Ecología integral

Desplazados por la crisis climática: ¡los católicos están llamados a «ver»!

Se presentan las Orientaciones Pastorales para orientar la actuación ante la crisis climática que afecta a derechos humanos fundamentales, especialmente de los más pobres y vulnerables.

Giovanni Tridente·5 de abril de 2021·Tiempo de lectura: 4 minutos

«Es evidente la conexión entre la fragilidad ambiental, la inseguridad alimentaria y los movimientos migratorios». Fue el Papa Francisco quien dio la voz de alarma en un discurso ante la FAO en 2019, en relación a la crisis climática que afecta desde hace tiempo a los derechos humanos fundamentales (la vida, el agua, la alimentación, la vivienda y la salud) especialmente de los más pobres y vulnerables.

Se trata de una cuestión de calado moral, que no puede dejar indiferente a la Iglesia, que también se ha preguntado por las consecuencias pastorales de esta situación. Este es el objetivo con el que han nacido las Orientaciones Pastorales sobre el Desplazamiento Climático, presentadas en los últimos días en una rueda de prensa en el Vaticano y elaboradas por la Sección Migrantes y Refugiados – Sector Ecología Integral, del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral.

51 millones de personas desplazadas en el mundo

Según los datos disponibles, más de 33 millones de personas se encontraron desplazadas solo durante 2019, lo que supone un total de casi 51 millones de desplazados en todo el mundo; 25 de ellos se deben a catástrofes naturales (inundaciones, tormentas, sequías, incendios, desertificación, agotamiento de los recursos naturales, escasez de agua, aumento de las temperaturas y del nivel del mar).

En muchos casos, la crisis climática es también un factor de conflictos y guerras, por lo que las amenazas suelen multiplicarse, y siempre son principalmente los más débiles los que sufren.

Las proyecciones para el futuro no son nada alentadoras. Según un informe del Banco Mundial, se calcula que en 2050 alrededor del 3% de la población mundial podría verse obligada a emigrar dentro de sus propios países debido al cambio climático. Esto afectaría sobre todo al África subsahariana, al sur de Asia y a América Latina.

Acompañamiento y sensibilización

Ante este «panorama», la Iglesia se propone, por un lado, seguir asistiendo y acompañando a las personas, pero también sensibilizarlas hacia la adopción de aquellas políticas económicas sostenibles que prefieran «soluciones basadas en la naturaleza» que permitan reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, causa del aumento de la temperatura media de la Tierra y, por tanto, base de las «alteraciones en los sistemas humanos y naturales».

Por ello, las Orientaciones Pastorales sobre los Desplazados Climáticos pretenden, en primer lugar, sensibilizar sobre el fenómeno, tratando de superar la «ceguera» generalizada que, en muchos casos, es también una muestra de indiferencia y egoísmo, por no hablar de «la negación intencionada de la realidad para proteger intereses creados». La respuesta en este caso es intentar superar la «falsa polarización entre el cuidado de la creación, por un lado, y el desarrollo y la economía, por el otro».

Alternativas al desplazamiento

Otro aspecto que debe abordarse, según las Directrices, es ofrecer alternativas al desplazamiento. Pero esto depende de los gobiernos, los dirigentes y las instituciones encargadas de los intereses de las poblaciones, mostrándoles que hay soluciones «creativas y sostenibles para aliviar el sufrimiento y alternativas al trauma del desplazamiento».

Proporcionar información válida y certificada

Sin embargo, cuando el desplazamiento es inevitable, es bueno que la gente no caiga en «una aceptación fatalista de un viaje sin esperanza». La Iglesia, por su parte, está llamada en este caso a proporcionar «información correcta y fiable» y a poner a los próximos desplazados en contacto con organizaciones y agencias internacionales que puedan proporcionarles apoyo, colaboración y redes de solidaridad.

Formación y sensibilización de los anfitriones

En cuanto a las sociedades de acogida, hay que implicarlas y animarlas para que estén «dispuestas y deseosas de extender su solidaridad a los desplazados climáticos». En este sentido, también hay que abordar el miedo, la indiferencia y los riesgos de xenofobia que puedan existir en la comunidad de acogida, por ejemplo, centrándose en la formación y a través de campañas de sensibilización, organizando viviendas seguras, proporcionando asistencia social y jurídica e invirtiendo en proyectos que creen puestos de trabajo y pequeñas empresas, para una verdadera inclusión.

El documento de la Santa Sede considera que también es útil involucrar a estas personas vulnerables en los procesos de toma de decisiones de los Estados, para que no sean «invisibles» y puedan disfrutar de una asistencia humanitaria completa, además de participar en las políticas y programas de reubicación y reasentamiento.

Integración pastoral

Desde el punto de vista pastoral, esto requiere ser consciente de tener que responder a las diferentes necesidades, tanto de los creyentes católicos como de los que pertenecen a otras religiones. Por ello, los programas pastorales deben integrar «la asistencia humanitaria, la educación para la reconciliación, la protección efectiva de los derechos y la dignidad, la oración y la liturgia, así como el apoyo espiritual y psicológico», indican las Orientaciones.

Promoción de la investigación académica

Finalmente, las indicaciones del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral señalan el deseo de una mayor cooperación en la planificación y acción estratégica en colaboración con diversas organizaciones, tanto a nivel nacional como regional; la promoción de la formación profesional en ecología integral; y la promoción de la investigación académica, especialmente en las Universidades Pontificias, sobre la crisis climática y los desplazamientos.

En el Prefacio del Documento, el Papa Francisco espera que todos puedan «ver» la tragedia del desarraigo prolongado de millones de personas y preocuparse por ello, actuando colectivamente. En efecto, al igual que en la crisis pandémica que estamos viviendo, no saldremos de ella «encerrándonos en el individualismo», sino «mediante el encuentro, el diálogo y la colaboración».

Consciente de que incluso en este ámbito hay una gran necesidad de hacer cosas, y de hacerlas juntos.

Vaticano

Regina Coeli del Papa: «Encontrar a Cristo significa descubrir la paz del corazón»

El Papa Francisco ha rezado la oración del Regina Coeli en este lunes de Pascua, donde ha mostrado su deseo de que todos experimenten la alegría de las mujeres del Evangelio, que "experimentan una gran alegría al reencontrar vivo al Maestro".

David Fernández Alonso·5 de abril de 2021·Tiempo de lectura: 3 minutos

Durante el tiempo de Pascua, que empieza con el Domingo de Resurrección y termina el Domingo de Pentecostés, el rezo del Angelus se sustituye por la oración del Regina Coeli.

El Papa Francisco ha rezado el Regina Coeli el llamado Lunes del ángel, o Lunes de Pascua, desde la Biblioteca del Palacio Apostólico.

«Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El lunes después de Pascua se llama también Lunes del ángel, porque recordamos el encuentro del ángel con las mujeres que fueron al sepulcro de Jesús (cfr. Mt 28,1-15). A ellas, el ángel les dice: «Sé que ustedes buscan a Jesús, el Crucificado. No está aquí, porque ha resucitado» (vv. 5-6).

La expresión “ha resucitado” va más allá de las capacidades humanas. Incluso las mujeres que habían ido al sepulcro y lo habían encontrado abierto y vacío, no podían afirmar: “ha resucitado”; sino solamente que el sepulcro estaba vacío. Que Jesús había resucitado podía decirlo tan solo un ángel, así como un ángel pudo decir a María: «Concebirás un hijo […] y será llamado Hijo del Altísimo» (Lc 1,31).

El evangelista Mateo narra que en aquel amanecer de Pascua «hubo un gran temblor de tierra: el Ángel del Señor bajó del cielo, hizo rodar la piedra del sepulcro y se sentó sobre ella» (cfr. v. 2). Aquella gran piedra, que hubiera debido ser el sello de la victoria del mal y de la muerte, fue puesta bajo los pies, se convirtió en escabel del ángel del Señor. Todos los proyectos y las defensas de los enemigos y los perseguidores de Jesús han sido vanos.

La imagen del ángel sentado sobre la piedra del sepulcro es la manifestación concreta, visual, de la victoria de Dios sobre el mal, de la victoria de Cristo sobre el príncipe de este mundo, de la luz sobre las tinieblas. La tumba de Jesús no fue abierta por un fenómeno físico, sino por la intervención del Señor. El aspecto del ángel, añade Mateo, «era como el de un relámpago, y sus vestiduras eran blancas como la nieve» (v. 3). Estos detalles son símbolos que afirman la intervención de Dios mismo, portador de una era nueva, de los últimos tiempos de la historia.

Ante esta intervención de Dios, sucede una doble reacción. La de los guardias, que no consiguen afrontar la fuerza arrolladora de Dios y están trastornados por un terremoto interior: quedaron como muertos (cfr. v. 4). La potencia de la Resurrección abate a quienes habían sido utilizados para garantizar la aparente victoria de la muerte. La reacción de las mujeres es muy distinta, porque son invitadas expresamente por el ángel del Señor a no temer: «¡No teman!» (v. 5) y a no buscar a Jesús en la tumba.

De las palabras del ángel podemos recoger una valiosa enseñanza: no nos cansemos nunca de buscar a Cristo resucitado, que dona la vida en abundancia a cuantos lo encuentran. Encontrar a Cristo significa descubrir la paz del corazón. Las mismas mujeres del Evangelio, después de la turbación inicial, experimentan una gran alegría al reencontrar vivo al Maestro (cfr. vv. 8-9). En este tiempo pascual, deseo a todos que hagan la misma experiencia espiritual, acogiendo en el corazón, en las casas y en las familias el alegre anuncio de la Pascua: «Cristo resucitado no muere más, porque la muerte ya no tiene poder sobre Él» (Antífona de la Comunión).

Esta certeza nos induce a rezar, hoy y durante todo el periodo pascual: «Regina Caeli, laetare – Reina del Cielo, alégrate». El ángel Gabriel la saludó así la primera vez: «¡Alégrate, llena de gracia!» (Lc 1,28). Ahora la alegría de María es plena: Jesús vive, el Amor ha vencido. ¡Que esta pueda ser también nuestra alegría!»

Firmas invitadasÁlvaro de Juana

Los nuevos ‘Teóforos’ de 2021

¿Cuál es la identidad del cristiano? Ser 'teóforos’, ‘portadores de Dios’, que iluminaban a la sociedad entera y cuya fe llevaban hasta el extremo. 

5 de abril de 2021·Tiempo de lectura: 3 minutos

Es un paso, o un salto, pero uno de esos que marcan profundamente. De la muerte a la vida, de la esclavitud a la libertad, de Egipto a la Tierra Prometida. Eso es lo que, en definitiva, significa “Pascua”, que viene del hebreo “Pésaj”. Y en eso se resume, o se debería resumir, la experiencia del cristiano.

La propia vida del cristiano, la de todos los cristianos. O al menos es a lo que se debería aspirar. Porque la meta a la que estamos llamados y nos invita la Iglesia cada Pascua es la vida eterna. El anuncio de la Buena Noticia, el Kerygma se nos presenta estos días de forma concreta en este tiempo litúrgico con una invitación concreta a «ir a Galilea», es decir, a evangelizar y a testimoniar que hemos dado ese salto a la vida y a la libertad que nos ofrece la muerte y la resurrección de Cristo.

Habrá quien piense que no estamos para pascuas, que la pandemia tienetodavía muchos coletazos que dar y mucho con lo que golpear. Y seguramente no se equivoque. Pero, por eso, mismo es urgente ser conscientes de lo que significa. De lo que conlleva que Cristo haya resucitado y esté vivo. Como ha dicho el Papa Francisco en la Vigilia Pascual de este año, la resurrección de Cristo “nos invita a empezar de nuevo, a no perder nunca la esperanza”. En la homilía de la Vigilia del año pasado lo dijo de otro modo: “en esta noche conquistamos un derecho fundamental, que no nos será arrebatado: el derecho a la esperanza; es una esperanza nueva, viva, que viene de Dios. No es un mero optimismo, no es una palmadita en la espalda o unas palabras de ánimo de circunstancia, con una sonrisa pasajera”.

Los problemas no desaparecerán como por arte de magia, el sufrimiento seguirá ahí y la enfermedad y la muerte quizás nos toquen de cerca. Los efectos de la crisis quizás se recrudezcan y la inestabilidad política y social seguirá alcanzando cuotas máximas. Pero todo ello es posible elevarlo a una nueva dimensión. Es posible ‘caminar sobre las aguas’. Así al menos lo han testimoniado a lo largo de la historia millones de cristianos en todo el mundo. Así lo hicieron los primeros cristianos. Así lo demostraron los cristianos perseguidos en la Iglesia primitiva, y también lo hacen los perseguidos por su fe en la actualidad.

Una de las obras maestras más destacadas de la apologética cristiana, escrita posiblemente en el siglo II, es la Carta a Diogneto en la que se ofrece una radiografía precisa de lo que significa ser cristiano: «Los cristianos no se distinguen de los demás hombres, ni por el lugar en que viven, ni por su lenguaje, ni por sus costumbres. Viven en ciudades griegas y bárbaras, según les cupo en suerte, siguen las costumbres de los habitantes del país, tanto en el vestir como en todo su estilo de vida y, sin embargo, dan muestras de un tenor de vida admirable y, a juicio de todos, increíble”.

Y continúa: “Viven en la carne, pero no según la carne. Viven en la tierra, pero su ciudadanía está en el Cielo. Obedecen las leyes establecidas, y con su modo de vivir superan estas leyes. Aman a todos, y todos los persiguen. Se los condena sin conocerlos. Se les da muerte, y con ello reciben la vida. Son pobres, y enriquecen a muchos; carecen de todo, y abundan en todo. Sufren la deshonra, y ello les sirve de gloria; sufren detrimento en su fama, y ello atestigua su justicia. Son maldecidos, y bendicen; son tratados con ignominia, y ellos, a cambio, devuelven honor. Hacen el bien, y son castigados como malhechores; y, al ser castigados a muerte, se alegran como si se les diera la vida”. 

Es decir, los cristianos eran verdaderos ‘Teóforos’, ‘portadores de Dios’, que iluminaban a la sociedad entera y cuya fe llevaban hasta el extremo. 

¿Es posible volver a esta fe de los primeros cristianos? La Pascua es una nueva ocasión de enarbolar la bandera de una esperanza basada en el acontecimiento por excelencia del hombre: la resurrección de Cristo. Y así los cristianos de 2021 se transformará en los nuevos ‘Teóforos’ de una sociedad que necesita embalsamar sus heridas.

El autorÁlvaro de Juana

Periodista y presentador de TRECE. A lo largo de su amplia trayectoria ha trabajado y colaborado en diferentes medios como el Alfa Omega, la revista Misión o la revista Vida Nueva. Ha sido corresponsal en Roma para ACIPrensa y EWTN, así como para La Razón, diario en el que también cubrió información social y política de Italia.

Vaticano

Mensaje de Pascua en la bendición Urbi et Orbi: «Somos curados en las llagas de Cristo»

El Papa Francisco ha dirigido el Mensaje de Pascua desde la Basílica de San Pedro, y ha recordado que "las heridas de Cristo son el sello perpetuo de su amor por nosotros".

David Fernández Alonso·5 de abril de 2021·Tiempo de lectura: 5 minutos

Este año no hemos podido ver al Papa Francisco impartir la bendición «Urbi et Orbi» -a la ciudad y a todo el mundo- desde el balcón de la Logia de las bendiciones. Sin embargo, lo hemos visto hacerlo desde el Altar de la Cátedra de la Basílica de San Pedro, desde donde ha dirigido el Mensaje de Pascua a todos los fieles que le escuchan por radio, televisión y otros medios.

A continuación, tras el anuncio de la concesión de la indulgencia realizado por Su Eminencia el Card. Mauro Gambetti, Arcipreste de la Basílica de San Pedro, el Papa impartió la bendición «Urbi et Orbi» a todos los que seguían el momento.

Publicamos a continuación el Mensaje de Pascua del Santo Padre:

Queridos hermanos y hermanas: ¡Feliz Pascua!
Hoy resuena en cada lugar del mundo el anuncio de la Iglesia: “Jesús, el crucificado, ha resucitado, como había dicho. Aleluya”.

El anuncio de la Pascua no muestra un espejismo, no revela una fórmula mágica ni indica una vía de escape frente a la difícil situación que estamos atravesando. La pandemia todavía está en pleno curso, la crisis social y económica es muy grave, especialmente para los más pobres; y a pesar de todo —y es escandaloso— los conflictos armados no cesan y los arsenales militares se refuerzan.

Ante esto, o mejor, en medio a esta realidad compleja, el anuncio de Pascua recoge en pocas palabras un acontecimiento que da esperanza y no defrauda: “Jesús, el crucificado, ha resucitado”. No nos habla de ángeles o de fantasmas, sino de un hombre, un hombre de carne y hueso, con un rostro y un nombre: Jesús. El Evangelio atestigua que este Jesús, crucificado bajo el poder de Poncio Pilato por haber dicho que era el Cristo, el Hijo de Dios, al tercer día resucitó, según las Escrituras y como Él mismo había anunciado a sus discípulos.

El Crucificado, no otro, es el que ha resucitado. Dios Padre resucitó a su Hijo Jesús porque cumplió plenamente su voluntad de salvación: asumió nuestra debilidad, nuestras dolencias, nuestra misma muerte; sufrió nuestros dolores, llevó el peso de nuestras iniquidades. Por eso Dios Padre lo exaltó y ahora Jesucristo vive para siempre, es el Señor.

Y los testigos señalan un detalle importante: Jesús resucitado lleva las llagas impresas en sus manos, en sus pies y en su costado. Estas heridas son el sello perpetuo de su amor por nosotros. Todo el que sufre una dura prueba, en el cuerpo y en el espíritu, puede encontrar refugio en estas llagas y recibir a través de ellas la gracia de la esperanza que no defrauda.

Cristo resucitado es esperanza para todos los que aún sufren a causa de la pandemia, para los enfermos y para los que perdieron a un ser querido. Que el Señor dé consuelo y sostenga las fatigas de los médicos y enfermeros. Todas las personas, especialmente las más frágiles, precisan asistencia y tienen derecho a acceder a los tratamientos necesarios. Esto es aún más evidente en este momento en que todos estamos llamados a combatir la pandemia, y las vacunas son una herramienta esencial en esta lucha. Por lo tanto, en el espíritu de un “internacionalismo de las vacunas”, insto a toda la comunidad internacional a un compromiso común para superar los retrasos en su distribución y para promover su reparto, especialmente en los países más pobres.

El Crucificado Resucitado es consuelo para quienes han perdido el trabajo o atraviesan serias dificultades económicas y carecen de una protección social adecuada. Que el Señor inspire la acción de las autoridades públicas para que todos, especialmente las familias más necesitadas, reciban la ayuda imprescindible para un sustento adecuado. Desgraciadamente, la pandemia ha aumentado dramáticamente el número de pobres y la desesperación de miles de personas.

«Es necesario que los pobres de todo tipo recuperen la esperanza», decía san Juan Pablo II en su viaje a Haití. Y precisamente al querido pueblo haitiano se dirige en este día mi pensamiento y mi aliento, para que no se vea abrumado por las dificultades, sino que mire al futuro con confianza y esperanza.

Jesús resucitado es esperanza también para tantos jóvenes que se han visto obligados a pasar largas temporadas sin asistir a la escuela o a la universidad, y sin poder compartir el tiempo con los amigos. Todos necesitamos experimentar relaciones humanas reales y no sólo virtuales, especialmente en la edad en que se forman el carácter y la personalidad. Me siento cercano a los jóvenes de todo el mundo y, en este momento, de modo particular a los de Myanmar, que están comprometidos con la democracia, haciendo oír su voz de forma pacífica, sabiendo que el odio sólo puede disiparse con el amor.

Que la luz del Señor resucitado sea fuente de renacimiento para los emigrantes que huyen de la guerra y la miseria. En sus rostros reconocemos el rostro desfigurado y sufriente del Señor que camina hacia el Calvario. Que no les falten signos concretos de solidaridad y fraternidad humana, garantía de la victoria de la vida sobre la muerte que celebramos en este día. Agradezco a los países que acogen con generosidad a las personas que sufren y que buscan refugio, especialmente al Líbano y a Jordania, que reciben a tantos refugiados que han huido del conflicto sirio.

Que el pueblo libanés, que atraviesa un período de dificultades e incertidumbres, experimente el consuelo del Señor resucitado y sea apoyado por la comunidad internacional en su vocación de ser una tierra de encuentro, convivencia y pluralismo.

Que Cristo, nuestra paz, silencie finalmente el clamor de las armas en la querida y atormentada Siria, donde millones de personas viven actualmente en condiciones inhumanas, así como en Yemen, cuyas vicisitudes están rodeadas de un silencio ensordecedor y escandaloso, y en Libia, donde finalmente se vislumbra la salida a una década de contiendas y enfrentamientos sangrientos. Que todas las partes implicadas se comprometan de forma efectiva a poner fin a los conflictos y permitir que los pueblos devastados por la guerra vivan en paz y pongan en marcha la reconstrucción de sus respectivos países.

La Resurrección nos remite naturalmente a Jerusalén; imploremos al Señor que le conceda paz y seguridad (cf. Sal 122), para que responda a la llamada a ser un lugar de encuentro donde todos puedan sentirse hermanos, y donde israelíes y palestinos vuelvan a encontrar la fuerza del diálogo para alcanzar una solución estable, que permita la convivencia de dos Estados en paz y prosperidad.

En este día de fiesta, mi pensamiento se dirige también a Irak, que tuve la alegría de visitar el mes pasado, y que pido pueda continuar por el camino de pacificación que ha emprendido, para que se realice el sueño de Dios de una familia humana hospitalaria y acogedora para todos sus hijos.[1]

Que la fuerza del Señor resucitado sostenga a los pueblos de África que ven su futuro amenazado por la violencia interna y el terrorismo internacional, especialmente en el Sahel y en Nigeria, así como en la región de Tigray y Cabo Delgado. Que continúen los esfuerzos para encontrar soluciones pacíficas a los conflictos, en el respeto de los derechos humanos y la sacralidad de la vida, mediante un diálogo fraterno y constructivo, en un espíritu de reconciliación y solidaridad activa.

¡Todavía hay demasiadas guerras y demasiada violencia en el mundo! Que el Señor, que es nuestra paz, nos ayude a vencer la mentalidad de la guerra. Que conceda a cuantos son prisioneros en los conflictos, especialmente en Ucrania oriental y en Nagorno-Karabaj, que puedan volver sanos y salvos con sus familias, e inspire a los líderes de todo el mundo para que se frene la carrera armamentista. Hoy, 4 de abril, se celebra el Día Mundial contra las minas antipersona, artefactos arteros y horribles que matan o mutilan a muchos inocentes cada año e impiden «que los hombres caminen juntos por los senderos de la vida, sin temer las asechanzas de destrucción y muerte».[2] ¡Cuánto mejor sería un mundo sin esos instrumentos de muerte!

Queridos hermanos y hermanas: También este año, en diversos lugares, muchos cristianos han celebrado la Pascua con graves limitaciones y, en algunos casos, sin poder siquiera asistir a las celebraciones litúrgicas. Recemos para que estas restricciones, al igual que todas las restricciones a la libertad de culto y de religión en el mundo, sean eliminadas y que cada uno pueda rezar y alabar a Dios libremente.

En medio de las numerosas dificultades que atravesamos, no olvidemos nunca que somos curados por las llagas de Cristo (cf. 1 P 2,24). A la luz del Señor resucitado, nuestros sufrimientos se transfiguran. Donde había muerte ahora hay vida; donde había luto ahora hay consuelo. Al abrazar la Cruz, Jesús ha dado sentido a nuestros sufrimientos. Y ahora recemos para que los efectos beneficiosos de esta curación se extiendan a todo el mundo. ¡Feliz Pascua a todos!

Enseñanzas del Papa

La verdadera religiosidad

Marzo nos mantuvo pendientes del viaje de Francisco a Irak, marcado por riesgos y cansancio. De allí volvió el Papa lleno de gratitud y esperanza. Declara que sintió sobre sus hombros el peso de la cruz y, por tanto, un sentido penitencial de su peregrinación como sucesor de Pedro.

Ramiro Pellitero·5 de abril de 2021·Tiempo de lectura: 5 minutos

Precisamente en Irak promovió una “cultura de hermanos” opuesta a la “lógica de la guerra” (cfr. audiencia general 11-III-2021). Con ello ha impulsado asimismo el diálogo interreligioso en la estela del Concilio Vaticano II. En su conferencia de prensa durante el vuelo de regreso (8-III-2021), reconoció haber experimentado la “eficacia” de los sabios y de los santos, como se refleja también en sus enseñanzas. 

La “vacuna” de la esperanza

En el encuentro con sacerdotes y religiosos en la catedral siro-católica de Bagdad (5-III-2021), regada por la sangre de modernos mártires y ahora bajo el signo de la pandemia, el Papa propuso la “vacuna eficaz” de la esperanza. Esperanza que surge de la oración perseverante y de la fidelidad al apostolado, del testimonio de los santos. “No olvidemos nunca que Cristo se anuncia sobre todo con el testimonio de vidas transformadas por la alegría del Evangelio. […] Una fe viva en Jesús es ‘contagiosa’, puede cambiar el mundo”

Les agradeció haber estado cercanos de su pueblo en medio de tantas dificultades: guerra, persecuciones, escasez económica, migraciones. 

Entre las alfombras y las estrellas

Para hablar de la fraternidad puso el ejemplo de una alfombra, y de sus nudos. Dios mismo es el artista que la ha ideado. Las incomprensiones y tensiones que a veces experimentamos “son los nudos que dificultan el tejido de la fraternidad”. Son nudos que llevamos dentro, porque somos todos pecadores

“Pero estos nudos pueden ser desatados por la Gracia, por un amor más grande; se pueden soltar por el perdón y el diálogo fraterno, llevando pacientemente los unos las cargas de los otros (cfr. Gal 6, 2) y fortaleciéndose mutuamente en los momentos de prueba y dificultad”

Recordando el atentado terrorista que costó la vida a cuarenta y ocho cristianos en esa catedral el 31 de octubre de 2010, y que están en proceso de beatificación, señaló Francisco: “La religión debe servir a la causa de la paz y de la unidad entre todos los hijos de Dios”. Y apeló a cuidar especialmente a los jóvenes, quienes, junto con los ancianos son “la punta del diamante del país, los mejores frutos del árbol”

Al día siguiente, en la llanura de Ur, tierra de Abraham, celebró el Papa un encuentro interreligioso. Nosotros, les dijo, somos el fruto de la llamada y del viaje de Abraham hace ahora unos cuatro mil años. Un viaje que, en el horizonte de las promesas divinas, cambió la historia. Contemplaba las estrellas que eran la expresión de su descendencia y que hoy que siguen siendo las mismas. Iluminan las noches más oscuras porque brillan juntas. Así nosotros. 

E insistió en el lema fundamental de su viaje: Vosotros sois todos hermanos (Mt 23,8). La raíz de la fraternidad está en la verdadera religiosidad. “La verdadera religiosidad es adorar a Dios y amar al prójimo. En el mundo de hoy, que a menudo olvida al Altísimo y propone una imagen suya distorsionada, los creyentes están llamados a testimoniar su bondad, a mostrar su paternidad mediante la fraternidad” (Encuentro religioso, Llanura de Ur, 6-III-2021).

También nosotros, continuó, hemos de mirar al cielo mientras caminamos en la tierra. Y como Abraham, hemos de desprendernos de aquellos vínculos que, por encerrarnos en nuestros grupos, nos impiden nos impiden que acojamos el amor infinito de Dios y que veamos hermanos en los demás. 

“Sí, necesitamos salir de nosotros mismos, porque nos necesitamos unos a otros”. De hecho, también la pandemia nos ha hecho comprender que “nadie se salva solo” (Fratelli tutti, 54). Ni el aislamiento, ni la idolatría del dinero o del consumismo nos salvarán. Nuestro camino del cielo es el de la paz. “La paz no exige vencedores ni vencidos, sino hermanos y hermanas que, a pesar de las incomprensiones y las heridas del pasado, se encaminan del conflicto a la unidad”.

Y concluyó: “Quien tiene la valentía de mirar a las estrellas, quien cree en Dios, no tiene enemigos que combatir. […] El que mira las estrellas de las promesas, el que sigue los caminos de Dios no puede estar en contra de nadie, sino en favor de todos. No puede justificar ninguna forma de imposición, opresión o prevaricación, no puede actuar de manera agresiva”. Un mensaje especialmente para la educación de los jóvenes: “Es urgente educarlos en la fraternidad, educarlos para que miren a las estrellas. Es una auténtica emergencia; será la vacuna más eficaz para un futuro de paz”.

Sabiduría, debilidades, purificación del corazón

El mismo día, 6 de marzo, durante la homilía de la misa celebrada en rito caldeo en la catedral de san José, Francisco se explayó sobre la sabiduría. 

La sabiduría que Jesús propone no depende de los medios humanos (las riquezas materiales, el poder o la fama), sino de la pobreza de espíritu. “La propuesta de Jesús es sabia porque el amor, que es el corazón de las bienaventuranzas, aunque parezca débil a los ojos del mundo, en realidad vence”. Y las bienaventuranzas piden un testimonio cotidiano. Ni la huida ni la espada resuelven nada. 

Jesús cambió la historia “con la humilde fuerza del amor, con su testimonio paciente”. Es así como Dios cumple sus promesas, a través de nuestras debilidades. “A veces podemos sentirnos incapaces, inútiles. Pero no hagamos caso, porque Dios quiere hacer maravillas precisamente a través de nuestras debilidades”.

En Qaraqosh les animó a reconstruir no solo las ciudades y los edificios, destruidos por la guerra y el terrorismo, “sino ante todo los vínculos que unen comunidades y familias, jóvenes y ancianos” (Discurso 7-III-2021). Y para ello, apoyarse en la santidad, el perdón y la valentía. “Desde el cielo los santos velan sobre nosotros: invoquémoslos y no nos cansemos de pedir su intercesión. Y están también ‘los santos de la puerta de al lado’, ‘aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios’ (Exhort. Gaudete et exsultate, 7)”

Respecto al perdón (el Papa se sintió especialmente conmovido por la experiencia del perdón en Qaraqosh) y la valentía, reconoció: “Sé que esto es muy difícil. Pero creemos que Dios puede traer la paz a esta tierra. Nosotros confiamos en Él y, junto con todas las personas de buena voluntad, decimos ‘no’ al terrorismo y a la instrumentalización de la religión”. El Papa se despidió apelando a la conversión la reconciliación entre todas las personas de buena voluntad, sobre el trasfondo de la fraternidad. “Un amor fraterno que reconozca ‘los valores fundamentales de nuestra humanidad común, los valores en virtud de los que podemos y debemos colaborar, construir y dialogar, perdonar y crecer’” (Fratelli tutti, 283).

Más tarde, en la Eucaristía celebrada en el estadio de Erbil, la sabiduría de la cruz volvió a ser protagonista. San Pablo dice que “Cristo es fuerza de Dios y sabiduría de Dios” (1 Co 1, 24). Pues bien, observó el Papa: “Jesús reveló esta fuerza y esta sabiduría sobre todo con la misericordia y el perdón” (Homilía en Erbil, 7-III-2021). En las circunstancias actuales, sostuvo Francisco, todos necesitamos purificar el corazón. Es decir: “Necesitamos ser limpiados de nuestras falsas seguridades, que regatean la fe en Dios con cosas que pasan, con las conveniencias del momento. Necesitamos eliminar de nuestro corazón y de la Iglesia las nefastas sugestiones del poder y del dinero. Para limpiar el corazón necesitamos ensuciarnos las manos, sentirnos responsables y no quedarnos de brazos cruzados mientras el hermano y la hermana sufren”. Y para todo eso necesitamos a Jesús. “Él tiene el poder de vencer nuestros males, de curar nuestras enfermedades, de restaurar el templo de nuestro corazón”.

Vaticano

El Papa en la Vigilia Pascual: «Siempre es posible volver a empezar»

El Papa Francisco ha celebrado la Vigilia Pascual en la basílica de San Pedro casi vacía, donde ha recordado que el Señor nos invita a "empezar de nuevo".

David Fernández Alonso·4 de abril de 2021·Tiempo de lectura: 5 minutos

«Siempre es posible volver a empezar«. Este ha sido uno de los mensajes del Papa durante la Vigilia Pascual de este año, marcado una vez más por la pandemia. La celebración ha tenido lugar a las 19:30 horas de la tarde del sábado, en el Altar de la Cátedra de la Basílica de san Pedro. La nave estaba completamente vacía, salvo algunos fieles congregados en los bancos del ábside de la Cátedra.

Por este motivo, el rito de la Bendición del Fuego, que ha tenido lugar al pie del Altar de la Confesión, ha estado más cargado de simbolismo que otros años. La procesión inicial ha iniciado desde el Altar de la Confesión hasta el Altar de la Cátedra pasando por el lado del «Altar de San José».

