray Junípero

Fray Junípero —bajo el lema Siempre adelante, nunca atrás— dedicó su inteligencia y energía a inculcar la dignidad humana a los nativos de Querétaro y las dos Californias, mediante la doctrina evangélica, el progreso civilizador y la ejemplar vida de paciencia, humildad, pobreza y enormes sacrificios que consumieron su cuerpo.

30 de julio de 2020·Tiempo de lectura: 5 minutos

Que fray Junípero Serra (1713-1784) sea el único español con estatua en el Capitolio de Washington (antes que hornacina en los altares) y que fuera el Papa Francisco quien el 23 de septiembre de 2015 inscribiese su nombre en el catálogo de los santos, es más que suficiente para limpiar el buen nombre de este ilustre fraile español contra cualquier obcecado y falaz activismo o ignorancia empeñado en espurio interés ajeno a la verdad histórica.

   Miguel José Serra Ferrer nació en la villa de Petra (Mallorca), el 24 de noviembre de 1713, de padres campesinos. Y si de labios maternos conoció a Cristo, a la Virgen, el credo y las primeras oraciones, en el convento que los hijos de san Francisco de Asís tenemos en Petra aprendió los rudimentos de gramática y latinidad, que perfeccionó con los de humanidades en el convento de Palma de Mallorca. Cumplidos los dieciséis años ingresó novicio y el 16 de septiembre de 1731 hizo profesión de la Regla recibiendo, como señal de nueva vida, el nombre de Junípero, en memoria del ingenuo compañero de san Francisco. Dotado de las prendas e inteligencia necesarias, acabó doctorándose en Filosofía y Teología por la universidad luliana de Palma. Así, tras la ordenación de presbítero el año 1737, pudo dedicarse a la predicación y a la docencia, ocupando desde 1743 la cátedra de Scoto en la citada universidad.

   Prendido en fray Junípero y otros compañeros de hábito —entre otros el de su primer biógrafo fray Francisco Palau—, el deseo de partir a Nueva España para dilatar la obra fundada por los Doce Apóstoles de Méjico gracias al empeño de Hernán Cortés, iniciaron los trámites preceptivos hasta obtener la licencia y reunir lo necesario para embarcar en Cádiz el 28 de agosto de 1749. Llegados al puerto de Veracruz, hicieron a pie el camino de Ciudad de México, donde arribaron el 1 de enero de 1750. Tras los cinco meses de formación misional en el colegio San Fernando de Propaganda Fidei, Junípero y siete compañeros fueron destinados a un terreno inhóspito de la Sierra Gorda de Querétaro habitado por aborígenes de la etnia pame, cuyas tradiciones y lengua sobreviven en nuestros días merced a la protección española. Como en la región ya había asentamientos dirigidos por dominicos y agustinos, los nuestros enfilaron a lo más ignoto del territorio, entre pueblos nómadas todavía sin iluminarlos la fe.

   Allí permanecieron hasta 1758, año en que volvieron al colegio San Fernando a la espera de hacerse cargo de los pueblos al norte de río Grande, en Texas. Al no lograr este propósito, Palau regresó a Sierra Gorda mientras que Serra permaneció en México con oficio de Visitador de los frailes y misiones dependientes del citado colegio. Cuando el año 1767 los jesuitas fueron expulsados de España y de sus dominios en las Indias Occidentales, las misiones de la Baja California, árido territorio ocupado por pueblos predadores, fueron encomendadas a nuestros frailes del colegio San Fernando, y a ellas partieron Junípero y catorce frailes el 23 de marzo de 1768.

   A la Alta California llegaron poco después, aunque fue preciso traspasar a los dominicos algunos enclaves peninsulares. Vino la ocasión cuando el visitador general José de Gálvez y Gallardo (1720-1787), en nombre de Carlos III, decidió establecer asentamientos por la costa del Pacífico, con la idea de conjurar el peligro de que los súbditos del zar de Rusia descendiesen desde Alaska por la costa hacia el sur y atacasen a los españoles y sus misiones o pusiesen en peligro la libre circulación del importante Galeón de Manila. A la serie de los llamados pueblos de españoles, garantía de las libertades no reconocidas a los indígenas ni por Rusia y por Inglaterra, fray Junípero y los nuestros fueron alternando asentamientos o reducciones de indios, a tenor de las leyes y métodos de evangelización y cultura usuales. Son las nueve célebres misiones del Camino Real, algunas de las cuales han dado a California y a los EE. UU. populosas ciudades, iniciadas en 1769 con la fundación de San Diego y otras más que plantó la Orden tras la muerte del andariego, penitente y esforzado mallorquín, acaecida en la misión de San Carlos Borromeo el 28 de agosto de 1784.

   Los asentamientos de indios propiciados por Junípero nunca eran forzados ni tampoco el bautismo de aquellos seres, cuya ingenuidad y bondad siempre cantó; si bien, a la mentalidad de la época le parecieran brutales y horrorosas ciertas costumbres, usos y sacrificios que hoy, desconociéndolos, despachamos con el simple marbete de “la propia cultura”. Hacía más de un siglo que las leyes de la Corona española libraban al indio de la esclavitud y del maltrato o abuso, aunque a los delincuentes o rebeldes —los indígenas también protagonizaron ataques sonados y masacres—, serían juzgados y penados como cualquier súbdito de la Corona de ambas orillas del océano. Introducidos en el laboreo de la tierra (principalmente vitivinícola que da lustre a la California actual), el respeto a las leyes y a la vida social, la higiene y aseo personal o en los trabajos artesanales y cualquier signo de civilización, los nativos no fueron masacrados ni aniquilados por España.

   Así lo defendió a principios del siglo pasado el humanista e historiador norteamericano Charles F. Lummis, asqueado de la ignorancia en que se sumía la historiografía de su país: “En cuanto a su comportamiento con los indígenas, hay que reconocer que los que resistieron a los españoles fueron tratados con muchísima menos crueldad que los que se hallaron en el camino de otros colonizadores europeos. Los españoles no exterminaron ninguna nación aborigen —como exterminaron docenas de ellas nuestros antepasados, los ingleses— y, además, cada primera y necesaria lección sangrienta iba seguida de una educación y cuidados humanitarios. Lo cierto es que la población india de las que fueron posesiones españolas en América es hoy mayor de la que era en tiempo de la conquista, y este asombroso contraste de condiciones y la lección que encierra respecto del contraste de los métodos, es la mejor contestación a los que han pervertido la historia” (Los exploradores españoles del siglo XVI, 2012, p. 27).

   Conclusión a la que también llega el jurista y académico español Santiago Muñoz Machado, en Civilizar o exterminar a los bárbaros (Barcelona Crítica, 2019): “El método de integración y mestizaje español facilitó la implantación de los conocimientos e industrias europeas, la educación de la población y la conservación de sus idiomas y de aquellas costumbres que no chocaban con la doctrina católica. El método de los colonos ingleses conducía a que los indígenas fueran compelidos a abandonar sus tierras o, en caso de resistencia, a sufrir guerras de exterminio”.

   Junípero —bajo el lema Siempre adelante, nunca atrás— dedicó, pues, su inteligencia y energía a inculcar la dignidad humana a los nativos de Querétaro y las dos Californias, mediante la doctrina evangélica, el progreso civilizador y la ejemplar vida de paciencia, humildad, pobreza y enormes sacrificios que consumieron su cuerpo. No dejó de enfrentarse a las autoridades civiles cuando entendía que su acción perjudicaba al inocente: ante ellas imploró piedad para los indios que había incendiado en 1775 la misión de san Diego, torturando y martirizando al padre Luis Jaime: «Por lo que respecta a los culpables, su ofensa debe ser perdonada después de someterlos a un castigo leve», dijo. «Al hacerlo así, ellos podrían ver que estamos poniendo en práctica la regla que les enseñamos: la de devolver bien por mal y la de perdonar a nuestros enemigos». Y por ellos, viejo y renqueante, anduvo miles de millas para leer ante la Audiencia la Representación sobre la conquista temporal y espiritual de la Baja California, precedente de la carta sobre los derechos de los indios, en la tradición de la Escuela de Salamanca.

   Si el haberles arrancado del cieno de sus usos primarios e imperfectos, a veces criminales, los activistas actuales llaman genocidio cultural es que no estamos hablando el mismo lenguaje, ni midiendo con la misma vara de medir, ni razonando con método e inteligencia. 

El autorFray Antonio Arévalo Sánchez, OFM.

Licenciado en Historia Moderna

Actualidad

Cardenal Sturla: «La Iglesia alienta una vida post pandemia con más esperanza»

El cardenal Daniel Sturla lleva ya seis años al frente de la única arquidiócesis del Uruguay. Es un claro referente no sólo en la Iglesia sino en la sociedad uruguaya. Influye que es joven (61 años recién cumplidos) y buen comunicador, pero más aún el hecho de que apenas un año después de ser nombrado arzobispo, el Papa Francisco lo nombró cardenal.

Omnes·30 de julio de 2020·Tiempo de lectura: 10 minutos

La Conferencia Episcopal Uruguaya estaba organizando el V Congreso Nacional Eucarístico, que iba a celebrarse en octubre. Palabra había pensado entrevistar al cardenal Daniel Sturla con este motivo. La duda era si con el retraso a 2021, debido al Covid-19, procedía retrasar también la entrevista. Y si hay algo que el arzobispo de Montevideo no sabe es decir que no. Tiene la fama ganada a pulso. Y respondió: “Dale, vení”. Y luego señaló que el V Congreso Eucarístico en realidad comenzó ya, con la renovación de la consagración del Uruguay a la Virgen de los Treinta y Tres, en noviembre del año pasado.

En este país en el que el fútbol es pasión, no es fácil el “partido” que tiene que jugar la Iglesia en Montevideo. La enseñanza pública es “laica, gratuita y obligatoria”, recuerda el cardenal salesiano, para quien es importante “fomentar una identidad católica firme, fuerte, transparente, alegre, y al mismo tiempo tener capacidad de diálogo”. En la entrevista habla de iniciativas eclesiales, de vocaciones, de las “periferias”… Por ejemplo, se refiere al Padre “Cacho” (Rubén Isidoro Alonso, SDB). Él decía que los pobres nuestros son “pobres de Dios”, señala el cardenal, porque parte de la realidad de la secularización en Uruguay tocó sobre todo a la gente más pobre. Comenzamos por el Papa.

¿Le sorprendió el nombramiento de cardenal? ¿Conocía al Papa Francisco?

–¡Fue una sorpresa total! Lo digo no para hacerme el modesto, sino porque es una realidad. El Papa me nombró cardenal como un regalo a la iglesia uruguaya, a la que estima mucho, porque la conoce por su vecindad, por su cercanía, porque tiene muchos amigos en Uruguay. Yo no conocía al Papa Francisco. Lo había saludado por primera vez siendo obispo auxiliar, en Río de Janeiro, en la Jornada Mundial de la Juventud del 2013. Y tampoco había hecho nada relevante en un año de arzobispo. Creo que fue un gesto de cariño hacia la iglesia uruguaya.

En todo caso, el gesto del Papa ha tenido buen “retorno”: el cardenal quiere mucho la porción de la Iglesia que le cayó en suerte, y va consiguiendo objetivos y adhesiones.

–¡La Iglesia de Montevideo es preciosa! En Montevideo, como toda la Iglesia uruguaya, es una Iglesia pobre y libre, pequeña y hermosa. Ha sido libre porque la secularización de hace cien años llevó a que se tuviera que arreglar sola, sin el apoyo del Estado y muchas veces con una cierta hostilidad… pacífica, no una hostilidad agresiva, un cierto desdén. Y por lo tanto tiene la hermosura de ser una Iglesia donde nadie es católico por conveniencia social, nadie se hace sacerdote porque la vaya a pasar bien, las vocaciones son vocaciones más sufridas… Y todo esto le da características propias.

También es una Iglesia que sufrió mucho el postconcilio, como otras Iglesias, y donde ha habido un bajón muy grande de participación de los fieles… Esto es lo que nos cuestiona y a lo que tratamos de responder.

Usted ha insistido, como urgencia pastoral, llegar a los barrios más carenciados, las “periferias”, como las llama el papa Papa Francisco. 

–El Padre “Cacho” (Rubén Isidoro Alonso, SDB), un sacerdote del que hemos iniciado la causa de beatificación, pasó los últimos catorce años de su vida compartiendo su vida en un “cantegril” (“Villa miseria”), un lugar muy pobre. Él decía que los pobres nuestros, son “pobres de Dios”, porque parte de la realidad de la secularización en este país tocó sobre todo a la gente más pobre. 

Quiero decir, que la pobreza nuestra tiene esta característica: se trata de pobres que no conocen a Dios, que no saben quién es Jesucristo, que su vida religiosa es de mucha ignorancia, mucha indiferencia. Muchos de ellos tienen referencias con las parroquias y con las obras sociales católicas, pero es una referencia que no toca lo religioso.

Desde hace casi un siglo, los alumnos de las escuelas públicas no reciben formación cristiana. ¿Cómo evangelizar en una sociedad marcada por la ausencia de los valores cristianos?

–Creo que hay dos cosas, que para mí son muy importantes. Cómo fomentar, con absoluta claridad, una identidad católica firme, fuerte, transparente, alegre, y al mismo tiempo tener capacidad de diálogo. Es importante esto, porque siempre que se subraya la identidad parece que se fuera a adquirir una coraza de cruzado…

La propuesta es ser capaces de tener clara identidad en una sociedad plural, con espíritu de diálogo, sin complejos, que es algo que quizás en la Iglesia de Uruguay los ha habido. Y, al mismo tiempo, sin pretensiones de una cristiandad que en el Uruguay nunca fue firme, y que hace cien años que no existe. O sea, que no se trata de volver a un pasado glorioso, que nunca tuvimos en el Uruguay, sino de mirar con serenidad y alegría nuestra identidad católica, en el ámbito de la sociedad plural y democrática que marca nuestra cultura uruguaya.

En esta línea, el cardenal Sturla planificó una misión importante en la arquidiócesis.

–Hicimos un Programa Misionero “Jacinto Vera” (venerable primer obispo de Montevideo, 1813-1881), cuyo objetivo era ser, de verdad, “Iglesia en salida”, y no solo en los papeles. El año pasado se hizo la primera experiencia, que se llamó Misión Casa de Todos. Se adhirieron aquellas parroquias que quisieron, fueron 50 de las 83 de la arquidiócesis. Hubo una movilización para salir a la calle, ir a los shoppings, estar en los ómnibus, hacer actividades, invitar a la gente de los distintos barrios a una actividad organizada por la parroquia. 

Fue sobre todo una movilización de las parroquias… Y muchos decían: por fin a la Iglesia católica se la ve en la calle, por fin la Iglesia sale a evangelizar…

Mostrar que la Iglesia vive es importante para todos… Hay iniciativas pastorales en la arquidiócesis, que han dejado especial huella.

–En el año 2016 lanzamos la campaña “Navidad con Jesús”, un programa para desarrollar en el tiempo de Adviento, que consta de cinco puntos: hacer la novena de la Inmaculada, rezando en determinados lugares el Rosario de la Aurora; hacer un gesto de solidaridad por parte de la familia o de la comunidad; una oración para rezar el día de Nochebuena en las casas de familia, ya que aquí, oficialmente, el día de Navidad es el día de la familia: en Uruguay se secularizó el calendario en 1919… 

La “Navidad con Jesús” incluye también colocar una balconera con esa expresión y con la imagen del pesebre. Esto tuvo mucho eco y se ha difundido también en el interior del país: se han vendido por miles las balconeras… 

Por último, promovimos que la gente lleve a bendecir a la iglesia la imagen del Niño Jesús, el domingo anterior a Navidad. Así impulsamos a las familias a que armen el pesebre (el “belén”), porque se estaba dejando la costumbre de hacerlo y poner solamente el arbolito…

Usted ha hablado con frecuencia de que la Iglesia sale adelante entre todos, del papel de los padres en la educación, de la importancia de llevar a Cristo a las realidades temporales…

–Sin duda que es así. Y creo que la Iglesia en Uruguay tiene vasta experiencia. Primero, porque ella está en la educación desde inicial hasta la Universidad, con dos universidades: la Universidad Católica y la Universidad de Montevideo. Y con una experiencia muy fuerte de servicio social.

