Vaticano

El Papa instituye la primera Jornada Mundial de los Ancianos

Una dedicación mayor a las personas mayores: el 25 de julio será la primera Jornada Mundial dedicado a los abuelos y a las personas mayores. 

Giovanni Tridente·31 de enero de 2021·Tiempo de lectura: 2 minutos

Para no olvidar «la riqueza de custodiar las raíces y transmitir» a los jóvenes la experiencia de vida y de fe que sólo pueden dar los abuelos y los ancianos, el Papa Francisco ha decidido instaurar en toda la Iglesia la Jornada Mundial de los Abuelos y los Ancianos.

Tendrá lugar el cuarto domingo de julio, cerca de la fiesta de los santos Joaquín y Ana, los «abuelos» de Jesús. Este año caerá el 25 de julio, y formará parte de las iniciativas del Año de la Familia Amoris laetitia, coordinado por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida.

El Papa lo anunció al final del Ángelus de este domingo, anticipando la próxima fiesta de la Presentación de Jesús en el Templo, el 2 de febrero, «cuando Simón y Ana, ambos ancianos, iluminados por el Espíritu Santo reconocieron en Jesús al Mesías«. Una fiesta que celebra -según el Papa Francisco- precisamente «el encuentro de los abuelos con los nietos«.

Preciosa voz

La voz de los ancianos es preciosa -explicó el Santo Padre- porque el Espíritu Santo sigue suscitando en ellos «pensamientos y palabras de sabiduría«, que les permiten custodiar «las raíces de los pueblos«.

La vejez -reiteró Francisco- «es un regalo» y los abuelos «son el vínculo entre generaciones«. Así que «es importante que los abuelos conozcan a los nietos y que los nietos conozcan a los abuelos» para hacer «profecías» en las generaciones futuras.

No es la primera vez que el Papa Francisco se refiere a la importancia de «no descartar» a los ancianos, sugiriendo que los jóvenes se reúnan y les escuchen para no perder sus raíces. Hay numerosas ocasiones que le hemos escuchado esta idea a lo largo de los ocho años de su pontificado.

Hace ocho años del primer reclamo

Al parecer, sin embargo, la primera ocasión en la que hizo una reflexión detallada sobre esta «emergencia intergeneracional» se remonta a pocos meses después de su elección, cuando el 25 de julio de 2013 -y esto es una coincidencia muy interesante- se reunió con jóvenes argentinos en la Catedral de San Sebastián en la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro.

Hagan lío

En esa ocasión pidió a los ancianos que no dejaran «de ser la reserva cultural de nuestro pueblo que transmite la justicia, que transmite la historia, que trasmite los valores, que trasmite la memoria del pueblo«. Y a los jóvenes que no se opongan a los mayores, sino que «déjenlos hablar, escúchenlos, y llevenlos adelante«. También encontramos el famoso «Hagan lío; cuiden los extremos del pueblo, que son los ancianos y los jóvenes; no se dejen excluir, y no excluyan a los ancianos«.

El cardenal Farrell, Prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, ha comentado la decisión del Santo Padre afirmando que «la pastoral de las personas mayores es una prioridad inaplazable para toda comunidad cristiana«. Y ha invitado a las parroquias y diócesis de todo el mundo a encontrar formas de celebrar la Jornada a nivel local de modo que se adapte a su propio contexto pastoral.

España

Foro online “Hacia un nuevo currículo de Religión Católica”

La entrada en vigor de la LOMLOE hace necesaria una reestructuración de la asignatura de Religión para lo que la Conferencia Episcopal Española ha impulsado un foro de debate y diálogo en las próximas semanas. 

Maria José Atienza·31 de enero de 2021·Tiempo de lectura: 2 minutos

La Conferencia Episcopal Española impulsa este espacio de diálogo y debate con el objetivo de considerar las cuestiones que deben tenerse en cuenta en la revisión del currículo de Religión Católica y su desarrollo en la nueva Ley Orgánica de Modificación de la LOE (LOMLOE).

La conocida como ‘Ley Celaá’ ha contado con el rechazo mayoritario de la comunidad docente concertada. A pesar de ello, y desoyendo cualquier iniciativa de consenso, se aprobó el pasado 23 de diciembre de 20202 entrando en vigor una semana más tarde con su publicación en el BOE.

Con la entrada en vigor de la LOMLOE, en el área de Religión Católica será necesario actualizar su currículo, desde Educación Infantil hasta Bachillerato.

Una renovación que, desde la CEE, quieren aprovechar para «acoger lo que está aconteciendo en los contextos locales y globales, en el ámbito de la educación, con una perspectiva internacional y en nuestra comunidad eclesial».

Metodología y desarrollo

El punto de partida será la convocatoria abierta de cuatro foros virtuales que, en el actual marco de la reflexión educativa eclesial y civil, posibilite una revisión de las fuentes del currículo –sociológica, epistemológica, psicológica, pedagógica-. Los foros se realizarán los próximos 23 de febrero, 2, 9 y 26 de marzo. El último estará conducido y moderado por el colaborador de Omnes, Javier Segura.

En cada una de las sesione se analizarán los desafíos necesarios para el nuevo currículo de Religión Católica; después de cada sesión, se abrirá un espacio online de participación para que todos los protagonistas de la enseñanza de la religión puedan contribuir en este debate.

Todo ello estará accesible en el enlace que se habilitará al efecto y culminará con la presentación de un informe que sintetice el fruto de la participación y constituya una base para renovar el currículo de Religión Católica.

Participación de todo los implicados

Este espacio de diálogo y debate se ha creado para fomentar la participación tanto de las delegaciones diocesanas de enseñanza, centros educativos, entidades titulares, asociaciones de profesores, de padres y madres, colectivos y agentes sociales implicados, Escuelas de Magisterio y Facultades de Educación, Facultades de Teología e Institutos Superiores de Ciencias Religiosas y, especialmente, a todos los profesores de Religión.

Toda la información del foro:

Documentos

Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales

David Fernández Alonso·31 de enero de 2021·Tiempo de lectura: 7 minutos

«Ven y lo verás» (Jn 1,46). Comunicar encontrando a las personas donde están y como son

Queridos hermanos y hermanas:

La invitación a “ir y ver” que acompaña los primeros y emocionantes encuentros de Jesús con los discípulos, es también el método de toda comunicación humana auténtica. Para poder relatar la verdad de la vida que se hace historia (cf. Mensaje para la 54.ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 24 enero 2020) es necesario salir de la cómoda presunción del “como es ya sabido” y ponerse en marcha, ir a ver, estar con las personas, escucharlas, recoger las sugestiones de la realidad, que siempre nos sorprenderá en cualquier aspecto. «Abre pasmosamente tus ojos a lo que veas y deja que se te llene de sabia y frescura el cuenco de las manos, para que los otros puedan tocar ese milagro de la vida palpitante cuando te lean», aconsejaba el beato Manuel Lozano Garrido a sus compañeros periodistas. Deseo, por lo tanto, dedicar el Mensaje de este año a la llamada a “ir y ver”, como sugerencia para toda expresión comunicativa que quiera ser límpida y honesta: en la redacción de un periódico como en el mundo de la web, en la predicación ordinaria de la Iglesia como en la comunicación política o social. “Ven y lo verás” es el modo con el que se ha comunicado la fe cristiana, a partir de los primeros encuentros en las orillas del río Jordán y del lago de Galilea.

Desgastar las suelas de los zapatos

Pensemos en el gran tema de la información. Opiniones atentas se lamentan desde hace tiempo del riesgo de un aplanamiento en los “periódicos fotocopia” o en los noticieros de radio y televisión y páginas web que son sustancialmente iguales, donde el género de la investigación y del reportaje pierden espacio y calidad en beneficio de una información preconfeccionada, “de palacio”, autorreferencial, que es cada vez menos capaz de interceptar la verdad de las cosas y la vida concreta de las personas, y ya no sabe recoger ni los fenómenos sociales más graves ni las energías positivas que emanan de las bases de la sociedad. La crisis del sector editorial puede llevar a una información construida en las redacciones, frente al ordenador, en los terminales de las agencias, en las redes sociales, sin salir nunca a la calle, sin “desgastar las suelas de los zapatos”, sin encontrar a las personas para buscar historias o verificar de visu ciertas situaciones. Si no nos abrimos al encuentro, permaneceremos como espectadores externos, a pesar de las innovaciones tecnológicas que tienen la capacidad de ponernos frente a una realidad aumentada en la que nos parece estar inmersos. Cada instrumento es útil y valioso sólo si nos empuja a ir y a ver la realidad que de otra manera no sabríamos, si pone en red conocimientos que de otro modo no circularían, si permite encuentros que de otra forma no se producirían.

Esos detalles de crónica en el Evangelio

A los primeros discípulos que quieren conocerlo, después del bautismo en el río Jordán, Jesús les responde: «Vengan y lo verán» (Jn 1,39), invitándolos a vivir su relación con Él. Más de medio siglo después, cuando Juan, muy anciano, escribe su Evangelio, recuerda algunos detalles “de crónica” que revelan su presencia en el lugar y el impacto que aquella experiencia tuvo en su vida: «Era como la hora décima», anota, es decir, las cuatro de la tarde (cf. v. 39). El día después —relata de nuevo Juan— Felipe comunica a Natanael el encuentro con el Mesías. Su amigo es escéptico: «¿Acaso de Nazaret puede salir algo bueno?». Felipe no trata de convencerlo con razonamientos: «Ven y lo verás», le dice (cf. vv. 45-46). Natanael va y ve, y desde aquel momento su vida cambia. La fe cristiana inicia así. Y se comunica así: como un conocimiento directo, nacido de la experiencia, no de oídas. «Ya no creemos por lo que tú nos dijiste, sino porque nosotros mismos lo hemos oído», dice la gente a la Samaritana, después de que Jesús se detuvo en su pueblo (cf. Jn 4,39-42). El “ven y lo verás” es el método más sencillo para conocer una realidad. Es la verificación más honesta de todo anuncio, porque para conocer es necesario encontrar, permitir que aquel que tengo de frente me hable, dejar que su testimonio me alcance.

Gracias a la valentía de tantos periodistas

También el periodismo, como relato de la realidad, requiere la capacidad de ir allá donde nadie va: un movimiento y un deseo de ver. Una curiosidad, una apertura, una pasión. Gracias a la valentía y al compromiso de tantos profesionales —periodistas, camarógrafos, montadores, directores que a menudo trabajan corriendo grandes riesgos— hoy conocemos, por ejemplo, las difíciles condiciones de las minorías perseguidas en varias partes del mundo; los innumerables abusos e injusticias contra los pobres y contra la creación que se han denunciado; las muchas guerras olvidadas que se han contado. Sería una pérdida no sólo para la información, sino para toda la sociedad y para la democracia si estas voces desaparecieran: un empobrecimiento para nuestra humanidad.

Numerosas realidades del planeta, más aún en este tiempo de pandemia, dirigen al mundo de la comunicación la invitación a “ir y ver”. Existe el riesgo de contar la pandemia, y cada crisis, sólo desde los ojos del mundo más rico, de tener una “doble contabilidad”. Pensemos en la cuestión de las vacunas, como en los cuidados médicos en general, en el riesgo de exclusión de las poblaciones más indigentes. ¿Quién nos hablará de la espera de curación en los pueblos más pobres de Asia, de América Latina y de África? Así, las diferencias sociales y económicas a nivel planetario corren el riesgo de marcar el orden de la distribución de las vacunas contra el COVID. Con los pobres siempre como los últimos y el derecho a la salud para todos, afirmado como un principio, vaciado de su valor real. Pero también en el mundo de los más afortunados el drama social de las familias que han caído rápidamente en la pobreza queda en gran parte escondido: hieren y no son noticia las personas que, venciendo a la vergüenza, hacen cola delante de los centros de Cáritas para recibir un paquete de alimentos.

Oportunidades e insidias en la web

La red, con sus innumerables expresiones sociales, puede multiplicar la capacidad de contar y de compartir: tantos ojos más abiertos sobre el mundo, un flujo continuo de imágenes y testimonios. La tecnología digital nos da la posibilidad de una información de primera mano y oportuna, a veces muy útil: pensemos en ciertas emergencias con ocasión de las cuales las primeras noticias y también las primeras comunicaciones de servicio a las poblaciones viajan precisamente en la web. Es un instrumento formidable, que nos responsabiliza a todos como usuarios y como consumidores. Potencialmente todos podemos convertirnos en testigos de eventos que de otra forma los medios tradicionales pasarían por alto, dar nuestra contribución civil, hacer que emerjan más historias, también positivas. Gracias a la red tenemos la posibilidad de relatar lo que vemos, lo que sucede frente a nuestros ojos, de compartir testimonios. 

Pero ya se han vuelto evidentes para todos también los riesgos de una comunicación social carente de controles. Hemos descubierto, ya desde hace tiempo, cómo las noticias y las imágenes son fáciles de manipular, por miles de motivos, a veces sólo por un banal narcisismo. Esta conciencia crítica empuja no a demonizar el instrumento, sino a una mayor capacidad de discernimiento y a un sentido de la responsabilidad más maduro, tanto cuando se difunden, como cuando se reciben los contenidos. Todos somos responsables de la comunicación que hacemos, de las informaciones que damos, del control que juntos podemos ejercer sobre las noticias falsas, desenmascarándolas. Todos estamos llamados a ser testigos de la verdad: a ir, ver y compartir.

Nada reemplaza el hecho de ver en persona

En la comunicación, nada puede sustituir completamente el hecho de ver en persona. Algunas cosas se pueden aprender sólo con la experiencia. No se comunica, de hecho, solamente con las palabras, sino con los ojos, con el tono de la voz, con los gestos. La fuerte atracción que ejercía Jesús en quienes lo encontraban dependía de la verdad de su predicación, pero la eficacia de lo que decía era inseparable de su mirada, de sus actitudes y también de sus silencios. Los discípulos no escuchaban sólo sus palabras, lo miraban hablar. De hecho, en Él —el Logos encarnado— la Palabra se hizo Rostro, el Dios invisible se dejó ver, oír y tocar, como escribe el propio Juan (cf. 1 Jn 1,1-3). La palabra es eficaz solamente si se “ve”, sólo si te involucra en una experiencia, en un diálogo. Por este motivo el “ven y lo verás” era y es esencial. 

Pensemos en cuánta elocuencia vacía abunda también en nuestro tiempo, en cualquier ámbito de la vida pública, tanto en el comercio como en la política. «Sabe hablar sin cesar y no decir nada. Sus razones son dos granos de trigo en dos fanegas de paja. Se debe buscar todo el día para encontrarlos y cuando se encuentran, no valen la pena de la búsqueda». Las palabras mordaces del dramaturgo inglés también valen para nuestros comunicadores cristianos. La buena nueva del Evangelio se difundió en el mundo gracias a los encuentros de persona a persona, de corazón a corazón. Hombres y mujeres que aceptaron la misma invitación: “Ven y lo verás”, y quedaron impresionados por el “plus” de humanidad que se transparentaba en su mirada, en la palabra y en los gestos de personas que daban testimonio de Jesucristo. Todos los instrumentos son importantes y aquel gran comunicador que se llamaba Pablo de Tarso hubiera utilizado el correo electrónico y los mensajes de las redes sociales; pero fue su fe, su esperanza y su caridad lo que impresionó a los contemporáneos que lo escucharon predicar y tuvieron la fortuna de pasar tiempo con él, de verlo durante una asamblea o en una charla individual. Verificaban, viéndolo en acción en los lugares en los que se encontraba, lo verdadero y fructuoso que era para la vida el anuncio de salvación del que era portador por la gracia de Dios. Y también allá donde este colaborador de Dios no podía ser encontrado en persona, su modo de vivir en Cristo fue atestiguado por los discípulos que enviaba (cf. 1 Co 4,17).

«En nuestras manos hay libros, en nuestros ojos hechos», afirmaba san Agustín exhortando a encontrar en la realidad el cumplimiento de las profecías presentes en las Sagradas Escrituras. Así, el Evangelio se repite hoy cada vez que recibimos el testimonio límpido de personas cuya vida ha cambiado por el encuentro con Jesús. Desde hace más de dos mil años es una cadena de encuentros la que comunica la fascinación de la aventura cristiana. El desafío que nos espera es, por lo tanto, el de comunicar encontrando a las personas donde están y como son.

Señor, enséñanos a salir de nosotros mismos, 
y a encaminarnos hacia la búsqueda de la verdad.

Enséñanos a ir y ver,
enséñanos a escuchar,
a no cultivar prejuicios,
a no sacar conclusiones apresuradas.

Enséñanos a ir allá donde nadie quiere ir,
a tomarnos el tiempo para entender,
a prestar atención a lo esencial,
a no dejarnos distraer por lo superfluo,
a distinguir la apariencia engañosa de la verdad.

Danos la gracia de reconocer tus moradas en el mundo 
y la honestidad de contar lo que hemos visto.

Roma, San Juan de Letrán, 23 de enero de 2021, Vigilia de la Memoria de San Francisco de Sales.

Francisco

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Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones

David Fernández Alonso·31 de enero de 2021·Tiempo de lectura: 7 minutos

«No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído» (Hch 4,20)

Queridos hermanos y hermanas:

Cuando experimentamos la fuerza del amor de Dios, cuando reconocemos su presencia de Padre en nuestra vida personal y comunitaria, no podemos dejar de anunciar y compartir lo que hemos visto y oído. La relación de Jesús con sus discípulos, su humanidad que se nos revela en el misterio de la encarnación, en su Evangelio y en su Pascua nos hacen ver hasta qué punto Dios ama nuestra humanidad y hace suyos nuestros gozos y sufrimientos, nuestros deseos y nuestras angustias (cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, 22). Todo en Cristo nos recuerda que el mundo en el que vivimos y su necesidad de redención no le es ajena y nos convoca también a sentirnos parte activa de esta misión: «Salgan al cruce de los caminos e inviten a todos los que encuentren» (Mt 22,9). Nadie es ajeno, nadie puede sentirse extraño o lejano a este amor de compasión.

La experiencia de los apóstoles

La historia de la evangelización comienza con una búsqueda apasionada del Señor que llama y quiere entablar con cada persona, allí donde se encuentra, un diálogo de amistad (cf. Jn 15,12-17). Los apóstoles son los primeros en dar cuenta de eso, hasta recuerdan el día y la hora en que fueron encontrados: «Era alrededor de las cuatro de la tarde» (Jn 1,39). La amistad con el Señor, verlo curar a los enfermos, comer con los pecadores, alimentar a los hambrientos, acercarse a los excluidos, tocar a los impuros, identificarse con los necesitados, invitar a las bienaventuranzas, enseñar de una manera nueva y llena de autoridad, deja una huella imborrable, capaz de suscitar el asombro, y una alegría expansiva y gratuita que no se puede contener. Como decía el profeta Jeremías, esta experiencia es el fuego ardiente de su presencia activa en nuestro corazón que nos impulsa a la misión, aunque a veces comporte sacrificios e incomprensiones (cf. 20,7-9). El amor siempre está en movimiento y nos pone en movimiento para compartir el anuncio más hermoso y esperanzador: «Hemos encontrado al Mesías» (Jn 1,41).

Con Jesús hemos visto, oído y palpado que las cosas pueden ser diferentes. Él inauguró, ya para hoy, los tiempos por venir recordándonos una característica esencial de nuestro ser humanos, tantas veces olvidada: «Hemos sido hechos para la plenitud que sólo se alcanza en el amor» (Carta enc. Fratelli tutti, 68). Tiempos nuevos que suscitan una fe capaz de impulsar iniciativas y forjar comunidades a partir de hombres y mujeres que aprenden a hacerse cargo de la fragilidad propia y la de los demás, promoviendo la fraternidad y la amistad social (cf. ibíd., 67). La comunidad eclesial muestra su belleza cada vez que recuerda con gratitud que el Señor nos amó primero (cf. 1 Jn 4,19). Esa «predilección amorosa del Señor nos sorprende, y el asombro —por su propia naturaleza— no podemos poseerlo por nosotros mismos ni imponerlo. […] Sólo así puede florecer el milagro de la gratuidad, el don gratuito de sí. Tampoco el fervor misionero puede obtenerse como consecuencia de un razonamiento o de un cálculo. Ponerse en “estado de misión” es un efecto del agradecimiento» (Mensaje a las Obras Misionales Pontificias, 21 mayo 2020).

Sin embargo, los tiempos no eran fáciles; los primeros cristianos comenzaron su vida de fe en un ambiente hostil y complicado. Historias de postergaciones y encierros se cruzaban con resistencias internas y externas que parecían contradecir y hasta negar lo que habían visto y oído; pero eso, lejos de ser una dificultad u obstáculo que los llevara a replegarse o ensimismarse, los impulsó a transformar todos los inconvenientes, contradicciones y dificultades en una oportunidad para la misión. Los límites e impedimentos se volvieron también un lugar privilegiado para ungir todo y a todos con el Espíritu del Señor. Nada ni nadie podía quedar ajeno a ese anuncio liberador.

Tenemos el testimonio vivo de todo esto en los Hechos de los Apóstoles, libro de cabecera de los discípulos misioneros. Es el libro que recoge cómo el perfume del Evangelio fue calando a su paso y suscitando la alegría que sólo el Espíritu nos puede regalar. El libro de los Hechos de los Apóstoles nos enseña a vivir las pruebas abrazándonos a Cristo, para madurar la «convicción de que Dios puede actuar en cualquier circunstancia, también en medio de aparentes fracasos» y la certeza de que «quien se ofrece y entrega a Dios por amor seguramente será fecundo» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 279). 

Así también nosotros: tampoco es fácil el momento actual de nuestra historia. La situación de la pandemia evidenció y amplificó el dolor, la soledad, la pobreza y las injusticias que ya tantos padecían y puso al descubierto nuestras falsas seguridades y las fragmentaciones y polarizaciones que silenciosamente nos laceran. Los más frágiles y vulnerables experimentaron aún más su vulnerabilidad y fragilidad. Hemos experimentado el desánimo, el desencanto, el cansancio, y hasta la amargura conformista y desesperanzadora pudo apoderarse de nuestras miradas. Pero nosotros «no nos anunciamos a nosotros mismos, sino a Jesús como Cristo y Señor, pues no somos más que servidores de ustedes por causa de Jesús» (2 Co 4,5). Por eso sentimos resonar en nuestras comunidades y hogares la Palabra de vida que se hace eco en nuestros corazones y nos dice: «No está aquí: ¡ha resucitado!» (Lc 24,6); Palabra de esperanza que rompe todo determinismo y, para aquellos que se dejan tocar, regala la libertad y la audacia necesarias para ponerse de pie y buscar creativamente todas las maneras posibles de vivir la compasión, ese “sacramental” de la cercanía de Dios con nosotros que no abandona a nadie al borde del camino. En este tiempo de pandemia, ante la tentación de enmascarar y justificar la indiferencia y la apatía en nombre del sano distanciamiento social, urge la misión de la compasión capaz de hacer de la necesaria distancia un lugar de encuentro, de cuidado y de promoción. «Lo que hemos visto y oído» (Hch 4,20), la misericordia con la que hemos sido tratados, se transforma en el punto de referencia y de credibilidad que nos permite recuperar la pasión compartida por crear «una comunidad de pertenencia y solidaridad, a la cual destinar tiempo, esfuerzo y bienes» (Carta enc. Fratelli tutti, 36). Es su Palabra la que cotidianamente nos redime y nos salva de las excusas que llevan a encerrarnos en el más vil de los escepticismos: “todo da igual, nada va a cambiar”. Y frente a la pregunta: “¿para qué me voy a privar de mis seguridades, comodidades y placeres si no voy a ver ningún resultado importante?”, la respuesta permanece siempre la misma: «Jesucristo ha triunfado sobre el pecado y la muerte y está lleno de poder. Jesucristo verdaderamente vive» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 275) y nos quiere también vivos, fraternos y capaces de hospedar y compartir esta esperanza. En el contexto actual urgen misioneros de esperanza que, ungidos por el Señor, sean capaces de recordar proféticamente que nadie se salva por sí solo. 

Al igual que los apóstoles y los primeros cristianos, también nosotros decimos con todas nuestras fuerzas: «No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído» (Hch 4,20). Todo lo que hemos recibido, todo lo que el Señor nos ha ido concediendo, nos lo ha regalado para que lo pongamos en juego y se lo regalemos gratuitamente a los demás. Como los apóstoles que han visto, oído y tocado la salvación de Jesús (cf. 1 Jn 1,1-4), así nosotros hoy podemos palpar la carne sufriente y gloriosa de Cristo en la historia de cada día y animarnos a compartir con todos un destino de esperanza, esa nota indiscutible que nace de sabernos acompañados por el Señor. Los cristianos no podemos reservar al Señor para nosotros mismos: la misión evangelizadora de la Iglesia expresa su implicación total y pública en la transformación del mundo y en la custodia de la creación.

Una invitación a cada uno de nosotros

El lema de la Jornada Mundial de las Misiones de este año, «No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído» (Hch4,20), es una invitación a cada uno de nosotros a “hacernos cargo” y dar a conocer aquello que tenemos en el corazón. Esta misión es y ha sido siempre la identidad de la Iglesia: «Ella existe para evangelizar» (S. Pablo VI, Exhort. ap. Evangelii nuntiandi, 14). Nuestra vida de fe se debilita, pierde profecía y capacidad de asombro y gratitud en el aislamiento personal o encerrándose en pequeños grupos; por su propia dinámica exige una creciente apertura capaz de llegar y abrazar a todos. Los primeros cristianos, lejos de ser seducidos para recluirse en una élite, fueron atraídos por el Señor y por la vida nueva que ofrecía para ir entre las gentes y testimoniar lo que habían visto y oído: el Reino de Dios está cerca. Lo hicieron con la generosidad, la gratitud y la nobleza propias de aquellos que siembran sabiendo que otros comerán el fruto de su entrega y sacrificio. Por eso me gusta pensar que «aun los más débiles, limitados y heridos pueden ser misioneros a su manera, porque siempre hay que permitir que el bien se comunique, aunque conviva con muchas fragilidades» (Exhort. ap. postsin. Christus vivit, 239).

En la Jornada Mundial de las Misiones, que se celebra cada año el penúltimo domingo de octubre, recordamos agradecidamente a todas esas personas que, con su testimonio de vida, nos ayudan a renovar nuestro compromiso bautismal de ser apóstoles generosos y alegres del Evangelio. Recordamos especialmente a quienes fueron capaces de ponerse en camino, dejar su tierra y sus hogares para que el Evangelio pueda alcanzar sin demoras y sin miedos esos rincones de pueblos y ciudades donde tantas vidas se encuentran sedientas de bendición.

Contemplar su testimonio misionero nos anima a ser valientes y a pedir con insistencia «al dueño que envíe trabajadores para su cosecha» (Lc 10,2), porque somos conscientes de que la vocación a la misión no es algo del pasado o un recuerdo romántico de otros tiempos. Hoy, Jesús necesita corazones que sean capaces de vivir su vocación como una verdadera historia de amor, que les haga salir a las periferias del mundo y convertirse en mensajeros e instrumentos de compasión. Y es un llamado que Él nos hace a todos, aunque no de la misma manera. Recordemos que hay periferias que están cerca de nosotros, en el centro de una ciudad, o en la propia familia. También hay un aspecto de la apertura universal del amor que no es geográfico sino existencial. Siempre, pero especialmente en estos tiempos de pandemia es importante ampliar la capacidad cotidiana de ensanchar nuestros círculos, de llegar a aquellos que espontáneamente no los sentiríamos parte de “mi mundo de intereses”, aunque estén cerca nuestro (cf. Carta enc. Fratelli tutti, 97). Vivir la misión es aventurarse a desarrollar los mismos sentimientos de Cristo Jesús y creer con Él que quien está a mi lado es también mi hermano y mi hermana. Que su amor de compasión despierte también nuestro corazón y nos vuelva a todos discípulos misioneros.

Que María, la primera discípula misionera, haga crecer en todos los bautizados el deseo de ser sal y luz en nuestras tierras (cf. Mt5,13-14).

Roma, San Juan de Letrán, 6 de enero de 2021, Solemnidad de la Epifanía del Señor.

Francisco

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Carta apostólica Patris corde

El Santo Padre convoca un año dedicado a San José con motivo del 150º aniversario de la declaración del santo Patriarca como Patrono de la Iglesia universal. 

David Fernández Alonso·31 de enero de 2021·Tiempo de lectura: 19 minutos

Con corazón de padre: así José amó a Jesús, llamado en los cuatro Evangelios «el hijo de José».

Los dos evangelistas que evidenciaron su figura, Mateo y Lucas, refieren poco, pero lo suficiente para entender qué tipo de padre fuese y la misión que la Providencia le confió. 

Sabemos que fue un humilde carpintero (cf. Mt 13,55), desposado con María (cf. Mt 1,18; Lc 1,27); un «hombre justo» (Mt 1,19), siempre dispuesto a hacer la voluntad de Dios manifestada en su ley (cf. Lc 2,22.27.39) y a través de los cuatro sueños que tuvo (cf. Mt 1,20; 2,13.19.22). Después de un largo y duro viaje de Nazaret a Belén, vio nacer al Mesías en un pesebre, porque en otro sitio «no había lugar para ellos» (Lc 2,7). Fue testigo de la adoración de los pastores (cf. Lc 2,8-20) y de los Magos (cf. Mt2,1-12), que representaban respectivamente el pueblo de Israel y los pueblos paganos. 

Tuvo la valentía de asumir la paternidad legal de Jesús, a quien dio el nombre que le reveló el ángel: «Tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mt 1,21). Como se sabe, en los pueblos antiguos poner un nombre a una persona o a una cosa significaba adquirir la pertenencia, como hizo Adán en el relato del Génesis (cf. 2,19-20). 

En el templo, cuarenta días después del nacimiento, José, junto a la madre, presentó el Niño al Señor y escuchó sorprendido la profecía que Simeón pronunció sobre Jesús y María (cf. Lc 2,22-35). Para proteger a Jesús de Herodes, permaneció en Egipto como extranjero (cf. Mt 2,13-18). De regreso en su tierra, vivió de manera oculta en el pequeño y desconocido pueblo de Nazaret, en Galilea —de donde, se decía: “No sale ningún profeta” y “no puede salir nada bueno” (cf. Jn 7,52; 1,46)—, lejos de Belén, su ciudad de origen, y de Jerusalén, donde estaba el templo. Cuando, durante una peregrinación a Jerusalén, perdieron a Jesús, que tenía doce años, él y María lo buscaron angustiados y lo encontraron en el templo mientras discutía con los doctores de la ley (cf. Lc 2,41-50).

Después de María, Madre de Dios, ningún santo ocupa tanto espacio en el Magisterio pontificio como José, su esposo. Mis predecesores han profundizado en el mensaje contenido en los pocos datos transmitidos por los Evangelios para destacar su papel central en la historia de la salvación: el beato Pío IX lo declaró «Patrono de la Iglesia Católica», el venerable Pío XII lo presentó como “Patrono de los trabajadores” y san Juan Pablo II como «Custodio del Redentor». El pueblo lo invoca como «Patrono de la buena muerte».