Con el canto del Gloria, la Basílica se iluminó progresivamente hasta quedar completamente iluminada. En el transcurso de la ceremonia se omitió la preparación del cirio pascual y no ha habido bautismos, sino sólo la renovación de las promesas bautismales, precedida de la bendición del agua lustral.

Publicamos a continuación el texto de la homilía que el Papa pronunció durante la Vigilia Pascual, tras la proclamación del Santo Evangelio:

«Las mujeres pensaron que iban a encontrar el cuerpo para ungirlo, en cambio, encontraron una tumba vacía. Habían ido a llorar a un muerto, pero en su lugar escucharon un anuncio de vida. Por eso, dice el Evangelio que aquellas mujeres estaban «asustadas y desconcertadas» (Mc 16,8). Desconcierto: en este caso es miedo mezclado con alegría lo que sorprende sus corazones cuando ven la gran piedra del sepulcro removida y dentro un joven con una túnica blanca.

Es la maravilla de escuchar esas palabras: «¡No se asusten! Aquel al que buscan, Jesús, el de Nazaret, el crucificado, resucitó» (v. 6). Y después esa invitación: «Él irá delante de ustedes a Galilea y allí lo verán» (v. 7). Acojamos también nosotros esta invitación, la invitación de Pascua: vayamos a Galilea, donde el Señor resucitado nos precede. Pero, ¿qué significa “ir a Galilea”?

Ir a Galilea significa, ante todo, empezar de nuevo. Para los discípulos fue regresar al lugar donde el Señor los buscó por primera vez y los llamó a seguirlo. Es el lugar del primer encuentro y del primer amor. Desde aquel momento, habiendo dejado las redes, siguieron a Jesús, escuchando su predicación y siendo testigos de los prodigios que realizaba. Sin embargo, aunque estaban siempre con Él, no lo entendieron del todo, muchas veces malinterpretaron sus palabras y ante la cruz huyeron, dejándolo solo.

A pesar de este fracaso, el Señor resucitado se presenta como Aquel que, una vez más, los precede en Galilea; los precede, es decir, va delante de ellos. Los llama y los invita a seguirlo, sin cansarse nunca. El Resucitado les dice: “Volvamos a comenzar desde donde habíamos empezado. Empecemos de nuevo. Los quiero de nuevo conmigo, a pesar y más allá de todos los fracasos”. En esta Galilea experimentamos el asombro que produce el amor infinito del Señor, que traza senderos nuevos dentro de los caminos de nuestras derrotas.

Este es el primer anuncio de Pascua que quisiera ofrecerles: siempre es posible volver a empezar, porque existe una vida nueva que Dios es capaz de reiniciar en nosotros más allá de todos nuestros fracasos. Incluso de los escombros de nuestro corazón Dios puede construir una obra de arte, aun de los restos arruinados de nuestra humanidad Dios prepara una nueva historia. Él nos precede siempre: en la cruz del sufrimiento, de la desolación y de la muerte, así como en la gloria de una vida que resurge, de una historia que cambia, de una esperanza que renace. Y en estos meses oscuros de pandemia oímos al Señor resucitado que nos invita a empezar de nuevo, a no perder nunca la esperanza.

Ir a Galilea, en segundo lugar, significa recorrer nuevos caminos. Es moverse en la dirección opuesta al sepulcro. Las mujeres buscaban a Jesús en la tumba, es decir, iban a hacer memoria de lo que habían vivido con Él y que ahora habían perdido para siempre. Van a refugiarse en su tristeza. Es la imagen de una fe que se ha convertido en conmemoración de un hecho hermoso pero terminado, sólo para recordar. Muchos viven la “fe de los recuerdos”, como si Jesús fuera un personaje del pasado, un amigo de la juventud ya lejano, un hecho ocurrido hace mucho tiempo, cuando de niño asistía al catecismo. Una fe hecha de costumbres, de cosas del pasado, de hermosos recuerdos de la infancia, que ya no me conmueve, que ya no me interpela.

Ir a Galilea, en cambio, significa aprender que la fe, para que esté viva, debe ponerse de nuevo en camino. Debe reavivar cada día el comienzo del viaje, el asombro del primer encuentro. Y después confiar, sin la presunción de saberlo ya todo, sino con la humildad de quien se deja sorprender por los caminos de Dios. Vayamos a Galilea para descubrir que Dios no puede ser depositado entre los recuerdos de la infancia, sino que está vivo, siempre sorprende. Resucitado, no deja nunca de asombrarnos.

Luego, el segundo anuncio de Pascua: la fe no es un repertorio del pasado, Jesús no es un personaje obsoleto. Él está vivo, aquí y ahora. Camina contigo cada día, en la situación que te toca vivir, en la prueba que estás atravesando, en los sueños que llevas dentro. Abre nuevos caminos donde sientes que no los hay, te impulsa a ir contracorriente con respecto al remordimiento y a lo “ya visto”. Aunque todo te parezca perdido, déjate alcanzar con asombro por su novedad: te sorprenderá.

Ir a Galilea significa, además, ir a los confines. Porque Galilea es el lugar más lejano, en esa región compleja y variopinta viven los que están más alejados de la pureza ritual de Jerusalén. Y, sin embargo, fue desde allí que Jesús comenzó su misión, dirigiendo su anuncio a los que bregan por la vida de cada día, a los excluidos, a los frágiles, a los pobres, para ser rostro y presencia de Dios, que busca incansablemente a quien está desanimado o perdido, que se desplaza hasta los mismos límites de la existencia porque a sus ojos nadie es último, nadie está excluido.

Es allí donde el Resucitado pide a sus seguidores que vayan, también hoy. Es el lugar de la vida cotidiana, son las calles que recorremos cada día, los rincones de nuestras ciudades donde el Señor nos precede y se hace presente, precisamente en la vida de los que pasan a nuestro lado y comparten con nosotros el tiempo, el hogar, el trabajo, las dificultades y las esperanzas.

En Galilea aprendemos que podemos encontrar a Cristo resucitado en los rostros de nuestros hermanos, en el entusiasmo de los que sueñan y en la resignación de los que están desanimados, en las sonrisas de los que se alegran y en las lágrimas de los que sufren, sobre todo en los pobres y en los marginados. Nos asombraremos de cómo la grandeza de Dios se revela en la pequeñez, de cómo su belleza brilla en los sencillos y en los pobres.

Por último, el tercer anuncio de Pascua: Jesús, el Resucitado, nos ama sin límites y visita todas las situaciones de nuestra vida. Él ha establecido su presencia en el corazón del mundo y nos invita también a nosotros a sobrepasar las barreras, a superar los prejuicios, a acercarnos a quienes están junto a nosotros cada día, para redescubrir la gracia de la cotidianidad. Reconozcámoslo presente en nuestras Galileas, en la vida de todos los días. Con Él, la vida cambiará. Porque más allá de toda derrota, maldad y violencia, más allá de todo sufrimiento y más allá de la muerte, el Resucitado vive y gobierna la historia.

Hermano, hermana, si en esta noche tu corazón atraviesa una hora oscura, un día que aún no ha amanecido, una luz sepultada, un sueño destrozado, abre tu corazón con asombro al anuncio de la Pascua: “¡No tengas miedo, resucitó! Te espera en Galilea”. Tus expectativas no quedarán sin cumplirse, tus lágrimas serán enjugadas, tus temores serán vencidos por la esperanza. Porque el Señor te precede, camina delante de ti. Y, con Él, la vida comienza de nuevo».

FirmasLourdes Grosso García, M.Id

Via Lucis

De la mano de la Virgen y con los textos preparados por Lourdes Grosso, recorremos este Via Lucis 

4 de abril de 2021·Tiempo de lectura: 9 minutos

Ahora, de la mano de María, empezamos el recorrido de nuestro Via lucis.

1ª Estación: ¡Cristo vive!: ¡ha resucitado!

Si nos acercamos al relato del Evangelista san Marcos contemplamos cómo nos introduce, desde lo cotidiano, al gran acontecimiento que hoy conmemoramos. Dice así:

“Pasado el sábado, María la Magdalena, María la de Santiago y Salomé compraron aromas para ir a embalsamar a Jesús. Y muy temprano, el primer día de la semana, al salir el sol, fueron al sepulcro. Y se decían unas a otras: ¿Quién nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro? Al mirar vieron que la piedra estaba corrida, y eso que era muy grande…” (Mc 16, 1-4).

¡Qué clave tan sencilla cuanto importante para la vida espiritual!: reconocer el poder de la gracia más allá de nuestros límites. Cuando el corazón nos lleva a actuar en nombre de Cristo, por amor a Él, no temamos, su gracia nos precede y nos asiste.

2ª Estación: Jesús se aparece a María Magdalena

San Juan (20, 10-18) relata que María se quedó allí, “junto al sepulcro, llorando. Sin dejar de llorar, volvió a asomarse al sepulcro. Entonces vio dos ángeles, vestidos de blanco, que le preguntaron: —Mujer ¿por qué lloras? —Porque se han llevado a mi Señor y no sé donde lo han puesto.

Dicho esto se volvió hacia atrás y entonces vio a Jesús que estaba allí, pero no le reconoció y Jesús le preguntó: —Mujer, ¿mujer por qué lloras? ¿A quien estás buscando? Ella creyendo que era el jardinero le contestó: —Señor, si te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo misma iré a recogerlo”. Entonces Jesús la llamó por su  nombre: “—¡María! Ella se acercó y exclamó —¡Maestro!”.

¿Por qué no te vemos, Señor? Tú nos llamas a cada uno por nuestro nombre. Estoy convencida de que es posible oír esta llamada directa, personal e intransferible, pero para ello hay que “tener limpias las razones de la vida de toda escoria” como dice Fernando Rielo en su poema Vírgenes mundos; para ello tengo que liberar mi embotado corazón que me impide oír adecuadamente, dejar de lamentarme por tu ausencia, de llorar porque no sé dónde te han puesto, porque las lágrimas nublan mi visión… y sobre todo, porque ¡estás aquí!

3ª Estación: Jesús se aparece a las mujeres

Mateo (28, 8-10) narra cómo los ángeles anuncian a las mujeres que Cristo ha resucitado, y ellas salen a toda prisa del sepulcro y, con temor pero con mucha alegría, corren a llevar la noticia a los discípulos. Jesús les sale al encuentro y les saluda. Ellas se echaron a sus pies y le adoraron.

Ahí están los ángeles del sepulcro de Jerusalén, uniendo su voz a los ángeles de la noche de Belén. Adquiere plenitud aquel anuncio: del “Alegraos, os ha nacido un Salvador” (Lc 2, 10), hoy es “Alegraos, he aquí al Salvador”…; “¿por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí; ha resucitado” (Lc 24, 5). Aquel anuncio de “paz a los hombres de buena voluntad” (Lc 2, 14), resonará nuevo en boca de Nuestro Señor resucitado cuando apareciéndose a los suyos les diga: “la paz sea con vosotros” (Jn 20, 19).

Nos inunda una alegría indescriptible porque se ha cumplido la promesa; nuestro Dios ha vencido a la muerte, el mal no tiene poder sobre el Amor. “La muerte ha sido absorbida por la victoria. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón?” (I Cor 15, 55).

Su resurrección es preludio de la nuestra; su presencia resucitada que irrumpe en nuestro tiempo, transcendiéndolo, nos sitúa en una nueva forma de vivir con Él, da sentido, contenido nuevo a la existencia, es una clara convocatoria a que nuestra vida, tu vida y la mía, salga de las garras de la muerte, para ir pasando “de la muerte a la vida”. Es la esperanza certera de que también a nosotros nos espera ese destino.

4ª Estación: Los soldados custodian el sepulcro de Cristo

Pero incluso el momento más sublime de la historia está acechado por el mal y la mentira (Mt 28, 11-15). Los soldados se dejan comprar; ellos que podían haber sido, junto con las mujeres, los primeros testigos de la resurrección, prefieren mentir a cambio de una buena suma de dinero y decir que sus discípulos le robaron de noche.

¡Cuán grande es la terquedad humana! La poca fe, la soberbia de la que ya hemos hablado, que impide aceptar lo que no constatemos con nuestra pequeña y pobre razón: nos cuesta aceptar el poder de Dios y cómo, si se lo permitimos, va llevándonos de la muerte a la vida, nos va resucitando. Queremos gobernar la propia historia, aunque a menudo ni nos demos cuenta de ello. Pero el poder sólo es de Dios. Su signo es la potestad sobre la vida y sobre la muerte. El nuestro la dependencia, la creaturalidad. Él puede darse la vida a sí mismo; a nosotros sólo nos la da Él.

En este contexto me parece intuir el significado de un proverbio de Fernando Rielo: “Cada mañana despertamos en resurrección / para la muerte. / Si lo entiendes… / no saldrás de tu asombro”.

La gran tentación del ser humano es la autonomía, el no aceptar la dependencia total respecto de Él; por eso,la clara respuesta de los santos es la consagración. Consagrarse es zambullirse totalmente en la dependencia de “otro” renunciando definitivamente a la autonomía que nos seduce tanto (Luzbel, Eva, Adán…). Aquí se conjugan maravillosamente la muerte a sí y la resurrección, que es vida en Él.

Tenemos que suplicar la limpieza de corazón y una razón formada por la fe para reconocer la verdad y no ceder nunca al engaño, a la manipulación por propios intereses, en definitiva, a una falsa autonomía.

5ª Estación: Pedro y Juan contemplan el sepulcro vacío

Un relato que me resulta de especial ternura es cuando Pedro y Juan se dirigen al sepulcro (Jn 20, 3-10). Es fácil imaginar cómo latiría el corazón de ambos y qué ideas pasarían por sus mentes. Corrían los dos juntos, pero Juan corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró. Cuando llegó Pedro entraron, vieron y creyeron.

Pueden darse muchas explicaciones de este episodio; para mí es representativo de la virtud del honor. La inmensa conmoción que sienten no impide que Juan reconozca la primacía a quien le ha sido dada aun cuando Pedro, siendo mayor que él, haya corrido menos y llegado después al sepulcro. ¡Qué lección respecto del trato que nos debemos! En primer lugar a nuestros superiores, dándoles siempre el honor y la consideración que les corresponde; y también sabiendo atender a cada hermano y hermana en sus características, en sus tiempos. Esta forma de proceder no viene de la carne ni de la sangre, sí de la acción de Cristo resucitado en mí.

6ª Estación: Jesús en el Cenáculo muestra sus llagas a los apóstoles

(Lc 24, 36-43) “Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dijo: La paz con vosotros. Sobresaltados y asustados, creían ver un espíritu. Pero él les dijo: ¿Por qué os turbáis, y por qué se suscitan dudas en vuestro corazón?

Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo. ¿por qué dudáis todavía?” ¡Cuánta ternura y cuánta premura de amor en esas palabras! Mira, toca mis llagas… ¡qué otra prueba puedo darte de mi amor, de mi permanencia a tu lado en cada momento y para siempre!… ¿qué más quieres?

“Yo estaré con vosotros siempre” (Mt 28, 20). Yo estoy contigo siempre. Yo soy la resurrección y la vida. Ya no hay lugar para el temor, la decepción, la soledad, el desasosiego. Mi presencia está asegurada; éste es el sentido de mis apariciones, de la forma en que me estoy mostrando a ti, a vosotros: no te turbes, ¡soy yo mismo!

7ª Estación: En el camino de Emaús

(Lc 24, 13-32)Todos recordamos bien la historia de aquellos dos que iban deJerusalén a un pueblo llamado Emaús, entristecidos, conversando entre sí sobre todo lo que había pasado.

El camino de Emaús es el camino de las esperanzas perdidas, de la decepción, del sentimiento de abandono, el camino de los que piensan que es mejor dejarlo todo, marcharse de la ciudad donde quedaron sepultados los últimos sueños juveniles… ¡Cuántas veces estamos tentados de recorrer ese camino!

Y es ahí donde Cristo se hace el encontradizo, no como el Maestro lleno de gloria que desvela de golpe el misterio de lo que ha sucedido, sino como un viajero más, un compañero que camina a mi lado y paso a paso me va comentando los hechos, iluminando la verdad, el porqué de lo que está ocurriendo para, finalmente, darse a conocer en la fracción del pan, en su eucaristía, y hacer que se abran mis ojos y arda mi corazón. Pero para que llegue ese momento hay que caminar con él, dejarse acompañar, creer, esperar, y escuchar…  escuchar mucho…

Una vez constatada su presencia, aunque de nuevo desaparezca de nuestra vista, nos deja en un estado de alegría y fortaleza suficientes para volver a la ciudad de antes, a la de siempre, pero con los ojos abiertos del amor renovado, redimido, resucitado; nos hace capaces de releer la propia historia y recuperarla para dar testimonio de él, para darle gloria.

La vivencia de esta presencia de Cristo Resucitado es la plenitud del tiempo abierto a la eternidad, en esta vida. En la vida eterna es estado beatífico. “Se dijeron uno a otro: ¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?”.

8ª Estación: Jesús da a los apóstoles el poder de perdonar los pecados

(Jn 20, 19-23) Jesús les dijo otra vez: “La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío. Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos”.

Uno de los mayores regalos del cristianismo es el perdón. Jesús lo practicó durante toda su vida, y es su primera palabra en la cruz: “Padre, perdónales”. Ahora transmite ese poder a los suyos, confiriéndoles el carácter sacramental de perdonar los pecados, algo que, bien sabemos, sólo puede hacer Dios. Por eso, cuando en el episodio de la curación del paralítico le dice “Hijo, tus pecados te son perdonados”, algunos escribas pensaban entre sí: “¿Cómo habla éste así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?” (Mc 2, 5-7).

Ahora, da a los apóstoles este poder como vía ordinaria de sanación, ¿puede haber mayor compasión? Y todos, de alguna manera, participamos de este rasgo divino cuando ejercemos el perdón. Un fruto de la resurrección de Cristo ha de ser en mí, en nosotros, la disposición total para el perdón. Cualquier rencor, prejuicio, desconfianza, que manche la figura de mi hermano ha de ser purificada en mi corazón. Esto sólo es posible por la obra de la gracia, y tenemos la gracia suficiente para ello.

9ª Estación: Jesús fortalece la fe de Tomás

(Jn 20, 26-29) Esta forma de perdonar, de proceder de Jesucristo, se manifiesta una vez más en su aparición a Tomás. “Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: La paz con vosotros. Luego dice a Tomás: Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente. Tomás le contestó: Señor mío y Dios mío. Le dijo Jesús: Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído”.

Dichosos, sí, porque ¿puede haber alguien más libre y más feliz que quien lo ha apostado todo por Cristo, a fondo perdido y sin reserva alguna, de verdad, y vive con total confianza en la Providencia del Padre? A los que aún no hemos llegado a ese santo y bendito despojo, nos sigue asaltando la añoranza, el temor, la sombra de la duda.

Sí. Son felices los que creen sin ver.

10ª Estación: Jesús resucitado en el lago de Galilea

(Jn 21, 1-7)Después de esto, se manifestó Jesús otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Recordamos bien ese episodio. “Les dijo Jesús: Muchachos, ¿no tenéis pescado? Le contestaron: No. El les dijo: Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis. La echaron, pues, y ya no podían arrastrarla por la abundancia de peces. El discípulo a quien Jesús amaba dice entonces a Pedro: Es el Señor. Pedro se puso el vestido, pues estaba desnudo, y se lanzó al mar”.

Fernando Rielo, aplicando este pasaje evangélico a la vocación, decía que esta requiere dos elementos: que haya unos apóstoles que se lancen a pescar y que Cristo esté presente, como en Tiberíades, para dirigir esa pesca. Podemos estar muy afanados incluso en las cosas más sagradas, dedicar esfuerzo, tiempo, creatividad, todas nuestras energías; pero la bendición y la fecundidad no está sujeta a la propia capacidad, ingenio o profesionalidad, viene del saberse enviados por Cristo, humildes instrumentos de su gracia. Aquél que dijo a San Pedro: “Te haré pescador de hombres”, nos enviará el Espíritu Santo para indicarnos la forma adecuada de actuar en cada momento, dónde hemos de echar nuestras redes.

11ª Estación: Jesús confirma a Pedro en el Amor

(Jn 21, 15-19)Después de haber comido, dice Jesús a Simón Pedro: Simón de Juan, ¿me amas más que éstos?”.

Pregunta que nos evoca aquel “¿Ves que hago nuevas todas las cosas?”. Cristo resucitado restaura el amor de Pedro. No hay en Él palabra alguna de recriminación, ni siquiera de advertencia para el futuro, ese “ya te lo había dicho” tan humano con el que nos echamos en cara las cosas unos a otros. No. Dios no actúa así. Él restaura, eleva, porque su justicia es severa ante el malvado que conscientemente, soberbiamente, se le opone, pero infinitamente misericordiosa ante los débiles, los necesitados. Él, que pasó su vida curándonos, también lo hace ahora, ya resucitado, restaurando con su triple pregunta “Pedro, ¿me amas?”, la triple negación que tenía herido de profundísimo dolor el corazón del pobre Pedro. Y con la restauración el paso a otra forma de amor, a la verdadera, que va más allá del sentimiento, del afecto y de las buenas intenciones, al amor que —imagen del amor divino— es donación, misión corredentora: “Apacienta a mis ovejas”.

12ª Estación: Jesús encarga su misión a los apóstoles

(Mt 28, 16-20)Y he aquí la misión: “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”.

Id y predicad lo que habéis visto y oído, lo que vive vuestro corazón, para que todas las gentes lleguen a ser mis discípulos. Es el momento de la misión, del imperativo apostólico para que la alegría del Evangelio llegue a todos los rincones de la tierra y del corazón humano.

Vamos finalizando nuestro via lucis, que culminará con dos estaciones en las que se nos invita a meditar en las correspondientes festividades litúrgicas: la Ascensión y Pentecostés.

13ª Estación: Jesús asciende al cielo

(Hch 1, 9-11)Y dicho esto, fue levantado en presencia de ellos, y una nube le ocultó a sus ojos.

14ª Estación: La venida del Espíritu Santo en Pentecostés

(Hch 2, 1-4) “Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar.  De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso […] quedaron todos llenos del Espíritu Santo”.

Hasta entonces, recorramos gozosos este camino de luz que la Pascua ha iniciado, recogiendo estas enseñanzas que brevemente he descrito y tantas otras que Cristo mismo irá depositando en nuestro corazón mientras nos acompaña por el camino de la vida.

El autorLourdes Grosso García, M.Id

Directora de la Oficina para las Causas de los Santos de la Conferencia Episcopal Española

FirmasRafael Vázquez Jiménez

El álbum de viaje de Francisco a Irak

Las fotografías que componen el álbum del viaje del Papa Francisco a Irak quedarán en el recuerdo de todos los cristianos. Un álbum que muestra el modo de ser Iglesia hoy en el mundo.

3 de abril de 2021·Tiempo de lectura: 2 minutos

Todo viaje tiene un álbum donde conservamos recuerdos que se graban en el alma. La histórica visita del Papa Francisco a Irak, la Ur de los Caldeos, patria de Abrahán, la Nínive del profeta Jonás o la Babilonia de Jeremías y Ezequiel, con sus canales regados por las lágrimas del pueblo judío en el exilio; también tiene su álbum, que muestra un modo de ser hoy Iglesia en el mundo.

Primera foto

La oración entre las ruinas de Mosul, donde se reunieron cristianos y musulmanes. El sufrimiento no distingue entre religiones y etnias. Todos sufrieron y el dolor los hermanó en un mismo llanto. El Papa Francisco mostró una Iglesia que sale a consolar no solo a sus hijos, alimentando sectarismos y enfrentamientos entre pueblos, sino que acompaña la fragilidad en su desnudez. El enemigo de la minoría cristiana no ha sido el islam. Chiitas, sunitas, cristianos, yazidíes… han tenido un enemigo común: un grupo terrorista y criminal con objetivos nada religiosos.

Segunda foto

El encuentro de Francisco con Al-Sistani. El Papa se descalza para entrar en la humilde morada del líder espiritual del islam chiita, en Nájaf, junto a la tumba del Imán Alí; Al-Sistani rompe el protocolo y se pone en pie para acogerlo. Dos hombres que saborean el gusto de la sencillez, dos líderes que se respetan y se abren el corazón, y en ellos dos tradiciones religiosas que se dan la mano y desean trabajar juntas por la paz en el mundo. Una Iglesia que se descalza, abandona prejuicios y aúna esfuerzos al servicio de la humanidad. ¿No hubo firma de documento? No. El gran Documento sobre la Fraternidad fue esa foto.

Tercera foto

El encuentro interreligioso en Ur de los Caldeos. La fe no es elemento de división, sino de hermandad. “La auténtica religiosidad es la adoración a Dios y al prójimo”. Quien usa la violencia en nombre de Dios, profana su Santo Nombre, no es un auténtico creyente. Cristianos y musulmanes denunciaron la instrumentalización de la religión, y miraron juntos a las estrellas, como Abrahán, confiando en la promesa de la fraternidad. Y allí se mostró el rostro de una Iglesia que profetiza y defiende el valor sagrado de la vida humana.

Última foto

El encuentro en la catedral siro-católica, Nuestra Señora de la Salvación, en Bagdad. Allí con la imagen de una alfombra elaborada con hilos de múltiples colores, que se entrelazan y dan lugar a una bella composición, nos presentó una Iglesia que aprecia la diversidad y dispuesta a aportar su colorido a la sociedad para construir la fraternidad, cuya fuente y origen está en Dios.

El autorRafael Vázquez Jiménez

Director del Secretariado de la Subcomisión Episcopal para las Relaciones Interconfesionales

FirmasLourdes Grosso García, M.Id

Pascua: Camino de Luz, el Via Lucis

Con el Via Lucis recorremos algunas claves que nos presentan los relatos evangélicos de las siete semanas pascuales. Tras haber recorrido en estos días de la Semana Santa el “camino de la cruz” vamos a adentrarnos en el “camino de la luz”, para acompañar a Cristo.

3 de abril de 2021·Tiempo de lectura: 6 minutos
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Es Pascua, hoy se ha manifestado la gloria de Dios en todo su esplendor, hoy la fe se hace visión y la esperanza se reviste de consuelo. Todo el camino de dolor recorrido florece hoy y se hace vida la afirmación de Cristo: “No temáis, yo he vencido al mundo”. Hoy florece el árbol de la cruz.

La resurrección es el fundamento de la fe cristiana, pues creemos en Cristo vivo y resucitado de la muerte: si no resucitó Cristo, vacía es nuestra predicación, vacía es también nuestra fe, dirá San Pablo (I Co 15, 14).

Fernando Rielo, Fundador del Instituto Id de Cristo Redentor, misioneras y misioneros identes, lo explica comentando que “si es vana nuestra fe, sería en todo aquello, efectivamente bueno, de las muchas cosas que Cristo habla… carecería de fundamento… carecería de sentido. Lo vano significa eso, no tiene sentido, sería pura vaciedad” (20-1-1991).

La resurrección es confirmación de la veracidad de todo lo que Cristo mismo ha hecho y enseñado, de la autoridad de sus palabras y de su vida, de la verdad de su misma divinidad, pues sólo Dios puede vencer a la muerte. Por eso decían de Él quienes le insultaban al pie de la cruz: “Ha resucitado a otros, ¡que se baje de la cruz a sí mismo!”. Precisamente no es tanto el hecho de “resucitar a otro” sino la realidad de “salvarse a sí mismo”, “resucitarse a sí mismo” lo propio de Dios. Así san Pablo afirma de Cristo: “Se resucitó a sí mismo”. El ser humano no puede salvarse a sí mismo; necesitamos la salvación que viene de Dios.

Benedicto XVI se hizo eco de esta necesidad de salvación cuando en la homilía de un jueves santo expresaba: “¿Qué hace al hombre inmundo? El rechazo del amor, el no querer ser amado, el no amar. La soberbia que cree que no tiene necesidad alguna de purificación, que se cierra a la bondad salvadora de Dios. […] La soberbia no quiere confesar ni reconocer que tenemos necesidad de purificación. [En cambio] el amor del Señor no conoce límites, pero el hombre puede ponerle un límite. […] Sólo el amor tiene esa fuerza purificadora que nos limpia y nos eleva a las alturas de Dios (13-4-2006).

El resucitado, que no es otro que el crucificado, sana las heridas de la humanidad desolada. La resurrección de Cristo es la victoria del amor sobre la raíz del mal, una victoria que traspasa el sufrimiento y la muerte, abriendo un camino en el abismo, transformando el mal en bien, lo que es signo distintivo del poder de Dios, nos decía el Papa Francisco el Domingo de Resurrección del pasado año.

Ésta es la realidad de la presencia salvadora de Cristo que hoy celebramos: la salvación, que nos introduce en una vida nueva que consiste en la victoria sobre la muerte y el pecado y en la nueva participación en la gracia. Esta verdad se refleja en la enseñanza paulina sobre el bautismo: “Fuimos, pues, con Él sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva” (Rm 6, 4).

Y esta vida nueva se caracteriza por la posibilidad de nuevas relaciones con Dios: es la hora de un nuevo  culto, como desveló Jesús a la samaritana: “Llega la hora —ya estamos en ella— en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad” (Jn 4, 23).

“El Evangelio, donde deslumbra gloriosa la Cruz de Cristo, invita insistentemente a la alegría” (Francisco, Evangelii gaudium 5). La alegría, el gozo de una vida nueva ha de traducirse en una nueva forma de mirar la realidad. ¿Qué lección extraemos para nuestra vida de la Resurrección de Jesucristo?

Vamos a recoger algunas claves que nos presentan los relatos evangélicos de las siete semanas pascuales. Tras haber recorrido en estos días de la Semana Santa el “camino de la cruz” vamos a adentrarnos en el “camino de la luz”, para acompañar a Cristo también en su Via lucis.

Via lucis: Un camino de luz que culmina en Pentecostés

Desde la edad media existe muy enraizada en la devoción popular el Via Crucis, en el que se recorren los momentos más sobresalientes de la Pasión y Muerte de Cristo: desde la oración en el huerto hasta la sepultura de su cuerpo. Pero la historia no acaba en un sepulcro, continúa en la mañana de la Resurrección y se extiende durante cincuenta días llenos de acontecimientos, inolvidables y trascendentales, hasta la efusión del Espíritu Santo.

El Via Lucis es una devoción reciente. Es una devoción que va extendiéndose y seguro que arraigará, porque está llena de contenido. Si para los cristianos son cruciales los acontecimientos, palabras, gestos y hechos de Jesucristo durante los tres años de vida pública, ¡cómo no tomar en especial consideración los signos que quiso poner ya resucitado, en los cuarenta días que transcurren hasta su ascensión y el envío del Espíritu Santo diez días más tarde! Creo que ésta ha de ser materia de íntima oración y contemplación para cada uno de nosotros.

El camino del Via Crucis, impregnado de profundo dolor e impotencia, ha podido dejar en nuestro interior una imagen de fracaso. Permitidme que introduzca aquí un relato infantil: yo era una niña, no recuerdo que edad tuviera, pero tengo grabado el recuerdo de la lectura del evangelio de la Pasión que se hace el domingo de Ramos. Escuchaba muy atentamente siguiendo con la imaginación la narración: la cena, el huerto de los olivos, ante Pilatos… y esperaba ansiosa el final repitiendo en mi interior a manera de súplica y esperanza: ¡a ver si este año no le matan! Pero seguía el relato y finalmente un año más le mataban. Recuerdo con ternura aquella mezcla de tristeza e incomprensión ante la muerte de Cristo, el no resignarme a que la historia acabara siempre así… Hoy entiendo que mi éxtasis había quedado en suspenso, como herido, esperando otro desenlace… y es que en aquellos tiempos nuestra vivencia de la semana santa se centraba tanto en la tragedia y el dolor de la muerte que casi ocultaba la última victoria de la Vida. ¡Cuánto bien me hubiera hecho entonces conocer el via lucis, el camino de la luz!

Porque, como intuía y esperaba mi corazón de niña, efectivamente la historia de Jesús no acaba ahí: triunfa sobre el pecado y sobre la muerte. Resucitado, desborda su amor en encuentros llenos de intimidad, llevando la paz, devolviendo la fe y la esperanza a los suyos para, finalmente, darles la fuerza del Espíritu que les capacite para cumplir la misión que El les ha confiado.

Todo se ilumina de una luz nueva. Verdaderamente Él hace nuevas todas las cosas. Vamos a dejarnos iluminar con la presencia y acción de Cristo resucitado que vive ya para siempre entre nosotros. Vamos a dejarnos llenar por el Espíritu Santo que vivifica el alma. Vamos a recorrer, a manera de un relato iconográfico, estas escenas del Nuevo Testamento, mostrando unas pinceladas de su contenido.

Pero antes de adentrarnos en las escenas pascuales, una mención de un testigo de excepción. 