A su vez, hemos creado instancias de diálogo. Estamos reimpulsando una institución católica, que en su momento fue muy relevante, el Club Católico, fundado en 1878, que trataba de entablar el diálogo con la sociedad. Y, por otro lado, fomentando una experiencia que fue muy interesante que se llama “Iglesia en Diálogo”. Esta surgió a partir de una convocatoria que hizo el presidente Tabaré Vázquez en 2016 para hacer propuestas para el diálogo social.

No tuvo andamiento, pero creó una dinámica que hizo que el año pasado, que fue año electoral, todos los candidatos presidenciales fueron invitados a reuniones con este grupo de “Iglesia en Diálogo”, llevado adelante por laicos. Participé de los encuentros, pero en realidad eran ellos los que lo llevaban adelante, y donde la Iglesia pudo aportar su voz y sus propuestas, que habíamos elaborado en cinco temas de la realidad uruguaya: educación, convivencia ciudadana, medio ambiente, promoción de la mujer, el mundo empresarial y del trabajo.

Naturalmente, siendo la evangelización tarea de todos en la Iglesia, los sacerdotes son imprescindibles. Los primeros jueves de mes, en la arquidiócesis rezamos especialmente por las vocaciones…

–Es una realidad muy dura. En el Uruguay siempre ha habido falta de vocaciones sacerdotales y religiosas, y hoy las vocaciones llegan con cuenta gotas. En el seminario interdiocesano, el único de todo el Uruguay, hay 25 jóvenes, siete de la arquidiócesis de Montevideo. Pero no nos rendimos. Ahora mismo hay una movida juvenil interesante, que va a dar frutos.

Su “movida” vocacional personal, quiero decir la historia de su vocación sacerdotal, ¿cuál es? 

–Mi vocación salesiana nació en el instituto Juan XXIII, cuando tenía 17 años y estudiaba quinto año de liceo. El director era un hombre de Dios, muy macanudo, que trabajaba por las vocaciones, el P. Félix Irureta. Después de un retiro con los de mi clase, el día 8 de septiembre, fiesta de la Natividad de la Virgen, me preguntó si había pensado ser sacerdote… Y agregó algo muy importante: que me hacía ese planteo, pero que nunca más me lo iba a repetir, que me sintiera totalmente libre.

En ese momento se lo agradecí, pero le dije que me veía formando una familia, haciendo una carrera… Él nunca más me dijo nada. Yo seguí estudiando, saliendo, en un ambiente muy lindo, en un momento muy difícil del país… Además, había perdido a mis dos padres con diferencia de tres años: a los trece murió mi padre y a los dieciséis murió mi madre. Yo soy el menor de cinco hermanos, quedamos viviendo juntos y organizándonos entre nosotros.

Cuando terminé en el Juan XXIII entré en la Facultad de Derecho, pero la inquietud me seguía golpeando el corazón. Entonces, en ese primer año de facultad, resolví finalmente entrar en el noviciado salesiano, era el año 1979, con diecinueve años… Para hacerlo corto, me ordené sacerdote el 21 de noviembre de 1987, a los 28 años, y después de algunos años fui director, precisamente, del Juan XXIII. Más adelante me nombraron Provincial, Inspector de los salesianos de Uruguay, y a los tres años de ser Inspector, el Papa Benedicto me nombró obispo auxiliar de Montevideo.

Han llegado a Montevideo sacerdotes de otros países, vienen a dar una mano…

–El Uruguay es un desafío; a mí me encanta cuando los sacerdotes que vienen acá logran captar el espíritu uruguayo y consiguen pasar la primera barrera. 

En nuestro país la respuesta religiosa es muy fría, muy escasa… Muchos sacerdotes se desaniman, sobre todo los que vienen de países donde la figura del sacerdote es una figura de mucho prestigio; llegan acá y se encuentran con que el sacerdote no vale por el hecho de serlo, sino porque es un buen sacerdote; no por el hecho de tener el título, el cargo, el cuellito… El sacerdote que vive esa experiencia, que ve lo positivo que tiene y el desafío que supone, logra comprender la realidad y da frutos.

Hay un grupo argentino que ha venido hace ya seis años, y está trabajando muy bien y da muchos frutos, la Sociedad de San Juan. El año pasado vino una congregación peruana, Pro Ecclesia Sancta, y también están trabajando bien en una parroquia y en la Universidad Católica.

En la solemnidad de Pentecostés, en todo Uruguay se empezó a rezar el domingo el Credo de Nicea-Constantinopla, una expresión más de la preocupación por “los pobres de Dios” de todos los niveles sociales.

–Tenemos que formarnos en la fe. No hablo de formación teológica sino de la básica; muchas veces, con una catequesis deficiente, a los católicos les faltan los elementos básicos de la fe. De aquí viene la preocupación de todos los obispos, para que la fe sea conocida, para que podamos entusiasmarnos en la profesión de la fe católica, con una identidad clara en un mundo plural como es el de Uruguay muy secularizado. No se trata de achicarnos ni de agrandarnos, sino de estar contentos de la fe que creemos y vivimos. Para eso hay que conocerla. 

Por eso, durante el tiempo pascual empezamos aquí y se difundió por las diócesis, un proceso formativo que consistió en un subsidio que traía un punto del catecismo cada día y una renovación de la profesión de fe el día de Pentecostés. El rezo del Credo Niceno-constantinopolitano, que es más catequístico que el Credo apostólico, más explicativo de las verdades esenciales de la fe, va en esa misma línea.

La Conferencia Episcopal Uruguaya estaba organizando el V Congreso Nacional Eucarístico para el mes de octubre, pero el Covid-19 obligó a retrasarlo hasta el 2021. ¿Qué espera de este acontecimiento?

–El Congreso, en realidad, empezó con la renovación de la consagración del Uruguay a la Virgen de los Treinta y Tres, que hicimos los obispos en la catedral de Florida el 11 de noviembre del año pasado. Digo renovación, porque eso hicimos: volver a la consagración que hizo san Juan Pablo II en el año 1988, cuando estuvo entre nosotros. En todas las diócesis se hizo un mes de preparación, y fue un acontecimiento de vida y de fe vivido en todas las comunidades. Durante este tiempo de pandemia, vía zoom, celebramos especialmente la solemnidad de Pentecostés, como ya expliqué. 

El objetivo del congreso será “procurar una renovación de le fe del pueblo de Dios que peregrina en Uruguay, de modo especial en el misterio eucarístico”. El tema, La Eucaristía: sacrificio de Cristo que salva el mundo. Y el lema, Tomen y coman: mi Cuerpo entregado por ustedes.

Como se ve, acentuamos la realidad sacrificial de la Eucaristía. Aquí en el Uruguay, como en otras partes, pero en el Uruguay acentuadamente, se subrayó mucho en su tiempo la dimensión comunitaria de la celebración eucarística, que obviamente es un elemento clave para la vida de la Iglesia, que es por definición “asamblea convocada”. Y la asamblea convocada de la Iglesia se expresa fundamentalmente en la Eucaristía, pero si bien esto creo está bastante presente en los fieles, el hecho del sacrificio de Cristo, que la Eucaristía es actualización del sacrificio de Cristo, ha quedado muy diluido en la conciencia cristiana. Entonces los obispos hemos querido subrayar esta dimensión, sin desconocer la otra.

Es tiempo de pandemia en todas partes, con las peculiaridades que supone para la vida de fe. Uruguay ha tenido un bajo número de contagiados y fallecidos. ¿Cómo ha estado presente la Iglesia en este tiempo?

–Estoy muy contento, porque cuando empezó la pandemia, parecía que se nos venía la noche encima en varios aspectos. Pero acá, a diferencia de otros países, nunca se cerraron las iglesias. Aquí pudieron permanecer abiertas; lo que no podía era haber celebraciones que supusieran una convocatoria de fieles, eso dependió de los párrocos o rectores de iglesias, si las mantenían abiertas.

Hubo una experiencia muy linda. Los domingos se ha dado la bendición con el Santísimo Sacramento a los barrios, a la ciudad; la mayoría de los sacerdotes la realizó y creo que eso trajo sus frutos. Hubo una respuesta inmediata en las redes sociales. Al día siguiente de empezar el confinamiento, ya se estaban trasmitiendo las Misas por las plataformas. Y casi todas las parroquias e instituciones comenzaron a trabajar de ese modo, también las escuelas católicas y las universidades. A su vez, hubo una respuesta de los fieles a seguir colaborando económicamente, una preocupación para que al cura no le faltara nada; los sacerdotes en Uruguay viven muy austeramente, pero a ningún sacerdote le faltó lo necesario para vivir. 

Todo esto nos habla muy bien. Y hubo ahora, a partir del 19 de junio, que este año era la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, una alegría enorme de la gente al retornar a la celebración de las Misas; ha sido hermosísimo, realmente había un anhelo de participar en la Eucaristía.

Por último, ¿qué respuesta le da la Iglesia a la realidad de un mundo globalizado, muy preocupado por lo que ha dejado esta pandemia?

–La respuesta de la Iglesia es el anuncio de la fe en Jesucristo, Salvador del mundo, la confianza en Dios, que es quien en definitiva conduce la historia y, por lo tanto, en sembrar la esperanza en el corazón de la gente. El mundo ha conocido otras epidemias, obviamente ninguna en el mundo globalizado como el actual; pero bueno, las epidemias en otros tiempos han pasado, han dejado sus secuelas y también ésta las dejará. 

Me parece que la Iglesia, en la medida que sea capaz de anunciar a Cristo resucitado, Señor de la historia, cercano, está realizando su misión y está alentando una vida de post-pandemia más cargada de esperanza, porque sin duda una situación como la que vivimos lleva a cuestionamientos fundamentales de la vida: el porqué, el para qué, qué sentido tiene el dolor, qué significado tiene nuestra existencia.


América Latina

Caso Floyd: reflexión entre católicos sobre cómo luchar contra el racismo

La muerte del ciudadano afroamericano George Floyd a manos de policías ha provocado una gran conmoción en Estados Unidos, que perdura en algunas ciudades, y también episodios de violencia. Grupos de católicos conversan sobre cómo derrotar al racismo.

Rafael Miner·30 de julio de 2020·Tiempo de lectura: 6 minutos

“No se puede pretender defender la sacralidad de cada vida humana y tolerar cualquier tipo de racismo”. Fue el claro mensaje que lanzó el Papa Francisco a primeros de junio a los católicos de Estados Unidos, al expresar “gran preocupación” por los “dolorosos” desórdenes sociales que están ocurriendo en Estados Unidos tras de la muerte de George Floyd, informó Elisabetta Piqué en el diario argentino La Nación.   

Al mismo tiempo, debemos reconocer que la violencia de las últimas noches es autodestructiva y autolesionista. Nada se gana con la violencia y mucho se pierde”, agregó el Santo Padre, citando palabras del arzobispo de Los Ángeles, José Gómez, presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, añadió la periodista argentina. Mons. José Gómez había dicho también en una carta, entre otras cosas: “El racismo ha sido tolerado durante demasiado tiempo […]. Debemos ir a la raíz de la injusticia racial que todavía infecta muchas áreas de la sociedad estadounidense”.

El Papa añadió: “Hoy me uno a la Iglesia de Saint Paul y Minneapolis, y de todos los Estados Unidos, para rezar por el reposo del alma de George Floyd y de todos los que han perdido la vida a causa del pecado del racismo”. “Rezamos por el consuelo de las familias y de los amigos agobiados por el dolor y oramos por la reconciliación nacional y la paz que anhelamos”, agregó, al pedir finalmente a Nuestra Señora de Guadalupe, Madre de América, que interceda por todos aquellos que trabajan por la paz y la justicia en Estados Unidos y en el mundo.

Los corresponsales de medios ante la Santa Sede recogieron las palabras del Papa. La española Eva Fernández, por ejemplo, corresponsal de la cadena COPE, y Juan Vicente Boo, del ABC, subrayaban en la red Twitter el llamamiento del Papa: “No podemos cerrar los ojos ante el racismo”

El cardenal Daniel DiNardo, arzobispo de Galveston-Houston, recordó el día de la despedida de George Floyd, en su ciudad natal de Houston, que en Estados Unidos, cuando se trata de tocar el tema del racismo, se tiene “una viga en el ojo”.  Se trata de “una realidad difícil pero necesaria de afrontar”, dijo el purpurado. “No podemos resolver un problema hasta que lo reconozcamos. Esto nos incluye como miembros de la Iglesia Católica”.

Manifestantes y disturbios

La muerte de Floyd, vista a cámara lenta en las redes sociales, causó conmoción y provocó la salida a las calles de miles de manifestantes para expresar su indignación. Las protestas, en ocasiones violentas, expusieron problemas sobre disturbios raciales, frecuentes en Estados Unidos, desde desigualdades económicas hasta injusticias y prejuicios dentro de las diversas comunidades.

El afroamericano Floyd alertó unas veinte veces a los agentes que le mataron de que no podía respirar, según una transcripción policial hecha pública. Hasta hace poco, los últimos minutos de vida de Floyd se conocían gracias a los videos grabados por transeúntes, pero uno de los últimos documentos muestra la escena de una forma aún más dramática. “Me van a matar, me van a matar”, dijo Floyd, de 46 años, cuando los policías le tenían inmovilizado y boca abajo en el suelo, a lo que el policía Chauvin respondió: “Deja de hablar, deja de gritar, se necesita mucho oxígeno para hablar”.

Todos los agentes implicados fueron despedidos de la Policía y posteriormente imputados.

Reflexión

El brutal asesinato de George Floyd y la nota de varios obispos estadounidenses, que han manifestado sentirse “destrozados, asqueados e indignados al ver otro video de un hombre afroamericano asesinado ante nuestros propios ojos”, ha hecho reflexionar de nuevo a las comunidades católicas. La revista Angelus, de la diócesis de Los Ángeles, por ejemplo, ha entrevistado a varios católicos, la mayoría de raza negra, que aportan sus experiencias (ver angelusnews.com).

Un día a principios de junio, cuenta Sophia Martinson, John Thordarson publicó un breve vídeo que por fin había terminado. “Tardé mucho tiempo en hacer en este vídeo”, dice. “Con todo lo que ha estado sucediendo, siento que es importante decir algo, pero no estaba realmente seguro de qué era ese algo”

Mis padres se miraron como personas

“Ese algo” que Thordarson estaba tratando de expresar era una respuesta a la muerte de George Floyd. Después de media docena de intentos de escribir un guión, Thordarson añade: “Me doy cuenta de que lo realmente importante en este momento es que tengamos conversaciones”. Para comenzar esa conversación, él decidió empezar por compartir la historia de sus padres, una mujer afroamericana y un hombre irlandés americano que se enamoraron y se casaron en una época de segregación. 

El video de Thordarson, contado a través de fotografías y de su propia narración, no aborda directamente lo sucedido a George Floyd. Más bien destaca una relación en la que el amor triunfó por encima de un ambiente lleno de prejuicios. “La razón por la que mis padres se casaron es porque no se miraban el uno al otro como se suponía que debían ser, simplemente se miraron como personas”

Para Paul Thordarson, padre de John, ese momento de encuentro es especialmente importante para los católicos, que están llamados a difundir esperanza y alegría. “La fe no es un montón de cosas negativas, sino más bien vivir la vida cristiana, una vida de amor”. En medio de la agitación por la muerte de Floyd, señala Sophia Martinson, estas palabras apuntan a un mensaje de curación que la Iglesia católica puede ofrecer a sus fieles, y al resto del mundo. Sin embargo, en la era de las redes sociales y la llamada “cultura de la cancelación” (cuando te hacen el vacío hasta en las redes y te “cancelan”), ¿a qué problemas de la vida real se supone que se dirige este mensaje y a qué tipo de acción conduce?