Por eso, al cumplirse ciento cincuenta años de que el beato Pío IX, el 8 de diciembre de 1870, lo declarara como Patrono de la Iglesia Católica, quisiera —como dice Jesús— que “la boca hable de aquello de lo que está lleno el corazón” (cf. Mt 12,34), para compartir con ustedes algunas reflexiones personales sobre esta figura extraordinaria, tan cercana a nuestra condición humana. Este deseo ha crecido durante estos meses de pandemia, en los que podemos experimentar, en medio de la crisis que nos está golpeando, que «nuestras vidas están tejidas y sostenidas por personas comunes —corrientemente olvidadas— que no aparecen en portadas de diarios y de revistas, ni en las grandes pasarelas del último show pero, sin lugar a dudas, están escribiendo hoy los acontecimientos decisivos de nuestra historia: médicos, enfermeros y enfermeras, encargados de reponer los productos en los supermercados, limpiadoras, cuidadoras, transportistas, fuerzas de seguridad, voluntarios, sacerdotes, religiosas y tantos pero tantos otros que comprendieron que nadie se salva solo. […] Cuánta gente cada día demuestra paciencia e infunde esperanza, cuidándose de no sembrar pánico sino corresponsabilidad. Cuántos padres, madres, abuelos y abuelas, docentes muestran a nuestros niños, con gestos pequeños y cotidianos, cómo enfrentar y transitar una crisis readaptando rutinas, levantando miradas e impulsando la oración. Cuántas personas rezan, ofrecen e interceden por el bien de todos». Todos pueden encontrar en san José —el hombre que pasa desapercibido, el hombre de la presencia diaria, discreta y oculta— un intercesor, un apoyo y una guía en tiempos de dificultad. San José nos recuerda que todos los que están aparentemente ocultos o en “segunda línea” tienen un protagonismo sin igual en la historia de la salvación. A todos ellos va dirigida una palabra de reconocimiento y de gratitud.

1. Padre amado

La grandeza de san José consiste en el hecho de que fue el esposo de María y el padre de Jesús. En cuanto tal, «entró en el servicio de toda la economía de la encarnación», como dice san Juan Crisóstomo.

San Pablo VI observa que su paternidad se manifestó concretamente «al haber hecho de su vida un servicio, un sacrificio al misterio de la Encarnación y a la misión redentora que le está unida; al haber utilizado la autoridad legal, que le correspondía en la Sagrada Familia, para hacer de ella un don total de sí mismo, de su vida, de su trabajo; al haber convertido su vocación humana de amor doméstico en la oblación sobrehumana de sí mismo, de su corazón y de toda capacidad en el amor puesto al servicio del Mesías nacido en su casa».

Por su papel en la historia de la salvación, san José es un padre que siempre ha sido amado por el pueblo cristiano, como lo demuestra el hecho de que se le han dedicado numerosas iglesias en todo el mundo; que muchos institutos religiosos, hermandades y grupos eclesiales se inspiran en su espiritualidad y llevan su nombre; y que desde hace siglos se celebran en su honor diversas representaciones sagradas. Muchos santos y santas le tuvieron una gran devoción, entre ellos Teresa de Ávila, quien lo tomó como abogado e intercesor, encomendándose mucho a él y recibiendo todas las gracias que le pedía. Alentada por su experiencia, la santa persuadía a otros para que le fueran devotos.

En todos los libros de oraciones se encuentra alguna oración a san José. Invocaciones particulares que le son dirigidas todos los miércoles y especialmente durante todo el mes de marzo, tradicionalmente dedicado a él. 

La confianza del pueblo en san José se resume en la expresión “Ite ad Ioseph”, que hace referencia al tiempo de hambruna en Egipto, cuando la gente le pedía pan al faraón y él les respondía: «Vayan donde José y hagan lo que él les diga» (Gn 41,55). Se trataba de José el hijo de Jacob, a quien sus hermanos vendieron por envidia (cf. Gn 37,11-28) y que —siguiendo el relato bíblico— se convirtió posteriormente en virrey de Egipto (cf. Gn 41,41-44).

Como descendiente de David (cf. Mt 1,16.20), de cuya raíz debía brotar Jesús según la promesa hecha a David por el profeta Natán (cf. 2 Sam 7), y como esposo de María de Nazaret, san José es la pieza que une el Antiguo y el Nuevo Testamento. 

2. Padre en la ternura

José vio a Jesús progresar día tras día «en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres» (Lc 2,52). Como hizo el Señor con Israel, así él “le enseñó a caminar, y lo tomaba en sus brazos: era para él como el padre que alza a un niño hasta sus mejillas, y se inclina hacia él para darle de comer” (cf. Os 11,3-4). 

Jesús vio la ternura de Dios en José: «Como un padre siente ternura por sus hijos, así el Señor siente ternura por quienes lo temen» (Sal 103,13).

En la sinagoga, durante la oración de los Salmos, José ciertamente habrá oído el eco de que el Dios de Israel es un Dios de ternura, que es bueno para todos y «su ternura alcanza a todas las criaturas» (Sal 145,9).

La historia de la salvación se cumple creyendo «contra toda esperanza» (Rm 4,18) a través de nuestras debilidades. Muchas veces pensamos que Dios se basa sólo en la parte buena y vencedora de nosotros, cuando en realidad la mayoría de sus designios se realizan a través y a pesar de nuestra debilidad. Esto es lo que hace que san Pablo diga: «Para que no me engría tengo una espina clavada en el cuerpo, un emisario de Satanás que me golpea para que no me engría. Tres veces le he pedido al Señor que la aparte de mí, y él me ha dicho: “¡Te basta mi gracia!, porque mi poder se manifiesta plenamente en la debilidad”» (2 Co 12,7-9).

Si esta es la perspectiva de la economía de la salvación, debemos aprender a aceptar nuestra debilidad con intensa ternura.

El Maligno nos hace mirar nuestra fragilidad con un juicio negativo, mientras que el Espíritu la saca a la luz con ternura. La ternura es el mejor modo para tocar lo que es frágil en nosotros. El dedo que señala y el juicio que hacemos de los demás son a menudo un signo de nuestra incapacidad para aceptar nuestra propia debilidad, nuestra propia fragilidad. Sólo la ternura nos salvará de la obra del Acusador (cf. Ap 12,10). Por esta razón es importante encontrarnos con la Misericordia de Dios, especialmente en el sacramento de la Reconciliación, teniendo una experiencia de verdad y ternura. Paradójicamente, incluso el Maligno puede decirnos la verdad, pero, si lo hace, es para condenarnos. Sabemos, sin embargo, que la Verdad que viene de Dios no nos condena, sino que nos acoge, nos abraza, nos sostiene, nos perdona. La Verdad siempre se nos presenta como el Padre misericordioso de la parábola (cf. Lc 15,11-32): viene a nuestro encuentro, nos devuelve la dignidad, nos pone nuevamente de pie, celebra con nosotros, porque «mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado» (v. 24).

También a través de la angustia de José pasa la voluntad de Dios, su historia, su proyecto. Así, José nos enseña que tener fe en Dios incluye además creer que Él puede actuar incluso a través de nuestros miedos, de nuestras fragilidades, de nuestra debilidad. Y nos enseña que, en medio de las tormentas de la vida, no debemos tener miedo de ceder a Dios el timón de nuestra barca. A veces, nosotros quisiéramos tener todo bajo control, pero Él tiene siempre una mirada más amplia.

3. Padre en la obediencia

Así como Dios hizo con María cuando le manifestó su plan de salvación, también a José le reveló sus designios y lo hizo a través de sueños que, en la Biblia, como en todos los pueblos antiguos, eran considerados uno de los medios por los que Dios manifestaba su voluntad.

José estaba muy angustiado por el embarazo incomprensible de María; no quería «denunciarla públicamente», pero decidió «romper su compromiso en secreto» (Mt 1,19). En el primer sueño el ángel lo ayudó a resolver su grave dilema: «No temas aceptar a María, tu mujer, porque lo engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mt 1,20-21). Su respuesta fue inmediata: «Cuando José despertó del sueño, hizo lo que el ángel del Señor le había mandado» (Mt 1,24). Con la obediencia superó su drama y salvó a María.

En el segundo sueño el ángel ordenó a José: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre, y huye a Egipto; quédate allí hasta que te diga, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo» (Mt 2,13). José no dudó en obedecer, sin cuestionarse acerca de las dificultades que podía encontrar: «Se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto, donde estuvo hasta la muerte de Herodes» (Mt 2,14-15).

En Egipto, José esperó con confianza y paciencia el aviso prometido por el ángel para regresar a su país. Y cuando en un tercer sueño el mensajero divino, después de haberle informado que los que intentaban matar al niño habían muerto, le ordenó que se levantara, que tomase consigo al niño y a su madre y que volviera a la tierra de Israel (cf. Mt 2,19-20), él una vez más obedeció sin vacilar: «Se levantó, tomó al niño y a su madre y entró en la tierra de Israel» (Mt 2,21).

Pero durante el viaje de regreso, «al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí y, avisado en sueños —y es la cuarta vez que sucedió—, se retiró a la región de Galilea y se fue a vivir a un pueblo llamado Nazaret» (Mt 2,22-23).

El evangelista Lucas, por su parte, relató que José afrontó el largo e incómodo viaje de Nazaret a Belén, según la ley del censo del emperador César Augusto, para empadronarse en su ciudad de origen. Y fue precisamente en esta circunstancia que Jesús nació y fue asentado en el censo del Imperio, como todos los demás niños (cf. Lc 2,1-7).

San Lucas, en particular, se preocupó de resaltar que los padres de Jesús observaban todas las prescripciones de la ley: los ritos de la circuncisión de Jesús, de la purificación de María después del parto, de la presentación del primogénito a Dios (cf. 2,21-24).

En cada circunstancia de su vida, José supo pronunciar su “fiat”, como María en la Anunciación y Jesús en Getsemaní.

José, en su papel de cabeza de familia, enseñó a Jesús a ser sumiso a sus padres, según el mandamiento de Dios (cf. Ex 20,12). 

En la vida oculta de Nazaret, bajo la guía de José, Jesús aprendió a hacer la voluntad del Padre. Dicha voluntad se transformó en su alimento diario (cf. Jn 4,34). Incluso en el momento más difícil de su vida, que fue en Getsemaní, prefirió hacer la voluntad del Padre y no la suya propia y se hizo «obediente hasta la muerte […] de cruz» (Flp 2,8). Por ello, el autor de la Carta a los Hebreos concluye que Jesús «aprendió sufriendo a obedecer» (5,8).

Todos estos acontecimientos muestran que José «ha sido llamado por Dios para servir directamente a la persona y a la misión de Jesús mediante el ejercicio de su paternidad; de este modo él coopera en la plenitud de los tiempos en el gran misterio de la redención y es verdaderamente “ministro de la salvación”».

4. Padre en la acogida

José acogió a María sin poner condiciones previas. Confió en las palabras del ángel. «La nobleza de su corazón le hace supeditar a la caridad lo aprendido por ley; y hoy, en este mundo donde la violencia psicológica, verbal y física sobre la mujer es patente, José se presenta como figura de varón respetuoso, delicado que, aun no teniendo toda la información, se decide por la fama, dignidad y vida de María. Y, en su duda de cómo hacer lo mejor, Dios lo ayudó a optar iluminando su juicio».

Muchas veces ocurren hechos en nuestra vida cuyo significado no entendemos. Nuestra primera reacción es a menudo de decepción y rebelión. José deja de lado sus razonamientos para dar paso a lo que acontece y, por más misterioso que le parezca, lo acoge, asume la responsabilidad y se reconcilia con su propia historia. Si no nos reconciliamos con nuestra historia, ni siquiera podremos dar el paso siguiente, porque siempre seremos prisioneros de nuestras expectativas y de las consiguientes decepciones. 

La vida espiritual de José no nos muestra una vía que explica, sino una vía que acoge. Sólo a partir de esta acogida, de esta reconciliación, podemos también intuir una historia más grande, un significado más profundo. Parecen hacerse eco las ardientes palabras de Job que, ante la invitación de su esposa a rebelarse contra todo el mal que le sucedía, respondió: «Si aceptamos de Dios los bienes, ¿no vamos a aceptar los males?» (Jb 2,10). 

José no es un hombre que se resigna pasivamente. Es un protagonista valiente y fuerte. La acogida es un modo por el que se manifiesta en nuestra vida el don de la fortaleza que nos viene del Espíritu Santo. Sólo el Señor puede darnos la fuerza para acoger la vida tal como es, para hacer sitio incluso a esa parte contradictoria, inesperada y decepcionante de la existencia.

La venida de Jesús en medio de nosotros es un regalo del Padre, para que cada uno pueda reconciliarse con la carne de su propia historia, aunque no la comprenda del todo. 

Como Dios dijo a nuestro santo: «José, hijo de David, no temas» (Mt 1,20), parece repetirnos también a nosotros: “¡No tengan miedo!”. Tenemos que dejar de lado nuestra ira y decepción, y hacer espacio —sin ninguna resignación mundana y con una fortaleza llena de esperanza— a lo que no hemos elegido, pero está allí. Acoger la vida de esta manera nos introduce en un significado oculto. La vida de cada uno de nosotros puede comenzar de nuevo milagrosamente, si encontramos la valentía para vivirla según lo que nos dice el Evangelio. Y no importa si ahora todo parece haber tomado un rumbo equivocado y si algunas cuestiones son irreversibles. Dios puede hacer que las flores broten entre las rocas. Aun cuando nuestra conciencia nos reprocha algo, Él «es más grande que nuestra conciencia y lo sabe todo» (1 Jn 3,20).

El realismo cristiano, que no rechaza nada de lo que existe, vuelve una vez más. La realidad, en su misteriosa irreductibilidad y complejidad, es portadora de un sentido de la existencia con sus luces y sombras. Esto hace que el apóstol Pablo afirme: «Sabemos que todo contribuye al bien de quienes aman a Dios» (Rm 8,28). Y san Agustín añade: «Aun lo que llamamos mal (etiam illud quod malum dicitur)». En esta perspectiva general, la fe da sentido a cada acontecimiento feliz o triste.

Entonces, lejos de nosotros el pensar que creer significa encontrar soluciones fáciles que consuelan. La fe que Cristo nos enseñó es, en cambio, la que vemos en san José, que no buscó atajos, sino que afrontó “con los ojos abiertos” lo que le acontecía, asumiendo la responsabilidad en primera persona. 

La acogida de José nos invita a acoger a los demás, sin exclusiones, tal como son, con preferencia por los débiles, porque Dios elige lo que es débil (cf. 1 Co 1,27), es «padre de los huérfanos y defensor de las viudas» (Sal 68,6) y nos ordena amar al extranjero. Deseo imaginar que Jesús tomó de las actitudes de José el ejemplo para la parábola del hijo pródigo y el padre misericordioso (cf. Lc 15,11-32). 

5. Padre de la valentía creativa

Si la primera etapa de toda verdadera curación interior es acoger la propia historia, es decir, hacer espacio dentro de nosotros mismos incluso para lo que no hemos elegido en nuestra vida, necesitamos añadir otra característica importante: la valentía creativa. Esta surge especialmente cuando encontramos dificultades. De hecho, cuando nos enfrentamos a un problema podemos detenernos y bajar los brazos, o podemos ingeniárnoslas de alguna manera. A veces las dificultades son precisamente las que sacan a relucir recursos en cada uno de nosotros que ni siquiera pensábamos tener.

Muchas veces, leyendo los “Evangelios de la infancia”, nos preguntamos por qué Dios no intervino directa y claramente. Pero Dios actúa a través de eventos y personas. José era el hombre por medio del cual Dios se ocupó de los comienzos de la historia de la redención. Él era el verdadero “milagro” con el que Dios salvó al Niño y a su madre. El cielo intervino confiando en la valentía creadora de este hombre, que cuando llegó a Belén y no encontró un lugar donde María pudiera dar a luz, se instaló en un establo y lo arregló hasta convertirlo en un lugar lo más acogedor posible para el Hijo de Dios que venía al mundo (cf. Lc 2,6-7). Ante el peligro inminente de Herodes, que quería matar al Niño, José fue alertado una vez más en un sueño para protegerlo, y en medio de la noche organizó la huida a Egipto (cf. Mt 2,13-14). 

De una lectura superficial de estos relatos se tiene siempre la impresión de que el mundo esté a merced de los fuertes y de los poderosos, pero la “buena noticia” del Evangelio consiste en mostrar cómo, a pesar de la arrogancia y la violencia de los gobernantes terrenales, Dios siempre encuentra un camino para cumplir su plan de salvación. Incluso nuestra vida parece a veces que está en manos de fuerzas superiores, pero el Evangelio nos dice que Dios siempre logra salvar lo que es importante, con la condición de que tengamos la misma valentía creativa del carpintero de Nazaret, que sabía transformar un problema en una oportunidad, anteponiendo siempre la confianza en la Providencia. 

Si a veces pareciera que Dios no nos ayuda, no significa que nos haya abandonado, sino que confía en nosotros, en lo que podemos planear, inventar, encontrar.

Es la misma valentía creativa que mostraron los amigos del paralítico que, para presentarlo a Jesús, lo bajaron del techo (cf. Lc5,17-26). La dificultad no detuvo la audacia y la obstinación de esos amigos. Ellos estaban convencidos de que Jesús podía curar al enfermo y «como no pudieron introducirlo por causa de la multitud, subieron a lo alto de la casa y lo hicieron bajar en la camilla a través de las tejas, y lo colocaron en medio de la gente frente a Jesús. Jesús, al ver la fe de ellos, le dijo al paralítico: “¡Hombre, tus pecados quedan perdonados!”» (vv. 19-20). Jesús reconoció la fe creativa con la que esos hombres trataron de traerle a su amigo enfermo.

El Evangelio no da ninguna información sobre el tiempo en que María, José y el Niño permanecieron en Egipto. Sin embargo, lo que es cierto es que habrán tenido necesidad de comer, de encontrar una casa, un trabajo. No hace falta mucha imaginación para llenar el silencio del Evangelio a este respecto. La Sagrada Familia tuvo que afrontar problemas concretos como todas las demás familias, como muchos de nuestros hermanos y hermanas migrantes que incluso hoy arriesgan sus vidas forzados por las adversidades y el hambre. A este respecto, creo que san José sea realmente un santo patrono especial para todos aquellos que tienen que dejar su tierra a causa de la guerra, el odio, la persecución y la miseria.

Al final de cada relato en el que José es el protagonista, el Evangelio señala que él se levantó, tomó al Niño y a su madre e hizo lo que Dios le había mandado (cf. Mt 1,24; 2,14.21). De hecho, Jesús y María, su madre, son el tesoro más preciado de nuestra fe.

En el plan de salvación no se puede separar al Hijo de la Madre, de aquella que «avanzó en la peregrinación de la fe y mantuvo fielmente su unión con su Hijo hasta la cruz».

Debemos preguntarnos siempre si estamos protegiendo con todas nuestras fuerzas a Jesús y María, que están misteriosamente confiados a nuestra responsabilidad, a nuestro cuidado, a nuestra custodia. El Hijo del Todopoderoso viene al mundo asumiendo una condición de gran debilidad. Necesita de José para ser defendido, protegido, cuidado, criado. Dios confía en este hombre, del mismo modo que lo hace María, que encuentra en José no sólo al que quiere salvar su vida, sino al que siempre velará por ella y por el Niño. En este sentido, san José no puede dejar de ser el Custodio de la Iglesia, porque la Iglesia es la extensión del Cuerpo de Cristo en la historia, y al mismo tiempo en la maternidad de la Iglesia se manifiesta la maternidad de María. José, a la vez que continúa protegiendo a la Iglesia, sigue amparando al Niño y a su madre, y nosotros también, amando a la Iglesia, continuamos amando al Niño y a su madre

Este Niño es el que dirá: «Les aseguro que siempre que ustedes lo hicieron con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron» (Mt 25,40). Así, cada persona necesitada, cada pobre, cada persona que sufre, cada moribundo, cada extranjero, cada prisionero, cada enfermo son “el Niño” que José sigue custodiando. Por eso se invoca a san José como protector de los indigentes, los necesitados, los exiliados, los afligidos, los pobres, los moribundos. Y es por lo mismo que la Iglesia no puede dejar de amar a los más pequeños, porque Jesús ha puesto en ellos su preferencia, se identifica personalmente con ellos. De José debemos aprender el mismo cuidado y responsabilidad: amar al Niño y a su madre; amar los sacramentos y la caridad; amar a la Iglesia y a los pobres. En cada una de estas realidades está siempre el Niño y su madre.

6. Padre trabajador

Un aspecto que caracteriza a san José y que se ha destacado desde la época de la primera Encíclica social, la Rerum novarum de León XIII, es su relación con el trabajo. San José era un carpintero que trabajaba honestamente para asegurar el sustento de su familia. De él, Jesús aprendió el valor, la dignidad y la alegría de lo que significa comer el pan que es fruto del propio trabajo.

En nuestra época actual, en la que el trabajo parece haber vuelto a representar una urgente cuestión social y el desempleo alcanza a veces niveles impresionantes, aun en aquellas naciones en las que durante décadas se ha experimentado un cierto bienestar, es necesario, con una conciencia renovada, comprender el significado del trabajo que da dignidad y del que nuestro santo es un patrono ejemplar. 

El trabajo se convierte en participación en la obra misma de la salvación, en oportunidad para acelerar el advenimiento del Reino, para desarrollar las propias potencialidades y cualidades, poniéndolas al servicio de la sociedad y de la comunión. El trabajo se convierte en ocasión de realización no sólo para uno mismo, sino sobre todo para ese núcleo original de la sociedad que es la familia. Una familia que carece de trabajo está más expuesta a dificultades, tensiones, fracturas e incluso a la desesperada y desesperante tentación de la disolución. ¿Cómo podríamos hablar de dignidad humana sin comprometernos para que todos y cada uno tengan la posibilidad de un sustento digno?

La persona que trabaja, cualquiera que sea su tarea, colabora con Dios mismo, se convierte un poco en creador del mundo que nos rodea. La crisis de nuestro tiempo, que es una crisis económica, social, cultural y espiritual, puede representar para todos un llamado a redescubrir el significado, la importancia y la necesidad del trabajo para dar lugar a una nueva “normalidad” en la que nadie quede excluido. La obra de san José nos recuerda que el mismo Dios hecho hombre no desdeñó el trabajo. La pérdida de trabajo que afecta a tantos hermanos y hermanas, y que ha aumentado en los últimos tiempos debido a la pandemia de Covid-19, debe ser un llamado a revisar nuestras prioridades. Imploremos a san José obrero para que encontremos caminos que nos lleven a decir: ¡Ningún joven, ninguna persona, ninguna familia sin trabajo!

7. Padre en la sombra

El escritor polaco Jan Dobraczyński, en su libro La sombra del Padre, noveló la vida de san José. Con la imagen evocadora de la sombra define la figura de José, que para Jesús es la sombra del Padre celestial en la tierra: lo auxilia, lo protege, no se aparta jamás de su lado para seguir sus pasos. Pensemos en aquello que Moisés recuerda a Israel: «En el desierto, donde viste cómo el Señor, tu Dios, te cuidaba como un padre cuida a su hijo durante todo el camino» (Dt 1,31). Así José ejercitó la paternidad durante toda su vida.

Nadie nace padre, sino que se hace. Y no se hace sólo por traer un hijo al mundo, sino por hacerse cargo de él responsablemente. Todas las veces que alguien asume la responsabilidad de la vida de otro, en cierto sentido ejercita la paternidad respecto a él.

En la sociedad de nuestro tiempo, los niños a menudo parecen no tener padre. También la Iglesia de hoy en día necesita padres. La amonestación dirigida por san Pablo a los Corintios es siempre oportuna: «Podrán tener diez mil instructores, pero padres no tienen muchos» (1 Co 4,15); y cada sacerdote u obispo debería poder decir como el Apóstol: «Fui yo quien los engendré para Cristo al anunciarles el Evangelio» (ibíd.). Y a los Gálatas les dice: «Hijos míos, por quienes de nuevo sufro dolores de parto hasta que Cristo sea formado en ustedes» (4,19).

Ser padre significa introducir al niño en la experiencia de la vida, en la realidad. No para retenerlo, no para encarcelarlo, no para poseerlo, sino para hacerlo capaz de elegir, de ser libre, de salir. Quizás por esta razón la tradición también le ha puesto a José, junto al apelativo de padre, el de “castísimo”. No es una indicación meramente afectiva, sino la síntesis de una actitud que expresa lo contrario a poseer. La castidad está en ser libres del afán de poseer en todos los ámbitos de la vida. Sólo cuando un amor es casto es un verdadero amor. El amor que quiere poseer, al final, siempre se vuelve peligroso, aprisiona, sofoca, hace infeliz. Dios mismo amó al hombre con amor casto, dejándolo libre incluso para equivocarse y ponerse en contra suya. La lógica del amor es siempre una lógica de libertad, y José fue capaz de amar de una manera extraordinariamente libre. Nunca se puso en el centro. Supo cómo descentrarse, para poner a María y a Jesús en el centro de su vida.

La felicidad de José no está en la lógica del auto-sacrificio, sino en el don de sí mismo. Nunca se percibe en este hombre la frustración, sino sólo la confianza. Su silencio persistente no contempla quejas, sino gestos concretos de confianza. El mundo necesita padres, rechaza a los amos, es decir: rechaza a los que quieren usar la posesión del otro para llenar su propio vacío; rehúsa a los que confunden autoridad con autoritarismo, servicio con servilismo, confrontación con opresión, caridad con asistencialismo, fuerza con destrucción. Toda vocación verdadera nace del don de sí mismo, que es la maduración del simple sacrificio. También en el sacerdocio y la vida consagrada se requiere este tipo de madurez. Cuando una vocación, ya sea en la vida matrimonial, célibe o virginal, no alcanza la madurez de la entrega de sí misma deteniéndose sólo en la lógica del sacrificio, entonces en lugar de convertirse en signo de la belleza y la alegría del amor corre el riesgo de expresar infelicidad, tristeza y frustración. 

La paternidad que rehúsa la tentación de vivir la vida de los hijos está siempre abierta a nuevos espacios. Cada niño lleva siempre consigo un misterio, algo inédito que sólo puede ser revelado con la ayuda de un padre que respete su libertad. Un padre que es consciente de que completa su acción educativa y de que vive plenamente su paternidad sólo cuando se ha hecho “inútil”, cuando ve que el hijo ha logrado ser autónomo y camina solo por los senderos de la vida, cuando se pone en la situación de José, que siempre supo que el Niño no era suyo, sino que simplemente había sido confiado a su cuidado. Después de todo, eso es lo que Jesús sugiere cuando dice: «No llamen “padre” a ninguno de ustedes en la tierra, pues uno solo es su Padre, el del cielo» (Mt 23,9). 

Siempre que nos encontremos en la condición de ejercer la paternidad, debemos recordar que nunca es un ejercicio de posesión, sino un “signo” que nos evoca una paternidad superior. En cierto sentido, todos nos encontramos en la condición de José: sombra del único Padre celestial, que «hace salir el sol sobre malos y buenos y manda la lluvia sobre justos e injustos» (Mt 5,45); y sombra que sigue al Hijo.

* * *

«Levántate, toma contigo al niño y a su madre» (Mt 2,13), dijo Dios a san José.

El objetivo de esta Carta apostólica es que crezca el amor a este gran santo, para ser impulsados a implorar su intercesión e imitar sus virtudes, como también su resolución.

En efecto, la misión específica de los santos no es sólo la de conceder milagros y gracias, sino la de interceder por nosotros ante Dios, como hicieron Abrahán y Moisés, como hace Jesús, «único mediador» (1 Tm 2,5), que es nuestro «abogado» ante Dios Padre (1 Jn 2,1), «ya que vive eternamente para interceder por nosotros» (Hb 7,25; cf. Rm 8,34).

Los santos ayudan a todos los fieles «a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad». Su vida es una prueba concreta de que es posible vivir el Evangelio. 

Jesús dijo: «Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón» (Mt 11,29), y ellos a su vez son ejemplos de vida a imitar. San Pablo exhortó explícitamente: «Vivan como imitadores míos» (1 Co 4,16). San José lo dijo a través de su elocuente silencio.

Ante el ejemplo de tantos santos y santas, san Agustín se preguntó: «¿No podrás tú lo que éstos y éstas?». Y así llegó a la conversión definitiva exclamando: «¡Tarde te amé, belleza tan antigua y tan nueva!».

No queda más que implorar a san José la gracia de las gracias: nuestra conversión.

A él dirijamos nuestra oración:

Salve, custodio del Redentor
y esposo de la Virgen María.
A ti Dios confió a su Hijo,
en ti María depositó su confianza, 
contigo Cristo se forjó como hombre.

Oh, bienaventurado José, 
muéstrate padre también a nosotros
y guíanos en el camino de la vida.
Concédenos gracia, misericordia y valentía,
y defiéndenos de todo mal. Amén.

Roma, en San Juan de Letrán, 8 de diciembre, Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María, del año 2020, octavo de mi pontificado.

Francisco

Vaticano

Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones

El Papa Francisco ha firmado el Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones, recordando la responsabilidad que tenemos todos de evangelizar en estos momentos más difíciles de nuestra historia.

David Fernández Alonso·31 de enero de 2021·Tiempo de lectura: 4 minutos

Cuando experimentamos la fuerza del amor de Dios, cuando reconocemos su presencia de Padre en nuestra vida personal y comunitaria, no podemos dejar de anunciar y compartir lo que hemos visto y oído”. Con estas palabras comienza el mensaje del Santo Padre para la Jornada Mundial de las Misiones, que se celebra cada año el penúltimo domingo de octubre y que firmó el pasado 6 de enero, Solemnidad de la Epifanía del Señor, en San Juan de Letrán.

Francisco recuerda que “la relación de Jesús con sus discípulos, su humanidad que se nos revela en el misterio de la encarnación, en su Evangelio y en su Pascua nos hacen ver hasta qué punto Dios ama nuestra humanidad y hace suyos nuestros gozos y sufrimientos, nuestros deseos y nuestras angustias”. Y añade:

“Todo en Cristo nos recuerda que el mundo en el que vivimos y su necesidad de redención no le es ajena y nos convoca también a sentirnos parte activa de esta misión: ‘Salgan a las encrucijadas de los caminos e inviten a todos los que encuentren’. Nadie es ajeno, nadie puede sentirse extraño o lejano a este amor de compasión”

Una búsqueda apasionada del Señor

Francisco recuerda que “la historia de la evangelización comienza con una búsqueda apasionada del Señor que llama y quiere entablar con cada persona, allí donde se encuentra, un diálogo de amistad”, y que “el amor siempre está en movimiento y nos pone en movimiento para compartir el anuncio más hermoso y esperanzador”.

Hemos sido creados para la plenitud

El Santo Padre escribe que “con Jesús hemos visto, oído y palpado que las cosas pueden ser diferentes”. Y añade que “Él inauguró, ya para hoy, los tiempos por venir recordándonos una característica esencial de nuestro ser humanos, tantas veces olvidada: ‘Hemos sido hechos para la plenitud que sólo se alcanza en el amor’. Tiempos nuevos que suscitan una fe capaz de impulsar iniciativas y forjar comunidades a partir de hombres y mujeres que aprenden a hacerse cargo de la fragilidad propia y la de los demás, promoviendo la fraternidad y la amistad social”.

“La comunidad eclesial muestra su belleza cada vez que recuerda con gratitud que el Señor nos amó primero. Esa ‘predilección amorosa del Señor nos sorprende, y el asombro – por su propia naturaleza – no podemos poseerlo por nosotros mismos ni imponerlo. Sólo así puede florecer el milagro de la gratuidad, el don gratuito de sí”

Después de aludir a los tiempos difíciles que atravesaron los primeros cristianos cuando comenzaron su vida de fe en un ambiente hostil y complicado, el Santo Padre recuerda que “los límites e impedimentos se volvieron también un lugar privilegiado para ungir todo y a todos con el Espíritu del Señor”.

“Nada ni nadie podía quedar ajeno a ese anuncio liberador”

El Papa se refiere a los Hechos de los Apóstoles y escribe que “nos enseña a vivir las pruebas abrazándonos a Cristo, para madurar la convicción de que Dios puede actuar en cualquier circunstancia, también en medio de aparentes fracasos”.