La primera testigo: su madre

Nada impide pensar que antes de las apariciones “públicas” Jesús se apareció a su madre. No en vano María, desde que Jesús es colocado en el sepulcro, “es la única que mantiene viva la llama de la fe, preparándose para acoger el anuncio gozoso y sorprendente de la Resurrección” (san Juan Pablo II, Catequesis, 3-4-1996). San Juan Pablo II resaltará que “la espera que vive la Madre del Señor el Sábado santo constituye uno de los momentos más altos de su fe: en la oscuridad que envuelve el universo, ella confía plenamente en el Dios de la vida y, recordando las palabras de su Hijo, espera la realización plena de las promesas divinas” (Catequesis, 21-V-1997, 1).

“Es legítimo pensar —continúa diciendo san Juan Pablo II— que verosímilmente Jesús resucitado se apareció a su madre en primer lugar. La ausencia de María del grupo de las mujeres que al alba se dirigieron al sepulcro (cf. Mc 16,1; Mt 28,1), ¿no podría constituir un indicio del hecho de que ella ya se había encontrado con Jesús? Esta deducción quedaría confirmada también por el dato de que las primeras testigos de la resurrección, por voluntad de Jesús, fueron las mujeres, las cuales permanecieron fieles al pie de la cruz y, por tanto, más firmes en la fe. […] La Virgen santísima, presente en el Calvario durante el Viernes santo (cf. Jn 19,25) y en el cenáculo en Pentecostés (cf. Hch 1,14), fue probablemente testigo privilegiada también de la resurrección de Cristo, completando así su participación en todos los momentos esenciales del misterio pascual. María, al acoger a Cristo resucitado, es también signo y anticipación de la humanidad, que espera lograr su plena realización mediante la resurrección de los muertos” (Catequesis, 21-5-1997, 3-4).

Mañana, de la mano de María, en una segunda parte de este artículo empezaremos el recorrido de nuestro Via lucis.

El autorLourdes Grosso García, M.Id

Directora de la Oficina para las Causas de los Santos de la Conferencia Episcopal Española

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Vaticano

«La Iglesia está llamada a cultivar el don de la unidad»

El Papa Francisco ha presidido la celebración de la Pasión del Señor en los oficios del Viernes Santo. El cardenal Cantalamessa, quien predicó la homilía, advirtió de la causa más común de división entre los católicos: la opción política.

David Fernández Alonso·2 de abril de 2021·Tiempo de lectura: 6 minutos

De nuevo el silencio y el vacío protagonizaban el ambiente en la inmensa basílica de San Pedro en la tarde de este Viernes Santo. A las seis de la tarde, el Papa Francisco presidió en el Altar de la Cátedra, en la Basílica de San Pedro, la celebración de los oficios de la Pasión del Señor.

Después de la procesión inicial, el Papa se ha postrado bajo la escalinata del presbiterio, dejando una imagen icónica, así como la que veríamos más tarde cuando besó la Cruz. El triple descubrimiento de la Cruz ha precedido al acto de adoración, y, después de adorar la Cruz, el Santo Padre la ha presentado a la adoración silenciosa de la reducida asamblea congregada. Durante la Liturgia de la Palabra se ha leído el relato de la Pasión según san Juan, y ha sido el Predicador de la Casa Pontificia, el padre Raniero Cantalamessa, O.F.M. Cap. quien ha pronunciado la homilía:

«El 3 de octubre pasado, en la tumba de san Francisco en Asís, el Santo Padre firmó su encíclica sobre la fraternidad «Fratres omnes». En poco tiempo, su escrito ha despertado en muchos corazones la aspiración hacia este valor universal, ha puesto de relieve las muchas heridas contra ella en el mundo de hoy, ha indicado caminos para llegar a una fraternidad humana verdadera y justa y ha exhortado a todos —personas e instituciones— a trabajar por ella.

La encíclica está idealmente dirigida a un público amplísimo, dentro y fuera de la Iglesia: en la práctica, a toda la humanidad. Abarca muchas áreas de la vida: desde lo privado a lo público, desde lo religioso a lo social y a lo político. Dado su horizonte universal, con razón evita restringir el discurso a lo que es propio y exclusivo de los cristianos. Sin embargo, hacia el final de la encíclica, hay un párrafo donde el fundamento evangélico de la fraternidad se resume en pocas palabras pero vibrantes. Dice:

‘Otros beben de otras fuentes. Para nosotros, ese manantial de dignidad humana y de fraternidad está en el Evangelio de Jesucristo. De él surge «para el pensamiento cristiano y para la acción de la Iglesia el primado que se da a la relación, al encuentro con el misterio sagrado del otro, a la comunión universal con la humanidad entera como vocación de todos’ (FO 277).

El misterio de la cruz que estamos celebrando nos obliga a centrarnos precisamente en este fundamento cristológico de la fraternidad, que fue inaugurado precisamente en la muerte de Cristo.

En el Nuevo Testamento, «hermano» (adelphos) significa, en el sentido primordial, la persona nacida del mismo padre y de la madre. Se denomina «hermanos», en segundo lugar, a los miembros del mismo pueblo y nación. Así, Pablo dice que está dispuesto a convertirse en anatema, separado de Cristo, en beneficio de sus hermanos según la carne, que son los israelitas (cf. Rom 9,3). Está claro que en estos contextos, como en otros casos, «hermanos» indica a hombres y mujeres, hermanos y hermanas.

En esta ampliación del horizonte se llega a llamar hermano a toda persona humana, por el hecho de ser tal. Hermano es lo que la Biblia llama el «prójimo». «Quien no ama a su hermano…» (1 Jn 2,9) significa: quien no ama a su prójimo. Cuando Jesús dice, «Todo lo que habéis hecho a uno solo de estos hermanos menores míos, me lo habéis hecho a mí» (Mt 25,40), significa toda persona humana necesitada de ayuda.

Pero junto a todos estos significados, en el Nuevo Testamento la palabra «hermano» indica cada vez más claramente una categoría particular de personas. Hermanos entre sí son los discípulos de Jesús, aquellos que acogen sus enseñanzas. «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? […] Quien hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, es para mí hermano, hermana y madre» (Mt 12,48-50).

En esta línea, la Pascua marca una etapa nueva y decisiva. Gracias a ella, Cristo se convierte en «el primogénito entre muchos hermanos» (Rom 8,29). Los discípulos se vuelven hermanos en un sentido nuevo y muy profundo: comparten no sólo la enseñanza de Jesús, sino también su Espíritu, su vida nueva como resucitado.

Es significativo que sólo después de su resurrección, por primera vez, Jesús llama a sus discípulos «hermanos»: «Ve a mis hermanos —le dice a María Magdalena— y diles: «Subo a mi Padre y a tu Padre, a mi Dios y a vuestro Dios»» (Jn 20,17). En este mismo sentido, la Carta a los Hebreos escribe: «Quien santifica y los que son santificados todos provienen de un mismo origen; por esto [Cristo] no se avergüenza de llamarlos hermanos» (Heb 2,11).

Después de la Pascua, este es el uso más común del término hermano; indica al hermano de la fe, miembro de la comunidad cristiana. Hermanos «de sangre» también en este caso, ¡pero de la sangre de Cristo! Esto hace que la fraternidad de Cristo sea algo único y trascendente, en comparación con cualquier otro tipo de fraternidad, y se debe al hecho de que Cristo también es Dios.

Esta nueva fraternidad no reemplaza a otros tipos de fraternidad basados en la familia, la nación o la raza, sino que los corona. Todos los seres humanos son hermanos en cuanto criaturas del mismo Dios y Padre. A esto la fe cristiana añade una segunda razón decisiva. Somos hermanos no sólo a título de creación, sino también de redención; no sólo porque todos tenemos el mismo Padre, sino porque todos tenemos al mismo hermano, Cristo, «primogénito entre muchos hermanos».

A la luz de todo esto, ahora debemos hacer algunas reflexiones actuales. La fraternidad se construye exactamente como se construye la paz, es decir empezando de cerca, por nosotros, no con grandes esquemas, con metas ambiciosas y abstractas. Esto significa que la fraternidad universal comienza para nosotros con la fraternidad en la Iglesia católica. Dejo de lado también, por una vez, el segundo círculo que es la fraternidad entre todos los creyentes en Cristo, es decir, el ecumenismo.

¡La fraternidad católica está herida! La túnica de Cristo ha sido desgarrada por las divisiones entre las Iglesias; pero —lo que es peor— cada trozo de la túnica está dividido a menudo, a su vez, en otros trozos. Hablo naturalmente del elemento humano de la misma, porque la verdadera túnica de Cristo, su cuerpo místico animado por el Espíritu Santo, nadie la podrá nunca herir. A los ojos de Dios, la Iglesia es «una, santa, católica y apostólica», y permanecerá como tal hasta el fin del mundo. Esto, sin embargo, no excusa nuestras divisiones, sino que las hace más culpables y debe impulsarnos con más fuerza para que las sanemos.

¿Cuál es la causa más común de las divisiones entre los católicos? No es el dogma, no son los sacramentos y los ministerios: todas las cosas que por singular gracia de Dios guardamos íntegras y unánimes. Es la opción política, cuando toma ventaja sobre la religiosa y eclesial y defiende una ideología, olvidando del todo el sentido y el deber de la obediencia en la Iglesia.

Esto, en muchas partes del mundo, es el verdadero factor de división, incluso si es silenciosa o desdeñosamente negada. Esto es un pecado, en el sentido más estricto del término. Significa que «el reino de este mundo» se ha vuelto más importante, en el propio corazón, que el Reino de Dios.

Creo que todos estamos llamados a hacer un examen serio de nuestras conciencias sobre este asunto y a convertirnos. Esta es, por excelencia, la obra de aquel cuyo nombre es «diábolos», es decir, el divisor, el enemigo que siembra cizaña, como Jesús lo define en su parábola (Cf. Mt 13,25).

Debemos aprender del Evangelio y del ejemplo de Jesús. Había una fuerte polarización política a su alrededor. Había cuatro partidos: los fariseos, los saduceos, los herodianos y los zelotas. Jesús no se alineó con ninguno de ellos y se resistió enérgicamente al intento de arrastrarlo a un lado o al otro.

La primitiva comunidad cristiana lo siguió fielmente en esta elección. Este es un ejemplo especialmente para los pastores que deben ser pastores de todo el rebaño, no de una sola parte de él. Por eso, son los primeros en tener que hacer un examen serio de conciencia y preguntarse a dónde están llevando a su rebaño: si a su lado, o al lado de Jesús.

El Concilio Vaticano II confía en particular a los laicos la tarea de poner en práctica, en las diversas situaciones históricas, las enseñanzas sociales, económicas y políticas del Evangelio. Estas pueden traducirse en opciones incluso diferentes, cuando sean respetuosas con los demás y pacíficas.

Si hay un carisma especial o un don que la Iglesia católica está llamada a cultivar para todas las Iglesias cristianas, es precisamente la unidad. El reciente viaje del Santo Padre a Irak nos ha hecho sentir de primera mano lo que significa para quienes están oprimidos o han sobrevivido a guerras y persecuciones sentirse parte de un cuerpo universal, con alguien que pueda hacer que el resto del mundo escuche su grito y reviva la esperanza. Una vez más se ha cumplido el mandato de Cristo a Pedro: «Confirma a tus hermanos» (Lc 22, 32).

A Aquel que murió en la cruz «para reunir a los hijos de Dios dispersos» (Jn 11,52) elevamos, en este día, «con corazón contrito y espíritu humillado», la oración que la Iglesia le dirige en cada misa antes de la Comunión:

Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: «La paz os dejo, mi paz os doy». No mires nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia, y conforme a tu palabra concédele la paz y la unidad, tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Un nombre con contenido

Con una mirada retrospectiva a ocho años de pontificado, resulta evidente que la misión de Francisco ha sido devolver al corazón de la Iglesia un aspecto central del Evangelio: el amor por los pobres.

2 de abril de 2021·Tiempo de lectura: 2 minutos

El 13 de marzo se cumplió un nuevo aniversario del momento en que un obispo de Roma llegado “desde el fin del mundo” se asomó por primera vez a la logia de la basílica vaticana. En esa tarde de lluvia rezamos junto al Papa de nombre Francisco y escuchamos la frase que ha llegado a ser el ritornello con el que concluye cada una de sus intervenciones: “recen por mí”.

Quizá no percibimos entonces la trascendencia que tenía la elección del nombre. Ahora, con una mirada retrospectiva a ocho años de pontificado, resulta evidente que la misión de Francisco -como hiciera nueve siglos antes il poverello di Assisi– ha sido devolver al corazón de la Iglesia un aspecto central del Evangelio: el amor por los pobres. Alrededor de este eje de misericordia han girado todas sus palabras, sus gestos y su acción pastoral.

El Santo Padre nos ha regalado imágenes únicas como la Misa que celebró en Lampedusa, en su primer viaje como pontífice y en plena crisis migratoria, portando un báculo hecho con la madera de un cayuco naufragado. O la apertura de la puerta santa en la catedral de Bangui, la capital de la República Centroafricana, durante el Año jubilar de la Misericordia. O su recorrido por el campo de refugiados de Moria, en la isla griega de Lesbos, junto al Patriarca Bartolomé y al Arzobispo Ieronymos. Por no hablar de la bendición urbi et orbi que impartió en una Plaza de San Pedro desierta, el 27 de marzo de 2020, ante el azote de una pandemia que -en poco más de un año- se ha cobrado millones de vidas.

En su primer encuentro con la prensa, el 16 de marzo de 2013, el Papa expresó este deseo: “¡Cómo me gustaría una Iglesia pobre para los pobres!”, y habló de san Francisco como “el hombre de la pobreza, el hombre de la paz, el hombre que ama y custodia la creación”. Tomando al santo mendicante como modelo, ha firmado encíclicas como la Laudato Si’ o la Fratelli Tutti. 

Vaticano

El Papa en la Misa Crismal: «La Cruz no se negocia»

El Santo Padre Francisco he presidido la Misa Crismal del Jueves Santo, donde recordó que "el Señor abrazó la Cruz en toda su integridad".

David Fernández Alonso·1 de abril de 2021·Tiempo de lectura: 8 minutos

A las 10:00 de la mañana del Jueves Santo, el Santo Padre Francisco ha presidido en el Altar de la Cátedra, en la Basílica de San Pedro, la Misa Crismal, liturgia que se celebra en todas las iglesias catedrales. En cambio, la Misa vespertina no la ha presidido Francisco, como estaba inicialmente previsto, sino el cardenal Giovanni Battista Re, prefecto emérito de la Congregación para los Obispos y presidente emérito de la Pontificia Comisión para América Latina.

La Misa Crismal ha sido presidida por el Santo Padre y concelebrada por algunos Cardenales y Obispos, con los superiores de la Secretaría de Estado y los miembros del Consejo Presbiteral de la diócesis de Roma. Durante la Celebración Eucarística, los sacerdotes han renovado las promesas hechas en el momento de la sagrada ordenación.

A continuación ha tenido lugar la bendición del óleo de los enfermos, el óleo de los catecúmenos y el crisma.
Publicamos a continuación la homilía que el Papa ha pronunciado tras la proclamación del Santo Evangelio:

«El Evangelio nos presenta un cambio de sentimientos en las personas que escuchan al Señor. El cambio es dramático y nos muestra cuánto la persecución y la Cruz están ligadas al anuncio del Evangelio. La admiración que suscitan las palabras de gracia que salían de la boca de Jesús duró poco en el ánimo de la gente de Nazaret. Una frase que alguien murmuró en voz baja se “viralizó” insidiosamente: «¿Acaso no es este el hijo de José?» (Lc 4,22).

Se trata de una de esas frases ambiguas que se sueltan al pasar. Uno la puede usar para expresar con alegría: “Qué maravilla que alguien de origen tan humilde hable con esta autoridad”. Y otro la puede usar para decir con desprecio: “Y éste, ¿de dónde salió? ¿Quién se cree que es?”. Si nos fijamos
bien, la frase se repite cuando los apóstoles, el día de Pentecostés, llenos del Espíritu Santo comienzan a predicar el Evangelio. Alguien dijo: «¿Acaso no son Galileos todos estos que están hablando?» (Hch 2,7). Y mientras algunos recibieron la Palabra, otros los dieron por borrachos.

Formalmente parecería que se dejaba abierta una opción, pero si nos guiamos por los frutos, en ese contexto concreto, estas palabras contenían un germen de violencia que se desencadenó contra Jesús. Se trata de una “frase motiva”, como cuando uno dice: “¡Esto ya es demasiado!” y agrede al otro o se va.

El Señor, que a veces hacía silencio o se iba a la otra orilla, esta vez no dejó pasar el comentario, sino que desenmascaró la lógica maligna que se escondía debajo del disfraz de un simple chisme pueblerino. «Ustedes me dirán este refrán: “¡Médico, sánate a ti mismo!”. Tienes que hacer aquí en tu propia tierra las mismas cosas que oímos que hiciste en Cafarnaún» (Lc 4,23). “Sánate a ti mismo…”. “Que se salve a sí mismo”. ¡Ahí está el veneno! Es la misma frase que seguirá al Señor hasta la Cruz: «¡Salvó a otros! ¡Que se salve a sí mismo!» (cf. Lc 23,35); “y que nos salve a nosotros”, agregará uno de los dos ladrones (cf. v. 39). El Señor, como siempre, no dialoga con el mal espíritu, sólo responde con la Escritura.

Tampoco los profetas Elías y Eliseo fueron aceptados por sus compatriotas y sí por una viuda fenicia y un sirio enfermo de lepra: dos extranjeros, dos personas de otra religión. Los hechos son contundentes y provocan el efecto que había profetizado Simeón, aquel anciano carismático: que Jesús sería «signo de contradicción» (semeion antilegomenon) (Lc 2,34).

La palabra de Jesús tiene el poder de sacar a la luz lo que cada uno tiene en su corazón, que suele estar mezclado, como el trigo y la cizaña. Y esto provoca lucha espiritual. Al ver los gestos de misericordia desbordante del Señor y al escuchar sus bienaventuranzas y los “¡ay de ustedes!” del Evangelio, uno se ve obligado a discernir y a optar. En este caso su palabra no fue aceptada y esto hizo que la multitud, enardecida, intentara acabar con su vida. Pero no era “la hora” y el Señor, nos dice el Evangelio, «pasando en medio de ellos, se puso en camino» (Lc 4,30).

No era la hora, pero la rapidez con que se desencadenó la furia y la ferocidad del encarnizamiento, capaz de asesinar al Señor en ese mismo momento, nos muestra que siempre es la hora. Y esto es lo que quiero compartir hoy con ustedes, queridos sacerdotes: que la hora del anuncio
gozoso y la hora de la persecución y de la Cruz van juntas.

El anuncio del Evangelio siempre está ligado al abrazo de alguna Cruz concreta. La luz mansa de la Palabra genera claridad en los corazones bien dispuestos y confusión y rechazo en los que no lo están. Esto lo vemos constantemente en el Evangelio. La semilla buena sembrada en el campo da fruto —el ciento, el sesenta, el treinta por uno—, pero también despierta la envidia del enemigo que compulsivamente se pone a sembrar cizaña durante la noche (cf. Mt 13,24-30.36-43).

La ternura del padre misericordioso atrae irresistiblemente al hijo pródigo para que regrese a casa, pero también suscita la indignación y el resentimiento del hijo mayor (cf. Lc 15,11-32).

La generosidad del dueño de la viña es motivo de agradecimiento en los obreros de la última hora, pero también es motivo de comentarios agrios en los primeros, que se sienten ofendidos porque su patrón es bueno (cf. Mt 20,1-16). La cercanía de Jesús que va a comer con los pecadores gana corazones como el de Zaqueo, el de Mateo, el de la Samaritana…, pero también despierta sentimientos de desprecio en los que se creen
justos.

La magnanimidad del rey que envía a su hijo pensando que será respetado por los viñadores, desata sin embargo en ellos una ferocidad fuera de toda medida: estamos ante al misterio de la iniquidad, que lleva a matar al Justo (cf. Mt 21,33-46). Todo esto nos hacer ver que el anuncio de la Buena Noticia está ligado misteriosamente a la persecución y a la Cruz.

San Ignacio de Loyola, en la contemplación del Nacimiento, expresa esta verdad evangélica cuando nos hace mirar y considerar lo que hacen san José y nuestra Señora: «como es el caminar y trabajar, para que el Señor sea nacido en suma pobreza, y al cabo de tantos trabajos, de hambre, de sed, de calor y de frío, de injurias y afrentas, para morir en cruz; y todo esto por mí. Después —agrega Ignacio—, reflexionando, sacar algún provecho espiritual» (Ejercicios Espirituales, 116). ¿Qué reflexión podemos hacer para sacar provecho para nuestra vida sacerdotal al contemplar esta temprana presencia de la Cruz —de la incomprensión, del rechazo, de la persecución— en el inicio y en el centro mismo de la predicación evangélica? Se me ocurren dos reflexiones.

La primera: nos causa estupor comprobar que la Cruz está presente en la vida del Señor al inicio de su ministerio e incluso desde antes de su nacimiento. Está presente ya en la primera turbación de María ante el anuncio del Ángel; está presente en el insomnio de José, al sentirse obligado a abandonar a su prometida esposa; está presente en la persecución de Herodes y en las penurias que padece la Sagrada Familia, iguales a las de tantas familias que deben exiliarse de su patria.

Esta realidad nos abre al misterio de la Cruz vivida desde antes. Nos lleva a comprender que la Cruz no es un suceso a posteriori, ocasional, producto de una coyuntura en la vida del Señor. Es verdad que todos los crucificadores de la historia hacen aparecer la Cruz como si fuera un daño colateral, pero no es así: la Cruz no depende de las circunstancias.

¿Por qué el Señor abrazó la Cruz en toda su integridad? ¿Por qué Jesús abrazó la pasión entera, abrazó la traición y el abandono de sus amigos ya desde la última cena, aceptó la detención ilegal, el juicio sumario, la sentencia desmedida, la maldad innecesaria de las bofetadas y los escupitajos gratuitos…? Si lo circunstancial afectara el poder salvador de la Cruz, el Señor no habría abrazado todo. Pero cuando fue su hora, Él abrazó la Cruz entera. ¡Porque en la Cruz no hay ambigüedad! La Cruz no se negocia.

La segunda reflexión es la siguiente. Es verdad que hay algo de la Cruz que es parte integral de nuestra condición humana, del límite y de la fragilidad. Pero también es verdad que hay algo, que sucede en la Cruz, que no es inherente a nuestra fragilidad, sino que es la mordedura de la serpiente, la cual, al ver al crucificado inerme, lo muerde, y pretende envenenar y desmentir toda su obra. Mordedura que busca escandalizar, inmovilizar y volver estéril e insignificante todo servicio y sacrificio de amor por los demás. Es el veneno del maligno que sigue insistiendo: sálvate a ti mismo. Y en esta mordedura, cruel y dolorosa, que pretende ser mortal, aparece finalmente el triunfo de Dios.

San Máximo el Confesor nos hizo ver que con Jesús crucificado las cosas se invirtieron: al morder la Carne del Señor, el demonio no lo envenenó —sólo encontró en Él mansedumbre infinita y obediencia a la voluntad del Padre— sino que, por el contrario, junto con el anzuelo de la Cruz se tragó la Carne del Señor, que fue veneno para él y pasó a ser para nosotros el antídoto que neutraliza el poder del Maligno.

Estas son las reflexiones. Pidamos al Señor la gracia de sacar provecho de esta enseñanza: hay cruz en el anuncio del Evangelio, es verdad, pero es una Cruz que salva. Pacificada con la Sangre de Jesús, es una Cruz con la fuerza de la victoria de Cristo que vence el mal, que nos libra del Maligno. Abrazarla con Jesús y como Él, “desde antes” de salir a predicar, nos permite discernir y rechazar el veneno del escándalo con que el demonio nos querrá envenenar cuando inesperadamente sobrevenga una cruz en nuestra vida.

«Pero nosotros no somos de los que retroceden (hypostoles)» (Hb 10,39) es el consejo que nos da el autor de la Carta a los Hebreos. Nosotros no nos escandalizamos, porque no se escandalizó Jesús al ver que su alegre anuncio de salvación a los pobres no resonaba puro, sino en medio de los gritos y amenazas de los que no querían oír su Palabra.

Nosotros no nos escandalizamos porque no se escandalizó Jesús al tener que sanar enfermos y liberar prisioneros en medio de las discusiones y controversias moralistas, leguleyas, clericales que se suscitaban cada vez que hacía el bien. Nosotros no nos escandalizamos porque no se escandalizó Jesús al tener que dar la vista a los ciegos en medio de gente que cerraba los ojos para no ver o miraba para otro lado.

Nosotros no nos escandalizamos porque no se escandalizó Jesús de que su proclamación del año de gracia del Señor —un año que es la historia entera— haya provocado un escándalo público en lo que hoy ocuparía apenas la tercera página de un diario de provincia. Y no nos escandalizamos porque el anuncio del Evangelio no recibe su eficacia de nuestras palabras elocuentes, sino de la fuerza de la Cruz (cf. 1 Co 1,17).

Del modo como abrazamos la Cruz al anunciar el Evangelio —con obras y, si es necesario, con palabras— se transparentan dos cosas: que los sufrimientos que sobrevienen por el Evangelio no son nuestros, sino «los sufrimientos de Cristo en nosotros» (2 Co 1,5), y que «no nos anunciamos a nosotros mismos, sino a Jesús como Cristo y Señor» y nosotros somos «servidores por causa de Jesús» (2 Co 4,5).

Quiero terminar con un recuerdo. Una vez, en un momento muy oscuro de mi vida, pedía una gracia al Señor, que me liberara de una situación dura y difícil. Fui a predicar Ejercicios Espirituales a unas religiosas y el último día, como solía ser habitual en aquel tiempo, se confesaron. Vino una hermana muy anciana, con los ojos claros, realmente luminosos.

Era una mujer de Dios. Al final sentí el deseo de pedirle por mí y le dije: “Hermana, como penitencia rece por mí, porque necesito una gracia. Si usted la pide al Señor, seguro que me la dará”. Ella se detuvo un largo momento, como si rezara, y luego me dijo esto: “Seguro que el Señor le dará la gracia, pero no se equivoque: se la dará a su modo divino”. Esto me hizo mucho bien: sentir que el Señor nos da siempre lo que pedimos, pero lo hace a su modo divino. Este modo implica la cruz. No por masoquismo, sino por amor, por amor hasta el final».

Cultura

Reliquias de Nuestro Señor: los lugares santos

La tierra que pisó Jesucristo constituye una auténtica reliquia, y nos ayuda a acercarnos más a su persona y mensaje. Repasamos algunos de los lugares relacionados con su vida, unidos a las escenas de su biografía. 

Alejandro Vázquez-Dodero·1 de abril de 2021·Tiempo de lectura: 7 minutos

Los lugares en los que vivió Jesucristo, o los que visitó, constituyen auténticas reliquias. Como señalábamos en un fascículo anterior, cualquier elemento que haya formado parte de su vida o con el que haya estado en contacto, invita a acercarse con mayor piedad a su persona y mensaje y se tiene por reliquia. Así sucede igualmente con cualquier santo de la Historia del Catolicismo: lo que usó o donde vivió adquiere ese carácter de reliquia.

En esos lugares relacionados con la biografía de Nuestro Señor se han ido edificando iglesias a lo largo del tiempo, para conmemorar su presencia e invitar a contemplar el paso del Hijo de Dios por esos lugares y, de algún modo, orar y agradecer tales gracias.

De entre los diversos criterios que caben de exposición de esos lugares, hemos optado por el cronológico. Es decir, nos referiremos a los lugares en los que estuvo Cristo, por orden, desde su nacimiento hasta su crucifixión, muerte y resurrección. Además, para contextualizar, nos referiremos a algún acontecimiento de la vida del Señor en cada uno de esos lugares. 

Nazaret

La ciudad árabe de Nazaret, hoy día la más grande de Israel, se encuentra en un valle natural a 320 metros por encima del nivel del mar, a unos 25 kilómetros del Mar de Galilea. 

Se trataría, en la época de Jesús, de una ciudad discreta, de bien pocas casas cueva de las de ese entorno. Actualmente tendrá unos 50 mil habitantes, musulmanes y cristianos. Estaría ya habitada en la edad de bronce, y se han descubierto varias casas-cuevas que serían viviendas con las dependencias propias de entonces. Con el tiempo, tras la muerte de Jesús, surgiría la comunidad judeo-cristiana, transformando algunas de esas casas-cueva en iglesias en las que se reunirían los primeros discípulos del Señor para el culto.

En Nazaret tuvo lugar el milagro de la Encarnación del Señor. Allí Miriam, una joven judía, tendría el honor de pasar a ser la Madre de Dios concibiendo en sus entrañas a Jesucristo por obra y gracia del Espíritu Santo. El arcángel san Gabriel se le aparecería con esa misión única, que Ella acogió en plenitud.

Angelus Domini nuntiavit hic Mariae

En esa ciudad destaca la basílica de la Anunciación, conmemorativa de la Encarnación del Señor y donde la tradición sostiene vivió la Virgen María. Esta basílica es el centro de Nazaret, y dentro de ella la gruta, en la que se permite una variación al texto de la oración del ángelus: se significa que ahí mismo anunció el ángel del Señor a María su embajada con el Angelus Domini nuntiavit hic Mariae. Esa inclusión del “hic”, que consta grabada en el frontal del altar de la basílica, significa que ahí mismo tuvo lugar ese misterioso acto de amor de Dios con la humanidad encarnándose en su seno inmaculado.

En Nazaret vivirá Jesús su infancia junto a José y María. Trabajaría en el taller de su padre, ya que se le conocía como “el hijo del carpintero” (cfr. Mt. 13:55).

Además de la gran basílica de la Anunciación contamos también con la iglesia de San José, donde el santo tendría su taller; y la iglesia Sinagoga, donde el Señor predicaría, dentro de la sinagoga o templo judío de la época.

La casa de Nazaret donde, según la tradición, tuvo lugar la Anunciación y luego vivirían Jesús, María y José, se encuentra en Loreto. Durante las Cruzadas, ante el avance de los musulmanes, los cristianos pensaron que el mejor modo de proteger la “santa casa” sería trasladarla de lugar. La familia Angeli a finales del siglo XIII se encargaría del traslado, en primer lugar a la actual Croacia, luego a Ancona y finalmente a Loreto, donde se halla en la actualidad. Científicamente parece descartado que la casa fuera trasladada por hombres, y las pruebas realizadas sobre la misma confirman que se trata de una edificación del siglo I. Así, la tradición sostiene que fue traslada por ángeles, y de ahí que la Virgen de Loreto sea la patrona de los aviadores.

Aim Karim

Es una antigua población del distrito de Jerusalén, donde según la tradición cristiana se produjo la visitación de María –ya en estado y a la espera de la llegada de Jesús– a su prima santa Isabel, embarazada de Juan el Bautista.

Así, refiriéndonos a ese episodio de la vida de Jesús, situamos al Señor allí porque estuvo su Madre aguardando su nacimiento en su seno.

Belén

Ciudad palestina situada en la región de Cisjordania, en los montes de Judea. Es el lugar atribuido al Nacimiento de Jesús. Además, es el lugar atribuido al nacimiento y coronación del rey David.

Actualmente se halla rodeada por murallas instaladas por el gobierno de Israel, y varios pasos de control, como medida de seguridad frente al pueblo palestino.

A Belén llegaron los Reyes Magos para adorar al Niño Jesús recién nacido. Desde Belén huiría san José con María y el Niño a Egipto, habida cuenta la orden decretada por Herodes de matar a los niños de menos de dos años, tras sentirse engañado por los Reyes Magos tras interpelarles acerca de su presencia en sus dominios y la respuesta recibida.

Caná

Ciudad situada a 10 km al sur de Tiro –actual Líbano– y a doce de la frontera norte de Israel.

Famosa por ser el lugar donde Jesús realizó el primer milagro: la transformación de agua en vino durante la celebración de una boda. Muchas parejas cristianas acuden a esa ciudad para renovar su matrimonio.

Río Jordán

Este río nace en las estribaciones septentrionales del monte Hermón, atraviesa el sureste del Líbano hacia el sur, entra en Israel y desemboca en la costa norte del mar de Galilea.

En él san Juan Bautista bautizó a Jesús justo antes de comenzar éste su ministerio público.

Mar de Galilea o lago de Tiberíades o de Genesaret

Es un lago de 21 km de longitud norte-sur y 12 km este-oeste, a una altura de 212 m bajo el nivel del mar, lo que le convierte en el lago de agua dulce más bajo del mundo.

Es importante para los cristianos ya que Jesús desarrolló buena parte de su actividad pública en torno a él, fijando su residencia en la ciudad de Cafarnaúm, al norte del lago.