Católica, pro-vida y negra

Gloria Purvis casi no puede ver el vídeo del arresto de Floyd. “Es un trauma, y desearía casi no haberlo visto”. Como católica, activista pro-vida y mujer negra, Purvis, presentadora de “Morning Glory” en EWTN, sintió que la tragedia de Floyd le afectaba muy profundamente, cuenta Sophia Martinson. En una mesa redonda que tuvo lugar el 5 de junio, organizada por la Universidad Georgetown, Purvis comparó la experiencia de ver el vídeo con “ver un aborto”. 

Desde entonces, Purvis se ha enfrentado a otra fuente de conmoción y dolor: la sensación de desconexión de muchos compañeros católicos. “Ha sido desconcertante”, dijo, “por la conmoción…, y la sensación de traición, cuando ves a prominentes católicos blancos que dicen ser pro-vida, diciendo y haciendo todo lo posible para evitar tratar el problema de la brutalidad policial y el racismo, puesto que afecta a la comunidad negra”. 

Gloria no es la única en sentirse así. “Escucho esta misma sensación en muchos católicos de color: negros, mexicanos, mis hermanos y hermanas latinos. Escucho la diáspora panafricana de católicos que se sienten traicionados”. Una fuente de división podría ser la política, comenta Martinson.

Aborto y racismo: cultura de la muerte

La periodistaprofundiza en la cuestión, y habla con Louis Brown, director ejecutivo de Christ Medicus (organización médica sin ánimo de lucro), quien piensa que ambos temas no son excluyentes. Brown, un abogado de Michigan que anteriormente trabajó como asesor de varios congresistas, describió la presión para apoyar tanto causas antiaborto como antirracismo como una “opción falsa”. 

“Tanto el aborto como el racismo forman parte de la cultura de la muerte”. A su juicio, “el derecho a la vida comenzando por los no nacidos, es el problema social preeminente en nuestra época debido a su gravedad. Pero luchar contra el racismo es una consecuencia de luchar para promover el derecho a la vida”. 

Las palabras de Brown hacen eco de las que se encuentran en el Catecismo de la Iglesia Católica sobre la condena al racismo como una de las formas de discriminación que “debe ser frenada y erradicada, pues son incompatibles con el diseño de Dios”. 

Algunos han señalado que los católicos no siempre han practicado lo que la Iglesia predica sobre el racismo. 

Tampoco es ningún secreto, añade Sophia Martinson, que el racismo ha sido una desafortunada realidad en seminarios católicos de los Estados Unidos. Mientras estudiaba en el Conception Seminary College en la década de 1960, el ahora juez de la Corte Suprema, Clarence Thomas, recordó los prejuicios raciales que lo azotaron regularmente, incluido el hiriente comentario de un seminarista blanco después de que el reverendo Martin Luther King Jr. recibiera un disparo: “Bien, espero que muera”. Tal odio racial condujo a Thomas a salir del seminario y, por un período de tiempo, dejó el catolicismo por completo. 

Consejos de católicos negros

El padre Matthew Hawkins pasó veinte años trabajando en el área de desarrollo económico de comunidad y enseñó en la Universidad de Pittsburgh. El 27 de junio fue ordenado sacerdote en la diócesis de Pittsburgh a la edad de 63 años, tras haberse convertido del protestantismo en su juventud. 

El primer remedio que viene a la mente del extrabajador social para curar el racismo es éste: “Creo que como católicos estamos obligados a abordar este tipo de controversias con sabiduría”, dijo a Angelus. Esto “significa que lo que debería inspirar realmente nuestra acción es entrar en una vida de oración, y un tipo de oración que aumente la empatía”

El padre Hawkins cree que la oración es crucial porque nos ayuda a sentirnos acompañados en el sufrimiento. Él anima personalmente a sus feligreses a rezar los misterios dolorosos del Rosario y las Estaciones de la Cruz. Al hacerlo, dice, “estás entrando en la pasión de Cristo e identificándote con el sufrimiento de toda la humanidad, lo que crea un sentido de solidaridad en el sufrimiento humano”

Al final del vídeo de John Thordarson, él mismo recuerda cómo alguien le preguntó una vez a su madre: “¿Por qué quisiste casarte con un hombre blanco?”, y ella respondió: “No quería casarme con un hombre blanco. Quería casarme con Paul”. 

Sus palabras reflejan, a juicio de Martinson, el corazón de la respuesta de la Iglesia al racismo: ver a una persona como una imagen de Dios, no como un compuesto de características externas. Como varios católicos negros han enfatizado, esa respuesta comienza en el interior, con el hábito de la oración sincera y la autorreflexión.

Teología del siglo XX

Sertillanges y la síntesis cristiana

Antonin-Dalmace Sertillanges (1863-1948) fue un gran estudioso de Santo Tomás y un testigo atento de la situación del pensamiento contemporáneo. Dejó una obra amplia y consistente, y un maravilloso libro sobre la vida intelectual. 

Juan Luis Lorda·7 de julio de 2020·Tiempo de lectura: 7 minutos

Sertillanges, ilustre dominico, murió con 84 años el 26 de julio de 1948. Ni la fecha, al inicio del verano, ni las circunstancias, ni siquiera el año eran los mejores para morirse. Se enteró poca gente. Y apenas se escribieron necrológicas ni recuerdos personales, fuera de los de su compañero de orden que le hacía de secretario, Marie Dominique Moos, de quien procede casi todo lo que sabemos de él.

Nació en Clermont-Ferrand (1863), frente a la casa de Pascal (sobre quien escribió un ensayo), en una familia muy practicante. En el bachillerato, fue un alumno al mismo tiempo despierto y distraído. Contaba a Moos que le gustaba hacer poesía durante las clases de matemáticas y resolver problemas durante las clases de literatura. Pero ya destacó como orador. Sería una de sus grandes vocaciones, junto a la vida intelectual, la docencia y la vida religiosa en la que todo confluiría.

Vocación y formación

En 1883 ingresó en el noviciado de los dominicos y se fue a Belmonte (Cuenca), donde se habían instalado al ser expulsados de Francia en 1880. En 1885, pasó a Corbara, en Córcega. Allí hizo sus estudios de teología, se ordenó (1888) y comenzó a dar clases (1890-1893). En 1893, fue destinado a París, como primer secretario de la recién fundada Revue Thomiste.

Comenzó entonces a escribir artículos de manera sistemática (más de 700 en toda su vida). Desde 1900 hasta 1922 se encargó de la cátedra de moral filosófica del lnstituto Católico de París. Esto dio origen a numerosos cursos, conferencias y ensayos, y a muchas publicaciones.

Dejó una obra inmensa, especializada en el pensamiento de santo Tomás de Aquino, pero con muchas ramificaciones. En un famoso comentario francés de la Suma (La Revue des Jeunes) se ocupó de las cuestiones sobre Dios y sobre la moral. Esto le daría la base para varios ensayos: uno, sobre Dios y el pensamiento moderno; otro, sobre la moral de Santo Tomás; y un último y voluminoso ensayo sobre el problema del mal. Además, hay que mencionar, entre otros, sus dos volúmenes sobre el pensamiento de santo Tomás de Aquino, otros dos sobre El cristianismo y las filosofías; y por supuesto, La vida intelectual, un auténtico clásico.

Aunque no escapa del todo al tono apologético de la época, tenía una seria preocupación por dialogar con el pensamiento, la cultura y la ciencia moderna, y estaba muy bien informado (y tenía una memoria prodigiosa). Eso le hace original y profundo.

El sermón de 1917 y la “paz francesa”

Las vidas tienen, a veces, momentos de tremenda intensidad. En 1917 Francia estaba en guerra con Alemania y Austria (1914-1918). La población francesa estaba indignada ante lo que juzgaba una nueva agresión de sus incómodos vecinos, y quería acabar de una vez para siempre. El 1 de agosto de 1917, el Papa Benedicto XV (1914-1922) hizo pública una carta a los gobiernos para que se terminara esa inútil masacre, llegando a acuerdos. Era una propuesta valiente y sabia, pero en los encendimientos del momento fue mal recibida. Especialmente en Francia, por el gobierno laicista, pero también por muchos patriotas católicos.

En esas circunstancias, le pidieron a Sertillanges que hablara. A sus 53 años, era un orador habitual en los foros parisinos. Sertillanges, que antes había defendido al pontífice, hizo un matizado discurso en la Madelaine de París, donde venía a decir al Papa que sus hijos franceses solo pensaban en “la paz francesa” (título del sermón), es decir en la victoria. Y también de paso aventuraba que se trataba de un tema político y, por tanto, opinable. Cayó bien al gobierno y fue felicitado (en privado) por varios obispos.

Como es bien sabido, la victoria final (“francesa”) salió carísima para todos y dejó a Europa en una situación desastrosa. A Sertillanges, el discurso (y su mucha valía) le valió en 1918 ser el primer eclesiástico nombrado miembro del Instituto de Francia (Academia de Ciencias Morales). Pero la Santa Sede mostró su pesar a la orden dominica, y, durante el pontificado de Pío XI (1922-1939) fue retirado de la docencia pública. Pasó un año en Jerusalén, otro en Holanda y el resto en el nuevo convento de Le Saulchoir en Bélgica, donde dio clases por ejemplo a Congar (1930-1932). Llevó con obediencia y elegancia su situación, que se prolongaba, y escribió mucho. En 1939, Pío XII le levantó las sanciones y volvió a París, el año que comenzaba la segunda guerra mundial. Después, siguió enseñando en el Instituto católico, y escribiendo hasta el final.

El impacto de la verdad cristiana

La obra de Sertillanges tiene interés como expositor autorizado del pensamiento de santo Tomás. También en las cuestiones fronterizas de la verdad cristiana, como el tema el mal o del alma, en un medio cultural cada vez más materialista. Hizo una notable crítica de algunos planteamientos médicos, con gran sentido y apertura de mente, que todavía es valiosa. Y trató con Bergson, y escribió unos ensayos y unas conversaciones con él.

Además, como tenía una enorme cultura, fue configurando una idea general de la posición histórica del pensamiento cristiano en el conjunto de la filosofía occidental. Era perfectamente consciente de las aportaciones de la revelación, y del antes y después que supone en la historia del pensamiento. Todo esto es lo que se tendrá en cuenta en el debate sobre “la filosofía cristiana”, que tuvo amplio eco en la Francia de los años treinta y después.

El cristianismo y las filosofías

El cristianismo y las filosofías es una obra de madurez y una síntesis valiosa, en dos volúmenes. En el primero repasa la historia del pensamiento cristiano, con el orden que promete el subtítulo: el fermento evangélico, la elaboración en los siglos, la síntesis tomista.

Comienza advirtiendo que el cristianismo no es una filosofía en el sentido moderno de una síntesis abstracta, sino una forma de vida, y, en ese sentido, una sabiduría. Describe sus características y sus novedades, sobre Dios, la creación, la estructura del ser humano, las características de la persona, y de la vida moral y social. Después, trata de la “recuperación del pasado”, que es la absorción de principios judíos y de filosofía griega. Recorre la “nueva elaboración” que hacen los Padres de la Iglesia sobre ese material. Y concluye en “La síntesis tomista”, que es una inteligente visión de conjunto, incluyendo al final las inevitables “lagunas del sistema”, sobre todo en relación con los cambios en la concepción del mundo, que exigen desarrollos coherentes.

El segundo tomo es un repaso por la historia posterior de la filosofía occidental. Sertillanges defiende (al principio del primer volumen) que lo más valioso de la filosofía moderna se debe a la fecundación cristiana, que también ha recuperado lo mejor de la filosofía antigua. Pese a esta posición tan clara, trata con benevolencia y discernimiento, primero, la decadencia escolástica y la “revolución cartesiana”, con su posteridad. Estudia el empirismo inglés y francés (Hobbes, Locke, Hume, Condillac), a Kant y a sus sucesores (idealismo alemán). Se detiene en la renovación espiritualista de Francia (Ravaison, Boutroux, Gratry, Blondel, Bergson), uno de los capítulos más interesantes. Y también dedica un capítulo al “neoespiritualismo alemán”, donde repasa, entre otros, a Husserl, Heidegger y Scheler.

Tiene el interés de ser una historia con un sentido de juicio ponderado, constructivo y cristiano, y que, como recomienda en su libro sobre la vida intelectual, más que enfrentarse prefiere sumar lo valioso, sin dejar de presentar las objeciones que le parecen oportunas. Concluye en lo que cree que se necesita para una reviviscencia tomista.

Lo primero es distinguir bien metódicamente la filosofía de la teología; el pensador cristiano debe probar hasta dónde llega el pensamiento con sus propias fuerzas, sin mezclar los campos; solo así puede dialogar. Lo segundo es rechazar el logicismo que ha sido la enfermedad de la escolástica. Lo tercero, tener una cultura científica y un sentido histórico porque, aunque la verdad es intemporal, tiene expresión y contexto temporal, y también una historia de cómo se logra, que es muy útil conocer. “Hay una condición, dice al final, para esa fecundidad, […] y es que el estudio se haga con un espíritu de interioridad doctrinal y no con un espíritu meramente documental o anecdótico. El historiador puro tiende a vaciar el sistema de todo interés propiamente filosófico. El filósofo puro tienen a fijarlo e inmovilizarlo […]. El filósofo-historiador respeta la vida, se introduce en ella y la fomenta. Invita al sistema a tener nuevas floraciones y frutos”. Y espera así un renacimiento de la síntesis cristiana.

La idea de creación

La idea de creación y sus reflejos en la filosofía (1945) es un hermoso ensayo y también una obra de madurez, síntesis de síntesis. Se completa con El universo y el alma (1965), publicación compuesta con varios escritos reunidos por su secretario.

Sertillanges es, quizá, menos brillante y sintético que otros (Gilson, Tresmontant) que han tratado de la novedad de la idea cristiana de la creación y de sus implicaciones en el pensamiento sobre el orden de los seres, y la idea de Dios mismo, separado del mundo, del tiempo y del espacio. Y de las relaciones de dependencia y autonomía entre el Creador y sus criaturas. Pero contiene análisis más detallados.

El ensayo empieza con un análisis sobre lo que significa un comienzo absoluto de las cosas y del tiempo. Explica cómo el origen en el tiempo, que hoy es postulado por la ciencia moderna, no se percibió en la antigua, pero que, estrictamente, sigue siendo indemostrable, al no poderse asegurar un comienzo absoluto (sin nada antes). Trata de la creación y la providencia. Y de la creación y la evolución. Y del milagro en la creación. Y del mal.

Especialmente, llama la atención la ponderación con la que trata el tema de la evolución, con análisis que siguen siendo válidos, porque tenía perfecta conciencia de los límites en que opera cada saber: la teología, la filosofía y las ciencias. “Cada nacimiento es un hecho biológico y al mismo tiempo un hecho de creación: no hay razón para que no suceda lo mismo con la especie. La única diferencia es que aquí en lugar de una repetición, hay una innovación, una invención […]. Y el encuentro de estos dos hechos: una invención biológica que tiene el carácter de una espontaneidad natural y una actividad trascendente a la naturaleza con el nombre de creación, este encuentro, digo, responde a una ley providencial […]. La unidad de la creación no es una palabra vana. Es una simbiosis, y ver esta simbiosis en la duración, tanto como en la extensión y en la permanencia, es aceptar la evolución” (cap. 8).

La vida intelectual

El prólogo a la cuarta edición francesa de La vida intelectual cuenta que Sertillanges escribió este clásico en una estancia de dos meses de verano en el campo (1920). Describe el régimen de vida intelectual que él mismo vivía. Se inspira en los consejos de santo Tomás de Aquino, y también en los del oratoriano Alphonse Gratry (1805-1872), gran pensador cristiano y autor de unos “consejos para la conducta del espíritu”, con el título de Las fuentes (Les sources), cuyo primer capítulo trata “sobre el silencio y el trabajo de la mañana”. Gratry influyó en bastantes temas sobre Sertillanges: las fuentes del conocimiento de Dios, el mal, el alma…

El ensayo de Sertillanges es más largo y completo. Abarca desde la organización general de la vida hasta la organización de la memoria y de los archivos de notas, con inolvidables consejos. Empieza describiendo la vocación intelectual y acaba con lo que es un trabajador cristiano y lo que supone el trabajo intelectual en la madurez humana.