Un momento difícil de nuestra historia

Así también nosotros – prosigue el Papa en su mensaje – tampoco es fácil el momento actual de nuestra historia. La situación de la pandemia evidenció y amplificó el dolor, la soledad, la pobreza y las injusticias que ya tantos padecían y puso al descubierto nuestras falsas seguridades y las fragmentaciones y polarizaciones que silenciosamente nos laceran«.

“Los más frágiles y vulnerables experimentaron aún más su vulnerabilidad y fragilidad. Hemos experimentado el desánimo, el desencanto, el cansancio, y hasta la amargura conformista y desesperanzadora pudo apoderarse de nuestras miradas”

Y ante la pregunta de: “¿Para qué me voy a privarme de mis seguridades, comodidades y placeres si no voy a ver ningún resultado importante?”, la respuesta – escribe Francisco – permanece siendo la misma:

“Jesucristo ha triunfado sobre el pecado y la muerte y está lleno de poder. Jesucristo verdaderamente vive y nos quiere también vivos, fraternos y capaces de hospedar y compartir esta esperanza. En el contexto actual urgen misioneros de esperanza que, ungidos por el Señor, sean capaces de recordar proféticamente que nadie se salva por sí solo”

Implicarnos en la transformación del mundo

También escribe que “los cristianos no podemos reservarnos al Señor para nosotros mismos: la misión evangelizadora de la Iglesia expresa su implicación total y pública en la transformación del mundo y en la custodia de la creación”.

Agradecimiento e invitación

El Papa, recordando el lema de la Jornada Mundial de las Misiones de este año, “No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído”, afirma que “es una invitación a cada uno de nosotros a ‘hacernos cargo’ y dar a conocer aquello que tenemos en el corazón«. Y afirma que “en la Jornada Mundial de las Misiones, que se celebra cada año el penúltimo domingo de octubre, recordamos agradecidamente a todas esas personas que, con su testimonio de vida, nos ayudan a renovar nuestro compromiso bautismal de ser apóstoles generosos y alegres del Evangelio”.

“Recordamos especialmente a quienes fueron capaces de ponerse en camino, dejar su tierra y sus hogares para que el Evangelio pueda alcanzar sin demoras y sin miedos esos rincones de pueblos y ciudades donde tantas vidas se encuentran sedientas de bendición”

Vivir la misión es aventurarse a desarrollar los mismos sentimientos de Cristo Jesús y creer con Él que quien está a mi lado es también mi hermano y mi hermana”. “Que su amor de compasión – escribe el Papa al final de su mensaje – despierte también nuestro corazón y nos vuelva a todos discípulos misioneros”.

El Papa concluye el mensaje invocando a la Madre de Dios para que haga crecer en nosotros ese deseo:

“Que María, la primera discípula misionera, haga crecer en todos los bautizados el deseo de ser sal y luz en nuestras tierras”

Vocaciones

“Los cristianos de Pakistán tenemos la esperanza de un futuro mejor”

Abid Saleem, pakistaní, es uno de los beneficiarios de las becas que Centro Académico Romano fundación gestiona para impulsar la formación de sacerdotes de todo el mundo.

Maria José Atienza·31 de enero de 2021·Tiempo de lectura: < 1 minuto

Abid Saleem, Oblato Misionero de María Inmaculada, es un sacerdote pakistaní de 41 años que estudia en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, en Roma.

Desde niño quiso ser sacerdote y, en la universidad, un suceso marcó su vida: “Me encontré con un novicio Oblato que me explicó el carisma de la congregación. Me apunté a un programa vocacional. Me encantó la espiritualidad oblata y su lema: “Evangelizar a los pobres”, relata. 

Ordenado en 2009, su obispo le envió a distintas parroquias, primero como asistente y luego como párroco. Allí trabajó con jóvenes y formó parte de la Comisión Catequética de su diócesis. 

Su país necesita sacerdotes católicos bien formados. Los musulmanes son el 95% de la población y los cristianos representan el 2%, mitad católicos y mitad protestantes. 

“Los cristianos en Pakistán son, en su mayoría, muy pobres. Aún así, han hecho contribuciones significativas al desarrollo social del país, sobre todo en la creación de escuelas y centros de salud”, se enorgullece Abid. Sin embargo, también sufren discriminación y persecución: violencia selectiva, secuestros, conversión forzada y vandalismo de hogares e iglesias. “A pesar de todo, los cristianos de Pakistán tenemos la esperanza de un futuro mejor” afirma. 

Ahora, gracias a los benefactores de CARF, mi superior me ha enviado a Roma para realizar más estudios en Liturgia. Me gustaría ser un buen misionero”, concluye. 

Recursos

Uno solo es vuestro Maestro y todos vosotros sois hermanos

Mensaje del Santo Padre Francisco para la XXIX Jornada Mundial del Enfermo

Papa Francisco·31 de enero de 2021·Tiempo de lectura: 5 minutos

Queridos hermanos y hermanas:

La celebración de la 29.a Jornada Mundial del Enfermo, que tendrá lugar el 11 de febrero de 2021, memoria de la Bienaventurada Virgen María de Lourdes, es un momento propicio para brindar una atención especial a las personas enfermas y a quienes cuidan de ellas, tanto en los lugares destinados a su asistencia como en el seno de las familias y las comunidades. Pienso, en particular, en quienes sufren en todo el mundo los efectos de la pandemia del coronavirus. A todos, especialmente a los más pobres y marginados, les expreso mi cercanía espiritual, al mismo tiempo que les aseguro la solicitud y el afecto de la Iglesia.

1. El tema de esta Jornada se inspira en el pasaje evangélico en el que Jesús critica la hipocresía de quienes dicen, pero no hacen (cf. Mt 23,1-12). Cuando la fe se limita a ejercicios verbales estériles, sin involucrarse en la historia y las necesidades del prójimo, la coherencia entre el credo profesado y la vida real se debilita. El riesgo es grave; por este motivo, Jesús usa expresiones fuertes, para advertirnos del peligro de caer en la idolatría de nosotros mismos, y afirma: «Uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos» (v. 8).

La crítica que Jesús dirige a quienes «dicen, pero no hacen» (v. 3) es beneficiosa, siempre y para todos, porque nadie es inmune al mal de la hipocresía, un mal muy grave, cuyo efecto es impedirnos florecer como hijos del único Padre, llamados a vivir una fraternidad universal.

Ante la condición de necesidad de un hermano o una hermana, Jesús nos muestra un modelo de comportamiento totalmente opuesto a la hipocresía. Propone detenerse, escuchar, establecer una relación directa y personal con el otro, sentir empatía y conmoción por él o por ella, dejarse involucrar en su sufrimiento hasta llegar a hacerse cargo de él por medio del servicio (cf. Lc 10,30-35).

2. La experiencia de la enfermedad hace que sintamos nuestra propia vulnerabilidad y, al mismo tiempo, la necesidad innata del otro. Nuestra condición de criaturas se vuelve aún más nítida y experimentamos de modo evidente nuestra dependencia de Dios. Efectivamente, cuando estamos enfermos, la incertidumbre, el temor y a veces la consternación, se apoderan de la mente y del corazón; nos encontramos en una situación de impotencia, porque nuestra salud no depende de nuestras capacidades o de que nos “angustiemos” (cf. Mt 6,27).

La enfermedad impone una pregunta por el sentido, que en la fe se dirige a Dios; una pregunta que busca un nuevo significado y una nueva dirección para la existencia, y que a veces puede ser que no encuentre una respuesta inmediata. Nuestros mismos amigos y familiares no siempre pueden ayudarnos en esta búsqueda trabajosa.

A este respecto, la figura bíblica de Job es emblemática. Su mujer y sus amigos no son capaces de acompañarlo en su desventura, es más, lo acusan aumentando en él la soledad y el desconcierto. Job cae en un estado de abandono e incomprensión. Pero precisamente por medio de esta extrema fragilidad, rechazando toda hipocresía y eligiendo el camino de la sinceridad con Dios y con los demás, hace llegar su grito insistente a Dios, que al final responde, abriéndole un nuevo horizonte. Le confirma que su sufrimiento no es una condena o un castigo, tampoco es un estado de lejanía de Dios o un signo de su indiferencia. Así, del corazón herido y sanado de Job, brota esa conmovida declaración al Señor, que resuena con energía: «Te conocía sólo de oídas, pero ahora te han visto mis ojos» (42,5).

3. La enfermedad siempre tiene un rostro, incluso más de uno: tiene el rostro de cada enfermo y enferma, también de quienes se sienten ignorados, excluidos, víctimas de injusticias sociales que niegan sus derechos fundamentales (cf. Carta enc. Fratelli tutti, 22). La pandemia actual ha sacado a la luz numerosas insuficiencias de los sistemas sanitarios y carencias en la atención de las personas enfermas. Los ancianos, los más débiles y vulnerables no siempre tienen garantizado el acceso a los tratamientos, y no siempre es de manera equitativa. Esto depende de las decisiones políticas, del modo de administrar los recursos y del compromiso de quienes ocupan cargos de responsabilidad. Invertir recursos en el cuidado y la atención a las personas enfermas es una prioridad vinculada a un principio: la salud es un bien común primario. Al mismo tiempo, la pandemia ha puesto también de relieve la entrega y la generosidad de agentes sanitarios, voluntarios, trabajadores y trabajadoras, sacerdotes, religiosos y religiosas que, con profesionalidad, abnegación, sentido de responsabilidad y amor al prójimo han ayudado, cuidado, consolado y servido a tantos enfermos y a sus familiares. Una multitud silenciosa de hombres y mujeres que han decidido mirar esos rostros, haciéndose cargo de las heridas de los pacientes, que sentían prójimos por el hecho de pertenecer a la misma familia humana.

La cercanía, de hecho, es un bálsamo muy valioso, que brinda apoyo y consuelo a quien sufre en la enfermedad. Como cristianos, vivimos la projimidad como expresión del amor de Jesucristo, el buen Samaritano, que con compasión se ha hecho cercano a todo ser humano, herido por el pecado. Unidos a Él por la acción del Espíritu Santo, estamos llamados a ser misericordiosos como el Padre y a amar, en particular, a los hermanos enfermos, débiles y que sufren (cf. Jn 13,34-35). Y vivimos esta cercanía, no sólo de manera personal, sino también de forma comunitaria: en efecto, el amor fraterno en Cristo genera una comunidad capaz de sanar, que no abandona a nadie, que incluye y acoge sobre todo a los más frágiles.

A este respecto, deseo recordar la importancia de la solidaridad fraterna, que se expresa de modo concreto en el servicio y que puede asumir formas muy diferentes, todas orientadas a sostener al prójimo. «Servir significa cuidar a los frágiles de nuestras familias, de nuestra sociedad, de nuestro pueblo» (Homilía en La Habana, 20 septiembre 2015). En este compromiso cada uno es capaz de «dejar de lado sus búsquedas, afanes, deseos de omnipotencia ante la mirada concreta de los más frágiles. […] El servicio siempre mira el rostro del hermano, toca su carne, siente su projimidad y hasta en algunos casos la “padece” y busca la promoción del hermano. Por eso nunca el servicio es ideológico, ya que no se sirve a ideas, sino que se sirve a personas» (ibíd.).

4. Para que haya una buena terapia, es decisivo el aspecto relacional, mediante el que se puede adoptar un enfoque holístico hacia la persona enferma. Dar valor a este aspecto también ayuda a los médicos, los enfermeros, los profesionales y los voluntarios a hacerse cargo de aquellos que sufren para acompañarles en un camino de curación, gracias a una relación interpersonal de confianza (cf. Nueva Carta de los agentes sanitarios [2016], 4). Se trata, por lo tanto, de establecer un pacto entre los necesitados de cuidados y quienes los cuidan; un pacto basado en la confianza y el respeto mutuos, en la sinceridad, en la disponibilidad, para superar toda barrera defensiva, poner en el centro la dignidad del enfermo, tutelar la profesionalidad de los agentes sanitarios y mantener una buena relación con las familias de los pacientes.

Precisamente esta relación con la persona enferma encuentra una fuente inagotable de motivación y de fuerza en la caridad de Cristo, como demuestra el testimonio milenario de hombres y mujeres que se han santificado sirviendo a los enfermos. En efecto, del misterio de la muerte y resurrección de Cristo brota el amor que puede dar un sentido pleno tanto a la condición del paciente como a la de quien cuida de él. El Evangelio lo testimonia muchas veces, mostrando que las curaciones que hacía Jesús nunca son gestos mágicos, sino que siempre son fruto de un encuentro, de una relación interpersonal, en la que al don de Dios que ofrece Jesús le corresponde la fe de quien lo acoge, como resume la palabra que Jesús repite a menudo: “Tu fe te ha salvado”.

5. Queridos hermanos y hermanas: El mandamiento del amor, que Jesús dejó a sus discípulos, también encuentra una realización concreta en la relación con los enfermos. Una sociedad es tanto más humana cuanto más sabe cuidar a sus miembros frágiles y que más sufren, y sabe hacerlo con eficiencia animada por el amor fraterno. Caminemos hacia esta meta, procurando que nadie se quede solo, que nadie se sienta excluido ni abandonado.

Le encomiendo a María, Madre de misericordia y Salud de los enfermos, todas las personas enfermas, los agentes sanitarios y quienes se prodigan al lado de los que sufren. Que Ella, desde la Gruta de Lourdes y desde los innumerables santuarios que se le han dedicado en todo el mundo, sostenga nuestra fe y nuestra esperanza, y nos ayude a cuidarnos unos a otros con amor fraterno. A todos y cada uno les imparto de corazón mi bendición.

Roma, San Juan de Letrán, 20 de diciembre de 2020, cuarto domingo de Adviento.

El autorPapa Francisco

Vaticano

Francisco a los catequistas italianos: «Renovar el espíritu del anuncio»

El Papa Francisco ha concedido una audiencia a los responsables de la Oficina de Catequesis de la Conferencia Episcopal Italiana, en el 60º aniversario del comienzo de su actividad.

David Fernández Alonso·31 de enero de 2021·Tiempo de lectura: 4 minutos

En el 60º aniversario del inicio de la actividad de la Oficina de Catequesis de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI) el Papa Francisco ha concedido una audiencia a sus responsables. Este organismo está destinado a ayudar a la Iglesia italiana en el ámbito de la catequesis tras del Concilio Vaticano II.

Un aniversario que, no sólo sirve de recordatorio, sino que también es una oportunidad para «renovar el espíritu del anuncio» – les dijo el Papa en su discurso –, razón por la cual les manifestó su intención de «compartir tres puntos que espero puedan ayudarlos en el trabajo de los próximos años«.

Jesucristo en el centro de la catequesis

El primer punto es: catequesis y kerygma. «La catequesis es el eco de la Palabra de Dios«, dijo Francisco, y a través de la Sagrada Escritura cada persona entra a formar parte de «la misma historia de salvación» y con su propia singularidad «encuentra su propio ritmo«.

Subrayó también que el corazón del misterio de la salvación es el kerygma, y que el kerygma es una persona: Jesucristo. La catequesis, por tanto, debe «propiciar un encuentro personal con Él» y, por tanto, no puede hacerse sin relaciones personales.

“No existe una verdadera catequesis sin el testimonio de hombres y mujeres de carne y hueso. ¿Quién de nosotros no recuerda al menos a uno de sus catequistas? Yo lo recuerdo. Recuerdo a la religiosa que me preparó para mi primera comunión y que me hizo tanto bien. Los primeros protagonistas de la catequesis son ellos, mensajeros del Evangelio, a menudo laicos, que se ponen en juego con generosidad para compartir la belleza de haber encontrado a Jesús. ¿Quién es el catequista? Es el que guarda y alimenta la memoria de Dios; la guarda en sí mismo – es un recordador de la historia de la salvación – y sabe despertar esta memoria en los demás. Es un cristiano que pone esta memoria al servicio del anuncio; no para ser visto, no para hablar de sí mismo, sino para hablar de Dios, de su amor, de su fidelidad”

El anuncio es el amor de Dios en el lenguaje del corazón

A continuación, el Papa indicó algunas características que debe poseer el anuncio hoy. Que sepa revelar el amor de Dios, antes que toda obligación moral y religiosa; que no se imponga, sino que tenga en cuenta la libertad; que sea testigo de la alegría y la vitalidad. Para ello el que evangeliza debe expresar «cercanía, apertura al diálogo, paciencia, acogida cordial que no condena«.

Y hablando del catequista, Francisco añadió que «la fe debe transmitirse en dialecto«, explicando que se refería al «dialecto de la cercanía«, el dialecto que entienden las personas a las que se dirige:

“Me conmueve tanto ese pasaje de los Macabeos, sobre los Siete Hermanos. Dos o tres veces dijeron que su madre los apoyaba hablándoles en dialecto. Es importante: la verdadera fe debe transmitirse en dialecto. Los catequistas deben aprender a transmitirlo en dialecto, es decir, ese lenguaje que sale del corazón, que nace, que es el más familiar, el más cercano a todos. Si no hay dialecto, la fe no se transmite totalmente ni bien”

Mirar con gratitud al Concilio

El segundo punto que indicó el Papa Francisco fue la catequesis y el futuro. Recordando el 50° aniversario del documento «La renovación de la catequesis«, con el que la Conferencia Episcopal Italiana reconoció las indicaciones del Concilio, celebrado el año pasado, Francisco citó unas palabras del Papa Pablo VI. En ellas invitaba a la Iglesia italiana a mirar con gratitud al Concilio, del que decía «será el gran catecismo de los nuevos tiempos» y observaba que la tarea constante de la catequesis es «comprender estos problemas que surgen del corazón del hombre, para reconducirlos a su fuente oculta: el don del amor que crea y salva.»

Por ello, Francisco reiteró que la catequesis inspirada en el Concilio debe estar «siempre con el oído atento, siempre atenta a la renovación«. Y sobre el tema del Concilio añadió una amplia reflexión:

“El Concilio es el Magisterio de la Iglesia. O estás con la Iglesia y por lo tanto sigues el Concilio, y si no sigues el Concilio o lo interpretas a tu manera, a tu voluntad, no estás con la Iglesia. Debemos ser exigentes y estrictos en este punto. No, el Concilio no debería ser negociado para tener más que estos… No, el Concilio es así. Y este problema que estamos viviendo, de selectividad del Concilio, se ha repetido a lo largo de la historia con otros Concilios.

A mí me hace pensar tanto en un grupo de obispos que después del Vaticano I se fueron, un grupo de laicos, grupos allí, para continuar la «verdadera doctrina» que no era la del Vaticano I. «Nosotros somos los verdaderos católicos»… Hoy ordenan mujeres. La actitud más estricta de custodiar la fe sin el Magisterio de la Iglesia, te lleva a la ruina. Por favor, nada de concesiones a los que intentan presentar una catequesis que no está de acuerdo con el Magisterio de la Iglesia”

Hablar con el lenguaje de hoy

La catequesis, dijo además el Papa retomando la lectura del discurso que había preparado, debe renovarse para influir en todos los ámbitos de la pastoral. Y recomendó:

“No debemos tener miedo de hablar el lenguaje de las mujeres y de los hombres de hoy. Sí, hablar la lengua fuera de la Iglesia: de esto, debemos tener miedo. No debemos tener miedo de hablar el lenguaje de la gente. No debemos tener miedo de escuchar sus preguntas, independientemente de las que sean, sus preguntas no resueltas, de escuchar sus fragilidades y sus incertidumbres: de esto no tenemos miedo. No debemos tener miedo de desarrollar nuevos instrumentos”

Redescubrir el sentido de la comunidad

La catequesis y la comunidad representan el tercer punto, un punto de especial relevancia en una época en la que, a causa de la pandemia, se ha visto crecer el aislamiento y el sentimiento de soledad.

“El virus ha socavado el tejido vivo de nuestros territorios, sobre todo los existenciales, alimentando temores, sospechas, desconfianza e incertidumbre. Ha socavado las prácticas y los hábitos establecidos y, por tanto, nos hace repensar nuestro ser comunitario. También nos ha hecho comprender que sólo juntos podemos avanzar, cuidando unos de otros. Hay que redescubrir el sentido de comunidad”

Un anuncio que mire al futuro

El Papa recordó lo que dijo en el Congreso eclesial de Florencia, reiterando su deseo de una Iglesia «cada vez más cercana a los abandonados, a los olvidados, a los imperfectos«, una Iglesia alegre que «comprenda, acompañe y acaricie.» Y esto, continuó, “también se aplica a la catequesis”. Y exhortó a la creatividad para un anuncio centrado en el kerygma, “que mire al futuro de nuestras comunidades, para que estén cada vez más enraizadas en el Evangelio, fraternas e inclusivas«.

El inicio de un camino sinodal

En conclusión, el Santo Padre invitó, cinco años después del Congreso de Florencia, a la Iglesia en Italia, a iniciar un proceso sinodal a nivel nacional, comunidad por comunidad, diócesis por diócesis. En el Congreso de Florencia está precisamente la intuición del camino a seguir en este Sínodo. «Ahora, retómenlo: es el momento. Y comiencen a caminar«.

España

«No ha sido la voluntad de Dios dejarlo más tiempo con nosotros»

Mons. Omella ha presidido la Misa exequial por el alma del Arzobispo Castrense y presidente de  la Comisión Episcopal para las Comunicaciones sociales, Mons. Juan del Río, fallecido a causa del Covid19.

Maria José Atienza·30 de enero de 2021·Tiempo de lectura: 3 minutos

El Cardenal Arzobispo de Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal Española, Mons. Juan José Omella, ha sido el encargado de presidir la Misa exequial por el Arzobispo Castrense, Mons. Juan del Río.

La celebración, que ha tenido lugar en la Iglesia Catedral de las Fuerzas Armadas en Madrid a partir de las 12:00 del mediodía, se ha producido en una gran intimidad, tanto familiar como institucional, debido a las actuales circunstancias provocadas por la pandemia de COVID-19.

Entre los obispos que han podido acompañar a Mons. Del Río en este adiós se encontraban el Cardenal Arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro, el Card. Arzobispo de Valladolid, Mons. Ricardo Blázquez y el Nuncio Apostólico en España, Mons. Bernardito Auza.

El féretro, cubierto con la bandera nacional, ha sido cubierto, al inicio de la ceremonia, con la casulla y las insignias episcopales: mitra y báculo, así como el Evangelio, se encontraba en el centro del crucero de esta iglesia.

La muerte es un misterio

El Cardenal Omella ha querido resaltar en su homilía que «no ha sido la voluntad de Dios dejarlo más tiempo con nosotros y lo aceptamos, aunque nos cueste, porque Dios sabe lo que mas conviene a cada uno de nosotros». Asimismo, el presidente de la CEE ha destacado que «este virus no hace diferencias entre personas, nos ha unido en la fragilidad, nos ha recordado a todos nuestra condición vulnerable». «La muerte es un misterio», ha continuado Mons. Omella, «nos hacemos preguntas como esta: ¿Por qué tenemos que morir? A estas preguntas, el Señor responde ‘Yo soy la Resurrección y la vida'».

Asimismo, ha señalado: «No somos dueños de casi nada, ni de la vida ni de la muerte, ni de la pastoral ni de la labor evangelizadora. Todo esta en manos de Dios y él sabe sacar fuerza de la debilidad, sólo nos pide que nos abandonemos en él».

Mons. Omella ha pedido especialmente que Dios conceda «consuelo y paz» a todos los que conocían y apreciaban a Don Juan del Río y a la Archidiócesis castrense de España. Recordando el lema de Mons. del Río, «Opus, iustitiae pax», ha señalado que don Juan «trabajó codo a codo con las Fuerzas Armadas y las cuerpos de seguridad del estado en esa hermosa labor humanitaria de poner paz y solidaridad en todos los lugares del mundo y de la sociedad. Estaba contento y orgulloso de ver que las Fuerzas Armadas y las cuerpos de seguridad del estado colaboraban tanto en ayudar a vencer la pandemia y a paliar sufrimientos a través de la Cáritas castrense que creó en sus años de pastoreo en este arzobispado».

Especialmente emotivo ha sido el momento en el que, tras la Consagración, ha sonado el himno de España, continuando con el rito de la Misa de exequias de manera habitual.

El Nuncio Apostólico ha sido el encargado de leer el pésame y la bendición enviada por el Papa Francisco y el mensaje de los Reyes de España.

El adiós dolorido

Por último, el Vicario general del arzobispado castrense, el sacerdote Carlos Jesús Montes Herrero, ha dirigido su agradecimiento a todos los que, desde el ingreso de Mons. Del Río en el hospital, han mostrado su preocupación y cercanía por el estado del Arzobispo Castrense y ha leído un texto de Mons. Juan del Río, «El adiós dolorido», recogido en sus reflexiones «Diario de un pastor ante el COVID 19».

El Arzobispo castrense y presidente de la Comisión Episcopal de Comunicaciones sociales había ingresado el pasado 21 de enero en el Hospital Central de la Defensa “Gómez Ulla”, afectado por el COVID-19. Las complicaciones de la enfermedad produjeron su fallecimiento una semana más tarde. Se trata del primer obispo en activo que fallece en nuestro país por la pandemia.

Actualidad

Música de adoración. La música y su belleza como canal para acercar a Dios

De muchos de nosotros es conocida la dimensión transcendente de la música. Su verdad y su belleza son cauces de encuentro que nos ayudan a elevar el alma a Dios, en una mirada que busca constantemente adentrarse en el “misterio” profundo y anhelante del Amor de Jesús.

El Amado produce amor·29 de enero de 2021·Tiempo de lectura: 5 minutos

Nos decía el Papa Benedicto XVI: “El arte es capaz de expresar y hacer visible la necesidad del hombre de andar más allá de lo que se ve, manifiesta la sed y la búsqueda de lo infinito”. El Santo Padre señaló que“hay expresiones artísticas que ayudan a crecer en la relación con Dios, en la oración. Se trata de obras que nacen de la fe y expresan la fe” (audiencia general, 31-VIII- 2011). 

Tomando como referente sus palabras, expresar ese misterio de búsqueda y de fe con acordes es una tarea en la que estamos involucrados miles de músicos cristianos en todo el mundo y católicos en particular, también en España. Conlleva rendir el corazón y el talento a los pies de Jesús, y esto literalmente significa “colocarse en un segundo plano”. Esta es la ardua tarea del músico católico español; ya que el artista, en determinadas ocasiones, se apropia del lugar que le corresponde a Dios. No hay que escandalizarse, ni asustarse. Es normal y habitual verlo, si no hay un acompañamiento pastoral profundo para vivir un proceso de transfiguración del músico hacia el adorador. Se necesita la Gracia del Espíritu Santo y adorar a Jesús.

Música de adoración o “worship”

Dentro de la categoría de música cristiana contemporánea, se encuentra la música de adoración. A lo largo de las últimas décadas, la hemos visto desarrollarse en diferentes estilos, desde el clásico al pop, soul, balada, folk, rock, jazz, metal, harcdcore, o ligada a otros ritmos, bachata, salsa, rap, hip hop, reggae… Es principalmente música de adoración y alabanza con temática cristiana. No en vano, sus orígenes en la década de los 70 provienen de muchos músicos callejeros que se convirtieron al cristianismo y siguieron tocando su música después de su conversión, pero con letras de fe. Poco a poco esto fue popularizándose. 

Su esencia reside en que son canciones interpretadas por toda una comunidad orante. El artista y los músicos se colocan en segundo plano y se transforman en un canal del Espíritu Santo, donde toda la comunidad puede escuchar el verdadero pulmón que guía la adoración y la alabanza. 

En España, y en concreto aterrizando en la música cristiana católica contemporánea de adoración, vivimos un proceso similar. Desde hace muchos años, algunos católicos con una fuerte experiencia de Dios en sus vidas, o comunidades que se dejaron inspirar por el Espíritu Santo, empezamos a caminar en ese sentido. Hubo muchas puntas de lanza que abrieron camino. También descubrimos algunas resistencias, ya que los fieles en España están acostumbrados a la música como “acompañamiento”, pero no tanto a la música en su dimensión orante. Ha sido una tarea ardua y en algunos momentos muy árida. En las próximas líneas presentamos algunas de las tendencias de la música de adoración o alabanza en España. 

Algunos ejemplos actuales

Ligado a congregaciones religiosas encontramos como referente al grupo Ain Karen, relacionado con las Hermanas Carmelitas de la Caridad Vedruna, una congregación religiosa de vida activa. 

Ain Karen surgió en 2000 con el objetivo de anunciar la Buena Noticia de Jesús a los más jóvenes. La seña de identidad de este proyecto ha sido y es “cantar la palabra” y ser una mediación para la oración. A su primer CD, llamado Descálzate le siguen ocho más. 

Unidos a la Familia espiritual del Instituto las Discípulas de Jesús, fundado por el beato Pedro Ruiz de los Paños, nacen Mariola Alcocer y D’ colores Band, un grupo de personas laicas comprometidas del sur de Alicante que aman al Señor. Todo surgió a raíz de grabar la canción Prueba de amor, que habla de su fundador. Este acontecimiento les vinculó y se acercaron más a conocer el carisma. Su trabajo Para ti son canciones de variados estilos, soul, blues, rock. Es habitual verlos en las adoraciones del grupo de evangelización Nightfever.

Entramos en otro ritmo, y desde el ámbito juvenil y encontramos a Hakuna. Se definen como “cristianos que juntos seguimos a Cristo, compartiendo un estilo de vida que aprendemos arrodillados ante Cristo Hostia. Nos expresamos habitualmente con música. Nuestra historia comienza en un viaje a la JMJ de Río de Janeiro, en julio de 2013, desde ahí se plantó la semilla de lo que hoy día es Hakuna Group Music”. Además de las Horas Santas en Madrid y otras ciudades tienen una variedad de propuestas espirituales.

En otro orden, desde los movimientos, destacamos la Renovación Carismática Católica, a la que está vinculado el predicador y adorador Marcelo Olima. La RCC ha sido definida como una corriente de gracia. Marcelo de origen argentino, trabaja como profesor de Religión. Insertado con su familia en su Parroquia de Berja, Almería, sirven al Señor por donde Él los lleva. Hace 25 años que predica y adora a Jesús por todo el mundo. Tiene publicados varios discos de alabanza.

Línea contemplativa

Desde el ámbito contemplativo, conoceremos a varias personas. Maite López, de origen navarro, nos cuenta. “Mi gran pasión y el centro de mi vida ha sido la fe. Vivo mi compromiso en la Iglesia ejerciendo mi profesión de comunicadora con artículos, reseñas, cursos y talleres”. Maite está vinculada a las Esclavas del Sagrado Corazón. Su música es muy apropiada para la adoración, y tiene a sus espaldas varios discos.

Especializado en música católica contemporánea española vive su fe desde el grupo Santo Rosario de su parroquia en Alpedrete, Madrid, Enrique Mejías, musicólogo, guitarrista y compositor que entrega su música en el ámbito de la adoración. Sus temas han nacido en la intimidad orante, inspirados en la Palabra de Dios y los santos. Me entrego todo a Ti es su CD de corte clásico.

En una línea contemplativa pero vinculado al sacerdocio, nos encontramos con un ministro de Dios desde la espiritualidad mercedaria. Fray Nacho se presenta así: “Puedo decirte que soy un sacerdote, fraile mercedario, que trabajo en la cárcel de Lleida como capellán y en la parroquia de Sant Pau de párroco. Canto desde que tengo conciencia. Un día descubrí que Dios me regaló la capacidad de hacer música, así que me puse a ello”. Sus canciones están llenas de poesía, sensibilidad, y fe. En su haber tiene varios CD.