Allí escogió a sus primeros discípulos, en su mayor parte pescadores. Además, en él realizó Jesús muchos milagros, como la calma de la tempestad o el caminar sobre el agua.

Cafarnaúm y el monte de las Bienaventuranzas

Cafarnaúm es un poblado pesquero ubicado en la antigua Galilea, Israel, a orillas del mar de Galilea.

Muy cerca de Cafarnaúm se halla el monte donde Jesús pronunció el discurso referido a las Bienaventuranzas o síntesis de la moralidad del mensaje de Cristo.

Betania

Se trata de una aldea situada en la falda oriental del Monte de los Olivos, en el camino de Jerusalén a Jericó, actualmente denominada Al Azariyeh.

En Betania vivían los hermanos Lázaro, Marta y María, amigos de Jesús, a quienes visitó en varias ocasiones. Desconocemos cómo se originó esa amistad, pero sí sabemos que les unía una sincera y gran amistad, por los varios detalles de cercanía que muestran los santos Evangelios. Esos tres hermanos hospedarían en repetidas ocasiones al Señor en su hogar.

En esa ciudad tendría lugar precisamente el gran milagro de la resurrección de ese amigo suyo, Lázaro. Fue tal la devoción que tuvieron en la época a ese santo lugar que se construyó un santuario junto a la tumba de Lázaro. En él se representan diversas escenas de esos encuentros de Jesús con esa familia amiga.

En Betania también vivía Simón el leproso, en cuyo hogar una mujer –María hermana de Lázaro, ya comentada, u otra María, la de Magdala– ungió a Jesús con perfume sobre su cabeza como muestra de veneración.

Jerusalén

La ciudad santa de Jerusalén se sitúa en Oriento Próximo, en los montes de Judea, entre el mar Mediterráneo y la ribera norte del mar Muerto. Ciudad afligida desde antiguo por continuas diputas sobre su soberanía y capitalidad, a fecha de hoy es la capital del Estado de Israel, si bien el Estado de Palestina reivindica la parte oriental como su propia capital. En 1980, como consecuencia de una resolución del consejo de seguridad de la ONU y en respuesta al intento de anexión a sus dominios por parte de Israel de esa zona oriental, varios países resolvieron trasladar sus embajadas de Jerusalén a la ciudad de Tel Aviv, que administrativa y políticamente vendría a ser la capital de Israel.

Jerusalén tiene un profundo significado religioso, y las tres grandes religiones monoteístas –Judaísmo, Cristianismo e Islam– la tienen por ciudad sagrada. Para el Judaísmo es allí donde el rey David estableció la capital del reino de Israel, donde se asentó el Arca de la Alianza y se construyó el templo hacia donde deben dirigirse las plegarias. Para los cristianos es allí donde fundamentalmente predicó Jesús, fue crucificado y resucitó. Para el Islam es la tercera ciudad sagrada, desde ella el profeta Mahoma subió al cielo, y allí dirigían su mirada al inicio los musulmanes al orar, antes de pasar a hacerlo a La Meca, en Arabia Saudita.

Lugares destacados en Jerusalén

En la ciudad de Jerusalén hay multitud de iglesias, que conmemoran algún acontecimiento ligado a la vida del Señor. Para los cristianos destacan, entre otras, las siguientes:

  • Basílica del Santo Sepulcro: en ella se encuentra el Calvario, donde fue crucificado Jesús, y el sepulcro donde fue sepultado. También es conocida como la basílica de la Resurrección, pues en ese sitio tuvo también lugar la resurrección del Señor.
  • Cenáculo: donde celebró Jesús la Última Cena, instituyendo la Eucaristía; además, fue donde se apareció a los apóstoles y donde recibieron en Pentecostés al Espíritu Santo.
  • Basílica de la Agonía: sita en el Monte de los Olivos, conmemora el momento en que Jesús pasó sus últimos momentos antes de emprender la Vía Dolora camino del Calvario.
  • Iglesia del Domus Flevit: conmemora el lugar desde donde el Domingo de Ramos el Señor contempló Jerusalén y lloró afligido por ella.
  • Iglesia de la Flagelación: se encuentra en la Ciudad Vieja de Jerusalén, y en su ubicación fue flagelado el Señor al inicio de su ascensión al Calvario.
  • Iglesia del Padrenuestro: en ese lugar Jesús enseñó a los discípulos esa oración dominical.
  • Iglesia de San Pedro in Gallicantu: recuerda el lugar donde estaba la casa de Caifás, quien juzgó a Cristo para su posterior condena de muerte en la Cruz.
  • Litostrotos: donde Jesús fue coronado de espinas y ultrajado por los soldados romanos.
  • Vía Dolorosa: se refiere al camino que siguió Jesús hasta el Calvario, con la cruz a cuestas. A lo largo de ese camino constan marcadas las estaciones o momentos de su suplicio hacia el lugar en el que sería crucificado. 
  • Abadía de la Dormición: esta abadía recuerda el sitio donde tuvo lugar la dormición de María antes de ser asunta al cielo.
  • Iglesia de santa Ana: conmemora el lugar donde nació la Virgen María, dedicando el nombre del templo al de su madre, Ana.
  • Edículo de la Ascensión: desde allí Jesús ascendió al cielo.
Actualidad

Consolar a Jesús, acompañar a María

Estos días no podemos acompañar por las calles a la Dolorosa, para paliar de algún modo su dolor, su desamparo, su soledad, al ver a su Hijo cosido al madero. Pero podemos hacerlo con el corazón.

Rafael Miner·1 de abril de 2021·Tiempo de lectura: 3 minutos

Cada año cobran nueva luz las estaciones del Vía Crucis. Unas veces son unas escenas del Calvario; en ocasiones, otras. La Pasión de Nuestro Señor es fuente inagotable. El otro día me entretenía mirando La Piedad de Miguel Ángel, con una Madre de Jesús sorprendentemente joven; La Dolorosa, de Murillo, y tantas Dolorosas y Soledades que han sido llevadas a hombros de costaleros por la geografía española. ¡Cómo no conmoverse ante las lágrimas de nuestra Madre!

Me detengo ahora en alguna pincelada de tres estaciones: Jesús encuentra a su Santísima Madre (lV estación), Muerte de Jesús en la Cruz (XII estación), y Desclavan a Jesús y lo entregan a su Madre (XIII estación). Lo intentaremos hacer de la mano de dos santos universales, santa Teresa de Jesús y san Josemaría Escrivá, y un arzobispo recién fallecido a causa de la pandemia, don Juan del Río, a buen seguro uno de esos “santos de la puerta de al lado”, como los denomina el Papa Francisco.

Gemidos en la epidemia de 1580

En 1580, una epidemia de gripe asoló Europa, y se llevó por delante a muchas personas; entre ellas, varios amigos de Teresa de Ávila, como el caballero don Francisco de Salcedo, el arzobispo de Sevilla don Cristóbal de Rojas, y el P. Baltasar Álvarez, su antiguo confesor, a quien lloró mucho Teresa. También falleció ese mismo año su hermano e hijo espiritual, Lorenzo de Cepeda. 

“La herida fue honda y le arrancó gemidos”, escribe Marcelle Auclair en su biografía sobre la santa. “No sé para qué me deja Dios sino para ver muertes de siervos de Dios, que es gran tormento”, escribió Teresa de Jesús a los 65 años, enferma casi siempre y sin embargo de asombrosa resistencia.

Llegó a estar decaída, sin ánimos, como tantos hoy, y se resistía a fundar los monasterios de Palencia y de Burgos. Hasta que “un día, después de comulgar, el Señor le repuso con tono de reproche: ‘¿Qué temes? ¿Cuándo te he yo faltado?  El mismo que he sido, soy ahora; no dejes de hacer estas dos fundaciones’. A lo que la Madre exclamó: ‘¡Oh, gran Dios, y cómo son diferentes vuestras palabras a las de los hombres! Así quedé determinada y animada, que todo el mundo no bastara a ponerme contradicciones”.

“Teresa de Jesús pronunció su palabra favorita: determinación”, señala la biógrafa. “La voluntad se ha fortalecido tanto en ella que cuanto decide una cosa puede darse por hecha”, porque “el Señor ayuda a quieres determinan servirle y glorificarle”. Son palabras de Teresa de Jesús.

“No queremos dejarla sola”

En estos días intensos, en los que revivimos los misterios de nuestra fe, muchos nos preguntamos cómo consolar a Jesús, y acompañar a Santa María. El encuentro de Jesús con su Santísima Madre en la vía dolorosa, por las calles de Jerusalén, nos da una pista. Es la IV estación. 

A esa voluntad de Dios se refiere san Josemaría en su libro Vía Crucis: “En la oscura soledad de la Pasión, Nuestra Señora ofrece a su Hijo un bálsamo de ternura, de unión, de fidelidad: un sí a la voluntad divina. De la mano de María, tú y yo queremos consolar a Jesús, aceptando siempre y en todo la Voluntad de su Padre, de nuestro Padre”, escribe.

En el Calvario, cuánto querríamos tener la fortaleza del joven apóstol Juan, para estar al pie de la Cruz con María, y recibirla como Madre. Porque “la Virgen Santísima es nuestra Madre, y no queremos ni podemos dejarla sola”, exclama el fundador del Opus Dei en esta obra póstuma, que vio la luz en 1981, seis años después de su muerte.

Anegada en dolor con su Hijo en brazos, queremos acompañarla estos días, con el amor.

“Nuestra soledad, derrotada”

El 1 de enero de 2018, el Papa Francisco decía en la solemnidad de la Madre de Dios: En su Madre, el Dios del cielo, el Dios infinito se ha hecho pequeño, se ha hecho materia, para estar no solamente con nosotros, sino también para ser como nosotros. 

He aquí el milagro, la novedad: el hombre ya no está solo; ya no es huérfano, sino que es hijo para siempre. El año se abre con esta novedad. Y nosotros la proclamamos diciendo: ¡Madre de Dios! Es el gozo de saber que nuestra soledad ha sido derrotada”.Estas palabras nos traen a la memoria tantas soledades de nuestro mundo. Don Juan del Río, el arzobispo castrense recién fallecido, se refería hace unos años al drama de la soledad. “De ahí que la familia deba ser rehabilitada en la primacía del amor y la unidad; también sintiéndonos parte de esa otra familia, la Iglesia, que nos acompaña en todas nuestras soledades y vacíos existenciales, ofreciéndonos la compañía de Alguien que nunca nos abandona, hasta más allá de la muerte: Jesucristo, el Señor”. Santa María, Madre Dolorosa, Madre de la Iglesia, ruega por nosotros.

Vencedores y vencidos

Entramos en el Triduo Pascual. El punto álgido de toda vida cristiana. ¿Qué tendrá que ver la supuesta muerte de uno en Jerusalén con mi vida en este abril de 2021? Es un misterio, pero es así: la fe es un don.

1 de abril de 2021·Tiempo de lectura: 2 minutos

Entramos en el culmen del año cristiano. El triduo pascual nos sumerge en los acontecimientos históricos de los que brota el cristianismo: la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de Nazaret, Jesucristo, el hijo de Dios. 

Es la síntesis de la fe, a cuyo anuncio denominamos kerygma y que consiste en una buena noticia: que la muerte ha sido vencida, que hay alguien que nos ha amado tanto que ha sido capaz de dar la vida por nosotros para salvarnos de las garras de la muerte.

¡Que no nos morimos! ¡Que la muerte se ha convertido en un paso hacia la vida!

La noticia es buena ¿verdad? La pena es que no todos se la creen. Piensan que es una fake new, una de esas leyendas que, por repetidas, no se convierten en reales. ¿Qué tendrá que ver la supuesta muerte de uno en Jerusalén con mi vida en este abril de 2021? Es un misterio, pero es así: la fe es un don.

Jesús hablaba en cuentecillos, en parábolas «para que, viendo, no vean, y oyendo no entiendan». Es una forma de dejarnos en libertad, de no obligarnos a creer. Siendo Dios, podría explicarnos su misterio de forma tan evidente que no tuviéramos más remedio que creer, pero lo explica con analogías porque hace falta libertad para amar de verdad y, la fe, es, eminentemente amar a Dios. En este sentido, la vida de Jesús es la gran parábola. Te puedes quedar en la historia y ser un mero espectador de la vida de Jesús, como quien solo va a ver las procesiones de Semana Santa por su espectacularidad y belleza, o dar el paso, creértela y que tu vida cambie en estos días y para siempre.

En una siniestra coincidencia, el pasado jueves 25 de marzo, Día de la Anunciación del Señor y Jornada por la Vida, el BOE publicó la nueva ley que regula la eutanasia y el suicidio asistido en España y que entrará en vigor en unos meses. Es una nueva victoria de la cultura de la muerte, que afirma que hay vidas que no merecen la pena. Si una vida no sirve, se tira; porque, si no hay vida más allá, solo vale lo que es útil acá.

Por eso, la fe en la Resurrección es trascendental, porque nos abre las puertas del cielo, nos da una dignidad infinita como eterna es la vida nueva que se nos regala. Este concepto de que cada persona es infinitamente valiosa es por el que los cristianos han sido siempre punta de lanza en el acompañamiento a los que, según la sociedad, menos importan: los pobres, los enfermos, los ancianos, los huérfanos, los presos, las mujeres prostituidas… Es la cultura de la vida, que proclama que todo ser humano tiene una dignidad irrenunciable.

La aprobación de la ley de la eutanasia fue acogida con cuatro minutos de aplausos de los diputados. Eran conscientes de que aquello era un momento histórico. Y desde luego que lo fue. Creyendo vencer, estaban siendo derrotados por la muerte. Viendo, no ven.

En la vigilia pascual celebraremos la victoria definitiva de la vida. ¿Seremos capaces de celebrarlo de forma que el mundo entero se dé cuenta de ello? En nuestras manos está ser testigos de esto: ¡Que somos vencedores, y no vencidos!

El autorAntonio Moreno

Periodista. Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Bachiller en Ciencias Religiosas. Trabaja en la Delegación diocesana de Medios de Comunicación de Málaga. Sus numerosos "hilos" en Twitter sobre la fe y la vida cotidiana tienen una gran popularidad.

Evangelización

Jacques Philippe: “Orar es, ante todo, acoger una presencia”

Jacques Philippe es, sin duda, uno de los autores espirituales más conocidos de nuestro tiempo. A través de sus numerosas obras y retiros, este autor ha llevado a miles de personas, laicos, sacerdotes, conversos o incluso no creyentes por caminos de oración y vida cristiana en el mundo de hoy.

Maria José Atienza·31 de marzo de 2021·Tiempo de lectura: 2 minutos

Omnes recoge en su número impreso de este mes de abril de 2021, una entrevista con este francés, miembro de la comunidad de las Bienaventuranzas que responde a cuestiones de actualidad como el dolor, la libertad o la necesidad de oración en nuestro mundo.

La experiencia de la pandemia ha “descolocado” a muchas personas no creyentes pero también a otras muchas, con fe pero que, en estos momentos, se preguntan:»¿cómo puede Dios permitir esta situación?»

Nos enfrentamos a la eterna cuestión de la existencia del mal en el mundo. La verdadera pregunta que hemos de hacernos, en mi opinión no es, «¿Por qué esta situación?», ya que siempre hay una parte desconocida… sino: «¿Cómo puedo vivir esta situación de manera positiva y acogerla como una posibilidad de crecimiento humano y espiritual?”

He constatado que esta situación ha hecho a muchas personas dar un salto espiritual, una mayor intensidad de oración, un compromiso más fuerte para anunciar el Evangelio, gracias a Internet, por ejemplo. Corresponde a cada uno descubrir cómo esta situación le invita a progresar en la fe, en la esperanza, en la caridad.

Como sociedad, ¿pensábamos que éramos capaces de realizar todo lo que nos viniera en gana? Esta experiencia humana ¿no la habíamos llevado, también, al ámbito de la vida cristiana?

A veces sí. La fragilidad, incluso la impotencia, que experimentamos nos recuerda que la fe no es el ejercicio del poder, sino la entrega de nuestra debilidad y fragilidad en manos de Dios. Esta situación de debilidad que estamos atravesando nos invita no a encontrar nuestra seguridad en nuestro poder, en nuestra capacidad para resolverlo o para entenderlo sino a poner nuestra seguridad en el abandono confiado en manos de nuestro Padre Celestial, tal como nos propone el Evangelio.

¿Cómo habla con Dios una persona como Jacques Philippe, que dedica su vida a hablar de Dios?

Suelo utilizar, muy a menudo las palabras de la Escritura, en particular los salmos, y las oraciones que nos ofrece la Iglesia. Creo que la oración más profunda no se trata tanto de hablar con Dios, sino simplemente de estar en su presencia en un acto de fe, acoger su amor y ofrecerse a Él a cambio. Todo esto, a través de una actitud muy sencilla del corazón, más allá de las palabras y las experiencias sensibles. Orar es, ante todo, acoger una presencia.

Una de las características de nuestro mundo es la cultura del selfie: nos miramos a nosotros mismos continuamente. ¿Cómo evitar que esto suceda en nuestra relación con Dios?

Existe una cierta obsesión por la imagen de uno mismo en nuestro mundo. Tratamos de darles a los demás una buena imagen de nosotros mismos. Terminamos existiendo sólo a los ojos de los demás. La oración nos ayuda a vivir bajo la mirada de Dios. Nuestra verdadera identidad, nuestra profunda belleza, no es algo que tenemos que producir, fabricar, algo de lo que tenemos que convencer a los demás sino que es algo que recibimos gratuitamente de Dios

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Evangelización

Los santos: evangelio vivo

La vida de los santos constituye un poderoso argumento de credibilidad, ya que ellos demuestran de modo concreto y eficaz la veracidad del evangelio.

José Miguel Granados·31 de marzo de 2021·Tiempo de lectura: 2 minutos

Decía el joven Carlo Acutis, recientemente beatificado: “Estoy feliz de morir, porque he vivido mi vida sin perder un minuto en aquellas cosas que no agradan a Dios”. La vida de los santos constituye un poderoso argumento de credibilidad. Ellos demuestran de modo concreto y eficaz la veracidad del evangelio, que no se queda meramente en doctrina teórica ni menos aún en ideología, sino que contiene la semilla divina para desarrollar la excelencia en la existencia personal, en las sociedades y en las culturas. 

Cercano y poderoso

Sus vidas intensas, impulsadas por la fe, muestran de modo cercano y poderoso el humanismo definitivo contenido en el mensaje cristiano, que hace presente en el mundo la novedad sobrenatural del Reino de Dios. Su existencia, llena del fuego del Espíritu, refuta no solo la impostura de un pretendido humanismo ateo, desmentido además por los terribles regímenes totalitarios del mundo contemporáneo, sino también la pretensión de un cristianismo tibio y mediocre, mundanizado, incapaz de transmitir la vida de fe.

Evangelio vivo

Los santos son realmente evangelio vivo, vivido, expresado en la historia de personas de todas las condiciones: son prolongación o continuación de Cristo mismo y de su obra en el tiempo y en el espacio, en la amplísima variedad de circunstancias, formas y opciones. La Iglesia presenta todos estos testimonios asombrosos pero asequibles, tangibles, -los santos “de la puerta de al lado” (Francisco), “de la vida ordinaria” (san Josemaría)- como motor fundamental de su misión evangelizadora.

Atracción hacia Jesús

Las vidas luminosas y sencillas, verdaderamente virtuosas, de los santos, convencen de la plenitud que ofrece Cristo. Son “el rostro mas hermoso de la Iglesia, esposa de Cristo” (Francisco); son destello de la belleza divina encarnada. Atraen fuertemente hacia Jesús, causa de redención universal y modelo acabado para todos, mediante su sabiduría superior, eterna; influyen poderosamente con su vida de oración, de intercesión y de sacrificio escondido; regeneran los pueblos con su ejemplo de caridad generosa, audaz y heroica.

Así oraba santa Faustina Kowalska: “Ayúdame, Señor, a que mis ojos sean misericordiosos, para que yo jamás recele o juzgue según las apariencias, sino que busque lo bello en el alma de mi prójimo y acuda a ayudarle.”

Los santos y las santas “han sido siempre fuente y origen de renovación en las circunstancias más difíciles de la historia de la Iglesia” (san Juan Pablo II). Ellos se perfilan como “estrellas de esperanza”, y señalan a Cristo como el único Salvador (Benedicto XVI). Son luminaria clara y guía segura en la peregrinación terrena hacia el cielo. 

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Lecturas del domingo

Lecturas del domingo de Resurrección

Andrea Mardegan comenta las lecturas del domingo de Resurrección 

Andrea Mardegan·31 de marzo de 2021·Tiempo de lectura: 2 minutos

En la Vigilia Pascual leemos la resurrección según Marcos. María de Magdala, María la madre de Santiago el menor, y Salomé, habían seguido y servido a Jesús desde Galilea, han visto su cruz y su sepultura. Los hombres se han escapado y están consternados. Las mujeres, portadoras de vida, van hacia donde les lleva el corazón, hacia el sepulcro, con la fuerza del amor que quieren manifestar hasta el final, con el deseo antiguo de toda la humanidad de llenar de afecto el cuerpo ya frío de una persona amada, con los aceites aromáticos comprados con anticipación, quién sabe cuándo. Con el ingenio del amor, que es más fuerte que la muerte. 

Pero la muerte hasta aquel día tenía la palabra definitiva. Habían observado a José de Arimatea que envolvía el cuerpo de Jesús en una sábana nueva, lo deponía en un sepulcro excavado en la roca y hacía rodar una piedra para cubrir su entrada. Habían memorizado todo. 

Van al amanecer: se citaron, se levantaron de noche y, en cuanto pudieron moverse, van. Fuertes por el amor a Jesús, y por la amistad entre ellas. No las detiene la imposibilidad física de mover la piedra, la imposibilidad de la humanidad de mover la certeza granítica de la muerte. Y así el gesto de su cuerpo “levantando la mirada” se convierte para los creyentes en un gesto de fe: si miras hacia arriba, verás que la piedra de la muerte ha sido destruida por este día de la resurrección. Entran sin miedo, es más, con el deseo de acariciar con el aceite aromático aquel cuerpo tan amado: son expertas en la muerte, como toda la humanidad. Y en lugar de un cadáver destrozado, encuentran a un joven, no tendido, sino sentado; no desnudo, sino vestido de gloria, y entonces les entra el miedo. 

Aquella voz joven de cielo sobre la tierra, las anima: “No tengáis miedo”. ¡El crucificado ha resucitado! Mirad su sepulcro, está vacío. Sed vosotras quienes los anunciéis a los discípulos y a Pedro, que es el jefe. No importa que haya renegado de él, porque Dios no echa el traidor, sino que lo perdona y rehabilita. Vosotras, mujeres, que no podéis ser testigos, sois las elegidas por Dios como testigos de la resurrección de su Hijo, delante de los jefes de la Iglesia. Jesús Nazareno os espera a todos en Galilea, donde ha iniciado este Evangelio. Recordad todo lo que ha hecho y dicho con la luz de esta mañana. En el evangelio de la Vigilia no se lee un versículo como el siguiente: “Ellas salieron y huyeron del sepulcro, pues estaban sobrecogidas de temblor y fuera de sí. Y no dijeron nada a nade, porque estaban atemorizadas”. Que nuestro miedo humano frente al misterio de la vida nueva en Cristo se convierta en valor, que el silencio se transforme en palabra, y que la fuga se cambie en regreso y cercanía. 

España

“Vivir la Semana Santa con todos los sentidos”, exhortan los pregoneros

Mientras en 2020 se suspendieron la mayoría de los pregones de Semana Santa en España, este año han cobrado nueva vida, también por las redes, a pesar de la pandemia y los cierres perimetrales.

Rafael Miner·31 de marzo de 2021·Tiempo de lectura: 4 minutos

El confinamiento en el que los españoles vivimos la Semana Santa el pasado año, en medio de una primera ola de contagios y fallecidos en máximos, ha dejado paso este año, con el comienzo de la vacunación, a retomar los pregones de Semana Santa, aunque las procesiones o las pasiones vivientes se hayan suspendido debido a las medidas sanitarias de prudencia. 

Entre las fórmulas elegidas en 2021 se encuentran la tradicional del conferenciante o pregonero en un templo, normalmente la catedral, como la del cardenal Carlos Amigo en Madrid, o el de la historiadora y profesora universitaria de Historia del Arte, María Antonia Fernández del Hoyo, en Valladolid; el pronunciado a través de las redes, como fue el caso de la periodista Cristina del Olmo en la diócesis de Barbastro-Monzón, que dictó el pregón desde su parroquia de Santa María la Antigua de Vicálvaro (Madrid); o las de Sevilla y Córdoba, que tuvieron lugar en sendos teatros. 

En la capital hispalense, se organizó en el teatro de la Maestranza un acto de homenaje al pregón de la Semana Santa, en el que participaron varios de los grandes pregoneros de los últimos treinta años, además de Julio Cuesta, nombrado para el año pasado. Y en Córdoba, el gran Teatro fue escenario de un pregón ciertamente original, presentado por Rafael Fernández, quien iba a pronunciar el suspendido de 2020, y compuesto por textos seleccionados de los pregones de diversos años.

“La creatividad del amor”

Como señaló Cristina del Olmo, presentada por la redactora jefe de la revista Ecclesia, Sara de la Torre, “esta Semana Santa que, por segundo año consecutivo se celebrará con más o menos presencia en las iglesias, según las restricciones establecidas por la evolución de la pandemia, nos lleva a poner en práctica más que nunca la ‘creatividad del amor’”. 

Será una Semana Santa sin procesiones”, añadió Del Olmo, “pero estoy segura que saldrá vuestro corazón cofrade a las calles y seguiréis dando testimonio de la fe en la resurrección con vuestros gestos de alegría y de ternura hacia los demás”, añadió la periodista, que trabaja actualmente en la Conferencia Episcopal Española (CEE).

“Os he llevado todo este año en mi corazón con una especial emoción. Me gustaría citar aquí a todos y cada uno de vosotros que habéis perdido a un familiar, que estáis pasando por situaciones duras por falta de trabajo, de soledad o de enfermedad. Para vosotros especialmente la vivencia de la Pasión y la Resurrección tendrá más sentido que nunca”, añadió, para terminar con esta llamada a la evangelización: “Seamos apóstoles de calle, capaces de anunciar al Dios vivo, al que camina con nosotros. Seamos apóstoles que alegren la vida al prójimo”.

“Unirse a los sentimientos de Cristo”

“Aquí y ahora, pondremos gratitud en la celebración de ayer y viviremos la de hoy con fe y devoción”, con “normas que hemos de acatar”, porque “si queremos ser buenos cristianos tendremos que ser honrados ciudadanos”, comenzó señalando en la catedral de la Almudena el cardenal Carlos Amigo, arzobispo emérito de Sevilla. En sus palabras, subrayó que la Semana Santa enlaza con la “Buena Noticia de la Pasión, Muerte y Resurrección”, y que “un cristiano se une a los sentimientos de Cristo y quiere identificarse con Él”.

Su consejo práctico se centró la vivencia de estos días santos. “La Semana Santa hay que vivirla con todos los sentidos”, encontrándonos con el Señor. “Veremos sus gestos, su rostro herido, oiremos sus palabras, que hablan de su sumisión a la voluntad de Dios Padre, tocaremos sus heridas y haremos nuestro su dolor”, manifestó.

El cardenal Amigo, que es gran prior de la Lugartenencia de España de la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén, añadió que la Semana Santa es una ocasión para “reencontrarse con lo mejor de nuestra condición de creyentes” y destacó que el “rostro maltratado” de Cristo “no deja indiferente”, sino que lleva a ser “testigo” en medio del dolor y la incertidumbre, también en este tiempo de pandemia, con “incomprensiones, tropiezos y resbalones de todo tipo”, tal como han recogido la cadena Cope y la web del arzobispado de Madrid.

“Preparad mentes y corazones, sentimientos y fe para honrar y vivir con la devoción más sincera y profunda la Pascua del Señor Resucitado. Y que todo sea para alabanza de Dios, de Jesucristo el Salvador y Redentor, y de su bendita Madre la Virgen María”, concluyó.

En su presentación, el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, destacó del cardenal Amigo, entre otras cosas, que sabe “establecer lazos de comunión con las personas”, hasta el punto de que es “el obispo de España que más ha hecho por las relaciones interconfesionales”.

“Nos regaló la libertad”

Junto a la figura del Ecce Homo de Gregorio Fernández, perteneciente a la Cofradía Penitencial de la Santa Vera Cruz, la historiadora María Antonia Fernández manifestó en la catedral de Valladolid: “La Semana Santa es recuerdo y vivencia de quien con su muerte nos regaló la libertad, la vida auténtica. Pregonamos en voz alta el amor frente al egoísmo, la esperanza frente al pasotismo. Pregonamos un mundo nuevo, siempre haciéndose, en transformación, donde el hombre es pieza clave, por ser redimido por Jesús”.

“La Semana Santa tiene un profundo significado para los cofrades y para todos los creyentes mucho más”, a juicio de la historiadora, a la que le “parece absurdo contraponer el sentido devocional, el contenido religioso de una escultura, a su interés artístico. Cuanto más hermosa sea una obra de arte, tanto más llegará a la sensibilidad de quien la contempla”.

“Es mucho lo que la historia del Arte debe a la religión católica”, señaló, como recoge El Norte de Castilla. “El mecenazgo de la Iglesia, también de tantos creyentes laicos, ha permitido la creación de un inmenso patrimonio artístico”, añadió María Antonia Fernández en un acto en el que estuvo presente el alcalde de la capital vallisoletana, Oscar Puente, junto al arzobispo y cardenal Ricardo Blázquez, y el obispo auxiliar, Luis Argüello, secretario general y portavoz de la CEE.

España

Card. Cañizares: «El reto de la Iglesia de hoy es que la gente crea»

Antonio Cañizares Llovera es uno de los prelados que mejor conoce la Iglesia, tanto universal como española. Pastor de diócesis como Granada, Toledo o Valencia, su trabajo en la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos le hizo “ver la Iglesia tal y como es: misterio de unidad y conocer las Iglesias jóvenes y necesitadas del Tercer Mundo”. 

Maria José Atienza·30 de marzo de 2021·Tiempo de lectura: 3 minutos

Omnes recoge, en su versión impresa de este mes de abril, una extensa entrevista con el Cardenal Arzobispo de Valencia quien, en los últimos meses ha protagonizado no pocos titulares con iniciativas como la salida de Nuestra señora de los Desamparados en un coche por las calles de Valencia o la creación de la Fundación Pauperibus a través de la que el Obispado se desprenderá de varios bienes para poner el dinero al servicio de los más necesitados. 

“La Virgen salió porque ella quería salir”

En las últimas semanas, le hemos visto recorrer hospitales y otros lugares de Valencia junto a la imagen peregrina de la Virgen de los Desamparados en el llamado Mare-Móvil ¿De dónde surgió la idea de esta peculiar salida mariana? 

La Virgen salió porque Ella quería salir. Quería visitar a la gente, estar con la gente y hemos hecho caso a la Virgen. Lo que hemos hecho, sencillamente, es aquello que Nuestra Madre quería y lo que el pueblo valenciano quería también. Al inicio de la pandemia ya me lo pidieron, pero, en estas últimas semanas, era tan insistente la llamada que nos hacía la Virgen, ese deseo suyo de ver a su pueblo, que me dije “Hemos de consentir esa petición, porque no es nuestra, es de Nuestra Madre”. Eso es lo mas bonito de esta salida. No ha sido una salida sin más. Yo pude acompañarla un día y fue, para mí, una jornada de gracia, de luz y de esperanza.

Ha habido anécdotas preciosas. Anécdotas que expresan cómo es el pueblo valenciano y cómo vive aquello que se dice en nuestro himno a la Virgen “la fe per Vos no mor”: la fe no muere gracias a Ella. 

Una de las iniciativas que usted ha anunciado es la creación de de la fundación Pauperibus, a través de la que se venderán algunos bienes patrimoniales de la diócesis para destinar el dinero a los más pobres. ¿Cuál es la razón de una nueva iniciativa de este tipo?

En Valencia tenemos los ejemplos de santos obispos como santo Tomás de Villanueva o el beato cardenal Ciriaco María Sancha, quien murió tras visitar a los más pobres en una helada en Toledo… ¿Cómo yo, siendo sucesor de estos obispos, no iba a hacer algo semejante? Pauperibus es eso: una fundación para los más pobres. Por eso ha sido acogida estupendamente por sacerdotes y fieles. Se trata de hacer rendir unos bienes del obispado, en concreto, varios cuadros. ¿Dónde está mejor el dinero de los pobres? ¿colgado?, ¿o puesto al servicio de los más necesitados, haciendo negociar lo que hemos recibido del Señor? 

Todo lo hemos recibido, nada es nuestro, todo es de Dios, y Dios ama a los últimos. La Iglesia es pobre y ha de aparecer como lo que es: pobre. Su riqueza es Dios y nada más que Dios. 