El estilo no es solo una exigencia sintáctica o gramatical, es una exigencia de espíritu: la humildad y el amor ante la verdad, la caridad ante los demás, la pureza de intención, la superación del egoísmo, el esfuerzo de síntesis con ganas de sumar y no de dividir. “Buscar la aprobación del público es robar al público una fuerza con la que contaba [que no le digan lo que ya sabe] […]. Busca la aprobación de Dios. Medita la verdad para ti y para los demás. […] En nuestro escritorio y en aquella soledad en que Dios habla al corazón, deberemos escuchar como escucha el niño y escribir como el niño habla” (cap. VIII). “Sería de desear que nuestra vida fuese una llama sin humo, sin desperdicio y sin impureza. No es posible, pero lo que entra dentro de los límites de lo posible tiene también su belleza y sus frutos son bellos y sabrosos” (cap. IX).

Firmas invitadasEnrique Bayo

África: ayudémonos a nosotros mismos

Es el momento de aumentar la colaboración con los países de África, y la oportunidad para repensar un sistema que exacerba la desigualdad entre y dentro de los países, degrada el medio ambiente y pone en peligro nuestra humanidad. Ayudar a África es ayudarnos a nosotros mismos.

7 de julio de 2020·Tiempo de lectura: 2 minutos

España es uno de los países más afectados por la pandemia de la Covid-19, pero no es el único ni el que más está sufriendo. Un comunicado de la Red de Entidades para el Desarrollo Solidario (REDES), al que se han adherido otras entidades eclesiales, nos invita a salir de nuestro ensimismamiento, levantar la cabeza y descubrir lo que está pasando en África.

El 12 de junio el continente contabilizaba 6.000 fallecidos y 220.000 infectados por COVD. Sanitariamente no está siendo el continente más afectados pero sus consecuencias socio-económicas están siendo devastadoras. A principios de 2020, 7 de las 15 economías de más rápido crecimiento del mundo estaban en África y sin embargo, según el Banco Mundial, el continente podría terminar el año en recesión por primera vez desde los años 90.

La pandemia y sobre todo las medidas tomadas por los propios países para detenerla han debilitado las ya de por sí frágiles economías y ponen en peligro los esfuerzos realizados para reducir la pobreza. Aumenta el desempleo, se encarecen los productos de primera necesidad y sufren los intercambios comerciales en un continente fuertemente dependiente de las exportaciones de materias primas. Por si fuera poco, los sistemas sanitarios confrontados a enfermedades de alta incidencia como la malaria, el VIH o la tuberculosis deben combatir el coronavirus con escasos insumos médicos y artículos de higiene. Todo unido supone aumento de la exclusión social, la indigencia y el hambre.

REDES nos dice que es el momento de aumentar la colaboración con los países de África, es la oportunidad para repensar un sistema que exacerba la desigualdad entre y dentro de los países, degrada el medio ambiente y pone en peligro nuestra sustentabilidad presente y futura como humanidad. Y presentar alternativas inspirándose en el Papa.

La mera asistencia no resolverá nada de manera dudable, hacen falta soluciones creativas, el cese de los conflictos armados, la implantación de un salario universal y la condenación inmediata de la deuda externa de los países africanos altamente endeudados. Esta es una medida perfectamente asumible y justa, porque África ha pagado mil veces a lo largo de su historia cualquier deuda con el resto del mundo.

Todo está interrelacionado, repite Francisco, deshagámonos de la ilusión de poder estar bien mientras África sufre. Ayudar a África es ayudarnos a nosotros mismos.

El autorEnrique Bayo

Director de Mundo Negro

La mitad ausente

Según datos de la ONU, las mujeres representan cerca de la mitad de la población mundial. La pandemia de COVID-19 ha puesto de relieve, sin embargo, que su presencia en la vida pública dista mucho de ser proporcional a este porcentaje.

7 de julio de 2020·Tiempo de lectura: < 1 minuto

En Italia la polémica estuvo servida cuando el primer ministro anunció los miembros de los comités de expertos que colaborarían con el gobierno para hacer frente a la crisis sanitaria. En el primero, compuesto por 21 personas, no había ninguna mujer.

En el segundo la presencia femenina se reducía a 4 de los 16 integrantes. Un dato sorprendente si tenemos en cuenta que numerosas mujeres han trabajado en primera línea para combatir el virus en hospitales y centros de investigación del país. 

Pronto 80 científicas alzaron la voz. Entre ellas, Paola Romagnomi, docente de Nefrología, quien aseguraba que en Italia el 56 % de los médicos y el 77 % de los enfermeros son mujeres.

A ellas se unieron 16 senadoras, que escribieron en una carta dirigida a Conte: “Es evidente que en esta fase de reapertura del país no puede y no debe faltar la mirada, el pensamiento y los conocimientos de las mujeres”. La protesta cuajó en la decisión de incluir a varias expertas en los comités.

La senadora y neuropsiquiatra infantil Paola Binetti afirmaba recientemente que cualquier mujer, si hubiera tenido la capacidad de gestionar la pandemia, “habría puesto en el centro lo concreto del día a día y la relación”, evitando que la distancia física derivara en un distanciamiento social. Binetti forma parte del claustro de profesores del diplomado “Mujer en la Vida Pública: Feminismos e identidad católica en el siglo XXI”, que la Academia Latinoamericana de Líderes Católicos celebrará del 11 al 25 de julio. Los organizadores aseguran que el encuentro es fruto de la invitación del Papa Francisco a promover la participación de la mujer en la vida pública y en la Iglesia.

Cultura

Andrei Siniavski: creer por la sencilla razón de que Dios existe

La voz de Andrei Siniavski desde Rusia ilumina la cabeza y enciende el corazón de sus lectores. Merece la pena leerle para ensanchar nuestra atención a lo cotidiano y aprender así a hacer menos cosas e intentar –con la ayuda de Dios– hacerse mejor.

Jaime Nubiola·7 de julio de 2020·Tiempo de lectura: 4 minutos

Hace muchos años, casi cincuenta, me impresionó mucho una frase del escritor ruso Andrei Siniavski, que leí en alguna revista cultural o en algún texto periodístico de finales de los setenta. Decía así: “Hay que creer, no por la fuerza de la tradición, ni por miedo a la muerte, ni por si acaso. Tampoco porque haya alguien que nos obligue o infunda miedo, ni por una cierta idea de la humanidad, ni para salvar el alma o parecer original. Hay que creer por la sencilla razón de que Dios existe”. Tomé buena nota de aquella frase, que me interpelaba por su autenticidad, y la repetí con alguna frecuencia desde entonces.

Hace unos pocos meses he tenido ocasión de leer el libro de Duncan White Cold Warriors —cuyo subtítulo es Escritores que libraron la guerra fría literaria— en el que se explica con detalle las peripecias y dificultades de escritores como Orwell, Koestler, Greene, Hemingway y tantos otros que tomaron parte en la batalla literaria contra el comunismo desde los años 30, con ocasión de la guerra civil de España, hasta los años 90 del siglo pasado, cuando cayó la Unión Soviética. Pues bien, en ese libro sobre la guerra fría se describe con cierto detalle el proceso seguido en Moscú en febrero de 1966 contra el escritor Andrei Siniavski y su amigo poeta Yuli Daniel. Eran acusados de agitación y propaganda antisoviética por sus novelas aparecidas en el extranjero bajo pseudónimo.

El juicio —ampliamente criticado en la prensa occidental— duró tres días: Siniavksi fue condenado a siete años de prisión en un campo de trabajo en Mordovia, cerca del Volga, y Daniel a cinco. Hoy en día se considera que aquel juicio inicuo fue el principio del movimiento de disidencia soviética. “En aquel tiempo” —ha escrito Coleman— “ellos no se dieron cuenta de que estaban comenzando un movimiento que ayudaría a poner fin al gobierno comunista”.

De hecho, Siniavski cumplió seis años en diversos campos y tras su liberación emigró con su esposa y su hijo a París. La lectura en Cold Warriors de los detalles del proceso me hizo buscar qué había de Siniavski en castellano. En la cuarentena del coronavirus he podido leer despacio su libro La voz del coro (Plaza & Janés, 1978) —una mezcla de diario y de finas reflexiones literarias— que me ha impactado por su mirada atenta a los detalles, por sus poderosas metáforas y por muchas cosas más. Tiene afirmaciones que llegan hasta el fondo del alma —“En todo tiempo el arte ha sido más o menos un rezo improvisado” (p. 24); o “Los libros nos inclinan hacia la libertad, nos invitan a ponernos en camino hacia ella” (p. 38)— y metáforas deslumbrantes. Copio solo dos fragmentos de los muchos que me cautivaron.

El primero es una luminosa memoria de la infancia: “Los libros se parecen a una ventana cuando de noche se enciende la luz y se ilumina suavemente la estancia, centelleando con intermitencia los dibujos dorados de los cristales, de las cortinas, de los tapices y de alguien, invisible desde el exterior y oculto en el entreclaro de la comodidad, que constituye el secreto de sus moradores. Sobre todo cuando hace frío o hay nieve en la calle (mejor si hay nieve), se tiene la impresión de que en los pisos suena una música melodiosa y se pasean las hadas intelectuales bajo la protección de pantallas de colores. En mi infancia, deambular de noche por delante de las apartadas ventanas hacía que mi madre y yo soñásemos con un piso independiente y de tres habitaciones, acerca del cual ella me hablaba con entusiasmo al jugar conmigo a aquella vida en que yo sería ya hombre y podría comprar dicho piso […]. Decíamos: ‘Vamos a ver nuestro piso’. Y antes de acostarnos salíamos a pasear por los callejones cubiertos de nieve, donde teníamos a la vista tres o cuatro ventanas para elegir y que variaban de acuerdo con su iluminación” (p. 32).

En el segundo pasaje Siniavski comparaba su tiempo en prisión con un largo viaje en tren. Lo escribía en octubre de 1966 y me daba luz a mí 54 años después, en la larga cuarentena del coronavirus: “En lo psicológico, la vida en un campo de reclusos se parece a un vagón en un tren de largo recorrido. El tren representa el paso del tiempo cuyo transcurso hace sentir la ilusión de que una existencia vacía tiene plenitud y sentido. Independientemente de lo que haga uno, la ‘condena transcurre’; esto es, los días no pasan en balde, actúan a favor de uno y del futuro, lo que les da contenido. Y, como en el tren, los viajeros están muy poco predispuestos a ejecutar un trabajo útil, porque su permanencia en él depende del inevitable, aunque lento, acercamiento a la estación de destino. Pueden en la medida de lo posible vivir satisfechos; jugar al dominó, holgazanear, recostarse en el asiento y charlar sin preocuparse del tiempo perdido. El cumplimiento de la condena da a todas las cosas una buena dosis de utilidad” (p. 42).

Finalmente he podido localizar aquella cita que me había conmovido en mi juventud. Se encuentra en una breve colección de pensamientos publicada en francés en 1968 (Pensées Impromptues, Burgois, París, p. 76) y que no ha visto la luz en castellano. Llegué a ese librito a través de una referencia de esa cita hecha por Luigi Giussani en El sentido religioso: curso básico de cristianismo (p. 143). Añado otras dos frases de aquella misma obra: “Ya basta de hablar del hombre. Es hora de pensar en Dios” [Assez parlé de l’homme. Il est temps de penser à Dieu] (p. 51), y esta otra: “Dios me ha elegido” [Dieu m’a choisi] (p. 69). Se trata, sin duda, de frases lapidarias que llegan al corazón e iluminan la cabeza.

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Actualidad

Gitanos: miles de familias en situación de vulnerabilidad

Amplios sectores de la población gitana española se encuentran en una situación de seria desprotección debido al impacto del Covid-19. La Fundación Secretariado Gitano ha puesto en marcha, entre otras iniciativas, un Fondo de Emergencia Social #JuntoALasFamiliasGitanas, para atender las necesidades básicas de miles de familias gitanas vulnerables.

Carolina Fernández·7 de julio de 2020·Tiempo de lectura: 7 minutos

La situación de vulnerabilidad y de desigualdad que afecta a la población gitana era alarmante antes de la llegada de la crisis generada por el Covid-19. Con datos de 2018, el Estudio comparado sobre la situación de la población gitana en España en relación al empleo y la pobreza, señalaba que la pobreza y la exclusión afecta a más del 80 % de las personas gitanas, y que el 46 % es extremadamente pobre. Entre los/as menores, la tasa de pobreza infantil se sitúa en un 89 %, y un 51 % es extremadamente pobre. 

En relación al empleo, el estudio revelaba la baja presencia que tiene la población gitana en el mercado laboral, marcada por la precariedad y la débil protección, con una tasa de paro que alcanza el 52 % (lo que supone más de 3 veces la de la población general, del 14,5 %) y donde las mujeres gitanas padecen una clara desventaja, con una tasa de empleo que solo llega al 16 %.

Tan solo el 53 % de las personas ocupadas son asalariadas (más del 80 % para la población general), mientras que las personas autónomas representan el 47% (menos del 20% para la población general). Tan alta incidencia del trabajo autónomo se debe a la prevalencia de la venta ambulante, que continúa siendo la principal actividad laboral para las personas gitanas. Por lo que respecta a la situación educativa, solo el 17 % de la población gitana mayor de 16 años tiene completados estudios de ESO o superiores, y 6 de cada 10 niños y niñas gitanas no terminan la Educación Secundaria Obligatoria. 

Por último, en España todavía más de 9.000 familias gitanas viven en situación de infravivienda sin las condiciones mínimas de habitabilidad (en torno a 40.000 personas). De esos 9.000 hogares,  2.273 son chabolas en asentamientos  (alrededor de 11.000 personas), según el Estudio-Mapa sobre Vivienda y Población Gitana, 2015 (ver gitanos.org).

Esta crisis está situando a amplias capas de la población gitana española en una situación de seria desprotección en lo que respecta al disfrute de sus derechos fundamentales. El Covid-19 ha afectado en sus primeros embates a numerosas familias gitanas en varias Comunidades Autónomas. 

Desprotección

Si bien en un primer momento la prioridad ha sido la de informar y promover medidas sanitarias de prevención y contención, tras la declaración del Estado de Alarma en el país, estamos ante un nuevo escenario más complejo en el que se combinan nuevos riesgos sociales que se suman a la situación sanitaria y a la previa situación de alta vulnerabilidad que arrastra la población gitana.

Buena parte de las familias gitanas tienen en la venta ambulante su fuente básica de ingresos, ya de por sí precaria. El cierre de los mercadillos y la imposibilidad de realizar otras actividades, como la recogida de chatarra, la venta de fruta, u otras que procuraban algún ingreso diario, ha dejado a muchas familias en situación de emergencia social, sin ningún ingreso, y con serias dificultades para acceder a las ayudas previstas por el Gobierno para autónomos. 

Por otra parte, y a pesar de la imagen generalizada de que las familias gitanas son perceptoras de prestaciones sociales, sólo el 32 % de los hogares gitanos muy pobres las perciben. Especialmente preocupante es la situación en asentamientos, espacios donde hay escasa protección sanitaria y escasa presencia de servicios sociales y recursos públicos, y donde además la situación de salud de las personas, por el riesgo sanitario del entorno, supone patologías previas y, por tanto, son población de alto riesgo. Pero lo más acuciante en estos momentos es la carencia de alimentos y productos de primera necesidad como medicinas y productos de higiene. 

A pesar de los recursos habilitados por el Gobierno para paliar la emergencia social que están viviendo muchas personas, y de las recomendaciones de orientarlos a las familias más vulnerables, por distintos motivos, las ayudas no están llegando con la suficiente premura. Y estamos viendo cómo hay una falta de alimentos y de productos de primera necesidad en muchos hogares gitanos, ya de por sí en condiciones muy precarias y de extrema pobreza. 

Esta crisis, además, puede suponer un incremento aún mayor del nivel de fracaso escolar del alumnado gitano, marcado ya por la brecha digital y la desigualdad educativa de partida, y que ahora se está mostrando con claridad. El cierre de colegios e institutos, por otra parte, ha dado paso a un sistema que se basa fundamentalmente en recursos digitales. 

