Vaticano

El Papa vuelve a la plaza de san Pedro

"Mirar, tocar y comer". Estas tres palabras, entresacadas del pasaje del Evangelio de hoy, han servido al Papa Francisco de hilo conductor en el rezo del Regina Coeli desde la plaza de san Pedro.

David Fernández Alonso·18 de abril de 2021·Tiempo de lectura: 2 minutos
papa ventana San Pedro

Foto: ©2021 Catholic News Service / U.S. Conference of Catholic Bishops.

El Papa Francisco vuelve a asomarse a la ventana del Palacio Apostólico para rezar ante los fieles de San Pedro la oración del Regina Coeli. Siempre es una grata alegría ver al Santo Padre en persona, asomado a esa ventana, desde donde él mismo puede ver también a las personas que se han acercado a la Colonnata para escucharle.

De hecho, al final del encuentro, el propio Francisco manifestó su alegría e hizo referencia a las banderas y los fieles allí reunidos. «Me hace falta encontrarles y verles, no es lo mismo hacerlo desde la Biblioteca».

Cristo se aparece de nuevo

«En este tercer domingo de Pascua», comenzó Francisco, «volvemos a Jerusalén, al Cenáculo, como guiados por los dos discípulos de Emaús, que habían escuchado con gran emoción las palabras de Jesús en el camino y luego lo reconocieron «al partir el pan» (Lc 24, 35). Ahora, en el Cenáculo, Cristo resucitado se presenta en medio del grupo de discípulos y los saluda diciendo: «¡La paz con vosotros!» (v. 36). Pero estaban asustados y creían «ver un espíritu » (v. 37). Entonces Jesús les muestra las llagas de su cuerpo y dice: «Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo. Palpadme» (v. 39). Y para convencerlos, les pide comida y la come ante su mirada atónita».

El Papa subrayó las tres acciones de las que se habla en este pasaje: «Este pasaje evangélico se caracteriza por tres verbos muy concretos, que en cierto sentido reflejan nuestra vida personal y comunitaria: mirartocar comer. Tres acciones que pueden dar la alegría de un verdadero encuentro con Jesús vivo».

Mirar

«‘Mirad mis manos y mis pies’ —dice Jesús. Mirar no es solo ver, es más, también implica intención, voluntad. Por eso es uno de los verbos del amor. La madre y el padre miran a su hijo, los enamorados se miran recíprocamente; el buen médico mira atentamente al paciente… Mirar es un primer paso contra la indiferencia, contra la tentación de volver la cara ante las dificultades y sufrimientos ajenos».

Tocar

«El segundo verbo es tocar. Al invitar a los discípulos a palparle, para que constaten que no es un espíritu, Jesús les indica a ellos y a nosotros que la relación con él y con nuestros hermanos no puede ser “a distancia”, a nivel de la mirada. El amor pide cercanía, contacto, compartir la vida. El buen samaritano no solo miró al hombre que encontró medio muerto en el camino: se inclinó, curó sus heridas, lo subió a su montura y lo llevó a la posada. Y lo mismo ocurre con Jesús: amarlo significa entrar en una comunión vital y concreta con él».

Comer

«Y pasamos al tercer verbo, comer, que expresa bien nuestra humanidad en su indigencia más natural, es decir, nuestra necesidad de nutrirnos para vivir. Pero comer, cuando lo hacemos juntos, en familia o con amigos, también se convierte en expresión de amor, de comunión, de fiesta… ¡Cuántas veces los Evangelios nos muestran a Jesús que vive esta dimensión convival! Incluso como Resucitado, con sus discípulos. Hasta el punto de que el banquete eucarístico se ha convertido en el signo emblemático de la comunidad cristiana».

Concluyó el Papa que afirmando que «este pasaje del Evangelio nos dice que Jesús no es un “espíritu”, sino una Persona viva. Ser cristianos no es ante todo una doctrina o un ideal moral, es una relación viva con él, con el Señor Resucitado: lo miramos, lo tocamos, nos alimentamos de él y, transformados por su amor, miramos, tocamos y nutrimos a los demás como hermanos y hermanas. Que la Virgen María nos ayude a vivir esta experiencia de gracia».

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