Profundizando en la música de adoración contemplativa, casi mística, encontramos a una mujer con un itinerario de conversión amplio a raíz de sus viajes por India y Nepal. El encuentro con el director del Apostolado de Oración, en el bosque donde vivía retirada, será el puente a la espiritualidad franciscana, desde donde emprende “el viaje de regreso a casa”. En el monasterio de la Virgen del Espino, en Vivar del Cid, las hermanas (O.S.C.) la acompañarán en esta travesía. Es Beatriz Elamado, con varios CD, entre los que destaca Ve, Francisco, repara, un pendrive en forma de cruz de san Damián y la misión de El Candil de María acompañada espiritualmente por un ermitaño.

No queremos dejar de mencionar a algunos productores relevantes de este tipo de música. Es el caso del joven venezolano afincado en España Gerson Pérez, vinculado a la RCCE y encargado de los arreglos musicales de algunos cantantes desde su llegada (Mariana Valongo). En sus trabajos como productor se percibe que bebió de las fuentes de los hermanos evangélicos, pero tuvo una profunda conversión al catolicismo. Desde Zaragoza, despunta otro productor en el panorama nacional, el joven Pablo Solans. Compartimos su sentir: “Jesús me lo ha dado todo. Él es todo para mí. Me dio la voz y dos manos para su Gloria. No puedo hacer más que devolverle todo lo que me ha dado, acariciar su corazón, hacerle sonreír”.

El autorEl Amado produce amor

Libros

Lecciones espirituales de un viejo jardinero inglés

Lucas Buch te recomienda la lectura de Recuerdos de un jardinero inglés (Old Herbaceous).

Lucas Buch·29 de enero de 2021·Tiempo de lectura: 3 minutos

El título del libro en castellano engaña ligeramente. No estamos ante un libro de memorias (siquiera ficticias), sino ante una narración, escrita en tercera persona. La historia comienza cuando el Viejo Hierbas (así llaman los chicos del pueblo al protagonista del libro) es ya anciano. Recuerdos y reflexiones se van intercalando, en un tono a la vez tierno, casi ingenuo, y cargado de una sutil ironía, tan inglesa como el jardinero.

Libro

Título: Recuerdos de un jardinero inglés
Autor: Reginald Arkell
Editorial: Periférica
Páginas: 224

Aunque pueda parecer una obrita ligera, en realidad se adentra en algunos campos de gran hondura. En primer lugar, muestra un oficio de los que, como dice Higinio Marín, haríamos aunque tuviéramos que pagar por ello. En realidad, el Viejo Hierbas parecía condenado a ser campesino, como todos los jóvenes de su pueblo. Sin embargo, pronto sintió el atractivo de la jardinería. Siendo niño, el granjero con el que debía trabajar lo mandó a ayudar a su mujer con el jardín de la casa. Había que regar todo manualmente… “Después de haber acarreado cubos de agua hasta que ya casi no se tenía en pie, preguntó si podría volver a la tarde siguiente. 

—Bendito seas —dijo la esposa del granjero—, claro que puedes volver mañana.

Y cuando bendecía al muchacho por segunda vez en una tarde, lo decía de verdad. Le ofreció el penique de costumbre, si bien el pequeño jardinero lo rechazó. 

—Pero ¿por qué? —preguntó la asombrada mujer.

—Porque me gusta venir —respondió él.

Según su filosofía, trabajar implicaba hacer algo que no querías hacer, y lo único por lo que te pagaban era por trabajar” (pp. 49-50). De igual modo, al entrar a trabajar en el jardín de la señora Charteris (al que dedicará su vida entera) se encuentra con un problema. Cuando intenta continuar con su labor al terminar su jornada, ella se lo impide: “—No puedo tenerte trabajando día y noche. ¿Qué diría la gente? Me llamarían explotadora. Deberías estar divirtiéndote…

Por lo visto, ya estaban otra vez detrás de él. ¿Qué les importaba a ellos? ¿Por qué no lo dejaban en paz? No le hacía daño a nadie. ¿Por qué tenías que dejar de hacer algo que te gusta por el hecho de llamarse trabajo, y ponerte a hacer algo que no te gusta por el hecho de llamarse diversión?” (p. 80).

El libro es, pues, una aproximación “al trabajo gustoso” del que escribió hermosamente Juan Ramón Jiménez. No solo por dinero trabajan los hombres. La jardinería, como tantas otras profesiones vocacionales que requieren buenas dosis de iniciativa y creatividad, “atrae a la mente y al corazón más que al bolsillo” (p. 90). Como contrapartida, es una profesión que permite habitar el mundo en el sentido más noble del término, haciéndolo propio: “Mientras fue responsable del jardín que contemplaba, nunca se sintió como un trabajador que recibiera un salario. Sentía que era suyo y, en cierto modo, lo era” (p. 11).

Además de la dimensión subjetiva del trabajo, la vida del Viejo Hierbas nos descubre pequeños tesoros de aquella sabiduría doméstica (sentido común), que en el mundo cargado de prisa en que vivimos se hace a veces un poco más difícil de aprender. Como la necesidad de adaptarse a los ritmos de la realidad, que no siempre son los nuestros. Con fina ironía, escribe Arkell: “Nada más empezar tuvo que aprender la lección que aprende todo jardinero: las flores nunca salen todas al mismo tiempo. O llegas demasiado tarde o llegas demasiado pronto. Las flores que cultivas hoy nunca son tan bellas como las que cultivaste ayer y que volverás a cultivar mañana. El jardinero es un ser frustrado para el que las flores nunca brotan en el momento oportuno. En todo lo que lo rodea ve cambio y descomposición. Es todo muy triste, y cómo los jardineros consiguen salir adelante ante tales adversidades es una de esas cosas que nadie entenderá nunca”(p. 37). Un drama que se equilibra con tantas satisfacciones, pues “la jardinería puede ser la ocupación más exasperante del mundo, pero da tanto como exige, ni más ni menos” (p. 65).

Finalmente, la novela es interesante por la época —por el cambio de época— que describe. La vida del Viejo Hierbas recorre el paso del siglo XIX al XX, y es anciano después de la II Guerra Mundial. Vive, así, la transformación radical de un mundo. Desde la era victoriana, donde la tradición lo gobernaba todo y la novedad estaba casi prohibida, hasta un tiempo en que la autoridad de los mayores no vale nada. Y parece que se lleva siempre la peor parte, pues es joven en un tiempo en que los ancianos gobernaban todo (“así eran las cosas en aquellos días: los viejos se aferraban a sus lucrativos empleos hasta que los jóvenes tenían casi la edad de jubilarse”, p.97); y es anciano cuando la que no importa es la opinión de los mayores… ¿Cómo dejar de ser quien gobierna un jardín y sin embargo no perder un ápice de dignidad ni de autoridad? ¿Cómo pasar el relevo gozosamente, sin sentirse humillado? El modo en que el autor resuelve este pequeño dilema es mejor dejarlo en manos de los lectores que puedan estar interesados en el libro. Por evitar el spoiler.

El autorLucas Buch

Evangelización

Renovación parroquial: ¿Cuántos “alguien”…?

El autor reflexiona sobre el sentido evangelizador de las comunidades parroquiales. 

Juan Luis Rascón Ors·29 de enero de 2021·Tiempo de lectura: 2 minutos

– ¿Cuántos niños hacen la primera comunión en tu parroquia? 

Esta suele ser una de las primeras preguntas que se le hacen a un cura al pedirle que hable de su parroquia. Parece que la respuesta nos dará la medida de la salud pastoral de la parroquia.

– ¡300!

– ¡Wow! ¡Qué buena parroquia!

– 5 o 6.

– Vaya… ¿y tenéis muchas bodas? ¿Cuántas familias acuden a Cáritas? ¿La gente del barrio es muy mayor?

¿Qué es lo que da la verdadera medida de la salud de una parroquia? ¿Cuáles serían las preguntas adecuadas? ¿Nos atrevemos a hacerlas?

La simple cifra de niños de primera comunión, o de bautizos o de confirmaciones o de bodas apenas sirve para cumplimentar los datos del Anuario Pontificio. Refleja el nivel de actividad, pero no la vitalidad ni la salud de una parroquia; a veces también nos puede servir de anestésico para no percibir la decadencia mientras estamos ocupados.

Por supuesto que es bueno tener 300 niños en primera comunión, y 1000 sería mejor. La cuestión es que lo que nos da la verdadera medida de la fortaleza de la Iglesia no es el número de asistentes o beneficiarios. 

El otro día hablaba con un amigo cura, y le decía que en mi parroquia, de los 80 niños que hay en catequesis, apenas 3 o 4 asisten regularmente a misa con sus familias. La mayoría de los padres, a pesar de las invitaciones que les hacemos, terminada la catequesis, en vez de entrar en misa recogen a sus niños y se van… a patinar, a pasear, a montar en bici, a alguna actividad organizada por el ayuntamiento… Este sacerdote amigo, que trabaja en un colegio, me decía:

– Es así, pero al menos habrán estado con nosotros unos años y recordarán que el sacerdote era un tío legal y muy simpático … ese es el impacto que dejaremos en sus vidas. 

Fui un poco malvado:

– Ya, pero el Señor no nos dijo: “id al mundo entero, sed simpáticos, caedle bien a todo el mundo y que os recuerden con cariño…”, sino que dijo: “Id al mundo entero, y haced discípulos…”.

Hacer discípulos. Esta es la clave. Todos los que hemos entregado nuestras vidas a Cristo para siempre, laicos y clérigos, casados y célibes, todos los que seguimos a Cristo y somos sus testigos hemos sido y somos discípulos. Nuestro seguimiento y compromiso no se basan en alguien que nos cayó bien; por supuesto que la gente simpática ayuda, pero lo que nos ha convertido en discípulos fue que alguien nos llevó a Cristo, alguien nos llevó a encontrarnos con Él cara a cara y nos enseñó a escucharle; alguien de quien recordamos su rostro y su nombre, alguien de quien nos fiamos y que fue nuestro mentor, nuestro maestro, nuestro padre en la fe; alguien con quien contábamos a cualquier hora del día; alguien que nos sostenía con su oración y que nos enseñó a rezar; alguien que fue un sacerdote, un laico, hombre, mujer; alguien que era un cristiano consciente de que por ser bautizado tenía una misión; alguien para quien el Señor esta el centro de su vida y de todas las áreas de su vida, alguien…

Quizá la pregunta adecuada que hay que hacer para medir la salud de una parroquia no es cuántos niños tiene en primera comunión, sino…: ¿cuántos de esos “alguien” hay en la parroquia?

Cultura

Ascensión.0: Una mirada del arte hacia la espiritualidad

El espacio O_Lumen acoge desde el 15 de enero de 2021 la exposición de la obra del escultor Pablo Redondo Díez - Odnoder con una mirada personal, diferente y estilizada del arte hacia la espiritualidad.

Maria José Atienza·29 de enero de 2021·Tiempo de lectura: < 1 minuto

La muestra, realizada por el escultor Pablo Redondo y que se puede visitar hasta el próximo 28 de febrero, en el espacio situado en la calle Claudio Coello 141 de Madrid se basa en la Ascensión como metáfora de la representación de los planos espiritual y terrenal del ser humano, y trasladada a la dimensión mística del arte.

Ascension.0 reúne piezas que recogen el concepto romántico de lo sublime, y que uniendo la energía espiritual y la narrativa artística consiguen producir en el espectador la sensación de infinito, de eternidad y de misterio ante la contemplación.

Un proyecto que refleja este retorno de lo espiritual en la esfera del arte actual, de un profundo proceso de resacralización de la experiencia estética, que concuerdan con los objetivos que los dominicos tienen con esta iniciativa.

El proyecto O_Lumen

O_Lumen es una iniciativa puesta en marcha por los dominicos a través de la que ofrecen actividades que favorezcan el encuentro de las artes con la fe cristiana y sus propuestas culturales. A través del arte, se pretende potenciar la dimensión social y humanizadora de las artes que promueva los derechos humanos, así como colaborar con artistas emergentes y dar a conocer expresiones artísticas vinculadas a la tradición cristiana y dominicana.

Todo ello centrado en el espacio O_LUMEN. Una sala de arte resultado de la rehabilitación integral de la iglesia de Santo Domingo El Real, obra del dominico Francisco Coello de Portugal y en la que se han respetado algunos de los elementos que le confieren al lugar su personalidad como un ámbito de expresión para la fe cristiana. 

Vaticano

La Santa Sede al Foro de Davos: «Debemos defender la dignidad de la persona humana»

El cardenal Turkson ha intervenido en el Foro Económico Mundial de Davos, que este año ha celebrado su primera reunión de manera virtual. 

David Fernández Alonso·29 de enero de 2021·Tiempo de lectura: 2 minutos

En la primera reunión virtual del Foro Económico Mundial (World Economic Forum) que tradicionalmente se celebra en la localidad suiza de Davos, ha intervenido el cardenal Prefecto del Dicasterio para el Desarrollo Humano Peter K. Turkson.

El foro económico de mayor prestigio

El Foro de Davos es una cita en la que los líderes políticos, empresariales y financieros de todo el mundo debaten sobre los problemas y las tendencias mundiales y hacen propuestas para enfrentarse a ellos. La prestigiosa reunión que convoca la fundación World Economic Forum, fundada por el economista y empresario alemán Klaus Schwab, se adapta también a las circunstancias de la pandemia. La reunión anual se celebrará este año en Singapur entre el 25 y el 28 de mayo, y esta semana ha tenido una antesala virtual en la que también ha participado el card. Turkson.

El Foro se ha planteado de un modo inusual, dando prácticamente por hecho que 2020 ha sido un año perdido para la economía mundial. El título Reconstruir el mundo tras la pandemia marca el hilo conductor que quiere seguir la asamblea.

Dos mundos

El card. Turkson se dirigió de modo presencial al Foro de Davos en el año 2018

En este contexto, el cardenal Prefecto del Dicasterio para el Desarrollo Humano ha asegurado que «hay un mundo que puede hacer que le lleven las compras a su casa, evitando el peligro de las aglomeraciones, y otro que, si quiere comer, debe procurarse la comida en persona en mercados donde no hay distancias predefinidas. Más sencillamente, hay un mundo que tiene una casa en la que tener a la familia segura y otro mundo que no tiene esta seguridad porque no tiene, o ya no tiene, un hogar digno de ese nombre y un trabajo para pagarlo«.

Turkson ha pedido «acceso para todos» en materia de la vacuna y de fármacos anticovid, especialmente para los países más pobres, como ya ha reclamado el Papa Francisco. «Estamos viendo cómo los gobiernos se centran sólo en su propia gente y luego en los demás«, señaló el cardenal, que respondió a una serie de preguntas.

Explorar terapias alternativas

«Varios países también tienen la capacidad de producir medicamentos y si la propiedad intelectual se flexibilizara podrían llevar la producción a nivel local» reduciendo el impacto del contagio. Ante las nuevas cepas del virus, señala el cardenal que, si se pudieran «explorar algunas terapias alternativas, esto podría ayudar a gestionar la emergencia y reducir las tasas de mortalidad«.

Por último, el card. Turkson ha insistido en la idea que lleva predicando Francisco desde antes de la pandemia: «Cuando hablamos de la dignidad de la persona humana, no podemos transigir y debemos defenderla«. «A un cierto punto«, concluye el cardenal, «tratamos de crear una plataforma con políticas económicas sociales» capaces de «cuidarse mutuamente, porque la familia humana es una única familia interconectada«. Y la práctica de la solidaridad, del «cuidado«, crea y difunde la «fraternidad humana«.

TribunaDaniel Arasa

Omnes et omnia

La palabra convergencia identifica algunas de las prioridades de Omnes, en su dimensión característica de reunir diversas plataformas. Pero también apunta a sus intenciones y objetivos. 

29 de enero de 2021·Tiempo de lectura: 3 minutos

Convergencia. Desde hace unas décadas, esta palabra se ha hecho habitual en las redacciones periodísticas, en las oficinas de comunicación corporativa, en las agencias de publicidad, en los departamentos de comunicación interna de las instituciones públicas, etc. Por convergencia se entiende la confluencia de los contenidos informativos gracias a las posibilidades de interacción que las tecnologías digitales ofrecen, integrando en una plataforma lenguajes y canales diversos como la voz, el vídeo, la gráfica, los datos, la realidad virtual y la realidad aumentada, entre otros.

Podríamos dedicar páginas enteras a defender y justificar la importancia o la conveniencia, en un mundo de confusión informativa, de la convergencia. Pocos son los argumentos contrarios y menos sus partidarios.

Aunque la convergencia tecnológica es ciertamente un instrumento positivo, esto no es suficiente. Importan, sobre todo, los contenidos, el mensaje, el qué converge.

Sí, ¡viva la convergencia!, pero… ¿para qué y para quién?

Sobre el para qué, ya mencionábamos que el volumen de información es tal, los canales son tantos, las fuentes tan dispares, los ritmos informativos tan intensos, que se hacen casi imprescindibles plataformas que unifiquen esa lluvia de contenidos, facilitando el orden, la jerarquización, la discriminación y, aún más importante, la propuesta de claves interpretativas ante el tsunami informativo.

El para quién está muy relacionado con el para qué. Los ritmos de vida, de trabajo, de movilidad se han acelerado exponencialmente. Probablemente eso no es coherente con la calidad de vida que, en mil modos distintos, se proponen alcanzar las sociedades contemporáneas. Pero esa discusión va más allá de estas líneas. Aquí partimos de una realidad: los ciudadanos, los lectores, y casi ninguno de nosotros, está en condiciones de seguir las múltiples fuentes informativas. Unificar, sin uniformar, es el único modo de facilitar un acceso inteligente y eficaz al flujo comunicativo. Una multiplataforma como Omnes es una buena noticia porque es un instrumento más en la tarea de facilitar a los lectores la tarea de desbrozar entre una variedad de fuentes, no siempre fiables.

Por sus condiciones técnicas, el nuevo portal Omnes es un instrumento ideal no solo para llegar a todos (omnes), sino para hablar de todo (omnia) con la mente abierta propia de los valores cristianos que inspira el proyecto. Ciertamente, no basta el nombre, sino que Omnes deberá demostrar en cada número de su revista, y en cada artículo de su portal esa mirada universal. Deberá ofrecer una información rigurosa y atractiva; crítica y constructiva; profunda y accesible; plural y respetuosa, pero firme en los valores no negociables. Obviamente, en este ideal in- formativo, la profesionalidad se presupone, pero de ello hay pocas dudas para quien conoce los antecedentes históricos de Omnes (revista Palabra) y de su equipo de redacción. Además, las nuevas incorporaciones profesionales son otra garantía de ello. Y si todo esto (convergencia, mentalidad, valores firmes, profesionalidad) vale para el ámbito de la información generalista, más vale aún en el ámbito de la información religiosa que toca cuestiones cruciales para la vida de millones de creyentes como son la fe, la práctica religiosa, el diálogo interreligioso, las tendencias sociales y culturales, o la vida de las instituciones y personalidades de la Iglesia.

Sin embargo, más allá de la convergencia digital o tecnológica, creo que importa otro tipo de convergencia que yo llamaría eclesial (que no eclesiástica). Por favor, no me

confundan con un promotor del pensamiento único: en esto estoy con el santo de Hipona: “in necesariis unitas, in dubiis libertas, in ómnibus caritas” (en lo esencial unidad, en lo dudoso libertad, en todo caridad o amor).

En un momento de notables divisiones en la Iglesia católica, particularmente evidente en el ámbito de las redes sociales, todo lo que suponga ofrecer dialogo y visiones ponderadas llega como agua de mayo. En Omnes se hablará —supongo— de todo, también de lo que no va en la Iglesia, pero siempre de un modo constructivo, propositivo o proactivo. No se trata de negar la realidad de los hechos, los escándalos, o las luchas de poder, sino de poner esas realidades en contexto y darles sentido, para comprender que las vicisitudes humanas de la Iglesia forman parte de la Providencia divina.

Esperamos que Omnes tenga como misión tender puentes que unan o al menos permitan el diálogo entre riberas opuestas y distantes. Que ayude a desbrozar lo importante de lo accidental, de lo momentáneo; a transmitir serenidad y, al mismo tiempo, sacudir las conciencias para que los católicos, junto con el resto de sus conciudadanos, contribuyan a la mejora de la sociedad. Soy de los que piensan que el mejor modo de lograr esa contribución positiva es formar las inteligencias y trasformar los corazones, y veo en Omnes un medio eficaz para ello. Seguramente no es ni será el único, pero va en esa dirección.

Auguro que Omnes se convierta, y sea desde el inicio, ese punto de encuentro que se propone. Al lector, usuario o colaborador deseo una buena experiencia.

El autorDaniel Arasa

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Vaticano

Los procesos de nulidad matrimonial y el bien de la familia

El 29 de enero, el Papa Francisco pronunció el tradicional Discurso a la Rota Romana con motivo de la inauguración del Año Judicial de este tribunal. El Santo Padre ha querido seguir en la línea del discurso pasado, referido a la necesidad de que la fe ilumine la unión conyugal y cómo la falta de aquella puede afectar el matrimonio.

Ricardo Bazán·29 de enero de 2021·Tiempo de lectura: 4 minutos

El 29 de enero, el Papa Francisco pronunció el tradicional Discurso a la Rota Romana con motivo de la inauguración del Año Judicial de este tribunal. En esta ocasión el Santo Padre ha querido seguir en la línea del discurso pasado, referido a la necesidad de que la fe ilumine la unión conyugal y cómo la falta de aquella puede afectar el matrimonio; así como resaltar los aspectos fundamentales de la unión conyugal, los cuales no se limitan a los esposos, sino también a los hijos.

Los procesos de nulidad

Antes de seguir este comentario, convendría tener un poco de contexto, pues el Papa se refiere al trabajo judicial que ejercen los jueces, auditores, abogados y colaboradores de ese tribunal, el cual tiene como una de sus principales funciones conocer los procesos de declaración de nulidad matrimonial de toda la Iglesia, concretamente, como tribunal de apelación. 

Con motivo de los dos sínodos de obispos sobre la familia, uno extraordinario (octubre de 2014) y otro ordinario (octubre de 2015), Francisco acogió algunas de las sugerencias de los padres sinodales, entre ellas «la necesidad de hacer más accesibles y ágiles, posiblemente totalmente gratuitos, los procedimientos para el reconocimiento de los casos de nulidad». Así, el 8 de diciembre de 2015 entró en vigor el motu proprio “Mitis Iudex Dominus Iesus”, sobre los procesos de declaración de nulidad matrimonial para la Iglesia latina. Así mismo, fruto de ambos sínodos tenemos la Exhortación Apostólica “Amoris Letitia”. 

El bien de la familia

En ese sentido, el Papa anima a los jueces a tener en cuenta que el bonum familiae (bien de la familia) no puede ser contenido en un capítulo o causal de nulidad, sino que va más allá, pues el bien de la familia «es siempre y en todo caso el fruto bendito de la alianza conyugal; no puede extinguirse in toto por la declaración de nulidad, porque el ser familia no puede considerarse un bien suspendido, en cuanto es fruto del plan divino, al menos para la prole generada».

Así pues, se plantea el problema: ¿qué sucede con los hijos de un matrimonio que ha sido declarado nulo (es decir, que nunca existió)? ¿Qué hacer cuando uno de los cónyuges no acepta la sentencia que declara nulo el matrimonio? Incluso antes de que haya sentencia, nos podemos encontrar con situaciones matrimoniales en las cuales un cónyuge es abandonado por el otro que establece una nueva relación sentimental: «¿cómo explicar a los hijos que —por ejemplo— su madre, abandonada por el padre y a menudo no dispuesta a establecer otro vínculo matrimonial, recibe la eucaristía dominical con ellos, mientras que el padre, conviviente o a la espera de la declaración de nulidad del matrimonio, no puede participar en la mesa eucarística?».

Distinguir lo jurídico de lo pastoral

El Papa Francisco plantea situaciones reales, duras y muy difíciles de resolver. Se debe distinguir la parte jurídica y la parte pastoral, sin que por ello los jueces deban desentenderse de las consecuencias que originará la sentencia que declara nulo un matrimonio. Para eso se menciona a Amoris Letitia, que en el n. 241 presenta algunos criterios a tener en cuenta, de los cuales resalta el cuidado de la parte más débil, como puede ser el cónyuge maltratado, abandonado o los hijos pequeños; mientras que en el n. 242 se aconseja que «un discernimiento particular es indispensable para acompañar pastoralmente a los separados, los divorciados, los abandonados. Hay que acoger y valorar especialmente el dolor de quienes han sufrido injustamente la separación, el divorcio o el abandono, o bien, se han visto obligados a romper la convivencia por los maltratos del cónyuge». 

Es decir, el problema no termina con la sentencia, sino que tocará ahora acompañar a esas personas que se ven más afectadas. Por eso, Francisco se dirige también a los obispos y a sus colaboradores instándoles a ir en la misma línea: «Es más urgente que nunca que los colaboradores del obispo, en particular el vicario judicial, los agentes de la pastoral familiar y especialmente los párrocos, se esfuercen por ejercer esa diaconía de protección, cuidado y acompañamiento del cónyuge abandonado y eventualmente de los hijos que sufren las decisiones, por justas y legítimas que sean, de nulidad matrimonial».

Gratuidad y brevedad

Finalmente, se ha querido reforzar dos ideas presentes en la reforma de Papa Francisco de los procesos de declaración de nulidad matrimonial: la gratuidad de los procesos y el proceso más breve frente al obispo.

De una parte, señala que cuando una demanda cumple todos los requisitos prescritos por la norma y deba ser conocida por el proceso más breve, esto se debe hacer y no evitar porque iría en desmedro económico de los abogados o del tribunal; más aun, el obispo es y debe actuar como juez de ese proceso, el cual consiste en un proceso extraordinario y para unas causales que son evidentes y de rápida prueba.

En el proemio del m.p. “Mitis Iudex Dominus Iesus”, el Papa Francisco deja clara su preocupación de que los fieles puedan conocer la situación real de su matrimonio a través de procesos más ágiles y accesibles, dejando a salvo el principio de indisolubilidad del matrimonio, el derecho de apelación de la sentencia de nulidad, así como la necesidad de la certeza moral del juez para declarar nulo un matrimonio.

Sin embargo, parece que esta reforma aun no termina y el Santo Padre ve necesario aclarar algunos puntos y, sobre todo, no perder de vista la pastoralidad con la que todos —obispos, sacerdotes, jueces, colaboradores, etc.— deben actuar cuando estamos delante del sacramento del matrimonio y de la familia.

Los amigos del Cielo

29 de enero de 2021·Tiempo de lectura: 2 minutos

“El mensaje que navega en internet y las redes llega en el presente, pero permanecerá para el futuro iluminando la vida de personas que quizá no han nacido todavía”. Con estas palabras, llenas de fe en el futuro y en los profesionales de la información, animaba Mons. D. Juan del Río el proyecto de Omnes, que conoció de primera mano el pasado octubre.

Por eso, cuando, casi al tiempo que veía la luz el portal de información religiosa, recibíamos la noticia de su marcha al Cielo, el equipo de Omnes recordaba esas palabras, que se recogieron también en la revista impresa del pasado octubre y puedes leer aquí.

Omnes nace con un amigo más en el cielo y, en este caso, se trata de alguien que conoció de primera mano las aspiraciones, los retos y también los problemas con los que se encuentra, irremisiblemente, un proyecto de estas características.

Este extraño periodo que nos ha tocado vivir nos está colocando, frente a frente, con la vida y con la muerte, con la futilidad y la eternidad, con lo efímero y lo perdurable. Por ello, al releer las líneas que encabezan este artículo, cualquiera de quienes nos dedicamos al noble y peligroso oficio de informar hemos de tener en cuenta qué luz queremos dejar para esas personas futuras que, aunque sea por casualidad, llegarán a conocer nuestras palabras. Si lo hacen, ojalá que estás iluminen el camino hacia quien es el Verbo.

Ser corredentores con Cristo a través de nuestro trabajo que son las palabras. Hacer posible que, como recogía el Papa Francisco en su Mensaje para la Jornada de las Comunicaciones Sociales del pasado año,“por obra del Espíritu Santo cada historia, incluso la más olvidada, incluso la que parece estar escrita con los renglones más torcidos, puede volverse inspirada, puede renacer como una obra maestra, convirtiéndose en un apéndice del Evangelio”. Una tarea para todos los comunicadores pero, más evidente si como en el caso de Omnes, su objeto es, precisamente, la información ligada a la Iglesia y a la vida de los católicos en la actualidad.

En la última carta pastoral de Mons. Del Río, en la que glosaba la Fratelli Tutti, se dirigía a los militares pidiéndoles ser puente y no trinchera, a través del “cultivo de la amabilidad”, que “facilita la búsqueda de consensos, abre caminos y evita la voladura de los puentes de entendimiento. Hay personas que lo hacen y se convierten en luz en medio de la oscuridad”. En una época donde la información -también en muchos casos la información religiosa- se ha convertido en un campo de batalla, estas palabras se convierten, como poco, en una guía preclara de nuestro cometido profesional y personal.

Con don Juan en el Cielo emprendemos este largo y, ojalá fructífero, camino, que esperamos que sea también nuestra vía de santidad.

Hace poco escuchaba que “la felicidad son los amigos del Cielo” y es verdad. La vida de un cristiano, la de todos, está encaminada al amor sin límites, a la verdadera ‘caritas’, el amor en esencia, divino, del que participan quienes gozan ya de la presencia sin tiempo.

La realidad es que el Cielo se nos está llenando de tantos amigos que no podemos permitirnos el lujo de no poner todos los medios, humanos y divinos, para llegar allí.

El autorMaria José Atienza

Directora de Omnes. Licenciada en Comunicación, con más de 15 años de experiencia en comunicación de la Iglesia. Ha colaborado en medios como COPE o RNE.

Educación

¿Cómo queda la clase de Religión en la LOMLOE?

A pesar del rechazo social, la LOMLOE o Ley Celaá, ha sido aprobada en el Congreso de los Diputados. Ahora hay que ver cómo queda la clase de Religión dentro del nuevo marco normativo. 

Javier Segura·28 de enero de 2021·Tiempo de lectura: 3 minutos

Finalmente la LOMLOE,  a pesar del rechazo social que ha cosechado, ha sido aprobada en el Congreso de los Diputados. Nos enfrentamos ahora el trámite de su aplicación. Un tiempo tan importante o más como el de la propia aprobación de la ley.

Pero yendo paso a paso lo primero que tenemos que hacer es ver cómo ha quedado la asignatura de la Religión en este nuevo marco legal que ha creado la LOMLOE. En realidad es un marco que ya nos es conocido, pues es prácticamente la misma situación que vivimos en la LOE.

Resumiendo se podrían indicar los siguientes aspectos:

  1. La asignatura de Religión no tendrá asignatura espejo. Es una larga batalla todavía sin resolver. A lo largo de estos años de democracia se han dado diversas soluciones para atender a aquellos alumnos que no escogían la asignatura de Religión. Estos alumnos han estudiado en las diversas leyes educativas Ética, Estudio de las Religiones, Valores… Pero en otras ocasiones lo que se ha hecho es que los alumnos que no cursen Religión no tengan ninguna asignatura de contenido curricular. En el caso de la LOMLOE ha primado la línea de que ‘no se puede obligar a unos alumnos a cursar una asignatura por el derecho de otros a tenerla’ y el Gobierno ha optado por dejar a la asignatura de Religión sin una asignatura espejo. Estos alumnos deberán recibir la correspondiente atención educativa que habrá de ser regulada por cada comunidad autonómica.
  • La asignatura de Religión será evaluable, pero su nota no contará para media cuando los expedientes entren en concurrencia. En la práctica esto tiene sus principales consecuencias en Bachillerato, que es donde principalmente entran en concurrencia con otras asignaturas y haría variar el expediente. El hecho de que su nota no cuente para la media del título y en el acceso a la universidad condiciona en gran medida la elección  de la asignatura. Los alumnos en Bachillerato centran sus esfuerzos en conseguir  las mejores notas para el acceso a los estudios superiores. En estas condiciones los alumnos difícilmente cursarán una asignatura que les va a suponer un esfuerzo extra y que no valdrá para mejorar la media, y optarán por otras que sí lo hagan.
  • Se propone un estudio del hecho religioso no confesional. No se especifica si será como posible alternativa a la clase de Religión confesional, o si se hará como una asignatura obligatoria para todos los alumnos en algún curso, o si será optativa en alguno de los niveles, o incluso si se incluirá dentro de otras áreas. Habrá que esperar al desarrollo de los Reales Decretos y a su aplicación por las Consejerías de Educación de las Autonomías para ver en qué se concreta esta posibilidad.