Una buena parte de las familias gitanas no cuenta ni con los equipos necesarios ni con las capacidades para utilizarlos. 

Una respuesta eficaz

Ante la crisis del coronavirus, la plantilla de más de 800 trabajadores y trabajadoras de la Fundación Secretariado Gitano está movilizada (teletrabajando y con actividad presencial en algunas sedes) desde más de 60 localidades de toda España, volcada en dar una respuesta eficaz a quienes más lo necesitan. Nuestra prioridad es estar cerca de las personas más vulnerables. Además, en estos momentos críticos, es clave continuar con la promoción social. “Hemos cambiado nuestros canales de comunicación, pero nuestra prioridad es estar cerca de las personas más vulnerables.” 

Hemos trabajado desde el inicio de la crisis en dos direcciones: reorientar el trabajo de nuestros equipos al apoyo y asistencia telefónica o telemática a las personas con las que trabajamos regularmente en nuestros programas; y en segundo lugar, haciendo incidencia política, trasladando a las administraciones públicas a todos los niveles (estatal, autonómica y local) las necesidades urgentes de muchas familias gitanas y ofreciendo propuestas concretas para paliar los efectos de esta crisis. 

Entre otras acciones, lo principal es estar junto a la comunidad gitana. Estamos en contacto permanente con las personas que participan en nuestros programas en toda España, vía teléfono, whatsapp, email, redes sociales… para conocer sus necesidades y orientar las posibles soluciones; así como para hacerles llegar toda la información relacionada con las medidas de protección y prevención que las autoridades sanitarias han difundido desde el comienzo de esta crisis. 

Acercamos los recursos disponibles. Difundimos la información esencial y fiable de las autoridades y favorecemos que las personas gitanas que lo necesiten accedan a los recursos disponibles (ayuda alimentaria, productos de higiene, etc.). 

Que nadie se quede atrás. Incidimos en los Gobiernos locales, autonómicos y estatal para que tengan en cuenta de manera urgente las necesidades de la población más vulnerable.

Se ofrece orientación laboral. Nuestros orientadores de toda España están informando sobre los nuevos trámites y gestiones online a autónomos, desempleados y trabajadores, personas afectadas por ERTE, etc., y se procura una forrmación online individual y grupal. Especialmente en esta crisis, estamos informando a vendedores ambulantes para que puedan aprovechar los recursos que se han puesto en marcha para paliar los efectos de  la crisis socioeconómica e incidiendo en propuestas al Gobierno para que no se queden fuera,  como la moratoria en el pago de deudas a la Seguridad Social.    

Además, continuamos combatiendo la discriminación, el discurso de odio antigitano y los bulos, y sensibilizando a la sociedad a través de las redes sociales y todas nuestras vías de comunicación online. 

Encuesta a 11.000 personas gitanas

Para conocer de manera rápida y sistemática la situación de los hogares de las personas participantes en nuestros programas, nuestros equipos han entrevistado telefónicamente a casi 11.000 participantes de nuestros programas, en 68 ciudades de 14 CCAA durante la semana del 30 de marzo al 3 de abril. El 58 % de las encuestas se han realizado a mujeres y el 42 % a hombres. El 15 % de las personas encuestadas son menores de 16 años (participantes de nuestros programas de educación o de atención a la infancia), el 46% a participantes de 16 a 30 años, el 21% de 30 a 40 años y el 18% a mayores de 40 años (las personas adultas son participantes principalmente de nuestros programas de empleo o de lucha contra la pobreza y la exclusión. Se trata de un Informe valioso porque supone una buena radiografía de la situación general de la población gitana en estos momentos.

Principales resultados

La principal conclusión es que hay una baja incidencia en los hogares gitanos por el Covid-19 (contagios, fallecimientos), pero que la situación más acuciante y que más preocupa a las familias es la de cubrir la necesidades básicas y de alimentación. Esto nunca les había ocurrido a las personas gitanas; el confinamiento tiene un efecto inmediato sobre la capacidad de ganarse la vida de gran parte de estas familias gitanas, que viven muy al día y subsisten con actividades precarias, a menudo irregulares y sin protección. Además, en contra lo que a veces se piensa, sólo un tercio de las familias en pobreza extrema, reciben prestaciones como la renta mínima.

En cuanto al acceso a necesidades básicas, debe destacarse que más del 40 % de entrevistados está teniendo problemas de acceso a la alimentación. Las familias están recibiendo ayuda sobre todo de la familia extensa o el vecindario (más del 40 %), seguido por las entidades sociales o las parroquias (más del 30 %) y después por la administración local (ayuntamientos).

Fondo de Emergencia Social

Además de continuar con la labor de promoción social que tradicionalmente llevamos a cabo, con carácter excepcional hemos puesto en marcha el Fondo de Emergencia Social #JuntoALasFamiliasGitanas para poder dar respuesta a esta emergencia social atendiendo las necesidades más urgentes de miles de familias gitanas.

Las donaciones que recibe el Fondo por parte de particulares, empresas y entidades se están transformando en bonos para alimentos y productos de primera necesidad como medicamentos o productos higiénicos para las familias que más lo necesitan. Para hacer esto posible, en la Fundación Secretariado Gitano estamos llegando a acuerdos con supermercados para materializar esas ayudas en tarjetas que las familias puedan usar para adquirir los alimentos y productos de primera necesidad y canalizando las donaciones de equipamientos recibidas de empresas para aquellas familias más afectadas por la brecha digital. 

Los equipos de la Fundación Secretariado Gitano en 14 Comunidades Autónomas están ya en contacto con miles de estas familias para detectar sus principales necesidades y ofrecerles el apoyo necesario de manera urgente. Las ayudas se distribuyen a nivel local en las distintas oficinas que la Fundación Secretariado Gitano tiene en España. A la hora de entregar las ayudas, se está dando prioridad a las familias más desprotegidas, es decir, a aquellos hogares con ingresos más bajos y con mayor número de menores a su cargo.

Propuestas a los poderes públicos

Desde el principio de la crisis nuestra propuesta a las administraciones ha sido la de actuar de manera urgente, activando a los servicios sociales municipales para que implementen de manera rápida y flexible las Recomendaciones del Gobierno para los asentamientos y barrios más vulnerables, y coordinen las ayudas de emergencia y entrega de alimentos en los barrios más desfavorecidos. Desde cada una de las ciudades en las que trabaja la Fundación Secretariado Gitano hemos reforzado la interlocución con las administraciones locales, pero también autonómicas y estatales para agilizar los procesos y ponernos a su disposición para canalizar y ayudar en el reparto de ayudas. 

Por otra parte, hemos solicitado ayuda económica de urgencia para los vendedores ambulantes. Las medidas aprobadas por el Gobierno para autónomos ayudan a paliar la situación de los vendedores ambulantes en parte, pero los criterios para su aplicación excluyen a un número de personas por el requisito de estar al corriente del pago a la Seguridad Social. Por eso pedimos que en estos momentos de necesidad, se flexibilicen los criterios para la percepción de estas ayudas. 

Pero de manera más estructural, hemos pedido, y nos felicitamos por su aprobación,  la puesta en marcha del Ingreso Mínimo Vital (IMV), que garantice ingresos suficientes a los hogares más desprotegidos. 

Creemos que este mecanismo puede ser la mejor herramienta para erradicar, prioritariamente, la pobreza extrema, y reducir la pobreza.

El autorCarolina Fernández

Subdirectora de Incidencia y Defensa de Derechos. Fundación Secretariado Gitano.

Vaticano

Un camino para el cuidado de la casa común, 5 años después de la Laudato si’

Un tiempo propicio para asumir la conciencia sobre la suerte de la creación y la responsabilidad de la aportación de cada uno. A cinco años de la Laudato si’, un libro explora buenas prácticas y acciones concretas para una ecología integral.

Giovanni Tridente·7 de julio de 2020·Tiempo de lectura: 5 minutos

A cinco años de la Laudato si’, diversos dicasterios de la Curia Romana, desde la Congregación para la Doctrina de la Fe al Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, desde el Dicasterio para la Comunicación a varios Pontificios Consejos, el Sínodo de los Obispos, diversas Conferencias Episcopales y numerosas Nunciaturas han elaborado un voluminoso libro titulado En camino para el cuidado de la casa común. 

Volver a proponer la riqueza de la encíclica

La finalidad de la publicación, que tiene más de 220 páginas, es volver a proponer la riqueza de los contenidos de la encíclica social que el Papa Francesco entregó a la Iglesia el 24 de mayo de 2015, ofreciendo una orientación sobre su lectura, sobre todo en relación con algunos aspectos operativos, además de favorecer la colaboración entre dicasterios de la Curia Romana e instituciones católicas, para subrayar las sinergias en la difusión y la puesta en práctica de la misma encíclica.

Más concretamente, escriben los autores, se quiere “reiterar la centralidad de la dimensión de la ecología integral en la vida de todos nosotros y ayudar a encontrar modalidades concretas para vivirla y ponerla en práctica a partir de la propia sensibilidad, pero sobre todo a partir de las exigencias del cuidado de nuestra casa común y de aquellos que la habitan, especialmente si se encuentran en las situaciones más difíciles y vulnerables”.

Se ha tratado de un trabajo bastante largo, iniciado en 2018 por deseo del Papa Francisco, que ha visto sucederse diferentes borradores, aunque manteniendo una cierta sencillez y un carácter sintético, privilegiando una dimensión más orientada a la acción, previendo toda una serie de situaciones en las que puede favorecerse una verdadera ecología integral, tanto en el ámbito nacional como en el internacional.

Visión global

La reciente emergencia sanitaria ligada a la pandemia de Covid-19 ha hecho aún más clara la necesidad de intervenir en este ámbito con una visión global, dado que “todo en el mundo está íntimamente conectado”, como escribe el Santo Padre en Laudato si’. Un tiempo propicio para tomar decisiones concretas y ricas en responsabilidad en cualquier ámbito, desde la educación a la cultura, desde la política a la ciencia y a la economía. 

El eje del volumen es fundamentalmente una respuesta detallada a la pregunta “¿qué hay que hacer?” (para una conversión verdaderamente ecológica), y no es casualidad que quien antes ha dado ejemplo haya sido precisamente la Ciudad del Vaticano, que desde hace años ha acometido numerosas iniciativas en tutela y respeto del ambiente, desde la producción de energía eléctrica sin emisiones de sustancias contaminantes (paneles fotovoltaicos) a nuevos sistemas de iluminación que permiten ahorros energéticos de hasta el 80 %, desde la eliminación total del uso de pesticidas en los jardines a la plantación de centenares de nuevos árboles de altos troncos, desde el uso de vehículos eléctricos a un porcentaje importante de recogida diferenciada de residuos. Algunas de estas informaciones están recogidas en la parte final del volumen.

La Santa Sede se adherirá también a la enmienda de Kigali al Protocolo de Montreal sobre las sustancias que empobrecen la capa de ozono, instrumento dirigido a responder tanto al problema del llamado “agujero de ozono” como fenómeno de los cambios climáticos, como ha anunciado a los periodistas Mons. Paul Richard Gallagher, Secretario para las Relaciones con los Estados en la Secretaría de Estado.

Ofrecer experiencia

El enfoque del libro está indicado en la introducción, donde se explica que “la Iglesia no tiene un catálogo preestablecido de soluciones que ofrecer, y menos aún que imponer. Más bien ofrece su experiencia en los siglos y en los diversos contextos geográficos, así como un corpus de enseñanzas sociales, de contenidos y de principios elaborados en el tiempo, así como un método para reflexionar juntos sobre tales soluciones: el diálogo”. 

Todo ello se plantea “combinando perspectivas diversas y complementarias: las riquezas de la fe y de la tradición espiritual, la seriedad del trabajo de investigación científica, la militancia y el compromiso concreto para conseguir un desarrollo humano integral justo y sostenible”.

Orientación práctica

El volumen está subdividido en dos grandes capítulos con doce ámbitos específicos cada uno, respecto a los cuales se mencionan “tanto buenas prácticas como pistas de acción”. 

El primer capítulo es relativo a la conversión espiritual y a la educación (vida humana, familia y jóvenes, escuelas, universidades, educación permanente e informal, catequesis, diálogo ecuménico e interreligioso, comunicación), mientras el segundo está centrado en la actuación del desarrollo humano integral en la óptica de la ecología integral (alimentación, agua, energía, ecosistemas, mares y océanos, economía circular, trabajo, finanzas, urbanización, instituciones y justicia, salud y clima).

Los autores consideran importante precisar que las propuestas que ofrecen han de entenderse de modo integral e integrado, porque si se privilegian algunos aspectos respecto a otros se dificulta una solución duradera de los problemas. 

Han de entenderse también según un principio de subsidiariedad, en el sentido de que en cada caso se valorará si competen a la persona individual, a la familia, a la comunidad, a los cuerpos intermedios o al Estado y a los órganos supranacionales. Todas, finalmente, conservan una importante componente educativa, que ve implicados sobre todo a los padres, al sistema escolar en general, a las instituciones religiosas, al mundo de la cultura y al de la comunicación.

Un Año especial

La difusión de este libro tan amplio es parte de las iniciativas del Año especial dedicado a Laudato si’, que el Papa Francisco anunció al final del Regina Coeli del 24 de mayo, aniversario de la publicación de la encíclica, y que es coordinado por el Dicasterio para Servicio al Desarrollo Humano Integral, dirigido por el Cardenal Peter Turkson.

Una primera pista de este “Jubileo de la Tierra”, como se lo ha definido, tuvo lugar del 16 al 24 de mayo con la “Semana Laudato si’”, una serie de iniciativas, también espirituales, que han involucrado a los católicos en la reflexión sobre cómo podemos construir un futuro más justo y sostenible. La audiencia general del Papa Francisco esa semana también estuvo dedicada al “misterio de la creación”.

Este año especial incluirá la iniciativa “Tiempo de la creación” (1 de septiembre – 4 de octubre de 2020), una celebración de oración y acción que involucra a cristianos de todas las confesiones en todo el mundo, a la que se unen los católicos desde 2015 a instancias del Santo Padre; el Día Mundial de Oración para el cuidado de la creación, que se celebra el 1 de septiembre; el evento, pospuesto por el Covid-19, Global Compact Education (15 de octubre de 2020), convocado por el Papa Francisco y dirigido a representantes de las principales religiones, representantes de organismos internacionales y de las diversas instituciones humanitarias, del mundo académico, económico, político y cultural que firmarán este pacto educativo global; el encuentro, también pospuesto, The economy of Francesco (21 de noviembre de 2020), que reunirá a economistas y empresarios en Asís, la tierra de san Francisco, para hacer un pacto en favor de una economía más justa, fraterna y sostenible, y que dé un nuevo protagonismo a quienes hoy están excluidos.

Objetivos Laudato si’

El Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral ha lanzado también una plataforma vinculada a grupos e instituciones que durante el aniversario especial de Laudato si’ se comprometerán públicamente a comenzar un recorrido de 7 años hacia la sostenibilidad total en la óptica de la ecología integral; esto implicará a familias, diócesis, escuelas, universidades, hospitales, empresas y fábricas, y órdenes religiosas.

Se pedirá a estos grupos que hagan suyos los OLS (Objetivos de Laudato si’), principalmente como una respuesta al “grito de la Tierra” (energía limpia renovable), al “grito de los pobres” (defensa de la vida humana desde la concepción hasta la muerte y de todas las formas de vida), adoptando una “economía ecológica” (producción sostenible, inversiones éticas) y un “estilo de vida simple” (sobriedad en el consumo y mayor uso del transporte público), implementando una “instrucción ecológica” (creando conciencia y estimular para la acción completa), una “espiritualidad ecológica” (enfoques ecológicos en catequesis, oración, formación) y enfatizando la “participación comunitaria y la participación activa” (campañas de sensibilización, etc.)