«En Roma ví la Iglesia como es: misterio de comunión»

Usted ha desarrollado su labor pastoral en el corazón de la Iglesia, entreo otras, como Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. ¿Qué recuerda del trabajo de aquellos años?

Recuerdo todo. Mi comunión profunda con el papa Benedicto XVI, también con el Papa Francisco. Allí vi la Iglesia como es: misterio de comunión, misterio de unidad. 

Para mi ha sido un regalo mi paso por Roma, conocer de cerca las iglesias del tercer mundo, las iglesias pobres, las iglesias necesitadas.

¿Cuáles son, a su juicio, los retos principales de la Iglesia?

El reto principal de la Iglesia hoy es que la gente crea. Que las personas conozcan y sigan a Jesucristo. Es el reto de los primeros tiempos, evangelizar, hacer discípulos, seguidores de Jesús que realmente sigan esa vida nueva que encontramos con Cristo.

La version íntegra de esta entrevista la puedes encontrar en el número impreso de Omnes correspondiente al mes de abril de 2021
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España

“Ten esperanza, un ladrón se salvó”: la campaña de la ACdP para estos días

El testimonio de conversión de Ángel López Berlanga será visible en 400 marquesinas y anuncios en el Metro de más de cuarenta ciudades españolas. Un traficante de drogas que cambió su vida a raíz de una procesión en el centro donde estaba preso.

Maria José Atienza·30 de marzo de 2021·Tiempo de lectura: < 1 minuto

Es el buen ladrón del siglo XXI, que se encontró con la Cruz sin quererlo en las peores condiciones, pero, a raíz de ese encuentro por procesión en el centro donde estaba preso se inicia su proceso de conversión con las mismas palabras de hace mas de 2000 años «Acuérdate de mi,….». 

La creatividad de la campaña es una ilustración del Gólgota, con el mensaje Ten esperanza, un ladrón se salvó y, a través del código QR se puede acceder al testimonio de Ángel López Berlanga. Es un mensaje de esperanza para recordarnos que todos estamos llamados a la vida eterna, igual que san Dimas, el buen ladrón.

La campaña estará presente durante toda la Semana Santa hasta el martes de Pascua en las ciudades de Santander, Vigo, Sevilla, Málaga, Salamanca, Burgos, Valencia, Zaragoza, Alicante, Almería, Cádiz, Castellón, Oviedo, Murcia, Pontevedra, Vitoria, Gijón, Granada, Huelva, Valladolid, Pamplona, León, Logroño, Gerona, Lérida, Cuenca, Albacete y Madrid. Además, también estará en las localidades de Sabadell, Badalona, Elche, Alcoy, Lorca, Alcobendas, Boadilla del Monte, Coslada, Getafe, Leganés, Móstoles, Pozuelo de Alarcón, San Sebastián de los Reyes, Torrejón de Ardoz y en el Metro de Madrid.

Vía Crucis las marquesinas de Málaga:

Además, en el centro de la ciudad de Málaga, la ACdP ha dispuesto un Vía Crucis. En sus calles estarán disponibles las estaciones en varias marquesinas con un código QR que enlaza a los textos que propone el Vaticano para esta práctica de piedad propia de los días de Semana Santa.

Actualidad

Alejandro Arellano, nuevo Decano del Tribunal de la Rota

El Santo Padre ha publicado hoy el nombramiento de Mons. Alejandro Arellano Cedillo que ejercía como Auditor este mismo Tribunal hasta el momento.

Maria José Atienza·30 de marzo de 2021·Tiempo de lectura: < 1 minuto

Alejandro Arellano Cedillo, natural de Olías del Rey, fue ordenado sacerdote el 25 de octubre de 1987 en Toledo. Es Doctor en Derecho canónico por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Entre las tareas que ha llevado a cabo se cuentan la de Vicario Judicial adjunto en la Archidiócesis Metropolitana de Madrid y Juez del Tribunal de la Rota de la Nunciatura Apostólica en España. Es profesor de Derecho Canónico y Jurisprudencia. Desde 2007 es Prelado Auditor del Tribunal de la Rota Romana. Es además profesor visitante de la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad Eclesiástica San Dámaso. Como Decano de la Rota,  sustituye a monseñor Pío Vito Pinto, de 79 años de edad. 

Educación

¿Cambiaría la clase de Religión si se basa en las competencias?

Dependiendo de la aplicación de uno u otro modelo pedagógico, esto afectaría al enfoque del propio currículo de la Religión.

Javier Segura·29 de marzo de 2021·Tiempo de lectura: 3 minutos

Estos días la educación ha vuelto a estar en el centro de las noticias. El motivo es que se ha propuesto el modelo de nuevo currículo en el marco de la ley educativa LOMLOE. Hemos podido leer en la prensa que el Gobierno planea un vuelco a la educación para que no sea memorística o y que el eje central de la educación sea el proceso de aprendizaje por competencias. También se está hablando en los medios de comunicación de cómo la ministra Celaá quiere  impulsar en el sistema educativo el modelo de ámbitos de aprendizaje, rompiendo de alguna manera el concepto de asignatura. Y con estos otros muchos temas y debates propios del ámbito educativo están ocupando las páginas de los periódicos como la codocencia, los proyectos de aprendizaje-servicio y otros tantos.

Todo ello afectará a la enseñanza de la Religión en la escuela. No puede ser de otra manera, ya que se inserta en el ámbito escolar plenamente. ¿Qué repercusiones puede tener este nuevo modelo? ¿En qué cambiaría la enseñanza religiosa escolar si se basa en las competencias o si se propone dentro de un ámbito de aprendizaje y no como asignatura?

Desde luego que habría consecuencias de tipo organizativo, laboral o de enfoque del propio currículo de la Religión, dependiendo de la forma en la que se apliquen esos modelos pedagógicos.

La utilización de nuestra memoria, no solo en el aprendizaje sino en la vida en general, es un aspecto lleno de matices que merece la pena una reflexión mucho más amplia.

Javier Segura

Me gustaría analizar el que quizás sea el planteamiento más medular de la nueva ley, que es el aprendizaje por competencias. En distintos medios de comunicación se ha presentado como contrario un  aprendizaje contrapuesto al memorístico. De entrada habría que señalar que esa dialéctica es totalmente falsa. No se contraponen, sino que deben potenciarse mutuamente. Y en cualquier caso, el tema de la utilización de nuestra memoria, no solo en el aprendizaje sino en la vida en general, es un aspecto lleno de matices que merece la pena una reflexión mucho más amplia.

¿En qué consiste el aprendizaje por competencias? La idea central es que es un aprendizaje en el que el niño debe ser capaz de aplicar a la vida esos contenidos que aprende en el aula, de forma que lleguen a ser transformadoras de su propia persona. Pasar de los simples contenidos abstractos y desconectados de la vida, a un aprendizaje en el que el alumno sea capaz de aplicarlos a su cotidianeidad de manera natural. La unión europea propone ocho competencias clave para todo el sistema educativo, pero la propia dinámica de aprendizaje competencial es el modelo a seguir en las distintas asignaturas.

Dos conclusiones se desprenden de este planteamiento. La primera es que es necesario tener una serie de conocimientos si se han de aplicar a la vida. Los contenidos intelectuales y su memorización no sólo no son contrarios al aprendizaje sino que son necesarios. La segunda conclusión es que el aprendizaje por competencias es otra forma de referirnos a esa educación para la vida que, desde la asignatura de Religión, hemos tenido siempre como objetivo. Un aprendizaje que no se quede solo en los conceptos sino que se lleve al día a día, que transforme nuestra forma de estar en el mundo. Que nos lleve a comprender el mundo y a interactuar con él con la mirada y los criterios de Jesús de Nazaret.

La asignatura de Religión ha tenido siempre como objetivo la educación para la vida

Javier Segura

Este planteamiento, en realidad, no es novedoso. Ha sido la clave que han utilizado los grandes educadores cristianos a lo largo de la historia. Siempre se ha hablado de la necesidad de formar la inteligencia, pero también de educar el corazón y los afectos. Y así tener en cuenta la totalidad de la persona, también de su esquema de valores y cómo los aplica en su vida ordinaria.

La LOMLOE con su propuesta de aprendizaje competencial nos ofrece en este aspecto un respaldo pedagógico y legal para una educación integral en la que propongamos sin miedo y de forma renovada la formación integral de la persona desde el humanismo cristiano y su interacción en la sociedad acorde a la visión que parte del evangelio.

Un auténtico reto. Una verdadera oportunidad.

América Latina

Uruguay: sobrevivir en un país laico

Aunque con una tasa muy elevada de personas que dicen no tener afiliación religiosa, así como una cultura secularizada que está calando en la sociedad, no obstante la Iglesia en Uruguay está viva.

Jaime Fuentes·29 de marzo de 2021·Tiempo de lectura: 5 minutos

Fue el jueves 15 de septiembre de 2011, en Castelgandolfo. Éramos 119 los obispos que terminábamos el curso para nuevos prelados y ninguno esperaba la noticia que nos dio el Cardenal Ouellet cuando terminó la audiencia con el Papa Benedicto XVI, apenas terminó su discurso: el Santo Padre quería saludarnos personalmente, qué honor. Por la cantidad que éramos, haríamos una fila y, al llegar hasta él, le diríamos al secretario, monseñor Monteiro de Castro, el país y la diócesis de procedencia, que él comunicaría al Papa; lo saludábamos y enseguida debíamos retirarnos para dejar paso al siguiente.

Con gran afabilidad

Fuimos ordenadamente. Benedicto XVI sonreía a cada uno con gran afabilidad; algún obispo no respetaba del todo las indicaciones recibidas; inmediatamente, un gentiluomo lo tomaba amablemente del brazo…

“Uruguay, diócesis de Minas”, le dije a monseñor Monteiro, que no entendió bien y debí repetirlo. Él lo transmitió al Papa. Inclinándome, tomé su mano derecha y besé su anillo. Entonces, mirándome a los ojos, Benedicto XVI me dijo: “È un paese laico… È necessario sopravvivere!”. No pude decir nada, fue una completa sorpresa; quise preguntarle algo…, pero ya estaba el gentiluomo, cumpliendo con su deber…

¡Hay que sobrevivir! Lo recuerdo siempre, también ahora, que ya soy obispo emérito de este querido país laico. Pero tampoco olvido que le debo muchísimo a España y la llevo en el corazón: estudiando en Navarra descubrí mi vocación y en Madrid, en 1973, fui ordenado sacerdote. Sigo su actualidad, lo que pasa… y lo que queda. Y veo que el proceso de secularización, que están sufriendo, tiene no pocas semejanzas con lo que ocurrió en Uruguay, sobre todo a comienzos del siglo XX. Contaré algo que quizás interese conocer.

La Semana de Turismo

Escribo estas líneas cuando faltan solamente tres días para que comience la Semana Santa. Confieso que tengo envidia de que todo el mundo se refiera a ella llamándola como es, Semana Santa. Aquí, oficialmente, es la Semana de Turismo, así, con mayúsculas, desde el 23 de octubre de 1919, cuando fue promulgada la ley de feriados. Mediante esta ley se secularizaron las fiestas religiosas que hasta entonces se celebraban en Uruguay.

El cardenal Sturla, actual arzobispo de Montevideo, en su libro ¿Santa o de Turismo? Calendario y secularización en el Uruguay, comentando lo sucedido dice: “Mediante esta ley se secularizaron las fiestas religiosas que se celebraban en nuestro país hasta entonces. Pero, en una solución muy ‘uruguaya’, quedaron las mismas fechas cambiando su denominación”. En efecto, además de otros días de fiesta (2 de mayo, Día de España, 20 de septiembre, Día de Italia, etcétera), el 8 de diciembre pasó a ser el Día de las playas, y el 25 de diciembre, el Día de la Familia. Estos dos últimos cambios no han enraizado en la cultura uruguaya; la semana de turismo, en cambio…

Una solución «muy uruguaya»

La “solución” a la que se refiere Sturla hace referencia a las fuertes discusiones parlamentarias que precedieron la votación de la ley; cuando califica la solución como “muy uruguaya”, piensa en el carácter dialogante, “arreglador”, que nos ha distinguido siempre: no somos amigos de tremendismos, sabemos encontrar soluciones a las diferencias…

Pero el paso de Semana Santa a Semana de Turismo (creo que es el único país del mundo donde se da semejante dislate) causó una profunda herida en el cuerpo de la Iglesia católica. Con el paso de los años y de las generaciones, se ha hecho normal la denominación y su contenido, de manera que la pregunta “¿qué vas a hacer en Semana de Turismo?” resulta espontánea, tan familiar como el estado del tiempo…

El proceso secularizador empezó en 1861 con el decreto que secularizaba los cementerios, pero fue en la reforma constitucional de 1918 cuando quedó consagrada para siempre la completa separación de la Iglesia y el Estado en Uruguay. “Sin embargo”, dice Sturla, “la ley de feriados, al tocar elementos fundamentales de la cultura de un pueblo, como son las fiestas y su calendario, introducía un cambio en nuestras costumbres que tendría hondas repercusiones y daba una estocada grave a la religiosidad uruguaya. Nuestra ‘semana de turismo’, con sus múltiples ofertas de semana de la cerveza, semana criolla, semana de la vuelta ciclista, etc., es un claro ejemplo de lo que significa un cambio cultural que tiene consecuencias concretas en la cultura de una nación”.

El diagnóstico de Eugenio d’Ors

Así es. De la mano de ese suceso, y con el oculto y tenaz trabajo de la masonería, la cultura uruguaya se fue empapando de racionalismo, de liberalismo… Eugenio D’Ors, que visitó Montevideo en la segunda década del siglo XX, escribió en el Nuevo Glosario“No hemos encontrado en ningún lugar del mundo auditorios de más evidente, rápida, casi tangible inteligencia que los auditores de la universidad, en Montevideo. ¡Qué estudiantes, que muchachos de oro, con qué pura y ardiente vocación de espiritualidad, los que se nos acercaban! ¡Qué profesores jóvenes, de curiosidad abierta, de cultura personal perfecta, de seguro buen gusto, de talento vivaz!”.

No obstante, después de tamaños elogios, en el “Debe” señalaba: “La gran superioridad uruguaya es política […]; la gran inferioridad uruguaya es cultural y estriba en la falta de una verdadera Universidad, es decir, de un Centro siquiera, de estudios superiores de Letras, Ciencias, Filosofía… También en el bachillerato las humanidades brillan por su ausencia”… Y habla del “positivismo de tercera o cuarta agua” que se enseñaba en los estudios preparatorios a la universidad…

Del vacío filosófico al escepticismo

El vacío filosófico fue llenado con marxismo y con un relativismo que lleva a un cerrado escepticismo. Sí, este es “un país laico”, al punto que es el menos religioso de toda América. (Una investigación del Pew Research sobre la religiosidad en los países de América Latina, informaba que “Uruguay es el único país encuestado donde el porcentaje de adultos que dicen no tener afiliación religiosa (37 %) rivaliza con la porción que se identifica como católica (42 %)”). 

El Papa nos calificaba como “país laico”, fruto de un laicismo masónico, agresivo en otros tiempos, que ha permeado la cultura de escepticismo: si se debe a la ausencia de Dios, ¿cómo explicar que Uruguay tenga el mayor número de suicidios de todo el continente?

Ignorancia religiosa obligatoria

El proyecto laicista de nuestro país llegó hasta la médula de la sociedad: la educación. Más de una vez me ha ocurrido acompañar a alguien que llega a Uruguay por primera vez y manifiesta su extrañeza al ver por la calle grupos de niños que visten guardapolvo blanco y una moña azul… Son alumnos de la escuela pública, que mantienen religiosamente ese uniforme, objetivamente pasado de moda pero que es, desde comienzos del siglo pasado, el símbolo de la escuela pública, “laica, gratuita y obligatoria”, como así fue definida y hoy es dogmáticamente celebrada como orgullo nacional. 

En la escuela pública se educa más del 80 % de nuestra población. La educación laica se expresa en el respeto de todas las opiniones y creencias…, siempre que no haya ninguna mención del nombre de Dios. Sobran las anécdotas: una niña ha escrito en su cuaderno: “Dios es amor”.  La maestra lo ve y le dice: “Eso, aquí, no”. Otra niña lleva una pequeña crucecita en el cuello y lo mismo: la maestra la obliga a quitársela.

Tenía toda la razón monseñor Miguel Balaguer, antiguo obispo de Tacuarembó, cuando afirmaba: “La educación laica, gratuita y obligatoria nos ha condenado a la ignorancia religiosa obligatoria”. Así es, los alumnos de la escuela pública nunca oirán ni una palabra acerca de Jesucristo, de la Iglesia, de la fe, de la esperanza… Los chicos crecen sin ninguna mención sobrenatural, ajenos a la existencia de Dios y, después de tantos años transcurridos (sus padres y sus abuelos también fueron a la escuela pública), indiferentes frente a su existencia: no se la plantean.

La Iglesia en Uruguay está viva

¡Hay que sobrevivir!, me dijo con animosa energía Benedicto XVI. En esto estamos. No es fácil: la Iglesia en Uruguay es una Iglesia pobre; los sacerdotes no reciben ninguna retribución de parte del Estado, así como tampoco las instituciones educativas, todo ha de sacarse adelante “a pulmón”.

Y de tal manera ha llegado la prédica laicista a las mentes, que no pocos católicos piensan: la educación privada confesional es libre, cualquiera puede dar la enseñanza que quiere; pero los dineros del Estado deben ir solamente a la escuela pública. No es fácil sobrevivir, pero gracias a Dios la Iglesia, en Uruguay, “está viva”, como gustaba decir Benedicto XVI. ¿Cómo?… Esto podrá ser objeto de otra crónica.   

El autorJaime Fuentes

Obispo emérito de Minas (Uruguay).

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Lecturas del domingo

Lecturas Jueves Santo (B)

El sacerdote Andrea Mardegan comenta las lecturas del Jueves Santo (B) 

Andrea Mardegan·29 de marzo de 2021·Tiempo de lectura: 2 minutos

Recordamos la institución de la Eucaristía, pero leemos el inicio del capítulo 13 de Juan, que es el comienzo de la narración de la “hora de Jesús”, para la que Él se estaba preparando desde el inicio del evangelio. Una “hora” que dura veinticuatro horas, narrada en siete capítulos de Juan. 

La “hora de pasar de este mundo al Padre”: un pasaje inmerso en el extremo amor que siempre ha tenido por nosotros y que, en esa hora, se manifiesta hasta el extremo, éis telos, hasta el cumplimiento total: “Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin”. Juan no habla de la Eucaristía, pero describe el lavado de los pies. Nos dice que podemos comprender la Eucaristía a través del lavado de los pies, y viceversa. Cita a Judas, que lleva el nombre de una tribu de Israel, y a Simón Pedro, elegido por Jesús como piedra sobre la que fundar su Iglesia. Jesús lava los pies de todo el pueblo de Israel y de toda la Iglesia. En Judas y Pedro estamos representados todos, el género humano al que Dios ha venido a salvar.  

Dios nos salva lavándonos los pies. Es el gesto de un esclavo que no pertenecía al pueblo elegido, pero es también el gesto lleno de amor de una esposa con su esposo. En la Historia del hermoso José y de su esposa Aseneth, una obra del siglo I d. C. que cuenta la historia de amor entre José de Egipto y su esposa, se lee que Aseneth lleva agua para lavarle los pies, y José le dice: “Que venga una de las criadas y me lave los pies”. Aseneth le responde: “No señor, porque mis manos son tus manos, y tus pies son mis pies, y ninguna otra te lavará los pies”. “Entonces José tomó su mano derecha y la besó, y Aseneth besó su cabeza”. En el gesto de Jesús contemplamos el amor total que Dios tiene por nosotros. 

Por ocho veces Juan cita el “lavar los pies”, y con ocho verbos describe la acción de Jesús. Es el número de la plenitud. Por ocho veces, porque como a Pedro, nos cuesta aceptar que Dios nos ame así. No se humilla, sino ama y el amor es humilde. Jesús es Dios en su potencia: “Sabía que todo lo había puesto el Padre en sus manos”; y responde a Pedro, que no acepta esa imagen verdadera de Dios, con la autoridad de Dios: “Si no te lavo, no tendrás parte conmigo”. En el “todo” que Jesús tiene en sus manos, están también nuestros pies, todo nuestro caminar, nuestros cansancios y el polvo. Quitándose sus vestidos, hace libremente lo que harán los soldados sobre el Calvario, abandona toda defensa humana y se ciñe con las vestiduras de un siervo y con una toalla, que no abandonará nunca, ni siquiera cuando se vuelva a vestir. Porque ha comenzado a lavar nuestros pies y a secarlos, y no terminará hasta que no acabe la historia humana. 

España

Una Semana Santa de diferente contemplación y vivencia

Maria José Atienza·28 de marzo de 2021·Tiempo de lectura: 5 minutos

La pandemia ha dejado «en casa» las habituales y esperadas procesiones de Semana Santa en toda la geografía española. Sin embargo, la semana de Pasión, muerte y resurrección del Señor no pasará en balde: diócesis, hermandades y cofradías, asociaciones.., ofrecen este año diferentes posibilidades de vivir, interna y exteriormente estos días a los fieles.

Oración y celebraciones litúrgicas

Los cinco propósitos de Mons. Cerro

Mons. Francisco Cerro Chaves, arzobispo de Toledo, dirigió una carta a sus fieles titulada  “Una Semana Santa para volver a lo esencial”. En ella, propone tres claves para la próxima Semana Santa “para identificarnos en el Corazón de Cristo con la humanidad más sufriente y vulnerable”. El Primado anima a sus sacerdotes a preparar templos, iglesias, etc. con delicadeza, «para que cada persona, familia que acuda a las celebraciones, viva por dentro una Semana Santa distinta, pero no distinta de lo esencial”. Asimismo, el Arzobispo de Toledo propone cinco propósitos concretos para estos próximos días: una buena confesión, celebrar los misterios de la fe en la comunidad parroquial, preparar la riqueza litúrgica, visita de los monumentos y vivir las distintas celebraciones y ejercicios de piedad como “el viacrucis, la hora santa, el sermón de las siete palabras, etc.”

Sevilla: Meditar la Pasión por el patrimonio catedralicio

La Archidiócesis de Sevilla ha lanzado, para este tiempo de Semana Santa “Passion del Hombre-Dios”:  se trata de una serie de contemplaciones del misterio de la Redención a partir del patrimonio de la Catedral de Sevilla, es el título de ocho reflexiones en formato audiovisual para profundizar en el misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor durante esta Semana Santa 2021.

Los vídeos, realizados por la Delegación de Medios, han contado con la documentación técnica elaborada por la Delegación de Patrimonio Cultural en colaboración con la Institución Colombina de la Archidiócesis de Sevilla y tienen una duración aproximada de cinco minutos.

Las meditaciones recorren un centenar de obras seleccionadas con planos, meditaciones y textos bíblicos en torno a los siguientes temas La Entrada de Jesús en JerusalénLa Última CenaGetsemaní, el Proceso a JesúsJesús camino al CalvarioCristo en la Cruzde la Cruz al Sepulcro y la Resurrección de nuestro Señor Jesucristo.

Mediante las percepciones sensoriales, el espectador dispondrá de un valioso recurso que resultará provechoso para ahondar en la reflexión y en la oración personal, estos días en los que la liturgia propone el recogimiento y el silencio interior.

Valencia: “Manual para vivir la Semana Santa 2021”

La delegación diocesana de Liturgia del Arzobispado de Valencia ha elaborado materiales para preparar y vivir la Semana Santa y la Pascua este año, que se incluyen en el “Manual para vivir la Semana Santa 2021”. Se trata de textos, guías, oraciones y lecturas, que ayudarán a los fieles a preparar la Semana Santa de forma presencial en los templos y en las parroquias y también desde casa – siguiendo las retransmisiones por internet- en aquellos casos de personas impedidas, enfermas, o mayores o que por circunstancias de la pandemia deben permanecer en sus hogares.

La procesión más complicada

Todas las Hermandades y Cofradías de nuestro país viven estos días momentos complicados. Las restricciones sanitarias han obligado a suspender las estaciones de penitencia propias de la Semana Santa. Los cultos en sus templos y la especial preparación del Triduo Pascual están marcando una Semana Santa de nuevo atípica.

Exposiciones y muestras

Numerosas ciudades con un amplio patrimonio ornamental y devocional ofrecen estos días exposiciones abiertas a todos los que deseen visitarla en la que se muestran imágenes, textiles, ornamentos y elementos diversos propios de las procesiones de Semana Santa.

Un ejemplo lo encontramos en Cádiz, con la exposición cofrade «Una historia de fe«, organizada por la Fundación Cajasol en colaboración con el Consejo Local de Hermandades de Cádiz y la delegación de Cultura de la Junta, que se puede visitar ya desde este miércoles y hasta el próximo 4 de abril en el patio del museo provincial de Cádiz. Asimismo, Sevilla cuenta con una muestra cofrade estos días. «In Nomine Dei», también iniciativa de la Fundación Cajasol y del consejo de Hermandades de Sevilla, reúne unas 250 piezas de las 70 hermandades de penitencia de la capital andaluza y que muestra desde trabajos de orfebrería o joyería así como escultura ornamental y figuras secundarias de los pasos hispalenses. De entra las capitales castellanas, el Palacio Real de Valladolid acoge hasta el próximo 4 de abril la exposición “Semana Santa de Valladolid 2021″. La muestra está compuesta por dos exposiciones fotográficas y una maqueta de la procesión del Viernes Santo vallisoletano. El punto fuerte de esta exposición es sin duda la presencia del “Cristo de la Misión”, propiedad de la Agrupación de Apoyo Logístico 61, que se venera en el Palacio Real.

Itinerarios

Madrid

La Archidiócesis de Madrid es una de las que anima a peregrinar a los distintos lugares de culto de la capital en las que se encuentran las imágenes que tradicionalmente, procesionan por las calles de la capital estos días. De hecho, estas imágenes pueden visitarse hasta el Sábado Santo, 3 de abril y la Archidiócesis ha elaborado un pequeño mapa para consultar la localización de los templos. Imágenes tan queridas como Jesús el Pobre, el Divino Cautivo, los Dolores o el Cristo de los Alabarderos pueden ir a verse y rezar ante ellas durante estas jornadas.

Guía de Madrid Procesional de Nártex

También en Madrid se desarrolla la iniciativa puesta en marcha por la Asociación Nartéx, especializada en proyectos y actividades orientadas a profundizar en el auténtico sentido del arte cristiano, con su Guía de Madrid Procesional a través de la que se puede seguir un itinerario compuesto por seis paradas, en las que se pueden conocer seis obras que abordan la pasión del Señor en la capital madrileña. La guía explica, desde el punto de vista artístico, devocional y con detalles poco conocidos la obra pictórica de la Última Cena, del Monasterio del Corpus Christi (Carboneras) y las imágenes del Santísimo Cristo de la Salud, que se halla en la Real Parroquia de San Ginés, Nuestro Padre Jesús de la Salud, custodiado en la Iglesia del Carmen y San Luis obispo, la talla de María Santísima de la Esperanza Macarena de la Colegiata de San Isidro, el Santísimo Cristo de la Fe y del Perdón, que se puede ver en la Basílica de San Miguel y el Cristo Yacente que se encuentra en las Benedictinas de San Plácido.

Málaga Nazarena

También Málaga ha cambiado sus salidas procesionales por la visita a los titulares en sus templos. En esta línea se enmarcan los itinerarios recogidos en Málaga Nazarena, realizados por el Área de Turismo del Ayuntamiento de Málaga y por la Agrupación de Cofradías de Semana Santa, a través de los que se procura promocionar, dar a conocer y poner en valor, de manera permanente, el universo cofrade que la capital malacitana atesora. Todo ello a través de 6 circuitos que, debidamente señalizados y en los que a través de códigos QR se ofrecen datos, reseñas históricas… etc.

Paso a Paso, por Burgos

Algunas de las cofradías que integran la Junta de la Semana Santa de Burgos exhiben estos días algunos de sus pasos en sus respectivas iglesias parroquiales. De esta manera, los burgaleses podrán venerar las tallas más significativas de la Semana Santa. Entre las parroquias que de momento se han sumado a la iniciativas figuran San José Obrero (quien ya tiene de modo permanente su imagen del descendimiento expuesto), San Gil Abad (con la Virgen de los Dolores y el Santo Cristo de las Gotas), San Lorenzo, San Cosme y San Damián (con el Cristo de la Salud, la Virgen de las Angustias y el Cristo Chamarilero), San Pedro de la Fuente (con la Oración en el Huerto y su Virgen de los Dolores), San Lesmes (con su Cristo crucificado y su Cristo Negro), Santa Águeda (con la Virgen de la Soledad), San Nicolás (con el paso de la Flagelación y la Virgen de la Alegría), el Círculo Católico (Cristo atado a la columna), San Martín de Porres (con el beso de Judas), Nuestra Señora de Fátima (con la talla de la Virgen de la Misericordia y la Esperanza), Sagrada Familia (Cristo Resucitado) y la Catedral (con el Santo Cristo de Burgos).

Evangelización

Renovación parroquial. No des el cante

El canto es una importante parte de la liturgia. No es para entretener ni para rellenar vacíos, el canto es para rezar de un modo más sublime.

Juan Luis Rascón Ors·28 de marzo de 2021·Tiempo de lectura: 3 minutos

Mira con ojos de bondad esta ofrenda y acéptala, como aceptaste los dones del justo Abel, el sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe, y la oblación pura de tu sumo sacerdote Melquisedec… (Canon Romano).

… Caín ofreció al Señor frutos del campo; y Abel, por su parte, los primogénitos y la grasa de su ganado. El Señor miró complacido a Abel y su ofrenda, pero no a Caín y la suya. (Gn 4, 3-4).

Aprendí a rezar el rosario en misa. Como me aburría, le pedía a mi madre llevar juguetes o tebeos, pero mi madre me decía que ni hablar del tema (no me he recuperado todavía del tremendo trauma). Y como seguía aburriéndome, mi madre me ponía a rezar el rosario, en bajito, durante la misa. Y así aprendí a rezar el rosario, bien tempranito.

A pesar del aburrimiento, la misa me impresionaba. El silencio, los gestos de la gente,… de pie, de rodillas,… un pantocrátor enorme encima del altar, las velas, el sacerdote, tan solemne, hablando de cosas incomprensibles, pero con aquella voz… sus gestos, tan solemnes. Allí evidentemente ocurría algo misterioso, aburrido pero misterioso, y grande, muy grande.

La aceptación por parte de Dios de la ofrenda de Abel y el rechazo de la ofrenda de Caín no fueron arbitrarios. Dios no es arbitrario. Abel ofreció las primicias de su ganado, quizá esos animales que el ganadero espera con ansia; Caín ofreció frutos del campo, unos frutos cualesquiera. ¿Los primeros que encontró por ahí? Quizá dijo: “A ver qué encuentro por ahí para llevar”.

Como los ricos del evangelio, Caín dio de lo que le sobraba. Abel se dio a sí mismo, como la mujer que dio lo que tenía para vivir. Este es el sacrificio que a Dios agrada. Es el sacrificio de Cristo, su Cuerpo y su Sangre. Pero no es el cuerpo y la sangre, como no eran los ganados de Abel, ni la moneda de la viuda: es el mismo Hijo de Dios quien se ofrece a sí mismo. Estamos hablando de algo de valor infinito.

La renovación pastoral de las parroquias pasa por que nuestras celebraciones de la Eucaristía reflejen todo esto. Especialmente los domingos.

La solemnidad no está reñida con la sencillez. Todo lo que se hace en misa debe tener un nivel de excelencia. No solo lo material, los ornamentos, objetos, adornos, el mismo edifico de la Iglesia, la limpieza, el orden. Se trata también de que la acogida sea excelente, que no sea lo mismo ir a la iglesia que ir al futbol: busco mi localidad y me siento. La Iglesia se ha de parecer más a una reunión de familia que a un supermercado donde cada uno va a buscar lo que le interesa, paga y se va sin saludar a nadie, si se puede. La prisa no debería caber en la celebración; acabemos pronto la de 11 para que entren los de 12. 

Hay algo particularmente que tenemos que replantear: el canto. Se dice que “hay que cantar”. ¿Por qué? Si no cantamos bien o no sabemos canciones dignas, mejor no cantar. El silencio acerca más a Dios que ciertas canciones “sesenteras” cambiadas de letra. Si buscamos lo mejor para el culto, ¿por qué admitimos, incluso con entusiasmo, canciones cursis pasadas de moda? El canto no es para entretener ni para rellenar vacíos, el canto es para rezar de un modo más sublime. ¿Cómo rezar con esas canciones que más parecen el desuello de un gato meningítico? 

En nuestras parroquias tenemos que explorar la llamada música “worship”, música contemporánea, creada para el culto a Dios. No se trata sólo de cantar canciones bonitas o de calidad musical. Se trata de aprender a adorar a Dios con la música. Como ha hecho siempre la Iglesia.