Como decíamos al principio un planteamiento muy parecido al que ya vivimos en la LOE, con sus mismos defectos e inconvenientes. Como siempre el mejor activo que tenemos en estos casos es la profesionalidad y buen hacer de los profesores que sabrán motivar al alumnado a pesar de las trabas que pone la Administración.

Para concluir señalamos el calendario de implantación de la LOMLOE, que tendrá lugar a partir del curso 2022-2023. Ese curso entrará en vigor su normativa y su currículo en los cursos 1º, 3º y 5º de Educación Primaria; 1º y 3º de Secundaria Obligatoria; y 1º de Bachillerato. En el curso 2023-24 se completará la implantación del nuevo marco curricular de la LOMLOE.

Así pues en este curso 2020-2021 y el siguiente 2021-2022,  aunque entren en vigor algunas cuestiones organizativas de la LOMLOE, no cambiarán los currículos ni la situación actual regulada por la LOMCE. Estos dos cursos serán precisamente el tiempo para la creación de los nuevos currículos de las distintas asignaturas.

También en este próximo año se confeccionará el nuevo currículo de la asignatura de Religión. Pero, como decían Michael Ende en La Historia Interminable, esa es otra historia que deberá ser contada en otro momento.

Foto: Ben Mullins/unsplash

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¿Qué vamos a hacer en Omnes? Periodismo

Omnes nace con el propósito de continuar con la senda iniciada hace más de cinco décadas: hacer periodismo. Con la mejor competencia profesional que podamos, como siempre. Con noticias, con razones y argumentos, con esperanza, con diálogo.

28 de enero de 2021·Tiempo de lectura: 2 minutos

De manera similar a las felicitaciones que es tradición enviar a los padres tras el nacimiento de un hijo, la aparición de un nuevo medio de comunicación suele ser saludada también con enhorabuenas. El acontecimiento refuerza el derecho de los ciudadanos “a la libertad de opinión y de expresión”, recogido en la Declaración universal de Derechos Humanos, y en nuestra Constitución.

El nacimiento de este portal digital de información religiosa y cultural, Omnes, y su versión impresa, es una grata noticia. Como ha explicado su director, “marca un momento ilusionante, el primer paso de un gran proyecto…, y asume a la vez la estupenda trayectoria de la revista Palabra”, que en su versión impresa continúa su numeración.

Los medios de comunicación mundiales en los últimos años están marcados por el fenómeno digital. Los históricos diarios se reconvierten, sin abandonar el papel, al que tantos somos adictos. Pero la realidad es que la red se ha convertido prácticamente en un gran foro, con múlttiples plataformas, en el que cada persona es al mismo tiempo emisor y receptor de información, fake news incluidas.

Estos días he visto The Post, un film en el que New York Times y Washington Post pelean por la exclusiva y la lucha ante el poder en torno a un informe del Pentágono sobre la guerra de Vietnam que, como suele suceder, el poder quería silenciar.

Hay gente que pregunta: ¿qué vais a hacer en Omnes? Pues periodismo. Con la mejor competencia profesional que podamos, como siempre. Con noticias, con razones y argumentos, con esperanza, con diálogo. Hablaréis del Papa… Claro. No se puede entender la información religiosa sin el Vicario de Cristo.

Recuerdo a este propósito el Credo, y su explicación en el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica. Puntos 147 a 193, sobre la Iglesia católica. El 182 define la misión del Papa. Luego se refiere a los obispos, la vida consagrada, los laicos… El Espíritu sopla donde quiere…Les prometo hablar pronto sobre influencers. Todos podemos serlo en la apasionante tarea de construir la civilización del amor.

Una píldora final, sobre el poder. El 19 de marzo de 2013, en la Misa de inicio de su pontificado, decía el Papa Francisco: “Nunca olvidemos que el verdadero poder es el servicio, y que también el Papa, para ejercer el poder, debe entrar cada vez más en ese servicio que tiene su culmen luminoso en la cruz; debe poner sus ojos en el servicio humilde, concreto, rico de fe, de san José y, como él, abrir los brazos para custodiar a todo el Pueblo de Dios y acoger con afecto y ternura a toda la humanidad, especialmente a los más pobres, los más débiles, los más pequeños; eso que Mateo describe en el juicio final sobre la caridad: al hambriento, al sediento, al forastero, al desnudo, al enfermo, al encarcelado (cf. Mt 25,31- 46). Sólo el que sirve con amor sabe custodiar”.

El autorRafael Miner

Periodista y escritor. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad de Navarra. Ha dirigido y colaborado en medios especializados en economía, política, sociedad y religión. Es premio de periodismo Ángel Herrera Oria 2020.

Cine

Muerte en Salisbury

El 4 de marzo de 2018 Serguéi Skripal, un exoficial militar ruso y agente doble de los servicios de inteligencia del Reino Unido, y su hija, Yulia Skripal, fueron envenenados en la ciudad de Salisbury, Inglaterra, con un agente nervioso Novichok

Jaime Sebastián·28 de enero de 2021·Tiempo de lectura: 2 minutos

Título original: The Salisbury Poisonings 

Año: 2020

Duración: 4 episodios de 45 min.

País: Reino Unido

Dirección: Saul Dibb

En Wikipedia podemos encontrar estas dos entradas: 1) envenenamiento de Serguéi y Yulia Skripal, y 2) envenenamientos de Amesbury de 2018. En ellas se recogen los hechos que la serie Muerte en Salisbury(The Salisbury Poisonings) desarrolla de un modo bastante fidedigno.

El 4 de marzo de 2018 Serguéi Skripal, un exoficial militar ruso y agente doble de los servicios de inteligencia del Reino Unido, y su hija, Yulia Skripal, fueron envenenados en la ciudad de Salisbury, Inglaterra, con un agente nervioso Novichok. Al hablar de Novichok nos referimos a una familia de agentes nerviosos que se desarrollaron en la Unión Soviética en los años 1970 y 1980. Algunas fuentes los califican como los más mortales que jamás se hayan hecho.

Ahora que vivimos la pandemia del COVID estamos muy sensibilizados en las cuestiones de salud pública. Esta serie de la BBC nos acerca a lo que pudo ser una catástrofe sanitaria y por suerte, no fue.

Los guionistas han realizado una exhaustiva labor de documentación y de entrevistas para contar la historia. Esta arranca en un banco de un parque de Salisbury, donde fueron encontrados inconscientes Serguéi y Yulia. Parecía una sobredosis de droga, caso que la policía encontraba con frecuencia, pero los análisis revelaron que no había rastro de estupefacientes.

La serie sigue la historia de un modo cronológico y la articula desde la investigación policial. Una figura clave es la directora de salud pública de Wiltshire, Tracy Daszkiewicz. Tiene que gestionar la respuesta a una crisis sanitaria que nadie podía esperar. Desde nuestra situación actual es fácil empatizar con ella.

Otro personaje que recorre toda la serie es el policía que acudió a la casa de los afectados y que también se contagió. Tanto ella como los demás personajes clave están retratados en el contexto de su historia familiar. La mujer del policía tiene que hacer frente a la situación con dos hijas pequeñas.

Pero quizá el personaje más interesante es Dawn Sturgess, una madre de familia de clase obrera que lucha contra sus adicciones. Ella se infecta de un modo accidental. En cierta manera la serie es un homenaje a la historia de este personaje, una historia olvidada en el horizonte de un conflicto geopolítico que todo esto ocasionó.

Los actores (MyAnna Buring, Anne-Marie Duff y Rafe Spall) interpretan el papel a la perfección.

Aunque la historia pueda ser conocida, la serie resulta entretenida y el ritmo no decae. Al final de la serie aparecen imágenes reales de los protagonistas de la historia. Los actores resultan más “guapos”, pero para eso está el cine.

El autorJaime Sebastián

Cine

Cómo se hacen las grandes series

Jaime Sebastián·28 de enero de 2021·Tiempo de lectura: < 1 minuto

Cuando vemos un anuncio de coches nos damos cuenta de las estrategias del marketing. Nos suelen hablar de estilos de vida, de diseño acabado, comodidad, en definitiva, imagen. Son aspectos importantes pero de algún modo periféricos, no esenciales. Por muy bonito que sea un coche, si no hay un buen motor y una buena mecánica, acabará fracasando.

Neil Landau, en este libro, es como el que nos habla de un coche pero abriendo el capó. Nos enseña el motor y la mecánica de las series. Solemos quedarnos muchas veces en los actores, música, fotografía, etc, pero el autor va al motor de la serie, el guión y su desarrollo. No le falta experiencia. Muchos años dedicado a ser productor y guionista, además de impartir clases en la universidad de UCLA. Ha sido consultor ejecutivo de guiones para Sony Pictures Television y Columbia Pictures.

Entre sus películas animadas se encuentran Las Aventuras de Tadeo Jones, que le valió el Premio «Goya» de la Academia de España al Mejor Guion Adaptado, Tadeo Jones y el Secreto del Rey Midas (actualmente trabaja en la tercera parte de la saga), Atrapa la bandera, para Paramount, y Sheep & Wolves para Wizart Animation. Escribió el best-seller 101 cosas que aprendí en la escuela de cine, que fue el primer libro patrocinado por la Asociación Nacional de Ejecutivos de Programas de Televisión (NATPE).

El autorJaime Sebastián

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La comunidad evangelizadora y provocativa

28 de enero de 2021·Tiempo de lectura: 2 minutos

Nuestra sociedad nos exige ser eficientes. Entonces, al escuchar la llamada evangélica a dar mucho fruto, pensamos que se trata de ser productivos. Y confundimos la vida comunitaria con el trabajo en equipo, esperando alcanzar un funcionamiento impecable. Luego, cuando los resultados no son los esperados, nos acecha el desánimo.

Sin embargo, Jesús nos ha venido a hablar de otro tema, de su vida en la Trinidad, una comunidad de amor. Es importante ser eficaces, pero sin olvidar que la clave está en tratarnos con afecto. La comunidad se construye con lazos personales, estableciendo vínculos, en definitiva, cultivando la comunión.

“Mirad cómo se aman” es la consigna del Evangelio para que el mundo crea. La primera comunidad cristiana gozaba de la simpatía del pueblo, por eso resultaba tan atractiva. Claro que había milagros y era fundamental la predicación del kerigma, pero seguramente la gente se sentía interpelada al ver cómo se relacionaban.

Todos tenemos miedo a la soledad. Un miedo que, en el fondo, expresa la nostalgia que sentimos de Dios, nuestro Padre, el único que calma nuestra sed de afecto. La comunidad es un bálsamo para esta inquietud interior. El afecto infinito de Dios por cada uno de nosotros se encarna en los rostros concretos de nuestra comunidad cercana. A través del trato franco de los hermanos, muchas veces inscrito en los pequeños detalles, nos sentimos amados por Dios, pero, sobre todo, capaces de amar y responder a nuestra vocación. En ocasiones, obsesionados por la imagen, por ser eficientes y productivos, nos olvidamos de lo importante: del amor.

La Iglesia nos ofrece muchas oportunidades para vivir comunitariamente: la familia, la parroquia, la escuela, la comunidad religiosa, el grupo de apostolado o el equipo comprometido en una acción social. Es importante dar mucho fruto, que el grupo funcione, pero esto se nos dará por añadidura. Necesitamos compartir la vida con personas que nos hagan sentir amados, respetados, valorados y cuidados. Y, a su vez, para convertirnos de verdad y librarnos de las ataduras de nuestros egoísmos, no podemos estar solos haciendo esfuerzos en vano. Claro está que no todo es idílico. En la convivencia vamos tomando consciencia de nuestros límites. Las relaciones son un reto constante que nos hace salir de nuestras preocupaciones para abrirnos a los problemas de los demás. Son, en definitiva, un espacio de conversión.

A veces la comunidad es como el desierto donde Jesús fue conducido por el Espíritu para ser tentado. En efecto, se producen roces. Los cristianos no estamos a salvo de las murmuraciones, los juicios y los chascarrillos. Son el veneno de la vida comunitaria. Escandalizados, podemos replegarnos y pensar que solos estamos mejor. Pero sin los otros poco podemos hacer. La comunidad es la escuela donde el Señor nos enseña a amar.

La vida cristiana nos exige el examen de consciencia, la plena transparencia, para no engañarnos. La vida comunitaria también, pero la recompensa es enorme. Participamos, a pesar de nuestros defectos y debilidades, de la vida de la Trinidad. Somos un eco de la eternidad, aún sin ser perfectos.

Entonces tenemos ganas de estar juntos, de celebrar nuestras alegrías, de apoyarnos en nuestras penas, de compartir lo que tenemos y lo que somos. Y la gente percibe algo especial. Llama la atención. Quieren participar en esta fiesta que es la fe. Entonces, la comunidad se convierte en algo provocativo, en un auténtico agente evangelizador porque vive el Evangelio y lo transmite.

El autorAntoni Vadell

Obispo Auxiliar de Barcelona y Vicario General. En su ministerio sacerdotal ha combinado la labor parroquial con la pastoral catequética y educativa. En la Conferencia Episcopal Tarraconense es Presidente del Secretariado Interdiocesano de Catequesis, y en la Conferencia Episcopal Española es miembro de la Comisión Episcopal de Evangelización, Catequesis y Catecumenado.

La muerte no es el final

28 de enero de 2021·Tiempo de lectura: 2 minutos

En los días en los que estaba prevista la asamblea anual de delegados de medios de comunicación de toda España, pospuesta a causa del recrudecimiento de la pandemia, nos llegó la triste noticia del fallecimiento del arzobispo castrense y presidente de la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación de la Conferencia Episcopal Española, Mons. Juan del Río.

La información sobre su ingreso hospitalario a causa del coronavirus nos había llegado unos días antes de la fiesta del patrón de los periodistas, San Francisco de Sales, y todos los que compartimos esta doble vocación por la comunicación y el Evangelio pudimos rezar por él en las distintas eucaristías convocadas por este motivo en las diferentes diócesis.

En los días grandes de la comunicación eclesial en España, se nos fue uno de los más grandes de la comunicación católica. Toda su vida como sacerdote, 46 años, la dedicó a esta difícil misión pastoral. Los que fuimos testigos de primera mano de su celo apostólico y periodístico no tenemos dudas: era un apasionado del Evangelio y del uso de los medios de comunicación para transmitirlo.

En una entrevista durante el confinamiento para el programa Últimas Preguntas de TVE, afirmaba que, aunque en este tiempo de pandemia los hombres y mujeres de la comunicación tengamos que narrar situaciones de dolor y de enfermedad, es necesario que salgamos a «narrar verdaderas historias de milagros, de esperanza, de buena noticia que en medio de la pandemia se están dando».

Mientras escribo este, mi primer artículo en esta nueva apuesta comunicativa que es Omnes, no puedo dejar de dar vueltas a esa frase profética. Y es que, junto a la historia de enfermedad y dolor que nos toca contar por la muerte de Mons. Del Río, no tenemos más remedio que alegrarnos también por la buena noticia, llena de esperanza, del relanzamiento de un medio de comunicación en el que se narrarán todos esos milagros cotidianos que también suceden a nuestro alrededor en tiempos del Covid.

En aquella misma entrevista, el arzobispo hablaba de la importancia que tiene la comunicación para que la sociedad «siga creciendo en libertad y en verdad porque, si no, quedamos dominados por una cultura de la mentira».

Y es que nadie puede considerarse informado a través solo de lo que le llega por los grupos de Whatsapp, donde cunden los bulos y las fake news. La apuesta por medios de comunicación profesionales y comprometidos con la verdad es la única forma de protegernos del virus de la desinformación que tanto daña nuestras relaciones. Por eso, este nuevo medio es tan buena noticia.

Aquí se narrarán relatos de alegría y llanto, de victorias y derrotas frente al virus, de muerte y resurrección… La historia de Dios entremezclada en la vida particular de todos y cada uno de los hombres. Hoy la muerte no es el final, como canta el himno a los caídos de las Fuerzas Armadas, sino el principio de la historia. Gracias, D. Juan, por impulsarnos a contar buenas noticias y por haber sido Buena Noticia para todos.

El autorAntonio Moreno

Periodista. Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Bachiller en Ciencias Religiosas. Trabaja en la Delegación diocesana de Medios de Comunicación de Málaga. Sus numerosos "hilos" en Twitter sobre la fe y la vida cotidiana tienen una gran popularidad.

Firmas invitadasMons. Luis Ángel de las Heras, CMF.

La vida consagrada, parábola de fraternidad en un mundo herido

En el 25 aniversario de la Jornada mundial de la Vida Consagrada, Mons. Luis Ángel de las Heras recuerda que quienes abrazan este estilo de vida siguen y deben seguir siendo parábola profética de gracia.

28 de enero de 2021·Tiempo de lectura: 3 minutos

El 2 de febrero de 1997 se celebró la primera Jornada mundial de la Vida Consagrada que instituyó san Juan Pablo II con el fin de “ayudar a toda la Iglesia a valorar cada vez más el testimonio de quienes han elegido seguir a Cristo de cerca mediante la práctica de los consejos evangélicos”. Igualmente, el Papa quiso que la Jornada fuera una ocasión propicia para que los consagrados renovaran los propósitos y reavivaran los sentimientos que deben inspirar su entrega al Señor.

Objetivos

San Juan Pablo II fijó tres objetivos. El primero, alabar y dar gracias al Señor por el gran don de la vida consagrada que enriquece y alegra la comunidad cristiana con carismas y frutos de vidas entregadas a la causa del reino. El segundo, promover en el pueblo de Dios el conocimiento y la estima de la vida consagrada. Y el tercero, invitar a las personas consagradas a celebrar juntas las maravillas que el Señor realiza en ellas.

El 2 de febrero de 2021 conmemoramos el XXV aniversario de esta jornada. Para celebrar estas bodas de plata, el lema elegido en España recoge los acontecimientos actuales y las llamadas evangélicas del papa Francisco: “La vida consagrada, parábola de fraternidad en un mundo herido”.

Este lema es uno de los nombres proféticos de la vida consagrada en estos momentos de la historia. Con los mismos problemas, esperanzas y desafíos que el resto de los miembros del pueblo de Dios y de nuestra sociedad, la vida consagrada sigue y debe seguir siendo parábola profética de gracia.

Portadores de la Luz

Rechazando cualquier perspectiva derrotista, los consagrados, revestidos de Jesucristo,  son portadores de Su luz, tal y como afirmó Benedicto XVI pocos días antes de su renuncia: “No os unáis a los profetas de desventuras que proclaman el final o el sinsentido de la vida consagrada en la Iglesia de nuestros días; más bien revestíos de Jesucristo y portad las armas de la luz —como exhorta san Pablo (cf. Rm 13,11-14)—, permaneciendo despiertos y vigilantes”. Unas palabras que citó el Papa Francisco en su Carta Apostólica con ocasión del Año de la Vida Consagrada (2014). 

Las personas consagradas van siendo menos y mayores, pero siempre impregnadas del amor de Dios y del Evangelio de Jesús, testigos y profetas de la alegría y la esperanza que brotan del encuentro con el Señor. Unidas entre sí, con Él en el centro, son capaces de navegar hacia otras orillas donde se las necesita. Su vida y su misión las consagra para realizar un proyecto singular que implica ir, ver y habitar donde Cristo pone el centro, es decir, en las periferias, porque el Reino de Dios tiene por capital las orillas de este mundo.

Durante la pandemia

Algunas de esas orillas han sido, en los últimos meses, la pandemia del COVID-19 y sus consecuencias. En las periferias del dolor, la precariedad, la depresión, la incertidumbre y la muerte, las personas consagradas se han comprometido fraternalmente, mostrándose expertas en evangelio y humanidad, sobre todo con los más vulnerables. 

Su parábola de fraternidad en un mundo herido ha brillado como una luz de sosiego y esperanza en esta situación de emergencia humanitaria. En las residencias de ancianos donde el virus ha hecho mella; en los hospitales junto a los profesionales de la salud, o como parte de ellos; conviviendo con menores sin familia, personas con adicción, discapacidad o enfermedades psíquicas; acogiendo a personas sin hogar y a víctimas de malos tratos, de prostitución y de trata humana; respondiendo a los desafíos de la educación; acompañando y consolando en la soledad; acudiendo a cualquier región de necesidad; orando con esperanza.

Como hemos dicho los obispos de la CEVC en el mensaje para la XXV Jornada del 2 de febrero, la entraña parabólica de los consagrados se convierte en aceite y vino para las heridas del mundo, vendaje y hogar de la salud de Dios. Demos gracias a Dios por ellos y con ellos, tejedores de lazos samaritanos hacia dentro y hacia fuera, seguidores cercanos de Jesucristo, Buen Samaritano.

El autorMons. Luis Ángel de las Heras, CMF.

Obispo de León y  presidente de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada.

España

Fallece Mons. Juan del Río, Arzobispo castrense

El Arzobispo Castrense de España y presidente de la Comisión Episcopal para las Comunicaciones Sociales, ha fallecido esta mañana, sobre las 11 horas en el Hospital Central de la Defensa “Gómez Ulla” como consecuencia de las afecciones provocadas por el coronavirus COVID-19

Maria José Atienza·28 de enero de 2021·Tiempo de lectura: 2 minutos

El Arzobispo castrense había ingresado el pasado jueves en el Gómez Ulla y desde entonces su estado se ha agravado hasta el fatal desenlace producido en el día de hoy, según informa el Arzobispado castrense. Desde esta institución han agradecido además al personal sanitario sus desvelos y profesionalidad en el cuidado del prelado.

Los capellanes castrenses, los equipos de gobierno del Arzobispado y del Seminario “San Juan Pablo II”, los seminaristas y el personal de la Curia se unen a la familia en estos momentos de dolor y elevan sus oraciones por el eterno descanso de quien fue su pastor.

Hace pocas semanas, se dirigía al equipo y lectores de Omnes con ocasión del lanzamiento del nuevo proyecto informativo.

Biografía de Mons. Juan del Río

D. Juan del Río Martín nació en Ayamonte (Huelva), el 14 de octubre de 1947. Estudió Bachillerato en el Instituto Laboral de su ciudad natal, y Filosofía y Teología en el Seminario Metropolitano y Centro de Estudios Teológicos de Sevilla (1973). Graduado Social por la Universidad de Granada (1975) era Bachiller, Licenciado y Doctor en Teología por la Universidad Gregoriana de Roma 1979-1984).

Ordenado sacerdote el 2 de febrero de 1974 en Pilas (Sevilla), durante su largo ministerio desempeñó, entre otros, los siguientes cargos.

Formador y profesor del Seminario Menor de Pilas (1974-79). Párroco de Sta. María la Mayor de Pilas (1976-79). Vicerrector del Seminario Mayor Metropolitano de Sevilla (1984-87). Profesor de Teología del Centro de Estudios Teológicos de Sevilla y Director Espiritual de la Hermandad de los Estudiantes (1984-2000). Profesor de Religión en el Instituto de Bachillerato «Ramón Carande» de Sevilla (1984-87). Párroco de Nuestra Señora de Valme y Beato Marcelo Spínola de Dos Hermanas (1987). Delegado Diocesano de Pastoral Universitaria (1987-2000). Director del Servicio de Asistencia Religiosa de la Universidad de Sevilla, y Director de la Oficina de Información de los Obispos del Sur de España (1988-2000). Profesor del Instituto de Liturgia «San Isidoro» de Sevilla (1993-2000). Profesor de Teología de la Universidad de Sevilla (1994-2000). Secretario del Consejo Presbiteral de la Diócesis de Sevilla (1995-2000).

Nombrado Obispo de Asidonia-Jerez el 29 de junio de 2000, fue ordenado en la Catedral de Jerez de la Frontera el 23 de septiembre. El 30 de junio de 2008, recibió el nombramiento de Arzobispo Castrense de España y Administrador Apostólico de Asidonia-Jerez. Tomó posesión como Arzobispo Castrense el 27 de septiembre de 2008. El 22 de abril de 2009 fue nombrado miembro del Comité Ejecutivo de la CEE y el 1 de junio de 2009 del Consejo Central de los Ordinarios Militares..

Mundo

La tierra de Abraham, el Irak que desea visitar el Papa

El viaje apostólico a Irak, tierra de fe milenaria ligada a la memoria de Abraham, profeta de cristianos, musulmanes y judíos, bañada mil veces en sangre y dolor, ha sido deseado fervientemente por el Papa. 

Rafael Miner·28 de enero de 2021·Tiempo de lectura: 8 minutos

La expresión de Jesús, “Sois todos hermanos”, extraída de un versículo del Evangelio de san Mateo (Mt 23, 8), fue elegida como lema oficial de la visita del Papa Francisco a Irak, programada del 5 al 8 de marzo. Estas palabras de Jesús, escritas en árabe, enmarcan el logo de la visita, dado a conocer por el Patriarcado caldeo en Bagdad a mediados de enero, y reflejan el sustrato de fondo de la visita papal.

En el logo, sobre fondo blanco, aparece la foto del Papa saludando, junto al dibujo del del mapa de Irak, atravesado por los ríos Tigris y Éufrates. La imagen de una palmera y una paloma blanca junto a las banderas de la República de Irak y del Vaticano, que lleva la rama de olivo, símbolo de la paz, completan el simbolismo del logo, que se refiere intencionalmente al título de la última encíclica del Papa Francisco, “Hermanos todos” (Fratelli tutti).

En su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz del 1 de enero de este año, el Santo Padre Francisco recordó que “2020 fue un año difícil para todos, especialmente debido a las repercusiones de la pandemia y los conflictos”,y más adelante mencionó expresamente a Irak: “En este día les pido que recen para que la paz llegue a los corazones de los hombres en Irak, en Medio Oriente y en todo el mundo, y los muros del odio y la violencia caigan para siempre”.

Con ocasión de este mensaje, el Patriarca católico caldeo de Bagdad y presidente de la Conferencia Episcopal Iraquí, cardenal Louis Raphael Sako, pidió expresamente: “Oren por el éxito de la visita del Papa Francisco a nuestro país, para que en ella Irak pueda encontrar la fuerza necesaria para ser una nación nueva, distinta a la que era antes”, y para que “los muros del odio y la violencia caigan para siempre”.

Además, el Patriarca caldeo, en un mensaje dirigido “a los cristianos y a todos los Iraquíes”, había manifestado el deseo de que la anunciada visita apostólica del Papa Francisco a Irak sea para los iraquíes bautizados y para todo Oriente Medio una oportunidad providencial para hacer una “peregrinación” de conversión y un “retorno a nuestras primeras fuentes”, y anunciar con más entusiasmo la salvación prometida en el Evangelio, en beneficio de todos, informó la agencia Fides.

“Padre en la fe” por autonomasia

Al explicar el contexto de este viaje apostólico, algunos observadores recuerdan que san Juan Pablo II deseó visitar Irak en diciembre de 1999. La visita a Ur de los Caldeos iba a ser la primera etapa de su peregrinación jubilar para el año 2000. Pero no pudo efectuarse, porque el presidente Saddam Hussein decidió posponerlo. “Conscientes de su vínculo inseparable con el antiguo pueblo de la Alianza, los cristianos reconocen en Abraham al ‘padre en la fe’ por antonomasia, y se alegran de imitar su ejemplo, siguiendo sus huellas”, manifestó san Juan Pablo II en la audiencia general del 16 de febrero de 2000. Tras realizar algunas consideraciones, añadió: “En nombre de toda la Iglesia, habría que-rido ir a orar y reflexionar a Ur de los caldeos, el lugar desde donde Abraham se puso en camino. Puesto que no me ha sido posible, quiero realizar, al menos espiritualmente, una peregrinación semejante”. Y la realizó unas sema-nas más tarde, en marzo, durante una celebración especial en la sala Pablo VI, donde se revivieron los momentos más importantes de la experiencia de fe de Abraham.

Alentar a la comunidad cristiana

Veinte años más tarde, visitar la tierra de Abraham es uno de los principales motivos del viaje del Papa Francisco, quizá el más remoto y de fondo, mirando a toda la cristiandad. Entre los más cercanos, se encuentra sin duda alentar a la comunidad cristiana.

Como es bien sabido, “en los últimos años los cristianos y los yazidis, especialmente de la Llanura de Nínive y Mosul y de los pueblos y ciudades vecinas, han sido desplazados por la fuerza hacia diversos países del mundo a raíz de los actos terroristas llevados a cabo por ISIS (también llamado Daesh) en ese momento”, explica el P. Rif ’at Bader, director del Centro Católico de Estudios y Medios de Comunicación (CCSM).

En consecuencia, “el Papa Francisco viene a Irak en primer lugar para alentar a la comunidad cristiana en Irak que ha resistido las turbulencias políticas que tuvieron lugar incluyendo guerras extranjeras o luchas internas. Todavía hay una brillante y gloriosa presencia cristiana a pesar de la dramática disminución de los números”. “Alentar a los que se mantienen firmes en la tierra de sus antepasados a pesar de los sucesivos desastres” –añade el P. Bader–, “especialmente durante su visita programada a la ciudad de Erbil, donde actualmente hay un buen número de personas desplazadas por la fuerza desde Mosul y los pueblos de la llanura de Nínive. Su Santidad también visitará Mosul y el municipio de Qaraqosh para seguir alentando a los desplazados por la fuerza que viven en el extranjero a que si es posible regresen a la tierra de sus antepasados y abuelos”.

En Irak, antes de 2003, año del conflicto que llevó a la caída de Sadam Hussein, el número de cristianos oscilaba entre 1,3 y 1,4 millones de personas. Luego, entre 2014 y 2017, la guerra y la ocupación por el Daesh de la Llanura de Nínive redujeron esa cifra hasta el entorno de las 400.000 personas. Ahora, el presidente Barham Sali ha subrayado el valor de los cristianos y su papel.

En la misma línea se encuentra el primer ministro, Mustafá Al-Kazemi, que ha invitado a los cristianos que huyeron de Irak a causa de la violencia a volver para contribuir a la reconstrucción.

Un gesto ante los desafíos

Sin embargo, la construcción de la paz, la seguridad y la estabilidad siguen abiertas. Prueba de ello es el atentado en Bagdad que dejó recientemente al menos 32 muertos y más de cien heridos. Por otra parte, la crisis económica y el desempleo, que afectan a más de 1,5 millones de desplazados internos, están poniendo a prueba los proyectos de desarrollo.

La pandemia del Covid-19, que está siendo también un obstáculo para la visita, hasta el punto de hacer dudar al mismo Papa, ha dejado miles de víctimas. “El Papa Francisco es un hombre abierto, un buscador de paz y de fraternidad. Todos en Irak, cristianos y musulmanes, lo estiman por su sencillez y cercanía”, declaró el Patriarca Louis Raphael Sako en la agencia SIR hace un año. “Sus palabras tocan los corazones de todos porque son las de un pastor. Es un hombre que puede traer paz. Muchos millones de musulmanes siguieron la visita del Pontífice a Abu Dhabi. Será así también en Irak”. No cabe duda de que el viaje representa un gesto de cercanía a toda la población iraquí.