Finalmente, el DSDHI ha establecido un Premio anual Laudato si’, para alentar y promover iniciativas individuales y comunitarias a favor del cuidado de la casa común, dirigido a líderes, familias, escuelas, comunidades de fe, para la mejor iniciativa y la mejor producción académica o artística.

“Todos los fieles cristianos, todos los miembros de la familia humana pueden contribuir a tejer, como un hilo sutil, pero único e indispensable, la red de la vida que abraza a todos”, escribió el Papa Francisco en el Mensaje para el Día Mundial de la Creación el año pasado. “Sintámonos involucrados y responsables en cuidar la creación a través de la oración y el compromiso. Que Dios, ‘amante de la vida’ (Sab 11, 26), nos dé el valor de hacer el bien sin esperar a que otros comiencen, sin esperar a que sea demasiado tarde”.

Mundo

Prelados congoleños ven en el Covid-19 una oportunidad para el futuro

De la negación al pánico. Sin embargo, tras dos meses de pandemia, los congoleños están sorprendidos por el número relativamente bajo de afectados. El cardenal y altos prelados ven las consecuencias del Covid-19 como una oportunidad para la Iglesia y la sociedad.

Vianney Mugangu·5 de julio de 2020·Tiempo de lectura: 6 minutos

En diciembre de 2019, cuando se preparaban las fiestas navideñas, si a algún congoleño se le hubiera dicho que su vida se vería radicalmente afectada en los próximos seis meses por un virus oscuro llamado Covid-19 proveniente de China, no lo habría creído y se habría reído mucho… Risas porque China parece estar muy lejos, aunque algunos compatriotas están haciendo allí buenos negocios. 

A finales de 2019, seguíamos aún sin preocuparnos demasiado, a pesar de las noticias sobre un cierto coronavirus que estaba en su apogeo en China, y que comenzaba a afectar a ciertas regiones de Europa. Estábamos tan poco interesados ​​con esta noticia distante y recurrente que incluso tenía un lado aburrido.

Sorpresa, escepticismo y pánico

Pues bien, llegó la sorpresa. A principios de marzo de 2020, tres meses después, nos enteramos del primer caso conocido de coronavirus en Kinshasa, la capital de la República Democrática del Congo. Provenía de una ciudad europea debido al intenso tráfico aéreo entre nuestro país y este continente. ¡El peligro no estaba tan lejos! Estaba en el aire y el estrés del contagio ya se estaba insinuando. 

Las autoridades civiles tomaron en serio la amenaza y, después de aislar el caso sospechoso, impusieron medidas para evitar la propagación de la enfermedad entre la población de la capital, aislándola del resto del país, aunque la enfermedad ha progresado en las provincias.

El 17 de junio de 2020, las once provincias afectadas eran Kinshasa, 4.772 casos; Congo Central, 246; Kivu del Sur, 108; Alto-Katanga, 72; Kivu del Norte, 54; Tshopo, 3; Ituri, 2; Kwilu, 2; Kwango, 1; Alto Lomani, 1; Ecuador, 1. En total, 112 fallecidos y 613 curados.

Todos sabían que la promiscuidad y la falta de higiene, bien conocidas en los barrios populares, podrían causar una explosión de la pandemia en proporciones alarmantes. Lo que estaba sucediendo en España, en Francia y especialmente en Italia, nos puso la piel de gallina.

A pesar de que algunos cayeron enfermos, gran parte de la población permaneció escéptica, generalmente por ignorancia. En conversaciones privadas, hubo un comentario frecuente: “¿Dónde están las víctimas de esta enfermedad? ¡No vemos ninguna!”. O escuchamos decir: “¡Este Covid 19 es solo un pretexto para que nuestras autoridades atraigan la ayuda internacional!”.

Pero dado que el número de víctimas aumentaba significativamente, las cosas han cambiado. Hemos pasado de la negación al pánico, hasta el punto de que las personas infectadas se sienten avergonzadas de anunciarlo a sus familiares. Peor aún, la población comenzó a evitar y abandonar los hospitales donde se trata a pacientes que padecen coronavirus. 

La mano de la Providencia

Después de dos meses de pandemia, estábamos sorprendidos por el número relativamente bajo de víctimas de Covid 19 en África. Se han presentado varias razones: la juventud de la población congoleña, cuando sabemos que el factor edad es muy importante entre las víctimas; la hipótesis, aún por demostrar, de un tipo de inmunidad que resultaría de los medicamentos contra la malaria que estamos acostumbrados a tomar en estas latitudes; otra hipótesis aún por demostrar, 

las altas temperaturas tropicales…

Pero una cosa es cierta: después de tres meses de Covid 19, los países europeos más afectados ya alcanzaron los treinta mil muertos, mientras que en el Congo, en el mismo período a tiempo, apenas llegamos a cien víctimas. Muchos han percibido, en esta indulgencia en el número de víctimas del coronavirus, como una protección especial de la divina Providencia, que ha protegido a los países menos preparados para enfrentar esta catástrofe. 

El número de víctimas ciertamente ha aumentado en las últimas semanas, pero estamos lejos de los cientos de muertes por día que Europa experimentó en el momento más difícil de la pandemia. Dios cuida a sus hijos más débiles, piensa por lo bajo un buen número de creyentes… Los africanos, en su legendaria religiosidad, están convencidos de que la divina Providencia interviene y ha intervenido. De hecho, los medios para afrontar la crisis no están del todo concentrados, tanto en términos de instalaciones de salud como de equipos para hacer frente al gran desastre que temíamos.

Problemas en estructuras de salud

Las autoridades congoleñas han tomado ciertas medidas valientes para frenar la enfermedad y tratar a los infectados: se han designado hospitales especialmente autorizados para recibir a los enfermos; se ha declarado la urgencia sanitaria para acelerar la toma de decisiones; los recursos financieros se han dirigido al sector de la salud.

En la capital, entre los hospitales seleccionados, está el Centro Hospitalario Monkole, del que soy capellán. Uno de los mejores centros de salud de la ciudad, con unas doscientas camas. Se encuentra a las afueras de la capital, Kinshasa. 

Como los otros centros, este hospital, de carácter civil pero de inspiración cristiana, aisló parte de sus instalaciones para alojar exclusivamente a pacientes de Covid-19. Tan pronto como se abrió este Centro Covid, con una capacidad de alrededor de cuarenta camas, se vio completo.  

De hecho, desafortunadamente, los pacientes con coronavirus todavía son estigmatizados y evitados en los hospitales congoleños. Aquí, uno de los pacientes curados anotó, recientemente, agradecido: “Aquí no fui tratado como un paciente, ¡sino como un hermano!”. Muchos pacientes deben ser trasladados a otros lugares porque las plazas disponibles son limitadas.

Una situación eclesial sin precedentes

Las autoridades han tomado medidas para frenar el contagio: uso obligatorio de mascarillas; prohibición de reuniones públicas de más de veinte personas y, por lo tanto, del culto religioso.  Se estima que la población congoleña actualmente es de alrededor de 70 millones, casi la mitad de los cuales son católicos. Para apoyar a la autoridad civil, la Conferencia Episcopal del Congo (CENCO) también decretó la suspensión de celebraciones y otras actividades parroquiales. Las actividades eclesiales se han reducido significativamente, debido a la ausencia de Misas y la celebración de otros sacramentos.

Dos miembros eminentes del Episcopado congolés —el arzobispo de Kinshasa, cardenal Fridolin Ambongo y el obispo de la diócesis de Molegbe, Monseñor Dominique Bula Matari—, nos han concedido amablemente sendas entrevistas, en las que se refieren a la situación pastoral actual, y a la postpandemia. El arzobispo de Kinshasa admitió las dificultades causadas por esta circunstancia: “¡Estamos bloqueados! Nuestro funcionamiento normal está comprometido. Ya no sabemos cómo reunirnos para las celebraciones dominicales e incluso a nivel de las comunidades eclesiales de base. El Pastor no puede hacer visitas pastorales; las ovejas ya no pueden ver al pastor…”. 

El cardenal subrayó también las dificultades económicas: las finanzas de la archidiócesis se ven afectadas por el hecho de que las ofrendas de los fieles son escasas porque normalmente tienen lugar durante las celebraciones parroquiales. Sin embargo, se muestra contento al señalar que, hasta el momento de nuestra entrevista, ningún clérigo había fallecido como resultado de la pandemia. 

De manera positiva, el cardenal Ambongo estaba encantado con los ecos que le llegaron sobre el hecho de que muchas personas han regresado a la oración familiar por la noche. Otra razón para alegrarse ha sido que los fieles católicos continuaron apoyando a sus sacerdotes en la parroquia y se manifestó una oleada de solidaridad. “Todas las parroquias siguen a cargo de los fieles”, señaló el cardenal congoleño, con satisfacción y optimismo.

Como un tiempo de “retiro espiritual”

La diócesis del arzobispo Dominique Bula Matari, el segundo entrevistado, se encuentra en Molegbe, en el noroeste del país. Concretamente en la antigua provincia de Ecuador, a unas dos horas en avión desde Kinshasa. Está al frente de una comunidad católica de casi 1,5 millones de personas. A pesar de las dificultades de este período, el obispo de Molegbe siempre mantuvo una sonrisa franca en su rostro cuando nos recibió. Lamentó que esta pandemia haya desorganizado todo su plan pastoral para este año: “No puedo hacer las visitas pastorales porque no podemos reunir a la gente”

Su principal preocupación ha sido asegurar que los fieles pudieran participar en Misa por radio, porque la población rural, en su mayor parte, no tiene acceso a la televisión. Pero su diócesis es pobre y ni siquiera tiene radio; entonces pidió a sus sacerdotes que usaran las radios que operan en la región para brindar asistencia a los fieles. Sin embargo, estos últimos reclaman la Comunión. Y no tiene otra solución, por ahora, que aconsejar la Comunión espiritual mientras se espera el regreso a la normalidad. Esta diócesis del interior, como la mayoría de las diócesis en el Congo, se ha visto gravemente afectada económicamente ya que la mayoría de sus recursos provienen de las colectas dominicales. El obispo ha invitado al clero y a los laicos de su diócesis a “aprovechar este tiempo como un retiro espiritual” para avanzar más en su intimidad con Dios. Él también estaba contento con el “regreso a la iglesia doméstica”, porque estamos redescubriendo la oración familiar presidida por el Padre… También alimenta la esperanza de que en el futuro podamos apoyarnos en esta experiencia para promover la catequesis, al menos en parte, dada por los propios padres.

Después del Covid: lo que debería cambiar

Sin embargo, mirando de cerca, todo no está siendo tan negativo durante este paréntesis, que aún dura, de la pandemia. ¡Ni mucho menos! Los dos miembros de la jerarquía congoleña están convencidos de ello. 

En muchas áreas podemos presenciar un progreso auténtico en la sociedad y en la Iglesia. En el plano eclesial, sin duda, el redescubrimiento de la grandeza del don de la Misa dominical y del cuidado material de la Iglesia por parte de los fieles. Podrán involucrarse más porque este período está demostrando aún más claramente que la Iglesia solo sobrevive gracias a las contribuciones de sus fieles.

A nivel individual, la higiene está volviendo a los lugares públicos. Todos sabemos ahora que el simple acto de lavarse las manos puede prevenir muchas enfermedades. También el redescubrimiento de la familia, como un cálido refugio en las dificultades de la vida, debe fortalecerse y contar con el apoyo del Estado. 

Por tanto, las consecuencias de la pandemia del Covid-19 podrían ser también una oportunidad para el futuro en el que la Iglesia y la sociedad congoleña puedan emerger más saludables y vigorosas. “¡Todo contribuye al bien de los que aman a Dios! (Romanos 8, 28).

El autorVianney Mugangu

Capellán del hospital Monkole de Kinshasa, República Democrática del Congo.

Ecología integral

En el quinto aniversario de Laudato si’

A los cinco años de la publicación de la encíclica Laudato si’, el Papa Francisco ha anunciado un año dedicado a reflexionar sobre su primera encíclica social y segunda del pontificado. Los autores se refieren a la aportación de la empresa a la ecología humana, a partir del paradigma antropológico.

Nuria Chinchilla·5 de julio de 2020·Tiempo de lectura: 3 minutos

Texto Miguel Ángel Ariño y Nuria Chinchilla, Profesores del IESE Business School, Universidad de Navarra

Hace un lustro hubo quienes se sorprendieron de que, con tantos problemas como acucian al mundo, la primera iniciativa pastoral en forma de encíclica del nuevo Papa (tras la encíclica inicial Lumen fidei) se dedicara a un tema aparentemente tan mundano como la preservación del medio ambiente. También hubo quien lo celebró diciendo que ya era hora de que la Iglesia se ocupara de un tema tan importante como este. En cualquier caso, este documento causó sorpresa.

El Papa Francisco nos recordaba que Dios creó el mundo para “el hombre”, para todos los hombres (“varón y mujer los creó”) de todas las generaciones. El hombre es la razón de ser del mundo creado. Pero la centralidad del hombre en el mundo no lo coloca en la situación de un dominio déspota, sino para que lo trabaje, lo cultive, lo mejore y se desarrolle como persona en los distintos ámbitos (empresa, familia y sociedad). De hecho, Dios dejó el mundo incompleto -no creó las casas, ni los caminos, ni internet-, previendo que lo completáramos nosotros con el ingenio que nos dio. Cada uno de nosotros tiene, pues, la responsabilidad de mantener el mundo en condiciones para poder desarrollarse en él con sus coetáneos y para las futuras generaciones. 

Pero es sobre todo a través de la actividad empresarial y de las decisiones de sus directivos como se impacta más en el medio ambiente y en la ecología humana.

Hay dos paradigmas de empresa o cosmovisiones que conllevan impactos opuestos: la oxigenación, o la contaminación medioambiental y social. Uno es la empresa como simple instrumento de obtención de beneficios económicos. Es el prisma mecanicista: cuánto mayores sean los beneficios económicos, mejor estará cumpliendo la empresa con sus funciones, siendo el medio ambiente y las personas meros instrumentos al servicio del beneficio. Esquilmar los recursos que ofrece la tierra es algo connatural a la actividad empresarial, y pensar en las necesidades de generaciones futuras que todavía no están en el mundo sería un sinsentido.

El paradigma antropológico, alineado con la encíclica, concibe la actividad empresarial como medio para satisfacer las necesidades humanas de todos los hombres. Esta concepción de la actividad económica coloca al hombre y sus necesidades en el centro. No lo instrumentaliza, sino que le sirve. Respeta el entorno natural como medio en el que el hombre se desarrolla como persona, y se preocupa de preservarlo para el hombre de hoy y de mañana. En definitiva, tiene en cuenta la ecología humana entendida como todos aquellos aspectos de la realidad, tanto materiales como inmateriales, que permiten o dificultan ese desarrollo.

De la misma manera que hubo un tiempo en el que ignorábamos el impacto negativo de nuestras industrias sobre el medio ambiente, todavía hoy muchas empresas ignoran su contribución a la destrucción de la ecología humana. Contaminan sus propias organizaciones y la sociedad con unas prácticas que las perjudican y deshumanizan, cuando no permiten que sus empleados cumplan sus roles como miembros de una familia y de una comunidad.

Preservar la salud social y la ecología de las personas, de las familias y de las comunidades humanas es tan importante y urgente para la economía como preservar el medio ambiente, cuyo deterioro no deja de ser consecuencia del deterioro de la ecología humana. 

Empresarios y directivos son una piedra angular de la empresa y en la sociedad. De sus decisiones dependen la vida y el desarrollo tanto profesional como personal y familiar de muchas otras personas. Ellos son los que crean la cultura organizativa en la que viven y respiran los empleados, que puede ser oxigenante o intoxicante. De ellos depende la creación de nuevos entornos de confianza capaces de dar la vuelta al ciclo negativo y contaminante de la ecología humana al que ha dado lugar el paradigma mecanicista. 