Vaticano

Domingo de Ramos. El asombro de ver a Dios amando

También este año, como el pasado, las celebraciones de la Semana Santa en Roma con el Papa tendrán una expresión peculiar motivada por la pandemia. Así ha sido el Domingo de Ramos, el pórtico de la semana que conduce a la Pascua. 

David Fernández Alonso·28 de marzo de 2021·Tiempo de lectura: 3 minutos

El altar de la Cátedra de San Pedro ha sido el escenario de la Misa del Domingo de Ramos, en la que se conmemora la entrada triunfal de Jesucristo en Jerusalén pero también se proclama el Evangelio de la Pasión del Señor. Esa combinación suscita siempre un “sentimiento de asombro”, que ha servido al Papa Francisco como hilo conductor de su homilía. 

En esta ocasión no ha habido la procesión solemne con las Palmas o Ramos antes de la Misa que suele hacerse en la plaza partiendo del obsleisco central, sino que la entrada del Señor en la ciudad santa se ha conmemorado más brevemente en el interior, al pie del altar de la Confesión; y el número de participantes ha sido reducido.

Pasar de la admiración al asombro

En el contexto de la Pascua, Jesús nos sorprende de varias maneras, ha explicado el Santo Padre. Ante todo, porque la victoria que los suyos esperan no llega por medio de la espada, sino de la cruz, y esa diferencia muestra que “el asombro es distinto de la simple admiración”, y sus partidarios “admiraban a Jesús, pero no estaban dispuestas a dejarse sorprender por Él”.

Admirar a Jesús no es suficiente. Es necesario seguir su camino, dejarse cuestionar por Él, pasar de la admiración al asombro

Papa FranciscoDomingo de Ramos

Hoy, como en todas las épocas, hay muchos que admiran a Jesús por diversos motivos -sus obras, su ejemplo, su enseñanza- sin que por eso cambie su vida; sin embargo, “admirar a Jesús no es suficiente. Es necesario seguir su camino, dejarse cuestionar por Él, pasar de la admiración al asombro”.

En cada herida

La cruz equivale para nosotros a humillación. Ahora bien, en palabras de san Pablo en la carta a los Filipenses, que afirman que Jesús “se despojó de sí mismo, […] se humilló a sí mismo” (Flp 2, 7.8). Francisco las ha recordado, y ha calificado la cruz de Jesús de “cátedra” en la que el redentor “nos enseña en silencio” con su misma humillación, asumida voluntariamente. No era necesario, pero deseaba “descender a nuestro sufrimiento” para así recuperarnos. Probó todo lo nuestro, hasta lo más doloroso o vergonzoso, transformándolo. “Ahora sabemos que no estamos solos. Dios está con nosotros en cada herida, en cada miedo. Ningún mal, ningún pecado tiene la última palabra”.

Dejarnos sorprender por el amor de Dios

En definitiva, para experimentar la alegría de ser cristiano hemos de dejarnos “sorprender cada día por su amor admirable, que nos perdona y nos hace comenzar de nuevo”, sentir “la maravilla de la gracia” y percibir “la belleza de los hermanos y el don de la creación”.

Miremos al Crucificado y digámosle: ‘Señor, ¡cuánto me amas, qué valioso soy para Ti!’

Papa FranciscoDomingo de Ramos

Por eso el Papa ha invitado, al final de su homilía en este Domingo de Ramos, a “comenzar desde el asombro”: “Miremos al Crucificado y digámosle: ‘Señor, ¡cuánto me amas, qué valioso soy para Ti!’”. En eso está la grandeza de la vida, en “descubrirse amados. Y en la belleza de amar”.

De este estupor, ha dicho el Papa Francisco, hay un primer ejemplo en el Evangelio. Se trata del centurión que al verlo “morir así” exclamó: “¡Realmente este hombre era Hijo de Dios!” (Mc 15, 39). Se trata del asombro porque “lo había visto morir amando. Sufría, estaba agotado, pero seguía amando”. En la cruz, “Dios se ha revelado y reina sólo con la fuerza desarmada y desarmante del amor”.

Por segunda vez

Al finalizar la Santa Misa del Domingo de Ramos, que marca el inicio de la Semana Santa, el Papa Francisco rezó el Angelus. Precisamente, hizo referencia a la situación que vivimos en el contexto de la pandemia, que por segunda vez nos lleva a vivir una Semana Santa particular: «Hemos entrado en la Semana Santa. Por segunda vez la vivimos en el contexto de la pandemia. El año pasado estábamos más conmocionados, este año estamos más probados. Y la crisis económica se ha hecho más pesada».

Jesús toma la cruz, es decir, asume el peso del mal que implica dicha realidad, el mal físico, el psicológico y sobre todo el mal espiritual

Papa FranciscoAngelus del Domingo de Ramos

«En esta situación histórica y social, ¿qué hace Dios?», se pregunta el Santo Padre, y la respuesta es clara: «Toma la cruz. Jesús toma la cruz, es decir, asume el peso del mal que implica dicha realidad, el mal físico, el psicológico y sobre todo el mal espiritual, porque el Maligno aprovecha las crisis para sembrar la desconfianza, la desesperación y la cizaña».

Responder como la Virgen

Esto tiene que llevarnos a nosotros a responder a ese amor de Dios. «¿Y nosotros? ¿Qué debemos hacer?» exclama Francisco. El modelo «nos lo muestra la Virgen María, la Madre de Jesús, que es también su primera discípula». Ella siguió a su Hijo. Ella asumió su propia cuota de sufrimiento, de oscuridad, de desconcierto, y recorrió el camino de la pasión, manteniendo la lámpara de la fe encendida en su corazón.

Un don inmerecido

Con la gracia de Dios, «nosotros también podemos hacer este camino. Y, a lo largo del Vía Crucis cotidiano, nos encontramos con los rostros de tantos hermanos y hermanas en dificultad»: El Papa Francisco nos anima a no pasar de largo, a dejar que nuestro corazón se mueva a compasión y a acercarse. «En este momento, como el Cireneo, podemos pensar: «¿Por qué justamente yo?». Pero luego descubriremos el don que, sin merecerlo, se nos ha concedido».

El Santo Padre ha hecho una conmemoración especial antes de rezar la oración del Angelus a las víctimas de la violencia, en particular a las del atentado acaecido esta mañana en Indonesia.

Actualidad

Comienza la Semana Santa

La semana más importante del año litúrgico comienza con el Domingo de Ramos: son unos días para armonizar las celebraciones litúrgicas y los ejercicios de piedad.

Arsenio Fernández de Mesa·27 de marzo de 2021·Tiempo de lectura: 3 minutos

Los días de Semana Santa son deseados por todos para hacer un parón en el ritmo cotidiano de vida, algo bien necesario. Pero los cristianos no debemos olvidar que se trata de días santos, no meramente ociosos. Días en los que se conmemoran los misterios centrales de nuestra fe. Días en los que nos hacemos contemporáneos de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo. Resulta llamativo a este respecto cómo muchos creyentes descuidan la vivencia intensa del Triduo Pascual, que es el centro del año litúrgico.

Obras de fe

Parece como si aprovechar la Semana Santa consistiera en ir a procesiones, que aunque son una bellísima manifestación de la devoción popular no constituyen la sustancia de lo que la Iglesia ofrece para este tiempo. Tendemos quizá a quedarnos en un mero sentimentalismo que no se traduce en obras de fe. O a mantener una serie de tradiciones que no van más allá de las paredes de nuestra casa.

Pero muchos, por pereza o por ignorancia, no sienten la necesidad de acudir a la iglesia. Y los días de Semana Santa son días de iglesia. Días para alimentarse con la riqueza de la gracia divina que se derrama sobreabundantemente en la liturgia. 

Los oficios

“¿Los oficios? Ah, los oficios. Esas Misas que hay en Semana Santa. Pero no son de precepto: son para gente muy beata”. Esta reflexión, que puede provocar gracia, suelen hacerla muchos cristianos sin apenas ruborizarse. Curiosamente el miércoles de Ceniza llenamos las iglesias y tampoco es un día de precepto. Y en esa Misa, inicio del tiempo de Cuaresma, se nos exhorta a la conversión.

Una conversión que debería traducirse en un deseo de vivir con profundidad la Semana Santa. Algunos pasan del Domingo de Ramos –el de la entrada de Jesús en Jerusalén, montado sobre un borrico, para consumar la salvación del género humano- al Domingo de Resurrección –cuando se actualiza la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte- sin solución de continuidad. Dos domingos que algunos simplemente sitúan al comienzo y al fin de las vacaciones. Y, en medio de todo eso, cuánta gracia de Dios se están perdiendo. 

La liturgia Pascual

El Oficio del Jueves Santo conmemora la última cena de Jesucristo con sus apóstoles, en la que instituye la Eucaristía y el orden sacerdotal y consagra el mandamiento nuevo del amor con el lavatorio de los pies. Después de la Misa se traslada el Santísimo Sacramento al monumento donde queda reservado para su adoración durante esa noche y la mañana siguiente.

El Oficio del Viernes Santo, día de ayuno y abstinencia, comienza con la postración del sacerdote ante el altar. Este día no se celebra la Eucaristía: Cristo crucificado es el centro de la liturgia. La Liturgia de la Palabra está centrada en la Pasión y Muerte del Señor. Después de una extensa y profunda oración universal, se adora la cruz y al final se distribuye la Sagrada Comunión. Toda la acción litúrgica de este día está impregnada de un silencio que conduce a la contemplación. Tras este oficio se deja desnudo el altar con la cruz encima. 

El Sábado Santo es un día en el que la Iglesia permanece en oración junto al sepulcro de Cristo, con esa actitud contemplativa de su Pasión y Muerte. Es el único día del año en el que no se celebra la Misa. En torno a la medianoche -aunque este año por las restricciones de la pandemia será necesario adelantar los horarios- tiene lugar la Vigilia Pascual, que quizá sea la Eucaristía más bella de todo el año.

Sorprende que la Misa con mayor riqueza litúrgica del año –la entrada del cirio y el paso de la oscuridad a la luz, un largo y profundo pregón, siete lecturas y siete salmos, celebración del Bautismo y renovación de las promesas bautismales- sea tan desconocida incluso entre muchos cristianos. La Iglesia espera en esta Misa la Resurrección de Jesús del sepulcro con las lámparas encendidas: el templo está en tinieblas hasta que la luz de Cristo, con el Cirio Pascual, va alumbrando a cada uno de los fieles. 

Armonizar la liturgia y la piedad

El Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia se refiere a la necesidad de armonizar las celebraciones litúrgicas y los ejercicios de piedad, sin que se trate de vivencias paralelas. Son un medio maravilloso para vivir la Semana Santa tanto las procesiones como las prácticas cristianas en familia. Pero si quedan separadas de lo que sucede en los templos -donde se actualiza la obra redentora de Cristo en el alma de los fieles- pierden todo su sentido. Los días de Semana Santa son días de Iglesia y conviene que los cristianos no lo olvidemos. 

Vaticano

El humanismo de Dante, aún vigente y actual

Cuando se cumplen los 700 años de la muerte de Dante, el Papa Francisco reflexiona sobre el legado cultural y espiritual que dejó el escritor florentino.

Giovanni Tridente·26 de marzo de 2021·Tiempo de lectura: 4 minutos

Al cumplirse 700 años de la muerte del gran poeta Dante Alighieri, autor de la famosa Divina Comedia, en el día en que la Iglesia celebra la solemnidad de la Anunciación del Señor, el Papa Francisco ha firmado una nueva Carta Apostólica en la que reflexiona sobre la vigencia y relevancia para la humanidad actual del legado cultural y espiritual que dejó el escritor florentino.

Se titula Candor Lucis aeternae (Resplandor de la Luz eterna) precisamente en referencia a la encarnación del Verbo eterno de Dios en el seno de la Virgen María y en homenaje al poeta italiano que con su obra supo expresar «mejor que tantos otros», «la profundidad del misterio de Dios y del amor».

En una decena de páginas, el Papa Francisco repasa el mensaje de esperanza, el papel de la misericordia, el camino de la libertad, el misterio de la Trinidad, la autoridad de la mujer y la unicidad de cada criatura que se desprenden de la obra del poeta, tal y como se han transmitido hasta nuestros días, incluyendo la necesidad de ser redescubiertos y potenciados.

Se entiende muy bien, recorriendo la Carta Apostólica, que se trata de un autor muy apreciado y no es secundario que el Papa Francisco lo califique desde las primeras palabras como «profeta de la esperanza», de hecho, con mayor razón por los dramáticos acontecimientos que le tocó vivir y respecto a los cuales nunca se resignó ni cedió ante la injusticia, la hipocresía, la soberbia o el egoísmo.

Tesoro cultural y moral

Sin embargo, más allá del aspecto biográfico, lo importante para el Papa Francisco es que el acceso a toda la obra de Dante sirva de estímulo para que nosotros, la humanidad de hoy, realicemos el «itinerario de la vida y de la fe de manera consciente», acogiendo todo ese tesoro cultural, religioso y moral que él transmitió.

Un patrimonio que antes que nada -leído, comentado, estudiado, analizado- debe ser «escuchado» e «imitado», escribe el Papa Francisco, para poder satisfacer plenamente «nuestra humanidad, dejando atrás las selvas oscuras donde perdemos la orientación y la dignidad.»

¿Y cuál sería la herencia que el autor de La Divina Comedia dejó a la humanidad, ahora con siete siglos de antigüedad?

En las raíces de Europa

Según el Papa Francisco, la obra de Dante es ante todo «parte integrante de nuestra cultura, nos remite a las raíces cristianas de Europa y de Occidente». Se trata, por tanto, de una riqueza de ideales y valores que aún hoy la propia Iglesia y las sociedades civiles «proponen como base de la convivencia humana, en la que todos podemos y debemos reconocernos como hermanos».

Dante -escribe el Santo Padre- «sabe leer en profundidad el corazón humano y en todos, incluso en las figuras más abyectas e inquietantes, sabe descubrir el deseo de alcanzar una cierta felicidad, una plenitud de vida». Es un proceso que surge en primer lugar de forma autobiográfica, que luego se extiende a cualquier otra persona que tenga el deseo de encontrar «la verdad, la respuesta a los porqués de la existencia».

Libertad y misericordia

Otro aspecto a destacar en la obra del poeta florentino es el de la libertad, fundamentalmente ligada también a la misericordia divina, como condición «tanto de las opciones de vida como de la misma fe». El hombre es en esencia su libertad, e incluso esos gestos aparentemente insignificantes de la vida cotidiana «tienen un alcance que va más allá del tiempo», proyectado en la dimensión eterna.

El Papa Francisco destaca entonces el contenido de «divinización» presente en la Divina Comedia, la centralidad del misterio de la Encarnación que resulta estar en el centro y núcleo esencial de todo el poema. En el relato de Dante, en definitiva, «la humanidad, en su realidad concreta, con los gestos y las palabras cotidianas, con su inteligencia y sus afectos, con el cuerpo y las emociones, es elevada a Dios», donde encuentra su plena y última realización, «meta de todo su camino».

Las mujeres como guías

En Candor Lucis Aeternae el Papa Francisco también destaca la centralidad del papel de las mujeres en la Comedia: María, Beatriz y Lucía. Una presencia femenina significativa, que realiza una labor de intercesión y guía: «María, la Madre de Dios, figura de la caridad; Beatriz, símbolo de la esperanza y santa Lucía, imagen de la fe». Confirmando que es el amor el que sostiene en el camino de la vida y conduce a la salvación, a la renovación de la vida y por tanto a la felicidad.

Por último, hay una referencia al Santo de Asís cuyo nombre lleva el Papa, elegido como figura entre los muchos santos que en la trayectoria de Dante alcanzaron la plenitud de su vida y vocación. Con San Francisco -escribe el Pontífice- Dante hace gala de una «profunda sintonía», de salir del propio espacio y de las propias «costumbres» para llegar al pueblo, el primero yendo entre la gente y predicando en las aldeas, el segundo utilizando el lenguaje del pueblo -el vulgar-. Sin contar con «la apertura a la belleza y el valor del mundo de las criaturas» que ambos han favorecido siempre.

Dar contenido a los mensajes de libertad

A propósito de la belleza, la Carta Apostólica concluye con una invitación explícita a los artistas «para que den voz, rostro y corazón, que otorguen forma, color y sonido a la poesía de Dante» para que logren comunicar, como él, las verdades más profundas del hombre, difundiendo «mensajes de paz, libertad y fraternidad».

Una llamada que se hace aún más urgente en el particular momento histórico que vive la humanidad, marcado por muchas sombras y situaciones que la degradan, carente de confianza y perspectivas de futuro. A través de Dante, por tanto, «profeta de esperanza y testigo del deseo humano de felicidad», podemos obtener una ayuda real para seguir avanzando «con serenidad y valentía en la peregrinación de la vida y de la fe», alegres y en paz.

Actualidad

Interrumpen el día y hieren la noche

A partir de un episodio presenciado, el autor hace una reflexión, muy personal, sobre la edad más adecuada para comenzar a utilizar un teléfono móvil.

Juan Ignacio Izquierdo Hübner·26 de marzo de 2021·Tiempo de lectura: 2 minutos

Nos reíamos entre amigos recordando el “snake”, ese juego que venía en los móviles Nokia de nuestra adolescencia y que consistía en dirigir una culebrita hambrienta para evitar que chocara con las paredes o con su cola. Desde entonces las cosas han cambiado mucho, hasta el punto de que ahora son los móviles quienes juegan con nosotros. 

Virtuosamente administrado, el móvil es una maravilla. Pero cuando nos descuidamos, se transforma en un reptil difícil de domesticar que lucra con nuestro tiempo. Debajo de las redes sociales serpean softwares diseñados para volvernos dependientes de sus servicios, que esperan a que bajemos la guardia para envenenarnos: nos difuminan la noción del tiempo, anestesian la voluntad, interrumpen el día y hieren la noche. 

¿Y los niños?, ¿qué angustia vital padecen con estos móviles seductores, que les reclaman horas y horas de rifirrafe banal?

Hace unas semanas vi a una madre joven paseando con su hija de 11 o 12 años en un centro comercial. De pronto, la niña descubrió la tienda de tecnología, arrugó el rostro y gritó: “Mamá, ¡necesito un móvil!, ¡hasta cuándo te lo tengo que repetir! ¡En mi clase todas tienen uno!”

“Todas” tienen uno, repetía la pequeña. Y aunque las encuestas le dan la razón, su argumento disfraza un chantaje: “Si no me lo das, me condenarás al naufragio social”, querría decir. ¿Cómo llegamos a esto? ¿Quién decidió que los niños necesitan un móvil, los padres o el mercado tecnológico?  

Mientras padres y profesores se desloman educando a los niños en el gobierno racional de sus deseos, los móviles conspiran con el propósito contrario. Y cuando los padres se arrepienten de haber hecho este regalo demasiado pronto, comprueban con horror que ya no lo pueden quitar, o que las limitaciones de horario son difíciles de aplicar, pues sus hijos han integrado el móvil en su vida como una extensión de su propio cuerpo. 

¿A qué edad regalar el móvil? La solución depende de la prudencia de cada familia y de su capacidad de gestión de la presión social. Pero la presión es inmensa, no los podemos dejar solos contra un adversario multinacional. Debemos pensar, coordinar estrategias, idear soluciones y apoyarnos entre todos. Si defendemos a los niños con valor, podremos acostarlos por la noche con la conciencia de que estamos haciendo caso a la advertencia de Jesucristo: “La lámpara del cuerpo es el ojo. Por eso, si tu ojo es sencillo, todo tu cuerpo estará iluminado. Pero si tu ojo es malicioso, todo tu cuerpo estará en tinieblas” (Mt 6, 22-23).

¿Y qué pasó con la madre joven? Se acuclilló a la altura de su hija, le acarició el pelo, calmando poco a poco su temblor y la abrazó. “Te entiendo, voy a conversarlo con papá, mientras tanto, yo te presto el mío cuando lo necesites…”, le susurró, dubitativa y añorando quizá la inocencia de los “ladrillos” Nokia y el snake.

El autorJuan Ignacio Izquierdo Hübner

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Vaticano

La Santa Sede seguirá vacunando a pobres y marginados

El Vaticano continúa la vacunación de los más necesitados al adquirir más dosis proporcionadas por el Hospital Lazzaro Spallanzani.

David Fernández Alonso·26 de marzo de 2021·Tiempo de lectura: 2 minutos

Para concretar los varios llamamientos del Papa Francisco para que nadie quede excluido de la campaña de vacunación anti Covid-19, la Limosnería Apostólica vuelve a estar cerca de las personas más frágiles y vulnerables.

En el período previo al Domingo de Resurrección, precisamente durante la Semana Santa, el Vaticano destinará más dosis de la vacuna Pfizer-BioNTech, compradas por la Santa Sede y ofrecidas por el Hospital Lazzaro Spallanzani, a través de la Comisión Vaticana Covid- 19, que estarán destinadas a vacunar 1200 personas entre los más pobres y marginados, que son los más expuestos al virus por su condición.

Donaciones para vacunas

Además, para seguir compartiendo el milagro de la caridad hacia los hermanos más vulnerables y darles la oportunidad de entrar a este derecho, será posible realizar una donación online de un “vaccino sospeso”, en la cuenta de la caridad del Santo Padre administrado por la Limosnería Apostólica (www.elemosineria.va).

Vacunas para todos, especialmente para los más vulnerables y necesitados en todas las regiones del planeta. En primer lugar, ¡los más vulnerables y necesitados!

Papa FranciscoMensaje para la Navidad 2020

En el Mensaje para la Navidad de 2020, el Papa Francisco hizo un sentido llamamiento: «Pido a todos: a los jefes de Estado, empresas, organismos internacionales, que promuevan la cooperación y no la competencia, que busquen una solución para todos»: vacunas para todos, especialmente para los más vulnerables y necesitados en todas las regiones del planeta. En primer lugar, ¡los más vulnerables y necesitados!”. “Ante un desafío que no conoce fronteras, no se pueden erigir barreras. Estamos todos juntos en esto».

El Papa anima a vacunarse

Sobre el uso de la vacuna, además, el Papa ha animado repetidamente a las personas a vacunarse, porque es una forma de ejercer la responsabilidad hacia los demás y el bienestar colectivo, reiterando con fuerza que todos deben tener acceso a la vacuna, sin que nadie esté excluidos debido a la pobreza.

El pasado mes de enero, cuando comenzó la campaña de vacunación anti-Covid-19 en el Vaticano, el Papa Francisco quería que entre las primeras personas en vacunarse fueran más de veinticinco pobres, en su mayoría sin hogar, que viven en los alrededores de San Pedro y que diariamente son atendidos y acogidos diariamente por las estructuras asistenciales y de residencia de la Limosnería Apostólica.

La misma vacuna que el Papa

La vacunación de los pobres durante la Semana Santa se llevará a cabo en las instalaciones especialmente destinadas dentro del Aula Pablo VI del Vaticano, y se utilizará la misma vacuna administrada al Papa y a los empleados de la Santa Sede.

Los médicos y trabajadores de la salud serán los voluntarios que trabajan permanentemente en el consultorio «Madre di Misericordia», ubicada bajo las columnas de Bernini, los empleados de la Dirección de Salud e Higiene del Governatotato de la Ciudad del Vaticano y los voluntarios del Instituto de Medicina Solidaria y el Hospital Lazzaro Spallanzani.

España

Los obispos españoles animan a cuidar las celebraciones de Semana Santa

Los prelados han dirigido una carta para explicar las adaptaciones de las directrices que la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos publicó en relación a las celebraciones de la Semana Santa y del Triduo Pascual.

Maria José Atienza·26 de marzo de 2021·Tiempo de lectura: 6 minutos

Los obispo españoles pertenecientes a la Comisión Episcopal para la Liturgia han querido dirigirse a sacerdotes y fieles para explicar las adaptaciones que se han realizado para España de las directrices que La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos publicó en relación a las celebraciones de la Semana Santa y del Triduo Pascual en este año 2021. En este sentido, los obispos han recordado que “se ha hecho un esfuerzo para adaptarlas a la realidad y circunstancias de nuestro país”.  

Cuidado de las celebraciones presenciales

La nota de los obispos recomienda «siempre que sea posible, desde un discernimiento responsable la participación presencial en la celebración, formando parte activa de la asamblea». Evidentemente, quedan exentos «aquellos fieles que, por razón de edad, enfermedad, o de prudencia sanitaria, no puedan participar presencialmente en las celebraciones», y se aconseja seguirlas por los medios de comunicación.

En todas las celebraciones se deberán respetar las normas emanadas de las autoridades sanitarias en la lucha contra el virus: el aforo de los templos, las recomendaciones sanitarias e higiénicas para hacer de los lugares de culto espacios sanos y seguros, el uso de la mascarilla, disponibilidad de gel hidroalcohólico, distancia social, ventilación de los espacios, etc. Además recomiendan reducir al mínimo necesario el número de ministros, evitar el reparto de subsidios o folletos y cuidar que el canto, si se realiza, se haga con las medidas de precaución adecuadas.

Los prelados señalan la necesidad de preparar las celebraciones «eligiendo bien las alternativas que propone la Liturgia». Asimismo, señalan que si existen circunstancias de real necesidad y problemas de aforo «el Obispo diocesano puede autorizar a que se hagan varias celebraciones en el mismo templo en horas sucesivas».

Celebraciones virtuales, en directo

Desde la Comisión Episcopal de Liturgia se anima además a que se retransmitan en directo las celebraciones presididas por el Obispo en la catedral, como signo de unidad de la diócesis para que los fieles que se encuentren impedidos puedan participar desde sus casas. Además, señalan la posibilidad de ofrecer a los fieles la posibilidad de celebrar la Liturgia de las Horas, especialmente las Laudes y las Vísperas de cada día y el Oficio de Lectura.

Indicaciones para los sacerdotes

Los miembros de la comisión indican en la nota además que «los sacerdotes que estén afectados por el virus y estén confinados procuren también celebrar los distintos ritos, en la medida de lo posible y si su salud se lo permite».

Por otro lado, a aquellos sacerdotes que estén en activo, han de cuidar especialmente el Sacramento de la Penitencia teniendo «una mayor disponibilidad para que los fieles puedan celebrar este Sacramento, con todas las medidas de precaución, distancia social y discreción».

Celebraciones litúrgicas propias

Domingo de Ramos en la Pasión del Señor.

Para la conmemoración de la entrada del Señor en Jerusalén se evitará la forma primera descrita por el Misal –procesión–.

En las catedrales se utilizará la forma segunda –entrada solemne–, al menos en la misa principal. Los fieles permanecerán en sus lugares y se hará la bendición y la proclamación del evangelio desde un lugar, dentro de la iglesia, en el que los fieles puedan ver el rito. En la procesión al altar puede participar una representación de los fieles junto con el Obispo y los ministros.

En las parroquias y demás lugares de culto se utilizará la forma tercera –entrada simple–.

Misa crismal.

A juicio del Obispo la fecha de la Misa crismal puede trasladarse al día que parezca más adecuado.

Si las normas sobre aforos no permiten la asistencia de todos los sacerdotes de la diócesis y es necesario también limitar el número de fieles, procure el Obispo que al menos pueda hacerlo una representación del presbiterio –por ejemplo, el consejo episcopal, o el consejo presbiteral, o los arciprestes– y un grupo de fieles, y que la celebración sea retransmitida, de modo que quienes hubiesen querido asistir, muy en particularmente el resto del clero, puedan al menos seguirla por estos medios.

Jueves Santo.

De forma excepcional, al igual que el año pasado, los sacerdotes tienen la facultad de celebrar este día la Misa sin el pueblo, si concurren circunstancias que así lo aconsejen –por ejemplo, el contagio con el virus del propio sacerdote o el confinamiento de una población–. Quienes no tengan la posibilidad de celebrar la Misa rezarán preferentemente las Vísperas.

Ha de omitirse el rito del lavatorio de los pies.

Dado que este año la celebración se hará, en la mayor parte de los casos, con alguna participación del pueblo, no se omita la procesión y la reserva del Santísimo Sacramento para la adoración y la comunión al día siguiente. Facilítese, en la medida de lo posible, que los fieles puedan dedicar un tiempo de adoración, respetando siempre los horarios de restricción de la libre circulación de los ciudadanos que se establezcan en cada lugar.

Si se van a celebrar varias Misas de la Cena del Señor en la misma iglesia, háganse siempre por la tarde, y omítase, salvo en la última, la reserva solemne del Santísimo.

Si no se va a celebrar el Triduo completo en alguna iglesia, no se haga la reserva eucarística solemne. Además, si no se ha celebrado la Misa vespertina de la Cena del Señor, evítese una adoración eucarística desvinculada de dicha celebración.

Si la celebración es sin participación del pueblo, se omite la procesión, y la reserva se hace en el sagrario habitual.

Viernes Santo.

Se ha de asegurar la celebración de la Pasión del Señor, por lo menos, en la Catedral, en los templos parroquiales, al menos en los principales, y en aquellos de mayor capacidad dentro de las zonas pastorales establecidas en cada Diócesis.

En la oración universal se utilizará el formulario habitual con el añadido de la intención especial que la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos publicó el pasado año (Decreto Prot. N. 155/20). El texto de la intención, que se añade entre la IX y la X, es el siguiente:

IXb. Por quienes sufren en tiempo de pandemia.

Oremos también por todos los que sufren las consecuencias de la pandemia actual: para que Dios Padre conceda la salud a los enfermos, fortaleza al personal sanitario, consuelo a las familias y la salvación a todas las víctimas que han muerto.

Oración en silencio. Prosigue el sacerdote: Dios todopoderoso y eterno, singular protector en la enfermedad humana, mira compasivo la aflicción de tus hijos que padecen esta pandemia; alivia el dolor de los enfermos, da fuerza a quienes los cuidan, acoge en tu paz a los que han muerto y, mientras dura esta tribulación, haz que todos puedan encontrar alivio en tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

En el momento de la adoración de la cruz el celebrante lo hará con una genuflexión o una inclinación profunda. El resto de la asamblea lo hará por medio de una genuflexión o inclinación profunda cuando la cruz sea mostrada, y lo harán cada uno sin moverse de su lugar. Se podría invitar, también, a todos los participantes a la liturgia a que hagan un momento de oración, en silencio, mientras se contempla la cruz. Se evitará, en cualquier caso, la procesión de los fieles en este momento de la celebración.

Vigilia Pascual

Se procurará su celebración al menos en la Catedral y en las iglesias parroquiales principales, que posean un aforo suficiente para que puedan participar los fieles con seguridad.

Dependiendo de las normas civiles que se hayan establecido en cada lugar sobre restricción de la libre circulación de los ciudadanos, elíjase una hora adecuada para el comienzo de la celebración que facilite a los fieles la participación en la misma y el regreso a sus casas al finalizar.

El “inicio de la vigilia o lucernario” se puede hacer a la entrada del templo. El celebrante principal deberá estar acompañado por un número limitado de ministros, mientras todos los fieles se mantendrán en sus lugares. Se bendice el fuego, se hacen los ritos de preparación y se enciende el cirio tal como indica el Misal. El sacerdote y los ministros, manteniendo la distancia de seguridad, hacen la procesión por el pasillo central y se cantan las tres invocaciones “Luz de Cristo”. No es recomendable repartir entre los fieles las velas y que las vayan encendido del cirio y luego pasen la luz unos a otros. Después de las invocaciones se canta el Pregón Pascual.

Sigue la “Liturgia de la palabra”. Por razones de brevedad puede acortarse el número de las lecturas, pero procúrese darle la relevancia adecuada a este momento de la celebración. En ningún caso se debería reducir a una Liturgia de la Palabra normal de un domingo, únicamente con tres lecturas.

La “Liturgia bautismal” se celebra tal y como viene indicada en el Misal. La presencia de la asamblea aconseja no omitir el rito de la aspersión después de la renovación de las promesas bautismales. Tómese la precaución, sin embargo, de evitar el contacto con el agua que se va a bendecir cuando esta se prepare, y que el sacerdote higienice las manos con gel hidroalcohólico antes de la aspersión.

No parece aconsejable, dadas las circunstancias, celebrar el bautismo de niños durante la Vigilia Pascual. Si se han de administrar los sacramentos de la Iniciación Cristiana a adultos o si al final se celebra el bautismo de algún niño, hágase con todas las medidas higiénicas y sanitarias que garanticen que los signos y ritos se hagan adecuadamente, pero de forma segura, especialmente los que implican el contacto, como las unciones.

Quienes no puedan participar en la solemne Vigilia Pascual pueden rezar el Oficio de lectura indicado para el Domingo de Pascua en la resurrección del Señor, con el deseo de unirse a toda la Iglesia en la celebración del misterio pascual.