El Papa expresó ya su intención de visitar Irak el 10 de junio de 2019, durante una audiencia con los participantes en la reunión de Obras de Ayuda a las Iglesias Orientales. “Un pensamiento insistente me acompaña pensando en Irak”, decía, “para que pueda mirar adelante a través de la pacífica y compartida participación en la construcción del bien común de todos los componentes también religiosos de la sociedad y recaiga en tensiones que provienen de los jamás aplacados conflictos de las potencias regionales”.

Esta visita, que no pudo realizarse en 2020, pareció concretarse más cuando el 25 de enero del año pasado, el Papa Francisco recibió al presidente Barham Salih en el Vaticano, que se reunió también con el cardenal Secretario de Estado Pietro Parolin y con monseñor Paul Richard Gallagher, Secretario de Relaciones con los Estados de la Santa Sede. En el encuentro abordaron, entre otras cuestiones, desafíos como “fomentar la estabilidad y el proceso de reconstrucción, alentando el camino del diálogo y la búsqueda de soluciones adecuadas a favor de los ciudadanos y en el respeto a la soberanía nacional”, señaló una nota de la Oficina de Prensa vaticana.

En Mosul, Ur de los caldeos…

Mons. Basilio Yaldo, obispo auxiliar de Bagdad y coordinador general para la visita en Irak, ha manifestado a Asia News que “la visita del Papa es la confi rmación de que el país goza de una mayor estabilidad, gracias tam-bién al trabajo realizado por el actual primer ministro Mustafá al-Kadhimi y el presidente Barham Salih, que ha sido fundamental para mejorar muchas situaciones críticas del pasado”. En sus palabras ha destacado, de modo particular, la gran atención que ha mostrado el Jefe de Estado por el Papa Francisco, confirmada por las “dos visitas oficiales” realizadas en poco más de un año. “La visita del Papa era un sueño para nosotros y el papel de coordinador es una gran responsabilidad para mí”, continúa Mons. Yaldo.

Esta noticia, “transmite coraje a todo el pueblo Iraquí, no sólo a los cristianos, y es un signo de profunda solidaridad, de paz y de fraternidad para toda la nación”. En cuanto a los musulmanes, subraya que, “si eso fuera posible, están más felices que nosotros… Todo el país está feliz. Hace tiempo que los lí-deres musulmanes me estaban preguntando cuándo vendría el Papa, y por fin ha llegado el momento. Somos un rebaño pequeño, pero de gran valor”.

Respecto al programa de la visita, todavía incompleto al escribir estas líneas, el prelado destaca “el deseo de ir a Mosul, que durante mucho tiempo fue el bastión del Estado Islámico y el lugar donde se consumaron las peores barbaries de la locura yihadista”. “El Papa quiere ir a Mosul y rezar por las víctimas del ISIS, y por toda la violencia que ha ocurrido en ese lugar”. Pero “el corazón” del viaje, añade Mons. Yaldo, “será la visita a Ur de los caldeos, porque para nosotros, cristianos, musulmanes y judíos, Abraham es el profeta de todas las religiones. Representa el signo de la unidad para todos los que habitamos esta tierra, para los que vivimos en Irak. Ver la casa de Abraham será un símbolo muy fuerte de unidad para todas las religiones que lo comparten”.

El programa preliminar incluye, asimismo, la visita a Qaraqosh. En septiembre de 2019, esta revista informaba de que las imágenes de la ciudad tras el paso del Daesh eran “espeluznantes. Casas bombardeadas, destruidas, quemadas. Templos cristianos arrasados. Sus habitantes huyeron como pudieron, dejando atrás todo. Sobre todo a Erbil, capital del Kurdistán iraquí, y a las ciudades colindantes”.

Qaraqosh era la mayor ciudad de la zona denominada Llanura de Nínive. De mayoría cristiana, albergaba a 50.000 habitantes, y fue literalmente destruida. Hace año y medio, hogares, escuelas y templos comenzaban lenta-mente a reconstruirse, en buena parte gracias a la acción coordinada de las principales iglesias cristianas locales, con la colaboración de la campaña Ayúdales a volver puesta en marcha por Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN). Ahora, muchas familias quieren volver, quieren dejar de ser refugiados y recuperar sus vidas, sus trabajos, sus hogares, su dignidad. Pero es preciso recuperar la confianza.

Confianza, fraternidad

La visita del Papa será “una inyección de ánimo” para reconstruir la confianza, ha escrito en L’Osservatore Romano el cardenal Fernando Filoni, actual gran maestre de la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro y anterior pre-fecto del dicasterio para la Evangelización de los Pueblos, que ahora preside el cardenal Luis Antonio Tagle. En su artículo, el cardenal Filoni define a Irak como tierra “bisagra” entre Oriente Medio y el Asia centro-occidental; y asegura que “el Papa Francisco llevará consigo una novedad. La posibilidad de una convivencia fundada en esa fraternidad que quiso firmar en Abu Dhabi el 4 de febrero de 2019. No es secun-dario que esto suceda después de ese evento y que aporte esos principios de coexistencia que la tierra de Abrahán, el Irak de hoy, necesita absolutamente”.

En efecto, durante su visita a Emiratos Árabes Unidos, el Papa firmó con el Imán de la Universidad de Al-Azhar el “Documento sobre la fraternidad humana para la paz mundial y la convivencia”. Dos meses después, estuvo en Marruecos y firmó un llamamiento con el Rey alauita sobre Jerusalén. ¿Verá la luz un nuevo documento en Mesopotamia?, se preguntan algunos observadores, mientras otros señalan directamente a la encíclica Fratelli tutti, fechada en Asís el 3 de octubre del año pasado, víspera de la fiesta del Poverello.

Documentos

Carta Apostólica Spiritus Domini

Carta apostólica en forma de «motu proprio» Spiritus Domini del Sumo Pontífice Francisco sobre la modificación del can. 230 § 1 del Código de Derecho Canónico acerca del acceso de las personas de sexo femenino al ministerio instituido del Lectorado y del Acolitado. 

David Fernández Alonso·28 de enero de 2021·Tiempo de lectura: 2 minutos

El Espíritu del Señor Jesús, fuente perenne de la vida y misión de la Iglesia, distribuye a los miembros del Pueblo de Dios los dones que permiten a cada uno, de manera diferente, contribuir a la edificación de la Iglesia y al anuncio del Evangelio. Estos carismas, llamados ministerios por ser reconocidos públicamente e instituidos por la Iglesia, se ponen a disposición de la comunidad y su misión de forma estable.

En algunos casos esta contribución ministerial tiene su origen en un sacramento específico, el Orden Sagrado. Otras tareas, a lo largo de la historia, han sido instituidas en la Iglesia y confiadas a través de un rito litúrgico no sacramental a los los fieles, en virtud de una forma peculiar de ejercicio del sacerdocio bautismal, y en ayuda del ministerio específico de los obispos, sacerdotes y diáconos.

Siguiendo una venerable tradición, la recepción de los «ministerios laicales», que san Pablo VI reguló en el Motu Proprio Ministeria quaedam (17 de agosto de 1972), precedía como preparación a la recepción del Sacramento del Orden, aunque tales ministerios se conferían a otros fieles idóneos de sexo masculino.

Algunas asambleas del Sínodo de los Obispos han evidenciado la necesidad de profundizar doctrinalmente en el tema, para que responda a la naturaleza de dichos carismas y a las necesidades de los tiempos, y ofrezca un apoyo oportuno al papel de la evangelización que atañe a la comunidad eclesial.

Aceptando estas recomendaciones, se ha llegado en los últimos años a una elaboración doctrinal que ha puesto de relieve cómo determinados ministerios instituidos por la Iglesia tengan como fundamento la condición común de ser bautizados y el sacerdocio real recibido en el sacramento del Bautismo; éstos son esencialmente distintos del ministerio ordenado recibido en el sacramento del Orden. En efecto, una práctica consolidada en la Iglesia latina ha confirmado también que estos ministerios laicos, al estar basados en el sacramento del Bautismo, pueden ser confiados a todos los fieles idóneos, sean de sexo masculino o femenino, según lo que ya está previsto implícitamente en el canon 230 § 2.

En consecuencia, después de haber escuchado el parecer de los Dicasterios competentes, he decidido proceder a la modificación del canon 230 § 1 del Código de Derecho Canónico. Por lo tanto, decreto que el canón 230 § 1 del Código de Derecho Canónico tenga en el futuro la siguiente redacción:

«Los laicos que tengan la edad y condiciones determinadas por decreto de la Conferencia Episcopal, pueden ser llamados para el ministerio estable de lector y acólito, mediante el rito litúrgico prescrito; sin embargo, la colación de esos ministerios no les da derecho a ser sustentados o remunerados por la Iglesia».

Dispongo también la modificación de los otros elementos, con fuerza de ley, que se refieren a este canon.

Lo deliberado por esta Carta Apostólica en forma de Motu Proprio, ordeno que tenga vigencia firme y estable, no obstante cualquier cosa contraria, aunque sea digna de mención especial, y que se promulgue mediante su publicación en L’Osservatore Romano, entrando en vigor el mismo día, y luego se publique en el comentario oficial de las Acta Apostolicae Sedis.

Dado en Roma, en San Pedro, el 10 de enero del año 2021, fiesta del Bautismo del Señor, octavo de mi pontificado.

Francisco

Libros

El matrimonio cristiano: una gran esperanza

José Miguel Granados te recomienda el libro "Great expectations", una de las mejores novelas de Charles Dickens.

José Miguel Granados·28 de enero de 2021·Tiempo de lectura: 3 minutos

“Great Expectations”Grandes esperanzas, una de las mejores novelas de Dickens, narra la historia de un muchacho que pierde la inocencia en su intento presuntuoso de escapar de su baja condición social. El tema central es la distinción entre las verdaderas y las falsas promesas, que generan, correlativamente, esperanzas auténticas o sucedáneas

El jovencito Pip, sobrino de un honrado y sencillo herrero de pueblo, se deja arrastrar -confundido por una serie de situaciones, que interpreta de modo equivocado- por la vana ensoñación de llegar a ser un caballero (“gentleman”), alguien importante en la escala social. Le induce a ello la atractiva y cruel Estela, cuya extravagante tía, despechada y enloquecida por el abandono de su novio en el día de la boda, mantiene la mesa mugrienta del festín intacta, viste desde entonces el ajado traje de novia, y expira rencor vengativo hacia los hombres. 

great expectations

Durante su vida acomodada en Londres, el joven pretencioso vive frívolamente, renegando de sus humildes orígenes y avergonzándose de sus seres queridos. Con el tiempo, Pip descubrirá la identidad de su misterioso benefactor: un convicto a quien ayudó siendo niño, que lo trata como a un hijo, pero por quien el joven siente ahora profunda repugnancia. Sin embargo, superando el desagrado inicial, será capaz de corresponder a su amor desinteresado, ayudándole en su necesidad. Es entonces cuando aflora lo mejor del corazón de Pip. 

Al regresar al pueblo, arruinado y humillado, Pip encuentra la acogida compasiva de su tío, y decide reemprender una nueva existencia, basándose ahora en el sentido auténtico de la vida, descubierto tras su profunda equivocación. Y lo mismo le ocurrirá a Estela, cuya falsa percepción de la vida le llevó también a un gran desengaño, al contraer matrimonio con un maltratador. 

Tras mucho sufrimiento, causado por la consecución de las falsas expectativas, ambos jóvenes descubren cuáles son las promesas valiosas que ofrecen la esperanza que no defrauda y orientarán sus vidas según las opciones adecuadas, conforme a la bondad y el amor al prójimo.

Por fin, el protagonista -transformado por la dolorosa purificación, que le ha hecho sabio- llega a afirmar: “El sufrimiento ha sido más fuerte que todas las demás enseñanzas, y me ha enseñado a entender cómo era tu corazón. He sido doblado, quebrado, pero me he convertido -eso espero- en una mejor persona”.

Todos los anhelos del corazón humano contienen una promesa que genera esperanza. La atracción recíproca de la masculinidad y la feminidad -el eros- constituye el deseo de engendrar en la belleza (Platón). El significado esponsalicio del cuerpo humano (Juan Pablo II), establecido por el Creador, contiene el don y la vocación de construir una comunión interpersonal de amor hermoso y fecundo entre un hombre y una mujer. El sacramento del matrimonio cristiano lleva a plenitud el proyecto originario, superando la fractura del pecado con la fuerza de la gracia. 

Las interpretaciones reductivas y falsas, propugnadas por algunas ideologías de moda, rebajan el fin de la noble atracción originaria a la mera física y química de placer egoísta y utilitario, o a la idolatría romántica de una suerte de pirotecnia de emociones fugaces. El resultado inevitable es la frustración y el vacío existencial, la división y la confrontación que arruina a las personas y a las sociedades. 

Urge recuperar el sentido genuino del amor humano de entrega, inscrito por el Creador en la gramática de la afectividad (Benedicto XVI): un amor generoso y fiel, formado en la forja de las virtudes humanas y cristianas; un amor que da vida y construye hogares cálidos, constituidos en cuna y escuela de la vida humana; un amor auténtico e íntegro, que regenera las civilizaciones conforme al designio de Dios. 

Esta es la apasionante misión de los matrimonios cristianos, enviados como buena nueva para el mundo: recuperar la alegría del amor (Francisco) que la Iglesia, familia de familias, ha de ofrecer hoy a una cultura desorientada. Serán los matrimonios audaces y santos quienes traigan a nuestra sociedad la gran esperanza cristiana del amor familiar que todos sueñan.

El autorJosé Miguel Granados

Universidad de San Dámaso

América Latina

Mons. Celestino Aós: «Es momento de construir una América Latina más solidaria»

Omnes entrevista a Mons. Celestino Aós, arzobispo de Santiago de Chile, creado cardenal por el Papa Francisco en el último consistorio. Responde a preguntas sobre temas de actualidad de Chile y de América Latina.

Pablo Aguilera·27 de enero de 2021·Tiempo de lectura: 7 minutos

Celestino Aós, nacido en Navarra (España) en 1945, ingresó al noviciado de la Orden de los Frailes Menores Capuchinos a los dieciocho años de edad. En 1968 fue ordenado sacerdote. En 1980-1981 hizo unos estudios de psicología en la Universidad Católica de Chile y regresó a su país natal. En 1983 vuelve a Chile, donde vive hasta ahora. Ha ejercido variados trabajos pastorales en distintas ciudades. Se encontraba trabajando en una parroquia atendida por su Orden religiosa, en la Diócesis de Santa María de los Ángeles, cuando sorpresivamente el 2014 fue nombrado Obispo de Copiapó, en el norte del país.

En marzo de 2019 el Papa lo nombró Administrador Apostólico de la Arquidiócesis de Santiago de Chile. Nueve meses después es nombrado como Arzobispo de esa sede. En noviembre pasado fue creado cardenal por el Papa Francisco. En medio de su abundante trabajo ha tenido la gentileza de contestar estas preguntas para nuestra revista.

Monseñor, Ud. lleva casi 40 años en Chile. ¿Qué ha significado para su vida de religioso capuchino pasar de una parroquia en Los Ángeles a ser Obispo de Copiapó el año 2014 y Administrador Apostólico de la Arquidiócesis de Santiago en abril de 2019 y Obispo de la misma en diciembre del mismo año?

En la vida me he ido encontrando con el Dios de las sorpresas; al final resulta que Él y yo aparecemos por donde menos pensaba (yo claro, confío en que Él sabe bien a dónde va el camino). Sorpresa pasar de vicario cooperador en la Parroquia de San Francisco de Asís de Los Ángeles a Obispo de Copiapó; sin escalas intermedias de administrador o de auxiliar. Y me inquietaba cómo sería estar lejos de la comunidad religiosa, y qué sería el desierto, y cómo iba a encontrarme con los sacerdotes y diáconos y religiosos. Aunque no se logró el proyecto de que fueran capuchinos a Copiapó, siempre conté con su cercanía y ayuda. También el presbiterio, los diáconos y las religiosas y religiosos y la gente me acogieron muy bien, y he de agradecer su cariño… 

Un mundo nuevo que se abría en mi mente y en mi corazón: los pobres, los mineros, los enfermos etc. ¿Cómo tendré que servirlos?, ¿llegaré a amarlos? Parece que el suelo era duro, o sería por los años, y me iba adentrando en esa tarea cuando, otra sorpresa: Administrador Apostólico de Santiago. Y aquí el panorama era complicado y las dimensiones gigantescas comparadas con las de Copiapó. Pero traigo el mismo desafío: “amar y servir”. Y, aún tenía Dios otra sorpresa que darme: el Papa me nombra cardenal… Al final, sigo en las mismas: cambian las circunstancias y Santiago y Chile estalla en rabia y violencia, y entreabre ventanas de esperanza con procesos sociales participativos como la Constituyente. Y yo, en lo mismo: “Amar y servir”.

La Arquidiócesis de Santiago es la más populosa de Chile, con casi 4 millones de católicos. Ud. Cuenta con tres obispos auxiliares, menos de 270 sacerdotes y alrededor de 380 diáconos permanentes para atender 214 parroquias en un amplio territorio. Frente a este trabajo pastoral tan desbordante, ¿cuáles son sus prioridades pastorales en el corto y mediano plazo?

Todo eso. Pero hay más: la arquidiócesis no es mía; cuando las cosas son tan grandes y parecen tan grandes los problemas que me van a aplastar se lo remito al Buen Jesús: “Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío”. Tenemos un puntal especial: en una casa de retiro hay otro obispo auxiliar que está enfermo; como en la cruz, y reza y ofrece sus dolores por la archidiócesis y por la Iglesia.

Expuse públicamente que mi intención era poner siempre a Jesucristo en el centro de la vida y actividad pastoral, escuchar a Dios en el pueblo de la iglesia y la sociedad, cuidar y acompañar a los sacerdotes y diáconos, y al seminario; que desea buscar caminos para la formación de los laicos, varones y mujeres, porque ser cristiano no es asunto de sólo unos ratos de culto; es la vida entera; y necesitamos testigos y no propagandistas; y quiero estar con los enfermos, los encarcelados, los pobres, con las víctimas de la injusticia y los abusos.. La pandemia se ha ocupado de acotarme los espacios y trabarme los pies. Espero no me acote ni trabe el corazón, y quepan ahí todos.

La escasez de vocaciones sacerdotales se aprecia en su Diócesis y en todo el país. Probablemente una causa importante es el descrédito del sacerdocio católico debido a la crisis de abusos sexuales de los últimos años. ¿Qué hacer para re encantar a los jóvenes católicos con este camino vocacional?

Dos cosas tengo por ciertas: que el tema y problema de las vocaciones no es asunto exclusivo del obispo ni de los sacerdotes y religiosos y diáconos. Es de las familias, es de cada cristiano. Debemos rezar: “Danos, Señor, sacerdotes santos”. Y debemos trabajar: es hermoso cuidar a los sacerdotes, no endiosarlos, pero tampoco maltratarlos con nuestras críticas insultantes; es una tarea hermosa ayudar a los sacerdotes que vemos en dificultad (igual que debemos ayudarnos unos a otros, seamos casados o solteros: si alguien está en dificultad, debemos apoyarlo, orientarlo, ayudarlo). Segundo: estas preguntas nos inquietan y estamos buscando caminos; cualquier aporte que nos hagan ustedes será bienvenido. Y usted debe ser un buen promotor vocacional: un cristiano que vive su fe con serenidad y alegría deja a su paso horizontes nuevos, porque no se hace propaganda a sí mismo, sino que abre a que los demás se encuentren con Jesús que es quien invita a seguirle de uno u otro modo.

Los cristianos convencidos, los santos, los que suscitan el interés, el entusiasmo, la alegría de acercar a Jesús y de seguirlo en la vocación que descubrimos para cada uno de nosotros. La pastoral vocacional es capaz de invitar a jóvenes y acompañarlos en su discernimiento, pero siempre desde el respeto a las decisiones y respuesta que cada uno da. Sí, el tema de las votaciones me preocupa y a vece hasta duele, pero es el mismo Jesús que me da la vocación a mí, el que llamará a otros…

En los últimos años varias parroquias y capillas de Santiago y otras ciudades y pueblos han sido destruidas por actos vandálicos (incendios y destrucciones), especialmente en La Araucanía. ¿Cómo reaccionar ante esta reiterativa destrucción de los templos, que sirven a todos los fieles, por parte de quienes muestran un verdadero desprecio o quizá odio a la religión católica y también a otras comunidades evangélicas?

Hay en el evangelio un episodio que me ilumina y que marcó a los apóstoles: ellos creían que Jesús los iba a alabar y casi los abofetea. No habían querido recibirlos en esa aldea de samaritanos porque vieron que eran judíos peregrinos a Jerusalén. ¡Horroroso pecado en la cultura judía, el cerrar la puerta, negar la hospitalidad al forastero! Los apóstoles le dijeron a Jesús: “¿Quieres que mandemos que baje fuego del cielo que abrase a estos impíos?”. ¡Cuántas veces les tuvo que repetir Jesús que al mal se lo vence con el bien, al odio con el amor, a la violencia con la paz! “Ustedes hagan el bien a quienes los persiguen y calumnian”.

Eso es lo medular del Evangelio: hacer el bien a todos, amar a todos y siempre. Nos destruirán templos; nos duele y mucho pero no podrán destruir ese Evangelio: con Jesús yo soy capaz de amarte también a ti.

En diciembre la Cámara de Diputados aprobó una ley de eutanasia bastante liberal (falta la votación en el Senado) y ahora la misma Cámara está discutiendo un proyecto de aborto libre hasta la 14ª semana de embarazo. ¿Qué harán los pastores católicos ante esta arremetida de liberalismo moral que, como una avalancha, ha llegado a Chile?

Ni al aborto, ni la eutanasia, ni la corrupción, ni la violencia, ni la lujuria, etc. son asuntos de los “obispos o pastores católicos”. Son valores que están más allá de un credo, son valores humanos. Digo que no hay que robarse lo que es de otro o de todos, que no hay que herir o matar ni a una mujer, ni a un anciano ni a un niño en el seno de su madre etc. No porque soy cristiano o sacerdote u obispo. Lo digo porque soy persona, porque soy humano y así lo siento. Destruir un ser humano, sea físicamente con una técnica quirúrgica o química, destruirlo envenenándolo con drogas, idiotizarlo con atracciones no es avanzar, no es humanizar; es lisa y llanamente des-humanizar.

Para mí es sagrada la vida desde la fecundación hasta la muerte natural; y hemos de cuidarla y procurar que pueda desarrollarse adecuadamente; y debemos acompañarla y ayudarla en el final sin una eutanasia que siempre es muerte buscada ni encarnizamiento quirúrgico. ¿Podre morir en paz o estaré temiendo si me van eutanasiar? Con el aborto y la eutanasia la vida no vale nada; ni esas vidas “de descarte”, ni tampoco las nuestras (puede que hoy si y mañana seamos inservibles, no útiles).

Los obispos y cuantos pensamos así debemos unirnos para exigir también que se nos respeten nuestros derechos y no se nos impongan esas crueldades. Queremos organizar un Chile donde todos y cada uno tengamos respeto, ayuda, dignidad. ¿Es darnos dignidad valorar utilitariamente nuestra vida y eliminarnos si conviene a algunos? ¿Es eso lo que quiere Dios?

Usted es el octavo Cardenal creado para Chile, lo cual implica nuevas responsabilidades en la Santa Sede. ¿Cómo compatibilizará su trabajo como Arzobispo con estas nuevas responsabilidades?

Es probable que lleguen nuevas responsabilidades. De hecho, ya el Papa Francisco me ha nombrado miembro integrante de la Pontificia Comisión para América Latina. La pandemia, que castiga a Chile y al mundo entero, dificulta los viajes; hoy la tecnología nos permite realizar reuniones por zoom etc. Demos gracias a Dios por estas maravillas técnicas de las que disponemos. América Latina es un continente hermoso, fascinante, lleno de gentes virtuosas, pero también con problemas y desafíos grandes, y con otras gentes que se suman al crimen, a la corrupción, etc.

¿Cómo hacer una América Latina Mejor? Tratando de ser un poco mejor yo mismo… habrá mejorado un poco el mundo. No se trata tanto de exigir y censurar sino de comprometernos nosotros con el bien y la justicia.

El momento que vivimos en América Latina es muy propicio para construir una civilización y una cultura de la vida, de la solidaridad, del diálogo y el entendimiento; ya hemos experimentado y aprendido a dónde llevan los caminos del egoísmo, la descalificación, la violencia, el aprovechamiento de los demás.

Podemos y debemos construir una América Latina hermosa y solidaria, unida y grande. Es la hora de trabajar juntos y construir juntos cuidándonos de los más débiles y necesitados. ¡Entre tanta muerte y egoísmo es tan hermosos anunciar y trabajar por la vida y el amor!

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Finalmente un mundo libre de armas nucleares

27 de enero de 2021·Tiempo de lectura: 3 minutos

El 22 de enero de 2021, es una fecha importante para la humanidad. El Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN), que unos cincuenta países de las Naciones Unidas habían ratificado el pasado mes de octubre, entra finalmente en vigor. Es el primer acuerdo jurídicamente vinculante que prohíbe el desarrollo, los ensayos, la producción, el almacenamiento y la transferencia de armas nucleares, así como su uso. No es casualidad que entre los países firmantes no se encuentren las principales potencias nucleares tradicionales, por lo que el camino hacia un desarme real y efectivo no ha hecho más que empezar.

Un acto inmoral

En noviembre de 2019, desde el Memorial de la Paz de Hiroshima, fue el Papa Francisco quien condenó sin «apelación» el uso de la energía atómica con fines bélicos, un acto totalmente «inmoral» que atenaza la libertad de las poblaciones, niega la paz y causa tanto sufrimiento.

«No más guerras, no más ruido de armas, no más tanto sufrimiento«, fue el grito del Pontífice, reiterando cómo este enfoque es en última instancia «un crimen, no sólo contra el hombre y su dignidad, sino contra cualquier posibilidad de futuro en nuestra casa común«.

Una de las primeras intervenciones del Papa en la línea del llamamiento por un mundo libre de armas nucleares, lleva la fecha de julio de 2014, con un mensaje dirigido al presidente de la Convención sobre Minas antipersona, en el que pedía poner «la persona humana, mujeres y hombres, niñas y niños, en el centro de nuestros esfuerzos de desarme

Unos meses más tarde, en diciembre, escribiendo al presidente de la Conferencia sobre el Impacto Humanitario de las Armas Nucleares, denunció el «despilfarro de recursos» relacionados con las armas nucleares, que sería más correcto emplear en el desarrollo humano integral, la educación, la salud y la lucha contra la pobreza. Y concluyó con el deseo de que «las armas nucleares sean prohibidas de una vez por todas«.

Hizo un llamamiento reiterado en su visita a la ONU en septiembre de 2015, y en otros mensajes a la misma Conferencia de la ONU en 2017, 2019 y 2020, en varios Ángelus desde la ventana de la plaza de San Pedro, en encuentros con el Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, en las Plenarias de las Academias Pontificias de Ciencias y Ciencias Sociales, y en los últimos Mensajes para la Jornada Mundial de la Paz.

El desarme en la Fratelli tutti

Todas estas preocupaciones fueron resumidas en el n. 262 de la última carta encíclica Fratelli tutti, donde se explica claramente -mostrando precisamente la interconexión y la complejidad de todos los acontecimientos que caracterizan la época actual-, que la opción del desarme es funcional para «eliminar definitivamente el hambre y para el desarrollo de los países más pobres, de modo que sus habitantes no recurran a soluciones violentas o engañosas y no se vean obligados a abandonar sus países en busca de una vida más digna«.

Celebrando la importancia de este día, el pasado miércoles, al final de la audiencia general, el Santo Padre animó a los Estados a emprender con valentía el camino del desarme, contribuyendo así «al avance de la paz y de la cooperación multilateral, que tanto necesita hoy la humanidad«.

Diversas personalidades de la Iglesia Católica, presidentes de conferencias episcopales de varios países del mundo, obispos de importantes diócesis, así como religiosos y laicos, han firmado una declaración conjunta para la ocasión, recogida por el movimiento católico internacional por la paz Pax Christi, en la que expresan su satisfacción por el importante objetivo inicial alcanzado por las Naciones Unidas y exhortan a los gobiernos que no lo han hecho a firmar y ratificar el Tratado.

El don de la paz

«Creemos que el don de la paz de Dios actúa para desalentar la guerra y superar la violencia«, escriben en el documento, que significativamente tiene como primer firmante al patriarca latino de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa.

Por parte de la Santa Sede, en una entrevista concedida a Vatican News, el Secretario para las Relaciones con los Estados, Paul Richard Gallagher, reconociendo que se trata de una «primera piedra» y que aún queda mucho camino por recorrer, invitó a «evitar aquellas formas de recriminación y polarización recíproca que obstaculizan el diálogo en lugar de favorecerlo«.

Más bien, porque como humanidad tenemos la capacidad, además de la libertad y la inteligencia, de «dirigir la tecnología«, de «poner límites a nuestro poder» y comprometer todos los esfuerzos en un progreso «más humano, social e integral«.

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Vocaciones

Sacerdotes santos: San Juan de Ávila

El Papa Francisco ha establecido que la conmemoración de San Juan de Ávila sea inscrita en el calendario romano general el 10 de mayo, como memoria libre. En España ya se celebraba la fiesta del Doctor de la Iglesia como memoria obligatoria.

Manuel Belda·26 de enero de 2021·Tiempo de lectura: 4 minutos

Su vida

San Juan de Ávila nació el 6 de enero de 1499, en Almodóvar del Campo (Ciudad Real). A los 14 años comenzó los estudios de Leyes en la Universidad de Salamanca, que abandonó al acabar el cuarto curso a causa de una experiencia espiritual de conversión, por lo que decidió volver al hogar familiar.

Con el propósito de hacerse sacerdote, en 1520 comenzó los estudios de Artes y Teología en la Universidad de Alcalá de Henares, y fue ordenado en 1526. Decidió marchar como misionero a América y con este fin se trasladó a Sevilla para embarcarse hacia el Nuevo Mundo. 

Sin embargo, el obispo de esta ciudad, convencido de las grandes cualidades del joven sacerdote le pidió que permaneciera a su servicio. A causa de una predicación mal interpretada, en 1531 fue denunciado a la Inquisición y encarcelado. Una vez absuelto en 1533, se trasladó a Córdoba, incardinándose en esta diócesis. Preocupado por la formación de los candidatos al sacerdocio, fundó varios Colegios menores y mayores que, después del Concilio de Trento, se convirtieron en Seminarios. Fundó también la Universidad de Baeza (Jaén), que fue durante siglos un importante punto de referencia para la formación de clérigos y seglares.

Después de haber recorrido Andalucía y otras regiones de España predicando, en 1554 se retiró definitivamente a Montilla (Córdoba). Acompañado de sus discípulos y amigos, con un Crucifijo entre las manos, falleció en dicha ciudad el 10 de mayo de 1569.

Fue beatificado por León XIII el 6 de abril de 1894. Nombrado Patrono del clero secular español por Pío XII el  2 de julio de 1946. Canonizado por san Pablo VI el 31 de mayo de 1970. El 7 de octubre de 2012 Benedicto XVI proclamó a san Juan de Ávila como Doctor de la Iglesia.

Sus escritos

Aunque fue sobre todo un gran predicador y director espiritual, usó también magistralmente la pluma para exponer sus enseñanzas. Su principal obra se titula Audi, filia, un tratado sistemático y completo sobre la vida espiritual, que ha llegado a ser un clásico de la espiritualidad. El Catecismo o Doctrina cristiana, es una síntesis pedagógica del contenido de la fe. En el Tratado del amor de Dios, penetra con profundidad en el misterio del Verbo Encarnado y Redentor. El Tratado sobre el sacerdocio es un compendio de espiritualidad sacerdotal. 