Hay que volver a poner a la persona humana en el centro del triángulo de la sostenibilidad. Ello requiere analizar el modelo de persona con el que se opera y utilizar la gafa del paradigma antropológico, el único que permite que una persona se desarrolle al completo, porque la ve tal cual es: un fin en sí mismo, con un valor único e irrepetible. La concepción antropológica de empresa construye instituciones con valores, promoviendo el desarrollo de los motivos trascendentes de las personas, los únicos que construyen comunidades humanas consistentes, confiables, comprometidas y, por ende, sostenibles. Trabajar con seres humanos completos, teniendo en cuenta sus necesidades y responsabilidades familiares, ayudando a satisfacerlas siempre que sea posible, conduce además a una mayor productividad y competitividad.

El autorNuria Chinchilla

Profesora del IESE Business School, Universidad de Navarra

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Experiencias

El modelo de compliance en una entidad eclesiástica, a debate

La implantación de programas de cumplimiento normativo (compliance) en una entidad eclesiástica fue objeto de análisis en un ForoPalabra que ha tenido lugar de forma virtual en junio. La sesión se centró esta vez en los modelos más razonables para una diócesis imaginaria, sus parroquias, y sus instituciones y actividades.

Rafael Miner·2 de julio de 2020·Tiempo de lectura: 9 minutos

Poner en marcha modelos de cumplimiento normativo en las organizaciones contribuye a la exención de responsabilidad penal por descuido de la vigilancia debida y es, sobre todo, un aliado estratégico para la implantación de una cultura ética que respete los valores más profundos de la entidad. 

En consecuencia, contar con un programa de regulación y cumplimiento legal en las entidades eclesiásticas es una necesidad que se aprecia cada vez más insoslayable.

Ese fue uno de los principales mensajes enviados en el ForoPalabra del año pasado por los ponentes, Alain Casanovas, responsable de servicios de Legal Compliance en KPMG España, y Diego Zalbidea, profesor de Derecho Patrimonial Canónico en la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad de Navarra. Un coloquio organizado por la revista Palabra, que tuvo lugar en una céntrica sede madrileña del Banco Sabadell.

Aquel foro dejó los asistentes el deseo de concretar más un eventual modelo de compliance, lo que ha podido cumplirse el pasado mes de junio, de modo virtual, con decenas de participantes que formularon numerosas preguntas a los mismos ponentes. El tema del ForoPalabra ha sido Implantación de un programa de Compliance en una entidad eclesiástica. Case study.

Presentó el webinar el director de Palabra, Alfonso Riobó, quien cedió la palabra al director de Instituciones Religiosas del Banco Sabadell, Santiago Portas, y luego a los ponentes. El coordinador técnico de la sesión fue el responsable informático de la archidiócesis de Burgos, José Luis Pascual, y se contó también con la colaboración del Centro Académico Romano Fundación (CARF).

Participaron numerosas personas, tanto desde España como desde varios países de América. Entre ellos se contaban responsables de entidades eclesiales: conferencias episcopales, diócesis, vida consagrada, asociaciones, movimientos y otras instituciones; así como abogados, profesores y otros interesados.

Método del caso: una diócesis imaginaria

A la celebración de la sesión formativa precedió el estudio por parte de los asistentes de un caso práctico (“case study”), que elaboró para esta ocasión el profesor Diego Zalbidea. El caso se articuló en torno al esquema institucional y a las actividades desarrolladas por una diócesis imaginaria, desarrolladas por entidades de diverso orden y categoría. La diócesis diseñada fue de tipo medio-grande; por ejemplo, a título indicativo, constaba de 315 parroquias con 280 sacerdotes, y 1.145 empleados en las organizaciones de todo su perímetro de consolidación. Para organizaciones eclesiásticas diferentes de la diócesis, el caso planteado servía en todo caso de paradigma.

Sobre la base de esos datos, se propuso el trabajo conducente a la implantación de programas de cumplimiento normativo para las diversas actividades. El primer paso, y fundamental, según la propuesta de Diego Zalbidea para el conjunto de la sesión, fue determinar la arquitectura del modelo de compliance. Si se tratara de entornos muy sencillos —por ejemplo, en caso de que existiera una sola entidad que lleve a cabo una única actividad— quizá este primer paso podría resultar superfluo; pero se hace más necesario a medida que crece la complejidad, y desde luego lo es en el caso-tipo el planteado, donde hay una variedad de entidades y que desarrollan actividades diferentes.

La determinación de la arquitectura del modelo permite identificar aspectos como: a) el nivel de centralización del entorno de control, de lo que depende que pueda ser necesario un solo órgano de compliance a nivel de la diócesis, que hayan de existir varios órganos independientes, o que puedan combinarse un órgano central con delegados en las distintas actividades; b) el nivel de supervisión, pues en algunas situaciones puede bastar que el órgano se limite a señalar directrices, en otros casos debe dar instrucciones y supervisar su cumplimiento, y finalmente puede hacer supuestos en los que deba ejecutar directamente las actividades de control.

La arquitectura resultante no tiene por qué ser uniforme en los distintos niveles; además, podría ser centralizada en relación con algunas actividades que lo requieran y descentralizada en relación con otras.

Una vez definida la arquitectura del modelo se puede pasar a determinar el órgano u órganos de compliance, así como su composición; a fijar el nivel de supervisión; a determinar (mediante protocolos) algunos elementos esenciales como las políticas básicas y los canales de comunicación; a determinar el número de evaluaciones de riesgo que hay que desarrollar; y a elaborar los documentos que describirán el modelo.

Una organización compleja

“En organizaciones pequeñas, o en una empresa pequeña, el compliance no tiene excesiva dificultad. Sin embargo, cuando hablamos de organizaciones complejas, como es el caso de una diócesis, nos asaltan un montón de dudas”, señaló en su intervención Alain Casanovas.

“En una diócesis se llevan a cabo actividades muy diversas por entidades de naturaleza muy distinta también. Significa eso que hemos de tener un modelo de compliance alineado con esas buenas prácticas que veíamos. ¿Pero hemos de tener un modelo en todas y en cada una de las entidades, lo hemos de tener por actividades, lo hemos de tener a nivel de diócesis? ¿Cómo lo debemos de tener?”. Fue un conjunto de cuestiones cuya respuesta fue desgranando el experto de KPMG, bien en su intervención, o en las respuestas a las preguntas que se fueron formulando, junto al profesor Diego Zalbidea. 

En síntesis, Alain Casanovas distinguió “entre modelos centralizados, modelos descentralizados, y modelos híbridos. Los modelos centralizados son aquellos donde hay una concentración en la toma de decisiones, e iríamos a un modelo de compliance centralizado, bien de nivel 1, donde el sistema es muy verticalizado, o de nivel 2”. El modelo 2 sigue siendo el corporativo, “pero las entidades tienen cierto nivel de autonomía, se les van dado directrices, y se asegura que las cosas se hacen bien. En todo caso, hay un nivel de supervisión elevado”. 

“En el punto 3 hablaríamos de una diferenciación de competencias. Sería, salvando todas las distancias, como las competencias del Estado y las de las comunidades autónomas. Es decir, algunas competencias son de la entidad, y otras son claramente de la casa principal, de la matriz”.

“El escenario 4 es el de plena autonomía, en el que cada una de las entidades, con sus actividades, disfruta de plena autonomía y tiene autonomía de gestión y la capacidad de tomar sus decisiones. Es el escenario completamente opuesto al de una gran unidad en la toma de decisiones, el nivel 1”.

En un modus operandi descentralizado, donde hay actividades centrales y otras más a nivel de actividad o de entidad, “iríamos a modelos híbridos, y luego si es descentralizado, a modelos descentralizados”, añadió el abogado.

Ventajas, inconvenientes

“En los modelos centralizados, a nivel central se tiene una visión muy detallada de todo lo que pasa, y se puede ejercer esta prevención, detección y gestión temprana de incidentes de forma uniforme y consistente en todo el perímetro. Existe una gran capacidad de poner un modelo de compliance monopolítico en toda la organización”.

“El gran inconveniente es que los modelos centralizados producen un entorno muy propicio a la contaminación de responsabilidades”, añadió Alain Casanovas. “Es decir, en un incidente en una entidad dentro del perímetro de este gran conglomerado de entidades y actividades, es muy fácil que esa responsabilidad legal —ya no hablamos sólo del tema de imagen—, se transmita, acabe subiendo a todo el grupo. Al final, se acaban pidiendo explicaciones y responsabilidades a nivel de grupo”.

Los modelos híbridos, que son una mezcla, tienen también ventajas e inconvenientes, señaló. “La ventaja es que se ciñen muy bien a las necesidades locales. Es más fácil hacer una buena gestión cuando se tiene proximidad a la actividad, incluso geográfica.

Relativo a las parroquias

En cuanto a lasparroquias, “deberíamos preguntarnos: ¿una parroquia qué nivel de autonomía tiene? ¿Puede hacer lo que quiera? De este modo podemos estudiar si puede tener un modelo de compliance concreto, o sin más la traslación del modelo de compliance de la entidad o del organismo del que dependa. Esto nos determinará el nivel de supervisión”, señaló Alain Casanovas.

El profesor Zalbidea informó que “en estas sesiones están participando bastantes párrocos. Habrá parroquias que tiene recursos y pueden hacerlo, pero en España hay 23.000 parroquias y la mayor parte no son capaces de tener un órgano de compliance, sino que parece necesario que desde la Curia les apoyen y establezcan los parámetros”.

Cuestiones prácticas

Algunas preguntas quisieron ahondar más en cuál sería el modelo razonable de compliance para una diócesis; en los pasos que podría dar la Conferencia Episcopal (CEE), y en las curias diocesanas. He aquí un extracto de algunas de las respuestas en el coloquio conducido por el profesor Diego Zalbidea. Las iniciales corresponden a los ponentes citados:

A.C.: “En una diócesis compleja, con muchas actividades, no hay una respuesta universal para implantar un modelo. Quizá podemos acabar en un modelo híbrido porque es lo más normal. En el caso de una diócesis se comparten un proyecto común y una imagen común. Eso es obvio. Este hecho nos lleva a modelos o centralizados o híbridos”.

D.Z.: “Soy de la misma opinión”.

A.C.: “Mi conocimiento de las actividades de una diócesis es mucho más limitado que el del profesor Zalbidea, pero seguramente iríamos por un modelo híbrido donde hubiera un ámbito de políticas y de controles básicos, y hablo de un mínimo de mínimos. Visto desde fuera y con todas las salvedades, lo que tiene sentido es un modelo con un entorno de control y de parámetros de conducta, de políticas, que sea común, y a partir de ahí, desarrollarlo a nivel local, con delegados o con modelos propios dependiendo del nivel de autonomía de las actividades”.

D.Z.: “Preguntan qué pasos debería dar la Iglesia en este campo; en las diócesis, la propia Conferencia Episcopal…”.

A.C.: “Hay asuntos de toma de decisiones que se me escapan muchísimo. Quizás desde la Conferencia Episcopal una aproximación sería establecer un modelo de mínimos de diócesis, para que esas diócesis vayan haciendo cascada aguas abajo, pero que se exija un común denominador. En ‘compliance’, en lo que se refiere a grupos grandes mercantiles, que son las que conozco más, no va bien la falta de coherencia. Quizá a nivel de Conferencia Episcopal, puede establecerse un mínimo común denominador a nivel de diócesis, y que las diócesis, a partir de ese mandato, lo fueran trasladando hacia abajo, y tuviéramos un común denominador en todas las diócesis, adaptado a las singularidades de cada una de ellas”. 

D.Z.: “El tema ahí es que la Conferencia Episcopal como tal no tiene competencias normativas en la mayoría de estos delitos con respecto a las diócesis. Otra cosa sería solicitar a la Santa Sede una delegación especial para dar una normativa específica para todas las diócesis”.

D.Z: “Otra pregunta. La Curia tiene un papel central en el gobierno de la diócesis, donde se gestan la mayor parte de las decisiones. ¿Sería la Curia el departamento en el que deben concurrir y sintetizarse los programas de compliance”?

A.C.: “Tiene todo el sentido. Pero habría que ver si se cumplen los parámetros internacionales de independencia y autonomía. Pero en líneas generales tiene sentido”.

Z.B.: Llegan preguntas también canónicas. Dentro de un organigrama estándar de una curia diocesana, ¿dónde situaríamos al delegado de compliance? Y conectada con ésta, ¿quién podría asumir ese papel dentro de una diócesis, y dónde habría que colocarlo?

A.C.: “Los estándares exigen que sea una posición cercana a los órganos de gobierno. Porque sus objetivos son de supervisión y asesoramiento, pero no son de decisión. El órgano de compliance o el compliance officer no adoptan decisiones, son una pieza en la cadena, que vigila que se cumplan las leyes y los compromisos asumidos por la organización, y por tanto va monitorizando qué está pasando y sugiere a los órganos que tengan capacidad de decisión, que adopten las medidas que sean oportunas. 

Pero no forma parte de su autonomía adoptar decisiones, porque esas decisiones en el ámbito mercantil corresponderán a los órganos que establezcan la ley de sociedades de capital o el Código de Comercio; y en el ámbito eclesiástico, a los órganos que determine el Derecho eclesiástico. En cualquier caso, sí tiene que ser un órgano cercano a los órganos de toma de decisiones, para comunicarse de forma fluida con ellos, y tomar acciones inmediatas cuando hace falta”.

D.Z.: “Desde un conocimiento canónico, lo ideal es que fuera un órgano al máximo nivel dentro de la diócesis, cercano al obispo, y con una cierta independencia respecto de quienes por debajo del obispo están sometidos a su autoridad y toman decisiones, es decir, los vicarios. Con un grado de independencia para que pueda decirle al obispo, que es el administrador de la diócesis, las cosas que no se están cumpliendo y los riesgos que puede recaer sobre el propio obispo, que al final es quien puede ver implicada o contaminada su responsabilidad. Por lo tanto, pienso que cuanto más arriba en la diócesis, mejor, y cuanto más independente de la toma de decisiones, mejor.

Por qué tener un modelo

En la sesión preguntaron al experto de KMPG por los seguros de responsabilidad civil. Alain Casanovas señaló que los seguros de responsabilidad civil cubren consecuencias civiles, “pero no cubren nunca la responsabilidad penal. El Código Penal pone penas, pero no compensaciones, que es el ámbito civil”.

“La única forma de dormir tranquilo en materia de compliance es hacer lo que uno buenamente puede” –añadió–.  “Primero, no estar parado, la inactividad no es nunca un buen consejo; y en segundo ligar, avanzar y tener esta diligencia, esta proactividad, y decir: mire, las cosas no han salido bien. Pues no habrán salido bien, pero al menos hice todo lo que pude en el ámbito de mis posibilidades para que esto no fuera así”

Hasta qué punto es obligatorio tener un programa de compliance en las organizaciones fue otra de las cuestiones. Alain Casanovas se pronunció con claridad: “Obligación no hay ninguna. Cuando decimos que el artículo 31 bis del Código Penal lo exige, no es técnicamente correcto. Lo que dice es que si se comete el delito en una persona jurídica, disponer de un modelo de compliance puede mitigar esa responsabilidad criminal, o incluso eximir a esa persona jurídica de esa responsabilidad criminal, cosa que sucede en España, pero es tremendamente inhabitual en el Derecho comparado. 

Somos uno de los pocos países donde tenemos un modelo muy desequilibrado, en el sentido de que si tenemos un modelo de compliance, aunque no sea obligado, tenemos unas grandes ventajas, y si no lo tenemos, tenemos unas grandes desventajas. Es un modelo deliberadamente sesgado para motivar al empresariado a disponer de un modelo de compliance. Pero no existe la obligación. Sin embargo, la circular 1/2016 de la Fiscalía General del Estado señala lo importante que es hacer las cosas no solamente de forma legal, sino también de forma ética”.

También debo decir que ninguna gran organización se plantea no tener un modelo de compliance, dado ese gran desequilibro entre ventajas de tenerlo e inconvenientes de no tenerlo. En la sociedad actual es prácticamente impensable”.