Cirineos de pasillo

Tú y yo, en este tiempo, estamos llamados a llevar a Cristo por los pasillos de casa, a cargar ese peso sin reconocimiento, sin cirios, ni incienso… La procesión va, como nunca antes, por dentro.

25 de marzo de 2021·Tiempo de lectura: 2 minutos

Probablemente hayas visto esa instantánea. La tomó el pasado año Alessandro Garofalo, fotógrafo de Reuters. En ella dos hombres portan una imagen de Cristo Crucificado por el interior de un pasillo. Sucedió en Taranto, Italia. Allí, Amedeo Basile, el sacerdote de la iglesia de Santa Maria Addolorata, en el momento más duro del confinamiento, subió las imágenes de un Cristo y de Santa María Dolorosa y, junto a sus fieles asomados a los balcones, rezaron el Via crucis al atardecer del Viernes Santo. 

Aquella foto (¡búscala si puedes!) cuando ya trasladaban la imagen a su emplazamiento original, dio la vuelta al mundo y fue elegida entre las prestigiosas «Fotos del Año». Quizás porque no inmortalizaba tan sólo un momento determinado en un lugar del mundo; aquella imagen era la “foto del mundo” en ese momento: el mundo que se topó con la cruz, con la incertidumbre, con la debilidad, en el interior de su casa.

Tú y yo, en este tiempo, estamos llamados a llevar a Cristo por los pasillos de casa, a cargar ese peso sin reconocimiento, sin cirios, ni incienso… La procesión va, como nunca antes, por dentro.  La misma imagen contiene toda la fuerza de la salvación. La de Cristo-Dios que se deja llevar a la Cruz por ti y por mi, la de Cristo, perfecto Hombre, que no puede con el peso del madero y que pide ayuda al hombre para salvarlo… 

Esos modernos cirineos con vaqueros y tatuajes, que ayudan a Cristo a llegar a todos los hombres, que se sienten torpes ante las dimensiones del madero, que se saben débiles y temerosos ante el dolor y el sufrimiento, esos inútiles, somos tú y yo: la nada de la que Dios se sirve para hacer la redención, también, o quizás especialmente, en tiempos de pandemia.

Ahora que se acerca la hora de llevar la cruz, de llevarla por los pasillos de casa, del hospital, sin ayuda muchas veces, tenemos el mejor momento para orar sobre esa elección de Dios con nosotros. Escogidos por casualidad, no por nuestros méritos, como los cirineos de ese Jesús que pasa por lo más profundo de nuestra intimidad.

Sí. Esta Semana Santa, otra vez es Cristo el que vendrá a casa. No podremos verle representado por las calles, en esa catequesis plástica que cada año ponen por nuestras ciudades tantas Hermandades y Cofradías, no veremos las lágrimas de otros, ni rezaremos hombro con hombro con nuestros hermanos bajo un costal o en silencio, desconocidos e ignorados bajo un antifaz de nazareno.

Lo haremos, otra vez, en el territorio de nuestra vida ordinaria, y este año no será por sorpresa. A pocas horas de los días de pasión, vuelvo a contemplar esa foto de Garofalo, para recordar que, con la esperanza de volver a cruzar la mirada con Cristo en las calles, la primera procesión, el primer encuentro con Cristo, se recorre en los pasillos de nuestra alma, solos, en silencio, en el confinamiento elegido de la oración. 

El autorMaria José Atienza

Directora de Omnes. Licenciada en Comunicación, con más de 15 años de experiencia en comunicación de la Iglesia. Ha colaborado en medios como COPE o RNE.

América Latina

Chile: triunfo para la libertad religiosa

Después de varios vaivenes respecto al derecho de ejercicio de culto, que está contemplado en la Constitución del país, la Corte Suprema de Chile ha emitido un fallo unánime en favor de la asistencia a Misa.

Pablo Aguilera·25 de marzo de 2021·Tiempo de lectura: 2 minutos

Durante la fase más dura de la pandemia de Covid los obispos de la Iglesia en Chile, siguiendo las instrucciones del Ministerio de Salud, han dado una serie de indicaciones sobre las ceremonias litúrgicas: los fieles han quedado eximidos del precepto dominical, se han establecido medidas de prevención como el uso obligatorio de mascarilla, distancia física en el interior de los templos, suprimir el saludo de la paz, administrar la Comunión en la mano, respetar aforos en las celebraciones, etc. 

Una vulneración de derechos

En la denominada fase 1 (cuarentena), todos los ciudadanos deben permanecer en sus casas toda la semana, excepto los que tienen permiso expreso por razón de trabajo o para realizar actividades esenciales (compras en el supermercado y farmacia, funerales, hora médica, etc.) y, además, están prohibidas las Misas con presencia de fieles. 

El pasado 12 de marzo el Gobierno extendió la prohibición de Misas presenciales a las comunas que se encontrasen en fase 2 (libertad de circulación de lunes a viernes y cuarentena los fines de semana y festivos). Inmediatamente la Conferencia Episcopal elevó una fuerte protesta pública por considerar que se vulneraba injustamente la libertad religiosa. Al día siguiente el Ministerio de Salud reconoció su error y revirtió la medida.

Pidiendo protección

Paralelamente la Corporación “Comunidad y Justicia” acudió a una Corte de Apelaciones pidiendo que se protegiera la libertad religiosa asegurada en la Constitución del país, pues la prohibición de que los católicos vayan a Misa vulnera “el derecho al libre ejercicio del culto”. Dicha Corte rechazó el recurso, señalando que era suficiente que los católicos participaran en Misa por internet.

Comunidad y Justicia recurrió, entonces, a la Corte Suprema en contra del ministro de Salud por el acto ilegal y arbitrario de extender la prohibición de celebrar eventos con público, aplicable a las comunas en cuarentena y, en días laborales en comunas en fase 2, a las Misas y demás cultos religiosos. Señalaron que, aunque el Ministerio de Salud puede restringir ciertos derechos, “ello no autoriza a suspenderlos o afectarlos en su esencia, como en los hechos ocurre al impedir a los católicos asistir a la Misa (…), lo cual vulnera su derecho al libre ejercicio del culto, garantizado en la Constitución”.

El fallo de la Corte Suprema

El obispo de San Bernardo, Juan Ignacio González, elaboró, como abogado, un informe a la Corte para rechazar las prohibiciones. Solicita que se precise “si puede la misma autoridad de los tribunales, como ha sucedido (en Arica y Concepción), señalar que la asistencia telemática a un acto religioso es suficiente para satisfacer la necesidad espiritual de una persona”. 

Coincide el decano de la Facultad de Derecho de la U. Finis Terrae, Ignacio Covarrubias, quien señala que la libertad de culto “en el caso de los católicos es un derecho sensible que no puede ser puesto a un nivel similar a otros derechos como la libre circulación o el comercio”.

El 24 de marzo la Corte Suprema en un fallo unánime determinó que las  personas que se encuentren en fase 1 (cuarentena) o fase 2 podrán asistir a tales ceremonias religiosas, siempre y cuando se respete el aforo dispuesto por la autoridad sanitaria.

Zoom

La laicidad del estado a debate

Representantes católicos y judíos debatieron sobre el marco de relaciones entre las confesiones religiosas y el Estado español en un Foro organizado por Omnes.

Maria José Atienza·25 de marzo de 2021·Tiempo de lectura: < 1 minuto
Actualidad

50 años del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa

La Presidencia del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa (CCEE) celebra hoy el 50 aniversario de su creación. Tal día como hoy en 1971, la Congregación para los Obispos aprobó las Normas directivas ad experimentum, que más tarde, fueron especificadas y definidas por San Juan Pablo II en 1995.

Maria José Atienza·25 de marzo de 2021·Tiempo de lectura: 2 minutos

La CCEE, que nació bajo la mirada de la Madre de Cristo y de la Iglesia,nacía de las inspiraciones del Concilio Vaticano II sobre el sentido de colegialidad episcopal, «cum et sub Petro», y con el objetivo también de fortalecer los esfuerzos de evangelización ante los grandes desafíos que había desencadenado el cambio cultural de 1968.

Promover el encuentro de Conferencias Episcopales, el conocimiento mutuo, el intercambio de experiencias, un nuevo anuncio de Cristo, la pastoral y su futuro, se presentaron como momentos necesarios ante la presión de nuevas formas de pensar y actuar. En este horizonte el CCEE fue un signo de la atención de la Iglesia al mundo cambiante. La mirada hacia arriba todo el continente, occidental y oriental, fue también una profecía de lo que sucedería en 1989 con la reunificación europea: una unificación no externa, sino inherente a su cultura e espiritualidad.

La composición del Consejo se amplió a lo largo de los años a los Presidentes de las 33 Conferencias También se fusionaron obispos que no pertenecen a una Conferencia específica: los arzobispos del Gran Ducado de Luxemburgo, del Principado de Mónaco, de Chipre de los Maronitas y los obispos de Chişinău en la República de Moldavia, de la Administración Apostólica de Estonia y la Eparquía de Mukachevo.

Entre sus acontecimientos más importantes se cuentan diez simposios, tres asambleas ecuménicas, cinco foros católico-ortodoxos, cincuenta asambleas plenarias (desde 1995 con los presidentes de conferencias episcopales), los encuentros con secretarios generales, encargados de prensa y portavoces, las reuniones de las comisiones sobre temas emergentes. Junto con documentos y comunicados, que expresan también la cercanía cordial y atenta de la Iglesia con el amado Continente europeo.

Los retos en la actualidad se centran en el diálogo entre todas las religiones como base para la construcción de un mundo fraterno, así como un compromiso urgente como custodios de la Creación, como destacan en la nota hecha pública con este aniversario. «Proclamar la persona de Cristo significa abrir el corazón de la humanidad y su inteligencia al conjunto de la realidad, así como redescubrir el verdadero rostro de cada persona, reconociendo su dignidad y sus derechos. Significa anunciar su futuro y, por tanto, dar sentido al presente»,, afirman en esta nota en la que piden a los fieles «se las comunidades cristianas que recen una intención particular en la Santa Misa del domingo», por este avance de diálogo y evangelización europea.

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Libros

La Universidad de Navarra edita un audiolibro de la Biblia

Más de cien horas de grabación forman parte de este audiolibro con el que la Universidad cumple 50 años de trabajo de traducción, comentario y digitalización de la obra.

Maria José Atienza·25 de marzo de 2021·Tiempo de lectura: < 1 minuto

La Universidad de Navarra ha elaborado un audiolibro de la Biblia. A través de este accesible formato, los oyentes tienen acceso a todo el contenido de las Sagradas Escrituras. Acercar la Biblia de manera fácil es, de hecho el objetivo de este proyecto, impulsado desde la Facultad de Teología y la editorial Ediciones Universidad de Navarra (EUNSA).

De este modo, cualquier persona podrá escuchar la Biblia mientras realiza otra actividad y es especialmente útil para aquellas personas que presentan alguna discapacidad visual o dificultad para la lectura. Como ha destacado Javier Balibrea, director de la editorial de la Universidad de Navarra «Queremos ofrecer la escucha de la Biblia de una manera sencilla. El audiolibro tiene un índice por libros y capítulos que permite una búsqueda rápida. Está disponible en streaming a través de la biblioteca virtual de EUNSA”. 

Medio siglo profundizando en la Biblia

Con la edición del audiolibro se cumplen 50 años de trabajo sobre los textos bíblicos. Un proyecto que se impulsó en 1971, cuando el fundador de la Universidad, san Josemaría Escrivá, encargó a la Facultad de Teología la traducción y comentario de las Sagradas Escrituras. Se inició con el Nuevo Testamento y culminó en 2004, con la edición de toda la Biblia en cinco volúmenes. Más de quince profesores participaron en este trabajo editorial, que incluye cerca de 3.000 notas y comentarios que ayudan a entender el texto en su contexto y en la rica tradición de la Iglesia. Desde entonces, se ha traducido a cuatro idiomas y se ha difundido en numerosos países. 

El audiolibro está disponible en la página web de Ediciones Universidad de Navarra en el siguiente enlace: https://bit.ly/3vV63du, a un precio de 29,99 euros.

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España

«Al quitar a Dios de la sociedad llega el culto a la personalidad»

Representantes de las confesiones católica y judía debatieron sobre el modelo de laicidad en un Foro organizado por Omnes en el que coincidieron en el valor social de las confesiones religiosas en la sociedad actual.

Maria José Atienza·24 de marzo de 2021·Tiempo de lectura: 4 minutos

Mons. Luis Argüello, obispo auxiliar de Valladolid y secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal Española (CEE) y el anterior presidente de la Federación de Comunidades Judías de España, Isaac Querub, han sido los ponentes del Foro Omnes moderado por la catedrática de Derecho de la UIC, Montserrat Gas. Mohamed Ajana, secretario de la Comisión Islámica de España, que iba a participar en dicho encuentro, no pudo asistir debido a un imprevisto. 

El Foro, planteado con el tema “¿Qué modelo de laicidad queremos para España? Las religiones ante las propuestas de laicismo comenzó con una reflexión de Montserrat Gas sobre el papel del estado ante la religión y la laicidad positiva.

En esta línea, Gas, utilizando un símil deportivo, apuntó cómo el papel del estado sería comparable al de una Federación, que vela por el cumplimiento de las reglas y la limpieza del juego pero que “no toma parte en ese juego optando por una de esas confesiones o impulsando una especie de religión de estado”. 

En cuanto a si tenemos en España un sistema satisfactorio de relaciones con las confesiones desde el Estado, Isaac Querub ha querido señalar que “Lo que pedimos al Estado es que impulse la convivencia las personas independientemente de sus convicciones religiosas y facilite el ejercicio libre de las creencias”.

Esta idea ha estado muy presente en las sucesivas intervenciones del antiguo presidente de las comunidades judías españolas para el que el modelo español, adoptado desde la Constitución ,“es admirado en todo el mundo y funciona. Y si funciona y satisface a las distintas confesiones ¿por qué hemos de cambiarlo?”. 

Por su parte, Mons. Luis Argüello, ha calificado de satisfactorio el marco actual de las confesiones en el estado español. El secretario General de la CEE ha querido recordar que “es necesario organizar la convivencia sabemos que los que convivimos somos grupalmente diferentes y que desde esa diferencia definimos el bien común. Al servicio de eso aparece el estado. Por eso, cada vez, veo más este tema de la laicidad positiva como asegurar la convivencia de pueblos distintos”. Además ha querido destacar que “los seres humanos tenemos el deseo innato de compartir nuestra conciencia de bien con nuestros conciudadanos, lo que los cristianos llamamos ser misioneros, y hemos de vivir esto sin que se convierta en una estratagema para la búsqueda del poder”. 

El peligro del pensamiento único

Ambos ponentes han coincidido en el peligro del pensamiento único que pretenden imponer las posturas laicistas que termina siendo otra clase de fanatismo. En esta línea Isaac Querub ha afirmado que “cuando se erradica de manera fanática el factor religioso o a Dios de la sociedad, se sustituye rápidamente por el culto al individuo y sabemos lo que ocurre. Cuando se mata a Dios tenemos el culto a la personalidad y se termina por matar a las personas”.  Una idea plenamente compartida por Mons. Argüello, quien quiso alertar de dos “atajos” que pueden ser usados por los creyentes y terminan generando violencia de algún tipo: El fundamentalismo, de querer imponer la propia convicción y, por otra parte, el relativismo absoluto, el querer convertir cada deseo en ley.

Preocupa la propuesta de una religión civil

Preguntados acerca de la reciente carta enviada por el ministro de Cultura y Deporte, José Manuel Rodriguez Uribes, en su calidad de secretario de Laicidad del PSOE, a las ejecutivas provinciales del partido socialista, bajo el título “La laicidad, religión de la libertad”. Mons. Argüello quiso señalar que «lo preocupante es ver cómo se propone una religión civil desde el estado que además ofrece unos ‘frutos'». Para Argüello «es legítimo que un partido político tenga un programa y lo ofrezca a la sociedad. Lo que parece preocupante es que a eso se le dé un contenido de religión civil porque entonces el Estado ofrece una propuesta religiosa de sustitución y deja de ser neutral». Isaac Querub, por su parte, ha destacado que el contenido de la carta «dista de las posiciones que nos han manifestado en los encuentros con el gobierno». Ambos ponentes han coincidido en que les hubiera gustado una reunión o consulta de la comisión mixta de gobierno y entidades religiosas en asuntos como el cierre de centros de culto durante la pandemia o la tramitación de leyes como la LOMLOE o a reciente de eutanasia.

Tanto Luis Argüello como Isaac Querub sin embargo han querido hacer una llamada a la esperanza para hacer ver el papel insustituible del hecho religioso y la valiosa aportación de las diferentes confesiones en un diálogo fecundo para el progreso de la sociedad.

El encuentro tuvo lugar de manera semipresencial, cumpliendo con las medidas de seguridad sanitarias pertinentes, en el salón de Actos de la Universidad Villanueva de Madrid y fue retransmitido a través de Youtube. Asistentes presenciales y virtuales pudieron hacer llegar sus preguntas a los ponentes a través de Whatsapp o el chat del propio canal.

Galería del acto

Lecturas del domingo

Comentario a las lecturas domingo de Ramos

Andrea Mardegan, sacerdote, comenta las lecturas correspondientes a la Solemnidad del domingo de Ramos

Andrea Mardegan·24 de marzo de 2021·Tiempo de lectura: 2 minutos

En la casa de Simón el fariseo, en Betania, una mujer rompe el frasco de alabastro lleno de nardo precioso y vierte el perfume sobre la cabeza de Jesús. A las críticas sobre el desperdicio de dinero, Jesús responde con una alabanza única: “Donde quiera que se predique el Evangelio, en todo el mundo, también lo que ella ha hecho se contará en memoria suya”. También unos hombres anónimos le reconfortan: los discípulos que se interesan por dónde preparar la Pascua; los dos que Jesús envía a la ciudad; un hombre con un ánfora de agua; el propietario de la casa donde irá. Hombres amigos en aquella hora tremenda. 

Entre la mujer y esos hombres, Marcos nombra a Judas, que va a traicionarlo, y su motivación queda un misterio. Jesús lo revela a los suyos, en la cena de la Pascua, antes de donarles su cuerpo y su sangre. La primera Eucaristía está entre la profecía de la traición de Judas y la de la negación de Pedro. Cielo y tierra se mezclan. La oración de Getsemaní, “Abbà, Padre”, se oye en el silencio del sueño de Pedro, Santiago y Juan, que no son capaces de velar ni siquiera una hora para sostener a Jesús, y continúan durmiendo aunque él les despierte y anime. Llega Judas en la noche con los esbirros armados y, como es típico de los traidores, manifiesta afecto al traicionado, con un beso. Captura, proceso sumario, testigos que mezclan lo verdadero con lo falso, y la luz de la declaración de Jesús ante la pregunta: “¿Eres tú el Mesías, el Hijo del Bendito?”, “Yo soy”. Le arrebatan las vestiduras, le condenan a muerte. Escupitajos, golpes, bofetones. Pedro está en el patio y una joven empleada, única figura femenina negativa de toda la pasión de Jesús, le provoca y él cae, y niega conocerlo. Mientras tanto, el gallo canta. Llanto de Pedro. 

Pilatos sabe que es por envidia, pero no es capaz de oponerse a la turba. Lo intenta con la costumbre de liberar a un encarcelado durante la Pascua, pero la multitud, que pronto será liberada por la cruz de Cristo, elige a Barrabás y condena a Jesús. Los soldados añaden flagelos, corona de espinas, clavos en sus manos y en sus pies, vestiduras divididas a suerte. “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. Un fuerte grito y Jesús muere. Se rompe el velo del templo, ya no sirve. La luz de la fe alumbra al centurión pagano, primero entre todos: “En verdad este hombre era Hijo de Dios”. María Magdalena, María madre de Santiago el menor y de José, y Salomé, junto a otras muchas mujeres, observan de lejos. José de Arimatea pide su cuerpo a Pilatos, lo desclavan de la cruz y lo colocan en una sábana nueva y en un sepulcro excavado en la roca. Jesús atraviesa también esta experiencia humana, y se prepara para vencerla definitivamente.

Vaticano

«La Virgen María ha estado presente en los días de pandemia, con su ternura materna»

El Papa Francisco ha dedicado la catequesis de este miércoles a la oración "en comunión con María", ya que "ocupa en la vida y en la oración del cristiano un lugar privilegiado, porque es la Madre de Jesús".

David Fernández Alonso·24 de marzo de 2021·Tiempo de lectura: 3 minutos

El Papa Francisco ha tenido su habitual catequesis dirigida desde la Biblioteca del Palacio Apostólico, debido a las restricciones impuestas por el gobierno italiano.

En esta ocasión, el Santo Padre ha querido dedicar sus palabras «a la oración en comunión con María, y tiene lugar precisamente en la vigilia de la solemnidad de la Anunciación».

Cristo es el puente

Francisco ha querido destacar la centralidad de Jesucristo en la oración: «Sabemos que el camino principal de la oración cristiana es la humanidad de Jesús. De hecho, la confianza típica de la oración cristiana no tendría significado si el Verbo no se hubiera encarnado, donándonos en el Espíritu su relación filial con el Padre. Cristo es el Mediador, el puente que atravesamos para dirigirnos al Padre (cfr Catecismo de la Iglesia Católica, 2674). Cada oración que elevamos a Dios es por Cristo, con Cristo y en Cristo y se realiza gracias a su intercesión. El Espíritu Santo extiende la mediación de Cristo a todo tiempo y todo lugar: no hay otro nombre en el que podamos ser salvados (cfr Hch 4,12).

Precisamente gracias a la mediación de Cristo toman sentido y valor las otras referencias que el cristianismo encuentra para su oración y su devoción, en primer lugar a la Virgen María. «Ella», continúa el Papa, «ocupa en la vida y, por tanto, también en la oración del cristiano un lugar privilegiado, porque es la Madre de Jesús. Las Iglesias de Oriente la han representado a menudo como la Odigitria, aquella que “indica el camino”, es decir el Hijo Jesucristo.

El rol de María

Una manifestación de esta devoción es la iconografía cristiana, donde «su presencia está en todas partes, y a veces con gran protagonismo, pero siempre en relación al Hijo y en función de Él. Sus manos, sus ojos, su actitud son un “catecismo” viviente y siempre apuntan al fundamento, el centro: Jesús. María está totalmente dirigida a Él (cfr CCC, 2674).

Jesús extendió la maternidad de María a toda la Iglesia cuando se la encomendó al discípulo amado, poco antes de morir en la cruz.

Papa Francisco

Ser humilde sierva del Señor. Éste es el papel que «María ha ocupado durante toda su vida terrena y que conserva para siempre», afirma Francisco. Y sigue: «A un cierto punto, en los Evangelios, ella parece casi desaparecer; pero vuelve en los momentos cruciales, como en Caná, cuando el Hijo, gracias a su intervención atenta, realizó la primera “señal” (cfr Jn 2,1-12), y después en el Gólgota, a los pies de la cruz».

Así, «Jesús extendió la maternidad de María a toda la Iglesia cuando se la encomendó al discípulo amado, poco antes de morir en la cruz. Desde ese momento, todos nosotros estamos colocados bajo su manto, como se ve en ciertos frescos y cuadros medievales».

Las oraciones a Nuestra Madre

Los modos en que los cristianos nos hemos dirigido a Ella son realmente significativas: «empezamos a rezarla con algunas expresiones dirigidas a ella, presentes en los Evangelios: “llena de gracia”, “bendita entre las mujeres” (cfr CCC, 2676s.). En la oración del Ave María pronto llegaría el título “Theotokos”, “Madre de Dios”, ratificado por el Concilio de Éfeso. Y, análogamente y como sucede en el Padre Nuestro, después de la alabanza añadimos la súplica: pedimos a la Madre que ruegue por nosotros pecadores, para que interceda con su ternura, “ahora y en la hora de nuestra muerte”. Ahora, en las situaciones concretas de la vida, y en el momento final, para que nos acompañe en el paso a la vida eterna».

«María está siempre presente en la cabecera de sus hijos que dejan este mundo. Si alguno se encuentra solo y abandonado, ella está allí cerca, como estaba junto a su Hijo cuando todos le habían abandonado».

Con ternura materna

El Papa ha querido también hacer mención a la situación actual que pasa el mundo: «María ha estado presente en los días de pandemia, cerca de las personas que lamentablemente han concluido su camino terreno en una condición de aislamiento, sin el consuelo de la cercanía de sus seres queridos. María está siempre allí, con su ternura materna. Las oraciones dirigidas a ella no son vanas».

María nos defiende en los peligros, se preocupa por nosotros, también cuando nosotros estamos atrapados por nuestras cosas y perdemos el sentido del camino.

Papa Francisco

Francisco asegura que María es «Mujer del “sí”, que ha acogido con prontitud la invitación del Ángel, responde también a nuestras súplicas, escucha nuestras voces, también las que permanecen cerradas en el corazón, que no tienen la fuerza de salir pero que Dios conoce mejor que nosotros mismos. Cómo y más que toda buena madre, María nos defiende en los peligros, se preocupa por nosotros, también cuando nosotros estamos atrapados por nuestras cosas y perdemos el sentido del camino, y ponemos en peligro no solo nuestra salud sino nuestra salvación».

El Santo Padre ha concluido convencido que «María está allí, rezando por nosotros, rezando por quien no reza. Porque ella es nuestra Madre».

Actualidad

«Procuramos que cada persona se sienta acogida, respetada y, también, responsable»

El comedor social "San José" es una de las iniciativas del proyecto Amar siempre más impulsado por la Obra Social Alvaro del Portillo y la Asociación "Familia y Cultura" de Vallecas. Un proyecto basado en el concepto de atención integral y de liderazgo del beneficiario.

Maria José Atienza·23 de marzo de 2021·Tiempo de lectura: 3 minutos

El comedor social «San José», situado en el barrio de Carabanchel, ha estrenado este mes de marzo una nueva cocina para mejorar la elaboración y distribución de comidas a más de 300 familias y personas sin recursos, especialmente afectadas por la pandemia. 

Este comedor, impulsado por la Obra Social-Familiar «Álvaro del Portillo» y la Asociación «Familia y Cultura» de Vallecas ya distribuía, desde mayo de 2020 comida no cocinada para unas 500 personas.  

Voluntarios – beneficiarios

La nueva cocina está atendida por voluntarios, que, en su mayoría son también beneficiarios de los proyectos de “Amar siempre más”, al que pertenece este comedor.

Uno de ellos, que conoció el comedor a través de unas compañeras que eran beneficiarias, destaca para Omnes cómo “Lo que más me gusta es poner mi granito de arena en función de los más necesitados. Involucrarme y contribuir en todo lo que se pueda, satisface ver crecer y diversificarse el proyecto”. Aunque también apunta que a veces “creo que alguna persona no aprecia el esfuerzo que hacemos por ella, porque es difícil sacar el comedor adelante y no todo el mundo se da cuenta”.

El comedor San José no es el único de este proyecto, como nos cuenta uno de sus responsables, “entre Vallecas, Canillejas, Carabanchel y Tetuán, que son los comedores que tenemos abiertos en este momento, atendemos a unas 2000 personas. Muchos de ellos, niños”.

La pandemia ha supuesto un reto para esta asociación puesto que “Las solicitudes de alimento en Vallecas se triplicaron, y pensamos que lo mismo debía estar ocurriendo en otros sitios, así que nos lanzamos a repartir comida preparada en Getafe, San Fernando de Henares y Carabanchel. Fue espectacular: cientos de personas acudieron a solicitar comida. Muchos, en situaciones realmente dramáticas. Poco a poco la situación se está normalizando, pero aún llegan varias solicitudes nuevas cada día”.

El proyecto “Amar siempre más”

Todos ellos forman parte de “Amar siempre más”, un proyecto que facilita también atención psicológica y espiritual, formación laboral, acompañamiento y espacio de juegos infantiles. “Nuestro objetivo” señalan “es que cada persona que se acerca al proyecto sea santa. Intentamos acompañarla para que sea una persona realizada y feliz.

Eso incluye ofrecerle ayuda en lo más básico (alimento, ropa, techo, formación laboral…); en los vínculos familiares, que son fundamentales y muchas veces están rotos o deteriorados (formación para la educación de los hijos, terapias de pareja, convivencias, psicólogos, acompañamiento a las madres, apoyo escolar…) y en lo espiritual, que es el corazón de todo lo que hacemos, porque es de donde brota ese amor que nos va sanando (retiros, voluntariado, grupos de distintas espiritualidades, cenas Alpha, formación cristiana…).

Procuramos que cada persona se sienta acogida, respetada, en familia, y también responsable, porque el proyecto se va tejiendo con lo que aportamos cada uno”. Su trabajo se basa en un concepto de atención integral y de liderazgo del beneficiario, que muchas veces colabora, asimismo, con el proyecto.

La Obra Social-Familiar Álvaro del Portillo

La Obra Social-Familiar Álvaro del Portillo, impulsora de este proyecto, está formada por voluntarios, como ellos se definen “entusiasmados con este proyecto, con muchas ganas de compartir nuestro día a día con quienes se acercan al comedor, porque aprendemos muchísimo de ellos”.

Como ejemplo, la figura del beato Álvaro del Portillo, quien “en los años 30, iba a la parroquia San Ramón Nonato de Vallecas, donde nacimos como asociación. Vallecas era por entonces un barrio muy, muy humilde y don Álvaro ayudaba a los niños de la zona en todo lo que podía y les daba catequesis. Cuidaba sus cuerpos y sus almas. Por eso decidimos ponerle su nombre a la asociación. De alguna manera, intentamos continuar lo que él empezó” concluyen.

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Familia

El conflicto superado por el amor conyugal

En la novela de Elizabeth Gaskell Norte y sur, se muestra cómo a pesar de los muchos padecimientos y contrariedades, ambos encuentran con tenacidad y sabiduría el camino para vencer prejuicios y diferencias y así poder entablar el compromiso de amor conyugal.

José Miguel Granados·23 de marzo de 2021·Tiempo de lectura: 3 minutos

El trasfondo de las novelas de Elizabeth Gaskell (1810-1865) lo constituyen los conflictos socio-laborales y los dramáticos sufrimientos de los ambientes obreros de la primera revolución industrial.

En Norte y sur, se considera la tensión entre la vida tradicional de la amena campiña meridional inglesa y la novedad del poderoso pero complejo desarrollo de las fábricas en el frío norte. Dos figuras representan esta relación difícil: John Thornton, joven empresario hecho a sí mismo, forjado en la dura tarea de sacar adelante una factoría con cientos de operarios; y Margaret Hale, mujer culta, hija de un profesor de humanidades, que ha de emigrar a la pujante, convulsa y sufriente ciudad proletaria.

Ideologías de confrontación

En la historia del pensamiento moderno han surgido diversas ideologías de confrontación, como el marxismo, que propugna el conflicto y la ruptura con el fin de lograr una supuesta síntesis utópica. Así, la lucha de clases, del patrón contra empleado, del varón contra mujer, etc. Pero se trata de explicaciones falsas del hombre y de la sociedad, que han propiciado regímenes liberticidas de terror. No somos enemigos sino hermanos y amigos, miembros de la misma familia humana. 

La antropología cristiana, superando concepciones erróneas, irracionales e inhumanas, enseña que el ser humano no está hecho para la rivalidad sino para la relación de ayuda y de cooperación. Es más, la diversidad enriquecedora en la unidad común es el núcleo de la condición humana. 

Complementariedad del varón y la mujer

La diferencia sexual forma parte de la identidad teológica constitutiva del ser humano, como llamada a vivir la complementariedad del amor fecundo de entrega. “El hombre ha llegado a ser imagen y semejanza de Dios no solo a través de la propia humanidad, sino también a través de la comunión de las personas, que el hombre y la mujer forman desde el inicio” (Juan Pablo II).

Por otro lado, la llamada “ideología de género” -de matriz materialista y dialéctica- es también contraria a la realidad. Niega equivocadamente el significado objetivo de la sexualidad humana, conforme al plan originario y permanente del Creador, asequible al sentido común. Varón y mujer son, el uno para el otro, “ayuda adecuada” y vital, para escapar de la soledad estéril. Ambos comparten la humanidad común y relacional. Se complementan. Son compañeros. Están ordenados al compromiso conyugal y familiar. Su vocación es el don recíproco. Están orientados a la trascendencia de la relación personal, justa y amorosa, con los demás y con el mismo Dios, anticipo del destino de la vida eterna.

Diferencias llamadas al enriquecimiento

La colaboración originaria, dañada por el pecado, viene sanada y reintegrada en Cristo, por la acción del Espíritu Santo y la maduración en las virtudes. La “antropología adecuada”, conforme al evangelio de la gracia, hace posible la superación de los conflictos para lograr una relación armoniosa, una verdadera comunidad. Las diferencias entre el varón y la mujer no son causa de inevitable guerra, sino llamadas al enriquecimiento, al crecimiento y a la maduración personal y social.

“Dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza: llamándolo a la existencia por amor, lo ha llamado al mismo tiempo al amor. Dios inscribe en la humanidad del hombre y de la mujer la vocación y consiguientemente la capacidad y la responsabilidad del amor y de la comunión” (Juan Pablo II).

La confrontación no tiene la última palabra ni es lo decisivo. El ser humano no está abocado al conflicto. Ha sido formado con una estructura familiar de comunión. El verdadero amor reclama la entrega de uno mismo a los demás y la acogida del otro, en una relación paciente de respeto y de sincera colaboración.

El amor verdadero logra la síntesis

Hablando de los conflictos entre empleados y empresarios, Margaret Hale le recordaba en cierta ocasión a John Thornton que “Dios nos creó para que haya entre nosotros una dependencia mutua”. Al final, tras muchos sufrimientos y humillaciones, ambos encuentran con tenacidad y sabiduría el camino para vencer prejuicios y diferencias y así poder entablar el compromiso de amor conyugal, demostración de que -conforme al designio divino y con la ayuda de la gracia- es posible y bueno superar la confrontación para que prevalezca la alianza entre el varón y la mujer. 

Ecología integral

La UFV abordará el problema de la soledad en una jornada online

La jornada, nacida de la experiencia del reportaje multimedia `Soledad en tiempos de pandemia´ contará con tres encuentros sobre el tema.

Maria José Atienza·23 de marzo de 2021·Tiempo de lectura: 2 minutos

La soledad es uno de los problemas sociales más preocupantes en nuestro país y que, según los datos, lejos de encontrarse en vías de solución, aumenta cada año.

En este contexto, mañana, miércoles 24 de marzo a las 12:30 horas tendrá lugar una jornada en la que se reflexionará sobre los aprendizajes que los alumnos de la Facultad de Comunicación de la Universidad Francisco de Vitoria han experimentado a raíz de la realización del reportaje multimedia `Soledad en tiempos de pandemia´.

La jornada contará con tres encuentros. El primero centrado en la familia, otro que tratará el tema de la importancia del acompañamiento y el tercero incidirá en la necesidad vital que tiene el hombre de la alteridad y el contacto físico.

El primer diálogo contará con la participación de Elena Alderius, directora del Centro de Acompañamiento Integral a la Familia de la UFV, y David Santaballa, estudiante de Educación infantil. Ambos reflexionarán sobre la relevancia de la familia y de las posibles causas por las que esta institución está en peligro, hoy más que nunca.

En el diálogo sobre el acompañamiento intervendrán Maleny Medina, directora del Instituto de Acompañamiento de la UFV, y Alejandro Carballo, coordinador del departamento de Acción Social de la UFV. En esta ocasión, se compartirá la importancia de estar bien acompañado, especialmente ante situaciones difíciles, en las que el hombre necesita contar con el apoyo necesario para poder trascender el dolor, el sufrimiento y cualquier otra adversidad.

Por último, el diálogo sobre la alteridad contará con la presencia de Isidro Catela, doctor en Ciencias de la Información y profesor de Ética y Humanidades de la UFV, y Mariana Reyes, estudiante mexicana de la UFV. Ambos indagarán sobre la necesidad que tiene el hombre, como ser relacional, de contar con el otro, del sentido de la pertenencia y de mantener contacto físico.

España

‘Familias acompañando a Familias’ gana el Premio Jaume Brufau

A través de esta iniciativa, surgida en el confinamiento, sesenta familias dan apoyo a centenares de hogares que viven al límite.

Maria José Atienza·23 de marzo de 2021·Tiempo de lectura: 2 minutos

La acción social ‘Familias acompañando a Familias’ ha sido una de las ganadoras del Premio Jaume Brufau, con el que la Universitat Abat Oliba CEU (UAO CEU) reconoce a iniciativas, instituciones o personas que destacan por su promoción de la dignidad de la persona y del bien común.  

La red nació el pasado año cuando tres familias pertenecientes a la comunidad de personas reunidas en torno a la actividad solidaria y pastoral de la parroquia de Santa Anna de Barcelona comenzaron una labor de atención a “la llamada de auxilio” de muchas personas.  

La filosofía de esta iniciativa es “generar vínculos a todos los niveles”, explica uno de sus promotores, Jorge Martínez Lucena. La relación es la clave de este proyecto. La puerta de entrada, explican, es el reparto de cajas de alimentos (unas 140 para cerca de 500 hogares), pero la comida es sólo “la excusa” para generar un espacio de confianza del que muchos carecen. “A través de una relación se puede ayudar mucho más que con la comida”.  

De dar comida a la amistad

El vínculo se traduce en conversaciones telefónicas, mensajes de WhatsApp, ayuda para hacer papeleos administrativos o para concertar citas médicas. Y así hasta llegar al momento en que los lazos se estrechan tanto como para realizar actividades familiares comunes. “Un nigeriano que conocí hace unos meses me acaba de hacer padrino de su hijo”, comenta Martínez Lucena.  Una red de ayuda que ha ido creciendo en estos meses, tanto en familias voluntarias, como en tipología de problemas que se atienden.

En la actualidad sesenta familias voluntarias ayudan, de diferentes maneras a otras muchas, complementando la labor de la parroquia de Santa Anna, que atiende, especialmente a personas sin techo. En estos meses, ha ido también variando el tipo de problemas a los que esta red de familias ha tenido que hacer frente. Si en el primer confinamiento, muchos de los que requerían ayuda venían del mundo de la prostitución, que se había frenado en seco. ahora, en el programa, hay “muchas familias sudamericanas y africanas”.  Crecen las peticiones pero también la esperanza y la solidaridad como destaca Martínez Lucena: «Cuando se piden las cosas, la gente responde muy por encima de los esperado”.

‘Familias acompañando a Familias’ funciona de una manera bastante informal. Cada familia tiene asignadas unas familias o personas a las que dar apoyo y gran parte de la coordinación se hace a través de dos grupos de WhatsApp: uno para coordinar el transporte de los lotes y otro para dar la voz de alerta sobre necesidades que van surgiendo.  

Premio Jaume Brufau

El Premio Jaume Brufau, además de para destacar la labor que está realizando ‘Familias acompañando a Familias’ sirve para recordar la figura de Mn. Jaume Brufau, que durante años fue el consiliario de la UAO CEU. El premio también le ha sido concedido de forma póstuma a la profesora de Psicología de la UAO CEU, Francesca Higueras.  

A vueltas con el pin parental

Luchar por una educación sin ideología, para todos, es parte de lo que necesitamos en este momento para una auténtica regeneración educativa y social.

23 de marzo de 2021·Tiempo de lectura: 3 minutos

Hace unos años se empezó a usar la expresión pin parental para referirse a la contraseña que los padres tienen en los televisores y otros dispositivos para bloquear el acceso a determinados canales de televisión a sus hijos. Una medida para proteger a los menores de contenidos lesivos para su madurez y formación. Con esa referencia, y con el mismo nombre, la Consejería de Educación de la Región de Murcia planteó que los padres pudiesen decidir que sus hijos no recibiesen determinados contenidos educativos si ellos no los consideraban apropiados porque vayan en contra de sus convicciones morales o religiosas.

Estos días, a raíz de la fracasada moción de censura en la Región de Murcia, el llamado ‘pin parental’ ha vuelto a estar en los medios de comunicación, como una de las piezas de trueque para apoyar o no la mencionada moción.

Más allá de la batalla política y de la medida política concreta, el tema tiene una gran relevancia. Nos recuerda la célebre  frase de la ministra Celaá: «No podemos pensar de ninguna de las maneras que los hijos pertenecen a los padres». Y nos plantea un debate de profundidad: en última instancia, ¿a quién corresponde la educación de los niños?

Si bien es verdad que el niño no pertenece a nadie, lo cierto es que, por el momento madurativo en el que se encuentra, los padres tienen la obligación y el derecho de educarle.

Javier Segura

Retomando la célebre afirmación de la ministra de Educación, está claro que el niño no pertenece a nadie. Es una persona inviolable y no es posesión de nadie. No lo es de sus padres. Y mucho menos del Estado. Pero si bien es verdad que el niño no pertenece a nadie, lo cierto es que, por el momento madurativo en el que se encuentra, los padres tienen la obligación y el derecho de educarle hasta que llegue a su madurez como persona. El Estado, que ha de coordinar y poner en marcha todo el sistema educativo, tiene una función subsidiaria en la educación, de alguna forma, delegada de las propias familias.

Quienes defienden que a los niños se les impartan contenidos relacionados con estos temas morales apelan al artículo 26 sobre Educación  de la Declaración Universal de los derechos humanos, para hablar del derecho del niño a recibir una educación integral. Según su visión no se le puede negar a ningún niño ser educado en estos contenidos porque se le estaría quitando una formación esencial. Es el ‘bien superior’ del niño lo que habría que defender. Y las familias no podrían oponerse a ello. Introducir estas ideas en los alumnos, según esta visión, no es adoctrinar, sino educar para crear mejores personas para un mundo mejor y más justo.

En el caso que estamos tratando los contenidos tienen una alta carga ideológica y van a ser impartidos bajo un determinado prisma. Quienes defienden estos contenidos consideran que es necesario que los niños asuman esos criterios (estar a favor del aborto, de la eutanasia, de la homosexualidad, de las relaciones sexuales en edades tempranas…) y consideran, en el fondo, que los padres que no educan así a sus hijos les están haciendo un grave perjuicio.

El tema, como se puede entender fácilmente, no es menor. No debemos dejarnos engañar por términos tan ambiguos como ‘el bien superior del niño’. Y debemos tener claro qué tipo de ideas se quieren transmitir a los niños. La LOMLOE, de esto no cabe duda, tiene como intención educativa promover esta visión de la realidad, aunque las familias no la compartan. Y lo hará de forma transversal en todas las materias y de forma específica en la nueva asignatura Educación en valores cívicos y éticos.

La ideología de género se ha hecho presente en nuestra sociedad por multitud de canales, y que la escuela es solo uno más.

Javier Segura

Pero seamos sinceros y reconozcamos que la ideología de género se ha hecho presente en nuestra sociedad por multitud de canales, y que la escuela es solo uno más, y no el que precisamente más incidencia tiene en la formación de nuestros jóvenes. En este sentido el trabajo a hacer por las familias es mucho más arduo. Es verdad que las familias deben estar atentas a los contenidos que reciben sus hijos y tienen que denunciarlo ante la administración correspondiente si ven que estos no son apropiados o van en contra de sus convicciones morales y religiosas. Pero es vital que haya una educación en positivo, que consiga transmitir una visión integrada de la persona humana, de su sexualidad, del amor entre el hombre y la mujer. Y en esto la Iglesia tiene un papel fundamental. Creo que es lo más importante en esta auténtica batalla cultural.

¿Y respecto al ‘pin parental’? Pienso que la Administración educativa debe evitar que haya una ideologización en los colegios, dando una visión lo más imparcial y neutra posible de estos contenidos, en caso de que se planteen. Y los padres deberán velar para que esto sea así, denunciándolo ante las administraciones educativas si se incumplen estas normas.

Luchar por una educación sin ideología, para todos, es parte de lo que necesitamos en este momento para una auténtica regeneración educativa y social.

El autorJavier Segura

Delegado de enseñanzas en la Diócesis de Getafe desde el curso 2010-2011, ha ejercido con anterioridad este servicio en el Arzobispado de Pamplona y Tudela, durante siete años (2003-2009). En la actualidad compagina esta labor con su dedicación a la pastoral juvenil dirigiendo la Asociación Pública de Fieles 'Milicia de Santa María' y la asociación educativa 'VEN Y VERÁS. EDUCACIÓN', de la que es Presidente.

España

¿Cómo es la situación religiosa en España y cuáles las tareas para la nueva evangelización?

España camina hacia un entorno cada vez más secularizado y hacia una situación religiosa cada vez más polarizada, con una decreciente práctica religiosa. El autor repasa estas tendencias y propone algunos retos para las próximas décadas.

Luis Herrera·22 de marzo de 2021·Tiempo de lectura: 6 minutos

El Centro de Investigaciones Sociológicas realiza mensualmente encuestas, que denomina “barómetros”. En ellas incluye dos preguntas relativas a la religión: ¿Cómo se define usted en materia religiosa: católico/a practicante, católico/a no practicante, creyente de otra religión, agnóstico/a, indiferente o no creyente, o ateo/a? Y sólo a los que se definen en materia religiosa como católicos o creyentes de otra religión: ¿Con qué frecuencia asiste usted a Misa u otros oficios religiosos, sin contar las ocasiones relacionadas con ceremonias de tipo social, por ejemplo, bodas, comuniones o funerales?           

La situación religiosa en España

Confrontando las repuestas de los últimos años a estas preguntas, se aprecian las siguientes tendencias:

Que aumentan los españoles que se consideran no religiosos (ateos, agnósticos o indiferentes).

Por otro lado, aumentan levemente los católicos que practican. Dejan de dibujar una línea en forma de “u” (con picos en la infancia y en la vejez, y un largo valle entre ambas etapas de la vida), y comienzan a formar una línea plana a lo largo de todo el rango de edades, que tiende a subir lenta pero homogéneamente. Esta misma tendencia se recoge en otra reciente encuesta del Pew Reseach Center: el 50% de los que consideran importante la religión la han reforzado durante la pandemia: lo que equivale a un 16% de los españoles. 

Y por último, disminuyen los católicos no practicantes.

Proyecciones

Si se mantuviesen las tendencias estadísticas actuales, en España (y en general en Europa) caminamos hacia una polarización en materia religiosa. En 2050 es posible que en torno a un 75% de los españoles se manifieste no religioso y un 25% sea practicante. Evidentemente hay factores que pueden alterar estas proyecciones, como por ejemplo la inmigración: basta pensar que en este siglo XXI se calcula que África pase de 800 a 4.000 millones de habitantes, mientras que Europa se mantenga en torno a los 600 actuales y España disminuya casi a la mitad su población. Es conocido el protagonismo que tiene la religiosidad en el continente africano, aunque falta por comprobar su resistencia al individualismo consumista exportado por Occidente.

La dictadura del relativismo

            Esa situación de minoría practicante tiene aspectos muy positivos para el cristianismo, porque nunca la Iglesia ha sido tan independiente del poder secular, ni la fe de los creyentes tan fundamentada en la razón y en la experiencia mística.

            Pero si nos preguntarnos cómo será la relación entre esa cultura mayoritaria sin Dios y la minoría de los cristianos, las perspectivas no son tan positivas.

La Iglesia con sus enseñanzas resulta escandalosamente contracultural.

            El relativismo es negacionista de la metafísica. “Bueno” significa “útil”, sin más consideraciones éticas. Esta negación de los principios morales, resulta obviamente tentadora. Además se hace en nombre de la ciencia y de la tolerancia. El relativismo es tan impositivo que se ha calificado de “dictadura”. Basta pensar en la ingeniería social realizada por el colectivo LGTBI, que impregna las leyes, los programas educativos, los medios de comunicación, la industria del ocio… y hasta los contratos mercantiles. 

            La Iglesia con sus enseñanzas resulta escandalosamente contracultural. Es acusada de intolerante y oscurantista. Resulta políticamente correcto recrearse en sus incoherencias y silenciar sus virtudes. Se produce un creciente acoso a su libertad de expresión, a su consideración de interés público, a su participación en la vida social, o al ejercicio del derecho a la objeción de conciencia por parte de los católicos. 

            Se perfila un futuro “martirial” para la Iglesia. Aunque en el siglo XXI adopte nuevos procedimientos, el martirio ha acompañado a la Iglesia desde su mismo origen, Jesús de Nazaret. Es medio de purificación, y de testimonio de la fe: cuando las palabras han perdido su capacidad de convencer, queda la coherencia y la felicidad. Es probable que la comunidad cristiana se contraiga aún más de lo que actualmente anuncian las encuestas, pero que el testimonio de ese pequeño grupo traiga una nueva primavera cristiana. Como escribía Tertuliano ya en el año 197: La sangre de los mártires es semilla de cristianos.

La autofagia del relativismo

            Pero el relativismo no sólo es intolerante, sino también autodestructivo. El sujeto relativista es experto en salud, tecnología, sexualidad, nutrición, moda, decoración, viajes, hoteles, coches y deportes. Pero ignora el sentido profundo de la realidad, la dimensión moral de la existencia, y las relaciones personales fuertes. Es decir, un “homo consumens”, un hedonista.

            Los informativos dan cuenta cada día de graves disfunciones sociales causadas por esta cultura: el fracaso del matrimonio y la caída de la natalidad, la violencia doméstica, el fracaso escolar, la indiferencia individualista, la corrupción, la injusticia, la migración masiva, la neurosis, el suicidio… El relativismo genera problemas que es incapaz de resolver, porque no reconoce su raíz moral, y se limita a aplicar tratamientos sintomáticos. 

            El mismo sistema democrático está en crisis. Estos días asistimos a debates sobre los límites de la libertad de expresión, del deseo subjetivo en la asignación del género, de la maternidad subrogada, de las protestas callejeras, de la autodeterminación nacional, de la intervención del poder ejecutivo en el judicial… En la raíz de estas tensiones políticas está una antropología materialista. La democracia se convierte entonces en un sistema de ampliación de derechos subjetivos individuales. Un individualismo narcisista ilimitado e insostenible.

Pequeños grupos abiertos 

            Ante esta deriva totalitaria y autodestructiva de la postmodernidad, se plantean a los cristianos diversas “opciones”. Una, llamada “benedictina”, aboga por un nuevo inicio a partir de pequeños grupos de creyentes (desde una parroquia a un club literario), que se vayan expandiendo hasta formar una nueva cultura cristiana, como las células forman un tejido. Otra, que se ha denominado “gregoriana”, es partidaria de que los cristianos formen minorías creativas que participen en los foros públicos de discusión filosófica y política, para aportar la luz de la fe. Otra, que se ha llamado “Escrivá”, aboga por la presencia de los cristianos, a título personal, en las estructuras de la sociedad, para revitalizarlas con el espíritu cristiano. 

            Seguramente estas y otras posibles opciones son complementarias. Lo que no cabe es que la Iglesia se convierta en una prolija estructura separada de la gente o un grupo de selectos que se miran a sí mismos(Papa Francisco). Al contrario, las minorías cristianas han de estar abiertas a todas las personas y a toda la sociedad. Los “cristianos no practicantes” también son “fieles”. Y los “no religiosos” tienen sus dramas, razones y virtudes. Hay mucho que aprender y mucho que intentar ayudar en toda persona.

            En definitiva, hemos de pasar de una Iglesia de mantenimiento, limitada a administrar cada domingo una dieta espiritual hipocalórica, a una Iglesia de discipulado, donde tomemos conciencia de que “cristiano” es sinónimo de “discípulo” y de “apóstol”, con lo que supone de formación intelectual y experiencia espiritual. El canadiense James Mallon, en un libro titulado Una renovación divina, explica cómo ha realizado en sus parroquias esta transformación.

Agenda 2050

            Como conclusión, quisiera señalar tres tareas de la Iglesia en el momento actual. Una especie de “Agenda 2050” para la nueva evangelización impulsada por los últimos Papas. 

Un nuevo contrato social

            El sistema democrático liberal está en crisis, porque ha evolucionado en una tecnocracia al servicio de la ampliación indefinida de derechos subjetivos individuales. Un narcisismo intolerante e insostenible. 

            Es preciso restaurar un sistema político que garantice la separación de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial; el respeto de las minorías y no sólo el gobierno de la mayoría; y la libertad de las conciencias.

Los cristianos tenemos una fundamentación trascendente y unas virtudes propias de gran relevancia social, independientemente de que se posea o no la fe.

            Necesitamos un “contrato social” basado en la dignidad de la persona, y los valores morales derivados de la naturaleza humana. Una “cultura del encuentro”, en la línea propuesta por el Papa Francisco en el capítulo 6 de la Encíclica Fratelli tutti.

            En lugar de recelar del gobierno mundial al que seguramente nos encaminamos, hemos de procurar -en la medida de nuestras posibilidades- a que se ajuste a estas reglas democráticas.

            Los cristianos tenemos una fundamentación trascendente y unas virtudes propias de gran relevancia social, independientemente de que se posea o no la fe. Por eso Benedicto XVI propuso a los agnósticos de nuestro tiempo pensar la cosa pública como si Dios existiera.

Contribución al bien común

            Es previsible que, a medida que se consume el derribo de la cristiandad, se generalice una religiosidad de la sociedad, un humanismo laico basado en la tecnología, la racionalidad experimental y la naturaleza. 

Los cristianos hemos de asumir la carga de la prueba de que hay algo más grandioso, profundo y hermoso que el humanismo laico.

            Los católicos hemos de participar con los demás ciudadanos en la búsqueda del bien común. Nuestras propuestas en materias como sanidad, familia, educación, economía, libertad, información o medio ambiente serán frecuentemente alternativas, pero han de estar fundamentadas en la racionalidad argumentativa reconocida en el foro público. Debemos contribuir a formar los coeficientes axiológicos del proceso democrático únicamente con la fuerza de la verdad misma. 

            Los cristianos hemos de asumir la carga de la prueba de que hay algo más grandioso, profundo y hermoso que el humanismo laico.

Espiritualidad mística

            El Covid pasará. Las enfermedades emblemáticas de nuestro tiempo son neuronales: lisiados de burnout, naúfragos afectivos, infartados psíquicos… El secularismo hace violencia a la persona. Por eso Occidente se adentra en una era “post-secular”. El 50% de los que se declaran no religiosos sin embargo se consideran espirituales. Hoy prolifera una cierta espiritualidad no institucional, que incluye ejercicios de meditación, lecturas neofilosóficas que enseñan a disfrutar de lo pequeño, música relajante, el contacto con la naturaleza, e incluso el Camino de Santiago. 

Hoy prolifera una cierta espiritualidad no institucional, que incluye ejercicios de meditación, lecturas neofilosóficas que enseñan a disfrutar de lo pequeño, música relajante, el contacto con la naturaleza.

            Los cristianos practicamos y ofrecemos una peculiar espiritualidad: la relación personal con Cristo. Un diálogo de libertades, que supera infinitamente cualquier solipsismo, y abre horizontes exclusivos a los más profundos deseos del corazón humano: un amor sano y duradero, respuestas a las preguntas por el sentido de la vida, el fundamento trascendente de la fiesta… La amistad con Cristo otorga una felicidad a prueba de dolor y de contrariedad. La doctrina y la conducta cristianas son sus consecuencias. Como profetizó André Malraux, “el siglo XXI será espiritual, o no será”.

El autorLuis Herrera

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Ecología integral

«Es una pena que, en nuestro mundo desarrollado, la vida no merezca ser cuidada hasta el final»

El director de Obras Misionales Pontificias en España, José María Calderón ha emitido un comunicado en el que destaca la labor de tantos misioneros con enfermos incurables que enseñan "que la vida vale la pena cuando se convierte en servicio".

Maria José Atienza·22 de marzo de 2021·Tiempo de lectura: 2 minutos

La reciente aprobación de la ley de eutanasia cuenta con el rechazo de miles de personas, y en especial, el absoluto rechazo mostrado por la Iglesia Católica y sus representantes.

En este sentido, el director en España de las Obras Misionales Pontificias, el sacerdote José María Calderón ha querido unirse de manera institucional a este rechazo con un comunicado en el que recuerda cómo «la Iglesia, con sus misioneros, está cuidando en muchas ocasiones, de modo heroico a muchas personas que sufren enfermedades terribles, incurables, mortales».

Calderón ha señalado cómo los «misioneros nos enseñan que la vida vale la pena cuando se convierte en servicio, en preocupación, en entrega a los demás, especialmente a los más necesitados y desfavorecidos».
 
El director de las OMP en España, ha querido resaltar también que «es una pena que, en nuestro mundo desarrollado, con muchos más medios materiales y sanitarios, la vida de la persona no merezca ser cuidada hasta el final, y se decida —como si nosotros tuviéramos la llave de la vida y de la muerte— cuándo la vida de un enfermo ya no tiene valor o sentido».

Asimismo, Calderón ha querido subrayar cómo «frente al enorme valor que se reconoce a la vida en muchas de las culturas en que realizan su labor nuestros misioneros, la ley que el Congreso español aprobó la semana pasada sobre la eutanasia y el suicidio asistido es una prueba más de que el hombre, para nuestra sociedad, tiene valor en la medida en que es útil, de manera que a quien sufre, en lugar de acompañarle y ayudarle a vivir esos momentos con paz y sintiéndose amado, se le puede quitar la vida».
 
Jose María Calderón ha agradecido a «la Iglesia y a los misioneros y misioneras que están en aquellos países lejanos, por darnos esa lección de humanidad y de caridad».

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Vaticano

La Eucaristía en el centro. Desde Irlanda hasta Ecuador, la devoción siempre viva

Lugares entrelazados por el amor a la Eucaristía: El Santuario Nacional de Nuestra Señora de Knock, en el norte de Irlanda; el Congreso Eucarístico Internacional que se celebrará en Budapest, Hungría; y el próximo en la Archidiócesis de Quito, Ecuador.

Giovanni Tridente·22 de marzo de 2021·Tiempo de lectura: 3 minutos

La Eucaristía es el centro de la vida de la Iglesia. Muy a menudo, atrapados como estamos en el frenesí de las noticias sobre los acontecimientos de las distintas comunidades cristianas -empezando por las de la Iglesia central con el Papa y la Santa Sede y terminando con la última parroquia de la periferia- corremos el riesgo de olvidarlo.

Knock, Irlanda

Sin embargo, basta con estar un poco atento para darse cuenta de que lo verdaderamente esencial en la vida de fe del cristiano sigue siendo también su fundamento, más aún a nivel informativo. Es el caso, por ejemplo, de la reciente elevación -el 19 de marzo- del Santuario Nacional de Nuestra Señora de Knock, en el noroeste de Irlanda, como lugar de especial devoción eucarística y mariana.

La Virgen se apareció allí en 1879, flanqueada por las figuras de San José, a la derecha, y San Juan Evangelista, con un sencillo altar con una cruz y un cordero y ángeles en adoración detrás de ella. A partir de ese momento comenzó una larga tradición devocional, como destino de millones de peregrinos, que renuevan el rezo del Rosario como lo hicieron los primeros videntes durante dos horas ininterrumpidas.

En un videomensaje enviado con motivo de la elevación del Santuario a lugar especial eucarístico y mariano, el Papa Francisco recordó que en Knock la Virgen no pronuncia ninguna palabra: «Sin embargo, su silencio es también un lenguaje; de hecho, es el lenguaje más expresivo que se nos da». Un silencio que ante el misterio -de la incapacidad de comprender- se abandona confiadamente «a la voluntad del Padre misericordioso».

La responsabilidad que la Iglesia confía por tanto a través del Santuario Internacional de especial devoción eucarística y mariana es «grande», dijo el Papa a los peregrinos: «Os comprometéis a estar con los brazos siempre abiertos en señal de acogida» hacia todos, conjugando caridad y testimonio. La fuerza de esta experiencia sólo puede venir del «misterio de la Eucaristía», que nos hace «vivir fervientemente nuestra vocación de ser discípulos misioneros», como lo fue la Virgen María.

Expectativas para Budapest

Siguiendo con estos temas, hay una gran expectación por el próximo Congreso Eucarístico Internacional que se celebrará en Budapest, Hungría, del 5 al 12 de septiembre de 2021, ya aplazado un año por la pandemia. El Papa Francisco aseguró su presencia en la rueda de prensa de regreso de su reciente viaje a Irak.

Refiriéndose a esta cita ya en 2019, el Santo Padre había instado a rezar para que el evento favorezca «procesos de renovación» en las comunidades cristianas.

Hungría tiene unas raíces cristianas muy profundas y la celebración de esta cita internacional quiere ser una oportunidad para «confirmar la fe de los creyentes, reconstruir la identidad de la comunidad cristiana a través de una nueva evangelización, profundizar en la comunión con Cristo y con los hermanos, trabajar por la reconciliación entre los pueblos» y fortalecer el diálogo entre los cristianos, según explicaron los propios organizadores.

Próxima parada: Quito, Ecuador

Otra buena noticia relacionada con los Congresos Eucarísticos Internacionales fue el anuncio, hace dos días, de la próxima etapa en 2024. La 53ª cita devocional tendrá lugar en la Archidiócesis de Quito, Ecuador, con motivo del 150 aniversario de la consagración del país al Sagrado Corazón de Jesús. El acontecimiento pretende también manifestar «la fecundidad de la Eucaristía para la evangelización y la renovación de la fe en el continente latinoamericano», según anunció la noticia el Comité Pontificio para los Congresos Eucarísticos Internacionales.

Tres destinos totalmente diferentes, Irlanda, Budapest, Ecuador, unidos por el amor y la devoción de Jesús en la Eucaristía, que se convierte en un regalo para cada persona, en cada edad y latitud. ¡La Eucaristía en el centro!

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Vaticano

«Debemos dar testimonio de una vida que se entrega en el servicio»

El Santo Padre ha recordado en el Angelus que nuestro testimonio debe concretarse en "sembrar semillas de amor no con palabras que se lleva el viento, sino con ejemplos concretos, sencillos y valientes".

David Fernández Alonso·21 de marzo de 2021·Tiempo de lectura: 3 minutos

En este quinto domingo de Cuaresma y el último antes del Domingo de Ramos, el Papa Francisco ha dirigido el Angelus desde la Biblioteca Apostólica, por las medidas restrictivas que han decretado en Italia.

«La liturgia de este quinto domingo de Cuaresma» ha comenzado el Santo Padre, «proclama el Evangelio en el que san Juan relata un episodio que ocurrió en los últimos días de vida de Cristo, poco antes de su Pasión (cf. Jn 12,20-33)».

«Queremos ver a Jesús»

Parafraseando el pasaje del Evangelio, destacó la petición de los griegos por ver a Jesús: «Mientras Jesús estaba en Jerusalén para la fiesta de pascua, algunos griegos, llenos de curiosidad por lo que estaba haciendo, expresaron su deseo de verlo. Se acercaron al apóstol Felipe y le dijeron: «Queremos ver a Jesús» (v.21). Felipe se lo dice a Andrés y luego juntos van a decírselo al Maestro. En la petición de aquellos griegos podemos ver la súplica que muchos hombres y mujeres, en todo lugar y tiempo, dirigen a la Iglesia y también a cada uno de nosotros: ‘Queremos ver a Jesús'».

Si muere, da mucho fruto

«¿Cómo responde Jesús a esta petición?» Se pregunta Francisco. Y responde que «de un modo que lleva a reflexionar. Dice así: «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre […] Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto» (vv. 23.24). Estas palabras no parecen responder a la petición que habían hecho aquellos griegos. En realidad, van más allá. De hecho, Jesús revela que Él, para todo hombre que quiera buscarlo, es la semilla escondida dispuesta a morir para dar mucho fruto. Como diciendo: si queréis conocerme y comprenderme, mirad el grano de trigo que muere en la tierra, mirad la
cruz».

El emblema del cristiano

Partiendo de esta reflexión afirma que la cruz se ha convertido en el emblema del cristiano: «Cabe pensar en el signo de la cruz, que a lo largo de los siglos se ha convertido en el emblema por excelencia de los cristianos. Quien también hoy quiere “ver a Jesús”, tal vez proveniente de países y culturas donde el cristianismo es poco conocido, ¿qué ve en primer lugar? ¿Cuál es el signo más común que encuentra? El crucifijo. En las iglesias, en los hogares de los cristianos, incluso en el propio cuerpo».

«Lo importante es que el signo sea coherente con el Evangelio: la cruz no puede sino expresar amor, servicio, entrega sin reservas: sólo así es verdaderamente el “árbol de la vida”, de la vida sobreabundante. También hoy mucha gente, a menudo sin decirlo implícitamente, quisiera “ver a Jesús”, encontrarlo, conocerlo. Esto nos hace comprender la gran responsabilidad de los cristianos y de nuestras comunidades».

La entrega en el servicio

El Papa nos ha querido recordar que el Señor logra convertir en fruto aquellas situaciones que parecen áridas: «Nosotros también debemos responder con el testimonio de una vida que se entrega en el servicio. Se trata de sembrar semillas de amor no con palabras que se lleva el viento, sino con ejemplos concretos, sencillos y valientes. Entonces el Señor, con su gracia, nos hace fructificar, incluso cuando el terreno es árido por incomprensiones, dificultades o persecuciones. Precisamente entonces, en la prueba y en la soledad, mientras muere la semilla, es el momento en que brota la vida, para dar fruto maduro en su momento. Es en esta trama de muerte y de vida que podemos experimentar la alegría y la verdadera fecundidad del amor».

Para concluir, Francisco ha pedido «que la Virgen María nos ayude a seguir a Jesús, a caminar fuertes y felices por el camino del servicio, para que el amor de Cristo brille en todas nuestras actitudes y se convierta cada vez más en el estilo de nuestra vida diaria».