Los escritos de reforma son dos Memoriales al Concilio de Trento y las Advertencias al Concilio de Toledo. Los Sermones y Pláticas, así como el Epistolario, abarcan todo el año litúrgico y la amplia cronología de su ministerio sacerdotal. Sus comentarios bíblicos —desde la Carta a los Gálatas hasta la Primera Carta de san Juan— son exposiciones sistemáticas de notable profundidad bíblica y de gran valor pastoral.

Influjo eclesial de su magisterio

San Juan de Ávila ha ejercido un gran influjo eclesial, no sólo mediante sus escritos, sino también por medio de sus discípulos, un grupo numeroso de casi cien, que se ha denominado «la escuela sacerdotal del Maestro Ávila», los cuales difundieron la doctrina del Maestro con su predicación y catequesis por toda España. Su discípulo más importante es Fray Luis de Granada (†1588), que lo cita a menudo y ampliamente. Fue quien escribió 19 años después de la muerte del santo su primera biografía: «Vida del Padre Maestro Juan de Ávila» (Madrid 1588).

San Juan de Ávila fue el sacerdote más consultado en la España del siglo XVI. Casi todos los grandes santos españoles del Siglo de Oro recibieron sus consejos y en algunos casos, él fue su director espiritual. Por ejemplo, santa Teresa de Jesús, en momentos difíciles, le pidió su parecer sobre el «Libro de la Vida» (1562). Después de haber leído el manuscrito le escribió una carta donde aprueba su doctrina y reconoce el origen divino de los fenómenos místicos extraordinarios de la santa. Esta carta la consoló mucho y después de haberla recibida, escribe: «El Maestro Ávila me escrive largo, y le contenta todo; sólo dice que es menester declarar más unas cosas y mudar los vocablos de otras, que esto es fácil».

El Maestro Ávila fue invitado a participar en la segunda convocación del Concilio de Trento (1551), por el Arzobispo de Granada, pero no pudo asistir a causa de su enfermedad. La influencia de su doctrina en este Concilio fue puesta de relieve por san Pablo VI en la homilía de la Misa para la Canonización (31-V-1970), donde afirmó: «No pudo participar personalmente en el Concilio a causa de su precaria salud; pero es suyo un Memorial, bien conocido, titulado Reformación del Estado Eclesiástico (1551), que el Arzobispo de Granada, Pedro Guerrero, hará suyo en el Concilio de Trento, con aplauso general. El Concilio de Trento adoptó decisiones que él había preconizado mucho tiempo antes».

Los escritos de San Juan de Ávila han dejado una huella indeleble en la vida de la Iglesia. De su libro más difundido, Audi, filia, decía el Cardenal Astorga, Arzobispo de Toledo: «Este libro ha convertido más almas que letras tiene». 

Sobre el sacerdocio

Su doctrina sobre el sacerdocio ha tenido una gran difusión, tanto directa como indirectamente, por medio de un tratado que tuvo un éxito enorme, titulado Instrucción de sacerdotes, sacada de la Sagrada Escritura, de los Santos Padres y Santos Doctores de la Iglesia (Burgos 1612), del cartujo Antonio de Molina (†1619). En este libro, el autor cita continuamente las obras del santo y copia enteros párrafos sin citarlo explícitamente, y dice del Maestro Ávila: «Santo y venerable varón, hombre de grande perfección, y altísimo espíritu, y rara sabiduría, santo y apostólico varón, el cual con el altísimo espíritu que tuvo, y la gran luz con que el Espíritu Santo le alumbró, echó bien de ver cuán importante y necesaria es a los sacerdotes ser muy dados al espíritu de oración».

El influjo del Maestro Ávila se puede constatar también en otros autores espirituales de gran éxito, como el jesuita Luis de la Puente (†1624), que en el tercer tomo de su obra De la perfección del cristiano en todos sus estados (Pamplona 1616), toma muchas cosas de la doctrina del santo. También san Francisco de Sales (†1622) cita a menudo párrafos del Audi, filia, en su Introducción a la vida devota. Asimismo es citado con frecuencia en las obras de san Alfonso María de Ligorio (†1787). Finalmente, un ejemplo más de este influjo se encuentra en las obras de san Antonio Maria Claret (†1870), quien cita abundantemente al Maestro Ávila. 

El autorManuel Belda

España

«La cruz es de Cristo, fuera de las ideologías»

La novena al Niño Jesus de Praga de la localidad cordobesa de Aguilar de la Frontera terminó este año de un modo muy especial: con la entrega de unas pequeñas cruces a los asistentes, que han vivido estas semanas momentos difíciles con el derribo y tirada a la basura de la cruz que presidía el conocido como «llanito de las Descalzas».

Maria José Atienza·25 de enero de 2021·Tiempo de lectura: 3 minutos

«Venid en pos de mi». Las palabras del Evangelio del tercer domingo del tiempo ordinario parecían elegidas para finalizar la novena al Niño Jesús de Praga enmedio de unas semanas difíciles para los fieles del pueblo cordobés de Aguilar de la Frontera.

A pesar de la pena que ha supuesto para cientos de aguilarenses este atopello a sus sentimientos religiosos, la Archicofradía del Niño Jesús de Praga, impulsada por los jóvenes de la localidad junto al párroco, D. Pablo Lora, han querido reavivar el amor a la Cruz propio de los cristianos.

Por ello, al finalizar la Misa de clausura de la Novena a esta advocación, el sacerdote hizo entrega de unas cruces a los asistentes, recordándoles las palabras del Evangelio leído en esa misa: «Toma tu cruz y síguelo».

El sacerdote ha destacado en Omnes que este penosos acontecimiento «ha sido un revulsivo en parte, muchas personas se han dado cuenta de la necesidad de defender su fe y su historia de Salvación, que es lo que significa la Cruz. Defender la cruz porque es el signo de nuestra fe y representa nuestros sentimientos religiosos. La cruz es de Cristo, fuera de las ideologías».

Al entregar estas cruces al final de la novena al Niño Jesús de Praga, como destaca el párroco «recordamos que seguimos a Jesús desde Niño y hasta su muerte y resurrección y desde la Cruz también nos invita a seguirle».

La Cruz de las Descalzas

El pueblo de Aguilar de la Frontera vió, como el pasado de enero, por orden del Ayuntamiento era derribada la Cruz situada junto al Convento de Las Carmelitas Descalzas. Cruz que, como recordó el párroco en la carta que dirigió a sus feligreses «estaba desprovista de todo contenido político desde hacía más de treinta años. Toda una generación de aguilarenses ha crecido en torno a la Cruz como signo de amor y entrega, perdón y misericordia. Lamento profundamente que se prive en ese lugar a las próximas generaciones del precioso símbolo religioso que nos ayuda a construir un mundo mejor».

La imagen de la cruz tirada en una escombrera ha herido profundamente los sentimientos de estos aguilarenses que han participado, en la medida de lo posible por las medidas sanitarias, en los actos de desagravio realizados desde entonces. De hecho, tanto desde la parroquia como varios particulares, habían pedido custodiar la Cruz una vez retirada del lugar. Petición que no fue atendida en ningún momento.

Archicofradía del Niño Jesús de Praga

Como recoge el portal de la diócesis de Córdoba, el origen de esta hermandad se sitúa en 1920. Tras cuatro décadas de su última salida, un grupo de jóvenes volvieron a retomar la tradición de una de las hermandades más importantes de Aguilar, de la mano de un gran número de acompañantes, en su mayoría niños, que participaron en la salida procesional.

El 25 de enero de 2015 tuvo lugar la primera salida procesional de esta nueva etapa, organizada por este grupo de jóvenes, tras refundar la hermandad en agosto de 2014, con el apoyo de la Congregación de Monjas Carmelitas del Convento de San José y San Roque de Aguilar y los sacerdotes de la localidad. Desde entonces, son numerosos los jóvenes que enaltecen al Niño Jesús de Praga con el firme propósito de consolidar la recuperación de una tradición arraigada en Aguilar de la Frontera.

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El desencantamiento del mundo

Desencantamiento y reencanto: al borrar a Dios, la modernidad ha dado paso a falsas espiritualidades. Como decía Chesterton, quien no cree en Dios, cree en cualquier cosa. Es hora de redescubrir el verdadero misterio de la fe.

25 de enero de 2021·Tiempo de lectura: < 1 minuto

“Desencantamiento del mundo” es una famosa expresión del sociólogo Max Weber, que incluso merece página en Wikipedia. La razón moderna ha expulsado a lo irracional del mundo, la magia y los dioses. Y el cristianismo se enorgullece, con razón, de haber contribuido a un sano desencantamiento, al haber distinguido claramente a Dios del mundo.

Las fuerzas del mundo son solo naturales, sin mezcla con lo sobrenatural. No hay lugar para la magia, la búsqueda del diálogo y manejo de las fuerzas ocultas. Aunque Dios pueda actuar donde quiera.

Con todo, es evidente que la cultura actual, habiendo quitado después al verdadero Dios y buscado una explicación natural, materialista (y antes marxista) para todo, se ha pasado. Por eso entran por la puerta de atrás encantos falsos de adivinos y reencarnaciones y guijas.

Como decía Chesterton, el que no cree en Dios está expuesto a creer en cualquier cosa. Es urgente la misión cristiana de devolver a la vida el verdadero encanto del misterio de Dios, de su Palabra, de su Liturgia, de su presencia, de su salvación. La vida nuestra necesita encanto, pero encanto verdadero. 

El autorJuan Luis Lorda

Profesor Ordinario de Teología y Director del Departamento de Teología Sistemática de la Universidad de Navarra. Autor de numerosos libros de teología y vida espiritual.

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España

Rafa Nadal: “Para mí lo más importante es ser buena persona”

La Fundación Universitaria San Pablo CEU ha entregado sus "Premios CEU Ángel Herrera" con los que reconocen la labor social, docente e investigadora de personas y entidades. 

Maria José Atienza·22 de enero de 2021·Tiempo de lectura: < 1 minuto

La entrega de los Premios CEU Ángel Herrera han tenido lugar de manera virtual, ha tenido lugar esta mañana. El premio en la categoría de Ética y Valores, ex aequo, ha recaído este año en las Hermanitas de los Pobres y en el tenista Rafa Nadal, que  ha querido dirigir unas palabras a la congregación con la que comparte galardón agradeciendo su trabajo.  El tenista ha querido reseñar además que, “aunque todos los premios son bienvenidos, lo son especialmente cuando no son solo por causas deportivas, como en este caso ya que para mí lo más importante es ser buena persona”.

Por su parte José María Álvarez-Pallete, ha recogido el premio otorgado a Telefónica en la categoría de Colaboración Empresarial en el Sector Educativo, apostando en su agradecimiento por una actuación empresarial con valores y responsabilidad. Por otro lado, el Premio a la Innovación Educativa en el Sector Tecnológico en esta edición ha sido para LinkedIn.

La Fundación Universitaria San Pablo CEU ha premiado también a dos de sus mejores Alumni: en la categoría Alumni Junior, al fundador de Adopta Un Abuelo, Alberto Cabanes, y en la categoría Alumni Senior, a la creadora de la Fundación Starlite, Sandra García-Sanjuán. 

Cooperación y cultura

También ha sido galardonado el Hogar Nazaret en la categoría de Solidaridad, Cooperación al Desarrollo y Emprendimiento Social por su proyecto “Casas de rescate para niños en el Amazonas peruano”. 

El reconocimiento a la labor periodística en el mundo educativo ha sido para la periodista Olga R. Sanmartín, por su artículo titulado “Escuelas que alimentan familias” y el Cardenal Raniero Cantalamessa y la Fundación Edades del Hombre comparten, este año el Premio CEU Ángel Herrera a la Difusión de la Cultura Católica.  

Recursos

Año de San José: buen padre

En el anterior artículo de esta serie, con motivo del año de San José convocado por el Papa Francisco, nos preguntábamos en qué consistía la grandeza de san José, y concluíamos que está en el hecho de ser esposo de María y padre de Jesús. Su esponsalidad ya la comentamos, ahora pasamos a referirnos a su paternidad.

Alejandro Vázquez-Dodero·21 de enero de 2021·Tiempo de lectura: 3 minutos

El santo patriarca –como también se le denomina– fue absolutamente consciente de la condición divina de Jesús, pues sabía que era hijo de Dios, nacido de María por obra del Espíritu Santo.

Obviamente san José fue conocedor de que Dios asumía la naturaleza humana, eligiendo a su esposa como madre, la cual fue siempre virgen: antes, durante y después del parto. 

Lejos de guardar distancias ante ese Niño engendrado por obra del Espíritu Santo, lo acogería como un buen padre, y le procuraría todo su cariño y enseñanzas. Tuvo la valentía, el coraje, de asumir su rol de padre –legal– de Jesús, una vez el ángel le reveló en sueños (Mt 1, 21) la procedencia divina del Niño y su misión salvadora.

Así pues, la paternidad de José tuvo su singularidad, pues tanto él como Jesús y María, sabían que se trataba del hijo de Dios. Pero ello no impidió que fuera auténtica paternidad –muy humana– y que para ser padre aprendiera “el oficio” –y beneficio– de serlo.

Jesús era reconocido por sus contemporáneos como el hijo de José, o del carpintero. Y no de cualquier otro modo. Así lo reflejan los santos Evangelios. Es decir, que lo relevante para los amigos y vecinos de la Sagrada Familia era esa relación paterno-filial, precisamente, como característica más evidente de ese Niño divino, hijo de sus conciudadanos Myriam y José.

Verdadero padre para su Hijo

¿Con qué amor amaría José a Jesús, sino con un amor pleno, como verdadero padre que se sabía de su hijo? 

Podemos entonces imaginar el dolor que supondría para José escuchar del ángel en sueños (Mt 2, 13) que Herodes buscaba al Niño, su hijo, para matarlo. Y, asimismo, el gozo que le produciría haberle salvado de ese asesinato refugiándose en Egipto hasta la muerte de aquel mandatario. O la desconsoladora búsqueda del Niño perdido (Lc 2, 44-45) hasta que lo hallaron, él y María, en el templo enseñando a los doctores de la ley. 

En todo caso, también como buen marido de María, iría con Ella contrastando todo lo que percibía de Dios y cuánto le afligiera. Una esposa como ninguna, en quien se apoyaría aquél que le fue confiado, a quien amaría incondicionalmente y de quien percibiría ese amor total. Una esposa en la que confiar, con la que caminar, para educar y amar ambos, bien unidos, al Hijo de Dios.

El amor que derrocharía José con su hijo estaría inspirado en las varias referencias a la ternura en la Sagrada Escritura (Sal 103, 13; Sal 145, 9) como pone de manifiesto el Santo Padre en la Patris Corde. La ternura propia de un padre, ésa es la que derrocharía José con Jesús. A la vez estaría, como se dice, “a las duras y a las maduras”, pues educar es gozoso y costoso al mismo tiempo, y ese gozo y coste no le serían ahorrados al santo patriarca.

La Sagrada Escritura (Lc 2, 52) destaca que Jesús crecía en estatura y sabiduría ante Dios y ante los hombres. Ello habría que agradecérselo a san José, quien ejerció responsablemente y a conciencia su paternidad, y enseñó al Niño todo cuanto estaba de su mano para formar ese Hombre que llevaría a cabo la misión del Hijo unigénito de Dios. Le introduciría en la experiencia de la vida; le formaría, a fin de cuentas, en libertad y responsabilidad.

Instrumento fiel

La “poquedad” que sentiría un sencillo carpintero o artesano ante la grandeza de la obra que Dios le confiaba –ser el padre legal de su Hijo, o sea ser el padre de Dios– haría que se confiase totalmente al Creador, quien había dispuesto que así fuera. 

Sólo abandonado en las manos de Dios podría llevar a cabo su misión. De ahí esa actitud suya de acogida generosa de la voluntad divina para cumplir el plan dispuesto; de ahí que en sueños escuchara atento lo que se le decía para poder desempeñarlo con la mayor fidelidad posible.

Un hombre humilde, casi ni mencionado en el Nuevo Testamento: en los pasajes de la Natividad del Señor y en la secuencia referida al momento en que Jesús se perdió y fue hallado por su padres en el templo predicando. Además, tampoco dejó rastro de su porvenir, pues no sabemos cuándo ni cómo murió.

No era rico, era uno más entre los suyos; sin duda con una personalidad fuerte y decidida para hacer lo que hizo, nada temoroso o asustado ante la vida, resolutivo ante las tareas que el Señor le iba encomendando.

Fiel y dedicado a su misión, no discutiría jamás la voluntad de Dios, que en ocasiones le llegó a través de los ángeles: obedeció. Y ello a pesar de lo costoso de los cambios de planes que implicaba, de la interrupción de lazos de amistad, del arraigo en distintos lugares, pues cada cambio de ciudad –Belén, Egipto, Nazaret…– supondría cortar con lo anterior y empezar todo de nuevo. ¡Pero siempre confiado en la providencia divina!

Educación

Un mundo en paz

Javier Segura describe el proyecto Un mundo en paz, llevado a cabo en un instituto de Berriozar, con el objetivo de restañar heridas y generar comunión dentro de la propia comunidad educativa

Javier Segura·20 de enero de 2021·Tiempo de lectura: 3 minutos

Cuando se acerca el día 30 de enero los centros educativos suelen realizar diversas acciones para unirse a la iniciativa de UNICEF  de promover un día escolar para desarrollar en una cultura de no violencia y la paz.

En ese día se celebra el aniversario de la muerte del Mahatma Gandhi (India, 1869-1948), líder pacifista que defendió y promovió la no violencia y la resistencia pacífica frente a la injusticia. Su pensamiento  «no hay camino para la paz: la paz es el camino» se ha convertido en lema para las distintas acciones educativas destinadas a promover entre los alumnos este deseo de paz y de compromiso con la justicia.

Creo que hoy más que nunca necesitamos una verdadera educación para la paz y la convivencia. Vivimos en una sociedad crispada y fragmentada, menos cohesionada que en generaciones anteriores. Una sociedad que necesita reencontrar ese camino para la paz del que hemos tomado como referencia a Gandhi y del que los cristianos tenemos un ejemplo insuperable en San Francisco de Asís. Y, por supuesto, en el mismo Jesucristo.

Para trabajar a fondo una cultura de la paz hay que educar hombres y mujeres que sean capaces de vivir en paz consigo mismos y de convivir en paz con los demás. Un deseo que no se debería quedar en un mero gesto de palomas pintadas en la pared o globos soltados al cielo. Todos sabemos que estos gestos están bien, pero que no suponen una verdadera educación para la paz. No producen un auténtico cambio.

Mi experiencia personal en este ámbito me retrotrae al año 2000, cuando un terrorista de ETA asesinó en la navarra localidad de Berriozar a Francisco Casanova. Poco me imaginaba yo cuando oí la notica ese verano que justo ese curso acabaría siendo profesor de Religión en el centro escolar donde estudiaban sus hijos.

La experiencia de encontrarme como profesor de Religión en un centro golpeado por la muerte, en el que estudiaban alumnos en euskera y en castellano, me llevó a proponer al claustro la realización de un proyecto educativo llamado ‘Mundo en paz’ que sirviese para restañar heridas y generar comunión dentro de la propia comunidad educativa. Algo que no era fácil en medio de un ambiente socio político tan crispado. Pero precisamente por eso se hacía especialmente necesario. Y como profesor de Religión y como cristiano me sentí llamado a promoverlo.

El proyecto se desarrolló a lo largo de todo el curso y participaron alumnos de distintos niveles educativos, desde primaria hasta cuarto de ESO. Tomamos como referencia una escultura del escultor guipuzcoano Manuel Iglesias que simbolizaba el deseo de un mundo en paz. En la parte inferior se reflejaba una casa destrozada por un atentado, en medio una bola del mundo, en la parte superior cinco figuras que simbolizaban los cinco continentes y que en su hueco dibujaban la paloma de la paz.

Cada una de esas partes de la escultura sirvió para trabajar durante todo el trimestre, desde distintas asignaturas, aspectos como la paz en casa, la resolución de conflictos, la paz en el mundo, la diversidad de culturas, la necesidad de justicia, la paz como solidaridad y como un don espiritual. Realizamos las más diversas actividades implicando a todo el centro: conferencias, exposiciones, olimpiadas deportivas, conciertos, edición de un disco…

Pero quizás lo más significativo del proyecto fue el hecho de poner a trabajar a todos los jóvenes juntos para conseguir fondos para levantar la escultura que nos servía de referencia en la puerta de su instituto. Ser capaces de trabajar con otro, ponerle rostro, quitarse ideologías… es el mejor camino para aprender a respetarle y amarle.

Veinte años más tarde la escultura de seis metros de altura levantada por aquellos alumnos sigue en pie a la puerta del instituto. Cubierta por una nieve que la fusiona con la naturaleza, me lleva a pensar en que en este camino de la paz los educadores, y especialmente los profesores de Religión, tenemos mucho que aportar. Una labor callada, silenciosa y fecunda.

Como la de esa nieve que fecunda la tierra y nos deja una inmensa paz.

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España

El obispo de Albacete impulsa una Misa semanal por el fin de la pandemia

Mons. Ángel Fernández Collado, obispo de Albacete, ha incluido la propuesta de una "Misa de rogativas" semanal con este fin, en el plan de acción diocesano.

Maria José Atienza·20 de enero de 2021·Tiempo de lectura: < 1 minuto

En una carta dirigida a los fieles y hecha pública hoy, 20 de enero, Mons. Ángel Fernández Collado recuerda que «como cristianos, personas de fe y esperanza, también ahora podemos y debemos seguir ayudando en esta lucha contra la pandemia, con amor caritativo, y con una herramienta tan natural y sustancial entre nosotros como es la oración. Es preciso rezar a Dios, nuestro Padre, para que cese y desaparezca esta pandemia, que tanto mal y tantas muertes está produciendo».

En este sentido, se ha dirigido a los sacerdotes una propuesta que se incluye en el Plan de Acción diocesano para «que se pueda celebrar una Misa a lo largo de la semana, o en los Domingos del Tiempo Ordinario, “a modo de rogativa”, en los horarios habituales de la parroquia, dando a conocer a los fieles el día concreto de la semana y la hora en que se celebrará, en la que la intención principal sea: pedir al Señor el cese y la desaparición de la pandemia de la Covid-19».

Las celebraciones se mantendrán a lo largo de año exceptuando, como es evidente, las Solemnidades y los Domingos de Adviento, Cuaresma y Pascua, los días de la octava de Pascua, la Conmemoración de todos los Fieles Difuntos, el Miércoles de Ceniza y las ferias de Semana Santa.

Mons. Fernández Collado ha querido recordar en su carta que, como cristianos, tenemos un compromiso de acción ciudadana, siguiendo las «medidas adecuadas que nos van exigiendo» y también, «por nuestra parte, con la ayuda eficaz y poderosa de la fe en Dios y la oración».

Zoom

Ayuda a las madres de Monkole

Una madre participa el Proyecto de atención a mujeres durante el embarazo y el parto en Monkole (Kinshasa). La Fundación Amigos de Monkole financia este proyecto que busca reducir las tasas de mortalidad materno-infantil.

laura·19 de enero de 2021·Tiempo de lectura: < 1 minuto
Vaticano

La experiencia de pueblo que viene del deporte

El Papa Francisco ha concedido una larga entrevista al diario deportivo italiano "La Gazzetta dello Sport" y aborda de cerca el vínculo entre la fe espiritual y la fe en el fútbol, mostrando cómo es necesario, en primer lugar, entrenar el corazón para lograr la verdadera felicidad.

Giovanni Tridente·15 de enero de 2021·Tiempo de lectura: 3 minutos

Una «encíclica laica» sobre el deporte. Así lo definieron – «de modo simpático«- quienes la hicieron. Se trata de la primera entrevista concedida por un Pontífice a un diario deportivo. «La Gazzetta dello Sport» italiana dedicó su primera edición del nuevo año a esta entrevista con el Santo Padre.

El Papa Francisco, siempre cercano a los deportistas y a los temas deportivos, se reunió en diciembre en su residencia de la Casa Santa Marta con el editor y subdirector del famoso periódico milanés -que tiene casi ciento treinta años de historia y una tirada media diaria de más de 150.000 ejemplares- respondiendo a unas treinta preguntas y subrayando algunas palabras clave, que van desde la lealtad hasta el compromiso, el sacrificio, la inclusión, el espíritu de equipo, el ascetismo y la redención.

Pelota de trapo

Pero los aspectos más genuinos que emergen de la entrevista llevada a cabo por Pier Bergonzi son ciertamente los que traen a la memoria de Jorge Mario Bergoglio su infancia y juventud. Recorre recuerdos desde los días pasados en el estadio con su familia, animando a «su San Lorenzo«, hasta la famosa «pelota de trapo» que como pobres – «el cuero era caro» – hacían de niños «para divertirse y hacer, casi, milagros jugando en la placita cerca de la casa«.

Pata dura

El Papa también comenta otro aspecto que ciertamente ha marcado su personalidad: el hecho de que siempre se puso a «jugar en la portería«, porque era uno de los que en Argentina les llamaban «pata dura«, léase torpe: «pero ser portero fue una gran escuela para mí. El portero tiene que estar listo para responder a los peligros que pueden venir de todas partes…«.

La experiencia del pueblo

En el deporte, el Pontífice también vislumbró varios aspectos de su apostolado, como el concepto de «pertenencia«, «admitir que solos no es tan hermoso vivir, exultar, celebrar» por lo que es necesario compartir con otros los momentos de diversión. En este sentido, no son pocas las referencias a Fratelli tutti. De alguna manera, Francisco también dice que «el deporte es la experiencia del pueblo y sus pasiones, marca la memoria personal y colectiva«, elementos que incluso autorizan a hablar de una «fe deportiva«.

Un mundo mejor

También ha hecho referencia durante la entrevista a historias personales que han caracterizado el mundo deportivo y han dejado huella en el corazón de las personas, como el «Justo entre las naciones» Gino Bartali -así es como se le reconoce en Yad Vashem en Jerusalén-, el ciclista italiano que durante el régimen nazi, con la excusa de entrenar en su bicicleta, llevó de una ciudad a otra docenas de documentos falsos escondidos en el marco de su bicicleta. Estos documentos se utilizaron para ayudar a los judíos a escapar y así salvarse del holocausto. Historias del deporte «que no son un fin en sí mismas, sino que intentan dejar el mundo un poco mejor de lo que lo encuentran«.

Un corazón ordenado

El secreto para no dispersar el talento, ya sea en la vida del deporte o de la fe… e mantener el corazón entrenado: «un corazón ordenado es un corazón feliz, en estado de gracia, listo para el desafío«, lo que automáticamente lleva a «una felicidad para compartir«. Y en esto la Iglesia ha sido ciertamente pionera, con las numerosas experiencias a la sombra de los campanarios, como la realidad de los oratorios salesianos, que animan a cada joven «a dar lo mejor de sí mismo, a fijarse una meta a alcanzar, a no desanimarse, a colaborar en grupo«.

La redención de los pobres

Cómo no podía ser de otra manera, Francisco también ha hecho referencia indudablemente a los pobres y los débiles, que son un gran ejemplo de no rendirse en la vida, pero también en la vida espiritual: «un hombre no muere cuando es derrotado: muere cuando se rinde, cuando deja de luchar«. Y los pobres son maestros en esto: a pesar de la evidencia de la indiferencia «siguen luchando para defender sus vidas«.

Todo esto porque no basta con soñar con el éxito, sino que hay que trabajar duro. Los pobres tienen sed de redención: «ofréceles un libro, un par de zapatos, una pelota y se muestran capaces de acciones impensables«. El hambre verdadero, de hecho, concluye el Papa Francisco, «es la motivación más formidable para el corazón: es mostrar al mundo que eres digno, es aprovechar la única oportunidad que te dan y jugar por ella«.

Vaticano

El Papa Francisco amplía el servicio de las mujeres en la liturgia

Mediante el motu proprio Spiritus Domini, publicado con fecha 10 de enero de 2021, el Papa Francisco ha modificado el can. 230 § 1 del Código de Derecho Canónico. De esta manera se abre la posibilidad de que mujeres puedan ejercer de modo estable el ministerio del Lectorado y Acolitado. Se trata de dos ministerios o encargos: el primero unido al ministerio de la Palabra, mientras que el segundo al ministerio del Altar.

Ricardo Bazán·14 de enero de 2021·Tiempo de lectura: 2 minutos

El origen de los ministerios laicales

El Papa san Pablo VI instituyó los llamados “ministerios laicales” a través del motu propio Ministeria quaedam (1972). Así terminaba la distinción entre órdenes menores (Ostiariado, Lectorado, Exorcistado y Acolitado) y órdenes mayores (Subdiaconado, Diaconado y Presbiterado) que había existido en la Iglesia por mucho tiempo. Con ello buscaba adaptarse a las exigencias de los tiempos, lo cual no significaba romper o superar con la tradición precendente, sino, responder a los desafios propios de cada tiempo, permaneciendo fieles al depósito revelado. Según el motu proprio de Pablo VI, que más adelante fue recogido en el can. 230 § 1 del Código de Derecho Canónico, tales ministerios estaban reservados a los fieles laicos varones.

Distinción entre los ministerios

En la carta del Papa Francisco al Card. Ladaria, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, con motivo del motu proprio que estamos comentando, se explica que estos ministerios estaban reservados sólo a los varones ya que las órdenes menores constituían un camino que llevaba hacia las órdenes mayores, y estando el sacramento del Orden reservado a los hombres, esto se aplicaba también a las órdenes menores. Sin embargo, una más clara distinción entre aquellos que hoy conocemos como ministerios no-ordenados (laicales) y los ministerios ordenados permite acabar con la reserva de los primeros sólo a los hombres.

Expresión del sacerdocio común

Pero no se trata únicamente de una cuestión como la que hemos señalado antes, sino que estamos ante el ejercicio o expresión del sacerdocio común de los fieles. Así, una correcta y sana aplicación del m.p. Spiritus Domini debe tener en cuenta esto, es decir, que los ministerios laicales nacen de la condición sacerdotal y real de todo fiel bautizado, mientras que los ministerios ordenados corresponden a algunos de los miembros de la Iglesia que han recibido la misión —a través de un sacramento— para acturar en la persona de Cristo Cabeza.

Así pues, se evita una cierta clericalización de los fieles laicos, que parte de la idea de que para estar en la Iglesia, es necesario ejercitar un ministerio o encargo, cuando “El sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial o jerárquico, aunque diferentes esencialmente y no sólo en grado, se ordenan, sin embargo, el uno al otro, pues ambos participan a su manera del único sacerdocio de Cristo” (Lumen gentium, n. 10).

Hombres y mujeres, laicos

Por tanto, con la entrada en vigor del motu proprio Spiritus Domini, hombres y mujeres podrán ser constituidos como lectores y acólitos, para ejercer ese servicio de la Palabra y del Altar respectivamente. Todo ello comporta una estabilidad en el encargo, un reconocimiento público y un mandato del obispo para que el fiel laico, sea hombre o mujer, ejerza ese ministerio en servicio de la Iglesia. Por eso, el Papa Francisco en la carta antes citada, precisa aun más la norma señalando que corresponde a las Conferencias Episcopales establecer criterios adecuados para el dicernimientos y la preparación de los candidatos al ministerio del Lectorado y Acolitado, según lo ya dispuesto por el motu proprio Minsteria quaedam, previa aprobación de la Santa Sede y de acuerdo con las necesidades de evangelización en sus territorios.