En cuanto al compliance manager, o compliance officer, Alain Casanovas manifestó que “el Código Penal es de mínimos. Pero la circular 1/2016 de la Fiscalía General del Estado y los estándares internacionales y nacionales sí se refieren a ello. El órgano de compliance ha de estar dotado de dos factores: autonomía e independencia. Cuanto mayor es el nivel de autonomía, más capacidades tiene el compliance manager o el compliance officer. Eso le viene por delegación, no quiero que haya malos entendidos, no tiene una placa de sheriff con poderes omnímodos. La independencia es la neutralidad en la toma de decisiones, de forma que su recto proceder no se vea conculcado por intereses, por ejemplo, participa en la toma de decisiones y al mismo tiempo tiene que enjuiciar”.

Enseñanzas del Papa

Amar y servir más y mejor

En junio el Papa ha continuado su catequesis sobre la oración. Mientras muchos países se preparaban para la vuelta a la normalidad tras la fase aguda de la pandemia de Covid-19, ha despedido el mes de mayo con una carta a los sacerdotes de Roma en la solemnidad de Pentecostés. Entre las homilías de las grandes fiestas, destacamos las correspondientes a Pentecostés y al Corpus Christi. 

Ramiro Pellitero·1 de julio de 2020·Tiempo de lectura: 5 minutos

La carta a los sacerdotes de Roma (31 de mayo de 2020) está impregnada de enseñanzas sobre el ministerio sacerdotal, en buena parte extraídas de la experiencia de la pandemia y con vistas a la nueva etapa post-pandemia. 

Para “más amar y servir”

Cabe exponerlas en cuatro pasos, introducidos todos ellos por un mensaje central: “La nueva fase nos pide sabiduría, previsión y cuidado común, de manera que todos los esfuerzos y sacrificios hasta ahora realizados no sean en vano”.

1) Mantener la esperanza viva y operativa. La esperanza es don y tarea y, por tanto, pide una colaboración sustancial por nuestra parte. También la primera comunidad apostólica vivió “momentos de confinamiento, aislamiento, miedo e incertidumbre” entre la muerte de Jesús y su aparición como Resucitado (cf. Jn 20, 19). En nuestro caso, observa Francisco, “vivimos comunitariamente la hora del llanto del Señor” cuando nos tocó “la hora también del llanto del discípulo” ante el misterio de la Cruz y del mal.

2) Discernir para entregar y compartir.En nuestra cultura adormecida por el estado de bienestar se puso de manifiesto –señala el Santo Padre– “la falta de inmunidad cultural y espiritual ante los conflictos”. También ahora hemos de vencer las tentaciones que van desde conformarnos con actividades paliativas ante las necesidades de nuestros hermanos, hasta refugiarnos en nostalgias de tiempos pasados, pensando que “ya nada será lo mismo”

Pero el Resucitado no esperó a situaciones ideales. Jesús ofreció sus manos y su costado llagado como camino de resurrección. De ahí que el Papa nos anime a ver las cosas como son, a dejarnos consolar por Jesús, compartir el sufrimiento ajeno, sentir a los otros como carne de nuestra carne, no temer tocar sus heridas, compadecernos y experimentar así que las distancias se borran. En suma: “Saber llorar con los demás, esto es santidad” (exhortación apostólica Gaudete et exsultate, 76) y para eso hemos recibido el Espíritu Santo (cfr. Jn 20, 22).

3) Además, la fe nos permite una imaginación realista y creativa. Si la situación que acabamos de pasar nos ha enfrentado con la realidad, no tengamos miedo de seguir haciéndolo ante las necesidades de nuestros hermanos: “La fuerza del testimonio de los santos está en vivir las bienaventuranzas y el protocolo del juicio final” (Gaudete et exsultate, 109).

4) Asumir la responsabilidad con generosidad, es lo que nos pide ahora el Resucitado: no dar la espalda a nuestro pueblo, sino acompañarle y curarle, con valentía y compasión, evitando todo escepticismo y fatalismo.  

“Pongamos en las manos llagadas del Señor” –nos aconseja el Papa–, “como ofrenda santa, nuestra propia fragilidad, la fragilidad de nuestro pueblo, la de la humanidad entera”

Y así el Señor nos transformará como al pan en sus manos, nos bendecirá y nos entregará a su pueblo para que llenen de esperanza el mundo. De nosotros depende también el “más amar y servir”. 

Vencer el narcisismo, el victimismo y el pesimismo

En su homilía de Pentecostés (31-V-2020), Francisco nos ha invitado a saber recibir el don del Espíritu Santo:don de la unidad que reúne a la diversidad. 

Al escoger a los apóstoles, Jesús no los uniformó ni los convirtió en ejemplares producidos en serie. Luego, con la venida del Espíritu Santo, su unción realiza ese don de la unión en la diversidad. Lo que nos une es la realidad y la conciencia de ser hijos amados de Dios y no la pretensión de que los demás tengan las mismas ideas que nosotros.

Por eso tampoco hemos de dejarnos llevar por quienes sociológicamente nos clasifican, a los cristianos, en grupos y tendencias, quizá para bloquearnos. “El Espíritu” –señala el sucesor de Pedro– “abre, reaviva, impulsa más allá de lo que ya fue dicho y fue hecho, Él lleva más allá de los ámbitos de una fe tímida y desconfiada”. Así somos capaces de crecer dándonos: “no preservándonos, sino entregándonos sin reservas”.  

¿Qué es lo que nos impide darnos?, se pregunta el Papa. Y responde que “tres son los principales enemigos del don […], siempre agazapados en la puerta del corazón: el narcisismo, el victimismo y el pesimismo”. El narcisismo lleva a pensar solo en uno mismo, sin ver las propias fragilidades y errores. El victimismo lleva a quejarse siempre, pero quejarse sobre todo de los demás, porque no nos entienden y nos contrarían. El pesimismo lleva a pensar que todo está mal que es inútil entregarse.

Se trata de tres dioses o mejor tres ídolos, que Francisco caracteriza con trazos rápidos: “En estos tres —el ídolo narcisista del espejo, el dios espejo; el dios-lamentación: ‘me siento persona cuando me lamento’; el dios-negatividad: ‘todo es negro, todo es oscuridad’— nos encontramos ante una carestía de esperanza y necesitamos valorar el don de la vida, el don que es cada uno de nosotros”.

Y nos invita a rezar para pedir que seamos curados de estos tres enemigos: “Espíritu Santo, memoria de Dios, reaviva en nosotros el recuerdo del don recibido. Líbranos de la parálisis del egoísmo y enciende en nosotros el deseo de servir, de hacer el bien. Porque peor que esta crisis, es solamente el drama de desaprovecharla, encerrándonos en nosotros mismos. Ven, Espíritu Santo, Tú que eres armonía, haznos constructores de unidad; Tú que siempre te das, concédenos la valentía de salir de nosotros mismos, de amarnos y ayudarnos, para llegar a ser una sola familia. Amén”.

La Eucaristía: “memorial” de Dios que nos sana

La homilía en el Corpus Christi (14-VI-2020) contiene una profunda enseñanza sobre la Eucaristía como “memorial”: memorial de la Pascua del Señor, y también memorial de nuestra fe de nuestra esperanza y de nuestro amor. “Memorial de Dios” que nos sana, dice el Papa. Y por ello cabría decir memorial del corazón, dando al termino corazón todo su sentido bíblico, pues “un hombre vale lo que vale su corazón” (san Josemaría Ecrivá).

En primer lugar, la Eucaristía “sana la memoria huérfana”. Es decir, “la memoria herida por la falta de afecto y las amargas decepciones recibidas de quien habría tenido que dar amor pero que, en cambio, dejó desolado el corazón”. La Eucaristía nos infunde un amor más grande, el amor mismo de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.

En segundo lugar, la Eucaristía sana nuestra memoria negativa. Esa “memoria” que “siempre hace aflorar las cosas que están mal y nos deja con la triste idea de que no servimos para nada, que sólo cometemos errores, que estamos equivocados”.

Jesús viene para decirnos que no es así. Que somos valiosos para él, que ve siempre lo bueno y lo bello en nosotros, que desea nuestra compañía y nuestro amor. “El Señor sabe que el mal y los pecados no son nuestra identidad; son enfermedades, infecciones”. Y –con buenos ejemplos en esta época de pandemia– explica el Papa cómo “sana” la Eucaristía: “contiene los anticuerpos para nuestra memoria enferma de negatividad. Con Jesús podemos inmunizarnos contra la tristeza”. 

Tercero, la Eucaristía sana nuestra memoria cerrada, que nos hace temerosos y suspicaces, cínicos o indiferentes, arrogantes…, egoístas. Todo eso, observa el sucesor de Pedro, “es un engaño, pues solo el amor cura el miedo de raíz y nos libera de las obstinaciones que aprisionan”. Jesús viene a liberarnos de esas corazas, bloqueos interiores y parálisis del corazón.

La Eucaristía nos ayuda a levantarnos para ayudar a los demás, que tienen hambre de comida, de dignidad y de trabajo. Nos invita a establecer auténticas cadenas de solidaridad. Además de unirnos personalmente con Cristo, nos capacita para edificar el misterio de comunión que es la Iglesia y participar de su misión (ver también el Angelus del mismo día, 14 de junio).

Educación

Ley educativa: el sector pide una ley para todos, y los obispos llaman al diálogo

La educación marcó junio, en plena pandemia. Mientras la mayoría parlamentaria rechazaba las enmiendas a la totalidad del proyecto educativo, el cardenal Carlos Osoro y la Comisión Episcopal para la Educación y la Cultura apelaban a un sistema educativo basado en la persona, y al diálogo.

Omnes·1 de julio de 2020·Tiempo de lectura: 4 minutos

Fueron días intensos en torno al proyecto de nueva ley educativa, que el gobierno quiere tramitar de forma acelerada. El pleno del Congreso tuvo lugar el día 17 y fue para la ministra socialista de Educación, Isabel Celaá, la primera defensa de su proyecto en sede parlamentaria, mientras que los partidos de la oposición pudieron explicar su rechazo al texto. 

Finalmente, el proyecto de Ley Orgánica de Modificación de la LOE (LOMLOE), sorteó las enmiendas a la totalidad interpuestas por los partidos PP, Vox y Ciudadanos, y por 195 votos en contra de su devolución, y 153 a favor, el proyecto sigue adelante en la fase de discusión de enmiendas parciales al texto, en el momento de escribir estas líneas.

La ministra Celaá negó que los motivos por lo que pedían la retirada de su ley fueran ciertos. A su juicio, “Los argumentos que se mencionan en las tres enmiendas a la totalidad presentadas no responden al contenido de la ley. En la ley se mantiene el derecho de los padres a elegir la formación religiosa confesional que deseen para sus hijos; se reformula la regulación de la enseñanza del castellano y las lenguas cooficiales, teniendo en cuenta las partes de la LOMCE que derogó la sentencia del Tribunal Constitucional; y se cumple con la obligación que la Constitución asigna a los poderes públicos de garantizar el derecho de todos a la educación”.

La oposición considera, sin embargo, que “esta ley representa la ruptura del pacto constitucional” puesto que “recorta derechos y libertades fundamentales”, como “la libertad y el derecho de las familias a elegir el centro donde educar a sus hijos” (Sandra Moneo, PP); señala que ha faltado un trámite de consultas y un debate amplio con las organizaciones y los agentes sociales afectados por un cambio de proyecto educativo de este calado” (Georgina Trías, Vox); y subraya que “imponer una reforma estructural de calado, no consensuada, en una situación, no ya de estado de alarma, sino de estado de emergencia educativa es, como mínimo, una dolosa falta de empatía, y hacerlo con tintes  sectarios y a mi juicio graves deficiencias técnicas, sinceramente me parece grave irresponsabilidad” (Marta Martín, Ciudadanos).

Las patronales piden consenso

Estos y otros argumentos vienen siendo expuestos desde hace meses por las principales patronales y sindicatos educativos, como ha informado Palabra. “Se avecina un momento difícil tras la pandemia, no es el momento de promover un cambio legislativo sin suficiente consenso, hay que modificar el proyecto para que sea una ley para todos”, ha manifestado Alfonso Aguiló, presidente de la Confederación Española de Centros de Enseñanza (CECE). La derogación de la LOMCE no debería convertirse en un trofeo político, tan ansiado por algunos, sino en una oportunidad de hacer una Ley de consenso y que dote de estabilidad a nuestro sistema educativo”, señala Luis Centeno, secretario general adjunto de Escuelas Católicas. 

La próxima ley “propicia un malestar en gran parte de la comunidad educativa dado que es un agravio para la enseñanza concertada y una amenaza para todo aquel que ha elegido un colegio concertado para sus hijos, además de suponer un recorte de derechos y libertades para toda la ciudadanía y una censura de la pluralidad en educación”, mantiene la Plataforma Concertados, que aglutina también a las confederaciones de padres Concapa y Cofapa, y a los sindicatos FSIE (Federación de Sindicatos Independientes de la Enseñanza), y FEUSO (Federación de Enseñanza de la Unión Sindical Obrera).

Cardenal Osoro: humanizar la educación

Los obispos españoles han ofrecido en junio algunas consideraciones a tener en cuenta en torno a la nueva ley. Quizá alguien puede pensar que la Iglesia no debe inmiscuirse en asuntos como el educativo. El argumento es endeble. Lean al cardenal Osoro, en su carta semanal, publicada en el semanario Alfa y Omega, coincidiendo con el debate parlamentario. 

Comenzaba el arzobispo de Madrid refiriéndose al contexto del Covid-19, “en el que han pasado muchas cosas que nos han afectado profundamente, de forma especial a los más vulnerables”. Los cristianos apelamos “al bien común, un camino en el que cada uno ponemos lo mejor de nosotros mismos, en el que las tareas y las responsabilidades se dividen y se comporten”, añadía.

A continuación, el cardenal entraba directamente en harina educativa: “A mi modo de ver, una ley educativa es la manifestación de lo que deseamos para el futuro de un pueblo. La educación es clave para el presente y el futuro de una nación. ¿Qué hacer en estas circunstancias que vivimos para humanizar la educación, es decir, para construir un sistema educativo que fragüe la cultura del encuentro, del diálogo, de la esperanza, de la inclusión, de la cooperación?”

Tras estas líneas, la cuestión es fácil de plantear: ¿no es éste acaso un tema crucial para que los Pastores de la Iglesia se pronuncien? La Nota de la Comisión Episcopal para la Educación y la Cultura, que preside Mons. Alfonso Carrasco, obispo de Lugo, comenzaba en la misma línea

Una vez vistas algunas razones para entrar en el debate, los obispos dan a conocer su mensaje nuclear. Para el cardenal de Madrid, hay tres términos clave: humanizar, persona y diálogo. Por ejemplo, decía en su Carta: “Anular en educación es no reconocer las dimensiones que el ser humano tiene, que a algunos les hacen situarse en la vida como creyentes, y coartar los deseos de humanizarse y de humanizar. Nadie puede hoy poner en duda que la fe cristiana humaniza”.

Libertad y demanda social  

La Nota de la Comisión Episcopal para la Educación y la Cultura tiene un perfil quizá más jurídico, e insiste desde el primer momento “en la necesidad de proteger y promover el derecho a la educación y la libertad de enseñanza, tal como se explicitan en la Constitución y en su interpretación jurisprudencial”. 

“Nos preocupan” —señala la Comisión que preside Mons. Alfonso Carrasco—, “que se recojan plenamente las consecuencias de estos principios en la nueva Ley, y en primer lugar el respeto por la responsabilidad y los derechos de los padres en la educación de los hijos. Si el Estado tiene una tarea principal en la defensa y la promoción del bien de la educación para todos, no es sin embargo el sujeto del derecho educativo”.

A continuación, el texto se refiere a uno de los grandes temas que patronales, padres y sindicatos han criticado en el proyecto: el protagonismo de las administraciones públicas en detrimento, e incluso anulación, de la libertad de elección de centro de los padres, en la programación de los puestos escolares.  

Los obispos señalan que “en este mismo sentido parece necesario que, a diferencia del actual Proyecto, la futura Ley siga recogiendo la ‘demanda social’ en todas las etapas del proceso educativo, desde la libertad de elección de centro escolar, que incluye la gratuidad de la enseñanza sin discriminaciones, al trato en igualdad de condiciones de los diversos centros y a la libertad para su creación”.