Unidad de los cristianos. “Permaneced en mi amor y daréis fruto abundante”

14 de enero de 2021·Tiempo de lectura: 4 minutos

Semana de oración por la unidad de los cristianos 2021

Desde 1908, cada año, del 18 al 25 de enero, se celebra la Semana de oración por la unidad de los cristianos. Primera iniciativa ecuménica que fue apoyada y animada por la Iglesia católica. 

El objetivo principal de esta propuesta es doble. En primer lugar, es un tiempo propicio para conocer y sentir el dolor y el drama de las divisiones dentro de la Iglesia de Cristo. Estas divisiones, surgidas a lo largo de la historia a causa, principalmente, del pecado de los propios cristianos, pero también favorecidas por complicados procesos históricos culturales, sociales y teológicos, hieren el ser eclesial y son un escándalo para el mundo. 

Por otro lado, esta semana de oración, como su propio nombre indica, es una invitación a rezar, implorar, suplicar, pedir la gracia de la unidad para todos los cristianos en la certeza de que esta es un don del cielo, es la obra del Espíritu en nosotros. Solo desde una dinámica de conversión cada vez más profunda y sincera a Dios de cada uno de los fieles y de las Iglesias y comunidades cristianas, podremos reorientar nuestras vidas hacia la Unidad que es la vida de la Trinidad y que brota de Ella como gracia para el mundo. De este modo, con este evento ecuménico anual, se subraya que las otras posibles iniciativas ecuménicas, a nivel teológico, social y testimonial, encuentran en el ecumenismo espiritual su fundamento y aliento.

Cada año el material para guiar las oraciones y claves de meditación de cada día es preparado por un grupo de cristianos de diversas confesiones procedentes generalmente de una misma región o país. En este año 2021 ha sido la Comunidad de Grandchamp quien ha asumido esta tarea. El lema escogido nos introduce en el Corazón de Cristo, en su vida de comunión con el Padre y su deseo de comunión con los hombres, al orientarnos hacia los llamados “discursos de despedida” del Evangelio de Juan, en los capítulos del 14 al 17. Concretamente la cita es de Jn 15, 5-9, en la que la imagen de la vid y los sarmientos simboliza la comunión con Cristo como única vía hacia la comunión entre los hermanos. “Permaneced en mi amor y daréis fruto abundante”.

Este año se nos invita también a conocer el testimonio ecuménico de la comunidad de Grandchamp. Una comunidad religiosa femenina nacida en el seno de la Reforma protestante en plena Segunda Guerra Mundial. El nacimiento de una experiencia de vida religiosa supone, en la historia de la Reforma, un acontecimiento de gracia del Espíritu, que en su creatividad sigue suscitando nuevas experiencias evangélicas y renovando la vida de los fieles. Desde la abolición de los votos religiosos por parte de Lutero en el siglo XVI, la vida religiosa había desaparecido en el protestantismo y, aun así, en este momento tan crucial de la historia, como fue la primera mitad del siglo XX, como respuesta al terrible drama humanitario de la Segunda Guerra Mundial, con una fuerte impronta ecuménica y contemplativa surge, muy en sintonía con la Comunidad de Taizé, esta experiencia de inspiración monástica dentro las Iglesias de la Reforma, ratificando así lo que en el Concilio Vaticano II se declarará como elementos eclesiales que están presentes fuera del recinto visible de la Iglesia católica y que, puesto que provienen de Cristo y pertenecen por derecho a la Iglesia de Cristo, ponen de manifiesto que vivimos ya una unidad entre los cristianos, no completa, pero real y verdadera.

Asentada en Suiza, a orillas del lago Neuchâtel, la comunidad de Grandchamp se inicia gracias a un pequeño núcleo de mujeres que sienten un deseo cada vez más fuerte de abrir caminos de espiritualidad para ellas y otras personas, a través de retiros, encuentros de oración y formación espiritual. Estos se realizaban de forma esporádica en Grandchamp, pero llegan a adquirir tal seriedad y fuerza que algunas de ellas se sienten llamadas a iniciar una vida de comunidad dedicada, principalmente, a la oración, el trabajo y a la acogida. 

En 1940 se asienta en Grandchamp la primera de estas mujeres, a la que se une casi inmediatamente otra. En 1944 llega Geneviève Micheli que lideró la comunidad en sus primeros pasos hasta pasar el testigo a Sor Minke de Ivres, responsable de la comunidad durante casi treinta años desde 1970, acompañando y sosteniendo los años difíciles de maduración y consolidación de la misma. En los primeros años, las hermanas elaboraron su regla de vida al amparo de la Comunidad de Taizé y bajo la influencia del libro del gran teólogo protestante Dietrich Bonhoeffer Vida en comunidad.

La comunidad ha ido creciendo, y actualmente está formada por más de medio centenar de hermanas de diversos países y confesiones cristianas, con algunas experiencias misioneras o de misericordia en otros lugares del mundo, especialmente los más marcados por la pobreza o la injusticia.

El pajar de la antigua granja que fue en su momento el monasterio de Grandchamp es la actual capilla de la comunidad. Es un precioso icono de esta vida: la imagen de la Trinidad de Rublov en el centro, la Palabra siempre abierta, una gran cruz de madera, sencilla y pobre como fue la vida de Cristo en esta tierra, bella y armoniosa en la fraternidad, abierta al mundo, alegre y llena de color. Su estilo evangélico, inspirado en las primeras comunidades cristianas de Jerusalén, ha hecho de este lugar y de esta fraternidad de vida un espacio de comunión y unidad donde todo cristiano pueda sentirse reconocido, acogido y amado incondicionalmente.

El autorHna. Carolina Blázquez OSA

Priora del Monasterio de la Conversión, en Sotillo de la Adrada (Ávila). Es también profesora de la Facultad de Teología en la Universidad Eclesiástica San Dámaso, de Madrid.

Ecología integral

Solidaridad, la clave después de la pandemia. La propuesta de Fratelli tutti

Acaba de comenzar el año en el que deseamos vencer la pandemia y algunas de sus consecuencias. Algunas han sido incluso positivas: ha dejado al descubierto otros elementos de una crisis más profunda, indicando un camino. Tenemos la oportunidad de apostar por las claves de fondo, algunas de las cuales se encuentran en la reciente encíclica del Papa Francisco Fratelli tutti.

Jaime Gutiérrez Villanueva·14 de enero de 2021·Tiempo de lectura: 2 minutos

«Sólo reconociendo la dignidad de cada persona humana, podremos hacer renacer entre todos un deseo mundial de hermandad» (FT 8). El Papa Francisco ha entregado a la Iglesia su tercera encíclica titulada Fratelli Tutti: “todos hermanos”. Desarrollada en ocho capítulos, constituye un compendio sobre la fraternidad y la amistad social. Se ha inspirado fundamentalmente en san Francisco de Asís y su testimonio de amor por todas las personas que no conoció fronteras.

Una encíclica de la época

Fratelli tutti aborda la novedad de esta época que nos toca vivir, con unas divisiones cada vez más profundas entre empobrecidos y enriquecidos. Nos alerta también de las consecuencias de la pandemia global que estamos viviendo (dejar al descubierto nuestras falsas seguridades, la incapacidad de actuar conjuntamente, el descarte de los pobres y débiles en aras de la rentabilidad). Por otro lado, la Covid-19 también ha acelerado la llamada a la fraternidad universal que nos hacen insistentemente el Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia.

El Santo Padre nos habla de sueños que se han roto en pedazos, como son la fraternidad y la igualdad, y que no han llegado a extenderse a toda la humanidad. Es necesaria que la verdadera sabiduría suponga el encuentro con la realidad. Es necesario poner rostros concretos a las afirmaciones que hacemos. 

Como el buen samaritano

Al leer esta encíclica todos nos sentiremos interpelados y descolocados. Ante tanto dolor como hay en nuestro mundo, ante tanta herida, la única salida es ser como el buen samaritano. Todos tenemos algo del herido que está en el camino, del buen samaritano o de los que pasan de largo. Se trata de proponernos un encuentro con quien está caído en el camino de una forma real y adoptar la actitud del buen samaritano.

Si verdaderamente tomamos conciencia de que todos somos hermanos, los que llegan a nuestra tierra han de ser acogidos como tales. Hay que tener un corazón abierto al mundo entero y el Papa recalca cómo poner en diálogo lo local con lo universal.

La clave de la solidaridad

Entre otras virtudes, la encíclica destaca la solidaridad, que “es pensar y actuar en términos de comunidad, de prioridad de la vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos. También es luchar contra las causas estructurales de la pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo, de tierra y de vivienda, la negación de los derechos sociales y laborales. Es enfrentar los destructores efectos del Imperio del dinero. […] La solidaridad, entendida en su sentido más hondo, es un modo de hacer historia” (FT 116). Y es también la solidaridad uno de los puntos de apoyo para encauzarla precisamente en el momento actual. 

El Papa nos alerta de que parece triunfar un capitalismo del descarte, el trabajo precario y la subvención. Peligran la libertad y la igualdad. No esperemos todo de los que nos gobiernan, comencemos desde abajo y de uno en uno, hasta el último rincón del mundo. Soñemos como una única humanidad, cada uno con su propia voz, todos hermanos. Muchos que nos reconocemos hijos y llamamos a Dios Padre, queremos ser signo e instrumento de este proyecto entusiasmante.

Cultura

El Premio Harambee 2021 reconoce el impulso a la mujer en la ciencia

Maria José Atienza·13 de enero de 2021·Tiempo de lectura: 2 minutos

Duni Sawadogo promueve del proyecto “La Mujer y la Ciencia” en su país y lucha contra el tráfico de medicinas falsas que afectan, especialmente, a los más vulnerables.

La científica costamarfileña, Duni Sawadogo, ha sido reconocida, este año, con el Premio Harambee a la Promoción e Igualdad de la Mujer Africana.

Sawadogo trabaja en su país impulsando la formación de mujeres universitarias y científicas y promueve, además, el proyecto “La Mujer y la Ciencia”. Otro de los aspectos que le ha hecho merecedora de este premio es la lucha contra el tráfico de medicinas falsas que perjudican fundamentalmente a los más vulnerables como son las mujeres y los niños más pobres y que, según destaca la Dra. Sawadogo, genera más dinero que el de la droga y tiene una especial y preocupante incidencia en África.

Entrega del premio

El premio será entregado, en una gala online el próximo 4 de marzo, por S.A.R. Doña Teresa de Borbón dos Sicilias, Presidenta de Honor de Harambee y D. Nicolas Zombré, Director General del Grupo Pierre Fabre en España, que patrocina este premio.

Biografía de Duni Sawadogo

Duni Sawadogo, doctora en Farmacia por la Universidad de Abidjan y doctora en Biología Celular y Hematología por la Universidad de Navarra es catedrática de Hematología Biológica e investigadora principal en la Facultad de Farmacia de la Universidad Felix Houphouet Boigny, de Abidjan. Durante la pandemia, la Dra. Sawadogo ha sido nombrada miembro del Comité de Directivo de la AIRP (Autorité Ivoirienne de Régulation Pharmaceutique). Un organismo similar a la Agencia del Medicamento Europea, que ha aprobado las vacunas contra el covid-19.

De igual forma, la AIRP pone a disposición de la población medicinas seguras, eficaces y de bajo precio, porque en Costa de Marfil, como en la mayoría de los países en vías de desarrollo, existe un gran mercado de medicinas falsificadas y sin la mínima calidad que se venden fuera del circuito de distribución oficial. También se ocupa de impulsar la creación y el desarrollo de la industria farmacéutica.

Proyecto Harambee

Harambee –que en swahili significa todos juntos– es un proyecto internacional de solidaridad con África subsahariana que colabora con proyectos educativos, sanitarios o asistenciales, impulsados y realizados por
los mismos africanos en sus países. Todos sus voluntarios trabajan de forma solidaria, sin percibir remuneración alguna. En 2021 Harambee desarrollará proyectos en Camerún, Congo, Costa de Marfil, Kenia, Mozambique, Nigeria, Rwanda y Uganda.

Vaticano

Audiencia general: Alabar a Dios siempre, en las buenas y en las malas

David Fernández Alonso·13 de enero de 2021·Tiempo de lectura: 2 minutos

El Santo Padre continúa la catequesis sobre la oración, comentando en este frío miércoles romano, la oración de alabanza. La Audiencia se desarrolló en la Biblioteca del Palacio Apostólico, como ya es habitual por motivo de la pandemia del coronavirus.

«Jesús alaba el Padre«. El Papa Francisco comenzó la catequesis subrayando el ejemplo de Cristo, que todos debemos imitar. A lo largo del Evangelio vemos como Jesús alaba al Padre porque se siente hijo del Altísimo. En este sentido, nosotros también debemos seguir su vida y alabar al Señor, una actitud propia de los «las personas sencillas, humildes, que acogen el Evangelio«. Los pequeños son conscientes de sus propias limitaciones, y en Dios Padre se reconocen todos hermanos.

¿A quién sirve la alabanza?

El Papa lanza esta pregunta: ¿a quién sirve la alabanza?, ¿a nosotros o a Dios? Pues efectivamente, «la oración de alabanza nos sirve a nosotros. El Catecismo la define así: «Participa en la bienaventuranza de los corazones puros que le aman en la fe antes de verle en la gloria«.

En esta misma línea, Francisco hace referencia a las situaciones difíciles, a las contradicciones, como las que están sufriendo muchas personas en los últimos tiempos. Es entonces -aconseja el Papa- cuando tenemos que seguir a Jesús más de cerca, porque en esos momentos de dificultades, Jesús también alaba al Señor. En esos casos, la oración de alabanza purifica el alma, nos ayuda a mirar lejos.

El ejemplo de San Francisco

Ya al final de la catequesis, el Papa quiso servirse de las enseñanzas de San Francisco, que «alaba a Dios por todo, por todos los dones de la creación, y también por la muerte, que con valentía logra llamar “hermana”. Los santos y las santas nos demuestran que se puede alabar siempre, en las buenas y en las malas, porque Dios es el Amigo fiel, y su amor nunca falla«.

Vocaciones

Sacerdotes santos: Santo Domingo de Guzmán

En 2021 se cumplen 800 años de la muerte de Santo Domingo de Guzmán, uno de los grandes sacerdotes santos de la Edad Media, un hombre de profunda oración que "sólo hablaba con Dios o de Dios". Con él empezamos una serie que repasará algunos de los sacerdotes santos de la historia de la Iglesia.

Manuel Belda·13 de enero de 2021·Tiempo de lectura: 3 minutos

Santo Domingo de Guzmán es uno de los grandes sacerdotes santos de la Edad Media. Nació hacia el año 1172 en Caleruega (Burgos). A los catorce años marchó a estudiar Artes liberales y Sagrada Escritura en la universidad de Palencia. Allí manifestó su caridad hacia los pobres, pues durante un periodo de terrible carestía, vendió sus libros para dar el dinero obtenido a los pobres. Esto suponía desprenderse de valiosos códices, reunidos con mucho trabajo durante años de estudio fatigoso, renunciando a un patrimonio que sería casi imposible reconstruir después.  

Sus inicios en el sacerdocio

Fue ordenado sacerdote a los 25 años, formando parte del capítulo de canónigos regulares de la catedral de Osma (Soria). En 1203 acompañó a su obispo, Diego de Acebes, en una misión delicada, pues se trataba de concertar el matrimonio del hijo del rey Alfonso VIII de Castilla con una princesa danesa. Al regreso de Dinamarca, en 1206, encuentran en la ciudad francesa de Montpellier a los legados pontificios, Pedro de Castelnau y Raúl de Fontroide, enviados por el Papa para reprimir la herejía de los cátaros o albigenses, y los convencen de que para que su predicación resulte eficaz, tienen que dar ejemplo de pobreza evangélica y renunciar al lujo ostentoso de que hacían gala. El obispo y Domingo se quedaron en el sur de Francia para predicar contra dicha herejía.

La Orden de Predicadores

El obispo Diego volvió pronto a su diócesis para reclutar nuevos predicadores y murió allí en 1207, por lo que Domingo tuvo que continuar él solo la tarea de predicación, pero poco después se le agregó un grupo de sacerdotes, atraídos por su ideal evangélico. En 1215 fundó su primera casa religiosa en Toulouse con sus dos primeros discípulos, que se unieron a él mediante la profesión religiosa para constituir una comunidad. El mismo año el obispo de la diócesis, Folco, la aprobó oficialmente, lo que representa el origen de la Orden de Predicadores. El paso sucesivo fue la obtención de la aprobación pontificia, pues en esa época los únicos predicadores institucionalizados eran los obispos. Con este fin acompañó al obispo Folco a Roma para el Concilio Lateranense IV (1215), y allí conoció al Papa Inocencio III, quien lo animó a poner en práctica su programa de vida religiosa y de pastoral. En 1216 volvió a Roma, donde el Papa Honorio III aprobó definitivamente la nueva Orden de Predicadores.

En 1218 se fundaron los dos principales conventos de la Orden, el de París y el de Bolonia, pues estas dos ciudades eran los principales centros de la cultura de la época. El Capítulo general de 1220 confirmó la elección de Domingo como Superior general, que en los dominicos es llamado “Maestro de la Orden”, cargo que desempeñó hasta pocos meses antes de su muerte. El último año de su vida lo dedicó, por encargo del Papa a organizar dos conventos en Roma, un para monjas, San Sixto, y otro para frailes, Santa Sabina, que luego fue la casa generalicia de la Orden. 

Muerte y legado espiritual

Murió el 6 de agosto de 1221 en Bolonia. Poco antes de morir dijo a sus hijos espirituales: “No lloréis; os seré más útil y daré más fruto para vosotros después de mi muerte, que con todo lo que hecho en mi vida”. Fue canonizado por Gregorio IX en 1234. Sus contemporáneos presentan a santo Domingo como un hombre de profunda oración, con una frase que se ha hecho clásica: “Sólo hablaba con Dios o de Dios”.

No se ha conservado ninguna obra suya. De su correspondencia, que debió de ser numerosa, sólo ha llegado hasta nosotros una carta en latín a las monjas dominicas de Madrid. 

La espiritualidad personal de santo Domingo se transmite mediante su carisma fundacional a la Orden de los Predicadores. Como escribe George Bernanos: “Si pudiésemos elevar una mirada única y pura sobre las obras de Dios, esta Orden nos aparecería como la caridad misma de santo Domingo, realizada en el espacio y en el tiempo, como si su oración se hubiera hecho visible”.

El afán por la salvación de las almas

Esta espiritualidad se caracteriza por el fin común, que consiste en el afán por la salvación de las almas. Para ello se precisa un fin específico, la predicación, subordinado al anterior. El predicador da a los demás el tesoro que ha acumulado en la contemplación. Ésta es la diferencia fundamental entre la Orden de los Predicadores y las anteriores Órdenes monásticas, que “hablaban a Dios” y a menudo “de Dios”, pero no tenían una orientación directamente apostólica, sino que su fin específico era la vida contemplativa. En cambio, en la Orden de Predicadores el fin apostólico está situado al mismo nivel que el fin contemplativo. Más tarde santo Tomás de Aquino sintetizará este hecho con la frase: Contemplata aliis tradere, entregar a los demás el fruto de la propia contemplación.

Si el fin común de la Orden de Predicadores es la salvación de las almas y su fin específico es la predicación, el medio indispensable para alcanzar ambos fines es el estudio asiduo de las Ciencias Sagradas, lo cual sustituía al trabajo manual de los monjes en las Órdenes anteriores a la de santo Domingo. El estudio constituye la pasión dominante de esta Orden. La liturgia define al santo como Doctor Veritatis, Veritas es el lema de la Orden de Predicadores.

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Familia

Formar una familia, secundario para 3 de cada 4 jóvenes

Constituir una familia sigue estando muy por detrás del progreso profesional y de los viajes para una gran mayoría de los jóvenes españoles, según el barómetro de las familias de GAD3, presentado hoy por The Family Watch.

Rafael Miner·12 de enero de 2021·Tiempo de lectura: 3 minutos

Foto: Jessica Rockowitz/Unsplash

La formación de una familia sigue siendo una “quimera” para la mayoría de los jóvenes, según el barómetro. El 83 % de los encuestados menores de 45 años piensa que existen mayores dificultades que en generaciones anteriores para hacerlo.   

El porcentaje es elevado. Y cuando se ha preguntado a esta franja de edad sobre sus prioridades en los próximos cinco años, destacan por este orden: prosperar profesionalmente (89 %), ampliar sus estudios (62 %), y viajar y conocer otras culturas (59 %), por delante de formar una familia, que sólo entra dentro de los planes del 26,3 por ciento, es decir, uno de cada cuatro. 

Hace doce meses, este porcentaje era de un 40 por ciento, lo que supone una disminución de casi un 14 por ciento, según el trabajo de campo de la consultora GAD3, primero en situación de pandemia.

María José Olesti, directora general de la fundación The Family Watch, think-tank de estudios sobre la familia, ha manifestado que “estos datos explican, en parte, las razones de la profunda crisis demográfica que afecta a nuestro país, algo que, uniéndose a la actual situación de pandemia, y sus consecuencias económicas, no augura que cambie en los próximos años”. 

La perspectiva de los jóvenes quizá tenga que ver con otro dato del barómetro: una amplia mayoría de los entrevistados (85 %) afirma que la situación económica de España es mala. Por otra parte, la pérdida de poder adquisitivo afecta a la mitad de las familias españolas (50 %) pero especialmente a aquellas que han perdido el empleo (72 %). A pesar de las dificultades derivadas de la pandemia, la mayoría de las familias (56 %) afirma que han prestado ayuda a familiares, amigos y ONG durante este tiempo. 

En contestación a varias preguntas, María José Olesti señaló que “no se da a la maternidad la importancia que tiene en la vida social, política, laboral,… Más bien al contrario, se penaliza a las mujeres que quieren ser madres. Hay que seguir con las ayudas en políticas sociales, en las que estamos a la cola en Europa”. 

La conciliación, asignatura pendiente

Una de las preguntas del estudio fue en qué medida le resulta fácil conciliar su trabajo con la vida personal y familiar. El 17,8 por ciento contestó “mucho”, el 43,9 “bastante”, y el 29,4 por ciento “poco”, porcentajes bastante similares respecto al año anterior. Sara Morais, directora de investigación de GAD3, recordó que cada año se reduce la tasa de fecundidad en España, que se situó en 1,24 en 2019. Dos años antes, en 2017, el índice era de 1,3, según datos oficiales.

Internet y los menores

Otra de las cuestiones que más preocupan a las familias, según The Family Watch, es el uso de Internet, el acceso a las apuestas y contenidos para adultos, como la pornografía, y los estilos y comportamientos de los menores en la red. 

A pesar de las recientes medidas impulsadas tanto por la industria del juego como por las autoridades, casi 9 de cada 10 hogares sigue considerando que los menores acceden de manera muy sencilla a los juegos de azar y videojuegos online.

El estudio señala que 8 de cada 10 hogares considera que “controla” lo que visualizan los menores en la red, y el 78 % establece reglas de uso y horarios. El 65 % de los encuestados reconoce que durante los meses de pandemia se ha accedido a contenidos para adultos. 

Una medida importante para el 74 % de las familias encuestadas sería que al contratar una línea de Internet, “ésta venga, por defecto, con limitación de acceso a determinados contenidos, (pornografía, juegos online, etc.), algo que desde la consultora se viene solicitando tanto a operadores como partidos políticos desde hace años”

 A su juicio, “sería una manera rápida y sencilla de conseguir que sin tener un conocimiento elevado de Internet, los padres puedan proteger a sus hijos y evitar que accedan a contenidos que en nada ayudan a su desarrollo como personas. En países como Francia e Italia ya se ha implementado y España debería seguir el mismo camino”, afirman.

España

«Para muchos de estos niños la Iglesia es su única familia»

Maria José Atienza·12 de enero de 2021·Tiempo de lectura: 2 minutos

La Jornada de la Infancia Misionera, que celebraremos el próximo 17 de enero, centra este año su campaña en la labor de la Iglesia con los niños abandonados, malnutridos y acusados de brujería en la zona de Yendi (Ghana).

El director de OMP España, Jose María Calderón, ha puesto de manifiesto como, en este año dedicado a la figura de San José la campaña de la infancia misionera se enmarca en esa vuelta de la Sagrada familia desde Egipto a Nazaret, una manera de implicar a los niños y las familias en la labor misionera propia de la identidad católica. 

Mons. Vincent Sowa Boi-Nai, obispo de Yendi (Ghana) ha sido el primero de los invitados en tomar la palabra para explicar la situación de la infancia en su diócesis.

El obispo ha diferenciado cuatro tipos de niños a los que la Iglesia, a través de los proyectos impulsados con la ayuda de las Obras Misionales Pontificas, atiende: niños con maltrunición, niños con defectos de nacimiento: ceguera, cojera…, menores abandonados y niños «brillantes» pero con necesidad de ayuda para salir adelante para poder continuar sus estudios. 

En el primer grupo, Mons. Vincent Sowa Boi-Nai, ha destacado la labor de las hermanas de Santa Gilda que enseña a madres a cultivar sus hortalizas, criar cabras y ovejas y a preparar comidas nutritivas para los niños. 

En cuanto a los niños con problemas de nacimientos, el obispo ha señalado la falta de acceso a cuidados prenatales y perinatales y el peligro de ciertas prácticas pseudmedicinales tradicionales que ponen en peligro sus vidas o les causan mayores problemas y deformidades. 

Otro de los grupos, al que también se ha referido la hermana Therese Stan, segunda de las participantes en la rueda de prensa, es el elevado número de niños abandonados en las calles, algunos acusados de estar poseídos tras sufrir muchas veces, un erróneo cuidado sanitario. 

Esta religiosa, que acoge a niños acusados de brujería en el Hogar Nazaret de Yendi, ha narrado la dureza de muchas de las vidas de estos niños que, con apenas años de vida, son abandonados o amenazados en sus propios entornos familiares.

El Hogar Nazaret supone, para muchos de ellos, la única posibilidad de vivir y recibir los cuidados médicos necesarios. Una labor que, como ella destaca, se lleva a cabo gracias a la fe. 

Un punto común de todos los que han presentado esta campaña, ha sido el señalar cómo la Iglesia, a través de las instituciones y congregaciones que trabajan en este campo, es para estos niños y niñas, “la verdadera y a veces única familia que tienen”.

La Jornada de Infancia misionera tendrá este año, al igual que el DOMUND, su presencia muy centrada en los canales digitales. En la web https://infanciamisionera.es pueden conocerse testimonios de misioneros y de receptores de las ayudas y los proyectos que sólo pueden salir adelante con la generosidad de todos. Además, se ha facilitado la manera de colaborar, ya sea a través de un donativo por transferencia o bizum 

Todos los materiales de esta campaña pueden descargarse de esa misma web para que os más pequeños puedan ser conscientes y participar en esta labor.

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España

Mons. Antonio Gómez Cantero, nuevo obispo coadjutor de Almería

Maria José Atienza·8 de enero de 2021·Tiempo de lectura: < 1 minuto

El actual obispo de Teruel y Albarracín asume la ayuda en el gobierno diocesano junto a MonsAdolfo González Montes, titular de la sede almeriense desde 2002 y que cumplirá 75 años el próximo noviembre.

La Santa Sede ha hecho público a las 12.00 h. de hoy, viernes 8 de enero de 2021, que el papa Francisco ha nombrado a Mons. Antonio Gómez Cantero obispo coadjutor de Almería.

 Mons. Gómez Cantero es actualmente obispo de Teruel y Albarracín, que se une a las vacantes actuales en el mapa español.

La Santa Sede responde así a la petición del obispo de Almería, Mons. Adolfo Gónzalez Montes, de contar en la diócesis con un obispo coadjutor.  

Biografia breve

Mons. Antonio Gómez Cantero nació en Quijas (Cantabria) el 31 de mayo de 1956. Cursó estudios de bachillerato en el seminario menor de Carrión de los Condes y eclesiásticos en el seminario mayor de San José de Palencia. Fue ordenado sacerdote el 17 de mayo de 1981. Obtuvo la licenciatura en Teología Sistemática-Bíblica en el Instituto Católico de París, en 1995.

El 17 de noviembre de 2016 el papa Francisco hace público su nombramiento como obispo de Teruel y Albarracín. Recibió la ordenación episcopal el 21 de enero de 2017.

En el momento de su nombramiento episcopal era vicario general y moderador de curia (2008-2017) de la diócesis de Palencia, de la que fue administrador diocesano del 8 de mayo de 2015 hasta el 18 de junio de 2016. 

En la Conferencia Episcopal Española es miembro de la Comisión Episcopal para las Comunicaciones Sociales desde marzo de 2020 y Consiliario de la Acción Católica Española desde octubre de 2018.

La figura de Obispo Coadjutor

Según indica el código de derecho canónico, el obispo coadjutor pasa inmediatamente a ser obispo de la diócesis para la que fue nombrado cuando esta quede vacante. También determina que ha de ser nombrado vicario general por el obispo diocesano.

Es momento de mirar hacia adelante

8 de enero de 2021·Tiempo de lectura: 2 minutos

El primer número en el que nuestra revista lleva la nueva cabecera de Omnes marca un momento ilusionante, el primer paso de un gran proyecto… y asume a la vez la estupenda trayectoria de la revista Palabra, de la que continúa su numeración.

Señala el momento de mirar hacia adelante, después de haber destacado en el número de noviembre la continuidad con la historia iniciada en septiembre de 1965.

Estamos ante la nueva definición de un medio de información religiosa multiplataforma, que tendrá sus bases principales en la revista impresa y en un portal digital, omnesmag.com junto con sus redes sociales.

Lo novedoso en Omnes no es el nuevo nombre, ni una página web actualizada; tampoco consiste en eliminar la revista impresa o de sustituirla por una versión digital. Se trata de un nuevo planteamiento de conjunto de nuestro medio.

Los contenidos de la edición impresa y del portal digital serán diferentes, porque el cauce digital permitirá más agilidad y mayor atención a los aspectos de la actualidad que se escapan a la cadencia mensual, que hasta ahora era exclusiva. La línea editorial y la orientación sí serán coincidentes en esos dos cauces, y coherentes con lo que ha sido Palabra hasta el momento.

El esfuerzo será transmitir el contexto junto con el dato, el análisis junto con el evento, el fondo de los temas junto con la actualidad. También el estilo de las informaciones tendrá rasgos definitorios, porque Omnes no es sólo una iniciativa periodística centrada en un ámbito cualquiera, en este caso la información religiosa: es una manera serena de asumir una responsabilidad en la común tarea de la evangelización.

En realidad, informar sobre la Iglesia como quiere hacerlo Omnes es una necesidad con la que sintonizan muchas personas que sienten el deseo de impulsar un cristianismo “en salida”, es decir, abierto, alegre y positivo; que se añora al leer tantas informaciones sobre el Papa, la Iglesia y la fe que subrayan lo escandaloso e inquietante, o que son parciales o deformadas; y que sale al encuentro de quienes -cada vez más- agradecen que se les informe de las cosas como son, acudiendo, siempre que es posible, a las fuentes y a las palabras originales, sin buscar un eco fácil alentando divisiones. También por eso se dirige a todos, a Omnes, de cualquier situación, condición o edad.

La redacción de Omnes sabe que comparte este objetivo con sus suscriptores y los demás lectores, tanto los actuales como los que se quieran sumar en el futuro. Hacer Omnes requiere la colaboración de todos los que lo valoran y comparten. En nuestro tiempo, los proyectos que avanzan son colaborativos: los impulsa la comunidad de aquellas personas que entienden que valen la pena. En las páginas siguientes, los lectores descubrirán diversos modos de participar de esta aventura:colaborar, suscribirse, contribuir, aportar, dar a conocer, anunciarse, difundir.

Contamos con todos, por tanto.

¡Bienvenidos a Omnes!

El autorOmnes